CRÍTICA CRÍTICA DE DE LIBROS LIBROS Karl POLANYI El sustento del hombre [1977] 2009. Madrid: Capitán Swing, 412 pp. “Y es que los dioses han ocultado el sustento del hombre” Hesíodo, Los trabajos y los días. El sustento del hombre, Karl Polanyi (1977) Karl Polanyi (1886-1964), científico social y filósofo de origen austriaco, tuvo la capacidad de mostrar la sociedad capitalista actual como una consecuencia de un proceso histórico con características propias, pero en ningún caso como una etapa avanzada de un proceso evolutivo. Para Polanyi, el capitalismo es más bien un modelo económico exótico con tendencia a la autodestrucción. Como apunta César Rendueles en la presentación a la edición en castellano, que aquí se reseña, de El sustento del hombre: Bajo el lema del “sustantivismo antropológico”- en oposición al “formalismo” que proyectaba a otras sociedades la racionalidad práctica del homo economicus-, Polanyi generalizó la idea de que el capitalismo moderno había propiciado una auténtica desviación de la norma social, moral e incluso espiritual de la humanidad (p.19) Polanyi recurre a la antropología para comprender el sistema capitalista, y esta perspectiva le ayuda también a entender los errores y las limitaciones de la teoría económica convencional. En primer lugar, se replanteó el significado profundo del concepto economía y, rehabilitando a Aristóteles como economista, reafirma la concepción del filósofo en cuanto plantea la economía como un proceso teleológicamente orientado a asegurar la subsistencia de una comunidad. Para él, “el uso del término 181 ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales || no7, 2014, pp. 181-187 CRÍTICA DE LIBROS «económico» parece estar maldito por las ambigüedades que presenta. La teoría económica le ha investido de una connotación temporal que resulta inútil dentro de los estrechos límites de nuestras sociedades dominadas por el mercado” (p. 32). En los años cincuenta Karl Polanyi trabajó en la redacción del libro El sustento del hombre, en la que retomaba la investigación que había emprendido junto con algunos de sus colaboradores en La gran transformación (Polanyi, [1944] 2007). Como el autor relata en el prólogo, tras finalizar este libro se habían dado cuenta que “para obtener una visión más realista del lugar ocupado por la economía en la sociedad humana, es necesario que la historia económica general se asiente sobre bases conceptuales más amplias” (p. 31). Así, en este libro el autor presenta los resultados principales fruto de la investigación retomada, que había sido interrumpida durante la preparación del libro Comercio y mercado en los imperios antiguos (1957). Finalmente, Polanyi falleció antes de haber acabado El sustento del hombre, y fue uno de sus discípulos, Harry W. Pearson, quien hizo una recopilación de los materiales en los que había trabajado Polanyi y finalmente editó la obra en 1977 (Prieto, 1996). En El sustento del hombre Polanyi hace una distinción entre los dos sentidos de la palabra economía, uno que hace referencia a la economía formal y otro a la economía sustantiva. La economía formal es aquella que tiene en cuenta la teoría de la elección racional, del homo economicus, a partir de la cual el ser humano escoge entre medios escasos para fines alternativos. Por otro lado, la economía sustantiva consiste en “una relación de intercambio con el entorno físico y social a través de la cual se obtienen los medios para satisfacer las necesidades materiales y simbólicas” (p. 21). A partir de aquí, la identificación de ambos significados supone lo que Polanyi denomina “la falacia económica”, es decir, la identificación de la economía humana con su forma de mercado. Es importante destacar que ambos significados son independientes, y que el significado formal no puede sustituir al sustantivo, ya que “lo económico no implica elección ni insuficiencia”. A pesar de que Menger reconoció la doble raíz del término “económico” en la edición póstuma de sus Principios en 1923, esta edición nunca ha sido traducida al inglés, y sus discípulos y colegas no recogieron el testigo. Así, el concepto formal de económico ha perdurado, mientras el substantivo ha quedado olvidado, por lo que, en palabras de Polanyi “el concepto bifurcado de economía, al unir la satisfacción de necesidades materiales con la escasez, postula nada menos que la insuficiencia de todas las cosas materiales” (p. 87). Polanyi recurre después a Aristóteles como fuente para realizar una crítica a dos de los pilares de la economía convencional: 1) el predominio individualista de la racionalidad instrumental en el contexto de los procesos económicos1, y 2) la recurrencia del fenómeno de la escasez al margen de cualquier consideración material2. Siguiendo las ideas del joven Marx, Polanyi considera que algunos de los conceptos que bajo 1. Aristóteles, cuando analizaba alguna cuestión económica, trataba de subrayar su relación axiológica con el conjunto de la sociedad. 2. Para Aristóteles, igual que para Polanyi, las necesidades humanas no son ilimitadas, sino que una vez que las necesidades han sido cubiertas la demanda dejaría de existir. Bajo la misma perspectiva, Polanyi considerará la demanda de “bienes” como la moda y el alcoholismo consecuencia de “falsas necesidades” (p.13) 182 ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales || no7, 2014, pp. 181-187 CRÍTICA CRÍTICA DE DE LIBROS LIBROS el capitalismo se consideran mercancías, como la tierra, el trabajo y el dinero, son de naturaleza distinta, y no pueden tratarse como tal. Como recuerda en La Gran Transformación (Polanyi, 1944), no todo aquello que se intercambia en un mercado ha sido producido para la venta, por lo que no responde a la definición empírica de mercancía. Las implicaciones de que el trabajo y la tierra se intercambien en los mercados son enormemente relevantes: “El verdadero alcance de este paso sólo se puede estimar si recordamos que el trabajo es otra forma de llamar al hombre, así como la tierra es sinónimo de naturaleza. La ficción mercantil puso el destino del hombre y de la naturaleza en manos de un autómata que controlaba sus circuitos y gobernaba según sus propias leyes. Este instrumento de bienestar material estaba controlado exclusivamente por los incentivos del hambre y las ganancias o, dicho con más exactitud, el temor a carecer de lo necesario en la vida, o la esperanza de obtener beneficios. […] El temor al hambre del obrero y el deseo de ganancia del patrón mantenían el mecanismo continuamente en funcionamiento”. (p. 64) Como él mismo apunta en el prólogo de El Sustento del Hombre, el historiador podrá comprender las implicaciones de los conceptos y de las instituciones económicas de cada momento histórico de una sociedad, y compararlos entre ellos, siempre y cuando se despegue de las especificidades conceptuales capitalistas, es decir, siempre y cuando no atribuya “a los hechos la forma mercantil de las cosas” (p. 32). Para Polanyi, ésta obra tiene como intención última permitir una comprensión más profunda de la economía, para de esta forma tener presentes las diferentes opciones y posibilidades a la hora de gestionar nuestra supervivencia. Correr el velo del capitalismo es la única forma de cambiar el rumbo hacia una sociedad que permita la supervivencia de la especie humana. La economía incrustada en la sociedad Si tomamos como referencia la economía real, observamos que ésta presenta diferencias profundas entre los periodos tribal y capitalista. El modo de producción, es decir, la forma en la que las comunidades primero y las sociedades después organizaban la forma de producir y distribuir los bienes materiales era muy diferente3. Pero Polanyi descubre, a través del análisis antropológico de, entre otros, Thurnwald y Malinowsky, que hay una diferencia conceptual entre ambas que rompe con las nociones que los economistas convencionales habían barajado hasta el momento, y en gran medida siguen barajando4. Para las comunidades tribales y arcaicas, las conductas relacionadas con la producción y distribución estaban incrustadas en las relaciones de parentesco, la magia y la religión. Quién producía, cómo se producía y cómo se repartían los bienes materiales producidos era una decisión comunitaria y basada en el estatus, que se adquiere en el nacimiento, y que está determinado por la posición de la familia y el lugar que se ocupa en ella. En este caso, la economía era 3. Aquí destaco la diferencia conceptual que describe Polanyi en base a los trabajos de Sir Henry Summer Maine en Ancient Law (1861) y Ferdinand Tönnies en Comunidad y Sociedad (1887), en los que describen las diferencias entre las comunidades (sociedades de estatus) y las sociedades (sociedades de contrato). 4. Richard Thurnwald y Bronislaw Malinowsky, ambos antropólogos especializados en la región de Nueva Guinea, cuyos principales libros son, respectivamente, La economía de las comunidades primitivas (1932) y Los argonautas del Pacífico Occidental (1922). Los dos fueron críticos del homo economicus de la teoría clásica. 183 ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales || no7, 2014, pp. 181-187 CRÍTICA DE LIBROS resultado del funcionamiento de otras instituciones no económicas. “Una vez que se reconoce el valor del estatus, el orgullo, el honor y la vanidad son tan eficaces para canalizar el egoísmo del hombre como pueda serlo el deseo de ganancia económica” (pp. 129-130). En las sociedades tribales, las actividades que para un observador ajeno (contemporáneo) podrían considerarse económicas, no tienen las mismas implicaciones en ese contexto. Por ejemplo, el intercambio periódico de objetos con miembros de comunidades vecinas (kula) en las islas Trobriand no tenía la finalidad de enriquecerse, de acumular o de ganar en el intercambio, sino que el objetivo era minimizar la rivalidad y los conflictos, y maximizar el placer de dar y recibir regalos (Malinowsky, [1922] 2000). Incluso las transacciones en las que un objeto era intercambiado por otro equivalente, el intercambio reiterado del mismo objeto evidencia que el objetivo final del intercambio no es el objeto en sí, sino la relación que se establece. Las descripciones de Malinowsky y Thurnwald muestran como en todas las formas de intercambio excepto en el trueque, las cantidades y tipos de cosas que se dan y se reciben están específicamente referidas al tipo de relación social involucrada. De esta forma, no hay posibilidad de pensar en la economía al margen de las relaciones sociales establecidas entre las personas. El centro estaba en la solidaridad entre los miembros de la comunidad, y eso permitía que estas sociedades sobrevivieran y tuvieran capacidad de reproducirse. “La solidaridad de la tribu estaba así cimentada en una organización de la economía que actuaba para neutralizar los efectos destructivos del hambre y del deseo de ganancias, mientras que explotaba al máximo las fuerza solidarias inherentes a un destino económico común” (p. 122). A partir de la observación de la economía incrustada en las sociedades tribales, Polanyi es capaz de redefinir las pautas de comportamiento económico en las sociedades capitalistas, en las que las actividades económicas tienen su propio ámbito, y se rigen a partir de la voluntad de eficiencia y racionalidad económica de las personas individuales que intervienen. Las sociedades capitalistas tienen como centro los mercados o los sistemas de mercados, cuyas leyes propias (la oferta y la demanda) determinan qué se producirá, cuánto y cómo se repartirá. Para que este sistema exista es necesario que haya un sistema económico separado del resto y un concepto integrador básico que es un agregado de unidades económicas intercambiables. Como contraposición a lo que se observó para las comunidades tribales, los objetivos de las sociedades capitalistas se refieren principalmente a los beneficios económicos individuales, y se basan en el temor al hambre y el deseo de ganancia. Y es por eso que Polanyi anuncia la desintegración de la sociedad como colectivo, ya que detecta que la base de la economía capitalista es el conflicto entre sus diferentes miembros que actúan para obtener ganancia de los intercambios entre ellos. Para conocer el proceso a través del cual se dio paso a las sociedades capitalistas tendremos que prestar atención al origen de las transacciones económicas. El origen de las transacciones económicas “En algunas sociedades arcaicas –aunque no en todas– encontramos en desarrollo un interés por transacciones de un nuevo tipo: junto a las de estatus practicadas por la tribu, hacen su aparición otro tipo de transacciones que se refieren no tanto al estatus de los hombres, como a la importancia de los bienes”. (p. 127) 184 ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales || no7, 2014, pp. 181-187 CRÍTICA DE LIBROS La aparición de las transacciones internas en las sociedades arcaicas fue un proceso heterogéneo entre las diferentes regiones. Se pueden distinguir dos evoluciones distintas a partir de la forma en la que las comunidades integraron las transacciones internas, la primera a través de la aceptación limitada y estrictamente controlada de ciertos tipos de transacciones, lo que ocurrió en las comunidades campesinas de las ciudades estado de la Grecia de Hesíodo y en parte de Israel, y la segunda a través de eliminar el principio de ganancia de las transacciones, en el caso de los imperios hidráulicos de Asiria y Babilonia, con intercambios más centralizados y regulados por los templos5. La teoría económica convencional dirá que las transacciones económicas surgen una vez se han superado las supersticiones de la magia, y que por lo tanto son resultado de la mayor capacidad de las comunidades de actuar de forma racional, buscando su máximo interés individual y por lo tanto empezando a practicar el trueque ganancial. Sin embargo, Karl Bücher señaló que, por el contrario, el hombre primitivo era contrario a los actos de intercambio6. Siguiendo las observaciones de Bücher, Polanyi señala que la institución que permitió que los intercambios entre miembros de la comunidad fueran asimilados fueron las equivalencias, sistema a través del cual se regulan las cantidades de diferentes productos que se considera que tienen el mismo valor. Como hemos comentado en el segundo apartado, la solidaridad y el sentimiento de comunidad era uno de los factores más importantes a tener en cuenta en las actividades económicas de las comunidades y, dado que un intercambio basado en equivalencias implica que no haya ganadores en el intercambio entre iguales, éstas protegían la estabilidad y la coherencia de las comunidades. “Las instituciones económicas arcaicas evolucionaron en todas partes a partir de las economías incrustadas de la época tribal, y este desarrollo estuvo siempre relacionado con los requisitos trascendentales de la solidaridad social”. (p. 132) Esta noción del intercambio justo se mantuvo prácticamente hasta el siglo XIII con Tomás de Aquino, a través de los textos religiosos y de ley, como por ejemplo en las Leyes de Eshnunna y el Código de Hammurabi (Mesopotamia) , La Mishnah y el Talmud (Babilonia)7. Todos estos textos disponen que las únicas transacciones legítimas son aquellas que se realizan a un precio “justo”, es decir a una precio que mantenga las equivalencias establecidas. Incluso se preveían castigos semirreligiosos para aquellos que incumplieran las normas anteriores. De esta forma podemos asumir que, en aquellas sociedades en las que las equivalencias funcionaran de forma habitual, el mercado formador de precios no tenía sentido, incluso una de las conjeturas de Polanyi en este capítulo es que el desarrollo de los mercados formadores de precios puede haber tenido lugar a partir de la caída de las equivalencias (p. 145). Este tipo de intercambios amplía las posibilidades de los individuos de usar con mayor libertad los medios económicos disponibles, pero especialmente serán beneficiosos para la comunidad en cuanto permitirán que haya intercambio en caso de necesidad o en caso de excedente. En los textos mencionados, y así como en el Antiguo Testamento, 5. La aparición de nuevas instituciones, que surgen como resultado de la necesidad de gestión de recursos colectivos, requiere la movilización de algunos recursos, especialmente tierra y trabajo. Las características anteriores de gestión de tierra y trabajo influirán en la forma de estas nuevas instituciones. 6. Karl Bücher (1847-1930), economista y sociólogo alemán, uno de los fundadores de la non-market economy. 7. Leyes de Eshnunna (1930 a.c.), Código de Hammurabi (1760 a.c.). 185 ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales || no7, 2014, pp. 181-187 CRÍTICA DE LIBROS encontramos la regulación que se aplicaba en caso de que algún miembro de la comunidad tuviera problemas de escasez derivados de una mala cosecha u otras contingencias. En el caso del Antiguo Testamento, éste disponía que el padre de familia podía acudir a su vecino para que le suministrara la cantidad necesaria de ayuda en especie a crédito, el acreedor debía tratar de forma humana y considerada al deudor y tenía prohibido sacar beneficio del préstamo. También se exigía una garantía y, en caso de impago, el deudor o sus familiares pagarían la deuda con trabajo en beneficio de los acreedores. “La Mishnah está empapada de la aversión del Antiguo Testamento por el beneficio o la gananacia derivada de cualquier transacción entre los miembros de la tribu. Sus preceptos demuestran una obsesión por el peligro moral de las ganancias, aunque sean inesperadas u obtenidas involuntariamente. Los equivalentes de emplean aquí deliberadamente como salvaguarda contra este peligro.” (p. 142) Para acabar, me gustaría recoger una reflexión sobre el proceso a través del cual las sociedades capitalistas acaban rompiendo con la noción de solidaridad comunitaria como base de los procesos económicos, y como moralmente se justifica este cambio. En La economía en evolución (1987), José Manuel Naredo señala los argumentos a través de los cuales se justifica que los mercados formadores sean la principal institución en la que se base el modelo de producción capitalista, y consecuentemente la generalización de las transacciones gananciales. De nuevo este proceso de cambio tiene que ver con la moralidad. “La fábula de las abejas de Mandeville (1714) cuyo subtítulo rezaba Donde los vicios privados hacen el bien público, señala el axioma llamado a presidir la nueva concepción de “lo económico”, erigiendo en este campo un baluarte ajeno a las normas morales, en el que curiosamente –merced a ciertos mecanismos peculiares– el vicio individual se transmutaba en virtud colectiva” (Naredo, [1987] 2003: 61). De esta forma, la transmutación hacia una economía basada en un sistema de mercados se hace a través de la justificación moral de las transacciones gananciales. En esta afirmación se basarán las aportaciones de Adam Smith y toda la teoría neoclásica posterior. Según John Ruskin: “Semejante a la alquimia, a la astrología, a la hechicería y a las otras ciencias populares, la economía política también tiene como punto de partida una idea plausible: Los sentimientos sociales –dicen los economistasson en la naturaleza humana factores accidentales y perturbadores; por el contrario, la avaricia y el deseo de progreso son factores constantes. Eliminemos los factores variables y considerando al ser humano como una mera máquina codiciosa, examinemos con qué reglamentación del trabajo, de la compra y de la venta, puede obtenerse la mayor suma posible de riqueza”. Ruskin (1864: 21-23). Como nos recuerda Lahera Sánchez (1999), las aportaciones de Polanyi no deben quedarse sólo en la esfera de las ideas, sino que su carácter político y transformador debe animarnos a encontrar en sus obras las claves y la inspiración para el análisis y crítica del capitalismo, así como para la construcción colectiva de una economía al servicio de la sociedad. Inés Marco Lafuente (Universitat de Barcelona) 186 ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales || no7, 2014, pp. 181-187 CRÍTICA DE LIBROS Bibliografía LAHERA, Arturo. 1999. “La crítica de la economía de mercado en Karl Polanyi: el análisis institucional como pensamiento para la acción”. Reis: Revista española de investigaciones sociológicas, 86, 27-54. MALINOWSKY, Bronislaw. [1922] 2001. Los argonautas del Pacífico Occidental. Barcelona: Península. MANDEVILLE, Bernard. [1714] 1982. La fábula de las abejas o los vicios privados hacen la prosperidad pública : comentario crítico, histórico y explicativo de F. B. Kaye.. México: Fondo de Cultura Económica. NAREDO, José Manuel. [1987] 2003. La economía en evolución: historias y perspectivas de las categorías básicas del pensamiento económico. Madrid: Siglo XXI. POLANYI, Karl. [1944] 2007. La Gran Transformación: los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo. Buenos Aires: Fondo de Cultuta Económica. PRIETO, Carlos. 1996. “Karl Polanyi: crítica del mercado, crítica de la economía”, Política y Sociedad, 16 (23-34): 23-34. RUSKIN, John. [1864] (sin fecha). Unto this last. Madrid: Perlado Pérez y Cía. Editores. 187 ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales || no7, 2014, pp. 181-187