SEPTIEMBRE 2006 Alcanzar al mundo, esa es la meta. Hoy estamos, sin la menor duda, viviendo una época sin precedentes en la historia de las misiones. Nunca hubo tanta movilización misionera como ahora. A esto debemos unir las facilidades providenciales que la ciencia y la tecnología ofrecen, las cuales son en sí otros desafíos diferentes a los que se afrontaban nuestros misioneros en el siglo pasado. Hoy, en apenas algunas horas, podemos dar la vuelta al mundo en modernos aviones y el internet nos pone el mundo al alcance de un click. Las puertas que antes permanecían cerradas se han abierto o están por abrirse. El mundo está preparado para recibir el mensaje de salvación. En medio de tantas transformaciones, la Iglesia se encuentra ante un gran desafío: ¿Qué haremos para alcanzar al mundo antes del regreso de Cristo y cual es mi participación vital en ese plan? ¿Que debemos hacer para alcanzar al mundo? La Iglesia, como las primicias de esta gran cosecha, no puede dejar de sentirse en la obligación de salir de su propio pueblo e ir a los confines de la tierra para servir como instrumento de esta gran cosecha. Estamos viviendo momentos históricos de la iglesia y toda la humanidad está con los ojos puestos en este nuevo milenio. Aún cuando no se trate de una época escatológica definida, esto nos hace sentir desafiados para alcanzar a todos los pueblos. Entonces, ¿qué debemos hacer para alcanzar al mundo antes de que Cristo vuelva? He aquí algunas consideraciones prácticas: 1. Estar dispuestos a ser testigos Debemos actuar como verdaderos cristianos y, como tales, estar dispuestos a ser testigos de Cristo hasta los confines de la tierra. 2. Orar, interceder, ayunar. Debemos orar, interceder y ayunar por los pocos que están yendo y por los pueblos que aún no han sido alcanzados. 3. Vivir para el Reino Debemos definir nuestras prioridades personales respecto a la obra del Maestro. Vivimos en un mundo materialista, donde todo gira alrededor de lo que podamos poseer. El poder del dinero y lo que él proporciona embelesa a muchos que sólo viven para sí y no para el Reino de Dios. Si no hay una verdadera liberación de las cosas materiales, estaremos muy lejos de poder alcanzar al mundo. 4. Reconsiderar nuestra posición como cristianos Aquellos que todavía no se han involucrado en misiones deben reconsiderar su posición delante de Dios y tomar una decisión de ser un cristiano de clase mundial. 5. Aprovechar las oportunidades y aceptar los desafíos. Debemos aprovechar las oportunidades para la evangelización que ofrecen las naciones que en otros tiempos estuvieron cerradas para el Evangelio, y los cambios que día a día suceden. • • • • • Debemos observar a las naciones superpobladas, como la india, donde proliferan las religiones falsas y el engaño. Debemos invertir mayores esfuerzos en el mundo musulmán, el cual constituye uno de los mayores desafíos a la evangelización mundial. Debemos preocuparnos por evangelizar a los pueblos animistas y aislados, como es el caso de los indígenas diseminados por este vasto planeta. Debemos también preocuparnos por evangelizar en los grandes centros urbanos, así como en las grandes zonas rurales. Debemos cuidarnos, al hacer todo esto, de no olvidar a nuestros vecinos, compañeros de trabajo y colegas en los estudios, que están tan cerca de nosotros y son muy fáciles de alcanzar. 6. Dejar la comodidad y entregarnos más a la salvación de los que nunca han escuchado el evangelio. Debemos salir de nuestra zona de comodidad que hemos creado a nuestro alrededor y dedicarnos más a la salvación de nuestro prójimo demostrándoles nuestro amor, todo en _________________________________________________________________________________________ Agenda 360 – Todo el mundo, todo el año - Septiembre 2006 1 obediencia al segundo gran mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39). ¿Aceptaremos el desafío? Todo desafío implica la presencia de ambas partes: los que desafían, y los desafiados. En nuestro contexto, el panorama mundial frente al mandato de Cristo en quien desafía, es decir, nosotros somos los desafiados a atender las necesidades de evangelización mundial. Con toda certeza decimos que Dios está con los ojos puestos en cada uno de nosotros, esperando por nuestra decisión. dispone, juntamente con su iglesia, a realizar su parte, entonces, sin lugar a dudas, estaremos apresurando aún más el regreso de Cristo Jesús, ¡nuestro Señor y Salvador! ¡QUE CRISTO NOS ENCUENTRE ACTUANDO ASÍ! ¡Dios quiere revolucionar nuestra vida! Nuestro trabajo es indispensable para su magnífica obra redentora. Basta que aceptemos el desafío que significa el ver a tantas almas en tinieblas y nos decidamos a llevarles la preciosa luz del Evangelio de salvación. El Señor no nos invita, ¡nos ordena! Y el mundo necesita y espera por nuestra participación en la obra misionera. No podemos esperar por los otros, ni escondernos tras la disculpa de que "no fuimos llamados", pues, como sabemos, todos hemos sido llamados desde el momento en que nacimos de nuevo. Ya hubo quien dijera que "un corazón con Dios es un misionero, y un corazón sin Dios es un campo misionero". Si queremos darle un nuevo sentido a nuestra experiencia cristiana, tener una vida verdaderamente bendecida, la victoria sobre el enemigo, recibir una corona de gloria de manos de Jesús; si deseamos que el nombre del Señor sea glorificado; si ansiamos el regreso de Jesús, entonces, ¡aceptemos el desafío! Conclusión Cuando meditamos en estos desafíos, nos queda la impresión de que se trata de una tarea imposible de ejecutar. Es obvio que así será si lo intentamos aisladamente. Pero, si trabajamos en cooperación unos con otros; si cada creyente reconoce su función en el plano divino para la evangelización mundial y está dispuesto a realizar su parte; si cada líder de la iglesia procura visualizar el plan redentor de Dios con los ojos del Espíritu Santo y se _________________________________________________________________________________________ Agenda 360 – Todo el mundo, todo el año - Septiembre 2006 2