El Plhino en la balanza Nicolás Pineda Pablos*

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El Plhino en la balanza
Nicolás Pineda Pablos*
El Plan Hidráulico del Noroeste, más conocido como Plhino, no debe de quedarse
sólo en tema de campaña electoral y debe de ser analizado por instituciones y
expertos desinteresados. El proyecto busca transferir agua de Nayarit y sur de
Sinaloa al norte de Sinaloa y sur de Sonora, al conectar 16 ríos por medio de las
presas existentes y la construcción de diez más. El proyecto trasciende con mucho a
los precandidatos y los gobernantes actuales y, de llevarse a cabo, impactaría el
desarrollo de la región cuando menos hasta nuestros bisnietos. Por ello, más que
objeto de apoyos o no, debe ser un asunto de un análisis sereno de los argumentos a
favor y en contra.
Hasta ahora le han llovido los apoyos, pero escasean los análisis fríos y
desinteresados. No sería la primera vez que un proyecto se comienza con cuentas
muy alegres y a medida que se va avanzando comienzan a aumentar los problemas y
los afectados hasta que finalmente termina por cancelarse. Recuérdense, por ejemplo,
la planta desaladora en 2001 y el acueducto del Novillo en 1996.
Antes como antes y ahora como ahora
La visión de las presas y las obras hidráulicas ha cambiado mucho en los últimos
años. Antes, todo se veía desde el lado del suministro y era cuestión de ingenieros y
de constructoras. Ahora la visión es más amplia y se enfoca desde el lado del
consumo y el manejo del agua, hay que considerar los impactos en la población
humana afectada, pero también los impactos ambientales en las riveras de los ríos y
en las costas de los mares. Estos son costos que casi no se contabilizan y difíciles de
cuantificar. Las presas inundan pueblos y desplazan gente, también afectan a muchas
familias que viven río abajo. Se trata generalmente de gente pobre que debe de ser
tomada en cuenta. Además, modifican el ciclo del río y dañan seriamente habitats de
fauna y flora incluso en los mares donde desemboca. ¿Cuánto vale cada uno de estos
elementos?
Antes se pensaba que había que regular los ríos para evitar que el agua se fuera al
mar y “se desperdiciara”. Ahora hay más respeto para la naturaleza y se ha aprendido
que la naturaleza también demanda agua y cuando se le cancela, a la larga, se sabe
cobrar y a veces muy caro.
Hace unos años en España, se elaboró un gran proyecto similar para transferir agua
desde el bajo Ebro en el norte húmedo hasta Almería en el árido sur. Se llamaba el
Plan Hidrológico Nacional (PHN). Hubo un gran debate donde se concluyó que
debido a razones económicas y del medio ambiente, no era conveniente. Muchos
consideraron que, si se ponían en práctica de manera eficaz la gestión de la demanda,
no era necesario porque se disponía de fuentes alternativas de agua a un costo mucho
más bajo. Se consideró que si se hacía sería un “elefante blanco” y un monumento a
la mala planificación para las generaciones futuras. Al final, al perder las elecciones
el partido que lo impulsaba, el proyecto fue cancelado por el actual gobierno.
Costos y preguntas
Se han difundido ampliamente los beneficios del Plhino. Entre ellos están que
aumentaría la producción de alimentos a través de áreas nuevas de cultivo y
segundos cultivos, generaría energía eléctrica limpia, creará nuevos empleos y, por si
fuera poco, se habla de que abastecería de agua a ciudades como Guaymas y
Hermosillo.
Pero poco se habla de los costos y menos se analizan. Se estima que costaría 140 mil
millones de pesos. Esta es una cantidad que por su alto número de ceros rebasa
nuestra imaginación, pero se refiere sólo a sus costos monetarios directos. Otros
costos serían los que ya señalamos de población desplazada, modos de vida
modificados, medios de sobrevivencia dañados y naturaleza alterada. En este análisis
habría que ubicar también quiénes son los principales afectados y quiénes son los
principales beneficiarios.
Entre las preguntas que surgen están: ¿Cuánta agua se desperdicia actualmente en lo
distritos de riego del Mayo y Yaqui? ¿No se pierde más de la mitad del agua en
ineficiencia? ¿Cuánto costaría un programa que eleve sustancialmente la eficiencia
del riego? También: ¿Qué tanta agua residual de las ciudades del noroeste se está
tratando y reutilizando? ¿No pudiera también contarse con esta agua para usos
productivos?
Además, ¿Se espera que todo el costo monetario lo absorba el gobierno federal?
¿Qué otras obras y programas habría que cancelar para que este proyecto se realice?
¿Con cuánto contribuirían los agricultores beneficiados? ¿Sería autofinanciable la
obra con el incremento en la producción? ¿Pudiera financiarse exclusivamente con
fondos privados y la contribución de los beneficiarios directos?
Otra cuestión es la del valor de los cultivos que se van a abrir. ¿Ya no se va a
subsidiar la electricidad para el riego? ¿Se van a eliminar los precios de garantía? ¿Se
va a vender el agua a precio de costo?
Por último, en cuanto a las poblaciones y naturaleza afectada ¿Cómo se les va a
compensar? ¿Cómo se va a detener la emigración de nayaritas hacia Sonora?
Son simples preguntas.
*Profesor-investigador del Programa de Estudios Políticos y Gestión Pública de El
Colegio de Sonora, npineda@colson.edu.mx
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