TRES SOMBREROS DE COPA (Miguel Mihura) En

TRES SOMBREROS DE COPA (Miguel Mihura)
En su contenido se alían el humor y la tristeza, pero lo más sorprendente es el
tratamiento formal, que debe mucho al vanguardismo de la preguerra. Lo inverosímil, lo
incongruente, lo absurdo, el inconformismo, están patentes en la obra. Bajo el disfraz
burlesco se esconde un tema trágico: la frustración.
Dionisio, el protagonista, ha vivido inmerso en un mundo convencional y gris, en
el que va a instalarse definitivamente mediante su matrimonio. Pero, de pronto, en una
noche insólita, surge lo imprevisto: de la mano de Paula, descubre otra vida. Se
enfrentan así dos mundos y dos concepciones de la vida: una prosaica y ridícula, frente a
una poética y hermosa; de una parte, la vida burguesa, con las normas de don
Sacramento, un mundo serio, aburrido, cursi, puritano e hipócrita; de otra parte, el
mundo de Paula: la libertad, la alegría, la imaginación, lo inesperado.
Tal es la alternativa que plantea la obra teatral. Ante el protagonista surgirá la
posibilidad de cambiar de vida. Querrá romper con lo anterior, pero bastará la
aplastante presencia del sistema, encarnado por don Sacramento y la lucidez y amargura
de Paula, para que Dionisio se deje arrastrar. El mecanismo social ha engullido a un
individuo más.
Quedarán ridiculizados los representantes de una mentalidad burguesa, pero
también los pusilánimes, que no saben romper con sus ataduras.
La estructura responde a los patrones clásicos. Se compone de tres actos
(planteamiento, nudo y desenlace) y respeta la regla de las tres unidades clásicas. En
este marco van a presentarse las más insólitas situaciones y los diálogos más
descabellados, que se sucederán y enlazarán de manera magistral a lo largo de cada
escena. Tal desarrollo interno es destacable por la habilidad con la que el autor consigue
transmitir una impresión de movilidad y fluidez.
La comicidad de caracteres, situaciones y lenguaje convive con el patetismo, pero
también con la poesía. La obra es, en definitiva, una farsa en la que lo cómico refrenará
lo patético y lo lírico.
No han faltado autores que consideren a Mihura, por esta obra sobre todo, un
precursor del teatro del absurdo.
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