Internet, ¿una nueva religión?. Fecha: 10/04/2007 Por: elconfesor Fabián Salazar, coordinador del Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones, de la Universidad del Rosario (Bogotá), dice que la pantalla de computador se ha convertido en un "nuevo templo que congrega, convoca a multitudes para practicar y compartir un solo credo: la globalización del mensaje religioso". **** Internet es uno de los inventos más importantes de la humanidad y ha posibilitado el encuentro de personas de diferentes razas, culturas y espacios geográficos dentro de una gran familia global. Es innegable el aporte de la cibercultura al progreso social, económico y político de los pueblos, las empresas y hasta las iglesias y religiones. Como fenómeno social, Internet puede ser objeto de reflexiones críticas que superen las posiciones extremas de la tecnofilia y la de tecnofobía. A continuación presento reflexiones de autores que cuestionan el hecho de convertir en si misma la cibercultura en una religión (ciberreligión). La ciberreligión o technosofía se manifiesta como una expresión religiosa basada en la tecnología, particularmente en los recursos de Internet, que pareciera tener su "credo", su "moral" y hasta su "liturgia". Propone, como lo presenta Doig, sus tres "virtudes": la utilidad, la eficacia y sobre todo la productividad. Cuenta con sacerdotes y con templos promete el paraíso en la tierra en virtud del progreso tecnológico y sus sistemas eficaces; es decir, suplanta la escatología tradicional por la utopía tecnológica. La pantalla del computador es el nuevo templo que congrega, convoca a multitudes para practicar y compartir un solo credo: la globalización del mensaje religioso. Se ha convertido en el “púlpito virtual” desde donde emanan toda clase de discursos, que van desde la más radicales ortodoxias de las religiones hasta los discursos más alternativos. Pérez Tapias presupone que la desviación religiosa tecnologista parte de la exclusión de Dios, pero no se queda allí. Dado que el hombre es esencialmente un ser religioso, el vacío que deja el rechazo de Dios reclama ser llenado con algo "absoluto". Se hace necesario en consecuencia fabricar un dios a la medida de la mentalidad tecnologista, a medida de una ideología tecno‐idolatríca. En palabras de Pérez: Hay que andar especialmente alerta ante los nuevos ídolos. No es difícil detectar que la misma tecnología es objeto más que frecuente de idolatría en sociedades en que lo tecnológico, por su potencia y eficacia, deriva fácilmente hacia lo tecnocrático. Por lo demás, el peligro de tecno‐cracia, esto es, de erigir la técnica en fuentes y legitimización del poder. Según el autor antes citado, en el mundo de la globalización economicista está buscando un nuevo orden para su estabilización apoyándose también en el digitalismo como “religión oficial”, esta situación plantea una versión sofisticada de una nueva gnosis, en la que se desarrollan las élites emergentes y creando nuevas exclusiones. Vale aquí presentar los cuestionamientos que se hace Durán: Lo que nos une como especie humana ya no es una huella de Dios en nosotros sino una red de información y comunicación electrónica creada por nosotros. Así como no estamos muy convencidos de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, sabemos muy bien que Internet si fue creada a imagen y semejanza nuestra porque satisface la mayor parte de nuestras necesidades y sirve a muchos de nuestros fines, sean estos buenos o malos, comerciales, políticos o espirituales. Incluso algo tan “de la carne” como el sexo encuentra en Internet un lugar para su realización. ¿No será que la red de redes ha comenzado a ejercer con esa función que hasta hace no muchos años era ejercida por la creencia en el alma? ¿Será la red nueva alma de la humanidad?... Podemos confiar en que está en nuestras propias manos evitar que Internet se convierta en un sustituto del alma del mundo, es decir, en un nuevo fetiche. Volviendo a los comentarios de Pérez Tapias, es necesario reconocer que no es pequeña la tentación de caer bajo el hechizo de la ciberreligión. Ésta se ofrece como nueva suministradora de sentido para muchos, aunque sea de forma distorsionada, incluyendo hasta nuevas formas de “fetichismo electrónico” que conducen a una alienación religiosa. A partir de lo anterior se puede intuir que el gran cambio que ha ocurrido es la comercialización de la vivencia religiosa (o, mejor, la aparición de una nueva forma de comercialización de la misma). No solamente se trata de que ahora las iglesias deben invertir gran parte de sus recursos en tecnología para ofrecer un mejor servicio a esos feligreses/clientes que las mantienen con sus donaciones. Se trata también de la proliferación de sitios de temática religiosa guiados únicamente por un criterio económico. Para sintetizar una idea clave de la referencias anteriores es gráfico afirmar con Castrillón que “los nuevos dioses no son de barro ni de oro, sino de bits, más cómodos de adorar, menos molestos, y siempre listos a atender nuestros gustos”. Para continuar estas reflexiones pongo mi correo electrónico a disposición del diálogo salazarcetre@gmail.com FUENTES BIBLIOGRÁFICAS: CASTRILLON. Darío. Card. El fenómeno religioso: evangelización en la era digital. Congreso Continental sobre Iglesia e informática. Monterrey. 3 de Abril de 2003 DOIG, Germán . Dios en la era tecnológica http://synodia.org/ciberapostolado/reflexiones/diosenlaeratecnologica.html DURAN, Vicente. S.J. Internet y el Alma Humana. En Revista Javeriana. Número 138, tomo 684. Mayo de 2002. Pag 4 SIERRA, Luis. Religiosidad On‐line: nuevo horizonte para el creyente. En Revista Javeriana. Número 138, tomo 684. Mayo de 2002. Pag 47 PEREZ. José Antonio. Internautas y náufragos. La búsqueda del sentido en la cultura digital. Editorial Trotta. Madrid 2003.Pag. 70 www.el‐mundo.es/navegante/ 2002/05/08/esociedad/1020846440.html