Acerca de la función del arte y su reproducción técnica

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Acerca de la función del arte y su reproducción técnica
Nivel II
Rivera Carpani
En el siguiente ensayo nos cuestionaremos acerca de una problemática que ha
generado discusiones entre la mayoría de los teóricos contemporáneos de la filosofía
del arte: ¿cómo afecta la reproducción técnica1 la función del arte?
Para comenzar a abordar este interrogante nos remitiremos al siglo XX, donde
la escuela de Frankfurt generaba uno de los cuerpos teóricos más grandes de la edad
contemporánea sobre el arte. Uno de sus primeros pensadores, sobre el que la
mayoría de las teorías de esta corriente se van a inspirar, es Walter Benjamin, él
planteará que la era de la reproducción técnica libera al arte de su enclaustramiento
eclesiástico (Benjamin, 1939). Esto refleja uno de los principales cambios en las
funciones y ubicación del arte: las obras ya no se tienen “encerradas” en las iglesias,
no gira todo en torno a la divinidad, la importancia no está en la mera existencia de las
obras, ésta radicará, de ahora en más, en el valor exhibitivo de las mismas. Vemos, de
este modo, que la traslación desde una función cultual, incluso mágica, hacia una
función expositiva, rompe con este círculo del arte en donde sólo los privilegiados
tienen acceso al arte, se da luz a la oscuridad que se traía desde la Edad Media.
Benjamin argumentará que la privación del carácter cultural de la obra se da por la
pérdida de su aura2, y esta pérdida es generada por la reproducción técnica del arte.
Este será el fundamento a través del cual gire toda su teoría.
Ahora bien, cabe preguntarnos: ¿qué consecuencias tienen en el campo de la
recepción artística la utilización de los métodos de reproducción técnica? La nueva era
del arte, en donde la reproducción técnica lo ha liberado de sus ataduras con respecto
al campo eclesiástico, es fuertemente criticada por la escuela de Frankfurt. Ellos irán
en contra de uno de los aspectos fundamentales de este periodo: la aproximación de
las masas al arte. Grandes pensadores como Adorno, Horkheimer, e incluso Benjamin,
se opondrán a la idea de que el pueblo, las grandes concentraciones de población,
tengan acceso a lo que ellos llamarán “alta cultura”. Este último pensador llegará a
1
La reproducción técnica es entendida por Benjamin como cualquier proceso (tecnológico) a
través del cual se puede generar una copia de la obra de arte. En este trabajo también
haremos extensivo ese concepto a los medios tecnológicos (masivos) a través de los cuales
circulan las producciones artísticas.
2
El “aura”, para Benjamin, es la manifestación irrepetible de una lejanía por cercana que pueda
estar. Es la impronta única e irrepetible que el artista plasma en su obra, y que le brinda su
carácter de auténtico y original.
sostener que la crisis que sufre el arte en el siglo XIX, es por la apertura de esta forma
de producción a la masa. (Benjamin, 1939).
Estos teóricos no pueden concebir que las galerías, museos, estén abiertos a
todo el mundo, piensan que la masa no es capaz de dedicarle el tiempo o la atención
necesarias a las obras de arte para poder entenderlas, ver esos mínimos detalles que
las hacen únicas; la población recorre esos recintos sin disminuir la marcha, al paso,
sin contemplar las cosas, como si estuvieran viendo una película (formas artísticas
que, según Benjamin, fueron diseñados para ellos) (Gómez Isla, 2002). Va en contra
de la esencia de la pintura ser contemplada multitudinariamente, ésta necesita un
tiempo de reflexión, un lugar y un ambiente determinados, una concentración que es
imposible lograr con la asistencia de un gran número de personas para verla.
Tal vez algunos argumentarían que, en la “era de la reproducción técnica”, lo
más lógico sería crear copias de las obras de arte, así su contemplación podría ser
masiva y adquirir la características para su adecuada observación. Esto, según la
escuela de Frankfurt, iría también en contra de la esencia de la pintura, donde el “aura”
cumple un papel fundamental.
En cuanto a la función del arte y su reproducción técnica, dichos pensadores,
plantean problemáticas que permanecen en la actualidad, ya que los medios masivos
de comunicación funcionan como vehículo técnico de masificación del arte, reforzando
su función expositiva y relegando su primigenia función de contemplación. Este tema
es abordado por Adorno y Horkheimer en su Dialéctica de la Ilustración, adjudicándole
al arte una nueva función, la de mercancía. En la época de la masificación de los
medios surge la industria cultural3, la que provoca el trastorno de la función del arte al
considerar las obras como objetos para comerciar. Tratarlas de esta manera genera su
deterioro y, por lo tanto, el deterioro de la cultura (alta cultura). Adorno y Horkheimer
dirán: “La televisión tiende a una síntesis de radio y cine, que está siendo retardada
hasta que las partes interesadas se hayan puesto completamente de acuerdo, pero
cuyas posibilidades ilimitadas pueden ser promovidas hasta tal punto por el
empobrecimiento de los materiales estéticos que la identidad apenas velada de todos
los productos de la industria cultural podrá mañana triunfar abiertamente, como
sarcástica realización del sueño wagneriano de la obra de arte total […] El efecto
armónico aislado había cancelado en la música la conciencia de la totalidad formal; en
pintura el color particular se había sobrepuesto a la composición del cuadro; la
penetración psicológica dominaba sobre la arquitectura de la novela.” (Adorno y
Horkheimer, 2009). Este empobrecimiento del material estético, el deterioro de la
3
Producción en serie de manifestaciones culturales para ser vendidas y compradas al “mejor
postor”.
producción artística, es debido a la reproducción en masa de las obras de arte para su
comercialización. La mercantilización del arte lo aleja de su carácter “puro” y lo
aproxima, en cambio, a un interés. Este interés podrá ser económico, político o social,
pero en todo caso estará más próximo al hombre común que al ideal de artista
desinteresado que propugnaban los teóricos clásicos.
Viendo todo este cuerpo teórico podemos reflexionar acerca de esta postura de
los pensadores de Frankfurt, quienes siguen una línea que viene de la idea aristotélica
del arte, también kantiana, en su concepción de “arte puro”, y “arte por el arte”, y
preguntarnos ¿es esta en realidad la función del arte?, ¿es el arte empobrecido por
acercarse a las masas?, ¿es la reproducción técnica, sobre todo los medios de
comunicación masiva, aquella que genera la degradación del arte y la cultura, o, por el
contrario, posibilita el acceso a las masas del mismo, y por ende su democratización?
Según el filósofo mendocino Arturo Roig el arte se nutre del pueblo (Roig,
2004). Es un error y un prejuicio argumentar que las elites son las únicas capaces de
generar y contemplar el arte. Roig, a través de Justino Fernández, argumentará que la
verdadera función de las obras se encuentra en su carácter de testigo histórico. La
estética está íntimamente relacionada con el contexto, la producción artística no puede
ser separada del ambiente donde es generada. El mendocino rechaza la idea de usar
el arte como herramienta de exclusión social.
Ahora bien, tomando estas ideas podemos pensar que el pueblo es la fuente
de manifestaciones artísticas, la masa es la que transita verdaderamente el contexto,
el mismo lo afecta y dejará su marca en las producciones artísticas. Las elites, en
cambio, viven en una “burbuja”, pretenden ubicarse por encima de la población, como
jueces, observadores, como si no estuvieran realmente sumergidos en su época. El
arte es lenguaje, debe cargar con un sentido, debe tener algo para decir, ese mensaje
debe venir del pueblo, de los oprimidos. Podemos ver diversos ejemplos de este arte
de masas, la vanguardia política, reaccionaria, que nace en Argentina como
consecuencia de una dictadura que reprimía el pueblo, o el muralismo mexicano, que
refleja a los hombres y mujeres desarrollando sus tareas cotidianas.
A partir de esta última concepción podemos hablar de otro fenómeno con el
que estamos íntimamente relacionados: el arte latinoamericano ¿Cuál sería la función
de éste? La función del arte americano, relacionándolo con el contexto en el que está
inmerso, debe ser el de un arte liberador, de auto-conciencia, de confesión según
Rodolfo Kusch. El verdadero sentido de las expresiones latinas lo encontraremos en el
descubrimiento del estado de opresión en el que están sumergidos. El pueblo es
sufrido, torturado y debe mostrarlo, debe revelarse ante las elites que dominan el
capital, tanto económico como cultural. Tomando la línea de Kusch, argumentaremos
que el arte americano debe orientarse hacia la confesión, el que habita este continente
se siente sucio, con un gran pesar, tomamos una posición en donde lo nativo
representa un atraso y nos encontramos perseguidos por esto, intentamos ocultarlo,
disfrazarlo, pero esta sensación siempre está. Esto debe confesar el arte latino, debe
mostrar lo que somos, el tan temido atraso, lo que nos representa como pueblo,
nuestro carácter único. ¿Y cómo lograr esto si no es acercando el arte al pueblo?
¡Cómo evitar que, en la era de la reproducción técnica del arte, que este instrumento
de liberación sea utilizado por las masas! En ello radica el desafío, pensar el arte
desde nuestro contexto y beneficiarnos del carácter democratizador que, en algunos
casos, presentan las nuevas tecnologías para nuestras sociedades latinoamericanas.
Bibliografía

Adorno, T. y Horkheimer, M. Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos.
Ed. Trotta. Madrid. 2009. Pp. 165 - 263.

Benjamin, W. La obra de arte en la era de la reproducción técnica. Editorial.
Lugar. Año 1939.

Challaye, F. Estética. Ed. Labor. Barcelona-Buenos Aires. 1935. Pp. 148 – 156

Gómez Isla, J. Animales mediáticos. Lápiz n.
-188. Noviembre-Diciembre,
2002.

Kusch, R. Geocultura del hombre americano. Ed. Ross. Santa Fe. 2007

Roig, A. Arte impuro y lenguaje. Bases teóricas e históricas para una estética
motivacional. En revista Huellas. N° 3. Venezuela. 2004.
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