SUPLEMENTO ESPECIAL Viernes, 15 octubre 2010 (1910-2010) (1910-2010) un siglo de periodismo Hoy se cumple un siglo desde que Durante todo este tiempo, esta Casa ha visto surgir y salió a la calle el primer número de La Prensa, desaparecer a varios competidores en el quiosco, y su el periódico del que surgió EL DÍA, en febrero de 1939, bajo solidez y éxito, de lectores y comercial, han sido la base de las condiciones impuestas por el nuevo régimen triunfante su imparable labor informativa, a partir de la defensa de los en la Guerra Civil. Quedaba claro que no podía tener intereses de Tenerife y de las siete islas. En estas páginas han escrito las mejores plumas del Archipiélago, desde continuidad una publicación que se había definido desde el Ildefonso Maffiotte, en la primera hora de La Prensa, a primer día como republicana y, en consecuencia, su propietario desde 1910, Leoncio Rodríguez, intervenida su María Rosa Alonso. Y, en medio: Luis Álvarez Cruz, Ernesto empresa, prefirió entonces retirarse a un segundo plano y Salcedo, Domingo Pérez Minik y tantos otros a los que EL sólo reaparecería en sus páginas de forma esporádica, a DÍA de los años sesenta y setenta del siglo XX les sirvió de través de artículos publicados en ocasiones especiales, escuela, y a algunos hasta de trampolín para lanzarse a la aventura peninsular. como la muerte de su gran amigo Benito Pérez Armas. Desde aquel lejano 15 de octubre de 1910 hasta hoy, La Este suplemento especial resume estos cien años. A Prensa-EL DÍA ha sido testigo de dos guerras mundiales y nuestro propio relato añadimos el de quienes han sido testigos cualificados, desde dentro y desde fuera de la una civil; ha visto transformarse Canarias con la partición de la provincia única en dos, y le ha tocado también ser Casa, de lo que mucho que han significado dos periódicos inseparables, La Prensa y EL DÍA, para la sociedad isleña. testigo de la vuelta de las libertades tras la larga dictadura. 2 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRESENTACIÓN E E N LOS AÑOS en los que Leoncio Rodríguez editó La Prensa (19101936), que nada tienen que ver con los de la actual globalización, la ciudad de Santa Cruz de Tenerife era un espacio de sociabilidad que tenía un alto grado de autosuficiencia. Por entonces, las precarias comunicaciones y la ausencia de los medios audiovisuales hacían que los habitantes del Archipiélago tuvieran el grueso de sus referentes vitales en sus entornos más inmediatos. Los periódicos, por su parte, recababan el grueso de sus informaciones en el ámbito del acontecer diario de los propios lectores para, tras cribar, procesar y distribuir en el paginado los datos seleccionados, ofrecer un reflejo de la realidad interpretado y explicado desde las directrices de cada línea editorial. Como todos obraban del mismo modo día tras día, el reiterado proceso de recogida y entrega de las informaciones, con la incidencia de la reacción de los lectores, hace comprensible que los diarios de aquella época sean unos espejos muy sutiles de la sociedad en la que circularon. Ello es así porque sus páginas atesoran un relato enhebrado en el pulso de la vida cotidiana de la gente y, para mayor virtud, matizado desde un sinfín de ideologías, tantas como órganos informantes se editaban, porque todavía estaban lejanos los tiempos del pensamiento único en los que estamos inmersos a inicios del tercer milenio. En el caso concreto de La Prensa, la versión del día a día que atesoran sus páginas tiene un especial interés porque su orientación republicana de centro progresista y, en materia insular, tinerfeño-regionalista era, como deja patente su condición de diario más leído, la dominante en la isla. Porque al igual que sucede en la actualidad, los lectores de la época no eran neutrales y, en consecuencia, cuando ejercían su decisión de compra optaban por las ofertas informativas más afines a sus puntos de vista. Por lo tanto, el hecho de tener las tiradas más altas desde su fundación, hace ahora un siglo, hasta su incautación por el bando alzado contra la República en julio de 1936, nos dice que, en efecto, La Prensa fue el periódico que mejor sintonizó con el sentir tinerfeño. Eso sí, adaptándose en todo momento a las limitaciones del contexto, como establecen los cánones del periodismo, para poder cumplir de la mejor manera posible su servicio a la sociedad. El incalculable valor del legado histórico de La Prensa JULIO ANTONIO YANES MESA PROFESOR DE HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN DE LA ULL. MIEMBRO DE NÚMERO DE LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA DE AMIGOS DEL PAÍS DE TENERIFE Y ESPECIALISTA EN LA PRENSA Y LEONCIO RODRÍGUEZ Bajo tales premisas, debe entenderse el hecho de que Leoncio Rodríguez gestara y mantuviera su diario entre sus afines ideológicos hasta que, al calor del desarrollo del mercado lector y publicitario en la bonanza económica de los felices años veinte, pudo emanciparlo y convertirlo en una empresa informativa autónoma. Y ello sin renunciar a las dos referencias fundacionales de la línea editorial, el republicanismo de centro izquierda y el tinerfeñismo archipielágico, las cuales supo poner Leoncio Rodríguez a tono con los nuevos tiempos, como también exigen los cánones del periodismo, para no dejar obsoleta su oferta informativa. La coherencia que mantuvo la línea editorial de La Prensa en su cuarto de siglo de existencia es digna de todo encomio porque no sólo conllevó el cambio de “órgano republicano” a “diario informativo” sin perder la identidad propia, sino que, además, lo hizo en un contexto muy poco favorecedor para mantener tales equilibrios. En efecto, en primer lugar debemos tener presente que en aquellos años se sucedieron dos regímenes políticos antagónicos, la monarquía de Alfonso XIII y, desde abril de 1931, la II República, ésta precedida por la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1929) y sucedida por la trágica guerra civil (1936-1939). Y que a las secuelas de los cambios jurídicos se sumaron otras de coyunturas económicas no menos contradictorias: las profundas crisis causadas por la I Guerra Mundial (19141918) y la caída bursátil de la bolsa neoyorquina (1929); y, entre ambas, el fuerte crecimiento económico de la década de los años veinte por el auge de la exportación frutera a Inglaterra. Precisamente, estos años en los que descendieron las tasas de analfabetismo y subió el nivel de vida de la población insular, y en los que afloraron las primeras manifestaciones de la cultura de masas en el Archipiélago con el fútbol y el cine mudo a la cabeza, fueron los que le permitieron a Leoncio Rodríguez trasladar hábilmente la vinculación con el republicanismo desde la inicial supeditación a una facción política a una referencia ideológica. En definitiva, toda una lección de periodismo impartida en una época preñada de dificultades y, además, cuando los únicos recursos que había para ejercer la profesión eran el instinto y la intuición, porque todavía no se habían implantado los estudios correspondientes en el mundo académico. Dentro de la progresiva adecuación, que no modificación, de la línea editorial a la modernización de la sociedad insular, La Prensa atesora una información muy valiosa sobre el entorno de sus lectores que, a buen seguro, los periódicos actuales jamás podrán legar a las generaciones venideras. En efecto, en una época en la que aún no circulaban las notas de prensa que hoy en día inundan las redacciones periodísticas, y cuyo uso masivo tanto asemeja las páginas de todos los diarios, Leoncio Rodríguez tenía que agenciarse por su cuenta los fragmentos de la realidad que convertía en noticia, lo que hacía, además, en un contexto en el que lo noticiable era mucho menos fugaz que ahora porque el tiempo histórico discurría a un ritmo mucho más lento. A la mayor originalidad y consistencia de las informaciones debemos añadir que en sus últimos años, los de la II República, La Prensa ofrecía a la sociedad tinerfeña la plataforma de debate social más eficaz por su amplia difusión, más plural por su independencia financiera y, por si fueran pocas las virtudes, más inmediata porque la radio isleña todavía estaba en etapas preinformativas. En consecuencia, el lector que ahora acceda a una hemeroteca para releer el diario de Leoncio Rodríguez debe saber que se va a encontrar con el relato de unos hechos mucho más sustanciales de los que hoy en día son noticia y con unos informes muy detallados sobre todos los asuntos trascendentales de la sociedad de la época que, en la actualidad, tampoco aparecen en los periódicos. Todavía queda otro rasgo por reseñar entre los que singularizan las páginas de La Prensa: la mano de Leoncio Rodríguez. En efecto, tanta y tan esmerada era la dedicación que el vocacional periodista prestaba a su diario, que su impronta dejó una indeleble huella en todos los números editados. De ello hablan las obstinadas campañas en favor de sus dos temas predilectos, el desarrollo económico y la erradicación del analfabetismo, así como la evolución de la línea editorial desde el tinerfeñismo que compartía toda la isla antes de la división provincial por entender que éste era el único camino para hacer región, al convencimiento en la República de que había que llegar a un acuerdo con los partidarios de las tesis divisionistas grancanarias. Todo ello, unido a la fiabilidad de los datos por la meticulosidad de Leoncio Rodríguez, hacer de La Prensa una fuente histórica de primera magnitud para estudiar cualquier vertiente de la realidad insular de la época y, sobre todo, de la República, período en el que su valor se agiganta ante los vacíos que acusan las fuentes de archivo por la represión franquista. En definitiva, en este 15 de octubre de 2010 en el que se cumple un siglo de la aparición del primer número de La Prensa, la mirada serena, profunda y totalizadora de la Historia nos descubre un legado histórico inmenso que, en estos inciertos inicios del tercer milenio, constituye una referencia reconfortante para todos los que, de una u otra manera, estamos relacionados con los medios de comunicación social.● CARMEN RODRÍGUEZ WANGÜEMERT DECANA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA INFORMACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA A LONGEVIDAD HA DE SER, sin duda, patrimoL nio de los que proyectaron futuro. Se me antoja así. Longevidad y futuro Lo presumo mientras valoro el sentido para el archipiélago del centenario de La Prensa-EL DÍA y mientras me sumo a la celebración feliz de esta efeméride por muchas razones: por rememorar su trayectoria –claro–, pero, también, porque barrunto que el designio de todo lo pasado es garantía de un porvenir de pasos profesionales, ritmados, en compromiso, con la transformación de nuestra sociedad. EL DÍA forma parte de mi historia de vida. Echo una mirada atrás y redescubro el periódico, plegado sobre la misma mesa camilla que bajo su faldón cobijaba los primeros números del Interviú de la transición. Veo la etapa adolescente en la que se percibe el efecto de la noticia en la realidad social. Remiro, y me asaltan la misma vocación por el periodismo, por estudiarlo, y la ligadura para con la información pública. Vislumbro la mano que desde la amistad colegial y desde la sede de la avenida de Buenos Aires me brindó la entrada a la práctica formativa, en el admirado periodismo local, en la etapa incipiente del reto que planteara la sociedad de la información y del conocimiento. En esa mirada se revela la actividad profesional en el vespertino Jornada... después en EL DÍA, en el marco de esa pulsión periodística que permitía en los años 80 disfrutar y de los ritmos de dos tiradas de periódicos diarias. Aprecio la señal de tantos periodistas estimados que, estén donde ahora estén, allí aprendieron el oficio y me lo enseñaron. Veo el signo de pertenencia a la profesión. Y la marca de mucho y auténtico periodismo, comprometido con sus funciones –variopinto y plural–. Se hace inabarcable significar lo que supone que desde octubre de 1910 naciera La Prensa. lo mismo sucede con EL DÍA, que aparecía en 1939. Largas vidas, y mucha convivencia con la prolífica actividad de los medios de comunicación en el archipiélago. Ningún refrito nuestro sobre la trayectoria, y la de sus periodistas, honraría con suficiencia su relevancia. La longevidad se nos hace ahí inasible. Desde la responsabilidad académica es hoy un deber valorar la disposición fructífera que la rotativa y, desde hace años el grupo EL DÍA, han brindado a la Facultad de Ciencias de la Información. El balance de las prácticas en empresas que se han llevado por convenio con la Universidad de La Laguna permite aventurar que el futuro inmediato será igual de provechoso, en la nueva etapa que marca el Plan de Bolonia. El periodismo nos vincula así en una retórica deontológica, la del deber ser del encuentro teórico y la de la práctica profesional. Es ahí donde se conforma también la responsabilidad del debate de la investigación crítica, refle- xiva, democrática y plural, como corresponde al universo abierto de democracia y libertades que comparten los medios de comunicación y la universidad. La teoría del periodismo nos une con la profesión que avanza en relatar, explicar y juzgar los hechos de actualidad y que permite dotar de sentido a la realidad. Nos hace gravitar en torno a un sentido de la información que nunca obliga a prescindir de una política editorial que se declare, sea crítica con los propios postulados que defiende y permita participar a otras voces para establecer el equilibrio plural. Y nos enlaza, porque el sentido del periodismo se perpetúa, en su propósito de discriminar lo interesante de lo importante para con los acontecimientos en su sociedad. La longevidad en el periodismo se encapricha con los que proyectaron desde la prensa sobre sus funciones, que se resumirían en que los lectores no pueden sentir que existe una realidad que les sea ajena. El futuro se apega a los que escuchan las voces que desde hace un siglo hablan del sentido de la profesión… de integración: de los individuos en su sociedad; de culturas diferentes, de exigencias democráticas; para la convivencia y la paz y para el avance del conocimiento. Y en el tránsito… al pulso de ese gesto interrogativo, inacabable y eterno que es escribir, longevidad y futuro van de la mano. ● Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 3 LA PRESENTACIÓN Leoncio Rodríguez, guanche, canario JOSÉ RODRÍGUEZ RAMÍREZ EDITOR Y DIRECTOR DE EL DÍA 100 100 AÑOS DE LEONCIO RODRÍGUEZ, es decir, de La Prensa, cuya ideología y espíritu continúan hoy en EL DÍA. 100 años de EL DÍA. “Leoncio, íntimo”, fue, me parece recordar, el título del artículo que escribí cuando se cumplieron en 1985 los 75 años de su fundación. Leoncio Rodríguez era un hombre intenso, recto y directo en su conducta; cariñoso, áspero en el trato, familiar, devoto de su familia consanguínea y devoto de su familia periodística. Fue alumno aplicado y cuando dejó de ser alumno se quedó en Tenerife para ejercitar las letras y la literatura al acabar el bachillerato en el Instituto de Canarias de La Laguna, donde fue un brillantísimo estudiante y pluma en ristre en muchos medios, en muchos “ateneos”, y con su gran y sabio maestro D. José Rodríguez Moure, un sacerdote, historiador y buen escribidor de quien Leoncio aprendió, se impregnó de virtudes, de historia, de sapiencia y, al parecer, de muy buena gramática y sencillez en su exposición. No sé si aprendió estas cualidades de D. José Rodríguez Moure o eran innatas del discípulo Leoncio. Era sobrio, parco en palabras y de ninguna rimbombancia. “¿Por qué has escrito exiguo si has podido escribir escaso?”, me dijo una vez cuando leyó un trabajo mío. Detestaba el vocabulario que fuera petulante porque el que él predicaba era directo, popular, limpio gramaticalmente, puro, atractivo y arrastraba la atención de todos los que leían cuanto escribía. Otro maestro de Leoncio fue Patricio Estévanez, un maestro de la prensa y de los periodistas honestos que entonces ejercían con limpieza, pureza y destreza. José Rodríguez Moure y Patricio Estévanez le impregnaron de tinerfeñismo, patriotismo y gratos sentimientos por la tierra donde nacieron, vivieron y ejercieron su magisterio, y por el pueblo tinerfeño, el pueblo que sentía y mostraba un recuerdo más próximo de sus antepasados guanches, las victimas del holocausto y genocidio que cometieron los españoles contra familias de seres humanos, de los guanches, recordamos, mediante la cruenta y vil conquista de la españolidad a la que había que amar. Fue colega y compañero de trabajo de otro recordado e ilustre y honesto periodista, Santiago García Cruz, propietario y director de “El Progreso”. Leoncio sentía su tierra, respiraba su aire, los sentimientos del pueblo con pro- DE IZQUIERDA A DERECHA: Leoncio Rodríguez en su juventud, y sus maestros Patricio Estévanez y José Rodríguez Moure. “¿Por qué has escrito exiguo si has podido escribir escaso?”, me dijo una vez, cuando leyó un trabajo mío José Rodríguez Moure y Patricio Estévanez le impregnaron de tinerfeñismo, patriotismo... Leoncio amaba a su isla y a todas las islas del archipiélago, a sus gentes, en especial al campesino fundidad, y tal es así que cuando le obligó, le forzó España por medio de uno de sus esbirros, los gobernadores que enviaba a la colonia, y pistola al pecho, a fusionar La Prensa con un diario de movimiento nacional sindicalista, se refugió en su finca de Geneto a la que rotuló “El Moralito” por un moral que estaba en la rampa de entrada de su casa y frente a otra vivienda, la de las hermanas Isabel y Adela Pérez, propietarias de un finca llamada “El Moral”, donde habitaba un drago muy importante y famoso en esa época. Leoncio amaba a su isla y a todas las islas del archipiélago, a sus gentes, de todas las clases, en especial al campesino, sus costumbres y conducta respetuosa, y dejó escritas bella páginas de sus aspectos rústicos o ciudadanos, de salones aristocráticos de tantos lugares comunes, de tantos sitios inolvidables. Escribió crónicas, muchos relatos, muchas siluetas de personajes, de lugares, de gentes, de monumentos, que constituyeron y siguen constituyendo un ejemplo de los más perfectos relatos que no trascendieron en Europa y el mundo por la condición de colonia de la isla en la que vivía y su propia condición de “indígena ilustrado” para los peninsulares. Yo apostaría porque hasta hoy no he leído narración alguna más perfecta que las que él, Leoncio, compuso con su prosa, con su estilo amable, limpio, directo, de vocabulario justo y ajustado sin ordenador; expresiva de sentimientos de alegrías y tristezas, supremos relatos propios del escritor insigne que podían compararse y con ventajas con los mas históricos y perfectos del mundo. Fue un escritor inmenso, y mecenas porque muchos ilustres de su tiempo surgieron al calor de su amistad y de su obra, de La Prensa. Siempre pongo como indicadores y compendio de su gran estilo sus libros “Estampas tinerfeñas” y “Los árboles históricos y tradicionales de Canarias”, y “Tenerife”, recopilación de sus artículos que recogió en un volumen publicado en 1916. Leoncio Rodríguez era un dechado de las mejores virtudes de la tierra tinerfeña y canaria, de ascetismo, de rectitud y de patriotismo, era la figura del guanche víctima, masacrado que escapó de las cadenas de la esclavitud a la que les sometieron los españoles. Aquel Leoncio intenso que evoqué hace 25 años sigue vivo en el recuerdo con 118 años encima. Hoy le recordamos, nos enorgullecemos por continuar su obra principal y nos declaramos fervientes seguidores de su patriotismo, y amantes del país canario. De la Nación Canaria.● 15 de octubre de 2010. LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 4 Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LOS TESTIMONIOS “Es un honor haber sido partícipe de los cien años de EL DÍA” Álvaro Castañeda llegó a esta Casa en 1957 y fue jefe de Deportes. Su pasión siempre fueron el CD Tenerife y el fútbol regional. Álvaro Castañeda González, palmero de nacimiento, es una institución en el periodismo deportivo. Desde el año 1957 hasta la actualidad –ahora, a sus 82 años, ejerce como colaborador del Mundo Deportivo para la información del CD Tenerife– ha estado vinculado con el plomo, en sus inicios, la máquina de escribir y el ordenador, si bien recalca que “con estos últimos adelantos” no congenia muy bien. Este ilustre del periodismo deportivo es el socio número 2 de la Asociación de la Prensa Deportiva de Tenerife y en sus vitrinas luce importantes reconocimientos, tales como el Premio Domingo Rodríguez, concedido por la Federación Territorial de Fútbol; el Trofeo Avelino Montesinos, que le otorgó la Delegación de Fútbol en La Palma, además de la medalla de oro y brillantes del CD Tenerife, de la APDT, impuesta por el gran Matías Prats, y la de plata de la Asociación Nacional de Peridistas Deportivo. Su vida está estrechamente ligada al periodismo, al que llegó en el año 1957, ejerciendo de corrector de pruebas en EL DÍA “A través de Julio Fernández, don Domingo Rodríguez me fichó para su nuevo proyecto periodístico, en el 57, ya consolidado: Jornada Deportiva, cuya primera cabecera vio la luz el 20 de enero de 1953”. En los primeros años salía semanalmente, después pasó a ser bisemanario, para tener su máximo protagonismo cuando José Rodríguez, editor/director de EL DÍA, apostó por un producto de tirada diaria”. “He tenido la suerte de haber pasado por los tres edificios: en la calle del Norte o Valentín Sanz, con su emblemática escalera de caracol”, recuerda; y sigue: “Con el paso de los años el periódico se trasladó a la sede de TVE y en la década de los 70 al número 71 de la avenida Buenos Aires”. ILUSTRES PERIODISTAS Castañeda hace uso de su privilegiada memoria histórica y desvela el elenco de periodistas con los que, a lo largo de sus 32 años en esta Casa, compartió máquina de escribir, miles de bolígrafos y toneladas de papel. “Recuerdo a ilustres del periodismo como Luis Álvarez Cruz, Juan Pérez Delgado Nijota, Gómez Landero, Luis Ramos, el gran director Ernesto Salcedo, que tanto me animó... Francisco Ayala, Gilberto Alemán, José Alberto Santana, Juan Antonio Padrón Albornoz... En fotograbado estaba Gonzalo Porcell, con sus ayudantes Juan Hernández, que también fue un gran fotógrafo, su hermano Emilio; el caricaturista y excelente humorista Morales Clavijo, compañero que fue en la corrección de pruebas. Los fotógrafos Daniel Martinón, Gustavo de Armas, Pablo Afonso, Domingo Sierra y Secundino... No me puedo olvidar de Andrés Llombet –gran periodista y que fue jugador del Tenerife–, al que el famoso Pedro Escartín le consultaba muchos artículos para el reglamento de fútbol. Estaría mucho tiempo citando a tantos buenos profesionales con los que he compartido horas de redacción en esta Casa y muchos de los cuales siguen ejerciendo su profesión bajo la dirección de José Rodríguez: Gerásimo Rivero, Ventura González y Agustín Arias, supervivientes de aquellos inolvidables años 70 y plumas destacadas del periodismo deportivo tinerfeño”, indicó. No me olvido de Carlos Coello, Paco Fariña y Juan Carlos Castañeda. “He estado en los tres edificios que ha tenido EL DÍA desde su fundación: la calle del Norte (ahora Valentín Sanz), la sede actual de TVE-C y el número 71 de la avenida Buenos Aires” “Al frente de la sección de Deportes de EL DÍA estaba Secundino González Tinerfe, quien había regresado de Madrid. En aquellos años sacamos una página diaria que tuvo mucho éxito pues recogía todos los detalles del fútbol. La cabecera decía “Actualidad del fútbol regional”. Fue un éxito. Con el paso de los años Tinerfe dejó EL DÍA para pasar a Jornada Deportiva y nos quedamos Elfidio Alonso y yo. Cuando Elfidio, gran jugador de baloncesto, se fue a la política me quedé como jefe de Deportes, contando siempre con una redacción plagada de grandes periodistas deportivos. En 1989 me llegó la prejubilación, aunque sigo viniendo todos los días a esta Casa, que siempre ha sido la mía. Sólo me resta felicitar a José Rodríguez Ramírez por hacer posible que EL DÍA y Jornada Deportiva sigan siendo cuna de periodistas. Cumplir 100 años y haber formado parte de la historia es para mi todo un honor”, concluye Álvaro Castañeda, memoria viva de la redacción de deportes.● “VIVÍ GRANDES MOMENTOS DEL DEPORTE” N TANTOS años trabajando en EL DÍA he tenido la E ocasión de vivir grandes momentos del deporte tinerfeño. Si tuviera que elegir entre cientos de acontecimientos el más significativo me quedo con el ascenso del CD Tenerife a la Primera División, en la temporada 1960/61. Lo recuerdo con la misma nitidez y emoción con la que hace dos años viví el último ascenso. El entrenador era Heriberto Herrera, uno de los más grandes técnicos que han pasado por el banquillo del CD Tenerife, al que llamamos el sargento de hierro. En aquél equipo formaron Ñito, Colo, Correa, Álvaro, Villar, Borredá, Zubillaga, Santos, José Juan, Padrón y Domínguez, siendo Cuco el portero suplente y militando también Santi el flaco. Rogelio era el masajista. El ascenso se materializó tras el empate a cero en el campor del Almendralejos. En mis 51 años de ejercicio periodístico he conocido y tratado con muchos presidentes del CD Tenerife, como Antonio ÁLVARO CASTAÑEDA Perera, Juan de la Rosa, Domingo Pisaca, Ricardo Hogson, Eduardo Palenzuela, José Badía, José Antonio Plasencia, Pepe Carrillo, Cristóbal González Cano, Julio Santaella, Pepe López, Javier Pérez, Pérez Ascanio y Miguel Concepción. Y entrenadores blanquiazules conocí a José Planas, Carlos Muñoz, Enrique Rabasa, Riera, Galvis, Joseíto, Sanchís, García Verdugo, Benito Joanet, Fuertes, Héctor Núñez, Benítez... La natación tinerfeña también gozó de gran seguimiento, destacando los triunfos de la selección canaria en el Campeonato de España celebrado en el Náutico. Alfonso Weller, Esteban Fernández, Fermín Martínez, Gunnar Betnter. Luego el gran Francisco Calamita... No me olvido del boxeo, el ciclismo, la lucha canaria, los gallos... Viví las etapas gloriosas del baloncesto, con el Náutico y el Canarias... Noticias que nos llegaban a la redacción a través de una cinta, a veces ilegible, que se llamaba “Hell”. Hoy en día ves los adelantos y compruebas el valor que tenía el trabajo de antes. ● Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 5 LOS TESTIMONIOS “Siempre he procurado no estafarme” Una de las últimas entrevistas que le hizo EL DÍA a María Rosa Alonso, hoy centenaria, escritora, ensayista y asidua colaboradora de La Prensa y EL DÍA “Leoncio Rodríguez dedicó su vida a ilustrar y enriquecer la cultura” María Rosa Alonso (Tacoronte, 1909) es toda una institución en el mundo de la cultura canaria. Es honesta, afable, muy ocurrente, amante del prójimo y del saber, excelente investigadora y pedagoga, además de una avezada periodista. A pesar de su edad, posee una mente lúcida. Literatura, historia y periodismo son algunas de las áreas que ha investigado, resultados publicados en una treintena de libros y numerosos artículos-ensayo. Un agradable y sincero afán pedagógico, “cuidado con las erratas”, advierte, late continuamente en sus palabras, que tienden a aclarar distintos episodios históricos a veces ignorados y otras alterados por intereses ajenos a la verdad. Ella vivió en sus carnes las secuelas de la guerra civil española, por haber nacido en el seno de una familia republicana, ser independiente, tener ansias de saber y querer dedicarse a la enseñanza. Más de nueve décadas de experiencia, mucha ilusión por finiquitar su “Historia de la Literatura Canaria” y el amor de sus seres queridos la mantienen alegre y risueña. ¿Es verdad que usted ha reivindicado a La Laguna como centro de la cultura en Canarias? No soy chauvinista, pero siempre he vivido en La Laguna. Hice el Bachillerato aquí y también estudié en la Universidad unas asignaturas comunes con la Facultad de Derecho, porque entonces no había Filosofía y Letras, que era lo que a mí me gustaba. Entonces, cuando tuve la oportunidad, durante la República, me dieron una beca en el Cabildo y me fui a Madrid, con la fortuna de poder estudiar en la Facultad de Letras. Allí tuve a unos maestros inolvidables: Ortega, Morente, Américo Castro, Tomás Navarro, Montesinos y Agustín Millares Carlo (no lo acentúen nunca, es italiano). Tengo entendido que usted empezó a escribir articulitos en 1930 en La Prensa, algunos de los cuales han sido recogidos en la Biblioteca Canaria editada por EL DÍA con el título “San Borondón, signo de Tenerife”. ¿Qué recuerda de aquella época? Cómo que articulitos. Víctor Zurita me puso en primera de La Tarde (aclara con orgullo). Era una chiquilla con veinte años y firmé con seudónimo porque me daba vergüenza. Era para que no se enteraran en casa (ríe a carcajadas). ¿De qué temas escribía?, ¿de literatura e historia? Mire, el primer artículo que escribí, en 1930, se titulaba “En torno a los libros de guerra”, y me empapucé con todos los libros que se escribieron sobre el tema tras la I Guerra Mundial. Ese mismo año empecé en La Prensa, en la que estaba don Leoncio Rodríguez. Era una muchacha y don Leoncio me tenía gracia y simpatía. Me quiso siempre mucho. Era un caballero, ya sabes, en aquella época los caballeros decían que las niñas eran para jugar y casarse, pero yo le caí en gracia. Don Leoncio era un gran señor, un hombre liberal. Yo no escribía más que de cosas históricas y, sobre todo, literarias. Hasta que llegó Franco. ¿Fue duro, como mujer, dedicarse a los estudios literarios, cuando como usted dice las niñas estaban predestinadas a casarse? No, tuve la fortuna de que en mi casa eran bastante liberales. LA ILUSTRE INVESTIGADORA María Rosa Alonso admiró mucho a Leoncio Rodríguez./ EL DÍA “Era una muchacha y don Leoncio me tenía gracia y simpatía. Me quiso siempre mucho. Era un caballero, ya sabes, en aquella época los caballeros decían que las niñas eran para jugar y casarse, pero yo le caí en gracia” Me refiero al entorno. En el entorno tenía que disimularlo. Iba al instituto con mis trencitas, entonces no llevaba libros para que no dijeran que era una niña intelectual. Por eso, al principio, escribí con seudónimo –María Luisa Villalba–. Recuerdo que un día me preguntaron: ¿Tú sabes quién es? Les dije: Sí, esa alumna del instituto, que era de La Gomera... Aunque nunca me han gustado los sinónimos ni las abreviaturas. ¿Cuál fue el principal motivo que la animó a ir a Madrid? ¿Estudiar Filosofía y Letras? No se adelante usted. Yo pasé aquí la República y me fui a Madrid con una beca que me dio el Cabildo, llevaba un buen expediente. Entonces era la dedocracia, no se hacían oposiciones, aunque ahora es peor. Estuve en Madrid desde 1933 al 36. Llegué aquí de vacaciones en junio, y el 18 de julio de 1936 fue la sublevación de Franco. Entonces me quedé. Fue inolvidable para mí. Porque no había más que examen de ingreso, el intermedio y el final. Yo estaba preparándome para el examen final y me pilló la guerra civil aquí. Entonces me quedé en casa, aguantando registros, que la gente no me saludara, porque mi familia era “roja”. Mi madre y mis hermanas eran maestras, las castigaron bajándoles el sueldo. Mi padre había muerto, menos mal que éramos tranquilitas y no nos metieron en la cárcel. Entonces no tuve más remedio que hacer el servicio social, porque si no, no me daban el título de licenciada. Con gran esfuerzo, dando clases particulares en el colegio de los Quintero, logré irme a Madrid en 1941 para hacer el examen final, y ya pude entrar en la Universidad de La Laguna (ULL), porque no había profesores de Latín, aunque el rector, que era franquista, no quería que entrase. Persona inquieta, crítica y rebelde, ¿cómo ha manifestado esa rebeldía? Siempre he protestado por lo que me ha parecido una injusticia a través de mis escritos y de mi vida. Siempre he procurado no estafarme, sino ser como soy. Siempre he estado segura de lo que no quiero, y de lo que quiero, a veces, me he podido equivocar.● Leoncio Rodríguez “dedicó su vida a ilustrar y a enriquecer la cultura”. Con estas palabras resumió María Rosa Alonso la trayectoria como hombre de letras del insigne escritor, periodista y editor tinerfeño, en la segunda de las conferencias programadas con motivo de la exposición “Leoncio Rodríguez. La Prensa y el nacimiento del periodismo informativo en Canarias”. Ante un público entregado, la gran escritora, ensayista e investigadora, premio Canarias de Literatura, impartió una lección “de historia y de cariño hacia la figura de Leoncio Rodríguez”, como al final del acto remarcó Andrés M. de Souza, director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, institución organizadora de la muestra y de la que María Rosa Alonso es miembro honorífico. También fue De Souza quien abrió la sesión de la Económica con palabras de elogio hacia una personalidad “admirable, que no le va a la zaga al homenajeado” y que “constituye para todos un ejemplo de constancia, sacrificio, seriedad y reflexión”. El ex rector de la Universidad de La Laguna José Gómez Soliño presentó a María Rosa Alonso como “una conferenciante de lujo”, ya que a sus 95 años es “testigo de la historia”. Basó su afirmación en el hecho de que la escritora nació con “La Prensa” en 1910 y conoció tanto a Leoncio Rodríguez como a las personas de su entorno, además de los hechos que jalonan su trayectoria. María Rosa Alonso inició su intervención trazando una panorámica histórica de La Laguna, cuna de Leoncio Rodríguez. Los orígenes de la ciudad, su desarrollo a lo largo de los siglos y las personas que, con su labor, contribuyeron a conferirle su peculiar carácter fueron algunos de los aspectos glosados por la historiadora. Alonso, que improvisó su intervención apoyada en notas, pero sobre todo en una memoria privilegiada, fue enumerando el elenco de ilustrados isleños que conducen hasta el fundador de “La Prensa”, del que –aclaró– fue contemporánea, mas no coetánea. La historiadora definió al homenajeado como un aristócrata del talento, un isleño que se quedó en su tierra para desarrollar su labor. Entre los méritos del autor de “Tenerife” está haber señalado el crónico abandono de las Islas por parte del gobierno de la nación, su alegato contra el caciquismo local, la ausencia de una verdadera cultura regional y su protesta ante el retraso educativo de España. Contra todo ello luchó Leoncio Rodríguez, erigiéndose en el abanderado de una nueva ilustración. Alonso hizo especial hincapié en el esfuerzo que desplegó para elevar el nivel cultural de su época, marcada por crisis, guerras y convulsiones políticas. La estudiosa tinerfeña dijo sentirse, todavía hoy, asombrada ante la formación y el conocimiento demostrados por un joven periodista que no se tenía por un intelectual, pero que “estaba enterado de todo y quiso informar de todo”. María Rosa Alonso cerró su intervención con una emotiva lectura de varios párrafos espigados de una de las obras cumbre de Rodríguez, “Los árboles históricos y tradicionales de Canarias”, cuyas páginas no pueden ser obra más que de un “escritor maravilloso”. LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 6 Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LOS TESTIMONIOS “El periodista no deja de serlo con la jubilación; lo es hasta la muerte” Francisco Ayala ingresó en la plantilla de EL DÍA en el año 1955 y llegó a ocupar el cargo de director durante unos meses de 1978. Francisco Ayala Armas (San Sebastián de La Gomera, 1923), colaborador diario de EL DÍA con “La media columna” y los domingos con “De domingo a domingo”, es un periodista de esos de toda la vida, y concretamente de esta Casa, hasta tal punto que una vez jubilado laboralmente prosigue en su infatigable día a día de colaboraciones, porque “no es posible que un periodista se jubile”, al menos de la intención diaria de comentar cuanto acontece a su alrededor. Licenciado en Químicas por la Universidad de La Laguna, también cursó estudios de Magisterio en La Normal, como se llamaba antes a la Escuela de Magisterio de la calle Heraclio Sánchez, en la ciudad de Aguere. Pero Ayala ya era desde su juventud un enamorado del periodismo y en 1955 se incorporó a la plantilla de EL DÍA, aunque estaba estudiando en ese momento Químicas en La Laguna. “Entré porque el director en aquel momento, Rufo Gamazo Rico, me asignó una sección –siendo aún amater–, aunque hay que advertir que en aquel momento no se llamaba EL DÍA, ya que el Gobierno de Franco requisó o se apropió de la cabeza del periódico, le cambió el nombre y le puso Diario del Movimiento”. Precisamente en ese año es en el que “Pancho” –como casi todos sus colegas lo conocen hasta hoy en día– comenzó a escribir una sección diaria que se llamaba “¿Conoce usted su ciudad?” y “La mala estampa”, casi lo que hoy en día podría ser la foto-denuncia. En aquellos tiempos, relata Ayala que el periódico tenía unas 12 páginas, pero dependiendo del material que se tuviera. “Comencé haciendo funciones de auxiliar de redacción, pero en el año 1964, con la Ley Fraga, me dieron el carnet de periodista y pasé a ser redactor”. Era la época de Salcedo, quien le encargó la crónica del puerto de Santa Cruz de Tenerife, con la sección que dura hasta hoy de “El puerto es lo primero”, labores que ocupó durante casi 25 años, y más tarde se le encargó los sucesos: “Era curioso, pero las crónicas de esos tiempos no pasaban de la entrada y salida de usuarios de la Casa de Socorro, al lado del Recreo, con la gente que se había atendido ese día. Nada más”. “Durante más de 25 años me encargué de llevar la sección El puerto es lo primero, que aún se publica con el mismo nombre” “En una ocasión, en la época de Franco, nos secuestraron el periódico por un artículo del catedrático de Derecho Francisco Hernández Rubio” FRANCISCO AYALA sigue escribiendo una columna diaria en EL DÍA./ FOTO CEDIDA Cuando se jubiló el redactor jefe Juan Pérez Delgado “Nijota”, Ernesto Salcedo lo nombró para ese cargo, justo en el momento en el que el periódico estrenó el edificio de la avenida de Buenos Aires, pero en el que está en la actualidad TVE. Más tarde fue nombrado subdirector y llegó a ocupar la dirección del periódico durante unos meses del año 1978, justo cuando Ernesto Salcedo fue designado para otras tareas. Pero antes de este periodo, aún con Franco en el poder, Ayala recuerda que Francisco Hernández Rubio, catedrático de la facultad de Derecho de La Laguna, escribió un artículo que propició que la censura secuestrara el periódico. “En aquella época predemocrática, la realidad es que los conflictos eran pocos porque no se podía escribir de política; de tal manera que el gobernador del momento, Opelio Rodríguez Peña, despachaba diariamente con la dirección, pero da la casualidad que era amigos de todos, entre otros de Ernesto Salcedo”. La realidad, según relata Pancho Ayala, era que se conocían los límites y “no existieron grandes problemas”. “Aún así, hubo un juicio en el que nos sentaron en el banquillo a unos diez o doce, entre ellos a Salcedo, Ascanio (que era colaborador y linotipista) y a mí como redactor jefe, porque publicamos que una dotación de la Cruz Roja fue al Sur a buscar a una señora para traerla a la Residencia, y a la mujer le da los dolores de parto en Las Galletas o Los Cristianos, no recuerdo bien; pues entonces los muchachos, al ver que la mujer iba a dar a luz la llevaron a un médico “Un suceso de una parturienta en el Sur, del que dimos cuenta Salcedo, Ascanio y yo, nos llevó, junto con otras nueve personas, al banquillo” de TenBel, y éste se negó a atenderla. A la mujer la llevaron a una casa particular en Las Galletas y parió allí. Los de la Cruz Roja denunciaron al médico y aquello se convirtió en un suceso tremendo. Y como publicamos un artículo Salcedo, Ascanio y yo, el médico nos denunció y nos sentó en el banquillo”. Vista la historia del periódico con la suficiente distancia del tiempo, Ayala señala a Gamizo y a José Rodríguez como los dos directores más importantes que ha tenido EL DÍA, “ya que el primero le confirió a la publicación una estructura para comenzar a caminar y el segundo consiguió aunar voluntades y salvarla de una desaparición casi segura, además de dotarla de la modernidad de la que hoy es referente en toca Canarias como el medio con mayor difusión del Archipiélago”.● LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 8 Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LOS TESTIMONIOS “Mi madre me decía: Leoncio está mal, a ver si le puedes hacer un retrato” El artista y profesor Rafael Delgado Rodríguez es autor del único retrato existente de Leoncio Rodríguez, pintado en 1954, un año antes de su muerte. Rafael Delgado Rodríguez (Santa Cruz de Tenerife, 1930), que ha pintado cientos de retratos durante su vida, es un compendio de conocimientos sobre asuntos relacionados con el arte, la arqueología, la historia y la humanidad, entre otras materias. Artista, que fue profesor de anatomía artística en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna y consejero provincial de Bellas Artes, entre otros cargos, Delgado es el único artista que retrató a Leoncio Rodríguez. Fue en 1954, un año antes de su muerte. Rafael Delgado recibió el encargo de su familia, unida por parentesco a Leoncio Rodríguez, de retratar a aquel personaje al que tenía un especial cariño desde la infancia. Durante más de una semana, este pintor especializado en retratos acudió al domicilio de don Leoncio para llevar a cabo su tarea: inmortalizar la personalidad de este insigne periodista, escritor y editor. “Lo del retrato fue cosa de casa. Mi madre era prima de don Leoncio. Ella me decía: Leoncio está mal, vamos a ver si le puedes hacer un retrato. Era la época en la que sufrió la hemiplejia. Yo había terminado la carrera. Hablamos con Aurelia y la familia para ver si había posibilidad de que posase, y él aceptó”. Con muy buena voluntad, Delgado se trasladó a su propia casa. “Llevé el caballete y, realmente, fue un retrato que se hizo con la pose en movimiento, aunque ya le había regalado un cuadro cuando publicó el libro Los árboles históricos y tradicionales de Canarias”. La obra que realizó Rafael Delgado preside actualmente el despacho de José Rodríguez Ramírez, quien sigue la estela de su tío. Vestido con un traje azul oscuro, camisa blanca y corbata azul, don Leoncio está sentado en un sofá de color granate, sobre un fondo claro lleno de luminosidad, en el que el artista jugó con las luces y las sombras. “El fondo se va adaptando al interés que tenga el artista plásticamente”. “Una de las manos estaba paralizada, como deformada, sin embargo su cabeza no estaba totalmente ausente. El sabía que lo estaba retratando, pero miraba hacia los lados, se movía. A veces, fijaba sus ojos en “Lo malo para pintarlo era que la cabeza no estaba quieta ni un minuto” RETRATO DE LEONCIO RODRÍGUEZ, (Óleo sobre lienzo. 92 x 73 centímetros)./ JESÚS ADÁN mí como preguntándome ¿qué me estás haciendo? No podía casi ni hablar”. Este insigne retratista recuerda que “cuando acabé el cuadro le puse una dedicatoria: al ilustre escritor don Leoncio Rodríguez. Cuando escuchó eso, se estaba dando cuenta de todo; yo le dije: por detrás voy a poner a mi esposa o a mi querida esposa. Entonces, él me dijo: Ponle a mi querida compañera, porque decía que lo de ILTRE. AYUNTAMIENTO DE EL ROSARIO www.ayuntamientoelrosario.org esposa a lo mejor sonaba un poco artificial. En el reverso se puede leer que está dedicado a Aurelia, su compañera, hermana de Manuel Cruz Delgado”. Este académico no puede precisar con exactitud cuántos días le llevó realizar el retrato. “Entre ocho y diez sesiones de una hora más o menos. Era paciente, pero de vez en cuando se levantaba y daba un paseo por aquí, por allá, ayudado por su mujer, aun- que tenía dificultades. Aunque lo malo para pintarlo era que la cabeza no estaba quieta ni un minuto. Leoncio estaba como ausente en su pensamiento, quizás pensando en su reducto de Geneto. Aquel retiro lo ayudó a olvidar todo lo que había sufrido cuando le quitaron el periódico”. Esta dificultad técnica la superó gracias a su preparación, ya que estudió con Pedro de Guezala la asignatura de dibujo al natural, y luego él dio clases de dibujo en movimiento. “Eso te da una soltura terrible y conseguí captar todas las facciones de Leoncio en movimiento”. Este profesor titular de Universidad siente gran admiración por el fundador de La Prensa. “Era un hombre de una enorme personalidad, como si fuera el reflejo de su responsabilidad. Eso llevaba a que algunos dijeran que era seco. ¡Qué va!, él hacía sus bromas. Era una persona estupenda en todos los sentidos, tanto familiar como periodista y escritor. Todo eso lo heredó su sobrino al sacar adelante una empresa que es impresionante, con una enorme personalidad”. Hace más de cincuenta años que Delgado pintó el retrato de Leoncio Rodríguez, obra de la que quedó satisfecho porque, a pesar de las dificultades, refleja exactamente cómo era. “Ahí está cómo era Leoncio en sus rasgos anatómico-faciales. Él era así”.● Felicidades a EL DÍA por sus ¡100 años viviendo la actualidad! 10 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo LOS Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial TESTIMONIOS Crónica sentimental y rosa L L AESCENAME VUELVE a la cabeza como si fuera hoy. Ernesto Salcedo Vílchez, un hombre menudo, nervioso, con los dientes amarillos por la nicotina, director de EL DÍA, abrió la puerta que comunicaba su despacho con la redacción y me pidió que entrara. –Me ha llamado el gobernador civil. Mañana hay convocada huelga general y de eso no podemos hablar. –¡Vaya por Dios! Pues yo tengo citados a los sindicatos para las cinco de esta tarde. ¿Podemos escribir de “plataformas reivindicativas salariales” sin mencionar la huelga? –Escribe lo que quieras. Pero de la huelga ni una palabra. Estábamos a comienzos de 1976 en el primer Gobierno de la monarquía que presidía Carlos Arias Navarro. El gobernador civil era Modesto Fraile, un político franquista segoviano, de Cuéllar, ya desaparecido, que en 1977 se pasaría a la UCD. Y los representantes sindicales los líderes clandestinos de CCOO, USO y UGT. Sentado delante de la máquina de escribir, los entrevisté a todos a la vez, en la sala de espera del director, escribiendo de corrido preguntas y respuestas, tal y como iban saliendo, como si se tratara de un poema archisabido de tanto recitarlo. Con el texto y las fotografías de Juan Hernández hicimos una doble página que, con el visto bueno del director, iban a publicarse al día siguiente. Nunca vieron la luz. A primera hora de la mañana, cuando llegué de nuevo a mi segunda casa en la avenida de Buenos Aires 71, la Policía rodeaba el edificio de Herederos de Leoncio Rodríguez y se llevaba los ejemplares aún con el fuerte olor a tinta fresca. El periódico había sido secuestrado. Fue aquella la segunda vez que los “grises” impedían que EL DÍA acudiera a su cita diaria con los lectores (la primera había sido por un artículo de José María Hernández Rubio pidiendo la legalización de los partidos), pero me consta que hubo otros intentos. Nunca supe cómo le sentaron a la empresa las pérdidas ocasionadas, pero aquella fue parte de mi contribución a la dura tarea de homologarnos con Europa. Había llegado por primera vez a la redacción del periódico de la mañana en el 69 sin haber comenzado aún mis estudios en la Universidad. Allí Pancho Ayala, subdirector del diario y consejero provincial del Movimiento, acogía mis artículos y los publicaba en las páginas dedicadas a las islas. No me resultó extraño, por tanto, que nada más ingresar en la Escuela Oficial de Periodismo fuera el propio Ayala quien me pidiera que me incorporara a la redacción. Una deuda de gratitud que aún tengo con el maestro, ejemplo de dignidad y tolerancia. Fue así cómo uní mi vida y mi futuro a una de las redacciones más jóvenes, dinámicas, progresistas y abiertas de la prensa española, de la que formábamos parte Olga Álvarez, Elfidio Alonso, Luis León Barreto, Luis Ortega, Julián Ayala, Joaquín Reguero, Ricardo Acirón, Plácido Bazo, Juan Cruz y los más veteranos JuanAntonio PadrónAlbornoz, José Alberto Santana (Altober), Pancho Hernández, Luis Álvarez Cruz, Secundino González (Tinerfe), Gilberto Alemán, el columnista y propietario del rotativo Domingo Rodríguez y Juan Pérez Delgado (Nijota), entre otros. Onubense, ex seminarista, licenciado en Filosofía y Letras y periodista, amigo de algunos falangistas como Manuel Hedilla o Dionisio Ridruejo, represaliado por el Régimen al igual que éstos, Salcedo ejercía como director de orquesta pero era uno más de los nuestros, el más veterano y curtido pero también el más joven e inquieto de los redactores que nos habíamos propuesto hacer al estilo europeo la “revolución pendiente” del franquismo y cambiar la historia de España con las armas de la palabra y de la letra impresa. Porque nuestro papel no era sólo publicar El fin de la dictadura: la agonía de Franco y el lento despertar de todos nosotros JOSÉ DÍAZ HERRERA ES LICENCIADO EN PERIODISMO POR LA LAGUNA Y DOCTOR POR LA COMPLUTENSE DE MADRID. SE INICIÓ COMO PERIODISTA EN EL DÍA. INGRESÓ EN CAMBIO16, DONDE FUE JEFE DEL EQUIPO DE INVESTIGACIÓN, REDACTOR JEFE Y SUBDIRECTOR. DESPUÉS TRABAJÓ EN TIEMPO, ABC Y DIARIO16. ES PREMIO ORTEGA Y GASSET. noticias. Muchos soñábamos con construir una sociedad abierta y pluralista, alcanzar el futuro con las manos, y nos sentíamos, mitad reporteros y mitad abanderados y defensores de la libertad. Pese a las primeras y tibias reformas, entre ellas la Ley de Prensa e Imprenta de 1962, la dictadura de nuestra infancia y juventud temprana se negaba a morir y era necesario forzar su desaparición. Por eso, cuando aún estaba vedado hablar de política, nuestros primeros reportajes eran crónicas de denuncia social, en las que poníamos de relieve la pobreza y la marginalidad de las barriadas de Santa Cruz (sin agua, luz ni alcantarillado), el abandono del campo y el aislamiento de las islas frente a la península, tan cerca de Madrid para enviarnos a decenas de políticos que venían a decirnos lo que teníamos que hacer y tan lejos en los momentos de tomar decisiones cruciales para el desarrollo y porvenir del archipiélago. Constituía, además, nuestra particular forma de movilizar a una sociedad aletargada y dormida por años de dictadura. Porque esa contestación, esa rebeldía que anidaba dentro de todos nosotros, nos llevó a tomar conciencia del estrecho corsé en que la dictadura había encuadrado a los españoles (sin libertades de asociación, reunión, expresión ni partidos políticos y sindicatos), de la inmensa cárcel que era la España heredada de nuestros padres y las numerosas cadenas que debíamos romper, una a una, para alcanzar la condición de ciudadanos libres e iguales. En una Europa democrática, los españoles y, por ende, los canarios, junto con los portugueses, constituíamos el último reducto de gobiernos autoritarios. De los dos grandes cataclismos políticos del siglo XX – el nacionalsocialismo y el comunismo– el primero había sido volado de la faz de la tierra en 1945 en la más feroz de las contiendas bélicas de la historia. Pero los aliados se detuvieron en los Pirineos, con lo que las representaciones ibéricas de Hitler y Mussolini, las dictaduras de Antonio Oliveira Salazar, en Portugal, y la de Francisco Franco, en España, habían sobrevivido hasta los setenta. El primer aldabonazo que nos hizo darnos cuenta de que el futuro de España estaba a la vuelta de la esquina y que dependía, en gran parte, de lo que hiciéramos las jóvenes generaciones de periodistas ocurrió un 25 de abril de 1974. Al ritmo de una canción –Grândola Vila Morena– en Portugal un grupo de militares habían puesto fin al régimen personalista de Marcelo Caetano, el sucesor de Salazar. Unos meses antes, el presidente del Gobierno español, Luis Carrero Blanco, había sido asesinado por ETA y el régimen empezaba a dar sus primeros síntomas de descomposición y de debilidad. La “revolución de los claveles” fue una especie de consigna. Recuerdo haber estado un mes largo en Lisboa, desde donde envié una serie de crónicas a EL DÍA exponiendo la posibilidad de trasplantar aquella revolución pacífica a España, cosa que el Ejército, y especialmente el Servicio Central de Documentación de Presidencia del Gobierno (SECED), el servicio secreto de Carrero Blanco, se ocupó de impedir, deteniendo a los militares comprometidos con la democracia. Ello no impidió que el lento despertar de todos nosotros se acelerara (tres meses más tarde se creó en París la Junta Democrática y, poco después, la Plataforma de Conver- gencia Democrática) y que, aunque la mayoría de los acontecimientos políticos de relevancia se produjeran fuera de las Islas, EL DÍA se encargara de dar voz a la oposición extramuros del sistema, colocando delante la palabra “ilegal” o “clandestina”, así como de los viajes que hicieron a Tenerife Alfonso Guerra (irreconocible tras una larga barba de monje trapense) o Felipe González, quien, en una reunión clandestina en Tacoronte, nos explicó cómo íbamos a imponer la “ruptura democrática” al régimen de Franco mediante la Huelga General Revolucionaria, la gran e irrealizable utopía. Eran tiempos aquellos de incertidumbre, de dificultades y también de compromiso y de lucha sin que se pudiera atisbar claramente el final; donde lo viejo se negaba a desaparecer y lo nuevo tardaba en eclosionar. En la redacción de EL DÍA convivíamos dos generaciones de periodistas, los partidarios de la evolución pacífica del Régimen de Franco y los que pretendíamos acelerar su muerte. Eran dos formas contrapuestas y hasta antagónicas de ver la vida y la política, pero no alcanzo a atisbar ningún enfrentamiento personal entre nosotros. Recuerdo, eso sí, un día en que Ayala me mandó a cubrir una reunión del Consejo Provincial del Movimiento, cuyos actos eran hasta entonces secretos. Lo hice y comprobé que su programa podía haber sido compartido incluso por el PSOE o el PCE. Pronto me di cuenta, sin embargo, de que aquellas escenificaciones periodísticas constituían los últimos y desesperados intentos del Sistema de aparentar lo que no era, y que ya no conducían a nada ni engañaban a nadie. A partir de entonces, la otra política, la que se hacía fuera de las instituciones, dejó de Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo LOS 11 TESTIMONIOS LUIS ORTEGA ABRAHAM PERIODISTA DE EL DÍA EN LOS AÑOS 70 Migajas de recuerdos para un centenario LEVÍN DEL OFICIO en mi ciudad natal, a la salida A de una clase de bachillerato oí hablar de la nueva Ley de Prensa, promovida por Manuel Fraga, a un periodista que sentó cátedra en esta Casa y en Canarias. Dijo entonces Ernesto Salcedo cuánto ganarían la profesión, las empresas y, por ende, los lectores con la nueva norma que abolió la censura previa y las consignas que, desde el ministerio de Información y Turismo y sus delegaciones provinciales, se transmitían a los periódicos y anunció una nueva época, determinada por la capacidad de riesgo de los directores y empresarios y por “el posibilismo”, algo así como un oasis difuso en la crudeza del desierto, y que consistía en “escribir entre líneas, acudir a la parábola para la pedagogía de la historia” y una amplia batería de recursos de picardías y disimulos para lectores comprometidos e inteligentes. Al término de su conferencia en el Club Náutico, saludé al andaluz agudo y ocurrente, culto y directo, formado –como él mismo reconocía– entre el rigor jesuita y la filosofía orteguiana. Años después, concluida la carrera, trabajé a sus órdenes en EL DÍA, junto a varios condiscípulos de la Nevera, el ruidoso sótano donde se instaló la Sección Delegada de la EOP. Las promociones se reducían a media docena de titulados, y el profesorado –formado por docentes universitarios de Derecho y Filosofía y Letras y periodistas de primera fila– constituía un lujo cultural para las penurias de entonces (entre otros, Gumersindo Trujillo, Alfonso García-Ramos, director de la sección, Alejandro Cioranescu, Benito Rodríguez Ríos, López Cepero, Salcedo, Luis Alemany, jovencísimo profesor de Literatura...) que compatibilizaban la exigencia con la comprensión por nuestra situación de colaboradores remunerados de los medios escritos y audiovisuales. Durante una intensa e inolvidable década trabajé en Buenos Aires, 69, la nueva sede de EL DIA, un edificio diáfano y funcional –el primero que fue proyectado para un periódico por los arquitectos tinerfeños Vicente Saavedra y Javier Díaz-Llanos – y que contaba en su vestíbulo con un osado mural de Manolo Cabezola. En aquellos tiempos, y es de justicia valorarlo, este diario –heredero de La Prensa de Leoncio Rodríguez–, al igual que otras cabeceras nacionales y regionales, exploró con decisión y riesgo los límites de la nueva libertad de expresión, a pesar de los bandazos del ministerio que, tras el cese de Fraga, fue ocupado por políticos radicales o timoratos de reacciones impredecibles. Para los parvenus –cosas peores nos llamaron los veteranos– fue una aventura apasionante y posible por la confianza de quienes nos dirigían y pagaban. En aquellos años ocurrió cuanto esperábamos –el fin bailarse al ritmo del tango: dos pasos adelante y uno hacia atrás. Brotaron así como hongos, casi por arte de magia, de la noche a la mañana, decenas de partidos y grupúsculos, cada uno de su padre y de su madre, y donde la única seña de identidad creíble era el apellido comunista y donde, con frecuencia, los árboles no nos dejaban ver el bosque. Resultaba sintomática a este respecto, por ejemplo, la quema de guaguas en La Laguna, y la enfermiza obsesión estudiantil contra Leoncio Oramas, de la que nos hacíamos eco en el periódico, por ser Oramas uno de los dueños de la empresa de autobuses. Pese a que se trataba de un liberal antifranquista que llegó a formar parte del Consejo Político de don Juan de Borbón en Estoril y el primer alcalde de la capital que puso en marcha un “plan de barrios” para acabar con las infrahumanas condiciones de vida de los núcleos periféricos de Santa Cruz, el pedigrí de demócrata no era suficiente. Tras la revolución de abril, la política que hasta entonces se hacía en la Universidad de La Laguna y en los despachos de abogados –en el de Pepe Badía, Antonio Carballo Cotanda, Julito Pérez y otros [Viera y Clavijo, 63], cercano al PSOE; en el colegio mayor San Fernando dirigido por Jerónimo Saavedra; en casa de Paco Tovar o María Jesús de Pablos; en el de Antonio González Viétez y Óscar Bergasa, en Las Palmas; en torno a la revista Sansofé de José Carlos Mauricio y Pepe Alemán, etc– saltó de pronto a la calle y el parque García Sanabria se convirtió en un “manifestódromo” con los agentes de la Brigada Político Social apuntando a los periodistas con sus pistolas desde los bolsillos de sus chaquetas o simu- del régimen y el arisco e ilusionado camino hacia la democracia –y cuantos hechos imprevisibles justifican el conocido aforismo de los hermanos Goncourt, que definieron a los diarios como “cucuruchos de papel con unos gramos de historia”. Desde un volcán, que trocó el susto de salida en un espectáculo memorable para los curiosos que redescubrieron La Palma, a la explosión de un Convair 990 de Spantax, con ciento cincuenta víctimas en Los Rodeos; desde el atentado del almirante Carrero Blanco al paradójico ascenso a la Presidencia de Arias Navarro, ministro de Gobernación cuando ETA perpetró el asesinato de su antecesor; desde los signos de apertura del llamado “Espíritu del 12 de Febrero” a la vuelta de tuerca que quebró su credibilidad con las últimas ejecuciones; de la prolongada agonía del general, cubierta con turnos y vigilias durante el largo noviembre de 1975, a las palabras de esperanza del cardenal Tarancón –la bicha de los nostálgicos violentos– en el Te Deum del sucesor a título de Rey; desde la continuidad controvertida de Arias al sorprendente nombramiento de Adolfo Suárez, que, ya en 1976 y contra interesados y agoreros, apostó firmemente por el estado de derecho; desde el accidente que marcó un hito negro en la historia de la Aviación Civil –583 muertos en la colisión de dos Jumbos– a las primeras elecciones generales que devinieron en constituyentes. En distintas secciones y horarios fuimos testigos modestos y narradores voluntariosos de noticias que cambiaron el país y nos cambiaron a nosotros, que, desde el posibilismo obligado, saltamos a una nueva realidad que abolía proscripciones e insuflaba aires de normalidad a “los plumillas de la mordaza medio pensionista”, como contaba con acierto y gracia Celso Emilio Ferreiro. La política salió de los zaguanes y trastiendas y la militancia perdió los tufos atribuidos para convertirse en una actividad legítima en todos los puntos del espectro, con una voluntad común de convivencia, salvo en casos trasnochados y pintorescos. Las primeras elecciones de la democracia –donde el recordado Adrián Alemán y quien esto firma conseguimos una declaraciones autógrafas de todos los miembros de laAsamblea de Parlamentarios sobre el futuro autonómico, guardadas celosamente por el editor y direc- lando que las tenían, para tratar de amedrentarnos. Y ocurrió que un día, el 25 de octubre de 1975, se les fue la mano y mataron a un obrero, Antonio González Ramos, militante del PUCC (Partido de Unificación Comunista de Canarias) y la autopsia determinó que había sido torturado y le habían hundido las costillas. Yo por entonces era, además de redactor de EL DÍA, corresponsal de Cuadernos para el Diálogo, colaborador de Gaceta de Derecho Social y de Comunicación 2000 y me encargué de que la noticia, que no podía publicarse en las islas, saliera en Cambio 16, Triunfo y la revista que dirigía Pedro Altares. A la semana siguiente, Cambio 16 contrarreplicó: ilustró con un amplísimo reportaje sobre las torturas en el País Vasco, que convertía en anécdota lo ocurrido en Tenerife, pero nosotros habíamos sido los pioneros en desenmascarar que en las mazmorras del franquismo se maltrataba a los opositores al régimen. Luego, de pronto, después de dos largas agonías en 1974 y 1975, un 20 de noviembre murió Franco, Caudillo de la España grande y libre, y hubo una segunda eclosión de demócratas. Para perpetuar su obra, Carlos Arias Navarro se inventó el Espíritu del 12 de Febrero, pero a Ernesto Salcedo y a EL DÍA le parecieron que aquel sucedáneo de democracia vigilada no podía prosperar y nos opusimos al engendro. Las crónicas de Pedro Calvo Hernando desde Madrid, reproducidas en las páginas dominicales del periódico, dan fe de ello. Y también la columna “En dos palabras”, ejemplo de periodismo comprometido, del mismo Salcedo. La desaparición del dictador provocó cam- tor José Rodríguez– revelaron el grado de compromiso de notables profesionales y generosos ciudadanos con nuestra realidad diferenciada que demandaba –y aún demanda–, antes que cualquier otro territorio del estado, la facultad de autogobierno que, finalmente, reconoció la Constitución de 1978. La azarosa historia de la Junta de Canarias, el órgano preautonómico constituido el 14 de abril de 1978, lastrada por el pleito insular, los primeros comicios locales, con mayorías previsibles de UCD y sonadas sorpresas de izquierda y nacionalistas, la caída de Suárez, propiciada por los intereses de propios y adversarios, el bochornoso episodio del 23-F, que devolvió, por unas horas, los peores fantasmas del pasado, la llegada al poder del PSOE, que, efectivamente, no nacionalizó las mercerías, la constitución de la Comunidad Autónoma y el primer gobierno, presidido por Jerónimo Saavedra… La petición de EL DÍA me permitió, a vuela pluma y en medio de un catarro otoñal, recuperar los asuntos que llenaron una etapa inolvidable de mi vida, unas migajas personales en la magra realidad de un centenario, y el retablo de amigos y colegas que compartieron con generosidad el periodo y el empeño; algunos cambiaron de actividad y otros gozan de merecido descanso, otros siguen con salud y ganas en el intento –y amén por muchos años– y otros son sombras amables, afectuosas y protectoras, que nunca caerán en el olvido: correctores de pruebas con fuste y vocación literaria, tipógrafos de la vieja escuela con aficiones políticas y culturales, administrativos amables con los que tomamos cafés puntuales y, muy cerca, pese a la memoria frágil de los vendedores de aire, buenos machadianos como Juan Antonio Padrón Albornoz, erudito enamorado de la mar y de los barcos y compañero del alma en el cubículo de cristal, personas especiales como Francisco Hernández, que, sin confianzas y con afecto, fue un ortodoxo de la sintaxis, la redacción y la amistad; y profesionales de calado como Ernesto Salcedo, que, en la hora de la elección de rumbo, me dijo que éste no era un mal oficio pero tampoco un medio para cambiar el mundo ni las reales ganas de sus moradores. “El periodista, a lo suyo, a contar lo que sucede y, cuando le toca y si le gusta, a opinar en primera persona”. ● bios geopolíticos para las islas, con la descolonización del Sahara, y el por entonces peligroso acercamiento de la frontera con Marruecos y Mauritania a menos de un centenar de kilómetros de Fuerteventura. Y un nuevo fenómeno: la irrupción en las ondas del Movimiento para la Autodeterminación e Independencia de las Islas Canarias (MPAIAC), que dejaba escuchar su voz desde Radio Argel. Su alma mater y único dirigente, Antonio Cubillo Ferreira, era un desconocido para casi todo el mundo pero incitaba a los canarios a la “rebelión contra la Metrópoli”, a la “lucha armada” y al rechazo de todo lo foráneo al grito de “canario, si estás casado con una goda ponle los cuernos”. El subdirector de Cuadernos para el Diálogo, Eduardo Barrenechea, había entrevistado a Cubillo en una cumbre de la OEA y en uno de mis viajes a Madrid me dio su teléfono. Y, a partir de ese día, me convertí en el único contacto de la prensa canaria con el dirigente nacionalista y el responsable de publicar sus comunicados reivindicando sus “acciones terroristas”, que no eran más que algunos petardos lanzados contra las puertas de los hoteles del Puerto de la Cruz. Cada noticia sobre la “actividad armada” del MPAIAC provocaba un desmentido rotundo. El alcalde de la ciudad turística del norte de la isla, Antonio Castro, se encargaba de hacerlo personalmente. Hasta que, años más tarde, el Gobierno de Adolfo Suárez decidió poner fin a la aventura de este hombre bueno, bondadoso e idealista, y encargó a un matón, José Luis Espinosa Pardo, asesinarle en la ciudad de Argel, una semana después de que Felipe González hubiera llegado con Huari Boumedienne a un compromiso para quitarle la emisora. Por entonces yo vivía ya en Madrid, formaba parte de la redacción de Cambio 16 y dirigía un equipo de investigación cuya misión consistía en impedir que los militares salieran de los cuarteles; en persuadirles de que debían dejar la política en manos de los profesionales para que la historia democrática de España dejara de ser un paréntesis en medio de un cúmulo de asonadas, cuartelazos y pronunciamientos, como ocurrió en gran parte del siglo XIX. Al final, un año después del 23-F, lo conseguimos al sentar a la plana mayor del involucionismo en un macrojuicio en Campamento, en las afueras de Madrid. Y ahí, probablemente, acabó la lucha de todos nosotros por implantar la libertad y la democracia y ponerla en manos de los legítimos depositarios de la soberanía popular. Luego, muchos periodistas volvimos a las redacciones a cumplir con nuestro papel de garantes de las libertades y vigías de la clase política que habíamos contribuido a entronizar. Otros, entre ellos los directores de El País y El Mundo, siguieron jugando a la política. Pero esa es ya otra historia. De aquel periodo en que todos vivimos azarosamente, sin saber si estábamos haciendo periodismo o política, la que más recuerdos agradables trae a mi memoria es la etapa de EL DÍA. Fueron años de rebeldía, de compromiso y de lucha plasmados en el quehacer diario de un periódico desde el que nos propusimos cambiar la sociedad para que la libertad no tuviera que entrar a hurtadillas por la puerta o escapar por la ventana. Y cumplimos nuestro papel desinteresadamente: conquistada la democracia, ya nada, ni nosotros mismos, volveríamos a ser iguales.● LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 12 LOS Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial TESTIMONIOS Aquella redacción primitiva Remembranza breve de un tiempo oscuro ELISEO IZQUIERDO PERIODISTA DE EL DÍA (1954-1969) Y DE LA TARDE (DESDE 1970 HASTA SU DESAPARICIÓN) T T RATARÉ DE LLEGAR ahora por la escalera de caracol del tiempo, como lo hice durante años por aquella otra de metal chirriante, hasta la antigua redacción del periódico donde comenzó mi andadura por los vericuetos del periodismo insular. Continúa ahí, pero sin aquel tirabuzón metálico, el edificio que albergó el diario La Prensa de don Leoncio, fundado por él hace ahora un siglo, hasta que la camarilla del militar sublevado se lo cargó en 1939 y lo sustituyó por EL DÍA, con su flamante “cangrejo” en la solapa. Mi primer recuerdo me devuelve, desvaída, la figura de Agustín Santos en su mesa de trabajo de director, cuando tuve el atrevimiento de subir por primera vez por aquella escalera y entregarle un par de cuartillas sobre Eugenio Domínguez Guillén, un pobre muchacho músico nacido en La Laguna cien años atrás, en el que se habían puesto grandes esperanzas y acabó muriendo solo en Puerto Real, de tuberculosis, a medio camino de su desesperado intento de llegar a la tierra nativa. Era junio de 1946. La juvenil osadía apenas tuvo entonces continuación. Los adolescentes de la generación de la guerra civil, sin haber tenido arte ni parte en la sangrienta zarabanda la padecimos con dureza mientras crecíamos. Había que echar mano de todo para salir adelante, si no había posibles, pero el periodismo no era precisamente ocupación que atrajera como oficio malamente remunerado. Cuando iba para empleado de banca, acabé de telegrafista. Fue una fortuna para mí. Siempre preferí trajinar palabras que billetes. Con Rufo Gamazo, sustituto de Santos en la dirección, sólo tuve la relación del colaborador circunstancial. El periódico adquirió con él un aire aparentemente más vivo pero nada varió en lo sustancial. Los principios en que se sustentaba el régimen político eran de estricta observancia, y hasta una errata, intencionada o no, que afectara a sus esencias, aunque fuera mínimamente, bastaba para que rodaran cabezas. Gamazo se mantuvo en EL DIA hasta 1958. Por entonces yo había logrado el traslado a Telégrafos de La Laguna, lo que me permitió, gracias a la bonhomía de don Pedro Suárez, reanudar los estudios en la Universidad y las colaboraciones periodísticas. Antonio de Lorenzo Cáceres llevaba entonces el Secretariado de Publicaciones de la ULL. Conocedor de mi afición de escribidor en ciernes, me pidió un día que redactara no recuerdo qué nota para los periódicos. Así comenzaría la sección “Vida universitaria”. Ernesto Salcedo era ya director de EL DÍA. Captó la conveniencia de un espacio sobre el primer centro docente del archipiélago cuando comenzaba a dar señales de recuperación tras la atonía de la guerra y la amenaza de su supresión todavía cercana. Por primera vez, la Universidad de La Laguna rompía su cerco de silencio y daba señales de vida como ente generador de saberes y de noticias en número y calidad crecientes. Mantuve la sección durante los rectorados de los profesores Navarro, Antonio González, Hernández Perera y Rodríguez Ríos. Me proporcionó alegrías, conocimiento, encuentros con un sin fin de personajes de la ciencia, la literatura, las artes y la política, pero también algún sinsabor y más de un disgusto, como ocurre cuando lo que se hace es según el personal criterio y no el de los interesados. Dos espacios más cubrí en las páginas del matutino tinerfeño: uno, con el tráfico diario del aeropuerto de Los Rodeos, por entonces fácil acerico para los alfilerazos y las embestidas de quienes apostaban, en latitudes cercanas, por la centralización de las comunicaciones aéreas y reducirlo a sucursal del gran aeródromo regional que soñaban para su isla, y “La Laguna, encrucijada”, en el que quise reflejar el acontecer diario de mi ciudad, entre la noticia, la opinión ajena y el comentario propio. La vieja redacción, en la segunda planta, ocupaba un saloncillo con tres o cuatro mesas y otras tantas “Remigton” desgastadas por el uso y la falta de fornitura, un fleje de papel para las tareas de los redactores, y, a la derecha, al fondo, una cabina con un único teléfono. Tenía una ventaja sobre otras aquella habitación: el balcón que daba a la vía pública, lo que facilitaba la salida de los vapores del plomo de las linotipias del taller, del que la separaba, pasillo por medio, un tabique de cristal opaco. En el centro de la estancia inmediata, que era como el distribuidor de toda la planta, tenía su mesa de trabajo el subdirector. Desde aquel lugar estratégico, don Juan González lo controlaba todo. Era cortés, amable y poco hablador. Se conocía al dedillo la sociedad santacrucera y hasta la de toda la isla. Recuerdo la habilidad con que se me acercaba cuando quería, por ejemplo, un obituario sin los tópicos al uso, sin damas de acrisoladas virtudes, pundonorosos militares o virtuosos sacerdotes, tarea habitual de otros colegas, y me pedía casi como un ruego “una notita cariñosa” sobre el muerto reciente. Un habitáculo inaccesible para muchos, que sin embargo yo solía frecuentar, se encontraba en planta superior. Se accedía por una escalera empinada y de peldaños muy espaciados, como hecha para complicar el tránsito por ella. Era el refugio de don Juan Pérez Delgado, el entrañable “Nijota”. Por prestigio, saber y edad, le respetaron en el nuevo periódico la categoría de redactor-jefe, mas en la práctica nada tenía que ver con la línea editorial, relegado, acaso por propia y sabia voluntad, a la tarea de reunir y titular las noticias de agencias que entraban por un aparato antidiluviano que llamaban el “gel”. No era fácil leer aquellos despachos, de impresión desigual, borrosa o machacada; tarea en la que don Juan era experto. En medio del machaqueo monótono del receptor, rumiaba el poeta sus decepciones humanas, el silencio en que buscaba aislarse, de vuelta de afanes literarios, entusiasmos juveniles y esperanzas fallidas, que, de vez en cuando, en habilísima pirueta, transformaba en humor, con tanta sorna como ingenio e intencionalidad. Laguneros los dos y ateneístas, nos unía cierta complicidad amistosa en el erial de la noche, cuando ya casi nadie aparecía por la redacción, salvo Paco Pimentel, que con el puro atravesado en los labios entraba y comenzaba su “Santa Cruz, la nuit”. Como podía escribir sin interrupción el tiempo que fuera, Salcedo le puso como tope veintitantos renglones. Paco aporreaba sin pausa la máquina hasta que se detenía, contaba las líneas, y si faltaba o sobraba alguna, lo ajustaba en un pispás. Con Ernesto Salcedo trabajé algo más de diez años. Aprendí con él no pocos entresijos de la profesión, en particular el escepticismo que ocultaba tras su idea de sacar adelante el proyecto con el que soñaba. Compartíamos el amor por la palabra escrita. Un día, en 1969, me llegó el nombramiento de jefe de Telégrafos de La Laguna, la tercera oficina del archipiélago en importancia. Hubiera sido suicida renunciar. Debí dejar entonces el periódico, por incompatibilidad de horarios. Hacía poco que nos habíamos trasladado al edificio de Buenos Aires. Sólo que al cabo de un año, Alfonso García–Ramos me repescó para La Tarde. Pero esa es otra historia. Sin embargo, en los más hondos recovecos de aquel tiempo oscuro se mantiene en mí la memoria de aquella primitiva redacción. La de don Leoncio.● LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 14 LOS Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial TESTIMONIOS Criados en La Prensa, ensolerados entre planchas de cinc y linotipias Juan Hernández y Antonio Herrera eran niños cuando vendían La Prensa. Ya en plantilla, pasaron medio siglo entre estereotipias, linotipias y talleres. La Prensa fue la escuela donde se formaron en las Artes Gráficas Juan Hernández Delgado (Santa Cruz de Tenerife, 1927) y Antonio Herrera Díaz (San Sebastián de La Gomera, 1934), dos exponentes de las decenas de trabajadores que integraron la plantilla primero de La Prensa y, más tarde, de EL DÍA. Los dos comenzaron con unos diez años. Para Juan Hernández la casa de la calle del Norte no le era ajena, pues allí trabajaba su padre Rafael, quien fuera el primer cabo de la guardia municipal de Santa Cruz. “Don Leoncio conoció a mi padre porque lo veía todas las noche haciendo la guardia por allí. Un día lo paró y le preguntó si le gustaría trabajar en La Prensa”, cuenta su hijo Juan Hernández, quien siendo niño iba también allí para separar el cartón que se utilizaba para hacer las matrices. Eso antes de que llegara a hacerse con el reparto del periódico. “Le llevaba La Prensa al director de orquesta Santiago Sabina, que vivía en la calle Consolación, también Puerta Canseco”. “Una de esas noches que estaba por la calle del Norte, mientras ponía en remojo las matrices –cuenta Juan Hernández–, se me acercó Gonzalo Porcell, que era el jefe de Fotografía de La Prensa, y me preguntó si me gustaría trabajar con él. Dicho y hecho. Comencé como aprendiz de fotograbado. No cobraba nada, por supuesto, pero Porcell me pagaba una academia para que estudiara en la calle Cruz Verde”. Comenzó así el proceso de formación de Juan Hernández, que le permitiría formarse en el manejo de las estereotipias, la fotografía y como fotograbador. La elaboración de la planchas de cinc en las que se grababan las páginas de La Prensa convirtieron a Juan Hernández en un especialista de la química fotografía, siendo todavía hoy capaz de decir no sólo los ácidos sino hasta las proporciones en las que se mezclaban aquellos sulfato de cobre, bromuro potásico, cianuro potásico, sulfato de cobre, sulfito sódico, sulfito de potasa, ácido nítrico alumbre de plomo... Hasta que apareciera el sistema offset, el taller de La Prensa parecía un laboratorio químico. Por los años setenta, Juan Hernández lideró el cambio al sistema “offset”, que dejaba a un lado los ácidos. Enamorado de su profesión, tanto le gusta el fotograbado como la fotografía, arte en el que era necesario que demostrara su destreza como paso previo al fotograbado. Junto a su condición de experto en el fotograbado, Juan Hernández también compaginó esta tarea con la fotografía después de que el que fuera director de EL DÍA Ernesto Salcedo le diera la alternativa. “Por aquella época colaboraban Adalberto Benítez y Trino Garriga, y también su hermano Antonio, más tarde estaría Rafael Ramos y Domingo Sierra. En un suceso acaecido en La Victoria, protagonizado por un padre que tiró a sus hijos por la ventana, el fotógrafo que fue al siniestro me entregó los rollos y se los revelé. Todo el trabajo que tenía era de bodas. Ernesto Salcedo me llamó y me pidió que fuera allí para fotografiar, aunque fuera el domicilio familiar o el barranco por donde tiró los chiquillos”. Comenzó así la trayectoria de quien en 1971 se hizo con el Premio Nacional de Fotografía que concedió el Ejército. “En el periódico trabajaba un militar, Ramos Aspiroz. Yo había hecho un reportaje en unas maniobras en Fuerteventura. Vio las fotos y me dijo que a la semana siguiente él iba para Madrid, que le dejara unas copias. Las entregó y gané”. Juan VARIOS LUSTROS SEPARAN ESTAS IMÁGENES. Antonio Herrera, arriba, reconocido mecánico de linotipia. Abajo, Juan Hernández entre cámaras. Hernández se jubiló en EL DÍA en 1988. Otro ejemplo de entrega al Periodismo, aunque sea en la parte siempre oculta de los talleres, es Antonio Herrera, quien fuera repartidor de La Prensa en el barrio de El Toscal y la zona del hotel Mencey, incluso por la zona de plaza de La Paz. “En dos oportunidades pasé 24 horas en los calabozos del ayuntamiento porque estaba en la calle vendiendo periódicos cuanto tenía que estar en la escuela”, dice. Comenzó en la Artes Grá- ficas como aprendiz en la imprenta El Comercio, de Julio Fernández, quien llegara a ser administrador de EL DÍA. Herrera, hasta su jubilación, a comienzo de los años noventa, era un trabajador infatigable. Compaginó la venta de periódicos, al principio, con el mantenimiento de la linotipias, hasta que fuera el mecánico que dominaba esos artilugios fundamentales para editar el periódico. Tanto se le podía ver desarmando y armando las máquinas, como car- gando toneladas de bobinas o al frente del servicio de mantenimiento. Un ejemplo para las nuevas generaciones, pues nunca se amedrentó por la evolución del plomo a la informática, llegando a tutear a las máquinas impresoras en papel fotográfico por las que salían las galeradas de papel que luego los montadores recortaban y adaptaban sobre cartulina, componiéndolas así. Tanto Juan Hernández como Antonio Herrera son ejemplos de la entrega y amor a la prensa.● Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 15 LAS VALORACIONES S S UELE AFIRMARSE, sin duda con razón, que los periódicos son los testigos del desarrollo cotidiano de la Historia. Porque con cada nueva edición se reflejan los hechos que han sucedido y, asimismo, las razones que los motivaron y las consecuencias que pudieron generar. Además, en sus páginas también figuran como testimonios las referencias y los juicios de quienes de un modo u otro han adquirido protagonismo en algún momento. De esa manera, efectuando un recorrido por la trayectoria de un diario podemos desentrañar la esencia del acontecer de una sociedad. Y no únicamente la de aquellos acontecimientos más señalados o trascendentales sino, al propio tiempo, los que sirvieron para escribir la particular historia de comunidades o personas concretas. Los periódicos representan, por tanto, una pieza fundamental, insustituible, en la existencia de un pueblo. Tal es así que los ciudadanos suelen convertirlos con justicia en verdaderas referencias a través de las cuales son capaces de comprender el día a día. Bien es cierto que los medios de comunicación audiovisuales asumen un papel similar y tan importante como el desempeñado por los escritos; no obstante, la letra impresa posee un poder de sugestión singular que los lectores aprecian procurando a las cabeceras una fidelidad y una credibilidad inalterables. Es preciso tener en cuenta todos estos antecedentes para referirse a “El Día” y a la labor que a lo largo de diez decenios, nada menos, ha venido llevando a cabo para satisfacer las demandas informativas Compromiso con Tenerife y sus gentes RICARDO MELCHIOR NAVARRO PRESIDENTE DEL CABILDO DE TENERIFE de la sociedad tinerfeña. Ya su denominación primera de “La Prensa” reflejaba la voluntad de su fundador, Leoncio Rodríguez, de crear un verdadero periódico, un diario que asumiera su papel en el más amplio sentido de la palabra, sin limitaciones ni cortapisas ideológicas o de cualquier otro tipo. Desde entonces el periódico ha permanecido fiel al compromiso adquirido con sus lectores ya en su primera edición y cada día ha sabido acudir puntual a la cita, sin importar las vicisitudes que en algún momento ha tenido que superar. Ello da muestra de la decidida vocación informativa y de la dedicación de una entidad consciente de su responsabilidad para con la sociedad a la que se debe. Cien años dan ciertamente para mucho. En un lapso tan amplio innumerables son los acontecimientos que pueden rodear la vida de un periódico, de un órgano que, sin embargo, se renueva a diario. Ese renacer constante le proporciona una vitalidad envidiable y la capacidad de mantener una imperturbable lozanía a pesar del discurrir del tiempo. “La Prensa-El Día” forma parte de nuestra historia por derecho propio y se ha ganado hace ya mucho el respeto de todos los tinerfeños y canarios. Y es que Tenerife y Canarias han sido dos referencias primordiales de este periódico, cuyos rectores se han fijado en todos los casos la defensa de los intereses isleños como un objetivo esencial. Su empeño ha permanecido siempre orientado hacia el desarrollo del Archipiélago y el bienestar de sus habitantes, unos fines que son sin ninguna duda muy loables y dignos de elogio. Ese ejemplo de conducta se debe a la guía de dos hombres íntegros, de dos tinerfeños cabales, que han resultado claves en el devenir de la publicación desde sus inicios hasta estos momentos en que alcanza sus primeros cien años de vida. Tanto Leoncio Rodríguez, en su calidad de precursor, como José Rodríguez, continuador de la línea trazada por quien fundara el periódico, han dejado una huella realmente imborrable. Junto a ellos también figuran todos aquellos que han tomado parte directa en la gestión y en la confección de “La Prensa-El Día” durante todo el tiempo transcurrido. Miembros del consejo de administración, directores, redactores, operarios de talleres, administrativos y distribuidores han contribuido con su esfuerzo a poner al servicio de los ciudadanos un producto informativo de calidad contrastada. Cada uno de ellos ha aportado su profesionalidad para situar al periódico en el lugar de privilegio que ocupa en la actualidad. Ello habría resultado más dificultoso sin la vocación pionera e innovadora que también siempre ha caracterizado a la casa de “La Prensa-El Día”, que ha ejercido tradicionalmente como una auténtica escuela de periodistas. Ello se ha traducido en todo momento en la introducción de aquellas novedades que la tecnología era capaz de ofrecer para poder elaborar cada vez una publicación mejor y ponerla al servicio de los tinerfeños. Esta misma voluntad se ha traducido en la creación de un grupo multimedia que, encabezado por el periódico, incluye hoy en día también emisoras de radio y televisión. Ello demuestra afán de superación e interés por continuar avanzando por la senda abierta hace ahora un centenar de años, una vía que conduce hacia un futuro que sólo puede ser prometedor. Este es el momento de felicitar efusivamente a la gran familia que compone “El Día” y expresarle nuestro agradecimiento más sincero por su tarea y por su compromiso con Tenerife y sus gentes.● LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 16 Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LAS VALORACIONES Canarias 100 años: de La Prensa a El Día C C UANDO EN 1910 Leoncio Rodríguez fundó el periódico La Prensa, del cual es heredero la actual cabecera de EL DÍA, Canarias registraba importantes cambios que hundían sus raíces en el último tercio del siglo XIX. Cambios que no se producían de una forma drástica, ni suponían modificaciones radicales en la evolución del archipiélago. Presentaban, eso sí, una fotografía en muchos aspectos distinta a la del resto del Estado español. Cambios demográficos que experimentaban una fortísima expansión, condicionados por el permanente trasvase de población hacia las islas de Gran Canaria y Tenerife, donde sus capitales conformarán dos grandes áreas metropolitanas, manteniéndose al mismo tiempo presente la recurrente emigración, como una válvula de escape para la mano de obra excedentaria, que resultaba expulsada por un modelo productivo basado en un modelo de cultivos centrales de exportación. El Archipiélago pasó de unos trescientos sesenta y cuatro mil habitantes en 1900, a más de seiscientos ochenta y siete mil en 1940; un millón ciento veinticinco mil en 1970, hasta llegar a los dos millones cien mil de la actualidad. Una evolución extraordinariamente llamativa para un territorio fraccionado, con una bicefalia prácticamente permanente entre un modelo económico volcado en los mercados europeos y una relación política-administrativa con el Estado español. También las estructuras económicas sufren cambios relevantes. A partir de la década de los años 80 del siglo XIX, nuevos cultivos se introducen en la actividad productiva de Canarias. Primero los plátanos, después el tomate y las papas, que, inicialmente tuvieron sus mercados exclusivos, capitales, exportación y control directo en manos de los ingleses. Este modelo producirá alteraciones en la formación social canaria, con amplias repercusiones políticas. El impulso y modernización de los puertos traerá consigo el ya citado desarrollo urbano de las actuales capitales canarias, con un empuje significativo de las actividades comerciales y del sector servicios, lo que producirá igualmente una tímida consolidación de una burguesía comercial y un importante crecimiento del capital bajo control de los grupos canarios. Pero si hay un eje referencial que vertebre la historia económica y comercial contemporánea, ese es el Régimen de Puerto Francos. Heredero del régimen especial que concedieron a las Islas los Reyes Católicos, encuentra su primera formulación jurídica del la mano de Bravo Murillo, en 1851, que favorecerá el impulso económico y comercial del final del siglo XIX. El Régimen Económico Fiscal peculiar recibió un nuevo impulso en 1972 hasta llegar a nuestros días, con modificaciones como los sistemas de la ZEC o la RIC y que, MILAGROS LUIS BRITO CONSEJERA DE EDUCACIÓN, UNIVERSIDADES, CULTURA Y DEPORTES. GOBIERNO DE CANARIAS además, conocen en la actualidad nuevos procesos de debate en su configuración para adaptarlo a las nuevas necesidades económicas. Son, por tanto, singularidades específicamente canarias; unas peculiaridades fiscales históricas, multiseculares que tienen un anclaje histórico que arranca desde la época de los Reyes Católicos, con unos privilegios fiscales que serán confirmados por Carlos I y la Reina Juana en 1528. Ya, en pleno siglo XX, la entrada de España en la actual Unión Europea y el encaje de las peculiaridades canarias en la misma, así como el régimen reconocido de región ultraperiférica (junto a los territorios franceses y portugueses), introduce nuevos e importantes cambios en la economía canaria. En todo este relato no podemos obviar que, a escasos dos años de la fundación de La Prensa por Leoncio Rodríguez, se produce el reconocimiento del hecho insular con la creación de los Cabildos (1912), posteriormente la división provincial (1927) y ya, con la llegada del periodo democrático a partir de 1975, la aprobación de la Constitución de 1978. El conjunto de transformaciones políticoadministrativas tuvo su culminación con la aprobación del Estatuto de Autonomía, en 1982, y su posterior reforma, en 1996. Por primera vez en casi seis siglos de historia, Canarias contaba con una herramienta, jurídica y política, que le permitía tomar sus propias decisiones en Canarias, y en clave canaria. El hecho autonómico canario, sin embargo, ha tenido un largo recorrido a lo largo de toda la etapa contemporánea, donde también han jugado un papel importante las tensiones polí- ticas y económicas derivadas del conocido como “pleito insular”. Así, desde la I República, el conocido como Pacto Estévanez (1873) planteó la creación de un Estado canario con dos cantones. Entre finales del siglo XIX, y principios del XX se configura el nacionalismo canario con la fundación del PNC (Partido Nacionalista Canario), y ya en la II República se formularían propuesta de Estatuto de Autonomía para Canarias, opción frustrada por el golpe de estado del general Franco. La historia contemporánea de Canarias es tan desconocida como apasionante. Un periodo de la historia de Canarias en el que desarrolla un papel protagonista, a partir de la fundación de La Prensa, el lagunero Leoncio Rodríguez, fundador, junto con otros cuarenta y seis importantes personajes de la vida intelectual de la ciudad del Ateneo, en 1904, y que tendrá cabida en las páginas del periódico, transformado con posterioridad en el actual rotativo EL DÍA. En sus páginas encontramos relatada esa realidad día a día. Aspectos de la economía y la sociedad; de la problemática relacionada con la dificultad de las comunicaciones, tanto terrestres, como marítimas y aéreas, la telegrafía y el teléfono. Cuestiones relacionadas con la población y la emigración y la dinámica social y política; el pleito insular; la conflictividad laboral y la cultura, la sociedad y el ocio serán temas que aparecen de forma permanente en las páginas del periódico fundado por Leoncio Rodríguez. Pero para nosotras tiene especial relevancia, a los efectos de conocer el salto cualitativo y cuantitativo de estos parámetros, apuntar cuál era la situación de la enseñanza y la cultura en los momentos que Leoncio Rodríguez se lanzó a su aventura periodística, y cuál es la situación actual. Cuando nacía La Prensa, Canarias contaba con una población escolar, comprendida entre los seis y los doce años, de 35.728 niñas y niños. De estos, el propio periódico en 1910 decía que ni la tercera parte acudía normalmente a clase. Esa situación se traducía en unos porcentajes de analfabetismo que alcanzaban el 65% de la población, subiendo hasta el 75% en las mujeres. También es de notar que por esa época Canarias sólo contaba con un centro oficial donde se podía cursar el bachillerato: el Instituto de La Laguna. Por lo que respecta a las enseñanzas universitarias, cuando salía a la luz La Prensa, Canarias carecía de educación superior. La Universidad había sido suprimida desde 1845, produciendo enormes perjuicios no sólo a los alumnos que en esos momentos cursaban sus estudios, sino también a la sociedad canaria en general. El periódico La Prensa proporciona continua información sobre los intentos de restablecer los estudios universitarios, lo que ocurre a partir de 1913 con la creación de una sección universitaria aneja al Instituto de La Laguna, que culmina con la erección de la Facultad de Derecho en 1921, al concederse la autorización por parte del Gobierno central la impartición del quinto curso de esas enseñanzas. Un siglo después, Canarias cuenta con más de trescientos mil alumnos en la enseñanza no universitaria, que son atendidos por más de veintisiete mil docentes, repartidos en una red de más de mil centros educativos, produciéndose el auténtico salto cualitativo y cuantitativo en el último tercio del siglo XX, coincidiendo con el desarrollo del autogobierno. Hoy, Canarias cuenta con dos universidades con una amplia trayectoria investigadora y docente, y que acogen a más de cuarenta y cinco mil alumnos, a los que imparten clases más de tres mil quinientos profesores. Durante mucho tiempo, en Canarias ha convivido el movimiento intelectual más selecto y vanguardista, protagonizado por sus élites económicas, sociales y políticas, con el analfabetismo dominante entre las amplias capas populares. Eso sí, en nuestras Islas, en toda Canarias, nuestra gente ha construido una cultura popular ágrafa, pero extraordinariamente identitaria, con una herencia cultura aborigen, múltiples aportaciones de la tradición oral, mezcladas con elementos y aportaciones de los tres continentes, y los añadidos de ida y vuelta de la cultura americana, a través de la emigración retornada. Porque las Islas supieron entroncar las transformaciones sociales, políticas y económicas, con los movimientos culturales que se desarrollaron desde los inicios del siglo XX, si bien con sus singularidades fruto del aislamiento. Pero habrá que esperar a que avance el siglo XX para atisbar, a través de diversos colectivos e intelectuales agrupados en la facción surrealista, la Escuela Luján Pérez, el indigenismo canario o el movimiento en torno a Gaceta de Arte, que la cultura canaria en general rompe sus ataduras con el academicismo imperante, enraizado aún en el siglo XIX. Aún así no podemos obviar la presencia de figuras de trascendencia, incluso internacional, como Benito Pérez Galdós en la literatura u Óscar Domínguez en la pintura. Y aquí también el salto cualitativo y cuantitativo de Canarias en general, respecto a la Canarias de 1910, es muy significativo. Hoy la sociedad canaria se encuentra inmersa y atenta a todas las manifestaciones culturales que circulan por el mundo. Hoy nuestros y nuestras intelectuales y creadores, tienen una presencia importante en los círculos culturales internacionales. Sin duda, Leoncio Rodríguez estaría orgulloso de la pujanza de nuestra sociedad. Apersonas como él, a su capacidad emprendedora y ambición cultural, hoy Canarias le debe gran parte de lo que es.● LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 18 LAS L A CELEBRACIÓN de un aniversario L es siempre un acontecimiento pero, si como es el caso, se trata del primer centenario de un medio de comunicación, nos encontramos ante un acontecimiento excepcional y por ello debo agradecer al director de EL DÍA su invitación para evocar algunos recuerdos de los años de la etapa preautonómica canaria, que situaré entre la primera gran crisis petrolera de 1973, a raíz de la guerra árabe-israelí del Yom Kippur, y la aprobación del Estatuto de Autonomía de Canarias, con la constitución del primer Parlamento y Gobierno de Canarias, en 1982 y 1983, respectivamente. Fue una etapa tan llena de acontecimientos que no encuentro mejor definición que calificarla de tan difícil como apasionante, marcada en su ecuador por la muerte de Franco y la aprobación de la Constitución española en 1978. En los primeros años de esa década, las Islas vivieron unos años particularmente duros, agravados por la salida de España del territorio del Sahara, que en un periodo con tantas incertidumbres, tras la enfermedad y muerte del dictador, acentuó una crisis económica que agravó las circunstancias políticas y sociales del momento. El abandono de aquel territorio interrumpió un incipiente comercio de Canarias con el vecino continente africano y la pérdida de nuestros tradicionales caladeros en el banco pesquero canario-saharaui, lo que supuso, primero, la angustia por el apresamiento de algunos barcos canarios que faenaban en aquellas aguas; y el drama, después, por el ametrallamiento y muerte de algunos de nuestros pescadores. Las Islas, por entonces, parecían víctimas de un mal fario. El accidente de los 2 gigantescos aviones Jumbo 747 en Los Rodeos, que originó cerca de 700 muertos, aún hoy el mayor accidente aéreo en la historia de la aviación comercial; el asesinato del industrial Eufemiano Fuentes y la rocambolesca fuga de El Rubio, a quien se creyó presunto autor del mismo; la muerte del joven Bartolomé García Lorenzo, víctima de un error policial; la muerte del policía Rafael Valdenebreros cuando intentaba desactivar un paquete bomba en La Laguna; la muerte del estudiante Javier Fernández Quesada en la Universidad de La Laguna, cercada y copada por una unidad de policía de la reserva desplazada desde Córdoba con un impresionante material antidisturbios. En Las Palmas se producía la suspensión de pagos y la quiebra de una serie de empresas con una larga tradición de actividad. Era ciertamente un panorama preocupante el que padecíamos cuando, a finales de los 70, se aprobó la Constitución y nos disponíamos a vivir en la recién nacida democracia. Mientras esto ocurría, un informe del CIES (Centro de Investigación Económica y Social) puso de manifiesto, descarnadamente, negro sobre blanco, la realidad de nuestra situación: inestabilidad e incertidumbre sobre el futuro de nuestras (escasas) exportaciones, acusada dependencia exterior, insuficiencia del ahorro y ausencia de acumulación de capital, débil estructura empresarial, falta de mano de obra cualificada, precariedad del sector industrial autóctono, regresión de la agricultura y de la pesca e insuficiencia de los servicios públicos y de las infraestructuras. Conviene recordarlo, aunque sea telegráficamente, para valorar dónde estábamos y dónde estamos. En 1977, tras las primeras elecciones, la UCD canaria se convirtió en una fuerza hegemónica y el PSOE solo alcanzó una representación muy minoritaria. Pero en 1979 la UPC, un conglomerado de grupos de izquierda nacionalista y radical, alcanzó la alcaldía de Las Palmas, obtuvo un diputado en el Congreso y 50.000 votos en la urna para el Cabildo de Gran Canaria, augurando mayores turbulencias. Fueron los centristas quienes enfrentaron la tarea de poner en marcha las instituciones preautonómicas, la elaboración del que habría de ser nuestro estatuto de autonomía; y comenzar a explorar las condiciones de nuestra Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial VALORACIONES 1973-1982, una década tan difícil como apasionante FERNANDO FERNÁNDEZ MARTÍN EX PRESIDENTE futura incorporación a las Comunidades Europeas, como se llamaba entonces la actual Unión Europea. Y lo hicieron casi solos, sin demasiadas ayudas políticas, sólo muy al final del proceso el PSOE se incorporó a aquellas tareas. En cambio, el debate sobre el Régimen Económico y Fiscal canario (REF) de 1972, y sobre lo que llamaré “la cuestión europea”, se hizo con la participación de los agentes económicos y sociales, especialmente nucleados en torno a los estudios e informes impulsados desde las Cámaras de Comercio, con la colaboración de los medios de comunicación, que pronto advirtieron la trascendencia del asunto para prestarle la máxima atención. Debo destacar en este capítulo la activa presencia del Club La Prensa de esta Casa, que pronto se convirtió en un foro de referencia para el debate. El ente político preautonómico, la Junta de Canarias, echó a andar el 14 de abril de 1978 en Las Cañadas, a la sombra del Teide. Llamado a ser un acto histórico, terminó mal por la falta de capacidad de acuerdo entre los representantes centristas y entre todos Saavedra como vicepresidente, con la contrariedad de otras familias ucedeas de ambas islas capitalinas. La Junta Preautónomica, en su corta vida, tuvo más presidentes (todos de la UCD) que medios materiales. A Soriano siguieron los tinerfeños Vicente Álvarez Pedreira y Francisco Ucelay y el grancanario Fernando Bergasa, que repitió mandato. Tarde, pero con toda justicia, los cuatro acaban de recibir un más que merecido reconocimiento, en un acto institucional celebrado meses atrás en el Parlamento de Canarias. Pese a todo, la Junta de Canarias empezó a sentar las bases de nuestra autonomía y sus frutos no fueron escasos. Comenzó a fraguarse una función pública canaria; se impulsó el estudio y el debate sobre las posibles modalidades de nuestra integración europea, ya mencionado; impulsó la primera iniciativa para la reforma parcial de nuestro REF; se propició mediante decreto-ley la absorción por la Junta de las competencias y medios atribuidos por la Ley del REF a la Junta Económica Interprovincial de Canarias (JEIC) y a la Junta Interprovincial de Arbitrios Insulares (JIAI), que ellos y los socialistas, con un Jerónimo Saavedra que trató de rentabilizar en beneficio suyo y del PSOE el enfrentamiento entre ucedeos. Nadie debió sorprenderse por ello. Antonio Carballo Cotanda, autor de un libro de referencia, “Canarias, región polémica”, publicado en 1972, había escrito: “Las difíciles relaciones interinsulares, marcadas por la rivalidad y el enfrentamiento entre Tenerife y Gran Canaria (...). El divisionismo y el eterno trauma por la capitalidad responde a las tensiones entre los grupos de presión de Gran Canaria y Tenerife”. Y el ilustre historiador don Marcos Guimerá Peraza, en El Pleito Insular, publicado en 1975, había escrito: “Las luchas por la capitalidad, primero, y por la división, después (…) gozan siempre de actualidad tan pronto se apunta el tema de la unidad regional”. Las Cañadas, aquel día, era una ocasión pintiparada para poner a prueba la unidad de los centristas y su resistencia a las tensiones rupturistas que la unidad de Canarias generaba, como había escrito don Marcos. Pero no superaron la prueba. Un maquiavélico Saavedra y sendos sectores de la UCD de Gran Canaria y de Tenerife eligieron presidente de la Junta a Alfonso Soriano y al propio fueron disueltas. Estas medidas fueron acompañadas por un coro de opiniones, cuando no de protestas; empezó a fraguarse la diatriba entre “cabildistas” y “autonomistas”, que si en un principio tuvieron su epicentro en Tenerife y en la derecha canaria, Alianza Popular y Cámara de Comercio de Tenerife, fundamentalmente, andando los años vemos cómo vuelve a abrirse el mismo debate, propiciado ahora desde Gran Canaria por sectores próximos a la izquierda de aquella isla. Sin duda, el hecho más importante ocurrido en este periodo fue la negociación, elaboración y aprobación por las Cortes del Estatuto de Autonomía de Canarias. No era la primera vez que en Canarias se trataba de tener un estatuto que diera cauce a las ansias de autonomía regional y el frustrado precedente de la Segunda República estuvo presente en la cabeza de algunos de quienes afrontaron ese segundo intento, mucho más cuando avanzaba el calendario y los centristas canarios y el gobierno de la UCD veían que se les acababa el tiempo. Efectivamente, el antecedente histórico más próximo fue el proyecto discutido durante la Segunda República y que bajo un gobierno DEL GOBIERNO DE CANARIAS del Frente Popular, previo a la contienda incivil de 1936, inició su tramitación en las Cortes. La Segunda República aprobó los estatutos de Cataluña, País Vasco y Galicia, que por esta razón, aprobada la Constitución de 1978, fueron nacionalidades históricas, con lo que esto suponía, constitucionalmente hablando. El proyecto del estatuto canario del 36 naufragó porque el levantamiento militar sorprendió a nuestros diputados tratando de alcanzar un acuerdo imposible sobre la capitalidad. No es este el lugar ni el momento para extenderme en los muchos y complejos problemas que acompañaron la gestación y alumbramiento del nuestro Estatuto, pero casi todos ellos, si no todos, giraron en torno a las mismas viejas y eternas cuestiones, la pretensión de lograr una posición ventajista para una hegemonía regional, la capitalidad, la diatriba insularismo versus autonomismo, la distribución de las sedes del Parlamento, del Gobierno y otras instituciones. Sólo recordaré que en un momento determinado se llegó a proponer la creación de dos autonomías que deberían llamarse las Canarias Orientales y Occidentales, sin siquiera pedir la opinión de las llamadas islas menores no capitalinas, lo que entonces no llegó a alcanzar notoriedad. La tuvo años más tarde, en 1988, cuando desde algunos sectores de ATI y en medio del debate sobre la creación de dos universidades “plenas” en la región, se amagó con poner en marcha la solicitud de una doble autonomía para Canarias. Entre mayo y agosto de 1979, nuestros 87 municipios, las Mancomunidades de Cabildos y la Junta Preautonómica se pronunciaron a favor de un estatuto autonómico a través de la vía del artículo 151 de la Constitución, como las llamadas nacionalidades históricas; en contraposición con las restantes que habrían de seguir la vía del 143, que alcanzarían su autonomía más tardíamente y con menos competencias. Cuando poco después la UCD quiso reconducir, “por razones de Estado”, todo el proceso autonómico por la vía del 143, la UCD canaria quedó aislada y sola frente al resto de las fuerzas políticas y, en cierto modo, frente a un sector de la opinión pública de las Islas, que continuaron reclamando una autonomía plena por la vía del 151 de la Constitución, lo que contribuyó a la radicalización de las posiciones. Ello no fue obstáculo para que un año más tarde el PSOE y la UCD, con Calvo Sotelo en el Gobierno, alcanzaran un acuerdo autonómico que dio origen a la LOAPA (Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico), impugnada luego ante el Tribunal Constitucional, que no se pronunciaría, desmontándola, hasta 1984, con los socialistas ya en el poder, tanto en España como en Canarias. Pero esa es otra historia. En este clima, con una UCD exhausta después del tropiezo que supuso el referéndum para la autonomía andaluza, la tramitación parlamentaria del texto estatutario canario avanzaba lentamente mientras los diputados centristas iban enhebrando un acuerdo que finalmente cuajó en el llamado “Pacto del Medinaceli”, que sentó las bases del estatuto que finalmente habría de ser aprobado con los votos de la UCD, PSOE, Alianza Popular y los nacionalistas vascos y catalanes. Pero aún sería necesario salvar algunos obstáculos. El 19 de enero de 1982, EL DÍA publicaba el texto de la llamada “Lotraca”, una ley orgánica de transferencias a Canarias, que competencialmente nos equiparaba con las nacionalidades históricas y que avanzó a trompicones hasta su aprobación casi en el último minuto. Si el 31 de marzo de 1982, EL DÍA alertaba sobre el malestar de determinados sectores económicos de las Islas, el 1 de abril titulaba: Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo LAS 19 VALORACIONES PEDRO DOBLADO CLAVERÍE ABOGADO EN EJERCICIO, EX ALCALDE DE S/C DE TENERIFE (1965-70) Y EX DELEGADO DEL GOBIERNO. TUVO RESPONSABILIDADES URBANÍSTICAS EN MADRID “El régimen económico-fiscal de Canarias, a salvo”. El 12 de mayo de 1982, este periódico titulaba “Prisas en aprobar un Estatuto contestado por la opinión pública de cuatro islas”, en una información que daba cuenta del reparto de las sedes autonómicas acordado en el Pacto del Medinaceli y de la adjudicación de escaños a cada una de las islas para un nuevo parlamento regional. Y añadía: “Los políticos herreños, los únicos dispuestos a defender su isla”. Efectivamente, a la isla del Meridiano se le adjudicaban inicialmente 2 escaños en el futuro Parlamento y el presidente de su Cabildo, entonces como ahora Tomás Padrón, anunciaba que “de no corregirse semejante atropello”, El Hierro solicitaría constituirse como una entidad jurídica y política aparte del conjunto de las demás islas. Al día siguiente, 13 de mayo, el senador palmero Acenk Galván declaró en EL DÍA: “El Estatuto responde a nuestras peculiaridades (…) pero las islas occidentales deben tener más representación”. El 14, en estas páginas, José Miguel Galván Bello afirmaba: “Tenerife, la más perjudicada” y el mismo Galván Bello insistía unos días más tarde, el 19, firmando un contundente artículo denunciando que “el Estatuto representa un ataque histórico contra la autonomía de las Islas”. En este contexto, el 18 de mayo EL DÍA titulaba: “¡Que se retire este nuevo proyecto de Estatuto!”. Ese mismo día 18, representantes del Hogar Gomero de Tenerife clamaban que “el estatuto institucionaliza la marginación de La Gomera”. Y el 19, en un comentario sin firma, este periódico tituló: “Estatuto de Canarias: las cosas de mal en peor”. Unos días más tarde y con algunos flecos aún pendientes de discusión, el 11 de junio EL DÍA publicó un “Comentario sobre el estatuto de Canarias”, afirmando que: “El Parlamento puede ser a la autonomía lo que Izaña es a la televisión”, cuya literalidad es fácil imaginar. Y al día siguiente se leía en una escueta nota: “Canarias será el nombre de la futura comunidad autónoma”. ¡Vaya por Dios!, anoté de puño y letra al margen de la venturosa noticia. Pero la cosa tenía su intríngulis, no crean, porque según la información recogida de la Agencia Efe, el nombre adoptado, Canarias, sustituía al inicialmente propuesto, que no era otro que “Archipiélago Canario”. Y sobre tan compleja cuestión se suscitaron apasionadas discusiones y se publicaron opiniones tan sesudas como numerosas sobre el quid de la cuestión. Una cuestión, lo del “archipiélago”, que llega hasta hoy. En julio, el debate bajó de intensidad y las informaciones daban cuenta de los progresos en la tramitación de la Lotraca. Sobre ello, creo conveniente recoger la opinión de Adolfo Hernández Lafuente, expresada en un documentado trabajo que publicó la desaparecida Gaceta de Canarias, que resume bien la cuestión: “El proyecto de estatuto para Canarias y la ley de transferencias que lo complementa peca en determinados aspectos de inconstitucionalidad (…) pero en sus contenidos supera lo alcanzado por los estatutos vigentes en Cataluña, País Vasco y Galicia”. El texto finalmente aprobado fue sancionado por SM el Rey en Palma de Mallorca, el 10 de agosto de 1982, pocos días antes de la disolución de las Cortes. EL DÍA informaba el 18 de agosto: “Ayer en el BOE, publicadas las transferencias a la Junta de Canarias.” Y en el subtítulo: “La ley de autonomía para el Archipiélago entró en vigor ayer”. Ciertamente, visto retrospectivamente, no parece que este periódico trasmitiera emoción alguna al publicar esta noticia. A partir de ahí, con un Parlamento y un Gobierno provisional se llegó a las elecciones del 8 de mayo de 1983 y a la constitución del Parlamento de Canarias, el 30 de mayo de ese año, para iniciar una nueva etapa de nuestra historia más reciente: empezaba a caminar la Comunidad Autónoma de Canarias. ● Rebobinando L DEBATE NUNCA concluido de la “nación” se suele E centrar en la búsqueda de una definición o concepto que acoja determinadas pretensiones y, sin embargo, olvida aspectos fundamentales, así los de carácter decisorio o índole voluntarista que, cuando llegue la hora, serán concluyentes. Fue la “nación” soporte para la creación del Estado moderno y caracterizó su base social, en la que lo esencial fue la identidad o, mejor dicho, “la conciencia de una identidad”: ser iguales entre sí y distintos de otros. La primera explicación se encontró en lo étnico, el territorio, el lenguaje, la cultura, la religión u otros aglomerantes sociales, todos empíricamente influyentes pero todos con excepciones en su sustanciación histórica. En efecto, estos ingredientes funcionaban, selectivamente, en unos casos y en otros no. Existían en unos estados-nación y en otros contingentes no daban ese fruto. Se indagaron e intentaron otras formulaciones pero faltaba un catalizador final, más intangible pero fulminante: el provocador del punto crítico, un componente espiritual que despertara la conciencia colectiva y precipitara una decisión globalmente aceptada para justificar –y enamorar– la realización de la vida en común. Ortega nos explicó la “nación” como un “proyecto sugestivo de vida en común”. Pero Renan se había adelantado con la idea de que la base nacional era una “creencia” y que la identidad del grupo se formaba y se distinguía del resto por una historia común: “tiempos felices y trágicos y el deseo de vivir más cosas unidos”. Claro que esta idea encierra otra identificación añadida: la generacional, que dé respuesta de hasta quiénes remontamos el “nosotros” y hasta qué punto aceptamos una continuidad que implica responsabilidad compartida como base de una proyección de futuro. Recuperando el fondo de la cuestión: a partir de estos principios de que la nación supone la consciencia de una identidad de grupo, más allá del tiempo, y el propósito de proyectarse al futuro, así como la posesión de la capacidad efectiva de crear y sostener la estructura jurídica de un Estado –como requisito mínimo de capacidad– o de una estructura superior y más avanzada para introducirse en la Historia, faltaría la formulación de la voluntad del grupo, la proclamación de la decisión. Cómo ha de adoptarse esta resolución y por quiénes, es decir, ¿sólo el grupo nacional? ¿En que medida o universo? ¿También debe pronunciarse el colectivo matriz o de procedencia? Esto plantea una segunda parte con frondoso debate. Pero, llegado a este punto, lo que se pretende, ahora, presentar como tema principal es que existe una cuestión previa y principal: el reconocimiento de una capacidad no implica la obligación de ejercerla. En concreto: ser nación no obliga a constituirse en un Estado independiente. Esta es una posibilidad, consecuencia de ese potencial, pero el Estado, en su concepción actual, no da solución a una serie de problemas que ampliamente lo han rebasado, ni siquiera existe un planteamiento de ordenación de la “aldea global” (utilizando la popularizada expresión de Mc Luhan). El gran proyecto puede ser otro superior o simplemente diverso. El que un individuo cumpla los requisitos jurídicos de capacidad para contraer matrimonio o para constituir una sociedad o testar o para cambiar de nacionalidad no le obliga a ejercer ninguna de esas capacidades. Nuestro proyecto puede –debe– ser más ambicioso que zafarse de España por la puerta de servicio, cuando estamos históricamente integrados en una alternativa con 400 millones de acompañantes y la constitución de un Estado menor no ofrece soluciones a problemas evidentes. Sin ignorar que esta introducción es deudora de amplias explicaciones, me pareció conveniente sentar su tesis, como punto de partida de las consecuencias de nuestra incontestable inmersión en el acontecer de nuestro país, para apuntar algunas observaciones a nuestra más reciente Historia que, en ciertos aspectos, caracterizan este periodo en el que, aunque se hayan abierto nuevas perspectivas, tanto los acontecimientos internos como los que nos aprietan en el entorno dominante nos obligan de manera implacable y creciente a introducir profundas transformaciones en los modos de entender y operar en la empresa colectiva. El nuevo escenario nacional al que me refiero es el que se abre con la transición a la democracia del pueblo español. Es arriesgado un fraccionamiento de la Historia en episodios o acontecimientos que, fragmentando la realidad, puedan explicar las actividades de los individuos y la evolución de las sociedades, cuando más bien es lo contrario: el fluir histórico en gran medida inaprensible, incluso secreto pero interiorizado en la conciencia colectiva, es el que se pone de manifiesto: explosiona en relevantes acontecimientos que sintetizan y expresan la realidad social. Ocurre que es a través de la Historia como intentamos descubrir la esencia de un pueblo, como si sólo la conducta personal o colectiva, que es el relato histórico, nos diera la clave o esencia del grupo, cuando nos puede hacer confundir el suceso con la trayectoria vital, pero aún con estos riesgos, ante la falta de otros recursos, intentamos, por este medio, conocer nuestra realidad social. El periodo transicional que, para algunos, no ha finalizado e incluso, para otros, hay que situarlo antes de antes, adquiere sus puntos o cúspides más elevados con tres acontecimientos: el asesinato del almirante Carrero Blanco, presidente del Gobierno; la muerte de Franco y el 23 de febrero de 1981. Estos tres momentos, todos ellos de gran inquietud y aparentemente cruciales para el tránsito a la democracia, se vivieron con distinta intensidad. Todos ellos son relevantes porque se clavan directa e inesperadamente en el panorama social. Aunque fuera previsible la muerte del jefe del Estado y se anunció anticipadamente, en todos ellos no había preparación política o, más bien en este concreto acontecimiento, existía un programa elaborado por los instrumentos de poder, pero las dudas sobre su cumplimiento estaban generalizadas y, como quiera que la creencia ampliamente mayoritaria era la del tránsito hacia la implantación plena de la democracia, la tónica general, el impulso social, era el de la realización de la reforma que la hiciera viable por el procedimiento que fuere preciso, fueran cuales fueran las previsiones. Lo que se pretende decir es que la sociedad no sólo estaba preparada para el cambio, sino que, de antemano, lo tenía aceptado. El cambio se elaboró desde dentro, desde las propias instituciones del sistema sin que faltaran, en lo fundamental, los conciertos con las fuerzas políticas en lucha contra el régimen, pero el protagonismo social fue absoluto y se puso de manifiesto en estas tres ocasiones de manera directa como si de un reiterado plebiscito se tratase. En las Islas Canarias el comportamiento social no se distinguió del de la mayoría del Estado. Cierto es que el pueblo canario es escasamente proclive a fanatismos de ninguna especie, más bien el pecado puede ser la indiferencia o el “pasotismo”, pero el sentido social está profundamente arraigado. Entre nosotros prima el debate interno y en ello la influencia territorial es muy profunda. El hombre lleva la isla muy dentro y las formulaciones políticas están condicionadas a esta realidad. ● LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 20 LAS Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial VALORACIONES Cien años de libertad WLADIMIRO RODRÍGUEZ BRITO CONSEJERO DEL CABILDO INSULAR DE TENERIFE E E STA CELEBRACIÓN del periódico EL DÍA nos presenta un árbol crecido que nos brinda sombra y oxígeno como, de hecho, ya en su momento, nos habló su fundador, don Leoncio Rodríguez, en su trabajo sobre los árboles de esta tierra. Sombra y oxígeno, algo importante, unido a la libertad y solidaridad que a lo largo de estos cien años ha sido uno de los compromisos que ha tenido esta empresa. Desde un punto de vista personal, he tenido la suerte de encontrarme en las páginas de este rotativo a lo largo de casi cuatro décadas, situación con la que estoy muy agradecido con la empresa, puesto que en los últimos años del franquismo, y en los tiempos del comisario Matute, me ofreció rendijas o postigos para poder decir cosas que no eran fáciles de expresar en aquellos momentos. Es aquí donde manifesté en numerosas ocasiones planteamientos y compromisos que no sólo me crearon algunos problemas, sino que también entendía que comprometían a la empresa como portavoz de dichas inquietudes. Más allá de la filosofía editorial, que no coincidía con mis planteamientos y el de otras colegas, nuestros escritos fueron respetados y casi siempre se publicaron. EL DÍA fue un oasis en el desierto o un faro de libertad en los tiempos cargados de nubarrones y de miseria política y social donde pudimos manifestar nuestras inquietudes. Así, por ejemplo, los problemas del campo de la CREP hasta la problemática de las importaciones agrarias o la gestión del agua, al igual que las importaciones de alimentos en situación “dumping” o los procesos de urbanización de suelos agrícolas, aquí tuvieron eco; situación que vista más de tres décadas después nos da la satisfacción de haber tomado parte de un tema que hoy nos inquieta tanto como es el futuro socioambiental de Tenerife, en particular, y de Canarias, en general. Es en este marco donde estos 100 años han tenido siempre al frente hombres y mujeres inquietos y preocupados por esta tierra y con los problemas sociales y ambientales de la misma. Por lo tanto, hay que felicitar a don José Rodríguez Ramírez y su equipo de Dirección y a todo el personal que conforma la gran familia de EL DÍA, que mantienen una torre de basalto defendiendo un espíritu liberal y solidario con esta tierra y su gente. En esta rendija de libertad que he encontrado en estos 40 años he publicado más de 400 artículos e incluso algunos forman parte de libros realizados con posterioridad a su publicación en EL DÍA y Jornada. Han sido numerosos los debates que hemos tenido en este periódico sobre la OTAN, la Ley de Aguas, la problemática agraria, el futuro de la agricultura, los problemas ambientales, la reforestación en la isla de Tenerife y la eliminación de pinos de California. También hemos encontrado comprensión en el periódico, que se ha hecho eco del gran paso que ha dado la Isla en la gestión de los residuos, desde el vertedero incontrolado de Montaña del Aire, en La Laguna, hasta la aprobación del Plan de Residuos de la isla de Tenerife y la puesta en marcha de unas instalaciones modélicas para gestionar los residuos urbanos en el Complejo Ambiental de Tenerife ubicado en Arico. Por supuesto, también hay que destacar el amplio debate político en el que los que hemos sido perdedores en la política durante muchos años, siempre tuvimos un hueco para manifestar nuestras ideas, que no siempre fueron entendidas por nuestra sociedad. Desde las noches franquistas en que había que leer cada línea varias veces por las connotaciones que pudiera tener de compromiso, tanto con la empresa como con la persona que firmaba dicho artículo, hoy, casi 40 años después, hemos de felicitar a EL DÍA no sólo por su centenario sino por su compromiso social con Tenerife y sus habitantes. Queremos que EL DÍA tenga, como mínimo, la misma vida que el pino gordo de Vilaflor que acaba de adquirir el Cabildo de Tenerife, con sus más de 50 metros de altura y más de 500 años, y que seguro que le dio sombra a nuestros pastores guanches. Y que gracias al esfuerzo de los chasneros se ha mantenido hasta nuestros días.● JOSÉ VICENTE GONZÁLEZ BETHENCOURT JEFE DE SECCIÓN Y PROFESOR DE CIRUGÍA GENERAL Y DIGESTIVA DEL HOSPITAL DE LA CANDELARIA. VICESECRETARIO GENERAL DEL PSOE EN SANTA CRUZ DE TENERIFE. Dimensión plural I DE ALGO PUEDO calificar, en resumen, la traS yectoria de este periódico que hoy cumple cien años es de pluralidad. Plural en cuanto a las ideas, motivaciones y contenidos de los que colaboramos habitualmente desde hace años con nuestras opiniones, y si bien la tendencia mayoritaria de sus columnistas suele ser la moderación, cierto es que han tenido acogida opiniones políticas desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, incluso el independentismo canario y hasta el régimen franquista cuando le fue impuesto. Un periódico que atendió tanto el republicanismo como la monarquía antes de la Guerra Civil, y después de la dictadura en general todas las tendencias, comprometiéndose claramente con la transición del totalitarismo franquista a la democracia, y en toda ésta con los más diversos partidos y sindicatos, a los que ha dado cabida a todos en proporción a la representación institucional. Tuvieron acogida la UCD, el PSP, el PCE, el CDS y muchos otros, y tras la desaparición o el decaer de éstos, el PSOE, el PP (antes AP), CC y los partidos nacionalistas. En el plano sindical todos los sindicatos, pero sobre todo UGT y CCOO, y más recientemente IC. Un periódico sustentado en la mayor parte de su trayectoria en una empresa familiar, que como tal tiene sus características y connotaciones peculiares, como puede apreciarse en el devenir de sus editoriales, casi siempre controvertidos y otras veces intencionadamente polémicos, lo cual es saludable desde el punto de vista de la tan deseada libertad de expresión, pero sobre todo mucho más –como resulta obvio, y a ellos remito al lector si lo desea– en los últimos tiempos. Editoriales en muchos momentos muy identificados con el tinerfeñismo y la defensa de Tenerife, lo que ha concitado la reacción natural y lógica, y hasta muchas veces divertida y siempre intencionada, de los periódicos de la isla de Gran Canaria, que no querían ser menos, celosos como no podía suceder de otra manera, al reconocer que en Tenerife y en general en la provincia no han podido competir en lectores con EL DIA. La diferencia también es notoria con otros periódicos que se editan en Tenerife, una realidad que ahí está, la quieran o no la quieran ver. Baste observar los bares y peluquerías, o simplemente preguntando en el kiosco de confianza por el que más se vende y antes se agota, sin duda, EL DIA. Toda una labor que tuvo su inicio con Leoncio Rodríguez el sábado 15 de octubre de 1910 con La Prensa como diario de tarde, y partir del 31 de dicho mes cada mañana de Santa Cruz. Pero, en fin, no es objetivo de mi artículo defender las ventas de este periódico, que ya él se encarga solito de divulgarlas, como él solito publica más esquelas o anuncios que los otros, con diferencia, lo mismo que es rara la fiesta de pueblo que no muestra las fotos de candidatas a reinas, o las actuaciones de todas las murgas de los carnavales, menos las de Las Palmas, claro, con lo que ha conseguido ser popular y llegar a los lugares más recónditos, sobre todo de Tenerife, una forma de ser con la que se puede estar o no de acuerdo, pero ahí está: ha conseguido ser el periódico más identificado con Tenerife, sus gentes y sus pueblos, manteniendo tradicionalmente una página dedicada a Venezuela. Y ha logrado, curiosamente, ser al mismo tiempo popular y compaginar esa forma de ser con una dedicación importante a los eventos sociales, políticos, económicos, religiosos y culturales de todo tipo, no faltando nunca las páginas o suplementos comprometidos con el mundo literario, histórico, documental o costumbrista. En línea con lo anterior, con motivo de su centenario Correos emite hoy un sugestivo sello conmemorativo. Lógicamente, en los años que estuve estudiando Medicina en Cádiz no podía leerlo, salvo en vacaciones, o porque mi padre me enviaba algún ejemplar o noticia que podía interesarme. No olvidaré nunca que cuando acababa la carrera, al final del último curso, en julio de 1972, mi padre me envió por correo postal una carta a la que añadió un recorte de EL DIA que fue providencial para mi futuro profesional, pues así pude enterarme de la convocatoria de plazas de médicos residentes en el entonces Hospital General y Clínico de Tenerife. Muy ilusionado con retornar a trabajar en esta querida tierra y dedicarme a nuestros enfermos, me afané en conseguir y ordenar toda la documentación que se requería, expediente académico, becas y méritos, que por correo postal, como era uso y costumbre entonces, envié a mi padre y éste entregó en el Hospital, siéndome concedida una plaza de médico residente de Cirugía General, especialidad que completé con la de Cirugía del Aparato Digestivo en dicho centro, que hoy tengo la inmensa fortuna de ejercer en el Hospital Universitario de la Candelaria y la Facultad de Medicina de La Laguna. Viviendo ya definitivamente en Tenerife, en aquella época comencé a enviar, mejor dicho, a llevar en mano a su sede en la avenida santacrucera de Buenos Aires, artículos y colaboraciones esporádicas, y desde entonces he procurado y creo haber conseguido una relación muy cordial con todos los directores o subdirectores del periódico, y en general con sus periodistas, generosos conmigo y muy profesionales en su mayoría, salvo, por cierto, las normales y contadas excepciones, que también las ha habido y las seguirá habiendo, lo cual, insisto, es saludable para la libertad de expresión y opinión. Publicaba sobre todo trabajos relacionados con la Medicina, comprometiéndome más concretamente con la sanidad pública, y así realicé colaboraciones y artículos de opinión en los años que fui director provincial del Insalud y presidente de la Cruz Roja, instituciones ambas que recibieron entonces una ayuda desinteresada y excepcional de EL DIA, y muy concretamente de su director editor, don José Rodríguez Ramírez, al que desde entonces le tengo mucho afecto y por lo que le estoy muy agradecido. Luego, en el quehacer político habitual, tanto como concejal en el Ayuntamiento de Santa Cruz, consejero del Cabildo Insular o senador por Tenerife, han tenido cabida mis artículos de opinión en la sección de Criterios, sin que en ningún caso haya sido modificada ni una sola coma de todo lo que, en absoluta libertad y coherencia con mis ideas, he enviado para su publicación. Han sido varios cientos de artículos, publicados habitualmente los domingos, ahora con una frecuencia quincenal, lo cual supone un esfuerzo añadido a mi trabajo, todo un ejercicio mental que agradezco porque al mismo tiempo que me obliga a una disciplina que valoro positivamente, me produce una enorme satisfacción. Enhorabuena a todos los que han hecho posible que el primer centenario de EL DIA sea hoy una realidad.● LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 22 EL E Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial FUNDADOR Leoncio Rodríguez y La Prensa como ejemplo para estos tiempos E STE ES EL AÑO y estos de octubre son los días en que cumple cien años el periódico que, considerado como el continuador de La Prensa, ha logrado sobrevivir a los avatares de dos siglos. El primero, el XX, ha sido el más convulso de la historia pues nos dejó dos guerras mundiales y una civil; el segundo, este incipiente XXI, ha irrumpido con unos cambios sociales y una crisis económica que, combinados, amenazan con trastocar el orden de las cosas en el sector de la prensa, tanto en Canarias como a escala global, cuando no con imponer una realidad completamente distinta a la que ha vivido hasta ahora esta profesión. Y puesto que atravesamos tiempos de tribulación en el periodismo y en las empresas que lo sustentan, y que el futuro está plagado de incertidumbres, parece oportuno que nuestra aportación a las conclusiones del Primer Congreso de Historia del Periodismo Canario, que se inicia en pocos día, se refiera a esa travesía feliz, aunque nadie dice que fácil, de La Prensa-EL DÍA, para repasar, aun someramente, las claves que han hecho posible que aquel proyecto ideado por Leoncio Rodríguez haya llegado hasta aquí y que, además, lo haya hecho no de cualquier manera; no a trancas y barrancas, sino en condiciones de liderazgo casi desde los primeros momentos hasta hoy. A buen seguro le hubiera apasionado al fundador de La Prensa vivir estos momentos interesantes –en la acepción de revueltos e incómodos que le daban los antiguos chinos– que atravesamos ahora. Al fin y al cabo, aquel periodista estaría vacunado contra tanta adversidad. Porque el fundador de esta empresa centenaria, que siempre ha estado radicada en Santa Cruz de Tenerife, tuvo que lidiar a lo largo de su vida profesional con circunstancias difíciles desde todos los puntos de vista: el económico, el político, el tecnológico y el social; y, a pesar de ello, logró salir airoso, hasta que una guerra y sus consecuencias posteriores truncaron su ideal y le forzaron a hacerse a un lado. Pero hasta ese momento, la trayectoria del periodista y su obra no hicieron más que crecer y mejorar desde que se pusieron en marcha. Y no fue por casualidad. Leoncio Rodríguez fue, para su época, un adelantado de la prensa. Supo detectar antes que sus competidores la demanda social de información independiente en un mercado de lectores todavía reducido a las élites intelectuales y entendió sin dudar la importancia de la renovación tecnológica para ganar la calle. Fueron 38 años de éxito, hasta que le intervinieron su periódico con la amenaza de la fuerza. Era la recta final de la guerra de 1936-39 y los ya seguros vencedores no le dieron opción: o ponía sus páginas a disposición del nuevo régimen o venían el cierre y, seguramente, las represalias contra su persona. Entonces, el periodista reaccionó adaptando su temperamento profesional a las circunstancias. Renunciando a aquella libertad de expresión que había hecho de su obra la principal publicación ya antes de la contienda civil, buscó en la vertiente literaria del periodismo la salida a sus ideas, y aun así consiguió colar entre líneas parte de su pensamiento político. Era todo lo que podía hacerse en aquellos años implacables de una postguerra agravada por mil carencias si uno quería mantener un periódico. Pero en el comienzo de este relato se decía que Leoncio Rodríguez había dejado claras sus intenciones desde el momento inicial de La Prensa. Efectivamente, en 1910, el caciquismo hacía estragos en Canarias, y el idealista escritor advertía a sus futuros lectores desde el primer número de cuál era su pensamiento, aunque lo hiciera someramente amparado bajo el seudónimo “Pshyquis”, que no le hubiera protegido gran cosa de los poderes fácticos de aquel entonces si hubieran decidido tomar represalias. Decía la publicación de aquel 15 de octubre: “El periodismo en Canarias ha sido, y lo es todavía, un desgraciado de la fortuna, sometido a la tutela del cacique de tanda”. E incluía Leoncio entre los culpables de tal estado de cosas a los propios periodistas, que se dejaban manejar, advirtiendo de que con él no contaran para la labor. Al tiempo, aprovechaba para reprender al colega que se prestaba al manejo: “No tiene perdón ninguno, porque le faltan entereza, decoro, energía, para hacer prevalecer sus derechos de hombre, su independencia de criterio y su integridad de ciudadano”. Lo cierto y verdad es que en aquel principio del siglo XX no resultaba fácil ejercer el periodismo poniendo tales divisas por delante. De entrada, ni siquiera existía la idea clara de que alguien que escribía en una publicación periódica mereciese ser remunerado por su trabajo. Aquel oficio era, sobre todo, vocacional, así que menudeaban en las inestables redacciones escrito- res y gacetilleros que se sentían recompensados sólo con ver el producto de su pluma en letras de molde. Y no se conocían los horarios. Eran tiempos de ediciones que terminaban bien avanzada la madrugada, y hasta de heroicos esfuerzos en solitario por sacar a la calle una publicación. El propio Leoncio, antes de fundar La Prensa, editó él solo en La Laguna El Noticiero Canario. Y, como no hay nada que agudice más el ingenio que la necesidad, disimuló esa soledad utilizando varios pseudónimos para firmar los artículos. Por otro lado, cuando salió a la calle La Prensa acababa de inaugurarse el enlace por radiotelégrafo entre la Península y el Archipiélago. La conexión telefónica con la red nacional tendría que esperar hasta 1926. Por tanto, era aquel un periodismo que partía de datos mínimos, de telegramas parcos, que los conocedores del oficio tenían que “hinchar” para sacarle partido a cualquier novedad. A pesar de todo ello –de las presiones, de la precariedad económica y de la esca- sez de medios–, La Prensa-EL DÍA ha sobrevivido a tres guerras y dos dictaduras. Por resumirlo con palabras de un ilustre de la profesión en las Islas, Juan Rodríguez Doreste, la empresa salió indemne de los tres peligros de defunción que siempre han acechado a los periódicos por estos lares: la extenuación económica, la lapidación política y la orden gubernativa fulminante. A propósito de esto último, no está de más recordar la sanción económica desaforada que sufrió EL DÍA por informar, el 5 de noviembre de 1970, de la primera huelga de trabajadores de las guaguas en Tenerife: cien mil pesetas de las de 1971, un enorme quebranto para las arcas de un periódico de su tamaño. Pero, además de la gestión del fundador y de quienes continuaron su obra, tal vez en la supervivencia de La Prensa-EL DÍA haya tenido bastante que ver la estructura de la propiedad. El hecho de que la empresa editora haya estado siempre en manos del director o de su familia le dio al periódico la independencia y capacidad de maniobra necesarias para tomar en cada momento las decisiones más acertadas para protegerlo de las acometidas exteriores y para adaptarse de forma rápida a los adelantos tecnológicos y a los avatares que ha sufrido el país en estos cien años. Todo ello sin olvidar la intuición y la visión de futuro que demostraron Leoncio y sus sucesores al adivinar que quien no modernizara el proceso de producción de su periódico quedaría fuera del mercado o al menos en grave desventaja respecto a los competidores. Como muestra del acierto de esta estrategia, baste citar la evolución ascendente de la tirada y la paginación, y de la presencia de anuncios publicitarios en La Prensa, que pasó de las 4 páginas y mil ejemplares de venta en los primeros tiempos a 8 páginas y el triple de difusión ya en los años veinte. Y es que el fundador se granjeó las simpatías de una mayoría de lectores, que querían simplemente informarse de lo que acontecía en su ciudad o en su isla y, aparte de La Prensa, sólo encontraban en el panorama informativo una pléyade de órganos de partido que defendían con todo descaro los intereses de las diferentes ideologías de la época. Leoncio Rodríguez lo vio claro y grabó en la primera página de su periódico su mensaje de independencia informativa: cambió el subtítulo de su cabecera, “Diario Republicano”, por el de “Diario de la Mañana”, un alarde en aquellos tiempos en que todo el mundo se identificaba fuertemente con un partido político. En otras palabras, el director de La Prensa iba a contracorriente. Y le fue bien. Tanto que se pudo comprar una linotipia, la primera que hubo en Canarias. Otra vez por delante de sus competidores. En definitiva, Leoncio Rodríguez fue un corredor de fondo en el periodismo. Arriesgó y aguantó... hasta que fue materialmente imposible mantener las premisas del principio. Supo ver antes y mejor que sus contemporáneos que el negocio de la prensa es incompatible con las servidumbres de cualquier tipo, y que no debe haber en las páginas más asuntos que aquellos que interesen a una generalidad de lectores. Vista la historia de Leoncio Rodríguez y su obra –incluyendo en la misma la continuidad que supuso EL DÍA– con la perspectiva de un siglo, sus recetas también podrían ser aplicables a estos tiempos difíciles para el sector, y estas se resumirían en que para triunfar o, al menos, aguantar hasta que pase la tormenta: independencia informativa, adaptación tecnológica a los tiempos y respuesta acertada a lo que esperan del periódico los lectores.● Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo EL 23 FUNDADOR Las fotos de su vida DE VIAJE EN BARCELONA. Un viaje a Barcelona por motivos de salud. De izquierda a derecha, Leoncio, su esposa, su sobrina Carmen y su cuñada Amalia. Bajo estas líneas, otra imagen del mismo viaje. SUS HOMBRES DE CONFIANZA. Leoncio Rodríguez, sentado con los brazos cruzados, acompañado de varios periodistas de los primeros años de La Prensa, entre ellos Ildefonso Maffiotte (segundo por la derecha, sentado), así como de algunos operarios de talleres y de administración. ALMUERZO EN GENETO. Imagen de un almuerzo celebrado en la huerta de la finca El Moralito, de Leoncio, en Geneto. De izquierda a derecha y en sentido contrario a las agujas del reloj: Leoncio Rodríguez; su mujer, Aurelia Cruz (de espaldas), María; hermana de Leoncio; su sobrino José Rodríguez Ramírez; Domingo Rodríguez; el linotipista de La Prensa Saturnino Tejera; de pie, la empleada de hogar Martina, y el fotograbador Gonzalo Porcell. La foto es de Adalberto Benítez. CON AURELIA. La pareja sentada en la terraza de una cafetería o, tal vez, de un hotel. ¿EN LA FINCA? Otra imagen de Leoncio Rodríguez y su esposa, Aurelia, en un escenario campestre, tal vez la finca de Geneto. LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 24 RECONOCIMIENTOS Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial AL FUNDADOR “Glorioso en la adversidad” El escudo heráldico de Garachico incluye un lema de Leoncio Rodríguez. Ramón Miranda Adán, alcalde de la Villa y Puerto de Garachico, sostiene que “la frase de Leoncio Rodríguez, que encabeza el escudo heráldico “Glorioso en la adversidad” nos identifica como institución y como pueblo”. El alcalde garachiquense explica que “la idea de rotular una avenida con el nombre del periodista, escritor y fundador de La Prensa-EL DÍA surge del hecho de que después de tantas fiestas lustrales en honor del Santísimo Cristo de la Misericordia había que plasmar la frase que preside el escudo heráldico “Glorioso en la adversidad” acuñada por don Leoncio Rodríguez” y materializarlo con un reconocimiento institucional. En las fiestas lustrales se rememora la erupción volcánica de 1706 y don Leoncio Rodríguez en toda su amplia bibliografía había escrito mucho sobre Garachico. Asimismo, en su obra tenía como punto de referencia descifrar la historia de la erupción volcánica, de ahí que cada cinco años, nos hacemos eco de la frase que plasmó la esencia de don Leoncio Rodríguez en Garachico, que figura en el escudo heráldico, que indica “Glorioso en su adversidad”. El municipio tenía que conocer el legado de don Leoncio Rodríguez, que ha marcado la idiosincrasia de la Villa y Puerto”, indica el alcalde norteño. Miranda sigue diciendo que “el pleno de la Corporación aprobó por unanimidad la propuesta de la Alcaldía de darle nombre a la principal avenida de la urbanización El Lamero al fundador de La Prensa-El DÍA, y sumarnos a la conmemoración del centenario del periódico tinerfeño”. De esa manera, el alcalde se anticipó a la propuesta de creación de una comisión especial de expertos con competencias para modificar y dar nombre a las calles del municipio del año 2007, al coincidir con la celebración de las citadas fiestas lustrales y con el centenario de la fundación de La Prensa-EL DÍA. Tales hechos llevaron al alcalde a presentar una moción para la rotular con el nombre de Leoncio Rodríguez una avenida. Finalmente, Ramón Miranda señala que “en el documento plenario unánime se hace constar que el nombramiento de la avenida con el nombre de Leoncio Rodríguez responde a la gratitud y reconocimiento del consistorio a la figura de “este insigne periodista y una de las figuras más señeras de la historia del periodismo de esta tierra, así como primer director del periódico EL DÍA. Una designación que hace mención a la ingente trayectoria profesional, así como a la labor de divulgación en décadas de los años 20, 30 y 40 de importantes acontecimientos históricos de este municipio norteño”● GARACHICO PERPETÚA con una avenida y su escudo la memoria de Leoncio Rodríguez. /Á.H. 26 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo RECONOCIMIENTOS Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial AL FUNDADOR Bustos, calles y títulos prueban el arraigo de La Prensa en Tenerife La figura de Leoncio Rodríguez ha sido homenajeada en diversos municipios por su gran contribución a esta isla y a Canarias durante este siglo de historia. La trayectoria de La Prensa y EL DÍA en este siglo de información ha propiciado múltiples reconocimientos públicos, dentro y fuera de las Islas. La figura de Leoncio Rodríguez ha sido objeto de diversos homenajes en varios municipios de Tenerife en forma de bustos, rotulación de calles con su nombre o, incluso, declaración de títulos tan importantes como el de Hijo Predilecto. La ciudad de La Laguna le otorgó ese honor y son muchas la localidades que cuentan con calles como tributo en las distintas ver- tientes de la Islas. En una ocasión, el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Zerolo, lo calificó como “una persona que ha marcado la vida periodística de Tenerife. Luchador y divulgador de temas históricos, folclóricos y literarios de la Isla, Leoncio Rodríguez fue un magnífico periodista y escritor, que ilustró y llenó una etapa del periodismo de Tenerife. En todos sus libros y artículos se puede palpar el profundo amor que sentía por la Isla. Por todo eso, es un honor poder contar en nuestra ciudad con una calle dedicada a este insigne erudito. Ésta es la manera más amable que tiene Santa Cruz de Tenerife para homenajear a una persona que siempre luchó por difundir la cultura isleña”, remarcó. Por su parte, el máximo mandatario lagunero, Fernando Clavijo, también loa la figura periodística de Leoncio Rodríguez, del que resalta su estilo directo y libre, al tiempo que felicita a la empresa “por este siglo de información y de ejercicio de la libertad de prensa, tan necesario para que una sociedad avance”. ● La capital cuenta con calle, busto y hasta sendero Un busto y dos calles laguneras como homenaje En Santa Cruz de Tenerife, Leoncio Rodríguez tiene un busto a la entrada del periódico EL DÍA y una calle próxima al Mercado de Nuestra Señora de África, paralela a la avenida Buenos Aires, que transcurre desde la avenida José Manuel Guimerá hasta la de La Salle. En Anaga, también existe un sendero que recuerda su nombre junto a esos árboles que tanto defendió en sus obras. Refiriéndose al pino canario, afirmó: “Árbol isleño por excelencia, único en su especie en el mundo; el más útil, el más sobrio y resistente de nuestra flora. Su historia está llena de vicisitudes y heroísmos. Porque ninguno de nuestros árboles fue tan codiciado y perseguido”./ FOTO MANUEL EXPÓSITO El alcalde lagunero, Fernando Clavijo, aparte de agradecer este siglo de información, recuerda que Leoncio Rodríguez, “maestro de periodistas dentro y fuera de nuestras fronteras”, nació en la zona lagunera conocida entonces como Tanque de Abajo, que acoge hoy la plaza de San Cristóbal. En este lugar se alza un busto en su honor, obra de Enrique Cejas Zaldívar. Además, se le declaró Hijo Predilecto y se rotuló una calle con su nombre en Los Baldíos (foto). Al actual director, José Rodríguez, también se le ha rendido tributo con una vía cerca de la Plaza del Cristo, “entorno que aúna lo urbano y lo agreste, rasgos definitorios de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad”./ M. E. Busto y colegio en La Esperanza (El Rosario) Un orgullo para el municipio de Santa Úrsula La plaza del Adelantado, en El Rosario, presenta desde julio de 1986 un busto en tributo a Leoncio Rodríguez (foto). El alcalde, Macario Benítez, explica que se escogió ese punto por situarse en pleno centro administrativo, a la entrada del bosque del Adelantado y en la zona de ocio y esparcimiento, área que, con los años, “se ha convertido en una parada obligada, tanto para los vecinos como para los turistas y visitantes”. Benítez asegura que “se trata de todo un honor contar con dicha referencia, un homenaje merecido y compartido con cariño por la población”. Además, uno de los centros de educación de referencia, ubicado en la zona alta esperancera, lleva su nombre./ M. E. Una de las principales calles del casco de Santa Úrsula (en la foto) lleva el nombre de Leoncio Rodríguez desde hace más de 30 años. El actual alcalde del municipio norteño, Ricardo García (AISU), considera que “es un orgullo para nuestro pueblo contar en el callejero con una calle dedicada a un tinerfeño ilustre, un pionero de la prensa moderna”. El mandatario reconoce que sus antecesores en la Corporación “tuvieron el acierto de utilizar una vía importante para la localidad como recuerdo imborrable de un periodista ejemplar que fundó La Prensa. Un siglo después aún tiene su obra en pie, ahora con el nombre de EL DÍA, y en una posición de liderazgo en Canarias”./ Á. HERNÁNDEZ LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LOS DIRECTORES DE 27 EL DÍA Francisco Aguilar y Paz (1939-40). ● Escritor, poeta, ensayista y conferenciante, en su juventud escribió en El Socialista, pero entre 1936-40 desempeñó el cargo de jefe provincial de Prensa y Propaganda del Movimiento Nacional. Con- Agustín Santos Hernández (1940-53). ● Comenzó escribiendo en La Prensa duros alegatos contra el caciquismo imperante en las islas en los años treinta del siglo pasado, pero, cuando llegó la guerra civil, fue secretario provincial de Prensa y Propaganda Rufo Gamazo Rico (1953-58) ● De origen zamorano, llega a Tenerife procedente de Barcelona, ciudad donde daba clase de titulación, confección y tipografía en la Escuela de Periodismo de entonces (conocimientos que aplicaría después en EL DÍA, para darle un nuevo aire), y también escribía en “La Prensa”, Ernesto Salcedo Vílchez (1958-78) ● Fue también asesor de Editorial Leoncio Rodríguez, S.L., la empresa propietaria de EL DÍA. Simultaneó el periodismo escrito con el radiofónico, en Radio Nacional de España y en Radio Club Tenerife. Sus intentos de modernización y apertura de la línea editorial del periódico le costaron frecuentes choques con las autoridades políticas de la época y una infor- Francisco Hernández Díaz (1978). ● Ocupó diversos puestos en EL DÍA hasta llegar a la dirección, y también se encargó de la Hoja del Lunes como redactor jefe. Se jubiló en el año 1980. Su estancia en la Casa se dividió en dos etapas: llegó con La Prensa y, después de un paréntesis en Venezuela, donde trabajó como Francisco Ayala Armas (1978) ● Entró en la Casa como redactor, en 1964, para ser luego redactor jefe y subdirector. Fue también jefe de Programación de Radio Juventud de Canarias en Santa Cruz de Tenerife y jefe de redacción de Radiocadena Española, que luego se integraría en Radio Nacional de España. tribuyó a la creación del Instituto de Estudios Canarios, en 1932. Estudió Derecho en La Laguna y fue profesor de Derecho Internacional en la posguerra. Fundador y rector de la Universidad Laboral de Tarragona, llegó a ser procurador en Cortes por la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Insigne orador, de estilo enfático, formado en Heidelberg (Alemania). Falleció en 1997. de Falange y dirigió el periódico Amanecer, que luego se fusionaría con La Prensa para formar EL DÍA en contra de la voluntad de sus propietarios, y el semanario Arriba España. Se comentaba que su salida del periódico la provocó una errata intencionada con carga política. Ejerció la labor de director durante la etapa de su predecesor Francisco Aguilar y Paz, aunque sólo figurase como redactor jefe. Murió en 1956. de la Ciudad Condal, donde era jefe de Información. Igualmente, fue redactor jefe de Arriba. En Tenerife trabó amistad con Carlos Arias Navarro, gobernador civil a la sazón, a quien luego seguiría como asesor en la Dirección General de Seguridad (1958), el Ayuntamiento de Madrid (1965), el Ministerio de la Gobernación (1973) y la Presidencia del Gobierno. Actualmente, Rufo Gamazo es articulista de La Opinión-El Correo de Zamora. mación sobre la huelga de las guaguas en 1970 le valió al periódico una multa de cien mil pesetas. Inició la carrera eclesiástica en el Seminario de Málaga, para luego dejarla y estudiar Magisterio. Después obtuvo el título de periodista en la Escuela Oficial de Madrid. Natural de la provincia de Huelva, es hijo adoptivo de Santa Cruz de Tenerife. Durante años fueron muy seguidos sus artículos de opinión que intitulaba como “En dos Palabras”. Falleció en 1986. redactor en Últimas Noticias y El Mundo, regresó a Tenerife y se incorporó a EL DÍA. En la Hoja del Lunes mantuvo durante años una columna con el título de “Cartas a Pepe Ignacio”. Fue también delegado provincial del Frente de Juventudes y concejal en la capital tinerfeña. Era conocido en la profesión con el sobrenombre de “Pancho Pantera” que le dieron durante su permanencia en la organización juvenil Exploradores de España. Falleció en 2001. En 1950 se licenció en Químicas por la Universidad de La Laguna. En 1978 ostentó la presidencia de la Asociación de la Prensa de Tenerife. En la actualidad sigue escribiendo un artículo diario en la sección de Criterios de EL DÍA bajo el epígrafe “La Media Columna”, que los domingos cambia por “De Domingo a Domingo” José Manuel de Pablos Coello (1979-81). ● También dirigió La Gaceta de Canarias entre 1990 y 1991. Llegó a EL DÍA procedente de ABC, y también trabajaba en Sábado Gráfico y en Radio Nacional de España en Madrid. Ha escrito varias novelas cor- tas, así como textos sobre periodismo, sobre todo, sobre la faceta tecnológica. Actualmente es profesor titular en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna. José Rodríguez Ramírez (1981-actualidad) la despliega, asimismo, en ponencias que ha presentado en cursos de periodismo, convenciones de editores, pregones de fiestas en diversos municipios de Tenerife, Veladas de Arte, etcétera. Los Ayuntamientos de San Juan de la Rambla, Santa Cruz de Tenerife, San Cristóbal de La Laguna, Icod de los Vinos y Candelaria acordaron por unanimidad rotular con su nombre una calle en cada uno de los respectivos municipios. Plazoleta con el nombre de José Rodríguez Ramírez en la Villa de Arafo. Agosto 2007. Entre otras distinciones posee las siguientes: Medalla de Oro de la Isla de Tenerife, Medalla de Oro de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, Socio de Número y Miembro de Honor de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife; de Gobiernos extranjeros cabe destacar la Orden de Francisco de Miranda, de primera clase, concedida por la República de Venezuela; la Orden del Comendador del León, de la República de Finlandia, y la Orden de Palmes Académiques del Gobierno francés. El municipio Ezequiel Zamora, del Estado Monagas, de Venezuela, le concedió la Orden General Ezequiel Zamora de Primera Clase. También es Medalla de Oro y Plata de la Asamblea Suprema de la Cruz Roja Española y Medalla de la Previsión. ● José Rodríguez Ramírez. Miembro de honor de la Asociación de La Prensa de Santa Cruz de Tenerife. Se formó junto a su tío el fundador de La Prensa y de él aprendió redacción y sobriedad en el estilo periodístico, y la gramática y ortografía con su tía María Rodríguez, hermana de D. Leoncio. A los 17 años le reprodujeron en la primera página de una revista nacional de la Acción Católica un artículo suyo –y luego continuó la reproducción de sus trabajos en otras publicaciones– de los muchos artículos que escribió en la revista “Criterio” de la Juventud Masculina de Acción Católica de Santa Cruz de Tenerife. Nació en Santa Cruz de Tenerife. Desde la Primera Enseñanza sintió vocación y gran predilección por las letras y, especialmente, la Gramática. No obstante, por las circunstancias coyunturales, contrarias a su vocación, cursó y completó estudios en la Escuela Profesional de Comercio, y más tarde diplomado universitario en Relaciones Laborales. También realizó estudios de Filología Francesa, que no concluyó. Su dimensión formativa y docente LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 28 LAS Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial PRUEBAS DEL ÉXITO 15/10/1985 El Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento capitalino conceden sus máximas distinciones a EL DÍA. En el dictamen de la comisión cabildicia se destaca que, “siendo fiel seguidor del espíritu fundacional de La Prensa, ha sido incansable defensor de los intereses y valores de la comunidad a la que sirve y auténtico y fidedigno registro del acontecer de nuestra historia”. Una progresión constante hasta los 221.000 lectores Este periódico se ha asentado como cabecera líder del Archipiélago en los últimos años, pero la progresión de su volumen de lectores diarios ha sido constante desde que se comenzó a publicar el Estudio General de Medios (EGM), en 1986, como muestra el gráfico superior, con breves altibajos. EL DÍA contaba entonces con un promedio de 121.000 lectores diarios. Diez años después había ganado 43.000, hasta situarse en 164.000. Esta cota se mantuvo como récord anual del periódico hasta 2004, cuando este diario protagonizó un notable salto respecto al ejercicio anterior y se embarcó en la mayor época de expansión de su historia. Cerró el pasado diciembre con 221.000 lectores diarios, un nivel histórico que lo distancia ampliamente del resto de sus competidores en Canarias y consolida un liderazgo que dura ya casi cinco años. Dicho dato implica, además, que una tercera parte de los lectores de prensa isle- ños son fieles a EL DÍA. Todo ello apuntala el respaldo de la ciudadanía a la calidad periodística de EL DÍA. Su liderazgo no sería posible sin la confianza que depositan cada día en él los canarios. La última oleada del EGM, publicada el pasado julio, refleja que éste es el vigésimo tercer periódico más leído del país, y que escala al puesto número 12 del ranking de prensa si del mismo se excluyen los diarios deportivos y sólo se toman en consideración los de ámbito regional. ● 25/3/1986 La Laguna honra a Leoncio Rodríguez, La Prensa y El Día. “Los 27 concejales que componen la corporación municipal de Aguere, con su alcalde al frente –según se lee en la reseña periodística de la sesión–, votaron, por aclamación, en favor de conceder a EL DÍA la Medalla de Oro, que no por ser una de las muchas recibidas en su 75 aniversario, es por ello menos importante”, 30 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo LOS TIEMPOS CAMBIAN El día que el plomo llegó a internet Desde la rotoplana de 1910 a la informática actual, pasando por el plomo, la evolución tecnológica de La Prensa y EL DÍA ha transcurrido en paralelo a los cambios de sede. contratados por compromiso. De periódico de tarde a diario de mañana.- Su formato inicial era de cuatro páginas, con diseño a seis columnas y un precio de coste para el lector de 5 céntimos. La impresión se hacía en una máquina plana y se componía totalmente a mano. Los primeros trece números salieron a la calle por la tarde, y a partir del día 31 de octubre de 1910 pasó a imprimirse de madrugada. Para Leoncio Rodríguez no se trataba de una aventura ajena, pues a sus 29 años, cuando se pone al frente de La Prensa, era un reconocido periodista por su bagaje como redactor de Siglo XX, director de La Propaganda y El Heraldo de La Laguna y, posteriormente, redactor-jefe en El Progreso, donde adoptó el seudónimo “Luis Roger”. En aquel equipo participarían Joaquín Fernández Pajares –“Jacinto Terry”, redactorjefe en El Progreso–; Ildefonso Maffiotte, –secretario de Redacción–; Diego Crosa “Crosita”; Froissé, Juan Pérez Delgado “Nijota” (incorporado en 1921); Rafael Arocha Guillama, corresponsal en La Laguna; el linotipista Saturnino Tejera, el jefe de Fotografía Gonzalo Porcell... Como anécdota, La Prensa fue la primera empresa periodística de las Islas que incorporó a la mujer, ya en los años 30. EL SÁBADO 15 DE OCTUBRE DE 1910 salía a la calle el periódico La Prensa con una mancheta de tipos germánicos con el subtítulo “Diario Republicano”, que cambiará a los pocos años por el de “Diario de la Mañana”. La Prensa es sinónimo de Leoncio Rodríguez González (La Laguna, 12 de abril de 1881-Santa Cruz de Tenerife, 8 de enero de 1955), quien con apenas 18 años se incorporó al periodismo tinerfeño. Nacido en el seno de una emprendedora familia de inmigrantes de la Isla Baja de Tenerife, tras cursar con brillantez el bachillerato en el Instituto de Canarias, ingresó como funcionario en el Ayuntamiento de La Laguna. Meses más tarde, otoño de 1905, renunciaba a aquellas 80 pesetas que cobraba al mes para asumir, con dedicación exclusiva, la jefatura de redacción de El Progreso, órgano republicano de Santa Cruz, recoge Julio Yanes, doctor en Ciencias de la Información, en “La prensa de Leoncio Rodríguez o la vanguardia del periodismo canario-occidental en los años de entreguerras”. Tras garantizarse su situación económica con el acceso a una plaza de funcionario en la todavía Diputación Provincial de Canarias, Leoncio Rodríguez decidió acometer, con el apoyo de sus correligionarios republicanos, la obra de su vida: la fundación de La Prensa (1910-1939). Cuando La Prensa saltó a la palestra periodística, todos los diarios importantes de la Isla contaban con el respaldo de una formación política: El Tiempo era conservador; La Opinión, liberal; Diario de Tenerife y El Progreso, republicanos; y Gaceta de Tenerife, católico. Cuatro páginas por 5 céntimos de peseta.La Prensa apareció en Santa Cruz de Tenerife el 15 de octubre de 1910 con las cuatro páginas del cuadrilongo formato tabloide, propio de los periódicos punteros de la época. Su primera rotativa fue de la marca alemana “Koening Bauer”, que se instaló en la sede del diario, en la céntrica calle de Valentín Sanz –popularmente calle del Norte–, si bien José Rodríguez Ramírez, editor y director actual de El Día y sobrino del fundador de La Prensa asegura que la primera sede fue en una casa terrera también de Valentín Sanz, próxima a la confluencia con la calle Imeldo Serís, también conocida como Barranquillo. Allí se imprimirían los primeros ejemplares en una rotoplana. En los primeros ejemplares de La Prensa se lee: “Oficinas, Valentín Sanz, 15. Teléfono número 22. Imprenta propia. Publica suplemento los domingos. Número suelto 5 céntimos”. Como dato comparativo del precio por ejemplar, por entonces media docena de huevos costaba casi una peseta. La Prensa se imprimía a diario en una máquina plana. Su composición era a base de extensos trabajos, sin ilustración. Rara vez titulaba a más de una columna. La linotipia, torno del periódico artesanal.Las noticias llegaban por teletipo o por entrega o colaboración mecanografiada, que, tras su selección por el redactor, se pasaba al linotipista para que lo transcribiera y lo “transformara” en plomo para su posterior impresión en papel. Si el cuerpo de la información se elaboraba con linotipia, los títulos se confeccionaban carácter a carácter en cajas que luego se fundían. Las páginas de La Prensa interiores agolpaban avisos, notas de sociedad y, en CALLE DEL NORTE. El jefe de Fotograbado de La Prensa Gonzalo Porcell trata un imagen la sección de publicidad, una multitud de pequeños anuncios. El periódico de Leoncio Rodríguez resultaba innovador por sus contenidos amenos y su composición era pulcra. La aceptación fue tal que logró una tirada de unos mil ejemplares diarios (Santa Cruz de Tenerife tenía 40.000 habitantes). Sin embargo, la principal fuente de ingresos provenía de la venta de ejemplares, pues gran parte de los anuncios eran Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial La Primera Guerra Mundial triplicó la tirada inicial pero menguó la paginación.A comienzos de 1916, La Prensa triplicaba su tirada inicial. Comenzaba así la escalada hasta convertirse en el periódico más importante en la zona occidental de Canarias. Ese año sustituyó el subtítulo “Diario Republicano” por el de “Diario de la Mañana”. El periódico debió sortear la escasez de papel y de recursos económicos, por lo que pasaría a publicarse con una sola hoja. Nueva rotativa, más páginas.- En 1925, se afrontó la modernización de los talleres con una rotativa, un fotograbado, una estereotipia y, luego, la renovación de la linotipia. Se pasa de cuatro páginas a seis, pasando pronto a ocho, el máximo que admitía la rotativa. Las finanzas de La Prensa experimentaron un espectacular vuelco: los ingresos por publicidad superaron los de las ventas. En abril de 1931 se proclama la Segunda República. En julio de 1932, el Partido Republicano Tinerfeño funda el diario Hoy. “Leoncio Rodríguez se preocupó lo suyo y trajo de la Península al buen periodista Félix Centeno, muy inteligente y preparado, a fin de que modernizara la confección técnica del diario. La Prensa exhibía, con la pericia de Centeno, un corte moderno y Leoncio no escatimó sacrificios para mejorar su obra, esfuerzo que culminó en la buena presentación del diario”, recordaba la escritora María Rosa Alonso en su artículo “Siluetas” publicado en el suplemento extraordinario del 75 aniversario de La Prensa. Félix Centeno, fallecido en Méjico –donde era corresponsal de Pueblo– en 1966, había sido el 11 de enero de 1926 el director del primer diario hablado de la radiodifusión española, que se llamaba “La Palabra”, en Radio Barcelona. A comienzos de los años 30, la tirada de La Prensa era de 5.000 ejemplares diarios, los ingresos por publicidad duplicaban los de ventas y la empresa tenía una veintena de asalariados. La Prensa intenta la ampliación de la máquina, pero la impide la falta de espacio en la sede de la calle del Norte. Por ello se hacían hasta dobles tiradas para editar un periódico de 12 o 16 páginas. Del diario republicano al del Movimiento.- En cumplimiento a la orden de la permanencia de un diario matutino por provincia dictada por el régimen del general Franco, La Prensa fue fusionada con el órgano falangista Amanecer, aparecido en agosto de 1937, para dar vida a EL DÍA. El 14 de febrero de 1939, La Prensa publica en un recuadro en primera página con el título “Nuevo Diario”: “Acordada la fusión de los diarios locales de la mañana para constituir un órgano periodístico, portavoz de las normas y principios del Movimiento Nacional en la provincia de Tenerife, desde mañana, 15 del actual, cesará La Prensa en su publicación, como ya lo ha hecho nuestro colega Amanecer, y en sustitución de ambos comenzará a publicarse con la misma fecha el diario titulado El Día, que se editará en nuestros talleres, y con los mismos servicios y administrativos de esta empresa”. Era el adiós a los 10.885 números de La Prensa. 15 de febrero de 1939. Nace EL DÍA.En su primer número, con el título “Continuidad”, EL DÍA incluye en portada: “En toda tarea nueva es obligada la explicación del motivo de su comienzo. Pero nosotros casi estamos relevados de esta costumbre de su comienzo, porque es continuidad de dos esfuerzos lo que respeta El Día”. Tras el fallecimiento de Leoncio Rodríguez, el 8 de enero de 1955, el franquismo restituye EL DÍA a sus herederos. 1967. De la calle del Norte a la avenida Buenos Aires. Nueva rotativa.- EL DÍA debió superar los problemas del suministro irregular de papel, que condicionaba que la edición oscilara entre dos y ocho páginas dia- Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo LOS 31 TIEMPOS CAMBIAN rias. En 1967 el periódico abandona la calle del Norte, hoy Valentín Sanz, y se instala en el número 69 de la avenida de Buenos Aires, en Santa Cruz. Se amplía la capacidad de impresión con siete linotipias, modernos equipos de fotograbado, teletipos, telefotos y una rotativa “Vomag”, para 24 páginas, de alta velocidad en aquella época. 1974. Llegó otra rotativa, la “Marinoni” y se estrenó otra sede.- Una nueva rotativa, la “Marinoni”, llegó entre finales de 1974 y principios de 1975. Era la antesala de otro traslado, también en la avenida Bueno Aires, para reunificar Redacción y talleres. 1975. Se incorpora el sistema de impresión “offset”.- En octubre de 1975, el entonces director del periódico, Ernesto Salcedo, anuncia a los lectores la incorporación del sistema “offset”, modelo de impresión en rotativa que utilizaba agua y tinta. Hasta ese momento el sistema era de prensado. 1977. Adiós a la linotipia; bienvenidos los computadores.- En 1977 EL DÍA deja el número 69 de la avenida de Buenos Aires –que ocuparía Televisión Española– y se traslada al 71 de la misma vía. Incorpora el sistema edición de textos Maquinpress, que consistía en redactar la noticia en cuartillas AVENIDA DE BUENOS AIRES (1967). Coincidiendo con el cambio de sede, se adquieren seis linotipias. En la imagen, de izquierda a derecha, Julián normalizadas para luego someterlas a un lec- Cutillas, Miguel Ángel Fernández, Agustín Expósito (cajista), Antonio Briganty y Mario Pinto. tor óptico que la codificaba en una cinta perforada. Del lector pasaba a un conversor que permitía imprimir una copia fotográfica que se utilizaba para el montaje del texto sobre la cartulina, formando la página. De ahí, luego se copiaría en plancha de zinc con una insoladora. Cada placa se colocaría en los rodillos de la rotativa. Los linotipistas fueron reconvertidos en “componedores” de texto en computadoras IBM, pues los artículos debían ser “informatizados”. Década de los ochenta. Del “braille” informático al Compugraphic.- Desde el 23 de junio de 1980, la nueva rotativa «Marinoni» comienza a latir dos veces al día. De madrugada, para tirar EL DÍA, y a media mañana con Jornada Deportiva, diario que fundara Domingo Rodríguez González, hermano de Leoncio Rodríguez González, en 1967. En los años ochenta se “jubila” Maquinpress, un sistema de lectura similar al “braille”, con la diferencia de que los códigos no son en relieve, sino perforados en una cinta. Era la aplicación de la informática arcaica a la prensa, que dio rápidamente paso al Compugraf, que ya permitía a los redactores que pasaran a una memoria virtual los textos, que se adjuntaban impresos para su edición en talleres. Desde ahí se mandaban a imprimir en papel fotográfico para luego montarlos en cartulina y componer título, texto, fotografías y publicidad, incluyendo corondeles o líneas. 1990. Salto a la autoedición.- La informática se impone en EL DÍA con la im- AVENIDA BUENOS AIRES (REDACCIÓN, 1977. TALLERES, 80). Desde hace 33 años EL DÍA ocupa las actuales instalaciones. En la foto, los montadores que dejaron atrás el plomo y montaban en galeradas de papel sobre mesas de luz. De adelante a atrás y de izquierda a derecha, Carmelo González, Cecilio Ángel, Agustín Expósito, Antonio Placeres, Julio César Fernández, Kiko Belda y José Juan Simancas. plantación del sistema informático de autoedición de textos Edicom 4000, de la casa Protec. Ahí, el diseñador “dibuja” en el ordenador una pagina que distribuye título, subtítulo, entradilla, fotos, publicidad y cual- quier otro elemento. La antigua mesa de luz se convierte en un escritorio virtual en que redacción, talleres y composición se encargan de armar la página que se luego imprime en papel para su corrección antes de enviarla De la calle del Norte a la avenida de Buenos Aires FRENTE AL CAFÉ EL ÁGUILA y cerca del domicilio familiar de Leoncio Rodríguez, en octubre de 1910 echaba a andar la máquina plana que imprimía La Prensa, periódico que sacó a la calle su primer ejemplar aquel 15 de octubre de hace hoy cien años. Tenía su sede en el número 15 de la calle Valentín Sanz, entonces del Norte. El edificio, de dos plantas, albergaba las dependencias de la redacción, administración y talleres. Alberto Darias Príncipe, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de La Laguna, asegura en su obra “Ciudad, arquitectura y memoria histórica 1500-1981” que la antigua casa de La Prensa causó “gran sorpresa”. “Por primera vez se mimaba el aspecto de un edificio destinado a uso industrial. Obra del arquitecto Antonio Pintor y Ocete, con la promoción de Rafael Calzadilla y Lorenzo Filpes, tenía un uso proyectado para dos almacenes, siendo firmado el proyecto el 6 de abril de 1910. Aquel primer ejemplar, que se veía a 5 céntimos, fue repartido de forma gratuita por toda la ciudad por los hermanos de Leoncio Rodríguez. En aquella sede compartieron trabajo Llombet, Luis Álvarez Cruz, Juan Pérez Delgado “Nijota”, Estanislao Gómez Landero y Antonio Marti. La administración reunió allí a José de la Riva, Julio Fernández, Francisco García del Castillo, Domingo García González, Paco Martínez, Olga de Armas, Salvador Pérez, Manuel y María del Carmen Rodríguez Ramírez, y el propio actual editor y director de El Día, José Rodríguez Ramírez, estos tres últimos sobrinos de Leoncio Rodríguez. En aquellos talleres trabajaron José López, Antonio y Miguel González Rizo, Filiberto “El Chato” o Palmira, la primera mujer linotipista de Canarias. EL PERIÓDICO EL DÍA estrenó su primera sede bajo esa cabecera en 1967, pues cuando salió a la luz por primera vez, en 1939, ocupó el número 15 de Valentín Sanz, donde se había editado La Prensa. Las nuevas instalaciones venían a integrar de nuevo redacción, administraciones y talleres, pues antes del traslado a las dependencias de la avenida Buenos Aires número 69, el periódico se confeccionaba en la calle del Norte y se imprimía en Buenos Aires. DIEZ AÑOS DESPUÉS del primer desembarco en la avenida de Buenos Aires, EL DÍA se traslada a un edificio construido junto a su antigua sede. Pasa del número 69 de la avenida de Buenos Aires al 71, donde permanece en la actualidad. a talleres, para copiarla por astralones (grupos que forman una plancha) y... a rotativa. El 1 de diciembre de 1990, junto al cambio de sistema de edición, EL DÍA estrena diseño gráfico, obra de Ricardo Bermejo, con el que gana en 1991 el Premio Nacional de Diseño Periodístico, concedido por el capítulo español de la Society of Newspaper Design (SND) –en 1987–. Se valora “su rediseño, como diario regional, sabiendo introducir por primera vez en España los formatos de lectura rápida”. En ese salto tecnológico se “jubila” la rotativa “Marinoni” y es reemplazada por una Uniman 4/2. La máquina, de 150 toneladas de peso, está compuesta por dos cuerpos en “U” y otros dos en “Y”, capaces de imprimir hasta 128 página y cuatricromía. Desde una cabina de mando controla todo el proceso de impresión, capaz de lograr una velocidad de 25.000 ejemplares por hora en producción normal o 50.000 ejemplares en producción sencilla, siendo necesario que no se supere en ese caso las 64 páginas. El salto tecnológico supuso una inversión de 750 millones de pesetas. En 1990 EL DÍA tenía 133.000 lectores, según la OJD. Siglo XXI: salto a internet.- Con el ánimo de mantener el pulso informativo de la mano de las nuevas tecnologías, con la llegada del siglo XXI EL DÍA ha dado el salto a internet, con su edición digital (www.eldia.es), que oferta la mayoría de los contenidos informativos de la edición de papel más la actualización de las noticias que se suceden durante gran parte del día, hasta la posibilidad de consultar en la hemeroteca o contratar anuncios por palabras.● 32 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial NUESTROS PREMIOS Premios Leoncio Rodríguez Recogemos en estas páginas la relación de todos los ganadores de los premios Leoncio 1971 y 1974, respectivamente, hasta la actualidad. Previamente habían sido otorgados AÑO 1971 Francisco Morales Padrón, I Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Siete islas para siete dioses”, publicado en EL DÍA con fecha 10-XII-70. “Puerto de Cabras, el nacimiento de una capitalidad”, publicado en “La Provincia” de Las Palmas los días 9, 12 y 14 de octubre de 1977, recibieron “ex aequo” el V Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas. AÑO 1972 Miguel Borges Salas, II Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “En la muerte de Domingo Rodríguez”, publicado en EL DÍA. AÑO 1979 Antonio Marti, IX Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “La verdad sobre Canarias”, publicado en “ABC” de Madrid el 22 de noviembre. Alfonso Trujillo Rodríguez, VI Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su trabajo “Iconografía de la Navidad en el arte canario”, publicado en EL DÍA el 24XII-1978. AÑO 1973 Antonio Rumeu de Armas, III Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Las franquicias económico-fiscales de las Islas Canarias”, publicado en EL DÍA. Carlos Murciano, accésit con carácter excepcional por su artículo “Las uvas del Otoño”, publicado en “ABC” de Madrid. AÑO 1974 María Rosa Alonso, IV Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Óscar Domínguez, en Biosca”, publicado en EL DÍA el 14-XI-73. AÑO 1980 Luis Alemany, X Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Dos maneras de mirar la realidad”, publicado en el diario “La Tarde” el 13-XII-1979. gación Histórica Rumeu de Armas. AÑO 1982 Pablo Martín Cantalejo, XII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por una serie de artículos publicados bajo el título genérico “El Teide, bajo la bruma”, en “El Adelantado de Segovia”. Ramón Pérez González, IX Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su trabajo “Apuntes para una historia del paisaje en Canarias”. AÑO 1983 Juan Manuel García Ramos, XIII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Canarias, en el redescubrimiento de América”, publicado en “Jornada” el 27XII-1982. Manuel Ballesteros Gaibrois, X Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas, Alfredo Ezquerro Solano, XII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “El Castillo de San Cristóbal y sus intentos de permuta”, publicado en EL DÍA el 4-XI-1984. AÑO 1986 Francisco Pérez Saavedra, XVI Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez, por su artículo “La isla de Lanzarote vista por Agustín de Espinosa”, publicado en EL DÍA. Antonio Tejera Gaspar, por su artículo “Los aborígenes de La Gomera”, publicado en EL DÍA, y Carlos García García, por su artículo “Las enfermedades de los aborígenes canarios”, publicado en EL DÍA, consiguieron “ex aequo” el XIII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas. AÑO 1987 Luis León Barreto, por su artículo “La dificultad de ser canario”, publicado en EL Juan Antonio Padrón Albornoz, I Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “El puerto de Santa Cruz de Tenerife y su significación durante la Guerra Civil norteamericana”. Juan Régulo Pérez, segundo Premio Rumeu de Armas por su artículo “Notas para la historia del liberalismo palmero. El primer instituto de segunda enseñanza de La Palma: un centenario olvidado”, publicado en “La Tarde”. AÑO 1975 Carlos Murciano, V Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “La llamada de las Islas”, publicado en el diario “Arriba”, de Madrid. Luis Diego Cuscoy, II Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “De la inacabada historia del hombre canario”, publicado en EL DÍA. AÑO 1976 Tico Medina, VI Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su reportaje “¡Botad carnada!”, publicado en “ABC”, de Madrid. Juan Régulo Pérez, III Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “La enseñanza en Canarias hasta 1927”, publicado en EL DÍA. AÑO 1977 José Peraza Ayala, VII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Una factoría canaria en la costa de África”, publicado en “La Tarde”, el 24-XII-1976. Miguel Lorenzo Rodríguez, IV Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “Los deportados de Bailén”, publicado en “Diario de Las Palmas”, el 30X-1976. AÑO 1978 Pedro Fernaud Casais, VIII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por una serie de cinco artículos publicados en “El País”, bajo el título general de “La cuestión canaria”. Ángel Pérez Rodríguez, por su artículo “Datos para una historia postal de Canarias”, publicado en EL DÍA el 25-XII-1977, y Vicente Martínez Encinas, por su artículo EL I PREMIO DE PERIODISMO LEONCIO RODRÍGUEZ fue otorgado, en 1971, a Francisco Morales Padrón por su artículo “Siete islas para siete dioses” Luis Ortega Abraham, VII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “Manuel Díaz: lucha y gloria”, publicado en EL DÍA el 29 y 30 de diciembre de 1979. AÑO 1981 Félix Álvaro Acuña Dorta, XI Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Sí a la unión –o fusión- de Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna”, publicado en EL DÍA el 23-XI-1980. Olegario Negrín Fajardo, por su artículo “Viera y Clavijo y la educación canaria en el siglo XVIII”, publicado en EL DÍA el 23 y 30 de noviembre de 1980, y Julio Hernández García, por su trabajo “Los canarios en la gestación de la república de Venezuela”, insertado en el diario “Jornada” el 11, 12 y 13 de diciembre de 1980, ganaron “ex aequo” el VIII Premio de Investi- EN 1976, EL PREMIO “LEONCIO RODRÍGUEZ” recayó en Tico Medina por su reportaje “¡Botad carnada!”, publicado en ABC. por su artículo “Bizantinismo colombino”, publicado en “Ya” el 27-IV-1982. AÑO 1984 Carlos Acosta García, XIV Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “¿Hubo de verdad lucha entre Garachico y Santa Cruz?”, publicado en EL DÍA. Agustín Guimerá Ravina, XI Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “La madrugada del 25 de julio: mito o historia”, publicado en EL DÍA. AÑO 1985 José Montero Alonso, por su artículo “La Gomera con las llamas al fondo”, publicado en la revista “Semana”, y Sebastián de la Nuez Caballero, por su artículo “Canarias, en la vida de Teobaldo Power”, publicado en “Jornada”, compartieron el XV Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez. DÍA el 19-X-1986, y José Félix Navarro, por su artículo “Icod, entre el amor y el olvido”, publicado en EL DÍA el 28-IX-1986, consiguieron “ex aequo” el XVII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez. Néstor Rodríguez Martín, XIV Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “El Varbanera, el barco maldito de la emigración canaria”, publicado en EL DÍA el 29-VI-1986. AÑO 1988 Ulpiano Pérez Barrios, por su artículo “Celebración de las `Velas de Parida´”, publicado en EL DÍA el 1-XI-1987, y Flora Lilia Barrera Alamo, por su artículo “Las aves, en la poesía de Pedro García Cabrera”, publicado en “Jornada” el 12-XII-1987, consiguieron “ex aequo” el XVIII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez. Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 33 NUESTROS PREMIOS y Rumeu de Armas Rodríguez y Rumeu de Armas desde que empezaron a concederse por esta Casa, en por el Ateneo de La Laguna, que gentilmente los cedió a este periódico. Julio Hernández García, XV Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “La literatura militar en Canarias ante la coyuntura internacional del 98”, publicado en EL DÍA el 23-VIII-1987. AÑO 1989 Juan Antonio Sans y Prats, por su artículo “A la tercera va la vencida”, publicado en “El País” el 15-III-1988, y Carlos García García, por su artículo “Las cruces de mayo en La Laguna”, publicado en EL DÍA el 1-V1988, resultaron ganadores “ex aequo” del XIX Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez. culo “Salvador González Guanche y los orígenes del Valle de San Lorenzo (Arona)”, publicado en EL DÍA el 10 y 17 de mayo de 1992. AÑO 1994 Rafael Núñez Pérez, XXIV Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “¿Nacionalismo canario?”, publicado en EL DÍA el 5-XII-1993. María Jesús Riquelme Pérez, XXI Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “En torno al origen y advocación de la Candelaria en el mundo”, publicado en EL DÍA el 31-X-1993. Teresa González Pérez, XVI Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “Alonso de Nava y Grimón y la Junta Suprema”, publicado en EL DÍA el 30-XII-1988. Flora Lilia Barrera Alamo, XXIV Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “El Hierro, Isla de tradición pastoril y ganadera. Evolución de su economía: la importancia del queso”, publicado en EL DÍA el 7-XII-1996. AÑO 1998 Eliseo Izquierdo, XXVIII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Batalla de amor en aguas de Tenerife”, publicado en EL DÍA el 20-VII-1997. Fidencia Iglesias González, XXV Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “Aproximación al estudio electoral en el municipio de La Laguna (1869-1899)”, publicado en EL DÍA el 13-XII-1997. AÑO 1990 Javier de la Rosa, XX Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Acto de luz”, publicado en “Jornada” el 9, 16 y 23 de septiembre de 1989. AÑO 1999 Humberto Hernández, XXIX Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Canarismos”, publicado en EL DÍA el 20-X-1998. Benedicta Rivero Suárez, por su artículo “La implantación del azúcar y la defenestración de Tenerife en la primera mitad del siglo XVI”, publicado en EL DÍA el 31-XII1989, y Ulpiano Pérez Barrios, por su artículo “Evolución del régimen local en las islas realengas durante la segunda mitad del siglo XVIII”, publicado en EL DÍA el 22-I-1989, ganaron “ex aequo” el XVII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas. AÑO 1991 Cecilia Marideni Álvarez, por su artículo “Tras la pista de la influencia portuguesa”, publicado en EL DÍA el 5-V-1990, y Francisco Pérez Saavedra, por su artículo “Elogia y elegía del camello de Lanzarote”, publicado en EL DÍA el 18-XI-1990, ganaron “ex aequo” el XXI Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez. “La llegada de los extranjeros”, publicado en EL DÍA el 18-VIII-1996. Manuel Hernández González, XXVI Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “La emigración canaria a la República Dominicana”, publicado en EL DÍA el 10-X-1998. AÑO 2000 María Jesús Riquelme, XXX Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Alexander von Humboldt. Bicentenario en Tenerife (1799-1999)”, publicado en EL DÍA el 30-X-1999. José Luis García Pérez, XXVII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “Tenerife en la ruta imaginaria de Robinson Crusoe y Gulliver”, LOS GANADORES en 2009: Eligio Hernández, Premio Leoncio Rodrí- publicado en EL DÍA el 27-XIguez, y Fernando Herráiz y Oswaldo Izquierdo, Premio Rumeu de Armas. 1999. José Miguel Rodríguez Yanes, XVIII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “Los montes de Tenerife en el siglo XVI”, publicado en EL DÍA el 27-XII1990. AÑO 1992 Rafael Fernández Hernández, por su artículo “Guzmán El Bueno de Tomás de Iriarte”, publicado en “Jornada” el 9-XI1991, y Miguel Angel Hernández González, por su artículo “Memorias de un pueblo del Sur de Tenerife”, publicado en EL DÍA el 10XI-1991, consiguieron “ex aequo” el XXII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez. Coriolano Guimerá López, XIX Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “La Universidad de Canarias: Una gestación conflictiva”, publicado en EL DÍA el 20-X-1991. AÑO 1993 Juan Marrero González, XXIII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Don Pedro, el herrero y su herrería”, publicado en EL DÍA el 13-XII-1992. Nelson Díaz Frías, XX Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artí- AÑO 1995 Antonio Tejera Gaspar, XXV Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “¿Son prehispánicas las pirámides de Güímar?”, publicado en EL DÍA el 18-XII1994. Estanislao González González, XXII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “Cho Juan Parejal y el mencey de Ycoden”, publicado en EL DÍA el 16I-1994. AÑO 1996 Guillermo Núñez Pérez, XXVI Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo “Poder tributario y autonomía política en Canarias”, publicado en EL DÍA el 29-XII1995. Cecilia Marideni Álvarez González, XXIII Premio de Investigación Histórica Rumeu de Armas por su artículo “La sal: arte y magia sobre la marisma”, publicado en EL DÍA los días 30 de abril y el 7 de mayo de 1995. AÑO 1997 Juan Cruz Ruiz, XXVII Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez por su artículo AÑO 2001 Manuel de Paz Sánchez, XXXI Premio de Periodismo “Leoncio Rodríguez” por su artículo titulado “`Tierra Canaria’ o la búsqueda de la identidad isleña en Cuba (19301931)”, publicado en el suplemento “La Prensa” de EL DÍA el 29 de abril de 2000. Luis Cola Benítez, XXVIII Premio de Investigación Histórica “Antonio Rumeu de Armas” por su trabajo “El cuartel de San Miguel”, que salió en el mismo suplemento “La Prensa” de fecha 25 de noviembre de 2000. AÑO 2002 Carlos M. Estefanía y Montserrat Lluis Serret, XXXII Premios Leoncio Rodríguez, por sus trabajos “Tender puentes hacia Cuba” –publicado en el suplemento “La Prensa” de EL DÍA el 28 de julio de 2001– y “Aluzinaje en Canarias” –que salió en el suplemento “Panorama” del periódico “El Correo”, el 15 de abril de 2001–, respectivamente. Daniel García Pulido, XIX Premio Antonio Rumeu de Armas por su trabajo “¿Leyenda o realidad?”, publicado en el suplemento de “La Prensa” de EL DÍA del 24 de febrero de 2001. AÑO 2003 Marcial Morera Pérez, XXXIII Premio Leoncio Roguez, por su trabajo “La geografía del gofio”. Carlos Cardell Cristellyes, XX Premio Antonio Rumeu de Armas por su trabajo “Antecedentes de la Gesta del 25 de julio de 1797”. AÑO 2004 Carmelo Rivero Ferrera, XXXIV Premio Leoncio Rodríguez, por su trabajo “Alarma en Canarias ante el crecimiento desbocado” Paloma Herrero Antón , XXI Premio Antonio Rumeu de Armas por su trabajo “Aportaciones a la biografía del pintor José Aguiar” AÑO 2005 Juan Manuel Reverón Alfonso, XXXV Premio Leoncio Rodríguez por su trabajo “Abreut y el arte de la madera”, publicado el 27 de Noviembre de 2005 en La Gaceta. Álvaro Agustín Santana Acuña, XXII Premio Antonio Rumeu de Armas por su trabajo “Cuando Canarias obtuvo la independencia y coronó a su rey”, publicado en el suplemento de “La Prensa” de EL DÍA del 28 de mayo de 2005. AÑO 2006 Angel Ripollés Bautista, XXXVII Premio Leoncio Rodríguez por su trabajo “La abogacía canaria”, publicado en EL DIA. Juan Carlos Cardell, XXXIV Premio Antonio Rumeu de Armas por su trabajo “Don Pedro Forstall Russel.Un comerciante de origen irlandés del lugar de Santa Cruz de Tenerife en la gesta del 25 de julio 1797”, publicado en el suplemento de “La Prensa” de EL DÍA. AÑO 2007 Aurelio González y González, XXXVIII Premio Leoncio Rodríguez por su trabajo “Fracaso escolar en Canarias”, publicado en EL DIA. Miguel Gómez, XXXV Premio Antonio Rumeu de Armas por su trabajo “La introducción de pájaros canarios a Europa en los siglos XVI y XVII” publicado en el suplemento de “La Prensa” de EL DÍA. AÑO 2008 Víctor Alamo de la Rosa y Alvaro Santa na Acuña, fueron los ganadores “ex aquo” del XXXIX Premio Leoncio Rodríguez por sus artículos respectivos “El Hierro, la isla del fin del mundo” y “En defensa de un callejón sin salida”, publicados en la revista Viajes del National Geographic y en EL DIA el 22-6-2008. José Farrujia de la Rosa, ganador de la edición XXXVI Antonio Rumeu de Armas, con el trabajo titulado “De arqueología canaria: cuando los guanches eran: ¿europeos?, publicado en La Prensa el 11-X-2008. AÑO 2009 El herreño Eligio Hernández Gutiérrez, galardonado con el XL Premio Leoncio Rodríguez, por su artículo titulado “Sentencia execrable”, publicado el 19-V-2009 en EL DIA, así como en La Provincia y Canarias 7, aunque con distintos títulos. Oswaldo Izquierdo Dorta y Fernando Herráiz Sánchez, se hicieron “ex aquo” con el XXXVII Premio de Investigación Histórica Antonio Rumeu de Armas, por sus respectivos textos “La academia de Hermigua” y “El túnel de la calle Candilas”, publicados ambos en La Prensa en diciembre de 2009. LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo 34 LA Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial CONMEMORACIÓN La imagen de EL DÍA viaja por el mundo Correos celebra el centenario del periódico con la emisión de un sello especial que estará acompañado de un matasellos de “primer día de circulación”. Correos se ha unido a la celebración del centenario de EL DÍA con la emisión de un sello conmemorativo de esta efeméride, que se presentará hoy, a las 11:00 horas, en el Club la Prensa, y que estará acompañado de un matasellos especial de “primer día de circulación”. Gracias a este sello, el número 141 de los emitidos por el organismo estatal con temas de Canarias, la imagen de EL DÍA y el nombre de Tenerife viajarán por todo el mundo. Además, la constante labor de los grupos filatélicos y sus asociados, que envían y cambian piezas con sus colegas de todos los países, conseguirá que esta estampa del diario pase a formar parte de multitud de colecciones y de la historia de la filatelia. Respecto al matasellos especial, tiene el orden número 37 de los de “primer día de circulación”, y corresponde al número 439 de los realizados en Canarias. El primer matasellos dedicado al Archipiélago fue el utilizado entre los días 1 y 8 de mayo de 1949. Cabe recordar, que en el catálogo de matasellos conmemorativos de las Islas de Correos figura con el número 260 el anterior matasellos de EL DÍA-La Prensa, que fue utilizado el 15 de octubre de 1985 con motivo de la celebración del 75 aniversario del periódico. La estampa, que conmemora la puesta en circulación del sello conmemorativo de la emotiva efeméride, indica la fecha y el motivo por el cual se ha creado. Respecto a su impronta, sólo se podrá obtener en el propio acto y en la estafeta temporal que Correos instalará en las dependencias del periódico EL DÍA. La digitalización inmortaliza La Prensa Una exposición conmemorativa La emisión este sello especial estará acompañada de una exposición filatélica que será instalada en las dependencias del periódico EL DÍA, y que estará formada por colecciones de tema canario, como “Flores y plantas en la marcofilia canaria”, de Juan Ramón González. Imágenes conmemorativas de la visita del Rey Alfonso XIII Canarias y otras de Agustín de Betancourt, pertenecientes ambas a la colección de Miguel Hernández Gómez, también serán mostradas en la muestra, que se completará con algunas postales de Tenerife, propiedad de Juan Carlos Pérez Castells, que llegan a datar de principios del siglo XX. A juicio de Correos, “la emisión de un sello vienes a conmemorar un acontecimiento social, cultural e histórico de especial renombre. Por lo que el momento que nos ocupa dice y plasma el nacimiento de un importante medio de comunicación escrito y da cuenta del camino, su historia y su andadura hasta nuestros días”. Y es que “un documento postal de tal pequeñas dimensiones abre una fabulosa y gran ventana al mundo para que conozca su mensaje, que se distribuye de la mano de Correos con su envío a los abonados del Servicio Filatélico y el cumplimiento de sus compromisos internacionales en materia de filatelia”, destaca el organismo estatal. ● UNA DE LAS PÁGINAS de La Prensa que ha sido digitalizada./ EL DÍA La Prensa quedará inmortalizada gracias a la digitalización a la que están siendo sometidas todas las páginas de este periódico, desde su creación, en 1910, hasta que pasó a llamarse EL DÍA, en 1939. Una vez concluido este proceso, que está previsto finalice en diciembre, La Prensa se integrará en los fondos digitalizados de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura y en Europeana (Biblioteca Digital Europea). Este proceso se está desarrollando, en la fase de captura de imágenes, a través del empleo de escáneres de captura cenital de gran formato específicos para patrimonio documental y bibliográfico. Este sistema realiza una captura aérea de la imagen con luz fría. El procedimiento es manual, extremando el cuidado del original al tratarse de un material muy frágil. Una vez obtenidas las ilustraciones digitales se lleva a cabo un formato de preservación y se transforman para su difusión en internet atendiendo a la relación calidad/peso de la imagen. En esta fase se realiza un exhaustivo control de calidad para asegurar que no falten páginas, ni haya repeticiones, y que la visualización sea a correcta. Una vez finalizado el proceso de digitalización, comienza la fase de postproducción con la creación de grupos de imágenes con la descripción de cada cabecera por número, incluyendo los datos de los ejemplares. A partir de los datos de descripción de cada objeto digital generado, se adaptan los mismos a la normativa ESE (Europena Semántic Elements), que permite su incorporación a un repositorio digital OAI (Open Archives Initiative). La obtención de registros en este formato permitirá su recolección a través de Hispana, el agregador de contenidos digitales español del Ministerio de Cultura, y que forma parte del proyecto Europeana. Cabe destacar que todo el proceso de digitalización se ajusta a la normativa común internacional establecida para el intercambio y preservación de la información digital y para la integración de las colecciones documentales de dominio público en Europeana. ● Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA 35 HISTORIA El primer número de La Prensa y un atrevido artículo El primer número de La Prensa dejaba muy clara su línea informativa: con un régimen monárquico se declaraba diario republicano, tal como se puede ver bajo la cabecera, y a la izquierda, la columna titulada “A los lectores” recogía un duro alegato contra el caciquismo imperante entonces en las Islas, además de algunas admoniciones a los periodistas que se dejaban amedrentar o comprar por los caciques. Aunque iba firmado con el pseudónimo “Pshyquis” no era difícil deducir que tras él estaba su director y propietario. El nacimiento de los cabildos El 12 de julio de 1912, La Prensa daba cuenta de la aprobación en las Cortes de la ley que creaba los cabildos insulares y lo hacía con dos artículos. En la columna de entrada (parte izquierda de la página), con el título “Notas del día“, se comentan las consecuencias del cambio legislativo para las islas orientales, mientras que a la salida, bajo el título “Debate en el Congreso”, se hace una referencia más explícita a lo acontecido, aunque con un tono más editorializante que informativo. El estallido de la Primera Guerra Mundial En dos columnas de entrada daba cuenta La Prensa del comienzo de las hostilidades que darían lugar a la Primera Guerra Mundial. Era el periódico del 30 de julio de 1914, dos días después de los primeros incidentes, y, con el título “Austria y Servia” (entonces se utilizaba esa grafía con uve) se detallaban debajo una serie de epígrafes que adelantaban el contenido: “Del teatro de la guerra”, “Los croatas contra los servios”, “Planes imperialistas”, “El Emperador y sus desdichas”, y ”El porqué de la rebelión” 36 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA Llega la dictadura de Primo de Rivera El militar que, cuatro años más tarde, partiría en dos la provincia única de Canarias, con capital en Santa Cruz de Tenerife, Miguel Primo de Rivera, se sublevaba contra el Gobierno del rey Alfonso XIII, que luego aceptó la situación, el 13 de septiembre de 1923. Tal como se ve en la imagen titulaba La Prensa al día siguiente de los hechos. Se proclama la Segunda República Con una amplia información recibe La Prensa la proclamación de la Segunda República en su número del 15 de abril de 1931. En portada da una amplia información, donde, al dar cuenta del júbilo que se desató en las calles de las Islas, deja entrever sus simpatías por el nuevo régimen y además informa de cuáles serán los principales ministros. También deja constancia del nacimiento de la Agrupación al Servicio de la República, promovida por prestigiosos intelectuales Hacia el Estatuto regional canario Así titulaba La Prensa el 3 de julio de 1931, en la columna de la izquierda, los primeros pasos del autonomismo canario. El texto comenzaba así: “En la última sesión celebrada por el Cabildo insular de Gran Canaria, se dio lectura a una circular de la Mancomunidad Interinsular de la Provincia de Tenerife, invitando a la Corporación a la Asamblea que ha de celebrarse el 8 del actual, con objeto de deliberar y redactar el proyecto de Estatuto regional, para elevarlo por medio de la representación del Archipiélago a las Cortes Constituyentes. HISTORIA Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA 37 HISTORIA Un suceso que conmocionó a Tenerife El atraco a dos tranvías en la curva de Gracia, en el límite entre Santa Cruz y La Laguna, conmocionó a la sociedad de 1934. El 1 de septiembre, sábado, cuatro enmascarados pararon a uno de los vehículos, que bajaba de Aguere sobre las ocho de la noche con la recaudación del día. Mientras lo asaltaban, empezaron los primeros disparos; en esto llegó un segundo procedente de la misma dirección, que frenó al ver lo que pasaba y también fue atacado. Resultado: un conductor y un estudiante que viajaba como pasajero, muertos, y un cobrador herido. El botín: las 600 pesetas que se habían recaudado en toda la jornada. Los primeros informes de la rebelión del 36 El jueves 23 de julio de 1936 aparecen en una columna de la primera página, aunque con titular a toda plana, las primeras noticias de La Prensa sobre la sublevación militar que daría lugar a la guerra civil. El periódico explica que había dejado de salir los días anteriores por la confusión reinante y los enfrentamientos armados habidos en Santa Cruz, pero da cumplida cuenta de todo lo ocurrido, incluyendo las primeras detenciones de los mandos republicanos. Se nota la precaución del cronista y el estilo es neutral ante la gravedad de lo que se ve venir. 38 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA Muere Benito Pérez Armas y Leoncio rompe su silencio El propietario de La Prensa había dejado de publicarla pocos días después de comenzar la guerra civil y había sido multado por las nuevas autoridades. A pesar de los consejos de sus amigos, Leoncio guardó silencio hasta que, el 26 de enero de 1937, lo rompe con un artículo en primera página donde, haciendo un artículo necrológico en la noticia de su gran amigo Benito Pérez Armas, aprovecha para reivindicar su credo político, jugándose el tipo con pensamientos como estos: “¡Separatismo!, se dijo entonces. No. Afirmación de personalidad. (...) Somos autonomistas y regionalistas, pero conservando la unidad del Estado”. El fin de la guerra civil ya en EL DÍA El 1 de abirl de 1939, el nuevo periódico surgido de La Prensa informaba de los últimos objetivos alcanzados por las tropas de Franco y daba por alcanzada totalmente la victoria de sus tropas. Aunque el parte proclamando el fin de la guerra civil se dicta ese día, aparecería en los periódicos al siguiente. El que aparece arriba, a la izquierda da cuenta de los últimos objetivos alcanzados. Comienza la Segunda Guerra Mundial Con el título “Ha comenzado la lucha entre Alemania y Polonia” daba cuenta EL DÍA, el 2 de septiembre de 1939, de la invasión nazi de su vecino del Norte. Y se destacaban en titulares más pequeños otros aspectos del inicio de la contienda: “Hitler dice a Mussolini que cree no necesitar la ayuda militar de Italia”, “Inglaterra movilizará a todos los hombres de 18 a 41 años”, o la débil amenaza de los aliados: “Los embajadores de Inglaterra y Francia en Berlín requieren al Gobierno alemán para que ponga fin a su acción sobre Polonia”. HISTORIA Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA 39 HISTORIA Inauguración de la Casa Cuna en Santa Cruz Aunque las noticias que llegaban del frente europeo eran las que mandaban en los periódicos, también tenían cabida en la portada de EL DÍA los acontecimientos locales, como la inauguración de la Casa Cuna, para acoger a los niños abandonados al nacer o muy pequeños. Con el titular “El bello edificio de la Casa Cuna” y una foto de la misma, la información daba cuenta de que el edificio era obra del “arquitecto camarada” José Enrique Marrero Regalado, quien había sabido adaptar “el estilo colonial al ambiente canario”. Se publicaba el 28 de junio de 1942 Los Rodeos, abierto al tráfico aéreo Un avión correo de Iberia (“la Iberia” se le decía entonces) realizó el primer vuelo Madrid-Tenerife, quedando el aeropuerto de Los Rodeos abierto al tráfico aéreo y “el Archipiélago incorporado al gran porvenir de las comunicaciones aéreas”, según el cronista de la época. La información data del 6 de marzo de 1946 y se titulaba “Los Rodeos, vestíbulo de Tenerife”. Primera bomba atómica sobre Japón El 6 de agosto de 1945 no debía de conocerse todavía la magnitud de la tragedia, porque el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima no ocupaba grandes titulares al día siguiente, aunque era el tema principal de la primera página de EL DÍA. Sin embargo, el título era “Se incrementa la guerra con el Japón” y ya en un segundo subtítulo se concreta: “Por primera vez ha sido utilizada una bomba atómica de gran potencia a base de uranio”. 40 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA La primera visita de Franco a Tenerife tras la guerra Era el 24 de octubre de 1950 cuando el periódico dedicaba toda su portada a la visita que había realizado el día anterior Francisco Franco a Tenerife. Los titulares no dejan lugar a dudas del fervor de la época: “El recibimiento de Tenerife a S. E. el Jefe del Estado fue de una grandiosidad sin precedentes”; “Adhesión y fe inquebrantables”, etc. La foto inferior, tomada en Santa Cruz, atestigua lo concurrido que estuvo el recibimiento. El Sur turístico se asoma a la prensa No solo los grandes acontecimientos políticos o sociales captaban la atención preferente de la prensa en los años cincuenta del siglo pasado. Firmado por María Bethencourt, viuda de Vivanco, aparecía el 25 de marzo de 1953 un amplio reportaje sobre las playas de El Médano, en el Sur de Tenerife, donde ya se ponía de manifiesto la potencialidad turística de la zona, que luego habría de ser una de las pioneras para el turismo interior. La Basílica comienza a tomar forma “Lo que será la monumental Basílica de Nuestra Señora de Candelaria”, titulaba EL DÍA el 14 de agosto de 1953 para informar a la población de la marcha de la construcción del templo mariano, siguiendo los planos del prolífico Marrero Regalado. En la foto se aprecia lo avanzado de los trabajos y el texto da cuenta de las vicisitudes sufridas por el esperado proyecto desde que el 1 de marzo de 1949 se consiguió reanudar las obras. HISTORIA Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA 41 HISTORIA La muerte de Leoncio Rodríguez El 9 de enero de 1955 informaba EL DÍA del entierro del fundador de la Casa, Leoncio Rodríguez González, en medio de una gran manifestación de duelo y con el obispo Domingo Pérez Cáceres presidiendo el funeral, y las primeras autoridades al frente de la manifestación de duelo en Santa Cruz de Tenerife, tal como rezaba el subtítulo de la información. Debajo de la foto del fallecido, el director del periódico entonces, Rufo Gamazo, le dedicaba un sentido elogio en su habitual sección “En media columna”, que llevaba el expresivo título “Un periodista”. Primera boda hindú en Canarias Los cronistas sociales de 1956 no podían dejar escapar un acontecimiento tan significativo como la primera boda hindú que se celebraba en las Islas (véase parte inferior izquierda de la portada del 2 de septiembre). Ahora, la noticia pasaría desapercibida. Entonces, la colonia hindú llevaba pocos años asentándose en Tenerife y no era muy numerosa todavía por lo que sus costumbres y rituales despertaban gran curiosidad. La novia tenía 19 años, el novio 26 y se casaron en Santa Cruz. Los balbuceos del turismo en el Puerto de la Cruz Al igual que se había hecho con El Médano antes, la sección “El Día en la provincia” se ocupaba de los inicios del turismo moderno en el Puerto de la Cruz. Era el 17 de marzo de 1957 cuando elñ periódico le dedicaba al fenómeno un reportaje que daba cuenta de lo que llamaba “una semana muy movida” en la ciudad norteña con 587 turistas, y vaticinando que continuaría el movimiento de visitantes durante todo el verano. Lo que vino después ya fue imparable. 42 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial HISTORIA Primer ascenso del Tenerife a 1ª Todavía el deporte no ocupaba las preferencias de los diarios de información general como hoy día, así que el primer ascenso del CD Tenerife a la División de Honor, culminado el 31 de abril de 1961, aparecía en la primera página de Deportes de la edición del 2 de mayo, pero no en la portada del periódico. Los titulares ya presagiaban el gran interés que despertaría el fútbol a partir de entonces: “Gloriosa página del fútbol tinerfeño”, decía uno, y otro anunciaba “un gran recibimiento” al equipo a su llegada a la isla. La olvidada tragedia de Granadilla rRaramente, al evocar los grandes accidentes o las tragedias ocurridas en Tenerife se nombra la que acabó con la vida de 25 personas, dejando un centenar de heridos, el 3 de febrero de 1963 en Granadilla. Desde luego, la portada de EL DÍA no dejaba dudas sobre la magnitud del desastre. El derrumbe de una galería del ayuntamiento de la localidad provocó el pánico, como explicaba la información de portada, que atribuye a esta circunstancia también el elevado número de heridos. Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA 43 HISTORIA 1972: arranca el Régimen Económico y Fiscal canario No se parecía mucho al de ahora –entonces Canarias no estaba en el Mercado Común, como se llamaba por entonces a lo que después fue la Unión Europea–, pero suponía un aldabonazo enorme para el despegue económico de las Islas, que habían sido puerto franco hasta la guerra civil y veían así acabar una larga etapa en la que se le negaron las particularidades fiscales y económicas que había tenido desde la Conquista. El REF era saludado en EL DÍA de acuerdo a la enorme importancia que tenía. Los titulares de aquel 21 de julio de 1972 no dejaban lugar a dudas. La muerte de Franco el mismo día La noticia sobre la muerte de Franco, aunque bien destacada en portada, no lleva mucho texto. La razón es obvia: el periódico había esperado por el previslble desenlace hasta más allá de las 4:40 de la mañana de ese 20 de noviembre de 1975, que es la hora que se cita como la de la muerte del general, de modo que la noticia aparece el mismo día en que se produce. Ya los titulares concretan que se trata de despachos urgentes y se advierte a los lectores de que EL DÍA prepara en esos momentos una segunda edición para ampliar la cobertura del acontecimiento. La catástrofe de Los Rodeos de 1977 O la noticia que nunca deja de serlo desde el 27 de marzo de 1977, no ya por la magnitud del accidente de los dos aviones que chocaron en la pista, sino porque el récord de víctimas sigue sin ser superado tantos años después. La portada del día suguiente no podía por menos que ocuparla totalmente una tragedia de tales dimensiones. Incluido ese comentario editorial con el título “La noticia más triste”. 44 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA Las primeras elecciones democráticas en 1977 Con un diseño un tanto peculiar, que colocaba informaciones por encima de la cabecera del periódico y otras haciendo escaleras, EL DÍA ponía el énfasis en la conveniencia de votar aquel histórico 15 de junio de 1977 en que España recuperaba la democracia tras la dictadura. Además de hacerse eco de los llamamientos a la participación y a la calma del general Gutiérrez Mellado, entonces vicepresidente del Gobierno, resulta particularmente significativo el editorial titulado “Que el civismo de ayer sea el civismo de hoy en las elecciones”, con el antetítulo “Por primera vez, en libertad total”. Echaba a andar la preautonomía El 14 de abril de 1978 se constituía la Junta Preautonómica de Canarias, tras una tormentosa reunión, en el parador de las Cañadas del Teide. La portada del día siguiente no deja lugar a dudas: además de titular con el presidente, Alfonso Soriano, y con el vicepresidente, Jerónimo Saavedra, explica debajo que “cinco contestatarios” se quedaron “fuera de juego”, y que, a causa de la “enorme tensión”, algunos asistentes abandonaron las sesiones. La apertura del Reina Sofía al tráfico aéreo El gran despliegue informativo vendría después, con la presencia de su majestad la Reina para su inauguración, pero el día en que aparece en el BOE la declaración del aeropuerto TenerifeSur o Reina Sofía como de categoría “primera especial”, con la orden de su apertura por parte del Ministerio de Transportes, el 24 de octubre de 1978, la noticia sólo ocupa un tercio de columna en la portada. HISTORIA Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA 45 HISTORIA El primer Parlamento canario El 31de mayo de 1983, la noticia de la apertura del primer Parlamento de la autonomía canaria competía en l portad de EL DÍA con un partido de fútbol entre la selección argentina y la de Tenerife y con la confirmación del Festival de Cine Ecológico del Puerto de la Cruz. El titular de la noticia política se centraba en que el ya fallecido Pedro Guerra, ex alcalde de Güímar, era el primer presidente de la Cámara legislativa. El trágico incendio de La Gomera Los titulares hablan por sí mismos. El incedio de septiembre de 1984 en La Gomera ocupa en exclusiva la primera página. Aunque en un primer momento se tiene noticia de once muertos, el resultado final sería de 20, entre ellos, el gobernador civil de la provincia, Francisco Afonso, un político carismático que había sido alcalde socialista de Puerto de la Cruz. Un suceso que dejó huella en el sentir popular de las islas, sobre todo, de La Gomera y Tenerife. La Vuelta Ciclista a España, en Tenerife Fue la primera y, hasta ahora, única vez que la ronda ciclista ha pisado suelo tinerfeño. Era el 25 de abril de 1988 cuando se disputó la primera etapa y la información, abriendo la portada, daba cuenta de que el primer líder era el italiano Ettore Pastorelli. Dentro, la cobertura era amplia, de tres páginas, y en una de las fotos de primera aparece el entonces presidente canario, Manuel Hermoso, aplaudiendo al vencedor. 46 LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA El Tenerife se despide de la Copa de la UEFA Cayó en semifinales ante el Schakle 04, en el partido de vuelta el 22 de abril de 1997, en Alemania, y ante mil aficionados, pero el Tenerife ya había cumplido la mayor gesta de su historia en competiciones europeas.”No pudo ser”, tituló EL DÍA aquel 23 de abril, dejando constancia del gran papel realizado por el equipo que por entonces entrenaba Jupp Heynckes. La Gomera consigue su aeropuerto La isla había empezado a pedirlo veinte años antes, pero no hasta el 25 de junio de 1999 cuando empezaron a operar los vuelos en el aeropuerto de La Gomera, la última isla en conseguir dicho tipo de instalación, bastante después que el resto del archipiélago. Se saldaba así una deuda histórica con una tierra que, hasta entonces, tenía que trasladar a sus enfermos urgentes a los hospitales de Tenerife en vuelos especiales de helicóptero. Vino hasta el ministro de Fomento a la inauguración. Qué menos. La riada siembra la muerte en Santa Cruz Era la primera vez que el agua provocaba una tragedía de gran magnitud en la capital tinerfeña: 8 muertos. Aquel 31 de marzo de 2002, Domingo de Resurrección, ha quedado grabado en la memoria colectiva, no sólo por los resultados mortales, sino también como el primero de una serie de fenómenos meteorológicos exacerbados que, desde entonces, parecen golpear a Tenerife cada cuatro o cinco años.La imagen de la portada mostraba una guagua de Titsa casi sumergida en el agua. HISTORIA Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial Viernes, 15 octubre 2010 Suplemento especial LA PRENSA-EL DÍA (1910-2010), un siglo de periodismo NOTICIAS PARA LA 47 HISTORIA El Auditorio de Calatrava se inaugura definitivamente Al fin, después de un cambio de emplazamiento y de varios añadidos presupuestarios que dispararon el coste de la obra y alargaron enormemente el tiempo de su conclusión, el 26 de septiembre de 2003 se producía la inauguración definitiva del Auditorio de Tenerife (hubo dos anteriores para consumo interno), y la obra del arquitecto Santiago Calatrava empezaba a acoger grandes orquestas y prestigiosos directores, al menos durante unas pocas semanas al año, las del Festival de Música de Canarias. ¿Una tormenta subtropical? Así es como definieron los meteorólogos aquel fenómeno bautizado como “Delta”, que llegó a Canarias en la tarde del 28 de noviembre de 2005, procedente del centro del océano Atlántico y tomando un rumbo, al parecer, contrario al habitual. Fueron varios días de lluvias y, sobre todo, fortísimos vientos, con una intensidad como nunca antes se había visto en lugares como el Valle de Güímar. El más grave de los efectos: el apagón casi general de la Isla, que duró tres días en el área metropolitana. Los incendios forestales más devastadores en aquel verano de 2007 No había víctimas humanas, pero los incendios que, a finales de julio de 2007, quemaron más de 7.600 hectáreas de monte, coincidiendo con una ola de calor, que elevó las temperaturas hasta los 43 grados, fueron los más devastadores de la historia reciente para la masa forestal de las Islas. En Tenerife, las llamas se iniciaban, como tantas veces, en Los Realejos. En Gran Canaria, con menos superficie, la situación se calificaba de dramática. Desde entonces, los veranos han dejado de ser tranquilos para los responsables del medio ambiente.