el castellano viejo y la sátira iii de boileau

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EL CASTELLANO
VIEJO Y L A SÁTIRA
DE BOILEAU
III
Describiendo a u n a " t r a p e r a " en u n artículo de 1835, observaba
M a r i a n o José de L a r r a : " . . .con otra educación sería u n excelente
p e r i o d i s t a . . . Su clase de talento es l a m i s m a : buscar, husmear, hacer
p r o p i o lo hallado; solamente m a l a p l i c a d o " . Este rasgo de ingenio
característicamente sardónico apunta a lo que, para L a r r a , constituye
l a cualidad más importante d e l periodista: h a b i l i d a d para adaptar a l
tema d e l momento materiales d e l más diverso origen. T r e s años
antes, en su prólogo a l p r i m e r número de El Pobrecito
Hablador,
había advertido: " R o b a r e m o s donde podamos nuestros materiales. . .
citando l a fuente, o apropiándonoslos descaradamente. . . H a b r á artículos que sean u n a capa ajena c o n embozos n u e v o s " . N o debe
sorprendernos, pues, que hasta u n artículo tan genuinamente español como " E l castellano v i e j o " (publicado en El Pobrecito* Hablador
el 11 de diciembre de 1832) se haya escrito bajo l a evidente influencia de u n a obra ajena: l a tercera sátira de B o i l e a u , i n t i t u l a d a " L e
repas r i d i c u l e " . E n las páginas que siguen esperamos demostrar, sin
embargo, que el artículo de L a r r a es m u c h o más q u e u n a "capa
ajena c o n embozos n u e v o s " .
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L a utilización que hace L a r r a de u n a fuente aparentemente tan
alejada de su tema, n o se debe a mero capricho. E l procedimiento
se ajusta m u y b i e n a su concepto d e l artículo de costumbres, según
l o expresó él mismo a l reseñar el Panorama matritense de Mesonero
R o m a n o s . A u n q u e L a r r a n o llega a f o r m u l a r allí l a distinción que
hoy estableceríamos entre el artículo crítico y el cuadro pintoresco
4
"Modos de vivir que no dan de vivir", en los Artículos completos de
ed. M . de Almagro San Martín, M a d r i d , 1944, p. 183.
(Salvo indicación en contrario, citaré siempre por esta edición).
1
M A R I A N O JOSÉ DE LARRA,
2
Prólogo reproducido en Obras completas de Fígaro, 5^ ed., París, 1883,
t. 1, p. 2.
L a influencia de Boileau sobre " E l castellano viejo" ha sido señalada, que
sepamos, por estos dos autores: W . S. H E N D R I X en RR, 11 (1920), p. 39, y F. C.
T A R R en HR, 4 (1936), p. 109, nota 81. Pero ninguno de ellos ha examinado
de cerca l a relación entre Larra y su fuente.
''Panorama matritense (Cuadros de costumbres, por u n Curioso Parlante)",
pp. 752-763. Reseña publicada primeramente en El Español, 19 y 20 de junio
de 1836.
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de costumbres, sí hace u n a distinción equivalente entre u n a c o n t i n u a
postura de crítica vigilante respecto a l a sociedad en q u e se vive,
y una observación que sólo a ratos llega a ser crítica. L o s cuadros
de Mesonero Romanos le inspiran reservas, pero en cambio no oculta
su desazón por el carácter efímero y superficial de los de otros autores de l a época, entre ellos el propio Jouy, modelo del C u r i o s o Parlante. Esos cuadros, que l l a m a n l a atención sobre cosas características, locales, de interés puramente momentáneo, son 'Variables,
pasajeros, y n o de u n a verdad absoluta" (p. 755). Hasta ahora —dice
L a r r a — los "escritores cosmopolitas", los "filósofos universales", h a n
"escrito para l a h u m a n i d a d , n o para u n a clase determinada de homb r e " (p. 735). A l decir esto, piensa seguramente en l a distinción entre
clasicismo y romanticismo proclamada unos años antes p o r Víctor
H u g o en e l célebre prefacio de Cromwell (1827) . Ciertamente —añade—, es difícil lograr en los cuadros u n a "más p r o f u n d a y filosófica
observación" (p. 753) y realizar el anhelo de c o n t r i b u i r a " l a mayor
ilustración de nuestro país" (p. 762).
Es evidente en estas observaciones l a orientación del pensamiento
y de l a doctrina literaria de L a r r a hacia l a tradición dieciochesca y
neoclásica en l a cual se había educado.^Al articulista L a r r a sólo puede gustarle e l costumbrismo si con el moderno cuadro de costumbres
va asociada l a tradición clásica de l a sátira —Quevedo, Cadalso, y
especialmente H o r a c i o y B o i l e a u . D e l Pobrecito Hablador dice concretamente que es u n a "revista satírica de costumbres". E n el artícul o sobre Mesonero l l a m a "verdadera composición poética de costumbres" (p. 753) a l a sátira clásica en verso, y hace desfilar toda l a
procesión de satíricos y moralistas, desde Aristófanes y H o r a c i o hasta
B o i l e a u y Cadalso. Frente a ellos pone a Mesonero, J o u y y sus contemporáneos, y es evidente que se considera a sí mismo tan encajado
en u n g r u p o como en e l otro, como ya lo había dicho de manera
expresa en dos artículos anteriores . E n los satíricos encuentra L a r r a
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Justamente tres días antes de publicar su reseña de Mesonero, Larra había
recordado esas páginas de Víctor Hugo, comentando la primera de las conferencias sobre literatura que Alberto Lista estaba dando en el Ateneo (El Español, 16 de junio de 1836; ed. cit., p p . 744-752).
-"La satiricomanía", Revista Española,
15 de marzo de 1833, y "De la sátira
y de los satíricos", El Español,
2 de marzo de 1836. Larra conocía bien las
sátiras de Boileau: las menciona dos veces en cada uno de esos artículos; los
cinco números de su Duende satírico del día (1828) llevan como lema u n verso
del "Discours au R o i " que precede a las sátiras del francés ("Des sottises d u
temps je compose mon fiel"), y además, el artículo principal del fascículo cuarto
del Duende, intitulado " U n periódico del día", tiene como epígrafe u n verso de
5
6
la sátira décima. (Véase Post fígaro,
Artículos
no coleccionados
de Larra,
ed. E .
Cotarelo, M a d r i d , 1918, t. 1, p. 79). Recordemos que en dos números anteriores
de El Pobrecito Hablador, en los cuales Larra hace aún experimentos costumbristas, llega a publicar sátiras propias, en tercetos; ocupan allí el lugar que
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CASTELLANO VIEJO"
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la penetración crítica y la función social constructiva que echa de
menos en los costumbristas de su tiempo.
Así, pues, el ideal de L a r r a era l a fusión d e l costumbrismo p i n toresco a l uso con los métodos seguidos por los grandes satíricos del
pasado. Y al adaptar a u n tema contemporáneo u n esquema creado
por B o i l e a u , lo hizo en total acuerdo con su postura literaria independiente. Es m u y probable que desde los años escolares estuviese
f a m i l i a r i z a d o tanto con el B o i l e a u de las sátiras como con el del Art
poétique, con el crítico social lo mismo que con el preceptista liter a r i o . S i n embargo, es razonable suponer que el episodio referido
en " E l castellano v i e j o " se base ante todo en u n acontecimiento real.
N o podemos saber en qué m o m e n t o de l a gestación del artículo
empezó a ejercerse l a sugerencia l i t e r a r i a de B o i l e a u —en la versión
definitiva, única que poseemos, está presente casi desde el p r i n c i p i o — , pero si observamos los elementos que adoptó, los que elaboró,
los que modificó u omitió, advertiremos más claramente el eclecticismo de su técnica costumbrista. Notaremos que se acerca más que
B o i l e a u al ideal satírico tradicional de p i n t a r tipos, no i n d i v i d u o s .
N o s daremos cuenta de su tendencia a deformar l a realidad caricaturizándola, de su hábil utilización del detalle, de su tono cáustico,
de su afán moralizador y de su manera personal de v i v i r lo que
relata, que es la que nos da la m e d i d a exacta de su romanticismo.
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E n los primeros versos de su sátira —que en total tiene sólo 236
alejandrinos—, B o i l e a u pregunta a u n amigo l a causa de su "aire
sombrío y severo" y de su " h u m e u r c h a g r i n e " . E l resto de la composición es el relato que hace el amigo de u n a c o m i d a "chez u n fat",
de l a c u a l acaba de salir huyendo. E l día anterior le h i c i e r o n aceptar l a invitación, prometiéndole u n v i n o exquisito, u n a recitación
del Tartuffe de Molière y música d e l famoso L a m b e r t . Pero al llegar
le d i c e n : " N o u s n'avons n i L a m b e n , n i M o l i e r e " , y encuentra, en
cambio, a " d e u x nobles Campagnards, grands lecteurs de romans, /
q u i m ' o n t d i t tout Cirus dans leurs longs c o m p l i m e n s " . E l p r i m e r
guiso que sirven es u n puchero con u n gallo, que los invitados,
para halagar al anfitrión, l l a m a n capón. C u a n d o van a sentarse, la
mesa cuadrada resulta tan pequeña, que los comensales tienen que
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en los otros números corresponderá a los artículos de costumbres {pp. 281 y
673)Es posible que en el curso de la experiencia misma le haya venido a Larra
el recuerdo de Boileau, y que entonces haya releído la sátira. E l parecido de
ciertos detalles obliga a pensar que hubo algo más que u n vago recuerdo
de una obra leída mucho tiempo antes.
E n sus Cuatro estudios en torno a Larra, M a d r i d , 1936, pp. 340-341, J . R.
L O M B A Y P E D R A J A hace notar que muy contadas veces deja de cumplir Larra
su reiterado propósito de evitar en sus obras toda alusión personal.
Seguimos el texto de Les premieres satires de Boileau, ed. Antoine A d a m ,
L i l l e , 1941, pp. 180-186.
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sentarse de lado. E l anfitrión hace gala de su m a l gusto enumerando
los exquisitos ingredientes d e l puchero y haciéndose lenguas de su
proveedor, M i g n o t , a q u i e n e l narrador l l a m a " e m p o i s o n n e u r " . E l
excelente v i n o resulta ser u n a mezcla de dos especies m u y vulgares.
Aparece luego u n a enorme pirámide de asados de caza, rodeada, entre
otras cosas, por los esqueletos quemados de seis palomas. E l anfitrión
le toma a m a l a l desafortunado huésped — u n epicúreo refinado— e l
n o p r o b a r tan suculentos manjares. L o s comensales levantan sus
vasos, marcados con l a h u e l l a grasienta de los dedos de u n lacayo, y
b r i n d a n repetidas veces; entonan después u n a desmayada canción báq u i c a . A esto sigue u n a serie de guisos aparatosos. L a conversación
se a n i m a cuando los invitados comienzan a hablar de política, para
pasar luego a l a literatura, c o m p i t i e n d o en l a alabanza de las mediocridades literarias del día. P o r último se suscita u n pleito ridículo;
a l g u i e n arroja u n plato, cae volcada u n a mesa, y e l suelo queda
sembrado de botellas rotas y encharcado de v i n o . E l narrador se escab u l l e , j u r a n d o n o volver a dejarse arrastrar a u n convite semejante.
E n " E l castellano v i e j o " , B r a u l i o i n v i t a a F í g a r o a u n a c o m i d a
q u e tendrá lugar e l día siguiente c o n m o t i v o de su cumpleaños.
Fígaro n o puede negarse. B r a u l i o le dice (p. 6 9 ) : " T e n d r e m o s a l
famoso X , que nos improvisará de l o l i n d o ; T nos cantará de sobremesa. . . , y por l a noche J cantará y tocará alguna cosilla". A l otro
día, p o r supuesto, n i n g u n o de estos ejecutantes h a p o d i d o asistir.
T r a s u n a espera de dos horas, durante las cuales entran y salen i n finitas visitas que vienen a felicitar a B r a u l i o , y de otra hora más, por
fin los catorce comensales p u e d e n sentarse a l a mesa, pero sentarse
" d e m e d i o l a d o " , porque en esa mesa apenas cabrían ocho personas.
C o n " n e c i a afectación", B r a u l i o a n u n c i a a sus invitados: "Ustedes
harán penitencia, señores". A l a sopa sigue u n cocido " s u r t i d o de
todas las sabrosas impertinencias de este engorrosísimo aunque b u e n
p l a t o " , y a él otro plato y otro y otros más. Varios de ellos se h a n
traído de u n a fonda —"esto basta para q u e excusemos hacer su elog i o " , comenta el autor. A l llegar u n o de pichones, advierte l a m u j e r
d e l anfitrión: "hay que d i s i m u l a r l o : están u n poco quemados"; e l
m a r i d o le reprocha l a mala c a l i d a d d e l v i n o , y ambos están a p u n t o
de llegar a las manos. E n t r e tanto u n niño, que h a estado disparando huesos de aceitunas, hace u n falso m o v i m i e n t o y le da a Fígaro
en u n ojo, y e l convidado de enfrente, luchando p o r trinchar " u n
capón, o sea gallo, que esto n u n c a se s u p o " , lanza a l aire e l a n i m a l .
Este accidente desata u n a cadena de desastres, multiplicados p o r l a
torpeza de los sirvientes alquilados; Fígaro resulta víctima de todo
10
E n l a publicación original, o sea l a del Pobrecito Hablador, el personaje
no se llama aún "Fígaro" (pseudónimo adoptado por Larra u n año más tarde,
en 1833), sino "el Bachiller". Las ediciones posteriores han sustituido " e l Bachiller" p o r "Fígaro".
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ello; acaba con la ropa hecha una miseria, y el suelo queda regado
de platos rotos, c o m i d a y v i n o . U n o de los comensales obliga a Fígaro
a p r o b a r el m a n z a n i l l a en su p r o p i a copa, " q u e conserva indelebles
señales de sus labios grasientos". A u m e n t a el alboroto y la grita, y
Fígaro, el único poeta de l a fiesta, tiene que i m p r o v i s a r versos. E n
medio de la algazara logra al fin escaparse, j u r a n d o no volver a dejarse cazar de tal manera.
Prescindiendo por ahora de las preguntas que B o i l e a u dirige a su
i n t e r l o c u t o r al comienzo de l a sátira, y de ciertos detalles sobre los
cuales volveremos luego, es evidente que L a r r a ha seguido bastante
el o r d e n y los rasgos principales d e l modelo francés: el encuentro
casual en l a calle, que obliga a asistir a u n a c o m i d a al día siguiente;
la desilusión de no escuchar a los recitadores y músicos prometidos;
u n a c o m i d a complicada y aparatosa, presidida p o r u n anfitrión afectado e impertinente; v i n o malo y guisos malos, especialmente los
traídos de fuera; sirvientes torpes; u n a violenta culminación alcohólica; l a sigilosa h u i d a del invitado.
P o r otra parte, L a r r a omite l a discusión política y literaria satirizada por B o i l e a u . Fígaro, como pez fuera d e l agua, se ve asediado
por ser allí el único hombre de letras. L a r r a p i n t a con h u m o r cáustico las costumbres de la burguesía española, entre ellas la de las
visitas de cumpleaños, y l a falta de p u n t u a l i d a d , característicamente
española.
H a y que notar que B o i l e a u no escribía para p u b l i c a r , sino para
d i v e r t i r a u n reducido grupo de amigos, sobre todo los de su propio
círculo literario. Si al fin publicó sus sátiras, fue sólo porque había
aparecido u n a edición clandestina. Su propósito, p o r otra parte, era
atacar a determinadas personas, algunas de ellas apenas disfrazadas,
y otras, como M i g n o t , sin disfraz a l g u n o . Quería r i d i c u l i z a r a cierto
grupo de epicúreos refinadísimos y exigentes —grupo que incluye al
narrador m i s m o — y zaherir el m a l gusto l i t e r a r i o de sus enemigos.
Su imitación de u n modelo horaciano (Sátiras, II, 7) es l o único que
le hace trascender su propia época y crear l a impresión de que sus
personajes n o son sino manifestación contemporánea de miserias h u manas permanentes; sin embargo, l o más característico de su sátira
estriba precisamente en l o que dice de las costumbres de entonces.
L a r r a , en cambio, escribe para la publicación inmediata, y aspira
a ser leído, no p o r u n a pequeña capilla de iniciados, sino por u n
público a m p l i o , que abarca a u n gran sector de esa misma clase
m e d i a i n c u l t a r i d i c u l i z a d a en " E l castellano v i e j o " . A pesar de todos
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Boileau escribió " L e repas ridicule" en 1664 para zaherir a los gourmets
Broussin, Souvré y su grupo. L a pieza se publicó en 1666. E l injusto pinchazo
a Mignot, que gozaba de excelente reputación y era proveedor de la corte, se
debió a u n pleito de índole personal. Véase A . A D A M , ed. cit., pp. 173-174, y su
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Histoire de la littérature française au xvii siècle, Paris, 1952, t. 3, p. 99.
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los detalles gastronómicos que nos ofrece, el blanco de su sátira n o
son los excesos poco importantes que pueda cometer u n a élite de
epicúreos que al fin y al cabo está al margen de l a sociedad, sino los
defectos de u n tipo que representa a toda l a burguesía española, con
su b u r d a patriotería y su tonta complacencia en sí misma. Además
de B r a u l i o , nos presenta la figura de l a m u j e r —añadidura suya— y
las de los comensales, m u c h o más desarrollados que las indiferenciadas figuras de l a troisième satire. ( L a r u s t i c i d a d de los " d e u x
nobles Campagnards" es el único p u n t o de contacto entre los dos
grupos de invitados). B o i l e a u , que p i n t a i n d i v i d u o s b i e n conocidos de sus lectores y a u n llega alguna vez a dar su nombre, n o
necesita detenerse en su caracterización. L a r r a delinea con mayor
precisión sus figuras; pero —cosa curiosa— sus contemporáneos n o
h u b i e r a n p o d i d o reconocer en ellas a determinados individuos. M o liere y L a m b e r t se h a n convertido en X , T y J . L o s defectos de los
anfitriones son los de todos los burgueses, despiadadamente puestos
en evidencia; tipifican, como él m i s m o dice, a "estas gentes que
q u i e r e n pasar por finas en m e d i o de l a más crasa ignorancia de los
usos sociales" (p. 75). T r a s los tipos ridiculizados están todos los
i n d i v i d u o s que entran en l a m i s m a categoría.
L a figura a d i c i o n a l del i n v i t a d o gordo que ocupa el lugar de tres
y se desborda sobre Fígaro, y que al f u m a r convierte a éste en
"cañón de su chimenea", muestra cómo l a deformadora y amplificadora caricatura de L a r r a despersonaliza l a sátira por su misma exageración. N a d a hay en B o i l e a u que se parezca a esa deformación
de l a realidad, l a cual recuerda a Q u e v e d o y presagia l a técnica
esperpéntica de Valle-Inclán. Esos accidentes que se v a n acumulando
como en u n a pesadilla —el caldo derramado, el v i n o que i n u n d a l a
mesa, l a grasa que desciende como l l u v i a maléfica, los platos que se
d e r r u m b a n j u n t o con las copas, y finalmente l a fatal improvisación
de versos— son más devastadores y a l a vez están más alejados de l a
r e a l i d a d que aquel volcarse de l a mesa (concebible aunque i m p r o bable) que causan, en su excitación, los antagonistas literarios de
Boileau.
E l satírico francés refiere u n a serie de acontecimientos en f o r m a
estática, sirviéndose para ello de los compactos pareados alejandrinos.
L a r r a , a pesar de algunas digresiones, presenta u n a acción única, que
se va acelerando dinámicamente. Las holgadas proporciones de su
artículo periodístico le p e r m i t e n desarrollar con gran acierto todos
los pormenores tomados de su m o d e l o , exceptuando el gallo, que
en B o i l e a u se transformaba en capón por obra y gracia de l a lisonja,
y que en L a r r a es simplemente u n a extraña cosa de dudosa identidad.
Las grasientas huellas de los dedos d e l lacayo se convierten en señales de los labios grasientos de u n comensal demasiado oficioso. E n
B o i l e a u , l a apretada mesa d e l banquete no es sino u n rasgo ridículo
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más. E n L a r r a , son evidentes a cada paso sus grotescas consecuencias,
y su insuficiencia es ya l a de toda u n a clase social: "pensar que estas
gentes han de tener u n a mesa regular. . . es pensar en l o excusado"
(p. 72). Si todos los días comen en u n a mesita baja que es apenas
"poco más que banqueta de zapatero", ¿cómo habían de calcular las
dimensiones de u n a mesa donde cupiesen catorce personas? L a r r a
describe ingeniosamente los efectos de la apretura, cada vez más
grotescos a medida que avanza la comida.
Desarrolla asimismo el detalle de los "squeletes bruslez" de seis
palomas. Perdidos, en B o i l e a u , entre l a masa p i r a m i d a l de asados
de caza, se convierten para L a r r a en "pichones. . . u n poco quemad o s " (p. 74) y provocan u n afectado diálogo entre m a r i d o y m u j e r .
B o i l e a u no detalla los pretenciosos " c o m p l i m e n s " literarios de sus
" d e u x nobles Campagnards". E n L a r r a , en cambio, los c u m p l i m i e n tos de aquel ambiente burgués —ya no literarios, sino " i n t e r m i n a bles y de m a l gusto"— aparecen, u n o tras otro, con todas sus letras
(P 73)•/ L a r r a sigue a B o i l e a u tal como éste había seguido a H o r a c i o en l a
crítica del banquete aparatoso. Pero como toda l a composición se
desarrolla en u n n i v e l gastronómico más bajo, L a r r a invierte hábilmente l a tradicional v u l g a r i d a d d e l anfitrión, el cual, en vez de mostrar u n excesivo refinamiento c u l i n a r i o , hace gala ahora de u n a
desenvoltura de castellano viejo y afectadamente pone reparos a todos los guisos que se sirven a l a mesa.
L a única vez que falla este talento reelaborador de L a r r a se relaciona, curiosamente, con el aspecto gastronómico. E l j u r a m e n t o final
de Fígaro nos l o revela como u n gourmet más exigente aún que el
narrador de B o i l e a u . E n éste leemos (ed. cit., p. 186):
v
. . .si pour l'avenir
En pareille cohue on me peut retenir,
Je consens de bon cœur, pour punir ma jolie,
Que tous les vins pour moi, deviennent vins de Brie,
Qu'a Paris le gibier manque tous les Hyvers,
Et qu'a peine au mois d'Aoust l'on mange des pois verds.
Y en el artículo de L a r r a (p. 77):
Quiero que, si caigo de nuevo en tentaciones semejantes, me
falte u n rosbif, desaparezca del mundo el bistec, se anonaden los
timbales de macarrones, no haya pavos en Perigueux, n i pasteles
en Perigord, se sequen los viñedos de Burdeos, y beban, en fin, todos
menos yo la deliciosa espuma del champaña.
B o i l e a u se b u r l a de la gourmandise de su narrador, pero Fígaro
se había presentado a sí m i s m o como defensor de u n a sencilla sob r i e d a d , y poco antes n o había vacilado en calificar el cocido de " b u e n
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plato", lleno de "sabrosas impertinencias". Evidentemente, L a r r a ha
sucumbido a su facilidad de palabra y a su talento para los juegos
de vocablos y las aliteraciones, sacrificando de paso la congruencia de
su p r o p i a caracterización.
A l estudiar de cerca " E l castellano viejo", no podemos menos de
preguntarnos cómo c o n c i l i a b a L a r r a esa cáustica caricatura de las
costumbres burguesas con l a meta constructiva que se había propuesto en su oficio de satírico. N o nos convence l a justificación que
hace de esa causticidad: "Concedamos [a l a sátira] causticidad cuando le sea más fácil enseñarnos u n a verdad útil, p o n i e n d o en ridículo
el e r r o r " . ¿Qué lección saludable podía sacar la burguesía de u n
escrito tan truculento? Casi parecería que L a r r a , ai igual que
Boileau, siente ante ese ambiente el asco que podía sentir u n a élite
de lectores tan refinados como él, y que se dirige a ellos, no a l a clase
social por cuyo mejoramiento pretende estar l u c h a n d o . H a y que notar, sin embargo, que L a r r a inserta en su relato varios pasajes expositivos o moralizadores, ausentes de la troisième satire, pero frecuentes en los predecesores dieciochescos del género. Estos pasajes dan
u n a nota más conciliadora y constructiva. B r a u l i o , por ejemplo, "es
persona. . . c u y a clase, f a m i l i a y comodidades de n i n g u n a manera se
oponen a que tuviese u n a educación más escogida y modales más
suaves e insinuantes" (p. 69). Su patriotismo n o es básicamente m a l o :
sólo peca de excesivo. " ¡ O h honradas casas —exclama más adelante
(p. 76), en el tono de u n filántropo del siglo x v n i — , donde u n modesto cocido y u n p r i n c i p i o final constituyen l a felicidad d i a r i a de
u n a f a m i l i a ! ¡Huid del t u m u l t o de u n día de días!"
Sin embargo, L a r r a no puede sostener largo tiempo esta actitud
más tolerante. Siente tan en carne viva los agónicos conflictos de
su tiempo y de su sociedad, que le es imposible escribir desapasionadamente sobre ellos. "Ese m i s m o d o n de l a naturaleza de ver las
cosas tales cuales son", dice, es el " t o r m e n t o " p r i n c i p a l del satírico .
E l infeliz "castellano v i e j o " se hace u n símbolo de toda aquella
satisfecha estrechez m e n t a l que impedía el progreso de España. Y a
en esta o b r i t a de 1832 vierte L a r r a sobre sus víctimas el corrosivo
v i t r i o l o de los desengaños por él sufridos. ¡Qué lejos estamos, por
cierto, de B o i l e a u y d e l ideal clásico de u n a sátira i m p a r c i a l ! L a r r a
no nos convence de su afinidad con l a literatura romántica cuando
escribe acerca del particularismo y localismo de esa escuela; paradójicamente, en el caso que aquí consideramos, es B o i l e a u q u i e n
refleja de manera m u c h o más concreta u n período y u n lugar determinados y u n g r u p o p e c u l i a r de i n d i v i d u o s . L o que da el tono
romántico es l a presencia, constantemente sentida, d e l autor acosado
y obsesionado. L a figura d e l narrador abulta muchísimo más en " E l
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" D e l a sátira y de los satíricos", p . 739.
" D e l a sátira y d e los satíricos", p . 742.
N R F H ,
X V
"EL
CASTELLANO VIEJO"
Y
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BOILEAU
castellano v i e j o " que en su modelo. B o i l e a u se muestra tan alejado
y desinteresado de su composición, que n o sólo satiriza a l dueño
de l a casa y a los huéspedes, sino al p r o p i o narrador, r i d i c u l i z a n d o su
exigente epicureismo con l a misma sutileza con que zahiere l a glotonería menos refinada de los demás. B o i l e a u mismo sólo está presente en las insignificantes preguntas que f o r m u l a al comienzo, para
preparar, en trece versos, l a escena d e l relato. E n cambio, L a r r a ,
antes de adoptar el marco de B o i l e a u , comienza p o r presentarse a
sí m i s m o , con su personalidad de periodista b i e n conocido de sus
lectores, caminando solitario p o r las calles en busca de material para
u n artículo. L a enorme manaza de B r a u l i o l o arranca de sus meditaciones. " C o m o el zorro que se revuelve inútilmente dentro de la
t r a m p a " , tiene que ceder a l a invitación; como " e l infeliz reo al pie
d e l s u p l i c i o " se viste para asistir a esa c o m i d a , que habrá de ser, en
efecto, u n suplicio (el narrador de B o i l e a u , en cambio, sale indemne); y como " e l ciervo que acaba de escaparse de u n a docena de per r o s " se escabulle al final, sin ser notado. P o r último, llevándonos más
allá d e l marco de B o i l e a u , Fígaro busca l a compañía de unas cuantas
personas selectas " q u e fingen acaso estimarse y respetarse m u t u a m e n t e " . Pero n i entre ellas, según nos da a entender, encontrará
espíritus afines, y seguirá sintiendo su retraimiento interior. A u n q u e
los personajes de L a r r a están más hondamente despersonalizados
q u e los de B o i l e a u , el temperamento d e l autor condiciona l a obra
désele el p r i n c i p i o hasta el fin, y en u n a f o r m a del todo nueva.
f E l hecho de que L a r r a buscara apoyo en u n autor de otro tiempo
y de u n temperamento tan distinto puede considerarse como u n
esfuerzo por contrarrestar el carácter efímero del costumbrismo y
p o r dar a los episodios y figuras u n sello permanente, ligándolos
c o n acciones y tipos cuyo poder de supervivencia había pasado ya
p o r l a p r u e b a del j u i c i o crítico de l a posteridad. N o hay duda de que
L a r r a estaba obsesionado por el afán de lograr u n a fama literaria
duradera, creyendo equivocadamente que su carácter de periodista
reducía sus posibilidades de a l c a n z a r l a . S i n embargo, no podría
decirse que el lugar permanente que " E l castellano v i e j o " ha v e n i d o
a ocupar entre las obras literarias cuyo tema es l a "preocupación
de España", deba nada esencial al apuntalamiento que recibió de l a
sátira de B o i l e a u . Es ante todo el t i n o con que L a r r a pone en práctica sus propias exigencias de " p r o f u n d a y filosófica observación"
y c u m p l e su compromiso espiritual, l o que ha hecho de este castel l a n o u n t i p o permanentemente reconocible y permanentemente
válido. L a sátira de B o i l e a u podría considerarse como u n andamiaje
de u n a n u e v a estructura, andamiaje necesario para su elaboración,
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Cf. E .
*934> P- 37-
PIÑEYRO,
The romantics of Spain, transí, by E.
A.
Peers, Liverpool,
A L A N S. T R U E B L O O D
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N R F H ,
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pero que al fin resulta superfluo. I n v i r t i e n d o la frase de L a r r a , " E l
castellano v i e j o ' es, decididamente, " u n a capa nueva con embozos
ajenos". L a p o s i b i l i d a d de tomar por guía a u n autor tan distinto
de sí mismo fue u n a de las escasas compensaciones que encontró
L a r r a para el dolor de haber v i v i d o , como diría M a t t h e w A r n o l d ,
"entre dos mundos, el u n o muerto, el otro impotente para nacer".
,
ALAN
B r o w n University
S.
TRUEBLOOD
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