Desperté debido al murmullo que tenía a mi alrededor. Al abrir los ojos encontré una cucaracha que corría por mis pies. -¿dónde estoy? Me pregunté al mismo tiempo que me incorporaba de un salto y de un susto... No reconocía mis ropajes y no reconocía el entorno. A mi derecha una mujer anciana miraba por la ventana del tren en el cuál me encontraba. Su mano derecha sujetaba su rostro mientras que sus ojos se perdían en el horizonte, su sari de color rojizo se insinuaba sutilmente con el movimiento del aire que entraba por la ventana, en sus muñecas una infinidad de pulseras doradas tintineaban con el balanceo del vagón y sus pies entrecruzados se apoyaban encima de unas cuantas bolsas llenas de enseres viejos. No se inmutó con mi despertar. A mi izquierda dos niños jugaban con un trozo de papel y enfrente mío un matrimonio hablaba en idioma local. -estoy en India- pensé, no estoy seguro pero me lo parece. El paisaje que corría tras los barrotes de la ventana brillaba en tonos verdes, grandes campos se extendían hasta donde la vista alcanzaba y muchos puntos de colores se movían lentamente. Mi mente iba procesando todo lo que veía, escuchaba y olía. No entendía como había llegado hasta allí y no entendía que hacía yo allí pero estaba claro que estaba viendo mujeres vestidas con col- oridos saris trabajando en el campo y que yo me encontraba en un tren rumbo a paradero desconocido. Me volví a sentar en mi sitio y observé de nuevo mi entorno. Encima de mi cabeza la repisa cargaba con varias maletas viejas y un delgado señor dormía entre ellas. Este vestía con un desgastado pantalón grisáceo, camisa de manga larga y un solo calcetín agujereado. En la repisa de enfrente un montón de sacos de patatas se sostenían por arte de magia. Los niños seguían jugando con el minúsculo trozo de papel y el matrimonio seguía hablando en un extraño idioma el cuál yo entendía. -cómo puede ser que entienda la conversación- me pregunté? -Namasté- exclamé -Namasté- me respondieron -¿Pueden ustedes decirme a donde se dirige este tren?- pregunté -Este tren va rumbo Delhi- me contestaron . Llegaremos en 6horas Acto seguido pregunté como había llegado yo allí lo cuál les hizo reír a ellos y a sus hijos. -Dímelo tú – contestaron sonriendo, llevas un buen rato durmiendo en este tren No supe que decir, no tenía respuesta alguna del por que yo estaba en India. No sabía como había llegado allí y no sabía por que vestía con un pantalón gastado y una camisa de color rosada. No reconocía tampoco las sandalias que llevaba puestas ni el color de mi piel algo mas oscura. -Supongo que aun sigo dormido -contesté simpáticamente a lo que continué preguntando si ellos se dirigían a Delhi. -Efectivamente, vamos rumbo Delhi para ver si podemos mejorar nuestra situación económica. Mi mujer y yo queremos conseguir un futuro mejor para nuestros dos hijos. Creemos que en Delhi conseguiremos un trabajo mejor en comparación con la dura vida del campo. Hemos dejado tristemente atrás nuestras familias y vamos a probar suerte en la gran ciudad. - me respondía el marido mientras sostenía una imagen de Ganesh, el Dios de la buena suerte, en sus manos. Yo no entendí muy bien lo que me contaban ya que en Delhi no tenían a nadie que les esperase ni casa donde ir a vivir. Llegaban con las 3 maletas que llevaban consigo y una cuarta llena de sueños e incertidumbres. Empezaban de cero su nueva vida. -Nosotros no tenemos mucho dinero, tampoco nuestras familias – continuó explicando. Nacimos en una casta baja y moriremos en la misma casta. Solo deseamos que nuestros hijos puedan tener un futuro mejor que el nuestro y no terminen solamente trabajando en el campo como hemos hecho nosotros y todos nuestros antepasados. De este modo si ellos estudian podrán ser algo el día de mañana. Hasta ahora nos han estado ayudando a recoger el arado y pasear las cabras y los bueyes. Tenemos fe de que en la ciudad será todo diferente. -¿que queréis ser de mayores?- les pregunté dirigiéndome a los niños -médicos – me respondieron sonriendo, así podremos curar a nuestros amigos, a sus padres y familiares. En los ojos de ese matrimonio la esperanza y la vida brillaban agarrados a una incertidumbre que les esperaba en la estación de trenes de Delhi. El tren paró en la estación de Orcha donde la anciana de mi derecha se bajó. Mientras se alejaba descalza sus pulseras seguían deleitándome con un dulce sonido. Por la ventanilla vendedores ambulantes nos ofrecían plátanos, samosas y chai (el té de la India). Estaba sorprendido con la bullir de gente que se movía en todas las direcciones, los olores que llegaban de fuera y el entrar y salir de gente del vagón. -¿de que zona son?- pregunté -somos de Orissa, una de las regiones más pobres de toda la India. Casi toda la región son campos y la esperanza de futuro para nuestros hijos es cero. Hemos ahorrado mucho para poder pagar estos billetes de tren hasta Delhi. Calcuta nos quedaba mas cerca pero dentro de mi sentí que algo me decía que fuésemos a Delhi... así que allí vamos – volvió a mirar la estampa de Ganesh Estaba claro que habían arriesgado toda su vida por ir a lo desconocido y empezar de cero. Y yo me preguntaba cuantas veces yo no me había arriesgado lo mas mínimo por miedo a lo desconocido. Vaya lección me estaban dando!!! -¿dónde está el baño? Pregunté -al extremo del vagón encontrarás dos baños, me contestó el marido. Me incorporé y empecé a cruzar el vagón que volvía a estar en marcha. Crucé ocho cámaras llenas de gente, cargadas hasta los topes de sacos, maletas y enseres. Parecía que más de una familia se trasladaba a la capital a probar suerte. Las miradas de la gente estaban perdidas en sus propios pensamientos, ojos oscuros que me miraban al pasar sin cambiar la expresión de la cara, sin prestar mucha atención a mis movimientos, perdidos en la más extrema aceptación de la realidad. Mis ojos si que expresaban asombro, sorpresa y rechazo. Un leproso yacía en el pasillo del vagón impidiendo que pudiese acceder con facilidad al baño, un moribundo barría de rodillas ya que sus piernas estaban deformadas con una mini escoba hecha de brotes de ramas de algún arbusto mientras que esperaba que alguien le diese alguna rupia para subsistir y poder comer ese día. Otros mataban las horas leyendo el periódico local o hablando con el vecino. Finalmente llegué al baño, corrí el pestiño y al abrir la puerta el olor a orina me echó atrás. Tardé unos minutos en aceptar que si quería ir al baño tenía que soportar ese hedor y usar ese retrete sin taza. Dentro dos cucarachas corrían por las paredes, coloqué mis pies cerca del agujero del suelo y contuve la respiración. El balanceo del vagón y la velocidad del tren hicieron que apuntase a cualquier sitio menos el indicado y entendí en ese mismo momento por que todo el baño estaba mojado en charcos y olía tan mal. Me miré en el espejo y no me reconocí. ¿qué hacía yo con bigote? ¿y ese pelo tan oscuro? ¿y este tono de piel oscuro? Muchas preguntas me pasaron por mi cabeza mientras me hacía al hedor del retrete, ¿de que casta era yo?, ¿estaba ya casado?, ¿tenía hijos?, ¿de que región sería?.... Salí fuera y me apoyé como pude en las paredes del vagón. La puerta del vagón estaba abierta de par en par y podía ver perfectamente el paisaje como desaparecía a una velocidad increíble. Me agarré al barrote de los dos peldaños que permiten bajar al andén y me senté allí a ver correr la India. El aire daba con fuerza en mi rosada blusa y mis pantalones oscuros, mi pelo jugaba con mi frente y mi mente buscaba respuestas a todo aquello. El calor era notable incluso con el aire. El sonido de las vías mezclado con el sonido del viento me distrajeron por lo que decidí regresar dentro y seguir hablando con la familia. -¿te apetece una samosa? Las ha preparado mi mujer – me dijo, invitándome, el marido a comer con ellos. -sí – contesté sonriendo, sin saber lo que era una samosa. El marido sacó de una bolsa unos platos metálicos ya rallados y me ofreció uno primero y luego uno al resto de su familia. De un paquete envuelto en papel de periódico sacó un puñado de arroz hervido que me lo sirvió con la mano, acto seguido hizo lo mismo con el resto de su familia. De otro paquete sacó dos samosas para mi y una para cada uno de sus hijos y su esposa. -con una tengo bastante, contesté con sensación de culpabilidad -no te preocupes, eres nuestro invitado ¿invitado? Pensé....si no los conocía de nada, hacía escasas horas que los trataba y me consideraban un miembro más de la familia. De un tarro con tapa me sirvieron un poco de dhal (crema de lentejas) para acompañar el arroz y las dos samosas. ¿dónde estaban los cubiertos? -Me pregunté....en ningún lado me respondí cuando los vi empezar a comer con la mano derecha. Y del mismo modo que ellos lo hacían sumergí mi mano derecha en el pegajoso arroz blanco y lo mojé en la salsa de verduras y lentejas. -gracias, estaba todo muy bueno -afirmé con un poco de carraspera y acalorado por el sabor picante. Me han gustado mucho las samosas, ¿que tienen dentro, verduras? -sí -me respondió la esposa que hasta ese momento solo miraba y sonreía. -Relleno la masa con verduras y especies y luego lo frío quedando como una empanadaNo sabía la hora ni la fecha en la que estaba, ni tan siquiera me ubicaba en el mapa del país. El marido mirando por la ventana y viendo la posición del sol me supo decir la hora aproximada. -deben ser las 3 de la tarde, aun quedan unas cuantas horas hasta Delhi. Por cierto, tú a dónde te diriges, a Delhi también o te bajas en la próxima parada, Agra?. -Agra, respondí, sin saber que había allí. Me bajo en Agra -bonita ciudad, muy romántica, has estado ya en el Taj Mahal? – me preguntó el marido -No, contesté ¿y vosotros? -Tampoco, no tenemos dinero para ello, algún día cuando las cosas nos vayan bien en Delhi ya iremos de vacaciones. Taj Mahal pensé, ¿de que me suena tanto este nombre? ¿qué haré allí cuando llegue? ¿a dónde dirigirme? ¿cómo encontraré este sitio llamado Taj Mahal? Al cabo de una hora el tren empezó a frenar progresivamente, por la ventana se divisaban más casas y menos terrenos y mucha más actividad que en las horas anteriores. Parecía que ya estaba llegando a mi extraño destino. -en pocos minutos llegamos a Agra- me dijo el marido. -gracias- respondí – y gracias por la comida y la compañía -de nada, ha sido un honor para nosotros compartir este trozo del viaje contigo. Ten mucha suerte y que Ganesh te acompañe En ese momento me dio su estampa de Ganesh para que la llevase conmigo. -No por favor, no puedo aceptar este regalo -insistí -Si debes aceptarlo, es para ti. Me incorporé de nuevo y le estreché la mano al cabeza de familia, y juntando las dos manos y diciendo Namasté me despedí del resto. Salir del vagón fue una odisea, mientras intentaba salir, un montón de impacientes viajeros entraban a empujones buscando algún hueco donde sentarse. “Agra”, fue lo primero que leí en un cartel envejecido nada mas bajar del vagón. Este interminable tren esperaba pacientemente que todo el mundo bajase o subiése a él, los vendedores aprovechaban a vender sus comidas precocinadas, voces en tono elevado exclamaban “chai chai chai” y porteadores cargaban con maletas en sus cabezas. Agra me volví a repetir,¿donde estoy y que hago aquí? -¡Hola!, me dijo una voz peculiar miré a mi alrededor pero no vi que nadie me hablase directamente, la gente seguía moviéndose, cargando paquetes, subiendo al tren y vendiendo comida frita. Lo habré soñado, me dije para mis adentros -aquí, jem jem, estoy aquí -dijo de nuevo la voz tosiendo un poco Y volví a mirar alrededor mío sin entender de donde provenía esa voz tan poco corriente. -aquí chaval, delante tuyo, encima de estas cajas.-siguio diciendo esta voz. ¿cómo?¿Un cuervo que habla? ¿Son alucinaciones mías o qué? – me pregunté con asombro y sorpresa -¿puedes hablar? Le pregunté extrañado.... -sí, ¿que no lo ves que te estoy hablando? Me dijo el cuervo -verlo lo veo pero no sé si estoy alucinando -respondí -poca gente tiene la habilidad de entender mis palabras pero tú eres alguien especial, tienes el don para escuchar lo que la mayoría de humanos no pueden hacer. Siguió el cuervo. -¿y eso como lo sabes tú? -le pregunté -pues por que es evidente que estamos teniendo una conversación, ¿no lo ves?¿o que más pruebas necesitas? Estaba claro que estaba bajo los efectos de alguna sustancia que me hacía alucinar, seguramente las samosas llevaban algo mas que especies...ya lo decía mi madre: no comas comida de los extraños!! Y allí me encontraba, delante de unas cajas de madera apiladas hablando con un cuervo mientras el resto de humanos no se percataban de mi monólogo. -¿cómo te llamas? Le pregunté -Pundalik, me respondió el cuervo mientras hizo un vuelo rápido al suelo para comer unas migajas que divisó desde las cajas. -¿y tú? - me preguntó regresando de nuevo encima de las cajas -Yo Rajesh -respondí sorprendido (¿de donde había yo sacado ese nombre?) -¿a qué te dedicas Pundalik? Pregunté rápidamente mientras las palabras se adelantaban a mis pensamientos. -soy guía turístico para seres especiales como tú, no tengo mucho trabajo por que aparecen muy pocos y en general el resto de humanos me ven como un cuervo, no como un ser vivo con alma. -ajáaaa, dije en voz alta....(convencido de que estaba volviéndome completamente loco). Así que eres guía turístico ¿no?, me han hablado de un sitio llamado Taj Mahal que está en esta zona pero no sé como ir hasta él. -tú no te preocupes -respondió el cuervo- ¡yo te indico y te acompaño donde haga falta!. El cuervo hizo pequeños vuelos dentro del andén indicándome el camino de salida. El tren se puso en marcha dejando entrar de nuevo la claridad de la luz de la tarde en el andén, los vendedores se sentaron de cuclillas esperando el siguiente tren y yo desaparecía entre un montón de indios rumbo a la calle. Me sentía mentalmente agotado, en pocas horas ya había vivido muchas cosas y todas ellas me sobrepasaban, sobretodo mi nuevo amigo el cuervo. -Mira, ahora lo que tienes que hacer es, o bien caminar conmigo 8km hasta el Taj Mahal o bien coger un rickshaw que te lleve hasta él. Te costará poco – me indicaba Pundalik Puse las manos en mis bolsillos buscando algún rastro de monedas o billetes para poder financiar ese trayecto hasta el Taj Mahal. Encontré unas monedas y un par de billetes de 50 rupias. Ya tenía dinero suficiente como para llegar hasta el Taj. -yo te espero allí – me dijo Pundalik- iré volando por que si en- tro contigo dentro del rickshaw puede ser que me peguen con el periódico o me echen con un golpe de manos. -no te preocupes -contesté- te busco por allí. -verás que hay dos puertas de entrada, espérame en la puerta oeste. Y automáticamente Pundalik echó a volar. Subí al extraño moto-coche pintado en color negro y amarillo e indiqué Taj Mahal. El conductor me pidió 50 rupias y contesté: OK. No sabía que decir y supuse que era el importe correcto. Encendió el motor con una palanca y le dio gas al manillar. Me agarré a mi asiento porque sentí que iba a vivir otra nueva aventura. En dos segundos mi espalda quedó pegada al respaldo en cuanto el conductor le dio gas y salió disparado hacia la bulliciosa calle llena de medios de locomoción. El sonido de la bocina no dejaba de sonar, la de él y la de ciento más, los coches se cruzaban como locos sin apenas rozarse, evitando atropellar peatones, vacas y bicicletas. Las mujeres con sus saris brillaban entre el escenario gris de coches y polución y las vacas servían para poner un poco de freno en el velocímetro. Estaba horrorizado, sintiendo que podía ser mi fin, que nunca llegaría a saber que era eso del Taj y que nunca mas vería a mi nuevo amigo. Quería salir de allí pero no sabía como, los semáforos no parecían existir en Agra y tampoco las normas de circulación, los animales estaban presentes cada pocos metros y yo me preguntaba, ¿en que año estoy? Pasaron más de 20 minutos de carrera loca hasta llegar a una serie de calles estrechas invadidas por vacas y ciudadanos. -Ya hemos llegado- me dijo el conductor. Bajé y pagué. Miré de nuevo a mi alrededor y no veía rastro de Pundalik y tampoco veía nada de especial en esas calles laberínticas. Muchas paradas de frutas y verduras yacían en el suelo junto con vacas y perros enfermos. Los niños corrían por las calles semi desnudos y algunos habitantes observaban la vida sentados en cuclillas. Pregunté si esa calle era el Taj Mahal y me dijeron que debía andar primero recto, para girar luego a la izquierda y volver a seguir todo recto. -encontrarás un gran muro de arenisca roja -me dijo un viejo señor de barbas largas y blancas. Es allí. Caminé primero recto, giré luego a la izquierda y seguí de nuevo recto y a lo lejos divisé el gran muro de arenisca roja. Mientras andaba miraba al cielo mientras caía el sol a ver si veía revolotear a Pundalik. Pisé una mierda de vaca que me hizo exclamar y maldecir a todos los dioses. -eso te pasa por ir mirando donde no debes, me dijo otra voz que provenía de mi bolsillo De nuevo mi sorpresa, alguien me hablaba y no entendía para nada quién podía ser esta vez. -mira en tu bolsillo, soy yo, Ganesh! – dijo mientras notaba un cosquilleo en mi pierna derecha Saqué la tarjeta del bolsillo y pude ver como este Dios con cabeza de elefante me hablaba y movía su trompa. -en algunos países es símbolo de la buena suerte el pisar una mierda, yo soy la buena suerte en India y tu vas a tener muchas sorpresas buenas en tu camino. –me dijo mientras yo miraba alucinando la estampa ¿Un elefante que me habla a través de una estampa? Pensé, estoy completamente loco.... -no estás loco no, soy real y además puedo saber lo que piensas. No tengas miedo, déjate llevar y aprovecha tu don. -¿don? Pregunté, ¿que don? La impaciencia y el ansia de respuestas me cegaba y ya había olvidado completamente que tenía que buscar a Pundalik y descubrir este lugar llamado Taj Mahal. A lo lejos vi a Pundalik con las alas cruzadas y moviendo una de sus patitas impaciente, esperando que yo llegase. A mi derecha un gran muro de arenisca roja se levantaba y tras él se escondía el famoso Taj Mahal. -por fin llegaste- me dijo Pundalik -sí, ya estoy aquí –respondí- me ha costado un poco por que el señor del rickshaw me ha dejado en unas estrechas calles y no sabía hacia donde dirigirme y luego me ha pasado algo curioso, el elefante de la estampa me ha hablado!!! Pundalik echó a reír y se alegró de ver que no era el único animal que me podía hablar. Los introduje el uno al otro y escuché el plan de Pundalik para poder entrar en el mausoleo. -mira, ahora es hora de cerrar el mausoleo pero yo tengo una idea. Conozco una entrada secreta que hay cerca del río Yamuna, antiguamente fue uno de los canales de regadío de los jardines pero actualmente ha quedado abandonado.- me contaba Pundalik con mucha emoción y en voz baja para que nadie nos escuchase- Sigue el muro rojo hasta el final, verás que al final el cuarto muro que encierra el Taj Mahal es el propio río. Justo a tu mano derecha verás unos arbustos y detrás de estos una verja oxidada. Esa verja está rota, puedes atravesarla y recorrer de cuclillas todo el túnel hecho de barro cocido. Estarás a metro y medio de profundidad de la base del Taj Mahal. Cuando llegues al final del túnel estaré allí esperándote, en los jardines – terminó diciendo Pundalik - ¿Y no es peligroso? – pregunté Siempre me ha dado miedo la oscuridad y no sé si me apetece mucho el entrar por un túnel oscuro.... - No me seas cagueta – dijo Pundalik ¿donde se esconde ese espíritu valiente? La verdad es que me daba un poco de miedo cruzar solo el túnel justo en el momento que el sol empezaba a desaparecer y la luna llena empezaba a asomar su cara en el horizonte. Pero la última frase de Pundalik me tocó el ego y me sentí molesto. -Date prisa- dijo Pundalik, si se hace muy oscuro no verás nada y te costará llegar. Ganesh, desde mi bolsillo, me dijo que no me preocupase, que él venía conmigo. Qué remedio pensé yo! Desde cuando una estampa podía andar sola!!!. Así que me tragué el miedo y afronté el hecho de que era la única opción de poder entrar al Taj Mahal. Pundalik echó a volar y desapareció tras el gran muro rojo, yo empecé a caminar siguiendo la pared rojiza esperando encontrar el río Yamuna. Anduve durante unos 5 minutos hasta que el muro terminó. Enfrente mío un poco caudaloso río bajaba tranquilamente y cuando me giré para buscar la puerta secreta me quedé paralizado y maravillado al ver allí el famoso Taj Mahal. -¡dios mio!, ¡qué maravilla! – exclamé -¿es bonito verdad? Me dijo Ganesh sonriendo, es una de las 7 maravillas del mundo, una obra hecha por amor pero Pundalik te contará luego la historia una vez dentro ya que está oscureciendo y se hará tarde. No podía moverme de allí, no podía pestañear, ese gran edificio hecho de un material blanco brillaba con los últimos rayos del sol y su majestuosidad me dejó perplejo. Estaba asombrado y en un estado extremo de felicidad. -date prisa –repitió Ganesh, ¡¡¡se hace tarde!!! Busqué los arbustos y encontré la verja, estaba cerrada pero conseguí forzarla y colarme dentro. Efectivamente el túnel estaba oscuro y bastante húmedo. Tuve que ponerme de rodillas y andar a cuatro patas. A medida que avanzaba el túnel iba oscureciendo y mi miedo a la oscuridad aparecía. Mis manos estaban mojadas, también mis rodillas. De repente noté algo que se movía y por el tacto supe que era una ¡¡¡rata!!!! Del susto me di con la cabeza en el techo y exclamé un ay bastante agudo. -a ver, ¿qué te pasa ahora?- me preguntó Ganesh -¡una rata! –respondí, eso es lo que pasa, ¡una asquerosa rata!. -estate tranquilo, no te va a hacer nada, las ratas son amigas mías y esta te guiará hasta la salida.- me dijo Ganesh desde el bolsillo. La rata me saludó - soy ratita y por cierto, no soy asquerosa –me dijo con un tono dulce y amigable. Me dijo que siempre acompañaba a Ganesh en sus andanzas y que estaba allí para ayudarme. Decidí confiar en ella y la seguí cogido a su pequeña cola mientras yo alucinaba de nuevo con el hecho de que otro animal podía hablarme. Tardamos un rato en llegar hasta el final del túnel, anduve a 3 patas ya que con mi mano derecha iba cogido a la colita de ratita así que no fue sencillo el trayecto pero finalmente llegamos a la salida. Coloqué a ratita en mi bolsillo junto a Ganesh y me agarré al borde de la salida del túnel, apoyé mi pie en un saliente y de un salto aparecí en la superficie. Me senté en el suelo delante de unos jardines preciosos llenos de árboles frutales que bordeaban unos larguísimos estanques en los cuáles se podía ver la luna reflejada. Al incorporarme no sólo vi la luna, sino mi reflejo y detrás de mi, el reflejo de la preciosa cúpula del Taj Mahal. Me di la vuelta y me quedé perplejo, con la boca abierta. No había estado nunca en un sitio tan maravilloso y tan bonito. - eres afortunado de estar aquí Rajesh –me dijo Pundalik tumbado panza arriba en el césped que bordeaba el estanque. -No mucha gente puede estar aquí bajo la luz de la luna llena. Este lugar es mágico, único en el mundo aunque yo no soy muy experto en ver mundo pero estoy seguro de ello. ¿Conoces la historia de este lugar?– me preguntó –Pundalik. -no –respondí sacando a Ganesh y a su amiga la rata de mi bolsillo. -pues mira, hace muchos muchos años atrás aquí en esta zona vivió un emperador musulmán llamado Sha Jahan el cuál estaba muy enamorado de su esposa Mumtaz Mahal. Los dos se querían mucho y tuvieron muchos hijos durante su reinado. Pero Mumtaz enfermó durante el 14 embarazo falleciendo en el momento que dio a luz a su último hijo. –empezó a narrar Pundalik - wow, respondí, tuvo que ser muy duro para él.... -lo fue, en realidad lo fue y Sha Jahan cayó en una profunda depresión de la cuál nunca mas consiguió salir . Decidió levantar este mausoleo como símbolo al amor que sentía por su mujer y tardó mas de 12 años en conseguir terminar el mausoleo y un total de 20 años en terminar todo el recinto. Para ello contrató a mas de 20 mil obreros y a diferentes arquitectos y artesanos que diseñaron diferentes partes de este mausoleo. Fíjate que hay una mezcla de elementos islámicos, persas, indios e incluso turcos en sus detalles. Durante este tiempo Sha Jahan vivió obsesionado con terminar el edificio y de este modo su amor por Mumtaz no desaparecería nunca. Siguió contando Pundalik Yo escuchaba atento la historia que me contaba Pundalik, asi mismo Ganesh y su compañera la ratita estaban a mi lado disfrutando también de la narración de nuestro amigo el cuervo. La luna brillaba alta en el cielo y el Taj Mahal absorbía un color plateado que iluminaba sutilmente la base y los jardines. -cuando se terminó el mausoleo Sha Jahan cayó enfermo, su objetivo ya estaba cumplido y su vida ya no tenía sentido. Enterró a su amada esposa dentro de la sala central con forma octogonal. Hizo realidad su sueño finalmente. –siguió contando Pundalik. Uno de los hijos destronó al padre aprovechando que este estaba enfermo y Sha Jahan cedió pasivamente el poder a sus hijos que muy malvados lo trataron mal hasta la muerte. De hecho lo enterraron al lado de Mumtaz rompiendo la simetría de este lugar. -¿y qué paso luego? Pregunté -Bueno, lo que pasó luego ya es historia también, antes de que fuese destronado Sha Jahan empezó a construir al otro lado del río un mausoleo idéntico pero en mármol negro pero todo quedó en cuatro cimientos porque su hijo Aurangzeb no prosiguió con la construcción de este nuevo Taj Mahal negro. Durante años el Taj Mahal se fue deteriorando debido a los cambios climáticos y a las diferentes invasiones británicas e indias que se encargaron de robar piedras preciosas que Sha Jahan hizo incrustar en el mármol blanco del mausoleo. – narraba Pundalik moviéndose lentamente de derecha a izquierda y gesticulando con sus oscuras alas. -wow, ¿piedras preciosas? – exclamé con sorpresa, -¿hay piedras preciosas? ¿puedo verlas? -¿quieres verlas? Me dijo Pundalik, -acompáñame- me dijo mientras empezaba a andar pasito a pasito hasta la base del mausoleo. Cogí la estampa de Ganesh y la ratita siguió a Pundalik mientras yo miraba la imponente cúpula que brillaba parcialmente en esta noche de luna llena. Subimos unas escaleras, me descalcé ya que Pundalik me comentó que no se podía andar con sandalias y seguí a la comitiva de animales hasta la base del mausoleo. El mármol se deslizaba suave a través de la planta de mis pies, y enfrente mío se elevaba un majestuoso mausoleo de dimensiones impresionantes. -me gusta este sitio – les dije a todos, me gusta mucho -pues espérate que la visita aún no ha terminado – me respondió Pundalik Los cuatro nos dirigimos a una de las cuatro columnas que simétricamente presidían en las cuatro esquinas de la base del mausoleo. Bajo uno de estos minaretes Pundalik siguió con la historia. - Sha Jahan hizo traer los mejores materiales y las mejores piedras preciosas de muchas partes del mundo. El mármol blanco vino del Rajastán traído en carretas tiradas por bueyes, camellos y elefantes, de otras partes de Asia se trajo el cristal, la arenisca roja se utilizó para los muros exteriores y los dos edificios que quedan a cada lado del Taj. Las turquesas vinieron del Tíbet y se utilizaron 28 diferentes tipos de piedras semi preciosas para las incrustaciones en el mármol. Mientras Pundalik seguía contando la historia yo miraba de reojo el mausoleo y poco a poco podía empezar a distinguir los pequeños detalles que mi amigo el cuervo narraba. Estaba claro que esa noche iba a ser especial para mi, ya el día en sí estaba siendo especial y aun no sabía porque estaba yo allí. -¿y por que este nombre?¿Tiene algún significado? Pregunté - sí lo tiene – me dijo Pundalik, de hecho la palabra Taj en lenguaje mongol significa “corona” y Mahal viene del nombre de la esposa de Sha Jahan. Así Taj Mahal significa, “la corona de Mahal”, ¿bonito verdad? Me preguntó Pundalik. -muy bonito y muy romántico y al mismo tiempo muy triste –dije. Tengo la sensación de que Sha Jahan lloró mucho por la pérdida de su mujer por que viendo este lugar su amor tuvo que ser lo más grande que sintió en su vida. Y en ese momento una lágrima asomó por mi mejilla. -no llores –me dijo Pundalik -no lloro –respondí, solo que me ha recorrido un escalofrío por mi cuerpo y la emoción contenida ha salido en forma de lágrima. Pundalik se incorporó y moviendo sus alitas siguió contando mas detalles del mausoleo. Apenas le escuchaba, mi mente empezó a volar por el recinto y por sus majestuosas paredes repletas de piedras preciosas. Sus grandes arcos estaban repletos de dibujos florales que luego supe por Pundalik que eran las famosas piedras preciosas, unos extraños textos remataban las arcadas principales y una gran cúpula brillaba en el centro. Así mismo habían detalles con relieve en el mismo mármol -Pundalik –dije cortando en seco su explicación, ¿que son esas letras que no entiendo? -muy observador –me dijo. Esas letras que no entiendes son textos del corán que se inscrutaron en el mármol con cuarzo oscuro. Representan diferentes pasajes de este libro sagrado. ¿Quieres que te cuente un secreto? Me preguntó Pundalik -claro-respondí, me gustan los secretos. – dije sonriendo -pues el secreto está en que la caligrafía superior de las arcadas se hizo a mayor tamaño para que la proporción vista desde abajo pareciese idéntica a las letras que tienes a la altura de tus ojos. -wow –exclamé- si que estaban en todo¿no? -sí lo estaban me dijo Pundalik, por eso este lugar es tan especial, fue fruto del amor y aun a día de hoy, muchos años después el amor sigue presente en la atmósfera del lugar. La luna fue desplazándose a medida que la noche avanzaba hacia el oeste, curiosamente no sentía sueño y el lugar me tenía atrapado. Pundalik empezó a caminar para dar la vuelta al mausoleo y desde el extremo sur pude ver el reflejo de la luna en el río Yamuna. Volví a mirar al mausoleo que brillaba casi de forma fluorescente bajo la luz de la luna, me acerqué ,dejando a mis amigos cerca del lado del río, para deslizar mi mano por los muros impregnados de letras del corán y piedras preciosas y me puse a andar. Apenas sentí relieve alguno, todo estaba perfectamente pulido y el mármol parecía tener una temperatura cálida. El silencio que se respiraba, la energía de la luna y el tacto del mármol que sentía a través de mis pies y mis pulgares hicieron que mi corazón latiese mas rápido de lo habitual y me olvidé por completo de por que había yo aparecido extrañamente en la India. Tenía unos nuevos y curioso amigos charlatanes, estaba en un sitio de una extrema magia en un momento totalmente privado y sabía que ese momento no se volvería a repetir. Di la vuelta sólo al mausoleo, cuando llegué a la fachada principal pude ver la extensión de los jardines que desaparecían con la oscuridad y mi falta de visión nocturna. El reflejo del Taj seguía en el estanque principal, inmóvil, sereno y soberbio. En mi vida había visto tal estallido en mármol blanco teñido temporalmente de color plata debido a la luz de la luna. Me giré, dejando a mis espaldas los jardines y observando la fachada principal que curiosamente era la misma fachada que daba al lado del río. Era perfecto, este mausoleo es perfecto –me dije. Volví a acercarme y coloqué mi mano derecha en sus muros y continué andando, sintiendo que esas paredes me transmitían a través de mis poros toda la historia que Pundalik me había contado. Llegué al lado del río y me reencontré con mis amigos que estaban sentados contándose batallitas. -¿te ha gustado? Me preguntó Pundalik -mucho, me he sentido transportado en el tiempo –le dije, mientras miraba a ratita que me miraba con ojitos de emoción. – es una pena que este momento se vaya a terminar por que estoy sintiendo muchas cosas aquí. De hecho durante todo el día de hoy he sentido muchas cosas. Me siento muy feliz de todo lo que hoy he vivido. Aunque aun no he entendido lo del don –mirando a Ganesh. -no te tienes que preguntar tanto las cosas Rajesh –me dijo Ganesh, sencillamente haz lo que sientes y hazlo siempre con el corazón, sé humilde y verás como todo sale bien. Ese es el don que tenéis los humanos y no sabéis aprovechar. Aparte de que tú tienes otro don y es que nos puedes escuchar. -empiezo a creer que ese don es real por que pensé que esas samosas que me ofrecieron en el tren llevaban algo mas que especies y curry...afirmé riendo -amigo –me dijo Pundalik- tienes buen corazón y por esa razón tu viaje por la India hoy ha sido una gran lección de aprendizaje y aceptación de la realidad. Estoy seguro que hoy has aprendido muchas cosas. Efectivamente, había aprendido muchas cosas, había aprendido a ser mas generoso y compartir mas las cosas, a mirar a todo el mundo con cariño y respeto aun estando los otros enfermos o medio moribundos, había aprendido a ser tolerante y menos crítico y sobretodo mas paciente. Había aprendido a ser mas valiente, a tener mas valor y a ser mas lanzado. Había aprendido que el amor reside en todas las cosas y que sin amor la vida no tenía sentido, que la base de la vida residía en el amor y que estaba en el sitio perfecto para empaparme de esa gran lección. Pundalik echó a volar y se apoyó en mi hombro y con su cabecita me acarició mi mejilla. Ratita hizo lo mismo en mi pie derecho y Ganesh desde la estampa sonreía y movía su trompa feliz de compartir esta noche con nosotros. -va a amanecer – dijo Pundalik, se está aclarando el cielo y dentro de poco el sol aparecerá. -¿ya ha pasado la noche?- pregunté ¡se me ha pasado volando! -excla- mé -tendremos que salir del recinto dentro de nada, en breve llegarán los jardineros y se pondrán a cortar el césped y dejarlo todo bonito para los turistas. –dijo Pundalik El sol apareció por el este, una gran esfera naranja asomó por detrás de uno de los edificios de arenisca roja que acompañan al Taj Mahal y de nuevo me quedé maravillado ante tal momento. Los primeros rayos dieron en el mármol blanco convirtiéndolo de tonos plateados a tonos dorados y de nuevo otra lágrima cayó por mi mejilla. -soy feliz –les dije a mis nuevos amigos, me habéis hecho la persona más feliz hoy. -de nada –respondieron los tres al unísono, te lo has ganado tú solito. El río Yamuna también empezaba a despertar ante este nuevo día, una débil niebla yacía en los dos extremos y poco a poco el sol fue calentando sus tranquilas aguas. Tuve que correr hacia la fachada principal, bajar las escaleras y colocarme de nuevo las sandalias. Pundalik me guió hasta el jardín donde estaba el túnel secreto para regresar al río. -te espero fuera – me dijo, -yo saldré volando -perfecto –respondí. Ratita me guiará aunque ahora con la luz del día seguro que veo mejor el túnel. –mientras ratita afirmaba con la cabeza Me senté en el suelo y coloqué mis piernas en el agujero. Miré de nuevo al mausoleo, quise memorizar para siempre esa imagen, la del lado este bañada por el sol y la del lado oeste aún en sombra, memorizar lo vivido esa noche y no olvidar nunca este gran momento. Dí un salto y aterricé en el principio del túnel. Volví a ponerme a cuatro patas y anduve siguiendo a ratita durante unos minutos. La reja seguía tal y como la había dejado, salí por ella y subí la calle siguiendo el alto muro de arenisca roja. Ahora ya sabía que secreto se escondía tras él. Para ser tan pronto por la mañana en las calles de Agra se respiraba ya mucha vida, algunas mujeres estaban vendiendo ya frutas y verduras, las vacas paseaban tranquilas buscando comida entre los restos de basura, los perros vagabundeaban por las esquinas y el sonido de cláxones volvía a estar presente en mis oídos. -¡que diferencia a lo vivido esta última noche! –dije para mis adentros. Pundalik estaba picoteando un trozo de chapati que encontró en el suelo y al verme se acercó a mi. -¿qué vas a hacer hoy? – me preguntó -supongo que volver a la estación de trenes y continuar con mi viaje rumbo a Delhi –respondí -bueno, ahora ya sabes lo que tienes que hacer ¿no?, coger un rickshaw y volver a la estación que llegaste ayer. Si quieres te acompaño y nos despedimos allí. Coloqué a ratita de nuevo en mi bolsillo junto a Ganesh y caminé de nuevo en búsqueda de las calles estrechas que horas antes me parecían a laberinto. Cogí un rickshaw y pedí ir a la estación de trenes de Agra. Una vez mas el trayecto fue toda una aventura para los sentidos. En mas de un momento cerré mis ojos pensando que era el fin y me acordé en que tenía que ser mas valiente y tener menos miedos. Ratita asomaba su cabecita por el borde de mi bolsillo y disfrutaba con la velocidad del rickshaw. Minutos después me encontraba en la misma estación que el día antes me había sorprendido con un cuervo hablador. No parecía haber cambiado mucho de aspecto, los mismos vendedores, las mismas cajas apiladas de otra forma, gente durmiendo en el suelo....y allí estaba Pundalik, encima de otras cajas esperando decirme adiós. -supongo que esto es un adiós –dije mientras sacaba a ratita de mi bolsillo y la ponía junto a Pundalik. -es un hasta pronto, amigo –dijo mi amigo el cuervo. Nunca digas adiós, cuando hay lazos de amor entre las personas no existe el adiós, sí un hasta pronto. -hasta pronto entonces – respondí con los ojos brillosos -por cierto, -dijo Pundalik- me debes 300 rupias por la visita turística -pe pe peroooo si no tengo dinero.... –dije sorprendido de nuevo -¡¡¡era una broma Rajesh!!! Que sería la vida sin un poco de ironía...dijo Pundalik riéndose al ver mi cara de sorpresa – ¡Tendrías que haber visto tu cara! Dijo mientras con el ala izquierda se daba golpes en su barriguita muerto de risa. Pundalik de nuevo alzó su vuelo y se acercó de nuevo a mi mejilla y rozó su cabecita por mi cuello, ratita dio vueltas sobre su eje pidiendo que la cogiese en brazos, me la acerqué a la cara y con sus bigotes también me acarició. Ganesh, en el bolsillo, se quejaba de que se estaba perdiendo toda esta escena , así que lo saqué con mi mano derecha y lo apoyé en las cajas para que nos contemplase. No quería irme, de eso estaba seguro, me sentía muy bien con estos nuevos amigos y sabía que se habían creado nuevos lazos muy fuertes con ellos. -este es tu tren – me dijo Pundalik, lleva ya un rato en el andén así que debe estar apunto de salir. Sube ya que lo perderás. -ok –respondí- Gracias por esta maravillosa noche y gracias por enseñarme tanto sobre este monumento al amor Pundalik, gracias ratita por guiarme en el túnel y gracias Ganesh por despertar en mi confianza y buena suerte. No os olvidaré nunca. El tren hizo sonar su silbato indicando que salía ya, corrí al primer vagón que pude y subí rápidamente a él. Me giré para decir adiós a mis amigos mientras el tren avanzaba lentamente por el andén. A lo lejos vi a Pundalik despedirse moviendo un ala y a ratita sentada sobre sus patitas traseras moviendo las dos delanteras diciéndome adiós y retirando con su colita las lágrimas que brotaban de sus ojitos. ¿Y Ganesh? Me pregunté ¿dónde está?. Miré en mis bolsillos y allí estaba, sonriéndome diciéndome que la buena suerte no se queda en tierra, que se venía conmigo. Le sonreí y le pregunté como lo había hecho para saltar de las cajas a mis bolsillos.... -eso es secreto...te lo cuento en otro momento – me dijo Ya no quise preguntar mas, entendí que ya había vivido muchas cosas paranormales en las últimas horas así que no me iba a cuestionar esta. Crucé varios vagones hasta encontrar un sitio libre donde sentarme. Estaba realmente cansado y con sueño. En mi cabeza bailaban muchas imágenes y en mi cara la sonrisa estaba permanente. Caí finalmente dormido entre el sonido del tren, los vendedores de chai tea y el aire que entraba por las ventanas. -¡¡¡vas a hacer tarde al colegio príncipe!!! – me despertaba mi madre encendiendo la luz de mi habitación. -príncipe....eso es lo que soy...un príncipe..... –me repetía en voz baja al mismo tiempo que me colocaba de lado y me agarraba a la almohada. -ha sido un sueño entonces– me decía a mi mismo, todo lo vivido esta noche ha sido un sueño pero ha sido muy real. -¡¡¡vas a llegar tarde!!! –repetía mi madre desde la cocina -¡ahora me levanto mamá! Mientras intentaba recordar todo lo que había soñado Minutos después entraba en la cocina listo a tomar mi desayuno que con mucho cariño mi madre preparaba cada mañana. -¿por qué sonríes tanto mi príncipe? –me dijo mi madre -por eso mismo mamá, por que soy un príncipe, un príncipe de la India – contesté sonriendo -eso si que lo eres, un indio!!! Mira que pelos llevas de loco, a ver cuando vas al peluquero y te los cortas. Anda arréglate que hoy te castigarán por llegar tarde – me respondía ella. -mamá, ¿te puedo decir algo? –le dije -dime hijo – respondió -que te quiero mucho y nunca te lo digo –mientras le daba un abrazo fuerte -no sé que habrás soñado hoy pero me alegro que me lo digas, yo también te quiero mucho pero te lo vuelvo a repetir: ¡¡llegas tarde!!! –insistió ella -ya voy ya voy mamáaaaaaaa -¡¡¡y hazte la cama antes de ir a clase!!! – decía ella desde la cocina -valeeeee, - respondí yo desde la habitación ¿Y sabéis que? Que al hacer mi cama encontré la estampa de Ganesh y en ese mismo momento supe que ese sueño había sido real, que podía ser un príncipe para algunos y un ser especial para otros pero que ante todo era un ser vivo, con una capacidad grande para amar y con una facilidad grande de llegar tarde al colegio pero ese día supe que algún día volvería a revivir ese sueño viajando en carne y hueso a la India. -te lo prometo Ganesh – dije sosteniendo la estampa en mis manos y guardándola de nuevo en mi bolsillo Acto seguido cogí los libros, los puse en la mochila y salí corriendo rumbo a clase. ¡Hasta luego mamá! – dije mientras cerraba la puerta tras de mi. Este cuento se lo dedico a mi madre que dentro de poco hará un año que falleció , creo que de algun modo me inspiró desde el otro lado...