España y la Guerra del Pacifico (1862-1871) Margarita Calvo Estévez Historiadora Las relaciones de España con sus antiguas colonias, han sufrido una serie de fases que, lógicamente provienen de una descolonización a todas luces desigual. Primeramente, si nos situamos en el segundo tercio del siglo XIX y como trasfondo ambiental, debe tenerse en cuenta que en la época posterior a la Guerra entre Chile, Bolivia y Perú, emergió un apasionado sentimiento americanista en la población chilena, que, orquestado en forma irresponsable por un órgano de prensa, fue exaltado a niveles más allá de toda racionalidad. Este hecho fue aprovechado también para arremeter en contra de la antigua metrópoli, buscando en ella el origen de sus problemas internos. Hoy día hemos podido comprobar que algunos mandatarios americanos siguen utilizando el pretexto colonial para resolver sus problemas internos. Estas páginas, están dedicadas a ciertos mandatarios americanos actuales que intentan perpetuarse en el poder, cuyos antepasados, colonos españoles emancipados, cometieron tras la secesión una serie de errores de envergadura en su gestión (corrupción, matanzas de indígenas etc…) y que en la actualidad siguen cometiendo atropellos en sus respectivos países, intentando subyugar a sus pueblos privándoles de un derecho fundamental: la libertad y la Democracia. A finales de 1862, la Reina Isabel II aprobó el envío de una expedición científica a los mares de Latinoamérica. La expedición se puso bajo las ordenes del Almirante Luis Trasero Hernández Pinzón —descendiente directo de los hermanos Pinzón que acompañaron a Cristóbal Colón en el descubrimiento del Nuevo Mundo— Su escolta eran tres buques de guerra: Las fragatas de vapor gemelas Triunfo y Resolución y la goleta Virgen de Covadonga. Sin embargo, además de la investigación científica, uno de los propósitos del viaje era apoyar las demandas de ciudadanos españoles que vivían en las Américas y que venían siendo mancillados. El 18 de abril de 1863, parte de la flota española llegó al puerto chileno de Valparaíso. En las aguas chilenas los españoles fueron recibidos cordialmente, a lo que respondieron con pruebas igualmente de amistad. Cuando levantaron anclas y llegaron a Perú, en julio de ese año, comenzaron los problemas. España no tenía relaciones diplomáticas con Perú al no reconocer su independencia obtenida en 1821. A pesar de esta situación, ambos países mantenían un trato cordial. Desgraciadamente, el 2 de agosto, se produjo un altercado en la Hacienda norteña de Talambo entre los inmigrantes de nacionalidad española y ciudadanos autóctonos peruanos. Como resultado, un español fue muerto y otros cuatro fueron heridos. Las autoridades peruanas no quisieron castigar a los culpables. Informado sobre los sucesos, Pinzón que estaba camino a San Francisco, California, volvió a Perú con su flota. El Almirante español pidió explicaciones e indemnizaciones, pero los peruanos pensaban que no se debía indemnizar a Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 2 España por tratarse de un asunto interno. El Gobierno en Madrid también exigió el pago de deudas originadas por la guerra de independencia enviando a Eusebio de Salazar y Mazaredo, con el título de Comisionado Real, para tratar con el Gobierno peruano. A Perú no le gustó nada el envío de Mazaredo, y demandaba de la llegada de un Embajador, queriendo mostrar así su soberanía e independencia, pero la realidad es que España y Perú sólo se habían intercambiado agentes consulares, por tanto, España no tenía por qué enviar un funcionario de rango mayor al de Comisionado. Mazaredo que llegó a Perú el 1864 de marzo intentó alcanzar un acuerdo con el Ministro peruano de Asuntos Extranjeros, Juan A. Ribeyro, sin éxito. El 14 de abril de 1864, se produce la invasión de una flota española a las islas Chincha, yacimientos guaneros del Perú. Reclamando indemnizaciones por el hecho de sangre contra colonos españoles en tierra peruana, la acción de los españoles fue rápida y eficaz; la pequeña guarnición peruana se rindió sin oponer casi resistencia y a las cuatro de la tarde, un grupo de 400 marinos españoles se apoderó de las islas, izó su bandera y llevó a las autoridades locales bajo arresto a bordo de la Resolución. La importancia de estas islas para Perú resultaba entonces vital. Casi el 60% de los gastos gubernamentales se cubrían con los beneficios del guano. España reclamaba una indemnización por los acontecimientos anteriormente descritos. Este hecho que pretendía salvaguardar el honor de España es interpretado en ciertos círculos históricos como un intento de reconquista por parte de España hacia sus ex colonias en América, aunque realmente encubría los graves problemas internos que poseían estos países americanos, así como un gobierno español que había girado su política exterior, buscando una posición relevante perdida por los acontecimientos emancipadores. Por otro lado, se vivía un tenso ambiente chileno-boliviano, cuando comenzaron a llegar nuevos antecedentes de brutales agresiones contra los trabajadores chilenos por parte de autoridades bolivianas en Atacama, además de comprobarse la existencia de actividades ilegales de extracción boliviana en el mineral de Chacaya. Lo mismo ocurría, también, en Bolivia, donde los personajes más agresivos de las esferas políticas comenzaron a ser desplazados por los encantados con el estallido americanista que experimentó la región continental. Los chilenos actuaron con tal precipitación y desmedido entusiasmo en esta delirante cruzada, que terminaron declarando la guerra a España antes incluso de que llegara a hacerlo el Perú, el único y verdadero afectado. Movilizando todo el cuerpo diplomático que el americanismo nacional logró suscribir, Chile hizo gestiones en favor del Perú y realizó gastos enormes para organizar la campaña concertada de los países de Sudamérica. Ecuador respondió al llamamiento nacionalista. No lo hicieron, en cambio, ni el Brasil, ni Argentina ni Uruguay, naciones que en aquellos años estaban por comprometerse en guerra contra el Paraguay, conocida como Guerra de la Triple Alianza. Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 3 Los españoles también bloquearon con sus navíos el mayor puerto de Perú, creando una tensión que no tardaría en explotar. Durante la primera fase el Gobierno español del nuevo primer ministro José María Narváez no aprobó la acción unilateral tomada por Pinzón. Pronto cambió su actitud enviando cuatro buques de guerra más a reforzar la escuadra. Narváez también reemplazó a Pinzón por el Almirante Juan Manuel Pareja Trasero, Ministro anterior de la Armada que había nacido en Perú, y detestaba a “los rebeldes” pues su padre había sido muerto por ellos durante la guerra de independencia. Este pequeño destello de unión fue burdamente magnificado y despejó en clima bélico entre Chile y Bolivia, orientándolo ahora contra las fuerzas españolas que pedían una satisfacción, algo que también encontró condiciones prósperas con el derrocamiento de Achá y el ascenso al poder de Mariano Melgarejo, el 28 de diciembre de 1864, además del sentimiento general provocado por los Combates de Papudo y Abtao, al año siguiente. Melgarejo, hombre de muy poca cultura y presa fácil de la misma euforia triunfalista de los americanistas chilenos, entusiasmado con la propuesta de llegar a un acuerdo en el debate de límites que ya había ocupado con interrupciones cerca de 25 años de los esfuerzos diplomáticos de ambas naciones, dio muestras casi tan delirantes de americanismo -como las ofrecidas por Chile-, al colocar al Presidente de Chile, J. J. Pérez, en la Dirección General del Ejército de Bolivia. No fue todo: al Secretario de la Legación de Chile en Sucre, Carlos Walker Martínez, lo nombró Coronel de Ejército, y al jefe de la misión chilena, Aniceto Vergara Albano, como Edecán de Guerra y luego Ministro de Hacienda. Y más aún: llegó proclamar la nacionalidad "boliviana" para todos los habitantes del continente, en lo que estimó la consagración del sueño bolivariano y el paso fundamental para la constitución de la figura quimérica de la Unión Latinoamericana. Chile, contestó designando a Melgarejo como Director General del Ejército de Chile. Eran, por supuesto, los días de mayor frenesí por la Guerra con España, en que todos creían haber podido resucitar de la nada el ilusorio espejismo de la férrea unidad e igualdad regional, a través de excusas que permitiesen compartir y canalizar las bajas y veladas pasiones antiespañolas que aún persistían en la parte más oscura del alma de varias de las ex colonias de América. La prensa y la intelectualidad americanista de Chile y Bolivia realizaron un papel importantísimo para continuar con la guerra, que por entonces se desbordó en expresiones complacientes hacia el marcado orgullo y egocentrismo del dictador boliviano, hechos que los actuales americanistas chilenos y bolivianos niegan avergonzados, achacándole dichas adulaciones a altas esferas de la época y explicándolas como meras estrategias para conseguir favores políticos de parte del tirano. Para enfrentar este conflicto Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 4 esencialmente naval, la Marina chilena contaba con sólo dos buques: la corbeta "Esmeralda" de 18 cañones y el vapor "Maipú", de 4 cañones. La escuadra española presente, estaba integrada por dos fragatas de 36 cañones cada una, la "Blanca" y la "Berenguela", la fragata "Resolución" de 40 cañones, la fragata "Villa de Madrid" de 46 cañones y las goletas "Vencedora" y "Virgen de Covadonga", de 4 cañones cada una. En aguas peruanas, operaba la fragata blindada "Numancia" con 40 cañones, y la fragata "Almansa", también de 40 cañones. El Almirante Pareja llegó en Perú en diciembre de 1864 y comenzó unas intensas negociaciones diplomáticas con Manuel Ignacio, general retirado de Vivanco, el representante especial del Presidente peruano. Las negociaciones concluyeron el 27 de enero de 1865, con un acuerdo preliminar firmado a bordo de la fragata Villa de Madrid. Perú se comprometía a indemnizar a España con tres millones de pesetas a cambio de la devolución de las islas. El 17 de septiembre de 1865, Almirante Pareja ancló su buque insignia, la Villa de Madrid, en Valparaíso y exigió que su bandera fuera saludada por 21 disparos de cañón. Bajo estas circunstancias, los chilenos se negaron a saludar a la bandera española y la guerra comenzó a fraguarse. Leopoldo O´Donnell, recién nombrado primer ministro de España, ordenó a Pareja retroceder en sus acciones. El Almirante español no disponía de tropas para intentar un desembarco, pero contradiciendo las órdenes decidió imponer un asedio a los puertos chilenos principales. Su plan era por completo arriesgado y, a todas luces imposible. Para controlar los miles de kilómetros del litoral chileno, Pareja habría necesitado una flota gigantesca y sólo disponía de un puñado de barcos. No obstante, el asedio al puerto de Valparaíso, causó un gran daño que incluso llevó a las fuerzas navales neutrales de Estados Unidos e Inglaterra a realizar algunas apariciones para amedrentar a la flota española. El 8 de noviembre de 1865, el Presidente peruano Juan Antonio Pezet fue obligado a abandonar su puesto siendo reemplazado por su vicepresidente el general Pedro Diez Canseco, pero éste también intentó evitar el enfrentamiento con España, y el 26 de noviembre el general Mariano Prado, líder del movimiento nacionalista, lo depuso. Prado declaró su solidaridad inmediatamente con Chile y un estado de guerra contra España para restituir el honor nacional. COMBATE DE PAPUDO - 26 DE NOVIEMBRE DE 1865. El 24 de noviembre recaló la corbeta "Esmeralda" a Tongoy en busca de informaciones de su enemigo. El Comandante y Capitán de Fragata Juan Williams Rebolledo supo que la fragata "Blanca" estaba relevando en el bloqueo de Coquimbo a la goleta "Virgen de Covadonga" y que esta última zarparía a bloquear San Antonio. Rápidamente cambió sus planes y zarpó al Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 5 sur para establecer una barrera entre Coquimbo y Valparaíso, a la espera del paso de la "Virgen de Covadonga" o cualquier otro transporte enemigo. El adversario esperado fue avistado a las siete de la mañana del día 26 y la "Esmeralda" se aproximó con bandera inglesa, sin mayor dificultad. El Comandante de la goleta "Virgen de Covadonga", Luis Fery la confundió con una de las corbetas inglesas "Shearwater", "Colombina" o "Mutine", las tres muy parecidas entre sí.Pero precaviendo cualquier sorpresa tocó zafarrancho de combate, paró el andar de su buque y presentando su costado de estribor, esperó a la corbeta listo para romper el fuego. A distancia apropiada, Williams Rebolledo ordenó cambiar el pabellón y rompió simultáneamente el fuego con toda la artillería de estribor, el que fue respondido por la "Virgen de Covadonga", iniciándose el combate. Los artilleros chilenos acertaron con propiedad. Su nave enemiga recibió varios impactos en el casco y arboladura, hasta que un certero proyectil detonó en su cañón de popa, dejando fuera de combate a los 14 hombres que lo servían. Ante esta situación, la "Virgen de Covadonga" trató de escapar, pero ya era tarde. La "Esmeralda" seguía sus aguas desde muy cerca, disparando con su cañón de proa, lo que llevó al contrario a largar un calabrote para enredar sus hélices, que logró ser esquivado oportunamente con rápida evolución de la corbeta. El Comandante Luis Fery de la "Virgen de Covadonga", optó por rendirse y así se lo comunicó a viva voz al Capitán de Fragata Juan Williams Rebolledo, al tiempo que arriaba su pabellón. Sometida la goleta, Williams mandó a Manuel Thomson Portomariño a tomar posesión de ella, llevando tripulación chilena para amarinarla. Ya a bordo, Fery cedió el mando a Thomson, quien dispuso revisar las válvulas de fondo, por si se hubiera ordenado abrirlas. Efectivamente, ya había cuatro pies de agua en las bodegas y en el departamento de calderas el nivel casi llegaba a los fogones. Los ingenieros chilenos trabajaron intensamente en cerrar las válvulas, achicar el agua y dejar el buque en condiciones de navegar a puerto a efectuar reparaciones mayores. Los prisioneros fueron el Comandante Fery, seis oficiales y 110 tripulantes. Entre los españoles hubo dos muertos y catorce heridos, según el parte de Williams. Según el parte español el número de muertos y heridos fue de veintiseis. En la "Esmeralda" no hubo ni muertos ni heridos. Pese a la abismante y desproporcionada debilidad chilena en el mar, se había desarrollado una exitosa acción ofensiva contra una unidad de guerra española, que resultó capturada y pasó a engrosar la pequeña Escuadra, como su tercer buque. Ese mismo día el almirante Pareja se suicidio. Su desobediencia al Gobierno español le había llevado a crear un conflicto del cual era muy difícil salir airoso. Las tripulaciones de las naves estaban desmoralizadas. Sólo faltó la captura del “Virgen de Covadonga” por parte de la marina chilena. El 25 de noviembre el cónsul de Estados Unidos ironizó sobre el hecho ante el almirante. Pareja sufrió un derrumbamiento nervioso. Era demasiado para él. El “Virgen de Covadonga” era el segundo buque de guerra Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 6 perdido por España en las aguas del enemigo después de la destrucción del “Triunfo” hacía un año. Al día siguiente Pareja se vistió con su uniforme de gala, se tumbó en su cama, y se disparó un tiro en la cabeza. ALIANZA ENTRE CHILE Y PERÚ El día 5 de diciembre de 1865, Chile y Perú firmaron una alianza para luchar contra España. El tratado se ratificó el 12 de enero de 1866. Sólo dos días más tarde Perú declaró la guerra a España. Inmediatamente un escuadrón de la armada peruana bajo el orden de Capitán Lizardo Montero, compuesto por las fragatas de vapor Amazonas y el Apurimac, navegaron hacia Valparaíso para unirse la flota chilena. Una vez allí la flota aliada se puso bajo las órdenes del almirante chileno Manuel Blanco Encalada, un viejo y eficaz lobo de mar. Muy pronto las noticias que circulaban por Europa alcanzaron las aguas españolas y la inquietud comenzó a recorrer el país. Perú había comprado dos nuevos poderosos barcos a Inglaterra y afirmaban ilusamente que se dirigirían hacia el puerto de Cádiz con intención de atacarlo. Igualmente España temía las hostilidades contra sus buques mercantes que navegan en las aguas internacionales. Para prevenir tales acciones Madrid mandó al Atlántico a la fragata Gerona. Cerca de Madeira, capturó a un crucero chileno construido en Inglaterra, y que viajaba en secreto bajo el nombre de “el Cantón.” Los españoles lo renombrarán “el Tornado”. Mientras tanto, los buques de guerra peruanos capturaban tres transportes españoles cerca de las costas de Brasil y Chile enviaba al vapor Maipú al Estrecho de Magallanes interceptar los transportes españoles "Odessa" y "Vascongada". Los barcos españoles, hostigados por un enemigo que dominaba y conocía mejor las aguas de la zona, sin posibilidades de recibir refuerzos y con pocas perspectivas de abastecimiento, parecían condenados a la destrucción y sus marinos a una muerte segura. Para más problemas, Estados Unidos e Inglaterra, con sus barcos en las proximidades, veían esta guerra entre hispanos como una buena oportunidad para obtener beneficios. Con ambas flotas diezmadas nada se interpondría para dominar a Chile y Perú. Pero nadie esperaba la reacción española al mando de su nuevo jefe, el capitán Casto Méndez Núñez, y la intervención de la nave más poderosa de su tiempo; la fragata blindada Numancia, que tenía las siguientes características: desplazamiento: 7.500 Toneladas. Dimensiones: Eslora, 96,08 mts; manga, 17,34 mts; puntal, 8,87 mts; y calado, 7,90 mts. Velocidad: 12 nudos. Maquina: De 1.000 Cv. de potencia nominal y 3.700 indicados. Protección: Coraza de planchas de hierro con grosores de 13 a 11 centímetros, y desde los 2,30 metros por debajo de la línea de flotación hasta la cubierta. Armamento: 34 cañones lisos de 68 libras (20 centímetros). La fragata "Numancia" partió para unirse a la Escuadra del Pacífico realizando una travesía considerada imposible hasta entonces. Por ejemplo, Francia había fracasado en su intento de desplegar un acorazado en el Golfo de México, o el buque blindado inglés que no llegó a salir del Canal de la Mancha. El gobierno Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 7 español consideró necesario el despliegue del Numancia en el Pacífico para apoyar al resto de la escuadra, no siendo una decisión por parte española tomada a la ligera. Se formó una comisión que estudió desde los pertrechos, climatología, corrientes marinas y condiciones marineras de la fragata, al igual que la decisión de darle el mando al capitán Casto Méndez Núñez, uno de los hombres con más aptitudes y competencia del momento en la Armada Española. COMBATE DE ABTAO Días antes del Combate Naval de Papudo, el gobierno peruano fue depuesto por los revolucionarios y Mariano Prado asumió la Presidencia. Prontamente se acordó el envío de su escuadra para unirse a la chilena en Chiloé y esperar allí la llegada de los nuevos blindados "Huáscar" e "Independencia", antes de iniciar operaciones ofensivas contra la flota española. El 3 de diciembre de 1865, inician la travesía las fragatas "Apurímac" y "Amazonas", y 44 días después las corbetas "Unión" y "América". En el ínterin, el recién ascendido Capitán de Navío Juan Williams Rebolledo, con la corbeta "Esmeralda", la goleta "Covadonga" y el vapor "Maipú", habían organizado el Apostadero Naval de Abtao, en Chiloé, en dos ensenadas colindantes a la isla del mismo nombre, ubicada en la ribera norte del canal Chacao. Para este efecto, se artilló la isla y se contrató al constructor naval Juan Duprat para que montara una maestranza capaz de carenar y reparar las naves de las naciones aliadas. El 10 y 14 de enero, zarpaban de Valparaíso, las fragatas enemigas "Villa de Madrid", al mando del Comandante Claudio Alvargonzález y la "Blanca", al mando del Comandante Juan B. Topete, en demanda de la escuadra aliada. Una semana más tarde, se dispuso el desplazamiento del vapor "Maipú" hasta Magallanes, a fin de interceptar los transportes hispanos "Odessa" y "Vascongada". El 4 de febrero, se presentaron para el servicio en Abtao las corbetas "Unión" y "América," muy escasas en carbón y víveres. Al día siguiente, el Capitán de Navío Juan Williams Rebolledo decidió ir con la "Esmeralda" a Ancud para procurar los elementos logísticos requeridos por las corbetas peruanas, dejando al mando al Jefe de la División Peruana, Capitán de Navío Manuel Villar. Así las cosas, el 7 de febrero, el vigía del Apostadero anuncia a las 6.30 un buque a la vista que se creyó podría ser la corbeta "Esmeralda"; 90 minutos después, se identifica, sin lugar a dudas, a las fragatas enemigas que con una navegación muy lenta y precavida. A las 15 horas enfilaron al Apostadero, quedando los contendientes a la vista. El tiempo disponible desde el avistamiento inicial fue suficiente y muy bien aprovechado para preparar la fuerza aliada para el combate. Se calentaron máquinas y fondearon las 4 naves en línea de fila estrecha, unidas con espías, Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 8 de manera de cubrir con sus cañones los dos accesos a la ensenada. Se completaron las dotaciones vacantes en las dos corbetas recién arribadas, los cañones montados en tierra fueron cubiertos y se estableció una enfermería de campaña. A las 15.30 dhoras, la "Apurímac" rompió el fuego, y fue seguida por todas las unidades aliadas a una distancia de alrededor de 1.500 mts. Durante el combate se le cortó una espía a la corbeta "América". Ante ello, la "Covadonga", al mando de Manuel Thomson Porto Mariño largó la suya a la "Unión" y fue a remolcar a la "América" que se estaba presentando de enfilada al fuego del enemigo. Pero cortado el remolque, decidió cañonear a la "Blanca", que se creía varada. La "Covadonga" se acercó a 600 metros de su enemiga, cañoneándola por sobre el istmo que forma la isla Abtao y que lleva ahora el nombre de Thomson. El duelo artillero se prolongó por casi dos horas, intercambiando entre adversarios unos 2.000 tiros, sin resultados decisivos, porque las naves Españolas no se animaron a acortar la distancia, ya que implicaba para ellos un riesgo serio de varar por desconocimiento detallado de la hidrografía de Abtao. Optaron por retirarse hacia Valparaíso sin haber podido dar cumplimiento a la misión asignada. La versión chileno-peruana de esta batalla informa que "la fuerza aliada había triunfado en el rechazo de las naves atacantes". La versión española cuenta de "la derrota de las fuerzas aliadas, obligándola a retirarse hacia aguas poco profundas para evitar su total destrucción". Sin enemigos en el mar, sin ser perseguidos por el contrario, Méndez Núñez se dirigió a Valparaíso, comunicando al cuerpo diplomático enemigo, y a las fuerzas neutrales presentes en la zona, que bombardearía la ciudad en el plazo de cuatro días si no se firmaba un acuerdo de paz. Después del Combate Naval de Abtao, la escuadra enemiga desarrolló una segunda campaña a Chiloé para tratar de destruir a la Escuadra combinada, ahora con la participación de las fragatas blindadas españolas "Numancia" y la "Blanca" Sin embargo, el Capitán de Navío chileno Juan Williams Rebolledo había previsto esta posibilidad española con anticipación suficiente para cambiar el Apostadero de sus naves desde Abtao al Estero de Huito, frente a Calbuco, que le ofreció un refugio más seguro, por tener un acceso natural mucho más estrecho. El Jefe español, Capitán de Navío Casto Méndez Núñez, después de explorar Abtao, siguió al sur y ubicó los humos de las naves aliadas en Huito, pero no se aventuró a acceder al estero para combatir con un espacio de maniobra tan restringido. Posteriormente, la situación de la escuadra española se tornó preocupante. LOS BOMBARDEOS DE VALPARAISO Y DE EL CALLAO La guerra con Chile no obedecía a objetivo político español alguno, sino más bien a restañar el honor perdido. Adicionalmente, había redundado en que Perú, Ecuador y Bolivia le hubiesen declarado la guerra a España, con lo que Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 9 se encontraban privados de toda posible posición para apoyo logístico de las naves cerca del teatro de operaciones. Faltaban el carbón, los víveres y hasta el cebo para las máquinas. Desde otro punto de vista, el bloqueo comercial no había surtido el efecto esperado, dados la extensión del litoral chileno, los numerosos puertos y el escaso número de naves disponibles para ejecutarlo. Pero a los marinos españoles tampoco les importó la presencia de las flotas Inglesa y Estadounidense que con su presencia alertaban a la flota española. Además, en pocos días arribarían a Chiloé los buques peruanos, el monitor "Huáscar" y la fragata blindada "Independencia" para sumarse a la Escuadra aliada, que con este significativo aporte, quedaría en condiciones de operar ofensivamente en el Pacífico. Estos elementos de juicio aconsejaban la retirada. Pero, no se habían obtenido en el mar éxitos de resonancia o trascendencia suficientes como para considerar cumplida la mentada represalia a la nación chilena, que originó el conflicto. Enfrentado a esta disyuntiva de cursos de acción contrapuestos, el jefe español propuso el bombardeando de la ciudad y el puerto de Valparaíso. Para ello notificó el día 27 de marzo al Gobernador de Valparaíso, que cuatro días más tarde bombardearía la ciudad, pidiéndole que se izaran banderas blancas en hospitales, iglesias y establecimientos de beneficencia. Se hicieron presentes en la bahía las escuadras inglesa y norteamericana. La primera al mando del Almirante Denman y la segunda al mando del Comodoro John Rodgers. El Encargado de Negocios de Inglaterra Mr. Taylor Thomson no autorizó la intervención de la escuadra inglesa para impedir el bombardeo, pues ello significaba un combate entre ambas fuerzas navales. El Comodoro Rodgers al conocer el pronunciamiento de los ingleses, no se atrevió a intervenir. Entonces el Cuerpo Consular en pleno, presentó inútilmente una representación al Almirante Mendez Núñez, indicándole la reprobación de ambos países hacia su acción, advirtiéndole de las represalias que España sufriría por ello. Poco antes del inicio del bombardeo a Valparaíso, ambas escuadras extranjeras zarparon, dejando abandonada a su suerte a la ciudad. El día 31 de marzo, con las fragatas "Numancia", "Blanca", "Villa Madrid", "Resolución" y "Vencedora", el Almirante Mendez Núñez bombardeó el primer puerto chileno durante tres horas. Las 2.600 bombas y granadas disparadas causaron daños avaluados en varios millones de pesetas de la época. Lejos de amedrentarse, el jefe de la flota española se dirigió a El Callao, la plaza costera más fortificada que disponía el enemigo, y el dos de mayo Méndez Núñez se preparó para atacar. Sus enemigos pensaron que el almirante español sufriría una terrible derrota. En El Callao se encontraban 96 cañones, ocho de estas piezas de artillería eran de 500 libras y seis de 300. Los barcos atacantes disponían de 245, siendo el calibre más grande de 68 Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 10 libras, pero únicamente podían ser usados la mitad debido a que estaban montados a los costados de las naves. El combate comenzó a las 11 de la mañana. Tras seis horas de duelo artillero la flota española consiguió una victoria completa. Cuando terminó el combate, sólo tres piezas peruanas seguían disparando, la torre blindada de defensa había sido destruida y el ministro de guerra peruano había muerto. En el bando español sufrieron daños las naves “Berenguela”, “Villa de Madrid” y “Almansa”. Murieron 43 marinos y 157 resultaron heridos, entre ellos el propio Méndez Núñez. Las bajas peruanas no están disponibles por ahora. La fragata “Numancia” arrasó cualquier objetivo de los que se le fijaron. En su afán por acortar distancias llegó a encallar sin dejar de abrir fuego, recibiendo más de 50 impactos que no consiguieron traspasar su blindaje. La nave más poderosa del mundo resultó invulnerable. Tras este bombardeo la flota española partió el 10 de mayo. El “Numancia” se dirigió junto con otras unidades hacia Filipinas; ya no eran necesarios más combates. En 1871 se firmó un armisticio entre España, Perú, Ecuador y Chile. DON CASTO MÉNDEZ NÚÑEZ (Vigo, 1-07-1824 - Pontevedra 21-08-1869) Aunque vigués de nacimiento, muchos pontevedreses consideran como propio a Méndez Núñez, porque vivió sus últimos días en la ciudad del Lérez, y allí falleció el 21 de agosto de 1869. El Museo de Pontevedra cuenta con abundantes documentos suyos, objetos personales e incluso la cámara del buque Numancia. Pertenecía el personaje a la casa de los Núñez, que dio sólidos valores. Entre sus paredes transcurrieron los últimos años de Concepción Arenal, que murió en aquel pazo del que se conserva la solana en el Museo Quiñones de León. La tradición oral entre el servicio de la finca moañesa de El Con, donde reposaron los restos del marino hasta 1883, en que se trasladó al panteón de marinos ilustres de San Fernando, hablaba de amoríos nunca demostrados entre el soltero don Casto y la viuda Concepción Arenal. Ésta escribió un poema a Méndez Núñez, en 1868, que firmó en Madrid. Héroe desde su infancia, se atribuye a Méndez Núñez haber salvado a dos niños en una playa viguesa. En 1840, siendo guardiamarina tomó parte en la primera guerra civil. Teniente de navío (1850), auxiliar de la secretaria de Marina (1855), durante su permanencia en las Filipinas, se distinguió luchando contra los piratas de Mindanao, por lo que ascendió a capitán (1862). En 1864, embarcado en la fragata acorazada Numancia, se trasladó al Pacífico para unirse a los buques que operaban en aquella zona y recibió el grado de brigadier de la Armada. Al suicidarse el almirante Pareja, Méndez Núñez tomó el mando de dicha escuadra. El Callao fue su gran gesta, en 1866. Las tensas Historia Digital, VIII, 13, (2008). ISSN 1695-6214 © Margarita Calvo Estévez-Historia Digital, 2008 11 relaciones de España con Perú y Chile determinaron que nuestra escuadra del Pacífico bombardeara Valparaíso e intentara lo propio en El Callao. A poco de comenzar el combate, Méndez Núñez, a bordo de la Numancia, fue herido, no obstante lo cual ordenó seguir la batalla y que no se comunicara lo ocurrido a los otros buques, sin duda para evitar el desánimo. El triunfo fue apoteósico. No fue su única gesta. Antes, al mando de la Numancia, hizo de ésta el primer acorazado que dio la vuelta al mundo, cruzando el estrecho de Magallanes. Lord Ramsay sentenció: «Este viaje basta para hacer inmortal al marino español en los anales de la navegación del mundo». Corría el año 1865 y ya tiempo atrás, como comandante del vapor Narváez, protagonizó un ataque frontal, valiente y con éxito, contra los piratas filipinos de Joló y Mindanao. Otras varias hazañas cabría reseñar, además de rehusar el empleo de teniente general. Para ser útil a la Patria dijo que no necesitaba un nuevo ascenso. Tras la acción contra el puerto fortificado de El Callao ascendió a teniente general (1867). En 1868 fue nombrado vicepresidente del Almirantazgo. Suya fue la frase “España prefiere honra sin barcos a barcos sin honra” ante las amenazas de Estados Unidos e Inglaterra. Don Casto fue tan popular en los años de su vida, popularidad que se mantuvo tiempo después, que no sólo le dedicaron estatuas en varias ciudades de Galicia, sino que dieron su nombre a calles y plazas. Más, incluso: Antón Villar Ponte cantó las virtudes de un coruñés con iniciativa, José María Rodríguez, que fundó varios establecimientos hosteleros en Galicia, especialmente cafés, y otras poblaciones del norte que rotuló Méndez Núñez. Y hubo vapores gallegos que llevaron su nombre, antes de que la Armada se lo impusiera a un crucero, salido de astilleros ferrolanos en 1924. Enfermo el ilustre gallego, próxima su muerte prematura, quisieron que se le coronara Rey, una vez destronada Isabel II. El erudito gallego José López de la Vega pronunció entonces un vibrante discurso. «Dejadle descansar en su gloriosa morada ?dijo?; no lo aflijáis en su triste retiro y, sobre todo, no lancéis el ridículo sobre frente tan inmaculada». Referencias bibliográficas: • • • • Anónimo. Casto Méndez Núñez, Héroe del Callao, 1824-1924. Libro Homenaje al glorioso marino vigués editado por “La Mundial”. Vigo 1924. (El producto de venta del presente libro se destinará íntegramente a engrosar la suscripción para la bandera de combate, que el pueblo de Vigo regalara al crucero <<Méndez Núñez>>). Anónimo. Glorias de España. Combate de El Callao, dos de mayo de 1866. Xunta de Galicia, 2000 (Madrid. Mayo de 1898). Cervera y Jácome, Juan. El Panteón de Marinos Ilustres. Ministerio de Marina. Madrid. 1926. Concas y Palau, Víctor Mª. El Combate naval del Papudo. Ministerio de Marina. Madrid. 1896. Historia Digital, VIII, 13, (2008). 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