1 Stuart Hall Revista no indexada Red de Postgrados en Estudios y Políticas Culturales - CLACSO Grupo de investigación en Estudios Culturales Ponti icia Universidad Javeriana Intervenciones en estudios culturales | No. 1 enero-junio de 2015 | ISSN 2422-4596 | Bogotá, Colombia Intervenciones en estudios culturales / 1 Raza: el significante flotante Intervenciones en estudios culturales Revista no indexada Red de Postgrados en Estudios y Políticas Culturales - CLACSO Grupo de investigación en Estudios Culturales Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, Colombia Editor Eduardo Restrepo (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Comité académico Juan Ricardo Aparicio (Universidad de los Andes, Colombia) Alejandro de Oto (Conicet, Argentina) Alejandro Grimson (IDAES, Argentina) Fabio López de la Roche (Universidad Nacional, Colombia) Paz Lopez (ARCIS, Chile) Eduardo Nivón (UNAM-Iztapalapa, México) Mareia Quintero (Universidad de Puerto Rico) Axel Rojas (Universidad del Cauca) Ricardo Roque (Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, El Salvador) Liv Sovik (Universidad Federal de Rio de Janeiro, Brasil). Víctor Vich (Universidad Católica del Perú) Comité editorial Julio Arias (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Monica del Valle (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Mary Luz Estupiñán (Investigadora independiente, Chile) Salvador García (Investigador asociado, Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica-Inhca) Erelis Marrero (Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de la Habana, Cuba) Rocío Martínez (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Diana Ojeda (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Raúl Rodríguez Freire (Universidad Católica de Valparaíso) Olmo Uscategui (Universidad Nacional de San Martín, Argentina) 2 / Intervenciones en estudios culturales Coordinación editorial Laura Castiblanco (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Liliana Chaparro (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Nathaly Gómez (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Juan Camilo Patiño (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Daniel Ramírez (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Eduardo Restrepo (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Felipe Rocha (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Aylin Torregroza (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Monica Valencia (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Mariana Valderrama (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Diana Varón (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia) Ruth Cuasialpud (Grupo de investigación en Estudios Culturales- Javeriana, Colombia Diseño y diagramación Jimeno Castiblanco (Dresden University of Applied Sciences, Alemania) Impresión Envión Editores ISSN 2422-4596 Impreso en Samava impresores, Popayán, Colombia. Esta publicación puede ser reproducida total o parcialmente, siempre y cuando se cite la fuente y sean utilizados con fines académicos y no lucrativos. Stuart Hall Editorial Intervenciones en estudios culturales es la expresión de un deseo de reunir y circular trabajos que se inscriben en este campo transdisciplinar y contextual desde un lugar geohistórico y político enunciado como América Latina. Soñamos con que devenga en catalizador de una específica práctica intelectual para pensar situadamente los anudamientos de la cultura y el poder caracterizados por el contextualismo, el antirreduccionismo y una vocación política que permita interrumpir nuestro presente. Adoptamos como premisa que los estudios culturales no responden a una parcela disciplinaria ni a una temática determinada, sino a cierto tipo de articulación de las herramientas teóricas y metodológicas para levantar una “cartografía” del poder-como- cultura y de la cultura-como-poder con el propósito de interrumpirlo, descentrarlo, problematizarlo, subvertirlo… ¡intervenirlo! Es a partir de estos criterios que se establece una serie de distinciones nodales de los estudios culturales respecto de los estudios sobre la cultura, y de otras modalidades de teoría crítica o de gestión cultural. Entendemos intervenciones en estudios culturales en el doble sentido de intervenciones desde estudios culturales como intervenciones al interior del campo de estudios culturales. Desde estudios culturales, la idea de intervenciones cuestiona las versiones despolitizadoras y despolitizantes asociadas a ciertas tendencias del trabajo social o de la gestión cultural que producen como “problemas sociales” asuntos que deben ser “corregidos”, “gestionados” o “normalizados”. Antes que una máquina antipolítica, entendemos a los estudios culturales como una fuerza de politización, de irrevencia, de disidencia. Al interior de los estudios culturales, la intervención se refiere a la interrupción de las narrativas y prácticas que defienden que los estudios culturales son cualquier cosa, o al menos cualquiera que haga referencia a la cultura, a ciertos autores (héroes culturales) o a lo que aparece como una actitud crítica. Contrario a esta etérea visión, asumimos el costo de ser (des) calificados como ortodoxos o radicales al plantear que existen unos criterios que establecen la especificidad del estilo intelectual y político de los estudios culturales. Intervenciones en estudios culturales / 3 Raza: el significante flotante No pensamos que Birmingham o Stuart Hall sean equivalentes a estudios culturales, pero tampoco suponemos que en Birminghan o Stuart Hall no se puedan identificar algunos de esos criterios constitutivos de cualquier articulación de los estudios culturales. No consideramos que estudios culturales es un significante imperial que engloba felizmente cualquier ejercicio intelectual crítico sobre las relaciones entre lo cultural y lo político, pero tampoco vemos que ciertas temáticas (como migración, fronteras, identidades, cultura popular o la comunicación) suponen una necesaria inscripción en el estilo de trabajo intelectual de los estudios culturales. El establecimiento académico se encuentra cada vez más marcado por una lógica de productivismo y profesionalización que no solo reproduce ciertas geopolíticas del conocimiento, sino que también hacen cada vez más aséptico y marginalizado el ejercicio de la crítica. Es precisamente este el marco en el que consideramos urgente crear espacios como esta revista que permitan repensar las relaciones que se tejen entre actividad intelectual y transformaciones políticas contribuyendo, desde prácticas situadas y contextuales, a la materialización de nuevos imaginarios teóricos y políticos. Este es el reto de una nueva generación de estudios culturales en América Latina, esta una de las motivaciones vicerales por las que nos embarcamos en la publicación de esta revista. 4 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall Contenido 9 25 35 47 61 85 105 145 169 201 Materiales Raza: el significante flotante Stuart Hall Por una nueva imaginación social y política en América Latina (Manifiesto) Apuntes sobre ‘pensamiento propio’ Centro de Pensamiento Latinoamericano Raiz-AL Artículos Estudos culturais no eixo USP-UNAL: um olhar comparativo. Bianca Sacchitelli R. Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales Karina Bidaseca As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais Luciana Lima Un campo de lo propio, el nosotros de la actividad artesanal en Colombia Daniel Ramírez Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? Sobre la construcción de una subjetividad subversiva en torno al terrorismo lirico nadaísta Catalina Zapata Facebook: do normal artístico ao exótico normal Víctor José Caglioni Reseñas/debates Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) Víctor Vich Intervenciones en estudios culturales / 5 Raza: el significante flotante 6 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall Materiales Intervenciones en estudios culturales / 7 Raza: el significante flotante 8 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall Raza: el significante flotante1 Stuart Hall* Traducción: Mary Luz Estupiñán Serrano2 ¿Qué más hay por decir acerca de la “raza”? Aunque algunos lo consideren un poco tarde, quiero volver al tema de lo que significa afirmar que la raza es una construcción discursiva; esto es, un significante escurridizo –me refiero a cuáles son las implicaciones que esto conlleva, tal como lo he insinuado con el título bastante provocador de esta conferencia–. Afirmaciones de este tipo ya cuentan con cierto prestigio en los actuales círculos de la crítica avanzada, pero queda muy claro que la crítica y los teóricos no siempre refieren lo mismo ni sacan las mismas conclusiones de esta afirmación. Más allá de esto, la idea de que la raza pueda ser entendida como un significante no es, en mi experiencia, algo que haya sido comprendido en profundidad, ni que haya sido eficaz en desarticular o desalojar, lo que yo llamaría, los presupuestos del sentido común y de las formas cotidianas de hablar acerca de la raza y de producir sentido sobre la “raza” en nuestra sociedad actual. Y estoy hablando, en parte, de ese gran mundo común y corriente [untidy and dirty] en el cual la raza importa, fuera de la Academia, así como de la luz que podamos, desde la Academia, lanzar sobre ella. Intervenciones en estudios Intervenciones en estudios culturales, 2015,culturales (1): 9-23 / 9 Raza: el significante flotante 1. Texto basado en una conferencia realizada por Stuart Hall en 1995, en Goldsmiths College, Universidad de Londres. Ésta fue convertida en video en 1996 por la Media Education Foundation bajo la coordinación de Sut Jhally; video que está íntegramente disponible en YouTube y responde al título: Race, the Floating Signifier. La versión que aquí presentamos comienza en el minuto 6’40’’ de la parte 2 de un total de 7. Ir a: http://www. youtube.com/watch?v=SIC8RrSLzOs&list=PL9DB8464 B43CFAC14 * . Stuart Hall nació en 1932 en Kingston, Jamaica, entonces colonia inglesa. En 1951 se radicó en Inglaterra y desde muy temprano se interesó por temáticas poscoloniales y problemáticas relacionadas con el racismo. Entre 1968 y 1979 dirigió el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de la Universidad de Birmingham, de ahí pasó al Departamento de Sociología de la Open University hasta su retiro en 1997. Presidió por muchos años el consejo del Instituto Internacional de Artes Visuales http://www.iniva.org y el AutographABP (anteriormente la Asociación de Fotógrafos Negros) http://www.autograph-abp.co.uk 2. Esta traducción está basada en la versión portuguesa a cargo de Liv Sovik y Kátia Costa Santos, publicada en la revista virtual Z Cultural, año VIII, n° 2. Disponible en http://revistazcultural.pacc.ufrj.br/ raca-o-significante-flutuante%EF%80%AA/. Así como en la transcripción inglesa de la conferencia revisada también por Liv Sovik. Agradezco a las traductoras, a Liv, en especial, por facilitarme el material y a la Media Education Foundation por autorizar esta versión en español. Hemos querido mantener, en la medida de lo posible, el formato conversacional de la conferencia, no obstante, hemos evitado algunas repeticiones de ideas y de frases cuando hemos estimado conveniente. Mary Luz Estupiñán Serrano es Doctora (c) en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Contacto: maryluzestupinan1@gmail.com 10 / Intervenciones en estudios culturales Lo problemático de pensar la raza como significante es que no han sido adecuadamente mapeados y evaluados sus efectos deslocalizadores; es decir, los efectos sobre el mundo de la movilización política en torno a los temas de la raza y el racismo, o sobre las estrategias de la política y la educación antirracistas. Pues bien, tal vez ustedes no estén lo suficientemente persuadidos aún con esta historia, pero esa es mi excusa para volver en este momento tardío a este tópico, aún cuando sé que mucha gente piensa que, al final, todo lo útil que pudiera haberse dicho sobre la raza, ya se dijo. El rechazo “formal” del racismo biológico ¿Qué quiero decir con “significante flotante”? Bien, para ponerlo en términos simples, raza es uno de los principales conceptos que organiza los grandes sistemas de clasificación de las diferencias que operan en las sociedades humanas. Y decir que raza es una categoría discursiva es reconocer que todos los intentos por fundamentar ese concepto en la ciencia, ubicando las diferencias entre las razas en el terreno de la biología o la genética, son insostenibles. Por tanto, se dice que precisamos substituir una concepción biológica de la raza por una concepción socio-histórico o cultural. Como resumió el filósofo [Kwame] Anthony Appiah en algún momento: “es hora de que el concepto biológico de la Stuart Hall raza sea hundido sin dejar rastro” (1986). W.E.B. Du Bois, un gran pensador y escritor afroamericano, no tan conocido en el Reino Unido como debiera, escribió sobre estos temas un texto maravilloso y conmovedor, titulado The Souls of Black Folk [Las almas de la gente negra]. En otro texto, un ensayo titulado “The Conservation of Races” [“La conservación de las razas”], Du Bois señala, y yo cito aquí, que “las diferencias de color, cabello y cráneo [bone3]… están claramente definidas para la mirada de historiadores y sociólogos” (p.8) –hecho bastante interesante pues existen muchas cosas que los sociólogos no ven, pero él pensaba que la diferencia racial era algo que ellos más o menos lograban distinguir–. Tales aspectos tienen en su conjunto poca correlación con las diferencias genéticas, y por otro lado, son imposibles de ser correlacionados significativamente con las características culturales, intelectuales o cognitivas de un pueblo, más allá de la extraordinaria variación al interior de una misma familia o unidad denominada “familia de razas” (Du Bois, 1897). 3. Por hueso [bone] Du Bois está refiriendo las mediciones de cráneo o cabezas [cranial measurements] así como a la anchura de la cabeza [breadth of the head] (1897, p. 7) [t.]. La sobrevivencia del pensamiento biológico Quiero anotar cuatro aspectos que se dan de manea simultánea sobre esta posición. En primer lugar, ella representa lo que ya es de sentido común entre cientistas connotados en el campo, por ejemplo, que no hay una relación entre raza e inteligencia. No obstante, y como segundo punto, este hecho nunca impidió que estudiosos –aunque fuera una minoría de académicos comprometidos–, consagrasen intensamente a probar la correlación entre características genéticas referidas a las racialidades y la actuación cultural. En otras palabras, no estamos lidiando con un campo en el cual, digamos, el hecho reconocido científica y racionalmente impida a los cientistas continuar intentando demostrar lo contrario. Tercero, observo que las implicaciones racializadas de este trabajo Intervenciones en estudios culturales / 11 Raza: el significante flotante científico sostenido sobre el tema –por ejemplo, sobre raza e inteligencia–, son clamorosamente rechazados y condenados por un gran número de personas – ciertamente por la mayoría de profesionales liberales y sobre todo por grupos negros de todos las clases; es más, gran parte de lo que es dicho por esos mismos grupos entre sí, se basa en premisas de ese mismo tipo; por ejemplo, que un fenómeno social, político o cultural (como la correlación de una línea política, o los méritos de una producción literaria o musical, o la adecuación de una actitud o creencia), pueda ser atribuido o explicado por y sobre todo fijado y garantizado en su verdad por la identidad racial de la persona involucrada–. No obstante, de esta intensa actividad de investigación, deduzco la incómoda lección de que posiciones políticas opuestas muchas veces derivan del mismo argumento filosófico. Por último, aunque la explicación genética del comportamiento social y cultural sea frecuentemente denunciada como racista, las definiciones genéticas, biológicas y fisiológicas de raza siguen vivas y gozan de buena salud en los discursos del sentido común de todos nosotros. El asunto es que dichas definiciones de raza, habiendo sido despachadas por la puerta principal, tienden a dar la vuelta y a entrar por la ventana. Esta paradoja es la que quiero explorar y discutir en lo que sigue. ¿Por qué ocurre esto? La insignia de la raza En un artículo de la revista Crisis de agosto de 1911, Du Bois cambia decididamente su discurso para escribir sobre “civilizaciones donde hoy hablamos de razas”, añadiendo que “incluso las características físicas, excluyendo el color de piel de un pueblo, son de manera considerable el resultado directo del ambiente físico y social”. Además, son “indefinidas y demasiado fugaces”, afirma él, “para servir como base de cualquier clasificación rígida o división de grupos humanos” (p.158). Basado en este reconocimiento en Dusk of Dawn (2009 [1940]), su autobiografía, él abandona la definición científica de raza gracias a que estaba escribiendo sobre africanos, puesto que africanos y afroamericanos tienen lo que él llama un ancestro racial en común, o mejor –y esto es importante notarlo–, “tienen una historia en común, sufrieron un mismo desastre, y tienen una larga memoria del desastre”. En este sentido, el color –aunque poco significativo en sí mismo–, es importante, argumenta Du Bois, “como una insignia [de la] herencia social de la esclavitud, de la discriminación y el ultraje de esa experiencia” (p.117). ¿Una insignia, una marca, un signo? Aquí está la idea –que anunciamos en el título de esta conferencia– de que raza es un significante, y que el comportamiento y 12 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall la diferencia racializadas deben ser entendidas como hechos discursivos, y no necesariamente como hechos genéticos o biológicos. La raza como un lenguaje: un “significante flotante” No quiero desviarme de mi camino y cansarlos con una larga disquisición teórica sobre los términos que estoy usando, simplemente recordarles que el modelo que está siendo propuesto aquí está más próximo al funcionamiento de un lenguaje que al funcionamiento de nuestra biología o de nuestras fisiologías. Y que raza se asemeja más a un lenguaje que a nuestra forma de constitución biológica. Tal vez piensen que es una cosa absurda y ridícula, tal vez estén mirando a su alrededor sólo para tener certeza de que sus apariencias visuales están funcionando bien. Les aseguro que lo están, la gente luce más que peculiar, algunos de ustedes son morenos, otros son bastante negros, otro tanto hasta luce repugnantemente rosa con esta luz. Pero no hay nada errado en sus apariencias. Aún así, quiero defender mi argumento de que la raza funciona como un lenguaje. Los significantes se refieren a los sistemas y conceptos de la clasificación de una cultura, a sus prácticas de producción de sentido. Y estos aspectos ganan sentido no por causa de lo que contienen en sus esencias, sino a causa de las relaciones cambiantes de diferencia que establecen con otros conceptos e ideas en un campo de significación. Este sentido, por ser relacional y no esencial, nunca puede ser fijado definitivamente, pues está sujeto a redefinición y apropiación. A un proceso de pérdida de viejos significados, a una apropiación, acumulación y contractualidad de otros nuevos. A un proceso infinito de constante resignificación, que hace significar cosas distintas en culturas, formaciones históricas y momentos diferentes. No es posible fijar el sentido de un significante para siempre o transhistóricamente. O sea, siempre hay un cierto deslizamiento del sentido; siempre hay un margen no encapsulado en el lenguaje y en el sentido; hay siempre algo relacionado con raza que permanece no dicho; alguien está siempre en un afuera constitutivo, de cuya existencia la identidad de la raza depende; está absolutamente destinado a volver de su posición de expulsión y de abyección –externo al campo de la significación–, para perturbar los sueños de aquellos que están adentro. ¿Cómo dar cuenta de la realidad de la discriminación y la violencia racial? Señalo directamente este punto porque creo que es aquí donde los más escépticos entre ustedes están comenzando a pensar, “Bueno, usted puede decir que raza no es, después de todo, un tema de factores genéticos, de biología, de características Intervenciones en estudios culturales / 13 Raza: el significante flotante fisiológicas, de morfología del cuerpo; tampoco un tema de color, de cabello, y de cráneo [bone], ese trío que Du Bois frecuentemente citaba”. Asimismo, tal vez reclamen “¿está usted afirmando que este es un simple significante, un signo vacío, que no está fijado en su naturaleza interna, que su sentido no puede ser asegurado, que flota en un mar de diferencias relacionales? ¿Es ese su argumento? Y sería no sólo errado, sino también un enfoque trivial e […] idealista sobre hechos brutales de la historia humana que al final de cuentas deformaron las vidas e incapacitaron y bloquearon el potencial, literalmente, de millones de desposeídos del mundo. Después de todo, ¿por qué no usar la evidencia delante de nuestros ojos? Si raza fuese un asunto tan complicado, ¿por qué estaría tan manifiesta, tan evidente donde quiera que miremos?” Debo decirlo nuevamente porque percibo un sentimiento de alivio; después de dar unas vueltas por estas variadas estructuras discursivas, llegamos a lo que todos nosotros sabemos sobre la raza: su realidad. Pueden ver sus efectos, pueden verla en los rostros de las personas que tienen a su alrededor, pueden ver cómo las personas se agitan cuando entran a la sala personas de otros grupos raciales. Pueden ver la discriminación racial operando en las instituciones, etcétera. “¿Para qué toda esta algarabía académica acerca de la raza cuando usted puede voltearse simplemente a ver a su realidad?” A lo largo de la historia, ¿qué senda está más marcada, literalmente, por la sangre y la violencia, por el genocidio de la trata [Middle Passage], por los horrores de la esclavitud y de los ahorcamientos? ¿Un significante, un discurso? Sí, ése es mi argumento. Dos posiciones: la realista y la textual Ya que no estamos preocupados aquí por una crítica teórica abstracta sino más bien por un intento de abrir los secretos del funcionamiento de los sistemas raciales de clasificación en la historia moderna, permítanme volver al tema de cómo observamos ese funcionamiento en torno a la problemática cuestión acerca de las burdas diferencias de color, cráneo [bone] y cabello, que constituyen el sustrato material, el común denominador último y absoluto de los sistemas raciales de clasificación. Cuando todos los otros refinamientos han sido removidos, parece haber un residuo de diferencias que son palpables entre las personas y que llamamos raza. ¿De dónde vinieron, si son simplemente –lo que estoy tratando de afirmar– discursivas? En términos generales, entiendo que hay tres opciones aquí. Primero podemos alegar que las diferencias de tipo fisiológico o de naturaleza fortalecen realmente las 14 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall bases para la clasificación de las razas humanas en familias. Cuando se comprueba que consiguen hacerlo, pueden ser representadas de forma adecuada en nuestro sistema de pensamiento y lenguaje. Esa es una posición realista: está ahí, y sólo falta reflexionar de forma adecuada, sobre lo que está allá afuera en el mundo, en los sistemas de lenguaje y conocimiento que utilizamos para conducir investigaciones sobre sus efectos. Una segunda posibilidad es la posición muchas veces llamada puramente textual o lingüística. Raza es, aquí, un sistema autónomo de referencia. Ésta no puede ser examinada contra el mundo efectivo de la diversidad humana, sino únicamente dentro del juego del texto y del juego de diferencias que construimos en nuestro propio lenguaje. Una tercera posición: lo discursivo Existe una tercera posición por la cual me inclino. La tercera posición es que hay probablemente diferencias de todo tipo en el mundo, que la diferencia es una especie de existencia irregular, una especie de serie arbitraria de todo tipo de cosas en lo que solemos llamar mundo y no hay razón alguna para negar esta realidad o esta diversidad. Pienso que es lo que Foucault algunas veces, aunque no siempre, denomina lo extra-discursivo. Es sólo cuando estas diferencias fueron organizadas dentro del lenguaje, dentro del discurso, dentro de los sistemas de significación, que adquirieron sentido y se convirtieron en factores de la cultura humana y en reguladoras de la conducta –he ahí la naturaleza de lo que estoy denominando el concepto discursivo de la raza–. No es que las diferencias no existan, sino que lo que importa son los sistemas que utilizamos para dar sentido, para hacer las sociedades humanas inteligibles. Los sistemas en los que reunimos esas diferencias, las formas en las que organizamos esas diferencias en sistemas de sentido con los cuales, de alguna manera, hacemos el mundo inteligible. Y esto no tiene nada que ver con negar que –como el público puede constatar– todos tenemos apariencias diferentes, sólo basta con mirar a nuestro alrededor para confirmarlo. Pienso que esos sistemas son discursivos porque la interacción entre la representación de la diferencia racial, la escritura del poder y la producción de conocimiento es crucial para la manera en que fueron generados y para la forma en que funcionan. Y uso la palabra “discursivo” para marcar teóricamente la transición de una comprensión más formal de la diferencia hacia una comprensión de la forma en que las ideas y conocimientos de la diferencia organizan las prácticas humanas entre los individuos. Intervenciones en estudios culturales / 15 Raza: el significante flotante La religión: un primer intento de clasificación racial Los sistemas de clasificación racial tienen una historia, y su versión moderna emerge cuando diferentes tipos de pueblos se encontraron por primera y tuvieron que darle sentido a otras culturas significativamente diferentes a las propias. Podemos fechar el momento en que este encuentro histórico ocurrió, pero no quiero hablar de ello en este momento. En el encuentro entre los dos mundos, el Viejo Mundo instaló la pregunta acerca de la “naturaleza de los pueblos del Nuevo Mundo”. Esta es la pregunta que está en el centro de la famosa discusión que [Ginés de] Sepúlveda sostuvo con el Padre Las Casas en el debate que se dio al interior de la Iglesia Católica. Ahora, ellos no dijeron lo que los más religiosos entre ustedes quisieran oir. No preguntaron, ellos “¿son, o no son, hombres como nosotros y [por tanto] nuestros hermanos? ¿No son ellas mujeres como nosotros y [por ende] nuestras hermanas?” No, para que eso ocurriera debió transcurrir mucho tiempo –dos o tres siglos, antes de que el movimiento abolicionista instalara la pregunta. Lo que dijeron fue: “¿son hombres verdaderos?”. Es decir, ¿pertenecen a nuestra misma especie o son producto de otra creación? Y durante siglos no fue la ciencia, sino la religión la que instaló el significante de conocimiento y de verdad. Ese lugar que las ciencias humanas tenían –y que después la ciencia a secas adoptaría como suyo para fundamentar la verdad de la diferencia humana y de la diversidad como un hecho controlable–, definía que el lugar de ellos era allá, y el de nosotros acá; ellos en los barcos y nosotros en la cima de la civilización que habíamos conquistado y así sucesivamente. Dormir mejor: la función cultural del conocimiento La clasificación social humana es el acto de organizar a las personas en diversos grupos sociales, de acuerdo con sus diferencias. Es esto lo que se busca, primero a través de un discurso religioso, después antropológico, y finalmente científico. Aquí, cada uno de estos conocimientos está funcionando no como suministro de verdad, sino como aquello que tranquiliza a los hombres y a las mujeres y los deja dormir mejor. Son una especie de calmantes, calmantes de conocimiento que se colocan en la boca; primero, está el calmante religioso y se espera encontrar al final de todo que Dios haya creado dos tipos de hombres; es decir, que haya hecho dos intentos –en dos fines de semana distintos –, y que ellos quedaron allá y nosotros estamos acá, y sólo mucho tiempo después terminamos encontrándonos los unos con los otros. Pero no hay idea alguna de que vinimos del mismo lugar. Y si ese calmante no funciona, usted lo tira y se provee de otro: antropológicamente, dicen, ellos son parecidos a nosotros, porque todos venimos de los monos; sin embargo, 16 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall algunos de ellos son más cercanos a los monos que a la gente, y aunque no haya una diferencia absoluta, ustedes saben que eso es suficiente para establecer diferencias en los departamentos universitarios, en la publicación de artículos, etc. Y finalmente cuando la propia antropología por fin desiste –aquí fue, como ustedes saben, James Clifford quien abandona este tipo de conocimiento con el que la antropología consigue hacer separar las ovejas de las cabras–, la ciencia viene y dice “yo lo hago, yo lo sé hacer, intentemos con la genética”. La genética es un sistema interno maravilloso; tenemos la clave con la que podemos intentar lo que sea, podemos comprobarlo en el laboratorio –pero los seres humanos no lo ven, lo que ven son los efectos del funcionamiento del código genético. Es un código secreto maravilloso que sólo un número reducido de personas tiene a su disposición y que hace lo que la religión no pudo hacer y lo que la antropología finamente no logró. La genética, en último término, puede decir por qué estas personas no pertenecen al mismo campo, por qué son diferentes unas de otras y por qué son realmente de otra especie. Y en lugar de intentar descubrir si los amigos son los que están más cerca que aquellos que no lo están, o lo que es mejor, intentar conocer todo aquel mapa complejo de alianzas que constituyen las relaciones humanas, sería mejor que pudiese decirse algo tan simple como, “voy a ver en el laboratorio y luego les diré si ellos son cercanos o no”. Es eso lo que la genética consigue hacer. Fijando la diferencia: la función cultural de la ciencia La ciencia tiene una función, una función cultural, en nuestra sociedad. Permítanme detenerme un momento antes de continuar. No estoy sugiriendo que la ciencia no tenga sustancia. Estoy hablando de la ciencia dentro de los sistemas culturales humanos. Estoy hablando de la función cultural de la ciencia y que esa función, en los lenguajes y discursos del racismo, ha sido precisamente la de dar garantía y certeza a la diferencia absoluta como ningún otro sistema de conocimiento logró proveer. Es por eso que el trazo científico permanece como un instrumento tan poderoso en el pensamiento humano, no sólo en la academia sino también en los discursos de sentido común de la gente. Durante siglos se luchó para establecer una diferencia binaria entre dos tipos de personas. Pero con la Ilustración, la cual reconoce que todos somos parte de una misma especie, se necesitó encontrar una nueva manera de establecer las diferencias dentro de esa especie; ya no entre dos, sino que ahora una parte de ella es diferente de la otra –más bárbara, más atrasada o más civilizada. Y así se establece una demarcación diferente de la diferencia, es decir, la diferencia es marcada dentro del sistema. Vean lo que Edmund Burke escribió al historiador William Robertson en 1777: “no necesitamos recurrir más a la historia”, afirmó, “para rastrear el conocimiento [de la naturaleza humana] en Intervenciones en estudios culturales / 17 Raza: el significante flotante 4. Cita levemente modificada. [t.]. todas sus etapas y períodos” ¿Por qué? Porque “ahora el Gran Mapa de la Humanidad está todo desenredado y no hay ningún estado o gradación de barbarie y ningún modo de refinamiento que no tengamos en el mismo instante bajo nuestra vista” (1984: 102). Esta es la mirada panóptica de la Ilustración –toda la creación humana está, por así decir, bajo el ojo de la ciencia–. Y bajo esta lógica es posible marcar las diferencias que realmente importan ¿pero cuáles son esas diferencias? “Las civilidades muy diferentes de Europa y de China; la barbarie del Tártaro y de Arabia; y el Estado Salvaje de Norte América y de Nueva Zelanda”4 (p. 102). Mi argumento no dice relación a la ciencia en sí, sino a lo que está en el discurso de una cultura que fundamenta una verdad sobre la diversidad humana, que abre el secreto de las relaciones entre naturaleza y cultura, que desata el nudo enigmático de las diferencias humanas que importan. Lo importante no es que contengan la verdad científica sobre la diferencia, sino que funcionen como fundamento del discurso sobre la diferencia racial. Fijan y estabilizan lo que de otra manera no podría ser fijado y estabilizado. Aseguran y garantizan la verdad de las diferencias discursivamente construidas. Naturaleza = cultura La relación, entonces, es que la cultura es presentada como el resultado de la naturaleza, ella se apoya en la naturaleza para justificarse. La cultura y la naturaleza operan como metáforas una de la otra. Operan metonímicamente. Es la función del discurso y de la raza como significante hacer que ambos sistemas – naturaleza y cultura– se correspondan uno al otro, de manera que uno pueda ser leído a través del otro. Así, una vez que se sepa dónde cabe una persona en la clasificación de las razas humanas naturalizadas, es posible inferir lo que probablemente piensan, sienten 18 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall o producen, la cualidad estética de sus producciones, y así sucesivamente. La función de la raza como significante es la de constituir un sistema de equivalencias entre naturaleza y cultura. El rasgo biológico, en mi opinión, es requerido como sistema discursivo en la medida en que los sistemas raciales tienen la función de esencializar, de naturalizar; esa manera de sacar la diferencia racial de la historia, de la cultura y de ubicarla fuera del alcance de las transformaciones. Ver es creer No obstante, ése no es, desde mi punto de vista, el único motivo por el cual el racionamiento biológico, aunque ha sido en gran parte desmentido, aún permanece en los abordajes referidos a la raza. El punto de partida de Du Bois era precisamente las diferencias físicas más burdas: color, cabello, cráneo [bone], y pese al hecho de que permanecen como anomalías en las poblaciones actuales, éstas trascienden la definición científica. Ellas son las que, finalmente, proveen el fundamento de los lenguajes que usamos cotidianamente para hablar sobre raza. Ahora bien, el tema central sobre estas diferencias físicas es que ellas no están basadas en diferenciaciones genéticas, sino que son claramente visibles al ojo desnudo. Están absoluta, evidente e indisputablemente presentes. Son una diferencia visible. Y eso es lo que hace que, para el ojo no científico, la raza sea un asunto que continuamos discutiendo. Es en el campo de la visión en el que los hechos ordinarios, físicos y biológicos aparecen, dado que ver es creer. Franz Fanon se dejó llevar por esa inscripción de la diferencia racial en la superficie del cuerpo negro; lo que él llamó la evidencia oscura e indiscutible de su negritud. En Piel negra, máscaras blancas, dice: “estoy determinado por el exterior, no soy esclavo de ‘la idea’ que otros tienen de mí, sino de mi propia apariencia” (p.106). Pues, ¿qué puede fijar más a las personas que aquello que está poderosa, evidente y concretamente presente? Una diferencia racial que se inscribe indeleblemente en el texto de un cuerpo. Aún así quiero argumentar que lo que ahí tiene lugar es un juego de significantes. Genética: produciendo sentido de la diferencia ¿De dónde surgen esos signos evidentes y visibles de diferencia racial: cabello crespo, nariz larga, labios gruesos, caderas anchas. Y también tal como lo expresó el escritor francés Michel Cournot con delicadeza: “penes tan grandes como catedrales”? (1948: 13-14). Claro, lo que da origen a todo eso es el código genético. Intervenciones en estudios culturales / 19 Raza: el significante flotante Lo que quiero decir es que esas cosas no están simplemente presentes. ¿Ya han intentado hacer una selección de un conjunto de personas que presentan algunas de esas diferencias, separándolas en dos grupos discretos y opuestos? Eso es imposible de hacerse. Hay algunas personas que quedan en un extremo y otras en el otro y hay un grupo en el medio que queda deslizándose para adentro y para afuera. No es posible fijarlas. De manera que aunque la raza sea claramente lo que vemos, lo que fija es lo que todos sabemos, nuestro folclor científico. Y lo que le da respaldo a ello es el código genético, el cual lamentablemente no se consigue percibir. Pero es posible inferir su existencia a partir del hecho de que algunas personas tienen caderas anchas, otros cabello crespo, algunos narices largas y otros tantos, como dicen, tienen el pene del tamaño de una catedral. Pero no se puede organizar la población –solo con decir: “baje sus cansoncillos” y le digo si es esto o aquello– porque el asunto es demasiado irregular. Sin embargo pueden estar seguros de que un pedazo de código genético dio origen a esas diferencias en el nivel de las apariencias y nosotros, pobres mortales, tenemos que trabajar con esa superficie porque no tenemos acceso a dicho código. Leer el cuerpo Pues bien, ustedes deben estar pensando: “eso puede ser verdad, pero lo que usted está diciendo, de hecho, es que esos aspectos que son visibles también son significantes. Usted los está leyendo como signos de un código que no vemos, presumiendo que es el código genético el que produce esas diferencias burdas de color, cabello y cráneo [bone] y que sólo por causa de eso es que podemos usarlas como formas de establecer diferencias entre uno y otro grupo de personas”. Si yo dijera que “sucede por azar”, no es este tipo de respuesta la que buscamos. Buscamos comprender el hecho de que podemos leer el cuerpo como si fuese un texto. El cuerpo es un texto. Ahora, amigos míos, sé que van a decir, “si me golpean, me cortan, sangro; si me arrollan en la calle, me hieren. Entonces, no me digan que soy un texto”. Tal vez sea verdad, pero en la medida en que estamos hablando del sistema de clasificación de las diferencias, el cuerpo es un texto y todos lo leemos. Circulamos mirando este texto, inspeccionándolo como críticos literarios cada vez más de cerca para ver las diferencias más refinadas, las tan sutiles diferencias de la metáfora. Y cundo eso no funciona comenzamos, como verdaderos estructuralistas, a hacer uso de las combinaciones. Pero lo que usted puede inferir de las diferencias físicas mencionadas, puede que sólo sirva para realizar una aproximación acerca de la organización de la población. Somos lectores de la raza, eso es lo que está sucediendo. Somos lectores de la diferencia social. Y el cabello es tomado como si fuese definitivo, como si pusiese fin a la 20 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall discusión. “Usted dice que la raza es un significante, pero no lo es de ninguna manera. Aquella gente es diferente, podemos percibir que son diferentes”. Bien, esa obviedad, la propia obviedad de la visibilidad de la raza, es lo que me convence de que esto funciona, porque está significando algo: es un texto que conseguimos leer. ¿Por qué es necesario ir más allá de la realidad? Ahora, la idea que el código genético permite establecer es que éste está impreso en nosotros a través del cuerpo y no sobre el cuerpo, y que no se puede limitar la discusión a la superficie del cuerpo negro en sí, como si eso fuera un argumento suficiente para concluir. Este es precisamente el motivo por el cual el cuerpo es invocado en el discurso de esa manera: la realidad misma es invocada con la esperanza de que entregue el argumento clave para concluir. Si usted dijera: “la persona más negra en esta sala venga conmigo –como si el hecho de señalar a esa persona destruyera mi argumento–. Es sólo mirar. Mire ahí”. Cerrar la discusión, es precisamente lo que se busca al invocar el cuerpo como el significante trascendental último, como si él fuese el marcador más allá del cual todos los argumentos son suspendidos, todo lenguaje depuesto; todo discurso derrumbado delante de esa realidad. Pienso que no podemos desviarnos de la realidad de la raza porque su propia realidad es el obstáculo que nos separa de una reflexión más profunda del sentido de decir que la raza es un sistema cultural. Analizar los relatos del cuerpo En el libro de Fanon, Piel negra, máscaras blancas, él dice que es arrebatado y obcecado por el trauma de su propia apariencia y de lo que ello significa. Queda enardecido por estar preso y trancado en un cuerpo que el otro –el otro blanco– conoce solo con mirarlo, que ese otro ve a través de la lectura del texto del cuerpo negro. Está obsesionado con ese hecho. Y, sin embargo, como sabemos, la importancia y la potencia de Piel negra, máscaras blancas es que Fanon entendió que por debajo de lo que él llamó esquemas corpóreos está otro esquema. Un esquema compuesto por historias y anécdotas, metáforas e imágenes que es lo que en realidad construye la relación entre cuerpo y su espacio social y cultural. Son esas historias y no el hecho en sí. El hecho en sí mismo es precisamente la trampa de la superficie que nos permite descansar en lo que es obvio, en lo que está manifiestamente presente, lo que se nos ofrece como síntoma de la apariencia. Aquello que asume el lugar de lo que de hecho es uno de los sistemas culturales más profundos y complejos que nos permiten distinguir entre adentro y afuera, entre ellos y nosotros, entre quien pertenece y quién no. Intervenciones en estudios culturales / 21 Raza: el significante flotante Ese hecho aparentemente simple, obvio y banal requiere la invocación de territorios de saber para que sea producido de esa manera. En ese sentido, la diferencia racial es producida de forma similar a la diferencia sexual más que a cualquier otro sistema de diferencia, precisamente porque la anatomía, la fisiología parecen resolver el tema. Lo que sabemos y aprehendemos sobre la diferencia sexual, esto es, la profundidad de los asuntos detrás de la producción de esa distinción, es lo que necesitamos comenzar a aprender sobre los lenguajes que usamos para hablar de la raza. ¿Por qué importa? Combatiendo el racismo Ahora, raza no puede desempeñar la función que le es solicitada –proveer la verdad fijándola a través de la sombra de la duda–; pero es complejo librarse de ella porque es muy difícil que los lenguajes de la raza funcionen sin algún tipo de garantía fundacional. A lo que me refiero con ello no es que recurra simplemente a un argumento teórico sino también a un argumento político. Ello porque tanto la política de la raza como la de la anti-raza están fundadas en la noción de que de alguna manera, en algún lugar, sea a través de la biología, o de la genética, o de la fisiología, del color o de algo que no sea la historia y culturas humanas, hay una garantía de la verdad y autenticidad de las cosas en las que creemos y queremos hacer. Es la búsqueda de garantía, tanto en la política antirracista como en la política racista, lo que nos vicia en la preservación del trazo biológico. Es difícil abandonarlo porque, al final de cuentas, no sabemos cómo sería intentar conducir una política sin garantías. Queremos de alguna manera que algo nos diga que las opciones políticas contingentes, abiertas y usualmente equivocadas que hacemos puedan, finalmente, ser leídas a partir de un patrón más teórico-científico que, si la hubiésemos conocido de antemano, nos habría dicho lo que estaba bien y lo que no. Necesitamos garantías, necesitamos, en el sueño de la razón, de algo que nos diga: “Sí, hazlo”. No sólo porque nos da la sensación de ser, y de parecer ser, la cosa segura, hasta donde nuestros cálculos alcanzan; sino porque al final será la cosa segura, existirá algo que devendrá seguro. Eso porque las personas que defienden las mismas cosas, en última instancia, son las personas que usted conoce, son buenas personas. ¿Cómo es que personas que se reúnen en torno de esa forma común de identificación pueden estar equivocadas? Pero la verdad es que pueden estarlo, como todos los seres humanos de carne y hueso. Todos podemos estar equivocados, y muchas veces lo estamos. De hecho, normalmente lo estamos, y podemos afirmar que nuestra política casi siempre lo está. La única cosa que no somos es detentores de garantías de verdad de lo que hacemos. De hecho, creo que sin ese tipo de garantía tendríamos que recomenzar. Recomenzar en otro espacio, con un conjunto diferente de presupuestos para intentar preguntarnos 22 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall qué es –en la identificación humana, en la práctica humana, en la construcción de alianzas humanas– lo que podría posibilitarnos la conducción de un discurso y una práctica humana sobre la raza que sea éticamente responsable en nuestra sociedad –sin las garantías y certezas de la religión, la ciencia, la antropología, la genética, la biología, o de la apariencia visual–. ¿Cómo sería conducirla sin tener sobre nuestras espaldas un toque de certeza que nos hubiese dicho qué hacer desde el inicio? Y esta es una verdad incómoda. Es incómoda, claro, para aquellos que gustan de poder invocar los trazos biológicos o genéticos como forma de suspender el debate. Pero también es una verdad muy difícil de ser enfrentada por las personas que sienten que “la realidad de la raza” entrega una especie de garantía o sustento de sus argumentos políticos, juicios estéticos y creencias sociales y culturales. Cuando nos adentramos en la política del fin de la definición biológica de raza, nos sumergimos de cabeza en el único mundo que tenemos: el abismo del debate y de la práctica política permanentemente contingente y sin garantías. Una política crítica contra el racismo que es siempre una política de la crítica. Referencias citadas Appiah, Kwame Anthony. 1986. “The Uncomplicated Argument: Du Bois and the Illusion of Race”. En: Henry Louis Gates (Ed.), Race,Writing and Difference. Chicago: University of Chicago Press. Pp. 21-37. Cournot, Michel. 1948. Martinique. Gallimard: Paris. Du Bois, W.E.B. 1903. The Souls of Black Folk. New York: Bantam Classic. Du Bois, W.E.B. 1897. The Conservation of Races. The American Negro Academy Occasional Papers (2). Podemos acceder a una versión electrónica en The Conservation of Races and the Negro. Pennsylvania State University. Pp. 5-17. Disponible en: http://www2.hn.psu.edu/faculty/jmanis/webdubois/ duboisnegro-conservationraces6x9.pdf Du Bois, W.E.B. 1911. Editorial: Races. The Crisis. Vol. 2 (4): 157-159. Disponible en http://dl.lib.brown.edu/pdfs/1308148197562378.pdf Du Bois, W.E.B. 2009. Dusk of Dawn: An Essay Toward an Autobiography of a Race Concept. (14a ed.). New Jersey: Transaction Publishers. [1940]. Fanon, Frantz. 1974. Piel negra, máscaras blancas. Buenos Aires: Schapire Editor. [1952]. Mansfield, Harvey. 1984. (Ed.) Selected letters of Edmund Burke. Chicago: University of Chicago Press. Intervenciones en estudios culturales / 23 Por una Raza: el significante nueva imaginación flotantesocial y política en América Latina 24 / Intervenciones en estudios culturales (Manifiesto) Por una nueva imaginación social y política en América Latina (Manifiesto) Reconocer que los seres humanos hacemos nuestra propia historia en circunstancias que no hemos escogido implica asumir el desafío de construir y darle potencia a voces que procuren intervenir en lo que será nuestro futuro. Urge contribuir a edificar nuevas formas de la imaginación porque nuestras economías y nuestras políticas son una encarnación de las coacciones que aceptamos como límites de nuestros pensamientos y aspiraciones. Traspasar las fronteras instituidas, socavar los cimientos sobre los que se erigen las desigualdades contemporáneas, es un desafío colectivo al que deseamos contribuir. Reconocer que una gran parte de nuestros linajes teóricos, con epicentro en el viejo mundo, son a la vez indispensables e inadecuados para los mundos que vivimos, nos impulsa a multiplicar las redes latinoamericanas y a intensificar los esfuerzos para consolidar una geopolítica del conocimiento sur-sur. Conocimientos que no reniegan de muchos de los aportes decisivos de Occidente pero, al buscar un descentramiento, rechazan toda pretensión de jerarquía y preeminencia. El conocimiento no sólo es situado sino que es terreno de innumerables disputas y tiene efectos constitutivos en el mundo. Intervenciones enIntervenciones estudios culturales, 2015, (1): 25-33 / 25 en estudios culturales Por una nueva imaginación social y política en América Latina Somos plenamente conscientes de las actuales tensiones económicas, sociales y políticas que atraviesan América Latina y nos encontramos heterogéneamente enredadas en ellas. No podría ser de otro modo, ya que renunciamos a forzar una idea uniforme de nuestra región. La potencia política de América Latina no emanará de limitar la conceptualización de nuestra heterogeneidad. Necesitamos multiplicar las articulaciones sin ninguna fantasmagoría unificante. Nuestra apuesta, por tanto, es por un pluralismo contextual situado como una alternativa a los relativismos absolutistas y los totalitarismos hegemónicos. Aunque las definiciones dominantes tienden a sedimentarse y a menudo escapan del orden de lo discutible, los incesantes cambios acicatean los trabajos de la imaginación social. De hecho, el siglo pasado se cerró en un momento especialmente calamitoso para nuestra región, dominada por el neoliberalismo que vino a desarmar algunos de los logros de nuestras sociedades. Con diferencias entre uno y otro contexto, puede afirmarse que el post-neoliberalismo ha sido una nueva tendencia en varios países de la región. Si bien en ciertos países el neoliberalismo mantiene intacta su hegemonía cultural, también es cierto que en otros países ha entrado en crisis. No usamos ese término porque se hubieran revertido las políticas neoliberales en el continente, sino porque su coacción imaginaria -que contraindicaba reclamos de clases, políticas sociales universales, nacionalizaciones y estatizaciones, regulaciones públicas- entró en crisis como única referencia a partir de la cual un discurso público podía pretender audibilidad. Sin embargo, no compartimos tampoco una misma mirada acerca de los “nuevos gobiernos” o el llamado “giro a la izquierda” sudamericano, ni creemos importante esforzarnos por hallar esa mirada compartida. Cualquier logro en mayor democracia efectiva, mayor soberanía, mayor igualdad, mayor justicia nos resulta relevante, porque nos preocupa la vida real de las personas concretas. Por ello, valoramos y defendemos los complejos procesos históricos que sacuden sentidos comunes, hegemonías culturales, y han hecho posible que un indio, una mujer o un obrero hoy sean presidentes. No porque ellos no puedan equivocarse, sino porque tienen el mismo derecho a acertar y a equivocarse que los varones blancos. Quienes escribimos este manifiesto hemos percibido de maneras disímiles estos procesos. Nos unen, sin embargo, utopías de una igualdad heterogénea, de una libertad no sólo individual sino de colectividades, de una justicia no sólo como institución, sino como una práctica permanente en la vida cotidiana. Y nos une la convicción de que, para alcanzar igualdades, libertades y justicias, necesitamos 26 / Intervenciones en estudios culturales (Manifiesto) mirar, simultáneamente, los imbricados planos de marcaciones de clase, de raza, de etnicidad, de género, de sexualidad, de generación y de lugares. Los modos específicos en que se entrecruzan en cada contexto local, regional o nacional y sus espectros también presentes en nuestras universidades. La clase, convertida en un fetiche, secuestró los debates intelectuales en América Latina durante varias décadas, pero hoy observamos con preocupación que el descentramiento y su desestabilización como agente prioritario ha conducido a una amnesia de la misma y a minimizar su potencia teórica. En un contexto de hegemonía capitalista a lo largo de todo el planeta, la reflexión sobre las clases sociales sigue siendo urgente bajo la premisa de su involucramiento con otros factores sociales y su inevitable contextualización. No ser deterministas no implica evadir de modo persistente las tendencias y articulaciones históricas concretas, ni desconocer la existencia de confrontaciones que aluden a lenguajes sociales, que corren el riesgo de ser actualmente los clivages negados. El capitalismo sigue siendo un sistema que genera desigualdad y explotación social, que no respeta nada ni a nadie en su voluntad de expandirse, se alimenta de la violencia y el exterminio de gentes y entornos naturales, instalando subjetividades frívolas basadas en el consumo y en simulacros de todo tipo. Sin embargo, hoy el capitalismo se legitima con la máxima de que la producción y el extractivismo a gran escala son los únicos medios para mejorar la distribución. Es peligroso observar cómo dicho precepto está llegando a naturalizarse. Las miserias cotidianas en América Latina contribuyen paradójicamente a hacer permeable toda épica productivista y extractivista. Es evidente que dicha narrativa es de un cortoplacismo pasmoso. Es cierto que el aumento de los productos exportables puede arrojar algunos beneficios desiguales en las sociedades. Incluso es cierto que si perspectivas neodesarrollistas acentúan políticas redistributivas efectivas los beneficios inmediatos para muchas familias pueden ser significativos. Sin embargo, negar que el productivismo y el extractivismo, con su invisibilización de los efectos ambientales, sociales y culturales, constituyen una nefasta ideología implica resignarse o celebrar los límites de la imaginación política contemporánea. Esos límites implican creer que la justicia y la igualdad son exclusivamente un problema económico, cuando no puede haber mayor igualdad sin una revolución en las relaciones de clases, en los modos de clasificar a los miembros de nuestras sociedades en términos de sexo y género, en términos de raza y etnicidad, en términos de territorios y tradiciones. Hasta tanto no haya una redistribución del Intervenciones en estudios culturales / 27 Por una nueva imaginación social y política en América Latina poder y de la imaginación social acerca de las posibilidades de acceso al poder, los enormes y sacrificados logros que nuestras sociedades puedan obtener estarán acotados y serán más vulnerables. Así, los procesos de exclusión no podemos limitarlos a dimensiones estrictamente económicas o de derechos políticos, dado que comprendemos la sociedad a través de los anudamientos de los significados de las materialidades, las economías de los deseos, las frustraciones y las humillaciones. A nuestro juicio, las distinciones tan habituales entre las dimensiones o esferas –económica, política, social, sexual, cultural- pueden ser consideradas más o menos útiles a la hora de los análisis. Pero es muy evidente que en la vida social estas dimensiones se encuentran imbricadas. El género es también economía; el nivel de ingresos está racializado en nuestros países; la clase es una forma de vida. Por tanto, para abordar estos procesos de exclusión no son suficientes discursos de la “inclusión” que parcelan el mundo en particularismos y políticas de la identidad fragmentadas que no toman distancia crítica del socavamiento de la potencialidad de las movilizaciones políticas conjuntas debido a las prácticas desarticuladoras que se han objetivado en marcos institucionales y de reconocimiento de derechos. Las frustraciones de la modernidad eurocentrada que han sido evidenciadas en las últimas décadas han derivado en una serie de apologías a opciones anti-modernas donde indianidades orientalizadas aparecen como salvadores nativos ecológicos y transparentes garantes de privilegios epistémicos y políticos. No puede imaginarse un proyecto democrático que no sea constituido por las perspectivas que han sido subalternizadas por los modelos autoritarios de modernidad, pero las modernidades son mucho más densas y heterogéneas de lo que aparece en las narrativas anti modernas que hoy circulan. Estas desconocen no solo cómo las modernidades son sus condiciones de posibilidad, sino también el horizonte mismo de la ‘política’ y de la ‘utopía’. Más que narrativas que desechan ilusoriamente y de tajo una supuesta modernidad monolítica, necesitamos que las atrocidades civilizadoras que se han impuesto en nombre de la modernidad, no nos lleven a la simplificación de invisibilizar sus contradicciones y potencialidades. En nuestros mundos académicos se percibe la reemergencia de una asepsia cientificista, que pone el énfasis en la productividad, los índices y otras formas de cuantificación como si tales mecanismos validaran las sospechas de una abstención respecto de las políticas de la teoría y los procesos de transformación 28 / Intervenciones en estudios culturales (Manifiesto) social. En sus antípodas se erige una epistemología populista que idealiza los sujetos sociales, abdicando el análisis situado de sus contradicciones y legitimando descontextualizadamente el habla de los subalternos. Una política de la teoría construida desde la periferia requiere de un contextualismo radical que no rinda homenaje ni a la despolitización ni al amor acrítico. Un contextualismo radical que no acate ni desoiga a priori lo que distintos movimientos sociales proponen, sino que se tome tiempo para tomar en serio sus reclamos, para entender qué demandan, por qué y con qué efectos. Frente a las asfixias de las narrativas teleológicas del pasado que juran certeza de sus propios pronósticos, se ha instalado la moda que coloca en el trono a la incertidumbre y a una concepción de la contingencia que se confunde con el puro azar. Resulta crucial asumir que los derroteros sociales y políticos no son naturales ni necesarios, pero tampoco descarnadamente arbitrarios. Allí la noción de “contingencia” realiza una contribución decisiva que no se confunde con el indeterminismo. El entierro de las nociones de causalidad mecánicas no puede trasladar al basurero de la historia la noción de que los contextos establecen un límite de lo posible, así como instituyen modalidades hegemónicas de confrontación. El entusiasmo que desató el llamado “giro cultural” de fines del siglo XX, habilitó el pasaje del viejo reduccionismo economicista a un festín de símbolos desustancializados de un nuevo culturalismo. Este reduccionismo a lo cultural dejó de lado la estrecha relación de la significación con la organización de la vida económica y las prácticas políticas. La esterilidad de esta desvinculación confunde una distinción analítica con una distinción ontológica. La clave del estudio de lo cultural está en la búsqueda de las conexiones e influencias de todos los factores de la vida social. El problema es que muchas veces las políticas culturales quedan atrapadas entre una visión sustancialista del arte que lo propone como salvación incuestionable a los vacíos espirituales de la contemporaneidad y una visión instrumentalista que solo intenta medir su impacto económico y sus efectos sociales. El arte y las prácticas simbólicas tienen la valiosa potencialidad de poner en cuestión imaginarios socialmente asentados, aunque no debe olvidarse que también pueden ser vehículos de reificaciones y cerramientos estetizantes. Los lenguajes del poder son múltiples e intervienen diferencialmente. Pero lo cierto es que las lógicas del sentido común son abordadas, socavadas, enfrentadas no sólo por grandes discursos y grandes obras, sino por el arte, la música, las historias locales, por silencios, por la quietud, por miradas desviadas. Si bien las Intervenciones en estudios culturales / 29 Por una nueva imaginación social y política en América Latina metáforas teleológicas son muy antiguas, invitan a pensar hacia adelante. Tornan inaudibles las voces de los nostálgicos, de aquellos que sienten en sus cuerpos que todo tiempo pasado fue mejor. Nosotros escogemos mirar hacia atrás pero no con el deseo de regresar. No porque creamos en alguna dura linealidad de la historia. No porque pensemos que exista algún tipo de evolución necesaria. No porque, en sus contextos, no podamos valorar los logros que muchas de nuestras sociedades han obtenido. Sino simplemente porque sabemos que la historia es cambio y que la nostalgia es sólo un modo de intervención para configurar futuros inexorablemente específicos. La hendidura que erosione esta dicotomía pretende comprender las diferencias contextuales. Necesitamos transformar los horizontes del debate, los límites sedimentados de los modos convencionales de conceptualizar y articular lo social a una nueva imaginación política y social radicalmente contextual de América Latina. Necesitamos confluir y enredarnos con todos aquellos que desde las movilizaciones sociales y las organizaciones políticas, las instituciones universitarias y las diversas formas de producción de conocimiento, trabajan cotidianamente para desestabilizar las certezas de lo inevitable, del cinismo paralizante, en aras de ampliar las fronteras de lo pensable, de lo decible, de lo que es dado hacer y transformar. Multiplicar y potenciar esas capacidades y esas vinculaciones para la construcción de un poder que despliegue una imaginación instituyente, que potencie nuestro sur con otros sures apuntalando las construcciones cotidianas e institucionales de mayor igualdad, democracia sustantiva y justicia social. 19 de marzo de 2014 Karina Bidaseca (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina) Alejandro Grimson (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina) Eduardo Nivón Bolán (Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México) Mareia Quintero (Universidad de Puerto Rico) Eduardo Restrepo (Universidad Javeriana, Colombia) Víctor Vich (Pontificia Universidad Católica- IEP, Perú) *** Juan Carlos Acebedo (Universidad Surcolombiana Neiva, Colombia) Miguel Almirón (Universidad Nacional de Misiones, Argentina) 30 / Intervenciones en estudios culturales (Manifiesto) Silvia Álvarez Curbelo (Universidad de Puerto Rico) Juan Ricardo Aparicio (Universidad de los Andes, Colombia) Víctor Arancibia (Universidad Nacional de Salta, Argentina) Jaime Arocha (Universidad Nacional, Colombia) Alba Elena Ávila González (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México) Angélica Bautista López (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México) Mónica Bernabé (Universidad Nacional de Rosario, Argentina) Federico Besserer (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México) Diana Bocarejo (Universidad del Rosario, Colombia) María Victoria Bourdieu (Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina) Claudia Briones (Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio-UNRN/CONICET, Argentina) Alhena Caicedo (Universidad de los Andes, Colombia) Jean Casimir (Univertité dÉtat d’Haiti, UEH) Carolina Castañeda (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina) Andrea Castro (Universidad de Gotemburgo, Suecia) Santiago Castro (Universidad Javeriana, Colombia) Reynaldo Castro (Universidad Nacional de Jujuy, Argentina) Alejandra Cebrelli (Universidad Nacional de Salta, Argentina) Luis Fernando Coss (Comunicación, Universidad de Puerto Rico) Claudia de Lima Costa (Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil) Lilliana Cotto (Universidad de Puerto Rico) Andrea Cristancho (Universidad Centroamericana, UCA, El Salvador) Marisol de la Cadena (Universidad de Davis, EEUU) Alejandro de Oto (INCIHUSA- CCT MENDOZA- CONICET, Argentina) Mayra Chávez Courtoise (Instituto de Perinatología, México) Francesca Denegri (Pontificia Univeridad Católica del Perú) María Diloretto (CETSyS, Universidad Nacional de La Plata, Argentina) André Dorcé Ramos (Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa, México) David Durand Ato (Escuela Nacional Superior de Bellas Artes del Perú) Tomás Ejea Mendoza (UAM, México) Arturo Escobar (Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill, EEUU) Lowell Fiet (Universidad de Puerto Rico) Carla Franquelli (Universidad Nacional del Comahue) Carlos Fregoso (Universidad Veracruzana, Veracruz. México) Mario S. Gerlero (UBA-UNLP) Intervenciones en estudios culturales / 31 Por una nueva imaginación social y política en América Latina Marcial Godoy-Anativia (Universidad de Nueva York, EEUU) Luis H. Gómez Ordóñez (Universidad Nacional, Costa Rica) Geny Gonzales Castaño (Université Lumière Lyon 2) Alexandra Hibbett (Pontificia Univeridad Católica del Perú) Cristina Iglesia (Facultad de Filosofía y Letras UBA, Argentina) Franco Ingrassia (Universidad Autónoma de Entre Ríos, Argentina) Yolanda Izquierdo (Universidad de Puerto Rico) Gabriel Ernesto Katz (FADU, UBA, Argentina) Esteban Krotz (Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida, México) Antonio Juan Lamborizio (Trabajo Social, UBA, Argentina) Rosario León (CERES, Bolivia) Patricio Lepe-Carrión (Universidad Católica de Temuco, Chile) Ianina Lois (FSOC-UBA, Argentina) Liliana López Borbón (Universidad de la Comunicación, México) Felix Lossio Chavez (Universidad de Newcastle, Reino Unido) Dorian Lugo (Universidad de Puerto Rico) Luis Vicente Manrique Álvarez (Universidad Nacional del Centro, Perú) Amparo Marroquín Parducci (Universidad Centroamericana, UCA, El Salvador) María Clara Medina (Estudios Latinoamericanos, Universidad de Gotemburgo) Roberto A. Mendieta Vega (Universidad Autónoma de Sinaloa UAS-México) Américo Meza Salcedo (Universidad Nacional del Centro, Perú) Graciela Monteagudo (University of Massachusetts, Amherst) Fanni Muñoz (Pontificia Universidad Católica- IEP, Perú) Raúl Nieto Calleja (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México) Diana Ojeda (Universidad Javeriana, Colombia) Nicolás Panotto (FLACSO-CONICET-GEMRIP) María Inés Paulino (Ciencia Política, UBA, Argentina) Maximiliano Pedranzini (Universidad Nacional de Misiones, Argentina) Damián Pierbattisti (Universidad de Buenos Aires) Edwin Quiles (Universidad de Puerto Rico) Ángel G. Quintero (Universidad de Puerto Rico) Rossana Reguillo (México) Gustavo Lins Ribeiro (Universidade de Brasília) Guillermo Ricca (Universidad Nacional de Río Cuarto) Luis Rivera Pagán (Puerto Rico) Marcia Rivera ( ILAEDES, Puerto Rico) Fulvio Rivero Sierra (IHPA-UNT-CONICET) Marta Rizo García (Universidad Autónoma de la Ciudad de México) 32 / Intervenciones en estudios culturales (Manifiesto) Adriana Victoria Rodríguez Caguana (Universidad de Guayaquil-UNLP-UBACONICET) Malena Rodríguez Castro (Universidad de Puerto Rico) Mabel Rodríguez Centeno (Universidad de Puerto Rico) María Graciela Rodríguez (IDAES, Universidad Nacional de San Martín, Argentina) Lissette Rolón Collazo (Universidad de Puerto Rico) José Ronzón (Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México) Axel Rojas (Universidad del Cauca, Colombia) Ana Rosas Mantecón (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México) Martín Ruocco (Ciencia Política UBA, Argentina) Lorena Juárez Saavedra (Universidad Centroamericana, UCA, El Salvador) Fernanda Saforcada (CLACSO-UBA, Argentina) Pablo Sandoval (Instituto de Estudios Peruanos) Delia Sánchez Bonilla (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México) Anayra Santory (Universidad de Puerto Rico) Miguel Angel Silva (UNLP y UNLPam) Rocío Silva Santiesteban (Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, Perú) Marta Sierra (Kenyon College, US) Ricardo Soto (Universidad Nacional del Centro del Perú, Huancayo) Frances Santiago Torres (Universidad de Puerto Rico) Juan Carlos Ubillúz (Pontificia Universidad Católica del Perú) Carlos Alberto Uribe (Universidad de los Andes, Colombia) Maritza Urteaga Castro (Escuela Nacional de Antropología e Historia, México) Sandra Valdettaro (Universidad Nacional del Rosario, Argentina) Gabriela Tío Vallejo (Universidad Nacional de Tucumán) A.R. “Ralph” Vázquez-Concepción (California College of the Arts, EEUU) Rosalía Winocur Iparraguirre (Xochimilco, México) Nélida B. Zubillaga (Universidad Autónoma de Entre Ríos, UADER) Intervenciones en estudios culturales / 33 Apuntes Por una nueva sobre imaginación ‘pensamientosocial propio’ y política en América Latina 34 / Intervenciones en estudios culturales Centro de Pensamiento Latinoamericano Raiz-AL Apuntes sobre ‘pensamiento propio’ Centro de Pensamiento Latinoamericano Raíz-AL Pensamiento propio constituye una expresión crucial en la identidad y en las búsquedas del Centro de Pensamiento Latinoamericano Raíz.al. En el marco de nuestro seminario interno, desde hace aproximadamente dos años hemos adelantado una serie de conversaciones sobre lo que constituiría el pensamiento propio como eje de la imaginación teórica y política de Raíz.al. No sobra anotar que este Centro busca contribuir a la producción y posicionamiento de conocimiento propio, en entender sus características, lugares de articulación y pertinencia en los procesos de transformación social. Es claro que Raíz.al no es sólo un proyecto intelectual sino que es un proyecto político que considera que el conocimiento contextuado y pertinente es indispensable para la potenciación de una práctica emancipatoria. En este sentido, de un lado, es un cuestionamiento de gran parte de las prácticas académicas convencionales que se limitan a la generación cómoda de un conocimiento ostentoso y elitista que no se pregunta por las implicaciones de su propia práctica que, desde retóricas cientistas, se presenta como neutral y despolitizado. Del otro, se parte de considerar que un conocimiento para la práctica emancipatoria supone un descentramiento del mundo experto y de los académicos al tiempo que una conversación con los heterogéneos procesos y actores sociales que encarnan memorias, haceres y saberes emancipatorios. en estudios culturales Intervenciones enIntervenciones estudios culturales, 2015, (1): 35-44 / 35 Apuntes sobre ‘pensamiento propio’ Pensar en nuestros propios términos, pero haciéndolo para y desde un proyecto político que nos convoca, es una inicial manera de entender la noción de pensamiento propio. En este texto, sin embargo, queremos abordar las múltiples aristas que esta noción implica, partiendo de clarificaciones sobre ciertas malinterpretaciones facilistas que abortan la potencialidad del concepto y explicitando nuestros argumentos de lo que constituye el pensamiento propio. La expresión de pensamiento propio tiene su densidad histórica. No es la primera vez que emerge, aunque ha estado asociada a diferentes formas de concebir la relación entre el pensamiento y lo que es propio. No son pocos quienes de una u otra forma se han referido a asuntos relacionados con lo que aquí denominaremos pensamiento propio. En nuestro recuerdo se impone, por ejemplo, el nombre de Orlando Fals Borda cuando, desde los años setenta, hablaba de ciencia o conocimiento propio, entendiéndoles como el resultante de la crítica al colonialismo intelectual. Más recientemente, y en especial en el marco del giro al multiculturalismo, para algunas organizaciones y activistas étnicos (indígenas y afrodescendientes) pensamiento propio remite a un cuestionamiento del “conocimiento occidental” asociado con “la academia” en un acto de reivindicación del conocimiento o pensamiento ancestral. En algunas expresiones de la teoría postcolonial, la apelación a la noción de lo propio pretende indicar la geopolítica del conocimiento, su necesaria situacionalidad y la necesidad de descentrar y desnaturalizar lo que aparece como el conocimiento experto mediante el señalamiento de su carácter eurocéntrico, patriarcal y racializado. Aunque en las clarificaciones y argumentos que elaboraremos en este documento algunas ideas se remontan a algunos de estos antecedentes y pueden ser vistas como un diálogo crítico con éstos, queda para otro momento establecer una detallada cartografía de sus continuidades y diferencias. Clarificaciones Existen ciertas asociaciones comunes a la idea de pensamiento propio que, a nuestra manera de ver, son problemáticas porque lo encierran en visiones caricaturizantes y simplistas clausurando no sólo sus potencialidades analíticas, sino también las políticas. Por tanto, antes de presentar nuestros argumentos, se hace relevante empezar por establecer una serie de distinciones y clarificaciones. Aunque pudiéramos extendernos en este aparte, nos centraremos en tres de las más frecuentes y problemáticas: la equiparación del pensamiento propio con el subalterno, con lo popular y lo ancestral. 36 / Intervenciones en estudios culturales Centro de Pensamiento Latinoamericano Raiz-AL 1. Existe la tendencia a equiparar pensamiento propio con pensamiento subalterno o sometido. Aunque lo que puede considerarse el pensamiento propio hoy es un pensamiento en posición subalterna, no se puede circunscribir a lo que se concibe como propio del pensamiento de los sectores subalternizados. Esto por varias razones. En primer lugar, gústenos o no, los sectores subalternizados han incorporado pensamientos de los sectores dominantes inicialmente impuestos, reproduciendo concepciones del mundo y jerarquizaciones derivadas de distintos momentos históricos y sistemas de dominación. De ahí que los pensamientos dominantes no pertenezcan simplemente a las clases dominantes.1 La dominación no ha sido simplemente un ejercicio de coerción o de sometimiento por la fuerza. Las operaciones ideológicas con base en el consenso y las hegemónicas articuladas desde el consentimiento han sido desplegadas para garantizar la dominación y sometimiento de unas clases por otras. De esto se deriva que hay que diferenciar entre el pensamiento en posición subalterna o sometida y los sectores sociales subalternizados o sometidos. No se puede confundir la posición (subalterna o dominante) con el sujeto (los sectores subalternizados o dominantes). 1. Dado que los sectores subalternizados no están en una relación de exterioridad con respecto a una formación hegemónica, no son independientes y anteriores sino que de múltiples formas se encuentran constituidos por la misma. La relación del subalterno frente a la hegemonía no es una entendible en términos de alienación que se impone a su verdadera naturaleza, a un núcleo de puridad y autenticidad que emergería una vez se superen los “constreñimientos artificiales” de la hegemonía. Desde esta posición, no hay garantías epistémicas, éticas ni políticas de un privilegio de los pensamientos subalternos. El pensamiento subalterno o sometido no necesariamente supone un privilegio cognitivo, ético o político frente a un pensamiento hegemónico o dominante. En segundo lugar, el pensamiento subalterno se define en relación al pensamiento hegemónico antes que por la simple pertenencia a unos sectores sociales concretos. Se puede rastrear cómo lo que en un momento determinado se considera propio de los sectores subalternos es apropiado en ciertos momentos por clases dominantes reinscribiéndolo en marcadores de distinción. El movimiento inverso también puede ser rastreado, evidenciándose cómo lo que en algún momento fue considerado como propio Intervenciones en estudios culturales / 37 Apuntes sobre ‘pensamiento propio’ 2. El punto que queremos plantear es que no es posible establecer una equivalencia entre el pensamiento articulado por los sectores subalternos o sometidos y el pensamiento propio. Cuando seguimos a Gramsci, en formaciones hegemónicas el pensamiento propio de los sectores subalternizados se encuentra profundamente troquelado por el pensamiento hegemonizante, aquél no se constituye absolutamente al margen o independiente de éste. O, para pensar con Fanon y Cesaire, el colonialismo (relación de sometimiento por antonomasia) es una experiencia que produce al sujeto colonial, tanto la subjetividad y posición de sujeto del colonizador como del colonizado. No hay una anterioridad o puridad que se mantiene al margen de la experiencia colonial, ni en el colonizador ni en el colonizado. El pensamiento dominante y el sometido de ambos polos del sujeto colonial son co-constituidos. de los sectores dominantes es apropiado por las clases subalternizadas. Aunque podríamos ofrecer un listado interminable de ejemplos al respecto, lo que queremos indicar es el carácter relacional que constituye a una serie de pensamientos como subalternos en un momento dado. El pensamiento subalterno supone una tensión que expresa unas luchas por el sentido en escenarios concretos y en contextos específicos. No es esencia, no es estático ni homogéneo; es histórico, heterogéneo, contradictorio y posicional.2 Nuestro argumento es, entonces, que el pensamiento propio no se define como pensamiento subalterno o dominante en abstracto, sino que según los momentos y disputas concretas puede estar en una u otra posición (y en ocasiones incluso en las dos al tiempo). En este sentido, el pensamiento propio no solamente se constituye por conocimientos de los sectores subalternizados sino también por ciertos conocimientos elaborados desde las elites intelectuales y políticas. Para decirlo de una forma muy esquemática (que esperamos elaborar más adelante): el pensamiento propio es un cómo orientado por un para qué, antes que un contenido o sujeto definido de antemano. 2. En un sentido similar se puede afirmar que el pensamiento propio no es simplemente pensamiento popular ni pensamiento de los sectores populares. Lo popular se ha entendido de dos formas diferentes: como lo masivo o como lo del pueblo. En el primer caso, se piensa en términos de industrias culturales y de consumo masificado, en el segundo como el folclore o como lo propio de las clases subalternizadas. Dado el peso de ciertas corrientes romanticistas y folclorizantes, la noción de lo popular ha aparecido a menudo como una puridad que captura la esencia del pueblo y, en consecuencia, como epistémica y moralmente superior. 38 / Intervenciones en estudios culturales Centro de Pensamiento Latinoamericano Raiz-AL Lo popular debe ser considerado como una relación con lo no popular. No es una cosa, práctica o actitud que por su propia ‘naturaleza’ se constituye transhistóricamente como popular, sino que lo popular debe ser considerado como una posición (o, mejor, una serie de posiciones) en un campo de relaciones sociales, donde la élite o alta cultura se contrapone con lo popular o cultura popular, apareciendo como los puntos terminarles de una compleja gradiente. Incluso los ‘contenidos’ asignados en un momento determinado a uno u otro extremo se pueden mover en ambas direcciones. De ahí que no haya un conocimiento o pensamiento necesariamente derivado de posiciones populares o encarnado en los sectores populares, como tampoco se puede argumentar un pensamiento o conocimiento necesariamente articulado a la elite o a la alta cultura. No existe una necesaria pertenencia de contenido alguno a lo popular o a los sectores populares. Ahora bien, habiendo dicho lo anterior, cabe subrayar que históricamente en distintos países de América Latina una genealogía del pensamiento propio supone un examen de cómo ciertos procesos sociales y pensadores han encontrado en “lo popular” el lugar de lo propio como práctica emancipatoria. De ahí que hoy es vital retomar reflexiva y contextualmente estas exploraciones como puntos de partida para imaginar nuevas posibilidades y retos del pensamiento propio. 3. En una veta parecida a lo que hemos examinado en relación con lo subalterno y lo popular, se pueden encontrar planteamientos que tenderían a equiparar el pensamiento propio con lo ancestral. La fuente de confusión radica en identificar lo ancestral con lo verdadera y profundamente nuestro, derivándose de allí su equiparación no sólo con lo propio sino con lo auténticamente propio. Lo ancestral es un concepto que suele remitir a tradiciones con una larga historia que se remontan y perviven en lo indígena.3 No obstante, la noción de pensamiento ancestral es una expresión amonedada hace solo unas pocas décadas asociada a ciertas representaciones sociales sobre la indianidad, que ha tenido un uso político estratégico tanto para posicionar ciertos discursos reivindicativos como para desvirtuarlos. El pensamiento ancestral se concibe, entonces, como el pensamiento de los pueblos indígenas que, por definición, es distinto (cuando no antagónico) con algo denominado pensamiento occidental. Desde esta lógica, para un nosotros sujetos de clase media urbanos sin identificaciones étnicas indígenas, el pensamiento ancestral sería pensamiento propio (o cuando menos fuente para el pensamiento propio) en tanto implica una genealogía distinta al Intervenciones en estudios culturales / 39 Apuntes sobre ‘pensamiento propio’ 3. Lo ancestral a menudo supone una fantasía de lo indígena como homogeneidad, como si todos los indios fueran iguales. Bajo esta premisa se refuerzan las representaciones de lo indio como un inconmensurable otro, libre de contradicción y de historia. La emergencia de tal otrerización radical se remonta a la nostalgia imperial europea, al eurocentrismo que marca una diferencia ontológica radical entre los europeos como modernos y los no-europeos como tradicionales, de los europeos como sujetos racionales y los no-europeos como sujetos espirituales. Las imágenes del salvaje-salvaje o del buen salvaje dicen más de la imaginación y tecnologías de dominación de los europeos que de las especificidades de los no-europeos, hablan más de la máquina de binarismos propia de la modernidad eurocéntrica que de la singularidad y diferencia de los no-europeos. pensamiento occidental europeo- estadounidense. Para los pueblos indígenas, pensamiento ancestral y pensamiento propio serían idénticos. A pesar de lo seductora de esta imagen y de lo cómodo que resulta pensar el mundo en una distinción ontológica fundamental entre lo indígena-ancestralnuestro que constituiría el pensamiento propio versus lo europeo y estadounidense-occidentalajeno que establecería lo contrario al pensamiento propio, el argumento que queremos sostener es que el pensamiento propio no se superpone con el pensamiento ancestral (ni siquiera para los pueblos indígenas), ni esa idea de pensamiento occidental como exterioridad constitutiva de lo ancestral es sostenible. Incluso si pudiéramos suponer la existencia del pensamiento ancestral como una entidad autocontenida y absolutamente diferenciada de otros pensamientos como el denominado occidental, el pensamiento propio no lo concebimos circunscrito a ese pensamiento ancestral, ni siquiera cuando ese nosotros es ocupado por un sujeto indígena. El pensamiento propio no está definido por el origen del pensamiento, sino por la forma como deviene en pensamiento contextualizado y articulado políticamente, independientemente de donde haya surgido. No es suficiente con que un pensamiento haya surgido aquí o que haya sido producido por nosotros para que sea pensamiento propio, como tampoco es criterio para excluirlo como tal que haya emergido en otro lugar o haya sido gestado por otra gente (incluso si esta gente son las clases dominantes). Cualquier intento serio de producir pensamiento propio pasa por el cuestionamiento de ese lugar común de considerar hablar de un pensamiento Occidental 40 / Intervenciones en estudios culturales Centro de Pensamiento Latinoamericano Raiz-AL como si fuese una entidad claramente delimitada y circunscrita a los Occidentales que se opondría claramente a las gentes y geografías no Occidentales. No hay que olvidar que definirse como no occidental es continuar siendo definido (en negatividad) por Occidente, pero también contribuir a reforzar la idea naturalizada de la existencia de un Occidente hiperreal. Eso que se denomina pensamiento occidental es más heterogéneo, poroso, contradictorio y débil de como a menudo se lo representa. Argumentos Podemos empezar por indicar que el pensamiento propio lo entendemos como pensar en nuestros propios términos. Es un pensar, esto es, una acción: el pensamiento-como-acción (esto lo elaboraremos más adelante en la relación entre pensamiento y práctica). En nuestros propios términos significa un pensar orientado por problematizaciones, estilos y ritmos de pensamiento que responden a un lugar (aquí), tiempo (ahora) y sujeto (nosotros) a partir de un para qué (proyecto político pertinente). A menudo se confunde pensamiento con conocimiento, tomándolos como sinónimos. Nuestra propuesta es la de diferenciarlos analíticamente. Entendemos conocimientos como los resultados del pensamiento, mientras que éste último se define por su carácter de proceso y de acción. Los conocimientos se refieren a contenidos, a concepciones, a saberes que ya han sido elaborados. El pensamiento, en tanto proceso y acción, es apertura y posibilidad de imaginación de nuevos conocimientos desde lo que es pensable en un momento y situación determinada. Lo pensable es la marcación de la irreductible historicidad y situacionalidad del pensamiento, que se constituye en un permanente diálogo con el pasado, el presente y el futuro. El pensamiento propio es plural ya que reconoce diferentes modalidades de producción de conocimiento. Cuestiona la idea de que los únicos conocimientos relevantes son aquellos producidos dentro de las modalidades y etiquetas derivadas del mundo académico. No sigue el supuesto de una jerarquización que privilegia epistémicamente el conocimiento de los expertos y las disciplinas académicas sobre otras modalidades de conocimiento. No obstante, esto no significa que sea un relativismo epistémico que se limita a celebrar cualquier conocimiento en una suerte de éxtasis ante la diferencia. No todo vale, no todo tiene igual peso, no todo conocimiento es igualmente adecuado si lo que está en juego es su pertinencia para la transformación social. Intervenciones en estudios culturales / 41 Apuntes sobre ‘pensamiento propio’ Si bien no descarta en bloque el conocimiento producido por el establecimiento académico, no puede pasarse por alto que el pensamiento propio hoy no encuentra en el mundo académico las condiciones adecuadas para su consolidación. Tal como está organizado el establecimiento académico en nuestro país, es conocimiento ostentoso funcional al colonialismo intelectual y a la lógica de la sujeción lo que se apuntala. Esto no quiere decir, sin embargo, que el pensamiento propio sea elaborado desde una posición anti-académica en el sentido de desconocer la relevancia de ciertos acumulados teóricos y metodológicos que pueden ser reenmarcados en otro tipo de prácticas intelectuales. Esta apertura hacia modalidades de conocimiento distintas del derivado del mundo académico no significa, sin embargo, que el pensamiento propio los retome sin ninguna crítica como si allí se hallara necesariamente una verdad más profunda y auténtica. Esta apertura del pensamiento propio a diferentes modalidades de conocimiento no se puede concebir como romanticismo o folclorismo. Todo conocimiento y pensamiento está situado, es contextualmente producido, apropiado y confrontado. Los conocimientos y pensamientos están marcados históricamente, suponen geopolíticas y cuerpo-políticas concretas. No existe conocimiento o pensamiento sin sujeto, sin historia, al margen de la política y en anterioridad a la ética. Por tanto, el pensamiento y el conocimiento son siempre múltiples y situados, y son siempre una intervención política. No obstante, el pensamiento propio implica un proyecto de apropiación reflexiva y creación de los instrumentos e insumos de producción de conocimiento pertinente desde (aunque no limitado a) las condiciones concretas de existencia e intervención. Es un pensamiento localizado, pero no local. Es un pensamiento con una intencionalidad política de intervención y transformación, pero no una sustitución o cancelación del pensamiento por la política. Un pensamiento incorporado y situado, que visibiliza las condiciones y términos singulares de lo pensable. Un pensamiento que provincializa y descentra los pensamientos eurocéntricos y modernos, pero no un pensamiento provincial, nativista o chovinista. En este sentido, el pensamiento propio es un pensamiento enraizado, esto es, contextualizado-situado, pertinente-relevante, específico que da cuenta de la densidad de lo singular (históricamente local-izado). Pero lo enraizado no es lo mismo que lo fijo, sino que se deviene pensamiento enraizado. 42 / Intervenciones en estudios culturales Centro de Pensamiento Latinoamericano Raiz-AL De ahí que el pensamiento propio no está dado, definido de una vez y para siempre, sino que significa una lucha permanente. El pensamiento propio no es una totalidad acabada sino un proceso en constante movimiento. El pensamiento propio es un proceso de lucha política y una plataforma donde varios conocimientos convergen y comparten un objetivo de cambio. Por tanto, el pensamiento propio es un pensamiento cuya ética es la de comprender mejor, con los insumos a su disposición, las ataduras del poder sobre las que se establecen los constreñimientos de lo pensable y de lo hacible, en aras de una transformación social radical. El pensamiento propio no es algo por inventarse ni algo que aparece haciendo tabula rasa cada vez que alguien se pregunta por el pensamiento propio. Como proyecto político no puede ser pensado solamente como discontinuidad o coyuntura. Al contrario, el pensamiento propio puede construir continuidad y memoria como proyecto político, y puede defender varias tradiciones de pensamiento a condición de leer crítica y contextualmente esos legados. El pensamiento propio siempre implica una emancipación epistémica porque supone que uno devenga en sujeto activo en la elaboración del pensamiento, dejando de ser por tanto mero objeto-recipiente que se limita a la reproducción de conocimientos ajenos e irrelevantes. Se puede argumentar que, en estricto sentido, el pensamiento solo puede ser pensamiento propio. No se puede realmente pensar sin producir pensamiento propio. Ahora bien, la emancipación epistémica es necesaria pero insuficiente para la emancipación social y política. Si la emancipación epistémica no se conecta y no es el resultado de fuerzas histórico-sociales gestadas en luchas políticas concretas sus alcances se reducen significativamente diluyéndose su potencial transformador. Bajo condiciones desfavorables, incluso, la producción de un pensamiento propio puede articularse en contravía de procesos sociales emancipatorios reforzando el status quo. De la emancipación epistémica no se sigue otro tipo de emancipaciones ya que lo emancipatorio del pensamiento propio no está en el pensamiento propio como tal sino en el proyecto político. No hay una certeza política inmanente del pensamiento propio. Pero no es posible un proyecto social y político emancipatorio que no parta del pensamiento propio. Ante ciertos postulados que argumentan que la teoría es una simple derivación de la práctica, consideramos que la práctica no es posible sin ningún ejercicio de conceptualización. Más aún, la práctica en sí misma supone pensamiento aunque Intervenciones en estudios culturales / 43 Apuntes sobre ‘pensamiento propio’ no siempre sea explícito y sistemático. Y a la inversa, cualquier elaboración teórica políticamente relevante es gestada desde la práctica misma. Por eso, también nos distanciamos de quienes consideran que la práctica es una simple derivación de la teoría. La relación entre práctica y teoría no es una de anterioridades ni exterioridades sino una de co-producción dialéctica. Finalmente, no se puede aportar a un proyecto político desde el pensamiento propio sin tomar en consideración que la transformación social no es simplemente un objetivo por lograr en un futuro más o menos cercano, y que el cómo se hace lo que se hace para propiciarla es importante. Por tanto, las formas en que se construye el pensamiento propio son fundamentales. En concreto, consideramos que la apuesta por un trabajo colectivo que se ancle en las especificidades y deseos de los individuos tiene que ser parte integral del proceso mismo de construcción de pensamiento propio. 44 / Intervenciones en estudios culturales Centro de Pensamiento Latinoamericano Raiz-AL Articulos Intervenciones en estudios culturales / 45 Estudos culturais Apuntes sobre ‘pensamiento no eixo USP-UNAL: propio’ um olhar comparativo 46 / Intervenciones en estudios culturales Bianca Sacchitelli R. Estudos culturais no eixo USP-UNAL: um olhar comparativo1 Bianca Sacchitelli R.2 Universidad Nacional de Colombia Resumo: A recente entrada dos Estudos Culturais no Brasil instituiu, nas universidades do país, um debate sem data para terminar. Diferentes perspectivas e lugares de enunciação nos permitem compreender de distintas maneiras as complexas relações entre cultura e sociedade. Neste contexto, desenvolveu-se este artigo com o objetivo de refletir sobre questões que sustentam a discussão acerca do lugar ocupado pelos Estudos Culturais em duas grandes universidades: Universidad Nacional de Colombia e Universidade de São Paulo. Para tanto, recorreu-se à experiência pessoal da autora em ambos os contextos e a publicações de distintos calibres que abordam o tema em questão. As conclusões apontam para a necessidade de refletir sobre características locais, que sem dúvida incidem sobre as estratégias de produção do conhecimento. Palavras-chave: Estudos Culturais; Estudos literários; Universidade de São Paulo (USP); Universidad Nacional de Colombia (UNAL). Resumen: La reciente entrada de los Estudios Culturales en Brasil ha instituido en las universidades del país un debate aún por terminar. Diferentes perspectivas y lugares de enunciación nos permiten comprender de distintas maneras las complejas relaciones entre cultura y sociedad. En este contexto se ha desarrollado este artículo con el objetivo de reflexionar sobre cuestiones que sostienen la Intervenciones enIntervenciones estudios culturales, en estudios 2015, (1): culturales 47-60 / 47 Estudos culturais no eixo USP-UNAL: um olhar comparativo 1. A primeira versão deste artigo foi apresentada como trabalho de conclusão da matéria “Crítica da literatura, da cultura e da indústria cultural”, oferecida durante o segundo semestre de 2012, pelo programa de Estudos Culturais da Escola de Artes, Ciências e Humanidades (EACH), da Universidade de São Paulo (USP), campus Leste. 2. Graduada em Letras (português e espanhol) pela Pontifícia Universidade Católica de São Paulo (PUC-SP). Mestranda do programa de Estudos Culturais da Universidad Nacional de Colombia. Profesora de Portugués, como língua estrangeira, vinculada ao Instituto de Cultura Brasil-Colombia (IBRACO), Bogotá, desde 2009, e à Universidad de los Andes, desde janeiro do presente ano. discusión acerca del lugar ocupado por los Estudios Culturales en dos grandes universidades: Universidad Nacional de Colombia y Universidade de São Paulo. Con este fin, se ha acudido a la experiencia personal de la autora en ambos contextos y a publicaciones de distintos calibres que abordan el tema en cuestión. Las conclusiones señalan la necesidad de reflexionar sobre las características locales, que sin duda inciden sobre las estrategias de producción del conocimiento. Palabras-clave: Estudios Culturales, Estudios Literarios, Universidade de São Paulo (USP), Universidad Nacional de Colombia (UNAL). Abstract: The recently insertion of Cultural Studies in Brazil has instituted in the country’s universities an unfinished debate. Different perspectives and places of enunciation allow us to understand, in different ways, the complex relationship between culture and society. In this context, this paper has been developed in order to reflect on issues that support the discussion of the place of Cultural Studies in two great universities: Universidad Nacional de Colombia and Universidade de São Paulo. For this purpose, it was considered the author’s personal experience in both contexts and publications of different quality that address the issue in question. The conclusions point to the necessity of reflects on local features, which certainly affect the strategies of knowledge production. Keywords: Cultural Studies, Literary Studies, Universidade de São Paulo (USP), Universidad Nacional de Colombia (UNAL). 48 / Intervenciones en estudios culturales Bianca Sacchitelli R. Introdução Dada a experiência da autora deste documento como mestranda, desde 2011, no programa de pósgraduação em Estudos Culturais da Universidad Nacional de Colombia (UNAL), em Bogotá, vinculada à Universidade de São Paulo (USP) como aluna intercambista durante o primeiro e o segundo semestre de 2012,3 propõe-se como objetivo deste trabalho o levantamento e a discussão de questões que sustentam o debate acerca do lugar ocupado pelos Estudos Culturais nos respectivos campos universitários. Para tanto, nos respaldaremos em alguns dos artigos publicados em 1998 pela Revista ABRALIC,4 que alimentam a discussão acerca da relação estabelecida entre os Estudos Culturais e os Estudos Literários no Brasil. Neste contexto, as contribuições de PerroneMoisés (1998) são igualmente relevantes, visto que dão o tom da discussão entre alta cultura, cultura popular e cultura de massa. O artigo “Que fim levou a crítica literária?”, publicado pela mesma autora em 25 de agosto de 1996, no Jornal Folha de São Paulo, traduz, conforme Miranda “[...] as preocupações de parte expressiva dos profissionais da área de Literatura no Brasil [...]” (1998: 12). Destacamos também o trabalho de Cevasco (2003), indicado como bibliografia básica aos alunos que pretendem ingressar ao programa de mestrado em Estudos Culturais da EACH, por ser considerado no meio acadêmico como um livro de referência sobre o tema. 3. Em seu projeto de mestrado, a autora busca refletir acerca de algumas das representações hegemônicas sobre cultura brasileira difundidas na Colômbia, a partir do reconhecimento e exploração de dois contextos distintos, porém complementares: (1) o programa de políticas culturais supostamente desenvolvido pelo Departamento Cultural do Ministério de Relações Exteriores do Brasil (MRE), e implementado na Colômbia pelo Setor Cultural da Embaixada do Brasil, com o apoio do Instituto de Cultura Brasil-Colombia (IBRACO); e (2) as aulas de língua e cultura brasileira, ministradas por professores brasileiros vinculados ao IBRACO, nas instalações do mesmo instituto. Ao colocar em diálogo os contextos macrossocial –representado por agentes do Estado brasileiro na Colômbia– e microssocial – representado por um grupo de professores de língua e cultura brasileira em Bogotá– busca-se analisar de que maneira se cruzam, em ambos os contextos, a promoção e a difusão da língua e da cultura brasileira, em meio ao processo de consolidação do Brasil como polo econômico, político e cultural da América Latina. 4. Os quais serão oportunamente citados. Posteriormente, e já em um plano comparativo, são pertinentes as análises desenvolvidas pelo professor Eduardo Restrepo -titulada “Estudios culturales latinoamericanos: cartografías y debates” –e apresentada no “Seminário de Estudos Culturais e Intervenciones en estudios culturales / 49 Estudos culturais no eixo USP-UNAL: um olhar comparativo Cultura Popular Urbana”, promovido nos dias 27 e 28 de novembro pelo Programa de Pós-graduação em Estudos Culturais, na EACH; além do artigo escrito por Fabio López de La Roche (2011), diretor do programa de mestrado da UNAL, no qual o autor reflete sobre algumas das tendências atuais dos Estudos Culturais na Colômbia e na América Latina. Finalmente, serão apresentadas as considerações finais da autora. Os Estudos Culturais no Brasil: breve análise Ao longo dos últimos anos, muito se tem dito e escrito no Brasil a respeito do processo de desenvolvimento, implementação e legitimação dos Estudos Culturais nesse país e em diversos lugares do mundo, entre os quais se destacam a Inglaterra, os Estados Unidos e a América Latina. Para se ter uma ideia desta vasta produção nacional, que inclui livros e artigos para revistas acadêmicas, vale citar: Maria Elisa Cevasco, autora de Dez lições sobre estudos culturais (2003); Tomaz Tadeu da Silva, organizador das obras O que é, afinal, Estudos Culturais? (2004); Renato Ortiz, autor do artigo Estudos Culturais (2004); Edgar Cézar Nolasco, editor de Cadernos de Estudos Culturais (2009); Ana Carolina D. Escotesguy, de Cartografias dos Estudos Culturais: uma versão latino-americana (2010); Marcos Antonio Bessa-Oliveira e Cézar Nolasco, autores de No Brasil, estudar cultura brasileira é o mesmo que estudar Estudos Culturais? (2010), além da Revista Brasileira de Literatura Comparada N˚4, (1998), totalmente dedicada à reflexão em torno à relação estabelecida entre Estudos Culturais e Estudos Literários Comparados, entre muitos outros trabalhos não menos relevantes, porém aqui não citados. Este amplo leque de produções resulta, evidentemente, da busca por contextualizar, bem como compreender as causas e os efeitos - positivos e/ou negativos - da chegada dos Estudos Culturais ao Brasil. Neste contexto, encontra-se como consenso entre os especialistas da área que essa tal “(in)disciplina”5 emerge na década de 60, na GrãBretanha, da necessidade de se combater o conceito dualista de cultura dominante até então, ao redor do qual se reconhecia como “Cultura” somente as produções artísticas eruditas, ficando, portanto, excluídas deste conceito as produções ditas populares (BESSA-OLIVEIRA e NOLASCO, 2010:306). É neste quadro que Raymond Williams e Richard Hoggart se consagram como fundadores dos Estudos Culturais, personagens que desde distintas áreas do conhecimento - entre elas a Literatura, a Educação e a História - propõem uma nova maneira de refletir e conceber as complexas relações entre cultura e sociedade. De acordo com Cevasco: “[...] os estudos de cultura teriam vindo para deselitizar a cultura e celebrar o popular, o mais das vezes apoiados em um antiintelectualismo de longa tradição na produção 50 / Intervenciones en estudios culturales Bianca Sacchitelli R. cultural da Grã-Bretanha, o lugar de origem, já vimos, dos Estudos Culturais como os conhecemos hoje [....]” (2003: 138). No Brasil, os Estudos Culturais vêm ganhando espaço nos meios acadêmicos, e entre ataques e defesas à área resistem alunos, pesquisadores e professores que discutem, e, no entanto desconhecem o futuro da disciplina no país. A multi, trans e interdisciplinaridade que lhe são tão características têm lhe custado um alto preço, sobretudo entre os que pressupõem a falta de rigor acadêmico e metodológico da área. Neste meio, não é difícil encontrar - inclusive, entre “defensores” e alguns dos próprios alunos que frequentam os cursos do programa de Estudos Culturais da EACH, na condição de aluno ouvinte ou especial6 - os que compreendam os Estudos Culturais como um grande “guarda-chuva”, sob o qual cabe qualquer objeto de pesquisa ou vertente teórica que fuja aos cânones estabelecidos pelas disciplinas mais tradicionais das Ciências Humanas7. Considerada o “carro-chefe” dos Estudos Culturais no Brasil, a literatura, como objeto de análise, oferece aos praticantes de Estudos Culturais, a possibilidade de “navegar mares nunca dantes navegados”.8 Isto não implica, obrigatoriamente, em tomar como objeto de análise obras literárias que fujam do cânone nacional ou internacional, mas sim, e sobretudo, em depositar sobre elas um novo olhar: o da contextualidade e criticidade. Neste sentido, a exploração de antigos ou novos contextos, exigem focos distintos de análise, bem como formas de articulação mais concretas entre a literatura, o contexto social e as dinâmicas de produção da cultura. 5. Termo utilizado pelo professor Eduardo Restrepo em sua apresentação na EACH (27/11/2012). 6. Com algumas diferenças, as categorias “aluno ouvinte” e “aluno especial” permitem que estudantes de outras universidades, de áreas relacionadas ou não e, inclusive, futuros candidatos ao programa de mestrado, se inscrevam e frequentem diferentes cursos das universidades públicas brasileiras. 7. Talvez seja essa uma impressão muito pessoal, mas foi o que deixou transparecer também a professora Mireia Soarez (UNILA) frente aos que assistiam à sua palestra durante a abertura do Seminário de Estudos Culturais ocorrido na EACH (27/11/2012). 8. Recordando a Luís Vaz de Camões, em Os Lusíadas. 9. Texto disponível no blog da autora: “Os Estudos Culturais, seus limites e perspectivas: o caso da América Latina”. Extraído de: http://www. heloisabuarquedehollanda.com.br/ os-estudos-culturais-seus-limitese-perspectivas-o-caso-da-americalatina/ (atualização: 18/08/?; última consulta:02/05/2013). De acordo com Buarque de Hollanda,9 é importante destacar que os Estudos Culturais constituem, neste sentido: Intervenciones en estudios culturales / 51 Estudos culturais no eixo USP-UNAL: um olhar comparativo “[...] a primeira área de conhecimento visceralmente contextualizada de que temos notícia, ou seja, que só pode ser pensada em função de um dado contexto social e/ou institucional. Ou melhor, o próprio exercício da produção de saber nessa área, dependendo do contexto em que se insere, migra de uma disciplina para outra, altera prioridades, determina discursos e práticas estruturalmente diversificadas. Podemos observar, em relação aos próprios campos disciplinares, uma clara oscilação quanto ao topos eleito para sua ‘afiliação’ e legitimação curricular” Em total discordância com os argumentos de Buarque de Hollanda, Perrone-Moisés (Folha de São Paulo, 25/08/1996) questiona o papel dos Estudos Literários frente aos Estudos Culturais, afirmando, de antemão, não pretender “negar a utilidade e a oportunidade” dessa nova área, mas sim defender um direito legítimo: o de exercer estudos simplesmente literários. De acordo com a autora de Altas literaturas (1998) – livro no qual discute quem são os grandes autores, as grandes obras e os valores supremos da alta literatura ocidental – a subordinação da literatura à cultura promete substituir disciplinas constituídas de saberes específicos da área por um “[...] ecletismo desprovido de qualquer rigor na formação do pesquisador e na formulação de conceitos e juízos”. Utilizando um discurso com as características de um manifesto, Perrone-Moisés afirma que a literatura diluída em cultura não seria mais que a “[...] expressão, reflexo, sintoma, e perde[ria] sua função de conhecimento, de crítica do real e proposta indireta (estética) de alternativas para o mesmo”. Tanto no artigo, como na obra referenciada fica bastante evidente a posição da autora que, apesar de declarar reconhecer a legitimidade dos Estudos Culturais, como campo de ensino e pesquisa, afirma também que se trata de uma questão de “oportunidade”, e como tal é compreensível - e inclusive perdoável - que professores, estudantes e pesquisadores da área lutem pelo reconhecimento de suas pesquisas e áreas de atuação. Mais adiante, não em vão, Perrone-Moisés retoma - e ataca - a questão da interdisciplinaridade, representada pelo “ecletismo”, e a suposta falta de rigor teórico-metodológico. Em um ambiente acadêmico recheado de egos feridos, os estudos literários – e não Estudos Literários – terminam reduzidos a uma disputa de áreas, e a literatura, a um objeto de desejo destinado aos Estudos Literários, no caso das altas literaturas, e aos Estudos Culturais, no caso das literaturas consideradas populares ou de 52 / Intervenciones en estudios culturales Bianca Sacchitelli R. massa. No entanto, de acordo com Antelo “A literatura situa-se [...] para além de uma simples recondução, populista e redistributiva, dos bens simbólicos” (1998:8), já a literatura comparada estaria, segundo o autor, intensamente marcada pelo desenvolvimento de lutas muito mais amplas e profundas. Ainda em meio a tantas discussões e duras críticas, é possível compreender os Estudos Culturais como um campo de pesquisa emergente no Brasil, destacando não somente o crescente número de candidatos às vagas de mestrado nos diferentes programas e linhas de pesquisas propostas pelas universidades públicas brasileiras, mas também o espaço e o reconhecimento que aos poucos vem ganhando a disciplina, mediante o debate acadêmico, a produção de literatura por pesquisadores e especialistas na área, realização de congressos e seminários com convidados internacionais, o que sem dúvida facilita a instituição de redes acadêmicas, a partir do diálogo criativo e produtivo entre profissionais que assumem distintos lugares de enunciação. Destarte, é igualmente importante recordar que em outras áreas do conhecimento, como História, Geografia e Letras não é difícil encontrar pesquisas realizadas muito antes da entrada dos Estudos Culturais ao Brasil - ou pesquisas ainda em desenvolvimento - que se respaldam em alguns dos pressupostos teóricos e/ou metodológicos que conduzem a maioria das pesquisas e pesquisadores em Estudos Culturais. É neste sentido que Miranda revela: “No caso brasileiro, desde os anos 70, embora sem o rótulo que viria identificar posteriormente tal área de atuação, alguns teóricos e críticos, provenientes de Letras ou de Antropologia, já estavam trabalhando na fronteira entre literatura e cultura [...]” (1998:15). O que em outras palavras significa dizer que, em primeiro lugar, a cultura não é o objeto de análise exclusivo dos Estudos Culturais; e em segundo lugar, que a interdisciplinaridade é imprescindível ao desenvolvimento dos Estudos Culturais, mas que, em hipótese alguma está restrita à esse campo. O sociólogo Renato Ortiz (2004) vai além ao declarar que a penetração dos Estudos Culturais no Brasil se faz pelas bordas... das disciplinas. Neste sentido, segundo o autor, pesquisas que dialogam com os Estudos Culturais foram e são desenvolvidas dentro de campos de pesquisa tradicionalmente disciplinarizados ou “...para utilizar uma expressão de Bourdieu, na periferia do campo hierarquizado das ciências sociais...” (pp.121). Da leitura de Ortiz, depreendemos, portanto, que, caso fosse possível a realização de uma mesma pesquisa em Ciências Sociais e em Estudos Culturais, esta, inicialmente, teria mais chances de ser socialmente reconhecida Intervenciones en estudios culturales / 53 Estudos culturais no eixo USP-UNAL: um olhar comparativo caso fosse desenvolvida nas Ciências Sociais, que é a mais “indisciplinada” das disciplinas, visto que os Estudos Culturais todavia carecem de prestígio. Isto nos remete uma experiência pessoal desta autora, quando durante o primeiro semestre de 2012, inscrita no curso “Estudos brasileiros: projetos e metodologias”, oferecido pelo Instituto de Estudos Brasileiros (IEB) da USP, que teve, devido à heterogeneidade do público discente e à metodologia empregada pela docente responsável, a oportunidade de conhecer diversas pesquisas que se desenvolviam em áreas tradicionais de ensino e que, sem sombra de dúvidas, poderiam desenvolver-se também em Estudos Culturais, tanto pela seleção do objeto, como pelos modelos de análise e referenciais teóricos utilizados. Para citar apenas um exemplo, recordamos um dos primeiros trabalhos que, neste aspecto, lhe chamaram muito a atenção. O resumo deste projeto de pesquisa, indica a profunda relação existente entre a “as bordas” da Geografia e os Estudos Culturais. De acordo com o autor: “Através de uma abordagem fragmentária e híbrida, reunindo a experiência em campo com o esforço intelectual teórico, - este projeto de pesquisa - prevê uma análise comparativa da obra de Walter Benjamin e Mário de Andrade, um estudo do pensamento crítico sobre arte, modernização e indústria cultural, e um registro minucioso do fandango caiçara atualmente e as formas que esta manifestação encontra para subsistir. Caminhos que se entrecruzam para revelar a simultaneidade das relações entre o universal e o particular, o espaço e o tempo, o local e o global [...]”.10 Como se vê, o desenvolvimento dos Estudos Culturais como área de ensino e pesquisa atende diretamente a uma necessidade de reavaliação e reestruturação de pressupostos teóricos tradicionais da pesquisa sobre cultura, bem como das condições sociais que permeiam a lógica das relações culturais e econômicas do mundo contemporâneo. Neste sentido, debates e disputas menores devem ser imediatamente superados em pró do desenvolvimento das Ciências Humanas e dos Estudos, sejam eles Literários e/ou Culturais. Estudos Culturais no eixo USP-UNAL: algumas considerações11 Após viver 6 anos no exterior, voltar a frequentar uma universidade brasileira pode ser uma experiência bastante interessante. Estar vinculada, inicialmente, ao programa de pós-graduação do Instituto de Estudos Brasileiros (IEB) como aluna intercambista e, posteriormente, ao programa de Estudos Culturais da EACH 54 / Intervenciones en estudios culturales Bianca Sacchitelli R. permitiu, por um lado, a problematização de alguns temas antes não elucidados, entre eles: por que fazer Estudos Culturais? Esta questão surgiu já durante as primeiras aulas na EACH quando pairava no ar – e esta sensação parece estar impregnada nas paredes do campus – uma certa sensação de discriminação: social, por estar no campus da USP leste11, localizado na periferia da cidade de São Paulo; e de discriminação acadêmica, por fazer parte dos Estudos Culturais, e não estar cursando uma disciplina tradicional da USP. Aos poucos, todas estas questões foram sendo esclarecidas mediante a relação com os demais estudantes, professores e funcionários da própria EACH. 10. Por ser um projeto de mestrado, com pesquisa ainda em andamento, preferimos não citar seu autor. 11. Durante esta etapa do trabalho será utilizada a primeira pessoa, devido a que as experiências da autora conduzem grande parte da análise que aqui se desenvolve. 12. Ou USP “lost”, como se referem os estudantes do campus Butantã e inclusive da própria EACH ao campus Leste da USP. Por outro lado, ao ingressar no programa de Estudos Culturais da UNAL, as questões tinham outro perfil. O potencial acadêmico da instituição é nacionalmente reconhecido, de modo que foram consideradas suas linhas de pesquisa, e um interesse pessoal e profissional em ampliar minha área de atuação profissional, já que como se sabe, é comum entre os graduados em Letras que suas perspectivas de trabalho se dividam – e neste sentido se reduzam – entre o ensino de línguas ou de literatura. Pois bem, ao longo do primeiro semestre na UNAL, deparei-me, junto aos demais companheiros do grupo, com a seriedade de um campo plenamente constituído por teorias e metodologias sólidas, que respondem diretamente aos desafios nos quais as relações de poder assumem um lugar central. Neste contexto, no qual a possibilidade de compreender profundamente as dinâmicas políticas, econômicas, sociais e culturais que determinam a complexidade do objeto, a interação entre disciplinas torna-se não uma opção, mas sim uma condição. Ali, nos Estudos Culturais “colombianos” – se é que se pode chamar assim – não se discute a validade de uma estratégia que representa, no limite, a própria postura pessoal e Intervenciones en estudios culturales / 55 Estudos culturais no eixo USP-UNAL: um olhar comparativo profissional dos pensadores da área. Em poucas palavras, poderíamos afirmar que este é um debate já superado. Durante a sessão de abertura do Seminário de Estudos Culturais e Cultura Popular Urbana (27/11/2012), o professor Eduardo Restrepo apresentou sua posição frente ao tema da trans e interdisciplinaridade dos Estudos Culturais, esclarecendo que isto, em hipótese alguma, significa a negação das disciplinas; e pensá-lo desta maneira reduziria, segundo Restrepo, as possibilidades de compreender profundamente o objeto, limitando o desempenho de nosso trabalho. Outro tema central sobre o qual se refere quando apresenta os Estudos Culturais realizados na Colômbia, é a dimensão política que obrigatoriamente permeia as pesquisas em Estudos Culturais. Segundo o professor, diversas disciplinas tradicionais, como a Antropologia e a Psicologia, também já se debruçaram sobre a cultura. Neste sentido, não é a seleção do objeto que define o lugar de enunciação, mas sim o olhar que se coloca sobre ele. Maria Elisa Cevasco (2003: 174), em consonância com a apresentação de Restrepo, afirma que: “[...] a linha d´água que diferencia os estudos culturais é seu projeto político, seu impulso claro de fazer ligações com a realidade social e diferença na prática cultural”. Pois bem, como salientou Restrepo, em Bogotá existem três universidades que oferecem um programa de mestrado em Estudos Culturais: uma universidade federal (Universidad Nacional de Colombia- UNAL),13 e duas particulares (Universidad de Los Andes e Pontifícia Universidad Javeriana). Na UNAL, o programa de mestrado se encontra em sua quarta edição, abrindo vagas para admissão de novos alunos a cada dois anos, quando os candidatos de cada “temporada” terminam de cumprir seus créditos e teoricamente finalizam suas pesquisas. Segundo o professor Fabio López de La Roche, diretor do programa de mestrado em Estudos Culturais da UNAL, os estudos literários constituem um dos vários subcampos dentro dos quais se desenvolvem Estudos Culturais na Colômbia e em alguns países latino-americanos. No total, o autor apresenta em seu mapeamento aproximadamente 15 entradas distintas, o que, em certa medida revela a dimensão do desenvolvimento da área no país. Com relação à riqueza do diálogo entre Estudos Culturais e Estudos Literários, o autor afirma: “Si bien el estudio de la literatura implica una necesaria vinculación al conocimiento y valoración de la cultura letrada y de la “alta cultura”, los 56 / Intervenciones en estudios culturales Bianca Sacchitelli R. estudios culturales literarios[14] como forma de pensamiento crítico y autorreflexivo, abordan simultáneamente los problemas de la “alta cultura” como ideal y como modelo de política cultural, las limitaciones de la “cultura letrada” y el papel de los medios de comunicación en la generación de otras vías no letradas de acceso a la modernidad, e incursionan también en el estudio de géneros como el testimonio y su capacidad de promover la expresión de sectores sociales y voces subalternizadas” (López de La Roche 2011). Dentro da área, faz-se necessário aludir a Jesus MartínBarbero, que a nível nacional e internacional, tem contribuído com o desenvolvimento e o reconhecimento da subárea “Estudos Culturais da Comunicação” e de outras subáreas que com ela dialogam. Sem dúvida, a presença de um pensador deste porte dentro do campo acadêmico enriquece e aprofunda o diálogo entre os distintos lugares de enunciação. Em contrapartida, no Brasil, Renato Ortiz, um dos nomes mais reconhecidos dentro da área e fora dela, tanto a nível nacional como internacional, afirma não sofrer nenhum tipo de “angústia identitária”, motivo pelo qual não se autodefine como praticante de Estudos Culturais. É como se fizesse Estudos Culturais, sem querer, ou como ele mesmo diz, “pelas bordas”. 13. É importante destacar que o ensino público na Colômbia não é gratuito, ainda que seja economicamente muito mais acessível que o ensino de pósgraduação das universidades particulares. Além disso, há pouquíssimas bolsas de incentivo à pesquisa, de modo que ainda no contexto público de educação, estamos falando de uma elite intelectual disposta a dedicar em média mais de 2 anos de sua vida à pesquisa. 14. É interessante notar como o autor se refere a este subcampo: “Estudos Culturais literários”. 15. Professor responsável pela matéria “Crítica da literatura, da cultura e da indústria cultural” e a quem se apresentou a primeira versão deste trabalho. Além disso, Mello ocupou durante alguns anos o cargo de diretor do programa de mestrado em Estudos Culturais da EACH-USP. “[...] cita[m]-me como um dos mais “sobressalientes” latino-americanistas dedicados aos Estudos Culturais, o que me dá grande satisfação. Entretanto, apesar dessa evidência, a imagem que tenho entre meus colegas brasileiros não se ajusta a ela. Para eles sou simplesmente sociólogo ou antropólogo, embora meus escritos, lidos e apreciados em áreas distintas, como crítica Intervenciones en estudios culturales / 57 Estudos culturais no eixo USP-UNAL: um olhar comparativo literária, arquitetura, geografia, comunicação, se encaixem mal nas fronteiras disciplinares existentes” (Martín-Barbero 2004: 119). Em outro subcampo, poderíamos deparar-nos com pesquisas acerca das causas e dos efeitos ocasionados pela violência no contexto colombiano, o que incide diretamente sobre a dinâmica da sociedade local, motivo pelo qual tais pesquisas são encorajadas em diversos campos disciplinares que dialogam diretamente com os Estudos Culturais. Assim, ao analisar dois contextos acadêmicos nos quais se desenvolvem Estudos Culturais, encontramos entre a USP e a UNAL mais discrepâncias que semelhanças, o que sem dúvida reflete dificuldades locais, além das diferentes lógicas e condições de produção de conhecimento. No entanto, entendemos que estas mesmas diferenças favorecem a criação de futuros laços que, sem dúvida, possibilitarão o diálogo criativo entre as partes. Considerações finais Ao refletir sobre o processo de implementação e desenvolvimento dos Estudos Culturais no Brasil, ficam evidentes as dificuldades com as quais devem lidar alunos, professores e pesquisadores da área neste país. Os limites e os desafios parecem ser impostos pelo próprio ambiente acadêmico em meio ao qual os Estudos Culturais ingressaram ao Brasil. Neste sentido, e em total concordância com o professor Jefferson Mello,15 os Estudos Culturais chegaram ao Brasil, mediados pela Literatura, e, por esta mesma razão, têm, desde o seu nascimento no país, a sua morte anunciada. É, em suma, como se não houvesse, dentro da própria academia, espaço para a instituição de novos saberes; assim como não há dentro do campus da USP Butantã, espaço físico para uma escola como a EACH. Já na Colombia as dificuldades são outras: os conflitos sociais e a falta de incentivo à educação e sobretudo à pesquisa dificultam a “puesta em marcha” de projetos sociais e o desenvolvimento de estudos que seguramente em muito contribuiriam com o desenvolvimento de diversos campos na Colômbia e, consequentemente, do próprio país. Dados os limites de tempo e de extensão deste trabalho, buscamos traçar, de maneira não exaustiva, um diálogo entre os Estudos Culturais desenvolvidos na Universidade de São Paulo e na Universidad Nacional de Colombia, e embora seja certo que esta área, em diferentes partes do mundo, produza muito mais teoria que prática social, também é certo que este pode ser o início de uma grande trajetória. Destarte, concluímos que o exame das semelhanças e diferenças entre os vários Estudos 58 / Intervenciones en estudios culturales Bianca Sacchitelli R. Culturais realizados hoje nos diferentes contextos acadêmicos é, sem dúvida, a análise das dificuldades políticas, econômicas, sociais e culturais da região, além de refletir as circunstâncias que determinam e são determinadas pelas estratégias locais de produção do conhecimento. Referências bibliográficas Antelo, Raul. 1998. Liminar. Revista Brasileira de Literatura Comparada,. Florianópolis: ABRALIC. (4): 7-10. Bessa-Oliveira, Marco Antonio e Cézar Nolasco. 2010. “No Brasil, estudar cultura brasileira é o mesmo que estudar Estudos Culturais?”. Revista Rascunhos Culturais, (2): 301-316. Buarque de Hollanda, Heloísa. “Os Estudos Culturais, seus limites e perspectivas: o caso da América Latina”. Extraído de: http://www.heloisabuarquedehollanda. com.br/os-estudos-culturais-seus-limites-e-perspectivas-o-caso-da-americalatina/ (atualização: 18/08/?; última consulta: 02/05/2013) Cevasco, Maria Elisa. 2003. Dez lições sobre Estudos Culturais. São Paulo: Boitempo. Escotesguy, Ana Carolina D. 2010. Cartografias dos Estudos Culturais: uma versão latino-americana. Belo Horizonte: Autêntica. López de la Roche, Fabio. 2011. “Los Estudios Culturales como espacio de diálogo creativo entre las disciplinas, de renovación de las ciudadanías y de generación de nuevos perfiles profesionales”. En: Gilberto Loaiza y Humberto Quiceno (ed.), Miradas críticas de la cultura. Cali: Universidad del Valle. Miranda, Wander Melo. 1998. Projeções de um debate. Revista Brasileira de Literatura Comparada, Florianópolis: ABRALIC (4): 11-18. Nolasco, Edgar Cézar (ed.). 2009. Cadernos de Estudos Culturais. Campo Grande: UFMS. Ortiz, Renato. 2004. Estudos Culturais. Revista Tempo Social. 16 (1): 119-127. Perrone-Moisés, Leyla. 1996. “Que fim levou a crítica literária?”. Folha de São Paulo, Caderno Mais (versão online). _______. 1998. Altas literaturas. São Paulo: Companhia da Letras. Restrepo, Eduardo. 2012. “Estudios culturales latinoamericanos: cartografías y debates”. Texto utilizado como suporte durante a abertura do Seminário de Estudos Culturais e Cultura Popular Urbana, na EACH, dias 27 e 28 de novembro. Silva, Tomaz Tadeu da. (org.). 2004. O que é, afinal, Estudos Culturais?. Belo Horizonte: Atêntica. Intervenciones en estudios culturales / 59 Estudos culturais no eixo USP-UNAL: um olhar comparativo 60 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales Karina Bidaseca IDAES-UNSM Resumen: En los espacios “entre-medio” de los vasos comunicantes entre el trabajo intelectual y artístico, y con el propósito de interponer a las discusiones de la crítica cultural de los feminismos descolonial, decolonial y poscolonial en el Sur, este articulo aborda dos interrupciones: 1. sobre la discusión colonialidad, género y raza; las visiones esencialistas y antiesencialistas y las políticas de identidad; 2. la relación entre la conciencia moderna y el cuerpo como su soporte, en que emergen desde el locus de enunciación, la categoría de “tapada” en Perú desde la perspectiva del travestismo colonial, y de “descategorizados” con la que trabaja Beatriz Preciado desde el posfeminismo en Europa. Se indaga en las huellas propias de un nomadismo identitario que más que encuadrar en la categoría de “descategorizados”, disputa su inscripción simbólica mestiza y travesti, sea en un espacio sacro o en un catálogo (museos), para politizar lo personal y volverlo tiempo. Palabras claves: nomadismo identidatario, sexo, raza, mestizaje, travestismo, museos. Intervenciones enIntervenciones estudios culturales, en estudios 2015, (1): culturales 61-83 / 61 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales Abstract: Between the intellectual and artistic work, and in order to take part in the discussions of the cultural criticism of South postcolonial and decolonialcolonial feminisms, this article addresses two interruptions: 1. The discussion about colonialism, gender and race, the essentialist and anti-essentialist perspectives and identity politics; 2. The relationship between modern consciousness and the body as its support in which the category of “covered” in Peru emerges from this locus of enunciation. This is analyzed from the colonial transvestite perspective, and from Beatriz Preciado’s idea of “descategorizados” (decategorized) within the postfeminism in Europe. It is aimed at exploring the traces of a nomadic own identity rather than fitting within the category of “descategorizados”, it disputes its mestizo and transvestite symbolic inscription, whether in a sacred space or in a catalog (museums), in order to politicize the personal and turn it into time. Key words: nomadism, sex, race, travestism, museum. 62 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca “Lo que somos”: piedras promiscuas rechazadas por la mano. “Todas con todas se rozan y tan pronto como se acarician se hacen polvo”. Pero “nosotros las amamos”. Su promiscuidad; como amamos el revoltijo, el amasijo, la mezcolanza. Laura Panizo Introducción Emprendiendo el viaje hacia la desoccidentalización Este trabajo profundiza los resultados obtenidos de la investigación “El orgullo de la subalterna. Mujeres diaspóricas, colonialidad y nueva esclavitud. Articulación política de la diferencia racial y sexual en la metrópoli”, seleccionada por el Fondo Nacional de las Artes en 20101. El mismo se vio enriquecido con las discusiones mantenidas en el Grupo de Trabajo de Clacso “Cultura y poder”, y las reuniones en los programas de investigación “Poscolonialidad, pensamiento fronterizo y transfronterizo en los estudios feministas” y el programa sobre “afrodescendencia y culturas afrodiaspóricas” que tengo el gran placer de coordinar.2 En el tiempo en que mi trabajo inicial fue escrito, debí despedir a varixs estudiantes latinoamericanxs quienes, luego de tomar mis clases, regresaron a sus hogares, en Puerto Rico, Ciudad Juárez, Colombia, Brasil, y a quienes llevo en el alma. Como anfitrionxs de las II Jornadas de Feminismos y Poscolonialidad en Buenos aires (2012), nos re-encontramos con algunxs de ellxs, estimuladxs a seguir cartografiando el sur de nuestros feminismos. Lograr interrumpir los consensos disciplinarios y proponer diálogos transdisciplinarios que introduzcan cuestiones habitualmente marginalizadas de la academia, como el feminismo y la raza, fue una verdadera y amarga, pero siempre estimulante, lucha teórica y política. Todo analisis debe necesariamente situarse en la configuración local, regional y global de luchas y poderes. Ello implica reflexionar sobre cómo traducir las experiencias de colonialidad, interseccionaliad e interculturalidad desde nuestro lugar de enunciación: el Sur. En primer lugar entendemos que es preciso orquestar, desde donde nos situamos -los bordes-, operaciones teórico-discursivas que subviertan los “pactos de lectura hegemónica” y los desvíe hacia resignificaciones Intervenciones en estudios culturales / 63 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales 1. Como asimismo, en el marco del Proyecto PIP Conicet “Violencias en mujeres subalternas. Representaciones de la desigualdad de género y la diferencia en las políticas culturales”, bajo mi dirección (Idaes-Unsam). 2. Este último junto con el Prof. Luis Ferreira y estudiantes afro. Ambos en el Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín. 3. “Para los estudios culturales […] la intervención del feminismo fue específica y decisiva. Fue un rompimiento. Reorganizo el campo en formas concretas. Primero la apertura de la cuestión de lo personal como político y sus consecuencias para cambiar el objeto de estudio en los estudios culturales fue completamente revolucionaria de forma práctica y teórica. Segundo, la expansión radical de la noción de poder, que hasta el momento había sido desarrollada dentro del marco de la noción de lo público […]; tercero, la centralidad de las nociones de género y sexualidad para enteder el poder mismo; cuarto, la apertura de muchas preguntas que habíamos eliminado el torno a las áreas peligrosas de los subjetivo y el sujeto […]; quinto, la “re-apertura” de la frontera cerrada entre teoría social y teoría del inconsciente-psicoanálisis” (Hall 2010: 57). 4. Refiero aquí a la crítica del eurocentrismo que sostienen, en su enunciación autobiografica, Stuart-Hall respecto de concepto de “políticas de la ubicación”: “[…] de manera curiosa, la postcoonialidad me preparó para vivir en […] una relación diaspórica con la identidad” (2010: 8); Said en Orientalismo, y los estudios poscoloniales respecto de que “el lugar del crítico académico inevitablemente queda dentro del area de los archivos eurocéntricos de un Occidente imperialista o neocolonial” (Bhabha 2002: 39), y por supuesto, Quijano (2000) “colonialidad del poder” y Segato (2011) “colonialidad del género”. 5. Las obras de Adriana Varejão rescatan y cruzan diferentes historias, tejiendo múltiples narrativas y referencias que van de la historia del arte al arte religioso, de la azulejería a la cerámica, de la China al Brasil (pasando por Portugal), de la iconografía colonial a las imágenes producidas por los viajeros europeos y al arte académico del siglo XIX, de la geometrización de los espacios arquitectónicos a la abstracción geométrica y a la cuadrícula modernista, de los paisajes y marinas a los mapas y los viajes. Series: Terra incógnita [Tierra incógnita], Proposta para uma catequese [Propuesta para una catequesis], Acadêmicos [Académicos], Irezumis, Línguas e Incisões [Lenguas e incisiones], Ruínas de charque [Ruinas de charqui], Mares e Azulejos [Mares y Azulejos], Saunas, y Pratos. Extirpaçao do mal (1994) Reflexos de um sonho de outro expelo (1998). www.malba.com.ar). 64 / Intervenciones en estudios culturales locales (Nelly Richard) con los pies puestos en las condiciones reales de nuestra existencia. El mapa de la praxis feminista es un mapa precario (Sierra 2012), edificado sobre las hendiduras; sobre el racismo y sexismo; sobre la omission, el silenciamiento y el olvido. Imperiosa se torna la necesidad de re-construir nuestra cartografía a partir de las inscripciones de las mujeres de color y en diálogo con otras artes. Ello nos convierte en cartógrafxs de nuestros movimientos, teniendo presente aquella exhortación del discurso de la feminista afro-americana Audre Lorde: “la casa del amo no se destruye con las herramientas del amo”. Deseo marcar los dos momentos históricos que, según Stuart Hall (2010: 57), interrumpieron la historia de la formación de los estudios culturales: el feminismo3 y la cuestión de la raza. Y me atrevo a agregar un tercer momento, el giro hacia la des-occidentalización.4 En este camino crítico, hallo sumamente estimulante los vasos comunicantes entre los campos intelectuales y artísticos y los movimientos, que “provocan momentos teóricos. Y las coyunturas históricas insisten sobre la teoría: son momentos reales en la evolución de las teorías” (Hall 1992: 283). Karina Bidaseca Las cartografías de lxs artistas de los márgenes que nos desafían con sus metáforas; sus desplazamientos; sus modos estéticos de re-presentar la memoria simbólica del pasado colonial, las fugas identitarias contestatarias y las transfiguraciones de identidad. Son estos tiempos intersticiales, espacios “entre-medio” (Bhabha 2002) los que innovan la teoría crítica. Como expone el autor, acude “la necesidad de pensar más allá de las narrativas de las subjetividades originarias e iniciales, y concentrarse en esos momentos o procesos que se producen en la articulación de las diferencias culturales” (2002: 18). Figura 1. Mapa de Lopo Homem II, 1992 – 2004. (Óleo sobre madera y línea de sutura, 110 x 140 x 10 cm. Colección privada, Río de Janeiro) Fuente: Varejão (1964). Nota: Exhibida actualmente en el Malba en la ciudad de Buenos Aires, con ese título la artista brasileña contemporánea Adriana Varejão (1964) designó este mapamundi, metáfora de la representación subjetiva de un mapa femenino; un útero diseña una cartografía sobre cuya superficie la artista imprime una línea roja con gotas de sangre que salpican, tiñendo de rojo el sur del globo. El útero partirá al mundo en dos mitades: oeste y este, occidente y oriente. La herida de la superficie del lienzo transmutada en su cuerpo, como es posible observar en su “Cuadro herido” (1992), permite interpretar la herida colonial, cuyos puntos de sutura se ubican en América. La herida se vuelve la hendidura.5 Intervenciones en estudios culturales / 65 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales 6. Como se puede observar en la serie “La extirpación del mal” (1994) y “Extirpación del mal por revulsión”. 7. Varejao dice desconocer la iconografía católica cuando viajó a Ouro Preto en 1987 y por ende, imposibilitada de leer su simbología, le permitió interpretar a un carnerito y a los santos exhibidos en una iglesia como “materia”, que signaría la dimensión carnal de su pintura (Battistozzi 2013). 8. Véase González Boixó (1996: 53). 9. “Que alguien se atreva a hacer no un libro sino a crear su propio museo, es una misión tan fuera de toda lógica que hace posible que allí se establezca una suerte de hecho sobrenatural. O la aparición del arte, que es algo similar. No hay ninguna condición real para que este Museo exista. Para que se decida su creación, su carácter portátil, su forma en libro. Ese es el verdadero milagro. Tangible. Concreto. De bolsillo.” (op. cit. 1). Mientras la cartografía del arte barroco de Varejão, apelando al mestizaje y a la “superficie herida” del cuadro, trabaja sobre el legado colonial portugués y sus huellas/heridas en la evangelización de las poblaciones nativas6, en las clasificaciones de razas y colores de piel, en la mercantilización de la carne y en la carnalidad entendida como materia7, un excedente de sentido que confirmó a Javier Díaz-Guardiola8 en su entrevista, permite significar su intervención simbólica: El barroco es un estilo sin tiempo, ni lugar. Abarca cuestiones predominantes en mi obra, como la artificialidad, la teatralidad, la parodia, el travestismo o el exceso. En mi trabajo no hay una ética de materiales y todo parece lo que no es. Sin embargo, recientemente me he aproximado a un barroco más filosófico a partir de la lectura de Deleuze. Mis pinturas recientes parten del concepto de la mónada, es decir, espacios de pura interioridad. Plantean cuestiones muy contemporáneas ligadas tanto al barroco como a las nuevas tecnologías, los ciborgs o los cuerpos híbridos (citado por Morriente 2012: 154). En otro soporte, el artista-activista Guiseppe Campuzano crea el Museo Travesti de Perú, y explora la huella del travestismo y de sus símbolos en el contexto peruano, para enunciar la máxima: Toda peruanidad es un travestismo […] El lenguaje cubre los textos —desde legajos hasta poesía—, pero también los textiles y coreografías, antiguos y contemporáneos. Discurso aculturado e ícono polisémico como dos caras de la misma moneda, ésos que Arguedas llamó «mistura», como también 66 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca interrupción de toda pertenencia tradicional. El propósito que se propuso (…) es “revisar tanto los roles que han sido adjudicados convencionalmente al travesti como aquéllos que le han sido arrebatados, y que subyacen a la oposición complementaria entre colonialismo —tanto imposición como herencia— y encuentro — sus imbricaciones y restauraciones. Así se postula un análisis, tanto histórico como hermenéutico, de la iconografía y los textos; y, evitando la esterilidad de estudios aislados, se procede a un trabajo multidisciplinario que trasciende la historia lineal —la que sólo permanece en la naturaleza de su soporte gráfico. (Introducción, pp. 2 y 3). Los “márgenes” es el lugar desde el cual lxs artistxs deciden interpelarnos. La recurrencia a la figura del margen asume un doble sentido, como “postura enunciativa” y como “recurso táctico” (Richard 2007: 6-7) donde lo que se simboliza es la Conquista como imposición de identidades sexuales binarias y destierro de identidades no-normativas. Lo que asoma en este territorio de de-construcción y re-construcción histórico es el mestizaje (“soy mestiza”, escribe Varejão) y el travestismo. Ambxs asumen la estética del fragmento, los restos de identidades, de representaciones mutiladas, en una narrativa no-lineal, que expone una fractura de la modernidad misma y se ubica en la genealogía colonial. No obstante, las lógicas de subversión espacial elegidas pueden aparecer antitéticas. Mientras la artista brasileña se consagra en las bienales del mundo y en los museos-templos del norte, Campuzano decide ir “contra la museología como una de las variantes de la asepsia” (op. cit. 2), y crear un museo propio, “Donde se puede concentrar el universo entero a partir de unas cuantas imágenes y de ciertos fragmentos, restos, que siempre estuvieron presentes pero que nadie pudo detenerse —hacía falta el milagro para que esto sucediera— y contemplarlo en toda la fascinación que su oscuridad luminosa produce” (op. cit 1)9. Pero es cierto que la obra de Varejão emerge a fines de los ochenta y comienzos de los 90, en un momento en que la escena artística latinoamericana y mundial revisa la razón moderna. De ahí el sentido del título de su retrospectiva “Historia en los márgenes”, a través del cual busca descentrarse del canon de la modernidad, y su estética de subversión de la grilla como principio de la racionalidad moderna, esté presente re-significando el espacio aséptico del museo (ver Figura del Convite III). Me interesa destacar la idea de grilla como organizadora de los sexos/género, ya que en ambxs intervenciones “lo femenino” no se restringe a la identificación con un sexo/género sino a un “devenir minoritario” (Deleuze-Guattari) que enfrenta Intervenciones en estudios culturales / 67 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales 10. Jesús Martín-Barbero (2010: 218), al estudiar la dialéctica de los procesos culturales, lo expresa como un proceso inacabado en “el reconocimiento de un mestizaje que en América Latina no habla de algo que ya pasó, sino de lo que somos, y que no es sólo hecho racial, sino razón de ser, trama de tiempos y de espacios, de memorias e imaginarios que hasta ahora únicamente la literatura había logrado decir”. 11. “No la teoría como la voluntad de verdad, sino […] como un conjunto de conocimientos disputados, localizados, coyunturales que tienen que debatirse en una forma dialógica. Sino también como práctica que siempre piensa acerca de sus intervenciones en un mundo en que haría una diferencia, en el que tendría algún efecto” (Hall 2010: 11). 12. Metáfora del trabajo teórico como “interrupción”, tal como lo señala Hall (2010: 57). 13. Para una revisión de las discusiones contemporáneas de los feminismos descoloniales del sur (Moraga y Castillo 1988; Anzaldúa 1998; Mohanty 2003; Hernández Castillo 2008; Segato 2011y 2013; Lugones 2008; Bidaseca 2010 y 2011; Sierra 2013; Costa 2013). las consignas hegemónicas de las representaciones binarias de los géneros. La interpretación que pueden tomar los estudios culturales (y los estudios poscoloniales) de la lectura de estos textos es relevante y se constituye en un aporte muy destacado y original a los estudios transdisciplinarios de género, feminismos, queer y posfeminismo como “crítica cultural” (Richard) y como nuestra “razón de ser”.10 Como correlato de la crisis de representación en los campos de la teoría filosófica y política, en las bases de la tradición liberal y occidental, el acto pone de manifiesto la adjetivación de la “perplejidad”: la de un Sujeto femenino (sujetado a una “ilusión de identidad” y su paradoja de de-sujeción), y el hiato entre teoría y práctica.11 “…el travesti no implica entre nosotros la irrupción de una presencia nueva, sino la emergencia destellante de algo siempre existente pero subterráneo y oscurecido” (Campuzano 2007: 12). Es a partir de dos interrupciones12 y en los espacios “entre-medio” de los vasos comunicantes entre el trabajo intelectual y artístico que me gustaría concentrarme, pues sintetizan de modo crucial las discusiones más actuales que mantienen la propuesta de crítica cultural de los feminismos descolonial, decolonial y poscolonial en el Sur13: 1. sobre la discusión colonialidad, género y raza; las visiones esencialistas y antiesencialistas y las políticas de identidad; 2. la relación entre la conciencia moderna y el cuerpo como su soporte, en que emergen desde el locus de enunciación, la categoría de “tapada” en Perú desde la perspectiva del travestismo colonial, y de “descategorizados” con la que trabaja Beatriz Preciado desde el posfeminismo en Europa. 68 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca Primera interrupción. Colonialidad/género/sexo/raza Re-significaciones y trans-figuraciones culturales del travestismo y el mestizaje “El Perú travesti: indias, moras, negras, chinas, españolas, católicas, drogadas, teatrales, paganas, circulando desde las carabelas a los self–services y de un sexo a otro” (Barthes 1980: 5, citado por Campuzano 2007: 50). La deconstrucción del cuerpo lleva a dialogar con las teorías queer y posfeministas, que con fuerte influencia deleuziana oponen a la teoría feminista clásica y los movimientos de reivindicación homosexual, la trampa del binarismo del pensamiento occidental y del falogocentrismo constitutivo del mundo conquistado (o bien ¿qué es el derecho sino la matriz por excelencia de ese fundamento ontológico, lo que Monique Wittig llama la “matriz heterocentrada del pensamiento moderno”?). Dos ordenanzas del oidor González de Cuenca en 1566 —originadas en sendas prácticas judías del Antiguo y Nuevo Testamentos— instauran la prohibición del travestismo en el Perú. Tales disposiciones inician las históricas relaciones entre estado y control del cuerpo —adelantándose a la afirmación de Michel Foucault de que tal sujeción surge en Europa en el siglo XIX—, cuyo proceso de aculturación procuró segmentar el continuum de género indígena, en ‘masculino’ y ‘femenino’, al suprimir la alteridad (Horswell 2005:16–28) [v.2]. (p. 36)” […]. Con el arribo de los españoles, un destino paradójico sobrevino a tal diversidad. Mientras el nuevo paradigma suprimió del discurso autorizado todo rasgo divergente de lo masculino y femenino, esa misma España —asimismo compleja y previamente mestizada— aportó sus propias identidades alternativas. La tapada continuó aquel proceso al trocar clausura en prerrogativa, descubriendo siempre dentro del vestido, la equidad negada (citado por Campuzano 2007: 50). Las tapadas y los ‘tapados’ fueron considerados ajenos y contaminantes por el reformismo borbónico. “[…] Es lo más ridículo que puede verse en hombres afeminados (Ayanque 1797 / 1854: 220)” (op. cit. 89). De hecho, el libro de Intervenciones en estudios culturales / 69 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales 14. “Virgen de la Candelaria, del Carmen, del Socavón: cerros hechos santas, divinidades duales como sus cofrades; Mamachas devueltas a sus sacerdotisas durante la fiesta patronal. Marías de linaje intercesor: Semiramis, Ninlil, Mezzulla, Ishtar, Agni, Atenea, Fortuna, Uzza, Ashera, Mamapacha, Mamacocha, Urpay Wachak, Mamakilla, Mama Raywana, Mamasara... [ix.1] Sarita —Virgen– niña— [“ix.4]”]”. (op. cit. 74-75) Campuzano recoge el primer dato histórico que se tiene de persecución de la homosexualidad en el Perú con los detalles del juicio a Francisco Pro en 1803, sastre de oficio, y su condena al destierro por vestir como «tapada». Recibió como castigo la vergüenza pública del paseo como hecho ejemplificador, quien además, “llevaba el extraño oficio en un varón, de dedicarse a la costura” (Onda 27 de junio de 1993, citado por Campuzano 2007: 119). Una constante marca, que vamos ver en lxs artistas chicanxs, imprime la subversión de la religión impuesta a través de la consagrada figura femenina de la Virgen, que en constante mutación con las deidades del mundo indígena simbolizan el panteón clandestino del “pachakuti travesti”14. Doña María, María Rosa, Marica, Mariquilla, Marín: maricones produciendo a sus vírgenes. […] Virgen de la Puerta temible pero indulgente, autista como todas ante el canon punitivo [ix.5]. Corporación religiosa cual causa de marginación y fe travesti como medio, y respuesta, inclusivos. […] Virgen–retablo que entraña nuestra historia; Rosa travesti que es flor ayacuchana, o huanca; espina tallando a su autor [ix.2]. Ritualista que la nueva religión traviste, brotando de su crisálida barroca —sus atributos a la vez trastocados e idénticos—; Virgen delineada constantemente por las peticiones de su pueblo, Diosa a imagen y semejanza nuestra [ix.3]” (op. cit. 74-75). Como observamos en “La virgen de las Guacas” (2007), de Alejandro Gómez de Tuddo, la resignificación travesti de la virgen invoca el “juego de los travestismos”, “Contrapunto de nuestras complejas identidades presentes” [ix.3]. (op. cit. 74-75) 70 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca Figura 2. “La virgen de las Guacas” Fuente: Gómez de Tuddo (2007) Figura 3. Our lady Fuente: López (1999) Travestis empecinadas en los rituales por un mundo que, cree, los ha superado, habiéndolos suplantado tan sólo. Virgen– muerte como historia nunca más intacta, que, no obstante, se reencuentra en el escenario de sus símbolos, donde figura y fondo —barroco y roca— equivalen. Dolorosa bajo cuyo manto el agua penetra la piedra, y hace germinar la semilla transformadora [ix.6]. (Citado por Campuzano 2007: 82) Notable también, en la obra de la artista chicana Alma López, reconocida por sus intervenciones críticas de la cultura heredada de la conquista y la resignificación femenina de los símbolos de la religiosidad católica, ofrece en su obra más polémica Our Lady (Nuestra Señora), la nueva Virgen de Guadalupe. Intervenciones en estudios culturales / 71 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales Cubierta por el manto azul, y texturada con figuras prehispánicas, claramente en alusión a la desmembración del cuerpo de la diosa lunar Coyolxauhqui, aparece con su postura contorneada, a la vez que seductora. La luna creciente negra que semeja entronizarla, símbolo de reminiscencia pagana está siendo sostenida por una imagen femenina con los senos desnudos y las alas de una mariposa, desplegadas. Son las de la mariposa monarca emblema del estado mexicano de Michoacán. (Buigues 2010: 3) 15. La inmigración china en el Perú se inició masivamente en 1849 para cumplir labores en las islas guaneras y las haciendas costeras de algodón y caña de azúcar, que en condiciones de esclavitud, reemplazaron a la población afro. Luego, asentados en las ciudades, imprimirán a la sociedad peruana influencias culturales (como la gastronomía; pero también la arquitectura). Refiriéndose a su obra, en su texto Guadalupe la diosa sexual (1996) Sandra Cisneros escribe: Cuando veo a la Virgen de Guadalupe ahora, no es la Lupe de mi infancia, no es la de la Iglesia Católica, aquella a la que cerré la puerta en mi adolescencia y adultez. Como todas las mujeres que me importan, he tenido que buscarla en medio de los escombros de la historia. Y la he encontrado. Ella es Guadalupe la diosa sexual que me hace sentir bien con respecto de mi poder sexual, mi energía sexual, que me recuerda que yo debo… (hablar) desde mi vulva… decir la verdad más básica, honrada, y escribir desde mi panocha. (Román-Odio 2006: 11). Entre sus notables esfuerzos por devolvernos un mundo colonial travesti, Campuzano nos ofrece una fotografía de una cantante de ópera china tomada por un fotógrafo limeño15. El momento que captura la máquina fotográfica es 1870. Cuenta Charles Wiener (1993: 482) en su “Relato de viaje. Perú y Bolivia, 1880”, que 72 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca Los chinos habían alquilado un teatro (el Odeón), y se representaban allí piezas que duraban ocho días, tal como en los escenarios de Pekín. Concurrí una noche. Los que no hacía mucho eran mozos de cordel, ahora maquillados, vestidos con damascos admirables, asumen allí papeles de hombres o mujeres, representan a príncipes y sacerdotes y mandarines de botones de toda clase. La orquesta china, instalada en el escenario, hace oír una música wagneriana que transporta al auditorio sibarita que se pavonea en las butacas, mientras fuma opio y conversa en voz baja. Fuertes golpes de gong avisan a los espectadores cuando un pasaje más interesante reclama su atención […] (op. cit. 51). Esta escena donde los espectadores y actores son todos hombres (no hay mujeres), el exceso etno-eurocéntrico puede descuidar el hecho que en la ópera china los personajes femeninos son cantados por hombres. Como muestra el filme M. Butterfly, basada en un hecho verídico, durante la Gran Revolución Cultural, cuando un diplomático francés se enamora de una cantante de ópera china convertida en su objeto amoroso fatal, descubre que “ella no es una mujer sino un hombre” (Zizek 2003: 163). El ensayo de Sandra, pienso que es increíblemente poderoso porque habla de los peligros de ser una mujer joven; sin conocer nuestros cuerpos ni como la Virgen de Guadalupe es parte de ese culto: el culto del encubrimiento, de no saber quién eres, de no conocer tu cuerpo, ni de conocer tu poder sexual. Pienso que tanto ella como yo estamos tratando de encontrar una conexión más significativa con la Virgen de Guadalupe, un entendimiento más profundo que es quizás diferente del religioso. (Alma López, entrevista con Clara Román-Odio 2006: 11). La rebeldía se impone al dogma de la Conquista que desplegó el desprecio por la Malinche o Malinali mexicana, ofreciendo la imagen distorsionada de la traidora a su pueblo. “La historia es un ciclo serpentino más que una historia lineal. La historia es una narración en la que aparecen los íconos indígenas, tradiciones y rituales que reaparecen luego de Cortés en las costumbres católicas”, indica la escritora feminista chicana Gloria Anzaldúa resignificando las afinidades chicanas con la Virgen de Guadalupe y ofreciendo la imagen alternativa de Coatlicue, la divina madre azteca. De ello habla precisamente cuando remite a las perplejidades y ambigüedades que experimentamos lxs mujeres soportando el peso de las culturas que “nos traicionan”: Intervenciones en estudios culturales / 73 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales Estas carnes indias que despreciamos nosotros los mexicanos así como despreciamos y condenamos a nuestra madre, Malinali. Nos condenamos a nosotros mismos. Esta raza vencida, enemigo cuerpo. No fui yo quien vendió a mi gente sino ellos a mí. Malinali Tenepat, o Malintzin, ha pasado a ser conocida como la Chingada —the fucked one. Se ha convertido en una palabrota que sale de movimientos de rebeldía y las culturas que traicionan boca de los chicanos una docena de veces al día. Puta, prostituta, la mujer que vendió a su gente a los españoles, son epítetos que los chicanos escupen con desprecio. El peor tipo de traición reside en hacernos creer que la mujer india en nosotras es la traidora. Nosotras, indias y mestizas criminalizamos a la india que hay en nosotras, la brutalizamos y la condenamos. La cultura masculina ha hecho un buen trabajo con nosotras. Son las costumbres que traicionan. La india en mí es la sombra: La Chingada, Tlazolteotl, Coatlicue. Son ellas que oímos lamentando a sus hijas perdidas. No fui yo quien vendió a mi gente sino ellos a mí. Me traicionaron por el color de mi piel (Manifiesto 1999: 37). En este contexto debe entenderse la introducción del término mestizaje de Anzaldúa que interpreta como un estado de estar ‘más allá’ (“entre-ó”). En sus trabajos teóricos, hace un llamado a una nueva mestiza (“new mestiza”), que ella describe como un sujeto consciente de sus conflictos de identidad, atrapada en encrucijadas, debiendo aprender y tolerar la “ambigüedad”. Utiliza el término el nuevo ángulo de visión (“new angles of vision”) con el fin de retar el pensamiento binario occidental. Inspirada en José Vasconcelos, el filósofo mexicano, como “raza cósmica”, “una raza mestiza, una mezcla de razas afines, una raza de color –la primera raza síntesis del globo”, dice Anzaldúa, “opuesta a la teoría de la pureza de la raza aria, y la política racial de la pureza que practica la América blanca, su teoría es inclusiva. […] Desde esta «crosspolinization », una conciencia ‘allien’ se presentifica en el hacer una nueva conciencia mestiza, una conciencia de mujer. Esta es una conciencia de los bordes” (1999: 99). La ausencia del tratamiento del género/sexo en los escritos decoloniales para América latina parte de la hegemonía de intelectuales hombres, blancos, de clases medias, que como gesto incorporan el pensamiento feminista chicano (específicamente de Gloria Anzaldúa). No obstante, es insoslayable el aporte de María Lugones (2008), quien nos invita a problematizar en la propuesta política de la colonialidad del poder del sociólogo peruano Aníbal Quijano el status totalizador de la raza y la discusión respecto del género y la colonialidad en la propuesta de 74 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca Rita Segato (2011) respecto de la inexistencia del género en el mundo precolonial. Este excursus en el campo de los feminismos de(s)coloniales nos permitirá mostrar la necesidad de que el género y la raza, como categorías de análisis pero fundamentalmente subjetivas, deben ser complejizados al ser pensada la raza interseccionada por el género/sexo/religión/locus de enunciación/nación … (y no entender la raza superpuesta a ellos). 16. En la “interseccionalidad” de racismo y patriarcado, consideramos las experiencias de las mujeres de color y cómo estas experiencias no han sido representadas ni por los discursos del feminismo ni el antirracismo (Crenshaw 1994). Sus experiencias han sido marginalizadas. Crenshaw ha demostrado los límites del discurso de la raza y el género en el caso de la violencia contra las mujeres de color, que es cualitativamente diferente de la mujer blanca. Sin duda, los imaginarios construidos desde los momentos de conquista y colonización continúan operando en legados poscoloniales. Es preciso pensar las políticas de la identidad conjugadas con las memorias poscoloniales. Según Lugones (2008), representante de la corriente decolonial, la limitación del pensamiento de Quijano parte de considerar al género anterior a la sociedad y la historia, lo cual naturaliza las relaciones de género y heterosexualidad y los efectos de la postcolonialidad. Mientras Rita Segato discute esta tesis asumiendo que “el género ya existía antes de la intervención del hombre blanco y, precisamente, es la modernidad la que captura y magnifica la jerarquía de género” (2011:6). En su texto “Colonialidad y género: hacia un feminismo descolonial” (2008), plantea la necesidad epistemológica, teórica y política de la interseccionalidad de raza, clase, género y sexualidad, presente ya en Kimberle Crashaw16 para entender la indiferencia que los hombres muestran hacia las violencias que sistemáticamente se infringen sobre las mujeres de color, que ella misma denomina como Intervenciones en estudios culturales / 75 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales mujeres no blancas; mujeres víctimas de la colonialidad del poder y del género; mujeres del tercer mundo. La autora propone un entrelazamiento de las categorías y de los análisis para así llegar a lo que denomina “el sistema moderno-colonial de género”. La interseccionalidad revela lo que no se ve cuando categorías como género y raza se conceptualizan como separadas unas de otras. Entonces el feminismo de color pone en tensión las categorías “mujer” o las categorías raciales “negro”, “hispano” ya que homogeneizan y seleccionan al dominante, en el grupo, como su norma; por lo tanto, “mujer” selecciona como norma a las hembras burguesas blancas heterosexuales; “negro” selecciona a los machos heterosexuales negros y, así, sucesivamente. Dada la construcción de categorías, el ejercicio de intersección da cuenta de que entre “mujer” y “negro” existe un vacío que debería ocupar la “mujer negra”, ya que ni “mujer” ni “negro” la incluyen. De esta manera, la autora evidencia cómo la interseccionalidad muestra lo que se pierde, y plantea la tarea de reconceptualizar la lógica de interseccionalidad para evitar la separación de las categorías dadas. Esto significa que el término “mujer” en sí, no tiene sentido o tiene un sentido racial ya que la lógica categorial ha seleccionado un grupo dominante: mujeres burguesas blancas heterosexuales, y por tanto, como expresa, “ha escondido la brutalización, el abuso, la deshumanización que la colonialidad del género implica” (25). Como propone Segato (2011) “El género se enyesa, a la manera occidental, en la matriz heterosexual, y pasan a ser necesarios los Derechos de protección contra la homofobia y las políticas de promoción de la igualdad y la libertad sexual, como el matrimonio entre hombres o entre mujeres, prohibido en la colonial /modernidad y aceptado en una amplia diversidad de pueblos indígenas del continente. Las presiones que impuso el colonizador sobre las diversas formas de la sexualidad que encontró en el incanato han sido relevadas por Giuseppe Campuzano en crónicas y documentos del siglo XVI y XVII (Campuzano 2006 y 2009, entre otros)” (15). Segunda interrupción Cuando llegamos a la crisis de la idea de mujer (Butler17) y al fin de una opresión en común de todas las mujeres (representado por los “feminismos de la diferencia”), la discusión aparece entre distintas posiciones que, estratégicamente rescatan la identidad mujer (Braidotti, Spivak), o bien la deconstrucción que implica la disolución de una identidad o un cuerpo sin órganos (Deleuze y Guattari) en las corrientes del feminismo lésbico enunciado desde Europa o EE.UU (Preciado, Wittig, Haraway). 76 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca En este apartado intento interponer una serie de reflexiones que tratan de desarticular desde el sur el discurso feminista esencialista y el binomio masculino/femenino, apelando a los aportes del Museo del Travesti y las apreciaciones teóricas de Nelly Richard sobre la categoría de travestismo, que evidencian un desplazamiento en la asignación del signo sobre el cual re-articular un discurso feminista plural.18 En las primeras páginas del libro de Giuseppe Campuzano se lee: La publicación presente propone ampliar el campo semántico de lo «travesti» —ya no del significante sino del significado— al recuperar su herencia prehispánica y explicitar sus calas históricas y simbólicas, con la consideración de que dicha herencia nunca ha dejado de estar presente, mas requiere recuperar su nexo con el consciente colectivo —el de la población travesti y en general. (op. cit. 89). De este modo, se rescatan de las lenguas aymara y quechua los términos de “chhullu” y “andrógino”. “El chhullu es el elemento tensional dispuesto entre las mitades para así mediar el tinkuy —el encuentro de las mitades como escisión y convergencia simultáneas, afirmando la identidad de cada una mientras produce una nueva entidad (Salomon 1982: 15). Estas mitades opuestas que sin embargo se complementan (Platt 1978) —yanani en aymara y yanantin en quechua—, pueden actuar en conjunto o, al ser antagónicas, actuar por turnos. En dicho intercambio, tanto la jerarquía como la igualdad coexisten en una 17. Judith Butler interpela la diferencia sexual y, además, se pregunta si existen las mujeres como tal, si puede haber algo que se entienda como género e incluso cuestiona hasta la misma naturalidad del sexo. Ya no se puede pensar a las mujeres como el “sujeto” del feminismo : “La teoría feminista ha supuesto que existe cierta identidad, entendida mediante la categoría de las mujeres, que no sólo incita los intereses y las metas feministas dentro del discurso, sino que constituye al sujeto para el cual se procura la representación política” (Butler 1999: 33) El género “es, de suyo, una formación discursiva y el efecto de una versión determinada de la política de representación. De esa manera, el sujeto feminista resulta estar discursivamente constituido por el mismo sistema político que, se supone, facilitará su emancipación” (Butler 1999: 34) Lo que intenta Judith Butler es ir a fondo con su crítica a la normativa heterosexual dominante en la teoría feminista que presupone la existencia de una identidad entre género/sexo/deseo basado en las nociones aceptadas de masculinidad y feminidad. 18. En referencia a la obra de artistas chilenxs: Carlos Leppe y Juan Domingo Dacila, Paz Errázuriz y Las Yeguas del apocalipsis. Intervenciones en estudios culturales / 77 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales negociación constante, teniendo, sin embargo, siempre a la equidad como propósito (Canessa 1997: 237, citado por Campuzzano 2007: 84).19 La totalidad andrógina es más grande que la suma de sus partes femeninas y masculinas. Así, en la dinámica del género, una parte puede dominar a la otra, alternándose —lo andrógino cual tinkuy entre lo femenino y lo masculino—, pero el todo andrógino será siempre el campo de referencia más amplio (Isbell 1997: 259). Así, todo es hombre–mujer —chachawarmi en aymara y qhariwarmi en quechua. (op. cit. 84). Segato (2011) dice que “El dualismo, como el caso del dualismo de género en el mundo indígena, es una de las variantes de lo múltiplo o, también, el dos resume, epitomiza una multiplicidad. El binarismo, propio de la colonial [/] modernidad, resulta de la episteme del expurgo y la exterioridad construida, del mundo del Uno. El uno y el dos de la dualidad indígena son una entre muchas posibilidades de lo múltiplo, donde el uno y el dos, aunque puedan funcionar complementariamente, son ontológicamente completos y dotados de politicidad, a pesar de desiguales en valor y prestigio. El segundo en esa dualidad jerárquica no es un problema que demanda conversión, procesamiento por la grilla de un equivalente universal, y tampoco es resto de la transposición al Uno, sino que es plenamente otro, un otro completo, irreductible”. (18) Es decir, cada sustento teórico en adscripción de los enfoques feministas o queer contextualmente situados, tiene su correlato en la teoría y en la praxis política de los movimientos: superar el dualismo, invertir los términos, luchar por el reconocimiento a la diversidad sexual, la diferencia, la igualdad de derechos y oportunidades, etc. es una serie de dilemas que las tesis atraviesan e interrogan. “Asombra pensar que nos hemos quedado en ese pozo oscuro donde el mundo encierra a las lesbianas. Asombra pensar que hemos, como feministas y lesbianas, cerrado nuestros corazones a los hombres, a nuestros hermanos los jotos, desheredados y marginales como nosotros”, confirmaba Anzaldúa (1999: 106) desde su posicionamiento queer y cuestionando al feminismo blanco. En otras palabras, nos propone repensar la definición de “minorías” (sexuales, nacionales, étnicas) cargadas de una connotación liberal (según Preciado, destinado a los grupos postergados que procuran la igualdad de derechos, quien adopta el término “multitud sexual”) en términos de la discusión del esencialismo estratégico. Ahora bien, el término “descategorizados” como aquellos seres 78 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca construidos por el discurso del biopoder como seres anormales o monstruosos, cuyas diferencias al no poder ser “representables” ponen en crisis no sólo el sistema de representación sino de conocimiento de lo que es considerado normal. Y aquí es interesante cómo ambos proyectos (el moderno de Braidotti y el posmoderno de Preciado) se apropian del deleuziano “todos los devenires comienzan y pasan por el devenir mujer” (1980: 279), aunque de modos distintos (el sujeto nómade de Braidotti, deudor del cyborg de Donna Haraway, o el de cuerpo sin órganos que usa Preciado), en una economía simbólica mujer o minorías (indígenas, afro) se igualan: después de todo se trata de cuerpos feminizados y racializados por el discurso de la modernidad occidental20. Y en este sentido, en la analogía entre minorías y multitudes sexuales respecto del sujeto y cuerpo que soporta los derechos, reaparece el dilema de las identidades y los sistemas de representación y, consecuentemente, las lealtades: por ejemplo, entre las mujeres afro, quienes fuertemente interpelaron al feminismo académico, y más tarde, sobre la figura del travesti. 19. El chhullu permanece además en otros lenguajes aún tangibles, tales como las coreografías de diversas danzas; y en el tejido andino tomado como texto. En éste se menciona una franja impar, localizada en el centro de las talegas (bolsos) que se denomina chhima, y significa «corazón» (en el aymara hablado en Isluga). Él es a la vez el “lugar de reunión y la línea de separación de los dos lados, desempeñando el rol ambivalente de separador, creando dos mitades, siendo simultáneamente el nexo, el territorio «común» (1978 / 1986: 152, citado por Campuzzano 2007: 84). 20. Como bell hooks, en “Selling Hot Pussy: representations of black female sexuality in the cultural marketplace” interroga: ¿Cuándo y cómo podrán las mujeres negras valerse de agencia sexual en maneras que nos liberen de los confines del deseo colonizado del imaginario racista/sexista y sus prácticas? ¿Cuándo digo que soy mujer o soy negra? ¿En qué orden de representación me ubico?¿Hay una esencia negra? Por cierto, como mujeres negras debían luchar contra los clichés que ubicaban a las Negras en distintas situaciones (la niñera, la puta, la jota…) (Lorde 1988), en los que se intersectaban simultáneamente la política de raza, sexual y clasista. Ahora bien, la batalla debía darse en todos los frentes. Pues si de algo eran conscientes era de que desde su posición como mujeres negras -quienes “ostentan” el estatus social más bajo que cualquier otro grupo social por su triple opresión sexista, racista y clasista “sin “otro” institucionalizado al que puedan discriminar, Intervenciones en estudios culturales / 79 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales explotar, u oprimir”- (hooks 2004: 49), la posición de un varón afrodescendiente quedaría igualada a la de las mujeres blancas, en tanto ambos pueden, como explica bell hooks, actuar como oprimidos y opresores: Los hombres negros pueden ser víctimas del racismo, pero el sexismo les permite actuar como explotadores y opresores de las mujeres. Las mujeres blancas pueden ser víctimas del sexismo, pero el racismo les permite actuar como explotadoras y opresoras de la gente negra (…) El sexismo de los hombres negros ha socavado las luchas por erradicar el racismo del mismo modo que el racismo de las mujeres blancas ha socavado las luchas feministas (hooks 2004: 49). El movimiento feminista debió afrontar la división entre lesbianas y heterosexuales, que eran también, a su entender, diferencias políticas y clasistas. Respecto de la figura del travesti, sobre la cual ha trabajado Nelly Richard, afirma que “Frente a aquellos programas de reivindicación homosexual y también feminista, pudiera ser que la persona periférica del travesti con su divagante metáfora de las identidades superpuestas y canjeables sea uno de los retos más potencialmente subversivos enfrentando a los sistemas de categorización unívoca de la identidad normativa” (1993: 73). El cuerpo travesti al que refiere la autora, tal como muestra el catálogo del Museo en Perú, incrustado en el barroquismo del ornamento, expone una subversión profunda de la imposición colonialista de la modernidad. Por más que Richard no incluya en su caracterización del travesti latinoamericano, “aquel que dramatiza su suerte bastarda al combinar restos sintácticos de lenguajes importados con su propia alucinación desfigurativa y transfigurativa, que culmina en el sin fin de la copia de la copia” (1993: 73), la idea de raza. En términos deleuzianos ¿qué devenir debo hacer prevalecer? y, por tanto, ¿cuáles devenires deben subordinarse a él, según esta lógica? El “devenir mujer” deleuziano y guattariano que según Braidotti solidifica a varones y mujeres en la disolución de la diferencia sexual (aunque luego se interroguen si “no habrá que conservar un mínimo de sujeto”). ¿Debemos entonces pensar más allá del género o subjetividad “posgénero”? (Preciado 1994: 170) o ¿debemos ser estratégicamente esencialistas 80 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca como Spivak, aunque con sus contradicciones se siga adhiriendo a ese proyecto?, ¿qué consecuencias trae una u otra posición para la acción política, la perplejidad, si el discurso de la separación binaria de los sexos admite una estrategia rupturista que permite irrumpir no lo nuevo sino lo eclipsado o desterrado? En Segato (2011) se constata la presión ejercida por las normas y las amenazas punitivas introducidas para capturar las prácticas en la matriz heterosexual binaria del conquistador, que impone nociones de pecado extrañas al mundo aquí encontrado y propaga su mirada pornográfica. Esto nos permite concluir que “[…] La supuesta “costumbre” homofóbica, así como otras, ya es moderna y, una vez más, nos encontramos con el antídoto jurídico que la modernidad produce para contrarrestar los males que ella misma introdujo y continúa propagando”, en el “mientras tanto”, una figura temporal que irrumpe la estabilidad del tiempo homogéneo del derecho y la grilla. Y de la novedad que no puede soportar el derecho a riesgo que se desmantele la estructura que lo constituyó. Entonces, ¿desde qué lugar los cuerpos abyectos podrán desestabilizar la propia teoría? Como lo interpreta Richard a partir de la “estética de la periferia” de Paz Errazuriz, cuya fotografía deambula en las fronteras identitarias: “sería demasiado simple decir que Errazuriz fotografía a personajes fuera de lo normal […] El conflicto tácito entre norma (normalidad/sanidad/legalidad/moralidad) e infracción (anormalidad/insanidad /ilegalidad / inmoralidad) reviste en su obra formas insterticiales, oblicuas y furtivas […] para romper la certeza que cada identidad calce unívocamente consigo misma” (2009: 10). Estas iluminaciones permiten leer en los textos las huellas propias de un nomadismo identitario que no quepa en la categoría de “descategorizados”, sino que más bien disputa su inscripción simbólica mestiza y travesti, en un espacio sacro o en un catálogo, para politizar lo personal y volverlo tiempo. Referencias citadas Bhabha, Homi. 2002. El lugar de la cultura. Buenos Aires: Manantial. Bidaseca, Karina. 2013. “Reconociendo las superficies de nuestras hendiduras. Cartografiando el Sur de nuestros Feminismos”. En: Karina Bidaseca, Obarrio De Oto y Sierra (comps.), Legados, genealogías y memorias poscoloniales. Escritos fronterizos desde el Sur. Ciudad de la publicación: Ed. Godot. En prensa. Intervenciones en estudios culturales / 81 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales Butler, Judith. 1998. Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista. Debate Feminista, (18): 296-314. _______. 1999. El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. México: Paidós _______. 2000. “Reescinificación de lo universal: hegemonía y límites del formalismo”. En: Judith Butler, Ernesto Laclau, y Slavoj Zizek, (eds.), Contingencia, hegemonía, univeralidad. Diálogos contemporáneos en la izquierda. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. _______. 2003. “Variaciones sobre sexo y género: Beauvoir, Wittig y Foucault”. En Lamas, Marta (comp.), El género. La construcción cultural de la diferencia sexual. México: Porrúa y UNAM. Campuzano, Giuseppe. 2008. Museo Travesti del Perú. Lima. _______. 2009. Andróginos, hombres vestidos de mujer, maricones… el Museo Travesti del Perú. Bagoas (4): 79-93. Hall, Stuart. 2010. Sin Garantías: trayectorias y problemáticas en estudios culturales. Eduardo Restrepo, Catherine Walsh y Víctor Vich (eds.). Envión editores. Instituto de Estudios Peruanos. Instituto de Estudios Sociales y Culturales, Pensar, Universidad Javeriana. Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Haraway, Donna. 1991. “In the Beginning was the Word: The Genesis Biological Theory”. En: Simians, Cyborgs, and Women. The Reinvetion of Nature. New York: Routledge hooks, bell. 1994. Teaching to transgress. Education as the Practice of Freedom. New York: Routledge. _______. 1998. “Selling Hot Pussy: representations of black female sexuality in the cultural marketplace”. En: Black Looks: Race and Representation. Xxxx: South End Press. _______. 2004. “Mujeres negras: dar forma a la teoría feminista”. En: xxx (), Otras inapropiables. Feminismos desde las fronteras. Madrid: Traficantes de sueños. Lorde, Audre. 1988. “Las herramientas del amo nunca desarmarán la casa del amo”, en Cherríe Moraga, Ch. y Ana Castillo (eds.), Esta puente mi espalda. Voces de mujeres tercermundistas en los Estados Unidos.San Francisco: Ism press, Lugones, María. 2008. “Colonialidad y género. Hacia un feminismo descolonial”. Xxx (eds.), Género y descolonialidad. Buenos Aires: Ediciones del signo. Morient, David “Un Planeta Caníbal”, hist.mem., No. 4. Año 2012, pp. 141 - 187. Preciado, Betriz. 2002. Manifiesto contrasexual. Ciudad de publicación:Ed. Anagrama. 82 / Intervenciones en estudios culturales Karina Bidaseca Quijano, Aníbal. 2003. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”. En Edgardo Lander (comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO. Richard, Nelly. 2007. Fracturas de la memoria. Arte y pensamiento crítico. Buenos Aires: Siglo XXI. _______. 2007. Fugas de identidad y disidencias de códigos (Artistas mujeres en el conetxto de la dictadura en Chile). Revista de Crítica Cultural (35) Segato, Rita. 2011. “Género y colonialidad. En busca de claves de lectura y de unario estratégico descolonial”. En Karina Bidaseca, y L Vazquez,. (Vomp.), Feminismos y poscolonialidad. Descolonizando el feminismo desde y en américa Latina. xxxx: Bs. As, Godot. Sierra, Marta. 2012. Gendered Spaces in Argentine Women’s Literature. New York: Palgrave-MacMillan. Spivak, Gayatri Chakravorty. 2010. Crítica de la razón poscolonial. Hacia una historia del presente evanescente. Madrid: Akal. Suárez Navaz, L. y Hernádez, R. 2008. Descolonizando el feminismo. Teorías y prácticas desde los márgenes. Madrid: Ediciones Cátedra. Intervenciones en estudios culturales / 83 Fracturas de la modernidad. Fugas identitarias y transfiguraciones culturales 84 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais Luciana Lima Universidad de São Paulo (USP) Resumo: Este ensaio parte das controvérsias em torno das relações existentes entre o projeto intelectual dos estudos culturais e o universo das políticas culturais. Em contraposição à crítica de que tais políticas representariam uma tentativa de administração da cultura - enquanto os estudos culturais, contrariamente, buscam rupturas nesse campo -, argumentamos que é possível pensar nas políticas culturais como espaço de intervenção crítica e propositiva dos estudos culturais, a partir da compreensão do Estado como arena em disputa. Palavras-chave: Estudos culturais, políticas culturais, Estado, intervenção política. Resumen: Este ensayo parte de las controversias existentes en torno a las relaciones entre el proyecto intelectual de los estudios culturales y el universo de las politicas culturales. En contraposición a la crítica de que tales politicas representan un intento de administración de la cultura - mientras los estudios culturales, por el contrario, buscan rupturas en este campo -, sostenemos que es posible pensar en las politicas culturales como un espacio para la intervención crítica y propositiva de los estudios culturales, desde la comprensión del Estado como una arena en disputa. Palabras clave: estudios culturales, políticas culturales, Estado, intervención política. Intervenciones en estudios culturales Intervenciones en estudios culturales, 2015, (1): 85-104 / 85 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais Abstract: This essay comes from the controversies surronding the relationship between the intelectual project of the cultural studies and the universe of cultural policies. In contrast with the critic that these policies represent an attempt to administrate culture - meanwhile the cultural studies seek for disruptions in this field - we argue that is posible to think about cultural policies as a field of critical and purposeful intervention of cultural studies, coming from the understanding of the State as an arena in dispute. Key words: cultural studies, cultural policies, State, political intervention. 86 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima Apresentação Na discussão sobre a especificidade dos estudos culturais e suas formas de intervenção para além da academia, tem chamado a atenção o debate em torno dos vínculos e intersecções entre este projeto intelectual e o campo das políticas culturais. Se por um lado há aqueles que argumentam serem as políticas culturais um espaço privilegiado de atuação política como preconizada pelos estudos culturais, por outro há aqueles que argumentam que há incompatibilidade entre ambos, na medida em que a gestão pública trabalharia com a planificação e a administração da cultura e os estudos culturais a vinculariam, do contrário, às possibilidades de ruptura no que tange às relações de poder. Segundo os críticos da gestão cultural, as iniciativas vinculadas ao campo das políticas culturais não dariam margem à potencialidade crítica trazida pelos estudos culturais. O cerne deste argumento está em justificar que as práticas vinculadas aos estudos culturais buscariam a transformação social, enquanto as práticas vinculadas à gestão pública buscariam a manutenção do status quo e da governabilidade. Fazendo um contraponto a essa crítica, este ensaio tem como objetivo indicar de que maneira é possível vincular o projeto intelectual dos estudos culturais às políticas públicas de cultura, sem prejuízo de seu caráter crítico e transformador. Esclarecendo conceitos Antes de nos voltarmos aos argumentos que nos levam a entender as políticas culturais como espaço possível de intervenção política dos estudos culturais, é necessário esclarecer alguns pressupostos que orientam este trabalho. Partimos assim, antes de mais nada, da necessidade de explicitar alguns dos conceitos-chave presentes na argumentação. Em primeiro lugar, pela compreensão do que sejam as políticas culturais. Apoiando- nos na definição da Unesco, das políticas culturais como “conjunto de princípios operacionais, práticas administrativas e orçamentárias e procedimentos que fornecem uma base para a ação cultural do Estado” (Unesco 1969, tradução própria), optamos pela adoção de uma noção restrita dessas políticas, que se limita à atuação do Estado no campo da cultura. Esta noção diferencia-se da abordagem de outros autores, que atribuem ao campo da política cultural não apenas a ação estatal como também a de outros agentes, sejam as instituições civis e grupos comunitários (Canclini 1987: 26), sejam os produtores profissionais, as empresas Intervenciones en estudios culturales / 87 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais privadas e as associações voluntárias, que envolvem não apenas a administração pública como o mercado e as comunidades (Brunner 1985). A opção pela definição das políticas culturais como campo de ação do Estado não implica, no entanto, que não haja outros atores envolvidos com as mesmas. A atuação do Estado no campo da cultura, em verdade, só ganha sentido a partir do apoio e interação com a sociedade civil, campo privilegiado da produção, difusão e consumo cultural. Assim, invariavelmente a ação do Estado na cultura pressupõe a interlocução com outros atores, até porque, como veremos à diante, em grande medida não é o Estado quem “faz cultura”, mas sim os artistas, grupos comunitários, instituições da sociedade civil e assim por diante. De qualquer forma, ainda que saibamos das limitações implicadas nessa escolha, compreendemos as políticas públicas para a cultura como parte de uma noção mais ampla das políticas culturais, entendidas como o espaço de conflito entre diferentes concepções de mundo, representações, significados e práticas culturais, a partir de diferentes estratégias políticas dos diversos atores sociais (Alvarez, Dagnino, Escobar 1998). A adoção da noção restrita justifica-se, porém, na medida em que nos interessa discutir a “validade” da intervenção dos estudos culturais no âmbito estatal, além de partirmos do próprio debate existente, centrado no âmbito da gestão pública. Além de delimitar o campo das políticas culturais com o qual trabalharemos, é importante detalhar ainda a compreensão que trazemos dos estudos culturais, no sentido de evidenciar algumas de suas características fundamentais. Nesse sentido, chamamos atenção especificamente para a vocação política dos estudos culturais, em geral considerada característica fundamental deste projeto: “Los estudios culturales, como toda teoría crítica, problematizan el imaginario positivista de un conocimiento por fuera de lo político [...] para considerar que el saber tiene sentido en tanto se articula con la transformación social, con un proyecto político” (Restrepo 2012: 29). A prática intelectual nesse campo, portanto, busca vincular-se a intervenções políticas concretas. Trabalhando com foco em questões contemporâneas, os estudos culturais trazem consigo a necessidade de intervir politicamente, ampliando sua repercussão para além da esfera estritamente acadêmica. Com isso, além de buscar romper com as fronteiras disciplinares a partir de iniciativas inter ou transdisciplinares, os estudos culturais buscam ainda romper com a pureza teórica, 88 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima atuando em contextos fora do âmbito universitário. Ao trabalhar com alguns dos traços distintivos mais interessantes dos estudos culturais, afirma Nelly Richard: “... mencionaría la voluntad de politizar la cuestión del saber y de desbordar los limites de autoreferencialidad del discurso académico vinculando el adentro de la universidad con el afuera de la realidad social y política mediante diversas estrategias de intervención” (Richard 2010: 162). Além da perspectiva da intervenção social e política, destacamos ainda nesse trecho a heterogeneidade dos estudos culturais, que contempla não apenas diferentes abordagens e uma multiplicidade de objetos, como também diferentes estratégias de intervenção. Nesse sentido, um dos focos desse projeto intelectual consiste em “pensar la práctica intelectual en su imbricación sociopolítica, interviniendo en escenarios educativos, organizacionales, mediáticos, estatales o muchos otros.” (Grimson et alli 2010: 29). Partindo da rejeição de teorias pré-definidas para o entendimento da realidade, a perspectiva do trabalho intelectual desenvolvido nesse campo parte da realização de trabalhos empíricos. Assim, os estudos culturais buscam desenvolver métodos que partem dos contextos concretos em que atuam: “En oposición a este reduccionismo teórico, los estudios culturales se plantearían como un contextualismo radical, como una teorización de lo concreto, como una teoría sin garantias.” (Restrepo 2012: 133). Por fim, destacamos ainda o trabalho com questões envolvendo a cultura e o poder, a partir de uma visão que compreende as manifestações culturais não como exterioridade, mas como parte das relações sociais. Tendo em vista superar a dicotomia entre as perspectivas materialista e idealista e seus determinismos teóricos, os estudos culturais buscam colocar em evidência as relações que se estabelecem entre o mundo das ideias e o mundo material, entendendo-os a partir de uma perspectiva dialética. Precursora desta abordagem, a noção de materialismo cultural presente na obra de Raymond Williams indica a investigação dos vínculos existentes entre o universo da cultura e a ordem política, econômica e social (Cevasco 2003), inserindo-a portanto nas relações de poder. Colocamos em evidência estas características não apenas por serem traços importantes que revelam a especificidade dos estudos culturais, como também aspectos fundamentais que nos interessam discutir na abordagem da intersecção dos estudos culturais com o campo das políticas culturais - entendidas aqui, como vimos, como a atuação do Estado no campo da cultura. Intervenciones en estudios culturales / 89 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais O Estado como espaço de luta política Ao olhar para os estudos culturais a partir de sua vocação política, um dos principais argumentos que indicam a potencialidade de sua intervenção no âmbito das políticas culturais diz respeito à compreensão do próprio Estado como arena em disputa. Segundo a definição de García Linera, “El Estado es una relación y un conjunto de estructuras que es resultado de la lucha política. El Estado es un campo de lucha y una forma de lucha política [...]. La lucha política se está desplegando fuera y dentro del Estado, un Estado dividido por el modo en que los sujetos que gobiernan diferentes niveles y espacios relacionan las estructuras estatales con las estructuras sociales.” (García Linera 2010: 5) Assim, partimos do pressuposto de que a disputa política se dá também internamente às estruturas estatais. Contra uma visão simplista de que o Estado reflete puramente os interesses da classe dominante de maneira irremediável, entendemos que há espaço para disputar a própria atuação do Estado, não sendo esta algo que está dado, sem possibilidade de intervenção. Em sendo o contextualismo radical prerrogativa dos estudos culturais, como vimos, é preciso então analisar o Estado também do ponto de vista contextual, avaliando as possibilidades e limites à realização de transformações a partir “de dentro”. Os estudos culturais, como vimos, não são apenas estudos, mas buscam desenvolver reflexões teóricas em consonância com a necessidade de lidar com questões sociais e políticas concretas, a partir destes contextos específicos. Eles não são, portanto, uma disciplina acadêmica, mas se localizam na inter-relação da academia com outros lugares políticos, sendo o Estado um destes lugares, em que se dá a disputa pela esfera pública. Além disso, se os estudos culturais se pautam pela articulação entre cultura e poder, entendemos ser o Estado um dos espaços privilegiados de exercício do poder, uma vez que conjuga o poder de coerção e legitimação ao poder econômico, materializado, este último, pela cobrança de impostos e administração do orçamento público. Tendo isto em mente, podemos dizer que uma das principais atribuições do Estado consite no desenvolvimento e implementação de políticas públicas, por meio de medidas que envolvem regulamentação e recursos orçamentários, bem como decisões de caráter político. Segundo Maria Paula Dallari Bucci, “Políticas públicas são programas de ação governamental visando coordenar os meios à disposição do Estado e as atividades privadas para a realização de objetivos socialmente relevantes e politicamente determinados” (Bucci 2002: 241). 90 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima Retomando a discussão sobre a questão do poder, cabe dizer que a definição destes objetivos é evidentemente também uma escolha política. Na medida em que as decisões se centram, em especial, nas definições relativas à distribuição dos recursos, isso não está desvinculado de escolhas baseadas em valores e visões da sociedade. Assim, o Estado é formado não apenas por instituições, mas também por ideias e por uma correlação de forças políticas, o que faz com que, ainda na visão de Linera, ele se constitua enquanto campo de disputa pela reprodução ou transformação da ordem social (García Linera 2010: 5). Isso se aplica, da mesma forma, no âmbito das políticas culturais. As políticas culturais, em específico, constituem um dos eixos de apoio não apenas à produção e circulação de bens e serviços artísticos como também às práticas culturais enraizadas, sendo uma das fontes potenciais na promoção do acesso aos meios de produção, difusão e ao consumo cultural, por meio do financiamento estatal. Nesse sentido, na atuação do Estado na área da cultura há escolhas que implicam em fortalecer, concretamente, determinados paradigmas ou manifestações culturais em detrimento de outros, por exemplo no investimento em práticas consagradas ou não, viáveis comercialmente ou não, e assim por diante. O que se quer afirmar é que fica evidente, portanto, a vinculação entre cultura e poder no que diz respeito à atuação do Estado no campo da cultura: “El área de las políticas culturales se ha constituido de modo simultáneo desde múltiples esferas como uno de los campos de intervención en torno a la idea de cultura y poder, y por tanto está particularmente ubicada en la encrucijada entre transformaciones teóricas y cambios en el espacio público” (Ochoa Gautier 2002: 214). Com isso, entendemos que os estudos culturais apresentam um potencial de intervenção crítica e propositiva no contexto das políticas culturais, o que se apresenta tanto por meio da formulação e desenho de políticas, quanto pelo tensionamento dos conceitos de cultura que as embasam. Na referência às práticas intelectuais que envolvem cultura e poder e que “não estão orientadas apenas à produzir escritos”, Daniel Mato (2002: 38) indica a formulação de políticas culturais para os Estados como uma possibilidade. Na mesma direção, Mareia Quintero defende que a vitalidade do próprio campo dos estudos culturais está na articulação com práticas fora da universidade, a exemplo da gestão cultural e do desenho de políticas públicas (Grimson et alli 2010). No que diz respeito à formulação, pode-se dizer ainda que a própria concepção das políticas culturais consiste em uma prática cultural, carregada de valores e Intervenciones en estudios culturales / 91 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais significados que implicam também em relações de poder. Como afirmava Gilberto Gil em seu discurso de posse como ministro da cultura: “não cabe ao Estado fazer cultura, a não ser num sentido muito específico e inevitável. No sentido de que formular políticas públicas para a cultura é, também, produzir cultura.” (Gil 2003). Com isso, ainda que nos opuséssemos ao entendimento das políticas culturais como campo de intervenção dos estudos culturais, poderíamos dizer que, enquanto prática cultural, elas consistem também em objeto dos mesmos. Desse ponto de vista, entram em pauta como fator de disputa política as próprias concepções de cultura que subsidiam as políticas culturais, podendo ser questionadas, por exemplo, as distinções entre alta e baixa cultura, em consonância com a visão dos estudos culturais. Em resumo, entendemos que, por estarem voltadas à distribuição de recursos estatais - que impactam também na distribuição e valorização de capitais simbólicos - as políticas culturais estão vinculadas à questão do poder. Em termos do projeto intelectual dos estudos culturais, pode-se afirmar, portanto, que as políticas culturais consistem em uma das formas de compreensão da cultura que possibilitam agir politicamente. A atuação em torno dessas políticas faz assim com que a produção teórica possa estar vinculada a um projeto concreto de intervenção, nesse caso no âmbito da administração pública. As concepções de cultura e as políticas culturais Em “Palavras-chave – um vocabulário de cultura e sociedade”, Raymond Williams evidencia de que maneira a linguagem está vinculada às condições sociais, econômicas e políticas, o que faz com que os sentidos atribuídos a determinados conceitos se alterem historicamente, alterando também seus usos (Williams 2007).1 A partir da discussão sobre o conceito de cultura, buscaremos demonstrar de que modo sua compreensão apresenta influências sobre as escolhas que giram em torno das políticas culturais, sendo este um dos eixos de possível intervenção dos estudos culturais nesse campo. Nesse ponto, nos colocamos assim bastante influenciados pela abordagem clássica dos estudos culturais ingleses, que, segundo Cevasco (2001: 55) “parte do princípio de que a cultura é um conceito crucial que tem que ser reapropriado para usos mais democráticos”. Nossa atenção se volta, portanto, à maneira como esta reapropriação pode se dar, também em relação às políticas culturais. 92 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima No que diz respeito ao conceito de cultura, ainda em “Palavras-chave” Williams nos revela de que forma este foi se alternando historicamente, passando do cultivo da natureza ao cultivo da mente, implicando na ideia de um processo de desenvolvimento intelectual e estético e chegando mesmo à noção de bens que vão sendo adquiridos, e que distinguem os homens entre si. Em outro aspecto, na direção do romantismo e da antropologia, o autor trata também da noção de cultura como um modo particular de vida, naquilo que este se liga ao universo do simbólico - que, por sua vez, não está desvinculado das formas de organização social. 1. “Nas questões de referência e aplicabilidade, analiticamente subjacentes a qualquer uso específico, é necessário insistir que os problemas mais ativos de significado estão sempre primordialmente embutidos nas relações reais, e que tanto os significados quanto as relações são caracteristicamente diversos e variáveis, dentro das estruturas de ordens sociais específicas e dos processos de mudança social e histórica” (Williams 2007: 39). 2. Sobre a concepção artística e seu consumo como forma de distinção social, ver Bourdieu (2007). A partir desta abordagem inicial, nos interessa aqui distinguir entre a cultura como belas-artes e a cultura como experiência ordinária (Williams 1989a), seguindo o caminho proposto pelo mesmo autor. No primeiro caso, a cultura é entendida em um sentido bastante especializado, como um esfera separada da vida cotidiana onde se produzem as grandes obras, sendo, assim, uma esfera bastante exclusiva, restrita à classe artística e seus consumidores especializados.2 Por outro lado, o entendimento da cultura como experiência ordinária é inclusiva, uma vez que todos experienciam os processos de imaginação criativa, formação de significados e valores e compreensão do mundo, independente dos espaços específicos e contextos aos quais se relacionam: “Related to this stress was the assertion that culture is ordinary: that there is not a special class, or group of men, who are involved in the creation of meanings and values, either in a general sense or in specific art and belief” (Williams 1989b: 34). Desse ponto de vista, a cultura consiste em uma atividade humana primária, que estrutura formas, instituições, relações, significados e propósitos e Intervenciones en estudios culturales / 93 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais está não apenas relacionada à criação individual, como também ao treinamento para a convivência social e a um modo de vida. Com isso, a arte seria um processo específico de esforço criativo, dentre tantos outros que são parte do processo geral de descoberta, criação e comunicação. Tendo em mente que, enquanto belas-artes, a cultura foi historicamente produzida sempre pela ou para a classe dominante, a adoção desta concepção ampliada implica, em última instância, na não exclusão de outras formas de expressão não consagradas. Estas duas concepções, no entanto, não apenas demonstram diferentes visões da cultura como nos permitem avaliar as implicações que se apresentam em termos da política cultural. Isso porque a compreensão da cultura como belas-artes dá abertura a apenas duas possibilidades: sua manutenção como uma reserva para a minoria, na visão conservadora, ou sua distribuição por meio de uma prática difusionista, na visão democratizante. Nesse aspecto, em termos de políticas culturais ela acaba por se apresentar, no primeiro caso, por meio do mero apoio à produção cultural consagrada ou, no segundo, pela democratização de bens e serviços culturais geralmente consumidos apenas pela elite, buscando ampliar o acesso a estes por parte de diversas camadas sociais.3 Por outro lado, a concepção ampliada da cultura visa não a extensão e difusão de valores e formas de expressão específicos, mas a remoção de obstáculos para que todos contribuam, na visão de Williams, à constituição de uma cultura comum, que não é, portanto, “a extensão geral do que uma minoria quer dizer e acredita, mas a criação de uma condição em que as pessoas como um todo participem na articulação dos significados e valores, e nas conseqüentes decisões entre este ou aquele significado ou valor” (Williams apud Cevasco 2003: 54).4 Como se pode ver, nesse caso, ao invés de termos um Estado atuando apenas tendo em vista a produção, o consumo e a difusão de determinado paradigma, propõese o reconhecimento e respeito à diferentes formas de expressão, provenientes de diversos grupos sociais. Na visão de Isaura Botelho (Botelho 2001: 82), “isso exige uma mudança de foco fundamental, ou seja, não se trata de colocar a cultura (que cultura?) ao alcance de todos, mas de fazer com que todos os grupos possam viver sua própria cultura”. Dessa forma, busca-se ir além de um processo de democratização cultural, para realização plena de uma democracia cultural, que garante o respeito e o acesso aos meios de produção e difusão cultural a uma pluralidade de sistemas culturais: “Puesto que no hay una sola cultura legítima, la política cultural no debe dedicarse a difundir sólo la hegemónica sino a promover 94 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima el desarollo de todas las que sean representativas de los grupos que componen una sociedad” (García Canclini 1987: 50). Em consonância com esse processo está o rechaço à divisão entre alta e baixa cultura, que coloca em cheque a hierarquização entre diferentes práticas e manifestações culturais, implicando também na distribuição de recursos públicos. As críticas e reflexões colocadas pelo campo dos estudos culturais, portanto, trazidas para o campo das políticas públicas, dão origem a um tipo de política não necessariamente vinculada à promoção da cultura consagrada. Trata-se de desmontar hierarquias existentes para ampliação democratizante do conceito, ampliação esta que se manifesta também na perspectiva das políticas culturais5 e que implica, enfim, em disputas na esfera pública: Esta pluralización del texto cultural y sus posibilidades ha generado conflictos. En la práctica del diseño de las políticas culturales existe una lucha entre el objeto cultural como válido por sus dimensiones estéticas y lo simbólico como válido por la mediación que hace posible a través de su movilización (como mediador de un proceso social y cultural). [...] Así, la tensión en los modos de definir la noción misma de política cultural se traduce en luchas concretas en la esfera pública. (Ochoa Gautier 2002: 217). 3. Esse tipo de política se basearia na circulação da produção cultural para toda a população, na diminuição das barreiras de preço por meio de subsídio estatal e nas práticas de mediação para garantia do acesso ao consumo 4. A cultura comum constitui o horizonte colocado por Williams, uma espécie de projeto político que tem como base para sua constituição a noção da cultura ordinária. Segundo ele, “In speaking of a commom culture, one is asking, precisely, for that free, contributive and commom process of participation in the creation of meanings and values [...]” (Williams 1989b: 38). Ou seja, esta baseia-se não só na idéia de que todos devem ter acesso às diferentes manifestações culturais, como também a de que todos fazem cultura e devem ter acesso aos canais de comunicação e produção cultural 5. Aqui podemos conceber também a cultura como um conceito em disputa: “Como se vê, mais do que um conceito a ser usado, cultura, como tantas outras palavras, traz nas suas extensões e ambigüidades a história de disputas em torno da fixação de seu sentido para cumprir determinada função social” (Cevasco 2001: 46). No que diz respeito ao foco deste trabalho, podemos dizer que tais disputas se reproduzem também no campo das políticas culturais, que, por sua vez, cumprem também determinadas funções sociais. Vemos, assim, de que modo a discussão se coloca como uma discussão essencialmente política, vinculada às dimensões da cultura e poder. O que buscamos indicar aqui, portanto, é que as reflexões colocadas pelas estudos culturais podem ter influência também no âmbito institucional, ainda Intervenciones en estudios culturales / 95 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais que o Estado e as políticas públicas não fossem uma preocupação central de seus precursores. Por uma política cultural transformadora Além da própria abordagem das concepções de cultura subjacentes à atuação do Estado no campo da cultura, há outras questões que permitem pensar a política cultural em consonância com o projeto intelectual e político dos estudos culturais, em contraposição à ideia de que estes dois universos seriam incompatíveis. Do ponto de vista dos defensores dessa oposição, é possível identificar pelo menos dois fatores que levariam à incompatibilidade das políticas culturais com os estudos culturais. Em primeiro lugar, a ideia que a gestão cultural transformaria a cultura em objeto, em oposição à noção mais ampla e difusa dos estudos culturais. Em segundo lugar, a ideia de que as políticas culturais implicarim em planificação, organização e governabilidade, incompatíveis com as lógicas de ruptura, contestação e problematização imbricadas no projeto dos estudos culturais. No que diz respeito ao primeiro ponto, ainda que concordemos que a cultura é vista nesse campo, muitas vezes, de modo objetivado, entendemos que é preciso pensar às margens do vocabulário dominante, como propõe Nelly Richard: Desplazándonos de lo cultural al tema de las “políticas culturales”, quizás sería interesante que nos preguntáramos si todos estamos de acuerdo con las definiciones que da Georges Yúdice en sus textos más recientes donde la cultura, en tiempo globalizados, aparece principalmente como bien, servicio, mercancía, recurso, expediente, etc.: es decir, algo finalmente subordinado a lógicas de planificación y organización, de distribución, circulación y consumo. Habría que preguntarse, creo, cuáles son los márgenes que dejan los vocabularios dominantes de la gestión para una dimensión de lo cultural que se abre a la disputa entre lo hegemónico y lo contestatario pero que, además, tiene una fuerza simbólico- expresiva y performativa que desborda la simple acción político-cultural (Grimson et alli 2010: 172). No sentido dessa afirmação, temos como possibilidade, no campo das políticas culturais, a valorização e o financiamento de processos, ao invés de produtos culturais. Ainda que grande parte das políticas de fomento à cultura estejam pautadas pela lógica da compra de produtos e serviços (por meio de subsídio 96 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima estatal, da mesma forma que no mercado), é possível pensar em políticas que se contrapõe a essa lógica e que buscam o financiamento de processos: A atividade cultural é uma atividade que se desenvolve em um tempo estendido, sendo o produto gerado ou serviço fornecido por esta apenas o resultado final. Estes produtos e serviços são construídos a partir de esforços contantes de criação e pesquisa, assim como de formação dos produtores, o que faz do processo anterior à geração do produto o momento mais rico e importante da produção cultural. Por isso, é necessário valorizar e financiar esse longo momento anterior “oculto” que se constitui como atividade encarnada de sentido, gerando impactos culturais, econômicos e sociais muito além de seus produtos (Ortellado; Lima, no prelo). Ao propiciar o apoio às atividades culturais em si, e não aos possíveis produtos gerados pelas mesmas, esse tipo de política acaba dando um tratamento não mercantil à cultura, constituindo-se enquanto paradigma que se opõe ao primeiro fator crítico acima colocado. Nessa mesma direção, é possível dizer que houve, mais recentemente, una ampliación en la concepción general de que la política cultural es un instrumento diseñado solamente para ofrecer servicios culturales y dar acceso a ellos (espectáculos, bibliotecas, teatros, etc.), a una concepción de ésta como un instrumento que puede transformar las relaciones sociales, apoyar la diversidad e incidir en la vida ciudadana. (Rosas, Nivón apud Ochoa Gautier 2002: 217). No que diz respeito à crítica da governabilidade, por sua vez, temos que nem todas as políticas culturais implicam em planificação e controle por parte do Estado, havendo inúmeros exemplos de programas que se pautam pelo financiamento aberto de práticas culturais autônomas. Estas iniciativas estão voltadas ao apoio às manifestações culturais já em desenvolvimento, a partir de propostas colocadas pelos próprios agentes. Nesse sentido, não é o Estado quem determina o objeto do apoio e financiamento, ele apenas dispõe de recursos para apoio à artistas, coletivos ou instituições da sociedade civil, para promoção da ação cultural: uma ação que se realiza pela criação de condições para que as pessoas inventem seus próprios fins e se tornem sujeitos da cultura, e não apenas seus objetos ou consumidores (Coelho 2001: 14).6 Intervenciones en estudios culturales / 97 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais 6. Segundo Turino (2009), trata-se da transformação de um Estado que impõe para um Estado que dispõe, tendo essa formulação embasado a concepção e experiência do programa Cultura Viva, que apoia os Pontos de Cultura. 7. Ainda segundo Bennet, “This identifies precisely why equations which place museums and communities on one side of a divide as parts of creative, ‘bottom-up’ processes of cultural development and the state or government on another as the agents of external and imposed forms of ‘top-down’ cultural policy formation are misleading” (1999: 491). Nesse tipo de política, portanto, o que se verifica não é a imposição de ações por parte do Estado, mas seu planejamento e execução a partir das demandas das próprias comunidades. Tendo em vista esse modelo, cabe o reconhecimento de que é enganosa a concepção das políticas culturais unicamente a partir de um paradigma top-down de política pública, que seria imposto de cima para baixo - isto é, do governo para as comunidades: When, in the language of contemporary cultural debates, ‘community’ is at issue, then so also is government as parts of complex fields in which the perspectives of social movements, and of intellectuals allied to those movements, and shifts in the institutional and discursive fields of policy, interact in ways that elude entirely those theorizations which construct the relations between the fields of culture and politics and culture and policy in terms of a ‘bottom- up’– ‘top-down’ polarity. An adequate analytical perspective on cultural policy needs, then, to be alert to the patterns of these interactions. But then so, too, does an adequate practical engagement with cultural policy need to be alert to the fact that being ‘for community’ may also mean working through and by governmental means. (Bennet 1999: 491). Isso não significa que as comunidades não possam ter um desenvolvimento cultural independente do Estado, mas apenas indica a possibilidade de potencializar suas ações a partir do apoio estatal, o que ressalta a complexidade dessas relações, questionando um tipo de visão polarizada.7 Assim, buscamos nos contrapor à ideia de que a cultura necessariamente é sufocada quando relacionada ao planejamento e à administração estatal, visão esta muitas vezes presente neste debate: 98 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima El rechazo que encuentra la idea misma de políticas culturales, sobretodo entre ciertos grupos de artistas e intelectuales en América Latina, frecuentemente viene asociado a la noción de que el término política cultural implica al Estado [...] y por tanto a una esfera de control de lo simbólico no deseada por grupos que desean establecer formas alternativas o de oposición en la relación entre cultura y poder. (Ochoa Gautier 2002: 216). Como vimos, porém, tal rechaço não encontra bases em diversos contextos, uma vez que nem sempre o apoio do Estado implica em formas de controle. Além da contraposição à visão chapada das políticas públicas e da chamada gestão cultural, queremos ainda colocar em pauta alguns indicativos da importância da atuação do Estado no campo da cultura. Do ponto de vista progressista, em consonância com os estudos culturais, há que se fazer políticas tanto de redistribuição geográfica e econômica dos recursos quanto tendo em vista a diminuição das desigualdades simbólicas. No caso do financiamento da cultura, isto ganha relevância sobretudo quando se tem em vista a correção de desigualdades geradas pela mera atuação do mercado. Assim, a política cultural, pensada a partir dos estudos culturais, deve se pautar sobretudo a partir da compreensão do direito à participação na esfera pública, dentro de um paradigma de cidadania cultural (Chaui 2006). Sendo a cidadania cultural compreendida como a garantia do direito à produção, ao consumo e à fruição cultural, bem como à participação, ela pressupõe necessariamente uma base igualitária, de modo que as políticas culturais sejam desenhadas e implementadas, especialmente, com foco naqueles que tem sido marginalizados nesse campo. No entanto, isso tudo depende, obviamente, do contexto político em questão, uma vez que nem sempre há espaço a esse tipo de atuação no âmbito estatal. Não estamos afirmando, portanto, que as políticas culturais estão necessariamente em conformidade com a perspectiva dos estudos culturais, mas apenas que elas podem ser pensadas a partir deste ponto de vista. Porém, mesmo nos casos em que não há abertura para se implementar ações nesse sentido, é possível ainda tensionar as políticas e ter uma atuação crítica sobre as mesmas. Com isso, entendemos que o papel dos estudos culturais seja, no campo das políticas culturais, o de disputá-las em termos de suas concepções, bem como disputar o próprio Estado a partir de seu tensionamento. Assim, se os estudos culturais Intervenciones en estudios culturales / 99 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais buscam construir conhecimento tendo em vista uma transformação social, isso não significa que eles sejam incompatíveis com pensar e pautar as tecnologias de governo pois, como vimos, é possível pensar em práticas governamentais não necessariamente controladoras, em contraposição a uma visão reducionista que essencializa o próprio Estado. Considerações finais A partir das questões acima expostas, pode-se perceber que, ainda que os precursors dos estudos culturais não tenham pensado necessariamente em termos de políticas públicas, os princípios pautados por este projeto intelectual se aplicam no universo das políticas culturais. Tais políticas, como vimos, podem ser definidas como a atuação do Estado no campo da cultura. Ainda que o termo gestão cultural seja bastante utilizado nessa abordagem, reivindicamos a noção de políticas culturais exatamente por enfatizar a dimensão política das ações preconizadas pelo Estado. Nesse sentido, insistimos na potencialidade de pensá-las a partir do paradigma dos estudos culturais, em contraposição à visão de que consistem apenas uma atividade pragmática e sem interesse político: As a consequence, policy work could be, and too often clearly was, seen in all of those national contexts as a narrowly pragmatic activity lacking any broader theoretical or political interest. It also reeked of a politically unpalatable compromise with ‘the state’. Against this background, the development of an argument which insisted on the need to locate a policy horizon within cultural studies as a necessary part of its theorization of, and effective practical engagement with, relations of culture and power was a necessary step if such concerns were to be placed effectively on the agendas of cultural studies. (Bennet 1999: 481). A partir destes princípios, entendemos que não só os estudos culturais oferecem um universo rico de reflexões acerca da cultura que pode ser apropriado pelas políticas culturais, como estas podem ser pensadas como uma forma de “intervención fundamentada teóricamente y orientada hacia la transformación” (Grimson et alli 2010: 176). Ainda que haja divergências nesse ponto, entendemos que a dimensão contextual defendida pelos estudos culturais se aplica também nesse caso, ao verificarmos, a partir das experiências empíricas, de que políticas culturais estamos falando e, em última instância, de que Estado. 100 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima Ainda que efetivamente não haja homogeneidade com relação ao potencial transformador das políticas culturais, de qualquer forma nos posicionamos contra uma espécie de polarização entre o universo da crítica e o das políticas públicas. Com isso, tentamos demonstrar de que modo é possível buscar a crítica da própria atuação do Estado, entendendo que ela é não só compatível como necessária, para o fortalecimento de tendências progressistas no âmbito das políticas culturais: As far as intervention and self-conduct are concerned, the very issue of choosing between policy and cultural criticism [...] must turn out to be a question admitting no general answer. There are no a priori principles for choosing policy over cultural criticism. Nor can any presumption be made about social utility and effectiveness as necessarily belonging to one or the other. Cultural policy and criticism are not hermetically sealed but are porous systems; open enough to permit transformation, incorporation and translation, fluid enough to permit a great range of practices and priorities. [...] Cultural policy and criticism are different forms of life, but they often need each other, they use each other’s discourses, borrowing them shamelessly and redisposing them. (O’Regan apud Bennet 1999: 483). Assim, da mesma forma que o pensamento crítico contribui para o tensionamento das políticas, estas de algum forma contribuem para a efetivação de alguns dos princípios embutidos nas reflexões. A ideia não é transformar o projeto intelectual dos estudos culturais em um trabalho burocrático de formulação e execução de políticas, mas sim possibilitar uma atuação que una teoria e prática, a partir da compreensão entre a permeabilidade entre estes dois mundos, como defende Mareia Quintero: Yo de ninguna manera plantearía a la gestión como una alteridad de los Estudios Culturales, al contrario a mí me parecen complementarios. Pero bueno, esto depende de cómo se conciba la gestión. Desde mi punto de vista es un campo de acción, atravesado ciertamente por disputas de poder y en el cual se juegan cosas que a mí me son relevantes. Me parece que su inserción en la academia es variable, pero puede ser una forma de oxigenar los Estudios Culturales, en la medida en que aporta a la reflexión teórica la experiencia de la práctica. A la vez, pienso que para la gestión los Estudios Culturales son imprescindibles. Justamente para que no se convierta en algo osificado que responda a recetas de eficiencia. (Grimson et alli 2010: 174). Intervenciones en estudios culturales / 101 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais 8. Nesse ponto, em diálogo com O’Regan, afirma Bennet: “Notwithstanding his own good sense in stressing the permeability of the relations between cultural policy and cultural criticism, there are versions of cultural criticism which do rest on a principled rejection of any engagement with the mundane calculations of bureaucratic procedures and policy processes” (1999: 483). A recusa, portanto, é dos posicionamentos que rejeitam qualquer tipo de engajamento com o Estado e as políticas públicas, presentes nas vertentes dos estudos culturais que apresentam tais universos como impermeáveis.8 Da mesma forma que na abordagem de outras temáticas, também aqui há que se trabalhar a partir da realidade concreta, avaliando potencialidades e entraves para realização de intervenções transformadoras. Ainda que isto esteja relacionado aos contextos políticos de cada localidade, compreendemos a atuação do Estado no campo da cultura como uma pauta importante a ser disputada, em busca da redistribuição de recursos econômicos e simbólicos e em contraposição à padronização imposta pela indústria cultural. Não estamos com isso afirmando que o Estado atua necessariamente nessa perspectiva, pois há inúmeras iniciativas que corroboram a produção mercadológica e inclusive aprofundam as desigualdades nesse campo. Porém, entendendo a atividade estatal como terreno em disputa, acreditamos que seja possível lutar por políticas que atuem nesse sentido. Por outro lado, não imaginamos que esse processo se dê sem tensões, mesmo nos casos em que as políticas são bem-sucedidas. A institucionalidade envolvida nas parcerias com o Estado e a necessidade de se lidar com as questões administrativas e a burocracia governamental certamente trazem alguns entraves. Porém afirmar que há espaço para práticas culturais questionadoras e para participação na esfera pública a partir do apoio estatal não corresponde a dizer que isso se dê de modo absolutamente tranquilo. Há que se pensar, portanto, para além do campo das políticas culturais, em busca da transformação do próprio Estado e de suas formas institucionais, de modo a que 102 / Intervenciones en estudios culturales Luciana Lima este se torne mais permeável às iniciativas da sociedade civil - não só no âmbito das políticas culturais, como nas mais diversas áreas da política pública. Diante disto, concluímos tendo em mente que o Estado não é o único espaço político a ser disputado no campo da cultura. Em sendo este um aparato relevante, no entanto, é importante que ele seja colocado em pauta, e é nesse sentido que defendemos as políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais. Bibliografia Alvarez, Sonia E.; Dagnino, Evelina; e Escobar, Arturo. 1998. “Introduction: The Cultural and the Political in Latin American Social Movements”. En: Alvarez, Sonia E.; Dagnino, Evelina; e Escobar, Arturo. (eds.): Cultures of Politics, Politics of Cultures: Re-visioning Latin American Social Movements. Pgs. 1-29. Boulder: Westview Press. Bennet, Tony. 1999. Putting policy into cultural studies. In: During, Simon. The Cultural Studies Reader. Second Edition. London and New York: Routledge. Botelho, Isaura. 2000. As dimensões da cultura e políticas públicas. São Paulo em Perspectiva. v.15, n.1: 73-83. Bourdieu, Pierre. 2007. A distinção: crítica social do julgamento. São Paulo, EDUSP. Brunner, José Joaquin. 1985. Políticas culturales para la democracia. Material de discusión. Programa FLACSO, n.69. Santiago. Bucci, Maria Paula Dallari. 2002. Direito Administrativo e Políticas Públicas. São Paulo: Saraiva. Cevasco, Maria Elisa. 2001. Para Ler Raymond Williams. São Paulo: Paz e Terra. ______. Dez Lições Sobre Estudos Culturais. 2003. São Paulo: Boitempo Editorial. Chauí, Marilena. 2006. Cidadania cultural: o direito à cultura. São Paulo: Perseu Abramo. Coelho, Teixeira. 2001. O Que é Ação Cultural. São Paulo: Editora Brasiliense. García Canclini, Nestor. 1987. Politicas culturales en America Latina. México: Editorial Grijalbo. García Linera, Alvaro. 2010. “El Estado en transición. Bloque de poder y punto de bifurcación”. In: García Linera, A.; Prada, R.; Tapia, L.; Camacho, O.V. El Estado. Campo de lucha. La Paz: Clacso, Muela del Diablo Editores e Comuna. Gil, Gilberto. 2003. Discursos do Ministro da Cultura Gilberto Gil. Brasília, Ministério da Cultura. Intervenciones en estudios culturales / 103 As políticas culturais como espaço de intervenção crítica dos estudos culturais Grimson, Alejandro et alli. 2010. “Desde Lima: una discusión en curso”. En: Nelly Richard. (ed.). En torno a los estudios culturales: localidades, trayectorias y disputas. pp. 145-182. Red de Estudios y Políticas Culturales. Mato, Daniel. 2002. “Estudios y otras prácticas latinoamericanas en cultura y poder”. En: Mato, Daniel (ed), Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Pgs: 21-43. Caracas: Clacso. Ochoa Gautier, Ana Maria. 2002. “Políticas culturales, academia y sociedad”. En: Mato, Daniel (ed), Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Pp. 213-224. Caracas: CLACSO. Ortellado, Pablo; Lima, Luciana P. B. Da compra de produtos e serviços culturais ao direito de produzir cultura: análise de um paradigma emergente. No prelo. Restrepo, Eduardo. 2012. Antropología y estudios culturales: disputas y confluencias desde la periferia. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Richard, Nelly (ed.). 2010. En torno a los estudios culturales: localidades, trayectorias y disputas. Red de Estudios y Políticas Culturales. Santiago: Editorial ArcisClacso. Turino, Célio. 2009. Ponto de Cultura: O Brasil de Baixo para Cima. São Paulo: Anita Garibaldi. Unesco. 1969. Cultural policy: a preliminary study. Paris: Unesco. Williams, Raymond. 1989a [1958]. “Culture is ordinary”. In: Resources of Hope: culture, democracy, socialism. London: Verso. ______. 1989b [1968]. “The Idea of a Commom Culture”. In: Resources of Hope: culture, democracy, socialism. London: Verso. . 2007. Palavras-chave – um vocabulário de cultura e sociedade. São Paulo: Boitempo Editorial. 104 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia Daniel Ramírez1 Pontificia Universidad Javeriana Resumen: Amparado en las elaboraciones teóricas de Pierre Bourdieu y Néstor García Canclini, propongo una ruta para abordar la actividad artesanal en Colombia como un campo. En el texto aporto elementos derivados de una investigación documental y de campo que realicé para Artesanías de Colombia S.A. en el 2012 sobre las relaciones entre artesanía, arte y manualidad. Relaciones que, como propongo, no se pueden entender por fuera de la posición dominante que Artesanías de Colombia S.A. y desde allí, el diseño industrial, en la constitución de los principios de división y visión que establecen la legitimidad de las artesanías. Derivado de la propuesta de García Canclini sobre la condición postautonomía de los campos, propongo algunas líneas para pensar el campo de las artesanías fuera de sí mismo. Palabras claves: campo de las artesanías, nacionalismo, diseño industrial, Artesanías de Colombia S.A., postautonomía. Abstract: Sheltered in the theoretical elaborations of Pierre Bourdieu and Nestor Garcia Canclini, I propose a route to address the craft activity in Colombia as a field. In the text I bring elements derived from a documentary and field research I did for Artesanías de Colombia S.A. in 2012 on the relationship between handicrafts, Intervenciones en estudios Intervenciones culturales, en 2015, estudios (1):culturales 105-143 / 105 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 1. Este artículo hace parte de los productos de la investigación denominada Arte, artesanía y arte manual. Estudio para la actualización del conocimiento del sector artesanal, que desarrollé durante el 2012 para Artesanías de Colombia S.A bajo la modalidad de contratista en el proyecto Investigación y gestión del conocimiento. art and craft. Relationships that as I suggest, can not be understood outside of the dominant position Artesanías de Colombia S.A. and thence, industrial design, in the constitution of the principles of division and established the legitimacy vision of crafts. Derived from García Canclini’s proposal on the condition of the fields postautonomía propose some lines to think the field of crafts outside himself. Key words: crafts field, nationalism, industrial design, Artesanias de Colombia S.A, pos-tautonomy. 106 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez Introducción En las propuestas teóricas y en los resultados de investigaciones, más que fundamentos o conclusiones, experimentamos senderos y enigmas del saber. Néstor García Canclini (2010). Una institución en crisis es más reflexiva, está más dispuesta a la interrogación sobre sí que una institución sin problemas. Pierre Bourdieu (2010). Este documento recoge algunas de las tensiones identificadas durante el año 2012 en una investigación que realicé para Artesanías de Colombia S.A. sobre las relaciones entre arte, artesanía, manualidad y diseño. Sin embargo, las tensiones que esbozo y trato de revelar no se circunscriben a ese año de trabajo. Algunas las había percibido tiempo atrás cuando realicé unos diagnósticos socio-culturales para Artesanías de Colombia S.A. en el 2007. En ese entonces me pude percatar de dos cuestiones: la primera, que a diferencia de lo que dictaba mi experiencia como consumidor y transeúnte de ciudad, no todos los objetos que me había acostumbrado a ver expuestos sobre retazos de tela en las aceras, los podía entender como artesanía, a pesar de que habían sido hechos a mano. Lo que por extensión también me hacía dudar sobre el uso de la categoría de artesano para estas personas. La segunda, que a diferencia de lo que había aprendido en mi educación escolar sobre la tradición inmemorial de la nación y, en el pregrado de antropología, sobre las raíces milenarias de la cultura material de los pueblos indígenas de América y de Colombia, no podía subsumir esa noción en la de artesanía. No sólo porque la primera constituía una forma precisa de mercancía y la segunda, me parecía, desbordaba al mercado como último destino, sino porque la artesanía me mostraba una historia más reciente de la que me había acostumbrado a codificar en términos de años Antes de Cristo o Antes del Presente. Lo que intento decir, es que a pesar de que había aprendido a ubicar en el terreno de lo artesanal a toda la producción de objetos elaborados a mano, la experiencia dentro y orbitando a Artesanías de Colombia S.A. me había mostrado que sólo ciertos Intervenciones en estudios culturales / 107 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia objetos, personas y procesos podían ser representados como artesanías, artesanos y artesanales y, a la vez, que las artesanías, los artesanos y los procesos artesanales, que esta empresa reconoce, están diferencial y desigualmente posicionados en el marco general de los límites que ella ha construido para cada noción. Es decir, me encontraba en un escenario diferenciado y jerarquizado para el que no contaba, siguiendo a Bourdieu, con el “capital simbólico” necesario para moverme en este “campo” —no sé si ya lo haya adquirido—. Estas dos nociones no son fortuitas, pues una de las cosas que trataré de mostrar en este artículo, es que la actividad artesanal constituye un campo en el sentido que le da Bourdieu, y para el que es necesaria la adquisición y puesta en juego de cierto habitus que permite reconocer la existencia del campo y de las jugadas posibles —permitidas— dentro del mismo. En este sentido, como lo advierte García Canclini, el lector a duras penas encontrará senderos y enigmas que ameritan ser recorridos con posterioridad. Por otra parte, el llamado que me hizo Artesanías de Colombia S.A. para realizar esta investigación sobre la relación entre la artesanía, el arte y la manualidad – al que agregué el diseño—, parecería tener cierta simultaneidad y consonancia con mis propias preocupaciones. Sin embargo, esa discusión se ha abordado en esta empresa desde la década del setenta, por lo que aquí solo podré aportar las consideraciones de un recién llegado al campo, en tal sentido no hay simultaneidad. Tampoco hay consonancia porque mientras a la empresa le interesa entender el lugar actual de la artesanía en estas relaciones, a razón de la incertidumbre generada por las diferentes tensiones que ha generado la desestabilización de las certezas que había construido sobre las nociones de artesano y artesanía, en parte suscitadas por la re-configuración del nosotros nacional que provocó la Constitución de 1991; mis intereses están encaminados a entender el lugar de la empresa dentro de la configuración del campo de la artesanía y de su relación con estos otros escenarios, es decir, a cuestionar lo que dentro de la lógica institucional no parece tener lugar. De este modo, lo otro que trataré de mostrar en este artículo es que Artesanías de Colombia S.A. no es una entidad que simplemente debe amoldarse a las formas recientes que han adquirido los artesanos y la artesanía, sino una entidad que debe asumir su lugar en la construcción de éstas, tanto en el pasado como en el presente, porque ella misma ha contribuido a estructurar de una forma precisa la relación entre la artesanía, el arte, la manualidad y el diseño. Suponiendo que lo que Bourdieu plantea sobre la crisis es cierto, quiero entonces pensar esta empresa como una institución en crisis, y concederle estas líneas a la posibilidad 108 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez de abrir el camino para que se cuestione sobre sí misma, ahora que parece haber encontrado en los objetos producidos por indígenas las certezas perdidas. Esto, claro, no pensando en recuperar la estabilidad de empresa, sino en poner de relieve las implicaciones políticas, económicas, sociales y culturales que tiene su hacer, toda vez que a las artesanías se les reconoce la capacidad de representar el nosotros nacional. He estructurado estas líneas introductorias con demasiada autorreferencialidad y advirtiendo que las escribo como un recién llegado al campo, por dos razones: la primera, el análisis y discusión sobre la relación entre arte y artesanía no es nueva en Colombia y mucho menos en Latinoamérica. Desde la década del setenta y en distintos rincones disciplinarios, se ha abordado la cuestión, desde México y sobre este país o incluso sobre la región en general lo han hecho Nestor García Canclini (1982, 1990), Victoria Novelo (1976) y Marta Turok (1988); desde Perú, pensando en ese país y en la región en general, Lauer Mirko (1982, 1989), entre otros. En Colombia, a diferencia de estos países la relación que más se ha abordado es la de la artesanía y el diseño, aunque no sin desconocer el marco de referencia establecido por los autores que he citado y los problemas por ellos anotados; en esta línea cabe destacar el trabajo de Ana Cielo Quiñones y Gloria Barrera (2006) y los de Neve Herrera (1976, 1992, 2003). La segunda razón, porque como lo he percibido a lo largo de estos cinco años transcurridos desde el 2007, las consideraciones sobre las artesanías y la actividad artesanal que no gocen de la autoridad legítima que ha constituido el diseño y especialmente su práctica dentro de Artesanías de Colombia S.A., son desestimadas u obstaculizadas si provienen de otras disciplinas o lugares, con excepción de lo que las artesanas y artesanos puedan decir sobre cada uno de los oficios que ejecutan, al menos los que la empresa reconoce. Es decir, en esta introducción he tratado de exhibir cierto capital adquirido y un posicionamiento dentro del campo de las artesanías, lo que como iniciado, deriva en una forma particular de abordar sus relaciones con el arte, la manualidad y el diseño, pues no soy artesano, artista, ejecutor de manualidades o diseñador. Por eso, el abordaje socio-histórico que propongo adolece, entre otras cosas, de consideraciones sobre la plástica, la estética y la economía; no obstante, la perspectiva adoptada me ha permitido entender que la discusión sobre las relaciones entre esos campos es parte constitutiva y constituyente de las artesanías y, a la vez, que la particularidad de éste con relación a esos otros está en la forma como se ha entendido lo nacional y desde ahí el nosotros de la nación. Y esto último constituye un tercer elemento que mostraré en este artículo. Intervenciones en estudios culturales / 109 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia En un principio la investigación estaba encaminada a entender las relaciones entre la artesanía, el arte y las manualidades en las dos últimas décadas, sin embargo, rápidamente me di cuenta que esa pretensión podría ser estéril si no entendía la forma como se había conformado el campo de las artesanías en Colombia. Al ampliar la delimitación temporal me topé con un campo en el que el diseño resultaba inherente pero sobre lo que no se me había invitado a pensar, por ello finalmente lo incluí. La investigación, la hice con atención al campo de la artesanía y con centro en Artesanías de Colombia S.A., procurando hacerlo en atención al ciclo de la economía: producción, circulación y consumo, tomando con cierta libertad las consideraciones que Marx hizo al respecto en la introducción a los Grundrisse; en especial la relación entre producción y consumo, y las formas como la producción crea al consumidor y el consumo como “el acto en virtud del cual el productor se hace productor” ([1857] 1972: 14). Esto lo concreté desde tres escenarios de trabajo: el de la producción, para el que seleccioné cuatro lugares con los que Artesanías de Colombia S.A. ha sostenido relación a lo largo de sus 49 años de existencia Ráquira (Boyacá), La Chamba (Tolima), Sandoná y Pasto (Nariño) —en este artículo solo recojo algunas observaciones y fragmentos de entrevistas realizadas en La Chamba, Sandoná y Pasto—. El del consumo, en la figura de tiendas y puestos de venta en Bogotá, Medellín, Pereira, Cartago, Barranquilla, Santa Marta, Cartagena, Manizales y Armenia; también abordé dos espacios feriales, la Feria de las Colonias 2012 y Expoartesanías 2012 —aquí sólo recojo las experiencias de Santa Marta, Cartagena—. El tercer escenario, es la misma Artesanías de Colombia S.A., donde, además del trabajo con los funcionarios de la empresa a través de dos grupos focales y la convivencia rutinaria en las instalaciones de la empresa, realicé un encuentro de dos días para abordar el tema y visité sus espacios comerciales, incluida su participación en la Feria Internacional de Arte de Bogotá (ArtBo) realizada en octubre de 2012 —experiencia que también recojo aquí—. El nosotros de la actividad artesanal Como anota Néstor García Canclini en su más reciente publicación, si bien Bourdieu no fue el primero en advertir que una de las características de la modernidad era la constitución de campos autónomos dentro del espacio social, sí fue el sociólogo que construyó una teoría sofisticada y rigurosa sobre éstos, en la medida en que permitió entender la forma como operan las estrategias y disputas de agentes 110 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez e instituciones dentro de cada uno de éstos —el arte, la literatura, la ciencia, la política, etc. —. La noción de campo, plantea García Canclini, acabó con la oposición abismal y abstracta entre el individuo y el todo social, entre la noción romántica del individuo y el determinismo social; esto porque, como lo mostró Bourdieu, cada campo tiene una estructura interna y unas reglas específicas que determinan las formas de producción, circulación y apropiación de obras y prácticas en cada uno de éstos (Garcia Canclini 2010). Para Bourdieu el espacio social está constituido por espacios estructurados de posiciones que determinan y están determinadas por leyes sociales que le son propias a cada uno de estos espacios o campos. En ellos que tienen lugar unas disputas entre agentes e instituciones por la legitimidad de aquello que es susceptible producir, circular y apropiar dentro del campo mismo. Esas disputas derivan de la distribución desigual del capital específico —porque solo tiene valor en relación con un campo determinado y no con otros— que establece las posibilidades y limitaciones que tienen los agentes e instituciones para el desarrollo de estrategias de conservación o de subversión de la posiciones que dentro del campo tienen como dominantes o dominados, según sea el estado de la acumulación del capital necesario para entrar y mantenerse en el juego del campo (Bourdieu 2000, 1997, 1990, 1976). El campo es como un juego, pero que no ha sido inventado por nadie, ha emergido poco a poco, de manera muy lenta. Ese desarrollo histórico va acompañado por una acumulación de saberes, competencias, técnicas y procedimientos que lo hacen relativamente irreversible. […] Esos recursos colectivos, colectivamente acumulados, constituyen a la vez limitaciones y posibilidades. […] No se puede hacer todo […]; tampoco se puede hacer cualquier cosa. Hay sistemas de clasificación admitidos […], jerarquías que orientan las elecciones (Bourdieu 2010a: 38). Las estrategias y elecciones de los agentes, no obstante, no responden enteramente a las motivaciones y cálculos que éstos realizan dentro del juego para lograr una mejor posición dentro del campo, ni tampoco son el efecto transparente de los condicionamientos de la estructura de éste. Para Bourdieu las prácticas sociales no responden al puro objetivismo o subjetivismo, pues no son puro constreñimiento exterior a las decisiones de los agentes, ni tampoco puras decisiones libres y espontáneas. En realidad, advierte, éstas son más bien una “interiorización de la exterioridad” que “permiten a las fuerzas exteriores ejercerse, pero según la lógica Intervenciones en estudios culturales / 111 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia específica de los organismos en los cuales están incorporadas [haciendo posible] la producción libre de todos los pensamientos, todas la percepciones y todas las acciones inscritas en los límites inherentes a las condiciones particulares de su producción, y de ellos solamente” (Bourdieu 2008, 91. énfasis en el original). Debe entenderse que esas condiciones de producción están determinadas histórica y socialmente, y así son, a su vez, el producto de trayectorias y experiencias pasadas que, “registradas en cada organismo bajo la forma de esquemas de percepción, de pensamientos y de acción, tienden, con más seguridad que todas las reglas formas y todas la normas explícitas, a garantizar la conformidad de las prácticas y su constancia a través del tiempo” (Bourdieu 2008, 88-89). El habitus, como denomina el autor a esta relación, es un “sistema de disposiciones ligado a una trayectoria social y un campo” (Bourdieu 2010a: 40). El habitus, entonces, es un “sistema de disposiciones adquiridas por medio del aprendizaje implícito o explícito que funciona como un sistema de esquemas […] generativos, es generador de estrategias que pueden estar objetivamente conformes con los intereses objetivos de sus autores sin haber sido expresamente concebidas con este fin” (Bourdieu 2000: 118-119). En este orden de ideas, en cada campo solo ciertos posibles son ofrecidos a aquellos que están interesados en el juego y participando en él. Por eso, aquello que está en juego y los interés puestos en éste son irreductibles a otros campos o a sus intereses; de tal forma que son autónomos pues obedecen a leyes sociales que le son propias (Bourdieu 2010a). En este sentido, el habitus opera como un principio de visión y división legítimo y que legitima las prácticas de aquellos que se diputan una posición dominante dentro del campo a razón del volumen y densidad del capital con el que cuentan. Este capital, además de ser específico, está distribuido de forma desigual dentro del campo, lo que permite diferenciar dominantes de dominados. Dos anécdotas propuestas por Bourdieu, con relación al campo del arte, sirven para ejemplificar las tensiones que genera esa distribución del capital específico con relación a los principios de visión y división. Cuenta el Autor que en Bienne, una pequeña ciudad Suiza, se suscitó una discusión acerca de la diferencia entre desecho, basura y obra de arte, cuando los barrenderos de la ciudad tomaron por basura algunas obras de arte contemporáneo que habían sido expuestas en espacios públicos; luego, concluye “Hay artistas que hacen obras con desechos y la diferencia sólo es evidente para quienes poseen los principios de percepción convenientes. Evidentemente, 112 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez cuando se trata de obras en un museo, es fácil reconocerlas” (Bourdieu 2010a, 27). No obstante, en otro relato, también cuestiona esa seguridad que se supone brinda el museo como lugar legitimo para el arte, cuando el edificio y las obras son expuestos ante la mirada desprovista de instrumentos de reconocimiento indispensables para diferenciar entre una obra de arte y un objeto ordinario; donde una boca de incendio, comentada desde las categorías de percepción producidas a través de toda la historia del mundo artístico, puede rápidamente pasar de lo profano a lo sagrado para aquellos que no cuentan con el capital necesario para hacer esa diferenciación (Bourdieu 2010a: 29). En suma, lo que el autor pone de relieve con estas anécdotas del campo del arte, y que es extrapolable como generalidad a otros, es que en la medida en que el habitus opera como principio de visión y división desde el que se establece lo legítimo en el campo como trayectoria y como prácticas posibles, el arte aparece como una construcción condicionada, producida por las prácticas de aquellos que han entrado en el juego de definir y hacer lo que cuenta y pesa como arte; entonces, extendiendo el planteamiento, podría agregar: como artesanía, como diseño y como manualidad. No en vano, este autor indica que los “objetos de conocimiento son construidos, y no pasivamente registrados y […] que el principio de dicha construcción es el [habitus] que se constituye en la práctica” (Bourdieu 2008: 85). He establecido este encuadre para señalar que a pesar de lo que dicta el sentido común o la sociología más esperanzadora, el campo de las artesanías no permite cualquier cosa y sólo entiende como legítimas algunas otras. Es decir, contraria a la noción más generalizada que entiende por artesanía todo lo hecho a mano y por artesano a aquel que lo hace, lo mismo que la más refinada propuesta por Sennet (2009) -donde el artesano es tanto el carpintero como el programador de Linux y, la artesanía el ejercicio de la ciudadanía motivado por la calidad— el habitus de este campo sólo reconoce y permite reconocer a ciertos agentes, ciertos objetos y ciertas capacidades, por lo que desconoce a otras tantas. De esto me ocupo en lo que sigue. “Talento del pueblo” Hablar de artesanía en Colombia, y al parecer en otros países latinoamericanos (Cf. Lauer 1989), es bastante complicado porque el término como sustantivo o adjetivo engloba un sinnúmero de prácticas y objetos con los que se relata parte del mundo prehispánico o con los que se identifican las más variadas estrategias de rebusque en las actuales ciudades. En parte, me parece que esto responde a Intervenciones en estudios culturales / 113 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia tres cuestiones: la primera, porque en el sentido común–esa conciencia práctica, cotidiana, desarticulada, episódica, fragmentaria y contradictoria de la que habla Gramsci (cfr. Hall 2010)— de los desprovistos de capital e incluso de aquellos que lo tienen en mayor volumen, se encuentran sedimentadas varias de las nociones que históricamente ha descrito el mismo término; así, hemos puesto en el mismo horizonte de visión y entendimiento a las prácticas y objetos que se elaboraban en el siglo XIX y los que hoy se ejercen y venden en las aceras de las calles. La segunda, que alimenta y le da peso a la primera, son los trabajos que desde distintos rincones del campo científico extienden la noción hasta los confines de la historia universal –Sennett (2009), por ejemplo, habla de artesanía en la Grecia clásica— o de las diferentes historias nacionales –Turok (1988) y Novelo (2003) para México; Lauer (1982) para Perú y Latinoamérica (1989); Herrera (1976, 1992) para Colombia—. Esto, como lo advierte Lauer “ha hecho de la palabra artesanía una generalización de la que desconfían casi todos los científicos” y ello, argumenta, deriva de “la coexistencia de diversas maneras precapitalistas de producir objetos” que se han homologado y homogeneizado sin mayores preocupaciones; de hecho, indica, cuando tal preocupación ha surgido lo ha hecho en el seno de las obligaciones estatales en las que se han reducido las diferencias a un solo principio operativo que ha estado ligado a las necesidades ideológicas de los distintos nacionalismos o a las apuestas exportadoras de cada país desde la década del setenta. En cualquier caso, concluye, estas definiciones poco han aportado al entendimiento cabal de esta realidad (Lauer 1989: 32). Finalmente, la tercera cuestión sobre la que se ha permitido que en la noción de artesanía se homologue toda la producción manual de objetos que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad o de la nacional, es que aquellos que cuentan con mayor volumen de capital científico o burocrático –por mencionar solo dos— han asumido que la cuestión es semántica o de perspectiva y en tal sentido, nombrar cualquier cosa desde el mismo principio de identidad no reviste mayor importancia en términos de las formas como nos relacionarnos con todo eso que se llama artesanía. No resulta extraño, entonces, como lo planteó Victoria Novelo en una conferencia que realizó en el 2010 en el marco del XXXII Coloquio de Antropología e Historia Regional realizado en México, que la artesanía es una polisemia que se ha convertido en un “eso”: “cualquier cosa o demasiadas cosas”.2 No obstante, como lo recuerda Bourdieu el mundo no es un objeto que simplemente se presenta al observador en absoluta pasividad para que éste lo registre, por el 114 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez contrario, el observador construye ese mundo y lo hace desde la trayectoria individual o colectiva que determina los principios de lo visible: “[…] no podemos saltar por encima de nuestro tiempo; estamos determinados por el espacio de los posibles ofrecido[s] por el campo en un momento dado del tiempo y aprehendido a través de las lentes del habitus” (Bourdieu 2010a: 40). En esta medida eso que Lauer (1989) identifica como definiciones insuficientemente elaboradas con relación a la desbordada y dispersa realidad de la artesanía, es de hecho la forma como se ha producido el recorte sobre el universo de posibilidades y se ha constituido lo que ahora legítimamente cuenta como artesanal dentro del campo. Esto, claro, como lo advierte Bourdieu (2000, 1976, 1997, 1990) para otros campos, no cierra el espacio a las disputas que se gestan entre agentes e instituciones por la adquisición de una posición dominante desde la que se pueda establecer lo legítimo. 2. De eso que llamamos artesanías mexicanas. http://www.youtube. com/ 3. Retomo algunos de los oficios que enumeran Alberto Mora Mayor (1997) y David Sowell (2006), dos historiadores que han realizado investigaciones sobre los gremios artesanales durante el siglo XIX en Medellín y Bogotá, respectivamente. Mora Mayor hace una advertencia en su texto que no puedo pasar por alto y que tiene relación con lo problemático que resulta leer la historia con las categorías del presente. A pesar de que su libro habla sobre los artesanos del siglo XIX, él mismo anota que en las fuentes documentales que utilizó para su trabajo, la noción de artesano no aparece, en cambio sí las de “artistas”, “oficiales” y “oficiales de artes” (1997, 51n).watch?v=WgLZsOfM5MM (08/12/1012). En Colombia ese recorte de posibilidades inicia con una exclusión de lo legitimo a la mayoría de oficios o artes que se ejercieron durante la colonia y buena parte del siglo XIX; de manera que la sastrería, la zapatería, la albañilería, herrería, la pintura y tejería –elaboración de tejas— y la panadería, entre otros, quedaron por fuera de lo legítimo en el momento en que la mirada se desplazó de los procesos de elaboración hacia el resultado de éstos, los objetos.3 Aunque tal exclusión constituye un arbitrario dentro del campo, el habitus reconocido por los agentes y soportado en sus prácticas –en este caso las de percepción que sedimentan el sentido común y la legitimidad de las elaboraciones del campo científico—, hace que éstas tiendan a “aparecer como necesarias, incluso como naturales, por el hecho de que están en el principio de Intervenciones en estudios culturales / 115 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 4. Como lo anotó Neve Herrera en uno de los grupos focales que realicé con funcionarios y exfuncionarios de Artesanías de Colombia, de no haber sido por este recorte y sí se hubiese entendido lo artesanal desde un planto tecnológico, entonces hasta la pesca tendría que ser legítimamente considerada como artesanal y así susceptible de la oferta Estatal que para este campo se ha direccionado a través de la empresa (Neve Herrera, Artesanías de Colombia S.A., marzo 14 de 2012). 5. Graciela Samper de Bermúdez fue la primera de seis mujeres que han dirigido esta empresa; su administración duró 12 años, comprendidos entre 1972 y 1984, lo que hace de ella la segunda gerente con mayor continuidad en la empresa después de Cecilia Duque Duque quien la presidió entre 1990 y el 2006. Ambas son reconocidas por haber promovido la inserción del diseño, industrial específicamente, en el campo de las artesanías como mecanismo para mejorar las formas de producción y los aspectos formales y estéticos de estos objetos. 6. Gloria Isabel Botero (2006) demuestra cómo el pasado prehispánico de Colombia empieza a ser aceptado sólo tres décadas después de la independencia, gracias a que científicos como Humboldt y algunos anticuarios como Manuel Vélez –la arqueología como profesión científica en Colombia sólo inicia hasta principios del siglo XX—, lograron consolidar la idea de que las sociedades prehispánicas habían alcanzado el grado de “civilización” y que ello se podía demostrar desde la existencia de una monumentalidad comparable con las del México y Perú antiguos. los esquemas de percepción y de apreciación a través de los cuales son aprehendidas” (Bourdieu 2008: 8788). Entonces, en el caso del campo de las artesanías, el recorte sobre los servicios para privilegiar los objetos pasa inadvertido porque cumple con las certezas que el mismo habitus ha producido y del que es producto; en este caso, amparado por la diferencia que surgió en el siglo XIX entre industria/artesanía, máquina/hombre y que constituyó una forma específica de relación con el tiempo, donde la industria representaba lo nuevo y la artesanía lo tradicional (Cf. Sennett 2009). En este sentido, todo aquello que rebasara lo nuevo, simplemente era inmemorial. El principio de visibilidad, entonces, estaba en la temporalidad, de manera que siempre y cuando lo artesanal continuara ceñido a lo hecho a mano e inmemorial, poca relevancia revestía la división social del trabajo manual que concretó la artesanía como elaboración de objetos.4 Este recorte sobre las posibilidades para lo artesanal dentro del campo, ha estado acompañado por otro que ha operado sobre el espacio o, más bien, circunscribiendo la inmemorialiadad al territorio nacional. En este sentido es acertada la consideración de Lauer (1989) sobre la ideología nacionalista con la que se ha tratado de definir a las artesanías, y lo es porque es solo al pueblo a quién se le reconoce la capacidad y posibilidad de producir los objetos ligados a la tradición, a la de la nación. Esto es evidente en las palabras que ofreció Graciela Samper de Bermúdez en una de sus primeras intervenciones como Gerente General de Artesanías de Colombia en 1972, cito en extenso:5 116 / Intervenciones en estudios culturales Antes que la industria y la técnica, la artesanía fue en Colombia, factor preferencial de producción, de ocupación y de trabajo para gran parte de Daniel Ramírez la población. Y, también, antes que la literatura, la pintura o la escultura, la artesanía sirvió de formo de expresión al talento del pueblo que a través de sus manos creativas ha ido dejando en muchos objetos de sencilla y particular belleza las huellas más tradicionales y autóctonas de nuestra vida como nación que comienza con las culturas aborígenes y se prolonga hasta nuestros días, sentando bases muy nacionales para adaptarse, sin perder autenticidad, a las nuevas épocas de relación internacional y proyectarse hacia el futuro. La artesanía nacional es la expresión popular más pura que logra mostrar en el presente señales concretas de lo que nuestro pueblo ha hecho en el pasado como comunidad creativa. Porque sus manifestaciones no son reflejo de talento individual sino reflejo de talento de masas, muestras tangibles de imaginación popular. De nuestro remoto pasado hasta nuestro promisorio presente se proyecta la artesanía como constante de nuestro desarrollo cultural y económico […]. Ojalá los conceptos anteriores sirvan para mostrar cómo la artesanía tiene siempre un valor tradicional pero no deja de ser contemporánea porque camina con el tiempo al lado de los pueblos. Y nos sirve para aclarar que la artesanía siendo un valor tan nacional tiene siempre una proyección universal porque está vinculada a la historia de toda la humanidad (1972, sp. énfasis agregado). “Talento del pueblo”, “las huellas más tradicionales y autóctonas de nuestra vida como nación que comienza con las culturas aborígenes y se prolonga hasta nuestros días”, son enunciados que hablan de un pueblo, del nuestro, el de la nación, que hunde sus raíces en un pasado inmemorial, pero rastreable y comprobable en los vestigios arqueológicos.6 Esto, como lo plantea Lauer, está amparado en una idea en la que lo indígena es “el hecho natural […], el punto de partida inmóvil desde el que se mide la modernidad” y agrega, “Parafraseando a Borges, podríamos decir que en relación con lo indígena, la idea es monumental, pero el protagonista es pobre” (1982: 111,112). Dentro del campo de las artesanías esto es evidente desde la clasificación, estatalmente reconocida mediante el Decreto 258 de 1987, que contempla tres tipos de “artesanía productora de objetos” en Colombia.7 Derivado del principio de visibilidad centrado en la temporalidad a la que aludía hace un rato, este Decreto reconoce la existencia de un tipo “indígena”, otro “tradicional popular” y uno contemporáneo; que son enunciados en ese orden unidireccional que ubica lo indígena como inmóvil, lo popular tradicional –la del pueblo del que habla Graciela Intervenciones en estudios culturales / 117 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 7. No se puede pasar por alto al Estado como garante de la legitimidad de lo que está en juego dentro del campo, pues como lo plantea Bourdieu, éste es en quien en “última instancia” legitima a aquellos que tienen mayor capital acumulado para legitimar el habitus al que legitiman: “[…] ¿quién será juez de la legitimidad de los jueces?¿Quién decidirá en última instancia? Se puede pensar que, en el mundo social, la escuela o el Estado constituyen perfectamente [….] el tribunal en última instancia cuando se trata de certificar el valor de las cosas” (2010a: 23). 8. Decreto 258 de 1987, artículos 5 a 7. Aunque esta clasificación cobró legitimidad sólo hasta 1987, tres años después de que fuera sancionada la Ley 36 de 1984 –con la que se buscaba la profesionalización del artesano—, ésta existía y regía las acciones de Artesanías de Colombia S.A. desde 1977 (Cf. Herrera et al. 1978). Como lo recuerda Jairo Acero, uno de los coautores de esta clasificación y de la definición general de artesanía en Colombia, ésta surgió como respuesta a la forma como Graciela Samper de Bermúdez, “parada en la puerta de Artesanías de Colombia” definía a su antojo lo que era y no artesanías, fue una apuesta, dice, por establecer criterios objetivos (Jairo Acero, Pontificia Universidad Javeriana, 7 de noviembre de 2012). Samper de Bermúdez (1972)— en un punto medio y, lo contemporáneo, como el límite extremo de lo legitimo: Se considera Artesanía Indígena, aquélla en que el aborigen utilizando sus propios medios transforma, dentro de sus tradiciones, en objetos de arte y funcionalidad los elementos del medio ambiente en que vive para así satisfacer necesidades materiales y espirituales, conservando sus propios rasgos históricos y culturales […] Artesanía Tradicional Popular es la producción de objetos artesanales resultantes de la fusión de las culturas americanas, africanas y europeas, elaborada por el pueblo en forma anónima con predominio completo del material y los elementos propios de la región, transmitida de generación en generación. Ésta constituye expresión fundamental de la cultura popular e identificación de una comunidad determinada. […] Se considera Artesanía Contemporánea, a la producción de objetos artesanales con rasgos nacionales que incorpora elementos de otras culturales y cuya característica es la transición orientada a la aplicación de aquéllos de tendencia universal en la realización estética, incluida la tecnología moderna.8 Lo propio, lo nuestro, estaba representado por lo tradicional popular. Lo intocable y prístino era lo indígena, que constituían objetos con valor de uso -nótese en la definición la explicitación de satisfacer necesidades materiales y espirituales— a los que se les concedía una cualidad artística que, como lo advertía la antropóloga Yolanda Mora de Jaramillo (1969), sólo podía entenderse como parte del “arte primitivo” o “material etnográfico” que podía servir 118 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez como inspiración a “artistas” o los “artesanos cultos”.9 Finalmente, el límite de lo “nuestro”, está puesto en lo contemporáneo, que representa el lugar en donde puede iniciar la industria o lo culto –no popular—, que, como lo evidencia la categoría que usa Mora de Jaramillo (1969), describe los objetos que han sido producidos manualmente por profesionales en artes o arquitectura y que, por lo general, han integrado nociones estéticas foráneas. Es necesario resaltar que esta clasificación consagrada en el Decreto 258 de 1987 responde a los objetos y no a quienes los elaboran. La clasificación, para Ellos - el sustantivo se ha conservado en su forma masculina a pesar de que las mujeres constituyen el 70% de la fuerza laboral que se dedica parcial o completamente a la elaboración de objetos artesanales (Artesanías de Colombia S.A. 1998)—, se construyó con relación al nivel de habilidad con el que desempeñan un oficio; así, la menor habilidad estaba en la figura del aprendiz, seguida por la del oficial, la del instructor y, finalmente, la del maestro artesano.10 Lo interesante de esta forma de clasificación es que supone que el sujeto de la artesanía indígena es un „aborigen“ -en singular como está consignado en el Decreto—, el de la tradicional popular es el „pueblo“ -parafraseando al Decreto, en su forma anónima— y, el de la contemporánea, como manifestación del límite del nosotros, simplemente no tiene sujeto; aunque sí un autor –una singularidad—, como mostraré más adelante. He hecho este rodeo para precisar lo que pesa y cuenta como artesanía, algo que debo decir solo he ido entendiendo en la medida en que he empezado a adquirir el capital necesario para reconocer el habitus que soporta este campo. Lo he hecho, para indicar el lugar desde el que abordo las relaciones entre artesanía, arte, manualidad y diseño; pero sobre todo, 9. Mora de Jaramillo fue una de las primeras antropólogas en abordar los cambios culturales y tecnológicos de la producción de artesanías que se habían suscitado en Colombia desde la década del sesenta. Su trabajo se convirtió en razón suficiente para que la Asociación Colombiana de Promoción Artesanal -una entidad civil y sin ánimo de lucro que surgió en 1966 (Museo de Artes y Tradiciones Populares 1994)—, le encomendara la museología del Museo de Artes y Tradiciones Populares que ésta organización abrió en 1971 (cfr. Mora de Jaramillo 1974). 10. Es sugerente el planteamiento que hace Richard Sennett sobre la relación de tiempo libre, ocio, pereza y tentación como tendencia de la mujer, no del hombre. Este autor indica que “Los Padres de la Iglesia imaginaban a las mujeres particularmente proclives a la licencia sexual si no tenían en que ocupar sus manos. Este prejuicio alimentó una práctica: la tentación femenina podía contrarrestarse mediante un oficio particular, el de la aguja […] que tenía siempre ocupadas las manos de las mujeres”; y esto, advierte, en la edad media llegó a constituirse en fuente de honor para las mujeres, “Como señala el historiador Edward Lucie-Smith, ‘las reinas no se avergonzaban de tejer ni coser’ […]” (2009: 77). En todo caso, advierte, la mujer era pensada como distractor para el hombre de ocupación. Aunque seguramente estructurado por otras formas de representación de la mujer y lo femenino, resulta interesante pensar que la mayoría de gerentes de Artesanías de Colombia S.A. hayan sido –desde 1972 hasta la fecha— mujeres, y para complejizar el asunto, que también hayan sido mujeres las fundadoras de la Asociación Colombiana de Promoción Artesanal. Intervenciones en estudios culturales / 119 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia para poner de relieve que éstas se encuentran condicionadas por la forma en que la empresa que me solicitó la investigación ha producido, dentro del universo de posibles del campo, estas relaciones. Con esto quiero decir dos cosas: primero, que Artesanías de Colombia S.A. no es una entidad que despliega sus acciones sobre un mundo que la antecede o que goza de independencia respecto de ella; en este sentido, la empresa no solo adopta una postura sobre la artesanía, pues al tiempo que lo hace, la crea. Como asevera Bourdieu: Historia incorporada, naturalizada, y de ese modo olvidada en cuanto tal, el habitus es la presencia actuante de todo el pasado del cual es el producto: por lo tanto, es lo que le confiere a las prácticas [dentro del campo] su independencia relativa con referencia a las determinaciones exteriores del presente inmediato. Esa autonomía es la del pasado actuado y actuante que, al funcionar como capital acumulado, produce historia a partir de la historia y asegura así la permanencia en el cambio que hace al agente individual [o la institución] como mundo en el mundo (2008: 91-92). La segunda, que a pesar de que la empresa ha ostentado un lugar dominante dentro del campo, procurando conservar o dejando actuar el habitus consagrado, y de que ello ha sido posible por el olvido o naturalización del lugar que ocupa en el campo, al tomar postura crítica de ello, tal vez ésta se pueda pensar de otra forma. En lo que sigue, me ocuparé de las tensiones del campo, en las que me parece están las posibilidades de esa transformación. Un campo de lo propio Bourdieu advierte que el habitus como “sistema[…] de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones […]” (2008, 86.énfasis en el original) se encarna en los cuerpos y en las instituciones. Contrario a una lógica dualista o separatista, este autor propone que una relación vinculante entre las prácticas y las instituciones, pues: el habitus, que se constituye en el curso de una historia particular, imponiendo a la incorporación su lógica propia, y por medio de la cual los agentes participan de la historia objetivada de las instituciones, es el que permite habitar las instituciones, apropiárselas de manera práctica, y por lo tanto mantenerlas en actividad, en vida, en vigor arrancarlas continuamente 120 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez al estado de la letra muerta […], hacer revivir el sentido que se encuentra depositado en ellas, pero imponiéndoles las revisiones y las transformaciones que la contraparte y la condición de la reactivación (Bourdieu 2008: 93). Es decir, las prácticas que encarnan el habitus son, a su vez, objetivadas en las instituciones que deben reproducirlo y reactivarlo; donde la perdurabilidad de las instituciones depende de su capacidad de reactivación. Esa reactivación, advierte, deriva de las luchas que al interior del campo se da entre quienes tienen el monopolio del capital específico y quienes buscan adquirirlo o subvertirlo (Bourdieu 2000). En el apartado anterior indiqué que el campo de las artesanías en Colombia, ha estado constituido por un principio de división y visión en el que la actividad artesanal se ha producido como aquella que elabora objetos a los que se les atribuye la capacidad de representar la identidad nacional. Esto, a diferencia de lo que ocurrió en México (cfr. Novelo 1976; 2003; Novelo; García Canclini 1982; Turok 1988) o en Perú (Lauer 1982), no derivó de una preocupación estatal postrevolucionaria o populista, sino como parte de un efecto de las políticas desarrollistas que llegaron en la figura de la Cuerpos de Paz en el marco de la Alianza para el Progreso durante los años sesentas.11 Una de las múltiples labores que desempeñaron los Voluntarios de los Cuerpos de Paz en Colombia, fue el trabajo con campesinos para organizarlos en cooperativas que les permitieran integrarse a la economía de mercado. Su trabajo en lugares como Ráquira (Boyacá), La Chamba (Tolima) y Sandoná (Nariño), inicialmente estuvo dirigido hacia la organización de los agricultores; sin embargo, en 11. No desconozco los aspectos similares que hay entre Perú y Colombia con relación a la constitución del habitus del campo de las artesanías; de hecho, Lauer da cuenta de cómo el trabajo de los Cuerpos de Paz en el Perú constituyeron una lógica perfeccionista sobre lo artesanal en el Perú, que consistía en la adecuación estética de los objetos para la exportación y que posibilitó la creación de la Dirección General de Artesanías dentro del Ministerio de Industria, Turismo e Integración de ese País. Sin embargo, como advierte el autor, lo artesanal fue tomado por la política del populismo de Juan Francisco Velazco como una forma de entrar en contacto con las culturas dominadas y de hacer de la “plástica precapitalista contempóranea” –el autor sostiene una diferencia entre “precapitalismo contemporáneo” y “precapitalismo histórico—, especialmente de las artesanías, una manifestación de lo nacional (Lauer 1982. Especialmente el capítulo III). A pesar de los elementos comunes, la diferencia radica en que en Colombia, el Estado tardó mucho en asumir lo artesanal como un campo de acción y cuando lo hizo, fue tímido y delegó las tareas de identificación y dirección de lo artesanal; hay que recordar que sólo hasta 1984 se sanciona una Ley que tiene injerencia directa sobre los artesanos, en el Perú, por el contrario, la definición oficial fue sancionada en 1971 dentro del Plan de Desarrollo para ese país. Intervenciones en estudios culturales / 121 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 12. En la memoria de quienes trabajaron con ellos la lectura es muy distinta. Una mujer que trabajó con los Cuerpos de Paz en Sandoná, me relató que con los Voluntarios no sólo habían logrado constituir la Cooperativa Juan XXIII para organizar la producción, sino que con ésta habían logrado exportar los sombreros hacia los Estados Unidos. El negocio creció tanto, decía, que las asociadas no daban abasto para cumplir con los pedidos que les hacían y, entonces, una vez se constituyó en una posibilidad comercial concreta, algunas autoridades y personas prestantes del municipio declararon a los Voluntarios como personas no gratas para expulsarlos y quedarse ellos con la intermediación entre las artesanas y los consumidores (mujer de 60 años, Sandoná, 9 de septiembre de 2012).Cabe anotar que ni Ráquira, La Chamba o Sandoná, existe registro alguno – oficial o personal— de la presencia de los Cuerpos de Paz; de hecho, en los dos primeros lugares no hay recuerdos de su presencia. estos lugares les resultó más propicio el trabajo con las personas que elaboraban objetos de forma manual. Con ellos desarrollaron acciones para la consolidación de cooperativas y para la adecuación formal de los objetos con miras a ubicarlos en los almacenes SEARS de Estados Unidos con intermediación de la comercializadora Artesanías de Colombia Ltda. Estas acciones representaron un problema para un puñado de personas que entendieron esas modificaciones como una vandálica destrucción de las raíces culturales del país (Cf. Iregui de Holguín 1972). La lectura de la situación no la produjo la presencia de los Voluntarios de los Cuerpos de Paz o las acciones que ellas y ellos desplegaron con miras a la constitución de una subjetividad para el desarrollo –una gestión de la población cifrada en prácticas encaminadas hacia la higiene, la salubridad, la nutrición, el desarrollo psicomotriz de infantes y vinculación de la mujer como fuerza de trabajo a la estructura productiva (cfr. Ramírez 2011) —, el problema, estaba centrado en las modificaciones que habían hecho a los objetos, porque los habían adecuado a la expectativa estética de los consumidores estadounidenses –el indio piel roja, el Tío Sam y el Pato Donald que, como ocurrió en Ráquira, empezaron a sustituir al burro cargando tinajas (cfr. Henriquez de Hernandez 1982)—.12 La postura nacionalista quedó claramente ejemplificada en la intervención que la folclorista Cecilia Iregui de Holguin hizo en el Primer seminario sobre diseño artesanal que realizaron Artesanías de Colombia S.A. y el Museo de Artes y Tradiciones Populares en 1972: Ante nuestra mirada displicente, iniciaron en el país una gran promoción artesanal enfocada a la exportación de los productos. 122 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez Esta ligereza es explicable porque no existía una conciencia responsable para advertir que estaba en juego la cultura de un pueblo. No puedo dejar pasar inadvertido que fueron numerosas las personas que sabían la importancia y admiraban la ingenua belleza de nuestra artesanía tradicional, posiblemente su influencia no llegó hasta los sectores donde hubiera podido detenerse la bándalica [sic] destrucción como acaeció en algunos de nuestros centros artesanales […]” (Iregui de Holguín 1972, sp. énfasis agregado) Esta “conciencia responsable”, que encarna el principio de división y visión del habitus del que he hablado, se consolidó en dos instituciones: la Asociación Colombiana de Promoción Artesanal y Artesanías de Colombia S.A. La primera, constituida en 1966 como una organización civil sin ánimo de lucro conformada por 23 mujeres ligadas por su trabajo, o el de sus esposos, a la arquitectura, la literatura, la industria o la construcción.13 La segunda, nace de las cenizas de la abatida comercializadora – la empresa de responsabilidad limitada— a la que se le criticaba la permisividad con relación al trabajo de los Cuerpos de Paz, que una vez constituida en sociedad anónima fue vinculada al Ministerio de Desarrollo a través de un fideicomiso (cfr. Samper de Bermúdez 1980). 13. Algunas de ellas eran Ana Cecilia Lloreda de Martínez – esposa del fundador del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), Rodolfo Martínez Tono—, Bertha Llorente de Ponce de León –esposa del arquitecto Guillermo Ponce de León con quien había constituido la Constructora Llorente y Ponce de León, que diseñó y construyó la nueva Guatavita—, Paulina Piedrahita del Castillo –esposa de Nicolás del Castillo Mathieu, en ese entonces Gerente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI)— y Clara Teresa Cárdenas de Arbeláez –luego directora de la Fundación Rafael Pombo—. 14. Durante la década del sesenta y setenta múltiples estudios abordaron e intentaron precisar la forma como la artesanía podía convertirse en factor de desarrollo, ocupación y empleo para la fuerza laboral que la industria nacional no lograba integrar; en esto, la mayoría desarrollados por economistas, se resaltaba la posibilidad de generar empleos a bajos costos (Slighton 1968; Nelson 1967; Urrutia y Villalba de Sandoval 1971; Organización Internacional del Trabajo 1970; Puerto de Galán 1979 entre otros); esta apuesta, como lo evidencia el trabajo de Lauer (1989), fue compartida por varios países de América Latina. La postura nacionalista fue alimentada y fortalecida por aquella desarrollista –identificada por Lauer (1982 y 1989) como la apuesta comercial-industrial que buscaba integrar a los productores del precapitalismo contemporáneo a las lógicas de la modernidad capitalista— que veía en estos objetos, y en los procesos de elaboración de éstos, una posibilidad para “incentivar el aumento de divisas Intervenciones en estudios culturales / 123 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 15. Van Dommelen hacia parte del movimiento estadounidense Arts and Crafts y estaba vinculado como profesor asociado en el departamento de Educación de Arte en la Universidad del Estado de Pennsylvania. Este movimiento, surgido en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX y que alentó ideológicamente a la Bauhaus, buscaba recomponer la unicidad social que se había fragmentado con la separación entre industria y artesanía y, entre arte y artesanía. El movimiento, en su versión inglesa, amparaba su trabajo en la figura de los gremios medievales como bastión de resistencia contra los efectos sobre el gozo del trabajo que produjeron las máquinas y el capitalismo –no en vano Sennett (2009) toma como referencia para su propuesta por una ciudadanía comprometida a John Ruskin y William Morris— y, contra el culto al ingenio –la mirada carismática del arte a la que alude Bourdieu (2010a)— que había creado una jerarquía entre el artista y el artesano (Wick 2007). En este movimiento desestimaba la copia y, antes que Benjamin (1973) la reproductibilidad. Oscar Wilde, uno de los exponentes menos reconocidos pero más famoso de este movimiento, advertía en una conferencia dada en Estados Unidos en 1882: “No imitéis las obras de una nación […]; podéis acoger su espíritu artístico del dibujo y su aptitud artística actual […]; pero nunca copiarlo o imitarlo […]. Dejad a los griegos esculpir sus leones y a los godos sus dragones; el búfalo y el gamo salvaje son vuestros animales” (1966: 1056). mediante el impulso a las exportaciones menores, y la creación de fuentes de empleo basadas en la mayor utilización posible de mano de obra” (Cortés Lombana y Henao Delgado1973, 84).14 En ésta, si bien se reconocía una alta capacidad técnica para la elaboración de objetos, también se juzgaba como equivocado el camino estético que había tomado después de los Cuerpos de Paz. Esta perspectiva, sostenida desde la experticia del diseño funcional o aplicado –en el que había abrevado la entonces gerente de Artesanías de Colombia S.A., Graciela Samper de Bermúdez—llegó, en este caso, de los Estados Unidos en las figuras de Ángel Chavarri (1971) y, especialmente, del artista-artesano David Van Dommelen (1972, 1972b).15 Él cuestionaba tanto la aplicación motivos estadounidenses como la reproducción de objetos precolombinos: 124 / Intervenciones en estudios culturales El nivel más bajo de la producción artesanal en Colombia cae en el área del diseño. […] La peor degeneración del diseño se nota en las artesanías que han usado objetos históricos y pre-colombinos como inspiración para diseños […]. En vez de permitir que la pieza de museo sea un comienzo para el artesano diseñador, la pieza se ha convertido en prototipo para una copia exacta […] modelos que solo deberían estar en el Museo de Oro. La razón para esta contaminación histórica de las artesanías contemporáneas es que el liderato comercial ve el pasado como indicador de la [sic] cultura Colombiana. Desafortunadamente uno de los más grandes promotores del mal diseño fueron los voluntario del Cuerpo de Paz que vivieron en pueblos en todo el país y entrenaron la gente para producir lo que los voluntarios no conocían o entendían muy poco (1972, sp.) Daniel Ramírez El llamado que hacía Van Dommelen, entonces, era formar a los artesanos en cuestiones de diseño y hacerlo en atención a la cultura actual del país. Este llamado fue acogido por las dos instituciones, que convertidas en la “conciencia responsable” tuvieron que generar mecanismos para sostener la tensión entre la conservación de los objetos y sus procesos de elaboración –de manera que no se afectara la tradición— y, la adecuación de éstos a las demandas del mercado. La diferencia, no obstante, la estableció la forma como cada una propició la vinculación del diseño a la producción, una cuestión poco sencilla en un país en el que, gracias a una inexistente oferta académica, eran pocos los profesionales en esta área.16 La Asociación Colombiana de Promoción Artesanal desarrolló el Programa de Investigación para la Educación y Desarrollo del Artesano, con el que buscaba “Ayudar a los artesanos a investigar su propia realidad”, formarlos para que fueran “ellos mismos quienes con pleno conocimiento y asociadamente luchen por mejorar sus condiciones de existencia y producción” y “Recuperar oficios y técnicas artesanales en extinción y conseguir que las personas dedicadas a éstos, recuperen la autoestima y valoren mejor el hecho de ser portadores vivos de la cultura tradicional”. Esta apuesta se concretó en el Centro de Estudios Artesanos, donde se diseñaban y validaban los materiales didácticos necesarios para la educación de los artesanos –con participación de antropólogos, economistas y de los conocimientos en artes aplicadas que tenían las fundadoras—; en especial aquellos de Guacamayas y Ráquira (Boyacá), Morroa (Sucre), Pasto (Nariño) y los indígenas Waunnan (Chocó) (Museo de Artes y Tradiciones Populares 1994, 19- 21).17 De forma simultánea, la Asociación constituyó el Museo de Artes y Tradiciones Populares, con el que procuró “promover el contacto y valoración de la producción 16. El diseño aplicado fue parte de la estructura curricular de los programas de arquitectura y artes de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá entre la década del cincuenta y sesenta. Entre 1966 y 1968, la Universidad de los Andes ofreció cursos de extensión sobre diseño industrial, sin constituir un programa formal; esta iniciativa luego la secundó la Universidad Javeriana. En 1976 se crea la Asociación Colombiana de Diseñadores y se estructura el Plan Nacional de Diseño en cabeza de del Fondo de Promoción de Exportaciones (PROEXPO) que posibilita la conformación del Centro Colombiano de Diseño. Finalmente en 1978, el arquitecto Guillermo Sicard crea el programa de diseño industrial bajo la tutela de la facultad de artes en la Universidad Nacional (Quiñones Aguilar 2003; PROEXPO 1976), sin embargo fue en la Universidad Tadeo Lozano donde se constituyó el primer programa de diseño industrial. Intervenciones en estudios culturales / 125 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 17. Aún no me es claro porque Artesanías de Colombia y la Asociación, especialmente, se interesaron en los Waunnan. En un informe preparado por Luis Guillermo Vásco para Artesanías de Colombia S.A. en 1986, este antropólogo señalaba que: “Toda la cestería de weguerr [uno de los nombres comunes de la palma Astrocaryum standleyanum con la con la que se elaboran los canastos] tiene el sólo propósito de su venta a un cliente exclusivo: el Museo de Artes y Tradiciones Populares de Bogotá, cuyos compradores llegan hasta aquí para recoger la producción cada cierto tiempo” (Vasco Uribe 1986). Es curioso este interés por dos razones: la primera, los Waunnan encarnaban la producción de artesanía indígena, algo que para la época no era tan valorado como la tradicional popular que estaba representada en la producción que se realizaba en Ráquira, Guacamayas, Morroa, Pasto, Sandoná, San Jacinto y La Chamba, por mencionar algunas. La segunda, que deriva de la primera, es que sólo hasta 1984 el Estado colombiano, durante el gobierno de Belisario Betancour, se interesó por integrar a los indígenas en las apuestas de desarrollo (Cf. Departamento Nacional de Planeación) que, entre otras cosas, fue lo que posibilitó que Artesanías de Colombia contará con los recursos para contratar investigaciones como las de Vasco. artesanal por parte del público nacional y extranjero […], y fundamentalmente, mantener vivo el espíritu de la predilección por los artefactos tradicionales e incentivar personalmente a los artistas artesanos […]” (Museo de Artes y Tradiciones Populares 1994: 8). Esta institución, entonces, fue objetivada y objetivó ese habitus que había constituido a la artesanía como la elaboración manual de objetos por parte del pueblo. Pero más importante que esto, es la función de creación y transferencia del capital específico que se requería para que los agentes puedieran jugar dentro de los límites establecidos por los principios de división y visión que sustentaban sus prácticas en el campo y al campo mismo; es decir, y en este caso, el nosotros de la actividad artesanal del que hablé en el apartado anterior. Los museos, como lo recuerda Bourdieu (Bourdieu 2010b), estimulan directamente por acción directa o inmediata la adquisición del capital necesario para el entendimiento y apropiación de tal o cual práctica cultural, lo que los diferencia de las escuelas que ejercen una acción indirecta en la distribución de ese capital, que de todas formas es una distribución diferencial. Sus consideraciones son concluyentes: 126 / Intervenciones en estudios culturales La acción propiamente pedagógica tiene así la capacidad de generar la necesidad de su propio producto y la manera adecuada de satisfacerla. Designando y consagrando ciertos objetos como dignos de ser admirados y apreciados, ciertas instancias –como la familia o la escuela, que están investidas del poder delegado de imponer un arbitrario cultural, es decir […], el arbitrario de la admiración— pueden imponer un aprendizaje al término del cual dichas obras aparecerán como intrínsecas o, mejor, naturalmente dignas de ser admiradas o aparecidas (Bourdieu 2010c: 67-68). Daniel Ramírez Esta labor pedagógica, entonces, la desarrolló la Asociación en atención a la necesidad de constituir y transferir el capital necesario tanto en los productores, que se avergonzaban de su actividad, como en los consumidores, que mostraban mayor interés por los objetos foráneos o producidos industrialmente (Museo de Artes y Tradiciones Populares 1994). Por otra parte, la dificultad para reactivarse en atención a la luchas sostenidas por los distintos agentes dentro del campo fue lo que le significó su liquidación en el primer lustro del siglo XXI. En cuanto a Artesanías de Colombia S.A., como mostraré, la forma en la que estableció el vínculo entre diseño y artesanía le permitió adquirir una posición dominante en el campo y, a su vez, constituir otra forma de nosotros en éste; ya no con relación al pueblo sino a los diseñadores que a través de la historia han hecho de ésta empresa y del campo mismo un lugar propio; es decir, objetivando lo que la institución había objetivado. 18. Las conclusiones del seminario fueron:“1. Investigar al artesano y sus problemas de producción, diseño y mercadeo. / 2. Establecer normas de calidad y definir campos de diferentes artesanías. / 3. Promover al artesano hacia nuevos diseños. / 4. Conservar y respetar los diseños tradicionales. / 5. Promover la intervención profesional en la orientación de las artesanías. / 6. Promover las artesanías en sus verdaderos valores publicitariamente. / 7. Establecer un Consejo Nacional de Artesanías que promueva eventos permanentes” (Van Dommelen et al. 1972: sp). “La empresa de diseño más grande que existe en Colombia” Fruto de los planteamientos que hizo David Van Dommmelen en el Primer Seminario de Diseño Artesanal (Van Dommelen 1972b) y de las conclusiones generales de este evento, Graciela Samper de Bermúdez acudió al artista Carlos Rojas para conformar la Escuela Taller de Diseño.18 La elección de Carlos Rojas no fue fortuita. Entre 1953 y 1958 había combinado los estudios de arquitectura en la Universidad Javeriana con los de pintura en la Escuela de Bellas Artes; en 1955, sin haber concluido su formación en ninguno de estos programas, participó en la Exposición de Pintores Colombianos donde expuso sus obras al lado de artistas como Alejandro Intervenciones en estudios culturales / 127 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar, Fernando Botero, Edgar Negret, entre otros. Esta participación le significó la crítica benevolente de Marta Traba por el manejo de las técnicas y el reconocimiento de un talento innato por parte de Walter Engel. Sin embargo, para la década del setenta, la misma Marta Traba lo ubicaba como una persona consagrada al trabajo manual (González 2008); de tal forma que Rojas representaba lo mejor del arte moderno, luego abstracto y paradójicamente, lo peor de esos dos movimientos hasta el punto de caer en la manualidad, lo que al parecer le daba todo el crédito para dirigir la Escuela Taller (cfr. González 2008b). Por su parte, la Escuela reproducía los planteamientos del movimiento Arts and Crafts en la medida que buscaba que cada artesano encontrara el camino para desarrollar su propio proceso creativo, “se daba orientación en aspectos de configuración, tales como proporción, estructura, composición, decoración, dando prioridad a la determinación de características y cualidades de la forma de los objetos” (Barrera Jurado y Quiñones Aguilar 2006, 38). Prontamente el maestro y su asistente, el arquitecto Jairo Acero, se desplazaron a algunos de los municipios en los que habían estado los Cuerpos de Paz para realizar con los artesanos el trabajo que se venía desarrollando en Bogotá. En Pasto, por ejemplo, como lo permiten ver las entrevistas realizadas por Gloria Barrera y Ana Cielo Quiñones, los maestros Jesús Ceballos y Eduardo Muñoz Lora dan cuenta de las tensiones generadas por la mediación de estos agentes del campo. El primero señala que el trabajo del barniz de pasto con figuras antropomorfas de San Agustín –llevadas por un comerciante Alemán y encarnando lo que Van Dommelen consideraba como la “degeneración del diseño” por el uso de motivos pre-colombinos—, al igual que rosetones y cenefas que llevó el “diseñador de Artesanías de Colombia, Carlos Rojas” no eran propios, por lo que optó por desarrollar sus propios diseños haciendo una reinterpretación de lo precolombino lo que le significó el rechazo de los objetos por parte de Artesanías de Colombia S.A. (Barrera Jurado y Quiñones Aguilar 2006, 114-116). Por su parte, el maestro Muñoz Lora –a quien algunos artesanos de Pasto consideran un artista, alguien distinto a ellos por haber estudiado artes—19 pone de manifiesto que contrario a las expectativas de Rojas y de Artesanías de Colombia S.A. la creatividad que se pretendía potenciar entre los artesanos terminó reiterando la práctica de la reproducción: “[…] si bien es cierto que el trabajo del maestro Carlos Rojas era sacar el barniz de las figuras antropomorfas, para hacer un trabajo más libre, más de cada uno […] muchos de los artesanos se dedicaron simplemente a 128 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez copiar los diseños que [él] trajo […], no entendieron el mensaje de él, su propuesta que era plantear posibilidades que uno podía desarrollar mucho más con la creatividad” (Barrera Jurado y Quiñones Aguilar 2006: 122). Posteriormente, cuando la Escuela Taller de Diseño se convierte en la Unidad de Diseño, esto que Muñoz Lora relaciona como un malentendido por parte de los artesanos respecto del trabajo de los diseñadores de Artesanías de Colombia S.A., adquiere una nueva dimensión, cuando recae sobre éstos la responsabilidad de diversificar los productos para aumentar las posibilidades de comercialización.20 Esta responsabilidad derivaba del hecho que eran ellos los llamados a determinar qué era la artesanía y cuáles eran sus posibilidades dentro del mercado, en un momento en el que los cursos y talleres en artesanías proliferaron con la intención de generar posibilidades de ingresos para poblaciones que no estaban integradas a la economía productiva del país. El objetivo de lo que se denominó la Escuela Nacional de Instructores –una unidad paralela a la División de Diseño—, como lo expresó la entonces gerente de esta empresa, era “la orientación a tantos instructores del país, que movidos por un sentido, equivocado a veces, de colaboración a la comunidad se dedican a enseñar una serie de ‚manualidades‘ que no obedecen a la tradición de la población que la recibe, ni a la apropiada utilización de los recursos naturales que la circundan” (Artesanías de Colombia S.A. 1985: 14). 19. Durante mi estadía en Pasto pude entrevistarme con artesanos que trabajan el barniz de pasto y el tamo, cuando les preguntaba por la diferencia entre arte y artesanía, siempre me indicaron que arte era lo que hacía el maestro Muñoz Lora. 20. No desconozco que en el Instructivo de Diseño elaborado por esta División también se contemplaban otras cuatro posibilidades para la adecuación de los objetos al mercado, a saber: rescate, conservación, mejoramiento y creación (Artesanías de Colombia 1988). Sin embargo, fuera una u otra posibilidad la que se realizara, parece que todas conllevaban a la diversificación porque permitía el establecimiento de líneas de productos que podrían satisfacer mercados distintos. Bien fuera desde la División de Diseño o desde la Escuela Nacional de Instructores, a los diseñadores se les endilga la responsabilidad de determinar qué es la artesanía y de trabajarla adecuadamente para el mercado. La dependencia que se generó por parte de los artesanos hacia los diseñadores, desborda la copia Intervenciones en estudios culturales / 129 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 21. Esto claro, no se puede entender como un deseo generalizado. Muchos todavía luchan con las secuelas del trabajo con diseñadores que con muy buenas intenciones los hicieron producir objetos que no tuvieron ningún éxito en el mercado, o les transfirieron tecnología que sólo esdecuada para la recolección de polvo. En La Chamba, por ejemplo, me contaron de una diseñadora que los había puesto a trabajar unos jarrones para los que se requería mucho barro –inversión que tenían que asumir ellos— y que sobrepasaban las dimensiones de los hornos. En Pasto pude constatar como unos hornos diseñados por la empresa para el blanquemiento de la paja toquilla, con la que se trabajan los sombreros de Sandoná, servían de archivadores en el Laboratorio de esta ciudad. A pesar de esto, y como lo plantea Bourdieu (2008) frente a la historia objetiva de las instituciones por los agentes, no se cuestiona del todo a la institución sino a quienes trabajan en ella. En Sandoná un artesano de 52 años me decía: “No Artesanías de Colombia sino las personas que vienen de Artesanías de Colombia […], diseñadores que se aprovechan de uno […]. Una vez me sacaron todo lo que sabía y luego, en una feria, me di cuenta que lo estaban aplicando en otro lugar para mejorar los productos], me sentí utilizado. Eso es lo que le critico a Artesanías de Colombia” (Artesano de Sandoná, Sandoná, 9/09/2012). de la que habla Muñoz Lora, y lleva a que los artesanos desarrollen incertidumbre con relación a los productos que elaboran. Cuando visité La Chamba, Ráquira y Sandoná, esto se hizo evidente en el sentimiento de orfandad que les había generado la ausencia prolongada de diseñadores que los asesoraran para poder participar en las Ferias.21 Los diseñadores entonces tenían que conservar el habitus consagrado con relación a la artesanía y los artesanos legítimos dentro del campo y, a la vez, cumplir con el rol pedagógico que las nuevas dinámicas sociales, económicas y culturales le exigían al campo desde las tensiones entre los agentes. Cabe anotar que en este periodo, comprendido entre 1985 y 1990, Artesanías de Colombia estaba bajo la dirección de María Cristina Palau, éste fue el momento en que diseñadoras y diseñadores industriales como Gloria Barrera, Andres Sicard, Alexandra Pinto y Carol Valencia –egresados de la Universidad Jorge Tadeo Lozano—, Ana Cielo Quiñones y Juan Pablo Salcedo –egresados de la Javeriana—, entre otras y otros, se integraron a la empresa en modalidad de contratistas. Poco tiempo después, en la administración de Cecilia Duque Duque, se retiraron y posteriormente ingresaron como profesores de los programas de diseño industrial de esas universidades y se encargan de recrear entre los estudiantes el capital que habían adquirido en su experiencia dentro de la empresa; claro está, desde posturas críticas que han reactivado el campo desde propuestas como el diseño participativo o el co-diseño. Siguiendo a Bourdieu, este interés sostenido por el campo, es lo que él llama illusio, “la creencia fundamental de que el juego vale la pena, de que merece ser jugado […]” (2010a: 40) y es lo que soporta la disposición de los agentes para desarrollar disputas para la adquisición de mayor volumen de capital o para posicionar el que tienen; que dentro del 130 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez campo de las artesanías, explica el interés persistente de estos diseñadores en el juego y sus apuestas por tratar de modificar los principios de división y visión que soportan el habitus que los constituye y que ellos han ayudado a constituir. No voy a detenerme en los subsiguientes cambios que tuvo la División de Diseño, en su tránsito hacia el Laboratorio Colombiano de Diseño o los Centros de Desarrollo Artesanal durante la década del noventa. Sin embargo, creo que con los elementos enunciados ha de ser claro que no es fortuito que en 1999, Cecilia Duque Duque, quien cumplía nueve años al frente de la empresa, declarará en el informe gestión que se presenta anualmente a la Junta Directiva, que Artesanías de Colombia S.A. era “la empresa de diseño más grande que existe en Colombia” (Artesanías de Colombia S.A. 2000: 25). De tal forma, que cuando hablo de un campo de lo propio y del nosotros de la actividad artesanal, lo hago en un doble sentido. Como mostré en el apartado anterior, propio es una equivalencia a lo nacional, donde el nosotros es el pueblo. Pero, como lo he mostrado aquí, propio, también hace alusión a una posición dominante dentro del campo desde la que se establecen los principios de visión y división para juzgar lo legítimo del campo, es decir el diseño; ahí, el nosotros, entonces está en la figura del diseñador. Si esto es así, ¿en dónde quedan los artesanos? En lo que sigue me ocupo de esta cuestión. 22. Amparado en este planteamientos, García Canclini se cuestiona sobre las razones por las cuales pocos artesanos llegan a ser reconocidos como artistas, y argumenta que al “concebirse el arte como un movimiento simbólico desinteresado, un conjunto de bienes ‘espirituales’ [que requieren de un templo, el museo, y de una actitud espiritualizada, la contemplación] en la que la forma predomina sobre la función y lo bello sobre lo útil, las artesanías aparecen como lo otro, el reino de los objetos que nunca podrían despegar su sentido práctico” (1990: 223); lo que está relacionado con una operación secundaria que ubica lo culto en las ciudades y lo popular, las artesanías, como productos de indios y campesinos (1990, 225). Otra cuestión que muestra García Canclini, y en lo que coincide con Lauer (1982), es que la artesanía, entendida como expresión popular y, entonces como arte popular, está posicionada en una jerarquía menor con relación al arte a secas. Las razones que arguyen es que al arte se le concede la singularidad, la obra única que materializa la creación del artista; mientras que a la artesanía se le relega a la serie, al anonimato en nombre del pueblo y a la imposibilidad de escapar de la plástica transmitida (1990). De la autonomía a la postautonomía Buena parte de la teoría de Bourdieu sobre los campos deriva de su trabajo sobre el campo artístico y literario. En La distinción y Las reglas del arte, pone de manifiesto tres elementos que le permiten entender la configuración de las disputas que se transan entre Intervenciones en estudios culturales / 131 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia artistas, curadores, críticos, etc. El primero, es la ruptura que genera el campo con relación al mundo mercantil en el curso del siglo XIX, y que instituye el arte como un microcosmos social autónomo, porque logra separar este mundo, del mundo ordinario, el de los ciudadanos ordinarios.22 El segundo, que la producción y consumo del arte requiere de un capital específico, que es distribuido de forma desigual y por lo tanto no todos los agentes cuentan con los recursos simbólicos y económicos para descifrar una obra de arte. El tercero, que la mirada o el gusto necesaria para entender el arte no es innato, debe ser creado, apropiado y recreado por el habitus que establece los principios de visión y división que constituyen las categorías de percepción necesarias para el arte; la indiferencia frente al arte, entonces, es más la manifestación de la distribución desigual del capital específico que una falta de don o carisma (Bourdieu 2010a). El capital, en todo caso, advierte, es específico y por tanto las luchas que agentes e instituciones sostienen por su apropiación o conservación es lo que le da el carácter autónomo al campo. Por su parte, García Canclini, quien ha abrevado en la teoría de la práctica de Bourdieu, en los ochenta planteaba que las artesanías difícilmente se podían pensar dentro de esta autonomía. No sólo porque eran pensadas como negatividad con relación al arte, sino porque eran fruto de una doble inscripción que las constituía en un híbrido establecido por la visión folclorista que las ha ubicado en un pasado mejor – en particular el prístino pasado que construyen los nacionalismos— y la explicación económica que las ha entendido como cualquier otra mercancía –desconociendo las historias de quienes los hacen y la función ideológica que cumplen estos objetos— (García Canclini 1982). Esta hibridez, advierte, no se entiende cuando lo económico se disloca de lo cultural y, aún más, cuando se piensa por separado la producción, la circulación y el consumo. Este planteamiento, lo lleva a cuestionarse si durante ese ciclo –el de producción, circulación y consumo—, la artesanía conserva su estatus y particularidad. En resonancia con el de Novelo (1976) y Lauer (1982), indica que si la observación se detiene en la materialidad del objeto, seguramente la respuesta sea afirmativa, sin embargo cuando la mirada pasa hacia los procesos sociales y culturales que determinan cada una de las partes del ciclo, se hace evidente, que no es así, pues ésta hace un tránsito entre el valor de uso, el de cambio y finalmente el simbólico (García Canclini 1982) que la hacen mutar en el momento en que pasa de la producción a la circulación y de ésta al consumo. 132 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez Se puede inferir, entonces, que a diferencia de lo que ocurre en el arte, la hibridez de las artesanías permite estos tránsitos porque los agentes que las producen –incluso socialmente— y quienes las apropian cuentan con capitales distintos; es decir, no sólo desigualmente distribuidos, sino pertenecientes a campos diferentes. En parte esto explica lo que Bourdieu relataba con relación a las obras de arte y los recolectores de basura en Bienne; pero también lo que Cecilia Duque planteó durante una de las sesiones del Encuentro Interdisciplinario sobre producción, circulación y consumo de productos artesanales que moderé en abril del 2012. En sus intervenciones era claro que Artesanías de Colombia S.A. había procurado visibilizar “la Colombia profunda”, el “ancestro colombiano” y promover su valoración al “levantar del suelo” –que en su concepción y la otros participantes es el lugar de los hippies— las artesanías y darles un lugar especial en ferias como Expoartesanías; sin embargo, como anotaba, “una vez las artesanías cruzan el aeropuerto Eldorado, se convierten en un código arancelario” como cualquier otra mercancía; es decir, es la mutación del objeto por el efecto del paso del acento cultural al económico, como capitales de campos distintos.23 23. Cecilia Duque Duque, Bogotá, 19/04/2012. Los otros participantes de esta sesión que se denominó límites y jerarquías, en la que se abordó explícitamente las relaciones entre arte, artesanía, diseño y manualidad, fueron: Helga Mora de Corradine (exfuncionaria de Artesanías de Colombia S.A), Juan Pablo Salcedo (Decano de la Facultad de Diseño de la Universidad del Bosque), Alexandra Pinto, Carol Valencia y Dagoberto Verdugo (funcionarios del SENA). Ahora, si bien los planteamientos de García Canclini (1982) tienen fuerza teórica para entender las múltiples relaciones constitutivas y constituyentes de la artesanía, incluso del campo mismo, éstos no son suficientes para entender cómo en la producción misma se precia más el valor de cambio que el de uso, cómo la circulación y el consumo son formas de producción simbólica que están mediadas por el valor de cambio. Cuestiones totalmente relevantes dentro del campo de las artesanías en Colombia, pues las prácticas desplegadas por los agentes e instituciones dominantes -los diseñadores industriales y Artesanías Intervenciones en estudios culturales / 133 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 24. Mi estadía en La Chamba, coincidió con la de un grupo de estudiantes de diseño industrial de la Universidad Javeriana –inscritos en una materia ofrecida por uno de los diseñadores que trabajó en Artesanías de Colombia S.A.— que estaban desarrollando un proyecto denominado Sabores Inolvidables, con el cual procuraban rescatar tanto los objetos tradicionales como las recetas culinarias que podrían contribuir a la restitución del valor de uso de las vasijas, ollas y pocillos. Aunque admirable el trabajo, por constituir una mirada distinta desde el diseño a la actividad artesanal, es decir no sólo la elaboración de productos; esta apuesta no restaura el predominio del valor de uso en la elaboración de los objetos, pues desde su concepción, estos están pensados para el turista que puede llegar a propósito de la construcción de un malecón sobre el Magdalena o, de aquel que se hospeda en los hoteles del departamento. Es decir, desde el momento mismo de la producción, está en juego el valor de cambio. de Colombia S.A., en particular— han consagrado un habitus en el que la elaboración de los objetos no parece tener otro fin que el de su puesta en circulación dentro del mercado de cambio. En La Chamba, por ejemplo, las cazuela y pocillos circulares de barro, se disputan el espacio productivo y comercial con aquellos de formas rectilíneas que son más apreciados por los consumidores que, definitivamente, no son ellos mismos.24 Esto, sin embargo, no es nuevo, al menos no en el plano teórico. Como afirma Marx (1972), en su crítica a la concepción del ciclo económico de la teoría clásica, las relaciones entre la producción, la distribución, el cambio y el consumo no se pueden pensar como espacios autónomos, ni como sucesivos. En cuanto a la relación entre producción y consumo, en particular, él advierte que “La producción es mediadora del consumo, cuyos materiales crea y sin los cuales a éste le faltaría el objeto. Pero el consumo es también mediador de la producción, en cuanto crea para los productos el sujeto para el cual ellos son productos […]” (Marx 1972: 11). Esta relación es evidente dentro del campo de lo artesanal, sobre todo cuando se observan los esfuerzos sostenidos por el Museo de Artes y Tradiciones Populares, lo mismo que por Artesanías de Colombia S.A., para hacer de los objetos manualmente elaborados por el nosotros nacional, artesanías susceptibles de consumo dentro de una economía de mercado, en la que el productor se torna en artesano y el consumidor un agente dotado 134 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez del capital simbólico necesario para reconocer que la apropiación de esos objetos –por “bonitos”, “nuestros”, “ancestrales”, “tradicionales”, etc.— está mediada por un valor de cambio. Este habitus entonces, es lo que dificulta el posicionamiento de las artesanías como arte —a secas—, o en casos excepcionales, apenas como arte popular.25 Esto lo pude constatar en el marco de la Feria Internacional de Bogotá (ArtBo) que se realizó entre el 19 y 22 de octubre. Artesanías de Colombia S.A. gestionó un espacio para hacer exhibición de los productos, que según los principios de visión y división constituidos, eran dignos de estar en una feria de arte. La exhibición no contemplaba la venta de los mismos, y en tal sentido representaba un espacio de sensibilización. La gestión que la empresa realizó procuraba que este espacio estuviera dentro del pabellón de la feria en medio de las galerías; sin embargo, y para sorpresa de la empresa, éste fue dispuesto en el exterior del pabellón, la frontera espacial entre el arte y la artesanía era evidente. Pero, más curioso resultaba que siendo éste un espacio de exhibición o de sensibilización, la mayoría de las personas, que iban a ver arte o comprar arte –y en el que habría que pensar lo que el habitus del campo artístico configura para este tipo de espacios que de cierta forma son diferentes a los museos y las galerías—, tuvieran como principio de su práctica el establecimiento de una transacción comercial y no la contemplación. 25. Y digo excepcional porque generalmente está mediado por el momento en el que el productor reclamando una singularidad se desprende del nosotros anónimo del pueblo para exhibir una singularidad y construir una autoría o una marca. En el caso de los barnizadores de Pasto esto es evidente en personas como Eduardo Muñoz Lora, José María Obando, Jesús Ceballos; en Ráquira, en las figuras de Otilia y Rosa Jerez; en La Chamba en la persona de Ana María Cabezas, por mencionar algunos. Sin embargo, el caso más notorio es el del maestro Carlos Sánchez, quien en Pasto trabajaba el enchapado en tamo. Sanchez ha sido de los pocos artesanos – reconocido así por los agentes e instituciones del campo— que ha participado y obtenido premio en las bienales de Arte Popular que organiza la fundación BAT. Cabe agregar, como lo manifestaron sus hijos (Adamo y Anderson Sánchez, Pasto, 06/09/2012), que ha sido uno delos pocos artesanos que le dio la espalda a Artesanías de Colombia S.A. desde que ésta inició sus acciones en Pasto; esto, sin embargo y como manifestación clara del habitus de este campo, no le impidió participar por el premio a la maestría artesanal que otorga esta empresa. Por otra parte, si el concepto de hibridez, como lo plantea García Canclini (1990), es útil para ajustar la noción de campo a las realidades latinoamericanas y, en especial, para pensar el campo de la artesanía en Colombia como fruto de los principios de división y visión que constituyen de forma particular la Intervenciones en estudios culturales / 135 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia relación entre artesanía, arte, diseño y manualidad. Éste, como se deriva de los planteamientos más recientes de este autor (García Canclini 2010), no permite entender lo que ocurre con esos principios cuando al salir de las instituciones especializadas, las que encarnan el mayor volumen de capital dentro de un campo, entran en interdependencias que los modifican y configuran de forma diferente –a este autor le preocupa en particular las artes visuales en su relación constitutiva y constituyente con los medios y las redes sociales—. En su planteamiento, es claro que la “geopolítica cultural globalizada” no permite conservar la mirada en dirección hacia la autonomía; pero, aclara, “Es legítimo hablar de una condición postautónoma en contraste con la independencia alcanzada […] en la modernidad, pero no de una etapa que reemplazaría ese periodo moderno como algo radicalmente distinto y opuesto” (García Canclini 2010: 52; énfasis original). Esta condición habla de lo inter como terreno de la producción, la circulación y el consumo de bienes y conocimientos. Este nuevo planteamiento, me parece, permite ver las disputas que los agentes sostienen en un campo determinado, cuando ni siquiera cuentan con el capital necesario para reconocer la existencia del campo, ni de las jugadas posibles dentro del mismo; algo que es totalmente relevante cuando se quiere entender el lugar de los artesanos dentro del campo, pues éstos no cuentan con el volumen de capital suficiente para reconocer el campo y las jugadas posibles dentro del mismo ni intentan ingresar a éste poniendo en juego capitales no légitimos. Este reciente planteamiento, también es útil, me parece, para entender la relación entre artesanías y manualidades, porque las disputas que se trazan en la definición de lo uno o lo otro, están sostenidas –y se trata de una tendencia— por capitales diferentes. En diciembre del 2012 realicé un periplo por las Santa Marta (Magdalena), Barranquilla (Atlántico) y Cartagena (Bolívar). En las calles de estas ciudades me topé con un fenómeno que he observado en otras tantas desde hace bastante tiempo, hombres y mujeres que elaboran objetos de forma manual para disponerlos a la venta sobre retazos de tela tendidos sobre las aceras. En su mayoría, se enuncian como artesanos y su argumento principal es el trabajo manual que requieren los objetos que elaboran; otros, pocos, como artistas a razón de que sus trabajos son fruto de la inspiración o creatividad que la vida misma les da. Como artistas o artesanos, la mayoría no reconoce los principios de división y visión que cada uno de esos campos ha constituido, y del que son constituyentes, en términos de legitimidad; sin embargo, quienes cuentan con el capital para reconocerlo, tampoco están dispuestos a pagar el derecho de entrada a éste. Hacerlo, supone sacrificar su 136 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez trayectoria y traicionar un principio rector, la autonomía. Esto, no obstante, no los exime de valerse de la misma exclusión o especialización que han desplegado los agentes e instituciones dominantes en cada uno de los campos, y por tanto de la distribución desigual del capital económico y simbólico, para jugarse estrategias comerciales de amoldamiento a las demandas de los consumidores y sus capitales: si éstos los quieren ver como artistas, eso serán; si es como artesanos, también lo pueden ser; si es como hippies –término que rechazan por anacrónico e impreciso para enunciarse a sí mismos— entonces también pueden jugar a serlo. Esto claro, no representa a todas las manualidades –así establecidas por los principios de visión y división del campo de las artesanías—, pues aquellos que decoran objetos manualmente y los trabajan haciendo objetos como parte de una purga penitenciaria, de una asignatura, de una actividad extracurricular o simplemente para ocupar las manos en algo; difícilmente están dispuestos a mutar su identidad como artesanos y a habitar un espacio social inter o inderterminado. Conjurar la pérdida De este extenso recorrido, que como decía en un principio sólo ofrezco senderos y enigmas, hay cuatro elementos que quiero poner de relieve. El primero, si queremos entender la relación entre arte, diseño, artesanía y manualidad —en orden jerárquico dentro del campo social— o entre artesanía, arte, manualidad y diseño —en orden de relevancia dentro del campo de las artesanías—, es preciso objetivar la objetivación; es decir poner de manifiesto y entender los principios de división y visión que estructuran y son estructurados por las prácticas que hemos aprendido para mirar el mundo y aprehenderlo. En el caso particular del campo de las artesanías, hay que hacer todo un trabajo para entender cómo el diseño –recordando que cuando Artesanías de Colombia contrató la investigación de la que este artículo es producto, éste no estaba contemplado— ha logrado encarnarse dentro de la actividad artesanal hasta hacerse indisociable del mismo. Lo que a su vez supone un cuestionamiento a la concepción de que las artesanías gozan de completa autonomía o exterioridad de las formas como la empresa, como institución dominante, las ha producido. El segundo, que el análisis de las relaciones requiere de la atención al plural; es decir no las relaciones entre arte, artesanía, manualidad y diseño, sino entre las artes, las manualidades y los diseños; pues unos y otros, están múltiplemente constituidos y diferencialmente jerarquizados dentro de los principios de división y visión que los identifica, lo que también determina formas particulares de las relaciones posibles o imposibles con los otros términos. Intervenciones en estudios culturales / 137 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 26. Artesana de 47 años, Sandoná, 8/09/2012. La tercera, si bien es cierto que “‘lo artesanal’ es arte (para el nacionalismo), industria (para el desarrollismo), virtual materia prima (para los comerciantes), o a su vez no-arte (para los intereses del sistema artístico de cada país), artesanía (para los comerciantes) o factor de identidad nacional (para el populismo” como lo plantea Lauer (1982: 65) o, como se sigue del planteamiento de García Canclini (2010), que no existen objetos de arte, artesanales u otros per se, sino objetos mirados de forma diferente, también es cierto que el análisis de las relaciones no se puede quedar en el plano de la diferencia lingüística o de percepción y conservando la materialidad como una constante. El análisis más bien tiene que estar amparado en una mirada hacia las interdependencias entre la producción, la circulación y el consumo, que a su vez permita dar cuenta de las formas intersticiales que producen constantemente la materialidad que hemos sostenido como constante, pero que sobre todo, den cuenta de las mutaciones que le generan los agentes en sus interacciones —entre ellos y con las materialidades—. Finalmente, que la crisis que genera la pérdida de lo propio en la figura de objetos y oficios, que es una preocupación constante dentro del campo de las artesanías, por asimilación de lo externo, no debe derivar en una búsqueda por restaurar el equilibrio de las cosas de acuerdo a lo que hemos aprendido a reconocer como propio dentro de los principios de división y visión. Como advierte Lauer, la pérdida “es una dimensión inevitable de lo artesanal […]. Por lo cual la mejor preocupación en este sentido debe ser entendida como temor por el […] cambio, como la convicción de que los agentes de la modernidad no proporcionan un nuevo espacio para la reproducción social de las comunidades […]. Pensemos que esto es efectivamente así, pero que aquí la artesanía no es el 138 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez polo principal de este tipo de transformación, sino el espacio de sus consecuencias” (Lauer 1989: 69). Esto último, me parece fundamental a la hora de pensar en las artesanías y en la forma como se han empezado a producir desde que la certeza del pueblo tradicional se ha perdido y entonces se ha buscado en lo indígena, el amparo para conjurar la pérdida de lo conocido. Si bien Artesanías de Colombia S.A. no es el único agente que determina lo artesanal, sí es la institución que cuenta con la legitimación estatal para hacerlo. Por ello, creo que las palabras de una artesana de Sandoná sirven para poner de manifiesto las consecuencias de las transformaciones acaecidas en el campo de las artesanías. Palabras que invitan a pensar en la necesidad de pensar nuevamente sobre las formas como se ha producido el campo de las artesanías y, sobre todo, en la puesta en juego de capitales distintos en este campo postautónomo, que definitivamente ponen de manifiesto la necesidad de que la institución se permita confrontarse a sí misma desde el lugar dominante que ostenta: Parece que Artesanías de Colombia solo se preocupa por los indígenas, entonces yo también soy indígena; me voy a poner unas plumas y voy a decir que soy de la familia de los quillacingas y voy a llegar allá. Porque no solamente el ser indígena va a tener el apoyo, sino el hecho de ser artesano y más que todo nosotros que vivimos en la parte sur de Colombia, y que Nariño pertenece a Colombia y por nosotros por la distancia, así no nos cataloguen como indígenas, pero sí que nos cataloguen como artesanos de tierra lejana.26 Referencias citadas Artesanías de Colombia S.A. 1988. Instructivo de diseño. Bogota: Artesanías de Colombia. ———. 1985. Informe de labores 1984. Bogotá: Artesanías de Colombia S.A. ———. 1998. Censo económico nacional: sector artesanal. Bogotá: Artesanías de Colombia S.A. ———. 2000. Informe de labores 1999. Bogotá: Artesanías de Colombia S.A. Barrera Jurado, Gloria Stella y Ana Quiñones. 2006. Conspirando con los artesanos: crítica y propuesta al diseño en la artesanía. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana. Benjamin, Walter. 1973. “La obra de arte en la época de su reproductibildiad Intervenciones en estudios culturales / 139 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia técnica”. En Discursos interrumpidos. Vol. I. Madrid: Taurus. Botero, Clara Isabel. 2006. El redescubrimiento del pasado prehispánico de Colombia : viajeros, arqueólogos y coleccionistas, 1820-1945. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia-Universidad de los Andes. Bourdieu, Pierre. 1976. “El campo científico”. En: Intelectuales, política y poder, pp. 75-110. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires. ———. 1990. “Espacio social y génesis de las ‘clases’”. En: Sociología y cultura. pp. 281-309. México: Grijalbo. ———. 1997. “Espacio social y espacio simbólico”. En: Razones prácticas: sobre la teoría de la acción. pp. 11-32. Barcelona: Anagrama. ———. 2000. “Algunas propiedades de los campos”. En: Cuestiones de sociología. pp. 112-119. Madrid: Istmo. ———. 2008. “Estructuras, habitus, prácticas”. En: El sentido práctico. pp. 85-105. Madrid: Siglo XXI Editores. ———. 2010a. “Cuestiones sobre el arte a partir de una escuela de arte cuestionada”. En: El sentido social del gusto: elementos para una sociología de la cultura. pp. 19-41. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. ———. 2010b. “Los museos y su público”. En: El sentido social del gusto: elementos para una sociología de la cultura. pp. 43-49. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. ———. 2010c. “Sociología de la percepción estética”. En: El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura. pp. 65-84. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Chavarri, Ángel. 1971. Centro de diseño e investigación artesanal. Col-310-043.TA. Washington: ONU. Cortés, Pedro y Hernán Henao. 1973. La artesanía indígena en las condiciones socioeconómicas del Vaupés. Bogotá: Artesanías de Colombia S.A. Departamento Nacional de Planeación. 1984 “Programa nacional de desarrollo de las poblaciones indígenas”. marzo 15. García Canclini, Néstor. 1982. Las culturas populares en el capitalismo. México: Editorial Nueva Imagen. ———. 1990. Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. México: Grijalbo. ———. 2010. La sociedad sin relato: antropología y estética de la inminencia. Buenos Aires: Katz. Gómez, Nicolas. 2008. “La historia de las vanguardias en cinco años y medio». En Carlos Rojas: una visita a sus mundos, Museo Nacional de Colombia, junio 5 julio 20 2008, sp. Bogota: Museo Nacional de Colombia. González, Felipe. 2008b. “Un gusto útil”. En Carlos Rojas: una visita a sus mundos, 140 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez Museo Nacional de Colombia, junio 5 - julio 20 2008, sp. Bogota: Museo Nacional de Colombia. ———. 2008. “Ingenieria de la participación”. En Carlos Rojas: una visita a sus mundos, Museo Nacional de Colombia, junio 5 - julio 20 2008, sp. Bogota: Museo Nacional de Colombia. Hall, Stuart. 2010. “La importancia de Gramsci para el estudio de la raza y la etnicidad”. En Sin garantías: trayectorias y problemáticas en estudios culturales. , Eduardo Restrepo, Catherine Walsh, y Víctor Vich editores, 257-285. Lima: Envión editores ; Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador ; Instituto de Estudios Peruanos. Henriquez de Hernandez, Maria del Carmen Cecilia. 1982. “Elementos para un analisis del sector artesanal en Colombia a partir de 1960”. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Humanidades, Departamento de Sociología. Herrera, Neve. 1976. Historia y factores de la artesanía. Bogotá: Artesanías de Colombia S.A. ———. 1992. Artesanía y organización social de su producción: estructura de su organización gremial. Bogotá: Artesanías de Colombia, CENDAR. ———. 2003. “Artesanía y cultura”. En: Ana Cielo Quiñones (ed.), Reflexiones en torno a la artesanía y el diseño en Colombia. pp. 63-108. Bogotá: Centro Editorial Javeriano. Herrera, Neve et al. 1978. Manual de organización de la producción. Bogotá: Artesanias de Colombia S.A. Iregui de Holguín, Cecilia. 1972. Primer Seminario sobre Diseño Artesnal. Bogotá: Artesanías de Colombia - Asociación Colombiana de Promoción Artesanal. Lauer, Mirko. 1982. Crítica de la artesanía: plástica y sociedad en los Andes peruanos. Lima: Desco. ———. 1989. La producción artesanal en América Latina. Lima: Mosca Azul Editores. Marx, Karl. 1972. “Introducción de 1857”. En: Elementos fundamentales para la crítica de la economía política 1857-1858. pp. 1-34. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Mayor Mora, Alberto. 1997. Cabezas duras y dedos inteligentes : estilo de vida y cultura técnica de los artesanos colombianos del siglo XIX. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura. Mora de Jaramillo, Yolanda. 1969. Artes y artesanías populares. Revista Colombiana de Folclor, segunda epoca. 9-21 ———. 1974. Clasificación y notas sobre técnicas y el desarrollo histórico de las artesanías colombianas. Revista Colombiana de Artesanías (16): 283-233. Intervenciones en estudios culturales / 141 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia Museo de Artes y Tradiciones Populares. 1994. Artesania comunidad y desarrollo, memoria y futuro: Museo de Artes y Tradiciones Populares. Bogotá: Museo de Artes y Tradiciones Populares. Nelson, Richard R. 1967. A Study of Industrialization in Colombia. Santa Monica: Rand Corp. Novelo, Victoria. 1976. Artesanías y capitalismo en México. Tlalpan, D.F.: Centro de Investigaciones Superiores, Instituto Nacional de Antropología e Historia. ———. 2002. “Ser indio, artista y artesano en México”. Espiral. Estudios sobre Estado y Sociedad, diciembre. ———. 2003. “El trabajo artesanal mexicano, un sistema productivo y cultural». Artesanías de América : revista del CIDAP, diciembre. Organización Internacional del Trabajo. 1970. Hacia el pleno empleo : un programa para Colombia. Bogotá: Biblioteca Banco Popular, Divulgación Económica y Social. PROEXPO. 1976. Plan Nacional de Diseño. Bogotá: PROEXPO. Puerto de Galán, Rosario. 1979. Monografía de Colombia: situación de los programas artesanales de los países miembros. Sistema Económico Latinoamericano. Quiñones, Ana Cielo. 2003. “Artesanía y diseño en Colombia». En Reflexiones en torno a la artesanía y el diseño en Colombia, 1-26. Bogotá D.C.: Centro Editorial Javeriano. Ramírez, Daniel. 2011. “Colombia artesanal: disputas por una colombianidad desde la producción artesanal”. Tesis, Maestría en Estudios Culturales. Universidad Javeriana. Bogotá. Samper de Bermúdez, Graciela. 1972. “Palabras de la Gerente de Artesanías de Colombia S.A. Doña Graciela Samper de Bermúdez”. En Los artesanos en el Colón. Bogotá: Artesanías de Colombia S.A. ———. 1980. “Informe de gestión”. Bogotá: Artesanías de Colombia S.A. Sennett, Richard. 2009. El Artesano. Barcelona: Anagrama. Slighton, Robert L. 1968. The Craft Sector in Colombian Manufacturing. Santa Mónica: Rand Corp. Sowell, David y Isidro Vanegas. 2006. Artesanos y política en Bogotá, 1832-1919. Bogotá: Ediciones Pensamiento Crítico. Turok, Marta. 1988. Cómo acercarse a la artesanía. México, D.F.: Plaza y Valdés Editores. Urrutia, Miguel y Clara Elsa Villalba de Sandoval. 1971. El sector artesanal en el desarrollo colombiano. Bogotá: Centro de Investigaciones para el Desarrollo, Universidad Nacional de Colombia. Van Dommelen, David. 1972. Investigación sobre promoción del sector artesanal. 142 / Intervenciones en estudios culturales Daniel Ramírez Preliminar. Bogotá: Artesanías de Colombia S.A., Fundación Ford, Museo de Artes y Tradiciones Populares. ———. 1972b. “Artesanía en otros países”. Primer seminario sobre diseño artesanal. Bogotá: Arteanías de Colombia S.A.-Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis. ———. 1972c. “Conclusiones generales”. Primer seminario sobre diseño artesanal. Bogotá: Arteanías de Colombia S.A.- Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis. Vasco, Luis Guillermo. 1986. Estudio de cultura material embera y waunana y factibilidad de comercialización de algunos de sus elementos. Bogotá: Artesanías de Colombia S.A.-Universidad Nacional de Colombia. Wick, Rainer. 2007. La pedagogía de la Bauhaus. Madrid: Alianza Editorial. Wilde, Oscar. 1966. “El arte y el artesano”. En: Obras completas. pp. 1051-1060. Madrid: Aguilar. Entrevistas Adamo y Anderson Sánchez. Pasto, 06/09/12 Artesana de 47 años, Sandoná, 8/09/2012 Artesano de Sandoná, Sandoná, 9/09/2012 Duque Duque, Cecilia. Artesanías de Colombia. 19/04/2012 Herrera, Neve. Artesanías de Colombia S.A., 14/03/ 2012 Jairo Acero, Pontificia Universidad Javeriana, 7 de noviembre de 2012 Mujer de 60 años, Sandoná, 09/09/2012 Intervenciones en estudios culturales / 143 Un campo de lo propio: el nosotros de la actividad artesanal en Colombia 144 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? Catalina Zapata IDAES-UNSM Resumen: Este trabajo relaciona el contexto sociopolítico colombiano de la segunda mitad de siglo XX con la emergencia de la vanguardia literaria conocida como Nadaísmo. Se propone analizar a esta agrupación como pieza de un fenómeno mayor, en el cual una parte de la sociedad reaccionó, desde diferentes ámbitos, a las estructuras de poder existentes. A través del análisis del discurso, se indaga sobre la construcción de la subjetividad o ethos discursivo movilizado en las prosas de Gonzalo Arango, miembro fundador de esta agrupación. Se llega a la conclusión de que el poeta se identifica con el universo de lo marginal y lo beligerante, posición desde la cual le es posible confrontar con gran agudeza crítica y con un lenguaje mordaz una sociedad atrapada en la hegemonía de una moral excesivamente religiosa y tradicional. Palabras claves: Nadaísmo, Gonzalo Arango, análisis de discurso, subjetividad subversiva. Intervenciones en estudios Intervenciones culturales, en 2015, estudios (1):culturales 145-167 / 145 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? 1. Estoy haciendo referencia sobre todo a la bibliografía especializada que representan destacados académicos como Daniel Pecáut (1987, 1997); Gonzalo Sánchez (1983, 1986 [2007], 1988): Marco Palacio (2003); Medofilo Medina (1989, 1990); Francisco Leal Buitrago (1995); Eduardo Pizarro (1990,1991), entre otro nutrido grupo de autores que se ha encargado rigurosamente de estudiar las matrices sociopolíticas y económicas del conflicto y de la violencia en Colombia. No pretendo desconocer para nada la autoridad que este saber académico representa, ni restarle importancia a los aportes que estos autores han hecho en la materia. Solamente me propongo llamar la atención sobre la necesidad de ver este escenario de confrontación, desde perspectivas que permitan también abordar la dinámica compleja y las porosidades que tienen las relaciones de poder en el ámbito de la cultura. Abstract: This paper builds a connection between the Colombia’s sociopolitical context in the second half of the XXth century with the emergence of the literary vanguard known as Nadaísmo. The proposal is to analyze this group as part of a bigger phenomenon, in which different social sectors reacted from various fields to existing power structures. Discourse analysis is used to ask about the construction of the subjectivity or discursive ethos that informs Gonzalo Arango’s prose, a founding member of the group. The paper concludes the poet identifies himself with a marginal universe, from where he is able to confront with great critical acuity and a scathing language, a society trapped in the hegemony of an excessively religious and traditional morality. Key words: Nadaísmo, Gonzalo Arango, discourse analysis, subversive subjectivity. 146 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata No dejar una fe intacta, ni un ídolo en su sitio. Todo lo que está consagrado como adorable por el orden imperante será examinado o revisado. Se conservará solamente aquello que esté orientado hacia la Revolución, y que fundamentalmente por su contundencia indestructible sea los cimientos de una sociedad nueva. Gonzalo Arango. 1958. Primer Manifiesto Nadaista Introducción Gran parte de la historiografía colombiana sobre el siglo XX se ha encargado de entender y explicar la singularidad del conflicto armado que aún impregna en diferentes grados y formas la realidad política y sociocultural del país. Parte del sentido común que ha ayudado a cimentar este conocimiento, ubica la mitad del siglo XX como momento fundacional de las violencias contemporáneas, cuando la estructura agraria colombiana se moderniza a través de un traumático proceso conocido como La Violencia. Así mismo, la posterior formación de los movimientos armados revolucionarios es entendida como una reacción casi inevitable ante el inflexible pacto bipartidista del Frente Nacional. Una coalición de gobierno entre las élites tradicionales colombianas, que monopolizó y reguló la participación política durante diez y seis años, pero que en su momento fue vista como una salida posible frente a la dictadura del general Rojas Pinilla que se anunciaba en los años cincuenta.1 Si bien estas tesis resultan bastante plausibles para explicar la historia reciente de Colombia, el énfasis hecho en el conflicto armado como una consecuencia ineludible del hermético sistema político, diluye otro tipo de sacudidas que desde la cultura también pusieron en cuestión a un Estado autoritario y un acervo de valores excesivamente religiosos y conservadores. En este orden de ideas, este trabajo pretende urdir algunas relaciones entre esa realidad social y la vanguardia literaria conocida como Nadaísmo. Propongo pensar a este polémico movimiento artístico e intelectual no solo como una expresión de la cultura, sino como parte de un fenómeno mayor de convulsiones y reacciones de una parte de la sociedad colombiana, que desde diferentes ámbitos pusieron en tela de juicio la autoridad ejercida por áridas estructuras de poder. Intervenciones en estudios culturales / 147 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? 2. Es importante señalar que el Nadaísmo fue integrado por un gran número de reconocido poetas y literatos como Darío Lemos, Pablo Gallinazo, Amílcar Osorio, Eduardo Escobar, Jaime Jaramillo Escobar, Elmo Valencia, Humberto Navarro, Jaime Espinel, Jota Mario Arbeláez, Fanny Buitrago y Mario Rivero. Todos con un sello particular. Sin embargo, con fines metodológicos, hago referencia al Nadaísmo como una unidad enunciativa en sí misma. 3. Sobre Gonzalo Arango existe un importante número de artículos y publicaciones de carácter biográfico en los cuales se destaca la irreverencia y la ruptura que representó este personaje dentro del contexto de las letras colombinas en la segunda mitad del siglo XX, siendo su estilo un lugar de permanentes discusión entre sus críticos. Ver: Camacho (1964); Cobo B. (1980); Escobar (1989); Nieto de Samper (1993); Jaramillo (2000); Ospina (2002). Gran parte de esta bibliografía se puede consultar en la página web Gonzalo Arango. com. En contraste, la producción académica existente es mucho menor y en su mayoría está dedicada al Nadaísmo más que a la obra particular de Arango. En este campo podemos señalar los trabajos de O’ Hara (2004); Carrillo (2006); Sanganogo (2008); Acevedo y Restrepo (2009); Candales (2009). En 1993 el Boletín cultural y bibliográfico dedicó un número al Nadaísmos el cual incluye dos artículos sobre el libro Obra Negra de Gonzalo Arango: Jaramillo (1993) y O’ Hara (1993). 4. El concepto de violencias en plural fue acuñado por primera vez por Daniel Pécaut en el libro Orden y Violencia en Colombia para referirse a la pluralidad y heterogeneidad con que se manifiesta el conflicto colombiano (Pécaut, 1987: 552-554). 5. Las ediciones de los libros originales en que Gonzalo Arango publicó estos textos, actualmente están agotados y son de muy difícil acceso. En consecuencia, las versiones a las cuales se tuvo acceso pertenecen a la compilación realizada en 1991 por Jotamario Arbeláez y a algunas versiones digitalizadas por Gustavo Restrepo en la página web Golzalo Arango.com 148 / Intervenciones en estudios culturales Argumentaré que el Nadaísmo puede ser pensado como un movimiento de literatura “subversiva”, que propone un nuevo orden de la vida y del hombre a través de la palabra transgresora y la apuesta por una renovación de valores.2 Esta hipótesis la desarrollaré específicamente a partir del trabajo de Gonzalo Arango, analizando la manera como configura su ethos discursivo a través de la identificación con el universo de lo marginal, lo beligerante y lo transgresor. Considero que la construcción de esta subjetividad integra en gran medida los rasgos principales que caracterizan al Nadaísmo y que hacen de esta poesía “un movimiento revolucionario hacia la desestabilización de ese orden” (Arango 1958).3 El cuerpo documental analizado se compone de cuatro poemas en prosa. Los tres primeros, “Elegía a “Desquite””, “Águila Negra” y “Gaitán” pertenecen al libro Prosa para leer en una silla eléctrica publicado por primera vez en 1966. Estos documentos tienen en común la referencia a personajes históricos, quienes desde posiciones opuestas pueden considerarse como símbolos o protagonistas de las violencias en la segunda mitad del siglo XX.4 El cuarto poema “Cesar o Divinidad”, en cambio, es un texto posterior publicado en 1973 en el cual Arango hace una mirada introspectiva y retrospectiva de su vida y oficio como “bandido de la palabra”. Catalina Zapata Los tres primeros textos pertenecen a una fase creativa en la cual Gonzalo Arango circula entre el nihilismo crítico, la preocupación por la especie, la afirmación y compromiso con la vida. Estas características contrastan con su posición posterior de misticismo religioso y recuentro con el amor que enmarca el cuarto poema (Candales 2009: 55-60). A pesar de esta distancia, los textos establecen un hilo conductor que resulta útil para el argumento puesto en consideración.5 La metodología utilizada es el análisis de discurso. Puntualmente me pregunto por las imágenes movilizadoras de un ethos enunciativo, o construcción de subjetividad, que se inscribe dentro de una tradición discursiva contestataria y transgresora de las premisas fundacionales de la modernidad occidental. Sobre este punto, reviso las especificidades que adquieren dichas estrategias dentro del contexto colombiano de las décadas del sesenta y setenta del siglo XX, teniendo en cuenta, de acuerdo con Maingueneau, el estatuto híbrido de la noción de ethos en tanto categoría social y discursiva “que no puede ser aprehendida por fuera de su situación de comunicación precisa, integrada ella misma a una coyuntura sociohistórica determinada” (Maingueneau 2002:5). Escena de enunciación y situación comunicativa Para delimitar la geografía socio-histórica y discursiva que enmarca al cuerpo documental, utilizo las categorías propuestas por Maingueneau de escena de enunciación y la situación comunicativa. La primera nos provee el marco escénico a partir de la cual el texto se manifiesta. En cambio, la segunda nos aporta datos sobre las coordenadas socio discursivas que sostienen y revisten de sentido a una unidad enunciativa específica. Ambas constituyen factores orientadores claves para la interpretación de todo evento o acción comunicativa. Su identificación equivale a establecer las reglas de juego, los recursos disponibles y los interlocutores ideales a través de los cuales un enunciador, bajo ciertas circunstancias, consuma un diálogo o produce un suceso lingüístico dentro de un determinado contexto de la historia (Maingueneau 2003: 4, 7). La escena de enunciación hace referencia a la descripción interna del discurso, en este sentido es “el marco del que la palabra misma hace ostensión en el movimiento mismo que ella despliega” (Maingueneau 2003: 6). De acuerdo a los diferentes niveles que este concepto involucra, la escena englobante del cuerpo documental puede ser pensada como discurso poético. Este dato nos sitúa en un lugar específico para su interpretación ya que nos advierte sobre el énfasis en el efecto emotivo que el enunciador busca generar entre sus potenciales interlocutores. La escena Intervenciones en estudios culturales / 149 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? genérica, segundo orden de análisis, se identifica como prosa poética. Este dato, en cambio, nos aporta pistas sobre la tradición discursiva dentro de la cual se inscribe el Nadaísmo, ya que este género es característico de gran parte de la poesía europea que desde el siglo XIX empezó a controvertir los cánones de la literatura y la poesía tradicional, así como a manifestar su escepticismo frente a los valores de la modernidad. Relacionar al Nadaísmo con dicha tradición, facilita rastrear el tipo de emociones que persigue Gonzalo Arango en su obra y con ello reconocer las escenografías fuera de lo común que modelan su discurso poético. Con el interés de subvertir los códigos establecidos, de sorprender, fascinar, incomodar y polarizar, el Nadaísmo se volcó sobre la exploración de métodos literarios poco convencionales, que pudiesen potenciar su capacidad expresiva para transmitir de forma eficaz la inconformidad ante una sociedad vista en crisis. Algunas de las escenografías a las que apelaron estos autores fueron las arengas políticas, los panfletos, las conferencias explosivas, los manifiestos, el formato epistolar, la crónica y la biografía. Incluso llegaron a exceder el ámbito estrictamente lingüístico con manifestaciones audaces y expresiones públicas, que irrumpieran en la dinámica de la vida misma, como la quema de sus bibliotecas en el año de 1958 frente a la Universidad de Antioquia, que se acompañó con la lectura del “Primer Manifiesto Nadaísta” escrito sobre papel higiénico (Carrillo 2006: 64 y 71). “Elegía a Desquite”, por su parte, constituye una elegía, subgénero de la poesía lírica cuya función es transmitir un lamento ante una pérdida. Con el tiempo este formato se difundió ante todo como un lamento hacia un difunto. En este caso, la pena y la confusión de Arango es por la muerte de Desquite, un popular bandolero hijo del conflicto de La Violencia de mitad del siglo XX, quien fue dado de baja por el ejército colombiano tras una operación militar en el año de 1963 (Betancourt 1990: 57-58). Por el contario “Águila Negra” y “Gaitán” están escritos en forma de prosa poética, ambas con un tono de lamento describen dos personalidades aparentemente antagónicas, pero dentro del universo simbólico del poeta comparten una misma posición descentrada en la sociedad que les otorga un temperamento rebelde y una vocación transgresora. Finalmente “Ángel o Demonio” es una prosa autobiográfica en la cual Gonzalo Arango hace un recorrido muy íntimo en su vida y trayectoria. Si la escena de enunciación es una descripción interna del enunciado, la situación de comunicación es la comprensión desde su exterioridad, es decir, desde un punto de vista sociológico y también histórico (Maingueneau 2003: 4,6). Bajtin considera 150 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata a los géneros discursivos y de sus enunciados como correas de transmisión entre la historia de la sociedad y la historia de la lengua (Bajtin 1982:254). Haciendo un cruce entre estas dos perspectivas, en esta parte abordo al Nadaísmo como unidad real de comunicación que se ubica dentro de una cadena enunciativa mayor, cuyos interlocutores, aquellos de quien se nutre y aquellos a quien interpela, van más allá del espectro estrictamente lingüístico. El Nadaísmo puede ser considerado como el heredero colombiano de la cadena de pensamiento contestatario y desencantado de la modernidad que se visibiliza a partir del siglo XIX y que se proyecta en el XX. Dentro de esta tradición se puede ubicar un amplio espectro de manifestaciones, donde se destacan las influencias ejercidas por Artaud, Rimbaud, Baudelaire, el nihilismo de Nietzsche, el existencialismo sartreano y los cuestionamientos abiertos por algunas de las vanguardias históricas a la idea de progreso, a la razón y al culto materialista. Si bien el Nadaísmo se enmarca dentro de esta cadena discursiva, las especificidades de la sociedad a la cual confronta, obligan a replantear los términos que definen el cuestionamiento abierto por estos intelectuales, ya que la Colombia de mitad de siglo XX es una realidad aún distante de las grandes urbes y las industrias que discuten sus homólogos europeos. En otras palabras ¿cuál es el orden que Arango llama a desacreditar en su primer manifiesto? En el momento enunciativo en que el Nadaísmo interviene la sociedad colombina transita por el “bandolerismo”, tercera y última etapa del fenómeno político, económico y sociocultural conocido como La Violencia. Paralelo a la firma del Frente Nacional, la figura del bandolero emerge como un actor social clave para entender la trama de relaciones en las zonas rurales. A pesar de la marcada sevicia y atrocidad de sus acciones que reflejan una dislocación de valores como manifestación de desprecio a todo lo establecido, el “bandolero” representó un proceso de autonomización frente a la violencia partidista. Esto permitió que inicialmente fueran capaces de capturar cierto respaldo social como respuesta de resistencia y defensa de origen popular. Sin embargo, el bandolerismo fue un fenómeno heterogéneo y desigual a nivel regional, mientras en algunos casos llegó a adquirir un cierto sesgo social, en otras regiones se desencadenó en forma de “bandismo”, es decir cuadrillas de sicarios profesionales a sueldo de terratenientes (Betancourt 1994: 62-63). Aunque la modernización de las relaciones obrero patronales del campo, acompañado de un notable crecimiento de la economía, inició a principio de los Intervenciones en estudios culturales / 151 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? cuarenta, La Violencia jugó un papel de aceleramiento traumático para dichos procesos. Pronto se evidenció una rápida concentración de la propiedad junto con la proletarización del campesinado y un consecuente crecimiento de los principales centros urbanos del país (Medina 1989: 20-32). Esta conjugación de factores puede ser considerada como causa y efecto de una crisis en el sistema cultural tradicional, caracterizado por la centralidad que históricamente ha tenido la religión en la legitimación de relaciones de poder altamente asimétricas, con pocos márgenes de movilidad social y pocas alternativas de participación política (Fals Borda 1985: 27-52). En medio de estas anquilosadas estructuras en tensión con un proceso de modernización social, el espíritu de rebeldía y transformación empezó a recorrer en diferentes sectores, siendo el Nadaísmo una manifestación a nivel de la cultura, paralelo a la formación de los primeros núcleos guerrilleros con fines revolucionarios. Sin embargo, el espíritu de rebeldía de estos jóvenes poetas pertenece también a un escenario mayor de agitación social expresada desde diferentes ámbitos. A nivel cultural se destaca la emergencia de la juventud, como un actor social determinante y protagonista histórico en tanto símbolo de rebeldía y transformación social (Prieto 1969 [2011]: 211-226). Aquí vale la pena rescatar la influencia ejercida por la generación Beats, un grupo de jóvenes intelectuales norteamericano considerados como una generación frustrada y golpeada, desencantada del “sueño americano” tras los estragos de la Segunda Guerra Mundial (La generación Beat: Mentalidad revolucionaria en los cincuenta). En su momento el Nadaísmo fue considerado como la expresión criolla de este movimiento. Otros referentes importantes a tener en cuenta lo constituyen las vanguardias literarias latinoamericanas que proliferaron por esta misma época con inquietudes similares. Dentro de estas se destacan el El Techo de la Ballena en Venezuela, Los Tzánicos en Ecuador y la Espiga amotinada en México. Estos movimientos se caracterizaron por propuestas de transformación radical del lenguaje poético más allá de lo estrictamente estilístico, que implicaba también la desacralización y el cuestionamiento de la figura tradicional del literato, y con ello una modificación posiciones dentro del mismo campo. En esta búsqueda, y en muchos casos influenciada por la naciente cultura de masas, desarrollaron estilos literarios directos y anti retóricos, apelando a un lenguaje coloquial e irreverente encauzado a la provocación. En concordancia con este gesto de rebeldía poética, estos movimientos fueron influenciados por el optimismo que tempranamente despertó en las jóvenes generaciones latinoamericanas la Revolución Cubana (Carrillo 2006: 64). 152 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata Las caras del poeta maldito Tras esta síntesis de las coordenadas socio- históricas y socio-discursivas que demarcaron el horizonte de posibilidad del Nadaísmo, me detengo ahora en el análisis de la subjetividad que conforma Gonzalo Arango a través de sus poemas. Para ello me remito al concepto de ethos discursivo, entendiendo por ello la identidad construida por un locutor a través del discurso, en cuya configuración reposa parte de la potencia persuasiva y de su capacidad para conmover a los destinatarios finales de su mensaje (Maingueneau 2002: 10). El ethos puede ser entendido como una categoría conectora de intersubjetividad, en la cual la identidad ambicionada está en tensión permanente con la imagen producida en los destinatarios finales. La posibilidad de una estabilidad relativa de significado depende de la capacidad que el enunciador tenga para producir un “garante” a partir del cual moverse dentro de un espacio socio discursivo específico. En otras palabras, depende de la configuración de una “corporalidad” y de un “carácter” en torno a un conjunto de representaciones y estereotipos sociales valorados positiva o negativamente de acuerdo al campo que lo inscribe (Maingueneau, 2002: 5,6). Aunque en este proceso también participan elementos extra discursivos, por cuestiones prácticas solo desarrollo las características del espectro lingüístico. Con el fin de analizar los rasgos de subjetividad de Arango propongo tres tropos descriptivos a partir de los cuales organizar las múltiples y heterogéneas imágenes a través de las cuales se manifiesta el poeta. Estos son: 1) el habitante de las tinieblas, 2) el cuerpo sensible y 3) el profeta decidor de verdad. Es importante tener en cuenta que esta división obedece a una operación estrictamente metodológica, y que como toda acción de selección corresponde solo a un recorte de una compleja realidad discursiva que se caracteriza precisamente por sus formas fragmentarias, heterogéneas y contradictorias. En la mayoría de casos, las características arriba definidas no aparecen como imágenes explicitas o lugares enunciativos estables. Por el contario, se manifiestan en forma de huellas discursivas en permanente diálogo y tensión, que se complementan, se destruyen y vuelven a aglutinar para conformar el ambiguo universo nadaista. Vale la pena destacar que precisamente ese carácter contradictorio y ambivalente es considerado por el propio Arango como el objetivo de su lírica, cuya finalidad estriba en “no dar soluciones y por el contrario generar dudas de todo” (Arango 1990: 198). Intervenciones en estudios culturales / 153 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? El habitante de las tinieblas Lo primero que se destaca al entrar al universo simbólico de Gonzalo Arango es el uso y selección del lenguaje. Con un estilo anti retórico, un lenguaje sencillo y directo, que recuerda la tradición icónica de algunas vanguardias, tenemos acceso a los paisajes que circundan a un hombre perturbado: “Mis mundos eran subterráneos y sinuosos como los del gusano y el topo” (Arango 1973). La referencia a una vida pasada en el anterior fragmento se explica por el carácter biográfico y retrospectivo de la prosa a la cual pertenece el fragmento. Sin embargo, el “yo” es presentado dentro de una espacialidad subterránea y sinuosa. A partir de estas referencias se desata un conjunto de significados anclados a binarismos epistémicos característicos de la tradición judeocristiana, tales como las asociaciones entre el arriba y el abajo, la luz y la oscuridad, el bien y el mal, el cielo y el infierno, lo puro y lo contaminado o la santidad y el pecado. Al ubicarse dentro de esta geografía Arango empieza a articular una identidad en torno a lo peligroso, lo oculto y lo contaminado. Esta imagen es reforzada en la analogía con el roedor y el gusano, criaturas usualmente menospreciada al ser habitantes de los subsuelos, asociadas con la ceguera y el pecado. En la siguiente cita Arango vuelve a presentarse como un ocupante de escenarios relativos a lo peligroso, pero en este caso con imágenes asociadas a la pobreza y el abandono: “Desterrado de la razón, vagué por los arrabales como un loco perdido. Mi hogar eran los extramuros, las ruinas, los nidos de las águilas abandonados, los lechos de los ríos secos” (Arango 1973). Este escenario es otra cara de la misma moneda, es decir el posicionamiento desde un lugar de rebeldía y marginalidad. Mientras que en la primera imagen, este gesto se traduce en una inversión de significados y la identificación con un acervo de valores que chocan con la moral tradicional y religiosa de la sociedad colombiana de entonces. En el segundo caso, la rebeldía se proyecta a través de quien ha sido castigado con el destierro al violar las expectativas de comportamiento asociadas a la ley de lo racional y lo acostumbrado. El resultado de aquella falta es el deambular por la espacialidad por excelencia destinada a los olvidados, los excluidos y los inadaptados. Es decir el suburbio, los extramuros de ese otro lugar, la ciudad, donde viven aquellos que pueden acoplarse adecuadamente a las leyes y normas sociales. Para el poeta ese orden que ha sido transgredido, es responsable de producir formas de vidas engañosas y vacías representadas en la ostentación, la riqueza y el prestigio. Sin embargo, ese mundo artificial se vuelve un problema para el mismo 154 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata Arango pues es consciente de lo profundamente seductor que puede llegar a ser ese lugar y de la difícil ruptura que éste representa: “Yo pasé por todos los recovecos, las guaridas elegantes, y caí ciego en las trampas del laberinto del sistema aciago” (Arango 1973). El poeta asume una posición de honestidad consigo mismo, confiesa haberse dejado llevar por las vanidades y comodidades que ofrece vivir dentro de las reglas de lo establecido, trampas que pasan inadvertidas para el sentido común y en las cuales se puede caer con facilidad. Sin embargo, la experiencia en ese mundo le permite un movimiento de ruptura o un despertar a través del cual ve el engaño que constituye ese universo ficticio. Motivado por presenciar las nefastas consecuencias de ese sistema, se subleva y es desde entonces predestinado a errar por desolados parajes. En ese universo subterráneo, la idea de destino aparece repetidas veces y tiene un lugar de gran importancia simbólica. A diferencia de la noción religiosa, el poeta nos remite un concepto de destino secular y material. Son los hombres quienes se encargan de producir una sociedad que condena a unos desafortunados a vagar por sus tugurios. Es una sociedad injusta la que privilegia a algunos mientras priva a otros de una vida en sociedad, y con ello les niega la posibilidad de construir una identidad legítima. El lamento por Desquite es resultado de este sentimiento de desconcierto: “No dudo que tal vez bajo otro cielo que no fuera el siniestro cielo de su patria, este bandolero habría podido ser un misionero, o un auténtico revolucionario […] Su patria, su gobierno, lo despojan, lo vuelven asesino, le dan una sicología de asesino. Seguirá matando hasta el fin porque es lo único que sabe: matar para vivir (no vivir para matar)” (Arango 1966 [1990]: 46 y 48) Esta noción de predestinación desconcierta, inquieta y entristece al poeta. Está conmovido porque encuentra en Desquite el temperamento transgresor y rebelde con el cual le es dado identificarse, pero con la diferencia de que el bandolero es despojado de su poder para direccionar voluntariamente esa potencia vital que lo hubiera podido convertir en otro tipo de protagonista de la historia y de su tiempo: “Con un ideal, esa fuerza tenebrosa invertida en el crimen, se habría podido encarnar en un líder al estilo Bolívar, Zapata, o Fidel Castro […] Yo, un poeta, en las mismas circunstancias de opresión, miseria, miedo y persecución, también habría sido bandolero” (Arango 1966 [1990]: 46 y 47). Arango establece un juego de relaciones entre el bandido, los símbolos revolucionarios y el “yo” poeta, entretejiendo de esta manera una constelación de Intervenciones en estudios culturales / 155 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? significados a partir de la cual se genera una identificación con un mismo universo outsider. Sin embargo, esa posibilidad de triple identificación le suscita un profundo malestar. El bandido ha sido condenado a vivir en los márgenes de una sociedad que le crea un perfil de criminal como única posibilidad de existir. Aunque Desquite posee ese temperamento rebelde que lo une con personajes como Zapata, Fidel o como el mismo Arango, de antemano es privado de cualquier otra posibilidad de protagonizar la historia más que en la posición de asesino. El “yo” enunciador se reconoce en el bandido, al tiempo que se duele y se confunden con las causas que lo separan de éste. La vida errante por los extramuros de la sociedad ha sido para Arango el producto de una acción y decisión transgresora. En cambio para Desquite ser “poeta de la muerte” más que una pulsión creadora, representó su única la alternativa de sobrevivencia en una sociedad que le niega el derecho a existir con dignidad: “¿Qué dirá Dios de este bandido? Nada que Dios no sepa: que los hombres no matan porque nacieron asesinos, sino que son asesinos porque la sociedad donde nacieron les negó el derecho a ser hombres” (Arango 1966 [1990]: 48) En ese libre albedrío que lo diferencia y lo aleja del bandido subyace precisamente el elemento que articula la imagen del vagabundo con la inversión de valores y exaltación de lo pecaminoso y demoniaco. A pesar de la mordacidad de las palabras con que hace una crítica social desde lo subterráneo, no se siente desgraciado por esta pertenencia. Por el contario, hay un tono de presunción de ese “yo” outsider a partir del cual establece una relación de autoridad con sus lectores. Si bien ese inframundo no es un lugar idealizado pues explícitamente es asociado con la miseria y el sufrimiento, habitar dicha geografía representa la opción de librarse de las ataduras impuestas por esa doble moral del poder. Para Arango es en esta espacialidad donde el hombre consigue expandir su dimensión sensible, pasional e impulsiva, es decir, liberar todo aquello que permanecería reprimido bajo la dictadura de la razón y la moral religiosa. Este conjunto de rasgos éticos expuestos hasta el momento están atravesados por el pensamiento de Nietzsche, de hecho la referencia al super-hombre es explícita en varios poemas. Lo que me interesa resaltar estableciendo esta relación, es el viraje que hace el autor hacia un estado de la virtud y de la inteligencia no relacionadas con la reflexión racional, sino a lugares de la experiencia mucho más instintivos y profundos. Valores asociados a la “malo”, lo “pecaminoso y lo “peligroso” son ponderados como un grado superior del espíritu que le permite salirse de su “ser social” y desplegar desde allí sus potencias expresivas. 156 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata Esta dimensión instintiva y sensitiva donde lo humano encuentra un sentido auténtico, para Arango solo puede consumarse dentro de los extramuros sociales. Es allí donde este poeta halla un espacio propicio para cortar con las ataduras morales inhibidoras de la voluntad y el deseo del hombre. No obstante, este posicionamiento lo conduce a una perturbadora dicotomía. Mientras ataca una moral conservadora y religiosa a través de la exaltación de lo subterráneo, habitar dicha geografía, en el contexto colombiano que presencia, lo enfrenta con la miseria y la violencia que produce un sistema social mezquino que le niega a la mayoría de sus hijos la posibilidad de vivir dignamente. Un cuerpo sintiente ¿Dónde y cómo se manifiesta esa contradicción que enfrenta este habitante de lo subterráneo? La relación con Nietzsche, introducida anteriormente, nos ayuda a pensar esta cuestión y con ello enlazar la idea del cuerpo sintiente. Aunque no se ha tratado de forma explícita, los argumentos hasta ahora introducidos, nos hablan también de la manera como Arango se relaciona con ese mundo exterior a través de su experiencia sensible y su dimensión pasional. Parafraseando a Isabel Filinich, se podría decir que este conjunto de rasgos éticos dan cuenta también de aquella esfera de la experiencia donde se asienta la vivencia primordial de todo acto de comunicación entre un cuerpo sensible, como centro de referencia, y un horizonte como campo latente de experiencia (Filinich 2003:183-185). El poeta se lamenta, se exalta, se emociona y a la vez se confunde con lo que observa en los suburbios de su sociedad. Es en su propio cuerpo y a través de éste donde ese “yo” conmovido encuentra la manera de hacer inteligible discursivamente su experiencia sensible: “Al ver en los diarios su cadáver” (Arango 1990 [1966a]: 46); “Veo también un pueblo muerto de miedo” (Arango 1990 [1966c]: 59, 62); “Impotente contra la iniquidad y la inmundicia” (Arango 1973); “Deseaba meterme en su universo sellado por el silencio y su aire desdeñoso”; “Me sentí derrotado” (Arango 1990 [1966b]: 52, 53). Este tipo de expresiones que son comunes en los textos de Arango, tienen como referencia una corporalidad que nos muestra la importancia que tiene la experiencia en tanto deseo, pasión, sentimiento o pulsión en la constitución de una atmósfera emotiva, y con ello la configuración del particular universo psíquico del enunciador. El cuerpo como principio de interrelación del hombre con su medio, es una idea que tiene su génesis en las corrientes de pensamiento escépticas del racionalismo occidental, las cuales hacen una ruptura con la tradición dualista mente/cuerpo, razón/emociones. A esta negación de la corporalidad, respondió en el siglo XIX Intervenciones en estudios culturales / 157 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? una generación de literatos y poetas alemanes de clase media que rescataron el sentimiento como principal elemento mediador entre el ser y su entorno (Elias 1936[1986]: 69). Paralelamente, filósofos como Schopenhauer y Nietzsche desarrollaron toda una crítica a la racionalidad occidental y a la filosofía del progreso, revisando el lugar del cuerpo en la relación del hombre con su entorno. Esto supuso una reelaboración epistémica ya que para esta línea de pensamiento solo sería posible acceder al mundo a través de la vivencia de un “yo” doliente, cuyo cuerpo constituye su única realidad absoluta donde se manifiesta el deseo de poder que conlleva a la acción (Schopenhauer 1819 [2005]: 59-69, Nietzsche 1888 [1980]: 35-54). Heredero de esta tradición, Arango se construye como un ser dominado por su pulsiones: “Yo, eunucobufón, pecaba con las llaves de oro de la imaginación inventando abracadabras para violar los secretos del sexo de la nobleza. ¡Oh jubilosas lujurias, oh satánicos éxtasis de fornicación!” (Arango 1973). Con una modulación enunciativa excitada y un lenguaje provocativo referente a lo orgiástico, el “yo” se identifica con el pecado que representa la carne en la concepción judeocristiana. Bajo esta moral religiosa, el cuerpo, en tanto manifestación del deseo, es negado y condenado al asociarlo a lo demoniaco como símbolo del mal y lo perverso. En este gesto desestabilizador, Arango se celebra ante todo como cuerpo, como tal son sus deseos los que rigen y lo orientan como ser viviente, es decir, en una esfera del sujeto en la cual el juicio moral pierde su validez pues es ante todo una celebración de vitalidad. Como habitante de las tinieblas, donde el hombre se libera de todas sus ataduras sociales, la posibilidad de consumar sus pulsiones se convierte en la máxima expresión del “ser” y de allí esa exaltación de la lujuria que le produce el sexo: “Hace mucho rato que los artistas no nos acostamos con la Patria. Haría falta una verdadera posesión carnal con ella que revitalizara nuestro espíritu y lo hiciera florecer. Quiero decir un coito verdadero y espléndido. No basta el amor platónico ni la piedad. Tales amores conducen al onanismo y a la impotencia, a veces también al convento y al suicidio” (Arango 1990 [1966c]: 61). En este fragmento de Gaitán, Arango expresa su indignación por la parsimonia de sus colegas intelectuales y artistas, que tras la muerte del líder social se olvidaron del legado revolucionario de este “poeta del poder”, y entregándose al arte estéril se desvincularon de la vida y de una sociedad que mientras tanto se desangra. El lenguaje referente a lo carnal nos remite a la cita anterior pero en esta ocasión cumple otra función. Dicha analogía en este caso da un tono de enunciación de un “yo” apasionado con su hacer que reclama a sus compañeros precisamente ese aislamiento y abandono a esa fuerzas primitivas e impulsivas en donde subyace la auténtica creación del 158 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata hombre comprometido con su historia. Aquí emerge otra dicotomía característica de la obra de Arango, entregarse a un cuerpo sintiente representa la posibilidad de liberar el espíritu pero también es una decisión por un camino de dolor y sufrimiento, pues implica sentir en carne propia el egoísmo con que se gobiernan los hombres que no se comprometen con la vida. Elegía a Desquite es nuevamente un contrapunto útil para ver esa ambigüedad que significa para el poeta ser un cuerpo sensible. Arango se lamenta por la muerte de un hombre que para muchos resulta un alivio. Sin dejar de ser un gesto de cinismo deliberado, la tristeza de Arango no es precisamente por la muerte del asesino, sino por ese “otro” hombre privado de su inocencia tras haber sido asesinado moralmente mucho antes de su muerte física en 1966: “Por eso, en uno de los ocho agujeros que abalearon el cuerpo del bandido, deposito mi rosa de sangre. Uno de esos disparos mató a un inocente que no tuvo la posibilidad de serlo. Los otros siete mataron al asesino que fue” (1990 [1966a]: 48). Aparece la imagen de un “yo” contrariado reflejado a través de un ejercicio de auto cuestionamiento: “¿Estoy contento de que lo hayan matado? Sí. Y también estoy muy triste. Porque vivió la vida que no merecía, porque vivió muriendo, errante y desterrado, despreciándolo todo y despreciándose a sí mismo, pues no hay crimen más grande que el desprecio a uno mismo” (1990 [1966a]: 47). Gonzalo es consciente de que Desquite fue un asesino y que su historia dejó una estela de crueldad y sangre. Sin embargo, es la posibilidad de sentir compasión, en tanto cuerpo sintiente lo que lo hace cuestionarse y preguntarse por aquel sujeto que al igual que él se atrevió a desafiar al orden y entregar su vida por dicha causa. Finalmente, el otro rasgo que vale la pena rescatar es el valor que tiene la experiencia en la constitución del ethos del poeta. En tanto es un hombre que accede y conoce al mundo a través de lo emotivo, la vivencia es esencial para la inspiración del poeta, de esto depende que pueda involucrase con intimidad a esa realidad excitante y dolorosa: “Este asesino fue mi mejor experiencia, aunque no hablamos” (Arango, 1990 [1966b]:52); Salgo a la calle. […] Todo lo que veo son fusiles, soldados, perros y caballos alimentados con el pan de los pobres y los perseguidos” (Arango, 1990 [1966c]:59, 62). Se aprecia en estos pasajes y en otros parecidos, la subjetividad de un hombre que se unta y participa del universo turbio a través del “yo” enunciador que se construye como eje de referencia de la composición lírica. El “yo” se presenta como testigo en primera persona de una experiencia concreta que desata el universo y las contradicciones emotivas de cada poema. Intervenciones en estudios culturales / 159 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? Un profeta de la verdad “Mi rojo aire libre de profeta pirómano por la cólera y la compasión del mundo” Muchas de las características de esta faceta del poeta ya se han hecho evidentes de diferentes maneras. Sin embargo, esta parte pretende especificar la forma como se establece esta imagen con el fin de tejer sentidos en el contexto colombiano. La figura del personaje que vive en perpetuo ostracismo, más la potencia vital emanada de ser cuerpo sintiente conduce al poeta a una búsqueda superior del espíritu. Desde dicho posicionamiento, Arango se presenta como un hombre capaz de ver por fuera de su tiempo para así cumplir una función profética, mientras que el carecer de todo vínculo directo con la realidad de la que fue expulsado le da la posibilidad y la autoridad para ser un espejo sincero de su sociedad. En este punto se revela la compleja búsqueda de la poesía nadaista, que de acuerdo con Eduardo Escobar consiste en “Un campo introspectivo y de transmutación, una meditación acerca del mundo y una enseñanza viva. No para exhibir solamente un púlpito de sufrimiento personal y la propia contradicción, sino también un mensaje para el presente” (Escobar 1989). Arango no escatima esfuerzos para mostrar la imagen de una realidad desolada y sin esperanzas. En Gaitan aparece con claridad el aspecto de un “yo” crudo con sus palabras, con las cuales manifiesta su desencantamiento ante una sociedad que por su conservadurismo cerró los ojos ante una posibilidad de cambio y transformación, que tal vez hubiese podido representar para Colombia un destino diferente al desangramiento que representó La Violencia. Esa crudeza se manifiesta en pasajes como los siguientes: Lo que necesitamos es una verdadera revolcada física sobre la sufrida y bendita tierra de Colombia, bajo sus cielos azules y el sol que nos queme y dé sentido a nuestra vida y a nuestros tristes pensamientos abstractos de cloaca e invernadero […] Con su muerte, a la que advino una feroz tiranía de plebeyos y reaccionarios capitalistas, Colombia ingresó o fue arrojada a la oscuridad del infierno por las brechas abiertas de la violencia oficial. Esa horripilante tarde de Abril Colombia perdió su camino y perdió históricamente el privilegio de haber guiado los destinos de Suramérica […] Esa de la que estamos desterrados hace ya largos años, en la que vivimos cautivos y muertos, a la que estamos atados por una cadena 160 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata interminable de opresión, dolor, disolución y miseria (Arango 1990 [1966c]:60, 61). El “yo” es una persona que no se preocupa por embellecer la tragedia, no le asusta identificar en un tono despectivo y violento a los responsables pero tampoco le interesa librar a nadie, incluso él mismo se incluye como parte de esa sociedad dormida a través de una voz en primera persona plural. Es la imagen de un sujeto que dice la verdad con asco ante la mojigatería de un “ustedes” plural del que se avergüenza y se lamenta. En las imágenes y el lenguaje que selecciona Gonzalo radica la eficacia lírica y emotiva de un “yo” que es peligroso e hiriente con sus palabras, que es testigo de la muerte y miseria, y que no le acobarda decir lo que ve, mucho menos lo que siente. Nuevamente son comunes el uso de imágenes religiosas como el infierno, lo diabólico y lo bendito pero en este caso no se usan en tono de inversión de valores, por el contario se utilizan con un sentido cínico aprovechando la misma connotación cristiana sobre la muerte y el mal para así caracterizar un país bañado en sangre a consecuencia de la tiranía de aquellos mismos defensores de las buenas costumbres y de la fe católica. Gonzalo se refiere a su poesía como el oficio de la palabra mordaz y devastadora, eficiente como un cuchillo o como pólvora perfumada. La eficacia de esa violencia enunciativa se construye a través de una saturación de adjetivaciones e imágenes que relacionan “lo feo”, “lo condenado”, lo “sucio” como consecuencia de los excesos de un poder asociado con lo “materialista”, lo “pretencioso”, lo “insensible” etc. Esa realidad está hecha en torno a imágenes como: “Colombia ingresó o fue arrojada a la oscuridad del infierno”; “es revolcada y sufrida”; “es horripilante”; estamos cautivos y muertos”; “un pueblo muerto de miedo y hambre que se emborracha en las tabernas” (Arango 1990 [1966c]: 60-62). Mientras que el poder insensible está ligado a connotaciones como, “amancebamiento del poder”; “feroz tiranía”; “inercia oprimente que se parece a la muerte del alma” (Arango 1990 [1966c]: 60, 61). La relación que establece Arango entre su “yo” poeta desatado de prejuicios sociales y la violencia lírica como vehículo para decir la verdad, recuerda la figura del parricida que Foucault rescata a través de la filosofía cínica de la antigüedad clásica griega. Poco reconocida como parte de la tradición filosófica occidental, esta escuela se caracterizó por un estilo de vida irreverente y desprejuiciada. Los Cínicos consideraban a la filosofía como la praxis del buen vivir, en contraste con la búsqueda socrática del conocimiento auténtico. El filósofo, desde esta perceptiva, es un hombre que vive en condición de mendicidad acética, lugar desde el cual Intervenciones en estudios culturales / 161 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? puede evidenciar la hipocresía de su presente. Al carecer de lazos en común con esa sociedad que observa, puede hablar libremente través de una insolencia productiva y la ironía en sus palabras. Considerando, además, a la agresividad un camino posible de autoconocimiento, única verdad a la cual podría acceder el corto entendimiento del hombre (Foucault 2003: 265-277). Aunque no hay evidencia sobre el conocimiento de Arango de esta tradición filosófica, sí es posible entablar una relación entre la imagen del “yo” poeta con la del parricida de la antigüedad. Los filósofos cínicos adoptaron la actividad verbal como una prédica crítica de su sociedad, de forma semejante a como Gonzalo configuró y posicionó su imagen de poeta. Con un diálogo provocativo y mordaz, Arango se presenta como aquel hombre poseedor de una autoridad moral suficiente para encarar con franqueza a su sociedad, y mostrar a través del dolor y la violencia enunciativa la fealdad que oculta la mojigatería que alimenta los intereses del poder y de un orden social enclaustrado en los privilegios del pasado. La franqueza y frialdad para decir las cosas no solo se limita a un ejercicio de desenmascaramiento en un tiempo presente, sino que también se traduce en una actitud profética. Tal vez el vaticinio más rememorado por su agudeza y su acierto fue aquel que hace sobre la muerte de Desquite: “Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿no habrá manera de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir? Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una desgracia: Desquite resucitará, y la tierra se volverá a regar de sangre, dolor y lágrimas” (Arango 1990[1966a]: 48). La trascendencia que ha tenido esta recordada predicción se debe a que, efectivamente, tal como lo advirtió Arango, la violencia en Colombia no se ha acabado a pesar de los costosos y monumentales esfuerzos del Estado por aniquilar a los diferentes actores del conflicto colombiano, que por diversas razones se alzaron en armas. Desde la muerte de Desquite, ha sido numerosa la lista de personajes dados de baja y literalmente satanizados ante la opinión pública. Sus muertes son representadas en los medios de comunicación como causas justa en aras de la “paz”, al tiempo que son exhibidos como trofeos de guerra con imágenes y palabras cargadas de sevicia incitando al odio y a la venganza. Sin embargo, los enemigos públicos caen y el círculo vicioso sigue alimentando el juego de terratenientes y clases dirigentes, mientras que el resto de la sociedad colombiana permanece agobiada por la miseria y pobreza que subyace en un conflicto que evoluciona, transmuta y se degenera con el tiempo. 162 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata Esta corta contextualización permite evidenciar el alcance de la sentencia de Arango en los años sesenta. Más allá del acierto, lo que interesa rescatar para el “yo” enunciador es la franqueza y crudeza con la cual habla de un futuro desde su presente, como gesto desestabilizador de ese orden sobre el cual no tiene esperanza alguna. Es este rasgo a través del cual se materializa el concepto de subversión profética, propuesto por Virginia Carrillo (2006) como posibilidad de acercamiento al carácter político intelectual de las vanguardias literarias latinoamericanas contemporáneas del Nadaísmo. Me gustaría finalizar estableciendo el vínculo subyacente en las prosas analizadas entre el poeta, la figura de Gaitán y los dos bandidos. Para Arango, la singularidad del poeta radica en la emergencia de una vitalidad emotiva relacionada con lo siniestro, lo diabólico o lo pervertido, “satanismo, fuerzas extrañas de la biología, y esfuerzos conscientes de creación mediante intuiciones emocionales o experiencias de la historia del pensamiento” (Arango 1958). Como se ha venido insistiendo, esta auto identificación con las tinieblas tienen que ver con la subversión de las ideas morales católicas del bien y del mal, en tanto gesto de liberación de esas potencias expresivas del ser. Esa necesidad vital común de los poetas, hace de estos sujetos “que no entregan sino a la verdad que encarnan, a la verdad del amor a sus ideas. Y mueren por ellas si tienen que morir. Por eso precisamente son poetas. Porque la verdad es su fin, y su gloria” (Arango 1990 [1966c]: 60). Con esta premisa Arango se refiere a Gaitán en términos del “poeta del poder”, en tanto habría entregado su vida a una causa y a un ideal, en este caso la revolución que quedó trunca tras su muerte. Hacer de la vida un fin en sí mismo y entregarse a la verdad que encarnan, es precisamente el rasgo que le permite a Arango hacer un vínculo entre dos personajes tan aparentemente opuestos como el revolucionario político y la figura de Desquite a quien identifica como “el poeta de la muerte”. Es así como dentro del universo del outsider social, la vida del bandido es también la historia de una causa superior, el derecho a existir ante la dignidad humana que le es robada por un régimen autoritario y mezquino. Tanto el poeta, el revolucionario político y el bandido están habitados por fuerzas extrañas que los corren hacia los extramuros de su tiempo y de su sociedad, y los impulsa a la consecución de un orden de trascendencia. Ese compromiso afirmativo de la vida puede ser la revolución política como paso necesario para revolución moral pero también puede ser la defensa de la vida misma como primera condición de existencia. Intervenciones en estudios culturales / 163 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? Reflexiones finales Este trabajo tuvo por finalidad identificar los rasgos preponderantes de la subjetividad construida por Gonzalo Arango a partir de cuatro prosas, las cuales facilitaban la articulación con una escena de comunicación mayor, a partir de la cual el locutor interpela a su realidad. El objetivo fue pensar al Nadaísmo, y en particular a la imagen de Gonzalo Arango, dentro de un movimiento más amplio de agitación social de tono contestatario y subversivo que se manifestó en Colombia desde diferentes registros. Mientras en el mismo contexto las FARC se constituían como el primer núcleo de subversión armada contra el establecimiento, Arango y sus compañeros se presentan como enunciadores de cuchillos y pólvora para desestabilizar el orden a través del ataque a las estructuras profundas que esconden la pobreza y la miseria que atrapan al espíritu en una doble moral católica, tradicional y pastoril en tensión con el incipiente culto materialista: “La generación que nos suceda o la que ya trabaja en la revolución política, encontrará un desgarramiento de confusión de las almas y en el orden social” (Arango 1990: 191). En esta perspectiva, la subjetividad subversiva de Arango fue construida en torno a tres grandes ejes de análisis o tropos enunciativos. El habitante de las tinieblas es la geografía emocional dentro de la cual se posiciona. Los extramuros sociales y lo marginal se proyecta a través de una atmósfera de abandono y olvido que apelan a una serie de representaciones sociales en torno a lo fronterizo, lo que ha caído en ruinas, lo marchito y la miseria de los arrabales. Paralelamente, lo subterráneo y los subsuelos son relacionados con ideas morales de la religiosidad católica sobre lo bueno y lo malo, el cielo y el infierno, lo perverso y lo santo etc. Desde allí se propone una inversión de valores que posiciona al cuerpo sintiente del poeta pecador, emotivo e impulsivo en un estado superior al de la beatitud cristiana, la reflexión racional o la posición mesurada. A través de estos rasgos Gonzalo Arango se presenta como un sujeto desobediente a toda fuente de poder que atrapa al ser y contestatario ante la crueldad que emana su sociedad. Sin embargo, la liberación del deseo para este outsider tiene un alto precio: lidiar con el dolor y la contracción que genera habitar los suburbios de una sociedad ahogada en la miseria, y ser testigo además como cuerpo sensible de los fríos y oscuros parajes producidos por esa misma crueldad. Finalmente, la relación que Arango entabla con sus lectores se da a través de la figura del decidor de verdad con voz profética donde también se enfrentan a dos movimientos opuestos. Por un lado, el locutor es un “yo” que habla desde su 164 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata experiencia con un tono de superioridad y petulancia. Sin embargo, esta autoridad no deviene de un posicionamiento de orden trascendente a esa realidad a la manera de los narradores omnisciente. Por el contario, Gonzalo es testigo en primera persona de esa verdad oculta porque sufre y vive en carne propia los estragos de la misma. Es su experiencia inmanente, desde un adentro mal colocado lo que le da una vista privilegiada para ir más allá y romper con sus contemporáneos, así establecer una relación de autoridad como aquel que consigue cortar las cadenas de la ignorancia a las cuales seguirían atados sus interlocutores. Lejos de alejarlo del mundo y conducirlo a meditaciones metafísicas, esta perspectiva es un compromiso con la vida y la realidad en la cual está inmerso como hombre terrenal y temporal. Esa responsabilidad significa ser franco y directo como terapéutica del terror para sacudir y despertar a un “ustedes” que seguiría atrapado en las comodidades que ofrecen viejos idealismos heredados de una tradición enferma. En síntesis, el “yo” de Arango es la figura parricida, aquel que presencia la verdad y tiene por compromiso decirla para sacar del engaño a través de la agresividad y el dolor que representa para el sujeto enfrentarse a su autoconocimiento. Referencias citadas Acevedo, Álvaro y Rina Restrepo. 2009. Una lanza por un proyecto de nación: Nadaísmo 70. Rhela (12): 62-78. Arango Gonzalo.1958. “Primer Manifiesto Nadaista”. Obtenido en Gonzalo Arango.com http://www.gonzaloarango.com/ideas/manifiesto1.html (29/11/2011). _______. 1990 [1966a]. “Elegía a Desquite”. En: Jotamario Albelaéz (comp.), Obra Negra: Contiene Prosas para leer en una eléctrica y otras sillas. Pp. 46-48. Buenos AiresMéxico: Cuadernos Latinoamericanos. _______. 1990[1966b]. “Águila Negra”. En: Obra Negra: Contiene Prosas para leer en una eléctrica y otras sillas Jotamario Albelaéz (comp.). Pp. 51-55. Buenos AiresMéxico: Cuadernos Latinoamericanos. _______. 1990 [1966c]. “Gaitán”. En: Jotamario Albelaéz (comp.), Obra Negra: Contiene Prosas para leer en una eléctrica y otras sillas. Pp. 58-62. Buenos Aires-México: Cuadernos Latinoamericanos. _______. 1973. “Cesar o Divinidad”. Obtenido en Gonzalo Arango.com http://www. gonzaloarango.com/ideas/manifiesto1.html (29/11/2011) _______. 1990a. “Una locura razonable”. En: Jotamario Albelaéz (comp.), Obra Negra: Intervenciones en estudios culturales / 165 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? Contiene Prosas para leer en una eléctrica y otras sillas. Pp. 198-199. Buenos Aires-México: Cuadernos Latinoamericanos. _______. 1990b. “El nadaísmo se fundó como respuestas”. En: Obra Negra: Contiene Prosas para leer en una eléctrica y otras sillas Jotamario Albelaéz (comp.). Pp. 191. Buenos Aires-México: Cuadernos Latinoamericanos. Bajtín, Mijail. 1982. Estética de la creación verbal. México: Siglo XX. Betancour, Darío.1990. Las cuadrillas bandoleras del norte del Valle en la violencia de los años cincuentas. Historia Crítica (4): 57-68. Camacho, Eduardo. 1964. “Un nadaísta en la nada”. Boletín Cultural y Bibliográfico (9):1638 – 1641 Candales, David Alberto.2009. “El estilo de Gonzalo Arango”. Trabajo de grado. Departamento de Estudios Literarios, Universidad Javeriana. Bogotá. Carrillo, Carmen Virginia. 2006. Grupos poéticos innovadores de los sesenta en Latinoamérica. Contribuciones desde Coatepec (10): 63-87. Cobo B., Juan Gustavo. 1980. “El Arca de Noé del nadaísmo”. Gaceta, Colcultura (3): 21- 36. Escobar Eduardo.1989. Acerca de la obra de Gonzalo Arango. Colección Clásicos Colombianos. (7). Bogotá: Procultura. Consultado en Gonzalo Arango.com http:// www.gonzaloarango.com/ideas/manifiesto1.html (29/09/2011) Elias, Norbert. 1936 [1987]. El proceso de de la civilización. México: Fondo de Cultura Económica Fals Borda, Orlando. 1985. “Lo sacro y lo violento, aspectos problemáticos del desarrollo en Colombia”. En: Marta Cárdenas (ed.), Once ensayos de La Violencia. Bogotá: fondo editorial CEREC. Pp. 70-88 Filinich, María Isabel. 2003. Descripción. Buenos Aires: Eudeba, 2003. Foucault, Michel. 2003. “Coraje y verdad”. En: Abraham Tomas (ed.), El último Foucault. pp. 263- 400. Buenos Aires, Editorial Sudamericana. Jaramillo, Jaime. 2000. “Gonzalo Arango el de Andes”. En: Vélez, Juan Carlos (comp.). Gonzalo Arango. Pensamiento Vivo. Medellín: Industrias Única Ltda. _______. 1993. Algunas precisiones sobre el nadaísmo. Boletín cultural y bibliográfico (33) Leal, Francisco. 1995. Estabilidad macroeconómica e institucional y violencia crónica”, En busca de la estabilidad perdida. Actores políticos y sociales en los años noventa. Bogotá: IEPRI, Colciencias, TM Editores, Bogotá. Maingueneau, Dominique. 2002. “Problèmes d’ethos”. En Pratiques (113/114) :55-67. (Traducción y selección por M. Eugenia Contursi para uso del Seminario “Análisis del discurso y comunicación” (UBA)) Maingueneau, Dominique. 2003. “¿Situación de enunciación” o “situación de 166 / Intervenciones en estudios culturales Catalina Zapata comunicación?”. Discurso.org (5) (Traducción por Laura Miñones (UBA)). Medina, Medófilo. 1989. Bases Urbanas de La Violencia en Colombia. 1945-1953/19841988. Historia Crítica. (1): 20-32 _______. 1990. La Violencia en Colombia: inercias y novedades 1945-1950, 1985-1988. Revista Colombiana de Sociología (1): 49 – 77 Nietzsche Friedrich. 1888[1980]. Ecce Homo. Como se llega a ser lo que se es. Madrid: Editorial Alianza. Nieto de Samper, Lucy. 1993. “Gonzalo Arango: una entrevista”. Reportajes, vol. 1. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia Consultado en Gonzalo Arango.com http://www.gonzaloarango.com/ideas/manifiesto1.html (29/09/2011) O’ Hara, Edgar. 1993. Hervor de nadaísmo, sabor a más acá. Boletín cultural y bibliográfico (33) _______. 2004. Los manes y desmanes de la Neovanguardia, Buenos Aires: Libros del rojas. Ospina, William. 2002. Invocación a Gonzalo Arango. Revista Cromo (4.393). Consultado en Gonzalo Arango.com http://www.gonzaloarango.com/ideas/manifiesto1. html (29/09/2011) Palacio, Marco (2003). Entre la legitimidad y la Violencia. Colombia, 1875-1994. Bogotá: Norma Pecaut, Daniel. 1987. Orden y Violencia. Evolución sociopolítica en Colombia. 1930-1953. Vol. II, Bogota: CEREC/Siglo XXI Editores. _______. 1997. Pasado, presente y futuro de la violencia. Análisis Político (30): 1-43 Pizarro, Eduardo. 1990. Replanteamiento del origen de la violencia. Revista Universidad Nacional (21): 35 - 40 _______. 1991. La insurgencia armada: raíces y perspectivas. Al filo del caos. Crisis política en la Colombia de los años ochenta. Bogotá: Tercer Mundo/IEPRI Prieto R. G. (1969 [2011]). “Hombres Nuevos para un Mundo Nuevo” (Montevideo). Transcripta en: Aquelarre. Revista de filosofía, política, arte y cultura de la Universidad del Tolima (20): 211-226 Sánchez Gonzalo y Peñaranda Ricardo (Comp.). 1986[2007]. Pasado y presente de la violencia en Colombia. Bogotá, La carreta editores. _______. 1988. Rehabilitación y Violencia bajo el Frente Nacional. Análisis Político (4): 21-42 Sanganogo, Bragiman. 2008. Nadaísmo colombiano: ruptura socio-cultural o extravagancia expresiva. Espectáculos. Revista de estudios literarios (38). http://www.ucm.es/info/especulo/numero38/nadaism.html Schopenhauer Arthur.1819 [2005]. El mundo como voluntad y representación. Madrid: Editorial Trotta. Intervenciones en estudios culturales / 167 Gonzalo Arango: ¿El poeta siniestro o el bandido del orden? 168 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni Facebook: do normal artísticoao exótico normal1 Victor José Caglioni 1. Agradecimentos especiais aos queridos: Ana Oeschler Caglioni, José Carlos Caglioni, Rafaela Felipe Kohler, Sandra Tolfo, Hamilton de Oliveira Junior, Lindair Lanz Schneider, Sally Satler, Carla Fernanda da Silva, Oklinger Montovanelli Junior e grupo Casa dos Criadores. Todas as imagens ilustrativas referentes ao Concurso Homofobia Fora de Moda, encontram-se devidamente autorizadas pela Casa dos Criadores, São Paulo, Brasil, através de pessoa de Isaac Ludovic, no que se refere ao uso de direito de imagem, para a realização, divulgação e reprodução deste trabalho. Ilustração: Bruna Garabito Intervenciones en estudios Intervenciones culturales, en 2015, estudios (1):culturales 169-197 / 169 Facebook: do normal artístico ao exótico normal “[...] os preconceitos que compartilhamos uns com os outros, naturais para nós, que podemos lançar-nos mutuamente em conversa sem termos primeiro que explicá-los em detalhes, representam em si algo político no sentido mais amplo da palavra – ou seja, algo a se constituir num componente integral da questão humana, em cuja órbita nos movemos a cada dia” Hannah Arendt (2009). Resumo: Com a urgente necessidade de uma política pública em defesa dos direitos para com a comunidade GLBT do Brasil, deu-se início a uma série de manifestações públicas, dentro das quais algumas convocadas virtualmente. Através da observação virtual dessas manifestações, especialmente na rede social Facebook, tratamos de pensar sobre como o sujeito pós-moderno, na condição de fim da autoridade paterna e dos discursos, encontra em espaços alternativos ou não, novas formas de atuação social e de performance. Resultando na evidência de que a rede em sua característica de expansão social e relação público-privada na sociedade brasileira, entre casa e rua, possibilita este ser um espaço importante de subjetividade, racionalidade, ação política e até devaneios com esse objetivo de atuação social. Palavras chave: Facebook – Homofobia – Arte – Política – Sociabilidade Resumen: Con la necesidad urgente de una política pública para la defensa de la comunidad GLBT Brasil, empezaran una serie de eventos públicos, en el que algunos fueran convocados de forma virtual. Al observar estas manifestaciones virtuales, especialmente en la red social Facebook, tratamos de pensar en cómo el sujeto posmoderno, con el fin de su condición de autoridad, encuentra en los espacios alternativos o no, las nuevas formas de acción social y performance. Queda clara la evidencia de la red en su característica de expansión social y relación públicoprivada en la sociedad brasileña, entre la casa y la calle, lo que permite este ser un espacio importante de la subjetividad, de la racionalidad, de la acción política e incluso devaneos con este objetivo de la acción social. Palabras claves: Facebook - Homofobia - Arte - Política - Sociabilidad 170 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni Abstract: There is the urgent need for a public policy advocacy to the community GLBT Brazil, has begun a series of public events, within which some called virtually. By observing these virtual manifestations, especially in the social network facebook, we try to think about how the postmodern subject, in the condition of final paternal authority and speeches, in alternative spaces or not, it is a new forms of social action and performance. Resulting in evidence that the network expansion in it is characteristic social and public-private partnership in Brazilian society, between house and street, enables this to be an important area of subjectivity, rationality, political action and even daydreams with this objective of social action. Keywords: Facebook - Homophobia - Art - Politics - Sociability Dedicado aos que buscam algum sentido na pos-modernidade! Situação contextual De acordo com a associação Grupo Gay da Bahia, a mais antiga na defesa de direitos dos homossexuais no Brasil, a cada 26 horas um homossexual é morto devido a sua orientação sexual. Isso significa que são assassinatos que evidentemente estão associados à sexualidade da vítima, sem outras razões atestadas por laudos policiais. Num cenário em que a homofobia ainda não é considerada crime o procedimento é utilizar outra designação jurídica para estes crimes: lesão corporal, latrocínio, homicídio, etc; de modo que sejam “encaixados” na lei brasileira e possam ser passíveis de julgamento, mas não são designados como crime de ódio ou crimes decorrentes da homofobia, dessa forma oculta-se a verdadeira causa dos crimes. Esse ocultamento não permite uma análise da realidade brasileira, fato que dificulta a implementação de políticas públicas para prevenir e solucionar o problema da homofobia. A violência “gratuita” contra essa minoria traz à tona a necessidade urgente de uma política pública, jurídica e educacional no sentido de possibilitar maior proteção e propagar um convívio mais pacífico e linear frente à diversidade sexual. Entretanto, em Maio de 2011 a Associação Brasileira de Lésbicas, Gays, Travestis e Transexuais (ABLGT) viu uma de suas maiores lutas embargada pela presidente Dilma Roussef. Tratava-se de um programa chamado Escola sem Homofobia, que visava promover uma política pública para tratar, com melhores ferramentas, o termo da homoafetividade; através de vídeos, cartilhas e orientação pedagógica às escolas. Intervenciones en estudios culturales / 171 Facebook: do normal artístico ao exótico normal Chamado de “Kit Gay” por líderes religiosos –especialmente neopentecostais e pela bancada religiosa e/ou conservadora da política brasileira– o kit anti-homofobia foi vetado pela Presidenta, mesmo tendo sido elaborado por especialistas e seu financiamento aprovado no Ministério de Educação e demais instituições públicas correspondentes. Para a maior parte da ABLGT o ato foi considerado como um “retrocesso” nas políticas públicas de inclusão desse grupo no país. Justamente num momento em que agressões e mortes de homossexuais ganhavam maior visualidade na mídia em função de uma onda de ataques ocorridos em vários estados brasileiros. Muitos militantes repudiaram a ação da Presidenta, especialmente porque, além das reivindicações do projeto, grande parte da comunidade ABLGT participou ativamente na campana presidencial em favor da candidatura de Dilma Roussef. A participação esteve presente nas redes sociais e blogs, onde seu ícone máximo foi o vídeo em Youtube.com de um jovem conhecido como Dilmaboy2 interpretando uma paródia da canção Telephone da cantora norte-americana Lady Gaga, em favor do voto a candidata, comparando-a com Evita Perón e associando sua imagem à “amiga do presidente” Luis Inácio Lula da Silva. Concordando ou não devido ao explícito apoio (deve-se levar em conta o conservadorismo da oposição à mesma), ficou subentendido que fora criada uma espécie de “dívida” moral que permanece viva e estimulando a luta para a criminalização da homofobia e de uma política pública educativa. Ainda que não se possa julgar, já que o mandato não findou, mas houveram manifestações do Supremo Tribunal Federal em favor da união Estável, o que não implica participação do governo na decisão, por ser um órgão de poder judiciário, paralelo ao executivo. Pelas mesmas redes sociais e blogs surgiram novas reivindicações da comunidade GLBT frente ao veto, onde a arte teve um papel fundamental – partindo de exemplos das comunidades GLBT do Reino Unido, Argentina e Espanha – surgiram inúmeras formas artísticas de reivindicações, das quais vamos nos concentrar na análise de criações ou recriações de charges e ilustrações para o combate ao preconceito de uma forma geral e especificamente contra a homofobia visíveis na rede social Facebook. Algumas dessas charges se apresentam com as figuras do jogo político escancaradas, outras criando situações cotidianas alusivas ao debate que se instalara apoiando-se em vários cartunistas da mídia convencional ou alternativa. Esta reflexão não se presta a realizar uma crítica à decisão política, suas razões embora considere claro que a influência de apoio político-religioso se apresentou evidente na negativa da política pública2 - ou avaliar se o conteúdo do “kit-gay” era ou não adequado. Assim como não pretende traçar uma rota histórica e conceitual 172 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni de arte, mas sim tratar de pensar as possibilidades do uso da arte nas redes sociais, como reivindicação, neste caso para um maior entendimento e/ou equilíbrio nas relações sociais que diz respeito à sexualidade. Entendemos que toda interpretação é de alguma forma limitada dentro de parâmetros estabelecidos anteriormente a mesma, neste caso o objetivo desta é reflexionar, em tão breves páginas, sobre a temática das redes sociais e os reclamos sociais, com base nas reflexões apresentadas durante o Tercer Seminário Internacional: Culturas Políticas e políticas culturais da rede EPC-OIE/CLACSO e demais contribuições da antropologia, sociologia e psicanálise fazendo-nos de terminologias de categorização (branco, negro, homossexual, heterossexual, etc...) não para limitar a condição de indivíduos e grupos, mas sim para apresentar maior clareza a que grupos socializados distintamente nos referimos. 2. O video paródia de Dilmaboy está disponível em: h t t p : / / w w w. y o u t u b e . c o m / watch?v=3shtLAbhHHo 3. Recentemente fora nomeada para a Comissão dos Direitos Humanos da Câmara do Brasil, o político Marco Feliciano, de linha argumentativa expressivamente racista e homofóbica com base em uma das interpretações neopentecostal mais influentes na sociedade brasileira. O Pós-moderno na tecnologia social Antes de realizarmos análise das ditas charges e sua correlação com a temática das políticas públicas e culturas políticas, trataremos de pensar no surgimento das redes sociais e seus usuários, pensados na condição de sujeitos e suas características. O fenômeno das redes sociais virtuais não seria possível se não fosse um quadro social “à parte” estabelecido antes mesmo do surgimento dessas redes. Algumas características das sociedades modernas e da assimétrica expansão de um estilo de vida industrial-urbano por basicamente todas as culturas no cenário globalizado, trouxeram consigo algumas características sócio-psicológicas que colocam os sujeitos frente a condições sociais inerentes a sua própria vontade. Algumas dessas “condições” são características da modernidade, entretanto não são meras condições dadas sem um processo contínuo. Intervenciones en estudios culturales / 173 Facebook: do normal artístico ao exótico normal No pensar sobre esse processo consideramos três os tempos de transições para a modernidade, de acordo com o autor Mario Fleig, a pré-modernidade é organizada segundo os princípios de hierarquia, holismo e tradição; a modernidade é organizada segundo os princípios de igualdade, individualismo e autonomia; e a pós-modernidade é representada pela forte característica do fim dos ideais e incredibilidade em relação ao futuro (Fleig 2001: 21). Propomos-nos realizar uma reflexão sobre o segundo e o terceiro tempos relatados pelo autor, por entendermos como produtores de transformações que produzem diferentes formas de subjetividades e sintomas psicossociais. É sobre a tese de sintomas sociais que se apresentam as distinções entre o sujeito moderno e o sujeito pós-moderno. O primeiro se constrói com o pressuposto de liberdade e apropriação de um saber, em forma de conhecimento (Jerusalinsky 2001: 15) e sobre o imperativo de sair de casa, abandonando a tradição que o forma (Fleig 2001: 23). O sujeito pós-moderno é conseqüência do sujeito moderno, busca liberdade e autonomia, caminha em busca do saber, entretanto em geral está extasiado de ideias, busca todo tipo de técnica, tanto para compor o corpo desmembrado pela queda dos ideais ordenadores, assim como para expulsar o vazio em que se encontram (Fleig 2001: 25). Consideramos que esse “vazio” de ideais que se refere Fleig é um “último” discurso em si, como evidencia Alejandro Grimson em Los Limites de la Cultura, este influencia inclusive as ciências sociais e por isso mesmo o consideramos extremamente atuante socialmente.(Grimson 2011). O mundo pós-moderno, como conseqüência dos modos de subjetividade, construídos na modernidade, é o esvaziamento desenfreado do poder simbólico e da lei, do pai, e tudo o que a psicanálise entende como função paterna, anteriormente portadora de uma autoridade preestabelecida socialmente. O sujeito não sabe quem é, busca construir uma imagem pautada no saber do Outro – televisão, ciência e virtualidade. O esvaziamento da função paterna funda os sintomas sociais da modernidade, como os da pós-modernidade (Jerusalinsky 2001:28). Surgem novas formas de se inventar como sujeitos no mundo pós-moderno, emergem espetáculos que propiciam visibilidade nos meios, múltiplas vozes, flexibilizam a ordem da cultura dominante (García Canclini 2007: 20). A internet se transforma em uma possibilidade de ter visibilidade, ou melhor, uma produção 174 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni imaginária, uma manifestação de sintomas da falta de recursos que sofre o sujeito nas sociedades do espetáculo, para construir sua dimensão singular de ser no espaço público, que depende de seu sentido de existência (Kehl 2004: 161). Sem dúvida as redes sociais são como prateleiras de ilusões, criadas por seus usuários desde a porta de entrada até a difícil possibilidade de saída, entretanto, também promove uma intensificação do vivido e/ou da produção narrativa dos sujeitos, como personagens criados por eles mesmos ou como narradores de seu perfil, o usuário tem o poder de avaliar o que mostra e escrever a biografia do personagem, onde o narrador é o próprio usuário (Siliba, 2008:18). Assim como a indústria cultural transformou as relações sociais, segundo os filósofos da Escola de Frankfurt, a partir da criação da prensa móvel, seguidas do rádio, do cinema, da televisão, o desenvolvimento de uma indústria informática está reconfigurando a esfera pública, a comunicação social, a informação e os entretenimentos cotidianos em quase todo o planeta (García Canclini, 2002). Retomando a Nestor García Canclini, recordamos que com o advento das tecnologias de informação surgiram novas formas de se inventar como sujeito, sua visualidade e uma gradual flexibilização (em potencial) da cultura dominante (García Canclini 2007: 20), a atuação performática na internet, especialmente nas redes sociais, serve como representante importante dessas mudanças. Segundo Harold Innes, as mudanças na tecnologia da comunicação têm invariavelmente três tipos de efeitos, alteram as estruturas dos interesses (as coisas em que pensamos) o caráter dos símbolos (as coisas com que pensamos) e a natureza da comunidade (a área em que os pensamentos se desenvolvem) (Postman apud Innes 1999: 37). Ainda que não consideremos que os usuários de tecnologias da comunicação sejam “tabulas rasas”, ou seja, que sofrem influência com efeito robótico programado dos meios de comunicação e novas tecnologias, consideramos evidente a influência destes em parte das estruturas simbólicas de uma sociedade e ou grupos de uma sociedade, que podem ser mais ou menos evidentes de acordo com as mensagens (especialmente as massivas) emitidas nessas tecnologias. Neste sentido, buscar saber como as relações sociais se configuram frente a essa nova perspectiva tem sido um desafio de diversos intelectuais contemporâneos, consideramos, portanto, que é consenso sobre o tema que as mudanças na tecnologia da comunicação atuam diretamente na subjetividade dos indivíduos e na cultura dos mesmos, negativa ou positivamente existem questões de ordem simbólica que Intervenciones en estudios culturales / 175 Facebook: do normal artístico ao exótico normal permanecem sobre a tecnologia (Morley 2007: 139), porém a significação do uso da tecnologia não se dá exatamente como previamente se destina seu uso (Hine 2004: 41). Como bem sinalizava Eduard Palmer Thompson em sua obra Costumbres en Común em que o autor nos esclarece a necessidade de transcendência, ir mais além, ao pensar o popular, muito mais que apenas entendê-los com a corriqueira ideia de dominação simbólica, para explicar as condutas dos setores populares e os seus usos, pensando-os a partir de uma ideia de “costumes” que produzem formas de resistência (Thompson 1995), neste caso usos não previstos da tecnologia-redes sociais. Já o sociólogo Jhon Brookshire Thompson em sua obra Los media y la modernidad apresentava o conceito de propriedade pública midiática que visava demonstrar que os media haviam criado uma propriedade pública nova, diferente da tradicional, onde a tradicional presença física do indivíduo no espaço público deixava de ser essencial para que estes, as ações e ou acontecimentos ocupassem um lugar público (Thompson 1998: 168). O autor não nega que a tradicional presença física deixa de existir, inclusive reafirma sua importância e alega que os indivíduos e acontecimentos adquirem essa capacidade de propriedade pública, independentemente de suas capacidades de serem vistos ou ouvidos e que isso assume uma importância cada dia maior nas sociedades modernas (Thompson 1998: 169). Entretanto, o antropólogo Alejandro Grimson evidencia que o processo de “pôr em comum” e “fazer público” não evita que existam conflitos nessa relação, nem que haja uma ruptura, uma vez que o público é heterogêneo. (Grimson 2011: 192-194). Isso significa que o “fazer público”, “pôr em comum” ou compartilhar na linguagem das redes sociais mais populares, temas sobre “diferenças”, mesmo sem ser na presença física, não garante que não existirá conflito. Entretanto, pensamos que sim pode ser uma estratégia, num cenário em que cada vez mais se conecta nos ambientes privados e que daí são emitidas a maior parte das “declarações” públicas nas redes sociais. Parece-nos importante tomar como referência um pensamento sobre a casa moderna e sua necessidade cada dia mais urgente de estar “conectada”. O autor Morley (2007: 142) revela que a visão de casa com acesso à tecnologias passou por uma mudança significativa, pois antes ter acesso a estas, era um mero suplemento e hoje faz parte da casa mesma. O mesmo autor revela que a casa funciona como um equilíbrio entre o acesso instantâneo ao mundo exterior, dotado pela segurança e tranqüilidade 176 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni pessoal, em reflexão de referência a Margareth Morse e trabalha com o conceito de “autonomia da individualidade protegida” (Morley 2007:144). Visamos a casa como o espaço privado conectado, que agora possibilita o “estar no público”, mas “protegido”. O autor, que toma como base o uso de celular, também traz a cena o conceito de “Comunidade móvel cercada”, que consiste em que os usuários tendem a usar a tecnologia, não tanto para transcender distâncias, mas sim para redes de comunicação que escapam aos modos convencionais de controles territoriais (Morley 2007:152), teorias que a nosso parecer, são cabíveis para pensar as redes sociais virtuais, para além do próprio uso do celular. Também destacamos que o antropólogo Roberto DaMatta já identificava que no Brasil a casa e a rua são mais que locais físicos, são espaços onde se pode julgar, classificar, medir, avaliar e decidir sobre as ações, pessoas, relações e moralidades. Lugares que se complementam mutuamente e ambas complementadas pelo espaço “do outro” (DaMatta 1986:33). Entendemos assim que as redes sociais no Brasil assumem um ponto essencial de um espaço “privado” complementado fortemente pelo espaço “do outro” da qual se refere o autor. Uma vez que estão para com o sujeito como se fossem a “rua”, no entanto fazem parte da “casa”, portanto um lugar cheio de classificações, mediações, avaliações, moralidades e extremamente importante para a sociabilidade, frente a um quadro de relações sociais pouco estáveis (DaMatta 1986). A antropóloga Rosária Winocur exalta em “Robinson Crosoe ya tiene celular: la conexión como espacio de control de la incertidumbre” como o uso do celular e de redes de sociabilidade estão intrinsecamente relacionados às “incertezas” dos jovens frente ao mundo, como um lugar ilusório onde é possível o controle da “incerteza”. (Winocur 2009: 15). A rede assume a possibilidade de sentir menos incertezas em relação à aceitação coletiva, pois permite estar em diferentes grupos simultaneamente, sentir-se mais aceitado, mais amado. Na rede estes sujeitos podem representar, expressar e/ou criarem-se de forma mais autônoma, assim como podem “recusar” os sentimentos e amigos que não os agradam, o que necessariamente não podem fazer no âmbito público, a exemplo da escola onde precisam aprender a viver com a presença daqueles que não gostam também, e todo o aparelho simbólico que os “jogos de popularidade”, que podem ser muito mais fáceis ou menos dolorosos na rede social, o que não significa afirmar que não há sentimentos na rede, mas sim que estes podem ser exaltados ou amenizados de forma menos evidente que na vida real (Caglioni y Delagnolo 2013: 38). Intervenciones en estudios culturales / 177 Facebook: do normal artístico ao exótico normal Ainda que em muitos casos, essa performance, como intitula Winocur (2009), possa ser meras “ilusões”, estas em alguma medida podem ser necessárias, para construírem-se como sujeitos, com desejos próprios e aceitos socialmente, ainda que nem sempre isso seja revelado em toda sua plenitude. Então, o indivíduo frente a sua incredibilidade constrói uma imagem pautada no saber do Outro, constrói uma dimensão particular narrada como um usuário na rede, que lhe permite flexibilizar a cultura dominante, ou seja, não está absolutamente “dominado” (Thompson, 1995) tendo como possibilidade a não presença física, portanto pode permanecer na “segurança e tranqüilidade” do espaço privado, do usufruto de uma “autonomia da individualidade protegida.” (Morley 2007). Sendo assim, pensamos que o eminente conflito gerado entre o que é dominante frente ao “diferente”, pode ter seu poder de “força” amenizado ou “exaltado”, com suas novas formas de linguagem, embora este permaneça restrito ao momentaneamente social compartilhado. A possibilidade de controle da emissão da mensagem também pode ser usada para dar voz aqueles que se sentem desprivilegiados dos meios dominantes. Controle situacional que resulta em uma sensação de menor incerteza da condição de desmembrado de “ideais” e portadores de um vazio que buscam preencher num Outro, um querer sentir-se amado. Neste caso com a visualidade virtual, toma proporções evidentes numa sociedade em que à sociabilidade entre Rua e a Casa se complementam. (DaMatta 1986) Nesse sentido defendemos a idéia que as redes sociais se tornam mecanismos de extrema importância para atuação do agir e pensar no social. E dentro de suas possibilidades concordamos plenamente que estas podem assumir um lugar de reivindicações, descontentamentos, não previstos em seu primeiro momento e por em público, em debate as diversidades sociais dos “desmembrados” sujeitos posmodernos. 178 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni A-normal diversidade artística Sem dúvidas as declarações de políticos conservadores brasileiros frente ao projeto de combate e criminalização da homofobia, foi o estopim de uma onda de manifestações favoráveis e contrárias ao projeto. Nas redes sociais a grande visibilidade se deu para com os manifestantes favoráveis, representando a minoria envolvida. Embora seja sabido que nem sempre as coisas se dão dessa maneira até por que também há inúmeros outros períodos e temas em que as posições “conservadoras” ganharam maior proporção nas redes sociais – temos como evidência recente a intolerância religiosa para com cultos afro-brasileiros. Um dos políticos que mais manifestou seu repúdio para com as políticas de inclusão social, foi o deputado federal Jair Bolsanaro, representante da extrema direita, ex-militar e conhecido por polêmicas declarações homofóbicas, racistas, sexistas, e em favor ao regime militar ocorrido no Brasil entre 1964 e 1985. Ao lado encontramos uma charge do polêmico cartunista Latuff, amplamente difundida nas redes sociais. Inicialmente divulgada por um jornal brasileiro, em que Bolsonaro é retratado como violento e simpatizante das idéias nazistas. Essa charge foi realizada devido à polêmica frase descrita na própria ilustração, proferida pelo deputado em relação à educação de seus filhos, ao ser questionado sobre a possibilidade de que pudera ser seus filhos os beneficiados pela proteção do Estado, por uma deputada favorável aos projetos de inclusão social de minorias nos corredores do Congresso Nacional, momento que gerou um processo administrativo por uma suposta agressão física que a deputada teria sofrido do deputado Jair Bolsonaro. A imagem tem um valor simbólico extremo por associar o deputado a idéias nazistas. Muito embora as declarações do mesmo tragam a tona ser este um defensor de parte da elite conservadora e branca, representa também a forma com que a parte da sociedade trata de seus diferentes. O aumento da violência contra os homossexuais, à suposta agressão física a deputada Maria do Rosário (Partido dos Trabalhadores) e a declaração de que seu filho era “educado” e por essa razão não corre o risco de se apaixonar por negras e gays, colocaram o deputado na linha de frente simbólica de exaltação ou de repúdio da política conservadora brasileira, especialmente no que se trata de direitos humanos. Sua declaração exemplifica o grau de conservadorismo de parte da sociedade brasileira que “desprestigia” preconceituosamente as relações entre pessoas de grupos étnicos distintos apesar de o Brasil ter maioria negra e parda, segundo Intervenciones en estudios culturales / 179 Facebook: do normal artístico ao exótico normal censo do IBGE4 (2010) em clara aversão ao afrodescendente e as relações homoafetivas - apesar de ter São Paulo a maior Parada Gay do mundo - ambas as relações entendidas como “curáveis” com orientação da “educação”. O grau de debate promovido nos meios de comunicação massivos se manteve conservador atrelado à falta de posicionamento específico, especialmente pela classe política. O que gerou um grande desconforto e repúdio das organizações que tratam do assunto, resultado da evidente necessidade de um melhor tratamento para com o este, por parte da sociedade. Doris Sommer em Juego de cintura: La agenda cultural em América Latina argumenta em favor do uso das artes para que os cientistas sociais possam pensar estudar e atuar nas políticas culturais vigentes, pensando na Cultura como um agente de ação, a fim de não limitar a teoria à prática. Em referência a reflexão do antropólogo Nestor Garcia Canclini, o autor trabalha com a idéia de globalização imaginada como uma característica evidente da atualidade e traz em seu argumento a importância da atuação, ação direta e ativista, dos investigadores sociais também na agenda cultural, para que a cultura possa servir como campo de ruptura, interferência, flexibilidade, tolerância, humor e tudo o que se opõe aos regimes coercitivos através da arte. (Sommer 2006). Para isso iniciamos identificando uma das manifestações em pró dessa necessidade de esclarecimento mencionado anteriormente, o Concurso Homofobia Fora de Moda, promovido por um grupo intitulado Casa dos Criadores5 para combater a condição de “negação social” que os homossexuais sofrem, através da arte e da convocatória virtual (Facebook) demonstram (usamos o verbo no presente, pois a campanha segue vigente: 2012/2013) que se faz urgente e necessária uma política pública e de direito (criminalização) da homofobia, uma necessidade eminente de justiça social frente ao aumento expressivo constante de casos de crime por orientação sexual. Como sinalizou o sociólogo José Nun, além das questões de diferenças econômicas evidentes, atualmente ao se falar de desigualdade, está também se inclina aos temas de discriminação (Gênero, Etnia, imigrantes...) dos indivíduos e que estes cada vez mais clamam por justiça social. (Nun 2011: 3). O logo ao lado se trata da imagem publicitada da convocatória do Concurso Homofobia Fora de Moda. O símbolo reconhecido mundialmente da rede social Facebook, em sinal de negatividade, além de representar o quando “don’t like”- “no me gusta”- “não curti” se trata a homofobia, põem em evidência também, de forma muito criativa o fato de que na rede social não há a presença desse símbolo, apenas aquele que representa a positividade de um post. Essa simbologia traz consigo uma 180 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni positividade social e moral, muito evidenciada na rede social. O jogo de estar na rede, ser cool, legal, gente boa, e outros adjetivos constantemente exaltados na rede, tem haver com certa exaltação, hipócrita ou não, da possibilidade de ser querido pelo maior número de pessoas possível, representados simbolicamente pelo número de likes – me gusta – curtidas obtidas por cada foto ou postagem. 4. Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística. 5. Casa dos Criadores, é um evento inicialmente formado por estilistas e jornalistas, que atua desde 1997 incentivando e divulgando artistas de moda, vem se apontando no cenário da moda brasileira devida a revelação constante de jovens e êxitosos talentos. Exemplo da condição do sujeito pós-moderno de preencher o “vazio em que se encontra”, de se sentir amado. Essa racionalidade da rede nos faz creer que um sinal de negatividade atrelada a certas ações, representaria evidentemente a noção de não querer, a condição de discordância em relação a alguma posição. O que, assim como na atual situação de positividade, também poderia ser usada para manifestações favoráveis ao que hoje é considerado machismo, racismo, elitismo etc... Ainda sobre a arte, num artigo intitulado Arte y responsabilidad, Doris Sommer faz referência ao exprefeito de Bogotá, Antanas Mockus que enquanto político e intelectual colombiano, usou como “tática” a arte para intervir de alguma forma nos identificados problemas urbanos (pensados na realidade de Bogotá), traz uma visão de que é necessário “levar” através da arte intervencionista, algum prazer e esperança em desfrutá-las (Sommer, 2008). Entendemos que a estratégia do grupo Casa dos Criadores caminhou no mesmo sentido ao propor uma convocatória de arte para discutir com a sociedade sobre si mesma. Já de início com um logo contendo uma simbologia tanto difundida, como é o caso do logo de Facebook, mas também como na imagem abaixo, do segundo colocado no concurso, Paulo Guedes Machado, que trabalhou de forma simples, uma ideia muito chamativa. Intervenciones en estudios culturales / 181 Facebook: do normal artístico ao exótico normal 6. Como metáfora o autor utiliza-se da expressão “caixa de ferramentas identitárias”, que consiste nos conjuntos de classificações de uma sociedade. O símbolo que geralmente encontramos nos aparelhos eletrônicos para ligar e desligar-los, toma lugar da possibilidade de “desligar” a homofobia, transparecendo a idéia de negatividade no ser homofóbico, atualmente “ligada”. É interessante analisarmos como ganha importância a palavra Homofobia, em que o artista duplica a letra “F” da palavra, a fim de tornar-la off, palavra que na língua inglesa e que nos aparelhos eletrônicos indica “desligarapagar”. Uma idéia simples, que põe em evidencia o tema, em uma linguagem também popular. Já o desenho do artista plástico Joelson Bugila, primeiro colocado, é realizado com uma linguagem um pouco “mais complexa”, nele é possível identificar vários desenhos que se complementam, assim como um único desenho, se observado de forma geral. Em sua forma peculiar é possível identificar um casal de homens abraçando e beijandose, já quando observado de forma geral, o mesmo desenho resulta em um rosto masculino sorridente. Um dos detalhes mais interessantes nas artes propostas pelo concurso é o cuidado em não se tornar opositora sistêmica do que é “dominante”. Ou seja, não se trata de contrapor que o comportamento homossexual seja a partir de agora “dominante”, mas sim que seja considerado parte daquilo que o torna ser humano. 182 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni Nenhuma das manifestações do concurso deve “ultrajar” aqueles que se manifestem diferente, no entanto busca trazer à tona a necessidade de “compreensão” da condição de que é preciso um olhar mais “igualitário”, ou melhor, um comportamento similar ou transcendente ao “convencional”. Essa condição parece ser de extrema importância, Alejandro Grimson chama atenção para o cuidado que as políticas públicas (ainda que aqui estejamos falando de um legítimo reclamo por políticas públicas e não exatamente de uma) devem ter para que em nome das diversidades, estas não se tornem “etnizadas” para que em reclamo por justiça não se esqueçam dos avanços que já foram conquistados na heterogeneidade, num contexto heterogêneo em que os grupos se aliam, negociam e se enfrentam com a cultura oficial, considerando que a cultura é base desses conflitos políticos e que seus atores podem possuir mundos imaginativos similares ou não. E cabe a análise cultural identificá-los, exaltá-los e desmistificá-los, para entender como funcionam os mecanismos de classificação hegemônicos da situação atual. (Grimson 2011) Para isso trabalha com o conceito de “configuração cultural” que são entendidas como campos de possibilidades, o autor exemplifica com uma série de situações que são possíveis em determinadas sociedades e que em outras não - ao menos não sem represálias por parte de grupos sociais – pensadas como espaços simbólicos em que os grupos se identificam publicamente com determinado modo e que o conflito social desdobra-se em certas modalidades e em outras permanece obstruído. (Grimson 2011: 173). Por isso, Grimson propõem que ao pensarmos o social tratamos de encontrar os limites culturais em que os participantes (dos grupos) percebam diferenças no regime de classificação e não as definirmos, enquanto intelectuais. O autor desenvolve a noção de “configuração cultural” 6, entendo as classificações culturais na perspectiva de que são mais compartilhadas que seu próprio sentido, em que determinada classificação pode ter um sentido negativo ou positivo. Entende como “identificação” um sentimento de pertencimento que as pessoas têm a respeito de um coletivo, definido pelos atores sociais. Embora alerta que sobre os “interesses” dos grupos seja preciso maior desenvolvimento e pesquisa, mas identifica que os mesmos sempre se referem à construção ou articulação dos atores sociais. (Grimson 2011: 185-186). Nesse sentido, podemos destacar que apesar do cenário “negativo” para com os homossexuais a sociedade brasileira também, nesse caso, vive uma contradição sobre esse tema, como exemplos dessa contradição recordamos que uma das Intervenciones en estudios culturales / 183 Facebook: do normal artístico ao exótico normal maiores lideranças nacionais, de combate a homofobia (e outras tantas depreciações de minorias) é o deputado Jean Willys de Matos Santos, acadêmico e comunicador, assumidamente homossexual, tornou-se famoso em nível nacional após ganhar o maior reality show da TV brasileira, por votação popular, “usou” dessa fama para candidatar-se a política, cenário em que luta incessantemente em favor de normativas de inclusão e direitos de minorias. Proveniente do estado da Bahia, conhecido por ser um dos estados com maior índice de casos de homofobia, tornou-se a liderança mais evidenciada da política brasileira para com o tema de inclusão. O posicionamento frente às câmeras de Jean parece estar dentro do conceito que Grimson chama “identificação” do público. Ainda que em suposta desvantagem no cenário político, o público parece mesmo ter se identificado com ele e lhe proporcionado um mandato na disputada eleição federal, ou seja, neste caso, a classificação social dele representou-se de forma positiva. Contrastando com a realidade da maioria dos homossexuais do país. Consideramos que esta é mais uma das manifestações tipicamente brasileiras, em que a noção de casa e rua se torna evidente, uma vez que o reality show “invade” a casa, pela TV, se põem em evidencia na vida privada (é possível 184 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni pensar que no caso brasileiro as telenovelas tenham a mesma recepção), pode se encontrar nos “personagens” certa identificação que os tornam familiares, que os transcendem para o ambiente privado, ainda que o mesmo esteja sujeito as complementaridades da rua, encontra ou não certa receptividade e identificação de acordo com suas ações e posicionamentos, julgados e interpretados de acordo com a moralidade da família, no “jogo” da complementaridade que se referia DaMatta. Há certa semelhança com os efeito do humor das charges, como a ilustração ao lado (de quatro quadros), presenciamos uma cena, que significa para muitos homossexuais um momento crucial de suas vidas sociais e psíquicas, a declaração à família de sua sexualidade. Representada em seu primeiro momento de forma muito convencional, tem um “final” bem irreverente enquanto “importância” do fato dada pelos pais, que racionaram sem alardes, com o ato da mãe pagando ao pai certa quantia em dinheiro, explicitando que haviam feito uma aposta sobre o tema, em que a mãe acabara de perder. Na imagem abaixo, presenciamos um diálogo entre pai e filho, quase no mesmo sentido de humor, onde o filho conta da sua vontade de casar com outro homem ao pai, que o deseja felicidades, no quadro seguinte à mesma situação, mas um filho declara ao pai que deseja ser igual ao Bolsonaro (deputado mencionado no início desde trabalho autor de fortes declarações preconceituosas). A reação do pai do primeiro quadro é a de “tranqüilidade” já no segundo é de “susto e desespero”. Tornando uma situação corriqueira tipicamente ao inverso, onde o que assusta e causa preocupações, já não é a condição normalmente condenada e sim o desejo de ser um discriminador. Da mesma forma ocorre com a ilustração em Intervenciones en estudios culturales / 185 Facebook: do normal artístico ao exótico normal comemoração ao dia dos Namorados, dia muito festejado no Brasil e que a cada ano, ganha maior projeção midiática e comercial. Assim como casais de namorados heterossexuais se declaram no que seria um espaço público (a julgar pelos típicos bancos se trata do cenário de uma praça) o casal homossexual também o faz, assim como o “apaixonado” pelo computador, no momento em que ouve uma famosa frase emitida eletronicamente por um software de antivírus muito popular. Dia dos Namorados: 1ͦ:casal heteroafetivo, 2ͦ: casal homoafetivo (ambos declarando as frases. Te amo- R:Também te amo 3ͦ: Usuário de computador declarando seu amor, após a célebre frase de um popular antivírus: As definições de vírus foram atualizadas R:Também te amo Ambas as charges, contém mensagens com certa dose de humor e raciocínio, tal qual Doris Sommer referia-se ao que evidenciou o ex-prefeito de Bogotá, Antonas Mockus, sobre essa necessidade de trazer a arte para a “discussão” que se põem em cena, neste caso percebe-se nitidamente o quanto as charges evidenciam o comum/normal e típico (com o significado prático dessas palavras para com o público) da condição humana é amar e como isso é diverso. Mas, além de préjulgamentos sobre se é correto ou não o uso dessas linguagens sobre o tema, é preciso evidenciar que ambas realmente passam a idéia de heterogeneidade como positiva. Charges que tratam do assunto sem o tabu que geralmente o contorna, onde a homoafetividade realmente não tem “tamanha” importância por parte dos pais. Tornando-o um fato corriqueiro qualquer. Já na ilustração abaixo encontramos uma bandeira de sete cores, símbolo adotado por comunidades homossexuais de todo o mundo, onde em cada cor está escrita uma frase em primeira pessoa, num primeiro momento referindo-se a diversidade de sexualidades, para num 186 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni segundo momento dizer-se ser como aquele que lê (Outro), concluindo que ambos são humanos. Ainda que aborde o tema da sexualidade em sua forma tradicional, a linguagem simples novamente trata de evidenciar a multiplicidade humana. Alejando Grimson em Los limites de la cultura, apresenta através do relato bíblico da Torre de Babel uma introdução à reflexão do entendimento da homogeneidade como algo divino e a heterogeneidade como típico humano, sendo que a diversidade (em conformidade com esse discurso) é tida como um castigo divino. Nos casos exemplificados anteriormente, a arte assume o papel de “propor o rompimento” dessa lógica, não que explicita que a heterogeneidade (e sua diversidade) é divina, mas transcende na idéia de que são benéficas e comuns todas as situações, que não há distinções naquilo que se pode expressar referente ao amor. Mais que tratar aqui de poetizar sobre o amor, pensamos que a arte assume nesses casos uma função similar a que Grimson reflete da teoria de DaMatta sobre o papel da Antropologia e dos intelectuais,em transformar o familiar em exótico e o exótico em familiar, ainda que ambos estivessem pensando na cultura e que essa função de tornar familiar aquilo que é exótico e exotificar o comum é uma das utilidades/objetivos que devem assumir os estudos científicos sociais perante a sociedade, a arte neste caso, toma dianteira no mesmo sentido e coloca em evidencia sua contribuição no caso de políticas públicas e ou reclames sociais. Grimson evidencia que com as transformações tecnológicas, as mensagens e símbolos se transpassam, tomando a heterogeneidade menos original que visível, um dos problemas em se classificar grupos de pessoas por culturas de acordo com seu espaço físico como grande definidor das fronteiras culturais, na relação de nacionalismo e cultura. Claro que Grimson estava se referindo a um contexto mais amplo e de territorialização, que abrange um número maior de diversidades que o tema deste trabalho, e por esta mesma razão sua reflexão serve como suporte para pensar em todas as chamadas capas da diversidade. Intervenciones en estudios culturales / 187 Facebook: do normal artístico ao exótico normal Na ilustração ao lado, podemos observar um caso que caminha nesse sentido, uma vez que os grupos a que representa a ilustração sofrem tendências a se agruparem em regiões específicas das metrópoles mundiais, como guetos ou mesmo bairros inteiros. Ainda que a ilustração se refira aos grupos fortemente estereotipados, vai um pouco além, colocando todos em sua forma anatômica com um cérebro igual, portanto uma mesma capacidade de raciocínio, menos aquele que pratica o racismo, uma interessante forma de fazer pensar sobre nossa igualdade anatômica de raciocinar sobre nossa desigualdade social. É importante destacar que esta ilustração é de origem inglesa, portanto o que é racista especificamente assume o significado do idioma inglês, que difere em sua abrangência daquilo que é entendido como racista no Brasil, pois em inglês tem significado de discriminador, (racism=discriminação) já a palavra Racista (evidentemente semelhante à inglesa), por exemplo, no Brasil, está associada somente ao preconceito de “raças” em acordo com a tonalidade de pele, ou seja, racismo entre os chamados brancos para com chamados negros, entre negros para com brancos, indígenas e entre as miscigenações, mas não é declarado racista, aquele que discrimina gays, punks, mulheres, islâmicos e judeus (estes últimos em sua maioria entendidos em geral como religiões). É interessante ressaltar que já há leis de criminalização de atos de racismo, violência contra as mulheres e de liberdade de religião, no entanto até o presente momento não há leis de criminalização para com a homofobia. Ainda que isso não signifique a não existência desses crimes, mas sim a possibilidade de “proteção” e justiça. Malinowski já sinalizava que:“Las reglas del derecho son una categoría bien definida dentro de un cuerpo de las costumbres” (Malinowski, 1985:41). Portanto (...) “o direito é apenas um aspecto da vida cotidiana” e que não existe uma “obediência e execução mecânica”, porém a garantia do direito parecer representar cada vez mais além de uma proteção mínima, a possibilidade de um início para geração do costume e da prática. 188 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni Torna-se ainda mais interessante esta última ilustração, também no sentido de evidenciar que a condição de “discriminador – racist” pode abranjer os próprios discriminados, ou seja, a diversidade abranje também, mulheres afro lésbicas, judeus homossexuais etc... e que estes estão sujeitos a discriminação entre aqueles que também sofrem discriminação. Portanto, transmite a idéia de que temos nossas capacidades de raciocínio idênticas, mas que as “perdemos” (ficamos sem o cérebro) quando nos tornamos os discriminadores. A ilustração abaixo, referente ao grupo Mulheres do Barricadas, ilustra uma convocatória para uma marcha pública de forma simultânea em contra o machismo, racismo e a homofobia. O grupo Barricadas atua fortemente nas instituições educacionais de ensino superior, lutando por maior diversidade curricular, direitos, verbas e atuação pública dessas instituições, especialmente através da propagação das ciências humanas em todos os níveis da própria instituição e de sua comunidade. Mulheres do Barricadas, fazem parte de uma organização chamada Barricadas Abrem Caminhos (http://barricadasabremcaminhos. wordpress.com/) com forte presença no meio acadêmico e atuação em movimentos sociais, conhecidas por apoiarem uma série de proclames sociais, como greves universitárias, legalização do aborto assistido, software livre e reforma universitária. Sobre o papel da educação e as ciências sociais, Martha Nussbaum em La crisis silenciosa (Sin fines de Lucro: por que la democracia necesita de las humanidades) revela a urgência no pensar a progressiva erradicação das ciências humanas em grande parte dos currículos escolares mundiais, assim como a estrema preocupação com o excesso de estatus tecnológico e a problemática que isso resulta quando pensamos nos vínculos diretos que as artes e humanidades podem assumir na capacidade do desenvolvimento crítico e no criar “cidadãos do mundo” a ponto de imaginar as dificuldades do próximo. Admite que a educação não só ocorre na escola (instituições de ensino em geral) e que para que haja uma democracia é necessário que seus cidadãos sejam educados para isso, baseado no contexto atual, o próprio Intervenciones en estudios culturales / 189 Facebook: do normal artístico ao exótico normal discurso econômico por suas relações mais variadas e globalizadas, resulta em relações cada vez mais interdependentes, portanto a educação cívica tanto quanto a voltada à economia, tem responsabilidades por igual. Assim considera-se que o grupo Barricadas é agente social ativo, que exemplifica a luta da qual Nussbaum escreve em sua obra. A convocatória de Mulheres do Barricadas, se deu através das redes sociais, sem projeção massiva midiática, e demonstra já em seu título a necessidade constante de pensarmos sobre a discriminação como um todo. A condição da convocatória ilustra um pouco daquilo que pode ser pensado como “hierarquização” da discriminação, que podem sofrer os discriminados inclusive por outros discriminados. Como exemplifica por sua história pessoal e de investigação social, a ativista mulher afrodescendente e homossexual Ochy Curiel em: “Identidades esencialistas o Construcción de identidades políticas; “El dilema de las feministas afrodescendentes” onde o que nos chama atenção é a narração de suas entrevistadas para com o tema da “fragilidade feminina” e da posição de afrodescendente, narrativas que jogam no rol da “escala de poder” entre brancos e negros e entre masculino e feminino. Uma vez que na maior parte dos casos de discriminação toma como discurso uma “sobre valorização” do branco sobre o que racista entende como “não branco”, de um sexismo que “super valora” o masculino sobre o feminino e dentro desse a valorização da heterossexualidade frente à homossexualidade, mediados por numa sociedade de rol religioso que se mantém num discurso de conservação dos “papéis sociais” que cada sujeito deve assumir frente ao todo. Na condição de mulher, afrodescendente e homossexual, o dilema de “dominação” por parte de um Outro, se torna tão intenso que talvez seja incapaz de ser descrito por alguém que não o vive em toda sua complexidade. Nesse aspecto podemos concluir que a discriminação quando existente em função da forma em que se dá o desejo sexual, também se agrega as outras formas de preconceito, ou se isola em conformidade à situação social na qual os sujeitos estão inseridos. Nesta perspectiva Grimson toma como referência Antonio Gramsci, e refere-se à importância de pensarmos na naturalização das diferenças e seu uso em contra a própria diversidade em que os que discriminam usam os mesmos ou parecidos argumentos que os discriminados para legitimar sua forma de divisão e/ou repertório, assim como devemos considerar a desigualdade de poder entre as pessoas e os grupos, os processos de sedimentação e estruturação, heterogeneidade cultural dos grupos que constroem identidades homogenias e distribuição socioeconômica. 190 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni Como mencionado anteriormente Grimson alerta para a importância do cuidado que as políticas públicas devem para não se tornarem “étnizadas”, para dar conta de pôr em cena do debate a luta, contexto heterogêneo em que os grupos se aliam, negociam e se enfrentam com a cultura oficial, considerando que a cultura é base desses conflitos políticos e que seus atores podem possuir mundos imaginativos similares ou não. Essas configurações culturais são entendidas como campos de possibilidades, que Grimson exemplifica com uma série de situações que são possíveis em determinadas sociedades e que em outras não (ao menos não sem represálias por parte de grupos sociais) pensando como espaços simbólicos em que os grupos se identificam publicamente com determinado modo e que o conflito social desdobra-se em certas modalidades e em outras permanece obstruído. Portanto, é importante pensamos que as redes sociais, apesar de toda sua estrutura e linguagem diferenciada (ou possibilidade de linguagem diferenciada) continua sujeita aos conflitos “externos” e as relações de poder e diferenças, ainda que possibilite uma gradativa “desnaturalização” das coisas e que devemos ter o cuidado para não etnizar as lutas, com a momentânea segurança da “autonomia da individualidade protegida”, que se refere Thompson. Ao observarmos a ilustração ao lado, nos deparamos com um argumento que rompe com a lógica dos anteriores, uma mulher homossexual estereotipada, falando ao telefone que não poderá ir trabalhar por que continua homossexual, frente ao discurso de que a homossexualidade é uma doença, bastante comum. Se bem, a mensagem também se dá através da irreverência, atribui um desconforto ao nitidamente presenciarmos que a jovem “arruma uma desculpa” para não comparecer ao trabalho. Independente da natureza política e do que os indivíduos possam pensar ser o trabalho, ele relaciona outros aspectos de nossa vida, dos quais inclusive é possível uma “reordenação” de condições materiais e morais. Portanto a mensagem ilustrada pode contribuir para sedimentar ainda mais o grupo da qual luta, como alertava Grimson. Intervenciones en estudios culturales / 191 Facebook: do normal artístico ao exótico normal Se as diferenças são marcadas pelos esteriótipos, então é preciso cuidado ao trabalhar com o público para não contribuir para sua maior propagação do esteriótipo. Uma análise interessante se faz em “El espectaculo del Otro” de Stuart Hall - com ajuda em especial da psicanálise sobre a importância do Outro para nossa construção de significados e desenvolvimento da nossa narrativa sobre “diferença” que faz parte da ordem simbólica da Cultura, em que o autor sinaliza o aspecto de ambivalência -positivo-negativo- que as diferenças para com o Outro tomam dentro das representações sociais. Uma obra desenvolvida em torno da temática do racismo e da sua representação de aproximação à natureza e primitivismo, analisando a construção da exclusão, das relações de esteriótipo e poder, fantasia e fetichismo. Marcando o quanto a tipificação se tornou essencial para produção de significado, através da estereotipação das relações de grande desigualdade de poder, tendo como referência que a hegemonia ideológica se exerce como forma de governar, considerando o esteriótipo como uma violência simbólica. (Hall, 2004). Assim como Hall exemplifica sobre o esteriótipo do “não europeu” e da fantasia de masculinidade e infantilidade do homem afro e da comum possibilidade deste ver-se inconscientemente reproduzindo e/ou afirmando tal estereotipação (Hall, 2004:434) a imagem em questão também transforma uma “reivindicação” em uma afirmação do mesmo e ou de até abre espaço para a formação de outros esteriótipos. Se a estereotipação por parte dos estereotipados é perigosa para o tema, mais evidente fica a dificuldade de tratar do mesmo, quando a opressão se apresenta vitimizada. Na charge a seguir, presenciamos uma cena muito comum, especialmente entre defensores ortodoxos de crenças religiosas que condenam discursivamente a homossexualidade 192 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni e aqueles a quem identificam simpatizantes e ou praticantes deste. Com o argumento da liberdade de expressão, grupos e indivíduos oprimem socialmente seus “diversos” e não “permitem” direito de resposta, de reivindicação. O caso ilustrado se trata de um ataque moral e físico - este último bem verdade ocorre com menos freqüência quando a opressão parte de religiosos - e no simples ato de defesa do “oprimido”, o opressor se auto vitimiza, dando maior suporte moral ao grupo que simpatiza com ele e criminalizando aquele ao qual oprimiu. É óbvio que é possível encontrar casos em que os personagens estão em oposições a esta cena, entre ataque e atacado, entretanto é evidente que estas são exceções. Têm sido recorrentes ataques discursivos morais para com o grupo GLBT por parte de líderes religiosos especialmente na televisão aberta. E são poucos os momentos, quando existentes, de espaços reservados para o pronunciamento dos movimentos em defesa da criminalização da homofobia. E por isso as redes sociais, tornam-se um meio muito importante na luta contra a homofobia e em favor da criminalização da mesma, ainda que seus resultados, efeitos e rejeições devam ser estudados e analisados. Dentro da heterogeneidade sempre existirão grupos que não estarão dispostos ao diálogo e por isso é preciso cuidado para não romantizar as relações e suas configurações culturais, com o intuito consciente ou não, de criar um cenário de “paz e amor” que não existe. Por isso é perigoso interpretar as intervenções sobre a cultura através da criação de conceitos e teorias elaboradas num espaço de cientificismo acadêmico. No entanto, há janelas abertas entre o público e o privado que podem servir de alicerces para novas oportunidades de pesquisa, análises, atuação e projeção de políticas, um canal mais próximo dos públicos que as necessita, de forma quase involuntária e que já dão sinais de que por sua “liberdade performática” podem ser meios alternativos das minorias e até das maiorias de romper simbolicamente com a “dominação” que sofrem. Considerações Seria possível num artigo com base na observação performática e em teorias científicas, considerarmos importantes fatos em relação ao uso das redes sociais, frente a uma forma de protesto de um grupo minoritário? Pensamos que sim. Se considerarmos o que apresentamos através dos argumentos dos autores descritos neste trabalho de que as tecnologias tornam possível novas formas dos sujeitos de se representarem de construírem sua dimensão singular em um espaço público, Intervenciones en estudios culturales / 193 Facebook: do normal artístico ao exótico normal através do acesso desde suas casas, dotados de segurança, em uma sociedade como a brasileira, em que a relação casa e rua é dotada de uma diferenciação de seguridade e de formas de ser distintas, de complementaridade com base no Outro, ela exalta ainda mais a noção de autonomia da individualidade protegida. Essa noção de autonomia protegida, uma performance, representa uma medida necessária para construírem-se como sujeitos em público, por isso mesmo também assumem reflexos políticos e psicológicos. Uma vez que as performances do sujeito posmoderno estão pautadas no saber do Outro, as redes sociais assumem (ao menos para a grande massa de brasileiros que participam delas) uma importante ferramenta de sociabilidade, de experimentação da vida social, de exagerar, de desprezar, de julgar etc... o público de acordo com seus critérios privados, e da mesma forma evidenciar os critérios privados no domínio público, a interseção da rua e da casa se complementam, e as relações das redes, fictícias ou não, extremamente performáticas ou não, atuam diretamente no experimentar a vivência do coletivo. Por isso, pôr em público, em debate, a diversidade desses desmembrados sujeitos pós-modernos, cada dia mais submergidos na lógica do fim dos discursos. Torna possível pensar a cultura, sua ruptura, sua flexibilidade, tolerância e humor, as configurações culturais e os campos de possibilidades de heterogeneidade da cultura brasileira, com sua capacidade expansiva e historicamente entrelaçada com o “diferente”, com o híbrido “genético”, religioso, idiomático e moral, que tornam possível o típico sentimento de pertencimento e identificação quase familiar (complexo, contraditório, expansivamente exaltado ou negado) que sentem os brasileiros quando fora de seus habitat naturais. Isso torna possível pensar que para que os indivíduos possam se “expor” nas redes sociais, de por em debate suas condições “desprivilegiadas” de uma minoria, estão agindo politicamente, ainda que suas condições possam não mudarem, ainda que a eficácia e a representatividade possam ser postas em questão, as redes sociais vão representar para seus pares uma associação direta com a “realidade social” a que pertencem, portanto esse espaço onde as incertezas podem ser amenizadas e ou exaltadas, coloca todos num certo “grau de igualdade”, referente a outros meios de comunicação; onde é possível usar do espaço tanto para denegrir como para exaltar a imagem humana e é nessas situações que a moral presente nos usuários se dá. É nessa possibilidade de ver, de presenciar no muro que seu semelhante que já pode conviver com a diversidade onde se pode abrir um espaço de reflexão sobre o que se propõem, coisa que pouco ou nada se vê em outros meios de comunicação lineares. 194 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni Mais que defender a possibilidade do uso das redes sociais, como objetos de estudo e atuação de possíveis políticas públicas, fica claro sua nova importância para a geração que encontra nelas uma possibilidade de “expansão” social. De aproximação e demonstração de descontentamento, de sentimentos, de angústias que se dá a nível individual, mas coletivamente identificável. Exaltamos esses aspectos, uma vez que a tendência das redes sociais é a de mostrar apenas momentos em que seus usuários são “fortes” e “felizes”, quando o mesmo abre as portas para demonstração do contrário, também está sociabilizando algo muito significativo que pode ser tão ou mais verdadeiro que seus momentos de “felicidade” compartidos. As redes sociais são novas e constantemente sofrem mudanças, as tentativas de controle da internet e ou chamadas regularizações podem mudar muita coisa, mas numa sociedade como a brasileira, em que a sociabilidade, performática ou não, tem uma importância fundamental na vida das pessoas, ela se torna uma das novas grandes formas de comunicação massiva e deve ser entendida como tal, deve ser pensada também no que diz respeito daqueles que vivem na “marginalidade social”, para não reproduzirmos aquilo que já é dado num social off line. Pode ser pretensão demais, pensar que devido à forma dicotômica e híbrida de parte da sociedade brasileira, esta possa sufocar os conflitos, mas esteja disposta a todo o momento a lidar com ele, de manejá-lo, de saber de sua existência e com isso ainda que dentro de limites frágeis, prevalecer em sua heterogeneidade sempre tão exaltadas em suas festividades e momentos de sociabilidade intensa como a Parada Gay de São Paulo. Certamente, para que jovens e adultos brasileiros coloquem o tema em discussão pública em seus perfis, já sinaliza uma grande avanço não representado nas mídias tradicionais. Portanto, neste cenário pôr em debate a homofobia, ainda que de forma discutível, é o primeiro passo para pensar a heterogeneidade das nossas redes de sociabilidade para por em evidencia para sociedade de como às vezes festejamos juntos com quem condenamos, como diz a letra da música carnavalizada: Androginismo – Por: Chicas Quem é esse rapaz que tanto androginiza, que tudo anarquiza pra dissocializar? Com mil e um viados puxando o seu foguete que lembra um sorvete pra refrescalizar Cuidado aí vem ele, é um circo é um cometa Abana, abana, abana que é papai noel Intervenciones en estudios culturales / 195 Facebook: do normal artístico ao exótico normal A minha mãe falou que é um tipo perigoso que vive sorridente fazendo quá quá quá O meu pai me contou que um dia viu um cara num cabaré da Zona dançando Cha Cha Cha Eu pensei que todo mundo fosse filho de papai noel. Bibliografia Arendt, Hannah. 2009. O que é política? Bertrand Brasil. Rio de Janeiro. Curiel, Ochy. 2009. Identidades esencialistas o Construcción de identidades políticas: El dilema de las feministas afrodescendientes. Construyendo Nuestra Interculturalidad. Año 5. Lima. Caglioni, Victor José; Delagnolo, Deise Priscila. 2013. Escuela y Orkut: sociabilidad adolescente en Brasil. Revista Versión Media, Versión de Estudios de Comunicación y Política – Nueva Epoca. (31): 33-39. Universidad Autónoma de Metropolitana- Iztapalapa. Ciudad de México. Damatta, Roberto. 1986.O que faz o brasil, Brasil?.Editora Rocco. Rio de Janeiro. Fleig, Mario. 2001. A Tese do Declínio da Imagem Social do Pai e o Deslocamento da Autoridade. In: Ii Colóquio Do Lepsi - A Psicanálise, A Educação E Os Impasses Da Subjetivação No Mundo Moderno, 2000, São Paulo, SP. Anais do II Colóquio do LEPSI - A Psicanálise, a Educação e os Impasses da Subjetivação no Mundo Moderno.Instituto de Psicologia da Universidade de São Paulo. São Paulo. García Canclini, Nestor 2002. Las industrias culturales y el desarollo de los paises americanos. Revista Interamericana de Bibliografia. _______. 2007. Lectores, espectadores e internautas. Gesida. Barcelona. Grimson, Alejandro. 2011. Los Limites de la Cultura: críticas de las teorias de la identidad. Siglo Veinteuno Editores. 1ͦEdición. Buenos Aires. Hall, Stuart. 1997. El espetáculo del Otro. Sage. Londres. Reino Unido. Hine, Christine. 2004. Etnografia Virtual.Nuevas tecnologías y sociedade. Editorial UOC. Barcelona. Kehl, Maria Rita. 2004. Visibilidade e Espetáculo. In: BUCCI, Eugênio (Org) Videologias: ensaios sobre televisão. Boitempo, São Paulo. Jerusalinsky, Alfredo. 2001. A Função Paterna e o Mundo Moderno. In: II colóquio do LEPSI - a psicanálise, a educação e os impasses da subjetivação no mundo moderno. 2000. Anais do II Colóquio do LEPSI - A Psicanálise, a Educação e os Impasses da Subjetivação no Mundo Moderno.Instituto de Psicologia da Universidade de São Paulo. São Paulo. 196 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni Malinowski, Bronislaw. 1985. Crime y costumbre en la sociedad salvaje. Traducción de J. y M. T. Alie. Editorial Planeta-De Agostini, S. A. Barcelona. Morley, David. (2007). Medios, modernidad y tecnología. Hacia una teoria disciplinaria de la cultura.Traducción: Margarita Polo. Gedisa Editorial, Barcelona. Nun, José. 2011. Políticas Culturales para uma mayor igualdad: Desigualdades y cultura. Instituto de Altos Estudios Sociales. Buenos Aires. Nussbaum, Martha C. 2010. Sin fines de lucro: Por que la democracia necesita de buenas humanidades. Traducción: María Victoria Rodil. Discusiones. Katz Editores. Buenos Aires. Postman, Neil. 1999. O desaparecimento da infância. Tradução de Suzana Menescal de Alencar Carvalho e José Laurêncio de Melo. Graphia. Rio de Janeiro. Siliba, Paula. 2008. La intimidad como espectáculo. Fondo de Cultura Economica. Buenos Aires. Sommer, Doris. 2008. Arte y Responsabilidad. Revista Letral.Eletronic Journal of Translatlantic Studies in Literatura. Número 1. España-Granada. _______. 2006. Juego de Cintura. La agencia Cultural em América Latina.Temas. Número 48. Cuba. Thompson, Jhon 1998. Los media y la modernidad. Paidos Comunicación. Barcelona. Trouillot, Michel-Rolh. 2011. Adieu, cultura: surge un nuevo deber. Las transformaciones Globales: La antropologia y el mundo moderno. Universidad de los Andes, Universidad de Cauca. Bogotá. Winocur, Rosália. 2009. Robinson Crosoe ya tiene celular: la conexión como espacio de control de la incertidumbre. Universidad Autónoma de MetropolitanaIztapalapa. Ciudad de México. Intervenciones en estudios culturales / 197 Facebook: do normal artístico ao exótico normal 198 / Intervenciones en estudios culturales Victor José Caglioni Reseñas / debates Intervenciones en estudios culturales / 199 Facebook: do normal artístico ao exótico normal 200 / Intervenciones en estudios culturales Víctor Vich Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) Víctor Vich Universidad Católica del Perú ¿Por qué la cultura se ha “empobrecido”, ha sido vaciada de contenido y se ha vuelto tan superficial? El libro de Vargas Llosa (2012) sitúa esta pregunta en la escena contemporánea e intenta proponer un conjunto de ideas al respecto. En su visión, hoy atravesamos una crisis profunda: las artes no tienen nada que decir, el periodismo ha perdido ideas, los intelectuales han sido cómplices de los totalitarismos y algunos capitalistas desvirtúan el ideal del mercado. Vargas Llosa explica estos problemas con habilidad, los hace más visibles y muestra la encrucijada de la sociedad actual. Me interesa aquí debatir algunas de sus ideas, ponerlas en diálogo con la teoría crítica y, sobre todo, con la opción por generar políticas culturales más involucradas con la transformación social. Si el libro de Vargas Llosa es una cartografía del estado actual de la cultura contemporánea, es decir, si se trata de un libro que intenta describir un conjunto de problemas que hoy afectan a la vida colectiva, entonces mi objetivo es contribuir a pensar qué hacer con dichos problemas, cómo comenzar a neutralizarlos y de qué manera podemos afirmar que sí es posible cambiar dicho estado de cosas. Intervenciones en 2015, estudios Intervenciones en estudios culturales, (1):culturales 201-218 / 201 Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) El libro, que no deja de ser una reunión apresurada de diversos artículos (muchos de ellos ya publicados y que ahora aparecen con breves ensayos que los acompañan), reescribe el título de otro libro clásico de Guy Debord ([1967] 2010) cuyas ideas sobre las relaciones entre cultura y capitalismo adelantaron mucho de lo que sucede hoy en el mundo. Hay que decir que Vargas Llosa respeta, pero se distancia de Guy Debord. Su prosa es capaz de resumir en dos buenos párrafos las ideas de Debord pero evade ahondar en ellas. Este no es un libro académico que se base en la argumentación detenida, sino de un intenso y provocador ensayo de ideas que, en última instancia, pretende convencer a sus lectores de una posición personal. En todo caso, la primera constatación que cualquier lector puede sacar del libro es que Vargas Llosa describe con molestia lo que actualmente sucede en el mundo contemporáneo, pero el problema es que no se pregunta cuáles son las razones que explican dicho cambio cultural y qué factores han contribuido a que la sociedad actual haya llegado a ser lo que es. De hecho, contra todo el desarrollo de la crítica contemporánea, Vargas Llosa insiste, casi titubeando, en que la cultura debe estudiarse como una esfera “autónoma”. Él comenta así el libro de Debord: Su tesis es económica, filosófica e histórica antes que cultural, aspecto que, fiel también en esto al marxismo clásico, Debord reduce a una superestructura de aquellas relaciones de producción que constituyen los cimientos de la vida social. La civilización del espectáculo está ceñida en cambio al ámbito de la cultura, entendida no como un epifenómeno de la vida económica y social, sino como una realidad autónoma, hecha de ideas, valores, estéticos y éticos, obras de arte y literarias que interactúan con el resto de la vida social y son a menudo, en lugar de reflejos, fuente de los fenómenos sociales, económicos, políticos e incluso religiosos. Vargas Llosa tiene razón en que la cultura no puede ser entendida como un simple reflejo mecánico de la base económica. Solo un marxismo vulgar (que Debord no practicaba) puede entenderla como una instancia subsidiaria o como un mero epifenómeno de la base social. El problema, sin embargo, radica en que si bien la cultura nunca es un efecto de la economía, ello no necesariamente implica que sea una esfera “autónoma” y que su estudio deba limitarse únicamente a sus propias dinámicas internas. En el párrafo anterior, Vargas Llosa parece ser consciente del problema, pero no sabe cómo salir del asunto. Si la cultura es 202 / Intervenciones en estudios culturales Víctor Vich “fuente de fenómenos sociales”, entonces resulta que no es tan autónoma y que su argumento es algo contradictorio. Hoy en día la cultura es entendida tanto como el espacio de la dominación, pero también el de la resistencia. La gente reproduce o fabrica diferentes significados para darle sentido a su vida. En ese sentido, la cultura no es algo puramente autónomo e individual, relacionado solamente con la estética (que también es política), sino con la vida diaria, con lo ordinario y con las formas en que eso ordinario se vuelve hegemónico o marginal. Se trata de un espacio por construir sentidos que se encuentren atados a prácticas específicas. Gonzalo Portocarrero, por ejemplo, lo ha explicado así: El mundo de lo simbólico es ciertamente complejo. Pero si no lo relacionamos con las otras esferas de la realidad, volvemos, o mejor, no hemos salido nunca, de una metafísica simplista y reductora. El reto es razonar la complejidad entendida como una situación donde hay varias clases de fenómenos que son irreductibles entre sí; es decir, unos no pueden deducirse de los otros; y, además, y esto es quizá lo más difícil, entender la complejidad como una situación peculiar, contingente donde los fenómenos no pueden definirse cada uno por su lado, de manera que la definición de cada uno de ellos tiene que ser simultánea con la de todos los demás (2004: 297). Lo cierto, en todo caso, es que la discusión sobre el lugar y la función de la cultura en el mundo social generó siempre un intenso debate al interior del pensamiento marxista. No se trata, exactamente, de una crítica “externa” al marxismo sino de una discusión permanente en la que posturas de notables marxistas como Antonio Gramsci, Walter Benjamín, Louis Althusser, E.P. Thompson y Raymond Williams comenzaron a esclarecer el panorama. Hoy los trabajos de Ernesto Laclau, Terry Eagleton, Slavoj Žižek, Fredric Jameson y Jacques Ranciere han seguido aportando a la discusión. Vargas Llosa no parece haberlos leído pero ello no es lo importante. Lo cierto, sí, es que todos ellos subrayan que la cultura nunca es un objeto aislado sino un ensamble muy complejo de prácticas e intereses diversos. La cultura se constituye a partir de un conjunto de presiones donde diferentes esferas (económicas, políticas, simbólicas) se sobredeterminan y se indeterminan unas con otras. Nada entonces menos autónomo que la cultura y no podemos pensarla ni evaluarla al margen de las dinámicas que ocurren en la sociedad. Pensar a la cultura implica pensar a la sociedad que la produce y en la que pretende o no pretende intervenir. Intervenciones en estudios culturales / 203 Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) En efecto, la cultura es, simultáneamente, una acción para cambiar algo y un reflejo de otra cosa. Si los hombres de Altamira pintaban bisontes, lo hacían porque había algo “fuera del arte” que condicionaba a ese arte. De igual manera, si la cultura en la Edad Media era religiosa y contemplativa (y pintaba vírgenes, escenas bíblicas y santos), lo fue porque había algo - una forma de poder, un sustrato discursivo,- que la apuntalaba en ese sentido o que la obligaba a ser así. Pierre Menard no pudo escribir el mismo Quijote que se escribió en el siglo XVII por el simple hecho de que la sociedad había cambiado. Es más, Borges (con su particular lucidez) sostuvo que si hubiera podido hacerlo, es decir, si hubiera podido escribirlo palabra por palabra, el suyo, el de Menard, hubiera sido mucho mejor que el de Cervantes. La civilización del espectáculo manifiesta una gran resistencia a relacionar cultura y sociedad y ello genera que evada explicar qué hay detrás de ese culto a la evasión, al entretenimiento fácil y a la superficialidad contemporánea. ¿Qué es, en suma, lo que hoy alimenta, el hiperconsumo, el hedonismo, el cinismo y la corrupción a gran escala? ¿Qué tipo de individuo, de sociedad, son creados al interior de dicha dinámica? ¿Qué lazo social viene constituyéndose bajo un sistema que solo valora la acumulación y el más feroz individualismo empaquetado bajo el discurso de la libertad? Marx dedicó toda su vida no a proponer un Estado burocrático, ni instituciones represoras, sino a estudiar las contradicciones económicas del capitalismo. En sus distintos ensayos, produjo una teoría de la sociedad donde las dinámicas económicas, políticas y simbólicas están siempre en relación y subrayó que es tarea del pensamiento desentrañar sus complejas determinaciones. Hoy, desde la crítica cultural, este problema ha sido explicado así: Hay cambios en la historia, en los estilos artísticos, en las ciencias, pero a menos que los liguemos a una concepción rigurosa de la estructura social lo que tenemos es, simplemente, una especie de historia idealista, sin un fundamento material, donde no se sabe por qué ocurren esos cambios. Cualquier cambio cultural o intelectual hay que ligarlo de alguna manera con el modo de producción (Jameson 1991: 3). “Ligarlo” significa establecer relaciones entre distintos niveles y hacer el esfuerzo por descubrir conexiones ocultas. “Ligarlo” implica observar causas y efectos pero también sobredeterminaciones complejas. De hecho, el marxismo académico ha sostenido siempre que no se puede pensar en la “base” y la “superestructura” como 204 / Intervenciones en estudios culturales Víctor Vich entidades separadas. No se trata de esferas mecánicamente vinculadas sino de dimensiones diferenciales relacionadas orgánicamente: “Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por tanto, unidad de lo diverso” sostuvo Marx en los Grundisee ([1857-1858] 1971: 21). No podemos entonces entender el estado de la cultura fuera de su relación con otras esferas de la vida social o, mejor dicho, fuera de las dinámicas del capitalismo contemporáneo. De hecho, Vargas Llosa se da perfectamente cuenta de este problema y por eso reconoce que “el único valor de hoy es el que fija el mercado” (2012: 32), pero el problema es que dicha constatación nunca la lleva hasta las últimas consecuencias. Vargas Llosa sostiene que ésta es una cultura enferma de “hedonismo barato” (2012: 49) pero la verdadera pregunta radica es en saber si ese hedonismo es el síntoma de un sistema social que lo produce y que quizá lo alimenta incesantemente. Preguntémonos entonces dónde ha quedado inserto el sujeto hoy y qué tipo de sociedad lo constituye así. Los psicoanalistas han explicado bien que la sociedad contemporánea es una que surge de la falta de autoridad de la ley y de la caída del padre. El Estado -como ente rector y tutelar de la sociedad- ha fracasado, pero el problema radica en que, en su reemplazo, ha surgido un mandato enunciado solo desde el mercado: el mandato a gozar. Si durante varios siglos, existió una ley que obligaba a renunciar al placer (en virtud de la disciplina y del esfuerzo), hoy, por el contrario, se ordena gozar y ese goce -fundamentalmente autista- produce una erosión cada vez más cruda de los vínculos sociales. Ese goce, que no es otra cosa que la cultura del consumo, solo viene generando una “cultura del vacío”: Ya nadie cree en el porvenir radiante de la revolución y el progreso, la gente quiere vivir enseguida, aquí y ahora, conservarse joven y no ya forjar el hombre nuevo. Sociedad posmoderna significa… agotamiento del impulso modernista hacia el futuro, desencanto y monotonía de lo nuevo, cansancio de una sociedad que consiguió neutralizar en la apatía aquello en que se funda: el cambio. Los grandes ejes modernos, la revolución, las disciplinas, el laicisimo, la vanguardia han sido abandonados a fuerza de la personalización hedonista… ya ninguna ideología política es capaz de entusiasmar a las masas, la sociedad posmoderna no tiene ni ídolo, ni tabú, ni tan solo imagen gloriosa de sí misma, ningún proyecto histórico movilizador, estamos ya regidos por el vacío (Lipotvesky 2002: 9-10). Intervenciones en estudios culturales / 205 Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) Por eso mismo, hoy se dice que vivimos en un sistema cínico. ¿Por qué? Porque todos sabemos que la cultura del consumo no proporciona la felicidad, pero seguimos actuando como si la proporcionara. Es decir, todos los días nos frustramos ante las promesas que nos ofrece el mercado, pero lo curioso es que, como consumidores, continuamos colocándonos histéricamente en el mismo lugar. Este es, en efecto, un sistema que seduce por todos lados y que, bajo el mandato del progreso, insiste en producir demasiado. Cada vez hay más, los objetos se imponen sobre el sujeto. Cada vez hay más tecnología, vale decir, más medios para controlar el mundo, pero lo cierto es que el tiempo libre nunca llega, o solo llega para algunos. De hecho, Marx fue el primero en notar que el capitalismo era un sistema frente al cual los seres humanos habían comenzado a perder todo control. Vargas Llosa, sin embargo, lo explica de otra manera: El gran fracaso y la crisis que experimenta sin tregua el sistema capitalista -la corrupción, el tráfico de influencias, las operaciones mercantilistas para enriquecerse trasgrediendo la ley, la codicia frenética que explica los grandes fraudes de entidades bancarias y financieras, etcétera- no se deben a fallas constitutivas de sus instituciones, sino al desplome de ese soporte moral y espiritual encarnado en la vida religiosa que hace las veces de brida y correctivo permanente que mantiene al capitalismo dentro de ciertas normas de honestidad, respeto hacia el prójimo y hacia la ley (2012: 182183). El problema es que Vargas Llosa diagnostica un problema social como uno de índole moral y así concentra toda su crítica en identificar a culpables individuales: los “malos capitalistas”, los “intelectuales totalitarios”, los “académicos herméticos”, en sus frases. El problema, nuevamente, es que Vargas Llosa evade reconocer que los graves problemas de la cultura contemporánea tienen relación con el propio movimiento del capital: Pues, en definitiva, el capital es quien primero se alimentó al filo de su historia de la desestructuración de todo referente, de todo fin humano, quien primero rompió todas las distinciones irreales de lo nuevo y de lo falso, el bien y el mal, para asentar una ley de equivalencias y de intercambios, la ley de cobre de su poder. Él es quien primero ha jugado la baza de la disuasión, de la desconexión, de la desterritorialización, etc., y si él es quien viene fomentando la realidad, el principio de realidad, él es también quien primero 206 / Intervenciones en estudios culturales Víctor Vich lo liquidó con la exterminación de todo poder de uso, de toda equivalencia real de la producción y la riqueza, con la sensación que tenemos de la irrealidad de las posibilidades y la omnipotencia de la manipulación. […] En un inicio, al capital le fue suficiente producir unas mercancías, pues el consumo funcionaba solo. Hoy en día, hay que producir también a los consumidores, hay que producir la demanda misma y esa producción es infinitamente más costosa que la de las mercancías (Baudrillard: 2007: 5152, 133). Más aun, hoy habría que afirmar que el capitalismo se ha vuelto un sistema propiamente cultural porque la mercancía se encuentra estetizada y porque el poder necesita de las imágenes para imponerse en el mundo social. Vivimos, en efecto, en el reino de la publicidad, de la manipulación, de las “estrategias comunicacionales” que no son otra cosa que la imposición de un interés privado que oculta y engaña. De hecho, este tipo de agencias se han vuelto el motor principal de un capitalismo que prefiere invertir en publicidad antes que en su propio personal. No se puede, entonces, no afirmar que el privilegio de las relaciones mercantiles sobre todas las demás, no haya tenido consecuencias en la cultura, vale decir, en el tipo de sociedad, en las subjetividades que ahí constituyen y en los vínculos entre ellas. Lo cierto, en todo caso, es que de la sociedad de consumo solo puede surgir un individuo hedonista donde el narcisismo y la perversión van adquiriendo derechos de ciudad (Ubilluz 2012: 16). En efecto, esta es una cultura donde se han impuesto una indiferencia hacia lo público, una visión puramente instrumental de la vida y un control social extremo basado en la manipulación de la información. Hoy con el universo de los objetos, de la publicidad, de los mass media, la vida cotidiana y el individuo ya no tienen un peso propio, han sido incorporados al proceso de la moda y de la obsolescencia acelerada: la realización definitiva del individuo coincide con su desubstancialización, con la emergencia de individuos aislados y vacilantes, vacíos y reciclables ante la continua variación de los modelos (Lipotvesky 2002: 107). Vargas Llosa también lo entiende así pero lo define en estos términos: ¿Qué quiere decir la civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este Intervenciones en estudios culturales / 207 Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Solo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieren dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo (2012: 34). Como puede notarse, el argumento deja nuevamente a los lectores sin respuesta. Y sucede así porque es necesario introducir una pregunta más: ¿Por qué esa “propensión a pasarlo bien” se ha convertido hoy en un valor supremo? ¿Qué ha ocurrido para que el goce se vuelva un imperativo social con tanto poder? ¿Qué relación tiene esta nueva manera de vivir -esta cultura- con el sistema económico y con sus correlatos políticos? Vargas llosa constata el declive del pensamiento, pero nuevamente llama la atención que sea incapaz de ligarlo con las dinámicas del sistema actual. Por ejemplo, con dolor y con melancolía (como él mismo la denomina), Vargas Llosa observa la reducción de los artículos de opinión en los periódicos y comprueba cómo la crítica ha sido sustituida hoy en día por la publicidad. No hay que ser muy perspicaz para notar eso, vale decir, para notar que hoy las ideas críticas no venden y que los periódicos ya no informan, no investigan y que se han vuelto simples catálogos de publicidades. Un periódico peruano como El Comercio (del que Vargas Llosa hizo bien en renunciar como colaborador permanente) censuró, por ejemplo, una muy importante investigación sobre la corrupción del gobierno aprista y luego fue un agente central en el intento por boicotear la gestión de Susana Villarán en la alcaldía de Lima. Si ésta es una sociedad donde no importan las ideas y los debates públicos, lo es porque hay algo en esa estrategia que garantiza el control social y la reproducción del poder. Dicho de otra manera: si ésta es una sociedad que promueve que la gente solo consuma y que asuma los mandatos del mercado de manera pasiva, lo es porque si la gente hiciera otra cosa probablemente el sistema entraría en crisis. En ese sentido, una teoría de la ideología (o del control hegemónico) se hace urgente en el razonamiento de Vargas Llosa. Hoy el capitalismo ha naturalizado su forma de pensar y la ha difundido como la única correcta. La ideología la constituyen todos aquellos discursos que intentan mostrar como natural e inevitable lo que es pura 208 / Intervenciones en estudios culturales Víctor Vich construcción política y puras relaciones de poder. La ideología refiere a aquellos discursos que ocultan sus propios antagonismos y contradicciones internas. Como decíamos líneas arriba, hoy la ideología se camufla como “información”: las agencias de publicidad o a las compañías de comunicaciones no sirven para contribuir a que la gente esté mejor informada sino, gracias al poder del capital, para difundir la visión de una parte interesada. En ese sentido, Žižek (1999) sostiene que la ideología no puede seguir siendo entendida como una pura cuestión de ideas, sino que debemos notar cómo el propio orden social ya está organizado por la ideología. Es decir, la ideología no es una ilusión que “enmascare” el estado de la realidad, sino aquella fantasía que ha estructurado ya a la propia realidad social. Hoy, en efecto, el capitalismo impone sus ideas como la única verdad posible y ha conseguido volverlas parte del sentido común generalizado. Esas ideas son un soporte principal de la sociedad y funcionan proponiendo mandatos sociales entre los cuales destaca aquel que solo obliga a buscar un éxito individual, a postergar todo lo que tenga que ver con lo comunitario y a desconfiar de cualquier proyecto de organización alternativa. En suma, si hoy las élites no tienen interés en los artículos de opinión, ni en el arte crítico, ni en la cultura en general, lo es porque muchos de estos discursos suelen interrumpir y desorganizar un estado de cosas: “En nuestros días, en que lo que se espera de los artistas no es el talento, ni la destreza, sino la pose y el escándalo, sus atrevimientos no son más que las máscaras de un nuevo conformismo” (Vargas Llosa 2012: 49). Nuevamente, ¿el placer, la evasión fácil han llegado de la nada? ¿Conformismo sobre qué, a qué? Esta posición sobre los artistas nos lleva a observar las propias ideas que, sobre el cambio artístico, maneja Vargas Llosa. En principio, no se entiende bien por qué se afirma que Duchamp es un genio y que hoy no lo es Damien Hirst. Lo históricamente cierto, en todo caso, es que cuando Duchamp realizó sus célebres “ready mades”, un importante conjunto de críticos afirmaron (como hoy lo hace Vargas Llosa con el arte contemporáneo) que esos objetos eran inaceptables, que se trataba de un “payaso” y que estaba intentando tomarle el pelo a la historia del arte. No parece haber en los razonamientos de Vargas Llosa un espacio para aquello que desconcierta (los vanguardismos, obviamente, nunca pueden ser completamente entendidos desde su presente), pero tampoco se abre un espacio para la duda sobre la diferencia cultural, vale decir, para la existencia de otros patrones estéticos, otros conocimientos, otras formas de relacionarse con los demás o con la Intervenciones en estudios culturales / 209 Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) naturaleza. Para este libro, el mundo ha dejado de ser ancho y ajeno y se ha vuelto, más bien, un lugar único e indudable. La visión del arte que aquí se propone es estática, uniforme y se reduce (tristemente) solo al canon occidental: Cervantes, Shakespeare, Mozart, Rembrandt, Velázquez, Picasso, Borges, Faulkner, etc. Como bien lo ha notado Volpi (2012), una tentación autoritaria se desprende de los presupuestos ideológicos que estructuran este libro. De hecho, Vargas Llosa entiende que lo popular nunca es un agente productor de cultura, sino que debe quedar posicionado como un simple receptor de la misma. Nadie duda que T.S. Eliot fue un excelente poeta y un notable ensayista, pero ello no lo exime de haber estado equivocado. Vargas Llosa retoma sus ideas, casi las idealiza y por eso Volpi subraya que: No deja de ser curioso que alguien que se define como liberal –invocando una estirpe que va de Smith, Stuart Mill, y Popper a Hayek y Friedman–, se muestre como adalid de una élite cultural que, en términos políticos, le resultaría inadmisible: un mandato de sabios, semejante al de La República, resulta más propio de un universo totalitario como el de Platón que del orbe de un demócrata… En la civilización del espectáculo, Vargas Llosa acierta en diagnosticar el final de una era: la de los intelectuales como él (Volpi 2012). Podríamos decir que en este libro aparece entonces una nostalgia autoritaria por restaurar aquello que los psicoanalistas contemporáneos han llamado el nombre del padre. Sus ideas parecen extrañar un tiempo en el que las jerarquías estaban bien definidas y ordenaban el mundo de arriba para abajo. Pero sucede algo más aún: lo más curioso (y lo realmente preocupante) es que Vargas Llosa parece echarle la culpa de toda la banalidad existente a la propia democracia que, en las páginas de La civilización del espectáculo, termina siendo la responsable de que las cosas ya no estén en su lugar. Por eso, afirma casi desesperado: “Hoy vivimos en un mundo en el que, paradójicamente, como ya no hay manera de saber qué cosa es cultura, todo lo es y nada lo es” (Vargas Llosa 2012: 69). Dicho de otra manera: lejos de entender que la democratización social consiste, justamente, en que las cosas siempre se “salgan de su lugar” (vale decir, que unos no quieran seguir ocupando el lugar que se les ha asignado, que los pobres no quieran seguir siendo pobres, que la producción cultural de un sector sea conocida por el otro), Vargas Llosa interpreta aquello como la causa misma de la enfermedad contemporánea. De manera increíble, termina por sostener que “la civilización 210 / Intervenciones en estudios culturales Víctor Vich del espectáculo no está relacionada con el mercado, más bien con el empeño de democratizar la cultura y ponerla al alcance de todo el mundo” (Vargas Llosa 2012: 125). Pero, en realidad, una afirmación como esta ya no debe de llamarnos tanto la atención porque hoy la propia teoría cultural nos ha enseñado que si nuestra época es una del declive paterno, “es también aquella en la que el que padre retorna como venganza” (Ubilluz 2012: 16). Es decir, hoy vivimos una época en la cual la restauración autoritaria resurge como una alternativa permanente. Se afirma que las cosas deben volver al orden asignado y por eso se censura la pérdida de fronteras y disgusta el carácter híbrido y desterritorializado de la escena contemporánea. El autor propone entonces que deberíamos regresar a la “unidad” anterior y no tiene reparos en afirmar lo siguiente: „la corrección política ha terminado por convencernos de que es arrogante, dogmático, colonialista y hasta racista hablar de culturas superiores e inferiores” (Vargas Llosa 2012: 46). Plantear las cosas así es un poco tosco, por decir lo menos. Más bien, la teoría contemporánea ha venido sosteniendo que dicho debate debería partir, al menos, de tres puntos consensuales. El primero afirma que el hecho de hablar de culturas “superiores” solo ha significado mayor opresión y violencia en la historia de la humanidad. El segundo sostiene que no existen culturas “puras” pues todas ellas se han constituido a partir de intercambios de todo tipo. Y el tercero afirma que la principal función del pensamiento y de la filosofía consiste en ser muy consciente de la determinación del tiempo en el que se está inscrito, vale decir, del limitado ángulo de visión que el pensamiento siempre tiene. Por eso, más que jerarquizar a las culturas en una línea de tiempo como si la crítica cultural fuera una carrera de caballos, hoy hacemos mejor si afirmamos que “lo universal debe estar abierto a lo particular y que, bajo su presión, debe estar siempre sujeto a su revisión permanente” (Chakrabarty 2009: 43). Lo universal, en efecto, nunca es un concepto fijo, ni estático ni menos aún configurado a priori. Pero más allá de este desencantado diagnóstico de la cultura contemporánea, tampoco es cierto que todo se haya vuelto un simple espectáculo y una pura frivolidad. No todo son imágenes banales o estrategias comunicacionales interesadas. En la actualidad, siguen existiendo innumerables luchas sociales por democratizar la sociedad y existe un arte que no ha dado su brazo a torcer y que sigue posicionándose como la mala conciencia de la época. Se trata de artistas que continúan insistiendo en hacer visible lo que el poder vuelve invisible y en denunciar aquello que es urgente denunciar. Intervenciones en estudios culturales / 211 Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) Vargas Llosa le presta poca importancia a aquello y más bien defiende a las religiones como el lugar de construcción de una ética nueva en un mundo sin duda bastante vaciado de contenidos. Sostiene que la “alta cultura” ha perdido capacidad de impacto y que solo las religiones ofrecen un lugar de refugio y de construcción de una nueva ética. Observemos este párrafo: La única manera como la mayoría de seres humanos entiende y practica una ética es a través de la religión. Solo pequeñas minorías se emancipan de la religión reemplazando con la cultura el vacío que ella deja en sus vidas: la filosofía, la ciencia, la literatura y las artes. Pero la cultura que puede cumplir esa función es la alta cultura, que afronta los problemas y nos los escabulle, que intenta dar respuestas serias y no lúdicas a los grandes enigmas, interrogaciones y conflictos de que está rodeada la existencia humana (Vargas Llosa 2012: 43). Más allá de que este párrafo entienda que salir de la religión implica una superación, y más allá de que uno se pregunte qué entiende por “afrontar los problemas sin escabullirlos”, lo cierto es que hay muchos otros caminos, y no solo el de las religiones para restaurar contenidos en el mundo. Sostengo que las políticas culturales son uno de ellos, vale decir, que una intensa gestión de la cultura (una democratización de su producción y de su consumo) podría contribuir a formar nuevos ciudadanos y a intentar transformar el presente. En el mundo contemporáneo, las políticas culturales deben ser entendidas como una alternativa a los fundamentalismos religiosos, pero también ante la aceptación del capitalismo como el fin de la historia y ante la consecuente reducción de los problemas políticos como una simple cuestión de “valores”. Las políticas culturales sirven, no como dispositivos de gubernamentalidad y de control social, sino como un instrumento para construir una ciudadanía más crítica del mundo y de sí misma. Debemos volver a las definiciones básicas: la cultura refiere tanto a los vínculos humanos (a las diferentes “formas de vida”) como a un conjunto de objetos, a los que se les ha asignado mucho valor, que siempre están resignificando la experiencia del mundo. Desde la primera definición, las políticas culturales deben proponer otras maneras de relacionarnos con la realidad. Deben producir un disenso, un desacuerdo con las lógicas hegemónicas y sostener que es posible organizar el mundo de otra manera. Sirven entonces para cambiar la ilusión 212 / Intervenciones en estudios culturales Víctor Vich ideológica que sostiene a la sociedad, para hacer visible aquello que el poder invisibiliza y para hacer notar el carácter puramente artificioso -interesadosobre el que se ha construido la sociedad. Las políticas culturales trabajan, en suma, -deben servir- para modificar el “reparto de lo sensible” (Ranciere 2009), identificando la forma en la que se entrelazan goces y símbolos, asentadas pulsiones y habitus o ideas cotidianas (Portocarrero 2004: 301). De hecho, los primero que debe hacer cualquier plan de políticas culturales es intentar describir cómo la cultura contemporánea ha llegado a ser como es y cómo se puede intervenir en ella para neutralizar los poderes que la constituyen como tal. Me explico mejor: las políticas culturales sostienen que la realidad nunca es algo fijo sino que la realidad es, siempre, lo que nos han dicho que es la realidad y que, por tanto, esa definición, vale decir, esa particular manera de vivir, no es la única y siempre puede (y debe) cambiarse. Las políticas culturales se presentan entonces como un lugar para cuestionar la construcción social de la realidad y, sobre todo, para intervenir en los antagonismos que la han constituido: la desigualdad, la discriminación, la injusticia. Ellas deben ocuparse de lo más difícil: el lazo social, los vínculos de las personas. Desde la segunda definición, las políticas culturales deben luchar por democratizar los bienes culturales y garantizar su producción, circulación y consumo en todos los sectores sociales. Los artistas crean gracias a su creatividad, es cierto, pero todos sabemos, que además necesitan de escuelas de formación, espacios públicos y de diversas leyes que los beneficien directamente (Canclini 2002: 71). En ese sentido, es objetivo de las políticas culturales insistir en que los productos y los servicios culturales no pueden ser tratados de la misma manera que otro tipo de objetos y que es urgente proponer alternativas más creativas para contrarrestar las desigualdades de acceso al mercado. Sin embargo, frente a estos puntos y como bien lo ha recordado Nelson Manrique (2012), Vargas Llosa rechazó, en un debate internacional, los proyectos de “excepción cultural” y se aferró a las posiciones fundamentalistas dictadas por el libre mercado. No tuvo razón, pues comprar un libro sigue siendo muy caro y, por ejemplo, ir al teatro es algo que solo puede permitírselo un sector muy reducido de la humanidad. Lo cierto es que el resultado histórico de la relación entre el Estado y la cultura ha sido el control y la propaganda, pero es igualmente sensato observar los crudos resultados que tiene el dejar los objetos culturales al puro movimiento del mercado. En todo caso, el trauma del pasado estalinista es tan fuerte que, en algunos liberales Intervenciones en estudios culturales / 213 Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) como Vargas Llosa, solo ha generado la idealización del lado opuesto. A pesar de sus análisis y sus desgarradas conclusiones, a pesar del grave diagnóstico que nos presenta, el autor hace todo lo posible por dejar al mercado con las manos limpias. Hoy sabemos, sin embargo, que los mercados culturales son controlados por muy pocas empresas que han concentrado casi todo el poder. La producción editorial y discográfica son un notable ejemplo de ello. Sabemos también que el cine de Hollywood se impone en la mayoría de carteleras del mundo acorralando sin piedad a las producciones locales. En el Perú por ejemplo, el 97% de la cartelera corresponde a este tipo de películas que se apropian de todas las salas. El cine europeo, el asiático y el propio cine latinoamericano solo puede verse en el Perú gracias a los circuitos piratas que Vargas Llosa (que tiene la suerte de poder viajar por todo el mundo) se resiste a consumir. El Estado, entonces, no es el único causante de todos los males. Lo cierto es que el mercado tiene también un impacto feroz en la cultura contemporánea y es responsable de muchos de los problemas que este libro critica y que hace bien en criticar. Las políticas culturales entonces deben entenderse como instrumentos que sirven (que deberían servir) para neutralizar tal situación y para hacer notar cómo el inconsciente del capitalismo es monopólico y cómo el mercado no garantiza ninguna pluralidad. En suma, en este libro, Vargas Llosa, parece no ser muy consciente de haber construido su posición sobre una analogía riesgosa y ciertamente equivocada. Aquella que equipara “libertad” con “capitalismo”. Hoy, por el contrario, hay que afirmar que son cosas diferentes. Y hay que afirmar también, con coraje, que nunca somos completamente libres. Una lectura de Freud y de Foucault y, más aún, un simple vistazo a nuestra experiencia cotidiana, demuestra que siempre nos encontramos insertos en estructuras de poder que nos obligan a pensar y a actuar de una determinada manera. Los seres humanos, en efecto, somos sujetos manipulables (y ciertamente manipuladores) que aspiramos a cambiar la historia pero en condiciones que no hemos elegido. A contracorriente de lo que piensan los liberales, la libertad individual, bajo el capitalismo, se encuentra hoy mucho más acorralada que antes. Žižek lo expuso así ante la manifestación de los indignados: Somos llamados socialistas, pero aquí solo hay socialismo para los ricos. Ellos dicen que no respetamos la propiedad privada, pero en el “crash” 214 / Intervenciones en estudios culturales Víctor Vich financiero de 2008 la propiedad privada que tanto nos costó conseguir, fue destruida con mucho más ferocidad como si todos los que estamos aquí estuviéramos destruyéndola día y noche durante semanas [….] Recuerde: el problema no es la codicia o la corrupción. El problema es el sistema. Tal vez tenemos que volver a establecer nuestras prioridades en orden aquí. No queremos un más alto nivel de vida. Queremos una mejor calidad de vida. El único objetivo en el que estamos los comunistas es en el cuidado de los bienes comunes. Los bienes comunes de la naturaleza, hoy privatizados por los bienes comunes de la propiedad intelectual. Biogenética de los bienes comunes. Para ello, y solo por eso, debemos luchar … En la China de hoy, tenemos el capitalismo, que es aún más dinámico que el capitalismo estadounidense, pero que ya no necesita de la democracia. Ello significa que cuando usted critique al capitalismo, no debe permitir ser objeto de ese chantaje que afirma que usted está en contra de la democracia. En el mundo actual, el matrimonio entre democracia y capitalismo ha terminado. Hoy, en efecto, el capitalismo es un sistema autoritario que se mueve al margen de toda consideración y que manipula las leyes a su antojo. Es un poder (una “estructura sin sujeto”, dirían algunos) que se expande sin límites y que no acepta controles ni reglas que lo limiten. Hoy es de notar que el capitalismo ya no tiene, ni quiere tener, un exterior. Se viene apropiando de todo. No solo es capaz de comprar las reservas naturales que encuentra a su paso, sino que además compra también, y con suma arrogancia, los secretos de la vida privada. Y los vende en la televisión y en los periódicos. Lo cierto es que hoy nada detiene a un sistema que ya no tiene tiempo de discutir cómo organizar la producción material (qué producir con prioridad, qué dejar de lado) y cómo distribuir la riqueza en un mundo cada vez más desigual y con graves problemas ecológicos. Las políticas culturales tienen ahí una función que cumplir: son las encargadas de desidentificarse con el presente, de promover la descolonización, de recuperar el sentido del pasado y de cartografiar nuevos sentidos en la vida social. Promovidas desde la sociedad civil y desde el Estado, su objetivo radica en el intento por modificar los hábitos asentados, las costumbres adquiridas, las prácticas que no se cuestionan bajo la premisa que lo simbólico y el arte sí tienen Intervenciones en estudios culturales / 215 Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) la capacidad de contribuir a fundar algo nuevo. Las políticas culturales son un conjunto articulado de iniciativas públicas que intentan construir rieles inéditos para los tiempos que vienen: ellas deben constituirse como un lugar de disenso ante lo existente y por tanto de emergencia de lo nuevo. En suma, hay que concluir afirmando que La civilización del espectáculo tiene entonces una base material y que ella no debe ser entendida como la manifestación de un azaroso cambio en los “valores”. No. Este conjunto de cambios que Vargas Llosa explica tienen una razón de ser y, como lo apuntó Debord, uno de los lugares donde podemos encontrar alguna respuesta (no la única, sin duda) reside en las lógicas, cada vez más totalizantes, del movimiento del capital. La cultura contemporánea corresponde a una formación social específica, la del capitalismo, que se sostiene mediante fantasías y mediante una nueva dinámica de acumulación. Pongamos un último ejemplo: éste es un libro de Vargas Llosa, pero lo cierto es que, como objeto, se trata también de una mercancía. Es decir, se trata de un producto que se vende en librerías, que no es accesible para todos, que ha sido publicado por una empresa que contrata trabajadores, que ha establecido ciertas condiciones laborales y que funciona anteponiendo sus propios intereses. En este caso, se trata de una editorial que controla buena parte del mercado de libros de habla hispana y que, en el Perú, fue sometida a graves cuestionamientos (políticos y éticos) por la forma en la que comercia con los textos escolares. Todo el desarrollo de las políticas culturales contemporáneas apunta hoy, por el contrario, a la necesidad de fomentar industrias culturales más responsables y mucho más comprometidas con el bien común. Las políticas culturales “ya no tratan entonces de la identidad nacional, sino de las identidades, que a su vez están vinculadas al sector productivo y a la legislación respecto de la democratización de bienes y servicios a escala nacional e internacional” (Yúdice 2009: 219). En suma, si hoy la lógica del consumo y del mercado han colonizado la vida colectiva, si hoy el Estado no es más un agente que garantice lo público y se nos dice que solamente debemos representarlos como un “ogro filantrópico”, si hoy la política se ha convertido en una pura gestión técnica ante una realidad que ya no quiere discutirse, si hoy, en suma y al notable decir de Huidobro, las horas han perdido su reloj, las políticas culturales deben ayudar a recuperar la política y el sentido de lo político, vale decir, deben constituirse como aquellos dispositivos encargados de volver a plantear, a gran escala, los grandes temas de la vida colectiva: qué tipo de sociedad queremos y qué futuro nos espera si continuamos por este rumbo. 216 / Intervenciones en estudios culturales Víctor Vich Como artista Vargas Llosa siempre ha optado por el valor de la imaginación, vale decir, por la capacidad infinita de pensar y proponer cosas nuevas, pero como ideólogo se dedica hoy, con un fanatismo digno de cualquier personaje de sus propias novelas, a calificar al mercado libre como algo “insuperable” (Vargas Llosa 2012: 180). En su visión, hemos llegado entonces al final de la historia, al fin de la imaginación y de la capacidad de proponer cosas nuevas. O, quizá, es mucho peor aún: hoy nos estamos enfrentando ante un nuevo totalitarismo que viene investido bajo el discurso de la libertad y de la “sociedad abierta”. ¿Se apresuró Vargas Llosa en publicar un libro así? No lo sabemos, pero lo que sí podemos reconocer es que Vargas Llosa sigue siendo uno de los ejemplos más notables de lo que se ha llamado un “intelectual comprometido”. A diferencia de muchos otros, Vargas Llosa no tiene miedo de contradecirse, de opinar, de ensuciarse las manos y de combinar su notable trabajo artístico con el de un ciudadano siempre preocupado por el devenir social. El valor de la justicia, de la solidaridad y de aquellos grandes ideales que con mucha pasión él continúa reclamando no son, sin duda alguna, alimentados por el sistema económico y por el tipo de sociedad que él mismo ha venido defendido en las últimas décadas. Muchos, en mi generación, hemos aprendido cosas muy valiosas del trabajo de Vargas Llosa. Pero, felizmente, también hemos aprendido otras cosas. Una de ellas, por ejemplo, consiste en interrogar críticamente a la melancolía. Heidegger, por ejemplo, nos explicó que el mundo siempre se nos ofrece de una determinada manera y que solo desde esa manera podemos hacer algo con él. Hoy -para bien y para mal- el mundo es el capitalismo. Un nuevo imperativo se hace entonces necesario. ¿Qué podemos hacer? Aunque Vargas Llosa esté en desacuerdo, la única respuesta posible radica en intentar transformarlo. Referencias citadas Baudrillard, Jean. 2007. Cultura y simulacro. Barcelona: Kairós. Chakrabarty, Dipesh. 2009. El humanismo en la era de la globalización. Barcelona: Katz, Debord. Guy. [1967] 2010. La sociedad del espectáculo. Pre-textos. García Canclini, Néstor. 1982. Las culturas populares en el capitalismo. La Habana: Casa de las Américas. Jameson, Fredric. 1991. Conversación con Fredric Jameson. Entrevista realizada por Horacio Machín. Nuevo Texto Crítico (7): 3-18. Intervenciones en estudios culturales / 217 Políticas culturales para la sociedad del espectáculo (una respuesta a Vargas Llosa) Lipovetsky, Gilles. 2002. La era del vacío. Ensayo sobre el individualismo contemporáneo. Barcelona: Anagrama. Manrique, Nelson. 2012. “El espectáculo de la civilización”. I y II. En: La Republica. 3 de Junio y 14 de agosto. Marx, Karl. 1971. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. Borrador 1857-1858. Volumen 1. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Portocarrero, Gonzalo. 2004. “Hacia la (re)construcción de un concepto de cultura y de crítica cultural. En: Rostros Criollos del Mal. Cultura y transgresión en la sociedad peruana. Lima: Red para el desarrollo de las ciencias sociales. Ranciere, Jacques. 2009. El reparto de lo sensible. Estética y política. Santiago de Chile: Lom. Vargas Llosa. 2012. La civilización del espectáculo. Madrid: Alfaguara. Volpi, Jorge. 2012. “El último de los Mohicanos”. En: El País. 27 de abril. Yúdice, George. 2009. “Política cultural”. En: Mónica Szurmuk y Robert Mckee (eds.), Diccionario de estudios culturales latinoamericanos. México: Siglo XXI Editores. Žižek, Slavoj. 1999. El sublime objeto de la ideología. México: Siglo XXI Editores. 218 / Intervenciones en estudios culturales Stuart Hall Intervenciones en estudios culturales / 219 Raza: el significante flotante Red de Postgrados en Estudios y Políticas Culturales - CLACSO Grupo de investigación en Estudios Culturales Ponti�icia Universidad Javeriana 220 / Intervenciones en estudios culturales