Josep Lluís Argemí Josep Lluís Argemí NUEVO CICLO (EL CAMBIO POSIBLE) NUEVO CICLO (EL CAMBIO POSIBLE) A mi muje Amp y mis hijos Jordi y Marc por su pacie apoy sopo y conf Sin ellos no hubi podi escri este libro “Dad un punt de apoy y mov el mun (Arq índice 1. Prólogo 2. Introducción 3. Antecedentes. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? 4. Los gobiernos, los partidos políticos y las Administraciones Públicas 5. La economía y el empleo 6. La educación, la enseñanza y la cultura 7. El Estado del bienestar (vivienda, sanidad, dependencia) 8. Europa y el Mundo 9. ¿Cómo hacerlo? 1. Prólogo Antes de publicar este libro, lo hice llegar a un grupo de personas conocidas, de diversos estamentos y situaciones sociales, profesionales y económicas (personas en paro, jóvenes, técnicas, sindicalistas, emprendedoras, jubiladas, etc.) al efecto de conocer sus opiniones. Posteriormente nos reunimos en un café / debate para que todos expresaran de forma sincera su visión del libro. No debo decir, que las opiniones fueron muy dispares y, sin entrar en las propuestas concretas, que podrían crear una mayor dispersión en el debate, la visión general coincidía en un hecho común, les había obligado a pensar y debatir dentro de ellos y con el contenido, este era uno de mis objetivos cuando empecé a escribir el libro. Asimismo, con buen criterio se me aconsejó de una forma mayoritaria, que enmarcara el objetivo del libro, el por qué y las razones del mismo. Como consecuencia de ello nace este prólogo. También debo manifestar que algunas de las personas me tacharon de “un poco iluso”, para ser “benévolo”, no me molesta porque creo que sin ilusión, entre otros valores, no será posible llevar a término el cambio que hoy necesita nuestra sociedad. Cambio necesario, imprescindible y urgente, cuando estamos en riesgo de sobrevivir a la crisis, con una salida que nos conduce a un modelo de sociedad muy lejano del que aspiramos y por el que muchas mujeres y hombres en los últimos siglos han luchado, incluso entregado su vida y que ahora podemos perder o retroceder de forma muy significativa. Volvamos al principio. ¿Por qué he escrito este libro? En principio por una necesidad vital de expresar mis sentimientos, mis pensamientos y en base a un análisis de la situación, elaborar un diagnóstico acompañado de propuestas concretas (viables, reales y posibles), no quiero esperar más, siento necesidad vital de rebelarme y utilizo la palabra como elemento de rebelión frente a la situación actual. En segundo lugar quiero provocar en el lector el debate, la confrontación con sus ideas, sus pensamientos, sus ideologías, remover el fondo de la persona para provocar la reacción, ya sea de aprobación o de rechazo, pero conseguir que razonemos unos momentos sobre la situación y nos planteemos de forma sincera ¿Qué estamos haciendo para mejorar las cosas? En tercer lugar quiero confrontar y rechazar diversas posiciones que existen en estos mementos en nuestra sociedad. Desde el inmovilismo, pasando por los que teóricamente proponen soluciones que solo son maquillajes y llegando a aquellos que aprovechan la situación para elaborar unas propuestas generalistas (bajo grandes titulares y frases que suenan muy bien), pero que detrás de las mismas no existen propuestas viables y concretas, salvo aquellas que nos conducen a otros modelos de sociedad, que ya se ha demostrado en la historia reciente que son un auténtico fracaso, Vaya por delante que los procesos de colectivización, revoluciones bolivarianas, lerrouxistas, etc. no me interesan y no creo que aporten ninguna solución a los problemas reales de los ciudadanos tanto los de hoy como los futuros. En cuarto lugar transmitir una idea, concepto o motivación. Existen cuatro formas de afrontar la situación actual, la primera es no hacer nada significativo (situación general actual refrendada con las propuestas políticas de los gobiernos) y dejar que los poderes económicos y tecnológicos dominen las sociedades, conduciéndonos a una sociedad con una pérdida importante de derechos y de capacidad de mantener un nivel de calidad de vida digno al que tienen derecho, sin exclusión alguna, todos los ciudadanos. La segunda es la guerra, que por muchas circunstancias rechazo frontalmente, considero que no hay razón alguna que justifique la matanza entre las personas. La tercera es la revolución, sangrienta o no, que en algunos momentos de la historia ha dados sus frutos, aunque deberíamos revisar que ha pasado cincuenta años después de la revolución, pero que hoy en un mundo globalizado no tiene sentido alguno a excepción de queramos convertirnos en un país o en una sociedad aislada. La cuarta, por la que me inclino y es la base del presente libro, es la transformación desde dentro del sistema, para ello son necesarias las personas de forma mayoritaria y yo sigo creyendo en la capacidad de la ciudadanía para cambiar las cosas. La transformación que necesitamos es radical, pero no debemos romper con los conceptos, derechos y deberes que habíamos acordado darnos para construir una sociedad de las personas. Son las personas, teniendo presente las actuaciones y decisiones que condicionan su vida y las que le proporcionan el bienestar, en su sentido más amplio (educación, sanidad, empleo, vivienda, dependencia, etc.) las que han centrado todas las propuestas de este libro. No hay nada más importante en una sociedad, ni el déficit, ni la deuda pública, ni los organismos internacionales, etc., que el deber de promover las acciones y crear los mecanismos necesarios para la calidad de vida digna, a la que tiene derecho todos los ciudadanos y que hemos proclamado como el eje de nuestra sociedad. Para mí esta es una línea roja que no se puede cruzar y el lector observará en el libro que todas las reflexiones y propuestas van en este sentido. Cuando me refiero a una transformación radical estoy expresando un deseo, un ilusión, un pensamiento pero también la necesidad de una acción, que debe partir de todos los ciudadanos, como indico en el último capítulo : “Cada vez que un hombre se levanta para salir en defensa de un ideal, o hace algo en favor del bienestar de los demás, o descarga un golpe contra la injustica, emite algo así como una pequeñísima onda de esperanza, y todas estas ondas juntas, procedentes de millones de diferentes puntos, engendradas en la energía y la bravura, se combinan para formar una corriente capaz de derribar las más potentes murallas que levanta la opresión y la resistencia”. Estimado lector, puede estar de acuerdo o no, en muchas o pocas de las propuestas que irá encontrando en el libro y resumidas en el último capítulo, pero le pido que piense y debata consigo mismo qué está haciendo para cambiar la situación, para revertir el camino que nos proponen. Como podemos aceptar, por ejemplo, que modifiquemos nuestra Constitución y que consideremos prioritario el pago de la deuda o la reducción del déficit antes de impedir que incremente la pobreza infantil, que las personas dependientes no tengan atención, que tengamos la cifra de paro que tenemos, que las personas no puedan acceder a una vivienda, etc., esto lo aprobaron las Cortes en dos semanas. Pero ¿qué estamos haciendo y soportando? Reitero estimado lector, que con independencia de estar “nada, poco, algo o mucho” de acuerdo con lo que le invito a leer a continuación, piense que ahora no nos podemos quedar inmóviles, que ahora hemos de actuar, de la mejor forma, de forma posible, de forma efectiva, de forma viable, rechazando el inmovilismo, la manipulación y el poder de la forma en que actúa. En el libro se habla mucho de los derechos de las personas, de cómo reconducir la situación actual, no hay una pócima milagrosa, hay un conjunto de muchas actuaciones que de forma mancomunada provocan el cambio posible que se necesita, pero para que ello sea posible necesitamos generar una acción mayoritaria, pacífica, legal, agrupada, eficaz, fundamentada y visible en la sociedad. Tenemos los instrumentos necesarios, solo debemos ejecutarlos, pero para ello hacen falta muchas manos y recordar que hablamos de los derechos, pero que muchas veces, y este es un momento, debemos llevar a término nuestros deberes. Quiero invitarle a que contraste, rechace, acepte, modifique todo lo que detallo a continuación, pero por encima de todo quiero pedirle que no se quede en casa, que ejercite su deber de luchar por una sociedad a la aspiramos y tenemos derecho todas las ciudadanas y ciudadanos. Qué lo haga por sus convicciones, por las personas que antes lucharon por nosotros y, también, por el futuro de las nuevas generaciones (no podemos permitirnos perder una o dos generaciones, como está en riego de suceder actualmente) Anímese, no está sólo, somos muchos los que queremos el cambio, debemos buscar lo que nos une en un objetivo común: una sociedad de y para las personas, con generación de riqueza, con esfuerzo, con trabajo, con investigación, con bienestar, con calidad de vida, con emprendedores fuertes, con debate, con confrontación de ideas para mejorar, etc. Si Vd., yo y muchos más, nos ponemos en marcha, sin buscar protagonismos, pero de forma decidida seguro que iniciaremos el cambio posible hacia un nuevo ciclo. 2. Introducción Hace tiempo, quizás más de un año que siento la necesidad de expresar mis pensamientos y poder exponerlos a la libre consideración de las ciudadanas y ciudadanos, que tengan a bien, hacer el esfuerzo de leerlos. Quiero advertir al lector que no soy un experto en filología, ni en sociología,, ni un escritor consumado, ni un periodista experto, ni un investigador profundo de las causas sociales, soy una persona normal como la inmensa mayoría de ciudadanos que siente la necesidad de expresar lo que piensa con un lenguaje normal y habitual que se utiliza en el quehacer diario de las personas, tan sólo un ciudadano de los llamados de “a pie”, uno más de los que sufren la situación actual, si bien no sería capaz de considerarme como un indignado o decepcionado o triste o desesperanzado o una mezcla de todos los adjetivos o simplemente cabreado con la situación. Me molesta la prepotencia, indiferencia, la manipulación, soberbia, la incompetencia, la la el desprecio, el mirar por encima del hombro, el clasismo social, etc., en definitiva, creo que soy una persona normal que desea poder trabajar, esforzarse, crear una familia y mantenerla, tener unos amigos con quién poder disfrutar de los pequeños (pero muy importantes) momentos, poder aportar mi conocimiento y mi esfuerzo en mejorar la sociedad, compartir el dolor con los más próximos y poder llegar al final de cada día con la satisfacción de haber hecho alguna pequeña cosa que sirva para progresar nuestra sociedad. Desde hace mucho tiempo mi cabeza no para de dar vueltas alrededor de la estupidez humana, de la capacidad de autodestrucción que tenemos, del conformismo instalado en la sociedad. Es cierto que nos dicen y asumimos, siendo en parte real, que la sociedad ha avanzado muchísimo en el Siglo XX y lo que llevamos del XXI, pero ¿hacia dónde? Me pregunto si podemos estar tranquilos en el sofá de nuestra casa, considerándonos seres humanos, cuando vemos la gente que no tiene trabajo, la gente que no llega a final de mes, la pobreza existente en muchos lugares del mundo y que afecta a una tercera parte de la población y la esperanza de vida que en muchos lugares no llega a los 50 años. Asimismo asistimos impasibles a continuos fracasos de organizaciones mundiales (ONU, etc.) en encontrar soluciones a los las UE, los problemas reales que nos afectan, las crisis, las guerras, los conflictos étnicos, la miseria, la esclavitud, las redes de trata de personas, la drogadicción, el medio ambiente, el clima y podríamos seguir enumerando y ampliando la lista hasta límites difíciles de imaginar. Mientras primen los intereses particulares de unos sobre los reales de todos, el avance no será posible. Vaya por delante que mis convicciones personales se basan en la libertad de las personas, en el respeto de todos sus derechos, en una forma de organizarnos democráticamente, en donde el poder radica en los ciudadanos y no en los Estados, que deben estar gobernados por aquellos representantes elegidos en sufragio universal para desarrollar las políticas necesarias que responden a los intereses generales de los ciudadanos y no a los intereses de un reducido núcleo de personas, que controlan los mecanismos (partidos políticos), que son necesarios, pero que deben volver a estar al lado los ciudadanos y no a darles espalda y sólo pensar en el titular mañana de los medios comunicación. de la de de Creo firmemente en una economía de mercado, en un sistema que prime el esfuerzo, el sacrificio y la investigación, pero que sea capaz de redistribuir la riqueza, garantizar la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos del mundo y ser capaz de garantizar la cohesión educativa, sanitaria, social, territorial y económica. Supongo que estaremos de acuerdo, pero también en que estamos muy lejos de haber conseguido estos objetivos. Esta situación me provoca una mayor indignación, ya que tenemos los mecanismos, las infraestructuras, el conocimiento, las tecnologías, las organizaciones y el modelo para poder conseguirlo y solo los egoísmos, las incapacidades, la avaricia, etc., están impidiendo que se pueda construir ese mundo nuevo que la inmensa mayoría de ciudadanos del planeta desea y espera. Crecí y fui educado en el seno de una sociedad que tiene sus raíces y creencias basadas en el cristianismo, lo que queramos o no influye en mi pensamiento. No me siento confesional practicante de religión alguna, si bien creo en Dios y en que debe existir un más allá, cuando terminemos nuestro paso por esta vida. Acepto, respeto y creo que nos debe enriquecer, todo tipo de creencias, religiones y pensamientos siempre que no sean fundamentalistas y que respeten el derecho a la vida, el libre pensamiento y la voluntad de los seres humanos. En el mundo actual coexisten una serie de creencias y religiones diversas, que deberíamos ser capaces de respetar y hacer crecer nuestra amplitud de miras con el conocimiento y respeto entre todos. Sin embargo, a menudo se utilizan estas creencias como armas arrojadizas de los unos contra los otros, como elementos de intolerancia y falta de respeto a los más elementales derechos de las personas. A veces pienso que tenemos una sociedad avanzada en las formas y las materias, pero que a nivel conceptual volvemos a la Edad Media, la época de las cruzadas y la inquisición, pero en sentido inverso. Debemos desterrar todos aquellos dirigentes y pensadores que basan su actuación o filosofía en negar el derecho a pensar y vivir al resto de personas que no comulgan con su pensamiento y, también, expulsar a todos aquellos que en aras a una confesión y utilizando la pobreza confunden y manipulan a unos ciudadanos en contra de otros, mientras ellos conservan su poder y sus prebendas. Yo quiero rebelarme contra el conformismo, la impasibilidad, la sumisión, la aceptación como real de una situación, que si queremos, podemos cambiar y lo podemos y debemos hacer desde una forma pacífica, democrática, porque, como decía antes, tenemos los instrumentos en nuestras manos y debemos creernos que el poder, si se actúa, radica única y exclusivamente en los ciudadanos y su capacidad y derecho a decidir. No es un proceso de cambiar estructuras, de definir nuevos organismos, de cambiar el sistema democrático, de controlar los medios de comunicación, pero sí de utilizarlos por parte de todos para conseguir los objetivos por los que fueron creados y esto sólo depende de nosotros, de nadie más y frente al poder de los ciudadanos, si desean ejercitarlo realmente, nadie tiene capacidad de oponerse. Nací en una familia trabajadora del centro de Barcelona, mi padre trabajaba de lunes a domingo y solo coincidía con él, algunos días a cenar y los domingos a comer y poder ir al fútbol con él, gracias a que en su trabajo, remendador de zapatos, tenía un cliente (jefazo de la Federación de Fútbol), que le regalaba unos pases de libre circulación por el campo. Como con sus ingresos no llegaban a fin de mes, mi madre se dedicaba a coser vestidos y repararlos en casa, se quedó ciega a los 55 años. Vivíamos en un cuarto piso con entresuelo y principal, lo que equivalía a un sexto, evidentemente sin ascensor, con mis abuelos, mis padres, mi hermana y yo en un espacio de 65 m2. Recuerdo que la primera ducha entró en casa cuando tenía 8 años y la primera televisión se compró en el año 1966 cuando aprobé el bachillerato. Cursé mis estudios iniciales en el colegio religioso del barrio, tenía que sacar una nota media superior a 9 para poder continuar estudiando en el colegio, ya que de esta forma tenía derecho a una beca, en caso contrario mis padres no podían pagar el colegio. Íbamos, cuando económicamente se podía al cine de barrio, NO-DO más dos películas, era toda una fiesta. Participé en los movimientos predemocráticos de Catalunya y España, estudié en la Universidad, inicié diversas carreras, pero no terminé ninguna, me he dedicado desde los 18 años a la Tecnología (informática) y en los últimos años a la consultoría, creé mi propia empresa, la vendí a una multinacional, continué con una nueva, pequeña, sufro la crisis, la falta de crédito, he tenido de mi pequeña empresa, pero quiero seguir emprendiendo y esforzándome a mis 63 años para mi futuro y el de mi familia. En el camino he formado parte de un partido político, he asumido responsabilidades, he conocido su funcionamiento interno, he obtenido alegrías, reconocimientos y sinsabores, pero no me sentí en condiciones de seguir aceptando o asumiendo responsabilidades, prioricé el trabajo personal y el futuro de mi familia, que todavía no he resuelto, y pasé a una sistema de militancia pasiva. No me arrepiento del camino desarrollado, seguro que ahora veo cosas que si entonces las hubiese visto no hubiera actuado de la misma forma, pero no vale arrepentirse y mirar atrás, lo pasado forma parte de nosotros y lo hemos de asumir, lo importante es el presente y el futuro, la experiencia nos ha de permitir no cometer los mismos errores, pero cometeremos de otros. Estoy felizmente casado desde hace 39 años con Amparo y tenemos dos hijos varones de 28 y 23 años, con los problemas habituales de una familia normal de clase media de mi país, la hipoteca que no pude pagar, el trabajo, el futuro de mis hijos, sus estudios, etc. Me considero un prototipo estándar de mi generación, sin excelencias, pero sin grandes deficiencias, seguramente más de las que quisiera. Al principio de esta crisis, que explota en el año 2008, aunque su larva inicial viene de más lejos, creía que sería como una más de las que me ha tocado vivir (1979-1983) (1992-1994), etc., es decir, que deberíamos ajustarnos el cinturón un pequeño período de tiempo, que se aprovecharía para hacer una limpieza natural del mercado, que se mejorarían algunas cosas (no muchas) y que, por causa no conocidas de forma científica y fehaciente, un buen día empezarían a escampar los malos vientos y augurios, volvería a salir el sol, volveríamos a sonreír, tendríamos (o nos venderían) dosis de confianza, todo habría pasado y empezaríamos un nuevo período de crecimiento. Soy consciente, que muchos de nuestros actuales dirigentes políticos todavía piensan que las cosas volverán a ser como antes, de la misma forma que en las anteriores crisis, pero me da la impresión, cada día más, que esta vez las cosas no van por esos derroteros. La capacidad de absorción del crecimiento por el crecimiento no es infinita, tiene sus límites. La capacidad de crecimiento basado en la especulación financiera e inmobiliaria no es infinita tiene sus límites. La capacidad para satisfacer, en exceso, las teóricas necesidades de todos los ciudadanos, provocando un endeudamiento insostenible, tiene sus límites. En un momento dado, que luego analizaremos, nos vendieron la idea de que todos podríamos tener de todo, que no deberíamos preocuparnos por nuestro futuro, que los estados garantizaban el estado del bienestar, más allá de nuestras posibilidades, que todos podríamos estudiar en las Universidades, que todos tendríamos alta velocidad, aeropuertos al lado, asistencias muy próximas las 24 horas, créditos sin límite, que era más importante el conocimiento que el sacrificio y el esfuerzo, que si teníamos problemas allí estaría “papá Estado” para resolverlo, en conclusión la sociedad idílica de los derechos y de los poquísimos, muy pocos para no molestar, deberes. ¿Cuál fue nuestra desgracia o nuestro gran error? Que la inmensa mayoría nos lo creímos o simplemente nos dejamos llevar por la inercia, era muy difícil resistirse ya que todo indicaba que estábamos mejor, que íbamos mejor, que seríamos no sé cuál número de potencia mundial, etc., que superaríamos a otros países, que teníamos el mejor sistema sanitario, las mejores universidades y qué sé yo, era “maravilloso”. ¿Qué sucede cuando alargamos más el brazo que la manga, cuando gastamos más de lo que ingresamos, cuándo no podemos devolver las deudas? Que nos pegamos el gran castañazo. Esto es lo que nos ha pasado a nivel nacional, estatal y mundial, ya que al estar inmersos en una economía global (cómo alardeábamos de que el futuro era el mundo global), todos los parámetros están entrelazados y no se sabe dónde está el origen y el final de la cuerda. Más adelante, ya entraremos en analizar las recetas purgantes que nos están dando para sobrellevar la enfermedad de la crisis actual, pero en esta introducción sí que quiero entrar en el erróneo concepto que nos han vendido y que casi hemos comprado: “todos somos culpables” “todos gastamos más de lo debíamos” “todos nos endeudamos por encima de nuestras posibilidades”. Contra esto me rebelo, ya que para satisfacer los escrúpulos de los grandes beneficiados (los mercados, las instituciones financieras, los especuladores financieros e inmobiliarios) con el beneplácito de los gobernantes nos vendieron, por cierto de forma excelente, que nos adentráramos en ese círculo del consumismo sin informarnos de las consecuencias, sin disponer de la información necesaria y con un proceso de manipulación, que debería merecer el “Oscar” a la comunicación y el engaño. Fueron ellos con su avaricia quienes engañaron a la mayoría de ciudadanos con preferentes, hipotecas excesivas, precios abusivos de ladrillo, inversiones teóricas de alto beneficio (en letra pequeña, muy pequeña, “cuidado con el riesgo”). Yo quiero rebelarme contra el conformismo, la impasibilidad, la sumisión, la aceptación como real de una situación, que si queremos, podemos cambiar y lo podemos y debemos hacer desde una forma pacífica, democrática, porque, como decía antes, tenemos los instrumentos en nuestras manos y debemos creernos que el poder, si se actúa, radica única y exclusivamente en los ciudadanos y su capacidad y derecho a decidir. De todas formas ahora no vale la pena lamentarse, pero sí que no debemos olvidar, para nunca jamás volver a caer en la situación creada. A pesar de todo soy un optimista nato y creo que podemos, debemos y nos merecemos salir adelante. En los capítulos que se desarrollan a continuación voy a intentar exponer, de forma llana y clara, como creo que se puede salir de esta situación, sin pretender tener la ciencia infusa de la única razón, intentaré aportar con mi leal saber y mi capacidad de raciocinio y del conocimiento adquirido una fórmula real y posible de cambiar el curso y retomar un nuevo camino, que no se basa en un proceso revolucionario, ni en un cambio de los modelos democráticos, ni en un ajuste de cuentas. Se basa en los principios y modelos que nos hemos dado en el devenir de la historia como progreso, de la forma de organizarnos y de respeto a los derechos de las personas, pero ejerciendo el poder que tenemos los ciudadanos para cambiar las actitudes, las formas y los sistemas para que respondan a las auténticas necesidades de los ciudadanos que somos los verdaderos y únicos dueños de decidir nuestro futuro. Creo en un modelo basado en los principios de libertad, solidaridad, igualdad, de respeto a los derechos humanos (carta de las Naciones Unidas), de la democracia parlamentaria (con ajustes), del libre mercado (con ajustes), de la participación de los ciudadanos en las organizaciones gubernamentales y sus decisiones (con ajustes) y del estado del bienestar (con ajustes). Si utilizamos nuestro conocimiento e inteligencia, el actual modelo nos permite y nos concede el poder suficiente para exigir y realizar los cambios necesarios para corregir el rumbo y reconducir esta sociedad hacia una sociedad más justa, más libre, de mayor progreso y de mejor convivencia. No nos podemos permitir el hecho de que al finalizar esta crisis, como están intentando los poderes fácticos y reales, los cambios que se hayan producido nos lleven a una nueva sociedad con más ricos, con una disminución muy importante de la clase media y una gran mayoría en el umbral de la pobreza o por debajo de dicho umbral. La salida de esta crisis debe provocar un cambio substancial en la sociedad, convirtiéndola en más igualitaria, más justa, sin abusos, con esfuerzo y trabajo, generando riqueza y trabajo digno. 3. Antecedentes. ¿Cómoseha llegadohastaaquí? A lo largo de la historia de nuestra humanidad las crisis han aparecido de forma cíclica, han sido un fenómeno corriente si lo revisamos bajo un prisma histórico y desde la distancia. Las crisis se han originado por diferentes motivos, ya sea por agotamiento de un modelo de sociedad, por exprimir al máximo un modelo en beneficio de unos pocos y en contra de la mayoría, a causa de una catástrofe o epidemia o bien por el imperialismo de un pueblo para conquistar la riqueza o la posición estratégica (otra forma de riqueza) de otro pueblo por medio de la violencia. Habitualmente, con independencia de la causa y de su origen, mayoritariamente económica, todas las crisis han comportado una solución con formas violentas y de destrucción que han posibilitado la correspondiente recuperación posterior, pagando un alto coste en vidas humanas y acarreando, en muchos casos, la pérdida de soberanía de algunos pueblos. Algunos historiadores consideran este proceso como normal y autorregulador de la humanidad, me parece bien como tertulia en una terraza con un café o en un plató de televisión, pero bajo la conciencia humana, si encima te toca vivirlo en primera persona, me parece absolutamente deplorable. La historia está llena de revoluciones, conquistas, guerras civiles, guerras globales, etc. Casi todas tienen su origen en una crisis económica y en la concentración de la riqueza en unos pocos. La II Segunda Guerra Mundial tuvo su origen en la crisis económica de finales de los años 20 del siglo pasado, sin la crisis el nazismo no hubiera llegado al poder en Alemania, ni el fascismo en Italia. Ha sido la forma que la humanidad ha decidido para resolver sus crisis o conflictos hasta llegar a un momento, a mediados del siglo pasado (después de la II Guerra Mundial), en que la desenfrenada carrera armamentística de las potencias nos llevó a un escenario en el que la posible confrontación conllevaría la desaparición de la humanidad, por tanto la confrontación bélica dejaba de ser una solución. No creo que hayan cambiado demasiado las cosas en la actual crisis, respecto a la forma de actuar que se ha utilizado con anterioridad. En todo caso se ha substituido la violencia física por la violencia económica, se ha pasado de la sumisión por las armas a la sumisión por el dinero. No se ha perdido un ápice del hambre imperialista de algunos pueblos, aunque ahora se maquillen los gestos en base a teóricas uniones de estados, a convenios, a acuerdos comerciales, etc. La actual crisis tiene sus orígenes en la época del Gobierno Reagan en Estados Unidos, momento en que se agudiza de forma muy manifiesta el liberalismo económico que conduce a unos nuevos conceptos: el dominio de las finanzas, la deslocalización como forma de explotación del tercer mundo bajo el maquillaje de mejorar las cuentas de resultados e incrementar la competitividad, el cambio de valores aupando a la primera posición el valor del dinero. Se empieza a gestar una época en que todo gira en función de los datos económicos y el crecimiento exponencial de los mismos, todo es válido para obtener el mejor resultado. Esta situación, en su primera etapa genera un importante impulso económico, que se traslada a todas las capas sociales y provoca un incremento excepcional del consumo, lo que redunda en un incremento de la recaudación de los Gobiernos que conlleva la incorporación de las Administraciones Públicas al modelo consumista en forma de impulsar infraestructuras no necesarias, políticas que no están ligadas a la defensa de los intereses generales, incremento excepcional de los recursos humanos, etc. Al final del mandato del Presidente Reegan, en la misma época, se produce un factor que marcará el devenir de la sociedad mundial, la caída del muro de Berlín, hecho positivo en lo referente a la recuperación de la democracia y de los derechos humanos en una parte importante del mundo. Por el contrario es el momento esperado por los llamados mercados (fondos de inversión, especuladores financieros, inmobiliarios, etc.) para tomar el poder, era el paso que faltaba. Mientras en el mundo existían dos bloques, los poderes financieros debían congeniar, conveniar, concordar con los poderes políticos y de una forma u otra el poder político de los Estados regulaba, en parte, los mercados financieros. La necesaria reconstrucción y modernización de la Europa del Este conlleva un incremento de la producción industrial, de la construcción, de los flujos financieros que comporta un aumento substancial de beneficios en Occidente provocando un auge del consumo y en algunos países, como el sur de Europa, un crecimiento desmesurado del ladrillo y el turismo. Los poderes políticos se rinden a los beneficios de los mercados y quién no lo hubiera hecho, se nada en abundancia, los ingresos públicos crecen sin parar, los Gobiernos pueden lanzarse a una vorágine de construcción y de leyes que amplíen hasta límites máximos el Estado del Bienestar, es la época dorada 1995 – 2007. En definitiva, los Estados pierden su capacidad reguladora del sistema financiero y son los mercados quienes toman el poder. Utilizo mucho la palabra mercados, pero es para entendernos, cuando nos referimos a ellos estamos hablando de los fondos de inversión, los grandes bancos, los fondos de pensiones, los especuladores financieros, etc. Toda esta excelencia financiera impulsa a una competencia feroz de ganar más, cada día más y mañana mucho más. Pero las capacidades de absorción por la sociedad son las que son y en ningún caso son infinitas, más, teniendo en cuenta, que en este crecimiento se ha mantenido subyugado y extorsionado al tercer mundo como factoría de producción a bajo coste, pero sin actuar en un estado de reparto de riqueza que permita su avance y su incorporación a una sociedad moderna, en progreso. Creo que todos fuimos partícipes de esta situación, todos creíamos en el “gran dorado” o más bien nos hicieron creer, repito es cierto que todos participamos, pero rechazo de plano que todos fuéramos culpables, los principales culpables o digamos “responsables” fueron los que prepararon, incitaron e impulsaron el nuevo paradigma, con la complicidad responsable o ignorante de los poderes públicos. Me indigno cuando oigo a altos ejecutivos de grandes instituciones financieras manifestar que ellos no son los responsables de la crisis, se consideran unos perjudicados de la misma, consideran que ellos no hicieron nada más que seguir las propuestas y peticiones de los ciudadanos. La verdad me parece muy fuerte y hasta insultante a la inteligencia humana, un poco más de humildad, como veremos más adelante, no les iría nada mal. Como ya se ha explicado en diferentes versiones este proceso desencadenó en una grave crisis financiera, empezando por los bancos en Estados Unidos, en base a sus hipotecas subprime y a los productos tóxicos que invadieron el mercado, pero también en el ambicioso plan de algunas entidades financieras que fueron más allá de sus recursos y de su capacidad de endeudamiento para seguir la progresión exponencial de las inversiones y las promesas de beneficios cada vez más altos. La crisis de las hipotecas subprime es una crisis financiera, por desconfianza crediticia, que como un rumor creciente, se extiende inicialmente por los mercados financieros americanos y es la alarma que pone el punto de mira en las hipotecas basura europeas desde el verano del 2006 y se evidencia al verano siguiente con una crisis bursátil. Generalmente, se considera el detonante de la crisis financiera de 2008, de la crisis económica de 2008 y de la crisis de la Burbuja inmobiliaria en diversos países, entre ellos España. La crisis hipotecaria, hasta octubre de 2008), se saldó con numerosas quiebras financieras, nacionalizaciones bancarias, constantes intervenciones de los Bancos centrales de las principales economías desarrolladas, profundos descensos en las cotizaciones bursátiles y un deterioro de la economía global real, que provocó la entrada en recesión de algunas de las economías más industrializadas. Esta situación se generaliza en todos los países de la órbita occidental, provoca graves caídas en las bolsas y se extiende el temor de que el sistema está en riesgo, que se puede romper el equilibrio y que como consecuencia de ello entremos en el mayor de los infiernos. Se ha atacado de diversas formas la posible solución a la crisis financiera, pero todas han comportado la ayuda de los Estados en una gran operación intervencionista, es decir, la ayuda de los recursos de todos los ciudadanos, para salvar un sector, que se considera clave para el funcionamiento del sistema. Por otra parte se ha considerado esta medida intervencionista como peligrosa, tanto por sus consecuencias políticas como económicas, y que existían otros mecanismo distintos al rescate, ya que éste sólo resultaría en una pesada carga para los contribuyentes socializando las pérdidas de actores privados, y que en muchos casos era preferible la quiebra porque se sanearían los activos inservibles. Estas voces sostienen además, que el problema no es una falta de regulaciones, sino un exceso de malas regulaciones ¿Es verdad que si cae algún banco se puede arrastrar a la caída general del sistema?, En esta crisis hay diversos ejemplos que demuestran que aunque se generan graves problemas si el país es solvente se puede resistir, recodemos la quiebra espectacular de Lehman Brothers y otros, unos desaparecieron otros fueron absorbidos por otras entidades financieras, muchas veces no se garantizaron depósitos, etc. La consecuencia final ha sido que se ha entrado en una recesión global de la economía mundial y que al final todas las intervenciones de los Estados en aportar fondos públicos para evitar las nuevas quiebras han supuesto y supondrán una grave carga sobre quien al final paga la fiesta, es decir, los ciudadanos. Esta situación se agrava en aquellos países que habían concentrado su crecimiento en la economía de la construcción, que se ve gravemente afectada por la crisis. Este sector se había caracterizado por un crecimiento exponencial basado en el crédito y la especulación del suelo y de golpe se frena en seco por dos factores. Por un lado la falta de compradores por el efecto de la crisis y de la caída de los recursos financieros y por otra el cierre del crédito por parte de las entidades financieras, la mayoría entra en pérdidas o necesita fondos estatales para poder funcionamiento. continuar su La consecuencia, en algunos países como España, es auténticamente dramática, muchas personas que no pueden pagar su hipoteca y pierden sus viviendas, infinidad de viviendas vacías sin comprador, infinidad de construcciones paralizadas a medio proceso y sin posibilidad de continuar por quiebra del promotor o del constructor, una interminable lista de empresas que actúan en los sectores auxiliares de la construcción y como consecuencia más dramática el incremento acelerado del paro, que sin sectores alternativos de crecimiento intensivo de mano de obra, condenan a muchas personas a una situación de paro, que se va a convertir en paro de larga duración y que afecta a personas que se deberán reconvertir en otras profesiones y a una generación de jóvenes, muchos de los cuáles abandonaron sus estudios iluminados por el espejo económico que producía poder trabajar en la construcción y que ahora se encuentran sin estudios y sin trabajo posible (¿les suena lo dela generación ni-ni?). No quiero extenderme en los orígenes, las posibles soluciones, los análisis económicos, etc. Existe mucha literatura, estudios y análisis realizados, pero si quiero dejar constancia que todo este embrollo se originó a espaldas de la voluntad y participación consciente la ciudadanía, es decir, lo organizaron unos pocos y ahora nos toca pagar a unos muchos. Esta crisis ha puesto de manifiesto que los Estados y sus correspondientes Gobiernos no eran conocedores o grandes ignorantes de la situación que se estaba gestando, es más les cogió por sorpresa y partir de ese momento se ha evidenciado que no existen soluciones generales posibles, que no existen ideas, se ha actuado contra corriente y siempre detrás del problema sin intentar encontrar una solución estable que vislumbre un futuro de recuperación. Por una parte Europa se ha enzarzado en una lucha despiadada y sin cuartel para reducir el déficit de los Estados como fórmula de encontrar un equilibrio a partir del cual se podrá empezar a emerger. Es una situación que es fácil de estudiar y resolver en el marco de un despacho de la gran entidad burocrática en que se ha convertido Europa y su Comisión, es muy difícil para aquellos que no tienen trabajo, no tienen vivienda, no tienen esperanza de recuperarse como le está pasando a más del 20% de la población de muchos países europeos, cuyo único error fue creerse lo que le decían sus políticos, sus bancos y todos los medios de comunicación. El déficit de los Estados no se corregirá si no hay crecimiento, ya que la fuente de los ingresos son los impuestos y estos sólo crecen de verdad si hay incremento de actividad económica, todas las demás fórmulas están llamadas al fracaso. Solo hemos de coger todas las previsiones que han hecho desde el año 2008 el FMI, la OCDE, la Comisión Europea, las cumbres del G7 y del G20 y observemos lo que dicen un año y el siguiente, nunca cuadran y nunca aciertan. Sus previsiones siempre son corregidas al año siguiente. Año tras año se nos dice que el próximo será el de tocar fondo o del inicio de la recuperación, posteriormente se impone la cruda realidad y a esperar otro año. Es cierto, y así se analizará en el capítulo posterior, que las Administraciones Públicas, al amparo del gran crecimiento económico de la época dorada han generado un déficit insostenible, también las familias y las empresas y también las entidades financieras y por tanto, se debe desarrollar una política basada en una estrategia de reducir el déficit, pero de aquí a convertirnos u obligarnos a ser integristas con unos plazos que son inasumibles hay una larga distancia. Quizá sería más lógico considerar un equilibrio entre políticas de inversión y crecimiento con políticas de reducción de déficit, alargando plazos pero deteniendo la inmensa sangría que supone para el futuro de la sociedad el sangrante incremento del paro y las personas que se sumergen por debajo del lindar de la pobreza. Las actuales circunstancias están dibujando un nuevo mapa mundial, en donde se mantiene una cierta hegemonía de EE. UU., la consolidación de una gran potencia (China), el nacimiento de unas nuevas y potentes economías emergentes (Brasil, India, etc.), el envejecimiento de Europa y Japón, un espacio intermedio formado por la economía del sureste Asiático, Rusia, Canadá Australia, etc., y un tercer mundo cada día más distante y más integrista (ya sea en su base religiosa o en su base social). Esta situación va en contra de la voluntad de los ciudadanos de Europa de avanzar hacia la unidad, una cosa es avanzar por convencimiento, creencia y voluntad y otra por imposición de unos sobre otros (los ricos sobre los pobres). La actual crisis va dibujando en el espacio europeo unos países ricos y otros a los que se condena por muchas generaciones a ser pobres y sería bueno analizar un poco de historia no muy lejana, y veremos que en los años 2001 a 2005 en Alemania y 2002 a 2004 en Francia, hoy erigidos en el baluarte de salvación de Europa y subyugación de los pobres, no cumplían los acuerdos de Maastrich que indicaban que el déficit no podía superar el 3% y el resto de Europa les autorizó, sin penalizaciones, sin incremento del índice de la deuda, sin incremento de intereses, etc. Hoy la política de estos Estados es absolutamente inversa con sus socios a la que ellos recibieron hace menos de 10 años. El reciente ejemplo de la política italiana puede ser un reflejo puntual de un país o el inicio de la voluntad ciudadana de recuperar su propia soberanía y la libertad de elegir su futuro frente a la imposición de la oligarquía de la UE. Los países, las naciones y sus estados basan su soberanía en la voluntad de sus ciudadanos nunca en la imposición de otros países, como actualmente intentan hacer los halcones que gobiernan realmente la UE mediante una nueva guerra, no física ni militar, pero si financiera que comporta los mismos objetivos, secuestrar la voluntad soberana de los ciudadanos mediante el dictado e imposición de unas reglas que le condenan a entregar toda su generación de riqueza al opresor. En la historia reciente del siglo XIX y XX, Alemania ha tenido una tentación constante de ampliar su área de influencia y su poder más allá de su fronteras, es el conocido imperialismo alemán, que conllevó graves consecuencias para toda Europa y el mundo en general. Posteriormente todos los países ayudaron a la reconstrucción de Alemania y creíamos que después de los dos grandes fracasos, ya hubieran entendido que estamos en otra dimensión, la del diálogo, la del consenso, la de ceder soberanía para un bien común que sirva a todos (que lejos quedan las aspiraciones de los pensadores que fundaron la UE). Desgraciadamente volvemos a las andadas, bajo otras fórmulas, pero con los mismos objetivos. En épocas difíciles de la historia, como la que nos toca vivir en estos momentos, se requieren grandes dosis de inteligencia, de perseverancia, de solidaridad, de firmeza en los dirigentes que conducen las riendas de los diferentes rebaños (países). Se necesitan personas con miras abiertas al futuro, con ideas claras del horizonte donde se conducen las naves para defender los intereses generales de los ciudadanos, no los de unos pocos, que pueden ser muy importantes, pero son pocos y no defienden los intereses generales, habitualmente defienden solo los suyos. No es época de conquistadores, todos los esfuerzos de las generaciones anteriores para tener un mundo más equilibrado, más justo, más solidario no puede tirarse por la ventana por un proceso especulador e imperialista. Debemos reaccionar frente a esta situación, pero para ello son necesarios una madera de líderes políticos que no se vislumbran en Europa y ni por asomo en España. Hemos recorrido en nuestra historia reciente muchos pasos, con muchos sacrificios, con muchas pérdidas de vidas humanas para llegar a un equilibrio de respeto a los derechos de las personas, de gobiernos democráticos al servicio de los intereses generales de la ciudadanía, de vivir en un mundo donde, basados en una economía de libre mercado, los Estados puedan garantizar el reparto de la riqueza y el bienestar de sus ciudadanos. Por los motivos expuestos y por la dignidad del ser humano debemos exigir a nuestros dirigentes que ejercen sus funciones y asuman su riesgo, que gobiernen sobre los problemas, para ello les hemos depositado nuestra confianza electoral, que impongan la voluntad democrática sobre los especuladores y los abusos de los mercados. No puede ser que otra vez los ciudadanos, los llamados de a pie, las clases medias, los autónomos, los pequeños y medianos empresarios, los profesionales liberales, los trabajadores por cuenta ajena, etc., sean los que tengan que pagar la fiesta. No es de recibo leer, hace sólo unos días, en un gran medio de comunicación una entrevista al Presidente de una gran entidad financiera que decía “las crisis las pagan siempre la clase media y los trabajadores, nunca los ricos”, pues bien, esto debe finiquitar. Las crisis las deben pagar primero los que la generan, en segundo lugar todos los demás, de forma proporcional a la capacidad de cada persona o entidad. Personalmente, cada vez que hay una reunión de G7, del G20, del FMI, del Consejo Europeo, de las cumbres de los Estados Europeos, de la Reserva Federal, del BCE, etc., espero encontrar una respuesta, un camino hacia el futuro, aunque esté lleno de dificultades, pero un camino y cada vez recibo respuestas que no entiendo, análisis certeros del pasado (nada del futuro), dificultades extremas para llegar a acuerdos, pantomimas de declaraciones pomposas, pero vacías de contenido. Mucha comprensión de los problemas que nos afectan, pero ninguna solución, no hay propuestas valientes, no hay propuestas orientadas a la reactivación de la economía, a la creación de empleo, a resolver el tema de la vivienda, etc. Cada vez la respuesta es la misma “estamos en el buen camino y el próximo año será mejor y llegará la recuperación”, hace seis años que oímos la misma cantinela y cada año se impone la cruda realidad y estamos peor. Observamos el fracaso de todas las predicciones del Banco Mundial, del FMI, de la UE, de la OCDE y de los Estados, no han acertado una. Ahora nos quieren vender el inicio de la recuperación, que solo es visible en las grandes empresas, las entidades financieras y en la bolsa. Me pregunto ¿Dónde estamos los ciudadanos? Creo que el sistema democrático es el mejor de los sistemas que se pueden dar los pueblos para su gobierno, pero debe ejercitarse por personas preparadas, estrictas, honestas y que antepongan el trabajo y el esfuerzo en pro de los intereses generales por encima de los particulares, ya sean propios, de partido o de lobbies. No necesitamos un cambio de sistema, se necesita una regeneración democrática, la vuelta a los principios que permitieron los grandes avances de nuestra sociedad, la vuelta de los partidos a su papel de correa de transmisión del pensamiento de los ciudadanos, más allá de la conquista del poder por el poder, que sean verdaderos centros de debate y no aplausos unánimes al líder y cerrojo a la controversia. Me temo que la mayoría de líderes y sus estados mayores sumisos piensan que tarde o temprano la niebla de la crisis escampará y que por arte de magia volveremos a las etapas anteriores, todo se volverá a poner en marcha, volveremos a ser felices y ellos seguirán conservando su posición privilegiada. Creo en el sistema y en la capacidad de la personas, no en los actuales dirigentes, que si no son capaces de resolver los problemas deberían irse a su casa, ejercicio de humildad y honestidad, y dejar paso a otras personas que tengan la capacidad, la voluntad y la firmeza para liderar la puesta en marcha de la sociedad y poner orden para frenar la especulación, la opresión de unos pocos sobre muchos y el imperialismo. Las consecuencias de la situación actual originadas por la crisis (odiosa palabra) se agravan con los rescates de los estados, los rescates de los bancos, los recortes para reducir el déficit (sagrada palabra impuesta por Alemania) y otras medidas a las que quisiera referirme. Es curioso el tema del rescate de los estados, si bien es evidente que todos hemos de devolver el dinero que nos han prestado, esto debe ser dentro de las posibilidades reales de devolución, no por imposición del prestatario ya que se corre el riesgo de entrar en un proceso sin solución y que conduce a la quiebra. Por tanto las deudas los estados las tienen que devolver, pero sobre planes personalizados, posibilistas y que, en ningún caso, estrangulen los derechos de las personas, más aún si los prestatarios, en la mayoría de los casos son los fondos de inversión y los bancos que pretenden hacer su agosto a costa de los más débiles. Cuando uno tiene una deuda elevada debe ajustar sus gastos, controlar sus ingresos y hacer un plan realista, en el tiempo que se posible, para proceder a devolver la deuda, pero éste proceso no debe comportar nunca renunciar a la comida, a la vivienda, etc. Es decir, a las necesidades vitales de continuar existiendo, ya que si esto sucede se producirá la confrontación, la quiebra, la pérdida definitiva de credibilidad en el sistema, el auge del populismo y la irrupción de un sistema que será ingobernable y que conducirá de forma inexorable a la destrucción de la sociedad actual e imposibilitará la recuperación de los valores que nos han hecho avanzar y progresar. Por tanto es imprescindible un gran pacto, un consenso de los estados que deberán imponer a los mercados, sobre la base de reducir el déficit, no en el porcentaje decidido por unos burócratas del FMI o de la UE, sino en base a las capacidades reales de cada país, sobre la base de devolver la deuda (el principal más unos intereses razonables, basados en los índices de referencia del dinero existentes, no en los fijados por los especuladores de los mercados) en un período de tiempo realista y ajustar los ingresos y gastos de tal forma que la sociedad pueda seguir funcionando (con los correspondientes ajustes) pero sin renunciar a los principios básicos del trabajo y el bienestar. Es cierto que mientras dure esta situación será un período con menos alegrías, pero seguiremos avanzando, más lentamente, pero avanzando y no retrocediendo de forma brusca, con pérdidas de derechos inalienables como está sucediendo en estos momentos. El rescate de los bancos, es todavía más curioso, resulta que todos los ciudadanos debemos pagar la mala gestión de unos que han jugado con nuestros bienes. Se nos invoca el papel esencial de las entidades financieras en el sistema de libre mercado que nos hemos dotado, podría estar de acuerdo con esta afirmación si la entendemos en toda su amplitud, porque dentro del papel esencial está el crédito a las familias y las empresas para que bajo unos intereses razonables, no los especulativos que existen actualmente, poder garantizar el progreso de la economía, el empleo, el consumo, el mantenimiento de las familias, etc. Pero no, les damos dinero, ellos cierran el crédito, consiguen del BCE, en el caso de Europa, dinero a interés casi cero y lo utilizan para comprar deuda de los estados en dificultades, es decir dinero a pagar por sus ciudadanos, al 4, 5 o 6%. De esta forma hemos creado el círculo vicioso que en el caso de la quiebra de un estado originará, en cascada, la quiebra de todo el sistema. Me pregunto si no hubiera sido mejor que este dinero prestado a los bancos se hubiera destinado, en el caso de España, a los más de 300.000 autónomos y empresas que se han visto obligadas a cerrar en los últimos 5 años. Si se hubiera dado este destino, se hubiera mantenido el empleo, el consumo, los ingresos fiscales en los Estados y no se hubiera aumentado el déficit ni hubieran sido necesarios los recortes sociales que se han producido. Hay una máxima que hemos perdido, sin empresas no hay empleo, sin empleo no hay consumo, sin consumo la producción decae, los ingresos fiscales se reducen, los Estados entran en déficit y al final quebramos todos. Los llamados especialistas o “gurús”, personas muy inteligentes, que han estudiado mucho, que leen mucho, que hacen muchos análisis, pero que no se mueven de su despacho, salvo si es para participar en un debate o hacer una conferencia nos dicen que toda crisis conlleva una regeneración del mundo comercial y empresarial obligatoria porque elimina los procesos no viables, sin futuro o mal gestionados. En el supuesto, que ya es mucho suponer, de estar de acuerdo con esta premisa me pregunto ¿Es que las entidades financieras que están en crisis fueron bien gestionadas o eran viables?, se ha puesto de manifiesto que no lo fueron, entonces ¿Por qué les ayudamos con el dinero de todos y no a las empresas? Añadiendo una diferencia los autónomos y empresas que han cerrado han pagado con sus propios ahorros y patrimonios, mientras que a las entidades financieras las hemos salvado entre todos y sin intereses (curiosamente la base de su negocio). Cuando una persona, una familia, una organización tiene déficit, es evidente que debe aplicar medidas para equilibrar sus ingresos y sus gastos con el objetivo de reducir el déficit de forma progresiva y constante. Para ello se debe comenzar por reducir los gastos internos y no los servicios que se prestan hacia otros elementos de la sociedad, en el caso de ser servicios esenciales y básicos, lógicamente empezaremos por mirar si todos los gastos son necesarios o superfluos y eliminaremos estos últimos. Curiosamente las Administraciones Públicas y sus vigilantes opresores (los famosos hombres de negro de la UE) han empezado por el camino fácil, reducir los salarios y recortar los gastos sociales. Es evidente que en la última época hemos engrandecido el estado del bienestar hasta límites insostenibles, responsabilidad de los gestores que debían haber previsto la situación, en lugar de dejar adularse por los ciudadanos y sus votos, pero llegados a la situación actual, sería lógico empezar por eliminar los servicios superfluos y a continuación mirarse el ombligo y reducir, reformar y reestructurar en interno todo lo que se hace mal, todo lo que se duplica, todo lo que es ineficiente y todo lo que no es necesario o imprescindible, compaginándolo con una motivación y esfuerzo de los trabajadores públicos, pero esto genera miedo a los políticos, es duro, puede conllevar problemas internos, puede herir al “establishment”, por tanto es más fácil coger la calculadora y con una visión exclusivamente matemática y financiera, sin ningún análisis social, proceder a recortar o aumentar impuestos en todo aquello que se usa y que representa gasto elevado. Esta actuación pública, en especial en los países del sur de Europa, hasta ahora solo ha provocado malestar social, pero estamos llegando al límite de dinamitar uno de los cimientos de la sociedad moderna: la paz social. Si por causas de esta actuación, fruto de la mediocridad de los políticos y dirigentes actuales, se produce el estallido de la confrontación social el proceso de progreso de nuestra sociedad saltará por los aires y nos encontraremos en una situación ingobernable que puede provocar una vuelta al pasado, con la pérdida de derechos y el nacimiento de movimientos populistas o involucionistas que pueden conducir a sistemas dictatoriales, más o menos encubiertos. En definitiva si a reducir el déficit, sí a reducir y reestructurar la Administración Pública, si a eliminar servicios superfluos, si a devolver la deuda pero dentro de los límites que no afecten a la actividad económica, el empleo, la vivienda, la educación, la sanidad y la dependencia, siendo conscientes que mientras dure la recuperación todos nos deberemos apretar el cinturón, digo todos y esto quiere decir que los que más tienen más se lo deberán apretar ya que nadie puede quedar exento del ajuste. La ciudadanía es inteligente, si se le explica la verdad y se actúa con eficiencia y con ejemplaridad, entiende y participa, por el contrario si se le engaña, si no se le aportan soluciones, si no se le indica bien el camino, al principio hay conformismo, después indiferencia y al final reacción que puede conducir a la confrontación social. Hasta aquí puede parecer un lamento y la típica reflexión que cuando hay un problema la culpa es de los otros, si bien en este caso, hay bastante parte de ello, es evidente que hay otra parte de responsabilidad y esa no es otra que la nuestra, la responsabilidad de todos los ciudadanos en la generación y las posibles salidas de esta maldita crisis. Fruto del crecimiento económico en el ámbito llamado occidental, específicamente en Europa, en las décadas de los años 80 y 90 de final del siglo pasado y los primeros de este siglo hemos vivido en un estado de confort realmente envidiable y jamás soñado, tanto en la capacidad de consumo como en el estado del bienestar. Esta situación nos ha permitido ofrecer a las nuevas generaciones todas las facilidades y recursos, incrementados por el concepto estricto de que debían vivir mejor que las anteriores generaciones. Sin embargo, toda esta actuación ha tenido una grave contrapartida, nos hemos creído que la situación era infinita, cuando se ha demostrado que es finita, y ello ha comportado una pérdida u olvido de unos valores que tuvieron un peso específico muy importante en el progreso de nuestra sociedad desde mediados del siglo XX, que son el esfuerzo y el sacrificio. Habíamos llegado a creernos que todo era fácil y que si teníamos algún problema o dificultad teníamos a “papá” Estado que nos lo solucionaría o nos facilitaría la solución. Había trabajo, los patrimonios crecían por la revalorización especulativa de la construcción, los fondos de inversión producían grandes beneficios, también los fondos de pensiones, todo era maravillosos, incluso se dejaba de estudiar la ESO para trabajar en la obra (construcción) y disponer a los 16 años de más de 3.000,00€ mensuales, una gran parte sin pagar impuestos. Ahora, cuando hemos hecho el aterrizaje de emergencia hemos tenido diversas heridas y nos hemos encontrado atónitos sin saber qué hacer, solo esperar a que escampe (como los políticos) o a exigir soluciones a los dirigentes (que las tienen que ofrecer), pero sin efectuar la más mínima autocrítica para levantarnos y ver lo que podemos hacer más allá de la obligación de los que gobiernan para responder. Esta situación no revertirá si nosotros, los ciudadanos, no hacemos un paso al frente con esfuerzo, con sacrificio, con intensidad, con exigencia a los poderes públicos, utilizando todos los resortes de la sociedad y de los sistemas de gobierno, pero todo en conjunto. Si nos quedamos en nuestra casa esperando o tertuliando con los familiares y amigos lo jodida que está la situación creo firmemente que no nos saldremos de esta. Hay que levantarse, actuar, buscar trabajo, exprimir las ideas, buscar alternativas, buscar compañeros de viaje y exigir a los poderes públicos que cumplan de una vez con su obligación. Creo muy honestamente que nos encontramos en una encrucijada muy difícil, que existen muchos interrogantes sobre cuál es el camino, que existen una serie de actores ocultos que mueven los hilos, que existe una parálisis en la sociedad (gobernantes y ciudadanos), pero también creo firmemente que si nosotros, la ciudadanía, nos levantamos y empezamos a movernos de verdad, encontraremos el camino, cambiaremos a nuestros gobernantes y saldremos adelante, solo es cuestión de querer, rotundamente podremos. por que ello afirmo si queremos, 4. Losgobiernos,los partidospolíticosy las Administraciones Públicas A lo largo de la historia las sociedades se han dotado de diversas formas de gobierno, unas decididas por todos los ciudadanos, otras impuestas por una parte, pero en todo caso todas ellas han sido aceptadas por la mayoría de la sociedad, históricamente no hay modelo de gobierno que no siendo aceptado por la inmensa mayoría de la sociedad resista el paso del tiempo, puede hacerlo de forma puntual, imponiendo la violencia, pero si la ciudadanía, de verdad, quiere el cambio, lo acaba consiguiendo, ya sea de forma pacífica o violenta. De todas formas, analizando la situación en el llamado espacio occidental, los cambios producidos en el período posterior a la II guerra mundial hasta ahora se han llevado a término por una parte de la ciudadanía que ha forzado el cambio y que una vez producido ha logrado el respaldo de la mayoría de los ciudadanos. Se podría afirmar que una inmensa mayoría de ciudadanos vive un poco al margen, sin cuestionar en profundidad el modelo de gobierno, estableciendo su prioridad en otras cuestiones como el trabajo, la familia, la vivienda, etc., y que sólo frente a un movimiento sísmico de cambio se pronuncia, para de forma posterior aceptar el nuevo modelo sobrevenido. Sé que esta afirmación puede provocar reacciones airadas, pero de no ser cierta como se puede explicar la longevidad de las dictaduras existentes en el período indicado en casos, por ejemplo Portugal, España, Grecia, países del este de Europa, etc., donde la mayoría de la ciudadanía aceptó el modelo de gobierno, hasta que llegado un punto se produce el cambio, impulsado por una parte de la ciudadanía y el resto lo acepta y se integra en el nuevo modelo, incluso se convierte, en un primer tiempo, en un máximo defensor del mismo. Las generaciones posteriores lo aceptan y lo integran en su forma natural de convivencia, hasta que se encuentren en una situación de conflicto (guerra, crisis, corrupción, incapacidad de los políticos, etc.) que les hará replantearse la situación y buscar nuevas alternativas, siempre a partir de un pequeño núcleo que deberá llegar a ser lo suficientemente significativo para poder enfrentarse al cambio y lograr, a posteriori, la aceptación mayoritaria. Es posible agrupar en tres formas los diferentes modelos de gobierno. - Dictadura (totalitarismo) - Democracia controlada (u orgánica) - Democracia parlamentaria No es objeto de este documento el análisis riguroso de los diferentes modelos de gobierno, que a lo largo y ancho del Planeta se han dotado los ciudadanos de los diferentes países, como ya se ha visto nos centramos en los problemas actuales que se han generado a nivel mundial y, en especial, en el entorno occidental y europeo. En este espacio, actualmente el modelo inmensamente implantado es el de la democracia parlamentaria, que en función de las características de los diferentes países se rigen por una tradición bipartidista o multipartidista. El sistema de democracia parlamentaria es aceptado en el mundo actual como el mejor o el “menos malo” de los modelos que la sociedad puede dotarse para su gobierno. El sistema garantiza la representatividad de las diferentes opciones ideológicas que confluyen en la sociedad de un país, en un espacio de debate y decisiones que representa el Parlamento. Este sistema no está exento de crisis y riesgos que amenazan su viabilidad o, en todo caso, su eficacia. En primer lugar está la forma de elegir el parlamento, ya sea proporcional, mayoritaria y mixta, todos los sistemas tienen sus ventajas y sus inconvenientes, muchos de ellos están implementados porque responden a la forma de ser y pensar de sus ciudadanos. El sistema mayoritario proporciona una mayor facilidad de gobierno, representa la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, pero elimina todas las voces de las minorías, que pueden ser muy amplias, pero que de forma individual no llegan a conseguir el necesario soporte para tener su representación, situación que provoca que una parte de la voz de los ciudadanos no se encontrará jamás representada en el espacio donde se debaten los problemas del estado, con la consiguiente frustración de un conjunto de personas que buscaran otras formas de expresar sus pensamientos y que el poder “legalmente” establecido considerará como marginales o anti-sistema. Ocurren con frecuencia procesos en que con unos resultados alrededor del 30% / 40% de los votos se puede llegar a tener mayoría absoluta de representantes en el Parlamento. Por el contrario tiene la ventaja de que exige el acercamiento de los políticos a sus electores y defender sus opiniones, ya que si no lo hacen tienen pocas posibilidades de volver a ser elegidos en su circunscripción en el siguiente proceso electoral. El sistema proporcional permite una mayor presencia de las diferentes opciones y limita el proceso de mayorías directas, siempre y cuando el límite del porcentaje mínimo de representación por circunscripción no sea alto, en caso contrario se producen dos distorsiones: La primera que una opción con menor número de votos pero que se presenta en menos circunscripciones puede llegar a tener una representación superior a una opción que con mayor número de votos se haya presentado en más circunscripciones pero que en muchas de ellas no haya llegado al mínimo exigible para tener representación( 3%, 5% o 7%). La segunda es que se siguen limitando, aunque menos, la presencia de las opciones minoritarias. La ciencia política, entendida como el arte de lo posible, ha investigado y avanzado en estos sistemas introduciendo correcciones como los sistemas mixtos (una parte proporcional y otra directa / mayoritaria) o dividir el Parlamento en dos cámaras (introducción del Senado) con sistemas de representación electoral diferentes lo que produce, de forma habitual, diferentes mayorías en las dos cámaras, que se soluciona, en unos casos dejando una de las cámaras (habitualmente el Senado) con casi ninguna potestad o bien con potestades o competencias diferentes, en cuyo caso el sistema es bastante ingobernable. Hay algunos casos de competencias básicas compartidas y en el caso de resultados diferentes se agrupan las dos cámaras para un proceso de decisión final, en cuyo caso, no está garantizada, en absoluto, la real representatividad de los ciudadanos. Sea cual sea el sistema utilizado, la democracia parlamentaria moderna se basa en el proceso de disponer de dos partidos mayoritarios más uno o dos bisagras a los efectos poder garantizar mayorías estables y la gobernabilidad. Sin embargo en la época actual de crisis y de falta de confianza en los políticos por su ineficacia demostrada en esta situación puede conducir a parlamentos compuestos por un número alto de opciones que conducirá a un proceso ingobernable o a un conjunto de pactos antinaturales que provocaran un gobierno sin rumbo e inestable. De todas formas, con independencia del modelo de representación parlamentaria que se elija (ya hemos visto que no existe el perfecto) no hay que dejar de analizar el papel que juega en dicho proceso el actor principal: los partidos políticos. En la construcción de los procesos democráticos representativos, es decir parlamentarios, los partidos políticos deben representar las diferentes opciones ideológicas de los ciudadanos, deben ejercer la canalización de las ideas y opciones libres de los ciudadanos y defenderlas en el parlamento y ejercitarlas desde el gobierno. Los partidos políticos deberían ser la correa de transmisión del pensamiento de los ciudadanos, para ello deben integrarse como elementos activos en todos los estamentos de la sociedad. Esta situación, que debería ser la lógica y habitual, se produce en los inicios de la democracia o en los cambios de sistema, posteriormente se produce un alejamiento de la participación ciudadana en los partidos políticos, la principal causa es la desconfianza que se genera cuando se observa que las propuestas, las ideas no siguen el camino trazado, se pierden ya sea porque ahora lo que prima es otra estrategia, o “no toca” o “no es necesario”, etc. Este proceso de orejas cerradas tiene su principal causa en el proceso interno de los propios partidos, que en la mayoría de casos se convierten únicamente máquinas electorales, principalmente en los partidos con opción de gobierno. Esta situación provoca una inacción, cada día mayor, en la mayoría del tiempo en que no se producen los procesos electorales y en ese espacio solo vale la adhesión al líder. Asimismo, en los partidos políticos se ha perdido el concepto básico de la democracia, el debate y la representación, habitualmente la discrepancia se traduce por ir contra la dirección o el líder, los procesos y debates internos se acercan a posiciones de unanimidad, la situación más lejana de un proceso participativo y democrático. Prima más la conservación del puesto (silla) que la apertura del proceso de debate y lícita confrontación, que cuando se produce provoca las llamadas al consenso y la necesidad de la unidad, que pasa siempre por imponer las opiniones y razones de la dirección. Sólo el sistema electoral mayoritario provoca ciertos debates dentro de las organizaciones, pero más orientados a conservar el correspondiente escaño que a responder a las auténticas demandas ciudadanas. El debate interno tiene una presencia importante, únicamente en los procesos y tiempos posteriores a una derrota electoral, hasta la elección del nuevo líder y en aquellos partidos minoritarios que no tienen opción de gobierno. Excepcionalmente, y más por un problema de imagen, se producen pequeños actos de debate y participación. Si los partidos políticos no cambian sus procedimientos internos y la mentalidad de sus dirigentes y aspirantes a dirigir abriendo el debate interno de una forma real y en todos los procedimientos de elecciones internas a todos los niveles, no se logrará que a nivel de los colectivos locales se recupere la confianza, la ilusión, el sentimiento de responsabilidad y participación, a partir del cual se puede transmitir a la población la necesidad de recuperar el proceso participativo. Asimismo, en un ejercicio de transparencia y participación necesaria, los partidos deben abrir sus debates internos a la sociedad, no solo el maquillaje de participar en unas primarias, como en algunos estados que lo tienen regulado y que ahora se empieza a transmitir en algunos grandes partidos europeos, especialmente los que están en la oposición. Si realmente los partidos políticos deben ser correas de transmisión del pensamiento y las ideas de los ciudadanos deben abrir sus puertas, no sólo a decidir o participar en la elección de un candidato determinado, sino en sus procesos de reflexión, debate, elaboración de propuestas, etc. Sin este cambio y una actuación de gobierno transparente no será posible recuperar el espacio de confianza mutua con los ciudadanos, imprescindible para el desarrollo de la sociedad y el asentamiento de la democracia, haciéndola más real y próxima. Sabemos que nunca será un sistema perfecto, que deberemos mejorarlo, pero sí que entonces podremos confirmar de forma definitiva que es el menos malo y el único posible para seguir progresando y avanzando nuestra sociedad hacia un mundo más solidario, más justo y con menos diferencias. De todas formas esta reflexión sobre los partidos políticos se puede quedar en una declaración de intenciones o pasar a ser una realidad. No creo que los partidos “per se” reaccionen y se abran a este proceso participativo, será necesaria la presión ciudadana que se puede ejercer de forma democrática exigiendo el cambio en los partidos ya sea en un proceso electoral o con la creación de nuevos partidos que si actúen y respondan al modelo expuesto. La respuesta la tenemos todos los ciudadanos, no vale solo quejarse o lamentarse, hay que actuar si queremos cambiar, las opciones pasivas nunca han transformado las sociedades. Uno de los primeros pasos que se deben dar es la modificación de los procesos electorales, ya no puede existir un sistema basado en partidos políticos convertidos en máquina lectoral y que la participación y expresión de la soberanía de los ciudadanos solo pueda expresarse en el derecho a ejercer el voto cada cuatro, cinco o seis años. El proceso debe iniciarse por cambiar el sistema electoral, no solo en el formato, sino también en el proceso. Los partidos deben ofrecer un proceso de primarias para elegir sus candidatos, abierto a los ciudadanos, un proceso de participación ciudadana en el proceso de elaboración de las propuestas de gobierno y un proceso continuado, durante toda la legislatura, de participación ciudadana en seguimiento de la acción política. el Solo de esta forma o similar se puede lograr devolver el interés de los ciudadanos hacia la política y que los partidos vuelvan a su función de correa de transmisión de los diferentes pensamientos e ideologías de los ciudadanos. La democracia corre un grave peligro a medida que aumenta la desafección de la ciudadanía con los políticos, ya que esta situación, a medida que se agrava, puede derivar en una separación abismal que siempre conduce a un proceso populista que termina derivando en una opción totalitaria o asamblearia, opciones que conducen al deterioro de la sociedad, a la sumisión o la confrontación y a la perdida de los valores sobre los que se debe fomentar una sociedad moderna, como ya se ha demostrado históricamente. En este sistema, que dota de mayor protagonismo a la ciudadanía, obligaría a todas aquellas personas que quieran participar registrarse previamente como ciudadanos partícipes en aquellas organizaciones que consideren defienden mejor sus planteamientos personales, generales e ideológicos. Dicha inscripción protegida por las leyes de protección de datos de cada país no comporta compromiso alguno sobre el comportamiento electoral de la persona. No es cuestión de cambiar el sistema actual, los sistemas son buenos si se saben utilizar para lo que han sido creados, por tanto no elucubremos sobre grandes cambios, avancemos con modificaciones que evolucionen el sistema y dejemos de tener una actitud pasiva y crítica para pasar a una acción activa y positiva en la línea de una mayor participación. Es evidente que estas modificaciones van a tener todas las resistencias posibles del “establishment”, pero se trata de que los ciudadanos ejerzamos la correspondiente presión sobre los partidos políticos mediante propuestas legislativas populares de cambios en la legislación de los mismos que les obliguen a efectuar las modificaciones y, de esta forma, poder volver a recuperar la confianza mutua y la participación ciudadana, evidentemente voluntaria, a lo largo de todo el ciclo legislativo. Asimismo, este cambio provocará la vuelta de la democracia interna a los partidos, en lugar de ser agrupaciones unánimes en torno a los líderes. Es evidente que si se abren los procesos no se podrá continuar con la presión u opresión de los dirigentes sobre las bases. Si se logra avanzar en este proceso, deja de ser un problema importante el famoso debate de listar abiertas o cerradas en los procesos electorales, ya que se trata de elegir opciones o ideologías mayoritarias que puedan ser el reflejo de la sociedad más allá de las personas, sobre las cuales al ser obligatorio el proceso de primarias también tienen el sello de la legitimidad de la ciudadanía. Nos restaría optimizar el sistema electoral y parlamentario para que fuera más abierto a las minorías sin caer en el asambleísmo que invalidaría el sistema de democracia parlamentaria al convertirlo en ingobernable. El éxito radica en un mix sobre la base de la representación territorial mínima garantizada y el principio de representación de la fuerza de los votos. Esta conjunción de factores, no resuelta solo puede encontrar solución en dividir la asignación de escaños en dos factores, en dos partes, una que garantice el mínimo de representación territorial por circunscripción y otra que considera todo el espacio electoral como una sola circunscripción; de esta forma se lograría, no de forma perfecta, pero sí muy mejorada, responder a una representación más real de la voluntad ciudadana y sus diferentes opciones. Debería existir en las respectivas constituciones de los países una limitación de aquellas decisiones que afectan de forma básica a los derechos fundamentales de los ciudadanos para que no sean tomadas de forma exclusiva por los Parlamentos o Gobiernos y que fuera necesario realizar la correspondiente consulta popular vinculante. Es preciso encontrar un término medio ya que no se pueden efectuar referéndums cada mes. Este sistema, garantizaría la participación ciudadana más allá de los procesos electorales y sería una garantía de respeto a la voluntad popular y un acercamiento notable entre la clase política y la ciudadanía. También debemos referirnos a aquellos sistemas que comportan dos cámaras de representación parlamentaria (habitualmente Congreso y Senado). Este doble sistema solo tiene sentido sobre la base de que una sea cámara legislativa con competencias identificadas y que la otra sea cámara de representación territorial (modelo a utilizar en estados de corte federal o autonómico). Para su correcto funcionamiento deben existir modelos electorales distintos y competencias diferenciadas. Asimismo, los temas fundamentales del Estado se deberían resolver por mayoría de las dos cámaras y en caso de empate por sesiones conjuntas. No tiene sentido alguno que la mayoría de leyes se deban tratar en las dos cámaras o mantener la existencia de las mismas pero dándolo la preminencia a una de ellas, es un gasto inútil, una pérdida de tiempo y una generación de desconfianza hacia el sistema por parte de la ciudadanía, que llegará a considerar el modelo como una forma más de gratificar y premiar a los componentes de los partidos políticos. Por último deberíamos afrontar un tema escabroso, especialmente para los políticos, que es la financiación de los partidos políticos. Creo que los partidos políticos se deben financiar mayoritariamente por el erario público, pero en función de la capacidad presupuestaria y de los resultados electorales, publicando de forma clara las cifras consignadas a cada organización política. Sin embargo, también creo que debe dejarse la puerta abierta a la financiación privada de los mismos, por parte de los ciudadanos y de las organizaciones empresariales, corporativas, patronales o sindicales. La participación no pública debe ser transparente con registro público donde deben reflejarse todas las donaciones, con identificación del donante, superiores a 5€ o 5$ hasta un límite máximo de 50.000,00€ o $. Asimismo, los partidos políticos deberían ser auditados cada año por organizaciones independientes homologadas y elegidas por los parlamentos, dichas auditorías deberían hacerse públicas y en aquellos casos que se detectaran irregularidades se deberían sancionar económicamente y con responsabilidades civiles o penales, cerrando todo tipo de consignación pública o privada hasta su subsanación. Referido al tema de la financiación, en estos últimos años ha aflorado un tema tangencial “la corrupción”, que se sitúa en los máximos niveles en los índices de preocupación ciudadana en la mayoría de países de Europa, ya sea dentro de la UE como fuera. Es evidente que un sistema de financiación transparente y unas auditorias de los partidos por organizaciones independientes dificultan el proceso de corrupción, sobre todo los procesos sistemáticos, más allá de estos, solo la Justicia puede actuar para la persecución del delito. Siempre he creído que es mejor prevenir que curar, para ello es preciso que los partidos políticos firmen un pacto y compromiso con la ciudadanía de rechazar todo sistema parcial o global que pueda implicar corrupción, asimismo todos los electos deberán someterse a un juramento de cumplir todas la práctica legales rechazando cualquier atisbo de corrupción. Asimismo, la justicia debe actuar con la máxima firmeza, pero con la máxima equidad y confidencialidad. Deben eliminarse los juicios públicos, alimentados por los medios de comunicación y respetar el principio de presunción de inocencia. Los jueces y fiscales han de actuar de acuerdo al principio legal y no en base a sus creencias u opiniones u posiciones personales y huir del siempre goloso caramelo de la imagen pública de justiciero. De todas formas no debemos dejarnos llevar por las impresiones que nos llegan de los medios de comunicación en los llamados casos de corrupción. Es cierto, que debe caer todo el peso de la ley sobre aquellos políticos o administradores públicos que hayan cometido delitos de prevaricación o pura corrupción, pero seamos sinceros, que aparte de estas medidas hay que desterrar de nuestro país un lema que se ha impuesto durante muchos años y es “aquí todo vale”, para que existe un corrupto ha de existir un pagano o un beneficiario y muchas personas influyentes, poderosas, de importantes negocios, de intereses especiales o de necesidades de disponer de privilegios son la otra parte de la moneda, que muchas veces queda impune o sin rastro y es tan o más culpable que la otra y de una vez por todas se ha de acabar el “todo vale” o “todo tiene un precio”, para que todos estemos en las mismas condiciones e igualdad de derechos y deberes como se necesita en una sociedad moderna. Por el contrario el pacto anticorrupción, antes señalado, deberá incluir, de forma tajante, que cualquier cargo electo o público que sea imputado tendrá automáticamente suspendidas sus funciones en el ámbito político, ya sea en su condición de electo o en su condición de responsabilidad en la Administración Pública. Supongo que esta propuesta clamará al cielo en el ámbito de los partidos políticos, podrá sonar a injusta, deberá introducir el reconocimiento público, en el caso de no ser procesado o absuelto, pero en la situación actual si el pacto anti-corrupción no contempla este apartado su credibilidad ciudadana será cero. Asimismo, en el caso de ser procesado la suspensión será sustituida por la renuncia obligatoria, arbitrándose, en este caso, la misma reparación descrita en el caso de inocencia al final del proceso. Otra medida, que también debería ser de obligado cumplimiento, es la que concierne al tiempo seguido que se puede ejercitar una función pública de Gobierno o autoridad pública. Debería estar limitada a dos legislaturas, pero debería afectar a toda la escala de cargos públicos en el Gobierno o en la Administración Pública, que provengan de procesos electorales o de designaciones directas, no pudiendo ejercer cargo alguno en las dos próximas legislaturas (a excepción del electo en parlamento o municipio, pero sin responsabilidad alguna en el ejercicio del Gobierno o gestión pública, ya sea directa o indirecta, como es el caso del sector público). Es de prever que estas medidas generaran una repulsa y ataque de los partidos políticos y de las autoridades públicas argumentando que de aprobarse estas propuestas se generaría una pérdida de experiencia y de garantías o posibilidades laborales de muchas personas y que esto conduciría a una situación de pérdida de calidad y eficacia en los Gobiernos y en las Administraciones públicas. Es posible que dichos argumentos tengan un cierto fundamento, pero qué pasa cuando hay un cambio de Gobierno y los que entran no han estado en la Administración Pública o no han ostentado hasta ese momento representatividad alguna, ¿se han parado las actuaciones o las dinámicas políticas? ¿Lo han hecho mejor, igual o peor que sus antecesores? ¿No existen los funcionarios con potestad pública para garantizar el funcionamiento legal de las actuaciones e impulsar las maquinarias? Asimismo, este modelo generaría un aire fresco de forma constante en los ámbitos parlamentarios y de Gobierno, permitiendo una renovación constante de ideas y un espíritu, que lejos de aburguesarse, permitiría una intensidad de acción continuada. Permítame el lector, antes de entrar de lleno en la problemática de las Administraciones Públicas detenernos un instante en los llamados otros poderes (medios de comunicación, justicia, lobbies y la religión). En los últimos años los medios de comunicación, en su mayoría, se han considerado como los únicos valedores de la verdad, convirtiéndose en los verdaderos guiadores de la actividad política ejerciendo un ámbito de presión muy consistente sobre la clase política y las Administraciones Públicas. En primer lugar deberíamos considerar que los medios de comunicación deben ser entes independientes de cualquier partido político y de Gobierno, solo causas excepcionales pueden justificar medios de comunicación públicos y, en estos casos, se debería elegir un equipo gobernante elegido por el correspondiente parlamento con una mayoría mínima de 2/3 de la correspondiente cámara y un mandato superior al equivalente de la legislatura. Los medios de comunicación deben tener su propia viabilidad económica sin depender de la subvención de los poderes públicos, ya que en dicho caso se coarta su libertad de expresión. Esta frase “libertad de expresión” que se utiliza como el mayor argumento de la defensa de los medios de comunicación entraña muchos conceptos. Primero, quiere decir que el pensamiento no está condicionado por ninguna ideología, poder público u organización política, esto no quiere decir que los profesionales o tengan, de forma libre, su propia ideología, a lo que me refiero es que el medio no debe estar sometido o ligado a un pensamiento único y, si fuera este el caso, que lo manifieste claramente para no llamar a engaño a los ciudadanos. Segundo, demasiadas veces algunos medios de comunicación se convierten en la oposición frontal a una ideología, gobernante o no, con el único fin de destruirla o desvirtuarla, utilizando sus espacios de comunicación, no para informa o expresar una opinión, sino para destruir tanto personalmente como políticamente; este ejercicio convierte a una parte de la profesión en denigrante, la información debe utilizarse para construir, discrepar y denunciar, en ningún caso para destruir. Asimismo, los medios de comunicación, abusan en muchos casos, al publicar denuncias contra personas u organizaciones, del manoseado “secreto de la fuente de información” para justificar su actuación y protegerse ante la justicia. Estoy absolutamente de acuerdo en el secreto de la fuente de información, siempre y cuando el periodista o el medio haya comprobado en “estrictu sensu” la veracidad de la información o la prueba que obtiene en base al secreto de información, porque si no cualquiera coge un papel con un membrete o altera una grabación se la da al periodista y éste con sólo esta base procede a montar una campaña infecta e inmoral. Asimismo, en el caso de que “a posteriori” el propio medio o periodista descubra el engaño de la fuente de información debe denunciarlo inmediatamente a la justicia, ya que en caso contrario se deberá autorizar a la justicia, que en dichos casos, pueda proceder a exigir de forma excepcional el descubrimiento de la “fuente de información”. Las “fuentes de información” deben ser la pista para iniciar un proceso de investigación periodística hasta llegar a la plena certeza y en ese momento proceder con la máxima eficacia y contundencia en la denuncia. Debemos acabar con la manipulación de los medios de comunicación, que son necesarios en la sociedad actual y que deben actuar con el máximo rigor de sus informaciones, no basados en bulos o informaciones sin contrastar. Debemos acabar con los juicios públicos promocionados en los medios de comunicación. Debemos acabar con la falta de rigor de algunos medios de comunicación. Para ello el primer principio debe ser que tengan una absoluta independencia económica y una viabilidad como empresa, solo así serán absolutamente libres y podrán ejercer la profesión con dignidad. Me considero un defensor a ultranza de la libertad de expresión, entendida como la libertad de expresar, discrepar, criticar, contestar, etc., todo tipo de opiniones sobre cualquier tema que libremente quiera manifestar, pero no me da derecho a manipular, a engañar, a publicar o expresar una información sin el previo contraste, a descalificar en base a suposiciones, etc. Estas consideraciones me llevan a las famosas tertulias, en especial aquellas en las que participan exclusivamente personas de los medios de comunicación y/o expertos sin ninguna responsabilidad pública, distinguiendo estos espacios de las mesas redondas donde intervienen los responsables del tema y son interrogados por los periodistas o en los debates entre diferentes opciones ideológicas, culturales o científicas. Es realmente sorprendente el auge de estas tertulias y la prepotencia que utilizan para erigirse en jueces de la situación, creo que deberían cambiar de profesión y estudiar derecho para hacer las oposiciones a la judicatura. La mayoría de los participantes en estas tertulias lo hacen para reforzar su protagonismo, en contra de servir de ejercicio para aclarecer aquellos temas que manifiestan una cierta obscuridad o aquellos que se consideren contrarios a los derechos de los ciudadanos. En la mayoría de los casos se utiliza de forma muy alegre “sé de buena tinta”, “según creo o parece”, “estoy informado de una fuente”, etc., para a continuación emitir un juicio aplastante sobre el tema o la persona, dejando sentenciado el tema. Asimismo, aconsejaría a los tertulianos que en lugar de buscar su titular intentaran debatir más sobre los problemas que realmente preocupan a los ciudadanos y de una forma respetuosa entre ellos respetándose los unos a los otros sin entrar en gritos, descalificaciones, impedir el uso de la palabra, interrumpir siempre a los otros, etc. En definitiva comunicación investigación profunda, sí a los medios de independientes, sí a la periodística (real y se necesita más conocimiento y más trabajo) para denunciar irregularidades, sí a los medios de comunicación que públicamente manifiesten una ideología determinada y que la defiendan a ultranza bajo el prisma del respeto a las diferentes opiniones, sí a las mesas redondas y tertulias, sobre la base del conocimiento de los temas, el respeto mutuo y sin insinuaciones que pueden provocar el “calumnia que algo queda”. Cuando un periodista denuncia un hecho fundamentado en una perfecta investigación y sobre la base de fuentes de información fiables, reales y con sus correspondientes pruebas merece el reconocimiento de toda la sociedad por su aportación de valor a la democracia, por el contrario cuándo se produce una información sin una investigación profunda y con débiles o falsas fuentes de información provocando la correspondiente calumnia merece la reprobación de toda la sociedad y su castigo por parte de la Justicia. Hablando de la justicia, nos encontramos con otro de los poderes que ejerce una extraordinaria influencia en la vida pública y en el devenir de los ciudadanos por su poder legal y la consecuencia de sus decisiones. Creo en la buena voluntad de los jueces y de los trabajadores del sistema judicial, sin embargo, los ciudadanos estamos absolutamente disconformes con el funcionamiento del sistema judicial. En primer lugar es absolutamente incoherente que los fiscales tengan una dependencia directa del poder político, que es quién nombra al fiscal general del Estado y tiene el mando absoluto sobre toda la fiscalía, este sistema provoca, sin duda, una politización de la Justicia que se debe cambiar. El Fiscal nombrado propuesta mayoría de General debería ser por el Parlamento, a del Gobierno, con una 2/3 de la cámara y con un mandato mínimo de 6 años, previa audiencia previa en la Comisión de Justicia para evaluar su capacidad y responder a las preguntas de todos los grupos parlamentarios, al estilo de lo que sucede en otras democracias parlamentarias occidentales. Esta situación limitaría, de forma substancial, la dependencia política de una ideología determinada y obligaría a buscar consensos que se deberían decantar hacia soluciones más profesionales (historia, capacidad, honestidad probada, etc.) que políticas. No tiene sentido disponer de tres altos órganos de la judicatura (Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, Consejo General del Poder Judicial), más los correspondientes Tribunales Superiores de Justicia autonómicos. Últimamente ya hemos asistido a las posibles irregularidades de miembros del Consejo Superior del Poder Judicial, al espectáculo bochornoso de la renovación de los miembros del Tribunal Constitucional, etc. En primer lugar considero que debería desaparecer el Tribunal Constitucional y convertirse en una sala del Tribunal Supremo, con elección de sus magistrados por vida hasta su jubilación, renuncia voluntaria, incapacidad profesional o fallecimiento, por parte de la cámara legislativa con mayoría de 2/3 y previa audiencia de la Comisión parlamentaria de Justicia. En segundo lugar, el Consejo Superior del Poder Judicial si se ha de convertir en el máximo órgano de la Judicatura de un Estado y articularse como un verdadero poder independiente garantizando la seguridad y los derechos de los ciudadanos, debería ser elegido por sufragio universal de los ciudadanos (coincidiendo con alguna de las elecciones legislativas, municipales o europeas) para mandatos de ocho años, con renovación de su mitad cada cuatro años. El mismo proceso debería seguirse para los Tribunales Superiores de Justicia autonómicos. Los miembros del resto de salas del Tribunal Supremo deberían ser elegidos para un mandato de ocho años, renovando su composición cada cuatro por elección directa de los jueces, que sólo pueden acceder por oposición. Asimismo para mejorar la tarea de los jueces y permitir que se dediquen “estrictu sensu” a la aplicación de la ley y no a la golosa interpretación de la ley, debería designarse una comisión de expertos independientes de los partidos y elegida por 2/3 de la cámara legislativa para que en un período no superior a seis meses hicieran una propuesta definitiva de revisión, simplificación, clarificación y adecuación de la ley de enjuiciamiento civil y de la penal. El nuevo ordenamiento debería ser aprobado por la cámara legislativa por una mayoría de 2/3 y posteriormente ser sometido a referéndum vinculante de la ciudadanía. El mismo proceso debería seguirse en aquellas Comunidades Autónomas que disponen de legislación civil peculiar (como el Derecho civil catalán). De esta forma se independizaría la ley de las ideologías y los ciudadanos considerarían como suyas las leyes de enjuiciamiento, lo que debería provocar un incremento substancial de la confianza en la Justicia y de la responsabilidad social del cumplimiento de las leyes. Se debería universalizar el jurado popular en todos los juicios penales y en los de mayor cuantía o repercusión social en el caso del enjuiciamiento civil. Por último debería procederse a una modernización “real” y “total” del funcionamiento de la Justicia. Cuando entramos en un Juzgado nos da la impresión de trasladarnos al siglo XIX (con montones de expedientes y papeles, mesas llenas de expedientes, etc.), la modernización de la Justicia no sólo depende de nuevos edificios e instalaciones, que en algunos casos también, asimismo, no depende de que los juicios ya se graben en DVD. La modernización depende de que se puedan informatizar todos los expedientes y que pueda existir una base de datos común a todos los juzgados lo que permitiría avanzar de forma sistemática y fiable en todos los procedimientos, disponer de archivos digitalizados accesibles por los administradores de la Justicia, facilitar y acelerar la comunicación hacia los ciudadanos personados o implicados, así como hacia y entre los correspondientes abogados. Asimismo, para la resolución de la mayoría de los temas civiles y mercantiles debería sustituirse la justicia por el arbitraje por parte de instituciones reconocidas (Cámaras de comercio, etc.). Asimismo, debería implantarse el juicio rápido de forma sistemática en el caso de delitos menores, faltas, denuncias por motivos de tráfico de vehículos (circulación) sin heridos, etc. Por último las tasas judiciales deberían reducirse en gran cuantía y ser proporcionales a las rentas de las personas que solicitan la intervención de la Justicia, en caso contrario estamos primando la justicia de los ricos por encima de los pobres y esto, evidentemente, es la antítesis de la Justicia. Existen otros poderes que ejercen su influencia sobre las decisiones políticas que afectan al devenir de las naciones y estados, presionando las deliberaciones de los respectivos gobiernos para inclinarlas hacia aquellas decisiones que favorezcan sus intereses, que casi nunca coinciden con los de la mayoría de la ciudadanía. Nos estamos refiriendo a los famosos “lobbies” que movidos por intereses particulares, principalmente económicos, ejercen una presión a la que difícilmente se sustraen los políticos. Un ejemplo claro lo tenemos en España con la Banca y las grandes compañías eléctricas. ¿Cómo podemos aceptar los ciudadanos sometidos a la crisis actual que se entreguen ingentes cantidades de € para intentar salvar la banca?, de los cuales más del 50% serán a fondo perdido, porque no se podrán devolver y esto obligará a pagarlos al Estado, es decir a repartir entre todos los ciudadanos, que no han tenido intervención alguna en el descosido que ha generado la Banca con sus prácticas en los últimos años del gran crecimiento (artificial) de las economías occidentales. Mientras tanto se niega el pago por dación en las hipotecas, como sucede en la mayoría de países. Asimismo, el dinero recibido sirve para sanear las cuentas internas de las entidades financieras sin responder al objetivo expuesto para esta ayuda que es mejorar el crédito a las familias y las empresas, todo al contrario de lo explicado por los políticos, la UE, el BCE y el FMI, el crédito no existe si no hay garantías superiores al 100% y los intereses se sitúan entre el 7 y el 12%, aunado con el incremento de las comisiones. Sorprende la pasividad de los Gobiernos ante tal injusticia social, aunque también me sorprende la extraña pasividad de la ciudadanía que no reacciona ante semejante afrenta y expolio de sus propios €. Tan grave como la situación que se genera con las entidades financieras es la que provocan las compañías eléctricas, amparadas en el déficit de la tarifa eléctrica, resulta que en España pagamos la electricidad más cara de Europa. Estamos en contra de las centrales nucleares e importamos energía producida por ellas en otros países, tenemos una gran capacidad de generar energía eólica y solar y en lugar de beneficiar dicha actividad, que podría proporcionarnos un liderazgo tecnológico a nivel mundial, nos la cargamos a base de impuestos y cánones para poder permitir a los grandes señores de las compañías eléctricas mantener su poderío, que en base a una teórica liberalización, no es más que un monopolio compartido entre todas ellas. España y muchos otros países del mundo no serán una auténtica democracia hasta que no desaparezca una oligarquía dominante que existe desde hace muchos años y que cambia de color o chaqueta (democracia, dictadura, solidaridad, etc.) en función de los vientos que conllevan los nuevos tiempos, pero que siguen conservando todos los resortes del poder y no permiten intrusiones ajenas ni cambios de opinión, que eliminan utilizando sus resortes mediáticos y otros tipos de presiones. Los países más avanzados optaron por una política, que aunque no suscribo en su totalidad, me parece muy pragmática y como mínimo garantiza una cierta transparencia y un equilibrio de poder entre los “lobbies” y la ciudadanía. Si realmente no se pueden eliminar, la mejor fórmula es su legalización, haciéndoles salir de la opacidad y someterse a unos procesos de regulación financiera, fiscal y ética, que permitan una transparencia de sus actuaciones, permitiendo el seguimiento de sus actividades por parte de la ciudadanía y liberando, en una gran parte, la opresión que sufren los políticos, lo que ha permitir un mejor gobierno en favor de los intereses generales de la ciudadanía y no de los “lobbies” únicamente. Dentro de este concepto me gustaría hacer una pequeña reflexión sobre la influencia de la religión en los gobiernos y en las decisiones políticas que afectan a todos los ciudadanos. En principio, me gustaría declarar que me considero un católico no practicante, que tiene un gran respeto por todas las opciones religiosas desde el ateísmo a todas las manifestaciones y creencias religiosas, pero también soy un firme defensor de separar totalmente los conceptos de religión y Estado, de la creencia y la política. Durante la Edad Media y en muchos siglos la religión y la política fueron de la mano ejerciendo una tiranía sobre los súbditos realmente intolerable. Actualmente en muchos países todavía se mantiene esta situación, en algunos de forma muy manifiesta, en especial en los países islámicos y en otros de forma más limitada, pero también influyente, como ocurre en muchos países occidentales, entre ellos España. Sería absurdo negar que Europa tenga su base en el cristianismo, pero también sería absurdo exigir a todos sus ciudadanos una profesión de fe en dichas religiones. Los Gobiernos deben garantizar la libertad religiosa y de culto y la no interferencia de las mismas en las decisiones políticas. Sin embargo, hay que matizar dicho concepto de libertad. Las sociedades, las naciones se organizan de una forma determinada elegida de forma democrática y mayoritaria por la ciudadanía y, sin menospreciar el principio de respeto a las minorías, no se puede permitir que las minorías intenten ejercer una presión que obligue a cambiar los modelos elegidos. Para ser más claros, estoy de acuerdo en que los ciudadanos que profesan la religión musulmana y que habitan en Occidente puedan mantener su religión, disponer de sus centros, pero si el viernes es día laborable en el país específico todos los ciudadanos se deben adaptar. Asimismo si la religión impide trabajar y hacer cualquier actividad en sábado, caso del judaísmo, en especial los ortodoxos, deberán adaptarse a las normas que existen y se han dado democráticamente los ciudadanos del país en el que habitan. Respeto y se debe respetar que las mujeres quieran cubrirse la cabeza con un velo, porque así se lo indica su creencia, pero no acepto el burka porque infringe el principio de trasparencia, respeto, seguridad y libertad que hemos decidido en los países occidentales. También hay que saber distinguir entre lo que son manifestaciones religiosas y tradiciones, las fiestas de Navidad, Papá Noel y el Belén, con independencia que la Iglesia católica considere que son manifestaciones religiosas, la inmensa mayoría de ciudadanos creo que estará de acuerdo en que son tradiciones que siguen los ciudadanos occidentales, al igual que los chinos en la celebración diferenciada de su Año Nuevo. En definitiva, libertad, tolerancia y respeto, pero al igual que se debe el respeto a las minorías, estas también deben aceptar las normas y formas elegidas democráticamente por la mayoría de los ciudadanos, es un respeto bidireccional. De todas formas, debemos seguir insistiendo en el poder de la Religión sobre la política, que debe separase totalmente, por más que un Estado se declare cristiano o musulmán o budista o judío. Este debe ser un concepto que ligue con su origen pero que no debe influir ni participar en ninguna actuación política de Gobierno, que debe ser transparente y objetiva. Las Religiones han estado históricamente ligadas a las dictaduras o al control del poder y deben apartarse totalmente hasta el punto de autofinanciarse y no tener participación alguna en los presupuestos de los Estados, estos han de actuar de forma extremadamente laica en todas sus acciones, hasta el punto de separar los días festivos de las conmemoraciones religiosas, salvo aquellas que en el devenir de los tiempos se han convertido más en un hecho tradicional que religioso. Las diferentes Religiones que conviven en una misma Nación pueden expresar libremente sus opiniones y ejercer sus actividades pero en ningún caso pueden hacer llamamientos a la ciudadanía para que con movimientos o actuaciones no democráticas se intente cambiar el modelo establecido. Por último debemos aclarar que siempre estarán por encima las leyes de los Estados sobre las diferentes prescripciones religiosas que contradicen dichas leyes, por ejemplo las transfusiones sanguíneas en el caso de los Testigos de Jehová, la ablación en el caso del Islam o la circuncisión en el caso del Judaísmo. Una vez tomados en consideración, los Gobiernos, los partidos políticos, los otros poderes (medios de comunicación, Justica, Entidades Financieras, Energía, Religión y “lobbies”), aunque soy consciente de que cada uno de ellos necesitaría un único o más libros para poder profundizar y analizar todas las variantes, no es objeto de este libro realizar esta acción, el objeto es considerar todas aquellas cosas que de forma mayoritaria impactan en nuestra vida ciudadana y sobre la cual, si queremos, los ciudadanos podemos y disponemos de los mecanismos necesarios para cambiar y transformar nuestra sociedad para conseguir un futuro de progreso, de reequilibrio social, de solidaridad, de libertad, de respeto, de transparencia y más justo. Para terminar ese capítulo me queda un pequeño gran marrón, sobre el que hoy muchas personas debaten, escriben tratados y expresan opiniones o hacen propuestas, pero la cruda realidad impide avanzar y no se producen los cambios esperados y como máximo recogemos un gran número de experiencias piloto. Me estoy refiriendo al necesario cambio (no reforma, no modernización) de las Administraciones Públicas en sus estructuras, en sus competencias y en sus actuaciones. A nivel mundial podríamos agrupar el modelo de Administración Pública en tres bloques, el modelo totalitario, el modelo liberal y el modelo llamado burocrático (Max Weber). Sobre el primero no gastaré más líneas que el enunciado hecho ya que considero es un modelo obsoleto y que hay que rechazar de forma enérgica, corresponde a un modelo donde el poder y la decisión no recae en los ciudadanos sino en una clase elitista que no se somete a ninguna validación ciudadana. Actualmente se está en un debate profundo sobre el modelo de Administración Pública que necesitan las naciones, no solo en este momento de crisis sino en un nuevo futuro. Habitualmente se intentan contrastar y/o confrontar los dos modelos dando lugar a un escenario de polémicas y debates, que considero totalmente inútiles. Los modelos se corresponden a un modelo de sociedad y a una cultura determinada de sus ciudadanos, por lo que como máximo se pueden importar o trasvasar algunas peculiaridades de un modelo a otro con el objetivo de convertirlos en más eficientes y más preparados para los retos del futuro. En el modelo burocrático, descrito por Max Weber La Administración posee una serie de prerrogativas que la colocan en una posición superior a la del administrado. Entre dichos poderes destacan: La interpretación unilateral de contratos. La capacidad ejecutiva de los actos administrativos (por ejemplo, el cobro de multas por el procedimiento de apremio). Es decir, los actos de la Administración deben cumplirse, son obligatorios, y la Administración está autorizada para imponerlos unilateralmente a los particulares. El sometimiento a una jurisdicción especializada, la jurisdicción ContenciosoAdministrativa. Es un conjunto de funcionarios que están ligados al cumplimiento de las funciones estatales: en los niveles operativos, técnicos y profesionales comprendidos en las tareas administrativas, así como los niveles especializados bajo sistemas independientes de carrera. Las características de las burocracias exitosas dependen de una burocracia profesional y meritocrática, capaz de gestionar las políticas públicas (durante momentos de transiciones de gobierno y períodos de crisis). Así, las funciones estatales tienen asegurada la capacidad técnica, la neutralidad de la implementación pues facilita la implementación efectiva y eficiente de las políticas y limita la discrecionalidad en las decisiones del gobierno: y la continuidad de las políticas. Así, los requisitos institucionales serían: principios para la meritocráticos contratación, promoción y destitución de los empleados públicos. autonomía técnica en el desempeño de las funciones. la existencia de un sistema adecuado de gestión de RR. HH que promueva la planificación, la optimización de la organización, fomente la capacitación, desarrollo y desempeño: una adecuada remuneración; y gestione las relaciones labores, sociales y humanas. El modelo burocrático parte del principio que la Administración Pública es la máxima institución que garantiza los derechos de los ciudadanos de forma universal, para ello se dota de un sistema procedimental que busca tener la absoluta certeza de que nadie intenta utilizar la Administración Pública para sus intereses particulares ni ejercer acciones contrarias a la legislación establecida. Este proceso, a medida que se ha ido desarrollando ha conllevado una pesada burocracia que maniata la capacidad de acción y reacción de los ciudadanos y las empresas para resolver sus problemas. Los juristas y los políticos presionados por las circunstancias de cada época, en lugar de simplificar y agilizar los procesos han ido incrementando los requisitos previos y los condicionantes hasta convertir la Administración Pública en unte extraño, alejado de los ciudadanos y que sienten dolor cada vez que deben recurrir a sus servicios. La diferencia entre los modelos tiene su origen en una concepción social basada en la cultura luterana o la cultura católica, la cultura luterana parte del principio de confiar en la declaración de los ciudadanos, en la confianza de que no habrá engaño o mentira y si se demuestra la ley ejerce un castigo ejemplar y la cultura católica, en su momento, se basa en el principio de que el poder (Administración Pública) es perfecto y que pone en marcha unos instrumentos que con el obligado cumplimiento de los ciudadanos se garantizan los principios de equidad, igualdad y justicia. En definitiva la base de la diferencia radica en que un modelo parte de la confianza en el ciudadano y el otro parte de la imposición de normas para garantizar la imposibilidad del engaño. No voy a entrar en un análisis comparativo de los dos modelos, lo dejo a los múltiples expertos que han existido y existen, que tienen una capacidad intelectual, a este respecto, muy superior. Sin embargo sí que vamos a entrar en aquellas cuestiones que afectan a la evolución de la sociedad y a la necesidad de transformar las Administraciones Públicas para garantizar el progreso de la sociedad y sus ciudadanos. Han cambiado muchos paradigmas en la sociedad, mientras que las Administraciones Públicas se han quedado ancladas en modelos decimonónicos o anteriores. Actualmente no responden a las necesidades de la sociedad y, en parte, se han convertido en un freno al progreso. Todo ello aunado con la falta de voluntad o capacidad de los gobernantes para afrontar su transformación, en especial en esta época de crisis y poder convertirse en motor de la recuperación social y económica. Asimismo, debemos considerar los diferentes modelos que tiene la Administración Pública y los Estados para enfrentarse a las nuevas distribuciones territoriales que se van generando y a la necesidad de aplicar cada día más políticas próximas a la realdad (estrategias micro) que grandes decisiones tomadas a distancia de la realidad y que la mayoría de veces resultan infructuosas e inútiles. Es en este ámbito donde entran las discrepancias sobre modelos centralizados o distribuidos, sobre Estados con Administraciones centralizadas, o Estados Federales o Estados Autonómicos. Asimismo, para completar la matriz deberemos ver qué pasa en la distribución competencial de los diferentes niveles de Administraciones Públicas que confluyen en el interior de los diferentes Estados, algunas más simples, otras más complejas y algunas absolutamente desquiciadas. Soy plenamente partidario de una Administración pública próxima al ciudadano con unas estructuras sencillas pero eficaces, con una capacidad de control por parte de los mecanismos que la ciudadanía se dote para ejercitarlos y con una transparencia exquisita. Esta declaración puede parecer un brindis al sol, pero espero demostrar en las siguientes líneas que es posible si se aplican las estructuras necesarias y se ejerce la actividad desde el principio de servir a los intereses generales de los ciudadanos. En primer lugar, deberíamos fijar la posición de los políticos en el ámbito de la Administración Pública. Les corresponde la tarea de dirigir el Gobierno y la acción política del país desde el poder legislativo, del que ya hemos hablado, y del poder ejecutivo, que es el que está relacionado con la Administración Pública. El principal problema que encontramos en este ámbito es la tendencia de los políticos de ir más allá del análisis y las decisiones hasta implicarse en la ejecución al mínimo detalle. Los políticos deben gobernar, deben regular, deben escuchar y atender a los ciudadanos deben tomar sus decisiones y dejar que sea las estructuras públicas de la Administración las que ejecuten las actuaciones y decisiones tomadas, dentro del marco de la legalidad existente. Para ello en los Gobiernos las estructuras de gobierno y mando de las Administraciones Públicas deberían estar ocupadas por personal profesional (funcionarios con autoridad pública, con plaza ganada en concurso de méritos). Desde el nivel de Subsecretarías de Estado en la Administración Central y desde Secretarías Generales en las Comunidades Autónomas, pasando por Direcciones Generales, subdirecciones generales, etc. Los Ministros o Consejeros (en el caso de Comunidades autónomas, regiones o estados dentro de un estado federal) deberán disponer de una infraestructura mínima de soporte con capacidad de decidirla desde el plano política, pero debería quedar limitado a su secretaría y gabinete técnico y de comunicación, el resto debe ser una estructura profesional, evidentemente al servicio del gobierno, pero que no debe cambiar cada vez que hay unas elecciones. Los políticos alegarán que esta estructura provocará un contrapoder, que personalmente no creo si los papeles y las reglas son claros. La estructura profesional de la Administración pública debe cumplir estrictamente la ley y actuar a las órdenes del poder ejecutivo que ejercen los Gobiernos elegidos democráticamente y si un profesional de la Administración antepone su ideario político a su actuación profesional generando discrepancias o problemas se le debe cesar. Esta situación favorecerá una actuación continuada de la Administración Pública sin paros cada período electoral, que en algunos casos es de cuatro años, en otros de seis, pero también hay casos con elecciones parciales que provocan un paro cada dos años. La no implicación de los políticos en la gestión favorecerá la transparencia y limitará la corrupción, así como el peso específico de los lobbies sobre la actuación del gobierno. Se trata de una Administración más profesional y con una dedicación continuada y gobernada por los mejores profesionales, los que tengan más méritos. Para terminar este engranaje se debería crear una estructura de la función pública orientada a la movilidad, la funcionalidad y el desarrollo de la carrera profesional de los trabajadores públicos, no es de recibo que esta propuesta genere una actuación corporativa por parte de los trabajadores públicos y sus representantes sindicales. Los representantes sindicales de los trabajadores públicos deben defender los intereses de sus representados, pero no en aras a mantener privilegios del siglo XIX y sí para garantizar una mayor profesionalidad, acompañada de sus garantías laborales, económicas y sociales, aceptando el doble componente salarial de parte fija y variable en función de cumplimiento de objetivos. Si todos reclamamos una mayor eficiencia y eficacia de la Administración Pública, menos injerencia de los políticos, mayor transparencia, etc., no tendría sentido poner palos a las ruedas por parte de los sindicatos con un mensaje decimonónico Asimismo, esta modalidad debería trasladarse al mundo local, teniendo en cuenta sus especificidades. En este ámbito, a excepción del Alcalde, en los municipios superiores a 10.000 habitantes los restantes representantes políticos no deberían intervenir en la gestión ni tener remuneración pública salarial, como máximo una asignación, en forma de dietas, por asistencia a plenos o comisiones. La ciudadanía está llena de ejemplos de personas que al terminar su horario laboral destinan una importante cantidad de su tiempo en trabajos sociales, en aspectos culturales, vecinales o sociales, esto mismo es lo que hacen los diversos concejales. Entiendo que se puede hacer una excepción en los municipios grandes (+ de 250.000 habitantes), en donde pueden existir dos o tres áreas que necesiten de la dedicación en horario laboral de los políticos. No creo en el principio de reducción de municipios en base a un beneficio y capacidad de servicios, se debe separar el concepto de democracia y derechos de las minorías del de prestación de servicios, se debe mantener la actual estructura local de municipios para garantizar la representatividad política de los ciudadanos, sin correr el riesgo de que la mayoría engulla a las minorías; en cambio soy partidario de mancomunar servicios bajo un Consejo de Alcaldes , en aquellos casos en el que por razones de voluntades propias, de deficiencias o de costes elevados sea necesario recurrir a esta fórmula. Estas mancomunaciones han de ser voluntarias y acordadas entre los diferentes municipios, en todo caso deben disponer de unas reglas generales de funcionamiento que permita el control, la eficacia y la eficiencia Para que los ciudadanos visualicen una Administración Pública a su servicio, deben configurarse unas estructuras comprensibles y con una clarificación competencial que sea entendible por todas las personas y que no provoque una intersección de competencias y unas duplicidades que confunden al ciudadano, incrementan el gasto público y hacen más ineficaces las políticas públicas. Soy partidario de tres estructuras de Gobierno (Estatal, Autonómica / Regional y local) con competencias exclusivas en cada ámbito perfectamente definidas y con las tareas de coordinación delimitadas. Asimismo debe prevalecer el principio de lealtad institucional para evitar la competencia entre las diferentes Administraciones Públicas y evitar la tendencia política de utilizar el poder legislativo para que, mediante leyes específicas, contravenir los pactos políticos respaldados por leyes orgánicas que configuran las estructuras de los Estados. La lealtad institucional debe impulsar la colaboración y evitar la guerra de competencias. Para resolver el tema de conflictos competenciales debe existir un Tribunal Superior que resuelva las discrepancias, este tribunal superior no debe estar supeditado al poder político y debe ser totalmente independiente. No tiene sentido disponer de un Tribunal Constitucional convertido en representantes de partidos políticos replicando las estructuras legislativas, el tribunal correspondiente debería ser el propio Tribunal Supremo con unos especialista que deberán acceder por méritos profesionales y ser elegidos por la correspondiente cámara legislativa, pero con un respaldo del 75% de la cámara correspondiente. Al igual que a nivel europeo se pueden aplicar actuaciones conjuntas o mancomunadas de diferentes Estados, las Comunidades autónomas dentro del Estado deben poder efectuar las mismas actuaciones o bien en el mundo local dentro de la correspondiente Comunidad Autónoma. En el caso de España deberían desaparecer las Diputaciones Provinciales que se corresponden a una organización del Estado del siglo XVIII y no tiene sentido en la nueva estructura del Estado, así como aquellas estructuras políticas intermedias que existen en algunas Comunidades Autónomas o Regiones, en el ámbito local. Por el contrario se deben promover las mancomunaciones de servicios entre los ámbitos locales, actuando como entes meramente administrativos y prestadores de servicios, para poder garantizar un mejor servicio a los ciudadanos y una disminución de los correspondientes costes... Asimismo, se puede utilizar la encomienda de gestión para trasladar la gestión de una competencia de una Administración a otra, siempre y cuando se considere que mejora y se facilita el servicio al ciudadano. Para terminar el espacio estructural se debe contemplar que la organización de un Estado en Comunidades Autónomas representa la distribución competencial, que puede ser parcial o exclusiva, esta distribución no puede ser uniforme, ya que las capacidades, historia, estructura social y económica, sentimiento ciudadano y competencias son diferentes entre territorios. La distribución competencial debe contemplar los principios de solidaridad entre las diferentes regiones, pero teniendo presente las competencias y estableciendo unos límites en base a una fórmula clara, concreta y fácil, por ejemplo % del PIB. Deben tener la misma consideración de Estado todas las Administraciones Públicas existentes en el territorio, ya sean centrales, autonómicas / regionales o locales. Actualmente existen dos modelos de Estado el centralizado y el descentralizado. El primero concentra todo el poder en la Administración Central y contempla una serie de competencias en la Administración local, en algunos casos existe una división territorial, sin poder político, y con una única capacidad administrativa; esta es una estructura que proviene de siglos anteriores y que provoca un distanciamiento de las decisiones políticas frente a las necesidades de los ciudadanos, produciendo acciones políticas, legales o estructurales que no tienen en cuenta la riqueza de la diversidad de condiciones de los diferentes territorios; este tipo de estructuras se caracterizan por disponer de una gran capital del Estado con todos los medios y una periferia, en parte desatendida y dejada a su suerte. La estructura del Estado descentralizado, tiene dos variantes una la descentralización administrativa (muy similar al anterior modelo), en la que el poder político y ejecutivo, sigue concentrado, exclusivamente, en el Estado y la Administración Central, con casi los mismos problemas que el modelo anterior y el concepto de estado federal o de Comunidades Autónomas que representa una distribución de los poderes del Estado entre las diversas estructuras, que a su vez todas son consideradas Estado; este modelo, si bien debe funcionar sobre los principios, ya hablados, de la lealtad institucional y la solidaridad, permite desarrollar políticas próximas a las necesidades reales de los ciudadanos y configura un Estado con un mayor reequilibrio territorial y una mejor distribución de la riqueza; asimismo, permite desarrollar un amplio potencial de riqueza, fundamentado en la diversidad y el respeto, en todos los aspectos culturales, sociales y humanísticos. Es habitual que el reparto de poderes se centre en diferenciar lo que son políticas hacia las personas de las estructurales, las cuales, sin embargo, también deben ser distribuidas en función de las necesidades de cada territorio, para hacer posible la capacidad de llevar a término las políticas públicas orientadas a las personas. La actual crisis económica ha impactado muy duramente en las Administraciones Públicas y las ha obligado a bajar al espacio terrenal y real. Hasta ahora en las épocas de bonanza económica y con unos altos ingresos era relativamente fácil desarrollar políticas expansivas en infraestructuras, en servicios sin ninguna prevención de lo que podría pasar llegado un momento de crisis, como el actual. La situación que se ha generado, aceptada tardíamente por los políticos ha representado un auténtico “crack” en la sociedad y ha provocado diferentes actuaciones para resolver el problema, más bien para resolver su problema, con poca visión de los problemas reales de la ciudadanía. Se ha optado por una política restrictiva, en Europa, basada únicamente en reducir el déficit de las Administraciones Públicas, contraído en las épocas de bonanza y que ahora no es posible devolver sin recortar las políticas públicas, según la opinión de sus expertos. Es curioso observar el alto corporativismo de la Administración Pública y de los políticos, que han obligado a unos recortes estructurales en la sociedad civil, a unas políticas laborales que han provocado un incremento substancial del paro, una reducción de la capacidad de consumo, una primacía económica en el derecho a la vivienda, a una reducción de las prestaciones sociales, etc. Grandes discursos argumentando que con estas políticas se saldrá de la crisis y realmente se ha conseguido un hundimiento de la economía familiar, de las pequeñas y medianas empresas, auténticas generadoras de ocupación y riqueza, y un incremento substancial del número de personas y familias que viven por debajo del linde de la pobreza. Por el contrario las grandes empresas han incrementado sus beneficios y los bancos, pobrecitos, después de una situación angustiosa que ha obligado a rescatarlos con dinero público, es decir de todos los ciudadanos, ahora nadan en beneficios espectaculares, sin conceder créditos a las familias y pequeñas y medianas empresas, y en el caso de hacerlo con unos intereses que rozan o superan las condiciones de usura. Esta política de rescate no se ha aplicado a los demás sectores productivos y generadores de riqueza ¿Por qué? No quiero extenderme en este apartado que será largamente analizado en el capítulo posterior, simplemente lo he utilizado como enunciado del problema. La Administración Pública ha vivido siempre encerrada en sí misma y creando una clase social muy específica (los funcionarios y trabajadores públicos), espacio residual de la política sindical que ha perdido fuerza, capacidad y adeptos en los otros sectores, pero que ha mantenido sus estructuras y poder en el ámbito de la Administración Pública. ¿Será esta la causa por la que no se ha afrontado la reforma y reestructuración de las Administraciones Públicas? O ¿Será la causa que la mayoría de políticos (>60%) son funcionarios o trabajadores públicos? O ¿Será la causa la incompetencia de los políticos actuales, incapaces de anticiparse a los problemas y temerosos de aplicar soluciones? Honradamente, creo que es una mezcla de las tres. En la época de la bonanza económica se construyó una Administración Pública excesiva en todo tipo de recursos (inversión, materiales y humanos), en algunos países fue la principal fuente de creación de empleo. Se desarrollaron inversiones sin tener en cuenta las necesidades de utilización, basadas solo en criterios políticos, principalmente partidistas. No se aprovechó la situación para desarrollar una auténtica función pública profesional, con conceptos de movilidad, con criterios funcionales, con unas directrices de carrera profesional, con una drástica reducción de la burocracia que ocupa a miles de trabajadores públicos sin ningún valor añadido, con un análisis pormenorizado de cuales han de ser las verdaderas prioridades y políticas públicas (sanidad, educación, empleo, dependencia y vivienda) y olvidarse de muchas políticas que lo único que contienen son subvenciones a los próximos o a los que más protestan o que no le corresponden a la Administración Pública y si a la sociedad civil realizarlas. Lo más preocupante, sin embargo, no ha sido la incapacidad de aprovechar las épocas de bonanza para proceder a la verdadera transformación, lo más preocupante es que cuando ha llegado la crisis no se han realizado estas transformaciones y en su gran mayoría ni se han analizado, sino que se ha recurrido a la opción fácil: - reducir las prestaciones - retrasar los pagos a los proveedores - reducir y/o congelar los salarios de los trabajadores públicos - estimular los contratos basura, nada a ver con políticas reales de formación dual o de aprendizaje - endeudarse para salvar a la banca - reducir las inversiones en conocimiento (I+D+I) provocando un éxodo de talentos, cuyo coste de formación hemos pagado todos los ciudadanos - Incrementar los impuestos, hundiendo el consumo, motor de la economía. - Jugar como niños traspasándose los déficits de una Administración a otra y eludiendo responsabilidades o buscando culpables. Se necesita ser necio para actuar así, ya que al final el déficit aflora tanto esté en un lugar como en el otro, al final hay que sumar y sale la verdad que todo el mundo quiere justificar que es culpa del otro. - Incompetencia todos los absoluta de gobernantes mundiales por no supeditar los mercados al poder político real, único representante del poder real de los ciudadanos Siempre ha habido déficit en las Administraciones Públicas, ya que no pueden tener beneficios, en cuyo caso sería un fraude a los ciudadanos, la Administración Pública, en democracia, son entes sin ánimo de lucro. Estoy de acuerdo en reducir el déficit, en no incrementarlo, pero estoy en absoluto desacuerdo en considerar esta premisa, casi la biblia, como la única verdad para intentar salir de la crisis. He leído y analizado muchas teorías de los economistas, a los que respeto profundamente, pero me han de reconocer que habitualmente saben diagnosticar muy bien la situación creada pero erran en la mayoría de sus previsiones o predicciones de futuro. En un análisis llevado a cabo por el Catedrático Manuel Arenilla y un grupo de expertos, a mediados del año 2011, se intentaba responder a cinco preguntas sobre la Administración Pública en España: 1. La Administración Pública española está sobredimensionada. ¿Realidad o leyenda urbana? La pregunta admite varias respuestas. La dimensión de una organización debe estar en función de sus objetivos y de los resultados que produce. En él ámbito público existen algunos medibles y otros para los que es más difícil asignar indicadores de rendimiento. En general, se puede considerar que la productividad de las Administraciones Públicas españolas es baja y existen áreas de actuación duplicadas entre diversos niveles territoriales. Si atendemos a la estructura de costes de producción del conjunto de las Administraciones Públicas españolas, en 2009 nuestro país superaba a la media de la OCDE en el porcentaje de gastos de personal sobre el total de los presupuestos públicos, ocupando la octava posición de 32. Si consideramos el porcentaje de empleados públicos sobre el total de la fuerza laboral de un país, España está por debajo de la media de la OCDE, ocupando el puesto 19 de 31 en 2008. El porcentaje es sustancialmente el mismo que el de 2000. Este tipo de comparaciones debe considerarse con precaución, ya que, por ejemplo, el grado de externalización de los servicios o actividades públicas es muy distinto entre países. 2. ¿Cuáles son, a su juicio, los principales problemas a los que se enfrenta la Administración Pública en la actualidad? a. La deslegitimación de su función en el Estado y en la sociedad. b. La debilidad y deslegitimación de los dirigentes políticos. c. La falta de orientación a las necesidades y expectativas de los ciudadanos. d. La degradación de la misión de la Administración Pública y su relegación a la condición de mera gestora y no de garante de la cohesión social y de los derechos y libertades de los ciudadanos. e. Carecer de un discurso que dé valor a lo público y a la satisfacción del bien común. f. La falta de determinación de objetivos políticos estratégicos en la mayoría de las políticas públicas. g. La debilidad de los h. i. j. k. l. principios y valores asociados a la ética y el comportamiento públicos. La creciente politización. La falta de transparencia. La inexistencia práctica de la rendición de cuentas. La falta de evaluación del rendimiento individual e institucional. La descoordinación, fragmentación y duplicación de las Administraciones Públicas. m. La existencia de algunas condiciones de trabajo y beneficios alejados del común de los trabajadores. 3. Tras los sucesivos procesos de modernización abordados en los últimos años y en el actual contexto de crisis económica e institucional, ¿cree necesaria una nueva reforma de la Administración Pública en España? Si lo considera así, ¿cuáles deberían ser los principales elementos a tener en cuenta? La Administración siempre está en un proceso de reforma, se concrete en grandes planes o no. La novedad es que nos encontramos en una crisis institucional que obliga a repensar la relación entre Estado y la sociedad y la misión que debe tener la Administración Pública. Esto es debido a una grave crisis de legitimidad del Estado y de la Administración Pública. La reforma debe plantearse la misión de la Administración Pública, lo que exige un profundo debate político y público. Esto debe conducir a repensar lo que hace y a volver a ordenar las prioridades públicas desde la redefinición del interés general y del bien común. Los fundamentos en los que sustentar la reforma serían: a. El contraste de toda actividad pública con la satisfacción del interés general. b. La rendición de cuentas y la transparencia. c. La optimización de los recursos públicos. d. La medición, contraste y evaluación del rendimiento de los servicios públicos. e. La simplificación de estructuras y procedimientos. f. La necesidad de abordar de una manera conjunta las reformas en las diversas Administraciones Públicas. g. La utilización masiva de la eAdministración. h. La interoperabilidad entre Administraciones Públicas. 4. ¿Cree que la Administración Pública responde en España a las expectativas de los ciudadanos? En distintos estudios y encuestas, los ciudadanos ven a la Administración Pública lejana a sus necesidades y expectativas. Pueden evaluar algunos servicios públicos de forma positiva, pero la valoración de las instituciones públicas, de sus dirigentes e integrantes es invariablemente negativa. En la actualidad, se observa además una creciente evaluación negativa de los servicios públicos. La razón fundamental hay que buscarla en que los ciudadanos sienten que la Administración Pública actúa desde los intereses de los políticos, de sus integrantes y de los grupos de interés. Actúa “para” los ciudadanos pero no “desde” sus necesidades y expectativas. Los enfoques de la calidad o vinculados a la Nueva Gestión Pública no han resuelto esta mala valoración y se puede considerar que incluso la han agravado al reducir al ciudadano a la condición de cliente, cuando es sujeto de derechos y libertades. Garantizar estos es la razón última del actuar de la Administración Pública y no, con ser una condición necesaria, la eficiencia. 5. ¿Considera adecuada la formación que reciben los empleados públicos para un correcto desempeño de sus funciones? Los estudios españoles más recientes muestran que existe un desajuste entre la actividad administrativa, las necesidades sociales y las capacidades actuales de los empleados públicos. Lógicamente hay que distinguir entre los distintos colectivos de empleados, ya que las capacidades requeridas son muy distintas. Si tomamos a la función pública superior española, las necesidades actuales formativas demandadas por este colectivo son las siguientes: a. Gestión directiva y dirección de equipos. b. c. d. e. Idiomas. Recursos humanos. Marketing. Formación técnica especializada en su área de actividad. Hay que destacar que, en general, los estudios realizados no detectan una demanda significativa formativa que se refiera a la innovación y cambio en la Administración Pública, a la necesidad de modificar sus referentes de actuación, que se considera esencial y previa al resto de los programas formativos. Sólo con una política de contención del déficit (no reducción acelerada) y con una profunda reestructuración de las Administraciones Públicas, los Gobiernos podrán afrontar, desde sus posibilidades propias, una actuación consistente frente a la crisis y dotarse de unas estructuras sostenibles en el tiempo. Una nueva Administración Pública requiere de un cambio, fruto de un análisis riguroso que podríamos enmarcar en la siguiente reflexión: SITUACIÓN PRIMEROS AVANCES LENTITUD EN LA DEFINICIÓN Y EJECUCIÓN EXCESIVOS ÓRGANOS HORIZONTALES ENFOQUE PARCIAL DE LA PROBLEMÁTICA FALTA DE GOBERNANZA TÉCNICA UNIFICADA EXCESIVA DEFINICIÓN Y POCA IMPLEMENTACIÓN (PLAZOS MUY LARGOS) MODELO MÁS VOLUNTARISTA QUE EJECUTIVO DEL AÑO 1995 HASTA EL 2010 EL CONJUNTO DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS EN ESPAÑA HABÍAN CRECIDO UN 35% (fuente: Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas) NECESIDADES ECONÓMICA, REDUCCIONES Y RECORTES SOSTENIBLES CLARIFICAR RESPONSABILIDADES (ELIMINAR DUPLICIDADES, REDUNDANCIAS Y CRUCES INCOMPATIBLES) EFICACIA (TRANSFORMAR EL SISTEMA) RESPUESTA AL CIUDADANO (FACILITAR SU RELACIÓN CON LA ADMINISTRACIÓN) RESPUESTA A LA SOCIEDAD CIVIL (NO DIRIGIR, NO INTERVENIR, FACILITAR SU DESARROLLO) TRANSPARENCIA INCREMENTO DE EXIGENCIA DEL CIUDADANO Y LA SOCIEDAD CIVIL CONDICIÓN GENERAL EL OBJETIVO FUNDAMENTAL DE LA TRANSFORMACIÓN QUE DEBE PRODUCIR EL CAMBIO ES: DETERMINAR SI SE SIGUE HACIENDO UNA ACTIVIDAD, O SI HAY ALGUNA OTRA ALTERNATIVA MENOS COSTOSA EN TÉRMINOS DE RECURSOS QUE PERMITA ALCANZAR UN RESULTADO SIMILAR, O SI LA PUEDE REALIZAR EL SECTOR PRIVADO (COLABORACIÓN PÚBLICO / PRIVADA) O POR OTRAS ORGANIZACIONES SOCIALES CON UN COSTE MENOR Y OBTENIENDO LOS OBJETIVOS FIJADOS. EN RESUMEN, EN TODOS LOS CASOS DE LA TRANSFORMACIÓN HAY QUE DETERMINAR QUÉ, CÓMO Y QUIÉN Este proceso exige un análisis de todas las políticas públicas que llevan a término los Gobiernos, suprimiendo aquellas que no son necesarias para los intereses generales de los ciudadanos y que no son preceptivas de las Administraciones Públicas. A continuación debe efectuarse una drástica reducción del sector público (empresas, institutos, Fundaciones, etc.) para eliminar las duplicidades con la Administración Pública propia y visualizar, con independencia de su necesidad, la posibilidad de que las tareas sean realizadas por el sector privado mediante encomienda de gestión, que no quiere decir, en ningún caso, privatización. Deben eliminarse todas las duplicidades o redundancias de competencias o actuaciones entre las diversas Administraciones Públicas que actúan en un mismo territorio. Posteriormente hay que reducir de forma drástica todos los procedimientos administrativos que no tienen sentido en la sociedad actual y que pueden substituirse por una declaración del ciudadano y así eliminar las trabas burocráticas que existen actualmente. Debemos tener una Administración Pública que garantice los derechos de los ciudadanos, pero que, a su vez, tenga confianza en ellos, en lugar de montar un tramado complejo para controlar y evitar la picaresca o el fraude. O partimos de la confianza bidireccional ciudadano con Administración Pública o no avanzaremos. Dentro de cada Gobierno (estatal, autonómico / regional o local) deben fusionarse todos los servicios de backup (básicamente control, compras y administrativos) en un único servicio central. No tiene sentido tener en cada área (ministerio, Consejería o Dirección local) servicios administrativos, de recursos humanos, de asesoría jurídica, de intervención, de servicios, de compras, etc. Debe modificarse el estatuto del funcionario público, para que sólo sean regidos por el mismo los funcionarios con potestad pública y todos los demás deben pasar, como todos los ciudadanos trabajadores, a ser regidos por el correspondiente estatuto de los trabajadores, se deben terminar los privilegios de una determinada clase de trabajadores, todos somos necesarios, también todos somos iguales. pero Como ya hemos repetido, deben incorporarse los conceptos de movilidad, competencias, objetivos y desarrollo de carrera profesional en el ámbito de la Función Pública. Una vez realizados todos los anteriores procesos se debe afrontar la descompensación de las unidades públicas, reforzando las que necesitan más dotación con las personas que han quedado sin tareas, debido a la reestructuración. El resto de trabajadores públicos que se quedan en espera se les aplicará un plan de empleo durante dos años, que representará abandonar el puesto de trabajo con una cobertura del 60% de su salario y con la obligación de las Administraciones Públicas de no poder incorporar a persona alguna mientras haya funcionarios en el plan de empleo. Asimismo no se cubrirán el 50% de las jubilaciones y el resto de personal (laboral) se deberá regir por lo marcado en el estatuto de los trabajadores y las leyes laborales. En diversos estudios se ha analizado que esta reestructuración conlleva una reducción entre el 8 y el 12% del gasto de las Administraciones Públicas, una parte de este ahorro debe destinarse a reducir el déficit, pero una parte importante debe destinarse a incrementar las inversiones (justificables, sostenibles y necesarias) convirtiéndose la Administración Pública en un motor de actividad económica. Asimismo, deberán mantenerse todas las políticas generales y en especial las dirigidas a los derechos irrenunciables de las personas (sanidad, educación, trabajo, dependencia y vivienda). Debemos conseguir, y si hay voluntad se puede, unas Administraciones Públicas que estén realmente al servicio del ciudadano, que le ayuden y no le pongan trabas en sus gestiones, que sea fácil la comunicación, que la información llegue y que sea entendible por la mayoría de los ciudadanos, que estén formadas por profesionales que aman su profesión y que los ciudadanos les respeten, que sean sostenible y no suntuosas, que sean transparentes. Si realmente se realiza el cambio, sea el propuesto u otro, pero que tenga el mismo resultado se generará un clima de confianza que permitirá generar los espacios, las actuaciones y la ilusión, motor imprescindible, para poder salir a mayor velocidad y con más garantías de la situación actual, en la confianza de haber creado un sistema sostenible y resistente a futuras situaciones similares. Todo depende de nosotros y de nuestra voluntad de exigir el cambio a los políticos, que deben pensar primero en servir a los ciudadanos que en mantenerse en el poder. No quisiera acabar este capítulo dando la impresión que todos los políticos son incompetentes, corruptos, etc. En la política, generalmente, se encuentra el reflejo de la sociedad que gobierna, por tanto también nos corresponde a nosotros, los ciudadanos, reflexionar sobre la situación que se ha creado y situar nuestro nivel de exigencia o petición de actuaciones a los políticos y las Administraciones Públicas en un estadio de normalidad, huyendo de intransigencias que no llevan a ningún buen puerto y que desgraciadamente existen, hoy en día, en demasía en nuestra sociedad. Si seguimos basándonos en qué fue primero si el huevo o la gallina, seguro que no avanzaremos, es necesario, parar, pensar y construir, no digo olvidar el pasado pero si no tenerlo presente. 5. Laeconomíayel empleo Tanto en el segundo capítulo, como en el tercero se ha hecho mención a la actual crisis que estamos padeciendo a nivel mundial, sin embargo, no voy a tratar los temas de este capítulo condicionado por el factor crisis, lo cual no quiere decir que los análisis y las propuestas sirvan tanto para tiempos de crisis como para tiempos de bonanza. Creo que es un grave error decidir actuar con unas políticas y acciones muy concretas en tiempos de crisis y en tiempos de bonanza cambiarlas. Cuando se actúa en tiempos de crisis es para corregir los errores que se han producido en el pasado y que nos han conducido a esta situación y si cambiamos en los tiempos de bonanza es para volver a cometer los mismos u otros errores que más pronto o más tarde nos conducirán a una nueva crisis. Por otro lado existe la teoría, muy extendida y fundamentada en una interpretación histórica, de que las crisis son cíclicas y que son males que debemos pasar las personas y las organizaciones para que al salir de las mismas seamos más fuertes y estemos más preparados. Habitualmente de las crisis los ricos salen más ricos, la clase media disminuye y aumentan los pobres, ya que son estos dos últimos grupos los que habitualmente pagan los platos rotos por no se sabe quién y que jamás se llega a averiguar. Históricamente las crisis precedían a una guerra, que siempre tenía por objetivo destruir al contrario y obtener sus riquezas o mantener el propio estatus que se sentía amenazado. Actualmente los movimientos y causas son similares pero en lugar de recurrir a una guerra, en su sentido estricto, se recurre a una especie de confrontación, que podríamos llegar a denominar guerra económica, que produce los mismos resultados, pero de forma más “civilizada”, ya que no provoca muertes de forma directa. MI opinión es que si no nos aburguesamos o mejor dicho no nos relajamos en situaciones normales y todos actuamos de acuerdo a nuestros principios, derechos y obligaciones difícilmente entraremos en una crisis y no caeremos en la estupidez humana de volver a tropezar en la misma piedra o dejar que los más poderosos, siempre ocultos, manejen sus hilos a su antojo. Hechas estas precisiones iniciales me gustaría declarar que soy un firme defensor de la economía de mercado, de la libertad, estoy en contra de las economías dirigidas o estatalizadas, pero también defiendo que deben existir unos marcos reguladores que impiden los abusos y la tiranía de los poderosos sobre los débiles. Cuando hablamos de economía hay dos factores que no podemos disociar, la empresa y el trabajo. Sin empresas no hay economía, no hay progreso, no hay estado del bienestar, no hay reparto de riqueza, etc., de acuerdo, pero sin trabajo no hay empresas ni hay economía. Se ha declarado en todas las cartas de derechos humanos y de constituciones democráticas que el trabajo es un derecho universal. A ello se debería acompañar que es un derecho universal retribuido en su justo precio. ¿Cuál es el justo precio? Dichosa pregunta dicen muchos, otros teorizan, otros reclaman y siempre estamos en la misma brecha de lucha. Algunos Estados intentan regular los contratos, otros dejan plena libertad, otros establecen un salario mínimo, etc. Todos intentan hacer algo, pero nadie encuentra la solución, quizás porque las propuestas no nacen de un análisis de la auténtica realidad, sino que nacen de posiciones ideológicas o como resultado de confrontaciones sociales. Deberemos profundizar sobre este tema para intentar aportar un poco de luz, no pretenderé encontrar la maravillosa solución, después que durante siglos muchísimos pensadores, legisladores y sindicalistas con más conocimiento y pedigrí que el mío no lo han conseguido. Más adelante entraremos en este tema cuando hablemos de las relaciones entre los empresarios y los trabajadores. Mi interpretación del derecho universal al trabajo comporta la obligación de proporcionar a las personas la formación, los instrumentos y opciones necesarias para poder ejercer este derecho, remunerado de forma justa (equilibrio precio / mercado), sin procesos que rozan e incluso entran en la esclavitud (todavía hoy sucede en muchas partes de nuestro mundo), con una dedicación equilibrada de tiempo y esfuerzo, con unas garantías de higiene, salud y seguridad laboral y permitiendo la conciliación de la vida familiar y laboral (sin reducciones pero sin extralimitaciones, que los dos extremos son negativos y desgraciadamente se producen en exceso). A lo largo de este capítulo se irán desgranando los análisis y propuestas relacionadas con estas definiciones. En todas las teorías económicas se distinguen tres tipos de economía básica: la economía libre, la economía controlada y la economía estatalizada, que para mí no es economía. Como he dicho antes soy partidario de la economía de mercado lo que me aproxima a la economía libre, pero también soy partidario de un marco regulador que impida los excesos y los abusos, en cuyo caso me aproximaría a algunos conceptos de la economía controlada. Como no soy economista, pero como ciudadano, trabajador y ex empresario sufro y he sufrido las consecuencias de los modelos económicos en mi propia sangre, creo que tengo el derecho y la necesidad de expresar mi visión y poder pensar en posibles soluciones, que a buen seguro los economista expertos y los famosos de la UE, la Reserva Federal, el Banco Mundial y el FMI ningunearán y no tomaran en consideración, argumentando falta de rigor o quizás una cierta infantilidad. Hay ciertas situaciones que me producen escalofríos, cuando observo, por ejemplo que las grandes corporaciones pagan unos impuestos porcentualmente mucho más bajos que las pequeñas y medianas empresas que son las que realmente crean puestos de trabajo, generan una riqueza que se reparte en el territorio, fortaleciendo un reequilibrio territorial y que a su vez se convierte en motor del consumo, piedra angular del crecimiento económico, está claro que sin consumo las economías de los diferentes países no crecen. Ningún gobierno actúa frente a esta situación. Asimismo, cuando se produce la paradoja, demasiadas veces cierta, de que la correspondiente bolsa del Estado crece, que los números macroeconómicos indican la senda del crecimiento, altos beneficios de las grandes corporaciones, pero al mismo tiempo crece el paro, disminuyen los ocupados, las rentas medias del trabajo se reducen, la cotización media a la correspondiente Seguridad Social disminuye, etc. Estas situaciones agravadas en tiempo de crisis y normalizadas, pero existentes, en épocas de bonanza generan una situación que lleva la economía de mercado al extremo más liberal de la misma, al ultra capitalismo, tan peligroso como la economía estatalizada o el marxismo. Es necesario establecer unos marcos reguladores en todos los estados, pero también pactados a nivel global, que fijen los límites a estas actuaciones y que garanticen el desarrollo progresivo de la actividad económica con igualdad de oportunidades y con preservación de los derechos de las personas. Estas situaciones nos llevan a la explotación y el abuso frente al reparto de riqueza que sería el objetivo de una economía de mercado, provocando una tensión en la sociedad que desborda todas las previsiones y nos lleva de forma inexorable a una confrontación social de imprevisibles consecuencias. Antes hablábamos del justiprecio del trabajo. Este debería estructurarse en función de unos mínimos que permitieran a las personas ejercer sus derechos universales a la vivienda, la educación, la sanidad, la familia y la dependencia. En caso contrario no sólo se infringen los principios firmados y aceptados por todas las sociedades llamadas democráticas, si no que se atenta a las personas y se les imposibilita su desarrollo humano y se frena el progreso de la sociedad. En el caso de España, en los resultados del barómetro publicado por el CIS a principios de Diciembre del 2013, nos indica que la mitad de los ciudadanos activos tienen unos ingresos que no llegan a los 900€ al mes. Asimismo, en los últimos datos del paro registrado a final del 2013 nos indica una leve reducción del mismo, en principio debería ser una cifra esperanzadora, pero si tenemos en cuenta que en este año la población ha descendido por factores migratorios más de 500.000 personas y que el número de personas ocupadas (primer signo inequívoco de una posible recuperación) sigue disminuyendo, las cifras ya nos son tan esperanzadoras y seguimos inmersos en la profundidad de la crisis. También deberíamos preguntar a la S.S. la curva de decrecimiento del coste medio de cotización de los asalariados y autónomos. En definitiva tenemos menos ocupados, salarios inferiores y menos ingresos de cotizaciones a la S.S., más impuestos y la clase política nos habla de brotes verdes y esperanzadores. La base de una sociedad moderna y de progreso se debe fundamentar en una economía soportada en sectores tractores, en una alta competencia profesional, en empresas con suficiente músculo financiero y con capacidad de afrontar el mercado global a nivel mundial, en disponer de una alta inversión en I+D+I y en aplicar una política fiscal progresiva y de estímulo al crecimiento. Tengo la sensación, para no decir la certeza, de que esta situación es totalmente antagónica con la que se vive en el sur de Europa y que, por desgracia, comienza a extenderse hacia el norte (Francia, Reino Unido, etc.) y que tarde o temprano terminará de impactar en el “sacrosanto marco de referencia alemán”. Un Estado como España no puede vivir y crecer con sólo el turismo y el nivel de exportación que se dispone (tema del que deberíamos de hablar, ya que un sector importante en este ámbito es el del automóvil y como sabemos es una exportación limitada ya que corresponde exportar productos que son de multinacionales extranjeras). Todos los analistas coinciden que el motor del crecimiento está en el consumo y con los salarios, impuestos y paro actual se vislumbra muy difícil su crecimiento. No obstante, los dirigentes nos animan en que la bolsa crece, la prima de riesgo disminuye, que hay un incremento de consumo en la Navidad del 2013, etc. No niego que sean ciertas estas cifras o previsiones, pero me pregunto ¿el consumo total de una año ha crecido frente al anterior?, lamentablemente la respuesta es negativa. Asimismo me pregunto ¿el crecimiento de la bolsa y la disminución de la prima de riesgo, se traduce en una mejora de ingresos, de calidad de vida y de capacidad económica en la mayor parte de la sociedad?, otra vez lamentablemente la respuesta es negativa. También me pregunto ¿los euros entregados al sector financiero más las entidades controladas por el Estado más el descenso del precio del dinero han representado una mejora directa en la cantidad y el precio del crédito a las pequeñas y medianas empresas y a las familias? La respuesta rotunda es no, añadiendo que se han restringido y los que se dan son a unos precios que muchos tribunales podrían considerar que rozan o llegan a la usura. Siempre he pensado fundamental progresar, que que es la competitividad es positiva, que la Investigación, desarrollo e innovación son uno de los pilares del progreso de la sociedad, que las nuevas Tecnologías de la información y el conocimiento aportan grandes ventajas al progreso, a la seguridad y al desarrollo de la vida humana, pero atención hemos de graduar la velocidad para no dejarnos gente atrás, el progreso es un concepto fundamental, pero de todos. No me sirve una sociedad de progreso que deja ciudadanos atrás, que genera bolsas de desahuciados, para mí este es el punto límite del progreso. Vivimos en una sociedad altamente competitiva y orientada al consumo en grado máximo. Está bien crecer, progresar, ser competitivos, incrementar el consumo, pero ¿es necesario hacerlo a la velocidad actual? Muchas innovaciones cuando llegan a mercado ya están obsoletas, la competitividad que se basaba en la transformación, el I+D+I y en la apertura de mercados se ve desplazada poco a poco por una competencia en la disminución del coste salarial, causa fundamental que originó el proceso de deslocalización, y que puede provocar en muchas sociedades, a medio plazo, la disminución acelerada o la práctica desaparición de la clase media, siendo ésta el pilar que sustenta el progreso y las sociedades democráticas. El espacio del mundo no es infinito, al contrario finito y en las poblaciones del llamado eje occidental se está frenando el crecimiento demográfico de forma alarmante, teniendo esto presente más lo detallado en los párrafos anteriores cabría preguntarse ¿dónde está el límite? ¿Qué pasará cuando lleguemos al límite? Hace un cierto tiempo, más o menos diez años, los analistas nos decían que el crecimiento acelerado permitiría que las sociedades subdesarrolladas pudieran acceder a una calidad de vida como la del espacio occidental y que conllevaría a un reequilibrio social. Transcurrido un tiempo prudencial no observo mejoras en la calidad de vida de los ciudadanos en Sudamérica, África y en muchos lugares de Asia y, en cambio, se observa un alto crecimiento de la pobreza en el espacio occidental. Solo se constata un crecimiento de la riqueza en los que más tienen (aumenta la lista de personas ricas, de compras de artículos de lujo, etc.) y en las grandes corporaciones, pero no se visualiza que esta situación llegue a la mayoría de los ciudadanos. Las bases de una economía de mercado, con la función reguladora de los Estados, debe permitir evitar los monopolios, ya sean declarados o encubiertos, debe evitar los abusos de los mercados y la especulación (el crecimiento estable es el que llega de la mano del incremento de la producción), debe impedir la explotación de los trabajadores, debe garantizar la igualdad de oportunidades, derechos y deberes (por ejemplo: no es aceptable que las grandes corporaciones en España paguen una media inferior al 15% del impuesto de sociedades y las pequeñas y medianas empresas y autónomos paguen entre el 21 y el 35%, cuando el tipo impositivo está en el 35%). Una economía de mercado no debe provocar la explotación, si no el reparto de la riqueza y conseguir el reequilibrio territorial, para ello los Estados deben actuar a muy corto plazo y volver a recuperar la soberanía reguladora, no intervencionista y no subvencionadora, pero sí de estimular la actividad económica mediante políticas financieras y de formación, que permitan que los empresarios y los trabajadores puedan desarrollar de forma libre su actividad pero con la garantía de que no será pan para hoy y hambre para mañana. Los Gobiernos deben facilitar la actividad económica de las empresas y establecer un marco regulador que evite los abusos y desarrollar una política fiscal progresiva que permita atender a las necesidades básicas de los derechos de los ciudadanos (sanidad, empleo, vivienda, educación, etc.), asimismo, deben arbitrarse mecanismos que eviten que vaya creciendo el número de familias que viven por debajo del lindar de la pobreza. Deberíamos plantearnos si son necesarias tantas infraestructuras, que muchas veces se hacen más por presión política, que por auténtica necesidad y convertir estos gastos en ingresos para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos (cada vez en mayor número) que no pueden seguir la inercia de las sociedades tan competitivas. Estas reflexiones darían para un libro completo, pero considero que ya se han enumerado o citado los principales problemas o temas que se deberían de resolver. Si nos centramos en las políticas financieras y de estímulo que se deberían tomar por parte del Estado, en el caso de España, pero aplicables, de forma similar a otros países del entorno, podemos citar: 1) Lucha contra el fraude fiscal Mucho se ha escrito y hablado sobre este tema, asimismo, es cierto que la mayoría de los ciudadanos tenemos el pensamiento de pagar cuanto menos mejor, nos falta cultura en este aspecto. Intentemos desmenuzar los temas y veamos si podemos aclarar algunas cosas. Las Agencias tributarias dedican muchos esfuerzos a perseguir a aquellas empresas y ciudadanos que declaran lo que han de pagar, pero que tienen dificultades económicas para hacer frente a sus obligaciones tributarias. Sobre ellos recaen todas las acciones de presión, multas, embargos, etc.; consiguiendo unos resultados muy por debajo de las expectativas. Se debería aligerar la normativa actual en cuanto a garantías y establecer unos plazos reales y asumibles (negociables entre ambas partes) para hacer obligaciones. frente a dichas Se debería hacer una campaña orientada a los ciudadanos y empresas en las que se pusiera de manifiesto que la el fraude nos perjudica a todos e impacta en la sanidad, la educación, la dependencia, las infraestructuras, las pensiones, etc. Esta campaña debería repetirse de forma periódica. Se debería perseguir con mayor énfasis la evasión fiscal y el fraude de las grandes fortunas y las grandes corporaciones. Se disponen actualmente de los medios suficientes para detectar cualquier movimiento extraño o entramado de sociedades, siempre hay un punto crítico en el que se puede detectar, para ello se habrían de dotar de más medios a las Inspecciones y establecer un orden de prioridades, para evitar ir prioritariamente, por ser más fácil, contra el sujeto débil. Asimismo, los complementos económicos por inspecciones a la Inspección Tributaria no deberían ser por actas levantadas, si no por resultados finales obtenidos (hay diferencias enormes y los temas deben seguirse hasta el final) Se deberían graduar las penas judiciales, en función de la devolución o no del nivel del fraude, es decir, una serie de penas más reducidas si se devuelve la totalidad y unas mucho más elevadas en el caso de no producirse dicha devolución. No se debería dar licencia de establecimiento ni de venta de productos a aquellas sociedades que tuvieran su sede central en un paraíso fiscal, en todo caso deberían establecer una nueva sociedad con la obligación de no repatriar sus beneficios ni ocultarlos mediante falsas facturas de la sede central o de otros paraísos fiscales. Este acuerdo debería hacerse extensivo entre todos los países sujetos al tratado de libre comercio o, como mínimo, en el marco de la UE. Asimismo, se debería revisar el precio fiscal de algunos tipos de sociedades, como las SICAV, refugio de grandes fortunas, y que cotizan el 1%. Soy consciente del temor a la fuga de capitales, pero no se puede legislar bajo temores de incumplimientos de la ley, hay que buscar una carga fiscal asumible para el tipo de actividad que realizan y que no provoque la desertización, que se puede controlar y fiscalizar. Pasa lo mismo con las deducciones por plusvalías en las fusiones o compras por parte de las grandes corporaciones que deberían eliminarse o aplicarse a todo el conjunto del mundo empresarial con independencia del tamaño que se tenga. 2) I+D+I Una de las fueras más importantes que tiene la economía de un país radica en su capacidad de I+D+I y, sobretodo, de su capacidad de transformar los resultados de su I+D+I en patentes que permitan incrementar su capacidad productiva y generar una captura de royalties que permitan recuperar la inversión realizada y poder continuar la investigación en mejorar el producto u obtener otros. De todas formas, en especial, en el ámbito europeo y en algunos estados, como España, es preciso hacer un cambio radical de la filosofía de la I+D+I. Es importante la investigación, pero no sólo por placer intelectual o por obtener un reconocimiento internacional o unos premios justificables, es importante para mejorar la sociedad, es importante para mejorar la industria, es importante para mejorar la educación, etc., y para que esto sea posible la I+D+I debe convertirse en un resultado que sea posible patentar, divulgar, vender o aplicar. Las capacidades actuales de las Administraciones Públicas en cuanto a financiar nuevos proyectos de I+D+I se han visto seriamente afectadas por la crisis actual, pero ello no ha de ser impedimento a continuar dicha investigación, aplicando nuevas fórmulas que faciliten no disminuir la fuerza de la I+D+I y, si se apura, incrementarla. Se deberán estratificar tres niveles diferentes en la I+D+I, el primero referido a la pública 100%, la segunda estructurada en el ámbito de la colaboración pública / privada y la tercera puramente privada. En cuanto al espacio público 100%, se deben priorizar aquellos proyectos de I+D+I que puedan comportar resultados concretos en forma de productos y patentes sobre aquellos temas que incidan en la mejora de la sociedad, en la calidad de vida de sus ciudadanos y en la mejora del hábitat. No puede ser una financiación sin fondo, se debe estructurar en base a un proyecto definido en todo su proceso, que debe incluir objetivo, equipos, costes, fases, resultados y forma de implantación en la realidad social. Se debe dejar de financiar toda aquella investigación que no reporta concreción ni aporta mejoras substanciales a la sociedad, la investigación por placer intelectual que se la financie quien la quiera realizar, no el erario público. Asimismo, se debe crear una unidad de seguimiento y control de la evolución de los proyectos I+D+I para garantizar su desarrollo de acuerdo al plan presentado. Todo resultado concretado en producto aplicable a la sociedad financiado 100% por las Administraciones Públicas, ya sea desarrollado en centros de investigación pública, Universidades u otros será propiedad de la Administración Pública que ha financiado el proyecto. Posteriormente será la propia Administración Pública que lo pondrá a disposición del mercado para su aplicación, si dicha aplicación produce beneficios económicos, una parte de los mismos volverán al erario público. En definitiva la financiación pública de la I+D+I ha de provocar mejoras a la sociedad y sus ciudadanos, sus resultados han de ser aplicables y su implementación, cuando corresponda, ha de poder recuperar la inversión realizada y aportar nuevos fondos a continuar el proyecto financiado o iniciar de otros. No pretendo convertir la I+D+I pública en un apartado mercantilista, pero sí que se debe convertir en un apartado real, aplicable y no teórico. Hoy no sería posible el mundo globalizado de comunicaciones con todo el avance que representado sin la inversión pública realizada en su momento por el Gobierno de los EUA. En los casos de financiación pública / privada que se realicen por centros públicos seguirá el mismo proceso que la anterior con la inclusión de dos retornos para el inversor privado, uno consistente en un beneficio fiscal entre el 25% y el 50% de la inversión realizada y una participación en el retorno económico en la aplicación de los resultados, estructurado porcentualmente en el 50% de lo que le correspondería en función de la participación que haya realizado sobre la financiación del proyecto. Se trata de impulsar el mecenazgo con fuertes estímulos para poder continuar realizando los proyectos de I+D+I que el país necesita. Sería injusto no impulsar o estimular la I+D+I totalmente privada que se realiza en muchos países y sin la cuál no sería posible el progreso. Existen diversos modelos de estímulo a la I+D+I, unos con financiación directa, otros con créditos y avales públicos y otros con beneficios fiscales. En primer lugar deberíamos concretar que la I+D+I privada tendrá un retorno financiero, por la comercialización de sus resultados o por la mejora productiva o competitiva que haya representado, a la organización que la realice. Por tanto las ayudas a la I+D+I, ya sean totales o parciales, no deberán aplicarse en este caso, a excepción de aquellas organizaciones que sean entidades sin ánimo de lucro, en cuyo caso pasaríamos a aplicar las mismas fórmulas que en los dos anteriores apartados, especificando que los retornos financieros que lleguen a la entidad sin ánimo de lucro los deberá seguir aplicando a la I+D+I. De todas formas, la I+D+I no será suficientemente importante y poder representar el papel necesario para el progreso de una sociedad sin que las Administraciones Públicas sigan estimulando dicha I+D+I en las empresas privadas. Sin embargo, este proceso de estímulo se debe reducir al ámbito de los beneficios fiscales, descartando los apartados de inversión directa y los de créditos avalados. La inversión debe ser puramente privada, acompañada de unos beneficios fiscales importantes siempre que se trate de un proyecto presentado y validado por la correspondiente unidad de seguimiento, control y evaluación de la I+D+I de la Administración Pública y que dicho beneficio fiscal vaya acompañado, en el momento de su aplicación, de su correspondiente memoria descriptiva del grado de avance o resultados del proyecto. Por lo tanto, estamos delante de un primer cambio significativo, hasta ahora los beneficios fiscales por I+D+I estaban relacionados con el coste de los correspondientes Departamentos de I+D+I de las entidades privadas y ahora pasaran a serlo sobre proyectos concretos, previamente aceptados como verdaderos I+D+I que sean de aplicación práctica, que a su finalización se concreten en una patente y que comporten el correspondiente retorno financiero en su implementación. Desgraciadamente, muchas veces la desgravación fiscal por aplicación de la I+D+I no se ha correspondido con lo que realmente debe ser la I+D+I, con un sistema de desgravación fiscal que no estimulaba la verdadera I+D+I. Ahora debe ser totalmente diferente, la desgravación fiscal ha de ser importante y se debe situar en un espacio intermedio entre el 40 y el 60% del coste real anual, aplicándose como desgravación fiscal en forma de reducción directa de la base imponible resultante en el Impuesto de Sociedades. A medida que se produzcan royalties sobre dicho proyecto la financiación pública sobre la evolución del mismo, se irá reduciendo de forma proporcional en el proyecto en concreto. El conjunto de inversión en I+D+I debe situarse entre el 2,5% y el 3,5% del PIB del país correspondiente y que, a su vez, se concreten en patentes y que sus resultados sean de aplicación a la sociedad o a la economía productiva, estos datos corresponden a los países más avanzados, en España el índice (fuente Eurostat) en el 2012 representó el 1,29% y la media de la UE27 (fuente Eurostat) representó el 2,07%. Ante este panorama sólo incrementando de forma sustancial la capacidad de desgravación de las empresas y concretando en proyectos de aplicación real se puede avanzar de forma significativa en la I+D+I y que sus resultados sean tangibles para el conjunto de la sociedad y permitan evitar la fuga de cerebros hacia otros países, actuación que comporta un grave déficit para el país, no sólo por la pérdida de capacidad de investigación si no por el déficit económico que conlleva, ya que todo el coste de formación se ha asumido en un país y se beneficia otro por ineficacia del primero. 3) Estímulos a las empresas (en especial a las pequeñas y medianas empresas) La creación de empresas como elemento revitalizador de la actividad económica a nivel local, regional, estatal e internacional ha constituido en la época reciente uno de los principales ejes de actuación de cualquier administración pública que tenga como objetivo mejorar la situación económica de su entorno. El aumento de las cifras de nuevas empresas creadas se ha revelado como un factor clave para el aumento de la oferta de empleo, de las oportunidades de inserción profesional y de la generación de riqueza y bienestar regional. La coyuntura económica mundial se está mostrando desfavorable al objetivo de pleno empleo, haciendo más difícil la pervivencia de las empresas existentes, al tiempo que reduce la aparición de nuevas vocaciones emprendedoras y provoca un incremento importante y preocupante del paro, generando una gran inquietud social ante la que deben responder las administraciones públicas. Sólo las sociedades emprendedoras, creativas, son las que pueden garantizar el progreso social y económico de sus ciudadanos. Por este motivo los gobiernos (estatal, autonómico y local) deben incidir en las medidas paliativas a todos los ciudadanos y empresas con dificultades, porque tienen derecho y merecen respeto, pero también es el momento del cambio, del futuro de nuestra sociedad. Una sociedad altamente emprendedora garantiza el retorno de la riqueza en el territorio y eso, es la garantía del progreso social y económico, asimismo, permite un mayor crecimiento, en épocas de bonanza y, como decíamos, una mayor resistencia en épocas de crisis. La creación de empresas, sin duda, se configura como una de las actividades centrales que más decididamente los Gobiernos deben promover. El período de crisis en que estamos no hace sino reforzar la necesidad de promover esta actividad de manera firme y lo más amplia posible. Las políticas y planes de creación de empresas que se realicen deberán cumplir los siguientes principios: - Potenciar las actuaciones basadas en la mentalización social y colectiva permeable hacia las actividades de creación de empresas. - Generar acciones que favorezcan la estimulación y el fomento del espíritu emprendedor individual como principal factor impulsor y generador de futuros proyectos empresariales creadores de riqueza. - Difundir y promover los valores de la persona emprendedora en todos los ciclos educativos. Se debe procurar que el sistema educativo y los procesos de formación trabajen de forma activa en generar la triple identidad entre emprendedor- empresa-creatividad. Este trabajo debe iniciarse desde edades tempranas, no esperando a ciclos formativos como el Universitario, que puede resultar ya tardío. Enfoque hacia proactivas por parte Gobiernos, así como del los agentes públicos y que participan, y no de pasivas o reactivas. medidas de los resto de privados medidas - Carácter global o transversal de las políticas para que sea posible coordinar todas las acciones que se puedan desarrollar por las diferentes Administraciones Públicas actuantes y que esta globalidad se pueda ampliar a otras entidades externas. - Establecer mecanismos de evaluación de los resultados obtenidos en cada una de las acciones que permitan corregir rápidamente los errores cometidos. - Definir instrumentos y mecanismos de coordinación de todas las acciones que se desarrollen en el territorio, evitando solapamientos y por lo tanto, inversión de recursos innecesarios. - Evolucionar la Administración Pública desde una posición eminentemente subvencionadora y burocrática de los procesos hacia posiciones de apoyo integral, acompañamiento y garantía de captación de la financiación, así como facilitadora de la creación de nuevas empresas, descargando trámites y burocracia. - Uno de los objetivos que se debe perseguir pasa por modificar las preferencias de la población, procurando hacer más evidentes los beneficios de la opción de trabajar por cuenta propia. Se desarrollarán medidas que permitan romper la barrera más compleja que frena a los emprendedores: pasar del trabajo dependiente a la actividad creativa por cuenta propia. Poner a disposición facilidades en este ámbito puede suponer a medio plazo un crecimiento importante del número de nuevas empresas. - Es necesario identificar a todos aquellos dispuestos a trabajar por cuenta propia para ofrecer toda la ayuda y acompañamiento necesario para ello. Por eso es importantísimo actuar de la forma más ágil y permanente en el territorio. - Hay que incidir especialmente en aquellos colectivos a priori más predispuestos a los emprendedores. Los jóvenes menores de 25 años, que deben ser destinatarios claros de actuaciones específicas dirigidas a consolidar esta disposición, promoviendo la transformación de estas vocaciones en verdaderos proyectos emprendedores. - Hay que aprovechar las experiencias exitosas para formar a los futuros emprendedores con el ejemplo de los casos de éxito, pero también contar con las experiencias no exitosas para revisar las actuaciones y poder retomar nuevos proyectos con mayores garantías de éxito, eludiendo los errores cometidos. - Hay que promover actuaciones en aquellos colectivos que presentan una menor predisposición a la actividad emprendedora, para que conozcan todas las medidas e incentivos de forma práctica y puedan aprovechar, al mismo tiempo que se puedan configurar medidas específicas dirigidas a estos colectivos lectivos. - Todos los ciudadanos pueden ser empresarios. Por eso en la formación reglada a título profesional hay que sumarle la formación específica que facilite a las personas con deseo de emprender, las habilidades suficientes que ayuden al éxito de sus proyectos. - Para apoyar la aparición de nuevas personas emprendedoras es imprescindible contar con los empresarios ya existentes. Como claro ejemplo de proyectos que prosperan, los empresarios del territorio pueden y deben ser no sólo ejemplo para emprendedores, sino que además deben comprometerse a ser tutores de los futuros empresarios. Además hay que potenciar al máximo posible que promuevan nuevos proyectos (spin-off) dentro de sus empresas. - En una decidida apuesta por apoyar la creación de empresas de base tecnológica, debemos promover la formación postgrado y especializada de las futuras personas emprendedoras. No sólo en el ámbito de la enseñanza reglada, sino también en proceso de investigación profesional se práctica en el seno de las empresas (Becas). Tenemos la generación más y mejor formada de nuestra historia, pero debemos promover la interfaz que permita en primer lugar, su integración profesional, para en segundo lugar, una vez adquirida la experiencia, asuman la decisión de promover sus propios negocios. La tasa de voluntad emprendedora de los países avanzados supera el 20% de la población, mientras que en el sur de Europa estamos entre el 9% y el 14% (datos GEM). Por todas estas razones, es necesaria la puesta en marcha urgente de una auténtica estrategia sobre la emprendimiento que permite alcanzar los objetivos expuestos y que configure un país de mayor equilibrio entre el trabajo por cuenta propia y por cuenta ajena. Esta estrategia se debería basar en la colaboración pública / privada y debería integrar a todos los agentes sociales y económicos, Universidades y empezar desde el ámbito educativo infantil no podemos presentar en la educación básica al empresario como un explotador y por el contrario en la educación secundaria o de formación profesional demandar que las personas desarrollen sus habilidades emprendedoras y se conviertan en empresarios. La estrategia debería estar orientada y muy pegada a territorios concretos para garantizar un reequilibrio territorial, debería contar con medidas de información, captación, acompañamiento, soporte, formación, estímulo de competencias internacionales, compartición del conocimiento y la experiencias, etc. Los Estados preocupados por el déficit no hacen más que actuaciones fundadas en reducir los gastos y aquellas que van orientadas a incrementar los ingresos sólo se basan en el incremento de impuestos, sin pensar en que quizás sería mejor incrementar el número de contribuyentes aumentando el número de empresas y reduciendo el paro. No concibo el crecimiento de una empresa sin el crecimiento de las ventas, la diversificación de los clientes y mercados y la contención de los gastos. A veces las fórmulas son diferentes, pero las ideas y las formas son similares. Legislativamente se puede actuar para facilitar el trabajo de las empresas, incrementar su capacidad financiera (que ha de permitir vivir más de fondos propios que de créditos) e incrementar la contratación con la consiguiente reducción del paro. Es necesario favorecer la capitalización de las empresas, para que puedan tener un circulante y una capacidad de inversión propia, que les permita garantizar su continuidad, su competitividad y su crecimiento. Asimismo, hay que favorecer el proceso de generación de empleo. A nivel de resumen, estas medidas se podrían agrupar en los siguientes aspectos (a título de ejemplo): 1. IVA Los autónomos y las pequeñas y medianas empresas que no lleguen a 10.000.000,00€ de facturación anual, el IVA correspondiente a su facturación a las diferentes Administraciones Públicas será liquidado en el momento de haberse abonado la factura y no en el momento de emitirla. Los autónomos y las pequeñas y medianas empresas, en el momento de su nacimiento y en los dos primeros años con una facturación menor de 1.000.000,00€ liquidarán el IVA en el momento del cobro de las facturas y no en la emisión de las mismas. 2. Impuesto de sociedades. Las pequeñas y medianas empresas, en el momento de su nacimiento y en los dos primeros años con una facturación anual menor de 1.000.000,00 € tendrán una reducción del 50% del impuesto de sociedades que tengan que abonar según el tramo que le corresponda. Sin embargo, quedarán exentas de abonar en el año siguiente los anticipos que indica la ley. Los autónomos podrán deducir de sus impuestos, en los primeros dos años de existencia, y con facturación anual menor a 1.000.000,00 € el 50% de sus impuestos derivados del beneficio de su actividad. Todas las empresas con una facturación anual menor de 25.000.000,00 €, los beneficios que se reinviertan en la empresa y no se repartan en los próximos 5 años quedarán exentos en el 90% del correspondiente impuesto de sociedades. En el caso de producirse la retirada antes del período fijado se procederá a liquidar el impuesto que ha sido exento. Para las empresas con una facturación anual superior a los 25.000.000€ el porcentaje se reducirá al 50% 3. Formación Las pequeñas y medianas empresas, con una facturación anual que no llegue a los 10.000.000,00€ en sus primeros cinco años podrán acceder a los fondos de formación profesional, en el sub-sistema de formación continua, con el doble del porcentaje de la bonificación de cuota de la SS que marque en cada momento la ley o con el doble de la fórmula que en el futuro se acuerde. 4. humano Contratación recursos Las pequeñas y medianas empresas, en sus primeros cinco años y que no lleguen a una facturación anual superior a los 10.000.000,00 y tendrán una bonificación de la cuota patronal de la SS social (que en cada caso) por los primeros cinco trabajadores, con contrato indefinido, con el siguiente escalado: 1 º trabajador 90% 2 º trabajador 80% 3 º trabajador 60% 4 º trabajador 40% 5 º trabajador 20% Estas reducciones se eliminarán al llegar a los cinco años de la contratación de cada trabajador. Asimismo, se debería legislar para que los autónomos y los pequeños y medianos empresarios deban responder ante sus obligaciones fiscales, empresariales o crediticias con todos sus bienes, a excepción del patrimonio personal o familiar. Si queremos estimular el crecimiento empresarial, es necesario preservar los patrimonios, pero también favorecer la creación de capacidad económica y de activos tangibles en las empresas para que en base a los mismos poder financiar con recursos propios, de forma mayoritaria, complementados con recursos ajenos su crecimiento y expansión. Se debería proceder a eliminar todo tipo de subvenciones directas a las empresas, no es de recibo subvencionar una actividad que tiene por objetivo generar beneficio económico, si bien se deben desarrollar todo un conjunto de medidas alternativas de estímulo, formación, soporte, acompañamiento, etc. como las detalladas para la creación y mantenimiento de las estructuras empresariales, en especial los autónomos y las pequeñas y medianas empresas, ya que sin un tramado empresarial activo y en funcionamiento, no hay crecimiento, no hay distribución de riqueza, no se disminuye el paro y en definitiva no hay estructura de sociedad. En conclusión si al reconocimiento social del empresario, sí al estímulo y soporte, no a la subvención. Asimismo, se deben eliminar las ayudas crediticias directas, en todo caso se deben substituir por una política de avales, en base al conocimiento del proyecto, su plan de negocio y un auténtico seguimiento y soporte del mismo, mientras esté vigente el aval público. En el caso de España nos deberíamos preguntar qué parte del montante del conjunto de créditos ICO (Institutos de créditos oficiales), en especial la parte dedicada a financiar el circulante, se ha dedicado a nuevas empresas o nuevos proyectos de empresas existentes o bien los bancos han aprovechado estas líneas para forzar la refinanciación de sus créditos, subir sus intereses y traspasar al Estado el 50% del riesgo (como se especifica en las líneas de créditos ICO). Siempre he tenido curiosidad intelectual por saber esta cifra, pero veo que nadie (bancos y Administración Pública) tiene interés en publicar. Se debería recuperar el impuesto sobre el patrimonio aplicándolo a todos los patrimonios que no están integrados en el tramado productivo y de generación de riqueza. Me refiero a excluir de este impuesto las primeras residencias, los inmuebles o propiedades dedicadas a actividades productivas, los capitales invertidos en empresas de tipo productivo (no depósitos, ni fondos, ni actividades financieras), todo el resto, que se considera no productivo debería pagar un impuesto proporcional y sus ingresos derivarlos hacia el incremento de la actividad productiva mediante inversiones en infraestructuras necesarias, en I+D+I o posibilitar la reducción de las cargas impositivas a los procesos productivos. Asimismo, se deberían impulsar los inversores de proximidad mediante sus agrupaciones en forma de empresas de inversión (no capital riesgo, no préstamos participativos, etc.) que pusieran el capital en las pequeñas y medianas empresas (existentes o de nueva creación) durante un período no inferior a 5 años, obteniendo a cambio unos beneficios fiscales del 7% anual de su inversión en capital, bajo la base de reducción del impuesto del patrimonio, del IRPF o del IBI. Esta medida debería ser consensuada por los tres niveles de Administración (Central, Autonómica y Local). El nivel de inversión debería oscilar entre los 100.000,00€ y los 500.000,00€ por empresa, cuya elección y el análisis de su viabilidad correspondería a la propia empresa inversora. Las Administraciones públicas proporcionarían todo el soporte a estas empresas con sus medios de apoyo (infraestructuras, viveros, congresos, aceleradoras, programas intercambios, etc.). europeos, En la última “amnistía fiscal” del ministro Montoro afloraron más de 80.000M€, poder reconvertir como inversores de proximidad un capital de 40.000M€ posibilitaría poder ayudar a la creación o subsistencia de más de aproximadamente 270.000 empresas, que según los estudios de mercado oficiales (GEM), representaría la creación en cinco años de 1.350.000 puestos de trabajo directos y unos 400.000 de indirectos. Los impuestos que pagarían las empresas y el IRPF de los nuevos contribuyentes sin contar la reducción de prestaciones de empleo por el paro, supondrían un incremento de ingresos aproximados de 4.300M€ anuales, frente a un coste de 2.800M€ que representaría la bonificación. Por favor, déjense de escuchar a los lobbies, las grandes sociedades financieras, etc., reafirmen estos cálculos, pacten entre las Administraciones y póngase a trabajar como impulsores, legislen, motiven y busquen. No es nada nuevo, en el transcurso de la historia muchos pueblos han salido de crisis profundas o han progresado enormemente mediante el principio de solidaridad, entendido como ayuda y como beneficio mutuo. También es curioso el papel que adopta el Estado en los casos de financiación empresarial vía un proceso similar al mecenazgo llamado crowdfunding, que crece anualmente a razón de un 100% (9,7 M€ en el año 2012, frente a 19M€ en el año 2013, fuente: Infocrowdsourcing), posicionándose en un proceso de establecer límites, reducir la participación, en lugar de legislar para ampliarla y llevarla a términos de países donde esta fórmula ha sido brutalmente eficaz para el nacimiento y consolidación de muchas start-up, como es el caso de EE.UU., ahora nos dedicamos a poner verjas en el campo, o no será que este sistema no interesa a las entidades financieras y este lobbie ha presionado para limitar esta acción, que ha dado y debería dar resultados verdaderamente estimulantes, Este apartado da para hacer uno o más libros en detalle, quizás algún día me extienda en ello ya que dispongo de mucho material de base y desarrollos propios, pero no vamos a monopolizar este libro o documento o ensayo, como el lector lo quiera encasillar. 4) Políticas hacia las entidades financieras Los equilibrios que necesitan las economías de libre mercado, hacen necesaria la presencia de las entidades financieras, como instrumentos básicos para poder financiar el crecimiento y como garantes de los depósitos o ahorros de los ciudadanos y las empresas. No voy a repetir las causas del inicio de la presente crisis, pero sí que es cierto que las entidades financieras, en su ansia sin fin de mejorar sus resultados y poder ofrecer una mayor valoración y reparto de dividendos a sus accionistas, se han lanzado a una carrera de nuevos productos de elevado riesgo y a unas prácticas que están fuera de los principios básicos de la ética de mercado, fruto de la pérdida de poder de los Estados y de la falta de un marco regulador estricto. Es curiosa, en el caso de España, la opacidad de los informes del Banco de España y la actitud permisiva de la CNMV y cuando estas entidades han emitido informes y señales de alerta los Gobiernos han hecho oídos sordos. Los casos de las ejecuciones hipotecarias, de los desahucios, de las preferentes, de los sueldos de los Consejos de Administración, de los créditos elevados, casi sin garantías, a los amigos, conocidos o personas influyentes, mientras a los ciudadanos en general se les exigen garantías del 100% del posible crédito. La negación de los políticos en resolver las resoluciones hipotecarias mediante la dación en pago, las valoraciones excesivas de los precios de las viviendas para poder conceder más créditos e incrementar el margen de explotación de las entidades financieras ha generado un caso que ha llevado a la casi quiebra o la quiebra de muchas entidades financieras y a un incremento desmesurado de la morosidad. La mágica solución que han puesto en práctica los Gobiernos Europeos, en especial el de España, ha sido prestar dinero a los Bancos o entidades financieras en crisis o casi quiebra con la esperanza de que se puedan reflotar y puedan devolver los préstamos, realizados a un interés muy bajo y al que no tiene acceso ninguna empresa ni ciudadano. Lo más repugnante de esta actuación es que se ha hecho con el dinero de los ciudadanos, no olvidemos que el dinero público tiene un solo dueño que son los ciudadanos. En el caso de España se calcula que al final de la corrida más del 50% de este dinero se habrá evaporado, es decir se habrá perdido. Diversos analistas indican que si este dinero prestado a los bancos y entidades financieras, que son empresas privadas, a excepción de las Cajas de Ahorro, se hubiera destinado a la economía productiva y a la calidad de vida de los ciudadanos hoy no nos encontraríamos en la situación que estamos. Hay que evitar negocios que se consideran fraudulentos a mí entender. Supongamos el caso, que ha pasado, de una entidad financiera que ha recibido ayudas públicas y que adicionalmente obtiene crédito (dinero) del BCE a un interés inferior al 1% y posteriormente compra deuda pública de un estado al 3, 4,5 o 6%. Magnífico, los ciudadanos hemos puesto el dinero para salvarla, además le hemos prestado al 1% y luego nos hace pagar el triple o séxtuple de los intereses. Por qué no les proponemos esto a las empresas productivas i ciudadanos, no estaríamos todos de acuerdo en recibir préstamos a un interés determinado y que inmediatamente los invirtiéramos en el mismo prestatario ganado un diferencial entre el 2 y el 5% A pesar de todo lo dicho sigo considerando que las entidades financieras tienen un papel importante en la sociedad, pero no nos engañen en que su papel es social, es un papel necesario para el desarrollo de la economía y para que las familias y ciudadanos puedan realizar las acciones que necesitan en su actividad diaria. Se debería establecer un marco regulador indicando el tipo de interés máximo de créditos al consumo, de pólizas de crédito, de descuento de facturas y de créditos hipotecarios, asimismo se debería modificar la ley hipotecaria arbitrando el tema de las valoraciones en su justo precio y de la dación en pago como cancelación de la deuda. No es suficiente el documento firmado de buenas prácticas, que no deja de ser una declaración de intenciones sin ninguna validez legal. En todas las entidades financiadas con fondos públicos hasta su devolución, deberían estar dirigidas por personas designadas por el Gobierno y con unas limitaciones salariales a nivel directivo y de Consejo de Administración. Los incentivos de los directivos y de los miembros de los Consejos de Administración deberían fijarse de forma porcentual a los beneficios obtenidos, asimismo, se debería aplicar un tope salarial fijo a los directivos y unas dietas fijas por asistencia, como remuneración a los miembros de los Consejos de Administración. Se debería crear un cuerpo de vigilancia para el cumplimiento de las normas, bajo el BCE y sus correspondientes Bancos nacionales, que pueda seguir, auditar y resolver las reclamaciones fruto de los incumplimientos o abusos. Este cuerpo debería disponer de los suficientes mecanismos para actuar con la máxima agilidad, no es de recibo dar la razón a ciudadanos que perdieron su dinero con las famosas “preferentes” 5 o 10 años después. Se debería ser más riguroso en los conceptos de provisiones y su correspondiente verificación, para evitar las posibles quiebras futuras y sus costes a espaldas de los ciudadanos. También debería regularse legalmente los topes máximos de las famosas comisiones, intereses de demora y en qué casos se pueden aplicar. Es inconcebible que un depósito de un ciudadano de tipo medio reciba menos intereses que los costes de las comisiones y de la custodia del dinero depositado. Se debería crear un cuerpo dentro de la Interpol que persiguiera los delitos de fraude fiscal de aquellas entidades financieras que tiene sucursales o filiales en paraísos fiscales con un seguimiento específico de las transacciones realizadas. Asimismo, no se debería dejar operar en los países con marco regulatorio a aquellas entidades procedentes de países donde todavía existe el secreto bancario, ya sea de forma directa o indirecta mediante filiales. Las entidades financieras son necesarias, deben ganar dinero, de forma lícita y no abusiva, casi fraudulenta, sus normas de operación han de ser claras y legisladas, deben captar recursos y devolverlos al mercado mediante un diferencial, este es su negocio, pero no deberían actuar en otros ámbitos como comercialización de productos de consumos, como aseguradoras, como inmobiliarias, etc., de forma directa, pueden tener acciones o participaciones en cualquier tipo de empresas, pero deben desligar su actividad del negocio bancario. No puede ser que para pedir un crédito, con independencia del tipo de interés, que si no se legislan los topes son estratosféricos para las pequeñas empresas, autónomos y ciudadanos, se imponga además el seguro del coche, del piso, etc. Aquí vale a norma de zapatero a tus zapatos y nada más. 5) El papel de la Administración Pública Con independencia de todos los temas citados anteriormente, en este capítulo, que corresponden a la Administración Pública, esta tiene una responsabilidad fundamental en el progreso de la sociedad y en la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos. Nos referiremos, en concreto, a los temas de la economía, centrándonos en las empresas y el empleo (los trabajadores), el resto de los temas sociales serán objeto de trabajo en los posteriores capítulos. La Administración Pública tiene la obligación de facilitar el desarrollo de la economía de su país, facilitar no quiere decir intervencionismo, no quiere decir dirigismo. Quién debe dirigir el desarrollo económico son las empresas y sus trabajadores, la Administración Pública debe poner a su disposición los mecanismos necesarios para facilitar el desarrollo. En primer lugar la Administración Pública debe crear aquellas infraestructuras necesarias realmente que faciliten el desarrollo económico, por ejemplo el corredor Mediterráneo (especialmente para hacer llegar a los centros neurálgicos de Europa, con mayor rapidez y menor coste, los productos agrarios y agroalimentarios de Andalucía, Murcia, Valencia y Catalunya), la comunicación en alta velocidad hacia Europa de los puertos de Valencia, Tarragona y Barcelona para competir con Rotterdam en todo el tránsito comercial y de productos procedente de Asia, etc. Las inversiones en infraestructuras han de estar priorizadas en aquellas actuaciones que generan un verdadero valor añadido al desarrollo de una sociedad. La Administración Pública, como ya se ha detallado anteriormente, debe crear una política fiscal progresiva que favorezca el crecimiento económico, no se trata de impuestos muy altos si no de que existan más contribuyentes. La Administración Pública debe dejar de considerar a las empresas como núcleos de posibles fraudes o de inhibiciones de responsabilidades fiscales o como irresponsables en la creación y funcionamiento de las empresas, en el indicador mundial de las facilidades para crear empresas (Doing Business) España ocupa el lugar 143 al nivel de muchos países del continente africano, esto es intolerable, la Administración debe regular para facilitar no para controlar, esto corresponderá a la Inspección, facultad que debe ejercer. En una Comunidad Autónoma de España existen más de 500 procedimientos para el alta, modificación o ampliación de una empresa. Debe procederse, de inmediato a una reducción drástica de dicho número y del tiempo. Por ejemplo la creación de una empresa que no necesita informes técnicos debe producirse en un tiempo máximo de 24 horas y basta con una declaración jurada del empresario en la que acepta todas las responsabilidades inherentes a su actividad que se ha de formular on-line o presencial y disponer en ese plazo de 24 horas de todos los instrumentos para poder operar. En los casos que se requiera informes técnicos bastará con una declaración jurada y el correspondiente informe técnico firmado por un colegiado o una empresa homologada (quién asumirá la correspondiente responsabilidad civil legal, en caso de incumplimiento o menoscabo de las obligaciones), exceptuándose aquellos casos que la Administración Pública no puede delegar como materias peligrosas, temas radiológicos etc. De esto venimos hablando, todos los Gobiernos, de cualquier color político, hace más de 10 años, sería conveniente dejar de hablar tanto, apartar a los burócratas y tenerlo operativo en un término máximo de 6 meses, es un tema que conozco perfectamente y les aseguro que es posible si el Gobierno ejerce su autoridad sobre la maquinaria de la Administración Pública. En segundo término se deberían unificar en un solo procedimiento las diferentes autorizaciones que se requieren en una serie de negocios o establecimientos, en una primera fase (6 meses) dentro de la misma Administración Pública y en el plazo de un año entre las diferentes Administraciones Públicas, que en base a sus competencias propias, intervienen en un mismo procedimiento. Existen casos en que para poder poner en marcha un negocio se deben pedir permisos a más de dos Administraciones Públicas diferentes y, en otros casos, se deben iniciar más de 15 procedimientos administrativos. En resumen en un año un empresario debería tener un solo procedimiento y las Administraciones Públicas organizarse en interno para poder dar el servicio que requiere el empresario, en contra de que actualmente provocamos el desánimo y la pérdida de voluntad de iniciar un negocio. Facilitemos la actividad económica y desplacemos a los funcionarios del apartado de la autorización a ejercer el de la inspección. Mucha gente no conoce que para poder abrir un hotel se necesitan más de 10 inspecciones, de unidades administrativas diferentes, lo que provoca que en la apertura de la mayoría de los hoteles no tiene todos los permisos en regla, es inconcebible, para el empresario debería existir un solo proceso de solicitud y un único proceso de inspección, en los casos que sea necesario (seguridad, materias peligrosas, etc.). La Administración Pública debe organizarse y actuar como proveedor de servicios a los ciudadanos y como garante del cumplimiento de la legislación, no debe trasladar su mala organización interna y su excesivo afán de control hacia el exterior, para seguir conservando una organización decimonónica Debe cambiar ya, facilitar la tarea, garantizar el cumplimiento de la ley y de una vez por todas ser más ágil y eficaz. La Administración Pública debe garantizar que los consumibles que necesitan las empresas (electricidad, gas, agua, comunicaciones, etc.) estén garantizados, estructurados de forma ágil y a unos precios competitivos con los países del entorno y sus competidores, debe ser una facilidad no una penalización, como ocurre en España, que a día de hoy todavía no hemos descubierto el tema del déficit eléctrico, de la tarifa eléctrica y lo más grave es que no existen visos de resolverlo. No entiendo, en el caso de España, que se supone que las compañías eléctricas son empresas creadas para hacer beneficios, nos digan que tienen un déficit de 30.000M€ y que no hayan quebrado, al contrario tienen beneficios cada año y reparten dividendos a los accionistas. ¿Alguien lo entiende? No será que nos están intentando dar gato por liebre, o el estado o las eléctricas, pero es evidente que algo no cuadra. El lobby de las eléctricas me parece bien, pero no que impongan a los Gobiernos sus decisiones, el gobierno debe regular y ellas deben competir en servicio y precio, me parece que actualmente no deja de ser un monopolio compartido entre ellas. En algunos países el estado se encarga de la producción y la conducción y las eléctricas de la distribución, en otros el estado legisla la producción y la conducción y la distribución competitiva de las eléctricas. No soy experto en cuál es la mejor solución, pero sí que soy experto y entiendo que si en un país pagamos la energía el doble que en el entorno de nuestros competidores estamos condenando al fracaso muchas empresas y puestos de trabajo. En su responsabilidad de inspección, La Administración Pública, debe actuar de forma igualitaria. Es conocido que es más fácil inspeccionar un autónomo o una pequeña o mediana empresa que una grande, pero la actuación debe ser igualitaria i equitativa. Por ejemplo, en el tema del fraude fiscal, es más fácil y más mediático encontrar a un deportista que haya utilizado paraísos fiscales o evadido impuestos que hacerlo con las grandes corporaciones, la mayoría de las cuales tienen oficinas o filiales en paraísos fiscales. Debería existir una vigilancia efectiva sobre las transacciones o facturaciones inter grupo en las grandes corporaciones que disponen de filiales u oficinas en paraísos fiscales. Si estimulamos el crecimiento, facilitamos la actuación de las empresas, perfeccionamos la inspección, actuamos de forma equitativa y con una presión fiscal objetiva y sin beneficios especiales en función del tamaño empresarial, tendremos más empresas, más puestos de trabajo, unos impuestos más reducidos y una mayor recaudación impositiva por parte de la Administración Pública, para ello la Administración Pública debe cambiar, no solo en sus procedimientos, sino también en su entramado interno y en la estructuración de sus recursos en base a competencias funcionales, conocimiento y movilidad, no como ahora que estamos en competencias por capacidad administrativa o histórica y con movilidad reducida. Advierto, sin embargo, que hacer este cambio chocará con la oposición frontal de los sindicatos, que mantienen su último reducto y fortín en la Administración Pública. Existe la tendencia cuando se habla de economía, en la mayoría de foros o conferencias o debates centrase en el mundo económico entendido como mercados, entidades financieras o empresas (sea cual sea su tamaño). Pues bien, es cierto que sin emprendedores y empresas no hay progreso ni se crean puestos de trabajo, pero también es cierto que sin trabajadores las empresas no funcionan y por tanto tampoco hay progreso. Por tanto la visión económica y el progreso van ligados a la necesidad de la existencia de empresas y de trabajadores suficientemente cualificados (cada día más) que pueden realizar las tareas de las empresas. Es imposible disociar los dos ámbitos y ambos son imprescindibles. 6) Captación extranjera Históricamente en inversión los últimos treinta años uno de los factores más importantes de crecimiento ha venido derivado de la inversión extranjera en España. Con el inicio de la crisis esta inversión disminuyó notablemente e incluso se produjo un proceso incremental de desinversión. Es necesario recuperar el proceso y ofrecer estímulos a la inversión extranjera, pero principalmente en el entorno productivo, que es el que permite la creación de puestos de trabajo y la generación de riqueza. Para ello se han de ofrecer espacios, infraestructuras, expulsar la burocracia, beneficios fiscales (si se considera, en especial en la contratación de trabajadores), productividad, trabajadores cualificados (hablaremos a continuación), etc. Actualmente nos informan, según la fuente del Ministerio de Economía y Productividad, con mucho bombo y platillo que está creciendo la inversión extranjera en España (8,8% del 2013 respecto al 2012), pero como siempre la letra mayúscula dice una cosa y la pequeña otra (como en los contratos con la banca o las compañías de seguros). Si analizamos el crecimiento veremos que se focaliza únicamente en las actividades financieras y de seguros (incremento del 42%), actividades inmobiliarias (incremento del 66%, básicamente en operaciones cerradas con la Sareb, banco malo de ladrillo invendible y que atrae a los grandes especuladores internacionales) y el sector d la construcción (incremento del 22%). Por el lado contrario, la industria no consigue atraer inversión extranjera, sobre todo en la industria manufacturera (básica para la creación de empleo) que sufre un contracción del 38,5%. Todas estas actuaciones se venden como confianza en la economía española, que no niego que pueda ser cierto, pero ¿de qué economía hablamos? ¿De la macroeconomía o la especulativa? O bien ¿De la economía real?, la que ahora se necesita que garantiza la creación de puestos de trabajo, la generación de riqueza, el reequilibrio territorial y la recuperación del consumo. No nos sirven unos grandes números que configuren una sociedad como la que nos señala la OCDE, en su informe de Octubre de 2013 “Quality of life indicators”, en donde se señala que España es el país de la UE con mayor desigualdad económica, que expresado en otros términos nos indica que el 20% de la población (parte más rica) gana, en promedio, 7,2 veces más que el 20% más pobre, cuando la media de la UE27 es de 5,1 veces. En países como Finlandia o Suecia apenas se llega a 3,7 veces. Desgraciadamente, ningún país de Europa alcanza los niveles de desigualdad de España y lo más triste es que esta situación, en lugar de corregirse se agrava año tras año. Por tanto, si a la inversión extranjera, si a misiones comerciales reales de captación de inversión (no de venta de fotos), si a propiciar medidas que hagan que sea atractivo invertir en España, pero en las inversiones productivas. Hasta ahora, en este capítulo, hemos hablado de las empresas y de la Administración Pública frente a ellas, ahora corresponde hablar del trabajo, del empleo y de la cualificación. Cómo decíamos al principio de este capítulo y en la introducción, sin empresas no hay economía ni generación de riqueza, pero sin trabajadores no hay empresas. Por tanto, todos los esfuerzos dedicados a la recuperación de la crisis y a disponer de una economía estable, sostenible y que garantice el progreso de la sociedad debe analizarse bajo la doble vertiente de las empresas, emprendedores y de los trabajadores y su cualificación. Todos los modelos preconizados por la UE, el FMI, el BM y la OCDE como actuaciones para salir de la crisis no han tenido en cuenta el factor del empleo y del trabajo digno. Ahora empiezan a levantarse voces de alerta sobre este riesgo, nunca es tarde, pero la situación creada nos da de pensar que nuestros dirigentes solo utilizan la palabra empleo y trabajo cuando se trata de campañas electorales o para los discursos, que por cierto quedan bien, pero no se los cree casi nadie. Habitualmente los países con menos paro son aquellos que tienen un proceso educativo y de formación posterior (profesional y universitario) de alto nivel. La formación de las personas es la base para poder acceder al mercado de trabajo y poder aportar valor añadido, gracias a la competencia, que redundará en una mayor competitividad de las empresas y una mejora substancial de la economía. En este tema, en España, tenemos un suspenso absoluto, todas las reformas educativas han fracasado, no solo por las evaluaciones PISA, sino también, por la realidad del mercado de trabajo y la competitividad de las empresas. España es uno de los países que ha recibido una mayor cantidad de € destinados a la formación profesional ocupacional (parados y continua), asimismo, el gasto por alumno en la formación reglada y universitaria es equivalente a países como Suiza o Finlandia, con unos resultados que nos sitúan a años luz de ellos. Dos son los factores principales del fracaso de las políticas de empleo, con independencia de los estímulos a la contratación que ya hemos detallado al hablar de las empresas, estos son: - El fracaso formativo - La inestabilidad laboral Sobre los temas de la educación reglada (básica, ESO, Universidad y formación profesional reglada) ya hablaremos en el siguiente capítulo, centrémonos ahora en la llamada formación ocupacional, variante de la formación profesional orientada a parados y trabajadores (la llamada formación continua). Es conocido por todos los profesionales que hemos trabajado en el entorno de la formación ocupacional, que la gran parte de dinero que ha llegado de Europa y la que se ha destinado desde los Gobiernos (estatales y Autonómicos) ha ido destinada en gran parte a las patronales y sindicatos bajo el prisma de realizar dicha formación. Recientemente son abundantes los fraudes que se están descubriendo en este tema. Pero no es el fraude el tema más grave, existen otras causas que han provocado el gran fracaso de esta formación y el dispendio de una enorme cantidad de € (3.000M€ anuales hasta el año 2012 y posteriormente sobre 2.000M€, aproximadamente). Esta formación se ha aplicado en la ocupacional bajo la fórmula de subvenciones a donde acudían administraciones públicas, patronales, sindicatos, entidades sin ánimo de lucro y algunas entidades privadas que ofrecían formación en los temas que tenían competencias, pero nunca se ha orientado a las verdaderas necesidades del mercado de trabajo, es decir, formábamos a las personas en lo que sabíamos y no en lo que necesitaban para poder incorporarse al mercado laboral. Asimismo, más grave es el hecho de la formación continua que se decidía en la llamada Fundación Tripartita (compuesta por patronal y sindicatos) y se adjudicaba en su inmensa mayoría (más del 90%) a patronales y sindicatos, es curioso, han sido y todavía son juez y parte. Este proceso provoca situaciones curiosas, como que más del 85% de la ocupación de España está en la pequeña y mediana empresa y de la teórica formación continua, que debería servir para mejorar la profesionalidad y competencia de los trabajadores redundando en una mayor competitividad empresarial, solo le llegan el 18%. También, cabe señalar que no ha existido un análisis real de los costes de formación y que se ha utilizado el método de justificar el importe subvencionado según lo ofertado por los adjudicatarios de las subvencione sin un previo análisis real del coste efectivo del servicio. Ahora, motivado por la reducción de la disponibilidad económica y financiera de las Administraciones Públicas, se empiezan a realizar estudios de costes de algunos servicios que han de prestar los servicios Públicos de Empleo y se comienza a incorporar procesos de concurrencia pública. Sin embargo, seguimos sin orientar al trabajador en las necesidades reales del mercado de trabajo, los servicios públicos de empleo han vivido y viven, fundamentalmente, a espaldas de las empresas y estas de los servicios públicos de empleo. Esta situación ha provocado procesos muy duros de auditorías del FSE (origen de la parte más importante de los fondos) llegando a congelar su aportación en diversos territorios. La formación ocupacional debe iniciarse en un proceso de orientación de la persona parada por parte de auténticos profesionales, que deben conocer las necesidades reales del mercado y del entorno, para poder diseñar un itinerario personalizado de adquisición de competencias que permitan ofrecer la posibilidad de estar en condiciones de igualdad para acceder al mercado de trabajo. De las personas registradas como demandantes de empleo en los Servicios Públicos de Empleo en España, más del 40% no disponen de las competencias básicas (la mayoría de ellas no tiene la ESO) y sin dichas competencias no pueden acceder a cursos de formación profesional que les permita adquirir las competencias necesarias. Sobre esto no tengo constancia de que se haya actuado de forma masiva para evitar condenar a este ingente número de personas como incapacitados de acceder al mercado laboral. La mayor parte de estas personas se sitúan en la franja de 30 a 45 años (45%), le siguen los mayores de 45 años (30%) y a continuación los menores de 30 años (25%) (Datos de los Servicios Públicos de Empleo de Catalunya y Valencia). Por otro lado la formación ocupacional debe orientarse a las necesidades reales del mercado de trabajo, lo que obliga a los Servicios Públicos de Empleo a realizar una tarea de aproximación territorializada a las empresas para poder conocer de primera mano las posibles necesidades futuras y de esta forma convocar procesos de formación en forma de concurrencia pública (fuera ya las subvenciones, que son perniciosas desde su origen) sobre las especialidades o competencias que se demandan o se van a demandar y con unos indicadores de medida de los resultados de la formación que garanticen la asunción de los objetivos y que si no se cumplen no se abona el importe. Soy consciente de que existe un número determinado de personas que prefieren vivir del subsidio o prestación, en lugar de ganarse un salario trabajando, en estos casos, que respeto su voluntad pero los considero parásitos de la sociedad, se les debería suspender todo tipo de ayuda (siempre y cuando estén en condiciones de poder trabajar) cuando se producen las situaciones de rechazo de los procesos de formación ofrecidos o de las ofertas de trabajo que se les presenten. Estas prácticas toleradas no pasan de ser conceptos de solidaridad o caridad mal entendida. Se debe estructurar la formación continua para que llegue a las pequeñas y medianas empresas, para que puedan adquirir más competencias sus trabajadores y redundar en una mejora de la actividad empresarial, para ello deben actuar de forma urgente los gremios y patronales en un proceso de difusión y convencimiento de sus asociados, para que reciban la parte de fondos que le corresponde a su participación en el mercado de trabajo con una utilidad real. Aunque la formación continua funciona como una bonificación de cuota, no debe considerarse como tal, sino como un auténtico esfuerzo para mejorar el funcionamiento empresarial, la consolidación de los puestos de trabajo y la mejora de resultados. Es cierto que estos cambios provocarán un vuelco importante en el sector de la formación, eliminando aquellas entidades que no tienen las competencias para responder a los nuevos retos, pero por el contrario se generará un sector profesional, competente y de futuro. España no puede malgastar un € de los fondos que dispone, más los que recibe de Europa, ante la grave situación de paro en que se encuentra, sería un auténtico fraude. Estamos al límite de perder más de una generación que no encontrará trabajo hasta pasados los 30 años y otra que se encontrará en paro para el resto de su vida a partir de los 30 o 40 años. Ante esta situación no valen discursos, estadísticas, brotes verdes, etc., vale actuar de una vez por todas y garantizo que si se quiere se puede, además, la rueda ya está inventada, sólo hay que ver como lo hacen otros países en los que este sistema funciona. No entro en este capítulo con el tema de la formación profesional reglada llamada “dual” que se detallará en el capítulo destinado a la educación. Sin embargo, permítanme adelantar que debería incorporar el contrato de aprendizaje (no como contrato basura) sino como contrato real, por un período de tres años, con incremento del salario cada año llegando al salario mínimo en el tercer año (el escalado debería ser fijado por el Gobierno), bajo la supervisión de un tutor externo de la Administración Pública y un tutor interno en la empresa y que al finalizar el período obtuviera la certificación profesional correspondiente (grado medio o superior de formación profesional, certificado de profesionalidad, etc.). Este proceso no debe comportar subvención o ayuda alguna a la empresa, ya que esta obtiene el beneficio en el rendimiento del trabajador/aprendiz que realiza tareas a un coste inferior de los otros trabajadores, no será así en el inicio, pero en el transcurso de los tres años seguro. Si alguien tiene duda de estas afirmaciones que verifique como se hace en Suiza, Alemania o Finlandia. Salvo los casos de discapacidad, deberían existir menos tipo de contratos y si me apuran un único tipo de contrato (a tiempo parcial o tiempo completo), la rescisión del contrato debería ser posible por ambas partes y que acordaran de mutuo acuerdo si existe algún tipo de compensación, en el caso de no llegar a acuerdo alguno deben existir los tribunales de arbitraje que declaren el despido procedente o improcedente, en cuyo caso de acuerdo a la legislación establecida se procederá a la compensación que se fije. La legislación debería fijar con detalle los casos en que se deberá considerar procedente o no la rescisión de un contrato de trabajo. Las empresas vendrán obligadas a provisionar un fondo continuo del 5% de su masa salarial para hacer frente a las posibles contingencias en los futuros casos de rescisiones de contrato que se declaren improcedentes. El 30% de dicho fondo se podrá desgravar del impuesto de sociedades. El Gobierno de España deberá fijar el salario mínimo en una cantidad ligeramente superior a la media de la UE, no podemos permitirnos más tiempo en tener personas trabajando con un salario mínimo ínfimo y si es a tiempo parcial un salario de basura que no cubre ni el alquiler, ni la comida, ni la electricidad, el gas, la educación, etc. Actualmente en España, según cifras del Ministerio de Trabajo de diciembre del 2013 13.800.000 personas están inactivas (entre pensionistas y parados), lo que representa el 29,2% de los habitantes, un coste de 9M€ mensuales que representa el 1% del PIB, con crecimiento anual del 1,64% en cuanto a personas y un 3,47% en cuanto a importe, frente a 16.210.000 personas activas que cotizan a la S.S., es decir sólo hay un 17% más de personas ocupadas que personas que viven de la ayuda pública. Asimismo, ¼ parte de los pensionistas recibe una prestación superior al tramo salarial más frecuente entre los trabajadores en activo. La economía de un país será más potente en base a la competitividad de sus empresas y su capacidad de afrontar los mercados globales. El factor predominante para la competitividad, con independencia de la aplicación intensiva de la tecnología y del I+D+I, radica en la competencia profesional de sus trabajadores, por encima de los modelos aplicados en base a la última reforma laboral que han representado una reducción de personal y de salarios. Estoy de acuerdo en que los salarios deben ajustarse a la realidad del mercado, pero esto no ha de significar un proceso constante de reducción de los mismos que lleva a la mayoría de la población al lindar de la pobreza, las empresas ganan en competitividad por las causas antes comentadas, hacerlo sólo en base a la reducción salarial les representará pan para hoy y hambre para mañana. En este espacio de ajuste debería revisarse a la baja algunos tipos de salarios en empresas u organizaciones públicas absolutamente deficitarias y con unos salarios abusivos e insolidarios con sus equivalentes en el mismo sector, pero en las empresas privadas Se debe implicar a la fuerza del trabajo en los órganos directivos de las empresas, de forma que en las grandes y medianas empresas un 10% de sus Consejos de Administración o Comités de Dirección estén ocupados por representantes de los trabajadores con derecho a voz pero sin derecho a voto. En las pequeñas empresas debería imponerse la cultura de una reunión semestral de la dirección o propiedad con los trabajadores para revisar el funcionamiento de la empresa, atender la resolución de posibles problemas, explicar los objetivos y las posibilidades y recoger las sugerencias y propuestas. Si implicamos a los trabajadores en la dinámica empresarial y los hacemos más partícipes, está demostrado que la competitividad de las empresas crece de forma espectacular. Se debería promover un reparto de los beneficios empresariales entre los trabajadores (10%) que estaría exento del impuesto de sociedades y que se repartiría en función del salario sin poder exceder del 5% del global salarial individual. Una de las bazas fundamentales de la recuperación económica y de la sostenibilidad de una economía radica en el crecimiento del consumo. No existirá crecimiento del consumo sin reducción del paro y sin reducción de la inestabilidad aboral, por tanto la clarificación y seguridad de los contratos de trabajo realizados libremente entre empresario y trabajador, bajo unas normas claras de posible rescisión, la formación continua de los trabajadores, la preparación de los trabajadores para su entrada en el mercado de trabajo y la participación o el conocimiento de la situación de la empresa y su futuro conducen a una estabilidad laboral que permite recuperar la confianza en el futuro, factor determinante para la recuperación del consumo. Para resolver el tema laboral en España, no es difícil si las tres partes Administración Pública, Patronales y Sindicatos dejan de mirarse el ombligo y de pensar en sus propios intereses y piensan más en la viabilidad y crecimiento de las empresas y en la dignidad y derecho de las personas a un trabajo digno. Hemos esbozado un pequeño número de propuestas que servirían para dar la vuelta a la situación, pero ¿por qué no se hace? En primer lugar las patronales solo responden a los intereses de sus lobbies y de sus dirigentes intentando aprovechar la situación de precariedad y de desánimo con el único objetivo de poder hacer y deshacer a su voluntad con unos intereses de rebajar sus costes, en especial los laborales, para poder obtener más beneficios. Los sindicatos solo están interesados en su imagen y en conservar sus mastodónticas estructuradas, sus propuestas están ancladas en el siglo XIX, más del 70% del empleo que se ha destruido ha estado en las pequeñas y medianas empresas y todavía no he visto una manifestación, una declaración una actuación de los sindicatos denunciando y defendiendo los intereses de estos trabajadores, ahora bien en la función pública y en las grandes empresas, donde todavía tienen un peso relativo sí que actúan porque les proporciona el resorte mediático que necesitan para conservar su estatus, les oigo hablar de reformas que nunca concretan, ¿por qué no denuncian la formación profesional ocupacional?, ¿por qué no hacen propuestas para la creación y mantenimiento de empresas, única garantía de generar puestos de trabajo? O es que les resulta más fácil y mediático mantener la disputa dialéctica con las patronales y la Administración Pública, deberían tomar nota de las recomendaciones de la OIT y de la actuación de los sindicatos en los países más avanzados, donde coinciden estabilidad y crecimiento económico con cifras de paro mínimas, garantías sociales y conciliación de la vida familiar y laboral. La Administración Pública tiene una gran responsabilidad sobre la situación actual, siempre actúa a remolque y una vez que la situación se convierte en un enfermo crítico y en la UVI, adopta decisiones bajo la presión de los lobbies e intentando mantener un equilibrio entre patronales y sindicatos sin actuar al servicio de la mayoría de los ciudadanos (empresas, autónomos y trabajadores), que son los que realmente sufren las consecuencias de la situación actual. Las personas que toman decisiones en el Gobierno de España y en las Comunidades Autónomas son en una inmensa mayoría funcionarios (no pretendo desprestigiar el término), pero coincidirán conmigo que no tienen experiencia alguna en la cruda realidad del mundo real económico de las empresas y de los trabajadores, viven absolutamente ajenos a la auténtica realidad y tienen como referencia algunos asesores (que tampoco sufren las consecuencias), los medios de comunicación, los lobbies, las patronales y los sindicatos, lo que provoca que entre ellos se lo guisan y se lo comen y los restos llegan a la ciudadanía en general. Me molesta que hablen de que se empieza a crear empleo, puede ser, pero ¿qué tipo de empleo?, el derecho al trabajo forma parte de la carta de los derechos humanos que han suscrito todos los países, pero dicho derecho ha de servir para la vivienda, la luz, el agua, el gas, la comida, la sanidad, la educación etc., si no sirve no es derecho es condena a la pobreza. La macroeconomía está muy bien para la negociación entre Estados, para hablar en el G20, para conferencias, para tertulias, para debates parlamentarios, para la cumbre de Davos, pero no sirve para la economía real, la del día a día, la que viven y sufren la mayoría de ciudadanos. Me repugnaría ser Presidente de un país donde existirá un solo ciudadano que no pudiera alimentarse ni alimentar a su familia y esto lo hemos considerado como habitual, se dice existe en todos los lados, es el precio del progreso, etc. Deberíamos maldecir estas afirmaciones y exigir o cambiar a los dirigentes políticos por otros que tengan más sensibilidad por el tema, más conocimiento de la realidad y más proximidad. Repito no creo en las subvenciones, creo en la economía de las empresas, en un mercado libre de competencia, pero con respeto a los derechos de los ciudadanos a un trabajo digno con un salario adecuado y unas condiciones de vida que respeten y garanticen los derechos de las personas. Para ello la Administración Pública (los Gobiernos) han de legislar, impulsar e invertir en las infraestructuras físicas y sociales que sean necesarias. Si releen este capítulo observaran que todas las propuestas y medidas son posibles en la situación actual y seguro que no la empeoran, muy probablemente la mejorarían substancialmente y si no son éstas que hagan otras, pero que funcionen. 6. Laeducación,la enseñanzayla cultura Sin conocimiento no hay progreso, por dicha razón las sociedades modernas avanzadas, que progresan y que tienen una estructura social equilibrada y un proceso de crecimiento sostenible, consideran la educación como uno de sus pilares básicos y fundamentales. Muchas de las diferencias que encontramos entre los diversos países tienen su origen en el diferente desarrollo de sus modelos educativos, ya que sin una buena base de conocimiento no es posible afrontar un progreso y disponer de la suficiente capacidad para desarrollar las habilidades necesarias para el desarrollo personal y las formas de convivencia y respeto que constituyen el ámbito relacional de una sociedad. Todos los países, miembros de la ONU han firmado o aceptado la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo 26 dice: 1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos. 2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz. 3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos. No niego los esfuerzos realizados por los Gobiernos, en el ámbito europeo, en los últimos cincuenta años para el desarrollo de un modelo educativo que configura las personas que en el futuro deberán conducir nuestra sociedad, sin embargo, los resultados son muy diferentes entre los diversos países y si nos centramos en el caso del Estado Español veremos que estamos a la cola de la UE (15 países) en cuanto a capacidades y conocimientos, basta con ver los últimos resultados de las pruebas PISA. La enseñanza no es un problema de ideología política, es un derecho fundamental y debe establecerse al margen de la ideología gobernante en cada momento. Es incomprensible el número de reformas educativas que se han producido en España (12 en los últimos 44 años, es decir una por cada tres años y medio). Con esta situación es imposible conseguir una estabilidad educativa, ya que una misma persona que inicia su escolarización, sin contar que lo haga en la etapa preescolar, a los 4 años y que termine la ESO a los 14 años habrá tenido en su periplo educativo tres modelos diferentes. El modelo educativo debe nacer de un pacto de estado entre todas las fuerzas políticas y los expertos. Es cierto, que con el devenir de los tiempos, se necesitaran ajustes, pero no cambios radicales en períodos inferiores a 4 años. Se ha intentado instrumentalizar la educación, por parte de los diferentes gobiernos, como un arma de concienciación ideológica. Asimismo, todavía no se ha logrado una separación total del factor religioso del proceso educativo general. Soy de los que creo que el cristianismo tuvo mucho que decir y es una de las bases de la construcción de las naciones europeas, pero la educación general debe ser laica y, en todo caso, deben existir temáticas o créditos opcionales que se basen en conceptos religiosos diferentes y que cada alumno pueda elegir libremente. La educación, al igual que la lengua y las diferentes religiones deben ser materias de unión y comunicación y nunca deben ser utilizadas como armas políticas de imposición. A partir de ahora para lograr el consenso necesario y que sea un real pacto de estado, las reformas educativas, al afectar a uno de los principios básicos de la sociedad deberá conformarse en los Parlamentos, en forma de ponencia conjunta y requerirá la aprobación con una mayoría de los 2/3 de las cámaras legislativas. La enseñanza debe ser obligatoria hasta los 16 años y gratuita, sin trampas, es decir pública o concertada con las mismas garantías y calidad, sin inventarnos servicios adicionales de pago, que algunos se convierten en obligatorios, en especial en la escuela concertada. Entiendo que servicios adicionales de materias no contempladas en el currículo escolar y que quieran recibirse, en la misma escuela fuera del horario escolar, pueden tener que abonarse, pero los servicios de comedor y transporte deben ser absolutamente gratuitos. No puede utilizarse esta estrategia para configurar escuelas elitistas, bajo el amparo de escuelas públicas o concertadas, porque ambas salen del erario público, es decir, del dinero de todos los ciudadanos. Ya existen las escuelas privadas para aquellas familias que no deseen optar libremente por la enseñanza pública, de todas formas estas escuelas al finalizar cada ciclo escolar sus alumnos deberán superar una prueba que les acredita las competencias y capacidades asumidas para poder obtener la correspondiente certificación o titulación oficial. En la situación actual de crisis, observamos grandes deficiencias en la alimentación de muchos escolares, que no pueden pagar el servicio de comedor y en su casa no pueden proporcionarle la alimentación adecuada. En definitiva hablamos de escuela pública gratuita en todos sus aspectos obligatorios para la formación de las personas, que incluye la comida, no así las actividades extraescolares o extracurriculares, que serán facultad de cada escuela de acuerdo con la correspondiente asociación de alumnos y de padres. Algo falla en nuestro sistema educativo ya que tenemos un índice de fracaso escolar altísimo en comparación a la UE (24,9% de fracaso escolar, que coloca a España a la cabeza de la Unión Europea en abandono escolar y con un porcentaje que dobla el 12,8 % de la media europea, según los datos publicados por la Oficina europea de estadística Eurostat), unos pobres resultados en la pruebas PISA (La puntuación que alcanza España en matemáticas es de 484 puntos, significativamente inferior al promedio de la OCDE de 494 puntos. En el listado ordenado de los 34 países miembros de la OCDE, ordenados por su puntuación en matemáticas, España ocupa el puesto 25. La puntuación media en comprensión lectora de los estudiantes españoles es de 488 puntos, 8 puntos inferior al promedio de los países de la OCDE (496), lo que supone una diferencia estadísticamente significativa. España ocupa el puesto 23 en el listado ordenado de los 34 países de la OCDE. Los alumnos españoles obtienen en ciencias 496 puntos, el mejor resultado de las tres materias examinadas, si bien cinco puntos inferior al promedio de la OCDE (501) y siendo esta diferencia estadísticamente significativa. España ocupa el puesto 21 en el listado ordenado de los 34 países de la OCDE, ordenados por su puntuación en Ciencias. Fuente Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) y unas universidades que la mejor situada en el ranquin internacional (QS Worldwide Rankings, diciembre 2013) está en la posición 176 (Universidad Autónoma de Barcelona). En ninguna de las reformas habidas en estos últimos años, ya comentadas, he observado crítica alguna al profesorado, en espacial en la Enseñanza básica y la ESO, asimismo, no he encontrado planes específicos obligatorios de reciclaje de los profesores. Alguien dijo “no hay mal alumno, sino mal profesor”, personalmente no creo en las manifestaciones exclusivas, pero algo de razón si tienen. En primer lugar al profesor, conocido popularmente como el maestro, no se le tiene en gran consideración en la sociedad actual, quizás es un desmérito ganado a pulso, pero creo que hay de todo como en la viña del señor. En primer lugar es una diplomatura que tiene una de las notas de acceso más bajas en la Universidad, cuando en los países más avanzados y con menor fracaso escolar resulta que para cursar los estudios de magisterio se exigen una de las notas más altas. Esto tiene una base sólida, ya que si consideramos que para el progreso de una sociedad, en todos sus aspectos económicos, sociales, de igualdad, de respeto, de esfuerzo, etc. unos de sus pilares es la educación y enseñanza de las personas, es evidente que a esta tarea hemos de dedicar las mejores personas y las más preparadas. Se debería encargar a una comisión de expertos, reconocidos mayoritariamente, en materia educativa y de los principales creadores de contenidos formativos, para que definan el modelo educativo, sus contenidos y el modelo de comunicación y formación que, a su vez, se deberá confrontar con los modelos educativos de los países más avanzados en materia educativa que ha de ser nuestro principal objetivo. En segundo lugar se debe realizar un itinerario personalizado de cada profesor, que indique y pueda asegurar la realización de los cursos de soporte y reciclaje anuales, necesarios a lo largo del devenir de su profesión, para poder garantizar la máxima cualidad en sus tareas profesionales. Asimismo, en sus condiciones laborales deben regirse, al igual que todos los ciudadanos, por las reglas que nos hemos dotado en el estatuto de los trabajadores. Los profesores no son funcionarios con potestad pública y, por tanto, tal y como decíamos en el apartado de la Administración Pública deben dejar de regirse por el estatuto de los funcionarios públicos. Este tipo de actuaciones se deben seguir tanto en la escuela pública, como en la concertada, llegando a configurar un proceso curricular y de carrera profesional para cada profesor. Asimismo los salarios de los profesores, en su diferente escalado profesional, deben ser los mismos entre la escuela pública y la concertada. Si la escuela concertada es una entidad privada, ya sea con ánimo de lucro o no, y desea obtener unos ingresos adicionales, estos deberán venir de las actividades extraescolares o extracurriculares, no obligatorias. Nunca he creído en la gestión asamblearia y por tanto debe cambiarse el funcionamiento de nuestras escuelas públicas, situando al frente de las mismas un profesional que haya accedido por oposición a la cualificación de Director de escuela, en sus diferentes variantes, y que será designado por el Gobierno (área educativa), en el caso de escuela concertada corresponderá a la propiedad dicha designación pero deberá ser una persona que haya superado el mismo proceso previo de oposición. El Director de Escuela estará asesorado por un Consejo Rector tripartito (padres, profesores y alumnos) para la gestión de la escuela y para la gestión educativa por el Claustro de Profesores. Asimismo el Director autorizará y fijará el precio de las actividades extraescolares o extracurriculares que nacerán a propuestas (no exigencias) de la correspondiente Asociación de Padres. En el caso de las escuelas públicas los ingresos de dichas actividades deberán ser calculados en función del coste efectivo de las mismas, sin poder obtener beneficios. La escuela pública no es un negocio. Todas las escuelas públicas y concertadas serán auditadas por la Inspección educativa, de forma periódica (bianual) y sus resultados serán publicados y enviados a todos los padres y profesores. La Administración Educativa no es una entidad con la ciencia infusa suficiente para decidir el formato y el contenido de los estudios por sí sola, es evidente que es su competencia, pero se debe organizar una forma sistemática de recogida, puesta en común y tenida en cuenta la opinión de los profesionales, que son los profesores que día a día se enfrentan a esta tarea. Para resolver esta problemática se realizaran dos encuestas anuales (en las escuelas públicas y las concertadas) de obligada respuesta en donde se solicitaran las opiniones de los profesionales, sus sugerencias, sus críticas y sus propuestas de mejora, el resultado de dichas encuestas será publicado y difundido a toda la comunidad escolar (padres, alumnos y profesores). Asimismo, en el período laboral, cuando no se realicen tareas de enseñanza, se organizaran los cursos de reciclaje, de formación complementaria y los campus nacionales e internacionales de intercambio de experiencias y transmisión de conocimiento para los profesionales educativos de la escuela pública y concertada, en el caso de asistir profesionales provenientes de la escuela privada deberán abonar el coste efectivo de dicha participación. Por otra parte se creará un foro online de la gestión del conocimiento en materia educativa que estará reservado a la autoridad educativa y el profesorado (escuela pública y concertada, si la privada quiere participar deberá abonar el coste efectivo del servicio). Antes de cada inicio de curso y de cada trimestre educativo se reunirá de forma obligatoria, en una jornada, el Director con el claustro de profesores (escuela pública y concertada), en donde cada profesor expondrá sus opiniones, su metodología y sus objetivos a los efectos de trasmitir entre todos el conocimiento y obtener una actuación los más eficaz y homogénea necesaria para el éxito de la tarea encomendada y que no provoque una peligrosa dispersión entre los alumnos. El acta resumen de estos encuentros formará parte del dossier de la escuela y estará a disposición de la Administración Educativa. A la finalización del próximo curso escolar y como punto cero de la nueva etapa se proceder a una evaluación y acreditación de la competencia de todos los profesores de Enseñanza básica y ESO, para que a partir de la misma pueda iniciarse el proceso de itinerario profesional y carrera profesional personalizada. Trimestralmente la Administración Educativa reunirá una mesa social de trabajo con los representantes sindicales de los trabajadores educativos (escuela pública) para analizar la evolución y necesidades laborales del colectivo educativo. Reconozco que los trabajadores educativos, como todos tienen todo el derecho de reclamar aquellas condiciones laborales que sean justas y que entre estos derechos figura el derecho a huelga, pero debemos anticiparnos a los problemas, no para negar derechos, pero si para conocer los problemas y hablarlos y discutirlos para encontrar decisiones antes de recurrir a acciones legales, pero que resultan perjudiciales para toda la sociedad al desatender el proceso necesario de enseñanza y educación de las personas. Se establecerá una reunión semestral de la Administración educativa con los representantes de las escuelas concertadas con el objetivo de analizar los problemas existentes, estudiar sugerencias y mejoras y proponer soluciones a los posibles problemas. Los libros y materiales escolares (específicos y necesarios) serán gratuitos en la escuela pública, pero deberán devolverse en perfectas condiciones a la finalización y superación de cada curso, aquellos que se deterioren o se pierdan deberán ser abonados (50% del coste) por parte de la correspondiente familia. Estos libros y materiales son un bien público y no personal, por tanto corresponde a los alumnos y sus familias proceder a su cuidado como el tesoro que representa el camino de la enseñanza. Cada escuela deberá ejercitar una concurrencia pública para la adquisición de dichos libros y materiales de acuerdo a los textos homologados y dentro de la franja de precios orientativos publicados por la Administración Educativa. La escuela concertada podrá optar por la misma fórmula, en cuyo caso formará parte del concierto con los mismos derechos y obligaciones u optar por un proceso diferente, en cuyo caso la adquisición de libros y materiales no formará parte del concierto y será responsabilidad de la escuela buscar la financiación o indicarlo previamente a la matriculación de los alumnos que dicho proceso representará un coste adicional. Siempre me ha parecido que dejar pasar un alumno en la enseñanza básica y la ESO de un curso al siguiente no habiendo superado todos los créditos es una aberración, ya que fomenta el conformismo, establece deficiencias en la formación individual de la persona y es todo lo contrario al necesario estímulo, sacrificio, esfuerzo y afán de superación, que son algunos de los valores fundamentales de cualquier educación. Asimismo, estoy a favor de las segundas oportunidades, por dicho motivo se deberían incorporar los exámenes de segunda vuelta antes del inicio del siguiente curso para que los alumnos que tuvieran créditos no superados se puedan presentar a estas pruebas y dispongan de una segunda oportunidad para poder pasar al curso siguiente. Antes hemos mencionado el factor de la religión enunciando que la escuela debe ser laica, pero no sólo como temario y principio, sino también como funcionamiento, actitud y presencia de los profesores y los alumnos. No se puede permitir que en las escuelas entren alumnos con el burka o similar, la imagen y la faz de todos los alumnos deben estar descubiertas, en todo caso, no soy contrario al velo siempre y cuando deje el rostro de la persona libre. Asimismo, en nuestra cultura, existen una serie de celebraciones que han superado el ámbito religioso para convertirse en una tradición popular, como por ejemplo, el Belén, los regalos de Navidad, el Papa Noel, etc., por lo que si una escuela decide hacer una celebración o actos referidos a estas tradiciones populares no se pueden prohibir basados en una excesiva laicidad o porque pueden herir sensibilidades en personas de otras creencias, es absurdo, estas celebraciones o actos deben ser voluntarios y quien no quiera participar, por las razones que sea, no participa y asunto terminado. Tenemos la costumbre de rizar el rizo en cualquier situación y sacarle puta al lápiz, cuando ya se tiene suficiente para escribir En estos tiempos revueltos de crisis, parece que muchos políticos no tienen suficiente trabajo y se dedican a utilizar la lengua como arma política de confrontación en algunas Comunidades Autónomas de España, no teniendo suficiente con ello que han decidido trasladarlo a la educación y la justicia, que por cierto tiene un buen número de sentencias contradictorias ya que en algunos casos obliga a cambios, en otros realza el actual modelo educativo de la Comunidad Autónoma y en otros se erige como Administración Educativa ordenando lo que tienen que hacer los directores de colegio. En definitiva, un auténtico desbarajuste. Es cierto y sigo defendiendo que la enseñanza básica ha de ser en fundamentalmente en la lengua materna e ir introduciendo poco a poco la otra lengua oficial, en el caso de existir cooficialidad, compartiendo dicha formación lingüística con una lengua extranjera, el objetivo es llegar a la finalización de la ESO con un pleno dominio de las lenguas oficiales y una lengua extranjera. No obstante, porque uno o dos alumnos de un curso exijan un cambio de lengua, en razón de lo enunciado anteriormente, no se tiene que obligar a que el resto de clase deba someterse al mismo cambio en sentido contrario, si dejamos de politizar el tema y dejamos que actúe la Autoridad Educativa de cada Comunidad Autónoma, organizando los cursos y la forma de afrontar el aspecto lingüístico de acuerdo a los principios establecidos, seguro que podrán organizar los cursos y las escuelas respetando todas las peticiones, en todo caso si hay una minoría que demanda una lengua materna diferente de la mayoritaria se deberá organizar en la misma escuela, si hay efectivos suficientes, o agrupar esto alumnos en escuelas de proximidad donde se pueda desarrollar la formación de acuerdo a la petición de las familias. Esto sirve tanto para el castellano en Cataluña como para el catalán en Valencia. De verdad me repugna esta instrumentalización política y utilizar a los alumnos en edad infantil para una guerra política, que, estoy seguro, a quien no les importa un rábano es a los propios alumnos, de los que nos deberíamos preocupar más y mejorar de una vez por todas, nuestro sistema educativo y nuestro modelo de formación de las personas. Como el lector habrá observado, tanto en el título del capítulo como a lo largo del mismo estoy conjugando las palabras educación y enseñanza. Sé que son difíciles de discernir, no etimológicamente, pero si para la sociedad en general. Mi visión particular es que la escuela debe dedicarse básicamente a la enseñanza y que la educación, corresponde fundamentalmente a la familia, entendida en su sentido más amplio (tradicional, monoparental, homosexual, etc.). La DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS aprobada y proclamada por las Naciones Unidas dice en su artículo 16.3: “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado” Cuando nacemos somos los seres más egoístas que puedan existir, todo nos pertenece y es nuestro crecimiento en el seno de una familia que nos enseña a que no estamos solos, a que nos necesitamos los unos a los otros, a que existen muchas cosas que se deben compartir, posteriormente en el mundo educativo completamos estos conocimientos y desarrollamos nuestra personalidad, pero para poder realizar estos pasos es necesario que todos los miembros de la familia dispongan de un tiempo, que las exigencias modernas nos lo impiden. Como consecuencia o se renuncia a tener hijos, o se tiene muchos menos y cuando se tienen, no disponemos el tiempo necesario para atenderles, entonces utilizamos las nuevas tecnologías para que se ocupen. Esta situación nos lleva a una sociedad egoísta, no solidaria, no dispuesta a compartir. No hemos de responsabilizar a las nuevas generaciones de su actuación, ni tenemos autoridad moral para recriminarles, ellos no son responsables de la situación, somos nosotros los que hemos creado esta situación, este mundo y ahora no podemos exigirles que se enfrenten solos al mismo. Entre todos hemos de reconducir la situación y esto requiere acción, energía, rapidez y sobre todo mucho diálogo y escuchar por nuestra parte la palabra, los pensamientos y las ideas de los más jóvenes, ellos han de generar su futuro, pero nosotros debemos dejarles las condiciones para que puedan hacerlo, como lo intentaron hacer nuestras generaciones anteriores. El concepto de familia, tan avanzado como se desee, debe pervivir y hemos de luchar para recuperarlo, es el embrión de nuestra sociedad es el antídoto a la destrucción de nuestros valores. Asimismo hemos de inculcar en las nuevas generaciones los valores del esfuerzo, sacrificio, compromiso, solidaridad. Son importantes las nuevas tecnologías, nos permiten avanzar más y más seguros, nos permiten comunicarnos mejor pero hemos de situarlas en su justo uso, no han de servir de alienación de la voluntad humana y de come-cocos constante. Las redes sociales son un avance importe en la comunicación social y en el márquetin de productos, pero se debería ejercitar un cierto control, más allá de lo comentado anteriormente de la identificación real de quién pone un mensaje, en su uso y contenido. Corremos el peligro de que los menores consideren cierto todo lo que se publica o comunica en la red, debemos enseñarles a utilizar las redes sociales (en contenidos y tiempos), no debemos negárselas, y por otro lado se debe exigir una legislación eficaz que corte de raíz todo aquello que sea inmoral, antiético o calumnioso y que no tenga fundamento real. No obstante, los conceptos de enseñanza y educación no deben representar mundos diferenciados, deben convivir y se deben compartir entre los formadores educativos y las familias, para ello es necesario desarrollar una comunidad real entre padres, alumnos y profesores que permitan el desarrollo curricular y social de las personas, teniendo presente cual es la responsabilidad de cada actor, pero compartiendo las ideas, las acciones y los mensajes, en cada curso el tutor correspondiente debería reunirse de forma colectiva dos veces al año con los padres y una vez con los padres y alumnos juntos, asimismo, de forma individual al principio del curso y a medio curso, como mínimo para cada alumno, se debería propiciar un encuentro entre los padres , el alumno y el tutor, no sólo para evaluar el avance escolar sino que también debe servir para poner en común todos los temas que afectan al desarrollo de las personas en su hábitat colectivo. Por cierto, para estos encuentros personales se deberían adecuar los horarios para permitir la presencia de todos los actores, no siempre en horario escolar, pero no siempre en horario extraescolar, uno de los bienes de la sociedad es el entendimiento entre las personas y la compartición de disponibilidades. Como conclusión podríamos decir que las familias se responsabilizan principalmente de la educación, los educadores de la enseñanza, pero que la enseñanza y la educación es responsabilidad compartida entre familias y educadores. Decíamos antes que España está a la cabeza de los países de Europa, en cuanto a porcentaje de abandono escolar (sólo tenemos cerca a Malta y Portugal), que se convierte en un problema de grandes dimensiones, sobre todo cuando ocurre algo contradictorio (escasamente eficiente, según los redactores del informe de Eurostat) y es que España, al mismo tiempo, se sitúa a la cabeza en cuanto a universitarios o estudiantes de posgrado. Esta aparente incongruencia puede explicar los altos niveles de paro y la emigración de talentos hacia otros países. Como recuerda Eurostat, en 2011, las personas con baja formación educativa tenían tres veces más probabilidades de estar desempleadas que las personas con estudios. La consecuencia de esta dicotomía es que nos enfrentamos a un grave problema: la estratificación social y el riego de ensanchamiento de las desigualdades. Es decir, el debilitamiento de las clases medias. Dejando aparte el problema del fracaso escolar, en España existe la creencia de que si no se estudia una licenciatura o grado universitario no se tendrán oportunidades de progresar en la vida laboral y carrera profesional, esto nos lleva a considerar la formación profesional reglada (grado medio o grado superior) como una enseñanza de segunda división y destinada a aquellas personas que tienen menores capacidades intelectuales. No quiero establecer comparaciones con otros países, en donde existe un elevado número de universitarios, pero no existe trabajo como es el caso de Cuba. Pero sí que debemos incidir en dignificar, de una vez por todas, la formación profesional reglada como una opción alternativa a la Universidad y con tanta dignidad y capacidad de progreso. Países con un bajo porcentaje de paro juvenil, como por ejemplo Suiza (3,5%) y con un gasto público por alumno similar al de España emplean fórmulas alternativas, que se han consolidado y que representan uno de los grandes factores de éxito del nivel de ocupación. En Suiza al terminar el equivalente de la ESO, aproximadamente un 80% de la población inicia un grado de formación profesional reglada, en formato dual, durante un período de dos años, posteriormente a su finalización se abren diversas vías: continuar en el mercado de trabajo por cuenta ajena, instalarse en el mercado de trabajo por cuenta propia, cursar un grado superior de formación profesional (también dual) o incorporarse a la Universidad para cursar una licenciatura (o grado según la nueva nomenclatura). No digo que debamos importar dicho sistema, pero tiene unas características y repercusiones que deberíamos analizar. En primer lugar hay cola de empresas para incorporar a los jóvenes ya que pagan un salario mínimo de aprendizaje, durante dos años, y obtiene un recurso que en su estructura de costes reduce la carga laboral y proporciona casi a misma productividad. En segundo lugar para el joven representa un aprendizaje formal y una experiencia laboral. En tercer lugar, el proceso de formación de las personas no está basado exclusivamente en adquirir conocimientos, existen otros factores de responsabilidad, esfuerzo, sacrificio, solidaridad, etc. que con esta experiencia de dos años se adquieren dichos valores, que le permiten tomar, a la finalización de los dos años, decisiones correctas sobre su futuro, con pleno conocimiento, y están más predispuestos a la adquisición de conocimientos reales si deciden incorporarse al mundo universitario. Otro de los problemas que tenemos en España con la formación profesional reglada viene derivado de que el contenido de la formación se fundamente en un proceso curricular definido por expertos educativos, sin tener una visión real de las necesidades de las empresas. El proceso de formación profesional debe estar ligado al mundo de la empresa, ya que es un proceso, por definición, que forma especialistas concretos para trabajos concretos en el entorno laboral y si esta formación la hacemos a espaldas de la auténtica realidad del mercado de trabajo pierde toda su eficacia. Asimismo, el período de prácticas que se exige para obtener la correspondiente titulación es muy inferior al resto de Europa. Finalmente otro foco del problema existente es la dualidad existente entre la formación profesional reglada (visión educativa) con la formación profesional ocupacional (visión laboral), ambas sin visión de las auténticas necesidades empresariales. El Gobierno de España y algunas Comunidades Autónomas han intentado hacer procesos de unificación, pero desde un punto de vista meramente administrativo y solo han considerado la formación dual como un proceso alternativo. El éxito de la formación profesional radica en tres factores, primero integración en un único sistema de las diferentes vías (reglada, ocupacional, continua, etc.), proceso dual (formación en la empresa, desarrollando la actividad, con remuneración económica fijada por la Administración Pública e inferior al salario profesional correspondiente mientras dura el proceso de formación, sin subvenciones a la empresa y con doble tutoría, una interna y otra educativa externa) y obtención del reconocimiento a la formación vía certificados de profesionalidad, titulación de grado medio o titulación de grado superior. Las propuestas desarrolladas hasta ahora en la integración de la formación profesional en un sistema único tienen un problema de enfoque: son endogámicas porque son “intra-administrativas”. Están planteadas desde la reflexión sobre la “oferta formativa” (qué debe proveer la Administración Pública, sea con criterios educativos o laborales), en lugar de partir de la demanda: qué quieren y qué necesitan los destinatarios de la formación (empresas y ciudadanos trabajadores). La satisfacción de esta demanda, desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo, requiere propiciar (impulsar, articular) un mercado de servicios de formación, que, en el caso de la FP, es una parte del mercado de servicios para el empleo. En ese mercado, la Administración Pública no solo no es el único proveedor, sino que es tendencialmente un proveedor subsidiario que, sin embargo, tiene otras funciones esenciales: impulsar la inversión formativa de las empresas y trabajadores, fijar estándares de excelencia y buena práctica (centros de referencia, evaluación y acreditación de competencias), atender a ciertos colectivos y territorios (desempleados, personas sin competencias clave), garantizar el derecho a la formación (oferta mínima de competencias transversales, etc.), evitar abusos en el mercado de servicios formativos (homologación de instalaciones formativas, inspección, etc.). Sin embargo, todos los documentos se centran en el papel de la Administración Pública como proveedor de formación o, en su caso, de orientación. Como ha sucedido históricamente con el sistema de formación profesional, se reflexiona desde “la docencia” (los centros, la orientación, la oferta de títulos, etc.), aplicando criterios más próximos a la provisión universal de la enseñanza obligatoria, y no desde “la empresa”, aplicando criterios de servicios inmateriales a la producción. La integración de la FP no es una integración de las ofertas (de orientación, de títulos, de certificados, de desempleados, de ocupados), sino la consecución de un “sistema”, un mercado sostenible de servicios en términos económicos, que satisfaga la demanda de competencias profesionales al menor coste (público y privado). El error es pensar que el “sistema” es solamente el marco orgánico y administrativo, educativo, laboral o educativo-laboral. Al contrario: la parte esencial del sistema es la sociedad a la que debe servir: ciudadanos/trabajadores y empresas. Por esta razón, la reflexión estratégica que oriente la “integración” debería ser cómo se articula un mercado de servicios para la formación. De lo contrario, la integración puede provocar ciertos ahorros en el ámbito público pero no satisfará las necesidades de trabajadores y empresas. Conviene recordar el punto de partida, que no atañe solo a la Administración Pública, sino al déficit de cualificación del sistema productivo español: - no existe un mapa integrado de recursos formativos, que permita contemplar la totalidad de la infraestructura formativa disponible, sin perjuicio de su adscripción administrativa e, incluso, sin considerar su titularidad pública o privada; - no hay un plan de incentivos, no subvenciones, a la inversión (privada, de empresas y ciudadanos) en formación; - no existen apenas contenidos didácticos disponibles adaptados a la nueva formación profesional, o, al menos, no están accesibles para el conjunto de las empresas y población activa potencialmente interesada; - no se ha desarrollado suficientemente la formación profesional a distancia, de manera que pueda asegurarse el acceso a la formación requerida con independencia del lugar de residencia o de la ubicación de la actividad, aprovechando el potencial de las nuevas tecnologías; - no existe una oferta suficientemente amplia estructurada de manera modular, facilitando la realización de períodos formativos de corta duración, más fácilmente compatible con la actividad profesional; - no se ha desarrollado suficientemente el sistema general de evaluación de la competencia adquirida a través de la experiencia laboral y de las vías no formales de formación; - no se ha integrado el sistema de acreditación o certificación de la competencia para que pueda ser utilizado en la intermediación entre oferta y demanda de trabajo; - no hay objetivos estratégicos integrados ni un responsable claro de estos objetivos; - siguen existiendo pluralidad de órganos responsables tanto ejecutivos como consultivos. En resumen: debe distinguirse nítidamente entre el papel de la Administración Pública como impulsora y facilitadora de un mercado de servicios formativos que satisfaga la mayor parte de las necesidades del sector privado (como sucede con las necesidades tecnológicas, por ejemplo); del papel como proveedora (selectivamente, subsidiariamente, aplicando criterios de equidad, excelencia, innovación, etc.). Por lo tanto, de debe reenfocar la reflexión distinguiendo estos dos aspectos de la actuación “integrada”: - impulso del sistema de cualificaciones y FP como mercado de servicios profesionales al tejido productivo; - mejora de la oferta formativa; En ambas cuestiones, la legislación actual, respeta y diferencia nítidamente los ámbitos de la formación profesional inicial o específica, circunscrita al ámbito educativo, y la formación para el empleo, competencia de la administración laboral, lo que indica que entre ambos subsistemas existen diferencias de objetivos, fines y metodologías. Pero hay algunos elementos que son sobre los que debería establecerse la “hoja de ruta” de la “integración” (que no es solo “integración orgánica, de ofertas y medios”, sino “integración estratégica” para la cualificación de la población activa y la competitividad de las empresas): Desarrollo del mercado de servicios profesionales para la formación: - incentivos a la formación continua en empresas y trabajadores (estímulo de la demanda formativa); - desarrollo del papel formador de las empresas; - apoyo al sector privado proveedor de servicios formativos; Mejora de la oferta formativa: - único sistema de homologación de centros y recursos formativos; - integración de los recursos humanos públicos al servicio de la “estrategia”: orientadores, docentes, inspectores, incluyendo todos los aspectos relativos a su selección, retribución, formación, etc. - orientación de toda la oferta formativa a competencias profesionales reconocidas y requeridas en la actividad productiva; - reconocimiento de la experiencia laboral y de la formación no formal en el acceso a títulos/certificados; - sistema integrado de orientación; En resumen: no se trata de “yuxtaponer”; ni siquiera de “integrar” recursos de la parte administrativa del sistema. Sino de conseguir una misma visión de la formación profesional como sistema (público/privado) de apoyo al empleo y al desarrollo productivo, que implica distintas funciones del gestor público. Es esta visión la que requiere una dirección estratégica integrada que debe traducirse a la mayor brevedad, si se quieren obtener resultados, en la creación de un órgano directivo- ejecutivo único, que tuviera a su cargo, como mínimo, estos elementos esenciales del sistema integrado de FP. Asimismo, se debe crear un sistema que permita desarrollar este proceso de formación dual en todo el espectro empresarial, ya que existe una cierta tendencia en formalizar dicho proceso sólo en las grandes empresas olvidándose de las pequeñas y medianas empresas que representan el 80% del tejido productivo y más del 50% del PIB. Dejemos el mundo de la formación profesional y ahondémonos en el mundo Universitario, sacrosanto espacio, que siempre que se intenta modificar o adaptar, se responde con el principio de la autonomía universitaria. Nos centraremos exclusivamente en la Universidad Pública, ya que la privada tiene su propio sistema de acceso y de funcionamiento y responde a los intereses privados de sus propietarios. Existe la paradoja de que somos el país de la UE con una mayor cifra de paro (solo superados por Grecia), con unos resultados muy pobres en la capacidad y competencia de los estudiantes en la enseñanza básica y la ESO (resultados PISA) y, por el contrario, somos uno de los principales países de la UE, superando ampliamente la media, en cuanto a número y porcentaje de estudiantes universitarios. Asimismo, somos uno de los países de la UE con mayor número de licenciados universitarios en paro y realizando trabajos que no corresponden con sus estudios. Hasta los años setenta del siglo pasado la universidad española estaba restringida, de forma práctica, a una élite determinada, la llegada de la democracia, el nacimiento de nuevas Universidades y los mensajes políticos crearon la idea de que quién no tenía una licenciatura universitaria no tenía futuro, idea que fue comprada por la mayoría de familias españolas que querían que sus hijos tuvieran la formación que sus padres no pudieron tener. Era y es lícito que se tenga esta idea, además, todos los estudios indican que las personas que poseen una licenciatura universitaria tienen más posibilidades de encontrar trabajo, sobre todo cuando superemos la crisis…., que los que no disponen de la misma. Sin embargo, el equilibrio de una sociedad se basa en disponer de personas capaces de realizar de la mejor forma profesional su trabajo en los diferentes estadios de las cadenas de producción o servicios, lo que implica necesidades en el ámbito de la competencia universitaria, pero también de la formación profesional, que ya indicamos se debería dignificar. No pretendo limitar el número de estudiantes universitarios, pero si concienciar de que la Universidad no es la “solución mágica” del futuro de todas las personas, es y será un elemento importante pero no el único, todos son necesarios, pero con competencia y capacidad, en cada uno en sus ámbitos. Actualmente tenemos la generación mejor y más formada, pero no encuentra salidas laborales a sus conocimientos y debe refugiarse en trabajos que no se corresponden o emigrar hacia otros países, con la consiguiente pérdida, no solo personal, sino de capacidad de transformación de nuestro país. Hemos invertido (la Universidad Pública la pagamos todos los ciudadanos) en capital humano y el retorno de la inversión se queda en otros países y cada día se hace más difícil la vuelta de estas personas. Tenemos un sistema universitario desmedido, que proviene de esa ansia que se generó y que continúa, de formar a la mayoría de personas como universitarios, con el añadido de que las universidades deben estar a la puerta de nuestra casa. Nuestro sistema es insostenible, tenemos un número de universidades, de licenciaturas, de cátedras excesivas porcentualmente a la población que somos. Se debería racionalizar el mapa universitario y su territorialización, buscando un equilibrio del gasto, no en forma de incrementar las tasas, que ya empiezan a llegar a límites que puede condicionar el elitismo, sino en forma de encontrar un punto de equilibrio entre formadores y número de alumnos, se debería fijar un número mínimo de alumnos para realizar una licenciatura (o grado), así como un análisis territorial de la posibilidad de asumir una Universidad un número mínimo de alumnos, tenemos licenciaturas (o grados) que tienen créditos con menos de 10 alumnos, universidades que no llenan el cupo mínimo de alumnos en diferentes licenciaturas, etc. En definitiva, para poder tener una Universidad sostenible, sin incrementar las tasas, y un número de cátedras y profesores suficientes, sin el overbooking actual, se debe rediseñar el mapa universitario adecuándolo a las auténticas necesidades de formación, con la mayor proximidad al territorio, dentro de unos límites, y no a los criterios de presión política. Asimismo, sebe exigir al profesorado universitario (catedráticos, profesores numerarios, etc.) la plena dedicación a su tarea, ya que reciben un salario público para ello. No es de recibo que existan catedráticos con plazas fijas que sólo se dedican un 20% de su tiempo a la formación, dedicando el resto de su tiempo a tareas en beneficio propio. En la docencia universitaria, los profesores deben dedicarse full-time, ya sea a la formación, al reciclaje, a la investigación o a la realización de aquellos dictámenes o informes, que por su competencia y conocimiento, se le requieren por la sociedad mediante las Administraciones Públicas. Asimismo, las empresas o la sociedad civil pueden requerir soporte en forma de informes, consultoría o dictámenes a las Universidades, que procederán a su facturación, incrementando sus ingresos que destinaran a las mejoras de sus Universidades y no a incrementar los beneficios personales. Últimamente se ha puesto de moda que algunos catedráticos se dediquen a realizar, por su cuenta, labores de consultoría o proyectos para las empresas o la Administración Pública con la correspondiente contraprestación económica y utilizando para dichos proyectos el habitual equipo de becarios con que se rodea una cátedra, haciendo una competencia desleal, en cuanto a precio y disponibilidad de conocimiento con las empresas existentes en el mercado. La Universidad es un ámbito público financiado por la Administración Pública y las tasas de los alumnos, es decir por los ciudadanos, por tanto no se puede utilizar como negocio de beneficio personal, deben tener un equilibrio real de ingresos y gastos, los becarios deben tener su remuneración acorde con su trabajo y no ser explotados como consultores de alto nivel y pagados como becarios. Las prestaciones y proyectos que realice la Universidad para la sociedad civil deben ser abonados y pasar a ingresar la caja general de la Universidad, que permitirá mejorar sus servicios y limitar el incremento de tasas. Lo docentes pueden solicitar reducción de jornada y dedicarse de forma parcial al sector privado, pero con la correspondiente reducción de su remuneración pública y el posible cambio de ubicación, si su condición universitaria requiere una dedicación full-time. Según un artículo de Jordi Sevilla con motivo de la presentación del Observatorio de Empleabilidad y Empleo Universitarios, una iniciativa de la cátedra Unesco de la Politécnica de Madrid, con el apoyo de los rectores (CRUE) y el patrocinio de la Obra Social de la Caixa, indica: Nuestras universidades pueden ser una fábrica de ocupados. Entre los titulados superiores la tasa de ocupación alcanza el 83%, mientras que es solo del 56% para aquellos que tienen titulación secundaria obligatoria. Por otro lado, el salario de aquellos trabajadores que tienen una alta competencia lectora es un 60% superior al de aquellos que tienen una competencia lectora baja que, además, tienen el doble de probabilidad de estar en paro. Estos datos avalarían la tesis de que conseguir una titulación superior garantiza empleo antes y mejor retribuido, que no tenerla. Sin embargo, nuestros universitarios tienen un bajo nivel salarial comparado con Europa; los empleadores valoran mal la formación que acreditan por su falta de adecuación a los requerimientos del trabajo y los titulados creen que poseen competencias más elevadas que las requeridas para sus puestos de trabajo, es decir, creen que se utiliza poco en el trabajo todas sus potencialidades. Existe, por tanto, sospecha de sobrecualificación, pero la certeza de importantes desajustes entre las cualificaciones con que salen los titulados de la universidad y las requeridas para el puesto de trabajo que desempeñan. Con todo, los desajustes constatados en el empleo de nuestros universitarios tienen mucho que ver con problemas en su empleabilidad, provenientes tanto de la demanda como de la oferta laboral de titulados superiores. Nuestras empresas son de pequeño tamaño, escasa inversión en I+D, poco innovadora y reducida internalización. Con ese tejido empresarial, que vive de espaldas a la universidad, la demanda laboral de titulados superiores que tenemos no puede ser la misma que en los países más avanzados de la UE. Por el lado de la oferta, se acumulan evidencias de que también las universidades viven de espaldas a las necesidades del aparato productivo, diseñando sus programas formativos en clave endógena (enseño lo que sé, no tanto lo que se necesita), primando los conocimientos en detrimento de las competencias y otras habilidades trasversales como el liderazgo, trabajar en equipo, emprender, hablar en público o idiomas. Tanto los actuales contenidos de la enseñanza superior reglada como, sobre todo, los métodos de aprendizaje, están seriamente cuestionados por su falta de flexibilidad y de vinculación con el mundo laboral. Tal vez por ello los jóvenes que buscan mejorar sus cualificaciones profesionales recurren, cada vez más, a masters y posgrados organizados por entidades ajenas a la universidad oficial. Es posible que en otros momentos de nuestra historia la sociedad haya podido permitirse el lujo de pasar de la universidad favoreciendo, con ello, las actitudes endogámicas en tan alta institución. Hoy, no. Si participamos algo del discurso hegemónico sobre el talento como motor del valor añadido en una sociedad globalizada de la información y del conocimiento como la que vivimos, dejar que la universidad vaya a su aire, o a su lento ritmo de transformación, tiene un coste económico y social demasiado elevado como para poder aceptarlo. Entonces, la sociedad en su conjunto, empresas y no empresas, tienen mucho que decir sobre aquello que exigen a sus universidades en horas tan difíciles como estas. Que investiguen, sí, pero que formen a los alumnos para el mundo actual y que contribuyan, ellos mismos, al crecimiento global mediante la puesta en práctica productiva de sus investigaciones, directamente o transfiriéndolo a empresarios interesados. Esta legítima demanda de la sociedad a su universidad no tiene nada que ver con recortes presupuestarios discrecionales o con imposiciones autoritarias unilaterales. Pero sí con cambios sustanciales en sus modelos de gobernanza, abriéndolos más a la sociedad, en sus contabilidades analíticas de costes, en el conjunto de incentivos y señales que se establecen para premiar/sancionar a sus profesionales, en incorporar la empleabilidad como un baremo fundamental de excelencia académica. Suscribiendo la mayor parte de lo que dice Jordi Sevilla, deberíamos crear un nuevo sistema universitario más orientado a formar a las personas en las competencias que necesita la sociedad real, que en una formación empírica que aporta mucho conocimiento pero poca capacidad para integrarse en el mercado laboral. El nuevo sistema debe fundamentarse en una dedicación plena de los profesionales, en una distribución territorial acorde con las necesidades reales, con una fuerte inversión en I+D+I, basada en la cofinanciación pública / privada, soportada por beneficios fiscales a la inversión privada y con una evaluación de los resultados que producen las Universidades respecto a la sociedad (empleo, Investigación, etc.) mediante baremos establecidos como objetivos de las mismas. El obtener malos resultados en estos baremos durante períodos consecutivos puede provocar la suspensión de la Universidad o la renovación total o parcial de su claustro de catedráticos y profesores. Quisiera entrar, de forma breve, en el modelo organizativo y de gobernanza de nuestras Universidades. Considero que se deben disociar los elementos de gobierno y administración, de los de la actividad educativa. Sin interferir en el principio de la autonomía Universitaria se debería mantener la figura del Rector y el claustro de profesores, asimismo, aunque no lo comparta en su totalidad, se puede mantener el modelo de elección actual. No obstante, el Rector y el claustro tienen autoridad sobre los contenidos curriculares y el modelo de enseñanza, por el contrario el modelo de organización, gestión, inversión y mantenimiento será responsabilidad de una gerencia designada por la Administración Pública, elegida de una terna propuesta por el rector. La Gerencia tendrá una dependencia directa de la correspondiente Dirección de la Administración Pública (Central, Autonómica, Local, etc.) que tiene la competencia sobre la Universidad. Es un poco el dicho de “zapatero a tus zapatos”, los catedráticos y profesores entienden de enseñanza, pero la gestión y la organización siempre corresponden a profesionales y deben ser designados por el propietario, en este caso la Administración Pública. Se deberían suprimir las pruebas de acceso a la Universidad y ser substituidas por pruebas específicas en cada Universidad. El método debería ser que cada persona pueda seleccionar la Universidad que considere mejor para su formación (de 1 a 3 opciones), enviando a dichas Universidades su currículo educativo y personal, este currículo será valorado por la junta de admisión correspondiente de la Universidad que aceptará o no la inscripción en función de un método objetivo curricular (podrá existir, si se considera oportuno, un proceso de entrevista personal), en el caso de ser aceptado se procederá a una prueba de acceso. Finalmente serán aceptados en la Universidad todas aquellas personas que hayan superado la prueba y en el número de personas posibles según la capacidad de la Universidad en un orden riguroso de mayor a menor nota en la prueba de acceso, aquellas personas que habiendo superado la prueba, pero por el “numerus clausus” no hayan podido incorporarse a la Universidad, podrán optar por intentar acceder a otra Universidad o esperar un año, manteniendo la nota o preparándose para mejorarla. Por último, permítanme afirmar y reclamar que la Universidad es un espacio de formación para preparar a las mejores personas que deberán ocupar los espacios de máxima responsabilidad en el futuro, tanto en la sociedad civil como en la Administración Pública, en ningún caso debe ser un espacio de formación ideológica sectaria. La ideología es una decisión personal que debemos tomar cada uno de nosotros, con plena libertad, sin que estemos sometidos a presiones externas o manipulaciones constantes. Muchas veces la educación y la cultura han seguido caminos paralelos en el devenir de la historia de nuestra sociedad, por tanto una vez cerrado el tema de la educación (no terminado, se necesitaría un tratado completo) nos adentraremos en el espacio de la cultura. Para mí la cultura es el desarrollo de la actividad humana, en grupo o individual, para transmitir y comunicar a nuestros conciudadanos nuestras inquietudes, pensamientos, ideas, expresadas de forma diferente y transmitidas por todos los ámbitos posibles, pero con el objeto de provocar el debate o la reflexión en nuestros interlocutores, generando un incremento exponencial del conocimiento humano en la sociedad. Asimismo, es un nexo de unión y comunicación entre los diferentes modelos de existencia y convivencia que existen en nuestra sociedad, es el puente de unión entre las muchas y diversas expresiones y comportamientos existentes. Por tanto, nos ayuda a entendernos los unos con los otros más allá de las distancias. Dicen que la cultura refuerza la identidad de los pueblos, es cierto, pero también refuerza los intercambios y la convivencia entre los pueblos. El exponencial crecimiento de las tecnologías de la Información y del conocimiento, así como el desarrollo de los medios de comunicación ha acelerado el proceso de comunicación cultural. De todas formas no debemos confundir el hecho de consumir cultura con el hecho de avanzar culturalmente. Es cierto que el dinamismo de los medios de comunicación y el avance la tecnologías ponen a nuestra disposición una ingente cantidad de actividades culturales que podemos consumir sin movernos del sofá de nuestra casa, pero la cultura no es un consumo como el de una bebida, la cultura debe formar parte de nuestra existencia y las sociedades han progresado gracias a la comunicación, el debate, el intercambio de opiniones entre las personas, por eso es necesario que todas la personas, de una forma más intensa o menos, con mayor o menor dedicación nos convirtamos en verdaderos agentes culturales. La cultura tiene muchas formas de expresarse desde las artes plásticas, pasando por las artes escénicas, la imagen, el folklore, la literatura, etc., hasta los cafés culturales o centros de debate o intercambio de opiniones. Corremos el riesgo de convertirnos en la sociedad con más acceso a la cultura, pero con menos participación, lo que nos puede provocar un empobrecimiento intelectual y ser sujetos de una amplia manipulación, ya que en muchos casos se ha utilizado la comunicación cultural como un factor de influencia ideológica, ya sea positiva o de rechazo hacia otros pensamientos u opciones y la única forma de defenderse de estas agresiones es participar activamente en la sociedad cultural. Es muy fácil participar, ya que cultura y conocimiento van íntimamente ligados, el hecho de una tertulia en la familia, con los amigos, en el bar en el momento de tomar un café, el hacer una película de un viaje con los amigos, el comentar una película o una representación escénica a su finalización con los acompañantes, etc., ya son las bases de convertirnos en agentes culturales. Asimismo, hay muchas personas que se convierten en agentes culturales activos participando de forma altruista en entidades, grupos de artes, grupos escénicos, tertulias literarias, expresiones de folklore, de tradiciones culturales, etc., este tramado denominado “cultura popular” ha sido, es y será la base de una sociedad que desea ser activa humanamente, solidariamente y de forma pacífica, destinando parte de su tiempo, una vez finalizada su jornada laboral, a participar de forma activa en actividades culturales para expresar y transmitir sus inquietudes, sentimientos, opiniones o pensamientos. Por último también existen las personas que se dedican de forma profesional a la cultura y su actividad se convierte en su “modus vivendi” (son las personas más conocidas y, en principio, las más preparadas y competentes). Considero tan importante el hecho de la existencia de una “cultura popular” como el de una “cultura profesional” y no solo importante, si no absolutamente necesaria dicha coexistencia, además, muchas veces se retroalimentan entre ellas. Adentrándonos en la cultura popular observo con gran preocupación una pérdida del voluntarismo y de la colaboración ciudadana, que puede limitar el crecimiento o mantenimiento de esta expresión cultural, Me baso en el hecho de que en las épocas oscuras de nuestra sociedad (dictadura) la cultura popular fue el soporte de muchas identidades, lenguas, pensamientos, inquietudes, etc. y que mucha parte de la ciudadanía colaboraba altruistamente, hoy en día, quizás debido a la profesionalización de la sociedad actual, los participantes en la cultura popular siguen haciéndolo de forma altruista per lo medios que necesitan o los materiales, que anteriormente la mayoría eran cedidos o proporcionados de forma gratuita, en la actualidad deben abonarlos a precios de mercado y muchas veces superiores al coste que representa la misma actividad en el ámbito profesional. Es un tema que no se puede regular, pero sí que se puede hacer un llamamiento para concienciar a la sociedad de recuperar los valores de la solidaridad y el voluntarismo como proveedores de la cultura popular. Asimismo, observo una cierta dejadez en el voluntarismo participativo cuando se tiende siempre a subsistir mediante las subvenciones de la Administración Pública. Estoy radicalmente en contra de mantener la cultura, ya sea popular o profesional mediante las subvenciones de la Administración Pública. El papel de la Administración Pública en el ámbito de la cultura popular es el de invertir en infraestructuras y su mantenimiento, en formación, en promover la difusión, en potenciar la actividad, cosas que no se hacen actualmente o si se efectúan son de forma simbólica, por el contrario no se han de subvencionar de forma directa entidades o proyectos, estos han de salir del espacio del voluntariado y de la colaboración de la sociedad. Tengo la impresión que la Administración Pública, habitualmente considera la cultura popular con un niño pequeño al que dándole unas “chuches”, en forma de pequeñas subvenciones, ya se le tiene contento, en lugar de reconocer el papel importante que representa en la sociedad y que ha de representar con más fuerza si no queremos convertirnos en una sociedad llena de personas individualistas, egoístas y egocéntricas. Por tanto, la Administración Pública debe invertir en espacios, en comodidades, en difusión, en convencimiento social, etc. para que la cultura popular pueda desarrollarse y logre el reconocimiento social que se ha ganado a pulso. De la misma forma que estoy en contra de las subvenciones de la Administración Pública a la cultura popular, más aún con la cultura profesional, donde sería más radical, subvenciones 0. No es de recibo subvencionar proyectos en los que participan personas con unos emolumentos altísimos, no digo que no se los merezcan, pero si digo que no deben llegarles del erario público y que además son proyectos, que en muchos casos generan beneficios para particulares. Es muy fácil hacer discursos sobre la crisis, sobre lo mal que lo estamos pasando la mayoría de ciudadanos, sobre las injusticias de la sociedad, instalados en grandes mansiones, muchas veces lejos del país de origen o del que hablan y sin tener ningún problema económico, ni actual, ni de futuro. El papel de la Administración Pública en el tramado cultural de un país debe orientarse, no limitarse, a la creación de espacios o infraestructuras (museos, teatros, salas de exposiciones, ateneos culturales, centros de imagen y luz, etc.), a la difusión cultural, a la promoción cultural a nivel internacional, al fomento de la participación, etc. Con el objetivo de que ningún proyecto o expresión válida se quede sin realizar o que ninguna persona por razones económicas no pueda acceder. En todos los espacios públicos culturales y actos realizados en dichos espacios, la entrada de las personas jubiladas, en paro o menores de 25 años (sin estar en el mercado laboral), debe ser gratuita. Por otra parte debe desarrollarse una ley del mecenazgo cultural, para que sea la sociedad civil la que tome el relevo de las famosas subvenciones, que insisto en suprimir, convirtiéndolas en inversiones privadas altruistas en proyectos concretos, ya sea en la cultura popular o en la profesional. Para que dicha ley sea de verdadera aplicación, el mecenazgo cultural debe ir acompañado de unos beneficios fiscales incentivadores, del orden del 40 al 50% de la inversión realizada, siempre que sea a fondo perdido, en los caso de inversión en proyectos profesionales o a beneficio, en los que la inversión sea en forma de mecenazgo, los incentivos se deberían limitar a ser considerados en los casos de pérdidas en el proyecto y no deberían superar el 25% de la pérdida contraída. Debería existir otro tipo de mecenazgo, que lo denomino “mecenazgo obligatorio”, que sería el que se debe considerar sobre el presupuesto de aquellas entidades o empresas privadas que tiene su actuación en base a una concesión administrativa y que se verían obligadas a invertir un mínimo del 1% del presupuesto y poder desgravarse en el impuesto de sociedades el 25% de la cantidad invertida. Estos cambios de subvenciones a inversiones, promoción y difusión en el papel de la Administración Pública y el nuevo modelo de mecenazgo, provocará que la cultura, tanto al popular como la profesional disponga de más medios, existirá una mayor exigencia con la calidad en el entorno profesional, propiciará una mayor participación de la sociedad en la cultura popular y evitará el dirigismo ideológico proveniente de las diferentes composiciones de los Gobiernos, como sucede actualmente. La cultura tiene una componente política como expresión de ideas, pensamientos e inquietudes pero su aplicación ha de huir de todo tipo de dirigismo o intento de manipulación política, es una expresión libre, honesta, sincera sin tapujos pero debe llegar fresca y entendedora a la sociedad. 7. ElEstadodel bienestar (vivienda,sanidad, dependencia) La DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS aprobada y proclamada por las Naciones Unidas en la Asamblea General celebrada el 10 de Diciembre del 1948, aprobada por todos los países y aquellos que se han adherido en fecha posterior a su aprobación, dice en diversos artículos: Artículo 22 Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad. Artículo 25 1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. 2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social. Podríamos extendernos en diversas declaraciones de la ONU y de la UNESCO, suscritas por la mayoría de países de nuestro planeta. Muchas veces me suenan a palabras y no hechos, que configuran una sociedad de dirigentes bastantes hipócritas. Es cierto que la humanidad ha avanzado hacia modelos de progreso de la sociedad que han configurado, en especial en la UE, el llamado “estado del bienestar”, por lo tanto no voy a negar los avances, pero si quiero poner un toque de atención muy serio ante el estado de regresión que se está anunciado y llevando a cabo, desde hace unos diez años, bajo el concepto de que el estado del bienestar que se había prometido y hacia el que avanzábamos no se puede pagar y hay que reducir su gasto, con la consecuente pérdida de prestaciones y de derechos, quizás no nominales, pero sí de hecho. Se empiezan a encender alarmas sobre la posible y cercana fractura social, según un informe de la OCDE (hecho público el 18 de marzo del 2014) que nos considera el Estado en el que más ha crecido el paro de los 34 estados industrializados, no resulta extraño que también figuremos a la cabeza de las desigualdades sociales en el período 2007/2010, en donde el 10% de la población más rica de los países de la OCDE redujo sus ingresos en un 1% y el 10% de la población más pobre en un 2%, dato por sí ya preocupante, pero lo más grave es que en España esta reducción del 10% más pobre fue del 14%. El panorama podría haber sido más dramático si los resultados fueran del período 2010/2013. Según la OCDE el problema no es consecuencia solo del alto nivel de paro, sino, también, porque el sistema de protección social que tenemos no está preparado para atender un impacto tan intenso del paro de larga duración. Asimismo, destaca la baja protección social vinculada a los contratos temporales (más del 80% de los nuevos contratos) y recomienda la implantación del contrato único y reforzar las prestaciones asistenciales para los parados de larga duración así como las familias que subsisten por debajo del linde de la pobreza. La dramática situación actual que expresan las cifras exige una reflexión y actuación urgente de los poderes políticos, adoptando medidas inmediatas para corregir la gran fractura social que se ha abierto y que continúa ensanchándose. Se ha de hacer por justicia social y solidaridad, pero, también, para evitar los problemas que se empiezan a generar y que se incrementaran en una sociedad con unos índices de desigualdad tan elevados. Si no se reacciona con rapidez correremos el riesgo de pagar muy caro en el futuro inmediato. A lo largo de este libro, ensayo, pensamiento como el lector quiera identificarlo, se ha puesto de manifiesto que se pueden hacer muchas cosas sin alterar ninguno de los principios básicos de los derechos y deberes de los ciudadanos y de las estructuras y características de nuestra sociedad. Se ha puesto de manifiesto y especificadas las posibles soluciones, en los anteriores capítulos, que si aplicamos los ingresos públicos a las tareas que se deben realmente implementar, veremos que si nos olvidamos, en parte, del rescate de los bancos, si reducimos la estructura burocrática de la Administración Pública, si limitamos los gastos en Defensa, si estimulamos la inversión privada hacia las empresas, si ordenamos y realizamos una formación que se corresponda con las necesidades reales, si realizamos una política fiscal progresiva y estimuladora de la actividad económica, si luchamos contra el fraude fiscal, etc., se va a producir un salto cualitativo importante, se va a volver a generar riqueza, se va a producir un reparto más equitativo de la misma, se va a crear empleo y todo ello redundará en un mayor ingreso público que va a permitir, no solo mantener el estado del bienestar sino avanzar y progresar en el mismo. No podemos aclamar el progreso de la sociedad, si cada día hay más personas que se quedan atrás, que no pueden seguir y que las abandonamos y condenamos a la mísera pobreza. ¿Aceptaría un Presidente de cualquier Gobierno europeo tener un familiar próximo en esta situación? Deberíamos recordarles aquel refrán que dice “no desees al prójimo aquello que no quieras para ti”. Digamos, también, las cosas por su nombre “estado del bienestar”, no quiere decir estado de “comodidad”, nada se logra sin esfuerzo y sacrificio de todos, pero no podemos exigir a los Gobiernos que nos solucionen todos los problemas, para que podamos tener una plácida comodidad en nuestra vida, el estado del bienestar no quiere decir tener aparcamientos para niños, ni centros donde dejar a los ancianos o dependientes para que nos los guarden. El estado del bienestar quiere decir tener acceso a un trabajo digno, a una vivienda digna, a una sanidad eficaz, a una educación de calidad y a un soporte a la dependencia, para aquellas personas que no pueden cubrir sus necesidades, ya sea por ellas mismas o conjuntamente con sus familiares. Adentremos en el problema de la vivienda para ver cuál es la causa de la situación actual y que posibilidades tenemos de revertir la situación. En nuestro Estado, desde la época de la dictadura y ,en especial, a partir de los años 1960 se conculcó la idea en la sociedad que lo mejor era tener una vivienda de propiedad, que era un valor que nunca se reduciría, que era la garantía de poder disponer de una aceptable jubilación, etc. No soy ningún acérrimo defensor de la propiedad o el alquiler de la vivienda, pero sí que soy un acérrimo defensor de que toda persona tiene que disponer de la posibilidad de acceder a una vivienda digna. Tenemos la mala costumbre en nuestro Estado de presentar las cosas comparándonos con el mudo y autoensalzándonos diciendo que somos los mejores. Uno es el mejor cuando los demás te reconocen, no cuando lo proclamas a bombo y platillo, como decir que somos el Estado con más KM. de alta velocidad (¿eran necesarios? ¿son rentables? ¿Incrementan la riqueza o nos empobrecen?), somos el estado con mayor proporción de vivienda propia (83% según datos de marzo del Ministerio de Fomento) y la séptima de toda Europa según el gráfico adjunto. Basta con mirar el gráfico y observar donde se encuentran los países más avanzados de Europa. Deberíamos preguntarnos ¿cuántas viviendas de ese famoso porcentaje del 83% son realmente propiedad de ciudadanos o de entidades financieras y oficiales y cuantas de ellas están endeudadas y de las endeudadas cuantas se sabe que no se podrán pagar? Ahora, cuando aterrizamos en la crudeza de la crisis nos damos cuenta de que el valor de la vivienda, que siempre nos habían dicho, los expertos, que nunca bajaría ha descendido de media un 38% y en muchos casos más de un 50%. Cuando hablamos de economía ya veíamos que la deriva que se inicia en los años 1980 y que se agudiza a finales del siglo pasado con la liberalización del suelo, hizo bascular la economía española del sector productivo al sector de la construcción, hubo años que construíamos más viviendas que el conjunto de la UE15 (a principios del año 2000 el sector de la construcción superaba el 10% del PIB), el crédito fluía sin parar, se daban créditos superiores al valor de la vivienda, pero nadie advertía que teníamos una ley hipotecaria que solo favorece a las entidades financieras y que no tiene un justo reparto de riesgo. Los bancos españoles vieron el negocio. Ya no había que acudir trajeado al banco para pedir dinero. El banco acudía a uno para convencerle de que lo mejor que se podía hacer con los ahorros era comprarse una casa. Muchos no fueron conscientes de las consecuencias que tendría para sus avalistas – padres, hermanos, tíos, etc... El panorama es el siguiente: - Casi seis millones de parados (cifras EPA enero 2014) - En el año 2013 se destruyeron 200.000 empleos (cifras EPA enero 2014) - En el año 2012 las viviendas que han perdido los ciudadanos por no pagar la hipoteca ascienden a 35.098, de las que 28.170 fueron vivienda habitual (fuente Banco de España), de las viviendas perdidas 23.774 fueron desahucios y 11.324 daciones en pago. - De enero a junio del 2013 el número de desahucios ascendió a 19.567, que representa el 83% del total del año anterior en sólo seis meses (Fuente Banco de España) - A Diciembre de 2013 existían en el Estado 3,44 millones de viviendas vacías (fuente El País, especial “El País en la calle/Una historia de desahucios”) - Casi 600.000 ciudadanos están atrapados en hipotecas que valen más que sus casa (fuente portal financiero Klisto.es) Está claro que la burbuja inmobiliaria, con independencia del beneficio de los constructores y promotores, salvo los que luego quedaron atrapados y perdieron todos sus activos, a quién benefició principalmente fue a las entidades financieras, las cuales siguen ejerciendo su lobby para impedir la adaptación de la ley hipotecaria actual a las existente en la mayoría de países de la UE y a las recomendaciones que la propia UE ha dictado, en especial cuando el Tribunal Europeo de Luxemburgo sentenció que las normas hipotecarias españolas no respetaban la directiva comunitaria sobre protección de los consumidores. La ley debía cambiar. La práctica judicial debía cambiar. La Unión Europea dio un tirón de orejas en toda regla a España por esta cuestión. Según el Juez Fernández Seijo, que fue quien llevó el caso a Luxemburgo, titular del juzgado mercantil número 3 de Barcelona opina que el problema de raíz sigue sin afrontarse: que la gente no paga porque no puede, no porque no quiera. “Todos los remedios son parches para tratar de solucionar un problema que es estructural. Hemos tenido un sistema de acceso a la propiedad que ha sido excesivamente alegre tanto por parte de las entidades financieras como por parte de los consumidores”. Asimismo, manifiesta que la dación en pago, principal reivindicación de las plataformas, no se admite en la nueva normativa aprobada por el Estado, salvo en casos muy tasados. Recuerda que el trato que reciben los particulares es muy distinto al que se otorga a las inmobiliarias. “El problema es que sí se aceptan, y con carácter automático o semiautomático, daciones en pago para inmobiliarias y promotoras”. Sobre esto, expone que en algunos casos, el perdón alcanza el 40% del valor. Hay que pensar que la morosidad de las promotoras es del 29% y la de los particulares solo del 4,1%. Es decir, de cada 100 millones que les han prestado los bancos, 29 no los van a recuperar. Sin embargo, de cada 100 millones prestados a los particulares, las entidades financieras solo van a perder 4,1. A pesar de que son mucho más morosas que los particulares, reciben un trato mucho más favorable. Alguien debería explicar por qué. Creo que no se ha hecho un estudio serio del impacto que tendría la dación en pago en el sistema. Sería una buena solución para hipotecas jóvenes y con deudores que acrediten que no pueden hacer frente a la deuda. Y nunca sería algo masivo. No todo el mundo entregaría su casa así como así después de haber pagado puntualmente durante años. Mi primera pregunta es ¿Puede permitirse un Estado, que alardea del bienestar social, que anualmente casi 40.000 familias pierdan su hogar y que haya 600.000 más, amenazadas de encontrarse en la misma situación, mientras permanecen 3,44 millones de viviendas vacías? No podemos cerrar los ojos y los oídos a la realidad, no podemos mantenernos inmovilistas o buscar subterfugios que permitan a los lobbies y poderes financieros mantener su estatus. Ya mencioné en capítulos anteriores la importancia de tener un sector financiero potente, pero esto no le confiere el poder de decidir o ignorar la realidad, es muy fácil refugiarse siempre en que la responsabilidad es del otro, que no se ha sido parte, cuando se ha sido impulsor de las actuaciones y mientras han proporcionado importantes beneficios todo era fácil, en el momento de la crisis se traspasa toda la responsabilidad a una de las partes, eludiendo las entidades financieras toda su responsabilidad. ¿Eran o no eran las entidades financieras las que realizaban la tasación de los inmuebles y quienes autorizaban el límite del crédito? Si era así, ahora que los valores de los inmuebles se han reducido eluden, como he dicho antes, toda su responsabilidad. Es evidente, también, que no se puede ser maximalista y que hay que protegerse de aquellas actuaciones que aprovechando la situación actual quieren eludir sus responsabilidades contraídas, cuando disponen de capacidad real para asumirlas. En primer lugar se debería modificar la ley hipotecaria permitiendo la dación en pago en aquellos casos que se verifique realmente que la familia afectada no puede pagar la hipoteca, ni tiene posibilidades de pagar en el futuro, esta verificación debería hacerse de mutuo acuerdo o bien mediante una autoridad de arbitraje a tal efecto. En estos casos se debería exigir a las entidades financieras la concesión de un alquiler por un plazo mínimo de 5 años, equivalente al 70% del valor medio de alquiler en el Ayuntamiento correspondiente En segundo término se debería modificar la ley hipotecaria para poder conceder moras, sin recargo de intereses, en aquellos casos en los que de forma temporal no se puede hacer frente a la hipoteca, pero existen indicios razonables de que en un período corto de tiempo se pueda regularizar, manteniendo el mismo sistema de verificación que en el caso anterior. En tercer lugar, debemos contemplar cómo podemos cumplir con el principio de los derechos humanos y de lo que marcan las Constituciones, en la mayoría de países de la UE, que es el derecho a la vivienda digna de todos los ciudadanos, cuando nos encontramos en la situación actual con casi 6M de personas paradas, con un 30% de españoles que viven de una prestación económica de carácter público (incluidos pensionistas) con una media nacional que no llega a 800€ mensuales, asimismo, debemos tener en cuenta las casi 700.000 familias que no tienen ingreso alguno (686.600, según la encuesta de población activa de enero de 2014). Para resolver este tema existen diversas actuaciones, más allá de la modificación de la ley hipotecaria, antes mencionadas, que deberían ser complementarias. - En primer lugar una línea de subvención directa a las 700.000 familias que no disponen de ingresos algunos, mediantes viviendas de protección oficial, que se pueden obtener directamente del llamado banco malo SAREB y si no fuera suficiente mediante la cesión de suelo municipal y la construcción de las mismas, a precio coste, por parte de la fundaciones de las entidades financieras, con unos incentivos fiscales del 50% del coste de la construcción. El coste de esta operación debería financiarse mediante un impuesto sobre las viviendas que tienen más de un año sin ocupación y con el impuesto del patrimonio (sobre los bienes patrimoniales no productivos, exceptuando las primeras residencias). Esta actuación debería ir acompañada de un proceso de orientación y formación profesional para que los miembros de estas familias en edad laboral puedan incorporarse al mercado de trabajo, en cuyo caso pasarían a diferentes modelos que se detallan a continuación. Evidentemente, quien renuncia a esta formación quedaría excluido del proceso. - Para todas aquellas familias (me refiero a familias y a personas individuales sin familia, no a personas individuales con familia) cuyo ingreso mensual sea inferior a 1000€ (correspondientemente verificado) y no dispongan de vivienda o hayan perdido la misma se arbitrará un alquiler social de 150€ mensuales. La forma de hacerlo será utilizando el stock de viviendas vacías, de forma que las que se utilicen dejaran de tener el recargo impositivo y en cada Ayuntamiento se fijará el precio medio por m2 de alquiler, el 50% de la diferencia entre el precio medio de alquiler y los 150€ se deducirá del correspondiente IBI que debe pagar el propietario. - En los casos anteriores el tamaño de las viviendas debería ser menor o igual a 70m2 y estar en perfectas condiciones de uso. - El Sareb y las entidades financieras aplicarán las mismas condiciones a los promotores inmobiliarios que a los particulares, en los casos de venta o en las posibles daciones en pago. - Para frenar la posible vuelta a la especulación del suelo se debería modificar la normativa de las plusvalías, para en el caso de venta de suelo urbanizable, pagada por el vendedor, no exista desgravación impositiva por antigüedad de adquisición, de forma que los precios se ajusten a una realidad y no graven de forma artificial los costes de construcción de las viviendas. Si aunamos la modificación de la ley hipotecaria y las propuestas explicitadas se puede acometer el proceso de poder disponer de una vivienda digna para todas las familias y se redistribuye la pérdida global del valor inmobiliario, repartiéndola entre todas las partes y no recayendo exclusivamente en las familias más necesitadas o imposibilitadas. Otro de los derechos humanos reconocidos como fundamentales para los ciudadanos es el derecho a una sanidad eficiente, pública y gratuita. Según datos del Ministerio de Sanidad el gasto sanitario público (2013), incluyendo gasto de cuidados de larga duración, es de casi 75.000 millones de euros, lo que supone más del 74% del gasto sanitario total y un 7,1% del Producto Interior Bruto (PIB). El gasto sanitario privado es del 2,5% del PIB. Obteniendo un total del 9,6%. En el periodo 2001- 2009 el porcentaje del gasto sanitario sobre el PIB creció 2,4 puntos y en el 20102011 cambió la tendencia decreciendo 0,3puntos. Si tenemos en cuenta que el PIB no ha dejado de descender desde el año 2007, veremos que el gasto por persona real ha mantenido una desviación negativa en estos últimos años. El gasto sanitario público por habitante protegido del conjunto de los servicios de salud de las comunidades autónomas, de INGESA y de las respectivas administraciones territoriales sanitarias, sin incluir el gasto ocasionado por los servicios sanitarios prestados por el resto de los agentes de la administración del Estado, es de más de 1.400 euros. Gasto en salud como porcentaje del PIB 2001 2011 (o año más cercano disponible) Países Bajos Francia Alemania Dinamarca Austria Bélgica Portugal Suecia 8,3 10,2 10,5 9,1 10,1 8,3 9,3 8,9 11,9 11,6 11,3 10,9 10,8 10,5 10,2 9,5 Reino Unido 7,3 9,4 España 7,2 9,3 Italia 8,1 9,2 Grecia 8,9 9,1 Finlandia 7,4 9,0 Irlanda 6,7 8,9 Eslovenia 8,6 8,9 Malta 7,3 8,6 República Eslovaca 5,5 7,9 Hungría 7,2 7,9 Croacia 7,3 7,8 República Checa 6,4 7,5 Chipre 6,0 7,4 Bulgaria 7,4 7,2 Lituania 5,7 7,0 Polonia 5,9 6,9 Letonia Luxemburgo Rumanía Estonia 5,0 6,8 7,4 4,2 4,9 6,6 6,0 5,9 Observaciones: Datos de 2011 o más cercano disponible. Los países están ordenados según los valores del año 2011 (de mayor a menor). Fuente: Año 2001 los datos de Bulgaria, Chipre, Croacia Letonia, Lituania Malta y Rumanía tienen como fuente la WHO European Health For All Data Base (HFA-DB) actualizada a julio 2013. Las cifras del resto de países proceden de la OECD Health Data 2013. Año 2011: los datos de Bulgaria, Chipre, Croacia Letonia, Lituania Malta y Rumanía corresponden al 2010 (o año más cercano) y tienen como fuente OECD (2012). Las cifras del resto de los países corresponden a 2011 (o año más cercano) y tienen como fuente la OECD (2013) Health at aG En 2011, en promedio, la proporción del PIB que los países de la UE dedican a bienes y servicios sanitarios está cerca del 9% aunque es muy variable entre los diferentes territorios oscilando en un rango que va desde el 12% de los Países Bajos al 6% Rumanía o Estonia. Siete países dedican más del 10% de su PIB al gasto sanitario, en 2001 eran solamente tres. Croacia dedicó en ese año un 7,8% de su PIB al gasto sanitario. España con un 9,3% ocupa la décima posición lo que supone 2,1 puntos más que en 2001. Aunque para realizar una mejor valoración de esta variación debe considerarse lo sucedido antes de 2009, periodo precrisis y lo sucedido después. En el periodo 2001- 2009 el porcentaje del gasto sanitario sobre el PIB creció 2,4 puntos y en el 2010-2011 cambió la tendencia decreciendo 0,3 puntos. El gasto sanitario por habitante mejora la información que proporciona el cociente entre el gasto sanitario y el PIB al reflejar la influencia que pueden tener, entre otros, una amplia variedad de factores sociales, diferentes estructuras de financiación y la organización de los sistemas sanitarios de cada país. Países con una alta proporción entre gasto sanitario y PIB pueden tener un gasto por habitante relativamente bajo y a la inversa. Austria y Portugal dedicaron al gasto sanitario una proporción de su PIB superior al 10% en cambio el gasto per cápita (ajustados en PPC en dólares USA) de Austria es 1,7 veces superior al de Portugal. España supera el promedio de la UE, aunque muy lejos de los países más avanzados. Gasto sanitario total por habitante en poder paritario de compra dólares USA 2011 (o más cercano disponible) Promedio UE 2.740 Países Bajos 5.099 Austria 4.546 Alemania 4.495 Dinamarca 4.448 Luxemburgo 4.246 Francia 4.118 Bélgica 4.061 Suecia 3.925 Irlanda 3.700 Reino Unido 3.405 Finlandia 3.374 España 3.072 Italia 3.012 Portugal 2.619 Eslovenia 2.421 Grecia 2.361 República Checa 1.966 República Eslovaca 1.915 Chipre 1.783 Malta 1.758 Hungría 1.689 Polonia 1.452 Estonia 1.303 Croacia 1.152 Lituania 972 Letonia 821 Bulgaria 745 Rumanía 677 Observaciones: Datos de 2011 o más cercano disponible. Los países están ordenados según los valores de mayor a menor. Fuente: Año 2001 los datos de Bulgaria, Chipre, Croacia Letonia, Lituania Malta y Rumanía tienen como fuente la WHO European Health For All Data Base (HFA-DB) actualizada a julio 2013. Las cifras del resto de países proceden de la OECD Health Data 2013 Año 2011: los datos de Bulgaria, Chipre, Croacia Letonia, Lituania Malta y Rumanía corresponden al 2010 (o año más cercano) y tienen como fuente OECD (2012). Health at a Glance Europe 2012, OCDE Publishing. Las cifras del resto de los países corresponden a 2011 (o año más cercano) y tienen como fuente la OECD (2013) Health at a Glance 2013: OECD Indicators. Gasto sanitario total, público y privado: estructura porcentual, porcentaje sobre el producto interior bruto (PIB) y euros por habitante. Millones de euros 2007 2008 2009 2010 2011 Gasto sanitario total 89.422 97.250 100.872 100.770 98.860 Gasto sanitario público 64.253 71.028 75.378 74.773 72.217 Gasto sanitario privado 25.169 26.222 25.495 25.998 26.643 Estructura porcentual Gasto sanitario total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 Gasto sanitario público 71,9 73,0 74,7 74,2 73,0 Gasto sanitario privado 28,1 27,0 25,3 25,8 27,0 Porcentaje sobre PIB Gasto sanitario total 8,5 8,9 9,6 9,6 9,3 Gasto sanitario público 6,1 6,5 7,2 7,1 6,8 Gasto sanitario privado 2,4 2,4 2,4 2,5 2,5 Euros por habitante Gasto sanitario total 1.978 2.107 2.158 2.143 2.095 Gasto sanitario público 1.421 1.539 1.612 1.590 1.530 Gasto sanitario privado 557 568 545 553 565 Fuente: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Sistema de Cuentas de Salud. La cobertura de la población del Servicio Nacional de Salud (SNS) es casi universal (99,5%) y garantiza una cartera de servicios y prestaciones bastante amplia a todos los ciudadanos. Por lo tanto, el derecho a la asistencia del SNS es independiente de la situación laboral y de la riqueza personal. Sólo el 0,5% de la población queda fuera de la red de bienestar social: se trata de un grupo de personas no asalariadas con elevados ingresos que no están obligadas a pertenecer al sistema de la Seguridad Social según lo previsto en el Real Decreto 1088/89. País Densidad de médicos (médicos / 1,000 habitantes) Año de la estimación Grecia Mónaco 6 2008 6 1995 5 2007 Bielorrusia Austria 5 2009 Italia 4 2008 Noruega 4 2008 Suiza 4 2009 Islandia 4 2008 4 2007 Países Bajos Portugal 4 2009 Andorra 4 2007 4 2009 España Lituania 4 2008 Bulgaria 4 2008 4 2008 4 2006 4 2008 República Checa Suecia Alemania Francia 3 2008 3 2007 Dinamarca Estonia 3 2008 Irlanda 3 2008 Ucrania 3 2006 Hungría 3 2008 Malta 3 2009 3 2007 Eslovaquia Letonia 3 2009 Bélgica Luxemburgo Reino Unido Finlandia 3 2008 3 2007 3 2009 3 2008 Moldavia Croacia 3 2007 3 2007 3 2006 2 2008 Macedonia Eslovenia Polonia 2 2008 2 2007 Serbia Rumania 2 2006 Turquía 1 2008 Bosnia y Herzegovina 1 2005 Albania 1 2007 Fuente: CIA World Factbook Gasto sanitario público, composición según clasificación económico – presupuestaria en millones de euros y porcentaje sobre el total 2008 2009 Millones de € % sobre total Millones de € % sobre total Millones de € % sobre total Remuneración del personal 29.025 42,2 31.329 43,3 31.038 43,6 Consumo intermedio 13.691 19,9 14.640 20,2 13.967 19,6 Consumo de capital fijo 224 0,3 274 0,4 284 0,4 Conciertos 7.644 11,1 7.538 10,4 7.555 10,6 Transferencias corrientes 15.295 22,2 15.834 21,9 16.037 22,5 Gasto de capital 2.949 4,3 2.701 3,7 2.341 3,3 Gasto total sectores 68.828 72.316 71.222 Transferencias intersectoriales 2.202 1.989 2.053 Gasto total consolidado 66.626 100 70.328 100 69.169 100 Observaciones: Cifras acordes con la Metodología de la Estadística de Gasto Sanitario Público Los datos de los años 2009 y 2010 son provisionales Fuente: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Estadística de Gasto Sanitario Público Me disculpará el lector de la ensalada de cifras que le he puesto sobre el papel, pero la sanidad es un tema muy sensible para todos los ciudadanos y para poder habar de la misma con cierto rigor, se hace necesario conocer una serie de datos, evidentemente se podían poner muchos más, pero no es objeto de hacer un ensayo sobre la sanidad, en este momento. Debo reconocer que los avances en la sanidad desde la llegada de la democracia hasta hace 5 años han sido realmente espectaculares y han posibilitado uno de los sistemas sanitarios más eficaces del llamado mundo occidental. Mi preocupación no radica en la historia y las mejoras, se centra en la regresión que se está produciendo a partir de los años 2008 y 2009, cuando empiezan a sonar como “sagrada biblia” el recorte del gasto de la Administración Pública y la reducción de su déficit. Estamos llegando a un gasto medio por habitante en 2014, inferior al del 2007, sin tener en cuenta el incremento de IPC, en cuyo caso podríamos situarnos en cifras de los años 2004 o 2005. Asimismo, me preocupa la emigración de médicos y enfermeras por la falta de puestos de trabajo en nuestro país, así como, la emigración de investigadores y de grandes expertos, reconocidos mundialmente, por la reducción de los presupuestos en Investigación, cuando la calidad y capacidad de nuestros profesionales es reconocida a nivel mundial. Me preocupa el incremento de las listas de espera para intervenciones quirúrgicas, me preocupa el incremento del tiempo de espera para las atenciones especializadas, me preocupa el incremento del gasto farmacéutico, con una proporción, todavía escasa, de medicamentos genéricos, me preocupa la falta de desarrollo de una carrera profesional para los trabajadores de la Sanidad, me preocupan los intentos de privatización de la sanidad pública, en cambio no me preocupan las acciones de externalizar la gestión o las actuaciones conservando la titularidad pública, me preocupa el déficit de la sanidad pública comparado con los beneficios de la sanidad privada, me preocupa una falta de concienciación y de educación sanitaria a la ciudadanía para un mejor y más eficiente uso de la sanidad pública, me preocupan las propuestas de copago de la asistencia sanitaria pública, me preocupa que en los últimos años nadie ha actuado sobre la reforma, mejora y racionalización de los procesos que afectan a la atención y la gestión sanitaria. El primer problema que hay que resolver es la gobernanza del sistema sanitario, público y privado. Se debería disponer de un mapa on-line del estado de situación de los espacios de asistencia primaria, especializada y quirúrgica a nivel global en cada territorio con la correspondiente competencia que debería permitir tomar decisiones sobre posibles acciones utilizando todos los recursos, estableciendo un precio acordado, ya existente con la sanidad concertada, con los sectores no públicos para realizar aquellas atenciones especializadas, pruebas médicas o quirúrgicas que se retrasan y se convierten en una lacra de tiempo de espera. Asimismo, debería establecer una normativa que fijara, en función de criterios médicos y no economicistas, el tiempo máximo de espera frente a una dolencia o necesidad específica para la atención especializada, las pruebas médicas y las intervenciones quirúrgicas. Asimismo, se debería crear un banco de conocimiento de la atención sanitaria, bajo control de una comisión de expertos médicos, al que tuvieran acceso todos los profesionales sanitarios (públicos y privados), que debería permitir incrementar el conocimiento profesional, resolver algunas dudas e incrementar el proceso de formación continua tan necesario en esta profesión, dada la velocidad evolutiva de la medicina. No entiendo como no aprovechamos la capacidad de la sanidad privada para utilizarla como sanidad pública, es decir, desviando personas bajo el control público eficaz de la Administración Sanitaria Pública. Si una persona tiene un seguro privado puede realizarse, pongamos como ejemplo, una ecografía en un tiempo máximo de 48 horas, por el contrario en la sanidad pública puede tener un tiempo de espera superior a dos meses. Quiero que se entienda, que en ningún caso estoy proponiendo la privatización de la sanidad pública, lo que se propone es utilizar mediante pago o concierto las capacidades de la sanidad privada, mediante un precio público justo y fijado, para derivar a todas aquellas personas que tienen necesidad de asistencia médica o quirúrgica y que la sanidad pública no puede atender en los plazos fijados, según criterio médico. Se debería establecer un índice de las diferentes actuaciones sanitarias con un tiempo máximo de espera para poder realizarlas y en ningún caso se podría superar, a excepción de causa de fuerza mayor, como epidemias masivas, grandes catástrofes, etc., para las que debería existir un plan de contingencia. Se deberían racionalizar todos los procedimientos administrativos y de gestión de la asistencia sanitaria pública a efectos de reducir sensiblemente la carga burocrática, reducir los tiempos, mejorar la atención y crear un sistema de información que permita acceder al historial (público o privado) de cada ciudadano, frente a cualquier actuación que requiera el conocimiento previo de la historia, existen avances en este tema en algunos territorios, pero de forma parcial, no de forma general y universal. Esta debe ser una de las líneas de reducción del gasto público en Sanidad, que nunca se ha querido afrontar. Se debería realizar una política de Recursos Humanos más moderna con los profesionales sanitarios en donde se desarrolle su carrera profesional, clarificando los itinerarios, las competencias y la formación para poder evolucionar dentro de su profesión y poder visualizar su esperanza de mejora, lo que debe provocar un mayor esfuerzo, constancia y dedicación, siempre y cuando se visualice la correspondiente mejora en la evolución profesional. Asimismo, se deberían incorporar los conceptos de movilidad, competencia profesional y capacidad funcional. La absoluta complejidad de la situación económica actual requiere de las Administraciones Públicas Sanitarias, entre otras actuaciones y reformas, una profunda revisión de los sistemas de gestión de Recursos Humanos empleados; revisión que haga posible la optimización de los procesos desarrollados en el marco competencial actual por el personal de las distintas unidades y las cargas de trabajo para ello requeridas. Adicionalmente, transformaciones las profundas sociales que se están viviendo, impactan y modifican la operativa tradicional de las administraciones, como consecuencia de las alteraciones en los volúmenes de actividad requeridos para atender las necesidades de la ciudadanía. Este entorno de permanente cambio se ve incrementado a nivel interno por la rigidez propia de los sistemas tradicionales de recursos humanos de la Administración Pública Sanitaria, los cuales asignan tareas en base a las necesidades de cada uno de los servicios, olvidando la necesidad de adoptar un enfoque global y de conjunto de las diferentes situaciones de los profesionales sanitarios. El plan de desarrollo profesional (carrera profesional y promoción interna) es un elemento esencial para mantener el mayor grado de profesionalidad de los recursos humanos sanitarios. Las políticas de promoción y carrera facilitan el progreso y el reconocimiento de las personas en el contexto de la organización. Desde el punto de vista de la organización, la planificación de carrera supone la pretensión de maximizar las contribuciones potenciales de cada profesional. Los programas de planificación y desarrollo profesional de carrera han de lograr los siguientes objetivos: − Responder a las necesidades organizativas en materia de planificación de sus recursos humanos. − Un desarrollo más eficaz del talento disponible. − Ofrecer a los empleados mayores oportunidades de valoración y reconocimiento personal al proponer caminos de carrera nuevos o alternativos a los tradicionales. − Un desarrollo de recursos humanos más eficaz. − Satisfacción de las necesidades de desarrollo personal de los empleados. − Mejora del desempeño a través de las experiencias de formación en el puesto proporcionadas por los movimientos tanto horizontales como verticales de carrera. − Aumento de la motivación. − Un método de determinar las necesidades de formación y de desarrollo. − Maximización de las contribuciones potenciales de una persona a las necesidades organizativas y a la atención a los usuarios. El establecimiento de estos planes de carrera profesional como existen en todas las organizaciones, conllevará una mejor atención, información, cuidado y desarrollo de la actuación asistencial sanitaria de la que debe salir beneficiado el destinatario de la misma, que no es otro que el ciudadano. Otra de las cuestiones que tiene una gran incidencia sobre el coste sanitario se refiere al gasto farmacéutico, que se piensa resolver mediante el copago farmacéutico y a partir de ahora, también el copago hospitalario (copago de fármacos de dispensación hospitalaria para pacientes que no estén hospitalizados). Los Gobiernos tienen la tendencia a aplicar la reducción de costes con una visión exclusivamente economicista o funcionarial, sin entrar en los conceptos de mejora del sistema, modernización de las acciones, racionalización de los procesos, eliminación de cargas burocráticas, transformación de modelos, etc. Optan por la vía fácil, un cálculo económico y ver a quién le toca. Para la reducción del gasto farmacéutico se deberían aplicar una serie de medidas antes del copago: 1. Una campaña de concienciación nacional hacia los médicos y usuarios de que el uso de los medicamentos se debe hacer en caso de necesidad real, deberíamos calcular la cantidad de medicamentos caducados que cada familia manda a los residuos, es tanta responsabilidad del médico como del usuario 2. Incrementar substancialmente la fabricación y consumo de genéricos, actualmente, según fuentes del Ministerio de Sanidad es de sólo el 12%, para poder llegar a una cifra equivalente, como mínimo del 20%. 3. Dispensar medicamentos por unidades, de acuerdo a la verdadera medicación recetada. Esta práctica se hace, pero de forma minoritaria y debería convertirse en una a práctica mayoritaria. 4. Mantener el copago en aquellos casos que la renta individual o familiar supere cuatro veces el salario mínimo, los restantes deberían quedar exentos. 5. Incrementar los impuestos indirectos en los artículos de lujo, aumentando la lista con automóviles, embarcaciones, etc.) y en los temas del alcohol (destilados) y el tabaco en un porcentaje que se destine exclusivamente a financiar la sanidad. 6. Mantener un control automático de la receta médica y consumo por médico y paciente, verificando que se cumplen las recomendaciones dadas, de consumo, de genéricos, etc. No es demasiado problema al estar todo automatizado e identificado. 7. El conocimiento del historial clínico de los pacientes, no solo a nivel hospitalario sino también ambulatorio, debería incorporar el aspecto de la medicación, lo que permite al médico disponer de la información necesaria y poder actuar en menos tiempo con más eficacia. Otro de los problemas que encarece el gasto sanitario es la tendencia creada en nuestro país que cuando existe un problema médico es mejor acudir al servicio de urgencias hospitalario que a la medicina ambulatoria, en base a que se encontrará un mejor servicio y una mayor rapidez de actuación. Estoy de acuerdo en cambiar esta tendencia, pero si se ha creado no ha sido de forma mágica, es el fruto de muchos años de experiencia vital de los ciudadanos, por tanto se requiere una campaña de concienciación de los ciudadanos, pero también una campaña y la formación necesaria para la atención administrativa y médica de los profesionales sanitarios en el espacio ambulatorio. Incrementar el uso de las nuevas tecnologías en el seguimiento on-line a distancia de los pacientes crónicos o de riesgo, así como arbitrar un modelo de consulta previa o consulta médica completa, en casos simples y con toda la información disponible, telefónica u on-line mediante tecnologías de coste cero cuando se disponga de conexión Internet; existen experiencias, pero no se han masificado ni se ha desarrollado una campaña de concienciación. Este tipo de actuaciones derivaría en no colapsar los ambulatorios, ni los servicios de urgencia hospitalaria, una respuesta eficaz y suficiente en la mayoría de los casos, una facilidad de no desplazamiento de las personas, una mejor y más rápida atención, incluso la receta médica podría ser vía red. Para acabar este apartado, creo que quedado claro que la privatización no es la solución, pero sí que la Administración Pública Sanitaria pueda utilizar todos los recursos públicos y privados (mediante el pago del justo precio, siempre inferior al coste público y con el control público de la correspondiente actuación), no es lo mismo externalizar actuaciones públicas en el sector privado mediante gobernanza pública que privatizar y olvidarse. Con la sanidad pública no se puede hacer negocio, simplemente cubrir los costes. En resumen, el servicio de la sanidad pública, con la democracia, ha mejorado, aunque actualmente retrocede o se intenta repercutir costes en los ciudadanos que no corresponden, para ello se debe (resumiendo lo expuesto): - Valorar la carrera profesional de las personas dedicadas a la Sanidad - Recuperar la investigación al nivel que teníamos hace 6 o 7 años, incidiendo en temas de mecenazgo como se han expuesto culturales, capítulo. en en los casos el anterior - Mejorar la gestión de recursos humanos en la Sanidad pública aplicando una política incentivadora, motivadora y con visión de futura del desarrollo de la carrera profesional de los profesionales sanitarios. - Racionalizar y simplificar los procedimientos administrativos y la gestión, en definitiva reducir la burocracia y mejorar la atención. - Visualización unificada del mapa de actuaciones y recursos para poder optimizar las actuaciones y mediante el uso de la sanidad pública y privada (sin coste para el ciudadano) reducir sensiblemente las listas de espera, en todos los ámbitos sanitarios. - Incorporación masiva de la tecnología para la atención y visita on-line, en los casos posibles. También, para el seguimiento on-line en los casos de enfermos crónicos o de riesgo. - Historial clínico unificado (incluido farmacia) y disponible para toda la red profesional sanitaria (pública y privada) - Limitación del copago a rentas medias y altas - Incremento de impuestos en lujo, alcohol y tabaco - Dispensación farmacéutica por unidades. - Incremento substancial del uso de genéricos - Campaña de concienciación nacional, de la importancia de la Sanidad, del buen uso de la misma, de la confianza en los profesionales y en una atención mejorada en cuanto a actitud y respuesta Creo que este resumen, puede dar por cerrado el aspecto de la sanidad, con unas propuestas, que sin en algún caso representan inversión, en todos producen reducción del gasto e incremento de la eficacia y la respuesta de la actuación. Los Gobiernos han de tener firmeza en su aplicación, no dejarse influir por los lobbies de presión y actuar en profundidad, no solo desde un punto de vista economicista, en aras a mejorar la sanidad con el lema de hacer más y mejor con menos coste y mayor reconocimiento. Como punto final a este capítulo, sería bueno introducirse en uno de los pilares del estado del bienestar social, la dependencia, considerada el cuarto pilar. Derecho recogido en el artículo 25 de la DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS y reconocido por la Constitución Española. Sin embargo no será hasta 2006 que se apruebe una Ley Estatal que, en teoría debería ser de garantía universal, pero como veremos no se aplica de la forma prevista. Los países desarrollados vienen experimentando un progresivo envejecimiento demográfico, cuyos futuros suscitan gran interés. Si las tendencias demográficas se mantienen, el número de personas mayores (+65) en la Unión Europea se doblará, pasando de 85 a 151 millones entre 2010 y 2060. La población mayor de 80 años, se proyecta que aumentará a un ritmo aún mayor, casi triplicándose y alcanzando los 61 millones en 2060, lo que supondría un incremento muy relevante respeto a los 22 millones actuales (Eurostat, 2011). En España, según datos del INE (2010), se estima que en el año 2060 la población de más de 65 años pasará de representar el 17% de la población en la actualidad a representar el 32%, con más de 15 millones de personas. En los “Documentos de Trabajo. CRES – Fundación CASE. Número 7 de Febrero de 2012. Autores: Guillem López i Casasnovas, Laia Cirera i Crivillé Marina Soley i Bori. Título: Análisis comparativo de los servicios de atención a la dependencia en España y Suecia” Entre otras introducción: cosas dice, en su Las causas que hay detrás de este fenómeno son comunes en todos los países de la Unión Europea y se pueden resumir en la interacción de 4 factores demográficos principales. En primer lugar, en todos los países de la Unión Europea, los ratios de fertilidad, que se prevé crecerán de 1,52 a 1,6 entre 2008 y 2030, están por debajo de la tasa natural de sustitución necesaria para estabilizar la dimensión y la estructura demográfica actual de la población, que se sitúa en 2,1 hijos por mujer (Eurostat, 2011). Adicionalmente, la entrada en la edad de jubilación de la generación del “baby boom” se corresponde con la generación con bajas tasas de fertilidad, lo cual incidirá directamente en el ratio de dependencia1. Concretamente, se prevé que el ratio de dependencia se duplique, pasando del 26% en la actualidad al 53% en 2060 (Comisión Europea, 2009). Tercero, la esperanza de vida se estima que incrementará en otros 6,3 años para los hombres y 5,1 años para las mujeres hasta 2050, dada una reducción de la mortalidad en las edades más avanzadas. Por último, los flujos netos de inmigración, aunque tienen una clara incidencia en la estructura demográfica, son insuficientes para estabilizar la pirámide de la población. Adicionalmente, a pesar del logro social de aumentar la esperanza de vida de la población, este proceso de envejecimiento demográfico también ha propiciado un incremento del número de ancianos que pasan los últimos años en situaciones de dependencia. Así, una de las mayores preocupaciones derivadas del proceso de envejecimiento es la creciente demanda de los cuidados de larga duración y, consecuentemente, la capacidad del estado para satisfacer estas necesidades y proporcionar los servicios adecuados al colectivo de personas en situación de dependencia. En este contexto, a finales del 2006 y siguiendo la estela de los países escandinavos, España aprobó en el Congreso de los Diputados de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a Personas en Situación de Dependencia (LAPAD), se viene implantando y desarrollando progresivamente, desde enero de 2007, un nuevo sistema formal de protección denominado Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD), que persigue el doble objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y profundización del Estado del Bienestar. El modelo del nuevo sistema formal de protección afronta difíciles retos planteados por nuevos escenarios demográficos, que cuestionan los niveles de protección social previstos por el SAAD y amenazan la sostenibilidad financiera del propio sistema. Concretamente, según estimaciones de la Comisión Europea (2009), el gasto público en cuidados de larga duración para los estados miembros de la OCDE como porcentaje del PIB, se estima que como mínimo se duplicará en el 2050 y pasará a representar entre el 2,2% y el 2,9%. No obstante, se estima que estas tendencias evolucionaran a ritmos y niveles distintos para los distintos países miembros de la Unión Europea en función de una serie de factores característicos de cada país (Comisión Europea, 2009). Resulta de gran utilidad identificar, definir y cuantificar el peso de los principales elementos que componen el coste de los cuidados de larga duración. Concretamente, un estudio y seguimiento de los sistemas de protección social de los países más avanzados de nuestro entorno, puede proporcionar un conjunto de consideraciones que contribuyan de forma significativa en el proceso de definición, desarrollo y consolidación del cuarto pilar del estado del bienestar. En la Unión Europea existe una gran diversidad de políticas de atención a las personas dependientes. Procurar encuadrar a los países dentro de un determinado modelo o patrón resulta una tarea difícil y poco precisa. No obstante, es innegable que los factores institucionales, culturales, sociales y económicos característicos de cada país, constituyen un determinante importante en la definición de los mecanismos de financiación, regulación y utilización de los cuidados formales, y en última instancia, en el gasto público destinado a los cuidados de larga duración. Tomaremos como base el ejemplo comparativo entre España y Suecia, basado en el mismo documento Distribución de las prestaciones en España, datos a 1 de octubre de 2011 Image Fuente: Elaboración propia del estudio a partir de las Estadísticas SAAD-IMSERSO a 1 de octubre de 2011 Distribución de las prestaciones en Suecia, datos a noviembre de 2010 Image Fuente: Elaboración propia del estudio a partir de los datos del Ministerio de Sanidad y Política Social de Suecia Ratios de discapacidad en España y Suecia, 2010 Image SUECIA ESPAÑA Tasas de cobertura de los servicios formales, 2011 Image Tasa de cobertura de los servicios de atención a la dependencia Tasa cobertura mujeres España Atención Domiciliaria 65-80 80+ 12,63% 31, 4,22% 10,6 53,96% 35, 25,43% 22, Atención Residencial Suecia Atención Domiciliaria Atención Residencial Las principales diferencias entre el modelo de Suecia y España se centran en la historia y la financiación. En forma de resumen el modelo de dependencia en Suecia se configura: • Cualquier persona con residencia en Suecia con problemas de dependencia tiene derecho a recibir cuidados en necesidades. • base Financiación sólo a principalmente través de impuestos subvenciones estatales locales sus a y – El gobierno central fija un pago máximo anual independiente de la renta del usuario. – Menos del 5% de los costes se cubren con aportaciones del usuario, y la mayoría se financia con impuestos generales • Historia: – Desde 1956 la sociedad debe hacerse cargo de los mayores (los hijos ya no son responsables legalmente) – 1982: Derecho universal a recibir asistencia a la dependencia – 1992: Descentralización de los servicios a las personas mayores hacia los gobiernos locales – Desde 1999 los ayuntamientos tienen que apoyar, por ley, a los cuidadores informales (una de las medidas para potenciar el papel de las familias y disminuir el coste público) – 2010: Plan individual en el que se detallen las necesidades y los servicios a ofrecer por cada nivel Antes de entrar en el análisis global, veamos unas recientes cifras sobre el gasto de las Administraciones Públicas, su distribución, la media de los países dela UE, etc., basados en la publicación de Eurostat. http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis que analiza las tendencias globales en la estructura de desglose del gasto de las administraciones públicas por su función socio-económica principal (según la Clasificación de las Funciones del Gobierno - CFG), con especial atención a los gastos de protección social. Gasto de los Gobiernos total general en el estado del bienestar, % del PIB, 2012 Fuente Eurostat 2012 http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis El gasto total de las administraciones públicas por función, 2012 Fuente Eurostat 2012 http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis Evolución del gasto total de las administraciones públicas, la UE-27, 2002-2012, % del PIB y el% del gasto total. Fuente Eurostat 2012 http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis 27,_2002- 2012,_%25_of_GDP_and_%25_of_total_ El gasto total de las administraciones públicas en la protección social, % del gasto total, 2.012 Fuente Eurostat 2012 http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis Según un informe del Instituto de Estudios Fiscales de Enero del 2012 ”La atención a la dependencia: Estimaciones del gasto presupuestario y de sus efectos macroeconómicos”, dice en sus conclusiones: las transferencias, ayudas, subvenciones e inversiones públicas movilizadas a través del gasto presupuestado para la atención a la dependencia han constituido un elemento dinamizador de la economía española, coadyuvando moderadamente a la creación de riqueza y empleo en un contexto de contracción de la actividad, de un potencial de crecimiento mucho mayor y de elevadas cifras de desempleo. Sin embargo, no se puede olvidar que el impacto sobre la deuda de las Comunidades Autónomas no ha sido homogéneo y que el sobreendeudamiento puede conllevar unos efectos no contemplados en el estudio. Aún con estas cautelas, concluimos que la atención a las personas dependientes y la promoción de su autonomía están llamadas a constituirse en un motor de las políticas sociales y su dotación no debería descuidarse Costes de los cuidados de larga duración en Europa Fuente: European Commission (2009). The 2009 Ageing Report: Economic and budgetary projections for the EU-27 Member States (2008-2060). European commission, Brussels Fuente: elaboración Pilar GarcíaGómez Erasmus University Rotterdam a partir de OECD Health (2011) Ahora ya tenemos sobre la mesa la información, no extensa, pero si suficiente que nos debe permitir analizar el problema generado por la dependencia en la economía de nuestro país, sin generar las expectativas de puestos de trabajo que se preveía y sin cumplir las garantías que proporcionaba a los ciudadanos dependientes la Ley del 2006. Sólo se ha llegado a cubrir menos del 30% de la población dependiente que, según la ley tiene derecho a recibir atención pública. Si observamos la comparación con el modelo sueco la conclusión es absolutamente desesperanzadora, de todas formas se deben tener en cuenta las diferentes culturas, en Suecia prima la asistencia residencial y en nuestro país la asistencia familiar, pero lo que no tiene discusión es el % de personas dependientes atendidas. Asimismo, si analizamos el gasto público vemos que estamos por debajo tanto de la UE27 como de la UE17 (zona euro), también, si vemos las previsiones hasta el año 2060, que de seguir con las políticas actuales la situación se convertirá en muy preocupante. Nuestros políticos crearon una Ley, quiero creer con buena fe, pero sin tener un cálculo real del gasto que representaría, asimismo, con una fórmula perniciosa de cofinanciación (50/50) con las Comunidades Autónomas. La realidad es que el presupuesto actual es muy inferior, habitualmente no se cumple y una excesiva carga burocrática conlleva un retraso de seis meses a un año de media en el pago de las correspondientes ayudas o prestaciones. El panorama general no es alentador, más si consideramos las palabras del profesor Javier Díaz Giménez (IESE) a la hora de valorar el sistema actual de la Seguridad Social que lo considera roto y en quiebra (en este año cerrará con déficit de 10.000M€, según previsiones del mes de abril de 2014. Fuente La Vanguardia 13/04/14). El profesor va más allá y anticipa que las últimas medidas introducidas (retrasar la edad de jubilación y desvincular las pensiones del IPC) no resolverán los problemas del sistema, añadiendo que el llamado factor de sostenibilidad económica (motivo de desvincular las pensiones del IPC) significa un empobrecimiento progresivo de los pensionistas y, por tanto, “una ruptura del pacto intergeneracional”. Es evidente que nos encontramos ante un fraude de Ley, ya que no se pude cumplir económicamente con los derechos de los ciudadanos, al menos esto afirman nuestros políticos. No sé si son conscientes o quieren escurrir el bulto, pero ante una situación de incremento del paro (ahora estabilizado, pero sin garantías de reducción sensible a corto plazo), con unos salarios a la baja, lo que provoca que el ingreso medio de los cotizantes a la Seguridad Social se reduce año a año y con una reducción sensible del poder adquisitivo de los pensionistas configura un panorama desolador para mantener el estado del bienestar y más con aquellas personas que más lo necesitan como son la consideradas dependientes, la mayoría de los cuáles ha cotizado más de 40 años y ahora cuando se le debe retornar esta cotización en forma de prestación a la que tiene derecho por Ley, por la Carta de los Derechos Humanos y por, encima de todo, se trata de un ser humano en una sociedad civilizada. Si miramos la comparativa con la UE27, veremos que el gasto total de la Administración Pública en materias de protección social es del 40,3 del total del gasto y el gasto medio de la UE17 (zona euro) es del 41,1%, mientras que en nuestro país es del 37,2, disponiendo de una Ley consensuada por la mayoría de los partidos políticos que garantizaba un nivel de protección a nuestros ciudadanos dependientes, con fórmulas diferentes, al mismo nivel que países como Suecia. No quiero hacer demagogia, ya que entiendo que estamos frente a un tema muy sensible y que afecta muy directamente a la calidad de vida de muchos ciudadanos y su entorno más próximo, pero hay que hacer algo significativo a corto y medio plazo. Si desarrollamos en su plenitud el ámbito de la dependencia generaremos un número importante de puestos de trabajo, entre el 2006 y el 2011 se han generado más de 150.000 puestos de trabajo nuevos en este ámbito. Es posible doblar esta cifra si aplicamos en niveles altos los compromisos de la famosa ley. Para ello es necesario un esfuerzo de todos (Gobiernos, sociedad civil, agentes económicos y sociales y, también, de todos nosotros los ciudadanos). MI propuesta se basaría en un doble escenario, uno a corto donde se debería incorporar un gravamen del 1% en el IRPF para destinarlo únicamente a la prestación para la dependencia, así como un incremento de un punto en el Impuesto de sociedades con el mismo fin. Esto debería ir acompañado de incrementar el presupuesto que las Administraciones Públicas destinado a la dependencia en un 1% del PIB, reduciéndolo de otras partidas como Defensa, gastos corrientes de la Administración Pública, etc. A medida que se recupere el % de paro en nuestro país y hasta llegar a un punto que consideraríamos viable, por debajo del 10%, se iría reduciendo de forma proporcional el gravamen del IRPF y del impuesto de sociedades, incrementando el presupuesto directo de las Administraciones Públicas. Este proceso debe ir acompañado, por causas de eficacia, de respeto a los dependientes y de trabajar bien de una radical reestructuración de los procesos y procedimientos para agilizar todos los trámites dedicados a la obtención de la prestación necesaria a los ciudadanos dependientes. También se debería llevar a cabo, cofinanciado entre el Estado y las Administraciones Autonómicas la creación de una mayor, más eficiente, con mejora cobertura territorial y adaptada a la necesidades reales de la red de centros de asistencia, tanto integrales como centros de día. El Estado y todos los Gobiernos deben priorizar en sus presupuestos los aspectos sociales y entre ellos el más deficitario es el de la dependencia, basta ya de escudarse en discursos economicistas y que habrá un mañana en que todo será de color de rosa, los ciudadanos nos hemos de rascar un poco más el bolsillo casi agujerado que tenemos, lo haremos por solidaridad, pero los Gobiernos deben incrementar substancialmente sus partidas y sus criterios de prioridad. Déjenme decirles una cosa, si recuerdan las medidas de reducción de la Administración, de la creación de empresas de la generación de ocupación que hemos ido desgranando en los capítulos anteriores, estoy convencido que en el caso de aplicarse, en un corto plazo de tiempo el Estado, si tuviera una verdadera sensibilidad social, dispondría de los suficientes ingresos para poder atender el cuarto pilar del estado, el estado del bienestar que implica la dependencia. No hemos entrado en todo esta reflexión en aspectos también fundamentales como son las infraestructuras, el medio ambiente, la conciliación familiar y laboral, la natalidad, la protección a la familia, etc. Son temas, que seguramente incorporaremos en futuras versiones, pero en esta primera etapa hemos querido centrarnos en aquellos aspectos fundamentales que han sido afectados por la crisis y en proponer soluciones viables en actuaciones que permitan levantar el vuelo y poder obtener una calidad digna de vida a todos los ciudadanos, en todas sus perspectivas. Asimismo y de forma expresa no he querido entrar en el actual debate del modelo territorial del Estado que será objeto de un documento específico y que considero que no se debe mezclar con los temas desarrollados en este documento. 8. EuropayelMundo A diferencia de los capítulos anteriores, en donde se han ido desgranando los principales problemas que afectan a la sociedad de nuestro país y proponiendo unas posibles soluciones viables, en este capítulo solo vamos a entrar en una reflexión muy global y personal. Una reflexión a partir de la visión de un ciudadano “de a pie”, que considera no tiene la formación y, en especial, la información necesaria para afrontar un análisis pormenorizado de la situación actual a nivel mundial y, en el caso, de poder haber efectuado la correspondiente investigación debería suponer, por sí solo un documento completo. Históricamente, a través de los siglos, Europa ha jugado un papel de principal actor a nivel mundial que se vio minimizado en el siglo XX por el nacimiento de EE.UU. como gran potencia mundial, así como la antigua URSS, hoy en día en decadencia, como potencia mundial y el resurgimiento a finales del siglo XX y, en especial, en el siglo XXI de la China, con unos outsiders poderosos que siguen su estela como son la India y Brasil (que lideran los países emergentes). Me da la sensación que los europeos seguimos pensando que somos el único centro del mundo, con independencia que hagamos los negocios en cualquier parte del mundo, pero no creo que seamos conscientes de que cada día que pasa nuestra distancia con EE.UU. se agranda y que China ya nos supera a nivel de potencia económica y militar y que hay espacios de negocios que poco a poco van configurando unas nuevas sociedades con unos valores muy diferentes a los que han conducido el progreso en Europa, me refiero a países como India, Brasil, el sureste asiático, etc. Europa, líder de los valores morales, basados en el cristianismo, ha sido bastante hipócrita en su historia, ya que los valores que ha preconizado en sus países no los ha aplicado en todos aquellos territorios del planeta que han estado bajo su dominio o protección, en cambio ha intentado explotar al máximo sus riquezas, más con la mentalidad de conquistador que con la mentalidad de trasladar a estos países las estructuras y riquezas que permitan su progresión. Esta situación ha provocado un mundo de diferencias substanciales que cuando EE.UU. toma el relevo de primera potencia mundial no soluciona, al contrario, con su mentalidad pragmática inicia un proceso de conquista económica, en especial después de la II guerra mundial, y cuando no puede, recurre a la fuerza, para imponer sus intereses a nivel del planeta. A veces los países del llamado mundo occidental o de desarrollo económico nos parecen que tienen los mismos valores y culturas similares, nada más lejos de la realidad, cada espacio tiene su cultura, sus prioridades, sus intereses y sus valores. Europa ha entrado en un proceso endogámico de mirarse el ombligo y establecer un proceso diferenciador de gobierno de los estados ricos sobre los pobres, con el único objetivo de la supervivencia de los ricos, olvidándose de su papel fundamental a nivel mundial del equilibrio social, los valores, las libertades, etc. Su papel en la mayoría de los conflictos surgidos a nivel mundial en los últimos veinticinco años ha sido de comparsa o segundón, sin tomar iniciativas, y con posiciones diferencias, en problemas surgidos en sus fronteras, como ejemplo podríamos recordar el papel de Europa como unidad y el de los diferentes Estados en el conflicto de los Balcanes en los años 90 del siglo pasado. Parece que primamos la subsistencia de nuestro poder económico, cada día menor, por encima de los valores que hicieron grandes nuestros países. Me preocupa que a nivel mundial se está imponiendo una cultura excesivamente economicista y ultraliberal, no sólo la impulsada por EE.UU., que siempre le ha caracterizado, sino por los nuevos países emergentes como China, Brasil o India y los que se quieren añadir, como Rusia, que son grandes potencias económicas y en algunos casos militares, pero que siguen teniendo en sus países unas diferencias sociales abismales y una sociedad donde prima el valor económico por encima de cualquier otro valor, sin entrar en el tema de libertades, que sería muy discutible en el caso de China, como ejemplo. También Europa ha caído bajo la dictadura, de los llamados mercados y día a día va creciendo el número de parados y el número de personas que subsisten por debajo de lo que, en Europa, consideramos el lindar de la pobreza. Ya decíamos al principio que un país sin libertad, educación, sanidad, vivienda, empleo, pequeñas y medianas empresas y clase media no puede progresar ni ser un país sostenible que pueda garantizar el progreso de sus ciudadanos. Estamos inmersos en una carrera en donde el lema es progresar, progresar, progresar, progresar más..... ¿Hasta dónde?, ¿con qué objetivo?, ¿a costa de qué? Parece que cuanto más dinero, que confiere mayor poder, se ha de ser más feliz y uno se acerca definitivamente al proceso de realización humana. Mientras tanto en el camino se ha quedado mucha gente, sin recursos, sin esperanzas, sin futuro; pero todo lo queremos resolver con una falsa caridad que explota a un gran número de excelentes personas que inundan, cada día más, las organizaciones civiles, no gubernamentales, con la esperanza de poder paliar las diferencias sociales, económicas y de futuro humano que existen en nuestro planeta y, desgraciadamente, las diferencias son cada día mayores. El desarrollo y la implantación de vehículos de comunicación universales, desde la radio al Internet, pasando por la televisión, los periódicos y las redes sociales avanzadas permite a todo el mundo verse los unos a los otros, los que tienen un estatus social avanzado a los que no tienen un plato de arroz que llevarse al estómago y viceversa. Asimismo, esta representación real, que vemos tranquilamente en el comedor de nuestras casas sirve para hacer más ricos a los propietarios de los medios de comunicación, convirtiéndose en un gran poder que mediatiza, manipula e impone su imperio, conjuntamente o al servicio de los mercados, por encima de las voluntades de las personas y hace de la desgracia, los accidentes y las extravagancias y sus riquezas el medio de ganar más poder y acumular mayores ingresos económicos. Hemos creado un mundo en donde prima el imperio de la ley, creado a partir de establecer cada día más prohibiciones, más limitaciones, más intrusionismo en la privacidad de las personas, basándonos en la seguridad, quizás necesaria temporalmente, pero sin actuar en el fondo de los problemas, en los causas, conocidas, que originan las situaciones, hasta llegar a límites que justifican acuerdos con países dictatoriales, sin respeto a los derechos humanos, con la absoluta prohibición de la libertad de expresión. Pero..... siempre tenemos una justificación económica, una justificación de equilibrio mundial, una justificación hacia los medios de comunicación con palabras “ligero avance....” “es el primer paso....” “hemos sentado las bases....” “próximamente analizaremos los problemas......” “nos emplazamos a que en el año.......”. Siempre la misma cantinela, pero año tras año, los avances quedan muy lejos de la realidad esperada y los ciudadanos de forma constante y de buena fe nos lo creemos y si no decidimos pasar olímpicamente. Según la mayoría de los expertos y de nuestros gobernantes la sociedad en estos últimos años, en especial desde mediados del siglo pasado, ha progresado de forma clara y evidente y hemos alcanzado un estado de bienestar y calidad de vida, nunca asumido en la historia. Esta afirmación puede ser válida si nos referimos a los países del llamado bloque occidental. Sin embargo, aún en este espacio se han generado unas diferencias que día a día, en lugar de reducirse se van agrandando, por lo que en el devenir del tiempo nos podemos encontrar con una sociedad fracturada. La primacía de la economía y del libre mercado, que en un principio era el motor necesario para la transformación de la sociedad, el avance de la misma, el progreso social, el reequilibrio territorial y económico, poco a poco se ha ido desenganchando del control de los poderes públicos y ha alzado el vuelo sin control alguno que regule la redistribución de la riqueza y que permita avanzar a los que no pueden seguir. En estos años, inmersos en una crisis, observamos la incapacidad de los gobiernos y de sus normas y leyes para reconducir la situación. Hemos asistido, como espectadores sin rechistar, a una destrucción de riqueza, de puestos de trabajo y a un empobrecimiento de la clase media, a nivel europeo, espeluznante. Se han realizado muchos encuentros, se ha pasado del G-8 al G-20, los dirigentes mundiales se reúnen en global, en bilateral, en cuartetos, siempre se generan buenas expectativas, pero al final de los encuentros tenemos promesas, vagas ideas, etc. Los grandes bancos americanos, una vez superada la fase inicial de la crisis, han iniciado un acelerado retorno de las ayudas de la reserva federal, con el objetivo de no verse sometidos, en el futuro, a las posibles normativas que se aprueben. Asimismo, en Europa asistimos al espectáculo de que los Estados han inyectado grandes cantidades de Euros al sector financiero para resolver su situación, pero nadie ni los Estados ni el sector financiero (con sus ayudas) ha actuado, de forma eficaz, para paliar el grave déficit que se ha producido en el mundo empresarial y en la mayoría de familias. Seamos conscientes que vivimos en un mundo económicamente globalizado, en donde el mercado es el propio mundo, más allá de los localismos o agrupaciones de países. Este proceso en sí natural y que bajo un control y unas normas de juego sería positivo, tiene un grave efecto pernicioso, si no se controla, el poder se concentra en grupos económicos cada vez más grandes, cuyo poder supera al de los estados y al final son los que marcan las reglas de juego y, en base a su concepto de sociedades generadoras de beneficio, priman por encima de todo y de forma exclusiva el beneficio sin ninguna consideración adicional. No es cierto que para actuar comercialmente en un mundo globalizado sea necesario tener una talla de empresa grande; hoy lo que prima es la innovación, la calidad, la competitividad y la capacidad de extenderse, para ello con la ayuda de las nuevas tecnologías estos conceptos son innatos a las pequeñas y medianas empresas, que son las que pueden ofrecer estos productos y servicios de forma ágil y a precios competitivos, para ello necesitan de la ayuda de los estados y de que el crédito circule de forma normal, precisamente lo que hemos cortado en esta época. Por contra, es cierto, que en algunos sectores económicos, es necesaria la concentración en grandes grupos para poder realizar el objetivo de dichas empresas y reforzar el concepto de economía de escalas. Creo que la solución está en un sistema mixto de grandes y de pequeñas y medianas empresas, lo que evita que los grandes grupos lleguen a tener un poder superior al de los estados, en cuyo caso será imposible regular el reparto de la riqueza y la cohesión social, que por más que hablen las grandes empresas de la RSC (Responsabilidad social corporativa), esto para ellas no es más que una inversión marketing adicional. Asimismo, para que las pequeñas y medianas empresas funcionen es preciso que cuenten con un sistema financiero en donde el dinero circule y de unos apoyos en forma de formación, infraestructuras, centros de soporte, etc. por parte de los Gobiernos para poder llevar a término sus objetivos con dignidad sin tener que estar pensando que el próximo mes tocará cerrar. No es cierta la tendencia de algunos poderes financieros y políticos, anclados en un espacio ultraliberal, y secundados por algunos medios de comunicación, para justificar la crisis por el excesivo endeudamiento sin garantías de las familias y de muchas empresas y que la situación permitirá eliminar lo negativo del sistema económico y dejar a los más fuertes y los más preparados (¿no querrán decir, los que tengan dinero?). Son absolutamente falsas dichas afirmaciones, si se concedió mayor crédito sin garantías fue porque al sistema financiero le interesaba crecer y así tener mayor talla, ganar una mayor posición en el mercado y a la larga tener más beneficios, pero como fue como el cuento de la lechera, entonces toca pagar a los más débiles, que son los ciudadanos en general. Lo mismo sucede en el mundo de las empresas, hay infinidad de empresas (pequeñas y medianas) que por sus características, su innovación, sus circuitos comerciales, sus clientes necesitan del crédito para financiar sus operaciones y su circulante, asimismo, son éstas las que crean el mayor número de empleos tanto en América como en Europa. La decisión que se ha ejecutado es absolutamente desgraciada, a todos éstos se les ha cortado el flujo (la financiación, el crédito, el circulante) y se van hundiendo poco a poco, lo que provoca un incremento alarmante del paro y una pérdida de riqueza, que impacta directamente en las cuentas de los Estados y repercute directamente en la pérdida del bienestar y calidad de vida de todos los ciudadanos, precisamente el valor más alto de avance de las sociedades modernas. Las pequeñas y medianas empresas más el colectivo de autónomos, que dan trabajo a más del 60% de la población, del llamado bloque occidental y que representan el equilibrio para el reparto de la riqueza, que garantizan la cohesión social, territorial y económica, representando un porcentaje superior al 50% del PIB de los estados no tienen representación real alguna, en ningún foro económico regional, estatal y mundial, asimismo no tienen representación real de su fuerza y capacidad en las organizaciones patronales y sindicales y por desgracia tampoco en la O.I.T. (Organización Internacional del Trabajo). Si estamos de acuerdo en que sólo las sociedades emprendedoras garantizan el progreso social y económico de los ciudadanos, podemos observar que en la situación actual y con las medidas que toman los Gobiernos estamos andando en dirección contraria al objetivo. A ello debemos sumarle un factor preocupante en muchos Países del llamado bloque occidental, en donde a medida de ir creando unas estructuras públicas más fuertes (el incremento del número de trabajadores públicos en los últimos treinta años, puede ser un indicador fiable) y creando un sistema educativo con unos nuevos valores, del todo necesarios, pero olvidándose de algunos esenciales como el esfuerzo, el sacrificio, el compromiso, etc. hemos derivado hacia una sociedad en donde prima por encima de todo el tener asegurado su trabajo por cuenta ajena (trabajadores públicos, trabajadores de multinacionales, trabajadores de entidades financieras, trabajadores de grandes corporaciones), en detrimento del trabajar por cuenta propia, lo que va generando una disminución de nuevos emprendedores realmente alarmante y si a ello, unimos lo explicitado anteriormente podemos deducir de forma fácil que hemos emprendido un camino diferente al necesario para el progreso de la sociedad, quizás hemos escogido un camino que lleve sólo a algunos al progreso, incluso, de forma momentánea algún Estado, pero para la mayoría de los ciudadanos representará un empobrecimiento paulatino y reducción del bienestar y calidad de vida. Frente a esta situación es imprescindible la reacción de la ciudadanía, exigiendo a los Estados un cambio de rumbo, en sus políticas económicas, en sus actuaciones frente a las grandes corporaciones, en sus exigencias a los sectores financieros y en sus políticas sociales y educativas para transformar la sociedad actual en una sociedad fuerte, emprendedora, generadora de riqueza que garantice el avance de todos los ciudadanos, sin exclusiones algunas. Hasta ahora hemos hablado sólo de economía y referida al llamado mundo occidental, ahora se podría decir países ricos, aunque me parece un eufemismo (el tema daría para llenar más de un libro, pero creo que ya hemos fijado los principales problemas). Creo que debemos avanzar ahora hacia el llamado bloque de los países emergentes y países pobres (llamados hasta hace poco el tercer mundo) y su relación con los países del bloque occidental. En este grupo de países, anteriormente conocido como tercer mundo, debemos diferenciar varios grupos, los llamados países emergentes (China, Brasil, India), los países asiáticos avanzados, los países procedentes del antiguo bloque soviético, los países sudamericanos y el resto con África y Oriente a la cabeza. La realidad nos muestra que una tercera parte de los ciudadanos del mundo malvive en el lindar o por debajo del índice de pobreza, por lo tanto no creo que hayamos avanzado tanto en el progreso social de la humanidad. Históricamente, como decíamos al principio de este capítulo, las grandes potencias, en los siglos pasados España, Inglaterra, Francia Alemania, etc. y posteriormente en el siglo XX y XXI Estados Unidos y Rusia, se han caracterizado por un proceso conquistador que luego han transformado en un proceso de dominio y esclavitud económica de los países pobres de sus áreas de influencia, expoliando de una forma más dura o más sutil sus riquezas para beneficio de las clases sociales de los países dominantes. Los procesos de conquista han tenido diversas formas, en función de las épocas, ya sea militarmente, ya sea mediante golpes de estado y últimamente mediante estrangulamiento económico. Utilizamos estos países para extraer sus riquezas o hacerlos producir mediante unas condiciones de trabajo inhumanas para beneficio de las grandes corporaciones, tenemos recientes las imágenes de las minas, del textil, de los zapatos deportivos, etc. Esta situación no es nueva desde un punto de vista histórico, antiguamente la situación era desconocida por la mayoría de la población, tanto la conquistadora como la expoliada, pero ahora en cualquier lugar del mundo hay una antena parabólica, una televisión, un móvil y un equipo de reporteros que permiten conocer de forma casi inmediata la opulencia y la miseria. Unos se preguntan por qué ellos tienen que vivir en condiciones infrahumanas y otros con el gran lujo. En el otro lado la ciudadanía, en general, observa con incredulidad lo que está sucediendo y actúa, ya sea por convencimiento, por falsa caridad, por incomodidad, volcándose en las organizaciones no gubernamentales que intentan paliar estas diferencias. Hay experiencias maravillosas, importantes, pero a todas luces insuficientes. Cuántas veces hemos oído en la O.N.U. hablar de reducir la miseria y la pobreza del mundo, de reducir la mortalidad infantil; cuantas veces los Gobiernos de los llamados países ricos han manifestado sus voluntades. Al final del camino y, en ello, llevamos más de treinta años, las diferencias no se recortan, al contrario van creciendo, mientras las grandes corporaciones van engordando sus cifras de beneficios y reservas gracias a una actuación que si la realizaran en sus países de origen serían denunciados y condenados. A todo ello debemos añadir que en la mayoría de estos países que están al lindar de la pobreza o por debajo, tiene una estructura política dictatorial y/o corrupta y, en algunos casos, con el consentimiento de los países ricos y democráticos, generándose una clase dominante multimillonaria y una ciudadanía que vive en la más terrible miseria. Asimismo en muchos de estos países las ayudas que llegan de las organizaciones no gubernamentales son requisadas por los Gobiernos y no llegan a sus destinatarios. Esta situación ha generados dos problemas importantes, por un lado los flujos migratorios espontáneos y, en algunos caso, impulsados por mafias de comercio de carne humana y por el otro la confrontación y odio, que mezclado con el fundamentalismo religioso ha dado lugar a un terrorismo mundial, lacra muy preocupante y difícil de atajar. Es cierto, que siempre en nuestra historia, han existido los flujos migratorios, primero en forma de conquista y posteriormente en forma de buscar trabajo y nuevas fórmulas económicas de subsistencia, pero estas migraciones que supusieron un avance económico importante para los países receptores se realizaron mediante una integración de los recién llegados en los hábitos, formas y costumbres de los receptores, siempre y cuando no se produjera un conflicto étnico o religioso. Recordemos los esfuerzos de los grupos en pro de los derechos civiles en Estados Unidos de los años 1950 hasta 1990, recordemos los problemas que se están generando en estos momentos con los ciudadanos de primera o segunda generación en países como Francia y Alemania y la larva que va creciendo en otros como España o Italia. Actualmente los flujos migratorios escapan, en muchos casos, al control de los Gobiernos, y es lógico ya que los ciudadanos del mundo que viven en la pobreza y ven cómo viven sus homónimos en otros países, no ven otra salida que lanzarse a la aventura de incorporarse en ese mundo, pero como su entrada no es regulada , ello les obliga a vivir en guetos, cerrarse en su cultura, no integrarse y generar espacios de poder para reivindicar sus costumbres, en lugar de integrarse de forma natural, reglada, respetando sus costumbres, pero aceptando las de los receptores. Asimismo esta situación se agrava cuando se adiciona el conflicto religioso, especialmente proveniente de países en donde la religión ha tomado el poder como elemento de identidad y de gobierno excluyente, especialmente en los países de la órbita islámica. Históricamente, a mediados del siglo pasado, hablábamos del conflicto, o equilibrio, este – oeste, luego a finales del siglo pasado hablamos del conflicto norte – sur (países ricos frente a países pobres) y ahora acentuamos este debate incorporando el de la confrontación religiosa, animado por el fundamentalismo islámico (anclado en la Edad Media) y el expolio y sumisión económica de los países islámicos por parte de los occidentales, sin olvidar los nuevos movimientos de cultura dogmática asamblearia, con resultados dictatoriales, que está naciendo en Sudamérica, y que tiene como fondo y caldo de cultivo que los sostiene la rebelión del sur frente al norte. Cada día organizamos más conferencias, más cuartetos, más debates para solucionar este conflicto, pero sin grandes, ni pequeños creo, avances. La causa de ello radica en la intolerancia que muestran las partes y en la debilidad de los gobiernos occidentales frente al poder económico de las grandes corporaciones, a ellos como ya les funciona el sistema actual ¿qué motivos tienen para cambiarlo? Creo que tenemos una visión muy corta, ya que esta situación nos lleva a crear mayor diferencias sociales y económicas entre países, salvo excepciones (China, Brasil, India). Deberíamos dar un paso firme y decidido hacia un cambio en las estrategias de relación y fijarnos como objetivo la erradicación de la pobreza, tanto de la emergente en los países occidentales, como las graves descompensaciones de las economías emergentes (China, Brasil, India), como de los países pobres y ello sólo es posible con una dura decisión de los países occidentales, destinando parte de su crecimiento y beneficios a resolver el problema mediante la financiación, formación y soporte en infraestructuras y derechos básicos (educación, vivienda, sanidad, empleo, etc.), exigiendo como contrapartida, para ser receptor de dichas ayudas, la democratización real de los países y la erradicación de la corrupción, construyendo, asimismo, una administración pública preparada, eficaz y al servicio de los intereses generales de los ciudadanos. Por otra parte el mundo occidental debería recuperar el poder y la iniciativa de los Gobiernos, respetando el libre mercado, pero garantizando la eliminación de suprapoderes, excesos o prácticas que pongan en peligro el nuevo equilibrio. Sólo con ayudas, democratización y derechos básicos cubiertos podremos avanzar y aun sabiendo que es muy difícil no podemos renunciar a que es posible, si somos capaces de proponérnoslo y a su vez ejecutarlo. El poder real radica en los ciudadanos, el problema está en la forma de ejercerlo, no es necesaria una revolución, creo que tampoco un cambio del modelo, se trata de utilizar los caminos que tenemos en el modelo actual de Gobiernos y relaciones y para transformar y cambiar, para progresar y avanzar, para sentar la base de un nuevo progreso mundial, más justo, más equilibrado. Me gustaría avanzar hacia otros conceptos de la sociedad que me preocupan y creo que también a la mayoría de ciudadanos, me refiero a problemas básicamente en el mundo occidental, en donde el progreso ha sido evidente pero ha generado, en especial en los últimos años, unas fracturas preocupantes. El soporte, el crecimiento y el avance social de los pueblos en el mundo occidental ha tenido su base en la cohesión social, que una vez superada la llamada lucha de clases de finales del siglo XIX y principios del XX tiene su exponente en la clase media de dichos países, esta clase media formada por profesionales, comerciantes, autónomos, pequeñas y medianas empresas, trabajadores especializados, etc., ha sido el motor de las economías, la reivindicación de los derechos de las personas, el impulsor de la cultura y en definitiva el avance de nuestra sociedad. Actualmente se ciernen graves riesgos sobre esta clase media, que ha sido ejemplo de convivencia, de integración, de solidaridad, etc. Hemos generado una sociedad en donde prima la competitividad, el consumo, la apariencia, etc., la hemos dotado de infinidad de medios tecnológicos para poder cubrir dichos objetivos, hemos creado la sociedad de la información y el conocimiento, hemos creado la generación más preparada. La incorporación de la mujer al mercado de trabajo, elemento fundamental para el progreso de la humanidad, ha tenido un resultado positivo en evitar la discriminación femenina existente en nuestra sociedad. Todo esto es cierto, pero los excesos nos desbordan por los extremos. Hemos creado una sociedad, en especial en el espacio Europeo, que crece pero no tiene futuro, nos hemos aburguesado y preferimos la seguridad al riesgo, sacrificio y esfuerzo, prueba de ello es que las nuevas generaciones quieren ser en su mayoría trabajadores públicos o empleados de una multinacional o gran corporación. En muchos casos para mantener la posición y el nivel adquirido, al ser la sociedad cada día más competitiva nos obliga a mayores esfuerzos y se prima los objetivos profesionales por encima de las responsabilidades familiares y sociales, conduciéndonos a una sociedad individualista, porque no hemos sido capaces, a pesar de muchas normas y promesas de resolver la llamada “conciliación familiar y laboral”, provocando una disminución, lógica en la dinámica existente, de nacimientos (en toda Europa), lo que representa un futuro muy incierto para nuestra sociedad. Asimismo hemos priorizado un tipo de sociedad en donde no ser universitario representa ser de segunda división y ello nos ha hecho abandonar muchas profesiones y oficios necesarios para el funcionamiento de nuestro mundo y tan dignos como el de arquitecto, ingeniero o médico. Conllevando por otro lado el nacimiento de una nueva clase, llamada en Europa “mileurista”, fruto de los licenciados que tiene que trabajar en empleos que nada tiene a ver con sus estudios o en el overbooking que se produce en algunas profesiones y en donde la oferta supera en creces la demanda. Todo ello aunado con esta ansia compulsiva de la competitividad que ha repercutido de forma directa en los ingresos de los ciudadanos, produciendo un empobrecimiento de la clase media, creando mayores distancias sociales y casi eliminando uno de los pilares de nuestra sociedad que es la familia, entendiendo como familia la agrupación de seres que conviven en común, personalmente considero familia a todos los que viven en pareja, las monoparentales, etc., no hay criterio religioso en mi concepto de familia. Esta situación ha provocado, sobre todo en Europa, una disminución de la participación voluntaria de las personas en los movimientos culturales, que han representado la base del conocimiento social y humanista de nuestra sociedad, hemos pasado de ser actores y partícipes a ser grandes consumidores de cultura, de la misma forma que vamos a un restaurante o nos tomamos una Coca-Cola. No hemos de renunciar al bienestar social y para poder mantenerlo y aumentar nuestra calidad de vida se hace necesario una sociedad emprendedora que genere riqueza, sin riqueza los Gobiernos no tiene ingresos, sin riqueza no podemos garantizarnos nuestro futuro y las ayudas a la gente que lo necesita en nuestros países y en el resto del mundo, sin riqueza no podremos conciliar la vida familiar y laboral, sin riqueza no podremos incrementar los nacimientos; por tanto hemos de exigir los cambios necesarios a nuestros gobiernos hacia un nuevo modelo de sociedad más emprendedora, más solidaria, más integradora, pero a su vez con unas normas claras, que respetando los derechos de las personas, eliminen toda perturbación o freno hacia estos objetivos. También debemos actuar con urgencia en las políticas de respeto al territorio y a nuestro medio ambiente, no podemos poner en peligro la humanidad por la triste debilidad de nuestros Gobiernos en ponerse de acuerdo en una actuación coordinada sobre la garantía de un medio ambiente sano, que garantice el futuro de los ciudadanos, por encima de los intereses económicos de las grandes corporaciones Debemos convertirnos en sociedad más permisiva y una más respetuosa con los otros; los Gobiernos, de un tiempo a esta parte, han tomado una deriva peligrosa, frente a un nuevo problema, en lugar de actuar sobre la raíz del mismo, en lugar de prevenir, optan por la fórmula más simple “prohibir” y en muchos casos se está atentando a los derechos individuales de las personas y esto no puede ser. Todo es necesario, pero en su justa medida, las grandes corporaciones y las pequeñas y medianas empresas, las diferentes civilizaciones sin confrontaciones y basadas en el respeto mutuo, los derechos de las personas en sus hábitats y territorios de origen, las nuevas tecnologías como elementos de progreso y democratización, la competitividad como garantía de crecimiento, el derecho a decidir de los ciudadanos, Gobiernos eficaces y que respondan a los intereses generales de los ciudadanos, un libre mercado (sin extremos, con regulación, con control público y que cree los mecanismos para ayudar e integrar a los que no pueden seguir). Como anunciábamos anteriormente, debemos desterrar de los Gobiernos el componente religioso, los estados deben ser laicos, respetando las creencias de todos, pero es muy peligroso confundir política y Gobierno con Religión, que lleva a un fundamentalismo, en nombre del cual se limita la libertad de los ciudadanos, se explota y se disimula la pobreza ensalzando los principios religiosos y generando el correspondiente odio hacia otras creencias o culturas, tenemos demasiados ejemplos en el mundo actual, como para permanecer quietos o intentar minimizar los peligros mediante acuerdos económicos, que no dejaran de ser parches puntuales. Debe reconducirse la situación mundial actual hacia nuevos acuerdos y pactos que configuren una nueva forma de entender las sociedades, al igual que en el siglo pasado se intentaron crear espacios de debate y acuerdos, que el egoísmo de las grandes potencias limitó y limita su capacidad de actuación, creo que ha llegado el momento de iniciar el camino de un nuevo mundo, mediante un pacto global de todos los estados democráticos, atención digo democráticos, porque si queremos aprender de la historia y de las múltiples y abismales diferencias sociales a nivel mundial, de las múltiples guerras, ya sean militares o económicas, pero en definitiva todas ellas no han comportado la solución global al equilibrio, ha existido la imposición de la cultura de los vencedores sobre los vencidos. Si los países democráticos que lideraron desde el bando occidental el derecho a la libertad y a la democracia en la II guerra mundial, de verdad quieren aplicarlo, como permiten que en las organizaciones a nivel mundial (ONU, Organización Mundial del Comercio, UNESCO, etc.) participen países con regímenes no democráticos o países que nos respetan la CARTA UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, los acuerdos en cuanto a la sanidad, la educación, la vivienda y el empleo que se han firmado en estas organizaciones, el cambio requiere pacto, acuerdo, pero firmeza en defender aquellos valores que pueden garantizar el progreso de la humanidad en su conjunto. Sin un avance muy significativo de las organizaciones mundiales que nos hemos dotado y de la voluntad de los Estados en actuar de acuerdo a lo que han convenido y firmado cada día se va a producir una desafección mayor de la ciudadanía con sus dirigentes y sus correspondientes Gobiernos, esta desafección puede tener graves consecuencias para la humanidad con el crecimiento de grupos xenófobos, fundamentalistas, que van avanzando en todos los continentes y que pueden conducir a una gran confrontación de la sociedad, en principio a nivel de los Estados y posteriormente a nivel mundial. Un ejemplo claro de la desafección lo tenemos en Europa, donde todo el mundo político se llena la boca de la importancia y el gran logro que ha representado y representa la UE, pero los Estados son reacios a ceder sus espacios de poder y los gobiernos de la UE centran todos sus debates en el déficit público, en el rescate de las entidades financieras, en los recortes sociales etc., mientras la sociedad europea está agobiada con la pérdida gradual del estado del bienestar social, con los problemas de paro, con el crecimiento del número de personas con salarios iguales o inferiores a 1.000€, con la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones. Por tanto, no es de extrañar que en las próximas elecciones europeas la abstención llegue casi a superar el 50%, con el peligro de que la gente más desahuciada en este proceso opte por formaciones populistas que bajo la piel de cordero de criticar las actuaciones de la UE, esconden unas posiciones próximas al fascismo y muy xenófobas. No quiero extenderme en exceso pero la situación lo merecería, no puedo entender la ceguera de los dirigentes actuales, a no ser por aquella teoría de aferrarse al poder o de estar sometidos a los grandes poderes económicos (los llamados mercados), pero esta inconsciencia puede traernos graves consecuencias a medio plazo y entonces todo serán lamentos. Tenemos necesidad de que Europa se convierta en una verdadera realidad, sin tiranía de los ricos con los pobres, que lidere el proceso de cambio mundial, que sea el adalid del progreso social y económico y el valedor de los valores de la humanidad, que deje de ser un gallinero de Estados, que dé respuesta a las reales inquietudes de sus ciudadanos y que en un fuerte proceso de cooperación con los países más pobres del mundo lograr que puedan desarrollar los procesos de sanidad, educación, vivienda y empleo bajo gobiernos de auténtico cariz democrático. No se deben poner puertas al campo, por tanto se debe promover la iniciativa privada, el libre mercado, pero bajo un control y regulación que evite los excesos y que permita por un lado progresar y por otro reducir las diferencias sociales. En definitiva, necesitamos una nueva generación de líderes, sólidos, profundamente democráticos y capaces de transformar para progresar, de liderar para avanzar, de gobernar para equilibrar, de actuar frente a los excesos, las tiranías y los fundamentalismos, eso es lo que queremos y esperamos los ciudadanos de Europa de nuestros dirigentes, tanto a nivel interno como a nivel mundial, ya basta de jugar, ignorar o temer, hay que actuar, convencer, pactar y ser muy firmes en la defensa de los derechos de la humanidad. 9. ¿Cómohacerlo? Estamos llegando al final y quiero empezar este capítulo con una reflexión general que ha ido planeando en todo el libro: “los ciudadanos no somos los responsables de la situación generada, pero sí que hemos sido partícipes en mayor o menor parte; ahora no vale sólo el hecho de lamentarse o manifestarse es necesario actuar y utilizar todos los mecanismos para cambiar las cosas. Hay un intento de los poderes fácticos (mercados, Gobiernos, etc.) para lanzarnos el mensaje de que hemos tocado fondo y que empiezan a vislumbrarse indicios de que empezamos la recuperación. Pero debemos preguntarnos, primero ¿es verdad?, segundo ¿qué recuperación?, es evidente que si no actuamos, la llamada recuperación, más rápida o más lenta llegará, pero la salida será una sociedad con un pequeño porcentaje de ricos (aumentado sobre el inicial a principios de la crisis), una clase media disminuida y una enorme parte de la ciudadanía instalada en el lindar de la pobreza o por debajo del mismo. Una sociedad con menos valores, menos respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos y más direccionada por parte de las élites, en definitiva una sociedad fracturada bajo la tiranía de los más poderosos y con unas pequeñas gotas de lluvia de bienestar social, quizás por una mala entendida caridad. Sería un grave error para la humanidad no aprovechar esta salida de la crisis para configurar una nueva sociedad, más justa, más equilibrada, con unos valores democráticos y sociales asumidos, que pueda progresar sin dejar ciudadanos abandonados en el camino, que sea una realidad el derecho a la educación, la sanidad, la dependencia, el trabajo y la vivienda; una sociedad que prime el esfuerzo, la competencia profesional, que acepte el libre mercado (regulando y controlando las derivas y excesos), que respete a la pequeña y mediana empresa, que disponga de unos profesionales formados y ejercitando su competencia profesional, que respete y actúe de acuerdo a los derechos y deberes de los ciudadanos, con unos partidos políticos que respondan a los intereses generales de la sociedad, con unos Gobiernos eficaces y al servicio de la ciudadanía, etc.. Para que esta nueva sociedad a la que aspiramos y tenemos derecho y por la que han luchado muchas generaciones, por la que se han consumado muchas guerras con grandes pérdidas humanas sea una realidad, tenemos, nosotros los ciudadanos, todos y no algunos, el derecho y la exigencia de ponernos en marcha, de forma inteligente, eficaz, utilizando los resortes que tenemos a nuestra disposición (que casi nunca hemos ejercitado) para actuar de forma rotunda y lograr salir de la situación actual como queremos la mayoría y no como quieren unos pocos (poderosos, pero pocos). En resumen, estimado ciudadano, DE TI DEPENDE (sí, se puede cambiar). Permítame el lector, antes de entrar en el contenido estricto de este capítulo dedicar un pequeño espacio a la situación hoy (primavera 2014) sobre la igualdad de las personas, mejor dicho la desigualdad, para poder visionar hacia qué tipo de sociedad se nos quiere conducir. Existe un grave riego en la desigualdad social, que se ha ido acrecentando en estos años y desgraciadamente de continuar la deriva actual es inevitable que aparezcan graves conflictos sociales a medida que avance la llamada recuperación prevista. La desigualdad entre los más ricos y los más pobres ya no es un problema sólo de países en vías de desarrollo. En la vieja Europa el fenómeno ha reaparecido y España lidera esta carrera, es el país de la OCDE donde más crecen las diferencias sociales. Esta situación es tan alarmante, que hasta en el reciente Foro Económico de Davos se vio la necesidad de frenar la deriva, no por cuestiones éticas o de valores, pero si por la conciencia de que en nuestra sociedad existen límites y que más allá de los mismos los resultados son imprevisibles. Estoy de acuerdo con esta manifestación, pero no estoy de acuerdo en la base del razonamiento, ya que lo que preocupa en Davos es el riesgo de cambiar su modelo y lo que los ciudadanos quieren es realmente cambiar (mejor modificar sustancialmente) el modelo actual de forma pacífica, utilizando las reglas que nos hemos dado y creando un nuevo espacio en donde todos tengamos cabida, sea cual sea la capacidad económica de las personas, siempre y cuando cumplan sus deberes. Como decíamos antes, desgraciadamente somos el Estado que ocupa el primer lugar en el ranking de crecimiento de la OCDE en desigualdad social en la crisis, responsabilidad que deben compartir todos los partidos políticos (principalmente los gobernantes, pero también los que han estado en la oposición por no haberse enfrentado a la situación). Esta situación no sólo viene avalada por la OCDE, sino que también ha sido denunciada por otras organizaciones u organismos como Oxfam, el FMI, Human Rights, la UE, Cáritas y todos con la misma advertencia sobre la velocidad en que crece la desigualdad, incluso recientemente la ONG “Save the Children” informaba: "España ha fracasado a la hora de sacar de la pobreza a casi tres millones de niños que la sufren en el país y lo colocan en la cola de Europa, sólo por delante de Grecia". Intermón OXman decía: “Las 20 personas más ricas en España poseen una fortuna similar a los ingresos del 20% de la población -unos 8 millones de personas- más pobre" y “ La población al borde de la pobreza ha subido del 23% al 28% en estos años de crisis”. La OCDE en su informe de marzo decía “que los ingresos de los hogares españoles cayeron unos 2.600 euros por persona entre 2008 y 2012. "Esta es una de las caídas más fuertes entre los países de la eurozona, y refleja el deterioro de las condiciones del mercado del trabajo para amplios sectores de la población". Recordaba: “que sólo un 54% de los adultos en edad de trabajar tiene un empleo, siendo esta la tercera tasa de ocupación más baja entre los 34 países de la OCDE (la media es del 65%)”. Y afirmaba: “España explica el 55% del alza en el desempleo de toda la eurozona: entre el 2007 y el 2013, el paro se incrementó a un ritmo de más de 13.000 personas por semana, de los 5,8 millones de parados actuales, un 45% lo son de larga duración". Jordi Goula decía en La Vanguardia (20/04/2014): “De todos modos, vista la situación que tenemos, no deja de sorprender como instituciones como la Comisión Europea, el FMI o la propia OCDE se dediquen a criticar con cierta saña una realidad que ellos mismos han contribuido a generar. Sin la política de austeridad a ultranza impuesta por la troika, una parte del desaguisado se hubiera podido evitar. Y si el presidente del BCE hubiera declarado mucho antes -cuando era más necesario- que estaba dispuesto a todo para salvar la deuda, otro gallo hubiera cantado. Pero son historias pasadas... y gente bien situada y con poder económico habrá ganado mucho dinero con la especulación a la baja de la deuda. Pero hoy ya no parecemos recordar muchas cosas. De hecho, por no hablar ya ni hablamos ni tan siquiera de las agencias de rating... La OCDE admite que la carga de la crisis ha recaído sobre las capas más pobres de la población. Y concretamente, estima que el 10% más pobre ha visto disminuir sus ingresos anuales a un ritmo medio del 14% entre 2007 y 2010, habiendo perdido un tercio de sus ingresos en esos años. Mientras, el 10% más rico sólo sufría una merma del 1% anual. El resultado de esta disparidad es evidente: en 2010, los ingresos medios del 10% más rico de la sociedad fueron 13 veces más altos que los ingresos medios del 10% más pobre, cuando la media de la OCDE está en 9.4 veces. Tenemos una bomba de relojería y se debe desactivar con urgencia, pero, ¿quién y cómo?” Veamos ahora una serie de gráficos ilustrativos: Hogares donde no trabaja ningún miembro de la familia Prestaciones y políticas activas Flujos de migración en los países de la OCDE A diferencia de las migraciones históricas de los años 1950 y 1960 de los ciudadanos españoles a otros países, en la actualidad una parte muy importante de las personas que migran están muy formadas y ofrecen a otros países su talento. Porcentaje de jóvenes que ni estudia ni trabaja Uno de cada cinco jóvenes entre 15 y 24 años no tiene trabajo ni está preparado para la vida laboral. El paro juvenil superó el 50% en el año 2012 y siguió incrementándose en el año 2013 (Fuente EPA). El porcentaje de jóvenes que ni estudia ni trabaja es el quinto más alto de los países de la OCDE. Podríamos seguir poniendo cifras, pero, desgraciadamente, las conclusiones seguirían siendo idénticas. Hasta ahora ha habido diversas plataformas que han revindicado cambios, algunos similares a los previstos en este libro, pero no se ha hecho una actuación integral con apoyo masivo, que es lo que corresponde para poder cambiar las cosas, sin miedos, sin temores, concienciados, seguros y de forma legal, democrática y pacífica. Los cambios en la sociedad se han producido por guerras, revoluciones cruentas o por momentos de pacto y consenso de la ciudadanía, el problema radica, que una vez hechos los cambios nos acomodamos y dejamos hacer, situación que provoca, con el paso del tiempo, la vuelta a situaciones como las actuales o las previas a las crisis. Soy consciente de que a la mayoría de ciudadanos les cuesta moverse, es más fácil criticar, hablar, etc., pero hemos de ser conscientes de que hemos llegado a un momento que sin la fuerza de la mayoría de forma manifiesta y pública no será posible el cambio y dejaremos a las futuras generaciones una sociedad fracturada y bajo la tiranía de los ricos sobre los pobres. No se trata de emular a otros países, que bajo las promesas de un cambio han sido un auténtico desastre para los ciudadanos, su libertad y su calidad de vida, yo no pretendo que seamos como Venezuela, Cuba, Bolivia, etc., quiero que seamos como los países más avanzados, los países nórdicos, Canadá, etc. No se trata de hacer un cambio de ideología tradicional, de derechas a izquierdas, de capitalismo a marxismo, el cambio necesario va más allá, es más profundo es el cambio liderado por los ciudadanos para la libertad, para el respeto de los derechos, para la dignidad de la sociedad, para la cualidad de vida, para ejercer democráticamente los derechos y deberes, para progresar todos juntos. Actualmente, con la situación creada y el grado de indignación mayoritario en la ciudadanía, pero no manifestado, corremos el riesgo de vernos manipulados ya sea por los partidos tradicionales o por nuevas formaciones que nacen bajo una componente teórica social, pero que esconden debajo ideologías extremas, ya sea desde la extrema derecha o de la extrema izquierda, todo bajo un populismo lerrouxista que puede confundir a los ciudadanos de buena fe. Nunca he creído que los extremos, que de por si se juntan y que tienen, en el fondo, una componente fascista y xenófoba, sean la solución a ningún problema, sólo aspiran al poder por el poder y una vez conseguido imponer su ideología eliminando toda oposición a la misma. No nos dejemos engañar Mi propuesta de cambio se fundamenta en crear una plataforma integral, donde dejemos los ciudadanos de mirarnos el ombligo y dejar de pensar en sólo aquellas acciones o situaciones que nos afectan a nosotros exclusivamente, hemos de pensar en el bien de la sociedad en general, renunciar a posiciones dogmáticas, para incorporarnos a un auténtico proceso social en defensa de la libertad, la democracia la dignidad y la cualidad de vida de las personas, podemos venir sin ideologías, de la derecha o de la izquierda, pero en esta plataforma deberemos actuar y pensar solo desde el punto de vista del progreso y la mejora de la sociedad. Prioricemos los que nos une para el cambio, en lugar de enfrentarnos por lo que nos pueda separar. Ya vendrá el tiempo, cuando hayamos recuperado los ámbitos sociales y económicos que garanticen una sociedad sostenible, para que cada uno, de forma libre y sin presiones elija o partícipe en aquellos procesos que se acercan a su ideología. Esta plataforma se debería estructurar en grupos de trabajo, por temáticas (que a continuación se desgranarán), formados por profesionales independientes y reconocidos, que sean capaces, en un corto espacio de tiempo (dos meses, como máximo) elaborar proposiciones de leyes concretas que impulsen y obliguen todos los cambios propuestos. Todas estas proposiciones deberían someterse a firmas de los ciudadanos en todos los municipios del Estado, en una semana llamada la “Semana del cambio real. Protagonistas: Todos los ciudadanos”. Una vez recogidas las firmas debería convocarse a todos los partidos políticos, agentes sociales y económicos y altas instituciones (Consejo de Estado, Consejo Poder Judicial, Tribunal Supremo, etc.) para conseguir un auténtico “Pacto de Estado por la libertad, la dignidad y la cualidad de vida de los ciudadanos” que concluyera con el compromiso y calendario de los cambios legislativos, su aprobación y su puesta en marcha. En el caso de no tener éxito con la primera iniciativa, deberíamos pasar la segunda en forma de presentar las correspondientes proposiciones de Ley a los diferentes Parlamentos, detalladas al máximo, para evitar las triquiñuelas legislativas y políticas. Estas proposiciones se deberán presentar en todas las Administraciones Públicas. En los Ayuntamientos para tener acuerdos de Pleno que apoyen la aceptación de las proposiciones de ley y su concreción en leyes específicas, en los Parlamentos Autonómicos para que acepten las proposiciones de ley que les afecten y que se concreten en leyes y para que asuman el acuerdo de solicitar a las Cortes Generales que asuman las proposiciones de leyes que les afectan y su concreción en leyes específicas. Hasta ahora, habitualmente no se han tenido en cuenta las proposiciones de ley surgidas de las iniciativas populares, que han contado con un respaldo relativo, se trata de buscar y conseguir un apoyo mínimo del 25% de la ciudadanía, ya que las propuestas no van contra nadie, sino a favor de todos, son propuestas concretas que afectan a la vida y la economía real de los ciudadanos. Para presionar a que se acepten las propuestas debemos crear una campaña de cartas al director de los periódicos, inundar las redes sociales, los periódicos digitales, los blogs, promover conferencias explicativas de las propuestas en todos los municipios. Necesitamos la firma de la mayoría de ciudadanos, no solo hacen falta manifiestos de “ciudadanos importantes o reconocidos”, que también, pero hacen falta las firmas de la mayoría de los ciudadanos. Durante todo el proceso de presentación, toma en consideración y debate de las leyes propuestas se deberá presionar mediante concentraciones pacíficas y silenciosas de dos horas en todas las plazas importantes de todos los municipios del Estado cada quince días. Por último, si a pesar de las firmas, de las presiones pacíficas y silenciosas no es posible que nuestros gobernantes actuales asuman los cambios propuestos deberíamos constituir un movimiento unificado y multitudinario que tuviera como programa único los cambios a realizar, presentarnos a las elecciones, convocar un Parlamento constituyente que aprobara las leyes correspondientes y los cambios, si fuera necesario, en la Constitución y una vez producidos se disolvieran las Cámaras legislativas y se procediera a una nueva convocatoria de elecciones, bajo las nuevas leyes aprobadas. Seguro que lo que acabo de exponer parece para unos muy gordo, para otros imposible, también puede parecer infantil, los políticos dirán que es revolucionario y que no tiene consistencia, algunos llegarán a considerarme loco, puede ser; pero me pregunto ¿hay una fórmula mejor de llevar a término aquello que deseamos, aquello por lo que muchas generaciones han luchado, aquello para revertir la situación que nos oprime, aquello para que sea realice rápidamente o muchos no lograran llegar, aquello que afecta y afectará a nuestras familias y las futuras generaciones? De verdad y con la mano en el corazón si existe una fórmula mejor (pacífica, legal y democrática) que se explique y yo seré el primero en adherirme. Creo que deberíamos recordar y tener muy presente la famosa frase del Presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy "No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país.". No lo dudemos, ahora es el momento, el cambio solo se puede producir cuando se está sumergido en una crisis y los Gobiernos que pretenden mantener la autocracia actual se sienten débiles. Quisiera volver al principio del libro para dejar claro que estoy en contra de las revoluciones, de las guerras, de las ideologías descalificantes, de los extremismos, del fundamentalismo, por el contrario creo en el ser humano, en la humanidad, en las personas, en la libertad, en la democracia, en el respeto a los demás, en el esfuerzo, en el sacrificio, en la familia (en su sentido más amplio), en el progreso de la sociedad sin exclusiones, por eso me rebelo, porque veo una situación que día a día va generando una sociedad en donde bajo un simulacro de democracia, imperará la tiranía de una minoría (las grandes fortunas, los mercados, los poderes financieros, etc.) sobre el resto de la sociedad y no estoy de acuerdo, y quiero luchar contra ello, pero no para excluir a nadie, sino para integrar a todos, cada uno en su papel, todos somos importantes. Disponemos de los mecanismos para hacer el cambio de rumbo, pero para ello no podemos quedarnos sentados en nuestro sofá, debemos actuar de forma pacífica, democrática, con inteligencia, con estrategia y con firmeza en la defensa de los ciudadanos, no debemos ir contra…., debemos ir a favor de…. Si todo este proceso nos provoca renunciar a una parte de nuestras ideologías, por el bien del proceso, por el bien de las personas y del futuro de la sociedad, temporalmente deberemos hacerlo, porque si no lo hacemos podremos tener todas las ideologías del mundo, pero estaremos en un abismo y solo servirán para predicar y platicar, pero no para cambiar. Primero reconstruyamos los cimientos y la casa, con todos sus servicios, y cuando estemos recuperados dialoguemos y confrontemos opiniones y pensamientos sobre cómo queremos la decoración, como queremos la organización, como queremos pintar el color de las paredes, que tipo de muebles nos gustan más, que modelo energético necesitamos, etc. A pesar de todo lo expuesto y del resumen de las acciones que acompañaré a continuación, todos los cambios no serán posibles si no recuperamos entre todos los valores fundamentales que han regido la humanidad y que sin ellos ningún proceso de transformación, regeneración o cambio es posible, por más normativas o leyes que nos impongamos. Las constituciones de muchos países empiezan detallando los valores que han de existir y regir en su sociedad, desgraciadamente la Constitución de nuestro Estado es un compendio de normas y formas de relacionarnos sin tener una reflexión fundamental sobre los pilares de la sociedad y la convivencia de las personas que representan los valores. Los valores están presentes desde los inicios de la humanidad. Para el ser humano, siempre han existido cosas valiosas: el bien, la verdad, la belleza, la felicidad, la virtud. Sin embargo, el criterio para darles valor ha variado a través de los tiempos. Los valores son cualidades que benefician a todos por igual, ya que se dan en la medida en que se obtienen y se obtienen en la medida en que se dan. Entre los valores que más se destacan encontramos: La libertad, la honestidad, la responsabilidad, la igualdad, la disciplina, la puntualidad, la lealtad, la humildad, el respeto, la tolerancia y el diálogo; la solidaridad, la justicia, la equidad, la fidelidad, la prudencia, la perseverancia, la integridad; aunque existe una diversidad no menos importantes, todos forman la columna vertebral para regir las acciones de los individuos dentro de la sociedad. Una sociedad basada en individuos con valores es la llave para una convivencia más sana. Las leyes civiles no son suficientes. En ellas se establece solo lo elemental para asegurar una convivencia medianamente decente, sin embargo no es suficiente con solo "cumplir la ley". Los valores van mucho más allá de cumplir las normas o reglamentos, van a la raíz de las cosas. (Fuente: "La importancia de los valores en la sociedad." BuenasTareas.com. 11, 2010.) Los valores en la sociedad hacen posible la existencia de actitudes ante la vida, ante un trabajo, ante una profesión, ante la sociedad misma; las actitudes que se manifiestan a través de los valores permiten que cada miembro de la sociedad cumpla con sus respectivos deberes. Los valores se expresan en conjunto para las personas y organizaciones, definen la personalidad de cada individuo, es necesario que se tome conciencia de ello, pues una persona que no posee valores no tiene respeto de sí misma, mucho menos respetara a todo aquel que le rodea, su desenvolvimiento será contraproducente, lo único que producirá es negatividad, no podrá convivir con los demás y provocara un ambiente poco sano que será tropiezo para los otros individuos y al final no cumplirá con eficiencia y eficacia sus deberes, de tal manera es muy importante la fomentación y recuperación de valores en nuestra sociedad, como motor del cambio necesario que se propone. Nadie puede quedar ajeno a los valores, ni de forma individual, ni colectiva, un empresario debe ejercitar sus valores y entre ellos no debe olvidar que tiene la obligación de devolver a la sociedad una parte de lo que la sociedad le ha dado, este ejemplo es válido para todos los niveles que hemos hablado como los políticos, los funcionarios, los sindicatos, las patronales, en definitiva los ciudadanos en general. Una sociedad sin valores no es una sociedad sostenible, no es una sociedad que pueda progresar, es un caos que conduce al abismo, a las tiranías, a los extremismos ideológicos, etc. Tenemos un largo trabajo entre todos de la recuperación de valores, entendidos y adaptados a la realidad social y económica de la época que nos toca vivir, pero que en su fondo substancial no varían. Existen muchas y diversas formas de representar los valores de forma gráfica, para una mejor comprensión y reflexión individual, permítame el lector acompañarle tres ejemplos: Nivel Entorno Ante uno mismo V P D p V Personales Ante los Demás L To P Ju Relaciones T sociales R simples a R d co Valores Sociales Participación C Colectiva E ,E S Sociales Acciones de C beneficio d común S C A p P M Formas E superiores C de P convivencia La sociedad, no ha sido ajena a un proceso de preocupación a nivel mundial por el comportamiento del ser humano y sus consecuencias en todos los ámbitos. Algunas de las causas señaladas son la perdida de la conciencia social, el descuido de la educación de las nuevas generaciones, (entendida como la formación total del ser humano, no sólo los niveles académicos que se pueden alcanzar), y la perdida de los valores y el respeto social e individual. Por tanto los ciudadanos, de forma individual y conjunta debemos involucrarnos en la recuperación de valores, ya que uno de los objetivos de este nuevo paradigma es generar un cambio positivo en el comportamiento de los grupos humanos. Por esto, se debe aceptar que parte de la función como miembros de la sociedad es la transmisión de estas corrientes a las nuevas generaciones, tomando en cuenta que la mejor enseñanza es el ejemplo. Todo nuevo proyecto social exige de todos sus partícipes el esfuerzo, el sacrificio, la solidaridad, el respeto, la búsqueda de la excelencia para conseguir el resultado buscado y poder disfrutar de la satisfacción del trabajo bien hecho. A modo de resumen quisiera enumerar todas las propuestas que se han ido desgranando y explicando a lo largo del presente libro, agrupadas por materias concretas, que se corresponden con los capítulos anteriores. Los Gobiernos, los partidos políticos y las Administraciones Públicas. 1. Cambio ley electoral, diputados por distrito 2. Supresión del Senado o diferenciación de temáticas legislativas entre las dos Cámaras (temas fundamentales sesión conjunta, temas territoriales exclusivamente Senado, resto de temas Congreso) 3. Cambio ley de partidos políticos (primarias, participación ciudadana, financiación) 4. Limitación de mandatos de los 5. 6. 7. 8. políticos (2 legislaturas) Temas fundamentales que afectan a los derechos de los ciudadanos se necesitará para las nuevas legislación la aprobación de 2/3 partes de las Cámaras legislativas y la aprobación posterior en referéndum por la ciudadanía Pacto anti-corrupción Legislación sobre las acciones a tomar en caso de imputación judicial penal Legislación sobre medios de comunicación públicos, obligatoriamente acuerdos de mayorías de 2/3 de las 9. 10. 11. 12. 13. cámaras legislativas Nueva legislación sobre calumnias y denuncias sin fundamento en los medios de comunicación Fiscal General del Estado nombrado por el Parlamento con mayoría de 2/3 Modificación de la composición y elección del Tribunal Constitucional despolitizado o elegido por muy amplias mayorías. Consejo Superior Poder Judicial, elección por sufragio universal y mandato por ocho años. Modificación del proceso de elección de los Magistrados del Tribunal Supremo 14. Modificación de las leyes de enjuiciamiento civil y penal, simplificándolas y adaptándolas a la nueva realidad social. Se necesitará, para su aprobación, mayoría de 2/3 15. Universalización del Jurado Popular, en los temas penales y en los de mayor cuantía o repercusión social en los temas civiles. 16. Incorporar la obligatoriedad en diferentes temas del arbitraje para evitar el colapso en los 17. 18. 19. 20. 21. tribunales en los procesos de temas civiles. Legislación de los lobbies Estado laico, 0€ a cualquier Iglesia o culto. Legislación que impida por motivos religiosos llevar la faz de las personas ocultas. Ley de simplificación administrativa (registros, autorizaciones sin informe técnico, autorizaciones con informe técnico, modelo único de subvenciones, unificación de servicios comunes, etc.). Modelo territorial del Estado (Central, Autonómica y Local) una competencia = una Administración. 22. Ley de funcionarios públicos. Estatuto del funcionario solo para los funcionarios con potestad pública, el resto se regirán por el estatuto de los trabajadores, como todos los ciudadanos. 23. Ley de estructuras de Gobierno. Todos los cargos públicos a excepción de los componentes del correspondiente Gobierno serán por oposición no por designación, para los miembros de los diferentes Gobiernos sólo podrán tener como designación la secretaría y su Gabinete (técnico y de comunicación). 24. Ley de remuneración de los Gobiernos Locales, en los municipios menores de 10.000 habitantes no existen cargos públicos remunerados, en los municipios entre 10.000 habitantes y 250.000 habitantes sólo estará remunerado el Alcalde, de acuerdo a una tabla en función de la población, en los municipios mayores de 250.000 habitantes sólo una parte del equipo de Gobierno podrá estar remunerada. En todos los municipios podrán existir dietas por asistencias a Plenos, Comisiones de Gobierno o Patronatos, fijadas por Ley. 25. Nueva política de Recursos Humanos en la Administración Pública (competencias funcionales, movilidad, carrera profesional, formación, etc.). 26. Supresión de todas aquellas políticas públicas que realizan los Gobiernos y que no responden a los intereses generales de la ciudadanía (no es necesario invertir dinero público). 27. Ley de referéndums públicos, obligatorios para realizar cambios en aquellas materias consideradas fundamentales y que afectan a los derechos básicos de los ciudadanos Economía y Empleo 28. Acciones contra el fraude fiscal (cambios normativa pymes y autónomos, información, seguimiento grandes fortunas y grandes empresas, no licencias a empresas con sedes en paraísos fiscales, revisión SICAV, etc.). 29. Cambiar la inversión pública en I+D+I. 30. Ley de mecenazgo e inversión privada en I+D+I, con beneficios fiscales 31. Estrategia para recuperar la voluntad emprendedora, ligada a los territorios 32. Cambios fiscales para impulsar el crecimiento y la capacidad financiera de las pequeñas y medianas empresas (IVA, Impuesto de sociedades) 33. Cambios en el sistema de la formación profesional continua para que llegue a las pequeñas y medianas empresas, incremento de la cualificación y competencia de los profesionales. 34. Reducción significativa de la cotización a la SS, por parte de las pequeñas y medianas empresas en la contratación indefinida del primer al quinto trabajador. 35. Substituir la política de ayudas de la Administración Pública a las empresas en forma de subvenciones por la de avales en proyectos empresariales viables. 36. Recuperación del impuesto del patrimonio, exceptuando vivienda principal y patrimonios integrados en actividades productivas. 37. Impulsar medidas fiscales incentivadoras para los inversores de proximidad en aquellas inversiones directas a capital, por períodos iguales o mayores de cinco años. 38. Impulsar los proyectos financiados mediante el micromecenazgo (crowdfunding) 39. Marco regulador sobre los tipos de interés máximos en los créditos a las empresas, los créditos al consumo, las pólizas de crédito, el descuento de facturas y los créditos hipotecarios por parte de las entidades financieras. 40. Proponer la creación de una unidad en la Interpol para persecución de los delitos de fraude fiscal de aquellas entidades financieras y multinacionales con sucursales o filiales en paraísos fiscales. 41. Prohibición de actuar en el marco de la UE a aquellas entidades financieras que tengan su sede en paraísos fiscales 42. Simplificación administrativa de la relación de las empresas con la Administración Pública (registros, procedimientos, considerar un único procedimiento una petición o solicitud, con independencia de los Departamentos intervinientes de una misma Administración Pública o, si es 43. 44. 45. 46. 47. el caso, de diferentes Administraciones Públicas). Cambio en la política energética para adecuar su coste a la media europea. Estrategia de captación de inversión extranjera, con garantías de continuidad. Incremento progresivo del salario mínimo anualmente, para en un período de 5 años situarlo al nivel de los países avanzados de la UE. Configuración del contrato único, (tiempo parcial o tiempo completo). Incorporación de representantes de los trabajadores en los Consejos de Administración y de Dirección de las grandes empresas (con voz, sin voto) 48. Obligación de reunión anual de los empresarios (pequeñas y medianas empresas) con los trabajadores para exponer la evolución de la empresa y los retos del futuro. 49. Incorporar el reparto de los beneficios empresariales entre los trabajadores (10%), de forma proporcional al salario, sin exceder del 5% del salario anual y que la empresa podrá deducirse (50%) del impuesto de sociedades. 50. Promover el Pacto para la Recuperación de la Economía (creación de empresas y generación de empleo) entre Administración Pública, Patronales y Sindicatos. 51. Reconfigurar el papel de las patronales y sindicatos La educación, la enseñanza y la cultura 52. Pacto de Estado para el modelo educativo confeccionado por una comisión de expertos y aprobación de mayoría de 2/3 del Parlamento, los sucesivos cambios en la ley deberán contar con mayoría cualificada de 2/3. 53. Itinerario profesional para cada profesor con una formación continua en reciclaje y nuevos conocimientos de forma obligatoria y anual. 54. Los maestros se regirán por el Estatuto de los Trabajadores no por el Estatuto del Funcionario Público. 55. Las escuelas tendrán un gerente profesional como Director, designado por la Autoridad Educativa. Existirá un Claustro de Profesores que asesorará para la gestión educativa, con obligatoriedad de reunión trimestral. 56. Proceso de evaluación y acreditación de competencia a todos los profesores. 57. Mesa social de trabajo de la Autoridad Educativa con los sindicatos de forma trimestral. 58. Reunión semestral de la Autoridad Educativa con las escuelas concertadas. 59. Libros y material escolar gratuito, devolución a final de curso 60. No se superará curso en la enseñanza básica y ESO si no se superan todos los créditos, existirá una segunda prueba a finales de agosto para los créditos no superados y poder pasar de curso. 61. La educación básica en lengua materna, pero con respeto a minorías y mayorías, corresponde a la Autoridad Educativa de cada territorio organizar el proceso. 62. Cambio total de la formación profesional, en sus tres vertientes, reglada, ocupacional y continua. Dignificar la formación profesional, realizar la formación profesional de acuerdo a las reales necesidades del mercado de trabajo y de las empresas, incorporar de forma masiva la formación dual (aprender bajo tutoría dentro de las empresas). Eliminar la política de subvenciones para la formación ocupacional pasando a modelos de servicios con concurso público abierto al mejor postor en cuanto a calidad y precio y bajo unos indicadores de resultados de obligatorio cumplimiento. 63. Racionalización del mapa universitario y su cobertura territorial. Objetivo Universidad de calidad y sostenible. 64. Plena dedicación de los Catedráticos y profesores universitarios en función de su contrato. 65. Incremento de la I+D+I en el ámbito universitario, con financiación pública / privada (con incentivos fiscales). 66. Evaluación de resultados de las Universidades mediante baremos establecidos como objetivos, la continuidad de resultados negativos puede provocar la intervención de la Universidad por la Autoridad Educativa. 67. Creación de la figura profesional del Director de Universidad, designado por la Autoridad Educativa responsable del modelo de organización, gestión, inversión y mantenimiento. Se mantiene la figura del Rector y el Claustro de Profesores que serán responsables de los contenidos curriculares y el modelo de enseñanza. 68. Se suprimen las pruebas generales de acceso a la Universidad y se substituyen por pruebas específicas de cada Universidad, mediante un modelo común de proceso. Para el acceso a los grados / licenciatura de magisterio se exigirá la mayor competencia. 69. Coexistencia de cultura popular y cultura profesional 70. No subvenciones a proyectos específicos tanto de cultura popular como profesional. 71. Plan de Estado para la Cultura, con inversión en infraestructuras, promoción, difusión y formación. 72. Entrada gratuita en los espacios públicos de cultura para las personas jubiladas, en paro o menores de 25 años. 73. Ley del mecenazgo cultural, con incentivos fiscales importantes(del orden entre el 305 y el 50% de la inversión realizada a fondo perdido) 74. Ley de aportación obligatoria a proyectos culturales para todas aquellas entidades o empresas privadas que han sido objeto / beneficiarios de una concesión o licencia administrativa en los medios audiovisuales (inversión mínima del 1% de su prepuesto con beneficios fiscales del 25% de la inversión a deducirse del impuesto de sociedades). El estado del bienestar (vivienda, sanidad y dependencia) 75. Cambio de la ley hipotecaria, adecuándola a la normativa europea y situándola al nivel de los países más avanzados. Incorporar a la nueva ley la concesión de moras, sin intereses, por un período determinado de tiempo 76. Subvención directa a las familias que no tienen ingreso alguno y que no disponen de vivienda propia, mediante pisos de la SAREB o mediante pisos gratuitos de nueva construcción en solares propiedad pública a cargo de las fundaciones de las entidades financieras (incentivos fiscales del 50% del coste de la construcción). 77. Impuesto sobre las viviendas vacías que tienen más de un año sin ocupación y que no se han puesto a disposición del mercado libre o se hayan cedido para ser utilizadas en el mercado público. 78. Alquiler social de 150€ (máximo 70 m2) para aquellas familias con ingresos totales inferiores a 1.000,00€ mensuales y que no disponen de vivienda, con compensación fiscal parcial de la diferencia hasta el precio medio de alquiler de la correspondiente población para la propiedad de la vivienda. 79. Establecimiento del mapa online de estado de situación de los espacios de asistencia primaria, especializada y quirúrgica (privada y pública) a nivel de Comunidad Autónoma. Desvío, mediante pago según carta pública de precios de servicio, de pacientes de la sanidad pública a la privada para reducir tiempos y listas de espera. 80. Creación del banco de conocimiento de la atención sanitaria. 81. Establecimiento, por parte de un comité científico de médicos, del tiempo máximo de espera por patología para atención especializada o intervención quirúrgica que nunca se podrá sobrepasar. 82. Racionalización de todos los procedimientos administrativos y de gestión sanitaria, reduciendo las cargas burocráticas. 83. Sistema de información único del historial sanitario (tanto en actuación pública, como privada) a disposición de todos los profesionales sanitarios (públicos y/o privados). 84. Nueva política de recursos humanos de los profesionales de la sanidad pública como desarrollo de carrera profesional. Ha de incluir un plan de desarrollo de la carrera, de la formación y de la promoción interna. 85. Eliminación del copago a los pensionistas, personas en paro, familias con ingresos inferiores a 2 veces el salario mínimo y jóvenes menores de 25 años. 86. Desarrollo de un conjunto de medidas para la reducción del gasto farmacéutico especificadas en el capítulo 6. 87. Campaña de concienciación ciudadana del uso de los servicios de urgencias. 88. Incorporación masiva de la tecnología para la atención y visitas on-line, así como el seguimiento de los enfermos crónicos o de alto riesgo. 89. Gravamen del 1% sobre el IRPF para atender la dependencia, se irá reduciendo de forma proporcional hasta legar al 10% de cifra de paro. 90. Incremento del 1% del PIB en los Presupuestos para la Dependencia a reducir de otras partidas (defensa, gastos corrientes, comunicación, publicidad, etc.) 91. Reestructuración urgente y radical de los procesos y procedimientos para agilizar todos los trámites dedicados a la obtención de la prestación necesaria para los ciudadanos dependientes. 92. Plan integral de infraestructuras, cofinanciado por el estado y las Comunidades Autónomas para la creación de una mayor, más eficiente, con mejor cobertura territorial y adaptada a las necesidades reales de la red de centros de asistencia, tanto integrales como centros de día. Decía Robert F. Kennedy en el año 1968 a raíz de presentarse a las elecciones primarias del partido demócrata de los EE. UU. Para la carrera presidencial, en su libro “Hacia un mundo nuevo” Nuestra respuesta es la esperanza del mundo: una confianza en la juventud, que no es una época de la vida, sino un estado mental, una disposición de voluntad, una calidad en la imaginación, un predominio de la osadía sobre la timidez, del ansia de aventura sobre el amor a la ociosidad. Las crueldades y dificultades que surgen en este planeta que va cambiando con tanta rapidez no deben esfumarse frente a dogmas anticuados y a “slogans” pretéritos. No puede alterarse por culpa de unos cuantos, aferrados a un presente, que ya está muriendo, que prefieren la ilusión de la seguridad a la excitación y el peligro que surgen incluso en medio del progreso más pacífico. El mundo en que vivimos es revolucionario; y esta generación, tanto en nuestro país como en toda la superficie de la tierra, ha puesto sobre sus espaldas una carga de responsabilidad muy superior a cuantas han conocido todas las generaciones anteriores. “No hay nada tan difícil de emprender – como dijo un filósofo italiano – nada que resulte tan peligroso dirigir, ni más incierto en sus resultados, que llevar la primacía en la introducción de un nuevo orden de cosas”. Y, con todo, ésta es la medida de la función que incumbe a las nuevas generaciones y el camino está sembrado de innumerables peligros. En primer lugar está el peligro de la inutilidad, la impresión de que no hay nada que puedan hacer mujer u hombre alguno contra el enorme abanico de calamidades que afligen al mundo: contra la miseria y la ignorancia, la injusticia y la violencia. Y, a despecho de ello, muchos de los grandes movimientos del mundo, tanto en el orden del pensamiento como de la acción, han surgido por obra de un solo hombre. Un joven monje inició la Reforma protestante, un joven general fundó un imperio que se extendía desde Macedonia hasta los confines de la tierra, una joven mujer vindicó el territorio de Francia. Fue Cristóbal Colón quien descubrió el Nuevo Mundo y un hombre de treinta y dos años, Thomas Jefferson, quien proclamó que todos los hombres, por su nacimiento, son iguales. “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, dijo Arquímedes. Estos hombre han movido el mundo, y lo mismo podemos hacer nosotros. Pocos alcanzarán la grandeza suficiente para llegar a forjar la historia, pero cada uno de nosotros puede hacer algo para variar una pequeña parte de los hechos, y con la totalidad de estos actos se escribirá la historia de la presente generación……. Son las incontables acciones de valor y fe las que forjan la historia de la humanidad. Cada vez que un hombre se levanta para salir en defensa de un ideal, o hace algo en favor del bienestar de los demás, o descarga un golpe contra la injustica, emite algo así como una pequeñísima onda de esperanza, y todas estas ondas juntas, procedentes de millones de diferentes puntos, engendradas en la energía y la bravura, se combinan para formar una corriente capaz de derribar las más potentes murallas que levanta la opresión y la resistencia. El segundo peligro es el de la conveniencia: los que dicen que las esperanzas y las opiniones deben ceder a la necesidad inmediata. Por supuesto que, si pretendemos actuar con eficacia, debemos tratar al mundo tal como es……el idealismo, las elevadas aspiraciones y las más arraigadas creencias no son incompatibles con programas prácticos y eficaces……no existe contradicción básica entre los ideales y sus posibilidades en la práctica, ninguna escisión entre los más profundos deseos del corazón y del espíritu y la aplicación racional del esfuerzo humano a la solución de los problemas de la humanidad. No se da prueba de realismo ni perspicacia pretendiendo resolver problemas sin la guía de unos objetivos y valores de carácter moral. Sería una insensata locura. Puesto que actuando de este modo, se ignoran las realidades de la fe, de las emociones, de las creencias humanas, que verdaderamente son fuerzas más poderosas que todos los cálculos de economistas y generales……. Han pasado 46 años de estas manifestaciones y creo que casi en su práctica totalidad las podríamos refrendar hoy como los objetivos que nos hemos de fijar los ciudadanos para proceder al auténtico cambio, en la oportunidad que se nos presenta en estos momentos y que si la dejamos pasar nos veremos inmersos en una profunda sociedad dividida, enfrentada, oscura y sin un horizonte que dé la luz de la esperanza del futuro que merecen todas las personas humanas. Apreciado lector, quiero agradecerle la confianza y la paciencia que ha tenido conmigo al llegar hasta este punto que representa el final de este libro. Espero que le haya ayudado a comprender o reafirmar sus pensamientos o convicciones sobre la situación actual o que, como mínimo, le haya logrado despertar alguna inquietud. Asimismo, acepto todo tipo de críticas y rebate de mis propuestas, pero si logro iniciar el debate me daré por satisfecho. No quiero trasladar una visión infernal y catastrófica de la situación, aunque estaremos de acuerdo en que es muy preocupante. Debemos tener presente que la sociedad ha avanzado mucho en los últimos años, en especial desde el final de la II Guerra Mundial a mediados del siglo pasado, si bien no hemos sido capaces de resolver los graves desequilibrios mundiales, creando una gran diferenciación entre países “ricos” y países “pobres”. El problema fundamental al que nos enfrentamos, es que los avances logrados para llegar a un estado del bienestar, de progreso, de igualdad, etc., en base a los esfuerzos y las vidas humanas de muchas generaciones y del que hemos sido benefactores, en lugar de continuar su avance para terminar de corregir los desequilibrios existentes, se está procediendo a una regresión bajo el amparo de una visión economicista que preconizan quienes han tomado el poder y dictan los caminos a seguir por la sociedad. No podemos aceptar la salida de la crisis que nos proponen los Gobiernos europeos, basada en una teórica recuperación económica que sólo afecta a los más ricos, que la generación de riqueza no se reparte y se concentra en el mismo círculo, que se olvidan y reducen sistemáticamente las ayudas a la dependencia, a la población infantil en riesgo de pobreza, etc. En una nueva sociedad en la que puede ser que exista empleo pero infravalorado, infraremunerado que condenará a más de una generación a vivir por debajo del lindar de la pobreza, que nos conducen a una sociedad donde haya más ricos, prácticamente desaparecida la clase media y un notable incremento de las clases más pobres de la sociedad. Frente a esta situación debemos reaccionar, dejar de ser sumisos, ponernos en marcha en defensa de los valores de la humanidad, con eficacia, inteligencia y pragmatismo, sin dejarnos confundir por aquellos que claman y reivindican los cambios o la revolución, sin ofrecer alternativas creíbles y posibles, sólo con el objetivo de destruir o de manipular a la población para conseguir un orden diferente que les beneficie a ellos. Digamos, de forma definitiva NO e iniciemos un movimiento global solidario en defensa del SI a una nueva sociedad en la que prime y se garantice el derecho a las personas a vivir en dignidad en el marco de una sociedad que progresa, que genera riqueza, que tiene los mecanismos para repartir dicha riqueza y que tiene como eje de su devenir los valores que configuran una sociedad justa, de igualdad de oportunidades, solidaria, de la cultura del esfuerzo y la superación y que avanza generación en generación mejorando la calidad de vida de sus ciudadanos y eliminando desigualdades sociales. las Como soy un fiel creyente de la raza humana y de sus valores y me siento optimista porque creo en la humanidad, en la capacidad de los ciudadanos para defender sus derechos, en la responsabilidad de los ciudadanos para afrontar sus deberes, estoy plenamente convencido que si nos unimos, nos levantamos (por nosotros, por la lucha y el esfuerzo de nuestros antecesores, por las futuras generaciones) podremos frenar la regresión, revertir la situación y aprovechar la salida de la crisis para llegar al objetivo deseado de una sociedad sostenible, más justa, más solidaria, sin desequilibrios, progresando sin dejar personas atrás. Esto será posible si nos desperezamos, si dejamos de ser sumisos o indiferentes, el problema afecta a todos, nadie está libre de sus efectos. No es tiempo de revoluciones, de guerras, de ir contra….., es tiempo de unirnos, actuar con inteligencia, con firmeza, de forma pacífica y democrática, utilizando todos los resortes que existen, en beneficio de la humanidad, de toda la sociedad, es tiempo “de cambiar las cosas”, de invertir las tendencias, de no excluir a nadie, pero sí de definir bien los papeles, las responsabilidades, los derechos y los deberes de todos. Debemos esforzarnos en recuperar y no volver a perder de vista los valores que han permitido avanzar a nuestra humanidad, ya que podemos tomar tantas medidas y leyes que queramos, que si no recuperamos nuestros valores sociales, humanos y de progreso no será posible el cambio. En definitiva, estamos frente a una gran oportunidad delante de la cuál nadie puede quedar indiferente, es por eso que para poder conseguir la sociedad que anhelamos sólo de ti depende, que actuando, entre todos construyamos el NUEVO CICLO y hagamos EL CAMBIO POSIBLE Sant Feliu de Llobregat veinticuatro de Junio del 2014 a las 21h 10m.