neo" (Mingione y Pugliese, 1995)'^. En la sociedad rural emerge la figura del trabajador eventual, caracterizado por una débil formación reglada, una remuneración baja, precaria, estacional, etc., y una escasa predisposición a la sindicación. Esta mano de obra flexible es precisamente la buscada por los complejos productivos de la agricultura industrial. En este contexto, las estructuras familiares están afrontando las tensiones competitivas que el mercado introduce en lo social. En la estrategia familiar se diseñan los compromisos laborales entre los miembros del grupo, donde se combinan empleos formales, empleos a tiempo parcial, trabajo a domicilio, empleo precario, etc., con prestaciones sociales del Estado, sobre todo de pensionistas y subsidios de diverso tipo, y por supuesto todo tipo de artimañas para acceder a las mismas. Estas formas de empleo de salarios bajos, impulsa a estrategias de pluriactividad familiar como forma de captar rentas insuficientes por sí solas, pero complementarias en el agregado familiar para garantizar un determinado nivel de consumo. Combinaciones que se presentan discriminadas por género y edad (Hadjimichalis y Papamichos, 1990). 3. CAMBIOS EN LA FAMILIA JORNALERA EI avance de la relación salarial en la agricultura no implicó históricamente el desarrollo de la concurrencia de individuos libres en el mercado a la búsqueda de la continua maximización de sus intereses, como apuntaba el credo liberal. Por el contrario, la unidad económica básica siguió siendo la familia, reformulada para adaptarse a las nuevas condiciones de la mercantilización, más que el individuo. Máxime cuando se trataba de trabajadores de economías débiles como era el caso de jornaleros y campesinos. En efecto, la insuficiencia de las remuneraciones para la reconstitución de la fuerza de trabajo obligaba a los trabajadores del campo a estrategias familiares de búsqueda de opciones o recursos para garantizar la subsis- 137 "In effetti tra le diverse [ipologie di modelli e cause della disoccupazione in Europa é possibile individuare un modello "mediterraneo" contrappos[o a un modello "continentale" o nordico della disocupazione" (Mingione y Pugliese, op. cit.: pp. 124125). 277 tencia que por sí solo el jornal individual no garantizaba. La dependencia salarial y la intensificación del trabajo fue viable socialmente a través de la movilización del agregado familiar. En este sentido, la familia se constituía en una unidad de producción y reproducción para garantizar la supervivencia de todos sus miembros y, por ende, para reconstituir la fuerza de trabajo jornalera. Dadas las escasas opciones de captación de recursos en una sociedad con escaso desarrollo de la urbanización/industrialización, como era España hasta bien entrados los años SO, las trayectorias de las familias rurales a la búsqueda de la subsistencia, dibujaban un círculo siempre en torno a la actividad agraria, tal y como VicenteMazariegos (1991) observaba de forma muy precisa con estas palabras: "... una sociedad cerrada por los sistemas hereditarios de la actividad agraria como identidad básica del campesinado, con unos roles sexualmente fijados desde la organización familiar como estructura elemental de integración social, con una formulación ritualizada del tiempo agrario como tiempo circular y con unos códigos de aprendizaje de unos saberes transmitidos oralmente y verificados a partir de la rutina del trabajo en los campos ...". Ello implicaba una composición de posibilidades que oscilaba entre la dependencia salarial o jornalerismo, las estrategias campesinas de autosubsistencia o de articulación de su producción con los circuitos de la agricultura comercial, etc., pero siempre dentro del espacio sociolaboral agrícola. Esta pluriactividad agraria, que la historia agraria empieza a reivindicar como objeto de estudio'^, Moll y Mikelarena (1993) la sintetizan en las siguientes posibilidades: "a) extensión de la explotación agraria por compraventa o arriendo de tierras, o bien por la ocupación de terrenos comunales; b) recolección de recursos naturales: caza, pesca, leña, hierbas, frutos; c) ejercicio de trabajos artesanales y protoindustriales; d) ejercicio de trabajos en el sector servicios: arriería, transporte, comercio, alojamiento; y e) captación de percepciones salariales mediante la venta de fuerza de trabajo: jornaleros, domésticos, nodrizas" (p. 38). 138 Por ejemplo, en octubre de 1992 se celebró en San[iago de Compos[ela el V Seminario de Historia Agraria (SEHA) con una sesión dedicada a"procesos de trabajo, eswcturas familiares y pautas de consumo". Parte de las comunicaciones allí desarrolladas han sido publicadas en la revista Noticiario de Historia Agraria del SEHA, n° 5. 278 Esta composición de opciones estratégicas moduló un "referente histórico-circular" (Vicente-Mazariegos, 1991) en torno al orden agrario (Vicedo, 1993). Este círculo agrario obligaba a tener en cuenta la estacionalidad de las tareas agrícolas y cualquier inclemencia climática o de otro tipo que pudiera llevar al traste una cosecha. La subsistencia familiar de los grupos jornaleros/campesinos se desenvolvía en unas condiciones marcadas por el ciclo de las cosechas y las tareas agrícolas, "toda la vida y los tiempos cotidianos, incluso el consumo de los alimentos álmacenados, se organizan de acuerdo a los requerimientos de este trabajo" (Oliva, 1995: p. 121). Este horizonte finalista y predeterminado de reducida complejidad y contingencia (es decir, de bajas posibilidades de opciones laborales y de vida, y por tanto con un débil poder de selección)'^, en el que se vertebraba la lógica de subsistencia de las familias rurales, y dadas las duras condiciones de vida que definía, apuntalaba la férrea disciplina patriarcal con el fin de garantizar la plena unidad de la estructura familiar, asignando la distribución de roles, las pautas domésticas y laborales, etc. De esta forma, la fragmentación de los tiempos de trabajo (estacionalidad de las tareas, con largos periodos de paro agrícola) y de los espacios (movilidad territorial), derivada de la naturaleza de la actividad agrícola, se afrontaba mediante la cohesión de los miembros de la familia, cuya unidad mantenía el patriarca. Este era quien concentraba los saberes y conocimientos, quien controlaba los flujos de información, quien detentaba la titularidad de la tierra -en caso de que la hubiera- o con quien se mantenían los tratos de aparcería, etc., y, por tanto, su posición de poder era básica para definir los roles familiares requeridos por el horizonte finito de la itinerancia agraria. En definitiva, las estrategias familiares eran "finalistas" en cuanto que se desarrollaban en el abanico limitado de opciones de la sociedad agraria. Desgraciadamente, la investigación histórica sobre esta temática es aún escasa por ser una "temática totalmente 139 Aquí me estoy inspirando en los conceptos luhmannianos de complejidad y contingencia. Para Luhmann (1996), una sociedad se organiza de una manera u otra en función del procesamiento selectivo que se lleve a cabo de entre una gama amplia de posibilidades, circunstancias o hechos. Por complejidad se entiende un conjunto de posibilidades cuya extensión impide realizarlas todas, lo que exige tomar una opción o definir una selección de entre ellas. Contingencia hace referencia a la convivencia de altetnativas funcionalmente equivalentes para afrontar una realidad compleja. 279 novedosa" (Moll y Mikelarena, 1993: p. 40), pero empieza a acumularse un buen número de monografías al respecto. La principal dificultad que afrontaban las familias de los trabajadores agrícolas era, durante las épocas de paro, de ausencia de trabajo, dada la alta estacionalidad de los cultivos. Esta característica de la agricultura tradicional obligaba a desplegar estrategias diversas para la supervivencia que podían plasmarse en: A) El hecho de poseer una pequeña parcela, o el cogerla en aparcería u otra forma similar, o el tener acceso a aprovechamientos comunales, posibilitaba las prácticas de autoconsumo. Con el proceso de liberalización del siglo XIX y la progresiva instauración de la relación salarial, esas estrategias se fueron erosionando, pero continuaron teniendo una función indispensable de reproducción social. Este movimiento pendular entre la forma-salario y la forma-campesino es lo que ha llevado a la historia agraria a hablar de una "proletarización incompleta" (Pérez Picazo, 1994: p. 19). B) Prácticas ilegales de los jornaleros y trabajadores "del campo" en relación con aprovechamientos de tipo forestal para su autoabastecimiento: caza furtiva, carboneo, corta de árboles, robos de leña, robos de esparto, etc. (Cobo Romero, Cruz Artacho y González de Molina, 1992). Para estos autores, estas prácticas de "delincuencia forestal" son formas de protesta social deslegitimadoras del proceso de privatización puesto en marcha por la desamortización: "el hecho delictivo sería resultado de estrategias campesinas que pretendían mantener sus tradicionales sistemas de reproducción social" (p. 163). C) La opción de pequeños propietarios o aparceros de convertirse en asalariados estacionalmente. A menudo la iigura social prototípica de la proletarización agrícola ha sido siempre presentada como un desposeído de la tierra. Esta forma de centrar el análisis en exclusiva sobre el jornalero sin tierras ha obviado procesos muy importantes de proletarización estacional de pequeños propietarios, aparceros, pequeños arrendatarios, etc. Estudios de diversa índole dan muestra de la existencia de estos procesos de movilidad laboral (Garrabou,1987; Tuñón de Lara, 1978; Rodríguez Labandeira, 1991; Bernal 1988; Lana Berasain, 1995; Vicedo, 1993). En 280 el que quizás sea el estudio más clásico sobre el movimiento jornalero, la monografía de Díaz del Moral (1984/1928), está presente esta movilidad entre el jornalerismo y la tenencia de tierra (sea en propiedad, sea en arriendo), la cual posibilitaba para el trabajador no solamente una estrategia de reproducción social, sino al mismo tiempo la posibilidad de convertirse en sujeto de las "agitaciones". Los trazos que definían a la sociedad agraria tradicional empezaron a cambiar en los años 50, a la par que se desplegaba el proceso de industrialización del país, hasta desembocar en un profundo proceso de reestructuración rural. La literatura sociológica que ha tratado esta reestructuración rural concluye que la sociedad rural ya no es agraria (Marsden, Murdoch et al., 1993). Lo agrario ha dejado de ser el mundo estructurante del hecho rural, y se han multiplicado los procesos de diferenciación internos en la vieja sociedad. En el marco de la pregunta sobre la composición de la oferta de trabajo de la agricultura industrial, y con el hecho de la reestructuración rural operando desde hace más de veinte años, cabe plantearse quiénes son los nuevos jornaleros de la agricultura posmoderna. O construyendo más incisivamente la cuestión: ^,existen las familias jornaleras?, ^son las estructuras familiares de los obreros que trabajan en la neoagricultura, similares a las del viejo orden agrario tradicional? La reestructuración rural ha provocado una explosión del círculo agrario de subsistencia. La autosubsistencia alimenticia ha quedado muy relegada en las prácticas familiares, la forma salario y las prestaciones del Estado de Bienestar son ahora los recursos fundamentales de la subsistencia familiar, y se ha producido una amplia apertura de las posibilidades ocupacionales más allá del trabajo en la tierra. En este contexto, cabe hablar, y así lo ha captado mi trabajo de campo, del eclipse de la familia jornalera, en cuanto estructura homogénea que definía un modo de vida y de subsistencia común a todos sus miembros. La diferenciación social que conllevó el largo proceso de reestructuración rural introduce en el interior de las familias obreras rurales posibilidades laborales diferentes y estilos de vida heterogéneos para cada uno de los miembros del hogar familiar. Posibilidades segmentadas en función del género y la edad, que implican siempre una mayor flexibilidad de los mecanismos de poder e intercambio recíproco en el 281 interior de las familias, un mayor respeto a las opciones individuales, y, en última instancia, la suavización del hecho patriarcal familiar. La reestructuración abrió el abanico de recursos potencialmente utilizables por las familias obreras, al tiempo que la crisis introducía un incremento de la incertidumbre. Frente al pasado agrarista y finalista, las familias rurales de las sociedades del capitalismo avanzado se mueven en un espacio social diferenciado con mayor disponibilidad de itinerarios laborales, y, al tiempo, afrontan la incertidumbre derivada tanto de la crisis como de la mayor complejidad social, desde estrategias familiares flexibles. Por seguir utilizando los términos de Luhmann (1996) definidos anteriormente, ante la mayor complejidad y contingencia existente en las sociedades rurales contemporáneas, las familias obreras han de asumir un mayor poder de selección. En este contexto, el patriarca ya no es capaz de controlar el orden social que le rodea. La espiral de hipercomplejidad de nuestras sociedades exige y ofrece estructuras familiares de mayor flexibilidad, anulando la homogeneidad reinante en el orden agrario tradicional140. Se ha disgregado la vieja familia jornalera, ha estallado en mil pedazos la coherencia de la identidad jornalera. En las estrategias familiares aparecen tentáculos ocupacionales caracterizados por la diversidad de sus itinerarios. A pesar de ello, el horizonte laboral está limitado a una serie de posiciones ocupacionales muy concretas. Ha sido Bourdieu (1997) quien ha aportado una teoría del espacio social estructurado en función de la tenencia mayor o menor de capital económico y de capital cultural. Las familias obreras rurales poseen un bajo capital económico y un bajo capital cultural, lo cual determina su poder de selección. 4. LA DIVERSIDAD DE RECURSOS DE LAS FAMILIAS TRABAJADORAS A continuación, mi propósito es analizar la organización familiar y su imbricación en la red de relaciones sociales que conforman 140 Este hecho lo analiza Victor Pérez Díaz (1972) en su estudio sobre "un pueblo de Cas[illa": "... en el plano de las relaciones familiares, cómo los padres se han vis[o obligados a abandonar su pretensión ejemplar. (Sus padres, a su vez, en un mundo cuyos grandes rasgos eran inalterables, podían pretender tener todas las respuestas, pero no ellos, en un mundo que cambia y cuyo control se les escapa)" (p. 153). 282