La demografía en Occidente

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EL DECLIVE DE LA POBLACIÓN MUNDIAL MÁS CERCA
24/09/2013 ABC
Un nuevo informe adelanta a 2050 el momento en que el mundo empezará a perder
habitantes. A partir de 2028 India se convierta en el país más poblado del planeta, por
delante de China
La población mundial está más cerca de lo que se pensaba de tocar techo. Nuevos estudios
cuestionan el año 2100 como punto de inflexión a partir del cual el número de habitantes
empezará a descender, como decía la ONU, y lo sitúan en 2050, dentro de sólo 37 años, un
suspiro en relación con el medio millón de años que lleva la especie humana sobre la Tierra.
El informe más reciente es uno elaborado por los servicios de estudios del Deutsche Bank,
que no sólo prevé que el descenso de población comience antes de lo que decía Naciones
Unidas, sino que la caída será además más pronunciada. Puesto que el descenso se
produciría antes, este documento rebaja también el máximo que alcanzará la población
mundial, lejos de los 10.000 millones. En concreto, lo sitúa en 8.713,4 millones de
habitantes, frente a los 10.853,8 millones que auguraba para 2100 el organismo
internacional. En ese año, en cambio, este nuevo estudio asegura que la población habrá
caído ya hasta los 8.000 millones. En la actualidad, se supone que hay en torno a 7.200
millones, tras haber alcanzado oficialmente los 7.000 el 31 de octubre de 2011.
La clave del adelanto de la fecha en que la población entrará en retroceso está en que, según
los autores de este nuevo estudio, la fecundidad de la humanidad caerá antes de lo previsto,
en menos de 15 años, por debajo de la llamada tasa de reposición o de reemplazo
poblacional, es decir, del número de hijos por mujer necesario para mantener el mismo
número de habitantes. «La población podrá seguir creciendo unas pocas décadas por el
aumento de la longevidad, pero, en términos de reproducción, nuestra especie no seguirá
expandiéndose», indica el informe.
Uno de los argumentos esgrimidos es que la tasa global de fecundidad que es generalmente
aceptada como tasa de reposición, de 2,1 hijos por mujer, no es correcta. En realidad,
sostienen los investigadores del Deutsche Bank, «sólo los países desarrollados pueden
mantener su población con este nivel». Para los países en desarrollo, en cambio, «la tasa de
reposición es mucho más alta debido a factores como la mayor mortalidad infantil». Por ello,
sugiere que la tasa de reemplazo poblacional para el conjunto del planeta se debe situar en
los 2,3 hijos por mujer.
Posibles errores de cálculo
Además, al observar las predicciones por países, el informe echa por tierra otros cálculos de
Naciones Unidas. Por ejemplo, cuestiona que Nigeria, que en 2010 contaba con 159,7
millones de habitantes, pueda alcanzar los 913 millones en 2100, tal como señala la
previsión de la ONU. «Es cierto que el país tiene hoy altas tasas de fecundidad, pero sería
muy extraño que las tasas de natalidad no caigan de forma brusca cuando los nigerianos
empiecen a notar la superpoblación».
Tampoco está de acuerdo en el caso de determinados países desarrollados, como EE.UU.,
para el que la ONU prevé un crecimiento desde los 312 millones de habitantes en 2010
hasta los 462 millones en 2100. El nuevo estudio recuerda que este país ya está por debajo
de la tasa de reposición poblacional y que, aunque recibe muchos inmigrantes, la tasa de
fecundidad también cae entre éstos rápidamente.
El cambio de tendencia demográfica tendrá múltiples consecuencias y afectarán a los estilos
de vida, las cadenas de abastecimiento y la geopolítica. En un mundo envejecido, apunta el
informe, será habitual extender la vida laborable hasta los 75 años.
¿PUEDE EL SEXO SALVAR NUESTRO FUTURO?
“¡Hazlo por Dinamarca!”: la campaña que promociona la natalidad entre los daneses más el
amor cuando estamos de viaje? 28/03/2014
Una sorprendente campaña publicitaria, que está arrasando en las redes sociales, invita a los
daneses a viajar con sus parejas para aumentar la natalidad y acabar con el problema
demográfico que vive el país.
“Dinamarca tiene un problema”, asegura el narrador del vídeo, que ha acumulado más de un
millón de reproducciones en sólo dos días. “La tasa de natalidad lleva 27 años descendiendo
y no están naciendo suficientes niños para mantener a una población tan envejecida. El
gobierno danés no ha encontrado una solución. Pero tiene que haberla. ¿Puede el sexo
salvar nuestro futuro?”.
El 10% de todos los niños daneses se conciben en vacaciones y durante éstas las parejas
danesas practican sexo en un 46% más de ocasiones. Es por ello que la solución al problema
demográfico que atraviesa Dinamarca pasa por empujar a los ciudadanos a que viajen más.
No es de extrañar que los creadores del vídeo lleguen a esta conclusión, pues no es más que
un anuncio de la agenda de viajes Spies, pero se trata de una campaña publicitaria de lo más
ingeniosa.
El spot invita a las parejas danesas a reservar sus viajes teniendo en cuenta el calendario de
ovulación de las mujeres, para lo que se debe introducir la fecha del primer día de la última
menstruación de éstas. Si, durante sus vacaciones, los enamorados consiguen concebir,
deben enviar una foto con el test de embarazo (positivo): esto les permitirá entra en el
sorteo de tres años de suministros para el bebé, un carrito y unas vacaciones para toda la
familia en un resort familiar.
El envejecimiento de Occidente
El envejecimiento de la población en los países desarrollados se ha convertido en un tema de
atención permanente.
Más allá de su dimensión estrictamente demográfica, el envejecimiento preocupa por sus
efectos sociales, políticos y económicos. La redefinición del papel del Estado, el crecimiento
del gasto social y el descenso de la población activa parecen ser sus consecuencias directas y
las que convierten el envejecimiento, en las argumentaciones más frecuentes, en un grave
problema social.
El envejecimiento de la población es fruto de dos procesos distintos: el descenso de la
natalidad, por una parte, que hace disminuir el número de efectivos jóvenes, y la
prolongación de la esperanza de vida, el aumento de la longevidad, por otro, que induce un
crecimiento de la población de más edad. Aunque ambos fenómenos son relativamente
independientes, tienen el mismo efecto sobre la estructura por edad: envejecer a la
población.
El envejecimiento de la población es considerado un problema social en tanto que plantea
la necesidad de respuestas sociales: exige un aumento del gasto en pensiones, hace crecer
inevitablemente el gasto sanitario y genera la demanda de nuevos servicios de atención, en
la medida en que las mujeres están cada vez menos disponibles para el cuidado de las
personas. En resumen, plantea el reto de mantener niveles de protección social para una
población que crece numéricamente. Y ello al mismo tiempo que el porcentaje de población
activa ha tendido a disminuir -por distintos motivos, y no exclusivamente por el
envejecimiento-; y, por lo tanto, una proporción cada vez menor de la población tiene que
subvenir a las necesidades de grupos dependientes más numerosos
El envejecimiento de la población española no es una novedad de las últimas décadas. Como
corresponde a un país que realizó tardíamente su proceso de transición demográfica, el siglo
XX se ha caracterizado por un lento y sostenido envejecimiento de la población, sobre la
base del descenso continuado de la fecundidad, salvado el breve periodo del baby-boom, y la
prolongación de la esperanza de vida, resultado del descenso de la tasa de mortalidad a
todas las edades. Estos procesos son consecuencia de factores diversos que abarcan desde
los avances científicos y técnicos, nuevos fármacos y nuevas técnicas terapéuticas, hasta la
universalización del sistema sanitario y la mejora general de la calidad de vida para la
población.
Así, el número de personas mayores de 65 años ha ido creciendo a un ritmo muy superior al
crecimiento de la población española, haciendo que la proporción que representan los
mayores de 65 años sobre el total de la población haya ido incrementándose a lo largo de
todo el siglo, pero sobre todo a partir de 1970. Aunque con retraso, España se suma a un
proceso de envejecimiento acelerado de su población que ya están conociendo desde antes el
resto de los países desarrollados.
Países pobres, los que más crecen
La población se concentra en las regiones menos desarrolladas, con mayor índice de
crecimiento y menor esperanza de vida
Ricos y pobres en un mismo planeta, pero marcados por tendencias opuestas. La población
de los países ricos crece a un ritmo cada vez más lento, mientras los habitantes pobres se
multiplican aceleradamente. Lejos de encontrar límite, la brecha demográfica se extiende.
Las desigualdades afectan a ámbitos tan delicados como la salud, por lo que las medidas
paliativas confían en llegar a tiempo.
Nacer en uno u otro lugar determina el presente. El futuro todavía está por escribir, pero se
intuye. En 2008, la población mundial alcanzó los 6.700 millones de personas. De ellos,
1.200 millones viven en regiones más desarrolladas, de acuerdo a la clasificación de
Naciones Unidas. El resto, 5.500 millones, residen en el lado menos opulento del globo.
El crecimiento de la población mundial se concentra en los países pobres, una conclusión
sencilla a la que llega el último informe del Population Reference Bureau (PRB). La
institución, dedicada a temas de población; añade su presidente, Bill Butz: "El pequeño
aumento que se da en los países más ricos es, en gran parte, resultado de la inmigración".
En total, el informe analiza los datos de 209 países y 25 regiones. El balance no deja lugar a
dudas. Si se comparan los resultados de Italia y la República Democrática del Congo, por
ejemplo, queda claro el contraste. Los ricos registran tasas de nacimientos bajas y una gran
esperanza de vida (81 años). Los pobres tienen tasas de nacimientos muy altas y una
esperanza de vida baja (53 años).
Mortalidad materna y fecundidad
La mortalidad materna es muy elevada en los países en vías de desarrollo. La falta de
personal sanitario cualificado para atender durante el embarazo deja cifras caóticas. En los
peores casos, una de cada 22 mujeres fallece durante la gestación, mientras una de cada
6.000 muere en los países desarrollados por la misma causa.
La media de hijos es de 2,6 nacimientos por mujer: 1,6 hijos en los países desarrollados, 3,2
en las regiones en desarrollo (sin incluir a China) y 4,7 en las zonas menos desarrolladas. La
fecundidad más alta se registra en el África subsahariana donde, a pesar de ser una de las
regiones más pobres, la media es de 5,4 hijos por mujer y la población crece a un ritmo del
2,5% cada año, el doble que en Hispanoamérica y Asia.
La demografía en ESPAÑA: Diez datos muestran la catástrofe
demográfica española
Gonzalo Fernández de la Mora (1924-2002), consagra el término "invierno demográfico"
que padece, de modo muy especial, España. Una alerta en la que ha sido pionero Alejandro
Macarrón con su libro El suicidio demográfico de España , llamado a crear una conciencia
nacional sobre este problema.
Macarrón firma uno de los dos estudios del número ("El invierno demográfico ya está
aquí"), y Francisco José Contreras, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad
de Sevilla, el segundo ("Cómo se extinguió España").
Estos autores abordan problemáticas particulares, como el caso de China y su política de
hijo único y el creciente y silencioso y silenciado harakiri poblacional de España en
particular, y en general de todo Occidente.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2012 España perdió población por
primera vez desde la Guerra Civil, y la tendencia se ha mantenido en los años siguientes.
Aunque esta pérdida se debe sobre todo al éxodo de inmigrantes y los nacimientos superan
todavía a las defunciones, esa tendencia también cambiará próximamente.
Diez datos para la alarma
Y así, entre los datos alarmantes que señalan los diversos trabajos, destacan los siguientes:
-Con una población cuatro o cinco veces superior a la de entonces, España registra el mismo
número de nacimientos que en el siglo XVIII.
-La edad promedio, que en 1975 era de 33 años, y 2014 ha subido a los 43, un incremento
debido en un 75% a la caída de los nacimientos, y sólo en un 25% al aumento de la esperanza
de vida. En 2023, en 22 de las 50 provincias españolas la edad media superará los 47 años.
-En 1977 la edad media de la mujer al tener el primer hijo era de 25 años, en 2014 ha subido
a 31, justo el límite en el que la fecundidad empieza a desplomarse, razón por la cual los
expertos consideran este retraso como una de las causas principales del invierno
demográfico.
-Según datos de la ONU, en 2050 los españoles mayores de 64 años serán el 68% de los
españoles entre 20 y 64 años (es decir, la población en edad laboral). Esa cifra era del26% en
2009.
-Las cifras anteriores estaban calculadas sobre la base de que la tasa de fecundidad había
tocado fondo en 2009 (1,41 hijos/mujer) y se recuperaría hasta estabilizarse en 1,85. Sin
embargo, entre 2009 y 2014 esa tasa ha caído aún más, hasta 1,26 hijos/mujer. (La tasa de
reemplazo generacional se sitúa en 2,1 hijos/mujer.)
-Entre 2010 y 2020, cada año habrá un 3% menos de población en la franja más dinámica
económicamente (25 a 40 años).
-En 2080, es decir, cuando aún vivan los hijos de los españoles actualmente en edad
intermedia, la población española habrá caído a 25 millones de habitantes, casi la mitad de la
actual, y envejecida en las dimensiones explicadas.
-Las pensiones de las promociones del baby boom (650.000-700.000 nacimientos al año)
tendrán que ser pagadas por las promociones del invierno demográfico posterior (350.000400.000 nacimientos al año).
-Actualmente, el 50% del gasto farmacéutico lo concentra la población de más de 75 años...
que se doblará en apenas unas décadas. En 2064 los mayores de 80 años serán el 21% de la
población.
-Y, por último, un dato relacionado con la natalidad: la nupcialidad. En 1975 no se casaba el
15% de la población. De seguir las pautas actuales, pronto se alcanzará el 60%. La madre del
40% de los niños que nacen actualmente no está casada y el 20% de los hogares son ya
monoparentales, con un ritmo de crecimiento del 47% anual.
Madres añosas, ¿por qué retrasamos tanto la llegada del primer
hijo?
L.PERAITA / C.FOMINAYA
21/01/2015
Las españolas han retrasado 3,4 años la edad para tener su primer bebé desde 1990
La falta de conciliación es uno de los motivos para retrasar la maternidad
La noticia del embarazo de Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, no ha dejado
indiferente; no solo por la posible repercusión que puede tener sobre su carrera política, sino
porque es su primer hijo y ella tiene 40 años. El retraso de la edad para ser madre se ha
convertido en España, y en general en el mundo occidental, en una tendencia imparable y
que parece, según las cifras oficiales, que no tiene freno.
En 1990, las mujeres tenían su primer hijo a una media de edad de26,8 años. El año pasado
la media fue de 30,4; es decir, 3,6 años más tarde. ¿Cuáles son las causas por las que las
mujeres deciden ser madres cada vez a una edad más elevada?
Los expertos consultados lo tienen claro. Eduardo Hertfelder, presidente del Instituto de
Política Familiar (IPF), destaca, en primer lugar, motivos económicos. «En los últimos
años, los sueldos "mileuristas" han provocado que los jóvenes tarden más en emanciparse, lo
que retrasa, a su vez, que formen un matrimonio y tengan hijos». Además, «se ha producido
—apunta Gerardo Meli, sociólogo de la Universidad Autónoma de Madrid— un
alargamiento del periodo educativo con los estudios de postgrado y se creado una "norma
social" que establece que no se pueden tener hijos hasta que la situación económica de la
pareja no esté estabilizada. Digamos que eso hace que el calendario de fecundidad esté
condicionado fuertemente por las posibilidades de incorporación al mercado de trabajo y la
estabilidad en las fuentes de ingresos de los dos miembros de la pareja».
«España es el país de la Unión Europea con menor ayudas a la familia», remarca el
presidente del IPF. Para muestra, un botón: La prestación por hijo menor en nuestro país es
de 24,25 euros al mes. En Noruega reciben 125, en Alemania 184 y en Dinamarca 190
euros.
Conciliación
La falta de conciliación es otro de los principales motivos por los que hay más mujeres que
son madres añosas. «En nuestro país resulta muy complicado. Por falta de ayudas y porque,
además, está mal visto que una mujer solicite una excedencia laboral para cuidar a sus hijos.
Algo parecido ocurre con la reducción de la jornada laboral».
Los expertos en demografía advierten de la urgente necesidad de que la sociedad se
conciencie de este asunto y las empresas pongan en práctica cuanto antes medidas que
favorezcan la conciliación de vida laboral y familiar de las mujeres, pero también la de los
hombres que opten por disfrutar de su paternidad.
Asunto de Estado
Los motivos culturales son otro de los argumentos a los que se ciñen los expertos para
explicar este retraso de la maternidad. «En la sociedad española está concebido que tener un
hijo es una buena decisión; dos, estupendo; tres, una barbaridad; y familia muy numerosa
una locura..."¡con los tiempos que corren!". Sin embargo, según las cifras oficiales las madres
quieren tener más hijos de los que en realidad tienen: la cifra deseada es de 2,7 hijos cuando,
en la actualidad, solo tienen 1,2», señala Alejandro Macarrón, director de la Fundación
Renacimiento Demográfico.
Los sociólogos insisten en que el aumento de la natalidad debe ser un asunto de primer
orden. ¿Y si esto no ocurre? «Estaremos abocados a una sociedad con muy pocos niños,
insuficiente para hacer efectivo el reemplazo generacional. Se provocará la quiebra del
Estado de bienestar como lo concebimos porque el sistema de pensiones actual no servirá»,
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CONSECUENCIAS SOCIALES de la actual situación demográfica
Demografía e inversión, claves de un futuro sombrío
María Sainz Bruselas
El fenómeno más importante al que Occidente se enfrentará las próximas décadas será el
significativo envejecimiento de su población.
Los años pasan por todos y parece que en la UE, y en España, no vamos a ser menos. La
población envejece a un ritmo frenético y para mantener el Estado de Bienestar urgen
algunos cambios. Por eso, en 2012 Europa apuesta por el envejecimiento activo y saludable.
Se trata de tener una mejor calidad de vida pero también de jubilarse más tarde, cotizar más
y consumir menos recursos sanitarios. Cuestión de equilibrio.
Nuestra población se hace mayor a marchas forzadas. Por un lado, siguen naciendo pocos
niños. Según Eurostat, ningún miembro de la Europa de los 27 alcanza la tasa de fertilidad
necesaria para que la población se mantenga constante (2,1 niños por mujer). "Hay menos
bebés por persona. También nacen menos niñas y, por tanto, disminuyen las futuras madres.
Todo ello impacta en el consumo y en la economía", explica Sarah Harper, profesora de
Gerontología de la Universidad de Oxford, durante unas jornadas sobre el envejecimiento
activo.
Por otro lado, los ciudadanos cada vez vivimos más años. En las próximas dos décadas, está
previsto que la cifra de europeos entre 65 y 79 años aumente en un 30% (un 50% en 2060) y
la de mayores de 80 en un 57,1%. Actualmente, la edad media se sitúa en los 40 años aunque
se espera que ascienda hasta los 48 en 2060.
España no se queda atrás en esta tendencia. Según datos de la UE, el porcentaje de
españoles mayores de 65 se situó en 2010 en un 16,8%, un 3,4% más que en 1990. Además,
es uno de los países de La Unión con mayor esperanza de vida (81,8 años de media en 2009)
y con mayor envejecimiento de su población.
Por supuesto, vivir más tiempo es algo positivo y es un signo de desarrollo y de que las
cosas se están haciendo bien. Sin embargo, la tendencia a la baja en la fertilidad sumada a la
crisis económica hacen que el mercado laboral, el sistema sanitario y la calidad de vida se
presenten hoy como un auténtico reto.
RAQUEL MERINO JARA
Seguramente el fenómeno más importante al que Occidente se enfrentará las próximas
décadas será el significativo envejecimiento de su población. No tenemos que mirar
demasiado lejos para percatarnos de ello. España, como Italia o Alemania, verá reducirse el
porcentaje de la población en edad de trabajar seguramente en un 30% en los próximos
cuarenta años, pasando además la edad mediana de la población de los 40 a los 50 años.
Nos enfrentamos a una creciente población envejecida, lo que significa que el porcentaje de
la población en edad de trabajar (18 a 65/70 años) se encontrará significativamente
minorado. Se trata éste de un fenómeno único en la historia de la Humanidad, lo que genera
un mar de conjeturas sobre cuáles serán sus efectos en el sistema productivo y de
cooperación social característico del capitalismo. Y es que como reza la palabra capitalismo,
su éxito descansa, entre otros elementos, en la creciente acumulación de capital de los países
más avanzados.
No sólo se trata de los factores de producción acumulados (infraestructuras, redes,
conocimiento, etc.). También se crea continuamente nuevo capital en la sociedad
(considerado como fuentes de inversión procedentes del ahorro), que contribuye no sólo a
apuntalar los avances ya existentes y consolidados sino a crear cada vez un mayor número
de bienes de producción, consumo y servicios que satisfacen crecientes necesidades
humanas.
El envejecimiento poblacional seguramente habrá de tener efectos sísmicos sobre las
cuentas públicas y la estructura del estado de bienestar tal y como hoy lo conocemos.
También tendrá efectos preocupantes sobre el crecimiento económico al haber un menor
porcentaje de trabajadores en activo, menor emprendimiento empresarial y quizás menor
volumen de ahorro, además de sobreutilización del capital existente y poca capacidad
económica de reposición de éste y de creación de otros novedosos.
Richard Jackson y Neil Howe, The Graying of the Great Powers. Demography and
Geopolitics in the 21st Century. Major findings, Center for Strategic & International
Studies, mayo de 2008, figura 1, pág. 2.
Presentamos algunas hipótesis sobre cuáles son los males a los que nos podría abocar el
envejecimiento de las sociedades occidentales:
Con el avance de la edad se reduce la propensión a emprender e innovar. Hablamos, ahora,
de emprender nuevos proyectos, de idear nuevas formas de producción y de riqueza , de
incorporar factores económicamente más rentables o de idear nuevos productos (pensemos,
por ejemplo, en las tecnologías del conocimiento).
Si lo anterior se materializa como consecuencia del envejecimiento poblacional, las
perspectivas futuras pueden ser bastante sombrías. Algunas consecuencias podrían ser:
Un creciente porcentaje de empresas en poder de extranjeros pertenecientes a países
emergentes con poblaciones jóvenes, lo que excluye a China, cuya población también
envejecerá significativamente en las próximas décadas, así como otros del Este de Asia
(Corea, etc.).
En resumen, se trata de un panorama sombrío, especialmente para Europa y Japón, ante el
que conviene ir estando avisado y preparado. Sobre todo porque muchos de nosotros
habremos de vivirlo y de nuestra previsión dependerá en buena parte cómo lo
sobrellevemos.
Y eso que hemos dejado a un lado el análisis de cómo quedarán de tocados los estados
sociales modernos, que seguramente no puedan permitirse el cambalache de pan y circo y
despilfarros a que nos tienen acostumbrados, y que en el camino se llevarán por delante los
ahorros y el ingenio de más de una generación a resultas de una crisis fiscal imposible de
voltear. Morir matando.
El envejecimiento de la población en los países desarrollados se ha
convertido en un tema de atención permanente.
Más allá de su dimensión estrictamente demográfica, el envejecimiento preocupa por sus
efectos sociales, políticos y económicos. La redefinición del papel del Estado, el crecimiento
del gasto social y el descenso de la población activa parecen ser sus consecuencias directas y
las que convierten el envejecimiento, en las argumentaciones más frecuentes, en un grave
problema social.
El envejecimiento de la población es fruto de dos procesos distintos: el descenso de la
natalidad, por una parte, que hace disminuir el número de efectivos jóvenes, y la
prolongación de la esperanza de vida, el aumento de la longevidad, por otro, que induce un
crecimiento de la población de más edad. Aunque ambos fenómenos son relativamente
independientes, tienen el mismo efecto sobre la estructura por edad: envejecer a la
población.
El envejecimiento de la población es considerado un problema social en tanto que plantea
la necesidad de respuestas sociales:
1º, exige un aumento del gasto en pensiones, hace crecer inevitablemente el gasto sanitario
y genera la demanda de nuevos servicios de atención, en la medida en que las mujeres están
cada vez menos disponibles para el cuidado de las personas.
2º. En resumen, plantea el reto de mantener niveles de protección social para una población
que crece numéricamente. Y ello al mismo tiempo que el porcentaje de población activa ha
tendido a disminuir -por distintos motivos, y no exclusivamente por el envejecimiento-; y,
por lo tanto, una proporción cada vez menor de la población tiene que subvenir a las
necesidades de grupos dependientes más numerosos
El envejecimiento de la población española no es una novedad de las últimas décadas. Como
corresponde a un país que realizó tardíamente su proceso de transición demográfica, el siglo
XX se ha caracterizado por un lento y sostenido envejecimiento de la población, sobre la
base del descenso continuado de la fecundidad, salvado el breve periodo del baby-boom, y la
prolongación de la esperanza de vida, resultado del descenso de la tasa de mortalidad a
todas las edades. Estos procesos son consecuencia de factores diversos que abarcan desde
los avances científicos y técnicos, nuevos fármacos y nuevas técnicas terapéuticas, hasta la
universalización del sistema sanitario y la mejora general de la calidad de vida para la
población.
Así, el número de personas mayores de 65 años ha ido creciendo a un ritmo muy superior al
crecimiento de la población española, haciendo que la proporción que representan los
mayores de 65 años sobre el total de la población haya ido incrementándose a lo largo de
todo el siglo, pero sobre todo a partir de 1970. Aunque con retraso, España se suma a un
proceso de envejecimiento acelerado de su población que ya están conociendo desde antes el
resto de los países desarrollados.
Sin niños no habrá pensiones (ni nada).
Alejandro Macarrón
El futuro de nuestras pensiones es uno de los grandes asuntos de la agenda pública en
España. Es lógico. Ya consumen uno de cada nueve euros de nuestro PIB, que se dice
pronto.
La Seguridad Social está en números rojos de muchos miles de millones de euros,
coyunturalmente inflados por la crisis, y estructuralmente tendentes a engordar año a año,
por dos razones. La primera es el sistema actual de cálculo de las pensiones, que no tiene en
cuenta lo realmente cotizado por cada trabajador en toda su vida laboral, ni lo mucho que,
afortunadamente, vivimos ahora de jubilados. Y la segunda es la combinación de baja
natalidad y esperanza de vida creciente, cuyo resultado es que cada año hay más españoles
en edad de retiro y menos en edad de trabajar.
El INE acaba de publicar los datos provisionales del movimiento natural de población de
2012, y el resultado es estremecedor. Bastan tres titulares:
– Un 3,9% menos nacimientos que en 2011 (el descenso real fue del 4,2%, pues 2012 tuvo un
día más, por bisiesto), por la caída de la tasa de fecundidad y porque cada año hay menos
mujeres en edad fértil que el anterior.
– Una tasa de fecundidad de sólo 1,28 hijos por española, 1,32 contando a las mujeres
inmigrantes. Por cada ocho españoles que nacen, harían falta cinco más sólo para que el
pueblo español no tendiera a menguar.
– Ya nacen bastantes más españoles de los que mueren. Y si no fuera por el (decreciente)
aporte en bebés de las madres inmigrantes, moriría más gente de la que nace, algo que
sucederá en dos o tres años y que ya ocurre en la mitad de las provincias.
Sí, urge reformar el sistema de pensiones, para hacerlo más justo y viable, compatibilizando
el bienestar de nuestros mayores con la necesidad de que la factura de las pensiones no
ahogue la economía, y otro tanto cabe decir de la sanidad. En este empeño, introducir un
esquema de transición a sistemas de pensiones mixtos público-privados, como el sueco, en el
que una parte importante de las cotizaciones sociales de los trabajadores queda guardada en
una hucha de su propiedad, cuyo contenido disfrutan al retirarse, parece muy conveniente
para dar seguridad jurídica, sostenibilidad y transparencia al sistema.
Pero a la larga, sin muchos más nacimientos, tanto las pensiones como la economía en
general, y otras cosas menos no menos importantes, estarán muy condicionadas por el
mismo mal que sufren esos pueblos en los que sólo van quedando, poco a poco, los ancianos,
hasta que se apaga la luz de la vida en el último que quedaba. Ya está pasando en una parte
creciente de España, en vías de convertirse en un erial demográfico. Con 1,28 hijos por
española, la próxima generación de compatriotas será un 39% menos numerosa que la
actual, ya mucho menos poblada que la anterior. La siguiente a la próxima, un 63% menor, y
así hasta sucesivamente. Como pueblo, sin más bebés, estamos inmersos en una auténtica
espiral de la muerte, lenta pero inexorable.
O nuestra sociedad y sus élites reconocen que nuestro déficit de natalidad con relación a los
niveles necesarios para el reemplazo de la población nos lleva a muy mal puerto, entienden
bien las causas del problema y se afanan en definir y poner en marcha soluciones, o nuestro
problema demográfico se agravará más y más. Por mucho que reformemos el sistema de
pensiones, como el recurso económico más valioso es el elemento humano, si éste tiende a
menguar y envejecer continuamente, España está abocada a tiempos muy grises y pensiones
cada vez más precarias, por más que, temporalmente, la inmigración –si es que la podemos
atraer– pueda paliar algo el problema de fondo. La muy envejecida Alemania y otros países
europeos serios así lo han entendido, y llevan años tomando medidas para fomentar la
natalidad. Parecen haber errado al diagnosticar por qué la gente no quiere tener apenas
hijos, probablemente por condicionantes políticos, pues los resultados logrados con las
medidas adoptadas no son esperanzadores.
Pero al menos han dado el primer paso para solucionar un problema de envergadura:
reconocer que se tiene (¿recuerdan cuando nuestros gobernantes negaban que padeciésemos
una grave crisis económica?). En España, ni eso. Así nos va. Sólo discutimos cómo repartir
mejor la precariedad presente y futura en materia de pensiones, algo necesario en todo caso,
pero no cómo poner coto a nuestro empobrecimiento demográfico por falta de savia joven,
garantía de pensiones escasas y otras muchas escaseces. Donde hay poco, poco se puede
sacar.
«Es más triste una sociedad envejecida»‘ Nunca antes la
Humanidad se había enfrentado a una sociedad tan envejecida’
Alejandro Macarrón Larumbe
"Hay que recuperar las ganas de tener hijos", proclama Alejandro Macarrón que alerta del
"peligroso" envejecimiento que ha sufrido España en los últimos 30 años. Macarrón dibuja
en El suicidio demográfico de España el panorama desolador de una sociedad que se asoma
al precipicio de una decrepitud no sólo económica. "Vamos a perder el bienestar afectivo que
suponía tener parientes", avisa con crudeza este consultor de estrategia empresarial
dispuesto a convencer a los españoles de que los niños no son sólo "maravillosos", sino que
además "compensa tenerlos".
-Es que no es muy fácil hoy en día ser padre y mucho menos madre.
-No tenemos niños porque los políticos no inculcan valores para tenerlos ni redactan leyes
que faciliten la maternidad. Este es un problema social, no individual, y hay gente que se
incomoda cuando se le dice que hay que ser padres. Las ideas de maternidad, hijos y hogar
se han convertido en valores denostados en favor del ansia de éxito y poder. Hay un déficit
catastrófico de natalidad que nos ha hecho entrar en una espiral de la muerte.
-Le noto un tanto catastrofista.
-En absoluto. Cada vez hay en España menos mujeres en edad de procrear. Por cada dos
niños que nacen haría falta uno más para recuperar nuestra demografía. Hemos perdido un
tercio de los jóvenes que teníamos hace 15 años.
¿Es el declive demográfico igual en todas las regiones de España?
-No. Galicia, Asturias, Castilla y León y el País Vasco son las zonas de España que más han
envejecido. Únicamente ganaron algo de población residente Andalucía, Madrid, la
Comunidad Valenciana, Murcia, Canarias y Baleares.
-¿Cómo es posible que en el rico País Vasco se haya producido el mayor deterioro
demográfico de España?
-Las escuálidas tasas de fecundidad no responden únicamente a cuestiones económicas.
Andalucía, por ejemplo, mantiene los niveles de fecundidad a pesar de ser una de las
comunidades autónomas más pobres de España. Canarias era de las más fecundas y ahora es
de las menos fecundas. Para frenar esta caída demográfica es fundamental que te apetezca
tener hijos y que se produzca un contagio de valores.
-¿De qué valores habla?
-El valor de la familia. Nos estamos jugando nuestro futuro. La natalidad sólo repuntará si
la sociedad se asusta del negro futuro previsible y reacciona para que quienes pueden tener
hijos recuperen el sentimiento de que los niños son maravillosos y compensa tenerlos. ¡Los
españoles tienen ahora menos hijos que a finales del siglo XVIII!
-Tampoco Alemania, el país más rico de Europa, se caracteriza por la juventud de su
población.
-Alemania, Italia y España son los países más envejecidos de Europa. Lo que sucede en
Alemania, es que su economía está muy volcada en el exterior y tiene una gran afluencia de
inmigrantes. Este problema es también gravísimo en Rusia y en los países del Este de
Europa que sufren una verdadera hemorragia demográfica por la inmigración a Occidente.
Francia se salva porque siempre fue un país muy natalista. España se está convirtiendo en
un país decrépito en el que no sólo peligran las pensiones, sino los demás fundamentos del
bienestar y la prosperidad de la sociedad.
-¿Qué otros fundamentos están en peligro?
-Habrá dolorosísimas consecuencias económicas al bajar el consumo y la inversión. Se
depreciará el valor de las propiedades inmobiliarias, aumentará el gasto farmacéutico, no
habrá emprendedores y se acabará con el bienestar afectivo al desaparecer los hermanos, los
primos, los nietos y los sobrinos.
La demografía en Extremadura
Extremadura perdió población en 2011 por vez primera en los
últimos 10 años
La región tiene 200 habitantes menos sobre todo al impacto que la crisis ha tenido sobre la
inmigración. Los nacimientos, que caen a niveles del 2002, y la mayor esperanza de vida
tampoco compensan las defunciones
A. FERNANDEZ 17/01/2012
El 2011 deja un saldo negativo para Extremadura desde el punto de vista demográfico. La
comunidad autónoma ha perdido población durante el último año, algo que no había
ocurrido durante la última década. La confluencia de varios factores (descenso de la
natalidad, alta mortalidad, aumento de la emigración y parón de la llegada de inmigrantes)
aparecen como principales elementos explicativos de esta nueva situación.
Desde que en el 2002 el Instituto Nacional de Estadística (INE) comenzó a realizar
estimaciones anuales sobre el número de personas residentes en España, Extremadura
siempre había mostrado un comportamiento positivo. De esta forma, el número de
habitantes ha ido aumentando año tras año, pasando de poco más de 1.050.000 extremeños a
comienzos de este siglo a 1.083.200 a principios del 2011. Sin embargo, ese crecimiento -pequeño, lento y continuado-- se ha truncado en los últimos meses.
El INE informó ayer de que, a 1 de enero de 2012, la población de Extremadura era de
1.083.067 personas. Esto supone casi 200 residentes menos que un año antes. Es un
descenso muy leve pero que, además de romper la tendencia positiva de la última década,
contrasta con la evolución general del país, que ha ganado habitantes pese la delicada
situación de la economía nacional. En total, de las 17 comunidades autónomas, siete
presentan un balance demográfico negativo durante el último año. Por contra, Canarias,
Murcia y Baleares son las que han registrado mayor incremento de ciudadanos en sus
territorios. No obstante, hay que matizar que tanto los crecimientos como los descensos son
muy suaves, por debajo del 1% porcentual, en ambos sentidos.
Expertos en demografía como el catedrático de Geografía Humana de la Universidad de
Extremadura José Luis Gurría apuntan al cambio de modelo migratorio, a raíz de la crisis,
como factor clave. Así, si durante la última década España ha sido un país perceptor de
inmigrantes, en el 2011 fueron más los ciudadanos que salieron hacia el extranjero que los
que llegaron desde otros puntos del planeta.
También Extremadura ha sufrido, en parte, ese cambio. Durante el último año, 14.796
extremeños se marcharon de la región con destino a otras comunidades autónomas,
mientras que llegaron 14.186 desde otros puntos del país. No es el primer año que se
produce ese balance negativo, pero el descenso del número de personas que llegan a la
región procedentes de otros países (3.500 en todo el 2011, principalmente extranjeros) lo
intensifica.
BALANCE NATURAL NEGATIVO: El cambio de paradigma migratorio también explica
la evolución del movimiento natural de la población (es decir, el balance entre nacimientos y
fallecimientos). Y entre ambos motivan el estancamiento demográfico --"estabilización", lo
califica Gurría-- y estas leves pérdidas de población. En este sentido, el número de partos en
Extremadura no llegó a 9.900 durante el 2011, situándose en niveles desconocidos desde
principios de este siglo. Durante la última década se había registrado un aumento de la
natalidad, "como consecuencia de la inmigración de jóvenes extranjeros, con una mentalidad
más natalista", explica el profesor Gurría. Pero ahora, "la crisis económica ha frenado esta
inmigración, invirtiendo el fenómeno, lo que enseguida se ha dejado sentir en el
comportamiento natalista. De nuevo, en los dos últimos años, desciende la fecundidad y la
natalidad, que junto a la emigración, ocasionan estas ligeras pérdidas de población", señala.
El descenso de los nacimientos se convierte así en un elemento demográfico clave, porque
su número vuelve a ser inferior al de los fallecimientos. Así, durante el 2011 perecieron
10.600 residentes en la región. Esta cifra de defunciones es ligeramente más baja que en
años anteriores; es decir, mueren menos personas y se alarga la esperanza de vida en la
comunidad autónoma. En este sentido, los extremeños viven hoy en torno a dos años más
de media que hace una década, merced sobre todo a los avances sanitarios.
Todo ello contribuye a lo que el catedrático de la Uex califica como "progresiva inversión
de la pirámide" de población; es decir, "la reducción de las generaciones más jóvenes y el
incremento del envejecimiento, característica, no obstante, de los países occidentales más
desarrollados".
Extremadura cada vez más vieja
ANTONIO ARMERO
Sólo 25 de los 387 municipios de la región suman más vecinos menores de 16 años que
mayores de 65
En las calles de los pueblos extremeños, cada vez es más difícil ver a críos corriendo o a
pandillas de chavales jugando, y más sencillo cruzarse con grupos de jubilados. Esta
realidad la conocen de primera mano quienes viven en municipios pequeños, y la acaba de
constatar el INE (Instituto Nacional de Estadística). Según su último censo de población, la
comunidad autónoma tiene ya más personas mayores de 65 años que menores de edad, algo
que no sucedía en el anterior censo de población y vivienda, referido al año 2001.
En concreto, la región suma ahora 194.600 habitantes de entre 0 y 17 años y 212.483 que
tienen 65 años o más. El primer grupo supone el 17,6 por ciento de la población total de
Extremadura (1,1 millón de habitantes), mientras que el segundo representa el 19,2 por
ciento. Aunque por un margen estrecho, aún no se ha producido ese vuelco a escala
nacional, ya que quienes aún no tienen la mayoría son el 17,8 por ciento de la población y
los que han superado la edad de jubilación representan el 17,3%.
La región suma ahora 194.600 habitantes de entre 0 y 17 años y 212.483 que tienen 65 años
o más
En el censo anterior, el del año 2001, los menores suponían en la comunidad autónoma el
20,3 por ciento de la población, o sea, casi tres puntos más que ahora, mientras que el
porcentaje de mayores era del 19,1, casi idéntico al actual.
Esto significa que quienes tienen 65 años o más pesan sobre el total de la población lo
mismo que hace diez años, pero no sucede lo mismo con los jóvenes, que han perdido
relevancia en la pirámide de población regional.
Estos números demuestran que el envejecimiento sigue su curso en Extremadura. «Ese
proceso crece año a año desde hace tiempo», certifica Antonio Pérez, profesor de Geografía
de la Universidad de Extremadura (Uex) y autor de varias publicaciones que analizan la
cuestión demográfica desde diferentes perspectivas.
«El proceso de envejecimiento afecta a la región y afecta a España –amplía el experto–, a
escala nacional se matizó hace unos años con el aumento de la inmigración, pero la crisis ha
motivado que reaparezca de nuevo en proporciones similares a los anteriores, y en el caso de
Extremadura, no se matizó con la inmigración porque este tipo de movimiento poblacional
aquí nunca ha tenido un peso significativo».
Tenemos una media de 1,3 hijos por mujer, y el relevo generacional se garantizaría
con 2"
De hecho, no hay ninguna comunidad autónoma donde el colectivo de residentes nacidos en
otro país pese menos sobre el conjunto de la población. La media nacional es de 11,2
extranjeros por cada cien habitantes, mientras que en Extremadura es de 3,5, o sea, tres
veces menos, hasta el punto de que es la tasa más baja del país.
El dato tiene su relevancia a la hora de analizar el fenómeno del envejecimiento. Porque la
llegada de inmigrantes suele llevar aparejado un rejuvenecimiento del territorio en el que se
asientan, dado que el grueso de quienes dan el paso de viajar a otros país y asentarse en él, si
quiera momentáneamente, es gente en edad laboral.
La inmigración
La inmigración es uno de los factores a los que hay que aludir a la hora de intentar buscar
respuestas a la pregunta de por qué aumenta el número de personas mayores y baja el de
jóvenes. Pero hay otras razones, más aún en el caso de Extremadura, una región que en este
capítulo de la realidad social se caracteriza, entre otras cosas, por la relevancia del mundo
rural y la dispersión geográfica.
El futuro demográfico de Extremadura
El crecimiento hasta ahora ha sido del 14,8 % y en futuro será del 2,7%
La población regional apenas crecerá hasta 2020 por el descenso en Cáceres
La provincia de Badajoz aumentará anualmente una media de 1.139 personas y la cacereña
bajará en 816.El tipo de poblamiento del norte, con muchos pueblos pequeños, justifica para
los expertos esa brusca caída.
Población excesivamente envejecida, con pocos nacimientos y una inmigración poco
representativa son las causas de que la población extremeña apenas crecerá (con un 0,30%
es la quinta más baja del país) hasta el 2020, a pesar de que el aumento medio nacional se
sitúa en en ese periodo en el 2,7%, según los datos facilitados ayer por el Instituto Nacional
de Estadística (INE).
Ese ligero aumento español contrasta con el 14,8% en que se incrementó la población desde
principios del siglo XXI hasta ahora, lo que supondría ganar 1,2 millones de habitantes en
la próxima década, para situarse la población total en algo más de 47,2 millones de
españoles censados en el año 2020.
Según el INE, el paulatino descenso de la natalidad tira hacia abajo de la demografía. Ese
viene determinado por la propia estructura de la pirámide poblacional, al estar entrando en
edad fértil generaciones de mujeres menos numerosas, nacidas durante la crisis de natalidad
de los 80 y primeros de los 90.
A su vez, y en caso de mantener la incidencia de la mortalidad de los últimos años, la
esperanza de vida aumentará tanto en varones (en 1,7 años, hasta los 80,1 años), como en
mujeres (en 1,5, hasta los 86,1 años).
Otro aspecto destacado por el INE a nivel nacional es el flujo inmigratorio, que se ha
reducido en dos años más de la mitad. También resalta el hecho de que el envejecimiento de
la población conllevará una reducción en los próximos diez años de casi medio millón de
personas en edad de trabajar, así como que en 2020 casi el 20% de la población serán
mayores de 64 años.
EL CASO EXTREMEÑO Extremadura está entre las regiones que menos crecerá en
población en la próxima década: 3.228 habitantes más a finales del 2019, para una población
total de 1.086.024, lo que supone un incremento del 0,30% (323 habitantes de media anual).
Pero ese crecimiento se logra gracias a que la provincia de Badajoz aumenta un 1,68%, a un
ritmo anual de 1.139 personas, para lograr una población en el 2020 de 688.061 censados.
Por contra, la provincia cacereña cae un 2,01, perdiendo 816 habitantes anuales, para contar
a finales de la próxima década con 397.963 personas.
Pero estos datos estadísticos son en parte cuestionados por el profesor de Geografía
Humana de la Uex Antonio Pérez Díaz, ya que asegura que son meramente orientativos "y
es rarísimo que acierten incluso en periodos tan cortos como 10 o 15 años", dado que no se
valoran en su justa medida variables como la inmigración o la fecundidad.
Este experto justifica el hecho de que Extremadura crezca poco porque su población está
más envejecida que las de otras CCAA, si bien aclara que en situaciones de crisis como las
que vivimos, "Extremadura gana población porque vuelven muchos emigrantes que se han
quedado sin trabajo. Y eso las proyecciones del INE no lo contemplan. En épocas de
bonanza se da el proceso contrario".
DIFERENCIA PROVINCIAL
Pérez justifica el hecho de que la provincia de Badajoz gane algo de población y la de
Cáceres la pierda por el tipo de poblamiento. "En Badajoz hay localidades más grandes, que
asientan a la población al territorio; por contra, en Cáceres hay muchos pueblos con menos
de un millar de habitantes, donde su población está envejecida y los jóvenes salen de la
misma para estudiar o trabajar". No obstante, aclara que esa caída demográfica en el norte
se ha frenado por las políticas de desarrollo rural.
Otro hecho destacado por este profesor es que "la reserva de la fecundidad se ha venido
abajo" porque las mujeres extremeñas "se comportan como las de las grandes ciudades".
Este hecho justifica a juicio que la edad media de maternidad esté en los 31 años, "y las
mujeres rurales se casan cada vez menos, lo hacen más tarde y tienen menos hijos o los
paren a edad mas tardía que hace unas décadas".
Por último, Antonio Pérez afirma que la inmigración no es muy representativa en
Extremadura, salvo en las vegas del Tiétar, "aunque muchos se van moviendo a la vendimia
o a recoger aceitunas, o incluso fuera de la región".
COMPETENCIAS QUE SE TRABAJAN
Competencias específicas
Competencia espacial
 Conocer los principales rasgos demográficos del mundo en que
vivimos.
 Regionalizar el mundo atendiendo a diversos indicadores: por la
natalidad, por la mortalidad, por el crecimiento natural.
Pensamiento social
 Describir la evolución de la población mundial a lo largo de
la historia, distinguiendo diferentes etapas según sus
características.
 Determinar las causas que explican el ritmo de crecimiento
natural de distintos países.
 Predecir cómo evolucionará la población mundial a corto,
medio y largo plazo a partir de los datos demográficos
actuales.
 Determinar qué aspectos deben tenerse en cuenta cuando
analicemos el régimen demográfico de un lugar.
 Comparar el régimen demográfico de los países
desarrollados y de los países subdesarrollados.
 Determinar los factores que explican la natalidad,
mortalidad y crecimiento vegetativo de un lugar.
 Evaluar los efectos que tendrá su régimen demográfico en
los países desarrollados y en los países subdesarrollados.
 Explicar el pasado, el presente y el futuro de la población
de un lugar.
Competencias generales
Comunicación lingüística
 Usar vocabulario específico relacionado la demografía.
 Buscar las ideas básicas de un tema e interpretar y organizar la
información.
 Elaborar respuestas escritas.
 Poner ejemplos reales de los conceptos e ideas tratados en el
tema.
Aprender a aprender
 Hacer un resumen.
Tratamiento de la información y competencia digital

Leer noticias de prensa.
Competencia social y ciudadana
 Reflexión crítica sobre dos problemas demográficos actuales: la
superpoblación de los países subdesarrollados y el
envejecimiento de los países desarrollados.
Fecha de entrega : 20/22 de mayo de 2015
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