JOSE PAREDES ROS Psicólogo Escuelas Infantiles Comunidad Autónoma de Murcia. España. e-mail: paredes24@terra.es Signos de alerta para identificar a un niño autista en el aula. Lo que a continuación se va a exponer es el resultado de cinco años de observación de niños con un Trastorno Generalizado del Desarrollo del tipo autista , en Centros de Educación Infantil dependientes de la Consejería de Educación y Universidades de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (España), que escolariza a niños de edades comprendidas entre 0-3 años. Durante los últimos cursos hemos tenido la oportunidad de trabajar con niños que presentaban autismo, algunos se detectaron en nuestro centro, otros venían con un diagnostico pendiente de confirmación, todos ellos fueron finalmente clasificados dentro del espectro autista. El objetivo de este trabajo consiste en extraer lo que hay de esencial y común en las diversas formas de ser de cada uno de los niños. Con todo ello pretendemos mostrar cuales han sido aquellas conductas especialmente relevantes, y que nos puedan ayuda a saber, que posiblemente estemos ante un niño con un trastorno autista. Pedro, Pablo, Alicia, Eloy, Antonio, Luis y José son el protagonista de nuestra historia, todos ellos tenían o tienen 3 o menos años y de casi todos ellos podemos decir lo siguiente: 1. En la entrevista inicial los padres no observaron nada anormal hasta que el niño no cumplió año y medio o más. Algunos padres comentaban, “entonces le paso eso”; tenían la impresión de que el niño había dado un paso atrás. Si había aparecido alguna palabra ésta desaparecía y cualquier intento de comunicación se había cortocircuitado. Los padres sienten que algo va mal y empiezan a buscar ayuda. 2. En todos los casos hay algún antecedente médico que les afecta a ellos o algún familiar directo: padres disléxicos, hidrocefalias leves, problemas prenatales y perinatales, primos sordos etc. La mayoría de los casos habían recibido el alta en Neuropediatria o las pruebas que se les habían efectuado daban resultados poco significativos. Su aspecto es totalmente normal. 3. Todos ellos manifestaban conductas repetitivas como: insistencia por llevar un muñeco de plástico en las manos para retorcerlo, morderse las manos o el brazo, aletear, chasquear los labios, golpear repetidamente un objeto con el dedo índice o mirarse las manos. 4. No saben jugar con los juguetes del aula: un coche, un teléfono, un peine o un vaso son utilizados de forma semejante. Los hacen girar o bien los golpean de forma repetida y estereotipada, a otros les gustaban palpar los bordes de los objetos con la palma de la mano. Ninguno de ellos utiliza el coche para hacerlo rodar, el peine para peinar un muñeco, o un teléfono para llamar, salvo que se le enseñe explícitamente de forma intensiva. 5. Tienen enormes dificultades para comunicarse: nunca piden nada señalando con el dedo. Cuando quieren algo lloran o se enrabietan , lo que obliga al adulto a tener que realizar la difícil de interpretar ese llanto. Otras veces, en el mejor de los casos te cogen del brazo y te llevan hacía el objeto deseado. No existe esa mirada alternante hacia el objeto que quiere y después al adulto con el fin de decirnos que es lo que desea. La mayoría de nuestros niños no dijeron ni una palabra ante de los tres años, en algún caso apareció una o dos palabras o hacía frases ecolálicas- repetían de forma exactamente igual lo que el adulto decía, imitando el mismo tono de voz y entonación de la frase-. 6. No comprenden lo que se les dice, les cuesta mucho seguir un orden simple y actúan como si no te oyeran. De hecho al principio siempre hay sospechas de que pudiera ser sordo, pero posteriormente se descara esta posibilidad. 7. Todos ellos reconocían a sus padres y se mostraban contentos e interesados cuando éstos aparecían en el aula, ahora bien la forma de expresarlo siempre resultaba muy sutil. Había que enseñar a los padres a interpretar la forma de expresión de su hijo. 8. Aunque en un principio algunos podían ser reticentes a ser tocados, a los pocos días de estar con nosotros, eran niños a los que les gustaba que se les hiciera cosquillas y acariciara. Eso sí, esta actividad era de una duración limitada y a los pocos minutos, ellos decidían que por el momento ya bastaba y que querían seguir con otra cosa. A todos les encantaba este tipo de actividades, sin embargo ninguno te lo pedía por la dificultad que tienen en comunicarse. Sólo cuando veían que te acercabas con la intención de acariciarlos, mostraban signos de anticipación sabiendo lo que a continuación iba a ocurrir. 9. En todos los casos nos encontramos con rabietas en las que era difícil interpretar el motivo, de hecho la mayoría de las veces lo desconocíamos. Lo que si observamos, con el paso del tiempo, es que cada vez era mas fácil entender a que se debían ciertas rabietas, bien porque conocíamos mejor a los niños o porque estos lloraban cada vez más por motivos claramente identificables: no querer salir al patio, no querer dormir, etc. Las rabietas de un niño autista son difíciles de consolar y a veces tenemos que contentarnos con inmovilizarlo, con el fin de que no se autolesionen y esperar a que ésta se le pase. 10. En el juego libre dentro del aula hemos encontrado tres formas de actuar: a.- La de aquellos que se dirigían de un punto a otro del aula sin una meta, dando pequeñas carreras o caminando en círculo. b.- En otros casos se sentaban en un rincón del aula con la mirada perdida o absorto en sus estereotipias. c.-Los que se dirigían de un objeto a otro, atraídos por la novedad de estos o por determinadas peculiaridades físicas de los mismos. En todos los casos el sentido de su actividad no estaba definido y eran los estímulos exteriores lo que lo llevaba de un lado para otro, de hecho, un signo de evolución fue cuando ellos empezaban a mostrar algún tipo de meta interna. Por ejemplo: tengo hambre luego quiero ir al comedor, quiero salir al patio a jugar en el tobogán, o quiero ir hacia aquel cajón para ver lo que hay en su interior. 11. Son niños que aunque es difícil tener con ellos un contacto ocular normalizado, son capaces de mirarte a los ojos, cada vez mayor numero de veces y más tiempo, e incluso responden con sonrisas cuando el adulto les sonríe. Lo que nunca haces es querer compartir contigo la atención hacia algo relevante, por ejemplo, un pájaro que se para en la ventana del aula. No dan ni muestran objetos. Nunca te enseñan los zapatos que estrenan ese día, so si han traído un juguete de casa. 12. Son capaces de establecer algún vínculo afectivo con su educador o terapeuta, pero ninguno de los niños que estuvieron con nosotros lograron relacionarse con sus compañeros de la forma adecuada. No imitan al resto de niños. 13. Todos ellos han sabido adaptarse a las rutinas y hábitos de la escuela, las siguen si las directrices están claras. La mitad de ellos han sido capaces de controlas esfínteres y de ser autónomos en la alimentación. Aunque el objetivo de este articulo es señalar cuales han sido aquellas conductas que tienen en común cada uno de los niños que ha estado con nosotros, podemos afirmar que tantas cosas hay que tienen en común como tantas otras que lo diferencian y además podríamos hacer una lista mucho más extensa de aquello que a cada uno lo particulariza REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. BARON-COHEN,S. (1991). The development of a theory of mind in autism: Deviance and delay?. The Psychiatric Clinic of North America, 14, 33-51. BARON-COHEN, S. LESLIE, A. M., Y FRITH, U. (1985). Does the autistic child have a « theory of mind » ? Cognition, 21, 37-46. FRITH, U. (1989). Autism. Explaining the enigma. Oxford: Blackwell. JARROLD,C. (1997). El juego de ficción en el autismo: explicaciones ejecutivas. “El autismo como trastorno de la función ejecutiva.” Editorial Médica Panamericana, S.A. JARROLD,C. BOUCHER,J., SMITH, P.K (1993). Symbolic play in autism: A review. 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