Untitled - Archivo General de la Nación

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Boletín del Archivo General de la Nación
7a época, año 4, núm. 15, enero-marzo, 2013
Boletín del Archivo General de la Nación
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Tabla de contenido
GALERÍAS DE LA HISTORIA
En busca de una sede propia.
El Museo Nacional y la ciudad de México,
1825-1836
Rodrigo Vega y Ortega Báez
11
37
La homogeneización cultural como acción civilizadora:
los centros de educación indígena durante el cardenismo
(1936-1940)
Lara Semboloni
Los criptosistemas oficiales de la Legación Mexicana
en Washington, 1824-1826
Roberto R. Narváez
73
PORTALES DE LA ARCHIVÍSTICA
La valoración documental y los documentos
de archivo digitales
Alicia Barnard Amozorrutia
103
Reconocimiento, preservación y pérdida del valor jurídico
del documento de archivo electrónico
Martha Alicia Ávila Maravilla
121
El concepto de documento de archivo en entornos experienciales,
interactivos y dinámicos: ensayo de discusión
Luciana Duranti
Traducción: Alejandro Delgado Gómez
131
RESEÑAS
Archivos electrónicos, textos y contextos
De: Aída Luz Mendoza Navarro et al.
Por: Georgina Maldonado
161
Espejismo y realidad: Maximiliano y El Diario del Imperio
De: Luz María Hernández Sáenz
Por: Carlos de Jesús Becerril Hernández
165
DOCUMENTOS DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Imagen de portada
Paris. Avenue de la Grande-Armée
María Inés Ortiz Caballero
171
Un fondo judicial como fuente para el estudio sociocultural
de la ciudad de México: el Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal (1900 – 1947)
Mariana Jiménez Muciño
175
Entrevista con Roberto Beristáin, archivista emérito.
Marco Antonio Silva Martínez
189
Normas para la entrega de originales
204
GALERÍAS
DE LA HISTORIA
EN BUSCA DE UNA SEDE PROPIA.
EL MUSEO NACIONAL Y LA CIUDAD DE MÉXICO, 1825-1836 *
Rodrigo Vega y Ortega Báez**
Resumen
El estancamiento constructivo de la ciudad de México en las primeras
décadas de vida independiente se vio reflejado en los espacios
urbanos que ocuparon los establecimientos científicos creados a
partir de 1821, como el Museo Nacional. Esta institución tuvo una
constante actividad científica durante la primera mitad del siglo XIX, a
pesar de que careció de un inmueble propio, pues lo compartió con
la Nacional y Pontificia Universidad de México. Esta situación reunió
a dos instituciones en un mismo edificio y ocasionó una mala relación
entre ambas, al provocar la lucha por el recinto, especialmente entre
1825 y 1836. Por ello, los distintos gobiernos nacionales estudiaron
la viabilidad de algunos proyectos urbanos que tuvieron como
propósito dotar al Museo de una sede propia. Éstos se basaron en
la reutilización y adaptación de amplios edificios coloniales, pues
el Estado carecía de los recursos suficientes para construir nuevos
inmuebles. A pesar de los esfuerzos gubernamentales, el Museo
Nacional se mantuvo en el recinto universitario hasta 1866, cuando
se trasladó a la ex Casa de Moneda.
Palabras clave: museo, ciudad, ciencia.
Abstract
The stagnation in physical building in Mexico City in the early decades of independence was reflected in the urban spaces occupied
* Esta investigación forma parte del proyecto PAPIIT IN 303810: “Naturaleza y territorio en
la ciencia mexicana (1768-1914)”, Instituto de Geografía-UNAM, responsable: doctora Luz
Fernanda Azuela, 2010-2012.
** UNAM.
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11
by scientific establishments created from 1821 on, such as the National Museum. This institution had a constant scientific activity
during the first half of the nineteenth Century, although it lacked a
building itself, sharing it with the National and Pontifical University
of Mexico. This brought together two institutions in one building
and caused a poor relationship between them, especially between
1825 and 1836. Thus, the various national governments studied the
viability of some urban projects aimed to provide the Museum its
own headquarters. These were based on the reuse and adaptation
of large colonial buildings, because the state lacked the resources to
build new facilities. Despite government efforts, the National Museum remained on that building until 1866, when it moved to the
former Casa de Moneda.
Key words: museum, city, science.
Introducción
Los museos a lo largo de los siglos XVII al XIX fueron instituciones urbanas
donde se practicaron las ciencias, especialmente la historia natural, como
es evidente en la erección de las primeras colecciones en la Universidad de
Basilea (1671) y la Universidad de Oxford (1683). Muchos de ellos estuvieron
vinculados con la bonanza y decadencia de las ciudades universitarias en
que se fundaron en cuanto al desarrollo de sus actividades y tamaño de
las sedes que ocuparon. En efecto, cuando una ciudad, muchas veces la
capital nacional, se hallaba en crecimiento económico, espacial, educativo
y demográfico surgían instituciones científicas con edificios propios,
ya fueran observatorios, escuelas de instrucción superior, zoológicos,
laboratorios o museos. Sin embargo, cuando la misma ciudad pasaba por un
estancamiento en estos rubros, la creación de establecimientos científicos
recurría a la reutilización de inmuebles previamente construidos para otros
fines. En este sentido, el recinto universitario en que se alojó el Museo
Nacional de México (MNM) fue erigido bajo esta última situación, cuando
la regla fue la apropiación de edificios antiguamente pertenecientes al clero
por parte del Estado mexicano.
En los estudios históricos acerca del Museo Nacional se ha señalado
reiteradamente que entre 1825 y 1867 esta institución tuvo una endeble
12
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estructura institucional y deficiente organización; fue poco valorada
por los gobiernos nacionales; se caracterizó por la escasa concentración
de colecciones, por lo que poseyó un reducido acervo expuesto en una
diminuta sala de la Nacional y Pontificia Universidad de México (NPUM); y
que prácticamente fue un establecimiento desconocido entre los mexicanos.1
Esta interpretación histórica omite que la creación de un acervo basado
en colecciones de objetos históricos y naturales se asienta en la valoración de
aquello que debe ser resguardado, no sólo desde criterios académicos, pues
actores determinantes de la remisión de objetos son las élites que participan
activamente en la consideración de lo que es bello, único, peculiar, útil e
interesante.2 La relevancia de estudiar al Museo Nacional en la primera
década de existencia se encuentra en que ha sido un lapso poco conocido,
especialmente en el debate acerca de la necesidad de que contara con un
inmueble propio, lo que se concretó hasta el Segundo Imperio.3
Bajo este panorama, la historia de las ciencias requiere vincularse
con las investigaciones desarrolladas por los historiadores urbanos para
que a la luz de esta unión temática se profundice en la relación sobre los
diversos edificios que los establecimientos científicos han ocupado y cómo
ello influyó en el desarrollo institucional. Por tanto, esta investigación
se propone analizar la vida del MNM en la primera década de existencia
con respecto a la situación urbana de la capital mexicana, especialmente
en cuanto a la primera sede dentro del edificio de la NPUM, junto con los
distintos proyectos presentados al gobierno nacional para trasladar las
colecciones museísticas a un inmueble propio.
Por tanto, la investigación inicia en los primeros meses del Imperio
Mexicano cuando se proyectó la erección de un “Museo Mexicano” de
carácter público que resguardara los “tesoros” de la nueva nación. Esto
se hizo realidad hasta la presidencia de Guadalupe Victoria, quien ordenó
su creación el 18 de marzo de 1825 dentro de un aula de la NPUM. Este
establecimiento museístico estuvo constituido por las secciones de Anti-
1 Sobre este punto véase Morales, Orígenes; Rico, “Colecciones”, pp. 297-324; y Saldaña y
Cuevas, “La invención”, pp. 185-217.
2 Véase Azuela y Vega y Ortega, “Ciencia”, pp. 1-34.
3 Véase Vega y Ortega, 2011, “Viajeros”, pp. 185-224.
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güedades, Historia e Historia natural, como casi todos sus pares de la
primera mitad del siglo XIX.4 Asimismo, desde dicho año el MNM formó
parte substancial del equipamiento5 cultural de la ciudad de México y, por
ende, unió su destino a ésta.
El MNM tuvo dos conservadores de importancia en la primera década de
vida. Éstos fueron el doctor Isidro Ignacio de Icaza (1783-1834), quien lo
dirigió entre 1825 y 1834; y el bachiller Isidro Rafael Gondra (1788-1861),
quien lo administró en los años 1835-1852. Ambos encargados estuvieron
interesados en que esta institución recibiera a numerosos visitantes en las
mejores condiciones espaciales, muchos de ellos habitantes de la ciudad de
México. Para ello, ambos contribuyeron en la búsqueda de una sede propia,
ya que consideraban al museo como parte fundamental de la cultura urbana.
Asimismo, el MNM se creó a la par que otros museos de América Latina
en las inmediaciones de las capitales nacionales y dentro de edificios
coloniales, como el Museo de Río de Janeiro (1818) en el Campo de Santa
Anna; el Museo Público de Buenos Aires asentado en el ex convento de
Santo Domingo (1823); el Museo Nacional de Colombia (1823) alojado en
la antigua casa de la extinta Real Expedición Botánica de Nueva Granada;
y la inauguración del Museo Nacional de Perú (1826) en las oficinas del
Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores dentro de la capilla de
la ex Inquisición. La vida pública de dichos museos se vinculó desde su
fundación con la dinámica de las ciudades que los acogieron, especialmente
con los problemas de falta de recursos económicos y materiales para asignar
una sede propia.
Así, no es casual la fundación de museos en las capitales de las nuevas
naciones si se tiene en cuenta que fueron instituciones consideradas como
fundamentales para delinear los nuevos Estados que surgieron a lo largo del
siglo XIX tanto en América como en Europa. Éstos fueron valorados como
medios culturales para dotar de personalidad a la nación, a la vez que dar
legitimidad a las nuevas autoridades. Para ello, en cada museo se abrieron
secciones de Historia natural, Arqueología e Historia donde se expusieron
4 Rico, Exhibir, p. 91.
5 El término “equipamiento urbano” se refiere al conjunto de edificaciones y espacios,
predominantemente de uso público, en los que se llevan a cabo actividades complementarias
a las de habitación y trabajo, a la vez que se proporcionan a la población urbana servicios de
bienestar social, educación, entretenimiento, investigación, salud e intercambio económico.
14
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a la vista del público objetos “indispensables para la identificación de
comunidades entre sí y para el fomento de la integración nacional”.6
En el MNM, como en sus pares latinoamericanos, se dieron los primeros
pasos para que la actividad científica fuera de tinte público y nacional,
pues la investigación de la flora y fauna, junto con el pasado nacional, “se
convertía en una pieza maestra de la construcción del pasado común”.7 Esto
se llevó a cabo con la participación de la élite culta que tuvo el apoyo de los
gobiernos federal y local para conseguir un inmueble en que se acopiaran,
valoraran, estudiaran y exhibieran numerosos objetos. De esto se hablará
en las siguientes páginas.
La ciudad de México en los años 1821-1840
El periodo de estudio se enmarca en los proyectos urbanos de tinte
ilustrado que se desarrollaron en la ciudad de México entre 1788 y 1840, en
los cuales el factor común fue la transformación de la capital en términos de
mejorar la higiene, hacer eficiente la administración, erigir nuevas plazas y
monumentos, mejorar la seguridad, abrir nuevos espacios públicos y fundar
instituciones que fomentaran la instrucción de los habitantes.8 Como sostén
de estas iniciativas, algunos de los intelectuales de la época confiaron en que
las ciencias eran indispensables para su éxito como se verá a continuación.
La preeminencia política, administrativa, económica y religiosa que la
ciudad de México había gozado bajo el régimen colonial fue ratificada el
18 de noviembre de 1824 cuando el Congreso aprobó el decreto sobre la
residencia de los Supremos Poderes de la Federación en ésta.9 Así, además
de ser la capital de la nueva nación, ésta contaba con una larga tradición de
ser el foco del lustre académico y cabeza de la naciente industria. También
en sus inmediaciones residía la élite política, económica e intelectual que
manejaría los destinos nacionales para hacer óptimo el aumento de la
riqueza y el desarrollo social del país. De igual manera, la capital mexicana
había sido durante casi tres siglos la ciudad más populosa y de mayor
6 Rico, Exhibir, p. 37.
7 González, Civilidad, p. 253.
8 Hernández Franyuti, “Ideología”, p. 125.
9 Hernández Franyuti, El Distrito, p. 42.
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15
extensión urbana, la que sumaba los mayores recursos materiales, humanos
y económicos, además del polo de la alta cultura literaria, científica y artística.
La positiva situación que esta ciudad había gozado al final del siglo XVIII,
no transcurrió en el mismo tono en las primeras décadas de vida soberana,
particularmente entre 1821 y 1840, pues sufrió un periodo de estancamiento
constructivo manifestado en la escasa edificación de nuevos inmuebles en
el perímetro de la ciudad, en gran parte debido a dos razones: el precario
estado del erario nacional y del Ayuntamiento; y el empobrecimiento de la
oligarquía que no contó con los recursos para construir nuevos edificios. A
pesar de este escenario, la población aumentó en estas décadas de 160,000
a 200,000 habitantes.10 En efecto, la ciudad de origen colonial se conservó
con ligeras variantes hasta el inicio de la segunda mitad del siglo XIX como
lo demuestra una comparación entre el plano de Diego García Conde de
1790 y el de Juan Nepomuceno Almonte realizado en 1853, pues los límites
de la ciudad son prácticamente los mismos y revela el hacinamiento que
padecía la población.11
Aunque el Ayuntamiento apenas contaba con los recursos para ir
paliando desperfectos y resolver las necesidades más apremiantes de la
ciudad, no por ello la vida cultural decayó, pues la utilización de antiguos
edificios para nuevos propósitos fue la solución práctica.12 Esta paralización
espacial de la capital duró hasta la década de 1870, cuando el Estado, las
instancias municipales y la sociedad en general, tuvieron el dinero necesario
para transformarla físicamente y ampliar el perímetro.
En esta situación la pujante élite intelectual de la ciudad de México
fue colaboradora en los asuntos político-administrativos de orden local
y nacional, a través de los cuales logró influir en las decisiones de los
poderes federales para erigir las instituciones culturales que anhelaban con
el objetivo de echar a andar el progreso material de la nación. En efecto,
en pos de éste varias voces manifestaron gran interés por fomentar los
establecimientos científicos de cuño colonial (Colegio de Minería, Hospital
de San Andrés, Nacional y Pontificia Universidad de México, Jardín
Botánico y Academia de San Carlos) que continuaron activos después de
10 Gortari, “Un modelo”, p. 43.
11 Morales, “La expansión”, p. 190.
12 Ribera, “Plazas”, p. 27.
16
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1821, y se mantuvieron en la misma sede, además de aquellas instituciones
de reciente creación (Museo Nacional). Lo anterior se debió a que en todos
estos espacios científicos era factible acopiar datos sobre la riqueza natural
del país; agrupar a los “sabios” nacionales; comparar el desarrollo de países
extranjeros con México; y exhibir públicamente objetos representativos de
la diversidad botánica, zoológica y mineral de la república.
Entre aquellos establecimientos de nueva creación estuvieron el Instituto
Nacional de Ciencias, Literatura y Artes inaugurado en 1826, y que a pesar
de su efímera vida convivió con el MNM. Asimismo, el 18 de abril de 1833
se fundó el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INGE) ubicado
en un inmueble colonial cercano al Colegio de Minería y dependiente de la
Secretaría de Relaciones. En este mismo año se abrió la Escuela de Medicina,
independiente de la NPUM, misma que careció de su propia sede hasta 1854
en que se asentó en el edificio de la ex Inquisición. Como se aprecia, las
nuevas instituciones tuvieron que echar mano de los edificios existentes,
pues la ciudad de México no contaba con los recursos para ampliar el
espacio urbano mediante la edificación de nuevas construcciones.
Los establecimientos antes mencionados estaban directamente auspiciados por el Ejecutivo a través de las secretarías, especialmente Relaciones
Interiores y Exteriores. No obstante, el Ayuntamiento y el gobernador del
Distrito Federal los apoyaban periódicamente con dinero o mobiliario. Ésta
fue una de las medidas tendientes a reforzar la voluntad presidencial de
que la ciudad de México “fuera un espacio donde imperaran sus políticas”,
por ejemplo, en el ámbito científico, donde sus designios se imponían a las
medidas del gobierno electo por los capitalinos.13
Uno de los miembros de la élite cultural de la ciudad de México que
expresó los beneficios de robustecer el equipamiento urbano fue Simón
Tadeo Ortiz de Ayala (1755-1833), quien señaló en el Resumen de la estadística
del Imperio Mexicano (1822) y en México considerado como nación independiente
(1832) que desde la época colonial, “ninguna ciudad americana se [honraba]
con tantos y tan sólidos establecimientos científicos”.14 Bajo esta premisa,
la capital nacional debía ser ejemplo urbano para las ciudades regionales por
13 Gortari, “Política”, p. 183.
14 Ortiz de Ayala, Resumen, p. 23.
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17
la variedad de lugares dedicados a la práctica científica y mantener el estatus
de “centro de las ciencias, artes e industrias”. En cuanto al proyecto de
formación de espacios científicos, Ortiz de Ayala recalcó la necesidad de erigir
un Gabinete de Historia natural que retomara las “preciosas” colecciones
mineralógicas del Colegio de Minería. También expuso la necesidad de
edificar un observatorio en el cerro de Chapultepec; y fundar liceos donde
se enseñaran idiomas antiguos y modernos, ciencias naturales y físicomatemáticas, literatura y política.15 Con todo ello se esperaba construir
una urbe burguesa a la manera europea “que estuviera fundamentada en la
razón más que en las costumbres para alcanzar su modernidad”.16
Otro miembro de la élite cultural, el connotado doctor José María
Luis Mora (1794-1850) abordó en la Revista política... (1838) la necesidad
de mejorar la situación del Museo Nacional, pues hacía falta un inmueble
más amplio en donde se exhibieran “producciones minerales preciosísimas,
fósiles enormes bien y conservados de una antigüedad remotísima, aves
vistosas y de bello plumaje en todo género, reptiles, insectos y cuadrúpedos
de todas clases, propios de un país donde se halla multiplicada al infinito
la naturaleza viviente”.17 Todos estos objetos eran susceptibles de atraer
capitales nacionales y extranjeros para explotar científicamente los recursos
naturales.
Las voces de Ortiz de Ayala, Bustamante y otros apuntaban a mantener
la preeminencia de la ciudad de México como capital científica de la nación,
mediante establecimientos educativos que acogieran a las ciencias útiles,
que fomentaran la economía y las condiciones materiales de vida de los
mexicanos.18 Estas ciencias fueron historia natural, geografía, química,
matemáticas, física, farmacia, metalurgia, entre otras. Particularmente las
ciencias naturales tuvieron un lugar destacado en el Museo Nacional, pues se
esperaba que las colecciones de animales, vegetales y minerales despertaran
entre los mexicanos la sed de conocer las riquezas naturales del país.
A pesar de que en la primera mitad del siglo XIX la ciudad de México
tuvo un estancamiento demográfico, espacial y económico que provocó que
15 Ortiz de Ayala, México, p. 320.
16 Hernández Franyuti, “Ideología”, p. 157.
17 Mora, “Mejora”, pp. 219-220.
18 Baldó, “Filosofía”, p. 332.
18
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las nuevas instituciones científicas y culturales se alojaran en inmuebles de
origen colonial, así como que aquéllas creadas en el siglo XVIII continuaran
en el mismo edificio, sin duda los capitalinos de los estratos sociales medio
y alto impulsaron la práctica científica desde distintos frentes, ya fueran
catedráticos, profesionistas, estudiantes, políticos, hombres de letras y
ciencias, junto con el vasto público interesado en su divulgación. En este
sentido, la situación vivida por el MNM dentro del edificio universitario y los
proyectos que intentaron otorgarle un espacio propio estuvieron inscritos
bajo esta dinámica urbana.
La “casa temporal” del Museo Nacional
Como se presentó al inicio de la investigación, desde 1825 el MNM ocupó
una sala del edificio universitario que originó, desde los primeros días
de su llegada, una problemática intromisión del primero en la rutina de
la corporación educativa. Dicha situación se mantuvo hasta la extinción
de la NPUM cuando el emperador Maximiliano decidió reorganizar las
instituciones científicas mexicanas para dotarlas de un nuevo significado
político, especialmente al museo a través de la nueva sede.
En las siguientes páginas se expondrá la necesidad de que el MNM
tuviera un inmueble propio para poner a la vista del público el “repositorio
y escaparate de objetos valiosos”, mediante los cuales la élite y el gobierno
pretendían crear una imagen de la República Mexicana y la sociedad que
la habitaba. Así, este museo, como muchos otros, cumplió “con su misión
política de fomentar un sentimiento patriótico común en el pueblo”.19 En
efecto, uno de los problemas que todo museo enfrenta es albergar nuevos
objetos que llegan paulatinamente, pues la colección crece mientras que
el inmueble puede quedar estático durante mucho tiempo. Esta situación
fue determinante para el MNM en su primera década de existencia, ya que
el edificio universitario no contó con el espacio suficiente para él. Cabe
resaltar que los objetos arribaron al MNM por diferentes vías. Una de ellas
fue la donación que algunos individuos efectuaron, mientras que la venta
de objetos por parte de éstos fue común. También destaca la recolección de
19 Rico, Exhibir, p. 62.
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19
especímenes mediante comisiones y expediciones científicas, a la vez que
hallazgos fortuitos. Además existió la remisión de instancias administrativas
de las regiones y el canje de muestras con otros museos extranjeros.20
Mientras iban llegando los primeros objetos al MNM se esbozó el proyecto
arquitectónico para el acondicionamiento de la sala destinada a albergarlo
y tras un año de actividades, el 17 de abril de 1826, el conservador doctor
Isidro Ignacio Icaza presentó al secretario de Hacienda, Sebastián Camacho,
el recuento de gastos que ascendieron a 3,051 pesos empleados en las
modificaciones estructurales de la “sala temporal”.21 Icaza reconoció que
la situación “provisional” del MNM no era la más favorable, cuya solución
era la posesión de un edificio propio o que al menos fuera compartido con
instituciones del equipamiento científico capitalino.
Hacia el 27 de agosto de 1827, el conservador elevó una petición al
presidente Guadalupe Victoria en la cual propuso que la única sala del
establecimiento se trasladara a tres piezas que se encontraban en el frente
del edificio universitario, dado que la cantidad de objetos ya no cabían en
la “sala provisional”. La propuesta agudizó la incomodidad del claustro
universitario porque la “invasión” museística aumentaba. Además, desde
1825 la universidad temió que el gobierno favorecería al MNM y no a ella,
pues la primera institución había nacido bajo su protección, mientras
que la segunda recordaba al régimen colonial. Al mismo tiempo, la NPUM
estaba consciente de que ante la falta de nuevas edificaciones en toda la
ciudad resultaba imposible que en breve tiempo las colecciones museísticas
abandonaran el edificio. Icaza también era consciente de esta situación y
esperaba que el gobierno nacional lo apoyara para que los objetos exhibidos
recibieran el orden de todo museo “respetable”. Resultaba urgente que
éstos contaran con mayor espacio para su distribución porque se preveía un
acopio mayor en los próximos años y
ya no [cabrían] en la única sala de que [podía] disponer. [Era] del todo necesario
un local más amplio, pero como no [era] posible pensar por ahora en otro
20 Rico, Exhibir, p. 68-69.
21 El conservador presentando la cuenta de la inversión hecha en el Museo Nacional, México,
1835, AGN, GSS, caja 82, expediente 21, ff. 44-46. La ortografía y redacción de las fuentes
consultadas han sido actualizadas.
20
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
edificio, porque ni [resultaba] fácil designarlo ni [se contaba] con los fondos
que [exigía] la translación; el único medio que se presenta [era] el de destinar al
Museo y Gabinete las tres piezas que [ocupaban] el frente de la Universidad. Sus
tamaños y luces las proporcionan al intento, y el gasto de su traslación [sería]
menor que el que [demandaba] el transporte, si el establecimiento hubiera de
mudarse a otra parte.22
Asimismo, el conservador comprendía que la Universidad era una institución
distinta a la que estaba a su cargo y de naturaleza diferente a sus actividades
diarias. En consecuencia, dudó de la facilidad para disponer de los tres
salones que pedía, ya que se utilizaban para impartir cátedras. A su juicio
el problema se podría solucionar al dividir la sala que servía de depósito
mediante una pared y comunicarla con el aula contigua de la derecha cuya
extensión supliría a las del frente.23 Del mismo modo confiaba en que el
rector y los doctores verían con buenos ojos la ampliación del museo, pues
la NPUM era
un cuerpo en que [brillaban] la competencia, la sabiduría y el patriotismo, y [no
rehusaría] el indicado cambio notoriamente ventajoso a la ilustración pública, a
la gloria y mejor servicio de la nación y a la Universidad misma, ya por el lustre
y celebridad que el Museo [daría] a su edificio y para el adorno que [resultaba] a
este del aseo y compostura de sus aulas, quedándole expedito el mismo número
con que [contaba].24
Icaza era consciente de que el gran aliado en todo momento sería el gobierno
nacional, y el único con autoridad suficiente para tomar cualquier decisión
que favoreciera el proyecto de las nuevas salas del MNM, pues al apoyarlo
con el influjo político se lograrían los objetivos mencionados. En este
sentido, el 18 de enero de 1828, el presidente Victoria informó al entonces
rector doctor Manuel Cantú que había resuelto favorecer al conservador
22 El conservador proponiendo que se traslade este establecimiento a las piezas de la
universidad que ocupan el frente, México, 1827, AGN, RE, caja 54, expediente 6, f. 7.
23 Idem.
24 Idem.
25 Ibid., f. 11.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
21
al otorgarle las salas que solicitaba, sin dejar de lado la búsqueda de algún
edificio disponible para el MNM.25
A mediados de febrero del mismo año, el rector respondió al presidente,
a través de Juan José Espinoza de los Monteros, encargado de la Secretaría
de Relaciones, protestando su inconformidad por la decisión tomada, pues
consideró que se debía consultar al “Ilustre Claustro”, y como las vacaciones
estaban próximas, de momento no había podido convocar a la reunión que
esperaría hasta el 27 de noviembre.26 Sin duda, estos meses le brindaron a
la NPUM el tiempo necesario para discutir privadamente el asunto y tratar de
encontrar una solución que le favoreciera.
La comisión universitaria, formada por los doctores Antonio Manuel
Couto, José Francisco Guerra y Joaquín Canales, contestó al gobierno
que era un grave inconveniente el “substraer de su destino” docente
cualquiera de las aulas designadas. Esta comisión alegó que el uso de éstas
era un problema menor frente a la cuestión de fondo: la intromisión de
las colecciones en la vida universitaria y por ello el claustro solicitaba al
presidente Victoria “trasladar el Museo a lugar más proporcionado”. La mala
relación con el MNM se basaba en que el amplio número y clase de visitantes
de ambos sexos que entraban diariamente a “saciar la curiosidad de ver el
Museo” alteraba la vida docente de la comunidad universitaria.27 En efecto,
el público asistente ocasionaba una continua distracción académica entre
los estudiantes y catedráticos, además de interrumpir las lecciones próximas
a la sala donde se exhibían los objetos, pues varios curiosos se introducían
en ellas. Además, había una distracción moral, ya que presentaba la ocasión
a los jóvenes estudiantes de “vistas nada decentes al subir las personas
del otro sexo por las escaleras”.28 La exhibición pública del museo fue un
argumento del cual la NPUM se apropió para defenderse. Al mismo tiempo,
resalta la presencia de mujeres que, en general, los historiadores de la ciencia
mexicana no las contemplan como individuos interesados en la práctica
científica en la primera mitad del siglo XIX.
26 Ibid., f. 12.
27 Ibid., f. 13.
28 Ibid., f. 13v.
22
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Todas estas razones fueron las que la comisión juzgó convenientes
expresar al mandatario, pues creía más importante velar por la instrucción
de la juventud y la integridad de sus costumbres que por las necesidades del
Museo Nacional. Como solución, ésta propuso trasladarlo al Hospital de
Naturales, al Colegio del Espíritu Santo o a algún edificio amplio para que
en él se invirtiera el mismo dinero que demandaba el proyecto de Icaza.29 La
propuesta se encontraba a tono con la reutilización de los espacios urbanos
coloniales para los nuevos fines del periodo independiente, pues lo único
que podía llevarse a cabo era la habilitación de algún inmueble abandonado.
Finalmente, la comisión señaló una cuestión práctica de la petición de Icaza,
pues debía
irse aumentando el Museo de día en día se [hacía] inútil el proyecto del
conservador, pues se necesitarán otras piezas más que [demandarán] nuevos
y excesivos gastos; que si las que ahora se [trataban] de ocupar [harán] falta si
se [aprobase] el nuevo plan de estudios propuesto; que también es de notar las
disputas que no puede menos que suscitarse en lo sucesivo entre la Universidad
y el conservador […] y aunque no [era] de temer que con el actual sucediera,
si con otro que no [tuviera] las relaciones con la Universidad que [tenía] el Sr.
Icaza.30
La NPUM vislumbró claramente el problema que se avecinaba: la lucha por la
apropiación del edificio basado en las escasas construcciones de los nuevos
tiempos. Situación que se prolongó hasta la extinción de la corporación
en tiempos del Segundo Imperio y la mudanza del Museo, por órdenes de
Maximiliano, a la antigua Casa de Moneda (otro espacio colonial reutilizado
en la década de 1860). En efecto, la disputa por el inmueble enmascaró el
desencuentro entre dos espacios con vocación cultural diferente alojadas
bajo un mismo techo. Si bien ambos pertenecían al equipamiento cultural
y eran frecuentados por los capitalinos “cultos”, los desacuerdos internos
obstaculizaban la convivencia.
Otro punto que resaltó la comisión universitaria en su respuesta fue la
relación que mantenía la NPUM con el MNM a través del conservador Icaza,
29 Idem.
30 Ibid., f. 14.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
23
quien durante varios años había formado parte de la comunidad universitaria.
En este sentido, el claustro reconocía que bajo esta circunstancia la riña entre
ambas instituciones no era tan grave, pero que con el siguiente conservador
la situación podría cambiar, tal y como sucedió a partir de 1852 cuando los
siguientes custodios del museo dejaron de ser egresados de la universidad.
El conservador no claudicó en su proyecto, pues el 20 de febrero señaló
que la sugerencia de traslación física del museo a otro edificio, si bien era
benéfica, de momento resultaba inoperable, pues el gobierno nacional no
había destinado otro espacio, ni había designado los fondos necesarios.31
La sala del Museo Nacional quedó tal cual, a pesar de que los objetos
se hallaban “desordenadamente hacinados” y cada día las personas que
entraban a la sala se movían con dificultad entre éstos, “además de no
tener muchos de ellos donde colocarse con la seguridad que [exigía] su
conservación”.32 En menos de cinco años de la fundación del museo, los
problemas con la universidad ya perfilaban la incómoda relación que se
alargó hasta la década de 1860, pues el aparente espacio “temporal” se convirtió en una situación definitiva, a tono con la problemática vivida a escala
urbana en la capital del país en cuanto a la falta de nuevos edificios para las
instituciones mexicanas.
Las posibles “casas” del Museo Nacional
De momento el Museo se quedó en el edificio universitario, pero no en
los mejores términos con la universidad. Ante esta situación, Icaza elevó
una nueva petición al presidente Victoria el 3 de febrero de 1829 para que
destinara un edificio propio al establecimiento bajo su cargo, por ejemplo
la antigua Cámara de Diputados que se había ubicado en la ex Iglesia y
convento de San Pedro y San Pablo. La propuesta nuevamente fue una
acción encaminada a reutilizar los espacios coloniales para los fines del
México independiente. El proyecto inició recordando la orden de 1825,
en la cual el MNM “se colocó provisoriamente” en una sala de la NPUM,
31 Ibid., f. 16.
32 Ibid., f. 17.
24
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
“ínterin se le proporcionaba local más a propósito para establecerlo”.33 Pero
el aumento constante de las colecciones exigía mayor amplitud de espacio
para ordenar la multitud de objetos. Por ello, el conservador solicitó al
gobierno que se ampliara el espacio dentro del inmueble universitario o
que se le dotara del señalado edificio, especialmente por los inconvenientes
suscitados un año antes con la universidad. Esta vez el gobierno consideró
oportuna la traslación del MNM al ex convento, pero una vez que se
inaugurara el nuevo recinto legislativo.34
Icaza solicitó que se entregara el edificio al MNM lo antes posible como un
acto “notoriamente nacional” antes de que Victoria concluyera su periodo
presidencial y no quedara a merced de una nueva administración que
podría favorecer o no al establecimiento. Si el edificio resultaba demasiado
grande para las colecciones, el conservador daría cuenta al presidente de
las salas sobrantes para compartirlas con alguna institución afín al recinto
museístico que reforzara la situación del equipamiento cultural de la urbe.35
Esta primera propuesta de nueva “casa” del Museo Nacional no prosperó,
pues el presidente Victoria decidió destinar el ex convento a otros fines.
Un segundo proyecto de traslación del MNM fue presentado por el
conservador el 19 de septiembre de 1829 al presidente Vicente Guerrero.
La petición expresó la posibilidad de destinar el ex Colegio de Santa María
de Todos los Santos. Icaza nuevamente adujo que cada día resultaba visible
“la estrechez del local a que [estaban] reducidos el Museo y el Gabinete de
Historia natural”. La solución a tal problema sería que el gobierno pusiera
a disposición del museo el inmueble pedido, para lo cual suplicaba que el
mandatario pusiera por delante el “gusto e ilustración de las naciones”,
siguiendo la pauta de Europa.36
El 29 de septiembre Lorenzo de Zavala, entonces secretario de Hacienda, ordenó a Antonio José Valdés, comisario general provisional de la
ciudad de México, para que en nombre del presidente Guerrero entregara
33 El conservador sobre que se destine el edificio en que estaba la Cámara de Diputados para
otro establecimiento, México, 1829, AGN, GOB SS, caja 118, expediente 2, f. 53.
34 Idem.
35 Ibid., f. 53v.
36 Sobre que se entregue el extinguido Colegio de Santos, México, 1829, AGN, GSS, caja 118,
expediente 13, f. 59.
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25
el extinguido Colegio de Santos al conservador del MNM.37 Icaza tomó
posesión del inmueble y notificó al presidente que emprendería la traslación
del MNM a la nueva sede, con lo cual se vislumbraba el fin de la riña con la
NPUM. La documentación revela las actividades de Icaza encaminadas a la remodelación del inmueble para el alojamiento de objetos, la circulación de
visitantes entre las salas y las actividades del personal del museo. En este
sentido, se refuerza la noción de que el erario nacional contaba con recursos
suficientes para adaptar arquitectónicamente edificios coloniales para los
fines dispuestos por el gobierno mexicano, pero le resultaba prácticamente
imposible costear la construcción de un nuevo inmueble.
El 22 de diciembre el conservador informó al gobierno que tras una visita
al edificio en cuestión consideraba que era un buen local por la amplitud de
los cuartos, la altura de los techos y el patio, aunque aún no había recibido
el dinero necesario para trasladar todos los objetos. Sin embargo, había
hablado con algunos contratistas para que en breve tiempo quedaran
habilitadas las dos primeras salas en las cuales se laboraría inicialmente.38
Este proyecto para la nueva sede del Museo resultó fallido, ya que no
pudo trasladarse al extinto Colegio de Santos. Esto se debió a que los
antiguos apoderados, doctor Antonio Calderón y Juan Nepomuceno del
Castillo, pidieron que se aplazaran los proyectos que tenían que ver con las
rentas, propiedades y bienes muebles de la corporación.39 La protesta tuvo
como finalidad conservar íntegros los derechos del colegio sobre el edificio,
pues Calderón y Del Castillo habían notado la “urgencia” de las obras
emprendidas por el conservador con el objeto de “asegurar la usurpación,
de que [era] el primitivo autor”. El 30 de diciembre, Icaza informó a
Manuel Ortiz de la Torre, encargado de la Secretaría de Relaciones, que
había acatado la orden presidencial para suspender las obras de adecuación
arquitectónica.
Finalmente, Calderón y Del Castillo lograron que el nuevo gobierno
encabezado por Anastasio Bustamante revocara la anterior orden
37 Ibid., f. 61.
38 Los individuos que formaban el extinguido Colegio de Santos pidiendo que entretanto
hacen valer sus derechos contra el Decreto de extinción del Colegio, se prevenga al
conservador del Museo suspenda la obra que ha emprendido en el edificio, México, 1829,
Ibid., f. 54.
39 Ibid., f. 55.
26
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
presidencial. Éste fue el último proyecto de la década de 1820 y el que
parecía ser el más próspero, pero no se concretó. Como el MNM continuó
situado en el edificio universitario, el gobierno nacional e Icaza se
propusieron mantener las colecciones lo mejor posible mientras un nuevo
plan se vislumbraba.
El 18 de marzo de 1831 surgió un nuevo proyecto para dotar al MNM
de un edificio propio, esta vez el de la desaparecida Inquisición, mediante
la petición de Icaza al vicepresidente Bustamante para que destinara el
inmueble a la buena distribución de las colecciones museísticas, a las que
hasta entonces no se le había proporcionado un edificio a perpetuidad.40
Este último punto fue el objetivo de Icaza, pues era consciente de que sería
el mayor de los “obsequios” a la institución, asegurándole una larga vida y
buen desarrollo en el futuro.
El edificio de la extinta Inquisición ofrecía inmejorables circunstancias
por el amplio patio y gran número de salas, ya que no sólo podían dividirse
ordenadamente y como correspondía a los tres ramos de Antigüedades,
Productos de Industria e Historia Natural, a la par que establecer la Academia
de las Nobles Artes de San Carlos, pues “con las pinturas de ésta y los
hermosos cuadros que [tenía] ya el Museo, [podría] formarse una decente
colección para una galería muy propia de ambos establecimientos”.41 La
construcción colonial era sólida y bien construida, capaz de soportar el
peso de las numerosas antigüedades, el tamaño de los especímenes de la
naturaleza mexicana, a la vez que la diversidad de pinturas, esculturas y
grabados, sin dejar de lado la inmejorable ubicación en la ciudad. Al unir
ambas instituciones se ahorrarían gastos de mantenimiento por separado,
junto con la “mayor comodidad del público” que visitaría un solo edificio.
Icaza aseguraba al mandatario que la nueva sede del MNM contribuiría al
honor y dignidad del gobierno al consentir, en provecho “de la ilustración
y propagación de las luces”, la traslación de las colecciones a la misma
edificación que los españoles “levantaron para ofuscarlas y detener sus
progresos”.42 Como al vicepresidente Bustamante le pareció un buen plan,
40 El conservador del Museo sobre que se ceda a aquel establecimiento un local en la
Inquisición, México, 1831, AGN, GL, sección 2ª, volumen 102, expediente 22, f. 2.
41 Idem.
42 Idem.
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27
el 23 de marzo tomó la decisión de mandar el proyecto de traslado del
museo a la Cámara de Diputados para que se discutiera en el pleno. Entre
los legisladores, Icaza contaba con el apoyo indiscutible del doctor Pablo de
la Llave (1773-1833), destacado naturalista y presidente de la Junta Directiva
del Museo Nacional que se estaba conformando. Este miembro de la élite
cultural mantenía numerosos contactos políticos con los cuales abogaría
para que se aprobara el proyecto presidencial y se erogara la cantidad
necesaria para llevarlo a cabo.43
Bustamante respondió al conservador que De la Llave había dado la
anuencia para el proyecto, aunque debía esperarse la resolución de los
diputados.44 Días después, éstos aprobaron la propuesta de Icaza mediante
el decreto de 20 de mayo de 1831.45 El encargado de comunicarlo a la población capitalina, pues sin duda alguna era un notorio suceso en la vida
cultural de la ciudad, fue el general Miguel Cervantes, gobernador del
Distrito Federal.46
Los meses transcurrieron y hasta el 1 de febrero de 1832 De la Llave
expuso al gobierno los perjuicios que ocasionaban al MNM las trabas hechas
para la entrega del inmueble de la desaparecida Inquisición. El secretario
Alamán trasladó al día siguiente la misma nota a José Cacho, oficial mayor
encargado de la Secretaría de Guerra, recomendándole que a la brevedad
pusiera a disposición de la academia y el museo el edificio, pues aún se
encontraban alojados en él tanto el Tribunal Supremo de Guerra como
varios cuerpos militares.47 Esto último no se llevó a cabo por la inestabilidad
política vivida en la ciudad de México ante la caída del gobierno de
Bustamante.
43 Idem.
44 Ibid., f. 3.
45 El Decreto de 20 de mayo de 1831 “Sobre la traslación de la Academia de San Carlos y
del Museo a la ex Inquisición” dice: “Se faculta al gobierno para que haga trasladar a la casa
principal que sirvió de Inquisición, la Academia de San Carlos y el Museo Nacional, haciendo
los gastos necesarios por cuenta de los fondos de dichos establecimientos”. Éste circuló ese
mismo día en las secretarías y se publicó en bando hasta el día 27.
46 Sobre traslación de la Academia de San Carlos y el MNM a la ex Inquisición, México, 1831,
AGN, GSS, volumen 140, expediente 13, f. 1.
47 La Junta Directiva del Museo sobre los perjuicios que resiente este establecimiento por no
trasladarse al edificio que le tiene señalado el Congreso, México, 1832, AGN, GL, sección 2ª,
volumen 102, expediente 49, f. 3.
28
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Así, el proyecto de traslado del MNM a la ex Inquisición se aplazó por
un año y fue hasta el 17 de febrero de 1833 que Icaza pidió a los entonces
secretarios de Relaciones y de Hacienda, Bernardo González Angulo
y Valentín Gómez Farías respectivamente, miembros del gabinete del
presidente Manuel Gómez Pedraza, que tuvieran a bien indicarle la persona
que había entregado las llaves del inmueble, pues por su parte no había la
menor demora en cuanto al apoyo del MNM. Al día siguiente, Gómez Farías
escribió a Joaquín Parres, secretario de Guerra y Marina, para que tuviera
efecto la tan anhelada entrega a los directores de la Academia de San Carlos
y el Museo Nacional.48
Por fin, el conservador informó el 20 de marzo al secretario de Relaciones
que había recibido el edificio de la extinta Inquisición, acompañado por
el secretario de la Academia de San Carlos y algunos miembros de ella.
Icaza aseguró que ambos establecimientos crecerían en su nueva sede y que
esperaba que la falta de espacio no ocasionara disputas sobre quién tendría
las piezas altas y los pisos bajos, a semejanza de la mala relación establecida
con la NPUM. El conservador sólo aguardó la resolución de las secretarías de
Hacienda y Relaciones para comenzar las obras previas a la traslación del
museo y determinar de cuáles piezas podía disponer, de lo cual dependía la
distribución del edificio entre éste y la academia.49 Nuevamente el proyecto
debió esperar mejores tiempos ante la inestabilidad política del país.
Entre las reformas liberales de 1833 que afectaron al museo y la
universidad se encuentra la supresión temporal de la segunda y la erección
de la Dirección General de Instrucción Pública (DGIP). Ante estas inusitadas
condiciones políticas, Espinoza de los Monteros informó a Icaza que el
edificio ex universitario pasaría a manos de dicha dirección sin perjuicio
de que el MNM continuara ahí mientras se concretaba el traslado.50 Esta
situación se alargó dos años, mientras las colecciones aumentaban hasta que
el 8 de febrero de 1835 la Junta Directiva, junto con el recién nombrado
conservador Isidro Rafael Gondra, argumentaron que uno de los primeros
48 Ibid., ff. 7-8.
49 Ibid., f. 9.
50 El presidente de la Dirección General de Instrucción Pública, sobre la determinación de la
junta para que se establezca dicha dependencia en el local de la universidad, sin perjuicio de
que continúe ahí el Museo Nacional, y para que en el Colegio de Santos se funde la Biblioteca
Nacional, México, 1833, AGN, JIP, volumen 4, expediente 2, f. 25.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
29
deberes era presentar al mandatario interino Miguel Barragán el panorama
que vivía el museo desde 1832, cuando el Congreso había decretado que
tomara posesión del inmueble de la ex Inquisición. Lo anterior no había
sucedido y en su sede “provisional” los objetos estaban aglomerados y se
tenía la incapacidad de proporcionarles “metódica y distinta colocación”.51
Mapa 1. Proyectos de sede del Museo Nacional de México (1825-1866). Autora Frida Nemeth
Chapa, 2011.
El mandatario respondió que de momento nada podía hacer al respecto,
con lo cual este proyecto fracasó.
Si bien en la ciudad de México existían algunos edificios coloniales
lo suficientemente grandes como para albergar las colecciones del MNM,
la adecuación y traslado requerían de incontable dinero público, mucho
tiempo y mano de obra que en tiempos tan convulsos no eran fáciles de
obtener. Asimismo, ésta era la única opción viable, pues la construcción de
nuevos edificios dentro y fuera de la traza urbana patrocinados por el erario
nacional resultaba imposible. No obstante, los gobiernos nacionales, junto
con la élite intelectual, estuvieron dispuestos, al menos en el ámbito político,
para que la institución tuviera la situación más favorable para su desempeño.
51 AGN, GL, sección 2ª, volumen 102, expediente 49, f. 12.
52 La Junta Directiva del Museo ordena que se solicite a la Universidad le ceda el salón
contiguo al que ocupa este establecimiento, México, 1835, AGN, GL, volumen 102 (2),
expediente 39, f. 1.
30
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
El Museo Nacional continua en su “casa provisional”
Como el proyecto de la ex Inquisición no avanzaba lo suficientemente
rápido, el 22 de octubre 1835 el nuevo presidente de la Junta Directiva del
Museo, José Justo Gómez de la Cortina, se dirigió al secretario de Relaciones,
Manuel Diez de Bonilla, para que interviniera en las negociaciones con
la universidad sobre la cesión del salón contiguo.52 Gómez de la Cortina
expresó que
persuadida la Junta de las dificultades insuperables que se [presentaban] para la
traslación de este establecimiento al local de la ex Inquisición que le designó la Ley
y no pudiendo en lo absoluto conservarse ya los objetos que en él [existían] en la
única sala de la Universidad donde se [hallaba, había] acordado suplicar a V.E.
se [sirviera] interponer su influjo a fin de que se le [franqueara] la sala contigua,
bajo el concepto de que habiéndose igual solicitud en otra ocasión.53
Hasta el 10 de noviembre de ese año, José María Ortiz Monasterio, oficial
mayor encargado de la Secretaría de Relaciones, ordenó al rector, doctor José
Manuel Vizcarra poner a disposición del MNM la sala pedida. Después de la
negativa experiencia de 1833, Vizcarra respondió en carta del 24 de febrero
de 1836 que tras recibir la orden, el claustro había acordado que la mitad del
aula destinada a cátedra de teología se dividiría como se ordenaba.54
Nuevamente, Gómez de la Cortina expuso el 10 de mayo a Ortiz
Monasterio que la junta a su cargo había resuelto plantear al claustro
universitario que si la nueva cátedra de zoología proyectada en la NPUM
carecía de una colección de animales indispensable para impartir sus
lecciones, el MNM facilitaría su colección para estos fines. A cambio, la Junta
pedía se le cediera una sala en buenas condiciones para ampliar el Gabinete
de Historia natural. Así, el museo y la universidad se beneficiarían a través de
las lecciones zoológicas y tendría utilidad “la colección del Reino Animal
que [había] y que [iba] aumentándose progresivamente”.55
53 Ibid., ff. 2-3.
54 Ibid., ff. 4-5.
55 Ibid., f. 8.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
31
De esta manera, la sala que pertenecía a la cátedra de teología alojaría
con suficiente espacio al gabinete y podría servir para las clases de zoología
“bajo el concepto de que atendiendo a su seguridad y metódica colocación se
[uniera] la comodidad de darse las lecciones de una ciencia que [progresaba]
tan rápidamente en Europa” y cuyos adelantos en México sólo de este modo
podrían acelerarse.56 Gómez de la Cortina finalizó indicando que la unión
de ambos establecimientos para fines tan “nobles y patrióticos” sería “en
obsequio no sólo de la ciencia, sino de la humanidad tan interesada en los
progresos de las ciencias médicas e industriales”.57 Por primera vez, desde
1825, se planteaba la unión de la NPUM y el MNM a través de la instrucción
científica de los jóvenes mexicanos, aunque dicha solución no contó con
el apoyo suficiente para echarse a andar. Sin embargo, sentó un interesante
precedente para la utilización de las colecciones naturalistas en la enseñanza
de la ciencia, tal y como sucedía con el Jardín Botánico y el Colegio de
Minería.
Al final de los años 1830 y durante la década de 1840, no se proyectaron
nuevos esfuerzos por trasladar el MNM a otro edifico, lo que significó el
crecimiento de sus colecciones dentro del recinto universitario y los
constantes desacuerdos con la UNPM por el hacinamiento de ambas
instituciones dentro del inmueble, tal y como se vivía en la ciudad de México.
Consideraciones finales
Como se ha visto, entre 1821 y 1840, los espacios científicos de cuño virreinal
continuaron funcionando en las mismas sedes, contiguos a las nuevas
instituciones, para cuyas actividades se reutilizaron y adaptaron inmuebles
del régimen anterior. Estas últimas adecuaron la infraestructura colonial
para laborar, siendo una característica urbana de la época. Además, casi
todos los establecimientos científicos quedaron dentro de la traza urbana
colonial hasta la década de 1870, pues la ciudad de México se estancó en
sus límites.
Dentro de la tendencia urbanística de la primera mitad del siglo XIX en
cuanto a la reutilización de las instalaciones coloniales, el MNM no tuvo varias
56 Idem.
57 Ibid., f. 8v.
32
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
opciones para establecerse en 1825 y no ser considerado como intruso. Por
un lado, la NPUM contaba con todo el prestigio de la cultura letrada tras más
de dos siglos y medio de actividad académica, lo que aparentaba ser el lugar
“natural” para albergar provisionalmente una nueva institución cultural; por
otro lado, las corporaciones ilustradas, como el Colegio de Minería, podrían
haber sido otro espacio donde tuvieran cabida las colecciones, aunque su
corta edad hubiera representado un trastorno mayor a sus actividades que
a la corporación universitaria. De ahí que el recinto universitario fuera
elegido por el presidente Victoria y sus “cultos” colaboradores.
La mala relación que mantuvieran la universidad y el museo entre 1825 y
1840 recayó, principalmente, en que ambas instituciones fueron concebidas
con “naturalezas” distintas y fueron “lugares” disimiles dentro de un mismo
espacio. Mientras que la primera tenía la base exclusivista de instruir a los
jóvenes de la élite novohispana y después mexicana en los cánones de la
cultura letrada, con el consiguiente ensanchamiento de la élite cultural; el
segundo fue erigido como espacio público para custodiar, exhibir, valorar
y estudiar las riquezas anticuarias, naturalistas, históricas y modernas de
la nación mexicana, y de manera secundaria la enseñanza de éstas a los
jóvenes. Si bien ambas vocaciones institucionales, en general, estaban
orientadas a enriquecer el ámbito cultural capitalino, en lo particular
divergían en sus actividades diarias, actores sociales, antigüedad, relación
con la sociedad mexicana, estatus dentro la cultura letrada, función dentro
del equipamiento urbano y posesión de un inmueble propio. También es
sintomático del desarrollo urbano de la época que no se hubiera propuesto
la construcción de un nuevo edificio destinado a MNM, pues si ya era
complicada la asignación de un inmueble colonial, resultaba impensable
costear la primera opción. Esto no fue privativo del museo, sino de todas
las instituciones científicas y culturales capitalinas.
En estas décadas iniciales del MNM fue imprescindible que los
conservadores se comprometieran en la tarea de convencer al gobierno
nacional de la importancia de que las colecciones estuvieran en un inmueble
propio a perpetuidad. Para ello fue preciso exponer a los mandatarios que
la institución era indispensable en la vida cultural de la nación; brindaba
las “luces” necesarias para el desarrollo del país; y que los numerosos
visitantes, muchos de ellos capitalinos, valoraban sus actividades. Además,
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
33
al formar parte del equipamiento de la ciudad de México podría servir en
un futuro como modelo para museos estatales que se abocaran al estudio
de sus regiones.
Fuentes y Bibliografía
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L A HOMOGENEIZACIÓN CULTURAL COMO ACCIÓN CIVILIZADORA:
LOS CENTROS DE EDUCACIÓN INDÍGENA DURANTE
EL CARDENISMO (1936-1940)
Lara Semboloni*
Resumen
A través del recorrido y análisis de algunos documentos de gobierno
sobre la planeación de la educación, se quiere mostrar cómo las
diferentes facetas de los internados indígenas pueden ser indicadores
valiosos para la interpretación de la política y la acción de gobierno
en el sexenio cardenista. El estudio no tiene la pretensión de ofrecer
una visión exhaustiva y generalizadora del fenómeno debido a
que los internados indígenas responden a particularidades de
casos condicionados a los mecanismos socio-políticos del espacio
local. La coyuntura política de 1936 permitió al presidente tener
un amplio margen de maniobra en las diferentes instituciones del
Estado. Su proyecto educativo se convirtió en una pieza clave para
la consolidación del control territorial ejercido por el ejecutivo.
Como parte de un proyecto, cuya máxima fue la homogeneización
cultural de las masas, se fomentó el nacionalismo, la alfabetización,
la industria individual, la higiene y la productividad; aspectos todos
que se insertaron en un sistema de gobierno paternalista dirigido
a un sector que, en el plan de gobierno, fue definido como parte
representativa de las “masas”: los indígenas. Así, en el presente
escrito se desarrollan los lineamientos y las formas en que fueron
erigidas las instituciones educativas que tenían como objetivo
fundamental la “incorporación” del indígena en la cultura nacional.
Palabras clave: Centro de Educación Indígena, educación socialista,
Lázaro Cárdenas.
* Universitá degli Studi di Siena.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
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Abstract
Through the review and analysis of some government documents
concerning the planning of education, the paper seeks to show how
the different features of boarding schools for indians can be valuable indicators for interpreting government policy and action in the
Cardenista period. The study does not aim to offering a comprehensive view of the phenomenon because the boarding schools for
Indians respond to peculiarities of cases conditioned by the socio-political mechanisms of the local space. The 1936 political juncture allowed the president to have a wide discretion in the different government institutions. His educational project became a keystone of the
consolidation of territorial control exercised by the Executive. As part
of a project which had as a main goal the cultural homogenization
of the masses, there was a vast promotion of nationalism, literacy,
individual industry, hygiene, and productivity, all of them aspects of
a paternalistic system of government aimed to a sector that was defined as representative of the “masses”: the indians. Thus, this paper
develops the guidelines and ways used for the establishment of educational institutions that held the central objective of incorporating
the indian into the national culture.
Key words: Native Education Center, Socialist Education, Lázaro
Cárdenas.
“La educación contribuye poderosamente a formar [las] generaciones.
Su control por el Estado, como representativo de la colectividad, permite
cumplir la elevada misión homogenizador [sic] de la ideología de las
masas populares, indispensables para formar la fisonomía de una Nación
y para imprimir su huella en el concierto universal”. Con este párrafo
inicia el Programa de Educación Pública del presidente Lázaro Cárdenas,
dejando manifiesta la relevancia de la educación en las políticas estatales.
Dicha centralidad obedeció a un proyecto específico: homogeneizar el
pensamiento de los mexicanos e imponerles una ideología que generara una
sólida identidad nacional lo cual significaba monopolizar la cultura en aras
de un mayor control político por parte del Estado.
38
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Los lineamientos generales del proyecto educativo de Cárdenas fueron
la culminación de un proceso que se había gestado durante el decenio
anterior. Pese al poder que continuaban ostentando los caudillos y caciques
al fungir como engranajes entre la estructura de poder local y el gobierno
federal, la novedad radicaba en un contexto político y social donde el
Estado ejercía un control más cabal del territorio nacional, en comparación
con los gobiernos precedentes.
La línea política que imperó en la década de 1920 estuvo signada por
una ideología de clara tendencia nacionalista, la cual posibilitó el consenso
entre varias fuerzas políticas que, aunque tenían intereses distintos, fueron
canalizadas, no hacia la revolución, sino hacia la institucionalización.1 Si
bien hasta 1936 el compromiso de los presidentes había sido pactar con
las diferentes facciones políticas y sociales,2 con Cárdenas el objetivo fue
la centralización de las fuerzas para la construcción de un régimen fuerte.
Consecuentemente, las metas políticas y las demandas sociales fueron
substancialmente reevaluadas, contexto donde la ideología revolucionaria
no podía ser dejada de lado.
El plan sexenal de Lázaro Cárdenas tuvo la capacidad de marcar las
diferencias políticas e ideológicas con las administraciones anteriores. No
obstante, debe tenerse en cuenta que tales propuestas no sólo representaron
el pensamiento y la voluntad de Lázaro Cárdenas, sino que sintetizaron los
intereses de una élite política que sentó las bases en el plan sexenal propuesto
y aprobado en 1933 por el Partido Nacional Revolucionario,3 durante la
presidencia de Abelardo Rodríguez. Dicho plan fue la base del programa de
gobierno de Cárdenas, a pesar de ciertas diferencias relevantes. Es necesario
enfatizar este último punto, no para restar importancia a la presidencia de
Cárdenas, sino para mostrar cómo la acción de un gobierno no depende de un
1 Knight, Alan, “Estado revolución y cultura popular en los años treinta”, pp. 297-324; pp.
297-298.
2 Adolfo Gilly, Nuestra caída en la Modernidad, pp. III-V; El cardenismo una utopía mexicana, p. 189;
Lerner de Sheinbaum B. y Ralsky de Cimet, S., El poder de los presidentes, pp. 100-101.
3 El Plan sexenal fue una propuesta hecha por Plutarco Elías Calles en 1933, cuando fungía
como presidente Abelardo Rodríguez. La formulación del plan fue encomendada al presidente
Rodríguez y a su gabinete; para tales efectos se instaló la Comisión de Programa de Partido
en la que participó Narciso Bassols, secretario de Educación Pública. El plan aprobado por
el Partido Nacional Revolucionario el 3 de diciembre de 1933 fue a posteriori la base sobre la
que se redactó el programa de gobierno. Cf. Memoria de la Segunda Convención Nacional Ordinaria,
efectuada en la Ciudad de Querétaro del 3 al 6 de Diciembre de 1933, pp. 311-354.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
39
individuo, sino de la combinación de distintas variables: la dinámica de las
organizaciones sociales, las transformaciones en las estructuras de poder
dentro y fuera del Estado, sin dejar de lado la presencia imprescindible de
los acontecimientos accidentales.
El plan sexenal de Cárdenas retomó el matiz populista de la ideología
revolucionaria de los precedentes gobiernos que, aunada al esfuerzo por
reforzar el sentimiento antiimperialista, gozó de un amplio consenso
tanto entre las élites políticas como entre la población.4 Por una parte, la
demagogia de la línea política ayudó al consenso y, por otra parte, la notable
mejoría económica de México5 permitió disponer de más recursos para
implementar ambiciosas políticas sociales.
Según lo anterior, la coyuntura política de 1936 le permitió al presidente
tener un amplio margen de maniobra en las diferentes instituciones del
Estado. De manera primordial, el proyecto educativo se convirtió en una
pieza clave para la consolidación del control territorial ejercido por el
ejecutivo. Como parte de un proyecto cuya máxima fue la homogeneización
cultural de las masas, se fomentó el nacionalismo, la alfabetización, la
industria individual, la higiene y la productividad;6 aspectos todos que se
insertaron en un sistema de gobierno paternalista dirigido a un sector que, en
el plan de gobierno, fue definido como parte representativa de las “masas”:
los indígenas. Así, en el presente escrito se desarrollarán los lineamientos y las
formas en que fueron erigidas las instituciones educativas que tenían como
objetivo fundamental la “incorporación” del indígena en la cultura nacional.
1. La educación socialista en el programa de educación pública de
Lázaro Cárdenas. Aspectos generales
La innovación del plan sexenal del 1934 residía en la incorporación de
una “educación socialista”, asentada con la reforma del artículo 3 de la
Constitución,7 donde el aspecto educacional se concibe, en línea con las
4 Lerner de Sheinbaum B.y Ralsky de Cimet, S., op. cit., p. 107.
5 Muñoz Cota, Antonio Tenorio, “El cardenismo: una memoria que miró hacia delante”,
pp.15-32. p. 22; Cárdenas, Enrique, “La política económica en la época de Cárdenas”, pp. 3361. p. 34/60.
6 Knight, op. cit., pp. 299
7 En la sesión del 28 de noviembre de 1934 se aprobó el texto definitivo del artículo tercero
constitucional, el cual entró en vigor el 1° de diciembre y fue publicado en el Diario Oficial
40
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
corrientes culturales mundiales, como un elemento doctrinario al servicio
del sistema y de la ideología oficial.8 Valga resaltar que la “educación
socialista” carecía de una conceptualización objetiva en el programa de
educación pública.9
Para explicar lo que involucraba dicho concepto, el programa de
educación desglosó el tema en los siguientes apartados: la trascendencia
de la educación, la escuela socialista, el papel de la realidad nacional, los
medios para realizarlos, el programa del Instituto de Orientación Socialista
y, por último, la declaración del presidente de la república y del secretario
de educación, en aquel entonces Ignacio García Téllez. Los dos aspectos
centrales del programa fueron, por una parte, el papel determinante de la
alfabetización,10 cuestión planteada desde el siglo anterior,11 y por otra parte
estaban las dificultades que generaba el aislamiento socio-económico de las
áreas rurales, lo cual justificaba una obra de integración política y social de
los diferentes sectores de la sociedad.12
con fecha de 13 de diciembre de 1934. Secretaría de Educación Pública, La educación pública en
México desde el 1º de diciembre de 1934 hasta el 30 de noviembre de 1940, México, 1941, t. 1, pp. 21-22.
8 Lerner de Sheinbaum B. y Ralsky de Cimet, S., op. cit., p. 106.
9 La reforma del art. 3º de la Constitución y al Programa de Educación Pública no estuvieron
exentos de críticas. Éstas, por sí mismas, plantean un problema historiográfico que giró y
gira en torno de la interpretación del término “socialista”, que en aquel entonces recogía en
un mismo concepto múltiples visiones ideológicas: ya fuese en un sentido revolucionario
o en términos del socialismo católico. De aquí la necesidad de especificar el término
“socialista” para acotar la gama de interpretaciones posibles, algunas de las cuales dieron
lugar a ambigüedades en el proyecto de educación. En este trabajo se omite, sin embargo, la
polémica doctrinaria acerca del contenido y el uso dado al término en cuestión.
10 El analfabetismo alcanzaba, de acuerdo con las cifras oficiales, 59.26 % de la población
mayor de 10 años, es decir, 6,962,517. Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública
(desde ahora AHSEP), núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, ff. 474, “Programa de Educación Pública del C.
Presidente de La República General de División Lázaro Cárdenas, 1934”, “Programa basado
en la realidad nacional, apartado c), Liquidación del analfabetismo”, f. 9.
11 A lo largo del siglo XIX, tanto liberales como conservadores estuvieron de acuerdo en
que para civilizar al indio era necesario educarlo por medio del instrumento natural en el que
pensaba y vivía, es decir, en su idioma materno. Cf. Favre Henri, “Raza y nación en México,
de la independencia a la Revolución. También se cita la acción de Vasconcelos que inició sus
programas escolares en el medio rural con la creación de centros educativos llamados Casas
del Pueblo, como programa de alfabetizaciones y castellanización. Loyo, Engracia, La casa del
Pueblo y del Maestro Rural Mexicano, SEP, México, 1985, p. 10.
12 “[...] El deber de todo Estado contemporáneo a ampliar y poseer los descubrimientos
científico [...] para el mejor dominio de la Naturaleza. [...] Es necesidad apremiante de toda
agrupación que tiende a consolidarse difundir y orientar los caudales de la cultura, para borrar
las diferencias [...] la diversidad de idioma [...] la desigualdad de posiciones económicas [que]
se oponen a la integración de un verdadero pueblo [...] pues sólo integrado podrá actuar
con personalidad definida en el presente y en el futuro”. Párrafo I “Trascendencia de la
Educación” AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, ff. 474, “Programa de Educación Pública
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
41
Según la propuesta cardenista, la escuela fue concebida como un
instrumento clave para el proyecto cultural y social de la revolución;
además, la centralización educativa se encargaría, por un lado, de crear
una única identidad nacional y, por el otro, de desarticular las redes de
poderes faccionarias existentes.13 Esta política, sin embargo, tuvo un límite
ya subrayado por varios historiadores: la transformación fue exógena a la
sociedad ya que provenía “de arriba”, desde el poder ostentado por las
élites, lo cual nos permite comprender las resistencias locales que, al menos
en algunos casos, evidenciaron los precarios resultados alcanzados por esta
gran obra socializadora. Esto justifica el interés de Lázaro Cárdenas por
conocer cabalmente la realidad del territorio nacional con el objetivo de
implementar una acción integral, como más adelante se puntualizará, con el
apoyo prestado por las diferentes secretarías de gobierno.
Para tener una idea de la grandeza del proyecto es necesario hacer
ciertas precisiones cuantitativas. México contaba con, aproximadamente,
17 millones de habitantes,14 de los cuales sólo se tomaba en cuenta la
población económicamente activa, 31.2%, es decir, 5,165,803. De esta
última cantidad, 70.2% trabajaba en el campo, 14.5% en la industria, 2.1%
en transporte, 5.2% en comercio15 y 8% en otras ocupaciones. Por otra
parte, la población campesina, 26.2 % de la población total, vivía en pueblos
de hasta 200 habitantes y 23.1% en pueblos de hasta 500 habitantes.16 Según
las relaciones técnicas elaboradas por las diferentes secretarías de gobierno,
estas comunidades rurales estaban precariamente comunicadas, la mayoría
no tenían escuela y, en un gran número de casos, sólo se hablaba la lengua
del C. Presidente de la República, General de División Lázaro Cárdenas, 1934”. f. 5. Los
subrayados son del original.
13 “Estas exigencias […] contra los monopolizadores [...] en materia educativa desean
impedir [que] se continúe utilizando los centros de educación culturales como medios de
afianzamiento de los grandes intereses de unos pocos”, Párrafo I “Trascendencia de la
Educación”, punto C., AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, ff. 474, “Programa de Educación
Pública del C. Presidente de La República, General de División Lázaro Cárdenas, 1934”, f. 6.
14 La cifra arriba expuesta se encuentra en el análisis del texto de Gilly, se toma con reserva
considerando que los documentos encontrados reportan que la población “de 10 años en
adelante asciende a 11.746.043”, AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, “Programa basado en la
realidad nacional”, f. 9.
15 “La síntesis de nuestra vida económica...”, AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, “Programa
basado en la realidad nacional”, f. 11.
16 Cifras de la Dirección General de Estadísticas para 1939, en Eyler N. Simpson, The Ejido,
México’s Way Out, p. 587; en Gilly, Adolfo, El cardenismo una utopía mexicana, p.189.
42
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
indígena.17 Además, la tecnología agrícola y los excedentes de producción
eran casi inexistentes.18 Vale aquí subrayar un punto: en estas estadísticas
no hay una diferenciación entre campesinos e indígenas, ya que se tendía
a usar ambos conceptos como si fuesen sinónimos; arbitrariedad con la
que el historiador tiene que lidiar al momento de analizar los documentos
primarios.
Según las antedichas estadísticas se evidencia la imperiosa necesidad del
gobierno por “integrar y civilizar” a las masas a través de la difusión e
imposición de una cultura, ya que lo que estaba en juego era la gobernabilidad
del Estado. Desde el punto de vista de la élite cardenista, México hubiera
podido pasar de ser una sociedad precapitalista a una sociedad moderna,
sin atravesar los sufrimientos del capitalismo que agobiaban a las demás
sociedades occidentales; proceso que sólo se podía dar bajo la dirección de
un Estado educador e industrializador,19 fundamentado en una ideología
socialista. Para confirmar esta visión, Ramón Beteta,20 en su análisis al
programa económico y social de México, afirmó que los errores del sistema
industrial se podían evitar si el sistema de producción en las comunidades
lograra satisfacer las necesidades humanas y, consecuentemente, las
máquinas podrían servir para liberar al hombre del trabajo duro. De este
modo, los centros pequeños de producción se insertarían en la economía
sin perder sus peculiaridades, a través de una “socialización completa”, y el
ejido sería el centro de la economía rural mexicana.
En el apartado “Escuela Socialista” del programa de educación quedó
expuesto que ésta tenía que ver con el “desenvolvimiento armónico, el
equilibrio de las facultades del pensar, del sentir y del querer y por ello
combina el trabajo productivo con la instrucción”.21 Su función debía ser
17 Cf. Tabla 1. “[...] no saben leer ni escribir: 6,962,517, o sea un 59,26% […] Del porcentaje
total de la población de República, el 14.60% habla solamente lenguas indígenas o sea:
2.251.086”, AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4 ff. 474, “Programa basado en la realidad
nacional”, ff. 10-11.
18 Cf. Tannenbaum, Frank, “Technlogy and Race in México”, Political Science Quarterly, vol. 61,
núm. 3, septiembre 1946, pp. 365-383, en Gilly, Adolfo, El cardenismo una utopía mexicana, p. 190.
19 El término “industrializador” es usado aquí para identificar el proceso de innovaciones
técnicas que debían insertarse en la sociedad campesina.
20 Beteta, Ramón, Programa económico y social de México (una controversia), pp. 43-44, Conferencia
en la Sección Latinoamericana del Institute of Public Affairs, University of Virginia, en Gilly,
Adolfo, El cardenismo… p. 407.
21 AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, ff. 474, “III Programa basado en la realidad nacional,
punto L”, f. 20.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
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“poner al alcance de los necesitados, sin distinción de sexos, razas ni credos,
la oportunidad de capacitarse científicamente para el aprovechamiento
de los bienes y el ejercicio del poder que al pueblo le corresponde [...] y
asume [el Estado] la facultad de educar a los campesinos y obreros [...]
anhela la formación de una sola alma nacional”.22 Además, los fines de esta
propuesta educativa eran alcanzar una educación “emancipadora, única y
obligatoria, gratuita, científica o racionalista y desfanatizante, técnica, de
trabajo socialmente útil, activa o funcional, vital o regionalista e integral”.23
En este programa estaban asentados los rasgos pedagógicos y sociales de
una escuela activa incorporada al medio ambiente y definida por él.
El contexto político y económico fueron variables fundamentales para
la aplicación del plan cardenista en el área rural; por ello, en el apartado
“Programa basado en la realidad nacional” se plasmó la necesidad de un
accionar conjunto entre la reforma económica y educativa. Dicha propuesta
debía traducirse, por una parte, en el apoyo para industrializar las pequeñas
comunidades por medio de la adopción de nuevas técnicas que permitiesen
superar la economía de subsistencia e introducir el anhelado “desarrollo”.
Y, por otra parte, la educación proyectada debía conducir a la creación de
una sólida identidad nacional fundamentada en los preceptos de una cultura
occidental.
Aunque las referencias a la población indígena en el programa son
limitadas, y sólo se explican en el apartado “D” intitulado “Enseñanza
indígena”, se logra percibir la visión formal que de éstos tuvieron las
autoridades federales. En dicha perspectiva hubo un concepto claro y
operativo para definir quiénes eran los indígenas y bajo qué características
podían ser identificados. Debido a que el desarrollo histórico de tales
sociedades había producido un fuerte mestizaje biológico y cultural, era
imposible definir lo indio según la “pureza de la raza” u otras manifestaciones
de cultura material, como los trajes típicos. Así, el parámetro para definir
al indígena fue “el idioma”.24 De acuerdo con este criterio, el Programa de
22 Ibid., “II La escuela socialista” f. 3.
23 AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, ff. 474, “Programa de educación pública del Presidente
de la República, General División Lázaro Cárdenas, 1934”, f. 2. “trascendencia de la
educación”.
24 Se enfatiza la desaparición de las diferencias jurídicas, políticas, religiosas que durante
la época colonial dieron a los indígenas un tratamiento especial. Los desplazamiento de las
44
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Educación Pública clasificaba de la siguiente forma los grupos lingüísticos
indígenas de México:25
TABLA 1
Lengua indígena
mixteca-zapoteca
maya-quitché
otomí
zoque-mixiana
totonaca
pima
tarasca
otras
Total
Núm. de hablantes
501,131
457,628
299,291
96,607
94,211
68,210
44,371
2,558
2.251,086
El porcentaje respecto
al total de población es
14.60%
Fuente AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, “Programa basado en la realidad nacional”, ff. 10-11.
El mayor obstáculo para la transmisión y comprensión de las ideas
“modernas”, las lenguas indígenas, debía ser superado por medio de la
enseñanza del idioma nacional. Esta idea fue acuñada durante la década
de 1920 en los proyectos de “castellanización”; sin embargo, el programa
no sólo se interesaba en la alfabetización, sino que tendría una fuerte
dimensión social y económica. Los precarios resultados de las experiencias
anteriores,26 motivaron una reevaluación de las formas usadas para “asimilar
los indígenas”. Ahora, bajo el mandato de Cárdenas, el maestro debía
conocer, además del idioma de la comunidad, la dinámica cultural y política
comunidades en la Revolución, que conllevó la creación de diferentes usos y costumbres que
rompieron la dinámica de la vida primitiva, mezclando las características étnicas que ya no
pueden ser un parámetro de identificación, hicieron que el factor lingüístico se convirtiese
en criterio y mecanismo para asimilar el “pensamiento aborigen”, AHSEP, núm. 3953/3092/
4, exp. 4, ff. 474, “Programa de educación pública del Presidente de la República, General
División Lázaro Cárdenas, 1934”, apartado d), ff. 49-50.
25 Según un estudio de Moisés Sáenz, los indígenas estaban organizados en 80 grupos que
formaban 49 familias étnicas con otros tantos idiomas. Loyo, Engracia, “Los Centros de
Educación Indígena y su papel en el medio rural (1930-1940)”, p. 140.
26 Un estudio exhaustivo se encuentra en el texto de Loyo, Engracia, La Casa del Pueblo y del
Maestro rural mexicano.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
45
que fungían como base sociológica de la nueva escuela propuesta. Además,
fueron enviadas “brigadas de asimilación indígena” para coordinar “la
obra de emancipación económica” que debía ser emprendida por todas las
dependencias del ejecutivo con fines específicos: dotar de tierras, extender
caminos y conceder créditos.27
El programa definió claramente los principios y las líneas teóricas que,
a partir de sus puntualizaciones políticas, podemos comprender con el
significado de “homogeneizar” en toda la extensión del término.
En primer lugar, se fijaron los recursos para tan ambicioso proyecto: 16%
del presupuesto general del plan sexenal.28 En segundo lugar, se enfatizó la
centralización de todas las escuelas bajo la coordinación entre los estados
y la federación, además de que la orientación cultural debía apegarse a la
doctrina socialista.29 En tercer lugar, el tipo de organización que manejaría
el sector educativo estaba determinada por el corporativismo. Es decir,
abarcaba tanto a los educadores y a sus instituciones como a los alumnos,
padres de familia y cualquier otro tipo de agrupación que funcionase como
sostén de la dinámica social de la comunidad.30 Y, en cuarto lugar, se definió
27 AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, ff. 474, “Programa de educación pública del Presidente
de la República, General División Lázaro Cárdenas, 1934”, f. 8.
28 Ibid., “Programa de educación pública del Presidente de la República, General División
Lázaro Cárdenas, 1934”, f. 22.
29 Ibid., ff. 22-23: “Programa de educación pública del Presidente de la República, General
División Lázaro Cárdenas, 1934”, “Medio de realizar el programa…” La sujeción de las
escuelas al “control absoluto del Estado de acuerdo con las bases que señala el nuevo art
.3º Constitucional, los reglamentos vigentes (punto B). Trabajar para una coordinación
técnica, administrativa y económica de todos los Estados con la Federación (punto C). Dar
una preparación socialista a los Directores Generales de Educación, Inspectores Escolares,
Jefe de Misión, Directores de Plantes, Jefe de Grupos y profesorado en general en los institutos
de Orientación socialista (punto E). Revisión de programas y métodos de enseñanzas
por consejos integrados por los maestros más destacados por su ideología y experiencia
pedagógica (punto G). Revisión y abaratamiento de los libros de texto especialmente en
enseñanza histórica, cívicas económicas (punto H). Fundación máxima del mayor número de
Escuelas Socialistas y el cumplimiento del plan sexenal en la ampliación de dos mil escuelas
rurales que prevé para 1935 (punto I). Organización de escuelas experimentales tipo socialista
(punto K). Organización en consejo de educación (punto M), de institutos de investigación
científica y de orientación profesional socialista (punto N)”.
30 Ibid., f. 22: “Programa de educación pública del Presidente de la República, General
División Lázaro Cárdenas, 1934”, “Medio de realizar el programa [...] Organización de
la juventud […] en el cumplimiento de la Escuela Socialista con el propósito de preparar
nuevas generaciones para la formación del Estado futuro (punto O); organización de comités
de colaboración integrados por padres de familia, agrupaciones sindicales, asociaciones
científicas etc., como fuerzas auxiliares y de ampliación de la limitada acción oficial siempre
que concurran al cumplimiento de los fines de la nueva escuela (punto P)”.
46
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
la creación del Instituto de Orientación Socialista,31 donde se plasmaron
los postulados educativos de Cárdenas, ya que se convirtió en el órgano de
difusión de cultura del gobierno. Su función fue dar a conocer la historia del
movimiento proletario, el derecho revolucionario mexicano, la historia de las
religiones, la economía social, la geografía económica del país, la teoría y
práctica de las sociedades cooperativas y otras materias concernientes a la
higiene y a la pedagogía. Su acción a nivel nacional fue planeada por medio
de delegaciones que se desplazarían a los lugares más importantes de la
república.
Al final del programa, el secretario de Educación Pública, Ignacio
García Téllez, definió la tesis de la secretaría en torno a la “enseñanza
socialista”, donde el objetivo fue “unificar el pensamiento de las diferentes
colectividades a través de una acción integral de la educación. En segundo
lugar [...] elevar las condiciones de vida mejorando su economía y eliminar los
intermediarios”,32 lo que confirma la presencia de fuerzas políticas locales.
En las líneas anteriores he prendido mostrar a grandes rasgos el plan
de educación cardenista con el ánimo de resaltar la forma en que fueron
articulados los principios ideológicos con los múltiples órganos de difusión
cultural; más exactamente, y de acuerdo con nuestro interés de este escrito,
lo concerniente a los internados indígenas.
2. Centros de educación indígena: marco programático
“Los internados indígenas, importantes instancias civilizadoras, desempeñaron un papel en el cambio del mundo rural”,33 esta afirmación resultó
después de un análisis profundo hecho por Loyo en torno a los efectos
de tales institutos. Según la historiadora, las acciones principales de tales
internados se dieron en tres direcciones: 1) combatir a los principales
enemigos indígenas, 2) fungir como agencia de cambio en las comunidades
y como vehículo de incorporación a la nación, 3) además de encargarse
31 AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, ff. 474, “Programa de educación pública del Presidente
de la República, General División Lázaro Cárdenas, 1934”, “Medio de realizar el programa.
... previsto en el apartado 2 del Plan de Acción Cultural”, f. 24.
32 AHSEP, “Tesis de la Secretaría de Educación Pública sobre la enseñanza socialista, 20 de
diciembre de 1934”, ff. 1-3.
33 Loyo, Engracia, “Los Centros de educación indígena y su papel en el medio rural (19301940), p. 139.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
47
de imponer una cultura ajena.34 De acuerdo con estos presupuestos es
necesario matizar cómo operaron estos centros en la sociedad mexicana,
cuál fue el fundamento de su legitimidad y con qué líneas programáticas
fueron definidos por las autoridades gubernamentales.
Los documentos encontrados dejan entrever que en un primer momento
estos institutos operaron con un gran margen discrecional, es decir, no estaba
definido un programa ad hoc que reglamentara sus funciones y organización
tanto interna como externa. En este apartado se pretende enmarcar los
centros de educación indígena en los principios generales que justificaron
la demora en la redacción de un programa y reglamento específico para el
funcionamiento de estos centros, que se dio el 30 de julio de 1940.
Los centros de educación indígena no fueron una creación de la política
cardenista; fueron instituciones desarrolladas por una política promovida
por Narciso Bassols35 –secretario de Educación durante el maximato– con
el objetivo de incorporar los diferentes grupos étnicos a la nación mexicana.
Su antecesor directo36 fue la “Casa del Estudiante”37 la cual, al no alcanzar
los resultados esperados, evidenció cómo el “desarraigo” manifiesto en los
egresados de este instituto no producía beneficios a la colectividad de
pertenencia, lo que impulsó la búsqueda de una nueva estrategia. La acción
tenía que ser dirigida hacia la colectividad mas no hacia el individuo, y debía
insertarse en un ambiente propicio para una acción integral.38 Bajos estos
presupuestos, en 1931 la Secretaría de Educación Pública estableció dos
internados piloto: el de San Gabrielito en Guerrero y el de Yoquivo en
34 Ibid., pp. 139-159.
35 Secretario de Educación entre 1931-1934. Loyo, Engracia, La casa del pueblo y el Maestro
Rural Mexicano, p. 15.
36 El proyecto de creación de una Secretaría de Educación Pública con jurisdicción federal,
fue presentado en octubre de 1920 por José Vasconcelos, quien propuso la implantación de
escuelas especiales en todas las regiones pobladas por indígenas con el ánimo de enseñar el
castellano, fundamentos de higiene, economía, lecciones de cultivo y aplicación de máquinas
a la agricultura. “Proyecto de Ley para la creación de una Secretaría de Educación Federal
presentado por el Ejecutivo de la Unión a la XXIX Legislatura, 1920”, pp. 109. Fell, Claude,
“La creación del Departamento de Cultura indígena a raíz de la Revolución Mexicana”, pp.
109-122. “Las autoridad educativas dirigidas por José Vasconcelos asignaron a la escuela la
tarea de unificar el País [...] El gobierno inició sus programas escolares en el medio rural con
la creación de centros educativos llamados Casa del Pueblo” Loyo, Engracia, La casa del pueblo
y el Maestro Rural Mexicano, pp. 10-12.
37 La Casa del Estudiante fue creada en el 1926. Cf. Loyo Engracia, “La dignificación de la
familia y el indigenismo oficial en México (1930-1940)”, p. 349.
38 Para una revisión a la teoría indigenista e integracionista, Cf. Díaz- Polanco, Héctor, “La
teoría indigenista y la integración”, pp. 9-40.
48
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Chihuahua. Dos años después fueron creados otros 9 internados.39 Con
el arribo de Cárdenas al poder, estos centros se refuncionalizaron bajo los
principios generales de la teoría de educación socialista integral.
Los lineamientos generales que regularían el funcionamiento de
los internados, fueron redactados por el Departamento de Educación
Primaria;40 mientras que las funciones de los diferentes agentes educativos
fueron señalados en el Programa de acción del Departamento de enseñanza
agrícola y rural.41 La primera cuestión fue: ¿para quién estaban pensados los
internados indígenas? Formalmente, estas instituciones estaban destinadas
a los grupos “socialmente atrasados” debido a lo primitivo de sus modos
de producción.42 El objetivo rector era, además de proporcionar el
adiestramiento técnico, proveer los elementos necesarios para fomentar en
los alumnos la “agilidad mental”; idea que resultaba afín a la educación
socialista integral. No obstante, esta postura estaba en contradicción con el
paternalismo del Estado ya que sugería no introducir doctrinas políticas que
corrompieran su estado de “pureza”.43 Perspectiva que, como se verá, era
compartida por múltiples agentes de difusión educativa.44
39 “Tonachic (Chihuahua), Caro (Estado de México); Chamula (Chiapas) [Rincón Chamula];
Quintiyé (Querétaro); Chacaltongo (Oaxaca); Zongozotla (Puebla), Santa María Ocotlán
(Durango); Santa Cruz de Bravo (Yucatán); Matlapa (San Luis Potosí)”, en Loyo, Engracia,
“Los Centros de educación indígena y su papel en el medio rural (1930-1940)”, p. 145.
40 AHSEP, Secc. Dirección General de Educación Primaria, Subserie Informes de escuelas
indígenas, 1936-1941, caja 20, exp. 5, ff. 40-54. “Consideraciones generales sobre los
programas de pequeñas industrias en los centros de educación indígenas”, compilado el 18 de
mayo de 1936, contiene 11 puntos.
41 AHSEP, Instituto de Orientación socialista, núm.3091/21, exp.1, ff. 5-6, “Programa de
acción del Departamento de Enseñanza Agrícola y Rural”, ff. 1-9.
42 AHSEP, Secc. Dirección General de Educación Primaria, Subserie Informes de escuelas indígenas,
1936-1941, caja 20, exp. 5, f. 49, punto 5. “La población en México forma un conjunto que se
extiende desde los grupos humanos que están socialmente atrasados y que viven en un sistema de
economía cerrada que nada tiene que ver con los sistemas modernos de crédito y de comercio”.
43 Ibid., ff. 40-54. “Consideraciones generales sobre los programas de pequeñas industrias en los
centros de educación indígenas”, compilado el 18 de mayo de 1936, contiene 11 puntos. “Por las
consideraciones anteriores se ha tenido cuidado de ajustar los programas a los métodos primitivos
y coloniales, se introducirán poco a poco y a medida que los recursos del gobierno federal
vayan siendo destinados más ampliamente al trabajo de educación, nuevos procedimientos que
requieren gastos especiales para compra de maquinaria sencilla; como una institución educativa
de esta especie no persigue únicamente el adiestramiento manual, [...] la situación social que el
mismo [Estado] ha creado y las doctrinas socialistas que deben ser introducidas en el campo con
la prudencia necesaria para que no corrompan los centros de población rural que aún
se conservan sanos y que serán en definitivas los que apliquen las doctrinas socialista y
transformen a la sociedad actual, en vista de su mayor población proporcionalmente a la
urbana”. Véase nota 55. El énfasis en letras negritas es de la autora de este artículo.
44 “[...] si él [el indio] no produce es por su situación económica y falta de medios de vida, […]
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
49
La siguiente interrogante a definir es quién debía encargarse de la
educación. El programa anteriormente mencionado señalaba cuatro
objetivos en este rubro: preparar maestros para las escuelas rurales, mejorar
el nivel de los maestros en servicio (vinculados a las Misiones Culturales),
impartir enseñanza agrícola a la población adolescente campesina (por
medio de las Escuelas Centrales Agrícolas y Regionales Campesinas) y elevar
el nivel de vida de comunidades rurales. Por otra parte, hubo una definición
de las jerarquías. En primer lugar estaban los maestros rurales quienes,
sujetos a los lineamientos determinados por las Misiones Culturales,45 eran
formados ad hoc en las escuelas normales rurales o regionales campesinas,
con el objetivo de aprender el idioma utilizado en el área asignada. En
segundo lugar estaban los directores de educación de las diferentes zonas
escolares y, finalmente, hallamos a los inspectores escolares de zona.
Definir el lugar para establecer una escuela indígena debía estar
precedido por una caracterización económica,46 geográfica y ambiental que
él no se incorporará a la civilización que en algunos casos ojalá no llegara a incorporarse jamás
para no destruir en él su sencillez.” AGN, fondo Lázaro Cárdenas, vol.1106, exp. 609/280, ff.48
<Hidalgo, Valle del Mezquital, agosto 1939, Periodista veracruzana, Xóchitl, relación enviada al
Presidente de la República>, f. 3; vol. 685, exp. 5334/12 sin número de fojas. “30 dic. 1936.
núm. 91790. Inspector federal propone para mejoramiento de las regiones Otomí, Tarahumara,
Zapoteca, Chamula, Tarasca; Yaqui, Maya y Kikapoos, “el establecimiento de direcciones federales
de Educación con zonas escolares reducidas a 25 escuelas cada una, con dotación de herramienta
y personal especializado y se prohíba la política electoral”. El énfasis en letras negritas es de la
autora de este artículo.
45 AHSEP, Instituto de orientación socialista, núm. 3091/21, exp.1, ff. 5-6, “plan de acción
de enseñanza agrícola y normal rural”, f.6. Las misiones culturales, con el fin de una mejor
acción, debían agregar un agrónomo y un médico (concedido por el departamento de
salubridad); además de crear misiones culturales dedicadas exclusivamente a los indígenas que
no hablen español. En el punto VIII se encuentra que será competencia de la Escuela Normal
Agrícola preparar los maestros de agricultura que la Secretaría de Educación Pública necesite
para las escuelas rurales, los internados indígenas, las escuelas normales rurales, las escuelas
centrales agrícolas y regionales campesinas. Para una interpretación histórica de las misiones
culturales, Cf. Loyo, Engracia, “La Dignificación de la familia y el indigenismo de México
(1930-1940)”, pp. 347-367.
46 AGN, Lázaro Cárdenas, Departamento de Asuntos Indígenas, vol. 577, exp. 506.25/27 ff. 40.
“Dirección de Ganadería, Departamento de Sanidad Animal, Sección Regionales”, “Centro de
Tribus indígenas en el Estado de Oaxaca”, “Tratando la Dirección de Ganadería, de mejorar
las especie animales que tienen en explotación las tribus indígenas y aún proporcionarles las
más adecuadas según la región [...] se están haciendo estudios de las diferentes regiones del
país a fin de determinar las zonas y sitios que constituyen centros indígenas más apropiados
para lograr un verdadero beneficio por encontrarse hasta la fecha al margen de una ayuda
efectiva y convergir en ellos el movimiento comercial indígenas”. La importancia de este
expediente es que ha sido insertado en las relaciones del Departamento de Asuntos Indígenas
de los internados o centros de educación indígena, lo que hace pensar que cuando se hacía
una relación sobre una determinada área, ésta circulaba a las diferentes instancias del gobierno.
50
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
incluyese un mapa que detallara las vías de comunicación, su estado y el
tiempo necesario para recorrerlas; además, la información etnográfica debía
dejar clara la homogeneidad cultural de la población.47 En lo local, esta
tarea estaba encomendada a los directores de educación, y en lo federal,
era función de los inspectores. Estos últimos tenían que rendir un informe
detallado a la Secretaría de Educación Pública48 donde debían definir las
áreas “netamente indígenas” que merecían la presencia de una escuela que
los redimiera del atraso,49 v. gr. un internado.
Una complejidad que emerge a la hora de abordar históricamente los
internados tiene que ver con que en cada uno, a través de los directores e
inspectores, se definió su forma particular de “civilizar”, de acuerdo con las
características de la zona en cuestión.
La primera clasificación zonal de los internados indígenas se
determinó el 21 de agosto de 1935. Los inspectores de las dos zonas eran,
respectivamente, C. E. San Salvador y J. H. Paniagua:
47 AHSEP, Instituto de Orientación socialista, núm. 3091/21, exp. 2, ff. 1-4. Cuerpo Técnico
Rural de enseñanza rural y primaria foránea 192, “Sugestión al Departamento de escuelas rurales
para insistir ante los Directores de Educación sobre la conveniencia de formar las zonas escolares
por regiones económicas, México 27 Feb. 1935”, Secretaría de Educación Pública, ff. 2-3.
48 Los maestros rurales enviaron relaciones de sus áreas a los inspectores de zona, y los
inspectores de zona las compilaron y complementaron dichas relaciones para enviarlas a la
Dirección General con copia a la Dirección Federal. “Instrucciones respecto a la recopilación
de los datos que se piden en la circular IV-43-133, 8 de mayo de 1936”, AHSEP, Dir. General
de Educación Primaria Edo. y Territorio, División general 1936-1940, caja 20, exp. 5, f. 10.
49 “A los Directores de educación federal, inspectores federales y maestros rurales de
las regiones netamente indígenas. Se manda disposiciones para que se identifiquen las
áreas netamente indígenas considerado que no son suficientes los datos enviados por
el departamento de estadísticas así que se incita a identificar: comunidades, poblados o
rancherías netamente indígenas; especificar la raza a que pertenece, si poseen escuela o no,
el nombre de maestro que la desempeña, el dialecto exacto que habla la mayoría […] pues
tenemos un interés especial en localizar lo más exactamente posible los núcleos indígenas para
organizar un sistema de educación especialmente para ellos” “Circular IV-43-133 Localizar
razas indígenas del país, 29 de abril de 1936” AHSEP, Dir. General de Educación Primaria,
Estado y Territorio, División general 1936-1940, caja 20, exp. 5, ff. 182, f. 4.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
51
Puebla
México
Guerrero
Oaxaca
Chiapas
Querétaro
Yucatán
Quintana Roo
Hidalgo
Veracruz
Michoacán
Jalisco
Sonora
Nayarit
Guanajuato
San Luis Potosí
Chihuahua
ZONA 1
1. Zongozotla, Zacapoaxtla
2. Comaltepec, Zacapoaxtla
3. Caro, Mpio. de Jocotitlán
4. San Gabrielito, Tepecoacuilco
5. Ejido del Carmen, San Luis Acatlán
6. Metlantonoc
7. Chalcantongo
8. Ayutla, Mpio. de Villa Alta
9. Rincón Chamula.
10. Huistan, Mpio. de Las Casas
11. Nopal, Cacaté
12. Quitiyé, Mpio. de Cadereyta
13. Jacal de San Felipe, Mpio. de Amealco
14. Chichimilá, Mpio. de Valladolid
15. Pendiente
ZONA 2
1. Atecoxco, Tianguistengo
2. Región de Zongolica
3. Paracho
4. Colotlán
5. Labores Vican
6. Guaynamota, Corapan
7. Xichú
8. Matlapa
Pequetzen, Tancanhuitz
9. Sisoguichic
Cieneguita
Tónachic
Norogachic
Las relaciones técnicas que permitieron esta primera zonificación se
hicieron con base en el censo de 1930 hecho por la Secretaría de Estadística
de la economía nacional. En él se identificó un total de 2,250,565 personas
52
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
mayores de cinco años que hablaban por lo menos un lengua indígena50 en
32 entidades federativas:
TABLA
2. RESUMEN GENERAL DE LA POBLACIÓN DE CINCO AÑOS
QUE HABLA DIALECTOS INDÍGENAS POR ENTIDADES FEDERATIVAS
SEGÚN EL CENSO DE
Entidades
Estados
Unidos
Mexicanos
Aguascalientes
Baja California
Baja California
Sur
Campeche
Coahuila
1930
Exclusivamente Español y
dialectos
un dialecto
indígenas
indígena
Español y
dos dialectos
indígenas
1,184,645
1,064,236
28
49
149
49
177
59
59
16,213
15,091
26
392
Colima
1,684
Total
2.250,565
31,304
3
51
421
51
Chiapas
89,150
49,504
812
139,466
Chihuahua
Distrito
Federal
Durango
13,837
15,188
47
29.072
14,638
24
14,662
1,521
2,313
3,834
305
4,603
4,908
Guerrero
79,559
35,494
31
115,084
Hidalgo
115,848
74,277
5
190,130
Jalisco
1,676
937
30
2,643
México
61,820
122,607
191
184,618
Michoacán
17,372
36,598
53,970
1,015
14,643
15,658
Guanajuato
Morelos
50 AHSEP, caja 20, exp. 5, ff. 182, “Informe de Escuelas indígenas de los Estados y territorios”, f. 7.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
53
Entidades
Nayarit
Exclusivamente Español y
dialectos
un dialecto
indígenas
indígena
1,194
Nuevo león
Español y
dos dialectos
indígenas
Total
3,634
4
4.832
84
1
85
Oaxaca
315,424
203,748
5
519,177
Puebla
176,163
133,958
445
310,566
Querétaro
5,640
11,870
17,510
Quintana Roo
San Luis
Potosí
Sinaloa
1,862
1,825
3,687
36,730
22,853
809
6,317
Sonora
6,003
18,844
Tabasco
3,915
14,412
Tamaulipas
Tlaxcala
13
59,596
7,126
29
24,876
18,327
185
185
9,567
21,490
Veracruz
115,847
109,287
34
225,168
Yucatán
113,121
129,109
10
242,240
Zacatecas
27
31,057
27
Notas: No se han considerado los grupos esporádicos menores de 20 personas en cada
entidad, estos grupos aislados representaron un total de 517 personas en toda la república.
El número proporcional de menores de cinco años correspondiente a lenguas indígenas es
de 340,098.
Con base en esta información cuantitativa, la Secretaría de Educación
Pública giró instrucciones51 para que los inspectores de zona actualizaran
los datos, agregando toda la información económica, física y geográfica
posible de cada zona. Las relaciones técnicas fueron estudios realizados
entre funcionarios de diferentes instituciones gubernamentales que, gracias
51 “Dir. General de Educación Primaria Urbana y Rural. Asunto- Localizar razas indígenas
del País, CC: directores de educación Federal, Inspectores Escolares Federales y Maestros
rurales de las regiones netamente indígenas”. AHSEP, Secc. Dirección General de Educación
Primaria, Subserie Informes de escuelas indígenas, 1936-1941, caja 20, exp. 5, f. 9.
54
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
a la creación del Departamento de Asuntos Indígenas, se concentraron en
un solo archivo.
El Consejo técnico de educación rural, institución de investigación
y planeación, envió un primer informe a los directores de educación
primaria urbana y rural en los diferentes estados; además, se adjuntaron
las propuestas de “industrialización”52 para los internados indígenas, las
cuales fueron formalmente aprobadas.53 Según lo anterior, antes de 1936
es muy probable que hayan existido programas experimentales, donde los
directores y maestros tuvieron un amplio margen de maniobra a la hora de
diseñar estrategias locales. Lo interesante de este programa cardenista es que
todavía se considera como “provisional”,54 lo cual es explicado en el punto 7:
Se ha tenido cuidado de ajustar los programas a los métodos primitivos y
coloniales; se introducirán poco a poco y a medida que los recursos del gobierno
federal vayan siendo destinados más ampliamente al trabajo de educación
nuevos procedimientos que requieren gastos especiales para compra de
maquinaria sencilla; como una institución educativa de esta especie no persigue
únicamente el adiestramiento manual, sino la información indispensable y la
agilidad mental de los alumnos es conveniente que los maestros completen
la enseñanzas con dos tipos de monografía cortas y bien ilustrada: Una
que contenga la historia de las industrias y otras que contenga narraciones
referidas a procedimientos modernos de construcción de manufactura textil [...]
la situación social que el mismo [Estado] ha creado y las doctrinas socialistas
que deben ser introducidas en el campo con la prudencia necesaria para que no
corrompan los centros de población rural que aún se conservan sanos y que
52 AHSEP, Dir. General de Educación Primaria, Estado y Territorio, División general 19361940, caja 20, exp. 5, f. 46. Los 10 programas de industria son: alfarería corriente, filatura
y tejidos; carpintería, herrería, sastrería, curtiduría, zapatería, talabartería, conservación de
productos alimenticios, jabonería.
53 AHSEP, Dirección General de Educación Primaria, Estado y Territorio, División general
1936-1940, caja 20, exp. 5, f. 45.
54 El programa es introducido por 10 puntos que definen las líneas generales. “18 de mayo de
1936 […] Siendo relativamente nueva la tendencia a formar programas de industrias manuales
para los establecimientos de educación pública deben considerarse los que se elaboren como
provisionales dentro el punto de vista pedagógico como desde el punto de vista práctico,
hasta la experiencia apunte los datos indispensables para darle forma definitiva (4°)”, AHSEP,
Dirección General de Educación Primaria, Estado y Territorio, División general 1936-1940,
caja 20, exp. 5, f. 45.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
55
serán en definitiva los que apliquen las doctrinas socialista y transformen a la
sociedad actual, en vista de su mayor población proporcionalmente a la urbana.55
El plan educativo definitivo para con los centros de educación indígena
apareció hasta 1940; en éste, además de trazar las directrices teóricas y
pedagógicas, quedó manifiesto el grado de eficacia que tuvo la política
educativa implementada.56 La conclusión a la que se llegó fue que, pese
a la fuerte cantidad de recursos invertidos, los distintos grupos indígenas
diseminados por todo el territorio continuaban siendo un problema de
carácter nacional. El fracaso obedeció a cuatro causas:
1. El sentimiento de minusvalía, formado en la conciencia indígena
como consecuencia de siglos de opresión.
2. El aislamiento en que se han mantenido por mucho tiempo.
3. La explotación de que han sido objeto por parte de criollos y
mestizos.
4. Su propia tradición, costumbre, lenguas, hábitos sociales, etcétera.57
Estos puntos representan la continuidad de la visión de la élite política desde
el siglo anterior. Lo que llama la atención es que para 1940 la tradición, la
costumbre, las lenguas y los hábitos sociales fueron considerados como
“problemas” que debían ser extirpados; postura que distaba de la tesis
implementada en 1936 que consideraba al indio como sujeto que debía
mantener sus particularidades culturales sin rehusar a la modernidad y la
civilización.
Adicionalmente, hubo otra causa que contribuyó al fracaso del proyecto:
la desconfianza de las comunidades generada por los mismos maestros que
adolecían de preparación y voluntad.58
Con estas premisas, la dirección general formuló instrucciones con
el fin de entender, en cada comunidad, el porqué del estancamiento del
55 Idem. Cf. nota 43. El énfasis en letras negritas es de la autora de este artículo.
56 Expediente: IV/200 (062), Circular 18149 del 4 de abril de 1940, AHSEP, Dirección
General de Educación Primaria, Estados y Territorios, Dirección general, oficina escuela
indígenas, caja 20, exp.5, ff. 1-3.
57 Idem.
58 Ibid., f. 2.
56
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
progreso.59 A diferencia de los informes que debían rendir los inspectores
donde la información se limitaba al “origen histórico de la comunidad,
sus costumbres, organización social primitiva, creencias religiosas, cultura
propia, medio físico y geográfico, aprovechamiento del medio físico y
geográfico original y espontáneo”,60 ahora se debía incluir información
referente a los “factores negativos que no han permitido el desarrollo”,
agregando las causas de “resistencia de los aborígenes” para aceptar las
costumbres “nuestras”.61
El 30 julio de 1940 estaba listo el programa de las escuelas para las
comunidades indígenas, “bases para la organización del trabajo, calendario
y bases fundamentales para la preparación de los maestros que trabajan
en las mismas”,62 preparado por Aureliano Esquivel Casas, presidente del
Consejo técnico de educación rural.63 No profundizaré en dicho programa, ya que
rebasa los límites del presente escrito.
59 Idem.
60 Punto 1. Ibid.
61 Puntos 3 y 4. Expediente: IV/200 (062), Circular 18149 del 4 de abril de 1940, AHSEP,
Dirección General de Educación Primaria, Estados y Territorios, Dirección General, oficina
de escuelas indígenas, caja 20, exp.5, f. 2. “Mandados por Rafael Menéndez Aguirre, Director
General”. Las disposiciones son:
1. Definir los maestros de origen indígena, su lengua materna o si hablan otra, para
reubicarlos en escuelas donde la población esté integrada por la misma raza a que
pertenecen.
2. Todos los maestros que trabajen en poblados indígenas deben aprender la lengua que se
hable.
3. La castellanización de los indígenas no será indispensable para impartir otros
conocimientos, sino se procurará una enseñanza bilingüe.
4. Mientras el gobierno elabora leyes especiales en consonancia con los intereses indígenas,
los maestros deben procurar, hasta donde sea posible, adaptar las normas legales a las
costumbres y organización política de cada poblado respetando a su autodeterminación.
La enseñanza que se imparta debe tener en cuenta la cultura nativa sin que esto implique
abandonar el propósito de que el conjunto de los grupos autóctonos se incorporen a la
vida nacional.
5. Tomando en consideración la lucha que el indígena tiene que sostener frente a la
naturaleza, proyectándose para su aprobación, se considera una nueva redistribución de
tiempo, reduciendo discrecionalmente a 4 horas el servicio escolar diurno y hasta 1 hora
el servicio vespertino o nocturno.
6. Corríjase la frecuente desconexión de los maestros con sus comunidades, adviértanse a
quienes trabajan en poblados indígenas que deben permanecer por lo menos tres años al
frente de cada escuela.
Sírvanse ponerse en contacto con el “Comité nacional de ayuda al niño indígena” y
cooperar eficazmente en todo lo que esa institución les pida dentro de la finalidad social
que se ha trazado. El énfasis en letras negritas es de la autora de este artículo.
62 AHSEP, Dirección General de Educación Primaria, Estados y Territorios, Dirección
General, oficina de escuelas indígenas, caja 20, exp.5. exp. 48, ff. 60.
63 Ver apéndice 1.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
57
3. La experiencia directa de los centros de educación indígenas
Se ha buscado identificar el marco político, social y cultural en que se
insertaron los internados indígenas, sus funciones y objetivos. Sin lugar
a dudas, los diferentes documentos oficiales muestran un momento de
asentamiento y de recopilación de la información por parte de las autoridades
centrales desde el 1936 hasta 1940 con el fin de redactar un programa con
lineamientos definitivos. Para conocer el desarrollo de dichas propuestas,
es necesario conocer la forma en que éstas fueron recibidas en cada una
de las comunidades. Para tales efectos, es necesario estudiar el proceso
particular de cada centro educativo, ya que buena parte de la dinámica local
dependía del director al mando. Él era quien estaba en contacto directo
con la realidad social, la cual debía describir, interpretar y plasmar en las
relaciones dirigidas a las autoridades federales.
La acción concreta del gobierno en las áreas “netamente” indígenas,
necesitaba de manera previa un estudio técnico de la región sobre bases
geográficas y socio-económicas; en esta acción es posible comprender
la dinámica de los centros de educación indígenas. Para entender la
funcionalidad de éstos es necesario, ante todo, tener presente que el
gobierno quería actuar de manera “integral”, es decir, las acciones debían
diversificarse en todos los sectores de la comunidad desde lo agrícola
hasta lo cultural. Por esto nos hemos extendido en explicar la concepción
“socialista” de la educación integral, y por esto no se pueden identificar los
centros de educación indígena como algo separado de toda una política de
gobierno.
Las relaciones técnicas64 encontradas permiten identificar la “educación
integral” como patrón común. Éstas eran elaboradas por diferentes
64 AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 577, exp. 506.25/27, ff. 40. “Dirección de ganadería,
Departamento de sanidad animal regional, Centro de Tribus indígenas en el Estado de Oaxaca
[…], ya citado en la nota 46; ibid., vol. 685, exp. 533.4/12, s. f., “Estudios de la región indígena
tarahumara, presentado por el Departamento del Trabajo al C: Presidente de la República
Lázaro Cárdenas, México junio de 1936; ibid., vol. 1106, exp. 609/280, ff. 48 “Ixmiquilpan,
14/09/39, Comisión Intersecretarial de estudio y planeación en el Valle del Mezquital [...]
estudio de todas las secretarías con plan de acción [...] labor en beneficio de los otomíes en los
municipios de Actopan, Tasquillo, Ixmiquilpan y Nicolás Flores (antes Santa María Tepeji),
de esta entidad con la cooperación económica y técnica de los gobiernos federales y locales a
partir del 26 de Septiembre de 1936”, ff. 1-10; ibid., vol. 577, exp. 506.25/27, 1940, “Estudio
relativo a los Estado de Guerrero, Querétaro, Hidalgo”; Instituto Nacional Indigenista
58
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
departamentos, como los de Trabajo y Ganadería. Allí también encontramos
el caso ampliamente documentado del Valle del Mexquital,65 poblado por la
etnia de los otomíes, y se ocupa de los municipios de Actopan, Tasquillo,
Ixmiquilpan y Nicolás Flores (antes Santa María Tepeji).66
Allí se relata el establecimiento del centro de educación indígena “Fray
Bartolomé de Las Casas” en el pueblo de Los Remedios, municipio de
Ixmiquilpan, bajo la supervisión del profesor Arturo Oropeza;67 fundación
ordenada por el Presidente de la República en acción conjunta con la
Comisión Intersecretarial de estudio y planeación en el Valle del Mezquital, bajo
la presidencia del profesor Chávez Orozco, (jefe del Departamento de
Asuntos Indígenas). El relato nos muestra las implicaciones reales de un
internado.
La región, definida como otomí, compuesta por 36,000 individuos,
aproximadamente, de los cuales 75% no hablaban bien el castellano o
sólo lo entendían. En pocas palabras, son descritos como una sociedad en
“descomposición moral y material” con “sus instintos sociales dormidos
que hay que despertar”.68 Debido a que todo proyecto para la instalación
(desde ahora INI), FD, 59/119, 1936, “Departamento del trabajo […] La raza tarahumara
abarca condiciones sociales, económicas y se complementa con un proyecto” pp.193, “La
publicación del presente estudio en acatamiento a un acuerdo expreso del Ciudadano Primer
Magistrado de la Nación [...] permita construir las bases para lograr sensibles mejorías en
la vida económica y elevarlo [al indio] por este medio a una superior categoría en el orden
biológico-social..” p. 7.
65 AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 1106, exp. 609/280 ff, 48 “Hidalgo, Valle del Mezquital, Agosto
1939, Periodista Veracruzana, Xochitl, relación enviada al Presidente de la República”, ff. 1-18.
66 El ejemplo tomado del Valle del Mezquital es fundamental porque la investigación hecha
ha mostrado que probablemente la estructura organizativa de este Estado, quería ser ejemplo
o si no fue la más ejemplar de la política de Lázaro Cárdenas. Se constituyó una Comisión
intersecretarial de estudio y planeación en el Valle del Mezquital, estado de Hidalgo, integrada
por representantes de: Gobierno del estado de Hidalgo, Universidad Nacional Autónoma de
México; Banco Nacional de Crédito Ejidal; Secretaría de Gobernación; Secretaría de Hacienda
y Crédito Publico; Secretaría de la Defensa Nacional (XVIII Zona Militar); Secretaría de la
Economía Nacional; Secretaría de Agricultura y Fomento; Secretaría de Comunicaciones y
Obras Públicas; Secretaría de Asistencia Pública; Departamento de Trabajo; Departamento
Agrario; Departamento de Salubridad Pública; Departamento Forestal y de Caza y de Pesca;
Departamento de Asuntos Indígenas; Departamento de Educación Física; autoridades
Municipales de Actopan, Ixmiquilpan, Tasquillo, Nicolás Flores, Comisión Permanente del
Congreso Indígena Otomí, organizaciones campesinas, el presidente Chavez Orozco. Éstos,
además de redactar la planeación, formularon un reglamento interno de esta Comisión que
estaba bajo el mismo Presidente de la República. AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 1106, exp.
609/280, 5 ff.
67 AGN, Lázaro Cárdenas, vol.1106, exp. 609/280, 48 ff., “Hidalgo, Valle del Mezquital, agosto,
1939, Periodista veracruzana, Xóchitl, relación enviada al Presidente de la República”, f. 6.
68 Ibidem, f. 2, “treinta seis mil seres, entre mujeres hombres niños sobre cuyas espaldas
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
59
de un centro requería, como ya se ha dicho, de la existencia de un grupo
“netamente” indígena, hubo una pluralidad de puntos de vista por parte
de los inspectores a la hora de definir el indígena “neto”. En el nivel
formal, estas comunidades fueron definidas como aquellas donde 70% de
la población hablara algún dialecto indígena; además, debían utilizar trajes
“típicos” y conservar sus “costumbres”.69 La interpretación iba más allá de
las líneas generales trazadas en el programa educacional de Lázaro Cárdenas,
por lo que el idioma resultó ser un criterio insuficiente: se necesitaba todo
un conjunto más amplio de elementos para identificar lo “netamente”
indígena. Este requerimiento dio pie a la circulación de una lista con
“todas” las comunidades que reunían estas características.70 Este listado
definió las áreas sujetas a la política integracionista de Lázaro Cárdenas y,
además, precisó los requisitos mínimos para solicitar la construcción de
un internado. Uno de ellos fue la presencia mínima de 30 niños en edad
escolar.71 Por otra parte, no fue fácil decidir el sitio en que el internado sería
edificado, debido a que dicho lugar se convertiría en el centro de las redes
de poder económico y social a nivel regional.72
Una vez definida el área, era necesario acondicionar el sitio, dotándolo de
tierras y de los servicios básicos. La tierra podía ser concedida directamente
gravitaba una maldecion ancestral [...] es necesario decir aquí, que los indígenas poseen instintos
sociales pero dormidos, hay que despertarlos […] hay que despertar esta sociabilidad”.
69 AHSEP, caja 20, exp. 5, ff. 182, “Informe de Escuelas indígenas de los Estados y territorios”,
ff. 46-50.
70 AHSEP, caja 20, exp. 5, ff. 182, “Informe de Escuelas indígenas de los Estados y territorios”,
ff. 46-50. “Directorio de Municipios con expresión de los dialectos indígenas, cuando lo
hablen un 70% o mas”. Ver apéndice 4.
71 AHSEP, núm. 3953/3092/ 4, exp. 4, ff.262-263, “Las Escuelas Rurales Federales de la
zonas”, “Consideraciones generales acerca del programa”, “Escuelas rurales 1. Como
en las zonas de Educación Federal de algunos Estados escasean los lugares de 30 o más
niños de edad escolar, que es el mínimo que exige nuestra Secretaría de Educación [...] es
de recomendarse que el mínimo sea de 20”, f. 263. Cabe mencionar que, como medida
económica, se consideraba que se requería una participación mínima de 200 alumnos.
72 AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 685, exp. 5334/12, “26 noviembre 1936. El día 7 del mes en curso
el Señor Samuel Bautista Z. Presidente municipal del pueblo de Huauclilla, Nochixtlán, Oaxaca,
[...] celebrada una junta de autoridades de 16 Pueblos indígenas y haberse tomado el acuerdo
de solicitar [...] la instalación de un internado indígena en este pueblo [...] estos pueblos son
efectivamente indígenas, se acompaña un plano mapa que indica la red de pueblos indígenas
analfabetas; así como también el croquis del terreno que esta población está dispuesta a ceder para
el objeto que se percibe [...] piden ayuda de 2,000 pesos”. AGN, vol. 299 exp.404.1/7395, Guerrero,
municipio Mártir de Cuilapan, Atliaca, solicitud de internado aceptada por la SEP. “Comunico a
ustedes que los habitantes de Atliaca el 22 de febrero anterior solicitaron al Presidente la apertura
de un internado indígena teniendo en cuenta que en toda la región se habla dialecto mexicano,
24 de mayo de 1940”. El énfasis en letras negritas es de la autora de este artículo.
60
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
por una acción del ejecutivo a través de la expropiación agraria, como
fue el caso del internado de Atliaca, en Guerrero,73 y el Fray Bartolomé
de las Casas en el Valle del Mezquital.74 La concesión también podía ser
hecha por el municipio mismo, como ocurrió en Huauclilla y Nochixtlán,
Oaxaca;75 aunque hubo casos de concesiones privadas, como fue el caso de
Yautepec, en Oaxaca.76 Una vez definido el espacio para la construcción,
iniciaban los planes para acondicionar el terreno; es decir, comunicaciones,
obras públicas,77 electricidad y acueductos.78 Tales acondicionamientos,
según los documentos, estaban sujetos a la aprobación de crédito por parte
de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, lo cual está claramente
especificado en la relación técnica para el internado Fray Bartolomé de
las Casas.79 Debido a que se requería que fuese una organización la que
solicitase el crédito, se fomentó tanto el apoyo como la rivalidad entre
los diferentes sectores que ostentaban el poder local. Éste fue el caso de
73 AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 685, exp.533.4/51. “Piden se instale nuevamente el internado
indígena en el Pueblo de Atliaca”, comisariato ejidal Zotoltitlan, Guerrero, municipio Mártir
de Cuilapan, abril 1940; ibid., vol. 299, exp. 404.1/7395. “Las Autoridades Municipales
y Sociales en representación de los habitantes indígenas de este lugar [...] exponemos las
siguientes necesidades: 1. Restitución de tierras desde el 1931 […] material para introducir
agua potable al internado”, Guerrero, municipio Mártir de Cuilapan, abril de 1940.
74 “[...] por orden de Lázaro Cárdenas [...] se preparó la tierra de manera conveniente”, AGN,
Lázaro Cárdenas, vol. 1106, exp. 609/280, 5 ff.
75 AGN, vol. 685, exp. 5334/12 “26 noviembre 1936 […] el croquis del terreno que esta
población está dispuesta a ceder para el objeto que se percibe [...]”
76 AGN, vol. 685, exp. 533.4/12, Oaxaca, Yautepec, “Dr. Gral. de educación Federal, Rafael
Bolio Yerno [...] solicita ayuda para llevar a cabo la construcción de un Internado para
educar Indígenas que pudieran sostener los Gobiernos del Sureste y recibir a los hijos de los
compañeros Inspectores Acompaña plano y proyecto en la inteligencia que el terreno ya lo
tiene adquirido [...] 26 de mayo de 1938”.
77 26 de septiembre de 1936, Cf. Comisión Intersecretarial, Informe presidencial n. 650/40, s.f.,
AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 1106, exp. 609/280, 48 ff. “a) Comunicaciones y obras públicas,
como camino carreteras, edificios, escuelas; b) Agricultura y Fomento que coopera en lo que
su denominación indica, por ejemplo proteger y controlar y acondicionar el terreno [...] El
terreno del internado era improductible [...] y abarcaba una extensa zona, [...] por orden de
Lázaro Cárdenas [...] se preparó la tierra de manera conveniente, [...] por medio de tuberías desde
distancias se trajo agua, se canalizó, se emprendieron por el ingeniero Uribe obras de irrigación”.
78 AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 299, exp. 404.1/7395 “pide [...] material para introducir agua
potable al internado, [...] ayuda económica para terminar la Escuela federal; [...] un molino de
nixtamal y máquinas de coser para uso de la Liga Femenil”.
79 “La acción que se emprendió fue [...] Secretaría de Hacienda y Crédito Público: la que
concede créditos a los proyectos de comunicaciones y obras públicas, como caminos carreteras,
edificios, escuelas; b)Agricultura y Fomento que coopera en lo que su denominación indica,
por ejemplo proteger y controlar y acondicionar el terreno, el ej. es importante en el internado
indígena “Fray Bartolome de las Casas” se ha fumigado en una extensa zona de sembrado
de duraznos y ciruelos y se han plantado arbolillos frutales, 26 de septiembre de 1936”, Cf.
Comisión Intersecretarial, Informes presidenciales, núm. 650/40.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
61
Motozintla, municipio de Amatenango del Valle (Chiapas), allí fue negado
el crédito para el internado ya que “sólo opera[n] con Sociedades Locales
de Crédito Ejidales debidamente organizadas, pero al mismo tiempo [se
le advierte que] son imposibilitados para organizar nuevas sociedades por
tener totalmente distribuidos los recursos económicos de esta institución”.80
Otro aspecto interesante que aflora en los documentos tiene que ver
con las múltiples y diversas solicitudes aunadas a lo relacionado con el
internado: repartición de tierras, dotación de agua, construcción de caminos,
instalación de energía eléctrica, dotación de maquinaria agrícola e industrial
y, algunas veces, construcción de viviendas.
“El maestro Ignacio León fundó el internado de Tonachic. Reformó
su destruido edificio [...] reconstru[yó] un viejo acueducto de los jesuitas
para introducir el agua [...] Form[ó] colonia de casas modernas para que
los muchachos que salieran del internado fueran formando su hogar”.81
El caso particular de Atliaco muestra, además de las diferentes solicitudes
adicionales a la petición del internado,82 un conflicto existente entre
este pueblo y Almolonga83 en torno del sitio donde debía funcionar el
internado, lo que revela la importancia dada por las autoridades locales
a esta institución;84 además de dejar manifiesta la articulación de poderes
alrededor del centro educativo.85
80 AGN, Lázaro Cárdenas, 609/1216, doc. núm. 83680, 31 de julio de 1940, Banco Nacional
de Crédito Ejidal.
81 Ibid., vol. 685, exp. 533.4/12, 6 ff., “Estudio de la región indígena tarahumara, informe
privado, internado Tonachic”, Chihuahua, 23 de diciembre de 1936.
82 “Solicitan la restitución de tierras del pueblo [...] ayuda económica apara terminación de
la escuela; instrumentos musicales para formar una banda y que se les dote de tubería para
introducir agua potable”, ibid., vol. 299 exp.404.1/7395, Atliaca el 24 de mayo de 1940,
Comisario Municipal, Elpidio Moreno envía la petición al Secretario SEP, Vázquez Vela.
83 Ibid., vol. 685, exp.533.4/51, f. 1, “Guerrero, municipio Mártir de Cuilapan, pueblo de
Atliaca, Comisiarato ejidal Zotoltitlan, “piden se les conceda el establecimiento del internado
para indígenas en Atliaca y no en Almolonga”, el 12 de abril de 1940”.
84 Com. Mpal, Elpidio Moreno, Cté Ejidal Agrario, Cté Ejd. del Sind. Camp. Asalariado, Cté Ejd.
de la Liga Feminil, Directiva de la Soc. Cred. Agrícola Local., AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 299,
exp. 404.1/7395, Guerrero, Mpio de Tixtla, Atliaca, “petición con 8 puntos”, “Las Autoridades
Municipales y Sociales en representación de los habitantes indígenas de este lugar [...] exponemos
las siguientes necesidades: 1. Restitución de tierras desde el 1931, 2. Material para la entubación
del agua potables, 3- Autorice la apertura de un Internado indígena los habitantes de este lugar,
habla dialecto indígena así como las comunidades circunvecinas, 4- El Jardín de niños indígenas
pase a ser Hogar infantil en vista de que a él concurren los hijos de trabajadores que atraviesan
por agudas crisis económicas, 5- ayuda económica de 500. ps, para la escuela federal rural [...]
8- un reloj público [...] Como sabemos [...] el mandatario se interesa vivamente por el avance de
los pueblos indígenas que apenas se incorporan a la civilización […]” 03/08/40.
85 AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 685, exp.533.4/17, f. 1, “Guerrero, Atliaca, Srio. de Acción
62
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Otro caso particular tiene que ver con el ejido del Carmen (Guerrero),
donde un diputado envió la petición al presidente de la república pidiendo
“1. La construcción de un edificio que llene las necesidades del mismo, 2.
Que se provea de un molino de nixtamal, 3. Que se nombre un maestro
de música, 4. Que se nombre un maestro de pequeña industria, 5. Que se
provea de 20 casas faltan, 6. Que se provea una máquina de coser, 7. Que
se provea de una radio para [...] los alumnos, 8. Un botiquín ofrecido de
antemano por la Secretaría de Educación Pública”.86
Lo anterior revela la bondad del gobierno federal para con aquellas áreas
que todavía estaban en un fuerte aislamiento social, geográfico y político.
Por lo tanto, resaltan las conclusiones a las que llegaron los funcionarios
de la Secretaría de Educación Pública en 1940 al momento de hacer el
balance de la ineficacia de lo realizado en esas zonas ya que lo que emergió
fue una supuesta contradicción: la resistencia puesta por el sector indígena
hacia la política educativa reportada por la SEP y las muchas peticiones para
establecer internados87 contrastaban con las pocas quejas registradas en
los documentos ya que, las pocas que hubo, estaban dirigidas contra los
dirigentes, mas no contra la institución.88 Este aspecto pone sobre la mesa
dos preguntas: ¿quién se beneficiaba de estos centros?, y ¿aceptaban los
Política, Comité de Orientación y Defensa del Campesino, Leopoldo de la Vega “[...]
constitución de un comité pro Internados Indígenas”, Acta constitutiva del Comité ProInternado Indígena de esa población a iniciativa hecha por Rufino Salgado R”, el 5 de agosto
de 1940”.
86 Ibid., vol. 685, exp. 533.4/33, Guerrero, Ometepec, Ejido del Carmen, diputado Nabor
Ojeda el 21 de septiembre de 1937.
87 Ibid., vol. 1117 exp. 609/12/6,14/09/36, Chiapas, Motozintla, vol. 258 exp. 404.1/3742,
22/09/36, Chiapas, Jiquipilas, Mpio. Las Margaritas; vol. 685, exp. 533.4/20, 26/08/36,
Chiapas, Coapilla (Mezcalapa); vol. 685, exp. 533.4/47, 16/03/36, Chiapas, Chiapa de
Corzo; vol. 711 exp. 534.3/583, 23/09/36, Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Tecpatán; vol. 299,
exp.404.1/7395, 09/06/38, Guerrero, Mpio. Mártir de Cuilapan, Atliaca; vol. 68,5 exp.
533.4/12, 03/02/36, Chiapas, Ixtapa, Cacate; 03/11/36, Chihuahua, Tonachic; 06/11/36,
Colima, Suchitlan; 10/06/40 Oaxaca, Yautepec, Santa María Ecatepec; 03/08/40, Oaxaca,
Yatzachi el Bajo; vol. 685, exp. 533.4/18, 12/04/40, Michoacán, Huetamo; vol. 685, exp.
533.4/23, 18/03/40, Guerrero, Ahuacuotzingo; vol. 685, exp.533.4/51, 25/02/38, Guerrero,
Atliaca; 26/05/38, Guerrero, Mpio. Mártir de Cuilapan; vol. 723 exp. 534.4/269, 04/08/37,
Guerrero, Tlapa.
88 AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 685, exp. 533.4/12; Oaxaca, Amuzgo, 21/05/37; alumnos
del Centro de Educación Indígena Federal Rosendo García “queja en contra Director [...]
el Director de este plantel mal emplea el dinero destinado al mismo, [...] no les den mas
alimentación que tortillas y frijoles y de beber solamente te, haciéndolos trabajar duramente
y los tienen sin estudiar” .
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
63
indígenas estas instituciones externas, o simplemente eran percibidas como
una intromisión en la estructura de poder local? No es posible emitir una
respuesta lo suficientemente contundente frente a la carencia de rigurosos
estudios de caso. No obstante, con los documentos encontrados es posible
efectuar un primer acercamiento.
Ante todo, es necesario precisar qué se requería para la construcción de un
internado. Los documentos arrojan un dato interesante: las solicitudes fueron
hechas por grupos organizados, instituciones políticas locales o federales y
no por las comunidades indígenas, como se muestra en el siguiente cuadro.
Según esta compilación, los solicitantes fueron representantes de
diversas organizaciones, sólo en dos casos se podría pensar en peticiones
de los indios: Atliaca (Guerrero)89 y en la localidad Huetamo en Santa
María Ecatepec (Michoacán). Estos documentos ponen en evidencia que
no fueron las comunidades indígenas las que solicitaron la construcción
del internado, sino las autoridades municipales y diferentes organizaciones
sociales que formaban parte de la estructura de poder local. De los 61
expedientes que consulté, en 17 de éstos (27,87 % de la muestra) se solicita
la creación de un internado; las cuales fueron emitidas entre febrero de
1936 y agosto de 1940.
Como mencioné anteriormente, las quejas no fueron para con el internado
y su construcción, ya que parece ser muy bien aceptado;90 si bien, éstos no
89 “Las Autoridades Municipales y Sociales en representación de los habitantes indígenas de
este lugar exponemos las siguientes necesidades: 1- Restitución de tierras desde el 1931, 2.
Material para la entubación del agua potables, …8- un reloj público.. Como sabemos […]
el mandatario se interesa vivamente por el avance de los pueblos indígenas que apenas se
incorporan a la civilizacion […]”. AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 299, exp.404.1/739, Guerrero,
Mpio. de Tixtla, Atliaca, El Com. Mpal, Elpidio Moreno, Cté Ejidal Agrario, Cté Ejd. del Sind.
Camp. Asalariado, Cté Ejd. De la Liga Femenil, Directiva de la Soc. Cred. Agrícola Local, hacen
una “petición con 8 puntos” al Presidente de la República, el 3 de agosto del 1940. El énfasis
en letras negritas es de la autora de este artículo.
90 AGN, Lázaro Cárdenas, vol. 685, exp. 533.4/19. Guanajuato, municipio de Dolores
Hidalgo, 12/05/40, Presidente municipal Jesús Bazán, DI Graciano Sánchez, protesta acerca
la posibilidad de que se cambie el centro educación indígena de Amapilca; Guanajuato;
municipio de Dolores Hidalgo, Cirenio Vargas, Alejandro Zendejas y otros. “…Que el
sargento […] destinado a dar garantías al internado de Amapilca y que reside en Alcozauca por
no estar acostumbrado a vivir en un medio rural, sea relevado por otro que sostenga ideología
revolucionaria; Guerrero; Alcozauca; Amapilca; 18/12/36; Pdte. Mpal. Jesús Bazán, Pedro
García Crisóforo, Salazár Filiberto Bazán, Consuelo Peláez; protesta acerca la posibilidad de
que se cambie el centro educación indígena de Amapilca. Vol. 1265 exp. 7031/382; Guerrero;
Tlapa; Amapilca; 15/04/40; David Vargas Pde. del comité de Alcozauca; no se cambie el
internado; “no haya cambio en el Centro de Educación indígena de Amapilca pues esperan
de esa institución un [...] profesorado indígena de la región”.
64
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
65
Chiapas
Chiapas
Tuxtla
Gutiérrez
Tuxtla
Gutiérrez
Jiquipilas
Mezcalapa
Chiapas
Chiapas
Chiapas
Chiapas
Motozintla
mpio.
Ixtapa
Chiapas
Chiapas
Municipio
Estado
Tecpatán,
Mezcala
Tecpatán
Mpio. Las
Margaritas
Llano
Grande
Coapilla
s. n.
Cacate
Pueblo
o ejido
Solicitante para el
establecimiento del
internado indígena
Confederación
03/02/36 campesina mexicana
Srio. José Martínez
Inspector director de
16/03/36 Internado, Rosendo
Pérez
Municipal de
26/08/36 Presidente
Coapilla
Subdirectora de la
escuela Vocacional
14/09/36 de Agricultura para
indígenas Rosa Inés
Carreto de Velasco
Presidente del Comité
Vigilancia de la
22/09/36 de
Comunidad Agraria Plan
de Ayala.
municipal J.
23/09/36 Presidente
Encarnación González
municipal,
26/09/36 Presidente
Ramón Vera L.
Fecha
SOLICITUDES DE INTERNADOS INDÍGENAS
vol. 711, exp.534.3/583
vol. 711, exp.534.3/583
vol. 258, exp.404.1/3742
vol. 1117, exp.609/12/6
vol. 685, exp.533.4/20
vol. 685, exp.533.4/47
vol. 685, exp. 533.4/12
Volumen y expediente
66
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Amapilca
Rancho de
San Vincente
Atliaca
Tlapa
Mpio. Mártir
de Cuilapan
Ahuacuotzingo
Huetamo
Yautepec
Yatzachi
Guerrero
Guerrero
Guerrero
Michoacán
Oaxaca
Oaxaca
El Bajo
Santa María
Ecatepec
Santa María
Ecatepec
Suchitlan
Sacualpan
Colima
Colima
Pueblo
o ejido
Municipio
Estado
Solicitante para el
establecimiento del
internado indígena
del Estado
06/11/36 Gobernador
Miguel Santa Ana
David Vargas Pdte. del
de Alcozauca,
04/08/37 Comité
y José M. Silva y demás
firmantes
Comisariato ejidal de
25/02/38 Totolzintla; Comisariato
26/05/38 ejidal Zotoltitlan;
09/06/38 Comisario Municipal,
Elpidio Moreno
Pdte. Cté. Reg. Pro-esc.
18/03/40 Reg. Com. Ejidal la
Bajada, Pedro...”
Representante de los
chonatles, Santa
12/04/40 pueblos
María Ecatepec y otros,
Rodolfo R. Valverde
Gobernador Estado de
10/06/40 Colima, Miguel Santa
Ana
Cté. de Acc. Edu. Conf.
03/08/40 Maestro Mex. Fidencio
Montes
Fecha
vol. 685, exp.533.4/12
vol. 685, exp.533.4/12
vol. 685, exp.533.4/18
vol. 685, exp.533.4/23
vol. 685, exp.533.4/51
vol. 299, exp.404.1/7395
vol. 723, exp. 534.4/269
vol. 685, exp. 533.4/12
Volumen y expediente
son todos los documentos existentes, no deja de llamar la atención la ausencia
de queja alguna. La dinámica de los casos en cuestión nos permite aseverar
que los centros de educación indígena fueron vistos como instrumentos
de articulación del poder local con el poder federal. Dicho papel fue
asumido, en un primer momento, por medio de la Secretaría de Educación
Pública; y, en un segundo momento (1937), a través del Departamento de
Asuntos Indígenas. Si tenemos en cuenta que las instituciones educativas
no solían ser consideradas por las comunidades indígenas como propias,
sino que eran vistas como instrumentos de autoridad para el control del
territorio por parte de los poderes locales y federales, es posible explicar la
ausencia de quejas por parte de las comunidades. Esto quiere decir que las
inconformidades se resolvían por medio de la deserción, mas no a través de
reclamos formales a la autoridad competente.
Un recorrido a través de las diferentes facetas de los internados indígenas
pone en evidencia la forma en que el gobierno de Cárdenas, frente a una
crítica situación económica, construyó un plan de acción que provocara un
cambio en el status quo. Para alcanzar este fin, las instituciones educativas
se convirtieron en parte integral de la “nueva” doctrina política, donde la
educación socialista era la portadora de una nueva, o renovada, visión de
la sociedad. Los centros de educación indígena son un ejemplo de esta
novedosa perspectiva. El análisis de su eficacia y dinámicas internas revela
las contradicciones existentes en la misma sociedad mexicana y, además,
elucidan la forma en que se concebía a los indígenas, como sector activo
en la planificación económica y social de la república. Esta institución sui
géneris, reviste una gran importancia para entender la dinámica de la relación
entre la autoridad central y los poderes locales. Aunque los programas y
reglamentos de la SEP no les hayan otorgado un amplio margen de acción
a las autoridades locales, éstas gozaron de una relevante autonomía,91
principalmente en cuanto a la planeación industrial y agrícola.92
91 En las memorias del Prof. Antonio Luna Hernández, se reporta una reunión convocada
directamente por el presidente de la república con la participación exclusiva de los directores
de los internados de la república. Los maestros y la Cultura nacional, México, SEP, Museo de
Culturas populares, 1985, 5 vols. Vol. 3, p. 117.
92 Se han encontrado los recibos de unas de las relaciones entregadas por los Directores
de los centros indígenas, enviadas directamente al presidente de la república, vol. 685 exp.
533.4/12 , 17 de diciembre de 1935. Véase el cuadro Centros indígenas.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
67
CENTROS INDÍGENAS
Chiapas
Chiapas
Guanajuato
México
Puebla
Puebla
Quintana
Roo
Quintana
Roo
San Luis
Potosí
San Luis
Potosí
Veracruz
Pueblo Nuevo
Solistahuacan
Las Casas,
Huistan
Xichu
--Zacapoaxtla
Zogozotla, Ex.
Dto. Tetela de
Ocampo
Rincón
Chamula
Dir. César Morales S.
Huistan
Dir. Ciro Sánchez
Xichu
Caro
Comaltepec
Dir. Ángel M. Morales
Dir. Venancio Valadez
Dir. Daniel Alvarez L.
Totonaca
Dir. Humberto Uribe
Guerrero
Amealco
Amealco
Sin nombre
San Gabrielito
Dir. Tibias Cardos
Matlapa
San
Gabrielito
Las
Huastecas
Tancanhuitz
Tuequetzen
Zongolica
Tlanapaquila
Dir. Francisco López
García
Dr. Antonio Luna
Dr. Ignacio Ronquillo
No es posible emitir generalizaciones a partir de los casos abordados,
justamente, debido a las peculiaridades de cada internado, condicionadas
tanto por el entorno ambiental, político y cultural, como por la ética moral
del director del centro. Si bien, en muchos casos el internado fue un
completo fracaso, en otros resultó ser el centro de articulación económica
y social con la capacidad de rearticular los poderes locales.
Bibliografía
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Secc. Secretaría de la República, exp. FD/05/042, “Memorando, para
dr. Gamio sobre los Kikapues, Coahuila, Consideraciones sobre
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Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
71
LOS CRIPTOSISTEMAS OFICIALES DE LA
LEGACIÓN MEXICANA EN WASHINGTON, 1824-1826
Roberto R. Narváez*
Resumen
Se presentan rectificaciones o ajustes a las conclusiones anteriormente
desarrolladas sobre la criptografía utilizada por Pablo Obregón
mientras fungió (1824-1827) como enviado extraordinario y ministro
plenipotenciario de México en Washington. Al estudiar una serie
documental resguardada en el Acervo Histórico Diplomático de
la Secretaría de Relaciones Exteriores, de la que previamente no
se tenía conocimiento, surgieron nuevas luces que son necesarias
incorporar en el análisis. En concreto, la meta es describir y
caracterizar técnicamente, pero con exactitud histórica, la clase
definida del criptosistema preferido por Obregón durante su misión
estadounidense. El análisis permite asimismo demostrar que el
también ministro José Anastasio Torrens aplicó el mismo método para
cifrar por lo menos un despacho enviado desde Colombia en 1825.
Se comentan en apéndice las características de un segundo método
oficial, el cual, según los registros, ambos diplomáticos tuvieron a su
disposición.
Palabras clave: historia diplomática, criptografía, Pablo Obregón.
Abstract
The paper provides a series of rectifications or adjustments to the
conclusions reached in a previous article on the cryptography used by
Pablo Obregón while he acted as extraordinaire envoy and plenipotentiary minister of Mexico in Washington (1824-1827). New lights
on the issue appeared by the study of series of documents kept in the
Historical Diplomatic Archive of the Secretary of Foreign Relations of
*Instituto Cultural Helénico.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
73
Mexico, not previously known to the author. In sum, the paper aims
at technically describing and characterizing, with historical exactitude, the particular class of cryptosystem preferred by Obregón during his mission in the United States.Likewise, the analysis allows to
demonstrate that José Anastasio Torrens, also minister, applied the
same ciphering method in at least one dispatch sent from Colombia
in 1825. The characteristics of a second official method are referred
in the appendix, which, according to the records, was available to
both diplomats.
Key words: history, diplomatic, cryptography, Pablo Obregón
Introducción
En el artículo “Los despachos codificados de Pablo Obregón desde
Washington en 1825. Análisis y dos decodificaciones”, publicado en la revista
Historia mexicana (volumen LVIII, número 3, enero-marzo 2009, pp. 1093-1153),
propuse la hipótesis de que Pablo Obregón (1796-1827) había utilizado un
código y no una cifra para comunicar noticias u opiniones requeridas de
alta discreción al secretario del Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores de México, mientras fungió como enviado extraordinario y ministro
plenipotenciario en la capital estadounidense (1824-1827). Este resultado
surgió de analizar, en forma inmanente y comparativa, una serie documental
totalmente redactada en lenguaje críptico, referente a los movimientos
favorables a la independencia de Cuba en 1825 y que se resguarda en el
Acervo Histórico Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores de
México (AHDSREM).1 Por ciertos motivos de orden teórico y metodológico,
me pareció suficiente restringir mis observaciones críticas a dicha serie para
inferir el método apropiado de restituir la legibilidad a dos de sus miembros.2
El éxito me llevó a repetir pocos meses después el ensayo con un tercer
1 AHDSREM, legajo encuadernado L-E-1333, “Independencia de Cuba”.
2 Ibid., ff. 15-30bis (reservado 3, fechado el 23 de marzo) y 10-12 (reservado 14, fechado el
1 de noviembre).
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despacho, firmado en 1826 y ya no relacionado con el asunto cubano.3 En
tales circunstancias no tuve reparos en aprobar la conclusión sugerida por la
prueba de la hipótesis, a saber, que Obregón se había servido de un libro de
códigos y no un criptosistema de distinta variedad, en tanto los elementos
inferidos como parte de aquel supuesto dispositivo permiten, sin lugar a
dudas, aclarar los despachos ininteligibles a primera vista.
Esta conclusión es aceptable desde la perspectiva criptológica, pues no
requiere de investigaciones ulteriores para confirmar, en cualquier sentido
práctico, la validez de las deducciones realizadas. Carece, sin embargo, de
la información teórica necesaria para constituir un aporte significativo al
desarrollo de la historiografía de la criptología mexicana y, por implicación
disciplinaria, de la historia general de las comunicaciones en México. Este
reconocimiento me lo impuso el escrutinio de un legajo también custodiado
en el AHDSREM, al cual pude acceder en las postrimerías del año 2010. Gracias
a esto me encuentro en la posición de realizar algunos ajustes obligados a las
consideraciones fundamentales que vertí en mi artículo citado al comienzo,
por medio de un análisis histórico y técnico mejor encauzado de la clase
exacta de criptografía utilizada por Obregón durante su misión, a partir de
la nueva evidencia.
Urge advertir que el coronel José Anastasio Torrens (1790-1857),
quien había precedido a Obregón como jefe de la Legación Mexicana
en Washington, se sirvió de un idéntico criptosistema al redactar en
cifra (probablemente a mediados de marzo de 1825) el extracto de una
larga epístola en texto plano –es decir, inmediatamente legible– cuando
laboraba como enviado extraordinario en Colombia (1825-1830), según
lo argumenté en un artículo sobre los criptogramas de Torrens en esa
república sudamericana4 y puedo confirmarlo actualmente merced al
estudio del mismo legajo del AHDSREM tardíamente compulsado, el cual,
por cierto, revela también que la cancillería entregó a nuestros ministros
dos criptosistemas y no uno.
3 Roberto Narváez, “Decodificación de un despacho de Pablo Obregón fechado en
1826”, artículo presentado como complemento al anterior en la misma revista. El texto
“decodificado” en este lugar pertenece al reservado 4 (16 de enero) de 1826.
4 Roberto Narváez, “Dos criptosistemas”. La hipótesis tendiente a fijar la fecha de redacción
del extracto en cifra ocupa las pp. 37-38.
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75
Presentar y comentar, con el apoyo de breves análisis comparativos, la
cifra definitiva y no hipotética cuyo uso privilegiaron Obregón y Torrens para
facturar notas en cifra constituye la meta suprema de esta colaboración. Me
referiré a ella como criptosistema I. En el apéndice describo la cifra restante
que consta en las instrucciones oficiales, denominándola criptosistema II.
El criptosistema I de Pablo Obregón y José Anastasio Torrens
La mayoría de los folios de Obregón en el legajo encuadernado L-E-1333
(AHDSREM), rotulado “Independencia de Cuba”, contiene el descifrado
entre líneas –obra de alguna persona especializada en realizar faenas de este
género en la cancillería–5, caso del reservado número 4 fechado el 30 de
marzo de 1825 cuya página final se reproduce abajo (figura 1).
5 En el mismo legajo citado en la nota 1 se incluye una relación de la correspondencia
reservada de Obregón en 1825; reúne información diversa, por ejemplo si el material recibido
estaba en cifra y, en varios casos, el nombre de la persona que lo “tradujo”. En cuanto al
reservado 15 (31 de marzo) se aclara: “En cifra y traducido. Fue entregado á colección por
el Sr. Larrañaga”.
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Figura 1. Última página del despacho reservado número 3 (30 de marzo de 1825) de Pablo
Obregón. Fuente: AHDSREM, L- E- 1333, “Independencia de Cuba”, f. 36bis.
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77
Los reservados 3 y 14 son los únicos que no presentan esta característica
(figura 2).
Figura 2. Primera página del despacho reservado número 14 (1 de noviembre de 1825) de
Pablo Obregón. Fuente: AHDSREM, L- E- 1333, “Independencia de Cuba”, f. 10.
78
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Ahora, la observación atenta revela que una serie definida de caracteres
numéricos de sustitución criptográfica reaparecen con elevada frecuencia,
si bien variable, en el total de los documentos considerados. Por esta
analogía inferí que si el carácter 11, por ejemplo, está inscrito entre líneas
como equivalente a la vocal A, sin excepciones, en los folios donde así
se puede comprobar, debería mantener el mismo valor de sustitución,
sin excepciones, en los folios carentes de descifrado; es decir, que si en el
reservado 4, digamos, un 11 siempre representa a la A, pero también un 120
a la R, un 114 a la M y un 34 (así subrayado) a la sílaba o preposición DE y
un 619 al bigrama QU, por citar sólo cuatro más entre la vasta diversidad
de combinaciones identificables, entonces las mismas representaciones
deberán valer para los mismos dígitos en los manuscritos sin “traducir”. La
consecuencia experimental era fácilmente deducible: si con los equivalentes
que conocía lograba convertir directamente a texto plano cada uno de los
caracteres aún sin descifrar en los reservados 3 y 14, entonces probaba la
hipótesis de que todos los folios habían sido criptografiados con el mismo
sistema. Realicé las sustituciones y hallé que la deducción era correcta,
descifrando en consecuencia los reservados 3 y 14 totalmente (el resultado
se puede ver en la última sección de mi artículo en Historia mexicana).6
Este procedimiento bastó para establecer como un hecho prácticamente
cierto que, en este caso, el método pertenece a la clase general de
criptosistemas por sustitución; en cambio, no alcanza para deducir
rigurosamente sus propiedades técnicas y, por consiguiente, determinar
su clase particular. Fue la posterior comparación entre su aspecto y el de
métodos afines en los manuales e historias de la criptografía lo que me
inclinó a reconocerlo como una especie de código. Esto pone de manifiesto
el grado extremo en que me permití guiar esta investigación, esencialmente
criptográfica, según los razonamientos inductivo y analógico. En el nivel
criptográfico el éxito fue evidente, mas no sucedió lo mismo desde el punto
de vista historiográfico, debido justamente a que la excesiva confianza
en la inducción, basada en el escrutinio inmanente de los folios, me llevó
a juzgar como irrelevante la posibilidad de que el documento donde se
6 Narváez, “Los despachos codificados”, pp. 1135-1149. Véase también Narváez,
“Decodificación de un despacho”, pp. 446-448, para examinar los resultados de la misma
prueba efectuada sobre el reservado 4 de 1826.
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79
describe el criptosistema realmente usado por Obregón y Torrens estuviera
depositado en algún archivo particular o público, asumiendo que la
corrección probada de mi criptoanálisis para aclarar los despachos velados
alcanzaba para restituir también, por necesidad criptológica, los principios
reguladores del criptosistema original (por otro lado, al seguir tal estrategia
inquisitiva deseaba patentizar las ventajas del criptoanálisis para enriquecer
a la metodología histórica común de tratamiento documental –como
sigo creyéndolo, firmemente–, especialmente si aquél se aplica cuando
se desconocen las reglas criptológicas del caso tratado, faena llamada
técnicamente decriptar).7 Y como, a juzgar por las apariencias, aquellos
principios reguladores consistían, fundamentalmente, en la sustitución de
uno a uno entre monogramas, bigramas y trigramas, estimé adecuada la
versión de que nuestros diplomáticos habían codificado sus notas en lugar
de cifrarlas, o, dicho en términos técnicos, que habían transformado sus
respectivas notas al nivel de las sílabas y palabras y no el de las letras. De
este modo terminé declarando como lo más probable que ambos habían
utilizado un código, al que atribuí determinadas características partiendo de
comparaciones con especímenes parecidos de otras épocas y países.8
Es forzoso conceder, sin embargo, que el material examinado
no proporciona la información suficiente para decidir, con un grado
importante de certeza teórica, si es un producto del cifrado, el anagrama,
la esteganografía o cualquier otro método criptográfico diferente a la
codificación (si bien es francamente imposible suponer, a primera vista por
lo menos, que se trata de anagramas o esteganogramas). Por tanto, para
conocer positivamente y sin la interferencia de hipótesis o especulaciones la
clase definida del criptosistema realmente aplicado, se volvía indispensable
conseguir un esquema del mismo. En verdad, desde el punto de vista
económico se debe proceder así en cualquier caso similar, a efectos de no
gastar energía intelectual en vanas presunciones teóricas.
Ahora bien, el criptosistema oficial y la segunda cifra a que aludí en la
introducción se localizan en el fondo Archivo de la Embajada de México
en los Estados Unidos de América (AEMEUA) del AHDSREM, formando parte
7 Cf. Narváez, “Los despachos codificados”, pp. 1122-1128.
8 Ibid., pp. 1107-1121.
80
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del legajo 1, expediente 4, ff. 42-43 y 44-46, bajo el título “Reglas para
cifrar y descifrar”, precedido de las instrucciones abiertas y reservadas (ff.
38-39bis y 40-41bis) que Lucas Alamán, entonces el canciller mexicano,
entregó a Pablo Obregón después de que éste fuera nombrado (4 de agosto
de 1824) enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Washington
por el Supremo Poder Ejecutivo de la primera República Federal mexicana.
Las descripciones, notablemente concisas, categorizan al par de sistemas
como “claves”, en un estilo arcaizante que ha perdido vigencia (porque
técnicamente es ambiguo). A continuación transcribo la del primer
criptosistema, dejando intacta la ortografía y situando entre corchetes las
fracciones conjeturales o tres puntos para indicar ilegibilidad:
Explicación.= La clave adjunta comprehende seis renglones: el 1.º es de las
Letras del Alfabeto pero simples con la numeracion que toca á cada letra.
Los otros cinco renglones son compuestos de la convinacion que forman las
vocales con todas las letras del Alfabeto: por consiguiente el 2.º renglon es de la
convinacion de la vocal a: el 3.º de la vocal e: el 4.º de la i: el 5.º de la o: y el 6.º
de la vocal u y cada uno de esos renglones con su numeracion respectiva.= Para
cifrar con esta clave deben dividirse los vocablos del texto en tantas fracciones
como vocales tenga de manera que á la vocal se le junte la letra anterior ó la
posterior; y si resultare consonante ó vocal de sobra querrá decir que aquella
no se debe ver como fraccion compuesta sino como simple para cifrarla como
corresponde. Pongamos un ejemplo=
Sa
221
n
115
ti
422
a
27
go
117
Hecha esta fraccion buscaré la convinacion a/s en el segundo renglon de la clave
y en ella veré el n.o 21 que pondré bajo la fraccion sa pero con una rayita abajo
del numero para que se advierta que la convinacion es de abajo á arriba y se lea
sa y no as. Sigo a cifrar la simple fraccion n y esta la hallaré en el primer renglon
de la clave con el numero 15 que pondre en la cifra sin raya alguna. Sigue la
fraccion ti cuya convinacion hallare en el 4.o renglon de la clave con él n.o 22 de
abajo á arriba y por eso al numero le pondré su raya abajo. Sigue la fraccion ag
y hallaré su convinacion en él segundo renglon con el num.o 7 de arriba á bajo
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81
por lo que al numero le pondre su raya arriba. Ultimamente concluiré con [la]
simple fraccion o que hallaré en él primer renglon […] el n.o 17 que pondré en
la cifra sin raya alguna. Entendido este modo de cifrar resta la circunstancia que
debajo de la fraccion no solo se hade poner el n.o que le toca á la convinacion
sino tambien él del renglon que se vé al margen de la clave, figurando [en] él
el carácter de centenas o de decena en él numero cifrado v. g. la fraccion sa
se cifra con el n.o 21: [y] este n.o se hade poner asi 221 para que [aparezca]
doscientos veinte y uno siendo asi que él 2 que pa[…] doscientos no es otra
cosa que indicar él segundo renglon donde está la convinacion 21 ayudando la
raya abajo para que se lea la convinacion de abajo á arriba sa [y] no de arriba
abajo as.= Reducida pues la palabra Santiago á la cifra que queda demostrada
[que]dará de esta manera.= 221 115 422 27 117. Teniendo la clave en la mano
se decifra muy pronto de esta manera.= Atiendase al primer numero de cada
partida y este indica el renglon donde se hallará la convinacion señalada con el
resto de los numeros de la propia partida, v. g. veo en la cifra anterior 221 pues
el primer 2 será la indicacion del 2.º renglon de la clave donde hallaré él 21 que
me demostrará la convinacion de letras a/s que lere de abajo á arriba como lo
dá á entender la raya abajo del numero 221. El siguiente numero de la cifra es
115: el primer 1 es él que me dice que en él primer renglon de la clave vea el
15 [resto] de la partida donde hallaré la letra n siendo de advertir que pues este
numero cifrado no tiene raya ni arriba ni abajo es señal de que habla de letra
simple sin convinacion de otras.9
La “clave adjunta” mencionada al inicio se muestra en la figura 3.
9 AHDSREM- , “Reglas para cifrar y descifrar”, leg. 1, exp. 4, ff. 44-46.
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Figura 3. “Clave” adjunta a la explicación del criptosistema I oficial. Fuente:
descifrar”.
AHDSREM-AEMEUA,
Leg. 1, Exp. 4, “Reglas para cifrar y
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y
u
26
y
o
26
y
i
26
y
e
26
y
a
y
26
La transcribiré también para facilitar la observación de sus componentes mientras se leen los comentarios posteriores:
Como se ve, la “explicación” está compuesta de dos partes: la primera ocupa el tercio inicial del manuscrito y en
27
z
u
27
z
o
27
z
i
27
z
e
27
z
a
z
27
ella se puntualizan las directrices para entender el sentido de las divisiones
y la estructura general de la tabla; la segunda consiste en un ejemplo con
el cual se ilustran los pasos para cifrar y descifrar, y cubre los dos tercios
restantes. El alfabeto prescrito, denominado técnicamente “alfabeto de
definición”, tiene una extensión de 27 (W=27), resultando largo para
estas faenas en tanto se incluyen las grafemas LL, Ñ y V, mismas que en
otros criptosistemas coetáneos –y aun posteriores– en lengua española
solían excluirse (aunque indicando su presencia y sonido en el criptotexto
por diferentes medios que no viene al caso mencionar), con la finalidad
principal de evitar un pareo exacto entre los alfabetos que se sustituirán
mutuamente durante la operación criptográfica, neutralizando así, en lo
posible, la exhibición de frecuencias relativas en los caracteres crípticos
derivados. De no hacer esto, un eventual espía se vería facultado para medir
tales frecuencias y conjeturar la posesión de cualidades determinadas en el
ejemplar, por ejemplo, si su estructura se asienta en múltiples alfabetos o
uno solo.
El criptosistema bajo análisis, de hecho, es monoalfabético y de
sustitución simple. Sería un error identificar los alfabetos de cada “renglón”
como una multitud de función autónoma al encriptar, sobre todo por
cuanto la instrucción es nítida al respecto: el propósito de los alfabetos 2
al 6 es trabar combinaciones fijas de guarismos para una, dos y hasta tres
letras, y aunque podría parecer que la regla de yuxtaponer una vocal a una
consonante en órdenes de precedencia variable según cada término a velar debería imponer la formación de combinaciones en alfabetos distintos
(caso de las fracciones Sa y ti de Santiago, por ejemplo), realmente no
sucede así gracias al expediente de situar una raya o tilde encima o debajo de
grupos numéricos cuya elección se hizo en alfabetos diferentes; en efecto,
la posición de la raya es indicativa del sentido sintáctico de los caracteres
en el texto plano. Este dispositivo revela un ingenio criptográfico no del
todo original, según veremos, pero resulta evidente la ventaja económica
que representa: suprimirlo haría forzoso enlistar alfabetos independientes
para combinar cada una de las consonantes, aumentando en dieciocho la
cantidad de los renglones en la “clave”.
Mas es tiempo ya de precisar nuestro vocabulario técnico y la
clasificación de este criptosistema. Juzgando por el registro que venimos
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
85
comentando, no se trata ni de una clave ni de un código sino, propiamente,
de una cifra, como lo delata en primer lugar el hecho de que los objetos de la
encriptación son grafemas y no vocablos. Además, el paso inaugural de dividir los
términos en razón del sitio de las vocales constituye un dato fundamental
para clasificarlo en lo particular, mediando comparaciones técnicas con
sistemas análogos. Así, en tanto la descomposición léxica previa al cifrado
no debe ser total en caso alguno, es decir, seccionando a las palabras letra
por letra, este criptosistema reúne la propiedad básica del cifrado digráfico
bipartito, consistente en una continua permutación de bigramas –esto es,
grupos de dos letras que no necesariamente forman sílabas– organizados en
una matriz rectangular,10 distinguible sin embargo por cuanto la sustitución
se genera por una yuxtaposición de numerales e interviene la raya o tilde
con la función ya señalada. También acusa rasgos que lo emparentan con
la familia de las sustituciones simples multipartitas, pues, exceptuando a
los caracteres individuales del alfabeto cuya transformación la norma el
renglón 1 y se opera en monogramas –denominados “letras simples” en las
instrucciones–, las particiones forman bigramas o trigramas.11
El renglón 1, por cierto, es el mecanismo dentro del sistema para
cuyo diseño hizo falta una previsión criptoanalítica más alerta, pues de
su aplicación surgen los caracteres crípticos de la máxima y más peligrosa
frecuencia relativa, empezando naturalmente por las vocales; el peligro
es, obviamente, para la seguridad del criptosistema entero. Y es que tal
frecuencia resalta en el criptotexto por su aspecto inequívoco, debido a que
se juzgó innecesario el empleo de tildes u otro signo auxiliar que tendiese a
difuminar las repeticiones excesivas.
La vulnerabilidad del criptosistema I se patentiza tras observar que carece
de tres cosas: (i) un grupo de nulos, (ii) los elementos mínimos para generar
caracteres homófonos, y (iii) una clave reguladora de las transformaciones.
Los llamados nulos son cifras falsas, desprovistas de cualquier significado
pero que se introducen para contrarrestar el efecto visual de las frecuencias
relativas, buscando así promover una contrariedad analítica en quien
10 Bauer, Decryped Secrets, pp. 56-57.
11 Un ejemplo clásico de cifra multipartita es la propuesta por Giovanni Battista Argenti
en 1580. El sistema se organiza en un rectángulo donde se distribuyen los elementos de un
alfabeto de 10 caracteres arreglados de acuerdo con la posición de una palabra clave. Bauer,
op. cit., p. 52.
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Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
buscare penetrar la cifra sin autorización. Los homófonos o variantes
son conjuntos de equivalencias que se conviene en usar alternativamente
para cifrar un mismo grafema o un grupo de caracteres; generalmente
se comprenden en la organización de los nomencladores, caso del que
utilizó Hernán Cortés en 1532 y 1533.12 Por último, la clave, en términos
propiamente criptológicos, es el instrumento por antonomasia con cuya
asistencia se regula el funcionamiento de un criptosistema, a fin de permitir
variaciones en el cifrado de un mismo texto plano en momentos sucesivos;
esto equivale a decir: cambia la clave periódicamente y determinarás
cambios en la forma del cifrado. Este artificio se considera el más apto para
impedir a los intrusos en el circuito de la comunicación reservada descubrir
el tipo general o la clase específica del criptosistema utilizado. La selección
y variación inteligente de las claves es, por tanto, una condición necesaria
para fortalecer la seguridad del sistema y, en consecuencia, prolongar su
vigencia.
Es verdad que las claves intervienen, por lo común, para gobernar cifras
polialfabéticas, siendo el ejemplo clásico la matriz de alfabetos sucesivos
conforme al famoso modelo Belaso-Vigenère.13 Sin embargo, la citada cifra
de Alberti es un caso perfectamente funcional de cifrado monoalfabético
regulado por una clave, y se puede proponer, dicho sea de paso, como el
modelo general de los criptosistemas que aplicaron en ciertos momentos
los diferentes bandos antagonistas durante la revolución mexicana.14 Es
notable, además, que el diseño de estos artilugios contiene lo requerido
incluso para generar nulos.
No quiero decir, por supuesto, que el sistema oficial elegido por
Obregón y Torrens habría sido indefectiblemente más poderoso si se le
hubieran incorporado nulos, homófonos y una clave. Desde el punto de
vista técnico, sin embargo, es indudable que por su estructura y modo
de operación se impone sospechar una infravaloración de la urgencia de
12 Véase Narváez, “Historia y criptología”.
13 Las (aparentes) dificultades para decidir si la paternidad de este modelo debe atribuirse al
italiano Giovanni Battista Belaso o al francés Blaise de Vigenère se ha convertido en un tópico
de la historiografía general de la criptología, que en realidad está injustificado técnicamente.
Cf. Kahn, The Codebreakers, pp. 137, 145-148; Shumaker, Renaissance Curiosa, pp. 124-126, y
Narváez, “La criptografía de los maderistas”, pp. 70-71.
14 Actualmente preparo un ensayo donde analizo los registros criptológicos que inspiraron
esta suposición hipotética.
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87
dotarlo con otros implementos reforzadores de su seguridad, aparte de las
tildes. No he descubierto documentos donde conste o se insinúe, al menos,
que los despachos de Obregón o Torrens, cifrados por este sistema, fueron
interceptados y aclarados alguna vez. Acaso no lo fueron en virtud de que
cursaron por rutas postales bien salvaguardadas. Pero, si los capturaron y no
lograron leerlos, entonces he fallado en observar alguna cualidad especial en
el criptosistema, o bien los espías eran lo bastante ineptos –o perezosos–
para exhumar su mensaje oculto en tiempo y forma para reportarlo a sus
empleadores. Quizá en el futuro alguien obtendrá un material pertinente
a la elaboración de una hipótesis fecunda en torno de estas posibilidades.
Resumen y consideraciones finales
1. De lo expuesto se concluye que el método criptográfico en
cuestión es, hablando técnicamente, una cifra y no un código. Las
instrucciones definen claramente una transformación gradual iniciada
por el fraccionamiento de las palabras y para nada recomiendan la
codificación.15
2. Es evidente que Obregón en 1825 y 1826, y Torrens en 1825,
generalmente aplicaron sin fallas el mecanismo,16 en tanto recurrir a
éste, hoy, permite descifrar el contenido de sus despachos (y cifrarlo
de nuevo si se desea, naturalmente). El lector puede valorar la justeza
de esta conclusión probando a descifrar con la tabla estas líneas en el
reservado 14 (1 de noviembre de 1825) de Obregón:
315 414 619 314 520 519 33 320 321 120 224 54 44 67 15 11
124 15 619 19 919 321 28 42 11 122 220 115 121 418 220 54
Como lo comprobará, la traducción literal que surge es “En mi
15 Sería interesante, por ejemplo, que ordenaran una codificación postrera del cifrado, paso
lógicamente valioso para incrementar la seguridad del criptosistema.
16 Pero, en más de una ocasión fallaron. Para comentarios técnicos en torno de los errores
cometidos por Obregón al cifrar, véase Narváez, “Los despachos codificados”, pp. 11261127.
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Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
número once reservado digue a V. E. que no se había transpirado”,
pudiendo hacer más ensayos viendo la figura 2 y confrontando el
descifrado en el apéndice 2 de mi artículo primigenio sobre este
asunto, o examinando la porción del extracto cifrado de c. marzo de
1825, remitido por Torrens desde Colombia (figura 4).
Figura 4. Detalle del extracto cifrado c. marzo de 1825, atribuido a José Anastasio Torrens.
Fuente: AHDSREM, L-E-1699 (3ª parte), tomo III, f. 133.
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89
3. Al comentar la ventaja económica de las rayas o tildes, aludí a que un
expediente similar tiene precedentes. Veamos un par de casos en la
historia de la “criptografía indiana”, según la denominó Guillermo
Lohmann Villena. Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla,
conde de Chinchón, gobernó Perú de 1629 a 1639; a poco de haber
iniciado este mandato, recibió del monarca español hasta tres “claves”
(por motivos políticos y diplomáticos que Lohmann explica).17 Las
dos primeras pertenecen a la familia de los nomencladores, como lo
delata el vocabulario de nombres-código y el equipamiento de nulos.
El resto de la configuración consiste en una serie de sustituciones
simples para cada letra del alfabeto de definición y un grupo de
sílabas frecuentes cuya sustitución directa se realizaba con letras,
numerales o símbolos varios. En ambos ejemplos, la tilde –Lohmann
la llama “línea serpentina”– tiene un papel asignado en elementos
determinados del elenco silábico; así, en la “clave” 1 se prescribe
cifar ÑI y ÑO con el 48 y el 49 respectivamente; la función específica
de la raya es distinguir las equivalencias de estos dígitos de las del 48
y el 49 que deberán ocultar a NI y NO, respectivamente. En este
caso, resultaba crucial atender al sentido de la estratagema porque, si
bien el alfabeto definitorio utilizado carecía de la Ñ (W=23, con la Z
y la Ç intercambiables) para fines prácticos, al parecer se estimó que
la fonación exacta de Ñi y ÑO era crucial y, por tanto, ameritaba la
designación de sustitutos individuales a cada una.
La “clave” 2 es más compleja, su alfabeto definitorio es W=22
(con la Z intercambiable por la Ç), incluye homófonos para las
vocales y consonantes de aparición frecuente y una carga de nulos
más amplia. También aquí las rayas funcionan para distinguir la
equivalencia de dígitos repetidos, caso del 12, 14, 16, 18 y 60, usados
asimismo para cifrar monogramas. Así, el 12 sólo equivale a F y
con raya encima equivale a RI; sin línea el 14 valdrá por G, pero
coronado por la “sierpe” valdrá por RU.
Entre estos métodos y el criptosistema I la indicación gráfica
en cuestión está fijada con sagacidad, pero su aparición es
17 Lohmann Villena, “Cifras y claves indianas”, pp. 326-328.
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necesariamente más continua en el segundo, debido al listado de los
renglones conforme al orden sucesivo normal de las vocales.
4. Una observación final. Existen razones documentales, como hemos
aprendido, para desechar la hipótesis criptoanalítica del libro de códigos, sin embargo, su corrección técnica persiste en razón de su
evidente suficiencia práctica. Por otra parte, debemos reparar
en el sentido teórico de un detalle: como lo prueba la operación
con la tabla oficial, el cifrado de los elementos en el texto plano
devuelve, invariablemente, sustituciones fijas de uno a uno, en
razón, obviamente, del monoalfabetismo. Y tal fijación, tal estricta
correspondencia no cambia siquiera, como se ha explicado, por la
incorporación de las tildes en caracteres determinados; al contrario,
se solidifica por la misma causa de que las rayas funcionan en dos
únicos sentidos posibles. Todo esto genera un fenómeno curioso: al
fijar los guarismos de sustitución para cada monograma, bigrama y
trigrama, lo que hacemos en última instancia es asignarles un código
irrenunciable. Dicho en otros términos: tan pronto como inicia su
operación, este método se condiciona para formar automáticamente
una serie de sustitutos unívocos cuya identificación estructural con
los componentes de un código se ofrece a sí misma, por así decir,
naturalmente. Y esto sucede por la repetición del alfabeto único en su
ordenamiento regular dentro de cada fila. Para empeorar las cosas, en
ausencia de homófonos u otros auxiliares aumenta su vulnerabilidad
al análisis de frecuencias (justo el tipo de criptoanálisis cuyo ejercicio
me bastó para decriptar los reservados de Obregón en 2009).
En vista de lo anterior, terminaré jugando con la idea de que
este criptosistema sería más vigoroso si en su diseño se hubieran
tomado en cuenta las siguientes previsiones básicas: a) no ajustar la
numeración de los renglones al ordenamiento normal de las vocales,
b) usar un alfabeto de definición más corto, de W=23 a lo sumo
– eliminando la J, la LL, la Ñ y la V por las consideraciones expuestas en
un párrafo precedente –; c) formar secuencias de vocales agrupadas en
cada renglón hasta limitar su número a cuatro (en el segundo renglón
se yuxtapone la serie de la A con la de la E, en el tercero se hace lo
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91
propio con las series de la I y la O, y se deja el cuarto para la U), y d)
sobre todo, desordenar los elementos alfabéticos a combinar en cada
renglón para dar la impresión de polialfabeticidad.
Nunca concebí a estas propuestas como soluciones ideales,
tan sólo creo que las mismas o unas mejor calculadas autorizarían
la clasificación técnica, inequívoca, del sistema como una cifra,
expulsando de la operación a todos los factores que propician la
mutación del cifrado en una codificación automática.
Apéndice. El criptosistema II en las instrucciones oficiales de la
Legación Mexicana en Washington (1824)
Esta pieza, en realidad, va inserta como la primera en el expediente, y
la he subordinado a la referida como criptosistema I dado el propósito
fundamental de este ensayo. Su explicación es concisa, de fácil comprensión
y manejo con el auxilio de la tabla adjunta. La transcribo sin modificaciones
o agregados de ningún tipo:
Para cifrar
Se encarga ante todas cosas que no se escriba ninguna palabra con abreviatura,
sino que el texto y sus palabras contengan todas sus letras: procediendo de esta
suerte se dividirán las propias letras del texto de seis en seis, numerando estas
secciones con sus numeros ordenados de 1 a 6, y hecho esto, se procederá á
cifrar examinando la primera letra de la primera seccion para el primer alfabeto
de la tabla: alli se observa el numero que toca á la tal letra, y ese es el que se
pone debajo de ella en la cifra. Con la segunda letra se hace lo mismo: id. con la
3ª, 4ª, 5ª, y 6ª. Despues la segunda seccion se cifra por el mismo metodo con
el segundo renglon de la tabla: la 3ª. seccion con el tercer renglon: la 4ª con el 4º,
la 5ª. con el 5º, y la 6ª con el 6º; y si la cifra tubiere mas, se comienza con el
mismo orden.
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5
Y
21
3
17
a
n
10
18 AHDSREM-AEMEUA, “Reglas para cifrar y descifrar”, leg. 1, exp. 4, ff. 42-43.
Nota: Aun cuando no se cifre toda la carta sino algunas palabras […], siempre se observará con estas la misma division
de secciones en los terminos dichos, lo mismo que si las palabras cifradas estubieran sin intercalacion de palabras no
cifradas, ó estubieran continuadas.
Rúbrica18
27
3
26
17
e
4
d
i
9
D
1
Exemplo para cifrar
Se dividen los numeros de la cifra de seis en seis, señalando estas secciones con los numeros de 1 á 6, y cada seccion segun su
numero, asi en el renglon de la tabla por donde se descifra, poniendo debajo del numero la letra que significa.
Para descifrar
La tabla luce así:
a
b
c
d
4
e
5
f
6
g
7
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8
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9
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ñ
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27
1 1 2 3
2 1 2 3
3 1 2 3
4 1 2 3
5 1 2 3
6 1 2 3
Ofrece siete aspectos técnicos dignos de una inspección detenida:
1. El sistema es polialfabético, de W=27 por la inclusión de la LL, la Ñ
y la V (como en el criptosistema I).
2. Es un algoritmo de sustitución múltiple, basado en el principio
históricamente derivado de la llamada “cifra de Julio César” –descrita
en todo manual respetable de criptología– y consistente en desplazar
las letras a la derecha una cantidad convenida de lugares, lo cual se
verifica desde el segundo alfabeto en estas proporciones: del 1 al 2, 2
lugares; del 2 al 3, 4 lugares; del 3 al 4, 4 lugares; del 4 al 5, 4 lugares,
y del 5 al 6, 6 lugares. Por supuesto, la aritmética modular sería el
instrumento básico para graficar en una ecuación la dirección de los
movimientos.
3. Aunque la propiedad no se expresa en las instrucciones, resulta
evidente que el sistema depende de claves para gobernar el paso
entre los diferentes alfabetos. Digo claves porque, en efecto, son
varias y gradualmente modificables, apareciendo en sucesión
debido al fraccionamiento textual en seis unidades. El texto plano
es concebido como un todo unitario, predisponiendo a cifrar de
corrido, por así decir, cúmulos de letras y no las letras formadoras
de cada palabra, diferencia notable respecto del criptosistema I. De
este modo, el requisito de usar el primer alfabeto para encriptar el
primer sexteto de letras, el segundo para su correspondiente, y así,
determina que las agrupaciones de grafemas en cada caso forman su
propia clave de cifrado. Valiéndonos del ejemplo en el documento,
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Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
tenemos que el grupo “DiosLi” guía la selección en el alfabeto 1
del numeral sustituto correspondiente a cada una de sus letras: la D
está en el lugar 4, la I en el 9, la O en el 17, etcétera, hasta quedar 4
9 17 21 12 9. Ocurre lo mismo con el siguiente agregado, “bertad”,
operando en el segundo alfabeto, y el proceso se repite hasta agotar
las filas.
4. Considerando lo anterior, se aprecia la manera efectiva en que
funciona la polialfabeticidad, o sea, la nivelación de las frecuencias
relativas: supongamos que en el texto plano a cifrar ocurre una
segunda vez el conjunto “DiosLi”, pero a tal altura que para cifrarla
deberá usarse el renglón 4 de la tabla; el criptotexto se leerá entonces
23 1 9 13 4 1 y no 4 9 17 21 12 9. Surgirían guarismos novedosos
al experimentar la misma encriptación con la guía de un renglón
distinto. Es fácil de observar la repetición del 1 en el primer ejemplar
y del 9 en el segundo, pero semejante dato no pone en riesgo
inmediato la seguridad del sistema, debiéndose imaginar todas las
ocasiones en que el 1 y el 9 aparecerán en un criptotexto completo
y no fragmentario: la suma podría ser formidable, sin embargo, la
estructura del sistema basta para moderar la fijación de equivalencias
invariables (y también, por consiguiente, vuelve innecesario el
recurso a las tildes). Así se produce una rotación seriada de los
alfabetos tras alterar su ordenación por el desplazamiento de las
letras a capricho, lo que sería lógicamente imposible si el alfabeto se
repitiera invariablemente de la A a la Z fila tras fila, como sucede en
la tabla del criptosistema I.
5. Las equivalencias múltiples que surgen de la manera señalada
pueden considerarse homófonos de un carácter determinado. Es una
proposición válida para fines descriptivos, me parece, aunque desde
la perspectiva rigurosamente criptológica se podría rechazar como
trivial o innecesariamente forzada.
6. La falta de nulos puede comprometer su seguridad. Habría sido fácil
crearlos y distribuirlos con perspicacia: previa eliminación de la LL,
la Ñ y la V, se agregan tres columnas en sitios planeados y en la
coordenada de cada fila se inscribe un símbolo, una figura estrambótica
o cualquier otro carácter exento de significado lingüístico, pero que
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
95
se combinará también con el propósito deliberado de confundir a
quien intente penetrar en el secreto del mensaje.
7. Este criptosistema es históricamente moderno, pues la organización
básica de los alfabetos en bloques de 6, 8 o 10 filas fue muy común
para generar cifras polialfabéticas por desplazamiento –con tablas,
discos y tiras móviles en sentido horizontal, por citar los tres
artificios más socorridos– en el siglo XX, por ejemplo en España y
México (desde el inicio de la revolución y hasta las postrimerías de la
década de 1920, según lo he podido comprobar en archivos varios).
Con todo, me permitiré comentar sucintamente la estructura de un
antecesor muy lejano en el tiempo para evaluar sus analogías formales
con el criptosistema II, entretenimiento que podría despertar un
interés teórico. Se trata de una “clave” usada en el año inaugural
del siglo XVII por los provinciales de la Compañía de Jesús en
Perú.19 Hasta donde sé, nadie la ha revisado con alguna profundidad
– aunque sin apoyarse en comparaciones– salvo Lohmann Villena, el
investigador por excelencia de la “criptografía indiana”. La “clave”
es un rectángulo de alfabetos en bloque. (Ver siguiente tabla)
1
2
3
4
5
6
41
42
43
44
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49
51
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62
C
U
M
B
R
E
D
Z
N
C
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F
E
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D
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G
F
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U
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Q
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H
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I
E
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N
M
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N
H
Z
M
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P
O
I
A
N
F
Q
P
L
B
O
G
R
Q
M
C
P
H
S
R
N
D
Q
I
T
S
O
E
R
L
U
T
P
F
S
M
Z
U
Q
G
T
N
A
Z
R
H
U
O
B
A
S
I
Z
P
C
B
T
L
A
Q
D
El alfabeto de definición excluye la J, la V y la Y, identificándose a la V con
la B y la J y la Y con la I por similitud fonética. Las instrucciones, nos dice
Lohmann:
[…] Recomendaban que se buscara la primera letra del texto que se deseaba
criptografiar en el alfabeto número 1, inscribiéndose en la comunicación el
número que se hallare encima; la segunda letra se tomaría del alfabeto número
2; la tercera, del número 3, y así sucesivamente, hasta el número 6, volviendo
entonces a comenzar por el alfabeto número 1. Ni se tomarían dos letras del
19 Lohmann Villena, op. cit., pp. 321-323.
96
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
mismo renglón sucesivamente, ni tampoco se omitiría ninguno, habida cuenta
de que un solo yerro de esta índole tornaría poco menos que indescifrable el
texto sometido a interpretación.20
La fórmula de recorrer cíclicamente los alfabetos para localizar cada
elemento de sustitución es idéntica a la del criptosistema II. Asimismo,
en ambos métodos hay cero espacio para nulos, tildes u otros signos
auxiliares. La coincidencia fundamental, empero, es la prescripción de cifrar
con el gobierno de una clave. Ya expliqué cómo, en el criptosistema II, la
intervención de claves (autoclaves, de hecho) cíclicamente renovadas debe
inferirse por la reflexión sobre el mecanismo, pero lo cierto es que la rotación
alfabética se debe a ellas. Por su parte, la cifra de los jesuitas peruanos
funciona por el expediente de una sola clave materialmente identificada,
digamos, como la única reguladora de las transformaciones criptográficas
biyectivas (esto es, tanto las que producen criptotexto como las que lo
revierten a texto plano). Esa clave, CUMBRE, se lee en la primera columna.
Lohmann, cosa rara, la pasó por alto completamente, luego su descripción
es técnicamente defectuosa. Mas resulta importantísimo reparar en el dato,
pues a la clave se debe aquí el desplazamiento alfabético entre la sucesión
de filas y, por tanto, la nivelación de las frecuencias relativas. Como vemos,
en el renglón 1 el alfabeto empieza en la C y termina en la Z, reiniciado
sin embargo en la A sin interrupción; en el renglón 2 empieza con la U y
termina en la Z, reiniciando nuevamente con la A, y así MBRE van cada una
jalando, por así decir, a las letras subsiguientes en sus respectivos alfabetos
para ocasionar los desfases observados cuando se leen las columnas. La
seguridad del sistema, como es lógico, dependía de mudar constantemente
la palabra clave.
Ignoro si Torrens, Obregón u otro diplomático mexicano practicó
alguna vez con el criptosistema II. Acaso la cancillería esperaba que Obregón
y Torrens, por motivos de seguridad, alternaran el uso de los dos métodos
entregados junto con las instrucciones. He aquí el germen de una hipótesis
criptológica que muy bien podría explicar aquella doble provisión. Como
sea, lo mejor será esperar que otras investigaciones técnicas e históricas
20 Ibid., p. 322. Entonces, la palabra Santiago quedaría cifrada 56 43 42 58 55 58 45 56.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
97
devuelvan materiales adecuados para nutrir la mejor hipótesis y despejar
esta incógnita.
Fuentes consultadas
Archivos
AHDSREM,
Acervo Histórico Diplomático de la Secretaría de Relaciones
Exteriores de México.
Fondo: Archivo de la Embajada de México en los Estados Unidos de
América (AEMEUA).
Bibliografía
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Springer, 2002, 3rd edition.
Kahn, David, The Codebreakers. The Story of Secret Writing, New York,
MacMillan Publishing Co., Inc., 1967.
Lohmann Villena, “Cifras y claves indianas. Capítulos provisionales de un
estudio sobre criptografía indiana”, en Anuario de Estudios Americanos, t. XI,
1954, pp. 287-380 + láminas.
Narváez, Roberto, “La criptografía de los maderistas (1910-1911). Análisis
pormenorizado del criptosistema de Gabriel Leyva Solano y Francisco
I. Madero (1910)”, en Memorias de la Academia Mexicana de la Historia, t. LI,
2010, pp. 47-89.
_____________, “Decodificación de un despacho de Pablo Obregón
fechado en 1826”, en Historia mexicana, vol. LIX, núm. 1 (233), julioseptiembre 2009, pp. 443-448.
_____________, “Los despachos codificados de Pablo Obregón desde
Washington en 1825. Análisis y dos decodificaciones”, en Historia
mexicana, vol. LVIII, núm. 3 (231), enero-marzo 2009, pp. 1093-1153.
_____________, “Dos criptosistemas empleados por el coronel José
Anastasio Torrens en Colombia (1825-1826). Una contribución a la
historia de la criptología mexicana”, en Memorias de la Academia Mexicana
de la Historia, tomo XLIX, 2007-2008, pp. 7-43.
98
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
_____________, “Historia y criptología. Reflexiones a propósito de dos
cartas cortesianas”, en Estudios de historia novohispana, vol. 36, enero-junio
2007, pp. 17-62.
Shumaker, Wayne, Renaissance Curiosa, Binghamton, New York, Center for
Medieval and Renaissance Studies, 1982.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
99
PORTALES
DE LA ARCHIVÍSTICA
L A VALORACIÓN DOCUMENTAL Y LOS DOCUMENTOS
DE ARCHIVO DIGITALES*
Alicia Barnard Amozorrutia**
Resumen
La Ley Federal de Archivos establece que el Archivo General de la
Nación, junto con el IFAI y la Secretaría de la Función Pública, deben
emitir requisitos y procesos para los sistemas de gestión documental,
así como el desarrollo de un repositorio digital para la preservación
en el largo plazo de los documentos de archivos electrónicos.
Para ello ya existen modelos, estándares y requerimientos básicos,
ampliamente aceptados que pueden ser revisados y adaptados
al entorno nacional. Sin embargo, las buenas prácticas para la
preservación de documentos de archivo requieren de atención
especial en lo que a la valoración de los documentos de archivo
digital se refiere. Así, con el propósito de hacer recomendaciones
sobre políticas para la valoración de documentos de archivo digitales
para las dependencias y entidades del gobierno federal, en este
artículo se revisan documentos seleccionados de archivos nacionales
de diferentes países y de proyectos de investigación internacionales
sobre este tema.
Palabras clave: valoración, documentos de archivo digitales, políticas
y lineamientos.
Abstract
The new Federal Archives Law establishes that the Archivo General
de la Nación together with IFAI and the Secretaría de la Función Públi* Nota de la autora. Este artículo con ciertos cambios es traducción al español del original
en inglés presentado durante la conferencia The Memory of the World in the Digital age:
Digitization and Preservation (La memoria del mundo en la era digital: digitalización y
preservación). Vancouver, septiembre 26-28, 2012.
** Archivista, consultora independiente.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
103
ca, should issue the requirements and processes for a recordkeeping
system as well as for the development of a digital repository for long
term preservation. There are already models, standards, and basic
requirements, widely accepted that may be reviewed and adapted
for the national circumstances. However, good practices for digital
records preservation require giving special attention to digital records
appraisal activities. Thus, in order make recommendations for digital
records appraisal policies for federal agencies, this paper provides
an overview of selected documents from national archives as well as
research projects on this issue.
Key words: appraisal, digital archival documents, policies and guidelines.
Introducción
Antes de la emisión de la Ley Federal de Archivos1 el pasado enero de
2012, los documentos de archivo digitales no eran un tema considerado
seriamente. Aunque ya existían ciertos lineamientos generales poco claros
para el gobierno federal,2 sólo los archivistas estaban y están preocupados
por este tipo de documentos de archivo. Se puede decir que hasta ahora las
áreas de tecnologías de la información (TI) regulan sobre cómo se maneja la
información en dependencias y entidades sin ninguna práctica archivística,
no obstante que todos los sistemas de información producen, mantienen y
preservan información que cumple o funciona como documento de archivo, debido a que son producidos como un instrumento o derivado de una
actividad o como referencia, son únicos y tienen un vínculo archivístico que
los relaciona con otros de la misma agregación. Actualmente, cuando se
ha llevado a cabo un cambio de gobierno, no se tiene conocimiento sobre
cómo fueron entregados los documentos de archivo digitales a la nueva
administración federal o cuáles son los métodos para su mantenimiento o
si los mismos ya fueron eliminados, o si existe información suficiente para
asegurar que los sistemas donde la información reside son de confianza.
1 Disponible en http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LFA.pdf (consulta
diciembre 10, 2012).
2 Los Lineamientos generales para la organización y conservación de archivos en dependencias
y entidades de la administración pública federal ya no están vigentes, se pueden consultar en:
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/regla/26.PDF (consulta diciembre 10, 2012)
104
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Aunque las normas y disposiciones sobre seguridad informática ayudan al
mantenimiento de los sistemas de información, esto no es suficiente ya que
la seguridad informática no contempla prácticas archivísticas para garantizar
autenticidad, fiabilidad e integridad, tales como clasificación y disposición
documental, por lo que en la actualidad se desconoce cómo se dispone
de los datos que se encuentran en dichos sistemas de información, o si
se mantienen sin ninguna razón para ello, o si ya se encuentran en riesgo
debido a una migración u otros cambios (tecnológicos, administrativos o
jurídicos).
De los males el menor, la citada Ley Federal de Archivos establece
por primera vez disposiciones para los documentos de archivo digitales,
dispone que los procesos e instrumentos técnicos son equivalentes tanto
para documentos de archivo en papel como digitales, dentro de éstos
se encuentran los procesos de uso, creación de cuadros de clasificación
archivística, integración de expedientes, descripción (a nivel de sección,
serie, expediente), transferencias, conservación, monitoreo, así como
controles de datos personales y acceso a la información, valoración
y auditoría. En particular para documentos de archivo digitales se debe
considerar al menos: a) mantener y preservar metadatos creados para el
desarrollo de un sistema de gestión documental; b) incluir reglas y medidas
que garanticen la autenticidad, seguridad, integridad y disponibilidad de los
documentos de archivo, así como de aquellas destinadas a su administración
y control; y c) desarrollar procedimientos para documentar los procesos
de actualización, respaldo, migración u otros procesos que puedan afectar
la autenticidad de los documentos de archivo digitales así como aquellos
cambios jurídico-administrativos y tecnológicos en sistemas, programas o
dispositivos y equipo que también puede impactar en el contenido de los
documentos de archivo.
Respecto de un sistema de gestión documental, especial atención
merece lo que se señala en el artículo 20 de la citada ley, cuando señala que
el sistema de gestión documental deberá contemplar funcionalidades para
la elaboración, captura, organización y conservación de documentos de archivo electrónico
procedentes de los diferentes sistemas del sujeto obligado. Por lo general, cuando
se habla de documentos de archivo electrónico se piensa en aquellos que
son similares a los documentos de archivo en formato tradicional (oficios,
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
105
cartas, memoranda, facturas, etc.), sin embargo, se olvida que en el ambiente
digital hay nuevas formas de documentos de archivo. Tal es el caso de los
sistemas de información que producen datos, mismos que se encuentran
sustentados en una función delegada a un área, sustentan trámites (bases
de datos de nóminas) o actividades (sistemas estadísticos), son únicos y,
funcionan como documentos de archivo, por lo que, según disposiciones
que emita el productor, en su momento estos datos deberán de formar
parte del sistema de gestión documental o los sistemas de información
deberían integrar funcionalidades de la gestión documental, tales como
cuadro de clasificación, vigencias documentales, información contextual,
de monitoreo y pista de auditoría, entre otras.
Afortunadamente las disposiciones de la ley no olvidaron la preservación
de documentos de archivo en el largo plazo, ya sea para el uso del productor
o por sus valores históricos y sociales. En este caso la ley dispone que
las instituciones deben contar con un sistema de preservación según las
especificaciones que para éste se emitan.
En este orden de ideas, además de las funcionalidades para sistemas
de gestión documental3 para dependencias y entidades, en relación con la
preservación de los documentos de archivo en el largo plazo el Archivo
General de la Nación (AGN) debe desarrollar un repositorio digital junto
con las políticas, normas y procedimientos relacionados con la valoración
y transferencia de aquellos que tienen valor histórico y pueden ser
considerados como patrimonio documental de la nación.
En particular, respecto de la transferencia/recepción de documentos
de archivo a un repositorio digital para su preservación en el largo plazo,
el modelo OAIS4 proporciona los elementos principales para este proceso.
3 Los términos que más se usan son: sistema de gestión documental, sistema de gestión de
documentos de archivo y sistemas automatizados para la gestión documental (este último
es mencionado en la Ley de Federal, se le define como: “conjunto de reglas que rigen el
almacenamiento, uso, permanencia y disposición de documentos de archivo y/o información
acerca de ellos, así como las herramientas y mecanismos usados para implementar dichas
reglas”. Glosario del Proyecto InterPARES. Disponible en:
http://infocuib.laborales.unam.mx/~presarch/archivo/glosario.php (consulta, diciembre 9,
2012).
4 Consultative Committee for Space Data Systems (Comité Consultivo para los sistemas de
datos del Espacio (2012): Reference Model for an Open Archival Information System (OAIS)
(Modelo de Referencia para un Sistema Abierto de Infomación de Archivo). http://public.
ccsds.org/publications/archive/650x0m2.pdf (consulta diciembre 9, 2012).
106
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
El modelo considera elementos tales como: acuerdos entre el productor y
el preservador en relación con el tipo de información que será transferida,
formatos, medios de transmisión y periodicidad, así como los requisitos
que se establecerán por el repositorio respecto del tipo de información que
conservará y mantendrá, los tipos de metadatos requeridos, los derechos
intelectuales que se adquieren entre otros. Esto no sucede con el proceso
de valoración, no existe un único modelo o metodología para realizarlo,
pero también es un hecho que la valoración5 ya no puede llevarse a cabo
sin políticas, metodologías o lineamientos específicos, éstos son esenciales
si realmente se desean conservar los materiales patrimoniales disponibles
para la sociedad, las instituciones y la investigación.
Actualmente, para los documentos de archivo las dependencias y
entidades ya cuentan con cuadros de clasificación funcionales vinculados
a las vigencias documentales, aunque se percibe que estos instrumentos no
siempre están bien elaborados o no se aplican de la manera correcta por
lo que primero deberán revisarse para su implementación en el ambiente
digital. Como se sabe, la clasificación funcional es relevante en los procesos
de valoración documental, por lo que contar con un buen cuadro de
clasificación funcional resulta imprescindible.
En cuanto a una metodología de valoración, el AGN, institución responsable de autorizar la destrucción o transferencia a un archivo histórico
en el ámbito de la administración pública federal, emitió una guía de
referencia para identificar las series documentales con valor secundario,6
ésta recomienda a las dependencias y entidades llevar a cabo una valoración
de las series durante la primera y la segunda fase del ciclo de vida, primero
para un estudio de calidad de las series y la segunda para la comparación
5 Para este artículo la definición que se utilizará en valoración es la propuesta en el Glosario
de InterPARES: “El proceso de determinar el valor de los documentos de archivo con el
propósito de establecer el período de retención y disposición (destrucción o transferencia)
así como los términos y condiciones de transferencia de los mismos del productor hacia el
preservador. [Archivos]. Este término se usa en España, México, Centroamérica, Colombia y
Perú; no así en Argentina y Uruguay y Brasil donde el término «valoración» no es utilizado
y en su lugar se usa el término «evaluación»”. Disponible en: http://infocuib.laborales.unam.
mx/~presarch/archivo/glosario.php (consulta diciembre 9, 2012).
6 Archivo General de la Nación (2009): Guía para la identificación de series documentales
con valor secundario. http://www.agn.gob.mx/menuprincipal/archivistica/pdf/
GuiaIdentificacion21052012.pdf (consulta diciembre 10, 2012).
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
107
con series similares creadas por otras instituciones, además la guía ofrece
ciertos tópicos generales así como una lista de verificación que conducirá a
una aproximación de ciertos documentos con valores secundarios. El AGN
también emitió los requisitos básicos para la transferencia de documentos
de archivo en papel que serán preservados en el largo plazo. Sin embargo,
aún faltan políticas, lineamientos o prácticas para valorar los documentos
de archivo digitales.
Con base en lo anterior, en este estudio se pretende ofrecer una
aproximación de ciertos factores y recomendaciones que deberían tomarse
en cuenta para el desarrollo de políticas de valoración en México. Está
basado en la revisión de las principales políticas o reglas emitidas por los
Archivos Nacionales de Canadá, Estados Unidos, el Reino Unido y Nueva
Zelanda, publicadas en sus sitios web. Además, los materiales del Proyecto
InterPARES relacionados con la valoración serán tomados en cuenta, así
como las recientes conclusiones obtenidas por el Grupo de Valoración
de Documentos de Archivo Digitales del Proyecto Iberoamericano de
Evaluación de Documentos.7 Primero se hace una síntesis de los documentos
revisados y enseguida se hace una propuesta para la integración de políticas
o lineamientos de valoración.
National Library and Archives of Canada (LAC) (Biblioteca y Archivos
Nacionales de Canadá). Documento: Appraisal Methodology: Macro-Appraisal
and Functional Analysis. Part B: Guidelines for Performing an Archival Appraisal of
Government Records. (Metodología de valoración: macro-valoración y análisis
7 El Proyecto Iberoamericano de Evaluación de Documentos fue financiado parcialmente
por el Consejo Internacional de Archivos durante el periodo 2009-2012. En el mismo
participaron docentes y archivistas prácticos de Argentina, Brasil, Colombia, España,
Costa Rica, México, Perú y Uruguay. Los participantes del proyecto se organizaron en
diferentes grupos de investigación para abordar a la valoración/evaluación desde diferentes
perspectivas: terminología, programas de formación profesional, muestreo, metodologías y
temas específicos relacionados con la valoración de documentos de archivo digitales. Este
último grupo fue coordinado por Lluis-Esteve Casellas (en 2010) y Alicia Barnard (20102012) y estuvo integrado por: Ma. Teresa Bermudez, de Costa Rica; Aída Cristina Oliveiro,
de Argentina; Andrés Pak Linares de Argentina y Aída Luz Mendoza Navarro del Perú.
Para mayor información sobre el proyecto Iberoamericano de Evaluación de Documentos
consúltese http://blogs.ffyh.unc.edu.ar/evaluaciondedocumentos/category/marielaalejandra-contreras-argentina/ (consulta, diciembre 9, 2012).
108
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
funcional. Parte B. Directrices para llevar a cabo una valoración archivística
de los documentos de archivo de gobierno). 2000, revisada en 2005.8
Las directrices propuestas están basadas en una aproximación de la macrovaloración mediante el análisis funcional para obtener información acerca
del ambiente donde la información fue registrada tal como su naturaleza,
estructura, proceso de producción y específicamente las interrelaciones
con otros productores y usuarios de información/documentos de archivo.
También consideran al final la micro-valoración para identificar factores
tales como la completitud, exhaustividad, autenticidad, unicidad y relación
con otros documentos de archivo, fecha y período, extensión, usabilidad,
condiciones físicas. En particular, en relación con el programa de envío
de datos o el análisis de sistemas, las directrices citadas recomiendan:
“investigación de micro-datos así como archivos de datos longitudinales de
dichos micro-datos a fin de (reconocer o) confirmar el papel de los sistemas
regionales y sus relaciones con datos que se comparten con sistemas
superiores”.9
National Archives and Records Management Administration (NARA)
of the United States. (Administración Nacional de Archivos y Gestión de
Documentos de Archivo de Estados Unidos). Documento: Appraisal Policy
(Política de valoración), septiembre 2007.10
El propósito de esta política es establecer el esquema estratégico,
objetivos y directrices que NARA utiliza para determinar si los documentos
de archivo federales, en formato tradicional o digitales, tienen un valor
histórico. Establece cuáles son las categorías de documentos de archivo
permanentes así como directrices específicas para la valoración de ciertas
categorías de documentos de archivo.
La política establece que la autoridad para la retención y destino final de
los documentos de archivo federales es el archivista nacional, aunque también
señala que el proceso se lleva a cabo con grupos interesados y considera
8 Disponible en: http://www.collectionscanada.gc.ca/government/disposition/0070071041-e.html (consulta diciembre 10, 2012).
9 Idem.
10 Disponible en: http://www.archives.gov/records-mgmt/initiatives/appraisal.html
(consulta, diciembre 10, 2012)
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
109
el punto de vista del productor. Además, la política incluye apéndices
para consideraciones especiales, tales como la usabilidad de documentos
de archivo digitales que puedan requerir medidas específicas debido a sus
capacidades tecnológicas en contraste con otros documentos de archivo
de fácil mantenimiento. También contempla consideraciones especiales para
ciertos tipos de documentos de archivo tales como datos observacionales,
documentos de archivo sobre medio ambiente, salud y seguridad o documentos
de archivo de investigación y desarrollo; tales consideraciones están orientadas
principalmente a documentos de archivo digitales.
The National Archives (TNA). United Kingdom (Los Archivos
Nacionales del Reino Unido. Documento: The National Archives Appraisal
Policy, (Política de valoración de los Archivos Nacionales, última actualización
agosto, 2004).11
Objetivos:
 Desarrollar un sistema de valoración aplicable a nuevos ambientes
creados por los documentos de archivo digitales.
 Asegurar la transferencia continuada de documentos de archivo en
papel por al menos los siguientes 20 años.
 Asegurar que en la valoración para archivos históricos se seleccionen
documentos de archivo de alto valor evitando la duplicidad.
 Proporcionar métodos de valoración tanto para documentos de
archivo en papel como digitales, así como aquellos producidos en
cualquier otro medio.
La política establece que una valoración efectiva, principalmente en
ambiente digital, depende de buenos sistemas de producción de documentos
de archivo y de sus vigencias.
11 Disponible en: http://www.nationalarchives.gov.uk/documents/informationmanagement/appraisal_policy.pdf (consulta, diciembre 10, 2012).
110
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
La política fue desarrollada para tratar los documentos de archivo
digitales, y acepta que el Sistema Grigg emitido en 195812 ha probado
su efectividad para los documentos de archivo en papel; no obstante,
se hace necesario hacer cambios para la valoración de documentos de
archivo digitales. Por otra parte, la política considera a la macro-valoración
apropiada para los documentos de archivo digitales como una guía inicial
para identificar el valor documentos de archivo para la organización, así
como su valor histórico a fin de entender las funciones que crean los
documentos de archivo. Con base en ello, la macro-valoración será aplicada
para identificar series documentales con un valor histórico potencial así
como para identificar bases de datos y expedientes que se traslapan entre
departamentos. También incluye la necesidad de desarrollar una guía
general de valoración para series documentales que son producidas por
departamentos con funciones similares.
Respecto de la valoración los Archivos Nacionales del Reino Unido
también han desarrollado varios documentos que ayudan a las dependencias
con el proceso tales como La plantilla para el reporte de valoración, Las directrices
generales para la selección de documentos de archivo o el documento sobre Cómo
integrar un reporte de valoración y El cuestionario de valoración a nivel de series.13
New Zealand Archives. (Archivos de Nueva Zelanda) Documento:
Appraisal Policy (Política de valoración), septiembre 2008.14
Objetivo
Apoyar al archivista nacional en la toma de decisiones sobre valoración de
los documentos de archivo del gobierno para determinar su destino final.
La política explica brevemente por qué es necesaria la valoración en
el contexto de las oficinas de gobierno y de agencias locales, así como los
12 Para mayor información del Sistema Grigg, consúltese: The National Archives: Appraisal
Policy. Backgroud paper- The “Grigg System” and Beyond, disponible en: http://www.
nationalarchives.gov.uk/documents/information-management/background_appraisal.pdf
(consulta, diciembre 10, 2012.
13 Disponible en: http://www.nationalarchives.gov.uk/information-management/
guidance/a.htm (consulta, diciembre 10, 2012).
14 Disponible en: http://archives.govt.nz/sites/default/files/appraisal_policy_0.pdf
(consulta diciembre 10, 2012).
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
111
propósitos para determinar cuáles documentos de archivo son públicos.
También incluye principios de buenas prácticas de documentos de archivo
para sustentar la toma de decisiones en la valoración tales como: legalidad,
rendición de cuentas y transparencia, consistencia y recursos que deberán
tomarse en consideración así como el punto de vista de los productores.
También la política establece ciertos objetivos que ayudan a identificar
el valor histórico de los documentos de archivo y las responsabilidades del
proceso tanto para productores como para preservadores. La política aplica
para cualquier documento de archivo (electrónico, papel u otro) según se
establece en la Ley de Documentos Públicos de Archivo.15
InterPARES
Al revisar las propuestas del Proyecto InerPARES para la valoración, se
identifican cuatro elementos básicos a considerar en la valoración de
documentos de archivo digitales.16
1. Realizar la valoración al principio del ciclo de vida o cuando se
desarrolla el sistema de gestión documental. La valoración al
principio del ciclo de vida aplica no sólo a documentos de archivo
digitales sino para cualquier otro soporte y si bien el proceso se venía
realizando durante la segunda fase del ciclo, un sistema de gestión
documental, que por igual deberá manejar documentos de archivo
en cualquier soporte, deberá por fuerza incluir vigencias y destino
final de los mismos.
2. Evaluar y documentar autenticidad. La intangibilidad de los
documentos de archivo digitales, así como la obsolescencia
tecnológica o su transmisión en el tiempo y el espacio son sin duda
factores que comprometen la autenticidad, aunque, en principio,
deberá aceptarse que los documentos de archivo del productor son
auténticos, a menos de que lo contrario sea probado. La valoración
15 Disponible en: http://www.legislation.govt.nz/act/public/2005/0040/latest/
DLM345537.html. (consulta diciembre 10, 2012).
16 InterPARES Project.: Preserver Guidelines - Preserving Digital Records: Guidelines for
Organizations http://www.interpares.org/ip2/display_file.cfm?doc=ip2(pub)preserver_
guidelines_booklet.pdf (consulta diciembre 10, 2012).
112
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
de la autenticidad se lleva a cabo mediante la identificación de
los elementos relacionados con la identidad (personas, fechas,
vínculo archivístico) y la integridad (completitud y unicidad) de los
documentos de archivo o el sistema de gestión documental donde
residen.
3. Determinar la factibilidad de la preservación. Mediante la
identificación de los requisitos para la preservación, los formatos así
como los componentes digitales, tales como metadatos, información
de contexto y contenido ayudará a la institución que va a preservar
los documentos de archivo en el largo plazo a entender los costos
de adquisición, considerando que en su mayoría son constantes.
Al respecto, pueden existir documentos de archivo desarrollados
en sistemas complejos y posiblemente sea necesario posponer su
transferencia para conseguir más recursos o establecer alianzas con
otras instituciones.
4. Monitoreo de documentos de archivo. Es necesario monitorear
y revalorar que los documentos de archivo digitales que ya han
sido valorados para su preservación en el largo plazo antes de
su preservación. Esto con el propósito de evaluar si la decisión
de valoración inicial no ha cambiado o si no existe daño en los
documentos de archivo y sus componentes cuando hay cambios
o rediseño del sistema de gestión documental o en las funciones
dentro de la organización o en cuanto al estatus de la información de
los documentos de archivo.
El Proyecto InterPARES con apoyo del Consejo Internacional de Archivos
desarrolló la serie Caminos de los documentos de archivo digitales: Tópicos en
preservación digital.17 La serie incluye un módulo dedicado a la valoración, en
el cual se reafirma que los principios de valoración “deben ser incrustados
en todas las actividades relacionadas con la producción y mantenimiento de
los documentos de archivo”. El módulo propone los siguientes pasos para
llevar a cabo la valoración, mismos que están basado en los tópicos arriba
mencionados:
17 Documento en PDF.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
113
Compilar información. Esta actividad comprende reunir la información
contextual del grupo de documentos de archivo que serán valorados
(jurídico-administrativa, de procedencia, procedimental y tecnológica).
Evaluar el valor. El valor continuado ya sea para el productor, por
razones legales, de evidencia o de las actividades de la organización, o para
propósitos culturales, históricos y de investigación pudieran ser evaluados
ya sea de arriba-abajo (macro-valoración) en términos de los contextos
de los documentos de archivo o desde una aproximación de abajo-arriba
(micro-valoración) mediante la evaluación de sus valores.
Evaluar y documentar la autenticidad. Los requisitos de InterPARES
para evaluar y mantener la autenticidad18 fueron diseñados con el fin de
determinar la procedencia del ingreso de documentos de archivo para su
preservación en el largo plazo, o para recomendar la realización de una
evaluación de riesgos cuando la autenticidad está comprometida.
Determinar la factibilidad de preservación. Esta actividad implica
identificar los elementos de los documentos de archivo que serán preservados
de acuerdo con el diseño y configuración del sistema, los elementos de los
documentos de archivo que pueden manifestarse en componentes digitales
en varias formas (contenido, metadatos y contextos de producción).
Esto ayudará a conocer el sistema, las manifestaciones esenciales de los
documentos de archivo, sus metadatos y el contexto de producción que
ayudarán a reconciliar los requisitos de preservación con las capacidades
de preservación, mediante la evaluación de las capacidades de preservación
actuales y futuras, tales como conocimiento profesional, experiencia así
como recursos financieros y para infraestructura tecnológica.
Monitoreo de documentos de archivo valorados. Una vez que se ha
tomado la decisión sobre los documentos de archivo que serán preservados
en el largo plazo éstos requieren ser monitoreados mientras se encuentran en el
18 Fuerza de tarea sobre autenticidad del Proyecto InterPARES (2002): “Appendix 2:
Requirements for Assessing and Maintaining the Authenticity of Electronic Records.” http://
www.interpares.org/book/interpares_book_k_app02.pdf. (Consulta diciembre 10, 2012).
114
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
sistema de gestión documental del productor, a fin de verificar si la decisión
inicial de valoración, si los términos y condiciones iniciales de transferencia,
son válidos o si es necesario llevar a cabo un nuevo proceso de valoración.
Llevar a cabo la disposición. Cuando los documentos de archivo digitales
valorados para su preservación en el largo plazo ya no son necesarios para
el productor serán preparados para su transferencia y transmisión.
El Grupo de Valoración de Documentos de Archivo Digitales del
Proyecto Iberoamericano de Evaluación enfocó sus estudios sobre
valoración en varios archivos nacionales así como en proyectos de
investigación o instituciones, algunos de los cuales fueron también
revisados para este caso de estudio.19 Las principales recomendaciones para
una política de preservación establecen que la valoración no debería hacer
distinciones entre documentos de archivo digitales y físicos, sin embargo, es
necesario que la misma considere principios específicos para la valoración
de documentos de archivo digitales. Con base en lo anterior, las políticas
específicas para la valoración de documentos de archivo digitales deberían
considerar las siguientes recomendaciones:
1. Desarrollar e instrumentar cuadros de clasificación, tablas de migración, procedimientos de migración, refrescamiento y actualización
antes de la transferencia a fin de asegurar la integridad, fiabilidad y
usabilidad de los documentos de archivo digitales.
2. Tomar en consideración los problemas asociados con documentos de
archivo alojados fuera de servidores y desarrollar recomendaciones
al respecto.
3. Elaborar directrices para la retención de metadatos en la decisión de
valoración y su vínculo al documento de archivo durante el período
de retención, así como la protección en contra de la disposición no
autorizada.
4. Establecer estrategias de monitoreo para identificar cambios jurídico19 Dicho grupo revisó además documentos e información de: los Archivos Nacionales de
Australia, los siguientes sitios y proyectos de investigación: Digital Curation Centre, Digital
Preservation Europe, Inter-University Consortium for Political and Social Research, UK
Data Archive.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
115
administrativos, de procedencia, procedimentales y tecnológicos
de los documentos de archivo que ya han sido valorados para su
preservación en el largo plazo.
5. Considerar que los sistemas de información del productor cumplan con procedimientos y procesos de gestión documental a fin de
identificar y establecer periodos de retención, proporcionar información periódica relacionada con las actualizaciones o cambios de
los sistemas, así como actividades de transferencia o destrucción
de acuerdo con tablas de vigencias y documentación relacionadas
con las funcionalidades del sistema que describan documentos de
archivo de entrada o internos, relacionados con la información que
se maneja.
6. Considerar la elaboración de directrices para el control y eliminación
de documentos de archivo producidos o incluidos en sitios web y,
cuando sea necesario, adaptar vigencias a fin de incluir series creados
para el sitio web cuando éstas no han sido consideradas.
7. Considerar la valoración de información derivada de modelos de
análisis de datos científicos.
Además de las recomendaciones para políticas, el grupo de Valoración de
Documentos de Archivo Digitales estableció ciertos requisitos y tópicos a
considerar cuando se lleva a cabo la valoración de documentos de archivo
digitales.
Políticas generales de valoración
De lo anterior es posible concluir que existe información suficiente para
el diseño de políticas generales de valoración, con atención especial
a documentos de archivo digitales, los cuales se encuentran en riesgo
constante debido al ambiente tecnológico que compromete su autenticidad
y cuestiona seriamente si son confiables para su preservación en el largo
plazo. A continuación se presentan las recomendaciones que deberían
ser consideradas para la elaboración de una política de preservación en
dependencias y entidades del gobierno federal.
116
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
En primer término, es necesario considerar una política de valoración
con principios generales que sean aplicados tanto en documentos de archivo
en papel y digitales o en cualquier otro soporte, con temas especiales para
ambientes digitales. Para ello se deberían considerar los siguientes factores:
 El papel y responsabilidades del productor y el preservador en el
proceso de valoración.
 El establecimiento de comités de valoración en dependencias y
entidades, así como el correspondiente en el AGN, donde además
del productor, archivista y experto en tecnologías de la información
deberán participar expertos sobre las materias o temas a que se
refieren los documentos de archivo a valorar, sean funcionarios o
grupos de interés externos.
 La declaración de las principales razones gubernamentales, históricas
y sociales para la preservación en el largo plazo.
 Listas de verificación que puedan ayudar al productor en el proceso
de toma de decisiones.
 El desarrollo de documentos adicionales para:
 Una metodología apropiada, lineamientos y procedimientos para
llevar a cabo el proceso de valoración. Éstos harán distinción
de los documentos de archivo tradicionales (papel u otros) y los
digitales.
 Criterios específicos de disposición para series genéricas que son
producidas y mantenidas en dependencias y entidades diferentes,
cuyo tratamiento para su disposición debería ser homogéneo.
 Establecer como principio que el proceso de valoración deberá
llevarse a cabo al principio del ciclo de vida o cuando se diseña el
sistema de gestión documental.
En particular, la política de valoración de documentos de archivo digitales
deberá considerar lo siguiente:
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
117
 La valoración funcional como una aproximación inicial, comple-
mentada cuando sea necesario con la micro-valoración.
 Los principales pasos para llevar a cabo la valoración de documentos
de archivo digitales deberán ser:
 Evaluar y documentar autenticidad.
 Identificar componentes digitales de los documentos de archivo
(metadatos e información contextual).
 Determinar la factibilidad de preservación en el largo plazo.
 Monitorear los documentos de archivo digitales ya valorados.
 Desarrollar planes de transferencia-recepción.
 Diseño e instrumentación de estrategias de análisis de riesgos cuando
se infiere que los documentos de archivo tienen valores secundarios
importantes, pero su autenticidad está comprometida debido a la
falta de componentes estructurales, o formales, o debido a que no
fueron capturados en un sistema de gestión documental.
A manera de conclusión, respecto de la valoración de los documentos de
archivo digitales, dice Luciana Duranti:20
 La valoración, diferente de la selección, está totalmente condicionada




por el contexto específico.
Requiere de una relación clara entre el productor y el preservador.
La selección y la valoración debe estar basada en la confianza.
La valoración debe estar claramente motivada no sólo por
argumentos archivísticos/diplomáticos y tecnológicos, también los
hay de carácter legal, ético y financieros.
El archivista debe ser todo para todos los documentos de archivo,
incluyendo los documentos de archivo potenciales que pudiera
contribuir a diseñar.
20 Duranti, Luciana, “The Appraisal of Digital Records: The Return of Diplomatics as
Forensic Discipline. International Conference on Surviving the Digital Wild Frontier.”
Singapore, Singapore. November 3, 2010.
118
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
 La valoración debe llevarse a cabo lo más pronto posible después de





su producción.
La valoración debe considerar funciones, documentos de archivo,
sistemas.
La valoración debe llevarse a cabo por un grupo de profesionales de
documentos de archivo, expertos en leyes y en temas financieros, y
profesionales de tecnologías de la información.
La valoración debería servir al productor, investigadores y la sociedad
sin límites.
La valoración debería llevarse en el ambiente en el cual los
documentos de archivo residen en cierto momento.
La valoración debería llevarse a cabo cada vez que el sistema de
gestión documental es actualizado o cambiado. Una vez que los
documentos de archivo son adquiridos, el proceso de selección y la
valoración son definitivos.
A pesar de la disponibilidad de políticas, metodologías, procedimientos
o requisitos, los documentos de archivo digitales estarán en constante
peligro de perderse si las autoridades de alto nivel olvidan que las prácticas
archivísticas y diplomáticas son urgentes para producir, mantener y preservar los documentos de archivo. Los gestores de documentos y
archivistas ya no pueden estar aislados de las dinámicas de la organización,
por lo que, en el proceso de valoración, así como en otros, deberían estar
acompañados por otros profesionales para cumplir con sus tareas, puesto
que las mejores soluciones en la preservación de documentos de archivo
son multidisciplinarias, transdisciplinarias e interdisciplinarias, donde las
tecnologías de la información juegan un papel importante pero no el único,
como se percibe actualmente por las autoridades.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
119
R ECONOCIMIENTO, PRESERVACIÓN Y PÉRDIDA DEL VALOR JURÍDICO
DEL DOCUMENTO DE ARCHIVO ELECTRÓNICO*
Martha Alicia Ávila Maravilla**
Resumen
Los documentos tienen diversos valores, entre ellos el legal.
Dependiendo de sus características específicas los documentos
con valor legal pueden ser constitutivos o probatorios. Después de
describir y ejemplificar las características de cada clase, la autora
enfatiza que, por sus efectos prácticos, debe tenerse especial cuidado
en la conservación de los valores legales cuando un documento de
este tipo cambia de soporte en los procesos de digitalización. En este
sentido considera necesario una regulación en la materia, que sea
uniforme en todo el país, para tener certeza jurídica en la aplicación
de las tecnologías de la información. Con este propósito destaca
ordenamientos que ya se han emitido en otros países.
Palabras clave: preservación digital, documento de archivo electrónico, valor jurídico del documento.
Abstract
Documents have diverse values, among them, the legal value. Depending on their specific characteristics, documents with legal value
can be either ad substantiam actus or ad probatum. After describing
and giving examples of the characteristics of each kind, the author
emphasizes that, according to their practical effect, it is important to
be careful with the preservation of the legal values of a document
when it changes its support because of a digitalization process. For
* Una versión de este artículo fue presentado como ponencia en la mesa denominada:
Sistemas automatizados de gestión documental, moderada por Alicia Barnard Amozorrutia,
en la XXXIV Reunión Nacional de Archivos.
** Licenciada en derecho por la Universidad de las Américas-Puebla y master en derecho de
las nuevas tecnologías e informática jurídica por la Universidad de Boloña, Italia.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
121
this reason, she considers mandatory a regulation on this matter,
which should be uniform in the whole country, in order to have legal
certainty on the application of the information technologies. With
this purpose in mind, she highlights the laws already on use on other
countries.
Key words: Digital preservation, electronic record, record’s legal
value.
Entre los diferentes valores que puede poseer un documento de archivo
están los de carácter legal, que son aquellos que sustentan las obligaciones
o derechos de una institución o de una persona. En su libro Preservación del
patrimonio documental digital en México, Juan Voutssás destaca que “Algunas
personas no le conceden [a los aspectos legales]… la importancia debida y
sin embargo es uno de los factores que hoy en día inciden más notoriamente
sobre los proyectos de preservación documental”.1
Tipos de documentos con valor legal
Los documentos con valor legal pueden ser títulos de derechos y obligaciones
(documentos constitutivos) y/o documentos que acreditan la existencia
de hechos, que podrían ser generadores de derechos y obligaciones
(documentos probatorios).
En un documento probatorio “la existencia del título no presupone la
existencia y ejercicio de un derecho, pero sí garantiza y facilita su prueba”,2
lo que permitirá a un tercero, que puede ser un juez, cierto grado de certeza
sobre la existencia de lo que el documento refiere.
En cuanto a los documentos constitutivos, hay algunos donde la ley
reputa que los derechos y obligaciones que contienen están incorporados al
documento. Visto como objeto, el documento es el título de esos derechos.
Un documento constitutivo “es todo instrumento que para el nacimiento o
adquisición de un derecho, requiere, so pena de nulidad, que la declaración de
voluntad que lo origina o lo transfiere […] conste por escrito”.3 Ejemplos
1 Voutssas Márquez, Juan, Preservación del patrimonio documental digital en México, p. 97.
2 Labariega V, “Documento constitutivo”, Diccionario jurídico mexicano, pp. 1199-1201.
3 Ibid., p. 1200.
122
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
de estos documentos son las pólizas de fianzas y seguros, los títulos de
concesión, los títulos de crédito, el primer testimonio en una hipoteca,
etcétera.
Efectos prácticos y digitalización
Si recurrimos a un juzgado para exigir el cumplimiento de un derecho
contenido en cualquiera de estos títulos, por ejemplo a exigir el pago de un
pagaré, con una copia certificada del documento o, peor aún, con una copia
simple, el juez desechará la demanda indicando que para hacer efectivos los
derechos consignados en un pagaré se requiere del documento original.
Si no disponemos del documento original deberemos promover
judicialmente su reposición llamando a todas las partes interesadas y probar
al juez su existencia.
En el procedimiento judicial de reposición, la copia certificada notarial
del pagaré servirá para demostrar que éste existió así como su contenido
exacto. La copia simple tal vez le serviría al juez como indicio de la existencia
y el contenido del documento. Sin embargo, sólo será hasta que se obtenga
la reposición del título, o sea, del documento constitutivo de derechos,
cuando podamos exigir el pago, porque el derecho está incorporado en el
documento.
¿Qué trascendencia tiene esto cuando hablamos de un cambio de
soporte del documento?
Si digitalizamos una póliza de seguro vigente y destruimos el original se
pierde el valor jurídico primordial: ser el título para ejercitar un derecho,
aun si nos quedamos con una copia certificada. La digitalización simple
y llana de un documento, que no tenga incluidas mayores garantías para
asegurar la fiabilidad de su contenido, equivale funcionalmente a una copia
simple. En otros términos, aunque escaneemos el documento para obtener
su imagen digital y la imprimamos después en papel, sus efectos legales son
los mismos que los de una copia fotostática.
Por lo tanto, pasar documentos constitutivos por cualquier proceso de
cambio de soporte resulta en la pérdida de su valor legal. Si alguien considera
digitalizarlos debe tomar en cuenta que esos documentos sólo mantendrán
sus valores informativos, por lo que deberá conservar en todo caso los
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
123
documentos originales, por lo menos hasta que pierdan sus valores legales.
Los documentos constitutivos son un grupo reducido y muy específico
bien identificado por sus productores, de los que podemos descartar una
digitalización con fines de eliminación de los originales.
Otro aspecto del valor jurídico de los documentos corresponde a su valor
probatorio. La doctrina y los códigos procesales en México son unánimes en
relación con la división de los documentos en públicos y privados.
De acuerdo con Código Federal de Procedimientos Civiles:4 “son
documentos públicos aquellos cuya formación está encomendada por la ley,
dentro de los límites de su competencia, a un funcionario público revestido
de la fe pública, y los expedidos por funcionarios públicos, en el ejercicio de
sus funciones” (artículo 129).
Más casuística es la redacción del Código de Procedimientos Civiles
para el Distrito Federal,5 que indica:
Artículo 327.- Son documentos públicos: [entre otros]
I. Las escrituras públicas, pólizas y actas otorgadas ante notario o corredor
público y los testimonios y copias certificadas de dichos documentos;
II. Los documentos auténticos e informes expedidos por funcionarios que
desempeñen cargo público, en lo que se refiere al ejercicio de sus funciones;
III. Los documentos auténticos, libros de actas, estatutos, registros y catastros
que se hallen en los archivos públicos, o los dependientes del Gobierno
Federal, de los Estados, de los Ayuntamientos o del Distrito Federal;
IV. […]
V. Las certificaciones de constancias existentes en los archivos públicos
expedidas por funcionarios a quienes competa;
VI . […]
El Código Federal de Procedimientos Civiles6 señala que los documentos
públicos hacen prueba plena de los hechos legalmente afirmados. El Código de
Procedimientos Civiles del Distrito Federal indica además que los medios
de prueba serán valorados en conjunto, debiendo el tribunal exponer los
4 México. Código Federal de Procedimientos Civiles, 24 de enero de 1988.
5 México. Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, 26 de mayo de 1928.
6 Op. cit., art. 202.
124
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
fundamentos de la valoración jurídica que se conceda a cada una, salvo
tratándose de documentos públicos, los que tendrán valor probatorio pleno, y por
tanto no se perjudicarán en cuanto a su validez por las excepciones que se
aleguen para destruir la pretensión que en ellos se funde.7
Para el Código Federal de Procedimientos Civiles los documentos
privados son todos aquellos que no encuadren en la descripción de
documentos públicos.8 Los documentos privados no gozan del pleno valor
probatorio.
Visto lo anterior, pensemos entonces en un cambio de soporte de la
documentación que le permita conservar sus valores probatorios. Esto es
factible si la ley concede valor legal al producto del cambio de soporte.
Si digitalizamos sin respaldo de la ley lo único que obtenemos es lo que ya
explicamos anteriormente: la imagen digital de un documento, con el valor
legal de una copia fotostática. Este proceso podría ser admitido cuando el
documento original se conserva y sólo se quiere consultar fácilmente su
contenido.
Sin embargo, es evidente que los procesos de digitalización de
documentos tienen objetivos que van más allá de la mera consulta, como los
de servir como fuentes alimentadoras de bases de datos para certificaciones
automáticas o la eliminación de papel en la administración pública. Esto
último implicaría la destrucción del documento original. De ser así, estos
procesos deben ser tutelados por la ley.
Estado de la cuestión en México y otros países
En España la posibilidad está prevista en diversos ordenamientos, de los
cuales resalto uno por ser toral: la Ley 11/2007, Ley de Acceso Electrónico
de los Ciudadanos a los Servicios Públicos,9 que indica.
Artículo 30. Copias electrónicas.
7 Op. cit., art. 403.
8 Código Federal de Procedimientos Civiles, art. 133.
9 España. Ley de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos, Boletín
Oficial del Estado, 23 de junio de 2007, Disponible en Internet: http://www.boe.es/boe/
dias/2007/06/23/pdfs/A27150-27166.pdf. (El subrayado es mío).
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
125
1. […]
2. Las copias realizadas por las Administraciones Públicas, utilizando medios
electrónicos, de documentos emitidos originalmente por las Administraciones
Públicas en soporte papel tendrán la consideración de copias auténticas siempre
que se cumplan los requerimientos y actuaciones previstas en el artículo 46 de
la Ley 30/1992, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común.
3. […]
4. En los supuestos de documentos emitidos originalmente en soporte papel de
los que se hayan efectuado copias electrónicas de acuerdo con lo dispuesto en
este artículo, podrá procederse a la destrucción de los originales en los términos
y con las condiciones que por cada Administración Pública se establezcan.
En Italia el ordenamiento que concentra estos temas es el Código de la
Administración Digital, que indica respecto a los documentos en posesión
de las administraciones públicas que:
Las copias en soporte informático de documentos emitidos por la administración
pública en soporte analógico [léase soporte papel o soporte distinto al digital],
o que se encuentren en su poder, gozan de la misma eficacia jurídica para todos
los efectos de ley, que los originales que reproducen, si su conformidad al
documento original es asegurada por el funcionario para ello designado en el
ámbito del ordenamiento de la propia administración, mediante la utilización
de la firma digital o de otra firma electrónica calificada y de conformidad con
las reglas técnicas establecidas en términos del artículo 71, en tal caso la obligación
de conservar el original del documento es satisfecho con la conservación de la copia en soporte
informático.10
10 Italia. Decreto legislativo 7 marzo 2005, núm. 82. El subrayado es mío, así como la
traducción. El texto en idioma original dice: Art. 23-ter.- (Documenti amministrativi informatici). 3.
Le copie su supporto informatico di documenti formati dalla pubblica amministrazione in origine su supporto
analogico ovvero da essa detenuti, hanno il medesimo valore giuridico, ad ogni effetto di legge, degli originali
da cui sono tratte, se la loro conformita’ all’originale e’ assicurata dal funzionario a cio’ delegato nell’ambito
dell’ordinamento proprio dell’amministrazione di appartenenza, mediante l’utilizzo della firma digitale o di
altra firma elettronica qualificata e nel rispetto delle regole tecniche stabilite ai sensi dell’articolo 71; in tale
caso l’obbligo di conservazione dell’originale del documento e’ soddisfatto con la conservazione della copia su
supporto informatico.
126
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Además, el Código de la Administración Digital establece la creación de
la figura del “Conservador Acreditado”, en donde un organismo público
llamado Agencia para la Italia Digital, tiene la facultad de acreditar los
procesos de digitalización de las diferentes áreas de la administración
pública. Aunque las administraciones públicas no están obligadas a
certificarse, la certificación tiene como fin acreditar niveles más elevados de
calidad y seguridad en los procesos.
Si nos fijamos bien estamos frente a dos soluciones normativas para
responder la misma pregunta: ¿qué valor se le otorga a un documento
electrónico producto de un cambio de soporte?
En España optaron por otorgarle el valor de copia auténtica, como ya
lo vimos, en Italia lo equipararon al original para todos los efectos de ley.
¿Qué solución hemos encontrado en México? O, mejor, ¿cuál es el
estado de esta cuestión en México?
En México enfrentamos una situación compleja en la legislación
relacionada con los temas de las tecnologías de la información. A diferencia
de los países mencionados y otros más, nuestro carácter federal ha producido
una pulverización de la legislación, por lo que en vez de referirnos a un solo
ordenamiento válido en todo el país debemos hacer un esfuerzo adicional.
En México, para conocer la regulación de un tema tan global como
la firma electrónica debemos, por lo menos, conocer las leyes de firma
electrónica de los 31 estados de la república (si todos la tuvieran) y la del
Distrito Federal, además de las diversas disposiciones que regulan el uso
de la firma electrónica para fines fiscales, bancarios, de la administración
pública federal y el comercio. Para saber qué es un documento electrónico,
su tratamiento, sus sistemas de gestión, o la migración de este tipo de
documentos tendríamos que considerar 33 ordenamientos jurídicos en
materia de archivos.
Si quisiéramos conocer las soluciones que se han dado a temas como
la validez jurídica de la digitalización, la certificación de documentos
electrónicos en papel y en formato electrónico, el cotejo electrónico de
documentos, etc., deberemos consultar un igual número de ordenamientos
legales relativos al uso de medios electrónicos, reitero, si los tuviéramos, ya
que la mayoría de los estados siguen haciendo sus esfuerzo para legislar en
la materia.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
127
Varios países ya tienen reglas en mayor o menor medida para regular
estos temas. ¿Y México? Ahora, y tal vez tampoco en los siguientes años, no
podremos dar una respuesta única, incluso si todas las entidades federativas
emitieran los ordenamientos respectivos que tienen pendientes.
Corremos el riesgo de que ante una pregunta sobre las tecnologías de
la información en México la respuesta correcta sea: depende. Depende en qué
materia y en qué estado, si no es que también los ayuntamientos comienzan
a emitir sus propias soluciones aplicables a sus administraciones. No
sabremos exactamente cómo actuar si no entramos a fondo a analizar
las leyes locales. El tema es tan global que considero que debería tener
soluciones nacionales.
Estamos en esta situación porque los temas de la era digital no están
expresamente concedidos a la federación, de acuerdo con el pacto federal
de 1917. Si bien en ese momento histórico era imposible legislar sobre
estos asuntos, hoy sí debe ser materia de reflexión la posibilidad de que
el Congreso de la Unión legisle en materia de medios electrónicos en toda
la república, o que por lo menos dicte leyes generales sobre el tema y los
estados legislen con base en ellas.
Cualquier opción implica modificar el artículo 73 de la Constitución
Política, como en su momento se agregaron competencias en materia de
telecomunicaciones, delincuencia organizada, educación y otros temas
estratégicos, en los que se consideró necesaria una conducción más armónica
de la nación, para fortalecerla sin disminuir la soberanía de los estados.
El tema de las tecnologías de la información tiene en sí mismo
complejidades que no deben incrementarse con una multiplicidad de leyes
y divergencias conceptuales que sin duda constituyen un factor que frena la
asimilación, adopción y desarrollo de la cultura digital.
A manera de conclusión
Las nuevas tecnologías de la información multiplican el potencial de la
actividad pública y de los archivos; sin embargo, para el administrador
de los archivos su aplicación implica nuevos retos. En este sentido, los
documentos con valores legales sólo podrán ser cambiados adecuadamente
de soporte, si existen reglas claras que respalden la actuación.
128
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Será sólo hasta que esto se incorpore en los correspondientes
ordenamientos jurídicos y se cumplan los requisitos procedimentales y
tecnológicos que se establezcan para garantizar la certeza y fiabilidad del
documento, que se podrá hablar de una efectiva conservación de los valores
legales del documento electrónico.
En tanto, el administrador debe asumir que la aplicación de estas
tecnologías en el sector público o privado deberá ser acorde con las
instituciones jurídicas clásicas, que son necesarias como marco de referencia
e interpretación de los nuevos fenómenos, ocupando criterios de equivalencia funcional.
En los diferentes procesos de gestión de documentos electrónicos o
de cambio de soporte no debe perderse de vista la conservación del valor
legal del documento. En el momento de hacer la valoración documental,
el productor debe considerar, además de los valores legales del documento
que debe preservar y su vigencia, si éste es susceptible de un cambio de
soporte.
Es necesario crear una armonización en la legislación en materia de
las tecnologías de la información, por lo que se propone considerar la
posibilidad de modificar nuestra Constitución, a efecto de que el Congreso
de la Unión pueda emitir leyes que permitan tener reglas únicas, o al menos
uniformes, en todo el país en la materia. En esa tarea, podemos aprovechar
las experiencias de otros países para tomar nuestras propias soluciones
normativas.
Aunque no estuviésemos listos como país para subir al tren de la
modernización y de las nuevas tecnologías (poquísimos países han estado
preparados), no podemos evitar que subamos. Los retos los tenemos ya
sobre el escritorio, en nuestros servers, en las cajas que impiden el paso por
nuestros pasillos; los retos están en nuestro día a día. No aplacemos las
decisiones y las acciones que nos permitan afrontarlos con eficiencia y
sobre todo con certeza jurídica.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
129
Bibliografía
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130
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
EL CONCEPTO DE DOCUMENTO DE ARCHIVO EN ENTORNOS
EXPERIENCIALES , INTERACTIVOS Y DINÁMICOS:
ENSAYO DE DISCUSIÓN
Luciana Duranti*
Traducción: Alejandro Delgado Gómez**
Resumen
El artículo hace una revisión de los hallazgos de las dos primeras
etapas del Proyecto InterPARES, el cual desde 1999 se ha dedicado
a desarrollar el conocimiento útil para la preservación en el largo
plazo de documentos de archivo digitales auténticos. Destacan dentro
de los trabajos de investigación la importancia del concepto de
documento archivístico y sus características, los resultados obtenidos
respecto de la naturaleza del documento desde la perspectiva de
su forma, atendiendo los principios de la diplomática, el desarrollo
de cuestionarios para la realización de estudios de caso, mediante
los cuales se obtuvo información relevante acerca de los atributos
internos y externos de los documentos de archivo digitales. De mayor
relevancia dentro de la fase 2 del proyecto, fue la identificación
de nuevos tipos de documentos que no existen en el ambiente
analógico, como son los documentos interactivos, experienciales
y dinámicos cuyas características hacen que su preservación en el
largo plazo sea compleja. Al respecto, la autora reflexiona sobre la
definición del documento archivístico y la posible solución al manejo
y preservación de este nuevo tipo de documentos que por lo general
son documentos de archivo potenciales.
Palabras clave: preservación de archivos digitales, documentos de
archivo digitales, documentos dinámicos, experienciales e interactivos.
* Directora del Proyecto InterPARES.
** Archivo Municipal de Cartagena.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
131
Abstract
The article provides an overview of the first two stages of the InterPARES project, which has focused on developing useful knowledge
for the long term preservation of authentic digital records since 1999.
Among the research findings stand out those related to the definition of the archival record concept and its characteristics, the results
obtained in relation with the nature of the record from the perspective of its form, according to diplomatics principles, the development
of questionnaires to carry out case studies outstanding information
related to the intrinsic and extrinsic attributes of the digital records.
Of greater relevance, within the second phase of the project was the
identification of new document types not existing in the analogical environment such as the interactive, experiential, and dynamic
documents which characteristics make their long term preservation
a complex issue. With this respect, the author reflects on the record
definition and a possible solution for maintaining and preserving this
new kind of documents, that are potential archival documents.
Key words: preservation of digital archives, documents of digital archives, dynamic, experiential and interactive documents.
Fuente: El presente ensayo es uno de los documentos de discusión del
Proyecto InterPARES 2, cedido amablemente por la doctora Duranti para su
traducción.
El Proyecto InterPARES intenta desarrollar el conocimiento teórico y
metodológico esencial para la preservación a largo plazo de documentos
archivísticos auténticos producidos creados y/o mantenidos en forma
digital. Este conocimiento debiera proporcionar la base a partir de la
cual formular políticas, estrategias y normas modelo capaces de asegurar
la longevidad de tal material y la capacidad de sus usuarios para confiar
en su autenticidad. InterPARES se ha desarrollado en dos fases. InterPARES
I trató con documentos archivísticos dotados de responsabilidad y
necesidades administrativas que se producen en bases de datos y sistemas
de gestión de documentos. InterPARES 2 se ha enfocado sobre la parte de la
memoria registrada de la sociedad que se produce digitalmente en sistemas
132
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
interactivos, dinámicos y experienciales en el curso, y como un producto de
actividades artísticas, científicas y del gobierno electrónico.
El equipo de investigación de InterPARES determinó desde el comienzo
de la primera fase del proyecto que, para ser capaz de identificar entre los
diversos tipos de información digital contenidos en los sistemas existentes
los que correspondían a un documento archivístico, era necesario acordar
la definición y concepto de documento archivístico,* y el modo en que tal
entidad difería de documento, información y datos. Así, el equipo llamó
documento archivístico a cualquier documento creado (esto es, realizado
o recibido y guardado para acción o referencia) por una persona física o
jurídica en el curso de una actividad práctica, como instrumento y producto
de tal actividad, adoptando por tanto la definición archivística tradicional.
El equipo procedió entonces a definir documento como información
registrada, información como un mensaje dirigido a su comunicación en
el espacio o el tiempo, y datos como la pieza mínima de información con
significado. Finalmente, se definió documento archivístico electrónico
como un documento archivístico creado en forma electrónica, significando
que un documento recibido en forma electrónica pero guardado a efectos de
acción en forma de papel es un documento archivístico en papel, mientras que
un documento recibido en papel pero escaneado en el computador y utilizado
sólo como archivo digital es un documento archivístico electrónico. Esta
definición es completamente coherente con el principio archivístico de que
todo lo que el productor trata como documento archivístico en el curso de una
acción dada es en efecto un documento archivístico de la acción en cuestión.
Después de haber elegido una definición de documento archivístico
electrónico basada en la teoría archivística tradicional, el equipo consideró
esencial ahondar en el concepto de documento archivístico subyacente e
implicado por tal definición, determinando que las características necesarias
de un documento archivístico electrónico están en la base tanto de la
teoría archivística como de la teoría diplomática. Se consideró necesario
el apoyo de la teoría diplomática, porque ésta examina los documentos
* N. del T.: Se ha traducido “document” por “documento” y “record” por “documento
archivístico”, con el fin de expresar la diferencia conceptual entre los términos originales.
Ésta pareció la mejor solución, tras el intercambio de opiniones con la doctora Duranti. La
expresión “documento de archivo”, quizá más natural en castellano, se ha evitado porque a
lo largo del texto daba lugar a numerosas reiteraciones y cacofonías.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
133
archivísticos como ítems más que como partes de agregaciones y es por
tanto capaz de complementar el conocimiento proporcionado por la
teoría archivística al efecto de identificar las características anidadas en el
documento archivístico mismo, más que en sus relaciones. Se identificaron
las siguientes características necesarias: 1) una forma fija, significando que el
contenido binario de la entidad debe almacenarse de modo que permanezca
completo1 inalterado, y que su mensaje puede presentarse con la misma
forma documental que tenía cuando se guardó por primera vez; 2) un
contenido estable;2 3) enlaces explícitos a otros documentos archivísticos
dentro o fuera del sistema digital, mediante un código de clasificación u
otro identificador único;3 4) un contexto administrativo identificable; 5) un
autor, un destinatario y un escritor; y 6) una acción, en la que el documento
archivístico participa, o a la que el documento archivístico apoya, bien
procedimentalmente, bien como parte del proceso de toma de decisiones.4
Habiendo especificado las características necesarias de un documento
archivístico electrónico, el equipo de investigación decidió aceptar como
hipótesis de trabajo la asunción fundamental de la diplomática de que,
1 El estado de completo no se menciona aquí como una característica del documento archivístico, porque un documento archivístico incompleto es todavía un documento archivístico,
aunque malo, sino como una característica de la forma fija, de acuerdo con la cual una forma
que se ha fijado es aquella que no pierde ninguno de sus elementos originales en el proceso
de ser almacenada y recuperada.
2 La estabilidad del documento archivístico, tal y como se determina por su forma fija y su
contenido inmodificable, está sólo implicada en la parte de la definición archivística que dice
que un documento archivístico es un documento (esto es, más que simplemente datos o
información), pero se establece explícitamente en la definición y concepto diplomáticos de
documento archivístico (véase Luciana Duranti, “Diplomatics. New Uses for an Old Science”
(Lanham, Maryland and London: The Scarecrow Press, Inc., The Society of American
Archivists and the Association of Canadian Archivists, 1998), pp. 41-58.
3 Esta característica corresponde al vínculo archivístico, que está implicado en la definición
archivística cuando la creación de documentos archivísticos se enlaza a una actividad, pero
que han hecho explícito los teóricos de todas las épocas y culturas. Véase Luciana Duranti,
“The Archival Bond”, Archives and Museum Informatics 11, nos. 3-4 (1997): 213-218.
4 Mientras que las características 4 y 6 pueden deducirse de la definición archivística, la
característica 5 se deriva del concepto diplomático de documento archivístico: se consideró
importante para distinguir documentos archivísticos de entidades digitales que resultan de
una simple consulta a una base de datos. El autor es la persona que promulga el documento
archivístico, el escritor es la persona que determina la articulación del discurso en el
documento archivístico, y el destinatario es la persona a la que está dirigido el documento
archivístico. Como un documento archivístico debe participar en una acción y cualquier
acción debe recaer en alguien, el destinatario es necesario para la existencia del documento
archivístico. Véase el Apéndice 2 del libro The Long-Term Preservation of Electronic Records: The
InterPARES Project en el sitio web de InterPARES www.interpares.org
134
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
con independencia de las diferencias por naturaleza, procedencia o fecha,
desde un punto de vista formal, todos los documentos archivísticos
son lo suficientemente similares como para hacer posible concebir
una forma documental típica, ideal, que contenga todos los elementos
posibles de un documento archivístico. Sobre la base de esta asunción, el
equipo mismo conjeturó que, aunque puedan manifestarse de diferentes
maneras, los mismos elementos formales que están presentes en los
documentos archivísticos tradicionales existen explícita o implícitamente
en los documentos archivísticos electrónicos, y que todos los documentos
archivísticos electrónicos comparten los mismos elementos formales. Así,
creó una “plantilla”, esto es, una descomposición del documento archivístico
electrónico ideal, primero en sus partes constituyentes, y luego, dentro de
la parte “forma”, en sus elementos.5 En la plantilla, se definen las partes
y elementos y se explica su propósito. El equipo de investigación utilizó
la plantilla como instrumento para el análisis sistemático de las entidades
electrónicas contenidas en varios sistemas diferentes, al efecto de establecer
cuáles son documentos archivísticos.
La plantilla se compone de cuatro secciones correspondientes a las
cuatro partes constituyentes necesarias de todo documento archivístico:
forma documental, anotaciones, contexto y soporte.6 La forma documental7
5 El motivo por el que las partes constituyentes del documento archivístico terminaron en
la plantilla, que se suponía que representaba la forma ideal de un documento archivístico,
es que todas las partes constituyentes identificadas solían ser consideradas como elementos
extrínsecos de forma necesarios por los diplomatistas tradicionales. Era importante mostrar
su presencia, definición y propósito, y el hecho de que ahora son independientes de la forma.
6 En un empeño de investigación anterior comúnmente conocido como el UBC-DoD
Project, las partes que constituyen el documento archivístico fueron identificadas como:
soporte, forma, acción, personas, vínculo archivístico, contenido y contexto. Véase Luciana
Duranti y Heather MacNeil, “The Preservation of the Integrity of Electronic Records: An
Overview of the UBC-MAS Research Project”, Archivaria 42 (Spring 1997): 46-67; y Luciana
Duranti, Terry Eastwood y Heather MacNeil, Preservation of the Integrity of Electronic Records
(Dordrecht, Kluwer Academic Publishing, 2002): Chapter 1. En el contexto de InterPARES,
se decidió que la acción, las personas, el vínculo archivístico y el contenido, al contrario que
las otras partes constituyentes, siguen manifestándose a sí mismos en los elementos formales
y son inextricables de ellos, así que no tienen que identificarse de manera separada de la
forma. En lo que se refiere a las anotaciones, que no estaban entre las partes identificadas
en el MAS¬DoD Project, fueron añadidas a las partes constituyentes porque a menudo están
enlazadas al documento archivístico, más que anidadas en él, y por tanto tienen que ser
consideradas de manera separada de la forma del documento archivístico.
7 Definida como “Las reglas de representación de acuerdo con las cuales se comunica el
contenido de un documento archivístico, su contexto administrativo y documental, y su
autoridad”.
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135
incluye, entre los elementos internos,8 los nombres de las personas que
concurren a la creación del documento archivístico, la fecha cronológica,
el lugar de origen del documento archivístico, la indicación y descripción
de la acción o asunto, el testimonio, y una declaración de la validación; y,
entre los elementos externos,9 las características generales de presentación
(esto es, texto, imagen, sonido, gráfico), las características específicas de
presentación (esto es, composición, hipervínculos, color, tasa de muestreo
de los archivos de sonido, resolución de los archivos de imagen, escala de
los mapas), firmas y sellos electrónicos (p. ej., firma digital), sellos digitales
de hora, y signos especiales (p. ej., marcas de agua digitales, membrete de la
organización, logo personal).10 Las anotaciones se engloban en tres grupos
fundamentales: 1) adiciones hechas al documento archivístico después de su
producción como parte de su transmisión (p. ej., prioridad de la transmisión,
fecha de compilación y fecha de transmisión en un correo electrónico,
indicación de adjuntos), 2) adiciones hechas al documento archivístico en
el curso del tratamiento del asunto en el que el documento archivístico
participa (p. ej., fecha y hora de recepción, acción emprendida, nombre
de la oficina que lo trata), y 3) adiciones hechas al documento archivístico
en el curso de su gestión como tal documento archivístico (p. ej., fecha de
archivo, código de clase, número de registro).11 La categorización de los
contextos del documento archivístico12 y la lista de lo que los exteriorizaría se
corresponde con una jerarquía de marcos que va de lo general a lo específico:
1) contexto jurídico- administrativo (manifestado en, por ejemplo, leyes y
regulaciones), 2) contexto de procedencia (manifestado en, por ejemplo,
organigramas, informes anuales, tablas de usuarios en una base de datos),
3) contexto procedimental (manifestado en, por ejemplo, reglas de flujo de
tareas, códigos de procedimiento administrativo), 4) contexto documental
8 Definidos como “Los elementos de un documento archivístico que comportan la acción en
la que el documento archivístico participa y su contexto inmediato”.
9 Definidos como “Los elementos de un documento archivístico que constituyen su
apariencia externa”.
10 Véase Grupo de Trabajo sobre Autenticidad, “Template for Analysis”, en The LongTermPreservation of Electronic Records: The InterPARES Project, Op. cit. http://www.interpares.
org/book/index.cfm
11 Definidas como “Adiciones hechas a un documento archivístico después de que haya sido
creado”.
12 Definidos como “El marco de la acción en la que el documento archivístico participa”.
136
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
(manifestado en, por ejemplo, cuadros de clasificación, inventarios de
documentos archivísticos, índices, regestas), y 5) contexto tecnológico
(manifestado en, por ejemplo, hardware, software, modelos de sistemas,
administración del sistema).13
El soporte14 fue difícil de ubicar dentro de la plantilla porque, aunque
es necesario para que un documento archivístico electrónico exista, no está
inextricablemente enlazado al mensaje, ni almacena el documento archivístico como tal, sino una cadena de bits, y su elección por parte del productor o el preservador del documento archivístico puede ser arbitraria, o
estar basada en motivos relacionados con la conservación, más que con la
función del documento archivístico. Además, el soporte no es un factor
relevante para ponderar la autenticidad de un documento archivístico
– uno de los propósitos primarios de InterPARES–, al menos desde las
perspectivas del productor y del preservador del documento archivístico.15
Esto fue confirmado por los estudios de caso emprendidos por el equipo
de investigación, al final de los cuales el equipo se convenció de que con los
documentos archivísticos electrónicos el soporte no debiera considerarse
una parte constituyente del documento archivístico, sino una parte del
contexto tecnológico del documento archivístico.
Los análisis de los estudios de caso realizados utilizando la plantilla
indicaron que sólo la mitad de los sistemas examinados contenían
documentos archivísticos (doce de veintidós), primariamente porque las
entidades identificadas dentro de la otra mitad no parecían poseer una
forma documental fija ni un contenido estable. Si los sistemas contenían
documentos archivísticos, éstos raramente podían compararse con el
modelo representado por la plantilla, porque, aunque eran capaces de lograr
sus propósitos, no eran buenos documentos archivísticos. Por ejemplo,
en muchos sistemas no había una manifestación explícita de la relación
entre los documentos archivísticos que participaban en el mismo asunto,
y, aunque era fácil identificar los procesos apoyados por el sistema, no
13 Para detalles relativos a anotaciones y contextos, véase la plantilla para el análisis a la que
se hace referencia más arriba.
14 Definido como “El portador físico del mensaje”.
15 Un motivo adicional para que el equipo de InterPARES diseccionara el concepto de
documento archivístico fue identificar qué partes o elementos contribuyen a la autenticidad
del documento archivístico y a la capacidad para verificarla.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
137
siempre era posible determinar el modo en que los documentos archivísticos
participaban en, o apoyaban acciones específicas. Además, a menudo era
difícil determinar la significatividad de la presencia o ausencia de elementos
dados de la forma documental o de anotaciones.
Aún más importante, los estudios de caso mostraban que con los
documentos archivísticos digitales un concepto clave a considerar es el
de atributos de los documentos archivísticos, que son las características
definitorias de cada documento archivístico dado o de un elemento
del documento archivístico dentro de él. Un elemento del documento
archivístico es una parte constituyente de la forma documental del
documento archivístico y, como se vio antes, puede ser externo, como
un sello, o interno, como la salutación.16 Un atributo puede manifestarse
a sí mismo como uno o más elementos del documento archivístico. Por
ejemplo, el nombre del autor de un documento archivístico es un atributo,
que puede expresarse como un membrete o como una firma, siendo
ambos elementos internos de la forma documental, esto es, elementos del
documento archivístico. Además de los atributos que se manifiestan a sí
mismos en la forma del documento archivístico, esto es, en la superficie
del documento archivístico, como elementos del documento archivístico,
cada documento archivístico tiene atributos que están implícitos en otras
partes del mismo, como el nombre del productor o del soporte, pero en los
documentos archivísticos digitales también se expresan, aunque fuera de
la forma documental. A causa de ello, éstos son en general transparentes
al usuario, y se manifiestan a sí mismos como metadatos incluidos en un
perfil de documento archivístico,17 un mapa conceptual, u otra entidad
digital enlazada al documento archivístico. Los atributos que se hacen
explícitos fuera del documento archivístico como metadatos que demuestran su identidad son importantes para identificar de manera única
cualquier documento archivístico digital, pero se vuelven medios primarios
de identificación de objetos digitales que no tienen –o al menos mientras
16 Una característica definitoria o atributo del elemento ‘sello” del documento archivístico
puede ser su leyenda.
17 Un perfil de documento archivístico es una anotación inextricablemente enlazada al
documento archivístico, que incluye varios campos, que son satisfechos automática o
manualmente con los metadatos del documento archivístico.
138
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
les falta– un contenido estable o una forma fija. Esto se verá más claro
posteriormente.
Por si la distinción entre elementos y atributos del documento archivístico
no fuera lo suficientemente compleja, con los documentos archivísticos
electrónicos también tenemos que diferenciar elementos y atributos de los
componentes digitales de los documentos archivísticos. Un componente
digital es un objeto digital que puede contener todo o parte del documento
archivístico, y/o los metadatos relacionados, o más de un documento archivístico, y que requiere métodos específicos de conservación.18 Por ejemplo,
un correo electrónico que contiene un mensaje textual, una imagen y una
firma digital tiene al menos cuatro componentes digitales que se almacenan
en diferentes partes del sistema, aunque están enlazados entre ellos, y
requieren diferentes medidas de protección: el encabezamiento, el texto
del mensaje, la imagen y la firma digital. Por contraste, un informe con
adjuntos textuales puede constar de un solo componente digital. En otras
palabras, un componente digital es una unidad de almacenamiento, pero que
tiene que ser identificada cuando se disecciona el concepto de documento
archivístico digital.
Finalmente, el equipo de InterPARES 1 sintió la necesidad de señalar
que la relación entre un documento archivístico digital y un archivo
de computador puede ser de uno a uno, de uno a muchos, de muchos
a uno, o de muchos a muchos, de modo que nunca debiéramos utilizar
los términos documento archivístico y archivo de manera intercambiable;
que la misma presentación de un documento archivístico puede ser creada
mediante una diversidad de presentaciones digitales y, viceversa, a partir de
una presentación digital puede derivarse una diversidad de presentaciones
del documento archivístico, de modo que la forma fija no implica que la
cadena de bits deba permanecer intacta a lo largo del tiempo; y que es
posible cambiar el modo en que un documento archivístico está contenido
en un archivo de computador sin cambiar el documento archivístico, de
modo que el nombre de la forma de un documento archivístico no indica
necesariamente con qué objeto digital estamos tratando.19
18 Véase el Informe del Grupo de Trabajo sobre Conservación en The Long-Term Preservation
of Electronic Records: The InterPARES Project, op. cit. http://www.interpares.org/book/index.cfm
19 Idem.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
139
El concepto de documento archivístico digital presentado más arriba,
con todas sus características, partes, elementos formales, atributos y
componentes digitales, ha funcionado bastante bien con bases de datos
y sistemas de gestión de documentos archivísticos. Sin embargo, puede
parecer problemático cuando se aplica a las entidades examinadas por
InterPARES 2, la característica más sobresaliente de las cuales parece ser,
como se mencionó anteriormente, la falta de un contenido estable y/o forma
fija, no porque sean malos documentos archivísticos, como era a menudo
el caso con las entidades digitales examinadas durante InterPARES 1, sino
porque la fluidez es parte de su naturaleza y contribuye al cumplimiento
de su propósito como instrumentos de apoyo a una acción. Éstos son
documentos archivísticos experienciales, interactivos y dinámicos.
Los documentos archivísticos experienciales son objetos electrónicos, la
esencia de los cuales va más allá de los bits que constituyen el objeto para
incorporar la conducta del sistema de presentación, o al menos la interacción
entre el objeto y el sistema de presentación. Definir las características,
partes, elementos, atributos y componentes de tales objetos es mucho más
complejo que con los documentos archivísticos electrónicos tradicionales,
porque depende no sólo del objeto per se, sino del entorno en el que el
objeto se experimenta. Los ejemplos de objetos digitales experienciales
abarcan desde audio e imágenes en movimiento anidadas en una página
web a sistemas de realidad virtual.
Los documentos archivísticos interactivos son documentos archivísticos
realizados y mantenidos en sistemas interactivos, donde cada entrada
del usuario causa una respuesta o una acción por parte del sistema. Para
determinar las fronteras de tales documentos archivísticos (esto es, dónde
termina un documento archivístico y comienza otro), cuándo pueden
considerarse terminados más que “en curso”, cuándo son completos más
que parciales o incompletos, etc., es necesario asegurarse de 1) el modo
en que el input del usuario afecta a la creación y forma de cada documento
archivístico (como es el caso en gran parte del comercio electrónico); y
2) si y cuándo el sistema interactivo y su funcionalidad inherente tienen
que ser considerados como partes significativas del documento archivístico.
Los ejemplos de sistemas interactivos abarcan desde páginas web que
140
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
proporcionan servicios administrativos en línea a ejecuciones musicales
basadas en la interacción humano-computador y videojuegos comerciales.
Los documentos archivísticos dinámicos son documentos cuyo
contenido es dependiente de datos que varían continuamente y se
conservan en varias bases de datos y hojas de cálculo. Los ejemplos abarcan
desde simples páginas web con enlaces anidados a sistemas complejos
donde se almacena y actualiza la información para que sea compartida vía
transmisión inalámbrica por múltiples usuarios móviles de maneras diversas.
La confianza creciente en tales documentos por parte de individuos e
instituciones necesitará comprender el modo en que la información que
contienen se captura y se guarda.
Si los objetos digitales experienciales, interactivos y dinámicos son
documentos archivísticos depende primariamente de su relación con la
actividad de su creador. Está fuera de cuestión el que estos objetos deben
encontrarse sujetos al mismo tipo de escrutinio que cualquier documento
sufre en relación con la acción y procedimiento en que participan, el
vínculo archivístico que tienen con otros documentos archivísticos del
mismo creador, etc., para establecer si son documentos archivísticos o
no. Sin embargo, incluso si aprueban tal escrutinio con respecto a estos
requisitos fundamentales, las cuestiones de forma son de gran importancia.
¿Es posible tener un documento archivístico en forma fluida y con límites
indeterminados? Si no, ¿debiera generarse una entidad con forma fija al
efecto de hacer que un documento archivístico sea conservado en un sistema
de conservación de documentos archivísticos** fiable y quizá conservado a
largo plazo? En caso afirmativo, ¿quién debiera hacerlo? ¿Sobre la base de
cuáles criterios? ¿Cuándo, en el ciclo de vida de una entidad?
El informe del Grupo de Trabajo sobre Autenticidad de InterPARES
1 sugiere la posibilidad de cambiar las características del documento
archivístico de estabilidad de contenido y fijeza de forma (incluyendo el
estado de completo del contenido y la forma con respecto a la primera
y cualquier subsiguiente instanciación del documento archivístico) por la
capacidad del sistema que lo contiene para rastrear y conservar cualquier
** N. del T.: Se ha traducido “recordkeeping system” por “sistema de conservación de
documentos archivísticos”, puesto que no encaja exactamente en ninguna de los conceptos
similares, como por ejemplo “archivo activo” o “gestión de documentos”.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
141
cambio al documento archivístico. En otras palabras, el Grupo de Trabajo
se inclinaba a desplazar los requisitos de estabilidad y fijeza del documento
archivístico al registro de los cambios al documento archivístico, una vez
que el documento archivístico ya no estaba activo;20 en este contexto, la
entidad identificada como el documento archivístico y a ser preservada
intacta sería pues la última instanciación de la entidad fluida, más el registro
completo de los cambios, y los metadatos de ambos. Esta opción es
conceptualmente sólida sólo si el productor utiliza esta serie de entidades
como su documento archivístico, pero este escenario es muy improbable
porque sería muy poco práctico. Alternativamente, se podría contemplar
cada objeto digital que participa en la actividad del productor como un
instrumento y producto de ésta tal y como existe en un momento dado,
en uno de dos modos, como un documento archivístico in fieri, esto es, en
estado de llegar a ser, cuando su proceso de producción está en curso, esto
es, cuando se accede a la entidad para añadir datos o información; y como
un documento archivístico cuando se accede a la entidad para su uso. Esto
implicaría la estabilización y mantenimiento de cada instanciación a la que
se accede para su uso y sus metadatos. Conceptualmente, esta opción es tan
sólida como la primera, pero parece ser igualmente poco práctica.
Puede desarrollarse otra opción a partir de los hallazgos de los estudios
de caso ejecutados en el contexto de las actividades artísticas y de gobierno
electrónico, resultados que son marcadamente similares. Los documentos
archivísticos de cada actividad individual que ha sido examinada comprenden
y a su vez están compuestos de una mezcla de entidades analógicas y
digitales que interactúan entre ellas, a menudo con la mediación de seres
humanos, instrumentos y/o tecnología informática. Esta situación presenta
cuestiones de tres tipos: 1) las relacionadas con el mantenimiento de cada
objeto digital, sea mayor, menor o igual a un documento archivístico,
de modo que su exactitud/fiabilidad y autenticidad queden aseguradas;
2) cuestiones relacionadas con el mantenimiento de las relaciones entre
entidades analógicas y digitales, y de la capacidad de los diversos objetos
digitales para interactuar unos con otros, con o sin mediación humana
o tecnológica, tanto dentro de un documento archivístico como entre
20 Aquí, activo se utiliza para significar “sujeto a cambios o adiciones”.
142
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
documentos archivísticos, y precisamente de la misma manera en que se
entiende que interactuaban cuando se generaron; y, lo más importante en el
contexto de este ensayo, 3) cuestiones relacionadas con la identificación de
los límites de la entidad documento archivístico.
Aunque es teóricamente impropio basar la identificación de una entidad
sobre los requisitos de su conservación más allá de su estado activo, es
método lógicamente justificable en el contexto de InterPARES, que 1) intenta
encontrar soluciones a la preservación a largo plazo de documentos
archivísticos digitales (por tanto, la entidad que identificamos como un
documento archivístico tiene que ser preservable), 2) ha determinado
que el único modo de preservar documentos archivísticos digitales es
producir copias auténticas de ellos (por tanto, la entidad que identificamos
como un documento archivístico debe tener una instanciación completa
definitiva –un estado de estabilidad más allá del cual no ocurrirá ningún
cambio–, que es la entidad de la que se realizarían copias auténticas), y 3)
ha establecido que la cadena de preservación comienza en la producción
(por tanto, la entidad que identificamos como un documento archivístico
en la producción debiera ser la única que podemos preservar). En este
contexto, es importante recordar que InterPARES 1 ha formulado claramente
la diferencia entre las copias del documento archivístico hechas por el
productor en el curso de sus actividades y a los efectos de sus actividades
(sean las realizadas como resultado de una actualización del sistema o
una migración de documentos archivísticos), a las que ha llamado “los
documentos archivísticos del productor”, y las copias de los documentos
archivísticos realizadas por el preservador en el curso y a los efectos de las
funciones archivísticas, a las que ha llamado “las copias auténticas de los
documentos archivísticos del productor”. Esta distinción es vital para
identificar la entidad documento archivístico, porque significa que, si el
productor altera la forma del documento archivístico para ser capaz de
conservarlo para acción o referencia futuras, el resultado de tal alteración
es un documento archivístico del productor, y el preservador tendrá que
pasar a cuenta nueva una copia auténtica de la última instanciación de
ese documento archivístico tal y como fue elaborada por el productor,
incluidos los metadatos que atestiguan los cambios. Finalmente, llegar a la
articulación del concepto de documento archivístico sobre la base de los
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
143
requisitos conceptuales de preservación es justificable porque nosotros no
estaríamos definiendo documentos archivísticos, algo que la archivística y la
diplomática ya han hecho de manera bastante satisfactoria, como agregados
la una, y como ítems la otra.21 Lo que nosotros estaríamos haciendo es
desarrollar una descripción de cuáles entidades concretizan las definiciones
de la archivística y la diplomática en el contexto de un entorno digital
dinámico, interactivo o experiencial. Con esta comprensión, podemos
proceder a discutir los tres tipos de cuestiones identificadas anteriormente.
El primer tipo de cuestiones, relacionado con el mantenimiento de cada
objeto digital, puede parecer fácil de resolver utilizando la migración. Sin
embargo, la migración de entidades digitales que interactúan y que existen
en diferentes formatos a menudo hace que su interacción sea imposible,
altera la funcionalidad de las entidades, y da como resultado reproducciones
parciales, inexactas, poco fiables y no auténticas.22 La dificultad del segundo
tipo de cuestiones, relacionado con el mantenimiento de las relaciones
entre entidades analógicas y digitales, se deriva del hecho de que esas
relaciones, así como la interacción entre las entidades digitales en cuestión,
no están usualmente documentadas de un modo que haga posible volver
a representarlas en un entorno diferente, o cuando una o más de las entidades digitales se actualiza. Superar este problema requiere el desarrollo de
21 Las definiciones tradicionales archivística y diplomática nos han servido bastante bien a lo
largo de los siglos, porque tienen el suficiente rigor como para mostrar una clara demarcación
entre una entidad que es un documento archivístico y otra que no lo es, y suficiente flexibilidad
para ser aplicable a entidades producidas en todos los entornos tecnológicos, administrativos
y culturales que han existido hasta la fecha. Todos los intentos para refrescar esas definiciones
haciéndolas más específicas, en mi opinión, han fallado miserablemente. Por ejemplo, la
definición acuñada por la Guide for managing electronic records from an archival perspective, publicada
por el International Council on Archives Committee on Electronic Records (ICA Studies,
February 1997), que, en la p. 22, dice: “Un documento archivístico es información registrada
producida o recibida al inicio, desarrollo o terminación de una actividad institucional o
individual, y que comprende contenido, contexto y estructura suficientes para proporcionar
evidencia de la actividad”, es al mismo tiempo ambigua e inflexible, y excluiría ciertamente
de la categoría de documento archivístico todos los documentos archivísticos dinámicos,
experienciales e interactivos.
22 La migración como método de mantenimiento y conservación presentará este tipo de
problema durante largo tiempo, al menos hasta que hayamos desarrollado un cierto sentido
de qué cambios son aceptables en un documento archivístico hasta el punto de que todavía
podamos decir que, con independencia de ellos, el documento archivístico ha conservado su
identidad e integridad. Con el papel, sabemos, sobre la base de siglos de experiencia, cuánto
daño puede tolerar un documento archivístico para ser considerado intacto, o cuán diferente
puede ser una copia del ítem que reproduce para ser considerada auténtica; pero con el
soporte digital tenemos que definir parámetros y desarrollar normas.
144
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
un tipo especial de notación para materiales artísticos y de esquemas de metadatos para material del gobierno electrónico, que sean capaces de describir de modo objetivo, detallado y normalizado la interacción entre los
componentes digitales y analógicos del documento archivístico, entre
un documento archivístico digital y otro, y entre los componentes del
documento archivístico o los documentos archivísticos mismos y la entidad
mediadora, para que tal interacción pueda reproducirse con exactitud. El
tercer tipo de cuestiones, relacionado con la identificación de los límites de
la entidad documento archivístico, tiene que resolverse caso por caso, pero
sobre la base de una comprensión renovada de lo que está implicado en la
definición de documento archivístico, una comprensión que debe enlazarse
a las respuestas a las dos cuestiones previas.
Los estudios de caso completados en el área de las artes escénicas están
ayudando a encontrar tal respuesta. Con la música, se considera que la
obra es la ejecución, mientras que la partitura se considera como una serie
de instrucciones que permite a los ejecutantes reproducir la misma obra
en diferentes momentos y lugares.23 Cada ejecución es un poco diferente,
dependiendo de cuán detallada es la partitura, y por tanto de cuánta
discreción se deja al ejecutante para interpretar la pieza; de la capacidad
del ejecutante; del modo en que los instrumentos musicales relacionados
han cambiado a lo largo del tiempo; de la acústica del lugar donde tiene
lugar la ejecución, etc.; pero está lo suficientemente cerca de la obra original
como para ser fácilmente identificada por la audiencia a la que se dirige.
En otras palabras, aunque la ejecución original no puede existir como una
obra de arte viva más allá de su manifestación, la presencia de una partitura
asegura la exactitud y autenticidad de las ejecuciones vivas que la seguirán.
Sin embargo, con la música electrónica, se está haciendo bastante claro
que la serie de instrucciones incluidas en la partitura, cuando existe, no es
suficiente para reproducir la pieza; se necesita tener también los códigos
informáticos, los parches o enmiendas, un sintetizador, si se utiliza, y la
interacción entre el(los) ejecutante(s) y todo lo demás, una interacción
que hasta ahora nunca ha sido descrita como una serie reproducible de
instrucciones. De manera creciente, tanto los compositores como los
23 Existe algún desacuerdo acerca de si la partitura es también una obra por derecho propio,
pero esto no invalida la opción que pretendo presentar. En cualquier caso, apoya esta opción.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
145
investigadores de InterPARES están llegando a la conclusión de que la
única manera de preservar música digital como documento archivístico es
describir cada uno de sus componentes y las interacciones entre ellos, esto
es, producir una serie de instrucciones para recrear cada parte de la pieza y
la pieza como un todo.
Además, mediante los estudios de caso de las artes visuales, InterPARES
está comenzando a adelantar la proposición de que, en el mundo digital, toda
forma artística se está convirtiendo por carácter en un arte escénica, por el
hecho de que sólo puede manifestarse a lo largo del tiempo recreándola
sobre la base de un documento archivístico formado por una serie de
instrucciones, más que migrando o incluso emulando sus componentes,
y esperando que sean capaces de comportarse como en sus primeras
instanciaciones. Esta proposición viene apoyada por varias iniciativas,
separadas de InterPARES, que han intentado resolver los problemas de
conservación presentados por objetos digitales que se caracterizan por su
capacidad de evolución, su interactividad, la dependencia de su forma y
su contenido de factores externos, y la centralidad del movimiento y la
multimedialidad para su significado. La cuestión fundamental a la que
se enfrentan estas iniciativas es si preservar estos objetos o mantenerlos
vivos. Preservarlos significa elegir entre fijarlos en una forma definitiva
con un acto final de interpretación y representación, y tratarlos como
una partitura musical, creando una descripción de ellos, un documento
que abre la posibilidad de generar futuras reiteraciones de la obra. En el
primer caso sería necesario identificar como la obra una colección de, por
ejemplo, instalaciones, máquinas, software, pantallas de internet, videos de
interacciones entre las partes, etc. Esto implicaría pérdida de causalidad,
dinamicidad y experiencia artística. En el segundo caso, el acto de interpretación se dejaría al ejecutante o al usuario en general, aceptando el
hecho de que cada acto de interpretación tendrá un resultado diferente,
aunque siempre identificable como la misma obra. Un proyecto que intenta
encontrar un compromiso entre las dos alternativas de conservación es
Rhizome ArtBase. Este proyecto ha generado dos conceptos, el de “objeto
de arte conectado” y el de “objeto de arte clonado”. El primero comprende la
descripción de la obra y sus componentes, una miniatura de la obra, palabras
clave y metadatos, un enlace a la URL de la obra, la biografía del artista,
146
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
y su certificación de que este agregado de partes corresponde a la obra y
constituye una representación adecuada de ella. El segundo incluye, además,
una copia auténtica de la obra conservada en el servidor del proyecto.24
El proyecto Rhizome ArtBase saca a la luz la cuestión más importante
planteada por la identificación de la obra a ser conservada, la de la intención
artística. A falta de la posibilidad de pasar al futuro una obra de arte
electrónico intacta, se deja la opción de capturar la esencia de la obra, pero
esto implica que el autor y/o productor se convierte en participante activo
en el acto de conservación, y establece de manera explícita y auténticamente
conservable que la entidad que se está conservando es la substancia de la obra
en cuestión. La autenticidad de la obra viene asegurada por la implicación
personal de su autor/creador en la decisión acerca del modo en que será
recreada en el futuro. Su naturaleza de documento archivístico viene asegurada
por el hecho de que el autor genera este substituto, u obra potencial, como
una parte regular de su actividad creativa, y para sus propósitos: es una
línea muy delgada, pero, en la medida en que el productor no produce esta
entidad para el preservador, sino para su propio beneficio, es coherente con
el concepto de documento archivístico. Ciertamente, examinando la lista
de las entidades que comprenden el objeto conectado y el clonado, parece
evidente que a partir de su suma no es posible generar una obra idéntica a
la original, pero su esencia quedaría capturada. En términos de InterPARES,
igualar el concepto de obra de arte a los objetos descritos arriba significa dar
preferencia a la accesibilidad continuada más que a la exactitud (obviamente,
la fiabilidad viene mantenida por el control del autor/productor sobre el
proceso), sin comprometer el espíritu de autenticidad, dado que la identidad
de la obra queda asegurada y su integridad25 puede ser (potencialmente
al menos) reconstituída. Y ésta es la hipótesis que deseo proponer: con
respecto a los documentos archivísticos resultantes de las actividades de
gobierno electrónico (y posiblemente de ciencia electrónica) podríamos
24 Alena Williams, “Rhizome.org,” en Alain Depocas, Jon Ippolito, and Caitlin Jones eds.,
Permanence Through Change. The Variable Media Approach, New York and Montreal:
Guggenheim Museum Pub. And The Daniel Langlois Foundation for Art, Science and
Technology, 2003, p. 39.
25 En el Informe de la Fuerza de Trabajo sobre Autenticidad, cit., se entiende que integridad
significa que la substancia del mensaje viene comportada en la misma forma intelectual que
en su primera instanciación.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
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estar tratando con el mismo tipo de escenario presentado por las obras de
arte digitales. Con los documentos archivísticos del gobierno electrónico,
es probable que aparezcan unas pocas características recurrentes. Para
cada servicio proporcionado digitalmente por un gobierno a un ciudadano
de modo interactivo, existirá una dispersión del documento archivístico
entre varias tecnologías en interacción, un documento archivístico que no
tiene límites claros, y que cambia continuamente sobre la base del input del
usuario (o el funcionario o el ciudadano) y/o de la reacción del sistema
a este input; y un documento archivístico que raramente se corresponde
con una acción, y que muy a menudo incluye toda la interacción entre una
oficina del gobierno y un ciudadano con respecto a un asunto (esto es, lo
que solía ser un expediente en papel). Así, pues, habrá que identificar 1)
los límites de la entidad digital que constituye el documento archivístico
que, una vez realizado o recibido, y guardado repetidamente en diferentes
instanciaciones, será conservado para acción o referencia futura en un
sistema fiable de conservación de documentos archivísticos, 2) la esencia de
tal entidad, esto es, teniendo en mente el grado aceptable de cambio desde
el momento en que el documento archivístico ha logrado su instanciación
final, sus partes constituyentes y componentes digitales, a ser conservados
estables en cuanto contenido y fijos en cuanto forma, y enlazados entre
ellos, 3) sus atributos a ser manifestados en los metadatos permanentemente
adjuntos al documento archivístico como una anotación (convirtiéndose
por tanto en una parte constituyente del documento archivístico), y 4) la
documentación complementaria necesaria de lo que no sea completamente
conservable, esto es, interactividad, conectividad y funcionalidad. Una
vez que esta identificación ha tenido lugar, se podría ensamblar la esencia
estabilizada del documento archivístico, sus metadatos y la documentación
del sistema, y tratar esta entidad como el documento archivístico. ¿Sería
aceptable tal procedimiento si fuera interés y responsabilidad del creador el
ejecutarlo? ¿Es una idea tal contraria a la comprensión teórica de lo que es
un documento archivístico?
Aunque, como se estableció en el Informe del Grupo de Trabajo sobre
Autenticidad de InterPARES 1, el estudio de los nuevos tipos de documento
archivístico parece indicar que no siempre lo que se conoce puede guiar a la
comprensión de lo que no se conoce, creo que debiéramos seguir buscando
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Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
situaciones pasadas que puedan relacionarse con cada una de las situaciones
presentes que se están observando. Ciertamente, nunca han existido en el
pasado documentos archivísticos interactivos como los que resultan de las
actividades de gobierno electrónico, pero en época medieval las oficinas
conservaban “atributos” de documentos archivísticos, de tal modo que,
cuando un documento archivístico terminado no existiera, pudieran crearse
documentos archivísticos completos y eficaces, a voluntad, años más
tarde. No estoy pensando en metadatos del documento archivístico, que
también se han generado durante siglos en la forma de regestum, porque
existían, o además del documento archivístico, o como su substituto una
vez que el documento archivístico había sido destruído, y en cualquier caso
para probar la existencia del documento archivístico, no para producirlo
cuando fuera necesario alguna vez en el futuro. Me estoy refiriendo más
bien a las imbreviaturae de los notarios medievales. Cuando los notarios se
hicieron tan poderosos como profesión que muchas transacciones tenían
que ser registradas y conservadas por ellos, dejaron de experimentar el
problema de redactar los documentos archivísticos de las transacciones que
testimoniaban. Cogían un pergamino, doblaban una esquina hacia delante, y
escribían sobre ella el tipo de transacción, los nombres de las partes, la fecha,
la descripción de la propiedad o asunto objeto de la transacción, y cualquier
otro dato específico de esa transacción. Luego, archivaban el pergamino en
blanco con la esquina anotada26 y, al final de cada año, encuadernaban todas
las imbreviaturae del año en el mismo volumen, e indizaban el volumen y/o
conservaban un registro separado de las transacciones ocurridas en un libro
de regesta. Si, posteriormente, una o más de las partes de esa transacción
o sus descendientes querían el documento archivístico completo de la
transacción, el notario encontraría el volumen que contenía la imbreviatura
en cuestión por fecha, recuperaría el documento mediante el índice o el
registro, cogería una nueva pieza de pergamino (o de papel, si resultara
adecuado), y redactaría el documento archivístico con los datos escritos en
la esquina de la imbreviatura y las fórmulas contenidas en un libro especial
llamado formularium, que proporcionaba instrucciones claras para redactar
un documento archivístico para cada tipo de transacción que ocurriera en un
26 A veces, más que sobre una esquina, escribían los datos en el reverso del soporte.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
149
período específico de años. Así, lo que los notarios mantenían realmente
no era el documento archivístico completo de cada transacción, sino un
documento archivístico del contenido de la transacción y de la forma
documental en que tenía que manifestarse, y la capacidad para producir
un documento archivístico completo bajo demanda, integrando contenido
y forma. En otras palabras, conservaban un documento archivístico del
hecho de que había ocurrido una transacción (registro y/o índice), los
datos de la transacción (imbreviatura), y las series de instrucciones que les
guiaban para realizar el documento archivístico exacto y auténtico de la
transacción cuando fuera necesario (formularium), incluso siglos más tarde,
en la medida en que cada notario dejaba su archivo a su sucesor legítimo.
Sin embargo, precisamente a causa de esta confianza, casi nunca una parte
o sus sucesores solicitaban que se redactara un documento archivístico
completo: la existencia de la imbreviatura en el archivo de un notario era
evidencia suficiente de la transacción.
A partir de la observación de las imbreviaturae, se puede imaginar una
manera similar de preservar los documentos archivísticos interactivos
de las actividades de gobierno electrónico entre tecnologías: al finalizar
cada transacción, la oficina/el empleado que la tratara, como un asunto
de rutina, separaría los datos del documento archivístico de su forma y
su entorno tecnológico, estabilizaría los primeros y los metadatos del
documento archivístico original, y los enlazaría a los últimos por medio
de una descripción de la forma y funcionalidad originales. Como con las
imbreviaturae, muchas veces esta serie de documentos de una transacción,
adecuadamente registrados, constituiría un documento archivístico adecuado
para servir tanto a la responsabilidad administrativa como a la histórica, así
como a efectos legales. En los pocos casos en que tuviera que reproducirse
un documento archivístico completo y terminado de la transacción,
probablemente sería suficiente anidar los datos en la forma documental
adecuada, y acompañar este documento archivístico con la descripción de la
funcionalidad del entorno digital original. La diferencia fundamental entre
los documentos archivísticos del gobierno electrónico y las imbreviaturae es
que los documentos archivísticos interactivos vienen a la existencia como
documentos archivísticos completos y eficaces al final de la interacción
entre el gobierno y el ciudadano, no importa cuán abstracto el concepto
150
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
de completo pueda ser con un documento archivístico que está vivo con
su funcionalidad original, mientras que las imbreviaturae sólo existen como
borradores iniciales toscos de un documento archivístico potencial. Así,
mientras que el documento archivístico generado a partir de una imbreviatura
se crearía como la primera instanciación de un documento archivístico,
esto es, su original, el documento archivístico generado reproduciendo
el documento archivístico del gobierno electrónico después de que haya
sido puesto aparte para guardar sus componentes como entidades fijas se
crearía como una copia auténtica del documento archivístico interactivo
original. Sin embargo, puesto que el productor lo utilizaría en el curso usual
y ordinario de sus actividades, para acción o referencia adicional, esta copia
auténtica se consideraría un documento archivístico del productor, como se
discutió anteriormente en este ensayo.
Sin embargo, sólo se puede trabajar esta hipótesis a partir de la asunción
de que, a la finalización de la interacción entre las partes, la entidad terminada
será responsabilidad exclusiva de un custodio fiable similar a un notario,
esto es, una persona que no tiene intereses en el contenido del documento
archivístico y por tanto puede satisfacer el rol de tercera parte neutral, y
una persona a la que se ha reconocido formalmente como competente
para mantener el documento archivístico, a causa de sus cualificaciones
profesionales, esto es, un gestor de documentos***. Esta persona sería
la única que realizaría el sustituto del documento archivístico interactivo,
manteniéndolo accesible para la oficina competente en un sistema fiable
de conservación de documentos archivísticos, y generando la reproducción
completa bajo demanda.
Así, en el escenario dibujado más arriba, y teniendo en mente la
definición aceptada de documento archivístico, ¿a qué entidad corresponde
un documento archivístico? Yo sugeriría que, mientras el procedimiento
está activo, la entidad digital interactiva constituye el documento archivístico
general de la transacción. Si las instanciaciones a las que las partes acceden
para su uso en cada momento dado se guardan con una forma fija y un
*** N. del T.: Dada la diversidad de definiciones de “records officer”, que abarcan desde
personal funcionalmente similar a un auxiliar hasta personal funcionalmente similar a un
notario, se ha traducido por “gestor de documentos”, aun a sabiendas de la pobreza de esta
traducción.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
151
contenido estable, y se enlazan a otros documentos archivísticos de la misma
transacción, también son documentos archivísticos de la transacción. Una
vez que el procedimiento ha concluido, el documento archivístico final de
la transacción constará de los datos contenidos en la última instanciación
de la entidad interactiva27 y sus metadatos, adecuadamente enlazados a un
ejemplar de su forma y a una descripción de su entorno digital (esto es, la
funcionalidad del documento archivístico y la documentación del sistema),
que ya estarían mantenidos en el sistema de preservador de documentos
archivísticos al que tal documento archivístico será transferido. La clave
de la fiabilidad, exactitud y autenticidad de tal documento archivístico
será el hecho de que la responsabilidad de generarlo y mantenerlo como
la fuente de futuras reproducciones de la entidad interactiva original en
su estado activo residirá en el productor (y, dentro del productor en la
oficina): el documento archivístico fuente será el documento archivístico
del productor precisamente en el modo en que fue la entidad interactiva. Si el
productor realiza una reproducción de la entidad interactiva original a partir
del documento archivístico fuente para sus propósitos, tal reproducción
todavía será el documento archivístico del productor, mientras que si es
distribuido a un usuario externo para otros propósitos, o por el productor o
por el preservador (si el documento archivístico fuente fue transferido a un
archivo), tal reproducción será una copia imitativa auténtica del documento
archivístico del productor.
Por supuesto, esta opción sólo aborda situaciones en las que el gobierno
electrónico crea documentos archivísticos interactivos digitales similares a
expedientes. Los estudios de caso de InterPARES 2 han tratado con situaciones
más complejas. Un ejemplo será suficiente para mostrar las similitudes y
diferencias: el estudio de caso de VanMap. VanMap es un sistema GIS que
permite al Ayuntamiento de Vancouver satisfacer las necesidades de sus
usuarios internos para proporcionar servicios a los ciudadanos y empresas
27 Asumiendo que ningún dato se borraría en el curso de la transacción, como recomendaría
la buena realización de documentos archivísticos. Si se borraran los datos de manera rutinaria
durante la transacción, los datos contenidos en la última instanciación estarían acompañados
por un log de los cambios. Si fuera parte del procedimiento formal borrar datos en el curso
de la transacción, el documento archivístico de la transacción estaría completo sin el log, pero
la oficina tendría que conservar una descripción del procedimiento enlazada a la serie de
documentos archivísticos sujetos a él, para rendir cuentas del borrado.
152
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
de Vancouver. VanMap apoya las funciones y actividades de los siguientes
departamentos: Grupo de Servicios a la Comunidad, Servicios de Ingeniería,
Grupo de Servicios Corporativos, Junta de Parques y Ocio, Departamento
de Policía de Vancouver, Servicios de Bomberos y Salvamento. Las
decisiones acerca de las capas y series de datos que debieran contener son
tomadas colectivamente por los departamentos y el Equipo Técnico de
VanMap. Los datos son cargados por cada departamento en Oracle Spatial
o tomados como extractos a partir de las bases de datos externas de las
oficinas (por ejemplo, los datos de permisos y licencias almacenados en
PRISM o License+ se extraen a un servidor SQL; los datos de impuestos a la
propiedad se extraen de SQL Property Tax System, etc.), para su inclusión en
VanMap por el Equipo Técnico, que es responsable de su administración.
La ingeniería y los gráficos CSG se crean en la forma de diseños CAD en
AutoDesk, o se teclean o extraen en la base de datos Oracle Spatial. Los
datos de VanMap se sobrescriben en cada actualización y, de vez en cuando,
las capas existentes se modifican para recibir tipos diferentes de series de
datos, y se añaden nuevas capas.
El VanMap, como un todo indivisible y en el contexto de cada uno de
los numerosos procesos en los que participa, corresponde perfectamente
al concepto archivístico de documento archivístico, por el hecho de que es
tratado por el productor como un documento archivístico, está enlazado
a los otros documentos archivísticos que participan en cada proceso por
una relación documental y procedimental, y es el producto y residuo de una
transacción. Como tal, además de exhibir todas las partes y características
identificadas por InterPARES 1, excepto por supuesto el contenido estable y la
forma fija,28 VanMap manifiesta las características archivísticas tradicionales
de naturalidad, imparcialidad, interrelación, autenticidad y unicidad en su
contexto.29 Sin embargo, este reconocimiento conceptual es lógico, claro y
28 Siguiendo el análisis diplomático de VanMap, podría argumentarse que, aunque sus
componentes digitales pueden sufrir cambios dramáticos cada cierto número de años, la
forma documental de VanMap es bastante estable, porque sus elementos intrínsecos y
extrínsecos no cambian más que en su contenido.
29 Una discusión de estas características puede encontrarse en Terry Eastwood, ‘What is
Archival Theory and Why is it Important?” Archivarla 37 (Spring 1994): 122-130. En lo que se
refiere a la unicidad, debiera hacerse notar que, en el caso de VanMap, también está presente
con respecto al contenido, porque la información proporcionada por VanMap y resultante
de la combinación de series de datos generados en diferentes departamentos y oficinas, no
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
153
sin consecuencias mientras uno se enfoca sobre VanMap como un sistema
vivo, pero se hace mucho más oscuro cuando uno se enfoca sobre cada
proceso y trata de identificar los documentos archivísticos que participan en
él. ¿Sería todo VanMap un documento archivístico en cada uno de los muy
numerosos procesos ejecutados por los departamentos del Ayuntamiento
que lo utilizan? A menos que la instanciación de VanMap y, dentro de
él, las capas específicas de datos y las series de datos que participan en
cada proceso dado, hayan sido extraídas del sistema, congeladas y, de
manera rutinaria, adjuntadas en tal forma a los documentos archivísticos
relacionados –una rutina que nadie utiliza–, la entidad observada, que
existió durante el tiempo necesario para llevar a cabo una transacción
con un ciudadano, o para informar a alguien de una situación dada, o
para tomar decisiones o hacer planes, desaparece. Cada instanciación fue
“realizada” en cada actualización de los datos, y “recibida” en cada uso,
pero nunca “guardada”; así pues, fue sólo un documento archivístico
potencial que nunca se materializó. Como consecuencia, aunque todavía
podemos considerar todo VanMap como un documento archivístico del
Ayuntamiento de Vancouver generado colectivamente por su personal,
no es un documento archivístico en el contexto de cualquier transacción
dada. No obstante, esta situación debiera ser bastante inquietante para el
Ayuntamiento, porque su capacidad para rendir cuentas a los ciudadanos
de las acciones del personal del Ayuntamiento que les afectan, tanto
individual como colectivamente, queda en gran medida disminuída por la
incapacidad para demostrar los fundamentos factuales de las decisiones del
Ayuntamiento.30 Así pues, como archivistas responsables de aconsejar a los
existe en ningún otro lugar, aunque muchas de sus series de datos existen como tales, como
partes de documentos archivísticos, o como datos aislados en oficinas individuales. Fuera
del cortafuegos del Ayuntamiento se mantiene una copia reducida de VanMap, accesible al
público en general, para asegurar que los usuarios no ven ni accidental ni maliciosamente
capas que son confidenciales dentro de VanMap para el personal del Ayuntamiento. Esta
entidad digital tiene que ser considerada como una publicación y no tiene ninguna de las
características archivísticas de VanMap utilizadas por los empleados del Ayuntamiento. Por
supuesto, si un usuario descargara el VanMap público a su sistema y lo utilizara en el curso y
a los efectos de sus actividades, esa entidad específica descargada podría ser un documento
archivístico en el fondo del usuario.
30 Aquí es donde la unicidad del contenido de VanMap entra en juego, porque es la coexistencia
e interacción de datos de diferente origen, tanto interno como externo, lo que hace de VanMap
una fuente vital para tomar decisiones, defendiendo y probando su base factual.
154
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
productores acerca de prácticas adecuadas de preservación de documentos
archivísticos, podríamos imaginar una solución capaz de apoyar tanto la
responsabilidad actual como la histórica: recomendaríamos al Equipo
Técnico de VanMap, que incluye a representantes de los departamentos de
la ciudad, desarrollar una descripción detallada de cada proceso en el que
VanMap está implicado y del modo en que se utiliza VanMap en cada uno
de ellos, revelando por tanto el vínculo archivístico entre los documentos
archivísticos de cada proceso y VanMap. Es una tradición de siglos anidar
en un código de procedimiento administrativo la función de un documento
archivístico que sirve a múltiples actividades y procedimientos, pero del que
sólo existe un original (véanse por ejemplo las series de mapas del catastro,
que fueron utilizadas y se utilizan como documentos archivísticos en varios
procedimientos que tienen diferentes propósitos). Así pues, esta solución,
per se, no es problemática como principio ni como práctica. Lo que es
problemático es que VanMap no contiene datos históricos, puesto que
se actualiza constantemente sobrescribiendo la información reemplazada.
Esto significa que, si un ciudadano al que se le ha denegado una licencia de
obras, por ejemplo, y que conoce el procedimiento y la parte que VanMap
tiene en ello, solicita acceso a la información contenida en VanMap cuando
presentó su instancia, su solicitud no puede satisfacerse. Así pues, esta
solución propuesta tendría que venir acompañada por algún procedimiento
adicional. Se podría recomendar que cada miembro del personal que utiliza
VanMap en el curso de una transacción congele la vista relacionada con
cada decisión y la guarde como un adjunto a los documentos archivísticos
del proceso en cuestión. Pero este procedimiento es laborioso si no se
apoya el trabajo de los miembros del personal de algún otro modo, y por
tanto no es probable que se siga. Otro procedimiento más eficaz, que en
efecto haría el trabajo de algunos, si no de todos, los departamentos, más
seguro, fiable y eficaz, sería configurar el sistema de tal modo que cada
día, a la hora de cierre, se conservara una imagen completa de VanMap
viva y completamente funcional dentro de él, por supuesto con los
atributos relacionados adjuntos como metadatos.31 Por supuesto, como
31 El gerente de VanMap, habiendo discutido esta opción con el equipo del estudio de caso,
la encontró no sólo técnicamente factible, sino también presumiblemente excitante para
varios departamentos que harían buen uso de una estratificación histórica de datos, como
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
155
estas imágenes no estarían explícitamente enlazadas a ninguna transacción
individual concreta, no serían documentos archivísticos. El documento
archivístico seguiría siendo VanMap como un todo, pero la presencia en él
de esta estratificación histórica de datos haría posibles dos cosas: primero,
serviría a la responsabilidad, y segundo, VanMap sería conservable como
documento archivístico. El primer resultado es bastante obvio, pero el
segundo requiere alguna explicación.
VanMap, en su configuración actual, constituye un documento archivístico que está constantemente en estado de llegar a ser y no puede
conservarse. Sin embargo, si el productor, en el curso usual y ordinario
de sus actividades y a los efectos de sus actividades, decidió no sólo tener
una estratificación histórica de imágenes diarias, sino retirarlas sobre una
base regular, anualmente por ejemplo, del sistema activo, a un sistema
vivo y completamente funcional, pero inactivo, separado del primero por un
cortafuegos, y guardándolas por tanto como un todo indivisible relacionado
por procedimiento con todas las actividades de la ciudad que tienen que
utilizarlo a efectos de referencia o de responsabilidad, entonces cada año de
VanMap podría considerarse como un documento archivístico con contenido
estable y forma fija, esto es, un documento archivístico terminado, que
satisface todos los requisitos implicados en la definición archivística de
documento archivístico.32
el departamento de planificación. La idea de esta opción llegó a los miembros del equipo
trabajando con un estudio de caso relativo a la ciencia, donde el productor de los documentos
archivísticos mantiene en un sistema vivo no sólo todos los datos de observaciones
astronómicas, y las imágenes que los ubican en las relaciones necesarias, sino también una
estratificación de las imágenes tomadas al final de cada día, que representan todos los datos
acumulados en las veinticuatro horas anteriores.
32 Algunos participantes en el discurso profesional sobre el concepto de documento
archivístico lo han reducido a una polarización entre aquellos que piensan que los datos o la
información registrada son documentos archivísticos y aquellos que piensan que los archivos
de datos nunca pueden ser considerados como documentos archivísticos. En efecto, ésta es
una falsa dicotomía, porque toda entidad que deviene asociada en el curso usual y ordinario
de los asuntos con una agregación archivística (esto es, expediente, serie, fondo), sea digital
o no, con independencia de su naturaleza original, está sujeta a la ley que regula toda
universalidad, de acuerdo con la cual toda entidad individual que se convierte en miembro
de una colectividad, sujeta su individualidad a la naturaleza de la colectividad y comparte los
atributos de todos los demás miembros de ella (El archivo como universitas es un concepto
muy viejo. Universitas es el término del que deriva la palabra universidad, una palabra que
se refiere a una institución cuyos miembros comparten la misma naturaleza, los mismos
derechos y deberes con respecto a la razón de ser y los propósitos de la institución). Éste es
el motivo por el que el VanMap utilizado por el personal del Ayuntamiento es un documento
156
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
En conclusión, todos los estudios de caso apuntan al hecho de que los
objetos digitales dinámicos, interactivos y experienciales sólo pueden ser
documentos archivísticos en estado de llegar a ser, esto es, documentos archivísticos potenciales. Si el creador los trata como documentos archivísticos, los
asocia con entidades que son innegablemente documentos archivísticos, y
lo hace en el curso de sus actividades y para sus propósitos, estos objetos
sólo necesitan un contenido estable y una forma fija para materializarse
a sí mismos como documentos archivísticos completamente terminados.
Si la adquisición de estas dos características sucede de manera rutinaria
por parte del productor, porque el productor necesite tener documentos
archivísticos de las acciones para las que el sistema legal requiere la forma
escrita, o rendir cuentas a sí mismo y a sus interesados de las actividades
desarrolladas, o utilizar los documentos archivísticos mismos para acción
adicional, o actividades o referencia futuras, entonces los resultados serán
documentos archivísticos en todos sus aspectos, mediante cualquier análisis
o norma (ciertamente desde un punto de vista archivístico, diplomático,
administrativo y legal). Sin embargo, se requiere una salvedad en el
contexto del gobierno electrónico y de las organizaciones empresariales: la
estabilización del contenido y la fijación de la forma deben ser ejecutadas
por una tercera parte neutral que no tenga intereses en el contenido de
los documentos archivísticos de ningún tipo de transacción ejecutada
por el productor, y que sea competente en la ciencia de los documentos
archivísticos. Ésta es por supuesto la definición de un gestor de documentos.
Por el contrario, en lo que se refiere a las ciencias y las artes, el autor (sea
una persona individual o colectiva), esto es, la persona que tiene el mayor
interés en el contenido del documento archivístico, sería también la persona
más fiable para realizar el documento archivístico, a causa de la naturaleza y
propósito de las actividades científicas y artísticas.
Enfrentarse al reto de identificar el documento archivístico en el mundo
digital es mucho más que establecer políticas y procedimientos o desarrollar
esquemas de metadatos. Cada vez que se propone una solución surgen más
cuestiones. Así pues, no creo que pueda proporcionarse una respuesta
archivístico del Ayuntamiento, con independencia del hecho de que sea una colección de
datos, mientras que el VanMap utilizado por el público no lo es.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
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definitiva, esto es, válida en el contexto de todos los entornos tecnológicos
futuros, pero lo que InterPARES 2 puede hacer es establecer el apuntalamiento
conceptual, los parámetros, y el método de análisis que determinarán la
respuesta a la cuestión de qué entidad corresponde en un entorno conocido
dado a la definición archivística de documento archivístico, una definición
que ha sobrevivido a los cambios administrativos y tecnológicos a través de
siglos de actividades humanas, y es probable que siga siendo válido hasta
donde se puede ver.
RESEÑAS
A RCHIVOS ELECTRÓNICOS, TEXTOS Y CONTEXTOS
Por: Georgina Maldonado*
Aída Luz Mendoza Navarro et al., Archivos electrónicos, textos y contextos, Puebla, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla/RENAIES, 2012.
La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla recibió con entusiasmo
el texto final de Archivos electrónicos. Textos y contextos para su edición y
publicación, entusiasmo justificado por el contenido del mismo. Este libro
es el número 7 de la Colección “Formación Archivística”.
Abordar el tema de archivos electrónicos era una necesidad urgente de
cubrir, no sólo para los lectores de la colección, también para todos aquellos
que vivimos de y para el trabajo de archivos, ya que el avance tecnológico
en la era de la información y la comunicación nos arrastra vertiginosamente
hacia nuevas formas de hacer, de vivir, de comunicarnos. La pregunta
inevitable que surge ante este avance tecnológico, ha sido ¿cómo pasar de
la gestión de documentos de archivo en papel a la gestión de documentos
de archivo electrónicos?
Este libro nos presenta seis artículos que tocan experiencias de modelos
de gestión de documentos de archivo electrónicos, así como propuestas
que atienden procesos vitales de la organización documental para garantizar
autenticidad y preservación de los documentos (como datos) desde su
recepción hasta su preservación.
Los autores que participaron en el contenido de este libro son: Aída Luz
Mendoza Navarro, abogada; Carlos Alberto Zapata, investigador; Ramón
Nualart y Miquel Serra, archivistas; Alicia Barnard Amozorrutia, participante
del TEAM México del proyecto InterPARES; Juan Voutssás Márquez, doctor
en bibliotecología; Alejandro Delgado, profesional de archivos electrónicos.
*Archivo Histórico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
161
La lectura de Archivos electrónicos. Textos y contextos fue agradable y
enriquecedora para mi formación, sorprendente por la interdisciplinariedad
que reflejan los seis artículos que lo integran, abrumadora por el lenguaje
especializado y no común en la teoría y práctica de la archivística tradicional,
me refiero al de informática. Por ejemplo: en archivos electrónicos se habla
de manera persistente de datos y el concepto de documentos se utiliza
escasamente.
Éste es un libro que aporta conocimientos para la administración de
archivos electrónicos y nos introduce, tal como lo escribe Alejandro Delgado
Gómez, al país de nunca jamás, poniéndonos de frente a una realidad que
difícilmente encaramos: estamos en el siglo XXI con un mundo globalizado,
donde nos devora la sociedad de la información y la comunicación, con
el surgimiento del imperio de las tecnologías de la información y de la
comunicación (TIC’s). Para quienes no hemos desarrollado nuestro trabajo
como profesionales de archivo en el ámbito de la automatización y/o
digitalización, de forma profunda, la lectura de este libro es tarea obligada
y punto de partida para introducirnos en el contexto de la actividad de
los archivos electrónicos pues, tal como lo expresa Alicia Barnard: “El
lector cuenta en esta obra con principios teóricos y prácticos acerca de
los archivos electrónicos o digitales. La variedad de los temas ofrece una
perspectiva amplia y valiosa para conocer más acerca de los mismos”, p. 8.
En esta obra se conjuntan autores latinoamericanos y españoles que nos
hablan de modelos y experiencias sobre archivos electrónicos, en cuanto a
necesidades, adelantos, plataformas, criterios, perfiles, en fin, realidades de
diferentes países que hoy día viven el empuje modernista de la digitalización
y del ingreso al e.gobierno y su relación con los documentos de archivo
electrónicos. Describe y explica formas y funciones de instancias que en
diferentes países se están aplicando para la gestión de archivos electrónicos,
por ejemplo, el modelo funcional del servicio i Arxiu en el cual, la plataforma
tecnológica que sustenta el servicio está formada por cinco módulos: el de
ingreso, el de archivo, el de preservación, el de acceso y el de administración;
se analiza el trabajo desarrollado por el Proyecto InterPARES, que “[…]
tiene como objeto la autenticidad continuada y la accesibilidad de los
documentos electrónicos seleccionados para su preservación permanente
[…]”, describiendo para el procedimiento de transferencias las siguientes
162
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
recomendaciones: partir de un plan compartido para la transferencia; exigir
procedimientos estándares; conservar el formato lógico disponible más
antiguo; evitar los duplicados y documentar todos los procesos.
Como podrá observarse este libro brinda información que permite
al lector informarse de los avances que en la administración de archivos
electrónicos se están aplicando en diversos países. De igual manera,
nos lleva a reflexionar respecto a la complejidad de la organización,
conservación y preservación de datos y metadatos de un documento
electrónico, enfrentándonos a un lenguaje especializado, requerido para
comprender mejor el comportamiento y manejo de los documentos de
archivo electrónicos, donde nos encontramos con conceptos y siglas como:
bits, megabytes, gigabytes, terabytes, petabytes o zetabytes, así como otros
relacionados con modelos tales como MoReq2 o con los que corresponden
a ciertos sistemas de información, tales como PRONOM o microcontroladores
como PIC y discos ópticos como PIT, por mencionar algunos.
En cuanto al papel que juega el profesional de los archivos en esta
nueva forma de gestionar los archivos prevalece la inquietud por el logro
de la garantía de autenticidad y preservación de los documentos o datos
electrónicos, de ahí que también esté presente la exigencia de su participación
para que, conjuntamente con los especialistas de las tecnologías de la información, la gestión de archivos electrónicos se encuentre sustentada en la
teoría y práctica de la archivística contemporánea, ya que no se pueden
dejar de lado procesos propios de la archivística, tales como: recepción,
clasificación, ordenación, transferencia, conservación, preservación, así
como el uso de instrumentos de control y consulta, además de la necesidad
de retomar a otras disciplinas tales como la diplomática y la legislación.
Me permito concluir con la lectura textual de dos párrafos del artículo
“El archivero electrónico en el país de nunca jamás”:
[…] Los documentos ya no están en un lugar, sino en conjunto de sistemas
distribuidos, complejos e interconectados. En último extremo, los documentos
ni siquiera “son”. Por tanto, si es que los gestores de documentos a los
archiveros quieren seguir jugando el rol de custodios, de garantes de evidencia,
tienen que salir del lugar en el que anteriormente dormitaban su objeto y viajar
a ese país de Nunca Jamás en el que los objetos no existen, sino que más bien,
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
163
continuamente se procesan. El gestor de documentos, el archivero, ha perdido la
sombra que sólidamente le sostuvo durante un siglo y medio, la sombra de la estabilidad, de la neutralidad, y embarcarse en la aventura de, sin sombra, comenzar
a gestionar el sistema, ya nunca maduro, ya nunca estable, sino muy al contrario.
Infantilmente en perpetuo movimiento […] p. 176.
164
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
ESPEJISMO Y REALIDAD: M AXIMILIANO Y EL DIARIO DEL IMPERIO
Por: Carlos de Jesús Becerril Hernández*
Hernández Sáenz, Luz María, Espejismo y realidad: Maximiliano y el Diario del Imperio, 1865-1867,
México, Secretaría de Gobernación, Diario Oficial de la Federación/Archivo General de la
Nación, 2012, 158 pp.
Esta obra representa un esfuerzo del Archivo
General de la Nación por acercarnos al estudio
de un periodo de la historia nacional que, pese a
los intentos por “mexicanizarlo”, no ha dejado
de ser percibido en el imaginario colectivo
como un régimen ajeno a la historia de México,
un paréntesis en el ascenso del liberalismo
triunfante, encabezado por una idílica pareja
de príncipes europeos que habían abandonado
– supuestamente llamados por el pueblo mexicano– sus títulos y derechos nobiliarios para ir a reinar a un país extraño,
sumido además en la completa anarquía.
Se trata de un libro cuyo objetivo no es justificar ni ensalzar al imperio,
sino comprenderlo como parte integral del desarrollo político, económico,
social y científico de México, cuyas propuestas en estas materias diferían
en poco de las de sus antagonistas republicanos. Su discusión y puesta en
práctica bajo el régimen imperial, demuestran la coincidencia en la solución
de problemas compartidos, así como la aplicación de una serie de proyectos
y reformas que se discutieron entonces, mismos que serían retomados por
la república restaurada y el porfiriato, sin darles crédito a sus creadores.
El estudio introductorio que antecede al texto principal, a cargo de Flor
Araceli Camacho Villa, inserta al lector en la dinámica de continuidad de los
periódicos oficiales mexicanos. Así, desde un principio se deja en claro que ni el
imperio ni su Diario representaron un régimen de excepción, sino un continuum
* Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
165
de los medios oficiales de comunicación cuyo propósito era dar a conocer a
los gobernados las leyes, decretos, órdenes, circulares, avisos judiciales y otras
disposiciones no menos importantes de la administración pública.
De esta forma, El Diario del Imperio es utilizado por Luz María Hernández
Sáenz como una herramienta documental que nos permite observar las
continuidades y cambios en el devenir imperial, pero al mismo tiempo nos
advierte que al haber sido un vocero oficial del gobierno de Maximiliano,
deben tomarse en cuenta las contradicciones en él contenidas, los
“espejismos y realidades” propias de una publicación gubernamental, por
antonomasia parcial, pues sólo contiene lo que el gobierno de su “Majestad
Imperial” quería dar a conocer al público. Con base en lo anterior,
Hernández Sáenz nos ofrece, a manera de ejemplo, una visión general de
algunos aspectos económicos, sociales y culturales poco conocidos del
imperio, cuya característica principal es que tienen a El Diario del Imperio
como fuente principal, pero sin olvidar el necesario contraste entre “el
sueño imperial y la realidad”.
En este sentido, Hernández Sáenz nos recuerda que la llegada del
Imperio trajo consigo una serie de circunstancias antes inéditas, entre ellas
el establecimiento de un sistema monárquico, con toda la parafernalia que
esto implicaba. En este marco, los símbolos representan instrumentos
importantes en el proceso de creación de una identidad nacional, pues
relacionan al individuo con la comunidad. En tanto que los ceremoniales
y las fiestas de palacio eran propios de las antiguas monarquías europeas,
el lector debe tener en cuenta, como factor esencial, que para la segunda
mitad del siglo XIX, dicha forma de gobierno todavía era vigente en la
mayoría del mundo “civilizado”. Al ser llamados por los imperialistas para
establecer un trono en México, no es de extrañar que los nuevos monarcas
hubieran considerado como indispensables la etiqueta y el ceremonial
de corte habituales en sus respectivos países para conservar el prestigio
imperial y el mantenimiento de una cierta distancia inherente a la dignidad
del emperador. Desde esta perspectiva, los símbolos, condecoraciones,
ceremoniales y fiestas contenidos en El Diario del Imperio pueden verse
como parte del esfuerzo de Maximiliano y Carlota por darle legitimidad al
que sería su efímero imperio.
166
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
El Diario del Imperio también contiene los esfuerzos del gobierno imperial
por implantar el tan ansiado progreso material. En este sentido, se esperaba
que el imperio viniese a solucionar todo lo que en esta materia no habían
podido hacer los regímenes anteriores: salubridad pública, líneas telegráficas
y de correos, caminos carreteros, ferrocarriles, establecimiento de bancos,
uniformidad de la moneda, compañías colonizadoras, inmigración,
solicitudes de protección a las invenciones tecnológicas, estrenos teatrales,
planes de estudio, premios académicos, tratados sobre el cultivo de maíz,
chile, algodón, añil, cáñamo, cochinilla, observaciones meteorológicas y
hasta los “beneficios de consumir carne de caballo”, eran publicados en
el periódico oficial. De esta forma, la riqueza documental que este trabajo
aporta a las fuentes para el estudio del Segundo Imperio es incalculable.
No obstante todas sus virtudes, el texto no se aleja demasiado de las
interpretaciones tradicionales que hacen ver a la segunda mitad del siglo XIX
como el enfrentamiento incesante entre liberales y conservadores. A caballo
entre la crónica y la compilación documental, también se nota la ausencia
de historiografía reciente que se ocupe de los temas aquí estudiados. Este
último aspecto requiere mayor precisión de quien escribe este magnífico
libro. Con todo, agradecemos al Archivo General de la Nación y al Diario
Oficial de la Federación por esta obra que indudablemente contribuirá
a la apertura de nuevas vetas de investigación de posibilidades temáticas
ilimitadas.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
167
DOCUMENTOS DEL
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Imagen de portada
Paris. Avenue de la Grande Armée
Ma. Inés Ortiz Caballero*
A partir de la presente edición y en los tres números siguientes las portadas
de este boletín se ilustrarán con imágenes que forman parte del fondo de
tarjetas postales: Colección Luis y Leopoldo Zamora Plowes, que resguarda el
Archivo General de la Nación. Esto tiene como propósito invitar a los
lectores a consultar y estudiar este acervo gráfico que demanda los análisis
e investigaciones de historiadores, artistas, sociólogos y quienquiera que
desee acercarse a este conjunto documental.
El fondo está constituido por una colección de más de 3,000 piezas que
ilustran una gran variedad de temas y contenidos como paisaje, escenas
costumbristas y graciosas, obras arquitectónicas, civiles y religiosas, monumentos, museos, artistas de teatro, divas, niños, vegetación, reproducciones
de pinturas, personajes históricos, fiesta brava, poemas impresos, escenas
con imágenes, especialmente de ciudades como Nueva York, San Antonio,
* Jefa del Departamento del Centro de Información Gráfica, Archivo General de la Nación.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
171
Madrid, Sevilla, Barcelona, Venecia, Roma, Génova, París, Ginebra, Zúrich,
Londres, entre otras, pero también de ciudades mexicanas, y muchos más
temas. Las postales datan de la primera mitad del siglo XX, entre 1900 y
1930.
La colección ha permitido identificar procesos fotográficos (plata/
gelatina) y procesos fotomecánicos (colotipo, medio tono), así como
simples impresiones y litografías tanto monocromáticas como en color
en soporte de papel, con un formato predominante de 14 × 9 cm, no
obstante, también se encuentran tarjetas panorámicas con dimensiones
del doble de las medidas convencionales (28.5 × 9 cm). Algunas de las
piezas tienen elementos añadidos como diamantina, tela y algunas otras
presentan relieve y textura. Este fondo es un ejemplo de la historia de la
afición del coleccionismo y la formación de colecciones, en este caso, de
tarjetas postales.
La tarjeta postal, como su nombre lo indica, es un impreso que no
necesita un sobre y se diseñó para ser enviada por correo. Esta novedad
surgió en 1869 como un medio de comunicación, especialmente entre
autoridades y con la idea de disminuir las tarifas del correo, con un formato
distinto al de la correspondencia tradicional, en cuyo reverso se escribían
unas cuantas líneas al destinatario sin sobre y con su obligada estampilla
postal. Desafortunadamente este medio no fue totalmente aceptado,
quizá, por la falta de intimidad al no contener la correspondencia dentro
de un sobre. Posteriormente, en 1893, en la exposición World Columbian
Exposition en la ciudad de Chicago se presentaron dos tipos de tarjetas, las
tradicionales blancas y otras con imágenes impresas como souvenir de la
misma exposición.1 Así fue como las tarjetas postales pasaron de ser sólo un
medio de correspondencia a un objeto artístico con contenido iconográfico,
que mostraba variedad de escenas impresas en el anverso de la misma. Esta
actividad permitió conocer los paisajes y costumbres de otros lugares,
generando una industria revalorizada que involucró a fotógrafos, artistas,
editores y sobre todo acentuó el interés del público por coleccionar estas
tarjetas, tradición que aún perdura.
1 Ania Michas, Real and Other Photos: An Introduction to the History, Identification and Collectability
of Early Photographic Postcards, Andrew W. Mellon Foundation-Greg Drake Editor, New York,
2009, pp. 4-7.
172
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
La colección Luis y Leopoldo Zamora Plowes ingresó al acervo del
Archivo General de la Nación en 1984 como una donación realizada por
Estrella Villareal Zamora, descendiente la familia Zamora Plowes, quien
expresamente solicitó se nombrara como se ha mencionado. Este grupo
documental está depositado en el Centro de Información Gráfica como
parte de una más de sus valiosas y atractivas colecciones gráficas.
La familia Zamora Plowes originaria de Guanajuato se asentó en la
ciudad de México, destacando los hermanos Luis (1885-1948) y Leopoldo
(1890-1949) como periodistas y escritores. Luis, en colaboración con
Leopoldo, fue fundador de algunas revistas como El Radical, El Tiempo, El
Monitor, El Cómico, entre otras. Por su parte, Leopoldo es el autor de una
novela histórica intitulada Quince uñas y Casanova aventureros, donde se narran
episodios de la historia de México y Antonio López de Santa Anna en la
primera mitad del siglo XIX.2
El material donado fue el producto de una labor que consistió
en coleccionar y conservar postales dedicadas y enviadas a la familia,
especialmente a la señora María Teresa Plowes y a la señorita Elena
Zamora Plowes con diferentes paisajes, mostrando diversas escenas de
tipos y costumbres principalmente de Europa; otras tantas piezas fueron la
contribución de los hermanos Luis y Leopoldo quienes las adquirían como
recuerdo de sus viajes.
Se donaron al AGN ocho carpetas con número indeterminado de
postales y fotografías. En 1985 el Archivo planeó un programa de trabajo
para organizar la colección por temas y una clasificación topográfica,
así como una guía simple para tener control de las piezas. El estado de
conservación en que llegaron las tarjetas se determinó como bueno, y así se
han conservado las piezas.
La imagen que se muestra en la portada del presente número de Legajos
lleva por título: París. Avenue de la Grande-Armée y el número 316 que sin
duda indica que es parte de una colección numerada.
La tarjeta es una impresión fotomecánica con una técnica conocida
como colotipo, coloreada a mano con acuarela que representa una escena
de la ciudad de París, donde en primer plano aparece un niño con un
2 Diccionario Porrúa. Historia, biografía y Geografía de México, México, Porrúa, 1995.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
173
paraguas, típico ingenio en el lluvioso clima parisino, pintado de rosa. Esta
imagen inocente en realidad representa un elemento de equilibro en la
composición. En la vista lateral izquierda de la postal se observa un tranvía
a las afueras de la estación del tren subterráneo, al fondo de la avenida
Grande-Armeé se aprecia parte del Arco del Triunfo dedicado al ejército de
Napoleón Bonaparte y varios carruajes transitando por la misma avenida.
Esta tarjeta postal es una pieza con una doble riqueza, por un lado, es
un testimonio visual; y por otra parte, es un documento histórico que revela
información valiosa que debe ser interpretada. Esta postal nos enseña un
paisaje que no pudo existir antes del año de 1900 y nos muestra los gustos
y costumbres de una época.
Otro dato que se infiere de la tarjeta es la posibilidad de ser el souvenir de un
viaje, ya que no está dedicada, no aparece ningún sello postal ni tampoco un remitente. Se sabe que es de manufactura francesa, pues contiene la permitida
leyenda3 de Carte Postale, sin identificar ninguna casa impresora. Esta pieza
también es un documento histórico y artístico, debido no sólo a la atractiva
imagen del frente sino a la información que puede descubrir.
3 De 1893 a 1898 solamente el gobierno podía usar el término “Tarjeta postal” y fue hasta
finales de 1901 cuando se permitió usar la leyenda a las editoras privadas. Ania Michas, op.
cit. p. 11.
174
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
UN FONDO JUDICIAL COMO FUENTE PARA EL ESTUDIO
SOCIOCULTURAL DE LA CIUDAD DE MÉXICO: EL TRIBUNAL
SUPERIOR DE JUSTICIA DEL DISTRITO FEDERAL (1900 – 1947)
Mariana Jiménez Muciño*
El Archivo General de la Nación (
AGN)
describió y organizó en 2008 el
fondo Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF) S. XX.1 Antes de su
ingreso al AGN, la documentación estuvo bajo custodia del Archivo Judicial
del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, que en 1998 inició el
envío a través de varias remesas de aquellos asuntos conclusos de tipo penal
y civil. El fondo cuenta con 4,015 cajas con un aproximado de 702,762
expedientes cuyo periodo abarca de 1900 a 1947.
La historia de la administración de justicia tiene su origen en el México
prehispánico, desde entonces se resolvían controversias de carácter
comunal o personal en el palacio de Moctezuma, mismo que albergó tres
salas: la primera, tlacxitlan (atendía peticiones, crímenes y pleitos de la
nobleza tenochca) la segunda, tecalli o teccalco (era el sitio donde los ancianos
escuchaban los pleitos y peticiones de los macehualtin o gente del pueblo)
la tercera sala, tecpilcall (donde se reunían los guerreros para saber si alguien
había incurrido en un acto criminal).2
En la época virreinal, se encontraban dos tipos de tribunales:
“especiales”, que atendían asuntos en relación con la Iglesia y el comercio;
y el “ordinario”, que se hacía cargo de todo lo relacionado con el Supremo
Consejo de Indias, la Audiencia y la Real Cancillería de México, causas
civiles y criminales.
En el siglo XIX, el Tribunal Superior estuvo sujeto a la situación de
inestabilidad imperante y fue objeto de desapariciones y reinstauraciones
* Licenciada en etnohistoria y asistente de la Dirección General Adjunta de Administración
de Acervos Históricos-AGN.
1 La autora colaboró en el proyecto de organización y descripción.
2 “El reino de Moctezuma”, en Pasajes de la Historia, núm. 1 / agosto de 2000.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
175
constantes. El 23 de noviembre de 1855 se promulgó la “Ley de
Administración de Justicia y Orgánica de los Tribunales de la Nación del
Distrito y Territorios”, también conocida como “Ley Juárez”, que señala
en sus artículos 23 al 47 la creación del TSJDF, constituido por tres salas,
dos unitarias de segunda instancia y una compuesta por tres magistrados
para conocer en tercera instancia, así como cinco juzgados para el ramo
civil y cinco para el penal. Además, distribuidos en los diversos puntos de
la capital, se establecen los juzgados de paz y las alcaldías.3 Cabe destacar
que la documentación que comprende este siglo, también forma parte del
acervo del AGN.
Durante la etapa revolucionaria el Tribunal Superior volvió a ser objeto
de frecuentes desapariciones y reinstalaciones, quedando restablecido
en definitiva en septiembre de 1919, durante el gobierno de Venustiano
Carranza, con la promulgación de una nueva “Ley Orgánica de los
Tribunales del Fuero común en el Distrito y Territorios de la Federación”.
Este ordenamiento disponía que el Tribunal estuviera integrado por dos
salas, cada una con siete magistrados, así como con once juzgados civiles,
nueve juzgados penales y dos de jurisdicción mixta. Las salas quedarían
constituidas de la siguiente manera: primera, segunda, tercera, cuarta y
quinta salas de lo civil; sexta, séptima, octava y novena salas de lo penal;
décima y décima primera salas de lo familiar.
Lo hasta aquí expuesto permite conocer parte de la evolución en
la administración de justicia, misma que responde a cambios históricos,
políticos y sociales de México a lo largo de su historia, y qué decir de los
juzgados que incrementaron su número en función de las necesidades
sociales.
Tipología de delitos
Los expedientes muestran el tipo de casos que se siguen por oficio tanto
en salas como en juzgados que integran el Tribunal Superior de Justicia.
En materia penal destacan los delitos como: robo, homicidio, violación,
adulterio, aborto, estupro, fraude, lesiones, rapto, entre otros.
3 www.tsjdf.gob.mx.
176
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
En cuanto a los juicios civiles abundan asuntos de jurisdicción voluntaria,
juicios contenciosos que versan sobre la propiedad, asuntos hipotecarios,
arrendamiento de inmuebles (habitación, comercio, industria); asimismo
resoluciones a problemas familiares como divorcios, testamentarías,
reconocimiento de hijos, deudas, información ad perpetuam,4 entre otros.
A continuación se presenta una tabla que ejemplifica el total de casos
tanto civiles como penales que van de 1900 a 1947 y sólo aquellos juicios en
que la documentación es de mayor proporción; con la finalidad de ofrecer
una “muestra” que acerque al lector a los delitos mayormente cometidos.
Existen otros juicios –no menos importantes que no se contabilizaron
por cuestiones de espacio– como son uxoricidio, allanamiento de morada,
ataque peligroso, amenazas, atentados al pudor, faltas a la moral, abuso
de confianza, daño en propiedad ajena, disparo con arma de fuego,
encubrimiento y golpes.
Año
Cajas por
año
Robo
Homicidio
Violación
Adulterio
Aborto
Estupro
Fraude
Lesiones
Rapto
Tabla núm. 1. Juicios penales de 1900 a 1947
1900
60
280
81
13
10
1
39
22
424
49
1901
71
306
128
12
2
3
30
25
472
38
1902
77
338
103
22
5
0
17
27
588
35
1903
80
360
91
12
11
0
6
36
462
11
1904
82
962
123
20
17
4
27
35
770
37
1905
94
814
115
24
14
4
31
56
816
59
1906
124
1331
181
29
27
4
58
73
1155
107
1907
110
1777
226
34
38
2
55
69
1380
81
1908
130
1722
169
34
14
1
66
62
785
115
1909
123
1621
195
38
23
2
86
79
850
116
1910
102
2348
183
39
30
1
99
91
1490
137
1911
91
2027
154
34
13
4
45
65
1155
70
4 (Del lat. ad perpetuam [rei memoriam], para perpetuo [recuerdo del asunto]). Prueba destinada a
justificar algún hecho o acreditar un derecho para que en lo sucesivo conste inequívocamente.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
177
Año
Cajas por
año
Robo
Homicidio
Violación
Adulterio
Aborto
Estupro
Fraude
Lesiones
Rapto
1912
70
1424
112
13
5
6
13
55
1223
28
1913
67
973
68
10
5
2
24
14
1222
44
1914
44
971
56
12
5
1
11
27
994
19
1915
33
1821
36
9
2
0
14
25
597
28
1916
47
2205
50
24
4
0
17
46
949
25
1917
68
1671
140
15
2
1
18
55
1482
36
1918
76
1838
152
34
7
3
25
80
1518
33
1919
61
856
111
18
3
0
13
61
1430
31
1920
55
807
93
15
5
3
19
37
1350
34
1921
55
1018
91
23
8
1
35
51
1537
57
1922
70
1107
164
22
13
7
40
65
1840
69
1923
71
1221
216
35
9
5
18
60
2271
55
1924
64
866
124
21
3
0
17
50
1439
38
1925
82
1095
198
48
10
1
30
66
2156
84
1926
82
807
228
36
10
1
24
65
1760
63
1927
82
602
126
36
6
9
33
62
1463
77
1928
84
751
106
51
13
4
26
61
1685
58
1929
90
823
125
48
6
8
30
42
1326
62
1930
106
439
116
30
6
3
37
11
964
52
1931
104
545
117
24
7
4
41
22
823
57
1932
92
441
82
22
2
4
42
89
619
35
1933
84
752
118
36
12
2
61
139
987
77
1934
79
498
144
35
3
5
57
164
837
61
1935
80
522
199
37
10
7
72
183
1069
70
1936
91
576
191
41
11
5
80
206
891
48
1937
94
474
177
44
10
2
86
198
862
71
1938
118
553
243
77
10
4
124
196
922
79
1939
74
373
162
40
12
6
86
151
687
42
1940
164
413
146
30
9
2
86
141
677
50
178
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Adulterio
40
9
1942
78
637
141
42
11
1943
74
738
105
59
20
1944
82
826
118
72
1945
126
938
169
1946
132
883
266
1947
138
TOTAL
Rapto
Violación
120
Lesiones
Homicidio
457
Fraude
Robo
88
Estupro
Cajas por
año
1941
Aborto
Año
5
62
146
676
31
9
82
206
699
61
4
109
230
837
88
19
5
101
225
879
108
70
18
6
82
322
1269
65
69
5
1
86
192
1155
47
1271
321
93
19
5
143
298
1672
77
46078
6880
1642
513
157
2403
4681
53114
2815
Las cifras se contabilizaron a partir de la base de datos electrónica del
TSJDF – AGN.5 Por ejemplo, el año de 1900 cuenta con 60 cajas en las cuales
encontramos 424 casos de lesiones, seguidos de 280 denuncias por robo.
Aquí una gráfica de los delitos de tipo penal.
Gráfica núm. 1. Juicios penales
60000
53114
50000
46078
40000
30000
20000
10000
6880
1642
513
157
2403
4681
0
Robo
Homicidio Violación Adulterio Aborto
Estupro
Fraude
2815
Lesiones
Rapto
5 Es necesario aclarar al lector que los resultados de las tablas 1 y 2 no contemplan aquellas
búsquedas con errores ortográficos; por ejemplo: LESIONES – LECIONES.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
179
Según los datos anteriores, se observa que los delitos mayormente cometidos
(de 1900 a 1947) son lesiones y robo; seguidos por homicidio y fraude. Por
otra parte, para el caso de los juicios civiles se presentan los siguientes datos.
Año
Cajas por año
Divorcio
Desocupación
Testamentaría
Deudas
Reconocimiento
de hijos
Tabla núm. 2. Juicios civiles de 1900 a 1947
1900
60
72
2134
226
2932
9
1901
71
59
3122
246
4026
7
1902
77
59
3821
290
4063
10
1903
80
87
4225
308
4954
13
1904
82
78
3526
254
3790
33
1905
94
77
3549
247
4524
11
1906
124
100
4128
362
4586
23
1907
110
76
4481
287
4032
48
1908
130
78
4787
273
4897
51
1909
123
76
4801
279
4650
53
1910
102
69
3796
269
3597
59
1911
91
70
3447
174
3107
65
1912
70
34
2901
150
1785
28
1913
67
43
1807
161
1659
29
1914
44
25
1308
93
1262
15
1915
33
30
1167
88
946
5
1916
47
117
1867
155
667
40
1917
68
96
1876
237
1170
12
1918
76
115
5930
245
2027
10
1919
61
131
3812
208
1620
14
180
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Año
Cajas por año
Divorcio
Desocupación
Testamentaría
Deudas
Reconocimiento
de hijos
1920
55
93
2369
187
1044
20
1921
55
106
2554
152
984
8
1922
70
161
3539
186
1384
5
1923
71
164
3402
170
1328
3
1924
64
158
2697
166
1770
9
1925
82
189
3153
141
2195
15
1926
82
237
3341
138
2052
30
1927
82
265
2094
146
1394
33
1928
84
319
3190
121
1811
66
1929
90
296
3146
97
1738
722
1930
106
326
3474
123
1683
1408
1931
104
397
4442
122
1846
114
1932
92
374
3992
121
1582
252
1933
84
393
661
110
1987
237
1934
79
469
650
108
1529
126
1935
80
399
1369
93
2431
167
1936
91
609
2136
147
2386
221
1937
94
704
1125
105
1845
26
1938
118
635
630
80
2186
71
1939
74
634
523
97
1195
84
1940
164
621
494
87
1432
71
1941
88
491
714
73
1701
6
1942
78
387
240
46
699
3
1943
74
531
278
72
370
9
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
181
Año
Cajas por año
Divorcio
Desocupación
Testamentaría
Deudas
Reconocimiento
de hijos
1944
82
748
272
62
442
1
1945
126
881
467
43
954
2
1946
132
908
388
47
793
3
1947
138
698
456
34
846
1
13685
118281
7626
101901
4248
TOTAL
Con base en los datos de la tabla anterior, aquí una gráfica:
Gráfica núm. 2. Juicios civiles
140000
120000
118281
101901
100000
80000
60000
40000
20000
13685
7226
4248
0
Divorcio
Desocupación
Testamentarías
Deudas
Reconocimiento
de hijos
Como se aprecia, el tipo de delitos con mayor incidencia son juicios por
desocupación, deudas y divorcios.
182
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Alcances temáticos
AGN, TSJDF,
año 1900, caja 9, exp. 004125.
Los expedientes como fuente documental permiten el estudio y análisis
de la conducta de los actores, así
como la evolución en la práctica de
la justicia. Al conocer el alcance y
posibles temáticas de estudio surgen
preguntas como: ¿en qué años el
delito en particular cobra mayor
fuerza?, ¿cuál es contexto político
social que impera en México en
esos años?; respecto al género,
¿quiénes cometen los delitos, son
mayormente hombres o mujeres y Foto 1
entre qué edades?, ¿qué sectores de la población?, ¿cuántos de esos casos
son reincidentes?, ¿de qué forma la criminalidad afecta a los grupos sociales?
Por otra parte, y con apoyo del material gráfico que presentan los
expedientes, se puede apreciar la “evolución” en las formas de delinquir,
es decir, en los primeros años se trata de personas de bajos recursos
económicos, en algunos casos analfabetas, generalmente acusadas por el
delito de robo. Sin embargo, con el transcurso de los años se advierte una
tendencia creciente de nuevas formas y desarrollo de la criminalidad. Los
delincuentes adquieren instrucción escolar y se les procesa por delitos como
fraude o robo; conocidos también como delincuentes de “cuello blanco”,
personas de cierta preparación cultural, social y económica, son quienes
violan las leyes en la actividad de su profesión; el trayecto en la forma
de delinquir pasa de violenta a intelectual; es decir, con cierto ingenio,
organización y perfeccionamiento. A continuación se presentan algunos
casos para ejemplificar lo antes mencionado.
La foto 1 corresponde al caso de Julia González de Monte alto, soltera, de
16 años, ingresó a la cárcel municipal el 13 de mayo de 1899 por el delito de
robo, sentenciada a dos años de prisión, en el expediente se indica que: se
conduce bien y asiste a la escuela.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
183
275318.
AGN, TSJDF,
año 1919, caja 1537, exp.
El siguiente caso (foto 2) se relaciona con el juicio que se le sigue a José
García, por el delito de robo de una báscula.
Foto 2
AGN, TSJDF,
AGN, TSJDF,
año 1916, caja 1353,
exp. 237445.
año 1920, caja 1591,
exp. 285256.
Otro trata el caso de Miguel Tomasini (foto 3), extranjero de 37 años,
acusado por el delito de fraude, estafa y simulación de contrato y Luis
Castro (foto 4) por alteración de documentos.
Foto 3
Foto 4
Con los ejemplos hasta aquí expuestos se aprecia la evolución en las
prácticas delictivas y en particular la violación a la ley cometidos por
abogados o actores en la actividad de su profesión.
Por otra parte, el fondo TSJDF también cuenta con otro tipo de expedientes
que pueden dar luces a hechos históricos en concreto, como es el caso
de la muerte del general Álvaro Obregón,6 el expediente corresponde a la
demanda contra José de León Toral por el delito de homicidio, incluye el
recurso de apelación contra el auto dictado por el juez segundo de primera
instancia de Tacubaya. (Foto 5)
6 AGN, TSJDF, exp. 322920, caja 1791, año 1923.
184
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
AGN, TSJDF,
año 1928, caja 2185, exp. 398085.
Para los lectores interesados en el teatro, se encuentran expedientes que
aportan datos sobre los inicios de la empresa teatral de Virginia Fábregas;
además de otros como el “Arbeu”, “Renacimiento”, “Gorostiza de
Tacubaya”, “Lírico”, teatro cine “Garibaldi”, teatro “Principal”, cine-teatro
“Olimpia”; por mencionar algunos. (Foto 6)
Foto 5
Respecto a casos “curiosos”, se encuentra la denuncia por la venta de la
revista Vida Alegre, semanario frívolo, ilustrado de contenido pornográfico.
Dicho sea de paso, ya existían historietas y viñetas humorísticas españolas
como el caso de La Vida Galante (1898) o La Saeta (Barcelona, 1890 - 1910)
también conocidos como sicalípticos, que se refiere al ímpetu de lo festivo,
pícaro, galante, erótico y sensual.7
La revista, refiere a un momento concreto y un modus vivendi actualmente
caduco. Contiene situaciones que vistas hoy parecen un tanto absurdas;
sin embargo, se trata del humor particular de la época, aunque también
es cierto que después de 85 años algunas de esas singularidades hoy son
totalmente incomprensibles. (Foto 7)
7 Tebeosfera, revista sobre historietas.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
185
AGN, TSJDF,
año 1901, caja 122 exp. 021560.
Foto 7
Foto 6
186
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
AGN, TSJDF,
año 1928, caja 2148, exp. 391132.
Por otra parte, los alcances del fondo TSJDF S. XX también permiten
estudiar la psicología social, historia cuantitativa, historia de las
mentalidades, la conjunción de lo individual con lo colectivo, lo cotidiano,
comportamientos conscientes e inconscientes, lo marginal, continuidades,
rupturas, adaptaciones, cambios y modificaciones en cuanto a legislación
en México se refiere, sobre todo en el periodo de la Revolución mexicana
–según indica Saydi Núñez–, ya que éste periodo
[…] significó la aparición de un abanico más amplio de actitudes en relación con
la reforma penitenciaria y judicial, planteada desde 1912, constituyéndose en un
parte aguas para una nueva dirección en la política y la ley en México […] los
cambios en la legislación penal […] para el Distrito y territorios federales […]
conllevaron una serie de modificaciones en los procedimientos, competencias y
funciones del sistema de impartición de justicia implementado a mediados del
siglo XIX […] se hallaba la intención de simplificar los procedimientos penales,
la eficaz reparación de daños, la individualización de las penas, una menor
dependencia de normas éticas abstractas (“casuismo”) y un mayor grado de
arbitrio judicial en nombre de la “protección social […]”8
Cabe destacar que el fondo es rico en material gráfico como fotografías
(escenas del crimen o bien de los procesados) y periódicos como: Aviso
Oportuno, Boletín judicial, El Diario del Hogar, El Gráfico, El Imparcial, El Invencible Trébol, El Monitor Republicano, El Mundo Católico, El Mundo, El Nacional,
El País, El Popular, El Tiempo, El Universal, Esto, Excélsior, La Patria de
México, La Prensa, La Sombra de Arteaga –Querétaro–, La Tribuna, La Voz de
México y Novedades, entre otros. Asimismo se cuenta con planos (blue print)
como parte de las pruebas en testamentarías,9 juicios por incumplimiento
de contrato en obras;10 en juicios mercantiles11 y deudas de pesos,12 por
mencionar algunos.
8 “Delito, reforma y justicia en la posrevolución: el homicidio en la Ciudad de México en los
años treinta”, pp. 2-3.
9 AGN, TSJDF, Exp. 037023, caja 202, año 1902. (planos de los terrenos: La Huerta, Tlalcohuale,
Patlahuaca, Tlaltécpan, situado en el Barrio de S. Mateo, Azcapotzalco; Pixcalaco, del barrio
de San Marcos Azcapotzalco; Tlatil-Guarnero, en el barrio de Santo Domingo, Azcapotzalco).
10 AGN, TSJDF, 001770, caja 8, año 1900.
11 AGN, TSJDF, 008210, caja 33, año 1900.
12 AGN, TSJDF, 034449, caja 186, año 1902.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
187
Lo hasta aquí expuesto, ofrece al lector un acercamiento mínimo al
fondo Tribunal de Justicia del Distrito Federal, que como arriba indico, brinda
un amplio abanico de temáticas a estudiar. Considero que dándole voz a
los actores de los procesos judiciales se pueden reconstruir historias “sin
contar”; del estudioso dependerá el camino a seguir.
Artículos
Núñez Cetina, Saydi, “Delito, reforma y justicia en la posrevolución:
el homicidio en la ciudad de México en los años treinta. En el Panel: La
práctica de la justicia / la justicia en la práctica: derecho procesal, actores y
experiencias judiciales en América Latina (1850 – 1950)”, México, CIESAS,
D. F., 2009.
Tebeosfera, revista web sobre historietas. (www. tebeosfera.com/).
“El reino de Moctezuma”, en Pasajes de la Historia núm. 1 / agosto de 2000.
188
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
ENTREVISTA CON ROBERTO BERISTÁIN, ARCHIVISTA EMÉRITO
Marco Antonio Silva Martínez*
La participación y asesoría de Roberto Beristáin Rocha en la consulta de
documentos históricos durante más de cuatro décadas ha sido reconocida
públicamente por decenas de investigadores, quienes a través de sus libros
le agradecen la dedicación y el apoyo brindados por él tanto en la Biblioteca
Nacional como en el Archivo General de la Nación. Entre otros de esos
estudiosos están: Ricardo Rees Jones, Solange Alberro, Margarita García
Luna, Pilar Gonzalbo, Roberto Moreno de los Arcos, Agustín Ramos,
Alberto Herr Solé, Patricia Seed, William Merrii, Susan Deans-Smith,
Sergio Aguayo, Margarita Carbó, Ethelia Ruiz, Alonso de Zorita, Richard J.
Salvucci, René García Castro.
Roberto Beristáin –quien obtuvo en 2001 la mención al mérito en la
labor de archivos dentro del IX Premio Banamex “Atanasio G. Saravia” y
en 2011 el premio al Mérito Archivístico “por su superación y constancia en
el conocimiento del acervo”– nació en Coacoatzintla, Veracruz el 13 de
mayo de 1942. Es el sexto de los siete hijos que procrearon Ireneo Beristáin
Moctezuma y María Angélica Rocha Tesillos: Rosa María, Leonor, Arturo,
Alejandro, Ignacio, Roberto y María de Jesús.
Su madre murió el día en que él cumplió tres años de edad. Mientras sus
hermanos quedaron al cuidado de una tía en Xalapa, Roberto se fue a vivir
con su abuela materna, Pánfila Tesillos, a Ixhuatlán de Madero, donde ella
era panadera. En esa comunidad veracruzana de la llamada Huasteca baja,
aprendió diversas actividades, como acarrear agua y leña para alimentar el
horno; en varias casas vecinas, también ayudaba a moler nixtamal o grano
de café, así se ganaba el desayuno. En ocasiones, por indicación del tío
Carlos, debía ir al Zapote, un rancho cercano a Ixhuatlán, para cuidar y
alimentar al ganado bovino.
* Jefe del Departamento de Publicaciones, AGN.
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
189
Foto: Idalia González Castillo
Roberto Beristáin durante la entrevista
Asistía a la escuela primaria de la señora Graciana Martínez, que estaba
separada sólo por una zanja del horno donde doña Pánfila hacía el pan.
Roberto cursó más de una vez el primer año y cuando él y su abuela
emigraron a la ciudad de México se había quedado en el tercer grado.
190
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
Para que doña Pánfila pudiera atenderse una infección en una pierna,
arribaron ambos a la capital del país, Roberto tenía entonces 12 años de
edad y pudo reunirse de nuevo con su padre y sus hermanos –excepto
María de Jesús, quien se quedó con su madrina de bautizo– que habían
llegado de Veracruz unos años antes.
En la ciudad de México aprendió pronto a ganarse la vida. Fue cargador
de bolsas en los mercados, ayudante de un ilusionista, tapicero, repartidor de
instrumental médico y bolero antes de toparse con la que ha sido su gran
vocación: la consulta e investigación de los acervos históricos.
Noqueado por las amibas
En su época de veinteañero, tenía una gran afición por el box y lo practicó
por un corto tiempo. Era peso mosca (50.800-52.100 kg) y entrenaba en
los Baños Granada, pero debió colgar los guantes porque en una ocasión,
después de haber peleado algunos rounds, se desmayó. Cuando despertó
ya lo tenían en una mesa de masaje. Tras el estudio y los análisis médicos
prescritos por el doctor Bolaños Cacho, le encontraron amibas enquistadas.
“Todo lo que comía lo aprovechaban las amibas, por eso estaba flaco”.
Cuando se desparasitó ya era peso gallo, con más de 53 kilos y medio. “Mi
mayor afición ha sido el boxeo, lo practiqué un tiempo, pero ahora sólo lo
veo por televisión los sábados por la noche”.
Aunque debió abandonar el box, no dejó el deporte, “corría antes de
entrar a trabajar. También jugaba frontón en Tepito en una cancha que
estaba entre la avenida del Trabajo y la calle Díaz de León. Después jugué
en los Baños Atlas”. Actualmente conserva una complexión delgada, es
peso ligero con sus aproximadamente 60 kilos.
Artista trashumante, tapicero, lustrador
“El Jarocho”, un ilusionista que trabajaba en el Centro de la ciudad de
México lo contrató como su “Patiño” y “Chicharito”. Recuerda que antes
de su presentación desayunaban café y unas tortas muy baratas, preparadas
por ellos mismos. Adquirían los bolillos recién horneados en la panadería,
les quitaban el migajón y para rellenarlos acopiaban de los botes de basura,
Legajos , número 15, enero-marzo, 2013
191
plátanos más que maduros, manzanas, peras o guayabas. Tras combatir el
hambre, “El Jarocho” escribía algún sketch sobre la bolsa del pan y luego
ensayaban antes de iniciar su número para quienes pasaban por la Plaza
Loreto, en las calles de Rodríguez Puebla, Justo Sierra y San Ildefonso.
“A ver, señoras y señores, ahora vamos a hacer caminar esta moneda de
veinte centavos con las palabras cabalísticas de pescuare botare pescuare mí para
Zamora yes ascorbos ascorbos esparatatis tatis que la gente no se dará cuentatis de
la trampatis. ¡Ah méndiga moneda!, no quiere caminar”.
“El Jarocho” hacía y vendía camaritas de cartón y cristal, jabones
quitamanchas y otros productos. “Ahora vamos a empezar a trabajar con
Tita la viborita. ¡Sal de tu agujero, víbora maldita! A ver, Chicharito, tú que
eres estudiado lee las noticias del día”.
A pesar de que “El Jarocho” fumaba mariguana, nunca lo invitó a
secundarlo, lo cual Roberto agradece al rememorar aquellos años de infancia
en que le tocaba pasar el sombrero frente a los espectadores, “me divertía
mucho, desayunaba gratis y me ganaba una que otra moneda”.
Posteriormente, contratado por temporadas por un señor de apellido
Balmori se dedicaba a poner resortes en sillas y sillones en un taller que
estaba en la avenida Ferrocarril de Cintura. También trabajó distribuyendo
jeringas, matraces y demás instrumental médico en una empresa de la
familia Martínez Corral.
En un local que se encontraba en Colombia número 7, junto al Sindicato
de Boleros, fue uno más de los lustradores de calzado. En ese sitio se
vendían los aperos para realizar tal oficio: brochas, cepillos, crema y grasa,
además de agujetas y calzadores. El servicio costaba 80 centavos, de los
cuales el bolero dejaba la mitad para la empresa y la otra le pertenecía. Aun
cuando asear el calzado de sus principales clientes (los albañiles) era una
tarea muy demandante, pues le tomaba más tiempo retirar el cemento, el
yeso y otros materiales de la mezcla, algunos sábados Roberto llegó a ganar
14 pesos.
En su lugar de trabajo, Roberto tenía un cliente muy propio que solía
conversar con él y un día le preguntó, ¿quieres trabajar en algo mejor?
Toma mi tarjeta. Guardó la tarjeta pero no se interesó de inmediato, pues
consideraba que tenía una buena clientela. Sin embargo, días después volvió
a ver el pequeño rectángulo de cartulina, donde leyó: Lic. Alfredo Viruegas.
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Foto: cortesía de Roberto Beristáin
Roberto Beristáin y Enrique Arreola en la Bilbioteca Nacional
Director de Administración. Biblioteca Nacional. Se animó a presentarse
ante él y se dirigió a las calles de Uruguay.
El lustre documental
En el ex convento de San Agustín, donde se asentaba la Biblioteca
Nacional, entró a trabajar como auxiliar de intendencia en agosto de 1964.
Ese mismo año obtuvo por fin su certificado de educación primaria. Cinco
años después, ya como jefe de familia con limitados recursos económicos,
buscó un segundo empleo que le permitiera conservar el que ya tenía.
Acudió a varios lugares sin el éxito que esperaba, hasta que se presentó con
el director del Archivo General de la Nación, Jorge Ignacio Rubio Mañé,
quien lo aceptó en el área de intendencia. Así comenzó a trabajar, a partir
del 16 de agosto de 1969 en el Palacio Nacional, entonces sede del AGN,
de las 7 a las 15 horas. Se encargaba de tener limpia la oficina del director,
quien llegaba puntualmente a las ocho de la mañana. Éste lo saludaba y se
dirigía a él como “el del apellido ilustre”, por referencia al sacerdote, literato
y bibliógrafo del sigo XVIII Mariano Beristáin y Souza, autor de la Biblioteca
Hispano-Americana Septentrional, publicada en el siglo XIX.
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Mientras realizaba la limpieza de los documentos con una aspiradora que
tenía una malla de protección, empezó a leer, así fuera superficialmente, parte
de su contenido. Miguel Civeira Taboada, periodista y escritor yucateco que
era administrador del Archivo, le pidió desde su ingreso a la institución
que, después de hacer el aseo, apoyara en el servicio de atención al público:
“Yo hacía el aseo primeramente de la Dirección. Enseguida en la sala
de consulta, por último en parte del acervo. Al terminar mi trabajo de aseo
atendía al público en sala. Eran dos salas: la de historia en la parte alta y la
sala de Tierras y copias certificadas en la planta baja. Aproximadamente se
atendían entre 20 y 30 personas, a veces menos; pero en los últimos días,
ya para cambiarse el Archivo la estadística subió y se fueron de espaldas
porque eran aproximadamente como 40 o 50 investigadores”.
“Recuerdo que el primer investigador que atendí fue el doctor Paul
Vanderwood, que escribió sobre los cuerpos rurales de la federación. Él
consultaba el fondo de Gobernación. Llenaba su papeleta y me pedía los
legajos. Yo iba al acervo y veía la relación o guía. Por ejemplo en la planta de
abajo donde estaban Tierras y copias certificadas se encontraban los ramos
Tierras, Indios, Mercedes, Archivo de Buscas, Hospital de Jesús, Civil. Yo estaba
principalmente en la planta alta, donde se encontraba Historia y la Colección
de Folletería. En aquel entonces a los actuales fondos documentales se les
llamaba ramos”.
Don Roberto, quien demostró su capacidad memoriosa desde que era
pequeño, se considera un ser privilegiado que tuvo la oportunidad de cambiar en un momento crucial de su vida el trabajo físico por tareas de tipo
intelectual, desarrollando éstas tanto en la Biblioteca Nacional como en el
AGN.
“El contacto con el público me gustó en estos dos lugares, pero también
la documentación y la información que hay ahí. El contenido, lo interesante
de los papeles. Creo que sí aprendí. Algo que nunca me imaginé, de verdad.
Me interesó mucho la época virreinal, yo creo que todo el siglo XIX y el
XX, todo me llamaba la atención, pero al principio fue sobre todo el tema
virreinal”.
“En ese entonces, además del doctor Vanderwood atendí a otra
investigadora: Ofelia Alarcón, que estaba investigando Hospital de Jesús, que
no es más que el archivo del marqués del Valle, también a la doctora Solange
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Alberro, a un historiador de la ciencia, el doctor Ramón Sánchez Flores,
que escribió el libro Historia de la tecnología y la invención en México. Tantos
investigadores que tuve la fortuna de atender. A Ernesto de la Peña, quien
acaba de morir, lo atendí en la Galería 4. Él vino invitado por el maestro
Roberto Villaseñor, que trabajaba en el canal 13 en el programa Sopa de Letras.
Lo invitó al Archivo, me lo presentó y quiso ver un libro con los poemas de
Manuel Quiroz y Campo Sagrado que se encuentran aquí en el Archivo”.
De los cerca de 10 años que trabajó en el Palacio Nacional, Roberto
recuerda un par de anécdotas:
“La investigadora Ofelia Alarcón, quien me parece era del Instituto
Nacional de Antropología e Historia, solicitó el legajo 276 del Hospital de
Jesús, pero con el fin de consultar los planos, que son el soporte de papel de
maguey o papel amate. Nos solicitó el legajo, pero resulta que el expediente
que ella quería no estaba. Entonces se fue a quejar a la Dirección. El doctor
Rubio Mañé no nos dejó salir hasta que no apareciera el expediente que ahora
es parte de la Memoria del Mundo. Entonces nos tocó al señor Honorio
Mendoza Mejía y a mí buscar el expediente. Ese día no fui a trabajar a la
Biblioteca Nacional. Empezamos a buscar de atrás hacia delante y viceversa
para encontrarlo. Buscábamos así, porque a lo mejor estaba mal colocado.
Efectivamente, estaba en otro legajo. Eran como las seis de la tarde cuando
por fin descansamos”.
“En la sala de consulta, el doctor Rubio Mañé se sentaba ante su pequeña
mesita, llevaba un expediente y se ponía a escribir, pero siempre volvía la
cabeza, vigilando. De repente me llama, Beristáin, el del apellido ilustre.
Dígame. Hoy por la mañana ha venido Enrique Villavicencio y se queja
amargamente que donde él hace el aseo un bicho se ensucia. Localíceme
al bicho y échelo para afuera. Sí, doctor, claro. Localicé al gatito. Me costó
un poco de trabajo atraparlo. Lo agarré lo metí en una caja y me lo levé
a la calle de Moneda. Lo solté y regresé. El gato ya estaba otra vez en el
acervo. Lo tomé nuevamente y me fui un poquito más retirado a dejarlo.
Regresé y le dije al director: he sacado dos veces al gato, maestro y las dos
veces que regresa. Se ríe el maestro y me dice: no se preocupe Beristáin,
hoy que lleguen los veladores les voy a decir que lo lleven a Cuernavaca, a
ver si regresa”.
Su memoria también atisba pasajes no muy gratos, como el episodio que
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ocasionó una investigadora al quejarse ante la Dirección por la pérdida de
unas plumas finísimas y, cuando varios de los trabajadores habían hecho las
búsquedas necesarias incluso en el sanitario de damas, la quejosa encontró
las plumas en su propia bolsa y no le quedó más que ofrecer disculpas. En
cambio, en otra ocasión, llegó personal de la Secretaría de Gobernación
para detener a un individuo, pues les habían avisado de que se comportaba
de manera sospechosa. “Llegaron a su mesa, lo llevaron hacia el fondo del
acervo. Se dice que se estaba llevando los timbres en el forro de su saco”.
“El mismo personal del Archivo hacía la labor de vigilancia, daba servicio
y vigilaba que el usuario no se recargara en el volumen, que no utilizara
bolígrafo, sólo lápiz. El doctor Rubio Mañé nos decía que debíamos ser
correctos con el investigador, tratarlo siempre bien, que fuera una invitación
para que regresara, porque si no el Archivo se iba a cerrar. Siempre nos
daba consejos a Enrique Villavicencio, a Pedro González y a mí, quienes
dábamos el servicio en la parte alta. Pedro González se encargaba del Boletín,
lo tenía ordenado por series. Cuando alguien lo solicitaba, se encargaba de
empaquetarlo y lo enviaba. Enrique y yo dábamos el servicio, colocábamos,
prestábamos el material”.
El AGN al Palacio de Comunicaciones
En 1973, a raíz de las obras para la construcción de la línea 2 del Metro, se
presentaron fugas de agua e incluso en la cimentación del ala del edificio
del Palacio Nacional que da a la calle Corregidora, donde se encontraba el
AGN. Por ello se decidió que éste se trasladara al Palacio de Comunicaciones
en la calle de Tacuba 8, donde funcionaban aún los Telégrafos de México.
En ese inmueble el AGN tuvo una parte de la planta baja y todo el segundo
piso, donde la sala de consulta permitía atender hasta 60 investigadores. La
mudanza se hizo de manera paulatina.
“Como no contábamos con transporte, el traslado se prolongó hasta
1976. Los investigadores hacían su solicitud de documentación, si ésta se
encontraba en Palacio Nacional, se hacía el traslado y se quedaba ya en el
Palacio de Comunicaciones. Había una motocicleta que manejaba el señor
Pedro González Zamora, la persona que llevaba los documentos iba en una
especie de caja de fibra de vidrio”.
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A mediados de los setenta, Roberto se integró al equipo de restauradores
en el Laboratorio de Restauración y Conservación de la Biblioteca Nacional
y, gracias a su experiencia en el AGN, en el periodo 1979-1988 se le comisionó
para el servicio al público en sala de consulta. Por otra parte, también a
mediados de los setenta, en el AGN estuvo en áreas semejantes:
“Me pasaron al Laboratorio de Restauración y Conservación con la
maestra Mariela Paullada. Y solamente me dedicaba a desprender mapas
y planos para hacer la Mapoteca. Esto fue en un lapso corto. Después me
pusieron a dar referencias, pero no tenía oficina. Los investigadores me
buscaban. Esto dio pauta para que el maestro Enrique Arreola y la doctora
Stella María González Cicero, responsable entonces de la Dirección del
Archivo Histórico Central, me pasaran en 1978 a la única sala que estaba
en el Palacio de Comunicaciones, en el segundo piso, en el ala que daba a la
Cámara de Senadores. En esa sala yo era el único referencista y se llegó a llenar con aproximadamente 60 investigadores”.
“En ese entonces no había mucho personal. En Palacio Nacional éramos
aproximadamente 60 empleados con el doctor Rubio Mañé. Después con
Alejandra Moreno Toscano creció la plantilla del Archivo. No sé a cuántos,
pero se incrementó. La consulta que prevalecía era la del fondo virreinal:
Inquisición, Universidad, Epidemias, Expediciones Científicas.
Al hacer una reflexión sobre aquella etapa de su vida, se modificaron
algunos de sus esquemas mentales pues, a pesar de que se consideraba un
mal estudiante, tuvo el arrojo de levantar la mano y pedir que se le incluyera
en un curso especializado que le fue muy valioso para realizar sus tareas de
apoyo a los investigadores.
“Hubo cosas muy buenas para mí en el Archivo. Cuando llegué al
Palacio Nacional se dio un curso de paleografía, pero yo no lo pude tomar.
Fue en el Palacio de Comunicaciones, cuando se dio el curso de Paleografía
y diplomática del documento indiano que ya me aceptaron para que lo
tomara. Mi jefa inmediata, Mariela Paullada Mena, me apoyó en eso. El
curso fue de abril a septiembre de 1981. Fue muy interesante, lo impartió la
maestra María Elena Bribiesca. Se me hizo difícil porque tenía que estudiar
por la noche. Trabajaba por la mañana y por la tarde. Entonces en la noche
estudiaba hasta la una de la mañana. Pero fue muy bueno”.
Entre abril y junio de 1992, en el entonces Centro de Estudios sobre
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la Universidad (CESU) de la UNAM, tomaría el curso Técnicas aplicadas de
restauración sobre material de archivo, que le ayudó a realizar sus funciones
en la Biblioteca de México.
Arribo al Palacio de Lecumberri
El traslado al Palacio de Lecumberri se hizo desde 1981 y fue pesadísimo.
Hubo gente que se lesionó. Trabajábamos en la mañana empacando y
haciendo la relación de lo que se transportaría por la noche. Todo el traslado
lo coordinó el doctor Enrique Arreola Woog quien era la mano derecha de la
entonces directora del AGN, Alejandra Moreno Toscano. Las personas tenían
mucha simpatía por él y por eso creo que le echaron muchas ganas al trabajo.
Hubo un grupo en el Palacio de Comunicaciones y otro en Lecumberri
que recibía el material. Se utilizaron camiones blindados de transportes.
El traslado se hacía por la noche. En el Palacio de Comunicaciones hubo
problemas. Se descompuso el elevador, se descompuso el montacargas y no
funcionaban las rampas. Entonces fue más difícil porque se tuvo que hacer
a pulso. Gracias a un compañero que trabaja aún aquí: José Zavala, eso se
superó. Él tuvo la idea de tomar una caja –cuando estábamos ya agotados,
realmente– y deslizarla por las escaleras. La caja se fue de canto hasta llegar
al descanso. De esa manera fue más cómodo y más ágil el traslado. Se
cambió el Archivo antes del tiempo que se había programado.
Recuerda que participaron, entre otros: Enrique Arreola, Jaime Vélez,
José Zavala, Arturo Paz, José Guadalupe Martínez, Guadalupe Quintana,
Raymundo Ramírez Contreras, Guillermo Camisao, Jorge Gómez Izquierdo,
Rubén Maldonado, Roberto Berinstáin. En Lecumberri estaban preparados
Guillermo Bermejo, Rogelio y otros compañeros que recibían las cajas y las
acomodaban en la estantería previamente señalada para ello.
“El transporte fue muy ordenado. Se llenaban los camiones que traían
tecnología, porque subían las cajas con gatos hidráulicos y se acomodaban
bien. Llegados ya aquí, en el Palacio de Lecumberri, donde actualmente
está Correspondencia, la directora del Archivo Histórico Central, la doctora González Cicero, instaló el Centro de Referencias. Ahí estuve como
responsable, auxiliado primero por Raymundo Ramírez Contreras, después
por María Teresa Pacho. Después fue nuestro jefe, como director del
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Foto: Idalia González Castillo
Archivo Histórico Central, Masae
Sugawara, luego la doctora Gloria
Villegas Moreno y luego Victoria
San Vicente Tello, quien falleció
hace poco”.
En 1983, Roberto participó
en el rescate de los archivos
municipales del estado de Puebla.
Hacia 1989, tras dos décadas de
trabajo en el Archivo General de la
Nación, decidió retirarse. A partir
de ese mismo año y hasta 1993 fue
responsable del Departamento del
Fondo Reservado de la Biblioteca
Nacional.
Roberto Beristáin en el Centro de Refe“Me fui de retiro voluntario en rencias del AGN
el AGN en julio de 1989. Lo que
pasó es que había mucha política, mucha grilla, sobre todo para los que
no estábamos preparados, que no teníamos estudios. Entonces dije, creo
que lo más saludable es que me vaya. Así pedí mi retiro voluntario cuando
iba a cumplir 20 años de trabajo en el Archivo. Me quedé trabajando en
la Biblioteca Nacional y cuando me estaba jubilando ahí, me mandaron
llamar para que regresara al Archivo, cuando estaba como directora la
doctora Patricia Galeana, creo que fue en 1994 cuando me hicieron favor
de llamarme para que regresara”.
En su segunda etapa en el AGN, reanudó su apoyo en las pesquisas
documentales realizadas por investigadores nacionales y extranjeros. “Sí
me favoreció el regreso. Fue bueno, además de que ya conocía el trabajo.
Entonces estuve creo, no estoy seguro, hasta 2004”.
Además de realizar esas tareas, también apoyó en las visitas guiada, así
como en la organización y montaje de exposiciones, entre ellas: Cultura y
derechos de los pueblos indígenas de México, La construcción de la democracia mexicana,
Imagen de Europa en México, siglos XVI al XX, 175 Aniversario del Archivo General
y Público de la Nación y La ciencia en la ilustración mexicana, de Alzate a Humboldt.
“Fue muy agradable trabajar aquí. A lo mejor hubo momentos muy
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críticos, pesados, con exceso de trabajo porque yo tenía que atender
al público, orientar al investigador acerca del contenido de los fondos
documentales del Archivo y algunas otras fuentes complementarias de otras
instituciones. Esta atención la hacía en la Galería 4; daba visitas guiadas;
hacía búsqueda de documentos para el Boletín, para la Dirección General,
revisaba los buzones de quejas y sugerencias (esta revisión era todos los
días). Después de comer atendía de nuevo en Galería 4, luego tenía que
colocar el material que se había prestado y otra vez al Centro de Referencias.
Muchas veces, cuando había que montar exposiciones salíamos hasta el
otro día, aunque nos pagaban tiempo extra”.
Considera que las personas que ofrecen servicio de consulta en un
archivo histórico a los investigadores deben poseer además de habilidades
propias de estos repositorios, también otras cualidades.
“Lo primero es el gusto por el trabajo y conocer, como decía Rubio
Mañé, siquiera cincuenta por ciento del acervo. Para esto se requiere tener
buen carácter, porque hay personas que tienen un carácter bastante fuerte y
no pueden tratar con investigadores. Ahora que estoy fuera del AGN he ido a
otros archivos y sinceramente, pienso que el servicio que presta el Archivo
es bueno. De verdad ha mejorado. Hay amabilidad, diligencia, es un servicio
de calidad, a diferencia del trato que se ofrece en otros lados”.
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NORMAS PARA LA ENTREGA DE ORIGINALES
1. Sólo se recibirán materiales inéditos.
2. El envío de colaboraciones deberá hacerse cumpliendo debidamente
cada uno de los siguientes puntos:
a. Los trabajos deberán presentarse a doble espacio, con fuente ARIAL
de 12 puntos, en versión word para windows, sin sobrepasar las 30
cuartillas incluyendo notas, cuadros, gráficos, mapas, apéndices y
bibliografía.
b. Sólo se aceptarán trabajos escritos en español.
c. Las ilustraciones, gráficas, cuadros y tablas se numerarán de modo
consecutivo. Se indicará su lugar de ubicación en el texto. Deberán
incluirse en archivo por separado en formato “imagen” (tiff o jpg a
300 dpi).
d. El manuscrito irá precedido de una página con los datos del autor(es),
filiación académica, dirección profesional, teléfono de contacto y
dirección de correo electrónico.
e. Deberá incluirse un resumen no mayor a 120 palabras.
f. Deberá enviarse en forma electrónica a la dirección:
boletinagn@segob.gob.mx
3. Notas al pie de página
a. Las referencias aparecerán de manera resumida.
b. Para libros deberá seguirse el siguiente modelo:
Apellidos seguidos por una coma, título resumido en itálica seguido
por una coma, p. o pp. seguido por el número(s) de página(s).
Ejemplo: Sierra, Evolución política, p. 34.
c. Para artículos o capítulos de libros deberá seguirse el siguiente
modelo:
Apellidos seguidos por una coma, título resumido entre comillas
seguido por una coma, p. o pp. seguido por el número(s) de
página(s).
Ejemplo: John Tutino, “Soberanía quebrada”, p. 34.
d. Las referencias de diferentes autores se separarán con un punto y
coma.
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4. Siglas y bibliografía
a. Se incluirán sólo los libros o artículos citados en el texto, así como
las siglas a los archivos a los que se hace referencia.
b. Las referencias bibliográficas se presentarán después de las siglas, en
orden alfabético.
c. Deberá seguirse el siguiente modelo:
Libros
Apellidos, nombre(s), título en itálica, lugar de edición, editorial, año
de edición.
Capítulo en libro
Apellidos, “título”, en autor(es) compilación o edición nombre y
apellido, título resumido en itálica, páginas del capítulo.
Artículo
Apellido, nombre(s), “título artículo”, en nombre de revista en itálica,
vol., número, año, páginas.
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8. El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores
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General de la Nación.
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Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, 7a época, núm. 15,
se terminó de imprimir en mayo de 2013
en Tipográfica, S. A. de C. V.
Se tiraron 500 ejemplares.
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