Editorial MAXIMINO CARPIO GARCÍA * E n nuestro afán por abordar temas de actualidad en el campo de la economía y la sociología del trabajo, en el número 31 de la Revista del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, hemos incluido colaboraciones sobre temas tan variados como el Estado de Bienestar, la tributación de los trabajadores, la negociación colectiva, el subsidio agrario, la formación profesional o las formas de finalización de las huelgas, dentro de la sección de Informes y Estudios. La primera de las colaboraciones, firmada por Concepción González Rabanal, profesora de la UNED, bajo el título «La necesidad de repensar el Estado de Bienestar», aborda un tema que no ha perdido su actualidad en los últimos años. Parte de una breve reseña histórica en la que considera que, si bien los orígenes del Estado de Bienestar, tal como lo conocemos ahora, se sitúan al finalizar la II Guerra Mundial, existen ciertos hitos históricos, como las medidas adoptadas por el Canciller Bismark o el denominado Informe Beveridge, que no conviene olvidar. Ello, unido a la aparición de la política fiscal keynesiana, fue lo que propició el surgimiento del Estado de Bienestar a mediados del siglo XX. Después de la consolidación y éxito del Estado de Bienestar, favorecido por las profundas transformaciones económicas y sociales que tuvieron lugar después de la II Guerra Mundial y cuyos éxitos cabe medirlos tanto en términos de eficiencia económica como de redistribución de la renta, entra en crisis, sobre cuyas causas y consecuencias se han vertido ríos de tinta. Según la autora del estudio comentado, una de las causas hay que buscarla en la aparición de las nuevas clases medias, dotadas de un sistema de bienestar social que las ha alejado de la idea de solidaridad que sustentaba los modelos de bienestar. A ello hay que unir diferentes hechos y circunstancias que contribuyeron a la tan estudiada crisis: la evolución demográfica, los desincentivos derivados del funcionamiento de los distintos programas de bienestar, la incapacidad de los poderes públicos para atajar el creciente desempleo de la mano de obra, la insuficiente redistribución de la riqueza y el cambio de clima económico, entre otros. Admitiendo que parece existir un sentir común que considera que el Estado de Bienestar es un hecho irreversible, la pregunta que surge de forma inmediata y que se hace la autora del estudio es ¿qué hacer ante esta situación?. Las respuestas que se han dado y que sintetiza la autora son tres, aunque no son excluyentes: primera, reducir las partidas presupuestarias consignadas para otros fines; segunda, adoptar medidas que permitan obtener más recursos y así poder gastar más, y tercera, elevar la eficiencia del gasto, sin que crezca su cuantía o con incrementos mínimos de la misma. La dificultad inherente a la adopción de las dos primeras opciones hacen de la mejora de la eficiencia del gasto social la alternativa más factible. Pero, afirma la autora, de poco sirven las medidas técnicas encaminadas a incrementar la eficiencia del Estado de Bienestar, si éstas no actúan en una realidad social y en un contexto socioeconómico y político concienciado, corresponsabilizado y solidario. * Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 31 7 EDITORIAL En conclusión, en opinión de la profesora González Rabanal, hay que repensar el Estado de Bienestar sin dejarnos engañar por el hecho de que en determinados momentos algunas de sus magnitudes puedan vislumbrar síntomas de recuperación e incluso se liquiden con superávit. En el artículo firmado por la profesora Alicia Martínez Serrano, titulado «La tributación de los trabajadores en la Unión Europea», se aborda un tópico que desde hace años viene preocupando en diversas instancias de la Unión Europea, como es el del excesivo gravamen que soportan las rentas del trabajo, lo que puede estar traduciéndose en un mayor coste relativo de este factor productivo. Las consecuencias son, por una parte, la pérdida de competitividad de los productos de origen europeo frente a los procedentes de otras áreas geográficas en las que la carga fiscal del trabajo es menor y, por otra, la sustitución de trabajo por capital en el proceso productivo, dentro de la UE. La profesora Martínez Serrano aborda en su estudio el análisis de la distinta carga impositiva que soportan las rentas del trabajo dependiente en los países integrantes de la Unión Europea. Después de una breve descripción general de la imposición sobre la renta de las personas físicas en el ámbito geográfico de referencia, efectúa un análisis comparativo de los principales elementos impositivos: sujeto pasivo, base imponible, rentas exentas, tarifa de gravamen, deducciones y créditos fiscales, con la finalidad de determinar las similitudes y divergencias entre países. A continuación se realiza un ejercicio de comparación de la tributación media de las rentas de trabajo en los distintos países, para lo cual se determina previamente un nivel salarial medio y se define un contribuyente homogéneo. Este ejercicio se realiza primero para el caso de un contribuyente soltero y luego para el de uno casado con dos hijos, tanto bajo el supuesto de un solo perceptor de renta en la unidad familiar, como de dos. El estudio concluye constatando una gran heterogeneidad en la tributación de las rentas de trabajo personal entre los países de la UE, derivada tanto de la diversidad en la determinación de las rentas exentas, como de las deducciones y, en especial, en la tarifa de gravamen, divergencias que se agrandan cuando se calcula el tipo de gravamen efectivo, incluidas las cotizaciones a la Seguridad Social por cuenta del trabajador. Para el caso de España se concluye que la reciente reforma del IRPF nos ha acercado a las formas de tributación aplicadas en la mayoría de los Estados miembros. En el artículo del profesor Simón Pérez, bajo el título «Negociación colectiva sectorial y tarifas salariales», se intenta cubrir un bache importante en cuanto a la información de los niveles salariales pactados en los convenios. A pesar de la acusada relevancia de la negociación colectiva, que cubre entre el 60% y el 80% del total de los asalariados, la información disponible sobre uno de sus principales resultados, los salarios, es claramente deficiente, por el hecho de que la información que recibe la Administración de cada convenio no contiene el nivel salarial pactado, sino sólo los incrementos. Esta información sólo es posible obtenerla acudiendo a la consulta directa del texto de los distintos convenios. El profesor Simón Pérez ha procedido en su estudio al cálculo de los niveles salariales de los convenios a partir de la base de datos elaborada con la información procedente de los diferentes convenios colectivos de sector, llegando a formular unos resultados entre los que cabe resaltar los siguientes: Las diferencias de salarios pactados entre convenios están marcadamente correlacionadas por categorías profesionales, de tal forma que cada convenio tiende a ocupar una posición en función de sus salarios relativos, frente al resto de los convenios, que resulta marcadamente similar para todas las categorías profesionales. 8 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOSSOCIALES 31 MAXIMINO CARPIO GARCÍA Se constata un elevado grado de inercia en la determinación de las tarifas salariales, de modo que los convenios de salarios relativos elevados (o reducidos) tienden a serlo, por lo general, invariablemente a lo largo del tiempo. Los salarios pactados presentan una relativamente elevada agrupación en torno a la media, superior a la correspondiente a una distribución normal, más acusada en el caso de categorías de menor cualificación relativa. La evidencia revela que la negociación colectiva de sector se caracteriza por la presencia de una importante diferencia de salarios pactados entre convenios para trabajadores pertenecientes a una misma categoría profesional. Se observan bastantes diferencias entre los salarios pactados para la misma categoría profesional en función de la rama de actividad de adscripción de los convenios y del territorio de pertenencia, en los caso de convenios de ámbito territorial inferior al nacional. En los convenios de ámbito nacional los salarios pactados son inferiores a los del resto de los convenios para los mismos tipos de trabajadores. Finalmente, del estudio comentado parece deducirse que no existe correlación entre el contenido monetario y no monetario de los convenios, lo que no parece casar con las predicciones de la teoría de las diferencias igualatorias, lo que invita a seguir profundizando en el tema a través de estudios empíricos como el que aquí se presenta. El profesor José Manuel Cansino, de la Universidad de Sevilla, aborda en su artículo la problemática del «Subsidio agrario a través de sus cifras en Andalucía (1984-2000)». En su exposición, el primer hecho que resalta es la elevada diferencia entre las tasas de desempleo andaluz y la media nacional (10 puntos porcentuales en 1999), señalando que algunos autores apuntan entre las causas explicativas de esta elevada diferencia la existencia del subsidio especial para determinados trabajadores agrarios, así como las ayudas públicas articuladas a través del Plan de Empleo Rural (PER), actualmente denominado Programa para el Fomento del Empleo Agrario. En el estudio se comienza analizando la evolución del número de trabajadores beneficiarios, así como de las cuantías percibidas, a partir de la información facilitada por el INEM, completada con otras fuentes, como el Instituto de Estadística de Andalucía. El período elegido comienza en el año en que entró en vigor dicho subsidio (1984). En cuanto a la evolución del número de beneficiarios, se observa un comportamiento totalmente dispar por género: el número de beneficiarios varones disminuyó en casi un 40% entre 1984 y 2000, en tanto que el de mujeres se multiplicó por seis, superando éstas en números absolutos al de hombres desde 1991. Por edades, los beneficiarios de ambos sexos se concentran entre los 25 y los 54 años. Según el autor existen dudas sobre la eficacia con la que se gestionan los fondos que el INEM destina a la financiación de obras de infraestructura dentro del PER, así como indicios de utilización con finalidad electoralista por parte de algunas autoridades locales. Finalmente, el profesor Cansino encuentra sospechas de comportamiento fraudulento en el acceso al subsidio, mediante el trasvase de jornadas entre miembros de la misma unidad familiar. En la aportación de la profesora Carmen Pérez Esparrells, de la Universidad Autónoma de Madrid, titulada «La formación profesional y el sistema nacional de cualificaciones: una clave de futuro» se aborda uno de los temas clave para el futuro de la convergencia real española en REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 31 9 EDITORIAL la UE. En efecto, es un tópico afirmar que existe un elevado déficit en capital humano en la sociedad española, si lo comparamos con el nivel medio de la UE, y que una de las causas del mismo se encuentra en el históricamente deficiente sistema de formación profesional. En el estudio que aquí se reproduce, después de una breve referencia a la evolución histórica del sistema español de formación profesional, en el que se destacan las actuaciones de los últimos años para establecer las bases de un sistema integrado, se analizan las características de los tres subsistemas actuales, así como las posibles mejoras en el esquema de financiación, finalizando con una valoración bastante positiva de la articulación del Sistema Nacional de Calificaciones Profesionales. Nuestro sistema de formación profesional actual, configurado a partir de la LOGSE, se estructura en tres subsistemas: formación profesional reglada/inicial, formación ocupacional y formación continua. De la unión de los tres subsistemas se espera obtener un más elevado grado de aprovechamiento del capital humano que incorpora la formación profesional en cada uno de los distintos niveles. A la hora de comparar la intensidad del gasto público en los distintos subsistemas, al existir grandes diferencias en horas lectivas por curso entre los tres niveles, es necesario calcular la ratio promedio-horas, revelándose la existencia de elevadas diferencias en el gasto por alumno/hora. Con un amplio margen el gasto más elevado, así calculado, es el de formación continua (1.213 pesetas), seguido de la formación ocupacional (600 pesetas) y, en último lugar, la formación reglada (295 pesetas), con datos referidos a 1998. En cuanto a la forma de financiación, existen opiniones encontradas en cuanto a si los recursos procedentes de las cuotas de formación profesional han de destinarse únicamente a la financiación de la formación continua, en lugar de extenderse también a la ocupacional. Aparte de los argumentos de solidaridad entre empleados y desocupados, en el futuro próximo, la fuerte vinculación entre los tres subsistemas exigirá una revisión del actual modelo de financiación de la formación profesional. La profesora Pérez Esparrells propone un esquema de financiación conjunta de la formación ocupacional y continua en el que el Estado aporte el 40% de los recursos y el resto se financie con cargo a cotizaciones sociales. Como colofón, la autora considera que el Sistema Nacional de Cualificaciones Profesionales va a suponer una «auténtica revolución» de la formación profesional en España y exigirá gestionar con eficacia los recursos económicos de los que se dispone. La sección Informes y Estudios de este número se cierra con el artículo titulado «La finalización de las huelgas: Análisis de la intervención de terceros en el conflicto en España, 19861999», que firman las profesoras de la Universidad de Valencia Marco Aledo y Tamborero Sanjuan. El trabajo comienza con la elaboración de un marco teórico sobre el papel de terceros en el campo de las relaciones laborales, puesto a punto con las tendencias actuales, que sirve de referencia para un ejercicio de análisis estadístico sobre las formas de finalización de la actividad huelguística en España, tomando la información cuantitativa de la Estadística de Huelgas y Cierres Patronales que se elabora en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. El contenido tiene dos partes claramente diferenciadas. En la primera, tras unas consideraciones generales sobre las explicaciones teóricas de la intervención de terceros en los conflictos laborales, se analiza la situación vigente de la normativa española, exponiendo las dos explicaciones más significativas desde la perspectiva del análisis económico, la elaborada por Hicks 10 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOSSOCIALES 31 MAXIMINO CARPIO GARCÍA (1936), planteando las huelgas como «fruto de los errores de cálculo en relación con las posibilidades de negociación del contrario», y el modelo más moderno de Reder y Neuman (1980), denominado de los «costes conjuntos», en el que se pone el énfasis explicativo en el intento de los negociadores de minimizar los costes de la huelga, en términos de coste de oportunidad, como factor determinante de la duración y de la frecuencia de las huelgas. En la segunda parte se hace el análisis descriptivo de las frecuencias de la actividad huelguística en España, según el tipo de finalización que ha tenido: dentro del plazo establecido, por decisión de los trabajadores, como resultado de las negociaciones y a través de terceros, midiendo el peso de cada una de estas variantes en el conjunto anual, desde 1986 hasta 1999, último año disponible, resaltando el escaso número de huelgas que finalizan por la intervención de terceros en el período muestral objeto de estudio. Ésta característica la explican las autoras por la falta de tradición en nuestras relaciones laborales de un sistema de solución extrajudicial de conflictos mediante procedimientos voluntarios, la aversión por parte de los agentes económicos a la intervención de terceros en el conflicto, por razones de carácter histórico, y las características de los acuerdos estatales y autonómicos sobre solución extrajudicial de conflictos colectivos registrados en nuestro país. En la sección Documentos se reproducen la «Decisión de Consejo de 19 de enero de 2001 relativa a las directrices para las políticas de empleo de los Estados miembros para el año 2001» y el Dictamen del Comité Económico y Social sobre la «Revisión intermedia de los tres procesos en los que se apoya la estrategia europea de empleo», aprobado el 28 de febrero de 2001, como contribución del CES al Consejo Europeo que se celebró en Estocolmo los días 23 y 24 de marzo del presente año. Se cierra el Número 31 con la habitual sección de Recensiones y Bibliografía, confeccionada esta última a partir de los fondos existentes en el servicio de documentación de la Subdirección General de Estudios e Informes Socioeconómicos del MTAS en relación con la Formación Profesional en España. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 31 11