El yacimiento de La Pared (Fuerteventura),

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EL DÍA, jueves, 29 de agosto de 2013
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revista semanal de EL DÍA
El yacimiento de La Pared
(Fuerteventura),
el auténtico “Muro de Adriano” isleño
A D. Rafael Delgado y Rodríguez,
en testimonio de reconocimiento y gratitud
por enseñarnos no solo a admirar ese patrimonio
sino también a luchar activamente por su salvaguarda.
Texto: Daniel García Pulido
Fondo de Canarias Biblioteca
General y de Humanidades, ULL
dgarciap@ull.edu.es
Fotos: Yurena Sánchez y José María
Mesa
F
uerteventura, como todo
aquel espacio que acumula siglos en sus anales históricos y milenios en su
recia geografía, es una isla
plena de singularidades, de efectos y
Sección de la
pared que da
nombre a una
localidad del
municipio de Pájara,
en Fuerteventura.
características únicas que la diferencian de territorios semejantes. A su reconocido y envidiable muestrario de playas y rincones de ensueño paradisiaco
puede agregarse, sin temor a perder
calidad en las sensaciones, todo un patrimonio tangible digno de figurar en cualquier itinerario turístico nacional,
con la certeza de captar la atención de
los visitantes. La inmensa mayoría de
estos testimonios del pasado majorero
y de las Islas viven bajo una atención
y un cuidado exquisitos, tal si fueran
mediadores entre los tiempos históricos y el presente, pero existen aún
enclaves dotados de características únicas, portadores de un mensaje limpio
y directo con el ayer, que duermen y
languidecen a la espera de un tratamiento adecuado, de una lectura y un
enfoque que les devuelva su esencia.
En el municipio de Pájara, al suroeste
de Fuerteventura, la carretera conduce
al viajero inquieto hacia una localidad
cercana a la costa conocida bajo el apelativo de La Pared. La curiosidad
empuja al recién llegado a descubrir
la razón que otorga tanta importancia
a un sencillo muro como para bautizar toda una región con su recuerdo,
más aún cuando el medio rural isleño
presenta mil y un testigos de ese trabajo titánico llevado a cabo por generaciones y generaciones de campesinos, de labradores, de jornaleros anónimos, en labores de despedregado y
limpieza de las tierras volcánicas para
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jueves, 29 de agosto de 2013, EL DÍA
EN PORTADA
habilitarlas para usos agrícolas. Y
ese espíritu ávido de conocimientos
llevará al visitante ante fragmentos intermitentes de un viejísimo muro conformado por la acumulación paciente
de miles y miles de piedras sueltas,
lienzos de pared, algunos de relativa
extensión, otros desdibujados por el
paso del tiempo, que quieren llevarnos en el tiempo, aunque pueda resultar asombroso, hasta la propia
época aborigen de la isla, cuando los
majos habitaban Fuerteventura en centurias anteriores a la conquista y
construyeron esta pared en seis kilómetros de recorrido lineal para cubrir
todo el ancho de la isla, de costa a costa,
desde la localidad conocida como Laja
Blanca hasta Sotavento.
Las investigaciones y estudios arqueológicos efectuados sobre este valiosísimo testimonio del pasado prehispánico de la isla están de acuerdo en
definir el papel de esta pared como un
elemento de afirmación de la legitimidad, certificando su objetivo de servir de muro de un espacio acotado (en
este caso concreto de la península de
Jandía), marcado para unos fines específicos dentro del esquema productivo
y político de la entonces conocida como
isla de Erbania.
Existen discrepancias sobre su utilidad ya que, frente a la interpretación
de corte tradicional que pugna por su
lectura bajo la visión de la organización política dual de la isla (la de sendos reinos o bandos llamados Guize
y Ayoze), surge la versión documental que afirma categóricamente su funcionalidad pastoril, avalada por las antiguas actas del Cabildo majorero que
han llegado hasta nuestros días. En un
Entre las diversas
teorías sobre la
función del muro se
impone la pastoril.
espacio intermedio se ubica esa creencia generalizada que quiere reunir
la visión del estamento historiador y
la etnográfica, al identificar este muro como un método de aislamiento y
prohibición de entrada de ganado guanil o “de suelta”, precisando su papel
de “reserva última de pastos en situaciones de crisis ecológicas agudas”.
Con todo, lo que sobresale sin lugar
a dudas es la importancia de esta sen-
cilla pared, más cuando existen eruditos que apoyan que esa propia voz
indígena por la que era conocida Fuerteventura en épocas ancestrales (Erbania) esconde en su significado una alusión directa a este singular elemento
divisorio.
Investigaciones más recientes, nacidas del trabajo del estudioso Juan Pedro
Martín Lutzardo, apuntan en esa señalada dirección de agrupar bajo “un
rasgo distintivo y curioso” toda esta
comarca de Jandía (resultante de la fragmentación derivada por la presencia
del muro). Siguiendo las palabras de
este investigador, “el Cabildo, mientras se configuró como el único ente
administrativo de Fuerteventura, ja-
más ejerció su jurisdicción en la península de Jandía. Nunca ordenó el arreglo de camino o la limpieza de fuentes en la dehesa, no nombraba veedores,
herreteadores o cadañeros por esta zona;
es más, ni siquiera, aunque lo intentó,
cobraba el derecho de quintos, por lo
que en realidad Jandía permaneció,
hasta la constitución de los ayuntamientos, en 1833, fuera del organigrama
administrativo de la Isla, como un reino
aparte de Ayoze y Guize, propiedad
indiscutida de los señores territoriales y regida por sus soberanas voluntades o por la de los arrendatarios de
turno”.
Este aislamiento ha tenido su
reflejo y su eco en la propia identidad
sociocultural de la región, tal y como
ha recogido la arqueóloga María
Antonia Perera Betancort al apuntar
que “Jandía es la única zona de
Fuerteventura con una limitación cultural-geográfica conjunta, aunque
todavía no sepamos bien a qué concepto corresponde. Nos resulta curioso
cómo las personas que han nacido o
habitado tradicionalmente en Jandía
utilizan el concepto de “tierra adentro” para referirse a Jandía y “tierra
afuera” para nombrar el resto de la
isla”. En suma, una pared que encierra
una historia de confinamiento y de
singularidad que trasciende su sencillo significado físico.
Las publicaciones patrimoniales al
uso no dudan en afirmar que estamos
ante “uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la isla”,
prestando especial atención asimismo a ese conjunto de hasta cincuenta y cuatro construcciones asociadas al muro en todo un repertorio
de corrales, gateras, toriles... que no
de certificar, sin ningún género de
dudas, su clara función ganadera. Su
recorrido puede trazarse desde su arranque en el litoral de Laja Blanca hasta
la montaña de Pasa Si Puedes, “donde
se bifurca en dos ramales: uno orientado hacia la mencionada Laja Blanca
y otro dirigido hacia la Baja de los Erizos-Punta de Guadalupe. A partir de
este punto, desaparece, como consecuencia de la construcción de la carretera y urbanización turística de La Pared,
para reaparecer nuevamente en las laderas de las Montañetas de Pedro Ponce,
desde donde continúa de forma
ininterrumpida hasta la zona central
del istmo de La Pared, corriendo
paralela al cauce del barranco de Los
Cuchillos, en dirección a Matas Blancas”.
Desgraciadamente, todo lo explicado
hasta este punto no es causa suficiente
para que, en la actualidad, este recurso
patrimonial mantenga señalización ni
medida de protección alguna, con fragmentos importantes de su estructura
desparramados en multitud de puntos a lo largo de su línea constructiva,
seriamente amenazado por el avance
de nuevas carreteras y pistas, de urbanizaciones y obras públicas diversas.
Plenamente convencidos de la
fama de este emplazamiento entre
todos los estudiosos y enamorados del
pasado isleño, no deja de asombrarnos tristemente la pasividad vigente
ante su lenta desaparición, ante su fragilidad, ante su desprotección, cuando
desde todas las vertientes no deja de
subrayarse su aspecto tan peculiar e
interesante de nuestro pasado.
A las autoridades y hegemonías políticas les invitamos a abandonar esa
tendencia a levantar monumentos o
efigies de aborígenes atlantes, de reinventar personajes poéticos de escasa
raigambre popular, para que rescaten
esta tipología de parajes únicos que
sí dan sentido a nuestra idiosincrasia y nuestro pasado. El nacionalismo
que busca rememorar el pasado aborigen debería reconducir sus reivindicaciones hacia la salvación de estos
espacios sacralizados, siguiendo pensamientos e ideales como los de
Horacio, que fue siempre consciente
de que “tras la muerte, no es en los
mármoles conmemorativos donde
perviven el aliento y la vida de los
héroes”, sino en su memoria, en su
recuerdo vivo y efectivo, en estas piedras donde moran los espíritus de Guize
y Ayoze.
Bibliografía
MARTÍN LUZARDO, Juan Pedro: Orígenes de la propiedad en la península de
Jandía. – 2ª ed. rev.– Fuerteventura, 2003.
Patrimonio histórico de Canarias.
[textos, Antonio S. Almeida Aguiar... et
al.]. --[Canarias] : Dirección General de
Patrimonio Histórico, 1998. v.1. Lanzarote y Fuerteventura.
SCHOLZ, Stephan: “La península de Jandía, Fuerteventura”. Revista Rincones del
Atlántico, núm. 3. La Orotava, 2006. pp.
82-93.
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EL DÍA, jueves, 29 de agosto de 2013
MIS TIEMPOS DEL SUR
Arico, entre aromas
de adobo y fragancias
de esquizúchil
Con motivo de la solemne celebración en este término de las fiestas en honor
de la Virgen de Abona, Alcaldesa Perpetua de Arico y Patrona del Sur de
Tenerife, corresponde dejar cumplido registro, para tiempos venideros, de
la ceremoniosa conmemoración de dos efemérides consideradas de interés
para mayor enriquecimiento de su noble historia, tal cual lo fuera la siembra
de un esquizúchil, árbol sagrado del Santo Hermano Pedro, en el entorno
de su plaza principal, y la puesta en acción de su primera romería celebrada
en junio de este mismo año, con mucho regocijo y participación en su
monumental e histórica cabecera municipal.
Textos: Emiliano Guillén Rodríguez
(Periodista. Cronista oficial)
T
oca hoy inventariar los recuerdos de dos modernas
fechas rubricadas en este
lugar de Arico para el enriquecimiento de su honorable y digna historia.
Contamos ahora que corría entonces el presente año de 2013. Era por
junio, un junio que se ofrecía tan mágico
como todos los junios de cualquier año.
La luna apuntaba a la culminación de
su plenilunio. La máxima expresión
de luminosidad y grandeza que pudiera ofrecer, destelladas sobre un rostro siempre bordado por los volcanes,
por las erupciones y por las incontables caricias estelares recibidas como
consecuencia de muy erráticos andares. Atardecer idílico para la más
sublime y recoleta ensoñación. Esa
misma tarde, una riada humana
apostada en lugar alto, donde dormita
el oratorio otrora destinado a la
recepción de los muertos en disciplinada formación, se preparaba para
zarpar con destino y dirección a la plaza
principal.
Los grupos, las engalanadas carretas sujetas a magníficos ejemplares de
animales de labranza idóneos para roturar tierras rojas y compactas, los lugareños y los visitantes, personificando
identidades, preparaban, en tradicional
usanza, sus viandas y condumios con
esmerado celo para compartir, regalar y consumir a lo largo de un breve
pero intenso recorrido.
La travesía, haciendo honor al
contexto general, se halla aún plagada
de testimonios históricos esculpidos
en piedra. Muchas viviendas de
construcción noble y de estilo tradicional, con cubiertas de teja árabe, canaria o muslera, como se le desee llamar,
provistas de soleados patios, jalonan
el recorrido ofreciendo a todos los forasteros una fiable muestra de su solera
y raigambre. Estos y otros vestigios
labrados en piedra y en agua, sobre
luminosidades y brisas muchas veces
alegres, otras tantas juguetonas,
pacientemente van esculpiendo el hacer
paisajístico local; pero también sobre
hambrunas, sequías, angustiadas
rogativas y materiales desesperos. Para
nuestro infortunio, casi nunca sobre
abundancia generalizada.
A lo largo de la noble senda, todo
el entorno se fue impregnando con aromas de fogón entrañablemente nuestras, entre sones de cuerdas afinadas
en atinado acierto, bullicios rumorosos
y un siempre sosegado andar. Aquella venturosa tarde, en el lugar, se habían
roto todos los silencios tradicionales
que le identifican. Por doquier se representaban las estampas costumbristas,
como arrancadas de los añejados
cuadros de nuestros antepasados, o
desde los más íntimos recovecos de
sus memorias. Para revivirlos allí y ahora
con todo el nivel de afecto, cariño e
ilusión que cualquier pueblo que se
precie, para mayor honra, les debe profesar.
Hasta los mismos lavaderos públicos, presentes en el itinerario durante
aquel atardecer, abrieron de par en par
su olvidado, mudo y enjugado corazón de roca para recrearse con los encuentros humanos, con la pureza del
agua, con los azotes propinados con
renovados bríos por manos femeninas, a las prendas sobre las pulidas lajas
de sus pilas, los imprescindibles escurridos por torsión, o las cenizas blancas de inmaculado porte, trasvasadas
a las pobres urdimbres para higienizar sus propias texturas. Estos monumentos de sencillo diseño, a lo largo
del tiempo despertaron encontradas
controversias, pues fueron muy queridos y defendidos por unos, al tiempo que férreamente odiados por
otros. Para los defensores siempre fueron lugar para la profilaxis y la higiene,
testimonios de historia y lugar de comunicación social, mientras que para los
detractores significaron la simiente principal de proliferación para las siempre temidas enfermedades contagiosas.
La comitiva, con sonada parsimonia, sin prisa aparente, llega complaciente a los pies del Bautista para
recibir las mejores bendiciones en su
presencia. Luego le aguardaba la ya
generosa sombra de un esquizúchil,
árbol sagrado para muchos. Sembrado
en aquel emblemático lugar con todo
Árbol sagrado y
torre.
el mimo dispensable, una tarde fresca
de un cuarto día de febrero, con la encomiable finalidad de que vegetase feliz entre nosotros aquende los mares,
en esta su nueva orilla.
Para ese instante, nuestro emblema
botánico ya lucía un ropaje teñido en
verde intenso. Su rostro vegetal reflejaba con nítida pureza la huida de su
cuarta primavera vivida suntuosamente
sobre su nueva patria. Con el mayor
grado de afecto y esmero que permitieran nuestros sentimientos, en este
lugar, entre todos los asistentes, pródigos en bendiciones, le habíamos obsequiado nuevo asiento. El estío presente
apenas le permitió, como seguramente fuese su deseo, ofrendar a todos los
asistentes alguna que otra tímida floresta de aroma penetrante para evocar la santidad que simboliza, ungida
por siempre con las más firmes convicciones representadas en la figura
y obra de nuestro primer santo canario, a la sazón, alcalde perpetuo y hono-
rario de este término desde el 9 de mayo
de 1992. Estampas felices éstas que
unen pueblos, razas, culturas, ilusiones,
sangres y creencias, frente a un
mundo a cada paso más alejado de su
realidad y de su suelo; eliminando, sin
rasero ni mesura, cualquier vestigio
de diversidad soberana y propia. De
ambos aconteceres, escenificados
ahora por perfumes y fragancias,
sembrados uno y otro con la profundidad debida sobre suelos y sobre
almas, esperamos que enraícen igualmente, para bien de la comunidad que
los acoge, así como para la honra y gloria del sentir espiritual, que le es inherente a un pueblo cultivador y amante
de sus diferenciadas peculiaridades.
Para el recuerdo de postreros tiempos habrán de quedar testificadas
ambas onomásticas, como señalados
recuerdos dentro del contexto general local de este singular municipio
sureño, insular y tinerfeño con marcada vocación universal.
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jueves, 29 de agosto de 2013, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 892
CLAVES DEL CAMINO
AL BORDE DE LA MUERTE
Nuevos estudios sobre las experiencias cercanas a la muerte
¿CONSPIRACIÓN Y
TELEPATÍA MORTAL?
Texto: José Gregorio González
“La sinfonía de la muerte” es el revelador título
con el que una artista y músico australiana
ha bautizado a una composición musical que
reproduce los sonidos descritos por quienes
han vivido experiencias cercana a la muerte.
A ello se suma como novedad destacable en
este mismo terreno las investigaciones llevadas a cabo en Michigan sobre la prolongación
de la actividad cerebral en ratas que habían
sido sacrificadas segundos antes. Ambos estudios nos sitúan más cerca de lo que ocurre
al morir.
E
l fenómeno de la muerte y el morir
continúa siendo fuente de interés,
de una singular y poliédrica fascinación que lleva al hombre actual a observarlo e intentar estudiarlo desde los más diversos frentes. Las llamadas experiencias cercanas a la muerte (ECM),
de las que nos hemos ocupado en diversas
ocasiones en Claves del Camino, son uno de
los fenómenos más peculiares y controvertidos, en la medida en la que hasta el
momento parecen constituir la última frontera entre la vida y la muerte. El porcentaje
de personas que “retornan” de la muerte parece
aumentar en conexión con la mejora de la medicina y las técnicas de resucitación artificial,
y casi siempre el relato de quienes lo hacen
y han vivido una ECM coincide en sus elementos nucleares: salida de un doble o conciencia del cuerpo, observación del cuerpo
físico yacente, visión y desplazamiento por
un túnel o zona oscura que aparece iluminada
al final, y encuentro con familiares fallecidos
o algún tipo de entidad que se percibe como
espiritual. Después, el retorno brusco al cuerpo
físico y el recuerdo consciente de una vivencia que no encaja.
Actualmente están en marcha diversos estudios que buscan arrojar algo más de luz sobre
este asunto y clarificar si las explicaciones neurofisiológicas y psicológicas propuestas para
racionalizar estas vivencias son suficientes
o necesitamos apostar por una conciencia no
local y la supervivencia como explicaciones.
Mientras tanto, nos encontramos con estudios tan interesantes como el de la compositora e investigadora australiana Saskia
Moore, que ha logrado sacar adelante en su
Melbourne natal un singular proyecto musical, consistente en reproducir de la forma más
fidedigna posible los sonidos que aseguran
escuchar quienes han vivido experiencias cercanas a la muerte.
En las ECM, además de las reseñadas visión
del propio cuerpo, del túnel o el encuentro
con entidades, se suele comunicar la percepción
de sonidos indescriptibles, que en ocasiones
toman la forma de armoniosas melodías, afinadas campanas, voces casi angelicales,
zumbidos e incluso truenos. Esos sonidos del
“más allá” aparecen también en fenómenos
como el viaje astral o en experiencias místicas. De hecho, el propio Raymond Moody, mé-
Una de las historias asociadas al
misterio más insólitas de estos últimos meses tiene Turquía como escenario. El asombro y la incredulidad de
los responsables de la Oficina de Inspección General del primer ministro
de Turquía no debieron ser suficientes para desestimar la posibilidad de
que la muerte de cuatro ingenieros
pudiera tener que ver con la telepatía. Esa hipótesis, planteada por el
neuropsicólogo Nevzat Tarhan, ha sido incluida en el informe de la investigación que durante un año ha llevado a cabo el gobierno de Recep
Tayyip Erdogan con el objetivo de esclarecer los detalles de los suicidios
protagonizados por estos profesionales. Los jóvenes ingenieros, que
trabajaban para el gigante de la industria de defensa ASELSAN, especializado en electrónica militar, murieron sucesivamente en un periodo
de 14 meses entre 2006 y 2007, tras
haber sido sometidos a tratamiento
psicológico. El experto en criptología
Hüseyin Basbilen, de 31 años, abrió la
lista al aparece en su coche con la
garganta y una muñeca cortada en
agosto de 2006. En enero de 2007 el
joven ingeniero eléctrico de 29 años
Halim Ünsem Ünal fue encontrado
muerto en el interior de su coche con
un tiro en la cabeza y una pistola que
había pertenecido a su padre. Ocho
días más tarde, el también ingeniero
eléctrico EvrimYangeken, de 26 años,
se precipitó desde el balcón del apartamento en el que vivía con sus padres, cerrando la funesta lista en octubre de 2007 el experto en software
Burhanettin Volkan, que según el informe preliminar se quitó la vida con
su arma reglamentaria mientras hacía el servicio militar. Curiosamente,
Basbilen y Volkan se había casado
apenas dos meses y cuarenta días antes de sus respectivas muertes, y Ünsem pretendía hacerlo tres días después, lo que, junto a otros aspectos,
hace difícil aceptar la tesis del suicidio. Al parecer, y según el informe
preliminar, no parecía haber conexión entre los ingenieros ni trabajaban en proyectos especialmente significativos, aunque otras fuentes
apuntan a que al menos tres de ellos
se encontraban perfeccionando un
sistema revolucionario para los F-16.
Para Tarham, la posibilidad de una
acción a distancia a través de telepatía o telequinesia no es descartable,
según declaró el pasado 6 de agosto
al periódico turco Hürriyet Daily
News, que podría “causar graves dificultades y dolores de cabeza en las
víctimas, dándoles una tendencia a
quitarse la vida. Las ondas pueden
ser enviadas a 1,5 km de distancia y
podrían conducir a las víctimas hacia
un estado de ánimo suicida”, afirmó
Tarhan. Ahora es la Fiscalía de Ankara
la que debe aclarar unas muertes
que, al menos por el momento, nadie
sabe si clasificar como asesinato o
suicidio.
Las personas que han pasado
por una experiencia cercana a
la muerte hablan de visiones
de un túnel o pasillo. Junto a
estas líneas, Saskia Moore.
dico y autor de varios libros clásicos sobre estas experiencias,
puso de relieve la frecuencia
con la que un “zumbido” interior acompaña a las ECM en sus
primeros instantes. Los protagonistas se topan con serias dificultades
a la hora de expresar o describir lo que
oyen, manifestando que a veces esos sonidos se pueden llegar incluso a “tocar” o “ver”.
Intrigada por todo ello, Moore ha estado trabajando en los últimos años en un proyecto
sonoro al que ha denominado “Symphony Dead,
con el que ha intentado aproximarse a lo que
se oye en ese estado de crisis vital. Para ello
ha trabajado con los testimonios de resucitados, médicos, investigadores y expertos en
religiones, descubriendo que existen pautas
comunes con independencia de la cultura,
la edad o la religión, logrando una composición electrónica que presentó hace poco en
el Centro de Arte de Melbourne. “Es un sonido
sintético digital –así es como muchas personas lo describen–. Muy hermosa, a menudo
como un sonido coral pero con las notas sostenidas. Algunos decían que era melódica, casi
como campanas, pero no como las campanas de una iglesia ni religiosa”. El lector interesado puedeescuchar un fragmento en
h t t p : // w w w. a r t s c e n t r e m e l bourne.com.au/media/1546972/dead_symphony_excerpt__live_.mp3
Otro nuevo estudio reseñable, aunque de
corte muy diferente, ha venido a alimentar
en los últimos meses las llamas de la controversia
acerca del posible origen de ciertos fenómenos
relacionados con las ECM. Aunque no era ese
el objetivo, lo cierto es que el hallazgo de una
intensa actividad eléctrica coherente con la
actividad consciente en el cerebro de ratas
cuyo corazón llevaba parado 30 segundos, invita
a reconsiderar ciertos aspectos de esta casuística.
El trabajo realizado por un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Michigan fue
dado a conocer a primeros de
este mes de agosto a través de
la revista Proceedings of theNationalAcademy of Sciences,
alcanzando un espectacular eco
mediático al barajarse la posibilidad de extrapolar a los seres humanos esa actividad eléctrica que acompaña a la muerte de los roedores. Un total de
nueve ratas fueron anestesiadas y se les indujo
un paro cardiaco, monitorizándose su actividad cerebral con electroencefalograma. Tras
detenerse su corazón y dejar de bombear sangre y oxígeno, los neurólogos dirigidos por
Jimo Borjigin comprobaron que durante
treinta segundos el cerebro presentaba una
alta actividad eléctrica en las seis regiones controladas, una actividad similar a la que presentaban en los controles previos al experimento. La comunidad científica sospechaba
desde hace tiempo que esa actividad podía
existir, aunque obviamente nunca ha podido
ser medida en seres humanos ni se esperaba
encontrar en el experimento con animales tal
grado de intensidad. El hallazgo ha sido acogido con entusiasmo por los sectores que presentan una postura especialmente combativa
hacia los componentes inexplicables de las
ECM, dado que un argumento en favor de tal
extrañeza ha venido siendo precisamente el
nivel de realismo y conciencia de las vivencias que han sido comunicadas en pacientes
en situación de muerte clínica, una conciencia
incompatible con el paro cardiorespiratorio
y la presumible ausencia de actividad cerebral.
Aunque este descubrimiento invita a revisar tal premisa, y quien sabe si a intentar de
algún modo “ético” replicar este experimento
en humanos, la inmensa mayoría de los científicos han advertido sobre lo temerario que
resulta especular sobre los que dichas ratas
han podido experimentar, así como sobre la
legitimidad de extrapolarlo a los humanos.
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