indican que hay que cuidatse de sacar conclusiones demasiado rápidas de carácter general, por ejemplo, la de una modernización general en el sentido de un desplazamiento de los delitos contra las personas hacia los delitos contra la propiedad. Hay que distinguir muy claramente entre las instancias de la justicia que atienden los casos de la delincuencia. De la misma manera hay que matizar estas grandes categorías de delitos contra la propiedad, delitos contra las personas o delitos con violencia, antes de atreverse a formular tesis más amplias sobre el carácter y la transformación de las conductas delictivas. También en este punto pueden ayudar los análisis en los ámbitos pequeños. IV. La violencia rural cotidiana ante los tribunales Una muestra de los Libros de sentencias de la Audiencia provincial de Badajoz puede arrojar algunas condusiones sobre el catácter de los delitos con violencia contra las personas, tal como se sustanciaron en el nivel de la jurisdicción provincial. En 1919, un año al final de nuestro periodo de investigación, se dictaron 262 sentencias en las secciones, de las cuales 97 en casos de delitos contra las personas (37%) y 118 en delitos contra la propiedad (45%)74. La mayor parte de los delitos contra las personas la constituían las lesiones y los disparos, en total 69 casos (71%), 16 lesiones graves y 34 menos graves, 19 delitos de disparo, de los que 12 sin resultado de lesiones75. Todavía en 20 casos (21 %) se trataba de homicidios, que se producían en situaciones comparables a las de las lesiones76. Sólo dos de estos casos fueron asesinatos; en uno se trataba de un infanticidio. 74. Ia Audiencia provincial de Badajoz 1919, 1.' y 2.' sección. En los delitos concra la propiedad, no se han concado 11 delitos por caza y pesca funiva, porque, según las categorías de la Etradútica criminal, han sido considerados como «delicos espéciales.. 75. Como «lesiones menos graves» se consideran aquellas que cienen como consecuenica entre dos y cuatro semana de incapacidad laboral o de tracamienco médico continuo (CP art. 431, 433). 76. Véase Escalada y Carabias sobre la provincia de Cáceres: según él, las lesiones corporales y los delitos con resulrado de muerce se producen por lo general en las mismas circunsrancias; el mocivo y las consecuencias discrepan bastante (Criminalidad, pág. 77). 171 La violencia contra las petsonas que se sustanciaba en los procesos penales ante la Audiencia de Badajoz era casi exclusivamente un asunto de hombres, era sobre todo una violencia de las clases bajas y una violencia que tenía lugár a la luz pública en las calles de los pueblos. De 69 encausados por lesiones corporales o por utilización de armas de fuego sólo dos eran mujeres. Como víctimas de la violencia sólo se citaba a la mujeres ocasionalmente, la mayor parte de las veces pertenecientes a la familia. En cuanto al oficio de los delincuentes, en la mayoría de los encausados figuraba «obrero agrícola/jornalero» (en 48 de 76 casos, es decir, en más de160%; había sólo cuatro labradores junto a algunos obréros ganaderos (dos pastores, un esquilador) y artesanos como herretos ( 3), albañiles (2), zapateros ( 3) y personal de vigilancia municipal y privada (2 policías y 2 guardas de campo). Minoría entre los encausados eran dos estudiantes, causantes de accidentes de tráfico con daño en las personas y profesiones «independientes» como hospedero o comerciante (un encausado de cada oficio). Ante los tribunales apareció un corte transversal de las clases bajas campesinas. No eran matones juveniles, sino hombtes de mediana y joven edad. Sólo seis de los encausados tenían menos de 18 años, y 31 tenían entre 19 y 30 años, de los cuales 15 eran mayores de 25. Así y todo 23 tenían entre 31 y 40 años y 14 tenían entre 41 y 50. La violencia física pertenecía claramente a las formas de relación en ese mundo de hombres, aun cuando no fueran necesariamente cotidianas, y caía en las manos de la justicia estatal cuando se ejercía en un espacio público: 47 de los 69 casos tuvieron lugar dentro del pueblo, sólo dos ellos dentro de las casas. El lugar era muy frecuentemente la calle (en 33 casos); se mencionan continuamente los centros de la vida social: la plaza, el paseo, es decir, los puntos de encuentro de la gente para el paseo de la tarde, la fuente del pueblo, el rodeo de feria. Aparecen casos de riñas que se desplazan desde las casas a la calle, conviertiéndose en casos para la policía y la justicia. La violencia en la familia, con la puerta cettada, nunca llegaba a los tribunales. El Estado no invadía en estos casos la esfera 172 privada. La taberna como lugar de reunión y esparcimiento de los hombres jugaba un papel importante en la topografía de los conflictos (con doce casos). La violencia durante el tiempo libre adquirió una significativa importancia. En 24 casos se indicaba expresamente la noche como el tiempo del delito. La estación anual preferida no era el suave invierno, época de lluvias y de crisis laborales endémicas, sino los meses calientes entre mayo y septiembre, puntos álgidos y de distensión del ciclo agrario. EI alcohol desempeñaba su papel, aunque limitado. Doce de los encausados estaban borrachos en el momento del delito o eran alcohólicos reconocidos. Sólo doce casos tuvieron lugar fuera de los pueblos en el campo. En estos casos, los conflictos por el trabajo y la subsistencia estaban en el trasfondo: peleas por los derechos de pasto, daños a los campos, modalidades del arrendamiento, caza o robos en el campo. Es una pena que los Libros de sentencias sean casi siempre muy lacónicos en sus indicaciones de las circunstancias de las peleas. Pero hacen lógico suponer que las peleas personales, sobre todo, que se convertían fácilmente en violencia declarada, encontraran su final ante los tribunales. Los accidentes que se registraban como delitos de lesiones juegan un papel secundario (seis casos). No se trata de una violencia anónima, sino más bien de peleas que sucedían por lo general en el estrecho círculo de la familia, del vecindario, de los amigos y conocidos, con lo que no salían de los límites del pueblo o de la clase. Sólamente dos de los 76 encausados procedían de un pueblo diferente al del delito, y en ambos casos se trataba de lugares vecinos. También la distribución regional apunta a ese hecho de que se pudiera abarcar el mundo en que se vivía: aparecen pueblos pequeños y medianos, estando infrarrepresentadas las agrociudades grandes". Los conflictos con condicionamiento de clase 77. Una comparación de la discribución de la población por el camaño de la localidad según el Censo de 1920 y por los pueblos en los que se comerieron los 69 casos invescigados arroja lo siguiente: lugares hasta 1.000 habicances: 0'3% (11'S%), entre 1.001 y 5.000 habicances: 39'3% (39'1%), encre 5.001 y 10.000 habicances: 22'8% (2'0%), más de 10.000 habicances: 35'0% (20'3%) (encre paréncesis la disrribución de los casos). 173 parecen que se producían sobre todo en discusiones en el campo libre, como por ejemplo las peleas entre los ladrones de los campos y el arrendatario de una dehesa, a causa de conflictos que se producían continuamente desde años anteriores en circunstancias similares y muchas veces con resultado de muerte, y en el que podían ser víctimas de •la violencia ambas partes. Pero, si no, la agresión a las personas se origina mayormente en la defensá del honor y las mujeres; las cuales son más bien menos víctimas qúe motivo de la violencia que termina ante los tribunales. En las riñas se apalean y echan mano de las armas para defender y fortalecer la «dignidad, la fuerza y el honor»'$. La violencia irrumpe en la conducta de los hombres en la familia y en el tiempo libre. Los motivos de las peleas más mencionados son globalmente cuestiones personales (en once casos), que, por supuesto, pueden provenir también de cuestiones como, por ejemplo, una discusión por deudas o por desacuerdos en el comercio del ganado (estos motivos se mencionan dos veces cada uno). Las armas eran rudimentarias, de fácil manejo e indican el carácter cotidiano, inmediato, de la violencia. Piedras, palos y garrotes se mencionan como armas nueve veces, tespectivamente, quince veces se mencionan las armas blancas, casi siempre navajas, que cualquiera llevaba consigo como un instrumento cotidiano. Pero en 18 casos se echó mano de una pistola o de un revólver, lo que permite intuir la amplia difusión de armas de fuego, que difícilmente podían servir para flnes prácticos de la caza. Sólo en tres casos se disparó con una escopeta. Los desplazamientos en cuanto a la cualidad y la proporción de la delincuencia contra la propiedad y con violencia ya han sido interpretados a veces, como se ha dicho más arriba, con teorías de la modernización por parte de criminólogos, científicos sociales y publicistas del último siglo. Estos enfoques se pueden encontrar 78. Véase Bosco, Delirrquenza, pág. 87. 174 todavía en los investigadores actuales de la delincuencia histórica79. E. Le Roy Ladurie ha constatado, especialmente sobre la base de investigaciones sobre la Normandía, el fuerte retroceso de la criminalidad con violencia de los campesinos como el fenómeno más importante en la evolución de la criminalidad en la Francia del siglo XVII y XVIII, y ha formulado la tesis de la transición de una «criminalité de masse, occasionnelle et violente» a una «criminalité des marges et des franges» de delincuentes profesionales contra la propiedad. Para explicarla ha procurado procesos demográficos, culturales y psicosociales80. L. Stone aporta dos grandes modelos explicativos para la disminución de los niveles de delitos con muerte en Inglaterra desde la Edad Media al presente, que había señalado T.R. Gurr: uno el «proceso de civilización», como un «complex cultural shift» con origen en las élites sociales, y, el segundo, la progresiva sustitución de una sociedad feudal guiada por los valores del honor y el estatus por una sociedad burguesa, orientada por la propiedad y las relaciones de mercado81. H. Zehr argumenta con una teoría de la modernización, que coloca en el centro de atención el proceso de industrialización y el proceso de urbanización, para háblar de la «modernización» de la criminalidad en Alemania y Francia en las décadas en torno al cambio de siglo: los delitos con violencia contra las personas se estancaron o dis- 79. EI viejo ceorema de la modernización, de un cambio de la criminalidad con violencia a una criminalidad contra la propiedad, surge con nuevas formas en la investigación actual como «violence-to-theft» -la única «major theory^ y«one of the earliest in the history of crime»- para explicar «long cerm changes in che paccern of prosecuced crime» en el proceso de civilización de la Europa occidental (Spierenburg, en: Hittorical Ruearch, pág. 71 y ss., que esboza brevemente las líneas principales del debate). Se aplicó primeramence en Francia para analizar las transformaciones de la conducta delictiva en los comienzos de la Edad moderna, pero también se sigue ucilizando en trabajos históricos sobre la criminalidad en sociedades en proceso de induscrialización. 80. Le Roy Iadurie, Dúroittance. También Foucault se refiere a Le Roy Iadurie cuando quiere formular para el siglo XVIII una desplazamienco de la gravedad de los delicos con violencia a delitos de estafa, como parte incegrante de un complejo mecanismo de desarrollo pr°ductivo, aumento de la riqueza y de una valoración moral y jurídica de las relaciones de propiedad, encre otros fazcores. (Foucaulc, ^berwachen, pág. 99)• 81. Véase Stone, Vinlence, pág. 29 y s. 175 minuyeron, y aumentaron los delitos contra la propriedad, como el hutto82. E. Weber ha intentado proyectar un panorama de la criminalidad rural en la Francia del siglo XIX y se ha apoyado en la contraposición campo-ciudad: en el campo, especialmente en zonas apartadas y«retrasadas», además de los frecuentes delitos de hurto, predominaba una criminalidad «primitiva», caracterizada por la violencia, disputas personales sin «ningún motivo», como se dice en los expedientes judiciales de la época, que terminaban fácilmente en un final sangriento e incluso de muerte. Weber ha intentado también una explicación con la ayuda de un especie de tesis frustración-agresión. La frecuencia de estos actos violentos «occurring without apparent cause», según él, hace pensar en el «the pent-up anger and resentment of the hopeless, which too long contained finally broke out in a blind violence that offered some relief»83. Esta explicación sociopsicológica, que atribuye a la violencia la función de válvula de escape y descarga para las oprimidas clases bajas, es muy difícil de probar en Extremadura con las fuentes existentes84 y es ciertamente demasiado unilateral. Los casos sustanciados en la Audiencia de Badajoz de lesiones corporales y otros delitos con violencia contra las personas muestran realmente un mundo premoderno, «primitivo», en el que se pasa fácilmente el umbral de la violencia física, directa. Los motivos pueden parecer nulos e insignificantes en la perspectiva de sus coetáneos «ilustrados» y de las generaciones posterioresSS, pero dan de lleno en el centro de los valores, de las actitudes básicas y de las propias ideas sobre sí mismos de un «rudo mundo de hombres». 82. Véaze Zehr, Crime; cricica esca tesis de la «modernización^ del delito Johnson, Crime Rate. 83. Weber, Pearanu, pág. 58. 84. Y lo es cambién ,por lo demás, con laz fuences que cica Weber. 85. «Los casos de asesinaco, homicidio y lesiones corporales tienen en su mayoría motivos insignificantes, imptobables, nulos» (Memaria del Fitcal del Tribunal Supremo 1911, pág. XVII). 176 Las cifras de la estadística criminal española podrían apuntar a una «modernización» de la delincuencia aproximadamente en el sentido de Stone en la tendencia nacional, a un mantenimiento de las formas tradicionales de comportamiento en el caso de la provincia de Badajoz y a una división norte-sur en la delincuencia contra la propiedad y la delincuencia con violencia. Aquí, sin embargo, podtían aportar resultados fiables investigaciones comparadas más precisas que tomaran en cuenta otras fuentes. Es llamativo, en todo caso, la diferencia en la distribución de los «tipos de delincuencia» en las dos intancias de la justicia ptovincial. Una explicación para el gran peso que tienen los delitos contra las personas en la Audiencia podría estar en el «carácter público» de los delitos de lesiones y de homicidio, lo que significa un nivel elevado de instrucción. Hay que poner una cifra oscura considerable en los hurtos, al menos en los hurtos en los campos, los cuales,como las lesiones cotporales en los delitos con violencia, constituyen el delito masivo entre los délitos contra la propiedad. El análisis de los delitos con violencia sustanciados en la Audiencia de Badajoz permite echar una ojeada a la vida cotidiana, a las normas y a los conflictos de las clases bajas, que para un historidor serían muy díficiles de percibir o reconstruir por otros caminos. Falta saber si las formas y los motivos de las manifestaciones de violencia de las clases bajas campesinas en la periferia de España se diferencian claramente del comportamiento, por ejemplo, de los mineros asturianos o de los obretos siderúrgicos vascos. Se puede traer fácilmente el cliché del «macho mediterráneo» de sangre caliente, que echa mano rápidamente de la navaja o la pistola. Pero, sin embargo, este procedimiento no aporta ningún conocimiento nuevo. Lo mismo vale para las tesis generales de la modernización. La delincuencia contra la propiedad no es, per te, más moderna que la delincuencia contra las personas. En el Badajoz del cambio de siglo tienen un puesto sólido determinadas formas de ambos grupos de delitos y ellas tienen su significación concreta en la sociedad «ptemoderna» de la provincia. 177