CUANDO LOS MUERTOS REGRESAN

Anuncio
(Población indígena y festividad de muertos
en el Estado de México)
Eduardo Andrés Sandoval Forero Cuadernos de cultura universitaria /8
Eduardo Andrés Sandoval Forero CUANDO LOS MUERTOS REGRESAN
Población indígena y festividad de muertos
en el Estado de México
Eduardo Andrés Sandoval Forero
“Año de Horacio Zúñiga”
Universidad Autónoma del Estado de México
1997
Eduardo Andrés Sandoval Forero UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO
M. en A. Uriel Galicia Hernández
Rector
M. en S.P. Ezequiel Jaimes Figueroa
Secretario Académico
M. en PI. Gustavo Segura Lazcano
Coordinador General de Difusión Cultural
Lic. Ma. Del Carmen Maldonado de Marco
Responsable del Programa Editorial
M.I.T. Marcelino Castillo Nechar
Responsable del Programa de Investigación Cultural
2da. Edición 1997
© Derechos Reservados
Universidad Autónoma del Estado de México
Av. Instituto Literario No. 100 Ote.
Toluca, Estado de México
50000, MÉXICO
Impreso y hecho en México
Printed and made in MÉXICO
ISBN 968 835 370-1
Eduardo Andrés Sandoval Forero ÍNDICE
7
PRÓLOGO
9
INTRODUCCIÓN
15
CELEBRACIÓN DEL DÍA DE MUERTOS
16
18
23
Antecedentes universales
29
ACULTURACIÓN EN MESOAMÉRICA
31
33
36
38
41
43
48
51
54
56
63
68
69
La tradición mexicana
Referencia a una práctica tradicional
generalizada en México: el culto a la muerte
Importancia de la festividad
Algunas creencias
Prácticas religiosas
Concepción de la muerte como vida cotidiana
Sobre la muerte en el tiempo festivo
¿POR QUÉ EL CULTO A LOS MUERTOS?
Formas de participación
Las ofrendas
Elementos de la ofrenda y su significado
El ritual y sus espacios
Desestructuración en las comunidades
Dimensión económica de la festividad
El cementerio como espacio religioso, social
y económico
Eduardo Andrés Sandoval Forero 73
A MANERA DE CONCLUSIONES
77 Anexo 1. Comunidades abordadas
78 Anexo 2. Ofrenda mazahua
79
Ofrenda otomí
80 Anexo 3. Guía para el trabajo de campo en las
festividades del día de muertos
84 Anexo 4. Vocabulario otomí de algunas palabras
utilizadas en la festividad del día de
muertos.
85. Anexo 5. Calendario ceremonial de la festividad
del día de muertos Tejupilco.
87
BIBLIOGRAFÍA
Eduardo Andrés Sandoval Forero PRÓLOGO
En todos los tiempos de la existencia humana se han
practicado ritos y ceremonias, pero la organización sociocultural, económica y el mismo entorno natural de los grupos
humanos les imprimen particularidades que las diferencian, a
pesar de que nos parecen similares; de tal manera que hechos
como el nacimiento, el matrimonio o la muerte suelen tener
diversas explicaciones. La muerte, como hecho ineludible
que acaece a todo ser humano, se viva, interpreta y hasta se
representa de múltiples formas.
Con la conquista y el mestizaje, la cosmogonía
indígena cambia respecto a la vida y a la muerte, sin
embargo, ese proceso de aculturación generó sincretismos
que aún en la actualidad observamos en manifestaciones
como la pintura, escultura, artesanías, dazas, fiestas, trajes,
mitos y leyendas, y en la religión misma; impuesta y
desarrollada como producto de tal mestizaje que integró lo
prehispánico con el cristianismo.
El rito y/o celebración del día de muertos en las
comunidades indígenas, religiosamente matizado, no es un
culto propiamente a la muerte fisiológica sino fiesta
destinada al retorno de los antepasados y difuntos. La
festividad, por lo tanto, es recrear un conjunto de hechos
económicos, políticos, sociales y culturales complejamente
entrelazados, que fomentan la cohesión social,
fortalecimiento y refuncionalización de dichas comunidades.
Eduardo Andrés Sandoval Forero La investigación, en este sentido, aporta una visión
que conjuga el dato de la realidad con la comprensión
conceptual del hecho; interpretando fenómenos sociales
manifiestos en la celebración de l día de muertos en diversas
comunidades mazahuas y otomíes del Estado de México.
Hechos y fenómenos como ritos, ceremonias, cosmogonía,
identidad y cultura, entre otros, constituyen los ejes de
análisis en el presente trabajo; por ello estamos seguros de
que el rescate del presente trabajo, en el Programa de
Investigación Cultural, será valioso no sólo para el estudioso
de esta área del conocimiento, sino para la población en
general, ya que describe otra manifestación de nuestra
cultural que quizás no sea suficientemente conocida y de la
cual formamos parte ciertamente.
Marcelino Castillo Nechar
Eduardo Andrés Sandoval Forero INTRODUCCIÓN
El compromiso con la sociedad es una de las
funciones ineludibles de los investigadores sociales y de las
instituciones educativas. En lo particular, una forma de
materializar este principio es la disfunción del patrimonio
histórico y cultural de la nación, contribuyendo de esta forma
al fortalecimiento de la identidad histórica y social del
pueblo mexicano.
La construcción de la historia tiene como una misión
importante, en lo concerniente al ámbito cultural, forjar la
identidad de la nación a partir del devenir histórico. Se trata
de una construcción global que implique todos los elementos
rescatables tanto de la cultura material como de la espiritual.
La práctica antropológica en México ha tenido, en
todo su transcurrir, relación directa con los conceptos, los
principios y las experiencias en torno a la nación, la cultura
nacional, lo indígena y la cultura en general como objeto de
estudio. Ésta ha sido una dinámica de la disciplina que ha
respondido a lo ya señalado, la cual en sus mayores auges
permitió abrir brecha con diferentes organismos estatales
dentro de ese contexto nacional de desarrollo desigual. La
reconstrucción de pirámides, monumentos, rescate de
maravillas arqueológicas, documentos, etc., y junto con todo
ello su conservación, son muestras elocuentes de los grandes
momentos de concentración del patrimonio histórico, lo que
cimentó las bases de lo es el México de hoy. Quizás los
museos, nacionales y estatales de antropología, son los
ejemplos más evidentes de esa construcción histórica.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Cuando se trabaja en la reconstrucción indígena,
participan los más brillantes exponentes de la antropología
de ese tiempo, donde se resalta lo indígena como la cultura
sobreviviente del México pasado. Se crean escuelas de
antropología y diversos organismos como el Instituto
Nacional Indigenista donde fue preocupación del conjunto
de la sociedad y del estado, a recuperación del pasado
indígena.
La lógica del quehacer antropológico desarrolló las
áreas de investigación, la enseñanza y la difusión en torno a
los distintos grupos étnicos ya no del pasado, sino del
presente. El esfuerzo teórico que se ha venido realizando
durante muchos años, ha generado una producción
antropológica fogueada en el análisis de la realidad en las
comunidades indígenas, respondiendo la investigación a los
problemas nacionales.
Podemos entender la producción de la antropología
en México, como todas aquellas teorías que han sido
elaboradas a partir del conocimiento directo, no sólo de lo
indígena, sino de todo el conjunto nacional, correspondiendo
a la concepción de nación y de cultura nacional.
Con las premisas anteriores es posible afirmar que la
disciplina antropológica es pilar central en la construcción de
la identidad nacional y cultural mediante la apropiación y
difusión de sus bienes histórico-culturales. Pero la
antropología, como ciencia totalizante, abarca las
dimensiones temporales del pasado, el presente y el futuro,
estudiando en lo concreto las diversas relaciones que se
establecen entre los hombres. El antropólogo, al investigar
las totalidades sociales, lo hacen abocándose a problemas
particulares que se presentan en el interior de una de éstas.
En este tenor, y fieles al compromiso con la sociedad,
estudiamos a los grupos étnicos del Estado de México como
totalidad social particular, tomando en cuenta su relación con
la sociedad nacional. Sin embargo, delimitamos aún más el
Eduardo Andrés Sandoval Forero nivel de los investigado, al definir en la presente
investigación el estudio sobre uno de los más representativos
valores, muestra de una cultura sólida, viva y presente de los
grupos étnicos del Estado de México: la celebración del día
de muertos.
Los motivos, imágenes, creencias, hábitos,
costumbres y celebraciones recorren los siglos gentiles y
cristalinos del mestizaje cultural entre lo nativo y lo
hispánico. Las celebraciones, acompañadas del florido
panorama, pasan a ser un estremecimiento para culturas y
civilizaciones diferentes a la mexicana. Esto es lo manifiesto
de un pueblo que mantiene y revitaliza sus traiciones, siendo
lo latente, no sólo la funciones religiosas, sino también la
cohesión social, son sus respectivas relaciones económicas y
sociales.
El resultado de la investigación presentada en este
trabajo es producto de una doble labor. Por una parte el
trabajo de campo y por otra la comprensión teórica sobre lo
estudiado.
El trabajo de campo fue realizado por los alumnos de
la Escuela de Antropología durante el período comprendido
del 26 de octubre al 5 de noviembre de 1990 en diferentes
municipios del Estado de México con asentamientos
indígenas mazahua y otomí. (Ver anexo de comunidades).
Para el trabajo de campo, el responsable del presente
estudio elaboró una guía dirigida a la obtención de
información sobre la festividad del día de muertos. El
propósito de ésta fue proporcionar, a nivel de instrumento, la
realización de la investigación contando con una
clasificación que permitiera ordenar el material obtenido. Se
clarificó que su uso en el trabajo no era de carácter riguroso
y que, como tal, representaba justamente una guía para la
observación y recabación d información. Esto por lo tanto,
implicaba que se estuviera sujeta a la incorporación de
Eduardo Andrés Sandoval Forero cualquier tipo de información no contemplada originalmente.
(Ver anexo-guía de trabajo de campo).
Asimismo, se precisaron aspectos tales como el tipo
de población; de comunidad; prácticas religiosas; concepción
sobre la muerte en tiempos festivos; por qué se realiza el
culto a los muertos; dónde se rinde el culto; los espacios del
ritual; la organización; tipos de ofrenda; participación; entre
otros.
El trabajo teórico posibilitó comprender cuáles son
las formas y cómo pueden ser entendidas las comunidades
indígenas en su conjunto social en relación con la festividad
del día de muertos.
Se transitó en el estudio de las formas de
socialización que nos permiten advertir los mecanismos en
los que los grupos familiares se integran a las
normatividades expuestas previamente por el conjunto de la
comunidad. En esta parte se determinan conceptos y
categorías como: cohesión social, ritos, ceremonias,
cosmogonía, identidad y cultura. La familia en el contexto
del estudio, representa una variable en la capacidad de
adaptación de los individuos a los lineamientos establecidos
por la comunidad.
Por último, es necesario expresar un especial
agradecimiento a los alumnos de la Escuela de Antropología,
quienes, gracias a su empeño y entusiasmo en el trabajo,
pudieron llegar a integrarse a los espacios previstos desde el
inicio de esta investigación. Igualmente merecen nuestro más
sincero agradecimiento los indígenas de las comunidades
que nos albergaron, ofreciéndonos su amistad y hospitalidad,
sin la cual no hubiera sido factible la realización de este
trabajo.
Es importante destacar que en la presente
investigación los alumnos y maestros que participamos
convivimos con las comunidades indígenas, observamos
directamente todo lo que acontece en su vida cotidiana y
Eduardo Andrés Sandoval Forero fuimos receptores directos de sus comunicaciones y
discursos. Estas es la técnica llamada en jerga antropológica:
observación participante.
Resulta de interés señalar que esta técnica
privilegiada de la antropología, por aplicarse directamente en
el acontecer de os hechos, nos permitió aprender no
solamente del discurso expresado por los indígenas, es decir,
de lo que manifiestan, sino también de los silencios que en
muchas ocasiones son tan elocuentes como la expresión de
las palabras.
Esta otra manera de escuchar la aprendimos en el
trabajo de campo, lo que nos ha permitido entender los
hechos sociales y culturales en una dimensión más amplia y
multifacético, alcanzando la construcción del objeto
científico previa elección de determinados hechos
construidos como fenómenos susceptibles de estudio de la
antropología.
Para la presente reedición, corregida y aumentada, se
ha incorporado un análisis sobre el tema por parte de
Marcelino Castillo Nechar, responsable del Programa de
Investigación Cultural, que sirve como marco de referencia
al problema abordado y que comprende lo relativo al título
de la “Celebración del día de muertos” hasta “Referencias de
una práctica tradicional generalizada en México: el culto a la
muerte”.
Eduardo Andrés Sandoval Forero.
Eduardo Andrés Sandoval Forero CELEBRACIÓN DEL DÍA DE MUERTOS
…para el mexicano moderno la muerte carece de
significación. Ha dejado de ser tránsito, acceso a
otra vida que la nuestra. Pero la intrascendencia
de la muerte no nos lleva a eliminarla de nuestra
vida diaria. Para el habitante de Nueva Cork, París
o Londres, la muerte es la palabra que jamás se
pronuncia porque quema los labios.
El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla,la
Acaricia, duerme con ella, a festeja… (O. Paz)
Año con año, el mexicano revive una celebración tan
ancestral como espléndida: el culto a la muerte; en que la
creatividad y el ingenio popular se manifiestan para recordar
a los deudos; en esta celebración el ciudadano común
persiste en burlarse de la muerte haciendo de ella no sólo
encuentro y comunión sino una verdadera fiesta, que, en la
actualidad, en diversos lugares constituye punto de atracción
para centenares de turistas.
Sin embargo, ese llamado culto a la muerte es
también culto a la vida. La religiosidad de nuestro pueblo es
muy profunda, la influencia indígena y española se conjugan
en nuestra predilección por las ceremonias, los rituales y las
fiestas. Así, mientras para los cristianos la muerte es un
tránsito, un salto mortal entre dos vidas, la temporal y la
ultraterrena; para la concepción indígena prehispánica es fase
de un ciclo infinito, estadio de un proceso cósmico.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Precisamente estas concepciones dan sentido a
nuestra celebración del día de muertos, en la que el culto que
le profesamos a la muerte no está reñido con el desprecio
que de ella sentimos. Tal situación engendra,
paradójicamente, indiferencia ante la vida. Nuestras
canciones, refranes, fiestas y reflexiones populares
manifiestan de una manera inequívoca, que la muerte no nos
asusta, y es así que el mexicano no solamente postula la
intrascendencia del morir sino la del vivir.
Empero, gracias a las fiestas el mexicano se abre,
participa, comulga con sus semejantes y con los valores que
dan sentido a su existencia religiosa o política.
Antecedentes universales
A pesar de que existen discrepancias respecto de
cuándo se origina el culto a la muerte, es posible reconocer
en el mismo periodo Neolítico y en la Edad de Hierro
vestigios, prácticas y utensilios que aluden a dicho culto; sin
que por ello, necesariamente, se reconozca o se le represente
a través de una divinidad.
En el periodo Neolítico, por ejemplo, los esqueletos
se encuentran con relativa abundancia y el sistema de
inhumación varía muchísimo. Unos están enterrados con sus
armas y vasijas en disposición de dormir, otros, en cunclillas,
parecen haber sido atados al enterrarlos para impedir que su
sombra pudiese hacer algún daño a los vivos. Algunos más
han sido previamente descarnados y depositados en una
vasija con parte del ajuar doméstico enterrados en cajas
mortuorias construidas con grandes losas, otros, por último,
enterrados en cámaras sepulcrales de piedra gigantescas,
recubiertas por un montículo artificial de tierra.
En la Edad de Hierro las sepultas eran excavaciones
en forma de cámara sobre la cuál se levantaba un túmulo. El
rito funerario era muy variado y en un mismo lugar se
Eduardo Andrés Sandoval Forero enterraban los cadáveres o se quemaban, sin que puedan
explicarse la razón de esta diferencia. También observamos
que se pasa de la incineración a la inhumación, a veces se
emplean ambos ritos de manera simultánea. Por los objetos
encontrados en los poblados y en las tumbas no se puede
precisar un sistema religioso. No se ha descubierto ningún
ídolo, altar o símbolo que represente una divinidad o su
culto; sin embargo han aparecido objetos de rito como
vasijas decoradas con relieves repujados.
Por otro lado, en el antiguo Egipto se creía que
cuando una persona moría, si el cuerpo se conservaba, el
alma seguía viviendo en otro mundo. Así, habían hombres
que se dedicaban a preparar momias, que los deudos
depositaban en sarcófagos rodeados de ofrendas y alimentos.
Los egipcios rendían culto a los faraones muertos y
levantaron pirámides para honrarlos. Muchos participaron en
esa obra: arquitectos que aplicaban sus conocimientos
matemáticos y resolvían complicados problemas de
medición y cálculo; también miles y miles de hombres que
arrastraban enormes losas de piedra, ya que todos esperaban
ganar el favor de los dioses.
En las antiguas representaciones de las tumbas
aparecen seis tipos de habitantes del Valle del Nilo. En los
tiempos faraónicos se conservó la tradición de proveerse de
especias y perfumes que eran de uso litúrgico.
Los egipcios creían en la existencia de dos almas para cada
persona el Ba y el Ka. El Ba era el alma corporal que reside
en el corazón y hay que mantenerla viva con ofrendas,
funerales, preces y fórmulas mágicas. Ka era el espíritu
eternamente inmaterial.
En Egipto el entierro era caro, había tras tarifas de
embalsamiento, una de ellas costaba un talento de plata; es
decir, mil pesos, la segunda 300 y la tercera sin precio fijo.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Para embalsar un cadáver, se extraían las entrañas y
la grasa superflua y todo ellos se encerraba en varios jarros.
El cuerpo, libre de sus partes más corruptibles, era envuelto
con largar vendas de tela entre las que se mezclaban especias
y ungüentos aromáticos. A cada vuelta del vendaje se
pronunciaba una palabra mágica y se colocaban amuletos en
lugares vulnerables. Para mayor seguridad se enterraba con
el cadáver un ejemplar en pairo del llamado Libro de los
muertos que contenía las preces y conjuros enigmáticos.
El hombre creador por excelencia, se ha preocupado
por dar respuesta a infinidad de interrogantes que el límite de
sus conocimientos le impide responder de manera efectiva.
En su búsqueda de explicaciones a los fenómenos que lo
rodean, ha recurrido a su imaginación, creando y poblando el
mundo real e irreal de dioses y demonios, de seres
mitológicos y de elementos mágicos.
De esta manera, los principales mitos que tiene,
comúnmente, todo pueblo son tres:
•
•
•
El cosmogónico o creación del mundo
El antropológico o creación del hombre
El proyectual, la no resignación al morir
La tradición mexicana
Mientras que para el europeo el concepto de muerte
constituye una disyuntiva: gloria o infierno, por ser una
muerte estática sujeta a un juicio y hasta ahí; para el hombre
prehispánico la muerte era un proceso más, de un ciclo
constante y dinámico plasmado en sus mismas leyendas y
mitos.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Al respecto la leyenda de los soles nos habla de esos
ciclos que son otros eslabones de ese ir y venir, de la lucha
entre la noche y el día, entre Tezcatlipoca y Quetzalcóatl.
Esto es lo que lleva a alimentar al Sol para que no detenga su
y al considerar a la sangre como su elemento vital, generador
de su movimiento, la muerte se manifiesta como germen de
la vida.
Los conceptos de nacimiento y muerte en el hombre
prehispánico se dieron como unidad indisoluble y a su vez
causa efecto uno de otro.
Las raíces del culto a los muertos se pueden encontrar
en la época prehispánica a través de sus esculturas, pinturas
y códices, así como en los relatos de diversos cronistas.
En Mesoamérica el culto a la muerte nos permite ver
antecedentes a través del mito nahua de la bajada de
Quetzalcóatl al Mictlan y la antropogénesis o nacimiento del
hombre como producto del sacrificio de los dioses, lo que
teológicamente está dando las bases para que el hombre
tenga que corresponder con el sacrificio y repartir así lo
acontecido en el tiempo mítico.
El culto a los muertos es una tradición muy arraigada
en nuestros pueblos. Diego Durán, fraile dominico del XVI,
nos ofrece valiosos datos acerca de esta celebración llamada
Miccailhuitontli, o fiesterita de los muertos y Vey
Miccailhueth, o gran fiesta de los muertos.
Miccailhuitontli se verificaba el 8 de agosto y esta
fiesta era en honor a los niños. Los indígenas subían al
monte para cortar y devastar un madero, que era traído a la
entrada del pueblo con grandes ceremonias.
La gran fiesta de los muertos se celebraba el 28 de
agosto y en ella el mencionado madero, que recibía el
nombre de xócotl, era llevado al patio del templo y ahí se le
colocaba en la punta un ídolo, con figura de pájaro, hecho
con masa de tzoalli (semilla de amaranto). Una vez colocado
este ídolo, el tronco era fijado en la tierra, y un grupo de
Eduardo Andrés Sandoval Forero jóvenes intentaba trepar por él para arrancar la figura de
tzoalli y derribar después el madero.
En las dos fiestas se ofrecían a los muertos cacao,
mazorcas, aves, frutas, semillas y comida y para agradar a
los dioses encendían el aromático copal.
Sin embargo, las fiestas católicas de Todos Santos y
Fieles Difuntos constituyen una notable mezcla de
tradiciones en nuestra realidad y la adaptación de un nuevo
culto. En la antigua Europa estas fiestas católicas surgieron
con el fin de borrar el culto céltico del Samhain o halloween.
Al respecto, las fiestas pirofóricas más importantes de
los celtas eran dos, las cuales estaban referidas a la población
del Sol en el cielo. Las fiestas tenían un intervalo de seis
meses; una en la víspera del día 1º de mayo (noche de
Walpurgis) y la otra en la víspera del “día de todo lo
sagrado” (halloween como ahora se llama) que se celebra el
31 de octubre. Estas fechas no coinciden con ninguno de los
Eduardo Andrés Sandoval Forero equinoccios y los solsticios, sobre los que giran el año solar,
ni tampoco concuerdan con las épocas principales del año
agrícola; sin embargo, tanto el 1º de mayo como el 1º de
noviembre señalan momento críticos culminantes de cambio
del año en Europa. El uno es precursor del benigno calor y
de la vegetación espléndida del verano y el otro anuncia el
frío y esterilidad del invierno.
Las dos fiestas estaban asociadas a diversas
supersticiones. En particular, la del 1º de noviembre se
acostumbraba en la Isla de Man ir disfrazados en la víspera
de Todos los Santos (Samhain) y en la antigua Irlanda se
acostumbraba encender un “fuego nuevo” en esta misma
celebración. En los pueblos celtas, se crece, solían fechar el
año a partir del 1º de noviembre, momento propicio para
recurrir a diversas formas de adivinación en el Samhain y
averiguar su fortuna para el año entrante.
No sólo entre los celtas, sino en toda. Europa, la
noche de víspera de Todos Santos, que señala la transición
del otoño al invierno, ha sido –de antiguo- el momento del
año en que se supone que las almas de los difuntos volvían a
sus antiguos hogares para calentarse en el fuego y
confortarse con la buena acogida que sus parientes les hacían
en la cocina o en la sala.
Por esta razón se verifica, los días 1º y 2 de
noviembre, una práctica, que aunque es parecida, difiere en
nuestro contexto de la concepción europea; una vez más es
notable la mezcla de tradiciones cristianas y prehispánicas y
la adaptación al nuevo culto.
La tradición prehispánica aún se conserva en algunos
lugares y, año con año, con la creencia de que los muertos
regresan a convivir con sus familiares por esa sola noche, se
les prepara los altares y las ofrendas para recibirlos.
A la entrada de cada casa se colocan flores de
cempasúchil, signo de que los familiares esperan al ánima.
En un mantel de papel picado o de tela bordada en punto de
Eduardo Andrés Sandoval Forero cruz, se depositan las ofrendas constituidas por velas, una
por cada difunto; fruta; pan adornado con canillas y
espolvoreado con azúcar, calabaza con sus cañas y tejocotes;
tamales y atole; la comida que fue la preferida del difunto;
una vasija con agua y otra con aguardiente; cigarros, y los
tradicionales dulces de azúcar de variadas figuras. También
se acostumbra visitar los panteones y adornar las tumbas con
la tradicional flor de cempasúchil, nube, gladiolas y velas y
en algunos poblados es costumbre la velación en los
panteones.
La tradición se enriquece con aportes de los
diferentes pobladores que hacen de cada celebración un rito
muy especial. Entre los mazahuas el Jefe Venado preside la
gran ofrenda alternando oraciones cristianas en español con
mensajes en mazahua. La recordación de los difuntos es una
ceremonia, dirigida por el jefe –quien lee una enorme lista de
difuntos y de hechos ligados a ellos- que entraña un gran
misticismo y es parte de la herencia cultural de este grupo
étnico.
Por otra parte, se han adoptado otras costumbres y es
cada vez más frecuente, sobre todo en las ciudades, ver a
niños disfrazados de brujitas y de gasparines que piden
dulces en las casas, así como los bailes de halloween que
nada tienen que ver con el culto mexicano a los muertos y
con la tradición que nos ha sido legada.
Referencias a una práctica tradicional generalizada
en México; el culto a la muerte
Año con año, el mexicano revive una celebración tan
ancestral como espléndida: el culto a la muerte; en que la
creatividad y el ingenio popular se manifiestan para recordar
a los deudos; en esta celebración se presentan dos momentos
que es necesario separar:
Eduardo Andrés Sandoval Forero •
•
La fiesta-ritual en la que el culto es festejodevoción con el más solemne de los respetos y
honra a los deudos, inscribiéndose en la órbita de
lo sagrado.
La fiesta ironizada, de burla, de negociación a
uno mismo, que mezcla el bien con el mal, lo
santo con lo maldito, es ruptura violenta con lo
antiguo o con lo establecido.
En la primera, el culto a la muerte es una verdades
fiesta de encuentro y comunión, en la segunda, la fiesta que
efectúa el mexicano es postulación no sólo de la
intrascendencia del morir sino la del vivir; sin embargo,
ambas constituyen, en muchos lugares, con mayor o menor
participación de los procesos publicitarios y hasta
mercadológicos, puntos de atracción de centenares de
turistas.
En la parte festiva-irónica, el mexicano suele referirse
a la muerte con un sinnúmero de expresiones que son
comunes en cancones populares, cuentos, corridos y hasta en
poemas. Algunos sobrenombres que el pueblo emplea para
referirse a la muerte son: la calaca, la huesuda, la flaca, la
pelona, la copetona, la catrina, siendo éstos sólo unos
cuantos. Ejemplo de tales expresiones e las canciones
populares es el siguiente estribillo: “Viene la muerte
cantando por entre las nopaleras, en qué quedamos pelona,
me llevas o no me llevas…” (D.P.)
Eduardo Andrés Sandoval Forero Solemnidad en el ritual. Música para Todos Santos, en memoria a los familiares fallecidos. La celebración, como fiesta-ritual, encierra un mundo
sobrenatural que genera infinidad de creencias, entre ellas, la
presencia de los difuntos quienes no sólo visitan a los vivos,
a través de sus espíritus, sino que también “prueban” los
alimentos que más les gustaban en vida y para ellos se
dispone una mesa con la comida preferida por éstos.
La ambientación que se observa en la noche de
muertos, nos da clara evidencia de la preservación de ciertas
prácticas culturales donde convergen tantos esfuerzos físicos
como económicos de las familias y de comunidades enteras.
En los hogares y panteones las flores de cempasúchil se
desbordan, las veladoras y antorchas iluminan los espacios,
las ofrendas se van enriqueciendo con calaveritas de azúcar,
pedazos de chocolate en diversas formas, pan de muerto y el
Eduardo Andrés Sandoval Forero típico olor del incienso, que se quema a los presentes y,
supuestamente, también a los ausentes.
Esta recepción y agasajo que realiza el mexicano a
sus difuntos, mediante las ricas y diversas ofrendas, es una
muestra del profundo respeto y veneración que por aquellos
profesan, además de que se observan dos actitudes: una de
fascinación ante la trascendencia y otra de nostalgia por la
ausencia.
En contraposición, todo lo alusivo a la muerte, en su
vertiente irónica, -personificación en dulces, alimentos y
artículos- es un mero mecanismo de evasión que, junto con
los ricos manjares de la ofrenda, aún forma parte de la
idiosincrasia mexicana.
El culto a la muerte es una práctica que se ha
conservado desde la época prehispánica, agregado y/o
quitándole ciertos elementos, resultado de sincretismos por
los que ha transitado el pueblo mexicano.
Para los antiguos mexicanos la oposición entre
muerte y vida no era tan absoluta como para nosotros. La
vida se prolongaba con la muerte y viceversa. Podemos
reconocer tres elementos de este proceso cíclico cósmico:
vida-muerte-resurrección;
los
cuales
se
repetían
constantemente. La función más preciada y alta de la vida
era desembocar en la muerte, su contrario pero también
complemento. Sin embargo, en nuestra realidad de sociedad
moderna, la muerte no posee aquella concepción; pues en la
mayoría de los casos es, simplemente, el fin inevitable de un
proceso natural. Así aparece y se manifiesta que, en un
mundo de hechos, la muerte es un hecho más.
Empero, la clave de estas tradiciones mortuorias se
halla en la cultura azteca. Por ejemplo, ellos consideraban
que las almas de los difuntos se iban a tres regiones
diferentes:
Eduardo Andrés Sandoval Forero •
Al Sol, lugar donde se reunían los guerreros, y al
cabo de cuatro años, se convertían en aves de vistoso
plumaje. También las mujeres que fallecían durante
el parte acompañaban al sol en un tramo de su
recorrido.
• Al Tlallocan, que era el “lugar de las delicias”; allí no
faltaba nada y podían arribar quienes morían por
enfermedad como gota, sarna, lepra p los ahogados y
muertos por un rayo.
• Al Mictlan conocido como la “región de los
muertos”. Para llegar ahí había que recorrer un
camino plagado de peligrosos y acechanzas
permanentes.
En la mayoría de las comunidades mexicanas tal
creencia, legada por los aztecas, se ha borrado por la
acción del paso del tiempo aunado a las imposiciones
religiosas hispánicas. Sin embargo, existe una
comunidad, Mixquic, en la parte oriental del Distrito
Federal en la subsiste dicha creencia.
El culto es visión de superación sobre la muerte. La
creencia popular hace notar que l difunto se convierte en
protector sobrenatural que juzga, aconseja, y es
intermediario, con poder para castigar o premiar. En la
creencia, el deudo se convierte en mediador de conducta
de sus familiares y al mismo tiempo es por quien se
sustenta la exterioridad del rito.
Precisamente, el 1º y 2 de noviembre las santas
ánimas tienen permiso para venir a visitar a los seres
queridos, para reencontrarse en este mundo y hablar con
ellos. En este culto, la concepción de la muerte supera la
idea de extinción de la actividad humana terrenal. Hay un
certeza de la inmortalidad del alma; la muerte física es
una simple mutación, un proceso ineludible que lleva de
ese ciclo físico a otro superior, es simplemente una fase
del ciclo de la vida.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Los antropólogos han abordado el estudio de la
muerte y la actitud de los diferentes grupos frentes a este
ciclo de los seres humanos. Pero la preocupación particular
de los antropólogos no ha sido exclusiva por la muerte pues,
los estudios comprenden desde el origen mismo del hombre
como ser pensante y los diferentes momentos del desarrollo
humano, hasta llegar a la inevitable fase de la muerte.
Ritos y ceremonias han sido practicados en todos los
tiempos de la existencia humana, diferenciándose de acuerdo
con la forma en que organizan los hombres para la
producción y su organización sociocultural, en
correspondencia con su entorno natural. Los ritos y
ceremonias descritos por los clásicos de la antropología
difieren de los presentados en nuestras “modernas”
sociedades como lo son el nacimiento, el matrimonio o la
muerte.
La explicación sobre los ritos y las ceremonias son
múltiples, de tal manera que en los estudios antropológicos
abundan descripciones etnográficas de prácticas rituales y
ceremoniales de diferentes sociedades primitivas. Unas
muestras la ruptura con el pasado y otras el camino
fisiológico, como los rituales primitivos narrados por
Malinowski, que tenían como propósito la iniciación sexual
a través de los juegos sexuales realizados entre los niños de
las Islas Trobriand, obviamente adecuados a un
comportamiento social acorde con las condiciones culturales
y ecológicas de dichas comunidades. Esto ratifica la
necesidad de entender los estudios a partir del periodo
histórico y sociocultural en el que se presentan. La muerte ha
sido vivida, interpretada y hasta representada de maneras
diferentes en el transcurrir de la vida humana.
Eduardo Andrés Sandoval Forero ACULTURACIÓN EN MESOAMÉRICA
Mesoamérica fue definida como la cultura del maíz
no sólo por su origen, domesticación y multiforme manera
de consumir el grano, sino también por su cosmogonía
dentro de la cual se asumía que el hombre estaba hecho de
maíz.
Se figuraba el cuerpo de acuerdo con los mitos de ese
periodo histórico que vivían los nativos, pero posteriormente
llegó el trigo con los conquistadores españoles y se mezclo
con el consumo del maíz sin que éste desapareciera. Hoy día
se consume en pueblos y ciudades la tortilla con frijoles y
por supuesto con chile, en la mañana y al mediodía, pero en
la noche observamos las panaderías colmadas de gente
comprando pan de sal y de dulce.
Esto es una muestra clara de cómo se presentó y
resaltó el proceso de aculturación en la relación indioespañol con sus respectivas modificaciones, tanto en
intensidad como en tiempo, suficientes para predecir
cambios significativos en lo social y cultural.
Este proceso de aculturación es entendido como el
resultado del contacto entre grupos humanos de diferentes
culturas –españoles y nativos- con sus consecuentes
transformaciones, totales o parciales, en uno o en ambos
grupos. Esto es lo que también se ha denominado mestizaje
cultural, es decir, que lo que se presentó en su globalidad fue
una sociedad dual con sus obvias dificultades de integración
debido a la presencia de las culturas en pugna.
La estructura social también era dual, en ésta los
españoles ocuparon la posición de grupo dominante respecto
Eduardo Andrés Sandoval Forero a los nativos. Esta situación permitió que los dominantes
utilizaran, como uno de los tantos mecanismos para el
mantenimiento y reproducción del poder, la labor ideológica
cimentada en la evangelización, en franca lucha contra las
creencias indígenas.
El intenso mestizaje que se produjo tuvo su reflejo y
explicación en la pintura, la escultura, la decoración, las
artesanías, la danza, las fiestas, los trajes, los mitos, las
leyendas, las ofrendas, los credos y en todos aquellos valores
tanto prácticos como de creencias objetivas a través del culto
y socializados por medio de normas religiosas, que unen al
conjunto de personas dentro de un mismo grupo.
La religión aplicada y desarrollada desde la época
colonial es producto de ese mestizaje integrado por lo
prehispánico y el cristianismo, e el que el elemento
hegemónico es este último y el subalterno el primero. La
religión “…envuelve la idea de un poder sobrenatural y de
fuerzas supernaturales personificadas. Ceremonias, rituales y
observancias, se usan para comunicarse con los supernatural
mediante ciertas personas que se piensan que tienen un
mayor acceso”. (Winick, 1968:454).
Pero hoy día, ¿cuál es la función social de los ritos y
las ceremonias en relación con el culto a los muertos, en
México y particularmente en el Estado de México? Éste es el
objetivo del presente trabajo, para el cual se tomó una
situación biológica con interpretación cultural: la muerte.
Presentamos la celebración del día de muertos en las
comunidades indígenas mazahuas y otomíes como una de las
tantas variantes existentes en México, donde el culto
identifica y define a los diversos grupos étnicos, a las
comunidades, tanto urbanas como rurales y a los diferentes
grupos sociales. Lo que para unos es compartir espacios
entre los vivos y los sin vida, justamente “cuando los
muertos regresan”, para otros es la majestuosidad y el
consumismo.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Importancia de la festividad
En noviembre de cada año se festeja el día de los
muertos mediante el culto a los antepasados. En la tradición
popular de las comunidades que estudiamos, se rinde culto a
los “muertos chicos” el 1º de noviembre y el día 2 a los
“muertos grandes” o adultos. Realmente la fiesta destinada a
los difuntos es una de las principales registras en el
calendario de los mazahuas y otomíes en el Estado de
México. Resulta un acontecimiento grandioso en el que toda
la comunidad, de una forma u otra, y en diferentes grados de
inserción, participa. Sólo se excluyen de esta celebración los
indígenas que practican el protestantismo.
Para los indígenas del Estado de México, la
celebración del día de los muertos no consiste en un culto a
la muerte en abstracto, sino que es un culto a los
antepasados, y es justamente por eso que lo celebran. Esto,
como tal, reviste gran importancia ya que preserva el nexo
que los liga a sus antecesores.
Las fotografías colocadas en las ofrendas, ponen en
contacto a las nuevas generaciones con la imagen real de sus
antecesores, lo cual contribuye a la continuación de las
tradiciones ya que también sirve de enlace entre el historial
de la familia y su comunidad. Debemos señalar que, al igual
que la imagen fotográfica, historias orales acerca de los
difuntos ayudan a preservar el acervo cultural de casa región.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Ofrenda colocada en una casa de Jiquipilco del Viejo. Municipio de Temoaya Las festividades del día de muertos recrean una serie de
aspectos económicos, políticos, sociales y culturales de las
poblaciones indígenas. Dentro de estos factores destaca la
cohesión social que se fortalece y refuncionaliza a través de dicha
festividad.
Algunos hechos particulares que se presentan con el festejo
del día de muertos son, por ejemplo, el regreso de familiares y
parientes que se encuentran fuera de la comunidad; la organización
familiar y social para festejos; la integración de la comunidad en el
cementerio; el intercambio de noticias sociales y estrechamiento
de relaciones de parentesco; entre otras.
De acuerdo con la observación realizada en las diferentes
comunidades, el elemento esencial caracterizador de esta
festividad es la cohesión social que se presenta y se afirma en cada
comunidad. La construcción social se realiza a través de las
diversas relaciones interpersonales e interfamiliares, a partir de un
Eduardo Andrés Sandoval Forero marco de referencia social y cultural que se encuentra determinado
por símbolos y significaciones compartidas de manera organizada.
Esta interacción produce significaciones, en las personas, producto
de los estímulos compartidos socialmente, que de manera
permanente genera continuos y nuevos significados, lo cual
fortalece los símbolos existentes en una cultura que es nada es
estática.
Algunas creencias
La presencia de seres sobrenaturales es parte constitutiva y
consustancial de la cosmovisión que los distintos grupos humanos
a través de los siglos, han producido para explicarse aquello que
aparentemente no tiene respuesta “terrenal” o humana. En el caso
de las comunidades estudiadas se confirmó lo anterior con la
revelación de la presencia de la idea de Dios, el denomino, las
brujas y animales malignos, pero al mismo tiempo se encontró la
convicción de que los seres sobrenaturales, excepto los
nombrados, ya no existen, pues “son fantasías de los abuelos”.
En cuanto a la idea de Dios, éste es entendido como un
Hombre-Ángel, bueno, dador de la vida y de la muerte. Él sabe
cuándo una persona morirá, pues encomienda misiones a las
personas en la tierra y las llama cuando son cumplidas.
El demonio es considerado como un segundo Dios pero con
carácter y papel de “malo”, prejuiciosos; representa el mal. Se le
conoce ente los mazahuas como el “malo” o irónicamente como el
“amigo”. Tiene la capacidad, según las creencias, de adoptar
figuras humanas o de animales. De estos últimos, los considerados
negativos o de “mal agüero” son entre otros, el tecolote y el
guajolote macho, mismos que pueden convertirse en brujas. Según
la tradición oral, ésas se consideran personas que adoptan figuras
Eduardo Andrés Sandoval Forero de animales que pueden hacer maldad a la gente provocándoles
sueño.
Las brujas en los mazahuas
Según narra la tradición oral mazahua, las brujas
originalmente eran personas que tenían pacto con espíritus
malignos. Por las noches danzaban alrededor del fogón dando
vueltas y saltos hasta transformarse en aves, generalmente en
guajolotes. Particularidad de este proceso, es el hecho de que el
rostro de la bruja-persona no sufría transformaciones lo que hacía
posible su reconocimiento.
Antes de salir de sus casas, las brujas se quitaban las patas
y las dejaban en un rincón del fogón, de inmediato se envolvían y
salían en forma de bolas de fuego, deteniéndose algunas veces en
las copas de los árboles para después dirigirse a las casas elegidas
para hacer maldades.
Las brujas, discurre el relato, chupaban sangre a los niños
menores de un año- Para lograrlo dormían a la madre y cuando
ésta despertaba encontraba a su hijo muerto debajo de la camao a
un costado de la ventana o de la puerta. Para proteger a los niños
colocaban agujas en forma de cruz en las cortinas de las ventanas o
debajo de sus almohadas. Las tijeras también eran utilizadas
colocándolas en forma de cruz y, para mayor seguridad, instalaban
un espejo a un lado de la cama.
La llorona
La tradición oral de los indígenas registra a un personaje
que también “vive” en muchos lugares y grupos sociales de
México: la llorona.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Este ser, es considerado como un alma perdida que pregona
por las calles que le devuelvan a sus hijos. Cuentan que sólo se le
aparece a las personas que después de la media noche, salen a la
calle en estado de ebriedad. A los que se les ha aparecido afirman
que de espalda parece ser una mujer hermosa, pero al verla de
frente aterroriza su mirada y su sonrisa malévola. No obstante, la
llorona no hace daño a persona alguna. Quienes no la han visto,
aseguran haber escuchado gritos después de la media noche.
El aguizote
Las características de este ser “sobrenatural” no difiere
mucho de los anteriores en tanto que, también tiene la capacidad
de transformarse en diferentes animales como la ardilla, el caballo,
el conejo y el pato. Afirman que otras veces se convierte en
persona, principalmente en niño o niña de dos a tres años.
Se aparece, según lo comentado en las comunidades, en
lugares como las orillas de las lagunas, presas, ríos u ojos de agua
y atrae a las personas llamándolas por señas para que se sienten a
su lado. Cuando éstas se acercan, las jala y empuja al agua para
después de ahogarlas comerles las uñas y los dientes. Los
cadáveres los encuentran flotando en las aguas.
Animales presagiadotes de la muerte
Si bien es cierto, como ya se anotó, que no hace muchos
años las historias de seres sobrenaturales en los indígenas tenían
credibilidad y vigencia mayoritarias, en la actualidad se ha
debilitado su valor y fuerza dentro de la población, así como
dentro de la tradición oral.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Algunas creencias persisten: cuando un perro ahulla o
cuando un cuervo canta, la muerte pronto se aparecerá. La
descripción que hacen de la muerte, quienes aseguran haberla
visto por algún panteón o casa, corresponde a la de una mujer
esquelética con risa burlona. Las personas que han padecido
enfermedades graves, aseguran haberla visto mientras dormían.
Para alejar a la muerte, solicitan al sacerdote del pueblo la
celebración de misas; en donde se rezan oraciones por las personas
muertas, cuya alma, creen, anda vagando y no encuentran reposo.
Prácticas religiosas
La imposición de la religión católica por parte de los
españoles y portugueses a todos los pueblos y culturas de lo que
hoy se conoce como América, produjo un vasto proceso de
aculturación que hasta nuestros días no termina por definirse
cabalmente en el sentido estricto de mestizaje. Al respecto, los
mazahuas y otomíes, como grupos étnicos mexicanos que resisten
la “integración” total a la sociedad nacional, presentan hoy, a
través de sus concepciones y prácticas religiosas, la adopción
forzada y amalgamada de la religión cristiana y de culto católico.
Las misas
Esta práctica religiosa se realiza en el templo católico o en
la capilla del panteón. Los bautizos, confirmaciones, comuniones,
casamientos, entierros, aniversarios de santos y vírgenes,
principalmente la Guadalupana, son motivos para efectuarla. El 24
de diciembre y el día de año nuevo, a petición de los mayordomos
se celebran las correspondientes misas.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Panteón previo a la visita de los familiares de los difuntos
Los rezos
Las oraciones, imploraciones o glorificaciones se escuchan
tanto en los templos católicos como en los pertenecientes a los
evangélicos. La capilla del panteón también es un espacio propicio
para los rezos. La tumba del difunto es motivo de rezos por parte
de los familiares al igual que en los velorios, entierros y “limpias”.
Coronación y floración
Esta práctica se realiza en los campos de cultivo con flores
de pericón amarillo al día 15 de agosto. El día de muertos se
florean o coronan con cempasúchil las tumbas y el día 12 de
diciembre se florea a las imágenes de la virgen de Guadalupe.
Eduardo Andrés Sandoval Forero La música
Sin precisar los años, se recuerda que tiempo atrás se
tocaba música en los entierros. En la actualidad, según lo
observado en las comunidades, esta costumbre ya no se realiza
porque representa “falta de respeto para con los difuntos”.
Concepción de la muerte en la vida cotidiana
¿Qué es la muerte?, ¿por qué tenemos que morir?, ¿qué hay
más allá de allá? Infinidad de veces pueblos e individuos de todos
los tiempos, de cualquier latitud y cultura se han hecho éstas
preguntas sobre la muerte.
Invariablemente todas las sociedades tienen formas
culturalmente encausadas de explicar la muerte y de expresar dolor
y el luto por los muertos. La muerte constituye uno de los ritos de
paso más importantes en las comunidades indígenas. Los
individuos cambian su estado de vida y se orientan de nuevo hacia
la comunidad. Los muertos son considerados miembros de la
comunidad y la no presencia física obliga a un cambio en la
responsabilidad familiar y social dentro de la comunidad. Los
espíritus de los antepasados continúan siendo miembros en función
de la familia, ejercen autoridad sobre sus descendientes y por los
tanto debe honrárseles y respetárseles. La vinculación entre los
muertos y los vivos es una prolongación de sus antiguas
relaciones.
Para el pensamiento actual de los indígenas la muerte es
como un sueño, nadie sabe cuándo ni dónde morirá, eso sólo Dios
lo sabe, cada persona lleva su muerte consigo; en algún lugar está
esperando.
Eduardo Andrés Sandoval Forero La muerte, dicen los mazahuas “es buena para todos, se
llega después de realizar la misión que Dios nos encomendó. Al
terminarla, Dios nos llama para rendirle cuentas”. La muerte es
concebida como un fenómeno lógico en el que el hombre desde
que nace empieza a morir.
Los muertos ¿quién sabe dónde van?, nadie sabe, dicen los
otomíes, porque hasta ahora nadie ha regresado de la muerte para
contactarnos. Es más, los muertos no espantan y éstos regresarán
el día del juicio final para ser juzgados por Dios.
Pero al morirnos ¿qué pasa?, ¿sólo nos morimos y ya? Al
morir, el cuerpo, creen los mazahuas, se termina y el alma, sólo
Dios sabe hacia dónde se dirige. El cuerpo del difunto se entierra
en el panteón y almas en pena, las que en la dinámica terrenal son
el aliento de la vida.
La muerte se acepta, no obstante, al morir un ser querido,
un familiar o un amigo se presenta un sentimiento muy profundo
de dolor; los indígenas al igual que todos los seres humanos,
lloran, sufren por el abandono y la parida última y definitiva de ese
ser. La muerte es desgarradora a pesar de la relativa frecuencia con
que se presenta en dichas comunidades.
Existe una asociación directa, entre el evento llevado a
cabo a partir de que el individuo muere, y la preocupación
continúa porque su alma descanse. La inquietud es mitigada, no de
manera consciente, mediante rosarios y misas periódicas como
formas de recordar a los muertos y de clamar por su salvación.
Estas prácticas religiosas se realizan porque forman parte de una
cultura común, con interesas e ideales genéricos al grupo,
expresados a través de la lectura de lo “divino” mediante rezos y
misas, entendido como una forma de entablar comunicación entre
los muertos y los vivos, de tal manera “que ellos puedan escuchar
los que se pide por su espíritu ante Dios”.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Los otomíes y mazahuas coinciden en que la muerte es
designada por Dios, pues para ellos existe un ser supremo que sabe
cuándo y cómo va a morir determinada persona, por designación
suprema, lo cual no es controlable por el ser humano. Esta
autoridad suprema, tiene como una de las atribuciones
primordiales, la regulación del nacimiento, la vida y la muerte en
este mundo.
La voluntad de Dios, el destino, la muerte natural y la no
natural son las razones que hombres y mujeres indígenas creen,
sienten o perciben como explicaciones de la muerte. Consideran
que el destino determina cuándo dejará de existir una persona; y al
ser Dios quien crea el destino sólo él sabe cuándo y quién morirá,
pues él nos da la vida y la muerte. Morir de forma natural es morir
de viejo, lo no natural es morir de enfermedades, accidentes,
pleitos o suicidios. Por otra parte, consideran que la muerte es
determinada por mandato divino, o bien, que es ocasionada por
brujería o mala enfermedad. Esta segunda parte tiene que ver
directamente con la historia de los otomíes y mazahuas, los cuales
aún conservan reminiscencias sobre la causalidad de la muerte en
función de expresiones culturales de los pueblos prehispánicos.
La concepción sobre la muerte, vista desde una perspectiva
histórica, presenta elementos interinfluenciados tanto de la religión
católica como de las creencias y la cultura indígena. Sin embargo,
de este mestizaje, el elemento determinante en la concepción y en
las prácticas le corresponde a la religión católica.
Merece comentarse el mestizaje generado en las prácticas
curativas, que aún se ejercen en las comunidades indígenas.
Interfieren elementos cosmogónicos del entender del desarrollo de
la vida en el que se hacen presentes la religión católica, las
creencias indígenas, la magia, los hombres, los objetos y diversos
elementos de la naturaleza. Las terapias curativas de contenido
Eduardo Andrés Sandoval Forero psicorreligiosos y mágico, amalgaman un conjunto de oraciones y
rezos de la religión católica con un elenco de conjuros, oraciones a
seres u objetos, espirituales y divinos –plantas, animales o
minerales- y un intenso activar ritualesco. Propio de éste son las
limpias, las mandas, los soplos, las innovaciones y las
extracciones.
Sobre la muerte en el tiempo festivo
La celebración entre los indígenas de lo que conocemos
como día de muertos, revela un cambio importante en relación
con lo que se supone, se piensa o cree en épocas no festivas. En la
cosmogonía tradicional se cree que en estas fechas los muertos
visitan las casas de sus familiares y comen de los que se encuentra
en la ofrenda. Esta creencia ha manifestado un cambio en la
actualidad, producto de la migración permanente en que han
estado inmersos estos grupos. Sostienen que no es cierto que los
muertos visiten sus casas porque “…nadie ve nada y por lo tanto el
día de los muertos sólo es una fiesta para recordad a los
antepasados”. Lo anterior es expresión de los indígenas migrantes.
En este sentido, la celebración no es a la muerte, sino a los
muertos.
Eduardo Andrés Sandoval Forero ¿POR QUÉ EL CULTO A LOS MUERTOS?
El culto, entendido como un acto en el que los hombres se
someten a la divinidad como manera de acatamiento a una
superioridad, asume dimensiones internas en el individuo,
claramente de sujeción, y externas en cuanto a la actitud
aprehendida. Permite, mediante los símbolos, la expresión del
encuentro del hombre con lo sagrado, con sus correspondientes
actitudes de adoración y sumisión. En este sentido, el culto incluye
relaciones con lo sobrenatural, las cuales se plasman en rituales
religiosos como acción colectiva, permitiendo construir y reforzar
las identidades socioreligiosas de las comunidades.
Entonces, ¿por qué el culto a los muertos? La respuesta
más sencilla pudiera ser que por tradición, pero necesariamente
para que una tradición subsista, se mantenga, se desarrolle o tome
vigencia en nuevos contextos, requiere, ante todo, condiciones de
índole objetivo, así como también elementos culturales que
posibiliten la concreción compartida por la mayoría o la totalidad
de un grupo.
Es característico de todas las culturas, la edificación de
creencias análogas al mundo objetivo, lo que constituye el mundo
imaginario al que se puede acceder a través de ritos y hábitos.
Éstos son manifiestos de una serie de creencias dispersas, que de
una forma u otra están presentes en todos los actos y acciones de
nuestra vida cotidiana aunque aparentemente estén distantes del
ámbito específico. Pro ejemplo, uno de los núcleos importantes del
mito es la narración de que la vida tiene un principio y un fin, lo
que satisface profundas necesidades religiosas y sumisiones
sociales que sirven para atenuar conflictos sociales.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Entender el mito, en su relación vida y muerte, se torna un tanto
complejo puesto que el mito presenta una serie de creencias
disgregadas, difíciles de ser coherentemente puestas en un solo
cuerpo.
Preparación para velar a los seres ya fallecidos la noche del día 1º para amanecer el 2 de noviembre. Capultitlán, México.
Las creencias se han ido formando entrelazadamente con
las narraciones, de ahí su gran importancia social, pues éstas son
parte del recrear cultural de los grupos. Es así que no existe un
mito que abarque todas las creencias acerca de una solo cosa o
fenómeno, por lo que hay muchos mitos que se refieren a una solo
creencia.
Pero las creencias siempre tienen un espacio y un tiempo
en el que se manifiestan. Todos los pueblos pasados y presentes
han tenido una obsesión por el tiempo, de ahí la existencia de
Eduardo Andrés Sandoval Forero muchos mitos que abordan la creencia de los tiempos pasados y de
los venideros ya sean en relación con la vida o la muerte. Estos
cambios del tiempo producen las modificaciones que muchos de
nosotros llamamos historia.
Cuando un grupo elabora las creencias, los mitos y los ritos
para recrear y mantener sus relaciones en el interior y poder ser
vistos desde el exterior como un conjunto homogéneo, expone su
identidad para ser observada y definida por grupos o individuos
que no pertenecen a él.
Los otomíes y los mazahuas, en lo que respecta al tema
abordado, obtienen la categoría de la identidad y todos sus
integrantes constituyen el grupo en el sentido que sus creencias y
prácticas los hacen comunes entre sí y diferentes con otras
comunidades, como las constituidas por el resto del conjunto
nacional.
En la investigación, la interrogante planteada generó
respuestas comunes. No hay que olvidar que todos los actos
humanos pertenecen a un orden de la vida, por ello la importancia
de analizar el porqué de su realización, considerando esta
celebración como un hecho repetitivo que sólo se presenta a través
de su práctica en un tiempo y espacio definidos por los grupos que
actúan de una manera participativa dentro del terreno de las
manifestaciones religiosas y culturales.
Se coincide en que la realización del culto se efectúa para
recordar a los antepasados. Esta respuesta guarda una estrecha
relación, en un primer momento, con la forma de celebrar
determinados actos en un grupo, ligados por la religión, en este
caso la católica, dado que su dinámica permite llevarla a cabo.
Pero el hecho de recordar a los antepasados proviene de
una idea profunda en relación con los que han fallecido, esto es,
Eduardo Andrés Sandoval Forero quiénes fueron sus antecesores y qué hicieron en su vida, uniendo
una relación entre el hombre y lo diviso que corresponde a una
actitud propiamente cultural, puesto que al recordarlos de esta
manera los hace presentes en el mundo de los vivos, de tal forma
que el pensamiento humano se remonta hacia el pasado en el
momento de la celebración. A través de esta reflexión, el grupo
adquiere la capacidad de relacionarse nuevamente, como un hecho,
con sus antecesores, mediante una serie de actividades en su honor
traducidas en ritos en diferentes espacios, dependiendo de cada
comunidad.
Los mazahuas y otomíes afirman que esperan la llegada de
los espíritus y el regreso de las ánimas, concretando así la dualidad
muerte-alma, con lo que se afirma la concepción de que el
individuo tiene un alma que forma parte de él como entre
corpóreo, pero al morir se desprende del cuerpo.
En cuanto a la concepción de los espíritus –sinónimos de
alma- se puede apreciar entre estos pueblos su percepción por
medio de sueños y avisos de seres intangibles que presentan los
vivos de manera individual, pero que ésta al ser común al grupo,
pasa a un plano colectivo donde la comunidad cree que los
espíritus de los muertos han llegado después de un año a
comunicarse con ellos y a visitarlos, gracias, según ellos, a que les
ha sido concebido un permiso divino.
Aunque esta percepción de los espíritus guarda una
estrecha relación entre vivos y muertos, no podemos aventurarnos
a decidir que este fenómeno real y social es sólo parte de la
imaginación humana. Puesto que, “ni siquiera se conoce en qué
etapa del desarrollo humano se originó como tal, pero lo que sí
podemos decir es que forma parte del desarrollo histórico natural
del hombre”.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Los otomíes y mazahuas coinciden en que tal celebración
se efectúa por costumbre, por creencias y por herencia. Estas tres
palabras para algunos serían suficientes, pero significa mucho más
que eso, si tomamos en cuenta que el individuo forma parte de un
grupo con determinadas normas culturales como son las
actividades y expresiones del pensamiento reflejadas en su actuar
común, donde se comparten las mismas ideas y las expresiones
mentales recaen dentro de un marco general de la vida social que
permite una serie de repeticiones del curso de vida. De esta manera
los grupos tienen normas que determinan las condiciones para que
los individuos formen parte del conjunto social con un
comportamiento muy parecido, que define la diferencia con otros
grupos.
Un camino de flores sirve para conducir el alma del difunto hasta la casa y lugar donde ha de sentarse a comer la ofrenda Eduardo Andrés Sandoval Forero En Cabecera de Indígenas –primer cuartel- los mazahuas
reafirman que la celebración del “Paa e añimas” es en honor a los
muertos. Guardan dentro de su conducta, ideas sobre el lugar que
ocupan en este mundo y después de éste, entendiéndose la
preocupación constante de querer saber cuál es el destino del
hombre al morir. Creen que después de la vida los muertos pasan a
otro mundo caracterizado por tener un orden similar al terrenal,
con autoridades que les conceden permisos semejantes a los actos
sociales del hombre y su sociedad, por lo que si a los muertos les
es concedido el permiso de estar con sus familiares “es justo que
se les reciba como ellos se lo merecen”.
En concordancia con esta idea, las familias, después de
haber ofrendado a sus muertos, intercambian entre ellos los
componentes de las ofrendas, cumpliendo así una función
sociabilizadota de mayor convivencia y de cohesión entre las
familias y la comunidad. La acción social es parte de la interacción
simbólica presentada en un proceso de intercambio de bienes
materiales, espirituales y alegóricos entre dos a más familias,
constituidas como dadoras y receptoras de objeto previamente
valoradas.
Formas de participación
La construcción de las redes sociales se realiza a través de
las relaciones de los grupos domésticos que tienen como premisa
la existencia de referentes culturales, sociales, económicas e
históricas compartidas en un espacio determinado. Cada persona se
inserta en un contexto social a partir del grupo doméstico al que
pertenece, adquiriendo, de manera dinámica, su identidad personal
y social en esa interacción con su hábitat.
Para la celebración de los días de muertos, la participación
familiar en los otomíes y mazahuas es fundamental. En particular,
Eduardo Andrés Sandoval Forero la mujer indígena interviene en ésta como en todos los procesos de
socialización e instrumentación de la cultura.
Rasgo particular de identificación de la mujer indígena lo
constituyen las diferentes funciones que por su condición femenina
cumple en las unidades domésticas. Estas funciones interactúan
con la creación de una serie de valores normativos y
autorreguladores del rol de la mujer dentro de la familia y la
comunidad.
Las diversas funciones de la mujer en el contexto social
presentan grados de prioridad determinados por la contribución a
la reproducción y cohesión de la unidad doméstica. La mujer
cumple diferentes roles en la vida cotidiana de la familia: se
encarga del cuidado de los hijos, de la elaboración de los
alimentos, del arreglo de la casa, del lavado y planchado de la
ropa; participa en diferentes fases de las labores agrícolas y
regularmente elabora distintos trabajos de tipo artesanal como son
los tejidos, bordados y las muñecas.
Mujeres trabajando para sostener su hogar durante la celebración de día de muertos Eduardo Andrés Sandoval Forero En las celebraciones del día de los muertos, al igual que en
otras, no elude su responsabilidad, al contrario, es marcada su
participación, representando la base de la continuidad de las
tradiciones de la familia y del grupo con la realización y
reproducción de estos actos religiosos-culturales, siendo hilo
conductor de tales actividades, ocasionando una integración
familiar y cohesión social a través de estas ceremonias.
La conservación de las costumbres en la familia, la
capacidad de transmisión de conocimientos y el establecimiento de
diversas pautas heredadas del pasado son características de la
mujer indígena que podemos englobar dentro de los que llamamos
cultura a través de la lengua, las tradiciones –como la celebración
del día de muertos- y todo los valores de comportamiento
comunitario.
Sus actividades realizadas por los hombres están
delimitadas por la misma ceremonia, es decir, ellos intervienen de
acuerdo con las particularidades de cada etnia. En el grupo otomí,
el hombre sólo entrega el dinero destinado a la compra de los
productos necesarios para la ofrenda y ocasionalmente dirige los
rezos, mientras que en el grupo mazahua, los hombres ayudan a la
mujer a elaborar el pan y a cocerlo, cortan la leña y la llevan, así
como también se encargan de limpiar la tumba.
En cuanto a los niños, en los dos grupos, su participación es
importante en la intervención directa en las tareas referentes a esta
festividad. Además de que cuidan a sus hermanitos menores,
acompañan y ayudan a sus madres en la compra de los artículos
requeridos para el altar, hacen mandados y contribuyen con el
acarreo de leña y agua para el cocimiento de los alimentos.
Eduardo Andrés Sandoval Forero En el grupo otomí, se observó la participación de los
ancianos, considerándose importantes ya que ellos indican cuáles
son los elementos requeridos y cómo deben ser colocados en la
ofrenda. Al igual que explican el porqué se lleva a cabo la
celebración. En las comunidades mazahuas asisten al panteón y a
la iglesia a rezar.
Las ofrendas
Los preparativos para el conjunto de la celebración constan
de una serie de actividades familiares y sociales que realizan con
varios días de anticipación. Esta ruptura de la cotidianeidad
incluye la presencia de un comercio tipo tianguis, generalizado en
las regiones, donde venden diversos artículos utilizados para esos
días. Ceras, veladoras, manteles, canastas algunos alimentos y
distintas clases de flores son los elementos que abundan en los
improvisados puestos de la calle.
El significado de las ofrendas indica el compartir, con los
familiares, amigos y conocidos fallecidos, algunos disfrutes de la
vida como los alimentos, que además de ser los tradicionales de
cada población incluye los preferidos por los difuntos en vida.
Todas las ofrendas son colocadas en el interior de las casas.
Los preparativos son realizados por el conjunto familiar, donde
además se hacen presentes las relaciones con otros miembros de la
comunidad y al mismo tiempo se manifiesta la identificación
existente entre la mayoría del conjunto social. Este actuar de los
individuos corresponde a patrones culturales establecidos por el
grupo, que garantizan su afinidad social y su reproducción, as
cuales no serían posibles si los integrantes de las familias no
compartieran y asumieran con responsabilidad esta celebración
que accede a la realización de actos comunes.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Ofrenda en la casa de una familia mazahua
El lugar de la colocación de la ofrenda en el interior de la
casa es de importancia, pues los indígenas suponen que es el sitio
donde los espíritus de los muertos llegan primero, por lo que se
debe elegir un buen espacio para colocar la ofrenda.
Esto guarda un significado muy profundo debido al
simbolismo que ellos encierra en función de la llegada de los
espíritus de los muertos, sólo a través de la ofrenda pueden
satisfacer sus necesidades provocadas por el cansancio del viaje,
tomando de ésta la esencia y dejando a los vivos el sobrante.
Generalmente el día 31 de octubre de cada año, la casa es
aseda en su totalidad. El lugar donde se coloca la ofrenda es
Eduardo Andrés Sandoval Forero limpiado detenidamente para después colocar el petate o la mesa
que usualmente utiliza la familia. El espacio es el que
generalmente se emplea para recibir a cualquier huésped en vida o
el que frecuentemente utilizaban los difuntos. Establece la relación
respecto a la convivencia que ofrece la familia de la casa con los
visitantes vivos o muertos, brindando con esto un lugar de
descanso que proporcione al mismo tiempo disposición absoluta
sobre el mismo, pues “consideramos que es lo menos que podemos
hacer, por el gusto de tenerlos entre nosotros”. Por lo tanto, es
importante contar con un altar familiar porque esto permite
establecer una relación más estrecha con los parientes y amigos
fallecidos.
Además de las ofrendas familiares existen las colocadas en
las iglesias, las cuales son ofrecidas por las comunidades a
aquellos espíritus que ya no cuentan con familiares que los reciban
en casa. Ellos tendrán un espacio –la iglesia- dedicado a todas las
almas solitarias que llegan esos días, donde las expresiones
mentales de colectividad se llevan a la práctica mediante
representaciones afines del actuar común de los integrantes
involucrados en ese proceso histórico-cultual.
Los mazahuas y los otomíes también ofrendan en el
cementerio. Sobre la tumba de los muertos colocan alimentos –
comida, frutas, bebida, pan- como una forma de convivir con ellos
en ese lugar. Esto es realizado a partir de la posibilidad de que los
muertos no hayan llegado a tiempo a la casa o a la iglesia, a
manera de despedida de los espíritus y al mismo tiempo como
invitación “a estar entre nosotros el año próximo”. El espíritu se
desprende del cuerpo cuando éste muere, pero lo acompaña hasta
el último momento –sostienen los indígenas- para posteriormente
marchar al otro mundo. El espíritu cuida el cuerpo, creen que éste
visita su tumba, lo cual facilita la convivencia entre vivos y
muertos ofrendando en el lugar donde se origina su partida.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Ofrendas en el cementerio. San Pedro de abajo, Municipio de Temoaya En algunas comunidades de mazahuas las mujeres se
reúnen a través de organismos como el Desarrollo Integral de la
Familia (DIF) con el fin de obtener lo necesario para la colocación
de las ofendas. En las escuelas también se colocan ofrendas con la
participación de maestros y alumnos, incentivando la participación
a través de concursos de “la mejor ofrenda” y con calificaciones en
diversas asignaturas.
Elementos de la ofrenda y su significado
En las ofrendas de los mazahuas y los otomíes se observan
diferencias en cuanto a la presentación y a los elementos que las
integran. (Ver anexo sobre ofrendas). Sin embargo, la concepción
Eduardo Andrés Sandoval Forero de los muertos y la necesidad de compartir con ellos,
recordándolos y atendiéndolos es afín a los dos grupos, en el
entender de que cada año sus muertos vuelven a estar reunidos con
ellos.
Las ofrendas están conformadas principalmente por las
frutas de la temporada, los alimentos predilectos de los muertos,
sus bebidas preferidas, dulces, velas, veladoras, imágenes de
santos, la cruz, copal, flores y pan de muerto.
Los alimentos como el pan, las frutas y los guisados, son
colocados para satisfacer el hambre y el gusto de los difuntos; las
bebidas como el pulque y las aguas frescas para calmar la sed; la
imagen es un elemento protector y a la vez guía de los difuntos, y
las veladoras alumbran el camino a los niños para que lleguen,
mientras que las ceras alumbran el camino a los adultos.
Las velas se colocan según la edad del difunto. A los niños
les ponen velas más chicas que a los difuntos adultos.
La sal se ofrece a todos aquellos niños que murieron sin ser
bautizados, y se piensa que al tomar de ella salvarán su alma.
La flor de cempasúchil representa “a la muerte que vive
entre nosotros o que está presente”. Ésta se coloca regando un
camino desde la entrada de la casa hasta la ofrenda, indicando la
senda al difunto para que no pierda.
El vaso con leche lo tomarán las almas de los niños al
llegar a la ofrenda, y los adultos, por su parte, beberán el jarro con
pulque, pues es la bebida que disfrutaron en vida.
Imagen y cruz representan simbólicamente la solicitud de
permiso para que el alma del difunto pueda retornar a casa.
Eduardo Andrés Sandoval Forero El humo que despide el copal es el que acompaña al
espíritu del difunto, es la vía por la que viaja el alma.
Representa la parte espiritual de las ofrendas impregnando
el ambiente de religiosidad.
En las ofrendas otomíes son significativos los charales, la
carpa, el pescado y los acociles, los cuales forman parte de su dieta
alimenticia.
La diferencia entre la ofrenda para adultos y la de los niños
no presenta un contraste muy marcado esta última se caracteriza
porque contiene dulces, chocolates, piloncillo y leche. Los días en
que se colocan son diferentes y la distinción fundamental es
expresada por los hombres a través de sus ideas.
Tanto en las ofrendas de los adultos como en la de los
niños, los difuntos consumen la esencia de los alimentos. Las
bebidas al bajar el nivel al que fueron puestas, indican el disfrute
de ellas por parte de los difuntos.
El ritual y sus espacios
El proceso de reproducción social se realiza
primordialmente en la familia complementado con el ámbito social
en la medida en que progresivamente los individuos y los grupos
se van incorporando a la sociedad. El desarrollo cultural de los
individuos está en relación directa con el seno del grupo doméstico
al cual pertenece y éste a su vez, se encuentra moldeado por
normas y pautas establecidas socialmente aplicables al conjunto de
la sociedad. Así, a lo largo de la vida los individuos adquieren
diversos estatus que les determinan roles, es decir, derechos y
obligaciones.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Todas las sociedades establecen relaciones con
la
población de acuerdo con la edad o con el estatus que determina
una posición concreta. Niño, joven, adulto, casado, soltero,
sacerdote, brujo, médico, curandero, comerciante, obrero,
agricultor, etc. Desempeñan roles específicos en la familia y en la
sociedad. En la mayoría de la sociedad simples o complejas, cada
una de las fases del ciclo vital constituyen etapas del desarrollo
social del individuo que son ritualizadas señalando el paso de una
situación a otra, cambiando de estatus lo cual modifica la posición
de la persona no sólo dentro de la familia sino también en la
sociedad.
Los antropólogos han precisado que las ceremonias
efectuadas en los ciclos vitales como “ritos de paso” –nacimiento,
bautismo, matrimonio, cambio de actividad profesional, el de los
quince años y el rito a la muerte –indican el tránsito de una
condición a otra, y, como tal, juegan un rol en correspondencia con
ese nuevo estatus. Algunos de los cambios mencionados atañen
directamente, tanto al individuo como a la familia; otros como el
de la muerte, en algunas sociedades, no en todas, dependiendo del
medio supuesto, pasan por el grupo familiar y vinculándose con la
comunidad en su conjunto. Éste es el caso del ritual de México y
que tienen implicaciones con el contexto general de la
colectividad. Este rito tiene importantes consecuencias sociales al
reforzar, en cada uno de los participantes, los modelos de
interacción que se consideran propios del grupo, regulando la
función colectiva en tanto que, por un lado, actúa como fuerza
cohesionadora de la comunidad y por otro, se realiza la sanción
social como comportamiento aprobado.
Ceremonias y ritos son actividades propias del
comportamiento formal de todas las culturas relacionadas con el
contexto en que encuentran y de otros significados que les han sido
legados por tradición. Estos acontecimientos asisten con un intenso
simbolismo permitiendo regular la vida social.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Por lo tanto, el ritual tiene su razón de ser a partir de las
creencias, es decir, de los que piensa la gente no solo de su mundo
real sino también de ideal, fantástico imaginario. Definido de una
manera simple, el ritual se caracteriza por la acción que implica un
modo de creer y de decir algo mediante una realización, siendo
evidente el elemento expresivo en esta forma de comportamiento.
En los grupos investigados, tres son los espacios donde se
lleva a cabo el ritual a los muertos: la casa, el cementerio y la
iglesia.
Los espacios se determinan en relación con lo más cercano
a lo divino y además, de acuerdo con el pensamiento de los
indígenas, se delimitan también por los lugares que frecuentaban
los muertos.
Así pues, la casa, por haber sido el lugar de residencia en
vida, sigue siendo el lugar de retorno después de muertos. La
iglesia, por representar la casa de Dios, es el lugar asignado para
que los muertos están presentes en su celebración, así como
también el hecho de tener filiación en la religión católica. El otro
sitio importante es el cementerio, pues el hombre al morir pasa a
ocupar un espacio material asignado por el género humano, que al
ser enterrado en el cementerio desprende su espíritu, siendo este
otro sitio donde los vivos acuden para efectuar ciertos actos como
demostración de recuerdo en el mundo de los vivos.
Los espacios utilizados para el ritual de los muertos son
tanto los públicos como los privados. Los rituales públicos en los
otomíes y mazahuas están circunscritos dentro del contexto
particular de las jerarquías cívico-religiosas, donde la figura
central que liderea las celebraciones es el sacerdote y el ritual es
concentrado a través de las misas. De esta manera y con incidencia
también en el ritual privado, la influencia cristiana es hoy en día
dominante frente a lo propiamente nativo.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Venta de flores a la entrada del cementerio San Gregorio Mecapezco. Otomíes Estos rituales públicos y privados brindan la participación
de la colectividad en diferentes niveles. Pueden ser funcionarios
civiles, religiosos o participantes que en su conjunto comparten
una visión propia acerca de la celebración de los muertos y de los
símbolos utilizados.
Abordado a un nivel cognoscitivo, el ritual a los
antepasados proporcionan satisfacciones espirituales y sociales que
de otra manera complicaría un tanto la existencia humana en
relación con la muerte y los seres más próximos que por razones
diversas desaparecen de la tierra. Estas creencias y las prácticas
rituales infiltran confianza a la familia y al grupo social en general,
lo hace que se asuma la muerte como una desaparición biológica
Eduardo Andrés Sandoval Forero de las personas más no una muerte social, teniendo en cuenta que a
los difuntos los invocan y los mantienen en su contexto social.
Malinowaki demostró en sus estudios de los nativos de las
Islas Tronbriand, que el ritual sirve para coordinar y regular la
cooperación del comportamiento humano en el contexto social. El
ritual es por lo tanto muy importante para las personas y
sociedades que lo respetan y practican.
Durkheim (1982), refiriéndose a lo que él llamó la primera
forma elemental de religión, el totemismo, planeó que en el ritual
la sociedad se rinde culto a sí misma. Efectivamente, el ritual en
las comunidades estudiadas en un mecanismo que ofrece a los
integrantes sentimientos de profunda identidad, no sólo como
miembros de una localidad, sino principalmente como integrantes
de un grupo étnico, brindando seguridad espiritual y disciplina
social.
Para las comunidades estudiadas el culto se basa en la
reproducción de actos a través de la práctica del tiro con
actividades repetitivas características de los grupos, las que en su
realización presentan semejanzas. El ritual se encuentra
constituido en primer lugar por el hombre; por el espíritu de los
muertos, objetos creados por el hombre como las velas, ceras o
imágenes y por elementos obtenidos de la naturaleza como las
flores y el sahumerio, que se conjugan para llevar a cabo el ritual.
Los dos grupos coinciden en realizar misas y rosarios como
una forma de recordar a los muertos y de conversar con ellos
mediante el uso de la palabra divina. Colocan velas y ceras en las
tumbas de los muertos, que al ser encendidas señalan el camino a
los difuntos que, junto con las flores de cempasúchil, conducen por
medio del olor, al espíritu del difunto a su casa y a su tumba.
Encender velas y colocar flores es una manera de recordarlos en el
mundo de los vivos, práctica que se observa a diario en los altares
familiares.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Tanto los mazahuas como los otomíes llevan la ofrenda a la
tumba del muerto porque consideran que es el lugar donde más
cerca están de ellos. En el grupo otomí se observa, con mayor
frecuencia, una reverencia hacia los cuatro puntos cardinales por
medio del movimiento del sahumerio, ejercitándose como una
manera de evitar la pérdida del espíritu y propiciando una
invitación a este mundo.
Floración de una tumba en el día de muertos. Aculco (Tixhiñú)
Eduardo Andrés Sandoval Forero Estas prácticas son el producto de un conjunto de creencias
y experiencias derivadas de una concepción acerca de la relación
entre el mundo natural y el sobrenatural, abarcando diferentes
aspectos de la vida religiosa y cotidiana de las comunidades.
Los otomíes y mazahuas celebran diferentes rituales
públicos y privados en el transcurso del año, los que en su gran
mayoría se realizan de acuerdo con el calendario católico. Todas
estas festividades, como la de los santos patronos, los carnavales,
las de las cosechas a la de los muertos, presentan formas de
expresión diferentes entre el colectivo de las comunidades. Si bien
es importante en el caso de los realizados a los muertos, la
integración a través de las actividades de la familia y de la
comunidad, acentuándose el hecho que marca el periodo del ritual
más intenso y participativo en el calendario de ceremonias
indígenas.
Pero las ceremonias, el ritual y las ofrendas también
cumplen otra función consistente en la transformación del proceso
cultural socialmente aprobado por la comunidad. El rito como
fuerza cósmica y mental generada a través del comportamiento
colectivo se sitúa en el punto de convergencia, la sociedad, la
cultura y la religión.
El culto como elemento importante en festejo, condesa el
acto mediante el cual el hombre se somete a la divinidad no sólo
como individuo o como grupo familiar, sino como acto social
donde la generalidad de la comunidad participa. El altar de los
muertos es donde se ofrenda a los antepasados el alimento, y son
variados en cuanto a los elementos que lo componen, pero
comunes en lo que corresponde al entender de que los difuntos
asisten a tomar estos alimentos y a compartir con los vivos esa
misma “mesa”.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Desestructuración en las comunidades
La penetración de nuevas y diferentes pautas culturales en
las comunidades indígenas estudiadas, ha tenido efectos diversos
según las regiones , pero en general podemos precisar la
transformación –lenta o rápida- irreversible en el orden de lo
analizado.
Las autoridades de las comunidades
Éstas son cada vez más débiles por lo que la cohesión
social se va resquebrajando al ser remplazada la dirección por
instituciones corporativizadas, que asumen el papel de dirigentes y
representantes del grupo en las decisiones claves como lo
económico, social, religioso y cultural. Estos organismos son, en la
mayoría de los casos, los comisariados ejidales (que no por tener
presencia de indígenas asumen los intereses de la comunidad), los
grupos religiosos y los partidos políticos, sean éstos oficiales o no.
Otras religiones
El avance y la penetración de los grupos evangélicos entre
los mazahuas y otomíes han debilitado la participación de sectores
componentes de las comunidades. Este es un importante factor que
debe tomarse en cuenta respecto a la desestructuración cultural de
las comunidades. Este factor ha venido generando fricciones
políticas, sociales, religiosas y económicas en los conjuntos
étnicos. La escisión comunal toma referentes en los días de
muertos con las familias participantes o no en las festividades. Los
evangélicos prohíbe la veneración de las imágenes y desaprueban
que se tome a éstas como objetos de adoración. A partir de la
década de los ochenta la influencia de los catequistas en la zona
Eduardo Andrés Sandoval Forero mazahua y otomí ha tomado fuerza, y resulta manifiesta la
alteración de la participación total de las comunidades en los
rituales públicos religiosos y civiles.
La reciente aparición de una gran diversidad de grupos y
prácticas religiosas dentro de una misma región o grupo étnico, ha
originado división en las comunidades, modificando igualmente
sus pautas culturales. Los adeptos de religiones distintas a la
católica, no participan en las fiestas del pueblo, bailes de la
comunidad, juegos pirotécnicos, misas colectivas, danzas de la
región, juegos mecánicos, fiestas familiares, grupos musicales,
equipos deportivos, bautismos, fiestas de quince años,
graduaciones y en general de todas aquellas actividades que
consideran mundanas. Han adquirido otras costumbres, hábitos de
alimentación y de vida, en fin otra cultura donde su determinante
para las relaciones sociales y familiares se encuentra ordenada por
la práctica religiosa que profesan.
Las otras religiones no rinden culto a los muertos como se
hace en la católica, de tal manera que con su entendimiento
fragmentan las unidades domésticas entre los seguidores y los no
convertidos, debilitando en general elementos de identidad y
cohesión social en las comunidades.
Otra función que cumplen las religiones en las
comunidades indígenas es la castellanización por la vida de rezos,
cantos y lecturas repetitivas de la Biblia, dirigidas a toda la
población.
La escuela
Otro de los espacios determinantes en el camino cultural
irreversible, lo ocupa la educación formal, a través de la escuela.
El sistema educativo en las comunidades de los medios principales
Eduardo Andrés Sandoval Forero de penetración de la cultura hegemónica donde los proyectos de
educación denominados bilingües –que pretenden “incorporar” al
indio al desarrollo nacional –alfabetizan en lengua materna, pero
terminan castellanizando.
La escuela, como otro de los instrumentos esenciales de
penetración de la cultura dominante, es portadora de estos
elementos propios del sistema hegemónico del país, cuya inserción
va transformando paulatinamente los valores, costumbres,
tradiciones, hábitos, creencias y demás aspectos culturales propios
de cada uno de los grupos indígenas.
Los niños asisten a la escuela donde el conocimiento que se
les transfiere tiene, por lo menos, dos agravantes de la situación.
Primero, es un conocimiento descontextualizado de sus regiones y
de sus comunidades y segundo, nunca es rescatado ni elaborado el
acervo cultural indígena de sus ancestros.
Los primeros efectos de los señalado se traduce en una
contradicción para los niños entre lo transferido a través de la
tradición oral, de conocimientos y explicaciones impartidas por sus
padres, acerca de los fenómenos y aconteceres tanto sociales como
materiales contra lo escuchado en el aula. Sin duda, en las
comunidades de habla otomí y mazahua, la escuela es el liar en
donde se manifiesta, en su mayor dimensión, el conflicto
sociolingüístico.
Posterior a la etapa de confusión se transita a la
modificación de la cosmogonía indígena, donde lo mítico, lo ritual
y lo ceremonial empieza a ser relegado o abandonado por otras
prácticas mentales y materiales distintas a las del grupo.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Los migrantes
La migración es otro de los aspectos que aparecen en la
cotidianeidad de las comunidades indígenas. La circulación de
hombres y mujeres que se desplazan a trabajar a las ciudades de
México y Toluca principalmente, es considerable.
Los migrantes que retornan a sus comunidades ya sea por
periodos cortos, medianos o largos, pierden, en cierto grado, el
tipo de relaciones que mantenían con el conjunto social antes del
desplazamiento. Al regresar han adquirido por voluntad o por
coacción del medio donde se encuentran, otras maneras de vivir
como también de pensar, de tal forma que su cotidianeidad ha
sufrido alteraciones suficientes como para modificar elementos
esenciales de su cultura, donde no deja de ser por demás
significativa la diferencia económica con la de sus ancianos,
amigos y parientes que se debaten entre los vaivenes de cosecha y
cosecha.
Pero al adhesión o incorporación de nuevos elementos en
los emigrantes indígenas, que generalmente lo hacen en el sector
de servicios, no pone de manifiesto una manera de pérdida de
identidad, puesto que el conjunto de la comunidad es, en última
instancia, el que determina si acepta o no ser asimilada por los
elementos nuevos a ella, a través de los filtros elaborados por esa
cultura colectiva, haciendo patente su cohesión social.
En los casos estudiados se constató que las diferentes
actividades realizadas por los indígenas fuera de sus comunidades,
es lo que permite mantener cierto nivel de ahorro, que les garantiza
regresar a sus comunidades generalmente para asistir y participar
en la fiesta de su pueblo, en la celebración del día de muertos, en
las bodas de sus familiares o amigos o de cualquier otro acto de
índole social que los mantiene en relación con sus familiares y
comunidades. En este sentido, los migrantes, al aportar dinero a
Eduardo Andrés Sandoval Forero sus comunidades, refuerzan festividades determinadas en la
cohesión social como la celebración del día de muertos, es decir,
que la migración respecto a las incidencias culturales en las
comunidades, presentan un doble papel; por un lado proporciona
elementos ajenos y por otro refuerzan con su presencia,
participación y aportación económica alas tradiciones indígenas.
Algunas diferencias sobresalientes entre las personas que
participan en los festejos del día de muertos.
Los que habitan en la
comunidad
Lengua
Los foráneos
Para la comunicación utilizan Permanentemente utilizan el el idioma mazahua. Muy pocas español. y esporádicamente usan el español. Vestido
Mujeres con traje típico Mujeres y hombres visten como mazahua. en la ciudad. Hombres con sombrero y ropa Mujeres con cabellos rizado de campo. corto y pintado. Comportamiento
Introvertidos y ceremoniosos. Generalmente extrovertidos. Concepción del festejo
Recuerdan a los antepasados Es un día considerado de fiesta muertos con respeto y cariño. y convivencia con los familiares No escuchan música en la y amigos. celebración pues es Escuchan música rock y tropical. considerado falta de respeto. Eduardo Andrés Sandoval Forero Dimensión económica de la festividad
En el aspecto económico dada familia invierte según sus
posibilidades. El aporte de los migrantes es importante para la
celebración, aunque este factor no determina la participación y
colocación de las ofrendas, pues existe una parte de las familias
que no cuentan con aportes económicos obtenidos fuera de sus
comunidades. Los que carecen de recursos para las ofrendas penen
flores que generalmente siembran en sus casas.
El hombre se encarga de buscar los ingredientes y vigilar el cocimiento del pan No sería posible realizar un presupuesto para determinar la
dimensión de los gastos realizados en una celebración puesto que
éstos difieren según el lugar donde se obtengan los productos
(fuera o dentro de la comunidad), del tipo de familia y del monto
aportado por los migrantes.
Las familias que preparan comida especial para el
autoconsumo, como barbacoa, mole o tamales, que colocan
Eduardo Andrés Sandoval Forero ofrendas y adornan las tumbas, realizan gastos mayores en relación
con el efectuado por el resto de la comunidad.
La adquisición de productos para la ofrenda depende de las
posibilidades económicas de cada familia. Los indígenas hacen
esfuerzos por ahorrar algún dinero de la venta del maíz, fríjol,
calabazas, aves o un cerdo. Los que están incorporados a las
fábricas o talleres artesanales de la región tratan de ahorrar parte
de su salario. Los migrantes que retornan a la comunidad son los
aportadores principales de los gastos que ocasiona la festividad. En
la comunidad mazahua de Loma de Juárez, Municipio de Villa de
Allende, los hijos que trabajan fuera de la comunidad son los
encargados de traer las frutas y las flores para las ofrendas. Los
productos son comprados en la ciudad de Toluca, Zitácuaro, Villa
Victoria o en la misma comunidad.
En general, podemos decir que las consecuencias
económicas se dejan sentir, pues representan un gasto considerable
el dinero destinado para la celebración. Son comunes las deudas
contraídas entre los pobladores de la misma comunidad y fuera de
ésta. Realce importante tiene el sistema del trueque de los diversos
elementos que forman parte de las ofrendas. Aparece como normal
la venta de animales o de cualquier “sobrante” de cosecha para
poder adquirir los elementos necesarios para la festividad.
El cementerio como espacio religioso,
social y económico
El cementerio es utilizado como espacio simbólico
religioso, en su interior se celebran misas dedicadas a las almas de
los difuntos. Alrededor de la misa se congrega la comunidad, la
cual asiste portando diferentes santos, previamente organizada por
mayordomos, convirtiendo este acto religioso en vehiculo de
solidaridad y de integración social.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Dentro y fuera de los cementerios la festividad del día de
muertos se constituye en verdadera feria popular. Por ejemplo, el
cementerio de San Bartola Morelos –zona otomí-, se encuentra
ubicado en una pequeña loma al frente del poblado y en su parte
rodeante se establece un tianguis donde venden diferentes
productos alimenticios como tacos, carnitas, papas, refrescos,
pulque, cerveza, pescado frito, quesadillas y demás antojitos
mexicanos. También venden productos relacionados con la
festividad como flores de nube, terciopelo, cempasúchil, cruces de
madera, botes de hojalata para poner las flores del difunto, elotes
hervidos y camotes.
De esta manera el cementerio se convierte en un verdadero
mercado en donde las interrelaciones económicas se desarrollan
intensamente. La compra-venta de productos es constante dentro
de la estructura organizacional de la fiesta.
A la 1:30 de la tarde se reúne todo el pueblo en el panteón para escuchar la misa dedicada a sus difuntos Eduardo Andrés Sandoval Forero El cementerio presente un aspecto distinto al cotidiano
siendo reluciente su limpieza; la presencia masiva de la comunidad
con hombres, mujeres, niños y ancianos; colocación de ofrendas,
velas y flores en las tumbas. Se convierte en un espacio de
socialización del gran conjuntote la comunidad. Los niños son
involucrados en esa cosmovisión y práctica, los jóvenes reafirman
su pertenencia al grupo con su presencia, los adultos son los
encargados de transmitir las costumbres junto con los ritos y los
ancianos son los que mantienen viva la memoria histórica de la
familia y del grupo a través de la tradición oral. Esta socialización
que cohesiona al grupo familiar permite que se estrechen los
vínculos parentales y que trasciendan a otras familias con la
reunión de todos los familiares y amigos, incluyendo a los que
retornan para esas celebraciones.
El 2 de noviembre los alimentos colocados en las ofrendas
son retirados e intercambiados con los familiares y amigos. Los
demás elementos de la ofrenda se dejan hasta que se terminen las
velas. De esta manera, la interacción familiar en el conjunto social
fortalece los significados y los símbolos previamente existentes,
compartidos socialmente por la cultura. Estas prácticas sociales
generan en los individuos la necesaria pertenencia al grupo o
comunidad, construyendo su propia realidad. Así, los indígenas
participan y perciben a realidad del grupo social, tomando los
intereses y las necesidades sociales, económicas y culturales como
propias.
Eduardo Andrés Sandoval Forero A MANERA DE CONCLUSIONES
Las comunidades indígenas otomíes y mazahuas que
celebran los días de muertos, en su generalidad son profundamente
católicas. En cuanto a las festividades de los muertos podemos
concluir que sus manifestaciones son propias de un sincretismo
entre la religión católica y lo prehispánico, demostrado en sus
creencias, cultos y ritos, donde el elemento dominante es el
católico.
El catolicismo se manifiesta con la participación en las
misas; en las oraciones; en la creencia en Dios, la Virgen y los
diferentes santos. Lo autóctono se relaciona directamente con
algunos aspectos de los rituales y las ofrendas que particularizan
prácticas específicas en cada grupo indígena, dependiendo de su
idiosincrasia.
El estudio permitió establecer que las ceremonias y los
rituales análogos, relacionados con la muerte, cumplen funciones
importantes en cuanto permiten establecer o mantener una
solidaridad social, así como también transmitir tradiciones a las
nuevas generaciones, estimulando expresiones colectivas y
conservando la relación de los emigrados indígenas con sus
familiares y comunidades.
Las celebraciones del día de muertos generan en las
comunidades el retorno de los migrantes. Este hecho tiene gran
importancia desde el punto de vista económico por su aporte para
las ofrendas y demás gastos efectuados.
La participación económica, social y cultural de los
migrantes indígenas fortalece la tradición, al mismo tiempo que
Eduardo Andrés Sandoval Forero posibilita su transformación en la medida que son portadores de
elementos culturales ajenos a sus comunidades.
Por otra parte, el empobrecimiento sostenido de estas
comunidades ha producido el debilitamiento del culto a los
muertos. Igualmente es preciso señalar que la presencia de grupos
religiosos diferentes a los católicos, ha originado escisión social y
cultural entre las familia y en el conjunto de las comunidades, al
debilitar elementos de cohesión manifestados a través de prácticas
como el culto a los muertos.
Las ceremonias y los ritos son mecanismo de
socialización mediante los cuales se expresan colectivamente las
comunidades de una manera organizada y con manifestaciones
particulares en torno a sus antepasados, presentando con esto una
creación de identidad religiosa y cultural.
La cultura de la muerte en las comunidades
estudiadas ha establecido ceremonias y ritos con horarios sociales
que son transmitidos a las siguientes generaciones en el entender,
no de la muerte como parte del ciclo de la vida o como
culminación de ésta, sino como una calamidad o castigo a partir de
la concepción cristiana, que tiene en cuenta el poder superior de un
Dios en la naturaleza humana.
Las condiciones sociales y económicas de las
comunidades son premisas fundamentales para la participación y
continuación de las festividades del día de muertos. Simbolismos
particularmente en su generalidad lo constituyen la capilla o
iglesia, el cementerio y el santo patrón al convertirse en principios
integrativos de las comunidades.
La participación en los rituales públicos, así como
los intercambios de ofrendas, consolidan la relación
intracomunitaria. La cadena de vínculos establecida a través del
Eduardo Andrés Sandoval Forero intercambio de ofrendas genera nexos de solidaridad entre los
indígenas, que parten de una afinidad étnica al posibilitar esa
relación de intercambio en la comunidad.
La identidad étnica, e el caso de la celebración del día de
muertos, se presenta con mayor participación e intensidad que en
otras ceremonias indígenas, donde algunos aspectos de la cultura,
que en otras fueron determinantes como la vestimenta, la música,
la lengua y las danzas no lo son ya en las comunidades
contemporáneas. Las fiestas religiosas y sociales indígenas, al
igual que el conjunto de prácticas comunitarias, como expresión de
una cultura, por lo menos en los grupos estudiados, son elementos
funcionales de las comunidades que interrelacionan, recrean y
mantienen las relaciones dentro de la etnia al igual que establecen
diferencias suficientes con otros grupos o individuos que no
pertenecen a la comunidad.
El interaccionismo de los símbolos pone de manifiesto las
reglas y significaciones sociales que los individuos estructuran
como parte fundamental de su identidad con el grupo. Se
encuentran enraizados con éste por una serie de intereses y
prácticas como la celebración del día de muertos, cuyo devenir
histórico los hace diferentes a otras personas y grupos.
Por último, se constató que el grupo doméstico y en
particular la mujer indígena, interviene en los procesos de
transmisión cultural hacia los hijos. La mujer enseña a los niños,
de manera directa, el lenguaje, las creencias, costumbres,
conductas, y diversas pautas que corresponden a los
acontecimientos de la vida cotidiana y a rituales religiosos como
los que siguen “cuando los muertos regresan”.
Eduardo Andrés Sandoval Forero ANEXOS
ANEXO No. 1
Comunidades abordadas
Las comunidades de los grupos étnicos otomí y mazahua
estudiadas en la presente investigación, comprendieron las
siguientes localidades y municipios:
COMUNIDAD
Zona mazahua 1. Loma de Juárez 2. San Pablo Malacatepec 3. San Felipe Santiago 4. Cabecera de Indígenas 5. San Antonio la Laguna 6. Guadalupe Cote 7. Sta. María Cancheada Zona otomí 8. San Cristóbal Huichochitlán 9. San Pablo Autopán 10. San Lucas Totomaloya 11. El Mogote 12. Barrio de Solapan 13. San Pedro Abajo 14. Jiquipilco el Viejo San Gregorio Mecapezco MUNICIPIO
Villa de Allende Villa de Allende Villa de Allende Villa de Allende Donato Guerra San Felipe del Progreso Temascalcingo Toluca Toluca Aculco Aculco Temoaya Temoaya Temoaya San Bartolo Morelos Eduardo Andrés Sandoval Forero ANEXO No. 2
Ofrenda mazahua
Adultos
Frutas Comida Flores Otros Naranjas, cañas, mandarinas, camotes, chayotes, guayabas, manzanas, ciruelas, plátanos, peras, jícamas, limas, dulce de calabaza. Pan de conejo, quesadillas, mole con pollo o guajolote, gorditas d maíz, café, pan de muerto, elotes, frijoles, chocolate, vaso con agua bendita, jarra con sende, jarra con pulque y tortillas. Cempasúchil, flor de coronilla, flor de muerto. Imágenes de santos, cruces, vírgenes, Cristos y cuadros del santo patrón del pueblo. Sahumerio, copal, velas, ceras y cigarrillos. Niños
Frutas Comida Flores Otros Igual que las utilizadas en la ofrenda para los adultos. Vaso con agua bendita, jarro con sende, vaso con leche, chocolates, pan de conejo, quedadillas, pan con figuras de niño, arroz, dulce de calabaza, algunos juguetes y dulces variados. Flores de nube, cempasúchil, coronilla y flor de muertos. Imágenes similares a las de la ofrenda para los adultos. Incluye cuadros de angelitos y foto de niños muertos. Eduardo Andrés Sandoval Forero Ofrenda otomí
Adultos
Frutas Comida Flores Variadas al igual que en el grupo mazahua. Además de lo registrado en la ofrenda mazahua incluye tequila, cerveza, pescado, charales, berros, acociles, carpas, nopales, papas, refresco y panes. Gladiola, flor de terciopelo o pata de león, alelí y cempasúchil. Niños
Frutas Comida Flores Otros Abundante y del mismo tipo que la ofrenda para adultos. Vaso con agua bendita, vaso con leche, chocolate con leche, pescado seco con salsa roja o verde, pan de dulce, tomates, tamales, teleras mojadas con agua de piloncillo, taza de café, haba blanca, chocolatitos, agua endulzada con piloncillo, dulces, galletas y refrescos. Flores blancas, cempasúchil, flor de nube, de terciopelo y gladiolas. Ceritas. Veladoras blancas, velas chicas, sahumerio, crucifijo de cera y foto de los niños muertos. Eduardo Andrés Sandoval Forero ANEXO No. 3
Guía para el trabajo de campo en las festividades del día de
muertos
La presente guía es un instrumento que orienta la
realización de la tarea propuesta, tratando de clasificar y ordenar lo
requerido de la información. Por supuesto que esta primera guía no
puede ser considerada como completa y acabada, todo lo
contrario, está sujeta a cambios, anexos y modificaciones que se
requieran una vez que hayan sido contrastada con lo investigado.
1.- Datos de la comunidad
1.1
1.2
1.3
1.4
1.5
Nombre
Municipio
Localización
Urbana – rural
Indígena – mestiza
2.- Creencias religiosas
2.1
Cosmovisión (agentes sobrenaturales). Mito
sobre la muerte.
2.2
Práctica religiosa; mismas, responsos, rezos,
música, historias, etc.
Eduardo Andrés Sandoval Forero 2.3
Concepción sobre la muerte en la vida cotidiana.
2.4
Concepción sobre la muerte en la tiempo festivo.
2.5
Creencias sobre las causas de la muerte.
3.- Culto a los muertos
3.1
3.2
3.3
3.4
Fiestas periódicas para los difuntos (cuándo,
dónde).
Culto a los muertos. Cómo se realiza, por qué,
dónde.
Descripción del culto.
Creencias sobre la inmortalidad.
4.- El ritual
4.1
4.2
4.3
4.4
Calendario ceremonial. (Días, horas y actividades).
Describir detalladamente el ritual para niños y para
adultos.
El duelo en mayores y menores.
Espacio (s)del ritual.(Describirlo: iglesia, hogar,
cementerio, escuela, etcétera).
5.- Preparativos para la ceremonia del día de muertos
3.1
3.2
Describir las actividades por día.
Organización (quién (es), cómo y dónde se
organiza).
Eduardo Andrés Sandoval Forero 3.3
5.2.1 Institucional
5.2.2 Comunal
5.2.3 Familiar
5.2.3.1 Formas de participación de la mujer,
de los hombres, niños y ancianos.
5.2.3.2 Distribución del tiempo en las
ceremonias, cementerios, hogar,
etcétera.
Vestuario, música, implementos, simbolismos.
6.- Creencias religiosas
6.1
Descripción de la ofrenda y su elaboración.
6.2
Tipo de ofrenda para cada ritual.
6.2.1 Ofrendas para adultos.
6.2.2 Ofrendas para niños.
6.3
Cuadros de santos, vírgenes, Cristos, etcétera.
6.4
Alimentos, bebidas y flores.
6.4.1 Material y elaboración. (Mole, pulque,
alimentos, utensilios).
6.4.2 Tradicionales o comerciales.
6.5
Ubicación de la(s) ofrenda (s)
6.6
Las flores
6.6.1 Clases
6.6.2 Significado
Eduardo Andrés Sandoval Forero 7.-Dimensión económica
7.1
7.2
7.3
7.4
7.5
Gastos en preparativos.
Quién y cómo los efectúa (relacionar con
organización 5.2).
Comida, dulces, plantas, flores, velas, etcétera.
Artesanías (su significado).
Máscaras (ritual y significado).
Juguetes.
8. Tradición que afecta la vida cotidiana
8.1
8.2
8.3
8.4
8.5
8.6
Nivel familiar
Nivel comunidad
Nivel estatal
Nivel nacional
Lo tradicional
Lo turístico
Eduardo Andrés Sandoval Forero ANEXO No. 4
Vocabulario otomí de algunas palabras utilizadas en la
festividad del día de muertes
Cera Flor Fruta Cepasúchil Veladora Cruz Sahumerio Pan Bolillo Papas Mole Pulque Charales Hongos Tortillas Copal Tamales Y Dni Ichi Rde dni Yo ya vaso Ponti Ntusi Tjmi Tjmi ya tey
Roca Y ga Tsi Charale Nyuni Mji Gitjoni Tjidi Eduardo Andrés Sandoval Forero ANAXO No. 5
Calendario ceremonial de la festividad del día de muertos
(Tejupilco)
Día Hora Actividades 31 de octubre 10:00 h 1 de noviembre 10:00 h 2 de noviembre 19:00h 7:00 h 13: 00 h 15:00 h 3 de noviembre 14:00 h Se colocan las ofrendas para los niños. Colocación de ofrendas para adultos Misa para los fieles difuntos. Misa – rosario Misa general en el panteón. Misa en la Iglesia para despedir a los difuntos. Recogen los alimentos de la ofrenda y proceden al intercambio. Eduardo Andrés Sandoval Forero BIBLIOGRAFÍA
Anguiano, María. Las tradiciones del día de muertos en México,
SEP. México, 1987.
Bartnetche, Perla Pous. “Tradición del día de muertos”, en
Caldero, no. 5, UIA, México, 1990.
Benítez, Fernando. Los indios de México, ERA, México, 1990.
Caballero, Ma del Socorro. “Velorio y entierro”, en Temoaya y su
folklore, 2ª ed., Gobierno del Estado de México, 1985.
Díaz Gómez, David. “Ocotepec: día de muertos con los zoques”,
en México Desconocido, no. 189, 1992.
Díaz, Daniel. “Cucuchucho, un pueblo purépecha que no aparece
en los mapas”, en México Desconocido, no. 165, México. 1990.
----------------------. Las formas elementales de la vida religiosa.
Akal. México, 1982.
Franco, Luigi. Vida y magia en un pueblo otomí, INI/SEP, México,
1983.
Frazar, James G. La rama dorada, FCE, México, 1986.
Grahame, Clark, James Mellaart, et al. El despertar de la
civilización, Labor, Barcelona, 1963.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Gobierno del Estado de México. Acerca de los mazahuas del
Estado de México, vol. II.
Hinton, Thomas B. Coras, huicholes y tepehuanes. INI, México,
1990.
Historia del mundo, vol. I, Pijdan, 1980.
Jensen, Ad. E. Mito y culto entre los pueblos primitivos, FCE,
México, 1966.
Kira, G.S. El mito, Paidos, México, 1970.
León Portilla, Miguel. La filosofía náhuatl, UNAM, México, 1983.
_________. Ritos, sacerdotes y atavíos de los dioses. UNAM,
México, 1983.
López Austin, Alfredo. Cuerpo humano e ideología, UNAM,
México, 1984.
Moctezuma, Matos. Muerte al filo de obsidiana, SEP, México,
1987.
Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. FCE, México, 1990.
Pozas, Ricardo. Los indios en las clases sociales de México, Siglo
XXI, México, 1987.
Rivero Gómez, Rubén. Día de muertos, SUTESUAEM.
Sandoval, Juan Manuel. Ceremonias mortuorias entre los otomíes
del norte del Estado de México, Serie de Antropología Social.
Gobierno del Estado de México, 1977.
Eduardo Andrés Sandoval Forero Gobierno del Estado de México. Día de muertos, Series de
Identidad Estatal, no. 11, 1988.
SECTUR. El rumbo es Michoacán, México, 1980.
Sejourne, Laurete. Magia y religión en el México antiguo,
SEP, México. 1987.
__________. Pensamientos y religión en el México antiguo, FCE,
1988.
Sosa, Alejandra. “Tradiciones mexicanas”, en Revista Oficial
Mexicana. México, noviembre de 1989.
Toscazo, S. Arte precolombino de México y América Central,
UNAM, México, 1970.
Thompson, Eric. Historia y religión de los mayas. Siglo XXI,
México, 1984.
Valade, Bernard. Las mitologías y los ritos. Mensajero México,
1987.
Vazquez, Héctor. El estructuralismo, el pensamiento salvaje y la
muerte, FCE, Breviarios, México, 1982.
Vicent, Thomas Luis. Antropología de la muerte, FCE, México,
1983.
Westheim, Paul. La calavera, FCE/SEP, México, 1985.
Eduardo Andrés Sandoval Forero “Cuando los muertos regresan”, se termino de imprimir en el
mes de Octubre de 1997, en los talleres de Editora López
Maníes, S.A. Av. Morelos Oriente 300, Col. Centro. Tel: 15-2190. El tiraje fue de 500 ejemplares. Edición a cargo del
Programa Editorial de la UAEM.
Eduardo Andrés Sandoval Forero 
Descargar