Cambios en la estructura de las redes de “alterradios” en Bolivia y Perú. Legalidad y legitimidad Juan Ramos Martín RESUMEN: El trabajo busca encontrar las características propias y las causas de la conformación de las nuevas legislaciones y políticas públicas en materia de comunicación comunitaria implementadas especialmente durante la última década en Bolivia y Perú, identificando si la legislación ayuda a la formación de servicios de radiodifusión comunitarios, o presenta trabas para su puesta en funcionamiento. La metodología enfatiza el análisis de las políticas públicas y la legislación referente y vinculante a los sistemas comunitarios. PALABRAS CLAVE: Bolivia - Perú – Radio – Comunicación y DesarrolloLegislación Introducción a la comunidad Ya desde el clásico de Bertolt Brecht (1932), se viene intuyendo la importancia de la radio como uno de los instrumentos más válidos para la consecución del cambio inscrito en las corrientes -posteriormente desarrolladas- de la comunicación y el desarrollo y la comunicación para el cambio social (Gumucio y Herrera, 2010; Alfaro et al., 1990; Chaparro, 1998; Peppino, 1999). Las dinámicas del mundo actual y su inserción en el mundo globalizado del nuevo paradigma del capitalismo cognitivo, hacen necesario reformular ciertos aspectos. Para Alfonso Gumucio y Thomas Tufte (2008:17), la comunicación para el cambio social es entendida como “un proceso de diálogo público y privado a través del cual la propia gente define lo que es, lo que quiere y necesita, y cómo trabajará colectivamente para obtener aquello que contribuirá al mejoramiento de su vida. Se basa en principios de justicia, equidad, voz y participación, en la tolerancia y en el proceso de desatar aquellas voces que antes no eran escuchadas”, basándose en un concepto de desarrollo “entendido como el marco epistemológico y praxeológico que guía toda la reflexión (…) como sistema complejo de significación del fenómeno comunicativo intercultural” (Del Valle y Moreno, 2004: 1). Desde el principio, y como se adelantaba antes, uno de los medios con más posibilidades de conseguir dicho empowerment es la radio, debido a los bajos costes, la facilidad de emisión y recepción, la empatía para con el oyente. Pero una vez validada la radio como instrumento, el propio Gumucio (2008) explica cómo, en este nuevo mundo en el que estamos insertos, la cualidad indispensable para conseguir el desarrollo mencionado es “la propiedad comunitaria y el desarrollo de contenido local para red”. Ésta, sin duda, es misión para las nuevas radios comunitarias. Y en ese sentido de comunidad, si se toma en cuenta la definición promulgada por la UNESCO, se observa la pérdida de concepción estrictamente física que antes le caracterizaba, La comunidad puede ser territorial o geográfica- una ciudad, un pueblo, un barrio o una isla-. También puede ser un grupo de personas con intereses comunes, que no necesariamente tienen que vivir en un territorio definido (UNESCO, 2002: 11). El carácter comunitario, por tanto, de los medios adscritos a tal definición, refiere a “la voluntad de utilizar nuevas y ligeras tecnologías en la reconstrucción de los lazos perdidos en la atomizada sociedad de masas” (Mata, 1993: 58). La caracterización de la UNESCO del término medio comunitario, más allá de los interesantes debates conceptuales, centraría sus objetivos en: - Servir a una comunidad reconocible - Alentar a la participación democrática - Ofrecer la oportunidad a cualquiera de sus miembros para iniciarse en la comunicación y participar en el desarrollo de los programas, la dirección y la propiedad de la emisora - Usa tecnología apropiada a la capacidad económica de la gente, no aquella que lleva a depender de recursos externos - Está guiada por el bien de la comunidad, sin consideraciones comerciales - Promueve e implementa la solución de problemas En torno a tal catalogación, afortunadamente en América Latina existe una gran tradición en cuanto a la fuerza y credibilidad de los medios comunitarios. Si en países como Bolivia o Colombia ya podemos hablar de su influencia durante los años 40 y 50 con el nacimiento de Sutatenza, las radios sindicales mineras y la red Educación Radiofónica de Bolivia (ERBOL), hoy en día mantienen gran vigencia debido a su verdadero compromiso con la sociedad. Acciones recientes, como el compromiso informativo de ERBOL durante la “Guerra del Gas” en La Paz en el año 2003, demuestran el porqué de su prestigio. Además, en una industria, la radio, en la que se facturan en Bolivia 11.570.000$ (2004) (Mastrini y Becerra, 2009), el 2% entre las industrias culturales (sumando telefonía básica y móvil), la red ERBOL aparece como el tercer operador en niveles de facturación, alcanzando 1.721.616$, el 24% de la facturación en este sector, y siendo ésta, la radio, una de las tres IC, junto con la televisión y la telefonía móvil, que logró subir en niveles de acceso per cápita entre los años 2000 y 2004, concretamente un 40,6%, llegando a las 189,7 conexiones por cada 1000 habitantes, sólo por detrás de la telefonía celular (195). Para obtener un objeto comparativo válido, el mejor combinado resulta del estudio de dos realidades muy parecidas, antropológica, social y culturalmente, pero a la vez distantes –y no sólo en la política- y, en ocasiones, enemigas: Bolivia y Perú. En ambos casos es amplia y profunda la repercusión de la radio alternativa como método de presión para el cambio social. Históricamente así fue, pero es en esta última década que la comunicación no comercial se ha diversificado exponencialmente en ambos países, y aprovechando, como no, el auge de las nuevas tecnologías, muchas instituciones y actores sociales, con apoyo externo o interno, han apostado por establecer sus propias redes radiofónicas. Ejemplo de esto son, más allá del mítico ERBOL, que cuenta con 35 emisoras asociadas y 79 afines, los casos de Onda Local, red de radios municipales de la Federación de Asociaciones Municipales con 37 emisoras, creada con el apoyo de instituciones como AECID y otras agencias de cooperación; y la Red de Radios de los Pueblos Originarios (30 emisoras) y la Red Patria Nueva, ambas subvencionadas por el gobierno actual, por las que, más allá de diferencias y afinidades, apuesta claramente como “la voz de la verdad”. Por el lado peruano, son los casos, por ejemplo, de AMARC-Perú, subsede nacional de la asociación mundial de radios comunitarias y que aglutina a más de 30 experiencias alternativas (no necesariamente comunitarias) o la Coordinadora Nacional de Radio (CNR), asociación civil sin fines de lucro que articula a más de 60 experiencias representativas del movimiento de radio educativa y comunitaria en el Perú. Por otro lado, interesante es ver también cómo, aparte de cuestiones puramente económicas, los tres sistemas de radios, con mayor o menor concentración estructural, presentan niveles de centralidad e interconexión, especialmente a través del internet y el satélite, lo cual les permite establecer ciertos patrones de actuación similares en el aumento de la dependencia por parte del núcleo. Algunas cifras aproximativas aportadas por Villamayor y Lamas (VV.AA., 2007), calculan que “existen en América Latina aproximadamente mil radios que se pueden considerar comunitarias, educativas, populares o ciudadanas”, las cuales las identifican a través de sus “objetivos políticos de transformación social, de búsqueda de un sistema justo, con vigencia de los derechos humanos, con acceso y participación de las mayorías en el poder”, así como por no mostrar fines de lucro. “Esto no les impide crecer, intentando una inserción en el mercado”. Y si no, para el caso específico de Bolivia, sólo se necesitan ver los excelentes resultados económicos que en el último ejercicio han aupado a una organización educativa como ERBOL al tercer lugar en audiencia y facturación del mercado radiodifusor. Sin embargo, el éxito “autosostenido” de estas organizaciones no se ve reflejado en la concepción legislativa actual. Legitimación y regulación. Legislación y políticas públicas en materia de comunicación comunitaria Según el clásico de Berger y Luckman (1978:76), la institucionalización aparece “cada vez que se da una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores”. En esa “construcción de objetivación de la experiencia” (Cimadevilla, 2005:43), “puede decirse que la institucionalización es algo incipiente en toda situación social que tenga continuidad en el tiempo”. Esta legitimización de la intersubjetividad es traducida en las sociedades occidentales en la construcción de cuerpos legales y lo que, desde los setenta y en el contexto crítico latinoamericano aún con más fuerza, se vino a denominar Políticas Nacionales de Comunicación (PNC), Política Nacional de Comunicación es un conjunto integrado, explícito y duradero de políticas parciales de comunicación, armonizadas en un cuerpo coherente de principios y normas dirigidos a guiar la conducta de las instituciones especializadas en el manejo del proceso general de comunicación de un país (Beltrán, 1976) La definición clásica de Beltrán, que no deja de mostrar un carácter principista y normativo en la suma de políticas parciales, esboza al menos tres características de lo que una PNC debería cumplir: “su estructura global (integrada), su proyección taxativa y obligante (explícita) y su dimensión permanente y sostenida en el tiempo (duradera)” (Exeni, 1998:34). No obstante, no es necesario señalar que en la mayor parte de países, las políticas en materia de comunicación no cumplen, en ocasiones, ninguna de las características señaladas, sino que la mayor parte han demostrado ser parciales, marginales, implícitas, y en ocasiones, autoritarias1. Centralizando el debate en materia de comunicación comunitaria, podría decirse que, en relación a los importantes datos de creación y participación sectorial ofrecidos en el anterior apartado, la radiodifusión comunitaria y no comercial en los países objeto de estudio es un actor socialmente legitimado como receptor de procesos de regulación institucional en un sentido de aprovechamiento máximo de la intersubjetividad. Existe una interesante taxonomía de tipos de políticas públicas en base a los preceptos de las PNC en Exeni, 1998:134. 1 En base a lo anterior, y a pesar de ofrecer un retraso histórico en materia regulatoria, la legislación no ha permanecido inane a los cambios descritos, apreciándose, eso sí, una aparente disparidad en el espíritu legal de un país al otro. Si en Bolivia, desde el año 2004, con la aprobación de un decreto (posteriormente abrogado), y más recientemente con la legislación aprobada desde el 2006 en adelante, especialmente el Decreto Supremo 29174 de 2007 sobre Telecomunicaciones en Áreas Rurales, se observa en la clase política boliviana un interés, no sólo actitudinal, sino también legal, por la radiodifusión comunitaria y su regulación (lo cual no significa algo estrictamente positivo, pues puede encerrar, a su vez, fuertes intereses políticos e ideológicos en su formulación y aplicación), en Perú se asiste a un proceso para muchos contrario, con un marco legal (D.S. 013-93-TCC y su Reglamento y Ley 28278 de 2004) que en vez de fomentar la radio local, comunitaria y ciudadana parece limitarla. Como se observará más adelante en la investigación, ambas reglamentaciones se parecen más de lo que cabría esperar, especialmente por las trabas y limitaciones a la hora de obtener licencias por parte de los pequeños radiodifusores, manteniendo el eterno riesgo de continuar siendo excluyentes para los más excluidos. El análisis, por tanto, será de tipo correlacional, cualitativo y afín a la corriente crítica, “teóricamente orientada y atenta a las relaciones generales entre sistema social y medios de comunicación de masas” (Wolf, 1987:14), y se centrará en las políticas públicas seguidas por los últimos gobiernos vigentes en cuestión de comunicación (especialmente popular y comunitaria), los decretos y las leyes que de su gestión se han aprobado. Legislación boliviana. Diseño institucional y políticas públicas. La legislación sobre la radiodifusión en Bolivia ha tenido varias figuras y ha pasado por distintos estados, atendiendo a una dispersión innegable (Exeni, 2010: 52-53), en la que desde la primera ley hasta el comienzo del ejercicio de gobierno 2006 (actual), contaba con al menos 10 leyes, 2 decretos ley, 20 Decretos Supremos, 5 resoluciones ministeriales y un Código Electoral (el de 2005) que regulaban todo lo referente a temas de comunicación e información en el país. Sin embargo, y a pesar de la profusión legal en torno a los temas de comunicación e información, no ha sido hasta los últimos años que se ha prestado atención a aquella parte de la radio que no se dedica sólo a la obtención de prerrogativas comerciales. Por otro lado, de una manera un tanto vetusta se combinan normas correspondientes a la aciaga época neoliberal conjuntamente con otras correspondientes al nuevo Estado Plurinacional, que se dice contrario a las anteriores tesis. El resultado, por tanto, es un objeto de sanción confuso y resbaladizo, que ofrece a veces lecturas contradictorias y que no siempre ha buscado el beneficio de unos actores que, fuera de los circuitos económico-comerciales, mantienen una posición desfavorable respecto a los otros medios. Comenzando por el texto constitucional, aprobado a finales del 2008, éste garantiza la libertad de información en el artículo 7. No obstante, hace una mención especial a la comunicación en los artículos 106 y 107. En el primero de ellos se garantiza el derecho y la libertad de información. El segundo de los artículos es más una declaración de intenciones. Habla eminentemente sobre los valores y principios que los medios han de respetar. Pero es en su cuarto apartado, más concretamente, donde se expone: IV. El Estado apoyará la creación de medios de comunicación comunitarios en igualdad de condiciones y oportunidades (Asamblea Constituyente de Bolivia, 2008:24). Por su parte, en el artículo 30, inciso II, las naciones y pueblos originarios campesinos obtienen el derecho: 8. A crear y administrar sistemas, medios y redes de comunicación propios Ambas articulaciones, que en principio parecieran buenas desde todas las visiones posibles, presentará más adelante algunas dudas sobre las intenciones verdaderas de la enunciación de tan esperado artículo. Pasando a una regulación más concreta, se mantienen vigentes en materia de radiodifusión la Ley 1.632 de Telecomunicaciones, sancionada el 5 de julio de 1995. Heredada de las tesis neoliberales, incluye a la radiodifusión dentro de un espectro más amplio como son las telecomunicaciones, por lo que la radio es entendida como una rama de las mismas que se dirige “a cumplir un servicio público” (AMARC, 2009:93). Entre lo más destacable, sanciona el espacio aéreo y el espectro electromagnético como bienes de titularidad estatal, los cuales tiene la potestad de ceder a particulares bajo la figura de la concesión (Congreso Nacional, 1995. Artículo 23). El actor principal en su regulación es el Estado, a quien le corresponden las siguientes competencias: Posee el dominio originario del espacio aéreo y el espectro electromagnético Asume la exclusividad de su administración y explotación (Congreso Nacional, 1995. Artículo 30). De acuerdo a su diseño institucional, el Estado administra sus competencias a través del Ministerio de Obras Públicas, Servicios y Vivienda, mediante la cartera del Viceministerio de Telecomunicaciones. Por otro lado, hasta hace unos meses –abril de 2009-, quien velaba por la aplicación de la reglamentación es la Superintendencia de Telecomunicaciones (SITTEL), quien a partir del D.S. 0071 por el que se disuelven las superintendencias (como fantasmas del neoliberalismo) fue sustituida por la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Telecomunicaciones y Transportes (ATT). Por otra parte, existen otras dos autoridades que, sin tener potestades directas sobre dicha regulación, poseen ciertas capacidades para incidir en el sistema de medios del país. La Dirección de Telecomunicaciones (anterior Dirección General de Telecomunicaciones), inserta en el Viceministerio de Telecomunicaciones, y la anterior Dirección Nacional de Comunicación Social (DINACOM) -dependiente del Ministerio de la Presidencia-, hoy Ministerio de Comunicaciones, un organismo mucho más político que los anteriores, polémico por llevar a cabo el proyecto de establecimiento de la Red Nacional de los Pueblos Indígenas y Originarios (RPOs). Por lo indicado, la nueva ATT es el único ente capacitado para la concesión a través de la licitación pública, adquiriendo los beneficiarios el papel de proveedores de servicio u operadores. El Reglamento de la ley de telecomunicaciones, D.S. 24132 de 1995, en sus artículos 6 y 7, regula estos aspectos. En cuanto a la clasificación de los operadores, el artículo Rango de Ley 43 de la Ley 1632, los califica de dos formas: oficiales –cuya propiedad depende de organismos del Estado- y privadas –de propiedad particular y concedidas en función de fines comerciales o las que se autorizan con fines exclusivamente educativos, exentas de pagos a través de lo dispuesto en el artículo 41: Se excluye de la aplicación de la presente ley, a excepción de los aspectos técnicos relacionados con el uso del espectro electromagnético, las telecomunicaciones vinculadas a la seguridad y la defensa nacional establecidas por el Poder Ejecutivo, así como las de carácter social relacionadas con la educación y salud. Estos servicios están exentos del pago de tasas y derechos por utilización de frecuencia, siempre que utilicen frecuencias electromagnéticas establecidas por el Ministerio de Hacienda y Desarrollo Económico [hoy Ministerio de Obras Públicas, Servicios y Vivienda] (Congreso Nacional, 1995. Artículo 41). La distribución de las radios en Bolivia hoy día se da, legalmente, entre radios privadas –tanto las privadas como las acogidas a la figura de exclusión (artículo 41)- oficiales y las de carácter social o comunitarias, contando a mayores con las radios insertas en las RPOs (cuya regulación se expondrá más adelante). Tanto las radios excluidas por el artículo 41 como las reglamentadas como comunitarias, siguen su proceso a través del Poder Ejecutivo excepto en lo que se refiere a requisitos técnicos, que deben ser presentados ante la ATT. Desde la década de los 80 hasta el año 2004, la lucha por el derecho a una “radiodifusión comunitaria” legal fue dura y no exenta de debate. Es en 1999 cuando mediante un convenio entre la Universidad Católica Boliviana (UCB), la SITTEL y las asociaciones que agrupan a las emisoras comunitarias y comunicadores nativos de la región andina (APRAC, AREALP y ARNPE)2, en el que a través del intercambio de capacitación asumida por la SECRAD3 de la UCB a las radios de las comunidades, de la que legalmente debía haberse 2 APRAC (Asociación Provincial de Radios Comunitarias de La Paz), AREALP (Asociación de Radio Emisoras Aymaras de La Paz) y ARNPE (Asociación de Radialistas Nativos y Promotores de Espectáculos). 3 Servicio de Capacitación en Radio y Televisión para el Desarrollo. hecho cargo la institución estatal, la propia SITTEL se compromete a regularizar la situación de dichas radioemisoras. Hasta que concluyó la vigencia de dicho Convenio, en 2001 se alcanzó la cifra de por lo menos 20 radios concedidas como comunitarias, sentando el precedente jurídico necesario (Aguirre, 2007a:11) En 2004 la figura de “radiodifusión comunitaria” finalmente cristaliza en el debate legislativo. Mediante el D.S. 27.489 se reconoce por primera vez el derecho de estas emisoras a tener una figura legal propia y no tener que acogerse a la denominación de privadas, “hecho que derivaría en la otorgación de las primeras 17 frecuencias de estaciones que tendrían la denominación de comunitarias” (Aguirre, 2007b:2). Sin embargo, el decreto necesitaba de la reglamentación específica que no llegó a ser emitido en los plazos fijados. Y no es hasta el siguiente año, 2005, en que más allá de redactar un Reglamento Específico, se reformula y reescribe el propio decreto dando lugar al D.S. 28526, de diciembre de 2005, bajo el título de Reglamento de Simplificación de Trámite de Obtención de Licencia para el Funcionamiento de la Radiodifusión Comunitaria. Éste marcó un punto de inflexión en la legislación sobre radiodifusión aceptando que una institución privada, aunque de marcado servicio público, como es AMARC, se convirtiera en el valedor que otorgue “registro” a la radio o televisión comunitaria a fin de que “garantice su legitimidad en el conocimiento y vocación de servicio comunitario” (Aguirre, 2007a:12). Por otro lado: Estos medios implican señales de radio y de televisión, que comprenden tanto las bandas de AM, FM y de frecuencias VHF y UHF de televisión. La sostenibilidad de los medios dado su carácter no lucrativo podrá provenir de recursos autogenerados como avisaje u otros, donaciones, proyectos y aportes de la comunidad. Por otro lado, se reconocen solicitudes de iniciativas colectivas así como aquellas individuales siempre que cada una de ellas cuente con el respaldo local de entidades territoriales u organizaciones representativas (Aguirre, 2007a:12). Tras el cambio de gobierno de 2006, se aprobó al año un nuevo D. S. esta vez llamado Reglamento de provisión de servicios de telecomunicaciones en áreas rurales del territorio nacional, D.S. 29174 de 2007. Este decreto supone un cambio sustancial en la concepción de la radiodifusión comunitaria, en primer lugar, por considerarla tan sólo concerniente a las zonas rurales del país, que aun cuando demuestran más del 90% del territorio nacional, excluiría a más de la mitad de la población que reside en núcleos urbanos. Aquí mismo se observa que la restricción a la sección municipal como espacio de cobertura del servicio de radiodifusión comunitaria podría afectar la naturaleza de proyectos sociales cuando su alcance poblacional supere la sección municipal como tal. Segundo, en cuanto a las licencias para los servicios de radiodifusión comunitaria, la norma vigente asigna una sola licencia de radio o televisión por organización comunitaria. Este aspecto podría generar condiciones de inequidad en una localidad ante intereses plurales de comunicación que se den en el mismo ámbito. Tercero, el lapso de vigencia de una licencia, a diferencia de los medios de carácter privado-comercial, es de diez años con posibilidad de renovación sujeta a «informes favorables de la Superintendencia de Telecomunicaciones y del Viceministerio de Telecomunicaciones.» (Artículo 31. IV) (AMARC, 2009:99). Legislación peruana. Diseño institucional y políticas públicas. La legislación en el caso peruano resulta mucho más concisa que la de su vecino del sur. La radiodifusión comunitaria se encuentra regulada desde el año 2004 por la más general Ley 28278 de Radio y Televisión. El desarrollo histórico de la legislación peruana en medios, ha estado enmarcada en un contexto siempre caracterizado “por el dominio exclusivo de las elites empresariales y políticas sobre los medios de comunicación social” (AMARC, 2009: 199). No obstante, la Constitución de 1979 incluye en su redacción del artículo definitorio de la Libertad de Expresión como vía de su consecución “comprende fundar medios de comunicación”. Tras la caída de Fujimori en 2000, se promulga en 2004 la Ley de Radio y Televisión en la que se introducen principios y reglas que buscan asegurar “que en los años venideros los operadores de dichos medios desarrollen sus actividades dentro del respeto al marco jurídico y ético que corresponde a una democracia” (AMARC, 2009:109). En lo que al espectro radioeléctrico se refiere, se entiende como un recurso natural patrimonio de la Nación, del que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones será su administrador y distribuidor. Entre las competencias del ministerio, en orden de lo establecido por el Reglamento de Organización y Funciones vigente, se encuentran como Direcciones Generales: • Regulación y Asuntos Internacionales de Comunicación • Concesiones en Comunicaciones • Autorizaciones en Telecomunicaciones • Control y Supervisión de Comunicaciones La concesión de frecuencias se realizarán en connivencia con el “Plan Nacional de Atribución de Frecuencias (PNAF), el Plan Nacional de Asignación de Frecuencias, las normas técnicas correspondientes y los acuerdos y tratados internacionales vigentes” (Congreso Nacional de Perú, 2004: 4), y con la supervisión no vinculante de un Consejo Consultivo de Radio y Televisión, dependiente del propio Ministerio Artículo 10.- Régimen preferencial Los servicios de radiodifusión educativa y comunitaria, así como aquellos cuyas estaciones se ubiquen en zonas de frontera, rurales o de preferente interés social, calificadas como tales por el Ministerio, tienen un tratamiento preferencial establecido en el Reglamento. Dentro de la categorización de radiodifusión comunitaria, los requisitos que se deben cumplir son, según el Art. 9 de dicha ley, los siguientes: - Estar ubicadas en comunidades campesinas, nativas e indígenas, áreas rurales o de preferente interés social - Programación destinada a fomentar la identidad y las costumbres de la comunidad La considerada radiodifusión comunitaria, a su vez, encuentra en la legislación la exención del pago de las tasas por explotación comercial del servicio de radiodifusión expuesto en el artículo 66. El pago de las obligaciones económicas de los servicios de radiodifusión comunitaria, se establece posteriormente en el Reglamento de dicha ley, aprobado en Decreto Supremo 005-2005-MTC en el año 2005, y el cual establece: Autorizaciones para el servicio de radiodifusión comunitarias y su renovación: veinticinco por ciento (25%) de una UIT (Ejecutivo Nacional de Perú, 2005:33). A su vez, se establece el pago (Artículo 118) del 50% del canon anual. Además, la ley contempla la donación de bienes y equipos, tanto para los servicios de radiodifusión educativa como comunitaria, y tanto a entidades del sector público como a personas sin fines de lucro que lo soliciten. El reglamento establece como condiciones para la asignación de frecuencias, que estas sólo se harán en la banda de frecuencia modulada (FM) en radio y VHF y UHF en el caso de televisión, y en su indefinición, tan sólo las clasifica de “baja potencia”. También en el reglamento se establece un código de ética para cada uno de los modelos de radiodifusión contemplados en la ley. En el caso de los servicios de radiodifusión Comunitaria: Los principios, fines y mecanismos de autorregulación para el desarrollo de su programación, destinada principalmente a fomentar la identidad y costumbres de la comunidad en la que se presta el servicio, fortaleciendo la integración nacional (Ejecutivo Nacional de Perú, 2005: 29) De dicha legislación, colectivos como la Veeduría Ciudadana de la Comunicación Social (2004: 3) reprochan un intento deliberado de disminución de la radiodifusión estatal, regional y comunitaria, en función de cumplir los propios intereses de medios gubernamentales, En diversas partes del Proyecto, en vez de reglamentarse la Ley con el fin de contribuir a la promoción del crecimiento y desarrollo de la televisión estatal, regional, educativa y comunitaria (puntos que considera la Ley), se hace una normativa reglamentaria de orden técnico y económico que puede contribuir más bien a la disminución, reducción o restricción de dichos sectores no comerciales de la radio y la televisión, como se hace por ejemplo al limitarse vía Reglamento las reservas del espectro para este tipo de operadoras a solo dos (2) por banda, o limitando la potencialidad de alcance de transmisión, etc. A su vez, se solicita la supresión del Artículo 47, en el que se establecen las restricciones técnicas de concesión para la radiodifusión comunitaria y que Calandria entiende como restricciones técnicas no contempladas en la Ley que dicho Decreto reglamenta. Por otra parte, en el Artículo 100 del Reglamento se pretende fijar un mínimo del 80% de contenidos educativos en las emisoras comunitarias, lo cual supone una alta restricción en la programación de dichas emisoras. No obstante a la legislación, y a pesar de resultar un avance respecto al vacío legal del pasado reciente peruano, el panorama no mejora a la hora de transformar dicha legislación en políticas públicas. Durante el último periodo de gobierno, en Perú se ha llevado a cabo el cierre de más de 100 pequeñas emisoras del interior del país, en palabras de AMARC, de manera injustificada (AMARC, 2010: 77-78) y muy vinculados al ardiente conflicto de Bagua4. Los casos más vistosos, denunciados ambos por la Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH) de Perú ante la CIDH, fueron los de Radio La Voz, galardonada posteriormente a su cierre con el premio “Guardián de la Libertad de Expresión de la organización inglesa Index on Censorship por su cobertura informativa durante la protesta indígena, y Radio y Televisión Oriente de Yurimangas, a la que finalmente, por Resolución Directorial No. 1744-2010MTC/28 se resolvió devolverle la frecuencia. Las causas justificativas de ambos cierres aducen “problemas con sus licencias, como represalia por haber informado sobre protestas sociales. Además, denunció que varios dirigentes amazónicos fueron encarcelados en el marco de la huelga indígena” (AMARC, 2010: 78). Ambos casos muestran el uso de la legalidad como vía para impedir la libertad de expresión, una estrategia que se está usando recurrentemente por los gobiernos para Protesta indígena en contra de medidas ejecutivas en torno al manejo de los recursos hídricos y forestales que han sufrido represión policial y censura informativa en su cobertura, saldados hasta el momento con varias decenas de muertes (vinculado a la “Ley de la Selva y el TLC con Estados Unidos) 4 tratar de acallar voces incómodas, lo cual es claramente violatorio de los derechos para emitir información y opiniones, así como del derecho de la sociedad a recibir información diversa (AMARC, 2010: 78). Sin embargo, y de forma totalmente contradictoria, coincidente con el cierre y la censura de las emisoras explicitadas, el propio Ministerio de Transportes y Comunicaciones realizó una campaña para la formalización de los operadores de radiodifusión en invierno de 2010, como política preventiva de las acciones punitivas en contra de las emisoras que no regularicen su situación. Conclusiones Según AMARC son claros, en varios países de América Latina, los elementos para trabar el desarrollo de un sistema alternativo de medios, Discrecionalidad, impedimentos técnicos, económicos y burocráticos, y normativas discriminatorias establecidas por los Estados –quienes abusan de su potestad para administrar el espectro radioeléctrico–, así como la presión indebida que ejercen cámaras y gremiales de los medios privados comerciales, siguen siendo poderosas barreras para una radiodifusión democrática e inclusiva en la mayor parte de América Latina, como se puede constatar en Perú, Chile, México, Paraguay, Brasil, Guatemala, Honduras y El Salvador (AMARC, 2010: 8) En el caso peruano, flagrante es la violación de derechos de frecuencia auspiciada por el gobierno en bases a incumplimientos técnicos, la mayor parte de veces de justificación vacua y con trasfondo altamente político. En contraposición con la realidad mediática peruana, en la que la comunicación comunitaria tiene un peso específico alto en el sector, en la legislación se ofrece un panorama que, si bien por primera vez regula los medios comunitarios y les ofrece carácter legal y normado, también los encierra en una concepción mínima, rural y de potencia marginal al publicar medidas de restricción espacial, de frecuencias, etc. Por otra parte, la inclusión legal de la obligación del Estado en el sustento de medios comunitarios y educativos, hacen especial mención al plan denominado Conglomerado de Proyectos de Apoyo a la Comunicación Comunal (CPACC), que viene siendo ejecutado desde 1994 y que, en datos de AMARC, ha conseguido instalar “más de un millar de sistemas de repetición de televisión y radio en centros poblados rurales, comunidades nativas y campesinas, logrando cubrir a más de dos millones de pobladores rurales” (AMARC, 2009: 208). No obstante, el Plan se circunscribe a dotar a las poblaciones rurales de receptores y retransmisoras para difundir contenidos elaborados en la capital, obviando así todo carácter comunitario o participativo. En el caso de Bolivia, a pesar del supuesto avance en políticas de comunicación comunitaria y creación de un cuerpo legal de base y protección, el último periodo legislativo ha supuesto un retroceso en la concepción y libertad de los medios comunitarios como actores de igualdad en el sistema de medios nacional. Las claras diferencias entre la legislación actual y la inmediatamente anterior en materia de comunicación comunitaria, se pasan a detallar en la Tabla 1: Tabla 1. Comparativa legislación Radiodifusión Comunitaria 2005/2007 DECRETO SUPREMO D.S. 28.526 D.S. 29.174 REQUISITOS - AMARC se constituye como aval ante la SITTEL - Servicios aplicables a AM, FM, UHF y VHF - Deben prestar función en áreas rurales - Sólo pagarán el 10% por derecho de uso de espectro - Derecho de uso del espectro electromagnético por la radiodifusión comunitaria será equivalente al 10% de los valores vigentes - Localidades con menos de 10.000 habitantes - Una licencia por organización - Poblaciones de menos de 10.000 habitantes - ATT y Viceministerio de Telecomunicaciones tienen que dar visto bueno - Responsabilidad del licenciatario de la sostenibilidad de la radio - Exento de pago por el uso de frecuencia - Zona de cobertura no mayor de la sección municipal respectiva - No podrán otorgarse licencias a miembros del Ejecutivo, Legislativo, Judicial, militares activos, dirigentes de partidos políticos, representantes religiosos,… OBJETIVOS RADIOS QUE SERÍAN ADMITIDAS AÑO Servicio social, educación, salud, bienestar integral, y desarrollo productivo atendiendo las necesidades fundamentales de la comunidad Partiendo de las 17 reconocidas por el anterior Decreto, podría haber estudiado los casos al menos 5 122 2005 Servicio social, la educación, la salud, el bienestar integral y el desarrollo productivo, atendiendo a las necesidades fundamentales de la comunidad. 43 2007 Al menos las 83 radios miembros de AMARC-Bolivia, quien se encargaría de avalar las candidaturas según acuerdo con la SITTEL (1999) y D.S. 28.526 (2005). 5 Fuente: elaboración propia a partir de datos de los decretos D.S. 28526 (2005) y D.S. 29.174 (2007) y de la ATT. Los datos mostrados en la tabla, sin el afán de mostrar qué legislación resulta más o menos beneficiosa, sí ofrecen una lectura de dos proyectos y dos concepciones de la radio comunitaria totalmente diferentes. Mientras en el nuevo D.S. se mantienen intactos los objetivos, los requisitos de inclusión varían, restringiendo en gran medida el acceso a la denominación. A mayores de la gran restricción territorial, vemos una enorme dependencia del propio poder Ejecutivo, algo que nunca es deseable en ninguna legislación, y que en cierto modo, el anterior decreto suplía con la asociación con AMARC. Por otro lado se abandona la sustentabilidad al único licenciatario, abandonando el espíritu colectivo que mueve la palabra “comunitario” y obviando la declaración constitucional por la que el Estado apoya la “radiodifusión comunitaria”. Por otro lado, la restricción a la sección municipal respectiva, supone una limitación para algunos difusores que se encargaban de llegar a comunidades alejadas y sin posibilidades de otra comunicación. Finalmente, la restricción a ciertas personalidades públicas, supone en Bolivia un gran inconveniente a la sazón de que en muchos de los casos, especialmente sacerdotes y clérigos son quienes manejan la propiedad de muchas de las radios dedicadas al servicio público de las comunidades. De manera totalmente legal, bajo el signo de la legislación actual, se encuentran amparadas por la figura de radio comunitaria según la ATT 43 estaciones de las localidades rurales de toda Bolivia: 27 de ellas en La Paz, 7 en Chuquisaca, 4 en Cochabamba, 4 en Santa Cruz y una en Oruro. La mayoría se enmarcan dentro de la FM -27- y el resto en AM -16-. De ellas, tan sólo Radio Ayni, Omasuyos Andina y Waly pertenecen a AMARC. Las otras más de 100 radios socias de la organización internacional (hay 8 más entre instituciones, personas y centros de capacitación) no entrarían aún en la categoría y la concepción de “radiodifusión comunitaria” propuesta por el legislativo. Pero a pesar de la pérdida del carácter comunitario, no se han recibido denuncias del cierre de ninguna radio. Sin embargo, en el caso de que se hubiese mantenido la legislación anterior, estaríamos hablando al menos de 122 emisoras (el 10% de las identificadas en toda América Latina en un país de tan escasos recursos), todas ellas pertenecientes a AMARC y avaladas por la misma. Lo más destacable aquí, es que al poco de iniciar la primera legislatura, el actual gobierno firmó un Acuerdo Interinstitucional con la mesa de AMARC-Bolivia, concretamente el 10 de mayo de 2006, por el que, entre otras cosas, la DINACOM se comprometía a mantener la experiencia alcanzada hasta el momento y aumentarla, contar con la opinión consultiva de AMARC para cualquier iniciativa gubernamental sobre radiodifusión comunitaria y atender de manera prioritaria a los medios que aún no se hubiesen acogido al D.S. 28.526. No hay duda de que este acuerdo nunca se llegó a activar, y tras las quejas de AMARC y sus asociadas, se esconden los intereses políticos que llevaron al gobierno, apoyado en el Artículo 30 de la Constitución6, a fomentar su propia red de radios “comunitarias”, las RPOs, que durante la pasada legislatura supusieron apenas la única política pública en torno a medios comunitarios y del tercer sector. Es por tanto reseñable como los esfuerzos de ambos países se centran en dotar de manera técnica y estructural los proyectos de comunicación comunitaria, obviando el apoyo, y en muchos casos actuando de manera punitiva, a la participación activa y la creación de comunidad, restringiendo la formación de redes debido a la exención de competencias de estas dado el carácter rural o local (circunscrito en la legislación al término municipal) de las licencias así como la baja potencia y restricción de frecuencias ofrecidas. Es entonces que, si instituciones de alta legitimidad social como son los medios comunitarios no encuentran respuesta satisfactoria de los organismos del Estado en materia regulatoria y de participación política, cabría entonces preguntarse si dicho proceso restrictivo no sería más que una consecuencia de haberse estos medios establecido como eje básico de integración del cambio y el desarrollo entendido como deriva igualitaria e intercultural. Las RPOs se entregan en figura legal de “comodato”, cesión por parte del ejecutivo a sindicatos de comunidades, revisable y obligada a horarios de interconexión con la red de radios estatal 6 Como decía Barcellona, para acabar con la “esterilización de la comunicación social por obra de los nuevos mediadores de la homologación y de la indiferencia recíproca” (Barcellona, 1990: 20) y reactivar la “criticidad” de lo moderno, es necesario revalorizar, en una conceptualización marcusiana, el papel de contra-información y procesos comunicativos y culturales “alterativos” (citando a Roncagliolo) de la “alteridad” mediática. Este, precisamente, es uno de los principales vínculos que se ofrecen entre ambos acercamientos: en el esquema progresivo independencia económica, independencia política, autonomía político-cultural (Segovia, 2001:15), la vinculación en redes y los trabajos sobre social networking (Cranston y Davies, 2009), o el concepto de beneficios reticulares (Miguel de Bustos, 2007), pretenden acabar con la pasada concepción desarrollista, en la que “el desarrollo se asoció al crecimiento económico” (Miguel de Bustos, 2007: 18), y ofrecer la visión de un cambio de paradigma cultural –partiendo de la base teórica de encontrarse insertos en una realidad dominada por el paradigma del capitalismo cognitivo (Vercellone, 2000)- en la utilización de la concepción de la vinculación social, finalmente de la utilización de la “comunidad” -en contraposición con la promesa de falsa comunidad de iguales que la posmodernidad utiliza para acabar con ella (Barcellona, 1990)- para la consecución de una autonomía económica que proporcione las demás libertades anexas al control de la propiedad y los recursos, procurando objetivos totalmente distintos a los de las industrias culturales -la denominada en otros estudios “subsistencia autosostenida”-, pero aprovechando las ventajas propias de la convergencia, tanto económicas (reducción de costes), como políticas (diálogo privilegiado), lo cual pasa finalmente por un reconocimiento legal que conlleve acciones públicas y políticas de peso a favor de la verdadera igualdad de condiciones para los medios que, en forma real, vinculan la problemática social con la participación activa de la propia sociedad. 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