PREMIO “GRAN CAPITÁN” A B. ÁLVAREZ DEL

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Lieutenant General P. PITARCH
EUROCORPS
Commanding General
Toledo, 31 de Octubre de 2008
PREMIO “GRAN CAPITÁN” A B. ÁLVAREZ DEL
MANZANO
Hoy nos hemos reunido en la Academia de Infantería para
celebrar la entrega del premio “Gran Capitán” a un infante muy
notable: el Teniente General Bernardo Álvarez del Manzano
Albiñana. Galardón que acaba de ser recogido por su viuda,
Aurora Samaniego Sampere.
También es motivo de gran alegría la coincidencia en fechas de
la 5ª edición del premio y la del 40 aniversario de salida de esta
Academia de la XXIII promoción, su promoción. De esta
manera, una significativa representación de ella estamos ahora
acompañando a Aurora en este momento tan especial.
Quisiera recordar también a nuestro compañero, Nemesio
Álvarez, que no ha podido venir por encontrarse en el hospital
después de una reciente y compleja operación, así como a
todos aquéllos de la promoción ya fallecidos, y a los que ayer
evocamos en la iglesia castrense de la Dehesa.
Y así, hoy los infantes de la XXIII promoción de la Academia
General Militar, con Aurora y otras viudas, hemos tenido la
extraordinaria oportunidad de volver a besar la bandera de
España, que es símbolo de la Patria y de su unidad, con
renovada ilusión y en el mismo entorno donde hace 40 años
recibimos los respectivos despachos de teniente. En nombre de
todos ellos debo expresar nuestro agradecimiento al General
de Ejército JEME por haberlo hecho posible.
Lo agrio es que Bernardo no haya podido estar hoy físicamente
entre nosotros. Que no le fuera dada la oportunidad de llegar a
este momento de gloria y de reconocimiento de sus
compañeros, en un acto que la Infantería dedica cada cinco
años a uno de sus más preclaros miembros. Y por ello, como
siguiente en antigüedad en el Arma, y ostentando la
representación expresa del JEME, quien se encuentra en
inaplazable comisión de servicio fuera de España, me ha
correspondido tomar la palabra en lugar de Bernardo con
quien, por otra parte, estaba unido por un gran entendimiento
mutuo.
El historial y los méritos del Teniente General Álvarez del
Manzano que le hicieron acreedor al premio, han sido ya
expuestos por el general director de la Academia de Infantería,
por lo que no insistiré en ellos.
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Con seguridad el Teniente General Álvarez del Manzano habría
expresado ahora su agradecimiento a los que promovieron su
candidatura para el premio, así como a los miembros de la
junta calificadora por su propuesta y al JEME por aprobarla.
Hubiera tenido también palabras de agradecimiento para el
general director de la Academia por su entrañable discurso de
presentación y loa. Su reconocimiento hubiera alcanzado,
como no, a las autoridades y a todos los presentes, civiles o
militares, por su presencia en este acto. En su ausencia yo así
lo hago en su nombre.
Con especial énfasis habría también saludado a los otros
miembros de la promoción XXIII y sus familiares, que han
querido sumarse a este acontecimiento, que deja grabado de
manera indeleble el nombre del Teniente General Bernardo
Álvarez del Manzano Albiñana en las efemérides del Ejército y
de su Infantería. Tú, Aurora, tus hijos y el resto de los familiares
bien podéis estar orgullosos por haber tenido respectivamente
un marido, un padre o un familiar como Bernardo.
Verdaderamente, no se me ocurre hoy otro soldado de
Infantería con más méritos que el Teniente General Álvarez del
Manzano para obtener el premio Gran Capitán. Así hay que
proclamarlo ante este gran auditorio a la vez que os exhorto
especialmente a vosotros, a los alumnos de esta Academia y
futuros cuadros de la Infantería que viene, a tomar buen
ejemplo del compendio de virtudes de este infante ejemplar,
que constituyó un prodigioso espejo de espíritu de superación,
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de fuerza de voluntad, de profundidad y coherencia en sus
convicciones,
de
inquebrantable
lealtad
al
mando,
de
permanente disponibilidad para el Ejército y de plena entrega al
servicio. Me atrevería a decir que fue la
personificación de
aquello con que la Doctrina -que juntos estudiamos en la
escuela de estado mayor- adjetivaba a la Infantería española:
“fiel reflejo de las virtudes y defectos de la raza constituye el
exponente y la máxima expresión de la valía de un Ejército”.
Pero si tuviera que citar un único rasgo, el más definitorio y
esencial del Teniente General Álvarez del Manzano, tendría
que mencionar su enorme cariño por las tropas. Ésta fue la
constante de toda su trayectoria profesional, que alcanzó su
plenitud en su último destino como Comandante del Mando de
Operaciones, puesto de servicio que desempeñaba cuando la
cruel enfermedad nos lo quitó.
Todos los que le conocimos podríamos testificar que fue un
modelo de dedicación, preocupación y sensibilidad hacia las
necesidades de las tropas en operaciones. En amor a las
tropas nadie le pudo ganar. Nada referido a ellas le era ajeno.
Siempre meticuloso en todos los detalles nunca se permitió
incluir, ni siquiera como hipótesis, el azar o la fortuna como
ingredientes en el planeamiento de las operaciones y las
actividades bajo su responsabilidad o gobierno, porque él bien
sabía que confiar en la suerte no es ni mandar ni gobernar.
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Por eso, también estoy seguro que en este acto él habría
tenido un recuerdo muy especial, para aquellos de nuestros
soldados que se encuentran desplegados más allá de nuestras
fronteras, en cumplimiento de algunas de las misiones de las
asignadas a las Fuerzas Armadas por el pueblo español, del
que emanan los poderes del estado. Misiones cuyo catálogo
completo, a cumplir bajo la dirección superior del gobierno de la
Nación, está recogido a fecha de hoy en el artículo 8 de la
Constitución y en el 15 de la Ley Orgánica de la Defensa
Nacional.
Qué mejor lugar que Toledo, cuna de la Infantería, símbolo de
entendimiento intercultural y ciudad donde fluye el espíritu,
para premiar y proclamar que el infante Bernardo Álvarez del
Manzano fue también
arquetipo
de amor sublime. De esa
clase de amor que, como dice el Dante, es capaz de mover el
cielo y las estrellas. Porque fue paradigma, en definitiva, de
una entrega total a las dos grandes pasiones de los infantes
españoles: la Patria y la Inmaculada Concepción.
Y desde esa referencia de plena entrega, qué mejor final para
estas palabras que citar el pensamiento del propio Teniente
General Álvarez del Manzano sobre nuestra Infantería, tal y
como está escrito por su propia mano en el libro de honor de
esta Academia, el 8 de diciembre de 2007, día de la
Inmaculada, cuando ya la despiadada enfermedad le había
dado su jaque letal.
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Esto dice Bernardo: “En una sociedad en la que la vida propia
se constituye a menudo en el bien supremo el soldado, el
infante, entrega la suya por defender la de los demás. Allá
donde el sufrimiento y la injusticia azotan a las poblaciones
oprimidas habrá siempre un infante dando ejemplo de entrega,
de abnegación y de sacrificio. En ello consiste precisamente
ser la Infantería, el camino más difícil para cualquier soldado.
Conviene recordar esto precisamente hoy, día de nuestra
Patrona, sin olvidar el ejemplo que recibimos de nuestros
mayores y tratando de darlo a quienes han de heredarnos”.
Bien difícil sería decir más con menos. (Firmes)
Y ahora pido a todos los presentes que hinchéis vuestros
pulmones para que todo Toledo os oiga gritar conmigo:
Viva España
Viva el Rey
Viva la Infantería
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