el folclore sobre muselina

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CHAMBA
EL FOLCLORE SOBRE MUSELINA
La región de Chamba, en Himachal Pradesh también es
conocida tanto por su arte y su artesanía como por sus
espectaculares vistas sobre el Himalaya. Sandeep Silas ha
estado en Chamba y ha descubierto que esta pequeña ciudad
se parece a uno de sus artes más populares: un pañuelo de
muselina finamente bordado.
L
a primera vez que vemos Chamba,
tendida sobre una alfombra verde,
sobresaliendo los picos blancos del
Himalaya, nos provoca simplemente
euforia.
Chamba, situada en la parte este del río Ravi,
realza la montaña como la flecha de un templo,
brillante y agujereando el cielo. A pesar del
alojamiento en todos los lugares posibles de los
dos lados del río, en la cima de las montañas y
sobre las mesetas, el guirigay se encuentra en el
centro. Chamba, a 996 metros por encima del
nivel del mar, se sitúa a unos 622 Km. de Nueva
Delhi. El aeropuerto más cercano es el de
Kangra, a 180 Km., y los trenes paran en
Pathankot, a 116 Km. La ciudad debe su
nombre a Champavati, hija de Raja Sahil
Varman, el rey fundador. La ciudad fue creada
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en el año 920 AC, y desde entonces, los
exquisitos bordados de la vida de la ciudad han
evolucionado enormemente. El río Ravi
serpentea a través de este largo valle, y da la
impresión de que la montaña y el río se
encuentran unidos por un romántico baile. Las
numerosas mesetas visibles sobre las montañas
al oeste del valle son grandes espacios verdes
planos. Las gargantas profundas creadas por
estas mesetas caen rectas sobre las rocas y las
piedras redondeadas del cauce del río.
En el paisaje de la ciudad, vemos de
manera prominente el antiguo palacio de los
dirigentes, que a pesar de estar desprovisto de
realeza, sigue siendo el edificio simbólico de
Chamba. El bazar es una línea recta de tiendas
donde no hay ninguna boutique concreta, y los
artículos de la vida cotidiana están
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almacenados,no expuestos.Lo que más atrae de
este mercado es la vista del pico nevado de
Pirpanjal, que parece encorvarse como un
anciano justo en el centro del camino, en la otra
punta.
El Chaugan, un amplio terreno plano, se
sitúa cerca del mercado. Más lejos se
encuentra una cascada gradual del río Ravi. En
la pendiente, encontramos pequeños edificios y
a lo lejos podemos ver un puente por encima del
río. Es necesario atravesarlo para entrar en
Chamba. El viejo puente suspendido suspira
mientras pasamos y no está permitido
detenerse. De vuelta a la tierra, el Chaugan es
lugar de numerosas ferias y fiestas de la ciudad.
En julio y agosto de cada año, los dioses y diosas
que protegen en valle ceden sus templos a la
feria de Minjar, y vienen a Chaugan para
homenajear al dios Raghuvira. Tambores,
címbalos y otros instrumentos rudimentarios
proclaman la visita de las divinidades. Es
difícil decir si Chaugan da vida a la ciudad o si
es al contrario. Quizás se avivan el uno en
compañía del otro.
Todas las ciudades antiguas tienen una
rica tradición religiosa. Estas ciudades
dependen de las divinidades del templo y de
los procesos de éste, y la vida de la ciudad está
dirigida colectiva e individualmente por las
tradiciones del templo. Esta interdependencia
entre el templo y las personas de la ciudad es
claramente subyacente. Los seis templos
principales, tres dedicados a Shiva y tres a
Vishnu, están construidos en el mismo
conjunto, con el estilo Shikara. De norte a sur,
están dedicados a Lakshmi Narayan, Radha
Krishna, Chandragupta, Gauri Shankar,
Trimukeshwara y Lakshmi Damodara. Los
templos de Lakshmi, Narayan y Radha
Krishna fueron construidos bajo el reinado de
Raja Sahil Varman, entre los siglos X y XI AC.
La imagen de mármol blanco de Lakshmi
Narayan, también llamado Vaikhunta tiene un
estilo kashmiri. Un diamante blanco brilla
sobre la frente de la estatua inmaculada, y está
repleta de adornos ofrecidos por los fervientes
reyes de Chamba. Collares de fotos llamados
Sabih albergan las fotos de los devotos reyes.
Estos templos fueron renovados bajo el
reinado de Raja Pratap Singh Varman en el
siglo XVI.
Para nosotros, la imagen en cobre de Gauri
Shankar fue la más atrayente. Es la imagen de
la pareja perfecta: calmada, confiada y devota
La postura es tan curiosa que atrae
inmediatamente. Es realmente una obra
maestra divina.
El templo Hari Rai, que data del siglo XI,
posee una imagen de bronce de Vishnu en
chaturmurti (con cuatro brazos). La imagen
fue robada pero poco después reapareció para
sorpresa de los sacerdotes y fue reinstalada.
Las leyendas hablan de otro templo
importante, el templo de Rani Sui, situado en
lo alto de la montaña protectora,
sobresaliendo entre el palacio y el río. Es muy
venerado por los residentes. Según la creencia
popular, hubo una sequía en Chamba y la
divinidad de la casa real inspiró un sueño al
rey en el que le decía que sacrificara a un
miembro de su familia. La reina, Rani Sui,
Chamba
Himachal Pradesh
decidió que sería ella ya que no podían perder
ni al rey ni al príncipe. Fue inhumada en la
montaña, sacrificando su vida por el bien
público. Mientras ella daba su vida, un
manantial surgió de la montaña y los habitantes
de Chamba encontraron inmediatamente la
solución a sus calamidades. La leyenda habla
del amor entre el rey y sus súbditos, y cuenta la
bondad de la dinastía real de aquellos tiempos.
Emocionados por las historias y la
realidad de Chamba, decidimos proseguir
nuestra exploración de noche. Como la luna
está ascendiendo, marchamos entre las
viviendas. Los caminos se van uniendo y las
casas son más cercanas.Nos llaman la atención
las casas de estilo pahari. Las ventanas de
vidrio manchadas del palacio relatan
tristemente la huida de la gloria. Una nube se
pone delante de la luna y nos vamos
encantados.
Levantarse con el canto de los pájaros y
mirar el valle es una satisfacción beneficiosa.
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La feria de Minjar
El templo de Chamunda Devi, construido en
lo alto de una montaña, nos llama la atención.
Es allí donde se sentaba la devi (diosa) y donde
complacía los deseos de sus fieles.El templo de
madera es viejo y tiene un aire triste. Docenas
de cloches de cobre de tallas y formas
diferentes estánsuspendidas en el techo,
señalando los deseos de los fieles, tomando
una forma humana y real. Son testigo del
cumplimiento. Es interesante ver las
esculturas sobre las vigas exteriores
mostrando las ascetas en diferentes asanas.
En la viga central están esculpidos varios
dioses y diosas así como otras representaciones, un rey sosteniendo una lanza en una
mano y una flor en la otra, una diosa con dos
caras, una apsara voladora soplando en una
caracola, Sri Krishna sentado sobre el
Sheshnaga, una diosa montando a un pavo
real llevando un pájaro, en sus más bellos
atavíos, Shiva-Parvati, Ganesha, Lakshmi y
Saraswati, y finalmente bustos alados de
hombres y mujeres, creados exactamente al
estilo egipcio de los faraones. El techo de
madera permite un estudio interesante de las
influencias religiosas y las tradiciones
mezcladas de la época. El rey que lleva una flor
y los bustos alados son imágenes provinentes
de Oriente Medio, quizás traídas por el
comercio. En el interior, la imagen de la diosa
está instalada de forma real, sentada por
encima de dos cabezas de león,sonriendo a los
fieles con bondad. La vista de la ciudad de
Chamba, del Ravi y del valle de Panga a la
izquierda es tan bella que da escalofríos. El río,
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con la fuerza de su movimiento, ruge frente a
las corrientes de la vida, mientras que los
techos de pizarra aparecen fijos y silenciosos.
Todavía con ganas de aventura,
aceptamos el consejo, sin ninguna duda, de un
nimbupani-wala que vende limonada en el
exterior del templo. Mientras mezcla una
sustancia con el limón verde, nos lleva hacia
Jhamwar, a unos 12 Km. de la guarida hacia la
que nos dirigimos. El coche en primera gime
cuando la montaña endurece su postura. La
carretera desaparece tras algunos kilómetros
y el lugar se vuelve desprovisto de alquitrán.
Una verdadera carretera de montaña. La
Templos de Chamba
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promesa de un vergel de manzanas nos
motiva. Las abruptas rocas nos dicen lo
difíciles que pueden ser, y el valle lujoso de
Chamba continua huyendo a lo lejos. Pasado
la primera curva, un grupo de cedros nos
sorprende agradablemente. Llegamos a
Jhamwar. La brisa es más fresca por el filtro de
los cedros. Una vieja estructura de madera
deteriorada, que es la deslucida casa del
vendedor de té fue en otro tiempo el pabellón
de caza de los dirigentes de Chamba. En el
interior, una estructura de una cama hecha de
hierro invertido, de proporciones masivas, y
un sombrero abandonado evocan costumbres
pasadas. Un acuario rectangular lleno de agua
con espuma ha conocido días mejores.
Desvalijada de los escudos de armas y de la
insignia real, solo la naturaleza es propietaria
de este lugar. Las ovejas pastan en las
pequeñas praderas y vemos las flores de
cerezo blancas y flores rosas de manzano bajo
el cielo fresco de marzo. Las Pirpanjals, más
cercanas que nunca, y sus picos nevados que
van ganando en prominencia, parecen
consolidar su presencia Una abeja vuela desde
la fría sombra de los cedros y aparece
vigorosamente en la punta de mi bolígrafo que
está en pleno trabajo. Puede que su perspicaz
sentido del olfato haya detectado néctar. O
puede que no quiera que me lleve el néctar de
Jhamwar. Un perro ladra, demasiado mayor
para la caza, monta guardia como si fuera su
última tarea.
Los densos cedros nos atraen para dar un
paseo hacia un pueblo llamado Sheetal (con
acento sonoro en la“t”). Nos encontramos con
una oscuridad tan densa en el bosque que no
hay posibilidad de que los rayos del sol pasen.
Al fondo, más allá de las montañas, nos
sorprenden unas casas de personas. Los
niños, cuya inocencia ilumina sus caras, y que
van vestidos con grandes trozos de tela, juegan
al lado de los manzanos. ¡Flores de verdad!
Bajo un gran cedro se alza un trozo oval de
cobre y otro inclinado en la base. Puede que
este sea el principio de la religión en el espíritu
humano. La Naturaleza impresionante es la
religión original del hombre. Otra cosa que
nos sorprende aquí en la sencillez de las
reacciones humanas.Deseamos secretamente
que estos lugares, estos niños, permanezcan
así, entre los cedros, para siempre, modestos,
intrépidos y naturales. La belleza de un
diamante no tallado, conocida únicamente
por su creador.
De vuelta a la ciudad,el Museo Bhuri Singh
rompe la fantasía. Preserva la rica tradición
del valle resumiendo la vida, las riquezas y los
estilos. Diversos estilos de collares se exponen
- Champakali, Sabih, Laumala y el Dodmala.
Los Dedhku (adornos para las orejas), Pher
(pendientes), Arsi (anillos para el pulgar
hechos con espejos), muestran el deseo y el
esfuerzo de las mujeres Pahari, muy
implicadas en la tradición de la belleza. Los
cuadros en miniatura Chamba – de estilo
Basohli (1765) y Kangra (1780-85) - se
realizan con ayuda de finos toques con el
pincel para darle el folclore, los retratos, el
durbar real, escenas de caza o episodios de la
vida de Radha Krishna. El trabajo es tan
preciso que vemos incluso la decoración de
una corona. Además, los colores ricos y
naturales no se estropean ni pasados dos
siglos. Nos deleitamos con historias de
Ramayana, escenas de caza, retratos y otros
temas religiosos, las hazañas de Krishna y las
imágenes estilizadas de diosas vestidas de
forma tradicional, finas y precisas. El
rumal exquisito de Chamba hace gala de
difíciles bordados, realizados delicadamente
sobre temas como Ashta-Nayika y
Rasamandala. Una puerta esculpida de
Bharmaur (siglo XVII) representa a una
pareja de enamorados, la dama en el regazo de
su amado, inclinada para besarle.
Pero lo que más nos sorprende son las
losas de fuentes. Se encuentran esculpidas y
situadas en lugares donde los manantiales
habían surgido en otro tiempo. Algunas
fueron instaladas por ciudadanos generosos
para que todos las aprovechen. Otras se
crearon en memoria a una esposa fallecida y
muestran también la importancia de lo
funerario. Representan a divinidades,
mortales e incluso personas por las que han
sido instaladas para el futuro. Decoradas con
rollos ornamentales bordados de serpientes
entrelazadas (el culto naga era popular en este
valle), primero sorprenden y luego atraen.
Cuando poseen inscripciones, la iconografía
es genérica en sobre las losas recuperadas en
el valle de Ravi. Más tarde pudimos ver
caballeros, arqueros, esgrimidos, y mujeres
llevando agua. La escultura sobre esta losa es
única. Juega un doble papel: social y de
promoción del arte.
En este valle se han encontrado piezas de
diferentes reinos provinentes del mundo
entero, símbolo de un comercio próspero. Las
inscripciones sobre las bandejas de cobre que
servían para grabar el comercio de las tierras
como ocasión de la ceremonia de iniciación de
casamiento, o como agradecimiento por parte
de una persona generosa, o por la
El templo de Chamunda Devi
construcción de un templo, datan de los siglos
X y XI y cuentan mucho acerca de las fuertes
estructuras administrativas y el “land
revenue” (el impuesto territorial). Estas
bandejas, con el símbolo de los dirigentes, son
tan brillantes y vivas como la tierra cuya
donación registran.
Con una música animando el orden del
paisaje, Sarol es un lugar agradable para salir.
Los jardines florecen abundantemente. La
vista de las ovejas rumiando felizmente la
hierba, en equilibro de manera precaria sobre
inclinadas pendientes bajos un rododendro
(llamado localmente cheu), junto con las
flores de color rojo vivo, es agradable y
fascinante.La noche llega de nuevo y las
gigantes montañas se preparan para dormir.
Solo el reflejo de una lentejuela posada sobre
ellas indica su presencia. Mientras se alejan y
la ciudad se prepara para sumirse en un
profundo sueño, el Ravi se anima. Es la única
presencia constatada que oímos. Los
ancianos,los jóvenes,preocupados constantemente por ellos mismos,los de edad media,los
niños de mejillas rojizas y cabellos rizados,
todos, viven al ritmo del río cada día de sus
vidas. De manera inconsciente esto da una
dirección y movimiento a sus vidas.
La belleza de un rumal de Chamba de
ricos y cuidados colores, realizado con
precisión, le llama de forma atrayente. No
puede hacer otra cosa que llevarse este folclore
consigo, él le perseguirá para siempre con los
colores y la música del valle de Chamba. ■
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