LUZ Y AZUL SEGUNDO FERNANDEZ (Año 1925) INDICE CIMIENTOS ....................................................................................... 3 PANORAMA DE LA PRIMAVERA ................................................... 5 SALUTACION ................................................................................ 5 TAMBERAS.................................................................................... 6 BAGUALES .................................................................................... 6 CISNES........................................................................................... 7 TERO .............................................................................................. 7 LLUVIA EN EL VALLE .................................................................. 8 DUELO TAURINO .......................................................................... 9 GOLONDRINAS ........................................................................... 11 LOAS DE AMOR ............................................................................. 14 SUPREMACIA.............................................................................. 14 A UNA BOCA ............................................................................... 14 CANTAR ....................................................................................... 15 SOÑANDO.................................................................................... 17 DESDEN ....................................................................................... 17 BURLA BURLANDO.................................................................... 17 PENA Y DICHA ............................................................................ 18 ETERNIDAD ................................................................................. 18 MARAVILLAS DE LA NOCHE ....................................................... 19 LUNA LLENA DE FEBRERO ...................................................... 19 LUNA NUEVA .............................................................................. 20 LA FANTASIA DE LA CRUZ DEL SUD ...................................... 20 ZUMOS DE EGLOGA .................................................................. 21 LAS DOS ROSAS ........................................................................ 22 PAISAJE....................................................................................... 22 BOSQUEJO.................................................................................. 23 EL “PECHO-COLORADO”.......................................................... 24 EL NECTAR ................................................................................. 24 PAISAJES DE LA NIEVE ............................................................ 25 LA MAÑANA ................................................................................ 26 EL CUENTO DE LAS DOS MADRES ......................................... 27 LA MUERTE DE LA TORTOLA .................................................. 27 LAS ESTROFAS LUGUBRES..................................................... 28 REMENBRANZAS ....................................................................... 29 DE CEPA CRIOLLA ........................................................................ 32 EL ASALTO DE LA HORDA ....................................................... 32 EL VIENTO DEL OESTE ............................................................. 34 PRESAGIO ................................................................................... 35 EL MILAGRO DE LA LUNA NUEVA........................................... 36 HOGARES CAMPESTRES.......................................................... 37 EL FAMILIAR ............................................................................... 38 LA YEGUA MUERTA................................................................... 39 LA COLMENA.............................................................................. 39 EL RITMO DEL AGUA................................................................. 40 ESPUMAS NEGRAS....................................................................... 42 BAJO VIENTOS EXTRAÑOS...................................................... 42 LA VOZ DEL SOLITARIO............................................................ 42 ESPADA Y ALA ........................................................................... 44 LOS SOBERANOS ...................................................................... 44 LOS TRES CAMINANTES........................................................... 44 A LAS AGUILAS .......................................................................... 45 ESPEJISMO ................................................................................. 46 CIMIENTOS I ELEVACIÓN. Todo es nuevo bajo el sol, si el alma de un poeta lo ilumina. No hay temas viejos, sino impotencia frente a ellos. ¿Existe, acaso, algo más viejo que el amor? Y sin embargo, cuánta luz nueva, cuánta poesía diversa en la mirada de hoy a la de ayer! Y la poesía es eso: Amor. Los cielos están granados de belleza. Resplandeciente de belleza está la tierra. Y bello es todo como en el principio de los tiempos. El afán menguado de la crítica, pretende a menudo restringir el reino de la Belleza, ya creyéndola patrimonio exclusivo de una escuela, ya desdeñando al que no la exorna con los atavíos y afeites de ultima moda. Pero la belleza viene de fuera de las escuelas y academias; de más allá de las religiones; es más antigua que Dios, porque rugía ya, con los elementos confundidos en el caos…; brilla por sobre el techo de los sastres literarios y ríe independiente de los credos, aunque puede resplandecer en su estructura. La belleza abre su santuario encantado, en alturas a donde solo llegan las almas aligeradas de toda sombra terrenal. Allí todos nos conocemos y amamos. Allí no llega ni el rumor del hervidero mundanal de pasiones e intereses bastardos. Allí la razón, abochornada de sus intrigas, de sus cálculos interesados, llora- escondido el rostro en los cuencos de las manos. Allí los individuos como los pueblos, sin saber de que cuevas del mundo -desde donde se odiaban acaso- proceden, se abrazan bajo la plenitud de la luz. Creo en la única religión sin odios: la religión de la Belleza. II HACIA LA LUZ. Discurrir sobre la felicidad, parece hoy cursi y pedantesco. Más no lo es el buscarla: luego, hay contrasentido. Hablar de aquello que se anhela por sobre todo, nunca podrá ser cuestión de majaderos. Incontenible manantial del discurso es el querer. La condición de “imbécil”, es una de las tres que se requieren para ser feliz – conforme al clásico apotegma. De ser tal proporción verdadera, nuestro mundo resultaría el jardín de los felices… Mas lo contrario confirma justamente la realidad. Porque ello es cierto que vivimos en un mundo de dolor, donde se lucha sin tregua por el soñado botín: la felicidad. A menudo el hombre le va sobre los rastros, pero en sentido contrario al que ella sigue: búscala fuera de si mismo, deslizándose para ello sobre los seres y las cosas por vía de sus groseros apetitos, que son los eternos sumideros de los hastío. Buscamos, pues, la felicidad en la posesión material, y sólo anhelamos poseer aquello que, desde el fondo del deseo se ve emerger a la distancia como en coronamientos caprichosos de azul. Olvidamos que al atravesar la distancia que separa el deseo del objeto deseado, el azul se desprende y va a posarse lejos, haciendo deseable otra cosa –al azularla también, como al atravesar la masa de aire que media entre el observador y la montaña, solo se encuentra la peña ocre y áspera, desprovista del índigo ilusorio. Para los tránsfugas del reino hominal al animal, el problema de la felicidad tiene su solución al alcance de la mano: comer bien, dormir mejor; no pensar, no dudar; vale decir, plenitud porcina. La felicidad es un estado del alma –no del estómago;- asequible sólo a los iniciados en el culto del pensamiento y de lo bello. Aquellos que creen que la felicidad consiste en comer bien, no reparan en el abismo que media entre saciedad y felicidad: el ratón sacia su hambre dentro del queso envenenado, pero no es feliz. Muchos ven la felicidad tras la riqueza y el poder, mas olvidan que “el hombre feliz” anda en cueros por el mundo, y que Diógenes se reía de Alejandro. Para los creyentes, la felicidad consiste “en el amor de Dios”y en todas las religiones “el amor de Dios” se identifica con “el temor de Dios.”. Ese amor, con raíces de temor, es la resignación: resignación es harina de un costal y la felicidad lo es de otro. Despréndese de aquí que la felicidad suele echar al mar de la vida su carnada de ilusión…Prueba inconcusa de ello, el clamor universal de cada día: “la felicidad no es de este mundo”. Sí! La felicidad no puede ser de otro mundo que el nuestro. Inmortalidad y felicidad son terrestres, no celestiales; realidades, no ficciones. La inmortalidad que se atribuye al alma, solo es verdadera en relación al arte, pues la única beatitud posible para ella, la única “Gloria” asequible –si no hemos de abandonar las vías de la razón para caer en los abismos del delirio teológico,- es la contemplación desinteresada de la Belleza inmortal. Siendo la felicidad un sencillo problema de embellecimiento del espíritu, lo enredamos estérilmente, complicándolo hasta el absurdo, toda vez que nos lo planteamos desde el punto de vista exclusivo de la razón utilitaria. Correlativamente, caemos en el absurdo opuesto al predicar el abandono absoluto del cuerpo, el desprecio de las energías vitales, la guerra al comercio, a las industrias, a las artes y ciencias profanas. Por eso el Catolicismo, al erigir las prácticas del absurdo como supremo fin de la vida, desarrollando –frente a las ciencias positivas que incorporan la belleza de las conquistas cerebrales a la belleza de la plenitud vital- la industria de ultratumba, solo contribuye a la ruina material de los pueblos y a la angustia incurable de las almas atormentadas por los terrores imaginarios. Y por eso también la teocracia brahmánica, siguiendo la misma vía del menosprecio absoluto del mundo real, llegó a poblar de espectros humanos, poseídos de aguda demencia, los bosques seculares de la India, viniendo a ser así que el Catolicismo y el Brahmanismo han aportado al mundo un caudal ingente de fealdad. La edad media ha sido, principalmente una horrible lección del vacío, vale decir, la felicidad de Dios a costa de la felicidad del hombre… El destino del Imperio Púnico en la antigüedad constituye, en sentido opuesto, un ejemplo típico de felicidad aparente de un pueblo. Cartago, opulenta y sórdida, señora del Mediterráneo, que multiplica sus factorías y abarrota sus almacenes con los productos de todas las tierras entonces conocidas; Cartago, arrullada por el populoso rumor de sus mercados, engreída con su civilización materialista, que le abastece más de lo necesario para dar satisfacción al cuerpo, no cree sino en la eternidad del comercio que le asegurará la eternidad de su dicha –ay, la dicha que sólo alcanza a llenar el hueco de la hora presente! Por eso cuando el invasor la somete y destruye, apagase para siempre el ficticio resplandor de la reina del África Septentrional. No así la Grecia, que después de muchos siglos de haber sido conquistada y sometida, se incorpora triunfal, reapareciendo de bajo tierra en la isla de Milo, fresca y sonriente –encarnado su espíritu ligero en un mármol inmortal. Grecia sigue enseñando al mundo. Los siglos no han clausurado su academia… Sólo a sus mármoles mutilados, la cultura universal les debe más que a todo el comercio de todos los tiempos y lugares. Pero es que este pueblo privilegiado, posee el secreto de la armonía, sabe colonizar, ejercer el comercio, desarrollar las industrias, sin desdeñar por ello los altos goces del espíritu, antes bien, dando lugar preferente en el concierto nacional, a sus grandes creadores de belleza, como Homero –el semidiós errabundo y ciego, cuya luz no sabemos si se apagará antes que la del sol. Atenas, que asocia un gran político (Pericles) a un gran poeta (Sófocles) para confiarles una misión militar; Atenas, cuyos hijos conceden a la facultad creadora tal importancia que llega a cuajar en maravilla del Acrópolis, será por todos los siglos la conquistadora cerebral de todos los pueblos cultos del orbe. Y, sin embargo, tal hegemonía vitalicia, a base de un reconocimiento voluntario del mundo, deriva fundamentalmente del sabio ejercicio que hiciera el pueblo griego de su espíritu “superficial por profundidad” –que diría Nietzche. Los griegos no pensaban respecto de los “fines triviales” del arte, como el poderoso fabricante de automóviles yanqui, Mr. Ford, para quien “limitamos las funciones creadoras a la producción de objetos que pueden colgarse en la pared de una galería, o ser escuchados en salas de concierto o manifestarse solamente donde se reúnen gentes ociosas y descontentadizas para admirar su mutua cultura”. Acaso en el fondo del pensamiento de Ford, se opera la resurrección del espíritu de Cartago, perdido irremediablemente para la humana cultura… Porque es Grecia, el feliz pueblo del arte –y no Cartago, el poderoso emporio del comercio antiguo- quien ejerce polarización perdurable en el espíritu de las minorías de élite, que valorizan las civilizaciones por el índice cultural en ellas alcanzado. Felicidad auténtica, pues, así de individuos como de pueblos, fluye sólo de un ajuste armonioso –que esconde el manantial de lo bello. Segundo Fernández. Valle del Chubut, Abril de 1925. PANORAMA DE LA PRIMAVERA (A Julio Díaz Usandivaras y G. Coria Peñaloza) SALUTACION Salud, oh Primavera que renaces en un gran movimiento de vidas. Estación del amor, que me haces soñar imposibles y cosas ya idas… Estación de las anchas auroras que en lo alto desgarran su traje de llamas. Estación que te anuncias en la paja leve, que arrolla el palomo gimiendo en las ramas, y en los duros pimpollos de fuego o de nieve. Estación de la luz, ya te escucho por todos los picos, sonando, en los campos. Salud, mi Primavera: los poetas que amamos la vida, la fuerza creadora, el espíritu alado, la carne pecadora y la salud -que es hondo manantial de alegríay el mar, y las pampas y la luz del día, llegamos con el alma toda alas a tu fiesta, con el cuerpo todo fuego a tu floresta. TAMBERAS Leves pisadas en suelta arenilla, se oye en la angosta senda que ahogan los chilcales. Tranquilos van, como soñando, bíblicos animales: Son las vacas del tambo. De los rastrojos, la sed las trae al río. En los ojos revelan ya el ardor de las entrañas. Beben. Un toro crespo, de aguda cornamenta, arroja tierra al aire, mueve la cola, brama: de sus ojos parece va estirarse una llama. Olvidan las lecheras su monjil compostura… y a saltos oblicuos ganan la arboleda, untando los yuyos con húmeda greda. BAGUALES ¡Alerta! hombres bronceados de las chacras: Por la falda de las lomas ocres, sube de salitroso polvo hinchada nube. ¡Alerta! que avanzan las yeguas salvajes. Vienen galopando de lejanos parajes, y, como torrentes negros y revueltosyeguas, sementales, potrillos, redomones,desbordan en las abras y los cañadones. Tiembla la tierra. El aire dijérase que cruje en largos desgarramientos. Como un buje caldeado, rechina el casco volador. Mil bestias torturadas por el ardor de la sed, del amor y de la marca! ¡Alerta! labradores, que la manada abarca en su infernal desbande, perímetro de leguas. Detrás de la fantástica manada de yeguas, van cincuenta jinetes con lazo y boleadora. “No pasarán el río” dice una voz sonora. Y otra voz: “Imposible: hay brava correntada. ya desborda. Parece de espeso chocolate. Revuelve ovejas muertas, ramas de calafate y sauces enteros que van dando vueltas”. Las bestias no temen. Resueltas, hunden el cuerpo sudoriento en las olas: Una nube negra -de crines y colasundívaga atraviesa las aguas del río. ya en la opuesta margen, disgrégase y corre por el sembradío. CISNES Banda de dieciocho pasa, tirante -de ébano- el cuello, haciendo un como resuello jadeante sobre la casa. Largos los cuerpos de nieve y azul, azul la mañana, dan la ilusión de un relieve fantaseado en porcelana. TERO Lleva peto empavonado; húmedo rubí por ojo; zancas de varilla al rojo, puñalito ensangrentado, con vaina rota en el ala. Suelto de articulaciones, es capaz de hacer flexiones para que pase una bala. De cultísimo blasona, que ya entre juncos o berros, la venia hace hasta a los perroscreyendo al perro persona… Más si algún bicho los pasos lleva junto a sus polluelos, lo plancha en rápidos vuelos con el ala a cintarazos. Que dice, le he comprendido, cuando grita: “Tero - Tero”; apuesto al mejor campero a que no me encuentra el nido. Gana al jugar (¡se supone!). Jamás el pícaro yerra. ¡Qué hazaña!: huevos de tierra y en tierra limpia los pone. Cuando tiene pichoncitos se torna arisco y parlero. Por las dudas grita: ¡Tero! si oye zumbar los mosquitos. Y, dueño del cielo vasto, y buen padre, se desvela: por cualquier ruidito vuela rozando la flor del pasto. LLUVIA EN EL VALLE Allá surge, a vuelo lento, espaciándose una nube blanco rebaño que sube por la loma al firmamento. Ya frente al sol, lo domina; y al orillarle los rayos se teje, en colores gayos, maravillosa etamina. Luego la nube es pizarra. Resbala en ella un meteoro dibujando un río de oro, como el rasgo de una garra. Llueve. Los potros tiritan vuelta el anca hacia la lluvia. Los trigos de barba rubia, cargados de agua se agitan. Ya la nube, en giros tardos, lejos cae solitaria, tal un ave extraordinaria, que baja el sol con sus dardos. La bella luz su dominio llena de nuevo en los campos; finge la ría a sus lampos correntadas de aluminio. Agua azul en las retamas cuelga; agua azul por doquiera! como si el cielo estuviera granulándose en las ramas. Una golondrina en fuga trina junto al arrebol, con un remiendo de sol tembloroso en la pechuga. Soltando ligero humito las tórtolas, encrespadas, bajan del árbol, mojadas, a revolcarse al solsito. Maravilloso esplendor rejuvenece a Natura; dijérase fresca hechura de un “fiat” sublime y creador. DUELO TAURINO En el fondo de las abras do las cabras muerden “atamisqui” amargo, se oye de un toro el bramido largo, largo. Avispado en la ladera, responde al bramido el toro moro. El primero se enfurece. La sangre afluye a sus ojos rojos; caliente vapor su belfo exhala, y mientras con saña fiera, gana al trote la ladera, bala, bala. Allá el moro le responde bruñendo pezuña y cuernos en la roca. Y la cabeza al alzar y bramar, la lengua humea en la boca. Ya se encuentran los campeones. Palestra, el peñasco mismo; curiosos, cuervos y halcones; padrinos, Dios y el abismo. Reto inicial: dos miradas, que son más bien dos chispazos; bramidos sordos, bufadas, y en los ijares colazos. Empieza el duelo imponente. Corren las vacas balando. Dijérase que los brutos son dos peñascos bailando. A las recias topetadas se hacen rollo los cogotes. los ojos cuasi chispean. Arriba aguaitan los jotes… Bravos los dos, equilibran saña y pujanza en la brega. De las piedras se oye el choque, de cuernos sorda refriega. De pronto el moro se encoge, recargándose en la corva; ahoga un hondo bramido, tuerce la pupila torva, y es que el blanco en los ijares le ha hundido medio puñal. “No es nada-pensará el bruto-, prosiga el duelo infernal”. No es nada, nada! Y de sangre, en sordo y purpúreo hervor, zumba un chorrazo caliente, como agua de un surtidor. No es nada, en verdad. La bestia bríos redobla, acomente, y un cuerno, al blanco, enterito, hasta el corazón le mete. Cae el animal. La cola ya retuerce, agonizando. Y cuesta abajo, al abismo, se va rodando, rodando. Entró la noche en las abras y las cabras de allí salieron. Dormía todo el paisaje en letargo. Sólo un quejido se oía, largo, largo… GOLONDRINAS Golondrinas, golondrinas : ya estáis de nuevo en mis lares, enlutadas peregrinas de continentes y mares. Picos sonoros y finos tenéis, oh aves migratorias. Si yo entendiese los trinos oyera cuántas historias! Aves raras cual ninguna: cuántas veces al viajar, le habreís cantado a la luna en dúo con la alta mar. Y ahora con trinos risueños, desde la vieja cornisa, alegráis a los pequeños que os responden con su risa. ¡Cuánta dulce y clara nota! Cómo me alegra y encanta la cristalería rota que suena en vuestra garganta. Picos sonoros y finos tenéis, oh aves migratorias. Si yo entendiese los trinos, oyera cuántas historias! Mas no importa; bien alcanza sabio el amor de mi pecho, a interpretar la romanza de contrapunto en el techo: -“Yo nací en un agujero en las costas de la china.” -“yo, al abrigo de un alero, nací en la pampa argentina.” -“Ansias tengo a toda hora de viajes. Gusto el mirar la rubia luz de la aurora derramándose en la mar.” “Las alas me piden cielo y luz y playas remotas, donde sólo yo alce el vuelo; donde no haya ni gaviotas.” “Pues soy de una primavera y quiero, en mi juventud, ir de ribera en ribera, latitud en latitud.” “Ansia loca me estremece cuando en las torres me poso; que a mis alas me parece las acalambra el reposo.” ”Crucé los mares del Asia, crucé los mares del Sur. De paso vi la Malasia al partir de Singapur.” “También di breve paseo en las islas de Bismarck. Oí contar en Borneo la leyenda de Dayark…” “Mas estas cosas son pocas para mi ambición de mares, y archipiélagos, y rocas, cielos, florestas, pinares.” -“Oh, me recuerdas, hermana, mi gloriosa mocedad. Me era corta la mañana para beber claridad.” “Yo he cruzado los desiertos rozando casi al león. He criado en lejanos puertos en las colinas de Sión.” “Habité en hondos barrancos, do la araña tiende su hilo; conocí los lotos blancos y el ibis sacro, en el Nilo.” “Mares y ríos crucé ya en el buque, ya en el guairoy alegres días pasé en las mezquitas del Cairo.” “Promontorios y arrecifes, palacios de altas techumbres, alcantarías y esquifes, valles floridos y cumbres, “todo fue poco a mi anhelo de buscar para mi nido seguridad. Ningún cielo para mí hay desconocido.” “Mas ya se apagó ese ardor de juventud, soy ya vieja. Vago sola y sin amor amor de antigua pareja. “Añoro el mar que en la duna finge matanza de armiños; las playas blancas de luna donde retozan los niños.” “No ya mis alas ligeras, los desiertos cruzarán; ni más veré en las riberas al alción y al cormarán.” “Los miembros tengo ya flojos. De Oriente me despedí, pues vengo a cerrar los ojos en la Pampa en que nací.” LOAS DE AMOR SUPREMACIA Una mujer bella, vestida de blanco, supera los libros de Homero en encanto. Y una mujer madre que arrulla a su niño, una mujer madre supera a Dios mismo! A UNA BOCA “Pura, encendida”… boca, gemela del capullo que destila aljófar de la aurora: Eres como una leve puñalada en el cuerpo ceñido de una rosa. Tu prosapia de flor se impone viva en pureza, y perfume, y gracia, y forma, y en el labio inferior que en curva suave de pétalo se dobla. Oh, boca llameante que me llenas de evocaciones puras la memoria! Zumos de extraña fruta; granada que en el árbol cuelga rota de madurez; corola rebosante de diáfana ambrosía que elabora con rocío del cielo pura el alba: tal riqueza compendias, dulce boca, en el milagro de tu yema breve. Tibia flor voluptuosa: Las recónditas fuerzas que combinan vitales elementos, y la forma dan a los seres y a la vida el ritmo, cuántos siglos, allá en su alquimia ignota, habrán pasado en laborioso anhelo de dar al mundo en virginal corola muestra de perfección! Cuán delicado y sabio especular sobre las cosas más bellas, para hallar un átomo -¡uno sólo!- de tu forma. Cuánto cálculo y arte combinados, sobre el olor de lluvias y de pomas, colmenares de otoño y panales colgados a la sombra de cercos y de árboles, para ledar a tu impoluta copa su sabor y perfume no igualados. Flor virginal y roja: si eres la perfección como belleza y es la inocencia tu divino aroma, qué zumos de pecado, qué volátiles filtros la retorta del arcano te dio?... Que si te miro, cual puede un niño contemplar la rosa, toda mi juventud estremecida al borde de los párpados se agolpa. Tal pudiesen mil pájaros con hambre al ver guinda sabrosa, agolparse en la punta de una rama. Mórbida, intacta boca: ley es de vida que la noble abeja, al tulipán, y al lirio, y la magnolia y a las flores más gayas, el corazón les rasgue zumbadora por lo que en pura miel da convertido. Hay una abeja rutilante y sorda, que yo no sé qué miel le extrae al alma taladrando el capullo de las bocas… No tiembles tú, cándida flor, no tiembles: que si es verdad que agosta las corolas yema de fuego al injertarse en ellasvuela de miel untando nuestras horas… CANTAR Ronda mi alma de tu vida el tesoro fabuloso: Moderna Belkis, seguida por un beduino ambicioso… Sólo en panales tu labio más habráme de rendir, que oro su flota al Rey Sabio, con cargamentos de Ofir. Cuánta miel fresca en tu boca como una abeja, cruel: Si el aire apenas la toca, se va destilando miel. Trigal que va madurar, blanca opulencia de ramas, en mí evocas al pasar: tal esencia desparramas. Do las ligas se entretejen, en los campos, yo he crecido, donde las tórtolas tejen con hierbas secas el nido. He escuchado sus canciones en la rama quebradiza, cuando lucen los pichones leve plumilla cobriza. Y el trino da en mi alma, eterno, su vibración singular: lo más dulce, lo más tierno que pueda un pico expresar. Más no para superarte creó sus tórtolas Dios: la quinta esencia del arte la hizo metal de tu voz. No es de rigor que te siga para descubrir tus huellas: Muere a tu paso la ortiga, juntan su luz las estrellas, la víbora se aletarga, y a aguaitar tu poderío, humilde el yuyo se alarga y se amontona el rocío. Do tu presencia florece, ondula al cuerpo prendida, fina sombra que parece con hebras de cielo urdida. Como el nardo -planta rara, de sugestivos hechizosamamanta en una vara su cargazón de mellizos, mis pensamientos, prendidos al néctar de tu pureza, tal se perfuman: nutridos por la tu sola belleza. SOÑANDO Arrulla al mundo céfiro risueño, bajo nocturna inmensidad florida. “Ella”, cruza una calle de mi sueño, cuasi en penumbra azul desvanecida. Ya esplende el agua en el profundo valle; la luz ríe en los ámbitos en calma. Yo aun la veo, la veo en una calle! allá en lo remotísimo del alma. DESDEN Si pasas a mi lado altiva y muda, siento mi cuerpo inmóvil, casi yerto: que mi alma, arrojando su envoltura, las alas cruza a tu divino cuerpo. BURLA BURLANDO En vano, entre la sombra que me sigue agazapado y ágil, de tu madre el vigilante celo me persigue… No impedirá que llegue hasta mi alma tu mensaje sonoro, de suspiros, perfumado con hálito de campo, ni podrá interceptar el fino lampo de tu mirada bella, que en horas de sincrónico desvelo, con la mía atraviesa el hondo cielo y se anuda arriba, en una estrella. En vano con escrúpulos hostiles, tu madre erige un valladar bien alto y te recluye sola: Mi amor tiene el resorte de la ola que gana el duro peñascal de un salto: Tras la valla de escrúpulos, se huelgan mis pensamientos blancos en bandada, y dentro de tu hogar revolotean, y suben por tu falda perfumada, se posan en tus hombros, y vigilan tus sueños, y te espían y van siempre contigo, como si fuesen aves que te pían por un grano de trigo… PENA Y DICHA Si con mirada displicente y rara, clávame tu pupila una congoja, siente mi corazón como la hoja helada de un puñal que lo tocara. Mas si es blando el mirar, tal si enroscara una estrella en tus ojos una fibra, mi alma toda se ilumina y vibra, como un cielo con astros que temblara. y cuando amor, en tela irreal de ensueño, de nuestro porvenir nos da un diseño llevándonos unidos sobre alfombras de crujientes espigas en la era, siento que marcha, uncida a nuestras sombras, ebria de amor, la Creación entera. ETERNIDAD Cuando los cuatro ojos que hay en la Cruz del Sur se cierren para siempre en su alcoba de azur: ¿Dónde estarán, oh amada, los astros de tus ojos? ¿Esplenderán aún bellos, sobre los mundos flojos? Cuando la creación se torne fría y los soles, ya viejos, se hagan polvo en las eras remotas: Qué dios que no haya muerto, qué ángel cuyas alas no estén rotas, servirále a mi amor de lazarillo al vagar ciego -eterno pajarillopor el eterno universal negror, volando sobre escombros de planetas en busca de tu amor? MARAVILLAS DE LA NOCHE LUNA LLENA DE FEBRERO I Versos a ti, oh mi luna, son dislates; síntomas son fatales que confirman la hipocondría de incurables vates. Sabios doctores sin cesar lo afirman. Comprendo mi locura! Dame espanto!: Cuándo el cantarte se trocó en dinero?... Mas yo no puedo reprimir el canto y me pongo a cantar como el jilguero. II Oh luna de Febrero, luna llena: ven, que el verano por hacerte amiga, esparce al viento olores de colmena y apetitosa emanación de espigas. Ven a mirar entre musgosas peñas, ágil reptil de renovada escama; gamo inexperto en solitarias breñas; vacilantes casales en la rama. III Cuando tu cara de metal se encumbra, lentamente rozando la alameda, finges extraña aparición que alumbra y va extendiendo entre las ramas seda. Si observo a contra luna un pajarillo que levemente al respirar se mueve, fíngeme el astro medallón sencillo, que al centro luce un pájaro en relieve. LUNA NUEVA Bruñida esplende y remota, tras los pliegues de una gasa, y por no caer se abraza a un globo de terracota. Trae el aire, con blandura, timbres de humana palabra. Y en la cercana espesura bala hondamente una cabra. Alguien asusta en el charco los patitos semilleros, que, agudos, zumban ligeros de la luna frente al arco. Se imagina entonces una de arquero oculta derecha, que arroja flecha tras flecha por el arco de la luna. LA FANTASIA DE LA CRUZ DEL SUD No puedo creer, a estas horas en que la duda me asalta, que aquella fila tan negra, tan silenciosa y tan alta, álamos son, y no monjes espectrales, que en nocturno peregrinar, van pisando con rumoroso coturno. Fosca es la noche. Estoy solo. Empieza un perro a aullar. Me ahoga el miedo, y prorrumpo: Espectros, ¿queréis hablar? Y, temblando, alucinado, en uno la vista fijo, que se ha movido, crujiendo al peso de un crucifijo… Lo lleva al hombro, inclinado, con sus cuatro clavos de oro. Se encoge la negra fila como avara del tesoro. Y cuando el viento abre claros, vuelvo a gritar con asombro: ¡Espectro: la Cruz, ladeada, se te va caer del hombro! ZUMOS DE EGLOGA (A Alfredo R. Bufano, con cariño) Oigo Aleteos fuera. Dejo el lecho y al abrir la ventana, su ala blanca me extiende sobre el pecho como un pájaro manso, la mañana. Por la ventana abierta veo un cielo de azul y mitológica belleza, que contrasta, si sobrio, con crudeza, fondo al hacerle al fuego de unas rosas. Mi corazón de dicha se estremece. Y ante la luz gloriosa que florece y muda por los ámbitos resbala, siento que el alma va tocando cielo: que ya mis ansias, en impulsos de ala, me remontan al éxtasis de un vuelo. Por la ventana abierta oigo alegres los pájaros cantar, y algo en el fondo de mi ser se agita con ansias de volar. Y salgo, y corro lejos, como un gamo. Y corto aquí una flor, más allá un ramo con insegura carga de rocío. Y prosigo mi viaje sin rumbo y sin objeto. Voz salvaje de potros encelados llena el campo. Cálido olor de parvas removidas y de trigos mojados que en las eras escarban las palomas, en ligeras ráfagas pasa. De las quintas sube retorciéndose el humo en larga nube. Y en plena fiesta de rocío, luces, murmullos de agua, pájaros cantores, y perfumes y diáfanos vapores que azulan la pradera, soy cual poro insaciable que absorbiera toda la luz y la alegría toda. Y me pregunto: cómo mi alma nació con avidez de cielo, del cuerpo atada al armazón de plomo? Por qué el ansia fantástica de vuelo? Y el afán pajaril de ramas, viajes por el azul, a incógnitos parajes? Y esta embriaguez en la mañana clara, que por gloria ninguna yo cambiara? Eran tal vez designios del misterio, crearme, pajarillo, para el aire y el peligro de balas. Mas antes de nacer, fiel a su norma divinidad fatal, trocó mi forma y para dentro me dobló las alas… LAS DOS ROSAS MADRIGAL Fue una abeja por néctar a una rosa. Hundió en su pulpa la dorada antena, y con pesada carga y deleitosa, regresó a la colmena. Vuelve segunda vez. Pero ya estaba la dueña con la flor junto a la boca. En torno de las dos giró perpleja y, confundida al fin, la incauta abeja del labio el húmedo pimpollo toca. No extrajo néctar -que escondido estaba-, mas como nunca regresó triunfal: llegó a su celda y perfumó el panal. PAISAJE Camina a lo lejos, blanca, la mañana, con sus pies rosados sobre las colinas. Alarga los brazos de azul porcelana y arroja a puñados luz y golondrinas. La luz salta al paisaje, sonriente, y llena los nidos y resbala al suelo. Alados rumores y el aire mugiente, escolta le forman en sonoro vuelo. Los pájaros, ebrios, revuelan y cantan. Dijérase que beben la luz como alcohol. Despiértanse ágiles, y el vuelo levantan sedientos del jugo dorado del sol. Mañana esplendente, de dichas venero: colme siempre mis arcas tu oro… Basta un rayo de sol y un jilguero, para creer que es la vida un tesoro. BOSQUEJO Corre el Chubut, señoril, entre colinas hermanas, que son como caravanas con alta carga de añil. Lejos se alza, desigual, la alameda vedioscura, que más parece una hondura que elevación vegetal. La acequia en blando desliz, desparrama olor de higos, y a la sombra de los trigos abre el pico la perdiz. Pasa un “gringo” en un overo, y los “pechos-colorados”, en bandas vuelan turbados y el cielo finge un brasero. Va luego una niña esbelta, que lleva oloroso encaje. El aire juega en el traje de la rubia virgen celta. Va ella al pueblo en “vagoneta”, por caramelos de fruta, cuando a su boca impoluta, por ellos fuese el poeta… Allá, tras verde plantío, su casita blanca asoma, que se ha agarrado a la loma porque no la lleve el río. EL “PECHO-COLORADO” Premura mueve al labrador sencillo. Abandona el rastrillo y sobre húmedas hierbas ágil corre, pues ha visto caer, como un meteoro, del incensario azul de la mañana, redonda brasa entre sus parvas de oro. Con la mano a arrancarla ya dispuesto, quédase boquiabierto y suspirando al mirar, por el aire azul y tibio, que la brasa otro vez sale volando. EL NECTAR Yo vi una niña hermosa, de tierno y ágil pie, entrar de mañanita cantando a su vergel. Húmedos los cabellos, rico el labio también, exhalan un liviano aroma de mujer. Se oye cavar la abeja dentro la rosa de te: zumbón y rubio enjambre busca esencia de miel. Ella, que va de un tallo la flor a desprender, siente algo que la punza. Que es una espina ve: “Te dejo, flor que hieres a quien regóte bien; tú hieres perfumando, como un amor infiel.” Esto al decir, la mano sacude con desdén. Breve gota de sangre vése en la flor caer: Precipítanse abejas, treinta… cincuenta… cien. Todas querían, ávidas, libar néctar aquel. PAISAJES DE LA NIEVE ATARDECER Flor de cielo arriba: nieve. Pasa estremecido el viento y bellamente a su empuje desflorece el firmamento… Presto el paisaje se arropa en un manto de ilusión, que le hilan sobre la espalda hilanderas de algodón… Salta el pájaro, buscando un reparito en la rama, y están las ramas cubiertas de blanca y frágil escama! Susurros a la sordina larga al campo la arboleda. Y hasta el aire danza como con escarpines de seda. Lejos, herido el crepúsculo en manos de la oración, su sangrecilla de pájaro infiltra en la nubazón. Ya, novia de Dios, la noche entra a su alcoba ideal: se desnuda y larga al suelo su vestidura nupcial… NOCHE Adentro ríe el peonaje a la luz de la fogata. Circula el mate. Uno seca a la lumbre una alpargata. Fabulosa plumería borra a la noche sus tiznes. Ganas dan de preguntar: ¿Quién despluma tantos cisnes? Estrechándose entre copos pasa el aire rezongando; al pasar les tuerce el rumbo a los que viene llegando. Y si el soplo se hace fuerte, y zumba y vuela sin tino, arrebata enjambres blancos y los larga sobre un pino. Sólo un pastor cruza el campo. Algo le hurtó la nevada. De pronto silva a unas matas que fingen una majada. Escarchado asoma el día, como a avisarnos: “No más”… Pero el sol -su padre- viene entibiándolo de atrás. LA MAÑANA Un pájaro ha caído bajo los tamariscos; sobre la nieve blanca, su pecho colorea. El sol como oxidado orifica los riscos, tan débil, que si el aire lo empuja, se ladea. Tibia luz va trepando por la alameda yerta, y el ala metaliza de una calandria amiga al volar, ondulante, a mi ventana abierta donde el pan que le brindo con el pico desmiga. Tibia luz amarilla va colmando el corral. Una mujer que tiembla, ya su lechera amarra. En crespo enjambre blanco se alza la espuma, igual que si la nieve, alada, revolase en la jarra. EL CUENTO DE LAS DOS MADRES Posóse en las verdes ramas y vió el ave flores rotas: soltó del pico un gusano y echó a volar dulces notas. Oye una madre los trinos, y aparece en la ventana, con un pequeño en los brazos y en los ojos la mañana: “Bien haya el pájaro alegre. Bien haya el dulce cantor. Quisiera tener tu pico para cantarle a mi amor.” “Diera el mundo, ave canora, por hacer tu suerte mía y cantar con tu garganta, que es surtidor de alegría.” -“¡Insensata!, gimió el ave: ¿No ves que canto de pena? Mira lo que hay en tus brazos: mide la desdicha ajena. “Por dar sustento a mis hijos salí a escarbar al rocío, y volví con un gusano: ¡Pero el nido está vacío!” Ave y mujer se miraron …y callaron… LA MUERTE DE LA TORTOLA (Balada campesina, para niños) En lo alto de un quebracho, entre inseguras ligas, sustento a sus polluelos daba una tortolilla. En viéndola un rapaz, de alma inclemente y fría, certero hondazo arroja: el ave cayó herida. Saca el rústico, luego, la criminal cuchilla, y sobre duro tronco, con intención felina, las alas de la tórtola ensangrentada, estira. Presto las plumas vuelan bajo la guillotina. Fuése el rapaz; la noche abrióse enflorecida; al pie del árbol negro, la tórtola gemía. Diz que la noche toda gimió la pobrecilla; al alba cerró el pico y se quedó dormida. Húmeda entre las hierbas hallóla el nuevo día, mas con ánimo vivo, que leve fue la herida. Miró desconsolada, y vió que entre las ligas colgando sus cabezas amadas se movían. Trepando iré a llevarles, se dijo, una semilla. Y allástrase… algo trepa… Mas cae dolorida. Al aire daban quejas los pollos desde arriba. Madre: tenemos hambre, parecen que decían. Salta la madre, y pierde hebra de sangre, fina; con ella, entre las hierbas, va enredando su vida. ……………………………………. Volvió el rapaz al árbol después de muchos días, y muerta halló a la tórtola y el nido con hormigas. LAS ESTROFAS LUGUBRES SOLEDAD Bajo esta noche la pena trabaja en mi corazón. ¡Oh, noche, noche, me muero! Tengo nostalgias de un sol… Que ha cesado, me parece, la vida en la Creación, y en hondo abismo olvidado vivo solamente yo. Qué viento me echó a este pozo fantástico, aterrador? O es que yo sólo he caído abrazado a mi ilusión? Remoto, a un millón de leguas, se ve temblar un fulgor. Mas me parece que nunca, ya nunca más veré el sol. Ah, ya a esta lóbrega hondura la va llenando un fragor: Es que a mi alma la pena le está clavando el cajón. REMENBRANZAS I San Luis, San Luis de mi amor, la tierra en que yo nací, ¡cómo te vas acabando para mí! Cada día una noticia mala, mala. Cómo trabaja la muerte con la pala! Los parientes, los amigos, se me mueren. Oh, noticias de la muerte! Cómo hieren! San Luis, San Luis de mi amor, la tierra en que yo nací, cómo te vas acabando para mí! II Tierra dos veces sagrada: tierra que aun pisa mi padre, tú guardas, mi dulce tierra, las cenizas de mi madre. ¿Las cenizas?... ¡Yo no sé ni en dónde fue sepultada! Ni los huesos. Ni un recuerdo existe. ¡Nada! Qué: No hay nada? De la sombra que es nuestra forma carnal! Mas Ella en mí va latiendo inmortal. De Ella nada hay en la tierra; ni su cuerpo; ni su nombre. Mas vive en mi pensamiento, que es el Hombre. III San Luis, mi lejana tierra, donde fué mi hogar risueño, que el tiempo ha sorbido como dulce sueño. Seño, en verdad, del destino deshecho a los aletazos! Barquilla que el mar se traga a pedazos. Hogar mío! Cómo dentro del alma en sombras se viste. Aun oigo el canto lejano de un zorzal que ya no existe. Cómo aun resuena, clarito, el bullicio familiar: Se llena el alma de risas del hogar. Ríe allá, tras leve bruma, con fresca torta en las manos, la noble hermana que cría sus hermanos. Rumor de acequia en el aire; trina en el patio el jilguero. En la noche zumba el viento Chorrillero. Mas todo es hoy perspectiva irreal. Fueron de la hormiga pasto, lengua y ojos del zorzal. Mis hermanos se alejaron por los caminos del mundo. Y ya no podré juntarlos ni un segundo. A aquella mesa, oh, la mesa, que alegramos de mil modos, ya nunca, jamás podremos estar todos… IV San Luis: echasteis en mi alma, como raíz un fulgor. Probé yo bajo tus lunas miel de amor. Sueños primeros! Yo sé que una d’ellas ya no existe. Y otra, cual yo, me recuerda siempre triste. Yo sé que los negros ojos que electrizó mi mirada, hoy, cerrados, duermen bajo tierra helada. Y los labios (¡Maldición: cómo nos burla el arcano!) hoy muerde, en lóbrega fosa, el gusano. ……………………………………. Fuera, oh pálidos fantasmas que saltáis sobre mi mesa! Volved, volved al pasado! Dejadme solo en mi pieza! DE CEPA CRIOLLA EL ASALTO DE LA HORDA o Corazón de Valiente En medio del patio limpio que el alta luna blanquea, un niño, un mozo, una madre, en “catres de horcones”, sueñan. Remoto frescor de aguadas la brisa al rancho acarrea. En la quincha pulsa un grillo su melancólica cuerda. La madre, ¿qué soñará? Tal vez que el hijo pelea. O la sombra de una lanza un sueño, acaso, atraviesa. Que en la pobre choza, como en la mansión solariega, anda aguaitando la muerte con porfiada impertinencia… La muerte rige a la Patria: Facundo en ancas la lleva, y le da Rozas lecciones de lanza, facón y espuela… De pronto ladran los perros con inquietud manifiesta; estregándose los ojos mueve el mozo la cabeza, y ve mecerse, a la luna, ondulante polvareda. Extraños ruidos avanzan por detrás de la represa. Silencio impone a los canes, la mano lleva a la oreja que, acartuchada, recoge algarabía siniestra. Y cuando “el fierro” desnuda de bajo la cabecera, abrazando al más pequeño ya está la madre despierta. -Hijo, le dice al mayor, la muerte al galope llega! ¿Quiénes serán los mandingas que avanzan a rienda suelta? -Son los llanistas, mi madre. Y, como Dios me proteja, aunque el diablo los repunte… haremos lo que se pueda. Entre usted con el muchacho, a guarecerse en la pieza. Por si acaso… con la tranca vigile junto a la puerta. Así dijo el mozo, cuando al correr brisa ligera, por sobre el techo de pajas alargó la polvareda. Jinetes, prendas y potros viéronse en masa revuelta; guardamontes que hacen creer en una legión que vuela. Sordo rechinar de frenos se oye, y golpes de azoteras. Ya se perfilan pañuelos, ponchos al brazo que cuelgan. Era una partida gaucha de seis “llanistos” de presa, que los pingos sofrenaron casi al umbral de la puerta. Caballeros, vive gentedijo el mozo con firmezaMás allá está el guardapatio si queréis bajar la rienda. -Como la noche está oscura… perdonará su celencia?responde el jefe, altanero, con un pie ya firme en tierra.Hemos llegado a este rancho a buscar nuestra merienda; conque, amigazo, en el acto encienda el fuego y la vela, degüelle una cabra gorda, disponga torta y manteca y si hay aguardiente o vino de mi flor será la cena. Refale también las chuspas. Que se almidonen las hembras… ¡Y encomiende su alma a Dios si opone usted resistencia! -Servidor haya en mi rancho sólo el varón que respeta. Y mi padre… ya no esiste… -No se haga el juerte. Obedezca sin más tardanza, o le aplano de un cintarazo la cresta. -Retar de lejos es propio de hombre flojo o de polleras,y cuando esto dijo el mozo echó raíz en la puerta, que atropellaron los tigres arrastrando las espuelas. Y empieza el vuelo de ponchos a compás de las “gambetas”. Relámpagos circulares hacen halo a las cabezas. Siete dagas, como espejos, a la luna reverberan. Parecen rayos jugando a vertiginosas vueltas. No alcanza el poder del ojo a verlas donde puntean, mas de los seis “cuadrilleros” roncos algunos se quejan, y brillan limpias sus dagas como antes de la refriega: No más la de su enemigo se ha ennegrecido… y gotea… ………………………………… Seis cuerpos en tierra. Alguno pugna por asir la rienda, y, aquí caigo aquí levanto, en busca va de las bestias. Vano afán! porque los pingos que el vaho de sangre olieran, en fantástico desbande entran, bufando, a la selva. -Piedá, señor, gime el hombre: por qué usté no me degüella? -Sobre muertos o vencidos sólo retozan las fieras… Yo al abrigo de mi rancho sólo mataré sus penas. Ofrézcale, mama, al santo dos potros. Yo hago la yesca… EL VIENTO DEL OESTE (En el Chubut) Yo bajo de las cumbres, por las gargantas hondas. En mis guaridas pétreas descansa el cielo azul. Salto sobre pinares de estremecidas frondas, después de dar espanto al cóndor y al huemul. Confundo los rebaños. Exploro serranías. A mi paso la tierra finge humeante escombro. Atrás dejo de un salto las anchas travesías; de polvo, al recorrerlas, me echo una carga al hombro. Cuántas veces, de noche, he visto a los troperos dorados de fogata, tironeando un churrasco. Cuántas veces les dije sonando en los aperos: Abrid los toldos; traigo yo en ancas el chubasco. PRESAGIO -¿Por qué está llorando, mama? -Su tata, m’hijo, anda juera, y se ha sentado a agullar el perro en la mesma puerta. Chillando sobre la casa dio la lechuza unas güeltas, y recién veo una sombra maniándose en las espuelas… -¡Vaya! También a los perros Amor les chumba sus penas. Yo no creo que a mi padre le salga el diablo a la huella. -¡Oigate Dios! pero el choco sigue agullando en la puerta. El, anda medio curao, y está la noche tan fiera. Así a “las piedras del fuego” hablan dos. Ella carmena y desabroja un vellón. El hijo engrasa unas riendas. En las pajas del alero helado viento remeda la aguda voz del cachorro que aúlla triste a la puerta. Se oye un relincho y un trote. -Viene ya, exclamó la vieja. -Es él, agregó el muchacho, caliente, mama, la cena. Los dos a la puerta corren, y ven que en la noche negra, se abisma el potro ensillado pero el jinete no llega… EL MILAGRO DE LA LUNA NUEVA “Luna nueva: Dame toda la fortuna”, acariciándose el río espumoso de las barbas, a la luna díjola el criollo con acento pío. Oyóle el astro, y a sus tenues lampos. Empezó en las ramas oro y nieve a brotar, derramó fortuna copiosa en los campos… Su corola primorosa abrió el azahar sobre añosos algarrobos y quebrachos. El aumento vino luego en la majada: trescientas cabrillas y doscientos machos. Los galgos “arribaron” a leche y cuajada. Fué preciso en el zarzo los tientos cambiar por trenzados sencillos… Y ña Pascua ensillaba los gajos con esas caronitas que llaman quesillos. ¡Qué año aquel! Vénse colmenas hasta en los palos del corral. Más de una vez la vieja criolla leña al romper con la rodilla, vió alargarse hasta la olla chorro de miel desde la astilla. Una noche olorosa a tusca y pichanilla, en que alucina el hervir de los “tucos”; el criollo entró, sacó del fuego un tizón. Plántase luego en el patio, y agitando viva brasa dice a voz, como de ruego: “Tuco, tuco: ¿querís pan?” Y en el acto, cual movidos por Satán, dos afluentes rutilantes, de cocuyos por la sombra le corrieron a la mano. Coge el viejo sólo uno, el más cercano, y largándolo, le dice: “volá, hermano, pa donde hay más algarroba”. Y siguiendo el derrotero que con su vivo diamante el coleóptero en la noche le trazara, fuése el criollo hacia levante cuando al alba el cardenal lo despertara. Y en habiendo recorrido media legua… se resiste a andar su yegua por comer de los racimos ya olorosos, que a la altura de la boca tabletean olorosos. Y las chasnas se suceden. Y revientan los costales. Y amontónase el patay en las petacas. Y en las trojes hallarán ración las vacas, pues están apisonadas hasta el tope. De la cumbrera colgados odres gotean dulce arrope. ¡Qué año aquel! Naturaleza cede a los conjuros del paisano… ¿Qué hay ya poca agua en la represa?: Pues con un sapo vientre arriba, llueve a mares… ¿Un caballo, o vieja chiva se ha perdido en los talares? ¡Una luz y un padrenuestro a la Correa!: Presto su alma hasta el corral la bestia arrea. ¿De granizo una manga amenaza?: Una cruz de ceniza sobre la casa, o cruces al aire con el cuchillo, y en sonora contramarcha se aleja. “Dios ha bajao al mundo -dijo la vieja una tarde, pitando junto al rancho:Alegre, y gordo y lleno grazna el carancho que tiene a rodo comida y agua; las liebres, las perdices y la ampalagua, cruzan mansas el patio. ¡Manda, dejuro! que hizo algún cristiano manso y puro”… -¿Manda? ¡No! -responde el criollo:Es que yo anduve a tiempo… Le rogué a la luna tierna del cielo, que alumbraba agata. Ella dió güelta su árgana de plata ¡velay! de lo alto y nos largó fortuna… HOGARES CAMPESTRES Con ruidos de hoja seca se hunden las cigarras en el talar sombrío que habita “un alma en pena”. Crepúsculo. Sosiego. Voz de grillos que suena. Ya pasan por el aire gemidos de guitarras. La comadreja al árbol, sube, de las gallinas: chingolos asustados golpeánse en las ramas, en tanto que en el suelo ya disponen las camas rezando “el padre nuestro” las madres campesinas. Y acuestan sus criaturas no más sobre jergones, espantando la araña que pasa junto a ellos. Cuadro bíblico y grande, oh corazones bellos! Parece cierto que oye un Dios sus oraciones. Preguntad a aquella alma purísima que aguarda se aduerman sus pequeños bajo la errante brisa: si la de cascabeles sonado se desliza? -La corre con sus alas de ángel de la guarda! EL FAMILIAR En aquellos corrales de palo a pique no se acababa nunca la hierra. Iban siempre llegando los orejanos, como brotan los yuyos de bajo la tierra. Manantiales azules por todo el campo. Cuanto más animales, más bebederos… El patrón se pasaba días, semanas, asoliando la plata sobre chasneros. Y cómo se acabaron tantas riquezas cuañito el mundo dejó el finao! Todas las bestias se hicieron humo y el campo todo quedó arruinao. Qué manos invisibles echaron tierra en las bocas de todos los manantiales? Quién se llevó la plata de las tinajas? Quién se tragó en un día los pastizales? Es que tenía trato con el mandinga! Algo serio, que a sangre le hizo firmar: Desde tal día, tu alma me pertenece, y yo, en cambio, te entrego mi familiar. Lo vide un día (habla el puestero) cruzar la huerta. Llegó a las piedras donde se alzaban dos algarrobos, entre las verdolagas, ortiga y hiedras. Movió una roca; de abajo d’ella salió crujiendo larga una cinta… De una chapeca negra de bruja velay, aquello era pinta. Viborón relumbroso, largote y manso, de la mano en el hueco leche bebía. Dios nos libre de aquellas roscas tan negras! Ave María! LA YEGUA MUERTA Los galgos del campero, bajo un sol que desuella, recorren los ganchosos matorrales a saltos. La lengua van perdiendo… Allá cruzan la huella detrás de un “charabón”, con los hocicos altos. Más páranse de golpe. Daránse larga tregua; que aquí, donde han cavado vizcachas y peludos, cayó para no alzarse la claudicante yegua, y, picoteada, yace sobre los “quiscaludos”. Negrean en los gajos de un algarrobo seco, aves que rocían sangre con el ala en las frondas… La yegua en el abdomen muestra un profundo hueco y tiene ya vaciadas las órbitas redondas. Escarabajos verdes han removido el suelo. En zig-zag bordonea brillante moscardón. De jotes una rueda gira en el alto cielo y los caranchos llegan cracrando “a la junción”. LA COLMENA I Las abejas silvestres y diminutas, zumban y exploran el quebrachal; que néctar, agua, sangre de frutas, demanda en viejo tronco el panal. Sobre el barro caliente de los carriles que van hacia la aldea triste y remota, se apretujan en duros bloques febriles, a beber de la lluvia la última gota. Buscan las olorosas, floridas ramas del algarrobo y el piquillín; pasan zumbando por las retamas donde un alma errabunda llama a Crespín… Bajan alpuesto, beben del noque; siempre buscando limpia fontana, sorprende bajo el albaricoque dando caza a las moscas la artera iguana. Y tenaces, luchando con viento y sol, voluntades aladas, fabrican miel, a la celda construyen muros de albohol y a los labios sedientos dan hidromiel. II Un gañán con el hacha filosa en mano, mira ansioso y ausculta el tronco seco: Rumor denso y profundo de mar lejano, denuncia la colmena dentro del hueco. Fatal signo hace el hacha que se levanta en las manos robustas de aquel muchacho. Menudean los golpes: abren garganta en el tronco ya viejo del buen quebracho. Silbando saltan muchas astillas. Débil ya el árbol tiembla enterito. Los hachazos retumban por las jarillas, cual si del bosque fuesen un sordo grito. “Aura sí!”, grita el mozo de acento ronco: y es que un panal se vuelca, de olores sanos, como si fuese el alma del viejo tronco que se le entrega rota en las manos. Abejitas recorren mansas las greñas, prodigando caricia noble al melero. Y el rústico -insensible como las peñas, las va arrojando muertas con el sombrero! EL RITMO DEL AGUA (ACEQUIAS) Bajo tupidos sauces que la luna platea, el agua se desliza como suave pulsación. Allí corre la acequia. Mansita culebrea, y se oye el blando ritmo de su circulación. Cuántas vidas sustenta su generosa fuga. Ella por bajo tierra filtra a los higos miel; a sus aguas le deben su verde la lechuga, el jazminal su nieve, su púrpura el clavel. En las feraces chacras levanta los trigales y nutre la arboleda que reta al vendaval. Las aves del desierto sin mies ni manantiales, abriendo el pico llegan a su dulce caudal. La familiar acequia va por la vecindad esparciendo frescura con aguas siempre bellas: si en le día la bruñe del sol la claridad, en libras esterlinas la cuajan las estrellas. Me gusta, libre el alma de fútiles congojas, ponerme en claras noches a oir su serenata y ver cuando la brisa entreabre las hojas y cae sobre el agua como un polvo de plata. Mil sucesos extraños forja mi fantasía. Por ejemplo: que el alma, siguiendo sus consejos, se me ha volado al campo, vibrante de alegría, y que a ratos me observa, medrosa, desde lejos. Al fin, pobre alma mía, libremente aletea! Y sigue aguas abajo, como errante piragua. Mas si algún ave grazna o el junco se menea, siento como me entrara goteando luna y agua. Acequias olorosas a menta y peperina! Acequias de mi tierra! -mitológicas aguas donde zambulle a veces su cuerpo alguna ondina… que esconde entre el hinojo su redondel de enaguas. Acequia provinciana que me dió sus caricias! Otra es la que hoy me canta. El niño no es ya el mismo. No importa!: hay una antigua comunión de delicias entre ambos -que corremos callados al abismo… Acequia y niño integran dualidad indivisa. Qué hombre en sus recuerdos no esconde un brillo de agua? Quién no siente el murmullo de un agua corrediza, bajo el montón de cosas que nuestra mente fragua? ESPUMAS NEGRAS BAJO VIENTOS EXTRAÑOS Si probáis las estrofas amargas, no inculpéis su amargor al poeta: Mareas del mundo salpican sus alas, de espumas salobres, salobres y negras! El quisiera pasar por la vida en un largo vuelo de pura belleza. Imposible! Preciso es armarse de estrofas ganchudas, filosas y feas. Como aquel patagón algarrobo, que esconde su tronco debajo la tierra, y echa fuera una mata de clavos porque no lo exterminen las bestias, así al ángel más blanco, en la vida le brotan escamas -que son su defensa, y al poeta le naces estrofas que son como crudo garrote que pega. Ah, si el mundo no fuese guarida de tanta vesania, de tanta vileza, él sólo cantara motivos de alondra, estrofas azules tan sólo escribiera. Si el poeta al pasar, en tu alma ves caer como espuma salobres y negras, sabed: esos copos saltaron al ala en golfos traidores, de bravas mareas… LA VOZ DEL SOLITARIO No recuerdo en qué sitio ni en cuál momento, vi aquel hombre vibrante de inspiración, que al tumulto decía con firme acento en soberbia e inútil peroración: “Triste cosa es el hombre sin el perfume del sentimiento puro que nos redime; cosa vil, deleznable, que se consume sorda a la voz del ángel que adentro gime.” “Si yo en busca de hermano fiel me encaminosin intenciones de hacer negocio!-, todo hermano que encuentro por el camino, si no me haya su “cliente”, piénsame “socio”. “Y, amargado, la marcha detengo, presa de algo enorme, inaudito, que me sacude: es que el Amor de hermano se hace pavesa, y el espectro del Odio temblando acude.” “Mas el Odio no muerde nunca ni veja, de mansos corazones la pulpa santa: el espectro del Odio tiembla y se aleja, y mi Amor, como el fénix, resurge y canta! “Lejos ya de arlequines, tablado y farsa, me recluyo en mi celda de anacoreta. Que del mundo en la eterna, burda comparsa, bailaré, si es preciso, mas sin careta!... “Amor, hoy es problema que se resuelve aplicando las “reglas del interés”. Presagio de exterminio al mundo envuelve, y el mundo, desquiciado, marcha al revés.” “¿No véis, desorientadas en el naufragio, que en gruesos pelotones van las mujeres, a mecer las cunitas en el sufragio, las sagradas cunitas de sus deberes?” “Sensuales ritmos de torpe vuelo pesado, suplantan a Bethoven, Bach o Rossini. Y el librepensamiento degenerado, culmina en la postura de Juan Papini.” “La codicia y el Odio, tétrica orgía celebran a la mesa del mundo infando: han triunfado!, y las sombras de la Alegría y el Amor, desterradas vagan llorando.” “Hoy, toda alma se arruga y baila a los sones del invasor oleaje de la torpeza: que rige el apetito los corazones, y el estómago piensa por la cabeza.” Así dijo el discurso, con frases rudas. Luego bajó al tumulto febril y astroso. Y yo vi que pasaban dos sombras mudas, en las manos ahogando largo sollozo… ESPADA Y ALA (A don Miguel de Unamuno, en el destierro) Cómo emigra la luz si el sable impera! Nos lo dice de ayer la historia humana, Y hoy –que historia vivimos del mañanaConfírmanlo Unamuno y de Rivera. Audaz la tiranía, persevera en vano tras el ala soberana: Alto busca la idea ruta arcana, mientras abajo el sable reverbera. Triunfe no más la fuerza!: Su victoria Polvo es que pasará sobre el talento; Es preciso que impere –transitoria, pues que mañana arrollarála el viento-: se iluminan los cielos de la Historia cuando golpea el sable al pensamiento… LOS SOBERANOS Son mis caprichos la ley, dijo el monarca altanero; quién es, en el orbe entero, más poderoso que el rey? Y le respondió un gusano que se arrastraba en las sombras: Manjar delicioso nombras de mis festines, enano. LOS TRES CAMINANTES Por un largo camino, de luz pleno, la Modestia sus miembros despereza. Suave olor de violetas y de heno desparrama en el aire su cabeza. La Vanidad camina allá a lo lejos, en necia ostentación de poderío. Cascabeles, colores y reflejos y címbalos realzan su atavío. Encuéntranse Modestia y Vanidad en medio del camino. La primera saludo con respeto y humildad, más la segunda respondió altanera: ¿Quién os manda, misérrima criatura, a manchar el camino con tus huellas, por donde va triunfal mi galanura que envidian desde el cielo las estrellas? -Admiro yo tu brillo soberano, mas dejadme pasar, que tengo prisa! -Espera, viene el Mérito, mi hermano: ya os haré dar con él una paliza. El Mérito llegó. Dándole el brazo a la Modestia, dijo: Mi destino a tu lado es brillar. Apura el paso que anda la Vanidad por el camino. Hostigó sus corceles la Vanidad, con rostro satisfecho… y alejóse al compás de cascabeles. Mordiéndola por dentro iba el despecho! Que un búho dicen, en la misma tarde, comentó desde un álamo el suceso: gentes de relumbrón y mucho alarde, virutas llevan en lugar de seso. A LAS AGUILAS Salud, heroicas aves. A la Gloria vuestra progenie audaz llevó el Destino, pues en la cima excelsa de la Historia, compartís con derecho soberano, la grandeza del Júpiter divino y el esplendor antiguo del romano. Estoicos paladines de la cumbre: vuestro soberbio gesto me edifica. No anheláis el granero donde pica el gorrión en imbécil mansedumbre; libres buscáis a la anchurosa lumbre del sol, cordero, lagartija o rana que no basta a colmaros el deseo: Nunca el seguro hartazgo de las jaulas a cambio de prisión y manoseos… Señoras del azul: Para vosotras alarga el alba su primer capullo de sonrosada luz; la noche bella, para aceros custodia enciende ufana junto a vosotras su mejor estrella; y el sol, a igual que un soberano viejo, rinde a vuestras aladas majestades el primero y el último reflejo. El reptil en su lóbrego escondrijo sábelo, y el saberlo le condena al pensamiento fijo de morder vuestras alas y arrastrarse presa infeliz de su envidiosa llama: Es condición fatal de la existencia, que ronde en torno al pájaro la escama y le ladre al talento la impotencia. Águilas poderosas: Yo descubro en vuestra vida arcana, síntesis voladora de la compleja condición humana. Cabrito blanco degollado arriba con el pico de acero, y cuya sangra hacia el abismo salta en cálido aguacero, prueba que ejerce en la región más alta como en el llano su poder el crimen; el nido miserable, bosquejado del peñasco en el árido recinto, denuncia que en el monte desolado, como el humano amor triunfa el instinto… Humana es la rapiña. Y el pensamiento es vuelo que hace al hombre el águila caudal de la campiña do el prejuicio rebaños pastorea… Es ala cerebral la humana idea que de la eternidad gana el proscenio-: De cumbre en cumbre el ave zigzaguea, de siglo en siglo va volando el genio. ESPEJISMO Escribir es pobre medio de belleza reflejar. La belleza es lejanía, y escribir es acercar. Al escribir limitamos, y es amplia luz de bellezaluz que pierde en la palabra candor y sorbe impureza. No me arguyáis con los grandes que eternos lanzan destellos: pues si un sol brilla en sus obras, muchos se fueron con ellos. Escribir es sólo un medio de aligerar nuestra cruz… ¿Cómo aprisionar los sueños, o atar al verso la luz? Procedemos como un ángel presa de ideas extrañas, que fuese a juntar azul al cielo o a las montañas. Escribimos por hacerle un declive a la tortura… O soltar el alma al viento. O amarrarla en la escritura. Después de escribir, sentimos que enmudece y se aletarga, un como enjambre interior que haciendo miel nos amarga. Salió el alma! nos decimos. Aquí está con sus visiones. Ya viviremos la vida, sin fiebre, sin ilusiones. Engaño! Sólo algo queda Lo más puro, lo más terso, lo más grande, retrocede de los límites del verso. Y las quimeras resurgen. Danzan nuevas formas bellas. Y entrevemos infinitos con nuevos mundos y estrellas. Que el hombre al soñar un Dios con luz regando el abismo, lo ha visto enfrenar el Caos: Al contemplarse a sí mismo!... Afiebrados de imposible; con ciego afán de volar, viven los “locos” que sufren la maldición de cantar. Sabed: Tortura al Poeta sed que no se apaga nunca. Y si veis “alma” en su obra, veis tan sólo un alma trunca. *** FIN ***