4 Martes 4 de junio de 2013 Participan en la sesión Cristián Barría, Pablo Concha sj, Carmen Reyes, Mike Van Treek, Fernando Verdugo sj y Samuel Yáñez. Se hace una breve presentación del texto de lectura previa: Stephen Pope, “Scientific and Natural Law Analyses of Homosexuality. A methodological study”. El autor busca hacer dialogar teorías científicas recientes sobre la homosexualidad y concepciones iusnaturalistas sobre la misma, es decir, el discurso científico y el discurso moral. En las concepciones diversas, está en juego la noción de “naturaleza”, a veces concebida como lo natural orientado a fin (bajo la influencia del pensamiento aristotélico), otras veces pensado como suma de los objetos de experiencia (en perspectiva kantiana). ¿Qué logros significativos ha alcanzado la investigación científica sobre la homosexualidad? En desarrollos de la psicología evolucionista, atenta a la sexualidad femenina y masculina, las personas homosexuales no difieren de las heterosexuales en sus tendencias y mecanismos psicológicos. Investigaciones fisiológicas, por su parte, han profundizado en las raíces genéticas de la homosexualidad en algunos individuos, pero sus resultados poseen todavía un estatuto tentativo. Se está lejos aún del establecimiento científico de una conexión entre herencia y orientación sexual: ella resulta altamente especulativa. En todo caso, la hipótesis más aceptada (dominante) es que la homosexualidad humana es un fenómeno normal del proceso biológico-evolutivo. Supuesto esto, cabe preguntarse por el modo en que las concepciones iusnaturalistas usan los resultados científicos. El autor distingue tres modelos: 1. Paradigma científico. En este modelo, el saber científico reemplaza al saber filosófico (o teológico) como base de la teoría. Así, la homosexualidad es considerada algo natural, pues el fenómeno se encuentra extendido ampliamente en la naturaleza de animales y humanos, tal como lo verifica el saber empírico. Pero, cabe recordar que el iusnaturalismo tradicional no fue “estadístico”, sino una enseñanza basada en una concepción teleológica general (en algunos casos, con base teológica). La descripción 5 estadística no es suficiente para fundar normatividad, juicio moral: es la “falacia naturalista”. 2. Ley natural revelada. Este segundo modelo concluye que la homosexualidad es un fenómeno contra-natural. Su peculiaridad radica en que, en su argumentación, el saber científico es considerado irrelevante para el establecimiento de la conclusión normativa. Así, la estructura ético-racional se sigue de la revelación, es decir, de una hermenéutica determinada de la Sagrada Escritura. Hay una precedencia de la teología (revelación) respecto de la filosofía (moral). Es la Biblia la que sostiene que los actos homosexuales son gravemente depravados. Este modelo de iusnaturalismo se expresaría en la Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, datada el 29 de diciembre de 1975. Pero esta perspectiva presenta algunos problemas. Por de pronto, no tiene en cuenta el círculo comprensivo que se da siempre entre revelación y razón en la hermenéutica de la Sagrada Escritura. Este olvido la lleva a identificar sin más “su” interpretación con “la” Palabra de Dios. Por el uso extremo del método deductivo (desde los principios revelados a la conclusión moral), desconoce el rol activo que, de hecho, tiene el lumen naturale de la razón humana en la elaboración del juicio moral. En el fondo, es una posición enquistada en un modelo de racionalidad determinado que desprecia la razón científica moderna como irrelevante. Al contrario de esta posición, hay que afirmar, según el autor, la necesidad, tanto de un diálogo entre hermenéutica bíblica y racionalidad científica, como entre ciencia y moralidad, sin desconocer el rol mediador de la racionalidad filosófica. 3. Ley natural revisionista. El tercer modelo concluye en la necesidad de reconsiderar la homosexualidad en términos morales. Se afirma la necesidad de un diálogo entre ciencia y teología moral, en el horizonte de una mutua mediación. El fruto de esta tarea de conciliación es la apertura moral de una vida sexual activa para personas homosexuales, como vía buena, personal y social. Esto implica una consideración interpersonal de la sexualidad (vía unitiva), superando una perspectiva unilateralmente biológica. También supone la opción por un método no deductivo (a partir de principios a priori, universales y necesarios), sino abierto a la búsqueda y capaz de dejarse impactar por la experiencia. Por ello, este iusnaturalismo revisionista permanece atento a las historias personales y a los descubrimientos sociales. Este modelo haría posible a la Iglesia promover un ideal sexual positivo y no negativo para las personas 6 homosexuales. En todo caso, el recurso a una racionalidad más “experiencial” que “científica” y la dificultad en precisar la idea del “florecimiento” humano, constituyen, tal vez, límites de este modelo. La conversación se desarrolla en torno a la constatación de que la Iglesia no ha logrado una reformulación coherente de reglas sobre sexualidad que tengan sentido humano para los hombres y mujeres de hoy. Ha habido esfuerzos en este sentido desde el ámbito de la teología moral, pero la evaluación es que ello no ha logrado impactar el discurso público de la Iglesia suficientemente. ¿Por qué esto no ha sido posible? Las intervenciones formulan diversas interpretaciones posibles. Se reconoce una dimensión epistemológica del problema: la Iglesia armó una estructura de conocimiento sobre el tema (que aloja concepciones determinadas de la racionalidad y de los métodos de acceso), y desde allí elabora sus juicios morales. Se hace necesario, por tanto, una revisión del marco epistemológico comprometido, que se desarrolle en diálogo con los aportes de la filosofía contemporánea. También hay una dimensión de poder comprometida, en cuanto hay un manejo interno eclesial de las diversas posiciones que está alejado de métodos democráticos y, a su vez, la superación de la situación social de cristiandad tiene como consecuencia en algunos sectores una suerte de crispación en torno a los temas de sexualidad. Se apunta también en la conversación a un problema de encuentro entre la Iglesia y las culturas. Es verdad que en los temas de sexualidad, en particular, tiene máxima importancia un hecho cultural moderno, la tecno-ciencia, pero la dificultad sería más amplia, no sólo con la cultura moderna, sino con el diálogo intercultural. Esto exigiría del cristianismo un discernimiento de sí mismo, de modo de distinguir sus ingredientes inabrogables de aquellos que constituyen, más bien, fenómenos culturales, en el mejor de los casos, realizaciones culturales del evangelio. Nada impide que, en los fenómenos de diálogo intercultural, se desarrollen transculturaciones del evangelio diversas a las acaecidas anteriormente. Esto hace pensar que otra dimensión del problema es la dificultad cultural del Occidente cristiano para el reconocimiento y valoración positiva de la pluralidad y las diferencias. Levinas ha señalado, más bien, que la constante histórica ha sido la reducción de lo otro (lo 7 ajeno) a lo mismo (lo mío, lo nuestro). Esta suerte de atavismo o enclave cultural dificultaría, así, el reconocimiento de la “otra” sexualidad de las personas homosexuales y de la “otra” racionalidad tecno-científica. Se manifiesta también la dificultad que hay para establecer criterios comunes de florecimiento y plenitud. Pues, en determinadas situaciones, por ejemplo, resulta más humano separarse y establecer una nueva relación que mantener forzadamente el lazo matrimonial. No está la persona al servicio de la regla, sino ésta al servicio de las personas. En todo caso, la regla, en determinados situaciones, también es una ayuda para las personas. Michel de Certeau destaca la distinción entre estrategias (normas establecidas desde el poder) y tácticas (mecanismos de sobrevivencia y florecimiento “entre” las estrategias). El camino viable está, al parecer, en el discernimiento de vivo de tácticas de florecimiento humano, en el intervalo histórico de reelaboración de las reglas de la sexualidad cristiana.