INFORME 10 / MARZO 2013 Detrás de una buena sociedad, siempre hay un gran gestor (y a contrario sensu...) Orizonia, una de las grandes empresas hoteleras, tiene cuatro meses para poder solventar su deuda El abogado de Tourism & Law, Enrique Blanco Antón, analiza la situación que está viviendo Orizonia tras las deudas que debe de refinanciar en un plazo máximo de cuatro meses. Tras ENRIQUE BLANCO ANTÓN ABOGADO DE TOURISM & LAW Cuatro meses, es el plazo que tiene Orizonia para poder refinanciar su pasivo y no seguir los pasos de su competidora Marsans. Un paso por delante se encuentra Reyal Urbis, una de las inmobiliarias con mayor cartera de activos en España, que se ha visto abocada a protagonizar el segundo mayor concurso de acreedores de nuestro país. Tras estos gigantes con pies de barro que gozaban de una facturación de millones de euros, se esconden varios clientes con ínfimas posibilidades de cobrar sus deudas y cuyas armas se reducen a comunicar el crédito a la administración concursal e implorar un convenio por parte de la concursada, lo que se traduce, como en el caso de Talonotel, que casi después de dos años, puedan celebrar que su crédito se haya visto reducido "tan solo" a la mitad. La crisis parece haber hecho mella en el sector hotelero, que ya viene convaleciente por una subida de impuestos directos y que en estos días está sufriendo de primera mano la huelga de Iberia. A esto, se le suma la deuda de Orizonia que algunos medios afirman que puede superar los cien millones de euros en un sector considerado como el corazón del turismo. Lamentablemente, es raro el empresario que no encuentre en su balance ningún cliente de dudoso cobro y nos traslade su frustración e impotencia ante estas situaciones. No obstante, muchos de ellos desconocen la obligación del administrador de actuar con la diligencia de un paterfamilias y, en caso de incumplir sus deberes pueden llegar a responder de las deudas de la sociedad con su patrimonio personal. La conducta del administrador de una sociedad que genere perjuicios a ésta, a sus socios o a terceros puede merecer una sanción penal. Esto no excluye en ningún caso la responsabilidad civil, que se concretará en la obligación de reparar el daño causado o de indemnizar a las víctimas estas grandes empresas que gozaban de una facturación de millones de euros, se esconden varios clientes con ínfimas posibilidades de cobrar sus deudas y cuyas armas se reducen a por los perjuicios causados. La responsabilidad penal aparece como un plus que no está vinculada a todas las acciones de los administradores, sino únicamente a las de mayor gravedad. En este sentido, el artículo 31 del Código Penal establece que el administrador de hecho o derecho de una persona jurídica, responderá penalmente por hechos o actuaciones en nombre propio que sean constitutivos de delito, así como los imputables directamente a la sociedad cuando el tipo penal únicamente permite la autoría de una persona jurídica. Esto supone una fórmula para resolver la aparente impunidad de quienes actúan tras el velo de una sociedad, precisamente para aprovecharse de ésta y de su irresponsabilidad penal. Ahora bien, ello no quiere decir que para ser considerado autor del delito correspondiente baste con ocupar el cargo de administrador de la mercantil vinculada, además se requiere, que el imputado incurra en una acción u omisión que aparezca recogida en el tipo delictivo que se le atribuye. Así lo recoge el Tribunal Constitucional en su Sentencia del 20 de julio de 1993 en la que explica el fin de este precepto que no es otro que "obviar la impunidad en que quedarían las actuaciones delictivas perpetradas bajo el manto de una persona jurídica por miembros de la misma perfectamente individualizables cuando, por tratarse de un delito especial propio, es decir, de un delito cuya autoría exige necesariamente la presencia de ciertas características, éstas únicamente concurrieren en la persona jurídica y no en sus miembros integrantes" Dentro de los diferentes delitos societarios recogidos en el Código Penal, existen los que se denominan especiales propios, al requerir una específica cualificación en el autor y no existen al margen de este, como pueden ser el falseamiento de cuentas o de otros documentos que deban reflejar la situación jurídico-económica de la sociedad así como la administración desleal de la misma. Asimismo, el Código penal castiga determinadas conductas de ocultación o distracción de bienes llevadas a cabo por un deudor en perjuicio de los acreedores tanto cuando no existe un procedimiento concursal en marcha (arts. 257 y 258: delitos de alzamiento de bienes) como si éste ya se ha iniciado (arts. 259 a 261: delitos concursales). Todas estas conductas tienen en común que se dirigen hacia la protección de los derechos de crédito de los acreedores, de tal forma que se puede afirmar que velan por los intereses de los acreedores y para una completa o posible satisfacción de sus reclamaciones patrimoniales. Del mismo modo, la Ley de Sociedades de Capital (LSC) viene a unificar igualmente las acciones de responsabilidad contra los administradores en los artículos 236 a comunicar el crédito a la administración concursal. La crisis parece haber hecho mella en el sector hotelero, que ya estaba convaleciente por una subida de impuestos directo. 241. Dentro de dichas acciones, los acreedores pueden acumular tanto la acción social, como la individual contra los administradores que hayan incumplido los deberes que vienen recogidos en los artículos 225 a 232 de la citada Ley. Como señala la Audiencia Provincial de La Coruña en su sentencia del 2 de febrero del 2012 "Es necesario reseñar igualmente que la circunstancia de crear una sociedad capitalista con personalidad independiente a la de sus socios no exime a los administradores de responsabilidad, en el supuesto de que no ejerzan diligentemente las funciones de sus cargos, que les obliga a actuar como un diligente empresario, no ostentando tal calificación jurídica el administrador que se compromete contractualmente, en representación de la sociedad, a asumir prestaciones que saben no son de posible cumplimiento por la misma." En dicho supuesto, nos encontramos con una mercantil, que atravesando manifiestas dificultades económicas, procede a formalizar un contrato de compraventa asumiendo la sociedad demandada una deuda que casi triplica el capital social, careciendo además de cualquier clase de bienes inmuebles con que responder de tal deuda. La Sala entiende que celebrar un contrato, en una situación económica límite, sin posibilidad de cumplirlo, es indiscutiblemente un acto negligente causante de un daño económico del que el administrador debe responder. Finalmente, la Ley Concursal recoge en su artículo 172 bis la posible responsabilidad concursal de los administradores sociales que hubieran sido declarados personas afectadas por la calificación culpable del concurso. Esta responsabilidad consiste en la condena a la cobertura, total o parcial de aquella cantidad que no haya quedado cubierta por la masa patrimonial y podrá surgir cuando la Sección haya sido formada o reabierta como consecuencia de la apertura de la fase de liquidación. Cabe señalar que dicha responsabilidad no es consecuencia necesaria de la calificación culpable del concurso y así se deduce del tenor literal de la Ley, al señalar que "el juez podrá condenar", por lo que, en sentido contrario, permite que no condene. Además, conforme a la jurisprudencia del Alto Tribunal del 26 de abril del 2012 se "requiere una justificación añadida" para invocar dicha responsabilidad. A la vista de las últimas reformas legislativas y de la jurisprudencia más reciente, observamos una tendencia a romper la coraza societaria que otorga a los representantes de las mercantiles la impunidad de realizar determinados actos que suponen un verdadero suicidio en la cuenta de resultados de muchos de sus clientes. Afortunadamente, en los últimos años hemos conseguido ampliar el abanico de defensa ante estas situaciones, utilizarlo o no, siempre estará en nuestras manos. La deuda de Orizonia, según algunos medios, podría superar los 100 millones de euros en un sector considerado como el corazón del turismo.