• MANUEL AGUILAR SAENZ. ST* y-N s \ (DE T E N N Y S O N . ) ENOC ARDEN (DE TENNYSON.) MANUEL AGUILAR SAENZ (DE T E N N Y S O N . ) MEXICO CALLS DEL C I N C O DK M A Y O 1902 suit. U frj^andsco "P. M a 8 C a r c i " i a s - OMO O F R E N D A A 77 dTe acuerdasP j I Pur el eterno embate de las olas Los pefiascos graniticos rodaron Dejando un hueco enorme, y en el hueco Hay espuma y arenas amarillas, Apinados alia, cerca del muelle, Se alzan los rojos techos; y ruinosa, Levantase la iglesia; mas arriba Conduce estrecha calle hacia un molino De alta y angosta tone: y junto al cielo, Detras de aquel molino, una meseta De gris color, detiene la mirada Con BUS tumbas danesas; luego un bosque De obscuros avellanos—do en otofio Pizcadores de nueces danse cita— Verdeguea, florece en la hondonada Que tiene forma de jarron de flores. Cien anos hace (jue en la mi sip a plava Tree ninos de tree easas diferentes, Ana Lee, la mas bella senorita De aquel lugar, Felipe Kay, el unico Hijo del molinero y Enoc Arden, Por nftufragio invernal huerfaiio niozo, Jugaban en las minas de la playa Entre tablas, cordajes adujados, Redes negruzcas de pescar, mohosas Lengiietas de ancoras y botes rotos; Y mil castillos de movible arena Levantaban por verlos derribados; Tras de las olas hacia el mar corrian Y al retorno de ellas se espantaban; Las huellas de sus pies, sobre la arena Dejaban diariamente, y diariamente Las borraban las olas a su paso. Habia bajo las rocas antro angosto Do jugaban los niiios, como suelen Las criaturas que sueiian en ser hombres. El duefio del hogar, era primero Enoe, despues Felipe; pero Anita Era en el antro siempre la senora. Mas a veces el fiero Enoc tomaba Posesion del hogar por siete dfas : "Esta mi casa es esta mi esposa" Clamaba el; y luego el buen Felipe: Y mios tambien son: uno tras otro Debe tener su turno de marido." Era de Enoc, al guerrear, la palma; Y Felipe, los ojos impregnados De colera impotente: Yo te odio, Gritaba, te detesto;" y entre tanto La tierna esposa sin cesar lloraba, Y por no verlos en continuas hi eh as Ser esposa de ambos promotia. 7 U iC * Pero al pasar la sonrosada aurora iJe la clulce niilez. cuando la vida Se alumbro con el sol de los am ores, Ambos sintieron palpitar su pecho Por la nifia gentil; y mas valiente El fiero Enoc, le confeso sus cuitas, • Mientras Felipe silencioso amaba, Ella, la mujercita de otro tiempo, Mas con Felipe bondadosa era Que con Enoc; mas sin saberlo, aeaso Lo adoraba tambien, aunque negara La inclination que por Enoc sentia. Este, muy pronto, de ilusiones lleno, Con fe en lo porvenir, for jo el designio De guardar sus ahorros uno a uno Para comprar un bote y for mar presto Hermoso hogar para la dulce Anita. Y tanto prospero, (pie en pocos arios Por toda la extensioii de aquella playa Batida por las olas, no existia Pescador mas valiente, afortunado, Sin miedo en el peligro, que Enoc Arden. Igualmente en un buque velero Sirvio a l>ordo, y result/) marino Arrojado y experto; por tres veces Arrebato a las on das de los mares Las vidas de tres hombres, y por ello Todos lo amaban, lo adoraban todos. Y aun antes de Uegar a veintiun mayos, Compro su bote; y en aquella calle Estrecha y larga que al molino lleva, Como un nido de amor formo una casa Limpia y alegre que ofrecer a Anita. Una tarde otofial color de oro, Para la iuventud, tarde de fiesta, 91 / / Con saeos y canastas, hacia el bosque De obscuros avellanos iueron juntos Grandes y chicos a eoger las nueccs. Qued&se retrasado el buen Felipe Una hora quiza, porque su padre Enfermo lo 11amaba; y justamente Cuando al trepar la loma llego al pun to En que la tierra al declinar principia A formar la hondonada do se irgue Vigorosa y exliubera la flora, Miro Felipe a la gentil pareja —A Enoc y Anita—que sentados juntos, Las manos se cogian carinosos. El, en gu rostro de curtido aspeoto, En sus ojos obscuros, revelaba Que en f uego sacro el corazon ardia. Los contemplo Felipe, y en sus ojos Y en sus scmblantes, con tristeza honda Su sentencia leyo. Y en el momento En que vio que sus rostrps se juntaban, Lanzo un <i;emido, y con el alma herida Al bosque obscuro se interno arrastrando. Alii, mientras el resto, con ahineo Se entregaba al jolgorio, el bebia Su caliz de aniargura hasta las heces. Despues, calladamente se abrio paso Y se alejo, llevando en las entranas El eterno deseo de lo imposible. Alegres repicaron las campanas En las bodas de Enoc Arden y de Anita, Y corrieron alegres siete afios, Siete afios de mimos v de am Ores, De salud, de trabajo y de constancia; Y al nacer la primera mujercita, Cuando Enoc escucho su debil llanto, Tuvo el niagnanimo, el grandioso anhelo De guardar como nunca los ahorros Que permitieran darla en lo futuro Mejor education que la que habian Logrado el y su adorada esposa. Y dos anos despues este deseo Se volvio a renovar, cuando un muchacho Bajo del Cielo, sonrosado idolo Que consolo las negras soledades De la esposa de Enoc, mientras en medio Del iracundo mar, 6 en excursiones Por tierra adentro su marido andaba, Porque en verdad, no solo conocido De la cruz del mercado era su rostro Curtido por los vientos invernales, Ni su cabello bianco, ni su cesta Cargada con despojos del oceano Y de olores marinos impregnada; Sino tambien donde el leonino escudo Las entradas vigila, en el Castillo Detras de la meseta, do conducen Frondosisimas sendas que cruzaba Enoc, los viernes, id surtir de viveres. Como todo en la vida, vino un cambio: Diez millas hacia al norte de a<iuel puerto Otro existia donde Enoc a veces Ya por la mar Uegaba, ya por tiern). Una vez al trepar a un grande mastil Allf en el puerto, por su gran desdicha . Se resbalo, cayo, rompiose un mieml^ro> Y mientras la salud recuperaba Dio a luz su esposa un enfermizo infante. Alguien en tanto aprovecho su ausencia, El credito de el en su comereio. V el pan robo de Enoc y de sus hijos. V aunque creyente fervoroso y grave, Al mirarse inactivo fue la duda A obscurecer su rostro contristado. A traves de espantosa pesadilla Yio a sus hijos vagar en la miseria V mendigando a aquella k quien amaba. "Oh, Dios Clemente—-murmuraba entonces Salvalos tu de tantas amarguras V en mi derrama sufrimientos magnos. Mientras oraba, el capitan del buque En que otro tiempo Enoc, servido habia, Suj)o sus infortunios, fuuse a verlo, —Que a Enoc valuaba en su valer estricto^Le anuncio que a la China iba su barco —Solo faltaba hallar contramaestre— V si el quisiera aim muchas semanas Para zarpar el barco de aquel puerto, De aquel puerto, faltaban. Si quisiera Ocupar la vacantc La alegria De ver luego sus votos cscuchados Embriago a Enoc y dc^cidiose al punto. M Concluyeron sus tristes pensamientos: Ya su desgraeia semejante apenas Era a la nubecilla que muy alto La senda de oro derretido cruza Do avanza el sol; em pero de su esposa Cuando ya se marchase, ^que seria? V de sus hijos que, ;.si les faltaba? V acostado en su lecho, Enoc, sus planes Fra^aaba con fruicioii: "Su hermoso l>ot° Yenderia; mas [ay! querialo tantd! Mas cle una vez las enerespadas olas En el surco: tan bien lo conocia, Como el jinetc su bridon piafante. i Vendcrialo! £que hacer? eon su producto Cuanto los buenos marineros buscan Compraria, y ya con un comercio, Mientras el de su lado estaba ausente, Su tierna esposa subsistir podria. ;.Acaso nunca mas hacer debiera. El viaje aquel? ; Quien sabe! quizas una Dos veces mas 6 acaso tres; ;quien sabe! Trafiearia por su cuenta el mismo Ilasta lograr reunir grandes riquezas, Comprar un barco de pcsear, aperos, Y vivir facilmente de las pingiies (Janancias que le diese. Y ya entonccs, La education velando de sus hijos, De su existencia los postreros anos En paz entre los suvos viviria, ; Enoc asi fraguo todos sus planes. Despucs volvio al hogar donde su esposa, Teniendo al hi jo enfermo en su regazo, PalidaUo esperaba. Al verlo Anita Corrio hacia el y exclamation de Jul>ilo De su pecho broto; su debil nino En los brazos de Enoc puso contenta, Y este, con minio paternal pal pa ha Su fragil cuerpecito, y lo volvia Entre sus manos por valiiar su peso; Mas falto de valor, de sus propositos No quiso hacer a Anita sabedorn Y espero que volviese la ma nana. Y cuando Enoc hablo, por vez primera Desde que hubo cenido la sortija Xupcial su dedo, con firmeza opuso Su voluntad, Anita, a su niarido. Mag no eon alboroto vocinglero: Con solicitos artes, con sus lagrimaS, Con l>esos de pasion a cada instante* Llorosa suplicaba por sus hijos, Por ella, por su amor, que no partiera, —Ella estaba segura (pie la fuente De todo mal para los dos serin.— El la dejo solid tar en vano: Por ella—no por el—y por sus hijos; Y lleno de dolor, llevo adelante La decision (pie concebido hubiera. Su viejo amigo de la mar, su barco, Llevo con el Enoc; con su producto, Un surtido complete trajo a Anita De cuanto buscan los marinos todos. Luego, el cuartito que a la calle daba. Se puso a transformar; y noche y dia Colocando anaqueles y l>azares, Resono en la casita tristemente 1^]1 eco del martillo y de la sierra. Lloraba Anita, al escucharlo como Si su propio aland se barrenara. Un solo instante deseansar no quiso Enoc hasta lo ultimo; la vispera De su cruenta partida. Quedaba todo, —Si hi en aquel espacio era pequeno— Ajustado tan bien, como las flores A las seniillas (pie natura ordena; Y al contemplar su obra terminada, Guardo el martillo, se acosto cansado, Y dormido quedo profundamente. Y la triste mafiana de su ausencia Arrostro Enoc con animo sereno. fteido hubiera del temor de Anita Si no fueran de Anita los temores. Mas siempre como hombre valeroso Que teme a Dios y que se inclina humilde Ante el doble misterio del Dios-Hombre Que con el Hombre-^Dios es uno mismo, Doblcgo la cerviz y pidio gracia Para sus hijos y su esposa: porqite Siendo ellos felices que podia Ya para el pedir? Y dijo lilego: "Aqtieste viaje, Anita, sera fuente De paz y de vent lira para todos; Que el fuego del hogar jamas se apague, Que arda para mi; porque, amor mio, lie de volver cuando lo pienses menos." Y meciendo la cuna suavemente Donde el nino dorm fa, su discurso Continuo de este modo: esta criatura A quien adoro mas por ser tail debil, Y tan bella a la vez, Gristo bendiga: u 7 O Cuando yo vuelva de lejanas tierras A mis rodillas saltara con jubilo, Y vo la con tare dulces liistorias De extraiios climas y de ignotos mares. |Yamos Ana, valor mientras que vuelvo!' 3 ^' tal acento de confianza hahfa En su discurso, que su tierna esposa Casi confiaba ya: mas poco a }>oco, Guando en su rudeza de marino, Sobre asuntos mas graves, sus idea?* Yino a desarrollar, ella le oia; Le oia y no le oia, semejante A la joven aldeana que en la fuente P>ajo del chorro ol cantaro coloca, 1(5 Y pensando en aquel que en otro tiempo .V llenarselo iba, oye } no oye El eterno murmurio, y no percibe Que el cantaro rebosa y se derrama. r Dijo por fin: '*jOh, Enoc! tu sabes mucho, Y sin embargo, el eorazon me dice Que a pesar de tu gran sabiduria Ya nunca mas contemplare tu rostro/" 'Entonces—dijo Enoc—vere yo el tuyo. Escucha, Anita, por aqueste puerto La nave pasara—la dijo cuando—; Consigue un buen anteojo de marino, Mira mi rostro v de tu miedo rie." 1 Mas cuando de los ultimos instantes Llegose el post rimer: A n a , mivida, —La dijo Enoc,—tus lagrimas enjuga; Cuida a los niiios v conserva todo 15ien orientado mientras vo regreso. Adios, adios; por mi no temas nada; Si acaso temes, tu temor arroja En las manos de Dios: El es el ancora Do siempre hailan }>iedad los pecadores. ^.No vive El donde la aurora reina? Y si al Oriente voy, podre alejarme De la vista de Dios? y luego Anita, El mar es Suyo: lo formo Su aliento. l^strecho entre sus brazos tiernamente A su afligida esj)osa, beso a sus hijos Que asombrados, la escena contemplaban; Pero al tercero, (pie tras una noche De desvelo febril aun dormia, C'uando su esposa despertarle quiso Enoc se opuso: P a r a que su sueno u i u Vamos a interrumpir? deja que duerma; Muy nifio aim esta para que un dia Acordarse pudiera de mi mareha.'' Y asi, dormido, lo beso en la cuna, Pero ella, su esposa, no contenta, De aquella cabecita corto un rizo Para darselo a Enoc, grato recuerdo Que debia conservar eternamente. Despues, Enoc, al homl)ro a toda prisa Echose su maleta; con la mano Por la vez postrimera envio un saludo Y emprendio pensativo su Jornada. Asi que el dia mencionado vino, Ella alquilo un anteojo, mas file intitil; Porque, ya que ii su vista no pudiese Las lentes arreglar, ya que sus ojos Nublados estuvieran por sus lagrimas, No pudo ver a P^noc que sobre el puente Saludaba hacia el puerto con la mano. Y asi, paso el oportuno instante Mientras lejos, el barco se perdia. Anita alii quedo hasta que, al cabo, En las aguas hundieronse las velas. Despues volvio al hogar, deshecha en lagrimas; Y aun cuando ella por Enoc gemia Cual si en la tumba se encontrara inerte, Quiso amoldar su voluntad en todo A los consejos que al partir la diera. Mas como no la habian educado Para el comercio, como su ignorancia Por sutileza no era substituida; Incapaz de embobar con falsas frases O de pedir un mundo v tomar poco, Ahita no medraba, y tristernente Pensaba en su interior: "Ah!..<... si supiera Enoc lo que me pasa, que diria? Mas de una vez en epocas premiosas Sus efectos vendio a menos precio Del que por ellos al comprarlos daba, Esto la entristecia; y en espera De las nuevas de Enoc—van a congoja!— Ganaba para si y para sus hijos Un misero sustain to. Era su vida Vida de abnegaci&n y de tristeza. Para angustia mayor, el tercer nino Que nacio enfermo, mas enfermo crecia, Aunque con todo un maternal cuidado Lo atendiera la madre; pero sea Que sus ocupaciones la alejaran A menudo de el, 6 que faltase Para atender a su salud lo estricto, 0 para remunerar a quien la diera Cientifica opinion, una manana Sin esperarlo ella, como el ave Que rapida abandona sus prisiones, La criaturita se volo a los cielos. Y en aquella semana en que se abria La tierra para darla sepultura, El corazon sincero de Felipe Que por la paz de Anita palpitaba, Le reprocho por mantenerse ausente —Desde que Enoc hacia la mar se hiciera— De la esposa de Enoc por tanto tiempo. "Es preciso, dijo Felipe entonces, Debo ir a verla y consolarla un poco." Y fue; llego al hogar y el solitario Cuarto del frente atraveso; en seguida Se detiene un momento ante una puerta; Tres veces llama, eontestar no escucha. Por fin entro. Anita, bajo el peso Del gran dolor, reciente todavia, No deseaba ver humano rostro, Antes volvio a la pared el suyo Y se deshizo en llanto; pero entonces, De pie Felipe, vacilante dijo: "Vengo a pediros un favor, Anita.'' "jUn favor! un favor de un ser tan triste, Desamparado como yo ! " el acento De ligero disgusto con que Anita Casi llorando su respuesta daba, Lo avergonzo; em pero—sin permiso—, Con su sonrojo y su ternura en guerra, Asi la dijo y se acerco a su la do: "A hablaros vengo de cuanto el deseaba, —Enoc, vuestro marido—; siempre os dije: Escogisteis, Anita, el mejor hombre Entre todos nosotros; hombre fuerte Y energico: porque donde ponia Su corazon, su mano estaba pronta A hacer su vol un tad fuese cual fuera. Por que emprendio este viaje tan penoso Y os dejo abandonada? por deseo De contemplar el mundo no ha partido, ^Fue entonces por placer? oh! no, tampoco. Fue para conseguir a sus criaturas Mejor educacion de la que ambos Habiais logrado: se alejo por eso. Y si volviera hov v se enconlrara Con (pie de la ninez la suave aurora Perdida estaba ya, (pie sentiria? Si no volviese porque este en la tumba, Mas pudiera saber que estan sus hijos Como potros salvajes del desierto Creciendo en la ignorancia, cuanto! cuanto! Aim desde alia por esto sufriria! ()idme pues Anita, yo os lo ruego Por el amor de el, de vuestros hijos, Y no digais que no. Desde la infaneia No nos hemos tratado el uno al otro? Si vos quereis, ya cuando Enoc retorne Me pagara.—Si lo exigis, Anita, Que rico soy y prospera mi hacienda.— Yam os! dejad que a vuestros nifios lleve Y los ponga en colegio: aqueste solo Es el favor que a suplicaros vine. ' 7 1 El rostro sin volver, Anita dijo: "No puedo, no, miraros a la cara: Tan triste estov, tan triste y abatida. Me mataba el dolor cuando vinisteis, Hoy me anonadan mas vuestras bondades. Mas vive Enoc, si, vive, yo lo creo; Y el os pagara: pagarse puede Siempre el dinero, las bondades nunca." "^Entonces 1 permitis? ' dice Felipe. Ella se pone en pie, vuelve su rostro Y clava en el sus hiimedas pupilas. Ye su semblante l)ondadoso, luego —Llamando para el celevStes dones— Con extasis de amor coge sus manos, Las estrecha un momento, se retira, Y Felipe al hogar torna tranquilo. Llevo despues los ninos a la escuela Y les compro los neeesarios utiles; Y eual si fuese su familia propia Con gran ternura consagrose a ellos. Mas por amor a Anita, tcmeroso Del duro murmurar de las comadms, Se negaba a si mismo el mas vehemente Anhelo de su vida y casi nunca Llamaba del hogar ante las puertas. Empero, eon los ninos la mandaba Ya legumbres, ya frutas, ya las rosas Tempranas 6 tardias; bien conejos De la llanura y de cuando en cuando, Bajo pretexto de excelente harina, —Para evitar en el obsequio ofensa— La enviaba alguna de su gran molino Que con orgullo dominaba el valle. Pero Felipe nunca sondeaba De Anita el pensamiento; raras veces Ella,' cuya alma en gratitud ardia, Encontraba ocasiones de mostrarle En una frase su sincero afecto. Mas Felipe era todo de sus hijos; Al mirarlo a distancia por la calle Corrian a su encuentro jubilosos, Y su cordial saludo, corclialniente Devolvian tambien; atormentaban Ya con su nimia cliarla sus oidos, Ya con leves querellas, de sus hombros Gustosos se prendian, y jugando Lo titulaban el "papa Felipe.' 7 Y asi ganaba cuanto Enoc perdia; Porque Enoc para ellos era como Una vision, un suefio, una figura Que se percibe en el confin lejano De una calle de arboles, errante A la luz indecisa de la aurora. Y asi desde que Enoc dejo su patria, Su dulce hogar, diez anos transcurrieron Sin reeibir de el nueva ninguna. Sucedio que los ninos una tarde Desearon ir al bosque a coger nueces Junto con otros; Ana iba con ellos; Pero antes, corrieron al molino Para invitar a su papa Felipe. —Tambien en serio le llamaban padre— Alii estaba, empolvado por la harina, Semejante a la abeja laboriosa Que con el polen de una flor se cubre. "Yen con nosotros, ven, papa Felipe," El resistia, mas al ver que ellos Con el luchaban por llevarlo a fuerza, Echo a reirse y de buena gana Rindiose a sus deseos prontamente: ^No iba quizas Anita con sus hijos? Pero a mitad de la penosa senda Que corre a la llanura, en aquel punto En que la tierra al deelinar principia A formar la hondonada donde crece Vigorosa y exubera la flora, La abandono el vigor y suspirando Dijo: "eansada esto\ , dejadme Respirar un momento." Asi, Felipe Con gran fruicion sentose junto a ella. Con jubilosos gritos los muchachos Dejando k sus may ores, en tumulto . Echaron a correrjentre los viejos r Arboles de la selva y en el fondo Dispersaronse luego; y eneorvando Ora unas ramas 6 rompiendo otnis Los morenos racimos reeogian Gritandose entre si. Y el bosque entero Con su barullo resonaba alegre. Pero Felipe se olvido de Anita Estando en su presencia, y recordaba Cuando aqui, en este bosque, aquella tarde Como alma en pena se interno en las sombras. "Anita"—al fin la dijo, levantando Su honrada frente—"no escuchais, Anita? "Cuan alegres estan alia en el bosque." "Estais cansada?" y ella silenciosa Sus labios no movia. "Estais cansada?" Ella en sus manos oculto su rostro. Entonces, como en colera, la dijo: —iEl barco! ;el barco se perdio! que vale Que penseis mas en eso! os matariais Y vuestros hijos huerfanos quedaran. Anita contesto—no pienso en ello, Pero sus voces hacen que me crea No se por que, desamparada y sola. Aun mas entonces se acerco Felipe Y asi la dijo:—Anita, hay en mi mismo Y ha durado en mi mente tanto tiempo, Algo que si no se de cuando data, Se que por fin se escapara. ;Oh, Anita,' Esperar es inutil, convenceos: Creer que viva quien diez aiios hace De vuestro lado se ausento, se opbne. . Contra toda ventura! Permitidme Entonces continual*: lamento veros Tan pobre y sin apoyo; bien quisiera Hacer algo por vos mas solamente JNO me entendeis, Anita? todos dicen Q . . Quiza vos ya lo habeis adivinado Os quiero por esposa. Yo seria De vuestros hijos padre carinoso: Me quieren ellos ya cual si lo fuera Y de amarlos yo mismo estoy seguro. Si pronto llegais vos a ser mi esposa Creo que despues de estos terribles anos Aim podremos lograr ser tan dichosos Como Dios lo concede a sus criaturas. Pensad en ello. Descansado vivo; No tengo parentesco ni cuidados, A excepeion del de vos y de los vuestros; Y nos hemos tratado el uno al otro Toda la vida, y mi alma ha sido vuestra Mucho antes de que vos lo hayais sabido Dulce, muy dulcemente dijo Anita: —Como un angel de Dios—un angel bueno Habeis llegado a ser en nuestra casa. Dios, Felipe, os bendiga, os recompense Con una mas dichosa compaiiera. Puede uno amar dos veces? ^,vos acaso Tal como Enoc mi corazon tendriais? Que es lo que pedis'r? Yo me contento Con ser despues que Enoc, amado un poco, Felipe contesto. - .. Como espantada: —jOh, buen FeUpe! dijo, esperad algo. Si Enoc volviera pero Enoc no vuelve. Siempre esperad un ano, un ano es corto, Y en un ano seria mas juiciosa. ;Oh, por Dios, esperad!" Dijo Felipe: —Como esperado he toda la vida Puedo esperar un poco. Ella repuso: —Mi promesa teneis dentro de un ano ^No quereis esperar como yo espero? —Un ano esperare, dijo Felipe. Mudos ambos quedaron; a distancia Tras las tumbas danesas se extinguia La luz crepuscular; despues, Felipe, Del frio de la noche temeroso Por la salud de Anita, llamo a voces Al fondo de la selva; los muchachos Subieron con sus cestas de avellanas Y caminaron todos hacia el puerto. Junto al hogar, Felipe se detuvo: Y asi, caballeroso, dijo a Anita: —Hice muy mal cuando os hable; entonces Fue vuestra hora de fiaqueza; siempre Quedo ligado a vos, mas vos sois libre. Ella dijo:—Ya he dado mi palabra. • Hablo; y cual si fuera un solo instante, Mientras ella entregada a sus faenas Aun oia las ultimas palabras Que la dijera el —He sido vuestro Mucho antes de que vos lo hayais sabido. El otoiio paso, llego el otoiio, Y a recordar de Anita la promesa Yino Felipe. —^Mas acaso un ano Ha transcurrido ya? le dijo Anita. Felipe contesto:—Las avellanas —Venid a ver—de nuevo estan niaduras. Pero ella ella mirar no quiere Un cambio tan completo tantas cosas Hay que prever jOh Dios! ella bien sabe Cumplir una palabra solamente Concedasele un mes un mes tan solo. Felipe reflejando en su mirada La pasion de su vida, con voz tremula Como el pulso de un ebrio —Tomad cuanto Tiempo querais, Anita, cuanto tiempo Querais. Llorado de piedad hubiera Anita por Felipe; se contuvo Y haciendolo esperar con mil pretextos, Puso a prueba su amor y su constancia, Y de este modo transcurrio medio ano. Contrariadas las ociosas comadres Al ver fallar sus calculos, colericas Tomaron esto como ofensa propia. Unas juzgaban que Felipe solo Burlabase de ella; otras que Anita . Por guardarlo mejor, lo desdefiaba; i Algunas otras, de los dos reianse Como de necios que ni amarse saben; Y otra comadre en cuya mente todas' Las torcidas ideas germinaban Como huevos de vibora: soldados, Insinuaba cori soma un pensamiento - • De la especie peor. Su propio hijo Con los ojos decia sus ideas; Y mas franca quiza,—porque su mano Uniese a la del hombre que de todos Querido era, y ganar con ello Holgada situation en lo futuro— Su hija sin cesar la amonestaba. El rozagante rostro de Felipe Seco por el dolor, palidecia. Y todas estas cosas, como amargos Reproches la agobiaban. Una noche Por fin, intitilmente dormir quiso, Y del cielo pedia fervorosa Una senal: —Mi dulce Enoc aim vive? Preguntaba. Despues, sin arredrarse Por las sombras profundas de la noche, Como la horrible espectacion del alma Es imposible dominar, su lecho Deja veloz, enciende luz y toma Desesperadamente el Santo Libro. Al acaso lo abre y al acaso Pone su dedo en 41; asi deeia: "Debajo de una palma " Que le importa Que diga asi? que significa eso? Cierra el libro y se duerme; y de pronto He aqui que Enoc, sentado en una altura Debajo de una palma, se aparece; Y el sol en el zenit resplandecia. —Ha muerto, penso ella; y dichoso Cantando esta el Hossana en las alturas: El sol de la justicia arde a lo lejos, Y son estas las pal mas que con jubilo El pueblo ante su paso desparcia Gritando: "Hossana, Hossana en las alturas" Aqui se desperto; mas ya resuelta Llamo a Felipe luego: —Ya no impide —le dijo—que nos unamos, nadie. Entonces, por piedad, dijo Felipe, Pues al fin consentis, que pronto sea. Alegres repicaron las campanas . En las bodas de Anita y de Felipe; Las campanas alegres repicaron Y Ana y Felipe ante el Senor se unieron. Mas Ana estaba triste y lentamente Su corazon latia; por doquiera Y sin saber de donde, incomprensibles Acentos rumorosos escuchaba; Al lado de sus pasos otros pasos De un invisible ser oir solia; Y fuera del hogar no iba nunca Ni en el quedaba sola; muchas veces Al entrar a su casa, vacilante Su mano detenia en el pestillo Sin atreverse a abrir. Mas tales dudas Y temores tales, Felipe conocia: Comunes eran a su estado, ahora Que un querubin al mundo se anunciaba. Cuando el nino nacio, sintiose ella Remozarse con el; amo a Felipe Entonces como nunca; y sus temores De instintivo misterio, se eclipsaron. II Y donde estaba Enoc? prosperamente Surco su barco las arteras ondas: Solo al cruzar el golfo de Yizeaya Horrible tempestad casi la hundia; Empero, salvase: con mar tranquil a El verano del mundo cruza; luego Sufre en el cabo largas sacudidas Y de nuevo, el verano del mundo Entre frecuentes fluctuaciones para.. El halito de Dios alii lo empuja; Por las doradas islas atraviesa Muy suavemente, hasta arrojar el ancla En el puerto oriental a donde iba. Alii comercia Enoc por cuenta propia. Y ex trail os monstruos y un dragon dorado Com pro para sus hijos. Su regreso Menos t'elice fuc; primeramente Apenas balanceado por las olas, El mascaron de proa contemplaba Los visos rutilantes de la espuma;" Luego calma, despues vientos variables Y tormentosos vientos muchos dias; Por fin la tempestad. Raja los cielos Sin sol ni luna caminaba el barco; Y cuando apenas alguien grita: "escollos" Se siente el crujimiento de la mina, La p^rdida del barco. No perecen Enoc v dos marinos; media noche Sobre flotante jarcia y perchas rotas Mantuvieronse a flote; luego estos Al llegar la man ana, en una isla Encallaron, isla hermosa y acaso La que de aquellos solitarios mares Mas solitaria era, • De sustento Carencia no existia: dulces frutos, Raices nutritivas, grandes nueces A ellos se brindaban; y tan solo Por compasion quiza no cogerian Inermes animales, tan salvajes Que se dejaban acercar. Hicieron En una altura que hacia el mar miraba Y con hojas de palma la techaron, Una cabana que a la vista era Mitad nativa grata, mi tad choza. Y en aquel paraiso colocados Los tres, en medio de perenne estio Vivian descontentos. • El mas joven, —mayor apenas que un muchacho—herido La noche del naufragio y de la ruina, Moria sin morir, y completaba Un lustro de terribles sufrimientos. Dejarlo no podian. Despues, cuando Ya su viaje emprendio, los dos restantes Hallaron una vez un grueso tronco Por tierra derribado. El compaiiero De Enoc, sin precaverse el mismo, Al ahuecar, como los indios hacen, Con fuego el tronco, herido por los rayos Del igneo sol exanime quedos*. Ya solo Enoc vivia, y en la muerte De sus dos companeros leer quiso Esta advertencia del Sen or: "espera." La montana cubierta de boscaje De la base a la cima, las praderas Y tortuosas canadas ascendentes Como caminos de la gloria, esbeltos Cocoteros que al aire desplegaban Su abanico de plumas; el relampago Vivo del ave v del insecto, vedras Largas, brillantes, por los troncos Macizos de los arboles trepando, Bien extendiendose a remotos limites; Las maravillas y colores vivos Del cinturon del mundo, todo esto Veia Enoc; mas lo que ansiaba Mirar, no pudo: el afable rostro De un ser humano; ni su voz am ante Pudo escuchar jamas; solo chirridos De las aves acuaticas marinas, El trueno de las olas gigantescas Al revfentar sobre las vastas rocas, El dulce cuchicheo de los enormes Arboles que en el zenit se ramifican Y de flores se cubren, la corriente De impetuoso riachuelo que al mar fluye, Era cuanto el, camino de la playa, Solia percibir. Algunas veces —Pobre marino que esperaba un buque— En la garganta que hacia el mar veia Horas pasaba en vano; ni una vela Jamas; y siempre al despuntar la aurora, Sus saetas purpureas contemplaba Quebrarse en los helechos y palm eras, E iluminar los precipicios. Luego, En levante, la luz sobre las aguas; La luz sobre la isla al medio dia, La luz sobre las aguas al poniente; Las estrellas despues que como globos Flotaban en el cielo, el bramido Cavernoso del mar; luego la aurora De saetas purpureas barcos nada! A menudo, cuando el, ensimismado El horizonte contemplar fingia, Tnmovil, tan inmovil que en su cuerpo El vistoso lagarto reposaba, Mil fantasticos seres con extranos Movimientos veia; otras veces —Tras personas y cosas y lugares A dorados por el—veiase el mismo en obscura ^ agar errante, lejos Isla remota al Norte de la linea. r Ora eran su esposa y sus criaturas, Ora sus charlas eran, bien la calle p]strecha y larga que al molino sube, Las avenidas de frondosos arbcJles, El tetrico castillo, su cabal lo, La barca que vendio, las alboradas Frias de Noviembre, la suave lluvia, Los prados espejeantes de rocio, El grato aroma de las hojas secas O el mugido de un mar color de plomo. • De este modo, una vez, de las campanas De su parroquia, el repicar nlegre Le parecio escuchar; empero debil, Distante, mii}^ distante; en pie se puso Con sobresalto, sin saber la causa; Y cuando aquella isla encantadora Y detestada se ofrecio a sus ojos Si su paciente corazon no liubiese Hablado con Aquel que no permite —Puesto que esta doquiera—que quien liable Con El se juzgue solo, Enoc habria Muerto de soledad seguramente. ? Asi pues, por sus canas prematuras Las estaciones iban v venfan Ano tras ano en orden sucesivo. La esperanza de mirar a los suyos, De pasearse de nuevo por las sacras Campinas familiares, en su pecho Se conservaba aun, cuando su suerte De improviso cambio. Hacia su isla Viraba un barco sin saber a donde; Como el de Enoc, por los contrarios vientos Separado del rumbo primitivo. Agua faltaba a bordo; y el piloto, Cuando al romper el alba, entre la niebla Que a la isla cubria vio en los col la dos El agua deslizarse silenciosa, Mando desembarcar unos marinos Que en irruption llegaron a la playa Con gustos de placer, fuentes buscando. De la garganta que hacia el mar veia, Al encuentro bag 6 de aquellos hombres El pobre solitario. Su figura Era apenas human a. Sus cabellos Largos, moreno el cutis, luenga La barba v el vestido extra no. Hablabales a sen as, como idiota Farfullaba palabras sin sentido; Empero los condujo a donde el agua Por arroyuelos limpidos corria. V al mezclarse con ellos y escucharlos, Su torpe lengua tanto tiempo muda Se desato por fin y hablarles pudo. Llenos ya los barriles, hacia el buque lietornaron y Enoc fuese con ellos. Alii la relation de sus trabajos Dio principio a contar muy poco a poco. Primeramente, apenas lo creian; Despues, a todos conmovio su historia Y le dieron vestidos y pasaje; Mas el, por terminar con su aislamiento, Junto con los marines trabajaba. No pudo entre ellos recoger noticias De los seres amados, porque nadie De su provincia era. Torpemente Navegaba aquel buque, apenas titil Para la mar; empero mas aprisa, Dejando atras el perezoso viento, Lejos de Enoc su espiritu volaba. Un dia, a la hora en que los astros Palidecen, las costas de Inglaterra Percibio al fin, fantasticos contornos Iluminados por la luna; suave El aire matinal de aromas lleno De la tierra soplaba y con delicia, Con extasis de aniante, respirabalo Enoc. Los marineros y oficiales Entre ellos mismos colectaron fondos Y al pobre desterrado los cedieron Dolidos de su suerte. Luego el buque Acercandose mas hacia la costa Anclo por fin y Enoc pis& la tierra Del puerto donde antano se embarcara. A nadie quiso ver y lentamente Se dirigio a su hogar—;su hogar!—acaso Algtin hogar tenia? En el cielo Desparramaba el sol sus rayos de oro Sin dar calor a la fulgente tarde. Despues, por la abertura en que las rocas Permiten reflejarse entrambos puertos Del mar en lo profundo, comenzaroh Las nubes a rodar pesadamente Y con su manto se envolvio la tierra, Enoc dejo el camino y por angosto Sendero que cruzaba entre los bosques De y^a marchitas hojas, entre pastos Y tierras de labranza discurria. Sobre el arbol desnudo casi, el petirrojo Con pesadumbre inmensa gorji aba; Y la lluvia, al caer triste v mon&tona, Arrastraba tras si las hojas secas. Aumento la llovizna y mas profunda Ya fu6 la obscuridad; pero de pronto Una palida luz brillo indecisa Y viose Enoc al termino del viaje. ; Habiendo recorrido lentatnente La calle estrecha y larga, presintiendo Alia en su eorazon algo terrible Y los 03os clavados en la tierra, Llego a la casa do la dulce Anita Vivio con 61 siete alios—-los dichosos Y ya distantes—y en la cual la cuna Meciose de sus hijos; pero viendo Que no cncontraba luz ni hablar oia, Y observando que a traves de la 11 uvia Un anuncio de venta relumbraba, Prosiguio su camino; y calle abajo: —Ha muerto, 6 muerto para mi, decia. Hacia el estrecho muelle dirigiose Buscando antigua v conocida fonda, Cuya fachada de madera, acaso Por su vejez ruinosa y miserable Pensaba no encontrar; mas fue a su dueno A quien no hallo; su viuda Miriam Lane (1 Dirigiala por si, mas los productos Men ores eran cada vez; antano Frecuentada por hombres camorristas Era esta fonda hoy quieta; no faltaba Con todo, un lecho para algun doliente Peregrino. Enoc por varios dias Alii vivio callado v taciturno. Pero la buena Miriam Lane, a veces Con su charla locuaz lo molestaba Contandole del puerto los anales. Y una vez—como a Enoc, tan abatido, Moreno y jorobado, era imposible li) P r o n u n c i e s p : Lein. * P Que Miriam conoeiera—, refiriole La historia de su casa y de los suyos. La muerte de su hijo, la pobreza Siempre en aumento de su tierna esposa; Le conto de que modo el buen Felipe Llevo a la escuela a todos los pequefios Y en ella los sostuvo; la paciencia De cortejar a Anita inutilmente; Por fin, su matrimonio, y la llegada Del nuevo querubin. Ninguna sombra, Un solo movimiento no contrajo El semblante de Enoc; al ver su rostro Juzgado hubiera alguno que aquel cuento Menos que a Miriam Lane le importaria. Y solo al terminar, cuando le dijo: —Enoc, el pobre Enoc perdido y naufrago, El sacudio su cabellera cana Murmurando con patetico acento: —Enoc perdido y naufrago! Con sordo, Intimo acento repitio: —; perdido! Enoc ansiaba contemplar de nuevo El semblante de Anita: "si pudiera Sabiendo que es feliz, su dulce rostro De nuevo contemplar! " asi pensaba Y aqueste pensamiento atormentandolo Obsesiono su espiritu; y un dia Muy triste de Xoviembre, a la hora De empezar un crepiisculo mas triste, Subyugado por el trepo a la loma. Contemplaba el paisaje que a sus plantas Por doquier se extendia; mil recuerdos Rodaron por su espiritu, empapados De indecil)le tristeza; pero pronto Un jardincillo iluminado apenas, Lejos, alia, detras de aquella casa, —Dulce hogar de Felipe—lo sedujo, Lo fascino por fin, como seduce Al ave errante el faro que deslumbra, Y atraida por el choca y se estrella, Asi acabando su cansada vida. Porque la casa de Felipe—ultima Hacia el lado de tierra, cuyo frente A la calle veia—a la espalda, Con su pequena puerta hacia la Ionia, Mostraba un jardincito aniurallado, En cuyo centro un arbol siempre verde Crecia majestuoso. Un paseo De forma circular y dividido En dos, por otro recto, circundaba El pie del tronco. Enoc furtivaniente, Procuraiido evitar trillada senda, Se deslizo por sobre el muro, hasta Quedar oculto tras el arbol; luego, Alii, su vista reposo en cuanto Rehuido mejor podido hubiera, —Si mejor 6 peor hay en el mundo Para dolor y angustias semejantes— Sobre mueble bruiiido mil reflejos La vajilla de plata despedia: Chispeaba el fuego en el hogar alegre, Sentado junto al cual, a la derecha, El mozo desdenado de otro tiempo,, Hoy fuerte y rozagante, en sus rodillas A su amor hecho nino acariciaba, Junto a Felipe—su segundo padre— T T na doncella hermosa y peli-rubia, —Una Anita mas joven, mas esbelta— Flotar hacia con vaiven eterno, Por divertir al nifio, una sortija En el extremo de un liston atada. El mueve sus bracitos, pero inutil; Jamas acierta y de sus gracias rien. Del otro lado del hogar, la madre El rostro vuelve hacia su tierno hijo Y levanta la faz de tiempo en tiempo Para hablar con el otro—que a su lado De pie se encuentra, f uerte y arrogante— Y algo decirle que le place mucho, Pues el al escucharla se sonrie. Y cuando el muerto que torn 6 a la vida A su esposa miro sin ser su esposa, Y a aquel niiio de ella mas no suyo, Sentado en las rodillas Se su padre; Cuando vio aquella paz, el dulce encanto. El calor del hogar; y vio a sus hijos Altos y hermosos; y miro a Felipe Dueiio del corazon de sus criaturas, Seiior de sus derechos y reinando Por el en lugar suyo, aunque le habia La buena Miriam Lane contado todo, Como las cosas que se ven son siempre Mas terribles que aquellas que se escuchan, Enoc sintiose vacilar; al arbol Se cogio tembloroso, y tuvo miedo De lanzar un terrible, un hondo grito Que, semejante a un halito de.ruina, Hubiera destrozado en un instante De aquel hogar la venturanza toda. Semejante a un ladron con gran eauteia, ? Temeroso de oir bajo su planta Crujir los duros ripios del camino, Buscando apoyo en la pared, por miedo T)e eaer sin sentido y ser hallado, Se arrastra hacia la puerta; suaveniente Traspasa los umbrales; y ya libre La cierra tras de si, como se cierra La puerta de la alcoba de un enfermo. Alii se hubiera arrodillado; solo Que como estaban sus rodillas debiles, Cayendo hacia delante hundio sus dedos En la humeda tierra. Dijo entonces: —No puedo resistir, esto es horrible! ;,Por que en el barco me trajeron ellos? Oh, Salvador bendito, Dios potente, Tu que en aquella solitaria isla Cuidaste mi existencfa joh, Padre! En esta soledad ayudame, Dame valor para sellar mis labios Y que Anita lo ignore eternamente; Permiteme que yo no vaya y rompa La calma de su hogar ^Pero a mis hijos, Tampoco debo ver? no me conocen; Si acaso les hablara, les diria Que su padre soy yo. jNo, nunca! ^.Pero tampoco nunca un solo beso, Un beso paternal dare a la joven, —Retrato de la madre— ni al muchacho Ese mozo arrogante, idolo mio? Aqui su pensamiento y sus palabras Faltaroale un momento y abismado Permanecio tendido, sin moverse. Cuando estuvo de pie, y poco a poco, Il)a la estrecha calle descendiendo Camino de su albergue solitario, En su conciencia moribunda via Como estribillo de cancion, la frase: \ N u n c a decirla nada, nunca, nunca!" u No era infeliz del todo; sostenianlo Su firme fe y abnegation sincera. La oration— el incienso del espiritu— Su voluntad domaba; y sobre todas Las grandes amarguras de la vida Ella bullia, como clara fuente En medio de la mar —Y bien, la esposa Del molinero de quien has hablado, Dijo Enoc a Miriam, no tiene miedo De que aim exista su primer marido? —Ay! jpobrecita y mucho que lo teme! Si vos, decir pudieraisle que ha muerto, Cuanto animo la dierais. —Aguardo Que se llegue su tiempo, que me llame A su reino el Seilor; sabralo entonces, Dijo Enoc para si. Como juzgara Como un oprobio recibir limosna Se puso a trabajar. Ya carpintero, Ya fabricante de toneles era. Ora las redes de pescar tejia, Bien ayudaba a descargar los buques Y cargarlos de nuevo. Casi nada Omitian hacer sus tnanos h&biles, • • • • / Empero tristemente, sin cariflo al trabajo, Desde que solo para el lo hacia, Su esperanza murio y desde entonces ^De donde iba a vivir sin vida alguna? Cuando el ano rodo sobre si mismo Hasta tornar el dia en que al puerto Llegara 61, de languidez inmensa Viose invadir, enfermedad muy dulce Que lo fue consumiendo lentamente Y lo dejo para el trabajo, inutil. Tuvo primero que quedar en casa, Despues en un sillon, pronto en su lecho. El, alegre sufria su quebranto; Y nunca mas dichoso hubo marino Aislado por la mar—al ver un bote A traves de las faldas de un chubasco Fortisimo, acercarse y conducirlo Salvo a la playa que creia remota— Que Enoc al ver la muerte alboreante Ya sobre si, y el termino de todo. Porque a traves de aquel albor, lucia Una esperanza mucho mas risueiia, Al pensar de este modo: —Si yo muero Sabra que hasta el morir vivi adorandola. Despues a Miriam Lane llamo y la dijo: —Mujer, guardo un secreto—solo jurame Si lo quieres saber—jurame solo Puesta la mano en la Sagrada Biblia, No revelarlo hasta mirarme muerto. ;Vos muerto! ^que decis? la pobre vieja Contestale aturdida: yo respondo Que presto os he de ver fuerte y robusto. —Jura sobre los Santos E v a n g e l i o s i / Vuelve a decir Enoc, con gran rude^a. r Y jura Miriam Lane casi espantada, —Tu, a Enoe Arden, conociste acaso? —Que si lo conoci? desde muy lejos Distinguirlo podria. Me parece jBuen Dios! mirarlo descender la calle, Erguida la cabeza y orgulloso. Muy triste y lentamente, Enoc contesta: —Hoy dobla su cerviz: esta humillado; Creo que apenas vivira tres dias Yo soy Enoc. Da Miriam Lane un grito Al escucharlo, indefinible grito Lleno de dudas y de asombro lleno. —Yos! vos, Enoc! no, nunca! Aquel tenia Un palmo mas que vos! Arden le dice: -—Dios mi cuerpo ha encorvado; mis torturas, Mi larga soledad, me envejecieron. Mas sabe joh Miriam Lane! yo soy el mismo Que se caso con ah! mas aquel nombre Dos veces ha cambiado; escucha, sientate, Yo me case con la mujer aquella Que hoy esta unida con Felipe Ray. Daspues conto su viaje, su naufragio, Su vida solitaria, su regreso, Su nocturna vision en el molino, Su proposito firme de ocultarse Y no decirla nada. Dulce llanto Por la faz de Miriam suave corria Al escuchar a Enoc; y con el alma, Huir, volar y recorrer el puerto Queria vivamente, proclamando El retorno de Enoc v sus torturas. Empero,. temerosa, y mas: ligada Por grave juramento, solo dice; Oh! no os vayais sin ver a vuestros hijos! Dejad que yo los llame. Como viera Que vacilaba, levantose presto Ansiosa de Uevarlos. —No tortures, La dijo al tin, mis ultimos instantes: Quiero morir cumpliendo mi promesa; Vuelve a tu silla, escuchame y atiende Mientras que puedo hablar. Te recomiendo Ahora, cuando a verla vayas, La digas que mori, mas bendiciendola, Pidiendo por su dicha y adorandola. Que, salvo este dolor que nos divide, De un modo igual la idolatre que antes, Cuando posaba su gentil cabeza Al lado de la mia. Dile a mi hijo Que mori bendiciendolo; a la virgen A quien mire, retrato de la madre, Dila que ha sido mi postrer aliento Rogar a Dios por ella y bendecirla. A Felipe tambien, que lo bendije: Pues siempre para nos fue bondadoso. Mas si mis hijos, muerto yo, desearan Venir a mi, los dejaras que lleguen, Que su padre yo soy y ellos apenas Conocerme pudieron cuando vivo. Empero, a ella, de venir prohibele, Que mi cadaver turbara su dicha. Una sola de todas mis criaturas. En el mundo a do voy me esta esperando. Es suyo este cabello; hasta el sepulcro Llevarlo yo queria, como conmigo, Sobre mi corazon, ha estado siempre. Hoy, ya no pienso asi, que voy a verlo: Voy a ver a mi nino alia en la gloria. Asi, despues de mi partida, corre Llevalo a ella, consolarla puede: Signo tarn bien sera de que fui el mismo. Y callo. Miriam Lane volublemente Promete recatarse de tal modo Que una vez mas, clavandole la vista Enoc, repite cuanto el desea, Y de nuevo Miriam promete y jura, Y tres noches despues, mientras que duerme Enoc, inmovil, palido, y en vela 0 a veces dormitando Miriam se halla, Las ondas rugen con tan ronco estruendo Que las casas se cimbran en sus bases. Enoc despierta, se levanta, extiende Juntos los brazos hacia el cielo y grita Con recia y ruda voz: —Un barco! un barco Ya me salve! Y se cay6 de espaldas ! Y enmudecio su boca para siempre. Asi escapose aquel heroico espfritu. Cuando enterraron el cadaver, nunca Funerales mas regios visto habian Los habitantes del humilde puerto. C. Guerrero. Chihuabua. Marzo de 11)02.