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edificio, y cuya altura se eleva á la del segundo piso, midiendo ciento diez y seis pies
de largo, por sesenta y cinco de ancho.
Tres espaciosas naves le constituyen, divididas por cuatro airosas y delgadas columnas según el estilo gótico, aisladas entre sí, las cuales sostienen seis arcos y el techo que está delicadamente artesonado.
Una especie de galería con barandilla de hierro corre por todo lo alto de este magnífico salón, contribuyendo á la belleza de su aspecto.
Salón de la Lonja.
£1 efecto que produce al contemplarle es el de una admiración extraordinaria, especialmente para aquellos que como dice muy bien un historiador, aprecian las elegantes producciones de aquella época feliz de la buena arquitectura.
Tres puertas dan salida al patio de forma cuadrada de sesenta y seis pies de latitud
y longitud, patio que se halla rodeado de una galería, destacándose de cada uno de los
cuatro lienzos una portadita dórica con dos columnas.
Dos de estas sirven de entrada, otra conduce á la escalera principal, y en la otra
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hállase una fuente en la cual se ve un Neptuno con el pié sobre una roca marina, teniendo en la mano derecha el cetro y en la izquierda el tridente.
A sus plantas hay dos delfines que arrojan el agua por la boca en dirección oblicua
y por las narices, en dos surtidores que á su vez se derraman en un estanque ovalado
en el cual se bañan dos nereidas.
La estatua de Neptuno está hecha por D. Nicolás Traver y las nereidas por D. Antonio Sola, y las estatuas de mármol blanco que hay en los cuatro ángulos del patio
representando la Europa, Asia, África y América; fueron esculpidas por D. Francisco
Bover las dos primeras y por D. Manuel Oliver las últimas.
Delante de la fuente ábrese la magnífica escalera que conduce al piso principal que
se divide en dos brazos que se comunican á su terminación por medio de un pasadizo.
Digna de llamar la atención es la preciosa balaustrada de mármol blanco, así como
también las dos figuras representando al Comercio y á la Industria que se ven en su
arranque, ejecutadas por D. Salvador Gurri.
En el primer piso y en su parte derecha ábrese un magnífico salón, aun cuando de
mas escasas proporciones, que el inferior de que ya hicimos mérito,, salón que ha servido para los exámenes públicos de las escuelas sostenidas por la digna Junta de Comercio, así como también para las exposiciones de productos hijos de la industria catalana.
Varias esculturas de mármol y yeso de sobresaliente mérito, como lo son el Lacoonle
y Almugavar de D. Damián Campeni, el Jason y algunas otras obras no menos recomendables del Sr. Vilar, adornan este salón que á la par que sirven de glorioso monumento para sus autores, honran extraordinariamente á la corporación que ha sabido
conservarlos y enaltecerlos.
La sala de sesiones de la Junta de Comercio es no menos digna de mención, resplandeciendo en ella, tanto la riqueza y el buen gusto, como la predilección hacia las
bellas artes que tanto ha demostrado siempre la expresada Junta.
La sillería y el dosel son tan elegantes como ricos y las estatuas de mármol blanco
representando el Himeneo, el Amor conyugal, Paris y Diana y la muerte de Lucrecia,
con los primorosos jarrones de alabastro, todos obra del Sr. Campeni tan dignos del
artista que los ejecutó, como de la corporación que los conserva.
También hallábanse en este cuerpo del edificio las salas del Tribunal de Comercio
y todas sus demás dependencias.
Las escuelas que sostiene la Junta se hallan en el segundo piso, subiéndose aellas
por otra escalera.
Por la ligera descripción que acabamos de hacer de esta fábrica, puede comprenderse toda la magnificencia de ella y los motivos de agradecimiento que Barcelona
tiene respecto á una corporación particular, que no solamente hizo construir un edificio que tanto la enaltece, sí que también tan grande utilidad lá proporciona.
Sin embargo no del todo exenta de defectos se halla la parte arquitectónica en la
obra que nos ocupa, y si hemos de creer á los inteligentes, por mas que la severidad y
la grandiosidad resplandezcan en él, no todas sus fachadas tienen la perfección que debiera apetecerse.
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Hé aquí lo que sobre el particular dice una de las obras de consulta que nos sirven
para el mejor acierto en nuestro trabajo.
«Muchas y notables bellezas reúne el edificio que acabamos de describir, y en cada
una.de ellas se descubre el relevante mérito del artista que concibió la idea, no menos
que el buen gusto y próspero estado de la Junta de Comercio que mandó erigirlo á sus
expensas. ¡Felices dias aquellos en que una mera Corporación provincial como esta
contaba con sobrados medios para cooperar al hermoseo de la ciudad en que residía,
tendiendo á la vez una benéfica mano á los insignes artistas ornamento de su patria!
Verdad es que algunos defectos de la fábrica, así juzgados por los inteligentes, amenguan un tanto su mérito; pero con todo es preciso confesar que la Lonja es la mejor
obra moderna que ostenta Barcelona. Majestuoso é imponente es el carácter de sus fachadas, sencilla y de buen gusto su decoración; y no admite mejora alguna la distribución de pabellones ó cuerpos avanzados en las que dan al paseo de Isabel II y calle
de Arné. Estas dos fachadas, señaladamente la última, son modelos acabados en su
género; nada falta ni sobra en ellas; eritmia, simetría, orden, contrastes, todas las
cualidades que demanda la belleza arquitectónica, se hallan rigurosamente observadas.
Tampoco carece de mérito la que mira á la calle del Consulado; mas aféanla el aspecto
pesado de las columnas, exentas de sus dos puertas y su falta de correlación con las
pilastras del piso alto. Es indispensable hacer observar que la fachada que mira á la
plaza de Palacio, no es de mucho tan buena como las demás, aunque no deja de sorprender á primera vista. Las columnas del pórtico y las del piso principal adolecen del
reparable defecto de no tener otro oficio sino el servir de puro adorno, cuando para
ser de incontrovertible belleza, debieran obrar como verdaderos apoyos ó sustentáculos de la fábrica. Hay mas: el excesivo grueso de las columnas superiores comparado
con el de las inferiores, añadido á la imposibilidad de disfrutar de toda la altura de las
primeras desde el punto de vista del edificio con motivo del avanzamiento del pórtico,
son circunstancias que, en sentir de los conocedores, disminuyen el mérito artístico de
esta parte del edificio. Algunos defectos se notan igualmente en varios puestos de su
interior, debidos en gran parte al deseo de ostentar habilidad en el corte de las piedras•
como se nota en la bóveda suspendida que sostiene él pasadizo de la escalera principal; empero estos defectos, confesémoslo, pues así lo sentimos, son lunares perceptibles apenas al lado de las infinitas bellezas que esparció por doquiera el genio del
aventajado arquitecto director de la obra.»
Forzosamente aun cuando hoy no exista, debemos hablar de la capilla de la Lonja
por la gran celebridad que tuvo en su época.
El almirante D. Pedro de Moneada, que como ya hemos dicho, había prestado muchos auxilios á la Lonja, la dio otra muestra de deferencia, consignando en su testamento la fundación de tres beneficios y una sacristanía' para la capilla que se pensaba
edificar, cuyo acto lo recuerdan para ejemplo el escudo de su ilustre prosapia qué sé
ve esculpido en distintas partes del edificio.
En su consecuencia el Consejo de los Veinte en unión de los cónsules determinaron en 20 de octubre de 1íS2 edificar la capilla y habitaciones para tres capella-
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nes en el huerto de la casa, pagando del derecho de imperiage los gastos de aquena
obra.
A pesar de todos los buenos deseos tuvo que ser derribada la indicada capilla k
causa de algunas obras que se hicieron en 1S64, pasando el servicio divino á la vecina
iglesia de San Sebastian.
En 1374 se pensó en edificar otra, empezándose al año siguiente los trabajos
que no debieron activarse mucho, por cuanto no fue bendecida hasta el 28 de agosto
de 1608.
Los Cónsules suplicaron al papa Paulo V ratificase perfectamente el breve dado por
Gregorio XIII, por el cual podían celebrarse temporalmente en la capilla los divinos
oficios en la fiesta de la Natividad de la Yígen, á lo que accedió aquel, confirmándolo
en un breve expedido en Roma á 11 de agosto de 1616.
La festividad de la Patrona y tutelar de la capilla, según dice Capmany, se celebraba con tal pompa y solemnidad, que era costumbre que asistieran á ella los vireyes y el ayuntamiento de la ciudad, á los cuales se les pasaba convite de etiqueta, lo
mismo que á los embajadores y grandes que se hallasen casualmente en la ciudad en
aquel dia, como sucedió en 1342 con el duque de Alba, capitán general del ejército
del Rosellon en la guerra contra Francia, el cual asistió sentado en silla y con estrado,
cuya distinción solo correspondía al rey ó su lugarteniente de Cataluña; en 1692 con
el marqués de Aitona que pasaba á Roma de embajador, el cual asistió también al aniversario que se celebraba todos los años el dia 21 de febrero por el alma de D. Pedro
de Moneada uno de sus ascendientes, cuyos huesos estaban depositados en una caja
colocada en dicha capilla, como protector que fue de la casa de lá Lonja.
De los apuntamientos de los libros de fiestas de Nuestra Señora, resulta que era
casi siempre preste celebrante un obispo ú otro prelado ó dignidad, en corroboración
de lo cual podríamos citar varios obispos de Barcelona, uno de Gerona, un canónigo
canciller de Cataluña, un arcediano de Santa María del Mar, los cuales concurrieron
en distintas épocas á dicho sacrificio en obsequio de la divina Madre y ensalzamiento
del establecimiento.
Además de las funciones anuales, existían las de júbilos y duelos públicos, como
victorias, nacimientos, coronaciones y muertes de reyes; en todas las cuales la Lonja
imitaba al Consistorio de Barcelona iluminándola y adornándola en las proclamaciones
de los soberanos, recibimientos y agasajos de príncipes, etc.
En 11 de julio de 1698 se celebró la fiesta de la colocación de la cabeza de san Saturnino en la capilla, cuya reliquia le habia sido regalada al magistrado D. José Picó.
Infinitas veces vióse honrada la Lonja con la augusta presencia de sus monarcas;
y fuera prolijo relatar todos los brillantes recibimientos y festejos que se hicieron á los
que en el transcurso de los tiempos pisaron sus umbrales. Pero solo nos detendremos
en algunos detalles de cierto festejo, así por la alta condición de los personajes á quienes se hizo, como por su originalidad.
El emperador Carlos V, la emperatriz y el príncipe primogénito se hallaban en Barcelona, y convidados por la ciudad, en la Lonja, según costumbre, asistieron á ella el
- 3áo martes 27 de mayo de 1533. Lujosamente adornado aquel edificio, hubo gran fiesta
de danzas, en las cuales tomaron parte los caballeros y las señoras principales.
La Emperatriz danzó con una dama que le llevaba recogida la falda, y la cual dejándola luego suelta, le tomó aquella la mano y bailaron una alta y otra baja; la dama
le besó después la mano con respetuosas cortesías, volvió á tomarle la falda y sentóse
en su puesto.
Concluido esto, sirvióse un espléndido refresco y la fuente ó surtidor del huerto de
la casa, manaba en vez de agua, vino blanco.
El U de diciembre de 1708 el Consejo de los Veinte acordó deslinar una sala de la
casa Lonja para representación de óperas para recreo del archiduque Carlos de Austria.
El rey D. Pedro III de Aragón cedió á la Junta de Comercio de Barcelona,-el derecho de imperiage ó periage, lo cual fue ratificado por todos los monarcas sus sucesores, la cual lo administraba á su voluntad aunque daba sus correspondientes cuentas
al Gobierno.
Este impuesto aumentaba ó disminuía según las circunstancias, lo cual en todas
ocasiones fue aceptado por el pueblo, porque si bien debia dar una parte de sus ahorros
ó de su jornal, veia con placer que eran invertidos sus caudales en cosas sumamente
útiles y provechosas para el mismo pueblo, puesto que con ellos se edificó la magnífica
Casa Lonja, uno de los mejores monumentos de Barcelona.
Merced á estos mismos caudales que salian de la masa común del pueblo, estableció esas magníficas enseñanzas, esa escuela completa de nobles artes, esas clases tan
útiles parala industria, para el comercio y para la agricultura; merced áesas mismas
sumas extraídas de las masas populares, sosteníanse artistas que algún dia habian de
contribuir á la gloria de su patria, estudiando en Italia aquellas obras que podian contribuir á perfeccionar su genio, y lógico era que el pueblo satisfaciese gustoso aquellas
cantidades cuando en beneficio de él refluían siempre.
Distintos profesores eran enviados á extranjeras naciones á estudiar los adelantos y
los descubrimientos modernos, y sus gastos eran satisfechos por aquella Corporación;
de aquel mismo dinero, algunas veces facilitó sumas al público erario, y en resumen,
el empleo que aquellos ilustres patricios daban á las cantidades que percibían, no podía ser mas levantado, mas digno, ni mas patriótico.
Las letras catalanas deben también mucho á la ilustre Junta de Comercio, porque
su protección se extendía á todo aquello que pudiera contribuir al enaltecimiento del
país, y los Elementos de Astronomía Náutica del célebre Fr. Agustín Canellas, las Memorias históricas sobre la Marina, Comercio y Artes de la antigua ciudad de Barcelona de
D. Antonio de Capmany y de Montpalau, y tantas otras obras que fuera prolijo enumerar, deben su ser á aquella Corporación que acudió generosamente á costear los gastos
de su impresión, plenamente convencida del gran servicio que á su patria prestaba.
Bien se demuestra la índole y el espíritu de la Junta en las frases con que el ilustrado Capmany inaugura el prefacio de su obra. «La Junta de Comercio de Barcelona,
dice,—cuyo establecimiento tiene por base el fomento de la agricultura, déla industria
y del tráfico del Principado de Cataluña, después de haber contribuido para el adelan44
T.
ni.
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tamiento de estos tres ramos de la felicidad pública con todos los auxilios á que han p0
dido alcanzar sus caudales, sus luces y desvelos, creyó que al paso que trabajaba en la
perfección de la Náutica, progreso de las fábricas y buen gusto en todas suertes de
artes, seria conforme á los fines de un cuerpo patriótico y al espíritu de su mismo instituto, idear un medio nuevo de arraigar la aplicación y excitar el celo del bien común entre los naturales de la provincia, proponiéndoles además de los premios pecuniarios que hasta hoy ha derramado con mano generosa, otro estímulo mas noble y n0
menos eficaz, cual es el ejemplo doméstico de la actividad y economía laboriosa de sus
mayores.»
Este es el mas cumplido elogio de aquella Junta atenta siempre á la gloria, al adelanto y al progreso de su país.
No es nuestro ánimo estudiar ahora las causas que han producido el decaimiento
de aquella Corporación, ni el por qué aquellas escuelas, con tan noble afán creadas y
con tan asiduos desvelos sostenidas, han venido á pasar á la Diputación provincial,
que es la encargada actualmente de su sosten.
Ajeno de nuestro propósito es el censurar ciertos actos y determinadas disposiciones ; bástenos consignar la gloria que consiguió adquirir la ilustre Junta de Comercio
y el agradecimiento que el país en general debe profesar á una Corporación que de tal
modo supo responder á la confianza en ella depositada.
De las cátedras sostenidas en la Casa Lonja han salido muchas eminencias, cuya
reputación ha refluido en beneficio de aquella Junta que generosamente facilitara los
estudios á aquellas inteligencias ávidas de saber.
Excusado es decir que todas estas explicaciones dadas por Coll á nuestros viajeros,
llenábanles de asombro haciéndoles prorumpir varias veces en exclamaciones,rpor medio de las cuales expresaban la admiración que sentían.
— Triste suerte la de nuestro país —decia D. Cleto—donde vamos haciendo desaparecer mucho de aquello útil y beneficioso, de aquello que tal vez ha contribuido á
darnos la importancia y el valor que boy tenemos, para dar lugar á creaciones mas
brillantes que útiles; mas de ficticias apariencias que de provechosas realidades.
—Tiene V. razón, D. Cleto; pero lo mas doloroso es que todas nuestras deprecaciones se pierden en el vacío.
—¿Y qué edificio es aquel que se ve allí en frente? — preguntó D.a Engracia al
salir de la Casa Lonja dando vista á la plaza del Comercio.
—El Palacio Real moderno.
—Hombre, no me parece muy notable, —repuso D. Antonio.
—Su principal valor es el histórico, no tanto por los grandes hechos que en él hayan
tenido lugar, cuanto por la importancia del primitivo edificio que hubo en este sitio.
—¿Es decir, que nos referirá Y. la parte histórica de él?
—Desde luego, cuando encuentro oyentes tan amables.
—¿Y aquel otro edificio? —dijo D.a Robustiana.
—Aquello es la Aduana.
—Obra notable por cierto, parece.
— 347 —Ya la podrán Vds. juzgar mucho mejor después.
—Hé aquí una plaza bien aprovechada, — añadió D. Agustín; — con tres grandes
edificios, de los que cada uno por lo visto, tiene gran significación en la historia de esta
provincia.
—Así es, — repuso Coll; — cada uno por su estilo es de mucha importancia.
— ¿Y por cuál vamos á comenzar? —preguntó D. Antonio.
—Por el Palacio, siguiendo después á la Aduana.
Como consecuencia de esta decisión, nuestros viajeros cruzaron la plaza del Comercio, y poco después escuchaban de los labios de Coll la historia de aquel edificio.
XXIX.
El Palacio Real moderno.
En la parte N. de la mencionada plaza álzase el Palacio Real moderno, edificado sobre un terreno, que en remotos tiempos, era mar, convertido en playa con la retirada
que poco á poco fueron haciendo las aguas por aquella parte.
En esta playa era donde se desembarcaban las mercancías que aportaban los buques que acudían al puerto de Barcelona, mercancías que quedaban allí expuestas á
sufrir todos los rigores de las estaciones.
Fácilmente puede comprenderse que esto acarrearía con bastante frecuencia pérdidas de consideración al comercio, y para obviar este perjuicio, el Cuerpo municipal determinó construir en aquel punto unos grandes porches bajo los cuales podían quedar
á cubierto por la noche los trigos y otros géneros que durante el dia no hubieran podido venderse ó trasladarse á otros puntos.
£1 dia 13 de noviembre de 1387 dio comienzo la construcción del Portal del forrnent, ó sea del trigo, denominación que tuvieron aquellos primitivos porches.
En 12 de agosto de 1389, viéronse terminadas las obras, según consta de una lápida
que al construirse el actual edificio, quedó empotrada en el zaguán de la puerta que
daba á la parte de la Aduana.
La inscripción decia así:
% DIMECRES. A \ XIII i DE. NOEMBRE
DEL. A Y. DE. LA. ÑAT. DE. NTE i SENYOR
M. CCC. LXXXVII. REGNAT. LO. MOLT
ALT. SENYOR. REY. EN. JOHAN. LO. PRIMER
AY. DE. SON. REGNAT. FO. COMENSAT
AQÜEST. PORTXE. PER. CO. QUEL. GRA
SE. TE. MES. A. COBERT. E. FO. ACABAT
A. XII. D'AGOST. DEL. AY. M.
CCC.LXXXIX.
— 348 —
Allá por el siglo XV fueron estos porches destinados para comercio de paños ó mercado de ellos, cambiando su primitiva denominación por la de Ala ó Halla des Lraps
que hay quien supone que se deriba del idioma flamenco, aun cuando nosotros creemos, como un moderno historiador, que mas bien se derive del francés, pues halle, en
este idioma quiere decir mercado, y tal es la denominación que actualmente tienen los
que existen en las poblaciones importantes de Francia.
En el año de 1444 quedó terminada la nueva fábrica, sirviendo también de Aduana hasta que se construyó un edificio especial para este objeto.
En el siglo XVI el Municipio creó en la parte superior del que nos ocupa, una sala
de armas, especie de arsenal donde babian de custodiarse todos los pertrechos de guerra de la ciudad.
En 1814 dieron comienzo los trabajos que tal vez tendrían que suspenderse por la
falta de fondos, por cuanto en julio de 1553 acordó el Concejo su continuación, consignando su deseo de que cuantos le sucediesen en los cargos que desempeñaban, llevaran á cumplido término una obra de tanta utilidad, dada la organización y condiciones especiales de su gobierno.
Esto quedó consignado en una gran lápida de ocho pies y cinco pulgadas de ancho,
por cuatro pies y diez pulgadas de alto, lápida que se encontró en la parte que corresponde debajo del mirador en el ángulo meridional, donde se hallaba escondida bajo
el revoque de las paredes exteriores.
Su contexto es el siguiente:
EN LO REDRES DE LA C1UTAT CLOS LO DERRER DE JULIOL M. D. L. III.
SE DETERMINA Q. AQUESTA ORRA DE GRAN EMBELLIMENT Y DE
MAJOR ÜTILITAT SE PROSEGUÍS EXORTANT ALS QUE VINDRAN Q.
PROCUREN DE ACABARLA AB TOTA PERFECCIO. Y COMENCAS A PROSEGUIR ESSENT CONCELLERS LOS MAGNIFICS M.° LOYS DUSAY CHITADA. RAMÓN MARQUET CAVALLER. MISSER HIERONIM SUNYER
CIUTADA. JAUME DE CASAFRANCA MERCADER. RAFAEL MONTAROLS
ARTISTA. Y OBRERS M.° ANDREÜ SACOSTA DONSELL. Y THOMAS
GUARDIA NOTAR! EN L'ANY M. D. L1II1.
Á pesar de los deseos manifestados por aquella Corporación ansiosa de legar á su
patria un establecimiento tan importante, pasáronse algunos años hasta encontrarse en
disposición de servir para el objeto que presidió á su construcción, quedando terminada por completo en el año de 1608.
El edificio constaba de un piso bajo donde existia un depósito inmenso de trigo
que podia abastecer á la población en épocas de carestía, y de cuatro grandes salones
en el piso alto, donde se guardaban armas y pertrechos bastantes para poder armar en
caso necesario treinta mil hombres; de manera, dice un escritor «que esta casa daba
muy propicia idea de la índole del gobierno catalán en aquellos días; abajo, los celosos
magistrados municipales acopiaban el cereal mas indispensable á las necesidades del
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pueblo; arriba, reuníanlas armas que en circunstaneias peligrosas podían hacer de
cada ciudadano un soldado para defensa de la república.»
Efectivamente, en este edificio estaba sintetizado por decirlo así el gobierno previsor en todo, de Cataluña, pues á la par que acumulaba el elemento necesario para combatir al mas terrible de los azotes, reunía junto á él los medios mas eficaces para salvará aquellos mismos hombres que representaban ala patria.
Hasta el reinado de Felipe IV y especialmente hasta después de las turbulencias
que agitaron el suelo catalán por efecto de la mala administración y los desaciertos de
aquel reinado, siguió el edificio que nos ocupa custodiando los elementos de vida y los
medios de muerte que conservaba el Municipio.
Pero el Rey despojó á Barcelona de la prerogativa que disfrutara, y en virtud de la
cual tenia la susodicha sala de armas, apropiándose aquel edificio y destinándole para
palacio de sus vireyes, pues no otra cosa parece desprenderse de las siguientes frases
de la carta que con fecha 3 de enero de 16S3 escribió á la ciudad, confirmándole los
privilegios concedidos ya por el juramento de Lérida.
«He resuelto hacerle «á Barcelona,» decia, merced de concederle la confirmación
«que me ha suplicado de las preeminencias y privilegios que gozaba y poseía antes de
«las alteraciones del año 1640, en todo lo que no limitaré en esta concesión, como
«abajo os diré; porque no es mi intención comprender en esta confirmación el derecho
«que pueda tener ó pretender sobre pertenecerle la custodia, disposición, cuidado y
«gobierno desús baluartes, torres, murallas, puertas, puerto de mar, armería, a r t illería, guarnición y fortificaciones; porque esto, todo lo que mira á su defensa y se«guridad, lo reservo ahora, y mientras no mande otra cosa mi voluntad y orden es
«de suerte, que en esa parte se ha de ejecutar lo que Yo dispusiere y ordenare, dentro
«y fuera de la ciudad, por la mano de mi lugarteniente y capitán general, ó de la
«persona que para ello Yo señalare, supuesto que ninguna cosa conviene tanto áesa
«ciudad y á mi servicio, como todo lo que mira á su conservación y defensa, dependa
«de quien tanto como Yo deseo, y le importa su mayor paz y tranquilidad, y el con«servarla en justicia y sosiego.»
En virtud de esta disposición Barcelona se vio privada de aquellas armas para su defensa, y el marqués de Mortara fue el primer virey que en 1656 habitó el nuevo palacio.
No habia de transcurrir mucho tiempo sin que se tocasen las consecuencias de
aquel desaire.
Pero el Monarca que le habia ordenado no pudo presenciarle ya.
Su hijo Carlos II ante la eminencia del peligro que corría aquel dominio de su corona por la agresión del rey de Francia, vióse obligado á concederlas de nuevo.
No se sabe á punto fijo de que época data el palacio que hoy podemos contemplar,
pero como fue construido siendo virey el marqués de Castel-Bodrigo, se cree que se
erigió en 1663 ó 1664 por ser esta la época en que aquel ocupó dicha plaza.
Durante aquel tiempo se mandó derribar la denominada Torre nova, que por la
parte de la marina estorbaba la vista, y se encontraba cerca de la puerta del Mar,
junto al sitio donde se levanta la Aduana.
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La indicada obra se concluyó, según una inscripción que estaba situada á l a iz_
quierda de la puerta principal de donde se quitó al hacerse la última reedificación en
tiempo del virey duque de Osuna, durante el mes de setiembre de 1668.
La inscripción á que nos referimos dice así:
PALACIO QUE HIZO Y ACABÓ EL EXCMO. SOR. DUQUE DE OSUNA, \ i _
REY Y CAPITÁN GENERAL DEL PRINCIPADO DE CATALUÑA Y CAPITÁNGENERAL DEL EJÉRCITO, EN SETIEMBRE DE 1668. DIÓLE PRINCIPIO
EL EXCMO. SOR. MARQUÉS DE CASTEL-RODRIGO, SIENDO YIREY y
CAPITÁN GENERAL DE ESTE PRINCIPADO, Y EN AMBOS TIEMPOS
VICE-CANCILLER DE LA CORONA DE ARAGÓN EL EXCMO. SOR. DON
CR1STOYAL CRESPI DE VALÜAÜRA DE LA JUNTA DE GOBIERNO.
El conde Roncali á fines del siglo pasado, reedificó algunas piezas interiores, de
las cuales nada diremos, como tampoco si fue en lejanas épocas notable este edificio
pero creemos que no ha sido nunca mas que una cosa común y nada notable, ó meramente una antigualla que ni conmueve al inteligente, ni el historiador encuentra
donde fijar su atención, no siendo tampoco digno de recibir las personas reales que en
distintas ocasiones han venido á Barcelona.
Pero, dice un narrador de este edificio, «¿se sabe bien lo que fue antes? ¿Ha llegado por ventura hasta nosotros algún diseño del Portal del Fornent, ó de la famosa
Sala de Armas?»
Nada de notable ni mucho menos encierrran las cuatro fachadas, las cuales son
completamente lisas, y no tan elegantes como las de algunas otras casas que existen
en las calles de Barcelona, pero al desprenderse su revoque en 1846, se vio algún pedazo que correspondería á su cornisa almenada, y muchos recordarán las gárgolas que
representaban figuras monstruosas que la rodeaban; no queriendo esto decir, que
fuese una obra importante en arquitectura, pero sí basta para comprender la completa ignorancia en que estamos, respecto á sus tiempos primitivos.
Un cómodo puente de manipostería, aunque nada elegante, ponia en comunicación el palacio con la vecina iglesia de Santa María del Mar, el cual saliendo de su
ángulo occidental, formaba el arco de la calle de Malcuinal, atravesaba el Fossar de
las Moreras, la calle de Santa María y la pared izquierda del templo, saliendo á la
tribuna que aun hoy existe.
Usando de la facultad que concedieran los obreros de aquella parroquia, con aprobación del Obispo de Barcelona y de la Reina Gobernadora, al duque de San Germán,
uno de sus sucesores, el virey príncipe de Darmstatd, empezó su construcción en 1700.
En 30 de abril de 1764 firmaron una concordia los dichos obreros y el virey, señalando el uso que esta autoridad podia hacer de la tribuna á que habia de conducir el
puente, como también el derecho de que tuviesen aquellos una llave de la misma.
Tanto los unos como el otro cedían sus derechos á las Personas Reales que habitasen en la ciudad, como también álos capitanes generales, los cuales sin salir á laca-
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