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"SECCION
INTERDISCIPLlNARIA
LA LOGICA
DE LOS PROCESOS PSIQUICOS
EN "CUADROS NARCISISTAS
o
David Maldavsky
Introducción
Este trabajo procura analizar, de un modo que trata de ser formalizado, problemas metapsicológicos y clínicos ligados al estudio de
cuadro~ narcisistas, tentativa que parte de la profundización en las categorías con que Freud "reflexionó sobre este tipo de estructuras.
Existen dos grandes temas, afines con éste, que no investigamos en
la presente oportunidad. Por un lado, las neurosis actuales, en"las cuales ocurre una inversión de las pulsiones de autoconservación (Freud,
1938) como resultado" del intento. de restañar una herida narcisista
(Maldavsky, 1977): el efecto del conflicto no recae, pues, sobre la libido,
sino sobre el interés. Por otro lado, las determinantes de la posición
homosexual, común a los diferentes cuadros que consideraremos a
continuación (Maldavsky, 1977b, 1977c).
El trabajo analiza otros dos problemas, enlazados entre sí: en primer lugar, los momentos lógicamente sucesivos de la constitución de
una psicosis o un carácter narclststav en segundo lugar, las características del preconsciente, de sus criterios de enlace y sus determinaciones por los mecanismos inconscientes de defensa en cada uno de
" Dirección:
Malabia 3319, 59 B, (1425) Capital Federal, R. Argentina.
770
David
Maldavsky
dichos momentos, de dichos estados del aparato psíquico, en forma
general y luego en forma específica.
El trabajo tiene tres partes. La primera, sobre los momentos en la
constitución de la psicosis, tiene seis apartados. En el primero (1. 1)
consideramos las características generales de dichos momentos. En el
segundo (1. 2) analizamos los tipos de inscripciones constituyentes del
aparato psíquico, en particular en cuanto al tipo de lógica en que se
sustentan. En los tres siguientes consideramos más particularmente
los momentos en la constitución de las esquizofrenias (1. 3), de las melancolías (1. 4) Y de las paranoias (1. 5). Esta primera parte termina con
algunas reflexiones acerca de las fallas en la constitución del lugar de
modelo en el aparato psíquico (1. 6).
La segunda parte, sobre las generalidades acerca del preconsciente en caracteres narcisistas y psicosis, incluye inicialmente (11. 1) una
descripción de la dinámica del preconsciente como sistema y de su
determinación por los mecanismos inconscientes de defensa. El apartado siguiente (11. 2) contiene una serie de consideraciones acerca de
dos mecanismos fundamentales en cuadros narcisistas: desmentida y
abolición. Luego consideraremos (11. 3) la eficacia de las paradojas
lógicas, semánticas y pragmáticas en el preconsciente, como efecto del
uso de los mecanismos de defensa.
La tercera parte considera las características del preconsciente en
cada cuadro, y algunas otras partlcularldades de dicha estructura. En
la introducción (111. 1) planteamos algunos interrogantes unlflcantes de
la exposición posterior. Los tres apartados siguientes consideran las
paradojas en diferentes cuadros: las pragmáticas, en caracteres impulsivos y paranoias (111. 2), las semánticas, en caracteres depresivos y
melancolías (111. 3), Y las lógicas, en caracteres esquizoides y esquizoIrenlas (111. 4). Analizamos luego las transformaciones preconsclentes
de las fantasías primordiales en caracteres narcisistas y psicosis (111. 5)
Y finalizamos el trabajo con un estudio de las determinantes de la imposibilidad de la metáfora en cuadros narcisistas (111. 6) ".
Además de los trabajos específicos y las sugerencias dispersas
en la obra de Freud, esenciales como fundamento, también las ideas
de otros autores (Bion, 1954, 1957, 1958, 1962, 1963; Bleger, 1967; Castoriadis Aulagnier, 1963; Lacan, 1966; Liberman, 1970; Gear y Liando,
1974; Berenstein, 1974a, 1975; Winnicott, 1958) han tenido diferentes
influencias en la siguiente exposición.
" La sección I y los apartados 111.5y 111.6constituyen una reelaboración de la parte
final de un relato presentado en 1978 en las Primeras Jornadas Nacionales de
Psicología; las ideas de los apartados restantes han sido expuestas en un relato
presentado en las Primeras Jornadas de Pslccpatoloqía de Buenos Aires, 1979.
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
1.
771 .
Los momentos de las psicosis
1.1. Presentación general
Freud (1911, 1914) postuló que en los cuadros psicóticos hay tres
momentos ligados con el proceso de la enfermedad: ante la frustración
surge el primer momento, el retiro de investidura de la representacióncosa: en un segundo momento, ocurre una retracción narcisista de la
libido (que anteriormente investía al objeto) al Yo; en un tercer momento, restitutivo, se intenta fallidamente restablecer la investidura de
la representación-cosa como modo de volver a conectarse con la realidad exterior.
Se abren entonces diferentes interrogantes orientadores de la exposición posterior: ¿cuál es la naturaleza de la frustración a la que
alude Freud?; ¿qué entendemos por representación-cosa'q ¿qué entendemos por Yo?; ¿qué implica el pasaje del primero al segundo momento?; ¿existen semejanzas entre los momentos de las psicosis y los de
los caracteres narcisistas?; ¿es similar el proceso de la enfermedad en
las diferentes psicosis? En primer lugar abordaremos la respuesta a
este último interrogante.
En varios trabajos Freud (1911, 1914, 1915, 1915b, 1915c, 1915d,
1920, 1922, 1923, 1923a, 1924, 1924a, 1924b, 1927, 1931a, 1937, 1938b)
dio sugerencias para distinguir algunas características diferenciales
entre esquizofrenia, melancolía y paranoia, los tres cuadros psicóticos
cuya investigación deseamos profundizar. Comenzaremos, por lo tanto,
por exponer el siguiente cuadro.
En este cuadro incluimos también las características de la frustración a partir de la cual surge el primer momento del proceso patológico
en la psicosis. Los trabajos de Freud (1915b, 1923a) sobre melancolía
y sobre paranoia (1911, 1915d) sugieren que en última instancia en
estas psicosis se pierde un objeto que ha ocupado el lugar de modelo,
aquel con el cual el Yo tiene una relación de ser, de sujeto, de identificación. Como consecuencia de esta investidura narcisista del objeto,
su falta es entendida por el paciente como una ausencia en su ser,
como una falta del sentimiento de sí. La investidura de ese objeto corresponde al anhelo (Freud, 1926), que incluye pulsiones de autoconservación y libido narcisista. Freud (1915b) jerarquiza por un lado
la investidura narcisista del objeto perdido en la melancolía, y por otro
lado (1923a) también la investidura del objeto perdido con pulsiones de
772
David Maldavsky
Esquizofrenia
Melancolia
Paranoia
del proceso
patológico
Frustración
Pérdida de un
unificador de
las zonas
erógenas por
proyección
Pérdida del
garante del ser
mediante
el amor
Pérdida del
garante del ser
mediante
la hostilidad
Retiro de
investidura de la
representación-cosa
El Yo cae
del mundo
del sentido
El objeto
cae del mundo
del sentido
y arrastra
al Yo
El objeto cae
del mundo
del sentido
Investidura del
Vo
Hipocondría
Megalomanía:
triunfo manIaco
Megalomanía:
triunfo heroico
Investidura de
una formación
restitutiva
Alucinación
Mito del
paraíso perdido
(autorreproches) :
expiación,
reparación y
perdón
Delirio
r!\.
autoconservación. Con respecto a la paranoia, enfatiza la importancia
del anhelo del padre (Freud, 1911). Ambos tipos de investidura (pulsiones de autoconservación y libido narcisista). parecen determinantes
de que la pérdida de dicho objeto produzca una consecuencia en el
Yo del paciente que se evidencia bajo la forma de sustracción del ser.
El tema se retoma en 1.6.
En estos dos casos observamos un apego al vínculo de inmediatez
con el otro, debido a que en el paciente no se ha constituido o se ha
desorganizado un tipo de inscripción (por analogía) que supone mayor
independencia de los vínculos lntersúbjetivos directos y la constitución
de conflictos intrapsíquicos y no tanto intersubjetivos. El proceso ocurrido en la esquizofrenia será considerado poco más adelante (1.3).
En cuanto al análisis del lugar con que es investido el otro en el
aparato psíquico, la teoría subyacente ha sido expuesta por Fréud
(1921) al describir cuatro posiciones para los semejantes desde el Yo:
/
La, lógica de los
orocesos
psíquicos en cuadros narcisistas
773
modelo, objeto, rival y ayudante, aunque la posición sujeto, coincidente
a menudo con la del Yo, también puede ser ubicada fuera, observación
que es esencial para el análisis de las psicosis.
Otras teorías de los lugares psíquicos (Lacan, 1966; Gear y Líendo, 1974; Berenstein, 1974, 1974a, 1975, 1976) coinciden en parte con
la freudiana, de la cual hemos intentado hacer partir nuevas elaboraciones (Maldavsky, 1977a, 1978a, 1979a).
Es notable la similitud existente entre los momentos de las psicosis y los tres tiempos de la constitución de lo siniestro (Freud, 1919a),
que en otra ocasión estudiamos con detenimiento (Maldavsky, 1979a).
El primer tiempo, la vivencia de muerte, corresponde al retiro de lnves- ,
tidura de la representación-cosa; el segundo tiempo, la generación de
un doble omnipotente, como enérgico mentís (desmentida) frente a la
muerte, a la retracción narcisista, y el tercer tiempo, la transformación
del doble omnipotente en modelo hostil, a la fase restitutiva. Al ubicarse como ayudante de dicho modelo hostil, se da un vínculo tal que el
paciente se supone objeto de una extracción de su ser para que dicho
modelo sea. El ser de uno es contradictorio con el del otro, tal como
es característico de la envidia. El carácter siniestro, hostil, del modelo
culmina, pues, un proceso automático de producción.
En términos generales los tres momentos antes mencionados tienen cualidades diferentes en los distintos cuadros, en relación con un
tipo de organización representaclonal en el aparato psíquico. El tema
de las, diferentes inscripciones representacionales en el aparato psíquico, en cuanto a contenidos y en cuanto a los criterios lógicos estructurantes ha sido desarrollado extensamente en otros trabajos (Maldavsky, 1977a, 1978a). Aquí sólo podemos realizar una breve síntesis
general (1.2), y una particularización con respecto a transformaciones
preconscientes(II.1,
11.2,11.3,111.5y' 111.6).
1.2. Inscripciones constituyentes
del aparato psíquico
Freud (1896, 1.900) postuló la hipótesis de la existencia de varios
tipos de lnscrlpclones en el aparato' psíquico, que denominó con distintos términos: huella mnérnlca o signo perceptivo; huella mnémica
inconsciente: inconsciente o representación-cosa; preconsciente, huella mnémtca, preconsciente, o representación-palabra. Pero postuló también dos tiempos lógicamente anteriores a una primera transcripción en
el aparato pslquico, el de la apertura de las zonas erógenas (cuando todavía no existe, enlace alguno entre los distintos términos de lo que posteriormente sería una huella mnémica) y, como una forma aun más pri-
774
David Maldavsky
rnitlva, el registra de la diferencia entre estímulos endógenos y exógenos (Freud, 1895, 1905, 1915a), es decir, respectivamente en la periferia interior y en la periferia exterior (ya que es en ésta que ocurre la
apertura de las zonas erógenas).
Freud afirmó que estos distintos tipos de inscripciones poseen
características específicas, entre las cuales figuran un distinto criterio
lógico de enlace entre sus términos, un distinto tiempo de su constitución y, correlativamente, una distinta zona erógena organizadora.
Existe, pues, un primer tiempo lógico, en que se registran las diferencias entre necesidades y estímulos exteriores y se constituye, en
consecuencla, el Yo real primitivo. La apertura de las zonas erógenas
como aisladas, en el autoerotismo, surge de la ligadura entre estímulos
internos (de tensión o alivio) y externos (sensoriales, en términos de
presencia-ausencia), en la periferia exterior del cuerpo. Ambos tipos
de estímulos pueden ser placenteros o displacenteros. Pero mientras
que en un momento inicial el placer sólo queda ligado, como cualidad,
con el alivio de la tensión (cantidad), luego el placer se articula con
otro registro, el de las sensaciones en las zonas erógenas, de carácter rítmico," sensa.ciones que también son, entonces, cualidades. Al
constituirse las zonas erógenas se articulan pues entre sí dos tipos
de cualidades: las de la serie placer-displacer y las relacionadas con
el registro "de sensaciones en la periferia exterior. A partir de la
lnstalación de este tiempo pueden comenzar a establecerse ligaduras
psíquicas entre los estímulos registrados en la periferia exterior. El
primer tipo de ligadura se da entre las imágenes correspondientes a
diferentes zonas erógenas, sobre la base de la simultaneidad. Este
tipo de ligadura corresponde a lo que Freud denominó huella mnémica
o" signo perceptivo, y su naturaleza es inconsciente, aunque no constituye lo inconsciente propiamente dicho, a lo que Freud denominó por
momentos huella mnémica inconsciente, signo inconsciente o representación-cosa. Este segundo tipo de transcripción se basa en criterios
analógicos y causales, mientras que la representación-palabra, preconsciente, sólo alcanza su organización independiente, específica, a partir
de la pubertad, cuando surgen los criterios abstractos de enlace entre
las representaciones.
Freud (1900) sugirió además que entre la inscripción por simultaneidad, correspondiente a la huella mnémica, a la que consideraba el
primer tipo de transcripción, y la inscripción por analoqía, correspondiente a lo inconsciente, podrían existir otros tipos de transcripciones.
En varios trabajos sentó las bases para que podamos responder con
mayor precisión a esta sugerencia, que no extendió, sin embarqo,
con respecto al espacio que existe entre la huella mnémica inconsciente y la preconsclente, entre las cuales no parecía admitir la posibilidad
de alguna otra inscripción.
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
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Consideramos, en este sentido, que es conveniente desdoblar las
inscripciones
simultaneidad según el criterio en que esta slrnulta~eida(j se apoye, es decir, si se trata de simultaneidad entre huella
mnémica y percepción (que corresponderla a una inscripción basada
en la simultaneidad y pasividad) o si se trata de simultaneidad entre
huella mnémica y motricidad (que correspondería a una inscripción basada en la simultaneidad y actividad, cuya conjunción podría sintetizarse en el término contigüidad). Por otra parte, distinguimos dos tipos
de inscripción por analogía y .causalldad. Por un lado, está el enlace
causal correspondiente a las teorías sexuales infantiles, enlace articulado con la analogía que opera sobre las Inscripciones por simultaneidad y genera el complejo del semejante (Freud, 1895). Por otro lado"
en-un tiempo lógicamente posterior, está la causalidad de las fantasías
primordiales, articulada con la analogía que opera sobre -los complejos
de semejante.
'por
Esta categorización de distintos criterios de enlace entre 105 términos puede ser precisada tanto mejor en la medida en que consideremos la constitución de las representaciones-Yo, así como las diferentes fases de la libido. Además del Yo real primitivo, lógicamente
inicial, en un tiempo posterior, el de la inscripción por simultaneidad,
se constituye el Yo de placer purificado, en su forma pasiva o en su forma activa (Yo cinético). A la inscripción por analogía y causalidad inicial
corresponde el surgimiento del Yo real definitivo, imbricado con el anterior, el de placer (Freud, 1915a). En el segundo tiempo de la inscripción por analogía y causalidad el Yo real definitivo puede entrar
en contradicción con el Yo de placer purificado, y también con la
investidura fálica de objeto. Los distintos tiempos lógicos se articulan
con la primacía de alguna de las zonas erógenas. La inscripción por
simultaneidad y pasividad corresponde al sadismo dentario. La inscripción por simultaneidad y actividad corresponde a la fase anal primaria.
La primera de las dos' organizaciones analógicas y causales corresponde a la fase anal secundaria y la restante, a la fase fálica .
.Esta síntesis nos permite afirmar que en cada cuadro narcisista
existe un tipo de criterio lógiéo estructurante de la producción patológica: el correspondiente al autoerotismo en la esquizofrenia (con
la lógica correlativa de la apertura de las zonas erógenas); el correspondiente a la constitución del Yo de placer purificado sobre la base del
anhelo y los desarrollos de afecto en las melancolías (con la lógica correlativa de la ligadura de las zonas erógenas); el correspondiente al
surgimiento del Yo de placer purificado sobre, la base de acciones en
las paranoias (con la lógica correlativa de la articulación cinética).
Pasemos ahora a considerar, desde esta múltiple perspectiva, los
momentos en ,el proceso patológico de cada uno de los cuadros, que
776
. David Maldavsky
hemos anallzado además en diferentes trabajos (Popovsky de Berenstein y Maldavsky, 1976; Maldavsky, 1977a; Kusnetzoff y Maldavsky,
1977; Fainblum y Maldavsky, 1978;'Wencelblat y Maldavsky, 1978; Socci
y Maldavsky; 1978; Mainieri y Maldavsky, 1979, 1979a).
.
1.3. Momentos en la constitución de las esquizofrenias
La pérdida del objeto investido en el lugar de modelo implica, en
el primer momento de la esquizofrenia, correspondiente al retiro de
investidura de la representación-cosa, que el Yo cae del mundo del
sentido. El otro, con su presencia, funciona a la manera de una pantalla en la cual se unifica precariamente un Yo cuyos distintos elementos son equivalentes, se encuentran en un vínculo opositivo, articulados entre sí a través de una sustancia intersticial. Es precisamente esta sustancia intersticial, este elemento unificador, lo que se
pierde con la desaparición 'de quien está investido en el lugar de modelo. Esta unificación precaria podría asemejarse a la de la figura
que se forma con un conjunto de piezas idénticas entre sí (granos de
avena o de arroz, por ejemplo), es decir, sin una especificidad de
sus distintos componentes, salvo la posicional. Con la pérdida de este
objeto unificante formal el paciente queda privado de sus esencias y
su Yo se fragmenta en el conjunto de sus componentes, idénticos entre
sí. Es notable el hecho de que, a diferencia de lo que ocurre en las'
neurosis (en que como consecuencia del trabajo de duelo se retira la
libido de la representación del objeto perdido), en las pslcosls el ob[eto perdido y el objeto del cual se retiran las investiduras no coinciden, por lo menos en cuanto a la posición que ocupan para el Yo.
En- la "frustraclón" se pierde alguien investido como modelo y en el
momento siguiente se retira la libido de la representación-cosa, es
decir, de la posición de objeto. El retiro de investidura de la representación-cosa incluye también el retiro de interés. La investidura ,de la representación-cosa se retira sólo de los residuales neuróticos articulados con el componente esquizofrénico, ya que en este
último la representación-cosa no se ha constituido.
En un apartado anterior (1.1) describimos las características del
objeto perdido en melancolías y paranoias, pero no en esquizofrenias.
En este último caso, más que estar investido con anhelo, el objeto que
se pierde corresponde ~I autoerotlsmo: un objeto entendido como coincidentécon la. fuente, que 1.0ha causado. Existe la representación de
un cuerpo puramente biológico, cuyo precario sentido pslqulco está
sostenido por la presencia de un unificador posicional ,(el objeto coincidente con lafuente), cuya ausencia hace que el cuerpo de necesidades caiga fuera del ámbito de la signÜicación. El lugar de modelo
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
777
(en términos de aquel con el cual el Yo establece una relación de
sujeto), pues, no se ha constituido,.y en consecuencia tampoco la identificación prlmaria.. Es imposible el pasaje de la investidura de órgano
a la investidura de anhelo, debido al privilegio del placer erógeno zonal. El acto de alimentarse usando el sadismo dentario carece de sentido, todo lo cual se expresa en el sentimiento de futilidad (Liberman
y Maldavsky, 1975). La pérdida del garante del ser es registrada, pues,
como una actualización de la contradicción entre zona erógena y registro de necesidades displacenteras, que en consecuencia imponen el
trauma de la desarticulación del autoerotismo.
El segundo momento; hipocondríaco, implica la retracción de la
libido al aufoerotismo herido, y no al Yo surgido como consecuencia
de la ídentltlcaclón primaria.· En este segundo momento la libido se
retrae pues a una serie desarticulada y opositiva de zonas erógenas,
correspondientes a un mismo grupo de necesidades. Todas estas zonas
erógenas aparecen como generadoras de líquidos, de esencias, equiparados al objeto de las pulsiones de autoconservación.
Como consecuencia de este proceso de investidura de una región en detrimento de la totalidad se. constituye una. representación
deforme del propio cuerpo, en el cual una zona erógena adquiere un
valor que rompe con la coherencia estética global. En las mujeres es
más característico que la deformación implique un agregado, una proliferación (el temor al cáncer, por ejemplo) y en el varón, una, sustracción (un agujero en su cuerpo, por ejemplo, .allí donde antes había
algo).
En el tercer momento, restitutivo, el paciente realiza un esfuerzo
de reconexión intrapsíquico e .interpersonal. La reconexión lntrapsíquica se da bajo la forma de alucinaciones de objetos .extraños, siniestros, mientras que la reconexión interpersonal, desplieque de este
vínculo intrapsíquico, ocurre, co~ personas consideradas como deformes por el paciente, en las cuales puede hallar un doble de sí, aquel
que él ha sido y que en parte sigue siendo, y del cual ahora se siente
pendiente. Entre el objeto instituido por el deseo, fuente de la restitución, y el paciente, se interpone ahora un doble anteriormente ldeall'.
1,
zado, vuelto hostil, que interfiere el vínculo, y con ,el cual el paciente
se relaciona. El lugar del paciente es el de ayudante de un modelo
hostil, modelo generado, en la restitución, sobre la base de un conJunto de operaciones de resta, de sustracclónde esencias, de descualificación, como lo era la representación idealizada del paciente en
el segundo momento. Como ayudante, el paciente se ubica en el tercer momento como el polo perceptual traumatizado gracias al cual el
modelo experimenta un goce cognitivo. O bien (alternativa no contradictoria con la anterior) se ubica como ese objeto gracias a cuya contemplación el modelo hostil goza, mediante una extracción de su esen-
778
David
Maldavsky
cla., Como en la fantasía de cáncer, reencontramos en la fase restitutiva un mecanismo de multiplicación de lo único, es decir, dobles de
la representación omnipotente que el paciente ha construido de sí en
el segundo momento, el de retracción narcisista. El armado de este
objeto bizarro omnipotente, que multiplica la imagen del paciente, es
.consecuencla de una articulación entre diferentes productos de acciones sustractivas, es decir, de despojos del ser. El tema se retoma
en varios apartados, sobre todo 111.4y 111.5.
1.4. Momentos en la constitución de las melancolías
En estos cuadros el primermomentó del proceso psicótico corresponde a una caída del Yo del mundo del sentido, como consecuencia
de la caída en la no existencia de alguien investido en el lugar de
modelo (como corresponde a la libido narcisista) y también en el lugar
del objeto (para las pulsiones de autoconservación).
La ambivalencia característica de esta doble investidura se mani.ñesta bajo la forma de una contradicción entre devorar y reconocer a
.quien reconoce el ser del paciente. El modelo tiene el sentido de un
unificador, un núcleo para ciertos estados del paciente, cuya causa se
encuentra fuera de sí.
El correlato de la caída de ambos fuera del mundo del sentido es
un desarrollo de afecto, la desesperación, que desborda la capacidad
de ligadura del paciente, y es expresión de la herida narcisista abierta
por la cual fluye al exterior la libido que inviste al Yo.
El intento de restañar esta herida narcisista corresponde al segundo momento, en que ocurre una investidura del Yo, unificado como
consecuencia de la ligadura entre las diferentes zonas erógenas bajo
la primacía de la oralidad. Esta retracción narcisista (articulada con
el egoísmo) determina un sentimiento megalomaníaco de triunfo, de
de la desesperación a la cólera hacia quien ocupa el lugar de modelo,
La retracción narcisista en la melancolía es correlativa de un pasaje
de la desesperación a la cólera hacia quien ocupa el lugar de modelo,
al cual se da por muerto. Esta cólera se ubica fuera de sí, en el modelo caído, ausente.
Én el tercer momento, restitutivo, se genera un mito, el del paraíso perdido (ver 111.3y 111.5),que implica la posibilidad ilusoria de
lograr, mediante un esfuerzo, la reconexión con un estado anterior,
supuestamente ideal, de goce, y que lo es tanto más en la medida en
.que no existió, tal como Freud (1938) lo plantea al postular que el
anhelo del pecha es mayor en aquellas personas que se han alimentado con biberón.
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
779
En este tercer momento surgen los autorreproches al suponer que
el paraíso se ha perdido como castigo por un acto de devoración equiparable a una rebeldía cognitiva. En el momento restitutivo el vínculo
con el objeto de deseo queda interferido por los autorreproches. Estos
autorreproches se ligan con un dolor entrañable, innominable, correlato del sentimiento de ser el único, el que ha sufrido mucho y merece
por ello un trato excepcional del otro (Freud, 1916), que debería vibrar
con sus emociones, ubicado en .el lugar de ayudante del paciente (investido como modelo, como núcleo de ese desarrollo de afecto experimentado en otro). Al verse forzado a utilizar el lenguaje para describir
estos estados de afecto o anhelo, o cuando estos Son enunciados por
otro, el paciente experimenta un desgarramiento ante el egoísmo del
interlocutor que no se consustancia con dichos estados sino que, restándose con respecto a él, sólo los denomina o los escucha. El conocimiento es.: pues, incompatible con estos estados afectivos, con el
dolor, y esto se expresa bajo la forma de frases como "nadie sabe
cuánto sutrl": o "sólo yo sé cuánto sufrí". El saber es incompatible
con la ilusión del paciente de ser el único. La investidura hostil de
objeto (correspondiente a la ubicación del otro en el lugar del rival)
y la investidura erótica resultan incompatibles con el vínculo de sujeto, cuando el paciente anhela ser investido en el lugar de modelo por
quienes lo rodean. El paciente tiene un vínculo hostil hacia estos deseos eróticos y hostiles, a los que considera égoístas, en tanto implican como requisito restarse con respecto a otro (como ideal) o soportar que otro (como ayudante) se reste con respecto al paciente. En
esta operación son fundamentales el egoísmo y el narcisismo, ligados
a la pulsión de dominio. Pero para el paciente la resta implica des.aparlción de su ser: el ser de uno sólo se da a costa del no ser del
otro. El paciente realiza, por lo tanto, una contrainvestidura de la hostilidad (correspondiente a la acción desestructurante de la resta) mediante el amor (anhelo narcisista de ser 'amado), y ubica dicha hostilidad fuera de sí.
En el momento restitutivo intenta, pues, restablecer un vínculo intrapsíquico en el contexto interpersonal en el cual el otro queda investido como aquel, que el' paciente fue en el momento anterior, alguien
que necesita un aporte libidinoso para estructurarse, que retrae sobre sí
la libido en lugar de retribuir a quien lo ayuda. Por lo tanto, el otro que
recibe la ayuda se convierte en sede del egoísmo y de la cólera dirigida hacia el paciente, quien él fue, y el paciente mismo termina ubicado como ayudante de un modelo hostil. El tema, se retorna en 111.3
Y 111.5.
780
, . David' Maldavsky
1.5. Momentos
en
la constitución
de
las paranoias
El primer momento de la psicosis, el retiro de investidura de la
se manifiesta bajo la forma de la vivencia de pérdlda.de una persona que ha ocupado el lugar de modelo. Es éste e.l
que se pierde fuera del mundo del sentido y enmudece. El modelo
-precipitado fuera del mundo del sentido es de sexo masculino, el padre,
para el varón (aquel que tendría derecho a la palabra); y de sexo ternenino para la mujer.
El segundo' momento, la investidura del Yo, corresponde a una
megalomanía que implica un triunfo heroico, en que el. paciente se
inviste como la causa de la desaparición del modelo. El Yo que recibe
la investidura narcisista está organizado en términos de la unificaciÓn
emética, en que el paciente se inviste como paladín de U~ modelo; la
madre, en pugna con el padre como ideal. El paciente se. ubica .como
e! ilusoriamente elegido por la madre para suceder al padre en su
poder despótico, para lo cual debe aniquilarlo, y de este modo retiene
al mismo tiempo el amor de ella, amenazado por la presencia de su
progenitor. La motricidad del Yo aparece como causa del' ser, de la
constitución del objeto, del tiempo y del espacio..
representación-cosa,
En el momento restitutivo el paciente intenta restablecer el vínculo
Intrapsíqulco e intersubjetivo con otro a quien inviste como un doble, como aquel que él fue en el momento dereÚacción narcisista, es decir,
como alguien elegido por su madre. El vínculo con el objeto de deseo
queda sustituido 'por él vínculo con un doble de sí. La elección es,
pues, homosexual, pero este doble adquiere un carácter hostil, que
amenaza .despojarlo de su virilidad. El paciente se defiende del riesgo
de la castración inherente a esta posición mediante el delirio celotí·pico,erotomaníaco o paranoico (Freud, 1911). En estos tres delirios
I~ mujer aparece como ayudante de un modelo hostil, masculino, y hacia ella, que al despertar el deseo heterosexual en el paciente paradójicamente lo feminiza, se dirige también la hostilidad. El deseo .deja al
paciente inerme ante el modelo hostil, y lo transforma en su ayudante,
para que éste, castrándolo, sea activo, sea hombre. Vuelve entonces
'desde el exterior la hostilidad que el paciente se adjudicó en el segundo
momento, ahora como contrainvestidura ante el amor homosexual,
El
paciente se ubica como aquel objeto puesto o despojado de posición
por un Yo omnipotente, objeto que tuvo la ilusión de constituir mediante su motricidad omnipotente en el segundo momento de la psicosis. Aquel Yo cinético omnipotente, heroico, del momento anterior,
resulta ahora exterior, siniestro, aniquilante. El tema se retoma en 111.2
y 111.5.
r
La lógica de tos procesos psiquicos en cuadros narcisistas
781"
1.6. Fallas en la constitución del' lugar de modelo
Si consideramos la hipótesis según la cual en estos cuadros existe
un vacío representaclonal.: podremos discriminar, a partir de las consideraciones que acabamos de realizar, algunas diferencias. En las esquizofrenias no se ha constituido y/o se pierde la inscripción de un
conjunto de representaciones del otro que garantiza la articulación entre distintas zonas erógenas y constituye el Yo de placer purificado.
El vacío representacional implica una ausencia de la inscripción del
rostro atento de la madre (que inviste libidinosamente un Yo en el
hijo), como slrnbolo de unificación entre las zonas erógenas. En cambio, en la melancolía el vacío representacional implica- que no se ha
constituido la inscripción de un conjunto de representaciones organizado sobre la base de la simultaneidad en que el modelo inviste al
paciente como héroe, 'como consecuencia de una identificación primaria con su actividad. El paciente; por lo tanto, queda limitado a la
pasividad, a ser sólo por el amor del modelo. Cada vez que pretende
transformarse en activo (expulsivo y destructivo mediante la motricidad), se siente desconocido 'desde la madre, quien (desde el paciente)
lo inviste como ayudante (en la posición de un objeto transicional)
para alcanzar el goce. La situación del niño del juego del carretel
(Freud, 1920), que logra' dirigir la hostilidad hacia alguien' diferente
de la madre investida como modelo, es imposible, Cada vez que el
niño precipita algo al suelo, por ejemplo, como modo de uso de la
motricidad en forma expulsiva y destructiva, la madre da a este acto
él sentido de una agresión contra ella, que la mortifica. Se hace, pues,
imposible la generación de un lugar en el aparato psíquico (el del carretel, en el ejemplo de Freud), surgido a partir dé un tipo de elección
narcisista' de objeto; lo que uno fue, que corresponde a un destinatario de la hostilidad que permita una primera salida de un circuito
traumatizante en que la madre aparece investida de un modo ambivalente y narcisista. EnIa paranoia, en cambio, el vacío representaclonaltiene que ver con que no se ha inscrito el nombre del padre como
modelo, sino que éste aparece imponiéndose como presencia constante; que sólo puede ser inscrito por simultaneidad y no en términos
analógicos, ya que esto implicaría una mayor independencia con respecto a las experiencias de inmediatez, su muerte psíquica en 'el lugar
de modelo.
En las psicosis hay, pues, una falla en la constitución del lugar
del, modelo o ideal, aunque esta falla difiere en uno u otro caso. En
consecuencia, también se da una falla en la constitución del Yo. En el
momento restitutivo el pasado (creado en el aparato psfquico) se des-
782
David
Maldavsky
pliega en un supuesto vínculo interpersonal (en la realidad exterior)
en el cual el otro pasa a ser un doble anterior, omnipotente y hostil.
El lugar del' ideal aparece en estos cuadros como un espacio imposible de constituir, autocontradictorio, por lo cual no surge como
garante del ser, sino, a la inversa, como determinante del no ser para
que el modelo sea. Lo que se pierde, pues, como estado anterior al
primer momento de estas psicosis, es el lugar de una paradoja, aunque
debemos discriminar, al menos, tres tipos: paradojas lógicas, paradojassemánticas, paradojas pragmáticas.
Las paradojas lógicas se dan bajo la forma de una contradicción
entre presencia (física) y ausencia (psíquica) en el lugar del modelo,
y corresponden a la esquizofrenia. Las paradojas semánticas se dan
bajo la forma de denominar como altruismo al egoísmo combinado con
el amor a sí mismo y corresponden a las melancolías. Las paradojas
pragmáticas se dan bajo la forma de una contradicción entre diferentes órdenes (las provenientes de uno y otro progenitor en pugna: si
se está a favor de uno de ellos, se es desconocido por el otro), y corresponden a las paranoias (sobre las paradojas, ver 11.3,111.2,111.3Y
111.4).
Cuando la persona investida como modelo se halla presente' esta
paradoja recibe un revestimiento libidinal engañoso, que supone la
ilusión de que en algún momento habrá de disolverse como contradicción interna y transformarse en una afirmación del ser del paciente.
Pero aun la presencia de la persona investida como modelo paradójico puede no ser suficiente para el mantenimiento de la ilusión, sino
que otras condiciones llegan a determinar en el paciente su vivencia
de pérdida de la ilusión de ser. Estas condiciones pueden consistir en
una desilusión' con respecto a la persona investida como ideal, en el
surgimiento de un deseo erótico y/u hostil, que es contradictorio con
el narcisismo, o en la pérdida de algún ayudante que hacía que el
paciente se ubicara como precariamente reconocido por el modelo,
como su lugarteniente.
'
La pérdida del lugar de la paradoja puede consistir, pues, en una
desilusión, en una ausencia perceptual (la desaparición de quien ocupa
el lugar de modelo), en el surgimiento de un deseo (en cuyo caso el
paciente' se siente desconocido) o en la desaparición de un ayudante
(en cuyo caso el paciente no puede pasar a tener una precaria identificación primaria con el modelo), 'El tema se retoma en 11.2y 11.3.
En la retracción narcisista existe una ilusión equivalente a la de
ser rey, investido como tal por quien ocupa el lugar de modelo: "His
majesty the baby" (Freud, 1914). El paciente se ubica como el único
elegido para una gran empresa, lo cual implica una intensa investidura narcisista, cuya base, sin embargo, es un vínculo hostil, como Freud
(1912) lo afirma al describir las características ambivalentes de la re-
La lógica
de los procesos psíquícos
en cuadros
narcisistas
783
lación con aquel que es transformado en soberano. El narcisismo aparece como contrainvestidura, ante el trauma consistente en un despojo
hostil del ser, correlativo de ocupar esta "alta investidura" impuesta
(según la conjetura del paciente) desde los padres, que ubican al hijo
en el lugar de garantía del ser de ellos, como inversión de las posiciones correspondientes al vínculo basado en la identificación primaria.
La ocupación de esta "alta investidura" implica que el paciente se
debe a sus modelos para que ellos sean, y por consiguiente no tiene
derecho al deseo; con el cual establece, por lo tanto, un vínculo hostil.
La posición del paciente es la de un ayudante al que se le impone el
lugar de un modelo, contradictorio con el lugar de sujeto de deseo.
En los caracteres narcisistas el paciente realiza una transformación
pasivo-activo del trauma y conquista a otro sujeto como ayudante al
que fuerza a ocupar el lugar de garante de su ser. En las psicosis,
en cambio, se da una repetición pasiva de lo sufrido pasivamente, de
la herida narcisista, y el paciente, desamparado con respecto a su propia hostilidad ocupa el lugar de ayudante de un modelo hostil, que
opera en él una extracción de su ser. La transformación de la realidad exterior, que hubiera permitido una conquista de otra persona para
que ocupe el lugar de ayudante, queda sustituida, en la retracción narcisista, por la transformación de la realidad psíquica (concebida como
exterior, real), y en la restitución el paciente se ofrece, desestructurado, como víctima para el goce de un Yo de placer purificado, ideal,
vuelto exterior y hostil.
11. Preconsciente en caracteres narcisistas y psicosis: teoría general
11.1. Presentación general
Para Freud (1922), el inconsciente puede ser definido como una
forma de pensamiento, universal y primitiva. Su contenido está estructurado en torno de las fantasías edípicas, incestuosas. El inconsciente no presenta las características de las distintas psiconeurosis.
En cambio, las ideas preconscientes, sus contenidos, aparecen como
resultados de los procesos patógenos en los que reconocemos la esencia de las neurosis, es decir derivan de formas erróneas, perturbadas,
de! pensar preconsciente.
La afirmación de Freud abre la posibilidad de analizar el sistema
preconsciente en los diferentes cuadros psicopatológicos. La estructuración del preconsciente deriva del modo como el Yo es puesto en
la situación de afrontar diferentes conflictos recurriendo a mecanismos
784,
David Ma/davsky
de defensa inconscientes. Debemos diferenciar pues entre el hecho de
que las defensas son desplegadas por el Yo y el hecho de su origen,
a menudo exterior a éste, del mismo modo como ocurre con las resistencias (del Ello o del Superyó, por ejemplo). En la tercera parte, en
los apartados 111.2,111:3Y 111.4,indicaremos algunas de las posibles
determinantes intersubjetivas de estas defensas. En cambio, ahora nos
interesa comenzar por describir las características de esa estructura (el
preconsciente) sobre la cual las defensas inconscientes del Yo preferentemente operan para determinar diferentes estilos (Liberman, 1970;
Liberman y Maldavsky, 1974; Maldavsky, 1973).
En otros trabajos hemos sostenido que el preconsciente aparece
como un sistema de transformaciones que genera transacciones entre
un conjunto de frases reprimidas inconscientes, jamás pronunciadas,
correspondientes a la constitución 'de las fantasías primordiales, y un
conjunto de normas fonémicas, sintácticas, semánticas, pragmáticas y
lógicas, de carácter consensual, inscritas en el preconsciente mismo,'
pero determinantes del pasaje por la segunda censura. Las transformaciones en el preconsciente aparecen ofreciendo distintas transacciones entre ambos sistemas-de normas, y permiten que lo inconsciente se exprese en el Yo, que allí donde Ello era, Yo pueda advenir. Las
frases reprimidas, investidas por la pulsión, corresponden a las fantasías primordiales y para accedera la conciencia vía lenguaje tienen
que articularse con normas-consensuales; a las cuales pueden trasgredir en forma reglada (Maldavsky, 1979b). Las normas foné'micas aluden a los sonidos que componen los significantes; las normas sintácticas, a las relaciones entre significantes; las normas semánticas, a
las relaciones entre significantes y significados; las normas pragmáticas, al uso de 'los signos por sus usuarios, y las lógicas, al enlace
de los signos entre sí, en la medida en que se articulen con los
referentes supuestos (Maldavsky, 1977a, 1979b).
Por la mediación del preconsciente en el Yo ocurren transacciones que permiten que 10 inconsciente (las fantasías primordiales) se
exprese en la conciencia, lo cual requiere su imbricación (vía trasgresión reglada) con las representaciones-palabra, regidas por las normas consensuales recién enumeradas. En un apartado posterior (111.5)
consideraremos el' modo como en e'l preconsciente se tránsforman las
fantasías primordiales en caracteres narcisistas y psicosis.
Pero aun debemos realizar precisiones generales con respecto al
funcionamiento del preconsciente en los diferentes cuadros clínicos,
como resultado de la eficacia de los mecanismos inconscientes de
defensa.
Consideramos que los distintos cuadros clínicos son el resultado
de fallas específicas (cuyas determinaciones deben ser analizadas) en
el preconsciente, en el Yo, para encontrar la transacción óptima entre
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
785
las normas culturales y las fantasías que pugnan por manifestarse en
la consciencia. Estas fallas determinan que en lugar de las trasgresiones regladas se constituyan perturbaciones" concepto utilizado por
Liberman (1970). Cuando ocurren perturbaciones es imposible el re~
conocimiento de alguna délas :dos invariantes antes mencionadas (tantasias. primordiales, normas consensuales), de modo que el Yo ha sucumbido en su función de mediador entre sus tres grandes señores: el
Ello, el Superyó y la realidad exterior.Las perturbaciones pueden ser tonémicas, sintácticas,. semánticas; pragmáticas y lógicas y son el resultado de la cperancla dé diferentes mecanismos de defensa del Yo, de
lo cual resultan soluciones patógenas frente al conflicto. Estos mecanismos pueden ser descritos, en términos generales, 'sobre la base de
la diferenciación de tres grandes grupos de cuadros pslcopatolóqlcos:
neurosis, caracteres narcisistas, psicosis.' En el primero de éstos, el
mecanismo fundamental es la represión; en el segundo, lo es la desmentida; en' el tercero, la abolición'. Estas perturbaciones afectan al
preconsciente en su especificidad; es decir, como conjunto de normas
consensuales instaladas en el Yo,' ·como conjunto de trasgresiones regladas de estas normas y de 'enmascaramientos, vía sustituclón, de las
fantasías primordiales. La' manifestación de: estas perturbaciones se
expresa habitualmente como pérdida de una invariante, es decir,' de
aquello que debería mantenerse 'pese a las transformaciones.
, Las diferenciaséntre
las perturbaciones dependen, en realidad,'
de la posición del Yo ante las normas consensuales, 'Si el Yo es puesto
en situación 'de' acatarlas' puede realizar, trasgresiones excesivas (motivadas por la represión),' con lo 'cual se 'pierde la posibilidad de 'que la
expresión que deriva: finalmente de las 'transacciones' sea reconocible
como manifestación de determinado, componente de una fantasía primordial. En este caso, el de la aceptación de las normas, las' perturbaciones derivan de un' exceso, de trasq reslones o bien de una falta de
ellas y un' incesante proceso sustitutivo, de acomodación a las normas
consensuales.: Pero, también puede haber un cuestionamiento de las
normas, que resultan desafiadas', 'O bien, por fin, 'estas normas pueden
resultar abolidas.
Hemos dicho que en algunos casos la invariante perdida es la consensual, y en otros el 'complejo de ·Edipo. Las exigencias de deformación, impuestas por la represión, prlrnórdial, determinan el' surgimiento
de términos sustitutivos de las fantasías incestuosas, pero en las diferentes neurosis de transferencia surgen otros mecanismos que imponen una creciente pérdida' de la invariante constituida por las fantasías edípicas y correlativamente un grado decreciente de pérdida de
la invariante de las, normas consensuales.
En estos casos las normas consensuales son mantenidas en el Yo,
en el preconsciente. Por ello,existen diferencias fundamentales con
786
David
Maldavsky
los cuadros narcisistas. En efecto, hemos sostenido que la eficacia
de los diferentes mecanismos de defensa se expresa por la ubicación
del Yo con respecto a las normas consensuales. En las neurosis de
transferencia, el rechazo vía represión primordial de las fantasías incestuosas se expresa mediante la aparición de un preconsciente coherente, unificado, que contiene en sí las normas consensuales. Los deseos inconscientes, transformaciones de los deseos edípicos, se manifiestan a través de ciertos términos que el Yo no reconoce como
propios, y cuyo valor tiende a desechar. Estos términos rechazados
derivan de un sistema de denominaciones familiares (vueltas intrapsíquicas) de personas, vínculos de parentesco y zonas erógenas, que
entran en contradicción con las normas consensuales. En consecuencia, ciertas relaciones intersubjetivas, zonas erógenas y cualificaciones de personas, quedan denominadas con términos que funcionan
como nombres propios, cuyo significado no se obtiene remitiendo al
código sino a un vínculo intersubjetivo, en que alude a una persona
o una parte del cuerpo. Así se hace imposible que lo nombrado con
esos significantes circule en un contexto transindividual, cultural.
En cambio, la eficacia de la desmentida (dominante en numerosos
cuadros narcíslstas) implica ubicar fuera del Yo de placer, en otro Yo
escindido, las normas consensuales (correspondientes al Yo real definitivo), y el Yo (de placer) que desmiente las cuestiona y desafía.
En la abolición (dominante en cuadros psicóticos), finalmente, las
normas consensuales han desaparecido, y su lugar es ocupado por
un Yo (de placer y con residuos del real definitivo) exterior al propio
paciente. Este Yo es inesperado, tiránico y arbitrario: genera las normas según su propia conveniencia- y las cambia constantemente, y
sólo se unifica y adquiere coherencia en la medida en que el paciente
la pierde.
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Así, pues, mientras la represión primordial mantiene la coherencia del Yo real definitivo (aunque empobrecido) como sede de las normas consensuales, éstas resultan desafiadas y expulsadas en la desmentida y desarticuladas en la abolición, en este último caso, como
consecuencia de la no consideración de las reglas biológicas (Freud,
1895). En los cuadros psicóticos encontramos una articulación entre
estos tres mecanismos: la represión primordial (en cuanto a los residuales neuróticos), la desmentida y la abolición.
11.2. Desmentida
y abolición
Freud se esforzó por describir las características específicas de
los mecanismos de defensa de los diferentes cuadros clínicos. Si bien
centró buena parte de estos esfuerzos en el análisis de las defensas
La lógíca de fos procesos
psíquícos
en cuadros
narcisistas
787
neuróticas, también se refirió a las perversiones y psicosis. A partir
de las hipótesis freudianas deseamos precisar algunas características de
los mecanismos de defensa fundamentales en estos casos y contrastarlos con el de represión, propio de 'las neurosis de transferencia.
Con respecto a las perversiones Freud (1927) se refirió a la desmentida, mecanismo que se despliega ante el registro en el Yo (bajo
la forma de un juicio) de una percepción traumatizante, es decir, que
inflige una herida parla cual fluye al exterior la libido narcisista. Considerar la desmentida implica dos aspectos fundamentales: la investigación de la escisión en el Yo y la de lo que el Yo pone en el lugar de
la percepción traumática. Esto tiene relación con la necesidad de transformar defensivamente experiencias a las que se ha asignado un valor
traumático (desorganizante del narcisismo), cuyo origen se atribuye a
una percepción. La 'desmentida es un mecanismo usado preferentemente en las estructuras narcisistas, y la evidencia de su empleo por
el Yo suele consistir en el sentimiento de lo siniestro.
Si la desmentida supone una escisión en el Yo, en la abolición encontramos una desorganización de la parte del Yo que sostiene el
juicio de realidad, como postula Freud (1924a,'1924b). Sólo queda como ;estructura una parte omnipotente, narcisista, que es colocada fuera
y de la cual el paciente es víctima. La escisión fracasa al no haber un
Yo de realidad definitivo' que' sostenga el juicio traumatizante. Según
Freud (1927), la diferencia entre perversiones y psicosis es que en el
primer cuadro el Yo que sostiene el juicio de realidad traumatizante se
mantiene escindido, mientras que en el segundo grupo de cuadros este
Yo ha desaparecido, ha quedado abolido.
Mientras que la represión no implica una escisión del Yo, sino que
el Yo de realidad definitivo ha triunfado, aunque a un precio costoso,
la desmentida supone una escisión del Yo, es decir, un Yo que, sostiene un juicio .traumatizante y otro (que mantiene una identificación
primaria) que lo cuestiona, y desde cuya posición suele hablar el paciente. En cambio en la psicosis desaparece, resulta abolido este Yo
de realidad definitivo que sostiene un juicio traumatizante, y en cambio
queda el Yo de la identificación primaria, que se apoya en un ayudante
para mantenerse como ideal, de un modo arbitrario y arrogante. Él
paciente psicótico se ubica habitualmente en el lugar de este ayudante
(víctima) de un modelo hostil, que lo usa para su propio goce, punto
que consideramos específicamente en la primera parte de este trabajo.
El Yo de placer purificado también es expulsada fuera del paciente
psicótico, que queda por lo tanto desujetizado, convertido en objeto.
Fuera de!' paciente existen, pues, un Yo de placer purificado, que goza
al tomar al paciente como ayudante, y también los restos desarticulados del Yo real definitivo, que sostiene (bajo la forma de alucinaciones,
autorreproches o delirios) un juicio traumatizante. A veces estas dos
788
David Maldavsky
estructuras: Yo de placer purificado en estado de goce, y fragmentos
del Yo real definitivo,se articulan con la hegemonía de la primera de
ellas, y ambas agobian al paciente, sometido a un permanente estado
traumático. Quizás esta descripción pueda articularse con la de Garma
(1931) cuando se refiere a una unidad de placer que es rechazada en
las psicosis.
Hemos discriminado, pues, a la desmentida (como mecanismo de
los 'cuadros narcisistas estructurados) de la abolición, cuando el narcisismo se desestructura en las psicosis y se disuelve el Yo de placer
purificado constituido a partir de las identificaciones primarias. Mientras que en el primer caso se cuestiona la afirmación (el [ulclo) traumátizante sostenida por el Yo de realidad definitivo, en el segundo
la oposición al juicio se acompaña de una desorganización del Yo
que lo sostiene. Se trata pues de dos destinos diferentes dados a la
frase que contiene el juicio traumatizante. En el segundo caso la
abolición del juicio implica que la percepción queda desconectada
de éste, mientras que en el primero el juicio es sólo cúestionado,
forzado fuera del Yo de placer en un Yo escindido.
La desmentida implica la necesidad de poner aigoallí donde la
percepción dio ilusorio sustento a un juicio traumatizante. Lo que el
Yo de' placer pone tiene por función sostener el cuestionamlento del
juicio traumático ubicado en el Yo real definitivo. Aquello que se coloca' en dicho lugar ocupa la posición de un ayudante para el' Yo de
placer purificado, investido como omnipotente.
La desmentida puede operar para sostener la .ldeatlzaclón de la
madre en tanto fálica, como Freud la describió en el fetichismo. Pero
también puede operar para sostener la ldeallzación del padre, que éste
no ha muerto (como ideal), según se desprende de un ejemplo· que
considera Freud (1927) posteriormente. Por fin, la desmentida puede
operar para sostener la propia semejanza con el ideal, la proxlrnldad
con respecto a éste, como ocurre, por ejemplo, cuando la niña desmiente el juicio de su falta de pene (Freud, 1924c). En algunos casos,
pues, la desmentida está al servicio del sostén de una idealización de
otro, ubicado como garante del ser del Yo, por lo cual se crea un
vínculo en que uno (el Yo) sostiene la investidura del otro (del modelo),
quien a su vez inviste al Yo como elegido, como salvador. En otros
casos, en cambio, la desmentida opera para oponerse a la admisión
de la diferencia con respecto al ideal. La desmentida suele, implicar
alguna clase de modificación contextual, en que alguien queda investido como ayudante del Yo para que ésta sostenga un ideal, En
cambio, cuando opera la abolición, esta modificación contextual es
sustituida por otra, intrapsíquica, en cuyo caso ésta es sostenida como
idéntica a la realidad exterior.
La lógica de los procesos ps/quicos en cuadros narcisistas
789
El mantenimiento del mecanismo de desmentida, en lugar del de
abolición, depende en parte de que el paciente se reconozca investido
o no como el elegido, como el héroe que debe sostener y salvar la
idealización de aquellos a los que ubica como modelos. Si no se reconoce investido como tal, se ubica en el lugar de ayudante de un modelo
hostil, a cuya consagración contribuye al perderse a sí mismo: el goce
del Yo de placer purificado aparece ubicado fuera, en ese modelo
hostil, quien lo ha sustraído al paciente.
Freud (1938a) afirma que mientras el perverso puede colocar un
fetiche, como un zapato, en el' lugar de la supuesta falta, para desmentir un juicio, el esquizofrénico coloca allí una alucinación con el
mismo fin.
Dos conclusiones pueden desprenderse al menos como pertinentes con respecto a esta afirmación. En primer lugar, en las psicosis la
desmentida fracasa en la búsqueda de un ayudante en los vínculos
intersubjetivos, para poner en el lugar de la falta supuesta, fracaso que
no ocurre en los cuadros narcisistas estructurados.
'En segundo lugar, la alucinación, empleada como recurso en la
desmentida, no es generada por este mecanismo sino reforzada en su
vigencia por él. La alucinación, pues, parece ser un derivado, una
consecuencia de otra constelación defensiva, y puede ser recuperada
en el contexto de una desmentida. Esta es una de las razones en que
nos apoyamos para deslindar el mecanismo de abolición como característico de las psicosis, cuyos productos pueden articularse,' como
lo observamos en el comentario de Freud, con la desmentida.
Frelid {1925} discriminó dos tipos de juicios generados por el Yo:
de atribución o desatribución de un valor a algo o alguien y de existencia de una representación en la realidad.' El primero surge a partir
del Yo de placer; el segundo, del Yo real definitivo.
En la fase fálica la desmentida procura sostener un juicio de atribución de un valor objetivo (el pene), a -la, madre, para mantener un
vínculo de ser, de identificación primaria con ella. Pero las exigencias
del Yo real definitivo resultan respetadas en la medida en que el Yo
que desmiente coloca algo perceptible para que el juicio de atribución
pueda sostenerse articulado con un juicio de existencia (del cual se
cuestiona, .en el fetichismo; sólo una convención pragmática, 'que afirma que la realidad percibida no debe ser deformada mediante la acción,
a menos que se reconozca que se ha realizado dicha modificación).
En cambio, en la abolición el juicio de atribución se sostiene 90n un
alto costo: la desconstitución del juicio de existencia, y no meramente
su cuestionamiento.
, Pero en ambos casos (desmentida, abolición) el Yo queda a merced de los deseos incestuosos, que sólo son reprimidos por la eficacia
790
David Maldavsky
de la amenaza de castración, que tiene relevancia en otro sector del
Yo, escindido o desarticulado (el Yo real definitivo).
,
Ahora bien, el término abolición sugiere la idea de desestructuración de una organización, de descualificación. Cabe plantearse qué
estructura resulta desorganizada, cuál es el proceso de desconstitución,
cuáles son las consecuencias de ello y en qué momento ocurre este
proceso.
Como ya lo hemos anticipado, la estructura que sufre la abolición
es el Yo real definitivo, aquel que emite un juicio que distingue interior
de exterior, que se atiene a ciertas normas consensuales, que sostiene
la ilusión de una objetividad basada en la reflexión acerca de las propias
percepciones. La desorganización de este Yo implica también la desestructuración de los lugares de objeto y de rival en el aparato psíquico, ya que éstos se asientan en la vigencia del lenguaje como sostén
unificante de diferentes experiencias y acuerdos. La tensión entre
preconscienté e investidura de objeto sólo se sostiene cuando predomina la represión, pero no cuando prevalece la desmentida (en cuyo
caso las investiduras de sujeto socavan el valor de las de objeto (como
aspecto fundamental hacia el cual se dirige la defensa) ni cuando tiene
hegemonía la abolición (en cuyo caso la desorganización de las investiduras dé· sujeto sustrae el fundamento al deseo y con ello a las investiduras erótica y hostil de objeto).
La libido retirada de estos lugares desconstituidos inviste a un Yo
para paliar la herida narcisista. Pero existe otra consecuencia de esta
'desorganización: el Yo de placer purificado, tras un momento ilusorio
en que parece coincidir con la posición del paciente, se extraña de
éste y adquiere un matiz hostil, como corresponde a la regla de los
cuadros narcisistas, en los cuales la estructura con mayor grado de
'coherencia y complejidad queda ubicada fuera (el Yo real definitivo,
en los caracteres narcisistas, y el Yo de placer purificado, en las psicosis).
El proceso de desconstitución opera pues sobre el Yo real definitivo correspondiente a los residuales neuróticos, contrapartida de las
investiduras erótica y hostil de objeto. Pero existe un fundamento de
atracción hacia la pérdida de cualificación, de significación, fundamento configurado por un fracaso en la constitución de un Yo de placer
purificado, por una herida narcisista. Así como en las neurosis lo
reprimido primordial ejerce un poder de atracción (de sentido) con
respecto a otras representaciones que terminan sucumbiendo a la represión (Freud, 1915, 1926), igualmente en las psicosis una falta de
constitución original se convierte en polo de atracción desconstituyente
de otras estructuras. En los dos casos existe una falta que' funda el
mecanismo defensivo. Pero mientras en la represión primordial falta
el nombre para denominar lo esencial (de que carece) del objeto inves-
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
791
tido libidinosamente, en las psicosis falta la representación de un Yo
(coincidente con el ideal) que pueda ser investido de un modo narcisista, y en su lugar se mantiene una herida abierta constante.
Este proceso de desconstitución (la abolición de las reglas con
que opera el Yo real definitivo) ocurre en el pasaje del primero al
segundo momento de la psicosis (analizado en 1.1) cuando la libido
que inviste al objeto se retrae al Yo, con lo cual el aparato desorganiza
significaciones;
El tercer momento configura una tentativa fallida del Yo de reconstruir lo desconstituido. Esta tentativa configura una forma transaccional
entre, por un lado, el Yo real definitivo subsistente y, por el otro, el
resultado de la sustracción de las investiduras de las representacionescosa. Como tentativa resulta fallida debido a que la lógica constituyente
de las representaciones-cosa (que consideramos en el principio de este
trabajo, en 1.2)ha sido sustituida por otra, anterior, a partir de la cual
es imposible que derive la representación del objeto cuyo nombre aparece constituido (ligado con el Yo real definitivo), pero despojado, pues,
de sentido.
En la restitución psicótica el vínculo con el objeto, impulsado a
partir del deseo (reprimido) sostenido en los residuales neuróticos,
queda interferido por el surgimiento de un doble de sí, anteriormente
idealizado y ahora, ante el cambio que procura forzar el. Yo, vuelto
siniestro.
Quizá podamos diferenciar mejor entonces desmentida de abolición, puesto que también aquélla implica una retracción de la libido
objetal al Yo, pero en que no cobra vigencia un proceso desorganizativo del narcisismo, sino que éste se sostiene como estructura, resistente a la atracción desde el fundamento, desde la herida narcisista
constituyente ..
Si recordamos el análisis de páginas anteriores (ver 1.6)acerca de
las razones por las cuales se pierde el lugar de modelo, advertiremos en
qué condiciones el fracaso de la desmentida (por no tener modo de
poner algo exterior en lugar de lo que no se ve) da paso a la abolición. En efecto, el fracaso puede deberse a la pérdida perceptual de
la persona investida como modelo, a una desilusión con respecto a
ésta, y también a que no se halla un ayudante con el cual sostener
su idealización. Por fin, también el surgimiento del deseo edípico positivo conmueve la ubicación ilusoria de alguien como ideal, al constituir el objeto de deseo.
Es en el tercer· momento restitutivo, que se hace notoria la desorganización del juicio de realidad, fundamento dé alucinaciones, autorreproches y delirios. Pero la razón para esta desconstitución se en·cuentra en los momentos anteriores, ya que el juicio se funda en la
existencia de un Yo de placer estructurado y articulado con el Yo real
David Maldavsky
79~
'definitivo. En efecto, el juicio se éstructura según Freud (1895), a par-tir de un enlace entre la porción 'cambiante (los predicados) del Yo y
la del objeto, y por lo tanto si el paciente carece de una representación-Yo con la cual identificarse, el proceso del juicio no puede sostenerse como tal.
Diferenciamos, pues, un estado inicial de no constitución de una
representación-Yo coincidente con un modelo (concepto parcialmente
relacionado con el que Lacan en 1966 denomina preclusión) y una
repetición de 'diCha no constitución, pero bajo la forma de desconstitución de un' Yo real definitivo o .de alguno de sus componentes (como
consecuencia de una frustración), proceso correspondiente a la abolición fundamental, en la fase fállca, y a la abolición secundaria, que
determina una crisis psloótlca. Esta operación es un mecanismo mediante el cual el Yo de placer procura dominar el trauma, sufrido paslvamente, al repetirla consigo, en, forma reflexiva, y goza en la autoaniquilación del Yo real definitivo, e inclusive del Yo de placer purificado mismo y del Yo real primitivo.
, ,La falta inicial de constitución de un Yo de placer purificado por
una falla en el mecanismo,,de identificación primaria con un modelo
impide el surgimiento de un concepto, de juicios y luego de razonamientos.. Esta es la razón básica: la falta de una representación-Yo,
fundamento de la ausencia de un juicio. Ciertas percepciones, no pue·den quedar ligadas a [uicios.ry este''mecanismo de rechazo (desconexión de la .peréepclón con respecto a un juicio) es usado en la fase
fálica, ante-el registro de la diferenéia de sexos, momento en que los
'juicios no se constituyen. El Yo apela a este mismo mecanismo en el
proceso' de desconstituctón que en 'pacientes adultos origina una crisis
psicótica. Este proceso de desconstitución (la abolición 'de las reglas
con que opera el Yo real definitivo) resulta fundamental en el momento
de retracción narcisista en fas psicosis, como consecuencia de una
frustración.
, Una lÍltimaprecisión.
Estamo~ acostumbrados a asignar a la represión el carácter de un esfuerzo permanente de defensa ante las
pulsiones
a través de .sus representaciones.
Pero no advertimos que
. .
....
.
,este mismo carácter revisten la,desmentida y Ia abolición, quizá porque
suponemos que en este caso el problema ocurre aparentemente con
respecto a los estímulos exógenos, que son discontinuos. Se trata de
un error que surge de no reconocer que la realidad exterior, percibida,
se constituye a partir del aparato psíquico, de su fuente pulsional, ,Y
que la defensa opera fundamentalmente frente aljuició ligado a la percepción, Y ha tanto frente a la percepción en sí, más que como censecuenciadel juicio.
.
La lógica de los procesos psiquicos en cuadros narcisistas
79:3
Por ello mismo,' el esfuerzo por sostener un juicio contradictorio
con el juicio traumatizante y demostrarlo en la realidad es igualmente
constante, ya que se trata de una defensa ante la pulsión .. Asimismo,
el mecanismo de abolición de un Yo real definitivo; que perpetuamente
amenaza con reconstituirse, demanda un idéntico esfuerzo desorganizante.
De allí que el retiro de investidura dela representación-cosa y su
retracción al Yo no ocurre una única vez, definitiva, sino que constituye
un mecanismo repetido con variaciones y con un cierto grado de ·especificidad en cuanto a las características de lo desinvestido.
11.3. Eficacia de las paradojas 'lógicas, semánticas y pragmáticas
En los caracteres narcisistas el mecanismo defensivo fundamental del Yo es la desmentida: pero cuando ésta se refiere al mantenimiento de la idealización de un' objeto exterior, fundamentalmente la
madre, simultáneamente se ubica en otro Yo, escindido, la afirmación
que el Yo rehúsa aceptar. Este Yo que desafía las normas consensuales
es asumido por el propio paciente. Esto determina efectos en, el preconsciente. Nos encontramos, como consecuencia de este proceso
defensivo en que es puesto el. Yo, con perturbaciones pragmáticas, semánticas o lógicas. La perturbación consiste en estos casos en una
aceptación aparente de las normas consensuales: y en su' cuestionamiento de hecho. En cambio, en las psicosis el mecanismo básico es
la abolición, yel paciente queda ubicado como aquel de quien el modelo extrae el goce para acceder a la felicidad, 'al sentimiento de sí.
En estos casos, las perturbaciones en el preconsciente se deben a que
las normas consensuales se han desorganizado, y. el paciente, en la
posición de ayudante, sólo puede desafiar las normas arbitrarias írnpuestas por un Yo omnipotente, exterior.
Para analizar las perturbaciones en. cada uno de estos grupos nos
parece útil recurrir al análisis de determinadas paradojas surgidas a
veces en el aparato pslqulco a partir de la dinámica de una estructura
familiar, que en lugar de introducir normas consensuales y trasgresiones regladas de éstas, imponen una ley autocontradictoria, irreductible
e inevitable. El mecanismo por el cual estas paradojas. se instalan en
el aparato psíquico es la desmentida, que impIica una contradicción
con un juicio (el de la castración materna) ilusoriamente ligado a una
percepción. Para mantener la idealización de una persona (la madre
fálica) como modelo, el Yo debe ceder 'alqo de sí y colocarlo allí donde
la percepción y el juicio correspondiente la cuestionan. En los diferentes cuadros narcisistas el Yo coloca algo diferente de sí para sustentar esta idealización, yes precisamente la diferencia de lo.que coloca
794
David Maldavsky
lo que permite distinguir entre las esquizoidías, las depresiones y las
impulsiones. Pero aquello que coloca de sí (y que implica ceder una
parte del Yo real definitivo, escindido) lo sustrae a su vez a otro, investido como ayudante, con lo cual se mantiene como estructura. A
veces la familia impone una exigencia determinada, si es que se hace
necesario mantener una idealización, y esto determina que las perturbaciones sean lógicas, semánticas o pragmáticas. El deseo heterosexual exogámico es contradictorio con la desmentida, y debe constituirse en un medio para un fin narcisista. De lo contrario, el Yo pierde
su sentimiento de sí, sufre una herida en su ser, debido a que el
garante de dicho ser corre el riesgo de desestructurarse en su lugar
de modelo.
Consideraremos, pues, tres tipos de paradojas así como los mecanismos mediante los cuales éstas se vuelven eficaces en el aparato
psíquico: paradojas pragmáticas, semánticas y lógicas. El modelo, según lo hemos dicho antes, ocupa este lugar autocontradictorio, que
por lo tanto genera una herida en el Yo. Es en el lugar del modelo
donde ocurre la paradoja, cuyas características específicas analizaremos a continuación.
Las paradojas pragmáticas han sido consideradas con amplitud
por Bateson y colaboradores (1956), bajo el nombre de mandato paradola', determinante del doble vínculo. Los interaccionistas sustentan
que el doble vínculo está en la base de la patología esquizofrénica.
Por nuestra parte, consideramos que se trata de una estructura intrapsíquica que surge en cuadros con características impulsivas o en
psicosis paranoicas. No es que no existan contradicciones pragmáticas y doble vínculo en la esquizofrenia, sino más bien que no constituyen lo específico, configurado por las contradicciones lógicas. En
los cuadros melancólicos y en los caracteres depresivos, en cambio,
lo específico son las contradicciones semánticas.
Sin embargo, estas contradicciones (pragmáticas, semánticas, lógicas) no son en sí eficaces en el aparato psíquico a menos que vayan
acompañadas de otro conjunto de elementos que impongan al Yo un
sometimiento a la paradoja, a su carácter mutuamente excluyente.
Existen dos mecanismos defensivos del Yo cuando se encuentra ante
paradojas. Uno de ellos consiste en tratar de superar esta situación
mediante su reconsideración, mediante su cuestionamiento. Si ello no
es posible, todavía queda como mecanismo la huida. Sin embargo,
en los casos de las paradojas pragmáticas, semánticas y lógicas en
cuadros narcisistas, no es posible ni la reducción de la contradicción
ni la fuga ante ésta, porque existen recursos para impedir estas soluciones. Por lo tanto, junto con el estudio de las paradojas es necesario analizar los otros recursos que las vuelven eficaces al dejar indefensoel Yo.
La lógica de
10$
procesos psíquicos en cuadros narcisistas
795
En realidad, este estudio ya ha sido réalizado con respecto a las
paradojas pragmáticas y el doble vínculo. En este caso, a las' dos
órdenes contradictorias, generadoras de la' paradoja pragmática, se le
agregan otras dos órdenes que vuelven indefenso al Yo: una prohibición
del comentarlo, de la contradicción y una prohibición de alejarse del
campo. En cuantoa la estructura de los dos términos contradictorios,
es habitualmente la de una orden general cuestionada por una .orden
específica.
Algo similar encontramos en cuanto a las paradojas semánticas y
las lógicas, aunque en este caso no se trata de órdenes. En el caso de
las contradicciones semánticas, se afirma experimentar un afecto (o un
deseo) como correlato de una actitud que es contradictoria con lo afirmado. Por ejemplo, denominar amorosa o altruista a una conducta
egoísta. Así ocurre en las exigencias, que difieren de las órdenes. Las
exigencias procuran imponer un estado, mientras que las órdenes aluden
a acciones. Además, las sanciones por el no cumplimiento de las órdenes consisten en que quien ordena despoja de un bien objetivo y/o ejerce la violencia física sobre el ordenado, y las sanciones por el no cumplimiento de una exigencia consisten en el sufrimiento de quien exige
por culpa de quien defrauda su anhelo. Las exigencias son formuladas por un supuesto' amor pero implican egoísmo y narcisismo. En la exigencia: "vos tenés que ser feliz", el exigido no tiene autonomía, y su
estado es entendido como causa del: estado de su interlocutor. No se
trata de una paradoja pragmática, puesto que no hay dos órdenes contradictorias, sino de una paradoja semántica, puesto que existe una
denominación subyacente de un estado (afecto o deseo) en quien habla,
contradictoria con su significado. Sólo por esta contradicción semántica subyacente puede suponerse que el estado (felicidad, en el ejemplo) surge por una exigencia. Pero además de esta paradoja semántica
encontramos otros dos elementos, dos reproches, tendientes uno a impedir el cuestionamlento de la contradicción y el otro la fuga.
Las contradicciones lógicas, en fin, se presentan bajo la forma de
una oposición entre una afirmación específica y un juicio acerca del
referente genérico. Por ejemplo, si un paciente dice: "vi un centauro",
existe una contradicción entre la añrrnación específica y una realidad
supuestamente objetiva a la que alude, que es un referente genérico
constituido convencionalmente como juicio de existencia: los centauros
no existen. A esta contradicción se le agrega sólo uno de los otros dos
elementos antes indicados, el que impide el cuestionamiento de la contradicción, puesto que basta sólo esto para que el aparato pslqulco
quede paralizado y sea imposible la fuga. El modo de evitar el cuestionamiento de la contradicción se da bajo la forma de un desvío del
pensamlento. Un buen ejemplo de ello es un episodio de Alicia en el
País de las Maravillas. Sabemos que los -textos de Carroll están sem-
David Maldavsky
brados de contradicciones lógicas, como por ejemplo, en Alicia, la del
reloj que marca el día y no la hora, en cuyo caso no podriamosafirmar
que es un reloj sino un calendario. En el episodio al que aludimos la
protagonista dialoga con un grifo y una falsa tortuga, que dicen haber
,){,iyido en el fondo del mar, hecho lógicamente imposible por múltiples
razones: por ejemplo, el grifo en realidad lanza el agua, la contiene
.en su interior (incluso, como figura totémica compuesta, tiene este
papel y no a la inversa); además, como animal compuesto (ave y león),
no vive en el fondo del mar; por otro la tortuga es falsa, y además, si
no lo fuere, sería un animal de superficie y no de las profundidades.
Pero Alicia no plantea objeciones a estas contradicciones. En cambio,
escucha de sus interlocutores un relato de las materias que estudiaban
en la escuela, en el fondo del mar, un relato sugerente en cuanto al
modo como los sonidos de las palabras causen una realidad. Finalmente describen a Alicia el ritmo escolar: el primer día iban diez horas, el
segundo nueve, y así sucesivamente.· Alicia, maravillada, replica que
,entonces el undécimo día tendrían asueto, afirmación que es corroborada por sus interlocutores. Entonces Alicia lanza con entusiasmo su
pregunta: ¿qué ocurre el duodécimo día? Sus interlocutores responden
cambiando el tema. La pregunta de Alicia en realidad es un cuestionamiento de la contradicción lógica entre la afirmación específica de sus
interlocutores y el juicio acerca de la realidad genérica supuesta (explicitado además por la falsa tortuga), según la cual la escuela se extiende un período considerable. La respuesta de sus interlocutores consagra la contradicción lógica como eficaz.
Las paradojas (lógicas, semánticas, pragmáticas) no son patógenas de por sí, sino en la medida en que sean imposibles el cuestionamiento de la contradicción y la evitación mediante la fuga. De hecho,
contradicciones de alguno de estos tres tipos surgen en la vida cotidiana, como por ejemplo apurar a los hijos para que lleguen temprano
a la escuela, y simultáneamente ordenarles que se peinen y aseen antes
de salir (contradicción pragmática), o bien exigirles que traten con
cariño a un tío. abuelo fastidioso, o bien estar físicamente presente y
psíquicamente ausente ante ellos en un momento .determinado. Sin
embargo, cuando los hijos intentan una rectificación de la contradicción, los padres suelen reconocerla como tal y resolverla de algún modo (pese al ultraje que esto implica al narcisismo), a diferencia de los
casos analizados.
Existen diferencias entre las paradojas pragmáticas, semánticas y
lógicas. En las paradojas pragmáticas, ambos términos contradictorios
están a la vista, uno a veces bajo la forma de un supuesto, de una
orden recordada anterior, o de una orden general común a toda una
sociedad, y la otra como una orden específica. En cambio en las con·tradicciones semánticas el significado delos significantes, el concepto
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
797
del afecto o el anhelo al cual el paciente alude, es inobservable, conjetural, y por lo tanto resulta difícil de detectarlas. En las contradicciones lógicas, ambos términos están presentes, y por lo tanto resulta
posible el contraste, pero un término se manifiesta bajo la forma de
una afirmación, y el otro, bajo la forma de una percepción ligada a un
juicio de existencia.
Ahora bien, al aludir a las paradojas pragmáticas indicamos que
en general fueron descritas en términos de vínculos interpersonales.
Sin embargo, no consideramos posible superponer una estructura
psíquica y otra familiar. Existen diferencias entre las estructuras intrapsíquicas y sus determinaciones intersubjetivas, de manera tal que entre'
los múltiples estímulos provenientes de una familia el Yo de determinados niños recoge alguno de los elementos para estructurarse, y a
veces lo hace de una manera demoníaca, autodestructiva, y constituye alguna de las estructuras ya descritas. En algunos casos, existe
una coincidencia marcada entre la estructura intersubjetiva y alguna
de estas organizaciones intrapsíquicas, pero en otros casos esta diferencia es grande. Cuando esta coincidencia existe, suele presentarse
una composición familiar definida, que procuraremos describir en los
próximos apartados, todo ello dentro del contexto analizado por Freud
(1922) al referirse a ras determinantes de la posición homosexual. Sin
embargo, aun así cabe destacar que muchas de estas experiencias sólo
a posteriorl, al surgir fases más estructuradas de la organización del
Yo, se vuelven incompatibles entre sí, pero ya no como experiencias
sino como huellas mnémicas, y esto hace que sean imposibles al Yo
tanto el cuestionamiento de la contradicción como la fuga. En efecto,
consideramos que las paradojas se transforman en eficaces a medida
que el preconsciente se organiza como estructura con sus propias leyes, es decir, en la fase fálica pero sobre todo a partir de la latencia
y la adolescencia (ya que en la fase fálica a menudo sólo se constituye
la contradicción, a partir de una desmentida, en el preconsciente). Al
surgir la experiencia contradictoria el Yo cede algo de sí. Lo que cede
depende del tipo de contradicción, lógica, semántica o pragmática, y
este primer ceder se constituye en la línea por la cual habrá de trazarse la escisión del Yo con posterioridad a la desmentida.
En cuanto a la estructuración de la contradicción se suele dar
(aunque no exclusivamente) entre un .término general y otro específico:
afirmaciones, expresiones de afecto o anhelos, órdenes. Uno de ellos,
el' general, suele derivar de la instalación de las normas consensuales, y el otro, el específico, contiene su desafío por el Yo que desmiente, La contradicción expresa, pues, el vínculo entre ambos Yo,
entre ambas estructuras preconscientes, inconciliables. El desafío surgió habitualmente con anterioridad a la norma, aunque no como desafío,
sino como un criterio estructurante del Yo, que luego, al instalarse la
798
David
Maldavsky
norma, se vuelve incompatible con ésta. A veces surgen términos transaccionales (derivados de representaciones narcisistas) como tentativa de reducción de la contradicción y que contienen reunidos elementos inconciliables. Esto hace qua-a posteriori dichos términos se
constituyan en traumáticos, en siniestros.
Ahora bien, si la paradoja surge como consecuencia de la desmentida, puesta por el Yo de placer purificado para objetar un juicio, podemos reconocer la diferencia entre caracteres narcisistas y psicosis
ante ella. Los 'caracteres narcisistas, imposibilitados de defensa ante
la eficacia de la paradoja, realizan una transformación pasivo-activa del
trauma del registro de esta articulación autocontradictorla.
Generan,
por lo tanto, paradojas ante los otros, ubicados como ayudantes para
que el Yo del paciente con un carácter narcisista se mantengaestructurado.
En cambio, en las psicosis, la eficacia de la paradoja determina
la abolición de' aquel Yo que la registra como tal (el Yo real definitivo),
ante la imposibilidad de coiocar a alguien como ayudante que, a la
manera de un tapón, cierre la herida narcisista. El paciente experimenta pues un estado de lndetenslónante la paradoja ubicada en el
luqar de un modelo hostil.
..
'
La.imposibilidad de sostener la coherencia del preconsciente, de
un Yo.ihace que la estructura correlativa en lo inconsciente, la de las
investiduras eróticas y hostiles de objeto, tampoco se mantenga, ya que
la Jibido se retrae a ese Yo herido en su organización. Para que estas
estructuras inconscientes permanezcan es un requisito que lo inconsciente se organice sobre la base de la analogía (para configurar. complejos, de semejante) y la causalidad, y el preconsciente, que en un
principio se atiene a estas mismas leyes, va constituyendo progresivamente las propias. Pero en los diferentes cuadros narcisistas esta lógica (analógica) queda sustituida por otra: la de la apertura de las zonas
erógenas (simultaneidad entre percepción y motricidad, siendo el objeto
generado por la zona erógena) en las esqulzoldías y esquizofrenias;
la de la simultaneidad (entre diferentes zonas erógenas) y la pasividad
(bajo la forma de estados), .en los caracteres depresivos y las melancolías; la de la simultaneidad y la actividad (sintetizadas en la contigüidad), en los caracteres impulsivos y la paranoia. Si alguna de estas
lógicas, (que describimos al comienzo de este trabajo) constituye un
Yo de placer purificado en el paciente y se mantiene, además un Yo real
definitivo escindido, estamos del lado de los caracteres narcisistas;
de lo contrario, estamos .del lado de la psicosis.
, " En ambos casos, el preconsciente manifiesta los efectos de estas
otras lógicas, sea bajo la forma de cuestionamiento de las normas ton- ,
tenidas' en 'el Yo realdefinitivo,sea
bajo la forma de su abolición.
La lógica
de los procesos
psíquicos
en cuadros
111. Preconsclente
en caracteres
Teorías particulares
799
narcisistas
narcisistas
y fragmentos
y pslcosls.
de material
111.1. Consideraciones
clínico
introductorias
Hasta ahora nos hemos referido a los momentos de la constitución de las diferentes psicosis (en la parte 1) y a ciertas características del preconsciente
derivadas de la eficacia de la desmentida (que
el Yo se ve puesto ante la situación de desplegar) o bien de la abolición (en la parte 11).
Cabe entonces plantear algunas preguntas ordenadoras
de esta
parte 111. ¿Es similar la organización
de preconsciente
en los diferentes momentos de la psicosis?
¿Existen diferencias
entre las manifestaciones de los momentos de la constitución
de las psicosis (abolición)
y las de los caracteres narcisistas (desmentida)?
111.2. Paradojas
pragmáticas:
caracteres
impulsivos,
paranoias
En el caso de las contradicciones
pragmáticas,
que detectamos
en caracteres
impulsivos y psicosis paranoicas
(ver 1.5), las órdenes
paradojal'es suelen provenir de progenitores distintos y presentarse bajo
la forma de una orden específica proferida por uno de sus padres, y
Una orden genérica, proferida por el otro, que consiste en imponer el
desacato al otro progenitor.
A veces la orden específica es proferida
por la madre y la genérica, descalificante,
por el padre, pero también
puede ocurrir a la inversa. (Anteriormente
señalamos que en la estructura de las paradojas la orden genérica expresa al consenso y la específica lo contradice,
mientras que ahora sostenemos
que la orden
genérica en la familia, contradice
las normas, las desafía; es decir,
aparentemente
hemos alterado la implicación
antes descrita entre el
tipo de órdenes y su relación con el consenso. Sin embargo, esta diferencia entre una y otra exposición es sólo superficial,
ya que en esta
nueva descripción
nos referimos no tanto a la estructura de la orden
en el preconsciente,
sino a su origen en la familia.
En este caso,la
orden desafiante de un consenso es la dominante, y es por ello que
el preconsciente
del niño se constituye sobre la base de un Yo de
placer purificado
que se opone al Yo real definitivo mediante la desmentida. Familia y cultura han entrado en contradicción.)
En muchos
casos, es una madre fálica que cuestiona la palabra de un padre débil,
800
David
Maldavsky
feminizado; en otros casos, como en Schreber, la palabra de un padre,
identificado con una madre omnipresente, que por lo tanto no se decreta a sí mismo como ausente, como muerto, cuestiona la validez de
las órdenes específicas de la madre. A ello podemos agregar que el
padre descalificante impone habitualmente la orden de no contradicción y de no alejamiento. En todos estos casos el resultado es similar:
el mantenimiento de la madre como ideal, la imposibilidad de que el
padre ocupe este lugar y luego se promueve como ausente, como
estructura intrapsíquica (Superyó) articulada con los valores éticos y
estéticos de su cultura, como un nombre que condense y transforme
las diferentes inscripciones de experiencias de inmediatez en una totalidad autónoma con respecto a dichas experiencias.
En estos casos el niño ocupa el lugar de aliado de la madre, cuya
idealización sostiene. Cuando se identifica con el padre, lo inviste
como ayudante de la propia madre (la abuela paterna del niño, o su
equivalente), y desde' esa posición comodescalificante
de la esposa.
El niño, pues, queda investido, igual que su padre, como ayudante de
la madre. El niño cede algo de sí para que su madre sea fuente de la
identificación, del ser. El Yo recurre, en la desmentida, a cubrir, mediante una acción, a la madre con tesoros. El Yo que desmiente constituye una representación de la realidad en términos cinéticos. El otro
es o deja de ser a partir de una acción del Yo, y de este modo es
posible sostener, mediante una acción impulsiva (un robo, por ejemplo)
o perversa, el ser de la madre. Lo que falta en la madre puede ser
suplido- por un bien objetivo, extraído violentamente de otro lugar,
dado que la falta de pene: en la madre es entendida por el Yo como
una injusticia por reparar mediante la fuerza.
Un paciente de J. C. Wencelblat, con fuertes componentes impulsivos, contó que en la infancia peleaba con los vecinos de su edad.
Por ser judío, lo acusaban de estar entre aquellos que mataron a Cristo.
Trajo numerosos recuerdos en que el padre aparecía ejerciendo una
ley arbitraria, injusta, al imponerle un destino de comerciante (que resultó próspero) y a sus hermanos, en cambio, el de intelectuales. Manifestaba un fuerte apego a la madre, que se expresó, por ejemplo,
en haber tomado la mamadera hasta la pubertad. En la primera sesión
pretendió imponer al terapeuta que le dijese qué debía decir y, antes
de referirse a su vida sexual, incesante pero insatisfactoria, ubicó al
terapeuta como juez e inmediatamente agregó: "¿Usted está en condiciones de decirme si está bien o mal? Pienso que no, y discúlpeme".
En un trabajo anterior (Wencelblat y Maldavsky, 1978) denominamos
a una secuencia con esta estructura doble descalificación, puesto que
la primera conducta (forzar al otro para que ocupe el lugar de modela)
es ya una distorsión pragmática. Luego el paciente realizó una segunda
descalificación al cuestionar las condiciones del terapeuta para ocupar
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
801
la posición de juez; A .diterencla del mandato paradojal .ten que la
primera orden no .es oescalltlcatorla) en este, caso ambas órdenes lo
son, y éste es el correlato de la' experiencia infantil de ser Jnvestldo
como ayudante alternativo por uno y, otro de .los padres en pugna.
En otros momentos de esta-primera sesión el paciente repitió una
estructura similar: "Usted me dirá: quién soy yo para decir eso, pero
razono, pienso", por. ejemplo.. El paciente ubicaba al terapeuta en una
posición desde Ia cual éste cuestionaba el ser de aquél, y respondía a
dicho cuestlonamlento, supuesto, en -elotro refutándolo y' con ello' silenciando a quien lo desconocía como ser pensante 'y parlante.
Lo cuestionado en el paciente y.en el terapeuta es la' identificación ligada·al decir, allenqua]e. El paciente sostenía con-su violencia
la ilusión de haber destruido, corno héroe, a un enviado .de la palabra
divina, y su lenguaje aparecía entonces como equivalente de una acción. Aludió, por ejemplo; asu identificación con animales (un perro,
una oveja) ilusoriamente parlantes; y: refiriéndose a un 'hijo, por cuyo
destino estaba preocupado (ya que entraba en la adolescencia y temía
que siguiera su camino) dijo: "Yo quisiera que .ml. hijo, el, día que lo
haga, aunque sea con una prostituta, lo haga perfectamente bien, en
una cama, como corresponde, como manda la ley" que no .sea tan
bestia. Yo admito que he sido un,animal, ,y hasta la fecha cometo cosas
de animales"., Ubicarse corno animal era contradecir la ley, las, normas consensuales, ubicadas fuera ,del Yo.
En el hijo reaparecía 'un doble de sí, anteriormente idealizado y
que ahora se volvía hostil, que sostenía' ,la ldealizaclón 'de una ley natural, la de las ganas (y.no la 'del deseo de un deseo), la del arbitrio,
y que, como él, sostenlacleqamente
la idealización .de una mujer,' la
madre. El 'paciente procuraba reparar la .injustlcla de la falta de pene
en su madre mediante una acclónéxtractlva de un bien que finalmente
le entregaba, para que ella fuere.: por ejemplo, aludió a una pianista
(de igual nombre que su madre) de.la 'cual soñaba .ser mecenas. Las
acciones extractlvas- consistían, entre otras, en numerosos coitos que
implicaban la idea de apoderarse de, los 'bienes de los cuales otros
hombres habían' sido despojados (como ocurre' con el hombre que paga
a una prostituta) para entregarlos a su madre o bien, como derivado, a
su esposa ..
Desde el comienzo, su vida consistió en' luchar contra quienes deseaban .venqarse (contra sus compañeros), en tanto lo ublcaban (descalificándolo como sujeto) como miembro de una clase, como el héroe
que debe 'pagar la deuda por una muerte ,(la de un padre primordial)
realízada por otros. Mediante una acción hostil,' descalificaba a quienes lo descalificaban. Esta posibilidad de transformación pasivo-activa
de la descalificación determina que, el paciente -mantuvlera-su estructura narcisista, el carácter impulsivo. Frente- a la paradoja pragmática
802
David Maldavsky
padecida pudo realizar una transformación, como lo vimos con respecto
al analista. La desmentida implicó para el paciente sostener la idealización de la madre y equiparar su Yo real definitivo con la palabra
arbitraria paterna a la cual condenó ilusoriamente al silencio mediante
la vioJencia cinética. El paciente se vio imposibilitado de cuestionar la
contradicción pragmática (la descalificación por el padre de la posición de la madre, de sus órdenes) y también de fugar con respecto a
ella. Surgió entonces el recurso a la desmentida y se identificó 'con
un héroe (como su padre) salvador de su madre.
La imposibilidad de cuestionamiento de la contradicción surgió en
la sesión inicial no como recuerdo sino como repetición invertida: el
paciente procuró forzar al terapeuta a desconsiderar el contrató analítico y pidió que el analista lo orientase; y' cada vez que éste intentó
recordar lo acordado en las entrevistas y su diferencia con lo que el
paciente decía esperar en la sesión, y trató de operar en consecuencia,
el paciente aumentó su presión bajo la forma de una presunta agudización de una crisis de ansiedad.
Veamos ahora otra situación, la de una psicosis paranoica, en que
la paciente no sostiene la estructura de su Yo de placer purificado a
costa de ubicar a otro como ayudante.
Una paciente delirante de F. Ghade había quedado largo tiemp~
separada por su familia del mundo debido a que su charla, algo inconexa, era entendida por sus padres como una delación, ya que por
ella, afirmaban los padres, los demás podrían enterarse del estado de
la familia. En una oportunidad se hallaba en un club cercano al consultorio y pese a que era casi la hora de comenzar la sesión, decidió
volver primero a su casa, bastante distante de ambos sitios. Desde allí
se dirigió al consultorio, para lo cual prácticamente debió desandar el
camino, y llegó casi al finalizar su hora.
El modo como esta paciente configuraba el espacio es similar al
que suponemos en el niño en el momento del juego del carretel. Existe
en el niño un centro, su Yo, del cual parte y hacia el cual confluyen
múltiples líneas. Se trata, pues, de un espacio lineal, que no incluyé
el reconocimiento de una trama de relaciones intersubjetivas y objetivas exteriores al Yo; es decir, no existe una especie de mapa intrapsíquico. Así, la paciente sólo podía ligar el sitio del club con el del
consultorio vía su casa, como centro, equivalente del Yo. Pero ella
ocupaba en realidad no el lugar del Yo sino el del carretel, es decir,
de algUien investido como ayudante para el goce de un Yo, exterior
a ella misma: ella, como el carretel, podía ser precipitada en el no ser
de un modo arbitrario, traumático, a través de una acción expiJlsivay
destructiva.
.
Igualmente su lenguaje era entendido como una aceren que precipitaba fuera del ser a su familia, y por lo tanto se la hacía enmudecer.
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
803
No se la reconocía, pues, como causa del mantenimiento de la idealización de un progenitor, sino que se la ubicaba del lado de la cultura
y como opuesta a la familia. Si bien esta paciente entregaba algo de
sí, no recibía a cambio la identificación, y por ello ocupaba sólo el
lugar de ayudante para que otro gozase mediante una acción expulsiva y destructiva, ante la cual ella era sólo víctima y el otro, activo,
Ese otro era un Yo arbitrario, omnipotente, como el Yo que .en los impulsivos desafía las normas,' sólo que en la paranoia este Yo es exterior, y las normas consensuales. han quedado abolidas.
Una diferencia entre este caso y el anterior es que el paciente
primero se proponía como alguien que hacía que otro hiciera (por ejemplo, las órdenes al terapeuta), mientras que esta segunda era pasiva,
su hacer tenía un centro en otro.
A esta diferencia podemos agregar que el primer paciente era investido como salvador por su madre, mientras que esta segunda era
desconocida, o reconocida como traumática, como delatora en la familia. El primer paciente posee un Yo omnipotente, escindido, estructurado a partir de la desmentida y de la ilusión de extraer un. bien
objetivo para entregarlo a su madre, sostenida: entonces como idealizada, garante de su ser. La segunda ubica su Yo omnipotente fuera
y. ella queda ocupando el lugar de un ayudante que padece la sustracción injusta de un bien (el lenguaje) para el goce de un modelo hostil,
tal como lo indicamos en la parte. 1.
En ambos casos observamos además una descalificación de la
palabra de! sujeto. Las palabras del padre en el primer caso y la de
los padres, en el segundo, aparecen corno una acción descalificante,
arbitraria, del discurso, del preconsciente estructurado del hijo. Pero
el paciente podía hallar soluciones, como la transformación pasivoactiva del trauma, descalificando a otros a partir de una investidura
heroica por parte de su madre, que daba sentido a su palabra como
acción. En cambio, el discurso de la joven delirante era investido con
sentido negativo PW sus padres, y debía quedar condenada al silencio.
111.3. Paradojas semánticas:
caracteres
depreslvos,
melancolías
Durante un lapso bastante prolongado del tratamiento, una paciente de' M.M. Pecastalnq interfería sus escasos materiales clínicos con
abundante llanto. Progresivamente la terapeuta pudo informarse de que
la paciente' no concebía que su día de vida tuviera sentido a menos
que dedicara una parte a pensar en las desgracias de su madre. Se
había separado hacía poco de un novio con el cual había comprado a
medias un lote de tierra, y no se decidía a venderlo, no tanto por
conservar ilusiones de un reencuentro sino más bien porque de lo
804
David
Ma,ldavsky
contrario no podría menos que entregar el dinero a su madre. Sus
padres padecían fuertes penurias económicas de las 'cuales se lamentaban ante sus cuatro hijas. Podemos conjeturar el tipo de imposición
subyacente realizado por la madrea larpaclente: "preocúpate espontáneamente por mí", tal vez. '
, La paciente describió cómo salía cotidianamente del hogar familiar. Cuando lo hacía, la madre' lloraba,' aconqoláda y el padre' se desplomaba al piso presa también 'de 'llanto. Uil sábado de noche, a diferencia de lo que ocurría habitualmente, tanto ella como sus hermanas
no salieron del hogar-o suhermana mayor; por' estar dlsqustada con
el novio, la que la seguía, por haber fracasado un encuentro con una
amiga para ir al cine, la más pequeña, porque' debía estudiar, y ella,
porque no tenía con quién salir. Las cuatro estaban, pues, apesadumbradas, algo enojadas. El padre, radiante alver a sus hijas en la casa,
exclamó: "resto es alegría, esto es hogar, todos juntos!".
Laing (1961) expone un tipo ele Interacción que diferencia delo~
mandatos paradojales y el doble vínculo, y que consiste, por ejemplo,
en que un padre reclama a su 'hijo' quesea feliz puesto que él seha
esforzado para darle bienestar económico. En el caso de la paciente
melancólica y en este' de Lainq encontramos una paradoja semántica múltiple. En primer lugar, hay una exigencia de que el otro experlmente un estado de ánimo (felicidad, preocupación), hecho que resulta
imposible, pero sobre todo el problema se presenta con respecto al
motivo por el cual quien habla genera su éxigencia. Mientras éste
afirma que su conducta se basa en el amor al otro, en, realidad expresa
egoísmo y narcisismo' (anhelo) en contradicción con úna formación
narcislsta, con el ideal posterior que impone quelos padres amen a sus
hijos. En efecto, el que exige lo' hace a par~ir~,e sueqotsmo y su
amor a sí mismo: el hijo debe quedar
investido
como
ayudante
para
.
'"
.
.
gue el Yo del exigente obtenga sequridad material, satisfacción de sus
necesidades, falta de molestias, y .slrnultánearnente se' encuentre a sí
rnlsmo gracias al niño. Pero esta investidur~ d~1 hij'o como ayudante
genera una crítica desde el anhelo de ser reconocido, desde el ideal,
por lo cual la frase egoísta y narcisista sufre ,una:transformación y surge
como aparente manifestación de amor. Se trata, pues, de un conflicto
entre la tendencia a usar el hijo para el propio" beneficio, egoísta y
narcisista, el consumir su libido e imponer su sacrificio libidinal y de
sus pulsiones de autoconservación, y la tendencia a tomar al hijo como
alguien que permite al padre ser identificado por un modelo, con una
investidura narcisista del Yo. La paradoja consecuente es semántica:
llamar amor a lo que es egoísmo y 'narcisismo, en un vínculo ambivalente en que el Yo del exigente espera ser alimentado y ser amado,
como Cristóbal Haitzmann (Freud, 1923a).'
")'
La lógica de los prccesos pslquicos en cuadros narcisistas
805
El afecto y el anhelo subyacentes son inobservables, y sólo es
posible inferir la contradicción entre. el nombre y el concepto correspondiente a partir del anállsls-de los argumentos .o del contexto que
acompaña a la aparente frase amorosa. Pero en :el ejemplo de la joven
depresiva encontramos algo más que la paradoja semántica: el llanto de los padres ante su alejamiento implica un-modo de impedirle salir
de la situación mediante un reproche. El cuarto término' surge cada
vez que el exigido intenta discriminar entre el nombre que el exigente
da a su actitud y el desarrollo de afecto .o el anhelo correspondiente
En tal caso el exigente suele-protestar exclamando que se siente mortificado, dolorido, no comprendido ni querido, y que el exigido es igual
que los demás, .un .egoísta :y narcisista que sólo piensa en sí mismo.
Lo que la paciente ponía en el lugar donde registraba la ausencia
en la. madre era un pensamiento o. dinero, con lo cual obedecía a la
orden de ceder algo de sí para colmar el narcisismo materno.
Son conocidos los relatos de esos pacientes empresarios que reclaman, a un deudor moroso, el dinero .que les debe, ,y ponen como
argumento que de lo' contrario sus empleados sufren penurias por no
poder cobrar. De hecho, si éstos no cobran pueden demandar a sus
empleadores de.modo que hay enéstos la·tentativa de evitar problemas
jurídicos, pero estos pacientes ubican su propio egoísmo y su amor
narcisista fuera. "Podemos ubicar 'una escena matriz de este tipo de
reclamos y otros similares: la madre que pide algo' al marido no para
ella sino para los hijos. ¿Cuál es.entonces la consecuencia en el hijo?
Que su egoísmo y su amor así mismo quedan acallados, reemplazados
por el de su madre" quien sin embargo. dice .hablar en nombre del hijo.
Al ceder su egoísmo y. su narcisismo. a, la madre (quien asegura ·ceder
los suyos al hijo) el niño ocupa el lugar de ayudante para que ella se
sostenga, en su narcislsmo.: como ideal.'
Una paciente melancólica .de C.D. Nemirovsky, con varios intentos
de suicidio, tenía una relación como amante con el jefe de su oficina,
del cual era secretaria. Un día .éste le solicitó en la oficina que dactilografiara una nota y ella tuvo una crisis, ya que él, según la paciente,
transformó un vínculo de amor, de entrega, en egoísmo. Lo traumático, en estos pacientes.ces que. el egoísmo y el amor por sí mismo
reaparezcan desde el exterior, .vueltos ·hostiles, a Ia manera de un
doble anteriormente idealizado.
Por lo tanto, si estos pacientes (analizados también en 1.4) logran
constituir un ayudante (en el exterior Q en una parte de sí) a quien
imponer el sacrificio del egoísmo y el narcisismo mientras afirman que
actúan por quien ocupa .:el lugar servil, pueden sostener la desmentida, mediante una transformación pasivo-activa del trauma, ya que
ellos a su vez han. cedido su egoísmo y su narcisismo a su madre, para
sostener el. narcisismo de ésta. Si esto resulta imposible y el· paciente
806
David Maldavsky
padece el trauma sin poder transformarlo activamente, como ocurrió
con la melancólica del ejemplo final, la salida puede ser lo que Freud
(1938) llama una inversión de las pulsiones de autoconservación que
precipita en el suicidio. Ello se debe a que la imposibilidad de desmentir ofreciendo un ayudante para sostener una idealización precipita en el no ser a un modelo, y el Yo de placer purificado sigue entonces su destino.
Vale la pena hacer aún otra diferencia. Cuando describimos la
relacióri entre un anhelo o un desarrollo de afecto y el nombre que el
paciente le da, no queremos aludir a que éste experimente egoísmo y
amor a sí mismo y dice altruismo. En efecto, esto sería ubicarnos en
el plano de una psicología de la conciencia, de la vivencia inmediata.
En realidad, tomamos más bien en cuenta el concepto de anhelo o el
de desarrollo de afecto, que implica también que en ciertas condiciones uno u otro se manifiesta en la consciencia en forma invertida, transformada. Así ocurre con la transformación del placer en asco por la
intervención de otra instancia, crítica, relacionada con la represión.
Algo similar ocurre con la transformación del egoísmo en amor al otro,
por la iritervención del narcisismo, relacionado con la desmentida. El
nombre corresponde entonces al afecto derivado, inverso al fundamental.
En relación con el preconsciente correspondiente a este tipo de
cuadro podemos sintetizar así las características de la estructura paradojal semántica: una exigencia (con el argumento de un amor altruista que se basa en realidad en el conflicto egoísmo y amor a sí
mismo-narcisismo como coincidencia
con un ideal social) reforzada
por dos reproches, para evitar respectivamente el comentario de la
contradicción y el alejamiento.
En los caracteres depresivos el otro tiene para el Yo el lugar de
un ayudante que le permite alcanzar un precario sentimiento de sí,
como ocurre con el Objeto transicional (Winnicott, 1953). El carácter
despótico de esta investidura del otro como ayudante es precisamente
lo que 'se mantiene subyacente en la expresión: "Lo único que anhelo
es que seas muy feliz". En las psicosis melancólicas, en cambio, el
paciente se siente ocupando el lugar de un objeto transicional, un ayudante para que otro goce al alcanzar un sentimiento de sí. En el ejemplo antes resumido, de la paciente de M. M. Pecastaing, el padre ubicaba a sus hijas en esta posición yen las sesiones de llanto la paciente
hacía lo mismo con la terapeuta.
'En estos casos lo cuestionado (o desconstituido, en las psicosis)
suele ser. no tanto un juicio de existencia sino un juicio de atribución
(Freud, 1925), por lo cual lo placentero aparece como displaciente y
viceversa, tal como es inherente a las posiciones masoquistas. Ello se
debe a una parálisis en el juicio de desatribución de un valor placen-
La lógica de los procesos es/quicos en cuadros narcisistas
807
tero atribuido inicialmente a una representación, ya que la atribución
en el juicio es lógicamente anterior a la desatribución.
La paradoja semántica tiene además un valor particular, puesto
que está ligada con un mito tan universal como el del complejo de
Edipo, el mito del paraíso perdido, que despliega la contradicción imposible de resolver entre egoísmo y narcisismo, ligados a la pulsión
de dominio, al conocimiento, y el anhelo de ser amado por un ideal.
Las fantasías primordiales se constituyen globalmente en términos de
un extenso reproche: la seducción, como tentación, la escena primordial como pecado, y la de castración, como castigo, como expulsión
del paraíso. Esta concepción procura explicar cómo a partir del egoísmo y el amor a sí mismo surgió el deseo heterosexual, con todo lo cual
se rompió una ilusión de unidad originaria (ser amado), y conduce a
una labor de renuncia, de sacrificio de las pulsiones narcisistas y de
autoconservación y de los deseos heterosexuales.
Este mito invierte la historia de los orígenes, ya que ubica al egoísmo y el amor a sí mismo como lógicamente posteriores al anhelo de
ser amado y como causas de su desartículaclón (el paraíso perdido),
cuando en realidad el egoísmo y el amor a sí mismo son lógicamente
anteriores al anhelo de ser amado. El mito muestra, una vez más, cómo
la historia, la .serle de las determinaciones, se presenta a la conciencia,
vía preconsciente, en forma invertida.
111.4. Paradojas lógicas: caracteres esquizoides, esquizofrenias
Una paciente, a la que en un trabajo anterior con A.Socci (1978)
categorizamos como anorexia contextual (dado que sólo fuera del ámbito familiar no probaba bocado), afirmó: "Tengo una suerte para las
desgracias". De hecho, esta contradicción puede ser entendida como
consecuencia de una oposición entre dos perspectivas desde las cuales
se consideraban los hechos de su vida: lo que era una suerte desde
una posición era una desgracia desde otra,
Larriadre de la paciente había quedado viuda tiempo atrás y desde
entonces pasó a ocupar la silla de su ex marido, cuyo contacto evitó
durante toda la vida. Igualmente, la abuela paterna recibía el nombre
de "abuela Jacobo", nombre del abuelo paterno muerto.
Con el tiempo advertimos que en el vínculo con su madre se daba
una contradicción entre presencia física y ausencia psíquica: su
madre se concentraba en las imágenes del televisor y ella tenía la
ilusión de compañía (que luego rectificó), de ser escuchada.
Es posible construir un modelo teórico: ante la tensión de necesidad, el infante alucina, experimenta placer zonal. Al aumentar la
David Maldavsky
tensión de necesidad, en el niño se desarticula el recurso al autoerotismo y resurge el trauma de la inermidad ante la necesidad y la tendencia a la derivación" refleja (gritos, llanto). Habitualmente esto conduce a la experiencia de ser amamantado, si existe un adulto que dirija
hacia él sus investiduras de atención. Pero"existen niños que por diferentes razones (contextuales, somáticas o de algún otro tipo) tienden
a sostener "el autoerotismo aun cuando la necesidad aumente, lo cual
implica' una sobreinvestidura del placer zonal en la periferia exterior
en detrimento del registro' de la tensión de" necesidad, endógena." El
placer autoerótlco se hace contradictorio, pues, con la satisfacción
de necesidades. Este modelo rnicial puede repetirse posteriormente,
o "bien instalarse retroactivamente, "y presentarse también como contradicción' entre autoerotismo e investidura libidinosa de objeto, por
ejemplo. En otros casos es posible" sostener el autoerotismo y al
mismo tiempo la satisfacción de la necesidad, como ocurre, por ejemplo, cuando la madre acude apenas ,advierte indicios del surgimiento
de la necesidad eh el niño, y la satisface antes de que el hambre desarticule' el recursoa la alucinación.
Este pareció ser en la paciente un modelo infantil repetido: la
satisfacción de necesidades (por presencia meramente física) y el
placer autoerótico, zonal, implicaban distancia psíquica del otro, como
ocurría con la madre ante el televisor, o con ella misma cuando se oía
a sí misma hablar y no se preguntaba si era escuchada.
Cuando esta paciente comenzó a alejarse de su casa la madre se
dedicó a la "bebida; lo 'cual lleva a suponer que para la madre su hija
era equiparable a un líquido que ella extraía de una botella y le permitía ser, vía placer autoerótico.
Las contradlcclones lógicas consistían pues, en su origen, en la
articulación entre placer zonal ,y satisfacción de las pulslones de autoconservación opuestos al alejamiento de la persona que otorga dicho
placer, En las pslcosls surge una oposlclón entre placer zonal y autoconservación, hecho que determina una ,~alla en los fundamentos, la
no instalación de lo que Freud (1895) .denornina reglas biolóqlcas,
consecuencias del aprendizaje del modo como se 'alcanza la vivencia
de satisfacción.
En el preconscierite, esta oposición se expresa en el material clínico bajo la forma de contradicciones póslclonates que implican que
una misma" experiencia recibe dos juicios lógicamente opuestos. Una
consecuencia de esta situación autoerótica es que las diferentes zonas
erógenas aparecen corno idénticas entre sí (cada uno constituyendo, a
partir de la fuente; un 'objeto coincidente con éste, equiparable a un
líquido, a una esencia), en una relación opositiva, que impide la constitución de un Yo de placer purificado.
La lógica de Jos procesos psiquicos en cuadros narcisistas
809
Esta imposibilidad de. articulación se manifiesta en la fantasía de
una escena primordial en que el placer zonal de uno de los integrantes
implica la distancia subjetiva del otro, indiferente. La irreductibilidad
se manifiesta en términos posicionales, y en la paciente dio origen a
tentativas transaccionales: la ubicación en el lugar del muerto, mediante un cambio posicional, la denominación de una mujer con el
nombre de su esposo desaparecido, pero estas transacciones sólo son
posibles ante la ausencia física del otro. La irreductibilidad lógica manifestaba también su eficacia al servicio de la desmentida de la diferencia de sexos, ya que es posible romper la articulación entre la cosa
y su nombre, que para el niño es parte esencial de la cosa. Esta ruptura entre, por ejemplo, la huella mnémica visual (parte de la representación-cosa) . y su nombre aparece como una contradicción entre
dos cualidades de la cosa, y permite instalar una defensa ante el registro de 'ta diferencia de sexos: poner el nombre al servicio de la desmentida de un juicio. Lo que se pone, pues, es una imagen verbal,
que contradice a la percepción visual y al juicio de existencia correspondlente, La falta de coincidencia entre la cosa y su nombre fue
señalada por Freud (19'15) como característica de la esquizofrenia, y
en este material se manifiesta, por ejemplo, en la expresión "abuela
Jacobo". Se trata, pues, de una contradicción lógica puesta por el
autoerotismo al Yo real deflnitivo, en el contexto de la desmentida.
Es desde esta posición autocontradictoria, cuando significaba las
percepciones desde dos perspectivas lógicamente excluyentes, que
generó la frase que mencionamos en el comienzo de este apartado.
Pero esta paciente logró realizar una transformación pasivo-activa
del trauma con su novio. Ante él ella aparecía físicame,nte presente
y psíquicamente ausente y no aceptaba ser penetrada en la relación
sexual, que le resultaba insoportable. Para la paciente la solución de
su vida intersubjetiva consistía en llevar un hombre (su novio, transformado en un marido) a la casa de su madre, de modo tal de poder
ausentarse ante él pensando en su madre, y con la ilusión, de. ser así
investida por la atención de ésta. Pero entonces debía tornar el deseo,
ubicado fuera, en su marido potencial, como un medio para un fin
autoerótico, para el despliegue de su placer zonal, de su alejamiento
psíquíco.
En relación con el síntoma, para la paciente sólo era posible comer
ante el registro de la ausencia pslqulca materna. Si la paciente se
alejaba hacia otros contextos ello era incompatible con la satisfacción
de necesidades: una persona, su madre, distante psíquicamente, se
hacía cargo de esto de un modo mecánico. El preconsciente de, la
paciente se organizó sobre la base de una identificación con la ausencia psíquica materna que era incompatible con la posibilidad de co-
810
David
Maldavsky
municar su necesidad bajo la forma de un pedido explícito. La necesidad de recurrir a una acción específica para obtener alimento contaminaba el sentido de la comida, dado que la acción era, para la paciente,
fundamentalmente autoerótica e incompatible con la tentativa de alcanzar una experiencia de satisfacción.
Consideremos ahora no ya un carácter narcisista (estructurado sobre la base de la eficacia de la desmentida y la posibilidad de constituir
ayudantes que colocar en el contexto del vínculo con la madre), sino una
psicosis esquizofrénica (en que fracasa esta posibilidad de constitución
de ayudantes).
En una hora diagnóstica en un grupo de niños latentes realizada
por M. K. de Kultca, uno de ellos dijo: "Sin que me vean me levanto
a las diez de la madrugada para robarle plata a mi hermana, que tiene
15 años, porque a mí no me quieren dar. Guardo mil pesos cada tres
meses para comprar una bicicleta, hasta enero". La sesión ocurrió en
el mes de setiembre de 1974, y por ese entonces era imposible, ahorrandó mil pesos cada tres meses, comprar una bicicleta. Otro de los
integrantes del grupo se preguntó cuánto podía juntar su interlocutor
por este medio, y aplicó una regla de tres simple. El primero prosiguió:
"Tenía una vez 80 pesos y me los robaron. Venía un ladrón a mi casa,
cada vez que escuchaba un ruido yo iba gateando, le mordía un pie,
le sacaba el revólver y lo mato".
Encontramos en este material numerosas contradicciones lógicas:
"las diez de la madrugada", "ahorrar mil pesos cada tres meses para
comprar una bicicleta en enero", la contradicción entre los tiempos
de los robos (durativos o puntuales), entre las múltiples venidas de un
ladrón y el hecho de que sólo lo mata una vez, lo cual implica que
la muerte se continúa en una nueva vida, exactamente igual a la anterior, de carácter cíclico. Pero más allá de las contradicciones lógicas
entre el referente supuesto, y lo que el niño decía, éste respondió, ante
una tentativa de ponerlas en evidencia, con la generación de un desvío
del pensamiento: del ahorro posible a la historia del robo y del ladrón,
en que 'nuevamente surgen contradicciones lógicas. Por lo tanto, en el
desvío del pensamiento se repite la' estructura contradictoria de la
situación anterior.
Se hacía evidente el estado de despojo que el paciente experimentaba con respecto a algo que para él era esencial: la posibilidad
autoerótlca contenida en la referencia a la bicicleta, por cuya consecución procuraba (fallidamente) invertir el proceso extractivo. El ser
quedaba ubicado fuera, en una mujer (la hermana), que gozaba de
aquello que hubiera podido hacer feliz al paciente, colocado entonces
como ayudante de un modelo hostil, extractivo (él era la bicicleta con
que su hermana gozaba en su autoerotismo).
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
\
811
Cada zona de su cuerpo carecía pues de relaclón con las- demás,
ya que carecía de aquella esencia que hubiera permitido dar coherencia posicional a las zonas erógenas irreductibles, a la manera de una
sustancia que cubre los intersticios y reúne con una armonía ilusoria
distintos fragmentos.
Su dibujo en el grupo expresaba este estado: era un conjunto de
escenas' fragmentadas, contradictorias.
En este paciente esquizofrénico, a diferencia de la paciente "anoréxica" anterior, era imposible una
transformación pasivo-activa del trauma. No lograba generar fuera de
sí,· en su contexto intersubjetivo, el lugar de ayudante para investirse
a sí mismo como un Yo omnipotente, que desafía las normas lógicas y
extrae de otro líquidos, esencias, que le ·permitieran adquirir el ser.
El tema ha sido tratado también en 1.3.
Advertimos, además, que ante las contradicciones surgen diferentes tentativas transaccionales, como las que Freud describió con respecto al fetichismo. Otra, diferente, surge en el caso de. la joven
"anoréxica" en la descripción de la posición de su madre en el lugar
del padre, por ejemplo.· 0, en este paciente, en esa frase lógicamente
imposible: "las diez de la madrugada".· En estos casos, se trata de una
tentativa de responder a través de términos transaccionales a la pregunta acerca del origen, del tiempo o del espacio del cual el Yo surge.
Estas formas. transaccionales,ini.cialmente
idealizadas como defensa
ante el trauma de los términos inconciliables, se transforman luego
en siniestras, en el. momento restitutivo.
Veamos, por fin, un modo diferente de resolver estas contradicciones en la sublimación. En. "Los teólogos" Sorges. relata la lucha
entré Aureliano, un religioso ortodoxo, y Juan, un hereje, hasta que
finalmente ambos mueren, el segundo condenado al fuego por el primero; el primero, .en un incendio. Sorges finaliza así su relato: "El final de la historia sólo es referible en metáforas, ya que pasa en el reino
de los cielos, donde no hay tiempo. Tal vez cabría decir que Aureliano conversó con Dios y que Este se interesa tan poco en diferencias .religiosas que lo tomó por Juan de Panonia. Ello, sin embargo"
insinuaría una confusión de la mente divina; Más correcto es decir
que .en el paraíso, Aureliano supo que para la insondable divinidad, él
y Juan de Panonia (el ortodoxo y el hereje, el aborrecedor y el aborrecido, el acusador y la. víctima) formaban una sola persona".
La contradicción de los principios de no contradicción y de identidad se resuelve en la sublimación señalando el camino de una posible
reducción a través de un avance hacia atrás, una profundización en
.tos orígenes, en que el final coincide con el comienzo, a través de
esa labor que en psicoanálisis recibe -el nombre de construcción.
El retroceso es múltiple: hacia el. Ello, hacia la estructura psíquica y
familiar constituyentes que dieron origen al modo contradictorio' lógi-
$12
David Maldavsky
cemente ínrreductlble de este manifestarse las pulsiones en el aparato
psíquico. Quizá también hacia la cultura.
En la sublimación se ha trascendido la necesidad de hallar transformaciones pasivo-activas de los traumas, y las perturbaciones lógicas
quedan sustitutidas por trasgresiones retóricas, aceptadas por el Yo
y consaqradaspor la cultura, El Yo ha logrado conciliar en estos casos
a sus tres, señores. A través de estas mediaciones preconscientes en
la sublimación el Ello ha podido advenir Yo (Lutenberg y Maldavsky,
1978).
111.5.Transformaciones preconscientes de las fantasías primordiales
en caracteres narcisistas y psicosis
Las fantasías primordiales (seducción, escena primordial, castración) tienen cualidades peculiares en cada cuadro psicótico (esquizofrenia, melancolía, paranoia) y en cada estructura narcisista, pero además rasgos específicos diferentes si corresponden al segundo o al tercer momento de la patología, cuya descripción somera intentaremos.
, La manifestación de las fantasías primordiales en el segundo momento de la esquizofrenia fue descrita en buena medida por Freud
(1915): la escena primordial, como acto masturbatorio, es equiparada
é. la extracción de líquidos (de pus, por ejemplo) de una parte del
cuerpo (de los granitos del rostro, por ejemplo). La consecuencia de
ella, es decir, la fantasía de castración, es equiparada a descubrir una
parte del cuerpo (la mejilla, por ejemplo) cubierta de agujeros (los
poros de la plel).. La escena de seducción causa de la escena primordial, podría consistir, por lo tanto, en experimentar un prurito y en
recorrer con la yema de los dedos la mejilla, hasta hallar el granito
lleno de pus, con lo cual se constituye el deseo extractivo.
En el tercer momento de la esqulzofrenla la fantasía de seducción
se presenta bajo la forma de desvío de un camino, de quedar extraviado, por la acción de un aparato sobre la mente del paciente. La
fantasía de escena primordial se presenta bajo la forma de una desujetlzación del paciente y una sujetización de la máquina. Una parte
del paciente se desprende y se pierde en la máquina: el paciente cede
su ser, su esencia, para que la máquina sea. Las dos características
que,Freud,(1919a) atribuye a lo siniestro: por un lado de animación
de las máquinas y de automatización del sujeto, y por otro lado la
extracción de un órgano perceptual (los ojos), corresponden a esta
concepción sustractiva de la escena primordial, en que el paciente
queda despojado de su posibilidad de ser cuando su zona erógena
pasa a pertenecer a un modelo hostil. La fantasía de castración se
presenta bajo la forma de quedar perdido en un laberinto, en un espa-
La lógica de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
813
cio interplanetario, en un desierto, privado de esencias, de sentido,
como cuerpo puramente biológico, a disposición del goce cognitivo
de un modelo hostil, dueño de la máquina,
Pueden surgir transformaciones defensivas de estas fantasíasprimordiales, que implican 'un pasaje de la pasividad él la actividad y
corresponden más bien al carácter narcislsta de base esquizoide. Estas
transformaciones defensivas consisten sobretodo en la evitación del
surgimiento del deseo, bajó la forma denosalfr,
no desprenderse de
un contexto, con lo cual es imposible que una' máquina (un cuerpo
erógeno despersonalizado) desvíe al paciente de su trayectoria, o bien
bajo la forma de salir siguiendo estrictamente las órdenes de otro, que
controla los desplazamientos espaciales deí paciente, y hace que el
deseo se transforme en un medio para conocer al objeto y convertirlo
en ayudante. En consecuencia, se opera, también una transformación
de la fantasía de escena primordial: algo de otro, su' esencia, se desprende y pasa a pertenecer al paciente, y de castración: éste es reconocido por el modelo en la medida en que extrae su ser a otro. Esta
exposición se liga con los desarrollos de los apartados 1.3 y lilA.
Veamos ahora las caracterlsticas de las fantasías primordiales en
el segundo momento de las melancolías.' La escena de seducción aparece como consecuencia de una transformación del "apetito sexual"
masturbatorio en deseo de extracción sadomasoquista voraz.. La escena primordial se presenta bajo la forma de extracción (mediante una,
conducta sadomasoquista) de una parte de una totalidad del propio
cuerpo. Esto podría expresarse bajo la forma de arrancarse pedazos
de piel con las uñas o bajo la forma de onicofagia, por ejemplo, o bien
bajo la forma de una fuerte autoexigencia que desconsidera las posibilidades del Yo. La escena de castración, consecuencia de la anterior,
se manifiesta como experiencia dolorosa (física y psíquica) por el acto
realizado, a veces acompañada por el reconocimiento visual del daño
producido en el cuerpo.
La fantasía de seducción correspondiente al tercer momento, en
cambio, se presenta bajo la forma de tentación, la de escena primordial bajo la forma de pecado y la de castración bajo la forma de expulsión del paraíso. El tormento del paciente expulsado del paraíso es
directamente proporcional al goce supuesto en el modelo hostil que
se lo ha infligido y ha despertado su deseo.
'
En los caracteres maníaco-depresivos existe una tríada defensiva
que implica una inversión de la situación traumática de pérdida del
paraíso: perdón, reparación y expiación (Rosolato, 1975), como forma
de saldar la deuda contraída y recuperar el estado anterior, idealizado.
La expiación" que implica una renuncia, supone despojarse del deseo
o bien transformar al deseo en un medio para un fin, con lo cual el
objeto se transforma en ayudante. Es entonces la inversa de una' fan-
814
David Mafdavsky
, tasia de seducción. La reparación configura la contrapartida de la
ingesta oral dentaria; devoradora, de la escena primordial. El perdón,
es la contraparte de la fantasía de castración, y constituye el paso
final para recuperar el paraíso perdido. Mientras la expiación y la reparación tienen que ver con el deseo y el lugar del objeto, sometido como
ayudante a los esfuerzos restauradores ilusorios del paciente, el perdón tiene que ver con el lugar de modelo y la investidura narcisista.'
El ,tema ha sido considerado también en 1.4 y 111.3.
Veamos, por fin, las transformaciones de las fantasías primordiales
en las paranoias. En el segundo momento de la psicosis la fantasía de
seducción se presenta bajo la forma de urgencia expulsiva y destructiva de una parte de sí. la fantasía de escena primordial se manifiesta bajo la forma de expulsión de un componente sólido, que pasa
al no ser, como las heces expulsadas mediante las enemas para el
Hombre de los lobos (Freud, 1918) o, por ejemplo, en el acto de hurgarse la nariz para extraer una molesta costra adherida a una pared
interior. La fantasía de castración aparece bajo la forma de quedar
empobrecido y pasivo como consecuencia de la expulsión.
En el tercer momento de las paranoias la escena de seducción
es entendida como despertar de un deseo por parte de alguien de otro
sexo, que 'es ayudante de un modelo hostil al paciente; como lo describe Freud (1911, 1915d). El deseo heterosexual es concebido, pues,
como una celada. La escena primordial se presenta bajo la forma de
ser víctima de una extracción de un bien, de un ayudante, por un, mo-,
del o hostil. La escena de castración se manifiesta bajo la forma de
quedar inmovilizado, a dlsposlclón del goce del modelo hostil.
La transformación defensiva ante estas fantasías -correspondiente a. una transformación pasivo-activo, tal como ocurre a menudo
en los caracteres impulsivos, a los que también se denomina psicópatas (Liberman, 1970; Rolla, 1973; Zac, 1973)-:- implica, en, primer
lugar, evitar el surgimiento del deseo o bien transformarlo en un medio
para un fin: que el objeto, ayudante del rival, se convierta ,en ayudante
del sujeto. La escena primordial se presenta bajo la forma de derrota
de un rival, y la de castración, en la consagración de un héroe, así
como en la paralización, el sometimiento a la pasividad del enemigo.
El tema ha sido tratado también en 1.5'y 111.2.
111.6.Imposibilidad de la metáfora
Nos referiremos por fin a una de las características de la organlzaclón del preconsciente en las psicosis, la ruptura del proceso metaffi~'
La lógíca de los procesos psíquicos en cuadros narcisistas
815
Desde el punto de vista de la lógica de la producción, la metáfora 'consiste en un doble sinécdoque (Dubois et al., 1970). Existen
dos modos de producción de metáforas que siguen estos criterios generales, y que dependen de los tipos de sinécdoque desplegados. La
sinécdoque puede definirse como una figura retórica que consiste en
el pasaje de la significación del todo a la parte, (sinécdoque! particularizante) y de la parte al todo (sinécdoque .generalizante). Pero también es posible discriminar dos tipos de todo y de partes: 1) el todo
como clase abstracta y sus partes. como integrantes concretos; 2) el
todo como entidad concreta y sus partes como miembros de esa totalldad, !=n el primer caso las partes (los integrantes concretos de la
clase abstracta) están en. una. relación. de exclusión; en el segundo,
las partes (los miembros de una totalidad concreta) están en una relación de artlcutacíón.
.
.
..
.
En consecuencia, uno de los procesos posibles de producción de
metáforas Implica un pasaje de la parte concreta al todo abstracto
(sinécdoque generalizante basada en la primera concepción del todo
y las partes) y lu'ego un pasaje dé la' clase a otro miembro concreto
(sinécdoque párticularizante siguiEl/ldo la misma concepción). La frase
trivial: "las perlas' de tu boca" nos remonta a un momento mítico en
que 'se. construyó una metáfora a' partir: dé este proceso: de los dientes
concretos a la clase (cuyas cualidades esenciales podrían consistir,
entre otras, en redondez, pequeñez, blancura, brillo, agrupabilidad en
una línea, pulimiento y valor objetivo),' y de esta clase a otro de sus
miembros, las perlas.,
El otro proceso posible de producción de metáforas implica un
pasaje de un todo concreto a uno de sus elementos, y de éste a otro
todo concreto. Consiste, pues, en una sinécdoque particularizante,
pero basada en la segunda concepción del todo y las partes, seguida
de una sinécdoque generalizante basada en esta misma concepción.
La elección del objeto de deseo adulto a partir de un rasgo en común
con el objeto de deseo incestuoso (una inflexión tonal, por ejemplo) corresponde a un proceso sustitutivo que' obedece a los recién descritos'
pasajes del todo a la parte y de ésta al todo.
Ahora bien, el segundo tipo de metáfora implica reconocer entidades cuyo núcleo, la cosa, es irreductible y que se homologan por los
predicados, por una cualidad o una acción. En las psicosis, esta
posibilidad queda descartada, dado que no se ha constituido o se ha
desorganizado la representación basada en el enlace causal y analógico,
la representación-cosa.
.
En cuanto a la primera clase de metáfora (sinécdoque generalizante de la parte concreta al todo abstracto,a la clase, más sinécdoque particularizante en esta misma línea), también resulta imposible,
aunque por diferentes razones.
816
David
Maldavsky
Para la esquizofrenia cada clase es un conjunto de componentes
idénticos entre sí (y no sólo semejantes) que tampoco son entidades
empíricas sino que a su vez pueden fragmentarse infinitamente en
unidades iguales a la inicial, por lo cual miembro y clase coinciden.
Freud (19915) señaló la importancia del pasaje de lo concreto a lo
abstracto en la esquizofrenia. Sólo existe el objeto abstracto, y por
io tanto es imposible el despliegue de los mecanismos retóricos que
acabamos de mencionar, que implican también elementos concretos.
En el segundo tiempo de la esquizofrenia, la hipocondría surge por
pasaje del cuerpo como todo abstracto a una parte, pero que a su
vez es entendida como clase y puede multiplicarse, como el tejido
canceroso. Se trata, pues, de una sinécdoque particularizante del
primer tipo más una multiplicación de lo único (Maldavsky, 1977a).
En el .momento restitutivo, en cambio, se pasa de un todo concreto,
por ejemplo una experiencia personal, a una clase abstracta en que
se pierden las cualidades esenciales de dicha experiencia.
En la melancolía y en la paranoia, en cambio, la dificultad para
la constitución de una metáfora del primer tipo depende de que, por
el apego a la experiencia de inmediatez, contradictoria con el lenguaje,
se excluye la posibilidad de abstracción, y por lo tanto de pasaje de la
parte al todo, y sólo se da la identidad entre elementos empíricos,
tornando la parte por el todo, pero sin que éste se constituya como
estable sino que es siempre variable, caótico.
Entendemos, por lo tanto, que en la esquizofrenia el lenguaje se
articula con las islas mnémicas, en las melancolías con las inscripciones
por simultáneidad y pasividad, y en las paranoias con las inscripciones por simultaneidad y actividad, pero en ninguno de estos casos con
la representación-cosa, es decir la inscripción por analogía que incluye
la diferencia de los sexos y que hubiera permitido constituir metáforas;
en cambio este enlace entre representación-palabra y representacióncosa' sí se da en los residuales neuróticos de los pacientes psicóticos:
la instalación de la represión primordial fuerza entonces la emergencia
de formaciones sustitutivas de carácter metafórico (Maldavsky, 1979b).
Resumen
Este trabajo procura analizar, de un modo que trata de ser formalizado, problemas
metapsicológicos y clínicos ligados al estudio de cuadros narcisistas, tentativa que
parte de .la profundización en las categorías con que Freud reflexionó sobre este tipo
de estructuras.
El trabajo analiza dos problemas, enlazados entre sí: en primer lugar los momentos
lógicamente sucesivos en la constitución de una psicosis o un carácter narcisista, y,
La lógica de los procesos pelauloos en cuadros narcisistas
817
en segundo lugar, las características del preconsciente, de sus criterios de enlace
y sus determinaciones por los mecanismos inconscientes de defensa en cada uno de
díchos momentos, de dichos estados del aparato psíquico, en forma general y luego
en forma específica.
El trabajo tiene tres partes. La primera, sobre los momentos en la constitución
de la psicosis, tiene seis apartados. En el primero (1.1) consideramos las características generales de dichos momentos. En el segundo (1.2) analizamos los tipos de inscripciones constituyentes del aparato psíquico, en particular en cuanto al tipo de lógica
en que se sustentan. En los tres siguientes consideramos más particularmente los
momentos en la constitución de las esquizofrenias (1.3), de las melancolías (1.4) y de
las paranoias (1.5). Esta primera parte termina con algunas reflexiones acerca de las
fallas en la constitución, del lugar de modelo en el aparato psíquico (1.6),
La segunda parte, sobre' las generalidades acerca del' preconsciente en caracteres
narcisistas y psicosis, incluye inicialmente (11.1)una descripción de la dinámica del
preconsciente como sistema y de su determnación por los mecanismos inconscientes
de defensa. El apartado siguiente (11.2)continee una serie de consideraciones acerca de dos mecanismos fundamentales en cuadros narcisistas: desmentida y abolición.
Luego consideramos (11.3)la eficacia de las paradojas lógicas, semánticas y pragmáticas en el preconsciente, como efecto del uso de los mecanismos de defensa.
La tercera parte considera las características del preconsciente en cada cuadro,
algunas otras particularidades de dicha estructura. En la introducción (111.1)planteamos algunos interrogantes uni1icantes de la exposición posterior. Los tres apartados
siguientes consideran las paradojas en diferentes cuadros: las pragmáticas, en caracteres impulsivos y paranoias (111:2),las semánticas, en caracteres depresivos y melancolías (111.3),y las lógicas, en caracteres esquizoides y esquizofrenias (111.4).Analizamos
luego las transformaciones preconscientes de las fantasias primordiales en caracteres
narcisistas y psicosis (111.5)y finalizamos el trabajo con un estudio de las determinantes
de la imposibilidad de la metáfora en cuadros narcisistas (111.6).
y
Summary
THE LOG/CS
OF PSYCHIC
IN THE NARC/SS/STlC
PFlOCESSES
CONDITIONS
This paper is an attempt to analyze -in
a formalized way- metapsychological
and clinical issues connected to the study of narcissistic conditions, an attempt ba.sed
on an enlargement upon the categories Freud used to reflect about thls type 01
structures.
Two interrelated issues are analyzed: first, the logically successive moments in
the constitution 01 a narcissistic character or a narclsslstlc psychosis and, second, the
characteristics of the preconscious, of its criteria for linking and the effects on it of
the unconscious defense mechanisms in each of those moments, of the above mentioned
states of the psychic apparatus, first in a general way and then in .a more specific
fashion.
The paper consistsof three parts. The first which concerns the moments in the
constitution of psychosis, has six subsections. In the first (1.1), the general characteristics of those moments are discussed. The second (1.2) deals with the types of
inscriptions which constitute the psychic apparatus, in particular as to the type of logics
on which they are based. In,the next three we discuss the moments in the constitution
of the schizophrenias (1.3), tne melancholias(1.4) and the paranoias (1.5). This first
part ends with a few conalderatlons .about the failures in the constitution of the role
of rnodel. and the psychic apparatus (1.6).
818
David Maldavsky
The second part, which presents general considerations about the preconscious
in narclsslstlc characters andnarcissistis psychosís, begins (11.1)with a description of
the dynamics of the preconscious as a system and of the effeets on it of the unconscious
defense mechanisms. The next subsection (11.2) includes a number of considerations
about the two baslc mechanlsrns in nareissistic conditions: disavowal and abofishment.
In (11.3)we discuss the efficiency of the logical, semantic and pragmatic paradoxes in
the preconscious, resulting from the use of the defense mechanisms.
The third part concerns the characteristies of the preconscious in each condition
and so me other features of this structure. In the introduction (111.1)we raise some
questions designed to unify what has been previously said. The next three subseetions
·deal with paradoxes in different conditions: the pragmatic ones, in the impulslve characters and the paranoias (111.2); the semantic ones, in depressive characters and
melanchofias (111.3)and the logical ones, in the schizoid characters and the schizophrenias (111.4).We then analyze the preconscious transformations of the primal phantasies
in narcissistic characters and narcissistic psychosis (111.5)and the paper ends with
a discussion of the factors determining the impossibility of using metaphor in the narcissistíc conditions (111.6).
Résumé
LA LOGIQUE DES PROCESSUS PSYCHIQUES
DANS LES CADRES NARCISSIQUES
Ce travail tente d'analyser, en les formalisant, les problemes métapsychologiques
et cliniques fiés a I'étude des cad res narcissiques, cette tentative étant appuyée sur
I'approfondissement des catégories avec laquelles Freud avait réfléchi sur ce genre
de structures.
Le travail analyse deux problémes qui sont asscclés: d'abord, les moments logiquement successifs dans I'établissement d'une psychose ou d'un caractére narcissique
et, ensulte, les caractéristiques du préconscient, ses crlteres de liaison et ses déterminations par les mécanismes défensifs inconscients en chacun de ces moments, en
général et puis 'en particufier.
Le travall a trois partíes. La prernlére, sur les moments constitutifs de la psychose,
a six paragraphes. Dans le premier (1,1), on considere les caractéristiques générales
de ces moments. Dans le second(l, 2), on analyse les genres d'inscription constltuant
I'appareil psychique, soulignant la logique dont ils se servent, Dans les trois sulvants,
on considere spécifiquement les moments constitutlfs des schizophrénies (1,3), des
mélancofies (1,4) et des paranoias (1,5). Cette premtere partie finit par quelques remarques sur les défauts en la constitution du lieu du modele dans I'appareil psychlque (1.6).
La seconde partle, concernant quelques considérations générales sur les précons-
clent dans des caracteres narcissiques et la psychose, insére d'abord (11.1) una description de la dynamique du préconscíent comme svstsme et de sa détermination par
les mécanismes défensifs inconscients. Le paragraphe suivant (JI.2) inclut un suite de
considératíons concernant les deux mécanismes les plus importants dans les cad res
narcissiques: le déni et la suppression. Aprés quol, on considere (11.3) I'efficacité des
paradoxes logiques, sémantiques et pragmatiques dans le préconscient comme étant
les effets de I'emploi des mécanismes défensifs.
La' troisiéme partie examine les caractéristiques du préconscient en chaquecadre,
et quelques autres particularltés de cette structure. Dans I'introduction (111.1),on pose
quelques questions en rapport avee ce qui avaitété exposé auparavant. Les trois
paragraphes suivants conslderent les paradoxes dans de différents cadres: les para-
La lógica de los procesos psiquicos en cuadros narcisistas
819
doxes praqrnatiques dans caracteresimpulsifs
et paranolaé
(111. 2), les sémantiques,
dans ' caracteres dépressifs el mélancolies (lit 3) et les logiques, dans caracteres
schizo'ides et schizophrénie (111. 4). Apras quol, on :analyse .lss transtorrnations préconscientes des fantasmes originaires dansles caracteres narcissiques et les psychoses
(111. 5). Le travail finit par une étude des, déterminants qui empéchent la production
de la mét\iphore daos les cadres narcissiques (111. 6).
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