El siguiente texto corresponde a una de las actividades planteadas en la ficha de trabajo del programa Agenda 21 Escolar. Se trata de redactar un cuento que nos hará reflexionar sobre la dependencia que tenemos diariamente de la energía en general y particularmente de la energía eléctrica. Tras la reflexión se trata de llevar a cabo acciones o modificar hábitos para reducir nuestro consumo de energía. UN DIA DE MI VIDA SIN ELECTRICIDAD Un día me levanté de la cama, fui a la cocina y me encontré a mi mamá dándole al interruptor de la luz. Con gran sorpresa por mi parte, le pregunté: - ¿Qué sucede? Y ella me dijo: - Cariño, tranquilo, es que no hay electricidad en Aranda, eso me ha dicho un vecino. He ido a encender la luz para comprobarlo y me he llevado un poco de disgusto al ver cómo él tenía razón. Y yo le contesté: - ¡Mami, no pasa nada!, ya vendrá la luz, es de día y vemos muy bien, lo único es que tendremos que tomar el desayuno frío. Así lo hicimos, eran las once de la mañana y seguíamos sin electricidad, pero mamá y yo estábamos contentos a pesar de todo. Cuando terminamos nos fuimos a lavar los dientes y a asearnos, y al llegar a los baños, nos dimos cuenta de que a oscuras, pues no hay ventanas en ellos, también pudimos hacerlo, pues llegaba un poquito de luz del resto de las habitaciones. Mamá me dijo: - Mira Alberto, vamos a dar un paseo por la ciudad hasta la hora de comer. Vístete y ponte guapo, así daremos tiempo hasta la hora de comer. - ¡Vale! Salimos a la calle y fuimos hasta el barrio de Santa Catalina. Cuando llegaron las dos de la tarde, ya en casa, se dispuso a hacer la comida, y mira por donde, ya no se acordaba de la falta de electricidad, e… irremediablemente tuvimos que comernos un bocata de jamón serrano, que por cierto, estaba buenísimo. - No hay mal que por bien no venga - dijo mamá “Un día de mi vida sin electricidad” Programa Agenda 21 Escolar 2008-2009 Autor/a: Alberto Tejera Alonso. 5º B Santo Domingo de Guzmán de Aranda de Duero (Burgos) - ¡Es verdad! - le contesté Así que muy contentos disfrutamos de “nuestra comida”. Y así fue pasando el día, y Aranda seguía sin electricidad. Algo muy gordo tenía que haber pasado para que aún no hubieran arreglado la avería. Al atardecer, la luz del sol se iba escondiendo y me dio un poco de miedo, así que mamá encendió una vela grande y amarilla en la cocina, que alumbraba muchísimo. El susto se me empezó a pasar. Me dio por pensar en épocas antiguas, donde el ser humano no tenía eso que tanto echaba yo de menos: ¿cómo se alimentaban? ¿Cómo veían? Grandes incógnitas para mí. Se encendieron más velas por el resto de la casa, pues la noche había caído ya. Y así estábamos casi acostumbrándonos a estar sin la luz, sin la tele, sin el ordenador, sin el microondas, sin frigo, sin vitrocerámica… cuando de pronto y sin esperarlo, junto al resplandor de la vela apareció una tenue luz fuera de casa, ¿qué era? Pues estaba claro que las farolas de mi calle empezaban a coger fuerza y las bombillas se iban iluminando cada vez más. Mamá se levantó y fue al interruptor de la luz de la cocina y para grata sorpresa nuestra el fluorescente se iluminó. ¡Por fin! Nos pusimos muy contentos y para celebrarlo mamá metió una pizza en el horno, que me supo a gloria. Alberto Tejera Alonso 5º B EPO, Colegio Santo Domingo de Guzmán-Dominicas “Un día de mi vida sin electricidad” Programa Agenda 21 Escolar 2008-2009 Autor/a: Alberto Tejera Alonso. 5º B Santo Domingo de Guzmán de Aranda de Duero (Burgos)