TOCADOS, PEINADOS Y PELUCAS EN EL ANTIGUO EGIPTO INTRODUCCIÓN Las ideas relacionadas con los cabellos entre los pueblos del Mediterráneo partían de la base de que éstos simbolizaban la plenitud y la vitalidad del hombre. El cabello no es una parte del ser humano que dependa de su voluntad, crece de forma espontánea, incluso más allá de la muerte durante cierto tiempo. El cabello era, por lo tanto, portador de muchos simbolismos y, de alguna manera, cada individuo se sentía representado por sus cabellos. Cuando el cabello se caía o se volvía gris, el individuo se sentía amenazado por la edad o la enfermedad y sentía mermada su capacidad vital. El ser agarrado por el pelo, incluso hoy en día, es sinónimo de ser vencido y quedar a la merced del otro. El faraón agarraba a sus enemigos por el pelo para demostrar que los sometía. En otras culturas antiguas sucedía algo parecido, si una persona se dejaba tocar los cabellos por otra significaba que le entregaba su voluntad y demostraba sumisión. Por ejemplo, entre los germanos, el simple hecho de tocarle las barbas a alguien significaba una adopción; y entre los griegos, este mismo gesto significaba sumisión y petición de clemencia. Incluso se llegó a atribuir poderes mágicos al cabello, todos recordamos el episodio bíblico de Sansón y su fuerza en los cabellos. Hasta en el lenguaje coloquial se percibe esta importancia de los cabellos, puesto que todos hemos oido expresiones como ¿subirse a las barbas¿ o ¿tomar el pelo¿ como falta de respeto; ¿jugarse el bigote¿ para decir arriesgar la vida; o antiguos juramentos que decían ¿por mis barbas¿ que era tanto como decir ¿por mi vida¿. Entre las culturas antiguas también encontramos que el cabello tenía una gran importancia en los diferentes momentos de la vida, y con frecuencia había ritos relacionados con él en los cambios de etapa en la vida de las personas, como puedan ser la infancia, pubertad, maternidad, sacerdocio, los ritos funerarios... Vamos a tratar de desvelar hasta qué punto fue importante todo lo relacionado con cabellos, peinados y pelucas en el Antiguo Egipto. EL PELO NATURAL: COLOR, CALIDAD Y APARIENCIA Egipto es un país africano, por lo tanto debemos pensar que sus habitantes tendrían en su mayoría cabello oscuro y rizado como correspondería étnicamente a las razas mediterráneas. No queremos decir los rizos pequeños y apretados de los individuos de raza negra, sino ondulado, o al menos no liso como encontraríamos en las culturas americanas o en las personas pertenecientes a la razas orientales. El pelo de los egipcios se iría haciendo más rizado cuanto más al sur, en la zona de Nubia, donde ya sería el tipo de cabello fuertemente rizado de la raza negra. Por lo tanto, cabe suponer que los habitantes de Egipto tendrían, en su mayoría, cabellos negros o al menos bastante oscuros. Y también que la calidad de su pelo era buena, ya que el cabello en las razas mediterráneas suele ser abundante y fuerte. No obstante, una vez más, la climatología de Egipto, con su calor sofocante, condiciona casi todos los aspectos de esta civilización. Y el estilo de peinado no podía ser menos. Los egipcios normalmente llevaban el cabello corto, o incluso rasurado. Si acaso las mujeres podían llevar una melena corta y cuadrada, pero los hombres solían cortar sus cabellos muy cortos, casi al estilo actual. Esto tiene toda la lógica del mundo en lo referente a las clases trabajadoras. El pelo corto o rasurado era una buena manera de hacer frente al calor y a los parásitos. Por este mismo motivo también se depilaban todo el vello corporal. El cabello y el cuero cabelludo era motivo de constantes atenciones. Unas veces se trataba de combatir las canas, otras veces la calvicie, otras tratar de hacer que el pelo creciera de nuevo, e incluso les preocupaba que las cejas se les volvieran grises. En el Papiro Ebers encontramos recetas para ¿transformar a un viejo en joven¿ (esto sería un tinte) así como otra destinada a mujeres y que sirve para ¿hacer que a una rival se le caiga el pelo¿. Esta receta se compondría de hojas de loto quemadas y sumergidas en aceite que habría que aplicar en la cabeza de la mujer odiada. La receta propuesta por los egipcios para hacer crecer el pelo de alguien calvo sería: grasa de león, grasa de hipopótamo, grasa de cocodrilo, grasa de gato, grasa de serpiente y grasa de ibis, todas ellas mezcladas y puestas en la cabeza. No sabemos si esto era efectivo, aunque el hecho de que la alopecia siga atormentando a la humanidad, nos hace dudar de su eficacia.. Las referencias al cabello también tienen su importancia en la mitología. La diosa Isis, al enterarse del asesinato de su marido, lo primero que hace es cortarse un mechón de su cabello antes de emprender su búsqueda del cuerpo. Igualmente cuando llega a Biblos, enseña a las damas de aquella corte a trenzar sus cabellos. EL PELO EN LOS RITOS FUNERARIOS En los ritos funerarios también parece que el cabello tenía su papel. Hombres y mujeres aparecían con el pelo en desorden, y las mujeres plañideras se tiraban del pelo entre lamentos, y se tiraban ceniza sobre ellos. Por otra parte, en muchos enterramientos han aparecido pequeñas trenzas o bucles de pelo humano cuidadosamente guardados en cajitas. No sabemos muy bien si estos eran postizos o extensiones y formaban parte del ajuar funerario, como el caso de las pelucas completas, o era simplemente una cuestión piadosa basada en el cariño de alguien por el fallecido o viceversa. La realeza contaba con peluqueros y barberos que cuidaban tanto de su pelo natural como de las pelucas. Tanto mujeres como hombres se ponían a diario en manos de los peluqueros, barberos, manicuristas, etc., al menos esto es lo que nos quieren indicar las representaciones oficiales. Solo en el caso de la familia amárnica tenemos la seguridad absoluta de que llevaban el cráneo rasurado. Hay gran cantidad de representaciones en las que aparecen tanto la pareja real, como sus princesitas luciendo sus alargadas cabezas afeitadas. Pero en la vida real, las clases trabajadoras se conformaban con ir al barbero/peluquero de vez en cuando para que les rasurase el cráneo. Para ello, hacían cola al aire libre y esperaban su turno echando un sueñecito a la sombra. Ahora bien, casi podemos decir que se sabía la posición social de un personaje por la longitud de sus cabellos. Cuanto más adinerado era el personaje, más largo tenía el cabello. Un hombre o mujer de cabellos largos no podría estar trabajando en el campo a pleno sol, y si lo hacía, el aspecto de sus cabellos sería de suciedad y desaliño. Así, sólo quienes tenían sirvientes para cuidarles y trenzarles el pelo, podían permitirse dejarlo crecer. Aunque, a partir de las representaciones, es muy difícil determinar si el pelo era natural, o se trataba de peluca. Por supuesto, en los elaboradísimos peinados que vemos en los banquetes, o en las decoraciones de las tumbas, no nos cabe ninguna duda de que son pelucas. La duda aparece cuando el peinado es ¿posible¿, es decir, no es tan sofisticado, y sería por lo tanto factible que fuera de pelo natural. ESTILOS DE PEINADO EN PELO NATURAL I Como ya hemos dicho, resulta muy difícil saber si los peinados que aparecen en las imágenes representadas son de pelo natural. Sólo en las escenas de vida cotidiana y de trabajadores, podemos estar seguros de que se trata de pelo natural. En las escenas ¿oficiales¿ o rituales siempre aparecen representados con pelucas, incluso los sirvientes. También resulta algo pretencioso llamar peinados a lo que simplemente es un cabello corto, o un cráneo rasurado, ya que es así como aparecen los adultos en estas escenas. Baste para ello ver a los carniceros, o cerveceros, o joyeros. Es decir, los artesanos aparecen frecuentemente rasurados o con cabello muy corto. En el caso de las mujeres, el hecho de que aparezcan con frecuencia con una melenita corta y cuadrada nos hace pensar que el estilo predominante entre ellas era este, y que efectivamente era su pelo natural, ya que no parece probable que usaran peluca para los extenuantes trabajos que realizaban. En el caso de los niños, sí que tenemos seguridad absoluta de que les afeitaban la cabeza totalmente con el fin de evitar los molestos piojos y liendres. Los niños de la nobleza también solían ir rasurados, a excepción de unos cuantos mechones, por lo que vemos en las representaciones. Aunque esto debía ser incómodo, y creemos que era una manera de representarlos para ¿embellecerlos¿ de alguna manera, ya que este tipo de arreglo capilar no parece práctico en la vida cotidiana, y menos para niños. Las jovencísimas sirvientas nubias también llevaban estos mechones, aunque solían trenzarlos. Los niños de la realeza podían llevar el pelo corto, o llevarlo rasurado, pero manteniendo un mechón en lo alto de la cabeza que dejaban crecer y que trenzaban en un mechón lateral que denominamos mechón de juventud, puesto que al alcanzar la pubertad, lo cortaban. En las representaciones, este mechón aparece azul, como imitando el pelo de los dioses. Otro tipo de peinado que suponemos de pelo natural era el que utilizaban las bailarinas. Estas muchachas llevaban el pelo largo y lo utilizaban para acompañar los movimientos de sus danzas. Por supuesto no podrían utilizar pelucas para bailar sin que se les cayeran durante sus evoluciones. Hay representaciones en las que estas mujeres aparecen con el pelo suelto, o apenas sujeto por unas cintas. Hay también representaciones en las que aparecen con el pelo corto, pero con un largo mechón en lo alto de la coronilla, el cual trenzaban con un disco o una bola de terracota que ponían en el extremo de la trenza. Esto suponemos que les servía para dar peso a la trenza y poderla hacer oscilar al ritmo de la música y configurar así algo equivalente a una coreografía. ESTILOS DE PEINADO Los sacerdotes, por su parte, aparecen representados de diferentes formas. Los sacerdotes de menor grado, como por ejemplo los lectores o los wab (puros) iban casi siempre totalmente afeitados. Pero encontramos otros sacerdotes, como puedan ser el sem o el Iunmutef que suelen aparecer con peluca corta y redonda de la que denominamos ¿nubia¿. Particularmente, en el caso de los Iunmutef suelen estar representados con peluca corta y trenza lateral, como los niños. Este tipo de peinado era también el de los sacerdotes del clero del dios Ptah en Menfis, y siempre era peluca. Ya hemos dicho que tenían un estilo de peinado para cada etapa de la vida. El curioso peinado con el que representan a las mujeres que están de parto nos confirma este hecho. Al parecer mientras duraba el trabajo del parto la mujer llevaba un moño despeinado e informal en lo alto de la cabeza, y sólo cuando el niño estaba dispuesto a ver la luz, ella soltaba sus cabellos, como vemos en las representaciones y en el jeroglífico. Al parecer, recogiendo su pelo conjuraba a los espíritus malignos, y una vez estaban ya conjurados, ella soltaba el pelo como dando permiso al niño para nacer sin peligro. Pero este peinado igualmente era el utilizado para amamantar al bebé. Quizás cumpliera las mismas funciones mágico-religiosas de protección a la madre y al bebé. Pero en mi opinión podría tratarse de una idealización de la tendencia natural que tendría una mujer de recogerse el pelo en lo alto de la cabeza con horquillas, con el fin de paliar el calor y de evitar que cayeran cabellos al bebé que amamanta. Poniéndolo en lenguaje actual, parece lógico que una mujer de pelo largo que va a dar el pecho a un bebé, se lo recoja con una pinza en lo alto de la cabeza para mayor comodidad de ambos. Lo cierto es que siempre que aparece una escena de lactancia, la madre está representada con una especie de moño nada simétrico y bastante informal. Además de estar siempre sentada bajo una pérgola de clemátides, planta que al parecer tenía mucho que ver con la sexualidad y sus consecuencias, en este caso la maternidad. En la iconografía de imágenes de lactancia, casi siempre aparece igualmente un espejo y una sirvienta nubia, con los típicos mechones en su cráneo rasurado. En cuanto a los extranjeros que visitaban o vivían en el Valle del Nilo, sólo los mencionaremos para contrastar las grandes diferencias que presentaban en el estilo de peinado. Los asirios, asiáticos, los pueblos del mar y los nubios siempre aparecían representados con sus estilos autóctonos de peinado. Y al parecer ninguno de esos pueblos tenía por costumbre el uso de pelucas. LAS PELUCAS Desde épocas muy antiguas aparece el uso de la peluca en Egipto. Para ilustrar esta afirmación debemos remontarnos a las figurillas votivas de fertilidad que ya aparecían con una enorme cabellera de terracota en la que había practicados unos agujeros que servían para insertar ramitas y fibras vegetales a modo de cabellera vegetal. También en épocas posteriores se siguieron fabricando unas figurillas votivas de fertilidad en forma de pala de madera, cuyas espesísimas pelucas estaban hechas de cuerdas. Ya hemos dicho que los egipcios se rasuraban por higiene, pero para mantener la estética hacían uso de pelucas en sustitución del propio cabello. Tanto el faraón, como los dioses, o los personajes de la realeza lucían diferentes pelucas dependiendo del rito representado, por tanto debemos pensar que existía cierta simbología en el estilo de la peluca, puesto que los egipcios hacían pocas cosas por que sí, sino que cada cosa obedecía a algo. Vamos a centrarnos primero en las técnicas de fabricación. Las pelucas egipcias estaban hechas mayoritariamente de cabello humano. No parecen ciertas las afirmaciones de que fabricaban pelucas ¿baratas¿ con fibras de palma, o con lana, al menos para la parte ¿visible¿ de la peluca. Si que pudieron haber servido de relleno o de base. Lucas y Harris afirman en su libro sobre materiales en el Antiguo Egipto haber analizado microscópicamente 14 de las 15 pelucas que hay en el Museo Egipcio de El Cairo, y el resultado fue común: todas ellas estaban fabricadas con pelo humano castaño o castaño oscuro, se habían teñido de negro y habían sido impregnadas con cera de abejas. Por el contrario, ningún ejemplar de peluca de fibras de palma o de lana ha llegado a nuestros días. Parece, pues, lógico poner en duda su existencia. Las pelucas, como tantas cosas, fueron idealizadas por los artistas en su afán de simetría, ya que los pocos ejemplares que han llegado a nuestros días no son tan nítidas ni elegantes como aparecen en las representaciones. Además de estar muy manchadas por la grasa de los conos. La confección de una peluca seguía un esquema simple: El pelo natural, en mechones sueltos, retorcido o en trencitas se entrelazaba muy tirante entre las aberturas de un soporte almohadillado que podía ser de fibras vegetales. Para darle consistencia y fijar el cabello al soporte sumergían (sólo el soporte y la raíz de la peluca) en un líquido compuesto por resina y cera de abejas. La resina endurecida haría las veces de adhesivo y mantendría los mechones en su lugar. La cera le daría cierta flexibilidad y no se derretiría hasta los 60º por lo tanto la peluca quedaría en su sitio incluso en los días de más calor. Entonces, ya con la base fijada se podría proceder al peinado de la peluca. Se calcula que una peluca constaba aproximadamente de unos 120.000 cabellos como mínimo. La famosa peluca rubia rizada del Museo Británico está hecha sobre un entramado de trencitas (unas trescientas, de 400 cabellos cada una) que deja aberturas romboidales por las que se pasan los mechones rizados de la coronilla, que forman una cascada de bucles en lo alto de la cabeza. Las damas acaudaladas tenían sirvientas que cuidaban sus pelucas, y las repeinaban, mientras que en la clase baja, se arreglaban unas a otras, ya que no se puede trenzar el cabello de la nuca una misma. Las pelucas eran fabricadas por los barberos o por mujeres. PELUCAS DE MELENA CUADRADA Y TRIPARTITA Las pelucas femeninas que aparecen más frecuentemente en las representaciones del Reino Antiguo son las cortas cuadradas y las largas tripartitas. Las primeras son las típicas pelucas de melena corta cuadrada como la que luce la princesa Nofret en la estatua en la que está con su marido. Estas pelucas tenían raya en medio y el cabello muy abundante caía a los lados hasta el mentón más o menos sin llegar a los hombros. Cubría las orejas, aunque al parecer iban superpuestas, y no les importaba nada que el propio cabello apareciera por la frente. Normalmente, llevaban una diadema o cinta rodeando la frente. Los hombres en el Reino Antiguo solían llevar su pelo natural muy corto o afeitado, aunque podían utilizar alguna peluca corta para actos específicos. En las representaciones parietales casi todos los obreros o campesinos aparecen rasurados. Y no debemos dejar de mencionar a la más exótica de las reinas del REINO ANTIGUO. Nos estamos refiriendo a Meresanj III, la cual no sabemos si utilizaba peluca de pelo muy corto, o realmente instauró la moda de cortarse el pelo natural a lo chico en el Reino Antiguo. Pero lo que llama poderosamente la atención es el color rubio del pelo (o peluca) en aquella época de costumbres tan sobrias. Las películas durante el reino medio.- Durante el Reino Medio las pelucas cortas cuadradas quedaron para las clases trabajadoras, mientras que las de pelo muy corto, casi como un casco, y las de pelo largo llamadas tripartitas fueron las más comunes. Las pelucas tripartitas consistían en una melena dividida en tres partes, dos mechones a los lados que caían sobre el pecho, y otro mechón mas grueso que caería por la espalda. Suponemos que esta disposición del pelo era una idealización más, ya que al menor movimiento las tres particiones se mezclarían y quedaría el pelo desordenado. Aunque también podían estar los cabellos impregnados de algo que les diera consistencia y les impidiera moverse de su sitio. Normalmente, estas pelucas no eran de trenzas sino de mechones gruesos y lisos, dejaban ver las orejas y también estaban peinadas con raya en medio. LAS PELUCAS COMPLEJAS Como casi todo en el Antiguo Egipto, las pelucas llegaron a su momento de mayor sofisticación en el Imperio Nuevo, con intrincados trenzados, y diferentes capas de pelo. Cada mechón acababa en un tirabuzón, o llevaba algún adorno. Esposa de Ramses II con peluca tripartita compleja Pero no sólo se utilizaba la técnica de la trenza sino también un torsionado del cabello formando mechones gruesos, que impregnaban en cera o grasa para mantenerlos torsionados y en su sitio. Quizás deberíamos considerar a los egipcios como los inventores de las rastas que tan de moda están hoy en día. Parte trasera de representación de peluca en mechones gruesos o rastas Estas pelucas complejas podían ser de pelo muy largo y abundante, pero también más cortas, solo hasta tocar los hombros, con aspecto más bien redondo y diferentes capas de pelo cortado y dispuesto en diagonal, logrando efectos sorprendentes. Otro tipo de peluca muy utilizada por los hombres fueron las llamadas nubias. Estas pelucas eran cortas, redondas, pegadas a la cabeza casi como un casco. Este tipo de peluca, aunque preferida por los hombres, también fue muy utilizada por algunas mujeres con cargos de importancia o de carácter autoritario, como pudieron ser Hatshepsut, Tiyi o Karomama. Por supuesto siguieron utilizándose las pelucas largas tripartitas, aunque ahora aparecían con trenzados y adornos en los extremos de los mechones o trenzas, y se pusieron de moda las llamadas pelucas Hathoricas, o de caracol. Esto consitía en arrollar el cabello de la peluca a un disco de material rígido formando dos caracoles sobre el pecho, casi con el aspecto de que llevaban los rulos puestos. Esto imitaba la iconografía tradicional de la diosa Hathor y fue muy popular entre las reinas de la Din XVIII. Aunque, una vez más ponemos en duda que estos discos se sujetaran a menos que estuvieran pegados o entrelazados con el pelo. Diosa Hathor con peluca de caracol Según fue avanzando el tiempo la moda se liberalizó, y se adoptaron pelucas más largas y de aspecto más libre y salvaje, quizás debido a influencias extranjeras. Esta libertad adquirida en la realidad quedaba igualmente idealizada en las representaciones, donde aparecían las ondas perfectamente paralelas, aunque todos sepamos que esto no puede mantenerse así, a menos que estuvieran rígidas por algún producto que hiciera las veces de nuestras lacas. Y definitivamente, las melenitas cuadradas quedaron solo para las clases trabajadoras. Las pelucas eran habitualmente de pelo oscuro, pero tampoco tenían empacho en teñirlas de colores, y así hemos visto pelucas azules, rubias y blancas. Para conseguir el azul utilizaban el índigo (indigofera tinctoria), y para los tonos rojizos la henna. Las azules suelen ser las nubias que usaban los soldados y oficiales de élite. El color azul trataría de aproximarse al color del jeperesh o corona de guerra del faraon, y además al color de pelo de los dioses, quienes tenían el pelo de lapislazuli, y frecuentemente se los representaba con el pelo azul. Y los demás colores formarían parte de la fantasía, como vimos en el caso de la reina Meresanj, si bien en el caso de pelucas blancas podrían estar queriendo indicar de la edad de los personajes representados. En cuanto a los dioses de figura antropomorfa podemos decir que seguían un poco las modas de los mortales, aunque generalmente tanto dioses como diosas aparecen con peluca tripartita antigua, es decir sin trenzar, de pelo liso y azul, imitando el lapislazuli. No obstante en el caso de dioses niños siempre están representados con el mechon lateral de juventud, como es el caso de Ihy, Nefertum, Jonsu o Harpócrates. Cuando los infantes de la realeza aparecían con peluca, esta era de tipo nubio corta y con el clásico mechón de juventud. ADORNOS DE PELO (I) La diadema más antigua de la que tenemos referencia pertenecía a una princesa cuya tumba fue descubierta en Abydos. Consistía en una serie de cuentas de turquesa y malaquita con intervalos de anillitos de oro. Y una sección de cuentas de oro formaban el cierre trasero. Indiscutiblemente se trata de una diadema ya que fue encontrada en su lugar, es decir sobre la cabeza de la difunta. Esta diadema aún mantenía un fragmento de velo que cubría la cara. La datación de esta pieza se remonta al 3200 a.C., la época del predinástico que denominamos Nagada II. Aproximadamente un milenio más tarde, ya en el Reino Medio aparecen nuevos ejemplares de diademas, que ponen de manifiesto el refinamiento alcanzado por la orfebrería en esta época. Los descubrimientos que nos han aportado mayor información en este campo fueron los de Lisht, de Dashur y de Lahun. En primer lugar citaremos la sutil diadema de la dama Senebtisy, cuyo enterramiento descubrió Herbert Winlock en Lisht al lado de la pirámide de Amenemhat I, fundador de la Din XII. Se trata de una diadema calada formada por hilos de oro torsionados y formando un intrincado dibujo. Sobre la frente lleva un corazón invertido. Un total de 98 rosetas de oro adornan los mechones de su peluca. Diadema de la princesa Sithathoriunet Pero esta diadema no sería más que la versión plebeya de las exquisitas diademas que poseía la princesa Khnumit, hija de Amenemhat II. El tesoro fue descubierto en 1895 por De Morgan en Dahshur, cerca de la pirámide de su padre. Esta princesa fue enterrada con dos diademas, una de ellas más formal, y la otra una verdadera fantasía. La diadema formal está compuesta de ocho grupos de adornos. Cada uno de estos grupos consiste en una roseta de oro y lapislázuli, con los pétalos de turquesa incrustada alrededor de un disco de cornalina. A los lados de las rosetas aparecen los Lotos del Alto Egipto fabricados en los mismos materiales. Para separar cada grupo aparece una de estas rosetas con un loto vertical. El elemento central de la diadema es un buitre de lámina de oro con las alas extendidas. Este buitre (seguramente una alusión a Nejbet o a Mut) presenta con gran detalle el plumaje del ave, y se cree que sus ojos tenían incrustaciones de obsidiana. La otra diadema no por muy conocida deja de sorprender. Se trata de una diadema también calada, pero aún más sutil que la anterior. La forman seis elementos en forma de cruz de Malta, que consta de un disco central de cornalina rodeado por cuatro flores de papiro abiertas con incrustaciones de turquesa. De estos seis elementos parten alambres de oro, diez en total, en grupos de tres, cuatro y tres, que sostienen infinidad de pequeñas flores silvestres de cinco pétalos, y pequeños capullos de papiro. ADORNOS DE PELO (II) Otra afortunada poseedora de preciosa diadema y adornos fue la princesa Sithathoriunet, de la época de Amenemhat III, Din XII, que fue enterrada al lado de la pirámide de Sesostris II en Lahun. El enterramiento fue descubierto por W.M.F. Petrie, aunque quien realmente lo sacó a la luz fue Guy Brunton. Esta diadema consistía en una simple banda rígida de oro con quince rosetas con incrustaciones. En la frente tiene un ureus desmontable con cabeza de lapislázuli. A los lados lleva unas tiras de oro que salen de debajo de una de las rosetas, y en la parte de atrás, se invierte este adorno, y se redondean las puntas para dar el aspecto de una doble pluma. Aunque los cilindros para el pelo los veremos después, la imagen de esta diadema nos muestra igualmente la técnica de adornar los mechones o rastas con cilindros de oro, cuyo peso total podía llegar a un kilo. El original de esta diadema esta en el Museo Egipcio de El Cairo. Tenemos otra diadema que los estudiosos consideran de estilo hicso, o bien egipcia, aunque con influencias asiáticas. Se trata de una diadema rígida de electrum, con orificios en los extremos para los cordones que servían para atarla. En la banda de electrum hay unas curiosas rosetas de pétalos puntiagudos, casi como pinchos. Entre estas rosetas hay cuatro cabezas de gacela, dos a cada lado, y en el centro una cabeza de ciervo en tamaño algo mayor. Este ciervo tiene una cornamenta curiosamente espinosa. La fecha de datación de esta pieza como del II Periodo Intermedio no está contrastada. Aunque no solo las mujeres llevaban diademas, sino que su uso era generalizado. Como muestra todos recordamos la famosa diadema de Tutankhamon, fabricada del modo tradicional de banda rígida y rosetas, con ureus desmontable. Igualmente igual que todos hemos visto faraones, sacerdotes y nobles utilizando estos adornos sobre sus pelucas. Diadema de Tutankhamon En el llamado ¿tesoro de las tres princesas¿ aparecieron igualmente espectaculares diademas y adornos para el pelo. Estas tres princesas eran tres jóvenes sirias que formaban parte del harén de Tutmosis III. Una de estas diademas es la tradicional banda de oro con rosetas y ureus desmontable en la frente, si bien en este tesoro apareció uno de los elementos ornamentales para el cabello más sorprendentes del Antiguo Egipto. Se trata de algo que podríamos llamar ¿cubrepeluca¿. Consiste en una plataforma de oro en lo alto de la cabeza de la cual cuelgan unas cuarenta tiras de rosetas de oro incrustadas con piedras semipreciosas de diferentes colores. Originalmente, tuvo 850 rosetas y debió llevar una fila de colgantes en la frente que han desaparecido. Estas rosetas son menores en la parte alta y mayores en los extremos. Cada tira termina en medias lunas. Estas tiras eran articuladas, y no rígidas. Cubren una peluca morena de pelo ondulado terminado en rastas o tirabuzones en las puntas, que asoman bajo las tiras de oro. Ahora bien, las cintas, más o menos decoradas fueron sin duda el elemento más utilizado tanto para adornar, como para mantener la melena en su sitio sin que les cayera a la cara. Las cintas se usaban tanto sobre las pelucas, como sobre el pelo natural. Estas cintas iban atadas detrás y a veces caían por la espalda y podían ir pintadas, o teñidas, o bien llevar rosetas cosidas. Las rosetas podían ser incluso de metales nobles. En el caso de dioses y diosas, las cintas son el elemento predominante sobre sus tradicionales pelucas tripartitas. Las cintas de los dioses suelen ser blancas y sin más adorno que el nudo trasero. ADORNOS DEL PELO (III) Continuamos hablando de sobre los adornos para el pelo. Las guirnaldas de flores también eran muy usadas para adornar el cabello. Si bien este tipo de adorno era perecedero y por lo tanto muy puntual. Creemos que los egipcios gustaban mucho de tejer guirnaldas con flores y tallos, tanto para las mesas de ofrendas como para adornarse ellos mismos. Es muy frecuente ver a las tebanas en los banquetes funerarios con guirnaldas de hojas y flores, y con una gran flor de loto cayendo sobre su frente. El perfume que emanaría esta flor debía resultar muy agradable. A veces no eran guirnaldas de flores verdaderas, sino cintas con las hojas y las flores pintadas. Luego tenemos los elementos pequeños como son los los pasadores, los cilindros, las rosetas o plaquitas y las bolitas de terracota. Los pasadores también fueron muy populares, y se utilizaron fundamentalmente para sujetar los mechones de juventud, y las trenzas (quizás naturales). En las representaciones no queda claro cómo se sujetaban, pero quizás los ataran por detrás con algún cordel o hilo de metal. Los discos utilizados por las bailarinas, y los que se ponían en los mechones delanteros de las pelucas hathóricas estaban hechos de terracota o metal, suponemos que hueco. En el caso de las bailarinas los llevaban entrelazados con su cabello. Pero en el caso de las pelucas hathoricas ya mencioné que sería muy difícil mantenerlos en su sitio de la manera que los vemos en las representaciones. En cuanto a los cilindros o anillos de pelo podían estar fabricados de diversos materiales desde la simple terracota al oro, material que estaría reservado sólo para la realeza y las clases altas, pasando por la pasta de vidrio, la turquesa, la cornalina, etc. Hemos visto antes la fastuosa peluca de la princesa Sithathoriunet con infinidad de estos cilindros de oro, como correspondía a una princesa. Con las rosetas sucedía lo mismo, dependiendo del rango social del personaje (generalmente mujer) que las utilizase. Desde la terracota al oro, han aparecido multitud de estos adornos en muchos enterramientos. Tenían un anillo por la parte trasera para poder pasar el mechón o trenza. En Nubia las mujeres solían trenzar su pelo natural y sujetar cada trencita con anillos o bolitas de barro pintado. Esto se sigue haciendo en muchos lugares de África. Una mención especial merecen los amuletos que también tenían cabida entre los adornos del pelo. Entre ellos estuvieron muy de moda los pájaros con las alas apuntando hacia el suelo. En el enterramiento de Khnumet aparecieron 24 de estos pájaros, de factura bastante rudimentaria y que sin duda eran amuletos. Contaban con un aro posterior que serviría para meter los mechones o trenzarlos con ellos. Si bien los más populares eran los que tenían forma de pequeño pez. Los peces eran un elemento apotropaico que serviría de protección para no morir ahogado. Solían ponerlos al final de alguna de las trenzas. Una vez más los que usaban las mujeres de la realeza eran de oro. LOS TOCADOS – GORROS Genéricamente, denominaremos gorros a las prendas sin ningún tipo de borde o ala. La prenda a la que nos estamos refiriendo sería la que cubre la mayor parte de la cabeza, y no a la que cubre sólo la parte trasera o de la coronilla, como puedan ser los solideos usados por los hebreos o los sacerdotes cristianos. Más bien estaríamos hablando de un gorro parecido a lo que se lleva para el frío. Muy pocos ejemplos de estos gorros han llegado a nuestros días, en parte porque no queda totalmente claro que sean gorros y no se los consideraba tales. Por ejemplo, entre las cosas de Tut se encontraron algunos objetos catalogados como ¿gorros¿, aunque resulta incierto si lo eran o no. También se encontró un solideo de cuentas que apareció en una caja con la inscripción especialmente fabricado para la cabeza del rey¿. Hay una intrigante descripción de Carter acerca de este solideo. ¿Debajo del paño de cabeza real había sucesivas capas de vendas cubriendo un solideo de lino real, que se ajustaba perfectamente al cráneo rasurado del rey, y estaba bordado con un elaborado dibujo de ureos en diminutas cuentas de oro y fayenza. El gorro se mantenía en su lugar gracias a una banda de oro a la altura de las sienes....Cada ureus del dibujo muestra en su centro el cartucho de Aton. La tela del gorro desgraciadamente estaba muy carbonizada y deteriorada, pero el diseño de cuentas no había sufrido tanto y estaba prácticamente perfecto, ya que estaba adherido al cráneo del rey¿. Es decir, además de que han llegado a nosotros muy pocos ejemplos de estos gorros, no siempre se los reconoció como tales, y especialmente los de pedrerías han sido frecuentemente catalogados como ¿Bolsas de Cuentas¿. Por lo tanto los únicos que han llegado a nosotros son los de la realeza, y esto nos ilustra poco sobre el uso o fabricación de los gorros para la clase trabajadora. Siempre se encuentran dificultades para saber si un determinado personaje lleva o no gorro, o si lleva peluca o es su verdadero cabello, ya que los dibujos son muy lineales y esquemáticos. Los gorros en particular se ajustan tanto al cráneo que solo si asoma algún mechón de pelo podemos asegurar que es gorro y no el cráneo rasurado. Según algunas representaciones cabría deducir que el uso de gorros estaba muy extendido entre las clases bajas, y que lo utilizaban para proteger del sol su cráneo rasurado. LOS TOCADOS – PAÑOS DE CABEZA Por paño de cabeza conocemos la prenda consistente en un trozo de tela que cubría parcial o totalmente la cabeza. En general estaban confeccionados con un simple trozo de tela, con los bordes redondeados, pero no cosido en ninguna forma específica. EN 1909 Davies presentó tres de estos paños al MMNY procedentes de una tumba del Valle de los Reyes. Dichos paños se hallaron fuera de una tumba, que entonces se sospechaba que pudiera ser la de Tutankhamon. Dos de ellos eran blancos y el otro estaba teñido de azul y era de tejido más grueso. Según Winlock el azul sería para ser usado sobre alguna peluca. Más tarde Carter los calificó de delantales. De estos paños de cabeza había diversos tipos. Los más largos, incluso plisados, o rayados usados por la realeza, otros más ajustados y pequeños usados por los trabajadores, y luego la simple pieza cuadrada atada con algún cordón, usada por personas que trabajaban en lugares sucios o polvorientos (se les llamaba el paño de los aventadores). Si exceptuamos los elementos de uso ritual, podemos decir que no existían tocados, o gorros propiamente dichos entre los egipcios, sino que simplemente quien necesitaba cubrirse la cabeza para evitar calor o suciedad, lo hacía con cualquier tela disponible. Simplemente se lo ponían sobre el pelo, y lo sujetaban con una banda atada por detrás. También tendría el uso de sujetar el pelo, para que no se les viniera a la cara, y evitar que cayeran cabellos cuando preparaban comidas. También había paños más grandes que se ponían sobre la cabeza, cubriendo la frente y poniendo el exceso de material por detrás de las orejas. Estos pañuelos también se usaban a veces atados de alguna manera en la nuca, un poco al modo de los piratas para trabajos fatigosos, o en el caso de plañideras. Estos dos modos de colocarse el paño seguramente son el equivalente a los tocados que en el entorno real conocemos como nemes o afnet. Naturalmente en las vestiduras reales, los paños de cabeza están hechos de materiales más ricos. Hay un curioso tocado que sólo utilizan unos bailarines llamados MUU 1. Los que interceptaban el cortejo fúnebre en la orilla izquierda, para indicar que se necesitaba permiso para entrar en la necrópolis. Estos llevaban un extraño y altísimo tocado de mimbre o cañas. 2. Eran los guardianes especiales, situados en la Sala de los Muu, desde donde vigilaban toda la necrópolis. También llevaban el mismo casco alto de mimbre. 3. Asociados a las Almas de Pe. Bailaban en parejas afrontadas, imitando la danza de los barqueros. Estos llevaban la cabeza desnuda o cubierta por un paño como el de los aventadores de trigo BIGOTES Y BARBAS (I) Aunque por regla general encontramos las caras de los hombres perfectamente rasuradas, hay algunos ejemplos de que en algunos momentos estuvo de moda lucir un bigotito o incluso dejarse crecer la barba natural. En el Imperio Antiguo vemos que era corriente que los hombres llevaran un bigote muy fino sobre el labio superior. Ahí tenemos al príncipe Rahotep, en su famosa estatua que está en la mente de todos. Tanto el peinado del príncipe como el bigote le da el aspecto de ser como cualquier egipcio actual que podemos ver por la calle. Igualmente en el caso del faraón Djoser, lo vemos en su estatua del MEC representado con dos características curiosas. Una es el bigote. Otra que el paño de cabeza tiene las puntas en pico por delante, cuando siempre se representan redondeadas. Creemos que el hecho de que los egipcios comenzaran a dejarse crecer la barba no fue más que una influencia extranjera y pasajera. Realmente el clima de Egipto no invitaba a llevar barba. Pero aún así, debemos pensar que los antiguos egipcios eran tan prisioneros de la moda como lo podemos ser en la actualidad, y hemos encontrado algunos ejemplos de hombres con barba. Si bien es verdad que se trata de máscaras o tapas de sarcófago, lo cual podría ser una simple representación, y en la vida real fueran afeitados. Estas supuestas barbas solían ser azules o azuladas, para imitar el cabello de los dioses que se suponía de laspislázuli. No obstante, durante el Reino Nuevo parece que se puso de moda que los nobles llevaran una pequeña perilla cuadrada. Sennefer con perilla cuadrada - TT96 - (Gurnah) En el contexto funerario había una curiosa costumbre relacionada con la barba. Todos sabemos que el luto duraba los setenta días que el cuerpo del difunto debía permanecer en natrón para su momificación. Pues bien, durante todo ese tiempo el primogénito del fallecido no se adeitaba en señal de duelo. Frecuentemente vemos en las decoraciones de las tumbas que el personaje que hace de sacerdote sem, que suele ser el hijo mayor, lleva la cara ensombrecida por la barba crecida, y también lleva una pequeña perilla. BIGOTES Y BARBAS (II) Pero aún hay otra curiosidad relacionada con los cabellos y el contexto funerario, en este caso relacionado con la muerte de animales domésticos en el seno de una familia. Según Herodoto cuando moría un gato de muerte natural, todos los habitantes de la casa se rapaban las cejas a navaja. Y si el animal que moría era un perro se rapaban la cabeza entera. Otra cosa sería la barba postiza real. Estas barbas pueden ser de diferentes estilos. En primer lugar tendríamos la barba de los vivos, que era de aspecto más bien grueso y cilindrico y recta. El final estaba cortado de modo más o menos cuadrado. La barba recta representaba siempre a un personaje vivo. Por el contrario si el personaje representado estaba muerto, la barba se hace más delgada y se curva hacia arriba imitando la barba de los dioses. Es decir, solo los dioses antropomorfos y quienes han podido alcanzar la gloria lucen la barba curvada. Con el paso de los siglos también estas barbas fueron presentando fantasias, y las barbas postizas se trenzaban u ondulaban imitando las barbas de los extranjeros. Igualmente en los sarcófagos no solo los faraones aparecían con la falsa barba curvada de los dioses, sino que los personajes ordinarios también la llevaban para significar que habían alcanzado la inmortalidad. Y aunque sea algo muy sabido, no dejaremos de mencionar a la reina Hatshepsut, quien se hacía representar con barba postiza para reforzar su posición de faraón. Estamos hablando de barbas postizas que solo se usaban para determinados ceremoniales, o para demostrar el poder del faraón. Estas barbas se sujetaban con unas cintas que iban por detrás de las orejas. En las estatuas vemos frecuentemente representadas estas cintas, ya que no trataban de aparentar que la barba era suya. Entre otras cosas porque este elemento no estaba fabricada con pelo, sino con lapislázuli. La barba se consideraba sinónimo de fuerza, de ahí su uso como demostración de poder. Incluso se han encontrado amuletos con la forma de barba real en algunos enterramientos. Suponemos que serían un amuleto que otorgaria fuerza y poder a quien lo poseyera. Se discutió mucho sobre si estos amuletos representaban la barba o el mechón de juventud como símbolo de regeneración, pero en una lista de amuletos del Papiro Mc Gregor constan claramente como amuletos de falsa barba. INSTRUMENTOS DE PELUQUERIA Para el cuidado de cabellos naturales y de pelucas contaban con instrumentos que, si bien eran rudimentarios, cumplían perfectamente la función para la que estaban destinados. Peine Nagada II Peine de marfil Nagara II Sus peines estaban generalmente fabricados en hueso, marfil o madera, y algunos eran dobles, es decir con unas puas separadas para peinar y desenredar, y las otras muy tupidas. Esto nos hace pensar en unos peines que algunas personas hemos visto por nuestras casas en tiempos pasados, y que recibían el curioso nombre de ¿lendreras¿. Y efectivamente servían para arrancar las liendres adheridas a los cabellos. En el caso de estos peines egipcios su uso pudo muy bien haber sido el mismo. Si bien para peinar el cabello natural debieron utilizar peines de puas separadas. No olvidemos que su pelo natural debía ser rizado y las puas separadas tirarían menos del pelo. Para los arreglos de las pelucas además de los peines debieron utilizar otros instrumentos. Frecuentemente vemos en las representaciones como una peinadora está de pie detrás de su señora sentada cuidando su peinado. Esta peinadora no suele aparecer con peine alguno en las manos, sino más bien con algún tipo de horquilla o gancho para entrelazar o trenzar los mechones. Y también suele dejar algún mechón sujeto con una de estas horquillas, mientras trenza otro. Cuando hablamos de horquillas lo hacemos por dar una idea del uso, ya que en realidad eran más bien alfileres fabricados igualmente en hueso o marfil. Escena de peinadora Din. XII Para conseguir rizos uniformes o bien ondas en un pelo simplemente ondulado o totalmente liso contaban con tenacillas que calentaban al fuego. Las asas de estas tenacillas estaban hechas de algún material aislante para no quemarse al manipularlas. Para lograr los tirabuzones en las pelucas, enrollaban el pelo en palitos de metal calentado o usaban las tenacillas. Esto daría forma a los cabellos, aunque de manera pasajera. El otro sistema sería enrollarlos a palitos de caña redonda y sumergirlos en la consabida cera y resina. Una vez secos, se rompería la caña y el tirabuzón quedaría hecho y rígido. Una vez peinada y cuidada la peluca debía guardarse en un lugar adecuado para que no se maltratase y perdiera la forma. Para ello en muchos ajuares funerarios se han encontrado cajas para contener las pelucas. Suelen ser unas arquetas cuadradas con un soporte interior donde poner la peluca. La tapa es superior. A la mente de todos viene la caja de peluca de Tutankhamon, o la de Merit, la esposa del arquitecto Kha, cuyo completísimo ajuar funerario nos ha arrojado mucha luz sobre temas de vida cotidiana.