Flexiseguridad: perspectiva europea

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Flexiseguridad: perspectiva
europea
UTE KLAMMER*
B
uenas tardes. Permítanme comenzar
agradeciendo a los organizadores
que me hayan invitado a esta conferencia, tan amena e interesante, en un lugar
tan agradable. Nunca había estado aquí y me
encanta.
Como ya se ha dicho, he trabajado duramente en este tema –el de la Flexiguridad –
ya que, como probablemente saben todos
ustedes, este debate comenzó en Dinamarca y
en los Países Bajos en la década de los noventa y se trasladó a Alemania –o al menos creo
recordar que tuve conocimiento del mismo en
1998, y organicé la primera gran conferencia
internacional sobre el tema en 1999. Desde
entonces, hemos venido trabajando en la Flexiguridad, concepto que como verán ustedes,
se ha difundido actualmente por toda la
Unión Europea; ha sido y es una de las ideas
de la Estrategia de Empleo europea.
Primero permítanme explicarles lo que me
gustaría tratar a lo largo de mi presentación.
Comenzaré exponiendo algunas ideas y
nociones clave sobre la «Flexiguridad». Me
gustaría demostrarles –o al menos a quienes
no están familiarizados con el debate sobre la
Flexiguridad– que todos hablamos de este
término y sobre esta idea, pero no todos nos
referimos a lo mismo.
* Catedrática de Servicios Sociales. Universidad de
Ciencias Aplicadas de Niederrhein. Alemania.
Carecemos de un concepto común de Flexiguridad. Cada país posee su propia concepción del término y, probablemente (al menos
esa es mi sensación) no lograremos establecer
una definición común aunque, probablemente, tampoco sea necesario. Volveré a esta
cuestión posteriormente.
Haré también una breve referencia, a la
integración en el mercado laboral de los diferentes grupos de población a lo largo de toda
su vida y les mostraré algunos datos empíricos de los regímenes prevalentes en los estados europeos del bienestar.
Esto viene perfectamente al hilo de lo que
se habló esta mañana ya que en esta parte de
la presentación me centraré, en particular,
en el género pero también en la cualificación
profesional en las distintas edades.
Han oído que, entre otras cosas, soy economista; les mostraré algunos datos empíricos
de los proyectos que he dirigido. No quiero
aburrirles con un montón de datos, pero sí
aportaré algunos en esta sección de la presentación.
A continuación, trataré de analizar los distintos tipos de seguridad para los tipos de
actuación en cada estado europeo. Pasaré
después a la legislación en vigor en los diferentes países de la Unión Europea. He de
reconocer que me referiré principalmente a
Europa Occidental, es decir, a los 15 países
que componían la antigua Unión Europea.
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ESTUDIOS
He estudiado en profundidad los diferentes
países de Europa Occidental pero, lamentablemente, no estoy especializada en los de
Europa del Este. Todos sabemos que estos
países se dirigen hacia el modelo liberal pero
no puedo facilitarles información detallada
sobre los diez nuevos Estados Miembros que
se han adherido a la Unión Europea.
En último lugar, pero no por ello menos
importante, me referiré a cinco tareas cruciales del desarrollo del concepto de la Flexiguridad a lo largo de la vida. Como verán, uno de
los temas fundamentales de mi ponencia de
hoy será la Flexiguridad y el ciclo de vida. Y,
a mi juicio, éste es uno de los grandes defectos
del concepto de la Flexiguridad del que ahora
debatiremos, que tiene mucho que ver con la
legislación laboral, con los diferentes tipos de
trabajo, pero que sólo se reduce al análisis del
status quo, sin vinculación al acceso longitudinal, a los ciclos de vida. Espero demostrarles, durante mi ponencia, que la Flexiguridad
sólo tiene sentido si logramos vincularla con
los ciclos de vida y con una visión a largo plazo del desarrollo de la persona.
Por consiguiente, ¿a qué nos referimos
cuando hablamos de Flexiguridad?
Hay cierto consenso respecto a algunos
factores mientras que no lo hay en absoluto
respecto a otros. El acuerdo es unánime en
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cuanto a que estamos refiriéndonos a algo
que tiene que ver con la reconciliación entre
la creciente flexibilidad que observamos en
muchos países europeos –tal vez en todos– y
la seguridad. Por consiguiente, la idea general es que hemos de reconciliar, de alguna
forma, flexibilidad y seguridad. Buscamos la
Flexiguridad como alternativa a la desreglamentación pura y dura. En lugar de simplemente liberalizar nuestros mercados laborales, necesitamos algo nuevo, algo que represente un nuevo tipo de seguridad basado en
un trabajo más flexible y en nuevos modelos
de contratos laborales, entre otras cosas.
También hay consenso en el debate internacional y, en estos momentos, contamos con
una amplia red de investigadores que analizan la Flexiguridad en los diferentes países
europeos. No quiero entrar en detalles, pero
hablamos de flexibilidad externa e interna,
de la cuantificación y función de la flexibilidad y, por consiguiente, nos referimos a diferentes tipos de flexibilidad. Y también nos
referimos a diferentes tipos de seguridad. La
seguridad, en el futuro, no se reducirá exclusivamente a «prestaciones económicas» como
era habitual en el pasado. Significará diferentes derechos y reivindicaciones, diferentes
niveles de reglamentación, derechos, convenios colectivos, reglamentos empresariales,
etc. También puede significar estrategias de
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capacitación. Pensemos en la idea del employability empowerment (empleabilidad), clave
de la actual estrategia europea de empleo.
Sigue siendo sinónimo de prestaciones económicas pero, tal vez, de nueva naturaleza.
Tenemos, por consiguiente, múltiples tipos
de flexibilidad, de formas de flexibilidad y
seguridad y, si lo desean, pueden realizar una
matriz a partir de éstas, combinando esos distintos tipos de flexibilidad y de seguridad.
Algunos investigadores de los Países
Bajos, han tratado de hacer eso exactamente,
de ponderar estos diferentes tipos de flexibilidad y seguridad y de encontrar soluciones a
los mismos. Pero, como ya dije anteriormente, carecemos de un entendimiento y una
definición comunes del concepto de Flexiguridad. Hay consenso respecto a que la política de Flexiguridad significa «no dar seguridad a todo tipo de flexibilidad», asimismo,
parece existir acuerdo en el debate académico de que la política de Flexiguridad debe
centrarse en los grupos más vulnerables del
mercado laboral, en los aspectos más problemáticos de la flexibilidad, etc. Sin embargo, como veremos ahora, en la siguiente diapositiva, todavía existen opiniones diversas,
en los distintos países, respecto al significado
del término.
Veamos, en primer lugar, los Países Bajos,
donde el debate comenzó a principios de la
década de los noventa. A mi juicio, los Países
Bajos poseen una idea perfectamente clara de
lo que significa la política de la Flexiguridad,
de que se trata de una política que mejora
simultáneamente la flexibilidad y la seguridad y que es la base de la denominada «Ley
Flex», Ley de Flexibilidad y Seguridad, cuya
tramitación comenzó en 1999 y fue aprobada
en ese mismo año. La Ley de Flexibilidad
aspira a un mercado laboral más flexible, lo
que significa ofrecer incentivos para flexibilizar los puestos de trabajo buscando, al mismo
tiempo, potenciar su seguridad para poder
garantizarlos. Se trata de un debate típicamente holandés: mejorar simultáneamente
la flexibilidad y la seguridad pero sin restringir el concepto al mercado laboral, sino
aplicándolo a otros campos en los que la flexibilidad también tiene cabida.
El debate danés, por lo que he podido comprobar, es ligeramente diferente. El debate
danés, al que Julia López hacía referencia en
su presentación de esta mañana, se centra en
mayor medida en la movilidad del mercado
laboral. Como muchos de ustedes probablemente saben, la legislación de protección del
empleo es casi nula en Dinamarca pero si un
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ESTUDIOS
trabajador es despedido, tiene acceso a un
mercado laboral muy activo y disfruta de
altas prestaciones por desempleo: hasta el
90% de su anterior salario. Y, cabe destacar
que, a pesar de la falta de legislación de protección del empleo, los ciudadanos se sienten
seguros con este esquema. Cuando se les pregunta al respecto (y la Fundación Dublín lo
ha hecho en varias ocasiones), los trabajadores daneses consideran más seguro su mercado laboral que los trabajadores alemanes, por
ejemplo, país que siempre se ha caracterizado
por una rígida legislación de protección del
empleo. El concepto danés de Flexiseguridad
se basa, por consiguiente, en la movilidad del
mercado laboral.
Nosotros tratamos la Flexiguridad desde
un sentido mucho más amplio. Sólo un
pequeño grupo de investigadores alemanes
estudia la cuestión de la Flexiseguridad, pero
yo diría que hemos alcanzado un consenso en
virtud del cual se amplía el alcance del concepto de Flexiguridad. No es suficiente, a
nuestro juicio, centrarlo exclusivamente en
aspectos del mercado de trabajo, tales como
las leyes laborales o la reglamentación de los
diferentes tipos de contrato. Hemos de integrar la flexibilidad y la seguridad en la vida
personal, porque hemos observado que en el
curso de nuestra vida laboral, nuestros intereses profesionales cambian a medida que lo
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hace nuestro desarrollo personal. Más divorcios, tal vez menos matrimonios, nuevas formas de vida, más transiciones en el ámbito
personal. Al mismo tiempo, el abanico de
opciones es mucho más amplio: por ejemplo,
los trabajos a tiempo parcial dependen en
gran medida de nuestra situación personal,
como puede ser la familia, el matrimonio u
otros aspectos.
Por consiguiente, consideramos que la Flexiseguridad debe tener en cuenta tanto la
vida personal como la profesional lo que significa que son muchas las políticas implicadas en el debate sobre la Flexiseguridad. Por
ejemplo, hemos de considerar la política familiar a la hora de juzgar si una política de Flexiseguridad es correcta o no.
Analizando la Unión Europea, yo diría
(probablemente lo sepan ustedes mejor que
yo) que el debate sobre la Flexiseguridad
llegó a la UE en torno al año 2000 y hoy observamos indicadores claros –por ejemplo, en las
directrices en materia de empleo de 2003–, se
insta a los Estados Miembros a que busquen
el adecuado equilibrio entre flexibilidad y
seguridad. Más interesante todavía, a mi juicio, es que la Unión Europea haya impartido
directrices claras a los Estados Miembros
para que desarrollen estrategias nacionales
globales fundamentadas en el ciclo de vida. Y,
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como ya he dicho, este es el tema en el que
centraré mi ponencia de hoy.
Lo que hemos hecho en el curso de un
reciente proyecto de investigación encargado
por la Fundación Europea para la Mejora de
las Condiciones de Vida y de Trabajo (Fundación Dublín), en colaboración con un grupo de
investigadores internacionales, es estudiar el
funcionamiento de los diferentes regímenes
del estado de bienestar. Yo me ocupo de la
bien conocida tipología de Aspen Andersson,
con los estados del bienestar conservador y
liberal escandinavos y el estado del bienestar
mediterráneo que también incluye a España.
Estamos analizando cómo se integra realmente en el mercado laboral la fuerza de trabajo, los diferentes grupos de esta fuerza, los
ciudadanos en edad activa, a lo largo de toda
su vida: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos,
trabajadores con baja cualificación y trabajadores especializados. Y, resulta interesante
destacar las enormes diferencias observadas,
si consideramos esta tipología, entre los distintos países y estados del bienestar. Desde
luego, somos conscientes de que no existenten
tipos puros…, esto sería una enorme simplificación, pero observamos diferencias decisivas
y muy interesantes entre los diferentes estados del bienestar.
Permítanme referirme al estado del bienestar escandinavo. Como ya he dicho, se tra-
ta de un ejercicio muy simplista pero que nos
proporcionará una imagen bastante clara. El
estado del bienestar escandinavo se caracteriza por la gran cantidad de horas de trabajo
remuneradas a lo largo de toda la vida del
trabajador, independientemente de su sexo,
así como por la continuidad laboral de ambos
sexos, hombres y mujeres. Cabe destacar,
además, la edad relativamente temprana de
acceso al mercado de trabajo y la elevada
edad de jubilación.
Las tasas de trabajo a tiempo parcial son
moderadas y, a diferencia de Inglaterra, por
ejemplo, son trabajos a tiempo parcial de larga duración, existen programas de excedencia flexibles y generosos como es el caso de las
prestaciones compensatorias durante la baja
por maternidad o paternidad. Al mismo tiempo, un sector público altamente desarrollado
ofrece servicios sociales, sistemas fiscales
individualizados, determinadas ventajas universales –si bien éstas se están recortando–.
El trabajo está distribuido equitativamente
entre ambos sexos y entre los diferentes grupos de edad: no se observa exclusión por
razón de sexo o edad como ocurre –lo veremos
posteriormente– en otros tipos de estado del
bienestar.
Si analizamos los estados de bienestar corporativos y conservadores, mi país, Alemania, sin duda pertenece a éste grupo. En
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ESTUDIOS
general, se observa, en nuestro mercado laboral, una tasa más baja de participación
durante la edad activa. Por ejemplo, hay un
mayor grado de exclusión como consecuencia
del desempleo. Cabe destacar, asimismo, que
la vida laboral comienza mucho más tarde y
que los trabajadores se jubilan antes, por lo
que al hablar de participación en el mercado
laboral, hemos de centrarnos, en realidad en
el trabajador de edad media. El porcentaje de
mujeres trabajadoras es muy inferior, en
especial, si se trata de mujeres casadas y ello
se debe a que el estado del bienestar alemán
sigue incentivando notablemente el modelo
familiar tradicional, lo que significa una
esposa y un cabeza de familia, o tal vez un
cabeza de familia y medio pero no, ciertamente, dos cabezas de familia. Disfrutamos de
largas bajas parentales –excesivamente largas en opinión de algunos– y de importantes
subsidios para el modelo familiar tradicional,
además de una altísima protección de los trabajadores fijos lo que significa que los riesgos
de la flexibilidad son mucho más altos para
los jóvenes. Ellos son quienes están expuestos, en mayor medida, a los riesgos de la flexibilidad en estos estados del bienestar.
Como ya dije en su momento, las consecuencias de esto es que el trabajo y los riesgos
están desigualmente distribuidos entre
ambos sexos, entre los diferentes grupos de
edad y entre los empleados de distinta cualificación. Hemos llevado a cabo extensas
investigaciones empíricas, con los datos que
disponemos sobre Alemania, que han puesto
claramente de manifiesto que los nuevos riesgos de la flexibilidad, son asumidos principalmente por quienes acceden al mercado laboral, por los nuevos tipos de trabajos, así como
por los trabajadores poco cualificados mientras que la fuerza de trabajo tradicional, en
especial la masculina, está muy protegida por
la legislación laboral.
Cuando analizamos estados del bienestar
liberales como los de Inglaterra, Irlanda y, en
el futuro, probablemente, los de los países de
Europa del Este, observamos un bajo nivel de
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subsidización, lo que significa que no hay
demasiadas prestaciones económicas que
permitan al trabajador permanecer fuera del
mercado laboral durante periodos prolongados. Esto obliga a ser un miembro activo del
mercado de trabajo continuamente. Observamos una alta tasa de participación de hombres; la cuota que corresponde a las mujeres
es ligeramente inferior a la de los países
Escandinavos y la principal diferencia se
observa en el trabajo a tiempo parcial debido,
por ejemplo, a las pocas opciones de desarrollo profesional y a la escasa disponibilidad de
servicios de cuidados: las mujeres sencillamente no pueden desarrollar actividades
laborales a tiempo completo si deben atender
a sus hijos.
La diferencia, cuando comparamos estados liberales y estados conservadores, es que
los jóvenes y las personas de edad avanzada
están mejor integrados, por término medio,
en el mercado de trabajo. El acceso al mercado se produce antes y la edad de jubilación es
más alta, de forma que observamos una concentración de trabajo remunerado en los
hombres, similar al de los estados conservadores, pero no en los grupos de mediana edad.
La concentración no es tan marcada cuando
nos referimos a los grupos de mediana edad.
Permítanme hacer referencia ahora a los
estados del bienestar mediterráneos que no
son, desde luego similares, pero que trataré
una vez más como si lo fuesen, en aras de la
simplificación. La tasa de empleo en España
sigue siendo, como todos ustedes saben mejor
que yo, muy inferior a la de los otros estados
del bienestar. Un factor clave es la elevada
tasa de desempleo; otro es la baja integración
de la mujer en el mercado laboral. Ha sido
mucho lo que se ha hablado sobre ello esta
mañana. El desempleo femenino es muy
superior al masculino, lo que no ocurre en
Alemania en este momento. España se caracteriza asimismo, por una baja integración de
los jóvenes en el mercado laboral, así como
por una baja participación de los trabajadores de edad avanzada.
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UTE KLAMMER
Por consiguiente, si observamos la imagen
general, veremos algunas similitudes entre
los estados del bienestar conservador y los
estados de bienestar mediterráneos, especialmente si tenemos en cuenta que el trabajo
remunerado se concentra principalmente en
los hombres de mediana edad. Pero hay también una gran diferencia que merece ser destacada: como todos ustedes saben, la tasa de
trabajo a tiempo parcial es muy superior en
otros países, por consiguiente, lo que vemos
en los países mediterráneos es una polarización entre las mujeres que trabajan a tiempo
completo (tal vez, mujeres sin hijos) y las
mujeres que no trabajan en absoluto – algo
que nada tiene que ver con la imagen holandesa que analizaremos más tarde, en el que
hay muchas mujeres en el mercado laboral,
de las que una gran mayoría trabaja a tiempo
parcial.
Para ilustrar estos resultados, desearía
mostrarles algunos datos empíricos extraídos
de nuestra propia investigación.
En lo que se refiere a las primeras diapositivas, los datos empíricos se basan en nues-
tros propios cálculos obtenidos en Alemania
de fuentes de datos longitudinales fiables, a
lo largo de todo el ciclo de vida. Lamentablemente, carecemos de datos similares a nivel
europeo. Intentamos realizar una comparativa pero no llegamos muy lejos, precisamente
por la falta de esos datos.
Lo que observamos en la siguiente diapositiva es la evolución de los ingresos por trabajo durante el ciclo de vida de un hombre nacido en Alemania Occidental entre 1936 y 1955
para diferentes cohortes de cinco años, si bien
no queremos destacar las diferencias entre
las cohortes, porque no varían demasiado.
Como ven, no se observan grandes cambios
pero el cuadro nos proporciona una imagen
general de su ciclo de vida. Hay algunas personas que acceden al mercado laboral pronto
y otras tarde, así que se observa, por término
medio, un aumento de los ingresos. Después,
entre los 30 y 50 años, observamos una especie de meseta, una situación de ingresos estable. Desde luego, algunas personas están
desempleadas y otras abandonan su trabajo
durante determinados periodos, pero aún así
EVOLUCIÓN DE LA RENTA DEL TRABAJO A LO LARGO DE LA VIDA
POR COHORTE DE NACIMIENTO
ALEMANIA OCCIDENTAL, HOMBRES
Fuente de los datos: Cálculos propios para Klammer/Tillmann (2002) basados en datos AVID.
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ESTUDIOS
se mantiene una situación bastante estable
antes de que los primeros dejen el mercado
laboral y de que los otros obtengan unos
ingresos más altos. Por último, los ingresos
descienden a la edad de la jubilación.
Si tomamos a los hombres de Alemania del
Este, no observaremos grandes diferencias, a
pesar de que han vivido la mayor parte de sus
vidas en la República Democrática Alemana
que, como todos ustedes saben, no se reunificó
hasta 1990. Pero, como pueden ver en la
siguiente diapositiva la imagen es más o
menos parecida. Por cierto, tal como pueden
ver aquí, hemos utilizado para las cohortes
más jóvenes un modelo que simula su desarrollo profesional futuro, sus empleos, hasta la
edad de jubilación de 65 años.
Pero si pasamos a las mujeres, observamos
algo obvio. Debería haberles mostrado lo mismo en el caso de los hombres pero no hubieran visto nada en particular. La pregunta
decisiva para las mujeres es: «¿Tengo o no
tengo hijos?». Si observamos el ciclo de vida
de los alemanes y alemanas, comprobaremos
que las mujeres nacidas entre 1936 y 1955 –
en esos 20 años – sólo ganan el 43% de los
ingresos de los hombres. Por tanto, si solo nos
detenemos en un momento determinado,
observaremos una diferencia entre los salarios del 20-25%.
Si consideramos los rendimientos del trabajo obtenidos durante toda la vida por hombres y mujeres veremos que, como consecuencia de las diferentes transiciones, de las
diferentes etapas vitales, los rendimientos
de las mujeres, giran en torno al 43% de los
de los hombres. Y un dato incluso más interesante es la gran diferencia existente entre
las mujeres sin hijos y aquellas que tienen
uno, dos o tres hijos. La línea superior
corresponde a las mujeres sin hijos y a la
evolución de sus rendimientos por trabajo a
lo largo de la vida. Las siguientes líneas
corresponden a las mujeres con uno, dos y
tres hijos. En ningún caso pueden mantener
el ritmo profesional de las primeras debido,
entre otras cosas, a la normativa en vigor,
etc. Si observamos los datos correspondientes a las mujeres de Alemania del Este, la
imagen es muy distinta. Se trata de mujeres
que, como ya he dicho, vivían bajo el régimen
de la República Democrática Alemana. Sus
ingresos eran mayores después del nacimiento del primer hijo y de alguna forma
EVOLUCIÓN DE LA RENTA DEL TRABAJO A LO LARGO DE LA VIDA
POR COHORTE DE NACIMIENTO
ALEMANIA ORIENTAL, HOMBRES
Fuente de los datos: Cálculos propios para Klammer/Tillmann (2002) basados en datos AVID.
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UTE KLAMMER
EVOLUCIÓN DE LA RENTA DEL TRABAJO A LO LARGO DE LA VIDA
MUJERES DE ALEMANIA OCCIDENTAL, POR NÚMERO DE HIJOS
Nota: Cohortes de nacimiento, 1936-55.
Fuente: Klammer y Tillmann 2002, cálculos realizados por Michael Stegmann basados en datos AVID: Stegmann
(2001).
EVOLUCIÓN DE LA RENTA DEL TRABAJO A LO LARGO DE LA VIDA
MUJERES DE ALEMANIA ORIENTAL, POR NÚMERO DE HIJOS
Nota: Cohortes de nacimiento, 1936-55.
Fuente: Klammer y Tillmann 2002, cálculos realizados por Michael Stegmann basados en datos AVID: Stegmann
(2001).
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ESTUDIOS
HORAS DE TRABAJO HABITUALES A LA SEMANA, CICLO FAMILIAR,
ALEMANIA, 2000
x
Fuente: Cálculos basados en datos ECHP para el proyecto «Hacia una nueva organización del tiempo de trabajo a lo
largo de la vida laboral», informe aún sin publicar (ed. por Anxo/Boulin 2005).
podrían equipararse a los de las mujeres sin
hijos e incluso a los de los hombres, y en conjunto alcanzaban alrededor del 90% de los
ingresos de las mujeres sin hijos.
En el marco del reciente proyecto encargado por la Fundación Dublín, diseñamos un
modelo de ciclo de vida a partir de los datos
del ECHP (European Community Household
Panel de Hogares) correspondientes al año
2000 y comparamos distintos países y la diferente evolución de la participación de hombres y mujeres en el mercado laboral así como
el tiempo dedicado al trabajo en las distintas
etapas de la vida.
En la siguiente diapositiva pueden ver la
imagen de Alemania. Tengan en cuenta, una
vez más, que no se trata de un ciclo de vida
real, sino de una simulación, es una imagen
del conjunto de la sociedad en el año 2000.
Comenzaremos por las columnas de la
126
izquierda que representan los jóvenes solteros
sin hijos en el año 2000 y pasaremos a la etapa siguiente de la vida que corresponde a las
parejas jóvenes sin hijos, a las parejas con
hijos en edad preescolar, a las parejas con
hijos pequeños y, más allá, a las parejas con
hijos adolescentes e hijos que abandonan el
núcleo familiar. En el otro extremo tenemos a
las parejas de edad avanzada en las que
ambos cónyuges superan los 60 años de edad.
Se trata, por consiguiente, de un ciclo de vida
ficticio en el que podremos observar las diferentes fases de integración en el mercado
laboral así como el tiempo dedicado al trabajo.
En las columnas pueden observar las tasas
de actividad de hombres y mujeres. Los hombres aparecen en gris oscuro, las mujeres en
gris claro. En la parte superior de las filas
observarán la evolución del tiempo medio de
trabajo, incluido el grupo correspondiente a «0
horas trabajadas», por lo que la línea descen-
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HORAS DE TRABAJO HABITUALES A LA SEMANA, CICLO FAMILIAR,
PAÍSES BAJOS, 2000
x
Fuente: Cálculos basados en datos ECHP para el proyecto «Hacia una nueva organización del tiempo de trabajo a lo
largo de la vida laboral», informe aún sin publicar (ed. por Anxo/Boulin 2005).
diente significará que las personas han reducido su tiempo de trabajo o su participación en
el mercado laboral; una parte lo abandona.
La diapositiva les proporcionará una imagen clara de Alemania donde la proporción
actual de hombres y mujeres jóvenes que
acceden al mercado laboral así como el tiempo que dedican al trabajo es similar. Pero si
nos trasladamos a las parejas y, en particular, a aquellas que tienen hijos pequeños,
observamos una marcada diferencia en la
tasa de participación en el mercado laboral y,
en especial, en el tiempo trabajado que tan
solo llega a recuperarse completamente a
edades avanzadas.
Echemos un vistazo a otros países europeos. Si nos fijamos en los Países Bajos, esta
diferencia es incluso mayor, se trata del mismo panorama, de la misma imagen de la
sociedad en el año 2000. La diferencia entre
hombres y mujeres es todavía más marcada,
pero no porque las mujeres abandonen el
mercado laboral sino, principalmente, porque
reducen su horario de trabajo. Observamos
un gran porcentaje de trabajo a tiempo parcial. La diferencia en las columnas no es
demasiado grande pero si lo es en el apartado
de tiempo trabajado.
Veamos ahora el caso de España. En un
primer vistazo, se asemeja bastante a lo que
hemos visto en los Países Bajos pero, y esto
no les sorprenderá en absoluto, se debe
principalmente a que la mayoría de las
mujeres abandonan el mercado de trabajo y
no a que reduzcan su horario laboral. Por
consiguiente, aunque en promedio la imagen parezca similar, lo que subyace bajo la
misma, es un grupo de población que abandona el mercado laboral y no que reduce su
horario laboral.
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ESTUDIOS
HORAS DE TRABAJO HABITUALES A LA SEMANA, CICLO FAMILIAR,
ESPAÑA, 2000
x
Fuente: Cálculos basados en datos ECHP para el proyecto «Hacia una nueva organización del tiempo de trabajo a lo
largo de la vida laboral», informe aún sin publicar (ed. por Anxo/Boulin 2005).
HORAS DE TRABAJO HABITUALES A LA SEMANA, CICLO FAMILIAR,
REINO UNIDO, 2000
x
Fuente: Cálculos basados en datos ECHP para el proyecto «Hacia una nueva organización del tiempo de trabajo a lo
largo de la vida laboral», informe aún sin publicar (ed. por Anxo/Boulin 2005).
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REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
UTE KLAMMER
En el Reino Unido, un estado del bienestar liberal, la situación es bastante diferente. Como ya he dicho, no tenemos muchas
subvenciones y las mujeres después de crear
una familia han de reintegrarse en el mercado laboral rápidamente, por lo que la diferencia no es tan marcada como en otros países.
Y pasemos ahora a Suecia que, como el
señor Fischer dijo ayer, es el país favorito de
la mayoría de los investigadores sociales y
donde observamos la mayor continuidad en el
mercado laboral y la menor diferencia entre
hombres y mujeres.
Por consiguiente, al comparar los diferentes análisis del status quo de los países euro-
peos así como la flexibilidad durante el ciclo
de vida de su población, extraemos una conclusión clara: los regímenes de los estados del
bienestar muestran diferencias decisivas en
términos de nivel de integración y continuidad en el mercado de trabajo, de los diferentes subgrupos poblacionales en edad activa,
así como en los riesgos de seguridad y empleo
a los que están expuestos los diferentes grupos. ¿Pueden o no integrase en el mercado
laboral?
Podemos suponer que factores de Flexiguridad institucional tales como los permisos
laborales, las leyes de protección del trabajador, etc. desempeñan una función decisiva
que analizaremos posteriormente.
HORAS DE TRABAJO HABITUALES A LA SEMANA, CICLO FAMILIAR,
SUECIA, 1998 (FUENTE: HUS)
x
Fuente: Cálculos basados en datos HUS para el proyecto «Hacia una nueva organización del tiempo de trabajo a lo
largo de la vida laboral», informe aún si publicar (ed. por Anxo/Boulin 2005).
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ESTUDIOS
INTEGRACIÓN EN EL MERCADO LABORAL/OPCIONES DEL TIEMPO DE TRABAJO
Y SEGURIDAD SOCIAL EN LOS DISTINTOS ESTADOS DE BIENESTAR
Fuente: Ilustración propia.
Por consiguiente, si deseamos describir la
imagen general, habríamos de establecer una
especie de triángulo: tenemos diferentes estados del bienestar o diferentes regímenes de
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estados del bienestar –es obvio que cada estado del bienestar tiene sus especificidades
pero trataremos, no obstante, de agruparlos
en diferentes regímenes– y se produce una
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marcada influencia entre el régimen y la disponibilidad y participación en las diferentes
opciones temporales así como diferentes riesgos en las distintas fases de la vida y durante
todo el ciclo de vida. Hay una vinculación
mutua entre esta disponibilidad de diferentes opciones temporales y su impacto sobre el
acceso a la seguridad social, a los distintos
subsistemas de la seguridad social, al nivel
de prestaciones que compensan la reducción
de ingresos así como a la financiación de los
subsistemas de la seguridad social. Se trata
de un aspecto muy interesante, que hemos
investigado, pero que no trataremos hoy.
Desde luego, los diferentes marcos institucionales tendrán un gran impacto sobre la forma
en cómo financiaremos en el futuro los actuales sistemas de seguridad social. Hemos llevado a cabo algunos análisis que demuestran
claramente las grandes diferencias existentes entre los regímenes del estado del bienestar europeos.
Por consiguiente, ¿qué factores hemos de
analizar para identificar qué tipo de seguridad, qué tipo de estatus tenemos en este
momento?
Si comparamos países, es obvio que un
aspecto clave es la cuestión de hasta qué punto el estatus correspondiente (por ejemplo,
desempleo, cuidado de los hijos, etc.) se consi-
dera un riesgo que requiere protección social.
Algunos de estos riesgos están reconocidos
por todos los países europeos como es el caso
del desempleo, pero otros no lo están tanto.
En el apartado del cuidado de los hijos, por
ejemplo, disponemos de una directiva europea en materia de bajas maternales y paternales y todos los países cuentan con algún
tipo de reglamentación que regula este tipo
de excedencias. Pero si nos referimos al cuidado de las personas mayores, esto no está
claro en absoluto, aunque es muy probable
que dentro de unos años, se hable más sobre
el cuidado de los mayores y de quienes se
encargan de ello y de cómo organizarnos, que
sobre la atención de los hijos. Sin embargo, el
cuidado de los mayores no está hoy reconocido en muchos Estados Europeos como derecho social que ha de ser amparado por el sistema público.
Pensemos en un nuevo fenómeno, como es
el de las madres solteras. Son muchos los sistemas públicos que no lo consideran un riesgo
social, lo que conduce a los mismos resultados. La segunda pregunta es: ¿en qué medida
el estatus correspondiente es considerado un
bien socialmente valioso, una actividad no
clasificada que merece la intervención social?
Por regla general, observamos que aquellas
actividades que son consideradas socialmente valiosas obtienen mayor protección social.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
131
ESTUDIOS
Por ejemplo, tendemos a pensar que el cuidado de los hijos requiere algún tipo de protección social mientras que tomarse un año
sabático para dar la vuelta al mundo no se
considera una actividad socialmente valiosa
que requiera protección.
La pregunta siguiente es: ¿En qué medida
el estatus correspondiente se considera
voluntario o involuntario? Los economistas
somos muy escépticos respecto a esta diferenciación entre voluntario e involuntario porque sabemos que, por ejemplo, si le preguntamos a una mujer: «¿Permanece usted voluntariamente en casa? ¿ha sido su elección?»,
probablemente contestará: «Sí». Sin embargo, este «sí» significa «debido a las circunstancias…» por lo que siempre hemos de tener
en cuenta el contexto para establecer qué es
voluntario y qué es involuntario.
Por consiguiente, si queremos hablar de
flexibilidad y seguridad en las diferentes etapas de la vida, en las diferentes situaciones,
hemos de considerar las interrupciones en la
carrera profesional. Asimismo hemos de
tener en cuenta, y volveré a referirme a este
aspecto en breve, las opciones de jornada
laboral reducida disponibles, un aspecto muy
importante, –por ejemplo, trabajo regular a
tiempo parcial, o trabajo complementario a
tiempo parcial– o cómo esto se organiza y, en
última instancia, pero no por ello menos
132
importante, hemos de analizar los diversos
sistemas de horario flexible: cómo se organiza, si son verdaderamente flexibles y seguros,
sin olvidar los bancos de tiempo, las cuentas
de tiempo trabajado y las horas no trabajadas. Durante los últimos tres años hemos sido
testigos de grandes cambios en las prestaciones de desempleo en múltiples países europeos. Por regla general, la primera fase del programa de desempleo está bien regulado. Pero
si observamos la segunda fase, por ejemplo, si
la duración del desempleo es superior a un
año o período aproximado, son muchos los sistemas que recortan las prestaciones percibidas por los desempleados de larga duración o
que se centran en los desempleados más
necesitados o en otros aspectos.
El apartado «permisos por cuidados» es
muy interesante porque aunque observamos
un atrincheramiento del estado del bienestar
en la mayoría de los países europeos, en los
últimos años, este tipo de permisos se ha
extendido a la mayoría de ellos. Se ha ampliado, por ejemplo, el alcance de las prestaciones
de los planes de pensiones así como otras ayudas por lo que los sistemas de la seguridad
social otorgan mayor reconocimiento al cuidado infantil de lo que era habitual hace unos
años. Sin embargo, éste no es el caso cuando
nos referimos a la atención de los mayores,
cuya protección sigue estando, como dije anteriormente, muy restringida en muchos países.
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Si nos fijamos en el apartado «inactividad», en cómo se protege a las personas inactivas en edad laboral, llegamos a la conclusión de que se trata de un término difícil de
definir. ¿Qué significa «inactividad»? Personas que no forman parte del mercado laboral
aunque están capacitadas para trabajar.
Ningún país europeo dispone de un sistema
general de ingresos mínimos para la población inactiva en edad laboral y dudo que llegue a haberlo en un futuro, aunque existen
poderosas fuerzas que solicitan un sistema de
este tipo. Sin embargo, son muchos los incentivos con los que los estados del bienestar conservadores fomentan la inactividad. Como ya
he dicho, se incentiva la inactividad de las
esposas, fomentando el que permanezcan en
el hogar familiar, por ejemplo, a través de los
incentivos fiscales – a los que hemos hecho
referencia esta mañana: pensiones de viudedad y derechos afines desincentivan su acceso al mercado laboral. No me malentiendan:
no pretendo decir que quienes permanecen en
sus casas sean inactivos, en absoluto; me
refiero exclusivamente desde el punto de vista del mercado de trabajo.
Las jubilaciones anticipadas son otro tema
interesante. Hablar de la jubilación anticipada requiere que definamos, en primera instancia, qué entendemos por «vida laboral completa». No todos los países comparten una misma
idea de lo que es la vida laboral completa. La
actual tendencia en la Unión Europea es la de
establecer la edad de jubilación en los 65 años,
pero sigue habiendo diferencias entre países.
Y, como subrayó el Sr. Fisher ayer, los países
recurren cada vez, con más frecuencia, a la
aplicación de reducciones y ampliaciones en la
edad de jubilación como instrumento para
influir sobre el mercado laboral: jubilación
anticipada o jubilación tardía.
Si observamos el trabajo a tiempo parcial y
éste es flexible y seguro, con frecuencia no
existe distinción entre la situación relativa de
los trabajadores a tiempo parcial y la situación absoluta de los mismos. En muchos países europeos y, por lo que sé, también en
España, el trabajo a tiempo parcial no es
demasiado bueno, tiene connotaciones muy
negativas para el desarrollo futuro. Tal vez
esté equivocada, pero conozco lo que ocurre
en Francia, por ejemplo, y su concepto del trabajo a tiempo parcial es bastante malo.
Si analizamos los sistemas de la seguridad
social y la rentabilidad de los trabajadores a
tiempo parcial, es decir, lo que cotizan al sistema de seguridad social y cuáles son las
prestaciones que reciben, verán que, por
regla general, esa rentabilidad es muy superior a la de los trabajadores a tiempo completo. En este sentido, los trabajadores a tiempo
parcial disfrutan de algunas ventajas y de
cierta seguridad y, por lo general, también de
acceso a los mismos sistemas de seguridad
social que los trabajadores a tiempo completo. Los Países Bajos han hecho gran hincapié
en este punto. Si consideramos la cifra absoluta de ingresos, pensiones etc., los trabajadores a tiempo parcial se encuentran, sin
lugar a dudas, en peor situación que los trabajadores a tiempo completo.
Hemos realizado una investigación longitudinal sobre las mujeres que trabajan a
tiempo parcial y los resultados obtenidos no
son tan negativos. En Alemania, al menos, el
trabajo a tiempo parcial se revela como un
medio útil para mantener el vínculo con el
mercado laboral en los periodos en los que el
trabajador no puede o no quiere trabajar a
tiempo completo y resulta beneficioso para su
futura carrera profesional. Esa solución es,
sin duda, mucho mejor que abandonar el
mercado de trabajo durante varios años.
Esto no es del todo cierto cuando nos referimos al trabajo a tiempo parcial marginal.
Son muchos los problemas derivados de este
tipo de trabajo. Entre otros, el trabajador no
disfruta de los mismos derechos a la seguridad social, pero no quiero entrar en detalles.
Los sistemas basados en la flexibilidad de
horarios conquistan terreno en Europa. En
Alemania, más del 40% de los trabajadores
participan en cuentas de tiempo trabajado, lo
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133
ESTUDIOS
que les permite ahorrar dinero o tiempo que
pueden utilizar en otros períodos de sus
vidas, a veces sólo en los doce meses siguientes, a veces en cuentas para disfrutar a lo largo de toda la vida, dependiendo del sistema.
Por lo que he visto en una comparativa internacional, este tipo de cuentas también se está
implantando en España, aunque desconozco
las cifras exactas, pero es lo que he leído Los
bancos de tiempo y las horas no trabajadas
forman parte del mismo concepto de flexibilización.
Este concepto de flexibilización ofrece,
ciertamente, un gran potencial, y es positivo
para las carreras profesionales de hombres y
mujeres. Pero aún quedan problemas por
resolver y uno de ellos es que con frecuencia
los bancos de tiempo que ahorran en las cuentas de trabajo, no están bien asegurados en
casos de insolvencia o de quiebra del asegurador, por tanto hay algunas normas que
habría que mejorar antes de poder decir que
estas cuentas de tiempo laboral tienen alto
nivel de seguridad.
Bien, el reto es el de encontrar un nuevo
equilibrio entre (commodification) y (decommodification), como hemos visto en todos
estos casos. Por commodification entendemos
la integración de las personas en el mercado
134
laboral –cuándo queremos que se integren,
cómo queremos que se integren…, – mientras
que la decommodification ha de entenderse
en el sentido de, en qué circunstancias permitimos que las personas permanezcan al margen del mercado de trabajo, aún estando en
edad activa y pudiendo trabajar. Por consiguiente, hemos de decidir en qué fases subvencionamos a las personas que desean permanecer fuera del mercado laboral. Y por eso
es por lo que debemos encontrar un nuevo
equilibrio entre la «commodification» y la
«decommodification».
Pasaré a la última parte de mi ponencia
en la que deseo darles algunas ideas sobre lo
que considero el camino a seguir y en la que
quiero aludir también a tres conceptos teóricos muy útiles, a los que simplemente haré
una breve referencia. El primero es el enfoque del mercado laboral transitorio desarrollado por Günter Schmidt y sus colegas en
Berlín, ampliamente conocido en toda Europa. La idea fundamental es que hemos de
prestar más atención a las transiciones de la
vida, profesional y personal, para garantizar
su existencia a lo largo del ciclo de vida a
través de la reforma de los sistemas de seguridad social. Esta es una de las ideas principales.
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El segundo enfoque es el de los derechos
sociales de Alain Supiot según el cual las personas necesitan distintos derechos en cada
etapa de su vida, ya sea en forma de prestaciones financiadas a través de la negociación
colectiva, prestaciones mínimas, derechos
laborales, reglamentos, etc.
Y, por último, el enfoque de las capacidades, notablemente difundido – quizás en
exceso– cuya autoría corresponde al Premio
Voy a plantearles ahora cinco preguntas
fundamentales y, tal vez, sugerirles algunas
de las posibles respuestas sin entrar demasiado en detalle.
En primer lugar, ¿Cómo podemos potenciar la continuidad laboral y evitar la discontinuidad involuntaria?
La segunda pregunta: ¿Cómo podemos
combinar la discontinuidad con la deseada
flexibilidad?
¿Cómo podemos facilitar las transiciones?
¿Cómo podemos lograr una profunda descompresión del horario laboral? Posteriormente explicaré este aspecto –que imagino no
les resultará demasiado claro– para que comprendan a qué me refiero y
Nobel Amartya Sen, vinculado con la idea
europea de la inversión social, de dar y facultar a la persona, para mejorar sus aptitudes
para el trabajo, etc.
Para terminar, me gustaría desarrollar
cinco ideas principales sobre el desarrollo
futuro de la seguridad social en Europa, en
los diferentes estados europeos, en los que
queremos avanzar hacia el concepto de la Flexiguridad durante el ciclo de vida.
¿Cómo podemos reasignar las prestaciones
económicas y otras formas de ayuda financiera en nuestros sistemas de seguridad social?
Permítanme explicar la primera pregunta:
¿Cómo podemos potenciar la continuidad
laboral y evitar la discontinuidad involuntaria?
Mi hipótesis es que hoy se habla mucho de
Flexiguridad, de cómo la legislación laboral
regula los contratos flexibles, del acceso a la
seguridad social, etc. Pero carecemos de
información respecto a los riesgos a largo plazo de los trabajos atípicos, de los temores que
origina la inseguridad laboral, etc., por tanto
examinaremos, la evolución a largo plazo, de
quienes desempeñan trabajos flexibles y
están expuestos a la inestabilidad laboral.
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135
ESTUDIOS
Cuando dije, al principio de mi ponencia,
que uno de nuestros descubrimientos fue
que los jóvenes en particular, asumían la
mayor parte de los riesgos de la flexibilidad,
me refería a que esos riesgos son muy superiores a los que asumían cuando en el pasado accedían al mercado laboral. Esto, desde
luego, afecta a su desarrollo futuro. Tenemos evidencia de que esta gran cantidad de
contratos temporales –sé de que muchos
jóvenes españoles son contratados en esta
modalidad, incluso más que en Alemania–
ejerce un importante impacto sobre sus decisiones respecto a la creación de una familia,
la adquisición de una vivienda y cosas de ese
tipo. En una etapa fundamental de sus
vidas, se encuentran en una situación muy
insegura.
Por ello, necesitamos saber más sobre
cómo esta inseguridad se transfiere a otras
etapas de sus vidas. Por ejemplo, si consideramos el programa alemán de bajas parentales, extremadamente generoso – tres años de
excedencia e imposibilidad de perder el puesto de trabajo – éste no sería de aplicación a los
trabajadores con contratos temporales ya que
éstos concluyen en una fecha determinada
que no se prolonga por el hecho de tener un
hijo o circunstancia semejante. Esta cuestión
136
requiere, por tanto, un análisis más profundo.
Sabemos que los trabajos de calidad, ayudan a evitar enfermedades ocupacionales y a
recortar costes y éste es, por consiguiente, un
ámbito que merece ser investigado exhaustivamente.
Un enfoque interesante es el de qué podemos hacer con los trabajos temporales. A mi
juicio, si uno de nuestros objetivos es mejorar
la continuidad laboral, hemos de encontrar
nuevas vías que proporcionen trabajos más
flexibles y que generen mas derechos. Éste es
el camino que desde hace varios años tratan
de seguir los Países Bajos. Comenzaron con la
Ley de Flexibilidad, promulgada en 1999
–que desde entonces ha sido reformada en
varias ocasiones a través de convenios colectivos–, la idea básica sigue siendo la misma:
demostrar al trabajador que el trabajo flexible puede devengar, con el tiempo, más y más
derechos. Cuanto mayor sea la acumulación
de tiempo dedicado al trabajo temporal en los
Países Bajos, por ejemplo, mayor será el
número de derechos adquiridos por el trabajador. Y éste es un mecanismo que otorga a la
flexibilidad mayor seguridad.
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Otro aspecto es el de la contribución de la
empresa a la mejora de la seguridad. En Alemania sostenemos que las empresas tienen
muchas posibilidades de sustituir la flexibilidad externa –sinónimo de despido–, por la
flexibilidad interna y cuando expusimos este
punto de vista a nuestros colegas daneses, no
se mostraron en absoluto a favor de la idea. A
su juicio esto no era misión de la empresa, ni
incumbía a ésta la tasa de desempleo. Por
nuestra parte, somos de la opinión de que las
empresas pueden, hoy en día, optar por la
flexibilidad funcional en lugar del despido. Y
lo que hemos de analizar es si el ahorro que
esto supondría para la seguridad social,
podría utilizarse como incentivo para que las
empresas hiciesen mayor uso de la flexibilidad funcional, como sustituto del despido,
esta es, sin embargo, una cuestión que ha de
debatirse.
La formación continua es, desde luego, la
base de la estrategia de empleo europea y
puede representar una notable aportación a
la continuidad en la vida laboral. Lo que
hemos observado en muchos países, sin
embargo, es la necesidad de realizar un
mayor esfuerzo para que los trabajadores de
edad más avanzada y, en particular, los de
baja cualificación, accedan a estos programas. Mentiríamos si dijésemos que las
empresas no están interesadas en la formación continua de su fuerza laboral. Muestran
gran interés por el desarrollo continuado de
sus trabajadores fijos, pero no tanto si se trata de trabajadores temporales por lo que, probablemente, las empresas tendrían que compartir los gastos con el estado –por ejemplo,
de certificados de formación continua–, así
como con las autoridades públicas responsables, por la preparación de las personas con
baja cualificación que, generalmente, no reciben este tipo de formación.
Otra idea sería la de introducir el concepto
de ahorro para formación, lo que se conoce
como las cuentas de tiempo de aprendizaje.
Una de nuestras ideas, es que podemos dividir la cuota a la seguridad para el sistema de
desempleo, en una contribución al desempleo
y otra a una cuenta de formación personal, lo
que otorgaría al trabajador el derecho a recibir formación en caso de desempleo, o en
otras circunstancias, en las que se considerase aconsejable.
Permítanme referirme ahora a mi segunda
pregunta, que tal vez parezca una contra-
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137
ESTUDIOS
dicción con la primera. Antes les decía que
«necesitamos mayor continuidad en nuestra
vida laboral. ¿Y cómo podemos mejorar esa
continuidad?. Ahora, sin embargo, les pregunto: ¿Cómo podemos combinar la discontinuidad con la deseada flexibilidad? Pero no hay
contradicción en absoluto. No hay contradicción porque nuestras sociedades han cambiado. Y dada la integración de un número cada
vez mayor de mujeres en el mercado laboral y
la tendencia general a participar en el mercado, en la investigación europea hablamos del
«modelo del trabajador adulto». ¿Qué significa
esta expresión? Lo queramos o no, la mayoría
de los países europeos se dirigen hacia un sistema en el que se espera que todo adulto sea
responsable de ganarse su propio sustento. Es
lo que conocemos como el «modelo del trabajador adulto». Pero si esperamos que hombres y
mujeres participen en el mercado laboral
durante la mayor parte de su vida en activo,
necesitamos contar con más derechos que permitan variaciones y fluctuaciones en el horario laboral a lo largo de toda la vida.
Pensemos, por ejemplo, en la formación
continua, en el cuidado de los hijos o de los
ancianos, en los años sabáticos o en lo que
sea: si el sustento familiar ya no depende del
cabeza de familia o del cabeza de familia con
la aportación marginal del otro cónyuge, sino
de dos cabezas de familia, los trabajadores de
ambos sexos, requerirán más derechos para
adaptar su horario laboral a unas necesidades siempre cambiantes.
de nuevos derechos en la legislación laboral.
Algunos países, entre ellos, Alemania, han
ampliado, por ejemplo, el derecho al trabajo a
tiempo parcial. Y tenemos otros derechos
como el de los permisos parentales, o de las
excedencias por cuidado de los hijos o mayores, etc. Por consiguiente, el estado puede ser
un actor al igual que los agentes sociales y las
empresas. Son muchas las opciones posibles
para alcanzar este objetivo.
Se me ocurren diferentes actores. Uno de
ellos puede ser la legislación laboral. Es obvio
que nos enfrentamos a una situación ante la
que muchos países muestran resistencias,
pero también somos testigos de la aparición
A mi juicio, necesitamos combinar los
derechos generales concebidos para flexibilizar el horario laboral, con los derechos
específicos de quienes realizan un trabajo
útil –lo que es ligeramente diferente: estoy
138
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pensando, por ejemplo, en las personas que
han de atender a otras. Las empresas, desde
luego, desempeñan un papel fundamental en
este apartado porque son ellas quienes pueden desarrollar los diferentes sistemas de
horario flexible –en forma de cuentas de
tiempo trabajado, por ejemplo. Recientemente, hemos llevado a cabo una investigación
entre las empresas alemanas y, sorprendentemente, más del 90% de las empresas con
más de 20 empleados declararon ofrecer diferentes opciones de horario flexible, adecuadas a las distintas etapas de la vida del trabajador.
El punto crucial, sin embargo, es quién
posee la autoridad sobre el tiempo, quién
decide cuándo trabajar y cuándo no. Y esto no
siempre está claro incluso aunque se aplique
un sistema de horario flexible que favorezca
la vida familiar, dado que ello no significa,
necesariamente, que el trabajador pueda utilizarlo cuando lo necesita. También las
empresas podrían recurrir a ese horario flexible adaptándolo a su carga de trabajo.
Lo que necesitamos, por tanto, es una nueva cultura del trabajo que se dirija hacia el
modelo del trabajador-cuidador, un modelo
que tenga en cuenta que las personas de
ambos sexos desempeñan distintas funciones
a lo largo de su vida. Soy consciente de que es
una idea muy amplia, hemos desarrollado
algunas ideas más, pero no hay tiempo para
tratarlas en detalle.
¿Cómo puede el estado respaldar este concepto? Una forma, ciertamente, es hacerlo a
través de la legislación. Pero hay otras fórmulas para respaldar este nuevo modelo en
el seno de las empresas. Por ejemplo, proporcionando información sobre los efectos positivos del horario laboral flexible. En Alemania,
disponemos de un estudio extremadamente
útil, encargado por el Ministerio de Asuntos
Sociales hace dos años, que demuestra con
bastante claridad la rentabilidad que representa para la empresa, la inversión en medidas que favorezcan la vida familiar, gracias a
las cuales, las empresas ahorraron más de
un 25% porque no tenían que contratar a
nuevos trabajadores para adaptar sus plantillas cuando las mujeres abandonaban la
empresa.
Tercer punto: ¿Cómo podemos respaldar
las transiciones?
Como dije anteriormente, nos dirigimos
hacia una sociedad, caracterizada por un
mayor número de transiciones en la vida profesional, algo que, aunque no todos, sí experimentamos muchos de nosotros. Hasta el
momento muchos sistemas de protección
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139
ESTUDIOS
social centran sus esfuerzos básicamente, en
garantizar cierto nivel de vida en determinadas situaciones como la de desempleo en
lugar de preocuparse por cómo los trabajadores, pueden gestionar las transiciones en sus
vidas profesionales.
Lo primero que habría que hacer para respaldar las transiciones, sería eliminar las
barreras existentes, entre otras, los múltiples
obstáculos que en el apartado de planes de
pensiones ocupacionales, impiden que los trabajadores cambien de empleo. El siguiente
paso, sería el apoyo activo para hacer frente a
las transiciones en la vida laboral, es decir,
ayudar a las personas a romper con diferentes períodos de la vida, e incitarlas a asumir
riesgos – en forma de, por ejemplo, autoempleo– con la seguridad de que, transcurrido
un período de tiempo, podrán volver al sistema general en el caso de que las cosas no
saliesen como se esperaba. Esta mañana nos
hemos referido a las pensiones de viudedad,
se trata un período transitorio provocado por
la pérdida del cónyuge. Obviamente siempre
es necesario cierto respaldo durante ese
período de transición pero, probablemente,
no para el resto de la vida. Por consiguiente,
el análisis de estos periodos de transición,
será uno de los grandes retos del futuro.
La expresión «activación», según se utiliza
en la estrategia de empleo europea es, ciertamente, una forma de aprobar las transiciones
destinadas, tal vez, a reintegrarse en el mercado laboral. Pero, lo que vemos en este
momento, si comparamos los enfoques de
activación de los distintos países es que, con
frecuencia, no se adaptan bien a la situación.
Necesitamos conceptos más originales, más
asesoramiento, más enfoques orientados a un
objetivo. La activación, tal como la conocemos
ahora, avanza en la dirección de mejorar las
transiciones pero, con frecuencia, no funciona
correctamente. Aquí vemos un estudio muy
interesante que compara diferentes enfoques
de activación aplicados en Europa, que muestra claramente que el concepto de activación,
recibe definiciones muy diferentes en Europa
140
– al menos cuatro –, que abarcan desde las
medidas coercitivas hasta las de apoyo, desde
las de habilitación, hasta las sancionadoras,
por lo que hemos de establecer un consenso
respecto a lo que entendemos por activar a las
personas, para que participen en el mercado
de trabajo.
Hemos de desarrollar, por consiguiente,
este enfoque transitorio del mercado laboral,
diferenciando entre transiciones buenas y las
malas. Sin embargo, es mucho el trabajo que
todavía queda por hacer en este apartado.
A mi juicio, la prioridad estriba en evitar la
marginalización a largo plazo de determinados grupos por lo que el apoyo a la transición
ha de centrarse principalmente en estos.
Me referiré ahora al cuarto punto: ¿Cómo
podemos lograr la descompresión del horario laboral? ¿Qué quiero decir con esto?
Cuándo realizamos un análisis del ciclo de
vida, con diferentes cohortes y atendiendo a
cómo el curso de la vida cambia con el tiempo, un resultado obvio, al menos en Alemania, es el de la tendencia hacia la compresión de la vida laboral en el periodo intermedio de la vida del trabajador. Lo que se refleja al comparar diferentes grupos es, que las
personas acceden al mercado de trabajo
cada vez más tarde y que ese acceso es cada
vez más difícil. Se trata de una fase de larga
duración y no de un punto de entrada al
mercado laboral.
Y luego hay un periodo en el mercado laboral que está «empaquetado», –es lo que nosotros hemos dado en llamar la «hora punta de
la vida»–, en el que las personas desarrollan
sus carreras profesionales, se dedican al cuidado de sus familias, de sus hogares, y todo
ello simultáneamente. Después, abandonan
el mercado laboral… algo que en todos los
grupos se hace cada vez más temprano. Aunque esta tendencia se ha reducido hoy en cierta medida y las personas no se jubilan tan
pronto, sigue produciéndose una compresión
de la vida profesional. Y cuando pensamos
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sobre cómo queremos reconfigurar la flexibilidad, la seguridad y el ciclo de vida, hemos de
pensar, a mi juicio, en qué podemos hacer
para descomprimir la vida laboral. Porque
hoy por hoy, todo se centra en la mitad de
nuestras vidas, en estos años fundamentales.
Y si perdemos el trabajo durante este periodo,
las consecuencias son mucho más graves,
porque cada año perdido de este breve espacio de tiempo tiene gran importancia desde el
punto de vista de las pensiones, de las prestaciones por desempleo, etc.
Por consiguiente, hemos de volver a fomentar un acceso temprano al mercado laboral,
acortando la formación. ¿Para qué necesitamos largas carreras universitarias con trabajadores que acceden por primera vez al mercado con treinta años de edad, cuando estamos
hablando de formación continua? Las personas pueden acceder a la edad de 25 años, o
incluso de 20, y combinar trabajo y aprendizaje durante toda su vida. Indudablemente
–como ya hemos oído esta tarde– también
necesitamos posponer la salida del mercado
laboral. Tal vez haya que pensar en la jubilación progresiva o en una salida progresiva del
mercado de trabajo, pero no a la edad de 60
años. Esto quedó muy claro en, por ejemplo, la
estrategia de Lisboa.
La idea general de esta descompresión de
la vida laboral, sin embargo, no es la de con-
centrar más horas de trabajo retribuido en la
vida de la persona sino la de proporcionarle
más espacio para que desempeñe otras actividades. Si ampliamos nuevamente nuestra
vida laboral, tendremos más tiempo para
dedicarlo a las actividades de aprendizaje, de
tiempo libre, de cuidado de hijos o de mayores, o de cualquier otro tipo.
Por consiguiente, un acceso más temprano
al mercado laboral y una salida más tardía es
un factor clave, desde este punto de vista.
Pasemos ahora al último punto: ¿Cómo
pueden reasignarse las prestaciones económicas y otras formas de ayuda financiera? Si
analizamos lo que ocurre en los diferentes países europeos y como éstos reaccionan ante las
nuevas formas de vida, se observa una tendencia interesante al ahorro de ciclo de vida
que ha llamado la atención de muchas personas en Europa. ¿Cómo podemos hacer que la
gente organice su vida de forma más flexible?
Hasta ahora, el único país que realmente ha
introducido este sistema son los Países Bajos.
La idea es ofrecer a la persona más opciones
para la redistribución inter–temporal de sus
recursos económicos, mejorando la flexibilidad a lo largo de toda su vida.
Les explicaré cómo funciona este sistema
en los Países Bajos ya que no creo que estén
familiarizados con el mismo. Aprovecharé,
además, la ocasión para destacar las ventajas
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141
ESTUDIOS
de este sistema, pero también algunos peligros como el de la privatización del riesgo.
A principios de 2006, Holanda introdujo
un sistema en virtud del cual, los trabajadores disfrutan del derecho legal, a depositar
parte de su salario mensual, en una cuenta de
ahorros vitalicia, una cuenta de ahorros personal. Pueden ahorrar hasta el 12% de los
ingresos brutos mensuales y un total de dos
salarios anuales con la finalidad de disponer
de ese capital en momentos en los que el trabajador tal vez necesite más dinero o más
tiempo o ambos recursos. Por consiguiente,
por cada seis años trabajados, el trabajador
puede, si lo desea y ha ahorrado, disfrutar de
un año de excedencia para necesidades personales como aprender o cuidar de sus hijos u
otra actividad. Esto, desde luego, permite
organizar la vida con mayor flexibilidad pero,
al mismo tiempo, entraña un riesgo: el trabajador es el único que ahorra para hacer frente
a las distintas situaciones de su vida. Y el
riesgo estriba, en mi opinión –y también en la
de algunos investigadores holandeses–, en
que el sistema ofrece más opciones para organizar la vida, opciones más flexibles, pero
también conduce a una situación en la que
podríamos preguntarnos ¿por qué hemos de
142
retribuir a las personas para que atiendan a
los mayores, o a los hijos, o se formen, si pueden ahorrar ese dinero y planificar esas actividades anticipadamente?
Por consiguiente, mi opinión es que debemos pensar sobre este sistema de ahorro vitalicio institucionalizado que ofrezca a la persona opciones individuales combinadas con
prestaciones financiadas colectivamente, o
complementos para determinadas situaciones, que hemos de definir, cómo también
hemos de establecer formas flexibles de trabajo, o mecanismos del mercado laboral para
los que deseamos disponer de una financiación pública, que complemente un sistema de
ahorro individual como el citado.
En el informe redactado para la Fundación
Dublín, hemos denominado a esto «opciones
integrales», lo que significa exactamente que
necesitamos una combinación de sistemas de
ahorro personal y de opciones financiadas
colectivamente.
Otra idea podría ser la de que las personas
se encargasen del cuidado de sus hijos o
mayores, y otra mas podría ser el trabajo a
tiempo parcial para atender a la familia, o
incluso las actividades de formación. Todo
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depende del consenso alcanzado en cada
sociedad.
Lo que es innegable, a pesar de todas estas
opciones, es que nuestros sistemas de la seguridad social, muestran una creciente necesidad de garantizar unas prestaciones mínimas. Yo diría que estas prestaciones mínimas
garantizadas, tendrán incluso más peso en
nuestro sistema de seguridad social futuro
que en el pasado y hemos de determinar cómo
aquellos que se incorporan a los sistemas de
trabajo flexible, pueden acceder a estas prestaciones mínimas que constituyen la red última, cuando el resto de las opciones no funcionan.
Espero no haberles cansado demasiado
con esta larga presentación y les agradezco
sinceramente su atención.
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