Los dos últimos libros de Pablo Neruda, Cantos ceremoniales y Plenos poderes, son testimonios de una vitalidad literaria que se niega a declinar. Plenos poderes, que exhibe un brillante promedio de calidad, no se trata de un libro vertebrado, como Canto general, sino de una recopilación inorgánica al modo de Crepusculario o de Tercera residencia. «Se me ocurre que de todos los libros de Neruda, sólo hay uno, Plenos poderes, en que su vida personal se liga entrañablemente a su expresión poética. Curiosamente, es quizá el título menos apreciado por la crítica, habituada a celebrar otros destellos en la obra del poeta; para mi gusto, ese libro austero, sin concesiones, de ajuste consigo mismo, es de lo más auténtico y valioso que ha escrito Neruda en los últimos años. Someto al juicio del lector esta inesperada confirmación de mi tesis: de todos los libros del gran poeta chileno, Plenos poderes es, a mi juicio, el único en que son reconocibles ciertas legítimas resonancias de Vallejo». Mario Benedetti Pablo Neruda Plenos poderes ePub r1.0 Titivillus 13.11.15 Pablo Neruda, 1962 Editor digital: Titivillus ePub base r1.2 DEBER DEL POETA quien no escucha el mar en este viernes r la mañana, a quien adentro de algo, sa, oficina, fábrica o mujer, alle o mina o seco calabozo: ste yo acudo y sin hablar ni ver go y abro la puerta del encierro n sin fin se oye vago en la insistencia, largo trueno roto se encadena peso del planeta y de la espuma, rgen los ríos roncos del océano, ra veloz en su rosal la estrella l mar palpita, muere y continúa. por el destino conducido bo sin tregua oír y conservar lamento marino en mi conciencia, bo sentir el golpe de agua dura ecogerlo en una taza eterna ra que donde esté el encarcelado, nde sufra el castigo del otoño esté presente con una ola errante, circule a través de las ventanas l oírme levante la mirada iendo: cómo me acercaré al océano? o transmitiré sin decir nada ecos estrellados de la ola, quebranto de espuma y arenales, susurro de sal que se retira, grito gris del ave de la costa. sí, por mí, la libertad y el mar ponderán al corazón oscuro. LA PALABRA ció palabra en la sangre, ció en el cuerpo oscuro, palpitando, oló con los labios y la boca. ás lejos y más cerca n, aún venía padres muertos y de errantes razas, territorios que se hicieron piedra, e se cansaron de sus pobres tribus, rque cuando el dolor salió al camino pueblos anduvieron y llegaron ueva tierra y agua reunieron ra sembrar de nuevo su palabra. sí la herencia es ésta: e es el aire que nos comunica n el hombre enterrado y con la aurora nuevos seres que aún no amanecieron. n la atmósfera tiembla n la primera palabra borada n pánico y gemido. lió las tinieblas asta ahora no hay trueno e truene aún con su ferretería mo aquella palabra, primera labra pronunciada: vez sólo un susurro fue, una gota, ae y cae aún su catarata. ego el sentido llena la palabra. edó preñada y se llenó de vidas. do fue nacimientos y sonidos: afirmación, la claridad, la fuerza, negación, la destrucción, la muerte: verbo asumió todos los poderes e fundió existencia con esencia la electricidad de su hermosura. labra humana, sílaba, cadera larga luz y dura platería, reditaria copa que recibe comunicaciones de la sangre: aquí que el silencio fue integrado r el total de la palabra humana o hablar es morir entre los seres: hace lenguaje hasta la cabellera, bla la boca sin mover los labios: ojos de repente son palabras. tomo la palabra y la recorro mo si fuera sólo forma humana, embelesan sus líneas y navego cada resonancia del idioma: onuncio y soy y sin hablar me acerca fin de las palabras, al silencio. bo por la palabra levantando a palabra o copa cristalina, ella bebo vino del idioma l agua interminable, nantial maternal de las palabras, opa y agua y vino ginan mi canto rque el verbo es origen ierte vida: es sangre, la sangre que expresa su substancia stá dispuesto así su desarrollo: n cristal al cristal, sangre a la sangre, an vida a la vida las palabras. OCÉANO erpo más puro que una ola, que lava la línea, l ave lúcida ando sin raíces. AGUA do en la tierra se encrespó, la zarza vó y el hilo verde rdía, el pétalo cayó cayendo sta que única flor fue la caída. agua es diferente, tiene dirección sino hermosura, rre por cada sueño de color, ma lecciones claras la piedra n esos menesteres elabora deberes intactos de la espuma. EL MAR solo ser, pero no hay sangre. a sola caricia, muerte o rosa. ne el mar y reúne nuestras vidas ólo ataca y se reparte y canta noche y día y hombre y criatura. esencia: fuego y frío: movimiento. NACE aquí vine a los límites donde no hay que decir nada, do se aprende con tiempo y océano, olvía la luna s líneas plateadas ada vez se rompía la sombra n un golpe de ola ada día en el balcón del mar re las alas, nace el fuego odo sigue azul como mañana. TORRE línea lava el mundo, inmutable frescura, larga espada: rtas desorden, í queda el naufragio, uí la estrella, punto a punto a punto cula por la línea pureza s invariable el clima, gura la medida, me el muro del ángulo entras el aire cambia y cruza torre ra la geometría. PLANETA y piedras de agua en la luna? y aguas de oro? qué color es el otoño? unen uno a uno los días sta que en una cabellera desenlazan? Cuánto cae papeles, vino, manos, muertos— la tierra en esa comarca? en allí los ahogados? EL DESNUDO ta raya es el Sur que corre, e círculo es Oeste, madejas las hizo el viento n sus capítulos más claros s recto el mediodía como mástil que sostiene el cielo entras vuelan las líneas puras silencio en silencio hasta ser aves delgadas del aire, direcciones de la dicha. EN LA TORRE esta grave torre hay combate: niebla, el aire, el día rodearon, se fueron me quedé con cielo y con papel, itarias dulzuras y deberes. ra torre de tierra n odio y mar lejanos movida r la ola del cielo; la línea, en la palabra, cuántas abas he dicho? lla es la incertidumbre del rocío, la mañana cae parando noche de la aurora u glacial regalo rmanece deciso, esperando el duro sol e lo herirá de muerte. se sabe cerramos los ojos o la noche re en nosotros ojos estrellados, cava en la pared de nuestro sueño sta que abre una puerta. ro el sueño el veloz vestido de un minuto: gastó en un latido la sombra ayó a nuestros pies, deshabitado, ando se mueve el día y nos navega. ta es la torre desde donde veo re la luz y el agua sigilosa tiempo con su espada me apresuro entonces a vivir, piro todo el aire, enajena el desierto e se construye sobre la ciudad ablo conmigo sin saber con quién shojando el silencio la altura. PÁJARO ía de un pájaro a otro do lo que el día trae, a de flauta en flauta el día, a vestido de verdura n vuelos que abrían un túnel, or allí pasaba el viento r donde las aves abrían aire compacto y azul: r allí entraba la noche. ando volví de tantos viajes quedé suspendido y verde re el sol y la geografía: cómo trabajan las alas, mo se transmite el perfume r un telégrafo emplumado esde arriba vi el camino, manantiales, las tejas, pescadores a pescar, pantalones de la espuma, do desde mi cielo verde. tenía más alfabeto e el viaje de las golondrinas, agua pura y pequeñita pequeño pájaro ardiendo e baila saliendo del polen. SERENATA n la mano recojo este vacío, ponderable noche, familias estrelladas, coro más callado que el silencio, sonido de luna, algo secreto, un triángulo, trapecio de tiza. la noche oceánica, la soledad tercera, a vacilación abriendo puertas, alas, población profunda que no tiene presencia lpita desbordando los nombres del estuario. che, nombre del mar, patria, racimo, rosa! EL CONSTRUCTOR escogí la quimera, sal helada construí la estatua: ndé el reloj en plena lluvia ivo sin embargo. verdad que mi largo poderío bdividió los sueños in que yo supiera levantaban ros, separaciones, incesantes. tonces fui a la costa. vi cuando nació la embarcación, toqué, lisa como el pez sagrado: mbló como la cítara de Dios, madera era pura, ía olor a miel. uando no volvía, nave no volvía dos se sumergieron en sus lágrimas entras yo regresaba a la madera n el hacha desnuda como estrella. religión eran aquellas naves. tengo más remedio que vivir. PARA LAVAR A UN NIÑO lo el amor más viejo de la tierra a y peina la estatua de los niños, dereza las piernas, las rodillas, be el agua, resbalan los jabones, l cuerpo puro sale a respirar aire de la flor y de la madre. vigilancia clara! dulce alevosía! tierna guerra! el pelo era tortuoso aje entrecruzado por carbones, r aserrín y aceite, r hollines, alambres y cangrejos, sta que la paciencia amor ableció los cubos, las esponjas, peines, las toallas, e fregar y de peinar y de ámbar, antigua parsimonia y de jazmines edó más nuevo el niño todavía orrió de las manos de la madre montarse de nuevo en su ciclón, uscar lodo, aceite, orines, tinta, erirse y revolcarse entre las piedras. sí recién lavado salta el niño a vivir rque más tarde sólo tendrá tiempo ra andar limpio, pero ya sin vida. ODA PARA PLANCHAR poesía es blanca: e del agua envuelta en gotas, arruga y se amontona, y que extender la piel de este planeta, y que planchar el mar de su blancura an y van las manos, alisan las sagradas superficies sí se hacen las cosas: manos hacen cada día el mundo, une el fuego al acero, gan el lino, el lienzo y el tocuyo combate de las lavanderías ace de la luz una paloma: castidad regresa de la espuma. LOS NACIMIENTOS nca recordaremos haber muerto. nta paciencia ra ser tuvimos otando números, los días, años y los meses, cabellos, las bocas que besamos, quel minuto de morir dejaremos sin anotación: lo damos a otros de recuerdo implemente al agua, agua, al aire, al tiempo. de nacer tampoco ardamos la memoria, nque importante y fresco fue ir naciendo; hora no recuerdas un detalle, has guardado ni un ramo la primera luz. sabe que nacemos. sabe que en la sala n el bosque n el tugurio del barrio pesquero n los cañaverales crepitantes y un silencio enteramente extraño, minuto solemne de madera na mujer se dispone a parir. sabe que nacimos. ro de la profunda sacudida no ser a existir, a tener manos, er, a tener ojos, omer y llorar y derramarse mar y amar y sufrir y sufrir, aquella transición o escalofrío contenido eléctrico que asume cuerpo más como una copa viva, e aquella mujer deshabitada, madre que allí queda con su sangre u desgarradora plenitud u fin y comienzo, y el desorden e turba el pulso, el suelo, las frazadas, sta que todo se recoge y suma nudo más el hilo de la vida, da, no quedó nada en tu memoria mar bravío que elevó una ola erribó del árbol una manzana oscura. tienes más recuerdo que tu vida. AL DIFUNTO POBRE nuestro pobre enterraremos hoy: uestro pobre pobre. n mal anduvo siempre e es la primera vez e habita este habitante. rque no tuvo casa, ni terreno, alfabeto, ni sábanas, asado, sí de un sitio a otro, en los caminos, fue muriendo de no tener vida, fue muriendo poco a poco rque esto le duró desde nacer. r suerte, y es extraño, se pusieron de acuerdo dos desde el obispo hasta el juez ra decirle que tendrá cielo hora muerto, bien muerto nuestro pobre, nuestro pobre pobre va a saber qué hacer con tanto, cielo. drá ararlo y sembrarlo y cosecharlo? lo hizo siempre, duro eó con los terrones, hora el cielo es suave para ararlo, uego entre los frutos celestiales r fin tendrá lo suyo, y en la mesa anta altura todo está dispuesto ra que coma cielo a dos carrillos estro pobre que lleva, por fortuna, enta años de hambre desde abajo ra saciarla, al fin, como se debe, recibir más palos de la vida, que lo metan preso porque come, n seguro en su caja y bajo tierra no se mueve para defenderse, no combatirá por su salario. nca esperó tanta justicia este hombre, pronto lo han colmado y lo agradece: se quedó callado de alegría. é peso tiene ahora el pobre pobre! a de puro hueso y de ojos negros hora sabemos, por su puro peso, cuántas cosas le faltaron siempre, rque si este vigor anduvo andando, vando eriales, arañando piedras, rtando trigo, remojando arcilla, liendo azufre, transportando leña, este hombre tan pesado no tenía patos, oh dolor, si este hombre entero tendones y músculos no tuvo nca razón y todos le pegaron, dos lo demolieron, y aún entonces mplió con sus trabajos, ahora llevándolo su ataúd sobre nosotros, ora sabemos cuánto le faltó o lo defendimos en la tierra. ora nos damos cuenta que cargamos n lo que no le dimos, y ya es tarde: s pesa y no podemos con su peso. ántas personas pesa nuestro muerto? sa como este mundo, y continuamos vando a cuestas este muerto. Es claro e el cielo es una gran panadería. A «LA SEBASTIANA» construí la casa. hice primero de aire. ego subí en el aire la bandera a dejé colgada firmamento, de la estrella, de claridad y de la oscuridad. mento, hierro, vidrio, an la fábula, ían más que el trigo y como el oro, bía que buscar y que vender, sí llegó un camión: jaron sacos más sacos, torre se agarró a la tierra dura pero no basta, dijo el Constructor, ta cemento, vidrio, fierro, puertas—, o dormí en la noche. ro crecía, cían las ventanas on poco, n pegarle al papel y trabajar rremeterle con rodilla y hombro a a crecer hasta llegar a ser, sta poder mirar por la ventana, arecía que con tanto saco diera tener techo y subiría e agarrara, al fin, de la bandera e aún colgaba del cielo sus colores. e dediqué a las puertas más baratas, as que habían muerto abían sido echadas de sus casas, ertas sin muro, rotas, ontonadas en demoliciones, ertas ya sin memoria, recuerdo de llave, o dije: «Venid mí, puertas perdidas: daré casa y muro mano que golpea, cilaréis de nuevo abriendo el alma, stodiaréis el sueño de Matilde n vuestras alas que volaron tanto». tonces la pintura gó también lamiendo las paredes, vistió de celeste y de rosado ra que se pusieran a bailar. la torre baila, ntan las escaleras y las puertas, be la casa hasta tocar el mástil, ro falta dinero: tan clavos, tan aldabas, cerraduras, mármol. n embargo, la casa ue subiendo lgo pasa, un latido cula en sus arterias: tal vez un serrucho que navega mo un pez en el agua de los sueños n martillo que pica mo alevoso cóndor carpintero tablas del pinar que pisaremos. go pasa y la vida continúa. casa crece y habla, sostiene en sus pies, ne ropa colgada en un andamio, omo por el mar la primavera dando como náyade marina sa la arena de Valparaíso, no pensemos más: ésta es la casa: todo lo que falta será azul, que ya necesita es florecer. so es trabajo de la primavera. ADIOSES adioses a una tierra y otra tierra, ada boca y a cada tristeza, a luna insolente, a las semanas e enrollaron los días y desaparecieron, iós a esta y aquella voz teñida amaranto, y adiós a cama y al plato de costumbre, sitio vesperal de los adioses, a silla casada con el mismo crepúsculo, camino que hicieron mis zapatos. e difundí, no hay duda, cambié de existencias, mbié de piel, de lámpara, de odios, e que hacerlo por ley ni capricho, o que por cadena, encadenó cada nuevo camino, tomé gusto a tierra a toda tierra. ronto dije adiós, recién llegado, n la ternura aún recién partida mo si el pan se abriera y de repente yera todo el mundo de la mesa. me fui de todos los idiomas, petí los adioses como una puerta vieja, mbié de cine, de razón, de tumba, fui de todas partes a otra parte, guí siendo y siguiendo dio desmantelado en la alegría, pcial en la tristeza, saber nunca cómo ni cuándo to para volver, mas no se vuelve. sabe que el que vuelve no se fue, sí la vida anduve y desanduve dándome de traje y de planeta, ostumbrándome a la compañía, a gran muchedumbre del destierro, a gran soledad de las campanas. PARA TODOS pronto no puedo decirte que yo te debo decir, mbre, perdóname, sabrás e aunque no escuches mis palabras me eché a llorar ni a dormir ue contigo estoy sin verte sde hace tiempo y hasta el fin. comprendo que muchos piensen, ué hace Pablo? Estoy aquí. me buscas en esta calle encontrarás con mi violín eparado para cantar ara morir. es cuestión de dejar a nadie menos a aquellos, ni a ti, i escuchas bien, en la lluvia, drás oír e vuelvo y voy y me detengo. abes que debo partir. no se saben mis palabras dudes que soy el que fui. hay silencio que no termine. ando llegue el momento, espérame, ue sepan todos que llego a calle, con mi violín. LA PRIMAVERA pájaro ha venido ar la luz: cada trino suyo ce el agua. ntre agua y luz que el aire desarrollan está la primavera inaugurada. sabe la semilla que ha crecido, raíz se retrata en la corola, abren por fin los párpados del polen. do lo hizo un pájaro sencillo sde una rama verde. A DON ASTERIO ALARCÓN, CRONOMETRISTA DE VALPARAÍSO or a puerto loco ne Valparaíso, or a sombra, a estrella, scama de la luna cola de pescado. corazón recibe escalofríos las desgarradoras escaleras los hirsutos cerros: í grave miseria y negros ojos ilan en la neblina uelgan las banderas reino en las ventanas: sábanas zurcidas, viejas camisetas, largos calzoncillos, l sol del mar saluda los emblemas entras la ropa blanca balancea pobre adiós a la marinería. lles del mar, del viento, día duro envuelto en aire y ola, lejones que cantan hacia arriba espiral como las caracolas: tarde comercial es transparente, sol visita las mercaderías, ra vender sonríe el almacén riendo escaparate y dentadura, patos y termómetros, botellas e encierran noche verde, jes inalcanzables, ropa de oro, nestos calcetines, suaves quesos, ntonces llego al tema esta oda. y un escaparate n su vidrio dentro, re cronómetros, n Asterio Alarcón, cronometrista. calle hierve y sigue, de y golpea, ro detrás del vidrio relojero, viejo ordenador de los relojes, á inmovilizado n un ojo hacia afuera, ojo extravagante e adivina el enigma, cardíaco fin de los relojes scruta con un ojo sta que la impalpable mariposa la cronometría detiene en su frente e mueven las alas del reloj. n Asterio Alarcón es el antiguo roe de los minutos l barco va en la ola dido por sus manos e agregaron ponsabilidad al minutero, lcritud al latido: n Asterio en su acuario iló los cronómetros del mar, eitó con paciencia corazón azul de la marina. rante cincuenta años, ieciocho mil días, í pasaba el río niños y varones y mujeres cia harapientos cerros o hacia el mar, entras el relojero, re relojes, enido en el tiempo, suavizó como la nave pura ntra la eternidad de la corriente, enó su madera, oco a poco el sabio ió del artesano, bajando n lupa y con aceite mpió la envidia, descartó el temor, mplió su ocupación y su destino, sta que ahora el tiempo, transcurrir temible, o pacto con él, con don Asterio, l espera su hora de reloj. r eso cuando paso trepidante calle, río negro de Valparaíso, o escucho un sonido entre sonidos, re tantos relojes uno solo: fatigado, suave, susurrante ntiguo movimiento un gran corazón puro: insigne y humilde tac de don Asterio. ODA A ACARIO COTAPOS algún total sonoro gó al mundo Cotapos, gó con su planeta, n su trueno, e puso a pasear por las ciudades senrollando el árbol de la música, riendo las bodegas del sonido. encio! Caerá la ciudadela rque de su insurrecta artillería ando menos se piensa y no se sabe ela el silencio súbito del cisne s tal el resplandor e a su medida da el agua despierta, do rumor se ha convertido en ola, do salió a sonar con el rocío. ro, cuidad, cuidemos orden de esta oda rque no sólo el aire se decide compañar el peso de su canto o sólo las aves victoriosas antaron su vuelo en el estuario, o que entró y salió de las bodegas, miló motores, la electricidad sacó la aurora a vistió de pompa y poderío. ún más, de la tiniebla primordial músico regresa n el lobo y el pasto pastoril, n la sangre morada del centauro, n el primer tambor de los combates a gravitación de las campanas. ega y sopla en su cuerno os congrega, s cuenta, s inventa, s miente, s revela, s ata a un hilo sabio, a la sorpresa su certera lengua fabulosa, s equivoca y cuando va a apagar levanta mano y cae y sigue catarata insigne de su cuento. nocí de su boca historia natural de los enigmas, ave corolario, secreto teléfono los gatos, el viejo río ssisipí con naves de madera, verdugo de Iván el Terrible, voz ancha de Boris Godunov, ceremonias de los ornitólogos ando lo condecoran en París, sagrado terror al hombre flaco, húmedo micrófono del perro, invocación nefasta señor Puga Borne, fox hunting en el condado n chaquetilla roja y cup of tea, pavo que viajó a Leningrado brazos del benigno don Gregorio, desfile de los bolivianitos, món con su profundo calamar sobre todo, la fatal historia e Federico amaba Jabalí Cornúpeto ando oplando y roncando ció y creció la bestia fabulosa sta que su irascible corpulencia brepasó los límites de Europa nflada como inmenso Zeppelín jó al Brasil, en donde rimensores, ingenieros, n peligro evidente de sus vidas, descendieron junto al Amazonas. tapos, en tu música recompuso la naturaleza, aguas naturales, impaciencia del trueno, i y toqué la luz en tus preludios mo si fueran hijos un cometa escarlata, n esa conmoción de tus campanas, esas fugas de tormenta y faro elementos hallan su medida guando los metales de la música. ro hallé en tu palabra invicta alevosía destructor de mitos y de platos, inesperada asociación que encuentra su camino el zorro hacia las uvas ando huele aire verde o pluma errante, o sólo o, sino s: sinaleta eléctrica que muda da visión y cambian las palomas. , poeta sin libros, ntaste en vida el canto irrespetuoso, palabra que salta de su cueva nde yació sin sueño ransformaste para mí el idioma un derrumbe de cristalerías. aestro, compañero, has enseñado tantas cosas claras e donde estoy me das tu claridad. ora, cribo un libro de lo que yo soy n este soy, Acario, eres conmigo. REGRESÓ EL CAMINANTE plena calle me pregunto, dónde á la ciudad? Se fue, no ha vuelto. vez ésta es la misma, y tiene casas, ne paredes, pero no la encuentro. se traía de Pedro ni de Juan, de aquella mujer, ni de aquel árbol, la ciudad aquella se enterró, metió en un recinto subterráneo tra hora vive, otra y no la misma, upando la línea de las calles, n idéntico número en las casas. tiempo entonces, lo comprendo, existe, ste, ya lo sé, pero no entiendo mo aquella ciudad que tuvo sangre, e tuvo tanto cielo para todos, e cuya sonrisa a mediodía desprendía un cesto de ciruelas, aquellas casas con olor a bosque ién cortado al alba con la sierra, e seguía cantando junto al agua los aserraderos montañosos, do lo que era suyo y era mío, la ciudad y de la transparencia, envolvió en el amor como un secreto e dejó caer en el olvido. ora donde estuvo hay otras vidas, a razón de ser y otra dureza: do está bien, pero por qué no existe? r qué razón aquel aroma duerme? r qué aquellas campanas se callaron ijo adiós la torre de madera? vez en mí cayó casa por casa ciudad, con bodegas destruidas r la lenta humedad, por el transcurso, mí cayó el azul de la farmacia, trigo acumulado, la herradura e colgó de la talabartería, n mí cayeron seres que buscaban mo en un pozo el agua oscura. tonces yo a qué vengo, a qué he venido. uella que yo amé entre las ciruelas el violento estío, aquella clara mo un hacha brillando con la luna, de ojos que mordían mo ácido el metal del desamparo a se fue, se fue sin que se fuese, cambiarse de casa ni frontera, fue en sí misma, se cayó en el tiempo cia atrás, y no cayó en los míos ando abría, tal vez, aquellos brazos e apretaron mi cuerpo, y me llamaba o largo, tal vez, de tantos años, entras yo en otra esquina del planeta mi distante mal me sumergía. udiré a mí mismo para entrar, ra volver a la ciudad perdida. mí debo encontrar a los ausentes, uel olor de la maderería, ue creciendo sólo en mí tal vez trigo que temblaba en la ladera n mí debo viajar buscando aquella e se llevó la lluvia, y no hay remedio, otra manera nada vivirá, bo cuidar yo mismo aquellas calles e alguna manera decidir nde plantar los árboles, de nuevo. ALSTROEMERIA este mes de enero la alstroemeria, sepultada flor, la sumergida, su secreto sube hacia los páramos. maneció rosado el roquerío. s ojos reconocen marca triangular sobre la arena. me pregunto ndo diente pálido un pétalo, el regazo rfecto de sus íntimos lunares, suave fuego de su simetría, mo se preparó bajo la tierra? mo donde no había sino polvo, druscos o ceniza rgió incitante, pura, aderezada, crespando en la vida su hermosura? mo fue aquel trabajo subterráneo? ándo se unió la forma con el polen? mo a la oscuridad gó el rocío scendió con la tierna llamarada la flor repentina sta que se tejieron gota a gota, o por hilo las regiones secas or la luz rosada só el aire esparciendo la fragancia mo si allí naciera pura tierra seca y abandono undidad florida, scura por amor multiplicada? pensé en enero rando el seco ayer mientras ahora mida y crespa crece tierna multitud de alstroemeria: onde piedra y páramo uvieron sa el viento en su nave navegando olas olorosas. INDAGACIONES egunté a cada cosa enía go más, go más que la estructura sí supe que nada era vacío: do era caja, tren, barco cargado multiplicaciones, da pie que pasó por un sendero ó escrito en la piedra un telegrama a ropa en el agua del lavado ó caer en gotas su existencia: clima en clima fui sin saber nunca nde dejar mi atado que pesaba n los conocimientos que cargué, sta que tanto ver y conocer, dar y andar, pregunta que pregunta ada silla, a cada piedra, y luego antos hombres que no respondieron, acostumbraron a contestar solo: esponderme sin haber hablado: onversar con nadie y divertirme. a tal vez lo que sucede al ciego e de tanto no ver ya lo ve todo un solo punto ra n la insistencia sólida del buzo e baja a un solo pozo del océano llí todos los peces se congregan. es bien, cuando dejé sacudir la tierra mover cada cosa de su sitio nsé que cada cual me halagaría n un pequeño gracias o sonrisa arabién o paracualquier cosa, s no fue así y aquellos habitantes la ciudad terrible argaron un dedo, largo dedo muerto hacia mi vida on un ojo impune, n un ojo de cíclope castrado vigilaron cuidadosamente: isfruta de sus rentas clandestinas», o un astuto y criminal cadáver. iene automóvil», dijo una beata n un escalofrío de dolor. tro pasó vestido de poeta, gante y colérico conmigo rque yo no cambiaba de camisa o tenía amor por su gerente. e dije, pues, las cosas de este modo uen siendo y tal vez nen razón: ro de tan malvado resolví a seguir sin saber nada, reclamar dos ojos por un ojo, una mano por uña: decreté la dicha interminable que hablaran los pueblos por mi canto. C. O. S. C. muerto este mi amigo que se llamaba Carlos, importa quién, no pregunten, no saben, ía la bondad del buen pan en la mesa n aire melancólico de caballero herido. es él y es él, es todo, es la muerte que toca puerta, puro bueno salió a abrirle Carlos, ntre tantos que abrieron esa noche la puerta solo quedó afuera, entre tantos hombres ahora ya no vuelve. u ausencia me hiere como si me llamara, mo si continuara en la sombra esperándome. si hubiera escogido para este fin de un día dolor entre tantos que me acechan hubiera separado de la noche su rostro, ustamente hubiera pasado sin recuerdo, nombrarlo, y así no hubiera muerto ra mí, su cabeza continuaría gris us tranquilos ojos que ahora ya no miran guirían abiertos en las torres de México. la muerte olvidar el más reciente ramo, sconocer el rumbo, la proa o la bodega que mi amigo viaja solo o amontonado esta hora creerlo aún dueño del día, n dueño de aquella claridad sonriente e repartió entre tantas tareas y personas. cribo estas palabras en mi libro pensando e este desnudo adiós en que no está presente, a carta sencilla que no tiene respuesta, es nada sino polvo, nube, tinta, palabras a única verdad es que mi amigo ha muerto. LA NOCHE EN ISLA NEGRA tigua noche y sal desordenada lpean las paredes de mi casa: a es la sombra, el cielo ahora un latido del océano, ielo y sombra estallan n fragor de combate desmedido: da la noche luchan adie sabe el nombre la cruel claridad que se irá abriendo mo una torpe fruta: nace en la costa, la furiosa sombra, el alba dura, rdida por la sal en movimiento, rrida por el peso de la noche, sangrentada en su cráter marino. CARDO rano go oral, lvorientas uas minos dientos cen las explosiones cardo azul de Chile. polón abundo, an aguijón de moscardón morado, queño pabellón de la hermosura, do el azul anta pa leta do, stil, argo, co elo iende fuego azul pinas, zado mo un ambre erco, mo rco ricos, rdo ontona resiva undidad torral vaje mpina cia indómita belleza territorio seco, cundado r vago cielo frío, sedición ul sus corolas mo itando, mo desafiando, n un azul ro pada dos azules rra. PASADO nemos que echar abajo el pasado omo se construye o por piso, ventana a ventana, ube el edificio bajando vamos mero tejas rotas, go orgullosas puertas, sta que del pasado e polvo mo si se golpeara ntra el suelo, e humo mo si se quemara, ada nuevo día uce mo un plato cío: y nada, no hubo nada: y que llenarlo nuevas nutriciones paciosas, onces, hacia abajo e el día de ayer mo en un pozo agua del pasado, a cisterna lo que ya no tiene voz ni fuego. difícil ostumbrar los huesos erderse, ojos errarse ro hacemos saberlo: do era vivo, o, vivo, vivo mo un pez escarlata ro el tiempo só con trapo y noche ue borrando pez y su latido: agua al agua al agua cayendo el pasado nque se agarre spinas aíces: fue se fue y no valen recuerdos: el párpado sombrío brió la luz del ojo quello que vivía no vive: que fuimos no somos. a palabra aunque las letras tengan uales transparencias y vocales ora es otra y es otra la boca: misma boca es otra boca ahora: mbiaron labios, piel, circulaciones, o ser ocupó nuestro esqueleto: uel que fue en nosotros ya no está: fue, pero si llaman, respondemos quí estoy» y se sabe que no estamos, e aquel que estaba, estuvo y se perdió: perdió en el pasado y ya no vuelve. A E. S. S. nco años E., go seis años, ora nueve y medio mpre aquí entre las algas Isla Negra, re ola y ola un niño n la curiosidad del universo e se abre aquí como corola verde n todo el mar lpeando los ojos peregrinos hierba de agua y cerro, año más de Enrique Segura, Salazar, el nieto de don Cloro. brás más tarde e vi mo crecías, mo si me mirara a pestaña, go íntimo, erno como el pulso, ada vez de tan largos transcursos ir a poner pie sobre mi arena ciendo areciste ubían tus meses, años, uno a uno, de la tierra ntrabas en la casa n más tiempo en los ojos más piernas, centímetro más que levantaba corazón de pájaro con trinos poco más arriba hacia el follaje, cia el árbol oscuro de la vida. hora con nueve años Enrique uí en el abandono de la costa pequeño astronauta pregunto, y pregunto: arás en tu nave guna vez, oz como ninguno entre los ojos Orión que parpadean itándote? tu carro ardiendo r las calles de las constelaciones, s traerás las algas de la luna, Aldebarán la piedra misteriosa, e la Osa Mayor una guitarra? niño esta arena, rique de estos páramos marinos, vez no irás adonde, volverás jamás del sinembargo ntre dunas y adobes nscurrirá la línea una vida, terrón de arcilla espesa castillo ni luna, ea quebrada como litoral rido e desangra entre las piedras perdidas llaves de la cólera, la espuma vaivén tumultuoso e viene y va y se queda nvertido en la arena olvido. AL MISMO PUERTO lparaíso tiene hilos, pas de largo alcance, des entrelazadas. ajo la espesura todo el mar cuando se desarrolla recen una a una las escamas solitarios peces, onde los arpones sangrentados duermen palpitando eños de sal y sangre. más allá, en el pecho poeta, lparaíso cava usca y halla bre y deja a red emboscada la firmeza: onces vuelan imprevistas lanzas, quinas arillas, hambrientos petreles, habitación sin rumbo re los cerros, stenida r un pétalo puro de pintura. ambién en el cielo ave atardecida, l ciclónico avión endurecido mo bala de luna, do riba ibe emanación portuaria, igilosa estrella se dirige a pobre bahía, as casas colgadas, duelo, al desamparo, a alegría fin del mar, de la sirena pobre, la ciudad marina e el océano atroz no desmorona sepultó el castigo de la tierra. ne Valparaíso rrespondencias negras con el viento, udas con el rocío, ujeros que no tienen respuestas, plícitos alcaldes que pasean rritos tristes al atardecer, mingos silenciosos de sarcófago; ro no importa, todo comprende ando por tierra o mar o cielo o hilo siente un golpe como charada; go llama, algo cae, lvo frágil de sueño, ido o luz del agua, perceptible no, rina o sal nocturna. llí mismo doblamos mirada cia Valparaíso. A LA TRISTEZA (II) steza, necesito ala negra, nto sol, tanta miel en el topacio, da rayo sonríe la pradera odo es luz redonda en torno mío, do es abeja eléctrica en la altura. r eso ala negra me, rmana tristeza: cesito que alguna vez se apague zafiro y que caiga oblicua enredadera de la lluvia, llanto de la tierra; iero uel madero roto en el estuario, vasta casa a oscuras mi madre scando rafina lenando la lámpara sta no dar la luz sino un suspiro. noche no nacía. día resbalaba cia su cementerio provinciano, ntre el pan y la sombra recuerdo mí mismo la ventana rando lo que no era, que no sucedía n ala negra de agua que llegaba bre aquel corazón que allí tal vez idé para siempre, en la ventana. ora echo de menos luz negra. me tu lenta sangre, via a, me tu vuelo atónito! mi pecho vuélvele la llave la puerta cerrada, struida. r un minuto, por a corta vida, ítame luz y déjame ntirme rdido y miserable, mblando entre los hilos crepúsculo, ibiendo en el alma manos mblorosas via. SUMARIO toy contento con tantos deberes e me impuse, en mi vida amasaron extraños materiales: rnos fantasmas que me despeinaban, egóricas manos minerales, viento sin razón que me agitaba, espina de unos besos lacerantes, la dura realidad mis hermanos, deber imperioso de vigía, inclinación a ser sólo yo mismo la debilidad de mis placeres, r eso —agua en la piedra— fue mi vida ntando entre la dicha y la dureza. EL PUEBLO uel hombre me acuerdo y no han pasado s siglos desde que lo vi, anduvo ni a caballo ni en carroza: uro pie shizo distancias o llevaba espada ni armadura, o redes al hombro, cha o martillo o pala, nca apaleó a ninguno de su especie: hazaña fue contra el agua o la tierra, ntra el trigo para que hubiera pan, ntra el árbol gigante para que diera leña, ntra los muros para abrir las puertas, ntra la arena construyendo muros ontra el mar para hacerlo parir. conocí y aún no se me borra. yeron en pedazos las carrozas, guerra destruyó puertas y muros, ciudad fue un puñado de cenizas, hicieron polvo todos los vestidos, l para mí subsiste, brevive en la arena, ando antes parecía do imborrable menos él. el ir y venir de las familias eces fue mi padre o mi pariente penas si era él o si no era vez aquel que no volvió a su casa rque el agua o la tierra lo tragaron o mató una máquina o un árbol ue aquel enlutado carpintero e iba detrás del ataúd, sin lágrimas, guien en fin que no tenía nombre, e se llamaba metal o madera, quien miraron otros desde arriba ver la hormiga o el hormiguero ue cuando sus pies no se movían, rque el pobre cansado había muerto, vieron nunca que no lo veían: bía ya otros pies en donde estuvo. s otros pies eran él mismo, mbién las otras manos, hombre sucedía: ando ya parecía transcurrido a el mismo de nuevo, í estaba otra vez cavando tierra, rtando tela, pero sin camisa, í estaba y no estaba, como entonces, había ido y estaba de nuevo, omo nunca tuvo cementerio, tumba, ni su nombre fue grabado bre la piedra que cortó sudando, nca sabía nadie que llegaba adie supo cuando se moría, es que sólo cuando el pobre pudo ucitó otra vez sin ser notado. a el hombre sin duda, sin herencia, vaca, sin bandera, o se distinguía entre los otros, otros que eran él, sde arriba era gris como el subsuelo, mo el cuero era pardo, a amarillo cosechando trigo, a negro debajo de la mina, a color de piedra en el castillo, el barco pesquero era color de atún olor de caballo en la pradera: mo podía nadie distinguirlo era el inseparable, el elemento, rra, carbón o mar vestido de hombre? nde vivió crecía anto el hombre tocaba: piedra hostil, ebrada r sus manos, convertía en orden na a una formaron recta claridad del edificio, o el pan con sus manos, vilizó los trenes, poblaron de pueblos las distancias, os hombres crecieron, garon las abejas, orque el hombre crea y multiplica primavera caminó al mercado re panaderías y palomas. padre de los panes fue olvidado, que cortó y anduvo, machacando briendo surcos, acarreando arena, ando todo existió ya no existía, daba su existencia, eso era todo. lió a otra parte a trabajar, y luego fue a morir rodando mo piedra del río: uas abajo lo llevó la muerte. que lo conocí, lo vi bajando sta no ser sino lo que dejaba: les que apenas pudo conocer, sas que nunca y nunca habitaría. uelvo a verlo, y cada día espero, veo en su ataúd y resurrecto. distingo entre todos que son sus iguales me parece que no puede ser, e así no vamos a ninguna parte, e suceder así no tiene gloria. creo que en el trono debe estar e hombre, bien calzado y coronado. eo que los que hicieron tantas cosas ben ser dueños de todas las cosas. s que hacen el pan deben comer! eben tener luz los de la mina! sta ya de encadenados grises! sta de pálidos desaparecidos! un hombre más que pase sin que reine. una sola mujer sin su diadema. ra todas las manos guantes de oro. utas del sol a todos los oscuros! conocí aquel hombre y cuando pude, ando ya tuve ojos en la cara, ando ya tuve la voz en la boca busqué entre las tumbas y le dije retándole un brazo que aún no era polvo: odos se irán, tú quedarás viviente. encendiste la vida. hiciste lo que es tuyo». r eso nadie se moleste cuando rece que estoy solo y no estoy solo, estoy con nadie y hablo para todos: guien me está escuchando y no lo saben, ro aquellos que canto y que lo saben uen naciendo y llenarán el mundo. PLENOS PODERES puro sol escribo, a plena calle, leno mar, en donde puedo canto, o la noche errante me detiene ro en su interrupción recojo espacio, ojo sombra para mucho tiempo. trigo negro de la noche crece entras mis ojos miden la pradera sí de sol a sol hago las llaves: sco en la oscuridad las cerraduras oy abriendo al mar las puertas rotas sta llenar armarios con espuma. o me canso de ir y de volver, me para la muerte con su piedra, me canso de ser y de no ser. eces me pregunto si de dónde, de padre o de madre o cordillera redé los deberes minerales, hilos de un océano encendido é que sigo y sigo porque sigo anto porque canto y porque canto. tiene explicación lo que acontece ando cierro los ojos y circulo mo entre dos canales submarinos, o a morir me lleva en su ramaje l otro canta para que yo cante. pues de no ser estoy compuesto omo el mar asalta el arrecife n cápsulas saladas de blancura etrata la piedra con la ola, lo que en la muerte me rodea re en mí la ventana de la vida n pleno paroxismo estoy durmiendo. plena luz camino por la sombra. PABLO NERUDA, nacido y muerto en Chile (Parral, 1904 - Santiago, 1973), ha sido sin duda una de las voces más altas de la poesía mundial de nuestro tiempo. Desde el combate directo o desde la persecución y el exilio valerosamente arrostrados, la trayectoria del poeta, que en 1971 obtuvo el premio Nobel, configura, a la vez que la evolución de un intelectual militante, una de las principales aventuras expresivas de la lírica en lengua castellana, sustentada en un poderío verbal inigualable, que de la indiscriminada inmersión en el mundo de las fuerzas telúricas originarias se expandió a la fusión con el ámbito natal americano y supo cantar el instante amoroso que contiene el cosmos, el tiempo oscuro de la opresión y el tiempo encendido de la lucha. Una mirada que abarca a la vez la vastedad de los seres y el abismo interior del lenguaje: poeta total, Neruda pertenece ya a la tradición más viva de nuestra mayor poesía.