Incidencia del Despotismo Ilustrado en la idea de Democracia

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XX Coloquio Nacional Sobre la Enseñanza de la Filosofía
“¿Qué tipos de democracia son posibles para América latina?”
Universidad Autónoma de Zacatecas, Campus Siglo XXI
21, 22 y 23 de agosto de 2008
“Incidencia del Despotismo Ilustrado en la idea de
Democracia Latinoamericana, una cala histórica”
Título
Mtro. GUSTAVO ESCOBAR VALENZUELA
Autor
Escuela Nacional Preparatoria, UNAM
Institución de procedencia
XX Coloquio Nacional Sobre la Enseñanza de la Filosofía
“¿Qué tipos de democracia son posibles para América latina?”
Resumen
Esta ponencia rastrea la política del Despotismo Ilustrado que se da en el siglo
XVIII, mediante la cual el monarca se abrograba la facultad de educar al pueblo
creando organismos e instituciones pertinentes para ello, para proyectarla en las
ideas liberales del siglo XIX en Latinoamérica dando lugar a un liberalismo
aristocratizante donde el pueblo es descalificado por su ignorancia e incapacidad
para intervenir en los asuntos públicos. Estas ideas se hacen expresas en
liberales como José Ma. Luis Mora, Fray Servando Teresa de Mier, entre otros; y
se logran esclarecer con la teoría de Abelardo Villegas expuesta bajo la categoría
de los antagonismos en las democracias latinoamericanas, mismos que revelan la
supervivencia de fines aristocráticos en una sociedad estamental barnizada de
modernidad, superficialmente democrática y burguesa. Nos preguntamos,
finalmente, cuales serían las alternativas para el logro de una verdadera
democracia en A.L. y apelamos, a manera de conclusión a las utopías humanistas
y libertarias de próceres Latinoamericanos como Martí y Pedro Henríquez Ureña.
2
“Incidencia del Despotismo Ilustrado en la idea de
Democracia Latinoamericana, una cala histórica”
Incidencia del Despotismo Ilustrado
en la idea de Democracia Latinoamericana,
una cala histórica
Por: Gustavo Escobar V.1
Una vez adquirida su independencia, los países latinoamericanos anhelan
crear una sociedad moderna basada en la justicia social, la igualdad y la
democracia. Estos ideales tienen su marco de referencia en las filosofías
modernas que se habían desarrollado en Europa entre los siglos XVII y XVIII.
Nutriéndose de estas filosofías surge una nueva ideología que llena el siglo
XIX y que es el liberalismo, que en su larga evolución confluyen una diversidad de
doctrinas. “A la evolución del liberalismo han contribuido de modo determinante
1
Maestro en Filosofía, Facultad de la Filosofía y Letras (UNAM); profesor de tiempo completo en la Escuela
Nacional Preparatoria; profesor de asignatura definitivo en la Facultad de Filosofía en la materia Filosofía de
la Historia; ex presidente y Fundador del Círculo Mexicano de Profesores de Filosofía, A.C.; participante en
diversos coloquios, congresos y encuentros a nivel nacional e internacional. Entre los cargos ocupados
figuran: Asesor Académico en el área de Filosofía en el Colegio de Bachilleres; asesor de la Secretaría del
Profesorado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; coordinador y consejero interno en la ENP,
Director de la Revista “Muestra” de la ENP; Premio Universidad 2003 en Docencia en Educación Media
Superior (Humanidades). Autor entre otras obras de: La lustración en la Filosofía Latinoamericana (Trillas,
1980); Ética (Mc.Graw-Hill, 2003); Lógica, Nociones y Aplicaciones (Mc.Graw-Hill, 2004); Ética y Valores
1 (Patria-Cultural, 2004); Ética y Valores 2 (Patria-Cultural, 2005).
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“¿Qué tipos de democracia son posibles para América latina?”
–dice Harold Laski– hombres que de hecho le eran ajenos y aun hostiles; desde
Maquiavelo hasta Calvino, desde Lutero hasta Copérnico, etc.” 2
Mientras que el liberalismo en Europa es resultado de un largo proceso
histórico, el que se da en Latinoamérica es un liberalismo importado que trata de
aplicarse sin muchas veces atender a las peculiaridades históricas de cada
pueblo. Esto ha originado un desgarramiento a través de nuestra historia, entre
dos alternativas yuxtapuestas: la sociedad colonial y tradicional con sus formas de
vida inherentes, ajenas a la democracia y la sociedad moderna liberal que juega el
papel de un proyecto transformador, que Leopoldo Zea le ha llamado el “proyecto
civilizador”. Esto explica, por ejemplo, que los liberales ilustrados del siglo XIX en
Latinoamérica y en particular en México, hayan emprendido una tarea de reforma
luchando contra la supremacía que habían adquirido ciertas corporaciones como
el clero, la milicia y la burocracia.
En teoría una sociedad moderna por la que luchaban los liberales
reclamaba una plena igualdad, una sociedad donde los derechos y libertades no
estén en manos privilegiadas; sin embargo en los hechos esto no se cumple
puntualmente. Si bien el liberalismo mexicano y latinoamericano en general,
hereda del siglo XVIII, la confianza en la razón como factor de cambio y
normatividad que se refleja en el constitucionalismo y en el estado de derecho,
también hereda la política del Despotismo Ilustrado de los monarcas de ese siglo.
2
Harold Laski, El Liberalismo Europeo. F.C.E. México, 1961. p. 12
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“Incidencia del Despotismo Ilustrado en la idea de
Democracia Latinoamericana, una cala histórica”
Según este Despotismo Ilustrado, la forma ideal de gobierno habrá que buscarla
en la persona de un rey ilustrado. Las funciones del Estado consisten en propiciar
la utilidad social y el aumento de la prosperidad pública.
El Despotismo Ilustrado conlleva la idea de que el pueblo es una masa
incapacitada, a la manera de un menor de edad al que hay que educar, instruir,
esparciéndole las luces de la sabiduría y de la civilización. De acuerdo con esta
manera de pensar, la educación es decisiva para ayudar al mejor desarrollo de los
gobiernos. La cultura incita a los gobiernos a conducir mejor a sus pueblos, que
gracias a ella se han hecho más conscientes de justicia y honradez, así, un
ilustrado español como Cabarrús pensará que si se instruyese a una generación
entera, llegaría la época en que los que gobiernan serían justos y consecuentes
porque serían ilustrados. Tal es la utopía ilustrada de las luces, de la educación.
Pero estas luces y esta educación –para el Despotismo Ilustrado– deberá
estar e a cargo del monarca. Se trata, pues de una educación que se dirige desde
arriba, desde una cúpula de poder y que no puede confiarse a la iniciativa privada
e individual. El rey debe velar por el fomento de la cultura nacional mediante la
fundación de bibliotecas, universidades, academias, museos y gabinetes
científicos. Pero el Estado no sólo debe dirigir estos aspectos, pues su radio de
acción también se dirige a controlar las distracciones populares
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“¿Qué tipos de democracia son posibles para América latina?”
Ahora bien, esta política del Despotismo Ilustrado que hemos esbozado,
tiene repercusiones en las teorías democráticas que se han dado en nuestros
países. Por ejemplo, en el más importante teórico del liberalismo mexicano en el
siglo XIX, José María Luis Mora, su idea de igualdad –que es clave para la
doctrina liberal– presenta restricciones se trata de una igualdad pensada en el
terreno meramente legislativo, pues en los hombres siempre habrá diferencias de
fortunas y habilidades. No todos los hombres poseen igual capacidad o criterio
moral, y ello es así porque las costumbres y la educación contribuyen a que
existan profundas diferencias entre ellos. Es ilustrativa, al respecto la siguiente
declaración del Dr. Mora:
“El título de hombre, se ha querido que sea suficiente para ocupar todos los
puestos públicos, se ha pretendido pasar el nivel por todos los individuos de la
especie humana y a la igualdad de derechos se ha sustituido la de condiciones,
sosteniendo que la virtud debe descender al nivel del vacío, la ignorancia al lado
de la ciencia y la miseria tener el mismo ascendente que la riqueza”.3
Esta especie de aristocratísmo liberal le permite concluir a Mora que un
determinado grupo social que llama de “propietarios” y que tienen las virtudes
necesarias para ello, sean por derecho, ciudadanos. Mientras el ciudadano, el
burgués, posea verdaderas virtudes cívicas tales como el decoro, los buenos
modales y el amor al bien público, “el indigente, el jornalero y el deudor no pueden
3
J. Ma. Luis Mora. Obras Sueltas Ed. Porrúa, México 1963, p. 531.
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Democracia Latinoamericana, una cala histórica”
menos que ser accesibles al soborno cuando su subsistencia, que es la primera
necesidad del hombre, depende de aquellos que pueden tener interés en
corromperlo”.4
Estas ideas que hemos visto someramente en José Ma. Luis Mora, revelan
el conflicto clasista que se hace patente en los liberales y conservadores de la
época, en virtud del cual tienden a identificar sus intereses de clase con el de la
nación. En este sentido, como nos explica Abelardo Villegas, en su libro La
Filosofía en la historia política de México, Lucas Alamán “no ve ninguna
contradicción en desear, como él dice, el bien de la patria y referirse a las clases
populares de la independencia como la hez del pueblo que atentó contra la
propiedad y la civilización originando una reacción de toda la parte respetable de
la sociedad en defensa de sus bienes y familias”.5
En otra de sus obras
–Reformismo y revolución en el pensamiento
latinoamericano– Abelardo Villegas desarrolla con mayor profundidad esta idea
dentro de una teoría que denomina “antagonismos en las democracias”.
Las
sociedades
latinoamericanas
son
herederas,
además
del
corporativismo medieval y colonial; dentro de este tipo de sociedad, la libertad
democrática será atributo de ciertos grupos, que con sentido aristocrático la
4
J. Ma. Luis Mora. Op. cit. p. 529.
Véase Abelardo Villegas. La Filosofía en la Historia Política de México. Ed. Pormaca, México
1966. p. 105)
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“¿Qué tipos de democracia son posibles para América latina?”
negarán a otras. De ahí que fácilmente puede decirse que la democracia
latinoamericana en virtud no de los orígenes no aristocráticos de sus sustentantes,
que ciertamente no eran aristócratas, sino de la supervivencia de fines
aristócratas, sino de la supervivencia de fines aristocráticos en una sociedad
estamental barnizada de modernidad, superficialmente democrática y burguesa.6
Otro caso histórico, que permite ver estas reminiscencias aristocratizantes
del Despotismo Ilustrado, es el de los criollos que aun antes de la Independencia
pretenden reivindicar la soberanía para los ayuntamientos y demás autoridades
constituidas, y mas adelante en los congresos en los que dominan las clases
medias e ilustradas. Un ejemplo notable es la opinión que expresa Fray Servando
Teresa de Mier cuando defiende el centralismo contra las tesis federalistas; contra
el pueblo que quiere la federación Fray Servando dice:
“llámese a los hombres del campo y de la ciudad y se verá que la mayor
parte no saben leer ni saben lo que es una república federal, ni nunca han oído
hablar de ella”. “Y esa es la pretendida voluntad general con que se nos quiere
hacer comulgar como a niños. Esa voluntad general numérica es un sofisma, un
mero sofisma, un sofisma que se puede decir reprobado por Dios cuando dice en
6
Cfr. con A. Villegas. Reformismo y revolución en el pensamiento latinoamericano. Siglo XXI
editores, México, 1972. p. 67.
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Democracia Latinoamericana, una cala histórica”
las Escrituras: no sigas a la turba para obrar el mal, ni descanses en el dictamen
de la multitud para apartarte del sendero de la verdad”.7
A varios siglos de distancia curiosamente se esgrimen argumentos
parecidos, cuando el gobierno del D.F. propone una consulta ciudadana para
recoger opiniones y consensos sobre la reforma energética, se suscrita una
polémica con el Gobierno Federal, y uno de los argumentos en contra de esta
consulta es, precisamente, la falta de preparación del pueblo inculto e ignorante
para emitir juicios sobre este problema sobre el cual solo deberán opinar
especialistas y políticos ilustrados.
7
Profecía del doctor Mier sobre la Federación Mexicana, en: Antología de Fray Servando Teresa
de Mier, Recopilación y Prólogo de Edmundo O’Gorman. UNAM. México, 1948.
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“¿Qué tipos de democracia son posibles para América latina?”
A manera de conclusión
Cuando
mencionamos
la
palabra
“democracia”
inmediatamente
la
vinculamos al pueblo, al gobierno del pueblo y para el pueblo, cómo podrá este
pueblo, a veces tan soslayado y repudiado, tener una participación efectiva en la
casa pública, ¿cuáles serán las alternativas para una verdadera democracia en
México y América Latina?... Lo primero será cancelar todo estado de dependencia,
partir de nuestra realidad, de Nuestra América como quería José Martí; revivir la
utopía del humanismo que preconiza Henríquez Ureña: el intento de reforma
social y justicia económica no debe ser el límite de nuestras aspiraciones; es
menester ir más allá, hay que procurar que la desaparición de las tiranías
económicas concuerden con la libertad perfecta del hombre individual y social.
El hombre deberá llegar a ser plenamente humano, dejando atrás los
estorbos de la absurda organización económica en que estamos prisioneros y el
lastre de los prejuicios morales y sociales que ahogan la vida espontánea, a ser a
través del franco ejercicio de la inteligencia y de la sensibilidad, el hombre abierto
a los cuatro vientos del espíritu.
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“Incidencia del Despotismo Ilustrado en la idea de
Democracia Latinoamericana, una cala histórica”
Bibliografía
Basave, Agustín. Teoría de la democracia. Ed. Limusa, México, 1963.
Escobar Gustavo. El Liberalismo ilustrado del Dr. Mora. UNAM, México 1974.
Escobar, Gustavo. Aproximaciones a la Filosofía Mexicana y Latinoamericana, Ed.
Cerezo, México, 2008.
Laski, H.J. El Liberalismo europeo. F.C.E. México, 1961.
Mora, José Ma. Luis. Ensayos, ideas y retratos. UNAM, México, 1964.
Teresa de Mier, Fray Servando. Obras Completas. UNAM. México, 1988.
Villegas, Abelardo. La Filosofía en la Historia Política de México. Ed. Pormaca,
México, 1966.
Villegas, Abelardo. Reformismo y revolución en el pensamiento latinoamericano.
Siglo XXI Editores, México 1972.
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