DISCURSO 40 ANIVERSARIO CENA HOTEL GRAN COLÓN Buenas noches a todos. Voy a ser muy breve. En primer lugar, quería agradecer vuestra presencia en este acto de celebración. Muchas gracias por estar aquí: en nombre de todos los preceptores de Mizar, en nombre del Patronato y puedo decir también que en nombre de todos los socios… Muchos querrían estar aquí y no les hemos dejado… A la vuelta de 40 años y siempre bajo la responsabilidad y apoyo que los padres han puesto sobre Mizar, pensaba que la cifra 40 nos trae diversas consideraciones: Para una persona puede llegar a ser un momento de crisis, el definitivo asentamiento, el comienzo del declive, la consolidación definitiva, o la madurez. Pero siempre es un momento de balance: de echar una mirada adelante y una mirada atrás. A la mayoría de nosotros nos corresponde mirar atrás… y recordar con cariño aquellas excursiones, campamentos, torneos y un largo etcétera imposible de determinar. Y entonces sale una exclamación… mitad emotiva, mitad nostálgica: ¡pero qué bien lo pasamos! Y es que Mizar es una gran familia con entrañas universales por la que han pasado socios que hoy son padres de familia, sacerdotes, etcétera. Unos se han quedado en Madrid, otros en diferentes ciudades de España y algunos se encuentran repartidos por toda la geografía mundial. Gran parte de la grandeza de Mizar es su gente: algunos enfermos, otros sanos y unos cuantos en el Cielo. Sin esa gente, es decir, sin vosotros y tantos ausentes, Mizar no sería lo que hoy sentimos que es, una familia, nuestra familia. Agradecer el esfuerzo que habéis hecho por sacar adelante Mizar en este discurso se me antoja imposible. Me ha tocado hablar en nombre de todos. Y, aunque las palabras se quedan muy cortas, me gustaría deciros a todos y cada uno: ¡¡muchas gracias!! En esta mirada atrás no podemos olvidarnos especialmente de San Josemaría, como principal impulsor de estos clubes y de Álvaro del Portillo cuya Beatificación celebraremos en Madrid en septiembre. San Josemaría solía decir que los clubes juveniles serían un punto de formación fundamental para las familias y ello tendría una repercusión directa sobre el conjunto de la sociedad. Quizás esa es la tarea que cada uno de nosotros tenemos que seguir haciendo con la misma ilusión y con su ayuda desde el cielo. También por eso hoy es sobre todo un momento para esa mirada hacia adelante. Y os quería pedir que nos sigáis apoyando como hasta ahora. Nosotros y los que vengan detrás procuraremos seguir poniendo todo de nuestra parte para ser leales a aquellas enseñanzas que nos transmitieron San Josemaría y Don Álvaro del Portillo. Todo balance implica un deseo, un propósito, un ideal: se me ocurre que ese propósito podría ser que cuando dentro de 40 años se celebre el 80 de Mizar, o el 75 o en apenas 10 años celebremos el 50; que los que lo hagan (algunos ya no estaremos para muchos trotes) puedan mirar con agradecimiento a los que les precedimos de la misma manera que lo hacemos ahora nosotros. Muchas gracias.