Premio Nacional de Ciencias y Artes a cuatro autores del Fondo de

México .D.F., a 15 de diciembre de 2015
Premio Nacional de Ciencias y Artes a cuatro
autores del Fondo de Cultura Económica
El Fondo de Cultura Económica felicita a sus autores David Huerta, Felipe Garrido, Antonio
García de León y Fernando Mario del Río, por obtener el Premio Nacional de Ciencias y
Artes en las categorías de Lingüística y Literatura, Historia, y Ciencias Físico-Matemáticas,
respectivamente. Esta es la máxima distinción que otorga el gobierno mexicano a los
creadores por aportar elementos fundamentales para el desarrollo integral de nuestro
país a partir de diversas disciplinas como el arte, la ciencia, la cultura y las humanidades.
David Huerta
Dueño de una voz poética que se sitúa entre las mejores de las letras mexicanas,
con más de cuarenta años de labor literaria, Huerta (1949) publicó en 2013, con este sello
editorial, su poesía reunida en dos volúmenes bajo el título de La mancha en el espejo.
Originario de la Ciudad de México e hijo de otro gran poeta, Efraín Huerta, David
ha dicho que cree en una poesía “capaz de alzar la voz y de decir las cosas con claridad. La
poesía vale la pena porque nos permite habitar este mundo y nos orienta”.
Poeta, traductor y ensayista, Huerta estudió Filosofía y Letras Inglesas y Españolas
en la UNAM. Es autor de casi una veintena de libros de poesía, entre los que destaca
Versión, que se publicó por primera vez en 1978 también con el sello del Fondo y se
reeditó en Era en 2005, cuando mereció el Premio Xavier Villaurrutia.
La mancha en el espejo reúne 19 poemarios publicados a lo largo de los últimos
cuarenta años, que ratifican el lugar que David Huerta se ha ganado a lo largo de su
trayectoria.
El primer tomo de esta obra reunida deja ver a un escritor con temáticas y
proyectos concretos. En ese corpus inaugural, se puede apreciar al poeta que da sus
primeros pasos de manera certera, con influencias claras de su padre y de Octavio Paz.
Historias (1990) da inicio a la segunda parte de La mancha en el espejo, con el
amor como hilo conductor. Ahí se percibe una transformación en el escritor que no pierde
su eje: el lenguaje. Abandona las formas más tradicionales, sin descuidarlas, y evoluciona
para buscar la experiencia fugaz y contundente del idioma.
Felipe Garrido
Por su parte, Felipe Garrido ha desempeñado varias tareas en el seno de esta casa
editorial: fue gerente de Producción en el periodo de 1979 a 1985, y arrancó su
producción literaria con la publicación de sus libros Con canto no aprendido (1978); Viejo
continente (1985); La musa y el garabato (1992) y Orígenes de la Asociación de Academias
de la Lengua Española (2010), bajo el sello del Fondo.
Destacado promotor y apasionado de la lectura, Garrido ha encauzado su
profesión académica a la noble difusión de este hábito por más de 30 años, impartiendo
talleres, clases y conferencias, enseñando que el gusto por los libros debe ser una afición
más que un deber.
Nació en Guadalajara, Jalisco, el 10 de septiembre de 1942. Estudió la licenciatura
de Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM, y en esta casa de estudios ha sido profesor
por más de 30 años. Fue director de Literatura en el Instituto Nacional de Bellas Artes
(INBA) y en la UNAM, director del programa “Rincones de la lectura” en la Secretaría de
Educación Pública y de Publicaciones en el CONACULTA.
Ha sido galardonado con los premios Juan Pablos al mérito editorial, 1982;
Traducción Literaria Alfonso X, 1983; Organización Internacional para el Fomento del Libro
Infantil 1984; lista de honor del IBBY por el libro infantil Lección de piano escrito en 2004,
y en 2011, el Premio Xavier Villaurrutia por Conjuros. Además de desempeñarse como
narrador, traductor, profesor y editor, actualmente es miembro actual de Número (XVII)
de la Academia Mexicana de la Lengua.
Garrido ha sido un cercano colaborador de esta casa, donde destaca también su
labor como traductor de los títulos: El camino a Eleusis. Una solución al enigma de los
misterios, de Robert Gordon Wasson, Albert Hofmann y Carl A. P. Ruck; El hongo
maravilloso. Teonanácatl: Micolatría en Mesoamérica, de Robert Gordon Wasson; Quizás,
un relato, de Lillian Hellman; La torre de Babel, de Jacques Vicari; y El mal en el
pensamiento moderno. Una historia no convencional de la filosofía, de Susan Neiman.
Antonio García de León
Lingüista, músico e historiador, García de León publicó en esta editorial su libro
Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1519-1821. Es
autor de numerosos artículos y ensayos sobre lingüística, antropología, historia, economía
regional, movimientos sociales y musicología. Es doctor honoris causa por la Universidad
Veracruzana e investigador Emérito del INAH. A lo largo de su carrera ha recibido diversas
distinciones, entre ellas el Premio Internacional del Pensamiento Caribeño en 2001, la
medalla Gonzalo Aguirre Beltrán en 2004 y la Condecoración Maestro Altamirano por 40
años de docencia e investigación, otorgada por la SEP.
Algunas de sus obras son Contra viento y marea: los piratas en el Golfo de México
(2004), Fandango: el ritual del mundo jarocho a través de los siglos (2009), y Resistencia y
utopía: memorial de agravios y crónica de revueltas y profecías acaecidas en la provincia
de Chiapas durante los últimos quinientos años de sus historia (1998).
Fernando Mario del Río
Autor de Cosas de la ciencia, en coautoría con León Máximo, que apareció en la colección
La Ciencia para Todos del Fondo, Fernando del Río nació en la Ciudad de México, profesor
emérito y distinguido en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Es físico por la
Facultad de Ciencias de la UNAM (1963) y doctor en filosofía por la Universidad de
California en Berkeley (1969). Es investigador emérito del Sistema Nacional de
Investigadores (SNI).
Sus campos de interés científico son la mecánica estadística y la termodinámica.
Fue pionero de la termodinámica experimental en México, fundó varios laboratorios y
dirigió los primeros trabajos de termometría básica en el país. La Sociedad Mexicana de
Termodinámica le concedió un reconocimiento por su labor y el Instituto Mexicano del
Petróleo (IMP) lo honró al poner su nombre al laboratorio de termodinámica en Cactus,
Chiapas.
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