Nº 4 / Año 2011 Revista Venezolana de Psicología de los Arquetipos y Estudios Junguianos Editor Axel Capriles M. Coordinador de edición Sandra Caula Consejo editorial Axel Capriles M. Iván Rodríguez del Camino Margarita Méndez Corrección Alberto Márquez Concepto gráfico ABV Taller de Diseño Waleska Belisario a e Diagramación ABV Taller de Diseño Waleska Belisario Calibración digital Intermedia, Denis Frank Pre-prensa e impresión Altolitho, C.A. ditorial página 2 rtículos e La autoridad de la enfermedad Niel Micklem página 4 Mitología de la muerte y doctrina del alma Axel Capriles M. página 14 Las emociones del mundo subterráneo Iván Rodríguez del Camino página 24 El mito de Filomela y una escena de Eliot Gustavo Barcellos página 36 Eros y el cuerpo emocional. Una aproximación desde la psicoterapia Freddy Javier Guevara página 40 Acerca de la medicina arquetipal. Notas sobre un caso de esclerosis lateral amiotrófica Pablo Raydán página 46 Reflexiones en torno a la supervisión grupal Carolina Chirinos y Eduardo Carvallo página 50 ntrevista El mitodrama y la fascinación por la violencia: Entrevista a Allan Guggenbühl Margarita Méndez página 56 r eseñas y miscelánea Liber Novus: El Libro Rojo Axel Capriles M. página 62 psicología de los arquetipos 1 e Editorial Las ciencias del envejecimiento mias, las pestes, acabarán recu- imaginación colectiva. Pareciera breponerse a las limitaciones y y de la felicidad marcan de con- rrentemente con grandes que las más diversas y distantes temporaneidad una eterna aspi- sectores de la población. En tales disciplinas, desde la rigurosa adversidades. La proliferación y el éxito comercial de la literatura ración de la humanidad, el acce- condiciones, nuestros ancestros ciencia experimental, desde la so al secreto y recuperación de mantuvieron una relación mu- más avanzada bioquímica y bio- cuenta de una psicología colecti- una condición perdida que, se- cho más estrecha y cercana con logía molecular hasta las más re- va que prefiere la luminosidad enfocada en las virtudes, dan gún el Libro del Génesis, disfru- la enfermedad y la muerte. Eran, motas tradiciones de espirituali- de la vida a la lobreguez de los tó la genealogía de Adán hasta por así decirlo, hechos naturales, dad oriental, se hubieran dado infiernos y a la tenebrosidad del Noé, desde la Creación hasta el partes de la vida misma. En la la mano para invitarnos a des- pathos. Llama la atención, en- Diluvio: la longevidad. Adán vi- tradición cristiana medioeval, lastrarnos de lo que uno de los tonces, que en medio de este am- vió 930 años. Los días de su hijo, por ejemplo, era común que las grandes empresarios de la indus- biente cultural de sanidad, lon- Set, sumaron 930 años. Matusa- personas tuvieran en sus casas y tria de autoayuda, el Dr. Deepak gevidad y pensamiento positivo, lén, hijo de Henoc, engendró a llevaran consigo memento mori, Chopra, llama «la hipnosis del la mayor parte de los artículos de Lamec a los 187 años y alcanzó imágenes y representaciones de condicionamiento social» y a este cuarto número de la Revista la edad de 969 años. Lamec en- la muerte que les recordaran a convertirnos en «pioneros en una Venezolana de Psicología de los gendró a Noé a los 182 años y diario que iban a morir, que los tierra donde el vigor juvenil, la vivió hasta los 777. Al cumplir inspiraran a usar virtuosamente renovación, la alegría, la realiza- que el editor o los autores se lo Arquetipos haya coincidido, sin Noé 500 años engendró a Sem, a el corto tiempo con que conta- ción, y la eternidad son las expe- hubieran propuesto, en torno Cam y a Jafet. Fue con el diluvio riencias comunes de la vida ban en esta vida. al tema de la enfermedad y la que el género humano vio corta- En el siglo XX, sin embargo, las cotidiana, donde la vejez, la seni- muerte. Esta sincronicidad es re- da su longevidad y hubo de en- mejoras en salubridad pública, lidad, la enfermedad, y la muerte levante. Al comentarle el tema a frentar el deterioro de la enfer- los avances en políticas sociales, no existen y no son, ni siquiera, medad y la pronta muerte. «Dijo habitacionales y sanitarias, en tomadas en cuenta como una po- del derecho caracterizado por su entonces Dios: No permanecerá servicios y alimentación, los des- sibilidad». sensatez y sentido común, inme- mi espíritu en el hombre para cubrimientos y adelantos en me- Las principales tendencias de la diatamente me respondió: «pero siempre, porque es muy carnal; dicina, prevención y cuidado mé- psicología norteamericana con- tío, ¿para qué vas a publicar y sus días serán ciento y veinte dico, produjeron un salto un sobrino, un activo profesional temporánea expresan, también, eso?, nadie lo va a leer. Vas a per- años» (Génesis, VI, 3). Desde enton- insospechado en la expectativa este clima de salud y optimismo. der todo el esfuerzo y el dinero. ces, el ser humano contó con un de vida con importantes conse- Criticando fuertemente la aten- Hay tantos problemas y malas lapso de vida mucho más reduci- cuencias psicológicas y sociales. ción y concentración del psicoa- noticias, hay un ambiente tan do. Durante casi toda la historia Cada vez más personas alcanza- nálisis en la patología, los trau- negativo en el país, que nadie de nuestra especie, la esperanza ban a vivir más tiempo y se vie- mas y las miserias humanas, la quiere saber más de cosas que lo de vida al nacer se mantuvo por ron enfrentadas a nuevos retos y psicología positiva se postula co- depriman. ¿Quién quiere leer so- debajo de los cincuenta años. La problemas, a nuevas expectati- mo una ciencia de la felicidad, mortalidad infantil alcanzaba vas y horizontes. En los albores como un instrumento para el flo- pocos. Pero, tal vez, sea en este cifras muy altas y más de dos- del siglo XXI, la imagen de Ma- recimiento humano y el bienes- ir a contracorriente, en este cientos niños por cada mil naci- tusalén se convirtió en un domi- tar. En lugar de hurgar en lo siempre ser un poco desadapta- dos morían antes de cumplir un nante de la cultura. La posibili- sombrío, lo perturbado y daña- dos, que la Revista Venezolana año debido a problemas neona- dad de frenar el proceso de do, Martin Seligman y sus segui- de Psicología de los Arquetipos tales, infecciones, sarampión, envejecimiento, de alejar la en- dores prefirieron enfocarse en mejor expresa el espíritu y el va- viruela, neumonía o diarreas. fermedad y la muerte con una las emociones positivas, en la lor de la tradición junguiana clá- La muerte de las mujeres en el dieta apropiada y una vida acti- alegría, la gratitud, la felicidad, sica: ser una psicología compen- parto era frecuente. Las enfer- va, optimista y plena, ha fascina- el éxito y la resiliencia, en la ca- satoria, marginal, una medades endémicas, las epide- do y capturado la conciencia y la pacidad del organismo para so- psicología de sombra que invita revista venezolana de 2 psicología de los arquetipos bre la muerte?» Sin duda, muy a reflexionar sobre las formas y conciencia psíquica. Pablo los contenidos descuidados o ne- Raydán expone el caso de un gados por la conciencia indivi- paciente de mediana edad con dual y colectiva. Encarar el po- esclerosis lateral amiotrófica y der y el yo con la miseria propone una lectura de la ima- humana, la finitud y su propia in- gen de su enfermedad compensatrascendencia tiene una función toria para el alma a partir de la movilizadora. Y en tiempos de medicina arquetipal de Alfred una psicología fascinada por el Ziegler. A partir de un caso clíni- reto de las alturas, la luminosi- co, Freddy Javier Guevara discu- dad del sol y la claridad del día, te sobre la prudencia que debe nada más contrastante y com- asistir al psicoterapeuta cuando pensatorio que la opacidad y la Eros y los celos movilizan al pa- oscuridad del inframundo, el ciente e impulsan procesos que descenso al reino de Hades don- desde una perspectiva racional de habitan los hijos de la Noche, podrían desvalorizarse o abor- la vejez, los lamentos y la muerte. tarse fácilmente. El analista braAbrimos, entonces, este cuarto sileño Gustavo Barcellos utiliza número de nuestra revista con una estrofa del poeta inglés T.S. un artículo del psiquiatra y ana- Eliot para ver el análisis como lista inglés que trabajó durante una secuencia de imágenes den- muchos años en Zúrich, Niel tro de otras imágenes, como una Micklem, autor de un importan- narrativa dentro de otra narratite libro sobre la histeria en mo- va. Carolina Chirinos y Eduardo mentos en que el término había Carvallo exponen su experiencia sido desterrado por los manuales como coordinadores de un grunosológicos de la psiquiatría po de supervisión de analistas. norteamericana. El artículo de Muestran cómo la discusión de Niel Micklem, «La autoridad de casos clínicos permite al psicote- la enfermedad», intenta mostrar rapeuta supervisado una visión que la autoridad que ejerce la en- amplificada y la activación de fermedad en nuestras vidas nos sus instintos reflexivos y creati- obliga a verla como un proceso vos. Margarita Méndez, por su que forma parte de la individua- parte, entrevista al psicoteración de cada quien. Mi ensayo, peuta suizo Allan Guggenbühl, «Mitología de la muerte y doctri- una de las figuras más relevantes na del alma», analiza las reaccio- del panorama intelectual eurones e imágenes que induce la peo del momento. El psicólogo muerte como constituyentes del de Zúrich conversa sobre el mi- espacio psíquico y de las condi- todrama, herramienta terapéu- ciones que más podemos llamar tica desarrollada por él para el propiamente humanas. La psi- manejo de conflictos, y reflexio- que se consteliza como reflexión na sobre la rebeldía y la violencia Carl Gustav Jung en su casa frente a la muerte. El artículo de en los jóvenes en el mundo con- junto al lago de Zúrich, en Iván Rodríguez, «Las emociones temporáneo. Cerramos la revista Küsnacht, Suiza. del mundo subterráneo», discu- con el evento junguiano más re- rre sobre las diferencias entre levante ocurrido en el año 2010: cuerpo psíquico, mundo subte- la presentación del Libro Rojo rráneo y cuerpo físico y sobre la de C.G. Jung acompañada de la ausencia de expresión de emo- reproducción de algunas de sus ciones, y el reto que suponen pa- imágenes. ra una práctica psicoterapéutica que pudiera redimirlas como Axel Capriles M. psicología de los arquetipos 3 a La autoridad de la enfermedad Niel Micklem Es difícil decir de manera precisa qué significan enfermedad y salud, salvo que la enfermedad es un estado de mala salud y que la práctica médica, a través de milenios, ha descrito varias dolencias que deterioran la salud. Pero hay indicios de ilusión en esa verdad simple: las enfermedades se definen como si preexistieran listas para invadir y perturbar el cuerpo humano. Sin embargo, lo cierto es que no preexisten, es más: dar esto por sentado sin más reflexión promueve un malentendido que tiene efectos adversos de proporciones sorprendentes. Desde la perspectiva de la práctica médica no puede haber enfermedad sin enfermo; un bacilo de la tuberculosis no es por sí mismo tuberculosis como tampoco un streptococcus es amigdalitis. Las enfermedades que causan mala salud son reacciones individuales de los pacientes a diversas situaciones naturales. Los patrones arquetipales inherentes a la vida moldean las reacciones a las patologías y sus semejanzas. Esto es especialmente notable en las epidemias infecciosas, aunque es común a todas las patologías, y es el origen de la ilusión de que las enfermedades son entidades preexistentes prontas a destruir. Hay una renuencia a considerar ese aspecto poco familiar e indeseado de la enfermedad; su presencia es incómoda, por cuanto introduce una dimensión que escapa a los límites de la objetividad de la ciencia médica. En las últimas décadas la actitud hacia la enfermedad entre los miembros de la profesión médica, y el público al que atienden, ha acentuado la ilusión de que sus causas son exclusivamente externas. Sólo se reconoce la enfermedad como la agresión al azar de enfermedades hostiles a pacientes a los que se considera víctimas que deben ser revista venezolana de 4 psicología de los arquetipos ¿Cuál es la actitud del psicoterapeuta frente a la enfermedad somática del paciente? ¿Cuál la del propio paciente? El psicoterapeuta británico Niel Micklem se aproxima al tema desde una perspectiva más amplia que la demarcada por la oposición sano-enfermo y llega a verla incluso como una parte del proceso de individuación frente al cual debe mostrarse respeto. Su perspectiva escapa a los límites de la objetividad de la ciencia médica y por ello puede ser incómoda. Sin embargo, es una necesidad para la responsabilidad personal de los individuos consigo mismos y permite entender la personalidad humana como una realidad que evoluciona, más que como un ideal que debe ser realizado. curadas y a menudo consoladas por la injusticia de su infortunio. Las curaciones han alcanzado un alto grado de eficacia y se toman como prueba de que la enfermedad no sólo es indeseable, sino también innecesaria. Hay, en consecuencia, una necesidad urgente de tomar conciencia de que la enfermedad no es lo que parece: ella tiene un lugar esencial en lo que concierne a las vidas humanas. La enfermedad pide respetuosa atención, no un simple rechazo. Es de interés, y quizás importante, detenerse a considerar de qué manera el cambio de actitud hacia la enfermedad en tiempos recientes ha influido en la calidad de la vida. ••• La historia de la medicina, desde los tiempos de los hechiceros y magos de un pasado distante, cubiertos con pieles de animales, hasta los especialistas en esterilización del presente, con sus batas y mascarillas, ha registrado cambios de proporciones admirables en la comprensión y manejo de las dolencias. Entre los récords, los logros científicos del último siglo no tienen precedente. En comparación con los resultados de épocas anteriores, es natural esperar que la salud deba prevalecer en casi cualquier parte del mundo; sin embargo, los reportes de las naciones no indican, en general, que la salud sea mejor que en el pasado. Muchos países del hemisferio occidental, y notablemente los que integran la Gran Bretaña, muestran que un creciente número de pacientes abarrotan los centros médicos y hospitales, excediendo sus capacidades. De manera que por una parte existe la impresión de estar cerca de ganar la batalla contra la enfermedad, mientras que por la otra, la amenaza de la enfermedad es claramente mayor o incluso mucho mayor que nunca. La simple y bastante absurda conclusión que se puede sacar de esta impresión es que debe de haber menos enfermedad, pero más pacientes que sufren sus efectos. Pero los modos de la enfermedad están lejos de ser evidentes y el público al que visita se engaña con facilidad. Para comprender la enigmática palabra salud es necesario reconsiderar algunas características de la enfermedad. Una es su inconveniencia, que impulsa a la reacción inmediata de desembarazarse de su presencia sin pensarlo dos veces, como si no fuera más que un error de la providencia. Por muy comprensible que esto pueda ser, la manera de la respuesta es precipitada y temeraria; es no prestarle cuidadosa atención a la autoridad que la enfermedad conlleva o no darle un significado a su presencia para la vida en general o para la del paciente en particular. Autoridad no es un término que surge fácilmente en nuestro pensamiento cuando consideramos la arremetida irracional, a menudo atroz y sinsentido de una enfermedad, más semejante a la violencia de vándalos irresponsables que a la sobria dignidad de la autoridad. Sin embargo, la palabra autoridad justifica nuestra atención en este contexto. Tiene mucho que decir sobre la influencia de la enfermedad en la calidad de nuestras vidas. El cambio en la conciencia, que coincide con el cambiante uso del lenguaje, ha dejado su marca en la etimología de autoridad a un grado tal que la palabra ha perdido contacto con sus raíces. Algo que se hace evidente en la presunción, ampliamente aceptada, de que autoridad refiere a una muestra de poder autoritario y a menudo moralista. Pero aunque autoridad se preste a malas interpretaciones, La enferma de amor, Jan Steen, 1660, 61 x 52 cm, óleo sobre lienzo, Alte Pinakothek, Múnich, Alemania. psicología de los arquetipos 5 las raíces de la palabra no son difíciles de hallar. No hace falta ir más allá de la información de cualquier diccionario para descubrir que estas raíces están en autor: la autoridad supone un autor. Aunque esta verdad es obvia, lo es menos la identidad del autor. Una identidad espuria malinterpretará la definición del diccionario1 que asocia autoridad con «el poder y el derecho de imponer obediencia». El significado del comentario se oculta a quienes asumen que se refiere al poder y a la actitud imperiosa de superioridad que incita a la venganza y a la rebelión en los corazones de quienes carecen de autoridad en sí mismos. Claramente, esta visión está muy alejada de la autoridad como una característica central y eminentemente deseable de la personalidad. Mas la forma en que el autor, en la palabra autoridad, es relevante para el tema de la enfermedad requiere de mayor dilucidación. ••• La manera usual de considerar la enfermedad es explicar las dolencias en términos de causas y de los efectos que esas causas tienen en el cuerpo. Como enfoque, esto tiene mucho que decir sobre las características de la enfermedad que parece acechar inadvertida en el ambiente, pero poco sobre la enfermedad en relación con los pacientes. Tiene valor como una guía para la cura sintomática de la enfermedad, pero para la medicina como una profesión sanadora es limitado, por lo reductivo de una aproximación que ha hecho incluso que se considere la enfermedad como si tratara de un avería mecánica. Por ridícula que parezca, la vaga presunción de que los seres humanos son construidos en línea como los automóviles es asombrosamente fuerte. La cirugía revista venezolana de 6 psicología de los arquetipos moderna es especialmente sugerente en este sentido. Los avances recientes en prótesis articulares y trasplantes de órganos, impulsados por el ascenso meteórico de la computadora a su lugar de dominación en la cultura actual, bastan para sugerir la supremacía de la mecánica sobre la anato­mía y la fisiología vivas. Los descubrimientos científicos son deslumbrantes y la seducción del modelo mecánico como camino a un ideal de «buena salud» es poderosa, aun cuando no necesariamente beneficiosa para la salud, pues inadvertidamente fomenta una actitud que no respeta la enfermedad ni la vida. Hay otra cara de la enfermedad que presenta una imagen muy diferente a la de la perspectiva causal y empírica. Este enfoque no puede clasificarse como una apreciación científica estándar y, por esa razón, tiene poca importancia para quienes dan por sentado que la medicina es principalmente un estudio científico objetivo. No entra en conflicto con la práctica médica, sino que hasta cierto punto compensa la otra actitud, al reconocer que la enfermedad es una característica esencial en el arreglo de la vida humana. De hecho, es indispensable para iniciarnos en el camino de la individuación. La enfermedad, lejos de depender de una explicación externa, es efectiva como una experiencia subjetiva e interior. Si bien la patología siempre abunda donde quiera que haya vida, la enfermedad es un estudio de la vida humana; no sólo como búsqueda científica, sino como estudio a la manera que resuena en la sabiduría de estas líneas de Alexander Pope: «Conócete entonces a ti mismo; presume que no hay Dios para escrutar. El genuino estudio de la humanidad es el hombre». Las imágenes que la experiencia de la enfermedad inspira en la personalidad son tanto los pormenores de síntomas que parecen ser infligidos desde el mundo exterior como la sustancia de la patología. Pues la salud es regulada por enfermedades que no son causadas por agentes externos sino, para usar una palabra antigua y familiar, engendradas por la personalidad individual. Los agentes externos no crean enfermedades, como se supone apresuradamente, aun cuando sean una condición de las enfermedades que la personalidad utiliza para expresar los sintomáticos pormenores en el cuerpo. Para el individuo el significado de la enfermedad se revela no sólo en la atención médica a los síntomas y signos, sino también en el vivir y adaptarse a las circunstancias de una rutina trastocada; «conócete a ti mismo pues» en el conflicto de aceptar ese «tú mismo» en la incomprensible necesidad de estar enfermo y, sin embargo, intentando por todos los medios curar los efectos adversos. Pues la enfermedad es una de las experiencias más destacadas para un cambio de la actitud consciente. Por muy extraño que esto pueda sonar en términos de la mala salud, el hecho es que la personalidad al expresarse a sí misma en el cuerpo, como enfermedad, transmite un mensaje muy diferente al de la enfermedad que atormenta al cuerpo. El incentivo para confiar en la realidad psíquica en relación con la enfermedad es poco, pues las hazañas de la ciencia médica y la tecnología parecen resueltas a convertirla en una energía malgastada. Con predecible regularidad, una cura sensacional sigue a otra, aun cuando es sorprendente y notable cuán rápido se olvida el impacto de los descubrimientos, y el exigente público da por sentado el esplendor de las hazañas. La enfermedad física, especialmente cuando se debe a in- fecciones comunes, es hoy poco más que una molestia, y el fracaso en curarla se considera como un error de parte del médico. En efecto, el fenómeno de la enfermedad se considera algo sin importancia para la vida, irrelevante. Pero al mismo tiempo hay indicios de que los avances médicos no son totalmente benéficos. La salud está, por así decirlo, comenzando a sufrir un «efecto colateral» de su propio tratamiento y la práctica médica no puede satisfacer las exigencias de su público para curar esta nueva patología. Rara vez se contempla la idea de que la enfermedad puede ejercer autoridad y de que puede ser, de algún modo, una necesidad para la responsabilidad personal de los individuos consigo mismos. Sin embargo, ésa es la forma en que aparece cuando la personalidad humana se entiende como una realidad que evoluciona, más que como un ideal que debe ser realizado. ••• El atributo de autoridad, generalmente, no se asocia a la mala salud; y si ello tiene alguna importancia en este contexto en modo alguno es evidente por sí mismo. Aunque forma parte de nuestra vida tanto como el sol que sale cada mañana, hay una gran renuencia a confrontar la enfermedad en su totalidad; el prejuicio, o el temor a abandonar ideales, ha excluido de tal manera una consideración más seria de la enfermedad que es más fácil ver la naturaleza de la autoridad en modelos similares de otras situaciones de la vida, donde el prejuicio es menos cegador. No es raro, por ejemplo, oír alabar una pintura realizada por una autoridad. A los fines de este ensayo, la característica más importante es que ningún artista ha producido una obra digna de ser aclamada sin ser receptivo y cooperativo con las imágenes relevantes, engendradas de manera autónoma por su psique. La participación activa del artista en las imágenes es lo que moldea y da forma concreta al proyecto. A partir de esa gestación, la pintura dada a luz es similar en muchos aspectos a una criatura humana destinada a tener vida propia. El cuadro terminado de algún modo deja de pertenecer al pintor, pues se convierte, como un niño, en una obra de arte que influencia a quienes topan con ella. Así, un verdadero artista, un pintor inspirado por el «autor», comunica un extraordinario sentido de individualidad y autoridad a la pintura. Ésta es una experiencia conocida en el pequeño mundo de los grandes artistas; pero la vasta mayoría de gente no es artista en ese sentido de la palabra y seguramente nunca producirá obras de arte muy aclamadas. Su disposición es de una naturaleza distinta: no para la creación de pinturas, sino de la personalidad. La inspiración del autor sigue el mismo patrón. La enfermedad individual, en tanto constituye autoridad en el alma, tiene una influencia similar en la personalidad. La bacteria y otros agentes externos son una condición necesaria de las enfermedades, pero los mandatos del alma son responsables de la aparición, el tiempo, el lugar y el patrón de la patología. Las enfermedades son inoportunas e imprevisibles, pero su impacto en quien las sufre está más allá del conocido recital de quejas y desaprobación. Si las enfermedades como expresiones autónomas de la psique desempeñan un papel imprescindible para darse cuenta de la autoridad individual, considerar estas experiencias sólo como obstáculos que frustran el propósito de la vida es una valoración muy limitada de un proceso creativo. La enfermedad es más que el trastorno obvio de lo que de otro modo sería una rutina placentera. Sin previo aviso suceden cambios en la personalidad, a menudo tan perceptibles para quien los sufre como para los demás; cambios que hasta incitan a preguntar: ¿será que padecer la enfermedad fue lo mejor? También es convincente la manera en que la enfermedad enriquece la obra de algunos de los grandes artistas. La asombrosa sordera de Beethoven a edad temprana es bien conocida y un ejemplo extremo que viene a la mente. La tragedia de su discapacidad se acompañó del poderoso flujo de un arte ciertamente prodigioso, para gratificación y asombro de la especie humana, y despejando cualquier duda de que la música hubiera podido componerse bajo alguna otra circunstancia que la impuesta por su dolencia. «Enfermedad creativa» es el término escuchado a menudo para describir el fenómeno, aunque ahí se hace un mal uso de la palabra enfermedad; pues se pasa por alto el muy significativo punto de que toda enfermedad es creativa, sea para la creación de la personalidad o de obras de arte. Es cierto que el autor de la enfermedad es individual, pero la observación es ambigua, pues también es cierto que hay identidad colectiva en toda enfermedad. Aunque de una intelectualidad irritante, sin duda para quien esté sufriendo un severo «resfrío nasal», el asunto enciende polémicas en la profesión médica y en nuestra área de trabajo. La mayoría de los psicólogos tendrá poca dificultad en explicar quién es el autor tras la creación de la personalidad o de una obra de arte. Llaman self al autor, aunque a menudo no tengan una idea clara de lo que este término significa. Algunos se dan cuenta de que el self trasciende no sólo la conpsicología de los arquetipos 7 es simple destrucción, ésta se encontrará en la íntima relación entre la enfermedad y el fenómeno más formidable de la vida: la muerte. Esta fuente inagotable de conocimiento y sabiduría trasciende la explicación de la ciencia y da a la enfermedad mayor estatura de la que se admite en el ajetreo de la experiencia cotidiana. Conocer los modos de la muerte en la personalidad es conocer un aspecto poco familiar pero inmensamente importante de la enfermedad. Durante el último siglo las expectativas de vida se han incrementado a un ritmo constante. La muerte, por así decirlo, ha sido pospuesta y se dispone de más tiempo; aunque es dudoso que lo ganado en cantidad se equipare en calidad: los viejos se hacen más viejos y nadie los quiere. El cambio en el modelo plantea el parentesco entre muerte y enfermedad. Las apariencias engañan, la impresión es que si eliminamos la enfermedad mantendremos alejada a la muerte, aunque la lógica del supuesto es, por decir lo menos, infundada. Vida y muerte no pueden separarse tan fácilmente. En la superficie muerte y enfermedad tienen poco en común, y permanecen distantes toda la vida hasta que la firma de un certificado de defunción sugiere que en cierto modo se pertenecen una a otra. Ciertamente se pertenecen y en una relación mucho más gratificante que la sugerida en ningún certificado de defunción. Mucho antes de que la ley requiriera de la autoridad médica para morir, el origen latino de la palabra enfermedad confirma el vínculo entre ambas: mors, que significa muerte, tiene la misma raíz que morbus, que significa enfermedad. No es ••• una exageración decir que el vínculo es De requerirse más evidencia a favor del argumento de que, para el significado vital para comprender la naturaleza de la enfermedad, porque toda enfermedad es de la vida en la tierra, la enfermedad no ciencia del ego, sino también el concepto de individualidad, como si la palabra refiriera a la unidad separada de un ser, únicamente; saben que la realidad del self descansa en lo colectivo tanto como en lo personal de ese ser. En el contexto de las patologías médicas, el conocimiento confirma que decir: «tu enfermedad es también la mía» es más que un lugar común banal, pues las patologías personales están inevitablemente determinadas por responsabilidades con la experiencia colectiva social y cultural. La enfermedad personal va más allá de la cura personal; hay responsabilidad por sanar, por la realización de lo individual en relación con la vida. La implicaciones teológicas de este asunto no siempre ni en todas partes son bien recibidas, pero sería una omisión grave no mencionar la importancia de la autoridad en el mundo de las religiones, en especial en vista de su claridad en el cristianismo. Los que conocen la doctrina de la Santísima Trinidad no pueden menos que notar la importancia de la autoridad en el Nuevo Testamento, cuando Jesús se dirige a la muchedumbre con una sabiduría tan convincente que algunos quieren saber de dónde viene su autoridad. Él no deja ninguna duda: su autoridad proviene del Padre, el creador del Verbo a imagen y semejanza de lo Divino. La repercusión teológica de Cristo adoptando humanidad, de Dios penetrando en el alma, se refleja en la autoridad investida en una imagen psíquica: ésta «habla» con autoridad divina. La enfermedad «habla» con la misma autoridad. revista venezolana de 8 psicología de los arquetipos esencialmente una manifestación de la muerte en la vida. No hay escape de la condición paradójica de la muerte en la vida, la condición en la que existe la enfermedad. Su mensaje es ambiguo, y a menudo contradice la explicación científica; pero este conflicto no se puede ignorar, a menos que se adopte una visión de la enfermedad sin sombra. Por ejemplo, hay una paradoja –­ o con más precisión, una negación de ella– en la extendida suposición de que la enfermedad es causa de la muerte. La necesidad legal de un certificado de defunción ha conferido un grado de certeza a tal supuesto. Las personas, al parecer, ya no son capaces de morir; sólo pueden ser víctimas las que mata un accidente o una enfermedad. Aunque, hay que decirlo, el diagnóstico del certificado es a menudo menos convincente que la muerte. Hay, por supuesto, una verdad en la afirmación de que la enfermedad causa la muerte. El cáncer es el primer y más conocido ejemplo de ella, uno tan convincente que oculta otra verdad: que no puede decirse que la enfermedad cause la muerte, porque la enfermedad es muerte. Tomar conciencia de que la muerte causa enfermedades es más importante que darse cuenta de que las enfermedades causan muertes. La pregunta sobre si es posible morir sin una enfermedad muestra que no es correcto usar el término causa al abordar este aspecto de la enfermedad; y muestra también hacia dónde apunta la paradoja. La muerte está siempre presente y siempre habrá alguna evidencia de patología en el cuerpo antes y en el momento de partir, aunque para el médico que expide el certificado de defunción resulte difícil identificar una enfermedad específica. Pero, a pesar del certificado, Persephone and Hades, Thomas Hart Benton, óleo sobre lienzo,1938, William Rockwill Nelson Gallery. los seres humanos mueren sin depender de los síndromes de la patología médica. Para un psicólogo la naturaleza paradójica sugiere que debe haber una coincidencia, además de una causa en la aparición de la enfermedad; debe haber un factor de sincronicidad con algún significado para el paciente, en circunstancias donde es a veces difícil creer que pueda existir un significado. Es una triste reflexión sobre la cualidad de la vida que para muchas personas la muerte no signifique más que el evento que tiene lugar antes del funeral. El mismo sonido de la palabra trae asociaciones inmediatas con ese suceso final de la desaparición personal. Como se le ha robado a la muerte cualquier otro significado, no es sorprendente que la incertidumbre y el miedo a lo desconocido excluya su presencia de la vida diaria; lo cual hace imposible ver la muerte como un fenómeno arquetipal vivo. Ésta es una gran pérdida para la calidad de la vida; pero bajo la apariencia de enfermedad su presencia es inconfundible y es la clave para una visión completamente dife­rente de la muerte que ésa según la cual ésta es causada por la enfermedad. Si es verdad que la enfermedad dice poco sin la muerte, también es cierto que la muerte es de poco provecho sin el recurso de la poesía y el mito. En verdad, únicamente le puede hacer justicia el lenguaje del mito, el lenguaje de la comunicación religiosa, tanto para una apreciación psicológica como teológica del motivo. Como aspecto prominente de todas las grandes religiones, la muerte es una rica fuente de estudio que excede con mucho el interés de este ensayo. Aquí sólo se consideran algunas de sus características relevantes para comprender los orígenes de la enfermedad. Infierno, Hans Memling, óleo sobre lienzo, 1485, 22 x 14 cm, Musée des Beaux Arts, Estrasburgo, Francia. En la religión cristiana hay un Príncipe de la Muerte conocido como el Diablo. Infierno es el nombre de su principado. La imagen se ha vuelto oscura porque se asocia de inmediato al Diablo con el mal y no con la muerte; el juicio moral y las fantasías que pertenecen a la «vida en el más allá» han distraído de la realidad de la muerte. Pero hay muchos otros príncipes de la muerte, una larga lista, y cada uno es a su modo una imagen luciferina que ilumina el camino. El Satán del Antiguo Testamento tiene mucho en común con el Diablo, pero una vez más con un trasfondo moral que pone más énfasis en el mal que en la muerte. Desde un punto de vista psicológico un estudio más fácil y gratificante es la imagen de Hades en la mitología de la antigua Grecia. Hades es más antiguo que el Diablo y muestra poca diferenciación entre príncipe y principado, pero es una imagen más convincente que su contraparte cristiana, sofisticada pero más lejana. La manera en la cual el nombre de Hades se asocia con Dionisos dirige la atención hacia otro príncipe de la muerte que ilumina la psicología de la enfermedad. La tragedia y la creación poética son atributos que pertenecen a la imagen que, junto a otras características, destaca la dualidad de la naturaleza dionisíaca. El nombre de Plutón, que proviene de la misma mitología, asocia muerte con tesoro enterrado, sugiriendo cualidades ocultas que la actitud generalmente adoptada hacia la enfermedad no reconoce. Una simple e inequívoca comunicación de Hades es que cualquier viaje hacia las orillas del principado debe tomar una dirección descendente. Esto hace recordar al psicólogo la dirección y el movimiento que disminuye la conciencia en el abaissement du niveau mental. Aunque en sí mismo no psicología de los arquetipos 9 Muerte en la habitación del enfermo, Edvard Munch, 1895, 134,5 x 160 cm, óleo sobre lienzo, Nasjonalgalleriet, Oslo, Noruega. revista venezolana de 10 psicología de los arquetipos es una patología, el abaissement es una cualidad de la conciencia común a toda enfermedad y un factor que devela su autoridad tanto como cualquiera de los signos o síntomas más específicos. El cristianismo a través de los siglos ha atribuido gran importancia al concepto de Infierno; pero, a pesar de haber evolucionado a partir de la imagen del Hades, ha perdido credibilidad. Queda poca correspondencia entre ambas y la importancia del Infierno respecto a la muerte ha disminuido considerablemente. El énfasis de la instrucción religiosa en la moralidad y en el castigo, que ame­naza con horrores que hielan la sangre, ha llevado a ignorar un infierno tan poco convincente que ya no puede tomarse en serio. En efecto, el príncipe se ha separado del lugar de la muerte y la imagen en gran medida ha perdido contacto con la vida. La coincidencia merece tomarse en cuenta. La amenaza inmediata para la vida es menor desde este sector, pero su calidad se ha reducido de muchas formas. En comparación, la imagen del Hades es aún psicológicamente rica en significado, especialmente para los que reconocen la muerte como siempre presente y efectiva más que como un evento causado por una enfermedad al final de la vida en la Tierra. A los fines de este ensayo el rasgo más importante de la muerte es su indefectible presencia en el cuerpo: la muerte viene al mundo con cada niño que nace y allí permanece con completa autoridad hasta el momento inevitable de la partida. Esto confirma el papel de la muerte en la evolución de cada individuo, conduciendo finalmente a la realización de su identidad en el mundo de la semejanza colectiva. Pero su presencia no es como la de un tesoro enterrado de Plutón: la muerte no es en sí misma un tesoro enterrado tanto como un principio activo para la consecución del tesoro. El retrato es ambiguo: a lo largo de toda la vida el cuerpo está sujeto al cambio impuesto por la muerte, pero al mismo tiempo la muerte es conocida por su sorprendente atributo de inmutabilidad. Hay una paradoja en la manera en que el cuerpo físico permanece como el mismo cuerpo reconocible e inmutable en todas sus considerables transformaciones. La paradoja está representada en los fantasmas homéricos que antes vivían y ahora deambulan por el mundo subterráneo en sus inalteradas formas terrenales. Como habitantes del Hades ellos son la encarnación de la muerte, en comunicación con el mundo de los vivos –esto no debe olvidarse. La imagen deja poca duda de que el significado de la vida en el tiempo es un movimiento hacia una inmutabilidad, que paradójicamente ya está presente; un tesoro por descubrir. La muerte tiene reputación de ser violenta en sus efectos, aunque no con las intenciones violentas e ilícitas asociadas con la violencia en la cultura actual. La epifanía de Plutón brotando impetuosamente de la tierra para raptar a Perséfone o el vehemente estruendo con el que Dionisos anuncia su llegada da más la impresión de energía y fuerza de determinación que de destructividad sin sentido. El lugar de Hades más que su persona es lo relevante en este caso: la muerte desplaza2 , pero no deforma. El significado de esto para la enfermedad yace más en el movimiento psíquico que en el desplazamiento físico. Pues la enfermedad es fundamentalmente una expresión de la imaginación que invita a la participación activa; ella mueve la personalidad, para que la conciencia vea la realidad, por así decirlo, desde otro lugar. La experiencia familiar de la juventud que se va moviendo hacia la vejez en un cuerpo que en términos generales pareciera sano hace que estas observaciones sobre la muerte parezcan dudosas o incluso ridículas. Pero «las cosas rara vez son lo que parecen», hay, en todos los sentidos de la palabra, mucho más en esta realidad de lo que salta a la vista; hay una invisibilidad del cuerpo que debe considerarse. La muerte es más que el momento de expirar y, de igual manera, el cuerpo es más que la carne visible. Pues cuando se ve el cuerpo desde la psique su complejidad es mayor de la sugerida por la apariencia física. Muchos testigos del momento en que se abandona la vida son sacudidos por una emoción de sobrecogimiento ante la grandeza de lo que está sucediendo. No se necesita instrucción religiosa sobre un alma inmortal para comprender que algo tremendo, que trasciende la experiencia ordinaria, está sucediendo en este evento arquetipal. Hay un indefinible momento cuando el observador ya no confronta más el cuerpo de un individuo moribundo sino un cuerpo de una carne impersonal que ha empezado a descomponerse. El cuerpo está en alguna otra parte y no en una que pueda ser visto. Presenciar ese momento de tan prodigioso desplazamiento es una experiencia que debe despertar asombro ante lo que el cuerpo es realmente. Una expresión bien conocida describe el evento de la muerte, de expirar, como el espíritu abandonando el cuerpo. La imagen, que nos viene de la enseñanza religiosa tradicional, es simple y fácil de comprender; pero en su simplicidad se queda corta como descripción adecuada del evento. Aunque parezca magnífico, el símil con el aire escapando de un globo no hace justicia al imponente momento psicología de los arquetipos 11 del más grande misterio de la vida. Cualquier asociación que compare a la muerte con un espíritu que deja el cuerpo fomenta la impresión equivocada de que el cuerpo es la materia camino a la descomposición del cadáver. Pero el punto de vista de la psique no sugiere al psicólogo que el espíritu deje el cuerpo. Por el contrario, la impresión es más bien que el cuerpo deja la carne. Ésta es una imagen psicológica que, más que contradecir el significado de la enseñanza religiosa, la sostiene; el cuerpo de la personalidad, de la psique, del cuerpo sutil, ayuda a presentar un lado más significativo de la doctrina teológica de la resurrección del cuerpo. ••• Se necesita una perspectiva psicológica para comprender el cuerpo en la plenitud de su significado y la manera en la cual se relaciona con la autoridad. Como introducción, es importante el insight que puede derivarse del comentario de Jung sobre la psique, ésta es una substancia híbrida y compleja que participa del espíritu y la materia y se fusiona imperceptiblemente con los límites respectivos de cada uno de estos componentes. Tal es la substancia del cuerpo que deja la carne. Como da a entender Homero, no varía con la muerte y sigue existiendo de una forma que no puede ser descrita mejor que como substancia psíquica. Es fácil pasar por alto el hecho de que la carne visible es sólo una expresión del cuerpo en una personalidad que de otro modo sería invisible. Su aspecto físico conocido oculta su verdadera naturaleza y hace olvidar el sutil punto de que a pesar de las revista venezolana de 12 psicología de los arquetipos David, Miguel Ángel Buonarroti, 1501-1504, 410 cm de alto, mármol blanco, Galleria dell’Accademia, Florencia, Italia. apariencias el cuerpo no es sólo carne como tampoco el alma, de la cual es inseparable, es sólo espíritu. El cuerpo es, en otras palabras, visible en forma de materia pero invisible como imagen psíquica. Pero, «ver para creer», sólo se toma en serio su expresión visible; la mayor parte del cuerpo se asigna vagamente al terreno del alma. Así es ignorado y la práctica de la psicoterapia sufre en consecuencia. Las obras de arte que son esculturas de cuerpos desnudos acotan esta limitada visión del cuerpo. El arte del escultor presenta el cuerpo como si fuese visto en sentido visual mientras que al mismo tiempo introduce un idioma invisible que nos lleva sin esfuerzo desde el cuerpo visto por el ojo hasta una apreciación de contenidos más sutiles. El famoso David de Miguel Ángel lo demuestra bien. El enorme bloque de mármol extraído de la ladera de la montaña contiene la imagen del cuerpo que el artista hace visible. Pero, ¿es el cuerpo de la imagen invisible el que habla desde la masa de mármol o es meramente el cuerpo visible material del mármol mismo? La pregunta podría formularse de otra forma: ¿la comunicación del arte viene del cuerpo de la imagen o de la imagen del cuerpo?3 Un espectador de visita en un museo podría desestimar la pregunta por considerarla sin importancia y hasta irritante, pero para otros tiene la virtud de despertar interés en el significado del cuerpo. No es necesaria mucha reflexión para ver que la comunicación puede venir de ambos: de la imagen y del cuerpo; en efecto, el significado inherente a tales obras escultóricas empieza a mostrar ambos como si fueran realmente lo mismo; no sólo están juntos, de algún modo son uno al tiempo que aparecen como dos: visible e invisible. El mismo fenómeno, rara vez reconocido, se expresa en el cuerpo humano vivo. La incapacidad para apreciar el aspecto invisible del cuerpo ha forzado la asociación funcional entre cuerpo y alma. Especialmente en la práctica de la medicina el cuerpo físico y el alma están separados de una manera que no refleja demasiado bien al alma; esto es en efecto una división, no una diferenciación, y no se puede tener como un desarrollo saludable de la medicina. Pues el cuerpo que se ha hecho relativamente desalmado no es capaz de satisfacer las expectativas puestas en él. La visibilidad ha vencido eclipsando la realidad de la psique invisible que está presente en el cuerpo visible de la carne. Así, una obra de arte incomparablemente mayor que ninguna estatua de mármol pasa inadvertida. Estas observaciones sobre cuerpo e imagen desempeñan un papel de considerable importancia en la actitud que prevalece hacia la enfermedad. La sustancia visible y la forma de la carne definen un límite del cuerpo. La imagen en el otro límite es invisible aunque también tiene substancia y forma. Respecto a la enfermedad, sería difícil sobreestimar la importancia del límite menos obvio, pues este marca expresiones del cuerpo que algunas veces, no siempre, se manifiestan visiblemente en la carne. Si esta fuente de la propia imaginería no se reconoce, es fácil presumir que la enfermedad es sólo un tropiezo con fuerzas destructivas en el ambiente más que un patrón de dolencias condicionado por uno mismo, con su propia e inherente capacidad de curación. Tal descuido tiene que ser un serio empobrecimiento del alma. Pues la enfermedad considerada sólo como un agente externo que invade el cuerpo carece de significado para el paciente y no infunde más respeto que un neumático pinchado a un conductor impaciente, mientras que el cuerpo que se expresa a través de la enfermedad es un asunto de la mayor incumbencia. La enfermedad habla de este modo con la autoridad del individuo completo. Es por sí misma un agente curador de la personalidad y deja perfectamente claro, como dice el diccionario de autoridad, que puede imponer obediencia. Notas 1 El Oxford English Dictionary, en la versión inglesa. 2 Hay en el texto inglés una correspondencia entre los términos place (lugar) y displace (desplazar), que no se da en español. 3 En el Red Book, «Liber Primus», cap. I, Jung dice: «Quien posee el mundo pero no su imagen, posee la mitad del mundo. Quien posee la imagen del mundo, posee la mitad del mundo aunque su humanidad sea pobre y no posea nada». (N. de los T.) Reseña biográfica Neil Micklem es médico psiquiatra de la Universidad de Oxford y Training Analyst del Instituto Jung de Zúrich, autor de numerosos ensayos sobre psicología analítica y del influyente libro The Nature of Hysteria. Vive en Winchester, Inglaterra, donde desde hace años tiene su práctica psicoterapéutica. Traducción: Sandra Caula e Iván Rodríguez del Camino psicología de los arquetipos 13 a Mitología de la muerte y doctrina del alma A xel Capriles M. Nada describe mejor nuestra torpe relación con la muerte que el undécimo trabajo de Hércules: el descenso del héroe a los infiernos, a la Casa de Hades, para capturar al can Cerbero. A pesar de haber sido iniciado en los misterios del Eleusis y de haber atravesado todas las ceremonias de purificación para no contaminar ni violar el reino sagrado, Hércules fuerza su entrada al dominio de los muertos, no como un sensible iniciado, sino como un brutal guerrero con la espada en la mano. Cerbero no es un perro que se intimide fácilmente. Es un animal de múltiples cabezas y cola de serpiente que guarda con celo las puertas de las moradas de las sombras. Sin embargo, apenas ven a Hércules, Cerbero y las almas de los difuntos huyen despavoridos. Y con razón. El héroe no es nada sutil. Para entrar al Hades es preciso atravesar, primero, las aguas pantanosas del negro Estigio y los torbellinos del Aqueronte, ríos infernales que separan el Orco del reino de los vivos. Caronte es el barquero que, tras el pago de un óbolo, conduce a las almas que han recibido las honras fúnebres al otro lado del río, pero rechaza a los muertos insepultos o a los vivos que intentan cruzar indebidamente los límites del más allá. Mientras Orfeo encanta a Caronte con su lira y Eneas lo convence mostrándole una rama de oro consagrada a Proserpina, majestad del Tártaro, Hércules le cae a golpes al débil y andrajoso anciano de barbas blancas y casi hace naufragar la frágil barca con su peso. Nadie tan inadaptado al mundo de las sombras, tan agresivo, ignominioso y rudo, como Hércules. El héroe le rompe las costillas a Menetes, hace una carnicería con el ganado de Hades, intenta atravesar a Medusa con su espada, fuerza su entrada hasta el trono de los reyes de los revista venezolana de 14 psicología de los arquetipos La experiencia de la muerte es sobrecogedora y solicita respuestas, formas de relacionarnos con ella. En estas líneas, Axel Capriles presenta sus reflexiones sobre la manera en que la muerte da luz a la conciencia y conforma el campo de experiencias que mejor definen nuestra humanidad. A partir de su lectura de mitos y ritos funerarios en diferentes culturas, muestra que el mysterium tremendum es lo que frena el flujo inercial de la vida y da lugar al detenimiento, el asombro y la reflexión indispensables para que surja lo que llamamos la psique y el aparato psíquico. Más que la espiritualidad abstracta, nos dice, es la disolución dionisíaca la que permite una mejor relación con la muerte y, a través de ella, con la vida. muertos con una pedrada, hiere con sus flechas al dios Hades en el hombro y casi estrangula al can Cerbero en medio del forcejeo hasta que lo encadena. Cierto es que, después del retorno de su viaje a los infiernos, Hércules se ganó el epíteto de Kallinikos, «glorioso vencedor» de la muerte. Pero, ¿qué tipo de vencedor?, ¿fue, realmente, un logro o, más bien, una intromisión?, ¿aprendió algo significativo de la muerte? Lo menos que podemos decir de Hércules en el reino tenebroso, es que su comportamiento es francamente irrespetuoso. El trabajo de Heracles revela un conflicto arquetipal, intemporal; es la expresión mítica de un ego heroico, inflado y desmesurado, incapaz de relacionarse con la tenuidad y sutilezas de las imágenes sombrías de las profundidades. La muerte pertenece al mundo de lo sagrado e intima respeto. La reverencia y el pavor que produce, el sentimiento de insignificancia frente a ella, exalta el sentido de majestas, la reverencia a lo desconocido, la humildad y el asombro ante todo lo que rodea el fin de la vida. Para los antiguos, los dioses del Erebo, las tinieblas subterráneas, no debían ser mentados. Entre los griegos, el nombre de Hades era raramente pronunciado por temor a convocarlo. Se referían a él con eufemismos, como «el Invisible», como Pluto, «el rico» o «dador de riquezas», como Eubuleo, «el buen consejero», Trophonios, «el que alimenta» o Clímeno, «el Ilustre». La muerte es lo más desconcertante e ignoto para un cuerpo dotado de vida. Es, sin duda, un mysterium tremendum, un temblor en la oscuridad, pero un numen que, paradójicamente, da luz a la conciencia y conforma el campo de experiencias que mejor definen nuestra humanidad. En el proceso evolutivo, los homínidos se distinguieron del resto de los animales por la adopción y autoimposición de una serie de prohibiciones y tabúes relacionados con la sexualidad y con la muerte. No hay cultura humana sin algún tipo de restricción en el área de esos dos instintos fundamentales. La prohibición del incesto, la regulación de la desnudez, la prohibición de matar, la obligación de enterrar a los muertos, son los actos particulares que hacen al anthropos, la bestia que imponiéndose fronteras y límites cayó en cuenta de sí. Ya en el paleolítico medio, el hombre de Neandertal sepultaba a sus muertos. Pero hay indicios anteriores. En el yacimiento de la Sima de los Huesos, en la Sierra de Atapuerca, Burgos, España, encontraron restos enterrados con una antigüedad de entre 245.000 y 400.000 años que indican elaboradas prácticas funerarias. Los restos de Atapuerca pertenecen al Homo antecessor, descendiente del Homo ergaster y antecesor del Homo neandethalensis y el Homo sapiens. De manera general, la práctica funeraria, como acto ritual, el trabajo y la sexualidad contenida demarcan la existencia específicamente humana del Homo sapiens sapiens, una especie destinada a separarse irremediablemente de cualquier cosa que podamos entender como natural. Lo que hoy llamamos psique, el aparato psíquico, es un espacio intermedio entre el impulso y la reacción, un paréntesis deliberativo que surge a partir de aquello que frena el flujo inercial de la vida, del detenimiento, el asombro y la reflexión ante la muerte. No es por azar que el hombre homérico concibió la psique como una aparición imprecisa que se manifiesta, únicamente, en el instante en que ocurre la muerte y sólo para abandonar al hombre al momento de morir. Las emociones, el pensa- Infierno, Hermann, Paul y Jean Limbourg, 1413-1416, ilustración del Les Très Riches Heures du Duc de Berry, impreso en Francia. psicología de los arquetipos 15 miento, las sensaciones, la voluntad, la conciencia y todas aquellas funciones vitales que habitualmente le atribuimos al hombre vivo no están relacionadas con lo que los griegos de la edad heroica llamaron psyché. Dichas funciones pertenecen a otras dimensiones de la personalidad, el thymós, el phrenes, el menos, el noos, el diafragma. La pyché es algo totalmente diferente. Es algo etéreo. Es un eidolon o imagen que reproduce a la persona en el estado en que lo atrapó la muerte. Es el aliento fugitivo, una sombra (skía) que se desprende del cuerpo en el instante final. Es humo (kapnos) o sueño (oneiros); es el chillido de un espectro que se esconde en la tierra para revelar su ausencia, es un vapor húmedo tanto como el aleteo de una mariposa. La psique pertenece a una imprecisa categoría de fenómenos vinculados con el fin de la vida, los ritos funerarios y la continuidad de la existencia en el más allá. Es el doble del difunto, una imagen incorpórea o ídolo (eidolon) que es imperceptible mientras el cuerpo vive, pero que cobra vigor con la muerte, sobrevive al individuo y lo perdura como un ensueño opaco en la morada del rey de las tinieblas. En la Grecia antigua, el término común de eidola (imágenes), cuya etimología se conecta con la de Hades (Aidoneus), se aplicaba a un conjunto de fenómenos estrechamente vinculados: el colossos (un ídolo o figurilla que reemplazaba al muerto), la psyché, las imágenes oníricas, la sombra y las apariciones sobrenaturales. Como señala Jean-Pierre Vernant: arcaica, son percibidos de igual manera… sino en las imágenes que de ella nos hacese está en derecho de hablar respecto a ellos de una verdadera categoría psicológica, la categoría del doble, que supone una organización mental diferente a la nuestra. Un doble es algo completamente distinto… No es un objeto natural, pero tampoco es un producto del espíritu, ni una creación del pensamiento. El doble es una realidad exterior al sujeto pero que, en su misma apariencia, se opone por su carácter insólito a los objetos familiares, al decorado ordinario de la vida. (Vernant, 1983: 306-307) De la misma manera que el colossos es un ídolo que sustituye al cadáver en el fondo de la tumba y reemplaza al difunto encarnando su vida en el más allá, la psique es un doble del ser vivo. Esta visión tiene importantes implicaciones psicológicas y psicoterapéuticas. La psique es un aparato que funciona mediante la creación y transformación de imágenes. Es, en realidad, un mundo en imágenes, especular. Como indica el neurólogo Antonio Damasio, «el proceso que conocemos como mente, cuando nos apersonamos de las imágenes mentales como resultado de la conciencia, es un flujo continuo de imágenes…», es decir, «patrones mentales con una estructura construida con las señales de cada modalidad sensorial…» «En este sentido, cualquier símbolo en el que podamos pensar es una imagen, y debe haber pocos sobrantes de residuos mentales que no estén hechos de imágenes» (Damasio, 1999: 318-319). Por eso C. G. Jung, en sus inicios, rescató la antiEl colossos se manifiesta, en tanto que do- gua idea religiosa de «imagines et lares» y ble, como asociado a la psyché. Es una de utilizó el término imago para resaltar la independencia y autonomía del factor psílas formas que puede revestir la psyché... La unidad de estos fenómenos, para noso- quico. De ahí el énfasis de la psicoterapia tros tan heterogéneos, surge del hecho de junguiana en centrar el análisis no en lo que supuestamente constituye la realidad que, en el contexto cultural de la Grecia revista venezolana de 16 psicología de los arquetipos mos y que, a su vez, la conforman. El valor principal del psicoanálisis es haber insistido en que más allá de la vida y de la realidad física, biológica o social, está el espacio de los fantasmas e imagos que constituye «la realidad psíquica», la estructura simbólica, el universo de las representaciones. A pesar de que, en Homero, la psique no tenía influencia sobre el mundo visible, y el alma, separada del cuerpo, carecía del vigor y el brillo característico de la personalidad viva, la importancia y solemnidad de las ceremonias funerarias hacen evidente que el alma, a la que se dedicaba, precisamente, el culto, era considerada algo más que un simple reflejo obligado a flotar eternamente en las entrañas de la tierra. Para la gente común, el alma no podía ser algo tan insignificante, impotente y aislado. Si no, ¿cómo se explica el culto, la reverencia y la honra a los manes de los muertos? Aún para los griegos del período homérico, y en ello coinciden las más antiguas tradiciones y creencias populares, el alma era un ente tremendamente poderoso y amenazante. Tal vez estas creencias reflejen una elemental percepción de la fuerza y autonomía de las imágenes y personalidades parciales del mundo subterráneo, del peso psíquico de los complejos inconscientes. Testigo de ello es la solemnidad de los honores fúnebres tributados a Patroclo en la Ilíada. La noche después de su muerte, el alma de Patroclo se le aparece en sueños a Aquiles y le pide que acelere la cremación porque sin la debida sepultura no puede llegar al Hades. A la mañana siguiente, la ceremonia comienza con el desfile de los Mirmidones, el ejército de Aquiles, quienes llevan el cadáver lavado y ungido, envuelto en un sudario limpio, y lo colocan sobre la pira. Adoloridos, los Mirmidones y el más grande de los guerreros griegos, Aquiles, hijo de la diosa Tetis y de Peleo, se cortan sus cabelleras y las depositan sobre el cuerpo de Patroclo. La escena es impactante, casi inimaginable para nosotros. Numerosos jarros de aceite y miel rodean al muerto. Cuatro caballos de sangre, dos perros de caza, decenas de bueyes y carneros son degollados como tributo al difunto, cuyo cuerpo es rociado con la sangre de los animales para que comparta con los vivos el banquete fúnebre. Doce nobles jóvenes troyanos son sacrificados al pie de la pira. Durante toda la noche, se conjura la psique de Patroclo y se vierte abundante vino sobre la tierra hasta que, al día siguiente, sus restos son, finalmente, sepultados en una urna de oro. Las ceremonias concluyen con magníficos pugilatos y juegos agonales en los que participan todos los guerreros griegos. La fastuosidad de los ritos funerarios de la antigüedad no es gratuita. Da cuenta de la existencia de un culto del alma y de la creencia en la necesidad de apaciguar el espíritu de los muertos que de otra manera continuaría vinculado con el mundo de los vivos. Como anota Erwin Rohde sobre el sobrecogedor ritual en la Ilíada, «todo el relato se basa en la idea de que el derramamiento de sangre caliente, las ofrendas de vino y la combustión de cadáveres de hombres y animales servían para aplacar la psique de una persona recién muerta y aquietar su furia» (Rohde, 1994: 17). El funeral es un acto ritual que intenta alejar al alma del muerto que se niega a partir y a separarse de los seres queridos. Busca aplacar los restos espectrales del finado, despejar el panorama de los posibles daños que la ira de esos poderes invisibles pudieran producir. Es- tamos ante uno de los temores fundamentales que incita la muerte: no es sólo la incertidumbre sobre nuestro destino cuando acaba la vida sino la preocupación por lo que el alma del muerto pueda hacerle a los vivos, la incógnita sobre sus efectos e intenciones, si será un espíritu vengativo o, más bien, benevolente. Es el impacto de la muerte sobre los sobrevivientes. En muchas sociedades y lugares existe la creencia de que los muertos sienten envidia de los vivos. Mientras el difunto se ve obligado a partir contra su voluntad y pierde sus posesiones, sus afectos y su bien más preciado, la vida, los que lo sobreviven pasan a ocupar su puesto en la comunidad y pueden disfrutar de todo lo que él pierde y más anhela. Por eso, al alma le cuesta partir. En la tradición vudú de Haití, el ser humano tiene dos espíritus, el Gros Bon Ange y el Petit Bon Ange. Este último abandona el mundo de los vivos nueve días después de la muerte, una vez concluido el novenario que debe llevarse a cabo en su honor. El Gros Bon Ange se transforma en espectro y sólo a regañadientes se aleja de los seres y lugares que frecuentaba. El espíritu de los muertos es vengativo, puede hacer daño y atormentar a quienes no han honrado su memoria o no han cumplido con los rituales funerarios. En 1978, en la Expedición Venezolana al Sahara y África Occidental, tuve la oportunidad de participar en una ceremonia mortuoria de tres días en un pequeño pueblo al norte de Costa de Marfil. Habiendo llegado al poblado para visitar una minas de plata, encontramos todo cerrado a causa de un funeral. Decidimos permanecer en el pueblo y participar. A pesar de la humildad de los familiares y de la pobreza general del lugar, las fiestas funerarias destacaban por su solemnidad y prolijidad: abundante comida y bebida (aun para los extranjeros), numerosas lloronas que prolongaban el doloroso llanto hasta la madrugada, soberbias actuaciones de diablos danzantes con inmensas y elaboradas máscaras. Sobrecogido por el ritmo de los tambores, el calor de la multitud y el ruido, fascinado por la agilidad acrobática de los diablos, el colorido y detallada fealdad de las máscaras, le pregunté a un joven que se había convertido en nuestro compañero y guía sobre el propósito de las danzas funerarias. Me comentó que a los muertos les es muy difícil aceptar su nueva condición y, por lo general, se niegan a partir. No quieren emprender el largo camino hacia el otro mundo en la soledad y prefieren llevarse a alguien. El alma del muerto se queda rondando el pueblo porque quiere permanecer próximo a los lugares y seres queridos, pero puede ser peligroso y causar daño, sobre todo a quienes le hicieron mal en vida o a quienes no cumplieron con los honores fúnebres debidos. Las danzas de diablos buscan espantar a los muertos. Por eso las máscaras son tan feas y los participantes hacen tanta bulla: para asustar al muerto, para quitarle el deseo de volver, para obligarlo a apartarse del pueblo solo y tomar el camino que le corresponde. Las ceremonias funerarias son ritos de transición o de incorporación (rites de passage) que ayudan al alma del muerto a separarse de la comunidad de los vivos y a transitar hacia el más allá. Como anota Erwin Rohde, A la destrucción del cuerpo por el fuego se le atribuía la virtud de separar por entero el alma del mundo de los vivos. Era, evidentemente, este resultado el que los sobrevivientes querían provocar; la finalipsicología de los arquetipos 17 El triunfo de la muerte (detalle), Pieter Brueghel «El Viejo», hacia 1560, 162 x 117 cm, temple y óleo sobre tela, Museo del Prado, Madrid, España. revista venezolana de 18 psicología de los arquetipos dad a que respondía la cremación, no era, pues, a nuestro modo de ver, otra cosa que la de obligar a la psique a desterrarse para siempre en el Hades, a huir por completo del mundo terrenal... Con la cremación del cadáver se trata, pues, de velar por la paz de los muertos, que de otro modo errarían de un lado para otro, sin descanso, y sobre todo por la paz de los vivos, quienes ya no podrán encontrarse con las almas, desterradas para siempre a lo profundo. (Rohde, 1994: 24-25) La paz de los vivos, sin embargo, no puede entenderse literalmente como el entendimiento con los seres de ultratumba o como un asunto meramente metafísico. Los rituales funerarios son, principalmente, ritos de transición para los vivos, actos culturales que actúan como símbolos capaces de mediar el tránsito hacia una nueva condición y procesar la experiencia de pérdida tras la desaparición de un ser querido o un miembro de la comunidad. El duelo requiere símbolos que faciliten el distanciamiento y debilitamiento de la imagen del difunto dentro de nosotros mismos, puentes para reorientar hacia otros fines y destinos la energía psíquica que habíamos invertido en él. Las mitologías escatológicas no sólo ofrecen una cartografía o guía para el que muere, sino que dan forma a un sistema de creencias que alivia el dolor del desprendimiento y orienta a los vivos en la reasignación de valores y en los cambios de conciencia que corresponden a todo proceso de transición. El trabajo del duelo en psicoterapia es también una práctica para desterrar al muerto, para retirar del difunto las cargas libidinales que lo hacían palpable y vívido de forma tal que pueda ser transformado en imagen, en memoria, en símbolo. Una de las más viejas discusiones en antropología, mitología y religiones comparadas es la relación entre el mito y el rito. ¿Cuál precede a cuál? ¿Cuál origina al otro? ¿Son los mitos vestigios de ritos extinguidos? ¿Cuál es la relación entre la palabra y la acción? ¿Es sólo en la unión del relato con la representación ritual que el mito revela su verdadera esencia? Como tantas otras preocupaciones de la academia, la discusión ha resultado estéril, sobre todo por las diferencias e inconsistencias encontradas. En ocasiones ocurre de una manera. A veces de otra. La muerte es, sin embargo, un evento donde por lo general coinciden el mito y el rito. Casi todas las mitologías de la muerte están asociadas a una práctica ritual. Nuestro conocimiento del mundo de los muertos, de los dioses y de los seres que lo habitan, viene, principalmente, de las excavaciones de túmulos y tumbas, de las inscripciones y descripciones de las ceremonias funerarias. La literatura mortuoria, los diferentes Ars Moriendi son relatos míticos de lo que ocurre en el más allá, descripciones de los lugares, deidades y diversos seres que habitan en el reino de la oscuridad, mapas para orientar al alma en los cambios secuenciales que ocurren en los momentos críticos de la transición y el proceso de morir. Los occidentales vemos al Libro Tibetano de los Muertos como un relato mitológico, como un cuento que revela las imágenes y creencias que los antiguos tibetanos tenían sobre el más allá. El Bardo Thödol, sin embargo, es una guía para el que va a morir y para el muerto. Literalmente significa: «liberación al oír en los estados transitorios». Es un libro escrito para ser leído lenta y sigilosamente al oído del moribundo, para instruirlo y orientarlo sobre las diferentes etapas que deberá atravesar, para aclararle el camino y ad- vertirle de los obstáculos que encontrará y deberá sortear, para recordarle las tareas que deberá necesariamente cumplir. Los muertos no van directamente a su destino final. Tienen que atravesar diferentes etapas y lugares, realizar formidables tareas y ordalías. La primera parte del Libro Tibetano de los Muertos, el Chikhai Bardo, describe la experiencia de disolución en el momento preciso de la muerte, el misterioso instante en que la vida abandona el cuerpo. Se caracteriza por una potente visión de la luz primordial de la realidad pura. Si el que parte la reconoce y no queda paralizado por su intensidad, puede alcanzar la liberación. Si no, se ve obligado a continuar el proceso en los siguientes Bardos. Es importante señalar que en la tradición hindú, la muerte ofrece la oportunidad de romper con la prisión y la falsa ilusión de la vida, de fracturar la cadena de infinitas reencarnaciones. La segunda parte del Bardo Thödol, el Chonyid Bardo, describe lo que ocurre justo después de la muerte. El finado tiene que confrontar diversas deidades y percibe luces de distintos colores que indican los mundos en los que puede reencarnar, el reino de los dioses, el de las criaturas infrahumanas, el de los fantasmas. Si el difunto es atraído por alguna de estas luces pierde nuevamente la oportunidad de alcanzar la liberación y pasa al Sidpa Bardo, el bardo que busca la reencarnación y se ocupa de la continuidad de la vida. En esta etapa el muerto percibe la inmaterialidad de su cuerpo y puede moverse con asombrosa agilidad o atravesar objetos sólidos. Dharma Raja, juez de los muertos, examina el karma del difunto y le asigna un camino de acuerdo a sus faltas y sus méritos. Si el muerto no se da cuenta de que todos los caminos son ilusorios y de que todo es una proyección psicología de los arquetipos 19 de la mente, el alma se ve inevitablemente obligada a reencarnar y a continuar en la dolorosa rueda de la vida. Si nos desprendemos de las meditaciones metafísicas y las visiones trascendentes, si vemos la mitología como un acopio de imágenes con el que el ser humano representa y describe su experiencia, la mitología escatológica se convierte en una reflexión sobre lo psíquico. El colapso de lo corpóreo y de lo material devela la fenomenología del alma. No sólo el Hades está habitado por imágenes incorpóreas (eidolon), de psiques o reflejos de los muertos, sino que Hades mismo, dios de las profundidades, es invisible. Thanatos (muerte) e Hypnos (sueño) son hermanos gemelos. La mitología órfica sitúa a los sueños (oneiroi) en el mundo de la muerte y Homero señala que la psique de los muertos flota como un sueño. A diferencia de la presencia sólida y tangible del cuerpo vivo, la existencia mental es tan imprecisa y vaga como la morada de las tinieblas. No es de la percepción de la realidad sino del mundo de los sueños y de la muerte que surge la creencia en la existencia del alma en el ser humano. Según el antropólogo del siglo XIX, Edward Tylor (1958), pionero en el estudio de las religiones comparadas, el animismo, cuya definición mínima es la creencia en el alma de los seres individuales y en la existencia de seres espirituales personalizados, surge como respuesta a dos preguntas elementales: 1. ¿Qué distingue un cuerpo muerto de un cuerpo vivo? ¿Cuál es la diferencia entre un cuerpo despierto, uno dormido y otro en trance? 2. ¿Qué son esos seres, esos fantasmas y sombras difusas que aparecen en los sueños y en las visiones? Como señala Edwin Rohde en su gran obra sobre el origen del alma entre los griegos: revista venezolana de 20 psicología de los arquetipos No es partiendo de los fenómenos de las sensaciones, de la voluntad, de la percepción y el pensamiento del hombre en estado de vigilia y de conciencia, sino arrancando de las experiencias de una aparente doble vida en sueños, en estado de éxtasis e impotencia, como se llega a la conclusión de que existe en el hombre una doble vida, de que vive en él, escondida en la entraña del yo diariamente visible, un segundo yo con existencia propia y susceptible de desprenderse de aquél para afirmar su independencia. (Rohde, 1994: 11) lectuales. Pero insinúa, también, un movimiento que va de lo literal a lo metafórico. Es un deslizamiento hacia el cuerpo psíquico. La conexión intestina entre la creación cultural y la conciencia de muerte es el meollo del mito de Perséfone y Deméter en el que se esconde el significado de los Misterios del Eleusis. No sabemos, con precisión, qué aspectos del mito eran representados y reactuados en el rito la noche sagrada, el rapto de Kore, su matrimonio con Hades o su reencuentro con Deméter, pero lo que sí queda claro es que desde la perspectiva de las religiones agrarias, el don civilizador, la introducción del cultivo del grano, sólo ocurre después del descenso de Perséfone a la pradera de los asfódelos, el recinto de los espíritus de los muertos. En palabras de Walter Otto: La atención a este tipo de fenómenos revela el arraigo de creencias arcaicas que unidas a las nuevas tendencias religiosas y prácticas extáticas que prosperaron en la Hélade en la edad arcaica dieron forma a la doctrina del alma. Es reflejo de un pálpito que siempre ha estado allí, la intuición de que la actividad del cuerpo y de la psique sigue ritmos distinSólo desde que Perséfone fue casada con tos, que es durante el sueño, cuando el Pluto, sólo desde que fue convertida en cuerpo está más inactivo, que el alma es Reina de los Muertos, ha habido siembra y realmente libre. En el sueño, en las visiocosecha. La muerte es el prerrequisito panes, en el éxtasis, en el sonambulismo, en ra el crecimiento del grano... Aquí enconel trance, hay algo parecido al yo, como tramos una poderosa intuición que le un doble, que se comporta de manera auparece extremadamente extraña al pensatónoma, separado del cuerpo vital. De la miento moderno, mientras que para la noción de una existencia paralela que se gente de la antigüedad era tan natural cohace más activa y notoria a medida que mo si la existencia misma le hubiera hase extingue la conciencia no hay sino un blado... La sustancia de esta intuición es paso para pensar que la independencia que la productividad y la fertilidad... están total de ese segundo yo ocurre con la indisolublemente ligadas a la muerte. Sin muerte. Desde el punto de vista psicológimuerte no habría procreación. La inevitaco podemos decir que sólo descendiendo bilidad de la muerte no es un destino deal mundo subterráneo de nuestra sombra cretado por algún poder hostil. En el inconsciente, sólo enfrentando los fantasnacimiento mismo, en el propio acto de la mas de nuestras tinieblas podemos hacer procreación, la muerte está activa. El alma. Esta dirección descendente tiene hombre recibe la fertilidad que le es indisimplicaciones para la psicoterapia. Sugiepensable de la mano de la muerte. (Otto, re el distanciamiento de la claridad y de 1990: 20-21) la luz solar y el alejamiento de las alturas Esa natural conexión y sentido de la espirituales y de las abstracciones inteinevitabilidad de la muerte es, ciertamen- te, algo que hemos perdido. Hasta, por lo menos, el siglo XVIII, en la Europa cristiana fueron comunes los memento mori, objetos o recordatorios visuales de la cercanía e inmanencia de la muerte. Las personas poseían o cargaban recuerdos de la muerte en forma de anillos o gargantillas con calaveras, esqueletos como esculturas o pisapapeles. La advertencia cotidiana de la posibilidad de sufrir una muerte repentina sugería la igualación social y la conveniencia de llevar una vida virtuosa en vista del destino común que no distinguía clase, riqueza o edad. El clímax de los Misterios del Eleusis ocurría en la epopteia y consistía en una visión impactante e inefable. Desconocemos las características y los contenidos precisos de tan extraordinaria experiencia, sólo sabemos que todos los componentes del culto, la iniciación y purificación ritual, el ayuno, la bebida de la poción sagrada, no eran más que la antesala preparatoria para llegar al evento crucial: la visión, la percepción de algo aterrador y sublime capaz de transfigurar a los iniciados y dotarlos de paz y significado. Los Misterios del Eleusis representan el viaje de iniciación de la conciencia, la desconcertante y terrible oscuridad que tenemos que atravesar antes de que la luz comience a brillar en nuestras vidas. Muchas mitologías describen el fin de la existencia en términos de una lucha entre la claridad y la tenebrosidad, entre la luminosidad y la lobreguez. El Libro Egipcio de los Muertos, el Pert em hru, era conocido por los antiguos habitantes de las riberas del Nilo como la «manifestación en luz» o «hechizos para salir al día». Es una colección de relatos, oraciones, encantos y conjuros cuyo conocimiento facilitaba al muerto los medios mágicos para salir de la oscuridad de la tumba hacia la luz del sol y así obtener total libertad de acción después de la muerte. Según la mitología egipcia, la tierra es una extensa planicie rodeada de una cadena de altísimas e inexpugnables montañas. Más allá de la cordillera, se encuentra el Tuat, una región tenebrosa sumida en la oscuridad eterna, un lugar sombrío separado del mundo y de los astros luminosos que alumbran el firmamento. El viaje para atravesarlo es peligroso y difícil, un recorrido repleto de infinitos obstáculos, de fieras, demonios y todo tipo de criaturas terribles que llenan de horror el tránsito y buscan privar al muerto de sus órganos vitales, especialmente del corazón, asiento de la conciencia. Un juicio espera a la persona en el Salón de las Dos Verdades antes de ser admitido en el reino de Osiris. Aquellos que no pasan el juicio, que no superan la prueba del gran balance en la que el corazón del difunto es pesado contra una pluma, símbolo de Maat, diosa de la justicia, son engullidos por Amemet, el devorador de almas, un monstruoso híbrido de cocodrilo, hipopótamo y león. El juicio post-morten es otro de los mitemas recurrentes en la mitología escatológica. Expresa una continuidad y una relación causal entre la vida y la muerte. Las formas básicas de la vida religiosa de los griegos en los tiempos de Homero y Hesíodo no daban cabida a la idea de una justicia distributiva que vinculara los actos de la personalidad viva con el destino del alma en el más allá. Como ya hemos señalado, las funciones vitales y la psique pertenecían a esferas separadas. Es a partir del siglo VIII cuando los griegos enfrentaron una verdadera revolución religiosa que introdujo las nociones de purificación, expiación y condenación, producto de la penetración y expansión The old man, de la serie Danza macabra, Hans Holbein «el Joven», hacia 1523-1526, 6,5 x 4,8 cm, grabados en madera. The countess, de la serie Danza macabra, Hans Holbein «el Joven», hacia 1523-1526, 6,5 x 4,8 cm, grabados en madera. psicología de los arquetipos 21 de cultos mistéricos y extáticos. Según Karl Kerényi, «Dionisios debe de haber estado asentado en la cultura griega ya a finales del segundo milenio… entre las divinidades griegas de origen cretensemicénico» (Kerényi, 1994: 11), pero es con su posterior difusión y triunfo como dios orgiástico que encuentra expresión religiosa la noción de la vida continua e infinita. Los griegos tenían dos términos para denotar vida: zoé y bios. En palabras de Kerényi, «zoé es la vida, concebida sin más caracterización y vivida sin límite» (Kerényi, 1994: 15). Es, podríamos decir, el elam vital, el instinto o pulsión de vida. Bios, en cambio, es el principio vital caracterizado, enmarcado en una condición particular, en la biografía individual que, precisamente, distingue la vida de un ser de la de otro. Pero mientras que al bios, como existencia particular, le pertenece una muerte característica y particular de la cual es inseparable, la zoé tiene como opuesto fundamental a la muerte. Esa intuición de un principio llameante que permanece y no perece, esa «raíz de la vida indestructible», que los creyentes personificaron en Dionisos, fue, probablemente, la que con el tiempo se consideró evidencia del ser continuo y de la inmortalidad del alma. En cualquier caso, la traducción de las laminillas áureas o el papiro de Derveni demostró que, ya para el siglo V, existía y estaba consolidada una secta ritual preocupada por la vida después de la muerte y el destino del alma en el más allá. Eran los seguidores de los mitos, doctrinas y misterios órficos. Según la mitología órfica, el origen y la evolución del cosmos ocurre en seis grandes eras. En la segunda nace el segundo Dioniso, Dioniso-Zagreo, producto del incesto de Zeus con su hija Perséfone, a la que poseyó en revista venezolana de 22 psicología de los arquetipos forma de serpiente. Como heredero absoluto de todos los dominios, tanto de la tierra y del cielo como del infierno, Dioniso-Zagreo concentró un poder tan excesivo que levantó la envidia de los Titanes. Éstos aprovecharon un momento en que el niño dios se miraba en un espejo para descuartizarlo y devorarlo. Zeus, enfurecido, destruyó a los Titanes con su rayo y de sus cenizas nació la raza humana. El hombre tiene, por tanto, dos naturalezas, una divina y una titánica. Según el idealismo órfico, el ser humano debe separarse y redimir su naturaleza titánica y el alma debe buscar su origen divino en la trascendencia, abandonando la prisión del cuerpo. Esta visión negativa de los instintos y devaluación del cuerpo, la doctrina de la inmortalidad del alma y la doctrina de la metempsicosis o transmigración, según la cual el alma encarna en diferentes cuerpos antes de su liberación final, se unieron a las nuevas ideas de responsabilidad, compensación y justicia y se convirtieron en una práctica religiosa puritana poblada de prohibiciones y ritos de purificación. Con ella nació, para los griegos, la obligación de responder por los errores y las injusticias de nuestras vidas pasadas. Como señala Walter Wili: Su creencia en la justicia distributiva, en la purificación y la expiación, hizo que los órficos se formaran una visión particular de la otra vida. Para los impuros y hacedores de mal, ellos crearon un más allá de penuria y tormento –podemos llamarlo un infierno. Ellos fueron los descubridores griegos del infierno. Ellos crearon los jueces de los muertos. Con ellos, la muerte dejó de ser una copia de la vida sobre la tierra –como era para Homero...– y fue dividida de acuerdo a lo bueno y lo justo y sus opuestos... (Wili, 1990: 76) La escisión de la otra vida a partir de un juicio final conecta la nueva religiosidad griega con otras tradiciones mitológicas y con las religiones monoteístas. En la escatología persa, después de la muerte el alma permanece tres días junto al cuerpo. Al cuarto día, se separa y se dirige al puente Cinvat. Antes de atravesarlo, sin embargo, el alma es juzgada según el peso de los actos de su vida pasada. Al cruzar el puente, el pecador cae en un abismo repleto de vampiros y demonios que lo atormentan mientras que el alma pura encuentra una joven deslumbrante que le dice «yo soy tú mismo» y le revela el camino al paraíso. Esta representación del juicio y el destino del alma basada en las nociones de culpa y castigo parece seguir un guión bastante común y se acerca sobremanera al eje central de la mitología judeo-cristiana sobre la muerte. Y a pesar de que, en Occidente, la religión cristiana demarca un terreno donde es muy difícil deslindar el relato mitológico de la fe y la creencia viva, la angustiosa desconexión del hombre contemporáneo con la muerte resalta la necesidad y pertinencia de la visión simbólica. Al ser humano, mientras esté vivo, le está vedado conocer lo que hay después de la muerte. Le es, simplemente, imposible porque, como diría un filósofo epicúreo, mientras hay vida no hay muerte y con la muerte se acaba la vida. El hombre sólo puede imaginar la muerte y en ese proceso de producir imágenes, es decir, de crear representaciones psíquicas, no puede sino reproducir y expresar mediante símbolos lo que acontece internamente en él cuando toma conciencia de la muerte. Al pensar sobre lo desconocido, es inevitable proyectar la experiencia subjetiva implícita en el proceso mismo del pensamiento. Podemos darle otra lectura, entonces, al relato persa del alma que atraviesa el puente Cinvat, entenderlo como metáfora de los conflictos que siempre encontraremos y habremos de sopesar una vez iniciado el viaje hacia los parajes más lejanos y oscuros de nuestra personalidad en los que inevitablemente nos interna el llamado del proceso de individuación. El énfasis en la independencia y la inmortalidad del alma, el distanciamiento del cuerpo y el progresivo desplazamiento hacia una especie de espiritualidad etérea, el acento en el concepto virginal de la pureza y la idea de retribución en la otra vida, marcan la línea de separación entre los misterios órficos y los cultos orgiásticos de las bacantes. Es probable que, en lugar de tanta espiritualidad abstracta, la reconexión con la disolución dionisíaca nos permita una mejor relación con la muerte y, a través de ella, con la vida. No en vano el poeta español García Lorca intuyó que el duende, esa epifanía gitana, esa ráfaga de aire refrescante con la que sentimos el éxtasis de estar vivos, no aparece si no ve la posibilidad de muerte. Referencias biliográficas Damasio, Antonio (1999). The Feeling of What Happens. Body and Emotion in the Making of Consciousness, Harvest Book, Nueva York. K erényi, Karl (1994). Dionisios. Raíz de la vida indestructible, Herder, Barcelona. Otto, Walter, F. (1990). «The Meaning of the Eleusinian Mysteries». En: The Mysteries. Papers from the Eranos Yearbooks, Princeton University Press, Bollingen Series XXX, Princeton. Rohde, Erwin (1994). Psique. La idea del alma y la inmortalidad entre los griegos, Fondo de Cultura Económica, México. Tylor, Edward B. (1958). Primitive Culture. Researches into the Development of Mythology, Philosophy, Religion, Art and Custom. Harper´s Torchbooks, Nueva York. Vernant, Jean-Pierre (1983). Mito y pensamiento en la Grecia antigua, Editorial Ariel, S.A., Barcelona. Wili, Walter (1990). «The Orphic Mysteries and the Greek Spirit». En The Mysteries. Papers from the Eranos Yearbooks, Princeton University Press, Bollingen Series XXX, Princeton. Reseña biográfica Axel Capriles M., licenciado en psicología y doctor en ciencias económicas, es analista diplomado de la C.G. Jung Institut de Zúrich. Es profesor de la Universidad Católica Andrés Bello y del Programa de Formación de Analistas Junguianos de la SVAJ, de la cual fue convocador. Es director de la Fundación C.G. Jung de Venezuela. Articulista del diario El Universal y autor de El complejo del dinero y La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo. El Infierno, anónimo, pergamino japonés, siglo XI o XII. psicología de los arquetipos 23 a Las emociones del mundo subterráneo A la luz de los conocimientos actuales sobre la fisiología del instinto y de las emocio- Iván Rodríguez del Camino las relaciones profundas de la imagen arquetipal con el cuerpo. Enfocándose en la El siglo pasado, tan prolífico en producciones intelectuales, ha dejado concepciones psicológicas, tales como la de inconsciente, que revelan un enfoque de la vida emocional desde el complejo del yo1. Hoy la guía de la psicoterapia, en su acercamiento a las complejidades emocionales, es la imagen. En este sentido, el mundo subterráneo o mundo de los muertos –tema del sugestivo artículo «Mitología de la muerte y doctrina del alma» de Axel Capriles2 –, ofrece una inagotable riqueza de imágenes para acercarse a complejidades emocionales sumergidas en lo profundo de la memoria individual y, de ser posible, a ciertas emociones que parecieran pertenecer más al cuerpo físico que al cuerpo emocional. Facilitar su acercamiento a la conciencia es el propósito de este escrito. Antes, quisiera traer una reflexiones biológicas sobre las relaciones de la psique con la memoria y con las emociones. El alma fue igualada a la memoria en el medievo, una época en la que no había divorcio entre intelecto e imaginación. La teoría evolucionista, que tanto ha cambiado las concepciones sobre la naturaleza y sobre nosotros mismos, y también los fundamentos de la filosofía, es profundamente imaginativa. No es posible concebir la formulación de las extraordinarias ideas de la evolución sin la intervención de una imaginación fecunda. Esta imaginación biológica capaz de intuir las relaciones de filiación entre especies diferentes es la novedad que Charles Darwin trajo a los estudios de la naturaleza. Cuando se la compara con la vida vegetal, la vida animal representa un movimiento hacia la complejidad. La evolución del instinto es, posiblemente, el desarrollo más importante en la consecución de la versatilidad e independencia, revista venezolana de 24 psicología de los arquetipos nes, el médico y psicoterapeuta Iván Rodríguez del Camino explora en este artículo psicoterapia, destaca la importancia que tiene la expresión de las emociones –o su ausencia en algunas de ellas– en relación con la posibilidad de redimir complejidades emocionales dolorosas e integrarlas a la vida psíquica y el reto que esto supone para el psicoterapeuta y el paciente. características de los animales. En sí mismo, el instinto representa una «memoria» innata de la especie que no requiere de aprendizaje. La «memoria» instintiva no sólo es inaccesible a la conciencia, sino que no requiere de una conciencia. Es automática y mecanicista, en el sentido de que es enteramente comparable a la respuesta automática de un artefacto diseñado por el hombre 3. Podríamos decir que se trata de una «memoria» del cuerpo físico, para diferenciarla de la memoria, propiamente dicha, del cuerpo emocional o cuerpo psíquico de los estudios junguianos. En la reflexión acerca de la relaciones entre psique, memoria y emociones, es importante considerar el enorme paso evolutivo que se dio en el primer animal que pudo unir, a la experiencia del estremecimiento de su propio organismo ante un evento de significado biológico –sea éste el despertar de un instinto, una injuria o la sensación de bienestar ante alguna condición del ambiente–, una memoria vivencial por pequeña que ella fuera de ese suceder interior, conectada con la causa que lo produjo. Y ello como consecuencia de una mutación genética –característica, en los procesos evolutivos–, que le capacitó para ello. Imagínese, por ejemplo, el animal más primitivo y elemental, pero el primero de su especie capaz de relacionar su reacción de aceleración del pulso, y otros efectos de la activación en su organismo de una señal de alarma, con el evento que la motivó y recordarlo como experiencia individual. Una memoria hecha de las imágenes que pudo retener en su naciente cuerpo emocional. Este evento biológico representa el origen primero de la memoria y de la imagen. Creo que no es difícil concebir a esta memoria emocional como el produc- to de una elaboración evolutiva, construida sobre la base de la «memoria» instintiva; es decir, una memoria emocional hija de los mecanismos instintivos. Esta memoria de una emoción viene a ser el aprendizaje más incipiente. Esta memoria es además parte integral de la emoción; al punto de que en su origen ambos términos, memoria y emoción, son intercambiables4. La experiencia emocional es algo infinitamente más elaborado que el instinto, pues es el comienzo de una memoria imaginativa. Implica el nacer de la imaginación y la conciencia5. Por eso, a esta memoria emocional portadora de imágenes la llamamos cuerpo emocional o cuerpo psíquico. Es una memoria imaginativa que, a diferencia de la «memoria» instintiva, necesariamente se va haciendo de imágenes exteroceptivas (las procuradas por los estímulos provenientes del exterior: visuales, olfativos, auditivos, táctiles, etc.) íntimamente unidas a las sensaciones interoceptivas6 (producto de la reacción del cuerpo a aquellos estímulos del exterior) e inseparables de aquellas. La imaginación evolucionista nos permite ver la emoción como una memoria hereditaria ante eventos biológicamente significativos. Todos respondemos con las mismas emociones ante determinadas situaciones; sean ellas de reto, aprobación, abandono, amor, etc. Una sabiduría del cuerpo, adquirida a lo largo de miles de millones de años de evolución, capaz de darle una respuesta biológicamente adecuada a una situación vivencial típica. Un ejemplo de reacción emocional ante una respuesta instintiva es el estremecimiento corporal, de susto, de un bebé ante su primera exposición a una serpiente viva. En este caso, a la «memoria» instintiva se añadirá una memoria vivencial. Rostros de Guitar Heroes, Ari Pescovitz, 2007, fotografía digital. http://www.boingboing.net/images/Video%20Game%20Faces.jpg psicología de los arquetipos 25 El desarrollo en nuestros antecesores de una memoria de las emociones individualmente vividas cada vez más diferenciada constituyó sin duda un elemento crucial para la evolución de la psique humana. Antonio Damasio (2001), en su libro El error de Descartes, demuestra la ausencia de sensaciones interoceptivas en el psicópata –el desalmado– ante situaciones biológicamente significativas que despertarían el cuerpo emocional en una persona normal. Este hallazgo ha sacudido las concepciones sobre las relaciones entre aprendizaje, diferenciación emocional y evolución de la inteligencia. ••• Estas consideraciones, inspiradas en la biología evolutiva, tienen el único propósito de destacar las raíces profundas de la imagen en el cuerpo. Se sabe que una imagen nos puede enfermar y otra sanar. Muchas veces la tarea de la psicoterapia es propiciar un movimiento en complejidades dolorosas enterradas en el mundo subterráneo del cuerpo psíquico, probablemente como consecuencia de experiencias vividas bajo circunstancias en las que no fue posible responder ante ellas con la emoción que correspondía; es decir, circunstancias que nos obligaron a bloquear las imágenes de esas experiencias. Por eso, en la psicoterapia es esencial la valoración del mundo emocional del paciente. Sin duda, el feeling7 del terapeuta es el mejor vehículo para que el paciente pueda llegar a reconocer y diferenciar su emocionalidad. En esta tarea es fundamental la lectura de las imágenes oníricas que el paciente trae a la psicoterapia. Una lectura centrada en la emoción que acompaña a toda imagen; que hace el debido énfasis en los diferentes aspectos de la emoción que el revista venezolana de 26 psicología de los arquetipos paciente vivió en el sueño. De ahí en adelante será la naturaleza del paciente la que, dado el caso, produzca el milagro del aparecer de una imagen arquetipal capaz de redimir las emociones secuestradas en las profundidades imaginativas del mundo subterráneo. Vemos esto como el milagro psíquico de la imagen; un milagro que sin duda se debe a las insondables relaciones de la imagen con las emociones y con el cuerpo. Y ésta es la tarea más preciada de la psique: transformar en una imagen posible, la imagen imposible. Se ha dicho que la psique es un órgano de la biología humana capaz de cargar con complejidades emocionales profundamente conflictivas y destructivas, conteniéndolas, y preservar así la salud psicosomática. En el proceso psicoterapéutico la referencia al cuerpo emocional –históricamente reprimido por complejidades religiosas y culturales– es obligada. Lo llamamos cuerpo emocional en primer lugar porque sentimos las emociones en el cuerpo y, también, porque es prácticamente imposible reprimir una sola emoción o un grupo de emociones; la represión emocional en mayor o menor medida, y dependiendo de su grado, las afecta a todas como a un cuerpo. En la psicoterapia se refiere a él también como cuerpo psíquico o cuerpo dionisiaco. Y tiene tras sí el arquetipo de Dionisos; el dios griego del vino, el teatro, la locura y la cultura8. El verbo –que nos ha hecho humanos– ha creado numerosas palabras para diferenciar una emoción de otra y las listas de emociones varían mucho, dependiendo del enfoque que se aplique y de la apreciación individual. Pero hay un fondo emocional, un estremecimiento del cuerpo común a todas ellas que puede llegar a perderse de vista en esta diferenciación (así de íntima es la relación del verbo y la carne). La emoción es la locura del cuerpo –locura porque nos saca del discurrir aparentemente lógico de nuestra vida–. Pero hay otra locura que no tiene su asiento en el cuerpo sino en la cabeza y que pareciera ser la referida por Pascal (1958) en la frase, «Los hombres están tan necesariamente locos, que sería estar loco por otra vuelta de la locura, no estar loco»9. Esta última sería, a mi parecer, la locura de la represión emocional y la disociación. Los estudios junguianos han reflexionado sobre el complejo del yo y sobre cómo, a lo largo de la historia de la cultura occidental, su desarrollo –cuyo fruto vio Jung (1995: 100 y ss.) en el extraordinario avance de la cultura colectiva– fue posible gracias a la utilización oportunista de una memoria que originalmente era parte integral del cuerpo emocional. El procesamiento de los diferentes aspectos que componen a una emoción (vg. las varias percepciones exteroceptivas, las sensaciones interoceptivas, la expresión emocional, el condicionamiento conductual o memoria, etc.) por estructuras distintas y especializadas del sistema nervioso lleva a que alguna de estas estructuras –que evolucionaron durante centenares de millones de años en relación íntima con la evolución de las emociones– pueda ser utilizada, dada la oportunidad10, para fines diferentes a los de la emoción propiamente dicha. El desarrollo en Occidente de la inmensa memoria de palabras que constituye el corpus de conocimientos de las ciencias y la filosofía es resultado de este aspecto de la disociabilidad de la psique y ejemplo de oportunismo biológico. Este complejo del yo hipertrofiado propone un reto titánico a la personalidad que generalmente se salda con la represión del cuerpo emocional en nuestra cultura. El yo es un complejo cultural cuyo desarraigo del cuerpo emocional debió comenzar pronto en la historia de Occidente. La invención del alfabeto y la escritura fonética por las primeras civilizaciones del mediterráneo –a diferencia de los sinogramas orientales que no separan de manera tan radical la palabra de la imagen– probablemente constituyó un primer paso en esa dirección11. Posteriormente el cristianismo influyó de manera definitiva en la dirección que tomó el desarrollo del complejo del yo. Se desarrolló, por decir así, a imagen y semejanza del dios monoteísta, celoso y represor de las imágenes que no tuvieran que ver directamente con él. Una de las expresiones más notorias de estas complejidades religiosas fue la represión del cuerpo emocional e instintivo a través de las concepciones del pecado y la culpa. En nuestro tiempo, el complejo del yo se ha transformado en un complejo cultural y su memoria de palabras ha dado frutos extraordinarios en la filología, las ciencias y la tecnología, que han hecho de la cultura occidental referencia global obligada; pero vemos la sombra de los adelantos científicos en la superpoblación, el hambre y la destrucción de la naturaleza. La familiaridad con estas complejidades religioso-culturales es imprescindible para el psicoterapeuta a la hora de valorar la imaginería de la psique y la memoria de las emociones. Disociar a la emoción de su memoria imaginativa es lo mismo que reprimirla. Todo esto permite entrever las complejidades culturales que obstaculizan una respuesta emocional adecuada a las dificultades que la vida nos presenta, de manera de vivir más cercanos a la instintividad humana y de esa forma preservar la salud. El cuerpo emocional está en íntima relación con los instintos. Por eso un cuerpo emocional reprimido tarde o temprano lleva a la enfermedad. La emoción que no se puede sufrir y también la emoción que se reprime terminan por enfermar psíquica o físicamente o ambas cosas a la vez. Éste es el terreno de la patología. El pathos –sufrimiento inevitable–, cae en el cuerpo y se convierte en patología. Hay algo de paradójico en ello, pues aquella locura mental que vi en la pensée de Pascal como represión de la emoción o, en el otro caso, ese cuerpo emocional que no puede cargar con una emoción demasiado conflictiva, trasladan la emoción no sufrida al cuerpo físico de la patología (llámese diabetes, enfermedad tiroidea o esquizofrenia). ••• La diferenciación entre cuerpo psíquico, mundo subterráneo y cuerpo físico me parece crucial en la psicoterapia y está muy relacionada con la imaginería del mundo de los muertos. En el libro The Nature of Hysteria, Niel Micklem (1996: 91) señala que la muerte entra en el mundo con el cuerpo. Y en su artículo «La autoridad de la enfermedad»12 nos muestra que la enfermedad es una forma de muerte. Existe una conexión mitológica entre Hades –divinidad del mundo subterráneo de los muertos– y Dionisos. Estos dioses bien diferenciados de la mitología griega mantienen una confusa relación que los vincula: una de la filiaciones que registra la mitología de Dionisos es ser hijo de Hades y Perséfone, los reyes del mundo de los muertos. Además, es conocido que Heráclito identificó a Dionisos con Hades. Es como si Dionisos y Hades se repartieran el cuerpo emocional en ge- neral y Hades detentara soberanía sobre las memorias emocionales secuestradas en el mundo subterráneo. Por su parte, el mito que hace a Dionisos ir al reino de Hades para rescatar a su amada Ariadna y a su madre Semele –ambas imágenes de alma, en el lenguaje de la psicoterapia– es de extraordinaria riqueza imaginativa. Pero también el cuerpo físico tiene arquetipos que lo respaldan. Así como Dionisos es el arquetipo del cuerpo emocional, Pan lo es del cuerpo físico. En la práctica psicoterapéutica me ha tocado tratar personas que asisten a la consulta por ataques de pánico. Una de las características de estos ataques es que el pánico –que la mitología atribuye a Pan– parece surgir del cuerpo físico, no del cuerpo emocional, pues aquéllos no van acompañados de imágenes que pudieran orientar a una posible causa del pánico. Algo común de esta experiencia es la sensación corporal de un peligro inminente de muerte, inespecífico, con frecuencia acompañado de la sensación de falta de aire. David Konstan (2002: 150) señala que a Pan se atribuía las cosas que suceden sin causa, y observa que en muchas referencias modernas se ve el pánico como un reflejo fisiológico. En estos casos, más que en otros si cabe, el interés de la psicoterapia no es el síntoma que lleva a la persona a la consulta, sino la personalidad como un todo. Generalmente se descubre que la persona presta muy poca atención a las señales que le brinda su propia naturaleza en relación con su salud. De manera tal que parecería que el pánico fuese la última señal del cuerpo antes de enfermarse y luego de haber sido desoídas las múltiples señales de atención que normalmente da el cuerpo psíquico a través de sueños, ideas hipocondríacas, premoniciones, etc. Como si se tratara de una psicología de los arquetipos 27 Cynopithecus niger en condición plácida, Joseph Wolf, s.f., grabado en madera, de la edición original de The Expression of the Emotions in Man conciencia sorda a las manifestaciones del cuerpo emocional o de un cuerpo emocional duramente reprimido. En estos casos –con frecuencia personas con una naturaleza fuerte– Pan, el arquetipo del cuerpo físico, da la voz de alarma. and Animals de Charles Darwin. Cynopithecus niger satisfecho tras ser acariciado, Joseph Wolf, s.f., grabado en madera, de la edición original de The Expression of the Emotions in Man and Animals de Charles Darwin. revista venezolana de 28 psicología de los arquetipos ••• Anteriormente, al tratar de acercarme a las complejidades de la imaginería emocional, mencioné que ésta se construye a partir de imágenes exteroceptivas entrelazadas con las imágenes interoceptivas; como sabemos, estas últimas acompañan a las primeras cuando se estimula una emoción. Pero hay un ingrediente de la imaginería emocional que fácilmente puede dejar de ser considerado. Se trata de la expresión emocional, a la que Charles Darwin dio extraordinaria importancia. La expresión emocional es mayormente involuntaria y está controlada por el sistema nervioso autónomo. Se requirió de la extraordinaria capacidad de observación de Darwin para valorar la enorme importancia que ella ha tenido en la evolución de la psique en los animales superiores hasta llegar a nuestra especie. Darwin publicó El origen de las especies en 1859. Luego su interés se centró en la evolución que dio origen al ser humano, la que presentó doce años más tarde en su libro El origen del hombre, y la selección en relación al sexo. Esta investigación fue ampliada el año siguiente en La expresión de las emociones en el hombre y los animales, donde expuso sus ideas sobre la continuidad de la psicología humana con la conducta animal. En esta última obra, Darwin presenta evidencias válidas para acercarse a aspectos ignorados de la vida emocional que creo pueden arrojar luz sobre áreas muy inconscientes de la psique humana. Al traer estas reflexiones, quiero insistir que mi interés principal es la psicoterapia. Invito al lector a acompañarme en una breve exploración de la expresión emocional. Tal como se presenta en los animales superiores, la elaborada expresión emocional es producto de millones de años de evolución. Creo que la ventaja evolutiva que aporta al individuo expresar la emoción que está viviendo es evidente; ya se trate de rabia o de miedo la sola expresión de estas emociones –por ejemplo en situaciones de confrontación– puede significar la sobrevivencia no sólo de quien las expresa sino de quienes son capaces de interpretarla. Su rol en la comunicación entre los animales es ampliamente reconocido y Darwin le asigna un papel principal en el origen del lenguaje humano. La expresión emocional incluye vocalizaciones, cambios en la posición, la coloración y la temperatura de las diferentes partes del cuerpo y, sobre todo, en el ser humano, de la expresión facial. Esta última depende del estado de contracción o relajación de al menos diecinueve músculos faciales inervados independientemente. Como es bien sabido, la expresión facial ofrece una variedad inagotable de matices. Mencioné ya que la expresión emocional es mayormente involuntaria, por estar controlada por el sistema nervioso autónomo. Al parecer son estos mismos mecanismos involuntarios y mayormente inconscientes –que dan a cada emoción su expresión diferenciada característica– los que habilitan a quien observa esa expresión a entender la emoción del otro y, de aparecer la compasión, a vivirla en su propio cuerpo. Mediante estos mecanismos involuntarios característicos de la expresión de las emociones, y a través de la memoria emocional del cuerpo, re-conocemos la emoción del otro –de una forma que dista muchísimo de cualquier otro tipo de conocimiento–. Si esto sucede podemos identificarnos con la emoción del otro o sentir un rechazo, cuando choca con nuestra propia emoción. En este caso puede suceder que el conflicto lleve al enfrentamiento de los opuestos, con todas sus consecuencias. Pero, si la emoción rechazada es la emoción de una persona a la que nos unen los lazos del amor o la amistad, entonces puede ocurrir el milagro, característico de Eros y Psique, de que la contención del conflicto lleve a engendrar «una nueva vida» –alumbrada por el instinto que lleva a la generación de un nuevo ser, hijo de los opuestos macho / hembra–, que trasciende la identidad de cada uno de estos opuestos y es al mismo tiempo su síntesis. Psíquicamente, este tertium non datur es el milagro del reconocimiento del otro y de la propia individualidad, ambos de forma a la vez simultánea e inseparable. Es la anagnorisis, característica del ser humano y que, en el lenguaje de la poesía, nos acerca a los dioses. Movidos por Eros y por Hermes –arquetipos del amor y del comercio, respectivamente– que actúan como fuerzas de cohesión entre las personas y, también, entre nuestras propias complejidades emocionales en conflicto, estos mecanismos inconscientes mediados por el sistema nervioso autónomo nos hacen capaces de contener en nuestro interior tensiones de emociones violentamente opuestas y de comparable magnitud. Deo concedente, una contención así puede llevarnos a una conciencia de las emociones propias, en simetría con las emociones del otro. El reconocimiento del otro, que es a la vez reconocimiento de nuestra in- salvable individualidad, es fruto del cuerpo psíquico que nos hace humanos. Estas consideraciones son harto familiares y trasfondo del trabajo psicoterapéutico cotidiano. Si me he extendido en ellas ha sido para presentar una reflexión novedosa y, por eso mismo, difícil sobre emociones muy oscuras que son fuente inagotable de sufrimiento y de patologías. En su trabajo antes referido, Axel Capriles menciona una y otra vez la envidia en relación con el mundo de los muertos: «los muertos tienen envidia de los vivos». Imagen cuya lectura podría ser la de complejidades emocionales enterradas en el mundo subterráneo del propio cuerpo emocional que envidian las emociones vividas de los otros. Esta imaginería del mundo subterráneo inspira mi acercamiento a la emoción de envidia. Mis reflexiones parten de la observación de Darwin sobre la ausencia de expresión emocional de la envidia. (Aunque su observación la hace extensiva a los celos, el odio y la sospecha, yo me remitiré a la envidia, a sabiendas de que los celos son muchas veces inseparables e incluso indistinguibles de la envidia.) Dice Darwin (1998: 83): Un hombre puede tener su corazón lleno del odio o la sospecha más negra o estar corroído por la envidia o los celos, pero como estos sentimientos no conducen de manera inmediata a la acción y como generalmente duran cierto tiempo, no se muestran mediante signo externo alguno, como no sea que un hombre en este estado ciertamente no parecerá alegre o amistoso. Pero si estos sentimientos se traducen en acciones, la rabia tomará su lugar y se manifestará con toda claridad. Los pintores a duras penas pueden representar la sospecha, los celos, la envidia, etc. de no ser mediante accesorios que echan el cuento; y los poetas usan expresiones vagas e imaginarias, tales como «los ojos verdes de los celos». Spenser describe la sospecha como «Hedionda, mal-nacida y negra, mirando bajo sus párpados fija y de soslayo», etc.; Shakespeare habla de la envidia «de cara enjuta, en su indiferencia repulsiva»; y en otro lugar, dice: «la negra envidia no cavará mi tumba»; y aun, «más allá del alcance amenazador de la pálida envidia»13. Sin duda, el impulso instintivo que se halla tras la envidia y los celos respalda también el afán de superación, la competitividad y la emulación y, bajo la forma de estas manifestaciones más benignas, este impulso instintivo ha debido jugar un papel de primer orden en los procesos de la selección natural que dirigen la evolución de las especies. A las razones que aduce Darwin para explicar la ausencia de expresión emocional de la envidia, y de las otras emociones que menciona, quizá pueda añadirse la importancia de que ellas pasen inadvertidas a los fines del ser que las vive. Pues es concebible que la ausencia de expresión emocional –visible y detectable– en un instinto de esta naturaleza favorezca las posibilidades de sobrevivir del individuo, particularmente en edades vulnerables de la vida, y que por ello la expresión de la envidia, si alguna vez la hubo, fuese descartada en la selección natural; en otras palabras, desterrada al cuerpo físico de lo instintivo y la fisiología. En este sentido, el mal de ojo que puede acompañar a la envidia parece compartir con el instinto de hambre y el sexual la autonomía de su aparecer. Sea como sea, la observación de que la envidia carece de expresión emocional se ve respaldada indirectamente por las dificultades de reflexionar psíquicamente esta emoción. La envidia se percibe interiormente como una sensación de malespsicología de los arquetipos 29 tar que agria el carácter de manera casi instantánea y que, como una nube negra, cubre el horizonte emocional de quien la vive por un período relativamente largo; generalmente mientras perdura el estímulo que la despierta. El cambio de humor constituye un suceder inesperado y aparentemente autónomo que no es posible relacionar con un evento que haya podido desencadenarlo. Por no existir expresión para la envidia no se tiene imágenes previas de esta emoción, pues el otro – que tampoco la expresa– no ha sido el espejo que permita reconocer la emoción propia. Y así las sensaciones interoceptivas que se perciben, al no encontrar una imagen en la memoria a la cual conectarse, no pasan de un mal-humor inexplicable o un malestar de cuerpo. No es posible hacer conciencia del estado de ánimo. A veces es posible reconocer la emoción de celos, debido a que no es infrecuente que de inmediato se transformen en rabia y furia, y así se expresan rápida y abiertamente. Esto hace posible que, al observarlos en el otro, se relacionen en el propio cuerpo emocional con la situación que los provocó y uno pueda reconocer esta emoción14. Aunque, al igual que la envidia, los celos carecen de una expresión característica. En estos casos no se cumpliría la condición que Darwin menciona de no conducir de inmediato a la acción. La inconciencia de estas emociones hace que ellas se proyecten en el otro de forma literal: la persona objeto de envidia o, en el caso de los celos inconscientes, la que amenaza con despojar al sujeto del objeto de su amor o deseo, es percibida con los tonos más oscuros; mal intencionada, orgullosa, deshonesta, calculadora, con ambiciones de poder o de sobresalir, etc., y la envidia pasa inadvertida. Su revista venezolana de 30 psicología de los arquetipos falta de expresión, tanto en el otro como en nosotros mismos, nos priva del mecanismo biológico que permite re-conocer la emoción. Detectamos la persona envidiosa o celosa por sus maquinaciones, pero no la emoción de envidia que el otro está sintiendo. Darwin señala que en la detección del envidioso «a menudo nos guiamos, en un grado mucho mayor del que suponemos, por nuestro conocimiento previo de la persona o las circunstancias (1998: 260)». En el caso de la envidia el milagro psíquico del reconocimiento no se puede dar por la vía de la imagen. El alma secuestrada por la envidia en el mundo subterráneo habrá de ser rescatada mediante un descensus ad inferos si es que la salud psicosomática ha de recuperarse. La envidia es una emoción colectiva, un impulso instintivo de la vida de la especie, de fuerza comparable al instinto de hambre y al sexual pero, a diferencia de éstos, saca a la persona de su ser individual haciendo depender toda su valía de la comparación con otro. Es una emoción imposible de contener en el cuerpo emocional, por carecer de él. Por eso la psique enferma –sin saberlo– de envidia, ha de descender al mundo subterráneo a rescatar su alma secuestrada por «emociones sombrías». El mundo subterráneo de la envidia es la locura y muchas almas que se acercan a él no regresan. Se requiere de Eros para que como en el cuento de Apuleyo despierte al alma adormecida por los vapores que salen de la cajita de Perséfone y la conduzca de regreso al mundo de los vivos. También Hermes, «guía de almas», arquetipo de la psicoterapia, puede acompañar y conducir ese regreso. El descenso, si culmina con el rescate del alma, se transformará en la imagen y el cuerpo emocional de la envidia o los celos, que permita su reflexión. Los celos y la envidia son emociones humanas básicas y cuanto más vitalidad tenga la persona más fuerza tienen en ella los impulsos que llevan a la competición y a la superación en todos los terrenos de la vida. En la Retórica, Aristóteles (1926: 2.10.4) menciona que las personas que aman el honor15 son más envidiosas que quienes no lo aman. Es innegable que la envidia es una emoción que causa numerosísimos males sociales. Pero desde el punto de vista de la salud de la psique es imprescindible dar reconocimiento al hecho de que los impulsos que llevan a la superación son los mismos que en ocasiones llevan a sentir envidia o celos. Tomar conciencia de que un cambio de humor que aparece en determinadas circunstancias se pueda deber a un sentimiento de envidia o de celos, y aceptarlo como tal, es una de las formas más elevadas de conciencia. Rafael López-Pedraza dice, con la contundencia que caracteriza a sus insights, «sabio es quien sabe de celos y de envidia»16. La inconsciencia de estas emociones y la tremenda represión de que han sido objeto en la cultura occidental son causa principal de los estragos que se producen no sólo en la salud psicosomática, sino también en las sociedades y entre las naciones. La cultura occidental vive tiempos de crisis y la alarmante falta de vitalidad de las complejidades culturales que deberían sostener y contener el vivir humano se revela, quizá mejor que en ningún otro signo, en el valor absoluto que se otorga en nuestros días al dinero y las posesiones materiales. Ante la pobreza del vivir emocional, consecuencia de complejos histórico-religiosos gastados, aparece la alternativa del dinero. En la psicoterapia se reco- noce el dinero como símbolo de energía psíquica (vida emocional) y la relación de las personas con el dinero es piedra de toque en el quehacer psicoterapéutico. La represión del cuerpo emocional a niveles extremos acaba con lo individual, pues son las emociones las que hacen a la persona protagonista de su propia vida. En estas condiciones, prevalecen las referencias colectivas y la locura de la comparación, que inevitablemente refiere al dinero y las posesiones materiales (símbolos de energía psíquica). Se da una relación de proporción inversa entre las vivencias emocionales y la envidia. Éste es un círculo vicioso que puede ser muy revelador. Por otra parte, la fuerza disolutiva de esta emoción subterránea puede ser el revulsivo que, a nivel individual, sacuda y active el cuerpo emocional. En Occidente, la envidia y los celos forman parte de una complejidad cultural muy inconsciente; acusar de envidioso a una persona es una de las peores ofensas. Una de las circunstancias que causa mayor desasosiego en los padres es el aparecer de estas emociones entre hermanos. La intolerancia ante este aparecer puede adoptar formas sutiles, como la de hacer regalos iguales a los hijos o tratarlos a todos de la misma forma, irrespetando así la individualidad de cada uno. Es la desconfianza de las propias emociones la que de esta forma se transmite. Inglaterra, uno de los países occidentales más conscientes de la destructividad de la envidia, estimula la competencia no sólo en el terreno deportivo, también en el intelectual y ha hecho del debate de las ideas materia central en la educación de los jóvenes y de la sociedad, que es una forma de canalizar la energía vital de estas fuerzas instintivas. Además, las personas acaudaladas ocultan A B C D E F Fotografías de expresión facial A. Alegría B. Disgusto C. Sorpresa D. Tristeza E. Cólera y F. Miedo, Jean Frois-Wittmann, 1935, de la edición original de The Expression of the Emotions in Man and Animals de Charles Darwin. psicología de los arquetipos 31 de la mirada pública sus viviendas, por ejemplo con árboles, y se cuidan de actitudes ostentosas que puedan despertar la envidia17. Todo esto habla de una conciencia de la envidia, la que en casos como el de Inglaterra puede expresarse con la soltura de lo no reprimido y, por supuesto, habla de cultura. Con mucha frecuencia uno escucha decir que los países americanos son países jóvenes. A mi entender, la expresión «país joven» refiere a una gran inconciencia de la destructividad de estas emociones y a su gran represión a nivel colectivo; en la psicoterapia jungiana y a nivel individual esto equivale a una gran inconsciencia de la sombra. ••• Mi propósito, al traer estos hechos de la biología humana y la cultura, es destacar la importancia de la vida emocional para la salud de la psique, por un lado y, por otro, señalar la trascendencia de que el psicoterapeuta posea una vida rica en toda la variedad de las experiencias emocionales si es que ha de propiciar movimientos en el otro. Se puede tener una constitución arquetipal muy disímil a la de la persona que nos confronta, pero es indispensable que haya una soltura emocional frente a arquetipos y experiencias emocionales disímiles. De lo contrario, se tenderá a reprimirlas. Y no sólo esto, pues puede ocurrir que la falta de soltura lleve al terapeuta a tomar por naturales o saludables actitudes del otro que no lo son. La tarea del psicoterapeuta es procurar la aparición del hacer de la psique frente a emociones de otra manera insufribles. Complejidades tan conflictivas que han debido de ser enterradas en lo profundo de la memoria emocional; en nuestro mundo subterráneo. (A la envidia, los celos, el odio o la sospecha se puerevista venezolana de 32 psicología de los arquetipos den añadir otras emociones conflictivas en la experiencia individual; en no pocos casos las manifestaciones exteriores del miedo son totalmente reprimidas, en edad temprana, por exigencias de la supervivencia.) A veces, trágicamente, estas complejidades emocionales paralizadas abandonan el cuerpo emocional y se refugian en el cuerpo físico, transformadas en patología. Algo que puede ocurrir a lo largo de un período prolongado, no siempre de manera brusca. A esta imaginería nos acerca Niel Micklem en su artículo «La autoridad de la enfermedad», antes referido18. sona que casi con seguridad requerirá descender al mundo subterráneo para rescatar su alma y del de la persona que probablemente no lo necesite. William James (1988), en Las variedades de la experiencia religiosa, introduce las expresiones, «nacidos una vez» y «nacidos dos veces» para diferenciar la experiencia religiosa de las personas de «mente-sana» y también la ofrecida por las religiones naturales –en las que incluye el paganismo– de formas más complejas de experiencia religiosa que ofrecen una cura del «selfdividido». Las religiones que ofrecen este tipo de experiencia son, de acuerdo a James, el cristianismo, el mahometanismo y el budismo. ••• A los «nacidos una vez», James (1988: En la tarea de facilitar una aproximación a las imágenes del mundo subterrá- 97, 98) los describe con una cita de Francis neo es fundamental que el psicoterapeuta Newman: esté familiarizado con las imágenes de su … No ven a dios como juez estricto, ni propio mundo subterráneo; que él mismo como potencia gloriosa, sino como espíritu haya descendido al Hades. Por eso Jung animador de un mundo hermoso y armoinsistió en la necesidad de un extenso y nioso, benéfico y dulce, misericordioso y profundo análisis personal, y lo exigía a puro; generalmente estas criaturas no potodo el que quisiera practicar la psicoteseen tendencias metafísicas ni escrutan su rapia. Sólo así puede el terapeuta mitigar interior, por eso no se preocupan de sus el miedo tremendo que surge ante ciertas propias imperfecciones […] de hecho no imágenes del mundo subterráneo y, de la tienen una concepción vívida de ninguna mano de Hermes psicopompos, acompade las cualidades en las que consiste la más ñar al otro en su descenso. Además es nesevera majestad de dios, quien para ellos cesario el Eros psicoterapéutico, para es la personificación de la bondad y la besostener el acompañamiento ante imágelleza. Leen su carácter en la romántica y 19 nes particularmente dolorosas . Conviearmoniosa naturaleza y nunca en el desorne saber que la katabasis de los autores denado mundo humano… Por ello cuando griegos o el descensus ad inferos de los se acercan a dios no sufren trastorno algulatinos no es un paso obligado o necesano en su interior. rio en la psicoterapia de la mayoría de las Aunque la percepción de lo divino de personas. Por otra parte, el ser humano los paganos fue bastante más oscura, su de todos los tiempos ha conocido y reali- actitud ante la vida puede ser comparable zado este viaje, mucho antes del aparecer a la que se recoge en estas líneas. Jung rede la psicoterapia moderna. conoció las relaciones entre psicología y A continuación presento descripciones religión. Hoy la tarea, como señala del tipo de experiencia de vida de la per- Rafael López-Pedraza, es diferenciarlas. Por su parte, la mentalidad de los «nacidos dos veces» revela una mayor complejidad. James (1988: 188) los describe así: Su base psicológica parece ser cierta discrepancia o heterogeneidad en el temperamento innato del individuo, una constitución moral e intelectual unificada incompletamente: «Homo duplex, homo duplex –escribe Alfonse Daudet–. La primera vez que me di cuenta de que yo era dos fue cuando murió mi hermano Henri y mi padre gritó dramáticamente: “¡Se ha muerto, se ha muerto!” Mientras mi primer yo lloraba, el segundo pensaba: “qué real ha sido ese grito, qué bien quedaría en el teatro”. Tenía catorce años […] Esta horrible dualidad me ha hecho frecuentemente reflexionar. ¡Oh, este terrible segundo yo que siempre se sienta cuando el nas familiarizadas con la patología psicosomática, rescatar del cuerpo físico una patología que se ha hecho carne es prácticamente imposible; sólo un milagro operará esta transmutación. Es posible imaginar a la envidia que ha sido redimida y hecha conciencia como una emoción del cuerpo psíquico, posiblemente la más enriquecedora. Pero en esta división imaginativa de cuerpo psíquico, mundo subterráneo o mundo de los muertos y cuerpo físico, la envidia inconsciente parece cabalgar entre dos mundos: el subterráneo y el cuerpo físico. Los griegos antiguos, que tenían una visión tan clara de la naturaleza humana, manejaban las emociones de envidia, celos, odio o sospecha, como enfermedades contagiosas y el individuo que las despertaba era tratado como un apestado y condenado al ostracismo20. John Newman, quien estudió una comunidad apartada de pastores griegos ortodoxos, contemporáneos, recoge las siguientes observaciones que reflejan una forma de ver la naturaleza humana, sin duda, continuadora de su herencia geográfico-cultural. Newman escribe sobre la envidia : Para los sarakatsani existe una barre- otro está en pie actuando, viviendo, su- ra de pecado entre Dios y el hombre y el friendo, moviéndose. Este segundo yo que pecado es de dos tipos, pecados personales nunca he podido embriagar, hacerlo de- y pecados ancestrales, y es sólo de los pri- rramar lágrimas, o adormecer. Y cómo pe- meros que el hombre es realmente respon- netra en las cosas, cómo finge!» sable. El pecado ancestral es una condi- El Libro Rojo de Jung, recientemente publicado, es el testimonio de su personal descensus ad inferos. Su fruto, como él mismo ha señalado, ha sido el legado de su psicología de los arquetipos. ción pre-existente en el mundo en el que el hombre nace y refiere a una condición humana, no a una transgresión individual… Los dos pecados que caen en la categoría de ancestrales son la sensualidad y la envi- es percibida como tan poderosa que es inútil tratar de controlarla; sobre todo en vista de que un hombre puede poner el mal de ojo en otro sin intención y sin tener conciencia de ello21 (En: Walcot, 1978: 87-88). Tanto en la antigua Grecia como entre los sarakatsani, la envidia es vista como perteneciente a lo que en este escrito denomino cuerpo físico. Reprimir la envidia a través de la culpa es muy diferente a verla como inherente a la naturaleza instintiva del ser humano. La proximidad de la envidia a lo instintivo explica lo inaccesible de esta emoción a la conciencia, pues se sabe que los instintos son prácticamente imposibles de reflexionar. La destructividad de la envidia aparece y es tanto mayor cuanto más reprimida e inconsciente sea esta emoción. La Ilustración dejó a la envidia en la sombra y en manos de la culpa que la hace aún más inconsciente. Creo que la psicoterapia tiene en las observaciones de Charles Darwin sobre la ausencia de expresión emocional de la envidia materia de profunda reflexión. Una emoción que, para decirlo con la metáfora de la reencarnación, ha de ser conquistada para el alma si se ha de salir de ese ciclo hermoso pero terrible. No tengo gran rapidez de comprensión ni ingenio … Mi capacidad para seguir una larga serie de pensamientos puramente abstractos es muy limitada … [pero] supero a la mayoría de las personas en advertir cosas que fácilmente escapan a su atención y en observarlas cuidadosamente. Charles Darwin22 dia; el primero se originó al caer Adán víc- ••• El cuerpo físico, al que me referí a propósito del pánico, forma parte de la imaginería del mundo subterráneo. Es el mundo de los procesos bioquímicos y fisiológicos y también el de los instintos. Además, pertenecen a él las enfermedades que han «encarnado» como resultado de complejidades que el cuerpo psíquico no ha sido capaz de cargar. Se puede hacer psique cargando con las patologías somáticas, y existen casos ejemplares en abundancia, pero como saben las perso- tima de la tentación de Eva y el segundo con la rebelión del Diablo contra Dios. La sensualidad amenaza el honor de la familia sarakatsani, cuyas mujeres son fuente constante de ansiedad pero, si bien es cierto que no puede ser eliminada, puede ser contenida… La envidia, en cambio, no entra en conflicto con su código de honor, pues el honor se adquiere a costa de otros y procurarlo estimula fuerte competencia. Los menos afortunados o menos honorables en apariencia deben envidiar a quienes les superan… La fuerza de la envidia psicología de los arquetipos 33 Notas 7 looking still askance’, etc.; Shakespeare speaks of 1 feeling la valoración de las vivencias desde el cuer- envy ‘as lean-faced in her loathsome ease’; and in pecto: «… el antiguo término inconsciente está po emocional. another place he says, ‘no black envy shall make siendo sustituido por emociones … inconsciente en 8 my grave’; and again as ‘above pale envy’s threate- realidad no dice nada y su uso se limitaría a ser lo do la cultura como la historia de las reflexiones so- ning reach’.» (Trad. propia.) El psicólogo nor- opuesto de estar consciente». bre la locura humana. teamericano Paul Ekman, editor de la versión defi- 2 9 Rafael López-Pedraza (2008: 78) señala al res- Páginas 14-23, en este mismo número. 3 La psicoterapia posjunguiana entiende por En sus seminarios, López-Pedraza ha considera- Les hommes sont si nécessairement fous, que ce nitiva de la obra que aquí se refiere, famoso por sus Ejemplo de artefacto que da una respuesta prede- serait être fou par un autre tour de folie, de n’être estudios sobre la expresión facial de las emociones terminada, luego de reconocer una definida condi- pas fou. (1958: 111, #414) (Trad. propia.) humanas, está de acuerdo con Darwin en que no ción, es el de ciertas cámaras fotográficas digitales 10 existe expresión facial para la envidia el odio o los que reconocen los rasgos de la cara humana y ajus- no tiene una acepción peyorativa) es la evolución de celos (véase Darwin, 1998: 83). tan a ella la distancia focal de sus lentes. La «ima- los pulmones a partir de la vejiga flotatoria de cier- Ejemplo de oportunismo (en biología el término gen» que estimula la respuesta instintiva está prefi- tos peces, la cual transforma el aire disuelto de la 14 La persona con una vida emocional reprimida muy probablemente estará totalmente inconsciente de sus celos y, en este caso los celos, que no son per- gurada de manera elemental en el animal. Pero no sangre en aire libre en la vejiga: un mecanismo pa- como imagen sino como un mecanismo que «reco- ra ascender de lo profundo y viceversa. La cantidad cibidos como tales, pasan inadvertidos de manera noce» ciertos elementos claves de la «imagen-que- de aire disuelto en la sangre de estos peces se regu- comparable a la descrita en el caso de la envidia. ha-de-ser». En el caso de la respuesta sexual del pe- la –como en el resto de los peces– mediante su in- 15 rro inexperto, por ejemplo, ese mecanismo puede consecuencia del mérito o las acciones notables. tercambio, en las branquias, con el disuelto en el Honor en el sentido de gloria o buena reputación, tratarse tan sólo de la interacción química entre un agua. A través de una evolución oportunista, un ór- 16 esterol u otro compuesto químico componente de gano que originalmente servía para la moviliza- 17 feromonas específicas –producidas por la hembra ción vertical en el agua, pasó a ser el órgano para 91) ve en la envidia «una fuerza impulsora de mo- en celo– con receptores olfatorios también específi- respirar fuera del agua. cos conectados al sistema límbico y al hipotálamo 11 (Comunicación personal.) El filósofo inglés Bertrand Russell (1930: 90- vimientos hacia la democracia que debe ser tole- Me ha llamado la atención que las tendencias es- rada para lograr un sistema social más justo». del macho; interacción que desencadena la comple- pirituales que llevan a distanciarse del cuerpo (Trad. propia.) Por su parte, la cultura china pa- ja respuesta instintiva a través de la activación de emocional hayan prendido mayormente en cultu- rece estar volviendo a sus raíces filosóficas y reen- circuitos neuronales «impresos», genéticamente ras con escritura alfabética. También, la resisten- contrar, en los rituales de trato entre personas de predeterminados. Después de que el animal ha vi- cia que la cultura china ha mostrado siempre hacia diferentes estamentos, viejas formas para estimu- vido la experiencia instintiva una vez, y a partir del las abstracciones espirituales que alejan de la reali- lar el aparecer de emociones de solidaridad y comomento mismo de vivirla, habrá registrado en su dad terrena y sus emociones. hesión social entre los ciudadanos, las cuales pre- memoria emocional (inexistente, en este caso, an- 12 Páginas 4-13, en este mismo número. vienen la destructividad de la envidia. Véase el ca- tes de la experiencia) una verdadera imagen que, 13 «A man may have his heart filled with the blac- pítulo «Hierarchical Rituals for Egalitarian So- como se verá más adelante, es de gran complejidad. kest hatred or suspicion, or be corroded with envy cieties» del prestigioso sociólogo Daniel Bell (en: 4 or jealousy; but as these feelings do not at once 2010: 38 y ss.), profesor invitado de teoría política moria sensorial primaria, pero ¿qué ventaja evolu- lead to action, and as they commonly last for some en la universidad Tsing Hua de Beijing. tiva podría ofrecer una memoria sensorial que no time, they are not shown by any outward sign ex- 18 esté unida a un movimiento interior que la valore? cept that a man in this state assuredly does not Se podría especular sobre el aparecer de una me- 5 En sus escritos, C. G. Jung dice una y otra vez que appear cheerful or good-tempered. If indeed these Hay una correspondencia entre lo que Mic- klem denomina cuerpo (body) y lo que aquí llamo cuerpo psíquico. Lo que es carne (flesh) pa- la imagen es conciencia. feelings break our into overt acts, rage take their 6 place, and will be plainly exhibit. Painters can har- cuerpo físico. nas del cuerpo (del corazón, los vasos sanguíneos, dly portray suspicion, jealousy, envy, etc., except by 19 las vísceras, los músculos, la piel, etc.), consecuen- the aid of accessories that tell the tale; and poets metaxis. La metaxis fue definida por el dramatur- cia de la inervación de los diversos órganos y teji- use such vague and fanciful expressions as ‘green- go brasileño Augusto Boal (1995: 43) como «el es- dos; estas reacciones constituyen la emoción pro- eyed jealousy’. Spenser describes suspicion as tado de pertenencia completa y simultánea a dos piamente dicha. ‘Foul, ill-favoured, and grim, under his eyebrows mundos distintos e independientes». (Trad. pro- Las que resultan de percibir las reacciones inter- revista venezolana de 34 psicología de los arquetipos ra él, correspondería a lo que yo denomino López ve a Eros y a Hermes como dioses de la pia.) El término, usado en el teatro, captura la 22 tensión de la percepción dual del mundo que tie- definitiva de The Expression of Emotions in Man A ristóteles (1926): Aristotle in 23 Volumes, vol. nen los actores, y ha sido usado por López-Pedra- and Animals. De acuerdo a su visión de sí mismo la 22, Cambridge y Londres, Harvard University za en sus seminarios, en relación con los arqueti- tipología de Darwin sería la de un feeling intuitivo, Press. pos que guían la actitud del terapeuta frente a su introvertido. Bell, Daniel (2010): China’s New Confucianism: (Trad. propia.) Con este epígrafe abre la edición Referencias bibliográficas paciente. Politics and Everyday Life in a Changing Society, 20 Princeton, Princeton University Press. 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Un estudio sobre la naturaleza hu- the victim of Eve’s temptation, and the latter being mana, vol. 1, Barcelona, Hyspamérica. prompted by the Devil’s rebellion against God. Jung, Carl Gustav (1995): Tipos psicológicos, Bue- Sensuality threatens the honour of the Sarakatsa- nos Aires, Editorial Sudamericana. ni family, whose women are a constant source of Konstan, David (2006): The Emotions of the An- anxiety, while it cannot be eliminated, it may be cient Greeks. Studies in Aristotle and Classical Lite- contained. Envy, however, does not conflict with rature, Toronto, University of Toronto Press. the demands of the honour code but is rather en- L ópez-Pedraza, Rafael (2008): Emociones. Una lis- couraged by it, for the pursuit of person­al honour ta, Caracas, Festina Lente. is at the expense of others and the pursuit of per- M icklem, Niel (1996): The Nature of Hysteria, Lon- sonal honour stimulates intense competition. ‘Like dres, Routledge. the fingers on a hand, all men are not the same, Pascal, Blais (1958): Pensées, Nueva York, Dutton the Sarakatsani explain. Those who are less fortu- & Co. nate, or less evidently honourable, must envy tho- R eal Academia Española (1998): Diccionario de la se others who surpass them. Envy, they admit, lengua española, Madrid, Espasa. leads directly to deceit and cunning. In the form of Russell, Bertrand (1930): The Conquest of Happi- evil eye it is a force of psychic hostility and wicked- ness, Nueva York, H. Liverwright. ness that pervades the world, spiritually separa- Walcot, Peter (1978): Envy and the Greeks. A Study ting man from man, and man from God. Focused of Human Behaviour, Warminster, Aris and Phillips. through the eyes of an envious man, it may create physical effects of sickness and destruction. ... Reseña biográfica The force of envy is felt to be so pervasive that it Iván Rodríguez del Camino es médico, Doctor of would be futile to struggle to control it, as one Philosophy de la Universidad de Cambridge, profe- must struggle to control sensuality; particularly sor titular de la Facultad de Medicina de la Univer- since a man may put the evil eye on another sidad Central de Venezuela y analista junguiano en without conscious knowledge or intention….» ejercicio, miembro de la IAAP desde 1995. (Trad. propia.) psicología de los arquetipos 35 a El mito de Filomela y una escena de Eliot Gustavo Barcellos Una escena de La tierra baldía, de T.S. Eliot, en la que irrumpe el mito de Filomela tejiendo un tapiz que relata su tragedia, da pie para que el terapeuta brasileño Gustavo Barcellos imagine el análisis como una narrativa dentro de otra, con varios niveles de significado y diversas imágenes que se sobreponen. El mito de la metamorfosis y el tema psicológico de la transformación dentro del clima de esterilidad emocional, espiritual e intelectual del hombre moderno son el trasfondo de sus comentarios. …Por eso, nosotros que le hemos dado un La escena a la que me refiero está al literatura, se sugiere este mito a través de lugar tan hermoso a la imaginación, pedimos comienzo de la segunda parte del poema, un cuadro colocado sobre la chimenea modestamente saber darle su lugar a la ciga- titulada de manera sugestiva «Una parti- que representa la escena de Filomela me- rra al lado del frágil triunfo de la hormiga. da de ajedrez», y muestra un dramatismo tamorfoseada en ruiseñor, una imagen Gilbert Durand silencioso, una apertura de los sentidos y En el poema La tierra baldía, de Thomas Stearns Eliot, publicado en 1922, expresión de la visión apocalíptica de la generación de la postguerra, hay una escena bastante representativa para una reflexión sobre la psicoterapia y el cultivo del alma. A esa escena, y sus innumerables desdoblamientos psicológicos, dedicaré estas breves notas. La obra poética de T. S. Eliot está repleta de imágenes psicológicas y míticas de estupenda profundidad cuya comprensión crece con los años. La tierra baldía es una gran reflexión acerca de la esterilidad de la vida contemporánea y para mí sigue siendo relevante, casi un siglo después de haber salido a la luz, tanto por sus enseñanzas psicológicas como desde el punto de vista estrictamente estético. La esterilidad emocional, espiritual e intelectual del hombre moderno – ya reflejada en la imagen del título– es tratada por Eliot ante el telón de fondo de los mitos y ritos de fertilidad egipcios, hindúes y griegos; los ciclos de renovación de la naturaleza y sus ceremonias agrarias y de las leyendas del Grial, especialmente la del mito del Rey-Pescador y su enfermedad misteriosa. El poema como un todo, con tan sólo 433 versos, es considerado un poema épico moderno de extrema complejidad técnica y temática, concentrado, repleto de alusiones mitológicas, literarias y antropológicas que guían la composición de una imagen única de desesperación y fragmentación, y el anhelo de renovación que nos invita a construir. revista venezolana de 36 psicología de los arquetipos una ironía inquietante, evocados con naturalidad por el escenario lujoso que presenta. Ese escenario, veremos, nos lleva a una atmósfera de presión emocional y de seducción sensorial propias de una auténtica evocación del ánima. La escena describe minuciosamente el ambiente sofisticado y claustrofóbico del tocador (boudoir) de una dama. Con ella está su marido, o amante, silencioso. Es, además, y principalmente, el retrato de una dama que tiene algo de reina o de princesa. De hecho, las alusiones del mismo Eliot, en las notas que añadió al poema ya en su primera edición, aluden nada menos que a la presencia de Cleopatra –una Cleopatra moderna, de la clase alta urbana, nerviosa y asustada, estéril y desamparada 1. Es un retrato de la vanidad. Todo el ambiente está envuelto en perfumes, aromas, luz y sombra, resplandor de joyas, mármol, candelabros, figuras. La superficialidad de un mundo adornado y mudo. Su nombre, Belladonna, representa la antítesis de la idea de fertilidad: «sugiere veneno y el entorpecimiento de la sensibilidad (Elizabeth Drew,1949: 72). Hay en ese escenario de lujo y nobleza, en sus objetos, referencias a diversos mitos. Entre ellos, y de modo más significativo para todo el texto, Eliot nos remite al mito de Filomela, y lo hace con la sutileza inusitada de quien inserta una imagen dentro de otra, como en los sueños, zurciéndola de forma sorprendente. Quiero llamar la atención sobre ese procedimiento. Por medio de un recurso estilístico, más próximo del cine que de la que la mirada capta a medida que recorre el ambiente, como una cámara en movimiento. La imaginación dramática de Eliot (también un autor de teatro) permite la inclusión de esos diversos niveles en la narrativa y nos autoriza a hablar de una superposición de escenas: dejamos una y, simultáneamente, nos adentramos en otra, para regresar a la original con un grado significativo de profundidad temática. Sin embargo, tal como el cuadro adornando la chimenea, otros tantos objetos igualmente cultos y obras de arte, también elegantemente dispuestos, atestan en ese ambiente solamente «tocones marchitos de tiempo» (withered stumps of time). No hablan con la protagonista. El mito al que el cuadro nos remite, como una ventana que se abre en la pared de ese cuarto de madame, cuenta la historia que involucra a Filomela y Procne, hijas de Pandión, rey de Atenas, con Tereu, hijo de Ares: Habiendo guerra, por cuestiones de frontera, entre Atenas y Tebas, comandada por Lábdaco, Pandión solicitó la ayuda del tracio Tereo, gracias a cuyos préstamos obtuvo retumbante victoria. El rey ateniense entregó en matrimonio a su hija Procne al aliado tracio y pronto la pareja tuvo un hijo, Itis. Pero Tereo se enamoró de la cuñada Filomela y la violó. Para que ella no pudiera decirle a la hermana lo que había sucedido, le cortó la lengua. La joven, sin embargo, tejiendo sobre un lienzo blanco su propio infortunio, logró transmitir a la hermana la violencia de la que había sido víctima (Brandão, 1998: 41). Impedida de hablar y encarcelada, Filomela teje un tapiz que cuenta su historia. Ella se lo envía a su hermana, Procne. Entre las dos traman su venganza contra Tereo: matan a Itis y se lo dan de comer a su padre. Éste lo devora y tras caer en cuenta de lo sucedido, intenta matar a las dos hermanas pero los Dioses se lo impiden, transformando a Filomela en ruiseñor y a Procne en golondrina. También Tereo es transformado en pájaro. Si una chica, Filomela, entrara hoy en la consulta del analista contándole esa historia, ¿qué haríamos? Poseer a la hermana de la esposa, violar a la propia cuñada, o simplemente el deseo de hacerlo, es un fenómeno no tan extraordinario en el día a día de las historias de consultorio. Revela un patrón trágicamente arquetípico. En ese mito, como en una cápsula, existe todo el horror que puede llegar a retratar la mitología griega: infidelidad conyugal, rapto, madre que mata al hijo, canibalismo, mutilación, celos, miedo, rabia, venganza, asesinato, violencia, crimen de penetración, penetración como crimen, infanticidio, pactos fraternos siniestros, violación, desfloración virginal, incesto. Pero hay, además, belleza, como vamos a ver. Revisemos, entonces, primeramente, la bellísima escena de Eliot (II, 77-110), para luego tejer algunas observaciones sobre el mito 2: Filomela y Procne, Elizabeth Jane Gardner, s.f., óleo sobre lienzo, 80 x 62,2 cm, colección privada. La silla en que estaba sentada, como un bruñido trono, se reflejaba en el mármol, donde el espejo de soportes labrados con pámpanos y racimos entre los cuales un Cupido dorado se asomaba (otro ocultaba sus ojos bajo el ala) copiaba las llamas de los candelabros de siete brazos que arrojaban su luz sobre la mesa mientras el brillo de sus joyas, desbordando profusamente de los estuches de raso, subió a su encuentro. En redomas de marfil y cristal policromo, destapadas, acechaban sus raros perfumes sintéticos, ungüentos, en polvo o líquidos –turbando, confundiendo y ahogando los sentidos en olor; agitados por el aire fresco que soplaba de la ventana, ascendían, alimentando las alargadas llamas de las velas, proyectando sus humos sobre los laquearios, animando los diseños del artesonado techo. Enormes leños arrojados por el mar, patinados de cobre, ardían verdes y anaranjados, en su marco de piedra policroma, y en su luz mortecina nadaba un delfín tallado. Sobre la repisa de la chimenea –ventana abierta a una escena silvestre– estaba representada la Metamorfosis de Filomela, tan rudamente forzada por el bárbaro rey; pero aún allí el ruiseñor llenaba todo el desierto con inviolable voz y todavía ella lloraba, y aún el mundo persigue «Tiu Tiu» a oídos sucios. Y otros tocones marchitos de tiempo se alzaban en los muros, donde figuras de ojos abiertos se inclinaban, imponiendo silencio a la estancia. Se oyeron pasos en la escalera. Al resplandor del fuego, bajo el cepillo, sus cabellos se cruzaron en puntos ígneos, brillaron en palabras y se aquietaron salvajemente. psicología de los arquetipos 37 El mito de Filomela en el que pretendo concentrarme, al que el poema expresamente se refiere en esa escena, da testimonio del tema de la brutalidad sexual y de la violación y del tema arquetípico de la muerte/renacimiento, en su historia de metamorfosis. Son imágenes poderosas de dolor y dilaceración. El arte de Eliot piensa a través de imágenes y hay muchos símbolos que se conectan en ese cuarto y en ese cuadro: el candelabro de siete brazos, los racimos, las llamas de las velas, la chimenea encendida, el delfín, el Cupido dorado, redomas de perfume, diversos colores. Mucho puede decirse de la inclusión de todos y cada uno de esos elementos en ese ambiente, y de sus intensas significaciones simbólicas, hecho, ciertamente, a propósito. No quiero, sin embargo, interpretar: quiero dejar ver. La historia de Filomela –en el poema, un cuadro colgado en la pared que se transforma en una segunda narrativa en la mente del lector– es además, y quizás principalmente, una historia sobre comunicación. Ése es, desde mi punto de vista, el gran juego de esa escena de Eliot, y es, sobre todo, el aspecto que más quiero señalar: ¿qué comunica? ¿qué comunicar? ¿cómo comunicar? La imaginación de la comunicación. Filomela ya es, en sí, ejemplo de una narrativa dentro de otra narrativa; narrativas que se comunican. En el poema, es la historia de una historia de violación, de violencia hacia lo femenino, hacia lo femenino arquetípico, violencia hacia el alma que, al no poder ser «nombrada», requiere ser contada de otra manera; y el mito va tejiendo esa narrativa. El mito es, desde mi punto de vista, la narrativa de cómo esa violación logró ser narrada. Eliot entonces añade, con su escena minuciosamente elaborada, otra narrativa más a la del mito, ampliando su sentido para nuestro tiempo. Superposición y simultaneidad de narrativas. Esa mujer, sentada en ese trono, en ese cuarto íntimo y mundano, se peina a la luz de las velas el cabello erizado y flameante ante un espejo suspendido, de espaldas al cuadro que de alguna forma cuenta también su revista venezolana de 38 psicología de los arquetipos historia, pero no se comunica con ella: fracaso en la comunicación. En la secuencia que sigue en la escena que estamos examinando, cuando esa mujer eventualmente habla, con el marido que no le contesta –también él presencia muda que aparentemente sólo piensa– es sólo para decir: «Estoy nerviosa esta noche. Muy nerviosa. Quédate conmigo» (II, 111). Podemos ver aquí, sobre todo, un retrato de la propia psique, que además de polisémica, se presenta también como elocuente, multiforme, polifacética. Varias capas simultáneas de sentido, varias voces, como en los sueños y en las fantasías. Hay por tanto varios niveles de significado en las diversas imágenes que se sobreponen en esa única escena del poema de Eliot. Además, sabemos que todo el poema se construye de esa forma. Impresiona, sin embargo, la comunicación interna del texto, lo que naturalmente ya nos hace pensar en la tejeduría –una de las principales sugerencias implícitas en los versos por la alusión al mito de Filomela– como un proceso propio del alma, aquí transformado en arte literario. Entrever la labor de la psique, especialmente en lo que se refiere a los sueños y a su composición, como tejido, como texto que se teje, fue entrevisto y discutido por Patricia Berry en su texto «An Approach to the Dream»3. La etimología de la palabra latina textu, sabemos, tiene el significado doble de «tejido» y «texto», y además conexiones con «textura» y «trama», que son también las tramas en que vivimos, de las que están hechas nuestras historias de vida. Tramar y destramar: arte de tejer. Gilbert Durand, en su Arquetipología general, registra que «los instrumentos y los productos del tejido y del hilado son universalmente simbólicos de devenir». Nuestro mito confirma eso. Tejiendo su dolor, el tapiz de Filomela proclama su devenir. Y Durand afirma aún que «el tejido es lo que se opone a la discontinuidad, tanto al desgarramiento como a la ruptura». Comunicar es continuar. De ese modo, podemos decir que cada sueño nuestro cuenta un pedazo de la historia mayor de nuestra violación, presenta- da por la Filomela del alma tejedora. También en la psicoterapia lo que hacemos es contar nuestra historia, mostrando de qué forma está tejida. El alma anhela comunicarse. Es importante entonces que, como el tapiz tejido que presenta la historia de Filomela, también nuestra historia llegue hasta oídos que puedan comprenderla. Su mito representa eso. Filomela, como Eliot, habla por imágenes. Ella es el arquetipo del artista herido. Como el del curador herido, atestigua un dolor que es la profundización de la comunicación. Filomela, en el mito, es un designio poético genérico, el ruiseñor que, en función de su canto, simboliza el arte poético como un todo, el arte del canto, el arte de comunicar. El ruiseñor es llamado «filomela» por su canto dulce. Filomela, del latín philoméla y del griego philomèlê es una palabra compuesta de philo, «amigo», y mèlos, «canto», «melodía». Amigo del canto: el poeta. En Brasil, la filomela, el ruiseñor en ese sentido poético, sería igualmente la patativa, patativa-do-sertão, la buena cantante, convirtiéndose aquí en sinónimo de improvisador y poeta, designando incluso autores famosos de la literatura nacional, como Patativa do Assaré, y eso por cuenta del canto maravilloso del pájaro gris de la caatinga (sabana brasileña) y de las matas, presente en todo el Nordeste del país y que puede entenderse como la versión popular de la metáfora culta del ruiseñor. Nancy Hargrove, comentadora del poema de Eliot, observa que «los mitos representados en los cuadros ya no pueden comunicar, pues sus historias ya no son comprendidas... sugiriendo, por tanto, la inhabilidad de los antiguos mitos de fertilidad para hablarle al mundo moderno». Ése es, al final, el efecto que pretende Eliot: la metamorfosis de Filomela, la transformación del dolor en belleza, la expresión de un deseo de renovación y renacimiento, de transformación y devenir, silenciado por «oídos despreciables», por nuestros oídos secos, estériles, incomunicados: oídos sordos. No escuchamos el alma. La señora, cuya presencia cosmética y narcótica impregna de afectada artificialidad el sentido global de esa escena, está inconsciente de que se encuentra cercada por los «reflejos de su propia desesperación» (Feder, 1977: 133): el mito de la metamorfosis de Filomela sirve solamente como decoración en su estancia. Pero la leyenda de Filomela es, sobre todo, el medio por el que alcanzamos a ver el tema central de la metamorfosis, tal vez el mensaje último tejido en este poema, tema que también se inscribe naturalmente en la imaginación del devenir. Para referirse a Filomela, el poeta, una vez más por medio de sus propias notas (que no dejan de ser otro nivel de narrativa en el poema), nos remite a Ovidio, Metamorfosis, Libro VI –un libro extraordinario. Ovidio es uno de los principales «maestros de ceremonias» en abrirnos a la imaginación cultural y religiosa de la Antigüedad Clásica. El pasaje de Ovidio, es de impresionante evocación plástica4. El tema mítico de la metamorfosis es el tema psicológico de la transformación. En la naturaleza, la metamorfosis es un proceso a través del cual un animal modifica su estructura anatómica o incluso metabólica; es habitual en los insectos. En el mito, ella es un aspecto importante de la acción de los Dioses hacia la vida de los mortales. Sólo los Dioses podían metamorfosearse a sí mismos y a los demás. Hay muchos tipos de metamorfosis en la mitología griega y es un evento clave en muchas historias: explica etiológicamente la existencia de algo (un árbol o un animal, por ejemplo), o explica el desenlace de una historia. Hay transformaciones de dioses y de humanos en mamíferos, aves, plantas, piedra, agua, estrellas e incluso cambios de sexo. Uno deja de ser lo que era para convertirse en otro. En el mito de Filomela, nuestros tres principales personajes se transmutan en pájaros. Hay aquí la representación de un anhelo ascendente. Aquí todo quiere elevarse sobre el terrible destino. En términos psicológicos, el tema expresa el arquetipo de la transformación, descrito por Jung, base para toda la imaginación de la psicoterapia analítica. Con Filomela y su mito, con la imaginación artística de T. S. Eliot y con la psicología de Jung podemos seguir imaginando más profundamente la metamorfosis y símbolos de la libido. Referencias bibliográficas Barcellos, Gustavo (2005). «Tempo e Alma nos Quatro Quartetos de T. S. Eliot», Cadernos Junguianos 1, Revista anual da Associação Junguiana do Brasil, vol. 1, 2005. Berry, Patricia (1982). «An Approach to the Dream», Echo’s subtle body, Dallas, Spring Publications. Brandão, Junito de Souza (1998). Mitologia grega, volumen II, Río de Janeiro, Editora Vozes. Drew, Elizabeth (1949). T. S. Eliot: the design of his poetry, Nueva York, Charles Scribner’s Sons. Durand, Gilbert (2002). As estruturas antropológicas do imaginário, São Paulo, Editora Martins Fontes. Eliot, T. S. (1969). The Complete Poems and Plays, Londres & Boston, Faber and Faber. Feder, Lillian (1977). Ancient myth in modern poetry, Princeton, Princeton University Press. H argrove, Nancy Duvall (1978). Landscape as Symbol in the Poetry of T. S. Eliot, Jackson, University Press of Mississippi. Ovidio, Metamorfoses, Editora Martin Claret, 2004. Nota 1 Nota biográfica poema, Eliot nos remite a Shakespeare, Antony and Psicólogo por la Pontifícia Universidade Católica Cleopatra. de São Paulo, Maestro en Psicología Clínica por 2 la New School for Social Research de Nueva York, Con una nota al verso 77, primero de esa parte del Utilizo la traducción de Agustí Bartra publicada en: www.saltana.org/2/tsr/52.htm. miembro analista de la Associação Junguiana do 3 Brasil (AJB) y de la Associação Internacional de «La palabra texto está relacionada con tejeduría. Así, ser fiel a un texto significa sentir y seguir su tejeduría. Psicología Analítica (IAAP). Autor de Jung, Vôos e Cuando hablamos de colocar un sueño en su contexto, raízes: ensaios sobre imaginação, arte e psicologia con el que queremos decir junto al texto de la vida del arquetípica, y de O irmão: psicologia do arquétipo soñador, tenemos la tendencia de olvidarnos que el fraterno. Editor de la revista Cadernos Junguianos sueño es sensorial, tiene textura, está tejido en patrones de la Associaçiao Junguiana do Brasil. que ofrecen un contexto finalizado y completo. La situación de vida no tiene que ser la única manera con que conectar el sueño con ese aspecto textil. La imagen en sí presenta textura.» (Berry, 1982: 59). 4 Eliot se refiere por segunda vez al libro de Ovidio y al tema central de la metamorfosis en el poema, en el verso 218, donde nos remite a las diversas transformaciones del profeta Tiresias. psicología de los arquetipos 39 a Eros: una aproximación desde la psicoterapia * Freddy Javier Guevara * El caso de una paciente que acude a consulta por depresión es el punto de partida de Freddy Javier Guevara para referirse a la prudencia que debe asistir al psicoterapeuta cuando Eros moviliza al paciente e impulsa procesos que desde una perspectiva racional podrían desvalorizarse o abortarse fácilmente. Su análisis lo lleva a presentar Agradezco a Sandra Caula su paciencia, interés y afecto al encarar la edición de este artículo y a Iván Rodríguez la complejidad de Eros como daimon y su importancia en la historia del hombre y la cultura. del Camino su atenta y esmerada lectura y sus observaciones siempre atinadas y elocuentes. A Rafael López-Pedraza y pero también otras formas cultas que ha Como los hijos ya están grandes, la pa- Valerie Heron López traído la civilización hasta nuestros días. ciente se incorpora al comercio y la exis- En este escrito voy a relatar un caso clínico donde se puede palpar la energía de Eros que nos acompaña desde siempre, su enorme fuerza vinculante y su capacidad para abrir posibilidades insospechadas en nuestro mundo psíquico. Como es sabido, mucha gente comienza a acudir a psicoterapia por problemas de pareja. Sin embargo, pareciera que la indirección es la única forma que tiene el psicoterapeuta para acercarse a la invisibilidad de Eros, pues cuando lo enfrenta claramente, con explicaciones o racionalizaciones, el paciente podría abandonar la terapia y se podría abortar un proceso que se ha iniciado. Por las características de Eros, a las que me referiré más adelante, el psicoterapeuta corre siempre un gran riesgo si no mantiene una actitud de respeto hacia lo que el paciente presenta en esos casos. Buscar los orígenes de la inconmensurable fuerza de Eros nos lleva mucho más allá de los 250.000 años de historia del Homo sapiens y nos remonta al vínculo entre los primeros homínidos. Por lo que refleja esta apreciación, se puede decir que Eros es una energía que comparte componentes primitivos, irracionales y también cultos, y que esto persistirá en tanto la humanidad exista. Puedo imaginar, por ejemplo, un Eros en el artista que esculpió la Venus de Willendorf, en el paleolítico superior (22.000-21.000 años a.C.), que lo hiciera concebir esta figura para luego darle forma con sus manos. Este vínculo ya no es sólo instintivo, sino que supone una valoración de la mujer y de la relación hombre-mujer. En esa imagen están las fuerzas instintivas primarias que vinculan al hombre con la mujer, revista venezolana de 40 psicología de los arquetipos Eros siempre nos ha invadido de una forma secreta e invisible, como un misterio, aunque muchas veces caemos en la tentación de reducirlo a un único fin en el vivir psíquico del hombre y de la humanidad como es, por ejemplo, el de conducir el impulso sexual a su destino para la propagación de la especie. A partir de estas observaciones preliminares paso a relatar un caso clínico que luego comentaré. Se trata de una paciente de 42 años de edad, casada, con una familia estable y tres hijos y una posición económica bastante cómoda. En la primera consulta, me dice: «Me siento deprimida, aunque no tengo ningún problema, la relación con mis hijos y mi marido es muy buena, pero me siento deprimida». Luego me cuenta la siguiente historia. Originalmente vivía con su familia en un sector de clase media de la ciudad muy cerca del lugar de trabajo de su esposo, que era un comercio de su propiedad. Ella se dedicaba a la casa y a los hijos mientras su marido regentaba el negocio, pero la familia, y la paciente en especial, soñaban con tener una gran casa en un sector de clase alta de la ciudad bastante distante del negocio. Con gran empeño y esfuerzo económico, logran comprar esa casa de sus sueños, grande y con amplios jardines. Este sueño realizado transforma la vida de la familia. Para lograrlo tienen que vender el negocio que el esposo atendía y durante un tiempo los dos están ociosos en la casa. Él se dedica a contactar viejos amigos en Facebook y ella se aboca al hogar y al jardín. Una sensación de vacío los invade hasta que logran recuperar un local alquilado cerca del viejo comercio y establecen nuevamente un tienda en la que van a trabajar los dos. tencia del matrimonio de lunes a sábado se va en desplazarse al negocio en hora y media de ida y el mismo tiempo de vuelta (dependiendo del tráfico) más unas doce horas atendiendo el negocio. Así prácticamente tienen cuatro o cinco horas de sueño y una cotidianidad estresante que lleva a la mujer a un insomnio pertinaz, por lo que comienza a tomar hipnóticos. Desde la compra de la casa, además, la pareja empieza a dormir en cuartos separados, pues el esposo ronca durante la noche, cosa que la paciente no puede tolerar. La vida íntima se vuelve escasa, por no decir nula. Para descansar de la labor cotidiana, la paciente toma como costumbre salir un rato del comercio cada tarde para fumar un cigarrillo. En este descanso conversa con clientes habituales del negocio y establece un vínculo particular con uno en especial. Un hombre con una profesión exitosa, de mal carácter, que se suavizaba, según ella lo percibe, cuando entraba al comercio y conversaba con la paciente. Con miradas, gestos, y algún comentario, surge un flirteo entre ambos del cual su esposo no se percata. Cuando se produce el acercamiento, el hombre había decidido irse al extranjero, al país de origen de sus padres, con su mujer y sus hijos. Pero mientras esto no ocurre, pasa por las tardes a conversar con la paciente. Para ella esto se vuelve una necesidad y de pronto se da cuenta de que se ha enamorado, pues sin querer y sin ver el reloj, levanta la cabeza de cualquier ocupación a las horas exactas en que el hombre entra y sale de su oficina, frente al comercio de la paciente. Así que luego de la partida de esta persona, ella queda sumida en un estado depresivo tan fuerte Venus, Cupido, Baco y Ceres, Meter Paul Rubens, hacia 1612-1613, 141 x 200 cm, óleo sobre lienzo, Staatliche Museen Kassel, Alemania. psicología de los arquetipos 41 que es lo que la conduce a terapia, aun cuando no se da cuenta del origen de su tristeza. Cuando la terapia comienza, la paciente –que señalaba que todo en su vida estaba bien y no tenía motivos para estar deprimida– mantenía desde hacía varios meses una correspondencia permanente a través de correos electrónicos y mensajes de Blackberry con el hombre del que se enamoró. Más adelante su esposo comienza a sospechar que algo sucede, debido al aislamiento de su mujer, y descubre las conversaciones investigando en la computadora de la paciente. Como consecuencia irrumpen unos celos feroces que amenazan con acabar la relación. El marido se va de la casa por varios días, luego persigue a la paciente por donde quiera que ésta va, le destruye el celular y le impide usar la computadora sin que él sepa a quien escribe. A través de esta crisis la pareja se da cuenta de la parálisis que ha aquejado por años a su matrimonio y se inicia en la paciente un movimiento psíquico que hasta ahora se mantiene. Este movimiento va desde la idealización inicial con que la paciente acude a terapia (la realización del sueño que significó la compra de la vivienda y la percepción de su vida y de la relación con su marido y sus hijos) hasta su compleja situación actual y las emociones que se han suscitado en ella. La idealización de una realidad nos distancia de los aspectos duros que tiene la existencia cotidiana y de nuestra vida instintiva y emocional, dejándonos desarmados frente a las dificultades, porque no las esperamos. Por eso es importante el movimiento de la paciente, que se expresa en lo nuevo que logra ver en su vida, en su marido y en ella. Las emociones tan fuertes generan una sacudida extraordinaria en quien las revista venezolana de 42 psicología de los arquetipos vive y en muchos casos son el primer contacto de una persona con su mundo irracional. La crisis hace que la paciente comience a reflexionar sus feelings negativos, lo cual es de gran importancia para una persona que nunca ha tenido relación con estos. Sufre, tiene depresiones, llora. Es decir, tiene conciencia de una realidad emocional y sabe lo que es estar en contacto con un mundo psíquico que se relaciona con esa realidad emocional, la cual es su referente. Usualmente no nos damos cuenta de la emociones sino cuando éstas nos traen a un mundo de tormentos y mortificación. Recientemente la neuropsiquiatría ha descubierto que lo que colorea el mundo son las emociones, porque el encuentro con el mundo emocional es un encuentro con el inconsciente y nos permite una relación íntima con el vivir psíquico, llenando un vacío existencial. Pero esto que ahora se comprueba con el método científico está detrás de toda la historia de la cultura y es central en la psicoterapia desde sus orígenes. Tras varios meses de consulta, en donde se ha desarrollado la explosión emotiva referida en la relación, la paciente dice haberse dado cuenta de que no siente pasión por su marido aunque éste se ha mostrado desesperado y le ha manifestado su afecto y su «amor eterno». Pero ella ahora considera que no sabe con quién está casada y por primera vez toma conciencia de que no puede dar nada por sentado ni vivir sin una valorización de su realidad. Toda la confusión que ha aparecido en su vida la ha llevado a darse cuenta de que no veía su mundo emocional ni tampoco la relación que mantenía con su esposo, quien le aparece de pronto como un extraño a quien no tolera, lo cual contrasta con su primera afirmación al llegar a consulta, según la cual todo en su matrimonio estaba bien. A partir de este suceder, la paciente ha tomado en consideración los aspectos negativos de la relación matrimonial que antes estaban en sombra, los tiene presentes y cerca y este darse cuenta sólo ha podido suceder gracias a la imaginaria de Eros, la cual ha generado un proceso y una conciencia. Dije al comienzo que Eros no es sólo instinto y teniendo esto en cuenta quiero volver al evento que desencadena el movimiento de esta paciente. Hay que destacar que es una fantasía con un hombre con quien, en realidad, jamás sucedió nada carnal, más que acaso un roce de manos. Parecería infantil entonces su reacción, así como la explosión de celos y la desconfianza absoluta de su marido. Y, sin embargo, ese evento que no ocurrió más que en la imaginación de la mujer le cambia la vida a cada uno de los involucrados en la historia, la cual queda tocada y tambaleante. Con ese suceder quedan abiertas las puertas a lo irracional y a los aspectos oscuros de las emociones. Tiene gran importancia en este contexto la siguiente observación del analista junguiano Neil Micklem: Seguramente la imagen es el tema más importante que hay en el campo de la psicología. Para los que no capten la magnitud de su importancia, el médico psicólogo C. G. Jung ha recalcado a sus lectores que todo lo que se presenta a la conciencia es una imagen y, es más, que todo proceso psíquico es una imagen. Las imágenes son la verdadera substancia de estudio del psicólogo y el interés básico de la psicoterapia; pero no hay ninguna garantía de que su singular naturaleza sea reconocida1. Leo este fragmento como una especie de diálogo entre Jung y Micklem, donde el primero cae en cuenta de que el apare- cer de la imagen es muestra de un proceso que se abre paso a la conciencia. Micklem subraya entonces que la imagen nos está indicando la existencia de un proceso y que todo lo que se presenta a la conciencia es un proceso que se da como fruto de la imagen. Más aún, la conciencia misma es producto de una imagen. Del contacto entre el psicoterapeuta y el paciente puede aparecer una imagen y es necesaria su valorización, ya que las imágenes sostienen la tensión de los opuestos y pueden permitir, en el mejor de los casos, que se vivan psíquicamente eventos que de otro modo serían más destructivos por el riesgo de su literalización. En el caso que he relatado son la imágenes de Eros las que han ido apareciendo, por ello voy a destacar algunos de sus muchos aspectos, pues es necesario que el psicoterapeuta sepa cuál y cómo es el ámbito en el que se está moviendo. Eros es una fuerza invisible siempre presente que de pronto hace su epifanía. En el caso que nos ocupa vemos que ni siquiera es necesario que haya un contacto real para que Eros se presente. Un toque imaginario es suficiente para movilizar la psique del ser humano. Eros es invisible y en su invisibilidad, uno entra a tientas. Te toca incluso cuando no existe nada carnal. Para la paciente mencionada la distancia no es un obstáculo al vínculo emocional entre ella y la persona de la que se ha enamorado y con la que mantiene una moderna relación epistolar por Blackberry y correo electrónico. Eros actúa a pesar de la distancia y aunque no exista ni haya existido el roce de la carne, es un conector más allá del espacio que separa a dos personas. A la vez es el dios que te hace valorizar una imagen o una situación porque la carga de afecto. Pero esta característica de Eros también le indica al psicoterapeuta que ha entrado en un ámbito donde debe ser muy cauteloso y acercarse del mismo modo, de forma indirecta y muy sutil, volviéndose casi invisible, en las complejidades de la situación. Mi función ha sido contener estas nuevas emociones que en la paciente comienzan a buscar un espacio psíquico y también valorizar los feelings negativos que irrumpen con ellas facilitando su integración. La «intervención psíquica» de Eros descrita en este caso podría llevarnos a pensar que hablo de un Eros que conjuga especialmente la relación entre un hombre y una mujer de un modo romántico (que no puede reducirse a lo instintivo). Sin embargo, Eros aparece en muchos otros vínculos que tampoco soportan un aproximación reductiva. En todo vínculo emocional está presente de algún modo: en la relación con los hijos, con los hermanos, con los padres, con los amigos y amigas e incluso la relación psicoterapeuta–paciente. Pero sobre todo en cualquier relación pasional que uno tenga con su vivir psíquico. Es decir, Eros también interviene en nuestro mundo individual, nos pone en relación con el afuera y con el adentro, pues es el dios del vínculo y el nexo pasional que se establece con el mundo exterior e interior que no es menos importante. Para mostrar cuán poderosa es su intervención, traigo en este punto el parlamento de Sócrates en el Simposio donde Diótima le dice acerca del amor: «Sócrates has de saber que Eros es un Daimon poderoso» (Banquete, 202e). Esta sabiduría, que forma parte del saber clásico occidental, debe tenerla muy presente el psicoterapeuta. Estamos ante una fuerza tan grande como para conmover las bases de todo el vivir psíquico, que sacude de una forma tal que te desestabiliza, hace ver lo que no veías y puede hacerte enloquecer. Como se observa, la enorme fuerza de Eros es capaz de desatar tormentos a partir de hechos aparentemente insignificantes, de construir y destruir a la vez el mundo psíquico de un individuo. No sin precaución, el propio Zeus lo temía. Eros aparece también en el cuento de Apuleyo sobre Eros y Psique donde se nos relata cómo, luego de la herida que Psique inflige a Eros, Psique también es condenada a cumplir en soledad las tareas que Afrodita le impone. Y desde su vivir inconsciente, a través del sufrimiento y en relación con emociones jamás sentidas, tiene por necesidad que diferenciar, es decir, que hacer conciencia. En el caso que he descrito vemos algo semejante: la paciente también comienza a tener un feeling, a valorizar (en la «soledad» de la terapia), a través de la herida de Eros. De nuevo quiero subrayar la necesidad de tomar a Eros como un todo más complejo que el instinto sexual. Desde el punto de vista evolutivo, la función de feeling fue, de acuerdo con Jung, la última en ser adquirida por el Homo sapiens. Lo que digo aquí es que es a Eros a quien se debe la valorización, el feeling, en la imagen. Hay que ver el peso de lo anterior en la historia de la cultura y en la evolución. Según el antropólogo evolucionista Steven Mithen en su libro La prehistoria de la mente, uno de los aspectos que ha sido fundamental para la evolución de la psique del hombre y de la mente humana fue la relación del hombre con la mujer embarazada, porque ese hombre, a través del feeling, fue capaz de sostener el vínculo con ella, es decir, a través de un Eros y no del instinto sexual (Mithen, 1996: 137). Me voy a atrever a decir que en general la valorización de los aspectos irracionales positivos y negativos se la debemos a psicología de los arquetipos 43 Eros y Psique, fresco romano, 45-79 a.C., Pompeya, Italia. revista venezolana de 44 psicología de los arquetipos Eros, que es la metáfora más contundente del vivir psíquico del hombre. A través de Eros exploramos el mundo insospechado de la irracionalidad de la mano del ánima. Sin embargo, es común la confusión entre instinto sexual y Eros, aunque ambos pertenecen a arquetipos distintos pero complementarios: el instinto sexual es más bien propio de Afrodita, la madre de Eros. En un escrito interesantísimo2 de Jung sobre algunas características inherentes a los fenómenos instintivos, éste cita los que son para él los instintos básicos: el de nutrición, el instinto sexual, de hacer cosas, de reflexión, y el último obtenido por la especie humana, de creación, al cual no sabe si llamarlo instinto. Como balance de este último, habla del instinto de destrucción, a veces paralelo a la creatividad, en contraposición a ella, y en la mayoría de oportunidades como un movimiento autónomo que le es inherente. Pero sobre el instinto sexual quiero hacer una reflexión que considero importante en relación con el caso que expuse. Cuando hablo de instinto me refiero a nuestra naturaleza biológica, aquella que ha permanecido con nosotros desde tiempos inmemoriales y ha evolucionado junto al hombre en roce con la civilización, sin perder un ápice de su fuerza abrupta, su aparecer sorpresivo y certero. De esta forma está por encima incluso de nuestra condición humana, pues los instintos – como dice C.G. Jung– forman parte del inconsciente colectivo. Cabría decir aquí que los instintos unen nuestra propia biología con nuestra psique a través de las emociones que son sus resultados y la propia representación del instinto. Pero la experiencia psicoterapéutica podría mostrarnos el riesgo de sobrevalorar lo instintivo: cuando estamos ante pacien- tes dominados por el sexo, se observa que las otras áreas de su psiquismo están poco desarrolladas, permanecen en formaciones primitivas debido a que desde el punto de vista evolutivo los instintos de hambre y sexual son los más básicos para la persistencia de la especie. Los instintos son nuestra base animal, nuestro cuerpo; y sus representaciones, sus imágenes, son los arquetipos. Las formas que el instinto sexual ha desarrollado a lo largo de la evolución del hombre, con la energía potencial de sus imágenes, se ha sucedido de generación en generación forjando una guía biológica para el apareamiento. El instinto sexual tiene una memoria, como observamos en los animales, pero es una memoria del instante abrupto de su aparecer vertida en los genes de los vertebrados e invertebrados, con un ciclo preciso y repetitivo que asegura la supervivencia de las especies. La aparición de Eros con sus formas arquetipales es otra cosa, sólo les pertenece a los seres humanos y como arquetipo tiene una doble naturaleza, biológica y cultural. Cuando vemos a Eros como el gran vinculador y desligador, estamos ante una fuerza suprema y de carácter evolutivo, pues a través de los milenios esta energía ha forjado una imaginería que únicamente le concierne a ella. Es decir, nuestra aproximación a esa fuerza invisible nos viene con nuestro contacto diario con las imágenes y emociones que se suscitan con su aparecer y a través del sufrimiento que éstas introducen como intervenciones en el vivir consciente. Su presencia es insospechada en situaciones del vivir psíquico común. Sin embargo está ahí, cuando se nos aproxima una persona que atrapa nuestros sentidos, sea un hijo, nuestra madre o nuestro padre, un amante. Palabras, gestos, mi- radas, escritos, señas, señuelos que Eros incita. Pareciera que el ser humano sólo puede apreciar su acontecer de manera indirecta, cuando éste llega a tener un atisbo de conciencia, es decir, cuando queda fuera de esa «intervención psíquica», de esa fuerza irracional invasora que tomó posesión de la nervadura del cuerpo psíquico. Eros, siendo una emoción en sí, favorece como instrumento la aproximación de otras emociones distintas, pues es la puerta abierta más cercana a lo irracional que tiene el hombre (las otras puertas son la muerte y el dinero), su imaginería nos reta al despertar el vivir psíquico. Eros abre la puerta a lo que sucede fuera de nosotros sin ser extroversión, nos vincula a lo que observamos y nos atrapa, por su fuerza nos atrevemos a la exogamia (es decir, a salir del narcisismo infantil), pero también abre la puerta a lo que sucede en nuestro interior y a muchos infiernos psíquicos. Por lo tanto, a lo que nos aproxima Eros en nuestro vivir interior es al sufrimiento, mas no me refiero al sufrimiento del Ego, ese intentar sostenerse en un lugar a fuerza de voluntad y apariencia, sino al sufrimiento de experimentar emociones difíciles y complejas revestidas de aspectos oscuros, nos aproxima al conocimiento de la sombra en nosotros pero con pasión, es decir, inicia a la psique en el padecimiento de conocerse. La psique es curiosa por naturaleza, por eso desea ver. En el relato de Apuleyo de Eros y Psique, cuando Psique trata de ver a Eros lo quema y a partir de allí inicia el peregrinar que le impone Afrodita. Psique tiene que aprender a diferenciar en soledad, aprender a ayudarse con los instintos, a sufrir la pérdida. Pero quiero ir más allá y concluir con esta reflexión: el teatro de estas emociones difíciles es el cuerpo psíquico; cuando se está poseído por una intervención erótica el cuerpo psíquico actúa en consecuencia y a través de las imágenes de Eros, se reproduce lo que miles y miles de seres humanos han hecho con el transcurrir de los tiempos. Notas 1 «Una reflexión sobre la naturaleza de la imagen». Ensayo inédito. 2 «Psychologial Factors Determinig Human Behaviour» (The Collected Works, vol. 8, # 232-262). Referencias bibliográficas A puleyo (1978): El asno de oro, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos. Jung, Carl Gustav (1953– ): Collected Works, vols 1-20, Princeton, Princeton University Press, Londres, Routledge & Kegan Paul. M itthen, Stephen (1996): The Prehistory of the Mind, Londres, Thames and Hudson. M icklem, Niel: «Sobre la naturaleza de la imagen». Ensayo inédito. Platón (1980): Obras completas, Caracas, Coedición de la Presidencia de la República y de la Universidad Central de Venezuela. Nota biográfica Freddy Javier Guevara G., médico de la escuela Luis Razetti, Universidad Central de Venezuela, en 1987. Estudió Psiquiatría y se graduó en 1992 en el Centro de Salud Mental del Este El Peñón. De 1993 a 2005 fue adjunto docente de la cátedra de Psiquiatría del Hospital Universitario de Caracas, en el área de psiquiatría de enlace (consulta interdepartamental). Inicia su práctica privada y psicoterapéutica privada en 1993 en la Clínica Vista Alegre y en el Instituto Médico La Floresta, Caracas. Es miembro de la directiva del Colegio Venezolano de Neuropsicofarmacología. Analista junguiano de la Sociedad Venezolana de Analistas Junguianos desde febrero de 2009. psicología de los arquetipos 45 e Acerca de la medicina arquetipal Notas sobre un caso de esclerosis lateral amiotrófica Pablo R aydán La esclerosis lateral amiotrófica (ALS, por sus siglas en inglés) es una enfermedad del sistema nervioso que ataca a las neuronas que están en el cerebro y la médula espinal, es decir, las neuronas que trasmiten mensajes desde el cerebro y la médula espinal hacia los músculos voluntarios –los que se pueden controlar como los brazos y las piernas. Al principio causa problemas musculares leves y algunas personas observan problemas para caminar o correr, dificultades para escribir o para hablar. Tarde o temprano pierden la fuerza y no pueden moverse más. Cuando fallan los músculos del pecho y el diafragma se dificulta la respiración. El uso del ventilador puede ayudar, aunque la mayoría de las personas con ALS fallece por insuficiencia respiratoria. La enfermedad suele atacar entre los 40 y los 60 años y es más común en los hombres que en las mujeres. No se conoce la causa del ALS; puede ser parte de una tendencia familiar y generalmente se presenta aleatoriamente. No existe una cura. Las medicinas pueden aliviar los síntomas y algunas veces prolongar la supervivencia. Como puede observarse, esta enfermedad, afortunadamente poco frecuente, es explicada de manera poco precisa como de origen o «tendencia familiar» y por otro lado como «aleatoria», lo que me hace pensar en ella como un hecho bastante fortuito de la naturaleza. Se me ocurre asociarla a enfermedades mentales como la esquizofrenia, que también tiene, por un lado, una tendencia familiar poco precisa y, por otro, un aparecer completamente aleatorio pero llena de contenidos psíquicos que son la esencia de lo que ha sido la psiquiatría y la psicología de los últimos cien años. revista venezolana de 46 psicología de los arquetipos La psicoterapia de las patologías somáticas ha sido siempre un tema de interés dentro del ámbito de la psiquiatría y la psicología analítica. Alfred Ziegler en su libro Medicina arquetipal, además de aproximarse psicoterapéuticamente a las patologías orgánicas, lo hace desde el punto de vista de las enseñanzas de C. G. Jung, aportando su visión muy particular que integra la enfermedad al conjunto de la personalidad. A partir del análisis de los sueños de un paciente de mediana edad con esclerosis lateral amiotrófica, en este trabajo Pablo Raydán intenta abrir caminos hacia una comprensión arquetipal de lo psíquico en pacientes con patologías orgánicas. Antes de comenzar el análisis, quisiera explicar sucintamente el enfoque de la medicina arquetipal, haciendo referencia a algunos señalamientos que hace Robert Sardello al libro Medicina arquetipal escrito por Alfred Ziegler (Ziegler, 2000). Para Sardello, la medicina arquetipal constituye una rara contribución para acercarse de una manera diferente a la enfermedad física y al sufrimiento, pues la medicina arquetipal no se pone por delante de las otras alternativas sino más bien pudiera verse como un tratamiento para la enfermedad que padece la medicina misma. Sardello considera a la medicina arquetipal como el único enfoque que es capaz de abordar la intratable polaridad de la salud-enfermedad y, desde este punto de vista, hace un aporte valioso al señalar cómo «sólo puede haber salud cuando hay enfermedad». En efecto, Ziegler señala que el objetivo de la medicina arquetipal no consiste solamente en alejar el dolor, el sufrimiento y la enfermedad en el cuerpo, sino más bien en tomar ventaja de esa excitación del alma, aliviando el sufrimiento físico donde sea posible, desatando los lazos del alma de una inmersión demasiado fuerte en el cuerpo, sin obliterar la presencia individual para la vida del alma. Esta conclusión resulta de reflexión arquetipal, que no se limita a la psique sino a la persona misma. Así que esta aproximación de Ziegler no busca relacionar la enfermedad con ningún arquetipo específico sino más bien que la reflexión y el lenguaje llegan a ser los instrumentos a través de los cuales incidir en la enfermedad. Por ello la medicina arquetipal contempla más que analiza; funciona a través del cuerpo y no sólo desde la cabeza; reemplaza el insight por la empatía; la seriedad por el drama y la lógica causal por la imaginería poética. Ziegler sostiene que no es un error de la naturaleza, sino más bien el plan de la naturaleza que nosotros caigamos, nos desintegremos o nos disolvamos. Así que «lo natural» no es caerse en los riscos de las circunstancias externas sino más bien en un variado e interno proceso de enfermedades y muerte. Sardello agrega, en la introducción al libro de Ziegler, que bajo la fantasía de la medicina convencional y alternativa, la enfermedad es velada como «mala» y la salud como «buena», subyaciendo en ello la fantasía más poderosa: la de la inmortalidad. Ziegler sugiere que esta preocupación por la salud constituye una neurosis moderna y que la salud así obtenida puede ser considerada una «neurosis del cuerpo», siendo la enfermedad el movimiento hacia la cura. Para Ziegler el lenguaje constituye el instrumento por excelencia de curación de la medicina arquetipal, disolviéndose así el diagnóstico literal en una imagen fluida. El punto de vista de la medicina arquetipal no es que vivamos con la enfermedad física, sino más bien que vivamos relacionados con las figuras personificadas en la enfermedad, que saben mejor que nosotros lo que necesitamos. Y es a través del lenguaje que la medicina arquetipal propone una manera de intervenir la enfermedad. La práctica de Ziegler no debe ser vista, como él mismo lo señala, más que como una aproximación que debe, al principio, considerar que se está entrando en un bosque oscuro, donde las sombras saltan continuamente para distraernos de la realidad. Partiendo de esta visión he realizado un acercamiento a las imágenes aportadas por unos pocos sueños de mi paciente < Lipoma, anónimo, hacia 1910, diapositiva. Quiste maligno, anónimo, hacia 1910, diapositiva. Pie deforme, anónimo, hacia 1870, impresión en albúmina, China. < Mujer con velo (elefantiasis debida a la escarlatina), O.G. Mason, 1878. Artotipo (heliotipo). psicología de los arquetipos 47 que me han permitido comprender, un poco más de cerca, lo que plantea Ziegler y, mucho más importante, abrir caminos de comunicación psicológica con una persona con un gran sufrimiento y por la cual siento un gran respeto. Podemos pensar en la enfermedad de mi paciente como la imagen de un cuerpo que se va paralizando progresivamente, mostrándonos la discrepancia de una persona que, por un lado, tiene una naturaleza esencialmente dependiente de valores y formas correspondientes a sus complejidades familiares, muy particulares de hijos de emigrantes, pero que, por otro, está constantemente haciendo esfuerzos fallidos por salirse de esa dependencia, intentando negocios propios que nunca dan resultado, rebelándose contra las formas convencionales e identificándose con ideologías que pretenden cambiar las relaciones sociales en el colectivo, pero que no implican un movimiento individual y lo alejan paradójicamente de su realidad más íntima. Allí el conflicto cae en el cuerpo, expresándose en una parálisis lateral amiotrófica. Esto trae a colación lo que Ziegler plantea con respecto a la esclerosis múltiple, una enfermedad hermana de la parálisis lateral amiotrófica. Dice Ziegler: «la discrepancia entre una naturaleza particularmente dependiente y que continuamente expresa rechazos fallidos a esa dependencia se manifiesta en una esclerosis múltiple» (Ziegler, 2002: 8). El primer sueño que trajo mi paciente es una imagen extraordinaria: «…Me veo acostado en mi cama con la enfermedad avanzada sin poder hacer nada…» Para ese momento el paciente tenía seis meses de habérsele diagnosticado la enfermedad y su sintomatología era leve. Este sueño recuerda el uso de la expresión revista venezolana de 48 psicología de los arquetipos «sueños patognomónicos» (Ziegler, 2002: iv ) que hace Ziegler para describir aquellos sueños que al despertarse se acompañan de síntomas de la enfermedad y que pueden ser el sello de la especificidad de dicha enfermedad. Para el momento en que escribo esto ya ha pasado más de un año desde la primera vez que vi al paciente y su situación actual es la que refleja la imagen del sueño. Hace poco me enteré de que estaban a punto de hacerle traqueotomía porque ya casi no respiraba y se le había colocado una sonda directa al estómago para poder alimentarlo. Por supuesto que ésta es la evolución natural de su enfermedad. Pero lo interesante en este caso es que está descrita en el primer sueño que trae el paciente. En un principio, cuando le hablé de la importancia de registrar sus sueños mostró gran interés en hacerlo, aunque trajo pocos, entre otras cosas porque la actividad requería un gran esfuerzo físico. El paciente asocia su sueño con la realidad y con el futuro inmediato. Esto llama la atención, porque la manera en que acostumbraba relacionarse con la realidad era totalmente diferente, mostrando características típicas de un púber, con infinidad de proyectos que nunca llevaba a cabo, con una tendencia muy egocéntrica, rayando en lo infantil, dueño de un negocio que nunca había sido productivo y más bien dependiendo económicamente del trabajo su esposa. Es como si la enfermedad a través de este sueño le trajera una nueva forma de ver la vida más apegada a la realidad y lo obligara a una reflexión más profunda de la misma. O más bien produjera una contradicción literalizada en el cuerpo que obliga al ego a ver o a sentir lo que estaba reprimido. Reafirmando lo que dice Zie- gler, que podemos considerar la enfermedad como la transformación en sufrimiento físico de tendencias y trazas recesivas (Ziegler, 2002: 10), mostrando cómo una tendencia recesiva cae desde el ámbito psicológico al físico transformándose en enfermedad. Para Ziegler esos aspectos sombríos de la personalidad que se han mantenido ocultos o con una presencia recesiva son los aspectos menos adaptados de nuestra personalidad y tienen una curiosa tendencia a «descender» al cuerpo llamando nuestra atención en forma de enfermedades. Una lectura ceñida a la imagen de la enfermedad sería la de un cuerpo que plasma en su incapacidad para moverse normalmente la psicología del puer, cuyos vuelos mentales no se traducen en movimiento psíquico alguno. Considero que este sueño nos abre de una manera directa la posibilidad de acercarnos a la enfermedad desde el punto de vista arquetipal. Y nos invita a ver el sufrimiento de este paciente sin pensar en qué es bueno y qué es malo, sino más bien cómo la naturaleza humana busca expresarse como una totalidad, aunque para ello el «cuerpo» se enferme, por así decirlo. Visto así y usando las sugerencias de Ziegler, la imagen transmitida por la enfermedad de un cuerpo en progresiva parálisis y una psique produciendo imágenes oníricas y reflexiones obligadas, pues cabe destacar que el paciente cuenta cómo, al no poder dormir, en las noches ha logrado entender aspectos de su comportamiento inexplicables para él hasta este momento; como que hasta ahora ha sido prepotente y cruel con amigos a quienes ha considerado por debajo de él, al darse cuenta de lo poca cosa que lo hace sentir esta enfermedad. Para mí, la sorpresa es observar cómo una psique que aparentemente estaba paralizada, comienza a «moverse» a raíz de la enfermedad. El segundo sueño que escribió el paciente es el siguiente: «Estaba solo en el apartamento en la silla de ruedas eléctrica. Los medicamentos analgésicos y para controlar el ácido úrico estaban al alcance pero los que tomo para mi enfermedad, no. Me entró un ataque de pánico. Me desperté sudando mucho y muy asustado». Este sueño lo trae para la tercera sesión (normalmente tuvimos una sesión quincenal, mientras se pudo). Antes de ahondar en los diferentes aspectos que este segundo sueño nos trae, quiero destacar que, acostumbrados como estamos a ver aparecer el pánico a través de las pesadillas en los pacientes, podemos asegurar que lo oculto pero necesario para la psique hace su aparición con esta emoción, bastante discutida por autores como López Pedraza (2001) y Hillman (2000). Son estos dos autores quienes insistentemente no enseñan a través de sus escritos la importancia de la aparición de Pan en la psicoterapia como el gran guía al retorno de la vida arquetipal y entre sus manifestaciones más frecuentes se encuentran las pesadillas. Pan representa el cuerpo físico, por oposición al cuerpo psíquico representado por Dionisos. En la masturbación, que como el pánico se atribuye a Pan, se produce el encuentro de ambos: el cuerpo físico y el psíquico De allí la importancia de los sueños en que aparece la masturbación y el pánico. Podemos decir que este segundo sueño imaginativamente nos indica también el camino del tratamiento, entendiendo que el tratamiento en este caso lo que busca es, como se señaló anteriormente, desatar los lazos del alma de una inmersión demasiado concreta en el cuerpo, sin obliterar la presencia individual para la vida del alma (Ziegler, 2002: i). Se podría decir que el planteamiento de la medicina arquetipal busca, a través de los mitologemas que en este caso nos traen los sueños, reconocer el sufrimiento de la psique que sólo la enfermedad como expresión polarizada puede mostrarnos. Además, nos deja ver uno de los infinitos vericuetos que ella es capaz de utilizar para expresar su naturaleza más íntima, sea cual sea ésta. La imagen de estar sentado en la silla de ruedas nos hace recordar el arquetipo del inválido que permite reconocer, a quienes están acostumbrados a verlo aparecer en psicoterapia, las posibilidades psíquicas que este arquetipo abre cuando es aceptado por el paciente como un reconocimiento de sus limitaciones. Aunque en este caso, este reconocimiento viene acompañado del darse cuenta de que no tiene los medicamentos para su «enfermedad». Lo cual podemos leer como la aceptación de lo incurable de su condición física, con la comprensible aparición del pánico. Esta aparente dualidad entre el reconocimiento de sus limitaciones y la aceptación de la condición incurable de su enfermedad, me parece que es la que ha permitido un movimiento psíquico expresado en cambios sustanciales en sus relaciones interfamiliares, en la expresión de su emocionalidad e incluso en el análisis retrospectivo que hace de su propia vida. Concluyo con una observación a partir de un artículo de otro de los grandes autores postjunguianos, el inglés Neil Micklem: «La autoridad de la enfermedad», que se publica en esta misma edición y ha sido fuente de algunas de mis reflexiones sobre el tema. Micklem subraya allí la necesidad de acercarse a la enfermedad desde otra perspectiva que no es la de la causalidad empírica ni la aproximación de la ciencia. Y en efecto, como psicoterapeutas, nuestro acercamiento debe ir mucho más allá del estandarizado por la perspectiva científica. Nuestra tarea, tal como la entiendo, es compensar el punto de vista de la práctica médica y reconocer que la enfermedad es algo esencial a cada vida humana e indispensable en su camino a la individuación. Si es así, nuestra tarea muchas veces deberá ser la de acompañar al paciente en este proceso. Es verdad que donde hay vida hay patología, pero la enfermedad compete al estudio de la vida humana de una forma muy especial, que trasciende la manera en que la ciencia conoce lo humano. La enfermedad forma parte del estudio de nuestro mundo interior y subjetivo y es un aspecto fundamental en ese conocernos y estar con nosotros mismos en el que la psicoterapia nos asiste. Referencias bibliográficas Enciclopedia M edline Plus (recuperado agosto 12, 2009): Parálisis lateral amiotrófica, de http://medlineplus.gov/spanish/. H illman, James (2000). Pan and the Nightmare, Connecticut, Spring Publications. L ópez Pedraza, Rafael (2001). Hermes y sus hijos, Caracas, Festina Lente. M icklem, Niel (2011). La autoridad de la enfermedad. En esta edición de la Revista Venezolana de Psicología de los Arquetipos, páginas: 4-13. Ziegler, Alfred (2002). Archetypal Medicine, Connecticut, Spring Publications. Reseña biográfica Pablo Raydán es médico graduado en la Universidad Central de Venezuela y psiquiatra graduado en el Hospital Militar. Desde hace diez años ha practicado psicoterapia en consulta privada. Pertenece a la directiva de la Sociedad Venezolana de Analistas Junguianos y es miembro individual de la International Association for Analitical Psycology (IAAP). psicología de los arquetipos 49 e Reflexiones en torno a la supervisión grupal Carolina Chirinos Eduardo Carvallo La psique y sus manifestaciones fueron siempre objetos de reflexión para Jung. A partir de su trabajo clínico y de la constante observación de las expresiones de la psique individual y colectiva, elaboró su visión de la estructura y dinámica de la psique, que nos resultan tan valiosos para el entendimiento de nuestros pacientes y de los procesos humanos que se dan a nuestro alrededor. Como ejemplo de estos procesos, la supervisión grupal de casos es, hoy por hoy, un espacio que nos proporciona la posibilidad de tener una visión amplificada de los movimientos psíquicos. En ella confluyen por lo menos tres fuentes de imágenes, observaciones e intuiciones: el material aportado desde el paciente, el vínculo del mismo con su analista y las que surgen a partir del grupo; desde cuya lectura se pueden activar el instinto creativo y el de reflexión. Nuestro interés en este trabajo es compartir las reflexiones en relación con la psicoterapia, la supervisión y la psique surgidas de nuestra experiencia como supervisores de analistas en formación a lo largo de seis años. Estas reflexiones han generado las siguientes consideraciones generales: 1. Hablar de lo psíquico y de actividades relacionadas con la psique, en un contexto de supervisión de casos clínicos, entraña una interesante complejidad. 2. La supervisión propicia la activación del instinto de reflexión y del proceso creativo, desde los cuales germinan intuiciones e imágenes que movilizan el quehacer psicoterapéutico. 3. Durante la supervisión, el supervisado presenta a su paciente desde la necesidad de compartir su dificultad. A lo largo de ella, se hace visible el aparecer evasivo de la psique. El encuentro revista venezolana de 50 psicología de los arquetipos Los psicoterapeutas Carolina Chirinos y Eduardo Carvallo relatan su experiencia de varios años como pareja de supervisores de analistas en formación a partir de las enseñanzas de Rafael López-Pedraza. Desde su perspectiva, la supervisión es un espacio de contención para «ver» y reflexionar el acontecer psíquico y el funcionamiento de los supervisores en pareja propicia la activación y la imaginería tanto de lo masculino como de lo femenino, en el nivel consciente por la presencia concreta de ambos géneros, y en el nivel inconsciente a través de la figuras de ánima y ánimus. para la supervisión se constituye en un espacio de contención –témenos– que propicia la reflexión y la regulación de lo psíquico. 4. La supervisión grupal, en la que participa una pareja de supervisores-analistas, constituye una experiencia poco frecuente en el mundo de la supervisión analítica, que por lo general es de carácter individual. Pudiésemos decir que esta supervisión permite que se dé una «conciencia amplificada» del acontecer psíquico, tanto del material del supervisado como del suceder psíquico que se gesta con el grupo. 5. Siguiendo el pensamiento de Rafael López-Pedraza –quien enfatiza que la psicoterapia, cuando está contenida en su arquetipo, se protege de ser tomada por el poder– en el proceso de supervisión tomamos en consideración ciertos elementos que favorecen esta presencia arquetipal: se propicia la incubación y la lentitud, como activadores del instinto de reflexión y del movimiento hacia lo creativo; cuidamos el feeling function, valorizando lo individual; nos vinculamos con el aparecer de Eros y Hermes –dioses de la metaxis–, quienes hacen posible el vínculo y la comunicación y, finalmente, respetamos la presencia de Mnemosine con sus memorias y olvidos. Hoy en día, a pesar de los intentos que se han hecho, seguimos enfrentando la dificultad de definir qué es la psique. Sólo podemos aproximarnos a ella y al terreno que le corresponde –lo psíquico– de una forma indirecta, metafórica y simbólica. A pesar de esta dificultad, en alguna forma lo «psíquico» se reconoce, se percibe, se intuye y «sabemos» cuándo está presente o cuándo no. El espacio de la su- pervisión permite ver, verse y vernos, además de preguntar, preguntarse y preguntarnos, y de esta forma se propicia la posibilidad de hacer conciencia y el despertar del instinto de reflexión. Sabemos que en el encuentro de dos psiques, sobre todo si una de ellas está muy perturbada, se da una contaminación de la una por la otra. Los terapeutas no estamos exentos de este fenómeno. De allí que la entrada a la supervisión, la mayoría de las veces se da por la necesidad que tiene el analista de hablar de la dificultad que aparece en el vínculo con alguno de sus pacientes. En alguna forma, el objetivo de la supervisión es favorecer un espacio donde el supervisado se sienta contenido para restablecer sus procesos psíquicos internos y desde allí poder reconectarse con el proceso del paciente que tiene enfrente. En el encuentro analítico enmarcado en la psicología clásica junguiana, se da por sentado la inevitabilidad de la presencia de la proyección de los contenidos psíquicos tanto del paciente como del analista, lo que da lugar a la transferencia y a la contratransferencia, que son capaces de activar los complejos individuales y los aspectos arquetipales, por lo que es un estándar que se busque mantener al vínculo terapéutico en una relación simétrica, que permita suavizar la emergencia de estos elementos e, igualmente, el reconocimiento de los diferentes elementos de la estructura de la psique. Además de estos aspectos clásicos, en este encuentro analítico también incorporamos los siguientes aportes de Rafael López Pedraza, uno de los creadores de la corriente arquetipalista dentro de la psicología junguiana, quien ha influenciado profundamente nuestra práctica clínica: • Propiciar el enlentecimiento psíquico para que, siguiendo el modelo asklepiano, propiciemos la incubación de la psique, para que ésta recupere sus elementos de autorregulación y su conexión con el cuerpo, y desde allí se pueda ir construyendo el «cuerpo psíquico»1 . • Estar atentos al aparecer de imágenes a lo largo del encuentro, que permitan, a través de su lectura y relación con la misma, orientarnos en relación con los contenidos arquetipales presentes y proporcionar la emoción necesaria para que la psique se mantenga en movimiento. Cabe destacar que el acto de supervisión que originó nuestras reflexiones se mueve fuera de la estructura más conocida dentro del marco de la psicología analítica, ya que tiene dos características que la diferencian significativamente. Por un lado está dirigida no a un supervisado sino a un grupo de analistas que solicitan ser supervisados, cada uno de los cuales se coloca en alguna forma en una posición análoga a la que se coloca el paciente cuando decide entrar en un proceso analítico. Por el otro, el rol de supervisor, en lugar de estar centrado en un analista, está compartido por una pareja de analistas hombre y mujer. Como primeras reflexiones, en relación con el hecho de que la supervisión es grupal, pudiésemos señalar que al igual que un cuarto de espejos colocados en diferentes ángulos permite tener una visión de sí mismo desde diferentes miradas; igualmente funciona el grupo, al reflejarle al supervisado lecturas desde diferentes puntos de vista o desde diferentes referencias de la estructura junguiana al material presentado. Pudiésemos decir que esta supervisión permite que se dé una «conciencia amplificada» y enriquece el acontecer psíquico, tanto del material del supervisado como del suceder psíquico que se gesta con el grupo. Por otro lado, el hecho de que el rol del supervisor sea compartido por una pareja de analistas, amplía nuestra visión de los objetivos de la supervisión, que como recordamos son favorecer un espacio de contención donde el supervisado pueda restablecer sus procesos psíquicos internos y desde allí reconectarse con el proceso del paciente que tiene enfrente. Nuestro trabajo de supervisión en pareja se ha dado por complementariedad, partiendo de una alianza y respeto, que ha permitido un estilo propio que regula y nos regula. Ambos supervisores venimos de procesos largos de formación como psicoterapeutas, coincidiendo en la formación como analistas junguianos. Fuimos certificados por la IAAP en el mismo año (2000) y participamos como supervisados en una estructura grupal desde hace aproximadamente trece años conducida por Rafael López-Pedraza, donde uno de los aspectos a los cuales se les da importancia es al ejercicio de ubicarnos simétricamente en relación con los analistas que presentan sus casos para, de esta forma, reducir la fuerza proyectiva y colocarnos en un plano más «humano», que permite un espacio más reflexivo. La figura de un supervisor y una supervisora propician la activación y la imaginería tanto de lo masculino como de lo femenino. En el nivel consciente por la presencia literalizada de ambos géneros, y en el nivel inconsciente a través de la figuras de ánima y ánimus. La presencia de este encuentro en el espacio de la supervisión puede propiciar una aproximación intuitiva a lo que podría ser la totalidad de la psique, conduciendo el trabajo de integrar la personalidad tanto del que expone como del resto del grupo. Nuestro grupo de supervisados está conformado por psicólogos y psiquiatras que se dedican al campo de la psicoterapia en el área privada e institucional. Aunque algunos están en su proceso de formación como analistas junguianos, éstos no son la mayoría, ya que a pesar de que las referencias teóricas desde donde ubicamos el material presentado son junguianas, participan psicoterapeutas que vienen de escuelas diferentes como la psicoanalítica y la humanista. Nos reunimos quincenalmente por espacio de aproximadamente dos horas para discutir el caso presentado. Salvo excepciones, en las que alguno de los participantes tenga la necesidad de adelantarse al turno que le fue asignado, los turnos de presentación ya están predeterminados. Así como el proceso psíquico no es lineal, asimismo, el proceso de supervisión tampoco lo es. No tenemos pautas rígidas para la presentación del material, por lo que el inicio de dicha presentación muchas veces guarda similitud con la forma en que un paciente se presenta por primera vez. Al iniciarse la sesión, por lo general el analista que está presentando el caso se muestra un tanto confuso en su intento de ubicar la necesidad de presentar a su paciente. Para nosotros, nuestra supervisión, más que en unas formas preestablecidas, está enraizada en la necesidad – Ananké– que tiene una psique en relación con «algo» que muchas veces aún no tiene identificado. Recordemos que Ananké nace del Caos, quizás de la necesidad de dar formas, estructuras. La necesidad se acompaña de angustia, se constituye en una fuerza ineludible, inflexible e inexorable que está en la Psique y nos impulsa al movimiento. Es una fuerza que nos lleva psicología de los arquetipos 51 La commedia e la tragedia, Giorgio de Chirico, 1926, 146 x 114 cm, óleo sobre lienzo, Museo d’Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Rovereto, Italia. revista venezolana de 52 psicología de los arquetipos tarde o temprano a hacer conciencia. Es una fuerza que activa el instinto de hacer conciencia. Ananké –la necesidad– es inherente a la imagen. En el momento en que el arquetipo de la comunicación, presente en el encuentro para el trabajo psicoterapéutico, se rompe, aparece la necesidad de restaurarlo y es allí cuando la supervisión se constituye en un terreno para pescar las imágenes que restaurarían el vínculo. La necesidad nos atrapa a través de imágenes. A lo largo de los años, pudiésemos decir que entre los temas que están detrás de la necesidad de llevar casos a supervisión, están aquellos que tocan nuestros complejos, aquellos en los que intuimos la posibilidad de un acting, pacientes en los que no logramos identificar la patología, los que nos hacen perder la referencia como terapeutas en el vínculo con el paciente y con nosotros mismos. Aspectos que se expresan a través de emociones, fantasías destructivas, huidas, intuiciones o ceguera frente al paciente. El supervisado comienza a hablar de su inquietud en relación con el caso. La inquietud no es del paciente, es del supervisado: porque no entiende al paciente o porque le está tocando aspectos de sombra o complejos, o hay movimientos de proyecciones o una dificultad en diferenciarse del mismo. Por lo general, el supervisado comienza a hablar del paciente desde la persona del mismo: cuál es su entorno, qué hace, su genitograma. Muchas veces en ese relato el supervisado mezcla o complementa sus propias impresiones, más subjetivas o contratransferenciales, acerca del paciente, comenzando a aparecer las primeras imágenes. En la medida en que el relato se complementa con los sueños y otros materiales simbólicos (escritos, dibujos) van surgiendo distintas imágenes. Algunas de ellas vienen dadas por las intervenciones que va haciendo el grupo en relación con la presentación, otras aparecen del propio presentador, a través de su lenguaje corporal o de su expresión emocional. Algunas veces la propia supervisión es una imagen en sí misma. En un momento determinado los supervisores señalamos un alto y comienza a darse una lentitud para intentar leer la imagen que captó nuestra atención. Pudiésemos decir que la imagen que capta nuestra atención surge de una de estas cuatro fuentes: la del paciente, la que va surgiendo del supervisado en esa relación con su paciente, la del grupo y la de los propios supervisores. Creemos oportuno hacer un alto en este punto para dedicarle unas cuantas líneas a lo que entendemos como lectura de imágenes en el terreno de la psicología, abordaje diferente al de la aproximación interpretativa con la que clásicamente el analista trata al material psíquico. Para Rafael López Pedraza, la psicoterapia tiene varios niveles, entre los que cabe destacar la amplificación y la lectura de imagen. Sería interesante hacer un esfuerzo para diferenciar estas dos últimas. En psicología analítica una de las herramientas conocidas en la clínica psicoterapéutica es la amplificación, a través de la cual se busca reconocer un contenido traído por el paciente como un aspecto de un nivel del colectivo que abarca muchas otras experiencias relacionadas, que tienen que ver con el vivir. Este proceso tiene un efecto ansiolótico al permitir que el paciente logre incluir su experiencia individual, que lo llena de ansiedad, en la inevitabilidad de experiencias de vida que el colectivo ha recogido y dejado plasmado a lo largo de la cultura. A diferencia de este proceso, la lectura de imágenes planteada por López-Pedraza pretende ubicarnos en el aquí y ahora del momento en que aparece la imagen, y reconocer el respaldo arquetipal y la emoción que lo acompaña2. A partir de nuestras discusiones con López-Pedraza en relación con este punto, pudiéramos concluir que al identificar el núcleo arquetipal que la imagen trae es posible reconocer los elementos que la rodean y desde allí, hacer una vinculación que permite relacionar la imagen con el paciente, o en el caso de nuestra supervisión, la imagen y el supervisado o la imagen y el grupo. Por lo general, lo que esta imagen pone en evidencia es una desconexión entre el psiquismo de donde aparece la imagen y el arquetipo representado o un aspecto antinatural relacionado con el arquetipo reconocido –que no es más que una metáfora de una falla del psiquismo del paciente, del supervisado o del grupo– que se acompaña de una emoción, y en alguna forma señala los elementos que no funcionaron en la situación planteada o que no han emergido de un nivel potencial. Una vez que a través de la lectura de imágenes y al proceso de reflexión que ésta origina en el presentador y en el grupo, se le ha podido dar algo de sentido a la parálisis presente en la experiencia del supervisado con su paciente, se busca activar el instinto creativo en el presentador y en el grupo, a través de alguna otra imagen que pueda movilizar esa parálisis, imagen que nos invita a hacer una intervención emocional, un señalamiento de alguno de los aspectos del psiquismo del paciente o del supervisado, una invitación a complementar el análisis con psicología de los arquetipos 53 alguna otra actividad terapéutica, dirigida al cuerpo, por ejemplo, o el dibujar o escribir alguna situación, o cualquiera otra que pueda surgir como algo nuevo en el proceso al que nos hemos aproximado. Quisiéramos agregar nuestro planteamiento de que a través del proceso de supervisión –y para nosotros, a lo largo del proceso psicoterapéutico– están presentes, por encima de otros, dos instintos: el de la reflexión y la creatividad. Recordemos que desde la perspectiva de Jung (1981), tenemos cinco instintos básicos, que nos acompañan en nuestro funcionar y relación con el mundo: hambre, sexualidad, el hacer cosas, reflexión y creatividad. Mucho se ha hablado del papel de la reflexión en todos los esquemas de psicoterapia que contemplan al inconsciente como sujeto de análisis, pero poco del instinto de creatividad. Ante la presencia de los nuevos hallazgos desde el campo de las neurociencias, resulta prácticamente inevitable aproximarnos a los mismos y reconocer sus repercusiones en nuestro quehacer psicoterapéutico, abriendo un mundo de herramientas que pueden ser incorporado. La importancia no sólo de la conciencia corporal, sino de la relación con actividades que incorporen al cuerpo, como el movimiento auténtico desarrollado por el grupo de California y que ha encontrado resonancia en otros grupos de psicología analítica, así como las vías que se han venido construyendo en relación con favorecer la aproximación a nuestro mundo interior a través del psicodarama arquetipal desarrollado por la Dra. Niksa Fernández, la imaginación activa, la caja de arena, la escritura creativa, el arteterapia, sólo para nombrar algunos, representan un reto hoy en día para que el analista o, en el tema que estamos esturevista venezolana de 54 psicología de los arquetipos diando, la supervisión, los mismos se puedan sugerir en una forma indirecta pero adecuada a cada caso, y por otro lado, puedan servir de base para otras fantasías creativas que funcionen como ve­ hículos que puedan movilizar la psique. Sin pretender hacer de esto una fórmula, a lo largo de todos estos años de supervisión hemos encontrado que una metáfora interesante que enriquece el trabajo psicoterapéutico es la de los trabajos realizados por Psique recogidos en el mito homónimo, a partir del cual se han elaborado numerosas amplificaciones y lecturas que sirven como correlato a los procesos psicológicos. Recordemos que el mito (Apuleyo, 2006) comienza en un estado de inconciencia absoluta: Psique vive en un castillo con un desconocido que le impuso como condición de convivencia el que aceptara su situación sin preguntar, que no tratara de reconocerlo, ni verlo. En el momento en que se rompe esa condición, aparece la confusión, un caos que despierta un impulso autodestructivo y que es contenido por un principio ordenador femenino, que le va asignando tareas que, en la medida en que las va cumpliendo permiten una activación de las herramientas de lo psíquico en Psique y una profundización de su visión de vida y de su vivencia como mujer. En la primera tarea se presenta la importancia de que el ego aprenda a ceder frente a las limitaciones impuestas por el afuera o por las propias exigencias internas, permitiendo de esta forma que se activen mecanismos psíquicos más primitivos, que impulsan aspectos básicos e importantes en el proceso de hacer conciencia entre los que ocupa un lugar privilegiado la diferenciación. En la segunda, la importancia del actuar indireccionalmente y de no actuar de forma impulsiva, lo cual permite entrar en una lentitud desde la cual, además de propiciar la aparición de la conciencia del cuerpo, se va aprendiendo a valorar el momento apropiado para tomar acciones, características de una psique madura que es capaz de generar reflexión. La tercera tarea nos hace enfrentarnos con las limitaciones ex- tremas que activan herramientas y posibilidades que están relacionadas con la intuición y la comprensión de estructuras que están por encima de cualquier orden o preconcepción individual que pueden estar relacionadas con nuestros propios complejos. La cuarta nos conecta con el valor que tiene el descenso a los aspectos más profundos y sombríos, desde los cuales pueden aparecer elementos que renuevan las dinámicas que tiene el paciente consigo mismo y a la vez la dinámica entre este paciente y su analista. En nuestra supervisión buscamos encontrar una forma diferente de relacionarnos con el paciente y con nosotros mismos a través del reconocimiento de nuestras propias tragedias, de nuestra fragmentación individual y de nuestros múltiples espacios y voces, y fomentar una conciencia que permita estimular el instinto de reflexión para abrir posibilidades creativas en nuestro deseo de facilitar el movimiento psíquico en el supervisado, en el grupo y en nosotros como supervisores, e indireccionalmente en el paciente. Cabe destacar que desde esta perspectiva, para nosotros el trabajo en nuestra supervisión es ver lo psíquico siempre tomando en cuenta la presencia o no de Eros en ese vínculo, ya que al desviarnos de allí estaríamos favoreciendo que la dinámica se ubique en una estructura de poder, separándonos de un proceso basado en instintos y regulado por arquetipos. Notas 1 Entendemos como cuerpo psíquico la experiencia en el presente (en el aquí y en el ahora) de una emoción que resuena entre el cuerpo y la psique de la persona y se expresa en forma congruente con la situación real o simbólica vivida por ésta. (Recomendamos la lectura del libro Hermes y sus hijos de López-Pedraza para profundizar este tema.) 2 Para complementar este punto los invitamos a leer el en- sayo «Lectura de una imagen: Mujer con balanza, de JohannesVermeer» de Rafael López-Pedraza (López, 2006). Referencias bibliográficas Apuleyo, L (2006). El asno de oro, Girona, Atalanta. Jung, C.G. (1981). The structure and dynamics of the psyche, Princeton, Princeton University Press. L ópez, R. (2006). 4 ensayos desde la psicoterapia, Caracas, Festina Lente. —(1991). Hermes y sus hijos, Barcelona, Anthropos. Reseña biográfica Eduardo Carvallo (1960). Médico egresado de la Universidad Central de Venezuela con postgrado en Psiquiatría (1990). Analista junguiano (2000). Diplomado en Neurociencias por la Universidad Metropolitana (2010). Pertenece a las juntas directivas de la Sociedad Venezolana de Analistas Junguianos y de la Sociedad Venezolana de Psicología Positiva. Miembro de la International Association for Analytical Psychology. Ejerce como psicoterapeuta con ejercicio privado en la ciudad de Caracas. Carolina Ángel de Chirinos es Licenciada en Psicología (1979) por la Universidad Católica Andrés Bello, con Maestría en Desarrollo Humano (1983). Es Coach Ontológico licenciada por el Grupo Newfield de Chile (1996). Es miembro de la International Association for Analitical Psychology (IAAP) desde 2000. Actualmente es Convocadora de la Sociedad Venezolana de Analistas Junguianos. Es profesora en el Programa de Formación de Analistas Junguianos de la SVAJ. Tiene su práctica privada desde 1979, realiAlegoría del Amor, Cupido y Psique, zando asimismo supervisión individual y Francisco de Goya, 1798-1805, grupal desde 1999. 200 x 156 cm, óleo sobre lienzo, Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, España. psicología de los arquetipos 55 e El mitodrama y la fascinación de la violencia Entrevista a Alla n G ug genb ühl M argarita M éndez El psicólogo suizo Allan Guggenbühl (AG), hijo del eminente psiquiatra Adolf Guggenbühl y de la escultora norteamericana Anne Craig, estuvo en Caracas como parte de una gira de talleres y conferencias que realizó por América Latina. Tuvimos la oportunidad de entrevistarlo en la Clínica Día Conexión en 2007, en ocasión de un taller intensivo dedicado al mitodrama, una herramienta psicoterapéutica creada por él, y conversar sobre temas como la violencia, el mitodrama y el análisis junguiano. AG es maestro diplomado con estudios superiores en Psicología y Filosofía de la Educación. Se formó como psicoterapeuta en el Instituto C.G. Jung en Küsnacht y es doctor en Psicología por la Universidad de Zúrich. En su juventud fue profesor de guitarra clásica de escuela primaria (fue discípulo de Manuel López Ramos en México D.F.) y miembro del grupo de teatro Fallanden. Actualemente es colaborador y editor de varias publicaciones sobre temas psicológicos y educativos y es profesor la University of Education of the State of Zürich, en su ciudad natal. El doctor Allan Guggenbühl también ha dirigido importantes proyectos sobre control la agresividad en adolescentes y manejo de conflictos en corporaciones y es conferencista internacional sobre temas relacionados con la violencia y la educación de los jóvenes y la utilización del mitodrama en el manejo de conflictos. Entre sus publicaciones sobre el tema sobresale el título La increíble fascinación de la violencia. Margarita Méndez (MM): La violencia es una de las áreas en la cual usted se ha enfocado. ¿Qué podría aportarnos con su experiencia, proveniente de una realidad tan diferente a la nuestra como es Suiza? Allan Guggenbühl (AG): Hay varias cosas que decir, y quisiera saber más acerca de Venezuela para dar una respuesta más profunda respecto a la resolución de conflictos, pero mi impresión es que el psicólogo a menudo tiene varios aspectos con los cuales trabajar. Suiza es una sociedad muy pacífica donde hay conflictos pero no son conflictos profundos, por lo que nos podemos permitir debatir y fantasear sobre ellos porque no se trata de tópicos amenazantes. Mi impresión es que en Venezuela los conflictos violentos son muy amenazantes y un punto sensible, es un asunto con exceso de emoción y demasiado potencial para la violencia, por lo que es mucho más difícil reflexionar o hablar al respecto. revista venezolana de 56 psicología de los arquetipos MM: Así es, en efecto. Al llegar de Brasil en su gira, ¿usted ha observado procesos similares o quizá muy diferentes en América Latina? AG: Mi impresión desde afuera es que los brasileros manejan de manera diferente el asunto de la diversidad y de las tensiones internas de una sociedad heterogénea. Brasil es una sociedad muy heterogénea, similar a Venezuela, con mucha variedad interna. Personas pobres, personas ricas… pero ellos tienen una forma diferente de manejarlo, parecen haber desarrollado una tradición de evitación, una tradición de negligencia. De alguna forma ellos toleran todo y cada quien vela por sí mismo, tienen sus propias reglas y tratan de evitar cualquier asunto engorroso, cualquier punto sensible, reaccionando de forma emocional, sentimental e hiperentusiasta. Creo que en Venezuela hay otra tradición, la tradición de la semi-revolución, revoluciones que son más bien rebeliones. La pregunta sería a dónde conduce esta rebelión, pues las rebeliones deben conducir a algo. Por ejemplo, en Francia las rebeliones han conducido a cambios, y tengo la impresión de que en Venezuela tienen la tradición de la rebelión que se detiene justo antes de la catástrofe final. Como si fuese un ensayo de rebelión donde luego ocurre una inhibición que no permite que ésta se salga de las manos. Aunque es probable que esto ya no sea así, es una apreciación personal. beldes, adolescentes, que querían proponer un antídoto a lo que estaba pasando en la sociedad y que querían incorporar un poco de caos, traer un poco de destrucción y quizás también inconscientemente abrirse a otro reino, despertar fantasías. MM: ¿Alcanzaron sus metas? AG: De alguna forma sí alcanzaron sus metas, porque la rebelión en los ochenta en Suiza era muy dadaísta. Esto significa que la rebelión no era enteramente violenta sino más bien absurda. Por ejemplo, de repente ochocientas personas caminaban desnudas por la calle o bien se disfrazaban de policías y hacían una manifestación donde iban todos vestidos como la policía. Hicieron muchas cosas absurdas y eso le dio su cualidad dadaísta, tuvieron una finalidad dadaísta. Ellos realmente cambiaron muchas cosas, yo creo que nuestra ciudad es bastante diferente ahora de lo que fue en los años setenta o comienzos de los ochenta. MM: Una situación sin duda muy distinta a la nuestra. Aquí en cambio existía un problema social, económico y racial que estuvo reprimido y negado y que en los últimos años se ha manifestado de forma enantiodrómica1. Me pregunto qué podríamos aprender de otras experiencias acerca de la violencia, porque la violencia es arquetipal y existe en todo el mundo, en grados más o menos amenazantes. MM: Esto nos conduce a mi próxima pregunta relacionada con la llamada «rebelión de los jóvenes» en los años ochenta en AG: Hay cosas difíciles en cualquier sociedad, por ejemplo Zúrich. Usted percibió estos movimientos violentos como for- en Inglaterra (este fenómeno también lo tienen en otros países) mas compensatorias al exceso de estructura en la sociedad sui- existen las así llamadas clases gobernantes constituidas por la za. ¿Podría hablarnos al respecto? clase media alta y las clases altas. Pienso que Venezuela, igualmente, ha sido gobernada por largo tiempo por una cierta clase AG: La cuestión con la sociedades es determinar cuánta media alta que debería haberse inclinado y respetar las masas, estructura es buena y Suiza es una sociedad con mucha es- estudiar la psicología de estas masas e integrarlas. Recuerdo tructura, con mucho orden y muchas instituciones que real- que hace quince años yo estaba aquí en Venezuela y fui invitamente siguen las reglas, y esto es positivo porque hace que do a una fiesta elegante, quise probar ron pero todo el mundo el país funcione, hace que el país sea competitivo, de mane- tomaba champaña y tuve la impresión de que en Venezuela ra que hay muchos aspectos buenos en la estructura. Pero, desde un punto de vista psicológico existen algunas desventajas y una de ellas es que se pierde la posibilidad de imaginar nuevas formas, se pierde la posibilidad de jugar, y quizás también la creatividad. En los años ochenta tuvimos esta «Rebelión de los jóvenes», movimientos de jóvenes repsicología de los arquetipos 57 MM: Usted trabajaba con jóvenes con problemas, violentos, que ya habían cometido algún tipo de delito y empezó a contarles mitos que recreaban su situación. ¿Cuúles fueron estos mitos? deberían estar tomando ron y no champaña. Lo que sentí entonces fue que algunas sociedades están un poco disociadas de lo que realmente ocurre psicológicamente en las masas. En Suiza tuvimos que aprender que la clase gobernante debe conocer y tener en cuenta lo que las masas quieren, lo cual no siempre es fácil. AG: Recuerdo haber trabajado una vez con un grupo de jóvenes que tenían peleas entre pandillas en una ciudad cercana. Ellos hablaban entre sí de sus enfrentamientos y entonces pensé: «Bueno, batallas entre pandillas que se pelean entre sí es un conflicto bastante común». Entonces inventé una historia creando el mito de unas pandillas que peleaban en Nueva York, con personajes que luchaban entre sí y posibles lugares a MM: Su libro La increíble fascinación de la violencia ha te- los que transferí su situación, en otra ciudad, otro terreno y le nido una gran receptividad por parte del público lector. agregué nuevos ingredientes para recrear héroes y una historia ¿Puede decirnos cuál fue la experiencia que lo llevó a escribirlo acerca del héroe. Les conté la historia de una pandilla en partiy por qué cree usted que ha sido un éxito? cular y de sus experiencias; entonces, comenzaron a escuchar y a hablar acerca de esta historia, de manera que la utilicé como trampolín. AG: No tuve una experiencia en particular que me hiciera escribir el libro. Conjuntamente con algunos colegas estaba esMM: El «respeto» es muy importante dentro de las pandicribiendo Raben Riehe, una colección de libros de psicología. Tuvimos que cancelar uno de los títulos que teníamos planea- llas. Tener respeto, ser respetado y saber a quién respetas es un dos y no teníamos nada con qué reemplazarlo, entonces mis co- asunto crucial en sus miembros. legas me sugirieron que escribiera algo sobre violencia, lo que AG: Así es, a pesar de que estoy cansado de la palabra «reshice en un tiempo muy corto. El libro ha tenido gran éxito porpeto», porque existe el respeto, pero luego ellos siempre tienen que es fácil de leer y estaba ligeramente adelantado para su tiempo, la violencia como tópico de interés general estaba por sus propias formas de interpretarlo y decidir cuándo alguien es irrespetuoso. Se lo utiliza casi siempre como subterfugio para emerger y atrapé la ola. ser violento, ¿sabes? Cosas como: «Tú no me respetaste porque no me miraste», «Tú no me respetaste porque viste a mi novia MM: En relación con otra área que usted ha desarrollado, en forma dudosa», etc. Así que para mí el término respeto es quisiera preguntarle acerca del mitodrama: ¿cómo empezó y cuál fue el proceso que usted vivió para su creación? ¿Cómo fue ambivalente. Por supuesto que el respeto es importante, pero que ese proceso lo conectó con el trabajo con las comunidades? también se puede malinterpretar a menudo. AG: En realidad, comencé con el mitodrama por frustración, porque tenía que trabajar con grupos de adolescentes a los que no podía aproximarme con herramientas psicológicas convencionales para confrontarlos con los delitos que habían cometido y con su violencia. Cuando trataba de acercarme de forma convencional simplemente rehusaban cooperar. Entonces me di cuenta de que, de alguna forma, debía conseguir otra aproximación, y fue allí cuando tuve la idea de contarles historias que encapsulaban su situación. De manera que el mitodrama no se desarrolló a partir de algún tipo de noción personal, evolucionó a partir de la frustración de tratar de aproximarnos a personas; y de tratar de realizar un trabajo psicológico con personas ajenas a la psicología, que se rehusaban a hablar acerca de sí mismos y de sus problemas. De manera que tuve que buscar otra forma de acercármeles, así fue como comenzó el mitodrama. revista venezolana de 58 psicología de los arquetipos MM: Continuando con el mitodrama, ¿cuál es la relación entre mitodrama y psicodrama? AG: La diferencia fundamental es que en el psicodrama usted comienza con asuntos personales, con historias personales o problemas personales, y luego se dramatiza acerca de ello en un grupo, se trabaja sobre eso, se reflexiona sobre ello. Éste es básicamente el acercamiento del psicodrama. En el mitodrama en cambio no se trabaja con la persona –quiero decir, con los asuntos personales– sino que traemos una historia nueva. Dicha historia es ajena al participante, es una historia que el participante desconoce y que también puede ser confusa o irritante. Entonces, en vez de trabajar directamente con los problemas del grupo, primero se trabaja con la historia. La razón para trabajar de esta forma es porque en grupos psicológicos y en grupos en general aparecen ciertos paradigmas. Por lo regular, las personas se adaptan inmediatamente a lo que está en el aire, entonces, si usted está con un grupo que está dispuesto a participar, inmediatamente e inconscientemente éste tomará un tópico. Digamos: haber sido abusado en la infancia (esto podría salir) y entonces todos comienzan a hablar acerca de haber sido abusados y de repente empiezan a alienarse de ellos mismos porque se sumergen en una explicación general que llamo «síndrome de adaptación». En el mitodrama trabajamos diferente: traemos algo completamente diferente a los asuntos corrientes que surgen, diferentes del «síndrome de adaptación», para realmente romper el confinamiento en el que se encuentran los participantes para conducirlos a otros reinos y a otras ideas. MM: Cuando en el mitodrama aparece el «síndrome de adaptación», ¿usted lo relaciona con algún tipo de histeria colectiva? ¿Es contagioso? ¿Cómo lo maneja? MM: ¿Trabaja con cuentos de hadas? AG: Trabajamos con cuentos de hadas sólo con los niños más pequeños y tienen que ser cuentos de hadas que no sean conocidos, porque los cuentos de hadas conocidos –como los de Grimm, por ejemplo– usualmente no tienen ningún efecto, los niños inmediatamente los reconocen. Así que tenemos que trabajar con cuentos de hadas que vengan de Groenlandia o de Australia. Pues la historia debe tener la cualidad de ser algo nuevo, algo que no se conoce todavía. MM: Ése es un punto importante. Cuando toma en cuenta las posibilidades mitológicas y arquetipales en un grupo o comunidad, ¿cómo integra las diferencias arquetipales individuales de cada quien? AG: Contamos sólo parte de la historia y no la historia completa, el cuento se detiene en un cierto momento justo antes del clímax, entonces el grupo debe imaginar un final, AG: Inconscientemente leemos los códigos a los cuales se adhieren nuestros pares. Lo que pensamos, sentimos y tam- cada persona individualmente imagina su final y luego trababién nuestros valores tienden a reflejar la actitud del grupo al jamos con los finales de los participantes. Si tienes veinte participantes, tienes veinte finales diferentes de la historia, y luecual pertenecemos y con el cual nos identificamos. Eso es lo que yo llamo «síndrome de adaptación». Nos adaptamos a los go deben ensayar los finales, dramatizarlos, pintarlos y dibujarlos. En ese momento aparece cada acercamiento indicomplejos, actitudes y patrones de los grupos o del colectivo al cual pertenecemos. El peligro es que nos enceguecemos an- vidual, surgen los arquetipos individuales y quizás alguien te los problemas y tópicos que nuestro grupo de referencia no tenga el arquetipo del héroe o el arquetipo del pícaro. refleja o con los que no se identifica. En el mitodrama trataTambién pueden aparecer patrones y se trabaja con ellos, se mos de manejar estos problemas refiriéndonos a una historia hace una dramatización acerca de eso. En el drama puede aparecer el pícaro –porque esto le sirve a su final– o saldrá como un movilizador mental y piedra angular. La historia ayuda a abrir y a descubrir conflictos inconscientes. Es con- como el héroe o como aquello que corresponda al final que tagioso porque todos queremos pertenecer a un grupo, a ve- esa persona desarrolló. ces entregamos nuestra independencia para ser aceptados por nuestro grupo. MM: ¿Podría hablarnos un poco de las actividades y el entrenamiento en el Instituto de Mitodrama que usted fundó y MM: ¿Usted trabaja inventando historia nuevas o con mitos dirige en Zúrich (Suiza)? que pertenecen a la tradición griega u otras tradiciones? AG: En el Instituto de Mitodrama para el manejo del conAG: Hacemos las dos cosas, generalmente trabajamos con flicto a través del mitodrama, hacemos diferentes cosas. Un mitos existentes pero depende del grupo. Con algunos grupos área es la formación, entrenamos a personas y a psicólogos paes recomendable trabajar con mitos porque amplía la perspec- ra que hagan mitodrama en diversas áreas, sea en una clínica, con maestros o en una compañía. La otra es trabajar directativa y las personas están dispuestas a oírlos. En otros grupos mente con grupos y pacientes con los que hacemos mitodrama, trabajamos con historias que inventamos, pero realmente no las inventamos, lo que hacemos es compilarlas y las construiéstas son las dos áreas que desarrollamos. mos con elementos diferentes. psicología de los arquetipos 59 MM: ¿De forma que trabajan en ambientes clínicos así como en otros ambientes dentro de la comunidad? AG: Sí. MM: ¿Siempre abocados a la resolución de conflictos? a sí misma como piloto y querer ser piloto por su familia, para transportar a estos pasajeros (los pasajeros son importantes) y por sentir que tiene un deber hacia sus pasajeros. Es un acercamiento diferente. MM: ¿Cuales mitos familiares a la psicología femenina ha encontrado usted que sean en esa búsqueda? AG: No necesariamente. Por lo general nos centramos en el problema que el grupo trae. Usualmente un grupo viene y primero hacemos un diagnóstico, realizamos un perfil de los problemas de ese grupo específico y una vez que los identificamos tratamos de escoger una historia apropiada. Podemos trabajar con una compañía que se ha amalgamado, dos compañías que se fusionaron en una y esto creó ciertas dificultades y tensiones. Esto también puede ser un punto ya que no tiene que ser necesariamente un conflicto evidente. AG: Desde mi experiencia veo que los antiguos mitos griegos son leídos de forma diferente por las mujeres y por los hombres. Las mujeres los leen tratando de conectarlos con las situaciones de sus vidas personales. Por ejemplo, qué tienen que decirme los mitos de Zoe 2 y de Hera3 en relación con mi matrimonio, qué significan nuestras peleas y enfrentamientos. Las mujeres leen el mito para obtener un insight sobre su situación personal. Los hombres tienden a leer los mismos mitos de forma diferente: cuando leen el mito de Zoe ven que MM: Lo conflictivo nos remite a los opuestos y los opuestos alguien quiso hacer algo para la eternidad. El hombre quiere por excelencia son lo femenino y lo masculino. ¿Podría hablar- trabajar en el sistema familiar, tener diferentes roles, de fornos acerca de lo masculino y lo femenino en la psicología junma que leen algo diferente en el mismo mito. Es el mismo miguiana y lo colectivo? to leído de forma un poco distinta por mujeres y por hombres. AG: Diría que la psicología de las mujeres y los hombres no es completamente la misma. Las mujeres y los hombres en muchos aspectos tienen enfoques psicológicos diferentes y una diferencia es, por supuesto, cómo se comunican. La forma de comunicarse es diferente, la forma de organizarse en grupos es diferente, y también difiere el cómo se motivan a sí mismos en la vida y de dónde proviene la pasión que da inicio a los impulsos. Con los hombres hay lo que llamo mitos colectivos, como grandes historias e historias impersonales. Podría tratarse de mitos detrás de la educación, en cuyo caso los hombres quieren ser educadores y esparcir, diseminar conocimiento. Con las mujeres hay una tendencia a conectarse más con situaciones privadas, con las relaciones, de allí es de donde extraen su energía; ésta es una de las diferencias con las que trabajo. Cuando trabajo con grupos de mujeres veo que la motivación principal viene de la situación personal y con los hombres la energía proviene más bien de sistemas colectivos, ellos viven en sistemas y derivan su energía de sistemas. Pero en el área de lo que las personas hacen no hay mucha diferencia: puedes ser un piloto motivado tanto por una situación personal como por una situación colectiva. Si un hombre es piloto puede verse a sí mismo como un héroe que conecta, en cambio una mujer puede verse revista venezolana de 60 psicología de los arquetipos MM: Probablemente cuando el componente masculino en la psique de una mujer es fuerte ésta tenderá a leer un mito en relación con sistemas más que en relación con otros y viceversa en los hombres, se trata de la parte contrasexual inconsciente que habita en la psique de todos nosotros. MM: En su extensa bibliografía usted escribe acerca de la adicción, de los mitos que definen el rol de lo masculino, los ritos de iniciación en los jóvenes, la violencia y la solución de conflictos en escuelas. ¿Cuáles son sus conclusiones principales? AG: Mi experiencia es que cuando los jóvenes crecen no quieren solamente adaptarse al tipo de vida de sus padres y maestros sino que también quieren tener algún tipo de experiencia, de viaje al submundo: una experiencia dentro de lo invisible. De manera que a menudo se encuentran fascinados por asuntos prohibidos, como son, por supuesto, la adicción al alcohol o a las drogas y la violencia. Para los jóvenes tiene una tremenda atracción eso de ir a la esquina oscura para ser iniciados y convertirse en adultos. Pude verlo cuando trabajé por tres meses en Los Ángeles, California: la policía era muy estricta con la violencia, desde luego, y tenían una legislación que rezaba «crimen de adulto, pena de adulto» para cuando se cometía un crimen considerado severo y violento. Éste no era sentenciado de acuerdo a la ley juvenil sino de acuerdo al tiempo de prisión de adultos. Lo que ocurrió fue muy extraño, y es que cometer un crimen se convirtió en una forma de iniciación. Los jóvenes cometían un crimen, un crimen verdadero, para convertirse en adultos. Cometer un crimen se convirtió en una forma de ser introducidos en el mundo adulto. Esto es algo que sucede en muchos contextos, los jóvenes tienen que cometer un crimen para tener la marca de la adultez, pero es algo de lo que a menudo no nos damos cuenta. MM: ¿Tiene esto algo que ver con la rabia y con aprender a manejar la rabia? E s t a public ac ión ab or da el tema de la violenc ia en lo s niño s y ha sido un b e s t- s eller en alemán. Par tiendo de su ex p erienc ia c omo p sic ólogo en e s cuela s e s t adale s suiz a s , c omo p sic oter a p eut a y editor de tr abajo s p sic ológ ic o s , Allan Gug genbühl ana liz a p or qué lo s niño s ac tuan violent amente. Su s par ticulare s c onc lu sione s s on p er turbador a s y han for z ado a muc ha s p er s o na s que lidian c on e s t a problema – de s de padre s a mae s tro s , ha s t a la p olicía– a revi s ar y c ambiar su s c onc epto s s obre la violenc ia y la niñez . AG: Creo que el manejo de la rabia es una de las tareas más importantes, especialmente para los hombres jóvenes que tienen que aprender a manejar su rabia. Deberían aprender a disciplinarse y la psicología tiende a ir en el camino completamente equivocado, diciendo «expresa tu emoción», «sé abierto», «habla de eso». Pero con los hombres jóvenes tienes que hacer algo diferente, con hombres jóvenes violentos tienes que decirles: «Tienes que disciplinarte a ti mismo, tienes que tragarte tu rabia». Esta posición es contraria a la corriente principal de la psicología que ha sido muy destructiva al proponer vías de resolución de conflictos inapropiadas. Nota s 1 Enantiodromia: Literalmente «oponerse a»; se refiere a la aparición del opuesto incons- ciente en el transcurso del tiempo. 2 Zoe: término que indica la inmortalidad del alma humana, representa la vida indes- tructible y la «no-muerte». 3 Hera: Una de las más grandes diosas griegas, casada con Zeus y personificación del matrimonio. Protagonizó célebres peleas y venganzas por las infidelidades de su esposo. Nota biográfica Margarita Méndez, psicólogo egresada de la Universidad Central de Venezuela, es analista junguiano desde 1998. Ha participado en los congresos de la IAAP con «Ladrones del fuego» (coreografía), Cambridge, 2001; MM: Para terminar, quisiera pedirle que me hable un poco sobre Alfred Ziegler como psicopatólogo. En Venezuela conocemos su obra, pero su psicoterapia es una incógnita porque no escribió al respecto. Ya que fue su analista personal, ¿podría decirnos de qué manera trabajaba las imágenes en sueños y se acercaba a las emociones en el cuerpo? «Desde los huesos» (Taller), Barcelona, 2004; «Un país en conflicto» (charla), Ciudad del Cabo, 2007 y «La casa vivida / el cuerpo vivido» (charla, Montreal, 2010). Se interesa por la importancia del cuerpo psíquico e incluye en su práctica privada el recurso de la imaginación activa en el movimiento corporal. Actualmente es la Coordinadora de Docencia de la SVAJ y trabaja con poblaciones de riesgo desde una perspectiva junguiana. AG: El talento de Ziegler era su enfoque inusual en la interpretación de los síntomas. Para él un síntoma, ya fuesen síntomas corporizados o ciertos comportamientos, siempre contenía un mensaje. Y podían contarnos una historia muy diferente a la que conscientemente queríamos escuchar. Ziegler veía los síntomas corporizados como un irritante que contradecía nuestros esfuerzos conscientes. psicología de los arquetipos 61 r Liber novus: El libro rojo A xel Capriles M. Como El curioso caso de Benja- logía de C.G. Jung: la intuición de En medio de un torbellino mental, respeto y autonomía, así como re- min Button, el breve cuento de Fran- que sólo desde el final son compren- invadido por extrañas imágenes gistradas a través de dibujos, pin- que lo sobrecogían y agobiaban, turas y escritos. La comprensión y cis Scott Fitzgerald que relata la sibles las causas. No podemos com- historia de un hombre que nace an- prender la vida si buscamos expli- enfrentado a los asaltos del incons- relación creativa con las imágenes de la fantasía permite el vínculo de ciano y cuya vida transcurre al re- carla desde sus antecedentes causa- ciente que lo asustaban y lo hacían vés, la publicación de El libro rojo, les, si la miramos retrospectiva- sentir que estaba enloqueciendo, el unión entre la conciencia y el in- Liber novus, de C.G. Jung, es tam- mente hurgando en el pasado. Tan psiquiatra decidió aprender de esas consciente. bién una especie de viaje a la inver- importante, o más, que las causas visiones, encontrarles sentido y sa para el gran número de lectores, son las finalidades, el movimiento aquietar la influencia que tenían transcribir detalladamente el con- analistas, pacientes y profesionales de la libido orientado hacia metas, sobre él, con un trabajo metódico tenido de los Libros Negros en gran- que durante años se formaron, siguiendo un gradiente que revela que implicaba ocuparse y compro- des folios de pergamino organiza- practicaron o se interesaron en la su fin y su significado. Necesitamos meterse con las figuras de la fanta- dos en capítulos en forma de ma- psicología del eminente psiquiatra entrever los ramales del delta del sía a la vez que se distanciaba de su nuscrito medieval. A diferencia de suizo. Para quienes leyeron Aion, Orinoco para entender el sentido de efecto y del control que ejercían so- los cuadernos negros, enteramente Mysterium Coniunctionis y otras los escuálidos arroyos que empie- bre él. La autoexploración, el diá- personales, íntimos, El libro rojo pa- obras tardías de Jung, el encuentro zan a arrejuntarse en el raudal de logo y relación con las personifica- rece estar dirigido también a un y recorrido de las páginas de El libro Guaharibo. Es el punto de vista rojo es como la lectura de una de constructivo o energético que se le esas novelas policíacas que comien- hizo evidente a Jung, justamente, En 1915 C.G. Jung comenzó a ciones autónomas del inconsciente, público que en diversas ocasiones el registro diario del material de la llama mis amigos. Adicionalmente, fantasía, su análisis e interpreta- incluye secciones que siguen al ma- za con el desenlace de la historia y en los años turbulentos de su meta- ción, el hilado de su sentido, se con- terial original con comentarios y reconstruye la trama a partir del noia y con las experiencias que él virtieron en una actividad cotidia- resultado conocido hasta descubrir luego denominó confrontación con explicaciones sobre el significado na paralela a las exigencias de la vi- del material del que infiere princi- el origen y la razón del enigma en el inconsciente y que ocupan las pá- da profesional, un trabajo personal pios psicológicos. Fue el inicio del el capítulo final. La aparición del ginas del libro que en este número que Jung llamó su «más difícil ex- Liber novus un volumen de más de Liber novus en el último trimestre reseñamos. perimento». Este ejercicio psíquico 600 páginas de pergamino que del año 2009 es, pues, la culminación de ese periplo de retorno al co- Hasta 1902, Jung había llevado dio nacimiento al método analítico Jung mandó a empastar con una un diario en un cuaderno marrón. de la imaginación activa, una téc- mienzo del tiempo junguiano, el en- Al comprometerse con su futura es- nica para convocar las fantasías cubierta de cuero rojo. El texto con escritura caligráfica, iniciales ornamentadas, dibujos y pinturas de sus cuentro con el irreductible pasado posa, Emma Rauschenbach, el jo- que, posteriormente, se convirtió poblado por los fantasmas que ali- ven psiquiatra suizo dejó el diario, en un elemento central de la prácti- imaginaciones y fantasías, se con- mentaron el cuerpo teórico y prác- anotando en él que la sombra del ca psicoterapéutica junguiana. La tico de la psicología analítica y la amor era el abandono de la sole- persona comienza por suspender el anímico continuado e intenso que psicología de los arquetipos que dad. Cuando en 1912 empezó a te- pensamiento crítico y la atención inspiran a esta revista. ner varios sueños y visiones inquie- buscando producir un vacío de con- der e integrar los diferentes compo- A pesar de la curiosidad arqueo- tantes, tomó de nuevo el cuaderno virtió en el centro de un trabajo incluía tanto el intento de compren- ciencia. De allí pasa a concentrarse nentes de la personalidad del autor, lógica y de la obsesiva preocupación y comenzó a anotar sus imágenes y en su mundo interno, en sus afectos de representar su proceso de indivi- por orígenes que habitualmente nos reflexiones. Pronto, en los cuader- y estados de ánimo buscando hacer duación, como de construir un mo- poseen, la publicación de El libro ro- nos que siguieron, y que hoy se co- consciente la mayor cantidad de delo de la personalidad humana en jo, la revelación de las experiencias nocen como los Libros Negros, Jung imágenes y asociaciones conecta- su relación con la sociedad, el espí- iniciales de un creador conociendo se encontró representando y convo- das con la emoción. El libre juego ritu de los tiempos y el legado de los ya el entramado final de su obra, cando activamente las figuras de de la fantasía que nace del estado muertos. El Liber novus está consti- sus últimas interpretaciones y con- sus fantasías, interrogando, con- afectivo permite el surgimiento de tuido por tres libros. El Liber pri- clusiones, tal vez sea un gesto pós- versando e intercambiando con los figuras y personalidades incons- tumo del ánima que mueve la psico- personajes de sus sueños y visiones. cientes que son tratadas con total revista venezolana de 62 psicología de los arquetipos mus, intitulado El camino de lo que vendrá; el Liber secundus, titulado The Red Book: Imágenes cortesía de la Philemon Foundation psicología de los arquetipos 63 Las imágenes del descarrío, que Shamdasani, con la evidencia de di- obras completas han podido ser contienen el conjunto de fantasías ferentes extractos del libro que ha- vistos y reconstruidos a partir de desde el año 1913; y el Liber tertius, bían sido ya transcritos y existían sus orígenes, en su paulatina con- llamado Scrutinies, un nuevo ma- en diferentes lugares, convenció a la versión desde las imágenes de la ex- nuscrito escrito en 1917, en el cual familia de la conveniencia de publi- periencia inicial a los conceptos de incluyó los comentarios de Phile- car este libro de extraordinario primer nivel que poco a poco fue- mon, visiones del renacimiento de valor histórico y psicológico. Final- ron ganando en abstracción hasta Dios y los Septem Sermones ad mente, en el año 2000, los descen- ser aplicables dentro de una teoría Mortuos, un escrito sobre una po- dientes de Jung decidieron darle el psicológica general. En la psicote- derosa fantasía que Jung tuvo en visto bueno a la publicación. rapia y el análisis notamos un rena- verdadero tópico o preocupacer del uso recurrente y práctico ción…» (Gigerich, 2010: 396). 1914, en la cual se le aparecieron los En la conferencia magistral so- muertos que retornaban de Jerusa- bre El libro rojo que tuvo lugar en el del imaginación activa, un método lén sin haber encontrado lo que 18º Congreso Internacional de Psi- característicamente junguiano que extraña, de difícil lectura para el buscaban. cología Analítica, en Montreal, había quedado un poco relegado en lector contemporáneo. Y no sin ra- Canadá, en agosto de 2010, el pre- varias generaciones de analistas. zón. Está escrito en el estilo de los indeciso con respecto a la publica- sentador y editor del libro, Sonu El libro también ha producido una libros de videntes del siglo XIX, ción de El libro rojo. Tuvo numero- Shamdasani, inició su intervención extensa polémica y ha recibido sas conversaciones con su esposa proyectando una inmensa foto del agudas y duras críticas. Para algu- tremendamente íntimo y subjetivo. Emma Jung y su amante Toni Gran Colisionador de Hadrones nos, ha servido al resurgimiento No es una obra para ser leída de un Wolff sobre el sentido y destino del (LHC) de la Organización Europea de un cierto fundamentalismo jun- tiro, sino para detenerse en frases e libro, y antes de su viaje al África para la Investigación Nuclear guiano que se cree autorizado a in- imágenes. Ilegible y cercano a la encomendó a Cary Baynes la tras- (CERN) de Ginebra, el acelerador terpretar lo que verdaderamente psicosis, para unos, fascinante y Durante años Jung se mantuvo cripción a máquina del Liber novus, de partículas más grande del mun- El libro rojo es una obra única, con un lenguaje críptico, profético, quiso decir Jung cuando lo que im- revelador para otros, el principal trabajo que ella llevó a cabo entre do. Un túnel de 27 km de circunfe- porta son las ideas finales que deci- valor de esta obra no es, en mi opi- 1924 y 1925. Las discusiones con rencia en el que se busca descubrir dió publicar el autor y no los peda- Cary Baynes son testigo de las du- el bosón de Higgs, una partícula zos inconclusos que llevaron al tra- narios dibujos, sino lo que ella re- das de Jung y el miedo a que el tra- elemental hipotética que explicaría bajo elaborado. El Dr. Wolfgang presenta y muestra de un estilo de bajo fuera mal interpretado. Jung le el origen de la masa de otras partí- Giegerich, un polémico analista vida. Es el testimonio de un hom- dio copia de El libro rojo a diferentes culas y de la materia, así como si- alemán que ha despertado varias bre que cultivaba con tanta digni- inteligentes discusiones en el mun- dad sus experiencias internas que personas, entre ellas Peter Baynes mular los fenómenos que siguieron y Wolfgang Stockmayer, e hizo una inmediatamente al Big Bang. Con nión, su contenido o sus extraordi- do de la psicología analítica, señala tenía el tiempo para pintar un cos- publicación privada de los Septem cierto dejo de humor inglés, Sonu que, en muchos sentidos, Jung mis- mos en la primera letra de la pala- Sermones ad Mortuos en 1916. Shamdasani señaló que algo simi- mo se sintió avergonzado de las ex- Cuando Aniela Jaffé comenzó el lar a lo que se esperaba sucediera periencias que relata en sus cuader- principales legados de C.G. Jung proyecto biográfico de Recuerdos, en el gran colisionador de electro- nos, y cuando las usó en su obra pu- fue imaginar el inconsciente colec- sueños y pensamientos, Jung le en- nes y positrones de Ginebra, estaba blicada lo hizo de manera anóni- tregó una copia de la transcripción ocurriendo en la comunidad jun- realizada por Toni Wolff, y le per- guiana con la publicación de El libro nuza las innumerables contradic- mitió citar directamente del texto. rojo porque éste había producido la ciones de El libro rojo y considera tan real y poderoso como el exte- Jung, sin embargo, nunca sintió explosión del Big Bang de la psico- que una inarticulada colección de rior. En estos tiempos de excesiva que El libro rojo estuviera termina- logía analítica. Y, sin duda, mucho especulaciones teosóficas difícil- realidad, El libro rojo es una reivin- ma, camuflada. Giegerich desme- do, no permitió que lo incluyeran en hay de cierto en ello. En el congreso mente puede ser considerada un lisus obras completas y antes de falle- internacional de Montreal antes bro. Para el crítico analista, el Li- bra inicial de un sueño. Uno de los tivo como un mundo especular y atemporal asentado en la estructura del cerebro, un espacio interior dicación del universo subjetivo, del mundo interior. ber novus es una hiperbólica reifi- cer solicitó que el libro quedara en mencionado, y en muchos otros lu- su familia, sin dar mayores indica- gares, ya han tenido lugar presenta- cación de pensamientos, una meta- Referencia bibliográfica ciones sobre su destino. Cuando ciones y paneles de discusión sobre física religiosa absolutista que pri- Giegerich, Wolfgang (2010). «Liber Jung murió en 1961, El libro rojo la psicología junguiana después de va las fantasías y las revelaciones Novus, That Is, The New Bible. A permaneció en su estudio como El libro rojo. de su condición psíquica para con- First Analysis of C.G. Jung´s Red vertirlas en hechos fácticos y natu- Book». Spring, A Journal of Archety- parte de la herencia de la familia y en 1983 fue guardado en una caja La obra, no podía ser de otra forma, ha causado gran entusiasmo rales. «Y aquí vemos otra vez que de seguridad bancaria. Allí perma- y ha tenido efecto inmediato en la El libro rojo, como libro dedicado neció hasta que el historiador de práctica y teoría junguiana actual. a este self totalitario, no es un libro la psicología y psiquiatría, Sonu Los conceptos desarrollados en las de psicología. El alma no es su revista venezolana de 64 psicología de los arquetipos pe and Culture, vol. 83, Spring 2010. New Orleans: Spring Journal. Sociedad Venezolana de Analistas Junguianos (SVAJ) La SVAJ es una institución Programa de Formación con personalidad jurídica en el de Analistas Junguianos país, sin fines de lucro y miembro de la Internacional Association El programa de la SVAJ conci- Miembros de la SVAJ Axel Capriles Méndez be la formación del analista como Eduardo Carvallo for Analytical Psychology (IAAP) un proceso de desarrollo integral Carolina Chirinos desde 1998. Nuestra institución en lo personal y en lo profesional. Niksa Fernández actúa exclusivamente con fines El programa estimula, acompaña Luis Galdona gremiales y educacionales siendo y contiene al candidato en su pro- Freddy Javier Guevara sus objetivos: ceso de encuentro con el incons- Rita H. de Capriles ciente. El acento del programa re- Rafael López Pedraza 1 Difundir el conocimiento de la cae sobre el análisis personal du- Vesna Luger psicología analítica y de las ideas rante todo el proceso de formación, Margarita Méndez de Carl Gustav Jung entre los pro- la supervisión de casos clínicos (in- Daniela Micale fesionales de la psicología, psiquia- dividual y grupal), la presentación Ismenia Morales tría y campos afines a la atención de casos clínicos (orales y escritos) Carin Neuberger de Luque de la salud mental en Venezuela. y asistencia y aprobación de los Pablo Raydán 2 Facilitar la formación y la certi- cursos previstos por la SVAJ. Iván Rodríguez del Camino ficación de aquellos profesionales Magaly Villalobos El programa de formación de medicina, psicología y la psi- contempla tópicos básicos para quiatría que aspiren a ser analis- iniciar la toma de conciencia de tas de corte junguiano. Provee a las manifestaciones de la psique, éstos con oportunidades para a partir de aspectos teóricos que continuar con su educación y serán cubiertos siguiendo una para la investigación. complejidad creciente, y de re- 3 Velar por el mantenimiento de al- flexiones acerca de la práctica psitos niveles de formación, práctica terapéutica y conducta ética de los coterapéutica. Las asignaturas cubren tres analistas junguianos en Venezuela. pilares fundamentales: 4 Estimular, apoyar y fomentar 1 Fundamentos teóricos de psico- actividades cónsonas con los obje- logía junguiana: Conceptos básitivos, intereses y el bienestar y de- cos, Historia de la Psicología Prosarrollo continuo de la SVAJ y sus funda y Post-Junguiana. miembros. 2 Simbología e historia de la cultura: Mitología, Leyendas y Cuen- Igualmente, la SVAJ cuenta tos de Hadas, Religiones Compa- con el apoyo de la Fundación C. radas, Antropología Cultural, G. Jung de Venezuela en sus acti- Historia de la Cultura. vidades de difusión de la psicolo- 3 Clínica psicoterapéutica: Psico- gía analítica al público en gene- patología, Herramientas Psicote- ral, mediante la organización de rapéuticas: Interpretación de sue- seminarios, charlas, cine-foros y ños, Imaginación activa, Caja de eventos culturales en temas de in- arena, Escritura creativa, Interterés y actualidad. pretación de dibujos, Cuerpo y danza. psicología de los arquetipos 65