¿Qué es educar para la paz? Capítulo del libro - FETE-UGT

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La paz es un espacio de encuentro y un tiempo de
relaciones humanas. Ni es sólo ausencia de guerra, ni
significa ausencia de conflictos. Convivir en tolerancia y
armonía puede suponer un conflicto continuo, pero es
positivo en el sentido que es una derrota continuada de la
violencia. Las relaciones humanas son siempre conflictivas y
la superación pacífica y positiva de estas situaciones es
precisamente la forma de convivencia armónica de las
distintas culturas, pueblos, religiones, sexos, razas y demás
diferencias que puedan servir de excusa para la división, el
antagonismo, el odio o la incomprensión.
Manuel Méndez y Pilar Llanderas1
Objetivos formativos:
-Situar la educación para la Paz en el proyecto
educativo
-Fomentar la autonomía y autoafirmación a través
de la toma de decisiones.
-Trabajar la resolución no violenta de conflictos y
aprender la tolerancia.
-Potenciar la empatía para hacer frente a la
indiferencia y provocar la solidaridad.
1. ¿Qué es educar para la paz?
Sería impensable hablar de la educación para la Paz, sin hablar de su trayectoria
histórica. A finales del siglo XIX, surge en España un movimiento educativo llamado
1
http://www.cnice.mecd.es/recursos/secundaria/transversales/paz1.htm
Institución Libre de Enseñanza, que reivindica la libertad de cátedra desde el laicismo,
alejándose de las doctrinas religiosas que imperaban en la universidad de la época. Poco
después, nace en Europa la “Escuela Nueva”, al finalizar la Primera Guerra Mundial,
como proyecto de esperanza de paz. Según el movimiento de la Escuela Nueva, la base
del proceso educativo era replantear los fundamentos del sistema educativo que no se
basara en el miedo al castigo ni la obtención de una recompensa, sino en el interés real
por el contenido del aprendizaje; la educación se proponía fundamentalmente el
desarrollo de las funciones intelectuales y éticas, convirtiendo la escuela en un espacio
activo en el que se estimulara los intereses del niño y de la niña, desde una perspectiva
intelectual y afectiva.
Después de la segunda guerra mundial, se creará el foro de las Naciones Unidas y, más
concretamente, la UNESCO que velará por la continuidad del programa emprendido por
la Escuela Nueva y le añadirá otros componentes como la educación para los derechos
humanos y la educación para el desarme, consiguiendo, de esta manera un nuevo foro
de la educación para la comprensión internacional.
Más cerca de nuestra época, la no violencia nos ofrecerá una perspectiva más amplia: el
desarrollo de la autonomía y la afirmación personal, necesarias a la consecución de la
libertad, la correspondencia entre los fines perseguidos y los medios adoptados y la
resolución de conflictos.
En los años sesenta del siglo XX llegará la investigación para la paz que nos
proporcionará una revisión de los conceptos de paz, la teoría ghandiana del conflicto y
la vinculación de la educación para la paz a la educación para el desarrollo, de los que
Paul Freire es uno de los máximos representantes. Estas premisas son indispensables a
la hora de optar por uno u otro modelo de educación para la paz. Si bien la innovación
que supusieron la Escuela Nueva y la declaración de 1945 de la UNESCO son
imprescindibles, hemos optado por considerar dos aspectos fundamentales de la
Educación para la Paz: la resolución de conflictos y el concepto de “paz positiva”, ya
que creemos que trabajar estos aspectos en el aula de primaria nos permite fijar
conceptos y desarrollar estrategias claras a través de situaciones cotidianas.
En 1993, la "Carta de la Paz, dirigida a la O.N.U.", se dio a conocer a
más de 80 países de los 5 continentes, y ha estado presente en no pocos
procesos de paz. De ahí que haya tenido lugar la tercera recepción
solemne de una comisión de la Carta de la Paz por parte de la Secretaría
General de Naciones Unidas, en Nueva York, el 29 de octubre de 1998,
donde se entregó una recopilación del trabajo de reflexión y difusión de
la Carta de la Paz desde la entrega anterior, en enero de 1996.
Los 10 puntos de dicha Carta ofrecen fundamentos y criterios a partir de
los cuales puede desarrollarse la paz. Historiadores, filósofos,
pedagogos, expertos en la familia, juristas, mediadores de conflictos,
psicólogos, animadores sociales y laborales, economistas, dirigentes
religiosos, personal sanitario, artistas, medios de comunicación social y,
en definitiva, toda la sociedad, deben hacer mucho para construir y
desarrollar una 'paz positiva'.
Acumulando una larga tradición por la paz, esta iniciativa quiere
responder a una inquietud o pregunta: si casi todos los seres humanos
deseamos la paz, ¿por qué tambalea con tanta facilidad cuando requiere
tantos esfuerzos alcanzarla? ¿Por qué la paz es tan frágil y se rompe con
tanta facilidad?
Es necesario un esfuerzo de toda la sociedad para eliminar los obstáculos
y, al mismo tiempo, señalar unos principios en los que fundamentar la
tarea de construcción de la paz. Por eso, al margen de las ideologías o de
las creencias de cada uno, hay que buscar unas evidencias sobre las
cuales podamos construir entre todos esta paz tan anhelada y deseada.
La paz es un trabajo personal en el entorno más cercano pero alcanzar la
paz debe ser la máxima aspiración de todos los pueblos.
La carta de la paz2:
I.- Los contemporáneos no tenemos ninguna culpa de los males acaecidos en la Historia, por la sencilla razón de
que no existíamos.
2
http://www.cartadelapaz.org/castellano/cp_text.htm
II.- ¿Por qué, pues, debemos tener y alimentar resentimientos unos contra otros si no tenemos ninguna
responsabilidad de lo acontecido en la Historia?
III.- Eliminados estos absurdos resentimientos, ¿por qué no ser amigos y así poder trabajar juntos para
construir globalmente un mundo más solidario y gratificante para nuestros hijos y nosotros mismos?
IV.- Es fructuoso conocer la Historia lo más posible. Pero vemos que no podemos volverla hacia atrás. Vemos,
también, que si la Historia hubiera sido distinta -mejor o peor-, el devenir habría sido diferente. Se habrían
producido a lo largo de los tiempos otros encuentros, otros enlaces; habrían nacido otras personas, nosotros no.
Ninguno de los que hoy tenemos el tesoro de existir, existiríamos. Esto no quiere insinuar en absoluto que los
males desencadenados por nuestros antepasados no fueran realmente males. Los censuramos, repudiamos y no
hemos de querer repetirlos.
La sorpresa de existir facilitará que los presentes nos esforcemos con alegría para arreglar las consecuencias
actuales de los males anteriores a nosotros.
V.- Los seres humanos, por el mero hecho de existir -pudiendo no haber existido-, tenemos una relación
fundamental: ser hermanos en la existencia. Si no existiéramos, no podríamos siquiera ser hermanos
consanguíneos de nadie. Percibir esta fraternidad primordial en la existencia, nos hará más fácilmente solidarios
al abrirnos a la sociedad.
VI.- Al organizar en la actualidad las nuevas estructuras sociales que se consideran oportunas para construir una
sociedad más firme y en paz, es peligroso, muchas veces, basarlas sobre otras estructuras antiguas, aunque en su
momento las vieran convenientes. Es más sólido fundamentar las nuevas estructuras sobre unidades geográficas
humanas. Sin embargo, evitando el riesgo de que éstas se encierren en sí mismas, ya que ello desemboca, casi
siempre, en desavenencias de toda índole y hasta en guerras.
VII.- El ser humano es libre, inteligente y capaz de amar. El amor no se puede obligar ni imponer, tampoco puede
existir a ciegas sino con lucidez. Surge libre y claramente o no es auténtico. Siempre que coartemos la libertad de
alguien o le privemos de la sabiduría, estaremos impidiendo que esta persona pueda amarnos. Por consiguiente,
defender, favorecer, desarrollar la genuina libertad de los individuos -que entraña en sí misma una dimensión
social corresponsable- así como su sabiduría, es propiciar el aprecio cordial entre las personas y, por tanto, poder
edificar mejor la paz.
VIII.- Los representantes actuales de las instituciones que han perdurado en la Historia, no son responsables de
lo sucedido en el pasado, pues ellos no existían. Sin embargo, para favorecer la paz, esos representantes han de
lamentar públicamente, cuando sea prudente, los males e injusticias que se cometieron por parte de esas
instituciones a lo largo de la Historia. Así mismo, han de resarcir en lo posible, institucionalmente, los daños
ocasionados.
IX.- Los progenitores son responsables de haber dado la existencia a otros seres. Por tanto, con la colaboración
solidaria de la sociedad, tienen que propiciar, hasta la muerte de sus hijos (en especial los discapacitados psíquicos
o los de voluntad débil), los medios y apoyos suficientes -principalmente dejarles en herencia un mundo más en
paz- para que éstos desarrollen su vida con dignidad humana, ya que no han pedido existir.
Por otra parte, los jóvenes tienen derecho a ser motivados y entusiasmados en la alegría de existir, por el ejemplo
de sus padres, familia y la sociedad. Igualmente, para trabajar ahondando en las técnicas y ciencias, a fin de ellos
poder, a su vez, colaborar para conseguir un mundo más en paz.
Así mismo, es evidente que no se podrá construir la paz global mientras en el seno de la sociedad e incluso dentro
de las familias, exista menosprecio hacia más de la mitad de sus integrantes: mujeres, niños, ancianos y grupos
marginados. Por el contrario, favorecerá llegar a la paz el reconocimiento y respeto de la dignidad y derechos de
todos ellos.
X.- Un creciente número de países reconocen ya en la actualidad, que todos tenemos el derecho a pensar,
expresarnos y agruparnos libremente, respetando siempre la dignidad y los derechos de los demás. Pero
igualmente, cada ser humano tiene el derecho a vivir su vida en este mundo de modo coherente con aquello que
sinceramente piensa.
Las democracias, pues, han de dar un salto cualitativo para defender y propiciar, también, que toda persona pueda
vivir de acuerdo con su conciencia sin atentar nunca, por supuesto, a la libertad de nadie ni provocar daños a los
demás ni a uno mismo.
Sin resentimientos, desde la libertad, las evidencias y la amistad, puede construirse la paz.
Gracias, amigos y amigas...
Posdata:
Es tarea de los gobernantes concentrar sus miras al bien de los contemporáneos, pues ya existen y tienen derecho
a vivir la vida con dignidad humana, sin que el bien de los presentes hipoteque el equilibrio ecológico del futuro.
Si una nación, gracias a sus políticos, va de bien en mejor, las relaciones entre sus ciudadanos actuales
transcurrirán de una manera más suave y gratificante, e irán naciendo unos hijos, los cuales podrán alegrarse de
que el país haya ido progresando, pues gracias a ello se habrán dado las condiciones precisas para los encuentros
de los adultos que posibilitaron el existir de esos hijos. Sin embargo, si algunas naciones están menos bien
gobernadas, las relaciones interpersonales de los adultos que ahora viven se desarrollarán de otra manera más
dificultosa; de ahí otros encuentros, relaciones, etc, y nacerán otros seres, distintos de los que hubieran nacido
de ir la nación mejor. Los que han nacido en estas otras circunstancias, podrán alegrarse igualmente de que las
cosas hayan ido en sus países de modo menos pujante, pues si no, ellos precisamente no habrían sido engendrados.
Claro es que estos nuevos ciudadanos deberán esforzarse para mejorar la situación cuando sean mayores.
1.2. ¿Qué entendemos por PAZ?
Cuando hablamos u oímos hablar de paz a nuestro alrededor, lo suele ser en términos
antagónicos a la palabra “guerra” o simplemente, ausencia de conflicto. Esta definición
nos parece imprecisa. Quizás hablar de paz como ausencia de violencia fuera una
definición más amplia. La guerra es un tipo de violencia organizada, una agresión
directa y física. Existe sin embargo otro tipo de violencia estructural, que afecta a las
personas desde otros espacios: la injusticia, la desigualdad social, la pobreza son
elementos de violencia que influyen directamente en el desarrollo afectivo y mental de
los seres humanos. No podremos hablar de paz mientras no tengamos en cuenta estas
variables. La violencia física directa ejercida en contextos bélicos no debe esconder la
violencia de facto que se ejerce desde la jerarquía social. Mientras una parte de la
sociedad siga oprimida por otra parte dominante, los derechos de ciudadanía no estén al
alcance de parte de ella y la desigualdad de oportunidades siga siendo habitual, será
preciso trabajar desde el aula ese concepto de paz positiva. De la misma manera, será
necesario trabajar el concepto de paz desde la perspectiva feminista, que nos ayuda a
considerar las relaciones humanas desde la relación personal más que estructural, más
inclusiva que exclusiva y a cooperar más que a competir.
1.3. ¿Cuáles son las características de la paz positiva?
-
es un proceso dinámico, activo y permanente. La idea de la paz negativa de los
movimientos pacifistas pasivos debe dar paso a una educación para la paz desde
la reafirmación de los valores para la construcción de una sociedad más
equitativa y más solidaria. Por lo tanto, podríamos decir que la paz no es un
estado sino un camino activo de actuación.
-
supone una estructura social amplia de justicia y acceso a oportunidades para
todos y todas en igualdad de condiciones.
-
exige, por lo tanto, reciprocidad y equidad, desde un contexto de relaciones
solidarias, a favor de un bien común de la sociedad.
-
incluye a todos los estamentos de la sociedad, con particular atención al sistema
educativo y a los contenidos curriculares reflejados.
Siguiendo lo propuesto por J. Tudesco (1995:443)3, los campos de acción de la
educación para la paz deberían tocar, entre otros, “el currículum escolar, el
establecimiento escolar, los docentes, las poblaciones más vulnerables, la investigación,
la enseñanza superior, los agentes de socialización externos a la escuela, la educación de
adultos y la cooperación internacional”.
La incorporación de la educación para la paz no supone la introducción de nuevas
materias sino su presencia de manera transversal, incidiendo en toda la intervención
educativa, con sus correspondientes procesos de evaluación para su efectividad y
constante mejora. Entre otros, destacaríamos el debate sobre el laicismo, como garantía
de tolerancia, comprensión y libertad de expresión; la elaboración de materiales
didácticos y recursos adaptados a las nuevas necesidades del aula; y la profundización y
mejora en la enseñanza de la lectura y escritura, garantes del desarrollo del pensamiento
y del manejo de los recursos lingüísticos necesarios para la resolución de conflictos por
vía de la negociación.
3
Tudesco, J. (1995): “Marco de referencia para estrategias de acción sobre educación, derechos humanos,
paz y democracia”, en I Congreso Europeo de Educación para la Paz. Xunta de Galicia. Santiago de
Compostela.
2. El conflicto generador de paz
De la misma manera que la palabra paz va asociada a violencia, el concepto de conflicto
se suele entender también de forma negativa: una situación molesta, a veces violenta, no
deseada.
Debemos insistir, sin embargo, en el lado natural del conflicto, como parte de la
inteligencia y como expresión de opiniones, intereses o valores contrarios. Del
tratamiento que se le dé dependerá la calidad de la interacción y el grado de mayor o
menor éxito en su resolución.
Intentemos definir sus características, basándonos en la propuesta de Amani (1994)4:
-
Entendemos por conflicto una situación de incompatibilidad entre individuos
y/o grupos humanos.
-
Su mera existencia es prueba de la diversidad de posibilidades del ser humano y,
por lo tanto generador de cambio personal y social.
-
Un conflicto tiene causas, desarrollo y consecuencias. Se trata, por lo tanto de un
proceso, no de una foto fija.
-
Para resolver un conflicto, es necesario que cada uno de sus actores tome
conciencia de los motivos que lo provocan y reflexionen, por lo tanto, sobre sus
motivos e intereses.
-
La agresividad forma parte del comportamiento humano. No es negativa en sí,
sino necesaria para la autoafirmación física y psíquica del individuo. Sin
embargo, si la agresividad es inevitable, la violencia no lo es.
Si enfocamos el conflicto como proceso, nos será mucho más fácil desmontar sus
causas, explicar cómo o por qué se ha ido desarrollando y calibrar sus
consecuencias. Preguntémonos en qué punto de este proceso podríamos haber
actuado para darle otra salida, cuáles son las circunstancias que lo han provocado, y
si las consecuencias de su no resolución son corregibles. En ocasiones somos
simples observadores de situaciones que llevan a conflictos predecibles: es
importante como educadores y educadoras que aprendamos a reconocer los síntomas
4
Colectivo Amani (1994): La resolución de conflictos. ED. Popular. Madrid.
de los antagonismos que llevan a la confrontación, para actuar sobre sus causas y
orientar su transformación hacia el consenso del “ganamos todos”.
El ideograma chino para la palabra crisis se representa con dos signos
aparentemente antagónicos: el que se lee como peligro, asociado al que se lee como
oportunidad. Y ¿no es acaso lo que representa también el conflicto? Un peligro si
se enfatizan las posturas extremas pero una oportunidad si, gracias a él, aflora la
pluralidad de pensamiento o de percepción de la realidad que pueden tener el efecto
diversificador de renegociación de valores comunes. El éxito de la transformación
del conflicto en oportunidad de cambio reside en muchos casos en la perspectiva
con la que se trate. Un planteamiento sistemático de éste, no desde la neutralidad,
sino desde la mediación, una escucha atenta y activa de las partes en presencia, la
búsqueda común de soluciones o alternativas que sean productivas para todos y
todas, el “cambio de gafas” que proporciona mirar con los ojos de otra persona, por
encontrarse en una situación vivida por ella… son tantas oportunidades para la
transformación que nos brindan los conflictos.
Trabajar en el aula la educación para la paz es considerarla en su sentido más
amplio, más globalizador, acercando todos los agentes sociales y educativos a la
realidad escolar, pero –también- involucrando todos los espacios extra escolares en
su valoración. La educación para la paz se trabaja desde la calle, el barrio, la familia,
los amigos, los espacios públicos de ocio, los medios de comunicación, los juguetes,
los videojuegos, Internet, etc.
Un trabajo de aula enfocado a la integración de estos distintos elementos reforzará el
sentimiento de pertenencia a la colectividad de nuestros alumnos y alumnas al
mismo tiempo que fortalecerá su autoconcepto y su autoimagen dentro y fuera de
su comunidad de origen.
La perspectiva de la paz positiva, en cualquier asignatura, supone hacer emerger el
currículum oculto como parte integrante e integrada del trabajo de aula, amplia el
sentido de la responsabilidad colectiva e individual en beneficio de un bien común,
favorece la cooperación, y –lo que no es poco- invita a los alumnos y alumnas a
considerar la escuela como lugar de encuentro y de aprendizaje social.
Trabajar los valores de solidaridad, responsabilidad, aprender a ser consecuente, a
criticar y a rectificar los errores asumidos forma parte de la educación para la
ciudadanía desde la que se vuelve más difícil hablar desde el etnocentrismo o la
discriminación.
Recordemos que:
-
Educar para la paz es partir de valores como la justicia, la solidaridad, la
cooperación, el desarrollo de la autonomía personal y cuestionarse la
discriminación, la intolerancia, el etnocentrismo, la indiferencia, etc.
-
Educar para la paz es actuar. Empieza por una revisión de nuestras actitudes
como educadores y educadoras transmisores de valores.
-
Educar para la paz es acercar la escuela al mundo y el mundo a la escuela. Esta
forma parte de las estructuras sociales y es a la vez factor de reproducción o
agente de producción, según nos coloquemos desde una u otra tipología de
relación entre los alumnos y las alumnas del centro.
-
Para ello, deberemos plantear una organización democrática del aula, involucrar
y responsabilizar a los alumnos y alumnas de su gestión, poner en
funcionamiento mecanismos de resolución de conflictos cuyos actores sean los
propios alumnos y alumnas. La creación de un clima de confianza en el que se
conciencia a los chicos y a las chicas de la necesidad de buscar un bien común
como alternativa a la competitividad del ganador-perdedor será imprescindible.
-
Educar para la paz no supone reprimir la agresividad sino canalizarla en
beneficio de cada persona y de la colectividad.
-
La afirmación de la diversidad en el aula se considera una oportunidad de
enriquecimiento para el aprendizaje de la convivencia.
3. ¿Cómo trabajar desde el aula?
Partiremos de la premisa de que cada alumna y cada alumno son distintos entre sí.
Que cada uno y cada una tiene su forma de ver el mundo, sus preferencias y sus
peculiaridades.
Es
importante
recordarlo,
porque
es
precisamente
este
reconocimiento de la diversidad individual la que nos ayudará a enfocar el conflicto
desde una perspectiva constructiva en cuanto este aflore y a no ignorarlo en nombre
de una homogeneización tranquilizadora del aula.
Cuando surge el conflicto, lo hace en general por intereses contrapuestos. Es, por lo
tanto, imprescindible que busquemos fórmulas, estrategias y propuestas de trabajo
que fomenten el desarrollo de capacidades argumentativas no violentas, la
verbalización de los sentimientos, la expresión de la percepción de frustración o de
injusticia que puedan asomar.
A menudo, no son las palabras pronunciadas las que llevan a una situación de
conflicto sino la interpretación que de ellas se hace. Mención aparte merece la
expresión gestual, no verbal, el tono utilizado, las muecas o expresiones de la cara,
etc., sin olvidar el arma de doble filo que supone la risa: esta será factor de
distensión o elemento crispador, según se entienda como reírse con y no reírse de.
Como educadores y educadoras, es fundamental que nuestro papel sea el de
mediador o mediadora en los conflictos que surjan en el aula. Ello supone que no
tomemos partida por nadie y que nuestro objetivo sea el de encontrar una solución
que beneficie a cada una de las partes.
Trabajar el concepto de paz positiva en el aula está al alcance de quienes deseen
mirar la realidad con ojos constructivos: las conductas y actitudes que nos llevan a
escuchar y expresar, las exigencias que establecemos en cuanto a códigos éticos, la
apuesta por la igualdad y el respeto y la búsqueda de alternativas a cada una de las
situaciones de violencia que observamos a nuestro alrededor son probablemente los
grandes pilares en los que asentamos la praxis de la educación para la paz.
Por otra parte, la adquisición-aprendizaje de habilidades que lleven a desarrollar la
asertividad y la competencia social será otro espacio a trabajar, para fomentar la
capacidad de los alumnos y alumnas de manifestar sus opiniones, sentimientos,
derechos y deseos de forma directa y sincera, al mismo tiempo que respetan las
opiniones, sentimientos, derechos, deseos de los compañeros y compañeras con los
que se interrelacionan.
Partiendo siempre de los conflictos generados en el aula, podremos explicar –
sistematizándolos- la mayoría de los conflictos internacionales, siguiendo este
esquema:
Identificar,
relacionar
y
comprender
conceptos, hechos y procesos vinculados
con el conflicto, la paz, la cooperación, la
violencia,
los
derechos
humanos,
las
Apreciar,
valorar,
respetar,
criticar,
reaccionar y actuar en las resoluciones de
conflictos propuestas.
relaciones internacionales y el desarme.
Experimentar actitudes y
comportamientos propios de
la idea de paz.
o
Ejecutar trabajos de forma cooperativa
o
Simular situaciones de conflictos adoptando posturas encontradas
o
Realizar trabajos con distintos medios, desde enfoques distintos
o
Elaborar mapas, murales, collages en los que se reflejan las distintas
posturas adoptadas
o
Observar los procesos de toma de decisiones y proponer otros
o
Representar –a través de la fantasía- mundos “ideales” y proponer lo que
podría servir en éste.
4.- Ideas clave
Para trabajar la educación para la paz, deberemos:
-
fomentar la autonomía, la autoestima, la autoafirmación y la capacidad de
desarrollar relaciones interpersonales, como premisa para el respeto y el
entendimiento de las desigualdades
-
favorecer el acceso a la información y su análisis crítico
-
promover el diálogo como punto de encuentro entre el pensamiento y las
distintas valoraciones que ofrecen la pluralidad
-
estimular la toma de decisiones y de responsabilidades en función de las
opciones elegidas y de sus consecuencias.
-
concienciar sobre el reparto desigual de recursos entre los pueblos del planeta y
la violación de los derechos humanos
-
reconocer las situaciones de discriminación, injusticia y desigualdades sociales
en el entorno escolar y de barrio y trabajar en su eliminación.
-
Adoptar una actitud de beligerancia positiva respecto de los valores
compartidos.
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