Comunicación entre padres e hijos La familia es una sociedad, apoyada en el vínculo contraído por un hombre y una mujer con el fin de transmitir la vida y educar a la prole. El hombre es impensable sin familia. No nace si no se unen un hombre y una mujer para engendrarlo. No crece si esas personas que le dieron la vida no lo cuidan y lo protegen. No avanza hacia la plenitud si los padres no lo educan. ¿Qué es educar? La educación es un proceso de mejora personal, intencional, referido a los dones esenciales del hombre. Educar a una persona es entusiasmarla con los valores. La educación exige reflexión para descubrir e incorporar algunos valores permanentes, todos ellos relacionados con el bien y con el amor. Para formar correctamente el carácter de los hijos, los padres tiene que aprender a comunicarse entre sí y con ellos. A primera vista esto parece una cosa bien sencilla, pero en medio de la agitada vida que llevamos, parece que tenemos tiempo para todo menos para la grata y amable conversación. “Una de las cosas más tristes que vi (y con mucha frecuencia) fue los desesperados esfuerzos de muchos niños por obtener atención, sin lograrlo. Zig Ziglar. Comunicación se deriva etimológicamente del vocablo latino comunicatio, que significa hacer común, entrar en relación, participación, intercambio. Nace del modo mismo de ser persona, constitutivamente abierta hacia adentro y hacia fuera, y por ello capaz de manifestarse y dialogar. Tiende a producir unidad entre las personas. Sin comunicación no habría sociedad y ni siquiera vida, ni espíritu: solo los seres inertes carecen de comunicación. La inteligencia y la voluntad son las capacidades humanas que permiten una comunicación más profunda de la persona y de su intimidad. En todo ello se ve que vivir es comunicarse. La comunicación en el matrimonio es un proceso necesario para unirse y para vivir un proyecto común y metas que durarán toda la vida. No basta estar físicamente cerca. Es necesaria la aproximación de los espíritus que lleva a encontrar el tiempo de conversar con los hijos y acerca de ellos, a valorar sus virtudes y a buscar la mejor manera de incrementarlas; a intercambiar criterios educativos, opiniones y cariño. Y tantas cosas más, aparentemente pequeñas, que contribuyen a hacer ciertamente del hogar –para padres e hijos- un remanso de paz de luz y de alegría. ¿Cómo vives la comunicación en familia? 1. Tiempo para conversar.- La información de entrada que recibe la mente infantil, aun antes del nacimiento, es lo que más influye en la conducta posterior del niño. Nos encontramos en un ambiente de conversación cada día más restringido. Se dedica un tiempo excesivo a deberes activos, equipos de sonido, televisión, mientras que es insuficiente el que conceden al intercambio de mensajes con seres humanos cariñosos y solícitos, como deben ser los demás miembros de la familia. Casi no queda tiempo para la conversación. La queja principal que se escucha en labios de las amas de casa es que el marido solo habla de hechos y números y solo comunica una cantidad mínima de información. La charla familiar es tan importante para conservar sana la relación matrimonial y para el desarrollo y estabilidad de los hijos. Nada puede compararse a la importancia de la comunicación entre marido y mujer, especialmente en presencia del hijo. Si este escucha el diálogo afectuoso, tiene la sensación de seguridad. Para un hijo el amor es tiempo. El precio que se paga por no invertir tiempo y no esforzarse al máximo por criar hijos buenos, es demasiado elevado. La mejor inversión de tiempo y energía es el tiempo y el esfuerzo que se dedican a los hijos, porque es la inversión que le dará dividendos durante toda su vida. 2. El hijo que insiste. Sus hijos son adultos en proceso, cuando entren a interrumpir una conversación, pueden contestarles brevemente y volver al diálogo con su visitante. Los hijos deben incluirse en las conversaciones de familia. Aprenden a comportarse en el mundo de los adultos, mejorando su comprensión y ampliando su vocabulario, todo lo cual contribuye al desarrollo de sus destrezas sociales y de conversación. También hace que se sientan parte del equipo Muchas veces un muchacho o muchacha de doce o catorce años inicia una conversación, pero los padres apenas le contestan sí o no, sin hacer el menor esfuerzo por proseguir el diálogo ni ampliar ninguna área de interés. Es una de las maneras más seguras de empujarlo a la casa de un vecino o a una pandilla inconveniente. 3. Los hijos deben participar y colaborar. Un común denominador que todos tenemos, es la necesidad de ser amados y comprendidos. En nuestras discusiones en familia, estamos formando lazos de unión de que disfrutaremos durante toda la vida. Consultar con ellos si se trata de una cuestión crítica, como por ejemplo la mudanza a otra ciudad. Así hacen parte del proceso de planeación, se siente entusiasta y lo apoya. Es una manera de manifestar su amor, su consideración y su respeto por su hijo. Es indispensable que participen en la planeación de las actividades de la familia, tales como un paseo o unas vacaciones. Los beneficios son que pueden invertir mucho tiempo en la planeación, se mantienen abiertas las líneas de comunicación, aprenden de geografía , historia. Todo contribuye a la educación de sus hijos. 4. Cuando hay que decir que no. Siempre que sea posible acceder a las peticiones y cuando sea absolutamente necesario decir “no” se agrega la explicación. Eso hace del “no” una experiencia de crecimiento. Hay muchos casos en que los muchachos, careciendo de madurez y penetración, no ven los peligros de un determinado paso, y su juicio no les permite preocuparse por su seguridad, y salud, ni por la seguridad del resto de la familia. Justifique su negativa. Para decir que no, los padres deben basar su razón para el no ofreciendo una buena justificación. Preguntarle suavemente: “¿Por qué crees tú que no? Seguramente él les podrá dar muy buenas razones; tal vez alguna en que usted ni siquiera había pensado. Si el hijo no tiene en realidad una explicación lógica, sino que su experiencia de padre le indica que no debe acceder a lo que se le pida, dígale: “Hijo, tengo el presentimiento de que lo mejor para ti es que no te de permiso, algún día comprenderás. 5. Cuidado con el tono de voz. Muchas veces los hijos nos ponen a prueba. Están verificando nuestra autoridad y tratando de ver si cederemos y les dejaremos pasar algo. Pero cuando se han establecido firmemente las reglas y los límites, se sienten más tranquilos y agradecen esos límites. La voz es nuestra más eficaz herramienta de comunicación. Un error grave de los padres es alzar la voz, los hijos hacen lo contrario de lo ordenado. Cuando hay que decir que no, se debe decir en la mayoría de los casos después de reflexionar un poco. Una dirección firme con dominio adecuado de la voz, es poderosa, convincente y estimulante. Debemos ser firmes y no modificar la regla, pero hay excepciones para modificarla explicando por qué cambió, basada en nueva información. La verdadera autoridad es templada y suave, pero firme. Los hijos ven que usted tiene dominio de si mismo y de la situación, responderán a esa voz suave, autorizada y llena de confianza. 6. Diga siempre “por favor”. La comunicación cortés es contagiosa en el círculo familiar. Cuando los hijos tengan que pedir algo, exíjales que acompañen su petición con las palabras por favor. Esto hay que enseñarlo con el ejemplo, de modo que usted también debe emplear fórmulas de cortesía: “tiende la cama, por favor” Y una vez cumplida la orden, no olvide en rematar con “Gracias”. Enseña en una forma efectiva la obediencia al par que la cortesía. Anne Sullivan, refiriéndose a Helen Keller, dijo: “Lo he pensado mucho, y cuanto más me convenzo de que la obediencia es la puerta por la cual el conocimiento-, si, y el amor también- entra en la mente del niño. “Permiso”, “gracias”, “perdón”. En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe. La primera palabra es “permiso”. Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar que el otro abra la puerta de su corazón. La tercera palabra es “perdón”. Palabra difícil, es verdad, sin embargo tan necesaria. Cuando falta, se abren pequeñas grietas —incluso sin quererlo— hasta convertirse en fosas profundas. Por el perdón nos liberamos de la esclavitud producida por el odio o el resentimiento. Si no se perdona el amor se enfría y la amistad puede perderse para siempre. 7. Acuéstelos… y levántelos. Orden, horario. Hay hijos dados a la dilación, o adquieren ese hábito a temprana edad. Otros tienen cierto rasgo de independencia o resistencia a la autoridad, que parece salir a la superficie cuando quiera que se les pide que hagan la cama, saquen la basura, recojan la ropa o se levanten por la mañana. Hay unos que son noctámbulos y otros que son diurnos. Padres e hijos, si no conocen bien sus respectivos caracteres se pueden ver enredados en una serie interminable de conflictos que erige entre ellos una barrera a la comunicación. Ejemplo, detesta acostarse por la noche a una hora determinada y no quieren dejar la cama por la mañana. “El que tenga que ir al baño, dar de comer al gato, etc. que lo haga ahora porque dentro de treinta minutos todos tienen que estar acostados. Y por la mañana se llama a la puerta del cuarto, luego se entra y les dicen es hora de levantarse. 8. Autoridad. Es verdad que tú debes ser “compañero” de tu hijo, pero sin olvidar que tú eres el padre. Si te comportas sólo como un compañero de tu hijo, esto no le hará bien a él. La base del trato con el hijo es una buena amistad. Que los padres procuren hacerse amigos de sus hijos. Se puede armonizar perfectamente la autoridad paterna, que la misma educación requiere, con un sentimiento de amistad, que exige ponerse de alguna manera al mismo nivel de sus hijos. Los chicos –aun los que parecen más díscolos y despegados- desean siempre ese acercamiento, esa fraternidad con sus padres. La comunicación es el todo. La comunicación más positiva o negativa, es la que ocurre cuando los padres hablan acerca de sus hijos. Los verdaderos sentimientos de los padres acerca de los hijos se revelan en las discusiones ya sea en su presencia u ostensiblemente cuando el hijo no está escuchando. Los hijos creen estar conversaciones que alcanzan a oír, y reaccionan de acuerdo con ellas. He oído a padres que llaman a sus hijos monstruos o brutos….. Puede usted estar seguro de que lo que su hijo le oiga decir de él, lo tomará al pie de la letra, mientras que lo que le diga a su cara puede tomarlo con un grano de sal. Importante que usted sea “un buen encontrador”. Si sus hijos le oyen decir cosas positivas y elogiosas de ellos, creerán que eso es lo que realmente siente y reaccionarán de acuerdo. Un ingrediente clave de las comunicaciones familiares es escuchar. Cuando los hijos o los padres sienten que se les escuchar, pueden respetar al que escucha y respetarse a sí mismos, puesto que sus comentarios tienen valor. Esto ayuda a adquirir una imagen positiva de si mismos. En la familia, entre hermanos se aprende la convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad. Tal vez no siempre somos conscientes de ello, pero es precisamente la familia la que introduce la fraternidad en el mundo La libertad y la igualdad, sin la fraternidad, pueden llenarse de individualismo y de conformismo, incluso de interés personal. (Papa Francisco). Conclusión para la familia: aprender a convivir juntos desarrollando la comprensión del otro, realizar proyectos comunes y hacer la vida agradable a los demás. Un hombre vino a casa tarde del trabajo, cansado e irritado, y encontró a su hijo de 5 años esperando en la puerta. - "¿Papá, puedo hacerte una pregunta?" - "Sí... ¿cuál es?" contestó el hombre. - "¿Papá, cuánto ganas en una hora?" - "Eso no es asunto tuyo. ¿Por qué preguntas eso?", dijo el hombre enojado. - "Sólo quiero saberlo. Por favor, dime, ¿cuánto ganas en una hora?", repitió el pequeño. - "Si quieres saberlo, en una hora gano 20 euros." - "¡Oh!", contestó el pequeño, cabizbajo. Volviendo a mirarlo, dijo: – "Papá, puedo pedirte prestados 10 euros?" El padre se puso furioso: - "Si la única razón por la que me has preguntado eso es para poder pedirme prestado dinero para comprar un juguete tonto o alguna otra cosa sin sentido, entonces vete directamente a tu cuarto y acuéstate. Piensa sobre por qué estás siendo tan egoísta. Yo trabajo muy duro muchas horas todos los días, y no tengo tiempo para estas tonterías infantiles." El chico fue calladamente a su cuarto y cerró la puerta. El hombre se sentó y empezó a ponerse aún más enfadado pensando en la pregunta del muchacho. - "¿Cómo se atreve a preguntar cosas así sólo para conseguir algún dinero?" Después de aproximadamente una hora o así, el hombre se había tranquilizado, y empezó a pensar que quizás había sido un poco duro con su hijo. Quizás había algo que realmente necesitara comprar con los 10 euros, y realmente no pedía dinero muy a menudo. El hombre fue a la puerta del cuarto del muchacho y abrió la puerta. - "¿Estás dormido, hijo?", preguntó. - "No papá, estoy despierto", contestó al muchacho. - "He estado pensando, quizá haya sido demasiado duro contigo antes", dijo el hombre. "Ha sido un día largo y he pagado mi agresividad contigo. Aquí están los 10 euros que me pediste." El pequeño se sentó y sonrió. - "¡Oh, gracias papá!", gritó. Entonces, buscando bajo su almohada, sacó algunos billetes arrugados. El hombre, viendo que el muchacho ya tenía dinero, empezó a ponerse enfadado de nuevo. El pequeño contó despacio su dinero, entonces miró a su padre. - "¿Por qué pides más dinero si ya tienes?", refunfuñó el padre. - "Porque no tenía bastante, pero ahora sí", contestó. "Papá, ahora ya tengo 20 euros... ¿puedo comprar una hora de tu tiempo?. Por favor ven a casa temprano mañana. Me gustaría cenar contigo. - CARTA DE UN HIJO A SUS PADRES: No me den todo lo que les pido, a veces solo pido para ver hasta cuanto podré tomar.. No me griten, los respeto menos cuando me gritan, y me enseñan a gritar a mi también y yo no quisiera gritar.. No me den siempre ordenes y más ordenes, si a veces me pidieran las cosas yo lo haría más rápido y con más gusto.. Cumplan sus promesas, buenas o malas. Si me prometen un premio, quiero recibirlo y también si es un castigo.. No me comparen con nadie, (especialmente con mi hermano) si me presentan como mejor que los demás alguien va a sufrir y peor, seré yo quien sufra.. No cambien de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer, decídanse y mantengan esa decisión.. - - - Déjenme valerme por mi mismo. Si hacen todo por mi nunca podre aprender.. Corríjanme con ternura. No digan mentiras delante mio, ni me pidan que las diga por ustedes, aunque sea para sacarlos de un apuro. Esta mal. Me hace sentir mal y pierdo la fe en lo que ustedes dicen.. Cuando hago algo malo no me exijan que les diga el "por que lo hice" a veces ni yo mismo lo sé.. Si alguna vez se equivocan en algo, admítanlo, así se robustece la opinión que tengo de ustedes y me enseñaran a admitir mis propias equivocaciones.. Trátenme con la misma amabilidad y cordialidad con que veo que tratan a sus amigos, es que por ser familia no significa que no podamos ser también amigos.. No me pidan que haga una cosa y ustedes no la hacen, yo aprenderé a hacer todo lo que ustedes hacen aunque no me lo digan, pero difícilmente haré lo que dicen y no hacen.. Cuando les cuente un problema mío, aunque les parezca muy pequeño, no me digan "no tenemos tiempo ahora para esas pavadas" traten de comprenderme, necesito que me ayuden, necesito de ustedes.. Para mi es muy necesario que me quieran y me lo digan, casi lo que más me gusta es escucharlos decir: "te queremos".. Abrázame, necesito sentirlos muy cerca de mi. - Que ustedes no se olviden que yo soy, ni mas ni menos que un hijo.. “Problemas de familia. Cortometraje escolar.