Conferencia “Hacer desarrollos inmobiliarios en entornos turbulentos” Arq. Damián Tabakman Coordinador de los posgrados de Real Estate de la Universidad Torcuato Di Tella y de Esade Business School (Argentina); Director de CBA Compañía de Buenos Aires Auditorio ORT Pocitos Facultad de Arquitectura Universidad ORT Uruguay 26 de julio de 2012 En primer lugar, celebro que pongan en marcha esta iniciativa, que es muy alentadora. Hace años que en Argentina trabajamos en esta idea de armar cursos, posgrados, seminarios y capacitaciones de diversa naturaleza vinculadas con los temas inmobiliarios. Después de tantos años nos damos cuenta de que hay un gran valor en esto, no solo por aprender técnicas y venir a un curso que les permita hacer un mejor estudio de mercado, una mejor evaluación económicofinanciera o una mejor estructura de gerenciamiento de proyectos, sino muy especialmente por el valor de la interacción y de poner arriba de la mesa en un ámbito de posgrado lo que los docentes tienen para decir pero también la vinculación que se va generando en todo el ambiente académico, lo que hace que sea un proceso de mucha agregación de valor. Así que me parece una excelente iniciativa de la universidad. Por supuesto, irán haciendo camino al andar, pero sin duda es valioso dedicarle tiempo a poner el foco en reflexionar sobre la disciplina del real state y en cómo armar, gestar, imaginar y organizar los proyectos. Hacer proyectos inmobiliarios es una actividad compleja. Voy a poner en blanco sobre negro los aspectos más calientes desde mi punto de vista. Lo primero es que ningún proyecto inmobiliario puede materializarse y llevarse a cabo si uno no involucra mucha plata como primera variable. Esto es obvio: todo proyecto inmobiliario supone tener entre manos la responsabilidad de hacer rendir el dinero. A veces se pierde conciencia de la importancia, la responsabilidad y la presión que genera hacerse cargo de que, después de dos o tres años de trabajo, un millón de dólares se transforme en dos o tres millones, y nunca en 500 mil dólares. Para el “protagonista de la película”, que es el desarrollador inmobiliario, los proyectos inmobiliarios implican hacerse responsable de mucha plata. La segunda cuestión, no menos importante que la primera, es que no podemos hacer desarrollos inmobiliarios en poco tiempo. No podemos entrar y salir con alta rotación, y es virtualmente imposible que eso suceda. Cuando uno hace un proyecto de verdad, tiene una idea, convoca inversores, arquitectos, compra un lote, aprueba planos, hace un edificio, vende un departamento, y jamás ese proceso lleva menos de un año. Pero el tiempo no solo es una variable importante cuando uno calcula la tasa interna de retorno, también es una variable crítica en términos de entendimiento de lo que tenemos entre manos, porque tener varios millones de dólares expuestos a lo que vaya ocurriendo en el período de uno, dos o tres años, suma un segundo grado de complejidad que no es menor. En dos o tres años de plazo pasa una horrible cantidad de cosas. En Argentina tenemos millones de experiencias en las que devaluamos, pesificamos, explota la burbuja inmobiliaria, la inflación se dispara y otras penurias que suceden a lo largo del tiempo y que hacen que el que puso el millón se ponga especialmente nervioso. Para poder abordar proyectos inmobiliarios con seriedad se requieren herramientas profesionales, capacidad de gestión, de resistir, de negociar, de hacerse cargo, de reorientar el barco, de entender hacia dónde llevar las cosas cuando cosas malas suceden, de capitalizar las cosas buenas que pueden aparecer y mil factores más. Lo cierto es que hay una dificultad estructural en hacerse cargo de un proyecto inmobiliario de la mano de estas variables esenciales que hacen a la actividad. También es importante la forma en la que se organizan los proyectos inmobiliarios. En ese sentido, nuestra actividad tiene algunas particularidades que la diferencian de otras actividades comerciales, industriales, de otros sectores de la economía, etcétera. Lo cierto es que quien tiene cualquier actividad industrial, tiene capacidad de generar unidad de mando en su organización. En una empresa industrial o comercial hay un organigrama más o menos claro; está el dueño, el presidente, el gerente, y a partir de ahí se abren diversos sectores con determinadas responsabilidades y objetivos. Esta organización hace que, cuando el barco se pone en marcha, con unidad de mando se puede tomar decisiones con cierta claridad y conducir la orquesta. Esto no es así en los emprendimientos inmobiliarios. Estoy seguro de que no es así en Uruguay y no es así en Argentina ni en ningún lado. La forma de organizar los proyectos inmobiliarios en cualquier lugar del mundo tiene una manera particular, que se diferencia de muchas otras actividades, y tiene como factor común la idea de que esta unidad de mando, en la que alguien puede definir un norte y alinear a la tropa, en muchísimos casos resulta bastante más complicado, porque está el arquitecto, la empresa constructora, el que aportó el terreno a cambio de metros, el banco que financia y una cantidad de roles que hacen que esta actividad de conducir el barco se vuelva compleja. Hay que aprender a convivir con esa realidad. Cuando era joven, una vez hice un MBA (Máster en Administración de Empresas). Era un curso de tres años en el exterior, y siempre me acuerdo de una anécdota de la primera clase. El profesor, que hizo la apertura, dijo: “Ustedes van a venir acá durante tres años, van a aprender millones de cosas en esta técnica que supone saber administrar empresas. Les quiero dar el eje rector, que alinea esta idea central de conducir compañías, de cómo entender y cómo hacer para operar sobre factores claves de cualquier organización para que tengan la convicción de estar trabajando económicamente en el interés de ustedes mismos y, al mismo tiempo, en el interés de la organización”. Ahí aparece esta idea obvia; cuando uno se levanta a la mañana, planea lo que va a hacer en el resto del día, pero durante ese día trabaja con diversos objetivos. Por supuesto que entre esas mil cosas que uno se plantea como objetivo está hacer un buen trabajo, aportar a la comunidad, realizarse. Pero, además, está ganar plata. Se puede debatir teóricamente un rato largo sobre cuál es el valor relativo que tiene el componente económico en cada una de las decisiones laborales que uno toma a lo largo de su vida. No podemos discutir que el componente económico tiene un rol determinante. En la toma de decisiones que cada uno hace día a día en su trabajo, el componente económico es una parte muy importante. Digo esto porque esta es la clase de apertura de un diploma sobre desarrollos inmobiliarios, y quizás muchos vienen del área de la arquitectura o de las construcciones, y cuando uno va adquiriendo su formación profesional, va metiendo dentro de su cabeza muchos objetivos a ser realizados durante su vida profesional, pero este programa no pone el foco en esos aspectos del hacer profesional. El eje rector de los negocios inmobiliarios es el móvil económico, persigue el objetivo de enriquecernos, y es muy importante entender que ese es el norte y que eso es lo que seguramente explica el alineamiento o no que los actores críticos de cualquier proyecto inmobiliario tienen respecto del proyecto. Un proyecto inmobiliario supone manejar un montón de millones de dólares, así como la dificultad que supone mantener expuestos varios millones de dólares a las locuras que pasan en el mundo a lo largo de dos o tres años y que pueden hacer que esos millones se multipliquen por mucho, nada o se dividan, pero además el desarrollador tiene el desafío de hacerse cargo de convivir con esta realidad compleja de hacer proyectos inmobiliarios. Eso supone convivir con un universo grande de actores imprescindibles para que el proyecto funcione y se realice, que se suman al emprendimiento con sus propios objetivos y su propia expectativa, que en muchos casos puede estar capitaneada por el desarrollista, y que en muchísimos casos entra permanentemente en contradicción con él. Hay que entender esta situación y deconstruir esta realidad para hacer una suerte de precalentamiento de la problemática que supone hacer emprendimientos inmobiliarios y entender la dinámica de funcionamiento de un emprendimiento inmobiliario en cabeza del desarrollador, con el objetivo de reconocer las dificultades que acarrea este eventual desalineamiento de intereses, porque esa es la problemática de hacer empresas, de conducir compañías. *Esta transcripción corresponde a la primera parte de la conferencia dictada por Damián Tabakman.