DiHEf^Ton-jiiíOiiETARio: Migiiel H, de CAmar», A 'jnien aa ilirmíM lotla !a correspondencífl. 1.. SUMARIOC'.fta-oncíclica.—Rovistivde modiis, por D."^ Elisa S.*—Kxplieiieiondo l03 si-/ulr.doa,—El oilor y el frió; loacioiios diulas en Londres ñ un auditorio conipnesto do jdvencs on liis vacáronos de Navidad do 1367, por Jolin Tymliill.—Anécdota (el eftstigo de nn fondiatji).—Lft reina niilii, por D. Q. CerrííEerin.—JIiscoliinen.—Proverbio ílnfitri\do.—Charuda.—Advortonciiia,—Laborea,—Modas.—Eoonomía doméstica.-La rejonciliauion, iior C, Fallet, tradneíJa por la sofloríta D.'' Concopciou Cott;idfi.—Anuncios. C r r a l j a d o s e n e l t e x t o — L o s cnatro olomentos. El agua, i>or Ori.siPÍaR Van do Passo. (Fac-aimil erabailo poi- M. Penlot,)—Labor & coriloacillo y croshet i>r,rn canesú do camisa.—Tajift delibro ó do tarjetero.—Vestido il la inglesa paru iiiilo de corta edad,-Proverbio ilustrado. K c l í c i o i i d e labores.—Pliego da dibujos y otro extraordinario do laboi'tii liara bordar, por D. J. Magistria,-Exiilicacion do los bordados. E d i o i o i i d o modas.—Hoja do pnti-onos.-Doacripcion da ¿stos. ADVERTEN"CIAS. Con el número próximo darenioá como esti-aordinmo ;i nuestras abonadas im precioso cuadro de la Sacra Familia, de las dimensiones de 44 ])or f;4 centímetros, de gi-an valor artístico. Habiendo empezado á publicarse Ul Océana, periódico político ilustrado, bajo la dirección literaria del ominenta novelista Sr. Pérez Galdós, y conceptndndole de gran utilidad para laa familias & quienes conviene tenor econiimicameute noticias circunstancindas de cuanto pasa en las esferas/lo la vida, liemoa liecho la combinación que expresa dicho anuncio para que nuestras suscritoras puedan tenerlo cou una rebaja de precio importinto. Do e3t:i .suerte recibirán dos periódicoa, la edición de laborea, por ejemplo, de L A GUIKNALDA, y El Océano por (y rs. 40 cents, al mes y en la misma proporción las demils ediciones. Recomendamos ÍL nuestras abonadfts la suscriciou ÍÍ dicho periódico, que será ameno y litil por las enseñanzas que proporcionará on todos los ramos del saber. Debemos repetir á nuestras abonadas que loa números de esto periúvlieo son iguales para todas, y que no es posible sustituir una cosrv por otra, como algunas solicitan. Recomendamos li iiuestras abonadas que se enteren bien de las nuevas condiciones de^LA GUIRNALDA para el presente año, que ofrecen grandes ventajas á las que abonen la anualidad adelantada. Los precios ,m:Í3 reducidos y los r e galos que ofrecemos á laa que se dirijan directamente á nosotros son dignos de tenerse eu cuenta para que todas los aproveclieu. Fíjense en ello para que no suceda como en años anteriores, (pie haeiau las susericiones por conducto de los señores libreros y corresponsales, y luego solicitaban de nosotros el regalo á que por tal circunstancia no tienen d e recho. Las sonoras-suscritoras que deseen alguna de las colecciones de L A GUIRNALDA de los años anteriores, podrán a d quirir las de la edición de labores, se entiende, puesto que la de modas no 1©» serviría de nada, á razón de 48 rs. un año, de 80 dos y de lüo tres colecciones ó anos. Lo3 24álbum3 publicados, á excepción del núm. 1." de la colección que está agotado, si bien tenemos otro núm. 1." extraordinario con abecedarios grandes para ropa blanca, los podrán obtener por y rs. cada uno, franco de porte, pero sin certificar. La persona que quiérase les remita certificado, abonará los 8 ra. de su precio íntegro. MODAS. Descripción d e l a lioja d e p a t r o n e s . PATUON NÚM. 1.—Modelo de traja es'océa 2*tJ'(t Siaotita de OHC6 aílos, — I — 1.—Delantero del]xileioi.—Se cort^ al hilo como ordinariamonta se hace. Aun cuando on la hoja no tiene número, el patrón de tam \ño natural no se confimde con otro, según puede verse eu el modelo de los patrones xmidos. — II — 2.—lleves.—Solana que se ajusta sobre el delantero, uniéndose al cuello y á la pieza número — A — 3-—Clí''lecu por los puntos que eu el dibujo están cnai juntos. A 4.—C'-síTíZo.—Secorta al hiloy ao unealdelauV tero por la letra li. I I ry.—JCspfilda.—Se une al 4 por C 6.—Manrirx.—Acodada, de forma ordinaria. La magnitud de la falda no permite dar el trazado, pero bastirán algimaa indicaciones para cortarla. Se cortí al hilo sobre 0,^90 de altura y .'S.ni .")0 do desarrollo, y se pliega alrededor, I n ciéndole uno más ancho sobre el delantero.—E\ echirp.: es \ma banda de l,i° 50 por 0,"i 80; se h a cen á lo largo tres pliegues y se colocan sobre la falda, y lo que queda en largo sirve para formar la caida de la falda. PATHON NÚM. 2.—Salida de baile. - X •XX- 7.—Delantero. (Véase el modelo núm- 2.) 'S.—Ktprildfi.^So \me al 1 por la letra /> y á la manga por el piquete. 9.—}fanrja.—Se une al 7 por ia letra 7^ y la A' de la pieza 10 —-^^— (que va siu número), y r e presenta la parte íle debajo do la manga. PATRÓN NÚM. 3.—Traje de jy^so. - o — 11.—Delaiií&ro.{Yé?i5e el modelo núm. 3.) 0 0 — ia.~Ciiello.— - • — 13.—Cosíadilln.—Se une al delautaro por lí. 7/_ l-l.—-Costado de la espalda. 13.—Espalda. ECONOMÍA DOMÉSTICA. Pollos con anchoas.—Se machacan y mezclan los liígadü.s con tocino, poregil, cebollas y anchojis; se mezcla un poco de pimienta; se les hitroduce esta mezcla entre el pellejo y la carne; se cubren con lonjas de tocino y una hoja de papel dado de manteca, y así se ponen en el asador; se servirán con una salsa de jamón ó ternera' y se ponen las anchoas cortadas eniiequeüos pedazos. Compota de caJilañas.—Cocidas y mondadas las castañas, se echan en un perol, con un cuarterón de azúcar y medio vaso de agua, y se hace que cuczcan lentamente á un fuego moderador. Cuando se ve que han ab.sorbido suficiente almíbar se sacan y se colocan en "la fuente en que han de servirse, rociándolas entonces con zumo de limón y azúcar molida. Caxion eyi arroz.—Dc^iíues do limpio, vaciado y deseaiionado, sujétensele los muslos, volviendo las patas hacia dentro, póngase con el pecho hacia abajo eu una cacerola llena do caldo del puchero ó de sustancias. Luego de bien espumado se aüade libra y media de arroz bien limiiio y laiado, se tapa la cacerola y se deja hen-ir lí fuego lento unas dos horas. Se pone el capón en una fuente; se quita el caldo al arroz, se acaba de componer con manteca bien en sazón y se vierte sobre el ave; sí esturiese demasiado espeso se le añade un poco de caldo. 3CA ÍIECONGIX.XAGION POR O. FALLET. Traducida por la seilorUa doña Concopcioii CurtaiKi. (CoiUiauacion.) de esos guerreros, de esos magistrados, de esos frailes y de esos obispos—pues Iiay de todo esto en esta galería—y tan hermosas damas, parecían unirse á mí. Tuve un instante la idea de huir; pero la curiosidad me contuvo. Si estos retratos son de mis antepasados, es una faiuilia bien antigua la de Valpuis, pues uno de los caballeros situados á la entrada de la galería Ueva una cruz roja sobre su armadura, y en una esquina del cuadro he descubierto la fecha 11-iH, que tú no ignoras es la de la segunda Cruzada. Casi todos los retratos que siguen áéste representan hombres cargados de hierro, en los que un casco abierto deja ver el rostro. Un peregrino les sigue: después viene un. abate vestido de blanco, con una mitra en la cabeza y llevando el cayado episcopal. A medida que se adelanta en la galería se ven trajes más suntuosos, terciopelo, armiño, encajen, sombreros adornados con plumas; pero bajo este traje menos severo se encuentran facciones tan altivas, una postura tan atrevida como bajo la armadura de un cruüado. Es t a m bién imposible no admirarse del parecido que existecntre todos esos retratos, semsjauza que parece dísi parse en varias épocas, pero que se vuelve á encont r a r luego más perfecto. El último de estos señores os sin duda mi abuelo; pues su traje es el que llevaban en el reinado de Luis XA'I, y tieneen la frente los cabellos separados; un poco empolvados y sujetos detrás con una cinta, como nuestro viejo maestro de escritura, del que nos reíamos con frecuencia; éramos unas niñas locas. H e buscado el retrato de mi padre sin encontrarle; pero es ciertamente el último vastago de esta ilustre línea. A la Última campanada de las siete, mi padre se levantó de la mesa y saludó á miss J e n n y . Me aproximé íí él, no me tendió la mano, y contestó á mi reverencia con un. hitenas noches, señortia, que me oprimió el coi-azon. Miré á Antonio, parecía estar m n y descontento. —La señorita debe estar fatigada, me dijo miss J e n n y cuando nos quedamos solas; deberla acostarse temprano. Estaba cansada, en efecto, y tenia un *>ran dolor de cabeza; además, si es preciso decirlo todo, esperaba que acostándome en seguida, me dormiría antes que fuese de noche, y me librarla asi de los locos tmnores que tenia. Seguí de muj^ buena gana el consejo de mi aya, á la cual me apresuré á dar las buenas uoclies. Me acompañó, me ayudó á desnudarme y me dijo antes de alejarse, que si tenia necesidad de ella por lanoclie, que ocupalja la habitación de al lado. No quiero mncho íl miss J e n n y ; pero en este momento me pareció bolla, buena y amable; de buena gana la hubiera abrazado. Me arrodilló delante ile mi cama y para tranquilizarme por completo, recordaba que tú decias con frecuencia, regañándome de ser miedosa: ¡Qaó puedes temer, Irene? iUna j o ven no está siempre en seguridad bajo el ala de su ángel guardián? Me dormí pensando en este buen ángel y en tí; . Compi-eudo que esté orgulloso de ella y que le y cuando me despertó, im ancho rayo de sol envolvía mi cama, de la que habia j'^o levantado las col- gusten las aristocráticas maneras de su raza, pero yo no me alegro. ¡Ser amada con efusión por mi pagaduras. J u n t e las manos y rendí gracias á Dios. El reloj de mármol blanco, situado sobre mi chi- dre me parecería tan bueno á mí, que no he conocimenea, dio las seis; ñxe apresuró á vestirme, pues do la dulzura de los besos de mi madi-e! El otro lado de la galería está ocupado por r e nosotras nos levantábamos más temprano en el convento. Terminado mi arreglo y después de rezar tratos de mujeres. Aquí no solamente las facciones, una oi'acion, ^Mirainó de nuevo mi aposento, que sino la.s fisonomías varían infinitamente; hay bellas me pareció miícno monos triste que la víspera. Yo es- damas morenas, rubias, tristes, risueñas, afables, peraba de un momento á otro ver aparecer á miss altivas; hay dos religiosas, y una jovencita graciosa J e n n y ; pero toda la casa parecía aún sumida en un y arrogante, que parece decir; "Ved qué bonita profundo sueño. Me aproximó á las ventanas; pero estoy con mi vestido rameado y mis cabellos empolcomo tú has adivinado, me fuó imposible abrirlas y vados." Me detuve más tiempo en mii'arla; pero de no se puede apenas distinguir nada á travos de ellas; pronto pensé que habiendo muerto mi madre su retrato debía estar allí, aunque el de nii padre no estan empañadas están. No me atrevía á hacer el menor ruido por mie- tuviese. Pasé sin verlos delante de los que quedaban d o de despertar á misa Jenny, y no tenia para a y u - aún y corrí al último. ¡Qué sorpresa! Ese retrato no es el de mi madre; darme á pasar el tiempo, ni una labor de aguja, ni un libro; el fastidio me dio atrevimiento; abrí dul- es el tuyo, Camila. Te aseguro que no es una ilucemente la puerta y me decidí á ir á respirar uii po- sión. Sí, son tus cabellos negros, tus ojos azules, t u co de este buen aire de la mañana. Atravesé el largo nariz ligeramente levantada, tus frescos coiores, tu corredor, al fin del cual está situada mi habitación, barba con sus hoyos y t u revoltosa sonrisa. Nada pasó de puntillas delante de las hal^itaciones de mi falta á tu pai'ecido, ni esa pequeña señal azulada padre, bajé la escalera; pero, con gran pena mia, que tienes en la mejilla izquierda; y lo que más t e encontré cerradas las dos puertas del vestíbulo, que admirará quizás, es que la Camila del castillo de Valpuis, en vez de estar vestida de moaré y de raso dan una al i>atio y la otra al jardín. Otras cuatro puertas se abren en este vestíbulo; como las otras damas que la i'odean, lleva un traje creí reconocer la del comedor. Empujé lentamente blanco sujeto al talle con una cinta azul, y que en las dos hojas, cubiertas de terciopelo oocuro con cla- una mano tiene un sombrero de paja de anchas alas vos dorados y cedieron; pero en lugar del comedor, y en la otra un enorme ramo de amapolas y de esvi una larga pieza tapizada de retratos. No me h u - pigas doradas. Es una graciosa hija de los campos, biera quizá atrevido á entrar la víspera; pero rauda- de la que podrían ir á buscar á su joven hermana en les de sol entraban como en mi habitación; rae el cortijo de Claudina; pues mi Camila, la min, no tiene aún diez y siete años, y la del retrato parece arriesgué. tener veinte. ^^^ coniimmráj Sentí primero como un aturdimiento; los ojos LA GUIRNALDA PERXOJOXCO QÜXNGEWAX. XIEDXGAWO A L BELLO SDG^Cp S=3Ü33-;=.-JKJÍ^ SE PUBLICA LOS DÍAS 5 Y 20 DE CADA MES ADMINISTKACrON: DAfiCO. 2 DUPLICADO. TEItCEEO Cadft niimero consta de odio 2^(i'jiiias mi filio, cío amenn é iustnictiva lectiira, iliLítradas con excelentes grabíidos, y (le la cubiei-ía, que contieno advertencias lítües y cnnntíts explicaciones y anuncios sean de interés para las fívmilias, colegios de señoritas y escuelas de niñas. Esto texto es común á las ediciones de labores y do modas. En la EDICIÓN DB LAÜORES, rcjiartti .idemjis en cada mímero un (jrani>liegn cuajado de alfabetos, cifras, m e dallones y modelos de todas las clases de labores; y como extraordinario, alternando convenientemente, dibujos para croeliet, malla, encajo inglés, yftlg^»^.,aejt ct>Zo/,« para bordar en cañamazo, con sedas, etc.; piezas de milsica y figurines do modas. En la EDICIÓN DB MODAS, reparte me»snahiejtte un figurín iluminado con sus patrones cortados ó dibujados, y alternando convenientemente, figurines especiales, un pliego de labores ó piezas do música. E n la EDICIÓN DE DIBUJOS. Abecedarios y modelos de labores de todas clases.—So ropartiríi el 20 de cada mes tm gran pliego estampado por las dos caras^ con la explicación correspondiente. AnEciEDAitios Y DIBUJOS PICADOS. Esta publicación es la única ^ue facilita éstos á sus abonadas y la que puede proporcionar íi las seiioras maestras de niñas colecciones completas de dibujos para la en.señanza de los bordados. Dibujes. So hacon por encargo toda claso do trabajos y se proporcionan, ÍÍ recoger en la Administración, no sólo muesti'as de los puntos bordados, sino también las confecciones que so pidan, á precios convencionales. No so haríl ningún encargo sin que so haya recibido su importe. L A GUÍIÍNALDA obsequia además íí sus snscrítoras con varias primas y regalos de importancia, MODO DE HACER LAS SUSCIÍÍGÍONES Ó ENCARGOS, QUE HAN DE ABONARSE SIE.AIPRE POR ADELANTADO. En Madrid, acudieiído á sus oficinas, advirtiéndose que no se admito suscricion por un mes, una vez publicado algún mímero corretJpoudicute al mismo, y que todas las snscrieioncs han do empezar en 1." do mes. JSn 2)r<>viiicias. dirigiéndose al -í dmivislrndnr del2)e!-i6dico, f remitiendo el importe en letras da íácil cobro, en sellos de correos 6 por talones de la Sociedad del Timbre, que se venden en los estancos y administraciones de Rontns. También pueden hacerse las suacriciones por las librerías, comisionados y corresponsales, con el r e cargo eñ el precio que corresponda. Las reclamaciones por extravio do los números de L A GUITÍNALDA se sorvirííu á las snscritoras dentro de los plazos siguientes: Madrid, 15 días.—Provincias, un mes.—Ultramar y extranjero, tres meses. Pasados estos plazos deberán abonarse loa números al precio do venta. PRECIOS DE SUSCRICION. •l.fi EDICIÓN.—EDUCACIÓN Y LABORES. 3.a EDICIÓN.—DIBUJOS TARA BORDAR. 2." EDICIÓN.—MOD.IS. Madrid; on estn Administración: üa mes, ífadríd; en esta Adminiatrat-ion: Un moa, Ariidrid; en egta Administrníion: Someatro. 4 rs.=Ün aflo, •J4.=En lila libreriaíf: Tri-| I 4 r8.=ljn año, •J-l.=En las librerías: Tri16 r!,.=Aflo. 30.=Enlas librería.^, Someainestre. 12 rB. = Aflo, JS. I mestro, 12r¡5.=Aflo, JS. tre,lSr3.=Ano, 34. Prorinni.is; din'íriOndoso A esta Administra-' Provinciiis; diriciíjrdose á esta Administra- Profincins- dirieiéndoso & esta Administraclon: Ti-imefitro. 14 ra.sSeinostro. 2fi.= ción: Tnmcsti'e. 14 rs. ^Semestre, 2(1.= ción: Seincíttrc. 18 rs.=Aíío. 32.=Por corAlio, JS.s^I'Dr corr(wi)ons.ile.s: Trimestro, Afio. 4fi.=I'0i- corrcspon.saleB: Trimestre, reapon-mles: Semeatro, 20 rs,=Aílo, 38. 15 i-s.=:SomoBtro. 30.=ABo, 51 I 1') rH.=Sonieatro, 30.=Ailo, 52. Extranjoro y Ultmmar; en _la AministraExtríinjoi-o y Ultramar; en In Administra- 'Extranjero y ültr.im.ir; en Iii Administracion: Aflo, 50 r8.=Por comisionado. 70. ción; Ano, SO ra.=Por comibiontulo, loo. [ cion: Año, 80 ra.^l'or comüiionndo, 100. EDICIONES I . a y 3 . a ó 2.a'y 3.a EDICIONES i . a y 2 a | EDICIÓN COMPLETA (i.a, 2.^ y 3.») Madi'id; i\ras, 6rs.—Trimosfre.lC^Somes" Aradrid: tTnmos, O rs.=Ti'ime3tro 18.=So- Madrid: Ün mea, S rs.=Trimestro, 24.=Semostró, 44.^Ario SO. li-e, 3:¡.=Aflo,60. nles!^(3, 3J.=Afio, 64. Provinciífc: Triinostro, 2S rfl.=Semestro, 4S. ProvÍDciiis: Trimestre, 13r3.=Somo3tro, 3C, ~" •• correspon isal#fl:30,52yy2. =Afio, üS.^Por corrospoii»alos:20,33y 70. =Afin, 8S.=:l'or Extninjero y Ultr.imar: Afio, 100 rs. y 120 Extranjero y Ultramar: A:~ 40 ra. y 160 por comisionado. comÍ8Íona<lo. por coipisionado. H" ALBLMS DE LETRAS Y E.NLACES. n So pnblicarAn peri^icamente de (5st03, do crochet y otras laborea COn los niejoroa dibujos do LA GUIRSALPAÍ encuadernados con cabierta do Injo.—Los precios uorán: 4, 6 y 3 rs, en !\[.idr¡d: 6, 8 y 10 en iirorincins, -. E n v e n t a : Nilmoros completos, í» rs.—NVimerode una sola edición, 4.—Pliegos de dibujos, estampados por las dos caras, fi rs.—Pliegos de dibxíjos. 4 rs.—Piezas do mVisica, 4 rs.—Albnms de crochet, frivolité y de colores para cañamazos y sedas, de 2 á 12 rs. Para las suscritoras, los pliegos do dibujos do auog' anteriores 2 y 3rs.: lo3 iilbums, f! rs. Anuncios á precios convencionales. WfH^ cslas lineas^dirígiéndase 7* L A GiriRN^VLDA ofrece á sus abonadas gran economía en los precios de todos los trabajos do imprenta y litografía fine se sirvan pedir á su establecimiento: tarjetas, esg^itelas, etiquetas, 2}remios xmra escuelas, diplomáis, orlas de lujo, cromos de todas clases, etc. 2. ciuc ^na:^ qii¿tc 3, « a f a í'attcl'aAy 4f. tsqttciHs, ctr„ biisfaiá 6. cíii'C ttcvan C iVii'jetvs dwtdiítf vri, el líio.—C-omm def.da&U!-3. ct milUir," NOTA DE SUSCRíCiON. Me suscribo d L A GUIRXALD.V, £5á jj. g o .sSiS esta Adminisfr." Ijarra, 2, 3." n de el impoHe de rs. vn. Deseo como rcifalo á Nombre Sv.''D.'' 3 Pueblo y calle prOTincift do 10" Sr. Atiiuiíiislrador de LA GUIRNALDA, «arco, 2, Madrid, s g ^ edición y acoT^ipaüo adjunto por Ji COMO PAOíi TODOS 8 . de de 187 F i m a r,ne solea.) LA GUIRNALDA GABTA-EKCICLTCA. KI augusto y venerable jofe de la Iglesia católica acaba de dirigir su santa y ovaiigiíÜca palabra al orbe cristiano. El sublime lenguaje que el virtuoso vicario de Jesucristo en la tierra emplea en su Carta-encíclica, toca hasta tas más delicadas fibras del alma v nos obliga á elevar Jos ojos, liarto inclinados á todn lo caduco y tericno que les rodea, hacia las celestes esferas, dó reinan "eíemamente la paz y la justicia, la caridad y el supremo bien que los hombres, arrastrados por leos CUATRO •J el ciego torbellino de locas é inmundas pasiones, olvidan con frecuencia. Los males que aflijen á los pueblos y que Su Santidad Lüon X I I I lamtínta y exhorta & combatir, son de tal magnitud que en la realidad exceden á foda ponderación. Indiscnfible es la eficacia de su santa iiahd)ra, espíritu de sabiduría y d.5 caridad, de dulzura y fortaleza que revela todo el sentimiento evangélico que anima el corazón del sucesor de San Pedro. Todo cuanto pudiéramos decir nosotros en elogio del do- JÜLEMKNTOS. TCIIJ A - G - X I A , por Oñspian Van de Pa^sse. (Fac-aímil ci'.'il>ailo poi'M. Pcnlot.) eumento publicado sería pálido y falto del colorido que brilla en todos au8 párrafos, algunos de los cuales insertamos á continuación, seguros de que los leerán con gusto nuestras abonadas. ^Seguramente la Iglesia inculca constantemente ala muchedumbre de los subditos este precepto del Apóstol: Xo liaijpoiesfad shio de Dios, y las que hay de Dios vienen orASO xin.-Nt'M. 2."-20 ExKno 187fl. denadas; así que quien resiste :l la potestad, resiste á la ordenación de Dios. Mas los que resisten, ellos mismos se atraen la condenación; pues en otra part^^ nos manda estar sujetos necosariamente no sólo por la fuerza, sino también por la conciencia, y que paguemos á todos lo que es debido; á quien tributo, tributo; á quien contribución, contribución; á quien temor, temor; á quien honor, honor. Porque i la verdad el que creó y gobierna todas his cosas dispuso, con su 10 LA (.UTTRNALDA próbida sabiduría, (jiic las cosas ínfimas llogiicn ])or bis medias y las modias por las superiores á sus fines respectivos. Así, pues, como en el mismo reino de los cíelos quiso íiue los coros de los ángeles fuesen distintos y unos sometidos ¡i otros; así como también en la Iglesia instituyó varios grados de órdenes y diversidad de oficios, pura que no todos fuesen Apóstoles, no todos Doctores, no todos Pastores, así también determinó que en la sociedad civil bubiesc varios órdenes, diversos en dignidad, derechos y potestad; es á saber: para que los ciudadanos, así como la Iglesia, fuesen niii solo cuerpo, compuesto do muelios miembros, unos más nobles que otros, pero todos necesarios entre sí y solícitos del bien eoniun. Empero, para que los agentes de los pueblos usasen de la potestad que les fué concedida para edificación y no para destrucción, la Iglesia de Cristo oportuní.siuianiente amonesta también á los i)ríncipes con la severidad del supremo juicio que les amenaza; y tomando las jnilabras de la divina Sabiduría, en nombre de Dios clama á todos: «Prestad oidos vosotros, que enfrenáis las multitudes y sos complacéis en la reunión de las naciones, que de Dios os »hft sido dada á vosotros la potestad y la virtud del Atísimo, »el cual os hará cargo por vuestras obras y escudrinará vues»tros pensamientos. Porque juicio durísimo se liará con aquosllos quo presiden; ijorque no sustraerá Dios la persona de «ninguno, ni res))etará la magnitud de ninguno; porque Kl ba sliecbo íil pequeño y al grande, é igualniontc tiene cuidado de »todos, Pero & los más fuertes les amenaza más fuerte cas»tig0.3 Mas si alguna vez sucede que los jm'ncipos ejercen su ]iotestad tcmorariamento y fuera do sus límites, la doctrina do la Iglesia católica no consiente insurreccionarse contra ellos, no sea (¡iic la tramiuilidad del orden sea más y más perturbada, ó que la sociedad reciba de alií mayor detrimento; y si la cosa llegase ai jmnto do no vislumbrarse otra esperanza de salud, enseña que el remedio se lia de acelerar con los méritos de la cristiana paciencia y las fer\'Íentes súplicas á Dios. Y si los mandatos de los legisladores y príncipes sancionasen ó mandasen algo que contradiga á la ley divina ó natural, la dignidad y obligación del nombre cristiano, y el sentir del Apóstol, aconsejan que se ha de obedecer & Dios antes que á los hombres. Por \o tanto, la virtud saludable de la Iglesia, que redunda en el régimen más-ordenado y on la conservación de la sociedad civil, la sientcy oxiieriiucnta necesariamente también la misma sociedad doméstica, que es el principio de toda sociedad y de todo reino. ]'orquo sabéis, A^'enerables Hermanos, que la recta forma de esta sociedad, según la misma necesidad del derecho natural, se apoya primariamente en la unión indisoluble del varón y do la mujer, y se complementa en las obligaciones y mutuos dercclios entro padres é hijos, amos y criados. Sabéis también que por los principios del socialismo esta sociedad casi se disuelve, puestoquc, perdida la firmeza que obtiene del matrimonio religioso, es preciso que se relaje la potestad del padre báeia la prole y los deberes de la prole para con el padre. Por el contrario, el por todos fíddos honroso consorcio que desde el principio del mundo instituyó el mismo Dios para projwgar y conservar la especie humana, y decretó fuese inseparable, euscña la Iglesia que resulto más firme y más sagrado por medio de Cristo, que le confirió la dignidad de Sacramento y quiso que representase la forma de su unión con la Iglesia. Por lo tanto, según advertencia del Apóstol, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, así el varón es cabeza de la mujer; y como la Iglesia está sujeta á Cristo', que la estrecha con castísimo y perpetuo amor, asi enseña que las mujeres estén sujetas á sus maridos y que éstos á su vez las deben amar con afecto fiel y constante. De la misma manera la Iglesia establece el método de la potestad jjaterna y dominical, de modo que sirva á contener á los hijos y á los criados en su deber, sin que por esto se salga do sus límites. Porque, según las enseñanzas católicas, la autoridad del Padre y Señor celestial se extiende á los padres y á los amos; la cual autoridad, por lo mismo-, toma de Kl, no .sólo el origen y la fuerza, sino también recibe sinceramente su naturaleza y su índole. De aquí el Apóstol exhorta á los hijos á obedecer á sus pudres en el Señor 1/ á honrar á su padre y á su madre, que es el primer mandamiento. Dios, en las promesas á los padres, lea manda: Tamhicn vosotros, padres, no queráis provocar á ira A vuestros hijos, sino educarlos en la ciencia y conocimiento del Señor. También á los siervos y señores se les proiwne, por medio del mismo Apóstol, el precepto divino de que aquellos obe^ (lezcan A sus señores carnales como á Cristo, sirviéndoles con buena voluntad como á Dios; mas á éstos que no olviden sus amcnázasj sabiendo que el Señor de todos está en los ciclos y que no hay excepción de personas para con Dios. Todas las cuales cosas, si so guardasen cuidadosamente, según el beneplácito de la voluntad divina, por todos aquellos á quienes tocan, seguramente cada familia representarla la imagen del cielo, y los beneficios que de aquí se seguirían no estarían encerrados entre las paredes monásticas, sino quo emanarían abundantemente á las mismas repúblicas. La prudencia, bien apoyada sobre los preceptos de la ley divina y natural, provee á la tranquilidad pública y doméstica por las ideas que adopta y enseña respecto al derecho de propiedad y á la división de los bienes necesarios ó útiles en la vida. Porque mientras los socialistas, presentando el derecho de propiedad como invención Imniana contraria á la igualdad natural entre los hombres; mientras proclamando la comunidad de bienes declaran que no puede conllevarse con paciencia la pobreza y que impunemente se puede violar la posesión y derecho de los ricos, la Iglesia reconoce mucho más sabiamente que la desigualdad existe entre los hombres, naturaliuentc desemejantes por las fueiisfts del cuerpo y del espíritu, y que esa desigualdad existe basta en la posesión de los bienes. Ordena, además, que el derecho de propiedad y de dominio procedente de la naturaleza misma se mantenga intae* to é inviolado en las manos de quien lo posee, porque sabe que el robo y la rapiña han sido condenados en la ley natural por Dios, autor y guardián do todo derecho; hasta tal punto, que no es lícito ni aun de.'íoar los bienes ajenos, y que los ladrones, lo mismo que los adúlteros y los adoradores de los ídolos, están excluidos del reino de los cielos. No por eso, sin embargo, olvida la causa de los pobres, ni sucede que la piadosa Madre descuide el proveer á las necesidades de éstos, sino que por el contrario, los estrecha en su seno con maternal afecto, y teniendo en cuenta que representan la per- L.V GtJmNALDA sona de Cristo, el cual recibe como hechos á sí mismo los bienes concedidos hasta el ultimo de los pobres, los honra grandemente y de todas his manci-as posibles los sustenta; se einjilca con toda solicitud en levantar poi- todas partes casas y hospicios^ donde son recogidos, alimentados y cuidados, tomándolos bajo su tutela. Además, prescribe á los ricos que den lo sui>crfluo á los pobres, y les amenaza con el juicio divino, que les condenará á eterno suplicio si no alivian las necesidades de los indigentes. En fin, eleva y consuela el espíritu de los ])obrcs, ora proponiéndoles el ejemplo de Jesucristo, que, siendo rico, quiso hacerse pobre por nosotros, ora recordándoles las palabras con las que les declaró bienaventurados, promctidndoles la eterna felicidad. ¿Quién no ve que aquí está el mejor medio de arreglar el antiguo conflicto surgido entre los pobres y los ricos? Porque, como lo demuestra la evidencia de las cosas y de los hechos, si este medio es desconocido ó relegado, sucede ibrzosamen. te, Ó que se reduce á la mayor parte del género humano i la vil condición de siervo, como en otro tiempo sucedió entre los paganos, ó la sociedad humana se vo cn^mcltA en agitacipnes continuas y devorada por el brigandajo, como hemos podido comprobarlo, j)or desgmcia, en estos últimos tiempos.» " ~~-C-ÍJK:S";^V:^5=3-ÍJ-- REVISTA DE MODAS. Decididamente, amigas mías, el vestido corto va ganando terreno para traje de callo; según vemos en, los periódicos de París, esta clase de trajes han sido casi exclusivamente adoptados por las señoras más elegantes y aun por aquellas mismas que al principio oponían una resistencia pasiva, jior decirlo así. En mi concepto, debemos felicitarnos de que esta moda se arraigue, porque es indudable que los vestidos de cola si bien'en un salón hacen un lindísimo efecto, no tienen nada de gracioso en una calle ó en un paseo y son molestos ]>ara nosotras mismas y para los demás. La moda continua aprovechando, con ligeras modificaciones, todos los modelos de la época de Luis XV, y de aquí el que los vestidos se hagan un tanto abultados hacia las caderas; pero como esto acorta el talle y perjudica á su esbeltez, de aquí el que las modistas ideen nuevas eorabinacíoncs que eviten esto defecto. Hé aquí, amigas mia.s, cómo puede conseguirse que un traje esté enteramente dentro de las prescripciones de la moda sin quitar al talle nada de su elegancia. La falda debe pegarse á la cintura lo más liso que sea posible, esto es, haciendo muy i)ocos ]ilieguca; y las draperías y los houjjants áü la túnica han de hacerse nn poco más abajo del talle, de manera que sirvan para soatíjuer el borde do la aldeta del cuerpo ó de la chaquetilla. Como un modelo de elegancia en esto género recomendaré á las amables lectoras de L A GITIRNALDA un vestido de cacliemh" de la India, color mástic. La falda está rodeada por dos volantes fruncidos y por una tira de terciopelo color amaranto, de diez centímetros de ancha. El delantero está cubierto por una especie de delantal que figura túnica, recogido por medio de tres pliegues que van á perderse por detrás. Cada uno de ellos está sostenido en el centro por un lazo de raso del mismo color que el terciopelo. La parte inferior del 11 centro del delantal está abierta y sus bordos vueltos, figurando solapas, (tuc están cubiertas con terciopelo. Dus de los paños de detrás de la túnica están recogidos formando draperías.^ Uno de ellos, plegado á quince centímetros del talle, forma una especie de bullón y cruza por la parte inferior con e! segundo pofio, que está cosido al centro de la falda. Una tira de tercioiiclo adorna los bordes de estos dos paños. El cuerpo, de hechura chaqueta, tiene una aldeta postiza que arranca de los pliegues de debajo del brazo. Un gran cuello vuelto, cubierto con terciopelo, se prolonga, formando chai, hasta el quinto botón, dejando ver un chaleco figurado, también de terciopelo, que va ensanchando hacia abajo y que está adornado con botones de nácar y acero. Como una novedad en telas no puedo menos de citar el crespón de lana; esta tela, que es lisa, esto es, sin dibujo ninguno, toma su nombre del crespón, cuyo tejido imita. Es una tela muy propia para esta estación, y so encuentra de todos los colores que hoy están de moda, tales como nutria, vcrdcbotolla, azul oscuro, granate, escabrosa, nacarado, etc., etc. Esta clase de trajes se adornan generalmente con tiras de felpilla del mismo color y botones de capricho. Está mny en moda en estos momentos como adorno para loa vestidos las mariposas bordadas; los colores que se emplean para bordarlas son muy vivos y se mezclan con oro ó plata. Estas mariposas se colocan ya sosteniendo los pliegues en sustitución de los lazos, ya adornando los cuellos y los puños. También se colocan sobre las tiras de tercioiielo que rodean en nuichas ocasiones las faldas y túnicas de los trajes. Hace ya tiempo que no os digo nada de los vestidos de bailo, y justo es que dedique algunas líneas á hablaros do ellos ahora que es la época de las reuniones. Los eueriios de esta clase de vestidos se hacen de escote redondo y terminados en punta más ó menos prolongada por delante y por detrás. Como modelo sencillo y elegante citaré un vestido de tela Pekín, con rayitas de terciopelo color marfil y boi"dado Pompadour. Sirve do complemento á este vestido una segunda falda de Jaüle y gasa color marfil adornada con volantes. En mis revistas anteriores he indicado como muy elegante el paletot ruso y almra debo añadir que cada dia va generalizándose más; verdad es que este abrigo es elegante, cómodo y muy á propósito para los grandes fríos: como au nombro indica es un pidctot. ancho y largo que lleva por único adorno una ancha tira de jiiel. Además de este abrigo gozan de gran aceptación para los dias templados el paletot saípiet, y la visita. Jíl primero es bastante corto, entallado y tiene un aspecto un tanto masculino. Se hace generalmente de paño clavo ó de terciopelo, con chaleco figurado, de Pekín arrasado, y cuello y puños de esta misma tela. Respecto al abi-igo-vísita nada nuevo puedo decir, pues es una forma que conocen perfectamente mis amables lectoras. Veamos ahora qué novedades hay en sombreros. Entre otros modelos citíiré uno de piel do nutria, adornado simplemente con una aif/rctlc formada por un ala ó una cabeza de pájaro sostenida por una hebilla dorada. Este modelo es un tanto e.iícéntrico y no creo que ha de generalizarse. Otro modelo muy en moda en Paria en la actualidad es un sombrero llamado Esin>U((niii}fi, que es un remedo do los quo llevaban los estudiantes españoles que estuvieron ou LA' GUIKNALDA 12 aíiuclla capital. Cito duicamcnte este sombrero eomo cosa curiosa, pues es casi iadudablo que no ha de teaer aceptación en Éspuíia, Fiíialiiiente, el sombrero Diiqitcsa, hecho de terciopelo color nutria y cubierto con plumas del mismo color y adorna- '^y EXPLICACIÓN DE LOS GRABADOS. Eíj AuuA.—lili ül gi-abado que aparece en la piígina 9, el artista ha .simbolizado este elemento por uua ninfa apoyada sobre un cántaro, do cuya boca sale u" chorro de agua que Kj^ 3 LABOn Á GORDOSCil-r.Ü Y CROCHET PARA CANESÚ DE CAMISA, do al lado con piijaros encarnados, es uno de los modelos más en moda. Para terminar, dos palabras acerca de la ropa blanca. Las camisas más do moda son de escote cuadrado; el centro del delantero está adornado con una pechera do 15 centímetros juntándose con multitud do fuentes análogas, producen el mar-inmenso que so destaca en el fondo del cuadro, en donde se ven barcos y costas. Alrededor ha reunido los principales roi)resentantes del mundo acuático, tanto los que la naturaleza cria como los que sólo existen en la imaginaciou de los TAPA I)K LlIJltO o PK TAUJETERO. de altura, formada de cntrcdoscs bordados y encaje: unos vo. lantíífls bordados rodean osU pechera, así como lii parto superior de la camisa. ELISA S . * poetas, «fantasía y realidad» esta ha sido la divisa del dibujante que, partiendo de tal ingenioso principio, ha sabido obtener conjuntos admirables. LABOR Á CORDONCII<LO Y CROCHET PARA CANESÚ DE CAMISA.—Esta linda labor que tan bien representa el dibujo adjunto, se hace con cordoncillo figurando aceitunas; este LA GUIRNALDA cordoncillo forma entredoses que por ambos lados se rodean do punto á crochet. En cada uno de los agujcritos del cordoncillo se hítce un grupo de cuate barritas separadas por dos ó tres mallas soncillas. Antes do comtinzar la labor se debo cortar eu un papel el canesú: este papel sirve de patrón, y de este modo puede hacerse la labor con toda esactitud. T.iPA DE LIBRO ó DE TAUJ£TKRO.—Laboi de aplicación de cuero sobre cuero y bordado: se hace de dos tonos del color gris ó habana. Para fondo se elige el más claro y para las aplicaciones de cuero y bordado el mils oscuro. El medallón del centro se adorna con bordado de sedas de color adecuado al fondo. Este bordado hecho de relieve se rodea de un cordoncillo; lo mismo se borda el medallón que el cuadro rectangular que le sirvo de orla, llevando cordoncillo que indica el dibujo. Los ojetes que le adornan se hacen festoneados. 13 Lecciones dadas on Londres á iiii aiidüorio compuesto de jóvenes en las vacaciones de Navidad de 1867, POR JOHN TYNDALL. Mientras tanto deseo manifestar á ustedes lo que puede resultar del estado esferoidal ¡¡reducido en el agua por su contacto con una superficie caliente. Aquí tengo un perolito de cobre (Fig. 22), luego le cerraré con un tapón, poro pri- Ficura 22. VESTIDO Á LA INGI.K.-ÍA TARA NIÑO DE CORTA EDAD. Este vestido so compone do tiras da batista bordadas & realce y entredoses calados. La delantera e.s Usa y la espalda prolongada; la falda va ligeramente fruncida y unida á la espalda. Este vestido lleva dos voluiitc.'í toilo alrededor de la falda y tres ¡mr delante, formando delantal- los dos primeros y sujetos á un lado por un lazo de fnUlc. La manga va formadadcuo volantito bordado igual á los que adornan el vestido. El cinturon está formado de una tira de batista bordada, igual á las que forman el vestido y va sujeto al lado derecho con un lazo de faille. Una tira igual al cinturon rodea el vestido ií una corta distancia de los volantes por delante y sube por dctr.-ís á. ocultar la pegadura de la falda á la espalda. Este lindo traje se completa con un'elegante lazo ancho da faille del mismo color que se elija para los dos lazos que adornan el vestido. mero ho de calentarlo fuertemente, y en seguida verter en ¿1 algunas gotas de agua. Voy, pues, á calentarlo, y en cuanto lo estií, cehartí el poquito de agua caliente que se necesita, el cual pasando al estado esferoidal, rodará en forma de gotitas esféricas sobre el fondo del vaso y dará vapor, pero en porciones, mientras dure el estado esferoidal, harto mínimas para que no dejen de escaparse por un ngujcrito de que está provisto el tapón. Mas quitaré entonces el perol del manantial calorifico, y no tardará el enfriamiento en bajar el agua hasta que mojo le supcrücíc del metal, con lo cual súbitamente se engendrará mayor cantidad de vapor, que presumo será sobrada para lanzar al aire el tai>on. (Como se 2)rcveia y anundaha, resulta). Como decía, en el momento en que al contacto del agua con el metal aún caliente se forma el vapor, salta el tapón. Pudíéran.^e de este modo ocasionar gravísimas explosiones de calderas de vapor, i>ero ocuparnos do esto no cumple á nuestro propósito. Juzgo ahora necesario poner de manifiesto con uno ó dos experimentos, las projjiedades características de una sustaTicia con que he de operar. Varias veces he tenido que hablar de los gases. Pues bien, éstos por lo general, y aún el airo qae respiramos, no son sino vapores de sustancias cuya temperatura de ebullición e.í sumamente baja. Así FARADAY,'á <iuien somos de»idores de los más preciosos estudios sobro este particular, lograba, comprimiendo bastante el gas eneorraJo en un vaso, acercar sus moléculas hasta el punto do reducir el cuerpo al estado lítiuido. Uno de los varios gases licuados de esta manera es cl ácido carbónico, que en la respiración e^Lpulsamos de nuestros jiulmonos. De él voy á engendrar cierta cantidad en este gran globo de vidrio. He echado en su fondo bicarbonato de sosa y en la mano tengo un frasco con ácido. Si le vierto en el globo atacará al bicarbonato de sosa, de cuyas resultas se desprenderá en estado Hbrc ácido carbónico. Se me figura que hemos de tener ya la cantidad de gas necesaria para nuestros experimentos. (Pasado KK rato.) Veamos si el gas que acaba de quedar libro tiene 14 LA GUIRNALDA la propiedad de apagar una bujía: ello será un indicio de si realmente es el ácido carbónico. (Encendida una bujía é introducida en el ylobo, se ajjaga en scijuida.) Pues sí, es el gas que decíaiaos. Como se ve, no sir\'e para mantener la combustión do una bujía: cl vaso está lleno de esc gas. Probemos abora que os más pesado que cl aii'e común. Puditíramos echar cl gas en una cucliara ó vasija, llenarla, y verterla luego en una salvilla. Sí así lo bieiera y le iluminara con un haz de luz que ijruycctaso su imagen sobre la ¡miitalhi, se le vería correr como agua, por más que en las condiciones oi-dL narias sea invi-sible. Pero para mejor manifestar su pesadez me valdré de una burbuja de jabón. J-ín la ])unta de un tubo (le pipa soplaré una de estas burbujas y la haré caer sobre este gas invisible. La verán ustedes quedarse en la superficie del gas y flotar en ella como en la sui>eríicie de un líquido. (Prodúcense burbujas de jabón en cl cciremo de 201 tubo de pipa, las cuales se desprenden y caen á la superjicie del ácido carbónico: mientras Jloian en ella, se las ilumina con la luz eléctrica.) ,X)iré ahora lo que hace mi ayudante en el laboratorio del pino inferior. Tiene allí dos botelIa.s de hierro, muy fuertes que está llenando de ácido carbónico. Este quedará licuado en las botellas, y abriendo luego una llave, se dejará el ácido carbónico líquido que se convierta en gas. Con ello se manifestará á ustedes que cuando cl ácido carbónico líquido se reduce lí vapor, engendra un frió enorme, absolutamente como el agua que se vaporiza, si no es que el frío eugendrado por el ácido carbónieo es mucho más intenso; tal vaporización del ácido carbónico y tal eonsiguiento enfriamiento da por resultado que una parte do vapor so condense y hielo, y que así se obtenga nievo de ácido carbónico. Apenas, sin embargo, me atrevo á hablar á ustedes de los maiuvíllosos efectos do semejante nieve, porque me temo cjue no la logremos, l^oro si la obtenemos, pondré un poco de ella en este vaso para efectuar algunos experimentos que les dejarán á la par su.spensüs y encantados. Logremos el ácido carbónico sólido, y feerá su más señalado efecto helar el agua, convertida en hielo, dentro mismo de un crisol calentado hasta el rojo. La nieve de ácido carbónieo es de suyo prodigiosamente fria, pero para ponerla más añadiré un poco de éter. Kcsultará una pasta de ácido carbónico y éter, la cual nos dará el nuiyor frío que sea posible conseguir ó al menos que hasta el día lo haya sido. ¿Quieren ustedes darse cuenta de lo que sucederá cuando se ponga esa pasta en un crisol calentado al rojo? Atiendan á que, vaporizándose tanto el ácido carbónieo como cl éter, se formará entre la pasta y cl crisol una. capa de vapor, de cuyas resultas aquella no tocará á éste: concíbese, pues, que pueda el crisol seguir muy caliento y la i)asta fria por demás; que es lo que en efecto ocurre. Otro experimento haré, también curioso, si logramos cl ácido carbónico sólido: hundiré esta csferita de cobre llena do agua en la mezcla de éter y deido carbónico, dentro de un crisol incandescente. Se helará el agua y su congelación hará estallar la esfera de cobre, con lo cual conseguiremos .^acar una esfera sólida de hielo del inferior de un brasero candente. Mucho nps hace esperar el preparador cl ácido carbónico sólido: este retraso es de mal agdero, y voy yo mismo á salir para cerciorarme. CS<dc cl x>rofesor y vuelve al instante.) Tengo el sentimiento do anunciarles que mi temor no era infundado. Kl experimento que 60 efectuaba fuera del anfiteatro se ha malogrado, ^'éa se con todo un pedacito de ácido carbónico en estado de nieve, de ácido carbónico sólido. Pondré un poco en mi boca y echaré cl aliento á esta bujía encendida. Si lo aspinira me envenenaría, por lo que me guardaré muy bien de hacer la prueba; me limitaré á exhalarlo. (El gas exhalado de la boca del orador aimga la llama de la bujía.) (Se eontinitará.) ANÉCDOTAEL OASTiaO DE UN FONDISTA. 131 duque del Nívemés, enviado á Inglaterra por la corte de Francia en 17C2 para firmar la ])az, experimentó notablemente los efectos del espíritu nacional inglés. Su comitiva se le había adelantado y cuando desembarcó en Cantorbery no llevaba consigo más que unos cuantos criados. El dueño de la fonda en que se alojó creyó que no debía dejar pasar la ocasión de hacer un buen negocio, y que un personaje do tan elevado rango, encargado de reconciliar á dos grandes naciones después de una guerra sangrienta, no iría á señalar su entrada en ei reino por cuestión de una cuenta de fondista. El hombre no dejaba do tener razón, y por lo mismo no pidió más ni menos que 50 guineas por una sola noche que el embajador pasó en su fonda. La impudencia do aquel hombre indignó al duque, pero pagó sin titubear; continuó su camino y olvidó pronto aquella especie do robo, dejando al bribón del fondistn, que crcia haber realizado el negocio, el placer do saborearlo. Pero los habitantes de Cantorbery no fueron de la misma opinión; á pesar de su natural antipatía por el nombre francés les indignó e! procedimiento, considerándolo como una picardía, tanto más censurable cuanto que en cierto modo coniproinetia la honra de la nación. Por consiguiente los .señores principales de la población so reunieron y escribieron al duque rogándole que hiciera citar al posadero ante la justicia. El duque les agradeció su atención, pero no quiso oír hablar de pleito; y entonces los ingleses resolvieron Iiacer justicia por sí mismos. La fonda del bribón era la mejor y más grande de la ciudad; en ella paraban los caballeros cuando venian del cami)o á la población; allí se reunían los clubs y sociedades y se celebraban asambleas, á las que seguían siempre comidas suntuosas; pero todos so pusieron de acuerdo y desde aquel momento no volvieron á poner allí los pies, y hasta las gentes del pueblo se alejaban de ella con indignación. Desesperado el fondista apeló, pero en vano, á todos los medios imaginables para que se dulcificara tan terrible sentencia; pero sus súi)licas y representaciones fueron desatendidas porque su falta habia sido inexcusable. No pudiendo continuar con la funda abierta, aquel hombre que pocos meses antes se hallaba tan bien acomodado, pronto 80 vio perseguido por sus acreedores y reducido á la mendicidad. Poco.<? años después murió en Lóiídros de criado en una taberna, después do pasar por la mortificación de leer en todos los periódicos ingleses su historia y el justo castigo de su avaricia. LA GIUUNiU.BA LA BEINA NINA. —JY vos, continuó, Befíor almiríinte, nadaflabíaís, nada prevelaisí —Yo nada, sonora, nada, contestó cou turbación el de ilelgar, retrocediendo como asustado ante las penetrantes miradaa de aquella niña que en aquel momento parecía traaforraada en mujer enérgica y dominante. —Ya voo, los dijo, quo no pensáis on las providencias segim la necesidad lo pide: el rey ompeiíado en combatir sus enemigos en Italia, lia expuesto cada dia su persona á los mayores peligros, y no será justo que en el interior yo está con quietud viendo padecer sus vasallos y peligrar á España; y asi tened entendido que desdo esta tardo saldré á campaña é iré á exponer mi persona por mantener al rey lo que es suyo y librar á sus vasallos de las hostili/lades de los ingleses; pues cuando el rey acabo allá y yo perezca acá por tan justa causa, habremos cumplido lo que lia estado por nuestra parte; y así, mis joyas, oro y plata y cuanto tengo ha de salir hoy conmigo de esta corte para ir á la oposición de los enemigos. Dijo estas palabras con tal exaltación y demostrando ánimo tan entero y convicción tan profunda, que todos los quo la oian quedaron mudos y suspensos. Después de aquel arrauípie so dejó caer sentada en un sillón, y dos lágrimas corrieron silenciosas por sus mejillas. —No se perderá España por falta do recursos mientras talos reinas tenga, esclamó ol marqués de Yillena. Pongo á vuestros pies, sonora, todas mis rentas de este año y empeño con igual objot(j las del quo viene. —Yo mo ofrezco á mantener seis escuadrones, dijo el cardenal Portocarrero. —Y yo un regimiento de infantería, añadió Arias. El conde de Melgar pnrocía durante esta corto phzo haber sostenido xma lucha consigo mismo, sombrío, agitado y silencioso, apartado de loa domas. Adelantóse al cabo y algo turbado dijo: —Yo ofrezco mis servicios y mis biones á V. M. La reina se le quedó mirando pensativa. Luego so volvió liácia los dem.'ls y los dijo: —Acepto, acepto lo quo me ofrecéis on nombre del roy y do España. A todo esto, al pié do los balcones hacia rato so oía un murmullo que liabia ido en aumeuto y ya eran exclamaciones que subian hasta la cámara del consejo. El pueblo so apiñaba en revuelto oleaje al pié do los muros del alcázar y lanzaba voces do impaciencia. —iQué es eso? ¡,qu¿ sucede? dijo Arias acercándose á los cristales del balcón. —Yo sé lo que es dijo la reina poniéndose on pié y secaudo sus lágrimas. El pueblo lia visto pasar por las calles á esos oficiales que vienen de Italia y entrar luego en palacio; y comprendiendo que hay noticias de la guerra, quieren saberlas. —Se pasará oficio á la Sala de .'Ucaldes, para que las haga publicar por modio de pregonero, dijo el cardenal. —Dejaos do eso, eminentísimo souor, le dijo María Luisa; viene rt saber noticias do su rey y au reina se las dajá en persona. —i,Vos, sonora? dijeron todos. —SI, ipor qué no? Si la nación so lia de sacrificar por sus royes ino es justo que los reyes á su voz Ifl participen sus alegrías? Abrid esas puertos, y que entre aquí toda mi servidumbre. .\bran3o igualmente los baleónos. Tomad, señores, esos estandartes y aeguidmo. Ilízose así. En un momento se llenó el ancho salón do damas, camaristas, gentiles-hombros, cortesanos, guardias y pajes. Los eatnndartes cogidos á los alemanes fueron empuñados por los consejeros y por los oficiales quo los hablan traído. El conde de Melgar iba á tomar uno; pero la reina, sin aparentar notarlo, le cogió primero y lo entregó al de Villena. Tomó luego la carta del rey y seguida de toda aquella corto .se asomó á uno de los balcones. La multitud al verla, lanzó una exclamación como do deseo ardiente satisfecho, y .fué calmándose rápidamente hasta quedar todo en un silencio tal, como si por arto mágico toda aquella vocinglera, inquieta y abigarrada multitud se hubiese convertido en piedra. Entóneos María Luisa de Saboya leyó con voz argentina, suave,melodiosa, ligeramente imi>reguada de acento italiano; poro leia con los ojos y cou el corazón aquella carta que traía á la tan combatida y desdícliada España nuevas de una victoria brillante, alcanzada por sus armas on aquella poninsula, teatro de tantos triunfos on otros tiempos para los tercios españoles, victoria, en fin, precursora de otras muchas quo hablan de conquistar para Felipe V el dictado de Animoso. Cuando terminó, nu grito compacto, lleno, sonoro, entusiasta, salió de aípiellos miles de pechos, que anhelantes eseucliaron la lectura de la regia carta. —i Viva nuestro rey Felipe V! i Viva la reina! Y so lanzó todo el gentío en inmenso tropel por las revueltas calles de la villa, llevando hasta los más apartados barrios la noticia de la victoria. Poco tiempo despuos no habia en toda la vi Ha vont w a ni balcón que no estuviera iluminado, con gran descontento de galanes, matones y bandidos, acostumbrados á las tinieblas que de continuo la envolvían. G. CEERAOBmA. {Sa contimiard.J MISCELÁNEA. PENS.UIIENTOS.—La lisonja es hija del poder y de la debilidad. Es mils ventajoso haberse corregido de un defecto que no haberlo tenido nunca.—Swiff. Hay algunas frases naturales y quo no obstante son casi desatentas. Un hombro bícn educado ve á una señora al bnjar del wagón cargando con todos sus paquetes; se acerca, para ajnidarla y recibe un «déjelo usted, caballero, tengo un criado:» «¡pues yo también, señora!» Se objetará que todo consiste en la intención.—JS. D, El medio más seguro para enriquecerse es no dedicarse más que á un solo trabajo.—Johi Xicoh'oUs. La vida es una mortaja. Cada dia se le añade un hilo, y aunque se teje á nuestra vista, no la vemos hasta que no está acabada.—Manj Lafon. * * * El pueblo de Suiza, que posee tanta variedad de instituciones políticas y ha realizado grandes experiencias en sus relaciones sociales, promulgó hace algunos años una ley por la cual so permite el divorcio sin seria ni molesta tramitación. Le esta suerte la disolución del matrimonio so decret^a por el motivo más trivial y el resultado do esto, según los datos presentados en estos días á la Dirección general de Estadística Federal, es más curioso que satisfactorio. 16 LA GULRNALDA La enseñanza de la experiencia en los últimos años no puede ser más desfavorable para la felicidad conyugal y minos aún para la vyia doméstica. Los datos que acaban do publicarse se refieren i 1877. En dicho año los juzgados de la confederación decretaron lOlíC divorcios y 194 separaciones temporales, estando esto en razón de 4, 74 por 100 por cada 100 matrimonios, mientras que el tanto por 100 que arroja en la población del gran ducado de Badén es O, G4; en Wuthemberg 1, 71 y en Sajonia 2,19. Nótase además que la ]>roporcíon varía mucho en los diversos cantones y que es mucho menor en los distritos católicos que en los protestantes. Pero el estudio de estos datos ofcce el hecho curioso siguiente. Las personas que se divorcian se vuelven á casar enseguida porque contraen matrimonio dos divorciados por un soltero. Do IODO Cfílibesse casan 99, de 1.000 divorciados vuelven ú. casarse 24fí y de l.OOO viudas 430. De estos datos de Suiza se desprende que no obstante el gran número de divorcios, el matrimonio es un estado más feliz que el celibato, puesto que el que una vez lia probado aquel á pesar do euant-as contrariedades sufra, al decir de los casados, y de los disgustos consiguientes al pleito de separación, es un hecho que son muchísimos los que vuelven otra vez á sufrir el lazo conyugal, En la Exposición especial de rosas de Bria Coinfe-Hoher celebrada en ISG;'), no había monos de 63.500 remitidas por cuarenta expositores, entre las que se encontraban 800 variedades perfoetaniente caracterizadas. Ahora, de 1S65 aeá, éstas han aumentado todavía de importancia y número conocido. En cuanto al número de las especies botánicas propiamente dichas, .se conocen 14 en América, 39 en Asia, tres en África, una en Berbería y Madera, una en Egipto y una en Abisinia. En el Norte de Europa se hallan seis especies, 10 en Inglaterra, 19 en Francia; la Alemania es menos rica, y en el Mediodía y Oeste de Europa se descubrirán, sin duda alguna, otras nuevas esi)ec¡es. El Asia la posee en tan gran escala como la Europa, siendo originaria del Cáucaso la conocida con el nombre de rosa de cien hojas; de la de Persia procodo el rosal en arbusto; de las riberas del Bosforo el rosal amarillo, y de Damas el rosal de este nombre, PROVERBIO ILUSTB.VDO. *•# U N A ESPECULACIÓN SINGULATI,—Durante la guerra ci- vil que debia llevar A Carlos I de Inglaterra al cadalso, se puso un dia en pública subasta la estatua do bronce erigida í dielio monarca en una de las plazas de Londres. Un cuchillero la compró en una cantidad relativamente módica, la hizo retirar al momento y declaró que iba á fundirla para hacer de ella mangos de cuchillos. Efectivamente, poco tiempo después su tienda estaba provista de una prodigiosa cantidad de cuchillo.s y tenedores con mago de bronce; nadie paso en duda que había realizado su proyecto, y desde aquel momento el almacén estaba síemiire atestado de gentes de todos los partidos que querían poseer euchillos y otros instrumentos hechos con la estatua del rey de Inglatera, Para los realistas era un recuerdo triste y precioso; sus antagonistas los compraban como por desprecio, y lo extraordinario del caso hacia que uno.s y otros acudiesen á casa del cuchillero, quien, aprovechándose del-entusiasmo de sus compatriotas, -multiplicó el precio de su niereancía y reunió en muy poco tiempo una fortuna considerable. Sin embargo, el público había sido engañado; la estatua no fué fundida como ól decía, sino enterrada, y al advenimiento de Cárlo.s I I al trono, futí desenterrada y devuelta al monarca, que la hizo colocar eobre un nuevo pedestal, cerca de WMtehall, donde aún subsiste. RAMILLETE DE ROSAS,—Se calcula en 13 ó 14.000 el número de las variedades de rosas; así es que no deberá asombrarnos se cuenten más de 5.000 variedades en Europa y que se posean colecciones de 2.000 y más variedades. El número de rosales pertenecientes á los solos cultivadores del Sena y Mame so estimó en 187.0 en cerca de 2.000.000, y los del Sena y Oise en más de l.OUO.OOO No se croo ni se comprende la veracidad de esta cifra aino después de haber visto una Exposición. QUIEN BIEN QUIERE AL AunoL, BIEN QUIERE . Í LAS l U J I A S . Seguramente esc tronchador de ramas no os el dueño del árbol, porque si lo fuera se portaría de distinto modo, en memoria del otro refrán que dice «No romi>as la rama por coger el fruto.» Pero esc destrozador es sin duda un pasnjero á quien le importa ¡toco la eonsen'aeion de las ranuis que habrán de fructificar el año i)róxíino, ó tal vez es un propietario poco advertido, que pura disfrutar má.s pronto de lo presente, no piensa en el porvenir, llompo, tronza, atrae rápidamente ú si la fruta de que la rama está cargada, y .de esa manera desperdicia otro tanto de la cosecha futura. ¡Cuántos hay do esos impacientes, de esos ansiosos, de esos rompedores de ramas! El avisaries es ijorder tiempo, y sin embargo, una vez comprometido el porvenir por su conducta inconsecuente, ellos son los primeros que se quejan del deslino, como si el destino no fuera, las más voces, lo que ellos han querido que fuese. CIIAR.U)A Tercera prima lo haco un molesto animalito; prima dos letra que usamos en todo lo que eseribmios, y el (odo, tiempo que jjasa y que volverá de fijo. Solución & la (La solitcioii, en <sl núiatro próximoJ íiateñor.—Morera. Inipi-outa y litORrafía du IJA GUIHN.VLI'A, callo dg loa Voma, mim- li.