Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO 1.-Gonzalo de Berceo: Milagros de Nuestra Señora El fragmento que proponemos pertenece a Milagros de Nuestra Señora, y nos cuenta la defensa que hace la Virgen de un clérigo simple e ignorante, a quien el obispo pretende quitar de su puesto por incapaz, porque sólo ha llegado a aprender una misa, la de Santa María. Nuestra madre preciosa a quien de corazón el ruego de su clérigo no lo puso por plazo que nunca abandonó ante sus pies cayó, en seguida escuchó, luego lo socorrió. Nuestra Virgen gloriosa se apareció al obispo díjole fuertes dichos, en ello descubrióle que es madre sin dicción, en seguida en visión; un bravillo sermón, todo su corazón. Díjole bravamente: ¿contra mí por qué fuiste Yo nunca te quité y hasme tú quitado “Don obispo lozano, tan fuerte y tan villano? la valía de un grano, a mí mi capellano. El que a mí me cantaba creíste tú que hacía juzgártelo por bestia, quitástole la orden la misa cada día un yerro de herejía; todo majadería, de la capellanía. Si tú no le mandares como decir solía, y tú serás finado ¡Así verás qué vale decir la misa mía gran querella tendría el trigésimo día. la saña de María! El obispo reacciona, repone al clérigo inculto y devoto en su puesto y le otorga ciertas mercedes: Retomó el hombre bueno y sirvió a la Gloriosa en su oficio finó el alma fue a la Gloria, a su capellanía madre Santa María; de fin cual yo querría, la dulce cofradía. Cuestiones: Cuenta cómo convence la Virgen al obispo. Señala las comparaciones, refranes y diminutivos que encuentres en el texto. 2.-Arcipreste de Hita: Libro de Buen Amor La descripción que la vieja Trotaconventos hace a la monja doña Garoza del arcipreste que quiere ser su amigo, podría ser retrato de este: 2.1.Descripción del arcipreste: «Señora», dis la vieja, «yo l' veo a menudo, el cuerpo ha bien largo, miembros grandes, trefudo, la cabeça non chica, velloso, pescoçudo, el cuello non muy luengo, cabel prieto, orejudo. las çeias apartadas prietas como carbón, 1486 el su andar enfiesto bien como de pavón, su paso sosegado, e de buena razón, la su nariz es luenga, esto le descompón'. Las enzías bermejas, et la fabla tumbal, 1487 la boca non pequeña, labros al comunal, más gordos que delgados, bermejos como coral, las espaldas bien grandes, las muñecas atal. Pero tal descripción se ajusta al canon retórico medieval para describir hombres sanguíneos y buenos amadores. Federico Aliaga 1 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO 2.2.Consejos de don Amor: Juan Ruiz lo acusa de provocar todos los pecados del mundo (codicia, soberbia, avaricia…), y ejemplifica sus acusaciones con fábulas. Pero don Amor no se va, y le aconseja qué debe hacer para enamorar: tiene que regalar a las damas, no ha de ser perezoso, no cobarde, ni bebedor; será, por el contrario, cortés y nada mezquino. Pero también necesita para triunfar en el amor la ayuda de una vieja, que pueda entrar en las casas de las damas sin llamar la tención, intercediendo en su favor. Toma una de esas viejas, le dice, que andan las iglesias e saben las callejas, grandes cuentas al cuello, saben muchas consejas, con lágrimas de Moysén escantan las orejas. …………………………………………. Toma de unas viejas que se fasen erveras, andan de casa en casa e llámanse parteras; con polvos e afeytes e con alcoholeras, echan la moça en ojo e ciegan bien de veras. E busca mesajera de unas negras pecas que usan muncho frayres, monjas e beatas; son mucho andariegas e meresçen las çapatas; estas trotaconventos fasen muchas baratas. Do estas mujeres están mucho se an de alegrar; pocas mugeres pueden d'ellas se despegar, porque a ti non mienta sábelas falagar, ca tal escanto usan que saben bien çegar. La figura de la alcahueta o mediadora entre enamorados aparece ya en la comedia latina del siglo XII Pamphilus. Es esta comedia la que Juan Ruiz convierte en un relato famosísimo. Él, transformado en don Melón, asedia a doña Endrina con la ayuda de la vieja Urraca, la Trotaconventos. Este personaje inspirará en el siglo XV La Celestina de Fernando de Rojas. 2.3. Los amores de don Melón y doña Endrina: ¡Ay Dios, y quán fermosa viene doña Endrina por la plaça! ¡Qué talle, qué donayre, qué alto cuello de garça! ¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, que buenandança! Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça. Don Melón se decide a hablarle, pero ella se muestra reacia a sus requiebros. En vista de ello, pide ayuda a Trotaconventos. La cual no es un personaje diabólico como la Celestina. Juan Ruiz describe una vieja urdidora y entrometida, con rasgos repugnantes compensados por el hecho de que los amores de Melón y Endrina acabarán en boda. La buhona con farnero va taniendo cascaveles, meniando de sus joyas, sortijas, et alfileres, desía por fasalejas: «Comprad aquestos manteles.» Vídola doña Endrina, dixo: «Entrad, non reçeledes.» Entró la vieja en casa, díxole: «Señora fija, para esa mano bendicha, quered esta sortija: si vos non me descobrierdes, desir vos he una pastija, que pensé aquesta noche» (Poco a poco la aguija.) «Fija, siempre estades en casa ençerrada, sola envegeçedes, quered alguna vegada salir andar en la plaça con vuestra beldat loada, entre aquestas paredes non vos prestará nada. En aquesta villa mora muy fermosa mançebía, mançebillos apostados et de buena loçanía, en todas buenas costumbres creçen de cada día, nunca ver puede omen a tan buena compañía. Muy bien me resçiben todos con aquesta pobledat, el mejor e el más noble de linaje e de beldat es don Melón de la Uerta, mançebillo de verdat, a todos los otros sobra en fermosura e bondat. Doña Endrina no se fía ni de la vieja ni de las intenciones de don Melón. Pero acaba yendo a casa de Trotaconventos. El mancebo finge pasar por casualidad, y llama con gran violencia. «¡Señora doña Endrina, vos, la mi enamorada! Vieja ¿por eso teníades a mí la puerta çerrada? Tan buen día es hoy este que fallé a tal çelada, Dios et mi buena ventura me la tovieron guardada. » Los designios de don Melón y de la vieja se cumplen, y Endrina increpa así a esta: Doña Endrina le dixo: «¡Ay, viejas tan perdidas! a las mugeres traedes engañadas, vendidas; ayer mil cobros me dabas, mil artes, mil salidas, hoy, que só escarnida, todas me son fallidas.» Federico Aliaga 2 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO Pero Trotaconventos pone fin a tanta desesperación, con esta sentencia: «Pues que por mí, desides, que el daño es venido, por mí quiero que sea el vuestro bien habido: vos sed muger suya, e él vuestro marido, todo vuestro deseo es bien por mí complido.» Doña Endrina e don Melón en uno casados son, alégranse las compañas en las bodas con raçón, si villanías he dicho, haya de vos perdón, ue lo feo del estoria dis' Pánfilo e Nasón. 2.4. Las serranas En el repaso que nos hace Juan Ruiz de sus amores, nos cuenta su relación con las serranas, mujeres que vivían en las proximidades de una sierra, y que ayudaban a los viajeros a cruzarlas mediante pago; otras veces no les dejaban pasar adelante si no les daban regalos o dinero. En la poesía provenzal existía otro género, el de las pastorelas, que contaba el encuentro entre un caballero y una pastora. La tradición castellana de las serranas unida a la tradición mucho más refinada de las pastorelas, se unirán cien años más tarde en el marqués de Santillana, con sus serranillas. 2.5. La batalla de don Carnal y doña Cuaresma Se nos cuenta el combate entre ambos como una parodia. Vencen las tropas de doña Cuaresma (sardinas, jibias, puerros…), y don Carnal (gallinas, perdices, patos..) es hecho prisionero. Sin embargo se escapa y el día de Pascua entra triunfante en el mundo acompañado de don Amor. 2.6. Muerte de Trotaconventos La vieja muere, y Juan Ruiz increpa a la Muerte en unos versos que recogen una tradición poética castellana, que es la de los plantos (canciones que exaltan al difunto e increpan a la muerte) ¡Ay Muerte! muerta seas, muerta, e mal andante, mataste a mi vieja, matases a mí ante, enemiga del mundo, que non as semejante, de tu memoria amarga non es que non se espante .……………………………………………….. ¡Ay mi Trotaconventos, mi leal verdadera! Muchos te seguían viva, muerta yazes señera, ¿a dó te me an levado? non sé cosa çertera, nunca torna con nuevas quien anda esta carrera. 3.-Don Juan Manuel: El conde Lucanor 3.1. El prólogo: Este libro fue escrito por don Juan, hijo del muy noble infante don Manuel, con el deseo de que los hombres hagan en este mundo tales obras que les resulten provechosas para su honra, su hacienda y estado, así como para que encuentren el camino de la salvación. Con este fin escribió los cuentos más provechosos que él sabía, para que los hombres puedan guiarse por medio de ellos, pues sería extraño que a alguien le sucediera alguna cosa que no se parezca a alguna de las contadas aquí. …yo, don Juan, hijo del infante don Manuel, adelantado mayor del Reino de Murcia, escribí este libro con las más bellas palabras que encontré, entre las cuales puse algunos cuentecillos con que enseñar a quienes los oyeren. Hice así, al modo de los médicos que, cuando quieren preparar una medicina para el hígado, como al hígado agrada lo dulce, ponen en la medicina un poco de azúcar o miel, u otra cosa que resulte dulce, pues por el gusto que siente el hígado a lo dulce, lo atrae para sí, y con ello a la medicina que tanto le beneficiará. 3.2. El cuento XXXV: Lo que sucedió a un mancebo que casó con una muchacha muy rebelde. Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le decía: -Patronio, un pariente mío me ha contado que lo quieren casar con una mujer muy rica y más ilustre que él, por lo que esta boda le sería muy provechosa si no fuera porque, según le han dicho algunos Federico Aliaga 3 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO amigos, se trata de una doncella muy violenta y colérica. Por eso os ruego que me digáis si le debo aconsejar que se case con ella, sabiendo cómo es, o si le debo aconsejar que no lo haga. -Señor conde -dijo Patronio-, si vuestro pariente tiene el carácter de un joven cuyo padre era un honrado moro, aconsejadle que se case con ella; pero si no es así, no se lo aconsejéis. El conde le rogó que le contase lo sucedido. Patronio le dijo que en una ciudad vivían un padre y su hijo, que era excelente persona, pero no tan rico que pudiese realizar cuantos proyectos tenía para salir adelante. Por eso el mancebo estaba siempre muy preocupado, pues siendo tan emprendedor no tenía medios ni dinero. En aquella misma ciudad vivía otro hombre mucho más distinguido y más rico que el primero, que sólo tenía una hija, de carácter muy distinto al del mancebo, pues cuanto en él había de bueno, lo tenía ella de malo, por lo cual nadie en el mundo querría casarse con aquel diablo de mujer. Aquel mancebo tan bueno fue un día a su padre y le dijo que, pues no era tan rico que pudiera darle cuanto necesitaba para vivir, se vería en la necesidad de pasar miseria y pobreza o irse de allí, por lo cual, si él daba su consentimiento, le parecía más juicioso buscar un matrimonio conveniente, con el que pudiera encontrar un medio de llevar a cabo sus proyectos. El padre le contestó que le gustaría mucho poder encontrarle un matrimonio ventajoso. Dijo el mancebo a su padre que, si él quería, podía intentar que aquel hombre bueno, cuya hija era tan mala, se la diese por esposa. El padre, al oír decir esto a su hijo, se asombró mucho y le preguntó cómo había pensado aquello, pues no había nadie en el mundo que la conociese que, aunque fuera muy pobre, quisiera casarse con ella. El hijo le contestó que hiciese el favor de concertarle aquel matrimonio. Tanto le insistió que, aunque al padre le pareció algo muy extraño, le dijo que lo haría. Marchó luego a casa de aquel buen hombre, del que era muy amigo, y le contó cuanto había hablado con su hijo, diciéndole que, como el mancebo estaba dispuesto a casarse con su hija, consintiera en su matrimonio. Cuando el buen hombre oyó hablar así a su amigo, le contestó: -Por Dios, amigo, si yo autorizara esa boda sería vuestro peor amigo, pues tratándose de vuestro hijo, que es muy bueno, yo pensaría que le hacía grave daño al consentir su perjuicio o su muerte, porque estoy seguro de que, si se casa con mi hija, morirá, o su vida con ella será peor que la misma muerte. Mas no penséis que os digo esto por no aceptar vuestra petición, pues, si la queréis como esposa de vuestro hijo, a mí mucho me contentará entregarla a él o a cualquiera que se la lleve de esta casa. Su amigo le respondió que le agradecía mucho su advertencia, pero, como su hijo insistía en casarse con ella, le volvía a pedir su consentimiento. Celebrada la boda, llevaron a la novia a casa de su marido y, como eran moros, siguiendo sus costumbres les prepararon la cena, les pusieron la mesa y los dejaron solos hasta la mañana siguiente. Pero los padres y parientes del novio y de la novia estaban con mucho miedo, pues pensaban que al día siguiente encontrarían al joven muerto o muy mal herido. Al quedarse los novios solos en su casa, se sentaron a la mesa y, antes de que ella pudiese decir nada, miró el novio a una y otra parte y, al ver a un perro, le dijo ya bastante airado: -¡Perro, danos agua para las manos! El perro no lo hizo. El mancebo comenzó a enfadarse y le ordenó con más ira que les trajese agua para las manos. Pero el perro seguía sin obedecerle. Viendo que el perro no lo hacía, el joven se levantó muy enfadado de la mesa y, cogiendo la espada, se lanzó contra el perro, que, al verlo venir así, emprendió una veloz huida, perseguido por el mancebo, saltando ambos por entre la ropa, la mesa y el fuego; tanto lo persiguió que, al fin, el mancebo le dio alcance, lo sujetó y le cortó la cabeza, las patas y las manos, haciéndolo pedazos y ensangrentando toda la casa, la mesa y la ropa. Después, muy enojado y lleno de sangre, volvió a sentarse a la mesa y miró en derredor. Vio un gato, al que mandó que trajese agua para las manos; como el gato no lo hacía, le gritó: -¡Cómo, falso traidor! ¿No has visto lo que he hecho con el perro por no obedecerme? Juro por Dios que, si tardas en hacer lo que mando, tendrás la misma muerte que el perro. El gato siguió sin moverse, pues tampoco es costumbre suya llevar el agua para las manos. Como no lo hacía, se levantó el mancebo, lo cogió por las patas y lo estrelló contra una pared, haciendo de él más de cien pedazos y demostrando con él mayor ensañamiento que con el perro. Así, indignado, colérico y haciendo gestos de ira, volvió a la mesa y miró a todas partes. La mujer, al verle hacer todo esto, pensó que se había vuelto loco y no decía nada. Después de mirar por todas partes, vio a su caballo, que estaba en la cámara y, aunque era el único que tenía, le mandó muy enfadado que les trajese agua para las manos; pero el caballo no le obedeció. Al ver que no lo hacía, le gritó: -¡Cómo, don caballo! ¿Pensáis que, porque no tengo otro caballo, os respetaré la vida si no hacéis lo que yo mando? Estáis muy confundido, pues si, para desgracia vuestra, no cumplís mis órdenes, juro ante Dios daros tan mala muerte como a los otros, porque no hay nadie en el mundo que me desobedezca que no corra la misma suerte. Federico Aliaga 4 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO El caballo siguió sin moverse. Cuando el mancebo vio que el caballo no lo obedecía, se acercó a él, le cortó la cabeza con mucha rabia y luego lo hizo pedazos. Al ver su mujer que mataba al caballo, aunque no tenía otro, y que decía que haría lo mismo con quien no le obedeciese, pensó que no se trataba de una broma y le entró tantísimo miedo que no sabía si estaba viva o muerta. Él, así, furioso, ensangrentado y colérico, volvió a la mesa, jurando que, si mil caballos, hombres o mujeres hubiera en su casa que no le hicieran caso, los mataría a todos. Se sentó y miró a un lado y a otro, con la espada llena de sangre en el regazo; cuando hubo mirado muy bien, al no ver a ningún ser vivo sino a su mujer, volvió la mirada hacia ella con mucha ira y le dijo con muchísima furia, mostrándole la espada: -Levantaos y dadme agua para las manos. La mujer, que no esperaba otra cosa sino que la despedazaría, se levantó a toda prisa y le trajo el agua que pedía. Él le dijo: -¡Ah! ¡Cuántas gracias doy a Dios porque habéis hecho lo que os mandé! Pues de lo contrario, y con el disgusto que estos estúpidos me han dado, habría hecho con vos lo mismo que con ellos. Después le ordenó que le sirviese la comida y ella le obedeció. Cada vez que le mandaba alguna cosa, tan violentamente se lo decía y con tal voz que ella creía que su cabeza rodaría por el suelo. Así ocurrió entre los dos aquella noche, que nunca hablaba ella sino que se limitaba a obedecer a su marido. Cuando ya habían dormido un rato, le dijo él: -Con tanta ira como he tenido esta noche, no he podido dormir bien. Procurad que mañana no me despierte nadie y preparadme un buen desayuno. Cuando aún era muy de mañana, los padres, madres y parientes se acercaron a la puerta y, como no se oía a nadie, pensaron que el novio estaba muerto o gravemente herido. Viendo por entre las puertas a la novia y no al novio, su temor se hizo muy grande. Ella, al verlos junto a la puerta, se les acercó muy despacio y, llena de temor, comenzó a increparles: -¡Locos, insensatos! ¿Qué hacéis ahí? ¿Cómo os atrevéis a llegar a esta puerta? ¿No os da miedo hablar? ¡Callaos, si no, todos moriremos, vosotros y yo! Al oírla decir esto, quedaron muy sorprendidos. Cuando supieron lo ocurrido entre ellos aquella noche, sintieron gran estima por el mancebo porque había sabido imponer su autoridad y hacerse él con el gobierno de su casa. Desde aquel día en adelante, fue su mujer muy obediente y llevaron muy buena vida. Pasados unos días, quiso su suegro hacer lo mismo que su yerno, para lo cual mató un gallo; pero su mujer le dijo: -En verdad, don Fulano, que os decidís muy tarde, porque de nada os valdría aunque mataseis cien caballos: antes tendríais que haberlo hecho, que ahora nos conocemos de sobra. Y concluyó Patronio: -Vos, señor conde, si vuestro pariente quiere casarse con esa mujer y vuestro familiar tiene el carácter de aquel mancebo, aconsejadle que lo haga, pues sabrá mandar en su casa; pero si no es así y no puede hacer todo lo necesario para imponerse a su futura esposa, debe dejar pasar esa oportunidad. También os aconsejo a vos que, cuando hayáis de tratar con los demás hombres, les deis a entender desde el principio cómo han de portarse con vos. El conde vio que este era un buen consejo, obró según él y le fue muy bien. Como don Juan comprobó que el cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así: Si desde un principio no muestras quién eres, nunca podrás después, cuando quisieres. 4.- Jorgue Manrique: Coplas ala muerte de su padre I Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor. II . Pues si vemos lo presente cómo en un punto se es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado. No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera mas que duró lo que vio, pues que todo ha de pasar por tal manera. Federico Aliaga 5 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO III Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir, allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos, y llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos. V Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar. Partimos cuando nacemos andamos mientras vivimos, y llegamos al tiempo que fenecemos; así que cuando morimos descansamos. 5.- Fernando de Rojas: La Celestina 5.1. Textos generales de la obra CELESTINA.- ¡Bulla moneda y dure el pleito lo que durare! Todo lo puede el dinero; las peñas quebranta, los ríos pasa en seco; no hay lugar tan alto que un asno cargado de oro no le suba. Su desatino y ardor basta para perder a sí y ganar a nosotros. Esto he calado, esto sé de él y de ella; esto es lo que nos ha de aprovechar. _____________________________________ ELICIA.- Hayamos mucho placer. Mientras hoy tuviéramos de comer, no pensemos en mañana. También se muere el que mucho allega como el que pobremente vive, y el doctor como el pastor y el papa como el sacristán y el señor como el siervo y el de alto linaje como el bajo, y tú con oficio como yo sin ninguno. No habemos de vivir para siempre. Gocemos y holguemos, que la vejez pocos la ven, y de los que la ven ninguno murió de hambre. _______________________________________ MELIBEA.- ¿Por qué dices, madre, tanto mal de lo que todo el mundo con tanta eficacia gozar o ver desea? CELESTINA.- [….] Desean llegar allá, porque llegando viven y el vivir es dulce y viendo envejecen. [..] Todo por vivir. Porque como dicen: “viva la gallina con su pepita” Pero ¿quién te podría contar, señora, sus daños: […] aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos su primera y fresca color, aquel poco oír, aquel debilitado ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerza, aquel flaco andar? _____________________________________________ PLEBERIO.- ¡O vida de congojas llena, de miserias acompañada! ¡Oh mundo, mundo! […]. Yo pensaba en mi más tierna edad que eras y eran tus hechos regidos por alguna orden; agora, visto el pro e la contra de tus bienandanzas, me pareces un laberinto de errores, un desierto espantable, una morada de fieras,[…] laguna llena de cieno, región llena de espinas, monte alto, campo pedregoso, prado lleno de serpientes, huerto florido e sin fruto, fuente de cuidados, río de lágrimas, mar de miserias, trabajo sin provecho, dulce ponzoña, vana esperanza, falsa alegría, verdadero dolor. […] ¡Oh amor, amor! ¡Que no pensé que tenías fuerza ni poder de matar a tus sujetos! […] ¿Quién te puso nombre, que no te conviene? Si amor fueses, amarías a tus sirvientes. Si los amases, no les darías pena. Si alegres viviesen, no se matarían, como agora mi amada hija. […] Del mundo me quejo, porque en sí me crió, porque no me dando vida, no engendrara en él a Melibea, no nacida no amara, no amando cesara mi quejosa e desconsolada postrimería. ¡Oh mi compañera buena! ¡Oh mi hija despedazada! ¿Por qué no quisiste que estorbase tu muerte? ¿Por qué no hubiste lástima de tu querida e amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dejaste, cuando yo te había de dejar? ¿Por qué me dejaste penado? ¿Por qué me dejaste triste e solo in hac lachrymarum valle? CUESTIONES: Comenta qué valores son los que nos dan estos textos, qué temas tratan, di alguna característica de la época o de los personajes que se pueda desprender de estos textos. Federico Aliaga 6 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO 5.2. Textos de los personajes: Comenta cómo son los personajes a luz de los siguientes textos: SEMPRONIO.-Calisto arde en amores de Melibea. De ti y de mí tiene necesidad. Pues juntos nos ha menester, juntos nos aprovechamos; que conocer el tiempo y usar el nombre de la oportunidad hace a los hombres prósperos. CELESTINA.- Bien has dicho, al cabo estoy. ____________________________________________ SEMPRONIO.- ¡Oh vieja avarienta, garganta muerta de sed por dinero! ¿No serás contenta con la tercia parte de lo ganado? CELESTINA.- ¿Qué tercia parte? Vete con Dios de mi casa tú. Y esotro no dé voces, no allegue la vecindad. No me hagáis salir de seso. No queráis que salgan a plaza las cosas de Calisto y vuestras. SEMPRONIO.- Da voces o gritos, que tú cumplirás lo que prometiste o cumplirás hoy tus días. _____________________________________________ CELESTINA.- Deja los vanos prometimientos de los señores, los cuales desechan la substancia de sus sirvientes con huecos y vanos prometimientos. Como la sanguijuela saca la sangre, desagradecen, injurian, olvidan servicios, niegan galardón […] Estos señores de este tiempo más aman a sí, que a los suyos; y no yerran. Los suyos igualmente lo deben hacer. _______________________________________________ AREUSA.-Ruin sea quien por ruin se tiene. Las obras hacen linaje, que al fin todos somos hijos de Adán y Eva. Procure ser cada uno bueno por sí y no vaya a buscar en la nobleza de sus pasados la virtud. 6.-Fray Luis de León: Oda a la vida retirada Vida retirada ¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruïdo y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido! Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio moro, en jaspes sustentado. No cura si la fama canta con voz su nombre pregonera, ni cura si encarama la lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera. ¿Qué presta a mi contento si soy del vano dedo señalado, si en busca de este viento ando desalentado con ansias vivas y mortal cuidado? ¡Oh campo, oh monte, oh río! ¡Oh secreto seguro deleitoso! roto casi el navío, a vuestro almo reposo huyo de aqueste mar tempestuoso. Un no rompido sueño, un día puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceño vanamente severo de quien la sangre ensalza o el dinero. 30 5 Despiértenme las aves con su cantar süave no aprendido, no los cuidados graves de que es siempre seguido quien al ajeno abritrio está atenido. 35 Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo. 40 10 15 Del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto, que con la primavera de bella flor cubierto, ya muestra en esperanza el fruto cierto. 45 Y como codiciosa de ver y acrecentar su hermosura, desde la cumbre airosa una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura. 50 20 25 Y luego sosegada el paso entre los árboles torciendo, Federico Aliaga 7 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced el suelo de pasada de verdura vistiendo, y con diversas flores va esparciendo. El aire el huerto orea, y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea con un manso ruïdo, que del oro y del cetro pone olvido. Ténganse su tesoro los que de un flaco leño se confían: no es mío ver al lloro de los que desconfían cuando el cierzo y el ábrego porfían. Secundaria Antología de textos para 3º de ESO y la mar enriquecen a porfía. 55 60 65 La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torna; al cielo suena confusa vocería, A mí una pobrecilla mesa, de amable paz bien abastada me baste, y la vajilla de fino oro labrada, sea de quien la mar no teme airada. 70 75 Y mientras miserablemente se están los otros abrasando en sed insacïable del no durable mando, tendido yo a la sombra esté cantando. 80 A la sombra tendido de yedra y lauro eterno coronado, puesto el atento oído al son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado. 85 Estrofa: Lira (estrofa con 5-7 versos de once y de siete sílabas, con rima perfecta). Aquí se emplea el esquema: aBabB Rima: Rima perfecta con el esquema aBabB ¡Qué descansada vida a la del que huye el mundanal ruïdo B y sigue la escondida a senda por donde han ido b los pocos sabios que en el mundo han sido! B 7.-Garcilaso de la Vega: Égloga I Las églogas son poemas bucólicos en que dos o más pastores expresan alternativamente sus sufrimientos de amor. La Égloga I (1534-35). Es la más famosa. Consta de 421 versos distribuidos en estancias. La obra está dividida en tres partes: 1ª dedicatoria a D. Pedro de Toledo; 2ª, lamento de Salicio por la infidelidad de Galatea; 3ª, lamento de Nemoroso donde cuenta su amor por Elisa y llora su muerte. El poema empieza al amanecer y termina con la llegada de la noche: un día, que marca un ciclo de vida. Égloga II (1.533). Es la primera cronológicamente. Largo diálogo de 1.885 versos, escrita en tercetos. El poema trata de los infortunios del pastor Albanio que habiendo amado a la pastora Camila desde la infancia es abandonado cuando le declara su amor. Al encontrarla de nuevo, intenta retenerla por la fuerza y, cuando ella escapa, él pierde la razón. Intenta suicidarse, pero se lo impide Salicio y Nemoroso. Égloga III (1.536). Es la más difícil de sus obras; su compleja ficción requiere un esfuerzo por parte del lector. Después de una minuciosa descripción del escenario, cuatro ninfas emergen del Tajo para tejer su tapicería a la sombra de los sauces. Está escrita en octavas reales. Egloga I El dulce lamentar de dos pastores, Salicio juntamente y Nemoroso, he de contar, sus quejas imitando; cuyas ovejas al cantar sabroso estaban muy atentas, los amores, (de pacer olvidadas) escuchando. 5 Tú, que ganaste obrando un nombre en todo el mundo y un grado sin segundo, agora estés atento sólo y dado el ínclito gobierno del estado Albano; agora vuelto a la otra parte, resplandeciente, armado, Federico Aliaga 10 8 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO representando en tierra el fiero Marte; agora de cuidados enojosos y de negocios libre, por ventura andes a caza, el monte fatigando en ardiente jinete, que apresura el curso tras los ciervos temerosos, que en vano su morir van dilatando; espera, que en tornando a ser restituido al ocio ya perdido, luego verás ejercitar mi pluma por la infinita innumerable suma de tus virtudes y famosas obras, antes que me consuma, faltando a ti, que a todo el mondo sobras. En tanto que este tiempo que adivino viene a sacarme de la deuda un día, que se debe a tu fama y a tu gloria (que es deuda general, no sólo mía, mas de cualquier ingenio peregrino que celebra lo digno de memoria), el árbol de victoria, que ciñe estrechamente tu gloriosa frente, dé lugar a la hiedra que se planta debajo de tu sombra, y se levanta poco a poco, arrimada a tus loores; y en cuanto esto se canta, escucha tú el cantar de mis pastores. Saliendo de las ondas encendido, rayaba de los montes al altura el sol, cuando Salicio, recostado al pie de un alta haya en la verdura, por donde un agua clara con sonido atravesaba el fresco y verde prado, él, con canto acordado al rumor que sonaba, del agua que pasaba, se quejaba tan dulce y blandamente como si no estuviera de allí ausente la que de su dolor culpa tenía; y así, como presente, razonando con ella, le decía: 15 20 25 donde siempre moraste, no pudiendo de ella salir un hora? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. 70 El sol tiende los rayos de su lumbre por montes y por valles, despertando las aves y animales y la gente: cuál por el aire claro va volando, cuál por el verde valle o alta cumbre 75 paciendo va segura y libremente, cuál con el sol presente va de nuevo al oficio, y al usado ejercicio do su natura o menester le inclina, 80 siempre está en llanto esta ánima mezquina, cuando la sombra el mondo va cubriendo, o la luz se avecina. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. 30 35 40 ¿Y tú, de esta mi vida ya olvidada, sin mostrar un pequeño sentimiento de que por ti Salicio triste muera, dejas llevar (¡desconocida!) al viento el amor y la fe que ser guardada eternamente sólo a mí debiera? ¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera, (pues ves desde tu altura esta falsa perjura causar la muerte de un estrecho amigo) no recibe del cielo algún castigo? Si en pago del amor yo estoy muriendo, ¿qué hará el enemigo? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. 85 90 95 Salicio: Por ti el silencio de la selva umbrosa, por ti la esquividad y apartamiento del solitario monte me agradaba; por ti la verde hierba, el fresco viento, el blanco lirio y colorada rosa y dulce primavera deseaba. ¡Ay, cuánto me engañaba! ¡Ay, cuán diferente era y cuán de otra manera lo que en tu falso pecho se escondía! Bien claro con su voz me lo decía la siniestra corneja, repitiendo la desventura mía. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. ¡Oh más dura que mármol a mis quejas, y al encendido fuego en que me quemo más helada que nieve, Galatea!, estoy muriendo, y aún la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas, que no hay, sin ti, el vivir para qué sea. Vergüenza he que me vea ninguno en tal estado, de ti desamparado, y de mí mismo yo me corro agora. ¿De un alma te desdeñas ser señora, ¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta, (reputándolo yo por desvarío) vi mi mal entre sueños, desdichado! 115 Soñaba que en el tiempo del estío llevaba, por pasar allí la sienta, a beber en el Tajo mi ganado; y después de llegado, sin saber de cuál arte, 120 por desusada parte y por nuevo camino el agua se iba; ardiendo yo con la calor estiva, 45 50 55 60 65 Federico Aliaga 100 105 110 9 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced el curso enajenado iba siguiendo del agua fugitiva. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena? Tus claros ojos ¿a quién los volviste? ¿Por quién tan sin respeto me trocaste? Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste? ¿Cuál es el cuello que, como en cadena, de tus hermosos brazos anudaste? No hay corazón que baste, aunque fuese de piedra, viendo mi amada hiedra, de mí arrancada, en otro muro asida, y mi parra en otro olmo entretejida, que no se esté con llanto deshaciendo hasta acabar la vida. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. ¿Qué no se esperará de aquí adelante, por difícil que sea y por incierto? O ¿qué discordia no será juntada?, y juntamente ¿qué tendrá por cierto, o qué de hoy más no temerá el amante, siendo a todo materia por ti dada? Cuando tú enajenada de mi cuidado fuiste, notable causa diste, y ejemplo a todos cuantos cubre el cielo, que el más seguro tema con recelo perder lo que estuviere poseyendo. Salid fuera sin duelo, salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Materia diste al mundo de esperanza de alcanzar lo imposible y no pensado, y de hacer juntar lo diferente, dando a quien diste el corazón malvado, quitándolo de mí con tal mudanza que siempre sonará de gente en gente. La cordera paciente con el lobo hambriento hará su ayuntamiento, y con las simples aves sin ruido harán las bravas sierpes ya su nido; que mayor diferencia comprendo de ti al que has escogido. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Siempre de nueva leche en el verano y en el invierno abundo; en mi majada la manteca y el queso está sobrado; de mi cantar, pues, yo te vi agradada tanto que no pudiera el mantuano Títiro ser de ti más alabado. No soy, pues, bien mirado, tan disforme ni feo; que aún agora me veo en esta agua que corre clara y pura, y cierto no trocara mi figura Secundaria Antología de textos para 3º de ESO con ese que de mí se está riendo; ¡trocara mi ventura! Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. 125 130 135 140 145 150 155 160 165 170 175 180 ¿Cómo te vine en tanto menosprecio? ¿Cómo te fui tan presto aborrecible? ¿Cómo te faltó en mí el conocimiento? Si no tuvieras condición terrible, siempre fuera tenido de ti en precio, y no viera de ti este apartamiento. ¿No sabes que sin cuento buscan en el estío mis ovejas el frío de la sierra de Cuenca, y el gobierno del abrigado Estremo en el invierno? Mas ¡qué vale el tener, si derritiendo me estoy en llanto eterno! Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. 185 190 195 Con mi llorar las piedras enternecen su natural dureza y la quebrantan; los árboles parece que se inclinan: las aves que me escuchan, cuando cantan, con diferente voz se condolecen, y mi morir cantando me adivinan. Las fieras, que reclinan su cuerpo fatigado, dejan el sosegado sueño por escuchar mi llanto triste. Tú sola contra mí te endureciste, los ojos aún siquiera no volviendo a lo que tú hiciste. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. 200 205 210 Mas ya que a socorrerme aquí no vienes, no dejes el lugar que tanto amaste, que bien podrás venir de mí segura; yo dejaré el lugar do me dejaste; ven, si por sólo esto te detienes; 215 ves aquí un prado lleno de verdura, ves aquí una espesura, ves aquí una agua clara, en otro tiempo cara, a quien de ti con lágrimas me quejo. 220 Quizá aquí hallarás (pues yo me alejo) al que todo mi bien quitarme puede; que pues el bien le dejo, no es mucho que el lugar también le quede. Aquí dio fin a su cantar Salicio, y suspirando en el postrero acento, soltó de llanto una profunda vena. Queriendo el monte al grave sentimiento de aquel dolor en algo ser propicio, con la pesada voz retumba y suena. La blanca Filomena, casi como dolida y a compasión movida, dulcemente responde al son lloroso. Lo que cantó tras esto Nemoroso Federico Aliaga 225 230 235 10 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO que a sempiterno llanto y a triste soledad me ha condenado; y lo que siento más es verme atado a la pesada vida y enojosa, solo, desamparado, ciego, sin lumbre, en cárcel tenebrosa. decidlo vos Piérides, que tanto no puedo yo, ni oso, que siento enflaquecer mi débil canto. Nemoroso: Corrientes aguas, puras, cristalinas, árboles que os estáis mirando en ellas, 240 verde prado, de fresca sombra lleno, aves que aquí sembráis vuestras querellas, hiedra que por los árboles caminas, torciendo el paso por su verde seno: yo me vi tan ajeno 245 del grave mal que siento, que de puro contento con vuestra soledad me recreaba, donde con dulce sueño reposaba, o con el pensamiento discurría 250 por donde no hallaba sino memorias llenas de alegría. Y en este mismo valle, donde agora me entristezco y me canso, en el reposo estuve ya contento y descansado. ¡Oh bien caduco, vano y presuroso! Acuérdome, durmiendo aquí alguna hora, que despertando, a Elisa vi a mi lado. ¡Oh miserable hado! ¡Oh tela delicada, antes de tiempo dada a los agudos filos de la muerte! Más convenible fuera aquesta suerte a los cansados años de mi vida, que es más que el hierro fuerte, pues no la ha quebrantado tu partida. 255 260 265 295 Después que nos dejaste, nunca pace en hartura el ganado ya, ni acude el campo al labrador con mano llena. No hay bien que en mal no se convierta y mude: la mala hierba al trigo ahoga, y nace 300 en lugar suyo la infelice avena; la tierra, que de buena gana nos producía flores con que solía quitar en sólo vellas mil enojos, 305 produce agora en cambio estos abrojos, ya de rigor de espinas intratable; yo hago con mis ojos crecer, llorando, el fruto miserable. Como al partir del sol la sombra crece, y en cayendo su rayo se levanta la negra escuridad que el mundo cubre, de do viene el temor que nos espanta, y la medrosa forma en que se ofrece aquello que la noche nos encubre, hasta que el sol descubre su luz pura y hermosa: tal es la tenebrosa noche de tu partir, en que he quedado de sombra y de temor atormentado, hasta que muerte el tiempo determine que a ver el deseado sol de tu clara vista me encamine. ¿Dó están agora aquellos claros ojos que llevaban tras sí, como colgada, mi ánima doquier que ellos se volvían? ¿Dó está la blanca mano delicada, 270 llena de vencimientos y despojos que de mí mis sentidos le ofrecían? Los cabellos que vían con gran desprecio al oro, como a menor tesoro, 275 ¿adónde están? ¿Adónde el blando pecho? ¿Dó la columna que el dorado techo con presunción graciosa sostenía? Aquesto todo agora ya se encierra, por desventura mía, 280 en la fría, desierta y dura tierra. Cual suele el ruiseñor con triste canto quejarse, entre las hojas escondido, del duro labrador, que cautamente le despojó su caro y dulce nido de los tiernos hijuelos, entre tanto que del amado ramo estaba ausente, y aquel dolor que siente con diferencia tanta por la dulce garganta despide, y a su canto el aire suena, y la callada noche no refrena su lamentable oficio y sus querellas, trayendo de su pena al cielo por testigo y las estrellas; ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía, cuando en aqueste valle al fresco viento andábamos cogiendo tiernas flores, que había de ver con largo apartamiento venir el triste y solitario día que diese amargo fin a mis amores? El cielo en mis dolores cargó la mano tanto, desta manera suelto yo la rienda a mi dolor, y así me quejo en vano de la dureza de la muerte airada. Ella en mi corazón metió la mano, y de allí me llevó mi dulce prenda, que aquél era su nido y su morada. ¡Ay muerte arrebatada! Por ti me estoy quejando 285 290 Federico Aliaga 310 315 320 325 330 335 340 345 11 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced al cielo y enojando con importuno llanto al mundo todo: tan desigual dolor no sufre modo. No me podrán quitar el dolorido sentir, si ya del todo primero no me quitan el sentido. Una parte guardé de tus cabellos, Elisa, envueltos en un blanco paño, que nunca de mi seno se me apartan; descójolos, y de un dolor tamaño enternecerme siento, que sobre ellos nunca mis ojos de llorar se hartan. Sin que de allí se partan, con sospiros calientes, más que la llama ardientes, los enjugo del llanto, y de consuno casi los paso y cuento uno a uno; juntándolos, con un cordón los ato. Tras esto el importuno dolor me deja descansar un rato. Mas luego a la memoria se me ofrece aquella noche tenebrosa, escura, que siempre aflige esta ánima mezquina con la memoria de mi desventura Verte presente agora me parece en aquel duro trance de Lucina, y aquella voz divina, con cuyo son y acentos a los airados vientos pudieras amansar, que agora es muda. Me parece que oigo que a la cruda, inexorable diosa demandabas en aquel paso ayuda; y tú, rústica diosa, ¿dónde estabas? ¿Ibate tanto en perseguir las fieras? ¿Íbate tanto en un pastor dormido? ¿Cosa pudo bastar a tal crüeza, que, conmovida a compasión, oído a los votos y lágrimas no dieras, Secundaria Antología de textos para 3º de ESO 350 355 360 365 por no ver hecha tierra tal belleza, o no ver la tristeza en que tu Nemoroso queda, que su reposo era seguir tu oficio, persiguiendo las fieras por los monte, y ofreciendo a tus sagradas aras los despojos? ¿Y tú, ingrata, riendo dejas morir mi bien ante los ojos? 385 390 Divina Elisa, pues agora el cielo con inmortales pies pisas y mides, y su mudanza ves, estando queda, ¿por qué de mí te olvidas y no pides que se apresure el tiempo en que este velo rompa del cuerpo, y verme libre pueda, y en la tercera rueda, contigo mano a mano, busquemos otro llano, busquemos otros montes y otros ríos, otros valles floridos y sombríos, do descansar y siempre pueda verte ante los ojos míos, sin miedo y sobresalto de perderte? 395 400 405 -----370 375 380 Nunca pusieran fin al triste lloro los pastores, ni fueran acabadas las canciones que sólo el monte oía, si mirando las nubes coloradas, al tramontar del sol bordadas de oro, no vieran que era ya pasado el día, la sombra se veía venir corriendo apriesa ya por la falda espesa del altísimo monte, y recordando ambos como de sueño, y acabando el fugitivo sol, de luz escaso, su ganado llevando, se fueran recogiendo paso a paso. 410 415 420 Estrofa: Aquí Garcilaso usa la estancia, que consta de versos de once sílabas (endecasílabos) y de siete (heptasílabos), con rima perfecta. El número de versos puede variar. Para este poema Garcilaso ha usado 14 versos en cada estrofa, según el modelo: ABCBACcddEEFeF. (Nótese que las letras minúsculas representan los versos de siete sílabas.) 8.-El Lazarillo de Tormes 8.1. Prólogo Y todo va desta manera: que confesando yo no ser mas santo que mis vecinos, desta nonada, que en este grosero estilo escribo, no me pesara que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algún gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades. Suplico a vuestra merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran. Y pues vuestra merced escribe se le escriba y relate el caso por muy extenso, pareció me no tomalle por el medio, sino por el principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren Federico Aliaga 12 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuanto mas hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y mana remando, salieron a buen puerto. 8.2. Tratado I: Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, esta a la entrada della un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y allí puesto, me dijo: --"Lázaro, llega el oído a este toro, y oirás gran ruido dentro dél." Yo simplemente llegue, creyendo ser ansí; y como sintió que tenia la cabeza par de la piedra, afirmo recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome: --"Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber mas que el diablo". Y rió mucho la burla. Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que como niño dormido estaba. Dije entre mí: "Verdad dice este, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar como me sepa valer." 8.3. La visión de Lázaro de sus amos: Pues tornando al bueno de mi ciego y contando sus cosas, vuestra merced sepa que desde que Dios crío el mundo, ninguno formo más astuto ni sagaz. En su oficio era un águila; ciento y tantas oraciones sabia de coro. [….] Mas también quiero que sepa vuestra merced que, con todo lo que adquiría, jamás tan avariento ni mezquino hombre no vi, tanto que me mataba a mí de hambre, (Tratado I) Escapé del trueno y di en el relámpago, porque era el ciego para con este un Alejandro Magno, con ser la mesma avaricia, como he contado. No digo mas sino que toda la lacería del mundo estaba encerrada en este. (Tratado II) ¡Grandes secretos son, Señor, los que Vos hacéis y las gentes ignoran! ¿A quién no engañará aquella buena disposición y razonable capa y sayo?¿ Y quién pensará que aquel gentil hombre se pasó ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado Lázaro trujo un día y una noche en el arca de su seno, do no se le podía pegar mucha limpieza, y hoy, lavándose las manos y cara, a falta de paño de manos, se hacía servir de la halda del sayo? Nadie por cierto lo sospechará. ¡Oh Señor, y cuántos de aquéstos debéis Vos tener por el mundo derramados, que padecen por la negra que llaman honra lo que por Vos no sufrirán!" (Tratado III) 9.-Miguel de Cervantes: Don Quijote de La Mancha 9.1. Nuestro hidalgo y nuestro caballero: Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento. Puesto nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Quijote; […]. Pero, acordándose que el valeroso Amadís no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por Hepila famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya y llamarse don Quijote de la Mancha. 9.2. Creación de un personaje: Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse; porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma. […] …. en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo, ni le dio cata de ello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a Federico Aliaga 13 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced Secundaria Antología de textos para 3º de ESO llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto. 9.3. El final: -¡Ay! -respondió Sancho, llorando-: no se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. […] -Señores -dijo don Quijote-, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño: yo fui loco, y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. 10.-Góngora: Ándeme yo caliente Y ríase la gente. Traten otros del gobierno Del mundo y sus monarquías, Mientras gobiernan mis días Mantequillas y pan tierno, Y las mañanas de invierno Naranjada y aguardiente, Y ríase la gente. Busque muy en hora buena El mercader nuevos soles; Yo conchas y caracoles Entre la menuda arena, Escuchando a Filomena Sobre el chopo de la fuente, Y ríase la gente. Pase a media noche el mar, Y arda en amorosa llama Leandro por ver a su Dama; Que yo más quiero pasar Del golfo de mi lagar La blanca o roja corriente, Y ríase la gente. Coma en dorada vajilla El príncipe mil cuidados, Cómo píldoras dorados; Que yo en mi pobre mesilla Quiero más una morcilla Que en el asador reviente, Y ríase la gente. Pues Amor es tan cruel, Que de Píramo y su amada Hace tálamo una espada, Do se junten ella y él, Sea mi Tisbe un pastel, Y la espada sea mi diente, Y ríase la gente Cuando cubra las montañas De blanca nieve el enero, Tenga yo lleno el brasero De bellotas y castañas, Y quien las dulces patrañas Del Rey que rabió me cuente, Y ríase la gente. 11.-Quevedo: y pues quien le trae al lado es hermoso aunque sea fiero, poderoso caballero es don Dinero. Poderoso caballero es don Dinero. Madre, yo al oro me humillo, él es mi amante y mi amado, pues de puro enamorado de continuo anda amarillo; que pues, doblón o sencillo, hace todo cuanto quiero, poderoso caballero es don Dinero. Nace en las Indias honrado donde el mundo le acompaña; viene a morir en España y es en Génova enterrado; 5 10 Es galán y es como un oro; tiene quebrado el color, persona de gran valor, tan cristiano como moro; pues que da y quita el decoro y quebranta cualquier fuero, poderoso caballero es don Dinero. 15 20 25 Son sus padres principales, y es de noble descendiente, Federico Aliaga 14 de 15 Departamento de Lengua y Literatura Colegio La Merced porque en las venas de oriente todas las sangres son reales; y pues es quien hace iguales al duque y al ganadero, poderoso caballero es don Dinero. Mas ¿a quién no maravilla ver en su gloria sin tasa que es lo menos de su casa doña Blanca de Castilla? Pero pues da al bajo silla, y al cobarde hace guerrero, poderoso caballero es don Dinero. Sus escudos de armas nobles son siempre tan principales, que sin sus escudos reales no hay escudos de armas dobles; y pues a los mismos robles da codicia su minero, poderoso caballero es don Dinero. Por importar en los tratos y dar tan buenos consejos, en las casas de los viejos gatos le guardan de gatos; y pues él rompe recatos y ablanda al jüez más severo, 30 35 40 45 50 Secundaria Antología de textos para 3º de ESO poderoso caballero es don Dinero. Y es tanta su majestad, aunque son sus duelos hartos, que con haberle hecho cuartos, no pierde su autoridad; pero, pues da calidad al noble y al pordiosero, poderoso caballero es don Dinero. Nunca vi damas ingratas a su gusto y afición, que a las caras de un doblón hacen sus caras baratas; y pues hace las bravatas desde una bolsa de cuero, poderoso caballero es don Dinero. Más valen en cualquier tierra mirad si es harto sagaz, sus escudos en la paz, que rodelas en la guerra; y pues al pobre le entierra y hace propio al forastero, poderoso caballero es don Dinero. 60 65 70 75 80 55 Sílabas: Los versos son de ocho sílabas, menos el último de cada estrofa, que tiene cinco Rima: Es una letrilla con rima perfecta, con el esquema abbaaccc; cada estrofa termina con ccc Federico Aliaga 15 de 15