Monografía Curso de Capacitación Docente en Neurociencias Alumno: Christian Vargas Villegas www.asociacioneducar.com Mail: informacion@asociacioneducar.com Facebook: www.facebook.com/NeurocienciasAsociacionEducar FUNCIONES ENCEFÁLICAS COMPLEJAS Y EL LENGUAJE. Cada vez sabemos más con certeza que nuestra conducta, nuestro temperamento, en definitiva nosotros somos el resultado de la actividad de nuestro cerebro. Pero ¿qué es lo que hace que el cerebro determine quiénes somos? ¿qué procesos son responsables de la actividad mental o de las emociones? Parece existir cada vez más un consenso mayor de que todos estos procesos son fruto de la actividad neuronal, que en muchos casos incluso, inventa más que interpretar, la realidad. Sabemos que los estados mentales se producen por los patrones de actividad neural; el conocimiento, definido como un flujo cognitivo de un estado mental a otro, debe estar codificado en conexiones neurales llamadas sinapsis. De la misma manera que la actividad en la amígdala observa el ambiente y registra el miedo, los circuitos del lóbulo parietal nos orientan en el espacio y marcan la clara distinción entre lo propio y el mundo y los circuitos frontales y temporales marcan el tiempo y generan autoconciencia. Tanto el conocimiento de las circunstancias físicas y sociales, como la capacidad de tener pensamientos y sentimientos (emociones), de ser atraídos sexualmente por otros, de expresar estas cosas ante otros seres humanos por medio del lenguaje y de almacenar esa información en la memoria figuran entre las funciones más asombrosas del encéfalo humano. Dada su importancia en la vida cotidiana y para la cultura humana en general, no es sorprendente que gran parte del encéfalo humano esté dedicada a estas y otras funciones mentales complejas. Lamentablemente, el interés intrínseco que despiertan estos aspectos del comportamiento humano es igualado por las dificultades, tanto técnicas, como conceptuales, relacionadas con la aclaración de su base neurobiológica. No obstante se ha progresado mucho en la tarea de descifrar la organización estructural y funcional de las regiones encefálicas correspondientes. Durante el último siglo o más ha sido particularmente importante la acumulación constante de estudios de casos que mediante los signos y los síntomas resultantes del daño en regiones encefálicas específicas, han brindado muchos indicios acerca de la localización primaria de distintas funciones encefálicas complejas. Más recientemente el advenimiento de técnicas por imágenes encefálicas no invasivas ha proporcionado un conocimiento mucho más profundo de algunas de éstas capacidades tanto en personas normales como en pacientes neurológicos. Además, algunos experimentos electrofisiológicos complementarios realizados en primates no humanos y en otros animales de experimentación han comenzado a esclarecer las correlaciones celulares de muchas de estas funciones. Tomadas en conjunto, estas observaciones han establecido una cantidad rápidamente creciente de conocimiento sobre estos aspectos más complejos del encéfalo humano. Este dominio general de investigación ha sido llamado “neurociencia cognitiva”, campo que promete crecer cada vez más en el nuevo siglo. La función de la corteza frontal fue sugerida por primera vez por un dramático accidente que ocurrió en 1848. Una explosión impulsó una varilla de apisonamiento a través de la porción frontal del encéfalo de un trabajador de las vías del ferrocarril llamado Phineas P. Gage. Increíblemente Gage sobrevivió y sus alteraciones de conducta ulteriores estimularon gran parte del pensamiento acerca de las funciones encefálicas complejas. EL LENGUAJE. Una de las funciones corticales más notables en los seres humanos es la capacidad de asociar símbolos arbitrarios con significados específicos para expresar los pensamientos y las emociones ante sí mismos o ante otras personas por medio del lenguaje escrito y hablado. En realidad los logros de la cultura humana se basan en gran parte en este tipo de comunicación y una persona que por una razón u otra no pueda desarrollar la capacidad del lenguaje en la niñez se verá gravemente limitada. Los estudios realizados en pacientes con lesiones en regiones corticales específicas y en individuos normales examinados mediante imágenes encefálicas funcionales indican que la capacidad lingüística de los seres humanos depende de la integridad de varias áreas especializadas de las cortezas de asociación en los lóbulos temporal y frontal. En la gran mayoría de las personas estas funciones primarias del lenguaje se localizan en el hemisferio izquierdo; las conexiones entre los sonidos del habla y sus significados estás representadas principalmente en la corteza temporal izquierda y el circuito para las órdenes motoras que organizan la producción de palabras significativa se encuentra fundamentalmente en la corteza frontal izquierda. A pesar de este predominio del lado izquierdo para los aspectos “léxicos” del lenguaje, el contenido emocional (afectivo) del habla está gobernado en gran parte por el hemisferio derecho. Se sabe desde hace más de un siglo asociación frontal y temporal del especialmente importantes para el sorprendente que las capacidades lateralizadas. que dos regiones de las cortezas de hemisferio cerebral izquierdo son lenguaje humano normal. No es del lenguaje estén localizadas y Si bien el concepto de lateralización ya ha sido mencionado al describir las funciones desiguales que desempeñan los lóbulos parietales en la atención y los lóbulos temporales en el reconocimiento de diferentes categorías de objetos, esta idea ha sido mejor documentada en el lenguaje. Dado que el lenguaje es tan importante para los seres humanos, su lateralización ha dado origen a la idea engañosa de que en la especie humana un hemisferio en realidad es “dominante” con respecto del otro, a saber, el hemisferio en el que reside la mayor capacidad para el lenguaje. Sin embargo la verdadera importancia de la lateralización del lenguaje o de cualquier otra capacidad cognitiva reside en la subdivisión eficiente de las funciones complejas entre los hemisferios y no en la superioridad de un hemisferio respecto del otro. En realidad, a pesar de los dogmas populares, una presunción segura es que todas las regiones del encéfalo están haciendo algo importante. La distinción entre el lenguaje y las capacidades sensitivas y motoras relacionadas de las cuales depende fue evidente por primera vez en pacientes con lesiones en regiones encefálicas específicas. Los indicios clínicos de este tipo demostraron que la capacidad para mover los músculos de la laringe, la faringe, la boca y la lengua puede verse comprometida sin la eliminación de la capacidad de utilizar el lenguaje hablado para comunicarse (aun cuando el déficit motor puede tornar difícil la comunicación). Asimismo, el daño en las vías auditivas puede impedir la capacidad de oír sin interferir en las funciones del lenguaje (como es obvio en los individuos que han desarrollado una sordera parcial o tal en una fase más avanzada de la vida). Sin embargo, el daño en regiones encefálicas específicas puede comprometer funciones esenciales del lenguaje pero dejar intacta la infraestructura sensitivomotora de la comunicación verbal. Estos síndromes en conjunto se denominan afasias, disminuyen o anulan la capacidad de comprender o producir lenguaje pero sin alterar la capacidad de percibir los estímulos correspondientes y producir palabras inteligibles. Diagrama de las principales áreas encefálicas implicadas en la comprensión y la producción del lenguaje. Las cortezas sensitiva, auditiva, visual y motora primarias muestran la relación de las áreas del lenguaje de Broca y de Wernicke con aquellas otras áreas que participan necesariamente en la comprensión y la producción de la palabra, si bien en una forma menos especializada. La localización de la función del lenguaje en una región específica (y en cierta medida en un hemisferio) del cerebro suele atribuirse al neurólogo francés Paúl Broca y al neurólogo alemán Carl Wernicke, que efectuaron sus observaciones trascendentales a finales del s XIX. Tanto Broca como Wernicke examinaron los encéfalos de individuos que habían desarrollado afasia antes de morir. Sobre la base de las correlaciones del cuadro clínico y la localización del daño encefálico Broca sugirió que las capacidades del lenguaje estarían localizadas en la región ventroposterior del lóbulo frontal. Sin embargo, la observación más importante de este neurólogo fue que la pérdida de la capacidad para producir un lenguaje significativo –por oposición a la capacidad para mover la boca y producir palabras- habitualmente se asociaba con lesiones en el hemisferio izquierdo,<<hablamos con el hemisferio izquierdo>>, concluyó Broca. La preponderancia de los síndromes afásicos asociados con lesiones en el hemisferio izquierdo, conclusión ampliamente confirmada por distintos estudios modernos basados en el empleo de imágenes funcionales.