Vicisitudes de un contribuyente Nicolás Pineda Pablos* Bours y Gándara ya no podrán quejarse. Este año pagué a tiempo el impuesto predial y el derecho de las tenencias. Con lo que guardé del aguinaldo pagué el predial y con la tarjeta de crédito pagué las tenencias de tres automóviles. En cada caso tuve contratiempos que ahora les platico. El susto del predial Para pagar el predial acudí como otros años al Palacio Municipal. En el módulo de información, me dijeron que tenía que ir a la unidad móvil ubicada a una cuadra en la antigua Plaza de la Bandera. Como llevaba mi número de catastro, amablemente se ofrecieron a darme la información sobre el monto de mi adeudo. Al dirigirme al módulo de pago, revisé la boleta y me llevé menuda sorpresa al ver que mi casa ya no estaba a mi nombre, sino que ahora aparecía a nombre de la constructora. Intrigado por este cambio, en el módulo solicité información y pedí que corrigieran el dato. Pero ahí nada podían hacer; sólo estaban para recibir pagos y no atendían reclamaciones ni hacían correcciones. Entonces comenzó mi peregrinar telefónico. Primero hablé al 072; de ahí me enviaron al Catastro. Después de varios intentos en que el número sonaba ocupado, me escucharon y me dieron otro número para que hablara con el ingeniero Morales. Este número me contestó a la primera y expliqué nuevamente mi problema. El funcionario me pidió una hora para tratar de corregir mi registro. Al volver a llamar, me informó que el dato estaba corregido y desconocía el motivo por el que se había cometido ese error. Esta vez corroboré la información en la página de Internet del Gobierno municipal y pude corroborar que ahora aparecía a mi nombre. Con una nueva impresión de la boleta, acudí a pagar al módulo, pero la espera era demasiado larga y no pude hacerlo. Para contar con más tiempo disponible, acudí el sábado siguiente a la oficina de la Tesorería Municipal en la calle Veracruz. Esta vez la cola era menor y pude hacer mi pago en menos de media hora. En total el trámite me llevó una semana de vueltas. Gracias a hacerlo temprano me dieron el 10% de descuento. Además, junto con mi recibo de pago, me dieron un volante con información del seguro contra incendio, inundación y robo con violencia que ahora protege a mi casa. Tenencias sin financiamiento Al comentar con otras personas mi aventura con el predial, me sugirieron que, para evitar vueltas, pagara las tenencias por Internet. Las placas me las enviarían posteriormente por correo. Venciendo mi desconfianza a hacer pagos por Internet y al servicio postal, estuve haciendo intentos durante tres días. Unas veces la página no estuvo disponible y en dos ocasiones al llenar el formato y pedir la opción de pago en abonos de seis meses sin intereses, no me autorizaba el pago. En el banco, verifiqué que no había problema con el saldo de mi tarjeta y, para mayor respaldo, hice un abono. En un nuevo intento, como me seguía negando la autorización, ahora hice el intento sin pedir la opción de financiamiento de seis meses. Esta vez sí me autorizó y pude hacer el trámite para los carros de mi familia; sólo que quedé endeudado con la tarjeta. De esto ya pasaron dos semanas. Hoy al llegar a mi casa, me encontré con tres paquetes de correo que contenían mis nuevas placas. Fue a fin de cuentas una experiencia positiva. Como incentivo me envían también boletos para la rifa de tres automóviles. Tal vez suene ingenuo, pero después de esto me siento un ciudadano con voz, que tiene derecho a reclamar y a exigir a las autoridades no sólo buen uso de este dinero sino también servicios de calidad. Pagar duele y sólo se justifica cuando se ven resultados y beneficios. Atentamente, un contribuyente. ¡Hasta la próxima