MANIDIPINO ARTEDIL (Chiesi) GRUPO TERAPÉUTICO - Grupo anatómico: (C) APARATO CARDIOVASCULAR. - Grupo específico: C08CA. BLOQUEANTES DE CANALES DE CALCIO. Derivados de la dihidropiridina. INDICACIÓN AUTORIZADA Hipertensión arterial esencial leve a moderada. HIPERTENSIÓN ARTERIAL La hipertensión arterial (HTA) es actualmente una de las enfermedades más prevalentes en el mundo desarrollado. Está considerada como factor de riesgo cardiovascular y es una causa frecuente de insuficiencia cardiaca, enfermedades renales, cerebrales y oculares. Distintos trabajos españoles realizados durante los dos últimas décadas han estimado que aproximadamente el 20% de la población adulta padece hipertensión arterial y , de estos, sólo el entre el 50 y el 60% es consciente de padecerla, el 40-50% de los últimos recibe tratamiento farmacológico y de ellos sólo el 25% está controlado. En Estados Unidos, conscientes del problema sanitario que supone la HTA, se puso en marcha a primeros de los años 70 un programa de educación de la HTA, con el objetivo de conocer, prevenir, tratar y controlar la hipertensión. Los primeros resultados del programa fueron alentadores: se habían aumentado todos los porcentajes en cuanto a conocimiento, tratamiento y control de los hipertensos y se logró una importante reducción de los eventos cardiovasculares relacionados con la HTA (enfermedad cardiaca, enfermedad cerebrovascular y enfermedad renal). Sin embargo, en los últimos años se ha producido un descenso – en incluso un estancamiento – en los índices de aumento de tratamiento y control de la HTA y de la mortalidad relacionada con la misma. Además, expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en hipertensión arterial han alertado recientemente sobre lo que ellos denominan la “segunda oleada” epidémica de enfermedades cardiovasculares que estaría aconteciendo en estos momentos en los países en vías de desarrollo y en las antiguas repúblicas socialistas. La hipertensión arterial se define como una tensión arterial sistólica (TAS) de 140 mm de Hg o más y de una tensión arterial diastólica (TAD) de 90 mm de Hg o más, o como la toma de medicación antihipertensiva. Ha de distinguirse la HTA esencial (que representa entre el 92-94% de la HTA) de la HTA secundaria, que es la producida por enfermedades orgánicas, generalmente renales o endocrinas. El JNC VI1 proporciona una clasificación de la tensión arterial para los adultos (mayores de 18 años) con el fin de identificar los individuos de riesgo elevado y ofrecer unas directrices para su seguimiento y tratamiento (Tabla 1). Estos valores se Sexto Informe del Joint National Committe on Detection, Evaluation and Treatment of High Blood Pressure (Comité Nacional de Consenso sobre la Detección, Evaluación y Tratamiento de la Hipertensión Arterial), conocido como el JNC VI, auténtica piedra angular en el tema de la HTA. 1 refieren a pacientes no tratados con fármacos antihipertensivos y sin enfermedad aguda. Cuando las tensiones sistólica y diastólica están en categorías distintas, se selecciona la categoría más elevada para el diagnóstico. En este sentido, el diagnóstico de HTA se basa en la media de dos o más lecturas tomadas en cada una de dos o más visitas después de una valoración inicial. La presión arterial óptima en relación con el riesgo de enfermedad cardiovascular está por debajo de 120/80 mm Hg. No obstante, lecturas anormalmente bajas, deben evaluarse clínicamente, para conocer su significación. Tabla 1. Clasificación de la tensión arterial para adultos mayores de 18 años Categoría Optima Normal Normal - alta Hipertensión Fase 1 Fase 2 Fase 3 Sistólica (mm Hg) <120 <130 130 - 139 Diastólica (mm Hg) <80 <85 85 - 89 140 - 159 160 - 179 > 180 90 - 99 100 - 109 > 110 Es importante identificar otros factores de riesgo cardiovasculares y otras enfermedades o situaciones que puedan definir el pronóstico y tratamiento a seguir. En este sentido, los principales componentes en la estratificación del riesgo cardiovascular en pacientes con hipertensión arterial: - Principales Factores de Riesgo - Tabaco - Dislipemia - Diabetes mellitus - Edad superior a 60 años - Historia familiar de enfermedades cardiovasculares: mujeres de menos de 65 años u hombres de menos de 55 años. - Lesión de órganos diana / Enfermedades cardiovasculares clínicas - Enfermedades cardíacas - Hipertrofia de ventrículo izquierdo - Angina de pecho / Infarto de miocardio anterior - Revascularización coronaria anterior - Insuficiencia cardiaca - Accidente cerebro vascular (ACV) o Accidente Isquémico Transitorio (AIT) - Nefropatía - Enfermedad Arterial Periférica - Retinopatía Combinando los datos de la clasificación de la tensión arterial y la presencia de factores de riesgo asociados, podemos realizar una estratificación del riesgo de cada paciente hipertenso de cara a tomar las medidas terapéuticas apropiadas para cada caso (Tabla 2). Tabla 2. Estratificación del riesgo y tratamiento Fases de Presión Arterial Grupo de riesgo A (Sin FR, sin LOD/ECC)2 Grupo de riesgo B (Al menos 1 FR, no incluye DM, no LOD/ECC Grupo de riesgo C (LOD/ECC y/o DM +/otros FR Normal - Alta Modificar hábitos 3 Modificar hábitos Terapia farmacológica4 Fase 1 Modificar hábitos Modificar hábitos(hasta 6 meses) Fases 2 y 3 Terapia farmacológica Terapia farmacológica Terapia farmacológica (hasta 12 meses) Terapia farmacológica El objetivo primario del tratamiento de los pacientes hipertensos es lograr la máxima reducción de morbilidad y mortalidad cardiovascular por los medios menos invasivos posibles. Se deben combatir todos los factores de riesgo reversibles identificados tanto para la prevención como para el tratamiento no farmacológico de la HTA. Este grupo de medidas es lo que se ha dado en llamar la modificación en el estilo de vida y se han demostrado eficaces para disminuir la tensión arterial y reducir otros factores de riesgo cardiovascular con un coste reducido y un mínimo riesgo. En todo paciente hipertenso, y más si padece de otros factores de riesgo como dislipemia o diabetes mellitus, deberían aconsejarse estas medidas para modificar el estilo de vida, ya que pueden controlar por sí solas la HTA y reducir el número y dosificación de medicación antihipertensiva necesaria para un buen control de la tensión arterial. Las modificaciones en el estilo de vida para la prevención y el control del hipertensión arterial más empleadas son: - Perder peso si existe sobrepeso (conseguir IMC < 27 ). - Limitar el consumo de alcohol a no más de 30 ml de etanol al día (15 ml de etanol al día en caso de mujeres y personas de peso ligero. Equivaldría a la ingesta de 720 ml de cerveza/ día o 300 ml de vino /día o 60 ml de licor / día). - Aumentar la actividad física aeróbica (35-45 minutos la mayoría de los días de la semana, 5 - 7 días/ semana. - Reducir el consumo de sodio a no más de 2,4 g de sodio ó 6g de cloruro sódico al día. - Mantener un consumo adecuado de potasio en la dieta ( 90 mmol al día ). - Mantener un consumo adecuado de calcio y magnesio para la salud en general. - Dejar de fumar. - Reducir la ingestión de grasas saturadas y colesterol La reducción de la tensión arterial con fármacos disminuye de forma clara la morbilidad y mortalidad por causas cardiovasculares. En diversos estudios clínicos se ha demostrado que el tratamiento protege de forma eficaz frente a los accidentes LOD/ECC = Lesiones en órganos diana / Enfermedad cardiovascular clínica; FR = Factores de riesgo cardiovascular; DM = Diabetes mellitus 3 La modificación de hábitos, del estilo de vida, debe ser una terapia añadida para todos los pacientes en los que se inicia un tratamiento farmacológico. 4 En pacientes con múltiples factores de riesgo, debe considerarse el tratamiento farmacológico como terapia inicial junto con las modificaciones del estilo de vida. 2 cerebrales vasculares, la insuficiencia cardiaca, los eventos coronarios, las enfermedades renales y frente a todas las causas de mortalidad, sin distinción de sexo, edad, raza, nivel de tensión arterial o estado socioeconómico en enfermos de todos los países. Básicamente pueden distinguirse seis grupos farmacológicos empleados como agentes antihipertensivos: Diuréticos. Los que se emplean con mayor frecuencia son las tiazidas, que provocan diuresis del sodio y disminución de volumen. Son los fármacos de elección, junto con los betabloqueantes, en el inicio del tratamiento y se ha demostrado que reducen la morbilidad y la mortalidad en estudios a largo plazo. Sin embargo, sus efectos metabólicos adversos (hipopotasemia, hiperuricemia, intolerancia a hidratos de carbono e hiperlipidemia, hacen que se este produciendo una progresiva resistencia a su uso. También se utilizan los diuréticos ahorradores de potasio (espironolactona, triamtereno, amilorida), solos o en combinación con las tiazidas. Los diuréticos de asa también se han utilizado, pero tienen menos utilidad práctica debido a su corta duración de acción, aunque un fármaco de reciente aparición, la torasemida, presenta menos alteraciones metabólicas y una buena tolerancia. Antiadrenérgicos: los que actúan a nivel central (clonidina, metildopa), los bloqueantes ganglionares (trimetafan) y postganglionares (guanetidina ) se utilizan poco en la práctica5 . Sólo la metildopa puede ser útil en el embarazo. - Los bloqueadores alfa-adrenérgicos (fentolamina, fenoxibenzamina, prazosina, terazosina, doxazosina, etc) bloquean la acción de la noradrenalina a nivel de los receptores alfa 2 (presinápticos ) y/o alfa 1 (postsinápticos). Los tres últimos sólo bloquean los receptores alfa 1, sin producir tolerancia y pueden mejorar el perfil lipídico. - Los bloqueadores beta-adrenérgicos (betabloqueantes) bloquean la acción simpática sobre el corazón y reducen el gasto cardíaco y la tensión arterial. Son especialmente útiles cuando se combinan con los diuréticos y con los relajantes del músculo liso vascular. Los hay cardioselectivos (bloqueantes beta 1: metropolol, atenolol) y no cardioselectivos (bloqueantes beta 1 y beta 2: propanolol, timolol). Los bloqueadores alfa/beta adrenérgicos (labetalol, carvedilol) disminuyen la tensión arterial reduciendo el gasto cardíaco y la resistencia vascular, pero producen síntomas sexuales y disfunción sexual crónica. Vasodilatadores: comprenden hidralazina, minoxidilo, diazóxido y nitroprusiato. Se utilizan poco en el tratamiento de la HTA esencial y se suelen reservar en vía intravenosa para el tratamiento de las emergencias hipertensivas. Antagonistas del calcio: modifican la entrada de calcio a las células e impiden la unión a los lugares específicos de la subunidad alfa 1 de los canales de calcio tipo L dependientes de voltaje. Son ampliamente usados y presentan un buen perfil de eficacia/tolerancia. La única precaución a tomar es con el nifedipino de liberación rápida, que ha producido isquemia cardíaca y puede aumentar la mortalidad por causas coronarias. Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA): actúan inhibiendo la enzima que convierte la angiotensina I en angiotensina II. Son especialmente 5 De hecho, la mayoría no está disponible comercialmente en España. valiosos en la HTA renal y vasculorrenal. No se deben utilizar en caso de estenosis bilateral de la arteria renal. Proporcionan efectos beneficiosos sobre gran cantidad de procesos relacionados con la HTA, como la insuficiencia cardíaca y la nefropatía. Su principal efecto secundario es la tos seca (1-5 %). Deben evitarse en el embarazo y en mujeres con posibilidad de gestación. Son representantes de este grupo captoprilo, enalaprilo, linisoprilo, quinaprilo, entre otros. Antagonistas de los receptores de angiotensina (ARA-II): su mecanismo de acción consiste en el bloqueo de la unión de la angiotensina II a su receptor específico AT 1. Su principal ventaja es que no producen tos. Probablemente producen los mismos efectos beneficiosos que los IECA. Entre ellos están losartán, valsartán, irbesartán, entre otros. Todos los antagonistas del calcio comparten un conjunto de características: – La acción farmacológica se debe a la inhibición de la entrada de calcio en las células a través de los llamados “canales lentos”. El movimiento de calcio es importante en el proceso de contracción muscular y en la transmisión del impulso nervioso. – Aunque se conocen tres tipos diferentes de canales de calcio, todos los medicamentos del grupo actúan sobre el mismo (el llamado “canal L”). De hecho tienen diferentes puntos de ligazón a la misma proteína receptora. – La mayoría de los fármacos interfieren los “canales lentos de calcio” a dosis que no tienen efecto en los “canales rápidos de sodio”. Son por tanto inhibidores muy selectivos de la entrada de calcio. – Muestran una especificidad notable y no bien comprendida hacia ciertos tejidos. No actúan sobre el músculo esquelético a pesar de ser el tejido de mayor concentración de receptores de Ca2+ del organismo. Su acción se limita a la musculatura lisa arterial (coronaria, cerebral o periférica), miocardio y fibras conductoras del impulso cardíaco. Los distintos medicamentos varían en su afinidad hacia cada uno de estos sustratos y ello es el condicionante principal de sus aplicaciones terapéuticas. Todo lo anterior da como resultado un grupo de medicamentos muy heterogéneo cuya notable especificidad (hacia ciertos tipos de tejido y un tipo de canal) hace que tengan muchos menos efectos colaterales de lo que podría esperarse de un inhibidor del trasporte de ión calcio. Es por consiguiente difícil el estudio sistemático, sin embargo es considerada generalmente como muy ilustrativa la clasificación de Singh, por resultar más útil a efectos de selección de medicamentos, y que se basa en la presencia o ausencia de acción sobre la conducción cardiaca y en si bloquean o no los canales de sodio. Otra es clasificación es la de Fleckenstein, basada en la capacidad de inhibición de la entrada de Ca2+ en las células. Así pues, el criterio diferenciador de la acción sobre la conducción cardiaca, propia de la clasificación de Singh, va a condicionar si el medicamento puede usarse o no en arritmias, el perfil de efectos secundarios y la posibilidad de terapia combinada con betabloqueantes (la braquicardia puede ser aditiva). - Tipo 1. Acción exclusiva sobre canales de Ca. Acción “in vitro” e “in vivo” sobre la conducción cardíaca, prolongando la conducción AV y el período refractario: Verapamilo, diltiazem. - Tipo 2. Acción exclusiva sobre canales de Ca. Acción “in vitro”, pero no “in vivo”, sobre la conducción cardíaca: Dihidropiridinas. - Tipo 3. Acción exclusiva sobre canales de Ca. Sin acción sobre la conducción cardíaca, ni “in vitro” ni “in vivo”: Cinarizina, flunarizina. - Tipo 4. Actúan también sobre canales de Na. Propiedades electrofisiológicas complejas: Lidoflazina. Con riesgo de simplificar en exceso, puede describirse la situación como sigue: el verapamilo tiene acción depresora marcada de la conducción nodal, la contractibilidad y el ritmo cardíaco. La acción vasodilatadora periférica es relativamente menor. Por su parte, las dihidropiridinas se caracterizan por intensa vasodilatación periférica y escasa acción cardíaca: la más prominente es taquicardia, que no es efecto directo sino secundario a la vasodilatación. El diltiazem tiene propiedades intermedias entre el verapamilo y las dihidropiridinas. Un criterio secundario de diferenciación es la distinta afinidad hacio los tejidos. La nimodipina tiene una acción vasodilatadora cerebral mucho más potente que el resto de las dihidropiridinas, y se usa fundamentalmente en cuadros vasculares cerebrales. Aparte de ella, es posible que existan diferencias de actividad entre los antagonistas del calcio hacia otras regiones de la vasculatura periférica, pero no son lo bastante prominentes o bien conocidas como para permitir recomendaciones en cuanto a uso clínico. Un último criterio es la duración de la acción. Muchas de las dihidropiridinas más recientes, pueden administrarse en dosis única diaria. Sin embargo son frecuentes los preparados de liberación retardada de los otros antagonistas del calcio, por lo que es una propiedad sin demasiada importancia práctica. La eficacia antihipertensiva de todos los antagonistas del calcio es muy similar si se comparan entre sí, y es del mismo orden que la de los diuréticos, betabloqueantes o antagonistas de la ACE. La selección suele hacerse por criterios secundarios como la presencia o ausencia de efectos cardíacos o número de administraciones diarias. En pacientes con corazón normal pueden ser más aceptables el verapamilo o el diltiazem, porque la incidencia global de efectos adversos suele ser menor que el de las dihidropiridinas. En caso de insuficiencia cardiaca o dificultades de conducción AV, o si se contempla una terapia combinada con betabloqueantes, es conveniente usar dihidropiridinas, y especialmente las más selectivas hacia la musculatura vascular como la nicardipina, la nitrendipina, la amlodipina o la felodipina. Las dihidropiridinas más recientes permiten el control tensional con una o dos tomas diarias, pero no son superiores en este aspecto a los preparados retardados de verapamilo o nifedipina que existen en el mercado. En cualquier caso los preparados retardados o de semivida larga son preferibles a los de liberación rápida, porque se han publicado estudios epidemiológicos que relacionan estos últimos con aumento de riesgo de infarto de miocardio o hemorragia digestiva. ACCIÓN Y MECANISMO Manidipino es un agente antihipertensivo que actúa bloqueando los canales del calcio de tipo L, provocando una relajación de las células musculares lisas vasculares y, con ello, una reducción de la resistencia vascular. Manidipino presenta una relativa selectividad hacia los vasos renales, lo que se traduce en una reducción de la resistencia vascular de las arteriolas glomerulares aferentes y eferentes, con la consiguiente disminución de la presión intraglomerular. Manidfipino produce una reducción de la presión arterial en pacientes hipertensos, que es mantenido a lo largo de todo el día con una única dosis, sin que se aprecie una respuesta taquicárdica refleja clínicamente significativa en la mayoría de los pacientes. Manidipino, como el resto de las dihidropiridinas, bloquea la apertura de los canales iónicos del calcio dependientes del voltaje. Estas estructuras están presentes en las membranas de las células musculares lisas y miocárdicas. Este tipo de canales son conocidos también como canales L, para diferenciarlos de los canales N, presentes en las células nerviosas (neuronas), y de los situados en el retículo sarcoplásmico de las células musculares esqueléticas. Los canales L del calcio pueden estar básicamente en tres estados, pudiendo coexistir todos ellos. En el estado 0, los canales no se abren en respuesta a la despolarización. En este estado se encuentran normalmente el 30% de los canales L del calcio. En el estado 1, la despolarización de la membrana provoca aperturas breves de los canales. En este estado se encuentran prácticamente el resto (69%) de los canales L del calcio. Menos del 1% de estos se encuentran en estado 2, situación en la que los canales experimentan numerosas y prolongadas aperturas. Todos los canales cambian de estado lenta y totalmente, pasando por los tres modos. Los fármacos que bloquean dichos canales parecen unirse a ellos en cualquiera de los tres estados, mientras que los agonistas (que estimulan la apertura) sólo parecen hacerlo sobre aquellos que están en estado 2. En cualquier caso, el bloqueo de los canales L del calcio se traduce en una relajación (o en la ausencia de respuesta contráctil a la estimulación) celular. Esto, a nivel cardíaco se traduce en un efecto inotrópico negativo, mientras que a nivel vascular conduce a n proceso de vasodilatación. Una situación en la que las propiedades de los inhibidores de los canales L del calcio pueden resultar particularmente útiles en cuando la cantidad de oxígeno disponible por parte del corazón se encuentra limitada (lo que ocurre en el infarto de miocardio y en la angina de pecho, debido al insuficiente riego sanguíneo miocárdico). El área miocárdica se vuelve hipóxica en estas condiciones, lo que provoca la liberación refleja de catecolaminas. esto conduce, a su vez, a un fuerte aumento de la captación de calcio por la célula miocárdica, con el correspondiente consumo de energía (ATP) en el proceso. Las elevadas concentraciones intracelulares de calcio pueden dañar la propia estructura mitocondrial de la célula, provocando un desacoplamiento de la fosforilación oxidativa y, con ello, la pérdida de la regeneración celular de ATP. De esta manera, los sistemas celulares de bombeo del calcio al exterior, que precisan del aporte de ATP para funcionar, quedan bloqueados y el calcio tiende a acumularse en el interior de las células miocárdicas, incrementando así la magnitud del daño celular. ASPECTOS MOLECULARES DEL NUEVO FÁRMACO Manidipino forma parte del grupo homogéneo de las dihidropiridinas. El agrupamiento básico de este conjunto de fármacos consiste en un anillo de 4-fenil- 1,4-dihidropiridina. Manidipino está específicamente relacionado con nimodipino, nitrendipino, nicardipino y, especialmente, lercanidipino. La sustitución de los diversos radicales de ambos anillos determinan las siguientes propiedades: - El átomo de nitrógeno piridínico ha de estar sin sustituir (salvo por un H). Cualquier mínima modificación provoca la pérdida del efecto. Es de suponer que ello es debido a la posible participación del átomo de N en estructuras de tipo de resonante en el anillo dihidropiridínico. - En posición 2 (R 2 ) pueden existir grupos químicos diversos, voluminosos o no. Suelen determinar propiedades farmacocinéticas (semivida de eliminación, intensidad y velocidad del metabolismo hepático, etc). - En las posiciones 3 y 5 (R 3 y R5 ) son especialmente eficaces los restos de éster. La longitud y el tipo de cadena del éster constituyen los principales determinantes de las propiedades farmacocinéticas de estos fármacos. La sustitución de los agrupamientos éster por grupos nitro (-NO 2 ) convierte al fármaco en agonista de los canales L del calcio, en lugar de antagonista. - En posición 4 del anillo piridínico debe ligarse un anillo bencénico mono o bisustituído por agrupamientos de tipo desactivador (-Cl, -NO 2 , etc). Las posiciones relativas por orden de eficacia son o>m>p. - En posición 6 se precisa la existencia de un resto de tipo alquílico de pequeño tamaño, preferiblemente un metilo (-CH3 ). EFICACIA CLÍNICA La eficacia y seguridad clínicas de manidipino han sido adecuadamente contrastadas mediante ensayos clínicos controlados, tanto con placebo como con comparadores activos. En un ensayo clínico controlado con placebo, se administró manidipino (10 mg/24 h) a un conjunto de 54 pacientes hipertensos con edades avanzadas (media 82 años) durante un período de ocho semanas, al final del cual se observó una reducción significativa tanto de la presión sistólica como de la diastólica, en diferentes momentos del día, aunque sin afectar al perfil circadiano de la presión arterial. En este sentido, la relación valle/pico para la presión sistólica fue de 0,67, y para la diastólica de 0,59. No se observaron cambios significativos en el ritmo cardiaco y efectos adversos graves en ninguno de los pacientes. En otro estudio clínico, doblemente ciego y multicéntrico, se administró durante 48 semanas manidipino (10-20 mg/24 h) o amlodipino (5-10 mg/24 h) a un conjunto de 459 pacientes con hipertensión leve a moderada. Los pacientes que no respondieron satisfactoriamente al tratamiento durante las primeras 12 semanas, recibieron adicionalmente enalaprilo (10-20 mg/24 h). Al cabo de 8 semanas de tratamiento, los descensos medios en las presiones sistólica y diastólica fueron similares para manidipino (15,2 y 11,3 mm Hg) y amlodipino (17,0 y 12,3 mm Hg). Ninguno de los tratamientos produjo ningún cambio en el ritmo cardiaco de los pacientes. En cuanto al perfil de seguridad, manidipino fue asociado con una incidencia significativamente inferior de edema maleolar (en los tobillos) que amlodipino. En otro estudio se analizó el efecto de diferentes dihidropiridinas sobre los niveles plasmáticos de noradrenalina en pacientes hipertensos. Un grupo de 60 pacientes de ambos sexos recibieron aleatoriamente amlodipino (5-10 mg/24 h), felodipino (5-10 mg/24 h), lacidipino (4-6 mg/24 h) o manidipino (10-20 mg/24 h) durante 24 semanas, según un diseño de estudio doblemente ciego y paralelo. Al final del estudio, los cuatro fármacos produjeron un efecto similar sobre la presión arterial, incrementado el ritmo cardiaco medio únicamente en el caso de los tratados con felodipino (en 3,1 latidos/min). Se observaron incrementos significativos en los niveles plasmáticos de noradrenalina en los tratados con amlodipino (+34,9%) y felodipino (+39,4%), frente a lacidipino (+7,1%) y manidipino (+2,9%). Por último, en un ensayo clínico controlado, realizado sobre 101 pacientes hipertensos con diabetes mellitus de tipo 2, se les administró aleatoriamente un tratamiento a base de manidipino (10-20 mg/24 h) o enalaprilo (10-20 mg/24 h) durante 24 semanas. Las presiones sistólica y diastólica fueron reducidas de forma similar con ambos tratamientos: manidipino (-16 y –13 mm Hg) y enalaprilo (-15 y – 13 mm Hg). Los porcentajes de pacientes que bajaron sus cifras tensionales sistólicas por debajo de 85 mm Hg (objetivo en este tipo de pacientes) fueron del 37% con manidipino y del 40% con enalaprilo. Los marcadores bioquímicos del metabolismo glucídico y lipídico, así como de la función renal, no experimentaron cambios significativos con ninguno de los tratamientos. ASPECTOS INNOVADORES Manidipino es un antagonista del calcio del grupo de las dihidropiridinas, cuya indicación terapéutica oficialmente autorizada es el tratamiento de la hipertensión arterial. Su eficacia es comparable con la del resto de los fármacos del grupo, pudiendo administrarse en una única dosis diaria y con un perfil de efectos adversos relativamente benigno. No parece producir taquicardia refleja, al menos de forma clínicamente relevante, ni afectar negativamente a los perfiles bioquímicos de los metabolismos glucídico y lipídico. Todo ello confiere al fármaco unas condiciones terapéuticas buenas para utilizarlo convencionalmente en el tratamiento de la hipertensión, con la adición de su buena tolerancia demostrada en pacientes de edades avanzadas. Todo este conjunto de propiedades incuestionablemente positivas no constituye, sin embargo, motivo suficiente como para considerar al manidipino como un fármaco innovador. Hay que tener en cuenta que tiene, nada más ni nada menos, que 12 antecedentes en la misma serie farmacológica y, aunque ciertamente sus propiedades son algo mejores que las correspondientes a los primeros miembros, como nifedipino, es difícil poder decir los mismo de otros antecedentes más recientes, como lercanidipino, amlodipino o lacidipino, entre otros. En definitiva un buen fármaco antihipertensivo, que viene a añadirse a la amplia lista de antagonistas del calcio del grupo de las dihidropiridinas. OTROS FÁRMACOS SIMILARES REGISTRADOS ANTERIORMENTE EN ESPAÑA Fármaco Nifedipino Nicardipino Nitrendipino Nimodipino Amlodipino Felodipino Lacidipino Nisoldipino Isradipino Lercanidipino Barnidipino Especialidad Adalat Dagan Baypresol Nimotop Norvas Plendil Lacipil Syscor Vaslan Zanidip Libradin Laboratorio Bayer Tedec Meiji Bayer Bayer Pfizer Astra Zeneca Glaxo Astra Zeneca Faes Recordati Andrómaco Año 1976 1984 1988 1989 1992 1993 1993 1993 1993 1998 2000 COSTES DIRECTOS DEL TRATAMIENTO Indicación: hipertensión arterial (adulto). Dosis diarias y coste Dosis diaria Coste diario Coste anual Manidipino 10-20 mg/24 h 0,57-1,14 € 210-420 € Felodipino 5-10 mg/24 h 0,43-0,86 € 158-316 € Lacidipino 2-4 mg/24 h 0,74-1,48 € 268-536 € Nitrendipino 10-20 mg/24 h 0,53-1,06 € 193-386 € Enalaprilo 10-20 mg/24 h 0,42-0,84 € 152-304 € VALORACIÓN MANIDIPINO ARTEDIL (Chiesi) Grupo Terapéutico (ATC): C08CA. BLOQUEANTES DE CANALES DE CALCIO. Derivados de la dihidropiridina. Indicaciones autorizadas: Hipertensión arterial esencial leve a moderada. VALORACIÓN GLOBAL: SIN INNOVACIÓN. No implica ninguna mejora ♣ farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas. BIBLIOGRAFÍA - - Deerochanawong C, Kornthong P, Phongwiratchai S, Serirat S. Effects on urinary albumin excretion and renal function changes by delapril and manidipine in normotensive type 2 diabetic patients with microalbuminuria. J Med Assoc Thai 2001; 84(2): 234-41. Fogari R, Zoppi A, Corradi L, et al. 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