José López Hermida Los jefes del Regimiento de Artillería de Costa nº 2 en el momento en que el general Franco se subleva en África eran los siguientes: • Coronel: don Antonio Corsanego Wanters-Horcasitas. • Teniente Coronel: don José Fano Díaz. • Comandante Mayor: don Miguel López Uriarte. • Comandante del 1er Grupo: don José Reyna y Martínez de Tejada. • Comandante del 2º Grupo: don Hermenegildo Sánchez Esperante. Comandante del 3er Grupo: don Santiago Romero Durán. • Comandante del 4º Grupo: don Francisco Mariñas Gallego. El sábado 18 de julio de 1936, el coronel del Regimiento de Artillería de Costa nº 2 se hallaba disfrutando de su permiso de verano en La Coruña, teniendo por ello el mando accidental del mismo el teniente coronel don José de Fano y Díaz. Obedeciendo la Orden General de la octava División, transmitida por el Comandante Militar de la Plaza, general don Ricardo Morales, se procede al acuartelamiento de las tropas acudiendo el teniente coronel Fano a las 17:00 horas a la Comandancia Militar, donde se esperaba la reunión de comisiones de los miembros de la guarnición y de marina. Transcurrida hora y media, al no presentarse aquéllas, don José Fano manifiesta al general Comandante Militar de la Plaza el deseo del personal del Regimiento de unirse, sin dilación, al Alzamiento iniciado en Marruecos por el general Franco, retirándose de nuevo al cuartel de Artillería. A las 23:30 horas, previo acuerdo de la oficialidad del Regimiento, vuelve nuevamente a expresar al Comandante Militar de la Plaza el deseo del Regimiento de sumarse al Movimiento, manifestando este último que se debería esperar a lo que dispusiese el General de la Octava División, don Enrique Salcedo Molinuevo. Cuando el teniente coronel Fano regresa al cuartel, sus oficiales le comunican su disposición a iniciar de inmediato el Alzamiento. El teniente coronel, más realista, si bien secunda la decisión de sus hombres cree preciso contar al menos con las demás fuerzas del Ejército y de la Infantería de Marina, para lo cual telefonea al coronel don Juan González González, jefe del Regimiento de Infantería Mérida, quedando en reunirse con él en la Comandancia Militar. Se decide también el nombramiento de una comisión formada por el comandante don José de la Reyna y el capitán don Rafael de Antonio, para que, en representación de la oficialidad del Regimiento hable con las de Infantería y Marina, tanteando la actitud de estos Cuerpos. La reunión de las comisiones tiene lugar el mismo día 18 y no ayuda a clarificar la situación. Aunque tanto la Infantería de Marina como la Marina manifiestan su disposición a sumarse al Movimiento, se niegan a pasar a la acción en tanto no lo hagan las fuerzas del Ejército. Así, la toma de la crucial decisión vuelve a estar en manos del Comandante Militar de la Plaza, general don Ricardo Morales, que mantiene su postura de aguardar las órdenes del general de la octava División, don Enrique Salcedo. El domingo 19 de julio la impaciencia del teniente coronel Fano le lleva a enviar como emisario a La Coruña al capitán don Antonio García Mera con objeto de ponerse de acuerdo con la guarnición de esta plaza. Esa misma tarde retorna a Ferrol el coronel del Regimiento don Antonio F a (1936-1939): Los DÍAS DEL ALZAMIENTO en Ferrol La guerra civil 219 L a g u e r r a c i v i l ( 1 9 3 6 - 1 9 3 9 ) : L o s D Í A S D E L A L Z A M IE N T O F a 220 José López Hermida general Cánovas, quien acto seguido había proclamado el estado de guerra. A partir de este momento ya no era posible la neutralidad: o se estaba a favor del Movimiento o en su contra, con todo lo que, en uno u otro caso, ello implicaba. A las tres de la tarde se disparaban las bombas que daban inicio a la huelga revolucionaria en Ferrol. Sin más dilación, el coronel Corsanego dio orden de que saliesen del cuartel del baluarte del Infante las tropas del Regimiento de Artillería nº 2 con orden de hacer fuego a la menor resistencia. Una batería se dirigió a pie a la plaza de Amboage. A su paso, pusieron en fuga a grupos de revolucionarios, que se refugiaron en las buhardillas y partes altas de las casas desde donde hacían fuego. Los artilleros los desalojaron de algunas casas en las que se habían hecho fuertes, tornándolas al asalto y haciendo uso de granadas de mano. Mientras tanto, una Sección del Regimiento fue enviada al edificio de la Comandancia Militar con la misión de protegerlo. Cuatro artilleros fueron heridos por la tarde, cumpliendo con el deber asignado. La enérgica actuación de la Artillería fue seguida por la Infantería que también sacó sus tropas para tomar las calles de la ciudad. Quedaba, sin embargo, una incógnita por resolver: ¿qué actitud adoptaría la Marina? El contraalmirante Azarola, segundo jefe de la Base Naval de Ferrol, se había negado a secundar el estado de guerra y a sumarse al Alzamiento, y se temía que pudiese utilizar sus tropas contra los sublevados. Para convencerlo de lo contrario, se envió a verle al Comandante del Regimiento don Miguel López Uriarte, que, si bien no consiguió que el marino rompiese su juramento de lealtad a la República, sí obtuvo su alejamiento del mando: el Contraalmirante optó por considerarse detenido. Entretanto, en el cuartel del Regimiento se adoptaron medidas defensivas. La tropa fue armada con mosquetón y se instalaron ametralladoras en las ventanas de la Oficina Técnica, en otra del dormitorio de Plana Mayor y en la explanada del baluarte, en la cual también se situaron cuatro cañones Plasencia. Por la tarde, el cuartel fue tiroteado repetidamente desde la estación de ferrocarril y las viviendas de los alrededores, respondiéndose con tiro de fusil y ametralladora. Los varios heridos que se produjeron en el cuartel por estos hechos, necesitaban de una atención médica que no podía prestárseles por no haber ningún médico en el recinto. Para conseguirla salieron del cuartel, a las siete de la tarde, el capitán don Andrés López Alonso, un alférez y veinticuatro artilleros en dos camionetas que fueron intensamente tiroteadas en las calles del Sol, Galiano y del Carmen, resultando gravemente heridos dos artilleros. La arriesgada búsqueda culminó con la localización de un médico. Las fuerzas del Regimiento que se hallaban fuera del acuartelamiento ocuparon la Central Telefónica, la plaza de Abastos y la fábrica de luz eléctrica. Al llegar la noche parte de la fuerza del Regimiento pernoctó fuera del cuartel, estableciéndose una guardia en el Convento de los Mercedarios al igual que en la Puerta Nueva y en la de Canido, realizándose también una patrulla. Si la actuación de los hombres del Regimiento fue muy importante en esta histórica jornada, no lo fue menos la cesión de su material de guerra a tropas de otros Cuerpos: el Regimiento facilitó morteros, granadas de mano, municiones y ametralladoras a la Infantería, siendo conducido este material a su cuartel en un camión escoltado por el camión blindado del Regimiento, preparado en los talleres del parque unos días antes del Alzamiento. Este camión se hallaba armado con una ametralladora y tenía aspilleras para fusil en sus costados. También se facilitaron armas y municiones a la Comandancia de Ingenieros y al personal que defendía el Arsenal. 221 F a Corsanego Wanters-Horcasitas, retomando el mando del mismo. En ese preciso momento llega al acuartelamiento una noticia que excitará todavía más las ansias de pasar a la acción: cuatro tenientes que dos días antes habían llegado a Ferrol para efectuar un curso de prácticas en el Regimiento habían sido agredidos. Por orden del Coronel, una Sección al mando del capitán don Fernando González Pubul es enviada al lugar de los hechos, pero regresa sin noticias. Poco después, conociéndose ya donde se hallaban los tenientes heridos, se envía al capitán don Fernando Calleja Rivero a recogerlos en un coche con protección; el capitán Calleja los conduce al Hospital de Marina. Sólo faltaba por liberar al teniente don Jaime Morenés que se hallaba retenido en el Ayuntamiento. Para el rescate de éste último partieron hacia la Casa Consistorial el mencionado Capitán con otros oficiales, suboficiales y treinta cabos y artilleros, con orden de proceder con la energía que fuese necesaria. El trayecto que los artilleros realizaron por las calles de Ferrol no estuvo exento de tensiones, pues a su paso tuvieron que disolver algunas concentraciones y efectuar cacheos. Al llegar ante el Ayuntamiento consiguieron la liberación del Teniente tras amenazar al Alcalde con la toma del edificio. Ante los hechos acontecidos, la Comandancia Militar no reaccionó, manteniendo su postura inicial. El Coronel del Regimiento se vio obligado a retirar de las calles las patrullas que había enviado y su propuesta de ocupar la ciudad durante la noche fue rechazada. El día 20 es la jornada decisiva. Reunidos los Jefes del Cuerpo en la Comandancia Militar se deciden a pasar a la acción, dividiendo la ciudad en sectores, postura que toma todavía más firmeza cuando, a las dos de la tarde, el general Morales les informa de que el dubitativo general Salcedo ha sido sustituido en La Coruña al mando de la octava División por el L a g u e r r a c i v i l ( 1 9 3 6 - 1 9 3 9 ) : L o s D Í A S D E L A L Z A M IE N T O 222 F a Baluarte del Infante. Antigua sede del Regimiento de Artillería. Historia el Regimiento de Artillería de Ferrol. p. 95. En la madrugada del martes 21 sale del cuartel de Artillería un convoy con dos morteros ametralladoras mandado por los Tenientes Pelayo y Montenegro con destino al Arsenal, con la misión de apoyar a las escasas fuerzas de Marina que se habían sublevado, pues excepto el destructor Velasco y el torpedero T-7, los demás buques del Arsenal se aprestaban a defender a la República, amotinándose la marinería contra sus oficiales y jefes. En su recorrido, escoltado por el camión blindado, se les unió una sección de fusileros en el cuartel de Infantería. Al llegar al Arsenal se emplazaron en la casa del general Azarola con el fin de evitar el desembarco de los marinos leales al gobierno republicano que tenían en su poder los buques, impidiendo también el contacto de éstos con las fuerzas de las Brigadas de Instrucción y Escuela de Marinería. Consiguen realizar con éxito su misión, rechazando tanto a la marinería que intenta desembarcar, como a la que les ataca desde los edificios del Arsenal (Brigada de Instrucción, centrales eléctricas, talleres de carpintería, etc.) a pesar de estar apoyadas por el fuego de cañón del crucero Almirante Cervera, que estaba en el dique. El tiroteo se prologará hasta la rendición de este buque. El mismo martes por la mañana, ante la desconfianza que en el Regimiento inspiraba el personal de la Capitanía General de Marina, se mandó a este edificio al capitán don Enrique López Sors con una sección de ametralladoras. Durante la noche del día 20 se había reforzado la batería de Salvas, con dos cañones Plasencia, una sección de tropa, dos tenientes y el capitán don Ricardo Taboada. Su misión era defender la posición, en la cual se almacenaban 4.000 fusiles y evitar un desembarco de marineros procedentes del otro lado de la ría. Para ello también se destacaron en el muelle dos grupos de artilleros, llevando uno de ellos una ametralladora. Al alba, este personal destacado en el muelle fue tiroteado intensamente con fusilametralladora desde las ventanas de la Brigada de Marinería y las cañoneras próximas a la Galería de Tiro, lo cual obligó a su repliegue hasta la batería de Salvas. Al comandante de nuestro Regimiento don Hermenegildo Sánchez Esperante le fue encomendada la misión de tomar el Ayuntamiento y la Casa del Pueblo. Organizó para ello una batería de fusileros mandaba por el capitán Pagola y dos secciones de veinte artilleros, una con dos cañones Plasencia. Como apoyo iba también el camión blindado. Una vez que llegaron al Instituto de Segunda Enseñanza descargaron las piezas del camión que las había transportado, bajo un intenso tiroteo. Las dos piezas fueron adelantadas a brazo hasta dejarlas a unos sesenta metros del Ayuntamiento, cuya defensa se había preparado con sacos terreros. La amenaza del teniente Pontijas con hacer fuego de cañón si los sitiados no se rendían, surtió efecto, pues las sesenta personas que allí había, entre ellas el alcalde Santamaría y los concejales, se entregaron al comandante Sánchez. Todos ellos fueron llevados presos al cuartel de Artillería. Acto seguido, se preparó el asalto de la Casa del Pueblo, defendida con fuego de ametralladora. Para ello se hicieron seis disparos con un cañón Plasencia y luego se pasó al asalto de la sede con granadas de mano entrando en ella el teniente Suanzes Viñas José López Hermida del Regimiento de Artillería, un alumno de la ACM y dos artilleros. Los defensores del edificio huyeron por la parte posterior. Por su éxito en las dos acciones, el Comandante Militar de la Plaza felicitó al Comandante Sánchez, disponiendo que desde entonces se hiciese cargo de la Alcaldía de la ciudad. Tomados el Ayuntamiento y la Casa del Pueblo, quedaban por reducir las fuerzas de marinería que se hallaban en el interior del Arsenal. Era necesario seguir evitando el desembarco de los marinos del Cervera, para lo cual la pieza de montaña y la ametralladora que habían actuado anteriormente se dispusieron en el Cantón de Molíns, desplegándose los artilleros sobre los tejados de las casas y partes altas del Ayuntamiento desde donde hicieron constante fuego de ametralladora sobre el crucero. A las tres y media de la tarde las Brigadas de Marinería se rendían. Se temía entonces el intento de una salida de la marinería del Arsenal para lo cual se procedió a cubrir todas sus puertas con piezas de artillería y ametralladoras. A última hora de la tarde la tripulación del Almirante Cervera se rendía al verse sin escapatoria posible. A las 7:30 de la madrugada lo hacían el acorazado España y el resto de los barcos. Las baterías de Montefaro, en las cuales se había pensado para batir a los buques como último recurso, ya no serían necesarias. Cuando el miércoles 22 de julio de 1936 despunta el día en la ciudad de Ferrol, la plaza se halla completamente dominada por las fuerzas sublevadas. Durante algunos días se mantuvieron las medidas preventivas, conservándose las guardias en el convento de los Mercedarios, la Puerta Nueva y la de Canido, haciéndose servicio de patrulla y practicándose registros en las personas y las casas. Cañon Plasencia con su munición que se conservó en el Museo del Regimiento de Artillería de Ferrol hasta el momento de su traslado. El triunfo del Alzamiento se había cobrado como tributo veintinueve bajas de nuestro Regimiento: diez tenientes, cinco cabos y catorce artilleros 2º, perdiendo la vida los artilleros 2º Jesús Romero Rodríguez, Pablo Fernández Gómez, José Cruz Varela, Jorge Mauriz Lorenzo y Antonio Martínez Almoyna. Este mismo día parte a Puentedeume una expedición formada por el capitán del Regimiento señor López Alonso, dos tenientes y treinta artilleros, que se trasladan en tres vehículos, uno de ellos el camión blindado. A su paso por Jubia se les agregó un teniente de artillería y diez guardias civiles. Su objetivo era hacerse con el control de la antigua villa de los Andrade y poner a salvo a doña Pilar Franco, hermana del general que había iniciado el alzamiento. Pero tal intento hubo de posponerse, pues llegado el convoy a Fene se encontró con la carretera interceptada por troncos de árboles y el hostigamiento de fuego de fusil. Los artilleros se dirigieron a la Casa Consistorial de la localidad donde procedieron a la detención de quince personas, entre ellas el alcalde y los concejales, que fueron conducidos presos al cuartel del Baluarte. Estos detenidos sirvieron de rehenes para evitar que los republicanos eumeses dañasen a la hermana del general Franco. El jueves 23 se organiza otra columna más numerosa para llevar a cabo la toma de Puentedeume. A las 8 horas, al mando del comandante don Pedro Iglesias Sierra, parten de la Ciudad Departamental el capitán Gallego, cinco tenientes y 80 suboficiales, cabos y artilleros, armados con mosquetón, tres ametralladoras y el camión blindado. Iban con ellos quince guardias civiles y algunos falangistas. No tuvo la expedición problema alguno en hacerse con la villa, pues ante la inminencia de su llegada los republicanos la abandonaron, huyendo por el Monte Bréamo. Tropas del Regimiento también participaron en la toma del control de otros pueblos de los alrededores de Ferrol. Así, ese mismo día forman parte de la columna que declara el estado de guerra en La Graña y Serantes, dando batidas por la zona y haciendo detenciones de republicanos. El capitán Molina partió con cuarenta artilleros para Lugo, ciudad que para entonces ya estaba bajo control de los sublevados, pero desde la cual se organizaban batidas para controlar los pueblos de la provincia. 223 L a g u e r r a c i v i l ( 1 9 3 6 - 1 9 3 9 ) : L o s D Í A S D E L A L Z A M IE N T O F a 224 El día 25 un teniente, un sargento, dos cabos y ocho artilleros forman parte de una columna que se trasladó a Santa Marta de Ortigueira transportando mosquetones a los falangistas que allí había. Desde allí, tras ser agasajados con un buen desayuno por los partidarios del Alzamiento en el pueblo, costumbre que se iba haciendo habitual, se desplazaron a los pueblos próximos de Espasante y Cariño encontrándolos abandonados por los republicanos, que habían huido al monte. En Cedeira, sin embargo, fueron recibidos con una descarga de fusilería aunque, una vez desplegados para iniciar la ocupación, los republicanos optaron por retirarse de la población ante la imposibilidad de defenderla. Una vez asegurado el control de estos pueblos del extremo septentrional de la provincia de La Coruña, los artilleros regresaron a su cuartel. Este mismo día fuerzas del Regimiento realizaron batidas por los montes colindantes con las baterías de costa del sector Norte donde actuaban partidas de guerrilleros. Además, en las parroquias de la zona de Cobas, Mandiá, Loira, Pantín y Valdoviño organizaron y armaron a los vecinos que eran partidarios del Alzamiento. Al día siguiente regresaron a su cuartel de Ferrol. El 2 de agosto, parte del cuartel de Artillería otra expedición que, tras asegurarse de que en Puentes de García Rodríguez y Villalba la situación estaba bajo control, retorna a Ferrol. En las posiciones que tenía el Regimiento fuera de la ciudad de Ferrol, las jornadas del Alzamiento se vivieron como relatamos a continuación: La posición de Montefaro estaba mandada por el comandante don Santiago Romero Durán y formada por el capitán López de Ayala, cuatro tenientes, dos alférez, tres brigadas, cuatro sargentos y cincuenta y siete cabos y artilleros. Esta dotación tenía por misión atender las baterías de Salgueira y Sudova, los polvorines, el El camión blindado del regimiento. castillo de La Palma, las centrales del Segaño, Coitelada y San Martín, los plantones de Fuenteseca y el observatorio. Su importancia era crucial, pues sus baterías podían impedir tanto la entrada como la salida de buques en la ría ferrolana. Además, sus cañones podían enfilarse a los buques del Arsenal y hacer fuego sobre ellos, algo que llegó a tenerse en consideración, tal y como hemos relatado en páginas anteriores. El día 21, una vez iniciado el Alzamiento en Ferrol, en los pueblos de pescadores de la zona, sobre todo en Mugardos, se producen reuniones de republicanos para tratar de asaltar el cuartel. El día 22 por la mañana varios de los artilleros de Montefaro tratan de evitar que la guarnición se pase al bando nacional, intento infructuoso que obliga a huir a siete artilleros. Estos hombres, junto con paisanos mugardeses, retornaron al acuartelamiento intentando convencer a su guarnición de que apoyase a la República, lo cual probablemente habrían conseguido de no ser por la resuelta actuación del mando. El día 22 Ferrol ya estaba dominado por los nacionales. El capitán Calleja, dos tenientes y cuarenta artilleros llegaron a Montefaro desde esta ciudad trayendo víveres. Por la noche la posición fue tiroteada por republicanos. En los días sucesivos desde el cuartel se realizarían batidas por Cervás, Chanteiro, Ares y Mugardos, dejando guarniciones en estos dos últimos pueblos. En concreto, la ocupación de Mugardos no se preveía fácil, dado que la alcaldía había preparado su defensa con barricadas de adoquines, y un nutrido grupo de paisanos se disponía a resistir. Sin embargo, las fuerzas del Regimiento atacando por varios flancos el pueblo, tomaron con rapidez el Ayuntamiento y provocaron una retirada general de los mal armados defensores. Con esta acción, la península del Montefaro quedaba pacificada. De las baterías de costa del sector derecho poco hay que decir, salvo que sufrieron algunos tiroteos sin consecuencias. Por lo que respecta al destacamento del Regimiento sito en la ciudad de La Coruña, hay que señalar que se sumó al golpe desde el primer momento proclamando el estado de guerra en los pueblos próximos y encargándose de tareas de vigilancia. Dentro de la ciudad, los artilleros colaboraron con la Infantería en la toma del poder, sosteniendo tiroteos, realizando detenciones y participando luego en las patrullas de vigilancia. José López Hermida LA GUERRA El Alzamiento, como acabamos de ver, triunfó en Ferrol al igual que en media España. Pero su fracaso parcial sumiría al país en una cruenta guerra civil que se prolongaría durante tres largos años. Con ello nuestro Regimiento volvería a entrar en campaña. Ferrol, junto con otras ciudades de España, será testigo y víctima de los primeros ataques aéreos de su historia durante los primeros días de la guerra. Un avión procedente de Asturias realizará cinco incursiones entre el 15 de agosto y el 25 de septiembre. Su objetivo era causar el máximo daño posible en los buques del Arsenal, pero con sus bombas sólo consiguió causar algunos muertos y considerables destrozos en algunos talleres del astillero. Para combatirlo se contaba con la ventaja de que se avisaba de su paso desde Vivero, dando tiempo a que la población acudiese a los refugios y las baterías estuviesen preparadas. Al no haber ninguna batería antiaérea en el recinto de la Plaza, el fuego contra el aparato se realizaba desde los barcos y desde la batería que fue montada en el cuartel del Baluarte con seis cañones de 47 mm. cedida por la Marina, poco efectivos para este uso. Para dotar al crucero Baleares, que estaba siendo construido en Ferrol, se desmontaron las direcciones de tiro de costa de Prior y Campelo. La colaboración con la Marina por parte de las fuerzas del Regimiento se constata sobre todo por el hecho de que un alto número de clases y artilleros se embarcaron tanto en buques de gran tonelaje como en pequeños bous. Entre este personal figuraban siete artilleros embarcados en el bou Tiburón que fueron hechos prisioneros y fusilados. Los bous eran pesqueros de unas 300 toneladas utilizados por el bando nacional para la vigilancia de las costas cantábricas. Fueron equipados con dos pequeños cañones y una ametralladora, y tenían como dotación unos 35 hombres. La incorporación al Regimiento de los reservistas hizo necesario alojarlos en un principio en el convento de la Enseñanza y en una parte de la Sala de Armas facilitada por la Marina. Una vez decantado Ferrol por el bando nacional era previsible un ataque de la flota republicana. Para prevenirlo se procedió a poner en servicio las baterías con nuevo artillado y se realizaron ejercicios de tiro con el doble objeto de servir de práctica y de disuasión. Durante la guerra algunas baterías fueron desartilladas enviando sus piezas a otras plazas o bien a la dotación de buques de guerra. Así, en 1937 cuatro piezas de 15 cm. Munáiz Argüelles y dos de 15,24 cm. Vickers se entregan al parque de artillería de Melilla, mientras que cuatro piezas de este último calibre son enviadas a Cema. Otras tres piezas de este tipo son entregadas a la Marina de guerra en julio, siendo montadas en el Crucero auxiliar Mar Cantábrico. Dos de ellas procedían de Campelo y una de La Coruña. Al año siguiente, las siete piezas de 15,24 cm. Vickers son artilladas en los cruceros Baleares y Canarias. Por último, en febrero de 1939 el crucero Navarra embarcaba cuatro piezas de 15,24 cm., dos de ellas precedentes de la batería de Montieaño y las restantes de Prioriño y Gijón. Otras cuatro piezas 15,24 fueron embarcadas en el crucero auxiliar Mar Negro, retornando en 1939 al Regimiento. Durante la guerra, parte de los hombres del Regimiento causaron baja en éste al incorporarse a otras baterías dotadas de material antiaéreo y a otros regimientos. Como ejemplo de ello podemos mencionar al teniente Montenegro Neira, muerto en Brunete. Una vez concluida la conquista de la España cantábrica en octubre de 1937, el Regimiento quedó a cargo de todo el material de Artillería de Costa comprendido entre La Guardia y Fuenterrabía, teniendo sus puntos fuertes, además de en la base de Ferrol, en las Rías Bajas, Gijón, Santander y Bilbao. Entre 1938 y 1939 se realizarán obras circunstanciales de artillado en las baterías de Ciérvana (Bilbao), Musel y Providencia (Gijón) y cabo Mayor (Santander) servidas por nuestros artilleros. Las baterías atendidas en las Rías Bajas eran Cabo Silleiro, Monteferro, La Guía, Punta Udra y Punta Fagilda. Cuando, tras la batalla de Teruel, las tropas nacionales alcanzaban la costa castellonense, se procederá a la organización de tres baterías que serán destinadas a este sector levantino en 1938, permaneciendo allí hasta la terminación de la guerra. Estas baterías estaban armadas como sigue: - Batería con cañones de 15 cm. - Batería con piezas de 11,93 cm. - Batería armada con piezas de 7,7 cm. antiaéreas. Nos queda por relatar cual fue la actuación del Regimiento de Costa nº 2 en campaña. Al igual que a la mayoría de las unidades gallegas del Ejército Nacional les fue asignado el frente de Asturias, recibiendo con sus paisanos el mote de los mariscos, mote que les impuso el ejército republicano asturiano. Placa de identificación de los trabajadores de la Constructora Naval (después Bazán y Navantia) en el período de militarización de la Guerra Civil. Corresponde a un operario del Taller de Electricidad. (ET). 225