Recorda que tots els treballs tenen un autor i que cal respectar el seu esforç i la seua dedicació i que cal citar el seu nom cada vegada que utilitzes la informació que li consultes. (Trabajo de la asignatura “Historia del Arte de la Baja Edad Media” 1º de Historia del Arte) Sandra Pina Capilla “La Manises bajomedieval” Manises es un municipio de la comarca de l’Horta, provincia de Valencia, a 6’3 Km. de la capital. La localidad, situada sobre un pequeño altozano en la margen derecha del río Túria, se encuentra atravesada por la antigua carretera de Madrid- Valencia. Su orografía esta formada por una llanura que desciende suavemente hasta el lecho del río Túria. Tiene una altitud media de 60 metros sobre el nivel del mar y forma un triángulo entre el río Túria al norte, 1 Quart de Poblet al sureste y Riba- roja al oeste, aunque también se encuentra limitada por Paterna. En cuanto a la accesibilidad de esta población se puede efectuar mediante coche, tren o avión. En el caso de venir en coche cabría mencionar tres posibilidades: - Desde Valencia- Madrid: por la N- III, salida “Manises- Aeropuerto”. - Desde Alicante- Castellón: por el By- Pass, salida “Aeropuerto- Manises”. - Desde la Feria de Muestras: por el By- Pass, salida “Aeropuerto- Manises” o atravesando la población de Paterna. En el caso de venir en tren las posibilidades se reducen a la Línea de Cercanías Valencia- Riba- roja con salida desde la Estación del Norte de Valencia. 2 Esta línea tiene parada en la estación de Manises, y en el apeadero del Aeródromo. Y por último en el caso de venir en avión se recomienda visitar la web de Aena donde se encuentra la información sobre los diversos vuelos. 3 La antigüedad de Manises está demostrada por el hallazgo en su término de muchos restos romanos, tales como lamparillas, pondos, trozos de ánfora, muros de vivienda, marcas de alfarero, etc., en la Partida del Racó o Masía de la Cova, y la existencia de un acueducto que aún cuenta con más de veinte arcos, obra indudablemente romana, aunque por lo general es atribuida a los árabes. Restos arqueológicos La acequia “dels Arcs” Poco se sabe, debido a la poca documentación existente, de los siglos que le siguen a estos primeros 4 hallazgos romanos encontrados en este municipio, quedando así un gran vacío de información. Solo después, a partir del s. XIII es cuando de nuevo nos empieza a llegar información sobre esta población aunque no demasiada. Así la poca información que nos queda nos cuenta que los moros fueron habitando y creciendo en Manises, que ya era conocida por este nombre, cuando al pasar los siglos se produce el gran hecho de la Conquista de Valencia por el Rey D. Jaime I. Y en el “Llibre del Repartiment” que es un compendio de las actas originales y donaciones que el Rey hizo a sus guerreros, nobles y servidores, antes de la conquista de la capital y su Reino, aparece la donación de Manises y Paterna a uno de sus hombres; el apunte concreto dice: “1237, Artallus de Luna, 5 Alqueriam de Paterna et de Manizes, VIII idus Julii” todo lo cual cumplió rigurosamente después de su entrada triunfal en Valencia el día 9 de octubre de 1238. Este D. Artal de Luna, fue uno de los nueve caballeros principales que servían en el Ejército Real, quedando esta población y Paterna de su propiedad, hasta que, a mediados de aquel siglo, aparecen los Boil como señores de Manises, cuyo Señorío ha llegado hasta nuestros días. Pero antes de adentrarnos en la historia de estos siglos medievales haremos un pequeño repaso al señorío de Manises que va desde principios del s. XIII hasta principios del XIX (1237- 1837), adentrándonos sobre todo en los siglos medievales. Empezaremos por la primera casa que poseyó el señorío de Manises, la de los LUNA. 6 La familia de los Luna tiene su origen en la de los Artal, que a su vez proceden de D. Bocalla, caballero aragonés, quien a las órdenes del Rey D. Sancho Ramiro conquista la villa de Luna que le es dada en señorío el año 1090, y de donde toma nombre el linaje. Pese a tratarse de un apellido de noble alcurnia (Papa Luna; María de Luna, esposa de Martín el Humano), su genealogía aparece con tantos saltos y tantas lagunas que nadie ha decidido reproducirla. Esta familia es introducida en el Reino de Valencia por el caballero Artal de Luna, quien acompaña, como ya hemos dicho antes, al Rey Jaime I en la conquista de Valencia. Pero el señorío de los Luna no duraría mucho ya que al llegar a D. Lope Ferrenc de Luna, III señor de Manises, se introduce la casa de los BOIL, ya que D. Lope 7 Ferrenc de Luna vendió el señorío de Manises en 1304 a D. Pedro Boíl y de Aragón al morir sin descendencia. Es así como llega a Manises la casa de los BOIL. Estos tienen su origen en el caballero García de Aznares, que se retiró a los Pirineos el año 712 huyendo de la morería que había invadido España, e hizo su asiento en el valle de Gallán (montañas de Jaca), tomando por propio solar el castillo de la Iglesia de San Ciprián, y teniendo lindante el castillo de Boíl en poder de los moros. Al cabo de algunos años transcurridos entre treguas y guerras, un descendiente de García Aznares, llamado como su progenitor, logró tomar a los moros el castillo de Boíl y se lo entregó al Rey de Sobrarbe. Este dio la 8 tenencia del castillo a su conquistador, quien comenzó a ser llamado García Aznares de Boíl. A partir de finales del s. XVI los Boíl de Manises comienzan a llamarse Boíl de la Scala. Esto se realizó para distinguirse de las otras ramas. Los Boíl forzados por unos bandos y muertes tuvieron que ponerse al servicio del Rey de Castilla, perdiendo el señorío del castillo que daba nombre a su apellido. Dando un salto en el tiempo, el 6 de mayo de 1364 y en agradecimiento a sus múltiples servicios, el Rey D. Pedro el Ceremonioso concede a D. Pedro Boíl “el antiguo”el Castillo y Villa de Boíl, que había sido de sus antepasados, para él y sus sucesores, consignándose en el propio privilegio que se le concede el título de “barón”, con las mismas honras, preeminencias, prerrogativas y 9 franquicias que tenían los “ricoshomes” de Aragón. Esta baronía con el tiempo pasó a transformarse en marquesado. Después vendría la casa de los MALDONADO. Derivado del apellido Aldana, tienen como tronco a D. Hernán Pérez de Aldana, señor de Aldana, primero que se llamó Maldonado en tiempos del Rey Alfonso VIII de Castilla. Probó su nobleza en las órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara, Carlos III y San Juan de Jerusalén. D. Francisco de Maldonado y Rodríguez de las Varillas, VII señor de Villagonzalo, fue creado Conde de Villagonzalo el 13 de enero de 1705. Casó en primeras nupcias con D. ª Teresa Guzmán Anaya, de la que no tuvo descendencia, y en segundas nupcias con D. ª Ana Teresa 10 de Porres Tapia y Montroy. Su hijo Joaquín, II Conde y VIII señor de Villagonzalo, contrajo matrimonio con D.ª Josefa Boíl de la Scala y Cernesio, marquesa de Manises, por lo que el mayorazgo de Manises pasa a la casa Maldonado. El señorío de los Maldonado acabará en el s. XIX por las disposiciones El señorío de los Maldonado acabará en el s. XIX por las disposiciones emanadas de las Cortes de Cádiz (Real Decreto Ley de 2 de febrero de 1837). 11 Después de este breve repaso por el señorío de Manises volveremos a adentrarnos en el siglo que correspondía, el s. XIV del cual tampoco nos ha llegado mucha información. Tan solo consta una obra histórica del Padre Fray Francisco Sala, un hombre de mucho prestigio en Valencia que en 1566 ingresó en el Convento de Santo Domingo de Valencia. Esta obra del diligente escritor trata sobre la fundación del Convento en el que vivía donde da una descripción muy detallada del edificio, 12 su entorno, etc. Pues bien, en esta obra hallamos valiosos datos sobre la familia Señora de Manises la cual nombra al describir unas capillas de dicho Convento. En algunos de sus párrafos nos cuenta la existencia de una capilla llamada de Todos los Santos en la cual están las armas de los Boíl. Inmediata a esta capilla está el santísimo capítulo, que es entierro y sepultura del linaje de los Boíl. En esta capilla hicieron un retablo y altar en el cual estaba pintada la Virgen Maria con su hijo en los brazos, pero por ser ya muy viejo se quitó y se puso otro. Cuando se quitó este otro altar viejo se descubrió que encima del altar había un crucifijo de bulto y detrás un paño brocado que cubría para que no se viese una “capillita”. Cuando se hizo la obra de pared dentro se halló un cofre como de tres palmos de madera, estaba sobre dos 13 leones de madera también pintados y dorados y encima una cabeza de una santa con una señal en la garganta ya que fue degollada. El cofre estaba pintado totalmente y a las espaldas estaban dos escudos. En uno estaban pintadas las armas de los Boíl, que son dos castillos en campo blanco y dos bueyes en campo verde. Viendo esta maravilla se llamó al prior para que desenclavara el cofre y descubrieron en el interior una pequeña almohada dentro de la cual había los huesos de un cuerpo. De cómo llegaron estas reliquias a Valencia decían los Señores de la Casa de Manises que en sus predecesores hubo uno llamado D. Pedro Boíl, señor de Manises, muy privado del Rey D. Jaime II que fue como su embajador a Roma y Milán y por su valor en esta 14 jornada casó con una noble dama, hija del duque de Verona, y entre otras joyas de gran valor que trajo en dote fueron el cuerpo de Santa Angelina y parte de las reliquias de Santa Ursula. Poco más que esto se sabe de Manises en el s. XIV aparte de que fue a partir de este momento cuando comienza a adquirir preponderancia la cerámica manisera, dado que hasta entonces el auge lo llevaba la vecina Paterna. Llegamos así al siglo XV del cual, afortunadamente, poseemos más información. Empezamos este siglo con un antiguo señor de la familia de los Boíl que poseyó la villa de Manises, D. Pedro Boíl y Colom conocido como el “Grande”. A él se debe la vinculación de la villa de Manises, de modo que en el futuro y para siempre sea propiedad de su familia. 15 Al establecer dicha vinculación demuestra D. Pedro participar del ideal que tenían los nobles de su tiempo por hacer imperecedero su apellido. No se contentaban con designar la persona que deseaban fuera su heredero inmediato, sino que después de su nombre iban colocando ordenadamente toda una serie por si les fallasen los de primera intención. Hay que tener en cuenta el riesgo de que el primer heredero fuera víctima de una muerte prematura pues eran muchas las enfermedades y epidemias que ahora no causan preocupación alguna. Por esto nada tiene de extraño que D. Pedro Boíl y Colom, al testar en 1384, nombrara heredero primeramente a su hijo D. Felipe, pero que a continuación, en el mismo documento, designara a toda una serie de posibles sucesores en la herencia. 16 Así pues el mayorazgo, fundado con tanta ilusión por D. Pedro Boíl y Colom, no tardaría en sufrir la primera sacudida. El primogénito del fundador, D. Felipe Boíl y Codinats, el primer heredero, había casado con D. ªLeonor de Romaní y por lo poco que de él se sabe, era hombre muy inquieto y dado a aventuras. Pero aquellas aventuras, en demasía arriesgadas, debieron producir cierto distanciamiento entre D. Felipe y su esposa, y parece ser que los inconsiderados gastos del señor pusieron en peligro a toda la familia de perder el señorío recién estrenado. Varios acreedores solicitaban la venta de la villa de Manises en pública subasta, pero esta nunca llegó a realizarse ya que había quienes con ella hubieran salido perjudicados. 17 Pero dejemos de momento a los grandes señores que controlaban Manises para adentrarnos un poco más en la villa en sí misma. La actual ciudad de Manises debía presentar a mediados del s. XIV el aspecto corriente de los lugares valencianos que rodeaban la ciudad del Túria. Una villa con un centenar de hogares y una separación bastante marcada entre el barrio cristiano y el morisco. Calles estrechas, soleadas en verano e intransitables por el barro en invierno. Las casas, como eran las valencianas de la clase media, con un mismo tipo de vivienda, planta baja y un solo piso. Estas viviendas reciben el nombre de “alberg”, y en latín “hospitium”, y solían estar habitadas por una sola familia. 18 Las paredes de estas casas eran de tapia. El piso era de mortero apisonado y a veces embaldosado con ladrillo rojo. Es de presumir que en Manises todas las viviendas estarían embaldosadas. En las casas de los ricos las paredes blancas de cal presentaban un zócalo de azulejos. Las vigas que sostenían la techumbre se decoraban en algunos casos con relieves y policromía, y sus intermedios se cubrían con “socarrats” de vivos colores. Aunque en las ciudades los artesanos solían tener su taller u obrador en la misma vivienda, sin embargo en Manises los obradores estaban completamente separados o bien a veces contiguos a la vivienda. Por las calles de la villa transitaba una multitud laboriosa y movediza: niños que trabajaban desde muy pequeños; hombres de todas las edades cargados con sus 19 mercancías; mujeres con el ánfora en la cabeza volviendo de la fuente, vendedores; y también vacas o rebaños de ovejas camino de los prados. Otra característica de la sociedad de esta época era la esclavitud. Todavía no había empezado la entrada masiva de esclavos procedentes de África Occidental pero los había capturados en expediciones piráticas o 16 importados de las regiones del Mar Negro, o simplemente nacidos aquí de mujer esclava. Aparecían mezclados con las gentes libres. Llevarían como distintivo de su condición la señal típica: una ese mayúscula y un clavo marcados a fuego en la frente, en el 20 cuello, en la mejilla o en el brazo. Y quizá también una argolla de hierro en el tobillo. Los esclavos eran comprados no solo por los señores sino también por particulares que los adquirían para su propio servicio doméstico o para que trabajasen como obreros en su industria. Los trataban con más o menos humanidad y cuando ya no los necesitaban los vendían. Ya para entonces- mediados del s. XV-, la villa de Manises no era como las demás villas que se asentaban en los alrededores de la ciudad del Túria. Su nombre ya había transcendido no sólo los linderos de la región valenciana, sino también las fronteras de los Reinos peninsulares. Porque a finales del siglo XIII o principios del XIV, unos moros llegados del sur habían introducido en Valencia la técnica de la cerámica dorada, de la cual 21 hablaremos más tarde, y en ella salieron discípulos los alfareros maniseros. Entre aquellos humildes artesanos destacaron algunos apellidos, como los de Murci y los Alcudori. La fabricación en grandes cantidades y con arte cada vez más refinado de la obra de la tierra suponía un mercado de venta muy activo; y Manises contaba con él. Al lado de la villa estaba la ciudad de Valencia, su primer y principal cliente. Valencia era entonces la población cristiana más populosa de la Península y además estaba en una fase de alto desarrollo, lo cual exigía un movimiento extraordinario en la construcción y por consiguiente en el consumo de azulejería. Y este mismo aumento de viviendas supone también la adquisición de loza para uso doméstico. Todo ello en lisonjero beneficio de los obradores de Manises. 22 En cuanto al régimen señorial cabría decir que en el siglo XV permanecía el Reino de Valencia dentro del marco feudal, y en él seguiría hasta las Cortes de Cádiz. La mayoría de villas, pueblos y lugares, pertenecen a barones o señores. Cuando el señor era valenciano y residía habitualmente en el mismo Reino, tenía su residencia en la ciudad de Valencia y desde allí se trasladaba de vez en cuando a su señorío, donde inspeccionaba sus fincas y recibía los respetos de sus vasallos. Estos debían residir de continuo obligatoriamente entre los límites del Señorío, cuidar sus bienes y pagar los censos. El señor controlaba los derechos de monopolio del lugar, llamados “regalías” como son la tienda, la taberna, los molinos, los hornos y el mesón, establecimientos que 23 los pobladores tenían que utilizar obligatoriamente siempre que los necesitaran. Los vasallos no podían ni siquiera reunirse en asamblea para ventilar sus asuntos sin la aprobación del señor, quien fijará la hora y el lugar donde podían reunirse. Una vez realizada y levantada el acta el señor debía aprobar las resoluciones tomadas en dicha reunión. Al igual que en otros países europeos, en gran número de señoríos del Reino de Valencia la nobleza detentaba también la jurisdicción criminal ya por concesión privilegiada de algún monarca, ya por usurpación. Aparte del dominio del señor de la Baronía, la villa de Manises tiene unas autoridades propias que regían la vida de sus habitantes. Eran elegidas anualmente y estas autoridades estaban siempre bajo la mirada escrutadora 24 del señor, sin cuyo beneplácito, no podían mover ni un solo dedo. El organismo que regía la villa es doble, uno para los cristianos y otro para los moriscos. El primero se llamaba la Comuna o Universidad. En él figuraban en primer lugar el Justicia, luego el Jurado Mayor y el Jurado Menor, y dos Consejeros. Siglos después aparece también el Lugarteniente de Justicia y el ministro o sache. El Justicia actuaba como juez de paz. Al lado de este estaban los Jurados que le ayudaban en el desempeño del cargo. El ministro o sache era quien, a las órdenes del señor o del Justicia, servía de enlace para los asuntos oficiales. Los moriscos se rigen por un organismo similar que toma el nombre de Aljama. Sus atribuciones vienen a ser las mismas que las de la Comuna en el grupo cristiano y lo 25 forman un Justicia y dos Jurados. Los dos Consejos juntos representan a toda la villa. Los individuos que componen los dos organismos rectores eran hombres de confianza del señor y de sus propios vecinos. Los colectivos de un grupo son completamente independientes del otro. Obraban por su cuenta, pero en modo alguno en perjuicio del otro; siguen caminos paralelos pero cuando interesa al bien del pueblo se unían para ventilar sus problemas y solucionar los problemas. Uno de los problemas que muchas veces hubieron de resolverse en Manises fue la falta de cereales para la alimentación. Hay toda una serie, que se prolonga durante siglos, de sequías, hambres epidemias, importación de granos, ataques piráticos, tasación del pan... 26 Naturalmente aquella escasez de granos afectaba también a Manises, que producía en abundancia cerámicas y hortalizas, pero no producía trigo que, por mucho tiempo fue para los mediterráneos la base de la alimentación. Para obviar esta falta de cereales se reunían los prohombres de la villa y se determinaba la adquisición de los que fueran necesarios a nivel municipal. De la reunión salían nombrados dos delegados, uno por los cristianos y otro por los mudéjares, los cuales cuidarían de realizar las gestiones necesarias e irían despachando el trigo a los particulares. Finalmente, otro tema que motivaba la asamblea conjunta de cristianos y mudéjares eran los censales. En cuanto a los mudéjares, por estas fechas, a dos siglos de la Reconquista, la convivencia de moros y 27 cristianos en tierras valencianas era una cosa muy natural. Desde muchas generaciones los habitantes de Manises habían nacido en aquel statu quo y no podían concebir otra manera de vivir. Sin embargo, parece que los individuos de aquellos grupos étnicos no llegaban a mezclarse más que en el trabajo. Cada uno tenía sus creencias, sus gustos, sus costumbres y su manera de vivir en familia. Los moros eran extremadamente parcos en la alimentación y en el vestido. En cuanto a la religión, por este tiempo podían seguir libremente la musulmana. Desde 1428 era señor de Manises D. Pedro Boíl y de Romaní. Este estaba casado con D. ª Catalina de Navals, y tenían dos hijos, D. Pedro y D. Luis. Dos años después, D. Pedro sintiéndose en peligro 28 de muerte, dictaba en el mes de mayo de 1430 su testamento. Transcurridos muchos años de aquel primer testamento, el 19 de abril de 1451, se concierta el matrimonio de D. Pedro, el primogénito y heredero de la Baronía, con D. ª Margarita Escrivá y Pérez de Romaní. En el año 1452 D. Pedro Boíl fue otra vez acometido de grave enfermedad. No le satisfizo entonces el testamento hecho en 1430 y por eso el 7 de abril de 1452 llama al notario y declara ante él su última voluntad. Un año después de aquel tercer testamento, D. Pedro Boíl todavía estaba en vida. Esta vez tampoco le satisfizo este testamento por lo que en junio de 1453 hace uno nuevo disponiendo como herederos a su esposa en primer lugar, o en caso de que esta tenga algún inconveniente, a su segundo hijo, Luis, 29 hijo también de ella. Ya tranquilo cara al porvenir de sus heredades, D. Pedro Boíl fallecía en su castillo de Manises el 11 de mayo de 1454. Al día siguiente, el mismo notario que lo había recibido, abría el testamento del difunto. Leídas las disposiciones testamentarias, la viuda las acepta y también el hijo quedando, de momento, todo en paz. La viuda de D. Pedro cree oportuno tomar cuanto antes las riendas de la herencia recibida de su marido. Queriendo recibir la posesión corporal de los dichos del lugar y el Castell, mandó al Justicia y a los Jurados a convocar a los vecinos a una Asamblea estando, tanto los cristianos y moros, bajo juramento. En presencia de la asamblea la señora Catalina Boíl expuso que D. Pedro había muerto designándola a ella como heredera suya universal. Acto seguido el notario 30 procedió a leer dicho documento para conocimiento del Consejo de la Villa, de la Aljama y de los demás presentes. D. ª Catalina pidió al Consejo, a la Aljama y los demás presentes que la reconocieran como a su señora y le prestaran y pagaran los censos, réditos, derechos y emolumentos correspondientes al lugar de Manises. Si aceptaban ella estaba dispuesta a prometer al Consejo, a la Aljama y a cada uno de los presentes, que observaría inviolablemente los estatutos, los buenos usos y costumbres del mismo lugar, los Fueros del Reino de Valencia, la Suna, la Zara y el rito de los musulmanes. Nadie se opuso. Ya en plena posesión de la herencia de su difunto marido D. ª Catalina nombra procurador suyo para todas las causas y expedientes a su hijo D. Luis. 31 Pero en pleno ejercicio de sus poderes, D. ª Catalina pronto iba a recibir una sorpresa un tanto amarga. Cayó en la cuenta después la señora, en octubre de aquel mismo año 1454, su hijo D. Luis declara ante notario que había pensado que la herencia no podía recaer más que en un varón excluida toda sucesión femenina, y que por consiguiente a él le correspondía heredar el Castillo y lugares de Manises. Ante la evidencia de los hechos la madre tuvo que ceder a su hijo Luis la propiedad del Señorío. Pero no paró aquí la cosa. Porque al difunto D. Pedro también se le había olvidado aquel documento que concertó con su esposa D. ª Catalina en 1451 en favor de su primogénito que llevaba su mismo nombre. Es natural que este hijo, D. Pedro, el primogénito, sintiéndose perjudicado por las disposiciones testamentarias de su padre, interpusiera 32 demanda ante los tribunales reclamando sus derechos. D. ª Catalina y D. Luis, sorprendidos, formaron causa común y llamaron a consulta a sus abogados. Se reunieron las dos partes discutiendo las razones y documentos aportados por una y otra parte no tardando en dar su veredicto. Aún prescindiendo del privilegio de primogenitura, en caso de que D. ª Catalina o D. Luis se hicieran cargo de la herencia del difunto, debía entregar en el plazo de tres días a dicho primogénito la cantidad de 150000 sueldos, condición que resultaba imposible de cumplir. Por esto resolvieron que la única solución viable era que madre e hijo cedieran sus presuntos derechos de herencia a D. Pedro, con la propiedad y dignidad del Señorío, a cambio de una suma de 190000 sueldos que les pusiera al abrigo de apuros económicos. Madre e hijo tuvieron que aceptar. 33 Al día siguiente de hacerse el traspaso de dominio D. Pedro Boíl quiere tomar posesión de su heredad, así el notario convoca de puerta en puerta a los habitantes y los manda reunirse en el lugar de costumbre. Una vez todos reunidos en la iglesia parroquial toma la palabra D. ª Catalina para explicar la venta y traspaso que se ha realizado, pidiendo a los presentes que acepten al nuevo propietario como a su señor. Por este tiempo, D. Pedro Boíl concibió la idea de levantar en su villa de Manises toda una calle de edificios de nueva planta. Era un gesto de gran señor que perpetuaría su memoria, daría holgura a sus habitantes y contribuiría a aumentar su población. Apenas corrió la noticia del proyecto aparecen de todas partes peticiones de individuos que solicitan establecerse en alguna de las viviendas que todavía están 34 sin construir. El obtener uno de aquellos nuevos domicilios suponía aceptar el vasallaje del señor de Manises, prestándole el acostumbrado juramento de fidelidad. Los planes concebidos por D. Pedro Boíl se llevaron a efecto, por lo cual el 27 de agosto, dicho señor ajustaba con un maestro de obras el contrato. Las flamantes viviendas de la nueva calle debieron ir poblándose rápidamente y nuevos vasallos de D. Pedro acudirán a ocuparlas. Diversos documentos nos dejan entrever como era a mediados del s. XV la sociedad de Manises. Aquellos documentos nos dan la imagen de unos hogares cristianos sólidamente donde ensamblada. la vida Los familiar esposos estaba hacían frecuentemente entre sí un convenio “germanía” de 35 mutua comunicación de bienes, antes o ya durante su matrimonio. Cuando un matrimonio entregaba a su hija para tomar estado, fijaba también ante notario la dote que la acompañaba, e inmediatamente, el novio declaraba los bienes que aportaba por su cuenta al nuevo hogar. A veces era la misma mujer que contraía matrimonio la que se presentaba a sí misma con su propia dote. La dote era variable y solía oscilar entre sesenta y cien libras. Algunos de los documentos son testamentos de maniseros cristianos, los cuales eran entre sí muy desiguales en lo referente a la cuantía de los bienes de que disponía cada testador, pero sin embargo tenían mucho en común. Con bastante frecuencia, encontramos legados y 36 hasta fundaciones pías destinadas a dotar doncellas pobres y redimir cautivos. El motivo era claro: sin dote era dificultoso casarse una mujer, por cuanto para la subsistencia del futuro no se contaba con el trabajo de ella, que se ceñía a las labores domésticas y al cuidado de la prole, que casi siempre era numerosa; para redimir cautivos, por que las incursiones de enemigos, moros especialmente, por tierras litorales, y los asaltos a embarcaciones por mar, causaban muchas víctimas y hacían precisas continuas expediciones de rescate. La repartición de una herencia solía ser frecuentemente origen de graves discordias entre los herederos reales o presuntos. No obstante, en el Manises del s. XV hallamos que, alguna vez, fue exponente de una admirable armonía entre los miembros de una familia. 37 Al testamento y a su publicación sucedía el inventario de la herencia dejada por el fallecido, el cual era incumbencia de un notario público. El inventario de una casa acomodada era muy rico y llama la atención el surtido de armas que aparecen entre los muebles domésticos y los utensilios de trabajo (cascos, ballestas, espadas, escudos, lanzas...). Y es que en aquellos tiempos, al no existir un ejercito nacional permanente, todos los vecinos en edad de tomar las armas eran soldados en potencia. Guardábanse la lista de todos ellos, y al toque de alarma, debían los labradores y artesanos dejar sus instrumentos de labor para empuñar el arma que a prevención tenían en su mismo domicilio. Al inventario realizado en la casa de un difunto seguía a veces la venta en almoneda de algún lote de sus bienes, destinada a cubrir las deudas que dicho fallecido 38 había dejado pendientes. Respecto a la situación de los moriscos en esta época, los estrechos vínculos de raza y religión que los unían, con frecuencia resultaban insuficientes para atajar entre ellos discordias que, en ocasiones, llegaban al derramamiento de sangre. Generalmente, los señores de Baronías pobladas por moriscos defendían a sus vasallos, entre otros motivos, por el rendimiento que de ellos obtenían, al tratarse de unas gentes que se contentaban con poco y pagaban puntualmente las gabelas a que se les obligaba. Testimonio incontestable de este aserto es la oposición que estalló más tarde de parte de los nobles cuando Felipe III decretó la expulsión de los moriscos. Sin embargo, hay que reconocer que no siempre era 39 tan fácil y que, de cuando en cuando, tenían los señores sus dificultades con aquellos vasallos moriscos. Aunque buena parte de aquella población se mantenía sumisa y callada, no obstante siempre hubo entre los moriscos familias rebeldes y cabecillas levantiscos. La entrada en plan de vasallaje de los moriscos en una Baronía era un contrato realmente comprometedor, el cual se legalizaba mediante un acto oficial registrado luego en documento público. Según el contrato, estos debían permanecer con su mujer, familia y bienes de continuo en la villa, guardando vasallaje por un espacio mínimo de diez años a partir del día del contrato, y no ser recibido en otras ciudades, baronías, villas o lugares. Tenían que aceptar que con solo la presentación del documento podían ser cogidos, detenidos y conducidos a 40 su lugar hasta cumplir el tiempo de su compromiso. Prometían también ser buenos vasallos, leales y fieles y pagar todos los derechos debidos al Señor bajo pena de quinientos florines. Se comprende fácilmente que, a un subdito de ánimo inquieto, se le haga pesada con el tiempo la sujeción que un día prometió, e incitado por el ansia de libertad, o simplemente para cambiar la vida, se olvide de su juramento. Entonces, si se podía dar con el fugitivo caería sobre él el peso de la ley y sería juzgado por el mismo señor de la Baronía o su delegado, el Justicia de la villa, quienes no harían más que ajustarse a la legislación musulmana. Un ejemplo de esto es el caso de dos hermanos moros, Mahomat Ciluis y Caat Ciluis. Estos, bajo juramento, reconocieron que cuatro años antes su 41 padastro y su esposa, se habían hecho vasallos del señor de Manises, y que los dos hermanos también eran y por consiguiente no podían alejarse de la villa sin autorización del señor. Al hacerlo se les impuso un castigo: Mahomat quedó arrestado en casa de su madre, y Caat en el término de la villa teniendo que pagar, además, ambos una multa de doscientos florines a su señor. Pero para consuelo y alivio de los moros infractores, el señor de la Baronía, D. Pedro Boíl, no tenía un corazón insensible a las súplicas y ruegos, y solía usar de clemencia. No eximía el castigo completamente, sino que lo atenuaba o cambiaba por otro menos grave. Tales composiciones parece se daban con relativa frecuencia, entre otras razones podría haber la de que al 42 señor no le interesaba tener disgustada a ninguna familia de su villa, y también porque le era más provechoso el pago de una multa que el arresto o los azotes propinados a un súbdito desobediente. Llegamos así a finales del s. XV donde seguían vigentes las costumbres de pasados decenios . Los Furs legitimaban la costumbre de añadir a la dote, cuando la novia era virgen, una sobredote que equivalía a la mitad del valor de aquella, y recibía el nombre de “creix”. Así la unión de los cónyuges, mantenida a través de los tiempos, se demostraba en la declaración de la última voluntad. Estaba vigente por este tiempo la prohibición de mendigar por las calles de las villas y por los caseríos sin un permiso especial de las autoridades. 43 Contraviniendo tales órdenes se daba el caso de algunos esclavos que iban pidiendo limosna con objeto de reunir una cantidad fijada de antemano por sus propios amos y obtener así la libertad. Por lo cual se ordena que, dándose el caso de algún mendigo se le detenga, y después de oír sus declaraciones, lo lleven bien custodiado a las cárceles reales. Por aquel entonces D. Pedro Boíl no quitaba los ojos de la villa de Manises. Como señor feudal consideraba entera propiedad suya y de la cual percibía los mayores ingresos para sostenimiento de su hacienda. Vigilaba constantemente la vida de sus moradores, controlaba sus movimientos y castigaba cualquier conato de insubordinación, especialmente de los moros, grupo social nunca enteramente sumiso al dominio de los señores cristianos. 44 Cualquier entrada, permanencia o salida del feudo debía ser conocida y aprobada por su señor. Establecerse en la villa significaba algo más que ocupar una vivienda comprada o alquilada. Aquellas personas que habían heredado bienes cuantiosos de sus mayores, rara vez podían disfrutarlos tranquilamente. En torno a ellos había constantemente ojos vigilantes ansiando apoderarse por lo menos de algún trozo de aquellas propiedades. No es raro que hallemos en los archivos libros de pleitos sostenidos por aquellos señores defendiendo sus posesiones. Quienes más derechos podrían haber alegado serían sus súbditos, que con el sudor de su frente eran los verdaderos forjadores de aquellas fortunas. Pero la mentalidad de aquellos tiempos les hacía incapaces de 45 intentar siquiera un asomo de rebelión o de asalto a aquellas heredades. Los más empeñados en apropiárselas podían ser los otros señores, convertidos en rivales insaciables, que nunca se contentaban con sus riquezas y su influencia política. Pero el adversario más temible solía ser la realeza, que sobretodo en los momentos de apuro económico no quitaba la vista de aquellos señores que se erigían como reyezuelos. No era cuestión solamente del honor del soberano, mediaban los intereses económicos, porque eran los señores quienes acaparaban buena parte de los tributos en grave detrimento de las arcas reales. Nada extraño, pues, que de vez en cuando los reyes mandaran revisar privilegios y exenciones que pretendían disfrutar los nobles, como heredados de lejanos 46 antecesores, para reincorporar a la corona aquellos señoríos. Finaliza así nuestro viaje a través de la Manises medieval que empezamos en el s. XI y que termina ahora en el s. XV. Nos adentramos ahora en el análisis de los monumentos medievales de Manises, de los que desgraciadamente no queda ningún vestigio. Solo nos queda el testimonio del arte medieval gracias a la existencia de la cerámica, que en este municipio es tan característico. Así hemos dividido la cerámica de Manises en cuatro períodos básicos para hacernos una breve idea de lo importante que fue esta en la sociedad Valenciana e incluso fuera de ella. 47 LA CERÁMICA DE MANISES HASTA EL S. XV: CERÁMICA VERDE Y MORADA DENOMINADA DE PATERNA Desde muy antiguo debió haber alfares en Manises gracias a la existencia en sus alrededores de arcillas de muy buena calidad. Es casi seguro que, cuando la dominación romana, en la zona del lado del Turia donde se encuentra Manises, ya existía una industria alfarera, que duró de una forma permanente a lo largo de la historia. En la época visigoda, aún se seguían haciendo modelos romanos. La cerámica tenía entonces formas diversas y el color predominante en ella era el amarillo. También desde muy antiguo era conocido el color morado o manganeso, que se conseguía partiendo de la pirolusita. 48 El color verde llega a la cerámica de Manises en el s. XIII. Los árabes lo conocían ya de antes. Este color verde lo obtenían del cobre, oxidándolo con vinagre y consiguiendo de ese modo el cardenillo que, diluido, servía para decorar las piezas. Desde la dominación árabe se puede determinar con certeza la existencia de alfares en Manises, que incluso puede afirmarse han dejado la huella más visible en la ciudad alfarera de hoy. Actualmente, esta población tiene en su casco antiguo el trazado de calles que tenía en la Edad Media y la zona de obradors que era donde se situaban los talleres de los artistas ceramistas. “porjà”. (foto 5 de junio de 1983) Zona de “Obradors”. Paredes de una antigua 49 Zona de “Obradors”. “Ratlles” en la pared, junto a una ventana de “porjà”. Era un elemental sistema de control de entrada de “garbons” de leña, y que correspondía a 50 haces, por cada raya. (foto 5 de junio de 1983) Zona de “Obradors”. Exterior de una antigua fábrica de Manises. (foto 5 de junio de 1983) Aún son visibles y utilizados los llamados hornos morunos, cuya combustión se hace por leña, y el preparado de las arcillas se hace todavía de forma similar pasándose desde la trituración de tierras hasta su secado sobre las paredes de yeso. Adoptan estos hornos morunos la forma de un gran cilindro, ordinariamente de dos a cinco m. de diámetro, con una cuarta parte empotrada en el suelo y con muros de más de un metro de espesor, rodeados de naves, 50 cubiertas para depositar las cerámicas que se han de cocer o que se sacaron del horno. Para designar las distintas secciones del horno, al igual que para las manipulaciones y útiles de trabajo, consérvanse palabras propias, algunas de origen manifiestamente árabe, y otras degeneradas por la manera de pronunciarse o escribirse. La parte inferior del horno excavada en el suelo recibe el nombre de hogar o caldera, y tiene a ras de tierra una abertura semicircular para introducir por allí la leña. El hogar o caldera esta dividido virtualmente en dos mitades: anterior y posterior. La primera es la que 51 propiamente recibe el nombre de caldera, y en ella se echa la leña para la combustión. La segunda mitad o posterior, llamada sachen, es más elevada de piso, y se destina para que la loza secada de antemano sufra la primera cochura, que se denomina bizcochado en castellano, juaguete en andaluz y socarrat en valenciano. Toda clase de vasija bizcochada recibe en Castellón el nombre de escaldá, denominación reservada en Manises únicamente a las vasijas que deliberadamente solo cocieron a 700 ó 750º. La pared del fondo del sachen recibe el nombre de frontó, y las laterales, para la cal, porque junto a ellas se colocaban piedras calizas para cocerlas y ser utilizadas después en servicios ajenos a la industria (blanqueo de paredes, obras de albañilería, etc.). 52 El techo de la segunda mitad del hogar, correspondiente al piso denominado laboratorio, aparece con varios agujeros distribuidos como en una criba, por lo que se le llama garbell; y por ellos sube la llama y el calor, comunicando con el resto del horno o laboratorio. Los muros formeros del horno reciben el nombre de carchata, y la capa de ladrillos refractarios, antiguamente adobes de barro amasado con tamo, con que se recubre interiormente, el de camisa. En el laboratorio se colocan las cerámicas ya bizcochadas y barnizadas para su segunda cochura o de fino; presenta una puerta (port), tan alta como el muro y muy estrecha, por la que apenas puede pasar un hombre, y la parte superior del laboratorio, cerrada por gruesa cúpula (alcobe), aparece agujereada por varias 53 chimeneas, habiendo en el centro una mayor llamada allule. Durante muchos años, la cerámica verde y morada característica de este período ha sido desconocida y se creía que eran de Teruel todas las piezas que tenían esta decoración. En los siglos XIII y XIV existían varias clases de cerámica en Manises. Las más características eran tres: la primera era la tradicional loza económica que estaba decorada con un baño de galena o alcohol de alfarero y pirita de cobre color verde. Había otras dos clases más de loza fina, la barnizada, cuyos colores eran verde y morado, con estaño y plomo y decorada con óxidos de cobre y manganeso, y otra en la que se usaba el óxido de cobalto mezclado con arena o sílice, cuya decoración era azul. 54 En la fabricación de esta cerámica verde y morada, el óxido de manganeso con el que se dibujaba el color morado de los perfiles, lo usaban los alfareros de Manises, tal como salía de la mina, y solo exigía una fuerte trituración. Sin embargo, para conseguir el color verde la preparación era más complicada, pues se servían de los recortes de calderería que tenían que cocer en el fondo subterráneo del horno o sachen, y así se obtenía el óxido de cobre. La fabricación era sencilla. Sobre el objeto cocido se extendía una capa de barniz compuesto por sulfuro de plomo y bióxido de estaño mezclados con arena, que usaban como fundente. Sobre este barniz se pintaban los temas con los óxidos de cobre y manganeso y luego se sometía la pieza a una segunda cocción. 55 CERÁMICA DE MANISES HASTA EL SIGLO XV: CERÁMICA AZUL Este tipo de cerámica aparece en Manises hacia la mitad del siglo XIII y permanece hasta que su fabricación es sustituida por la dorada. Durante su corta existencia conocerá un período de esplendor y no desaparecerá completamente sino que, años después, influirá en las cerámicas de Talavera, Sevilla y Toledo. Como antecedentes posee el azul turquí o turquesa que se conocía en la Alta Edad Media, pero el azul cobalto fue traído por los árabes y será este el que más se utilizará. Sobre todo para azulejos en Granada, en la época nazarita, y llegará a su perfección en Málaga, donde se combinará con el dorado, del mismo modo que más tarde y con tanto éxito se hará en Manises. 56 En Manises, los años de expansión de esta cerámica serán los de los siglos XIV y XV; durante ellos coexiste con la azul y dorada. Muchos autores no le dan la importancia que merece ya que estiman que es una copia en barato y de peor calidad de las piezas de loza azul y dorada. Sin embargo esta cerámica tendrá un período de gran esplendor cuando decaiga la fabricación andaluza y su azulejería no tendrá rival hasta el siglo XVI. A pesar de que existen pocos datos y de que esta considerada como una cerámica de transición entre la verde y manganeso y la de reflejo metálico, en la cerámica azul se localizan diversas series medievales, todas dentro del estilo mudéjar, que se encuentran entre las más antiguas de Manises. 57 De estas series, la más antigua consta de platos de vajilla, de poco fondo, que tienen en el borde dibujados de trecho en trecho, gruesas rayas paralelas o divergentes. Esta cerámica, que se fabricó en Manises y Paterna, fue similar en ambos lugares. Sin embargo, existieron motivos de decoración propios de cada uno de ellos que fueron las palmetas en Paterna, y los atauriques en Manises. En Manises se consiguió un estilo original y propio, de una gran perfección, en el empleo del azul cobalto, con una decoración variadísima y con una fertilidad de recursos asombrosa que destacará frente a las producciones de Paterna y Teruel, que no evolucionaron al mismo tiempo que Manises. El desarrollo de ésta fue tanto más asombroso cuanto que era entonces una 58 población reducida, que no había alcanzado aún el prestigio ni la pujanza de un siglo más tarde. La decadencia de Paterna coincidió con el renombre que comenzaba a tener Manises. Cerámica azul de Manises del s. XV Plato decorado con la figura de un jabalí El procedimiento seguido para fabricar esta cerámica exigía dos cocciones. Después de la primera, quedaba el objeto juagueteado, socarrado o bizcochado, y posteriormente la pieza se recubría con esmalte blanco compuesto por sulfuro de plomo, bióxido de estaño y sílice. Sobre esta capa se decoraba con óxido de cobalto diluido y se procedía a continuación a la segunda cocción, 59 de donde salía la pieza vitrificada con un fondo de esmalte blanco y la decoración azul fuerte. Respecto a la ornamentación en las series más antiguas los temas eran coincidentes con la decoración en verde y manganeso y en las más modernas con la de reflejo metálico. La mayor parte de las piezas estaban profusamente decoradas y, salvo casos aislados, solo lo estaban en los anversos, quedando los reversos simplemente vidriados. Esta ornamentación en azul era en su mayor parte de estilo musulmán, con las típicas inscripciones cúficas y la mano de Fátima estilizada como motivos más usuales. Cerámica azul de Manises del s. XV Cuencos decorados con inscripciones árabes 60 Se utilizaron mucho los motivos vegetales, pero tan estilizados que parecían pura geometría. También los hubo de fauna. La figura humana estaba en cambio poco representada, al contrario que en la cerámica verde y manganeso. Entre los motivos vegetales figuran atauriques, hojas de perejil y hojas con grandes tallos envolventes. Entre los motivos de fauna, menos frecuentes que los vegetales, destacan los peces. En cambio si abunda los elementos geométricos dispuestos en forma de intento de representar el movimiento, y también fue frecuente la rueda. En las series lujosas las piezas se decoraban en un azul no muy oscuro con una esmerada ejecución y el trazado del dibujo era constante, mientras que en las 61 piezas más sencillas el trazado era irregular y el color no era puro. De esta loza azul se hicieron utensilios tanto para uso doméstico como para vajillas de lujo. También se fabricaron platos de puro adorno, de hasta un metro de diámetro, que quizá sirvieran de fuentes para las ocasiones solemnes, y jarrones, ánforas, etc. En utensilios caseros se conservan platos, cuencos, saleros y braseros de fondo plano con los bordes abiertos hacia fuera paralelos al fondo. Son típicos los tazones con dos apéndices pegados a los bordes. También se han encontrado vinagreras, ollas de todo tipo y jarras de muy diversas formas, candiles de varias luces y unos hornillos que se colocaban debajo de los platos y tazones y que servían para mantener calientes las viandas. 62 En consecuencia, puede decirse que en el siglo XIV, la loza estaba generalizada en los objetos de uso cotidiano, pero no fue esta la causa de la fuerte expansión de la industria llamada en la época “obra de terra”, sino la aplicación de esta industria a la construcción, es decir, la azulejería o rajolería. Es esta la que va a caracterizar la cerámica azul puesto que van a ser las rajolas azules valencianas las que más éxito cosechen en la historia de esta industria. Sobre este arte menor hay muchos documentos que demuestran que la “rajolería” fue el principal producto de “obra de terra” que se exportó al extranjero, procedente de la Corona de Aragón. La azulejería triunfó al abandonarse el alicatado, mucho más costoso y complicado. Al principio, las piezas fueron solamente cuadradas y hexagonales y se 63 decoraban en azul y blanco teniendo una clara influencia musulmana en sus dibujos hasta el triunfo del estilo gótico. Los alfares de Valencia se especializaron en los azulejos de pavimentar. De los azulejos de pavimentar de esta serie se conservan relativamente pocos, a pesar de la gran producción que hubo. La mayoría fueron desgraciadamente destruidos por el pisar de las gentes y por la necesidad de renovar pisos. De la fama y calidad de estas rajolas da pruebas que en 1362 se encargaron a dos maestros de Manises pavimentos para el Palacio de los Papas de Avignon, en los colores blanco, azul y verde. Se enviaron asimismo azulejos a Navarra y al parecer el Papa Luna los pidió para su castillo de Illuecas. 64 Los azulejos de colores azules y blancos no se utilizaron solos sino que alternaron con baldosas de barro esmaltado de diversos colores, los llamados “aliceres”. Los azulejos se hicieron de varios tipos y tamaños y según su forma recibieron distintas denominaciones. Los más comunes eran los cuadrados, denominaba “rajolas”, los a los que se rectangulares llamados “rajoletes” y los hexagonales o “alfardons”. Cerámica azul de Manises del s. XV Azulejo decorado con un mástil del que pende una leyenda valenciana. Todas ellas se combinaban normalmente con baldosas rojas, y su decoración estaba pensada de 65 manera que pudieran multiplicarse indefinidamente en las cuatro direcciones de las aristas del azulejo. Respecto a la ornamentación fue variadísima a pesar de la limitación de los colores pues estos fueron casi exclusivamente el azul y el blanco. El azul cobalto era de una calidad excepcional pues provenía de unos yacimientos descubiertos en Chovar (Castellón) cuyos óxidos, muy puros, mezclados con arena daban un material de una fluidez muy grande para pintar y muy fino en su cocción. No obstante su variedad, se pueden clasificar estos azulejos según sus motivos de ornamentación sean moriscos o cristianos. Los de temas moriscos son menos abundantes pero entre ellos hay piezas magníficas, como los que tienen el escudo del rey Don Martín el Humano. A menudo se 66 utilizaron en la decoración de azulejos, los mismos dibujos orientales que para los tejidos de la época. Estos dibujos sirvieron también para decorar las vigas de madera de iglesias y claustros de diversos lugares de España. El segundo apartado de esta clasificación, es decir, los azulejos con motivo de ornamentación cristianos estaban decorados de manera similar a la loza, lo que era natural pues eran los mismos alfares y los mismos artistas quienes creaban los originales de platos, albarelos, etc. e ideaban los motivos de los azulejos. Por tanto, se pueden ver en ellos las hojas de perejil, el moteado, etc., es decir, los mismos citados al hablar de la loza azul. Son muy abundantes los motivos de fauna con animales de todo tipo: domésticos (conejos), fantásticos (grifos), heráldicos (águilas). 67 La figura humana, en cambio, aparece raramente. Pero los más frecuentes son los decorados con escudos heráldicos, que se fabricaron de encargo. También se hicieron de encargo azulejos con emblemas personales o letreros. Otra serie de la que se hizo una gran producción fue la de los emblemas gremiales y religiosos. El fin de estos azulejos era el de pavimentar los suelos de los palacios, iglesias, conventos, y casas de las corporaciones de gremios. Un tipo especial de baldosa que no se puede incluir dentro de la cerámica azul, pero que debe tenerse en cuenta por su peculiaridad, es el llamado socarrat, que se fabricó solamente en Paterna y Manises. Consistía el socarrat en una loseta de barro cocido a la que se aplicaba una capa de cal, y sobre esta se 68 decoraba exclusivamente en colores rojo oscuro y negro. No tenían segunda cocción y se colocaban en el techo, en los espacios que quedaban desnudos entre las vigas de madera. Del socarrat hay algún autor que piensa esta más cerca de la pintura al fresco que de la cerámica. Los motivos de los socarrats fueron variadísimos y estaban inspirados en los azulejos. En ellos se buscó más el efecto visual que el artístico, por lo que el dibujo no esta cuidado. La figura humana se reprodujo en mayor abundancia que en los azulejos, pero la mayoría de los socarrats están decorados con dibujos de animales. Los azulejos maniseros conocieron un gran éxito en los siglos XIV y XV. Sin embargo, el Renacimiento pleno trajo consigo un estilo propio y con él la decadencia de los tipos góticos anteriores. 69 Esta cerámica azul y blanca sufrió la competencia de la policromía que aportó el Renacimiento y decayó rápidamente. EL XV, SIGLO DE ORO DE LA CERÁMICA DE MANISES, CERÁMICA DE REFLEJO DORADO. Aunque comúnmente se dice que el siglo de oro de la cerámica de Manises es el siglo XV, la época de esplendor empieza en la segunda mitad del siglo XIV y acaba en la segunda mitad del XVI. El origen de esta cerámica sin ninguna duda. La mayoría de los historiadores atribuyen a Persia la primera manifestación de esta técnica, pero esta prioridad, a medida que se han ido sucediendo las excavaciones arqueológicas, se ha visto desmentida y actualmente es 70 difícil a predecir quien fue el descubridor del reflejo dorado. En España, en el siglo XI ya se fabricaba loza dorada como demuestran las piezas encontradas en Medina Azahara. Lo que es en cambio indudable es que, en el siglo XII, se fabrica en España en Calatayud y Málaga loza dorada que, según el viajero musulmán El Edrisí, era maravillosa en esta ultima y competía en esplendor con la oriental. Al período de apogeo de Málaga sigue el de Granada, que conoce su siglo de oro en el XIV con Yusuf I. Es característica de esta cerámica, llamada nazarí en honor de la dinastía de los reyes granadinos, la desproporción en las vasijas entre su cuerpo extraordinariamente grande y la estrechez del 71 gollete. Tenían además unas asas planas a ambos lados que eran únicamente decorativas y la forma exterior era de ánfora. La decoración era similar a la que se hacía en el siglo XIII en Mesopotamia. Consistía en dividir las superficies por decorar en zonas, con un fondo de esmalte blanco y dibujos en azul y dorado. Parece ser que a principios del siglo XIV aún no se fabricaba en Manises la loza dorada. La falta de piezas fechadas hace difícil determinar cuando apareció en Manises. En cambio, son conocidas las circunstancias históricas. En los primero años del siglo XIV, Don Ferrech de Luna, Señor de Paterna y Manises, vendió este último señorío a Don Pedro Boíl, como antes hemos visto, ante el notario de Valencia. 72 Los descendientes de D. Pedro Boíl serán señores de Manises durante sus años de esplendor y de decadencia. El citado D. Pedro Boíl fue enviado como embajador del rey Juan I de Aragón, a Granada y consta que hacia 1309 ó 1310 se entrevistó con Nazar Ben Abdalá, que había sido valí de Málaga. En su estancia en la corte granadina debió ver don Pedro Boíl los famosos jarrones dorados de la Alhambra y debió enterarse que se fabricaba esa loza hacía tiempo, en Málaga. Es muy verosímil que intentase llevarse a su señorío a los artífices que la realizaban. Esto no debió ser muy difícil porque el comercio musulmán con el Mediterráneo sufrió un rudo golpe. Los artistas alfareros malagueños y granadinos tenían, además de dificultades comerciales, las derivadas de la 73 inestable situación política del reino musulmán, que estaba amenazado de muerte. En Valencia y concretamente en Manises, existía una importante industria alfarera en manos en gran parte de moriscos. Estos fabricaban la loza verde y morada así como la azul. La venida de nuevos artífices con nuevas técnicas iban a insuflar aires de novedad a las antiguas cerámicas de Levante. La familia Boíl fomentó y protegió la fabricación de la loza dorada y gestionó cerca del rey Pedro el Ceremonioso, la concesión de privilegios sobre la fabricación de loza en su señorío. Estos privilegios, que se le otorgaron en 1372, suponían para ella su renta más crecida puesto que las alfarerías pagaban un diezmo de toda la producción de “obra de terra”. 74 El monopolio que consigue Manises hará que Paterna pase a un plano muy secundario. Es claro que las primeras manifestaciones de esta técnica fueron piezas decoradas al estilo de Málaga y Granada, pues era de esos lugares de donde provenían los artífices maniseros. Sin embargo, estas decoraciones cambiarán debido a que los clientes que solicitan las piezas no van a ser los mismos ni tener los mismos gustos que los árabes. La Corona de Aragón estaba en las mejores condiciones para desarrollar un activo comercio con Italia y con otros países. La cerámica era uno de los principales productos valencianos que se exportaba no solo a Italia sino a la mayor parte de Europa, incluido el Norte, y a Oriente. 75 Para estudiar esta cerámica hay que tener en cuenta dos aspectos fundamentales: por una parte, que los artífices eran moriscos o discípulos de moriscos, y por otra, que había en esa época una influencia considerable de los gustos artísticos no islámicos, a los que había que adaptarse porque eran en su mayoría países cristianos los que solicitaban las piezas. El resultado de estas circunstancias es que se forman dos corrientes paralelas: de un lado se conservan las características árabes y por otra parte se van a introducir temas góticos, entonces de moda. De la mezcla de estas dos corrientes va a surgir un arte que se llamará hispano-árabe o moro-gótico. La cerámica de Manises va a ser un claro exponente de esta síntesis. 76 De tradición musulmana serán la representación de las letras con temas coránicos, que posteriormente se convertirán en cristianos. De las letras cúficas se pasará a la escritura gótica, y en ambos casos se dará la circunstancia de que, utilizadas muchas veces como ornamentación por personas que no sabían leer pero si pintar, serán indescifrables. A este arte de origen musulmán la corriente cristiana le aportará un vigor que se apreciará más tarde en el trazado y en los temas. El más claro exponente de esta influencia de otra cultura serán los temas heráldicos. 77 En cuanto a los fondos, acabarán teniendo una ornamentación completamente de estilo gótico. De lo anteriormente expuesto se deduce que la cerámica de reflejo dorado admite una clasificación según sus motivos sean de tipo musulmán o cristiano. Se puede decir, como característica general, que las piezas con motivo musulmán solían tener el trazo más fino y el dibujo más estilizado y simple que las de tipo cristiano. Sus dibujos solían ser los comunes de la decoración musulmana y entre ellos cabe destacar como más típicos las alafias, que eran las letras árabes de la palabra felicidad, y el árbol de la 78 vida u “hom” de origen persa. También se utilizaron en la ornamentación de tipo musulmán los escudos de armas o nobiliarios. Las características generales de la cerámica de tipo cristiano eran: el trazo más varonil y el dibujo más realista. En el dibujo, la figura humana no será motivo prohibido y se utilizará a menudo. Como oposición religiosos a los musulmanes, lemas se decoraban muchas piezas con las frases cristianas de Ave María gratia plena, o In principio erat verbum. Esta serie de lemas religiosos no es la única manifestación de paralelismo. Es posible que se fabricaran en el mismo taller piezas decoradas en uno u otro estilo, por alfareros tanto 79 cristianos como musulmanes, que muchas veces trabajaban conjuntamente. El estilo musulmán no sufrirá modificaciones radicales al contrario que el cristiano, que tendrá gran riqueza y acabará triunfando en el siglo XVI. Otra clasificación que puede hacerse de esta cerámica de reflejo dorado es la que se refiere no a los motivos ornamentales sino a la denominación que recibían en el siglo XV. Para los alfareros de la época había dos clases de piezas doradas: la “obra de pinzell” decorada a mano sin modelo previamente dado, y la “obra de contrafet” 80 en la cual el maestro había hecho el dibujo previamente. Muchas de estas piezas eran obra de más de una persona y era en ellas donde se llegaba al máximo esmero y perfección. Según la riqueza de su ornamentación y su calidad se las denominaba, en la época y entre los ceramistas, “obra de Papa”, “emperador”, “mercader”, etc. Plato de la serie de las naranjas, con un personaje tocado con turbante, en el escudete. Manises. Mediados del s. XV La técnica del reflejo dorado se transmitía como secreto profesional de padres a hijos sin escribirse jamás, e incluso se dice que solo el hijo mayor era el depositario del secreto. No obstante se conserva la fórmula que se deduce de unos documentos del morisco 81 Juan de Valencia, que fue a Vivonne (Poitiers) a fabricar azulejos, por orden del duque de Berry, en los últimos años del siglo XIV. Este procedimiento era el siguiente: primeramente se trabajaban las arcillas, decantándolas, amasándolas y purificándolas. Después de hecha la pieza a torno, se la sometía a una primera cochura, de la que resultaba bizcochada. de los “Gentili de Florencia” Manises. Hacia 1450- 1475 “Terraç” o jarrón de hojas de hiedra y las armas Sobre la pieza se daba un vidriado o barniz blanco de plomo y estaño con arena y fundente y, encima de este se decoraba en azul cobalto. Barnizada la pieza, se metía al horno a una temperatura de unos 900º, de donde salía con un 82 fondo blanco y con dibujos en azul. Posteriormente se aplicaba el dorado a base de sulfuros de cobre y plata diluidos en vinagre y aplicados a pluma o pincel. De la combinación del cobre y la plata resultaba el color más o meno cobrizo o nacarado de la pieza. Una vez decorada esta con sulfuros se sometía a una tercera cocción a baja temperatura, que era de 650º al principio, para reducirse a 500º más tarde en un punto preciso. Esta reducción del calor se conseguía mediante una combustión especial en la cual se utilizaba como elemento una leña menuda llamada “garbons”, que al producir mucho humo hacía disminuir el fuego y, a la vez actuaba sobre los sulfuros de la loza. Las piezas salían del horno cubiertas de hollín que había que quitar lavándolas y frotándolas fuertemente y con 83 esta operación se quitaban también los excesos de color. Plato de la “garlanda” de la serie de los atauriques carnosos. Manises. Hacia el tercer cuarto del s. XV La operación era muy difícil porque la aplicación de los sulfuros directamente era muy complicada y solo sabían hacerlo los artesanos verdaderamente expertos. Para estudiar la ornamentación de la loza dorada de Manises hay que tener presente lo que se ha dicho antes respecto a la clasificación de los tipos de cerámica: la musulmana y la cristiana 1.º Motivos de ornamentación de tipo musulmán: - Alafias grandes o felicidad en signo árabe 84 - Alafias pequeñas - Acicates o espuela - Coronas - Atauriques - Hojas de vid - Hojas de cardo - Claveles o margaritas - Solfas 2.º Motivos de tipo cristiano: - Figuras humanas - El Ave María - Hojas y flores moteadas, rosas - Hojas y flores en espiral - Hojas de ortiga - Hojas de perejil - Hojas lanceoladas 85 Completando esta enumeración se pueden añadir como motivos de decoración los animales, un ángel, los escudos heráldicos y algún motivo más de decoración floral, como las hojas de hiedra y de helecho y el árbol de la vida u “hom”. Estos motivos eran muchas veces similares a los que se usaban en los tejidos de seda o de damasco. Esto es visible en las hojas de cardo, la decoración más típica del siglo XV y se demuestra porque en las escrituras de la época referentes a contratos sobre loza y “obra de terra” se hace alusión a que sean a la “manera de Damasco”. La disposición de los motivos era muy variada. Podía ser radiada, circular, de cuadrícula o romboidal; lo más común era que los elementos estuvieran combinados. 86 En las piezas más comunes, los dibujos y elementos decorativos eran los mismos que en las pintadas en azul cobalto. En las más suntuosas, para destacar el elemento principal de la composición se utilizaba el azul cobalto, que en Manises era casi negro, mientras que en el fondo, el motivo, normalmente floral, se decoraba en reflejo dorado muchas veces con dibujo diminuto, sobre un barniz blanco lechoso, espeso y brillante. El dibujo de las piezas estaba perfectamente delineado y en los platos la figura o el escudo central solía ocupar toda la superficie. Las solfas eran otro motivo aparecido a fines del siglo XV, consistente en notas musicales que se repiten. Este último elemento se utilizará en las dos grandes series anteriores de modo 87 que no aparece solo sino como fondo de otros temas y siempre de modo profuso y en tamaños diminutos. Así como en los anversos son similares las piezas en Manises y Paterna, en los reversos hay una característica especial en Manises que en Paterna no se da, y es que se decoraban a veces con gran suntuosidad, sobre todo en las piezas de encargo. La decoración de estos reversos se derivaba de motivos de tipo musulmán y era menos variada que la de los anversos. Primeramente estos anversos se decoraban con una especie de flor, la llamada hojaflor, pero más tarde se utilizan otros motivos ornamentales. La producción de Manises en ese período fue muy variada. Lo más característico son los platos, que podían ser de distintos tamaños y formas. 88 A los hondos y de gran tamaño se les ha denominado braseros, pues quizá sirvieran para poner ascuas sobre una capa de ceniza. Los que se usaron como vajilla de mesa para comer y trinchar eran los denominados “plats de tallador” y también para el mismo uso los había con base parecida. Se conservan además multitud de piezas de carácter popular, tales como botijos, huchas, pitos de barro, etc. Pero la gran importancia que alcanzó la industria cerámica en esta época se manifestó también en el auge de la azulejería valenciana y más concretamente manisera. 89 Contribuyeron a ello en gran medida los duques de Gandía, que además de encargar azulejos para su palacio, lo hicieron para las famosas estancias Borgia del Vaticano. Son de Manises igualmente los pavimentos de muchas iglesias francesas e italianas, especialmente en Nápoles. Los colores comunes de decoración de los azulejos eran blancos y azules, pero también se fabricaban en dorado y manganeso. La decoración de los azulejos no sufre variación. Hasta fines del siglo XVI se seguirán utilizando los temas moriscos. Hay una serie menos conocida llamada “de la sierra”, por estar bordeados por una cenefa de contorno aserrado y con una decoración muy variada y similar en 90 cuanto al dibujo a las piezas doradas de la misma época. De este estilo se encontraron azulejos en el antiguo palacio señorial de los Boíl, de Manises, hoy destruido. Se dice que la familia Boíl fue la que inició y contribuyó a mantener la importancia de esta cerámica y su expansión comercial. Lo cierto es que en el siglo XV la loza de Manises se exportaba no solo a Cataluña, Navarra y Castilla, sino a Inglaterra, Flandes y todo el Mediterráneo, especialmente a Nápoles. En los años de mayor apogeo, que fue la década 1475 a 1485, llegaban al puerto del Grao, galeras valencianas, genovesas, florentinas, sicilianas, chipriotas y argelinas, 91 que competían con las naves catalanas y mallorquinas en el negocio de cargar “obra de terra”, principalmente de Manises. Los azulejos se embalaban en sacos de esparto y las piezas de vajillas en tinajas. Estas tinajas, preparadas para impedir la rotura de las piezas, eran de cuenta del comprador: De cuenta del vendedor era, en cambio, el que la “obra de terra” había de ser buena, de justa venta y de recibo, con obligación de entregarla en un plazo que iba de cinco semanas a dos meses, plazo que de no cumplirse suponía el pago de una multa estipulada en el contrato. No obstante, conviene referirse a datos que atestiguan hasta que punto fue considerada como un objeto precioso. No solo consta el testimonio vago de Eiximeno, que ya a finales del siglo XIV dice que la 92 cerámica de Manises es propia de Papas y Emperadores, sino que en plena edad de oro del Renacimiento, los Médicis, el rey Renato de Anjou y todas las gentes poderosas de entonces quieren poseer estas piezas. Son incluso reproducidas por los grandes pintores, como ocurre en los cuadros de la adoración del Cordero místico de los Van Eyck, de la catedral de Gante. En Toscana y Florencia se intentará copiar esta cerámica, sin conseguirlo. No obstante, el estilo de Manises influirá posteriormente en la cerámica italiana. Se copió esta cerámica en Aragón, en Cataluña y en Sevilla. Hoy pueden verse ejemplares de Manises en los museos del Louvre y de Cluny, en Francia; en el British Museum y en el Museo Victoria y Alberto, de Londres; y en el Metropolitan y la Hispanic Society, de Nueva York. 93 DECADENCIA DEL ESTILO DE REFLEJO DORADO SIGLOS XVI Y XVII Tras un siglo glorioso para la cerámica de Manises sigue un periodo de decadencia que transcurre desde el segundo tercio del siglo XVI hasta finales del XVII. Coincide con dos hechos fundamentales en la historia de España. En primer lugar, el auge del comercio con América, que se desplaza del Mediterráneo y se realiza por el Atlántico, y en segundo lugar la entronización de la casa Austria. 94 De ambos hechos se deducen consecuencias que influyeron en la industria española y, en particular, la valenciana. Del comercio con América resulto que los puertos mediterráneos estaban más alejados que los atlánticos. Valencia estuvo alejada del comercio con América no solo porque la empresa era principalmente castellana, sino además porque el puerto del Grao era pequeño para el calado de los barcos que requería la travesía atlántica. El segundo hecho mencionado supondrá el advenimiento de una dinastía extranjera, con unos gustos internacionales, a la cual el arte hispano- morisco resultará extraño. En el arte, el Renacimiento había influido decisivamente en las modas y en los gustos. Su estilo 95 había apagado el gótico y entre la gente acomodada el arte hispano- morisco había dejado de estar de moda. En el campo de la cerámica los italianos habían impuesto la policromía. El esplendor que tuvo Manises entre los años 14751485 no lo tendrá jamás porque ya los emperadores, papas y reyes no solicitarán la cerámica española para sus vajillas de lujo. ACTIVIDADES RELACIONADAS CON LA CERÁMICA MUSEO DE CERÁMICA DE MANISES Historia del Museo El Museo de Cerámica de Manises fue creado por acuerdo municipal el 3 de noviembre de 1967 con la 96 finalidad de conservar el patrimonio cultural de la ciudad, inaugurándose oficialmente el 26 de noviembre del mismo año. El Museo fue instalado en una casa señorial del siglo XVIII. Pocos años después de su inauguración se puso de manifiesto que los escasos metros cuadrados de que disponía eran insuficientes para exponer adecuadamente las piezas que, de forma continuada, incrementaban la colección del museo. Por ello, y tras un fallido proyecto de ampliación, el Ayuntamiento asume en 1983 la necesidad de la reforma y encarga a dos arquitectos la remodelación del edificio. Después de siete años cerrado al público para llevar a cabo las obras de ampliación y reforma del edificio y los trabajos de montaje, las nuevas instalaciones fueron inauguradas el 9 de octubre de 1989. 97 Contenido del Museo Junto con el edificio se incluía un buen número de obras de arte y objetos de cerámica que constituyeron el núcleo inicial de los fondos del Museo, aumentados posteriormente por donaciones de vecinos de la localidad, hallazgos y excavaciones en el subsuelo de la ciudad y también por adquisiciones muy selectivas, habiendo conseguido reunir en total más de 2500 piezas. La exposición de una seleccionada parte de los fondos de cerámica se ha estructurado, dentro de las nuevas instalaciones, en seis grandes apartados o salas: Vestíbulo, Tecnología, Siglos XIV- XV, Siglos XVII- XVIII, Siglos XIX- XX y Cerámica de arte. Además de todas estas salas hay otros servicios que ofrece el MCM. Así consta con una biblioteca especializada en cerámica y un archivo documental de 98 cerámica contemporánea con más de mil fichas de ceramistas y dos mil quinientas fotografías de sus obras, así como folletos y catálogos de exposiciones, recortes de prensa, etc. El Museo cuenta además con unas instalaciones y servicios complementarios como son el almacén, taller de restauración y archivo biblioteca. Con estos servicios se pretende alcanzar un objetivo múltiple: exponer, conservar, estudiar y divulgar la cerámica de Manises en su perspectiva histórica y en su realidad actual. CABALGATA DE LA CERÁMICA La cabalgata de la cerámica ha sido durante años uno de los elementos básicos de las fiestas patronales de Manises. 99 Sus orígenes aún son inciertos ya que no hay ningún documento que acredite su existencia hasta entrado el siglo XX. Y si es incierta la fecha de inicio de la fiesta, no lo son menos los datos que disponemos para trazar algunos hechos superficiales de cómo se empezó a organizar y de cómo se desarrolló. Como hoy, la fiesta se celebraba en la tarde de las Santas y era organizada por los fabricantes de cerámica. Aquel que quería participar encargaba una plataforma que sería decorada por sus propios trabajadores y tirada por caballos desfilaría en la hora y fecha señalada en una desfilada que recordaría mucho la Batalla de Flores de Valencia, pero que en esta ciudad se convertiría en “de cerámica”, dado que, aun en aquellos años, referirse a 100 Manises era hablar de cerámica. Todo apunta que incluso había premio para la carroza más adornada. La cabalgata se abría con los estandartes del Reino, los seguían los gigantes y enanos con el tamboril y la dulzaina que amenizaban sus danzas. Después de ellos venían las grupas, siete u ocho parejas vestidas a la valenciana sobre caballos adornados de igual manera. Y detrás las carrozas, tiradas por caballos adornados de idéntica forma que las grupas y sobre ellos, las chicas vestidas de valenciana que repartían gran cantidad de escuraeta y de silbatos de cerámica. No ofrecía muchas dificultades llenar la carroza de piezas, ya que lo que se regalaba era el “menudet” que tanto abundaba en las fábricas. Eran piezas en miniatura, 101 réplicas de originales, que los fabricantes siempre tenían a mano para regalar a los compradores. Después de las carrozas dos landó para las autoridades y después de ellos, cerrando la cabalgata, cualquiera de la dos bandas de música que había por aquellos primeros años. Con el paso de los años, de aquella cabalgata queda fundamentalmente el día de la celebración y el hecho mismo de celebrarse. El medio de transporte ha evolucionado hacia remolques más grandes tirado por tractores y las piezas que se regalan también han pasado a ser más grandes que aquellas antiguas; piezas grandes y balones son los objetos estrella de la gente que se amontona año tras año alrededor de los remolques, en peligrosas y temerarias intenciones de coger cuantas más piezas mejor. 102 OTROS MONUMENTOS MEDIEVALES Manises actualmente, aparte del trazado de sus calles y la cerámica anteriormente vista, no conserva nada del período medieval correspondiente a los siglos XI- XV. Si hubo un día, aunque no hay testimonios documentales de la fecha de construcción ni de otros detalles de sus inicios, el CASTILLO DE MANISES que perteneció a la familia Boíl. De este edificio tan solo se ha conservado el nombre que da el nombre a la plaza donde actualmente se encuentra el Ayuntamiento. 103 De los pocos testimonios que quedan se deduce que era un edificio con grandes puertas de hierro que daban paso a un porche desde donde daba paso la entrada de la casa. En la planta baja había una cocina con bodega y amasadero y una cámara llamada de los “studis” seguramente para atender los asuntos de la administración del señorío. Aparentemente en la misma planta una sala grande llamada “sala mayor”, reservada para reuniones y actos solemnes. Y finalmente una planta alta con las salas de dormir: una, la propia del señor con recámara y la otra del infante y por último la cámara de la torre. El edificio se comunicaba por dentro por medio de una gran escalera. Con los siglos el edificio sufrió grandes reformas, hasta quedar con el aspecto de un viejo caserón. 104 El 28 de junio de 1929, el Ayuntamiento compró a su propietario, en aquel tiempo el conde de Villagonzalo, el edificio por un precio de 46000 pta. Y en 1959, por el estado ruinoso en que se encontraba, el Ayuntamiento de Manises acordó la evacuación de sus habitantes (Guardia Civil) y de la escuela y almacén municipal que conjuntamente ocupaban el edificio y sus alrededores. Foto: Archivo Gadea Antigua caserna de la Guardia Civil. Antiguo edificio Palacio de los Boíl en los años 60 En julio de 1960 se acordó su demolición. Y así, desaparecía para siempre un edificio, que aunque no era una joya de la arquitectura, si que fue durante siglos, punto de referencia de la vida pública de Manises. 105 CAPELLETA DE SAN ANTONIO Antiguo recinto de la Capilla de la Virgen del Rosario, es un pequeño espacio, muy reformado. Es de planta cuadrada, tiene un zócalo de azulejos modernos de estilo Renacimiento. En la Capelleta se conserva la puerta y la pila bautismal de época gótica. La fachada de la Ermita es sencilla, con cornisa sobre la cual se levanta una espadaña de arco de medio punto adornado con bolas de reflejo metálico. Es lo único que queda de la antigua iglesia de San Juan Bautista construida en 1370. Frente a esta capilla estaba situado el cementerio cristiano que se utilizó hasta 1816, año en que se inauguró el nuevo. 106 Estos dos ejemplos vistos, junto con la cerámica, es lo único que queda de esta población que tanto poder tubo un día. LEYENDAS El escudo de Manises Este se puede ver en la fachada del Ayuntamiento, en las entradas de la población, en monumentos, rotulaciones de calles, impresos, Programas de fiestas o de otros actos, azulejos, platos conmemorativos, etc. Justo es reconocer que el Escudo caló hondo en la población y se ha popularizado ampliamente. 107 Su forma es lo que en heráldicas se llama Escudo Cortado, es decir, dividido en dos partes iguales, separadas por una línea trazada en sentido horizontal. En su mitad superior hay una Torre cuadrada (árabe) blanca, sobre fondo azul, y en su mitad inferior un Toro, en rojo, sobre fondo blanco. El escudo esta orlado por un vistoso lambrequín en azul y amarillo y rematado por la corona condal, de oro, guarnecido su círculo por pedrería, y realzada con perlas gruesas sostenidas por puntas igualmente de oro. En su parte inferior campeo la leyenda: “Ciudad Histórica y Laboriosa” cuyo título le concedió Su 108 Majestad el Rey Don Alfonso XIII por Real Decreto el día 22 de diciembre de 1924. Pero pasamos ahora a señala algunos aspectos históricos de este Escudo que es el propio de los Boíl. La razón de hallarse allí la Torre la vemos en la “Trova n.º 100” de Mosén Jaume Febrer, que dice: “Don Benet Boíl Senyor del Castell que este nom prenguè, alla en les montanyes de Jaca e de Hosca, es lo escut aquell que mirant estau. Sobre camp bermell. Una torre pinta, e per les fasanyes de un abuelo seu, fetes en Terol, Un bou anyadix sobre camp de blau. Los moros sitiats, ans de eixir lo sol soltaren furiosos de bous un estol al eixercit fel; de este perill trau 109 Boil a sa gent, è a Nanfòs li plau...” La hazaña fue, como hemos leído, el poder eludir el gran peligro que suponía para los cristianos, aquella manada de toros, azulados y embravecidos, lanzados desesperadamente por los moros sitiados para romper el cerco enemigo. De esta grave situación los salva a todos un Boíl y el Rey complacido le concede el honor de que en su escudo figure un Toro. Hay quien supone pudo ocurrir de esta forma o al contrario, es decir, que los toros fueron lanzados por Boil y su gente, aunque la realidad es que este sistema d e atacar y defenderse, parece ser fue usual en aquellos años de choques habituales entre los ejércitos cristianos y los de la Media Luna, incluso utilizándose toros con bolas de tea encendidas sobre los cuernos; las llamas de estas bolas y el goteo candente de la tea sobre la piel del 110 toro los enloquecería, y todos ellos, cegados y rabiosos, arrollarían a cuanto se opusiese a su paso. La leyenda del Menecil Esta leyenda la hizo famosa el historiador Escolano en sus Décadas y cuenta que: “Al lado de Quart, derribada hacia la ribera del río Túria, a una legua de Valencia, viene la villa de Manises, famosa por su vidriado y azulejos; llamáronla los moros, cuando fueron señores de España, MENECIL, que quiere decir, mi asiento o mi señorío. Porque cuentan nuestros moriscos, que en el sitio que pusieron sus antepasados a Valencia, habiendo alojado un caudillo principal en este lugar, enamorada de él, dijo a los suyos: Menicil, aquí ha de ser mi asiento. Por donde le quedó el nombre, que, después, por la mudanza 111 de los tiempos y pobladores, se ha transformado en Manises.” La Historia de Zegrí (leyenda del Salto del Moro) Cuenta la leyenda que en el poblado de Menecil, muy cerca de lo que conocemos por el “Salto del Moro”, tenía su casa un moro llamado Abu Wafí, almoixerif del Rey de Valencia. Este, por razones de estatus social, tenía 7 esposas, todas ellas de familias distintas. La más reciente de sus mujeres procedía de Paterna y era una chica muy guapa llamada Amina. Pero Amina estaba enamorada del hijo de un cadí, que se llamaba Zegrí. El chico cuando conoció la noticia del casamiento de su amada, se entristeció mucho y todas las mañanas observaba desde lo alto de un árbol como Amina y las otras mujeres de Abu Wafí se bañaban en la cascada. 112 Una de estas mañanas, se enteró Zegrí, que el almoixerif partiría en la noche por razones de su trabajo, y aunque sabía que era muy peligroso, decidió ir a visitar a su amada Amina. Así lo hizo y estuvo gran parte de la noche con ella. Pero, cuando se disponía a irse, cuatro feroces alanos se tiraron a su espalda. Zegrí pudo escapar. En cambio, la suerte lo abandonaria pronto, ya que lo persiguieron doce jinetes del almoixerif que lo acorralaron. Zegrí y su caballo no sabían por donde ir hasta que toparon de frete con el salto, un corte muy pronunciado en el terreno que existe al nordeste del poblado y que cae a plomo sobre la margen derecha del río. El caballo hizo un repentino intento de parar en seco, pero fue demasiado tarde y Zegrí, junto con su caballo, cayeron por el precipicio. 113 Amina, repudiada por su marido Abu Wafí, fue devuelta a su familia y se dice que poco después, murió de amor por su Zegrí. De esta leyenda proviene el nombre de una zona de Manises situada en el nordeste. FIESTAS ENERO Cabalgata de los Reyes Magos (día 5) Fiesta de San Antonio Abad Como muchas poblaciones de la Comunidad Valenciana, Manises honra a San Antonio Abad, conocido popularmente por todos los Maniseros, como del Porquet, con diferentes actos festivos, lúdicos y religiosos, destacando entre ellos la hoguera que se planta, para tal ocasión con trastos viejos de las casas de los vecinos de 114 la Ciudad y que en la noche anterior a la festividad se quema en la plaza del Corazón de Jesús, junto a la Capilla en honor al Santo. Al día siguiente por la mañana se produce la bendición por el cura a las mascotas domésticas, portadas por sus respectivos dueños. Fiesta de San Antonio Abad FEBRERO La Candelaria (día 2) Es una fiesta muy arraigada y tradicional en Manises en la que las protagonistas son las niñas. 115 Por la mañana se celebra una misa por las Madres del Año con sus hijos recién nacidos en sus brazos. También acuden las niñas clavariesas ataviadas a la antigua usanza, con largos vestidos y mantón de Manila. Por la noche, se realiza una procesión en honor a la Candelaria, no faltando los fuegos artificiales como broche final de esta singular fiesta manisera. Carnavales MARZO Fallas (del 15 al 19) Semana Santa- Pascua En esta celebración en la que se conmemora la muerte, pasión y resurrección de Jesucristo, Manises se vuelca en todas sus procesiones y traslados. Cuenta con una larga historia dado que desde tiempos ancestrales (la primera se celebró en 1574, 116 reseñada en los Libros de Visitas Pastorales del archivo Parroquial), ya existía la Cofradía de la Sangre, si bien fue a mediados de la década de 1940, cuando surgen las diferentes hermandades. En la actualidad son cuatro las hermandades existentes: “María Santísima y Jesús de las Misericordias”, “La Flagelación de Nuestro Señor”, “Nuestra Señora de la Soledad y Jesús del Gran Poder”, y “La del Santo Sepulcro y Caballeros del Santo entierro” ABRIL 117 San Vicente Ferrer (lunes siguiente al de Pascua) En Manises, comienzan los preparativos de la fiesta el día anterior, con la recogida de la murta, matapusa, y demás hierbas aromáticas de la huerta. Al día siguiente, la festividad del Santo, celebrándose muy temprano el tradicional Comulgar de Impedidos, luciendo las casas, las mejores galas para la ocasión. MAYO Exaltación de la Cruz Las calles de Manises se llenan de estas artesanales cruces, decoradas con elementos variados, como la flor, papelitos de colores, cerámica... Los Mayos (todas las madrugadas de domingo de mes) Son noches de ronda a las chicas por grupos de amigos, pretendientes, novio o marido, interpretando 118 melodías románticas, folclóricas y populares, bajo los balcones de las casas. Festividad de la Virgen de los Desamparados (tercer domingo de mes) JUNIO XL Horas (según la Cuaresma) En la parroquia de San Juan Bautista se celebra esta tradición desde el año 1864. El último día se canta en la plaza de la iglesia el popular motete de la “Carxofa”, en un descanso de la procesión. San Juan (día 24) San Juan es el patrón de Manises y el titular de la parroquia del mismo nombre. Desde tiempos medievales, el señor de la villa era quien organizaba la fiesta en honor al Santo. 119 Una de las tradiciones mas interesantes que existen, era la de realizar con los primeros granos de trigo de la cosecha, un gran pastel o rollo, que se coloca en una bandeja de plata a los pies del Santo. También es costumbre colocar dos grandes olmos, en los laterales de la puerta de entrada de la parroquia. Otra de las festividades tradicionales de este día es el “Ball de les Coveteres”, una danza tradicional que los habitantes de Manises, bailaban en la plaza de la villa ante el señor, quien les obsequiaba con un refrigerio. Festividad del Corpus Christi (según la Cuaresma) JULIO Ntra. Sra. De la Cabeza (primer fin de semana de julio) 120 Celebradas en el barrio de San Francisco de Asís y organizadas por la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Cabeza. San Vicente Ferrer (del 5 al 8 de julio) Moros y Cristianos (del 12 al 15 de julio) Fiesta de la Cerámica (semana anterior al 19 de julio) Más de cincuenta ceramistas trabajan en la Avenida Blasco Ibáñez mostrando a los visitantes los diferentes procesos de elaboración y decoración de la cerámica. cabalgata de la Cerámica (18 de julio) 121 Entre la cerámica que los fabricantes regalan a los asistentes, destaca un conjunto de piezas de miniatura llamada “Escuraeta”, una reproducción en miniatura de una vajilla de uso común. Fiestas de Santa Justa y Rufina (del 16 al 20 de julio) Día de fiesta grande en la población, puesto que Manises honra a sus patronas desde hace más de 255 años, cuando los alfareros de la villa decidieron elegirlas como sus patronas, ya que Justa y Rufina, eran dos hermanas, que nacieron y vivieron en Sevilla, y que se dedicaban a la venta de piezas de barro y loza. 122 AGOSTO La Traslación(día 14) La antigua iglesia parroquial estaba situada en la actual ermita de San Antonio que se construyó entre los siglos XIII o XIV. Como se encontraba deteriorado por el tiempo y además se quedaba pequeño se pensó erigir un nuevo templo parroquial. La inauguración fue celebrada con el traslado del Santísimo, desde la iglesia antigua a la nueva. Fue un gran día que todos recuerdan con la conmemoración de esta festividad. OCTUBRE 123 Mercado Medieval Se recrea la ambientación de un mercado medieval, lleno de puestos en los que se ofrecen al público una variada oferta de productos artesanales. Rosarios Públicos Es costumbre que cada domingo de este mes se realice un Rosario Público cantado, siguiendo el recorrido habitual de las procesiones. NOVIEMBRE 124 Feria de Artesanía y Gastronomía Santa Cecilia (día 24) Esta festividad esta organizada por los componentes y socios de la Sociedad Musical la Artística Manisense, la banda de música de Manises. DICIEMBRE La Inmaculada Concepción (día 8) PAISAJE Su clima es mediterráneo, con medias térmicas de 9’8 en enero y 25’2 en agosto. La precipitación media 125 raramente supera los 400- 500 ml., que se alcanza con especial intensificación pluviométrica de otoño a primavera. En su término municipal se encuentra como accidente geográfico la depresión del Barranquet. Situada al sudoeste del casco urbano constituía el desague natural en épocas de lluvias torrenciales, sin embargo, la construcción del Aeropuerto internacional de Valencia en los años 30 supuso una barrera artificial al transcurso natural del agua. El territorio de Manises se extiende entre las curvas de nivel de 35 m. (junto al casco urbano) y las de 135 m. por encima del nivel del mar (el límite noroeste del término municipal). En el sector agrario trabaja el 9% de la población activa, porcentaje muy bajo si se compara con el sector 126 secundario o industrial, en el que se ocupa un 62%, mientras que un 29% lo hacen en el terciario o de servicios. El predomino en el secundario se debe más que nada a la tradicional dedicación industrial a la cerámica, en la cual hay que señalar además la alta utilización de mano de obra femenina que constituye la mayor parte de pintores de cerámica. La naturaleza industrial de esta ciudad se origina en la intensa actividad artesanal basada en la producción cerámica que se inicia en la época medieval. Su tradición alfarera, continuada hasta nuestros días, ofrece el marco adecuado para el establecimiento de instalaciones fabriles a lo largo del s. XIX y durante todo el XX. La importancia económica del artesanado, y de la industria ha eclipsado a la producción agrícola de esta 127 población, la cual participa tanto de los cultivos de secano como de los de regadío. HIMNO DE MANISES Letra de En Joseph M ª Cátala Gimeno Música del Mtre. José M ª Morató Marco Manises ¡Patria meua! escolta lo meu cant: un cant d´amor que brolla d´un cor fervent y amant. Tu eres de Valencia la pedra diamantina que exorna, amb ses fulgències, la nostra llar pairal. La teua gràcia innata, que és àtica y llatina, ens cambia el fang en joies de gràcia sense igual. Ornat eres d´Espanya, per gràcia i fantasia, puix forges llums i somnis en la imaginació; i el fum que a tu t´envolta anuncia en llunyania el foc que et crema, mític, el cor i la il.lusió. Un foc que a tu t´impulsa a obrir noves fronteres i a tindre, en creu, els braços oberts a un món millor: I a tots els que en tu cerquen novelles primaveres els dones l´esperança del pa, treball i amor. 128 Al cor te porte sempre ¡Manises estimada! puix tu em donares vida, farcida de futur; i, en les entranyes teues, tu guardes delicada, les cendres dels qui foren els meus amors més purs. Manises ¡Patria meua! jo vullc finar mon cant llançant al vent la flama d´un crit enamorat: Per sempre, ¡visca, visca la nostra ciutat! BIBLIOGRAFÍA CERDÀ, M.- GARCÍA BONATÉ, M. (1995): Enciclopedia de arqueología industrial, Ed. Alfons el Magnànim, Valencia. MORENO ROYO, JM. (1983): Manises retazos de su historia, Ediciones Seguí, Alzira (Valencia). GONZÁLEZ MARTÍ, M. (1944): Cerámica del levante español. Siglos medievales, Editorial Labor, Barcelona. PINEDO, C.- VIZCAÍNO, E.: La cerámica de Manises en la historia, Editorial Everest. 129 SÁNCHEZ- PACHECO, T. (1997): Summa Artis historia general del arte. Cerámica española, Espasa Calpe, Madrid. MARTÍNEZ CAVIRÓ, B. (1991): hispanomusulmana, Ediciones El Viso, Madrid. Cerámica http://www.manises.com 18/4/2004 http://ayto.manises.infoville.es 18/4/2004 INDICE 1 Nombre y localización del municipio de Manises 2 Manises y su pasado medieval(siglos XI- XV) 3 Mapa de la localidad 4 Manises y su gran arte medieval: la cerámica - la cerámica de Manises hasta el s. XV: cerámica verde y morada denominada de Paterna - la cerámica de Manises hasta el s. XV: cerámica azul. 130 - el XV, siglo de oro de la cerámica de Manises - decadencia del estilo de reflejo dorado siglos XVI y XVII Actividades relacionadas con la cerámica : -museo -cabalgata Otros monumentos medievales 5 Otros aspectos de la población: -leyendas -fiestas -paisaje -himno Bibliografía 131