Año XIV, vol. 11, N°4, Octubre de 2004 Epistemología y psiquiatría Gustavo Adolfo Apreda 1 Resumen Tradicionalmente se entiende por epistemología a la teoría del conocimiento científico. En otras palabras es el modo de incorporar y producir conocimiento. El significado original de la epistemología ha derivado claramente, en aquella rama del saber que se ocupa de las normas y métodos de la ciencia. De todos modos es posible ampliar ésta definición sobre la base de dos cuestiones. En un sentido más filosófico, se trataría del estudio de “como sabemos aquello que sabemos”. En un sentido más científico, trataría acerca de cómo se conoce, cómo se piensa y cómo se decide. Este último sentido requiere para el científico una especial atención, porque compromete su “hacer ciencia”. Es decir, que la tarea del científico no termina con la obtención de resultados. Por lo tanto hacer epistemología supone la puesta en marcha de los principios con los que un científico realiza su trabajo y su compromiso con esos resultados y sus aplicaciones. Etimológicamente la epistemología es el estudio no sólo del dominio del conocimiento, sino también del de la acción, ya que la palabra proviene del vocablo griego epistéme que significa conocimiento, inteligencia, saber, y también destreza y pericia. Este idea de epistéme como noción integradora hace referencia a una cosmovisión, que orientan no sólo los procesos de pensamiento, sino también las acciones. Para la epistemología que proponemos, resulta inadmisible la separación del hombre de la naturaleza. En ese sentido sólo es concebible una ciencia que incluya al hombre que la genera. El hombre al configurarla, al hacer ciencia, es parte indisociable de ella; por más que se pretenda separarlo a favor de una supuesta objetividad que lo excluye arbitrariamente de su realidad. El centro de gravedad del conocimiento está precisamente en la “relación” sujeto-objeto, y por lo tanto todo acto de conocimiento está codeterminado a partir de los términos de esta relación. Si el conocimiento supone una relación sujeto-objeto, el problema del conocimiento consiste en el estudio de esa relación. Palabras clave Epistemología, relación sujeto-objeto, modelos teóricos de la psiquiatría, integración epistemológica. Introducción El significado y el impacto de la ciencia a partir de la tarea de los científicos en el mundo moderno, ha despertado un interés generalizado por conocer su naturaleza, sus procedimientos, su alcance y sus limitaciones. Ocurre con frecuencia que se tiene un concepto equivocado con respecto a las características de la ciencia, pues se la identifica exclusivamente con sus resultados y aplicaciones. Sin embargo, la ciencia es esencialmente una metodología cognoscitiva y una particular manera de pensar acerca de la realidad. Es indudable el importante papel que desempeña la ciencia y por ende la tarea de los científicos en la sociedad de nuestro tiempo, no sólo en lo que respecta a las aplicaciones tecnológicas, sino también por el cambio conceptual que ha inducido en nuestra comprensión del universo y de lo humano. Según algunos epistemólogos, lo que resulta característico del conocimiento que brinda la ciencia es el llamado método científico, un procedimiento que permite obtenerlo y también a la vez justificarlo. Pero cabe una digresión: ¿Tenemos derecho a hablar de un método científico? No estamos de acuerdo con que exista algo como “el” método científico; pues entre los métodos que utiliza el científico se pueden señalar métodos definitorios, métodos clasificatorios, métodos estadísticos, métodos hipotético-deductivos, procedimientos de medición y muchos otros, por lo cual hablar de “el” método científico es referirse en realidad a un vasto conjunto de tácticas empleadas para construir el conocimiento. En el operar cotidiano de los científicos se habla poco o nada de epistemología. Algunos investigadores, por exceso de cientificidad, suelen vincular la epistemología con la filosofía, o al menos con una suerte de meta-conocimiento que parece escapar al accionar de los científicos. Estas ideas emergen cuando se ejerce una fuerte reducción del alcance del término epistemología, el cual queda circunscripto al ámbito exclusivo del pensamiento. Sin embargo actuar de ese modo, implica olvidar el ámbito de la acción y de las conductas que operan en y por el pensamiento. Se trata de una reducción empobrecedora, que cercena el extenso dominio de las experiencias, al quedar descartadas las acciones y las conductas. ¿Puede establecerse una disociación entre pensamiento y acción, entre conocimiento y conducta? Sólo sí se impone la mencionada restricción, estas esferas podrían disociarse. Pero en rigor en nuestra experiencia cotidiana, difícilmente podamos separar el conocimiento que orienta nuestras acciones, de las conductas que lo generan. A pesar de esto, muchos investigadores no están dispuestos a ejercer su propio conocimiento en la acción. Tradicionalmente se entiende por epistemología a la teoría del conocimiento científico. En otras palabras es el modo de incorporar y producir conocimiento. El significado original de la epistemología ha derivado claramente, en aquella rama del saber que se ocupa de las normas y métodos de la ciencia. De todos modos es posible ampliar ésta definición sobre la base de dos cuestiones. En un sentido más filosófico, se trataría del estudio de “como sabemos aquello que sabemos”. En un sentido más científico, trataría acerca de cómo se conoce, cómo se piensa y cómo se decide. Este último sentido requiere para el científico una especial atención, porque compromete su “hacer ciencia”. Es decir, que la tarea del científico no termina con la obtención de resultados. Por lo tanto hacer epistemología supone la puesta en marcha de los principios con los que un científico realiza su trabajo y su compromiso con esos resultados y sus aplicaciones. Etimológicamente la epistemología es el estudio no sólo del dominio del conocimiento, sino también del de la acción, ya que la palabra proviene del vocablo griego epistéme que significa conocimiento, inteligencia, saber, y también destreza y pericia. Este idea de epistéme como noción integradora hace referencia a una cosmovisión, que orientan no sólo los procesos de pensamiento, sino también las acciones. Distinguir conocimiento científico de otras formas de conocimiento, supone una demarcación consensuada entre aquello que es científico y aquello que no lo es. Y esto es un problema epistemológico. La demarcación puede ser rígida o flexible, precisa o difusa, y puede basarse en diferentes criterios: bases metodológicas, tipos de lenguaje, etcétera. Pero toda demarcación depende de la epistemología de base de los científicos, y especialmente del consenso entre éstos acerca de lo que queda dentro o fuera de su campo. Es decir, cualquiera sea el criterio de distinción entre ciencia y no-ciencia, la demarcación es principalmente una cuestión de significado. Al decir que la metafísica no tiene incumbencia dentro del ámbito científico, estamos trazando en principio, una distinción que en esencia, involucra la noción de significado. Los científicos que se apartan de la epistemología porque la consideran “filosofía”, deberían pensar que carece de significado toda cuestión relacionada a una supuesta realidad exterior dentro de la esfera científica, cuando validan sus argumentos observacionales. Carece de significado porque, sea cual fuese el “(pre)supuesto” de base al respecto, el científico opera con “datos”, y éstos datos no son parte de la esfera de una realidad metafísica, sino parte del dominio de las descripciones del observador. Dentro del ámbito científico tiene significado el cómo y no el qué, en términos de aquella realidad mencionada. En el ámbito metafísico, lo que tiene significado es precisamente el qué, porque tiene que ver con la naturaleza del ser. Centremos la temática de la epistemología en la esfera de lo que designamos el cómo, y convengamos una restricción a lo que llamaremos dominio científico. La tarea de comprender que es la ciencia importa porque a la vez es comprender nuestra época, nuestro destino y en cierto modo, comprendernos a nosotros mismos. Para la epistemología que proponemos, resulta inadmisible la separación del hombre de la naturaleza. En ese sentido sólo es concebible una ciencia que incluya al hombre que la genera. El hombre al configurarla, al hacer ciencia, es parte indisociable de ella; por más que se pretenda separarlo a favor de una supuesta objetividad que lo excluye arbitrariamente de su realidad. El centro de gravedad del conocimiento está precisamente en la “relación” sujeto-objeto, y por lo tanto todo acto de conocimiento está codeterminado a partir de los términos de esta relación. Si el conocimiento supone una relación sujeto-objeto, el problema del conocimiento consiste en el estudio de esa relación. Gregory Bateson es el constructor de una nueva epistemología, que no disocia el sujeto que investiga de su objeto de estudio. Esta nueva epistemología es la “epistemología relacional”, cuyo eje se centra en la relación sujeto-objeto. Por lo tanto, el acto de conocimiento se genera a partir de esta co-relación. Toda petición de inclusión del sujeto en la ciencia puede convertirse en una máscara simplificadora, si no se asume un cambio epistemológico: un cambio en nuestros hábitos de pensamiento, conocimiento, conducta y decisión. Este cambio epistemológico implica una reconstrucción racional, pero no sólo eso. Implica también una re-construcción del significado de nuestros pensamientos y acciones, una re-construcción ética y estética, y una re-significación conceptual y emocional. Esto marca el fin de la falsa dicotomía objetividad versus subjetividad. No se trata de una objetividad independiente del sujeto, sino por el contrario, se trata de una objetividad del sujeto. Cuando yo, sujeto, me pienso como sujeto que piensa me estoy objetivando. El sujeto conoce, siempre, mediante su subjetividad. A esta altura de la historia de la actividad científica, no se pude postular más una ciencia sin sujeto. Toda ciencia es de/por/para el hombre. El estado actual del problema desde donde partimos para el desarrollo de este trabajo, se funda en las siguientes cuestiones: 1. ¿Es posible una integración entre las ciencias naturales y humanas? 2. ¿Cuál es el estatuto epistemológico de la psiquiatría? 3. ¿Cuáles son los modelos teóricos en los que ésta se sostiene? 4. ¿Cuáles son los problemas epistemológicos derivados de esos modelos teóricos? 5. ¿Es posible una integración de estos modelos? Los modelos teóricos de la psiquiatría actual son cuatro, a saber: 1) Modelo médico. 2) Modelo conductista. 3) Modelo psicoanalítico. 4) Modelo sociológico. Modelo médico También conocido como modelo orgánico o modelo biofísico. Sus postulados básicos son: a) La enfermedad tiene una etiología. b) Tal etiología es de naturaleza orgánica (lesión hística o bioquímica a nivel cerebral por defecto genético, metabólico, endocrino, infeccioso o traumático). c) La etiología orgánica produce una serie de síntomas y signos que constituyen el cuadro clínico. d) El conjunto de síntomas y signos, agrupados sistemáticamente, permite el proceso diagnóstico. A veces se precisan exploraciones complementarias para llegar al mismo. e) A través del diagnóstico se puede emitir un criterio pronóstico. f) El escalón final de esta secuencia es el tratamiento (biológico) que debe incidir sobre la supuesta etiología orgánica. Modelo conductista En este caso no puede hablarse de un modelo en sentido estricto, pero pueden indicarse una serie de postulados fundamentales. Como punto de partida hay que señalar que sus raíces se encuentran en los principios básicos de la teoría del aprendizaje, y consecuentemente, éstos serán sus pilares teóricos. La raíz principal es el condicionamiento en cualquiera de sus modalidades: clásico (pavloviano) y operante (skinneriano). En el pavloviano la base del condicionamiento es la asociación témporoespacial de los estímulos condicionado e incondicionado (que precede al primero y lo controla), mientras que en el skinneriano lo fundamental es el refuerzo posterior de la respuesta, lo que condiciona la fijación y reiteración de la misma. En ambos casos el cese o suspensión de la situación gratificante (estímulo incondicionado en el condicionamiento clásico y refuerzo en el operante), abocan a la reducción o extinción de la conducta condicionada. En este marco teórico, la conducta normal o patológica, aparece como fruto del condicionamiento o falta del mismo. De esta forma el comportamiento normal se aprende, al igual que el patológico, en función de los principios que sustenta la teoría del aprendizaje. Modelo psicoanalítico Conocido también como modelo intrapsíquico o psicodinámico. Parte de los postulados freudianos según los cuales el desarrollo del aparato psíquico se contempla en función de la interacción entre procesos biológicos y ambientales. En este contexto la psicopatología, desde la perspectiva psicoanalítica, se ocupa del estudio de los diferentes mecanismos que, por la vía del inconsciente, permiten comprender la conducta patológica. El inconsciente es uno de los conceptos fundamentales de la teoría psicoanalítica, cuya concepción más elaborada quedará reflejada en la segunda teoría del aparato psíquico, expuesta por Freud en 1923 (El Yo y el Ello), donde se observa al psiquismo según tres niveles: el ello, el yo y el superyó. El correcto equilibrio entre estos tres niveles asegura la estabilidad psíquica, mientras que la desproporción entre las distintas fuerzas aboca a los diferentes tipos de patología. La estructura del modelo psicoanalítico creado por Freud es un conjunto de: a) una práctica (cura analítica), b) una técnica (método de la cura) y c) una teoría (en relación con la práctica y con la técnica). Es en este sentido que el psicoanálisis pretende reunir las condiciones estructurales de toda disciplina científica, ya que posee una teoría y una técnica que le permiten el conocimiento y la transformación de su objeto en una práctica específica. Modelo sociológico Difícilmente podemos hablar de un modelo sociológico en sentido estricto, ya que sus distintas ramificaciones (psiquiatría comunitaria, psiquiatría institucional, antipsiquiatría, etc.) no constituyen un frente único con una línea teórica unitaria, sino que, desde el denominador común que supone considerar los factores socioambientales en la génesis o mantenimiento de los trastornos psíquicos, cada corriente mantiene sus propias bases teóricas y su praxis particular. En este modelo la enfermedad mental es negada como tal en forma implícita o explícita, y es considerada como fruto de las contradicciones sociales. La versión más actualizada del movimiento social psiquiátrico contestatario centra precisamente su crítica, más que en la institución psiquiátrica, en las presiones sociopolíticas de la estructura social, por lo que la solución del problema va más ligada a cambios sociales, que a modificaciones en la estructura del edificio psiquiátrico. En este sentido, sólo a través de cambios sustanciales a nivel social, se vislumbra la posibilidad de actuar en profundidad sobre los problemas psiquiátricos. Podemos sintetizar las ideas básicas de este modelo en los siguientes puntos: a) La enfermedad mental tiene una génesis fundamentalmente social. b) La psiquiatría tradicional ha sido la responsable, a través de su doctrina y de sus actuaciones prácticas, de la perpetuación de un estado de represión ante el paciente con un trastorno psíquico. c) Consecuentemente, rechazo hacia toda la estructura que sustenta y se deriva de la psiquiatría tradicional: clasificaciones psiquiátricas, terapéuticas ortodoxas (biológicas, conductistas, fenomenología clínica, hospitales psiquiátricos, etcétera) d) La solución se enfoca a través del compromiso social y praxis política, que corre paralela al desmantelamiento de la psiquiatría clásica. Conclusiones Ninguno de los modelos epistemológicos citados, pueden explicar por separado, la complejidad de un sujeto con un trastorno psíquico. Ha llegado el momento de aplicar un pensamiento interaccionista y por ende un modelo integracionista, que permita construir una epistemología más acorde con la realidad psicopatológica. Postulamos una epistemología psiquiátrica donde se supere el dualismo cartesiano (soma-psique). La realidad del sujeto humano, sano o enfermo, es la integración de lo psíquico, lo somático y lo socio-cultural. El sujeto es, pues, naturaleza y cultura. Así, al estatuto biológico del hombre, se lo debe enriquecer y ampliar con el estudio vivencial, de sus modos de existencia y de su-estar-en-el-mundo. Estas dos vertientes son inseparables a la hora de pensar una epistemología psicopatológica integradora. Pensamos, pues, a la psiquiatría como una ciencia natural y cultural al mismo tiempo, es decir nomotética e idiográfica, ya que admite un saber sobre lo general y sobre lo particular. Nos inclinamos por una concepción multifactorial y multidimensional de los diversos trastornos psíquicos, y en una comprensión bio-psico-social de los mismos. Desde nuestra perspectiva, pensamos que hay que rechazar los reduccionismos. La explicación científica nos es sólo causalista, ni es sólo teleológica. Ante ello se impone el postulado de la complementariedad. Partiendo del concepto que la conducta patológica es tridimensional (modelo bio-psico-social), explicación y comprensión, son dos modos de acercamiento a tal conducta, que proporcionan visiones absolutamente complementarias y compatibles. La explicación causal podrá ir más adecuadamente dirigida a los niveles biológicos, en tanto que la comprensión teleológica (finalidades, significaciones) encajará mejor en los niveles psicológico y social. Los distintos modelos teóricos pueden ser interesantes por separado, y gozar de mayor o de menor aceptación, pero de ninguna manera contribuyen a un enriquecimiento en la comprensión de la complejidad del enfermar psíquico. La psiquiatría actual debe tener el carácter permanente de una estructura abierta. Una visión integradora y una praxis totalizadora, componen el rasgo fundamental de la psiquiatría y del psiquiatra de hoy. Bibliografía 1. Arthur, A. 2002. The personality and cognitive-epistemological traits of cognitive-behavioural and psychoanalytic psychotherapist. Br J Med Psychol; 73: 243-57 2. Bateson, G. 1981. Espíritu y naturaleza. Buenos Aires. Amorrortu. 3. Bateson, G. 1994. Comunicación, la matriz social de la psiquiatría. Barcelona. Paidós. 4. Bateson, G. 1991. Pasos hacia una ecología de la mente. Buenos Aires. Planeta-Lohlé. 5. Basaglia, F. 1972. La institución negada. Barcelona. Barral Editores. 6. Cooper, D, 1971. Psiquiatría y antipsiquiatría. Bs. As. Paidós. 7. 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