Puntos Sobresalientes – Eclesiastés 7 al 12 Eclesiastés 7:1 *** w08 15/4 págs. 24-25 párrs. 18-19 ¿Qué le da valor a la vida? ¿Cuál es, entonces, el bien más preciado que debemos tratar de conseguir? El libro de Eclesiastés responde: “Mejor es un nombre que el buen aceite, y el día de la muerte que el día en que uno nace” (Ecl. 7:1). Nada lo ilustra mejor que el caso de Jesús. Él se hizo un magnífico nombre ante Jehová. Al morir fiel, vindicó la soberanía de su Padre y ofreció el sacrificio redentor que nos abrió el camino a la salvación (Mat. 20:28). Durante su corta existencia en la Tierra, Jesús puso el ejemplo perfecto de lo que es vivir una vida que tiene verdadero valor, un ejemplo que todos debemos imitar (1 Cor. 11:1; 1 Ped. 2:21). 19 Nosotros también podemos hacernos un buen nombre ante Dios, lo cual es de mucho más valor que las riquezas (léase Mateo 6:19-21). Todos los días podemos encontrar maneras de hacer cosas que son buenas a los ojos de Jehová y que enriquecen nuestra vida. Por ejemplo, podemos llevar al prójimo las buenas nuevas, fortalecer nuestro matrimonio y demás vínculos familiares, así como aumentar nuestra espiritualidad mediante el estudio personal y la asistencia a las reuniones (Ecl. 11:6; Heb. 13:16). Eclesiastés 7:2 *** g03 22/3 pág. 21 Los proverbios del pueblo akan, fiel reflejo de su cultura *** Por ejemplo, las prendas en las que figura una escalera recuerdan que por la escalera de la muerte no sube solo un hombre. Este proverbio insta a todos a ser humildes y a no vivir la vida como si nunca fueran a morir (Eclesiastés 7:2). Eclesiastés 7:3 *** it-2 págs. 859-860 Risa *** Salomón continúa diciendo: “Mejor es la irritación que la risa, porque por el mal humor del rostro se mejora el corazón”. (Ec 7:3.) La risa es una buena medicina, pero hay ocasiones en las que debemos examinar con seriedad la orientación de nuestra vida. Si vemos que estamos perdiendo demasiado tiempo en frivolidades y no estamos haciéndonos un buen nombre por medio de las buenas obras, tenemos razones para estar descontentos con nosotros mismos y cambiar de proceder, lo que hará que nuestro corazón se sienta mejor. Actuar así nos ayudará a hacernos un buen nombre, de modo que el día de nuestra muerte o el tiempo de la inspección final por parte de Dios y Cristo sea mejor para nosotros que el día de nuestro nacimiento. (Ec 7:1.) Eclesiastés 7:4-5 *** w08 15/4 pág. 22 párr. 8 ¿Qué le da valor a la vida? Por otra parte, si concedemos demasiada importancia a los placeres, será imposible dar la debida atención a los asuntos que sí tienen importancia. Recuerde que la vida es corta, y nada garantiza que estaremos libres de problemas y enfermedades. De ahí que, como también indicó Salomón, nos beneficie más asistir a un funeral —en especial si es el de un fiel hermano— que estar en “la casa del regocijo” (léase Eclesiastés 7:2, 4). ¿Por qué? Porque escuchar el discurso de funeral y reflexionar en la vida de ese fiel siervo de Jehová quizás nos motive a examinar nuestra propia vida. Tal vez veamos que para no desaprovechar los días que nos quedan, debemos replantearnos los objetivos que tenemos (Ecl. 12:1). *** it-2 pág. 860 Risa *** Puntos sobresalientes lectura bíblica Mejor es oír la reprensión de alguien sabio que ser el hombre que oye la canción de los estúpidos.” (Ec 7:4, 5.) En una casa donde alguien ha muerto, el corazón sabio actúa en armonía con la seriedad que imponen las circunstancias, lo que influye para que la persona medite en qué orientación está dando a su vida; pero el ambiente de trivialidad propio de un lugar de diversión atrae al corazón insensato y hace que se vea la vida con una actitud superficial y despreocupada. Si alguien comienza a alejarse de las sendas correctas, la reprensión de un hombre sabio puede corregirlo y permitirle hacerse un buen nombre para sí mismo, a fin de ponerse de nuevo en el camino a la vida. Pero, ¿cómo puede ayudarnos el oír una canción o la adulación vacía del insensato, que oculta nuestras faltas y por ello hace que nos arraiguemos más en ellas? Tal proceder únicamente puede conducirnos a hacernos un mal nombre ante Jehová por no haber enderezado nuestros caminos. Eclesiastés 7:6 *** w06 1/11 pág. 15 Puntos sobresalientes del libro de Eclesiastés *** 7:6. Conviene evitar la risa inoportuna, pues es tan irritante y tan inútil como el chisporroteo de los espinos al quemarse bajo una olla. Eclesiastés 7:7 *** w92 1/7 pág. 4 ¿Por qué cunde la desesperación? Según el Theological Wordbook of the Old Testament, edición preparada por Harris, Archer y Waltke, la raíz de la palabra del idioma original que se traduce “opresión” se refiere “al agobiar, pisotear y aplastar de los que están en una posición inferior”. *** it-2 pág. 251 Locura *** Locura debida a la opresión y confusión. Una de las consecuencias extremas que los israelitas tendrían que sufrir por desobedecer a Jehová era la locura. Por causa de la opresión de los conquistadores, llegarían a enloquecer, y actuarían de manera irrazonable debido a su sentimiento de frustración. (Dt 28:28-34.) De hecho, el rey Salomón declaró que la “mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco”. (Ec 7:7.) Eclesiastés 7:8 *** w00 1/9 pág. 4 ¿Sabe esperar? *** No debe pasarse por alto el hecho de que el espíritu impaciente revela una actitud orgullosa, un sentimiento de que somos demasiado importantes para esperar. Quienes tengan esa actitud harían bien en meditar en las siguientes palabras de la Biblia: “Mejor es el que es paciente que el que es altivo de espíritu” (Eclesiastés 7:8). La altivez, u orgullo, es un grave defecto de personalidad, y el proverbio bíblico dice: “Todo el que es orgulloso de corazón es cosa detestable a Jehová” (Proverbios 16:5). Aprender la paciencia —aprender a esperar — puede exigir, por tanto, que nos fijemos bien en cómo somos y meditemos en nuestra relación con quienes nos rodean. Eclesiastés 7:9 ba págs. 25-26 Un libro práctico para la vida moderna La salud física depende muchas veces del equilibrio mental y emocional. Por ejemplo, los estudios han confirmado los efectos nocivos de la ira. En su libro Anger Kills (La ira mata), el doctor Redford Williams, director de Investigaciones sobre el Comportamiento en el Centro Médico de la Universidad de Duke, y su esposa, Virginia Williams, dicen que “la mayoría - Eclesiastés 7 al 12 - Página 1 de las pruebas disponibles indican que las personas hostiles son más propensas a padecer enfermedades cardiovasculares (y de otro tipo) por varias razones, tales como un menor apoyo social, un aumento en las reacciones biológicas ocasionado por la furia y una mayor participación en conductas perjudiciales para la salud”.13 Miles de años antes de realizarse estos estudios, la Biblia relacionó, en términos sencillos pero claros, las emociones con la salud física: “Un corazón calmado es la vida del organismo de carne, pero los celos son podredumbre a los huesos”. (Proverbios 14:30; 17:22.) Las Escrituras dan estos sabios consejos: “Depón la cólera y deja la furia”, y: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido [o “airarte”, BartinaRoquer]”. (Salmo 37:8; Eclesiastés 7:9.) Eclesiastés 7:10 *** w02 1/12 pág. 32 Vivimos en el mejor momento de la historia *** CUANDO le sobrevienen penalidades, ¿añora usted “los viejos tiempos”? Si es así, fíjese lo que dijo el sabio rey Salomón: “No digas: ‘¿Por qué ha sucedido que los días anteriores resultaron ser mejores que estos?’, porque no se debe a sabiduría el que hayas preguntado acerca de esto” (Eclesiastés 7:10). ¿Por qué dio este consejo Salomón? Porque sabía que tener un enfoque realista del pasado resulta muy útil para superar las situaciones desagradables del presente. Quienes anhelan “los viejos tiempos” quizá se olviden de que en el pasado también abundaban los problemas y de que su vida nunca fue realmente ideal. Es posible que algunas cosas del pasado fueran mejores, pero lo más probable es que otras no lo fueran tanto. Como observó Salomón, no es sabio vivir del pasado, pues evidentemente no podemos recuperarlo. ¿Podría resultar peligroso mirar con nostalgia al pasado? En cierto sentido sí, porque tal vez impida que nos adaptemos al presente o que nos sintamos agradecidos por la época que nos ha tocado vivir y por el futuro que nos aguarda. En realidad, ahora vivimos en el mejor momento de la historia, a pesar del aumento de los problemas mundiales. ¿Por qué? Porque se acercan el cumplimiento del propósito de Dios para la Tierra y las bendiciones de su pacífico Reino. La Biblia promete: “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado” (Revelación [Apocalipsis] 21:4). Cuando disfrutemos de condiciones tan buenas, nadie tendrá razón alguna para añorar “los viejos tiempos”. Eclesiastés 7:11-12 *** w02 1/12 pág. 32 Vivimos en el mejor momento de la historia *** Vivimos en el mejor momento de la historia CUANDO le sobrevienen penalidades, ¿añora usted “los viejos tiempos”? Si es así, fíjese lo que dijo el sabio rey Salomón: “No digas: ‘¿Por qué ha sucedido que los días anteriores resultaron ser mejores que estos?’, porque no se debe a sabiduría el que hayas preguntado acerca de esto” (Eclesiastés 7:10). ¿Por qué dio este consejo Salomón? Porque sabía que tener un enfoque realista del pasado resulta muy útil para superar las situaciones desagradables del presente. Quienes anhelan “los viejos tiempos” quizá se olviden de que en el pasado también abundaban los problemas y de que su vida nunca fue realmente ideal. Es posible que algunas cosas del pasado fueran mejores, pero lo más probable es que otras no lo fueran tanto. Como observó Salomón, no es sabio vivir del pasado, pues evidentemente no podemos recuperarlo. ¿Podría resultar peligroso mirar con nostalgia al pasado? En Página 2 cierto sentido sí, porque tal vez impida que nos adaptemos al presente o que nos sintamos agradecidos por la época que nos ha tocado vivir y por el futuro que nos aguarda. En realidad, ahora vivimos en el mejor momento de la historia, a pesar del aumento de los problemas mundiales. ¿Por qué? Porque se acercan el cumplimiento del propósito de Dios para la Tierra y las bendiciones de su pacífico Reino. La Biblia promete: “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado” (Revelación [Apocalipsis] 21:4). Cuando disfrutemos de condiciones tan buenas, nadie tendrá razón alguna para añorar “los viejos tiempos”. Eclesiastés 7:13-14 *** w99 1/5 pág. 29 ¿Son “torcidos” los caminos de Dios? *** ● “Ve la obra del Dios verdadero, pues ¿quién puede enderezar lo que él ha torcido?” (Eclesiastés 7:13.) En otras palabras, el rey Salomón se pregunta: “¿Quién puede de entre la humanidad enderezar los defectos y las imperfecciones que Dios permite?”. Nadie, pues hay una razón por la que Jehová Dios deja que estas cosas sucedan. Por lo tanto, Salomón aconseja: “En un día bueno demuestra que estás en el bien, y en un día calamitoso ve que el Dios verdadero ha hecho aun esto exactamente como aquello, a fin de que la humanidad no descubra nada en absoluto después de ella” (Eclesiastés 7:14). Debemos de agradecer el día en que todo va bien y demostrar nuestro agradecimiento actuando con bondad. Ese día hay que verlo como un regalo de Dios. Pero ¿qué ocurre si un día nos acontece una calamidad? Hacemos bien en ‘ver’, es decir, reconocer que Dios ha permitido que ocurra. ¿Por qué lo ha hecho? Salomón dice: “A fin de que la humanidad no descubra nada en absoluto después de ella”. ¿Qué significa esto? El que Dios consienta que tengamos tanto penas como alegrías nos recuerda que no podemos prever lo que nos deparará el futuro. La calamidad no hace distinciones, puede acaecer a justos así como a injustos. Esto debe hacernos recapacitar sobre la importancia de depender, no de nosotros mismos, sino de Dios, recordando que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Aunque no entendamos ahora ciertos asuntos, podemos estar seguros de que todo lo que Dios permita con el tiempo redundará en el beneficio de todos los implicados. Para el justo, cualquier daño que pueda sufrir ahora será temporal. El apóstol Pedro dejó clara esta idea cuando comentó con relación al sufrimiento que habrían de padecer sus compañeros de creencia: “Después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda bondad inmerecida, que los llamó a su gloria eterna en unión con Cristo, terminará él mismo el entrenamiento de ustedes; él los hará firmes, él los hará fuertes” (1 Pedro 5:10). Eclesiastés 7:15 *** w77 1/12 pág. 731 ¿Qué quiso decir el sabio? *** dice: “A fin de que la humanidad no descubra nada en absoluto después de ella.” El hecho de que Dios nos permita enfrentarnos tanto a gozos como a dificultades no solo nos suministra la oportunidad de desarrollar aguante, sino que también, como señaló Salomón, debe grabar en nosotros que no podemos saber exactamente qué traerá el futuro. No hay excepciones; la calamidad puede sobrevenirles tanto a los justos como a los inicuos. De hecho, pudiera ser que personas justas estuvieran sufriendo, mientras que hombres inicuos aparentemente estuvieran prosperando. Salomón continuó: “Todo lo he visto yo durante mis días vanos. Existe el justo que perece en su justicia, y existe el inicuo que continúa largo tiempo en su maldad.”—Ecl. 7:15. Puntos sobresalientes lectura bíblica - Eclesiastés 7 al 12 - Esta situación, por supuesto, perturba a muchas personas. Hasta se encolerizan con el Altísimo. Pero esto es algo que debe evitarse. En cambio debemos confiar en Dios, recordando que él es un Dios de amor. (1 Juan 4:8) Lo que él permite nunca resultará en daño permanente para nadie. El hecho de que tanto lo bueno como lo malo le puede venir a uno debe hacernos comprender la importancia de no depender de nosotros mismos, sino de Dios. Aunque quizás no entendamos ciertas cosas ahora, podemos estar seguros de que, después de haber llegado todo a su desenvolvimiento completo, lo que Dios ha permitido habrá cumplido con un propósito provechoso para todo el que ha estado envuelto en la situación. El apóstol Pedro aclaró esto cuando comentó sobre el sufrimiento que les sobrevenía a compañeros de creencia de él en su tiempo: “Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como si algo extraño les sobreviniese. Al contrario, sigan regocijándose por cuanto son partícipes de los sufrimientos del Cristo, para que también durante la revelación de su gloria se regocijen y se llenen de gran gozo. Si a ustedes los están vituperando por el nombre de Cristo, son felices, porque el espíritu de gloria, sí, el espíritu de Dios, descansa sobre ustedes.” (1 Ped. 4:12-14) “Después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda bondad inmerecida, que los llamó a su gloria eterna en unión con Cristo, terminará él mismo el entrenamiento de ustedes, él los hará firmes, él los hará fuertes.”—1 Ped. 5:10. Eclesiastés 7:16-18 PREGUNTA 4 DEL REPASO DE LA ESCUELA ¿Cuál es el peligro de ser “justo en demasía”? (Ecl. 7:16.) [w10 15/10 pág. 9 párrs. 8, 9.] Otro riesgo que corremos se explica en Eclesiastés 7:16: “No te hagas justo en demasía, ni te muestres excesivamente sabio. .Por qué debes causarte desolación?”. El escritor de este texto inspirado explica en el versículo 20 por qué debemos evitar esa actitud: “No hay en la tierra hombre justo que siga haciendo el bien y no peque”. Todo el que se hace “justo en demasía” tiende a fijar sus propias normas de justicia y a juzgar a los demás basándose en ellas. De lo que no se da cuenta es de que en realidad está poniendo sus propias reglas por encima de las normas divinas, por lo que termina convirtiéndose en una persona injusta a la vista de Dios. Quien es “justo en demasía” —o como dicen otras traducciones bíblicas, “demasiado legalista” o “excesivamente justo”— podría llegar a cuestionar la forma de actuar de Jehová. No obstante, dudar de la justicia de sus decisiones equivaldría a pensar que nuestro criterio es mejor que el suyo. Sería como sentar a Dios en el banquillo de los acusados y juzgarlo basándonos en lo que consideramos que es bueno o malo. Pero .tenemos nosotros el derecho a establecer las normas de justicia? Por supuesto que no! Eso solo le corresponde a Jehová (Rom. 14:10). *** yp2 cap. 27 pág. 228 ¿Por qué tengo que ser tan perfeccionista? *** La Biblia aconseja: “No te hagas justo en demasía, ni te muestres excesivamente sabio. ¿Por qué debes causarte desolación?” (Eclesiastés 7:16). Así es, el perfeccionista sufre “desolación”, es decir, se perjudica a sí mismo. Con su actitud aleja a los demás y pierde la oportunidad de tener buenas amistades. “A nadie le gusta estar con personas que lo hagan sentir mal —dice Amber—. Conozco a gente muy perfeccionista que ha perdido buenos amigos por simples tonterías.” *** w77 15/12 pág. 757 ¿Qué quiso decir el sabio? *** Lo sabio de evitar los extremos Puntos sobresalientes lectura bíblica Es muy fácil para los seres humanos imperfectos perder el equilibrio y ver cualesquier asuntos desde un punto de vista extremado. Por lo tanto, el rey Salomón dio esta admonición: “No te hagas justo en demasía, ni te muestres excesivamente sabio. ¿Por qué debes causarte desolación? No seas inicuo en demasía, ni te hagas tonto. ¿Por qué debes morir cuando no es tu tiempo? Mejor es que eches la mano al uno, pero del otro también no retires tu mano; porque el que teme a Dios saldrá con todos ellos.”—Ecl. 7:16-18. La persona que es justa en demasía se preocupa demasiado por asuntos de poca importancia. Por ejemplo, da tremenda importancia a cosas que son procedimientos o métodos estrictamente humanos, asuntos que no se manifiestan en las Escrituras. Cuando ve que alguien muestra una bondad, o quizás obra con misericordia, quizás objete fundándose en que se ha pasado por alto cierto “protocolo.” Es muy semejante a los fariseos que no se regocijaron por el maravilloso alivio que Jesucristo daba a los afligidos en el sábado, sino que se enfurecieron y llegaron a la conclusión de que el Hijo de Dios había violado la ley al ejecutar curaciones en aquel día. (Mar. 3:1-6; Luc. 14:1-6) Las personas que son justas en demasía suelen no pensar en lo que sería misericordioso, amoroso o ayudador hacer. Llevan las reglas hasta lo último. Cuando, según ellas ven las cosas, se ha violado alguna regla, no toman en consideración ninguna otra cosa.—Compare con Mateo 12:2-7; 23:23; Romanos 14:1-4, 10. Eclesiastés 7:19 *** w06 1/11 pág. 15 Puntos sobresalientes del libro de Eclesiastés *** 7:19. ¿En qué sentido es más fuerte la sabiduría que “diez hombres en poder”? La Biblia utiliza a veces el número 10 como símbolo de plenitud. En este versículo Salomón indica, por lo tanto, que la sabiduría protege mejor a uno que el número pleno de los guerreros que guardan una ciudad. Eclesiastés 7:20 *** g78 22/3 pág. 4 La vida en casa puede ser gozosa *** Importante cambio en punto de vista El hacer que la vida en casa sea gozosa exige un cambio fundamental de actitud de parte de todos los miembros de la familia. La Biblia ayuda a la gente a lograr esto al declarar: “Pues no hay hombre justo en la tierra que siga haciendo el bien y no peque.” (Ecl. 7:20) ¡Sin duda eso es cierto! Así es que el individuo consciente de sus imperfecciones heredadas no debería insistir tercamente en hacer las cosas a su modo. En vez de eso, debería tener el deseo de corregir los hábitos que les son molestos a otros. Y la persona que reconoce sus propias imperfecciones no debe esperar que otros manifiesten perfección. En vez de ser un criticón crónico, esa persona debería prestar atención a la admonición de Jesús: “Dejen de juzgar para que ustedes no sean juzgados; . . . ¿Por qué, pues, miras la paja en el ojo de tu hermano, pero no tomas en cuenta la viga en tu propio ojo? O, ¿cómo puedes decir a tu hermano: ‘Permíteme extraer la paja de tu ojo’; cuando ¡mira! hay una viga en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Primero extrae la viga de tu propio ojo, y entonces verás claramente cómo extraer la paja del ojo de tu hermano.”—Mat. 7:1-5. El apóstol Pablo proveyó otro principio importante que puede hacer que la vida en casa sea gozosa, al escribir: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” No hagan “nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad de mente que los demás son superiores a ustedes, no vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino - Eclesiastés 7 al 12 - Página 3 también con interés personal los de los demás.”—1 Cor. 10:24; Fili. 2:3, 4. Eclesiastés 7:21-29 *** g01 22/10 pág. 14 ¿Qué hay de malo en desquitarse? Piensa en las palabras recogidas en Eclesiastés 7:21, 22: “No des tu corazón a todas las palabras que hable la gente, para que no oigas a tu siervo invocar el mal contra ti. Porque tu propio corazón sabe bien, aun muchas veces, que tú, hasta tú, has invocado el mal contra otros”. Desde luego, no es grato aguantar los comentarios crueles de la gente, pero la Biblia reconoce que, lamentablemente, son parte de la vida. ¿Nunca has dicho cosas de otras personas que deberías haberte callado? Entonces, ¿por qué hacer un drama de los comentarios desagradables que alguien haga sobre ti? Muchas veces, la mejor manera de afrontar las burlas es no prestándoles atención. *** w78 1/1 pág. 15 ¿Qué quiso decir el sabio? *** No se preocupe en demasía por lo que diga la gente A veces uno se pregunta: ¿Qué dicen los demás de mí? ¿Realmente les agrado, o no? Cuando eso sucede, es necesario ejercer precaución. El sabio aconsejó: “No des tu corazón a todas las palabras que hable la gente, para que no oigas a tu siervo invocar el mal contra ti. Porque tu propio corazón sabe bien aun muchas veces que tú, tú mismo, has invocado el mal contra otros.”—Ecl. 7:21, 22. Es imprudente el preocuparse en demasía por lo que dice la gente, tomar muy a pechos sus palabras. Los seres humanos son imperfectos y por eso pueden decir a otros, acerca de amigos y conocidos, ciertas cosas que de ninguna manera les son halagüeñas. Salomón hizo notar que un siervo, que debería serle leal a su amo, pudiera enfadarse e invocar el mal contra él. Por eso uno simplemente no puede tomar en serio todo comentario y permitir que le perturbe. Por otra parte, cuando los comentarios son excepcionalmente favorables, esto puede tener un mal efecto por alimentar el orgullo de uno. En armonía con ello, cuando se trata de las palabras de la gente, es bueno pensar en cuanto a nuestro propio hablar. Como señaló Salomón, uno mismo quizás frecuentemente haya dicho cosas malas acerca de otros, sin propósito malicioso. Entonces, ¿por qué perturbarse y agitarse por lo que otros digan por tomar demasiado en serio sus palabras? ¿Por qué hasta tener indebida curiosidad por lo que se dice? Sea favorable o desfavorable, lo que otros digan puede desequilibrar a uno si uno lo toma demasiado en serio. A pesar de su extensa investigación de los asuntos humanos, Salomón se dio cuenta de que todavía no tenía dentro de su alcance una comprensión completa. Declaró: “Todo esto lo he puesto a prueba con sabiduría. Dije: ‘Ciertamente me haré sabio.’ Pero estuvo lejos de mí.” (Ecl. 7:23) Los principios que Salomón formuló como resultado de su extensa investigación estaban probados. Él usó su sabiduría para evaluarlos y quedó convencido de que eran correctos, buenos. Había llegado a comprender la vanidad, la vacuidad, del modo de vivir materialista que pasa por alto al Creador. Sin embargo, Salomón se dio cuenta de que, en el sentido absoluto, estaba lejos de la sabiduría. Esto era a pesar de que realmente había querido conseguir perspicacia, como lo muestra claramente la determinación que se expresa en las palabras: “Ciertamente me haré sabio.” Hubo muchas cosas que Salomón, aunque sobresalientemente dotado de sabiduría, no pudo sondear. Continuó: “Lo que ha llegado a ser está muy lejos y es sumamente profundo. ¿Quién puede descubrirlo?” (Ecl. 7:24) Evidentemente Salomón hizo esta observación en cuanto a los tratos, obras y propósitos de Dios.—Compare con Romanos 11:33, 34. Página 4 La condición de la humanidad Reconociendo la grandeza y complejidad de la obra de Dios, Salomón de nuevo dirige su atención a los asuntos humanos. Escribe: “Yo mismo me volví, aun mi corazón lo hizo, para saber y para explorar y para buscar la sabiduría y la razón de las cosas, y para saber acerca de la iniquidad de la estupidez y la tontedad de la locura; y yo estaba descubriendo: Más amarga que la muerte hallé a la mujer que es ella misma redes para cazar y cuyo corazón es redes barrederas y cuyas manos son grillos. Uno es bueno ante el Dios verdadero si escapa de ella, pero uno está pecando si es capturado por ella.”—Ecl. 7:25, 26. Note que la investigación cuidadosa, de todo corazón, condujo a Salomón a singularizar a una mujer mala, una prostituta, como una de las peores cosas con las cuales se puede envolver un hombre. Él compara las seducciones de ella a “redes barrederas” y “grillos.” El hombre que es entrampado por tal mujer puede pasar por una experiencia más amarga que la muerte; pudiera contraer una repugnante enfermedad venérea o acarrear ruina a su familia si es casado. Más importante todavía, el ceder a una prostituta puede poner en peligro la relación de uno con Jehová Dios. El que Salomón recalcara tan fuertemente las seducciones de una mala mujer sugiere que posiblemente en aquel tiempo era común una norma muy baja entre las mujeres. Esto quizás se debía a la influencia extranjera y una inclinación hacia la adoración de Baal, un culto relacionado con la fertilidad que posteriormente fue patrocinado por Salomón en un esfuerzo por agradar a sus esposas extranjeras. (1 Rey. 11:3-8) Estos antecedentes pueden esclarecer lo que escribió enseguida Salomón: “¡Ve! Esto he hallado, . . . una cosa tomada tras otra, para descubrir el resumen, el cual ha buscado de continuo mi alma, pero no he hallado. Un hombre entre mil he hallado, pero una mujer entre todas éstas no he hallado.”—Ecl. 7:27, 28. Salomón llegó a comprender que era difícil hallar a un hombre recto. Pudiera ser que hubiera uno entre mil. Sin embargo, fundándose en su propia experiencia con numerosas esposas y concubinas y lo que había observado en cuanto a otras mujeres, Salomón llegó a la conclusión de que la mujer ideal era más rara todavía en aquel tiempo. Esto no quiere decir que no hubiera mujeres excelentes, sino que, en conjunto, las mujeres ejemplares eran pocas. Bendecido de veras era el hombre que hubiera hallado una buena esposa. Aptamente dice el libro de Proverbios: “Una esposa capaz, ¿quién la puede hallar? Su valor es mucho más que el de los corales.” (Pro. 31:10) “¿Ha hallado uno una esposa buena? Uno ha hallado una cosa buena.”—Pro. 18:22. Sin embargo, el hecho de que fuera difícil hallar hombres y mujeres rectos no se le puede achacar a Dios. Salomón reconoció esto: “El Dios verdadero hizo a la humanidad recta, pero ellos mismos han buscado muchos planes.” (Ecl. 7:29) En vez de acatar las normas justas de Dios, en su mayor parte los hombres y las mujeres han optado por seguir voluntariosamente sus propios planes, proyectos, ardides o caminos, para su propio daño. Eclesiastés 8:1-7, 10 *** w78 15/1 pág. 5-6 ¿Qué quiso decir el sabio? *** LA SABIDURÍA puede tener un efecto saludable en el que la posee. “¿Quién hay como el sabio?” escribió el rey Salomón. “¿Y quién hay que conozca la interpretación de una cosa? La sabiduría misma del hombre hace brillar su rostro, y hasta la severidad de su rostro es cambiada a algo mejor.”— Ecl. 8:1. El hombre verdaderamente sabio es sobresaliente en la Puntos sobresalientes lectura bíblica - Eclesiastés 7 al 12 - sociedad humana, incomparable. Aparte de otro sabio, no hay otro como él. Conoce la “interpretación de una cosa,” es decir, posee la perspicacia necesaria para resolver problemas de la vida que causan perplejidad. Hasta el semblante del sabio es agradable. Su rostro irradia un gozo y satisfacción interiores. Como resultado, un rostro que, si otra cosa fuera lo cierto, parecería severo y repulsivo, asume una expresión atrayente. Cómo afrontar la gobernación humana imperfecta Como rey, Salomón estaba en buena posición para dar consejo en cuanto a cómo obrar con sabiduría para con los gobernantes. Declaró: “Guarda la mismísima orden del rey, y eso por consideración al juramento de Dios. No te des prisa, para que salgas de delante de él. No te quedes plantado en una cosa mala. Pues todo aquello que se deleite en hacer él lo hará, porque la palabra del rey es el poder de control; y ¿quién puede decirle: ‘¿Qué estás haciendo?’”—Ecl. 8:2-4. En el Israel antiguo, pudiera ser que los ancianos que representaban a la nación entraran en un pacto con el rey, en el cual concordaran en permanecer leales al rey. Por ejemplo, tocante a David leemos: “Todos los ancianos de Israel vinieron al rey, a Hebrón, y el rey David celebró un pacto con ellos en Hebrón delante de Jehová.” (2 Sam. 5:3) En armonía con ello, la desobediencia al mandato del rey significaría infidelidad al juramento de lealtad hecho delante de Jehová. Por otra parte, la obediencia constituía respeto al Dios verdadero, en cuya presencia se había hecho el pacto. De modo similar, por respeto a Jehová, los cristianos verdaderos permanecen en sumisión a los gobiernos de este mundo, al reconocer que éstos existen por permiso de Dios.Rom.13:1, 2. El consejo de Salomón en cuanto a no apresurarse a salir de la presencia del rey se amplía en Eclesiastés 10:4: “Si el espíritu de un gobernante se levantare contra ti, no dejes tu propio lugar, porque la calma misma templa grandes pecados.” Pudiera suceder que alguien en autoridad corrigiera a otra persona. Esta pudiera resentirse por la corrección y estar presta a renunciar a un puesto o hasta a cambiar de actitud para con el gobernante. Sin embargo, Salomón recomienda evitar acción apresurada en cuanto a cambiar lealtades o renunciar a un puesto. Hoy se puede aplicar el mismo principio a la relación entre patrono y empleado. El sabio rey Salomón aconseja además contra el ‘quedarse plantado en una cosa mala,’ es decir, contra el envolverse en algo que el gobernante considere malo. En virtud de la autoridad del rey, su palabra lleva mucho más peso que la palabra de cualquiera de sus súbditos. Su voz es la que controla; tiene autoridad indisputable. Por eso nadie puede decirle en desafío: “¿Qué estás haciendo?” La persona que sigue siendo observante de la ley no debería de tener nada que temer del gobernante. Salomón comenta: “El que está guardando el mandamiento no conocerá ninguna cosa calamitosa.” (Ecl. 8:5) El súbdito obediente no sufre una “cosa calamitosa” que venga como castigo por haber violado la ley del rey. El consejo del sabio paralela con las palabras del apóstol Pablo: “El que se opone a la autoridad se ha puesto en contra del arreglo de Dios; los que se han puesto en su contra recibirán juicio para sí mismos. Porque los que gobiernan no son objeto de temor para el hecho bueno, sino para el malo. ¿Quieres, pues, no temer a la autoridad? Sigue haciendo el bien, y tendrás alabanza de ella.”—Rom. 13:2, 3. Pero ¿qué hay si el gobernante es injusto? Evidentemente en alusión a una situación de esta índole, continuó Salomón: “El corazón sabio conocerá tanto el tiempo como el juicio. Pues existe un tiempo y juicio aun para todo asunto, porque la calamidad de la humanidad es abundante sobre ella. Pues no Puntos sobresalientes lectura bíblica hay quien sepa lo que llegará a ser, porque ¿quién puede informarle justamente cómo llegará a ser?”—Ecl. 8:5-7. La persona sabia no se levanta en revuelta. Porque tiene un corazón impelido por la sabiduría, se da cuenta de que hay un tiempo apropiado para entrar en acción y una manera apropiada de aguantar a un gobernante opresivo. La rebelión abierta significaría buscar el desastre. El buen juicio, por otra parte, impide que la persona obre en un tiempo inoportuno. (Sal. 37:1-7) Para “todo asunto” hay un tiempo y juicio o manera de tratar apropiados. De modo que uno simplemente está buscando dificultades si hace caso omiso de este hecho y obra apresuradamente. Los seres humanos imperfectos ya tienen suficientes problemas sin que tengan que aumentarlos por obrar imprudentemente, pasando por alto el hecho de que “existe un tiempo y juicio aun para todo asunto.” Además, nadie puede estar seguro de lo que encierra el futuro. Hasta los hombres que están en autoridad mueren. El tener presente este hecho puede ayudar a uno a aguantar una situación difícil. El gobierno del tirano no puede continuar indefinidamente. Todo en este sistema imperfecto tiene su fin. Examen cabal del opresivo regir humano Las conclusiones a las que llegó Salomón en cuanto al regir opresivo por el hombre se fundaron en observación cuidadosa. Él dio consideración sincera a todo el alcance de tal regir humano y el efecto de éste en la gente. Por esta razón pudo decir: “Todo esto he visto, y hubo una aplicación de mi corazón a toda obra que se ha hecho bajo el sol, durante el tiempo que el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo.”—Ecl. 8:9. Sin embargo, los gobernantes tiránicos no pueden hacer que su dominación continúe indefinidamente. Continuó Salomón: “Aunque esto es así [el que el hombre domine al hombre para perjuicio suyo], he visto a los inicuos siendo enterrados, cómo entraron y cómo se iban del mismísimo lugar santo y eran olvidados en la ciudad donde actuaron de aquella manera. Esto también es vanidad.” (Ecl. 8:10) Mientras vivieran, los inicuos entrarían y saldrían del lugar santo, el cual, en el día de Salomón, era la ciudad santa de Jerusalén con su templo de Jehová. (Mat. 24:15) Allí no debieron haber practicado la iniquidad. Cuando se les entierra se van de él por última vez. A pesar de la posición ensalzada de los inicuos, morirían, se les enterraría y, en la ciudad en que habían estado activos, pronto se desvanecerían de la memoria de los vivos. Así su vida como gobernantes tiránicos resultaría haber sido vana, vacía. Eclesiastés 8:8 *** it-1 págs. 1062-1063 Guerra *** Salomón escribió en Eclesiastés 8:8: “No hay hombre que tenga poder sobre el espíritu para restringir el espíritu; [...] ni hay licencia alguna en la guerra”. En el día de su muerte una persona no puede retener el espíritu o fuerza de vida e impedir que regrese a Dios, su Dador y Fuerza, para así vivir más tiempo. La humanidad moribunda no puede evitar que la muerte le alcance. Tampoco puede librarse, mediante esfuerzos humanos, de la guerra que su enemigo la Muerte libra contra ella sin hacer excepciones. El hombre pecaminoso no puede hacer que otro hombre como él le sustituya en la muerte y de esta manera librarse de ella. (Sl 49:6-9.) La única liberación posible se debe a la bondad amorosa de Jehová por la mediación de su hijo Jesucristo. “Así como el pecado reinó con la muerte, así mismo también la bondad inmerecida reinara mediante la justicia con vida eterna en mira mediante Jesucristo nuestro Señor.” (Ro 5:21.) - Eclesiastés 7 al 12 - Página 5 Eclesiastés 8:9 *** w02 1/1 págs. 4-5 ¿Será posible lograr una sociedad sin clases? *** Hasta la fecha, su ideal de sociedad no se ha materializado, ya que aún imperan la desigualdad y las diferencias de clase. ¿Le han reportado algún bien a la sociedad estas divisiones? No. El clasismo separa a las personas y produce envidias, odio, dolor y grave derramamiento de sangre. El antiguo concepto de la supremacía blanca que se tenía en África, Australia y América del Norte ocasionó sufrimiento a otras razas, como lo demuestra el completo genocidio de los aborígenes de la tierra de Van Diemen (la actual Tasmania). En Europa, el hecho de catalogar a los judíos como inferiores dio paso al Holocausto. La opulencia de la aristocracia y la insatisfacción de las clases baja y media contribuyeron al estallido de la Revolución francesa (siglo XVIII) y de la Revolución bolchevique, en Rusia (siglo XX). Un sabio de la antigüedad escribió: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9). Sus palabras son válidas, ejerzan la dominación personas individuales o grupos sociales. Cuando una clase se eleva sobre otra, es inevitable que cundan la angustia y el sufrimiento. Eclesiastés 8:11 *** tp cap. 12 pág. 135 párrs. 14-15 El respeto a la autoridad es esencial para vivir en paz *** 14 A veces alguien pudiera pensar que podría pasar por alto a la autoridad y hacer sólo lo que quisiera porque no sería probable que lo prendieran y lo castigaran. Pero hay grave peligro en eso. Aunque al principio la desatención a la ley pudiera tener que ver con asuntos de poca importancia, el que la persona implicada no recibiera castigo pudiera envalentonarla a cometer mayor desafuero. Como declara Eclesiastés 8:11: “Por cuanto la sentencia contra una obra mala no se ha ejecutado velozmente, por eso el corazón de los hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo”. Pero ¿es la verdadera razón para obedecer la ley simplemente el temor de recibir castigo por desobedecer? Para un cristiano, debe haber un incentivo mucho más vigoroso. El apóstol Pablo lo llamó una “razón apremiante”... el deseo de tener una conciencia limpia. (Romanos 13:5.) La persona cuya conciencia ha sido educada por los principios bíblicos sabe que, si siguiera un proceder de desafuero, estaría poniéndose “en contra del arreglo de Dios”. Sea que otros hombres sepan lo que estemos haciendo o no, Dios lo sabe, y nuestras perspectivas de vida futura dependen de él. (1 Pedro 2:12-17.) 15 Lo mismo es cierto respecto a la actitud de un joven para con su maestro en la escuela, y la actitud de un adulto para con su patrono seglar. El hecho de que alrededor de nosotros muchas otras personas hagan cosas malas no debería ser el factor determinante. El que el maestro o el patrono supiera o no lo que hiciéramos no debería tener importancia alguna en esto. La cuestión es: ¿Qué es lo correcto? ¿Qué le agrada a Dios? De nuevo: si lo que se nos pide que hagamos no está en conflicto con la ley de Dios o Sus principios justos, cooperamos. Eclesiastés 8:12-13 *** w97 15/2 págs. 17-18 párrs. 17-18 “Todo el deber del hombre” *** 17 Aunque algunas religiones enseñan que hay un más allá, mucha gente cree que esta vida es en realidad la única que tiene segura. Es posible que la haya visto reaccionar como describió Salomón: “Por cuanto la sentencia contra una obra mala no se ha ejecutado velozmente, por eso el corazón de los Página 6 hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo”. (Eclesiastés 8:11.) Aun aquellos que no se sumen en la maldad demuestran que su principal preocupación es únicamente el presente. Esta es una razón por la que el dinero, las posesiones, el prestigio, el poder sobre el semejante, la familia u otros intereses similares adquieren una importancia exagerada para ellos. Sin embargo, Salomón no terminó ahí su razonamiento. Añadió: “Aunque un pecador esté haciendo lo malo cien veces y continuando largo tiempo según le plazca, sin embargo también me doy cuenta de que les resultará bien a los que temen al Dios verdadero, porque le han tenido temor. Pero de ninguna manera le resultará bien al inicuo, ni prolongará sus días, que son como una sombra, porque no le tiene temor a Dios”. (Eclesiastés 8:12, 13.) Salomón estaba convencido, sin duda, de que nos resultaría bien si ‘temíamos al Dios verdadero’. ¿En qué sentido nos iría bien? Hallamos la respuesta en el paralelo que traza a continuación. Jehová puede ‘prolongar nuestros días’. 18 En particular los que aún son relativamente jóvenes deberían reflexionar sobre el hecho absolutamente confiable de que les resultará bien si temen a Dios. Como es posible que haya observado, el corredor más rápido puede tropezar y perder la carrera. El ejército poderoso puede sufrir una derrota. El empresario prudente puede acabar en la pobreza. Y muchas otras incertidumbres hacen que la vida sea bastante impredecible. Pero puede tener la absoluta certeza de lo siguiente: el proceder más sensato y seguro es disfrutar de la vida haciendo el bien dentro del marco de las leyes morales de Dios en armonía con Su voluntad. (Eclesiastés 9:11.) Este proceder implica aprender lo que es la voluntad de Dios según la Biblia, dedicar la vida a él y bautizarse como cristiano. (Mateo 28:19, 20.) Eclesiastés 8:14 *** w78 1/2 pág. 29 ¿Qué quiso decir el sabio? *** Los que se apresuran a ofenderse y alimentan rencores “en el seno” dan evidencia de ser altivos. Los individuos que se preocupan por lo que está saliendo mal en su vida no obtienen felicidad de las cosas que están saliendo bien. Según Dios evalúa las cosas, son “estúpidos.” Por otra parte, la persona humilde es paciente. Se restringe de sentirse ofendida y de hacerse una persona cínica y amargada. Rehúsa dejar que las circunstancias adversas la venzan. Las personas que ejercen ese dominio de sí mismas suelen descubrir que “el fin de un asunto posteriormente” trae un cambio inesperado hacia una mejor situación. Para encararse con éxito a las cosas que no son como deben ser es necesario escuchar el consejo bíblico acerca de qué no hacer. Consideremos dos ejemplos importantes. Usted probablemente sabe de personas que pasan mucho tiempo tratando de descubrir una regla o fórmula para determinar por qué las cosas suceden como suceden en este mundo. Algunas formas de adivinación (por ejemplo, la astrología) se han hecho muy populares debido a que supuestamente pueden mostrar que los acontecimientos que tienen lugar en la Tierra suceden según un patrón fijado de antemano que puede ser descubierto por los seres humanos. Pero las Escrituras muestran que todos esos esfuerzos son sencillamente una pérdida de tiempo. Leemos: “Cuanto más apliqué mi corazón a estudiar la sabiduría y a contemplar el ajetreo que se da sobre la tierra —pues ni de día ni de noche concilian los ojos el sueño— fui viendo que el ser humano no puede descubrir todas las obras de Dios, las obras que se realizan bajo el sol. Por más que se afane el hombre en buscar, nada descubre, y el mismo sabio, aunque diga saberlo, no es capaz de descubrirlo.”—Ecl. 8:16, 17, Biblia de Jerusalén. Puntos sobresalientes lectura bíblica - Eclesiastés 7 al 12 - El escritor bíblico dice que las cosas que suceden en la Tierra son “obras de Dios,” pero no en el sentido de que Dios cause estas cosas. Más bien, estas cosas son como ‘obra de Dios’ en el sentido de que existen porque Dios las permite y se deben en gran medida a causas que no pueden ser controladas ni previstas por la humanidad. La Biblia muestra claramente que todo esfuerzo por “buscar,” o discernir, algún patrón o modelo general de acontecimientos fácil de predecir con relación a la humanidad y el comportamiento humano no puede menos que terminar en fracaso. Eclesiastés 8:15 *** w96 1/10 pág. 14 párrs. 1-2 La hospitalidad cristiana en un mundo dividido *** “LA HUMANIDAD no tiene nada mejor bajo el sol que comer y beber y regocijarse, y que esto los acompañe en su duro trabajo durante los días de su vida, que el Dios verdadero les ha dado bajo el sol.” (Eclesiastés 8:15.) Con estas palabras, el antiguo congregador hebreo nos dice que Jehová Dios no solo desea que su creación humana disfrute y sea feliz, sino que, además, le concede los medios para conseguirlo. A lo largo de la historia, la humanidad parece haber tenido el deseo de gozar y divertirse. 2 Hoy vivimos en una sociedad hedonista, en la que los hombres buscan con afán el placer y la diversión. La mayoría son “amadores de sí mismos, [...] amadores de placeres más bien que amadores de Dios”, como predijo la Biblia. (2 Timoteo 3:1-4.) Esto, desde luego, es una burda tergiversación de lo que Jehová Dios se proponía. Cuando la búsqueda del placer se constituye en un fin, o cuando el único objetivo es la autocomplacencia, no hay verdadera satisfacción y ‘todo es vanidad y un esforzarse tras viento’. (Eclesiastés 1:14; 2:11.) De ahí que el mundo esté lleno de individuos solitarios y fracasados, lo que, a su vez, origina muchos de los problemas que afectan a la sociedad. (Proverbios 18:1.) La gente se vuelve recelosa y se suscitan divisiones raciales, étnicas, sociales y económicas. Eclesiastés 8:16-17 *** w06 1/11 pág. 16 Puntos sobresalientes del libro de Eclesiastés *** 8:16, 17. Es imposible comprender a la perfección cada una de las cosas que Dios ha hecho o que ha permitido que ocurra en el mundo. No lo lograríamos aunque nos desveláramos pensando. Lo único que conseguiríamos preocupándonos por todas las injusticias que se han cometido sería perder la alegría de vivir. Eclesiastés 9:1-12 *** w87 15/9 pág. 25 “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos” *** ♦ 9:1.—¿Cómo están en la mano de Dios las obras de los justos? Aunque la calamidad ataca a los sabios y a los justos, esto sucede únicamente por permiso de Dios, y él nunca los abandonará. Por la “mano” o poder aplicado de Dios los justos pueden ser librados de una prueba, o recibir fortaleza para aguantarla. (1 Corintios 10:13.) El recordar esto puede consolar al siervo de Jehová cuando se encuentra en dificultades. *** w78 15/3 pág. 14-15¿Qué quiso decir el sabio? *** Por otra parte, la declaración del sabio en Eclesiastés 9:1 se pudiera explicar como sigue: Entre los seres humanos imperfectos las emociones del amor y el odio con frecuencia se expresan sin ton ni son. De modo que los seres humanos carecen de conocimiento, entendimiento o comprensión del motivo de todo el amor y todo el odio que se hubiesen expresado antes de ellos. Comprendidas así, las palabras de Puntos sobresalientes lectura bíblica Salomón enlazarían con su siguiente consideración de las incertidumbres de la vida y lo imposible de prever cuándo la muerte le puede poner fin a todo. El amor y el odio pueden ser exactamente igual de ciegos e incomprensibles. En virtud de estar en un mundo imperfecto y pecaminoso, los seres humanos, justos o inicuos, pueden experimentar tanto lo bueno como lo malo, amor y odio. Jehová Dios permite que tanto justos como inicuos disfruten del alimento y la bebida así como de sus otras provisiones generosas para sustentar la vida. (Mat. 5:45; Hech. 14:16, 17) Además, cuando se trata de morir, no hay ninguna distinción. Continuó Salomón: “Todos son lo mismo en lo que tienen todos. Un mismo suceso resultante hay para el justo y el inicuo, el bueno y el limpio y el inmundo, y el que sacrifica y el que no sacrifica. El bueno es lo mismo que el pecador; el que jura [leve o irreflexivamente] es lo mismo que cualquiera que ha temido un juramento.”—Ecl. 9:2. Puesto que exteriormente quizás parezca que no hay diferencia entre lo que le acontece al justo y al inicuo durante su vida, y especialmente puesto que todos acaban en la muerte, pudiera parecer que no hay verdadera ventaja en llevar una vida recta, con temor de Dios. Salomón señaló esto como una razón para el mal proceder que persiste entre la humanidad, al decir: “Esto es lo calamitoso en todo cuanto se ha hecho bajo el sol, que, porque hay un mismo suceso resultante para todos, el corazón de los hijos de los hombres también está lleno de lo malo.”—Ecl. 9:3. Pero ¿les beneficia el que se entreguen al desafuero? No, pues el sabio declara: “Hay locura en su corazón durante su vida, y después de eso... ¡a los muertos!” (Ecl. 9:3) Mientras están vivos, obran como si estuvieran fuera de sí; siguen sus deseos e inclinaciones incorrectos sin restricción alguna. Finalmente, su vida de francachela y concupiscencia termina abruptamente en la muerte. Entonces, ¿cuál es el derrotero verdaderamente sabio? Disfrute de su vida de manera sana Uno debe apreciar su vida y usarla bien. Escribió Salomón: “Pues respecto a cualquiera que está unido a todos los vivientes existe confianza, porque un perro vivo está en mejor situación que un león muerto. Porque los vivos están conscientes de que morirán [un pensamiento que comunica equilibrio y seriedad y que debería moverlos a utilizar su vida de manera beneficiosa]; pero en cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado. También, su amor y su odio y sus celos ya han perecido, y no tienen ya más porción hasta tiempo indefinido en cosa alguna que tenga que hacerse bajo el sol.”—Ecl. 9:4-6. Solo cuando uno está vivo puede haber alguna confianza, alguna esperanza. Entonces es el tiempo en el cual edificar un buen nombre con el Creador. Mientras haya vida, hay esperanza de que haya mejoramiento, aun en el caso del individuo que obra con desafuero. Cuando llega la muerte es demasiado tarde. Por lo tanto, el perro vivo, aunque despreciado, está en mejores circunstancias que la bestia regia, un león, muerta. Los vivos todavía pueden efectuar cosas, pero los muertos no participan en ninguna actividad ni en las emociones del amor, el odio y los celos que constituyen gran parte de la existencia terrestre del hombre. Por lo tanto, debemos disfrutar de las obras de nuestras manos como personas que tememos a Dios. Salomón amonesta: “Ve, come tu alimento con regocijo y bebe tu vino con buen corazón, porque ya el Dios verdadero se ha complacido en tus obras. En toda ocasión resulten blancas tus prendas de vestir [resplandecientes y limpias, reflejando, no duelo ni lobreguez, sino gozo], y no falte el aceite [que - Eclesiastés 7 al 12 - Página 7 igualmente representa el gozo, pues el aceite es refrescante,] sobre tu cabeza. Ve la vida con la esposa que amas todos los días de tu vida vana que Él te ha dado bajo el sol, todos los días de tu vanidad, porque ésa es tu porción en la vida en tu duro trabajo con que estás trabajando duro bajo el sol. Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismísimo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol, el lugar adonde estás yendo.”—Ecl. 9:7-10. El disfrutar sanamente de la vida, incluso del alimento y la bebida, es correcto, apropiado. Es don de Dios y, por lo tanto, tiene su aprobación. Evidentemente eso es lo que Salomón quiso decir cuando tras el estímulo que dio en cuanto a deleitarse en el alimento y la bebida puso las palabras: “porque ya el Dios verdadero se ha complacido en tus obras.” Sí, el Altísimo no quiere que llevemos una vida austera, y nos privemos de todo gozo. Puesto que él es un Dios feliz, quiere que la gente sea feliz en el vivir cotidiano, incluso en su vida conyugal. (Hech. 14:17) Esto, por supuesto, no es abogar por una vida en la cual falte la sobriedad y simplemente se busque el placer. Salomón estimuló el trabajo, aprovechar las oportunidades de ejercitar las manos en hacer lo bueno antes de que uno quede totalmente incapacitado por la muerte y acabe en el Seol, el sepulcro. En este mundo, pues, el proceder más sabio es disfrutar de la vida mientras se pueda, haciéndolo dentro de los límites de las leyes morales de Dios. Muy rápidamente la muerte puede reducirlo todo a nada, porque muy a menudo sucede lo inesperado. El corredor más rápido puede tropezar y perder la carrera. Un ejército poderoso puede ser derrotado por fuerzas inferiores. El sabio quizás no pueda conseguir buen trabajo y por eso padezca hambre. Gente que tenga excelente entendimiento de administración comercial pudiera verse imposibilitada, por las circunstancias, de poner a trabajar su entendimiento, y así encontrarse en pobreza. Puede ser que personas informadas incurran en la ira de los que estén en autoridad y caigan en disfavor. Esto es algo que notó de paso el rey Salomón, pero, después de reconsiderarlo más cuidadosamente, escribió: “Me volví para ver bajo el sol que no tienen los veloces la carrera, ni los poderosos la batalla, ni tampoco tienen los sabios el alimento, ni tampoco tienen los entendidos las riquezas, ni aun los que tienen conocimiento tienen el favor; porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos. Porque tampoco conoce el hombre su tiempo [pues la muerte puede venir inesperadamente]. Justamente como peces que se cogen en una mala red, y como pájaros que se cogen en una trampa, así son cogidos en lazo los hijos de los hombres en un tiempo calamitoso, cuando cae sobre ellos de repente.”—Ecl. 9:11, 12. De modo que, así como los peces pueden ser atrapados inesperadamente en una red y los pájaros en una trampa, la muerte puede alcanzar de repente a los seres humanos, sin aviso. ¡Qué vigorosa lección dio Salomón acerca de disfrutar sana y remuneradoramente de la vida y sus beneficios y oportunidades verdaderos mientras uno puede! PREGUNTA 3 DEL REPASO DE LA ESCUELA Algunas personas creen que las palabras de Salomon registradas en Eclesiastés 3:1-9 inducen a creer en el destino. ¿Cómo aclara Eclesiastes 9:11 que el destino no determina todo lo que ocurre? [w09 1/3 pág. 4 párr. 4.] “Porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos.” (Eclesiastés 9:11.) Como vemos, Salomón no pudo haber indicado que nuestra vida ya está predeterminada, pues afirmó que “el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos”. En efecto, los seres Página 8 humanos somos incapaces de predecir con exactitud qué va a ocurrirnos. La realidad es que a veces las cosas suceden simplemente porque estamos en el lugar menos indicado en el momento más inoportuno. Eclesiastés 9:13-18 *** w78 1/4 pág. 18 ¿Qué quiso decir el sabio? *** No siempre se aprecia la sabiduría En este mundo, frecuentemente las cosas que suceden son muy diferentes de lo que uno esperaría. Como notó el rey Salomón: ‘Los sabios pudieran hallarse sin alimento y los que tienen conocimiento pudieran encontrarse en disfavor.’ (Ecl. 9:11) Una razón para esto es que los hombres suelen juzgar por la apariencia exterior en vez de por la realidad plena. El sabio rey Salomón suministró una notable ilustración de esto, una que le pareció “grande.” Leemos: “También esto vi respecto a la sabiduría bajo el sol... y me pareció grande [“para mí fue una gran lección,” Nueva Biblia Española]: Había una ciudad pequeña[un lugar muy insignificante], y los hombres en ella eran pocos [por lo tanto, con pocas fuerzas para su defensa]; y vino a ella un gran rey, y la cercó y edificó contra ella grandes fortalezas. Y fue hallado en ella un hombre, necesitado pero sabio, y ése le proveyó escape a la ciudad por su sabiduría. Pero ningún hombre se acordó de aquel hombre necesitado.” (Ecl. 9:13-15) Si no hubiera sido por aquel sabio necesitado, la ciudad habría caído en las manos del “gran rey.” Resultó que la sabiduría de aquel pobre triunfó de las obras de sitio y los hombres combatientes del rey. Sin embargo, la gente, en vez de sentirse endeudada con el hombre necesitado, se olvidó completamente de él después que hubo pasado el peligro. Salomón sacó la siguiente conclusión de esto: “Mejor es la sabiduría que el poderío; sin embargo la sabiduría del necesitado es despreciada, y sus palabras no son escuchadas.” (Ecl. 9:16) Sí, cuando un hombre no ocupa una posición elevada o no tiene prominencia, con frecuencia se pasan por alto sus palabras. Se les atribuye poco peso. A veces, quizás como último recurso, se obre en armonía con las palabras sabias del necesitado, pero una vez que ha pasado la crisis no se le otorga ningún honor.—Compare con 1 Corintios 1:26, 27; 2:8-11. No obstante, la sabiduría es de gran valor y no hay duda de que no siempre se desatiende solo porque venga de una fuente modesta. Continuó Salomón: “Las palabras de los sabios en quietud se oyen más que el clamor de uno que gobierna entre gente estúpida. Mejor es la sabiduría que los útiles para pelear, y meramente un solo pecador puede destruir mucho bien.”— Ecl. 9:17, 18. Como indicó aquí el sabio, es mucho mejor y más lógico escuchar las expresiones calmadas, decorosas, de las personas sabias, prescindiendo de lo humildes que sean, que los gritos de un gobernante que saca su apoyo popular de súbditos que demuestran, en sus sendas y acciones, un punto de vista estúpido en cuanto a la vida. Como se ilustró en el caso del sabio necesitado, se puede obtener mucho mayor beneficio de la sabiduría que del equipo de pelear. Sin embargo, un solo pecador o tonto puede causar dificultad incalculable. Por su razonamiento incorrecto, quizás expresado en alta voz, o por sus malos actos, puede frustrar el mejor plan, arruinar la reputación de una comunidad o malgastar energías y recursos. (Compare con 3 Juan 9-11.) Verdaderamente, debe preferirse la sabiduría hasta cuando los hombres no aprecien a los que la posean. Puntos sobresalientes lectura bíblica - Eclesiastés 7 al 12 - Eclesiastés 10:1-11 *** w06 1/11 pág. 16 Puntos sobresalientes del libro de Eclesiastés *** 10:1. Hay que tener cuidado con nuestra forma de actuar y hablar. Basta con un único desliz, como una reacción furiosa, un exceso con el alcohol o una acción contraria a la castidad, para echar a perder el respeto y el buen nombre de que gozábamos. *** w06 1/11 pág. 15 Puntos sobresalientes del libro de Eclesiastés *** 10:2. ¿Qué quiere decir que el corazón de una persona esté “a su diestra” o “a su siniestra”? La derecha suele referirse a la posición de favor. Figurativamente, si el corazón está a la diestra, inclina a la persona a obrar bien, y si está a la siniestra, a actuar mal. *** w78 1/5 pág. 28-29 ¿Qué quiso decir el sabio? *** Hasta un poco de tontedad puede ser perjudicial Tan solo un acto de tontedad puede bastar para manchar la reputación de un hombre. Escribió el sabio rey Salomón: “Las moscas muertas son lo que hace que el aceite del ungüentario apeste, borbotee. Así le hace un poco de tontedad al que es precioso por sabiduría y gloria.” (Ecl. 10:1) Un buen nombre o reputación se puede comparar con un aceite fragante que puede ser fácilmente arruinado por algo tan insignificante como unas moscas muertas. La putrefacción de estos insectos hace que el aceite apeste y fermente, que “borbotee.” De manera parecida, un hombre puede perder la buena reputación de persona sabia y honorable por alguna indiscreción, “un poco de tontedad.” Esto se debe a que la gente espera mucho más del que es afamado por su sabiduría. Por lo tanto, tiene que tener mucho cuidado en lo que se refiere a su habla y acciones. Cosas como un solo estallido violento de ira, un solo grave tropiezo por el uso inmoderado de las bebidas alcohólicas o un solo acto incasto con una persona del sexo opuesto pueden manchar su excelente reputación. Dónde debe estar el corazón Para no sucumbir a la tontedad, uno necesita un corazón que tenga la motivación correcta. El sabio hizo notar lo siguiente: “El corazón del sabio está a su diestra, pero el corazón del estúpido a su siniestra. Y también por cualquier camino en que esté andando el tonto, le falta su propio corazón, y ciertamente le dice a todo el mundo que es tonto.”—Ecl. 10:2, 3. En el uso bíblico, la “diestra” a menudo representa una posición favorable. (Compare con Mateo 25:33.) El que el corazón del sabio esté a su diestra, por lo tanto, indicaría que su corazón lo inclina a un derrotero bueno, favorable. El estúpido, sin embargo, recibe impulso hacia una senda incorrecta, pues su corazón está a su “siniestra.” Este se asemeja mucho a la persona que es derecha y que, al verse imposibilitada de usar su diestra, pudiera desplegar desmaño con su mano izquierda y no poder hacer bien lo que tiene que hacer. Por carecer de buen motivo, de “corazón” a su diestra, al tonto se le reconoce fácilmente por lo que es. Es como si estuviese ‘diciendo a todo el mundo que él es tonto.’ Por no querer corrección y consejo, esa persona también se apresura a llamar ‘tontos’ a los que tratan de ayudarla. Un grave error Cuando un gobernante comete un grave error al escoger hombres para puestos encumbrados, se efectúa mucho daño. Para el sabio rey Salomón un error de esa índole merecía llamarse una calamidad. Escribió: “Existe algo calamitoso que he visto bajo el sol, como cuando sale una equivocación a causa del que está en poder: La tontedad ha sido colocada en muchos puestos encumbrados, pero los ricos [“nobles y ricos,” Nueva Biblia Española] mismos siguen morando meramente Puntos sobresalientes lectura bíblica en una condición baja. He visto a siervos a caballo pero a príncipes andando en la tierra justamente como siervos.”—Ecl. 10:5-7. Salomón llama “ricos” a los que califican para el puesto encumbrado. No debemos entender que esto significa que él favorecía una plutocracia, gobernación exclusiva por los acaudalados. Está claro que Salomón estaba pensando en las personas que usan de buen juicio y administran bien sus asuntos. Esos hombres sin duda indican mayor aptitud para gobernar que los que han malgastado o administrado mal sus recursos. Debido a mal juicio por parte del que está en autoridad, quizás no se conceda a los príncipes o nobles la dignidad que merecen y se les trate como esclavos. Sin embargo, es posible que hombres mucho menos calificados, simples siervos, terminan montando caballos como la nobleza. Esta situación dificulta los asuntos para los súbditos que se ven obligados a someterse a funcionarios que en realidad no están capacitados. Ciertamente las palabras de Salomón remachan la importancia de escoger a personas calificadas para atender trabajo vital. No se debe envidiar a las personas incapaces que obtienen un puesto Es posible que al principio no se reconozca la incompetencia. Ciertos hombres pueden impresionar a otros con lo que parece discernimiento profundo. Pudiera suceder que se les seleccionara para manejar responsabilidades, mientras se pasara por alto a hombres que tuvieran verdadera sabiduría. Cuando hay personas no calificadas en un puesto de confianza, otros pudieran inclinarse a envidiarlas. Pero, en realidad, no se ha de envidiar a las personas incompetentes. Están en peligro constante de perder lo que han alcanzado. Porque carecen de la sabiduría que se necesita, con el tiempo puede quedar demostrado a las claras lo que son y pueden sufrir una terrible y estrepitosa caída en la cual sufran daño e ignominia. Es patente que Salomón estaba ilustrando que hay peligros inherentes en la incompetencia cuando señaló otras cosas que están llenas de peligro. Escribió: “El que está cavando un hoyo caerá él mismo directamente en él [porque un hoyo descubierto siempre presenta un peligro]; y al que está rompiendo a través de un muro de piedra, una serpiente [que establece su morada en los muros viejos] lo morderá. El que está sacando piedras de la cantera se lastimará con ellas. El que está partiendo troncos tendrá que tener cuidado con ellos.” (Ecl. 10:8, 9) Tanto la explotación de canteras como el rajar troncos pueden poner en peligro la vida y los miembros del cuerpo y, por lo tanto, se deben efectuar con debida precaución. No hay duda de que la persona competente está en mucho mejor situación que la persona que tenga habilidad pero que carezca de la sabiduría que se necesita para utilizarla apropiadamente. Ilustrando este punto, Salomón declara: “Si un hierro se ha embotado y alguien no ha amolado su filo, entonces empleará con esfuerzo sus propias energías vitales.” Sería tonto utilizar un hacha sin filo para partir madera; se harían esfuerzos innecesarios y sin embargo no se podría efectuar buen trabajo. “De manera que,” continúa el rey Salomón, “el usar la sabiduría para éxito significa ventaja.” (Ecl. 10:10) Sí, lo que vale es la sabiduría aplicada. Pudiera ser que alguien tuviera conocimiento. Pero ¿de qué serviría ese conocimiento si no supiera usarlo? Salomón lo expresa así: “Si la serpiente muerde cuando no resulta encantamiento, entonces no hay ventaja para el que se entrega a usar la lengua.” (Ecl. 10:11) El tener la habilidad de encantar a una serpiente es inútil cuando el que puede hacer eso recibe una mordida antes de que se realice el encantamiento. La Versión de los Setenta - Eclesiastés 7 al 12 - Página 9 dice: “Si una serpiente muerde en un intervalo del encantamiento, no hay ventaja para el que la encanta.” De modo que uno tiene que hablar con eficacia. Por consiguiente, en vez de envidiar a los incompetentes que consiguen lugares de autoridad, uno debe comprender la posición precaria en que están los demás y, en su propio caso, esforzarse por usar sabiamente su conocimiento y habilidades. A la larga, el sabio, aunque no se le reconozca su buen juicio al principio, todavía está en mejores circunstancias que el individuo que ha sido ensalzado pero es incompetente. Eclesiastés 10:12-20 *** w78 15/5 pág. 27-28¿Qué quiso decir el sabio? *** La triste situación de la persona tonta Al contrastar el efecto de las palabras del sabio con las de un tonto, Salomón escribió: “Las palabras de la boca del sabio significan favor, pero los labios del estúpido se tragan a éste.” (Ecl. 10:12) De la boca de los sabios proceden palabras que imparten lo que es bueno y favorable al oyente. (Compare con Efesios 4:29.) Lo más probable es que los dichos de ellos también reciban una respuesta favorable. Pero el habla del estúpido lo expone a vituperio y así lo arruina o ‘se lo traga.’ El “estúpido” profiere tontedad de principio a fin; con frecuencia argumenta con una premisa incorrecta como base y termina en conclusiones falsas. Salomón describe esto como sigue: “El comienzo de las palabras de su boca es tontedad, y el fin de su boca posteriormente es locura calamitosa. Y el tonto habla muchas palabras. El hombre no sabe lo que llegará a ser; y lo que llegará a ser después de él, ¿quién se lo puede informar?” (Ecl. 10:13, 14) Al tonto le parece que él puede hacer eso. Una persona como ésta también se hace difícil la vida de otras maneras. Continúa Salomón: “El duro trabajo de los estúpidos los fatiga, porque ni uno solo ha llegado a saber por dónde ir a la ciudad.” (Ecl. 10:15) Las personas que no usan de buen juicio pueden afanarse interminablemente, y fatigarse, y no obstante no lograr casi nada que verdaderamente valga la pena. Pasan por alto, obstinadamente, lo que el sentido común debería enseñarles. Hasta pasan por alto lo que es obvio, las cosas que se comparan a la vía pública que se reconoce con facilidad y que lleva a la ciudad. Cuando existe tontedad entre la clase gobernante La tontedad es bastante mala cuando la exhibe un ciudadano común. Pero cuando los gobernantes no despliegan buen juicio, esto es para ruina del gobierno y daño de sus súbditos. “¿Qué tal te irá a ti, o país,” pregunta Salomón, “cuando tu rey es un muchacho y tus propios príncipes siguen comiendo hasta por la mañana?” (Ecl. 10:16) Ciertamente es mala la situación cuando un gobernante tiene las características de un joven inexperto y está rodeado de príncipes o consejeros que no se interesan en los asuntos del Estado. Si pasan su tiempo comiendo por la mañana cuando deberían estar atendiendo sus deberes, el reino se desintegra. Contrastando con eso el efecto de la buena administración gubernamental, Salomón continúa así: “Feliz eres tú, oh país, cuando tu rey es el hijo de personas nobles [por lo tanto, él mismo es gobernante sabio y noble] y tus propios príncipes comen al tiempo apropiado para poderío [para obtener fuerzas para su trabajo], no simplemente para beber [pues no se entregan al desenfreno].” (Ecl. 10:17) Sí, los gobernantes sabios pueden contribuir mucho a la felicidad de sus súbditos. El dicho proverbial que introduce después de eso Salomón ilustra que cuando no se efectúa el trabajo vital el resultado es ruina y decadencia. Leemos: “Por gran pereza se hunde el envigado, y por dejar bajar las manos hay goteras en la casa.” (Ecl. 10:18) La casa que no se mantiene bien reparada se Página 10 deteriora y queda en condición dilapidada. El techo se hunde y deja gotear el agua. Así mismo, la ruina viene cuando los asuntos del Estado no se atienden en debida forma. Al llegar a este punto, Salomón presenta otro dicho proverbial: “El pan es para la risa de los trabajadores, y el vino mismo regocija la vida; pero el dinero es lo que tiene buena acogida en todo.” (Ecl. 10:19) Se puede disfrutar muchísimo del comer y junto con ello tener conversación agradable. Pero sin dinero no se puede obtener el pan, y el beber vino causa regocijo limitado cuando lo que uno tiene para las cosas necesarias de la vida es muy poco. En este sistema presente, el dinero es el medio por el cual se pueden obtener todas las cosas materiales y, por lo tanto, “es lo que tiene buena acogida en todo.” El pensamiento detrás de la declaración de Salomón puede ser que, siendo diligente, el hombre puede obtener el dinero que necesita para el pan y el vino, para las comodidades que hacen que se pueda disfrutar mejor de la vida. Luego amonesta Salomón: “Ni aun en tu alcoba invoques el mal contra el rey mismo, y en los cuartos interiores donde te acuestas no invoques el mal contra ningún rico; porque una criatura volátil de los cielos transmitirá el sonido y algo que es dueño de alas informará el asunto.” (Ecl. 10:20) Aunque la clase gobernante descuide los asuntos del Estado, el sabio todavía no se arriesga innecesariamente. Si no está dentro de su poder el corregir una situación, ¿de qué provecho sería el que refunfuñara y se quejara en la parte más remota de la casa? Alguien pudiera creer que no hay quien pueda estar escuchando lo que dice. Pero a veces las cosas salen a luz de las maneras más insólitas e inesperadas. Por eso, ¿por qué poner en peligro uno su paz y seguridad haciendo comentarios indiscretos acerca de personas que están en autoridad? (Compare con Mateo 12:36, 37; Romanos 13:1; Tito 3:1, 2; 1 Pedro 2:13-17.) ¡Qué práctico es el consejo de Salomón! Eclesiastés 11:1-8 *** w78 1/6 pág. 28-29 ¿Qué quiso decir el sabio? *** Aproveche la oportunidad A veces se presentan excelentes oportunidades para hacer lo bueno o para obtener algo útil. Sin embargo, debido a las incertidumbres de la vida en el sistema actual, pudiera requerirse alguna fe para aprovechar debidamente algunas situaciones. No obstante, si tenemos dudas en casos de esta índole, pudiera ser que perdiéramos algo que verdaderamente vale la pena. Bien pudiera ser que no llegáramos a ser una fuente de estímulo para otros. El sabio rey Salomón suministró consejo muy práctico sobre este asunto. Escribió: “Envía tu pan sobre la superficie de las aguas, pues con el transcurso de muchos días lo hallarás otra vez. Da una porción a siete, o aun a ocho, pues no sabes qué calamidad ocurrirá en la tierra.” (Ecl. 11:1, 2) Por lo común se han considerado estas palabras como una exhortación a la generosidad. Uno nunca sabe lo que pudiera resultar de sus actos generosos. A uno pudiera parecerle que está entregando algo a un cuerpo de “aguas,” sin que parezca que haya de haber inmediatamente buenos resultados para uno. Sin embargo, los actos generosos de uno pudieran encariñarlo en el corazón de otros y hacer que éstos respondieran generosamente si uno llegara a verse realmente necesitado. Esto no quiere decir que la persona verdaderamente generosa debe ser artera y contar con que se le pague de vuelta. Más bien, se deleita en dar a otros y confía en que siempre tendrá lo que necesita. Por eso, no restringe su dar a unos cuantos escogidos, solo a dos o tres, sino que es generoso de todo corazón, dando a “siete, o aun a ocho.” Pudiera haber personas precavidas que creyeran que esto es sumamente imprudente, al temer que el individuo que Puntos sobresalientes lectura bíblica - Eclesiastés 7 al 12 - eso hiciera pudiera llegar a verse en condición de necesidad si atacara la calamidad. Sin embargo, la persona generosa tiene mucha más probabilidad de recibir ayuda al enfrentarse a algún desastre. Jesucristo expresó un pensamiento similar cuando dijo: “Practiquen el dar y se les dará. Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante.”—Luc. 6:38. Nuestros actos de generosidad hasta podrían compararse a plantar arroz en suelo cubierto de agua. Después de “muchos días” lo que así se planta llega a su madurez y produce una abundante cosecha. Después, Salomón se funda en ciertas leyes fijas al mostrar que la indecisión en los asuntos de la vida no es el mejor derrotero. Hace notar lo siguiente: “Si las nubes están llenas de agua, derraman un verdadero aguacero sobre la tierra; y si un árbol cae hacia el sur o si hacia el norte, en el lugar donde cae el árbol allí resultará estar.” (Ecl. 11:3) Estas cosas simplemente suceden; no se pueden controlar humanamente. Por eso, ¿por qué ser indeciso y por lo tanto vacilante en cuanto a ser generoso o hacer lo que es necesario hacer? Si va a llover, va a llover. Si un árbol va a caer en cierta dirección, allí es donde va a caer. Eso aplica a muchas otras cosas en la vida. La inacción sola no garantiza que esas cosas no sucederán. Si uno tratara de regular su vida por medio de determinar primero con exactitud lo que pudiera ser que sucediera o no sucediera, no lograría efectuar nada. Como hizo notar Salomón: “El que está vigilando el viento no sembrará [por temor de que el viento se lleve la semilla]; y el que está mirando las nubes no segará [por temor de que si corta el grano se mojará antes de que se le pueda poner en el almacén].”—Ecl. 11:4. Por lo tanto, tenemos que proseguir con lo que es necesario hacer, comprendiendo que de seguro hay incertidumbres. No hay modo de desentrañar la obra de Dios, es decir, de descubrir alguna regla mediante la cual determinar con exactitud lo que él quizás haga o tolere en el desenvolvimiento de su propósito y luego conducir nuestros asuntos en armonía con tal regla. Salomón indicó que para el hombre la obra de Dios es tan misteriosa como lo es el desarrollo de un infante en el vientre. Escribió: “Tal como no te das cuenta de cuál es el camino del espíritu en los huesos en el vientre de la que está encinta, de igual manera no conoces la obra del Dios verdadero, que hace todas las cosas.”—Ecl. 11:5. En vista de las incertidumbres de la vida y de que no está dentro del poder del hombre cambiar ciertas leyes fijas, Salomón da este consejo: “Por la mañana siembra tu semilla y hasta el atardecer no dejes descansar tu mano; pues no sabes dónde tendrá éxito esto, ya sea aquí o allí, o si ambos a la par serán buenos.” (Ecl. 11:6) Por lo tanto, el mejor derrotero es proseguir diligentemente con nuestras labores, sin permitir que las incertidumbres nos preocupen a tal grado que estorben nuestra actividad, sea que se trate de esfuerzo por adelanto espiritual, trabajo seglar o actos de generosidad. Esto puede contribuir a que uno tenga un punto de vista alegre de la vida. Escribió Salomón: “La luz también es dulce, y bueno es para los ojos ver el sol; pues si viviere un hombre aun muchos años, que en todos ellos se regocije.” (Ecl. 11:7, 8) Puesto que solo los que están vivos pueden apreciar la luz y el Sol, aquí Salomón está indicando que es bueno estar vivo y que uno debe disfrutar de la vida. Sin embargo, agrega un pensamiento que estimula a mirar a los asuntos con seriedad: “Que se acuerde de los días de oscuridad, aunque pudieran ser muchos; todo día que ha venido es vanidad.” (Ecl. 11:8) Uno no debe perder de vista el hecho de que puede perder su fuerza Puntos sobresalientes lectura bíblica y vigor al sobrevenir los “días de oscuridad” o la vejez. Reducido uno a una condición de decrepitud, tal vez descubra que, a medida que la vida se prolonga por años, cada día es vanidad, aparentemente vacío y sin significado. Por eso, mientras pueda, uno debe esforzarse por disfrutar de manera sana de la vida, desplegando buen juicio y buscando la guía de Dios en todo lo que hace. Eclesiastés 11:9-10 *** w04 1/5 pág. 13 Joven, ¿estás poniendo un buen fundamento para el futuro? *** Disfruta tu juventud 3 Los mayores te dirán que la juventud pasa volando, y tienen razón. En pocos años quedará atrás, así que disfrútala mientras dure. Ese fue el consejo del rey Salomón, quien escribió: “Regocíjate, joven, en tu juventud, y hágate bien tu corazón en los días de tu mocedad, y anda en los caminos de tu corazón y en las cosas vistas por tus ojos”. Sin embargo, Salomón advirtió a los jóvenes: “Quita de tu corazón la irritación, y evita a tu carne la calamidad”. Y añadió: “Pues la juventud y la flor de la vida son vanidad” (Eclesiastés 11:9, 10). 4 ¿Entiendes lo que Salomón quiso decir? Por ejemplo, piensa en un joven que recibe un gran regalo, quizá una herencia. ¿Qué hará con ella? Podría derrocharla en placeres, como el hijo pródigo de la parábola de Jesús (Lucas 15:11-23). ¿Pero qué pasará cuando se acabe el dinero? Pues que sin duda lamentará haber sido tan inconsciente. Por otra parte, supongamos que emplea el regalo pensando en el futuro, tal vez invirtiendo prudentemente casi todo. Cuando a la larga coseche los beneficios de su inversión, ¿te parece que se arrepentirá de no haber gastado todo el dinero en divertirse de joven? Claro que no. 5 Piensa en tus años de juventud como un regalo de Dios, pues la verdad es que lo son. ¿Qué harás con ellos? Puedes gastar toda esa energía y entusiasmo en pasarlo bien, yendo de una diversión a otra sin pensar en el futuro. Pero si hicieras eso, en tu caso “la juventud y la flor de la vida” realmente serían “vanidad”. ¡Cuánto mejor es que aproveches tu juventud preparándote para el futuro! Eclesiastés 12:1-8 *** w99 15/11 págs. 13-18 Acordémonos de nuestro Magnífico Creador *** Acordémonos de nuestro Magnífico Creador “Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador [...] antes que procedan a venir los días calamitosos.” (ECLESIASTÉS 12:1.) JEHOVÁ da a sus siervos la fuerza que necesitan para hacer Su voluntad (Isaías 40:28-31). Esto es cierto sin importar la edad que tengan. Ahora bien, los jóvenes dedicados a Dios, en especial, deberían usar su juventud y sus fuerzas con sabiduría, tomando a pecho el consejo del “congregador”, el rey Salomón del antiguo Israel. Este dijo: “Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador en los días de tu mocedad, antes que procedan a venir los días calamitosos, o hayan llegado los años en que dirás: ‘No tengo en ellos deleite’” (Eclesiastés 1:1; 12:1). 2 La admonición de Salomón sobre recordar al Magnífico Creador durante la juventud se dirigió en primer lugar a los hombres y mujeres jóvenes de Israel. Estos habían nacido en el seno de una nación dedicada a Jehová. Pero ¿qué puede decirse de los hijos de los cristianos dedicados de hoy día? Sin duda, ellos también deben tener presente a su Magnífico Creador. De ese modo lo honrarán a Él y también se beneficiarán personalmente (Isaías 48:17, 18). Excelentes ejemplos del pasado 3 Muchos de los jóvenes que se mencionan en la Biblia son - Eclesiastés 7 al 12 - Página 11 un buen ejemplo en lo que tiene que ver con recordar a su Magnífico Creador. José, el hijo de Jacob, recordó a su Creador desde su juventud. Cuando la esposa de Potifar lo tentó para que tuviera relaciones inmorales con ella, rehusó firmemente y dijo: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?” (Génesis 39:9). El levita Samuel no solo se acordó de su Creador durante su niñez, sino a lo largo de toda su vida (1 Samuel 1:22-28; 2:18; 3:1-5). El joven David de Belén también tuvo presente a su Creador. Su confianza en Dios fue evidente cuando se enfrentó al gigante filisteo Goliat y declaró: “Tú vienes a mí con una espada y con una lanza y con una jabalina, pero yo voy a ti con el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de las líneas de batalla de Israel, a quien tú has desafiado con escarnio. Este día Jehová te entregará en mi mano, y yo ciertamente te derribaré y te quitaré la cabeza; [...] y personas de toda la tierra sabrán que existe un Dios que pertenece a Israel. Y toda esta congregación sabrá que ni con espada ni con lanza salva Jehová, porque a Jehová pertenece la batalla, y él tiene que darlos a ustedes en nuestra mano”. Al poco tiempo, Goliat yacía muerto y los filisteos se daban a la fuga (1 Samuel 17:45-51). 4 Otra joven que recordó al Magnífico Creador fue una niña cautiva israelita, cuyo buen testimonio a la esposa de Naamán, el jefe del ejército sirio, hizo que este acudiera al profeta de Dios, se curara de la lepra y se convirtiera en un adorador de Jehová (2 Reyes 5:1-19). El joven rey Josías promovió con valor la adoración pura de Jehová (2 Reyes 22:1–23:25). Pero el mejor ejemplo de alguien que se acordó de su Magnífico Creador cuando aún era muy joven fue Jesús de Nazaret. Recordemos lo que sucedió cuando contaba 12 años de edad. Sus padres lo llevaron a Jerusalén para la Pascua. En el viaje de regreso se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos, de modo que se volvieron para buscarlo. Al tercer día lo encontraron planteando preguntas de las Escrituras a los maestros del templo. En respuesta a la solicitud ansiosa de su madre, Jesús preguntó: “¿Por qué tuvieron que andar buscándome? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” (Lucas 2:49). A Jesús le beneficiaba conseguir información de valor espiritual en el templo, ‘la casa de su Padre’. Hoy, el Salón del Reino de los Testigos de Jehová es un lugar excelente para conseguir conocimiento exacto de nuestro Magnífico Creador. Recordemos ahora a Jehová 5 La persona que adora a Jehová de todo corazón desea emprender Su servicio tan pronto como sea posible y permanecer en él toda la vida. Sin embargo, ¿cuáles son las perspectivas de la persona que malgasta su juventud por no haberse acordado entonces de su Creador? El congregador dice bajo inspiración divina: “Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador en los días de tu mocedad, antes que procedan a venir los días calamitosos, o hayan llegado los años en que dirás: ‘No tengo en ellos deleite’” (Eclesiastés 12:1). 6 Nadie se deleita en “los días calamitosos” de la vejez. Sin embargo, las personas mayores que tienen presente a Dios se sienten contentas. Por ejemplo, el anciano Simeón tomó en brazos al niño Jesús en el templo y declaró con gozo: “Ahora, Señor Soberano, estás dejando que tu esclavo vaya libre en paz, según tu declaración; porque mis ojos han visto tu medio de salvar que has alistado a la vista de todos los pueblos, una luz para remover de las naciones el velo, y una gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:25-32). Ana, que contaba 84 años de edad, también se acordaba de su Creador. Siempre estaba en el templo, y se hallaba presente cuando se llevó allí al niño Jesús. “En aquella misma hora se acercó y empezó a dar gracias a Página 12 Dios y a hablar acerca del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.” (Lucas 2:36-38.) 7 Los testigos de Jehová de tiempos modernos que han envejecido en el servicio a Dios posiblemente sufran los dolores y limitaciones de la edad avanzada. No obstante, se sienten muy felices, y nosotros agradecemos de corazón su fiel servicio. Tienen “el gozo de Jehová”, pues saben que él ha asumido su poder invencible con respecto a esta Tierra y ha instalado a Jesucristo como poderoso Rey celestial (Nehemías 8:10). Ahora es el tiempo para que tanto jóvenes como mayores observen la exhortación: “Ustedes los jóvenes y también ustedes las vírgenes, viejos junto con muchachos. Alaben ellos el nombre de Jehová, porque solo su nombre es inalcanzablemente alto. Su dignidad está por encima de tierra y cielo” (Salmo 148:12, 13). 8 “Los días calamitosos” de la vejez son poco gratificantes —quizá muy penosos— para aquellos que no tienen presente a su Magnífico Creador y que no entienden sus gloriosos propósitos. Les falta la comprensión espiritual que puede contrapesar las pruebas de la edad avanzada y los ayes que han acuciado a la humanidad desde que se echó a Satanás del cielo (Revelación 12:7-12). Por ello, el congregador nos exhorta a acordarnos de nuestro Creador “antes que se oscurezcan el sol y la luz y la luna y las estrellas, y hayan regresado las nubes, después el aguacero” (Eclesiastés 12:2). ¿Qué significan estas palabras? 9 Salomón comparó la época de la juventud al verano palestino en el que el Sol, la Luna y las estrellas emitían su luz en el cielo despejado. Todo parecía entonces muy brillante. Sin embargo, en la vejez los días son como la temporada fría y lluviosa del invierno, con un aguacero de problemas tras otro (Job 14:1). Sería muy triste saber del Creador pero no servirle en el verano de la vida. En el invierno de la vejez, todo se oscurece, especialmente para aquellos que han desaprovechado las oportunidades de servir a Jehová en su juventud por haberse dedicado a actividades vanas. De modo que, no importa la edad que tengamos, ‘sigamos plenamente a Jehová’, como el fiel Caleb, compañero leal del profeta Moisés (Josué 14:6-9). Efectos de la edad avanzada 10 Salomón luego hace mención de las dificultades que acaecen “el día en que tiemblen los guardianes de la casa, y se hayan encorvado los hombres de energía vital, y las mujeres que muelen hayan dejado de trabajar por haber llegado a ser pocas, y las señoras que ven por las ventanas lo hayan hallado oscuro” (Eclesiastés 12:3). “La casa” representa el cuerpo humano (Mateo 12:43-45; 2 Corintios 5:1-8). Sus “guardianes” son los brazos y las manos, que protegen el cuerpo y satisfacen sus necesidades. En la vejez suelen temblar por debilidad, nerviosismo o parálisis. “Los hombres de energía vital” —las piernas— ya no son columnas fuertes, sino que se han debilitado y encorvado de modo que los pies no pueden más que arrastrarse. En cualquier caso, ¿no nos alegramos de ver a nuestros hermanos de edad avanzada en las reuniones cristianas? 11 ‘Las mujeres que muelen han dejado de trabajar porque han llegado a ser pocas.’ ¿En qué sentido? Puede que los dientes se hayan estropeado o caído, y que queden pocos o quizá ninguno. Se hace difícil o imposible triturar el alimento sólido. “Las señoras que ven por las ventanas” —los ojos unidos a las facultades mentales que posibilitan la visión— se nublan, si es que no se oscurecen por completo. 12 “Y —sigue diciendo el congregador— las puertas que dan a la calle hayan sido cerradas, cuando el sonido del molino se haga quedo, y uno se levante al sonido de un pájaro, y todas las Puntos sobresalientes lectura bíblica - Eclesiastés 7 al 12 - hijas del canto suenen bajo.” (Eclesiastés 12:4.) Las dos puertas de la boca —los labios— ya no se abren mucho o no se abren en absoluto para expresar lo que hay en “la casa” —el cuerpo— de las personas de edad avanzada que no sirven a Dios. No se emite nada a “la calle” de la vida pública. Sin embargo, ¿qué puede decirse de los celosos proclamadores del Reino de edad avanzada? (Job 41:14.) Tal vez anden lentamente de casa en casa y a algunos les cueste hablar, pero sin lugar a dudas alaban a Jah (Salmo 113:1). 13 El sonido del molino se hace quedo, pues se masca el alimento con las encías desdentadas. El anciano no duerme profundamente de noche. Aun el gorjeo de los pájaros lo despierta. Pocas son las canciones que entona y, si lo hace, es débilmente. “Todas las hijas del canto —las notas melódicas— suenan bajo.” El anciano no oye bien la música ni las canciones que otros interpretan. Sin embargo, los ungidos de edad avanzada y sus compañeros, algunos de los cuales ya no son tan jóvenes, siguen elevando su voz en cánticos de alabanza a Dios en las reuniones cristianas. ¡Cuánto nos alegra tenerles a nuestro lado, ensalzando a Jehová en la congregación! (Salmo 149:1.) 14 La suerte de las personas mayores, especialmente aquellas que han pasado por alto al Creador, es muy triste. Dice el congregador: “También se han llenado de temor meramente de lo que es alto, y hay terrores en el camino. Y el almendro lleva flores, y el saltamontes se arrastra, y la baya de la alcaparra se revienta, porque el hombre va andando a su casa de larga duración y los plañidores han marchado alrededor por la calle” (Eclesiastés 12:5). Muchas personas mayores tienen miedo de caerse cuando suben una escalera y miran hacia abajo. Incluso mirar hacia arriba a algo alto puede marearles. Cuando tienen que caminar por calles atestadas, les aterroriza la idea de lastimarse o ser asaltadas por algún ladrón. 15 En el caso del anciano, “el almendro lleva flores”, lo que al parecer indica que su cabello se vuelve gris y luego blanco como la nieve. El pelo canoso cae como las blancas flores del almendro. Se ‘arrastra’, quizá encorvado y con los brazos colgando, o con las manos en la cadera y los codos doblados hacia arriba, lo que le da la apariencia de un saltamontes. Si alguno de nosotros encaja en cierto modo con esa descripción, dejemos que se vea claramente que somos parte del rápido y enérgico ejército de langostas de Jehová (véase La Atalaya del 1 de mayo de 1998, págs. 8-13). 16 La persona de edad ya no tiene apetito, aunque el alimento que se ponga delante de ella sea tan gustoso como la baya de la alcaparra. Estas bayas se han utilizado desde hace mucho tiempo para estimular el apetito. El que ‘la baya de la alcaparra reviente’ da a entender que cuando la persona de edad pierde el apetito, ni siquiera este fruto despierta su deseo de alimentarse. Todo ello indica que se aproxima a “su casa de larga duración”, el sepulcro. Este será su casa para siempre a menos que haya tenido presente a su Creador y su proceder en la vida no haya sido tan impropio que Dios no se acuerde de ella en la resurrección. La voz lastimera y los quejidos que salen de las puertas de la boca del anciano son indicio de la cercanía de la muerte. 17 Se nos exhorta a acordarnos de nuestro Creador “antes que se remueva la cuerda de plata, y se quebrante el tazón de oro, y se quiebre el jarro junto al manantial, y haya sido quebrantada la rueda del agua para la cisterna” (Eclesiastés 12:6). “La cuerda de plata” puede referirse a la médula espinal. Cuando se daña irreparablemente este maravilloso conducto que lleva los impulsos al cerebro, la muerte es inevitable. “El tazón de oro” quizá haga referencia al cerebro, que se halla en el interior del cráneo (parecido a un tazón), y que está unido a Puntos sobresalientes lectura bíblica la médula espinal. Es de oro por su inestimable valor, pues un fallo del cerebro augura la muerte. 18 “El jarro junto al manantial” es el corazón, que recibe y bombea el torrente sanguíneo para que circule por todo el cuerpo. En el momento de la muerte, el corazón es como un jarro que se rompe, que se hace añicos junto al manantial, porque ya no puede recibir, contener ni bombear la sangre vital para el sustento y la revitalización del cuerpo. La ‘quebrantada rueda del agua para la cisterna’ deja de girar, y termina la circulación de la sangre que mantiene la vida. De modo que Jehová reveló a Salomón la circulación de la sangre mucho antes de que la descubriera el médico William Harvey en el siglo XVII. 19 El congregador añadió: “Entonces el polvo vuelve a la tierra justamente como sucedía que era, y el espíritu mismo vuelve al Dios verdadero que lo dio” (Eclesiastés 12:7). Una vez rota “la rueda del agua”, el cuerpo humano, hecho en un principio del polvo del suelo, vuelve a este (Génesis 2:7; 3:19). El alma muere porque el espíritu, o fuerza de vida, que Dios da vuelve al Creador, en quien radica (Ezequiel 18:4, 20; Santiago 2:26). ¿Qué futuro espera a los que se acuerdan de Dios? 20 Salomón demostró de manera convincente lo importante que es acordarse del Magnífico Creador. No cabe duda de que, para aquellos que tienen presente a Jehová y hacen su voluntad de todo corazón, una vida comparativamente corta y dificultosa no es todo cuanto hay. Sean jóvenes o viejos, tienen la misma actitud que Moisés, quien oró: “Muéstranos precisamente cómo contar nuestros días de tal manera que hagamos entrar un corazón de sabiduría”. El humilde profeta de Dios deseaba con todas sus fuerzas que Jehová le mostrara o enseñara a él y al pueblo de Israel a valorar con sabiduría ‘los días de sus años’ y a usarlos de manera que agradara a Dios (Salmo 90:10, 12). 21 Especialmente los jóvenes cristianos deben estar determinados a seguir el consejo del congregador de tener presente al Creador. Estos disponen de oportunidades maravillosas de rendir servicio sagrado a Dios. No obstante, sin importar la edad que tengamos, si aprendemos a contar nuestros días para la gloria de Jehová en este “tiempo del fin”, posiblemente podamos seguir contándolos para siempre (Daniel 12:4; Juan 17:3). Para ello, tenemos que acordarnos de nuestro Magnífico Creador. También debemos cumplir con todo nuestro deber para con Dios. Eclesiastés 12:9 *** w99 15/11 pág. 21-23 párrs. 10-11 ¿Estamos cumpliendo con todo nuestro deber para con Dios? *** 10 El congregador podía dar directrices muy útiles en cuanto a acordarnos de nuestro Magnífico Creador. Jehová había contestado sus oraciones sinceras y le había otorgado una sabiduría extraordinaria (1 Reyes 3:6-12). Salomón hizo una investigación exhaustiva de todo el espectro de las actividades humanas. Es más, Dios lo inspiró a poner por escrito sus descubrimientos para el beneficio de la humanidad: “Y además de haberse hecho sabio el congregador, también enseñó de continuo conocimiento a la gente, y meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos proverbios ordenadamente. El congregador procuró hallar las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad” (Eclesiastés 12:9, 10). 11 La Septuaginta griega traduce así estas palabras: “Y más, pues fue Predicador sabio, pues enseñó ciencia [...] al hombre; y la oreja escudriñará lo ornado de las parábolas. Mucho buscó el Predicador para hallar palabras con gusto, y escrito de rectitud, palabras de verdad” (La Sagrada Biblia, Guillermo - Eclesiastés 7 al 12 - Página 13 Jünemann, nota). Salomón procuró llegar al corazón de sus lectores con palabras deleitables y temas de verdadero interés que valían la pena. Ya que sus palabras, que se hallan en las Escrituras, son el producto de la inspiración del espíritu santo, podemos aceptar sus hallazgos y consejo sabio sin reservas (2 Timoteo 3:16, 17). 12 Aunque no existían entonces los métodos de impresión modernos, en los días de Salomón había muchos libros. ¿Cómo debía considerarse toda aquella literatura? Él dijo: “Las palabras de los sabios son como aguijones, y justamente como clavos hincados son los que se entregan a las colecciones de sentencias; han sido dadas por parte de un solo pastor. En cuanto a cualquier cosa además de estas, hijo mío, acepta una advertencia: El hacer muchos libros no tiene fin, y el aplicarse mucho a ellos es fatigoso a la carne” (Eclesiastés 12:11, 12). 13 Las palabras de las personas que poseen la sabiduría procedente de Dios resultan ser como aguijones. ¿En qué sentido? Incentivan a los lectores u oyentes a progresar a tenor del contenido de las sabias palabras que leen u oyen. Además, los que se ocupan en “colecciones de sentencias”, es decir, dichos sabios y valiosos, son como “clavos hincados” o fijados sólidamente. Quizá sea así debido a que las excelentes palabras de tales personas reflejan la sabiduría de Jehová y, por lo tanto, pueden servir para estabilizar y sostener a sus lectores u oyentes. Si usted es un padre temeroso de Dios, ¿no debería esforzarse en lo posible por inculcar tal sabiduría en la mente y corazón de su hijo? (Deuteronomio 6:4-9.) 14 Pero ¿por qué se expresó así Salomón en cuanto a los libros? Pues bien, comparadas con la Palabra de Jehová, el sinfín de publicaciones de este mundo solo presentan razonamientos humanos, y buena parte de ellos reflejan la mente de Satanás el Diablo (2 Corintios 4:4). Por lo tanto, “aplicarse mucho” a tal literatura seglar produce poco que sea de valor duradero. De hecho, gran parte de ella puede ser dañina en sentido espiritual. Meditemos, al igual que Salomón, sobre lo que dice la Palabra de Dios acerca de la vida, lo cual fortalecerá nuestra fe y nos acercará a Jehová. La atención excesiva a otros libros o fuentes de instrucción puede agotarnos. Su efecto es especialmente destructivo e insano para nuestra fe en Dios y en sus propósitos cuando tales escritos son producto del razonamiento humano que está en conflicto con la sabiduría divina. Así pues, recordemos que los escritos más provechosos del tiempo de Salomón, y de nuestro tiempo, son los que reflejan la sabiduría del “solo pastor”, Jehová Dios. Él nos ha provisto los 66 libros de las Santas Escrituras, y a estos debemos dar nuestra principal atención. La Biblia y las útiles publicaciones del “esclavo fiel” nos permiten adquirir “el mismísimo conocimiento de Dios” (Proverbios 2:1-6). Todo nuestro deber para con Dios 15 Resumiendo toda su investigación, el congregador, Salomón, dice: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre. Porque el Dios verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala” (Eclesiastés 12:13, 14). Un temor saludable, o respeto reverencial, a nuestro Magnífico Creador nos protegerá a nosotros, y seguramente a nuestras familias, de seguir en la vida un proceder insensato que pudiera ocasionarnos graves dificultades y lamentos, tanto a nosotros como a nuestros seres queridos. El temor saludable a Dios es puro y es el mismo principio de la sabiduría y el conocimiento (Salmo 19:9; Proverbios 1:7). Si poseemos perspicacia basada en la Palabra inspirada de Dios y seguimos su consejo en todo, cumpliremos con ‘todo nuestro deber’ para con Dios. No, no es cuestión de Página 14 confeccionar una lista de deberes. Lo que tenemos que hacer es buscar la guía de las Escrituras para resolver los problemas de la vida y efectuar siempre las cosas a la manera de Dios. 16 Debemos tener presente que nada escapa a nuestro Magnífico Creador (Proverbios 15:3). Él “traerá toda clase de obra a juicio”. Sí, el Altísimo juzgará todas las cosas, entre ellas las que están ocultas a los ojos humanos. El que seamos conscientes de esa realidad puede incentivarnos a observar los mandamientos de Dios. Pero el mayor incentivo debería ser el amor a nuestro Padre celestial, pues el apóstol Juan escribió: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3). Y ya que el objetivo de los mandamientos de Dios es promover nuestro bienestar eterno, no solo es apropiado observarlos, sino que también es lo más prudente. No supone ninguna carga para los que aman al Magnífico Creador. Estos quieren cumplir todo su deber para con él. Cumplamos con nuestro deber 17 Si somos sabios y verdaderamente deseamos cumplir todo nuestro deber para con Dios, no solo observaremos sus mandamientos, sino que tendremos un temor reverencial de desagradarle. En realidad, “el temor de Jehová es el principio de la sabiduría”, y los que observan sus mandamientos tienen “buena perspicacia” (Salmo 111:10; Proverbios 1:7). Por lo tanto, actuemos con sabiduría y obedezcamos a Jehová en todas las cosas. Esto es especialmente importante ahora, pues el Rey Jesucristo está presente, y se ha acercado su día de juicio como Juez nombrado por Dios (Mateo 24:3; 25:31, 32). 18 Todos nosotros estamos ahora bajo el escrutinio divino. ¿Somos personas de disposición espiritual, o hemos permitido que las influencias mundanas debiliten nuestra relación con Dios? (1 Corintios 2:10-16; 1 Juan 2:15-17.) Seamos jóvenes o mayores, hagamos todo lo posible por agradar a nuestro Magnífico Creador. Si obedecemos a Jehová y guardamos sus mandamientos, rechazaremos toda la vanidad de este viejo mundo que está pasando. De ese modo podremos abrigar la esperanza de vida eterna en el prometido nuevo sistema de cosas de Dios (2 Pedro 3:13). Esta es una magnífica perspectiva para todos aquellos que cumplen con todo su deber para con Dios. Puntos sobresalientes lectura bíblica - Eclesiastés 7 al 12 -