MONOGRAFÍA DEL DISTRITO DE URRAO HOMENAJE A los tenaces y valerosos taladores de las selvas vigorosas; a los domeñadores constantes de una naturaleza primitiva y fecunda; a los exploradores atrevidos de una topografía vasta y misteriosa, caídos anónimamente en las primordiales etapas de la lucha por el progreso y civilización de Urrao, recuerda agradecida y emocionada, en esta efemérides, la sociedad urraeña. RELATO HISTÓRICO DEL MUNICIPIO DE URRAO, EN EL DEPARTAMENTO DE ANTIOQUIA, DESDE LA CONQUISTA HASTA NUESTROS DÍAS Contribución espiritual a la conmemoración del primer centenario de mi pueblo, que con unción dedico: A la memoria de mi madre, como ofrenda a mi esposa y recuerdo para mis hijos. “Sólo donde se halla un progreso en el conocer y obrar, donde se muestre la diversidad y elevación de caracteres individuales, aparece la Historiografía, y según la bella frase de Hegel recoge lo que fluye rápidamente para consagrarlo a la inmortalidad en el templo de Mnemósyane. La Historia es, de esta suerte, la imagen de la humanidad en su desenvolvimiento”. J. BTA. WEISS La marcha interminable, ordenada y rítmica que los cuerpos celestes ejecutan en sucesión indefinida alrededor de sus órbitas, obedece a las leyes de gravitación, porque mediante la fuerza de atracción que los unos ejercen sobre los otros, se mantiene el equilibrio universal. Por eso titilan en la bóveda azul del firmamento los rutilantes planetas y constelaciones en luminosos puntos diseminados en el espacio límite, describiendo signos o cifras de misteriosa leyenda, de incomparable belleza y magnificencia que deslumbran la vista, pero que la imaginación no comprende. Viajero y partícula en el conjunto sideral, el globo terrestre cumple también con exactitud matemática la misión que le concierne, y es a la vez el teatro de desarrollo de asombrosos acontecimientos, hundidos unos en la noche de olvido, marcados otros con jalones de imperecedera memoria; y en tanto que la naturaleza, en su sagrada función de madre, crea, vivifica y sustenta, devora y consume su propia obra, mientras en el cosmorama se destacan mudos e impotentes testigos encargados de testimoniar a las generaciones el tránsito de una a otra edad, las legendarias tradiciones o características de los pueblos con sus razas, las portentosas hazañas de quienes actuaron en cada etapa, y en último término, la rueca del tiempo destructor, va hilando sostenida y pausadamente, con exquisita puntualidad los días, los meses, los años, los lustros, los siglos y los evos, que se pierden en los recuerdos los que se alejan y se aguardan con su enigmático porvenir los que han de llegar. Si en alas de la fantasía vagamos por los memorables campos del Viejo Mundo, el ánimo se sorprende incesantemente con los vestigios y señales del pretérito, ostensibles en diferentes formas. Tras la mudez adusta del dormido lago donde yacen sumergidos bajo el peso de sus iniquidades, las bíblicas ciudades de la Pentápolis de Palestina, se extienden por las sinuosidades del terreno, las fortalezas de la gran muralla China, levantadas para contener las frecuentes incursiones de los Hunos. Cerca de la enhiesta figura que, semejante a un colosal centauro inerte, perfila la esfinge de Gizeh, representación egipcia de los monarcas de la Creación, símbolo del poder espiritual y la dignidad real, unión entre la sabiduría y la fortaleza, y expresión lapidaria de los más caros y hondos sentimientos de la vida de un pueblo que amaba el arte, las pirámides de Cheops de la misma arquitectura, muestran sus grandiosas moles de granito, urnas veneradas de sarcófagos para depositar las momias de los soberanos del hermoso valle del Nilo. Junto a los monumentos megalíticos de la edad de piedra, constituidos por menhires, a manera de obeliscos de una sola y levantada pieza para perpetuar la memoria de personajes o sucesos destacados, los dólmenes con signos indescifrables, postrer refugio de quienes segaba la muerte, y los cromlec, de gigantescos pilares en círculos como interrogantes inexplicables, cuyo solitario centro, considerado como santuario, es también depósito de sepulturas humanas, junto, repito, está el Partenón en el propio corazón de la metrópoli helénica, grandiosos templo dórico, de mármol pentélico, decorado por los genios y destinado al culto de la diosa de las ciencias. Trasladados a la dilatada comarca de la Península Ibérica, genitora en parte considerable de la raza, las creencias, la cultura y las costumbres de varios países americanos, deslumbra el espíritu de la grandeza, conocimientos, fortaleza, idiosincrasia emprendedora y gustos artísticos que allí imprimió la civilización oriental, patentizados en el Palacio de la Alhambra en Granada, formidable en su exterior y delicioso en su interior; la Mezquita en Córdoba, de estilo árabe, con variedad de materiales preciosos, hermosas columnas gigantescas que semejan un áspero bosque, con diez y nueve naves, cruzadas por veintinueve avenidas que terminan en otras tantas capillas, con su respectivo nombre; el puente de Alcántara, con seis formidables ojos, por donde pasa el Tajo, y una elevada torre en el centro; la Giralda, estatua de la fe, que gira como una veleta en la cúspide del campanil de la gran catedral de la ciudad de Sevilla; restos de acueductos romanos de singular significación, pregonadores de la habilidad de quienes los construyeron, así como el deseo de prosperidad, ingénito en ellos, y en fin, obras innumerables que la brevedad impone callar. Retornando a la América descubierta por Colón, cuyo origen de población en objeto de conjeturas, recojo para transmitirla a los lectores una versión, por la cual se asigna origen chino a la raza que le ocupaba antes de la Conquista, basada en la leyenda que los sacerdotes del Emperador Tsin – Schihoangti le transmitieron acerca de que en las islas opuestas crecía la hierba de la inmortalidad, y entonces éste para adquirirla preparó una armada de jóvenes y doncellas y la envió en su búsqueda, pero en la travesía una tormenta dispersó las naves, excepto una que regresó y del resto nunca se volvió a tener noticia. De aquí se refiere que las embarcaciones extraviadas atracaron en algunas de las costas del Nuevo Mundo, y sus tripulaciones esparcidas en los cuatro puntos cardinales de las tierras que las acogieron, fueron conquistadas, colonizadas y pobladas por ellas. Este continente, huérfano de monumentos prehistóricos como los que se levantan en el ultramar, es sin embargo, asiento de abundantes bellezas naturales, y las riquezas del suelo y subsuelo, útiles para exportar sobre los lomos de sus gigantes arterias y la inmensidad de los océanos que lo circundan, en cambio de la civilización que importa, son los únicos atractivos para ofrecer al artista y al empresario extranjero. Las soberbias cordilleras y cadenas de montañas que, como severa combinación de las murallas chinas y las pirámides egipcias, se levantan altaneras y orgullosas, nidos son de águilas y cóndores, y en ellas, al igual del monte Helicón, han bebido inspiración los poetas y pensadores que en brotes espontáneos de su imaginación apasionada han traducido en hermosos poemas e idílicos cantos; los guerreros que brotaron de sus entrañas escribieron con los filos de sus espadas, en memorables campos de batalla, la grandiosa epopeya de la libertad de un mundo, el más glorioso galardón de pueblos jóvenes. Cuando todavía en los dominios de la antigua Europa predominan los regímenes monárquicos, despóticos y tiránicos, azote y baldón de la humanidad durante siglos, en los amplios horizontes del hemisferio descubierto por el genovés, flamea el pendón de la democracia, que es personificación de la justicia, igualdad y confraternidad predicadas desde la cima del Monte Calvario, y esto por si solo es grandeza y elevación de sentimientos e ideales. Un examen sobre las características de las tribus indígenas que poblaron a Colombia antes de la Conquista, demuestra que los chibchas y muiscas no tenían el grado de cultura de sus vecinos los incas y aztecas, pero en materia de cerámica, capaz de emular con la de Tánagra y orfebrería, poseían conocimientos asombrosos, demostrado con las piezas y joyas labradas que se han encontrado, en los patios y sepulturas, y en cuanto a arquitectura, el Templo del Sol de Sogamoso no podría equipararse al palacio de Uxmal en Méjico, ni a la casa de las Vírgenes en el Perú, pero establecidas las proporciones, era sin duda la mejor construcción en mucho espacio, y servía para la educación inicial del mancebo, escogido como víctima para celebrar el ciclo de quince años en que se igualaban las diferencias del tiempo pasado y se conmemoraba el curso del astro y el ocaso del dios. Al penetrar por último, al rincón del suelo colombiano, nuestro sueño dorado, donde se hallan nuestros más caros afectos, y relicario de recuerdos dulces y amargos, se estrecha la visión, porque absolutamente no hay en él monumentos artificiales como testificadores de los hechos y hazañas de nuestros pasados aborígenes, pero no obstante algunos lugares culminantes legados por la naturaleza y proezas desarrolladas en ellos, dan margen para asegurar que su panorama no le va en zaga a muchos del país, admirados y cantados, y que los naturales que los escogieron para rendir culto a su dioses tutelares, supieron defender y mantener en alto la dignidad adquirida al aire libre, en medio de la selva perfumada y bravía, sin límites que señalaran su heredad ni quien impidiera su peregrinaje en conquistas eróticas, única ambición que poseían. Cuando el corcel de los invasores holló su suelo, se sintieron despojados ignominiosamente de su patrimonio y entonces temerarios, arrojados y valientes, se enfrentan a sus huéspedes, en lucha sostenida y tenaz, y antes que la rendición, prefirieron la muerte, como los moradores de Numancia cuando Escipión el africano los sitió. El Distrito de Urrao, cuyo nacimiento a la vida civil bajo el régimen republicano nos ocupamos en celebrar en estos momentos, ha vegetado en condiciones desfavorables durante un siglo, al vaivén de las vicisitudes, sin apoyo para levantar al igual de sus semejantes y mostrar de todo cuanto puede ser capaz, pues ha vivido como algunas regiones de las islas Baleares, incomprendidas y abandonadas de los poderes centrales, de sus propios recursos, pero en general sus habitantes pasan mejor que la mayoría de las ciudades, donde el favor oficial y las grandes empresas y fábricas imprimen animación y calor. El primer período secular nos encuentra en estado incipiente, con escaso material histórico para transmitir a nuestros contemporáneos, pero no obstante, bajo el límpido cielo que nos cobija y el pedazo de tierra que nos sustenta, se han realizado acontecimientos dignos de rememorar, y ellos con los episodios que conservan en los infolios de vetustos pergaminos, desfilarán por estas páginas, sin galas de erudición, pero con su prístina exactitud, a la manera que la fotografía copia con sus más nimios detalles los objetos que retrata. Política y administrativamente pertenece el Municipio al Departamento de Antioquia, pero, en sentido riguroso, constituye más bien su apéndice, porque está aislado del interior por la cordillera de los Andes, y las corrientes de aguas que brotan de ésta y sus derivaciones en territorio urraeño, van a confluir en el caudal hidrográfico que forma el sistema chocoano, de donde resulta desvinculado geográficamente del sector que integra, y mientras se pregona que está al occidente de él, mantiene sus mejores relaciones comerciales e industriales con los pueblos que formaron la antigua Provincia del Suroeste. Perfilan su lindero occidental la cordillera andina y el cordón del Atrato, hasta donde desagua el Murrí, conductor de la mayor parte de las aguas que bañan el Distrito, porque el Arquía lleva el resto. De las márgenes de las dos primeras nombradas arterias, húmedas e hirsutas, se levantan gradualmente, de modo caprichoso, innumerables colinas de variado aspecto que mueren indistintamente, cortadas por la naturaleza o por las adherencias a sus vecinas mayores, y todas en ascensión curvilínea, formando prominencias, desfiladeros, hondonadas y pampas, se incrustan en la masa principal relacionada y forman el perímetro o hemiciclo que describe el Distrito a manera de principesco o artístico abanico. Existen allí las eminencias de Ocaidó, Nicasio, Mojauro, Zumbáculo, Plateados, Horquetas, San José y Frontino. Este último, que ostenta en su formación los fenómenos causados en las rocas por los ventisqueros que cubrieron el páramo, y una laguna de origen glacial, con altura de 4.100 metros sobre el nivel del mar, cubierto a menudo de blancos penachos de nubes, constituye con su arrogancia, enorme y respetable atalaya que, a no dudarlo, hizo desviar al licenciado Juan Badillo y compañero de expedición, la ruta que seguían, cuando por primera vez los conquistadores se atrevieron a internarse en persecución de los tesoros de El Dorado y Dabeibe, y es para nosotros lo que los Alpes para Europa, la montaña más querida. Si la cima del Mongó, donde termina el cabo de San Antonio en las costas de España, es famosa en la historia de la Geodesia, porque en ella verificaron las primeras operaciones relativas a la medición del tiempo los sabios Michain, Biot, y Arago, en la dilatada de nuestro morro, cubierta de pastos naturales y un vasto horizonte desde cerca de las fronteras ecuatorianas hasta las azuladas aguas del Pacífico que están al frente, pusieron también sus plantas en observaciones científicas el sabio Coronel de ingenieros italiano. Agustín Codazzi y el no menos ilustre geólogo alemán doctor Roberto Scheibe. De las entrañas de las rocas y el fondo de las cordilleras salen infinidad de límpidos manantiales, que retozones y bullangueros se deslizan por campiñas y praderas, adhiriendo unos a otros en forma de árboles movibles creadores de los grandes ríos, que impetuosos y turbulentos, se lanzan por abruptas sierras y desfiladeros atronadores torbellinos hasta llegar a las llanuras que recorren lenta, pausada y calladamente, con severidad augusta, y penetrar en el Atrato, que los conduce a perderse juntos en el gran mar de las Antillas. Así es la vida del hombre: sale de la nada, pasa a la niñez, y a la juventud, poseído de deleites y ensoñaciones de fecundas o prometedoras esperanzas, se precipita por los desfiladeros de sus pasiones y debilidades, hasta que al fin, cargado de años y desilusiones, se reclina a ver pasar el día, mientras se acerca la noche interminable, y penetra en sus arcanos a confundirse en el infinito. El sistema hidrográfico, como ya se dijo, los constituyen, las hoyas de Arquía y Murrí, a las cuales concurren las corrientes menores de Ocaidó, Ocaidocito, San Miguel, Chibugadó, Chibugando, Pacurucundo, Partadó, Jarapetó, Nendó, Nendocito, Mandé, Mandecito, dos Quiparadó, Gengamecodá, Venados, San Pedro, La Encarnación, Urrao, Pavón, y Penderisco. Este es nuestro río sagrado como lo es el Ganges para el país del Indostán, y nace en una de las prominencias de la cordillera andina, recorre largas llanuras cubiertas de pastos color de esmeralda, que aquerencian hatos de ganados, nuestra principal riqueza, serpentea frente a la ciudad, imitando al Elba delante de Dresde, en elegantes curvas de minué, como dijera galanamente don Jesús del Corral, circunda con respetuoso recogimiento la colina que sustenta la necrópolis sombría, musita su oración por los muertos y prosigue su marcha de eterno e incansable peregrino, para fecundar luego las tierras de la agricultura, y atravesar oculto la selva milenaria y rendir la jornada en el Atrato con el nombre de Murrí. Cada corriente de agua de las nombradas forma un valle con el mismo nombre, y los de Urrao, Pavón y Penderisco fueron seguramente los escogidos por los primeros colonizadores para ejercitar su músculo y su brazo. En sus pampas evocadoras de las argentinas, y las estepas rusas, sin castillos feudales ni moradas druídicas, esos bravos luchadores “vestidos todos de calzón de manta y de camisa de coleta cruda” hacían retumbar en el espacio de las galgas preparadas con el filo de sus hachas en los árboles seculares, mientras lanzaban gritos alegres o entonaban coplas del cancionero antioqueño o los romances zamoranos. La raza que hoy puebla esta comarca está mezclada como la bábara, pero no con sangre eslava y céltica, sino con indígena, española y africana, y por eso ostenta la graciosa tez morena del trópico, célebre ya de modo destacado en los concursos mundiales de belleza femenina. Si la raza blanca hasta en sus orígenes más puros está mezclada, según Reclus, es evidente que la de América no puede alegar origen ario por razones obvias. El título con que se presenta ante propios y extraños se caracteriza por su singularidad mundial, y su etimología es netamente indígena, no obstante las alteraciones que haya podido sufrir en el tránsito de una a otra generación, porque Curadó traduce, río de cera de abejas, y no se conoce otra semejanza por estos lados. Hay testimonios que acreditan que un indio llamado Gaspar Urrado habitó muchos años las playas de la corriente así denominada, y esta es la razón de su nombre y el de la población, y la justificación, además del gentilicio que le deduce el doctor Antonio José Restrepo en uno de sus más famosos y eruditos estudios. El señor Benjamín Tejada Córdoba en un cálido brote de entusiasmo dijo que ese nombre provenía del hurra! Lanzado por los conquistadores al descubrir este hermoso panorama, y el eco prolongado de ese grito. Las grandes naciones como las aldeas más diminutas, tienen sus leyendas y “La historia sólo tiene atractivos que embelesen cuando aquélla le presta sus consejas”. La de este valle de ensueño la trazó la diestra y galana pluma del doctor Roberto Botero Saldarriaga, en una amena conversación, dialogada al viajar en compañía de Cayetano Restrepo, a quien llamaban el loco, por los desequilibrios mentales que padecían por tiempos, pero que en realidad era hombre de mucha inteligencia. La leyenda se refiere al hallazgo que unos exploradores enviados de la ciudad de Antioquia por don Juan Pablo Pérez de Rublas, hicieron con sus perros de caza en el paraje de “La Venta” de un feroz animal que unas veces parecía un colosal marimondo y otras un temido mohán, trepado en un árbol. Como los cazadores extrañaron la figura del animal, no quisieron apuntarle con sus escopetas, y optaron por derribar el palo donde se hallaba encaramado éste, visto lo cual por la fiera principio a bajar, y cuando estuvo al alcance de las manos, lograron cogerla y sujetarla no obstante los enormes alaridos que daba y el forcejeo que hacía para libertarse, empleando los dientes y las uñas. El extraño personaje fue conducido a la ciudad de las palmeras y tamarindos, donde los Alcaldes y Regidores tomaron la determinación de depositar en el seno de una honorabilísima familia de la época, porque resultó ser una negra muy crecida y desarrollada. Cuidadosamente la educaron y atendieron, y cuando recobró el uso de la palabra, refirió que había sido la única sobreviviente de una espantosa tragedia de sangre que había tenido lugar en este valle, en la confluencia de los ríos Penderisco y Pavón, cuando los indios del Chamí atacaron inesperadamente al bachiller Lozano y su familia en ese lugar donde se hallaba radicado, y a quien ella servía de esclava. Ocurrió que este peninsular habitaba la ciudad de Cartago, y como resolviera cambiar de domicilio, emprendió una verdadera peregrinación Cauca abajo, con su familia, esclavos y ganados, hasta que al fin, al cabo de muchos días de penosa marcha, llegó al edénico punto que escogió para radicarse. Construyó una gran vivienda sobre sólidos troncos de comino, con dos pisos, el alto para albergar a los propietarios, y el bajo para la servidumbre y animales domésticos. Pero como entre tal servidumbre había un indiecito, recogido mal herido y agonizante por el bachiller, en su marcha, y un día lo azotó, cruelmente, el chico se escapó, y meses después, inesperadamente, en una noche de luna, cuando a la sazón había acabado de pasar una fuerte tempestad acompañada de una grande avenida de los ríos, y el bachiller se paseaba tranquilamente por el corredor de su casa, fumándose un cigarro, de repente se llevó las manos a la garganta, dio unos pocos pasos hacia el interior y se desplomó moribundo en brazos de su mujer. El grito de angustia y de terror de la familia fue ahogado por las voces guturales de los chamíes, que asaltaban el edificio y atravesaban con sus flechas de macana a todos sus habitantes, bajo la dirección del indio flagelado antes por el bachiller. En medio de la matanza general, una negrita, de siete a ocho años de edad, logró ocultarse entre un grupo de vacas de su mismo color y de esta manera pudo escapar del asesinato, y desde ese momento empezó para ella una vida extraordinaria. Andaba siempre con las vacas, mamaba de ellas como un ternero, de noche se albergaba entre sus patas, buscaba calor entre sus tibios vientres, y en las menguantes, cuando el ganado ocurría a los abrevaderos de fuentes saladas conocidas, la negrita lo acompañaba en su viaje hasta que se le capturó en la forma descrita. Documentos relacionados con la conquista de las Indias occidentales y Tierra Firme aseveran que Pedrarias Dávila, victimario de Nuñez de Balboa, visitó la parte norte del territorio urraeño, o al menos cruzó sus inmediaciones, y ello lo deducen otros conquistadores del hallazgo posterior entre los aborígenes de aves domésticas, y aparece que allí mismo que el Gobernador don Pedro de Heredia hizo una acometida a esa región para explorarla, pero con tan mala suerte, que al desembarcar en la población indígena llamada Oromira, situada en la desembocadura del río Murrí, tuvo un fuerte encuentro con sus moradores, en uno de los deltas del río, y allí fue herido su hijo Antonio. Más tarde, el licenciado don Badillo, persuadido de que se le había acusado y sería juzgado a semejanza de los Heredias, porque se había tomado título de Gobernador y otros cargos, para conseguir benignidad con la Real Audiencia, decidió acometer el descubrimiento del tesoro del Dabeibe, tan perseguido como ignorado, y en efecto organizó una expedición con 350 hombres y Francisco Cesar por Teniente General. El 5 de octubre de 1539 salió el convoy de la Ciudad Heroica, y en su travesía subió a la sierra de Abibe, descendió a los llanos de Murrí, se encaminó a Buriticá, con nulos resultados de su intento. Durante la marcha tuvo algunos encuentros con los naturales, y en Nore, primer asiento de la ciudad de Antioquia, venció el cacique Nabuco. Siguió Cauca arriba, y después de muchas fatalidades, entre ellas la muerte del valiente Capitán Cesar, salió por Buenaventura. De las tierras conquistadas por esta expedición, se hizo en la ciudad de Antioquia un reparto, y a Pedro de Frías le correspondió la porción comandada por el cacique Toné, situado en lo que hoy comprende el Distrito de Urrao, y quizá algo más. Dicho cacique pagaba con puntualidad y sumisión el tributo que periódicamente le exigía el conquistador. Fiado éste en la sinceridad de las manifestaciones de su contribuyente, entre alguna ocasión con 9 o 10 soldados a cobrar, pero cuando estaban sentados en la mesa a comer, vieron caer de lo alto del bohío, sobre el mantel, cinco gotas de sangre viva, que produjeron en los circunstantes grande asombro y turbación, y un presagio de catástrofe, por lo cual los españoles ocurrieron inmediatamente a sus armas, pero ya era tarde porque estaban totalmente encerrados por un ejército indígena, uniformado bizarramente con penachos, equipados y dotados de armas y elementos de los que ellos usaban, y los atacaron con tal bravura y valor, que dieron muerte a toda la expedición, excepto al mestizo Juan González, porque huyó. Este, avergonzado de su cobardía, regresó al campo de combate a desfilar e insultar a sus victoriosos enemigos, y después de una lucha, en el cual perecieron varios indios, éstos le dieron muerte. Hubo un interregno de calma de aquí en adelante, pero más tarde el Capitán Gómez Fernández (Hernández lo trae el historiador Fray Pedro Simón), poblador y vecino de Anserma, fundador de la villa de Caramanta y persona de algún caudal, noticiado de las riquezas que por estas comarcas existían, decidió descubrirlas y para el efecto el correspondiente permiso de la Real Audiencia, la cual de le otorgó de buen grado, por el conocimiento que poseía de su valor y pericia y sus demás cualidades, capaces para la leva de soldados y pertrechos para la campaña. Le otorgó el título de Gobernador del Chocó y le exigió allanar los obstáculos que había prestado el cacique de los catíos, Toné, bravo de condición y de ánimo sedicioso, por cuanto desde que el Mariscal Jorge Robledo fundado en la ciudad de Antioquia, estaba en rebeldía, no obstante la pacificación que allí habían hecho otros Capitanes del Adelantado Sebastián de Belalcázar. El trágico acontecimiento ocurrido a Pedro de Frías y sus compañeros, a más de otros hechos consumados por el cacique, tenían exasperados a los peninsulares y atribuían a ellos la destrucción y ruina de la ciudad de Antioquia. Recibida por Gómez Fernández la orden en Caramanta, recogió en los pueblos vecinos soldados, caballerías, indios y esclavos, y con 80 hombres de los primeros, entre los cuales se contaban algunos nobles, entre ellos Bernardino de Mojica Guevara, radicado después en Tunja, y Gobernador de Timaná y los pijaos, emprendió la marcha a ejecutar su mandato y deseo, en el año de 1557. Toné, por su parte, tenía destacamentos de gente, a trechos, para su defensa, pero éstos fueron rotos por los invasores, sin el mayor inconveniente. La fortaleza del cacique para defenderse de sus enemigos fronterizos y de quienes le acometieran, consistía en una enorme casa construida sobre grandes horcones de madera de cuatro estados de altura, que equivalen cuatro veces la talla de un hombre ordinario, y donde terminaban se hallaba el primer piso. De aquí subían otros horcones a recibir el techo pajizo, y para sostener el piso atravesaban fortísimos maderos de un extremo a otro. Sustentaban el edificio, clavados sin interrupción en el alrededor, gruesos palos que llegaban hasta la gotera, y sólo a trechos había algunos agujeros, capaces apenas para disparar la flecha y quedar salvaguardado el disparador. Guarnecían el cercado, colocadas a cortos espacios y sueltas, otras monstruosas vigas, y el interior estaba provisto de todos los elementos bélicos necesarios para la defensa, consistente en flechas, dardos, largas, lanzas, gruesos y largos estacones de aguzada punta tostada que infundían pavor, lo mismo que una gran cantidad de piedras. Los víveres suficientes, vasos con abundante cantidad de vino, agua de manantial recogida en canoas, y llovediza en tarros de guadua que luego se trasladaba a tinajones, complementaban el equipo de campaña. Los caminos que conducían a este original castillo y los llanos aledaños estaban sembrados de afiladas puntas tostadas, y en diversos lugares se hallaban huecos cubiertos maliciosamente, pero la pericia del Capitán Gómez Fernández sustrajo a su ejército de los peligros que de manera semejante se le ofrecían. Toné que era poseedor de fuerzas monstruosas, atrevido desaforadamente, suelto, de buenas disposiciones, con antecedentes de valor y buen éxito que le hacían confiar en la victoria, ocupaba la fortaleza con cien aguerridos y disciplinados soldados, sus mujeres, hijos y familiares, porque de otro lado su posición sobre la cumbre de una loma, con extensión de cien pasos de ancho por doscientos de largo, barrancos y pendientes a los frentes y a los lados, de tanta inclinación que difícilmente podía sostenerse en sus pies una persona. Los españoles se situaron a corta distancia del bohío, en una ceja de monte y lo rodearon completamente, con el fin de evitar la entrada de provisiones y contingentes, y cuando ya se encontraron en esa situación, amonestaron cortésmente, por repetidas ocasiones, con el propósito de llegar a un amistoso avenimiento en nombre del Rey de España y la formal promesa de no vengar anteriores agravios, pero a estos argumentos respondieron los sitiados con amenazas y fieros, mientras el Jefe les replicaba de esta manera: “Allegaos un poco más, cristianos, y llevaréis el tributo que llevó Pedro de Frías y sus compañeros; dejaremos las armas de las manos para ponéroslas en las cabezas y yo os cortaré la cabeza pieza por pieza vivos para que queden las amistades más fijas”. Visto esto por los soldados de Gómez Fernández, decidieron emprender un sostenido ataque, distribuido en la siguiente forma: unos disparaban la arcabucería por los orificios para atajar el empuje de los indios y el disparo de sus flechas, mientras los mosqueteros, con sus rodeleros, cubiertos con mantas de maderas, trepaban hasta la cumbre de la fortificación, desde la cual llovían dardos, flechas, lanzas, piedras, agudos estacones, uno de los cuales cayó sobre el rodelero Diego de Ardila, le pasó la rodela y el cojín, así como el brazo; a Bernardino de Mojica, rodelero del célebre mosquetero Arce por la muerte que había dado al tirano Lope de Aguirre, le acertaron una piedra en el costado, y el golpe le hizo vacilar algunos pasos, pero tornó con bravura a su puesto, y como en este instante viera su compañero que sobre ellos venía una gran viga, le dio un fuerte empellón, lo arrojó atrás y brinco velozmente, evitando la muerte, porque la viga cayó en el propio punto donde ellos estaban. Con esto concluyó la jornada de aquel día, y la noche la emplearon los españoles en custodiar el fuerte para evitar la fuga de los ocupantes, por lo inmediato del monte, y los últimos a su vez disparaban constantemente al acaso contra sus enemigos, por lo cual les impidieron acercarse a poner fuego. Al amanecer del día siguiente se intensificó el ataque de arcabucería a tiempo que García de Arce colocaba en el cañón de su mosquete flechas encendidas que arrojaba sobre la cubierta pajiza para provocar el incendio, pero los indígenas apagaban ingeniosamente las llamas. Esta tarea se repitió seis días consecutivos, durante los cuales todos los españoles, excepto dos, fueron heridos, aunque sin consecuencias apreciables, porque los catíos no acostumbraban veneno o al menos allí no lo emplearon. Cada vez más los indígenas se mostraban más valerosos y resueltos y no cejaban en su actitud defensiva, por lo cual el séptimo día los sitiadores resolvieron poner fuego al edificio, y lo lograron con precauciones tomadas de antemano, estratégicas, como fue el hecho de arrojar ligeros haces encendidos al pie de los gruesos, muchos y mal dispuestos troncos, con la diestra, mientras con la siniestra sujetaban las rodelas que escudaban sus personas. Ante la densa columna de humo que aumentaba considerablemente, comprendió Toné que le era inútil continuar la resistencia y vio perdidas sus esperanzas, y por lo cual se mostró por un agujero para implorar clemencia de sus enemigos y suplicarles en nombre de Dios la suspensión de hostilidades hasta allí realizadas, en sustitución de su entrega pacífica y la terminación total de toda rebeldía, así como la formal promesa de continuar al servicio de ellos. Cuando estas conferencias se verificaban, algunos soldados españoles se acercaron, y a uno de ellos le atravesaron las entrañas, causándole la muerte días después. Al mismo tiempo por el lado menos rodeado de la casa, algunos vasallos del cacique abrían troneras para que escaparan las mujeres y chusma, quienes penetraban al monte inmediato por el arcabuco, junto a una quebrada que estaba cercana. El Capitán, en nombre del Rey, hizo las concesiones que se le pedían y ofreció olvido de los agravios recibidos por las muertes que se le habían hecho en el ejército. En esos momentos el portugués Juan Fernández observó lo que pasaba, y lo puso en conocimiento de su Comandante, por lo cual se suspendió la conferencia y en seguida Toné se descolgó por un portillo para colocarse a la defensa de los fugitivos. Estaba provisto de una espada, adquirida como botín en pasadas contiendas, la cual manejaba diestramente, y lleno de valor y bríos, hizo frente a todos los que le acometieron, rebatiéndolos a uno y a otro lado, con ligereza de pies y maestría, hasta que consideró que su familia no corría peligro. Temeroso de que al dar la espalda a su más temible atacante, Fernández, lo heriría, buscó la oportunidad de llevarlo a tierra hasta que la encontró, pero con tanta habilidad que nadie pudo darse cuenta de los medios empleados; en seguida lo asió de una pierna, comenzó a arrastrarlo con ligereza, cuesta abajo, pero los compañeros que acudieron prontamente se lo arrebataron y lo tomaron desfallecido, atónito, sin sentido y los huesos quebrantados. Bernardino de Mojica, con algunos soldados persiguió a Toné, pero éste, al verse acosado, abandonó la familia y se ocultó. Los que habían quedado custodiando la fortaleza pretendieron penetrar a ella convenientemente armados para recoger el botín de guerra, pero fracasaron en su intento, porque los ocupantes no sólo les opusieron resistencia, sino que les causaron varias bajas, hasta obligarlos a retroceder, y entonces éstos avivaron el fuego. Las llamas subieron hasta lamer los aleros de la casa, abrasaron ésta, y en tan supremos y angustiosos momentos se oían en el interior ruidos sordos, voces terribles, gritos y lamentaciones, pero tanto era el valor y el coraje de quienes allí quedaron, pues ya algunos se habían entregado, que antes de vencidos, prefirieron su reducción a cenizas, como aconteció, y si sus mujeres, hijos o compañeros intentaban huir, ellos con mano ruda y frente altiva los volvían al fuego a perecer en él. De los prisioneros, unos fueron colgados, otros mutilados en sus miembros superiores, como venganza de los españoles, a quienes habían dado muerte, “pero es tan fiera esta Nación –dice Fray Pedro Simón- que tenía por afrenta mostrar un sentimiento porque los mataran, aunque fuera destrozados vivos, y antes, cuando les cortaban las manos, metían el brazo en el fuego para quemar fuertemente la herida, lo que hacían con más bestial afecto, como gente indomable y fiera, pues ni el castigo que habían recibido, era capaz de impedirles que cuando escapaban lo hicieran diciendo cien mil blasfemias, vituperios, afrentas y amenazas.” Así concluyó la jornada guerrera de esta casa que llamaron del Valle de Penderisco. Los vencedores avanzaron luego dos leguas, hasta un asiento llano y apacible, donde plantaron tiendas por el tiempo necesario para curar y restablecer los heridos, y cuando lo hubieron logrado, pasaron a Nobobarco, o mejor Nongobarco, donde los bravos naturales se hallaban atrincherados en un fuerte más inexpugnable que el anterior, colocado en la cumbre de una cuchilla, con más dificultosas y empinadas laderas. Tenían mayores proporciones, materiales y pertrechos de las mismas clases y condiciones de las que se emplearon en Penderisco, pero con la diferencia de que aquí sólo se hallaba el personal guerrero, pues el resto se hallaba internado en la espesura de la montaña. Con trincheras y baluartes contra las espesas nubes de flechas y dardos, que a noche y día llovían sobre los atacantes, quienes en su mayoría fueron heridos en las piernas y cabezas, inclusive Mojica, en la mejilla, que tardó mucho para curarse, sin que por esto evitara la cicatriz para eterna memoria, estos cercaron por dos partes la fortaleza, sin resultado favorable sobre los atacados. Aquéllos entonces, para buscar efecto a la arcabucería, construyeron con levantados maderos ciertas garitas, sin los resultados apetecidos, porque cuando alzaban los palos la puntería enemiga hacía blanco en ellos. Apelaron de nuevo a las mantas de tablones, y con ellas acometieron muchas veces, sin éxito tampoco, porque los indios les impelían a retroceder con gruesas picas de madera de cincuenta pies de largo, de agudas puntas que manejaban con habilidad, y por eso los herían y aporreaban en los pies. García de Arce arrojaba tiros por las troneras, los cuales aprovechaba, pero las bajas que ocasionaba eran cubiertas inmediatamente. Baldelomar Manchego de la Membrilla, mozo robusto, fuerte y valeroso, con una celada borgoña y otras armas, en una media burra de madera, intentó entrar a la fortaleza por el reventón, pero una grave contusión acusada con piedra, arrojada de lo alto, que le abolló la celada y destrozó la máquina, se lo impidió, pues rodó casi muerto, y fue preciso que sus compañeros ocurrieran a socorrerlo y sacarlo aturdido, y para curarse duró no pocos días. Como los medios empleados hasta aquí habían resultado infructuosos, por la bravura y decisión de los naturales, no les quedó más recurso que el del fuego, que tan buenos resultados les produjo en Penderisco, por lo cual allegaron muchos haces de madera encendidos, pero sin resultado, porque los sitiados, con largos hurgoneros los desbarataban y arrojaban por la pendiente. Durante treinta y nueve días con sus noches se repitieron inútilmente estas hazañas, al cabo de las cuales ambos ejércitos estaban totalmente fatigados, manifestación observada en primer término en los aborígenes por la suspensión de las continuas algazaras que mantenían, entonces los soldados Francisco Barco y Cristóbal González se propusieron aprovechar la pausa que sobrevino para tomarse el campamento enemigo, confiados en su juventud, bríos y ligereza y armados de escaupiles, ceñidas sus espadas y dagas, las rodelas a las espaldas y poseídos de entusiasmo, tomaron la parte más oculta, gateando por los estantes que caían fuera, y cuando se disponían a dar el golpe, los sitiados levantaron tremenda algarabía, les precipitaron troncos y les acometieron furiosamente con piedras y flechas, hasta que los obligaron a retroceder con mayor precipitud que la empleada para acometer. Siguieron repitiéndose las bullas anteriores, con oprobios y amenazas, entre las cuales merece mención la realizada por un indio aljamiado y ladino, en el idioma castellano, al colocarse todas las noches en determinado punto alto de la casa, a lanzar sobre los españoles desvergüenzas y deshonestidades, hasta que García de Arce disparó su escopeta en la dirección de la voz, y lo atravesó por el pecho, desplomándose en seguida por los estertores de la muerte, dando valientes gemidos y excitando a sus compañeros y sobrevivientes a ejecutar venganza con la destrucción total de los cristianos, y para que éstos no se enteraran de lo ocurrido, los que allí había levantaban la voz para ahogar los ayes del moribundo. Redoblóse la defensa con cuartos de ronda por las noches, al favor de la oscuridad, que salían por ciertos agujeros secretos en dirección al campo enemigo, donde a menudo causaban daño, no obstante la activa y permanente vigilancia que allí se ejercía, sin que por esto se descuidaran los enfermos y heridos. El cansancio en las huestes españolas no se hizo esperar, y lo exteriorizaron con el deseo de continuar la marcha en busca del tesoro que era su objetivo, por ser más provechoso. Enterado de esto el Capitán Francisco Moreno, viejo militar, fundador de la ciudad de Antioquia, muerto después por Gaspar de Rodas en un desafío, a pesar de hallarse mal herido en la cama, recobró sus fuerzas, se levantó con energía e increpó duramente a sus compañeros por semejante proceder, indigno de la raza, y lo pernicioso que resultaba, porque de no acabar en aquella ocasión con los Catíos que diariamente los injuriaban, saldrían a inquietar la tierra, si no se pacificaba con su destrucción. El Capitán Gómez Fernández, por su parte, prohijó estas razones, a las cuales agregó otras de mayor significación, a la vez que amenazó de muerte a quien rehuyera el mandato que le daba de reducir a pavesas la fortaleza en que se ocupaban. Este se encaminó luego a una roza cercana, de los indios, donde había mucha leña menuda cortada, y se dio a la tarea de trasladar de ella, en cuya operación fue imitada por sus súbditos. Recogieron y amontonaron leña en gran cantidad, que colocaron hasta dos estados de altura, pero ese día fue imposible poner en ejecución su idea, por la llegada de la noche, la cual fue de enorme expectativa en los dos frentes, y durante ella los indios arrojaban sobre sus enemigos armas de toda broza y vasos con materias inmundas y asquerosas. No había despuntado bien el alba del siguiente día cuando el Capitán Gómez Fernández hizo llamar a grandes voces los atrincherados para pedirles en nombre del Rey de España su entrega pacífica, a fin de evitar que allí perecieran con sus mujeres e hijos, más estas exhortaciones cayeron en el vacío, porque los interpelados respondieron con la misma rudeza de antes y haciendo usos de sus armas con su brío anterior. El fuego no se hizo esperar en semejantes circunstancias y prontamente llegó a la cubierta de la casa en forma sofocante, hasta obligarlos a entregarse, no sin mostrar su arrogancia, pues decían: “Ya cristianos, sabéis, casi tanto en astucias y ardides guerreros como los catíos”. Otros bajaron del bohío, para entregarse, pero como entre los invasores había algunos agraviados, y esclavos y otros, ultimaron inmisericordemente a muchos de los vencidos. Algunos de éstos permanecieron firmes en su posición, peleando denodadamente, hiriendo de nuevo a don Bernardino de Mojica. Algunos de los prisioneros fueron colgados y uno de éstos cuando oyó el pregón en que se decía que el rey mandaba a hacer justicia, dijo a su vez con desprecio y rabia: “¿qué Rey es ese que manda?, “con lo cual el Capitán, demasiado colérico por tan enorme desacato a Su Majestad Real, le mandó soltar un ferocísimo perro adiestrado en carnicerías, y éste hincó en el instante sus dientes en la víctima, comenzó a despedazarla con crueldad y ella sin una queja, ni un ¡ay! decía al animal: “aprisa, come, come.” A los más viejos y obstinados de los prisioneros les cortaron las narices y las orejas, y a los menos culpados les dieron libres, obsequiándoles cruces y encargándoles ‘participaran a los demás de lo que había pasado, encareciendo la conveniencia de estar a paz y salvo los cristianos. Entre los últimos estaba Toné, quien se comprometió a dar y propagar la nueva. Después García de Arce y Mojica, con algunos soldados, se internaron en la comarca, en donde destruyeron otras barbacoas y barracas de menor importancia, y por último, regresaron a cumplir el mandato de reedificar la ciudad de Antioquia. De aquí continuo Gómez Fernández su marcha en busca del tesoro de Dabeibe, atravesando provincias indígenas de tres y cuatro mil habitantes, hasta que llegó a Cartagena, después de muchos trabajos y penalidades, de donde regresó a Antioquia por Oromira. Se dirigió en seguida a Anserma, de aquí a Santafé, a dar cuenta a la Real Audiencia de la comisión que se le había impuesto; después de un juicio en que se le formaron cargos como Teniente Gobernador, pasó a España y cuando regresaba a encargarse de la Gobernación de los chocoes, murió en Cartagena. Más tarde el 11 de julio de 1578, el Gobernador y Capitán General de estas provincias y Popayán, don Sancho García de Espinal, expidió el primer título sobre adjudicación de baldíos a favor del Capitán Juan Taborda, en pago de los servicios prestados por éste a Su Majestad en esta Provincia y parte de Indias, en todo lo que al servicio se había ofrecido, como leal vasallo e hijo de otro Capitán del mismo nombre, el cual es del tenor siguiente: “Vos doy y señalo, a vos Juan Taborda, en términos y jurisdicción de la dicha Villa de Santafé de Antioquia, una estancia y caballería de tierras para ganado y labor, que legua de largo y otra de ancho, la cual es, y se entiende en el camino que va de Noque al pueblo de Urrao, desde la salida del arcabuco hasta el río de Urrao, que nace del pueblo de Penderisco, y desde la quebrada de Aná hasta la entrada del arcabuco de Nongobarco, en todas las cuales s tierras y estancias vos doy y señalo según derecho en con todas sus entradas y salidas, aguas y arbolados; y los que más le perteneciere para ser servidos y en alguna remuneración de los dichos vuestros servicios, para que sea vuestra, propia e de vuestros herederos e la podáis dar, donar, trocar y cambiar, y hacer de ella como cosa vuestra propia, habida y adquirida por vuestros méritos y servicios, sin perjuicio del señorío y patrimonio real e de otro tercero que mejor derecho a ella tenga, y mando a mi lugarteniente, Alcaldes Ordinarios, y otras cualesquiera justicias de dicha Villa de Santafé de Antioquia, que os metan y amparen en la tenencia y posesión de las dichas tierras, y no consientan de ellas seáis removido ni quitado primero ser oído y vencido por fuero y por derecho, so pena de quinientos pesos de buen oro para la Cámara de Su Majestad- Fecho en Popayán a once días del mes de julio de mil quinientos y sesenta y ocho- Sancho García del Espinel- Por mandato del señor Gobernador, Francisco Tonizá.” Los puntos que demarcan esta primera adjudicación de baldíos, identificados convenientemente por los lectores conocedores del terreno, puesto en relación con los lugares donde se realizaron los dos combates que se relataron antes, lo llevan a señalar éstos siquiera por aproximación. Acerca de tal concesionario, hay los siguientes datos biográficos: Leonor y Juana, la primera de las cuales fue esposa del Capitán Juanes de Zafra, compañero de Robledo, y la última fue casada tres veces, así: la primera, con el Capitán Francisco Moreno, de quien se ha hablado; la segunda, con el Capitán Hernández de Zafra Centeno, compañero de los anteriores, quien se traslado con su familia a vivir a Tunja, donde murió, y la tercera, con Damían de Silva. Este tuvo un hato de ganados en Urrao, el cual pasó a sus hijos Diego y Pedro de Silva, de éstos a sus descendientes y don Juan Jaramillo de Andrade, esposo éste de doña Juana Centeno, hija del Capitán Zafra Centeno y doña Juana Taborda. El Capitán Juan Taborda, hijo, se distinguió en varias campañas contra los indios, y fue encomendero de las parcialidades de Peque y Noque, a órdenes de los caciques don Julián y don Juan, respectivamente. Casó con una dama de Popayán, llamada Jerónima de Torres, de la cual refieren los cronistas que para contraer matrimonio fue trasladada desde su ciudad natal, con una escolta de cerca de 200 hombres, a Santafé. De este matrimonio no existe más noticia de familia que de una hija llamada Ana Taborda y Torres, esposa que fue del Capitán Miguel de Urnieta y Lezcano, otro de los famosos pobladores de Antioquia. Los esposos Zafra Centeno y Taborda, tuvieron otras dos hijas, llamadas Catalina, esposa del Capitán Andrés Arias y la famosa doña María Centeno, como su madre, casada tres veces, con Antonio Machado, García Jaramillo y don Fernando del Cossio Salazar. Como entre los compañeros del Gobernador Gaspar de Rodas en la conquista de Zaragoza había un mestizo de nombre Pedro Martín Dávila, quien había obtenido alguna fortuna en el laboreo de las minas del Nechí y la notaba disminuir por su prodigalidad, resolvió emplear la que le restaba en nuevas conquistas, especialmente en las provincias que no habían sido visitadas por el Gobernador, de cuya determinación dio participación a éste, y por cuanto le fuera otorgado permiso y se le concediera el título de Teniente General de las Provincias de Nitama, Caribana, Panzezú, Maritúe, Guazuze, Tuango, Urabá y Urabaibe, con facultad para poblar en ellas, a su costa, mas encargo especial para entrar y conquistar el río Darién, las Provincias de Funucuna y casa del Dabeibe, se dio a la tarea de hacer leva de gente en la Gobernación de Antioquia y juntó 200 soldados baquianos. Un año duró la preparación del viaje, la cual se redujo a conseguir pertrechos de guerra, fragua, herreros, carpinteros, etc., en todo lo cual gastó $20.000 de 23 quilates. Llevó dos sacerdotes, entre ellos el Padre Chaves, fraile después de San Diego de Bogotá, señaló sus oficiales; maese de campo a Gonzalo de Bolívar; Tesorero perpetuo de cuanto se poblase, consejero en paz y guerra don Jerónimo Garavito; concertó sobre 300 indios e indias de servicio que fueron causa de muchas de sus desgracias, y al fin salió la expedición en dos compañías de a 100 hombres cada una, en junio de 1596, con muchos caballos de carga y camino, vacas, cerdos y otros animales, para cría y habiendo llegado a los valles de Norisco y Penderisco, tomó 80 soldados, se dirigió con ellos por un atajo a coger por sorpresa a los indios de Nitama, donde tuvo un encuentro y algunos heridos, porque los naturales estaban listos a su defensa. De aquí siguió a Urabá, donde realizó proezas y adquirió alguna buena cantidad de oro. No continuaré sin consignar que los primeros mineros que hubo en territorio urraeño lo fueron doña Clemencia Caicedo, herederos de José Rentería y don Lorenzo de Córdoba, Antonio Esteban y Luisa de Córdoba, quienes se radicaron en la desembocadura del río Murrí además empresas de plátano y caña de azúcar. En el interior por la ribera del río había una población compuesta de indios y libres, con setenta casas, llamadas San José de Murrí, gobernada por un sacerdote de la Orden de San Francisco y el Corregidor de indios. Esto Lo informó don Fernando de Morrillo a mediados del segundo tercio del siglo XVII. El segundo adjudicatario de tierras baldías en este valle fue el Capitán Francisco de Guzmán, por tres estancias, pero como el primitivo título desapareció, su nieto, el licenciado y presbítero don Antonio de Guzmán, solicitó ratificación, y en efecto don Juan Gómez de Salazar, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Antioquia, en atención a que el peticionario era benemérito por los servios prestados por sus padres a su Majestad, accedió el 9 de marzo de 1661. El 11 de enero de 1687 otorgó testamento Pedro de Silva, y declaró en él que el ganado cimarrón que había en el valle de Urrao pertenecía a él y a su hermano Diego, y como se confesó deudor de su cuñado Juan Jaramillo, por cuenta suya y de su padre Damián de Silva, dispuso que el acreedor tomara en pago de la deuda la mitad del ganado que le pertenecía. Como el Supremo Consejo de Indias condenó a Jaramillo al pago de una cantidad de oro, los Jueces Oficiales de la real Hacienda de Su Majestad de la ciudad de Antioquia y su Provincia, Capitán Antonio Eyzaguirre, Tesorero y Juan Antonio de Porras, Contador, dispusieron que el referido ganado y tierras del sitio de Urrao y Penderisco pertenecieran por adjudicación al Rey, porque así constaba en las actuaciones de sus antecesores, en que aparecía promulgada la prohibición a golpe de caja por las calles de la ciudad, con graves sanciones de matar esos ganados. Por estos motivos se negó en resolución fechada el 8 de abril de 1687, a Juan Mena Ibañez Garcés para sí y sus cuñados, la autorización que solicitó para matar tales ganados. Años después, Luis Valderrama, vecino de la ciudad citada y residente en este valle, exigió merced de un pedazo de tierra de pan en el valle, hacia la otra banda del río Penderisco, frente a la que poseía de caballería transmitida por Juan Garcés, bisnieto de Juan Taborda, donde a la sazón poseía rocerías y sembrados, por cuanto soportaba una enorme carga, en su mujer e hijos que lo habían obligado a trasladarse a vivir a esta comarca, distante de la capital cuatro días de camino, y carecía de una parcela para trabajar. Alegó además que esa concesión beneficiaba a Su Majestad en la vigilancia de los conatos de rebelión que pudieran presentarse, procedentes del Chocó. Aceptadas estas razones, don Manuel de Mena Felices, Contador Oficial de la Real Hacienda de Su Majestad y Juez privativo de tierras por comisión real, de la ciudad y Provincia antedichas, le hizo la adjudicación en el punto señalado, desde el desemboque del río de Urrao hasta el amagamiento del Salado, que desagua en Pavón, con cargo de servir puntualmente el derecho de composición con cinco pesos de oro de veinte quilates, entregados al encargado señor Francisco de J. Foronda, lo que tuvo lugar en resolución datada el 20 de febrero de 1724. A pesar de las adversas circunstancias de la época para la marcha ordenada y acelerada de una región primitiva, sin embargo antes de 1789 don Francisco Silvestre, Gobernador de la Provincia, llamó por conducto del Cura y Vicario doctor José Salvador Cano, a los señores José Manuel Montoya, su hijo Sebastián y su yerno José de Vargas, para pactar con ellos la apertura de un camino que diera acceso a la región del Chocó, y en efecto, por mutuo consentimiento, así fue acordado en cambio de una legua de tierras realengas de las existentes en el valle, útil para labores agrícolas y cría de ganados, a más del amparo que les daría sobre las minas que descubriesen. Previos los preparativos del caso, Vargas, con tres de sus hijos, su suegro y sus cuñados, y dos peones cargueros de bastimentos, emprendieron la apertura del camino y señalamiento de sendas o trochas para elegir la ruta definitiva, y con penalidades y trabajos sin cuento, por lo fragoso del terreno, lo abrupto del monte, las malezas, abrojos y capotales, donde se hundían hasta la cintura, trepando árboles a menudo para observar cordilleras, abras y llanuras y escoger la dirección de la vía, subiendo y bajando lomas en cuatro pies, aferrados a las hierbas y raíces, constantemente mojados, porque no cesaba de llover, hasta el punto de serles imposible encender candela de noche, comiendo frutos silvestres, por agotamiento total de las provisiones y dilación en llegarles, lograron acercarse con un camino pedestre, expuesto a la luz solar, traficable con tercio de tres a cuatro arrobas, recorriendo el trayecto en nueve días para entrar, y siete para salir, a la población chocoana de Bebará. En esta empresa emplearon un año de trabajo, durante el cual abandonaron totalmente sus casas y labores. En virtud de lo convenido de antemano, José de Vargas, en su propio nombre y en el de sus compañeros, solicitó, el 8 de enero de 1789, una legua de terreno desde las juntas de Pavón y Penderisco, ambas abras, hasta sus cumbres, y las otras dos abras de Mandé y Nendó, para poblar el camino y sus hijos tuvieran donde rozar, y para que de otro lado se facilitara el trato y comercio con el Chocó, de grande utilidad para la ciudad capital. El señor Vicario citado testificó de conformidad, pero los herederos del Capitán de Guzmán se opusieron, formulándole reparo a esa pretensión, por cuyo motivo se exigió el complemento de la prueba, lo que hicieron con las deposiciones de Pedro J. Varela, Antonio Gómez y otros quienes confirmaron las aseveraciones hechas por Vargas, pero agregaban que las condiciones del camino no permitían el tránsito por él de las acémilas. Al fin el Gobernador Francisco Silvestre Baraya y la Campa, ante el escribano Francisco Toro Zapata, el 10 de julio de 1793, en atención a la Real Cédula de 2 de agosto de 1780, que concede a los súbditos de Su Majestad tierras baldías del real patrimonio, con el sólo interés de ser cultivadas en provecho propio, en consideración también a las fatigas y penalidades de los aspirantes en la ejecución de la obra que realizaron, a su condición laboriosa e incrementadora de la población, puesto que a la sazón tenían capilla paramentada, les concedió legua y media de tierras baldías en el río Pavón y sus vertientes, desde donde comenzaron los excedentes de las concedidas a don Francisco de Guzmán, donde tenían derecho los presuntos concesionarios, bajo la condición de sí solicitar de la Real Audiencia pretorial del reino la confirmación correspondiente, y con la obligación de cultivarla conforme a las piadosas intenciones del Monarca. Aparece que el español don Bernardo González Cossio, en su carácter de Administrador de la Renta de Tabaco, tuvo un alcance, y por eso le embargaron y licitaron sus bienes, consistentes en derecho y medio de tierras, indivisas ubicadas en este Distrito y adquiridas de los herederos del Capitán Guzmán, treinta y ocho reses, ocho yeguas y dos potros. En casa del Gobernador y Comandante General, siendo pregonero Félix Rave, se llevó a cabo la licitación por el Regidor don Juan P. Pérez de Rublas, el 14 de octubre de 1791, por 285 castellanos de oro, cuando habían sido avaluados en 428 castellanos. Resulta también que el cacique indígena don Mateo Tauchiguí, de la parcialidad de este Distrito, y los indios Manuel Jaiperá, Francisco y Pedro, acompañados de don Manuel Montoya, como mentor e intérprete, ocurrieron ante el Gobernador don Cayetano Buelta Lorenzana suplicándole amparo en algún paraje cómodo para establecer y formar una población en territorio de su mando donde pudieran vivir a cubierto de las persecuciones de los caciques y autoridades del Chocó, y a la vez para que se les instruyese y educase en la doctrina evangélica que con ansia deseaban, tanto ellos como otros congéneres dispersos en las montañas, sin Dios ni ley, en las mismas condiciones. En atención al beneficio para la Religión y para el Gobierno español, esta conducta fue aplaudida, y se dispuso que mientras se acordaban las condiciones para repartimiento de tierras, se comisionara al mismo José Manuel Montoya para instruir a los naturales en la fe cristiana, ampararlos y protegerlos contra las invasiones que sobre ellos se pretendiera, al mismo tiempo que se les tratara con piedad y amor, en asocio de los demás vecinos del lugar, a fin de reducirlos paulatinamente a la vida civilizada, y para rocerías y labranzas se les señalaría provisionalmente una porción de terreno. Estas medidas se tomaban el 18 de junio de 1780, y el 14 de mayo del año siguiente, el citado mandatario, en presencia del expediente creado y el informe favorable del Vicario y Juez Eclesiástico don José Salvador Cano, en nombre de Su Majestad y en virtud de la facultada que le confería los Reales Poderes, decretó la fundación del pueblo indígena San Carlos de la Isleta, en la desembocadura de la quebrada Urrao al río Penderisco, hacia la parte de abajo, por ser terreno apropiado para el efecto, sano, fértil para la siembra de legumbres y platanares, aparente para la cría, y de buen clima, extendiéndose la merced al lado opuesto del río, frente a la fundación. En memoria y obsequio del Rey Carlos III se le señaló como patrono a San Carlos Borromeo, y como resguardo se les adjudicó una porción de tierras realenga, de legua y media de extensión, con sus sabanas, sobresabanas, quebradas, montes altos y bajos, abrevaderos y demás aprovechamientos propios para labranzas, pastos de ganado y maderas, desde la quebrada de las Juntas hasta la del Espinal, conforme seguía el camino que venía de la ciudad de Antioquia, a una y otra banda de la mentada quebrada de Urrao, por cuanto esas tierras nunca habían sido cultivadas, y el uso que de ellas hicieran los concesionarios, beneficiaría a Su Majestad en el aumento de los dos novenos de diezmos y otros aprovechamientos. Como Corregidor del pueblo creado y los demás indígenas del Chocó que quisieran acogerse al pueblo de Antioquia, dispersos en el río San Juan, se nombró a José Manuel Montoya, con encargo de instruirlo a los diez y ocho que constaba la parcialidad, en la fe cristiana, tratarlos con piedad y amor, y conducirlos nuevamente al lugar expresado. Se ordenó que ninguna persona, cualquiera que fuese su condición y calidad, molestase, inquietase, turbase o hiciese daño o perjuicio a los naturales, y quien contraviniese ese mandato incurría irremisiblemente en la multa de doscientos pesos de buen oro, aplicados en la forma ordinaria, sin prejuicio de otras sanciones mayores, de acuerdo con la contravención. El Corregidor quedó con facultad de oír a los pobladores en justicia, ampararlos en sus derechos, ponerlos en posesión de tierras, determinar sus causas criminales y contenciosas, corregirlos con medios prudentes en sus vicios y costumbres de gentilidad, y finalmente, hacer cumplir al cacique y Alcalde la promesa de sacar de las cimarronas que las habitaban a los demás indígenas a fin de poder descubrir los ricos minerales de oro que según documentos guardados en los archivos, existían en esta región. Por esta obra, y la apertura del camino, se remuneraría a Montoya su celo y trabajo, a proporción de los adelantos que resultaran. Se mandó a expedir el respectivo título, sin perjuicio de la aprobación del supremo Gobierno del reino, al cual se daría cuenta, y se firmó por el señor Buelta Lorenzana en su calidad del Capitán del Regimiento de León y Gobernador de la Provincia, ante Simón Robledo E., Escribano Público y de Cabildo. Más Tarde el Oidor y Visitador Juan Antonio Mon mandó agregar esta parcialidad a Cañasgordas, pero los indígenas, disgustados con tal determinación, por antiguas rencillas, pidieron al Gobernador Baraya y la Campa su derogatoria, y la consiguieron por Resolución de 15 de abril de 1789, en atención a la posibilidad de que pudieran regresar a los montes a sus antiguas idolatrías, si se les comprometía a trasladarse a un lugar que no era de su agrado. Se les permitió pues congregarse dentro de los términos y señalamiento que se les había hecho, se les nombró como Corregidor a don José Vargas, por su arreglada conducta, a Manuel Caiperá, como Gobernador o cabeza de dicho pueblo, y a Salvador Niamaná como Alcalde, para que portándose con honor y vergüenza, ayudaran a su Corregidor en cuanto fuera necesario en la y dirección de los moradores de la población. En enero de 1795 fue elevado el caserío a la categoría de partido con el nombre de Urrao, que antes tenía. El 6 de mayo de 1796 un número considerable de vecinos constituyó apoderado a don José de Vargas para conseguir la erección de la parroquia, con Cura propio, señalando como demarcación de ella la siguiente: “Por esta parte, el páramo de Frontino, corriendo río abajo por el Gengamecodá y cortando por su derecera hasta los linderos de la jurisdicción del Chocó; del páramo para arriba se sigue la cordillera del Cauca hasta dar en las cabeceras del río Penderisco y el Pavón, cortando por su derecera a lindar con la expresada jurisdicción del Chocó.” Las gestiones del apoderado y su resultado con la consecución del Curato se hallan en otra parte de este libro, y por eso es inútil repetirlas, pero de esas labores parece que el Gobernador don José Felipe de Inciarte, Teniente Coronel de infantería de los Reales Ejércitos, de acuerdo con don Pantaleón Arango, por decreto de 18 de julio de 1796 asignó al partido de Urrao la categoría de parroquia por la delimitación señalada por don José de Vargas, y le puso por nombre el de San José de Urrao, con el cual quedó sustituido el de San Carlos de la Isleta que hasta entonces llevaba. Los nombramientos de Alcaldes principian en los libros capitulares de Antioquia en diciembre de 1784, con José Larrea, como único, quien había venido desempeñando y era concuñado de don Bernardo González Cossio. En 1787 ratificaron este nombramiento; en 1788 fue designado en primer término José Montoya, en segundo, José Montoya, hijo y en tercero, José de Vargas. En diciembre de 1789, primero Manuel Aguirre, y segundo, José Montoya. En 1790, en diciembre, primero, José de Vargas y segundo su hijo Santos de Vargas, y tercero José Vallejo. En 1793, Nicolás Varelas, Santos de Vargas y Pío Montoya. En 1794, Salvador Vargas, Pedro Sepúlveda y José de Florez. En 1795, Cayetano Urrego, Manuel de Rueda y Pedro Sepúlveda. En 1796, Pedro Vallejos, Manuel de Rueda e Ignacio Franco. En 1797, Luis de Rueda, Ignacio Franco y José Montoya. En 1798, José Montoya, Santos de Vargas y Mateo Cossio. En 1799, Pedro Manuel Sepúlveda y Hermógenes Fernández. En 1800, Fernández Manuel y Pedro Sepúlveda En los primeros días del mes de marzo del año que se acaba de citar, se reunieron los señores José y Pedro de Rublas, doña Rita Martínez, Hermógenes Hernández, José Antonio de Larrea, José Hermenegildo y Sebastián Montoya, Gerardo Urán, Marcelo Durango, Santos de Vargas, José María y Manuel Aguirre y convinieron en ceder las tierras necesarias para la erección de la nueva parroquia y señalaron los siguientes linderos, donde definitivamente debería quedar la población: “por el marco comprendido entre las dos quebradas nombradas el Canalón, la de abajo, Sabaneta, la de arriba, el río y pie de la loma por los lados. El 5 de junio de 1800 el Gobernador don Víctor Salcedo y Somo de Villa ratificó la erección de su antecesor de partido en parroquia, con el mismo nombre que se le había dado y la alindación que se le había hecho. El 25 de junio de 1805 los doce donantes de tierras para la población, ratificaron de nuevo el convenio, con el propósito de arreglar el plan de urbanización, porque ya se había dado principio a la construcción de casa y a la iglesia, que era sólida y capaz, pero las calles se habían trazado con defectos, lo mismo que los cuadros para el ensanche, y como consideración que aún era tiempo de arreglar y corregir las anomalías, acordaron ceder para las calles cien varas de ancho y cien para las cuadras, las cuales debían dividirse en cuatro solares de a cincuenta varas en cuadro, para vender a diez castellanos cada solar, a quien quisiese poblar en el término de cuatro años, sin otra condición que la de entregar el valor al señor Juan Esteban Martínez para la fábrica de la iglesia. El 7 de agosto de 1805 el Gobernador don Francisco de Ayala nombró Juez de este partido al señor José María Argotes por ausencia al Chocó del titular, y como encontró arruinada la cárcel existente, como podía testificarlo el Alcalde don José Pardo, pedía autorización para derramar una contribución que a lo sumo ascendería a tres reales para cada contribuyente, con el ánimo de concluir el edificio, y así le fue otorgada. A pesar de la insipiencia del caserío y de las desventajosas condiciones de la época, sin embargo los padres de familia se preocupaban por la educación de los hijos, y por eso los Jueces Pedáneos Cayetano Urrego y don Pedro Vallejos en 1796, proveyeron a la creación de una escuela y nombraron maestro a don José María Aguirre y Mena, con aprobación del Coadjutor don Manuel de Villa. Este establecimiento fue de muy efímera duración, porque el sostenimiento estaba a cargo los vecinos favorecidos y ellos no cumplieron la promesa hecha de antemano, en relación con el sostenimiento. Al año siguiente Santos de Vargas celebró un contrato con Leandro y Martín de la Cuesta, hijos del presbítero don Ignacio de la Cuesta, ungido sacerdote después de que enviudó, para la enseñanza de sus hijos y otros parientes. Surgieron entonces rivalidades profesionales entre estos señores y el otro director, que tuvieron resonancia en las altas esferas sociales, y de ellas resultó una orden al Alcalde de prestar protección al señor Aguirre y ponerlo en posesión de la escuela, expedida en el año de 1798. La controversia originada por ese motivo continuó, pero al fin Martín de la Cuesta hizo dejación de su puesto y se dirigió a Ansermaviejo, donde su padre ejercía su ministerio, y en junio del mismo año lo imitó su hermano Leandro. Luego se reunieron muchos vecinos y propusieron como Director al señor don Nicolás Ramírez de Lara, con aquiescencia del Juez del partido don José de Larrea y Llanos, español de cepa, y el presbítero don Manuel de Villa y Franco, porque lo consideraban competente para el oficio, en octubre de 1799 y el 3 de noviembre los padres de familia signaron un solemne compromiso para sostener la asistencia de sus hijos al plantel. Entonces Hermógenes Hernández formuló acusación contra Ramírez, por faltas contra el orden social, a la vez que de motu propio ordenó a éste la desocupación del pueblo en el perentorio término de tres días, y exigió amparo para Aguirre, porque conservaba su derecho. A su turno, Ramírez acusó a su rival, por educador inescrupuloso e incumplido, porque abandonaba su puesto para irse al Chocó a negociar, por cuya razón el Gobernador Salcedo ordenó a Aguirre permanecer en su puesto, con serias amonestaciones, y éste ofreció cumplir religiosamente, siempre que el personal asistente no faltara y los padres cejaran en su resistencia. La lucha continuó, y el 18 de enero de 1800 el Procurador General don Antonio Escudero, a quien se pidió concepto, lo emitió favorable a Ramírez, por lo cual se restableció a éste en su empleo el 25 de ese mes y año, y se le dieron normas para la enseñanza. El año de 1797 formó Luis Rueda el censo de la población, del cual resultaron los siguientes habitantes: casados en la clase primera, 87; solteros en la misma, 82; casados en la clase pardos, 72; solteros en la misma, 80; total, 321. En 1801 el Alcalde del partido, don Pedro Sepúlveda hizo igual cosa con una cifra de 449 personas de resultado, entre los cuales figuraban como españoles don José de Larrea y Llanos, casado con doña Juana de Herrera, y sus hijos Francisco, Antonio, Alejo, Felipe y Micaela y 15 blancos nacidos en la tierra; mestizos casados había 192; solteros, 216; y esclavos, 19. Es pertinente hacer saber que Alejo, cuando venía en dirección a esta tierra, contrajo matrimonio en Bebará, legalizándolo después aquí, con doña Mercedes Caicedo. De este enlace sobreviven como descendientes los señores Francisco Antonio, Pedro Pablo, Anselmo y Nazario, hijos de don Salvador, un venerable patricio fallecido no ha mucho tiempo a edad avanzada, y una respetable y numerosa prole. En 1805, el censo levantado por el Juez José María Rueda, dio un total de 626 almas así: blancos, 30; mestizos, 356; mulatos, 213; y esclavos, 27. Acerca de los fundadores de la población, existen los siguientes datos: José Manuel Montoya, casado con Luisa Sepúlveda; José de Vargas, casado con Tomasa Montoya, hija de los anteriores de cuyo matrimonio fueron hijos los señores Francisco, Baltasar, Tomás, José María y María Bruna Vargas, solteros en 1797. José Hermenegildo Montoya, hijo de José Manuel, fue casado con Manuela Urrego, y en 1797, tenían hijos solteros a Manuela y Petrona; en su testamento cita además como hijos suyos a Julián, Francisco, Vicencio, Faustino, Valentín, Pío, Antonio, Fermín, María Antonia, María Matías y Rudesindo. Luis Rueda fue casado con Juana Sepúlveda, y de allí salieron como hijos Francisco y Lorenzo. Sebastián Montoya fue casado con Toribia Yarce, y tuvieron por hijos a Esteban, Roso, Abdón, Gumersindo, Saturnino, Hermenegildo, Paula y Elena. Salvador Vargas, casado con María de la Cruz Vargas, fue padre de Florentina. Saturnino y Eulalia, Santos de Vargas, esposo de María Pérez, fue padre de Casiano, Agustina y Lucía, José María Rueda, casado con María Manuela Montoya, fue padre de José Lope y María Manuela. José Faustino Montoya, tuvo por esposa a Manuela Holguín, e hijos a Silverio, Nicolás e Inés. Pedro Vallejos, casado con María Antonia Morales, no tuvo descendencia. Diego Jiménez, casado con Josefa Aguinaga, tuvo por hijos a Antonio, Nicolás, Francisco, Angel, Mauricio, María y Vicenta. Nicolás Varela, viudo, tenía por hijos a Juan Francisco y Felipa. Cayetano Urrego, casado con María Antonia Vargas, tuvo por hijos a Facundo, Santiago, Manuel, María Ignacia y Mercedes. Hermógenes Fernández casado con Anselma Vargas, fue hijo de don Solano Fernández: éste fue casado con doña Francisca de Herrera, hija de don José de Herrera y doña Salvadora de Hoyos. Julián Flórez, casado con Saturnina Urrego. Don José de Larrea se radicó aquí en 1801, y en 1807 se establecieron, entre otros, don Francisco cano, casado con doña Josefa Arango, padres de Alejo, María de Jesús, Simona, Francisca y Francisco, y José Giraldo, con su esposa Estefa Fernández, padres de Isidro y José. Un pacto firmado en la ciudad de Antioquia el 6 de mayo de 1809 por los señores doctor José de Rublas, José María Hoyos, José Antonio de Larrea, Hermógenes Fernández, Santos de Vargas, José María Aguirre, Esteban Montoya, Manuel Aguirre y sus cuñados Santos Becerra y Gerardo Urán, Hermenegildo Montoya y Gabriel Layos, éste comprador de Rublas, dueños de dos leguas de terreno de las que pertenecían a los Guzmanes, designó a don José Manuel Cossio para la liquidación de la comunidad, exceptuando por supuesto, la porción demarcada por el sitio. El 15 de junio de 1809 procedió el Juez arbitro a ejecutar lo acordado ante los agrimensores y testigos a la vez, Manuel Pérez y Matías Moreno, principiando desde el río Urrao, a la linde con el presbítero Mauricio de Lora y José Ignacio Martínez hasta la Quebradona. En 1808 hizo levantar otro censo el Virrey, y entonces resultaron como habitantes 582, libres; 18 esclavos, 62 casas de paja y un templo cubierto del mismo techo. En el lapso corrido del principio del siglo al año citado últimamente fueron designados para el ejercicio de la Alcaldía los siguientes ciudadanos, en el orden siguiente: 1801, Pedro y Manuel Sepúlveda y Mateo Cossio; 1802, Manuel Sepúlveda, Mateo Cossio y Gerardo Urán; 1803, Santos Vargas, Lorenzo Rueda y Raimundo Sepúlveda ; 1804, Raimundo Sepúlveda, Bonifacio Jiménez y Faustino Montoya; 1805, José M. Rueda, Bonifacio Jiménez y José M. Vargas; 1806, José Larrea, Francisco J. Cano y José Argote; 1807, Santos Vargas, Pedro Sepúlveda y Hermógenes Fernández; 1808, José M. Vargas, Faustino Montoya y Salvador Vargas; 1809, José Faustino Montoya, Hermógenes Fernández y Lorenzo Rueda, y 1810, Raimundo Sepúlveda. Como la situación política en ese año era apremiante por los arrestos bélicos de los patriotas a favor de la emancipación, difundidos por el eximio repúblico Antonio Nariño con la publicación de los Derechos del Hombre, que tuvieron su cuna en la revolución francesa, que había sepultado los últimos baluartes de la monarquía, el Jefe Político, de la cabecera exigió de este partido un contingente de cinco hombres, pero se ignora si concurrió con tal número de soldados. Entretanto llegó a conocimiento del Gobierno el hecho de que los transeúntes por el camino de Bebará derribaban los tambos, con perjuicio para los negociantes, y entonces el Gobernador Presidente, don José A. Gómez, ordenó castigar con tres días de arresto a quienes cometieran esa falta en lo adelante, y encargó para dar el aviso correspondiente a Luis Rueda, residente en el caserío que a la sazón existía en el paraje de Ocaidó, de alguna importancia, pero el aislamiento y los rigores del clima lo hicieron desaparecer. El 16 de noviembre de 1810 la Junta superior gubernativa, en atención a que las quejas de los pueblos distantes llegaban tardíamente, y sin vigor, en todas las nuevas poblaciones apartadas que necesitaban reedificarse, un Juez poblador, con jurisdicción ordinaria, delegado de caminos, privativo de agricultura, promotor de industrias y educación y circunscritas sus funciones a los límites de la administración espiritual o beneficio curado, sin perjuicio del nombramiento de pedáneos, y para el nuevo sitio de Urrao eligió por término de dos años, prorrogables por la Junta, a Pedro Arrublas, con la sola exigencia del papel y amanuense, en obsequio de la población, por la alta consideración de los objetos de la Provincia, y dispuso además hacer saber esta determinación de los cuatro Cabildos del Departamento. Firmaron, Francisco de Ayala, Juan Elías López, Manuel A. Martínez, Luis de Villa, José María Montoya, Nicolás Hoyos y Carlos José de Garro, Secretario. En 1812 fueron elegidos Hemógenes y Pedro Sepúlveda y Bonifacio Jiménez, en 1814, Julián Flórez, Bonifacio Jiménez y Bonifacio Benítez; en 1815, Benigno Rivera, Raimundo Sepúlveda y Antonio Jiménez; en 1817, Gabriel de Layos; en 1818, José M. Vargas, Faustino Montoya y Raimundo Sepúlveda; en 1819, Gabriel de Layos, Lorenzo Rueda y José M. Vargas; en 1821, el mismo Rueda, Ignacio Fernández y Julián Flórez; en 1822, Antonio Rivera, José M. Vargas y Francisco Larrea; en 1823, José M. Vargas y Julián Flórez, y en 1824, José María Montoya y Juan A. Gómez. En el año1813 los donantes del suelo donde debían levantarse la, ocurrieron a don José Antonio Londoño, Regidor del ilustre Ayuntamiento, Alcalde Ordinario de primer voto, suplicándole ordenara retirar a los vecinos poseedores radicados, que hacían cercas y chambas dentro de la demarcación del sitio y oposición a lo convenido para lustre y aumento de la población, y el solicitado resolvió de conformidad. Firmaron Hermógenes Hernández, Gerardo Urán, José Serna, Francisco Sepúlveda, José María Vargas, Pedro J. Sepúlveda, Pedro Castro, Pedro Gómez, Zoilo Gómez, Toribio Arroyave, Fermín Montoya, Fernando Benítez, Manuel Sepúlveda, Francisco Montoya, Manuel Pérez, Raimundo Sepúlveda, Francisco A. Larrea, Isidro Pérez, Tomás Vargas, Pedro San Martín, Francisco Jiménez y José M. Moreno, a más de otros que lo hicieron por ruego de algunos peticionarios. En este mismo año Santos de Vargas levantó el censo que arrojó una cifra de 664 habitantes, así: eclesiástico, 1; hombres casados, 88; mujeres íd, 88; varones solteros, 268; mujeres íd, 219. En 1815 se repitió el empadronamiento, y ya el monto fue de 802 personas. El nunca bien lamentado Francisco José de Caldas, gloria de la ciencia y patriota eminente, salió de la ciudad capital en excursión científica, por el Cauca y el Ecuador, y cuando regresaba le escribió a su esposa doña Manuelita Barahona una carta fechada en Cartago el 4 de febrero de 1813, en la cual expresaba la esperanza de verse con su familia en Rionegro, le hace algunos encargos respecto a sus hijos, y le significa que a su regreso de Urrao arreglaría con Vicenta un asunto que tenía pendiente con ella. Las impresiones y observaciones del ilustre varón, si en realidad estuvo por acá, son desconocidas todavía, no obstante que alguno de nuestros hombres nacionales hizo pública la especie de que el eminente sabio, arrebatado en hora aciaga alevemente a la ciencia y a la patria, había dicho en uno de sus escritos que aquí debía estar la capital de la República. Como es bien sabido, los primeros esfuerzos de los héroes de la emancipación se dirigieron a consolidar la nacionalidad, y por eso desde los comienzos de la rebelión establecieron la confederación bajo el título de Provincias Unidas de la Nueva Granada, y como en 1814 desempeñaba el Poder Ejecutivo don Antonio Nariño, poder que vino a quedar a fines del año en manos de un triunvirato que se turnaba en el ejercicio de las funciones, cada cuatro meses, compuesto por Nariño, Manuel Rodríguez Torices y Camilo Torres, el 6 de julio del citado año apareció en decreto expedido por el Excelentísimo señor Presidente de la República, en el cual después de considerar que había muchas colonias de nombres disonantes e ingratos, dictados quizás por la barbarie o conservados del rústico y primitivo idioma indígena, o puestos al capricho de los primeros pobladores, sin elección ni discernimiento alguno, el Gobierno, deseoso de conservar las denominaciones de algunas aldeas y lugares de Grecia, que al mismo tiempo participan de la dulzura de aquella lengua culta, recordaban la memoria de unos lugares que fueron la escuela del género humano en todos los ramos de la civilización, y el teatro del patriotismo y del valor, dispuso que en lo sucesivo se llamara la colonia de Abejorral, Misenia; la de Bahos, Larisa; la de Guarne, Elida; la de Urrao, Olimpa; la de Canoas, Camppe; la de Titiribí, Pylos, y la de Angostura, Amicla. Este mandato se ordenó publicar y enviar a los Cabildos por el Secretario Francisco A. Ulloa desde la sala electoral de Antioquia, que funcionaba en la ciudad de Rionegro. El ilustre geógrafo y geómetra Agustín Codazzi, a fuer de predecirle a esta tierra un magnífico centro comercial, por su situación topográfica y por hallarse en el camino señalado por la naturaleza parea salir al Atrato, afirma que este valle fue en época remota un gran lago, cuyas aguas se levantaron 495 metros sobre el plano actual del pueblo, la que luego abrieron brecha por entre la roca para abrirse paso y precipitarse por otro lago más pequeño. También el valle de Tempe en Tesalia, entre el Olimpo griego y el Ossa, regado por el Selembría, fue un lago, y al corte de Likostomo, algo falto de luz, se le consideró por los antiguos helenos y latinos, como el punto más hermoso de la tierra. Esplendoroso traduce el Olimpo, y éste servía de corte a los dioses eternamente jóvenes, bebedores de ambrosía y el valle descansa sobre cuarenta y dos colinas. De las cuales la más alta tiene 2972 metros en la desembocadura del Peneo, y en uno y otro caso se encuentra similitud entre este valle y el primoroso de Grecia, de manera que la elección del mandatario en el cambio de nombre no estuvo desacertada. En el año 1815 el Alcalde poblador Santos de Vargas solicitó del Ordinario de Antioquia deslinde y posesión de los solares destinados a la fundación, y como accedió a ello y designó como partidor al señor don José María Barcenilla, éste se trasladó a este lugar a desempeñar su cargo a principios de agosto del citado año, y el 26 de ese mes, asociado a los testigos José Luis Vidal y Faustino González, reunió los dueños de las tierras de esta comprensión y les dio posesión por los mismos linderos que al hacer la donación habían fijado, pero como en le acto manifestara descontento Gabriel de Layos, por cuanto en el plan acordado se le había perjudicado al incluir en él un cerrito inmediato al río que tenía cercado con chambas, el comisionado, en atención a que esta colonia no había dado hasta entonces motivo de queja, propuso como medida de conciliación que Layos conservara el cerrito, a cambio del derecho que tenía en el resto del lote de la población, y así lo aceptaron los demás condueños, que eran los señores Pedro de San Martín, Pedro J. Sepúlveda, Faustino Montoya, Santos de Vargas, Raimundo Sepúlveda, Salvador Vargas, Manuel Sepúlveda, Francisco Montoya, Francisco Vargas, Hermógenes Hernández, Valentín Montoya, Gerardo Pudán, Manuel Aguirre, José M. Aguirre y Francisco A. Larrea. En el año de 1816 el Alcalde poblador concedió a Mateo, Bonifacio, Dámaso y Narciso Jiménez y Germán Castro, cinco cuartos de legua de terreno, en nombre del Rey, en la confluencia del río Encarnación con el Penderisco, alindado por el Sur, con Fernando Benítez, en cuyo terreno ejercitó su músculo y su hacha de colonizador el señor Manuel A. Madrid, y hoy es una empresa de respetables proporciones de caña de azúcar que explotan los señores Nicanor y Ramón Madrid. A continuación de este fundo quedaba la propiedad de don Sacramento Hoyos, padre del doctor Ramón de Hoyos, nacido aquí y bautizado el 31 de marzo de 1816. Conduce recordar que en este año las fuerzas realistas habían alcanzado algunas ventajas sobre las republicanas, y que el Alcalde del partido, Hermógenes Fernández, excitaba a los ciudadanos por medio de un manifiesto a jurar fidelidad al Rey, ordenaba celebrar misa en acción de gracias por semejante acontecimiento, mandaba iluminar las calles, y concedía cuatro días de regocijos públicos, en tanto que la cuchilla del verdugo tronchaba para siempre la existencia meritoria del sabio Francisco José de Caldas. Por la Ley de 8 de octubre de 1821, expedida en la Villa del Rosario de Cúcuta, sancionada por el libertador, se dividió el territorio de la Gran Colombia en los Departamentos de Orinoco, capital Cumaná, Venezuela, capital Caracas; Zulia, capital Maracaibo; Boyacá, capital Tunja; Cundinamarca, capital Bogotá; compuesto de las provincias de Bogotá, Antioquia, Mariquita y Neiva; Cauca, capital Popayán, y Magdalena, capital, Cartagena, con Intendentes como Jefes, Gobernadores en las provincias, dependientes de aquéllos, Alcaldes Ordinarios en la cabecera de cada Cantón, y en las parroquias dependientes de los Cantones nombrados por el Cabildo de éstos, dos Alcaldes Pedáneos. En 1824 se reformó este estatuto en el sentido de crear los departamentos de Apure, Panamá, Ecuador, Azay y Guayaquil. Quedaron como Cantones de las Provincias de Antioquia, esta ciudad, Medellín, Rionegro, Marinilla, Santa Rosa de Osos, y Remedios, cabecera del Nordeste. Por ley de 18 de abril de 1826, fue designada la villa de Medellín como capital de la Provincia de Antioquia, pero lo que propiamente se llamaban Municipalidades existían únicamente en las cabeceras del Cantón. En las parroquias había juntas de policía, compuestas de dos Alcaldes y un Síndico, y cuando la población excedía de mil almas, se aumentaba con dos Comisarios parroquiales. El 17 de noviembre de 1828 quedaron suspendidas todas las Municipalidades por el tiempo necesario para la reorganización y examen de los arbitrios fiscales. Síguese de aquí que Urrao, desde la Conquista hasta la época que nos ocupamos, perteneció indistintamente a Cartagena, Popayán, Cundinamarca y Medellín. No parece corriente hacer a un lado la circunstancia de que en el año de 1823 fue restablecida la escuela costeada por los padres de familia, y que como Director fue nombrado don Miguel M. Cano. En 1826 se formó censo de la población, incluyendo el partido de Noque, el cual formaba parte de este Municipio, y el resultado fue el siguiente: hombres en Urrao 480; mujeres, 504; hombres en Noque, 20; mujeres, 32; esclavos, 4 hombres y 3 mujeres, todos los cuales formaban un total de 1.043. En este mismo año los señores Benigno Rivera y Juan de Herrera rindieron un informe sobre los temas que enseguida se compendian, así: hubo en el año 12 matrimonios, 55 nacimientos y 11 defunciones; en Urrao, había 370 cabezas de ganado vacuno y en Noque 25, a $3 cada una; 36 mulas aquí y 13 en Noque, a $10; burros, 5 en Urrao10; burros, 5 en Urrao y 1 en Noque a $10; 70 caballos aquí y 8 en Noque, a $6; en esta población había 63 casas, y en los campos 113, por 20 en Noque. Como animales existentes citan casi toda la fauna y como productos de la agricultura, el maíz y la menestra, aquél en cantidad de 1,400 y ésta en 100; en Noque: maíz 100 fanegas y la menestra 80. No había minas en laboreo, no obstante las versiones que llegaron a las esferas oficiales sobre la existencia de minerales auríferos de alguna consideración. En el punto denominado El Volcán, y en otros algunos parajes aledaños existen todavía los vestigios de trabajos de mineros, pero se ignora la época en que ellos tuvieron lugar y las personas que los ejecutaron. Por el mismo tiempo desempeñaba la Jefatura de Política de la ciudad de Antioquia don Sacramento de Hoyos, y en ese cargo ordenó la apertura del camino de esta cabecera hacia la capital, y encargó de la dirección de trabajos a Juan Herrera, con encargo especial de construir un puente sobre el río Urrao. La normalidad republicana principiaba a establecerse con visos de estabilidad porque ya las armas americanas habían alcanzado sobre las españolas las victorias que le concedieron fisonomía democrática, y por eso se encaminó hacia estos lados, con sus peones y esclavos, don Manuel del Corral, bravo luchador contra las huestes monárquicas, a quienes había acabado de vencer en el combate de Majagual el 20 de mayo de 1820, y con la naturaleza en estas dilatadas comarcas, donde descuajó montes y sentó las bases de la fundación de las grandes dehesas de ganado que hoy constituyen la riqueza principal de este Distrito. Era don Manuel de noble estirpe castellana e hijo del héroe de la emancipación, el dictador don Juan del Corral. Al par que colonizador y creador de riquezas por su propio esfuerzo, fue don Manuel un espíritu comprensivo y sagaz, de quien se refieren muchas anécdotas que han tenido resonancia en todas partes. Las mejores haciendas de ganado que han existido y existen en estos valles, como Guapantal, El Espinal, El Volcán, La Unión y San Dimas, obra fueron de su ingenio y de su brazo. Casó con doña María de los Santos Martínez, linajuda dama de la memorada ciudad de Antioquia, y fue progenitor de eximios varones continuadores de su obra, como don Juan de Dios, don Mariano, don Ramón, don Carlos, don Manuel Romualdo y don Juan Pablo, todos los cuales han desaparecido de la escena de la vida, y el último exteriorizó con hechos, y lo consiguió, el deseo vehemente de dormir su sueño postrero en el hermoso panteón que forma nuestra sombría necrópolis, con su vista hacia la hacienda de El Espinal; arrullado y abrazado por perenne cántico del Penderisco. Descendientes de éstos fueron los señores don Germán, don José María, don Juan de D., don Juan Luis, don Manuel Dimas, don Jesús, don Manuel Antonio, don Luis y el doctor Rafael del Corral. Generalmente recibieron todos estos esclarecidos ciudadanos una esmerada y exquisita educación y varios de ellos y otros que no han sido nombrados, escalaron y escalan puestos de distinción. El último ha sido Senador de la República, Representante al Congreso, Ministro de Despacho Ejecutivo, Diputado en varias ocasiones a la Asamblea de Antioquia, Secretario de Gobernación, Gobernador del actual régimen parlamentario, hábil abogado de altas ejecutorias y servidor constante de los intereses de este pueblo. Don Jesús, desaparecido recientemente, fue un escritor galano, ameno contertulio, cuyos salerosos cuentos divertían y animaban, Ministro del Ejecutivo, y progenitor, entre otros jóvenes de sustantivo mérito, de nuestro estimado amigo don Mario, literato y periodista de altos quilates, que en sus permanencias aquí y en la misma capital de la República le ha prestado su contingente al progreso de esta tierra. El doctor Martín del Corral, de la misma estirpe, también ha laborado con interés en el mismo sentido. Don Luis es todavía más fervoroso entusiasta de nuestro adelanto, y ya tendremos ocasión de ocuparnos de su personalidad más adelante. Cuando se asentaban los cimientos de la vida republicana, fueron surgiendo al escenario público muchas entidades, pero para este Distrito no hubo decreto especial, lo que indica claramente que las características con que figuró en la colonia, las conservó en la República, y de este aserto da confirmación la Ley de 28 de julio de 1824, la cual manda a aprobar todas las erecciones que sobre curatos hicieron los Intendentes y Prelados eclesiásticos en cualesquiera de las Diócesis de Colombia, con anterioridad de manera que las creaciones, modificaciones y antiguas denominaciones en los términos territoriales, conservan su estructura o fisonomía política, y al expedirse la ley de 19 de mayo de 1834, se autorizó a las Cámaras de Provincia para crear Consejos Comunales en las villas, Distritos parroquiales o ciudades en que fuera practicable. Entonces se expidió un decreto, firmado por Manuel A. Jaramillo y Joaquín Gómez como Secretario, en virtud del cual se establecieron Consejos Comunales en las ciudades de Medellín, Antioquia Rionegro y Remedios, en las villas de Santa Rosa y Marinilla, y en las parroquias de Envigado, Itagüí, Amagá. Titiribí. Fredonia, Copacabana, Sopetrán, San Jerónimo, Urrao, Abejorral y Sonsón. Este acto tiene como fecha la del 22 de septiembre del citado año, y fue sancionado por Juan de Dios Aranzazu, en su calidad de Jefe del Poder Ejecutivo. De allí arranca la existencia de este pueblo con entidad libre, bajo el imperio de la democracia, y este acontecimiento histórico, que constituye un jalón de indiscutible valor para las generaciones contemporáneas y las que han de seguir la brecha, se conmemora en la actualidad con indecible júbilo, porque nuestro pueblo y nuestra raza, a pesar de los medios desfavorables en que le ha tocado actuar, sabe apreciar y valorar el inefable bien de la libertad. En 1837 el eminente Prelado doctor Juan de la Cruz Gómez Plata visitó este beneficio curado y dio instrucciones a las autoridades civiles y eclesiásticas para la construcción del templo. Asimismo estuvo en misión oficial el Prefecto de Provincia, Jorge Martínez, quien también proveyó sobre el funcionamiento de la nueva entidad. De aquí en adelante siguió un período de calma y laboriosidad entre los colonizadores radicados ya y los emigrados, en tala de montes para la agricultura y plantación de dehesas de ganado, de halagüeño porvenir, sin que por esto descuidaran el engrandecimiento del terruño, pues la generalidad de los moradores se preocupaban ostensiblemente por él. Poca es, por consiguiente, la historia en un respetable intervalo, pero no obstante se relacionaran algunos de los hechos culminantes. De Itagüí penetraron a esta colonia los señores José Antonio Vélez y su esposa doña María Ignacia Amaya y don Francisco Gaviria con su esposa doña María Josefa Vélez, donde se establecieron definitivamente, dedicándose a extraerle a la tierra el jugo que les daba la riqueza y sustento digno y honorable. Don Venancio Vélez, hijo del primer matrimonio citado, fue también el progenitor de los señores José María, Salustiano, y Anacleto Vélez, y éstos dejaron, como sus descendientes, imitadores suyos en el patriotismo y el trabajo entre otros, a los señores Venancio, Ramón A., Félix A., Emiliano, Rafael, Joaquín, Domingo, Justiniano, Juan de D., Marco A., Antonio J. y Aureliano Vélez, este último graduado en agronomía y veterinaria. Suscitada en el país, en el año de 1841, una contienda intestina, el Gobierno hizo expropiar todas las mulas existentes en este Distrito, exigió contingente para soldados, e impuso un comparto por la cantidad de $400, el cual fue sufragado casi en su totalidad por los señores presbítero Angel J. Montoya, Joaquín Escobar y Joaquín Ruiz, al mismo tiempo que para vigilar el Chocó situó aquí un destacamento al mando del Oficial Gabriel Restrepo, porque allá había una conspiración capitaneada por Nicomedes Conto y Pedro Varona, con cuya Provincia suspendió comunicaciones y relaciones comerciales. A pesar del estado de guerra que reinaba y la intranquilidad que consigo lleva, no fueron obstáculo para suspender actividades, y por eso se veían en este sitio disensiones entre los ciudadanos Francisco Montoya, Froilán Vargas, y Miguel Giraldo por el remate de las rentas, para conseguir el cual inventaban recursos y ardides propios de esta clase de industrias. La de licores era anhelada por sus pingües rendimientos, especialmente en las fiestas patronales que precedían a las profanas, en las cuales se consumían gran cantidad de bebida y se fomentaban las carreras hípicas, los originales bailes con tambor y guache, a semejanza de los que todavía imperan en la región del Chocó urraeño, juegos de toda índole, y mascaradas, en los meses de febrero y junio, por espacio de hasta catorce días consecutivos. Esta prolongada diversión hizo que el señor Gobernador amonestara al Prefecto para que prohibiera con sanciones fuertes semejante extralimitación. En el tiempo mencionado contaba el Municipio con 1.646 habitantes, entre los cuales había siete esclavos, y se registraba un movimiento anual de 125 nacimientos, 9 matrimonios y 17 defunciones, con excedente en favor de la población. Existían tres fracciones, con funcionarios elegidos por el Cabildo de Antioquia, a saber: Noque, Ocaidó y la Encarnación. El Cabildo Comunal de 1843 estaba integrado por los señores Juan Antonio Gómez, Alcalde; Manuel María Herrera, Juez Parroquial; Antonio Montoya, suplente y Miguel Giraldo, Tesorero Parroquial. Por estos mismos tiempos, el señor Simeón Serna, antioqueño, quien tuvo un acto de atrevimiento con el General José María Córdoba, por motivo de un comparto, del cual dudaron escapara, remató como baldíos los terrenos comprendidos en el abra de Santa Ana, pertenecientes en la actualidad a los señores J. Emilio Escobar, Ramón Arroyave, Saturnino Sepúlveda, Román Montoya y otros, que son un emporio de riqueza en maderas de comino y dehesas de inestimable valor. Digna de mención y recordación a las nuevas generaciones es la actitud de don Sacramento de Hoyos frente a los problemas educativos y viables, en su calidad de autoridad superior no sólo fomentó las escuelas y las obsequió con útiles y muebles de su peculio particular, sino que hizo abrir caminos que comunicaran esta región con otras. Pausada y serenamente transcurría la vida entre los moradores de este suelo, en medio del aislamiento y que aún perdura y su única ocupación la constituía la tala de los bosques y las diversiones de que atrás se ha hecho mérito. No obstante, en el año de 1851 lograron obtener el integérrimo Gobernador doctor José Justo Pabón permiso para que ante el Secretario del Cabildo se otorgaran escrituras de transmisión del dominio de propiedades, y otros contratos, y en efecto, principió a funcionar ese organismo en manos del señor Fruto Urán, en presencia de testigos actuarios juramentados. El 25 de marzo de 1854 estuvo en visita oficial el aludido mandatario en esta población, y con esa fecha dictó un decreto, autenticado por su Secretario Francisco a: Gónima y Llano, en el cual disponía la apertura del camino provisional a los límites con el Chocó, por la ruta de la loma, desde el mes de abril siguiente, en forma de contratos que serían celebrados ante los señores Angel J. Montoya, Antonio Pérez y Antonio María Restrepo. Dos meses largos más tarde, caía asesinado en la plaza de Sopetrán aquel Magistrado de limpias ejecutorias y de un pasado glorioso. Coetánea con esta visita, fue la excursión científica del Coronel Codazzi, quien pudo admirar el panorama y predecir para este lugar un puesto prominente en los destinos de Colombia, y para el efecto se produjo en los siguientes términos: “Si nos situamos al Sur, preséntasenos desde luego un valle hermoso por su altura sobre el nivel del mar, por sus ricos pasteles, por los variados picos de las cordilleras que parecen encerrado por todas partes y de las cuales salen algunos ríos y quebradas en medio de una vegetación siempre en primavera. Las montañas realzan la hermosura del ancho y prolongado valle por el cual corre mansamente el río Penderisco, a cuyos bordes está el pueblo de Urrao, llamado a representar un papel importante por su situación topográfica en esta serranía todavía salvaje... donde se fomentará una ciudad populosa, porque vendrá a quedar en el camino que conduzca al Atrato, tan abundante en oro. Qué transformación la que experimentarían estas selvas vírgenes y solitarias de la Provincia de Antioquia, en cuya descripción nos estamos ocupando! Atónito quedará el viandante al descubrir el valle de Urrao, bien poblado y con grandes almacenes de mercancías, las que afluirán a este depósito ocupado por los ricos comerciantes y propietarios, y en que se disfrutará de una temperatura suave de 20°, 5’ del termómetro centígrado, y del que se podrá pasar en pocos días en vehículos de ruedas al Atrato por el camino que ha preparado la naturaleza por medio de la serranía, hoy apenas conocida. Los vapores que surcarán entonces este hermoso río, en menos de cuatro jornadas podrán conducir los pasajeros al gran canal, llevándolos así cómodamente del uno al otro lado del mar.” Dice también el ilustre geógrafo que en 1852 la población era de 2.204 habitantes; había 4.000 cabezas de ganado vacuno, 50 lanar, 60 caprino, 1.000 de cerda, 1.000 caballar, 100 mular y 10 asnal. Por primera vez se estableció el servicio de correos en el año de 1857, en forma quincenal, y el primer Administrador fue Antonio Pérez, a quien sucedió José María Ibarra, por haber pasado aquél al servicio de suplente del Veedor para levantar el censo, que era don Sixto Ruiz. Hoy hay servicio trisemanal con la capital del Departamento, recientemente establecido, merced a los buenos oficios del Administrador principal don Andrés E, Londoño, una línea semanal a Suroeste y otra quincenal a Puerto Arquía. Como de los documentos examinados aparece que en la época en mención estaba otra vez revolucionado, el Secretario de Estado del Despacho de Gobierno constituyó aquí una guardia formada por tres compañías, pertenecientes al batallón número 1°, del cual era Comandante interino Mercedario Vélez, y Sargento Mayor Tomás Gómez, con sendos Capitanes, Tenientes, 1° y 2°, y Alféreces 1° y 2°, desempeñados respectivamente por los señores Deogracias Arango, Reyes Urrego y Manuel Montoya Benítez; Santos Hernández, Vicente Montoya y Marco Antonio Montoya; Sebastián Cossio, Pedro Gómez y Guillermo Herrera, Nicolás Durango, José M. Herrera Castro y José M. Herrón; y Benedicto Montoya, Juan Argáez y Bernabé Montoya Rueda. La importancia comercial de la salida hacia el Atrato ha sido palpada desde la colonia, porque por allí hay la facilidad de establecer relaciones con la importante plaza de Cartagena, y por eso en la época en mención se formó una compañía para conducir mercaderías a la ciudad de Antioquia por el camino que por aquí existía, de la cual fueron socios los señores don José M. Botero Arango, don Manuel del Corral, don Segundo Castro, don Leoncio y don Carlos Ferrer, don Manuel Díaz y don Juan Junca, pero su duración no podía prolongarse demasiado por las pésimas circunstancias en que actuaba, ya en cuanto a la vía, ora en lo relativo a medios de transportes, etc. La estrechez en que se hallaba el tren administrativo era proverbial, pues la escuela de varones y las oficinas públicas que había en el Municipio funcionaban en un solo edificio, el que hoy presta servicio a la escuela de niñas y en el año de 1861 fue roto y saqueado en los archivos y expedientes que allí se custodiaban. En el mismo año visitó la población el Prefecto y Comandante General de Occidente, don Abraham García, con su Secretario Antonio Hernández, y aunque expidió un decreto que eximía contribuciones de guerra a los habitantes de este Municipio, porque habían sido muy pagadores y gravados, dispuso establecer el monopolio de carnes para el abasto público con ganados suministrados por los desafectos al régimen, excepto a los señores Antonio M. Restrepo y Manuel del Corral, y en efecto gravó para el suministro a los señores María de la Cruz Serna, Vicencio Urrego, Fruto Urán, Pastor y Antonio Montoya, Tomás Gómez, Hilario Sepúlveda e hijos, José Concepción Serna, sucesión de Juan N. Restrepo, José M. Gaviria, José M. Cossio, José Quiceno. José M. Quiceno, Marcelino Restrepo, sucesión de Benedicto Aguirre, Silvestre Urrego y Alejo Durango. Dispuso también que el señor Sotero Escobar penetrara a la región del Chocó comandando una fuerza gobiernista, pero como le fue imposible proveerse de todos los bagajes necesarios, desistió su empresa, y entonces lo sustituyó Miguel Celedón, quien la llevó a cabo. En el tiempo relacionado, el expendio de víveres se verificaba en las casas particulares, y para establecerlo en la plaza, las autoridades tuvieron que apelar a los apremios, y aún así no pudieron conseguir que las mujeres concurrieran a dicho lugar, providencia tomada por el Alcalde José A. Gaviria, en asocio de su Secretario José León Montoya, la cual también le correspondió ejecutar con energía al señor José Ignacio Palacio, pero en 1854 la Municipalidad había expedido un Acuerdo sobre el particular. Los hados favorecieron por entonces la vía hacia la capital de la Provincia, y para llevar adelante su apertura, se destinó una sección del presidio a trabajar bajo la dirección de los señores Manuel Murillo, Protasio Gómez, Juan Manuel López y otros que ejercieron indistintamente los cargos de capataces. También don Manuel del Corral realizó esfuerzos loables, en los mismos intervalos, por impulsar la industria de la sericicultura, pues repartió semillas de morera a los señores Buenaventura Aguirre, Francisco Vargas, José L. Montoya, Gregorio y Leonidas Restrepo, Wenceslao Rivera, Francisco A. Larrea y otros, e igual cosa hizo con semillas de algodón, pero tales industrias de gran porvenir, parece que no prosperaron. En octubre de 1871 se creó por los padres de familia una escuela de niñas, y dos años más tarde se le asignó carácter oficial con una asignación anual de $240 para la Directora. El espíritu público iba aumentando en proporciones y de allí se organizara una sociedad bajo la Presidencia de don Antonio M. Restrepo, de mutua protección, y los propósitos, además de impulsar la minería, agricultura, educación pública, vías de comunicación, beneficencia y mantenimiento del orden y compostura en el templo, en tanto que el Prefecto nombrara otra Junta de Fomento, compuesta por los señores Leonidas Restrepo, Salustiano Vélez, Dimas y Faustino Montoya, Dimas M. Sanmartín, José M. Urrego, Concepción Madrid, José A. y Antonio M. Restrepo, Marco A. Durán, Gregorio Restrepo y Práxedes Vélez, las cuales laboraron de consuno, y entre las medidas importantes que adoptaron, una fue la solicitud al Presidente del Estado para la apertura del camino al Atrato, en respuesta de la cual manifestó el mandatario que esa vía estaba comprendida en la Ley 305, y que si alguna compañía particular quería construírla, se tendrían presentes las indicaciones que se les daban, al mismo tiempo que destinó una sección del presidio a trabajar en ella, pero ésta fue retirada en el año de 1876 para verificar reparaciones en otros caminos. Como el patrono Señor San José poseía una extensión de área urbana, donada por algunos propietarios, a las autoridades civil y eclesiástica, de común acuerdo, resolvieron repartirlas a pobladores y en efecto adjudicaron sendos solares a los señores Prudencia Varela, Lorenzo Moreno, Domingo Holguín, Toribio Vargas, presbítero Francisco A. González, Esteban Montoya, Buenaventura Herrera, José Reyes Urrego, Timoteo Varela, José Manuel Rodríguez, Vicencio y Roque Sanmartín, Santiago Fernández, Bonifacio Bravo, Juan Manuel Larrea, Juan Francisco y Nemesio Madrid, Mamerto Durango, Manuel Félix, Cupertino y Gregorio Urán, y para trazado de calles y ordenada urbanización fue contratado un ingeniero que debió ser el doctor Nugen. Característica de este pueblo, desde sus comienzos, ha sido la preocupación por la educación popular, hasta la intolerancia para con los maestros incompetentes o abandonados, de manera que en el año de 1874 el Gobernador clausuró transitoriamente la escuela de varones, porque el descontento con el Director llegó hasta la violencia. Después el señor Juan Manuel Mejía, quien regentaba ese plantel, se esmeró por satisfacer los anhelos de los padres de los educandos, y entre otras cosas, organizó una legión especial para la enseñanza de determinadas materias con los alumnos Hipólito Gaviria, Froilán Montoya C., Juan de la C. Restrepo. Fabricio Sepúlveda, Manuel M. Aguirre, Horacio Urrego, Vicente Giraldo y Quintiliano Cossio. En el año 1879 una revolución intestina ensombrecía los horizontes patrios, pero en esos confines un acontecimiento extraordinario atraía las miradas de propios y extraños. Se trataba de la aparición en persona de San Antonio a una niña pequeña, en un charco del arroyuelo de El Saladito, y por ese motivo las romerías y peregrinaciones se sucedían sin cesar, hasta de personas de lejanas latitudes, en busca de alivios para sus males, consecución de prendas, perdidas, curación de las enfermedades, en los milagros del santo, en los milagros del santo. La aglomeración de peregrinos era incesante y se condenaba como heréticos o faltos de la gracia divina a quienes no vieran en el lugar señalado la figura del beatífico taumaturgo. De un santuario, donde la piedad pretendió levantar un templo, idea en cuya realización se adelantaron algunos pasos, surgió un verdadero Montecarlo, con los juegos de toda clase, día y noche, ofrendas constantes al Dios Baco, danzas y diversiones de todo orden, hasta que el ilustrísimo señor Obispo de la Diócesis, doctor Jesús M. Rodríguez, en una visita pastoral condenó esa leyenda, dando al traste con el andamiaje que a su alrededor se había formado, la cual fue motivo para que el ático escritor don Jesús del Corral ironizara, fina y galantemente, en un folleto que publicó al respecto. Estas orgías sirvieron con todo, para entrar a considerar la necesidad de levantar un edificio adecuado para la iglesia en la cabecera del Distrito, porque la existencia era impropia e incapaz. La escogencia del lugar para la edificación ocasionó una fuerte división social, porque una parte considerable del vecindario la quería en el punto denominado La Sabaneta, mientras que otro grupo pugnaba porque fuera en la plaza principal. La controversia la decidió en forma plebiscitaría y original el presbítero Felix A. Moreno, de acuerdo con sus simpatías, pues hizo construir sendas banderolas para que se condujeran a los puntos citados, con el fin de que la que más séquito tuviera, indicara el campo preferido por el pueblo para el nuevo templo, pero como la que se dirigía al de su agrado estaba acompañada de música, ésta se llevó la preeminencia, y consiguió su objetivo. El solar para la realización del proyecto lo donó entonces el señor José Rivera, en el costado sur de la plaza, donde a la sazón se encuentra el templo; se organizaron e iniciaron los trabajos, pero tan lentamente y con tan mala fortuna, por falta de técnica en su dirección, que pasmaba la labor constructora, y después, porque la efectuada por un oficial no satisfacía al que le sucedía, hasta que en el año de 1912, en que la Municipalidad hizo venir al notable y competente arquitecto doctor Horacio M. Rodríguez para contratar la construcción de la fuente pública, examinó y estudió la obra, y después levantó un plano del interior, el cual se complementó después del frontispicio y se estableció la armonía o normalidad científica en la dirección de trabajos y adelanto de la obra, hasta el estado en que se encuentra en la actualidad, terminada, puede decirse, porque los detalles que le falten no comportan mayor importancia. Pero es de observarse que es insuficiente para contener el número de fieles que hay en la parroquia, y para salvar en algo la deficiencia, al adquirir los señores doctor Emiro A. Trujillo, Marco y Ramón Rivera, un predio en el punto La Sabaneta, cedieron un lugar para la capilla, condicionalmente a iniciar trabajos en determinado tiempo, y como la condición no se cumplió, ellos recuperaron el dominio del terreno. Allí mismo cedieron dichos señores otra extensión para plazuela y parque, la primera de las cuales lleva el nombre de Uribe Uribe, y ha recibido algunas mejoras del Municipio. Los pueblos, como los individuos, a medida que avanzan van creando necesidades que por fuerza de las circunstancias tiene que satisfacer a la hora oportuna, y de aquí hasta el año de 1886 no principiara a funcionar en esta cabecera el Juzgado Municipal, con los señores Froilán Montoya C., y Rosendo Lora, como primeros funcionarios, y con toda regularidad ha funcionado hasta la época en que nos encontramos, pero pronto tendrá que dividirse, porque el volumen de negocios así lo impone. Allí han actuado varios y honorables conterráneos, con todo acierto y escrupulosidad, hasta el punto de que no se registra una queja. Hoy laboran en esa oficina los señores Eliseo Acosta y Luis Mariano Quiceno. Los grandes y los pequeños conglomerados mantienen sus rivalidades y diferencias por cuestiones territoriales o de fronteras, y por eso no es extraño que entre el Municipio de Urrao con el de Frontino hubiera existido una litis sobre el particular, desde el año de 1886, originado por un errado informe administrado por el Alcalde, señor José Domingo Escobar, que tuvo su períodos de recrudecimiento, y en esa lucha trabajaron con decisión, interés y patriotismo sin igual, recogiendo documentos, formulando alegaciones, creando pruebas, etc., los señores Tomás M. Correa, Rafael Herrón S., Nemesio Madrid, Demetrio Gómez, Joaquín M. Urán U., Pedro A., Andrés A. y Francisco Javier Montoya, junto con algunos de otros ciudadanos. Se formó un voluminoso expediente, el cual fatigó por no corto espacio de tiempo las mentes de abogados, altos funcionarios de la Gobernación, Diputados de las Asambleas, hasta que, mediante la intervención amistosa del señor Carlos Villegas, comisionado del Gobierno para el arreglo de los antiguos resguardos de indígenas de San Carlos de Cañasgordas, se llegó a un cordial y satisfactorio arreglo, el cual se legalizó por medio de la Ordenanza número 28 de 1916. Considerada la cuestión desde el punto de vista territorial, desde luego que ambos Distritos son dueños de extensiones incultas, ella merece el calificativo de baladí, pero medidas sus proyecciones en lo que atañe a relaciones entre pueblos de aspiraciones similares e ideales comunes, representan un problema de no escasa magnitud. El tiempo, sin embargo, ha venido a darnos la razón, pues como puede verse en esta relación la delimitación correspondiente a este Distrito se señaló por donde pretendían nuestros representantes desde la colonia. También en el año 1848 hubo una pendencia igual con el Municipio de Bebará, por el caserío de La Isleta, el cual vino a integrar este Distrito y el Departamento de Antioquia, en el régimen llamado del Quinquenio, mediante la intervención de don Juan P. del Corral, quien logró obtener del General Rafael Reyes la expedición de un decreto por medio del cual se hacen llegar los linderos de ambas entidades hasta la margen derecha del río Atrato, desde el brazo del Inglés, así llamado, porque durante la conquista dos buques piratas que surcaban el mencionado río, se dividieron en ese punto, y al encontrarse después no se reconocieron, y entonces se trabó entre ellos un serio combate, donde pereció un súbdito de la Imperial Corona británica, Posteriormente, en el año de 1909, se cercenó otra porción a Urrao, de la cordillera hacia el occidente, para la erección del Distrito de Caicedo, el cual figuró siempre en nuestra jurisdicción con el nombre de Noque. Ya que se ha tocado el asunto alusivo a los resguardos indígenas, bueno es consignar que entre su delimitación quedó comprendida una porción del perímetro de este Municipio, y como muchos de sus primitivos dueños habían desaparecido, el comisionado adjudicó a éste algunas considerables porciones, en calidad de vacantes o mostrencas, y aunque en el pasado se ha hecho caso omiso de la región donde se hallan, hoy han tomado un giro contrario las cosas en ese sentido, pues están ubicados en tierras auríferas y adaptables a empresas agrícolas e industriales de varios géneros. Por tales motivos el cabildo del período pasado expidió un acuerdo sobre colonización, vías de comunicación y fundaciones en esa zona, y el actual creó un Corregimiento que ya está funcionando. Por su parte el Gobierno Departamental se ocupa en romper el camino de penetración hacia Mandé, con el fin de estimular la minería y la agricultura, que tienen allí un porvenir incalculable. En su totalidad no ha quedado extinguida la raza indígena, porque en esos mismos lugares hay vástagos de esa familia, compuesta en su mayor parte de los apellidos Bailarín, Sapias, Domicó, Majoré, Jarupia, Casamá y otros. Sus antepasados no merecen, por ningún concepto, el calificativo de atrasados, puesto que sus cualidades de guerreros valerosos e indomables, y un camino que construyeron desde la desembocadura del río Murrí a llegar al Cauca por las pampas y laderas del Penderisco y el Pavón, con especificaciones y trazado de la ingeniería moderna, cuyas huellas o vestigios pueden observarse aún, se encargan de testimoniar la calidad, cantidad y capacidad de los naturales que por estos lados residieron. La densidad de la población y el espíritu humanitario de los señores Leonidas y Juan de la C. Restrepo, hicieron pensar en la construcción de un edificio para hospital de caridad, y para el efecto éstos donaron un solar en el costado septentrional de la plaza, pero luego se le destinó para casa cural, y ese servicio está prestando. En estos mismos tiempos se acometió la construcción de casa consistorial, en el punto en que se halla, y respecto a forma y condiciones surgieron diferencias entre los dirigentes de entonces, porque unos querían que contuviera un solo piso, mientras que otros, con buenas razones, aspiraban a que llevara dos, hasta que al fin triunfó la corriente que sostenía la última tesis, encabezada por el señor Pedro A. Montoya. Con motivo de la creación del Juzgado del Circuito, en el año de 1912, y mediante los esfuerzos del señor Ramón Arroyave E., se le agregó la casa contigua, que perteneció al señor José Horacio Urrego, y en ella funcionan muchas oficinas y cárceles, y se trata de acondicionar ésta sobre los planos levantado por el arquitecto departamental doctor Dionisio Lalinde. Aunque parezca demasiado nimio o detallista, no puedo seguir adelante sin reconocer siquiera la obra de don Pedro Luis Botero, en pro del adelanto de esa tierra, entre ellas, la de la Sabaneta, y como tal cedió gratuitamente el agua de uno de los arroyos que cruzaban su finca para conducir a la cabecera, y aunque la fuente pública tuvo por largo espacio muchos contratiempos por la manera empírica y desadaptada como se acometía su construcción, al fin levantó la artística y elegante que hoy existe el arquitecto mencionado. Además hay que recordar que en los tiempos aludidos, las calles eran peligrosas por el fango que contenían, y el Alcalde señor Pedro A. Montoya, en lucha abierta con los elementos, el medio y los hombres, se propuso empedrarlas y lo consiguió. Tocó a su ocaso el siglo XIX, y como balance a favor del progreso de este pueblo, sólo le quedó la subdivisión de la escuela de varones, por el mucho personal educando que había, llevada a cabo en el año de 1898, siendo nombrado Subdirector don Adolfo Tobón, cuya permanencia fue efímera e ingrata, porque los métodos de enseñanza y los castigos de que se valía no eran los más aconsejables, pero la labor del Director de entonces, doctor Jesús Jaramillo E., sí dejó marcada una huella de grata recordación entre quienes fuimos sus discípulos, en términos tales, que a pesar de la guerra que sobrevino luego, regresó después a continuar su tarea. Quedó también como mejora, la instalación del telégrafo, llevado a cabo el 9 de marzo de 1899, con el señor Leonidas Arango, como primer jefe de ese servicio. Sobrevino, como ya se dijo, la revolución de los mil días, con su cortejo de zozobras, persecuciones, vejámenes, atropellos y toda clase de calamidades que consigo lleva un estado semejante, y los ejércitos de uno y otro bando se cruzaban en todas direcciones. En los albores del siglo XX, las fuerzas revolucionarias, en número de 5,000 hombres al mando del General Cándido Tolosa, ocuparon esta posición por algún tiempo, luego siguieron hacia el Sur, y en el punto de Aguacatal, del Distrito de Betulia, sufrieron una gran derrota. Acompañaban a las tropas, entre otras, las personalidades de los doctores Fidel Cano, Jorge E. Delgado y Jorge Rodríguez, quienes después de la derrota se refugiaron en el paraje La Quebrada Arriba, con algunos compañeros de campaña más, en un escondite que algunos amigos les señalaron. Allí los sorprendió y aprisionó el General Francisco Jaramillo y los condujo a la capital del Departamento. Si las islas normandas adquirieron celebridad por haber acogido en su seno, en calidad de proscrito, al gran Víctor Hugo, no hay menos motivo para que el vecindario de Urrao y la intelectualidad colombiana no consagren a la veneración del varón excelso que aquí padeció la nostalgia de quien ve oscurecerse el más caro ensueño de toda su vida y acercarse la tumba, sin contemplar el resplandor de la ansiada libertad por quienes fueron sus desvelos, es decir, al patriota sincero, al ciudadano sin tacha, don Fidel Cano, gloria altísima del periodismo suramericano y exponente digno de imitación. Para reanudar la trunca cadena de las personas que actuaron en este escenario en el siglo pasado, es del caso citar las que no han sido nombradas y presentarlas como acreedoras a la recordación porque ellas ayudaron a colocar las bases de la actual organización y que pueda surgir en lo adelante, a saber: de la ciudad de Antioquia se trasladaron aquí los señores Juan Francisco, Nicolás y Nemesio Madrid, Pedro N. Gómez, Manuel y Miguel Hernández, Miguel y Jesús M. Durán, Daniel A. y Elías Vargas, Idelfonso Holguín y otros; de Rionegro vinieron los señores Jesús Escobar, con su esposa doña Petronila Molina, don Tomás Arcila, quien se casó con doña Bárbara Escobar, don Julián Escobar y su esposa, Lorenzo Echeverri y su esposa, y doctor Jesús Jaramillo E., con su esposa Camila Uribe; de Entrerríos, don Epifanio y don Arsenio Arroyave, quienes contrajeron matrimonio con las hermanas doña Mercedes y doña Bárbara Escobar; de Titiribí, don Rafael Escobar, con sus hijos don Francisco y don Nicanor, los últimos de los cuales se unieron a las señoras doña Teresa Restrepo y doña María Josefa Navarro; don Manuel Quintero Lopera, con su esposa, hermana de don Tomás Arcila; Antonio M. Restrepo (alias Antoñito), don Avelino y don Marcelino Trujillo, don Lope Restrepo, don Rafael Hoyos y muchos más, de quienes descienden las familias que hoy constituyen un conglomerado social respetable. Los señores Wenceslao Rivera, Tomás M. Correa, Marco A. Durán, Cayetano Figueroa, Deogracias, Cerbeleón, Heliodoro, Julio, Bernabé y Antonio Jesús Arango, Joaquín M. Urán U., Daniel y Francisco Javier Montoya, Nicanor Quiceno, Manuel M. Correa, Aquilino Cossio, Pedro M. Arango, José Horacio Urrego, Salustiano y Epifanio Herrera, Pedro M. Montoya, Quintiliano Cossio, Santiago Durango, , Sixto Cartagena, Nemesio Madrid, Pedro, Félix, Justo y Juan de J. Vargas, Pedro J. Durango y muchos otros, cuya enumeración resultaría prolija, pertenecen a esa era de la vida del Municipio, y como buenos hijos de su patria chica le labraron el porvenir, y son por esto acreedores siquiera al recuerdo de gratitud de sus conterráneos. Propietarios que no han resistido aquí, lo han sido los señores don Pedro Luis y don José Miguel Botero, don Francisco Villa, importador de la mejor raza de bestias que se han conocido en estos contornos, don Eulogio, don Fabricio, don Joaquín Mariano y doctor Sotero Escobar, don Guillermo y doctor Germán Jaramillo Villa y herederos de Don Carlos de este apellido, muerto inesperadamente cuando realizaba un viaje por la ciudad de Cartagena, beneficioso para esta tierra, don Sixto Ruiz, quien si residió por algún tiempo en este valle, donde fue rematador de rentas, empleado público e impulsador del adelanto colectivo, como lo hace en la actualidad su hijo don Ramón. Estaba casado con doña Ascensión Layos, y fue progenitor del doctor Luis M. Ruiz, graduado en medicina en la Universidad Nacional, quien ejerció su profesión en este Distrito por largos años, donde se le estimaba y respetaba. Los estudios profesionales de manera seria, sólo principiaron para los jóvenes urraeños el año de 1890, con el ingreso a los claustros universitarios antioqueños del inteligente estudiante Juan Bautista Herrera; de aquí se trasladó al Seminario hasta coronar con éxito augurador de triunfos seguros, si la muerte no le troncha tan temprano el hilo de la existencia, su carrera sacerdotal; lo imitaron posteriormente los señores David Arroyave, Ramón A. Vélez y Juan P. Cartagena, pero éstos prefirieron consagrarse a otras actividades, y no llegaron a conseguir cartón ninguno. Con el advenimiento de la paz de la República, vino para este terruño un nuevo y halagador alborear en sus aspiraciones de antaño, porque sus habitantes principiaron a despertar de su letárgico sueño, e inspirados en una orientación de reivindicaciones, el eximio General Rafael Uribe Uribe, a su paso por esta población en abril de 1904, cuando a la sazón verificó una jira por varios pueblos de Antioquia, fue quien los empujó a acometer la apertura del camino hacía el río Atrato, porque palpó la apremiante necesidad de esa empresa comercial y estratégica, por los recientes acontecimientos de Panamá. Arengó brillantemente sobre el particular como sabía hacerlo, y en la prensa de Medellín libró una campaña de éxito completo, puesto que inmediatamente después se constituyó en la capital de Antioquia una Junta autónoma para el fomento de esta vía y otra por Frontino, compuesta de los señores General Marceliano Vélez, Carlos C. Amador, Carlos Restrepo C., Jorge Bachman y Carlos de la Cuesta, y a continuación don Juan P. Del Corral, en su condición de apoderado del doctor Roberto Botero Saldarriaga, acordó el correspondiente contrato con el Poder Ejecutivo sobre apertura de la vía en forma de privilegio. Los trabajos no tardaron en iniciarse, y a esa empresa vincularon sus nombres, no sólo muchos urraeños con las suscripciones de acciones, sino los notables ingenieros doctores Pedro Restrepo Uribe, Pedro Luis Jiménez y Jorge L. White, con los señores doctor Germán Jaramillo Villa, don Antonio J. Luján don Carlos R. Restrepo, don Joaquín M. Urán U., don Demetrio Gómez, don Francisco Javier Montoya y algunos otros. El eminente repúblico, con la clara visión de los problemas nacionales que lo caracterizaban, contempló el asunto, no sólo por los puntos de vista anotados, sino por otros aspectos, como la posibilidad de las sequías del Magdalena, dificultades de tránsito por esta vía, alza de las tarifas de las compañías fluviales, que dificultarán los transportes, y condenaba, como error sustancial de Antioquia, su conformidad con una sola salida forzada, porque se exponía a padecer los quebrantos de quienes quisieran explotarla, comparando la diferencia en ambos casos, como en el servidumbre que paga tributo y la emancipación que se basta a sí misma. Las inmejorables extensiones de terrenos propias para el cultivo del cacao, el café y otros frutos exportables; el caucho, la tagua, las maderas preciosas y demás productos abundantes, la conocida riqueza del Chocó, donde las arenas de todos los ríos contenían oro y platino y sus criaderos casi todos por descubrir, de cuya opulencia era indicio el fabuloso producto de los veneros de Dabeiba que daban oro por arrobas, eran otros tantos incentivos aducidos por el coloso del pensamiento y de la acción, en pro del consabido proyecto. Argüía además que ya nada había desconocido dentro de los límites de Antioquia que pudiera constituir una sorpresa, porque todo formaba un presente, cuando no un pasado, que el porvenir ignoto, pero no remoto, estaba hacia el occidente en el Chocó, donde las selvas guardaban secretos reservados a los hombres de espíritu inquieto e investigador que quisieran descubrirlos, porque todas las cualidades de la raza podían tener allí útil ejercicio: el montador andariego, los cazadores, los caucheros, los mineros, los barequeros, los tumbadores de monte, los rescatantes, los guaqueros, los terciadores, los arrieros, los cultivadores, en una palabra, las formas todas de la actividad. Deseosa la compañía concesionaria de extender su radio de acción, adquirió los buques Kate e Ilse para establecer navegación mercantil en el Atrato e importar, por su cuenta, ganado de Bolívar y el Sinú, pero el hundimiento del primero y la prematura muerte de don Carlos Jaramillo Villa, hicieron fracasar el proyecto. Las reformas de acuerdo con el grado de civilización de la época principian entonces a invadir todos los sectores, y por eso vemos que en lo adelante se cambian sustancialmente la dirección y trazado de los caminos públicos, suprimiendo las fuertes pendientes y contrapendientes, por suaves gradientes que hacen agradable al viajero su marcha y facilitan el transporte del comercio y los productos autóctonos. Esta reforma vial se inició por los señores Eliseo Arroyave, Nemesio Madrid, Jesús M. Figueroa y Juan P. Cartagena. La urbanización se inició al mismo tiempo con caracteres de transformación, con la construcción de varios edificios, y en esa obra tienen la mejor parte los señores Eugenio y Rafael Arroyave. En el año de 1905, en sus postrimerías, el Gobierno del General Reyes asignó a esta cabecera la categoría de Circuito Notarial y de Registro, con Anzá, Betulia y Caicedo. El primer puesto de Notario le correspondió al señor don Antonio J. Luján, al que sucedieron los señores Angel J. Ruiz, Jesús Jaramillo E., Francisco Javier Montoya, General Jesús M. Martínez y Ramón Ruiz, y el de Registro a los señores Joaquín M. Urán U., Manuel F. Hoyos, Severiano Arenas, Francisco J. Herrera, Julio C. Chavarriaga, Eduardo Villa M., José M. Vélez, David Arroyave, Antonio J. Vélez H. y Manuel Arango R. Como homenaje de gratitud a la memoria del insigne ciudadano inglés don Juan Enrique White, son dignos de rememorar los estudios, informes y sugestiones que repetidamente esbozó sobre esta región, sus necesidades y conveniencias, si ajustaba sus procederes a ciertas normas. De aquí que la Municipalidad le hubiera tributado honores a su muerte y que haya dejado imborrable huella en el corazón y la mente de quienes le conocimos a fondo. Don Jorge, su hijo, radicado aquí desde que unió su existencia a la de la distinguida dama doña Carmen Gutiérrez, donde está su simiente y don Enrique E., nuestro huésped de honor por breve tiempo, con su familia han sido continuadores de la obra excepcional del patriarca, su progenitor, y de aquí la historia les prepare un puesto prominente en sus fastos. En el año de 1907 el doctor Jesús Jaramillo E., de grata recordación, fundó un colegio particular de varones, con la fundación además de una biblioteca, a donde acudimos la mayor parte de jóvenes de entonces, a instruirnos, pero la muerte de su hijo José Vicente, la necesidad de dedicarnos a la consecución del sustento para la vida y otras circunstancias, obligaron a la institución a extinguirse, no obstante los esfuerzos que para su conservación hizo don Rafael Hoyos y otros padres de familia, y de que al frente del plantel se puso don Daniel Vélez Vélez como Director, de capacidades indiscutibles. Los negocios ya iban cambiando de giro, con rapidez vertiginosa, y su volumen y extensión del Municipio, impusieron la creación de una feria semestral, la que luego se trocó en mensual, como está hoy, a donde acuden los negociantes de los pueblos y lugares circunvecinos. Para su funcionamiento hubo necesidad de elegir una plaza especial, la cual está para concluirse y tendrá muy buenas condiciones y capacidad. El señor don José Antonio Gómez, espíritu de alto patriotismo y humanitario, al otorgar su testamento, dejó una pequeña cantidad para hospital de caridad y esta fue la piedra angular de esa institución, puesto que obligó a la entidad Municipal a la inversión de acuerdo con el pensamiento del testador. Se adquirió un local para su iniciación, en el centro de la ciudad, después se trasladó a otro lugar retirado, y por último se hizo a un cómodo y apropiado edificio levantado por el señor don Eugenio Arroyave, donde se halla al presente. En 1910 se le creó Junta Directiva, la cual ha venido funcionando regularmente, ha recibido auxilios de los Tesoros Nacional y Departamental, y mediante contrato del Concejo que actuó el período pasado está administrado por las Hermanitas de los Pobres Sor María Graciela, Sor Casta Sor Hersilia, Sor Eduvigis y Sor Trinidad, de las cuales es Superiora la Reverenda Madre Sor Dolores de San José, pertenecientes a la congregación de San Pedro Claver. También hubo urgencia de trasladar al Matadero Público a un campo aparente y que no ofreciera peligros para la salubridad, y en realidad se situó en el que funciona. Como continuación del colegio de varones de que ya se ha hablado se creó una escuela superior anexa a la de varones, y de ella fueron Directores los señores doctor Francisco Molina, don Miguel Chica, don Antonio J. Arenas, don Gabriel Gaviria y don Abraham González. A iniciativa del presbítero Efrén Montoya, se fundó desde el año de 1915 el Colegio de señoritas de la Candelaria, del cual fueron institutoras, en su orden, las señoritas Sara Granda, señora Claudina Restrepo de B., Lola Gómez, María Josefa Escobar, Elena Figueroa y Ana María Guzmán, y duró hasta 1926. El 1° de julio de 1916 empezó a funcionar también el Colegio de señoritas de la Sagrada Familia, bajo la dirección de las Hermanas Terciarias capuchinas y su funcionamiento, desde su fundación, ha sido así: Directoras, Reverendas Madres Sor Elena, de Barranquilla; Sor Pilar de Jesús, de don Matías; Sor María Rosa, de santo Domingo, y Sor Felisa, de San Vicente; profesoras: Sor Purificación, de San Andrés; Sor Luisa, de Medellín; Sor Candelaria, del Fresno; Sor Amparo, de Yarumal; Sor Consuelo, de Amalfi; Sor María Josefa, de Yarumal; Sor Fidela, de Medellín, Sor Bernardina, de La Ceja; Sor María Teresa, de Concepción; Sor Benigna, de Santa Rosa; Sor Manuela, de Sonsón; Sor Martina, de Santa Rosa; Sor Delfina, de Belén; Sor Elena, de Yarumal; Sor Teresa de San Roque; Sor Oliva, de Fredonia; Sor Justiniana, de Don Matías; Sor Joaquina María de Bolívar; Sor Inocencia, de Santa Rosa; Sor Rosa, de Caramanta, y Sor Natividad de Fredonia. . Ha existido una sección infantil, y cuando era oficial la regentó la Reverenda Hermana Dominga, de Belén. Este establecimiento le hace honor a este pueblo y a varios de los vecinos les ha prestado servicios de enseñanza, a quienes han ocurrido a él. Como alumnas de allí que han seguido la carrera religiosa, se cuentan las siguientes señoritas urraeñas: Ana Arroyave, Honorata Restrepo, Filomena Montoya, Margarita Herrera, María Restrepo Gallo, Mercedes Arcila, Elena Arroyave, María Teresa Restrepo, Graciela Cossio, Josefina Carmona, Rosana Tirado, Catalina Carmona, Rosa Trujillo M., Laura Vélez, Delfalina Durán, Eulalia Sepúlveda, Domitila Restrepo, Bárbara Posada, Leticia y Luisa White, Clara Rosa Higuita y Lucila Giraldo. A desempeñar el magisterio han salido del mismo establecimiento las señoritas: Concepción Durango, María Josefa Durán Graciela Restrepo, Elvira Durán, Rosa Aguirre, Silvana Sepúlveda, Carmen Guzmán, Teresa Cossio, Sofía Durán, Aurora Ramírez, Mariana Herrera, Carlina Moreno, Carmen Flórez, Elisa Cossio, Cruzana Mariaca, María Dolores Guzmán, Teresa Cossio T., Ana María Guzmán Higuita, Rosa Montoya, Clementina Rodríguez, Martiniana Aguirre, Concepción Molina, Socorro Cartagena, Blanca Madrid, María Durán y María del Río. El señor Eugenio Arroyave construyó el edificio donde funciona y lo cedió gratuitamente, y ha sido el principal impulsador de él. Un establecimiento similar para varones, cuya necesidad es inaplazable, no ha podido prosperar, pues con fondos municipales se fundó uno, que tuvo como Directores a los señores Ramón Trujillo, Antonio J. Arango, Julio Giraldo y Luis Alfonso Agudelo; fracasó, aunque tuvo auxilios departamentales. Por la Ley 23 de 1912 se creó el Juzgado del Circuito, con las poblaciones de Anzá, Caicedo y Betulia, y a pesar de que el Gobierno del doctor Carlos E. Restrepo objetó ese estatuto, el 3 de febrero de 1913 empezó a funcionar, con el señor don Leonidas Ospina, como Juez y don Sinforiano Correa, como Secretario. Al primero lo han sucedido en su orden, los señores doctores Marco A. Zapata, en ejercicio actualmente, desde 1925, Carlos Holguín, Francisco S. Velásquez y Manuel S. Ramírez, y de modo transitorio han desempeñado el mismo cargo los señores Demetrio Gómez, Pedro M. Trujillo, Francisco Javier Montoya y el que esto escribe. Como Secretarios han desempeñado los señores Sinforiano Correa G., Vicente M. Molina, Demetrio Gómez, M. Trujillo, Pedro J. Berrío, Carlos escobar y el autor de estas líneas. El arte no ha estado ausente de nuestros lares aunque no con toda su plenitud y esplendor, pues la música tiene sus más claros exponentes en los señores Félix A., Marco A., y Juan de dios Durán; el primero de los cuales, modesto y hábil, tiene organizada la banda de La Merced, desde hace bastante tiempo, con instrumental importado desde Londres; el segundo es el autor de la música del himno urraeño, que escribió el literato y pedagogo contemporáneo de alto vuelo, don Antonio J. Arango, y estos dos pertenecen a la Banda Departamental. El personal de Ediles que actuó en los años de 1915 y 1916, dispuso de proveer de agua potable y luz a la población, y para realizar esa idea inició el respectivo contrato con la Casa Cock, Sanín Villa y Compañía, y logró perfeccionarlo con todos sus detalles, y el del período siguiente inauguró esos servicios de modo solemne, el 13 de octubre de 1918, con suntuosas fiestas de calle y religiosas. El dinero para las empresas fue adquirido en préstamo con la Casa bancaria de Vásquez, Correa & Compañía, y para pagarla después hubo que ocurrir a nuevo préstamo con don Emilio Restrepo Callejas, de quien todavía es deudor el Municipio, pero mediante las gestiones del actual Gobernador de Antioquia, capitán Julián Uribe Gaviria y la ayuda eficaz de los doctores Jorge Restrepo Hoyos y Marco A. Zapata, se verificó una transacción amigable que permite atender al pago de intereses y amortización del capital en forma muy benigna. A la gratitud popular son dignos de presentar muchos elementos raizales que han ingresado a formar parte de nuestra sociedad, y otros muy valiosos, residentes en diferentes partes de la República, que han desarrollado una labor encomiable para llevar adelante obras de provecho colectivo, y hacer conocer de las altas entidades este paraíso escondido, en medio de dificultades y hostilidades de todo orden; pero merced a ese esfuerzo aunado y tenaz, se ha logrado siquiera que al presente los miembros prominentes del Gobierno y de la política sepan al menos que en estas latitudes hay algo de que pueda enorgullecerse la Patria, y que algún aporte puede hacer al patrimonio común en determinadas circunstancias. Entre los primeros se hallan los señores J. Emilio Escobar, Marco A., Vicente y Ramón Rivera A., Eugenio y David Arroyave, Félix A., y Ramón A. Vélez, Jesús M. Figueroa, Juan P. Cartagena, Nemesio Madrid, Joaquín Montoya, Félix, Carlos y José J. Escobar, Antonio J. y Aureliano Vélez H., César Gutiérrez, Francisco H. Herrera, Francisco Javier Montoya, Venancio y Enrique Vélez, Pedro M. Trujillo, Rubén A. y Juan N., Restrepo y varios otros; entre los segundos, los señores doctores Emiro A. Trujillo y Marco A. Zapata, este último indisolublemente a una de las esclarecidas damas, y lo señores Jorge y Enrique White U., Francisco J. Giraldo, Martiniano Tabares, Roque Rivera, también vinculado al terruño por el enlace con otra de las mujeres de esta sociedad; Luis Greiff, José D. Navarro, Severiano Arenas, Carlos S., y Constantino Gómez; y entre los últimos los doctores Roberto Botero Saldarriaga y Luis del Corral, quienes en esta emergencia han desarrollado una labor ante el Gobierno Nacional para obtener la participación y ayuda de éste en estas fiestas centenarias que nunca será bien recompensada. Entre los últimos, los señores doctores Germán Jaramillo Villa, Martín del Corral, Jorge Restrepo Hoyos, Alfonso Castro, Gregorio Agudelo, Roberto Luis Restrepo, Mario del Corral y varios otros. Idea de los primeros de los ciudadanos nombrados fue la creación de la sociedad de Mejoras Públicas, llevada a cabo el 14 de julio de 1925, con un vasto plan de acción, y bases que le han dado estabilidad, y le auguran triunfos y realizaciones, junto con su cuadro de honor que le ha dado aliento en sus empresas. Adquirió un cinematógrafo desde su fundación para dar expansión lícita al espíritu monótono del pueblo, y gerencia actualmente, por delegación del Concejo Municipal. La Biblioteca oficial inaugurada recientemente, la cual está enriqueciendo con donativos, las obras que en tiempo pasado regaló don Manuel Antonio del Corral para el efecto, y las que haya de la antigua Biblioteca Reyes. Iniciativa del tenaz dinamismo del doctor Germán Jaramillo Villa, a quien jamás vencen ni contratiempos ni los hados adversos, fue la construcción de un cable aéreo de Bolombolo a la bahía de Solano, en el Pacífico, atravesando este Distrito como una empresa lucrativa del Departamento y de fácil y rápida construcción. Por conducto del doctor Alejandro López, se contrataron en Londres los servicios de técnico Mr. Harry S. Taylor para su estudio y trazado, a quien asesoraron otros expertos nacionales, pero la idea se quedó en embrión, y al presente parece descartada definitivamente. Quedan sin embargo, de ese magno plan, la Ley 69 de 1927, sobre creación y dotación de Puerto Libertador en la citada ensenada, una de las mejores dotadas de Sur América, según autorizadas opiniones, y el Decreto del Gobierno número 1445 del mismo año sobre colonización, estatutos que exigen del Gobierno pronta e inmediata atención en estos momentos de inquietud internacional, y de amenazas separatistas de algunos de nuestros pueblos del litoral, lo que además estimularía las relaciones comerciales entre los Departamentos orientales y occidentales, el implantamiento de nuevas y poderosas industrias, y la colonización y explotación de una dilatada región donde abundan las riquezas naturales, que solo requieren vías de comunicación para extraerlas. En los últimos años, justo es reconocerlo, el Cuerpo Legislativo de Antioquia ha dirigido sus miradas hacia esta zona de abandono y olvido antes, y con el propósito de atender a sus reclamos, ha dispuesto la construcción de la carretera de Bolombolo a esta cabecera, pasando también por Betulia y Concordia, la cual ha sido estudiada, presupuestada y trazada por los notables ingenieros, doctor José Manuel Solis, unidad prestante encariñada con esta tierra, Justiniano Raigosa, Daniel Montoya y un alemán de apellido Bayer. Esa calzada sólo resulta con unos 53 kilómetros de longitud hasta Concordia, su costo en las laderas del Penderisco, por las condiciones especiales del terreno y los elementos de consolidación que allí posee, sería inferior a las demás de su clase que se han construido en el país. De la cabecera del aludido Distrito hacia el Cauca, hay una sección de trabajadores compuesta de peones e individuos condenados por fraude a las rentas. No obstante la fatalidad que se había enseñado sobre esta obra, hasta el punto de que los mismos representantes de este Distrito en la Asamblea se encargaron de estrangularla, cuando otro quiso comunicarle calor y vida, creemos, con algún fundamento, que llegará a la efectividad. Al menos yo acaricio la ilusión de ver concluida esa carretera, adornada a los lados con el césped y sombreada por eucaliptos, sauces, aracaurias, pinos y otros árboles, a semejanza de los caminos de Holanda, que por esta característica, son los más bellos del mundo, o como la alameda que custodia la vía de Moscou al centro de Siberia, en Rusia, plantada por orden de la gran Catalina y garantizado su crecimiento con la expedición de una ley que condenaba a muerte a quien destruyera uno solo de sus árboles. Complemento obligado de esa obra sería su prolongación al Atrato y al Pacífico, por múltiples razones de orden económico comercial, estratégico y de vinculación entre importantes secciones colombianas. Las razones que favorecen esta tesis las esbozan con lujo de razonamiento, autoridad científica, conocimiento y patriotismo, varias plumas expertas de distinguidos colaboradores en esta monografía, y por eso sobran las disquisiciones que al respecto pudiera formular el que esto traza. No está por demás acentuar la circunstancia de que este pueblo no vive al margen del movimiento general en todas sus manifestaciones, de lo cual se encarga de sacarlo avante el hecho de que en el año de 1927 celebró unas fiestas únicas hasta entonces, porque contra viento y marea se propuso elegir una reina del carnaval, al igual de las ciudades populosas, y lo consiguió con el triunfo reñido de la señorita Lola Arcila, espiritual y gentílisima dama que desempeñó a maravilla su cometido, en cuyo reinado colaboraron otras señoritas y caballeros de lo más granado de nuestra sociedad. Luego en 1929, se organizó por primera vez por una junta especial, la celebración de una exposición agrícola, pecuaria, industrial y artística, y en ella se admiraron, no sólo la variedad de productos y novedades existentes en este suelo privilegiado, en calidad y en cantidad, sino el modo tan espontáneo como los campesinos y trabajadores concurrieron a este certamen de cultura y progreso efectivos. La Sociedad Antioqueña de Agricultores le prestó decidido apoyo, y se distribuyó una buena cantidad de premios entre los mejores expositores de cada ramo, como estímulo al esfuerzo. Por primera vez cruzó por nuestros espacios inviolados, el domingo 30 de mayo de 1931, de repente un poderoso avión que salía de la región del Chocó, hizo un pequeño recorrido en el valle y regresó al punto de salida. Después don Gonzalo Mejía, exponente de la raza y de esta época, para quien no existen vallas cuando de progreso se trata, logró, venciendo algunas resistencias, establecer la navegación aérea de Medellín a Colón, por medio de una sociedad respetable y un privilegio otorgado por el Gobierno. En el plan se acordó establecer un campo de aterrizaje de emergencia en ese lugar, y por ese motivo se despertó un grande entusiasmo en los diversos sectores de este conglomerado. Con un técnico de la Umca se trasladó a esta población el referido señor, y diseñó un aeropuerto provisional para acondicionar después el definitivo, en la hacienda de El Espinal, de propiedad de los herederos de don Juan P. Del Corral; el Concejo, con esfuerzos extraordinarios, hizo una apropiación, la Sociedad de Mejoras Públicas puso en juego sus ejecutorias y patriotismo, ayudada por la ciudadanía en general, con dinero y trabajo, hasta concluirlo de acuerdo con las especificaciones dadas, y el que desde luego se bautizó con el nombre de Manuel del Corral, en memoria del héroe de Majagual y colonizador de estas montañas, empresa para lo cual los herederos del mencionado propietario cedieron espontánea y desinteresadamente el terreno, mientras se hacía la adquisición formal. Por primera vez, en viaje de estudio, aterrizó allí El Marichú, el domingo 23 de abril de 1933, el cual había hecho su primer recorrido el 5 de julio del año anterior. Un delirante entusiasmo acogió la llegada de la nave, y la multitud pudo contemplar extasiada ese acontecimiento extraordinario. Después el famoso aviador don Ernesto Samper realizó algunos vuelos, y por último, condujo por motivos de salud a Medellín al señor Jesús M. Figueroa, el primer nativo que empleara ese moderno sistema de locomoción. Es de esperarse que el Supremo Gobierno aproveche este aeródromo para el desarrollo de sus planes militares y para impulsar la fundación de puertos marítimos y para impulsar la fundación de puertos marítimos en el Pacífico y aduanas en el mismo litoral. El hecho culminante que en la actualidad embarga la atención, lo constituye la conmemoración de este centenario, en el cual han participado directamente destacadas personalidades, ciudadanos distinguidos, damas, entidades y caballeros de prestancia: el doctor Francisco J. Chaux en su calidad de Ministro de Industrias, ha auxiliado con fondos para la exposición y concedido dos premios de consideración para las mejores expositores agrícolas y ganaderos, entre los que participarán en el torneo de los Municipios de Antioquia, situados en la zona que delimitan los ríos Cauca y Atrato; el doctor Gabriel Turbay, en su carácter de Ministro de Gobierno, ha ofrecido a los señores doctor Roberto Botero Saldarriaga y don Luis del Corral, quienes han desempeñado una labor de eficiencia y mérito en la capital de la República, en esta emergencia a favor de Urrao, publicar la monografía en los talleres de la Imprenta Nacional; la Federación de Cafeteros, la Sociedad Antioqueña de Agricultores, la Compañía Nacional de Chocolates y la respetable casa comercial de Restrepo y Cardona, han ofrecido coadyuvar con premios para estimular a los empresarios e industriales, hasta ahora; los honorables Representantes doctores Antonio Franco González, por Cartagena; Anacleto Amaya, por Boyacá; Amadeo Abello y S. Piñeros, por Cundinamarca, hicieron loables esfuerzos en la Cámara Baja por conseguir la participación de la Nación en las festividades, y un auxilio para el cumplimiento de los programas, y también los eminentes Senadores de la República, doctores Enrique A. Gaviria, Román Gómez, Eliseo Arbélaez, Eduardo Lema y General Enrique Caicedo, hicieron igual cosa en la Cámara Alta, pero sin resultados. Queda, sin embargo, como un recuerdo de gratitud del pueblo para sus varones, la bien intencionada actitud que llevaron a cabo, en su provecho, la que por otro lado tuvo la virtualidad de hacer conocer en todos los ámbitos de la República este girón de su territorio, sus condiciones y su potencialidad; los honorables Representantes Diego Luis Córdoba, por Cali; T. Quintero de Fex, por Bolívar; Marco E. Latorre, por Bucaramanga y Edilberto Escobar, por Cundinamarca, con su informe favorable, en que pedían identificados con La Comisión de Peticiones y Recompensas, la aprobación en segundo debate del consabido proyecto; y los honorables diputados a la Asamblea de Antioquia del corriente año, señores doctores Alfonso Castro, Jorge Gutiérrez E. y Nicolás Gaviria, quienes presentaron y sostuvieron con ahínco, secundado por los doctores Rafael Mejía C., Manuel M Toro y otros, hasta hacerlo cristalizar en ordenanza del Departamento, un proyecto sobre participación en estas festividades y apropiación de la partida de dos mil pesos para ayudar a sus obras y a la exposición, con un honroso y magnífico informe con exposición de motivos. Para todos los nombrados y quienes han coadyuvado con decisión y cariño en esta empresa trascendental en los fastos de la historia, rinde la ciudadanía su tributo de reconocimiento y les erige un santuario en el corazón de cada individuo. Plumas expertas y galanas, reseñarán más tarde este fatuo suceso y le darán el colorido que pueda merecer, pues a los actores de la escena no nos corresponde calificar nuestra propia obra, más cuando aún no ha sido representada. Dejo a otro colaborador la tarea de relacionar los gremios de comerciantes, industriales, artesanos, etc., para que este trabajo no aparezca más árido de cómo está, y por el momento sólo me propongo citar algunos de los funcionarios que actualmente actúan en las principales oficinas y destinos de la cabeceara. En el Juzgado del Circuito desempeñan los cargos de Oficial Escribiente y Portero, en su orden, los señores Carlos Escobar A. y Jesús Vargas L.; Telegrafista y Administrador de Correos y Ayudante, los señores Humberto Castañeda y doña Carmen E. Trujillo de R., Recaudador de Hacienda Nacional, D. J. Emilio Escobar; Alcalde y Guardián de las Cárceles, don Raimundo Gil y Bernardo Larrea; Alcalde y Secretario, don Antonio J. Vélez H., y Alfonso Betancur, hijos de esta tierra, competentes y honorables, con el joven Eduardo Quiceno, de Oficial Escribiente; Administrador de Rentas y Teniente Instructor, Martiniano Tabares y César Gutiérrez; Directores y Subdirectores de la Escuela urbana, señores Ramón Rodríguez, Rafael Hernández, Francisco J. Giraldo, Rafael Alvarez, y Manuel Moreno; de las niñas, señoritas Carmen Guzmán, Solina Cartagena, Ana Barco, Séfora Betancur y Socorro Guzmán; Tesorero de Rentas Municipales, Constantino Gómez; Personero Municipal, Ramón Rivera A.; Oficial de Estadística, Enrique Arenas; Administrador de la Energía Eléctrica, Eleázar Fernández y ayudante, Ramón Sanmartín, Médico oficial, el competente modesto y filántropo doctor Alfonso Mejía C.; Veterinario, señor Aureliano Vélez; actúan en el Concejo en el período que corre, los señores Angel M. Moreno, Enrique y Luis F. Vélez, Antonio Arango H., Manuel Arango R., Gerardo Arroyave, Luis Greiff y Abel A. Pérez; en la directiva de la Sociedad de Mejoras Públicas, Francisco J. Giraldo, Martiniano Tabares; Luis Greiff, Rafael Alvarez y Luis Mariano Quiceno, como Secretario; en la Junta Obrera del Civismo, Rafael Alvarez, Manuel Correa, Manuel Quiceno y Antonio J. Lopera; como cuadro de honor de la Sociedad citada, doña Lucila Correa de A., doña Berta Escobar de R., y señoritas Ligia Rivera, Matilde Escobar, en calidad de junta directiva. El Comité Femenino del Centenario lo integran doña Edelmira Larrea de Zapata, doña Carmen Rita Guzmán de R., y señoritas Josefina Restrepo V., Carmen Guzmán y Solina Cartagena. Es También Inspector de Sanidad el señor Francisco M. Piedrahita. En lo espiritual gobiernan la parroquia los presbíteros Rafael J. Fernández, Luis López de Mesa y Víctor Gómez. Pertenecen a esta sociedad y a la nueva generación que han logrado coronar con éxito brillante sus carreras profesionales, los siguiente jóvenes: doctor Jorge Restrepo Hoyos casado con doña Marta Vélez. Jurista de renombre, ha ocupado puestos de honor en la Administración pública y rayará muy alto todavía. En las mismas disciplinas se ejercitan en la Universidad de Antioquia los jóvenes Eduardo Arroyave y Emiliano Guzmán, y en otros establecimientos se educan los jóvenes Jorge White G., Jorge Escobar A., Gabriel Rueda, Luciano Rivera, Antonio J. Restrepo, Francisco Montoya. Cuando surgió el conflicto internacional, con motivo del asalto de los descendientes de los incas al puerto colombiano de Leticia, este vecindario no sólo se aprestó con sus dineros y sus más preciadas joyas, por su valor de afecto, sino que aportó su contingente de sangre, representado por los siguiente jóvenes: Gabriel Escobar, hijo de J. Emilio Escobar y Rosana Arango; Godofredo Montoya, hijo de Nicanor Montoya y María Antonia Rueda; Luis Cossio, hijo de Epifanio Cossio y Mercedes Moreno; Martín Cañola, hijo de Segismundo Cañola y Rosa Emilia Cartagena, quienes participaron en las acciones de Tarapacá, Saravia y Algodón; Bernardo Larrea, hijo de Eladio Larrea y Anatilde Arango, quien además de las acciones dichas, actuó en Buenosaires y el río Cotué, y por último, David Arroyave, hijo de Heliodoro Arroyave y Cleofe Sepúlveda, quien estuvo como asistente del Estado Mayor en el transporte Boyacá. Pertenecían al Batallón Juanambú, y en su calidad de patriotas desafiaron la muerte en diversas formas, pero tuvieron la fortuna de regresar al seno de los suyos y de su pueblo, completamente ilesos. El día que llegaron de nuevo a sus lares, que lo fue el 11 de septiembre de 1993, fue de gala para el vecindario, porque fueron recibidos con una enorme cabalgata, que salió a encontrarlos; oradores vigorosos les dieron la bienvenida, en cálidas frases, y las entidades oficiales, particulares y establecimientos de educación, damas y caballeros, les tributaron la ovación merecida a su comportamiento. Los meritorios jóvenes José Miguel Guzmán y José María Sepúlveda, acaban de coronar sus carreras de Medicina e Ingeniería, respectivamente, en condiciones halagadoras, de tal manera que el éxito los acompañará, puesto que están dotados de inteligencia y conocimientos. En el segundo ramo, se ejercita también bajo buenos auspicios el joven Gabriel Trujillo U., y pronto vestirá la toga del ingeniero. La labor colonizadora de quienes se radicaron aquí y los que han ingresado a este suelo, cuyo elenco de apellidos ha desfilado por estas páginas como cinta cinematográfica, tiene marcadas sus huellas en las granjas y haciendas que al presente forman el patrimonio de los descendientes de aquellos luchadores con la naturaleza, el tiempo y las circunstancias, pero entre otros se destacan hoy dos nombres, dignos de la consagración por su tenacidad y atrevimiento en medio de las vicisitudes e incomodidades, sin que sean suficientes para obligarlos a cejar en su empeño ni los contratiempos ni enemigos de todo orden, que a menudo les atajan el paso, y son los señores Abdo Abuchar y Jesús Restrepo H., claros exponentes de una época y de una raza que la juventud debiera de imitar para no asfixiarse, al igual de otros bravos luchadores que sería de larga enumeración. Elogio merece también la obra que inició el presbítero Ceferino Crespo en el cementerio, con la construcción de cómodas y artísticas bóvedas en forma de galerías, que ofrece agradable impresión, a cuya obra han aportado su óbolo valioso los presbíteros Honorio A. Cossio, Rafael J. Fernández y Luis López de Mesa. Los dos primeros han desaparecido ya de la escena de la vida, y el pueblo supo testimoniar su sentimiento por su desaparición, habiendo erigido un busto al presbítero Crespo. Al Padre Cossio no ha realizado todavía cosa semejante, pero es de justicia que cumpla ese deber, mucho más cuando se trata de un hijo esclarecido. La primera centuria de la vida republicana nos ha encontrado en las condiciones esbozadas anteriormente, es decir, en inferioridad a los demás pueblos que nacieron con el nuestro, porque estos han gozado de privilegios en las altas esferas, mientras que a nosotros sólo nos ha tocado ayudar a pagar los empréstitos que le han dado animación y color a ellos. De allí que las sugestiones generales que sobre el particular hizo en reciente conferencia el ameno y atildado escritor Joaquín Quijano Mantilla en una conferencia en la capital, son aplicables a nuestro caso: “Nuestros caudillos atravesaban la República a lomo de mula unas veces, a pie enjuto otras y muchas en lentas embarcaciones que demoraban días para ir a lugares donde hoy se va en horas. Hemos sido superados por el trimotor, el buque de motor Diesel y el automóvil. Los nuevos conductores de las colectividades van de un extremo a otro del país en pocos minutos de vuelo; a veces pueden hacer todo el recorrido de la República en pocas horas, y a donde quiera que vayan lo hacen por carreteras y ferrocarriles admirables. Pero desgraciadamente no están aún en pleno dominio estos métodos modernos en la mayor parte de Colombia. El progreso es para unos pocos sectores, que pueden apreciar las palpitaciones de la vida nueva. Pueblos hay donde aún siguen llegando las noticias como en la Colonia, y también hay lugares donde cualquier manifestación de ese progreso –como las transmisiones del radio- se pueden convertir en motivos de tragedia.” Prestan sus importantes servicios de profesionales a la población, los siguientes en Medicina, además del doctor Mejía, los doctores Hernán Posada, instalado recientemente aquí, quien a sus dotes de caballerosidad y de cultura, une su competencia adquirida en renombrados institutos de la vieja Europa y un exquisito don de gentes; y también los doctores Emiro A. Trujillo y Emilio Restrepo Maya, instalados aquí desde hace algún tiempo, donde han laborado con acuciosidad e interés; y en el foro trabajan los señores Marco A. Rivera y don Marco N. Pereira. No concluiré sin recordar que los extranjeros conocen más y mejor nuestras posiciones y situación potencial que los nacionales, de cuyo aserto me saca avante, el debatido contrato Yates, en el cual se incluía una porción considerable de lo que comprende el área de este Distrito, y las expresiones del señor Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mr. Hull, en su reciente arribo a uno de nuestros puertos del litoral Pacífico, en donde expresó con íntima satisfacción el placer que le causaba haberse acercado a esta ciudadela del Gobierno libre y emporio de riqueza naturales. Ya que del Gobierno libre se trata, permítaseme que recomiende esta obra al doctor Enrique Olaya Herrera, eminente estadista, que cargado de merecimientos abandonará pronto el Palacio de la Carrera, en medio de la gratitud nacional, y al doctor Alfonso López, alto exponente del patriotismo y de las virtudes ciudadanas, llamado a suceder aquél en la ardua tarea de gerenciar, desde la silla que honraron Bolívar y Santander, los destinos de Colombia. Pido excusas por la extensión de este trabajo al lector que tenga la paciencia de ojearlo. Urrao, a 14 de mayo de 1934. Ángel J. Madrid RESEÑA HISTORICA DE LA PARROQUIA DE SAN JOSE DE URRAO, DESDE SU FUNDACION HASTA NUESTROS DIAS Et illud in primis..... obsertur: primam esse Historias Legem, ne qiuid falsi dicere audeat..... Hay que observar ante todo, que la primera ley de la historia es decir la verdad... León XIII, carta del 18 de agosto de 1883. Es con verdadero respeto y conscientes de nuestra propia incapacidad en asuntos de historia, como nos acercamos ahora a espigar en los severos campos de la diosa Clío. Traemos sin embargo la mejor buena voluntad. Y venimos no por nuestro propio querer, sino por el de los distinguidos caballeros que integran la Junta pro Centenario de Urrao. Ellos no han pedido la reseña histórica, breve siquiera, pero completa, de los hechos más salientes, ocurridos en esta ciudad del Penderisco, desde la fecha ya remota en que viene figurando como parroquia, hasta nuestros días. Acometemos pues el trabajo fervorosamente y con entusiasmo levantado, como un tributo de admiración a la memoria de los que fueron en este valle delicioso, de una centuria a esta parte. También como una voz de aliento, cálida y sonora, para los que son actualmente. Sobre todo para la juventud que se levanta, colmada de promesas. Ella constituye la gloriosa esperanza del terruño. Mas antes de empezar, dos palabras: La historia debe exponer la verdad y toda la verdad. Ya lo dijo León XIII en ocasión memorable. Porque la historia no se inventa. Se escribe tal como de ha desenvuelto en épocas pretéritas, determinadas, fijas. El historiógrafo ha de ser imparcial. No ha de juzgar con criterio apasionado. Ha de enfocar sencillamente la personalidad física y moral de los hombres, con sus cualidades y defectos. Y así los ha de copiar. Como retrata la fuente, en el cristal de sus aguas, los arbustos de la orilla. Así procederemos nosotros. Y tendremos ocasión de rectificar algunos errores; y no pocas apreciaciones injustas que aparecen en la Monografía del Distrito de Urrao, escrita en el año de 1925. Entretanto nos descubrimos en silencio ante la simpática figura, venerable, adusta, de don José de Vargas. El tiene la gloria de haber trabajado incansablemente hasta conseguir la creación de la parroquia de San José de Urrao, que hoy cumple precisamente ciento treinta y tres años, cuatro meses de existencia. Abril de 1934. _______ TIEMPOS COLONIALES En las postrimerías del siglo XVIII, siendo virrey de la Nueva Granada don José de Ezpeleta, y Obispo de Popayán el ilustrísimo señor Velarde y Bustamante, vivían pacíficamente con la sencillez de las costumbres coloniales, y en lo que entonces se llamaba generalmente “Sitio de San Juan de Urrao”, en el bello y espacioso valle del Penderisco, unas cuatrocientas diez personas libres, que a la sazón se dedicaban al laboreo de algunas minas, al trabajo de la tierra y a la ceba y engorde de ganados y cerdos en crecida cantidad. LA VICEPARROQUIA Según se desprende de los documentos oficiales, que tenemos a la vista, fue por el año de 1791 cuando el Ilustrísimo señor Velarde, de paso para la ciudad de Antioquia y ocularmente impuesto de todo y movido, de su natural piedad, erigió la Viceparroquia de San José de Urrao, proporcionándoles a los vecinos un Coadjutor en la persona, del presbítero Manuel de Villa y Franco. Dicho sacerdote se presentaba periódicamente, y llenadas las obligaciones de su cargo, regresaba a Sopetrán, lugar de su residencia. El 6 de mayo de 1796, siendo Alcalde y Juez Pedáneo del lugar don Pedro Vallejos, firmaron todos los vecinos del Valle, ante dicho funcionario, un acta especial en que le daban al señor Josef de Vargas, Corregidor de Indios amparados en estas tierras, omnímodas facultades “para que en nombre de todos y representando sus personas”, practicara las diligencias previas y conducentes a la erección del curato, con señalamientos de linderos, para lo cual tendría que presentarse ante los Tribunales, así eclesiásticos como seculares. Como dato curioso y digno de apuntarse, que traduce con fidelidad los arraigados sentimientos católicos de las gentes que vivían en aquellas remotas épocas, hemos anotar aquí, que para lograr la creación de la nueva parroquia, cada vecino se obligaba a contribuir anualmente con seis tomines, para ayudar así a la manutención del Cura, por el tiempo correspondiente. En verdad que la generosidad de nuestros antepasados conforta el ánimo cristiano, y constituye de por sí una bella lección para las generaciones que se levantan. GESTIONES DE JOSEF DE VARGAS En obedecimiento pues, del bien general de sus coterráneos, el señor Josef de Vargas inició con entusiasmo las gestiones del caso ante el señor Vicario y Juez Eclesiástico de la ciudad de Antioquia, que lo era entonces el presbítero doctor José Salvador Cano, para obtener la erección del partido de Urrao “en beneficio curado”. En el memorial que presentó el 14 de junio de 1796 pedía lo siguiente: “1ª. Consentimiento del señor Cura de Antioquia para la desmembración de su curato y erección de la parroquia de Urrao, con límites determinados. “2o. Que se le admitiera la información de testigos juramentados, según derecho, para que declarasen sobre los puntos que a continuación se anotan: “a) Si saben y les consta que el sitio de Urrao dista de esta ciudad de Antioquia diez leguas o a lo menos ocho. “b) Si es verdad que las tierras del valle de Penderisco son fértiles y abundantes en frutos, ganados y cerdos. “c) Si es cierto que se han descubierto allí algunas minas ricas, cuyo laboreo redundará en provecho del Real Erario. “d) Si es verosímil que, posesionado Cura propio, se radiquen en dicho sitio algunas familias que por este defecto no lo han hecho. “e)Si dentro de la misma demarcación, como a una legua de distancia, es verdad que se hallan amparados algunos indios chocoanos, los más de los cuales han sido catequizados y bautizados en aquella capilla nueva. “f) Si les consta que el Coadjutor que administra aquella Viceparroquia reside muy poco tiempo allí, permaneciendo la mayor parte del año ausente, razón por la cual han muerto algunos sin los Santos Sacramentos. “g) Finalmente, si es posible que con las “obvenciones” que debe tributar el vecindario y con los cincuenta mil maravedíes que ha de asignar la Real Caja por la administración de los indios, habrá renta suficiente para mantener un Cura “con la decencia que requiere su estado”. A renglón seguido exigía el señor Vargas, que una vez concluida la información, se le devolviera el original “conforme a derecho y justicia, que es lo que solicito; y para conseguirlo juro en ánima mía y de mis partes lo necesario”. DECLARACIONES DE VARIOS TESTIGOS Dos días después de presentada la solicitud anterior, compareció como testigo el señor Regidor de la ciudad de Antioquia, don Juan Pablo Pérez de Rublas, a quien el señor Vicario recibió juramento “que hizo según derecho por Dios Nuestro Señor y una señal de la Cruz”, contestando en seguida favorablemente al interrogatorio insertado en la parte anterior. En el mismo sentido declararon los señores Aurelio Escobar, Antonio Javier Ferreiro y el presbítero José Manuel Gutiérrez. Así las cosas, y como en aquellos tiempos regía la famosa Ley del Vicepatronato Real, que requería el consentimiento de las autoridades seculares para la creación de nuevas parroquias, el señor de Vargas se dirigió en el mismo sentido al Gobernador de la Provincia señor don Manuel Felipe de Inciarte. En la solicitud escrita de aquél, después de muchos considerandos y menuda exposición de motivos, decía lo siguiente: “... En esta atención, V.M., se ha de servir, en virtud de la regalía que la piedad del rey Nuestro Señor se ha dignado en concederos, prestar consentimiento para que el expresado sitio de Urrao se erija en curato...” EL CURA DE ANTIOQUIA DA SU CONSENTIMIENTO El Escribano Público de número don Miguel de Palacios, pasó este expediente al señor Cura de Antioquia, solicitándole que expusiera que si condescendía o no en desmembración del territorio de su parroquia para crear la de Urrao. Obteniendo respuesta favorable, suscrita por el doctor José Salvador Cano, el señor Gobernador de la Provincia, “usando de las regalías y facultades a él concedidas”, prestó el consentimiento necesario para la erección de la Parroquia de San José de Urrao en documento fechado el 18 de julio de 1796. NUEVAS GESTIONES No se crea, con todo, que con el mero hecho de haber obtenido el “pase oficial fuera ya una realidad el curato de este sitio. Para ello era preciso ponerse en comunicación directa con la Curia Eclesiástica de Popayán, Diócesis a la cual pertenecía la Provincia de Antioquia, para obtener el correspondiente decreto de erección canónica. Así lo hizo don Josef de Vargas, en agosto de 1796, ocurriendo al Ilustrísimo señor Velarde y Bustamante, con todas las diligencias originales, con resultado adverso por el momento. Sucedió, en efecto, que el señor Provisor y Vicario de aquella Diócesis, devolvió los pliegos al peticionario con el reparo de “no haber suficiente congrua para el Cura, y que por tanto debía proporcionarse y asegurarse ésta de algún modo”. JOSEF DE VARGAS INSISTE No desmayó por este motivo el señor Josef de Vargas, quien perseveró en sus propósitos inquebrantablemente hasta el fin. Como era un varón de recio dinamismo, de esos raros ejemplares que aprestigian la raza que demora en esta tierra de promisión, se dio nuevamente a la tarea de allanar dificultades, solicitando nueva ayuda de los Poderes Civiles. Fue pues en enero de 1799 cuando volvió a la carga con un nuevo memorial dirigido a don Víctor Salcedo, que gobernaba a la sazón la Provincia de Antioquia. En él ponía de manifiesto el señor de Vargas el singular beneficio que recibiría el Erario Real con la creación de la nueva parroquia, y le suplicaba el favor de asignar a los Curas de Urrao, desde que tomaran posesión, “los cincuenta mil maravadíes que por reales disposiciones estaban señalados a los beneficios de tal naturaleza”. ALTERNATIVAS Y TRIUNFO No es el caso apuntar aquí las prolongadas diligencias que se siguieron a la solicitud. Bástenos decir que el expediente del señor de Vargas estuvo largo tiempo en manos del Vicario, doctor José Félix Mejía, de los Oficiales Reales y del Superintendente Eclesiástico de Medellín, para que informaran al respecto. Finalmente, el 5 de junio de 1800, por decreto emanado de la Gobernación de la Provincia, y suscrito por don Víctor de Salcedo, se le asignaron al Cura de Urrao los cincuenta mil Maravadíes en cuestión, que deberían tomarse de las Cajas Reales de la ciudad de Antioquia, para que aquél no se distrajera en otros negocios ajenos a su ministerio, por falta de auxilios para su decoroso sustento. FECHA DE LA ERECCION Desgraciadamente no hemos podido encontrar datos precisos acerca de la fecha en que fue decretada la erección canónica de la parroquia, por haberse extraviado el documento oficial. Pero si sabemos con certeza que el primer Cura de Urrao fue el presbítero Vicente Mauricio de Lora, quien comenzó sus labores espirituales y administrativas el 1° de enero de 1802, como se desprende claramente de la partida que encabeza el primer libro de bautismos. PRESBITERO DOCTOR VICENTE MAURICIO DE LORA Este sacerdote es importante en los anales eclesiásticos de la parroquia de Urrao, por haber sido el primer Cura propio durante diez y ocho años. Nació en la blasonada ciudad de Robledo, y fueron sus padres don Vicente Javier de Lora y doña Camila Lotero. Hizo sus estudios privadamente con el presbítero doctor don Agustín de Salazar, y a su lado aprendió latín, historia, filosofía y teología. Recibió la ordenación sacerdotal en la Catedral de Popayán, de manos del Ilustrísimo doctor don Angel Velarde y Bustamante, el 23 de diciembre de 1789. “Fue un eclesiástico muy recomendable por su ilustración, prudencia y celo religioso. Decidido partidario de la causa de la Independencia, llevó su entusiasmo a grado tal, que personalmente ayudaba a disciplinar las milicias, para lo cual contaba con envidiables disposiciones para la esgrima”. (Centro de Historia de la Ciudad de Antioquia) A fines de 1810 hizo renuncia del beneficio de Urrao, como consta por el siguiente documento, que transcribimos a la letra para deleite de nuestros lectores. Dice así: “Nós el doctor don Mariano Pérez de Valencia, presbítero y Catedrático y Provisor Fiscal del Obispado de Popayán, hacemos saber al doctor Alberto Maria de la Calle, presbítero Vicario, Superintendente de la Provincia de Antioquia, como ante Nós se presentó el presbítero Vicente Mauricio de Lora, Cura del Valle de Urrao, por medio de su apoderado, con un escrito a que acompañó varios documentos justificativos de las causas que le asisten para hacer renuncia del expresado curato; y vistos detenidamente, tuvimos a bien de admitirle la renuncia. “Popayán, Enero 9 de 1811.” Los motivos que alegaba el presbítero Lora para retirarse a la vida privada eran, entre otros y como él mismo lo dice, su “enorme corporatura y grosedad”, que le impedían moverse de un lugar a otro y la consiguiente dificultad en que se encontraba para administrar la parroquia. Admitida la renuncia, se fijaron los edictos ofreciendo el curato por medio de concurso. Entonces se opusieron varios sacerdotes de prestancia, entre otros los presbíteros José de la Cruz García, Cecilio Salazar y José María de Lara, éste último hijo de Nicolás Lara y Josefa Velásquez, el cual apenas estaba terminando los estudios eclesiásticos. Examinados los candidatos, el señor Vicario propuso la terna legal acostumbrada entonces, saliendo favorecido el joven Lara, quien se abstuvo de tomar posesión del beneficio, no sabemos por qué motivo. Esta fue la causa por la cual tuvo que continuar en su puesto el Padre Mauricio, hasta el año de 1819, fecha en la cual de trasladó a la ciudad de su nacimiento, en donde fue sucesivamente Vicario Foráneo y Examinador Sinodal del Obispado, hasta marzo de 1830, época de su muerte. A partir de 1819, estuvieron al frente de la parroquia, como interinos, los presbíteros José Eustaquio Herrón, y Felipe Montes, de los cuales no hemos podido recoger ningún dato biográfico que merezca la pena. PRESBITERO ANGEL JOSE MONTOYA Fue el primer sacerdote nacido en esta parroquia el 15 de marzo de 1779 y recibió el bautismo de manos del entonces Coadjutor presbítero don Manuel de Villa y Franco. Don José Faustino Montoya y doña Manuela Holguín fueron sus cristianos genitores, chapados a la antigua usanza. Hizo sus estudios particularmente con el presbítero doctor don José Miguel de la Calle y fue ordenado sacerdote en Popayán por el Ilustrísimo señor don Juan Salvador Jiménez de Enciso el 18 de septiembre de 1825. El 28 de febrero del año siguiente recibió el nombramiento de Cura propio de su tierra natal, cargo que desempeñó hasta su muerte. Construyó la primera capilla de este vecindario en el costado occidental de la plaza actual y en el preciso que hoy se levanta la casa de habitación de la señora Carmen Gutiérrez viuda de White. Rebuscando en los inventarios antiguos, hemos encontrado la siguiente descripción de la primera capilla: “La iglesia dice, está construida en tapias, tiene techos de tejas de barro y frontis de cal y piedras. El pavimento es de ladrillos; mide cuarenta varas de longitud por diez y seis de ancho. Tiene tres naves, dos sacristías regularmente amplias, tres puertas grandes, la mayor de las cuales lleva cerraduras de chapa y picaporte... El altar del centro, fabricado de madera de comino, presenta dos cuerpos distintos con seis columnas. El de Nuestra Señora del Carmen es de calicanto.” El cementerio, en el mismo pintoresco y bello lugar que hoy ocupa, es también obra de este benemérito sacerdote, lo mismo que la capilla que antes se levantaba graciosa y esbelta, en medio de aquél. Dicho edificio fue demolido hace pocos años, para colocar en su lugar un kiosko de estilo moderno y de acuerdo con planos científicos, según lo merece la belleza y topografía especial del lugar santo. Merece singular elogio el Padre Montoya por la hermosa labor cívica de que fue alma en aquellos lejanos tiempos, fomentando con entusiasmo patriótico la agricultura y la ganadería en estos campos de esmeralda. El mismo dio a sus feligreses el más vivo ejemplo de civismo, adquiriendo algunas propiedades rurales, en las que estableció regulares dehesas, que sirvieron de norma a los habitantes del valle. Su trabajo en este particular, no fue estéril; y quizá no sea aventurado decir que el Municipio de Urrao es en la hora presente uno de los más importantes en la industria agrícola y pecuaria, debido en gran parte a la propaganda inicial, continuada e intensa, del presbítero Montoya. “En los últimos días de su vida administró su feligresía por medio de Excusadores, entre los cuales figura el virtuoso sacerdote presbítero don Bernabé González.” “Murió en su parroquia en el ósculo del Señor, después de haber sido Cura propio durante cuarenta y cuatro años, el día 1° de agosto de 1870, a consecuencia de una caída. Le hizo el entierro el señor Cura de Antioquia presbítero don Domingo Antonio Angarita.” (Centro de Historia). PRESBITERO CIRO PELAEZ Nació en Belén el 30 de diciembre de 18409. Hijo legítimo de don Rafael Peláez y doña Francisca Franco, recibió las órdenes sagradas en Bogotá de manos de Ilustrísimo señor Herrán, el 19 de marzo de 1866. Después de haber trabajado en Caldas por el espacio de cinco años consecutivos, fue promovido a la parroquia de Urrao, en donde ejerció la cura de almas diez y seis meses, muy poco tiempo en verdad, pero lo suficiente para hacer mucho bien cuando se tiene celo verdadero por la salvación de las almas y la gloria de Dios. “Fue muy buen Cura, escribe un compañero suyo, enérgico y cumplidor con sus deberes. En Urrao reconcilió familias enemistadas, mejoró el templo notablemente e hizo terminar malas diversiones, moralizando la parroquia,” Habiendo recibido nombramiento para el Curato de Fredonia, en septiembre de 1973, actuaron como interinos sucesivamente los presbíteros Mauricio Mejía, Francisco González y Evaristo Uribe. PRESBITERO PEDRO C. VALENZUELA Este distinguido eclesiástico, gloria del clero antioqueño y Canónigo de la Catedral, se hizo cargo de este beneficio en enero de 1877. Nació en la ilustre ciudad de Antioquia, madre de tantos varones distinguidos, el 19 de mayo de 1844. Habiendo comenzado sus estudios eclesiásticos en el histórico Colegio de San Fernando, bajo el brillante pontificado del señor Gómez Plata, hubo de terminarlos en el Seminario de Medellín, en donde recibió lecciones de preclaros maestros y tuvo el honor de cultivar amistades tan distinguidas como “la de ese varón, justo y verdadero sabio, ex Presidente de la República, don Marco Fidel Suárez”. El 24 de septiembre recibió la ordenación sacerdotal de manos del Ilustrísimo señor Jiménez y después de haber prestado sus servicios en distintas parroquias, hizo permuta formal del curato de Buriticá, que había obtenido en concurso, por el de Urrao. Aquí residió poco tiempo, hasta Pascua del año 77 “en que sin renunciar el curato, regresó a Antioquia, donde su presencia era muy deseada por sus superiores, tanto más cuanto que ya el horizonte comenzaba a ennegrecerse y se oían lejanos estallidos como presagios de su próxima tempestad. Dejó su curato encomendado a Excusadores que lo fueron los presbíteros Evaristo Uribe, Magno L. Lozano, José J. Quiceno, Francisco A. Zapata y otros.” (Revista Eclesiástica, año VII, serie XI, Números 124 y siguientes). En el año 79 fue levantado a la dignidad de Canónigo de Merced en el venerable Capítulo Catedral de Antioquia, por muerte del señor Canónigo Lino Garro. Más tarde, como el señor Rodríguez quisiera nombrarlo Vicario General y Deán del Capítulo, todo su empeño se estrelló contra la resistencia del candidato, que amaba particularmente aquella sentencia de la Imitación: “Ama nesciri et pro nihilo reputari”. La humildad fue su virtud predilecta. PRESBITERO FELIX A. MORENO Este sacerdote era originario del pueblo de San Cristóbal en el Municipio de Medellín. Trabajó incansablemente en distintas poblaciones de la Diócesis de Antioquia, siempre con entusiasmo y acendrado espíritu evangélico. Su predicación, agradable y bella por la forma, era al propio tiempo interesante por los conceptos. Escribía con relativa facilidad y colaboró mucho tiempo en El Monitor, periódico oficial del Obispado entonces. Nombrado Cura propio de Urrao, administró el beneficio por medio de Excusadores, que lo fueron sucesivamente los presbíteros Manuel David Toro, pariente muy cercano al Excelentísimo señor Toro, Obispo actual de las Diócesis Unidas de Antioquia y Jericó, e Idelfonso Tirado, hijo muy ilustre de la tierra urraeña, en cuya vida nos ocuparemos en breve. Es famoso el Padre Moreno en la historia local, por haber colocado la primera piedra del templo que hoy se levanta majestuoso en el costado sur de la plaza. La determinación de llevar a efecto esta obra, que se imponía seriamente por causa de la estrechez e incomodidad de la capilla antigua, dio margen a una división entre los vecinos. Unos querían que se construyera el nuevo templo en el barrio denominado de la Mesa; otros deseaban verlo en el lugar que hoy se encuentra. Como el Padre Moreno se contaba entre los partidarios del último proyecto, se valió entonces de una estratagema ingeniosa para hacer inclinar la balanza de la opinión pública hacia el lado de sus preferencias. “Construyó- dice el señor Angel J. Madriddos banderolas y puso para cada una un conductor, a fin de que la que tuviera mayor séquito indicara el lugar donde debería levantarse la iglesia; pero como a la que debía ir al punto deseado por él la acompañó de música y a la otra no, claro que el pueblo, que por naturaleza se inclina hacia donde haya mayor aparato... guiado únicamente por el instinto de novelería, rodeó naturalmente a la que merecía el apoyo del referido sacerdote.” Allí se echaron entonces los fundamentos del nuevo templo, en predio regalado por el señor José Rivera, según informaciones particulares. El Padre Moreno fue un propulsor admirable de la agricultura en este suelo; introdujo semillas nuevas en gran cantidad e hizo una campaña fervorosa desde la cátedra sagrada en favor del cultivo de las tierras, suministrando a sus feligreses las instrucciones del caso para la conveniente selección de los granos, con efectiva ganancia en la cantidad y calidad de los frutos. PRESBITERO ILDEFONSO TIRADO Vio la primera luz en este valle delicioso, junto a las márgenes del Penderisco, el 23 de enero de 1860, y fueron sus padres Liborio Tirado y Josefa Guzmán, humildes por la cuna, pero selectos a los ojos de Dios por la pureza de sus costumbres cristianas. Inclinado al sacerdocio desde edad temprana, y careciendo en absoluto de recursos pecuniarios para iniciar los estudios eclesiásticos, entregóse de lleno al cultivo de la tierra. La divina voz que lo convidaba al santuario no dejó sin recompensa merecida aquel acto de abnegación y sacrificio. Años más tarde le cupo la dicha incomparable de llamar a las puertas del viejo Seminario en la ciudad de Antioquia. En sus claustros venerables aprendió humanidades, no sin sentir muy hondo los rigores de la mayor pobreza. Pero entonces mostró el joven Tirado “lo que puede un hombre” cuando se trata de lograr un fin, ¡un ideal soñado! Contra viento y marea completó su formación literaria y, hechos con lucimiento los estudios de Teología y Cánones, recibió con ternura indecible la unción sacerdotal en el año de 1885, de manos del señor Jesús María Rodríguez, que le profesaba singular aprecio. Entendemos que fue destinado inmediatamente por el superior eclesiástico a trabajar en esta parroquia, como Excusador del Padre Moreno, que era el Cura propio. Durante los dos años que vivió en esta feligresía, rodeado de sus conocidos y amigos de la infancia, desarrolló el presbítero Tirado una muy hermosa labor evangélica, que se hizo sentir profundamente en el vecindario, máxime por el esplendor inusitado que supo comunicarle al culto divino y por los inimitables ejemplos de humildad y sencillez sacerdotal de que dio frecuentes muestras. En 1886 salió de su tierra natal para servir sucesivamente los curatos de Concordia y Antioquia, ciudad ésta última que lo contempló distinguido con la dignidad de Canónigo de Merced, por voluntad del Ilustrísimo señor Rueda. Días después siguió para Yarumal, con el carácter de Cura, hasta los últimos del siglo pasado, época en la cual volvió a ocupar su puesto de distinción en el Capítulo Catedral, que aprestigió con sus virtudes hasta febrero de 1930. Entonces se retiró definitivamente a la vida privada en la simpática población de Bello, preparándose en la oración y el recogimiento a la muerte, que puso fin a su preciosa existencia el 21 de julio del año pasado. Como buen hijo de Urrao le hizo donación al templo parroquial de una magnífica campana, que recuerda a los fieles su memoria. PRESBITERO JESUS MARIA BOTERO En el año de 1891 llegó a esta parroquia el sacerdote cuyo nombre encabeza estas líneas. Fue un verdadero apóstol de Jesús en sus diversas actuaciones al frente de este beneficio por cuyo adelanto en todos los sectores laboró incansablemente. Predicador de admirables dotes oratorias, vapuló con energía apostólica los vicios de sus feligreses. Escritor atildado, brillante y correcto, colaboró eficazmente en el periódico diocesano. Amante como ninguno de la disciplina eclesiástica, defendió con intrepidez admirable las leyes canónicas, entonces despreciadas. Verdad que esta actitud suya levantada le creó muchos enemigos, como sucede ahora en casos semejantes. Más en septiembre de 1895, los señores Juan Pablo Cartagena, Salustiano Vélez, José Antonio Gómez, Nemesio Madrid, Rubén Restrepo, Anacaleto Vélez y otros muchos individuos de prestancia reconocieron bellamente los positivos méritos del Padre Botero en una nota de protesta enviada al Ilustrísimo señor Obispo de la Diócesis. En ella le decían, entre otras cosas, lo siguiente: “Los suscritos vecinos del Municipio de Urrao... reconocemos las prendas que caracterizan al señor presbítero doctor Jesús María Botero R. Como sacerdotes verdaderamente evangélico, pues es digno de elogio por su actividad y celo en el desempeño de su ministerio, y por la manera enérgica como combate desde la cátedra sagrada los vicios de su feligresía y enseña el camino de la virtud y del deber”. En el orden material hizo muchísimo el Padre Botero, a pesar de los obstáculos que frecuentemente le salían al paso. Fue el primer sacerdote que pensó seriamente en la fundación de un hospital de caridad para los enfermos y desvalidos, que tantos favores recibieron de sus manos. Asesorado de la señora Domitila Larrea de G. y de algunos vecinos humanitarios, se dio a la tarea de construir un edificio con dicho fin en espacioso solar situado en el costado norte de la plaza y donado generosamente por los señores Leonidas y Juan de la C. Restrepo. La obra desgraciadamente no se llevó a término; y deploramos no haber podido saber los motivos que determinaron la suspensión de los trabajos en tal edificio cuando ya estaban enrasadas las tapias, y su conversión más adelante en casa cural, servicio que presta todavía con buenas condiciones de higiene y amplitud. Antes de terminar el recuento de las actividades del Padre Botero en esta parroquia, es forzoso decir, en honor a la verdad y a la justicia, y para honra del clero antioqueño, que este levita fue un entusiasta abanderado del progreso agrícola en esta región. A él le tocó en efecto continuar la labor de propaganda, iniciada en buena hora por el Padre Moreno, en pro del cultivo de la tierra. De sus labios aprendieron los urraeños muchos procedimientos empíricos y eficaces sobre la manera de cultivar la caña de azúcar y elaborarla sencillamente con el mínimo de costo y el máximo de rendimiento. PRESBITERO JOSE MARIA NILO HINCAPIE Nació en el Peñol el 3 de octubre de 1844. Hijo legítimo de Nepomuceno Hincapié Marta Escobar, empezó sus estudios literarios en el Colegio de Marinilla, terminándolos después lúcidamente en el de Medellín, que dirigía por entonces el famoso Padre Sebastián Emilio Restrepo. Ordenado sacerdote por el señor Arbeláez en Bogotá, vino a trabajar abnegadamente en varios lugares de la Diócesis “a contentamiento de los prelados y de los vecindarios.” Que tuvieron la ocasión de admirar en él su ilustración consumada en todas las ciencias y el fino tacto con que supo gobernar los pueblos. Mucho le debe la parroquia de Urrao al presbítero Hincapié, sobre todo por la actividad singular que desplegó por el adelanto de los trabajos del nuevo templo, empezado años atrás. Ya en julio de 1896 recibió una carta laudatoria del Ilustrísimo señor Rueda, en que le decía lo siguiente: “Muy satisfactorio nos ha sido la lectura de los documentos que forman la correspondencia última de usted para Nós... Aguardamos que usted, con su genial diplomacia, levantará esa parroquia y la empujará por las sendas del progreso moral.” Efectivamente al poco tiempo logró formar la primera Junta Constructora de la iglesia parroquial, con los siguientes miembros: Presidente, el señor Cura; Tesorero, don José María Vélez; y miembro adjunto, don Epifanio Arroyave. “Usted, señor Cura, le decía en esta ocasión el Prelado Diocesano, citará y notificará a los señores nombrados quienes, no dudamos aceptarán este encargo, porque hijos o vecinos de esa parroquia, su suerte les interesa.” Dos años más o menos estuvo en este curato el Padre Nilo, y en septiembre de 1807 se retiró definitivamente, dejando como Excusador al presbítero José Lisandro Valderrama, quien administró la parroquia largo tiempo, hasta la llegada del padre González, en los primeros meses del siglo que vivimos. PRESBITERO JOSE MARIA GONZALEZ En la ciudad de Guatemala, fundada por don Pedro de Alvarado, se meció la cuna del niño José María, hijo de don Félix y Juana María González Guevy, de buena cepa española y cristianos de arraigadas convicciones. “En medio de las oscilaciones producidas por los volcanes de agua y fuego y arrullado por las cristalinas aguas del río Pensativo, creció el niño hasta la edad competente para empezar sus estudios.” (Víctor M. Orozco). No sabemos a punto fijo cuando recibió el Padre González la ordenación sacerdotal. Nos consta si que ingresó desde muy joven en la benemérita Compañía de Jesús, en cuyo seno vivió hasta que fueron desterrados sus miembros por el casi dictador Manuel Cabrera. Colombia, en donde ya se pretendía la Regeneración, abrió sus puertas a los desgraciados religiosos, entre los cuales llegó el Padre González, quién, después de haber tocado en Bogotá, resolvió establecerse en Antioquia, la hospitalaria ciudad de Robledo, cuyo prelado, el Ilustrísimo señor Rodríguez, de grato recuerdo, lo recibió con los brazos abiertos. El conocía en efecto las cualidades brillantes cualidades mentales del ilustre proscrito y, sobre todo, sus acendrados virtudes sacerdotales. El señor Canónigo doctor Esteban J. Cardona, que conoció muy de cerca al presbítero González, escribió de él: “No bien llegó, desplegó su ardiente y apostólico celo por la gloria de Dios y bien de las almas, ya en el confesionario, ya en la predicación, o dando ejercicios espirituales a los diversos gremios de la sociedad antioqueña, cuyos miembros le escuchaban con interés y admiración, porque era un sabio y un teólogo consumado, y tan humilde, que nunca hizo ostentación de su verdadera y recta erudición en todas las ciencias, así profanas como eclesiásticas.” Tal fue el sacerdote que llegó como Cura a esta parroquia en octubre de 1901, después de haber hecho premura formal y canónica de su beneficio de Cañasgordas por el de Urrao, con el presbítero Nilo Hincapié. Se puede asegurar que entonces comenzó la Edad de Oro para esta feligresía, en el orden cívico, moral y espiritual. Fue sin duda la época de lo que pudiéramos llamar sin paradoja “regeneración de costumbres y acercamiento a Dios”. En abril de 1908 organizó en efecto el Padre González, exclusivamente para hombres, unos famosos ejercicios espirituales, que se prolongaron por un mes, dejando profunda huella en la sociedad urraeña; tanto, que todavía se siente su influjo bienhechor, a pesar del tiempo transcurrido. “Dios se ha dignado bendecir superabundantemente la labor evangélica de los Padres Muñoz y García, S.J., en este pueblo, escribía entonces alguno. El fervor de los ejercitantes no sólo se conserva sino que crece... La comunión mensual de hombres es ordinariamente de 2.000; la de septiembre subió a 4.000 con los ejercitantes.” Hay un hecho de máxima importancia en la administración del Padre González: nos referimos a la solemne inauguración del nuevo templo y traslación a él del Santísimo Sacramento desde la antigua capilla, que fue destruida pocos días después y utilizados sus materiales en la fábrica de la nueva iglesia. Gran procesión eucarística, misa solemne, sermón alusivo al acto y Te Deum en acción de gracias, fueron las funciones religiosas que solemnizaron aquella fecha clásica en la historia local. Nos haríamos interminables si habláramos sobre las varias obras sociales y de culto que fundó el anciano jesuita en la parroquia y que bastan de por sí para que el pueblo lo recuerde con cariño y veneración. Mencionaremos tan sólo a la sociedad de Temperancia y la Adoración Nocturna. “La temperancia es tal, escribía él mismo después, que no se ha visto un urraeño borracho; y los forasteros que se embriagan, son despreciados. Tal vez algunos tomarán furtivamente, pero es lo cierto que no se ha visto un caso de embriaguez en alguno del pueblo. Son tantos los que se han alistado en la Adoración Nocturna, continuaba, que he tenido que duplicar los coros, 24 en vez de 12; y el templo está lleno de hombres durante toda la noche, del primer jueves al primer viernes de cada mes... Cierto que hay mucha labor; pero, al palpar el fruto, se trabaja con gusto.” Algo más de doce años consecutivos estuvo ilustre hijo de Guatemala haciendo el bien entre nosotros. En todo este tiempo tuvo como Vicario Cooperadores, sucesivamente, a los distinguidos sacerdotes presbíteros Luis María Vásquez, Andrés Mejía y Clímaco Antonio Lopera, todos ellos eclesiásticos ilustres en la actualidad. Al último de los mencionados le cupo la gloria de realizar el sueño dorado del Padre Botero: el primer hospital de caridad, que funcionó pobre y modestamente en la casa que hoy es propiedad de don Dimas Navarro. El mismo Padre Lopera, caritativo, abnegado y desprendido hasta el sacrificio, lo administraba directamente con los escasos recursos de su bolsillo y con las limosnas de los fieles. La señora Mercedes Rivera fue la primera enfermera que estuvo entonces al frente del hospital, ayudada eficazmente en sus labores por las Eudistinas, grupo de señoras humanitarias que se turnaban a la cabecera de los enfermos. Para terminar diremos que el Padre González, “era alto de cuerpo y de constitución delgada, tez blanca, ojos negros, frente espaciosa, nariz recta y boca proporcionada”. En vista de que el clima de esta población no le aprovechaba, el Ilustrísimo Obispo de la Diócesis lo destinó para Capellán de las Reverendas Hermanas de la Presentación, de Támesis, ciudad en donde murió como un santo el 8 de enero de 1917, pobre y sencillo como había vivido y de acuerdo con el voto de pobreza evangélica que había formulado en el seno de la Compañía de Jesús. PRESBITERO JUAN DE J. ARROYAVE Bajo el clarísimo cielo de Santa Rosa de Osos, la ciudad norteña “de panoramas abiertos, como un horizonte marino”, vio la primera luz el presbítero Juan de J. Arroyave, modelo de sacerdotes, honra del clero antioqueño y propugnador admirable de los fueros eclesiásticos. Hechos sus primeros estudios en la ciudad de la altiplanicie, genitora de varones ilustres en el gobierno y en las artes, como Pedro Justo Berrío y Marco Tobón Mejía, se trasladó en seguida al Seminario de Antioquia, en donde ilustró su mente y forjó su corazón para las lides del sacerdocio, que recibió a principios de siglo. Cura de Antioquia, Yarumal y Donmatías, vino por fin a trabajar en esta parroquia, asesorado del joven sacerdote Tobías Arboleda, su abnegado Coadjutor, de quien se guardan muy gratos recuerdos en esta tierra por lo acendrado de sus virtudes levíticas. Desde que llegó a este curato no pensó en otra cosa que en la terminación del templo, cuyas naves laterales elevó a costa de grandes sacrificios. En el archivo parroquial hizo grandes reformas, empastando libros, legajando papeles, separando comunicaciones y, sobre todo, haciendo construir un magnífico mueble, para conservar los libros y documentos con decencia y seguridad. Organizó también el culto divino y las diversas congregaciones piadosas, alma y vida de las parroquias cristianas. Para lograr este fin constituyó nuevas Juntas Directivas, explicó reglamentos, abrió libros de cuentas y controló la inversión de fondos, todo lo hizo con pulcritud admirable como guardián celosísimo del santuario. Predicó mucho, si se quiere en abundancia, penetrado como estaba de su gran responsabilidad como cura de almas. Con su palabra incisiva, llena de unción y penetrante, fustigó valerosamente los vicios y clamó repetidas veces, con energía apostólica, en contra de la perversidad de costumbres en sus diversas manifestaciones. Cierto que con ello se ganó la animadversión implacable de ciertos elementos dañados, eternos enemigos del sacerdote, pero en cambio quedaron en su alma los infinitos consuelos del deber cumplido. El Padre Arroyave estuvo al frente de esta parroquia hasta mayo de 1915. Años más tarde le cupo la honra de ser el primer Rector del Seminario de Misiones de Yarumal, y en la fecha presente desempeña con lucimiento y competencia el oficio de catedrático en aquel establecimiento famoso, gloria purísima del Excelentísimo señor Builes su fundador y el primero en su clase en tierras de la América Latina. PRESBITERO EFRAIM GOMEZ V. Este distinguido levita, originario de la población de Angostura en el norte del Departamento, recibió la ordenación sacerdotal en la Catedral de Antioquia, después de haber cursado Humanidades y Ciencias Eclesiásticas en esta meritísima ciudad. El 16 de junio de 1915 se posesionó del beneficio de Urrao como Cura interino, cargo que desempeñó a satisfacción por el espacio de quince meses. Grande fue el interés que tomó el Padre Gómez por el establecimiento y fundación de un colegio para señoritas en esta ciudad del Penderisco, y que fuera regentado por religiosas, para darles así mayor estabilidad y carácter de seriedad. De acuerdo pues con el honorable caballero señor don Eugenio Arroyave, que con tal fin había construido un edificio “el más higiénico, pedagógico y espacioso que existe en toda la Provincia”, según concepto del ilustre historiógrafo don Julio César García, solicitó el Padre Gómez, repetidas veces, la venida de las Reverendas Hermanas Terciarias capuchinas, que a la sazón acababan de establecer en Yarumal su casa –noviciado. Entonces fue cuando se presentó en la ciudad el distinguido sacerdote español presbítero José Piqueras, benemérito protector y propulsor de la Orden Capuchina en Colombia, con el objeto de enterarse personalmente de las condiciones en que habrían de venir las religiosas e inspeccionar de visu el edificio ofrecido para el colegio. En tal virtud, y como el señor Arroyave se comprometiera por documento público a suministrar el local por tiempo indefinido, de manera espontánea y generosa, entregándolo perfectamente amueblado y con todo lo necesario para un plantel de segunda enseñanza, llegaron a Urrao las primeras Hermanas, en julio de 1916. Entonces comenzó a funcionar el Colegio de la Sagrada Familia en agosto del mismo año, bajo la dirección admirable de la Madre fundadora, sor Elena de Barranquilla, con tan buena acogida por parte de la sociedad urraeña y con tal incremento, que hoy día constituye la gloria más pura de la ciudad. Por sus claustros venerables, espaciosos y magníficos, llenos de luz y de encanto, han desfilado un sinnúmero de religiosas ilustres, institutoras de renombre, excelentes por la cultura de la mente, admirables por la bondad del corazón. Aquí recordamos con singular complacencia, la figura insinuante de la Madre Pilar de Jesús, excelsa educadora de juventudes, que dejó tras sí una huella luminosa de cultura, de civismo y de virtud aquilatada, que el tiempo venidero no podrá borrar. En los diez y ocho años que lleva el colegio de existencia, son falange numerosa y brillante las señoritas, hijas de Urrao, que han hecho acopio de sabiduría en sus aulas. Allí, como abejas laboriosas, han chupado la miel de las ciencias humanas y divinas, para esparcirla después, cual semilla milagrosa, ya en el jardín de las escuelas rurales, ya en el secreto de los hogares domésticos. Así es también como se ha venido realizando el prodigio de la transformación social, moral y religiosa de la parroquia de Urrao. Dada la importancia del plantel, la Asamblea de 1923 aumentó a $100 la subvención de $30 que antes le asignaba. Actualmente el colegio carece de ayuda municipal, y sin embargo se sostiene providencialmente con un crecido número de alumnas, muchas de las cuales reciben educación gratuita y eficaz. Siempre ha existido un internado en el establecimiento, con regular asistencia de alumnas, muchas de las cuales acuden a él desde los pueblos vecinos. Para terminar la noticia biográfica del presbítero Efraím Gómez hemos de anotar que se distinguió “por su espíritu de humildad, obediencia y paciencia en las adversidades, virtudes de que nos legó hermosos ejemplos”. Nosotros lo conocimos personalmente y tuvimos la ocasión de admirar sus dotes artísticas de poeta sentido, original y castizo, de músico cultivado y de calígrafo insuperable. El 3 de enero de 1922 rindió su alma al Creador en la población de Copacabana, a la edad de cincuenta años. PRESBITERO MANUEL ANTONIO CORREA P. Bajo la corta administración eclesiástica de este sacerdote, celoso trabajador, natural de Ituango y ordenado en 1912, tuvo lugar en la parroquia la instalación del “Voto Perpetuo”, cuya benéfica influencia se siente todavía. Un selecto número de señoras y caballeros hicieron efectivamente voto solemne, ante la Divina Majestad expuesta, de celebrar con pompa y magnificencia todos los años, a perpetuidad, la fiesta clásica del Sacratísimo Corazón de Jesús, el viernes siguiente a la Octava del Corpus Christi. Esto sucedió el 7 de junio de 1918, quedando como constancia escrita un acta de instalación, firmada por todos los que concurrieron al acto de manera fervorosa y espontánea. PRESBITERO CEFERINO CRESPO Y GARCIA “Desde el 23 de agosto de 1918, dice el señor Antonio J. Arango, tuvo el pueblo urraeño la fortuna incomparable de ser guiado por uno de esos sacerdotes que con el corazón por lábaro, logran el triunfo estruendoso de Cristo humilde y bueno contra la soberbia impía de los Césares paganos”. Acariciadas por las brisas que soplan dulcemente en la castellana ciudad de Segovia, España, se meció con encantadores vaivenes la cuna del Padre Crespo y García el 26 de agosto de 1877. Sus ilustres genitores eran almas profundamente religiosas: “Crespo, por su padre don Ruperto, García por su madre doña Brígida... fue nobilísimo en sus actos, hidalgo y soñador prudente, campeón de la verdad religiosa, enemigo implacable del error, pero amigo cariñosos de los pecadores”, escribe de él persona que lo conoció íntimamente. Desde muy temprana edad se enamoró con fuerza irresistible del “sacrificio”, y escuchó dentro de su corazón las palabras del Maestro. “Si quis vult post me venite... Si alguno quiere venir en pos de mí, reniéguese así mismo”. Entonces llamó a las puertas del Seminario de su ciudad natal, que se le abrieron amorosamente: “Su espíritu selecto le hizo elegir el sacerdocio, escribe Antonio J. Arango, no para librarse del peso asfixiante de una familia, sino para tener como hijos a todos los moradores de los continentes; no con fines lucrativos, pues era rico, y de los pocos millonarios generosos”. Devorado por el celo de la gloria de Dios y la salvación de las almas, sin recibir aún la unción sacerdotal, tiende su mirada escrutadora por la redondez de la tierra y lo cautiva la belleza de nuestra América Latina, “en donde la mies era abundante y el trabajador incansable”. En febrero de 1899, dejando atrás hogar, familia y patria, un buque lo traslada a las playas de la nación azteca. Una vez en Méjico, corona sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Jalapa, y dos años más tarde recibe la unción sacerdotal. El Excelentísimo señor doctor Joaquín Arcadio Pegaza lo nombra Cura de almas, y pasa a regentar, una después de otra, las parroquias de Alvarado y Actopán. Por el espacio de catorce años riega la semilla del Evangelio en la tierra sagrada de Moctezuma. Pero de pronto comienzan a soplar recios vientos huracanados de persecución religiosa; oscuros nubarrones, preñados de relámpagos siniestros, se muestran en el horizonte... y presto de desata la tormenta implacable sobre la desgraciada nación de Hidalgo y de Morelos. El impío Venustiano Carranza firma un decreto de expulsión para el clero, y al Padre Crespo y García no le queda otro camino que el de emigrar a tierras desconocidas, como la golondrina cuando se acerca el invierno. Empuña pues el bastón del peregrino y llega a las playas de Colombia, en donde se le recibe con los brazos abiertos. Incorporado en la Diócesis de Antioquia y Jericó, va a Jardín como Coadjutor, poco después pasa al curato de Bolívar y de allí al de Amalfí, en la Diócesis de Santa Rosa de Osos “La legendaria ciudad de Antioquia, fragua que ha templado muchos varones ilustres, le tuvo como Párroco, pero pocos días, que no bastaron a la compenetración precisa entre rebaño y pastor. Urrao tuvo la suerte de fijarle residencia en esta América; un designio feliz del que dicta las leyes para el átomo y los soles, nos dio ese tesoro inestimable”. Recontar las labores realizadas por el Padre Crespo en los doce años que vivió con nosotros sería tarea interminable. “Su obra moral ni tiene rivales ni tendrá continuadores”. Sus primeras palabras en la cátedra sagrada son la concreción admirable de todo un programa de acción: “Los campos que rodean vuestra ciudad, dijo, fértiles y bellos como un paraíso, hacen esperar al viajero una rica y populosa capital; pero es grande el contraste entre las obras de la naturaleza y las de los hombres. Yo me esforzaré en desarrollar la metrópoli que para este lugar tiene destinada el Hacedor Supremo”. Vamos a reseñar, siquiera brevemente, la labor constructiva del Padre Ceferino durante el tiempo que estuvo al frente de esta feligresía, cuyo amor entrañable es todo para su egregia figura. El Templo Este hermoso edificio “que durante muchos años constituyó la pesadilla de propios y extraños, por la manera empírica como se dirigieron los trabajos” y quizás por la falta de recursos suficientes para adquirir planos científicos y colocar al frente de la obra directores expertos, es hoy una bella realidad, debido en mucho a los esfuerzos del Padre Crespo. De acuerdo con los estudios verificados por el notable ingeniero doctor Horacio M. Rodríguez, y siguiendo los planos elaborados por él mismo, surgió muy pronto el soberbio frontispicio de arte moderno, cuyo vértice airoso y elevado, lleno de sonoridades divinas, rompe la monotonía del valle anchuroso. “Altares, arcadas, púlpito, columnas, tribuna, coro, presbiterio, cielos rasos, vidrieras, nichos, etc.”, todo fue obra de su brazo creador, ayudado eficazmente por el presbítero Horacio A. Cossio, hijo directo de esta tierra y que tuvo la suerte de trabajar muchos años en compañía del egregio sacerdote español en calidad de Vicario Cooperador. “La torre está provista de un magnífico reloj de fabricación antioqueña, inaugurada con gran solemnidad y alborozo el 24 de septiembre de 1924”. Es justo, reconocer que el Padre Crespo, en la realización de esta obra de progreso empleó generosamente mucho dinero de su propio bolsillo. El Cementerio. “En la soberbia colina que se yergue solitaria en la llanura rubricada por el río Penderisco, dice el señor Francisco Giraldo, está el panteón que admiran los extraños y queremos los urraeños como tesoro invaluable”. El Padre Crespo puso toda su alma de artista cristiano en la reconstrucción y ornamentación del cementerio, la más bella necrópolis que nosotros conocemos por su envidiable situación topográfica, levantada en un sueño promontorio, cual si fuera una ciudadela romana. Construyó en su recinto cuatro espaciosas galerías con bóvedas artísticas, que forman un conjunto admirable. Lástima grande que esta obra de embellecimiento no se haya iniciado a base de procedimientos científicos y de acuerdo con un plan determinado. Así las construcciones verificadas habrían resultado modernas, más bellas y sobretodo armónicas en sus partes. Colegios. Se desvivió el Padre Crespo por la cristiana educación de la juventud. Contribuyó generosamente al sostenimiento del colegio de varones en distintas épocas, prestándole ayuda sincera a sus directores, cuya labor secundó admirablemente. “Muchos alumnos, dicen un cronista local, hallaron en él sus libros de estudio y su apoyo sin dobleces. Sobre él gravitaban todas las necesidades que discretamente solventaban con mano larga...” “El Colegio de la Sagrada Familia para señoritas, que dirigen las Reverendas Hermanas Capuchinas con envidiable acierto, lo llorará siempre, Allí se educaron a su costa muchas jóvenes de esta y otras poblaciones, que son hoy brillantes institutoras, virtuosas madres de familia y cultas damas de sociedad. No tiene cifras el dinero gastado en él silenciosamente... Calculando por lo bajo, muy moderadamente, en un solo almacén hizo entregar uniformes y útiles para señoritas pobres, algo más de $660 oro. Cuando el colegio sufrió quebrantos, allí estaba él solícito y fecundo. Cuando cesó el auxilio departamental, por muchos meses pagó los impuestos de alumbrado y servicio de aguas, sin que las Reverendas Hermanas los supieran”. (Francisco J. Giraldo). Hospital. En este recinto de dolores humanos, en donde agoniza lentamente una parte desgraciada del conglomerado social, era un consuelo positivo la mano cariñosa y benéfica del Padre Crespo. Aspiraba él a levantar algún día un establecimiento modelo, con todos los adelantos de la cirugía moderna y edificado en alguna de las colinas que rodean la ciudad. Proyectaba también, de acuerdo con el honorable Concejo de aquel tiempo, la traída de las Hermanitas de los Pobres para la administración del Hospital. Esto último es hoy una consoladora realidad, gracias a los esfuerzos del presbítero Honorio A. Cossio que, durante su breve administración, logró realizar el bellísimo sueño dorado del Padre Ceferino, a quien la muerte se llevó tempranamente, sin darle tiempo para llevar a cabo los felices ideales de su mente. Escuelas. Fueron muchas las escuelas rurales que fundó personalmente y las sostuvo con fondos particulares, hasta que el Departamento se hizo cargo de ellas. “Su amor a los centros de enseñanza primaria fue inmenso. Los visitaba constantemente, como que fue Inspector Local asiduo. Estimulaba a los maestros y acariciaba a los niños. El Director de Educación Pública de Antioquia dictó la resolución número 20 “por medio de la cual lamentaba profundamente la desaparición del Reverendo Padre Ceferino Crespo y García, y recomendaba su memoria a la gratitud y al recuerdo de la sociedad, la niñez y de la juventud”, por cuyos intereses trabajó incansablemente”. Culto. Revistió magnificencia en su curato. Las grandes fiestas clásicas de la Iglesia se desdoblaban con solemnidad inusitada, en medio de las maravillas y delicadezas de la liturgia cristiana. “Orador elocuentísimo, trataba los temas más espinosos con maestría sin par. Dejaron huella profunda sus formidables improvisaciones... Con su verbo inflamado quemaba los errores, y con apóstrofes sublimes despedazaba los argumentos que oponen siempre a la virtud, el mundo, la carne rebelde y Satanás”. (F.J. Giraldo). “Su clara inteligencia, escribe Antonio J. Arango, irradiaba verdades oportunas al tratar la cuestión social, que sí existe entre nosotros... ¡Qué requisitorias a los ricos ineptos para el bien público! En su concepto, eran esponjas que a la menor presión soltarían chorros de sangre inocente chupada a los huérfanos y labriegos. Que maldiciones tan justas contra las monedas arrancadas al trabajador del campo, abeja inerme a quien leyes y costumbres permiten vaciarle la colmena sin pensar en el suicidio nacional que resulta de hacerlos explotables. Van Tricht no hubiera sido más elocuente en defensa del obrero, ni el Serafín de Asís tuvo mayor ternura y respeto para todo lo creado”. Agricultura. El Padre Crespo trabajó con plausible interés a fin de que se diera preferencia tanto a la industria nacional como a los productos del país. Al servicio de esta causa redentora puso el ejemplo elevado de su persona y el verbo inflamado de sus labios sacerdotales. Tenía predilección por todo lo del Municipio: maderas urraeñas, obreros del mismo terruño, industria y productos de la parroquia. Así fue como la agricultura encontró en él su mejor apoyo, su aliado más fervoroso y decidido. Desmembración del curato. En el tiempo del Padre Crespo ocurrió un hecho importante: la erección en beneficio curado de La Encarnación, cuyo territorio fue segregado de la parroquia de Urrao, con límites propios. En el decreto de erección designaba el Excelentísimo señor Obispo como Patrona de la Encarnación a la Santísima Virgen bajo el título de la Anunciación, quedando obligados los habitantes de la nueva parroquia a pagar religiosamente los diezmos, primicias y demás contribuciones necesarias para el sostenimiento de la Diócesis, del culto parroquial y del cura que hubiera de administrarla. Como tal fue nombrado el presbítero Francisco Valenzuela, que trabajó incansablemente allí con resultado adverso. Muy pronto se comprobó en efecto que el nuevo edificio era del todo incapaz de sostener las cargas de la administración parroquial y por lo mismo fue suprimido, volviendo su territorio al de Urrao. Coadjutores. Varios sacerdotes le prestaron ayuda valiosísima al Padre Crespo en el desempeño de sus obligaciones pastorales en esta parroquia una de las más extensas y difíciles de administrar, “pues tiene 3.810 kilómetros cuadrados, superficie mayor que la de todo el Departamento del Atlántico”. Merece especial mención el presbítero Gabriel Carmona M., joven y distinguido levita de energía indomables compañero del suscrito en el Seminario de Jericó desde el principio hasta el fin de sus estudios eclesiásticos, y que permaneció seis años consecutivos en esta feligresía, ya como Coadjutor admirable del Padre Ceferino, que le profesaba singular aprecio, ya como encargado de la parroquia en los dos interregnos que se produjeron con el fallecimiento de los presbíteros Crespo García y Cossio Herrera., El Padre Carmona desarrolló una hermosísima labor entre los pobres indígenas del Caraño, reducción enclavada en las selvas del Chocó, junto a las vertientes del Arquía y a dos jornadas de distancia de esta cabecera, por trochas formidables. Cada mes visitaba la escuela indígena de aquella región, a cargo de las abnegadas religiosas “Misioneras Catequistas de Santa Catalina”. Entonces era de ver su entusiasmo por amoldarse a las costumbres de aquellos desgraciados hijos de la selva, aprendiendo su idioma con facilidad asombrosa, para luego predicarles el Evangelio de Cristo y administrarles los sacramentos de la Iglesia. Vicaria Foránea. Según El Monitor, periódico Oficial de la Diócesis de Antioquia, Urrao era una de las parroquias pertenecientes a la Vicaria Foránea de San Fernando. En consecuencia creemos que este curato permaneció vinculado al centro vicarial de la ciudad de Antioquia hasta el 1° de mayo de 1923. En esta fecha salió el Decreto número 130, en que el Excelentísimo Prelado de la Diócesis, para facilitar la administración de ésta, elevó la parroquia de Urrao a la categoría de “Vicaria Foránea”, que tomó el nombre de San José, quedando compuesta por los curatos de Betulia, Anzá, Caicedo y Urrao, este último como centro. Muerte del Padre Crespo. “Una insuficiencia cardíaca con tendencia a congestiones le atormentaba desde algún tiempo, sin que dieran resultado alguno las sangrías”. El 1° de septiembre de 1930, la enfermedad de presentó con caracteres agravantes; y en la tarde del mismo día, reconciliada su alma con Dios y fortalecida con el Santo Viático, miró largamente con ojos de piedad al Cristo de la Agonía. Al tomarse un vaso de agua le apostrofó de esta manera: “Yo acabo de tener este consuelo, y Tú, Cristo de mi alma, no le tuviste en el Calvario!”. Media hora después se dormía apaciblemente en los brazos del Señor. Así mueren los justos. En el cementerio de esta parroquia se levanta ahora un monumento. En la concreción purísima del amor de un pueblo. Sobre el hermoso pedestal se yergue la figura imponente del extinto Padre Crespo, vaciada en bronce de inmortales. En una de las planchas metálicas de la base se lee lo siguiente: El pueblo urraeño al Reverendo Padre Ceferino Crespo García, exponente supremo de civismo y caridad. PRESBITERO HONORIO A. COSSIO H. Se meció la cuna del Padre Honorio en esta ciudad encantadora, en cuyo valle pone un toque de luz el río Penderisco. El año 88 tocaba entonces a su fin. Sus virtuosos genitores don Martín Cossio y doña Nicolasa Herrera supieron modelar maravillosamente el corazón del niño, que más tarde habría de ser brillo del clero honra de su pueblo natal en los gloriosos torneos de la causa de Cristo. Por el año de 1905, su tío materno el Canónigo Provisor de la Diócesis de Antioquia, presbítero Juan Bautista Herrera, lo llevó consigo a la blasonada ciudad de Robledo, con el fin de iniciarlo en Humanidades en el famoso Colegio Apostólico. Al año siguiente –1906- cuando apenas frisaba en los diez y siete años, tuvo la dicha inenarrable de ingresar por primera vez en los severos y espaciosos claustros del histórico Seminario. Muchos lauros cosechó el joven Honorio en las aulas de aquel edificio secular, distinguiéndose entre sus compañeros de estudio por la dulzura siempre uniforme de su carácter apacible, por su amor entrañable a las disciplinas mentales, por su inclinación decidida al estado eclesiástico y por el acopio abundante de las más hermosas virtudes. Imposible decir el fervor y casto arrobamiento con que el joven levita cantó su primera misa en el templo de esta ciudad en medio de los suyos, el 5 de septiembre del mismo año. El presbítero Efrén Montoya, pariente muy cercano del nuevo sacerdote, ocupó la cátedra sagrada en aquella memorable fecha para cantar con robusta voz las excelencias del sacerdocio católico. Poco tiempo después tocóle en suerte a la parroquia de Concordia recibir en su seno al Padre Cossio como Vicario Cooperador del meritísimo párroco presbítero Rafael Mejía. Pasados dos años fue trasladado a la ciudad de su nacimiento, que lo recibió con demostraciones de cariño. Aquí permaneció largo tiempo en compañía del Padre Crespo. Entonces aprendió el Padre Honorio, en la escuela del eminente sacerdote español, a conocer profundamente el corazón humano; aquí se proveyó de prudencia y caridad, virtudes que tanto le sirvieron más adelante en el manejo de los pueblos que hubo de regentar; aquí aprendió la manera de dirigir las almas dulce y fuertemente, hacia su último fin, porque su ilustre y nunca bien llorado mentor era maestro consumado en el arte pastoral. Con semejantes ejecutorias y así preparado, no es de extrañar que triunfara el Padre Cossio en la administración de los pueblos que después le confió su superior. Buriticá y Cañasgordas fueron teatro de sus labores apostólicas; estas parroquias saben de su celo encendido y no pueden olvidar lo que hizo el Padre Honorio en pro de su bien espiritual y terreno. Era un enamorado de la gloria de Dios y en alto grado estimaba el valor de las almas redimidas con la sangre de Cristo. Por eso se le veía recorrer con frecuencia los campos más remotos, restañando las heridas del pecado con el óleo de la gracia e iluminando los cerebros con la palabra de Dios. Hace muy poco tiempo bajó al sepulcro, en medio del sentimiento general de conocidos y extraños, el reverendo Padre Ceferino Crespo y García, caballero sin tacha, espejo de ministros de Cristo y orgullo muy legítimo de la feligresía de Urrao. Con esta desaparición se abrió un interrogante doloroso: se trataba de saber quien iría a llenar con decoro la vacante de una parroquia luengos años ilustrada con las virtudes y talento del hijo de Segovia. Pero acertado en sumo grado estuvo el Excelentísimo señor Obispo de la Diócesis cuando fijó su mirada escrutadora en la insinuada figura del Padre Honorio. Era éste precisamente el homo Dei que Urrao necesitaba para llevar adelante la obra civilizadora del Cura anterior. Quisiéramos tener palabras de fuego, caldeadas del más vivo sentimiento, para glorificar la labor constructiva del Padre Cossio en los pocos meses de trabajo incesante en esta parroquia como cura de almas. Desde el momento en que tomó posesión canónica del beneficio, pensó seriamente en ornamentar el templo, ya decorado, y embellecer el campo de los muertos. En el primero llevó a término la pavimentación rica y hermosa del presbiterio, ayudado eficazmente en la obra por la Asociación de Adoradoras del Santísimo. En el segundo ensanchó considerablemente la capacidad del cementerio, agregándole un predio adyacente en la parte delantera y levantando un poderoso muro de contención a la entrada, largo y esbelto, sobre el cual ha de lucir con el tiempo sus primores una verja de hierro con artística portada en el centro. Según dijimos atrás, el Padre Honorio realizó los deseos de su ilustre antecesor, colocando al frente del hospital de caridad a las abnegadas hijas del San Pedro Claver, las Hermanitas de los Pobres. Estas religiosas ejemplares, humildes y calladas, se sacrifican a diario en la semioscuridad de las salas donde sufren los enfermos, a quienes tratan con delicadeza cristiana, hasta el sacrificio personal. Y no se crea que trabajan con esperanza de lucro. Su ideal es la pobreza, su vocación es generosamente heroica, la recompensa no la buscan en la tierra. Hay que verlas por esas calles de Dios, tocando de puerta en puerta, en solicitud de una limosna para sus pobres, los enfermos, Y saber que se les paga con desprecio, quizás con ingratitud.... En estas labores se encontraba fervorosamente empeñado el Padre Honorio cuando lo sorprendió la muerte en plena juventud, a raíz de una delicadísima intervención quirúrgica, el 7 de septiembre de 1932. Tenía cuarenta y cuatro años de edad y fuerzas de sobra para laborar en la viña del señor.. El prematuro fallecimiento de este hermano nuestro nos sorprendió dolorosamente, porque fue modelo acabado de amigos fidelísimos, espejo de varones prudentes, sacerdote enamorado de las almas, celoso como ninguno por la gloria de Dios. La Sociedad de Mejora Públicas, el honorable Liceo Pedagógico, la Junta Obrera de Civismo y las diversas entidades representativas del Municipio en el campo religioso y civil, exteriorizaron bellamente el dolor de la sociedad urraeña, en sentidas y justísimas resoluciones, con ocasión de la muerte de este meritorio sacerdote. La parroquia en la actualidad En el día de hoy y por voluntad exclusiva del Excelentísimo señor Obispo de la Diócesis, nos encontramos al frente de este beneficio, bien penetrados por cierto del deber que nos incumbe como cura de almas. En febrero del año pasado nos hicimos cargo de la parroquia. Desde entonces hemos venido desarrollando, en lo posible, el hermoso programa del Apóstol de las Gentes: “Tu vero vigila; la omnibus labora. Opus fac Evangelistae”. Vigilancia continua del rebaño, predicación evangélica abundante, interés por la belleza del culto divino, mejoramiento y defensa de las clases obreras, moralización de costumbres, organización de la renta decimal, cumplimiento de las leyes eclesiásticas, consecución de ornamentos e imágenes, trabajo en las obras del cementerio, etc. Hé aquí el resumen de nuestras actividades en los quince meses que llevamos de permanencia en este valle feliz, verde como esmeralda, anchuroso y magnífico, soleado y lleno de luz, en cuyo territorio alientan 17.000 habitantes. Otros juzgarán imparcialmente nuestras actuaciones. Entretanto dejamos constancia de la voluntad que nos anima a favor del progreso moral, religioso y material de esta tierra. Sin miramientos humanos, sin distinción de personas, hemos llenado el deber. Y eso nos satisface ampliamente. Más hay que hacer justicia al mérito y reconocer el valor altísimo de la ayuda magnífica, desinteresada y positiva, que nos han prestado en el ministerio los presbíteros Luis López de Mesa y Víctor Gómez. El primero está en condiciones de exhibir, a pesar de su juventud, una hermosa hoja de servicios en pro de los intereses de la Iglesia. El tuvo la fortuna envidiable de laborar en días pasados bajo la sabia dirección del Padre Crespo, cuyos ojos cerró amorosamente el día de su muerte. Es un sacerdote modelo, incansable en el trabajo, abnegado y dinámico, inteligente y virtuoso. Como Síndico del hospital ha hecho maravillas y la gratitud social ha contraído con él una deuda impagable. Nosotros le profesamos singular aprecio a causa de sus bellas cualidades de amigo fidelísimo y festivo. La Diócesis de Antioquia tiene en el Padre López una rica esperanza. Otro tanto podemos decir del presbítero Víctor Gómez, ordenado hace apenas un año, en la flor de la edad, lleno de entusiasmo santo por las cosas divinas. Su primer campo de acción sacerdotal fue la risueña parroquia del Jardín, en donde supo captarse el aprecio de las gentes, debido a la bondad de su carácter y simpatía de su espíritu cultivado. Ahora trabaja entre nosotros en calidad de Coadjutor corista. El profundo sentido del arte divino lo acompaña doquiera. Es artista consumado en la música. Y le tiene amor al teclado, en cuya movible blancura juega con pasmosa agilidad. SACERDOTES URRAEÑOS Para cerrar con broche de oro la reseña histórica de esta parroquia, hemos dejado adrede para el fin, la noticia biográfica de los sacerdotes urraeños, hijos esclarecidos de este suelo fecundo. Los más bellos alientan todavía y son unidades valiosas en el clero antioqueño; otros han bajado al sepulcro cargados de merecimientos. De éstos ya hicimos la historia en páginas anteriores, como curas que fueron de su tierra natal. PRESBITERO JUAN BAUTISTA HERRERA En el hogar de don Salustiano Herrera y doña Ruperta Corina Montoya, bajo la tersa claridad del cielo urraeño, nació a la vida el 27 de enero de 1863 el distinguido sacerdote cuyo nombre encabeza estas líneas. Educado en la piedad sólidamente, los primeros años del niño Juan Bautista se deslizaron apacibles en la monotonía de la vida aldeana, junto al río nativo y a la sombra de la escuela local. Más adelante cambió el hogar paterno por los claustros silenciosos de la Universidad de Antioquia, en donde hizo sus estudios literarios, que cinco años después continuó en el Seminario de San Fernando. Allí depuso los arreos mundanos para vestir la negra sotana, que significa sacrificio; allí encendió con más anhelo al fanal luminoso de su clara inteligencia; allí forjó su voluntad procera para las lides de Cristo contra el mundo! Bajo las amplias arcadas de la famosa Catedral de Antioquia recibió pro fin los poderes sacerdotales, que colmaron sus anhelos. Aprestigiaba entonces la sede antioqueña el Ilustrísimo señor Juan Nepomuceno Rueda, de grata memoria. Ejerció el Padre Herrera sucesivamente en las poblaciones de Salgar, Betania y Caramanta, hasta que en 1896 fue nombrado Subdirector del Colegio Apostólico que funcionaba en Antioquia bajo la insigne dirección del presbítero Rafael S. Camargo. Más adelante, por viaje de este sacerdote a Europa, quedó encargado de la Rectoría el presbítero Herrera, en asocio del Excelentísimo señor Toro, Obispo actual de la Diócesis, que acababa de terminar sus estudios en Roma. Escritor elegante, castizo y erudito, el Padre Herrera dio claras muestras de sabiduría exquisita. Orador de alto vuelo, cautivó con su elocuencia admirable: la voz era sonora y la figura imponente. En los últimos años de su vida fue distinguido por el señor López de Mesa con la dignidad de Canónigo y Provisor de la Diócesis. Con ocasión de su muerte, ocurrida el 27 de julio de 1905, el Concejo Municipal de esta cabecera dictó el Acuerdo número 7, por el cual se honra la memoria del doctor Juan Bautista Herrera y se presenta a los vecinos del Distrito como ejemplo digno de imitarse. PRESBITERO EFREN MONTOYA A. Hijo de don Daniel Montoya y doña Juliana Arango, fue bautizado en esta parroquia en el año de 1877, por el entonces Cura presbítero Evaristo Uribe. Llamado por el Divino Sacerdote al santuario, estudió Humanidades y Ciencias Eclesiásticas en el Seminario diocesano, bajo la sabia tutela de maestros insignes. Uno de ellos fue el Reverendo Padre Teodoro Hamón, el primer sacerdote Eudista que llegó a Colombia, célebre por la ciencia y la virtud. El Excelentísimo señor López de Mesa confirió al Padre Montoya la orden sagrada del prebisterado en el año de 1903. Ya sacerdote, el nuevo levita se entregó de lleno a las labores del ministerio, que ha ejercido de manera admirable y ejemplar en su curato de Andes, parroquia en la cual lleva más de cinco lustros de labor incansable y progresista. Que lo diga el nuevo templo, de la ciudad-promesa, levantado en menos de seis años, todo de material y según planos de arquitectura moderna; que lo diga el cementerio, uno de los más artísticos y notables del suroeste, levantado al empuje de su brazo; que hablen las varias instituciones de aquella riquísima tierra, cuyos religiosos habitantes le profesan cariño, respeto y veneración. Aquí debemos dejar constancia que una Junta encabezada por el Padre Montoya e integrada por los principales vecinos de Urrao, firmó el 1° de enero de 1915 un compromiso para sostener el colegio de señoritas, que recibió el nombre de La Candelaria, y posteriormente fue subvencionado por los Tesoros Departamental y Municipal. También hizo construir por el renombrado artífice don Julián Roldán una primorosa custodia de plata, costeada por el pueblo. Con sobra de razón hizo la Revista Eclesiástica, con motivo de las bodas sacerdotales del Padre Montoya, el siguiente merecido elogio: “Andes ha sido el teatro constante del apostolado de este benemérito sacerdote y en él ha sabido desplegar, sin ruido ni jactancias, con esa seriedad y aplomo que le son característicos y de todos reconocidos, los recursos de su apostólico celo para salvar las almas de los que Dios le dio por hijos; y hoy al cabo de los veinticinco años de constante labor, le es dado contemplar, rebosante de la más íntima satisfacción, la obra de sus manos, el fruto abundante de sus desvelos y sacrificios o más bien, la obra de Dios por sus manos.” PRESBITERO JUAN BAUTISTA AGUIRRE Hijo legítimo de don Gregorio Aguirre y doña María Antonia Larrea, vio la primera luz este sacerdote abnegado el 23 de junio de 1888. Al día siguiente de su nacimiento recibió el bautismo en la iglesia de su pueblo natal de manos del presbítero Manuel Cesáreo Garcés. Comenzó los estudios literarios en el Seminario de Antioquia bajo el rectorado luminoso de los Reverendos Padres Lagnel y Tressel, el último de los cuales vive todavía en gloriosa ancianidad. Más tarde, cuando el Excelentísimo señor Crespo, actual Arzobispo de Popayán, ordenó la traslación del Seminario Mayor a Santa Rosa, el joven levita pasó también a la ciudad de la altiplanicie para verificar en ella los estudios de Teología y Cánones. Creada la Diócesis de Jericó, hubo de emprender un nuevo viaje para coronar en esta ciudad con lucimiento la carrera eclesiástica. Nosotros recordamos con cariño las lecciones de Gramática que recibimos de sus labios cuando éramos apenas alumnos de primer año. Y no podemos recordar sin ternura indecible aquel hermoso día (2 de diciembre de 1917), en que por vez primera, llenos de admiración y envidia santa, vimos las ceremonias no soñadas de la ordenación del Padre Aguirre, el primer sacerdote que recibió la unción sagrada en la Catedral de Jericó, nuestra tierra nativa! Betania, Jericó, Betulia, Cañasgordas, Concordia, y Valparaíso saben muy bien de su celo encendido y prudente como cura de almas, de su ciencia exquisita y profunda Teología y Cánones, de su amor al progreso verdadero en todos los ordenes, de su virtud acendrada y ejemplar. Es uno de los mejor preparados de la Diócesis. Actualmente labora en la parroquia de Caicedo. PRESBITERO JESUS MARIA RIVERA En la matrícula del clero de la Diócesis de Antioquia, correspondiente al año de 1918, encontramos el nombre de este hijo de Urrao, nacido el 22 de diciembre de 1892. Don Federico Rivera y doña Elisa Rivas fueron sus genitores piadosos. Entendemos que recibió el sacerdocio en Santa Rosa de Osos, en compañía del Padre Honorio Cossio, su paisano y dilecto compañero de estudios. Trabajó largos años en la ciudad de Antioquia, y más tarde en el curato de Buriticá, distinguiéndose siempre por la bondad de su carácter, la pureza de sus costumbres, la piedad de su alma y el amor por la gloria de Dios. Actualmente trabaja con eficiencia y abnegación en la Diócesis de Santa Rosa. PRESBITERO JOAQUIN ELADIO VARGAS El más joven de los sacerdotes urraeños, es miembro de una familia patriarcal, en donde siempre se le ha tributado culto al trabajo y la virtud. Bautizado el 1° de mayo de 1898, su niñez se deslizó tranquila y apacible en medio de la vida rural, junto al amor de sus padres, como bello preludio de una existencia pura y ejemplar. Verificados los primeros estudios en su tierra nativa, ingresó después en el Seminario Menor de San Pedro, en donde dio pruebas de su clara inteligencia y marcada inclinación al sacerdocio. Más adelante, como perteneciera a la recién fundada Diócesis de Jericó, hubo de continuar sus estudios de Teología y Derecho Canónico en la ciudad del mismo nombre, bajo la dirección de los Reverendos Padres Buffet y Gastón, sabios catedráticos franceses. Allí tuvimos el gusto de hacerle compañía por largo tiempo hasta 1925, año en el cual recibió la unción sacerdotal. Primero Coadjutor en Urrao y en la parroquia de Andes, fue nombrado después primer Cura de Palermo, en donde trabajó incansablemente para organizar sobre bases estables la nueva feligresía. El Carmen de Atrato sabe mucho de sus desvelos por el bien moral en todos los sectores. Actualmente desempeña el curato de Buriticá, y es verdaderamente estimado por la generalidad de las gentes, que miran en su persona sagrada al sacerdote ilustrado, elocuente, laborioso, enérgico y emprendedor. ____ Religiosos urraeños. Son falange numerosa y brillante los hijos de Urrao que han abrazado la vida religiosa en la paz de los claustros conventuales o en el movimiento ordenado de la caridad cristiana en los hospitales y colegios. Ellos constituyen la corona más preciosa de esta ciudad cristiana, semillero fecundo de seres escogidos. Vamos a insertar a continuación los nombres de todos ellos; y tendremos el cuidado de expresar el Instituto, Orden o Congregación religiosa a que pertenecen: Hermanos de las Escuelas Cristianas: José de Jesús Restrepo V., Antonio Arroyave, Jesús María Restrepo R. y Antonio José Montoya. Seminario de Jericó: Guillermo Trujillo U. Y Luis Vélez E. Hermanitas de los Pobres: Delfalina Durán, Ascención Arroyave, María Dolores Higuita y Lucila Giraldo. Religiosas Visitandinas: Ana Eva Durango, Francisca y María Teresa Vélez. Hermanas de la Presentación: Carmen Rosa Cartagena, María Mercedes Vélez; Sara Matilde Restrepo, Mercedes Angarita, Rosana Restrepo y Elena Durán. Religiosas Teresitas: Rosa Trujillo. Clarisas: Lía Arroyave. Terciarias Capuchinas: Ana Arroyave, Honorata Restrepo, Margarita Herrera, María Restrepo Gallo, Mercedes Arcila, Elena Arroyave, María Teresa Restrepo, Clara Rosa Higuita, Domitila Restrepo y Leticia White. CONCLUSION Hemos trazado a grandes rasgos la historia eclesiástica de Urrao en los ciento treinta y tres largos años que lleva de existencia. Hemos sacado del olvido muchas figuras importantes de sacerdotes abnegados, que fueron propulsores del adelanto moral y material de esta tierra. Y sobre todo, hemos tejido la apología de los varones meritorios que labraron con paciencia benedictina la base en que descansa la prosperidad moderna de este conglomerado social: la Religión. RAFAEL J. FERNANDEZ. Presbítero. ______ Gobierno Eclesiástico – Antioquia, 1° de mayo de 1934. Puede publicarse. EUGENIO SARRAZOLA, Presbítero, Provicario General. LA CARRETERA DE BOLOMBOLO A SOLANO (Dedico estos recorderis y reflexiones a los señores Ministros de Obras Públicas, de la Guerra y de Agricultura y Comercio de la Administración del Presidente Alfonso López). I DE LA MANERA ABSURDA COMO SUELEN LOS POLITICOS RESOLVER LOS GRANDES Y LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS NACIONALES Hace muchos años que algunos hombres de visión en Antioquia vienen proclamando como una de las necesidades del Departamento su vinculación a los de Caldas y el Valle por medio de una vía moderna. Hace unos quince años se resolvió –con la cordura que predominaba entonces en los dirigentes del progreso de Antioquia- que esa vía debía ser el ferrocarril troncal de Occidente en su trayecto de Cartago a Bolombolo, completada con el ramal que de este último lugar conduce a la capital del Departamento, ya construido, y por cierto con un costo tan exagerado, que esa obra es considerada por muchos como una de las tumbas de las finanzas antioqueñas. Conviene recordar que desde entonces y a medida que los años pasaban y la idea iba entrando como buena en la opinión pública, aparecieron los “enemigos” de la troncal de Occidente. Los hombres de negocios en Antioquia se opusieron a él, porque construido, se les iba a ir el café por Buenaventura, y privados de la explotación de la principal industria antioqueña se iban a quedar en el aire. Los dirigentes de Manizales y los periodistas gritaron a voz de cuello que la ruta del troncal tenía que pasar por esa ciudad, y amenazaron que irían en masa a arrancar los rieles si no se les atendía, mientras que los invencibles caleños, ayudados eficazmente por los dirigentes de Bogotá, proclamaron que la vía “redentora” para el país es el ferrocarril Zarzal-Armenia-Ibagué, opinión que todavía sostienen algunos y que adelantaron en la Convención descentralizadora de Cali en febrero de este año. Derrotados así los partidarios de la gran vía férrea, única que en el país se puede construir con características de verdadera troncal, fue necesario pensar en realizar la vinculación interdepartamental por medio de carreteras, aprovechando en lo posible las vías férreas construidas o en construcción. La carretera de La Virginia a Bolombolo, pasando por los dos centros importantes, que son Riosucio y Andes, capitales de dos regiones ricas y en pleno desarrollo agrícola, especialmente para la producción de café, fue la vía escogida, por tener ya construidos trayectos importantes de La Virginia hacia Ríosucio y de Bolombolo hacia Andes. En el plan general de carreteras nacionales presentado a la consideración del Congreso de la República por el Consejo Nacional de Vías, no podía menos de quedar incluida una carretera de “Cartago a Medellín, por Ríosucio”, debiéndose estudiar posteriormente si convenía más seguir a La Pintada y Santa Bárbara o empatar con la carretera de Andes a Bolombolo, ya construida en ese entonces. Cuando a mediados del año pasado celebró la ciudad de Ríosucio, con justo regocijo, la terminación de la carretera a La Virginia, que pone a la ciudad en comunicación con las redes de Caldas y El Valle, hube de comentar ese magno acontecimiento regional en un artículo publicado en El Espectador, al que pertenece el siguiente párrafo: “Afortunadamente los pueblos se han ido convenciendo de que las soluciones que a los problemas dan los políticos con el pensamiento puesto en la próxima elección, y no en la próxima generación, son generalmente desacertadas, y han ido aprendiendo igualmente a conocer sus verdaderas conveniencias. El caso de la carretera de Ríosucio está allí como prueba del bulto de la verdad del concepto anterior: fue incluida como recomendación especial en el plan primitivo de carreteras nacionales que presentó el Consejo de Vías al Congreso; apresurándose entonces los Representantes de Caldas y Antioquia a modificar dicho plan para suprimir en él esa carretera e incluir en cambio la de Cartago a Medellín por Manizales y Sonsón, cometiendo el manifiesto error de preferir una región de atormentadísima topografía a la más bella comarca productora de café que tiene el país, cual es la formada por el occidente de Caldas y el suroeste de Antioquia. Hoy vemos, con justificado regocijo, que en plena crisis y en una penuria fiscal que en ocasiones ha rayado en la miseria, la vía que la ley no adoptó está para terminarse mediante un pequeño esfuerzo, en tanto que la enrevesada vía legal, nacida de los cambalaches parlamentarios, continuará durante muchísimos años simplemente escrita en la mitológica Ley 88 de 1931. Sea esta la ocasión de afirmar que la opinión pública del Departamento de Caldas considera como un magno error económico la construcción de la carretera de Manizales al Magdalena, que le va a costar a la Nación por lo menos dos millones de pesos, sin que con ella gane nada la economía departamental.” Básteme esos dos ejemplos para mostrar lo perniciosa que es en nuestro país la labor de los políticos en lo que se relaciona con las obras del progreso, del país cual es la carretera de Bolombolo al Pacífico, no haya sido incluida en la Ley 88 citada. II DE CÓMO BOLOMBOLO ESTA PROXIMO A SER UN CENTRO DE EXCEPCIONAL IMPORTANCIA EN LO QUE SE REFIERE A LOS TRANSPORTES COMERCIALES Circunstancias diversas que es innecesario detallar aquí han obligado a desechar la primera idea de hacer la vinculación interdepartamental por medio del trayecto de carretera Ríosucio-Andes- única solución de continuidad entre La Virginia y Bolombolo- y se ha preferido el de Ríosucio a Valparaíso (52 kilómetros) para completar esa comunicación según se decidió en la conferencia de Caramanta, que tuvo lugar en los últimos días de marzo del presente año. Una vez construido ese corto trayecto –Fifty and fifty entre los Departamentos de Antioquia y Caldas- lo que será en el término de meses, quedará establecida la vinculación comercial en La Pintada (estación Alejandro López del ferrocarril troncal), pero las redes de la carretera de Caldas y el Valle quedarán aún sin comunicación con la ya extensa red antioqueña, pues habrá la solución de continuidad entre La Pintada y Santa Bárbara. Bolombolo, en comunicación así con ferrocarril y carreteras con los Departamentos de Caldas y el Valle al través de regiones de gran porvenir agrícola (Municipios de Valparaíso, Caramanta, Supía, Ríosucio, Anserma y el valle de Risaralda la gran reserva agrícola de Caldas); con Medellín por el ferrocarril y con los Municipios del sur y del suroeste de Antioquia que forman la región cafetera de ese Departamento, queda convertido en un centro de primer orden en lo que se refiere a los transportes comerciales. Veamos por qué. Tocóle en lote al pueblo antioqueño tierras de fertilidad agotada por los bárbaros sistemas de cultivo; en la ímproba y en ocasiones dolorosa explotación agrícola de la mayor parte de esas tierras se consume el trabajo integro del sufrido campesinado de Antioquia sin que reste nada cuyo producto pueda aplicarse al mejorestar y al levantamiento del ínfimo standard de vida de esos colombianos infinitamente meritorios. Que lleven vida estacionaria y miserable las poblaciones diseminadas en las llanuras de este país, porque carecen de tierras para trabajar o porque no saben hacerlo y viven de industrias primitivas y precarias, puede aceptarse como un hecho de sociología que depende de las condiciones de vida de nuestro país; pero que viva muriendo, sin que el trabajo le alcance más que para un precario sustento, un pueblo tan laborioso y tenaz en la labor como es el pueblo antioqueño es una enorme injusticia social, que corresponde al Estado corregir valiéndose de los numerosos medios que tiene para ello. Facilitar la exportación del trabajo antioqueño en la forma de los productos manufacturados de sus industrias, es el principal de esos medios, y su aplicación exige que se le resuelva a aquel pueblo el problema primordial de todos los pueblos, que es el de la alimentación adecuada y barata. Desde este punto de vista la comunicación del Departamento con los vecinos del sur no podrá menos que traer a la vuelta de pocos años una gran transformación en la vida del pueblo antioqueño. Tres artículos alimenticios, cuya producción con métodos modernos de agricultura podría aumentar ilimitadamente en las tierras del Valle, a saber, el maíz, el arroz y el azúcar (o panela) hallarán mercado seguro en Antioquia cuando las vías modernas permitan los transportes con fletes baratos. Calculando el consumo de azúcar (o panela) en 80 libras por persona y por año y suponiendo que solamente el 50 por 100 de ese artículo llegue de los Departamentos del Sur, en números redondos se tendría para el millón de habitantes en Antioquia 20.000 toneladas anuales. Cálculo semejantes hechos para los otros dos artículos mencionados conducen a cifras de ese mismo orden para cada uno de ellos. A esas cifras, calculadas por lo bajo, precisa agregar las que se refieren a muchos otros artículos y a los que se producen en el Departamento en la región del sur, exportables hacia Medellín, centro natural de distribución y consumo, que en su mayor parte han de pasar por Bolombolo. A su turno las industrias agrícolas y alimenticias de Caldas y el Valle exigirán para su desarrollo los productos de las industrias extractivas y manufactureras de Antioquia (tela y tejidos diversos, empaques de todo género, “implementos” para la agricultura, como motores y otras máquinas, productos químicos y farmacéuticos, abonos, etc.) He dejado intencionalmente, aparte el café, artículo que hoy día representa un volumen de carga de cerca de 40.000 toneladas anuales para la producción antioqueña. Para llamar la atención sobre otra circunstancia de singular importancia relativa a Bolombolo como centro de transportes, conviene aquí definir y aclarar (con perdón de los entendidos) la extensión que se ha hecho del concepto físico del centro de gravedad en el estudio del transporte en una región determinada. Tomando el café como ejemplo, supongamos que para cada centro de producción se multiplique la cantidad de café por lo que cuesta su transporte a Medellín; sumando esos productos relativos a cada centro, se obtendrá una cantidad A; pero si no se toma a Medellín como punto terminal de los transportes, sino a Fredonia, por ejemplo, la cantidad B obtenida será menor que A. Habrá un punto terminal de los transportes para el cual esa cantidad es mínima, y ese punto es lo que se llama centro de gravedad de la producción cafetera. Para la de Antioquia, Bolombolo es ese centro, lo que equivale a decir, en otros términos, que Bolombolo es el lugar donde podría reunirse todo el café de Antioquia con un costo mínimo de fletes. Al hacer un estudio de los y transportes de ese grano hacia el exterior, es lo acertado tomar como punto de partida de ellos el centro de gravedad de la producción, en este caso importante lugar geográfico tantas veces mencionado. III DE CÓMO URRAO POSEE ELEMENTOS QUE LO CAPACITAN PARA CONTRIBUIR EN GRAN MEDIDA A LA RECONSTRUCCION ECONOMICA Y AL PROGRESO DE ANTIOQUIA Empeñados los dirigentes de Antioquia –en un momento de extraordinaria aberración, e impulsados por un extravagante deformación de las nociones y los conceptos que llevan a la opinión pública a no concebir otra forma de progreso que la que se manifiesta en la de las vías públicas y que le cuesta ya muchísimos millones de pesos a la economía de este país- empeñados, digo, en arruinar la economía antioqueña con el grande error de la construcción carretera al mar por tierras de Urabá, obra justamente calificada de mitológica por el doctor Carlos E. Restrepo y tenida generalmente como otra de las tumbas de las finanzas antioqueñas, olvidáronse por completo del extenso y rico Municipio de Urrao, sin duda el de mejor porvenir en el departamento por los auténticos elementos de riqueza que posee, cuyas regiones altas, bañadas por esos ríos de ensueño que son el Penderisco, el Pavón y el Urrao, constituyen una Arcadia antioqueña donde la dulzura del vivir invitó en remotos tiempos al viejo Cronos a detenerse en aquellos lugares y a deleitarse contemplando tantas maravillas... Por eso la bella Urrao deja correr los años al margen de la vida sin inquietarse por nada... Pero puesto en marcha el gran creador y destructor de “todo cuanto Dios en su bondad nos da,” los habitantes de la hermosa ciudad, unida de altísimo valor social en el concierto antioqueño- y en el nacional- desean, con la fuerza irresistible que les da su potente vitalidad y el sinnúmero de elementos de riqueza que posee el extenso Municipio, reclamar su parte en la tarea de la reconstrucción económica de su Departamento, ya que nada les tocó en los felices tiempos de las vacas gordas. Lo primero es vincular la cabecera del Municipio con Bolombolo, en la gran vía de los transportes de Antioquia, por medio de la carretera que permitiendo transportes baratos traerá el desarrollo agrícola de la región, creando la riqueza de los habitantes y contribuyendo en gran escala al engrandecimiento de Antioquia. La Administración del Capitán Julián Uribe Gaviria es la primera que ha puesto su empeño en la realización de esta obra, que no tardará en verse concluida, ya que los terrenos que cruza la vía prestan en una grande extensión admirable facilidad para ello. (No entiendo los motivos que puedan tener los que se empeñan a última hora en hacer la salida de Urrao por Anzá, en busca del trayecto del ferrocarril desierto que en un momento de ambición presidencial ordenó construir precipitadamente el doctor Laureano Gómez, el más fatal de cuantos Ministros de Obras Públicas han sido en este país, donde tanto han abundado los Ministros ineptos: los de ese empeño deben de ser enemigos de la carretera a Bolombolo y desean que dispersándose los escasos fondos disponibles no se construya ninguna de las dos). La historia de las naciones ofrece un hecho notable a la meditación de los pueblos modernos: aquellos que supieron adquirir por la razón o por la fuerza tierras propias para la producción de cereales destinados a la alimentación de la población, prosperaron, y los que no, fenecieron en medio de las calamidades que trae consigo el hambre. Naturalmente el inmenso progreso que hoy día han alcanzado las vías de comunicación quita mucho de su fuerza a ese principio de gobierno y prosperidad de los pueblos, pero se me antoja que para uno que, cual el antioqueño, vive encerrado entre altas murallas de granito infranqueables por vías de transportes verdaderamente económicos, el principio señalado es aplicable con todo su rigor histórico. A él se puede agregar otro hecho que señala la sociología en relación con el progreso y la vida de los pueblos, y especialmente aplicable al caso del pueblo antioqueño; el maíz ha constituido en estos países de América la principal base de alimentación de las poblaciones primitivas o de civilización incipiente, pero a medida que ésta avanza en el tiempo y en el espacio, como sucedió con los conquistadores de Norte América, se va relegando ese artículo a la alimentación de los animales domésticos y reemplazándolo por el trigo y demás cereales congéneres en la alimentación humana. Me permito señalar desde estas páginas el futuro Ministro de Agricultura y Comercio los ubérrimos campos que ofrece el Municipio de Urrao para iniciar en Antioquia la obra de estadista sugerida en el párrafo precedente: impulsar y facilitar el progreso de aquel pueblo mejorando su standard alimenticio mediante el cambio de su base actual de sustento por las que forman la alimentación de los pueblos civilizados. Bastaría fundar y dotar de técnicos verdaderos (no doctores) una granja de experimentación para la alimentación a esos climas de aquellas variedades de cereales cuyo cultivo podría reemplazar con grandes ventajas económicas los pastos destinados a la cría ganadera. La selección de éstos para obtener tipos especiales de producción lechera y mantequillera y el aprendizaje del cultivo de frutales que convertirán al Municipio en una pequeña California productora del valiosos artículo de exportación hacia los centros de consumo, constituyen otros dos campos de segura y fecunda experimentación en la granja que se fundara. Los métodos modernos de agricultura serían aplicables en aquellos campos que poseen las condiciones requeridas para ello, y porque la carretera a Bolombolo permitiría la introducción económica de todos los artefactos que esa industria requiere. IV DE CÓMO LA CARRETERA DE URRAO A LA BAHIA DE SOLANO EN EL PACIFICO SALVARIA PARA LA ECONOMIA DE ANTIOQUIA UN MILLON DE PESOS ANUALES EN EL SOLO TRANSPORTE DEL CAFE El desarrollo de la vida económica del Municipio de Urrao alcanzará proporciones no imaginadas cuando la carretera que unirá la cabecera municipal con el mar Pacífico sea una realidad. Y lo será, porque es éste un caso en que “la fuerza de las cosas” tarde o temprano acaba por imponerse. En una época anterior al establecimiento de la industria del café, cuando movido por necesidades vitales el pueblo antioqueño hubo de “abrirse” hacia todos los puntos cardinales en busca de mejores tierras, se hicieron dos intentos de conquista y colonización de las tierras de Urabá y las del valle del Atrato. El primero fue oficial y dirigido por el gran gobernante de Antioquia que fue el General Marceliano Vélez. Los expedicionarios que fueron a abrir y a construir el “camino de occidente”, como se le llamó entonces, hallaron en el del río Cañasgordas un valle de relativa fertilidad, y allí fundaron una población cuyo sólo nombre indica aquella propiedad de las tierras ocupadas, pero de ahí no pasaron. Para abrir un camino de Urrao al Atrato se formó una sociedad privada, que abrió el camino que partiendo de Urrao desciende a las vegas del río Arquía y a lo largo de éstas que llega al “si navegable Atrato” en la desembocadura de aquel río. Cuando hace años estallaron las aspiraciones incontenibles del pueblo antioqueño de comunicarse directamente con el mar, los que entonces pensamos que era colosal error construir una carretera de 408 kilómetros cruzando dos formidables montañas para salir a un turbio mar de tres pies de fondo y que en el imposible caso que diera resultados económicos no haría otra cosa que mermarle la carga al ferrocarril, que por sí solo había reducido de veinte días a menos de ocho la distancia en tiempo de Medellín al mar, propusimos que puesto que la aspiración era incontenible se adoptara para salir a dos mares la ruta de Urrao y la transformación en carreteable del camino mencionado. Los caimacanes de los negocios de Medellín se taparon con cemento los oídos para no oír las voces de la cordura sino las de sus propios intereses, y hubimos de esperar la consumación de la ruina de la economía antioqueña y que el correr de los años nos diera toda la razón. Pero en los últimos tiempos Urrao ha comprendido que en no lejano día el rodar de las ruedas acercará progidiosamente la ciudad al centro del Departamento y que una vez terminada la carretera de Bolombolo a Urrao por las fuerzas de las cosas se hace necesario atender a la rápida y barata salida de la ciudad al Atrato y al Pacífico. Permítaseme reproducir nuevamente aquí en el admirable párrafo que escribió el doctor Antonio José Restrepo sobre este tema. Dice así, al explicar porqué don Francisco Antonio Zea omitió la descripción de Antioquia en su grande obra Colombia. “Pudiera creerse que Zea olvidara adrede su lar nativo. Pero no es así. En el método de la obra no cabía explayarse en una Provincia del interior, que hoy mismo es casi un secreto hasta para sus hijos, mientras no se salgan a buscar el mar, por su actual territorio de Urabá y por el sí navegable río Atrato. Antioquia, buscando su comunicación con el mundo civilizado por el ciego río Magdalena, es otro ciego estúpido buscando salirse de una cárcel rompiendo con la cabeza un murallón de calicanto. Y teniendo riberas del más bello mar del globo, que la convidan a enseñorearse de ellas, a fundar puerto y aduanas propias, a saber montar barcos y a dominar las olas, que hablan todas las lenguas. Hijos de Zea, ¿Cuándo será posible dar de vuestra tierra en entredicho una descripción exacta? Sobre todo los de la banda occidental del río Cauca antioqueño, desde Santafé de Antioquia hasta Nueva Caramanta y Taizá, merecemos que jamás se acuerde de nosotros la civilización, Dios ni el diablo, mientras no rompamos con caminos expeditos los miserables Farallones de Citará, y, por todos los afluentes navegables del imponderable Atrato, salgamos a ese mar undoso, a cinco días de Nueva York, y por vehículos baratos. Sembrar café en Concordia, Jericó, Andes y Támesis para sacarlo por Puerto Berrío al atroz Magdalena, y pagar luego desembarcos y reembarcos, ferrocarrilillo y muelle, comisiones y contracomisiones; hacer eso un pueblo que se precia de vivo y calculador, es un absurdo tan grande y piramidal, que bien merece, quien lo comete y lo sufre, que Zea no lo describiera por no perder su tiempo. ¿Quién había de verlo ni cuándo había de conquistar un renglón en la historia, allá, dentro del país, embotellado, emparedado, como Prometeo en su roca, sin querer buscar el mar que le lime sus cadenas?” Conviene demostrar que lo anterior no es pura literatura del grande escritor antioqueño. Cuando los ingenieros decimos que los transportes por vías construidas cruzando altas montañas no son económicos, se cree generalmente que ello depende de lo costoso de la construcción de tales vías. Si evidentemente ese es uno de los factores importantes puesto que el costo real de los transportes debe comprender intereses y amortización del capital invertido en la construcción de la vía, el principal en el caso de los transportes en las vías de montaña es el de la altura, que es preciso vencer, pues ella exige un aumento en la cantidad de trabajo físico ejecutado por el motor mediante un mayor consumo de energía, que cuesta dinero, y no poco. La distancia es importante en la construcción de la vía, pero en la explotación prima la altura por vencer. En los transportes por camión se puede admitir que a cada 100 metros verticales por subir corresponde un gasto de energía suficiente para hacer un recorrido de treinta kilómetros a nivel. Antes dije que al estudiar los transportes del café producido en Antioquia lo acertado es como tomar como punto de partida el centro de gravedad de a producción cafetera, es decir, Bolombolo. La salida por Puerto Berrío al “atroz Magdalena” implica el transporte por una línea férrea de cerca de 300 kilómetros de longitud que franquea una alta montaña para entrar al valle del Aburrá, desciende luego del clima ardiente del Porce para franquear la cordillera central en La Quiebra. De Puerto Berrío a Barranquilla hay más de 800 kilómetros de navegación y queda todavía el otro ferrocarrilillo para llegar al puerto de mar. Con los acarreos de las estaciones a las trilladoras e inversamente, con los desembarcos, las comisiones y las contracomisiones, impuestos de navegación y servicio de muelle, etc., no es extraño que salga costando entre 40 y 50 pesos la exportación del café por Puerto Berrío hasta ponerlo a bordo del barco marítimo. En cambio la salida por Urrao presenta circunstancias geográficas que la favorecen en grado eminente. Tal la de ser por allí precisamente menor la distancia entre los ríos Cauca y Atrato (con trazado de carretera, naturalmente). Tal la de presentar la cordillera occidental entre las poblaciones de Betulia y Urrao, una depresión tan favorable para una gran vía que solamente es apenas un poco más baja la de la Cumbre en la línea de Cali a Buenaventura, en términos que el trazado de la carretera ha podido salir por allí con pendientes máximas de dos por ciento. Tal también la de poderse descender con el trazado de carretera a las vegas del río Arquía –que corre de oriente a occidente- que presentan terrenos de admirable solidez para la construcción y exigen un reducido número de obras de arte. Todavía más favorable es la ruta de Bocas de Arquía hacia el occidente: sigue la margen izquierda del río Tagachi y después un lomo divisorio de aguas que corre de oriente a occidente hasta llegar a la margen del río Jellita, que desemboca en el Jella a corta distancia del lugar donde éste rinde su cristalino tributo al mar en la ensenada de su nombre en la bahía de Solano. La carretera de Bolombolo a Solano cruzará en Bocas de Arquía el río Atrato, siempre navegable, estableciéndose así la comunicación con el puerto fluvial de Cartagena, con Sautatá y con Coveñas. Se pueden hacer en números redondos los siguientes cálculos: el costo de la sacada del café a puerto de mar por Puerto Berrío, incluyendo todas las adehalas que comporta la sacada por allí, poniendo solamente a $40.000 tonelada, asciende para las 40.000 toneladas a $1.600.000. Abierta la salida a Solano se debe suponer que el 90 por 100 del fruto tomará esa ruta, es decir, 36.000 toneladas anualmente. Carreteras del 2 por 100 de pendiente son carreteras de cinco centavos por tonelada y por kilómetro, y bastante menos en los trayectos de llanura, los cuales son bastantes extensos en la carretera de Bolombolo a Solano (vegas del Penderisco, las del Arquía, del Tagachi y el Jellita). Si son 240 kilómetros daría por el solo flete por tonelada $12, y agregando $4 por tonelada para la conservación de la carretera y el renuevo del equipo de camiones, se obtienen para el costo total del tonelaje dicho, $576.000. A esta economía neta de casi un millón de pesos en el solo transporte del café cuando esté abierta la carretera de Bolombolo a Solano, debe sumarse la ventaja de la rapidez del transporte desde los almacenes en el centro del beneficio del fruto hasta el bordo de los barcos que han de llevarlo a los centros de consumo, en términos que queda suprimida la construcción de grandes bodegas en el puerto marítimo por lo que respecta al café. Otrosí. Las pérdidas que comporta la larga navegación por el atroz Magdalena, y que bien lo saben los exportadores del grano, que no son despreciables, quedan totalmente suprimidas en la salida por Solano. Lo anterior es aplicable con mayor rigor a las mercancías que entren por el nuevo puerto marítimo hacia el centro de Antioquia. V DE CÓMO SI ANTIOQUIA NO CONSTRUYE LA CARRETERA DE URRAO A SOLANO DENTRO DE POCOS AÑOS PERDERA EN FAVOR DEL FERROCARRIL DEL PACIFICO EL RENGLON INDUSTRIAL DE LOS TRANSPORTES DE SU CAFE Porque dentro de pocos años va a quedar terminado el trayecto del ferrocarril troncal de Occidente, comprendido entre Bolombolo y La Virginia, que pondrá al primero de estos lugares en comunicación directa con Buenaventura, y como el costo por fletes por esa vía será apenas de unas dos terceras partes de los que vale por la de Puerto Berrío, no parece que sea posible defenderse de las bajas tarifas del Ferrocarril del Pacífico, extendidas a la explotación desde Bolombolo, por medio de tarifas diferenciales, de tan estrecha margen a la explotación del ferrocarril de Antioquia, por las duras especificaciones de esa vía, y el café irá a buscar el puerto del Pacífico, porque esa tercera parte en la diferencia del costo de fletes representa medio millón de pesos por año. Y esto no es porque sí, sino por la gran diferencia entre las especificaciones técnicas de una y otra vías. El ferrocarril de Antioquia es una línea de montaña que de Bolombolo a Puerto Berrío franquea grandes alturas, imposible de explotar con tarifas reducidas, mientras que si es verdad que el recorrido férreo de Bolombolo a Buenaventura es mucho mayor que el otro, el sector Bolombolo –Cali será una línea de llanura de magníficas especificaciones para el arrastre de grandes trenes que permitirán tarifas de dos y medio centavos o tres por tonelada y por kilómetro. Tampoco debe olvidarse en este caso la ventaja de la seguridad en los transportes por ferrocarril desde el centro de almacenaje (Bolombolo) hasta las bodegas de puerto marítimo, que eliminan completamente las pérdidas ocasionadas por la lenta e insegura navegación del papá Magdalena. A lo anterior puede objetarse que la deferencia de precio que corresponde en los mercados del café a las marcas antioqueñas y caldenses favorece y asegura el transporte del antioqueño por Puerto Berrío, y no hay por qué temer en el futuro Antioquia pierda el renglón industrial de los transportes del café producido en su territorio. En primer lugar debe admitirse que no hay una diferencia real entre las calidades de los cafés de Antioquia y Caldas, y la prueba de ello está en que las mejoras introducidas en la preparación de las marcas “Manizales” y “Armenia” ha disminuido progresivamente hasta ser hoy de medio centavo por libra nada más la diferencia de precio con las marcas “Medellín” y se recordará que tal diferencia era hace algunos años de dos centavos por libra. En segundo lugar, admitiendo las cifras de exportación supuestas precedentemente, la diferencia de medio centavo por libra representaría para el café antioqueño, si saliera por Buenaventura con marcas caldenses, una pérdida de $360.000 anuales, cifra muy inferior a la diferencia en los costos de la exportación por una u otra de las vías en referencia. Además, en tercer lugar, no hay ley o decreto del Gobierno Nacional que prohíba la exportación de las marcas antioqueñas por el Pacífico. Creo haber expuesto, con claridad, la razón del título del presente capítulo, pero deseo, a riesgo de agotar la benevolencia del lector, que ha tenido la de leerme hasta aquí, estudiar las objeciones del otro orden que puedan presentarse a la carretera de Urrao al Pacífico. Pude decírseme: “está muy bien lo que usted dice sobre la carretera de Bolombolo a Urrao, porque evidentemente ella acercará esa rica región a la capital del Departamento, y su desarrollo agrícola traerá un gran beneficio a la riqueza pública de Antioquia, y tan nada nuevo dice usted en ese particular, que ya el Departamento está construyendo la carretera. Le admitimos también, con grandes reservas, naturalmente, sus fantasías sobre que el desarrollo agrícola del Municipio de Urrao traerá, con el correr de los años, el reemplazo de nuestras tradicionales arepas y mazamorra, diz que por la alimentación de los pueblos civilizados, en lo cual se ve que usted ha estado en tierra ajena, ha comido jamón y carne cruda, y nos viene a pregonar de la papa y el trigo la excelencia.... Pero alto, en Urrao, señor nuestro, ni un barretonazo admitimos en construcción de carreteras hacia el Pacífico... y van nuestras razones: “Primera y principal: Es una orientación erradísima pretender que en estos tiempos de inusitada penuria en los Fiscos Nacional y Departamental se emprenda la construcción de una carretera al través de las selvas del Chocó, no importa que vaya directamente al más bello mar del globo y el mejor puerto natural que el país posee en las costas del Pacífico, e indirectamente a nuestro propio mar, siguiendo las corrientes perezosas del undoso Atrato, carretera que vendría a quitarle al ferrocarril de Antioquia su principal renglón de carga de exportación, como evidentemente se lo quitaría a la capital del Departamento el renglón del beneficio y comercio del café, y por consiguiente el trabajo en las trilladoras a un sinnúmero de familias obreras, y si como usted mismo lo dice, la exportación de ese fruto cuesta anualmente $160.000 suponiendo que el pico de los $600.000 corresponda a “comisiones y contracomisiones, ferrocarrilillo y muelle” y en general a gastos hechos fuera de Antioquia, el millón de pesos restante, si la exportación del café se hiciera por su famosa carretera de Urrao al Pacífico, dejaría de darle vida a algunos millares de familias antioqueñas. “Segunda: No es posible pensar en el abandono de la obra redentora de Antioquia, en la cual el pueblo de la dura cerviz ha puesto todo su entusiasmo, nuestra gran carretera al mar, anhelo y supremo fin de una incontenible de ese pueblo, la que pondrá su capital en comunicación directa con nuestro propio mar, que nos permitirá fundar puerto y aduanas propios, enseñorearnos de aquellas riberas, aprender a andar en barco y dominar las olas, que hablan todas las lenguas. Y si nuestro mar resultare poco profundo, lo ahondaremos, y si la naturaleza y la geografía se oponen a nuestro designio, nosotros lucharemos contra la naturaleza, y enviaremos de paseo a la geografía. No faltaba más. Qué representan para la energía de nuestro pueblo los miserables 408 kilómetros de distancia que hay entre Medellín y Necoclí? Porque la nunca bien ponderada Administración del General Berrío gastó apenas ocho millones de pesos en la construcción de los cien kilómetros que hay entre Medellín y Santafé de Antioquia vamos nosotros a abandonar nuestra carretera, precisamente cuando por el endoso que logramos hacer de ella a la Nación, ésta está obligada a prolongárnosla gratuitamente hasta Dabeiba, y sabe Dios si por un nuevo endoso logremos asegurar la construcción hasta Necoclí? No debe olvidarse que ya están hechas las partes más difíciles, como son el descenso del Boquerón al Cauca, la subida de Antioquia al Boquerón del Toyo, y la bajada a Cañasgordas, en total 160 kilómetros y que los 248 restantes son de construcción “piladísima”, lo mismo que el acondicionamiento de nuestro puerto propio, que no vale sino tres millones de pesos”. VI DE LAS RAZONES QUE EXISTEN PARA NO CONSIDERAR COMO “ORIENTACION ERRADISIMA” LA SOLICITUD QUE URRAO LE HACE AL PUEBLO ANTIOQUEÑO PARA QUE SALGA A DOS MARES EN LUGAR DE UNO POR EL TERRITORIO DE ESE MUNICIPIO No puede ser orientación erradísima la que desde hace varios lustros vienen preconizando ilustres antioqueños; la que impulso a un grupo de meritorios ciudadanos a darle realidad a su aspiración en la modesta forma de un camino de herradura en tiempos en que aún no había nacido en Colombia la industria del café y destinado casi exclusivamente a establecer relaciones comerciales con los habitantes del Chocó; la que traerá como primera consecuencia la posesión real y verdadera de aquella rica y codiciada región del país, apta para suministrar a las industrias antioqueñas materias primas forestales y mineras con reducidos costos por fletes; la orientación que es susceptible de salvar para la industria cafetera del Departamento un millón de pesos anuales en la sola operación de la exportación del fruto; la que conducirá, según he de demostrarlo más adelante, a la República de Colombia a la posesión de los medios eficaces para acabar de una vez por todas con la costosa pejiguera de los conflictos con el país de esclavos, y finalmente, la que conducirá a la más pronta conclusión de la gran carretera panamericana al través de nuestro país. Ni la República de Colombia ni el Departamento de Antioquia pueden salirle a Urrao con la vieja pandorga de la penuria de los Fiscos Nacional y Departamental, que hace imposible ahora y siempre la construcción de la carretera, que ocasionará una transformación ventajosisísima en los sistemas de transportes antioqueños, y dará a la República los medios de proveer eficazmente a la defensa de su honor y sus derechos. Esta Nación bienaventurada, que gastó un chorro de millones en la fracasada empresa de fabricar artificialmente un brazo de mar que permitiese convertir el puerto fluvial, suficiente para las decenas de miles de toneladas que forman el comercio del país, en un gran puerto de mar, capaz para tonelajes de millones, como los europeos y norteamericanos; que gastó otro chorro de millones para fabricar un río artificial (el canal del Dique) con el que pudiese hacer del puerto marítimo de Cartagena un puerto fluvial; que por la autoridad de un Ministro fanfarrón y ambicioso, celebró el famoso contrato con la Casa Julius Berger, en el cual gastó la bicoca de cuatro millones de pesos para realizar la transformación de un río medianamente navegable en un río pasablemente innavegable; que por medio de otro contrato con ,la famosa Régie Générale de Chemins de Fer en cargó la construcción de un chemin de fer de Armenia a Ibagué y le salieron con la construcción de cuatro campamentos que costaron aproximadamente otros tantos millones de pesos (campamentos de a millón); la Nación, que a lo largo de su historia de sus obras públicas llegaron a ser incontables los millones despilfarrados inútilmente en ellas; y el Departamento, que construyó kilómetro de carretera a $80.000 y de ferrocarril a $150.000 en momentos que casi terminado el túnel de la Quiebra el ferrocarril de Antioquia iba a quedar con capacidad suficiente para todos los transportes de exportación e importación, y ello durante muchísimos años por venir, digo que después de todo eso la República de Colombia y el Departamento de Antioquia tendrían cara de poca o ninguna vergüenza si fueran a negarse a considerar el caso del Municipio de Urrao negando su común concurso para la construcción de una obra cuya utilidad será algunas centenas de veces superior a las fracasadas que he mencionado, y que con un gasto no mayor de $300.000 anuales estaría terminada en unos cuatro años, y quizá en tres. Se presenta en la supuesta objeción el espantapájaros de que la carretera cruzará las selvas del Chocó.... Las selvas del Chocó, señores antioqueños (como solía decir el doctor López) son muy distintas a las selvas de Urabá. Cuando los leaders de la carretera al mar, -un grupo diminuto de chiflados locuaceshablan de los horizontes que ella abrirá al pueblo antioqueño, se refieren exclusivamente a los que ofrece el cultivo de las tierras fértiles –desgraciadamente unos “coloradales” de caliche convertidas en tierras erizadas a la primera tumba y a la primera quema- y a los que ofrecen las ondas del mar, la gran ruta universal, pero nunca hablan de los productos forestales y mineros, que vendrán por esa vía a alimentar las industrias antioqueñas. En cambio nosotros, los que hemos trabajado, por la carretera de Bolombolo a Solano y trabajaremos hasta verla terminada, podemos decir –listos a presentar las pruebas de la verdad de nuestro aserto- que en las selvas del Chocó se encuentran en cantidades abundantísimas tres productos forestales: la tagua, la palmera llamada milpesos, y la pita silvestre, los tres susceptibles de impulsar poderosamente a Antioquia en el camino de la industrialización manufacturera. Precisamente el trayecto entre Bocas de Arquía y el mar cruza grandes taguales y pitales. Para qué hablar del oro y del platino, cuando se trata de una región legendaria en ese particular y de buscarle trabajo al pueblo antioqueño en cuyas venas corre con la sangre el gusto tradicional de las maravillosas aventuras que ofrece la minería. Sí importa ¡Oh señores que formularéis la supuesta objeción! Que una carretera que como la de aquí preconizada llegue al “más bello mar del globo”, porque cotufas no se van a pescar a los golfos, quiero decir que los finos y ricos productos del mar no se hallan sino en los mares bellos. No en los charcos turbios de pocos pies de fondo. La carretera en cuestión enriquecerá la mesa antioqueña con los productos finos de la pesca en el Pacífico, permitiendo el establecimiento de pequeños o grandes packing-houses que poco a poco irán acabando con la introducción al país desde remotas tierras de los artículos similares. Las pequeñas poblaciones que viven diseminadas en las costas del Pacífico no hallan mercados para los productos de sus pobres industrias –agrícolas y extractivas- sino en Panamá; constituirá para ellas una verdadera redención el camino carreteable (siquiera) que las pusiera en comunicación rápida y barata con el Atrato, pues les quedarían abiertos los mercados del interior del Chocó, por el siempre navegable Atrato, y los de Antioquia, por la carretera de las Bocas del Arquía a Urrao y Bolombolo. Se ve así que esta carretera contribuirá a resolver eficazmente los problemas nacionales, departamentales e intendenciales. En cuanto a la retahíla del abandono de la carretera al mar, diré que no haya cuidado de que los ingenieros olvidemos que ella cruza altas montañas de boquerón a boquerón, desenvolviéndose perezosa y costosamente a los largo de las lomas que no acaban nunca en terrenos de ningún porvenir agrícola ni otro; que más allá de Cañasgordas como tierras de cultivo no se encuentran sino los sempiternos “coloradales” que se hallan por todas partes en Antioquia, selvas ilimites sin ningún recurso forestal explotable y que se convierten en desiertos cuando el hacha del antioqueño las derriba y el hachón las quema en el intento de cultivar las tierras, y como adehala poseen los mortíferos climas que hace algunas decenas de años expulsaron de su seno a los valientes pionners del General Marceliano Vélez, así como hace cuatrocientos habían derrotado a los fundadores de Santa María la Antigua y San Sebastián de Urabá... Error enorme y piramidal es éste de unos pocos antioqueños al pretender seguir buscando mar propio (¿acaso el Pacífico que baña nuestras costas es ajeno?) al través de aquellos morideros, soledades y lejanías, admito la conveniencia no pequeña de comunicar a la región de Cañasgordas con la capital del Departamento, pero digo y redigo, afirmo y reafirmo, porfió y seguiré porfiando que es error piramidal dar un solo barretonazo en construcción de carreteras más allá de aquella región, porque de ahí se sigue en busca de algo tan ilusorio como el célebre Dorado de la historia de la Conquista. VII DE CÓMO BOLOMBOLO SERA EN UN FUTURO CERCANO EL CENTRO DEL BENEFICIO Y DEL ALMACENAJE DEL CAFÉ DE ANTIOQUIA Y DE UNA PARTE CONSIDERABLE DEL DE CALDAS Entro ahora a examinar los otros argumentos en contra de la carretera de Urrao a Solano. El principal de ellos es el de que esa carretera va a quitarle al ferrocarril de Antioquia el principal renglón de su carga, que es el café. Demostré antes con razones de peso, que si cuando el trayecto del troncal hasta la Virginia entre en explotación la carretera no está concluida –que es el caso más probable- el café antioqueño tomará para su salida la vía férrea del Pacífico, y entonces mal podrá atribuirse aquel fenómeno económico a una vía sin abrir aún. Me parece incuestionable que en día no lejano el café de Antioquia cesará de afluir a Medellín y que el ferrocarril antioqueño debe prepararse para ese evento; examino enseguida que daño puede resultar a esa grande empresa de ese fenómeno inevitable y que por otra parte será beneficioso para la riqueza pública por la supresión que entraña de costosos transportes, entonces inútiles, de un producto valioso. La carretera de La Virginia a La Pintada de que hablé al principio de estas líneas, que por lo atrayente del tema se han multiplicado excesivamente, es apenas una vía de emergencia para la vinculación departamental a los vecinos del sur: el ferrocarril troncal será la vía verdaderamente económica que determinará el gran movimiento de artículos alimenticios y materias primas del Sur hacia el Norte y de artículos manufacturados en Antioquia hacia el Sur, y cuando se abra el tráfico, el café dejará de ser el renglón principal del ferrocarril de Antioquia de Bolombolo a Medellín, y al ser reemplazado este artículo por otros de mucho mayor volumen de tráfico, el perjuicio que resulte para la explotación de esa parte de la vía férrea antioqueña no será tan grande como se cree. Esto con razón mucho mayor cuando esté concluida la carretera de Urrao al Atrato, de la cual va a aprovecharse el famoso puerto fluvial de Cartagena, cuando se le ciegue el río artificial, y mucho mayor cuando esté abierto el puerto en la bahía de Solano. No es posible decir lo mismo del sector de Medellín a Puerto Berrío, cuya explotación si sufrirá serio quebranto al quitársele el café de exportación, pero no la muerte definitiva, como piensan algunos, pues la progresiva industrialización manufacturera del Valle de Aburrá, exigirá la introducción cada vez mayor de materias primas y otros elementos por el norte también, y así el establecimiento de grandes corrientes comerciales hacia el sur y el occidente del Departamento, antes que provocar la ruina en el norte y el noroeste, las estimulará en el grado que corresponde a una extensa región manufacturera, en la que irá concentrándose lenta pero seguramente la vida de Antioquia, asegurándose así para siempre la del ferrocarril, necesarísima para aquel desarrollo industrial. Ante esta visión fundadamente optimista de la vida futura de Antioquia resultan un poco ridículos los argumentos contra la carretera de Urrao a Solano, que va a privar a la capital del departamento del renglón industrial del beneficio y comercio del café, y que la supresión del transporte de ese fruto por la vía de Puerto Berrío deja sin sustento a algunos millares de familias. Ante los fenómenos nuevos, determinados por la geografía y la fatalidad de progresos de los pueblos que poseen la vitalidad del antioqueño, cabe preguntar cuál va a ser la actitud de los dirigentes de la hoy principal industria de Antioquia, quiero decir os cafeseiros de Medellín. Son ellos los que hasta ahora se han opuesto a que se haga la comunicación del Departamento con los de Caldas y el Valle por medio de una vía que permita transportes rápidos y baratos, y sin duda seguirán luchando contra las “fuerzas de las cosas”, que acabara por imponerse para la construcción del trayecto que falta del ferrocarril, como se impuso para la construcción de la carretera de La Virginia a La Pintada, según expliqué al principio. (Ya la Asamblea de Caldas expidió la ordenanza relativa al trayecto que falta al Departamento). Para los productores de café, los cultivadores, entiéndase bien, la salida rápida y barata a puerto de mar del fruto de su trabajo con la menor intervención posible de os cafeseiros, representa un mayor valor de ese fruto y por consiguiente una defensa verdadera y eficaz de su industria por la disminución del costo de producción. Los de Antioquia, principalmente los de la banda occidental del Cauca, serán unánimemente partidarios de la carretera de Urrao a Solano si a ellos les fuera dado intervenir en los intríngulis de los altos círculos donde se deciden las principales cuestiones atañaderas a la industria que les da vida y en contadas ocasiones riqueza. Se dirá que ahí está la Federación Nacional de Cafeteros... Se ha escrito mucho en pro y en contra de las labores y actuaciones del Ministerio del Café que funciona independientemente del Gobierno Nacional: sin duda es un voluminosos tren burocrático que vive a costa de los productores de café por mandato de la República y por autoridad de la ley, que ha hecho muchas cosas buenas en favor de la industria (casi siempre para mejor provecho de os cafeseiros ), otras no tan buenas y dejado de hacer algunas a favor de los productores. Cuando se viaja por tierras de Antioquia y Caldas y se inquiere sobre la utilidad que deriva la industria del café de las labores y actuaciones de la Federación, se puede observar que os cafeseiros se desatan en alabanzas interminables para la institución, mientras que los productores son reservados cuando no francamente hostiles. De ahí deduce mi mollera obtusa que los últimos tienen muy poca parte en los beneficios y en la dirección general de su industria. Sea de ello lo que fuere, conviene que a los productores se les vaya mostrando donde están sus verdaderos intereses y dónde están los de sus naturales enemigos cafeseirosos. En el caso de los de Antioquia, que la principal defensa de la industria consiste en la reducción de costo de producción, en el cual el factor de los transportes es de primera importancia –naturalmente después de lo que se refiere al saneamiento de las regiones productoras y a la higiene de sus pobladores;- que en no lejano día el troncal de Occidente va a permitir la reducción del costo de ese factor en proporciones importantes, y que la carretera de Urrao a Solano doblará la cifra que mide esas proporciones; que para entonces la principal necesidad de la industria es la creación en Bolombolo de centrales capaces de beneficiar por métodos modernos todo el café que se produce en Antioquia sin necesidad que éste vaya a Medellín, y buena parte del de Caldas que por lo reducido de los fletes férreos se dirigirá hacia aquel centro en busca de las ventajas que ofrecerán dichas centrales en la preparación de las marcas mejores del país y del mundo entero, como es bien sabido. VIII DE LA IMPORTANCIA DE CARRETERA DE BOLOMBOLO AL PACIFICO POR URRAO EN LO QUE SE REFIERE A LA DEFENSA NACIONAL Cuando se conoció en el país la noticia de la adquisición del Antioquia y el Caldas quise comentarla para el público en artículo que no tuvieron a bien publicar ni El Tiempo ni El Espectador, por razones que desconozco. En desarrollo del presente capítulo de este trabajo voy a permitirme reproducirlo tal como fue concebido en momentos en que no había razón para desechar toda esperanza de que se llegara a algún arreglo en la conferencia de Río de Janeiro. “NUESTRO PUERTO DE GUERRA “La adquisición del Antioquia y el Caldas, los navíos fundadores de la armada nacional, perfila, con líneas de una nitidez inusitada dentro de las borrosas y lentas normas de nuestro progreso en ese y desgraciadamente en muchos otros menesteres de la defensa de la patria, los problemas inherentes al de la creación de la marina de guerra nacional. Se destacan, entre ellos, el del acondicionamiento de un puerto de guerra que ofrezca las mejores condiciones naturales de defensa y aprovisionamiento, y por lo mismo exija un mínimo de costo en las obras de ese acondicionamiento, que deberá ser completo y eficaz para la seguridad; en segundo término, el de la fundación de una escuela naval, desprovista en cuanto ello sea posible de los atributos de la farsa institucional, consuetudinaria, racial y temperamental que caracterizan desgraciadamente a tantas instituciones de nuestra modesta República. “Solamente el optimismo fundado en una visión hiperestratoférica del porvenir de la patria permite dudar de nuestra pacifista República, en un tiempo corto o en un tiempo largo, no tenga que salir a la defensa de su honor con las armas en la mano. Los métodos del Perú, puestos al servicio del espíritu de usurpación de los territorios pertenecientes a los países vecinos, le han dado resultados magníficos en los ciento y tantos años de ejercitarlos para que podamos pensar que vaya a abandonarlos de sopetón. Después del arreglo diplomático de la Conferencia de Río, que será sin duda firmado con toda la solemnidad del caso y debidamente registrado en el haber de la Liga de las Naciones, en un plazo prudencial y protocolario, o sin siquiera guardar esa conveniencia –como lo prueban los acontecimientos del 12 de febrero en Leticia, tan ingenuamente disfrazados en el relato que de ellos hizo un diario matinal muy bien informado- las gentes de Loreto, debidamente apoyadas por el Gobierno peruano, se apoderarán nuevamente del famosos trapecio, retando a nuestro país para que vaya a defender sus derechos si de tanto es capaz. Ojalá que para esa época, que puede ser dentro de seis meses o diez años (y para el caso es lo mismo), los dirigentes de la República hayan aprendido la lección del conflicto anterior, que por los territorios de los “ríos malditos” es doble locura adelantar una guerra internacional, por justificada que ella sea. “Nuestra futura guerra con el Perú será en el mar Pacífico, o no será. No será si la República se consagra a preparar eficazmente la expedición del Sur con que habrá de responder al reto de la nación de esclavos, expedición decisiva en la suerte de los destinos de la patria, que ha de mostrar si somos algo en este pícaro y farsante mundo, o si somos simplemente unos papanatas que habremos de continuar durante otro siglo bregando por resolver problemas adjetivos de imposible solución en vez de afrontar con ánimo resuelto los que en los tiempos modernos son fundamentales en la vida de las naciones. “La bahía de Solano ofrece condiciones naturales insuperables por cualquiera otra de las costas del Pacífico, desde la boca del Mataje hasta los límites con Panamá para condicionar el puerto de guerra que la República pacifista por excelencia necesita con toda urgencia en las costas de aquel mar. Acompaña a estas notas un plano general de la bahía, que muestra a primera inspección las condiciones de profundidad, de abundancia de aguas potables, de protección contra las tempestades de alta mar y contra los mares de leva que posee el puerto natural del fondo sur de la bahía. Libre del proceso geológico que determina la desembocadura de un gran río de régimen torrencial, cual es el de la formación de bancos, lenta pero seguramente en la ensenada que recibe sus aguas, el costo de las obras de acondicionamiento para los menesteres de la guerra y del comercio se reduce a un mínimum. El cristalino Jella rinde al mar su tributo lanzándose por entre un tajo abierto entre altos acantilados en el fondo del puerto, y sus aguas, propias para todos los usos, serían ellas solas suficientes para la alimentación de una grande armada y de vastos astilleros, evitándose así el costo, en veces elevadísimo, que exige el suministro de ese elemento en otros puertos. Recuerde el lector los casos de Cartagena y de Buenaventura, para citar solamente dos ejemplos salientes en el país. “Sin duda se va a decir que no hay la urgencia que digo de establecer un nuevo puerto en el Pacífico, existiendo ya el de Buenaventura acondicionado para un gran comercio, en comunicación directa con una gran vía férrea con el interior del país y suficientemente defendido para la emergencia de una guerra internacional. Más si nos viéramos en el caso de organizar una expedición guerrera hacia el Sur –único medio de evitar la guerra con el Perú- grave imprevisión sería tener una sola vía de concentración; la sola voladura de un puente de la línea férrea, factible por parte del enemigo, valiéndose de un agente hábil o traidor, podría paralizar durante algunos días los movimientos de concentración; la fácil destrucción del acueducto de Buenaventura tendría para el enemigo un éxito funestísimo para nuestras fuerzas. En cambio, examinemos rápidamente los movimientos de concentración de esfuerzos si se dispone de puerto naval debidamente defendido en la bahía de Solano y en comunicación directa por medio de una corta carretera con Bocas de Arquía en el Atrato y por Urrao con Bolombolo, ombligo de Antioquia y centro de vial de primer orden en el Departamento, comunicado por ferrocarril con Medellín y Puerto Berrío y en no remoto día con Caldas y el Valle por ferrocarril y carreteras. “Los contingentes de hombres y provisiones de boca en el Departamentos de la Costa Atlántica, lo mismo que los elementos de guerra introducidos del exterior subirían por el Atrato hasta Bocas de Arquía; los de los Santanderes y Boyacá como los de Antioquia, arribarían rápidamente al lugar de la concentración por el ferrocarril antioqueño hasta Bolombolo y en seguida por la carretera, sin que para ellos, como para los anteriores, se vea como la manera como el enemigo pueda ejercer sus hostilidades. Dos días tardarían en llegar a aquel lugar los contingentes de Cundinamarca, Tolima y el Huila, que tramontarían la Cordillera Central por Ibagué, y reuniéndose en Pereira y Cartago con los del Valle, Cauca y Caldas, en caso de estar cerrada o destruida la vía de Buenaventura por las contingencias de la guerra, por Ríosucio y La Pintada saldrían a Bolombolo. Y esto, léase bien, con un gasto en vías de comunicación unas treinta veces inferior al que actualmente está haciendo el Ministro de Guerra para prepararla en los territorios de los ríos malditos. “Particularmente bien situado para aquel elemento que constituye el verdadero nervio de las guerras, al puerto de guerra de la bahía de Solano llegaría el petróleo desde Mamonal, subiendo en buques –tanques por el Atrato y después a presión desde Bocas de Arquía hasta el lugar del destino, y si la necesidad se impone, desde Barranca misma, por Puerto Berrío y Bolombolo. Y si se trata de la hulla, de uso imprescindible en los astilleros, ahí están los riquísimos bancos de la región de Titiribí, cercana a Bolombolo. “Apenas es necesario mencionar la favorable situación del futuro puerto de guerra en relación con las rutas aéreas del país: bastaría a las naves que surcasen el Atrato el desvío de cortos minutos de vuelo para estar sobre el puerto, y una base aérea que se fundara en Bocas de Arquía que constituiría un nudo de primera importancia en los servicios aéreos militares y comerciales del país. “Por la vía de Bolombolo a Solano va a hacer la Nación, más hoy, más mañana, tres mandados, que son más bien tres grandes mandatos de la previsión y el patriotismo: 1) Evitar la guerra internacional preparando eficazmente la amenaza nacional al Perú de que nuestro país sabrá y podrá aniquilarlo el día que olvidando la lección de Tarqui nos desafíe la guerra; 2) Tomar posesión de la rica región del Chocó, abandonada por la Nación hasta hoy a la codicia internacional, antes de que otros países lo hagan para apoderarse de sus riquezas mineras o de esa otra riqueza que es la posibilidad de establecer en ese territorio una vía interoceánica. 3) Salvar para la riqueza pública de Antioquia lo que hoy se consume en costosos transportes inútiles, especialmente en los del café, fruto que podría salir directamente al puerto de mar con flete muy pequeño arrancando desde el propio centro de gravedad de la producción cafetera. “Si la gran vía que se conoce con el nombre de “carretera panamericana” sobre la cual el Presidente Rooselvelt acaba de someter un informe al Congreso de su país, ha de tener algún día realidad en Sur América, las imposiciones en la geografía la obligarán a buscar el interior de nuestro país siguiendo en grande extensión las hermosas vegas del Penderisco y el Pavón para seguir por la región de Andes a la de Ríosucio, y caer después al valle del Cauca por el del Risaralda. De ella formará parte integrante el trayecto Solano – Bolombolo, y así la construcción de esa vía asume por segunda vez o por segundo motivo el carácter de “mandato internacional”. IX DE LA IMPORTANCIA INTERNACIONAL DE LA CARRETERA DE BOLOMBOLO AL PACIFICO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE NUESTRAS RELACIONES COMERCIALES Y EL TURISMO INTERNACIONAL En la inmensa latitud que hay de aquí a la Patagonia, existen tres países cuyas relaciones debemos cultivar con esmero, aunque desde puntos de vista muy diferentes, según se trate de uno u otro de ellos. Chile es y será nuestro grande amigo. Perú es y será nuestro grande enemigo, y el Ecuador es nuestro amigo indeciso de toda la vida, cuya amistad segura es preciso conquistar. La República de Colombia, bobalicona, cuando no torpe, a fuerza de romanticismo en sus relaciones diplomáticas con los países hermanos cainescos, debe buscar por todos los medios posibles el medio de defenderse de su enemigo mortal; y si la espada victoriosa en los días de gloria, se halla hoy demasiada tomada de orín, déjela la República en su vaina, como lo desean los de la monserga americanista, y enarbole el caduceo, estandarte que la llevará a altos destinos en luchas de civilización, como nos gustan a nosotros. Palo y látigo al Perú, país de esclavos, por todos los medios posibles. Si Chile le compra el azúcar, vendámosle a Chile nuestro azúcar en condiciones ventajosas para que rabien los incas, y así en todo aquello en que tengamos medios para hostilizar a los felones; avíspense, agentes de la República, a observar las industrias y el comercio de nuestros sempiternos enemigos, y a estudiar los medios que podamos inventar para hostigarlos. “Cuando las 130.000 toneladas de café que produce el occidente de Colombia anualmente salgan del país por los puertos del Pacífico, lo que será dentro de muy pocos años por imposición de la fuerza de las cosas, habrá llegado el momento de crear la marina mercante nacional como complemento indispensable de la guerra, y ese nuevo y poderoso factor del desenvolvimiento de la economía nacional nos va a permitir el cambio de condiciones ventajosas de algunos de nuestros productos por los de otros países, principalmente Chile. Dos artículos de consumo obligado en la alimentación humana se pueden producir para la exportación en el Departamento de Bolívar: el azúcar y las carnes en conserva. Salta a la vista que sin la parte interoceánica, de Bocas de Arquía a Solano, de la carretera en referencia, en este trabajo, la exportación de esos artículos no podrá hacerse hacia el Pacífico, en condiciones económicas, pues sería necesario pasar por el canal de Panamá, con la adehala de tener que ser embarcados en Cartagena, en barcos marinos, pues éstos no llegan a los puertecitos que servirán a los centros de producción; en cambio, subiendo por el Atrato en buques fluviales, podrían esos artículos ser embarcados en el puerto de Solano, cono economía de fletes y de pago de derechos, e ir a Chile a desalojar el azúcar peruano, y reemplazar en ese país, quizá, las conservas de Chicago y la Argentina por las nuestras. En lo que se refiere exclusivamente a Antioquia, el café, saliendo por ese puerto, podrá ir en magníficas condiciones a los mercados de Chile, mientras que varios artículos de aquel país, como salitre, vinos, cereales, frutas, etc., encontrarían mercado de consumo en Antioquia, siempre que los fletes desde el mar, hasta el centro de distribución, que es Medellín, no costarán un ojo de la cara, lo cual se conseguirá con la introducción por el mencionado puerto de Solano: Si quisiera entrar en otros detalles me alargaría demasiado. En lo que se refiere al turismo internacional, bástame lo dicho en el artículo trascrito arriba, sobre la importancia de la carretera de Bolombolo a Solano, como sector de la panamericana en nuestro país. A muchísimas personas les huele a pura utopía esta cuestión de la carretera panamericana, pero lo cierto es que en Norte y Centro América está ya casi terminada, según se desprende del informe del Presidente Roosevelt al Congreso, en el cual dice que los países suramericanos sabrán comprender la importancia que para ellos tiene la vía internacional, y que harán sin duda los esfuerzos necesarios para darle realidad. Ya la tiene en nuestro país en los dos grandes trayectos de Ipiales a Tunía en el Cauca y de Santander (Cauca) a Ríosucio (Caldas), y según vimos antes, pronto estará concluida la carretera de ahí a La Pintada. Otro trayecto que tendrá realidad no muy lejana, es el de Bolombolo a Urrao ahora en lenta construcción. Explico enseguida porqué digo en el artículo que las imposiciones de la geografía obligarán a la carretera panamericana a seguir la región de Urrao para entrar al país. No tengo información precisa sobre los estudios que de esta vía se han hecho en Antioquia; entiendo que el de exploración se hizo por las costas meridionales de Panamá, y sigue por las nuestras en el Pacífico hasta la bahía de Solano, siendo para mí evidente que se desechó la región comprendida entre Juradó y el Atrato a causa de las condiciones desventajosas de esa región, y además no basta llegar a ese río para que la comunicación con la carretera al mar sea corta y sencilla, al contrario. Mientras que entrando por Solano se encuentran terrenos ventajosos, según explique antes, y se llega a la magnífica región de Urrao, que no encuentra par en parte alguna, más allá de las cumbres de la Cordillera Occidental. Para el turismo internacional importa poco que el largo trayecto en Panamá y el de nuestro país entre Juradó y el puerto militar y comercial de la bahía de Solano tarden muchísimos años todavía para tener realidad, pues basta establecer el acceso al interior del país desde aquel puerto. Supongo que la entrada a Medellín se hará en el futuro, partiendo de Urrao y saliendo a Anzá, para bajar por la margen izquierda del Cauca hasta empalmar en la ciudad de Antioquia con la carretera al mar; la comunicación con el sur se hará mediante el trayecto de Bolombolo a La Pintada, y más tarde siguiendo la carretera de Andes y el trayecto son construir aún entre esta ciudad y la de Ríosucio....... X DE CÓMO “LA FUERZA DE LAS COSAS” NO HA OBRADO NI OBRARA SOBRE LAS CARRETERAS QUE FORMAN LOS TRIPTICOS DEL OCCIDENTE Para terminar este escrito, que por lo largo va tomando proporciones de calamidad, deseo hacer una reseña de las carreteras propuestas en el occidente, sea para salir al mar –sin que se haya logrado hasta ahora conseguirlo- o sea para penetrar al Chocó, lo que tampoco se ha conseguido. Son dos trípticos, y cada una de las carreteras que las forman ha sido calificada de “redentora” sin que hasta ahora se nos haya explicado por qué ha merecido de sus promotores ese mirífico apelativo. En todas ellas hay ya un trayecto, largo o corto, construido por uno u otro de los dos grandes sistemas constructivos usados y abusados entre nosotros, a saber, el del torbellino y huracán, puesto aparatosamente en práctica por los Ministros de Obras Públicas de la Administración Ospina, y el del carameleo, ampliamente seguido por la actual Administración. EL TRIPTICO MARINO Lo forman las carreteras de Cali al mar, de Medellín al mar, y de Bogotá al mar pasando por Manizales, o sea de esta ciudad al mar. Carretera de Cali al mar. En Colombia el Estado construye las carreteras y las cede gratuitamente al público para que éste las explote libremente sin que siquiera haya de sufragar los gastos de conservación de las vías: dicen que así se desarrolla enormemente la economía de la región respectiva. No siempre guía en esas obras el criterio nacional, mediante el cual se calcula el costo aproximado de la obra y el volumen de transportes probable, de acuerdo con los elementos de desenvolvimiento económico de la región, y que fija la necesidad auténtica de la obra nueva, pues muchas carreteras se han construido paralelamente a las vías férreas para hacerles a éstas la competencia; otras, sin que se vea por parte alguna la carga que se va a transportar por ellas por haber otras vías ya en explotación económica; otras, porque conviene gastar el dinero para dar el trabajo a los obreros, aunque la carretera construida no tenga ningún porvenir económico. Así las cosas, las llamadas empresas de transporte no tienen por que preocuparse del pago de intereses y de amortización del capital invertido en la vía que explotan, y en cuanto a la conservación tampoco la pagan, pero sí la exigen del Estado, en ocasiones airadamente. Cuando se abrieron las primeras carreteras de llanura en el Departamento del Valle, en la época de los millones a granel, los transportes en camiones por ellas hechos en las condiciones dichas resultaron magnífico negocio, y las empresas mencionadas hicieron su agosto. Cuando el grande entusiasmo o quier frenesí, o quier gulupán, en Medellín por la carretera al mar, respondieron en Cali con un gulupan, o quier frenesí semejante, e inventaron su famosa carretera al mar, para hacerla por el sistema de torbellino y huracán aplicado a la de Medellín al mar. Formóse una sociedad privada que naturalmente comprometió al Departamento a tomar acciones en la obra redentora, y patatí patatá. Con la carretera al mar iban a obligar al Ferrocarril a rebajar sus tarifas y con los transportes en camión baratísimo, iban a florecer las industrias de Cali, y la ciudad a echar palo arriba. La boyante situación general de entonces permitió que, aunque a tirones, llegará la carretera hasta Daga, pero apenas apuntó la crisis en el horizonte económico, los empresarios vieron que el aquel de que el Estado pague la construcción y la conservación de la vía, es factor bastante importante para una empresa de transportes. Quisieron entonces endosarla a la Nación mediante activísima campaña privada en las Cámaras de Representantes y Senadores y otras entidades oficiales, pero la Nación sin duda contestó: “no le jalo al negocito, ahí tengo el ferrocarril para todos los transportes públicos”. A fuerza de tenacidad lograron convencer a la Asamblea que era un negocio malo para el capital privado, y que la Nación no quiso tomar para sí, sería magnífico en manos del Departamento, y éste compró la empresa, y me parece que adquirió el compromiso de acabar la carretera. Carretera de Medellín al mar. El frenesí de la primera hora se sostuvo durante tres años y el sistema torbellino y huracán se aplicó con toda amplitud durante ellos. Nadie extrañe que haya costado $8.000.000 los cien primeros kilómetros que hay entre Medellín y la ciudad de Antioquia. Amainó el sistema, y también el gulupán, durante la Administración de don Camilo Restrepo, quien hizo toda clase de esfuerzos porque la Nación subvencionara la carretera con $20.000 por kilómetro, hasta conseguirlo, pero nada consiguió con ello, porque poco después la Ley 88 del año 31 suprimió definitivamente el negocito que tenían los Departamentos con las subvenciones a las carreteras. Por esa Ley la carretera al mar se convirtió en nacional hasta Cañasgordas, y posteriormente se logró adjudicar a la Nación el trayecto de ahí hasta Dabeiba, para ser construido por el sistema de carameleo, el cual no ha dado resultados. A lo largo de este escrito he expresado por qué considero de muy poco porvenir económico esta gran vía. Carretera de Manizales al mar. Para este alumbramiento sí llamaron desde un principio como partera a la Nación: decían que se trataba de unos trillizos, por decir trigemelos. El caso presentó malos síntomas desde un principio, y a pesar de la insigne comadrona y la vitalidad de los progenitores las criaturas salieron sin vida a la luz. Manizales –Magdalena, Manizales –Pueblorrico y Pueblorrico al mar por Tadó e Itsmina, son los sectores de esta supermirífica carretera. Los dos últimos forman la de penetración al Chocó, y algo diré de ellos al considerar el tríptico chocoano. ¿Cuál es el estado actual de la carretera Manizales –Magdalena? Frescas en la memoria estarán las discusiones sobre la necesidad auténtica de construirla: recuerdo que el informe del Consejo Nacional de Vías es adverso a la construcción de la obra y recomendaba que se invirtieran los dineros existentes en la carretera de Manizales a Aguadas, primero y poderosos motivo para aplicarle a la de Manizales al Magdalena el sistema de carameleo en toda su pureza. Que el Ministro se convenció también de la inconveniencia de ella, y bregó por que se modificaran los términos del contrato celebrado precipitadamente entre la Nación y el Departamento; que el Gobernador del Departamento la calificó de "carretera de lujo" y por consiguiente no creía en la conveniencia de su construcción en tiempos de penuria fiscal, pero obligado por la política, que es el arte de gobernar a los pueblos que piden carreteras inútiles, hubo de adelantar gestiones ante el Ministerio para que la Nación diera cumplimiento al contrato entregando los dineros que debía entregar conforme al contrato, asegurando así la financiación completa de la obra antes de principiarla. La opinión general del Departamento y una buena parte de la de Manizales mismo es adversa a la construcción de esa carretera por considerarla error económico. Sea porque jamás estuvo en el pensamiento del Ministro acceder a las exigencias de los pro –juntos de Manizales, zafándose ese cabestro con su política de carameleo, sea porque realmente cuando no se puede no se puede, lo cierto es que la Nación no ha entregado un solo peso de lo que le correspondía entregar para la obra, y que los dineros del Departamento de Caldas se han gastado en la misericordia de dar trabajo a algunos centenares de obreros, sin que de ello resulte posteriormente ninguna ventaja económica para el Departamento. Queda la esperanza de que el Presidente electo, por ser natural de Honda, se empeñe en terminar la comunicación directa de su ciudad con la capital de Caldas. EL TRIPTICO CHOCOANO Lo forman las carreteras de penetración al Chocó, a saber: la de Cartago a Nóvita, la de Manizales a Tadó y la de Bolívar a Quibdó pasando por El Carmen. Desde luego ninguna carretera que vaya del interior del país a la región poblada del Chocó, que es aquella donde el Atrato y el San Juan dejan su curso paralelo para abrirse respectivamente hacia el Norte y hacia el Sur, podrá tener prospecto económico, dadas las condiciones peculiares de la región, pues no hay transportes del interior hacia esa región, o inversamente, en cantidad que justifique la construcción y la conservación de obras costosas, como son las carreteras de este tríptico. Lo de salir al mar por Pueblorrico, Itsmina y las Bocas del Baudó no deja de ser pura fantasía. El fin de esas carreteras es puramente político, vale decir, el de tomar posesión de la región y tener la vía moderna que permita la defensa si el caso se presentare. Admitido ese criterio, la Nación elegirá lo que presentando menores dificultades de orden orográfico, o hidrográfico, topográfico y climatérico, resulte más barata de construcción y conservación. Sin conocer estudios definitivos de esas vías que el Congreso ordenó hacer apenas por ley del año pasado, mis informaciones particulares, obtenidas de ingenieros que han hecho estudios de exploración, me permiten afirmar que la que mejor satisface las condiciones indicadas es la de Cartago a Nóvita. La de Manizales a Tadó tiene un corto trayecto llamado a ser dentro de algunos años la vía comercial por excelencia de Manizales: me refiero a los 35 kilómetros que pondrán esa ciudad en comunicación con el ferrocarril troncal. Los que preconizan la entrada al Chocó por Pueblorrico, siguiendo el curso del río San Juan hasta Tadó, ignoran sin duda que esa región está surcada por una inmensa cantidad de ríos y arroyos y que no es por centenas de miles de pesos, sino por millones como debe calcularse el costo de las obras de arte que exige una carretera por allí; esta imposición geográfica hará por sí sola desechar esa ruta. Sobre la carretera de Bolívar a Quibdó, no tengo información sobre la región entre el Carmen y Quibdó; me la figuro de pésimas condiciones para hacer y conservar una vía por allí. Esta atraviesa la Cordillera Occidental en la región de los formidables, que no “miserables” Farallones del Citará. C. Gartner de la Cuesta Bogotá, abril de 1934. DISTRITO DE URRAO Urrao es uno de los noventa y ocho municipios que forman hoy el Departamento de Antioquia. Su nombre parece que hubiera sido Ura-dó, que en dialecto indígena significa: ura, cera, y dó, río. SITUACION Ocupa parte del occidente del Departamento y limita por el Norte, con los Distritos de Murindó y Frontino; por el Oriente, con Abriaquí, Caicedo, Anzá, Betulia y Concordia; por el Sur, con Salgar y la Intendencia Nacional del Chocó, en una distancia de 27 kilómetros, que se debe considerar como límite occidental, y 55 al Sur, pues la delimitación forma allí un ángulo casi recto; por el Occidente, con el río Atrato, en una distancia de 521/2 kilómetros, comprendidos desde la confluencia del río Ogodó (ogo, cedro, en el dialecto indígena, y dó, río, es decir, río de los cedros), hasta la boca del río Murrí, lindando con la Intendencia. De manera que los límites se pueden demarcar así y de acuerdo con las noticias oficiales que tenemos: LIMITES De la confluencia del río Murrí, en el Atrato, río Murrí aguas arriba, hasta la desembocadura del río Chaquenodá (chaqué, bonito; dá, también significa río); éste arriba hasta su unión con el de Jengamecodá (jenga, chontaduro, y el nombre quiere decir “camine vamos a comer chontaduros); éste arriba hasta su unión con el de Venados; de aquí, por la divisoria de las aguas de estos ríos, hasta el ramal de la Cordillera Occidental, que separa las vertientes que van al Chaquenodá y Penderisco, de las que forman el río Sucio; por este ramal hacia el sur hasta la Cordillera Occidental; por esta Cordillera, separando aguas vertientes al Atrato y Cauca, hasta el Cerro Plateado de Concordia; de aquí, hacia el Norte, por el ramal que divide aguas vertientes del río Pavón, afluente del Penderisco, de las que van a Bebaramá y Beberá (ríos de las nutrias), hasta el alto de Ocaidó (río del camino derecho); de aquí, en dirección muy marcada al Occidente, se sigue el límite acordado en 1917, que fue demarcado por la Cordillera divisoria de las aguas afluentes a los ríos Arquía (Arincha de los aborígenes), y su afluente Ocaidó, de las que van al Beberá hasta la cabecera del río Ogodó (donde hoy tienen en sus inmediaciones, Paloblanco, un aserrío en grande escala de maderas de cedro, lo que demuestra lo bien que los indígenas escogían sus nombres); de aquí por este río, aguas abajo, hasta el Caño de la Madre; por éste al Atrato; río Atrato abajo al punto de partida. EXTENSION Se calcula en 4.000 kilómetros, viniendo así a ocupar el tercer lugar entre los Municipios de más área en el Departamento. HISTORIA El primer español que visitó este territorio fue el Capitán Gómez Hernández o Fernández, compañero del Mariscal don Jorge Robledo, donde encontró la raza caribe, que ya había desalojado a los primitivos pobladores de otro origen, catíos. La conquista de aquel pueblo se determina claramente en su avance hacia el interior, por los perúes o mogotes, forma acostumbrada en sus necrópolis, al estilo de las de Centro América y el Egipto. En el año de 1794 fue erigido en viceparroquia, con el nombre de San José de Urrao; en 1801 ascendió a parroquia. En el año de 1813 se dice que visitó esta región el sabio Caldas; se ignoran los estudios que ejecutó, y que deben ser muy interesantes. Como Distrito funciona desde 1834. OROGRAFIA De alturas muy considerables está formada la topografía del territorio. Desde la Cordillera Occidental hasta el grado de longitud 3° 32’ del meridiano de Bogotá., se encuentran las principales alturas que pasamos a enumerar, y que serán adicionadas con las observaciones hechas en varios otros lugares, y en pliego aparte. Páramo de Frontino, 4.100 metros; un poco al, occidente de la cordillera de formación más reciente. Cerro de San José, 3.005 metros, en el eje de la cordillera; en esta misma el Plateado de concordia, con 2.990; casi a la misma altura se encuentran los cerros de Ocaidó, Sumbáculo, Muñero, Piedragorda, Mojauro, aparte también de la Cordillera; los de Quiaparadó y otras alturas de la región de Jengamecodá. En la misma longitud se encuentran llanos de consideración, tales como los formados por los aluviones de los ríos Penderisco, Pavón, Urrao, Encarnación y Jengamecodá, que principian en altitudes de 1.700 metros, y terminan a 2.000 y 2.200 sobre el nivel del mar. Los de Bacurichichí (río de muchos pajaritos chiquitos), Majoré (apellido indígena), Quiparadó de Mandé (río de aguas azules), están alrededor de 800 metros. Los llanos de San Antonio en las cabeceras de Mandé y los de Nendó, a 1.000; los de Ocaidó y Arquía a 600. En muchos de ellos se encuentran señales visibles de que fueron asientos de antiguos lagos. Desde los 3°32’ del mismo meridiano, hacia las riberas del Atrato, se encuentran las grandes planicies aluviales de dicho río, a alturas que varían de 22 metros a 110, y las que formaron sus ríos afluentes hasta altitudes de 300. CASCADAS Cascadas de consideración y capaces de desarrollar fuerza para poderosas máquinas hidráulicas, se encuentra la formada por el río Pavarandó, uno de los afluentes principales de la izquierda del río Mandé. Las tres cascadas continuas del río Curbatá, afluente a la derecha del Murrí, que juntas miden algo más de 300 metros de caída, y con una gran cantidad de agua, cuyas fuentes y todo su curso está en el Distrito de Frontino, y que si se menciona en este informe, se debe a que están situadas casi en la desembocadura del río que la forma en el río Murrí. Los ríos Chibugadó (nombre de un árbol), y Pacurucondó (río de árboles grandes) forman también cascadas de consideración. Los grandes desniveles de las aguas que riegan el Distrito, fácilmente se pueden aprovechar para desarrollar económicamente mucho número de H. P. GENERALIDADES Por los datos anteriores se comprende el Distrito de Urrao cuenta con toda clase de climas, desde las alturas cubiertas con pastos naturales de las sabanas de Frontino (páramo de Urrao), hasta las riberas del Atrato, que no muy tarde veremos convertidas en centro de producciones muy abundantes y variadas; sólo faltan iniciativas de los dirigentes respecto a las vías de comunicación, y fácil adquisición de baldíos por los pequeños cultivadores. La industria minera ha tropezado siempre en este territorio con la falta de vías de comunicación; a tercio hay que llevar hoy en día los elementos indispensables para el laboreo de ellas, a Nendó, Jengamecodá, Bebará y Bebaramá, etc., y los mineros, por las dificultades de adquirir un lote de terreno baldío, no se establecen con cultivos que les ayuden a abaratar el trabajo. Mucho camino se hace de pueblo en pueblo, de cabecera en cabecera, pero nada que consulte el desarrollo científico y económico de la región, y mucho menos se piensa en orientaciones que puedan a la vuelta de poco tiempo crear una independencia comercial por medio de introducciones directas por la gran arteria fluvial del Atrato. BALDIOS Tiene la Nación, además de los excedentes que existen en la mayor parte de las capitulaciones anteriores al año de 1900, los siguientes, previa deducción de las partes ocupadas por colonos e indígenas: Hectáreas. En el río Ocaidó 21.186 En el Alto Arquía 11.847 En el Bajo Arquía 19.908 Región de Guaguandó 11.095 Región de Chibugadó 11.000 Izquierda del bajo Murrí 25.068 Región de Apartadó 14.306 Región de Pacurucundó 19.048 --------143.158 A esta cantidad parece que debieran añadirse las capitulaciones que por incumplimiento de disposiciones vigentes, han vuelto a poder de la Nación, las cuales alcanzan un área mayor de 30.000 hectáreas. Existen también en el Distrito otras clases de terrenos, que si en realidad no son baldíos, se pueden considerar como tales por el abandono en que se encuentran y cuya propiedad se deriva del arreglo definitivo de los resguardos de indígenas de Frontino y Cañasgordas. El área del citado resguardo alcanzó 167.574 hectáreas, con 4.645 metros cuadrados, situadas en los Distritos de Frontino y Urrao. De ese número correspondió al Gobierno Departamental, para ser cubiertos con su valor los gastos de la mensura, etc., 13.595 en el Distrito de Urrao, y ya van corridos diez años sin que se haya dado algún paso para su colonización. A las escuelas de los Municipios limítrofes (no se tuvo en cuenta al de Murindó), Urrao, Frontino, Cañasgordas, Dabeiba y Abriaquí, se les adjudicó, dentro del área de Urrao, un lote constante de 7.700 hectáreas para repartirlo en las proporciones siguientes, respectivamente: 35,23, 20, 18 y 4 por 100. Hasta la fecha, y van corrido cosa de diez años desde el día de la entrega, las autoridades encargadas en el ramo de escuelas, han dado paso en ningún sentido para propender a la colonización y desarrollo de esas regiones, ni para que las escuelas beneficiadas saquen algún fruto. Hectáreas. Al Distrito de Urrao se le adjudicaron en seis lotes 1.984 Se destinaron para una fundación en los llanos de San Antonio, en las cabeceras de Mandé 1.400 Al Distrito de Frontino, dentro de los límites de Urrao, se le señaló un lote en la región de Jengamecodá, y donde existen desde tiempo inmemorial muchos colonos, constante de 10.000 Sobre ninguno de estos lotes de la colonización se puede adquirir propiedad, toda vez que no hay reglamentación en ningún sentido para ello. Sumando el área de estos lotes enumerados, vemos que ella alcanza al no despreciable número de 34.679 hectáreas, situadas en el área de Urrao. Todas estas irregularidades, que sin previsión acepta el Gobierno, vienen a formar, para la vida de un pueblo, un estado de cosas muy aparte de las leyes que rigen en el país. Por eso es que muchos Municipios no prosperan como debieran y que el pueblo que trabaja y suda vive siempre lleno de desconfianza para poner en acción sus iniciativas, siempre fecundas cuando las leyes se cumplen. El asunto de adjudicación de baldíos es un mito para los pequeños cultivadores; los expedientes que ellos forman a fuerza de dinero y lucha trayendo a la cabecera testigos, a tres, cuatro y más días de jornada, que con el regreso se duplica, se les devuelve de la Gobernación de Antioquia para que comprueben que en esos lotes, menores de 20 hectáreas, no existen taguales mayores de 50, que si están o no situados en las costas de los mares que bañan la República (tratándose del Municipio de Urrao) y que si han dejado los lotes intermedios que el Gobierno Nacional se reserva etc., cosas que a cualquiera le quitan el deseo de seguir las tramitaciones del caso, y los colonos prefieren abandonar sus labranzas antes de someterse a seguir haciendo gastos nuevos, para que luego les pueda resultar un tropiezo semejante. Por los motivos que anotamos es que la colonización no avanza; que el colono desconfía siempre de los dirigentes y que prefiere ocuparse en los negocios de compra y venta, que hoy está haciendo perder toda iniciativa de progreso y adelanto y aún los hábitos de trabajo. Es de urgencia que el Gobierno Nacional tomé cartas en estos asuntos y que facilite los medios para poder llegar, de manera práctica, a resultados que traigan consigo el bienestar del pueblo que trabaja, como la avanzada más meritoria en la conquista de nuestras selvas vírgenes. Respecto a los lotes adjudicados a los indígenas en el reparto de que se ha venido hablando, nos permitimos informar que la mayor parte de ellos están hoy abandonados, pues la raza indígena, día por día, va desapareciendo, sin que las autoridades se preocupen por inquirir el porqué, y sin que se den cuentan del abandono en que siempre se les ha dejado. Una inmensa área del territorio del Resguardo se les adjudicó a particulares por compras que habían hecho a los indígenas, cuando éstos podían disponer de su propiedades; esos lotes están también en completo abandono, y sus dueños esperan, como es tan acostumbrado en el país, que el Gobierno construya vías que los beneficien y hagan valer, pues sólo buscan sus propietarios la manera de medrar sin hacer ningún esfuerzo. Sobre este asunto, que no deja de revestir mucha importancia, se debiera dictar alguna resolución o disposición que regulara, con una cuota proporcional, el beneficio que se derivara para los dueños de esos lotes al construir con fondos públicos vías de comunicación en esos territorios. Bien se pudiera establecer sobre el avalúo de catastro un porcentaje sobre el mayor valor y destinarlo al fondo de las obras públicas de la región; de otra manera, lucran unos en perjuicio de otros. En escritos anteriores hemos puesto en conocimiento del Gobierno los muchos excedentes de viejas capitulaciones; este es otro motivo de desconcierto entre los habitantes de la región, que no entienden el porqué existan en la actualidad esas anomalías, las que traen consigo la desvalorización de la propiedad y camino expedito para pleitos. DATOS GEOLOGICOS La formación mineral del Distrito de Urrao es muy variada y sumamente metamorfoseada en el contacto con las rocas eruptivas; la presencia de antiguos lagos se nota en muchos lugares, lo mismo que el cambio de corrientes en distintas direcciones, cuando éstos de desecaron. Asientos de lagos fueron los llanos del Alto Penderisco y Pavón, los del río Urrao, Encarnación y los de Curabatá y Pantanos, en altitudes mayores de 1.600 metros sobre el nivel del mar. Los de Mandé, Chaquenodá. Arquía, Nendó, etc., a altitudes variables entre 200 a 900 metros. El sistema montañoso es sin duda uno de los más complicados en su formación geológica. Tanto en la Cordillera Occidental como en casi todo el perímetro del Distrito se encuentran las rocas graníticas que atravesaron los esquistos, transformándolos en especimenes muy variados. El páramo de Urrao, llamado también, sin que sepamos el porqué, sabanas de Frontino, toda vez que está situado al occidente de la Cordillera y a una distancia sólo de 15 kilómetros de Urrao y más de 30 de Frontino, está formado por rocas de varias clases: entre ellas se encuentran esquistos metamórficos con baritina, andesita, aplitas, sienitas, liditas, gabros, monzonitas, basaltos, diabasas, breccias, sienitas geneísicas y conglomerados, algunos con cementos volcánicos. Los filones de cobre abundan en esa localidad, y hasta ahora no se han encontrado auríferos ni de otra clase que merezca la pena, y es muy curioso, toda vez que existen rocas metalíferas reconocidas como tales.- En otros lugares de la región, de formaciones semejantes, se encuentran filones con tenor en oro que dan margen para explotaciones beneficiosas, tales como las que aparecen en el río Encarnación, Jengamecodá, San Juan, Penderisco y Urrao, en la parte baja, Pavón y otros lugares de que se dará cuenta a medida que el estudio de recopilación de datos y observaciones personales vaya avanzando. La región de Nendó, donde se encuentran placeres auroplatiníferos de consideración, es una formación muy parecida a la descrita; se diferencia en que en esta región de Nendó y Amparadó las rocas abisales son más abundantes y la serpentinización de algunas ha puesto en estado libre mucha parte de los metales que contienen. En la quebrada Quebradona se han trabajado sobre suelos aluviales varios aventaderos con porcentajes de platino, en relación con el oro, de un 50 por 100. La formación platinífera está localizada al occidente del ramal que separa aguas vertientes a Bebará, Bebarama, Arquía y Nendó, de las que van al Penderisco, de la confluencia de la quebrada Clara hacia el Oriente. Estos aluviones se prolongan mermando el porcentaje de platino, en sus avances hacia el Norte y Occidente hasta el río León y el Atrato, en esas direcciones. Muy importante Muy importante para esta clase de estudios es conocer la siguiente noticia, publicada por el ingeniero Mr. Fred. A. Hale, Jr., en 1918, y que dio a conocer del público de este país, en su afán patriótico del adelanto minero, el eminente ingeniero doctor Juan de la Cruz Posada: “En la zona mineral de Yellow Pine, situada en el Condado de Chark en el Estado de Nevada (Estados Unidos), a 300 millas al norte de la ciudad de los Angeles, existen dos anchos valles, encerrados por las montañas Spring y Kingston, de complicada topografía y con altitudes hasta de 8.500 pies (monte Olcott). “La cordillera Spring, que corre de Nordeste a Sudoeste, está constituida en mucha parte por rocas sedimentarias paleozoicas, de un espesor de 17.000 pies, según Spurr, y de los cuales 2.000 pies son de cuarcita cambriana, y el resto de calcáreos más o menos silíceos de esta misma edad y de la carbonífera. En las vertientes orientales de la parte norte de la montaña afloran areniscas mesozoicas. Los depósitos minerales de valor económico se hallan en los estratos carboníferos, los cuales tienen más de 3.000 pies de espesor y son de carácter calcáreo. Toda la zona en consideración muestra intensos plegamientos, en una gran dobladura sinclinal y numerosas fallas y fisuras. Una de estas fallas es indudablemente de las continentales; puede observarse en todo el distrito minero, por más de 25 millas de extensión, y el dislocamiento vertical alcanza por lo menos 3.000 pies. “Dos series de rocas ígneas se encuentran en Yellow Pine. En primer término, masas intrusivas, del tipo monzonita –porfiro, en forma de diques y silos. Los diques son, por lo menos, de dos intrusiones sucesivas, y alcanzan espesores de 400 pies. Petrográficamente la monzonita es estructura claramente porfirítica, con ferrocristales idiomórficos de cuarzo, ortoclasa, plagiocalas, biotita y augita, enclavados en una pasta fina. Por razones estratigráficas se sabe que la intrusión de estas rocas tuvo lugar después del jurásico, probablemente durante el terciario. Los depósitos minerales están íntimamente asociados a las monzonitas. La segunda clase de rocas ígneas está representada por una capa horizontal de andesita de biotita, de 60 pies de espesor, evidentemente de carácter efusivo y sin conexión alguna con los depósitos minerales. “Conocida así, a grandes rasgos, la geología del distrito minero en consideración, se puede pasar al estudio de las menas de valor económico, las cuales agrupan tres clases: minerales oxidados de plomo y cinc, argentíferos; minerales de cobre auríferos, y minerales de cobre auroplatiníferos. “Las menas de cobre platiníferas, que se encuentran principalmente en la mina llamada Boss, y, que está situada en la parte occidental del Distrito de Yellow Pine, vienen llamando la atención de los técnicos en los últimos años. En esta mina, la formación mineral se presenta en una zona de fractura del calcáreo dolomítico, y alcanza un espesor de 30 pies. A unos 500 pies al norte del depósito mineral en consideración, aflora una extensa área de la intrusión monzonita –porfiro. “Dos clases de mineral de encuentran en la mina Boss: una compuesta de material cuarzoso, de color gris claro, que se deshace en arena fina y contiene oro y platino metálicos, prácticamente libres de cobre; y otra rica en cobre, en forma de malaquita, crisocola y cuprita, y pobre en paladio y platino. “El ingeniero Mr. Kanopf ha demostrado que el material gris arenoso se compone de cristales perfectos de cuarzo, de cerca de 0.1 milímetro de diámetro, y de pequeñas cantidades de octaedrita y rútilo. Asociada al material cuarzoso, se observa en venículos o masas irregulares una materia talcosa, de color verde, que ha sido identificada como una variedad bismútica de plumbo jarisita (sulfato básico de plomo férrico); al estudiarla con cuidado, se ha visto, fuera de toda duda, que la mayor parte del oro y del platino se encuentran en este mineral, en forma nativa y aparentemente, nunca en combinación química. Por trituración y lavado se obtienen granos finos de una sustancia negruzca, que se tornan en color amarillo natural oro, al tratarlas con ácido. Rara vez se logra obtener un grano de platino, sin duda por el estado finísimo en que se encuentra, impropio para una reconcentración mecánica. Sin embargo, el análisis químico revela que el oro y el platino no están ligados entre sí, y que el platino se encuentra en forma metálica, y no en alguna de sus combinaciones minerales conocidas. “Los metales del grupo del platino que se encuentran en la mina Boss, son: platino, paladio, iridio y trazas de rodio; pero únicamente los dos primeros en cantidades explotables económicamente. “En estos minerales el oro y el platino fueron precipitados por la plumbo –jarosita, que es un agente precipitado para esta clase de metales”. Muy semejantes son las formaciones platiníferas de esta región a las descritas en el estudio anterior. En Nendó, especialmente, hay muchos puntos idénticos. En la misma región de Nendó y la de Amparadó, los aluviones platiníferos difieren en su mayor parte unos de otros en sus formaciones; unas veces se encuentran los metales sobre suelos de barro, otras sobre conglomerados de barro, otras sobre los conglomerados de barro y piedra, de diámetros superiores a 5 pulgadas y de composición similar entre sí, por lo general, de rocas cristalinas. Las cintas que reposan sobre rocas son bastantes ricas cuando forman en ellas canales de reconcentración las aguas corrientes. Abundan en la región de que se trata los metamorfismos, y la parte baja de los planes tiene por base doleritas y serpentinas; hacia las partes altas predomina basaltos, dioritas, andesitas y granitos, con multitud de intrusiones de materiales muy cristalinos. En Amparadó se encuentran poderosas formaciones minerales de filones auroargentíferos, que encajan en rocas metamórficas, esquistos micáceos y una serpentina muy mineralizada; su riqueza en metales es de consideración. Los productos obtenidos por los baharequeros han sido de buenos resultados; la dificultad para introducir víveres, etc., a la región por falta de vías de herradura ha dificultado la extracción y el desarrollo de esa rica comarca. Los llanos de San Antonio, donde está situada la reserva de 1.400 hectáreas, destinadas para una fundación, todos ellos son una mina de aluvión de buen tenor de riqueza. Casi no hay un río en la región que no contenga oro en cantidad explotable, y en muchos de ellos platino, con tenor de explotación beneficiosa. La minería no prospera en el Distrito, pues el pueblo se dedica de preferencia a la agricultura y ganadería, y teme internarse en la montaña virgen, llena de peligros y distanciada de recursos. TITULOS MINEROS Desde el año de 1788, con fecha 4 de septiembre, y señalado con el número 291, data la expedición del primer título de minas o amparo, concedido a favor de don José de Larrea, dato que junto con otros de mucha importancia se encuentran en el catálogo de minas de Antioquia, publicado por José M. Mesa en 1906. Refiere que en 1645, cuando el Gobernador de Antioquia don Antonio Portocarrero y Monroy, dictó medidas conducentes al descubrimiento de las minas del valle de Los Osos (Santa Rosa), y que en prueba de ello al Capitán Fernando de Toro Zapata y don Pedro Martín de Mora, solicitaron el registro de varias quebradas con todas sus aguas, amagamientos, aventaderos, sabanas sobresabanas y pantanos, y saltos que tuviere cada una, para que cada uno goce de la que le tocare, sin que otro le pueda entrar en su quebrada. Que el Oidor don Juan Antonio Mon y Velarde, en visita que hizo en 1788, mandó que circulase en Antioquia la moneda de plata acuñada y dictó oportunas providencias para el fomento de las minas, formando ordenanzas. Estas ordenanzas de que habla ell señor Restrepo (¿Vicente?), y que son las mismas a que se refieren en sus obras el doctor Uribe Angel y don Alvaro Restrepo Euse, nunca fueron practicadas en Antioquia y ni siquiera se conocieron, como se verá de manera incontrovertible en el siguiente párrafo, tomado de un informe dirigido en 1816 al Virrey Montalvo, por don Juan Carrasquilla, contemporáneo de Mon y Velarde y Presidente de la Convención Antioqueña de 1812. Dice: “Las minas de la Provincia de Antioquia son todas de oro corrido, por consiguiente no pueden arreglarse a las leyes establecidas por las de veta, de cuyo conocimiento allí se carece; es pues de absoluta necesidad dictar un reglamento que evite las frecuentes desavenencias y pleitos ruidosos que suelen suscitarse. “Bien conoció esta verdad el Oidor de la Audiencia de Santafé, don Juan Antonio Mon y Velarde, que fue Visitador de aquella Provincia por el año de 1785, y tomó informes de los principales mineros para arreglar ordenanzas conforme a las circunstancias del país, clase de labores y dificultades de empresas importantes en la cuelga de ríos, que se estiman por depósitos de las mayores riquezas; mas esta útil empresa no tuvo efecto; y las Ordenanzas de Gaspar de Rodas, que fue Gobernador de Antioquia en tiempos muy remotos, no han sido mandadas observar, y por consiguiente carecen de autoridad para fundar en ellas ninguna clase de pretensión. La superioridad de Vuestra Excelencia pudiera mandar traer a la vista estos documentos que deben existir en los Archivos de Antioquia (deben estar en el departamental hoy), y con su inspección e informe de los conocimientos que hasta el día haya adquirido la experiencia de los inteligentes, dictar providencias que son demasiado frecuentes en el día (sic) ¿y hoy?... “Además del dicho concluyente del señor Carrasquilla, se puede presentar también el argumento decisivo de que entre los pleitos ocurridos desde 1785, no hay uno sólo en que se citen tales ordenanzas, lo que no hubiera sucedido al estar ellas sancionadas, puesto que Antioquia, durante la Colonia, no poseyó más disposiciones legales sobre minas que las deficientes Ordenanzas de Gaspar de Rodas, expedidas en 1587, es decir, doscientos años antes que de aquí viniera Mon y Velarde (sic).” Claro se ve por los apartes transcritos, que por aquellos tiempos no había medidas claras para delimitar el área correspondiente al amparo de minas de aluvión entendemos que lo mismo pasaba en el Chocó, donde se registraban o amparaban quebradas en la misma forma en que se ha hablado. De todo ello se desprende claramente que el amparo o registro para trabajar las minas sólo era una garantía para que los avisantes no fueran molestados en sus trabajos o descubrimientos, por otros mineros, y en ningún caso puede considerarse en forma de arriendo sui generis, como matriz de una propiedad territorial, que bien distintos trámites tenía para adquirirla. En el Chocó está la matriz del mayor número de propiedades, lo que no deja de ser un atentado contra la propiedad de la Nación. Por ello debieran ser revisados escrupulosamente todos los títulos de la Intendencia del Chocó. Más tarde, en 1829, con fecha 24 de octubre, fue sancionado el decreto que dictó el Libertador don Simón Bolívar, y que se llamó reglamento de minería. Es la Ley 10 de la Recopilación Granadina. Allí se establece que las minas de veta tendrán 600 varas, que se medirán según las ordenanzas en vigor. El artículo 10, habla de las de aluvión, y dice: “La extensión de éstas ha sido siempre y será las que les asignen sus títulos de registro, que tienen ordinariamente la cláusula, que no sean de inmensidad, y no se entiende serlo cualquier extensión de mina de oro corrido, que los dueños hayan colgado o ahondado, de cuya propiedad jamás de les podrá privar. Si después de abandonado un pozo de 10 varas, no lo ocuparán en sus labores, en el término de un año se adjudicará al denunciante. En el pedimento se ha de exponer la situación individual de la mina, los linderos de la extensión que se solicita, cuántas varas cuadradas puede tener de superficie, o cuántas de largo y ancho”. Claramente se comprende, y así lo establece la citada Ley, que las minas de aluvión se medían por varas, no por kilómetros, ni se alindaban ríos enteros como una mina, según se ha pretendido hacer en el Chocó. Muchas de las grandes propiedades territoriales y de minas, latifundios existentes en el Chocó, no resisten un análisis serio y ajeno a contemplaciones. Nos mueve a decir esto, el afán de ver prosperar esa rica región, donde es necesario deslindar la propiedad, si se quiere su adelanto y progreso minero; hoy, todo lo más, son pleitos, que por ninguna orientación dan lugar al establecimiento de sociedades que trabajen en grande escala. No nos mueven otros fines, y por eso hablamos con la necesaria claridad, pidiendo mil excusas si en algo podemos propasarnos.. ALTIMETRIA Camino de Quibdó a Bolívar. Metros sobre el nivel del mar. Quibdó 54 Tutunendo 80 Guayacana 95 La Equis 310 Bellavista 210 Ovejas 711 La Playa 918 Girardot 1.158 El Carmen 1.592 Alto del Carmen 2.595 Hábita 1.840 La Quiebra 2.090 La Linda 1.416 Bolívar 1.124 Línea del cable (estudio). Urrao 1.876 Bote 2.265 Brisa 2.416 Sentadero 2.345 Víbora 2.418 Urobugo (filo) 2.420 Filo de Flores 2.315 Cañola 1.170 Lanzas 875 Ocaidocito 795 Sabaletas 775 Necondó 780 Caraño 498 Crichiridó 558 Quiebra Vegáez 506 Morro A. Vegáez, Sur 656 Morro B. Vegáez, Norte 844 Playa Jerugamá 175 Camino a Frontino Metros sobre el nivel del mar Quebradahonda 1.815 Alto San Vidal 2.190 Alto Salado 2.060 Quebrada Salado 1.830 Alto del Hormiguero 2.040 Puente Herreras 1.630 Camino privilegiado de Urrao al Atrato. Boquerón de Flores 2.240 La Ciénaga 1.890 Memé 1.450 Barranquitas 1.200 Paso Ocaidocito 640 Paso Sabaletas 490 Paso Necondó 290 Orobugo 2.115 Camino de penetración a Murrí. Maderos 1.165 La Brisa 1.400 La Sierra 1.560 Boca de San Juan 870 Casaclara 860 Boca Mandé 75 Boca Mandesito 200 Gallinaza Mandé 335 Llanos de San Antonio 1.050 Quebradona Nendó 910 Boca Murrí 22 Camino Urrao – Abriaquí. Chambuscados 2.412 La Juntas 2.460 Chambuscados, camino 2.380 Chuscal, camino 2.860 Noque, Salado 2.010 Anocozca 2.145 Quiebra A. Junco 3.325 Caicedo 1.850 Abriaquí 1.910 Alturas en los Distritos de Frontino y Urrao. Alto Peseta (W. De Urrao) 2.360 Alto Bote (W de Urrao) 2.510 Alto Caballo (W. De Urrao) 1.925 Tunalcito (Orobugo) 1.800 Morro Pelado 3.485 Plateado, alto (Frontino) 3.210 Picapica, alto 1.905 Paila, alto 1.100 Alto Guarín 1.480 Alto Buenavista 1.135 Alto Culebra 1.150 Alto Chageradó 1.300 Alto Portachuelo 2.120 Alto Perdices 2.070 Alto Clara 1.780 Quebrada Clara 1.780 Cerro de Carauta 2.100 Minas de Carauta (montadas) 1.860 Mina del Cerro (camino Frontino – Bolivia) 1.850 Mina de Piedras (familia White) 2.810 En el Alto Murrí Paso de Pichindé, río Carauta 720 Paso Ururú Chaquenodá 400 Platanares 1.120 Alto de Peñitas 1.870 Quebrada Blanquita 700 Chimiandó 760 Atausí, minas 480 Camino de Urrao a Concordia Quebrada Santa Isabel, puente 2.020 Casa N. Restrepo 1.970 Quebradona 1.940 San José, paso 1.900 Casa González 2.335 Quiebra Concordia 2.490 Quiebra Betulia 2.370 Quebrada Cartagena, paso 1.915 Yeguas 2.307 Margallo 1.895 Concordia 2.020 Camino a Turbo, Urabá Boquerón de Toyo 2.135 Cañasgordas 1.294 Uramita 678 Dabeiba 385 Quiparadó 380 Pegadó 205 Río Mutatá 98 Pavarandocito 62 Boca Amparradó 170 Turbo 2 DISTANCIAS Y ALTURAS DE LA BAHIA DE SOLANO AL RIO ATRATO, EN METROS . Distancia. Altura sobre el mar A. a B. 2,209.96 182.16 Principia 80 metros al lado de adentro de la bahía de Jella B. .a E. 3,818.05 191.09 F. 4,405.68 222.81 G. 4,830.33 237.31 H. 4,961.33 241.51 (Las alturas son deducidas del ángulo vertical de buenos tránsitos y teodolitos). I. 5,065.22 230.90 J. 5,307.33 227.16 K. 5,551.33 222.08 L. 6,515.51 148.62 M. 6,763.51 152.71 N. 9,970.25 297.95 Entre M. y N. Corre el río Mimiquiá. O. 9,745.81 658.90 Corrientes con curso al Norte. P. 9,992.88 701.27 Q. 10,838.8 860.89 11,008.4 883.84 Entre K, L, pasa el río Largueta. 1 R. 4 S. Valle. 13,341.7 723.40 9 T. Divisoria Nimiquiá y Cemaco, afluentes al Entre R, S. Cemaco, a 320 metros sobre el mar. 16,785.7 720.31 9 U. 17,567.1 786.36 Divisoria de las aguas al Pacífico y Atrato. 20,153.9 602.78 Se pasa el río Aibi, en su curso de N. A S. 20,304.9 608.96 21,290.6 589.56 21,826.6 555.74 6 V. 0 W. 0 X. 9 Y. 9 Z. De V. hasta Y. Hay muchas aguas. Véase el plano. 25,131.6 588.70 25,430.7 606.34 25,676.6 594.42 25,893.4 561.72 26.023.1 555.83 26,250.4 544.51 26,539.2 543.58 26,604.1 541.41 26,654.0 534.60 26,783.3 508.24 9 A.’ 6 B.’ 6 C.’ 4 D.’ 4 E.’ 8 F.’ 8 G.’ 2 H.’ 6 I.’ 5 Las alturas de 500 metros están en los planos, es decir, de B’ a I’. J.’ 28,219.6 349.01 30,639.6 323.19 30,786.6 329.45 31,261.6 292.05 34,406.0 481.81 2 K.’ 2 L.’ 2 M.’ 1 N.’ 0 O.’ Entre M.’ y N.’ Corre el río Bojayá, a 82 metros sobre el nivel del mar. 34,932.0 484.08 37,994.0 414.16 0 P.’ 0 Q.’ Corre la quebrada de Utragá, hacia el W., y cae a Bojayá. 39,123.0 444.71 39,691.2 400.41 40,759.0 361.64 44,313.0 342.96 52,671.5 267.25 53,308.6 258.93 76,640.0 42.00 0 R.’ 8 S.’ 0 T.’ 0 U.’ 2 V.’ 4 Río Atrato en Bocas de Arquía. 0 De V.’ a la Boca del río Arquía la l línea tiene dos ángulos, que se señalaron en el plano de la costa del Pacífico, que se envió al Ministerio para ilustrar la situación del Distrito de Baudó. Se envían por duplicado estos datos por creerlo útiles al Ministerio de Relaciones Exteriores (Oficina de Longitudes). La dirección de la línea está marcada en el citado plano. Sobre este estudio se darán nuevos datos; al suscrito Jefe de la comisión minera del Chocó le tocó actuar en este trabajo como primer Ingeniero Ayudante del técnico Inglés Mr. H. S. Taylor (estudio del cable Bolombolo – Atrato – Pacífico)... También ha tenido ocasión de estudiar la Comisión, algunos de los títulos de minas de aluvión correspondientes a la región de Nendó, y que se han localizado en el plano que se acompaña al presente informe. Ellos son: Número 1. Nendó. Luis Malluk, etc. Número 17. Marzo 24 de 1920. Número 2, Clara de Penderisco. Número 16. Marzo 24 de 1920. Número 3, Boca de Quebradona. Número 19. Marzo 30 de 1920. Número 4, Boca de Peñas. Número 20. Marzo 30 de 1920. Número 5, Cont. Legiada. Número 24. Marzo 30 de 1920. Número 6, Boca de La Condota. Número 18,. Marzo 30 de 1920. Número 7, Boca La Clara de Nendó. Número 15. Marzo 24 de 1920. Número 8, Cabeceras de Nendó. Número 27. Marzo 30 de 1920. Número 9, Juan Ignacio, Valeriano Gaviria, etc., Número 7. Febrero 27 de 1919. Número 10. La Culebra. Antonio M. Gutiérrez, etc. Número 4. Marzo 10 de 1920. Número 11, 1° Continuación. La Culebra. Raimundo Gil, etc. Número 22. Marzo 30 de 1920. Número 12, 2°| Continuación La Culebra. Raimundo Gil, etc. Número 23. Marzo 30 de 1920. Número 13, La Montoya. Vicente Montoya. Número 14, La Legiada. Doctor Roberto Luis Restrepo. Los doce primeros títulos están corrientes, y según comprobantes, se han pagado con oportunidad los derechos de estaca a la Nación. Estos títulos abarcan prácticamente los terrenos platiníferos de la hoya hidrográfica del río Nendó; faltan por ser estudiadas las cabeceras de las quebradas Madroña, Condota y Lejía, donde no parece difícil encontrar yacimientos del citado metal. El alto de Sumbáculo tiene por base rocas cristalinas y los metamorfismos de esa localidad, por sus proporciones y caracteres, son dignos de cuidadoso estudio. La Comisión prepara el campo para acometer su estudio, la falta de vía lo ha retardado, pues hay que abrir trochas y construir ranchos, cosa que en casi todos los trabajos de exploración se ha vendido haciendo. La formación de estos aluviones es muy semejante a la descrita, tomada de un informe minero del Distrito de Chark, del estado de Nevada, Estados Unidos de América. Abundan en la región los minerales de veta, especialmente en el río Amparradó y cabeceras del Mandé; hay algunas minas de esa clase tituladas en esa zona por don Luis Malluk y Compañía, de Quibdó. Su relación es como sigue: Número 48. La Azurita, en Quebradanegra, titulada en 13 de octubre de 1921. Número 49. Quebradanegra, en Nudillos, titulada en 13 de octubre de 1921. Número 50. Nudillos, en San Sereno, titulada en 13 de octubre de 1921. Número 51. San Sereno, en San Sereno, titulada en 13 de octubre de 1921. Títulos que también hemos encontrado corrientes. Existen en la región de que trato varias capitulaciones de terrenos, que por la extensión que abarcan merecen estudio detenido. Entre ellas se tiene la correspondiente a doña Inés del Corral de Londoño, Cuyos linderos son los siguientes: “frente al desemboque de la quebrada Mandroña al río Nendó, éste arriba, siguiendo la cordillera que va dividiendo las aguas entre los ríos Nendó, Mandé, Pavarandó, San Miguel y Ocaidó, hasta venir a Sumbacal, y de allí volver a la banda oriental a pasar a los nacimientos de la quebrada Lejía y seguir por la cordillera que va dividiendo aguas entre las quebradas Clara y Lejía, hasta donde se juntan éstas, que ya se denominan Clara, siguiendo ésta abajo hasta su desembocadura en el río y volver a pasar al lado occidental; éste abajo hasta volver al frente de la Mandroña, primer lindero.” Los poseedores han tomado el nombre de Sumbacal, por Sumbáculo, y así abarca una superficie mayor de 3.000 hectáreas, terrenos que no se trabajan, y cuyo título es desconocido. En la misma región tienen Antonio Aguirre, Juan P. Herrera y otros un título número 360, registrado en noviembre 24 de 1917. Fue expedido por el Ministerio de Obras Públicas y Fomento, el 15 de noviembre de 1906; su nombre La Clara, y por 1.804 hectáreas. Sus linderos: de la confluencia del río Nendó, en Penderisco; aquél, arriba, hasta la confluencia de la Quebradona; de allí en línea recta, con rumbo S. 32° Este y con 2.300 metros a las quebradas Claras (parece equivocado el registro, pues debe ser Chorros); por toda ésta hasta sus nacimientos, en la cordillera que sirve de lindero con Rafael Herrera S., Froilán y José María Montoya; cordillera abajo hasta su fin con el Penderisco; río Penderisco abajo hasta la confluencia del Nendó. El área verdadera de este lote es de 2.760 hectáreas, de lo que resulta un excedente de 1.676 hectáreas. Este lote jamás ha sido trabajado; las primitivas mejoras fueron demarcadas por separado para sus respectivos dueños: Igual cosa resulta cono los lotes colindantes, correspondientes a Leonidas Restrepo, adjudicado por Resolución de 6 de diciembre de 1906. El de Rafael Herrán y otros, por 98 hectáreas y adjudicado en 1894. Los de Leonidas y Juan de La Cruz Restrepo adjudicados en 1904, con un total de 6.334 hectáreas, con 4.474 metros cuadrados, de las que hay poco cultivado, y cuyos linderos abarcan un total algo mayor. Los de Rafael Herrera y otros adjudicados en 1906, por 1.905 hectáreas. Los de Esteban Agudelo, adjudicados en 1907, por 368 hectáreas. Los terrenos del oriente y sur de la región de Nendó, que abarca el plano, son en su mayor parte baldíos de la Nación. Este asunto de baldíos se mezcla cada momento en el presente estudio, muchas ocasiones a nuestro pesar, pues quisiéramos tratarlo por separado, lo que haremos en otra oportunidad más detalladamente. Hoy, permítasenos que enviemos, con carácter devolutivo, tres expedientes de solicitud de baldíos, creados por pequeños cultivadores, para que el Ministerio se informe de la manera como se ejecutan estos trabajos en el Departamento. Los dueños de tales expedientes no quieren hacer más gastos, haciendo venir testigos de nuevo, para comprobar postulados que ellos creen no son necesarios. Este es uno de los motivos para que esta región no prospere, y los colonos viven siempre con desconfianza en las actuaciones del Gobierno. Como complemento del plano del Distrito de Urrao se envía adjunto al presente informe, el de a hoya del río Murrí (así se llama la parte alta de este río, aún cuando lleva los nombres de Chaquenodá, Carauta, etc., y también el de Curbatá, debido tal vez a que todo se llamó en otros tiempos Valle de Murrí, en la adjudicación de los resguardos indígenas). Los prospectos para trabajos de dragas en los lechos de los ríos de este Distrito son magníficos, de fáciles condiciones de elaboración. Se tienen: Arquía hasta la quebrada de Viodó; Guaguandó y Chibugadó, hasta el frente, hacia el norte de Vegáez; Pacurucundó, por 15 kilómetros en línea recta en su confluencia en el río Atrato, hacia sus cabeceras; ; Apartadó, casi todo su curso navegable por canoas; el Murrí, hasta el Cerrazón, y su afluente Jarapetó, algo más de la mitad de su curso. Todos estos ríos contienen platino en proporción de 10 a 15 por 100 respecto al oro, y son ricos en este último metal. La facilidad de introducción de dragas por el río Atrato, que bien pueden venir armadas y listas para el trabajo desde el Exterior es un aliciente para emprender trabajos de explotación. Entendemos que Mr. H. G. Granger ha titulado varias en los lechos de esos ríos, y tal vez este es motivo para que hoy no se estén trabajando. Los mismo resulta con las corrientes de los ríos Bebaramá y Bebará, muy ricos en oro y con crecido porcentaje de platino. En el interior del Distrito, alto Chaquenodá, Murrí de La Cerrazón, hasta la confluencia del Penderisco, Mandé hacia Turriquitadó, son fáciles de explotar con dragas, pero su introducción es demasiado difícil. Arrendado por el Gobierno Nacional el lecho del río Murrí y destinado los valores del canon de arrendamiento para construir desde su confluencia en el Atrato una carretera hacia el interior, que bien puede bifurcarse en lugar conveniente, hacia Urrao y Frontino, sería el medio de una rápida, económica y científica colonización, que traería consigo el establecimiento de multitud de empresas maneras y agrícolas. Esta vía de orientación, que consulta el futuro desarrollo del país, con la posibilidad de que algún día se establezca comunicación del Atrato a las costas del Pacífico, es muy recomendable. De urgente necesidad es conocer las capitulaciones de los lechos de los citados lechos Murrí, Bebará, Bebaramá, Arquía, Guaguandó, Pacurucundó y Apartadó. Estos títulos deben conservarse en las oficinas de Popayán, y hasta la fecha la Comisión no tiene conocimiento de ellos. Para la prosperidad de estas regiones y el bien general sería conveniente que tan delicado asunto fuera resultado definitivamente, en el sentido que el Gobierno Nacional estimare conveniente. La duda respecto a la propiedad es el mayor perjuicio con que tropieza el desarrollo del país. En los llanos de Murrí, cerca de la confluencia del río Carauta, en el Chaquenodá, existen grandes extensiones de pita, como también en las riberas del Atrato correspondientes al Municipio de que se informa. La falta de análisis de las muestras de rocas enviadas por la Comisión al Ministerio, retarda el informe detallado de muchas localidades importantes de la región; hasta ahora se ha hablado de generalidades únicamente; por este motivo, y muy respetuosamente, me permito solicitar el análisis de las que considere el técnico de la sección correspondiente de más interés, ojalá se hiciera de preferencia respecto a las señaladas con los números 29, 59, 65, 77, 88 a 93, 102, 128, 125, 136 y 145; con esos datos ya se puede hacer algo de mérito. Las muestras señaladas con los números 1, 13, 16, 20 y 23 que se enviaron en frasquitos, hace falta también su análisis para poder informar con certeza sobre muchos tópicos de importancia. La cantidad de cobre nativo y en sulfuros, que existe en la región de Urrao, Tadía y Bebaramá, es suficiente para fundar grandes empresas; algunas formaciones contienen oro y plata en proporciones explotables; sobre este tema ya hemos dado algunos datos, los que serán ampliados oportunamente. La región del río Pacurucundó es muy importante; allí se encuentran oro y platino, aluviones de grandes extensiones y fáciles de trabajar, tagua, caucho, pita, maderas y minas de veta con buen tenor de oro. Los terrenos en general son magníficos para la agricultura; de la quebrada Bernal para arriba, las tierras son secas. En las del Salado se encuentran fuentes saladas, de saturación que corresponden a la Nación. Unos señores Rivas, de Buchadó, se dicen dueños de ese territorio, y no permiten en manera alguna la colonización; cobran impuestos por las maderas que se explotan, y como casi siempre son ellos mismos las autoridades del lugar y los caciques de color, se hacen respetar en todo tiempo. Los mismo resulta en casi todos los afluentes principales del río Atrato. La inmigración de brazos y capitales extranjeros a estas regiones y después de que sea definida la propiedad territorial y minera, traerá consigo el establecimiento de empresas muy variadas y productivas; al pensar en esto, y como medio atrayente, se debiera reglamentar la redención de minas a perpetuidad; hoy la garantía otorgada por el artículo 45 de la Ley 292 de 1875, no garantiza la verdadera propiedad, pues sólo asegura permanentemente la propiedad de las minas redimidas, en cuanto se refiere al impuesto, que no quita el carácter de condicional con que el Gobierno de la Nación las cede por medio de sus recomendados. Mal pudiera el Gobierno garantizar una propiedad que los señores Administradores de Hacienda le confieren al recibir el pago conforme a la ley, el que muchas veces ni siquiera es completo. Tampoco tiene porqué informarse el señor Administrador que recibe el pago, si la mina está en pleito o si adolece de defectos el título. De manera que el Gobierno se compromete a cosas que luego se tienen que tramitar por medio de juicios ordinarios para establecer la propiedad. Hemos atacado las leyes que se refieren a redención de minas, pues la forma de su texto no da garantías al que las redime, y el Gobierno, como ya dijimos, queda expuesto a serios problemas. Estipulando un precio de redención conveniente; exigiendo el peticionario la comprobación de la propiedad, tanto territorial, si es el caso, como la minera; un plano exacto del área, y la condición expresa de quedar sometidos los dueños o sus representantes a la fiscalización del Gobierno, en todo cuanto se refiere a estadísticas, estudios de su recomendados, etc Hoy el que tiene un título de mina redimida se molesta si se le solicita para su estudio, poniendo de presente que la mina está redimida, y que por lo tato nadie tiene que ver con ella. Conocemos varios expedientes de minas, cuya matriz es la propiedad civil, que han sido redimidas sin hacer constar su extensión; más tarde vemos que se pagan excedentes (en pertenencias); en las minas de aluvión que se han propuesto llamarlas muchos; se nos ocurre preguntar ¿qué fue lo redimido? Después encontramos que la propiedad de esa mina redimida está en pleito, el que se ventila tanto sobre la tenencia sobre el título minero como de la propiedad civil. Trayendo al estudio de la Comisión, que ya conoce mucha parte del territorio del Chocó, los expedientes de los títulos mineros, procedentes de la propiedad civil y que se conservan en los archivos de Popayán, bien se pudieran aclarar tantas cuestiones y enredos que dificultan de manera alarmante el progreso del Chocó y son causa de posibles dificultades entre el Gobierno y los empresarios extranjeros. Teniendo el Gobierno conocimiento del valor y condiciones de cada título, bien fácil sería determinar la manera de proceder a su arreglo o a la reclamación a que hubiere lugar. Repetidas ocasiones hemos tratado de estos puntos en nuestros informes; ello obedece al afán de ver iniciado un desarrollo científico y práctico en estas regiones, que dificultan los enredos que hemos tenido el honor de poner en conocimiento del Ministerio. La estadística de minas, baldíos, variedad y cantidad de producciones, con anotación clara del lugar de su procedencia, costo de explotación y su valor comercial, etc., es un asunto que reviste muchísima importancia; más cuanto el territorio del Chocó ha sido una tierra de leyendas y apreciaciones muy disparatadas en todo sentido por sus pobladores y visitantes. Al ordenar unos datos que faltan referentes a las minas del Distrito de Urrao, continuaremos en otro lugar con su descripción. Dato sobre la dirección magnética de algunos filones que se localizarán en los planos: HILOS DIRECCION INCLINACION Las Hoyas, Abajo 2° Salto S10°W. AL W. Torcodá N80E AL W. (80) Chocoseños N10E AL W. Santa Isabel N54E 32E. Zarzagüeta N13W 22W. Llanogrande N50W 45S. Escobares S46W 45E. Mundomalo N9E 35E. San Juan S19W E. Marías N65E 45E. Marías NaS E. San Antonio N32E 80E. Piedrasblancas S60W E. Sernas S22E 45E. Nudillos S22E. 70E. Nudillos S60E. 68S. San Sereno S10E. W. Corporal, 3 N.20W. N.45W., y N50W. E. Bebaramá, general N45W. 35E. Plateada S28E. E. León S66W. 45N Malaquías, San Juan Este. 50S Zarro S51W. 60E Salto San Juan S30W. E Turriquitadó, Mandé. N.15E N37W. 90 De estos filones el de La Plateada, en Santa Isabel (N45E), da un ensaye de $23-31 oro y $9-27 plata, la tonelada. El de Torcodá (N80°E.) da $20-60 oro y $1-65 plata, la tonelada. La estratificación de las rocas sedimentarias es por lo general de Sur a Norte, y sus buzamientos, de 35° hacia la profundidad. Por falta de ensayes de muchos minerales y rocas, con los cuales muchas ocasiones se puede calcular la edad geológica, no se ha entrado en esta clase de trabajos. Prácticamente sabemos que los filones mientras más baja sea la ley del oro que contienen, son de formación más reciente En estos datos no se da el espesor del mineral, por el motivo que todas las direcciones son tomadas en la superficie, donde la descomposición no deja apreciar, de manera formal, su ancho. Algunos de estos filones en baharequeos superficiales, han dado buen rendimiento de oro, la plata no se tiene en cuenta, pues por ese método no se extrae ninguna cantidad de ese metal. Por las direcciones apuntadas, se nota claramente lo dislocado que es el territorio. Los minerales comprendidos entre 30 a 40 grados son muy cupríferos, y encajan en rocas cristalinas. (Granitos y dioritas). En los metamorfismos se encuentran los filones de mejor tenor en oro libre. En la región del Alto Mandé, San Sereno y Nudillos, hay una formación de agujas muy ricas (Stockworks); allí trabajan esos minerales en la forma de minas de aluvión con buenos resultados. Los minerales en verdaderas figuras sólo se encuentran en La Encarnación, San Juan, Babaramá y Bebará, Torcodá y Santa Isabel, en formaciones graníticas. Hasta ahora no ha visto la Comisión ningún filón de contacto, con la unión de dos rocas distintas; sólo existen en la región salbandas, de algunas de ellas se han enviado muestras de los sulfuros que contienen; a batea no dan muestras de metales. H:E: WHITE URIBE (Tomado del Boletín de Minas y Petróleo de septiembre y octubre de 1930). ARTICULO INCONCLUSO Hace algo así como tres meses me escribió mi amigo el doctor Paz, para que le enviase peón y bestias a la ciudad de Antioquia, pues deseaba ardientemente venir a conocer este Municipio, con el propósito de comprar alguna finca en él, halagado por las ponderaciones que había oído acerca de la fertilidad y baratura de sus tierras, la bondad del clima y su privilegiada situación topográfica, tan cercano al Atrato, no distante de Medellín, y en fácil comunicación con Antioquia, el Carmen, Bolívar, Betulia y Concordia. Vino, efectivamente, y durante diez días recorrió gran parte de su dilatado territorio. No se le quedó sin conocer ni aun el escabroso páramo del Frontino, gracias a la gentileza e hidalga hospitalidad que le brindó don Pacho Jaramillo, quien se excedió en atenciones y recursos de todo género, para que la excursión revistiera las características de un cómodo viaje de placer. Tocóle en suerte una mañana de sol radiante, y su boca no se cansaba de encomiar la magnificencia del espectáculo que desde aquella cumbre se contemplaba, panorama andino, exclusivo de la zona ecuatorial y del mundo de Colón. En sus andanzas valoró con ojo inteligente y avizor la calidad de las tierras, la abundancia y bondad de los productos, la actividad, la salud y vigor de los labriegos, el alto espíritu público que empapa a las clases dirigentes, lo suave y benigno del clima, y en una palabra, las innúmeras dádivas, gracias y dones que la naturaleza, con pródiga mano, derramó sobre el valle del Penderisco. Sin embargo no se decidió a comprar la finca que buscaba, y que encontró a pedir de boca, por la falta de una vía moderna que le diese rápida, cómoda y barata salida al Municipio. Decía que Urrao sería la despensa de Medellín cuando se le uniera por carretera al ferrocarril troncal; pero que mientras tanto viviría pobre, y progresando lenta y penosamente en medio de su pasmosa abundancia, cual un nuevo Tántalo antioqueño, que nadando en las riquezas, no puede disfrutarlas. Y desgraciadamente, esto parece verdad. La víspera de su regreso, que hizo por la vía de Concordia, terminado que hubo los preparativos de marcha, y para matar el tiempo sobrante, tomó un exfoliador y escribió febrilmente: “NOTAS DE VIAJE” “Bajaba la empinada cuesta de las Juntas conversando con Serafín, el inteligente y habilísimo peón que me enviaron para que me sirviese de compañero y guía. -“¿Y cuáles son los principales productos de tu tierra?, le pregunté: -“Pues, dotor, en primer término le pongo el café, por su aroma, la opulencia del grano y la fertilidad de los árboles; aquí tenemos cosecha permanente.... (yo sonreí, y él a punto lo notó); no crea que son cañas, nó; usted por sus propios ojos lo va a ver, como también puede averiguar en la Villa, si es cierto que este café lo pagan con prima sobre el de otras procedencias. “Después viene el maíz; como producen los arados; qué granos tan abultados, y que lempas de mazorcas. Vea, en la penúltima cosecha alquilé una máquina americana para desgranarlo, y tuve el trabajo de partir las mazorcas en dos porque enteras no alcanzaban a dar vuelta, y por poco me tiro la máquina. Le cuento más: en ese arado sembré vitorias (curcubita pepo); vendí muchas cargas sin que se notara la merma, por lo cual, cuando ya se hacer acercaba la nueva siembra, di libre el arado al fin de que todo el mundo llevase las que quisiera, para comer, y para echárselas a los cerdos, y ni por esas lograron acabar con ellas; cuando volví a sembrar tuve que recogerlas y formar grandes pilas en varios puntos. -“Victorias no me interesan, Serafín, háblame de los fríjoles. -“Qué le parece dotor, que eso si no es bueno aquí; no sé si será que nos hemos descuidado con la semilla, o que el terreno no se presta; pero lo cierto es que no podemos competir con el liborino y el cargamanto. En cambio la panela por su hermoso color, su agradable sabor, y lo sentidor de su dulce, es una bendición para nosotros los pobres; en cualquier plaza de mercado la panela urraeña puede levantar la cabeza con orgullo, pues si no es la reina de todas, le pasó rumbando. -“Me han informado que este Distrito es esencialmente ganadero, y tú no tienes cuándo hablarme del ganado. -“Allá llegaremos ya casisito; pero vea, antes de que se me olvide, fíjese para esos montes del lado izquierdo, son los montes de la Aná; observe unos árboles altos, chamizudos, como secos; son los cominos; en todos los montes del Distrito los hay en abundancia; cualquier árbol de esos da doscientas y trescientas piezas.... -“¿Y no es buena madera? Le dije por darle cuerda. -“No tiene rival. Para muebles, ya usted conoce las bellezas que exhibe don Daniel Mesa en su taller de Medellín; no le entra el comején, y resiste como ninguna otra la humedad. Yo soy aserrador, y me ha tocado trabajar en el monte cañones centenarios, cubiertos por el capote, las palizadas y la vegetación desde tiempo inmemorial, y sin embargo, dar la madera sanita, sin el más ligero daño. -“Pero dotor, ¿usted por qué se ríe? ¿cree acaso es que estoy diciendo mentiras? -“Nó, Serafín, muy lejos de eso, pues me consta por propia experiencia la exactitud de lo que afirmas, y si sonrío, es porque tus palabras me han hecho recordar una peregrina resolución del Ministerio de Industrias, que se dio cuenta la prensa, sobre nombramiento de varias comisiones, bien remuneradas naturalmente, para visitar algunos Municipios del país donde se da el comino, con el encargo de estudiar cuidadosamente sobre el terreno si dicha madera sirve o no para polines de ferrocarril. -“Estos primeros potreros del lado derecho pertenecen a la hacienda del Chuscal: ¡vea qué ejemplares de ganado! Con las faldas de esa novilla se pueden alimentar todos los conservadores de la República, mientras duren caídos, lo que no será cosa de cuatro días, ¿no es cierto, dotor? -“Tú como que eres liberal? “Por la gracia de Dios, señor, y de esa misma opinión política es la gran mayoría de este pueblo. -“¿Votaste en las últimas elecciones? “Cómo nó, y fui caso de los últimos; voté antecitos de las cuatro, y me quedé allí hasta que pasara el escrutinio. Los señores del Jurado comentaron mucho que de los ciento cuatro sufragantes que hubo en esa mesa, ciento uno lo hicimos con firma, y apenas tres con la letra K. “Cuando pasámos el puente para entrar a la hacienda de Guapantal, Serafín exclamó: ¡Estamos en el campo de las brujas! Y soltó la lengua para contar las fechorías de éstas: ya era el pobre viajero a quien se complacían en ofuscar y apartar del camino, para que anduviese perdido toda la noche, de aquí para allá, por entre hondonadas y barrancos, sin acertar con la vía, a cuya vera se encontraba ¡oh sorpresa! Al despuntar la alborada; ora se trataba de un muchacho medio idiota, hijo del mayordomo, a quien pasearon por el aire; todos los peones de la finca salieron en su busca, guiados por los alaridos que daba, y que se oían aquí, y unos segundos más tarde en el lado opuesto, a enorme distancia; corrían para allá, llegaban extenuados de cansancio, pero en balde, porque ahora se encontraban en otro lejanísimo recodo... Sin poder más se tendieron por el suelo hasta el día siguiente, en que regresaron con las primeras luces del alba, para encontrar allí, en el patio de la casa el pobre idiota, muerto de terror, sí, pero apenas con ligeros rasguños en el cuerpo. “Otra vez fue un señor, Administrador de la Renta de Licores, que venía de Caicedo, quien se encontró encerrado, con bestia y todo, dentro de un espacio cercado para el cultivo de unos frutales extranjeros, sitio que carecía de puerta y de toda entrada que no fuese a rastras por debajo del cerco. “Otro señor, comerciante de profesión y persona respetable, se hallaba de visita en la casa de la finca, visita de absoluta confianza que lo autorizó para quitarse las botas, por un callo que le mortificaba, cuando a poco, zas, una bruja le arrebata los calcetines, que nunca se pudieron encontrar. “Por la primera vez en mi vida se me ocurrió reflexionar sobre estos para nosotros inexplicables fenómenos. Prescindiendo de las inevitables exageraciones, ¿será cuerdo darle una rotunda negativa al residuo maravilloso que quede? Si en vez del infantil y ridículo término de brujas, empleamos el de seres invisibles, ¿no nos colocaremos en mejores condiciones para su estudio? “Nada autoriza para afirmar que el hombre sea el único racional corpóreo del universo; los fenómenos del espiritismo ofrecen materia para muchas cavilacioes: quizá haya seres inteligentes que vivan en el flúido magnético, como los peces en el agua o los pájaros en el aire. La hipótesis de las almas de los muertos para explicarlas es inadmisible, aunque no fuera sino por aquella trivial y manoseada objeción de que es absurdo suponer el que ellas abandonen la morada donde habitan para acudir con presteza al llamado de seis u ocho desocupados que se reúnen para evocarlas. Pero hay todavía argumentos más radicales, más de fondo: la hipótesis de un alma inmaterial para explicar el pensamiento....” En este momento sonó la campana llamando a comer. Mi amigo guardó su estilógrafo, y juntos nos encaminamos al comedor. Al día siguiente, al leer las cuartillas dispersas sobre el escritorio. Me pareció que este artículo venía como anillo al dedo para satisfacer mi contribución a la Monografía del Centenario. Si hubiese lectores quisquillosos que se escamen por alguno de sus conceptos, desde luego le denunció el pleito al doctor Paz para que se entiendan con él. RAFAEL DEL CORRAL Urrao. 1934. URRAO La tierra, sus productos y sus hombres. Con cariñoso respeto dedico: a Toné, a mis hijos y a los campesinos En nuestro Distrito no existen curiosidades naturales comparables a las famosas cataratas canadienses y africanas, ni a la espaciosa caverna del Mamut en Yanquilandia, ni a la calzada de los gigantes, ni a los nevados alpinos, cuya espléndida blancura sólo ancha el policromo hormiguero de turistas, ni aun a las que en nuestra patria colombiana oprimen el corazón de los que apenas ven, y abren el vuelo a las ideas de todo cerebro culto que sí mira. La cueva de Tuluní, el hoyo del aire, las galerías umbrosas que ocultan los ríos nariñenses junto a la frontera ecuatoriana, son remansos de sombra abrillantada por la pluma de buenos escritores. Las cascadas del Tequendama y Guadalupe son los centros del reino de la blancura, cantadas con gracia suprema por los poetas y medidas gota a gota por colosos de la ciencia, como Humboldt. El tesoro de belleza que enmarcan los linderos urraeños ha corrido una suerte semejante a la de esas orquídeas primorosas que lucen sus encantos sin más testigo que la umbrátil maraña de una selva inexplorada; es desconocido el suelo que saciaría el ansia inextinguible del artista, que forma cauces anchurosos colmados de leche y miel, y que guarda, también, en sus entrañas los metales, deleite del avaro que aprieta sus monedas hasta borrarles la gráfila. Tan rica savia no ha formado mi atraído al sabio que vuelque el celemín y realice las visiones del Tabor. Las grutas y cataratas, los ríos gigantescos y el altísimo nevado inspiran una mezcla de admiración y de terror; el vulgo los puebla de monstruos pavorosos, y no hay ningún espectador que en las proximidades de tales maravillas no experimente esa penosa sensación que causan siempre las fuerzas avasalladoras y el imperio de las tinieblas. Para esas excursiones es preciso un compañero que infunda fortaleza, guías expertos que garanticen la vida amenazada por los abismos ocultos en la sombra, las pérfidas quebrajas recubiertas por una trampa de nieve falaz, o del vértigo que en nuestro ser va produciendo la mole acuosa que se precipita en rápida caída. Aquí no hay curiosidades espeluznantes; la naturaleza urraeña no sabe formar esos sujetos horripilantes de que la antigüedad sacó la materia de sus dioses. Descarto el nombre de curiosidades por parecerme inadecuado a las bellezas que nuestra tierra prodiga para recreo de los sentidos y deducciones morales plenas de consuelo y suavidad. I EL CEMENTERIO Es la más graciosa de las terrazas, obra digna de la corriente que pulió sus flancos con arte tal que envidiara Praxiteles. En ninguna latitud contempla el sol nada que iguale a ese delicioso otero deleitoso, consagrado por la piedad de nuestros abuelos para dar una alegre inmortalidad a los despojos humanos. La fecunda imaginación de los antiguos creó el apático Leteo e hizo que la Estigia diera vueltas repetidas a su Averno; pero no llegaron a concretar la idea de un lugar que aumentara los recuerdos dolorosos para hacerlos apacibles, un sitio en que las lágrimas refluyan al cerebro para engendrar la idea de que dormir y vivir en tal teatro es gozar de una eterna juventud. Los raizales sabemos de su benéfico encanto que neutraliza los horrores del sepulcro; los visitantes cultos experimentan la sensación no imaginada y regresan a sus hogares afirmando complacidos que vieron el más grato rincón del universo, el simpático relieve en que el espíritu humano se hace bello, si es capaz de copiar la maravilla del paisaje. Describir el cementerio de Urrao sería crear la página maestra por la que aún suspiran todas las literaturas de la tierra. II EL PENDERISCO Río que sacia el anhelo humano de hallar algo perfecto, feliz esfuerzo del Supremo Artista cuando quiso dejar en la tierra una rúbrica apropiada a su nombre de Creador Omnipotente. Sus curvas sin rival forman quietos meandros donde el gramal y las vacadas hacen sublime el tono del verdor y de la albura. El conjunto de sus arcos da la impresión de cuellos de garzas enlazados. El variante color de sus aguas copia el rojo limo fecundante y el vestido triunfal de la pradera. En el valle murmura el rumor apacible de las cunas y lame el cementerio suspirando; luego se convierte en un trueno atropellado de saltos y de espumas. Mejor que la fuente famosa de Torca simboliza una vida: infancia tan tranquila como el rorro que se duerme recostado al ubérrimo pezón, entre los brazos prepotentes de las madres antioqueñas; en su curso medio cumple la consigna de toda juventud: luchar para vencer; en las calladas soledades del Atrato arrastra desmayado su vejez sobre un lecho de arenas prestadas a los Andes, para cegar la pestilente madriguera en que el zancudo y la uncinaria detienen nuestro progreso. III EL VALLE El valle, con el cementerio y su río, con las colinas que lo ciñen y las obras humanas que lo exornan, es el motivo que más hondo se graba en el ánimo de los visitantes ilustrados. No es la residencia de convexos millonarios como el famoso de la Orotava; en él no se levantan los pendones de humo con que las ciudades industriales manchan en el ambiente, sino la espiral blanco – azulada, modesta anunciadora del hogar; en su recinto no viven sabios ni poetas, pero tampoco alientan los instintos malditos del guerrero; aquí no se envilece el sentido de la vista con los falsos atavíos y oropeles que las clases sociales adoptan para encubrir su esclavitud. El paisaje irá transmigrando de la magia de su suave encanto al espíritu de los habitantes y así tendremos la portentosa Arcadia, capital de los bello en la República. IV VALLE DEL RIO URRAO El valle del río Urrao es otra belleza natural eclipsada por la del Penderisco. Recorrido por tumultuosa corriente que muestra en las espumas de lo salubre de su fresco caudal, sembrado de frondosas arboledas, entre las cuales sobresale el frondoso eucalipto que hace inútil al galeno, y el famoso laurel, cercano al puente del Chuscal, cuya copa hospitalaria puede prodigar la caricia de la sombra a centenares de viajeros; al mirar este gigante venerable, se piensa en las sabrosas escenas patriarcales, en los bravos cantores de Guernica, en el culto selvoso y fragante de los druídas. Esto y la limpia variedad de pedrejones multiformes dan a ese ubérrimo rectángulo un género de belleza más varonil y más útil; allí tienen Higía y Pomona sus complacencias. Visto desde las montañas occidentales presenta un aspecto arrobador; los cañamerales agitan sus amarillentos abanicos que, a influjos del sol, van fabricando la rica miel que acendran los jugoso tallos; las legiones del maizal agitan su cimera de espigas y mueven triunfadoras su vistoso pabellón de esmeraldas; lucios ganados ponen la pincelada blanca sobre esta meseta verdeante, asiento de la gran ciudad del porvenir. V El MORRO DEL FRONTINO Si esa atalaya suprema que, con nombre impropio, llamamos morro de Frontino estuviera ubicada en una nación culta, sería el centro más concurrido de turistas, o la morada predilecta de las musas, o la personificación de las aguas que mana de sus flancos en pasmosa muchedumbre. La prolongada extensión de sus planos nivelados hacen olvidar la altura de sus cumbres y reconstruyen una Suiza tropical. Sus rocas ateridas guardan una historia maravillosa de que fueron protagonistas las nieves permanentes; desnudas y agrietadas copian los despedazados paisajes lunares. Este soberbio pedestal es una maravilla digna de los dos océanos que cierran su horizonte. Toda descripción es muy pequeña ante el coloso, cuyas entrañas vierten la miríada estrepitosa de las fuentes con que se enorgullece esta región privilegiada, pues las grandes civilizaciones no prosperan sino en las comarcas saludables regadas con abundancia creadora. Hacinando peñascos formidables han formado las fuerzas naturales la más empinada cumbre que servirá de plinto soberano a la estatua del gobernante antioqueño que por mirar hacia el Caribe, convertido hoy en un lago de Yanquilandia, no se olvide del Pacífico, que reflejará más puros los colores de nuestra bandera y daría a la Montaña, si a él une, su ilimitado poder e inmensidad. VI PENDERISCO MEDIO El curso medio del Penderisco es una continua sucesión de raudales a los que el iris viste con hilos policromos y los cuales caen tronando muchos riachuelos, formando cataratas de algodón lanzado en perenne movimiento desde los bordes del abismo. Ahocinado entre peñascos, no permite la inspección de sus riberas y forma una especie de túnel que la imaginación popular ha poblado con los mitos y gigantes de religiones y faunas ya sepultadas en el osario misterioso de los siglos. La Quinta, la Sexta, San Antonio, la Hondura y el San Juan rompen el augusto ropaje de la selva virgen con las albas comunas de sus aguas despeñadas. El árbol llamado dormilón ostenta en esos lugares columnas de sus aguas despeñadas. El árbol llamado dormilón ostenta en esos lugares una floración intensa de amarillo, como si quisiera mostrar en el fastigio de la floresta las capas de oro y platino en que entrecruzan sus raíces. VII SELVAS DEL ATRATO Las selvas del Carare forman el mejor capítulo de la inimitable obra de Ancízar. Los interminables bosques del Atrato y Penderisco. Bajo aún esperan al literato que pueda reunir en un artículo el cúmulo de misterios, riquezas y colores que atesoran. Una raza vigorosa no se detendrá ante la maraña tropical que encubre la nube de enemigos que hacen de esa bella región la temible capital de las plagas. Los animales venenosos darán sus menageries a la ciencia, que todo lo transforma; la industria abatirá los troncos para dar a los trenes durmientes incorruptibles, las bandas de zancudos asesinos se asfixiarán entre los huracanados sollozos de las máquinas de vapor. Los ricos pueden conseguirlo todo; esas selvas son archimillonarios que la inercia o impotencia han vedado descubrir. Que el más ambicioso optimista haga una copia de todas las riquezas que es dable imaginar y podría mostrársele un original muy ampliado al recorrer en detalle las selvas del Chocó. VIII PLATEADO Y SAN JOSE Estas cimas, con las del Maravillo y Mojauro, serían relieves admirables en una región donde no se levantara la mole del Frontino. Colocados ante la vista de los dirigentes que aún ignoran que en Antioquia hay Cordillera Occidental, sirven a los nativos como antenas receptoras de sus votos, cuando desde lejanos horizontes divisan esas cumbres indicadoras del hogar. Más allá de tales cimas hay un gran mar; a ciento treinta kilómetros de distancia mueve sus ondas el que fue llamado mar del Sur y de Balboa. Los vallecitos de Encarnación, la Honda y San José llenarían ampliamente las aspiraciones de muchos Distritos antioqueños forzados a colocar su cabecera entre las arrugas rocosas que los movimientos plutonianos imprimieron al estrujado suelo de la montaña que, como el de Etiopía, se olvidó Dios de ordenar. IX VARIOS Las lagunas del Morro son tan innumerables como pequeñas y graciosas. La del Barcino es la mayor; por el agreste paisaje que la rodea y su grande elevación sobre el nivel de los mares, merece la visita de todo amante de la Naturaleza. Depósito glaciar en las pasadas edades del mundo, hoy lo es de perspectivas consoladoras, y aún conserva el frío, educador de los dominadores del planeta que habitamos. Existen algunas cavernas que, a pesar de las leyendas con que el vulgo las adornan, no pasan de ser excavaciones artificiales, con fines lucrativos o para labrarse refugios seguros en tiempo de las ruinosas contiendas con que hemos esterilizado los campos sagrados de la Patria. La ausencia de rocas calcáreas no permite la formación de esas grandes cavernas, amables sin duda por el deprimente contraste que forman con el reino bendito de la luz. X DE ORDEN MORAL La naturaleza es siempre bella, pero en grados diferentes. A los maestros corresponde crear el alma de esos hechos físicos, cuyos encantos aumentan en proporción de la cultura de quien los mira. Es indispensable el desarrollo de la observación y el cultivo de amplios ideales de humanidad, porque hay una aplastante mayoría que tiene como término del mundo el estrecho horizonte que vislumbran con la miopía de sus miradas ignorantes; para éstos el orbe se reduce al valle, cima, ladera u hondonada, en que arrastran una vida primitiva, afeada por falsos resabios de civilización. Sobre el teatro que hemos descrito agitan las herramientas cuatro millares del ejército sagrado, que remueve la tierra, preparando el progreso de la República; entre esos surcos, e inclinado sobre los libros, dos mil estudiantes deletrean el evangelio del progreso. Los libros y azadones son las alas con que Urrao vuela hacia el porvenir. El territorio urraeño empieza en la confluencia del Murrí con el Atrato. Este nace en el Cerro Plateado, y no en los farallones del Citará, como afirman muchos autores; marchan en su principio resueltamente en busca del Pacífico, pero luego se arquea hacia el Norte, para afluir al Golfo de Urabá. Nada hay en la República tan manso, uniforme y profundo como este golfo de agua dulce, que en 700 kilómetros de curso, recoge 3.600 metros, 3 de aguas, riquísimas en peces. La selva interminable que lo rodea, le proporciona lluvias constantes, que mantienen su potencialidad navegable para buques de mar, sobre todo desde el punto en que le rinde tributo el río Arquía. Esta condición debe tenerse muy presente cuando se piense en buscar la salida de Antioquia hacia el Pacífico, ya que los 144 kilómetros que median entre Puerto Arquía y Quibdó son un trayecto menos seguro para los buques, recargan los fletes y no solucionan el problema que la Montaña tiene que afrontar, si le importa algo su porvenir económico y social. Los 80 kilómetros que posee el Distrito sobre ese río – lago, son la mejor vía fluvial, poco anegadizos y de gran fertilidad. El clima megatermo y húmedo de esa región no permite población densa, si no practica una higiene minuciosa y científica. La vega, nivelada y virgen, puede considerarse de 1.400 kilómetros cuadrados de extensión. Por ella ruedan, como aceite derramado sobre un plano, las silenciosas aguas de varios ríos que bajan del último murallón andino. Jenené, Guaguandó, Pacurucundó y otras arterias pequeñas afluyen recorriendo sólo tierra urraeña, hoy inexplorada pero rica en oro, maderas, tagua y pita. El suelo vegetal o capa arable tiene hasta 7 metros de espesor. Es la tierra magnífica para el cacao, el hartón, el banano y el arroz, plantas de las cuales existen plantío ínfimos, aunque de exuberancia prodigiosa. En la orilla del Atrato se hallan pequeños caseríos, como Buchadó, asiento de una Inspectoría y del comercio peculiar y escaso de tal región. Son lugares de aprovisionamiento para los cazadores de serpientes, garzas, caimanes y peces. Puerto Arquía, del señor Abdo Abuchar, es un claro consolador que muestra el prodigio de las hachas dirigidas por una voluntad de hierro, optimista y tesonera. Un egipcio, enérgico y patriota, ha convenido varios centenares de hectáreas en yerbales y arboledas, donde cría ganados excelentes y frutas que asombran por su tamaño y gusto delicado. Para tener siempre a la vista algo que le recordara la legendaria corriente de los olvidados faraones, plantó su hogar besando las aguas oleosas del Atrato. En ese hogar encuentran los viajeros abundancia, hospitalidad, cumplida como entre los árabes, y el apoyo moral tan preciso al que lleva su ánimo deprimido por las interminables selvas que circuyen ese recinto civilizado. Una hectárea de abertura, así se llama entre nosotros el terreno cultivado, implica un gasto de energías admirable, un mojón victorioso contra el yermo, una fuente de riqueza y prosperidad, La acción oficial directa resulta siempre deficiente tratándose de colonización. Es preciso que la legislación sobre baldíos se haga en forma científica y práctica, pues con lamentable frecuencia los briosos luchadores de la selva se ven sujetos a variaciones que sólo a los tinterillos aprovechan las erogaciones que hacen forzosas para afirmar con dinero la tierra que ya estaba sellada con el sudor; el himno libertario de las hachas, y el copo del humo del rancho del colono, son dos motivos respetables, dos títulos al apoyo del Gobierno y sociedades. Los ricos esperan, agazapados como el tigre, el tiempo en que la floresta inhóspite se transforme en prado o sementera, para tender la multiforme red de su avaricia y apoderarse con irritante facilidad de lo que impuso cruentos sacrificios al labriego; y las leyes aún apoyan o favorecen al que con dinero puede matar todo anhelo, de libertad. El drama del campesino despojado sigue sangrante y clamando piedad, antes de convertirse en grito de combate, pues seguramente obtendrá victoria estruendosa, plena de reivindicaciones dolorosas, contra los amos sañudos. Tocárales a nuestros suaves legisladores un año de esa lucha bravía contra la naturaleza tropical, y comprenderían la justicia de dar al campesino la parte mayor del Presupuesto en forma que favoreciera a los mejores servidores de la Patria. Explotados por el patrón, acosados por el acreedor del campanario, desamparados por la ley, los trabajadores del campo abandonarán el surco para aglomerarse en las capitales, donde se vengarán arrastrando su miseria, escupiendo bacilos y maldiciones, manando pus y agitando sus brazos contra la propiedad, con el mismo brío que ponían para abatir los duros robles de la montaña. Si hay problema agrario en Colombia, y lo desconocen quienes no impiden la explotación del labrador por todos los poderes e instituciones sociales. La famosa caricatura romana sigue fluyendo verdad no comprendida: el agricultor mantiene a los siete poderes: al Papa, al Rey, a la mujer, al médico, al abogado, al comerciante y al guerrero. ¿Hasta cuándo? La tierra ardiente, ubérrima y precoz, necesita vías rápidas para regresar a la montaña salutífera. En esa grande extensión se han plantado ya trescientos mil árboles de cacao y se prosigue con entusiasmo este rico cultivo que, según cálculos acertados, da el 90 por 100 de ganancia. Bajo la selva existen capitales inmensos que aseguran a la industria textil materia inagotable aunque esta fibra se utilice para loa aviones y cordelena marítima y fluvial. El bosque está formado en su mayor parte por árboles excelentes de construcción. El chachajo el guayacán, trúntago, almanegra, y granadillo y cañobravo son indestructibles y de hermoso pulimento. La airosa familia de las palmas se yergue hasta las nubes y rinde múltiples servicios. El chontaduro, regalo de los nativos; la milpesos, rica en óleo; la camargo y la barrigona, cuyos pasos dan piso, paredes, techo y cama a los hogares de la umbría. Hay especies que lucirían bien en los parques más cuidados; algunas sirven de guía a los osados viandantes de esas interminables soledades. Los ensayos hechos por el señor Abuchar muestran la suprema calidad de esas tierras para frutales. Este cultivo debe fomentarse ya, sobre todo en sitios colocados ventajosamente, si no queremos que disminuya el mercado de exportación basado sobre el café, producto densamente cultivado en todo el trópico y al que la química omnipotente pronto desalojará con sustitutos económicos. La influencia de las frutas especialmente la naranja, debiera ser anunciada siquiera con la intensidad gastada para menjurjes y abarrotes. Las Direcciones de Educación e Higiene deben imponer a sus subalternos a la tarea benéfica de enseñar las propiedades del fruto y prodigarlo en las sopas escolares. El púlpito haría labor útil enseñando lo que el campesino y los moradores de las ciudades ignoran en este respecto. La zona comprendida entre los 22 y 1.000 metros de altura está poco poblada no obstante la precocidad de las especies vegetales útiles y las miríadas de animales salvajes, peces, tortugas, caimanes, lanchos, guaguas, venados, aves, etc., que dan rucas pieles y abundancia de carne tan suculenta como barata. El caucho, de diversas El caucho de diversas especies, tiene numerosos representantes en esta región y proporciona crecidas ganancias a quienes lo explotan. El subsuelo de la región anotada es un placer de metales preciosos apenas desflorado. Antioqueños oriundos de Municipios mineros se han establecido allí y emprenden aventuradas excursiones, increíbles para los que tiemblan tan pronto como lo intrincado del boscaje pone corto lindero al horizonte, siempre nublado, plomizo y amenazante. Las lluvias son tan frecuentes, que se han calculado hasta en cinco metros anuales. El aire, saturado de agua, hace propicio el suelo para cultivar arroz y las variedades más apetecibles de pastos. La vía de penetración ordenada por algunas Asambleas va avanzando tan lentamente, que llegarán primero los invasores comerciales que sí conocen la tierra y por lo mismo anhelan poseerla. La región descrita se halla cabe las bocas del Napipí, nombre que hoy tiene resonancias y sinonimias de Panamá. Y es de advertir que la desgracia de perder algo en la frontera meridional de la República sería efímera; si se deja vacilar la bandera nacional junto al Pacífico, será arriada para siempre. Urrao es el centinela avanzado del país hacia el W., y cumple bien su deber anotando subsistencias, alistando sus hijos y dando el alerta a los gobernantes de la Patria. Muchos extranjeros hacen incursiones en ese territorio con fines no conocidos. Toman tal volumen de anotaciones, que seguramente tienen analizado todo, centímetro a centímetro. ¿Con qué fin? Las selvas fronterizas guardan riquezas al mismo tiempo que misteriosos sospechosos. La costa chocoana es tan envidiable, que resulta movediza; bordéala el mismo océano que baña a Chile, al Perú, los Estados Unidos y el Japón. Ese litoral dista sólo 50 kilómetros del suelo antioqueño, y en esa latitud son pocas horas las que nos separan del canal abierto en el Istmo y en la soberanía nacional. El Atrato y la bahía de Solano son dos riquezas imponderables, desconocidas para los colombianos y plenamente estudiadas por pueblos imperialistas; no seguirán gozando la tranquila quietud en que durmieron desde que el océano retiró sus ondas saladas dejando el mar dulce del caudalosos San Juan de la conquista. Entre el suelo, sobre el suelo, en el aire y en las aguas de la vega urraeña del Atrato bullen riquezas atrayentes si no para la codicia sí para la vigilancia nacional. SEGUNDA ZONA Entre 1.000 Y 3.000 metros de altura posee el Distrito 2.000 kilómetros, con un clima ideal para la raza blanca, suelo fértil para el café, la caña, el maíz y todas las variedades del plátano, excluyendo el hartón. El café no fue muy simpático a la pasada generación, y por esta causa no contribuye sino con 40.000 arrobas a la exportación de tal fruto. Los urraeños se asfixiaban en el retirado recinto de sus actuaciones. Un viaje a Medellín era tarea para cuatro penosas jornadas, y hasta ocho para la carga. Los recios terciadores se dirigían al Atrato rompiendo la selva, humillada su frente y encorvado el torso robusto con cargas de 80 a 130 kilogramos, por pendientes resbaladizas y cuestas inaccesibles. Es admirable la resistencia de esos cargueros que dejaron una tradición de hazañas dolorosas, cual los boteros del Volga. Casi reducidos al intercambio mutuo en reducida escala, no tenía por qué prosperar la industria cafetera; pero hoy puede desarrollar esa actividad en grado igual a los mejores productores en el país. El millón de cafetos existente será, con mucho, la décima parte de los que pueden plantarse en condiciones excelentes de suelo y clima. La mayor riqueza de estas zonas son las maderas útiles, como el corazón, de suave color encarnado, tan ligero como durable; infinitas variedades de laurel; el barcino, preferido para techos; el chaquiro, que da hermoso pulimento; cedros, de varias clases y, por sobre todas, el comino. Si hay madera perfecta es esa enhiesta laurácea, que crece espontáneamente desde el nivel del mar hasta la parte más habitable de nuestras montañas. Descuella entre la selva milenaria como el campanario en las aldeas. Se contenta con el suelo estéril y aguarda sepultado por siglos y centurias sin perder ninguna de sus cualidades. Es como el áloe “amargo y oloroso”, ningún insecto lo taladra, la intemperie jamás los destruye. Ni el fuego, elemento que se complace en devorar, lo quema totalmente porque sus esencias le dan cierto grado de incombustible. Es incorruptible y amarillo como el oro y nunca el arte pudo copiar las volutas tornadizas que ostenta la variedad llamada crespo. Si existieran poderes perpetuos harían bien en tomarlo por emblema. La misma cuna de comino sirve al nieto y al abuelo; sobre una mesa de comino se sirvió el pan de diez generaciones; uno el techo de comino que abriga la infancia y la senectud del montañés. Como todo lo selecto, tarda en desarrollarse y dificulta su reproducción. Elástico, blanco y poco denso, se muestra compasivo del obrero. Sólo el comino resiste por cuatro o más lustros el paso ponderoso de la flamígera locomotora; por esto tiene vital importancia las vías que conecten con los centros las regiones ricas en esa madera que los ingleses llaman gol wood. El ilustre agrónomo Díaz Galindo dice: “Indudablemente la región más rica en comino y otras maderas es Urrao, región que, a pesar de su aislamiento, ha sostenido el consumo de traviesas y maderas de comino por mucho tiempo. Una vía de comunicación a Urrao traería la solución de la escasez de traviesas tanto para el ferrocarril de Antioquia como para el troncal de Occidente. “Como varias de las vías de salida que proyecta Antioquia tienen como punto obligado de tránsito a Urrao, como la carretera Bolombolo – Urrao –Solano, la Bolombolo – Urrao – Atrato etc. ..., sería muy importante adelantar la vía Urrao mientras los estudios posteriores marcan la mejor salida de ahí en adelante; siguiendo todavía a la parte navegable del Atrato de tendría una carretera la mar mucho más próxima y factible. Esa carretera siquiera hasta Urrao, pondría en contacto las principales vías férreas de Antioquia como una inmensa riqueza forestal”.... En la vertiente antioqueña hacia el Atrato está la savia necesaria para reanimar las gastadas comarcas centrales. El maíz, “jefe altanero de la espigada tribu”, hincha un grano vigoroso y abundante en la tierra que llamamos templada, y no es raro cosechar hasta 37 hectolitros en una extensión de 6.400 metros cuadrados, es decir, una cuadra, que es la unidad usada entre las agrarias. El grano de este cereal tiene aquí excelentes cualidades nutritivas y se han seleccionado variedades de impecable forma y blancura. La producción se aproxima a 30.000 cargas anuales, y es aquí verdadera base de la alimentación. Las arepas urraeñas conservan aún aquel tamaño y color dorado que hacían el orgullo de los viejos antioqueños; ya la piedra, trono de la sirvienta descrita por Gutiérrez González, fue sustituida ventajosamente por los molinos, pero la cayana queda plena con una sola de esas tortas que simbolizan la abundancia. La troja de maíz indica la riqueza y es credencial de hombría campesina. Bien saben nuestros labriegos la influencia moral de una alimentación suculenta; en forma práctica aplican la parábola oriental enunciada así: “Cuando el diablo ve plantar una mata se pone mohino; cuando germina, tiembla, y cuando se muele, huye despavorido”. El maíz es complemento estético de la vega y “ el más vistoso pabellón que ondea de la virgen América en las cimas.” Los hombres de hoy olvidamos el modo de sembrar y de regar las rocerías enseñado por G. González; el sentimiento que inspiró tal poema será eterno, y debiera ser obligatorio en toda escuela colombiana el aprendizaje de esas estrofas que “con gusto prohijara Virgilio”. En esta altura empiezan a prodigarse las variedades de frisoles, rica leguminosa cuya producción abasta el consumo local y permite exportar para varios Municipios. Se distinguen los radicales, liborinos, guamo y cargamento. El llamado frisol de vida merece el nombre, y si se conociera mejor, sería el grano de oro, por sus cualidades fertilizantes, su rusticidad invencible por ninguna plaga o meteoro y su producción casi peremne. Más de seis mil cargas son el aporte del Distrito para el mercado local y el de varios circunvecinos. Nada es comparable a la belleza de las frisoleras en plena floración; la policromía de los pétalos resalta entre el verde uniforme de sus hojas, conjunto que el labriego contempla embelesado con voluptuosidad semejante a la que exhiben los tallos ceñidos a la caña del maíz, promesas gemelas de alegría, los dos granos que cantan a dúo el vigor y la ternura de nuestra Montaña. Otras plantas de esta utilísima ostentan en la zona de que tratamos su gallardo perigonio y legumbres nutritivas: el chachafruto, cuyas propiedades, si fueran conocidas, le darían un cultivo extenso; habas, arvejas y guandú, constituyen ricos platos, aunque no abundantes; mil variedades de guamo proporcionan más que frutos, la sombra, hojarasca y bacterias fertilizantes para el lucrativo cafetal. Pastos de la misma familia, carretón, alfalfa y amorseco, se transforman en lozanía para los numerosos ganados que pastan complacidos en estas alturas saludables. Son cincuenta los miles de vacunos, caballos y mulares que pueblan esta zona privilegiada; al oído del patriota es muy grato el coro formado por el bramido del toro, prepotente sultán de la pradera, con relinchos del caballo y de la mula, sin los cuales el hombre hubiera sucumbido en la lucha contra tantas breñas, y el amoroso mugido de la vaca, benéfico animal que tiene un trono de gratitud en el corazón de cada urraeño. La justicia exige para ella un monumento; lo encargamos a la posteridad que, por más culta, tiene que ser más agradecida. Sobre estos prados gruñe libremente el panzudo ejército de nueve mil cerdos, perfectas alcancías que realizan el milagro de trocar los ceros en millones. Con sobrada razón le llaman “vestido del pobre” y pedestal de los ricachos. Algún paisa decía que para conseguir dinero pronto, es preciso engordar puercos o hacer una porquería. Este filósofo gruñón exige muchas reivindicaciones contra el vulgo que lo insulta sin pensar en los muchos ejemplos y goces que le proporciona. Ni sucio, ni estúpido, ni feo; conozco grupos humanos que perderían mucho al entrar con él en parangón. Como el cielo prodiga frecuentes lluvias, no hay una sola hectárea desnuda de vegetación. La selva cargada de maderas combustibles o industriales asciende vigorosa hasta los 4.000 metros de altura; el verdor impera hasta donde no alcanza la vista; la aridez es desconocida en el vasto perímetro que enmarcan los linderos urraeños. Los ovinos están representados por unos pocos centenares, cuando darían crecida renta por su lana, leche y carne en un medio tan propicio. Más de sesenta mil gallinas cacarean y escarban en los campos y poblados. Su influencia en el hogar es importante, pues la química ensalza los altos poderes nutritivos del huevo, producto muy usado en chozas y palacios. Las nidadas de huevos que esconden algunas avaras constituyen un triunfo, alegre y sin vencidos, a los chiquillos que las hallan. Donde hay huevos se desconocen los apuros, porque es manjar siempre grato en las múltiples formas de sus preparados. Un ejemplar de estas aves prolíficas esa casi la única propiedad de cada chiquitín, y nadie puede sustraerse al encanto que produce esta diana triunfal que entona los gallos como saludo para la fresca aurora. Una gallina simboliza hasta hoy el afecto sincero con que se recibe la visita deseada, o al amigo que regresa a los lares nativos. Muy poco ganarán los que sientan sustituidos por jamones y rancho, y cervezas, la apetitosa trinidad de gallina, leche y arepa de chócolo con que festeja el campesino a sus amistades. Estas briosas luchadoras por el alimento cotidiano, que a todas horas entonan cantos de optimismo, merecen atenciones más científicas y cruces inteligentes con las famosas razas mundiales. La experiencia nos indica la mezcla de gallo puro, minorca, con gallinas criollas nativas. Merecen mención en este ramo los invencibles gallos de pelea que han sostenido su fama en varios departamentos. Jamás aplaudiremos la bárbara costumbre de hacerlos despedazar en riña a muerte, porque la vista del peligro ajeno hace cobarde al hombre; pero el valor de estos animales, sí es admirable, como es admirable todo luchador que fenece sin quejarse. La cuidadosa selección usada por los galleros urraeños sería benéfica si en igual grado se cumpliera con otras especies domésticas. Por la abundancia de caza, poseemos una casta de perros llamados finos, de larguísimas orejas, olfato delicado y resistencia tenaz, en largas persecuciones contra los animales selváticos. Los perros cazadores de este Distrito merecen el aprecio que, como a tales, se les tiene en gran parte de la República, y algunos ejemplares, casi alcanzan caracteres legendarios entre los locuaces aficionados de la cinegética. Todo sujeto medianamente instruido conoce las excelentes propiedades del plátano en sus diversas especies. Esta planta, “que conservó íntegramente las cualidades que tenía el Paraíso”, se cultiva con entusiasmo creciente y rinde abundante cosecha. Es el área del dominico, el guineo y el enano, tan estrechamente ligados a los recuerdos escolares del urraeño, porque constituye el algo casi general de todo estudiante; y merece bien la preferencia por lo barato y tierno, y por su dulzura sólo superada por la del maritú. Ignoramos en qué se funda la medicina popular cuando indica la savia (mancha) de guineo como remedio contra la tuberculosis; pero si no tiene esa virtud, posee en cambio la belleza de las palmeras y ofrece todas sus partes; tronco, hojas, tallos y frutos para variadas industrias; el lomillo, que impide que la carga forme llagas a los animales de carga, con hojas de plátano se fabrica; las enjalmas, de la guasca, que es el mimo material usado para las esteras y en las coberturas de los quesos de ajo, competidores de los ultramarinos de Parma y Roquefort. Cien matas de plátano son garantía contra la miseria, y bien probado está que, en igual extensión, ninguna planta produce mayor cantidad de alimentos nutritivos. Pasan de 35.000 las cargas de panel producidas en el Distrito; su calidad no tiene rival en el Departamento y se consume en varias poblaciones que tienen su despensa y granero en Urrao. Hasta Cartagena va este producto por el cual desdeñamos el azúcar, cuyo color y sabor no tienen, ni con mucho, la misma intensidad. El campesino o la bestia agobiados por el trabajo, se sienten renovados al consumir algunas onzas de panela, fuente insuperable de calor y de energía. El riachuelo La Honda separa las dehesas de los cañamelares, aunque en muchas fincas se producen simultáneamente la leche y la miel. Esta industria está muy extendida, más la rutina la enseñorea; todavía hay trapiches de palo, en que se pierde tiempo y manos de los obreros, y los de otra clase que llaman matagente. Más adelante veremos la enorme fuerza hidráulica que salta en todos los sitios, y que hace censurable el uso cruel y estúpido de la fuerza de sangre. El verde – amarillo de la caña cubre muchas hectáreas del suelo urraeño, formando un motivo de orgullo para quien saben la influencia del alimento como sostén de la ciencia y la virtud. Sería imperdonable no mencionar la arracacha al hablar de plantas útiles. El análisis químico demuestra su poder nutritivo, y los paladares afirman que es el revuelto insuperable para la carne; blanca, morada o amarilla, en todas formas, constituye elemento primordial en los almuerzos regionales, y no sería aventurado afirmar que sus propiedades medicinales son causa de la maciza contextura y envidiable colorido de las tierras frías, clima indicado para esta simpática umbelífera. Es muy grato el sabor de la pasta resultante de molerla con la adición de huevos, cebolla y chicharrones. Con harina de maíz y huevos se confecciona una torta muy sabrosa que, depositada por algún tiempo en miel de caña, hace más apetitosa las horas felices de la nochebuena. En la exposición celebrada en 1929 se exhibieron matas de 14 kilogramos de peso neto, sin hojarasca ni colinos. No tiene rival, ni entre los granos, para el engorde de cerdos y vacunos; en éstos aumenta la leche de modo notable. Los centenares de miles de matas cultivadas en el Municipio se consumen allí íntegramente, ya que el aislamiento de ese pueblo sólo permite enviar frutos valiosos a otros mercados. Para no extender más este artículo, concluiremos por afirmar que la zona comprendida entre 1.000 y 3.000 metros, es un marco espléndido para prosperar holgadamente 200.000 individuos de la raza llamada blanca. Los 1.400 kilómetros de tierra baja son actualmente el paraíso de los negros, cazadores y buhoneros. TERCERA ZONA De los 3.000 metros en adelante faltan las habitaciones y cultivos, aunque las tierras son feraces por la buena irrigación y estructura geológica. Los pastales del cerro de Las Sabanas, impropiamente llamado Frontino, ascienden hasta 4.100 metros, y nutren ventajosamente gran número de vacunos. Los venados se refugian en estas alturas, en verdaderos rebaños, huyendo del cazador que persigue con avidez esa carne insípida, de piel algo valiosa. La selva domina en estas alturas, ricas además en especies medicinales, como el frailejón, el romero, mosquita, valeriana y muchas otras que la ignorancia general oculta, como tantos otros dones de la naturaleza. Lo notable de esta zona es el cerro mencionado, estudiado por ingenieros y sabios eminentes cono Scheibe. Ningún lugar más ameno presenta la orografía colombiana para el turista; dilatadas llanuras que pueden recorrerse en bueyes de silla, lagunas numerosas, extensos frailejones y rocas formidables ceñidas de vistosas orquídeas. Desde esa atalaya se divisan los dos océanos y el Atrato, el río más navegable de la República. Las cimas del Plateado y San José completan el trío montañoso que da a Urrao su peculiar situación y fresco ambiente. Los treinta ríos que riegan el Municipio, formado por millares de corrientes secundarias, aseguran un amplio desarrollo a la industria pecuaria. Entre tantas fuentes teje la cordillera occidental una red que permite llegar por terrenos altos hasta las márgenes del imponderable Atrato. El suelo urraeño es propicio para las flores gemelas, del alma femenina y artista. Las especies exóticas prenden como en su propio solar, y las nativas lucen inusitada brillantez y tamaño. Los bosques abundan en orquídeas y helechos, que al ser conocidos, enriquecerán la gallarda flora de ornato. Los frutales no son abundantes, y la rutina o incuria impiden que esta industria aporte la riqueza que en todo tiempo genera. Es digno de observación que los frutales producen bien en el Distrito en alturas considerables. El dominico se acerca a los 2.000 metros con vigoroso racimo, y el aguacate se carga de frutos más grandes y de sabor más grato que el producto en las vegas bajas. La naranja urraeña merece párrafo especial, sobre todo las del sitio llamado La Loma; tienen sabor combinado de piña, naranja y miel; sin parte blanca leñosa, son un a esfera maciza del más rico jugo. Se usa en buena cantidad, pero se centuplicaría su cultivo cuando los dirigentes del pueblo cumplan el deber de enseñar las benéficas propiedades del fruto, verdadero sol por sus colores y virtudes. Hace falta un organismo encargado de llevar hasta el más remoto bohío las enseñanzas de la ciencia y selecciones literarias encaminadas a hacer más amables la vida humana y la de cada ser, planta, animal, mineral, o fenómeno que nos rodea. El campesino necesita apoyo pecuniario, ideas libertarias y la estética del agro que todos ensalzamos al mismo tiempo que lo rehuimos para incorporarnos a la asfixiada multitud de las capitales; contradicción muy explicable en la actualidad. El hombre que se sitúa en La Campana (cerro de las Sabanas) se da cuenta de la ventajosa posición geográfica de Antioquia para el comercio universal; pero jamás se explica el que un pueblo llamado vigoroso deje pasar más de cuatro centurias sin conectarse al Pacífico, que asfixia como el pollo incapaz de romper el cascarón que lo separa del aire y del sol. Las tres cimas andinas que enmarcan el valle del Penderisco son el trípode sobre el cual la pitonisa ha enunciado venturosas profecías que diez generaciones no han querido realizar. Pensamos que la ignorancia geográfica ha vendado a nuestros legisladores, aunque no pocas achacan tal descuido al odio por el rojo que borbota sobre el verde tapiz de la meseta promisoria. El andesismo debiera fomentarse, porque el individuo colocado en las alturas asimila par su cerebro la diáfana inmensidad de los horizontes sin límites. La riqueza mineral corre parejas con la flora y la fauna; el oro abunda, pero se esconde en lugares apartados, por lo cual es preciso esperar el desarrollo vial que manifestará la cantidad fabulosa de minerales tan dilatada que encierra tan dilatada comarca. Los hábiles ingenieros White Uribe conocen palmo a palmo el terreno y poseen datos sobre su importancia minera. La carretera Bolombolo –Urrao – Solano sería para el Departamento una revelación, una fuente maciza de riquezas y un vuelco a los prejuicios montañeses tan notorio como el que conmovió al espíritu humano con la primera circunnavegación del planeta por el intrépido portugués Fernando de Magallanes. A nadie se oculta la variedad de climas que encierra la escala de 22 a 4.100 metros sobre el nivel marino en que se extiende el suelo urraeño. Los productos íntegros del universo hallarían en esos lindes la temperatura de origen. Las ascendencias megatermas, templadas o glaciales, tienen aquí su representación y prosperan admirables. La suerte nos colocó bajo un cielo que cambia con frecuencia el azul quemante por el plomizo y albo de las nubes genitoras de prados y arboledas. No comprendemos la belleza sin abundancia, y por eso no envidiamos las regiones en que el sol hace de la tierra sedientos arenales. Las lluvias frecuentes pueden ser incómodas, pero siempre se traducen en frutos y combustible. Las nubes electrizadas forman en repetidas ocasiones fantásticos paisajes vespertinos hacia el N. W., del poblado; no faltan viajeros que afirman ver en esos dibujos retratada la Heroica Ciudad de Cartagena. Meca del patriotismo nacional, cuya gloria rebasa los linderos del mar que la ciñe para ostentarse, simbólica, en los océanos celestes. Fray Pedro Simón reivindica para Urrao al héroe máximo contra la barbarie conquistadora, a Tomé, al jefe indio, que contestaba así a las fanfarronadas de una bala pontificia declamada por los fantásticos invasores: “Allegáos un poco más, cristianos, y llevaréis el tributo que llevó Pedro de Frías y sus compañeros; dejaremos las armas de las manos para ponéroslas en las cabezas, y yo os cortaré pieza por pieza vivos, para que queden las amistades más fijas”. Si las plumas maestras de Botero Saldarriaga o Efe Gómez hicieran la presentación de ese adalid indígena, la gratitud nacional pondría el nombre de Toné entre sus héroes excelsos, en las calles más suntuosas de las capitales, en las páginas mejores de nuestra deficiente historia, en el mármol y en el bronce que perpetúan las hazañas memorables. Entresaco del mismo autor dos párrafos concordes con nuestras afirmaciones respecto a riquezas minerales: “El Chocó, tierra montañosa, siempre empantanada por sus continuas aguas y que parece la mira de mala gana el sol, según siempre está sombría; defensas todas a que sea habitada de muchas gentes que le devuelven sus entrañas buscándole las muchas venas de oro que oculta en ellas. “El Padre Fray Todoco, de nuestra sagrada religión, andando por las tierras de la Gobernación de Popayán, por el gran conocimiento que tenía de la astrología, dijo muchas veces que sobre estas Provincias del Chocó, Chancos, Noanamas y Cirambiraes predominan e influían astros tan benévolos que criaban en ellas las mayores riquezas de oro, plata, perlas y otras piedras... los que ha echado de ver la experiencia por todos los que han entrado en ellas.” Al lado de la historia debemos colocar dos leyendas: el tesoro de Dabeibe, que tantas vidas y fatigas costó a los insaciables conquistadores, está situado en un peñasco vertical, junto a un charco profundísimo del Penderisco, poblado de animales feroces. A grande altura sobre el nivel del río se ve en la peña una abertura ovalada. Quien lograra llegar a tal orificio hallaría la entrada guardada por un tigre corpulento que inmediatamente asalta al aventurero. Este debe aguardar a pie firme la arremetida, que resulta inocua. Despejada la vía, puede seguir hasta unos blancos salones repletos de oro, hasta el punto de saciar la avaricia más extremada. El cuento éste ha originado expediciones de muchos paisanos, que han conseguido los que logra todo el que cree en leyendas. De índole semejante es el tesoro del Barroso, situado con toda exactitud en el cerro Plateado. Durante nueve lunas cien cargueros indios transportaron el oro del cacique Barros; al terminar la tarea todos los indios fueron exterminados por una tropa que los esperaba con tal consigna, para sepultar para siempre el secreto de tan rico depósito. Hoy se afirma que el tesoro se halla en un espacio circular, plantado de piñas silvestre únicamente, cuidado con esmero por manos invisibles. Hasta mapas tienen de tan interesante región; y conozco muchos con los pies heridos y la espalda inflamada por la carga de víveres necesaria para descubrimientos tan prodigiosos. Otros engaños peores conocemos que dejan sangrando el cuerpo y la conciencia. Una de las calles de Urrao lleva el simpático nombre de Codazzi, ingeniero excelente y valerosos militar, cuya memoria se honra en la Ley 124 de 1896. Ese incansable geógrafo escribe lo siguiente: “Preséntase desde luego un valle hermoso por su altura sobre el nivel del mar, por sus ricos pastales, por los variados picos de las cordilleras que parecen encerrarlo por todas partes, y de las cuales salen algunos ríos y quebradas, en medio de una vegetación siempre en primavera. Los diversos cerros realzan la hermosura del ancho y prolongado valle por el cual corre mansamente el río Penderisco, a cuyos bordes está el pueblo de Urrao, llamado a representar un papel importante por su posición topográfica en esta serranía todavía salvaje. De aquí tomará Antioquia nuevos refuerzos para emprender especulaciones comerciales, explotaciones de nuevas minas y empresas agrícolas de más considerable magnitud. “Este será el punto de sus depósitos de comercio, y en donde se fomentará una ciudad populosa, porque vendrá a quedar en el camino que conduzca al Atrato, tan abundante en oro. No está lejano el día de esta transformación, la cual depende sólo de la apertura del canal interoceánico por el istmo; y ya hoy los ingenieros ingleses han visitado los lugares, resultando de sus exploraciones que el terreno de mayor altura entre el Pacífico y el Atlántico alcanza solo a 150 pies ingleses, equivalentes a poco más de 47 metros o 56 varas granadinas...” La vecina Provincia del Chocó, del lado que toca a ese punto, tomará un incremento inmenso, incremento que no será sólo de las poblaciones de dicho istmo, sino también del Chocó y de la parte de serranía perteneciente a esta Provincia (Antioquia) que confina con aquél por las vertientes hacia el Atrato. Las ricas minas de oro que poseen Antioquia y el Chocó son un gran aliciente para atraer pobladores, los que no sólo explotarán los ricos veneros de estas comarcas sino que emprenderán los desmontes de las antiguas selvas para aprovechar sus terrenos sanos y feraces para el cultivo de los frutos que pueda necesitar el minero y todos aquellos que son apetecibles en los mercados extranjeros, pudiendo embarcarlos con facilidad y conducirlos al canal por donde pasarán los buques mercantes de todo el mundo! Qué transformación la que experimentarán estas selvas vírgenes y solitarias de la Provincia de Antioquia, en cuya descripción nos estamos ocupando! Atónito quedará el viandante al descubrir el valle de Urrao bien poblado por los ricos comerciantes y propietarios y en que se disfrutará de una temperatura suave de 20.5° del termómetro centígrado (19°) y del que se podrá pasar en pocos días (horas) en vehículo de ruedas al Atrato, por el camino que ha preparado la naturaleza por el medio de la serranía hoy apenas conocida. Los vapores que surcarán entonces este hermoso río en menos de cuatro jornadas podrán conducir los pasajeros al gran canal, llevándolos así cómodamente del uno al otro mar. Con suprema admiración se reflexionará que este punto comercial era en época remota un gran lago, cuyas aguas se levantaban 495 metros sobre el plano actual del pueblo de Urrao, el cual se halla hoy a 1.855 metros sobre el nivel del mar. Un camino pésimo conduce al Atrato; pero es tal que no pueden los animales transitar por él, teniendo los hombres que hacer uso de sus semejantes, que, como bestias de carga, transportan con sobradas penalidades algunas arrobas de víveres y mercancías. El lago de que hablamos se desecó rompiendo la cordillera que hoy enlaza la serranía de Pavarandó con la de la Horqueta de Abriaquí. Esta ruptura puede haber sido producida por algún terremoto que haya volcado los cerros y dado paso a las aguas para precipitarse sobre otro lago inferior, mucho más espacioso, que es el de Murrí. Hoy todavía las llanuras conocidas con este nombre y con el de Mandé, son una prueba de la existencia de este lago, que se elevaba como a 1.200 metros sobre el nivel del mar. Engrosóse, sin duda con el repentino diluvio que le bajó de Urrao, haciéndolo desbordarse sobre el dique que lo contenía. Opinión es esta que fortalece la presencia de los peñascos destrozados en el punto llamado La Cerrazón. Esta catástrofe ha debido producir una inmensa inundación en el bajo Atrato, el cual, salido de madre, ha tenido que extenderse por las grandes selvas de sus planicies. Este valle, habitado hoy por algunos indígenas apenas, y por una que otra familia criolla, será un punto de la mayor importancia cuando lo pueble la inmigración, porque en él se hermanarán la agricultura y la minería. Si hoy no se goza en este sitio de gran salubridad, bien pronto se sucederá todo lo contrario, cuando hayan sido destruidos sus árboles seculares y cuando se hayan desecado los pantanos que existen todavía como reliquias indicadoras de su antigua inundación. Sólo dista del Atrato 5 leguas, lo que proporcionará llegar a él por un camino fácil, al paso que el Murrí, unidos al Penderisco, ofrecerá por la llanura una vía fluvial de sólo 7 leguas. Los cerros entre Pavarandó y Ocaidó de los cuales descienden seis ríos y gran número de quebradas, serán poblados también a causa de la bondad de su clima y su proximidad al Atrato; en ellos se podrán cultivar los frutos de las tierras frías, los de las cálidas y los de las templadas. No será menos ventajoso el lecho del antiguo lago, por donde corre hoy el Amparadó, pues que abundan en excelentes minerales y son sus tierras propias para la agricultura, gozando muchas de ellas de la doble de ventaja de un clima saludable y de la cercanía al Atrato. Si retrocedemos de Urrao y nos transportamos al alto páramo del Frontino (las Sabanas) adornado de muchos piscos y de grandes peñas totalmnte desnudas, se nos presenta la perspectiva más dilatada que puede desear el observador. Su altura de 3.400 metros sobre el nivel del mar (4.100 según Scheibe) los coloca en situación de dominar todo el país hasta más allá del Atrato. Los ricos pastos de este páramo, en los que se alimentan algunos rebaños de un señor Corrales, de Antioquia (hoy de Jaramillo Villa y Compañía), pueden contener muchísimos más. Podría decirse que se divisa claramente la ramificación de los cerros de la cuenca del antiguo lago del Murrí y la de los que encierran la hoya del Penderisco y dan origen al Arquía. Causa tristeza considerar que todo es un desierto, que sólo osa cruzar por uno u otro punto algún salvaje. No sólo se dilata la vista por donde serpentea el Atrato, sino que se distingue perfectamente un bajo cordón de cerros que se confunden con el abierto horizonte del mar Pacífico. La distancia de 22 leguas que separan este punto y los vapores que levantan el fuerte calor impiden casi siempre divisar las aguas marinas; pero sabiendo que detrás de esa fila de montes se dilata el océano, concluye el observador por convencerse de que esa inmensa llanura, que se une al cielo en el borde del horizonte, está formada por las aguas del Pacífico.” Esto se escribió por un sabio hace ochenta años, y aún “causa tristeza considerar que todo es un desierto...” Los salvajes desnudos han desaparecido; supervive la legislación del mismo apellido; los montañeses urraeños han descuajado una milésima de la selva fecunda, sin más apoyo que la sublime inspiración de las estrofas libertarias de Epifanio Mejía. EL HOMBRE Si es cierto que nuestro ser actual es una especie de libro en que cada centuria tiene su página, y que obramos repitiendo ocasionalmente las prácticas de nuestros abuelos más remotos, la índole de los aborígenes a quienes tocó la época de la Conquista de be influir de modo decisivo en la idiosincrasia urraeña. La etnografía vacila aún para fijar el origen de los pobladores de América; las diferencias que presentaron las diversas tribus colombianas duplican las dificultades. Sin atrevernos a ninguna hipótesis, recalcamos el hecho de que los pobladores del Atrato y Costa Atlántica presentaron una resistencia admirable, armada de flechas y macanas contra el invasor abroquelado y omnipotente por disponer del acero, la pólvora y los caballos. Fray Pedro Simón dice de los indígenas pobladores del valle del Penderisco: escogen antes que la paz el ser consumidos por las llamas y si acaso sus hijos y sus mujeres procuran huir del peligro, los vuelven al fuego, donde se consumen todos. Esta fiera nación tiene por afrenta mostrar alguna apariencia de sentimiento (dolor) cuando los matan. Cuando les cortan las manos, meten el brazo en el fuego, con aspecto más que bestial, como gente más indomable que fieras, pues así castigados escapan diciendo a los españoles mil blasfemias, vituperios, afrentas y amenazas; tienen la pertinacia de Faraón. Al perro que los devoraba decían iracundos: ¡aprisa, come come! Esa genealogía nos llena de legítimo orgullo, pues bien sabemos que bien teme la muerte no ama la libertad. El Faraón se llenó de terror y cedió ante los alaridos; nuestros abuelos arrojaron a las llamas al hijo o a la mujer cobarde que las esquivaban para someterse al yugo. Piensen lo que quieran los seudomoralistas, siempre creemos que la vida sólo es digna cuando se gasta íntegra en acrecentar la libertad de que se disfruta, o en recuperar la libertad perdida. El que es hombre ofrece a Dios amor, nunca temor; necesita al Sér Supremo para darle gracias por sus triunfos, jamás para implorarle remedio a sus dolores. Dios debe serlo para la alabanza, el hombre debe ser el amo absoluto de sus miserias. La raza o conglomerado social que algo teme es infeliz y cualquiera la hace esclava. No conocemos en nuestra historia un reto más varonil contra la muerte que el lanzado por esos bárbaros del Penderisco, nuestros gloriosos antecesores. Un latigazo dado a su sirviente, niño todavía, culminó en la sangrienta venganza en que murió el bachiller Lozano con su familia. La mansedumbre incita la crueldad, y esa es la razón por la cual cada vecino mira al semejante con la cabeza erguida y el gesto que a un tiempo expresa la benevolencia y la amenaza. Las murallas andinas y la distancia han hecho de Urrao una sociedad diversa por varios aspectos. Domina un individualismo cerrado, por el cual cada montañés construye su casa en el sitio más aislado, ojalá no vea el humo del hogar vecino; quiere para él solo el agua de cada fuente y enuncia complacido la sentencia: “compañías ni con la cobija”. Cada uno tiene su equipo agrícola, rudimentario si se quiere, pero teme mucho el deber favores. Podríase calificar de hirsuto al sujeto que rehuye toda atención social, toda alabanza popular; más hartos sufrimientos cuesta la adulación, mentirosa y vil. Como el filósofo de Sinope, se tiene la tendencia a vivir conforme la naturaleza y despreciar las conveniencias sociales. Los sujetos más ricos viven de modo tan austero como un eremita, y sólo sienten liviano sobre sus cabezas el techo de su propio hogar, sólo respiran tranquilos el aire encerrado por los muros de su habitación. Ninguno sabe las zalemas acostumbradas ante los altos personajes y habla con los más elevados dignatarios civiles y eclesiásticos, como si lo hiciera con un compañero de labores cotidianas. Para el urraeño ningún viviente ha nacido de los huevos de Leda. La vanidad se aplasta en el ambiente urraeño como insecto bajo la suela del zapato; existe un fortísimo poder de absorción que hace como los radicales a quienes de otros lares llegan preconizando reformas, más o menos discutibles. Si es un español, deja de pronunciar sus zetas y sus cees para acabar sustituyendo el sonido de s por el de. j antes de consonante, y olvida el pan francés por la suculenta arepa, y deja el vino para escanciar las postreras, al decir de Botero Saldarriaga, resucitan un muerto. Allí existe la nivelación social, a lo cual contribuye el que, generalmente somos consanguíneos; y el que quiera vivir en esa meseta, no puede seguir como eminencia. Se visita a los enfermos, se da pan al hambriento y posada al peregrino. Se reza poco, pero se produce mucho; allí practicamos el principio: a Dios rogando y con el mazo dando. Sólo un viejecito loco se fue a una cueva a repetir oraciones aguardando en cambio el sustento que en épocas de más candor llevaban los cuervos milagrosos. Allí no se exige a Cristo que transforme las piedras en panes, precisamente porque respetamos la libertad y la dignidad. Un 80 por 100 de agricultores y habitantes rurales garantizan el progreso en su más benéfica concepción. Defectos habrá por millares, pero ignoramos dónde existe el juez hábil para calificarlos. Las costumbres varían como la superficie marina, y la adaptación al medio es un hecho que fatalmente se cumplirá. Algunos señores distinguidos en la ciencia o enriquecidos por medios ignorados niegan su cuna urraeña, olvidando que el centro de cultura existe en todo lugar en donde hay un hombre que piensa. En cambio aclaman su origen personajes ignorados en los anales patrios, pero considerados como de primera magnitud en el linde regional, tales como Carmen Santana, cuyo amor al esposo y a la enseña roja le dio alma para combatir nuestras guerras intestinas hasta merecer el título de coronel. Tomás Correa, verdadero carácter, exponente magnífico de lo que alcanza el esfuerzo propio. La recia legión de colonos, entre el cual descuellan Simón Flórez y Benito Herrera. Doctores, sacerdotes e ingenieros tenemos en número considerable. La posteridad les acomodará el adjetivo correspondiente según la obra que realicen la obra a favor del suelo que los vio nacer. La mujer urraeña cifra su orgullo en ser buena madre de muchos niños, leal esposa y compañera vitalizante del hombre que, por cualquier medio, a ella enlaza su suerte. Sólo la enfermedad, o una pésima educación, le hacen arriar la bandera de la abnegación que un elevado porcentaje lleva triunfante hasta morir. El aspecto general de la multitud demuestra una selección consoladora. Buenos sociólogos como Uribe Uribe y Castro han anotado el singular conjunto de rasgos físicos que aprestigia el conjunto de urraeños. Nadie ignora que no hay raza pura, pero sí existen aglomeraciones más aceptables ante la estética y la higiene. En este particular copamos conceptos valiosos de ilustres viajeros con los cuales bien pueden estar acordes los nuestros. Así como el frote repetido engendra calor y luz, la juventud urraeña necesita incentivo para el desarrollo de su potencialidad física e intelectual. El comercio y las industrias tendrán buenos agentes entre los muchachos que alientan en lo que se llamó gusto refinado., Valle de Olimpia, nombre que debiera restaurarse, pues lo merece. Entre el torbellino de ideas encontradas en que hoy vacila el mundo, Urrao ha conservado siempre un ideal liberalizante y sinceramente democrático. LA CIUDAD El sitio ocupado por la cabecera es ameno y salubre, aunque estas cualidades se hubieran aumentado ventajosamente al situarlo en El Llano, que se halla 800 metros al norte. Calles planas, algo aseadas, unas seiscientas casas de construcción regular, agua escasa y buena luz, constituyen el poblado urraeño.- Un templo de gran capacidad sirve al culto católico, una plaza de marcado, una de feria y otra de recreo son los sitios de actividad comercial y de descanso. Más de tres mil casas sirven de asilo a los 16.517 habitantes que nos asigna el censo de 1928. La escasa densidad 4.3 se debe la gran yermo situado en la parte occidental, hacia el Atrato. Las colinas orientales son adorno perfecto y centro de las mejores perspectivas; la del cementerio sobrepasa toda descripción. La Escuela Modelo es amplísima y saludable, lo mismo el edificio donde funciona el Colegio de la Sagrada Familia. El matadero está regularmente aseado, pero el modo de transportar la carne disminuye el deseo de comerla. Consuela ver el mercado principal, que se practica cada día domingo; son montañas el cúmulo de vegetales alimenticios que allí se expende. Las modernas construcciones van demostrando mejor concepto artístico y confortable. En resumen: un caserío semejante a todos los caseríos antioqueños; algo mejor que muchos de ellos. Debemos ya poner fin a lo que es interminable Cuando los hombres del 2034 nos analicen, podrán avergonzarse de nuestras mandíbulas feroces; de la escasa capacidad craneana; de la torpeza científica, artística y literaria; tal vea nuestras costumbres sencillas y conceptos equivocados del vivir. Más la justicia les obligará a confesar lo intenso de nuestro amor para el suelo nativo, el anhelo vehemente de hacer grande el retazo colombiano cuya esencia se mueve en las arterias de los actuales pobladores. Un centenario reúne los afectos intensos y encontrados de una cuna y de un sepulcro. Cuando se cumplan cien años más, todos seremos un puñado anónimo de polvo. Si los urraeños del 1034 examinan, comprensivos, ese polvo, verán que se conmueve para formar la palabra libertad; hallarán, en él, intacto y fresco, nuestro rojo corazón. ¡Feliz el hombre que en su vida efímera engendre un recuerdo eterno! ¡Feliz el pueblo que, en su vida, enderece cada segundo hacia el progreso! ANTONIO JOSE ARANGO Mayo de 1934. VIALIDAD DEL DISTRITO DE URRAO. (ANTIOQUIA – COLOMBIA) Todos los elogios y con toda justicia merecidos, se le tributan a Urrao en el primer centenario de su fundación. Los escritores ilustres que fueron invitados a formar el libro de su Monografía, prendieron en éste varias joyas de su ingenio para decir la historia y revelar los prodigios de todo orden que guarda esta opulenta porción de la patria colombiana. A mí, el menos digno de la falange favorecido con el honroso encargo; el incapaz de cantarle en frases de armonía literaria que hagan resaltar las maravillas de su valle de ensueños –de la espléndida altiplanicie del Penderisco-; al que más admirado vive de la magnificencia con que la naturaleza acumuló en el extenso territorio del Distrito tesoros de todos sus reinos; al hombre del contacto íntimo con la tierra y que sólo sabe de cavar en sus entrañas; al minero que conoce las capacidades de aquellas regiones para un enorme desarrollo de la industria que más segura y prontamente puede enriquecer a Colombia; al que más puede ponderar las ventajas de su admirable posición geográfica y ama con más fervor a Urrao, la “ciudad – promesa” que florecerá en una de las más atractivas y cómodas para la vida entre todas las ciudades del país; el más persuadido de que las facilidades de comunicación entre las distintas secciones de una comarca cualquiera y con las vecinas y el Exterior constituyen la fuente más estable y segura de su progreso, le han encargado, los organizadores de la fiesta centenaria, el bosquejo de la red caminera que más corresponda a los anhelos del patriotismo vibrante de los urraeños para el efectivo y más pronto progreso de su hermosa tierra. Sin vacilaciones, aunque temeroso de cumplirlo mal, he aceptado el encargo, y ensayo trazar el cuadro de la vialidad de Urrao en forma que no resulte de conveniencia simplemente lugareñas, sin no que encaje bien dentro del mejor plan de la vialidad antioqueña y colombiana, y que en todo caso consulte el deseo de desenvolvimiento minero que alientan hoy en todos los ánimos. EL AIRE Vuelan ya por el cielo de Urrao las naves aéreas de la línea tranversal Colón – Medellín, la que promete ser en breve una de las líneas comerciales aéreas de mayor importancia en América, y muy pronto seguramente servirá a empresas de la misma clase para numerososas rutas. CARRETERAS En primer término la de Bolombolo, por Concordia, Betulia y la ciudad de Urrao Al Río Atrato, en la boca del Arquía, en donde debe empalmar con la que una ley de la República manda que se construya entre el río Atrato y la gran bahía de Solano en el océano Pacífico; y, en segundo término, la del Norte, a empalmar con la troncal nacional de Urabá en el punto más cercano, sin descender a márgenes orientales de la cordillera; y las del Sur o del Pavón, siguiendo próximamente el trazado del camino del Carmen, o desviando en el límite del Distrito para buscar las cabeceras del río Hábita y descender por éste hasta encontrar la carretera Quibdó – Bolívar. CAMINOS DE HERRADURA De preferencia el que pudiera llamarse camino de Murrí, que descienda al curso del río Penderisco y se bifurque en punto conveniente, de modo que un ramal siga por el río Chaquenodá a encontrar el que se construye, hacia este río desde la ciudad de Frontino, y el otro ramal sube por el río Nendó, cruce la serranía y empalme con la carretera Bolombolo – Arquía cerca de las juntas del Ocaidó; y, en segundo término, pero también de urgencia, uno que se desprenda de la carretera Bolombolo – Arquía en punto adecuado de la hoya alta del río Ocaidó, busque las cabeceras del río Romanes, descienda todo el curso de este río, cruce las hoyas de los ríos Cuarazamba y San Pablo, ascienda por la hoya de la quebrada Filadelfia y empalme con la carretera del Pavón en cercanías del límite con el Distrito del Carmen. TROCHAS Todas las necesarias para dar acceso pronto a regiones de buenas perspectivas mineras, y las que puedan facilitar el aprovisionamiento de las empresas mineras y de colonización que se irán formando a medida que avancen los caminos en el presente plan indicados, trochas que deben localizarse de manera que sea fácil su adaptación más tarde a buenos caminos. Los conocedores del Distrito de Urrao verán que he omitido algunos de los caminos vecinales y departamentales existentes hoy, porque de ellos sólo hay que ocuparse en la mejora y sostenimiento, y para darle la preferencia en este plan a los de altas finalidades comerciales, mineras y de colonización de tierras excelentes para la agricultura y la ganadería. Si se considera con ahínco patriótico la cercanía de Urrao a los dos océanos y al río Atrato, las promesas incomparables para una gran civilización que guardan la serranía de Baudó y las costas del Pacífico, tan a la mano de este pueblo laborioso y colonizador; la producción enorme actual y las capacidades para el futuro en materias de todos los reinos naturales de la zona que influenciará la cruz de carreteras con su centro en la ciudad de Urrao que propongo, y se miden las proyecciones de orden político y estratégico que emanaran de ella, y al mismo tiempo se contempla la producción de riqueza que desarrollarán las vías de finalidad minera y colonizadora, supongo que no habrá quien me niegue la justicia que me asiste al presentar, como queda terminado, el bosquejo de mi encargo. A emprender en su realización, guardando la prelación indicada, me parece que deben sumarse cuantas energías se puedan obtener del mismo patriotismo de los urraeños y de los Gobiernos Departamental y Nacional, ya que, los beneficios enormes sin duda que aportarán esas vías, serán comunes a la economía de las tres entidades: el Municipio, el Departamento y la Nación. Roberto Luis Restrepo Marmato, abril de 1934. SINOPSIS DIFERENCIAL. Un día cualquiera, cuando de repartir trabajos para la Monografía del Centenario de Urrao se trataba, la Junta respectiva tuvo el candor de acordar que escribiera yo Sinopsis Diferencial, uno de los temas escogidos para la obra, y como quiera que ese llamamiento debo responder, he decidido trazar estas líneas para establecer diferencia sobre lo que fue esta sección del Departamento en 1834, y lo que es en la actualidad; más como noto que tal diferencia habrá de ser poco menos la que pudiera resultar de cero a uno, hago caso omiso de lo diferencial para concretarme a lo sinóptico, al compendio o suma de nuestros progresos alcanzados en el siglo. Pocos, no sólo en cantidad, sino en calidad, van a aparecer en el tablero nuestros progresos municipales, si se les compara con los de otras secciones del país, que han logrado la simpatía y la gracia de todos los gobernantes, pero son muchos, sí se tiene en cuenta que lo existente es obra del esfuerzo colectivo de sus hijos, con una ayuda tan ínfima del Departamento, que pudiéramos calificar de miserable y sin aporte alguno por parte de la Nación. Seguramente, en esto estriba principalmente el orgullo con que hoy nos presentamos a examen. Principió por el ramo que más hace progresar a los pueblos, y que por ello quizá, se lleva todas mis simpatías: VIAS DE COMUNICACION Sólo tres caminos tenía Urrao en 1834. El primero y más importante de ellos, por tratarse del intercambio comercial en mayor escala, era una pésima trocha que de la cabecera conducía al caserío de Bebará, situado éste a diez o doce kilómetros del Atrato, y que era sólo transitada por peatones que portaban a espaldas carne salada, quesos, cebollas, borraja y otros artículos que se producían en pequeña escala, para ser cambiados por oro, telas, vasijas de hierro y de loza, y otros efectos necesarios a los colonizadores de estos territorios, y cuyo recorrido, de ida y regreso, se hacía regularmente en quince o diez y seis días. La segunda, que era considerada también como de mucha importancia, pues que por ella se hacía algún pequeño comercio, amén de que por allí debían hacer sus visitas periódicas a este valle algunos dueños de grandes extensiones de terreno, y los clérigos que por épocas venían a ejercer su ministerio, era también una trocha penosísima, transitable apenas a lomo de buey, que unía la cabecera con la ciudad de Antioquia, a la cual pertenecía y perteneció en lo civil hasta hace poco tiempo. La tercera vía conducía a la salina de San Mateo, por la Quebradona, y su importancia era casi nula. Hoy, es éste el Municipio de Antioquia que tiene vías de construcción más deficientes, y con un sostenimiento notoriamente descuidado, y cuenta con doscientos kilómetros de caminos departamentales, ciento sesenta y seis municipales, ochenta y cinco que mide el que va al Atrato, dado en privilegio, pero sostenido por el Distrito, tres vías fluviales, cuya extensión es de 20 kilómetros las del río Arquía, 30 la del Murrí y 80, próximamente la del río Atrato; y por último, un campo de aviación. Estamos comunicados hoy con todos los Municipios circunvecinos, y más de una vez, en épocas normales, se ha viajado a la capital del Departamento en una jornada de quince horas, cuando antaño eran menester hasta cuatro días para hacer ese recorrido. La suerte de Urrao está pendiente de una vía carreteable de 180 kilómetros que lo una con la bahía de Cupica en el Pacífico, y a la vez por al Atlántico por el gran canal del Atrato; vía que no sólo interesa a Urrao, sino al Departamento y a la Nación, la vía natural de Antioquia para comunicarse con los dos mares nada menos, la que no ofrece dificultades, la que servirá a los urraeños hasta para darse con frecuencia un baño de agua salada, en la que hasta ayer no se había pensado, no sé si por ignorancia de la geografía o por consigna de algunos centralistas, que ha temido esa vía como ventajosa competidora del ferrocarril de Antioquia. INSTRUCCIÓN PUBLICA En 1796 los Jueces pedáneos Cayetano Orrego y don Pedro Vallejos, con la aprobación eclesiástica, hicieron nombramiento del primer maestro de San José de Urrao, en la persona de José María Aguirre y Mena, que ejerció con mucho tiempo con interrupción de meses y hasta de años, unas veces reemplazado y otras no. Como al menos por épocas los padres de familia tenían que pagar la educación de sus hijos, llegó el año de 1834, sin haber logrado que a ramo tan importante se le diera impulso que merecía, y así, por mucho tiempo vivió en el abandono, pues apenas a mediados de 1856 doña Micaela Campillo, como primera maestra, ejerció su ministerio en la educación de la mujer y solamente en 1898 se creó una segunda sección en la escuela urbana de niños, y en 1903 la de niñas. Hoy, sin que nos consideremos muy favorecidos por el Gobierno, pues faltan escuelas para educar quinientos niños cuando menos, tenemos un colegio de señoritas, con sección infantil, que cuenta con once Directoras y doscientas dos educandas; escuela urbana primaria y complementaria de niños, con cinco maestros y trescientos cincuenta y cinco discípulos; urbana de niñas, que tienen cinco Directoras y doscientos cuarenta discípulas; y veinte escuelas rurales, entre ellas dos privadas, con igual número de maestros, y mil trescientos cuarenta educandos. Comparto con muchos individuos el concepto de que hay que dar preferencia a la enseñanza primaria, pero como desde hace tiempo se hace necesario un centro de segunda enseñanza en este Municipio, para varones, debemos trabajar por implantarlo, regido por competentes pedagogos, y no por religiosos. OBRAS PUBLICAS En 1834 no tenía Urrao sino la iglesia, que prestó servicio hasta 1908, en el costado occidental de la plaza, y en ésta, al frente de la misma iglesia, el cementerio parroquial. No tenía edificios para escuelas, oficinas públicas y cárcel; carecía de matadero, no había un puente siquiera sobre los ríos Urrao, Pavón y Penderisco; aún no se había establecido el mercado público semanal, y este estado de cosas hace pensar que si todavía hay gentes en la capital del Departamento, que preguntan ¿qué importancia tiene Urrao y cuál es su situación topográfica, cuál sería el conocimiento que se tuvo de la región cuando nació a la vida municipal? Hoy podemos exhibir: un templo, que si no es un monumento del arte, es al menos presentable; el cementerio, que si es verdad ha perdido mucho de su gran belleza natural, la mano del hombre le ha puesto obras de ornato; alumbrado eléctrico con fuerza suficiente para el presente; hospital de caridad en condiciones aceptables; matadero público que responde a los mandatos de la higiene, casa consistorial con capacidad para cárceles y diez oficinas; escuela modelo, suficiente para setecientos educandos y presentables en cualquiera población del país; un edificio para escuela urbana de niñas; otro, donde han funcionado algunos colegios, y catorce más para la enseñanza rural; veintiún puentes sobre los ríos y arroyuelos de importancia, fuera de varias alcantarillas en corrientes menores; servicio de agua potable, para mucha parte de la población, con fuente pública y varias alcantarillas que al menos por un tiempo prestarán su servicio; plaza de feria con coeficiente de seguridad por un 50 por 100 de servicio del que presta en la actualidad; casa cural; mercado muy surtido en la plaza principal, fundado en el 65 por el Alcalde de entonces, don José Ignacio Palacio; plazuela con jardín, que lleva el nombre de Uribe Uribe, por estar destinada a levantar allí un monumento en honor de sus méritos; coliseo edificio destinado para representaciones teatrales. En otros campos hemos hecho adquisiciones de importancia, tales como Juzgado del Circuito, Alcaldía y establecimiento penal, Telegrafía, Notaría y Oficina de Registro. Nuestro comercio de importación y exportación es de bastante importancia. Tenemos hombres que pueden representar el Municipio en todas las actividades; una educación aceptable y un carácter independiente y luchador. POBLACION En 1826 tenía Urrao, son contar a Noque, que entonces le pertenecía, 984 habitantes y sesenta y tres edificios urbanos con techos cubiertos de paja; el censo de 1843 sumó 2.115 habitantes, contando el partido de Noque, y con estos datos podemos darnos cuenta lo que pudo ser el Distrito de 1934. Hoy cuenta la ciudad con más de seiscientos edificios, y aproximadamente 18.000 habitantes. Nuestro poblado no es algo que pueda mostrarse por lo moderno, pero sí cuenta con buenos edificios, con calles bien delineadas y macadamizadas, y con una situación topográfica envidiable. INDUSTRIA PECUARIA En 1826 tenían los colonos de este valle 370 reses vacunas y 211 caballares, las cuales pasaban en los rastrojos que quedaban después de recolectadas las cosechas de maíz, y en la actualidad no es aventurado afirmar que poseemos más de 50.000 cabezas de ganado vacuno y caballar, y 6.000 cerdos. Fundo esta afirmación en que las estadísticas comprobadas por medio de censos, dan un total de 44.262 cabezas de la primera clase, y 5.526 de la última, y que al menos un 15 por 100 dejaron de inscribirse o contarse, bien por impericia de los encargados de levantar los censos, o por malicia de los poseedores que toman esos empadronamientos como algo que les perjudica para efectos de las contribuciones. AGRICULTURA Se tiene noticia de que a mediados de 1830 la agricultura de la región consistía en el cultivo de maíz y frisoles, y producía 1826 cargas de ocho almudes del primero y 150 del último. No obstante el poco desarrollo de la agricultura, debido a que nuestros productos no pueden ir a competir a otros mercados por las pésimas vías de comunicación, en 1933 produjo el Distrito 26.932 arrobas de café de superior calidad, 285.063 arrobas de panela, 30.000 cargas de maíz, 6.000 de frisoles y 8.000 arrobas de cacao. Además se cultivan muchas clases de frutas, legumbres y hortalizas, pero apenas lo necesario para el consumo local. PRESUPUESTOS Ninguna comparación se puede hacer en esta materia, pues en 1834, en pocas partes del país se hacían presupuestos. El de 1932 montó la suma de $26,533-47, cantidad respetable si de tiene en cuenta la época de angustia que atravesaron y atraviesan aún todos los Municipios. Todo se ha modificado, hasta las costumbres; sólo nos resta abolir ciertos prejuicios coloniales, y en ello debieran tomar parte las autoridades. Estas son las obras que exhibe Urrao en un período de cien años, pero que sin faltar a la verdad, han sido llevadas a cabo en su mayor parte después de la última guerra civil. Podéis presentarlas con orgullo, noble pueblo urraeño, porque ese es el conjunto de vuestro esfuerzo, el producto de vuestras contribuciones; no creáis que ellas son fruto del Concejo, del Cura o de otras Juntas Directivas, porque esas entidades no son más que vuestros intermediarios, la parte pensante; vosotros sois el brazo que ejecuta, el escuadrón que gana la batalla. J: Emilio Escobar Urrao, abril 23 de 1934. SOCIAL. Celebra Urrao el primer centenario de su erección en entidad municipal, es decir, su iniciación en la vida política entre las poblaciones de Antioquia. Ninguna efemérides en la moderna historia de las fundaciones de los grandes núcleos de colonización antioqueña que, como ésta, revista los más nítidos y destacados caracteres de una evolución social completa de su iniciación, desarrollo y finalidades. La situación geográfica, la topografía de los terrenos, valles y cumbres enclavados en los Andes occidentales, en el lejano oeste antioqueño, donde se recogiera un grupo de empecinados montañeses que en dispersa peregrinación había llegado del oriente, del centro y occidente de Antioquia, en el completo aislamiento de sus montañas, olvidado –por muchos años del apoyo oficial- cuando éste sólo atendía a los intereses de las regiones del sur, o de las vías hacia el río Magdalena que pusiera el centro en comunicación con la capital y la Costa Atlántica, Urrao surgía vencedor de la selva virgen, de las tierras bajas y húmedas, al esfuerzo silencioso fecundo de una colectividad anónimo y fuerte. Porque Urrao, afirmación hoy de aquel triunfo de inmigrantes abnegados y humildes, no tendrá por qué erigir, en sus plazas y paseos, índices personales de bronce que simbolicen los fundadores de pueblos o sus dioses tutelares. El máximo esfuerzo en la lucha contra la naturaleza bravía, el éxito de la solidaridad social en la empresa, serían ciertamente la alegoría tangible en la piedra que glorificara a los fundadores de la ciudad de Urrao. Grandioso tributo a la verdad y a la justicia históricas, cuando aquel pueblo quiera recordar a los demás de la República su origen y su arranque primordiales. Hoy, los habitantes de la ciudad fuerte rica y culta, volverán sus miradas hacia ese no lejano pasado, para rememorar, analizar los factores étnicos, morales y materiales que lograron triunfar en tan desesperada lucha, y cumplir al través de cien años de existencia la más eficaz e instructiva evolución social. Consignemos algunos modestos sobre este tema que, muy respetuosamente, sometemos a los descendientes de aquellos bravos pionerrs, sobre cuyas cenizas se yerguen hoy las grandezas de la ciudad y de las campiñas. La conquista, como en todos los lugares de la América que recorriera con sus crueldades y destrucciones, marcó roja huella de sangre y de lágrimas sobre el valle de Urrao. La tradición ha recogido con ecos de romance el sacrificio heroico del soberbio y bravo cacique del Barroso, sacrificado con su familia por la soldadesca del Capitán castellano Gómez. Después de la epopeya, los lugares abandonados por los conquistadores durmieron el sueño de la selva milenaria enseñoreada por la soledad y el silencio. Sólo un guión, estrecha y larga trocha que partiendo de las orillas del Atrato terminaba en la capital de Antioquia, pasaba al través de los montes de las regiones urraeñas. Azarosa comunicación sólo empleada por los más audaces monteros y por uno que otro correo real en circunstancias bien especiales. Pero un día las narraciones de los aventureros buscadores de guacas, las oscurecidas tradiciones de la existencia de amplios valles en que solían encontrarse trozos de praderas vírgenes, movió lenta pero continuamente una inmigración compuesta de gentes humildes que luchaban por su independencia económica a brazo partido, en las múltiples actividades de la agricultura, la ganadería, la minería y la guaquería. Ante la lucha larga, empecinada y silenciosa de aquellos hombres, la selva se rindió, abatida; entregó su seno ubérrimo al colono, y la tierra domeñada fue esclava del cultivador. Cuando aquellos emigrantes pudieron contemplar satisfechos y altivos, desde los lindes de la labranza, los techos grises que acariciaba la neblina de los valles humedeciendo las tejas de roble de sus casas, que representaban el supremo esfuerzo de su bienestar; cuando los escasos ganados pastaban en los prados limpios de maleza, y cuando los fuertes y ágiles caballos les servían sobre esas rutas de lodo y de ásperas trochas, fue cuando de la ciudad de Santafé de Antioquia llegaron los señores portadores de títulos de esas tierras, mucho tiempo hacía adjudicadas por la Corona de España o por los libertadores de la República. Es innegable que a pesar de que los nuevos poseedores de las tierras traían un sentimiento de inconformidad por parte de los colonos, su aporte de capitales, de cultura y de no desmentida benevolencia, lograron suavizar el inevitable encuentro. La evolución social se cumplía a pesar de todo; el tercer período de esa existencia de trabajo, de aislamiento, de incomodidades, se llenó cuando a su turno llegaron los nietos, de aquellos primitivos taladores de las selvas del Penderisco, del Pavón y del Urrao, provistos de una educación y cultura avanzadas, y tomaron la dirección y la preponderancia sociales. Los abuelos habían domado la naturaleza ruda y virgen de esas tierras; los padres emplearon los modestos haberes acumulados en la larga y penosa brega rural de enviar a sus hijos a educarse, ilustrarse, en los colegios de Antioquia y Medellín. Ahora son estos últimos los que, dueños de una instrucción y cultura superiores, readquieren esas bellísimas propiedades en donde los abuelos levantaron la primitiva choza; los padres ganaron el rescate moral de sus hijos, y huellan victoriosamente esa senda que ahondó el paso conquistador de sus antepasados. Cuando son éstos los antecedentes y características del surgimiento de un pueblo a la vida social, no podrá dudarse de que no tendrá obstáculos posibles en su progreso y civilización futuros. Urrao da un alto ejemplo en estos días de rememoraciones de lo que pueden las iniciativas, la tenacidad en el trabajo, las aspiraciones elevadas y la alteza de sentimientos. R. Botero Saldarriaga UN PARAISO ESCONDIDO. A unos 100 kilómetros al oeste de la capital de Antioquia, recatado en las abruptas estribaciones andinas, se ofrece a la contemplación del viajero un panorama insuperable, soberbio cuadro natural que no rivalizan los admirados paisajes suizos, ni los cármenes deliciosos de Granada. Las límpidas aguas de un sereno río recorren perezosas el manto de rica esmeralda de ese valle, que aún no ha hallado el poeta que cante su hermosura; en uno de sus flancos campea aislada la colina del camposanto, espléndida belleza natural abrazada por el río, como para anticipar una regia corona a los muertos; lugar de tristezas por las venerandas reliquias que guarda, pero plácido y magnífico cual pudiera serlo el panteón de los dioses. En ese valle espléndido, “paraíso escondido” como lo llamara gráficamente el General Rafael Uribe U., se halla situada la floreciente ciudad de Urrao, que se prepara en este año para celebrar el primer centenario de su vida civil. Con este pobre estudio me propongo contribuir, humilde pero ardorosamente, a ese festival patriótico. No son sus poéticos paisajes, ni su saludable clima, que se refleja en el carmín de las mejillas de sus mujeres, los que dan derecho a Urrao para esperar un porvenir progresivo y reclamar el puesto que con justicia exige entre los pueblos cultos. Son su situación topográfica, sus riquezas naturales, los diversos productos agrícolas que exporta a la capital del Departamento y a otras poblaciones, su vasto territorio, que se extiende desde las heladas cimas andinas hasta las abrasadoras playas del Atrato, y donde hay campo, para todos los cultivos, terrenos ubérrimos que producen el ciento por uno, según la frase sagrada... todo esto coloca a Urrao en lugar prominente entre las poblaciones importantes de Antioquia. No está lejano el día en que clame este Departamento por una salida al Pacífico. Por la hoya del río Penderisco tiene previamente trazada la naturaleza esa vía fácil y sencilla; por ella construye el Municipio un camino que se acerca bastante al Atrato; con poco esfuerzo, ese camino, que no tiene pendientes fuertes, puede convertirse en una carretera; y nótese el hecho siguiente, que puede comprobarse con el examen de un mapa: el Atrato corre a muy corta distancia del Pacífico, tan cerca, que en Quibdó pude recoger la tradición de que unos marinos, si mal no recuerdo españoles, pasaron antiguamente una lancha de ese mar al Atrato, por Napipí, que desagua ese río pocas leguas debajo de la boca del Penderisco, y navegando en ella subieron a esa ciudad. Tal hecho fue publicado en Bogotá en el periódico oficial de esa época. Nadie ignora en Colombia las facilidades que ofrece Napipí para un nuevo canal interoceánico. Júzguese, por tanto, de la importancia capital de la vía por Urrao, única que acercará el departamento a esa región privilegiada. La extensión territorial del Municipio es de 3.810 kilómetros cuadrados. En sus selvas, todavía inexplotadas, hay algo más de 3.000 hectáreas de tagua, grandes cantidades de caucho, maderas preciosas y de construcción, entre las cuales abunda el comino, que se exporta a Medellín frecuentemente, desde hace más de treinta años. El primero que estableció este comercio fue don Gonzalo Montoya, de Envigado, persona de muy gratos recuerdos, condujo esas maderas a Medellín por los antiguos caminos de San Mateo; más tarde, cuando se abrió un buen camino hacia Concordia, se desarrollo más este comercio por este Distrito, y es oportuno hacer constar que las maderas que aquí se conocen con el nombre de Concordia, lo son únicamente porque pasan por allí, Todas proceden de Urrao y son cortadas en Santa Isabel, Penderisco, San José, etc. En el año de 1933 se llevaron a Concordia, Medellín y otras poblaciones mil cuatrocientos setenta y cinco rastras de madera; y para terminar lo que se relaciona con este asunto; nótese la siguiente circunstancia especialísima: en años pasados, los negros del Atrato que habitan en territorio de Urrao, vendieron seis mil quinientas trozas de maderas, que fueron trasladadas a Inglaterra y empleadas allí en postes para la luz. Bien conocidas son las magníficas condiciones del Atrato como río navegable; tiene mayor fondo que el Magdalena; su cauce es siempre fijo, por lo cual la navegación por él no presenta mayores obstáculos. Este importante río recorre el Municipio, señalando sus límites con la Intendencia del Chocó, en una extensión de 16 leguas, desde el brazo del Inglés hasta las bocas del Murrí. Este último río, que debiera nombrarse Penderisco, pues el Murrí, que es más pequeño, es su afluente, es navegable desde sus bocas hasta 5 leguas más arriba; su curso se extiende por más de 35 leguas, y a pesar de esto nace y desemboca en jurisdicción de Urrao. En este vasto territorio se hallan innumerables minas de aluvión de oro y platino, y de veta de oro, plata y cobre. Hay también varias fuentes saladas de alguna importancia. Se producen asimismo almendras de varias clases y vainilla, que se vende a los vapores que surcan el Atrato. EL Municipio exporta bastante cantidad de panela, maíz, frijoles, papas, quesos, etc., a Quibdó, Carmen de Atrato, Bolívar, Concordia, Salgar, Betulia, Altamira, Caicedo, Anzá, Armenia, Heliconia, Antioquia, Medellín y otras poblaciones. Como los ganados, bestias y cerdos sostiene una muy buena feria, y para tal fin construyó la Municipalidad una plaza con galerías. En la mejora de los caminos públicos se ha luchado y se lucha tesoneramente, y hoy se tiene allí fácil comunicación con todas las poblaciones limítrofes, así: con Concordia, por el camino que sube por el Penderisco, con una extensión de 41 kilómetros 662 metros y pendiente del 1 al 6 por 100; en este trayecto hay dos puentes sobre el río; con el Carmen de Atrato, subiendo el río Pavón, con una extensión de 43 kilómetros 812 metros y pendiente del 1 al 6 por 100; tiene dos puentes: uno sobre el Penderisco y otro sobre el Pavón; con Medellín por la quebrada de San José mide hasta los límites con Betulia 20 kilómetros 310 metros; pendiente del 1 al 8 por 100 en pequeños trayectos; en esta vía hay un puente muy bueno sobre la quebrada citada; con Caicedo, con una extensión de 15 kilómetros 650 metros, pendiente del 4 al 10 por 100 en un corto trayecto. En todos estos caminos están colocados postes de comino que señalan cada kilómetro; con Abriaquí y Frontino, por el abra del río Encarnación y pasando el río Urrao y los riachuelos Honda y Salado. Su extensión es de 42 kilómetros con pendientes del 2, 4, 6 y 10 por 100. En este camino hay puentes sobre los ríos Urrao, Honda y Encarnación; con el Atrato, por la hoya del río Penderisco. De esta importante vía se hallan construidos próximamente, 36 kilómetros, sus pendientes del 2 y 4 por 100, y en algunos pequeños trayectos, susceptibles de recibir considerables mejoras, del 6 y el 10. Se conexiona este camino con trochas que siguen a Mandé, Murrí, Caraño, Arquía e Isleta. Tiene puentes sobre los ríos Urrao, Penderisco, Orobugo y Nendó. Tiene el Municipio 44.262 cabezas de ganado vacuno, 5.526 de caballar y mular. URRAO SE COMPLACE EN MANIFESTAR SU GRATITUD Por el Coronel de ingenieros Agustín Codazzi, ilustre italiano que recorrió el país en estudios geográficos y que dejó publicadas páginas bellísimas sobre el Municipio. Con convicción de un verdadero vidente anunció el provenir que preveía para la pequeña aldea que visitó; todas sus predicciones han venido cumpliéndose religiosamente. Por el Padre Ceferino Crespo, cuya tumba, fresca aún, debe hallarse cubierta cada hora de siemprevivas. Los servicios de este ilustre español no tengo para qué rememorarlos: todavía viven las viudas, los pobres y los niños que él socorrió con mano pródiga; todavía está en pie, el templo que terminó; aún palpitan en Urrao generosos corazones que saben agradecer las bendiciones que derramó Dios sobre esa tierra por medio de ese benemérito sacerdote. Por don Juan H. White, incansable luchador como buen inglés, por el progreso del occidente de Antioquia. Por don Jorge, digno hijo del anterior, quien vivió largos años en Urrao, estuvo siempre listo a prestar con el mayor desinterés sus importantes servicios como ingeniero, y perdió la vida, joven aún, probablemente a causa de su noble empeño por explorar esas inmensas selvas. Por el doctor Antonio J. Luján, generoso corazón que tuvo para Urrao el más fiel y desinteresado cariño y en múltiples ocasiones le prestó sus eficaces servicios. Por el doctor Luis M. Ruiz, médico distinguido y caritativo, para el cual la profesión no fue un negocio, sino el medio de hacer el bien sin distinción alguna. Por el General Rubén Ferrer, quien como Gobernador de Antioquia, dictó el decreto que marca como límites a Urrao la banda oriental del Atrato. Y por último, por los inteligentes y activos urraeños Tomás M. Correa y Joaquín M. Urán U., quienes fueron avanzados centinelas en la campaña del progreso. El primero, sin preparación científica, se distinguió como notable pedagogo y educó una juventud que para algo ha servido, y el último trabajó con el mayor entusiasmo en la empresa del camino hacia Arquía, camino que marca un significativo jalón en la prosperidad del Municipio. Es necesario explicar el origen del decreto a que hice alusión, y porqué considero que se debe gratitud por tal causa a la memoria del General Ferrer. Este integérrimo gobernante visitó oficialmente a Urrao a raíz de la expedición de la ley que devuelve a Antioquia la banda oriental del Atrato, desde el brazo del Inglés hasta el mar. Por esta razón se hacia indispensable en esos momentos declarar de manera oficial qué Municipios antioqueños debían beneficiarse con ese territorio, ya que se sostenía con Frontino una larga disputa por límites, y ese Municipio había enviado un corregidor a Mandé, seudo funcionario que fue expulsado de allí por don Pedro A. Montoya, patriota que también debe recordarse con gratitud y adelantaba además gestiones para ocupar el Atrato, pues se hallaba en vueltas de elegir Corregidor para Buchadó. Cuando el Gobernador marchó de Urrao hacia Turbo, don Joaquín M. Urán, y otra persona vieron la oportunidad de tratarle sobre el terreno la delicada cuestión, y resolvieron por su propia cuenta acompañarlo hasta el Chocó. Así lo hicieron, en efecto; pues además de lo expuesto, era preciso evitar cualquier accidente que pudiera ocurrir en el viaje, ya que se trataba de un camino que de Barranquitas en adelante estaba en construcción y necesitaba el apoyo oficial, apoyo que podía fallar si el General Ferrer recibía mala impresión de la vía. En el viaje se aprovecharon los momentos oportunos para demostrar el señor Gobernador la urgencia de ese decreto y los derechos indiscutibles de Urrao sobre la región, y se obtuvo el más completo éxito: en Isleta dictó el General a su Secretario, don Joaquín Vieira, el anhelado decreto, que fue transcrito al señor Intendente del Chocó y publicado en el periódico oficial de la ciudad de Antioquia. Por este acto de justicia se pensó en esa época dar el nombre de Puerto Ferrer a Villarán o Charicha, pero la idea no prosperó, tal vez porque no hubo quien explicara convenientemente la razón en que se fundaba. ______ Este ligero bosquejo, que nada tiene de exagerado, y que peca por la omisión de muchos datos y por la imperfección, con que está escrito, demuestra hasta la evidencia que Urrao, ese oasis que mana leche, pan y miel, es uno de los Municipios más importantes de Antioquia y está llamado a grandes destinos en el concierto de la República. Demeterio Gómez Medellín, marzo 7 de 1934. URRAO. (POR DANIEL GOMEZ R.) Deseoso de depositar un humilde grano de arena en el hermoso monumento que se prepara para celebrar el primer centenario de la vida civil de este pueblo, simpático y querido, me propongo trazar algunas líneas, que si no van dotadas de ingenio ni revestidas con el hermoso ropaje literario con que otras plumas más autorizadas que esta puedan hacerlo, sean por lo menos la expresión del amor, del mucho amor y reconocimiento, que mi corazón guarda para el pueblo donde una humildísima cuna meció mi frágil cuerpo durante los primeros días de mi existencia y donde se desarrollaron los años ya idos de mi niñez y de mi juventud. Urrao es aún un pueblo ignoto. Situado en las riberas del poético, encantano y encantador Penderisco, que lo recorre de Sur a Norte, fecundando sus hermosas y extensas llanuras, es el nido de una raza que ha nacido para lo grande, aunque los gobiernos jamás se han preocupado por él. Con su propio esfuerzo y sin algarazas, sin hipérboles, han venido atendiendo a su desarrollo en todas las manifestaciones de la vida civil y social. Las inmensas riquezas que posee en cada uno de los reinos de la naturaleza lo hubieran colocado hace muchos años en el escalafón de los pueblos grandes, si hubiera contado con el apoyo de gobiernos y corporaciones civiles, como congreso, asamblea, etc. Pero así y todo, y por sobre la indolente indiferencia política con que ha sido mirado, hoy se prepara a celebrar el primer centenario de su nacimiento a la vida civil, mostrando a los ojos del Departamento y de la Nación todo lo de que es capaz un pueblo donde tienen noble asiento la inteligencia, la energía y la voluntad. Sí, porque uno de los fines que se propone al celebrar esta gloriosa efemérides, es mostrar lo que ha hecho durante este espacio de tiempo, lo que puede hacer en lo venidero y señalarse así mismo el lugar prominente que puede y debe ocupar en el rol de los pueblos civilizados. Para el efecto prepara su nueva Monografía, a ello quiero contribuir, destacando los accidentes de que hablaré en seguida. SU CABECERA Esta, como queda dicho, está situada en un simpático plano, en las orillas del rumoroso Penderisco, de ese hermoso río que a tantos poetas ha inspirado sentimentales cantos, con una extensión de aproximadamente 30 cuadras de longitud como el de Sabaneta, prolongación de la carrera de Olimpia. Plazuela Uribe Uribe, en memoria de aquel personaje que un día llamara a Urrao con el título de “Paraíso escondido”. El hermoso templo que adorna su plaza principal es digno de ocupar la principal plaza de cualquiera gran ciudad, por la maravillosa imponencia de su torre, cuya cima se divisa a gran distancia, por la solidez de sus bóvedas, por la elocuente sencillez de su altar mayor, por su encantadora decoración y por la estructura general de su construcción. Allí pude admirar en mi último viaje, y con gran satisfacción, lápidas que conservan los nombres de ciudadanos que durante su meritoria vida dieron lustre al pueblo por sus virtudes y méritos en las diferentes manifestaciones de la vida social. Su plaza es amplia, cuadrada y bien nivelada, y en su centro ostenta un hermoso surtidor de agua pura, que embellece el conjunto los días de mercado. SUS INDUSTRIAS Estas se encuentran todavía incipientes, si se exceptúan la agricultura y la ganadería, que han constituido siempre el bienestar de sus enérgicos habitantes, pues la primera se ha intensificado de manera notable con la producción de café, que dentro de poco tiempo llenará el principal renglón en la balanza comercial del pueblo, y la segunda, que aumenta día por día y que día por día se va seleccionando, acabará por hacer del Municipio un maravilloso emporio de riqueza. En cuanto a minerales, son riquísimas sus minas y fuentes saladas; las primeras no se explotan por falta de vías de penetración para la introducción de maquinarias y demás elementos de explotación; y los productos de las salinas se consumen en la población, y los sobrantes, que no son pocos, son trasladados a lomo de mula a las poblaciones vecinas, como Antioquia, Sopetrán, Concordia, Bolívar, etc. Cuando se construya la carretera Bolombolo – Concordia – Urrao, se abrirá para este último Municipio un risueño porvenir de engrandecimiento, porque teniendo por dónde sacar sus productos al centro y otras poblaciones con un costo razonable, es claro que se intensificarán los cultivos, que se abrirán nuevas industrias, que se explotarán en mayor escala las existentes, que se introducirán maquinarias para la elaboración de las minas, elementos de cultivos, abonos, en fin, que es imposible calcular el grado de adelanto a que llegará el pueblo cuando tenga campo para moverse, pues su actual embotellamiento le impide desarrollar sus actividades y su progreso en forma apetecible y eficaz. SUS HOMBRES Muy larga es la lista de los hombres que en el pueblo han sobresalido en las diferentes ramas sociales; haré únicamente mención, como un homenaje a su memoria, de los muertos, cuyos espíritus parece que aún dominaran las actividades de los que quedaron atrás; Luis M. Ruiz, el médico filántropo y humanitario, que sentía mayor satisfacción cuando era llamado a aliviar las dolencias de los pobres. Parece que se hubiera fijado la consigna de hacer durante su noble y larga vida el mayor bien posible a la humanidad desvalida; Pedro A. Montoya, el Alcalde atrayente y progresista, simpático y sugestivo, que cuantas veces gobernó al pueblo, otras tantas lo hizo entrar por los senderos de la moral y la justicia; Tomás María Correa, el noble pedagogo que supo encauzar la enseñanza pública del pueblo por los canales del adelanto; yo me descubro reverente y respetuoso al pronunciar este simpático nombre que con letras de oro llevo escrito en mi corazón y a cuya memoria consagro hoy la corona de mis recuerdos, entrelazada con las flores de mi patriótico reconocimiento, pues a él debo y deben los que conmigo forman la vieja sociedad urraeña, los que somos y sabemos, pues fue el único que después de tantos vaivenes, pudo y supo llenar dentro de la relatividad, nuestras alforjas intelectuales; Jorge White, el simpático ingeniero, noble y generoso, que quiso fabricar su nido en los alares de nuestra propia plaza, que luchó con amor y entusiasmo por el adelanto moral y material del pueblo, hasta honrarlo con dejarle por herencia sus mortales despojos; José Antonio Gómez, aquel rico filántropo, cuya memoria se conserva en todo el pueblo y de una manera especial en esa casa de caridad que se llama el Hospital, empresa a que contribuyó de manera definitiva con su persona, con su inteligencia y con sus dineros; Ceferino Crespo, el noble sacerdote extranjero, que tantos años rigió los destinos espirituales de la parroquia, el humanitario apóstol de caridad, que tantas lágrimas enjugó, que tantas heridas restañó, que tantas necesidades remedió, que tantos bienes hizo, y a cuya memoria se ha levantado un altar en todos y cada uno de los corazones de los hijos del pueblo, del pueblo donde supo captarse las simpatías generales, sin excepción de castas, ni de abolengos, ni de colores, ni de círculos, y cuya imagen se encuentra en forma de busto a la entrada del hermoso cementerio, de ese cementerio que parece construido aposta por la caprichosa naturaleza, de ese cementerio que ha sido y continuará siendo la admiración de cuantos visitan la región, y donde están todavía frescas las cenizas de aquel noble y querido hijo del pueblo, de aquel virtuoso sacerdote que tanto se interesó por el bienestar de sus compatriotas; que bajó al sepulcro lleno de merecimientos y en medio de la consternación general y que en vida se llamó Honorio Cossio. Y no menciono más, porque me haría interminable. SUS MUJERES Las mujeres urraeñas han sido siempre ejemplo de laboriosidad, de honradez, de caridad y de cultura; como esposas son incomparables; como madres son inimitables pues los hogares urraeños son centros de caridad, de nobleza y de virtud. Pero permítaseme que recuerde aquí algunas venerables muertas de las que se distinguieron por su amor al pueblo y al progreso, por sus virtudes, y más que todo por su caridad sin límites: doña Mercedes y doña Bárbara Escobar de Arroyave, esposas de don Epifanio y don Arsenio, respectivamente, a quienes en muchas ocasiones vi personalmente visitar las moradas de los pobres y enfermos, llevando a éstas el consuelo de su dulce palabra y los recursos de sus caudales, repartiendo a manos llenas las limosnas con que ellas mismas despejaban su camino a la eternidad, porque está probado que la caridad es el camino más recto para ir al cielo, a la vez que con sus ejemplos educaban a sus hijos, todos mis amigos, y de quienes no hago mención por no pecar contra la modestia de ninguno; doña Teresa Restrepo de Eescobar, matrona distinguida y modesta, a quien durante mi niñez me tocó acompañar a varias partes a repartir los tesoros de su caridad, doña Gregoria Cossio de Vélez, de cuya casa vi salir miles de veces innumerables pobres bien provistos de ricas limosnas; doña Segunda Restrepo de Trujillo, que no sólo remediaba a manos llenas las necesidades de los pobres, sino que comisionaba quienes le averiguaran donde había lágrimas qué enjugar o penas qué consolar, doña Margarita Herrera de V., doña Juanita de Hoyos de G... Urrao, 1934. HIGIENE Y BENEFICENCIA. Antes de entrar propiamente en el tema que encabeza estas líneas, y que fue el dado por la Junta encargada de la confección de la monografía del Municipio, quiero hacer un esbozo a grandes rasgos, sobre la nosografía y geografía patológica de este Distrito, advirtiendo de antemano que mi pobre colaboración en esta obra descriptiva del Municipio, será más bien un artículo informativo, que una obra maciza de estadística y erudición. Toda la gama de climas se encuentra en el Municipio de Urrao, desde los fríos páramos de 4.000 y más metros de altura, donde las temperaturas medias son por debajo de 10 grados centígrados, hasta los más ardientes, como son los correspondientes a las riberas del río Atrato y sus afluentes, donde la altura es poco más que la del nivel del mar, comprendiendo estos dos climas extremos, las regiones de climas intermedios, que son las más habitadas y cultivadas. Cada zona climatérica tiene su patología propia, a más de la común a varios climas, así: en la cabecera y en las veredas más vecinas, en especial en las situadas hacia el sur, San Agustín, San José, Pavón y las regiones situadas sobre el Penderisco, de la población hacia el sur, abundan las enfermedades parasitarias del tubo digestivo, y entre ellas, con una frecuencia casi alarmante, la disentería amibiana, notando al margen la rareza de las localizaciones extraintestinales, sobre todo hepáticas, tan frecuentes en otros lugares en donde es frecuente la disentería; en las veredas situadas hacia el norte, zona en donde están la mayor parte de las plantaciones de caña de azúcar, es la anemia tropical (a Necator Am.), la que ataca a un crecido porcentaje de los moradores de dichas regiones, no siendo escasa la asociación con los otros parásitos, especialmente con la ameba disentérica; en otras veredas, como la Matanza, Chaqué, Orobugo, y lo llamado propiamente el Ríobajao, que son regiones donde a más de la caña de azúcar se encuentran las principales empresas cafeteras, y es la anemia tropical la endemia reinante; en las regiones de Mandé, Nendó, Murrí, zonas auríferas y climas ardientes, abunda el paludismo en todas sus formas; igualmente es muy frecuente el pian (bubas) y las dermatosis producidas por hongos; carates en todas las variedades, esporotricosis, cuyas lesiones son llamadas por los naturales con el nombre de bejuco probablemente por adquirir la infección por la herida con un bejuco denominado en la región con el nombre de “Ya te vi”. Las regiones regadas por los ríos Caraño, Ocaidó, Arquía, etc., hasta las orillas del Atrato, son igualmente climas ardientes donde son endémicos el paludismo, el pian y la fiebre recurrente, la anemia tropical y las dermatosis producidas por hongos. En estas últimas regiones abundan los “mosquitos propagadores y transmisores del paludismo, los chinches (ornitadorus), transmisoras de la fiebre recurrente, y en las regiones de Mandé, Nendó y tierras vecinas, es proverbial la cantidad de ofidios venenosos, los cuales anualmente ocasionan un número más o menos grande de muertos. La pelagra es una infección que se encuentra por todo el Municipio, habiendo sin embargo, regiones como la cabecera las veredas más inmediatas, Pavón y sus vecindades, donde su frecuencia es más notoria. Ocurren con indistinta frecuencia todas las enfermedades infecciosas comunes, como fiebres tifoideas, pneumonías etc., siendo la tuberculosis pulmonar relativamente escasa en el núcleo numeroso de población que habita la cabecera y sus veredas más vecinas, siendo por el contrario, de una frecuencia escalofriante en las regiones cálidas vecinas al Atrato, y pobladas por raza negra. Como casos curiosos se presentaron en los últimos meses del año pasado y principios del corriente unos tres casos de un cuadro sintomático correspondiente al de la poliomielitis anterior aguda infantil, entidad que hace aproximadamente veinte años hizo una epidemia numerosa, de la cual dan fe una porción apreciable de secuelados (atrofia de los miembros inferiores, especialmente). También en el curso del presente año se han presentado dos casos de tétanos, que es una entidad rarísima por todas estas regiones. Las enfermedades eruptivas hacen su aparición epidémica con más o menos frecuencia; el año pasado hubo una de viruelas, y actualmente se ha presentado el sarampión, con una virulencia desacostumbrada. En marzo del año pasado que corre se presentó el primer caso de hidrofobia canina en un perro que mordió a diez personas, y que contaminó a los de su raza, entre los cuales ha habido innumerables casos; hasta el momento todas las víctimas de mordeduras de perros hidrófobos, que ya ascienden a diez y seis, han sido tratadas con oportunidad, y en ninguna se han presentado los síntomas de la hidrofobia humana. HIGIENE La población propiamente dicha está asentada sobre un valle abierto, y muy bien ventilado, provista de una cantidad de agua que causaría envidia a cualquier urbe. No obstante la cantidad y excelencia de las aguas, la población carece hasta el momento de un buen acueducto, y de una completa red de alcantarillas, motivos estos muy principales para que el agua, al llegar a las habitaciones, llegue muy contaminada, y así se explica el gran número de parasitismo e infecciones intestinales que se ven, sobre todo en las gentes del pueblo donde las reglas de la higiene se observan de una manera deficiente. La construcción de estas obras –acueducto y alcantarillado- es una de las necesidades más urgentes, con ello se mejoraría grandemente la salubridad pública, y a no dudarlo, las directivas las emprenderán dentro de un plazo no muy lejano. Las calles son rectas, anchas y de suelo de cascajo pisado, lo cual contribuye a dar un aspecto agradable, y además evita el feo espectáculo de las calles enyerbadas que se ven en las poblaciones de piso de piedra. Las construcciones urbanas sobre todo las más modernas, son en lo general higiénicas y confortables; fuera muy de desearse que se hiciera un común esfuerzo para mejorar la ornamentación de las fachadas que se construyan, así como la reforma de muchas de las existentes, para mejorar la fisonomía de la población, y causar grata impresión a propios y extraños. BENEFICENCIA Como principal institución de beneficencia está el hospital de caridad, que lleva el nombre de San Vicente de Paúl. Está bajo la dirección de la comunidad de Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver, quienes van para dos años que se hicieron cargo del establecimiento. El hospital era sostenido en su mayor parte con fondos municipales, ayudado con pequeños auxilios nacionales y departamentales, y por la generosidad de los vecinos. Está dotado de una sala de cirugía suficiente para llenar las necesidades locales; posee una mesa de cirugía muy buena, esterilizador, y un instrumental y material suficientes para las pequeñas y grandes operaciones de cirugía más frecuentes. En asocio de los competentes médicos que ejercen en la localidad, doctores Emilio Restrepo Maya, Hernán Posada y Emiro A, Trujillo, hemos practicado intervenciones tales como celiotomías para diversos fines, trepanaciones craneanas, cura de hernias, amputaciones, histerectomías, amigdalectomías, y de otras clases con resultados en general satisfactorios Por las enfermerías para las enfermedades comunes pasa anualmente un promedio de 300 enfermos, siendo las más frecuentemente observadas las tropicales: anemia tropical, disenterías y parasitismo intestinal, ocupando los planos siguientes las enfermedades infecciosas y las generales de otra índole. Es de notar la insuficiencia del edificio actual para el fin a que está destinado, pero el honorable Concejo está bien intencionado en la construcción de un hospital más moderno, que esté a la altura de las necesidades del Municipio. Otra institución que presta importantes servicios en el ramo sanitario es un dispensario costeado íntegramente con fondos municipales, donde se atiende al examen y tratamiento de las enfermedades propias de las mujeres públicas; los resultados a mi modo de ver son satisfactorios, pues la contagiosidad de las asistentes ha disminuido de una manera eminentemente notoria; desgraciadamente el clandestinaje y otros factores dan al traste con los fines perseguidos por instituciones de esta clase. No funciona ninguna otra institución de beneficencia propiamente dicha, pero sí fuera de muy de desear la fundación de ellas, especialmente la de un establecimiento, llámese como quiera, que tenga por finalidad el amparo y protección de la infancia y detener la pavorosa mortalidad infantil, sobre todo la de las gentes del campo, a quien la pobreza y la ignorancia les impiden velar convenientemente por la vida de sus niños. Con un instituto de esta clase se atendería al crecimiento de la población y se fortificaría la raza por sus raíces. Alfonso Mejía Cálad COMPENDIO DE ALGUNOS DATOS ESTADISTICOS DEL MUNICIPIO DE URRAO EN 1933. Posición geográfica: latitud norte: 6°-19’57”. Longitud occidental del meridiano de Bogotá: 2-1’-3”. (1) Altura sobre el nivel del mar: 1885 metros. Extensión aproximada de su territorio: 3810 kilómetros cuadrados. Densidad de población: 4,3 habitantes por kilómetro cuadrado. Como se ve por los anteriores datos, Urrao ocupa el segundo lugar entre los Distritos de mayor capacidad territorial del Departamento y dentro de su territorio podría caber el Departamento del Atlántico o los siguientes Municipios antioqueños: Medellín, Amagá, Angelópolis, Armenia, Bello, Caramanta, Cisneros, Concordia, Copacabana, Envigado, Giraldo, Guatapé, Itagüí, La Estrella, Marinilla, Montebello, Peñol, Pueblorrico, Santuario, San Vicente, Sopetrán, Sucre, Titiribí. Toledo, Venecia, Barbosa, Caicedo, Caldas, Carolina, Donmatías, Entrerríos, Girardota y La Ceja. Equivale a 1/17 del Departamento y a 1/305 de la República. OBSERVACIONES METEREOLOGICAS Temperatura media: 20 grados centígrados. Cantidad de lluvias caídas durante el año: 1978 m. Número de días de lluvia: 138. DIVISIONES a) Administrativa: Urrao, cabecera del Distrito y seis Corregimientos, que son: Encarnación, Santa Isabel, Isleta, Puerto Arquía, Mandé y Buchadó. b) Judicial. La integran: Urrao, cabecera; Betulia, Anzá y Caicedo. c) Notarial y de registro. Los mismos del párrafo anterior. d) Electoral. El Círculo Electoral a que pertenece Urrao es el de Antioquia y está compuesto por los dos anteriores y Anzá, Betulia, Buriticá, Caicedo, Cañasgordas, Chigorodó, Liborina, Murindó, Pavarandocito, Turbo y Abriaquí. Este Círculo tiene 102,641 habitantes y elige cuatro diputados. DEMOGRAFIA a) Estática. Población de 1928: 16.517 b) Dinámica. Matrimonios verificados en 1933 81 Nacimientos ocurridos en 1933 634 Defunciones ocurridas en 1933 245 ------- Diferencia a favor de la población 389 De los nacimientos ocurridos 318 fueron hombres y 316 mujeres, habiendo en ellos 109 hijos ilegítimos, o sea más o menos el 20 por 100. No podemos negar que este renglón de la ilegitimidad ha aumentado bastante, pues en 1915, ese porcentaje alcanzaba el 13,5 por 100 de la población, y hay que tener en cuenta que los nacimientos ocurridos en la región del Atrato, de lo cual no tenemos datos, vienen sin su correspondiente pasaporte de legitimidad, casi en su totalidad. En 1933 ocurrieron 245 defunciones, de las cuales 118 fueron hombres y 127 mujeres, y 1 Febrero 4 6 3 2 Marzo 7 5 4 2 Abril 6 11 2 5 Mayo 8 11 6 7 Junio 13 11 7 8 Julio 13 24 7 9 3 Agosto 6 10 5 4 2 10 14 7 8 2 5 11 4 5 5 Noviembre 17 8 6 7 3 Diciembre 8 7 4 1 65 18 Septiembre Octubre Totales 13 118 127 68 1 2 11 2 3 17 1 2 2 19 2 4 1 2 24 4 2 5 4 3 37 2 1 1 1 16 2 2 24 1 1 16 1 1 4 3 25 1 2 2 2 2 21 12 11 19 30 21 245 Total de cabezas de ganado vendidas en el año de 1933, 8,718, así: 357 L 2 1 FERIA DE GANADOS Caballar TOTA 12 1 2,937 10 1 3 Vacuno 24 4 1 2 2 1 1 1 7 ñ ñ 31 a 50 ñ 21 a 30 años 11 a 20 4 años De 8 a 10 9 años De 4 a 7 8 ñ res de 70 6 ñ 51 a 70 1 res de un Deñ 1 a 3 Enero Mujeres MESES Hombres comprendidas en las edades que muestra el siguiente cuadro: Mular 49 De cerda 5,375 Valor de las transacciones verificadas, $72,991. El movimiento de ganados en esta feria, que es la segunda del Departamento en cuanto a su construcción y de primera importancia, si tenemos en cuenta que es surtido que a ella se saca es exclusivamente del Municipio, fue el siguiente durante el año de 1933: Clasificación Número de animales Ganado gordo 279 Ganado de ceba 538 Ganado de levante 772 Vacas paridas 345 Vacas horras 555 Novillas 560 Mulas de silla 29 Mulas de carga 54 Muletos 51 Caballos 412 Yeguas de cría 20 Yeguas horras 214 Cerdos flacos 5.012 Cerdos Gordos 991 Total Esta feria tiene capacidad para 2,500 animales MERCADO PUBLICO 9.832 Entraron al mercado para su expendio, en el año 61,793 bultos distribuidos así: Panela 18,837 Maíz 19,617 Frisol 6,357 Quesitos 3,931 Yuca 2,043 Arracacha 2,800 Plátano 2,723 Coco 1,953 Arroz 1,481 Papas 681 Sal 1,378 Frutas 422 Bananos 370 Varias legumbres 200 CONSUMOS De carnes. Número de ganados (cabezas), consumidas durante el año, 1845, así: Ganado mayor 971 Ganado menor 874 Por esto se pagaron de impuestos $ 5,546-26. Del ganado mayor consumido 333 fueron machos y 638 hembras, y del menor 495 y 379 respectivamente. El peso total fue de 400,282 kilos. Con el examen de estos guarismos podría pensar cualquiera que el urraeño es un individuo débil y de escasa vitalidad y poca energía para el trabajo; pero se equivoca quien esto piense, porque el vigor que da la carne si es que lo da, lo reemplaza con la leche, de la cual corresponden a cada uno dos litros diarios, huevos, legumbres y “otras yerbas”. De tabaco: total de consumo en kilos 9,323-863 gramos, por los cuales se pagó un impuesto de $17,717-50. De licores: total de botellas de aguardiente, ron y otros licores consumidos: 11,900 por las cuales se recaudaron $12,940-16. Gasta pues, cada urraeño en aguardiente 0-78, por año. INSTRUCCIÓN PUBLICA Hay en el municipio veintisiete establecimientos de educación divididos así: Urbanos 3 Rurales 20 Privados 4 El número de estudiantes es de 2,300, así: Hombres 1,040 Mujeres 1,260 PRESUPUESTOS Valor del Presupuesto del Distrito para 1933 $ 22,738-66 Valor del Presupuesto del Distrito para 1934 26,017-88 RIQUEZA PUBLICA Valor del catastro en 1933, $1.918,786, que están representados en 3,082 propiedades, distribuidas así: urbanas 893, y rurales, 2,189. VALOR DE LAS TRANSACCIONES DE LA PROPIEDAD RAIZ EN 1933 Compras 303, por valor de $ 80,035 Aseguros 72, por valor de 39,640 Cancelaciones 94, por valor de 42,745 IMPORTACION Y EXPORTACION Se trajeron al Municipio bultos, así: Mercancías 6,500 SE EXPORTARON Café, sacos 7,800 Frisol, bultos 8,000 Quesos, bultos 4,800 Cacao, arrobas 8,000 Caucho, quintales Maderas, rastras Pieles de res Oro, kilogramos Varios, bultos 50 10,400 2,500 50 1,200 En este dato de maderas y cacao no queda comprendida la exportada por el Atrato, que es una cantidad considerable. OBREROS Hay 20 establecimientos de obreros, en los cuales trabajan 80 y devengan un jornal promedio de $075. EDIFICACIONES Se construyeron en el año 49 casas. ESTADISTICA ELECTORAL El número de inscritos en el censo electoral general para la elección de consejeros municipales de 1933 a 1934 fue de 6,756 y el de los sufragantes en dichas elecciones, de 479, lo cual da un porcentaje de sufragantes de 7 Bueno es recordar que en esta elección no hubo entusiasmos por la falta de contendores, pues Urrao ha dado 2,200 votos y puede dar 2,500 cuando se proponga. CRIMINALIDAD Homicidios ocurridos en el año 1 Suicidios ocurridos en el año 1 CENSO DE CACAO EN EL DISTRITO Número de árboles en producción 160,000 Número de árboles sin producción 188,000 ------------ Total | 348,000 La producción total en el año de 1933 fue de 8,000 arrobas. La probable para 1935 será de 20,000. Esta industria, que apenas empieza a desarrollarse en el Municipio, será dentro de muy poco el factor más importante de sus riquezas, Urrao posee las mejores tierras del Departamento y de la Nación para el cultivo del cacao. Los terrenos que se extienden en las hoyas de los ríos Mandé, Arquía, Murrí y demás afluentes del Atrato son excelentes para el cultivo de este grano, y sólo requieren vías de comunicación para ser abiertos a la colonización; se prestan, además, para otros cultivos de grande importancia, como arroz, caucho, banano, pita, tagua, etc. CENSO CAFETERO DEL DISTRITO Número de árboles en producción 673,000 Número de árboles sin producción 197,460 ----------Total 870,460 Producción anual en arrobas 26,932 Son cultivados en 435 propiedades que tienen 880 fanegadas de terreno ==563 hectáreas. ESTADISTICA DE CAÑA DE AZUCAR Número de hectáreas cultivadas 700 Número de cultivadores 990 Producción anual en arrobas 280,000 Existen cinco máquinas movidas por agua y una gasolina, 180 cilindros. CENSO AGRICOLA DEL DISTRITO Arracachas Número de hectáreas cultivadas Cacao Caña de azúcar Número de hectáreas cultivadas Número de hectáreas cultivadas Frisol Número de hectáreas cultivadas Maíz Número de hectáreas cultivadas Papas Número de hectáreas cultivadas Plátano Número de hectáreas cultivadas Yucas Pastos artificiales Número de hectáreas cultivadas Número de hectáreas cultivadas Café Número de hectáreas cultivadas 200 1,341 700 800 5,300 25 719 88 57,474 564 --------------- Suma 67,211 Extensión que no alcanza al 18 por 100 de la superficie total. MINAS EN EXPLOTACION De oro 22 De plata 1 De platino 7 De cal 2 JUNTA MUNICIPAL DE CAMINOS Las inversiones de esta Junta ascendieron en el año a $ 1,370-35 que se distribuyeron así: En el sostenimiento de caminos En el pago de empleados $1,026-93 343-42 El valor efectivo de la contribución repartida para este año fue de $ 1,013-95 para los vecinos del Distrito y $ 356-40 para los de los otros Distritos Tenemos pues que actualmente se sostienen 266 kilómetros de camino con $1,026-93, como quien dice $3-86 para cada kilómetro. Con semejante despilfarro creemos innecesario decir que nuestros caminos no son asfaltados un nuestros puentes parecidos al de Brooklyn de los Estados Unidos. ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES Almacenes y agencias de negocios 60 Agencias mortuorias 2 Cantinas 36 Carpinterías 10 Pesebreras 3 Cerrajerías 3 Carnicerías 23 Farmacias 3 Hoteles 3 Billares 2 Prenderías 1 Talabarterías 2 Peluquerías 5 Zapaterías 4 Fábrica de velas 1 Fábrica de gaseosas 1 Fábrica de Jabón 1 Tenerías 2 RENTAS NACIONALES Impuesto sobre la renta Timbre y papel sellado Sucesiones y donaciones $ 344 27 1,923 77 120 23 Derechos hereditarios 32 60 Sanidad 68 84 Impuesto para el lazareto 48 05 Defensa nacional 517 90 Registro 8 37 MOVIMIENTO DE CORREOS Cartas Tarjetas 5,427 239 Impresos 2,764 EXISTENCIAS PROBABLES DE GANADO Asnal 50 Cabrío 5 Caballar 3,500 Cerda 5,526 Lanar 330 Mular 1,200 Vacuno 49,512 -----------Total 60,123 RESUMEN DEL VACUNO Hembras 35,931 Machos 13,581 ---------Total 49,512 Hay 8,000 vacas de leche, pero este número aumentará considerablemente con la perspectiva del nuevo negocio que se gestiona de llevar la leche en avión a Medellín para ser distribuida por las plantas de pasteurización de esa ciudad. Para terminar hacemos una especie de Directorio comercial, porque consideramos esto de alguna importancia, para las casas de comercio, y para los individuos de negocios que residen fuera del Municipio. COMERCIANTES AGRICULTORES Eugenio Arroyave Venancio Vélez. Fernando Trujillo M. Mario del Corral. Enrique Vélez. Jesús Montoya R. Joaquín Emilio Escobar. Ricardo Vélez Joaquín Montoya. Paulino Aguirre. Buenaventura Pulido. Ramón Madrid. Alberto Y Emiliano Vélez. Ismael Flórez. Bernardo y Donatila Vélez. Antero Quiceno. Rosa Arango. Antonio J. Arango. Pedro Rueda. Sebastián Flórez. José María Vélez R. Manuel Quiceno. CAFETEROS FARMACEUTAS Venancio Vélez Carlos Zapata. Prepedigno Arenas H. Nicanor Montoya. Fernandina Restrepo. Antero Quiceno. Ana Ramona Restrepo. Aureliano Vélez H. Juan de Jesús Herrera. MEDICOS Carlos Seguro. Epitacio Sepúlveda. Doctor Emiro A. Trujillo. Demetrio Ramírez. Doctor Hernán Posada. Elías Jiménez. Doctor Alfonso Mejía C. Balbanero Jiménez. Doctor Emilio Restrepo M Manuel de Jesús Sepúlveda.. Elpidio Vélez. ABOGADOS Heliodoro Jiménez. Marco A. Rivera. CULTIVADORES DE CACAO Marco A. Pereira. Raimundo Gil V. Restrepo Hoyos Hermanos. Francisco Javier Montoya. Manuel S. Zapata. Félix A. Vélez. INGENIEROS AGRONOMOS Alejandro Zapata. Alejandro Madrid. Doctor Aureliano Vélez H. José Medina Amador Perea. GANADEROS Silvestre Serna. Juan Arcindo Perea. Rubén A. Restrepo. Ismael Flórez Juan N. Restrepo. José de Jesús Durango. Hijas de Abelardo Larrea. Simeón Santana. Elpidio Vélez. Petronilo Caicedo. Manuel del Corral. Mamerto Pérez. Jaramillo Villa Y Compañía. Melquisedec Ceballos. Luis del Corral. José María Montoya. Rafael del Corra. Manuel Serna. Alfredo Escobar. Reyes Serna. J. Emilio Escobar. Eulogio Escobar. SASTRES David Arroyave. Manuel Quiceno. Ramón Arroyave. Manuel S. Rueda. Eugenio Arroyave. Jesús Cossio. Balbino Urrego. Jesús María Balcázar. Restrepo Hoyos Hermanos Luis Felipe Betancour. Benedicto Sepúlveda (SUC) Arcadio Rueda. David Guzmán. Israel Oliveros Jesús Angarita. Alfredo Quiceno. Venancio Vélez Miguel Durán. Félix A. Vélez. Alfredo Durán. Jesús María Vélez. PINTORES Emiliano Vélez. Carlos Cossio. Juan Francisco Larrea. CERRAJEROS Eleázar Fernández. Jesús M. Cossio. Félix A. Durán Jesús Hurtado. Severo Durán. Libardo Durán. HERREROS Abel Fernández. Antonio José Vélez. MECANICOS Félix A. Durán. Olegario Durán. Manuel Correa. Pedro A. Argáez. Eleázar Fernández. CARPINTEROS ALBAÑILES Pedro Jaramillo. Publio Cortés. Abel A. Montoya. Domingo Serna. Publio Urán. José de Jesús Larrea. Vicente Durán. Cruz Argáez. Focas Durán Marco T. Durán. ZAPATEROS Lisandro Restrepo. Ramón Fernández. Alfonso Gaviria José Gaviria CURTIDORES Julio Gaviria. Manuel Larrea. José María Quiceno. Luis Eduardo Restrepo Ramón Rueda. Daniel A. Vargas e hijos Antonio Cossio. Elías Vargas e hijos Domingo Cossio. FABRICANTES DE GASEOSAS Luis Acosta. Carlos Holguín. Roberto Montoya. . TALABARTEROS ELECTRICISTAS Luis Greiff. Manuel Correa. Fortunato Guzmán. Eléazar Fernández. Daniel A. Vargas Ramón Sanmartín. José Domingo Escobar Pedro A. Argáez. José María Quiceno. MUSICOS Marco Antonio Durán. Félix A. Durán. Juan de Dios Durán. Antonio María Bedoya. Pedro A. Argáez. Martín Henao. Urrao, mayo de 1934. Enrique Vélez y Carlos Escobar. URRAO, SUS RIQUEZAS, SUS NECESIDADES. En el mes de julio próximo celebra el Municipio de Urrao el centenario de su fundación. Entre otras fiestas, habrá exposición agrícola e industrial, en la cual tomarán parte algunos Municipios del Occidente del Departamento. Urrao es un de los Distritos más importantes de Antioquia: por su población, 17,000 habitantes, por extensión, 3.810 kilómetros cuadrados, con 60 de base en el río Atrato; por su riqueza en ganadería, alrededor de 50,000 cabezas de ganado mayor; por la gran cantidad de maderas de diversas clases; y por último, porque tiene terrenos fertilísimos para toda especie de cultivos de tierra fría, templada y caliente. Los habitantes del Distrito son esencialmente agrícolas y ganaderos. Todos se distinguen como hospitalarios, generosos y francos. Es uno de los pocos pueblos del Departamento en donde se le abren al forastero las puertas de la amistad sin el menor recelo, y sin averiguar primero por su raza, política o religión. Allí predominan la sinceridad y el trabajo y se esterilizan la pereza y la hipocresía. Las entidades públicas y los cuerpos legislativos tuvieron a Urrao, hasta hace poco, en completo olvido. La ayuda oficial no llegó allá como pueblo de gran producción, y en cambio fue pródiga para otros de escasísima importancia. A los pueblos de potencialidad productora tiene el Estado el deber ineludible de prestarles su contingente de cooperación, como un medio cierto y seguro para el aumento de la riqueza particular y por ende también del aumento del bienestar general y del progreso fiscal. El mayor elemento de esa cooperación es el de buenas vías comunicación. Los pueblos nuevos, dotados por la naturaleza de los mejores medios de vida propia, necesitan estar en contacto con los centros de consumo, y por eso requieren comunicaciones rápidas y baratas para traer hacia éstos, fácil y económicamente el producto de su esfuerzo y de su trabajo, pues de otro modo, aislados de las principales ciudades y centros industriales, la desilusión los llevará a una conformidad peligrosa, vista por el aspecto social y económico. El estímulo es el principal acicate para el progreso y el primer camino que necesitan las ideas para exteriorizarse en realizaciones fecundas. Las fuerzas creadoras del pensamiento humano tienen que desenvolverse fácilmente para que se puedan traducir en hechos benéficos y en resultados reales y tangibles a favor de la colectividad. A Urrao le es indispensable por su gran capacidad productora de artículos de primera necesidad, una vía carreteable que le sirva para el transporte rápido y económico a Medellín, ciudad de gran consumo como centro de industrias, profesiones, artes y oficios e instituciones educativas. La ciencia de la ingeniería dirá por dónde debe construirse esa vía, en cuanto a extensión, firmeza y gastos de sostenimiento; pero atendiendo a factores de otro orden como el desarrollo de riqueza por donde ella ha de atravesar, mayor número de beneficiados, cultivos ya establecidos e importancia de éstos, es la economía también la ciencia que desempeña importante papel en la ciencia que desempeña importante papel en la elección de esa vía. Pronto habrá de terminarse la construcción de la carretera Bolombolo – Concordia. Queda por resolver si la carretera de Urrao se debe construir de allí al Troncal de Occidente por Anzá, o de Urrao a Concordia. Por esta última vía la carretera es algo más larga y costosa; pero esa de mayor extensión y el mayor costo se justifican, porque los terrenos por donde atraviesan están cultivados, son muy fértiles en general y mucho más poblados. Además, con un pequeño ramal se beneficiaría el Distrito de Betulia, rico en producción de café y en caña de azúcar. Las vías de comunicación, deben construirse por donde la ingeniería lo señale y la economía lo exija. ¿Por dónde habrá para el ferrocarril más volumen de pasajeros y de carga? La contestación es más exacta: Urrao – Concordia –Bolombolo, y no Urrao –Anzá –Bolombolo. Es problema que no debe discutirse, si la ingeniería y la conveniencia se aúnan. La feria – exposición de Urrao dará a conocer a todos los concurrentes la capacidad productora del Municipio. Ella dirá muy claro al solo sentido común si es cierto que ese Distrito, injustamente, ha sido olvidado de la cooperación oficial. La economía rural enseña que las ferias –exposiciones, son concursos de productores y consumidores en “lugares y días determinados, con el fin de vender y comparar sus productos”. “La libertad de contratación es el medio más eficaz para extender los cambios, por lo cual el derecho de vender o de comprar donde y cuando convenga a oferentes y demandantes, debe ser sostenido por los poderes públicos, sin otras limitaciones que las reclamadas por la higiene, el impuesto y las necesidades generales.” En las exposiciones los productores se ponen en contacto unos con otros, cambian ideas, se comunican sus conocimientos, se cuentan sus dificultades, se hermanan mejor para la lucha, y como hombres de esfuerzos y sacrificios, se unen bajo la única idea del derecho que les asiste para pedir lo que les es más conocido, lo que más necesitan: buenas vías de comunicación. Como grande amigo de los agricultores, y porque conozco íntimamente sus dificultades, me uno a Urrao en la fecha de su fiesta centenaria, seguro como estoy de que la exposición que va a realizarse será un certamen del trabajo y esfuerzo. Junio de 1934. Gregorio Agudelo APUNTES DE UN VIAJERO DESPREVENDIDO Querido Pepe Cano: te confieso que cuando antes de para partir para Urrao, me pediste que escribiera mis impresiones sobre esa tierra, y te prometí hacerlo, no estaba bien resuelto a cumplirte la promesa. Hay cosas gratas en que ejercitar la pluma, y el tiempo escasea de tal modo en tan despiadada lucha por el pan, que me parecía inútil dedicarle algunas horas al recuento de las peripecias de un viaje en mula, por estos riscos nuestros, recubiertos de selvas y de rastrojo, con el aditamento de malas noches en posadas olorosas a enjalma, y los únicos paréntesis luminosos de uno que otro tónico anisado en compañía del peón, en las fondas de la vera del camino. Sin embargo, en esta vez mis ideas o prejuicios se han quedado por debajo de la realidad –lo cual no es muy común- y ante lo que mis ojos han visto he tenido que rectificar mis fallos a priori, y los que es más, aguijoneado por justísimo deseo y el mandato imperativo de mi conciencia de amante del terruño, me veo con la pluma en ristre, resuelto a fatigarte a ti ¡oh poeta! y a los lectores de tu ecuánime papel por unos cuantos minutos. Como tú, y como todo el mundo, había oído hablar del hermoso valle de Urrao y enredada en los rincones de la memoria, me había quedado la sonoridad argentina, como trino de pájaro, de la palabra Penderisco, nombre del río que sobre aquél rumorea. Pero francamente te digo que me tenía sin cuidado la decantada hermosura de ese pedazo de tierra antioqueña, como sin cuidado mantiene a nuestros padres conscriptos, y los honorables diputados que hacen la felicidad de la patria chica. Imaginaba yo que los que hablaban con encomio de los primores del paisaje y de la feracidad del suelo, de los lucios ganados que allí se crían y de las opimas promesas que por doquiera se ofrecen a quien desprevenidamente, pero con entusiasmo, contempla lo que circunda, eran amplificadores interesados, dueños de unas cuantas fanegas de tierra, dispuestas para el negocio. Error de ignorante y grata enmienda de mis yerros. Llegué y vi. Aquello es sencillamente admirable. Un bosquejo de agreste paraíso, y una de las más ricas dávidas con que la Providencia ha favorecido a nuestro pueblo, judío o no, comoquiera, pero apegado a sus pláticas, de recios músculos, amante empecinado del trabajo, y bastante conservador, aún cuando grite que ¡viva el partido liberal! Supónte un valle amplio y perfectamente plano, recubierto de pastos abundantes de perenne verdura, donde centenares y centenares de cabezas de ganado ponen una nota eglógica; escoltado a lado y lado por murallones de montañas que ofrendan las más ricas y variadas maderas de construcción, valiosas resinas, plantas medicinales de toda clase, y soberbios paisajes que sugieren ideas de altivez de fecundidad, de operosa lucha, de indomable brío para el trabajo. Porque todo aquello, de trecho en trecho, en faldas y cañadas, ostenta los manchones reverdecidos con frescor de renuevos de las cosechas ubérrimas, como rastro potente que el sudor humano ha dejado por la tierra agradecida. Cierran el valle, si mal no recuerdo, el Plateado por el sur, el alto de San José al oriente, y allá a lo lejos, altivo y dominante, el Páramo del Frontino, a 4,100 metros de altura, abundante en pastos, y que parece que quisiera borronar en parte con su cresta gélida, la monotonía maravillosa de un firmamento eternamente azul, radiosamente primaveral, al menos mientras lo he contemplado. Por en medio del valle va el río de nombre musical, describiendo amplias curvas, manso y silencioso, como si anhelara fija en el espíritu, al par que la apacible movilidad de su corriente, imagen fiel de cómo debe organizarse el pensamiento, la tranquilidad augusta de las vidas prolíficas y de los grandes destinos. Y nada es comparable en lo sedante, el valle pintoresco, recorrido en toda su extensión por las ondas turbias de aguas que, como siempre pone su nota de poesía suprema a lo que toca, excediéndose en este caso con prodigalidades y refinamientos de artistas. Y como prueba, me tienes el cementerio de la población, situado en un montículo, que es un cono trunco donde enredaderas y plantas tropicales han entretejido hojas y ramas, en desafío de verdura, para formar, como quien dice, un dulce y blando lecho a los muertos, besando sus plantas por el río en curiosa herradura de oro bruñido. Sitio aquel encantador, digno de un pueblo optimista, penetrado de un sentido de gracia hacia la vida, como el griego, donde sería dulce descansar por siempre y para siempre. Urrao se halla en la margen derecha del Penderisco y es una ciudad pequeñita y coqueta, de calles muy anchas, rectas y aseadas, con magnífica luz eléctrica, igual a la que alumbra las cejijuntas noches medellinenses; con algunos edificios muy buenos como la escuela, el hospital y la iglesia, que es una pulida joya y adornada por una gran plaza llena de árboles, donde provoca incrustar un recorte de selva para hacer un parquecillo poético. Su clima delicioso, ni cálido ni frío, permite que los días se deslicen suavemente sin los sofocos de la tierra caliente ni los encogimientos escalofriantes de los páramos. Clima ideal que pone rocicler y tersura en las pieles femeninas, acanela la de los trabajadores que viven a pleno sol, mantiene los ánimos en grato equilibrio de bonhomía y permite al cerebro irrigarse convenientemente, y por lo tanto trabajar con intensidad y deleite. Un centro de estudio allá sería cosa de máximo provecho. Pueblos favorecidos con climas como aquél tienen por ley ineludible que ser inteligentes de corazón magnánimo, de instintos equilibrados, predispuestos a las labores intelectuales y a la mansedumbre en el trato. Apunto como afirmación de lo expuesto, el dato suministrado por el señor Alcalde de que durante las concurridas funciones de semana santa, en que todos los labriegos afluyen a la población y los obreros cesan en sus trabajos, propinándose para sostener el fervor místico uno que otro “lamparazo” de lo picante y cristalino, en una rebusca de armas practicadas en más de trescientos individuos, no se encontraron sino tres modestos cuchillejos, y no hubo que conducir a nadie por riña a la cárcel... Argumentos en el haber del pueblo antioqueño, que tan calumniado ha sido por aquello de las zanjas de la barbera. Los moradores de Urrao son generosos, de sanas costumbres, luchadores como recios varones, leales en su trabajo y dotados de una cultura natural muy de señores, hija sin duda de la benignidad del ambiente y de las sugestiones benéficas del medio. Estréchase la mano callosa de sus rudos trabajadores con agrado tonificante. Se siente en su compañía la influencia de la savia vigorosa de Antioquia que emana del suelo, recorre los cuerpos y va a estremecer los espíritus. De las mujeres me da hasta temor hablarte, porque sé qué has de relamerte de la sutil complacencia de un felino. Son algo de lo admirable que tenemos en estas breñas. Pueden pasearse orgullosas en un salón de fiestas, al lado de las sonsoneñas, las ríonegreras y las hijas de este Aburrá nuestro, que ya es mucho decir! ¡Qué bien estarían luciendo con sus gracias y donosuras en un madrigal de esos tuyos tan saturados de amor y voluptuosidad! La belleza de aquellas doncellas es auténtica y castiza, de raza que evoluciona hacia una mejoría indefinida. Lógicamente la admiré como hombre, pero también como sociólogo, preocupado ante todo por la grandeza futura de mi pueblo. Y puedo asegurarte ¡Oh poeta nubiense! Que existen tipos de verdadera selección biológica y no es aventurado afirmar que esa porción de tierra antioqueña, como Sonsón, Ríonegro, Marinilla, el Retiro, Abejorral, es un almácigo venturoso donde en estos momentos se plasma para el porvenir la verdadera, la triunfadora, la fuerte raza de la montaña. La cuestión es que sepamos aprovechar tales productos y que aprendamos a darnos cuenta de que la eugenética no es una palabra desprovista de sentido. Hasta el presente no nos hemos percatado, por imprevisión digna de acre censura, de que la raza es algo que puede mejorarse y fortalecerse, si se cuida con el cariño y la acuciosidad que se le gastan a un linajudo ejemplar caballuno o a una vaca de jugosas ubres, aun cuando la comparación sea un poquillo irrespetuosa. Debemos mantener las miradas escrutadoras en aquellos sitios en donde, día por día, se nos ofrecen muestras de selectos puntos de inteligencia, fuerza y belleza. La higiene y las vías de comunicación, no amartilladas en los editoriales de los periódicos ni en los proyectos de ordenanza, sino movidas a puro músculo y en plena tierra... deben ser las encargadas de darnos un conglomerado humano de sólida contextura, de mente equilibrada y disparada hacia las alturas de la vida y del futuro como una meta. Pero volviendo a las excelencias de Urrao, tú dirás, como cualquier minero remediano, ante el fervor con que las narro, que allá “me dieron yerbas”. Y con franqueza te apunto que si no hubo tales yerbas, sí que me ofrendaron el filtro mágico de la cordialidad y simpatía, y sus nobles mujeres me acogieron de modo fraternal y sencillo, y mis ojos mortales se inundaron con los esplendores de aquellos cielos y con la sonrisa estival y prometedora de aquellos campos ubérrimos. Fui allá como Jefe de la lucha contra la anemia tropical, y tuve la satisfacción de comprobar el decidido apoyo que tanto las autoridades como los particulares prestan a tan importante obra. Se han penetrado de una verdad trivial y honda: de que sin hombres sanos no vamos a ninguna parte, y con entusiasmo del pueblo culto secundan las felices iniciativas del Gobierno en el ramo de la higiene. Mas no todo puede ser sabrosura en este mundo. Con tristeza me di cuenta, una vez más, de lo ignoradas que alientan regiones de nuestro suelo en donde necesariamente se cuaja parte del porvenir de Antioquia. Muy pocos son los que saben de la riqueza y los dones de aquéllas y los pocos que lo saben no lo gritan a los cuatro vientos como deberían hacerlo. Los gobiernos con indiferencia culpable, descuidan los tesoros que allá se ocultan, y los mismos legisladores, los encargados de robustecer y ampliar las fuerzas del Departamento, desconocen, la mayoría de las veces, las necesidades vitales y capacidades de los pueblos. Conténtanse, por lo común, con pedir modestos auxilios para obras sin trascendencia de la parroquia, desparramando sin visión de estadistas ni sentido profundo de alta política, las potencialidades económicas del Erario. En infinidad de ocasiones malgastan la mentalidad en malhadadas pugnas de campanario, y no es raro el caso en que todo lo maculen con los incendios del odio de esta política nuestra, artera y carente de ideología, manejada por analfabetos y pintorescos caudillos de lado y lado. Da grima pensar que para uno trasladarse de la capital a muchos de los ricos Municipios que deben ser la despensa del Departamento y el foco de prósperas industrias, es menester recurrir a la mula, y descender y subir cuesta bajo el agobio de desesperante monotonía, y estar dispuesto a romperse “el vital estambre” en una de las cornisas de las montañas, cuando la misma tierra está pidiendo a gritos la civilizadora cinta de las carreteras. No hay motivo para que se desperdicien energías en hombres y animales, que debían aprovecharse en trabajos de orden superior, en el juego peligroso y extenuante de trasmontar serranías y serranías por senderos sembrados de pedriscos o de pantanos, donde muchas veces del jinete no queda sino el jipijapa, como en el cuento del paisa. A Urrao podrá irse en pocas horas cómodamente, por una carretera sencilla, que el intelecto menos preparado ve con cierta claridad cegadora, en tanto que hasta el presente se gastan hasta dos días ¡por qué inmortales lomas! Figúrate los que Antioquia ganará con un camino de cristianos, que ponga el centro en comunicación con el Atrato, aprovechando de paso las lozanas vegas del Penderisco. El simple sentido común relámese de gusto al pensar en la carretera de cuatro leguas, provecho hoy practicable, según parece, que partiendo de Bolombolo, y subiendo a Concordia, penetre al valle gentil que he intentado describirte y de allí llegue a las orillas del Atrato, al puerto de Arquía, en donde anclan buques de consideración. Aquello ha de ser la liga indisoluble con el Chocó, tan olvidado por nuestros Gobiernos, que a todo trance necesitamos vincular al centro y abrirlo en uno y otro sentido para robustecimiento del alma nacional, y redención económica de gran parte del pueblo antioqueño. Pero... es humanitario suspender esta desmañada prosa mía, dictada por un sentimiento de patriotismo cordial, rogándote antes que me ayudes a clamar con tu claro prestigio, por la necesidad en que estamos los antioqueños de conocernos íntimamente, de apreciar en lo que vale la tierra que nos sustenta, y de tornarnos de mayor permeabilidad para las voces que en clamoreo sostenido, nos llega de la intuitiva conciencia popular, y de la misma naturaleza feraz. Alfonso Castro. UN AUXILIO RESOLUCION NUMERO 84 DE 1934 (ABRIL 4) por la cual se destina una suma de dinero. El Ministro de Industrias. En uso de sus atribuciones legales, y CONSIDERANDO Que el Municipio de Urrao, en el Departamento de Antioquia, celebrará en este año su primer centenario de vida civil; Que para conmemorar este acontecimiento, la Junta del Centenario de ese Municipio organizará una exposición agropecuaria, industrial y artística, para la cual han sido invitados los veintisiete Distritos de la banda izquierda del río Cauca. Que el Municipio de Urrao con sus 3,810 kilómetros cuadrados de extensión territorial por la bondad de sus tierras, la variedad de sus climas y su riqueza agrícola, pecuaria y forestal, ocupa ya un puesto de avanzada en el concierto de la vida nacional y Que es un deber del Gobierno apoyar, por cuantos medios estén a su alcance, las exposiciones agrícolas, industriales que se celebren, ya que con ellos se estimula la producción y se fomenta el consumo de los productos nacionales, RESUELVE: Artículo 1°. Asociarse al centenario que celebrará en este año el Municipio de Urrao. Artículo 2°. Destinar hasta la suma de $500, que se distribuirán así: $300 para contribuir a los gastos de la exposición agropecuaria e industrial que se efectuará en el mencionado Municipio, y $200 para adquirir dos premios que ofrecerá el Gobierno, uno para el mejor producto agrícola o pecuario nacional, y otro para el mejor artículo industrial. Los $300 dichos se situarán a la orden de la Junta del Centenario de Urrao, la correspondiente Administración de Hacienda Nacional. Artículo 3°. El gasto que ocasione el cumplimiento de esta Resolución se imputará al capítulo 60, artículo 279 del Presupuesto de la vigencia en curso. Comuníquese y publíquese. Dada en Bogotá a 4 de abril de 1934. El Ministro de Industrias, FRANCISCO JOSE CHAUX.